Anarquía Coronada

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Colectivo Situaciones: Obras completas

De lo posible se sabe demasiado: una introducción al Colectivo Situaciones // Facundo Abramovich y León Lewkowicz

Todo el ruido de lo ya pensado, impide la escucha del presente, de lo desconocido.

Henri Meschonnic

Hacer una lectura política quiere decir contextuarla en la ciudad, en la teoría de la ciudad en el sentido más amplio.

David Viñas

 

I

No es fácil pensar una época a través de una obra ni lograr que un texto le hable al presente. De este modo se puede comprender la dificultad que atraviesa el bienpensante de izquierda: en cuanto su tiempo no le brinda respuestas, la impotencia obtura la efectividad de su pensamiento. La eterna lógica de buscar en la historia lecciones –o errores de los que «aprender para no repetir”– es desafiada con el surgimiento de fenómenos imprevistos o situaciones de nuevo tipo. Quizás el problema no radique tanto en la selección de textos, sino más bien en nuestra hermenéutica: la “dificultad” se resuelve, en parte, en el modo como los lectorxs decidimos enfrentarnos a los textos.

II

Pueden señalarse, entonces, dos tipos de lectura: la lectura a la que recurren lxs eruditxs y acumuladorxs de información y, en la vereda opuesta, aquella que funciona como insumo habilitante de una lectura activa para las nuevas luchas.

Un archivo no puede entenderse sino como una derivación de estas formas de lectura. Así, por un lado, encontramos el museo inerte académico y, por otro, el archivo militante donde los conceptos y saberes de otras épocas pueden ser, también, parte del combate en el presente. Uno presupone el conocimiento como fin en sí mismo, el segundo, como búsqueda de nuevas aperturas colectivas.

Escribimos y publicamos esto en momentos en que el retroceso de los gobiernos progresistas en la región y, en particular, la brutalidad del gobierno de la Alianza Cambiemos nos obligan a revisar las dos últimas décadas en búsqueda de claves explicativas. La inauguración del nuevo milenio bajo las luchas contra el neoliberalismo pueden ser, en este contexto, un punto de partida esencial para quienes nos proponemos comprender y combatir nuestra actual coyuntura.

III

Aún más difícil es leer estos textos cuando el período de radicalización denominado “2001” (que podemos llamar, como Mariano Pacheco, De Cutral-Có a Puente Pueyrredón, 1996-2002) se presenta cada vez de modo más oscuro. Múltiples lecturas, demonizaciones y reivindicaciones se han hecho de esos años. En 2015, las campañas electorales de los distintos espectros políticos estuvieron basadas en el fantasma de “no volver” al 2001.

Entonces, ¿qué es esa cosa llamada “2001”?, ¿qué esa “cosa” hoy? Ante todo, “2001” como pregunta, como fantasma que resuena en los saqueos, en cada diciembre, en los piquetes, en las ollas populares, en los índices económicos, en las luchas, en el FMI, en los movimientos sociales, en el movimiento de mujeres, en los trueques, en los discursos securitistas, en el macrismo, en el -kirchnerismo. La apelación al “2001” fue una constante para ordenar o desordenar, ya sea desde los discursos de los gobiernos –y sus aliadxs– hasta por experiencias que, desde abajo, piensan cómo cambiar lo que hay.

IV

El Colectivo Situaciones es una de tantas experiencias que brotaron en este periodo. La época los lleva a abandonar la agrupación El Mate, surgida en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, para abocar sus esfuerzos militantes en las nuevas experiencias que surgían en la Ciudad de Buenos Aires y en la zona sur del Conurbano. En ese sentido, CS no fue una “patrulla perdida”, sino un diálogo permanente con heterogéneas experiencias y elaboraciones teóricas: MTD Solano, la coordinadora Aníbal Verón, H.I.J.O.S, Madres de Plaza de Mayo, ATE, CTA, MOCASE, MLN-Tupamaros, la Universidad Trashumante, la escuela Creciendo Juntos de Moreno, el zapatismo, Mujeres Creando, Grupo de Arte Callejero, Toni Negri, Miguel Benasayag, Luis Mattini, Rubén Dri, León Rozitchner, Suely Rolnik, Horacio González, Jacques Rancière, Silvia Rivera Cusicanqui, Colectivo Simbiosis Cultural, Raquel Gutiérrez Aguilar, Paolo Virno, John Holloway, Ignacio Lewkowicz, Mauricio Lazzarato, Peter Pál Pelbart, Mezzadra, Amador Fernández-Savater, Franco “Bifo” Berardi, Santiago López Petit, Spain en Blanc, el colectivo Precarias la Deriva, Editorial Traficantes de Sueños y tantxs otrxs. Dentro de esta red, se propusieron producir un pensamiento a la altura de la recomposición del movimiento popular luego de años de “democracia de la derrota”, donde, gobernara quien gobernara, el programa era el mismo. Son muchos los textos que forman parte del “Archivo Situaciones”. Cada uno de ellos fue escrito como un análisis concreto de situaciones concretas. Lo componen 14 libros, 67 artículos y declaraciones, 14 conferencias y entrevistas. Además, como toda obra, tiene sus derivas, sus continuidades por otros medios. Una de ellas –sin la cual no hubiera sido posible este archivo– es Tinta Limón Ediciones, que luego de más de 10 años sigue produciendo y editando, siendo un insumo cada vez más consultado por las nuevas y viejas generaciones que están en el ring por nuevas formas de vida.

 V

“Por ejemplo, la investigación militante. Bueno, es una investigación. Pero ¿cuál es el marco teórico? Qué sé yo: decime cuál es el problema, y después te digo qué podemos leer. ¿Y cuándo termina? No sé, depende de financiamiento, tengo financiamiento para estudiar movimientos sociales durante un año. Ahí dijimos: así no

En estos meses, ha sido extensa la bibliografía sobre cómo el macrismo surge interpretando el 2001. Sin embargo, se deja sin responder una serie de preguntas urgentes: ¿Qué 2001 leemos nosotrxs? ¿Cómo se piensa una política emancipatoria una vez que el Estado ya no es el centro que organiza el sentido de la sociedad (es decir, luego del pasaje de una “subjetividad ciudadana” a una “subjetividad de mercado”)? ¿Cómo podemos volver a pensar el Estado luego de que los gobiernos populares o progresistas hayan intentado reponerlo como centro de organización de las vidas? ¿Fue esa política eficaz o la disputa territorial con actores de nuevas escalas (narcotráfico, policía, punteros, iglesias) nos fuerza a pensar nuevamente nuestras luchas? ¿No nos sigue exigiendo 2001 un pensamiento más allá del Estado? ¿Acaso ya se cerraron las heridas infligidas por el 19 y 20?

Por eso interesa la obra de CS: permite una epistemología propia de las luchas actuales. El CS se define a sí mismo como un intento de realizar una “lectura ‘interna’ de las luchas, una fenomenología (una genealogía), y no una descripción ‘objetiva’”, ya que así el “pensamiento asume una función creadora, afirmativa” a partir de que “las luchas persisten y crecen, y eso es todo un punto de partida”. Una zona abierta, entonces, donde el “pensamiento abandona toda posición de poder sobre la experiencia de la que participa”. La figura del investigador militante, además, permite evadir las dos derivas estériles ya mencionadas: la del pensamiento académico que, lejos de aportar a las luchas emergentes, las utiliza meramente como “objeto de estudio” y la del militante ‘anti-intelectual’ que, sin rumbo, queda triste e impotente cuando la realidad no se transforma al ritmo de su voluntad. De alguna manera, el investigador militante plantea las preguntas que Deleuze señalaba en Foucault: “¿qué nuevo tipo de luchas hay, si es que hay?, ¿qué nuevo tipo de resistencia al poder?, ¿hay hoy en día, aquí y ahora, un rol particular que sería el rol del intelectual?, ¿qué significa aquí y ahora ser un sujeto?”. Podríamos agregar: ¿frente a qué poderes se lucha? y la pregunta sobre la vocación historizante (¿con qué otras experiencias, épocas y luchas dialoga?).

VI

Pensar y habitar una situación es un gesto radical en sí mismo: consiste en concebir cada momento de creación y experimentación por lo que tiene de novedoso para la vida estandarizada (en el sentido en que nos lleva “más allá”). Se trata de ver y re-valorizar la potencia actuante, de observar qué posibilidades se abren en el tiempo propio de crisis, es decir, en cada momento donde las premisas que organizan nuestras vidas caen. Situacional, aclara CS, no significa local, sino que “consiste en la afirmación práctica de que el todo no existe separado de la parte, sino en la parte”, aquel recorte espacio-temporal donde se elabora sentido.

De lo posible se sabe demasiado en varios sentidos: porque, por momentos, sabemos muy bien vivir de manera neoliberal, porque el llamado “leninismo” (quienes hablaron en nombre de Lenin), lejos de pensar en situaciones concretas, intentó aplicar el mismo esquema en diferentes experiencias (Partido, Vanguardia, Verdad-Programa, toma del Estado, etc.) y esa incapacidad se volvió a expresar en aquellos años. CS expresa una necesidad todavía latente: repensar las teorías y prácticas emancipatorias que no han sido eficaces. No se trata de una reivindicación utópica de “lo imposible”, sino de una operación que consiste en observar rigurosamente las aperturas. Si de lo posible se sabe demasiado, el desafío consiste, como afirman siguiendo a Badiou, en pensar como un “agujerear” el saber (lo posible-sabido) en –y de– una situación. 

VII

“¿Cómo habitar una época cuyas claves no terminamos de comprender?”, se pregunta el CS en Contrapoder (2000). Dieciocho años después nos persigue la pregunta: ¿qué contrapoderes están actuando, aquí y ahora? Contrapoder, dice Negri, es resistencia, insurrección y poder constituyente. Como lxs piqueterxs en ese ciclo de luchas, que “en plena tierra de nadie trabajan resistiendo el juego des-reglado para fundar nuevas consistencias sociales, políticas y culturales”. ¿Dónde se está desarmando el juego capitalista para afirmar y activar nuevas consistencias, un nuevo reparto de lo sensible?

La irrupción del movimiento de mujeres y disidencias sexuales, la actual CTEP, las nuevas experiencias sindicales, el surgimiento de ex-hijxs dan cuenta de que una nueva hipótesis estratégica no puede prescindir de una nueva “cartografía”. Parte de estas experiencias recientes merecen ser pensadas a la luz del período 2001: quizás las ollas populares de ayer explican el verde de hoy y al feminismo popular; quizás la única reconciliación posible sea entre H.I.J.O.S y ex-hijxs en busca de verdad y justicia; quizás los MTD puedan, aún hoy, alumbrar la actual experiencia organizativa para lxs trabajadorxs de la economía popular; quizás, sólo quizás, en la vieja CTA encontremos el germen de un nuevo sindicalismo de base.

 VIII

Si algo nos recuerda a aquella época, es la actual situación “defensiva-estratégica”, donde una modificación sustancial de las correlaciones de fuerzas en favor del bloque dominante implicaría una derrota de largo aliento para el movimiento popular. Por el contrario, la resistencia a la consolidación del proyecto neoliberal puede llevarnos a nuevas experimentaciones políticas y sociales.

En tiempos donde el “debate 2019” amenaza con eclipsar el conjunto de nuestras discusiones, el concepto de autonomía parece haber quedado en el fuego del pasado. Sin embargo, las preguntas que este envuelve no pueden ser rápidamente desechadas. No se trata de una reivindicación vacía que lleva a una rápida impostura anti-estatista, sino de una actualización para (y en) los días que corren. Prudencia y audacia en el pensamiento, en búsqueda de una nueva radicalidad social. Prudencia y audacia como armas contra el presente.

Son muchas las tareas que quedan pendientes para posibilitar una contraofensiva. He aquí este humilde aporte que es el Archivo Situaciones: un intento de poner sobre la mesa ciertas claves teóricas y prácticas que susciten nuevas preguntas en los años por venir.

Septiembre 2018


ARCHIVO SITUACIONES

Año 2000 y 2001

1 – Libro: Política y Situación. Diego Sztulwark y Miguel Benasayag. abr-00
2 – Declaración pública frente al golpe: Resistir es crear 24/03/2001
3  – Segunda declaración del colectivo Situaciones: Marines de los Mandarines  marzo/2001
4 – Cuaderno número 2: la experiencia MLN-Tupamaros. may-01
5 – Acompañar la resistencia y multiplicarla (A propósito de la represión en la provincia de Salta). 20/06/2001
6 – Libro: Cuaderno número 3: MOCASE. 01-sep
7 – Notas para la reflexión política (a propósito de la lucha piquetera) 20/09/2001
8 – Dossier: Borradores de investigación #02 sep-01
9 – Libro: Contrapoder nov-01
10 – La fuerza del ¡»NO»! Cuarta declaración del Colectivo Situaciones (sobre la insurrección argentina de los días 19 y 20)  25/12/2001

Año 2002

11 – Asambleas, cacerolas y piquetes.(Sobre las nuevas formas de protagonismo social) 12/02/2002
12 – Libro:  19 y 20. Apuntes para el nuevo protagonismo social abr-02
13 – Quinta declaración del Colectivo Situaciones. Ante el golpe en Venezuela. -Imperialismo e imperio- 13/04/2002
14 – Ante la salvaje represión ocurrida en la Argentina el día 26 de junio 26/06/2002
15 – Argentina, December 19th and 20th, 2001: A New Type of Insurrection. By Colectivo Situaciones sep-02
16 – Revista ContraElPoder. Entrevista al Colectivo Situaciones (Bs.As/Madrid Septiembre 2002) sep-02
17 – ¿Cerca de la revolución? sep-02
18 – Los efectos del diciembre argentino oct-02
19 – Cuaderno 5+1 Mesa escrache situaciones.  oct-02
20 – Anexo a la edición española: Sobre el Club del Trueque.Por el Colectivo Situaciones nov-02
21 – La sociedad paralela: una revolución en el desierto nov-02
22 – Libro: Hipótesis 891, más allá de los piquetes. (Colectivo Situaciones y MTD Solano)  nov-02
23 – Argentina Piquetera 30/11/2002
24 – Entrevista al Colectivo Situaciones[1]. Buenos Aires, (UTPREBA) dic-02

Año 2003

25 –  Carta a los compañeros del Colectivo Editor de DeriveApprodi 28/02/2003
26 –  Argentina. A través y más allá de la crisis mar-03
27 – Entrevista al cura Berardo mar-03
28 – The Shock of the New. An Interview with Colectivo Situaciones By Marina Sitrin 25/04/2003
29 – Causas y azares 18/05/2003
30 – De príncipes y velatorios. Bs-As. 12/09/2003
31 – Sobre el Investigador militantes (Para Canadá) (20/09/03)
32 – El silencio de los caracoles (Algunas hipótesis para conversar con los zapatistas, desde Buenos Aires, a diez años de su insurrección) 17/10/2003

Año 2004

33 – Algo más sobre la Militancia de Investigación 29/02/2004
34 – El carnaval de un poder destituido. Entrevista al Colectivo Situaciones. Por Sandro Mezzadra. jun-04
35 – De umbrales y lenguajes (Notas sobre la conflictividad post 19 y 20) 29/06/2004
36 – Política de las imágenes. Buenos Aires, 22 de septiembre del 2004. Diego Sztulwark y Verónica Gago 22/09/2004
37 – Libro: Universidad Trashumante. oct-04
38 – Agujero Negro (Cuaderno PRESAS) 07/12/2004

Año 2005

39 – Taller del maestro ignorante. MTD Solano y Colectivo Situaciones ene-05
40 – Altitude Sickness.Notes on a Trip to Bolivia*. By Colectivo Situaciones may-05
41 – Intuición y movimiento (Prólogo a Mujeres Creando) 01/06/2005
42 – Apuntes sobre Acá no… de Juan Pablo Hudson jul-05
43 – Blanco Móvil – en diálogo con el Grupo de Arte Callejero oct-05
44 – Entrevista al Colectivo Situaciones. Por Sandro Mezzadra. oct-05
45 – LA METÁFORA (SIN METÁFORA) DE CROMAÑÓN nov-05
46 – Libro: Bienvenidos a la selva dic-05
47 – Libro: Mal de altura. dic-05
48 – Diagrama argentino de la normalización: trama y reverso. 10/12/2005

Año 2006

49 –  Colectivo Situaciones y la “nueva gobernabilidad” latinoamericana. Entrevista en LaVaca 23/01/2006
50 – Notas sobre la noción de “comunidad” a propósito de Dispersar el poder feb-06
51 – ¿Hay una «nueva gobernabilidad»? 16/03/2006
52 – Por una nueva madurez de los movimientos. Por el Colectivo Situaciones. Texto leído en el Global Meeting. Venecia,  30/03/2006
53 – Entrevista a Maurizio Lazzarato: Gobierno del miedo e insubordinación. Por el Colectivo Situaciones jun-06
54 – Leer a Macherey (Hardt y C.S 2006) 01/07/2006
55 – Entrevista a Paolo Virno: La madurez de los tiempos: la actualidad de la multitud sep-06
56 – Preguntas para compartir (A propósito de la desaparición de Julio López) 23/10/2006
57 – Libro: ¿Quién habla? dic-06
58 – La construcción de un poder destituyente, para Página/12. 20/12/2006

Año 2007

59 – ¿La vuelta de la política? 13/02/2007
60 – Politizar la tristeza 13/02/2007
61 – Carta a nuestras hermanas Sonia y María 17/05/2007
62 – Un devenir pos-humano. Entrevista a Franco Berardi «Bifo» Octubre-2007
63 – Postscript. Diálogo entre Alice Creischer y el Colectivo Situaciones.(Berlín – Buenos Aires) 10-octubre-2007

Año 2008

64 – Introducción a “Politizar la tristeza” (Para Barcelona) jun-08
65 – Anotaciones para compartir en El Levante. Rosario. 20/09/2008
66 – Libro: Un elefante en la escuela. Pibes y maestros del conurbano nov-08
67 – Palabras previas a Los ritmos del pachakuti, Raquel Gutierrez Aguilar nov-08
68- Entrevista a Peter Pál Pelbart. Cuando uno piensa está en guerra contra sí mismo… Por el Colectivo Situaciones. En Filosofía de la deserción dic-08

Año 2009

69 – Romanticismo (Respuesta a Grimson) 13/05/09 13/05/2009
70 – Cartografías disidentes (28.5.09) 28/05/2009
71 – Video: Entrevista Situaciones https://vimeo.com/36570490 ago-09
72 – Libro: Inquietudes en el impasse. sep-09
73 – Libro: Conversaciones en el impasse. sep-09
74 – Conferencia: “Inquietudes en el impasse a partir de la situación latinoamericana”- 10/12/2009

Año 2010

75 – Entrevista a Jacques Rancière: “Desarrollar la temporalidad de los momentos de igualdad” por el Colectivo Situaciones. En Noche de los proletarios mar-10
76 – Conferencia en Granada: «La investigación militante en el impasse». 05/03/2010
77 – ¿Nostalgia del presente? Por Verónica Gago y Diego Sztulwark may-10
78- El campo minado del bicentenario. Por el Colectivo Situaciones  18/05/2010
79 – Educación liberadora: pedagogías críticas, colectivas y dialógicas. Riobamba, Ecuador (Verónica Gago y Diego Sztulwark) 20/10/2010
80 – Entrevista del Colectivo Situaciones para Radio La Tribu dic-10
81 – De aperturas y nuevas politizaciones. A propósito del fallecimiento de Néstor Kirchner 06/12/2010

Año 2011

82 – De chuequistas y overlockas. Una discusión en torno a los talleres textiles (Colectivo Simbiosis y Colectivo Situaciones) abr-11
83 – Notas de la coyuntura argentina 01/12/2011
84 – Después del neoliberalismo. A 10 del 2001. dic-11

Año 2012

85 – Manifiesto de infrapolítica. El pasaje de las micropolíticas de la crisis a las del impasse. Verónica Gago y Diego Sztulwark 10/01/2012
86 – Discutir la Multitud: Cacerolas bastardas 01/09/2012


Año 2013

87 – Por una política más allá de la “vuelta” a la política. Entrevista a Mario Santucho abr-13

Algunos artículos sin fechar

88 – Notas sobre el posneoliberalismo en Argentina. Por Verónica Gago y Diego Sztulwark (Colectivo Situaciones)
89 – La ambivalente relación entre la lucha de los movimientos y la nueva gobernabilidad latinoamericana. Artículo a Jungle Word.
90- La crisis, el protagonismo social y la investigación militante.Notas en el impasse. Por Diego Sztulwark, Verónica Gago y Sebastián Scolnik (Colectivo Situaciones)
91 – ¿Postneoliberalismo?
92 – Segundo intercambio con Espai en Blanc
93 – Artículo para Common
94 – Situaciones por Situaciones para LaVaca
95 – Tres afirmaciones sobre nuestra militancia
96 -Movimiento y autonomia

Hacer vivir, hacer morir. Pliegues de un encierro que se extiende // Nati desde la Unidad 33 de Los Hornos

Tengo una hija de dos años y dos meses.

En este momento estoy tratando 

de conseguir el arresto.

Yo no tengo dirección, tengo cinco chicos afuera

ellos están con mi suegra.

Cuando estuve dos meses en comisaría

antes de venir al penal, yo tenía abogado particular

me hizo hacer el psicológico, el psiquiátrico

y psiquiátrico criminalístico.

Yo tengo juzgado de Lomas

y fueron de La Plata.

Yo en ese momento estaba embarazada

me salió todo bien.

Mi suegra entregó la dirección de la casa

para que la ayude con mis hijos

ella pensó que yo iba a salir mal.

Cuando fue el móvil con asistente social

para hacer el ambiental a la casa

ella insultó a la asistente social

diciendo que no iba a alimentar otra boca

y se fueron.

Yo no tengo otra dirección

no me hablo con mi familia hace quince años

intenté hablar con ellos

para ver si me daban la dirección

pero no me dieron bola.

No tengo dirección.

Había conseguido la dire de un hogar 

pero perdí comunicación con la gente

pintaba que era una iglesia

que era un hogar de mujeres

y me entero que vivían todos juntos

que se cruzaban.

Y yo quiero ir con mi hija

sola a un lugar.

No quiero estar con hombres

porque tuve experiencias horribles.

 

Yo estoy hace dos años y nueve meses

me dieron doce años

pero la defensora apeló y está en casación.

Yo ni enterada, estoy esperando la condena firme

pero no sabía, mi defensora apeló

y me dijo que me van a dar menos.

Me dan ganas de conseguir una dirección

quizás vaya a un hogar, pero no tengo la dirección.

Todavía estoy esperando

si aparece un lugar.

 

Yo la llevo como puedo

tengo mis días que estoy mal

no tengo comunicación con ellos

y eso me re pega.

 

Mi suegra me hizo una perimetral

hace poco mi marido habló con ella

de que yo necesitaba saber de ellos.

Ahora puedo hablar, pero cada tanto.

Me enteré que hace un año

dos de mis hijos desaparecieron

mi cuñada me hablaba a escondidas

le dije que sea sincera, vi la foto de mis hijos

de que estaban desaparecidos.

Yo le pregunté: ¿por qué no me avisaron?

estuvimos buscando con la poli, me dijo.

Les pedí que me avisen, me dijeron: 

para qué te vamos a avisar

si vos no podés hacer nada ahí adentro.

Pero yo quería saber, yo soy la mamá.

Mirá si les pasa algo, me puse re mal

ponete en mi lugar. 

Ellos aparecieron dos días después 

yo no me enteré de nada

no sé nada de lo que les pasó.

 

Tengo una nena de 5 años 

que tiene retraso madurativo

no puede empezar la escuela, la rechazan.

Ella está operada del corazón, habla muy poco

empezó a comer a los 2 años, solo tomaba leche.

Yo tendría que estar ahí, ocupándome de ella.

Queremos que los chicos que están acá, salgan

porque no hay medicamentos

a veces ni siquiera hay ibuprofeno

y te tratan mal.

Mi hija tiene broncoespasmos

se le está terminando el remedio

ya casi no queda

¿qué hago si se termina?

A veces los fines de semana no hay pediatras.

Estamos con problemas 

con las encargadas de cocina:

nos mezquinan, no nos quieren dar casi nada

tuvimos que hablar con la jefa de cocina.

En el pabellón somos cinco

nos dan dos tazas de polenta

y no nos alcanza.

Yo no tengo visitas

nadie puede depositarme

a veces tengo que hacer trueques 

porque no me alcanza ni el azúcar.

Quiero una casa

para poder irme

para estar con mi hijo.

Nati, desde la Unidad 33 de Los Hornos

 

Hacer vivir, hacer morir

Pliegues de un encierro que se extiende

Relatos urgentes recopilados entre mayo y junio de 2020

Colectivo Editorial Tinta Revuelta – YoNoFui 

Colección: Escrituras amotinadas

El cuerpo del trabajo.Tres escenas cartografiadas desde el paro feminista // Verónica Gago

Fuente: A contra corriente

[googlepdf url=»https://lobosuelto.com/wp-content/uploads/2019/05/document.pdf» download=»Download» ]

Libro: Política y situación. De la potencia al contrapoder // Diego Sztulwark y Miguel Benasayag

Para leer Política y situación. De la potencia al contrapoder, CLICK AQUÍ

“El feminismo es un movimiento de transformación radical de la sociedad” // Verónica Gago

Nazaret Castro (Buenos Aires)

 

El 8 de marzo de 2018 puso en escena la fuerza del movimiento de mujeres en Argentina, y convirtió Buenos Aires en uno de los ejes más importantes del mapa internacional de los feminismos. La marcha se esperaba masiva, pero fue mucho más que eso: fue inmensa, y festiva, llegó acompañada de una huelga de cuidados y logró hacerse entender no como un acontecimiento sino como un momento -histórico, sí- de un largo proceso, tejido a lo largo de meses de asambleas y, antes de eso, décadas de lucha. La fiesta memorable que fue el 8 de marzo fue una sorpresa sólo a medias. El 3 de junio de 2015 había instalado un grito incontestable: el de Ni Una Menos; pero la inteligencia colectiva de los activismos feministas no se quedó ahí: pretendía mucho más que anunciar que ya no estamos dispuestas a que nos maten, golpeen o violen. Pretendía cambiarlo todo.

Tenemos el privilegio de conversar con Verónica Gago, una de las más activas militantes de Ni Una Menos, que articula los mundos de la militancia, la academia y la economía popular. Ella nos habla de algunas de sus mayores referentes intelectuales -la argentina Rita Segato, la mexicana Raquel Gutiérrez y la italiana Silvia Federici-, con quienes ella se codea en conferencias y congresos en todo el mundo; pero, también, de las mujeres que trabajan en la economía popular, que sacan el trabajo doméstico a las calles de las villas miseria [las favelas], que luchan para defender sus territorios frente al modelo extractivista –la minería, el agronegocio y otros grandes emprendimientos que avanzan en detrimento de las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas-, o las que están recluidas en presidios.

Verónica, amazona incansable y generosa, sabe que las preguntas se hallan, y las respuestas se elaboran, siempre desde abajo y en colectivo. Nos habla en un contexto complejo -la vuelta de las derechas en el país y en toda la región- en el que los feminismos, y en particular el feminismo popular o comunitario, emergen como la más prometedora de las luchas por la emancipación.

Verónica Gago. Foto de Florencia Trincheri

¿Cómo se logra vencer la resistencia al término “feminismo” que hay en ciertos sectores, como las mujeres rurales y de clases populares?

Creo que la capacidad actual de los feminismos ha sido ligarse a una conflictividad social; y es gracias a eso que varios de sus conceptos fundamentales emergen hoy desde las luchas, y se va más allá de esa identificación que existió durante mucho tiempo del feminismo asociado a una dinámica más cercana a las instituciones o al espacio académico y, por tanto, desencontrado con las luchas populares. Hoy esa conexión está siendo muy poderosa y es la que le da una vitalidad al feminismo desde abajo. La noción de cuerpo-territorio, por ejemplo, es capaz de poner en conexión todo un archivo, un acumulado de luchas en torno a la autonomía de los cuerpos de los feminismos con las luchas alrededor de la autonomía de los territorios, complejizando al mismo tiempo la idea de “soberanía” y la de cuerpo entendidas por fuera de los confines del cuerpo como propiedad individual. La palabra cuerpo se piensa así de modo extenso, como el cuerpo social produciendo un tipo de resonancia entre luchas comunitarias y feministas. Insisto que lo novedoso es cómo toda esa riqueza de categorías nace del ritmo y las invenciones de una nueva conflictividad social que encuentra lenguajes para narrarla y confrontarla, que vienen desde el feminismo popular, comunitario, indígena y villero.

Eso nos lleva a una cuestión que es fundamental en toda América latina: por qué y cómo las mujeres están en la primera línea de los conflictos por los territorios, en conexión con el avance acelerado del modelo extractivista.

Las respuestas que dan las mujeres en esos conflictos es muy clara; pienso por ejemplo en los conflictos ahora en Tariquía, al sur de Bolivia: “Porque sabemos que nosotras seremos las que tendremos que ir a conseguir el agua si la mina acaba con ella, somos las que vamos a cargar los bidones en el bus”. Las mujeres afrontan estos conflictos en términos concretos y cotidianos, en la medida que se multiplica su trabajo reproductivo como trabajo obligatorio para responder a los despojos de las transnacionales en el territorio. Y en este marco, muchas se preguntan qué significa poner el cuerpo en la lucha si después son desvalorizadas en el momento de la toma de decisiones; así es que se exige no sólo estar en la primera línea de los conflictos, sino también ocupar los espacios en los que se toman las decisiones políticas sobre esos conflictos. Creo que de este tipo de situaciones surgen reflexiones muy ricas que radicalizan las preguntas que nos hacemos todas, porque van enlazándose de maneras variadas. Esto sucede también en los territorios urbanos. Una compañera de la Corriente Villera Independiente, Gilda, con quien coordinamos una de las asambleas para el 8M murió unas semanas después electrocutada al sacar agua de los pasillos de la villa tras una tormenta. La falta de infraestructura básica hace que la precarización de la existencia sea total y que sean en general las mujeres las que se ponen al hombro la tarea de producir infraestructura popular y pagar las consecuencias en que la inexistencia de servicios básicos se traduzca como verdadera “inseguridad”. Lo que sucede es una multiplicación de los territorios en conflicto y una conexión entre esas conflictividades. El año pasado, en Argentina fue muy fuerte la criminalización contra las comunidades mapuche, y en particular a una generación joven que, crecida en las periferias de una ciudad racista como Bariloche, se propone hoy una reinvención de la experiencia comunitaria y la recuperación de territorio en la Patagonia, a manos de latifundistas como Benetton. La alianza de los estados con las empresas es evidente en cada uno de estas conflictividades.

En Guatemala, las organizaciones locales en defensa de los territorios me aseguraron que las resistencias al avance del monocultivo de caña azucarera o palma aceitera son más exitosas cuando son lideradas por mujeres, que ellas son más difíciles de cooptar por las empresas. ¿Cuál es la potencia política de esa imbricación del feminismo con otras luchas?

Creo que ese “garantía” de radicalidad y no cooptación es muy material: las mujeres son las que conocen y evalúan en el propio cuerpo propio y colectivo y en el trabajo extra –como decía más arriba- que implicará para ellas y para la comunidad toda el avance del megaemprendimiento. Lo interesante es que así como sucede en los conflictos territoriales, pasa lo mismo en los sindicatos, donde las mujeres son vistas como más “intransigentes” en las negociaciones y por eso menos “confiables”. Hemos presenciado esto muy fuerte a partir del proceso de los paros de mujeres. Entonces lo que no se quiere reconocer es que lo que ponemos en juego es otra lógica de construcción que, además, desnuda los propios límites e ineficacias de las conducciones machistas. Ni que hablar de esa radicalidad desplegada por las estudiantes secundarias que han enlazado de manera directa la crítica a la reforma estudiantil con el reclamo de una educación sexual integral en contra del giro “preventivo” y moralizador que le quiere imprimir el gobierno. Por eso, creo que el feminismo actúa como un vector de radicalización de todas las premisas de los conflictos: desde lo que se entiende por poder y liderazgo hasta el deseo que se pone en juego en la pelea. Estamos viendo hoy una masificación por radicalización y esto va contra de un sentido común persistente en las militancias que sostenía que había que “suavizar” el discurso para conectar con capas amplias de la población. Estas experiencias concretas de feminismo, a partir de su masividad y transversalidad, desafían todo el lenguaje de reconocimiento de las minorías y del premio de los cupos para hacer un planteo que no deja espacio social, político, laboral y vital sin conmover.

La masividad es un escenario de mucha potencia, pero también surgen riesgos en torno a esa “moda” a la que se quiere reducir el feminismo…

Desde luego, hay intentos de captura. Creo que una ofensiva empresarial muy clara fue la campaña de Benetton, “Be Purple” (sé “violeta”, el color del movimiento feminista), que empapeló varias ciudades justo en el momento en que el conflicto por los territorios en la Patagonia, donde la empresa Benetton es una de las mayores propietarias, estaba en un pico de violencia. Existe también un riesgo de banalización del movimiento por muchos dispositivos de marketing. Y hay, también, contraofensivas más violentas ante el éxito innegable del movimiento: así, en Argentina se vio un cambio en la represión posterior al 8M de 2017 evidente. El año pasado, el 8 de marzo inauguró un nuevo modelo de represión del gobierno macrista: la “cacería”, es decir, la persecución de mujeres después de que se había desconcentrado la multitudinaria marcha, mientras chicas esperaban el autobús o caminaban a sus casas. Este año eso no sucedió, en parte porque se desplegó una inteligencia colectiva que armó estrategias para evitarlo; pero la noche del 8 al 9 de marzo hubo una brutal represión contra las mujeres del penal de Ezeiza que habían hecho paro y ruidazo, como sucedió en otros 16 penales del país. El servicio penitenciario, que había sido objeto de denuncia de las compañeras, se ensañó con ellas esa misma noche, justamente aprovechando su aislamiento y la audacia de llevar el paro a la cárcel. Por otro lado hubo una ofensiva mediática y de funcionarios del gobierno de Macri contra el documento que se leyó en 8M, donde se       una cantidad de demandas, problemáticas y denuncias que claramente desobedecían y denunciaban las fronteras de la “agenda de género” que el gobierno dice poner en práctica. La nueva estrategia luego del 8M en Argentina combina así el intento por deslegitimar el documento consensuado en un laborioso proceso de asambleas con el ensañamiento sobre el cuerpo de las mujeres privadas de libertad.

Se trata del mismo gobierno que, sin embargo, ha puesto sobre la mesa la despenalización del aborto. Más allá de lo que pueda haber de oportunismo político por parte del macrismo, ¿está logrando el movimiento de mujeres colocar temas en la agenda política?

Sí, desde luego. Hablar únicamente en términos de oportunismo político es despreciar cómo la lucha continuada de las mujeres ha hecho que se vean abocados a tratar el tema. No es sólo una cuestión de agenda: el feminista es un movimiento de transformación radical de la sociedad. Y, en Argentina, es la principal actriz de oposición al gobierno macrista. Que el presidente Macri declare en televisión que es un “feminista tardío” no sólo es un intento grotesco de disputa de palabras, es también la capacidad de haber instalado esta discusión en todos los espacios sociales y políticos. Un ejemplo: en los días preparatorios al paro del 8 de marzo se lograron escenarios de transversalidad inéditos, como sucedió con mujeres de sindicatos de todas las centrales sindicales: todos ellas pudieron ponerse de acuerdo en el apoyo a la convocatoria superando las internas patriarcales. Y todo esto responde a un acumulado de luchas de las mujeres contra la estructura machista y verticalista en el interior de los sindicatos pero también al interior de las organizaciones sociales y en la elaboración colectiva de qué significa un movimiento anti-neoliberal que se teje desde abajo.

¿Cómo se sostiene esa transversalidad?

El paro ha sido importante como horizonte organizativo y eso se ha notado en el incremento de asambleas, de colectivos nuevos, de iniciativas diversas que crecieron entre el 8M 2017 al 8M 2018. Creo que la transversalidad se nutre por el hecho que el activismo feminista se ha convertido en una fuerza disponible que se pone en juego en diferentes espacios de lucha y de vida. Esta es una manera que va contra la “sectorización” de la llamada agenda de género. O sea, la transversalidad no es sólo una forma de coordinación, sino también una capacidad de hacer del feminismo una fuerza propia en cada lugar y de no limitarse a una lógica de demandas puntuales. Sostenerla no es fácil porque implica un trabajo cotidiano de tejido, de conversación, de traducciones y ampliación de discusiones, de ensayos y de errores. Pero lo más fuerte es que hoy esa transversalidad se siente como necesidad y deseo de estar encontrándonos acá y allá, de imaginar cosas en común, de saber unas de otras, de sentir la fuerza de que somos parte de un momento histórico que nos deja, de algún modo, el tiempo en nuestras manos.

En la masiva marcha de Buenos Aires, algunas mujeres sintieron malestar por la presencia y actitud de algunos hombres. ¿Qué papel deben desempeñar los varones en el movimiento feminista?

Esa discusión no llevó mucho tiempo en las asambleas preparatorias del 8M, porque desde el principio hubo un amplio acuerdo de que los varones no participasen en la marcha, sino que hicieran el ejercicio de sustraerse de la visibilidad política ¡al menos por un día! y se dedicasen a tareas de apoyo, como suplir a sus compañeras de las tareas de cuidado para que ellas pudieran marchar. Llama la atención cómo les cuesta a los compañeros ocupar ese lugar de invisibilidad y de respeto de la autodeterminación de los espacios feministas. En la marcha hubo situaciones incómodas, como varones sosteniendo las pancartas de partidos políticos, que se colocaron al frente rompiendo todos los acuerdos de las asambleas; incluso cuando les pedimos que bajaran las banderas, a una compañera la putearon; era una violencia en un espacio que habíamos creado para que estuviera a salvo de eso, por eso se sintió como una doble violencia. Creo que hay una responsabilidad ahí de los partidos de izquierda, en su deseo por aparatear la manifestación; y está también el papel que juegan los medios hegemónicos, repitiendo ese estigma de que el feminismo odia a los hombres, haciendo una inversión caricatural de la violencia según la cual serían las mujeres las que violentan a los hombres.

Verónica Gago. Foto de Santiago Sburlatti.

En España, el 8M, donde la marcha también fue histórica y masiva, hubo tensiones porque colectivos de mujeres negras y gitanas rehusaron de participar en la huelga; así denunciaban la invisibilidad a la que el feminismo hegemónico y blanco ha condenado a los colectivos racializados. Uno de los argumentos que se utilizaron fue señalar la huelga como una herramienta de privilegiados, nacida en un contexto masculino y europeo. En Argentina el proceso ha sido muy diferente, ¿por qué?

Acá, la potencia que ha tenido la cuestión del paro, o de la huelga, es que ha sido apropiada justamente por segmentos de mujeres que han sido siempre las excluidas del mundo del trabajo reconocido como tal, desde las mujeres de la economía popular a las despedidas, pero también por las trabajadoras sindicalizadas para desobedecer a sus conducciones. Esto tiene que ver en Argentina con la trayectoria del movimiento piquetero que lleva más de quince años problematizando el tema del trabajo, qué significa estar excluídx e incluidx, como modos de clasificación y tutelaje estatales, y eso es algo que hoy sigue presente de modos diversos en las organizaciones y en las protestas callejeras. En Argentina, la decisión del paro se combinó con esta historia de lucha muy potente y radical. De este modo, las que hicieron paro son también las que no pueden parar como antes hicieron piquetes lxs que ya estaban fuera de la fábrica o reclamaron justicia las madres a quienes les habían desaparecido sus hijxs. Creo que el paro conecta con un gesto de reapropiación y desobediencia que tiene distintos momentos históricos en nuestro país. No hay dudas de que el paro remite, en términos hegemónicos, a la historia del movimiento obrero masculino, asalariado, blanco. Pero no ver cómo eso está siendo hoy impugnado, reiventado y reformulado por prácticas concretas implicaría negar y desconocer la fuerza del movimiento. Este proceso político puso en discusión que la huelga puede ser apropiada, reinventada y ampliada más allá de los límites del mundo del trabajo formal, “en blanco”, y reconocido que, sabemos, es predominantemente masculino. Cuando el movimiento feminista llama a la huelga, el paro deja de ser una orden que se acata -es decir, que se sabe cómo obedecerla-, para convertirse en una pregunta a responder desde la multiplicidad de situaciones del trabajo informal, doméstico, precario, pero también asalariado. ¿Qué significa parar para las amas de casa, para las vendedoras ambulantes, para las trabajadoras del campo, para las estudiantes, para las desocupadas, para las beneficiarias de planes sociales, para las migrantes, para las mujeres campesinas que se oponen al agrobussines? ¿Qué significa parar cuando tu sindicato no da la orden de parar? Es una pregunta por el por qué y cómo desobedecemos hoy desde nuestras situaciones concretas y, en el caso del trabajo, cómo visibilizamos el valor que producimos cuando es no reconocido porque se hace en la casa o en el barrio y/o porque trabajamos en formas de empleo sin patrón formal o reconocible. Esta pregunta es política y es existencia

¿Cuál es esa herencia de lucha piquetera a la que hacías mención?

Creo que la economía popular de hoy está fuertemente protagonizada por las hijas de las piqueteras. En Argentina, con la crisis del 2001, muchos varones quedan desocupados, la depresión y el alcoholismo fue muy fuerte en muchos hogares. En ese momento crítico son las mujeres las que salen a la calle a problematizar lo que está sucediendo, y quienes toman la iniciativa para poner en marcha una gestión colectiva de la vida: guarderías, ollas populares, toda una serie de equipamientos comunitarios, una infraestructura social que derrama el trabajo de reproducción al espacio fuera del hogar y que permite luego juntar fuerza común para el corte de ruta. Hoy son ellas y sus hijas quienes están poniendo en valor el trabajo doméstico que ya no se hace dentro de las casas, sino en el barrio y que sustenta incluso una discusión parlamentaria sobre el “salario social”; son ellas, con un fuerte protagonismo femenino en esas economías, las que disputan con las economía ilegales un modo de gestionar la crisis de la sociedad asalariada (y todo su imaginario). Así, no sólo se valoriza el trabajo doméstico asignado a las mujeres, sino que se disputa el confinamiento de ese trabajo de cuidado y reproducción a los hogares y su asociación estricta con modelos familiares, al tiempo que se denuncia la miseria y se valoriza el trabajo comunitario como trabajo productivo fundamental para el sostenimiento de la vida.

Ya que hablamos de la valorización de las tareas de reproducción y cuidado: ¿por qué sin patriarcado no hay capitalismo?

Muchas de nosotras nos nutrimos de un libro fundamental que es Calibán y la bruja, de Silvia Federici. Ella recupera una manera de pensar muy a fondo cómo se estructura la explotación específica de las mujeres en el capitalismo: es un diferencial de explotación que lleva a la pregunta de por qué las mujeres somos explotadas de manera particular, y sobre todo, confinadas y obligadas al trabajo doméstico no remunerado. Esa organización del trabajo de las mujeres como obligatorio y gratuito da la clave: el capitalismo necesita la subordinación patriarcal de las mujeres para organizar las relaciones de explotación; así puede entenderse cómo se ha utilizado históricamente el salario como una herramienta de dominación de las mujeres por los hombres, según una organización específica del desprestigio social de lo doméstico y la consagración de lo público como único espacio de la política. Y esta es una discusión interesante para entender qué pasa hoy, cuando, con la crisis de la sociedad salarial, el salario deja de ser la herramienta de autoridad masculina. Hoy tenemos que pensar lo que pasa luego del patriarcado del salario. Creo que parte del ensañamiento de la violencia doméstica en la actualidad se explica así: los varones, que ya no tienen el salario como herramienta que objetiva su dominación masculina, practican formas “desmedidas” de violencia. El salario medía y mediaba la autoridad del hombre y delimitaba las fronteras entre público y privado; hoy, junto a la crisis del salario entra en crisis la autoridad masculina, que ya no se puede erigir en torno al papel de macho proveedor; y esto explica cómo implosiona la violencia en los hogares, cuando la masculinidad necesita hacer presente su autoridad. La hipótesis que estoy trabajando junto a Raquel Guitérrez Aguilar es que estamos en un momento de “patriarcado colonial de las finanzas”. Esto tiene a su vez que ver con cómo las economías ilegales organizan hoy cierta conflictividad de los territorios; pienso, en particular, en cómo el narco provee a los varones una vía de captación de recursos y control de los flujos de dinero, y así inventa nuevas formas de autoridad con mucha mayor violencia. Para un pibe hoy, ser un soldadito [niños captados por las redes del narcotráfico] lo vuelve a organizar bajo un principio de autoridad que es a la vez bajo un umbral de violencia mucho más alto. Se produce entonces una disputa en un momento en que la violencia surge como fuerza productiva, como ha pensado Federici para otros contextos históricos. Es la pregunta que también se hace Rita Segato: por qué hoy el cuerpo de las mujeres aparece como territorio de conquista. La multiplicación de violencias machistas refiere a eso que tienen que demostrar las masculinidades que ya no se pueden sostener su autoridad sobre el salario ni sobre la figura proveedora en términos más amplios. Ahí aparece la cuestión del patriarcado de la forma más brutal, sin la mediación salarial. Diríamos entonces que el patriarcado tiene todo que ver con esa división sexual del trabajo, sin la cual no hay acumulación capitalista, y que hoy se reformula hacia el patriarcado colonial de las finanzas.

Como dice Silvia Federici, el movimiento de mujeres debe disputar esa desvalorización que hizo el capitalismo del trabajo de reproducción y cuidado. Eso se ha desarrollado desde las luchas feministas con mucha fuerza en los últimos años; pero aparecen giros polémicos, como la crianza con apego o un nuevo mandato por una lactancia prolongada. ¿Hasta qué punto podemos ver en esos fenómenos una valorización de ese trabajo reproductivo, de la vida, y hasta dónde pueden ser nuevas formas de confinamiento de las mujeres a las tareas de cuidado?

Ahí hay una tensión muy fuerte de las lógicas de cooptación y captura de las que hablábamos antes. La desvalorización del trabajo doméstico, de reproducción y de cuidado es una desvalorización política; como recuerda Federici, se disminuye el prestigio social para quitarles a las mujeres su capacidad política, sus saberes, su poder comunitario. Desde el feminismo se está dando una nueva dignidad a estas tareas, y además estas cuestiones tienen cada vez más que ver con mostrar el papel de estas labores en la reproducción ampliada de las relaciones sociales. Las vertientes que intentan que se convierta en una renaturalización de lo femenino, creo que van en el sentido de volver a fetichizar la maternidad como momento individual, familiar y, sobre todo, de realización personal. El feminismo problematiza esa cuestión desde la imposibilidad de sostener la maternidad y el cuidado de forma individual, una vez han sido derrocados los modelos tradicionales de familia y porque ha habido resistencias enormes a la familia como modelo de aislamiento. Hay discusiones muy interesantes sobre la crianza colectiva, por la ecología de cuidados; porque en el feminismo la autonomía se piensa de la mano de la interdependencia, no desde la concepción individual liberal. Esta discusión se da hoy en un momento de colapso, en un marco de despojo colectivo y de precarización de recursos muy fuerte, en el cual las encargadas de las tareas reproductivas deben hacerse cargo en una estructura social en la que ya no hay una infraestructura. Escuchamos desde distintos espacios un feminismo que se pregunta por ese despojo desde una perspectiva que no confía solamente en el Estado o que simplemente siente nostalgia por sus viejas instituciones, sino que se organiza autonómamente en los territorios.

Fuente: Revista Amazonas

 

La única verdad es la desobediencia // Sebastián Stavisky

De manera imprevista, el jueves 14 de diciembre se abrió una (in)subordinada en el orden gramatical de nuestra existencia. Aún no sabemos cuándo ni cómo se cerrará, pero sí sabemos que, cuando lo haga, no todo volverá a ser igual. Las experiencias vividas durante estos días van dejando su marca en nuestra forma de percibir el mundo, de relacionarnos con otrxs y con nosotrxs mismxs, de respirar un aire por momentos viciado por los gases lacrimógenos, por momentos embebido por el humo de las fogatas encendidas en las esquinas de los barrios. Más acá del impacto que las experiencias puedan producir en el orden celestial de las representaciones, de su capacidad para la articulación de nuevas hegemonías, nadie puede eludir su fuerza subjetivante.

La imprevisibilidad de los sucesos radica en que nada hacía prever por dónde se iba a desatar una resistencia sostenida contra el modo en que somos gobernados hoy. La imagen de la mano mechera del mercado asaltando los bolsillos de lxs jubiladxs resulta, finalmente, el margen por el que desbordó el sentimiento de lo intolerable. Sin embargo, es imposible no enlazar la agitación que se suscitó a otras experiencias que, en los últimos tiempos, mantuvieron viva e, incluso, actualizaron nuestra historia de luchas: la respuesta inmediata contra el 2×1, el movimiento de mujeres en torno al Ni Una Menos, el armado de la Columna Orgullo en Lucha, las movilizaciones por la aparición de Santiago Maldonado y contra la represión al pueblo mapuche que acabó con el asesinato de Rafael Nahuel. Más acá de cualquier optimismo que pretenda aprisionar la potencia desplegada en imágenes preestablecidas, la puesta en relación de estos diversos puntos de resistencia nos da que pensar que no se trata sólo de una negativa a la reforma previsional, también del desarrollo de un arte de la inservidumbre voluntaria que comienza a interponer un piquete al avance del deseo de normalidad.

Entre varios de los momentos vividos en estos días, hubo dos en que, de manera elocuente, la desobediencia conjugó la elaboración de una verdad que puso en cuestión al poder con una fuerza colectiva que interrogó a la verdad de la opinión. Es decir, instancias en que las calles volvieron a ser, en contra de la policía empleada por los medios y de los medios empleados por la policía, el escenario autónomo de una decisión política. Por una parte, la resistencia del jueves 14 contra el intento de desalojo de la plaza que culminó en festejo popular al lograr el levantamiento de la sesión en Diputados. La respuesta que entonces se dio no fue sólo contra las balas y gases de la gendarmería, sino también, y sobre todo, contra la infiltración en nuestros propios cuerpos de la desconfianza hacia el otro. Allí se vivieron situaciones de amistad política entre desconocidxs que, convidándose rodajas de limón, tragos de agua y un poco de bicarbonato, armaron lazos de cuidado mutuo que luego volverían a tejerse en los enfrentamientos del lunes por la tarde. Por otra parte, los cacerolazos de la noche del lunes en distintas esquinas de la ciudad que confluyeron en un retorno espontáneo a la plaza. Si las redes fueron el canal a través del cual poner en comunicación la dispersión, no dejaron de ser las relaciones de cercanía entre amigxs y vecinxs desde donde se avanzó nuevamente hacia el Congreso. Entonces, el rechazo a la reforma previsional se convirtió en una insubordinación contra la militarización del centro de la ciudad.

Lo nuevo necesita de amigxs, dice por ahí un crítico gastronómico. Amigxs que ayuden a elaborar lo que acontece, como nos ayudan las imágenes imborrables de un 2001 que no se repite, pero insiste. Si en aquel momento fueron las asambleas populares una de las formas que encontramos de experimentar instancias autónomas de decisión política, tanto su agotamiento como el todavía difuso cuestionamiento a la representación como forma de gobierno parecieran indicarnos que, tal vez, no sea por ahí por donde podamos sostener cierta intensidad de la rebeldía. Es entonces que resulta necesario mantener la pregunta abierta: ¿cómo seguir haciendo de la desobediencia el punto en que una fuerza colectiva confluya con la elaboración de una verdad nuestra?; ¿cómo hacernos del arte de la inservidumbre voluntaria, de la resistencia al modo en que somos gobernados hoy, una forma de vida en común?

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