Anarquía Coronada

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El debate no es el otro

por @valeriano2015
Textos anteriores de esta polémica: Los JM (de Marcelo Laponia) // Laponia la tenés adentro: la polémica con Valeriano (de Diego Valeriano) // ¡Siga chupando, Valeriano! (de Marcelo Laponia) // La Dékada Ganada (Diego Valeriano) // Amo la sumisión (de Marcelo Laponia)
No amo polemizar, me aburre. Y más me aburre esa cancioneta tan repetitiva de que en este breve intercambio no se hable de la idea sino de quien la expresa. Valeriano esto, Valeriano aquello. Aburrido.
Vamos a hacerla bien simple Marcelo: tenés la más absoluta razón en todo lo que planteas de mi. En lo que no puedo darte la razón (ya que lo único que haces es dármela vos a mí) es respecto a tu búsqueda inicial de otras letras ya que la K te genera culpita.
La K la tenes tan adentro que te ves ¿obligado? a recurrir a Dios, Perón, Mercado o Estado para refutar o extirpar la K. De todas maneras, me parece que la K remite inequívocamente a un determinado periodo de nuestro país y no a ninguna otra cosa. ¿La D remite a Dios? ¿la E a Estado? Nunca asocié esas letras con esos sentido. La V y la P una arriba de la otra si me remite a Perón, pero la P sola en lo más mínimo.
No sé si la «k» remite a Kapital, si lo hace a Konsumo. Pero lo que es bien claro es que cuando a una palabra que va con «c» se la escribe con «k» (konsumo, dekada, kumpa, korrupción) cualquier con medio milímetro de frente y sin culpita de intelectural progre sabe de qué estamos hablando. 

¿El pacto lulista en cuestión?

por Ariel Goldstein

Las multitudinarias protestas en Brasil han alterado lo que parecía hasta hace poco una estable organización del escenario político brasileño y han sumado el desafío de desentrañar las características de estas movilizaciones, así como sus implicancias para el futuro. Analistas y manifestantes han enumerado importantes aspectos, como la histórica desigualdad estructural del país vecino, así como los déficit en educación, salud y transporte que se padecen en las principales metrópolis, que ofician como epicentro de las protestas. Sin duda, estamos en presencia de una ampliación de los horizontes democráticos, en un país que se caracteriza por escasas movilizaciones ciudadanas. La pregunta que resuena es, ¿por qué ahora? Las señales previas no parecían indicarlo: Dilma tenía la mayor intención de voto en encuestas que haya tenido un presidente a más de un año de elecciones desde la redemocratización brasileña.

Hay datos relevantes que permitirían sostener la tesis de que las protestas van dirigidas principalmente contra la clase política y la corrupción, que exhibió un nuevo rostro de despilfarro ante los ojos de los manifestantes con los preparativos para el Mundial 2014. Cuatro elementos nos permiten identificar el latente rechazo a la clase política presente entre los manifestantes: a) el rechazo a la participación partidaria o identificaciones políticas en las movilizaciones (todos unidos bajo la bandera brasileña), b) el origen de la movilización: espontánea y convocada por el Movimiento Passe Livre a través de las redes sociales, c) el ataque de los manifestantes contra las sedes de intendencias (San Pablo) y otras instituciones públicas como el Palacio de Itamaraty en Brasilia.
Quienes protagonizan las movilizaciones no son exactamente los más desposeídos, sino sectores medios y medios bajos que han sufrido abusos de la vida cotidiana, indignados por la represión y la violencia policial desatada contra los manifestantes de las primeras movilizaciones. El objeto del odio es la clase política brasileña, y ya venía siendo estimulado desde el mensalão en 2005, que resultó la peor crisis del gobierno Lula. Este escándalo, donde se acusó a los parlamentarios de la base aliada del gobierno de haber recibido propinas para votar con el PT, produjo un alejamiento de importantes sectores medios indignados con las acusaciones de corrupción, e hizo perder al PT el aura que poseía como partido incorruptible, representante de la ética en la política frente a la putrefacción del resto del sistema partidario. El juzgamiento de este escándalo en 2012 reavivó el efecto de rechazo hacia la clase política y hacia el Congreso, ambos hace tiempo presentan bajos índices de credibilidad ciudadana. Según dos encuestas realizadas a los manifestantes y divulgadas por Datafolha, lo que podría oficiar como un cuarto elemento, (d) los manifestantes mencionaban como segunda causa de la protesta, detrás del aumento de transporte público, a la corrupción de los políticos, así como elegirían en su mayoría como presidente a Joaquin Barbosa: presidente del Supremo Tribunal Federal (STF), que juzgó a la cúpula petista acusada del mensalão.
A su vez, este tipo de identificación de los manifestantes es incentivado por los medios de comunicación, que dirigen el sentido de las protestas contra la clase política al denunciar su corrupción. A través de este procedimiento, vuelven a restaurar su legitimidad ante la sociedad brasileña como agentes fiscalizadores de la política, atribución que los medios comenzaron a representar desde el impeachment al expresidente Collor de Melo en 1992.
¿Hay, como señaló el psicoanalista Tales Ab’Saber en Folha de S. Paulo, un agotamiento del pacto social lulista a partir de estas movilizaciones? El pacto social lulista se constituyó como una composición desde arriba que recuperaba la centralidad del populismo en la política brasileña -según André Singer-, el cual mejoró sustancialmente (aunque de forma gradual y conservadora) la vida de los sectores populares, por medio de programas sociales como Bolsa Família, Minha Casa, Minha Vida, entre otros, que garantizaban un círculo keynesiano de consumo, inversión y fortalecimiento del mercado interno por incremento de la capacidad adquisitiva de los sectores populares. De allí la apelación de Lula al consumo de los ciudadanos frente a la crisis internacional de 2008-2009 como forma de sobrellevarla.
Ahora bien, el pacto se sostiene también con el apoyo de sindicalistas que manejan fondos de pensión, la parte burocratizada de la clase política y especialmente del PMDB, un partido que se beneficia de la continuidad del statu-quo y del esquema político de intercambios parlamentarios que incluyen fondos de origen oscuro. El pacto social lulista también cuenta con el apoyo de las corporaciones empresariales y las financieras, que como dijo Lula, han ganado como nunca antes en Brasil, a partir de tasas de interés favorables a la especulación, así como una política de atracción de inversiones externas. El lulismo, si bien no representa un proyecto de mera reproducción del capitalismo financiero por su afán desarrollista, sí resulta un “reformismo débil”, como señala André Singer.
Es por ello que estas movilizaciones podrían estar originadas por una percepción que viene sostenida desde hace tiempo, la de que el gobierno brasileño no se diferencia en nada de todo aquello que “ya estaba ahí”, es decir, la vieja clase política. En este “pacto social” lulista, la clase media ocupa un lugar secundario y aquellos que la representaban históricamente (PSDB), han perdido competitividad electoral de forma significativa en los últimos 10 años. Tres elecciones presidenciales perdidas (2002, 2006, 2010) y la incapacidad de Aécio Neves, candidato para 2014 del PSDB, para constituir una alternativa real de poder al gobierno de Dilma. El descontento de estos sectores, fogoneado por el moralismo de los medios de comunicación, encuentra escasos canales para su expresión política en el sistema de representación formal.
A pesar del importante crujido, para agotar el pacto social lulista es necesario más que una movilización amplia y heterogénea, es preciso una propuesta alternativa de poder capaz de traducir sus aspiraciones en el sistema político. Como es sabido, la relación entre la sociedad y los partidos políticos es cambiante y no se traduce con flexibilidad de un espacio al otro. Deberemos observar esas transiciones con atención en los próximos meses para saber si el cimbronazo de estas protestas es capaz de alterar de forma estructural lo que parecía hasta hace pocas semanas una firme organización del escenario político-electoral brasileño. Según García Linera, vice-presidente boliviano, a toda movilización sucede un momento de delegación. ¿Podrá el momento de la delegación traducirse en una incorporación al sistema político de las demandas expuestas en las movilizaciones horizontales? Dilma deberá dialogar con los sectores protagonistas para ver si su fuerza partidaria, ganando el apoyo social, es capaz de absorber de forma sistémica los reclamos esgrimidos, realizando las reformas necesarias e imposibilitando así que puedan ser apropiadas por proyectos adversarios.

“En un mismo país, hay un Brasil Menor contra un Brasil Mayor”, entrevista a Giuseppe Cocco

por Lola Matamala

Una de las personas que observan con más atención lo que acontece en Brasil es Giuseppe Cocco, profesor de Teoría Política en la Universidad Federal de Río y miembro de la Red Universidad Nómada. Además es autor, entre otros libros, de ‘MundoBraz: el devenir mundo de Brasil y el devenir Brasil del Mundo’, editado por Traficantes de Sueños-Mapas.
La subida de los 20 centavos en el transporte público ha colmado la paciencia de la sociedad brasileña y se ha traducido a un polvorín de manifestaciones por todo el país. La presencia de millones de personas en las calles brasileñas ha causado estupefacción en el Gobierno de Dilma Rousseff, en diferentes medios de comunicación de todo el mundo de multitud de lugares del planeta.


¿Cómo considera que se han ido desarrollando las movilizaciones?

En primer lugar, las manifestaciones comenzaron inicialmente en Porto Alegre a finales de abril, pero se esparcieron por todo el país el pasado mes de junio cuando se celebraron en Sao Paulo. En todas ellas, los objetivos e interlocutores eran ayuntamientos (prefeturas) o gobiernos de cada Estado, no englobaban al Gobierno Federal. A partir del lunes 17 de junio, y sobre todo del día 20, las manifestaciones alcanzaron un nivel de “masificación” que se desbordó, pero sin que eso fuese un ataque directo a Dilma Rousseff y al Gobierno federal. Por otro lado, el Partido de los Trabajadores (PT) y el Gobierno federal (de Dilma) no vieron llegar el “tsunami”: sintieron la tierra temblar y esperaron a que pasara, que no se les cayese la casa encima. Así, el PT no dijo nada, los ministros no dijeron nada ( y si algo dijeron fue muy malo). En cambio Dilma si que habló, pero fue el 21 de junio: muy tarde y de una manera muy tímida.


Usted ha comentado que la revuelta brasileña bebe de las revueltas árabes, del 15M o de las manifestaciones en Turquía. Pero hay una diferencia, la presidenta Roussef ya ha lanzado una serie de propuestas.

Las propuestas de Dilma son insuficientes y las materializaciones de estas –influidas por Lula– son hechas de manera equivocada. El PT y Lula no tienen con quién conversar y creen que hablar con las “organizacioncitas” de jóvenes patrocinados por el Gobierno resuelve algo, cuando el movimiento, por un lado, se caracteriza por ser irrepresentable y por otro, por una demanda de giro a la izquierda que necesita mucha más determinación. No es con retórica o con el fomento de ONG y otros aparatitos como se va a poder resolver lo que está ocurriendo.


¿Considera insuficiente la propuesta del Gobierno brasileño para comenzar un proceso constituyente?

La propuesta de de reforma política que Dilma está haciendo ya era discutida hace tiempo. Inicialmente, ella habló de una constituyente restringida y sometida a un plebiscito. Lo que pienso es que se trata de una manera de ofrecer algo a las calles pero de una manera leve.


Se ha señalado que la subida del precio del billete, fue el detonante de las manifestaciones, pero para despejar dudas de uno de los porqués en este momento ¿qué papel ha jugado la derecha brasileña en estas movilizaciones?

La derecha no desempeña ningún papel en estas movilizaciones aunque hay que resaltar que ella fue la que dio la orden de cargar contra los manifestantes en el Estado de Sao Paulo, que es donde gobiernan. Ese supuesto papel de la derecha en el movimiento es fruto de rumores absurdos difundidos en la primera fase del movimiento por sectores del Gobierno que, paralizados ante los acontecimientos, intentaban hacer cundir el miedo al fascismo y pedir “unidad”. Solamente después de que el lunes 17 de junio, millones de personas bajaron a la calle, la derecha aprovechó su monopolio de los medios de comunicación y pasó a intentar influenciar en el movimiento en las grandes manifestaciones del 20 de junio, con millones de personas en las calles, pero fue muy limitado. Río de Janeiro albergó la manifestación más grande (entre dos y tres millones de personas) que terminó con una batalla campal que se extendió a todos los barrios del centro de la ciudad y de ahí al Palacio del Gobierno.Fue en ese momento, el día 21 de junio, cuando el Gobierno y el PT reaccionaron con la única declaración de Dilma.


¿Cuál es el papel de la población afrodescendiente en estas movilizaciones?

Otra tontería del Gobierno y de la izquierda del Gobierno es haber dicho que hay pocos pobres y pocos negros. En Río de Janeiro, en cuatro días, se manifestaron alrededor de dos o tres millones de personas, o sea, una parte importante de la ciudad. El lunes 24 de junio, hubo manifestaciones en las dos grandes favelas de esta ciudad. La primera, en la favela Maré, fue reprimida con sangre: diez muertos por la Tropa de Élite de la Policía Militar, usaron como pretexto el conflicto con el narcotráfico. Pero los habitantes de la favela Rocinha salieron a la calle a pesar de la represión acontecida en la anterior. Es la primera vez que miles de favelados toman el derecho de descender del “morro” (exactamente del de Rocinha) y van hasta la casa del gobernador, situada en el barrio rico de Leblon, en donde después hubo una acampada y otras manifestaciones, con enfrentamientos con la policía.


Desde su punto de vista ¿por qué los partidos de izquierda, y en este caso el brasileño, no comprenden o no aceptan lo que usted llama “Revolución 2.0”?

Los partidos de izquierda no entienden absolutamente nada, y el PT el que menos. Lo grave es que el PT no lo entienda, porque esto tiene consecuencias para el gobierno de Brasil. Quien está intentando articular una respuesta es Lula, pero es muy insuficiente porque se limita –como he comentado anteriormente– a promover como representantes del movimiento algunas pequeñas organizaciones de jóvenes patrocinadas por el mismo. En este momento, el movimiento está pasando de las grandes movilizaciones (recordemos el pasado lunes 1 de julio en la final de la Copa Confederaciones) a iniciativas descentralizadas: asambleas de barrio, ocupación de Consejos Municipales como ocurrió hace casi una semana en Belo Horizonte (capital del Estado de Minas Gerais) o de Parlamentos de los Estados federados (como ocurrió con la ocupación de la Asamblea Legislativa de Espirito Santo, en Vitoria. El gobierno y el PT no entienden que la revuelta también es contra todos las formas representacíon (ONG, y el resto de movimientos controlados por los aparatos).


En anteriores declaraciones, usted vislumbra un escenario un tanto complicado en este “devenir” Brasil ¿por qué?

Si continuamos así, todo va a depender del movimiento. Si se debilita, y ante la postura conservadora de la izquierda, están corriendo un fuerte riesgo que pueda ser capitalizado por la derecha electoralmente hablando. Además, según los últimos sondeos de opinión, Dilma Roussef ha perdido el 30% de la intención de voto. Lo que es palpable es que #BRevolution está totalmente dentro del ciclo de luchas que conocemos en Tahrir, en la Puerta del Sol, en la Plaza Taksim y nadie sabe cómo será el desenlace de este movimiento increíble. Sin embargo, puede afirmarse que en un mismo país hay un Brasil Menor –de la gente pobre, estudiantes, favelados, indígenas, las mujeres– contra el proyecto del Brasil Mayor: el de las grandes industrias automovilísticas, de las del agro-negocio, contra los representantes políticos. El devenir Brasil del mundo (como devenir-mundo de Brasil) confirma la necesidad de crear nuevos valores y no dejarse homologar dentro de aquellos valores extenuados del capitalismo global. 

Cuando el pensamiento religioso se come al salvaje

por Marcelo Laponia

Textos anteriores de esta polémica: Los JM (de Marcelo Laponia) // Laponia la tenés adentro: la polémica con Valeriano (de Diego Valeriano) // ¡Siga chupando, Valeriano! (de Marcelo Laponia) // La Dékada Ganada (Diego Valeriano) // Amo la sumisión (de Marcelo Laponia) // El debate no es el otro (de Diego Valeriano)

Cuando el antropólogo estudia a la tribu que baila para hacer llover extrae la siguiente conclusión: la danza no es irracional, satisface la exigencia de mantener al pueblo unido en tiempos de sequías. Esta deducción es demasiado laica. No alcanza a comprender cómo es que la danza de ese pueblo acaba por hace llover. Problemas como este han recorrido desde siempre al pensamiento occidental. Más desea aproximarse a la diferencia, más necesita controlarla.  
Vuelvo a la polémica que me ha planteado el ahora aburrido Valeriano. El defiende que la k de kirchnerismo simboliza de modo absoluto el aumento en la capacidad de consumo en las periferias. No importa si ese consumo viene de antes, si es regional, si tiene causas parcialmente ajenas a las políticas del gobierno. La k, dice el creyente, nos atraviesa y determina a todxs. Cuando le argumento (como al antropólogo) que no hay konsumo (danza) sino para el kapital (la lluvia), su argumento se deprime, se apaga, pierde todos sus rastros de salvajismo y se torna demasiado laico, se refugia en una tibia fe nacional: “no sé si la K remite a Kapital, sí lo hace a Konsumo y lo que es bien claro es que cuando a una palabra que va con C  se la escribe con K (Konsumo, dekada, kumpa, korrupción) todos sabemos de que estamos hablando”.  

Esta polémica no puede durar. Ambos disfrutamos de la k. Kafka fue un enorme escritor, y los Kirchner los mejores presidentes que tuvimos. Sin embargo, y en la medida en que nuevas fuerzas trabajen en la coyuntura ninguna letra la tiene tan fácil para eternizarse en el imaginario que su folklore propone. Allí está, como ejemplo, el avance de la P. Pcde Papá Castrado, Pb de Papa Bergolgio, de Pgh de Peronista de Guardia de hierro, PPde Papa Peronista, PCC de Populismo conciliador de clases, de Pl de Pobrismo latinoamericano.

Entrevista con Tomás Abraham

por Pablo E. Chacón 
(exclusiva para Lobo Suelto!)
  

En tu último libro, “El no y las sombras” (Eudeba), dedicado a diversos filósofos, escritores, pensadores, etcétera, es imposible evitar leer -aunque sea de soslayo- alguna referencia a la Argentina actual. ¿Esperás ser leído de esa manera o simplemente esperás ser leído?
Por suerte ese libro nada tiene que ver con la actualidad nacional. Se trata de obras de filósofos de los cuales ninguno es argentino. Por ahora no escribo libros en clave, me parece decadente y propio de una crítica más decadente aún. Para escribir en clave debe haber censura que obligue a gongorismos. Es un tema que estudió el filósofo Leo Strauss. Espero ser leído, comentado, elogiado, premiado y pagado.
“Abraham es muy crítico, muy duro, no tiene paciencia”. Escuché eso muchas veces. ¿Gana algo el gobierno expulsando a los intelectuales críticos de los espacios de poder mediático que controla?
Ese comentario parece hecho por una vecina de mi consorcio. ¿Duro respecto de qué? ¿De quién? Aquellos que dicen eso es porque no se atreven a decir lo que otros más sinceros sí dicen: que soy de derecha, gorila, menemista, rico, progre, rumano.
Si entendí bien, poco menos decís que el kirchnerismo es la continuación del menemismo por otros medios. ¿Entendí bien o me quedé corto?
La pegaste justo. Son lo mismo, fueron a la misma escuela. Uno estudió artes combinadas, Menem; los otros, Néstor y Cristina Fernández, estudiaron para peritos mercantiles. Uno se abrazó con Rojas, los otros con Bonafini, podrían haber intercambiado a los abrazados si así les convenía. A eso se le llama pragmatismo en la Argentina.
Decís Prat Gay-Donda, Binner, etcétera. Hasta hace poco no pensabas casi en nadie. ¿Qué te hace creer que una articulación semejante pueda producir algún efecto?
Tengo ganas de hinchar por alguien, ya que el futbol es un desastre. Las competencias electorales son alegres. Es un circo. Un desfile. Los candidatos pasean por los barrios, lanzan globos, reparten cositas, sonríen y se sacan fotos. Y se pelean. Divertido. Prat Gay y Donda van muy bien para el Senado, lo harían algo más civilizado, erótico, honesto y menos gordo o bigotudo. No me vas a decir que no valen la señora Alperovich y Picchietto o como se escriba.
Esta semana pasada estuvo en Buenos Aires el italiano Carlo Vercellone, especialista en capitalismo cognitivo. ¿Existen en este país la competencia intelectual para pensar esa cuestión?
La verdad es que no pude estudiar esa bolilla. Tuve que cuidar a mi abuela que vive en Pergamino. Pero te prometo que para la próxima sabré todo el tema. Vercellone, suena rico.
Pregunté lo anterior porque una de tus preocupaciones es la educación. Y que se sepa, estudiar en serio, estudian pocos. La universidad argentina¿perdió la excelencia, o existe un confort prebendario imposible de quebrar?
¿Confort prebendarlo? Han pasado 47 años desde la noche de los bastones largos, medio siglo sin estudiar. Abuelos brutos, padres brutos, hijos brutos. Al menos se llega  a los ciento cuarenta caracteres. Con eso llenamos plazas y salimos por la tele.
Javier Auyero me decía el otro día que el clientelismo no tiene que ver necesariamente con situaciones de emergencia. Que podía ser una política de estado. Badiou piensa lo mismo, de la Argentina y de Venezuela. ¿Qué pensás vos?
Badiou piensa lo mismo que Badiou, que siempre pensó lo mismo. Es el principio de identidad made in France. Creo que el clientelismo es un concepto falso. El cliente es un comprador posible, tiene poder adquisitivo, puede no comprarnos y guardarse la plata o gastarla en otra cosa. También puede comprarnos y no pagarnos, un hábito nacional. En política hay esclavitud.
¿Qué quiere decir progresista en la época del apogeo de la técnica, del fin de la privacidad, del ciberespionaje y de la biopolítica?
Progresista quiere decir mani pulite. No ser un bicho. Por ejemplo, a ver… a ver….nada…a ver… ayer vi Lincoln, la peli de Spielberg con Danny Day Lewis, eso, Abraham Lincoln era progre, haciendo clientelismo, oportunismo, caciquismo…era progre.

Entrevista a Germán Maggiori sobre Entre Hombres, un policial sin falsa modestia

por Pablo Chacón


Entre hombres, la novela del también cuentista Germán Maggiori, pasó inadvertida en los 90 cuando el país atravesaba la furia del monetarismo ortodoxo y las drogas duras eran moneda corriente, como fumar en los restoranes y lamentar con pose estudiada el crecimiento de la indigencia. Rescatada y reeditada por Edhasa, el libro es un retrato de época y un estudio de caracteres, antes de la videovigilancia, cuando los pichones actuales del liberalismo no habían roto el huevo de la serpiente. Maggiori nació en Buenos Aires en 1971; es odontólogo, urbanita y un lector compulsivo, además de autor “Poesía estupefaciente”, una memorable colección de relatos publicados por Milena Caserola. Esta es la conversación que sostuvo con Lobo Suelto!
¿Cómo pensás que se leyó Entre hombres cuando salió y cómo pensás que se leerá ahora?
Cuando salió se leyó bastante poco, debo decir. Alfaguara había armado un lanzamiento bastante importante en México, organizaron la ceremonia de entrega del premio en el palacio de Bellas Artes con un montón de gente y me pasé cinco días dando entrevistas a los diarios, la radio y la tele como si fuera Gardel. Cuando llegué acá la cosa se apagó de golpe, hubo muy poca prensa y el clima era otro. Era agosto de 2001, la novela ponía en imágenes muy explícitas la parte más atroz de la realidad; era como llevar a un moribundo a una visita guiada por la morgue. Igual sobrevivió, la novela, digo, y se puede seguir leyendo como lo que en realidad es: un policial. Creo que la intriga, el vértigo, la violencia y el humor siguen estando ahí.
Es cierto que se respira un aire de época, pero ¿es tan distinto al actual?
Sí y no. El clima no es el de derrumbe inminente que se percibía entonces. La tensión con la que recuerdo esa época, particularmente en el conurbano, donde vivía, cambió de sentido. Antes, esa tensión era de abajo hacia arriba, hoy sucede lo contrario. Por otro lado, lo que sí noto es una degradación del mundo marginal que encarnaban los personajes de la novela, que es consecuencia, entre otras cosas, de la degradación de los tóxicos que se consumen. Las grandes bandas de chorros hoy perdieron terreno en manos de los pibes chorros y motochorros, y eso es obra del paco y los transas que lo mueven en las villas. Se perdieron códigos, grados de organización y la poca dignidad que quedaba. Hoy, los cementerios de los barrios pobres están llenos de tumbas de chicos, adolescentes o preadolescentes, víctimas directas o indirectas de estos vicios. Lo que nunca cambia es la ausencia del Estado, o su presencia intermitente, como dice Auyero. Y la cana, que sigue tan violenta y corrupta como entonces.
¿Cómo fue la construcción de los personajes? ¿En la calle, dando vueltas, eran conocidos?
Hay dos tipos de personajes: están los pibes, una banda de faloperos inofensivos, que eran personajes que podían ser parte de mi entorno de entonces, parte de esa generación a la que el menemismo supo anestesiar abriendo la canilla de la merca. Y por otro lado están los chorros y los policías para los que, como diría Borges, tuve que documentarme. Sobre todo para poder apropiarme de una experiencia y una voz que me eran ajenas, y que de esa apropiación surgiera un texto verosímil. En ese proceso de “documentación”, a veces estuve inmerso en situaciones complicadas; hoy me parece una locura, y la única manera que me atrevo a contarlas es desde la ficción.
Entre hombres parece indicar que no hubiera mujeres. Sin embargo, buena parte de la novela gira alrededor de la ausencia o el exceso de mujeres. ¿Esto es así?
El universo de los hombres de la novela es de alguna manera también el de los gauchos matreros de la gauchesca o el de los cuchilleros de las orillas de Borges, o el de las “fieras” de Arlt, esos mundos bárbaros comparten, entre otras cosas, la indiferencia por el género femenino, su ninguneo y cosificación. La mujer es vista como un estorbo o una oportunidad donde saciar una necesidad física circunstancial. Pero esa irrelevancia de lo femenino es solo aparente. En el comienzo de la novela, por ejemplo, hay una orgía que está en buena medida narrada desde la subjetividad de una prostituta adolescente y me parece que en esa corta intervención está condensada y justificada la importancia del género femenino, Yiyí es la más digna de todos los personajes. Esto lo vio muy bien, y me lo hizo ver, Elsa Drucarroff.
Pensé en Ellroy, un Ellroy sacado, atravesado de humor negro. ¿No podría ser “Entre hombres” un policial donde el humor juega el papel de tornasol para situaciones insoportables?
Sí, totalmente, el humor es una necesidad constante para sobrellevar la crudeza de ese mundo, y en general apelo al humor para descomprimir situaciones narrativas que, por naturaleza, tiendo a llevar a extremos insoportables. A veces siento que sin esa cuota de humor, el lector me abandonaría, mi “yo” lector abandonaría a mi “yo” escritor si no fuera por esos eventuales chispazos.

“Estamos ante una crisis de lo público”

por Pablo Chacón



El analista político y ensayista Pablo Rodríguez asegura que la combinación de la biopolítica con las nuevas tecnologías de la información están reconfigurando las relaciones sociales y empujando la escena contemporánea a un autoritarismo donde hasta la privacidad es una mercancía. Especialista en política internacional -trabajó durante años en Página/12-, hoy forma parte del staff de la revista Artefacto, junto a intelectuales diversos: Christian Ferrer, Margarita Martínez, Daniel Mundo y Flavia Costa, entre otros.  Este es el diálogo que sostuvo con Lobo Suelto!
El ciberespionaje, aliado a la biopolítica, ¿está reconfigurando el escenario global?
Entre las muchas definiciones de biopolítica que dio Michel Foucault, quien revitalizó el término en los 70, estaba el nacimiento de la estadística en el siglo XVIII. Ernst Engel, dirección de estadística prusiana hacia 1860, decía que la estadística perseguía al individuo en todo momento: cómo crecía, si se casaba, si era prolijo con sus cuentas, si era buena persona…todo. Esto nos señala que la biopolítica siempre fue, entre otras cosas, una cuestión de espionaje. El prefijo “ciber” señala un cambio tecnológico fundamental, pues hay un nuevo espacio (justamente, el “ciberespacio”) sobre el cual ejercer la vigilancia.
¿Entonces?
Entonces ese cambio reconfigura el escenario global en la medida en que crece exponencialmente la cantidad de información disponible, que es toda la que los individuos intercambian por medios tecnológicos que antes eran  escasos. La cuestión es cómo se usa esa información, quién lo hace, dónde se encuentra lo que realmente importa en esta nueva selva de información “basura”, de qué modo la encuentran los poderes que quieren encontrarla. Diría que el mundo ahora está cubierto por un nuevo manto ciberespacial que, al intentar duplicarlo, funda un nuevo escenario de control.
¿Por qué creés que muchos defensores de la república clásica miran a Snowden como la encarnación de un nuevo héroe contracultural?
Creo que sobre todo en el mundo anglosajón, existe una utopía libertaria relacionada con el uso de las tecnologías de información como algo liberador en sí, garante de la transparencia de las relaciones sociales; en cierto modo, una actualización de la ideología liberal y utilitarista del siglo XVIII, de Adam Smith a Jeremy Bentham. Norbert Wiener, el creador de la cibernética y “el” autor para entender qué es la información hoy, comenzó durante la segunda guerra mundial a combatir el secreto que rodeaba los proyectos científicos norteamericanos y legó para los análisis sobre las TIC ese halo de transparencia que todavía tienen; internet es hoy lo que ayer era la televisión: “dice la verdad”. En los 60 había un grupo contracultural llamado “computadoras para el pueblo”, cuando PC era únicamente Partido Comunista, que planteaba que las computadoras iban a derribar a aquellos gobiernos que usaran el secreto y el espionaje como modo de controlar a la población. Cualquier parecido con las loas a la “primavera árabe” no son pura coincidencia. Los héroes contraculturales son aquellos que hacen que la información circule; tanto más valor tiene, entonces, que sean los mismos que antes la acumulaban y la reservaban. Son héroes por conversión.
El videovigilante y el hacker, ¿son figuras de un mundo que tiende al totalitarismo, a la uniformidad?
El hacker es la versión contemporánea del espía, es su doble informático. Como las relaciones sociales pasan cada vez más por TIC, su papel es tanto o más importante que el del espía tradicional. Por su parte, la videovigilancia es el nuevo rostro de las antiguas pinchaduras telefónicas. La diferencia es que está legitimada socialmente. Se trataría sin dudas de una tendencia al autoritarismo que sin embargo no tiene el aspecto de un Big Brother, como siempre se dice. El Big Brother es la vigilancia actual con relaciones sociales antiguas. Hoy todo el mundo quiere ser visto y escuchado. ¿Qué pasaría si Watergate ocurriera hoy? Obama no renunciaría, como hizo Nixon. Ahora se especula con cuándo van a matar a Assange o a Snowden. El poder se ha vuelto más cínico, no tiene problemas en admitir que para los enemigos ni justicia, cuando antes ese mismo poder aunque sea tenía que conservar las formas y decir que vigilar más allá de cierto punto está mal.
Del fin de la privacidad se habla desde hace mucho y hay mucho escrito. El caso Snowden, ¿es un ejemplo de cómo un programa electrónico está formateando las relaciones sociales?
Digámoslo al revés: hay ciertas relaciones sociales que encuentran en un programa electrónico un modo de expresión. Estas relaciones sociales son manifiestamente exhibicionistas: desde “Estoy comiendo sorrentinos” en Facebook hasta cualquier video personal colocado en Youtube. El fin de la privacidad ocurre tanto por el aumento de la vigilancia como por la disminución de los reparos de los individuos frente a la exposición de sus propias vidas. Si hoy se habla de la intimidad como espectáculo, como se titula un libro muy interesante de Paula Sibilia, y la intimidad es justamente eso más “personal” que la privacidad (pues lo íntimo está desde siempre protegido de la mirada ajena, mientras lo privado es algo que puede existir para los demás pero se considera personal), estamos ante una crisis de lo que se entiende por lo público. Diría que en lugar de existir la publicidad, la privacidad y la intimidad, hoy existe sólo la publicidad con distintos grados de alcance.
El caso Snowden es un gran ejemplo: se trata de programas que fisgonean en los entornos virtuales donde los individuos muestran todo, como Facebook o Google. No son acciones que buscan información que los individuos no quieren dar, sino que seleccionan información relevante en lugares donde ésta circula todo el tiempo y con la anuencia de los individuos.

Las manifestaciones de junio de 2013 en la ciudad de San Pablo

por Marilena Chaui
Traducción exclusiva para Lobo Suelto!: Mariana Gainza
Las que siguen no son reflexiones sobre todas las manifestaciones ocurridas en el país, sino que focalizan principalmente las de la ciudad de San Pablo. De cualquier forma, ciertas consignas y actitudes en común con las manifestaciones de otras ciudades (la forma de la convocatoria, la cuestión de la tarifa del transporte colectivo como punto de partida, la desconfianza en relación a la institucionalidad política como punto de llegada), así como el tratamiento que todas ellas recibieron por parte de los medios de comunicación (condena inicial y celebración final, incluida la criminalización de los “vándalos”), permiten algunas consideraciones más generales a título de conclusión.
El detonante de las manifestaciones paulistas fue el aumento de la tarifa del transporte público y la acción contestataria de la izquierda junto al Movimiento Passe Livre(MPL), existente desde 2005 y compuesto por militantes de partidos de izquierda. En su reivindicación específica, el movimiento resultó victorioso bajo dos aspectos: 1. consiguió la reducción de la tarifa; 2. definió la cuestión del transporte público en el marco de los derechos de los ciudadanos,  afirmando, por lo tanto, el núcleo de la práctica democrática: la creación y la defensa de derechos mediante la explicitación (y no el ocultamiento) de los conflictos sociales y políticos.
El infierno urbano
No fueron pocos los que expresaron, en los medios de comunicación, su perplejidad frente a las manifestaciones de junio de 2013: ¿cómo y por qué surgieron, siendo que los grandes problemas que siempre atormentaron al país (desempleo, inflación, violencia urbana y rural) van encontrando soluciones, y en un contexto de estabilidad política? Las preguntas son justas, pero la perplejidad no, si tenemos en cuenta algo que siempre fue crucial para los movimientos populares: la situación de la vida urbana en las grandes capitales brasileñas.
¿Cuáles son los rasgos más característicos de la ciudad de San Pablo en los últimos años, de cierta forma extensibles a las demás ciudades? Sintéticamente, diríamos que son los siguientes:
– explosión del uso del automóvil individual. La movilidad urbana se volvió casi imposible, en tanto la ciudad se estructura en torno a un sistema vial destinado a los autos particulares en detrimento del transporte colectivo, siendo a su vez incapaz ese sistema de resolver el problema;
– explosión inmobiliaria con la construcción de grandes condominios residenciales (verticales y horizontales) y shopping centers, que producen una densidad demográfica prácticamente incontrolable, además de no contar con redes adecuadas de agua, electricidad y cloacas, resultando de ello problemas evidentes (por ejemplo, cuando llueve);
– aumento de la exclusión social y la desigualdad, debido a la expulsión de los habitantes de las regiones elegidas por los grandes especuladores inmobiliarios, el consecuente aumento de las periferias pobres y su creciente distancia en relación a los lugares de trabajo, a los centros educativos y a los servicios de salud. (En el caso de San Pablo, como señala Hermínia Maricatto, se dio la ocupación de las regiones de manantiales, poniéndose en riesgo la salud de toda la población); en resumen: degradación de la vida cotidiana de las capas más pobres de la ciudad;
– el transporte colectivo indecente, indigno y mortífero.  En el caso de San Pablo, se sabe que el programa de subtes contemplaba la entrega de 450 km de vías para  1990; siendo que de hecho, al año 2013, el gobierno estadual ha habilitado sólo 90 km. Además, la flota de trenes subterráneos no fue ampliada, es vieja y está mal conservada; no sólo se verifica su insuficiencia cuantitativa para atender la demanda, sino que ocurren retrasos constantes por la rotura de los trenes y de los instrumentos de control de las operaciones. Lo mismo puede decirse de los trenes de la CPTM [Compañía Paulista de Trenes Metropolitanos], que también son responsabilidad del gobierno estadual. En el caso del transporte colectivo, bajo control municipal, el sector es completamente dominado por un cártel que no le rinde cuentas a nadie: los colectivos son fabricados con carrocerías para camiones, por lo tanto, están hechos para transportar cosas y no personas; las flotas están deterioradas y atrasadas respecto a las necesidades de la población, sobre todo la de las periferias; las líneas son excesivamente largas, pues eso las vuelve más lucrativas, de manera que los pasajeros tienen que soportar trayectos absurdos, perdiendo horas para ir y volver del trabajo, las escuelas o los servicios de salud; no hay líneas que conecten puntos diversos del centro de la ciudad ni líneas inter-barriales, de manera que el uso del auto particular se hace casi inevitable para trayectos menores;
En resumen: definidas y orientadas por los imperativos de intereses privados, las montadoras de vehículos, las constructoras civiles y las empresas de transporte colectivo dominan la ciudad sin asumir ninguna responsabilidad pública, imponiendo lo que llamo un infierno urbano.
La tradición paulista de luchas
Recordemos: la ciudad de San Pablo (como varias de las grandes ciudades brasileñas) tiene una tradición histórica de revueltas populares contra las pésimas condiciones del transporte colectivo, esto es, la tradición del «quebra-quebra»,cuando, desesperados y enfurecidos, los ciudadanos destruyen e incendian ómnibus y trenes (a la manera de lo que hacían los obreros a comienzos de la Segunda Revolución Industrial, cuando usaban los zuecos de madera –en francés: sabots– para romper las máquinas –de donde proviene la palabra francesa sabotage, sabotaje). Sin embargo, ese no fue el camino que tomaron las manifestaciones actuales, y sería interesante indagar por qué. Quizás porque el MPL, en tanto movimiento de izquierda, politiza explícitamente la protesta, en vez de politizarla simbólicamente (como lo hace el quebra-quebra).
Recordemos: entre las décadas de 1970 y 1990, las organizaciones de clase (sindicatos y asociaciones) y los movimientos sociales y populares tuvieron un papel político decisivo en el establecimiento de la democracia en Brasil por los siguientes motivos: 1. introducción de la idea de derechos sociales, económicos y culturales más allá de los derechos civiles liberales; 2. afirmación de la capacidad auto-organizativa de la sociedad; 3. introducción de la práctica de la democracia participativa como condición de la democracia representativa a ser efectivizada por los partidos políticos. En una palabra: los sindicatos, asociaciones, movimientos sociales y movimientos populares eran políticos, valoraban la política, proponían cambios políticos y se orientaban hacia la creación de partidos políticos como mediadores institucionales de sus demandas. 
Eso prácticamente desapareció de la escena histórica como efecto del neoliberalismo, que produjo: 1. fragmentación, tercerización y precarización del trabajo (tanto industrial como de servicios), dispersando a la clase trabajadora, que se ve frente al riesgo de perder sus referencias de identidad y de lucha; 2. reflujo de los movimientos sociales y populares y su sustitución por las ONGs, que funcionan con una lógica distinta a la de los movimientos sociales; 3. surgimiento de una nueva clase trabajadora heterogénea, fragmentada, aún desorganizada y sin formas propias de lucha, ausente del espacio público y, por todo esto, atraída y devorada por ideologías individualistas como la “teología de la prosperidad” (del pentecostalismo) y la ideología del “emprendimiento” (de la clase media), que estimulan la competencia, el aislamiento y el conflicto interpersonal, rompiendo formas anteriores de sociabilidad solidaria y de lucha colectiva.
Levantándose contra los efectos del infierno urbano, las manifestaciones conservaron de la tradición de los movimientos sociales y populares la organización horizontal, sin distinción jerárquica entre dirigentes y dirigidos. Pero, diversamente de los movimientos sociales y populares,  tuvieron una forma de convocatoria que las transformó en un movimiento de masas, con miles de manifestantes en las calles.
El pensamiento mágico
      La convocatoria fue hecha a través de las redes sociales. A pesar de la celebración  de ese tipo de convocatoria, que quebranta el monopolio de los medios de comunicación de masas, es necesario mencionar, no obstante, ciertos problemas asociados al uso de la red –algunas de cuyas características la aproximan a los procedimientos mediáticos:
A.                             la convocatoria es indiferenciada: podría servir para un show de Madonna, para una maratón deportiva, etc.; esta vez se puso en marcha por la tarifa del transporte público;
B.        tiene la forma de un acontecimiento, o sea, es puntual, sin pasado, sin futuro y sin un saldo organizativo; en este caso, aunque haya partido de un movimiento social (el MPL), a medida que creció fue produciendo el paulatino rechazo de la estructura del movimiento social, para convertirse en un espectáculo de masas. (Dos ejemplos confirman eso: la ocupación de Wall Street por los jóvenes de Nueva York, que antes de disolverse se volvió un punto de atracción turística para los visitantes de la ciudad; el caso -más triste- de Egipto, donde las manifestaciones, permaneciendo como acontecimientos y sin dar lugar a alguna forma de auto-organización política de la sociedad, fueron la ocasión aprovechada por los poderes existentes para pasar de una dictadura a otra);
C.        asume gradualmente una dimensión mágica, cuyo origen se encuentra en la naturaleza del propio instrumento tecnológico empleado, pues éste opera mágicamente, dado que los usuarios son exactamente eso, usuarios, y por lo tanto no poseen el control técnico y económico del instrumento que usan –o sea, desde este punto de vista, se encuentran en la misma situación que los receptores de los medios de comunicación de masas. La dimensión involucrada es mágica porque, así como basta con apretar un botón para que todo aparezca, también se cree que alcanza con querer para que las cosas sucedan. Ahora bien, además de la ausencia de un control real sobre el instrumento, la magia repone uno de los recursos más profundos de la sociedad de consumo difundida por los medios de comunicación: la idea de una satisfacción inmediata del deseo, sin mediación alguna;
D. el rechazo de las mediaciones institucionales indica que estamos frente a una acción propia de la sociedad de masas, por lo tanto,  indiferente a las determinaciones de clase; en este caso, en tanto se presenta como una acción de la juventud, el movimiento  asume la apariencia de que el  universo de los manifestantes es homogéneo o masivo, aunque en verdad sea heterogéneo desde el punto de vista económico, social y político -siendo suficiente recordar que las manifestaciones de las periferias no fueron sólo de la “juventud” ni de la clase media, sino de jóvenes, adultos, niños y viejos de clase trabajadora.
En su punto de llegada, las manifestaciones introdujeron el tema de la corrupción política y el rechazo de los partidos políticos. Sabemos que el MPL está constituido por militantes de varios partidos de izquierda, pero para asegurar la unidad del movimiento, evitó la referencia a los partidos de origen. Por eso fue a las calles sin definirse como expresión de partidos políticos y, en San Pablo, cuando los militantes partidarios salieron a las calles a festejar la victoria [la reducción de la tarifa del transporte], fueron denostados, golpeados y expulsados mientras se los acusaba de oportunistas –sufrieron una represión violenta por parte de la masa. O sea, algunos manifestantes practicaron sobre otros la violencia que habían condenado en la policía.
      La crítica a las instituciones políticas no es infundada, sino que tiene bases concretas:
a) en el plano coyuntural: el infierno urbano es, efectivamente, responsabilidad de los partidos políticos gobernantes;
b) en el plano estructural: en Brasil, una sociedad autoritaria y excluyente, los partidos políticos tienden a ser clubes privados de oligarquías locales, que usan lo público para sus intereses privados; la calidad de los legisladores en los tres niveles es la más baja posible y la corrupción es estructural; como consecuencia, la relación de representación no se concretiza porque priman las relaciones de favor, clientela, tutela y cooptación;
c) la crítica al PT: de haber abandonado la relación con aquello que determinó su nacimiento y crecimiento, esto es, el campo de las luchas sociales auto-organizadas y haberse transformado en una máquina burocrática y electoral (como han dicho y escrito muchos militantes a lo largo de los últimos 20 años).
Aunque todo esto explique el rechazo de la política, eso no significa sin embargo que tal rechazo haya sido motivado por una clara comprensión del problema por parte de los manifestantes. De hecho, la mayoría de ellos no expresa en sus discursos un análisis de las causas de ese modo de funcionamiento de los partidos políticos, es decir, la estructura autoritaria de la sociedad brasileña, por un lado, y el sistema político-partidario montado por la casuística de la dictadura, por el otro. En lugar de luchar por una reforma política, buena parte de los manifestantes recusa la legitimidad del partido político como institución republicana y democrática. Así, en este aspecto, a pesar del uso de las redes sociales y de la crítica a los medios de comunicación, la mayoría de los manifestantes adhirió al mensaje ideológico difundido desde hace años por los medios de comunicación de que los partidos son esencialmente corruptos. Como se sabe, esa posición de los medios  tiene la finalidad de conferirles el monopolio de las funciones del espacio público, como si no fuesen empresas  capitalistas movidas por intereses privados. De esa manera,  el rechazo y la crítica a los medios de comunicación por parte de los manifestantes no impidió que gran parte de ellos adhiriera a la perspectiva de la clase media conservadora sobre la ética difundida por esos mismos medios. De hecho, la mayoría de los manifestantes, reproduciendo el lenguaje mediático, habló de ética en la política (que supone la transposición de valores del espacio privado al espacio público), cuando en verdad se trataría de afirmar la ética de la política (esto es, valores propiamente públicos), ética que no depende de las virtudes morales de las personas privadas de los políticos, sino de la calidad de las instituciones públicas en cuanto instituciones republicanas. La ética de la política, en nuestro caso, depende de una profunda reforma política capaz de crear instituciones democráticas republicanas y de destruir, de una vez por todas, la estructura dejada por la dictadura, que fuerza a los partidos políticos a realizar coaliciones absurdas para gobernar, coaliciones que comprometen el sentido y la finalidad de sus programas y que abren las compuertas a la corrupción. En lugar de la ideología conservadora y mediática que sostiene que la política es corrupta por definición y por esencia, se trata de promover una práctica innovadora con capacidad de crear instituciones públicas que impidan la corrupción, que garanticen la participación, la representación y el control de los intereses públicos y los derechos por los ciudadanos. En pocas palabras, se trata de promover una invención democrática. 
Ahora bien, al entrar en escena el pensamiento mágico, los manifestantes dejan de lado el hecho de que mientras no sea creada una nueva forma de la política que prescinda de los partidos –lo cual tal vez ocurra en un futuro distante–, mientras tanto, entonces, en una república democrática (al contrario de una dictadura) nadie gobierna sin un partido, pues es éste el que crea y prepara cuadros para las funciones gubernamentales con vistas a la concretización de los objetivos y las metas de los gobernantes electos. Bastaría con que los manifestantes se informaran sobre el gobierno Collor para entender eso: Collor partió de las mismas afirmaciones hechas por una parte de los manifestantes (los partidos políticos, corruptos, son cosa de sultanes) y se presentó como un hombre sin partido. Resultado: a) no tuvo cuadros para formar el gobierno, ni directrices ni metas coherentes, y b) le imprimió al gobierno rasgos autocráticos (“el gobierno soy yo”). Con lo cual, sucedió lo que sucedió.
Además, parte de los manifestantes está adoptando la posición ideológica típica de la clase media, que aspira a gobiernos sin mediaciones institucionales y, por lo tanto, dictatoriales. Es por eso que surge la afirmación de muchos manifestantes, envueltos en la bandera nacional, de que “mi partido es mi país”, ignorando quizás que esa fue una de las afirmaciones fundamentales del nazismo contra los partidos políticos.
Así, en lugar de inventar una nueva política, en vez de ir rumbo a una invención democrática, el pensamiento mágico de gran parte de los manifestantes se irguió contra la política, reducida a la figura de la corrupción. Históricamente, sabemos qué efectos tienen esas posiciones. Por eso, no nos deben sorprender, aunque sí deben alarmarnos, las imágenes de jóvenes militantes de partidos y movimientos sociales de izquierda apaleados y ensangrentados durante la manifestación de conmemoración de la victoria del MPL. Ya vimos imágenes de ese tipo en la Italia de los años 1920, en la Alemania de los años 1930 y en el Brasil de los años 1960-1970.
Conclusión provisoria
Desde el punto de vista simbólico, las manifestaciones poseen un sentido importante que contrabalancea los problemas aquí mencionados.
No se trata, como se oyó decir en los medios de comunicación, de que los jóvenes finalmente abandonaron la “burbuja» del condominio cerrado y del shopping center y decidieron ocupar las calles (ya podemos prever el número de novelas y mini-series que usarán esa idea para incrementar la audiencia del programa High School Brasil de la Red Globo). Simbólicamente, a pesar de sí mismos y de sus afirmaciones explícitas contra la política, los manifestantes protagonizaron un acontecimiento político: le dijeron no a lo dado, objetando las acciones de los poderes ejecutivos, municipales, estaduales y federal, así como las acciones del poder legislativo en los tres niveles. Practicando la tradición del humor corrosivo que recorre las calles, modificaron el sentido habitual de las palabras y del discurso conservador por medio de la inversión de las significaciones y de la irreverencia, indicaron una nueva posibilidad de praxis política, una brecha para repensar el poder, como escribió un filósofo político sobre los acontecimientos de mayo de 1968 en Europa.
 Justamente porque se abre una nueva posibilidad política, vale la pena hacer algunas observaciones para que estemos alertas ante los riesgos de apropiación y destrucción de esa posibilidad por la derecha conservadora y reaccionaria.
Comencemos por una obviedad: como las manifestaciones son de masas (de la juventud, como difunden los medios), sin que aparezcan determinaciones de clase -que, sin embargo, son claras en la composición social de las manifestaciones de las periferias paulistas-, es preciso recordar que una parte de los manifestantes no vive en las periferias de las ciudades y no experimenta la violencia cotidiana experimentada por la otra parte de los manifestantes. A partir de eso, podemos indagar algunas cosas. Por ejemplo: los jóvenes manifestantes de clase media que viven en condominios residenciales ¿tienen idea de que sus familias también son responsables por el infierno urbano (el aumento de la densidad demográfica de los barrios y la expulsión de los sectores populares hacia las periferias distantes y pobres)? Los jóvenes manifestantes de clase media que al cumplir 18 años recibieron un auto de regalo (o están a la expectativa del regalo cuando lleguen a esa edad) ¿tienen idea de que también son responsables por el infierno urbano? ¿No es paradójico, entonces, que luchen contra aquello que resulta de sus propias acciones (o las de sus familias) pero atribuyendo toda la responsabilidad a la política corrupta, como es típico de la clase media?
Estas indagaciones no son gratuitas, ni expresión de una mala voluntad respecto a las manifestaciones de 2013. Tienen un motivo político y un lastre histórico.
      Motivo político: señalamos anteriormente el riesgo de apropiación de las manifestaciones por una orientación conservadora y autoritaria. Sólo será posible evitar ese riesgo si los jóvenes manifestantes tienen en cuenta algunas cuestiones:
1.                  ¿están dispuestos a luchar contra las acciones que provocan el infierno urbano y, por lo tanto, a enfrentar verdaderamente el poder del capital de las montadoras de autos, las empresas inmobiliarias y los cárteles del transporte que, como todos saben, no se relacionan  pacíficamente (para decir lo mínimo) con las demandas sociales?
2.        ¿están dispuestos a abandonar la suposición de que la política se hace mágicamente sin mediaciones institucionales?
3.        ¿están dispuestos a comprometerse en la lucha por la reforma política, a fin de inventar una nueva política, libertaria, democrática, republicana y participativa?
4.        ¿están dispuestos a no reducir su participación a un acontecimiento puntual y efímero y a no dejarse seducir por la imagen que de ellos quieren producir los medios de comunicación?
Lastre histórico: cuando Luiza Erundina, partiendo de las demandas de los movimientos populares y del compromiso con la justicia social, propuso la Tarifa Cero para el transporte público de San Pablo, explicó a la sociedad que la tarifa debía ser subsidiada por la Municipalidad, y que ella no permitiría que el subsidio implicara recortes de los presupuestos de educación, salud, vivienda y asistencia social, es decir, recortes en los programas sociales prioritarios de su gobierno. Antes de proponer la Tarifa Cero, aumentó un 500% la flota de la CMTC (explicación para los jóvenes: la CMTC era la antigua empresa municipal de transporte) y forzó a los empresarios privados a renovar su flota. Después de eso, en innumerables audiencias públicas, presentó todos los datos y planillas de la CMTC y obligó a los empresarios de las compañías privadas de transporte colectivo a hacer lo mismo, de manera que la sociedad fue plenamente informada sobre los recursos que serían necesarios para el subsidio. Ella propuso, entonces, que el subsidio viniese de un cambio tributario: el IPTU progresivo -es decir, se aumentaría el impuesto inmobiliario a los más ricos, que contribuirían para el subsidio junto con otros recursos de la Municipalidad. En la medida en que los más ricos, en tanto personas privadas, tienen empleados domésticos que usan el transporte público, y, en tanto empresarios, también tienen empleados usuarios de ese mismo transporte, una forma de realizar la transferencia de ingresos que es base de la justicia social sería, precisamente, hacer que parte del subsidio proviniese del nuevo IPTU. Los jóvenes manifestantes de hoy desconocen lo que pasó: hubo comerciantes que cerraron calles enteras, empresarios que amenazaron con un lockout, se hicieron manifestaciones en los barrios de clase alta contra el “totalitarismo comunista” de la intendenta y los poderosos de la ciudad “negociaron” con los concejales la no aprobación del proyecto de ley. La Tarifa Cero no fue aprobada. Discutida con mecanismos de democracia participativa, presentada con honestidad y ética política, sin asomo alguno de corrupción, la propuesta fue rechazada. Ese lastre histórico muestra el límite del pensamiento mágico, pues no basta con la ausencia de corrupción, como imaginan los manifestantes, para que todo suceda inmediatamente de la mejor manera y tal cual se lo desea.
Cabe una última observación: si no tienen en cuenta la división social de clases, esto es, los conflictos de intereses y  de poderes económico-sociales, los manifestantes no comprenderán el campo económico-político en el cual se están moviendo cuando imaginan estar actuando fuera de la política y contra ella. Entre los varios riesgos de esa imaginación, conviene recordar a los manifestantes que se sitúan a la izquierda que, si no tienen autonomía política y si no la defienden con mucha fuerza, podrán favorecer en Brasil a los mismos poderes económicos y políticos que organizaron grandes manifestaciones de derecha en Venezuela, en Bolivia, en Chile, en Perú, en Uruguay y en Argentina. Y los medios, satisfechos, agradecerán por los altos índices de audiencia.

Judith Butler: Filósofa en todo género

Judith Butler, Filósofa en todo Género (2006) es un documental realizado Paule Zadjermann para Arte France. En la producción podemos conocer distintas facetas de Judith Butler desde su infancia y  sus aproximaciones a las primeras lecturas sobre el género hasta las condiones en las cuales produce actualemnte su teoría. En el documental Butler también aborda temas contingentes como la censura de los medios en Estados Unidos, el matrimonio homosexual, la ocupación Israelí en Palestina y el derecho duelo público. Así se presenta:

«Retrato vivo e instructivo de la filósofa americana Judith Butler, inspiración del movimiento queer y singular feminista, que hizo estallar las categorías de sexo y género.
Pequeña, muchacho, graciosa, con paso decidido pero tímida, Judith Buler se presta  al juego del retrato con generosidad, pero sin dejarse definir…ella que removió  las ideas recibidas sobre el género y el sexo con su ensayo «El Género en Disputa» publicado en Estados Unidos en 1990 -traducido al francés hace apenas una año- se narra y precisa sus pensamientos. Habla del shock provocado  por el descubrimiento de su homosexualidad –  una » palabra que parecía médica «, menos horrorosa sin embargo, según ella, que «lesbiana», término que parecía condenarla -, donde descubre su trayecto de chica indisciplinada, criada en una familia judía americana de Cleveland. » Quizás la teoría de Deshacer el Género se deriva de mi esfuerzo por comprender cómo mi familia encarnaba las normas hollywoodienses o no las encarnaba».Partidaria de un derecho tolerante y de una ética no represiva, su filosofía, no construye un sistema, está más allá de los estudios sobre el género. Además de sus compromisos a favor del matrimonio gay y a favor del homoparentalidad,  abiertamente critica el gobierno Bush y llama a hacer un duelo público por las víctimas del SIDA.»

“Anotá ahí: yo no soy nadie»

por Peter Pal Pelbart



Slavoj Zizek reconoció en “Roda Viva” [programa de entrevistas de la TV pública de São Paulo] que es más fácil saber lo que quiere una mujer, jugando con la “boutade” freudiana, que entender a Occupy Wall Street.

No es diferente con nosotros. En vez de preguntar lo que “ellos”, los manifestantes brasileros, quieren, tal vez sea el caso de preguntar lo que la nueva escena política puede desencadenar. Pues no se trata nada más que un cambio de escenario –del palacio a la calle–, sino de afecto, de contaminación, de potencia colectiva. La imaginación política se destrabó y produjo un corte en el tiempo político.

La mejor manera de matar un acontecimiento que provocó una inflexión en la sensibilidad colectiva es reinsertarlo en el cálculo de las causas y efectos. Todo será tachado de ingenuidad o espontaneísmo, a menos que dé “resultados concretos”.

Como si la vivencia de millones de personas ocupando las calles, afectadas en el cuerpo a cuerpo por otros millones, atravesados todos por la energía multitudinaria, enfrentando embates concretos con la truculencia policial y militar, inventando una nueva coreografía, rechazando los autos con parlantes [típicos de las movilizaciones de “aparato”], los líderes, pero al mismo tiempo arrinconando al Congreso, poniendo de rodillas las alcaldías, mezclando el guion de los partidos – ¡como si todo eso no fuera “concreto” y no pudiera incitar procesos inauditos, instituyentes!

¿Cómo suponer que tal movimiento no reata la multitud con su capacidad de sondar posibilidades? Es un fenómeno de videncia colectiva –se ve lo que antes parecía opaco o imposible.

Y vuelve la pregunta: al final, ¿qué quiere la multitud? ¿Más salud y educación? ¿O eso y algo todavía más radical: otro modo de pensar la propia relación entre la libido social y el poder, en una clave de horizontalidad, en consonancia con la forma misma de las protestas?

El Movimiento Passe Livre con su pauta restricta, tuvo una sabiduría política inigualable. Supo hasta cómo gambetear las trampas policiales de periodistas que querían revolver en la identidad personal de sus miembros (“Anotá ahí, yo no soy nadie”, decía una militante, con la malicia de Odiseo, mostrando como cierta desubjetivación es condición para la política hoy. Agamben ya lo decía, los poderes no saben qué hacer con la “singularidad cualquier”).

Pero cuando derribaron el portón de la calle, muchos otros deseos se manifestaron. Hablamos de deseos y no de reivindicaciones, porque estas pueden ser satisfechas. El deseo colectivo implica inmenso placer de bajar a la calle, sentir la pulsación multitudinaria, cruzar la diversidad de voces y cuerpos, sexos y tipos y aprender un “común” que tiene que ver con las redes, con las redes sociales, con la inteligencia colectiva.

Tiene que ver con la certeza de que el transporte debería ser un bien común, así como el verde de la plaza Taksim, así como el agua, la tierra, Internet, los códigos, los saberes, la ciudad, y de que toda especie de “enclosure” es un atentado a las condiciones de producción contemporánea, que requiere cada vez más el compartir libremente lo común.

Volver cada vez más común lo que es común –otrora llamaron eso de comunismo. Un comunismo del deseo. La expresión suena hoy como un atentado al pudor. Pero es la expropiación de lo común por los mecanismo de poder que ataca y empobrece capilarmente eso que es la fuente de la materia misma de lo contemporáneo – la vida (en) común.

Tal vez otra subjetividad política y colectiva esté (re)naciendo, aquí y en otros puntos del planeta, para la cual carecemos de categorías. Más insurrecta, de movimiento más que de partido, de flujo más que de disciplina, de impulso más que de finalidades, con un poder de convocatoria nada común, sin que eso garantice nada, menos que menos que ella se vuelva el nuevo sujeto de la historia.

Pero no debe subestimarse la potencia psicopolítica de la multitud, que se da el derecho de no saber de antemano todo lo que quiere, incluso cuando vuelve enjambre al país y ocupa los jardines del palacio, porque sospecha que no tenemos fórmulas para saciar nuestro deseo o apaciguar nuestra aflicción.

Como dice Deleuze, hablan siempre del futuro de la revolución, pero ignoran el devenir revolucionario de las personas.

Por qué no es conveniente ni imprescindible el contrato YPF-Chevron

Por Enrique Mario Martínez

La energía es una demanda socialmente necesaria, que en este momento cruza todas y cada una de las actividades de una comunidad. Todo lo que hacemos requiere energía de modo directo o indirecto y todo lo que imaginemos hacer a futuro sigue el mismo curso.

Por lo tanto, si un país no cuenta con producción propia de energía en todas o alguna de las formas necesarias, debe comprarla a otros países, a riesgo de frenar su desarrollo si no lo hace.

Estas ideas son simples y ya se han difundido en todo el cuerpo social, al menos en su dimensión más básica.

Estamos en la era de la hegemonía del petróleo – con el agregado posterior del gas – como principal fuente energética, que ya dura más de 100 años. Se ha pronosticado varias veces que el ritmo de extracción de este recurso no renovable superaría el descubrimiento de nuevas reservas por estos años. Estamos en un momento en que podríamos afirmar que eso sucede a la inversa: se han instalado en el escenario el petróleo y el gas no convencionales, que requieren fracturar las rocas en que están embebidos para poder liberarse y emerger a la superficie. El costo de esta operación es claramente mayor que el de los yacimientos convencionales, pero las reservas ya comprobadas y las imaginables amplían enormemente el horizonte del oro negro y del gas. Argentina pareciera estar entre los países con alta posibilidad de recuperar sus alicaídas reservas convencionales y ampliarlas en términos exponenciales.

Llegamos al umbral de esa etapa con un déficit de oferta local de energía, originado tanto en la mala conducta/política de algunas empresas concesionarias de yacimientos, como en la tremenda expansión de demanda asociada a un crecimiento económico sin antecedentes en 100 años.

Es en este ámbito que se firma un decreto especial de promoción de grandes inversores e inmediatamente un acuerdo YPF-Chevron.

¿Cuáles son entonces las razones posibles? Una o más de las siguientes:

1 – No contamos con suficiente capital para la asignatura pendiente.
2 – No contamos con adecuado manejo de la nueva tecnología de extracción.
3 – Alguna otra razón, más geopolítica que económica.


EL CAPITAL
El déficit energético actual comenzó en 2011, año en que las importaciones superaron a las exportaciones en 2900 Millones de dólares. En 2012 esa suma tuvo una ligera variación y en el corriente año hay datos suficientemente incompletos como para admitir un déficit algo mayor, pero las fuentes son poco precisas.

Lo concreto es que es necesario alcanzar el autoabastecimiento; que esa tarea se ha puesto 
en la mochila de YPF, aunque podría abarcar una batería mucho más diversa de acciones – ahorro de energía, energías renovables, energía a partir de residuos – y que YPF anunció a mediados de 2012 qué haría al respecto.

El plan anunciado prevé inversiones por 37.200 Millones de dólares en 5 años, con la siguiente financiación:

68% (25.300 MM) a partir del flujo de fondos y de las utilidades de la propia empresa.
20% (7.500 MM) en base a deuda tomada en el mercado nacional.
12% (4.400 MM) por socios estratégicos para la producción no convencional.

O sea que el 88% de los fondos necesarios YPF prevé obtenerlos en la Argentina. De toda la documentación institucional no surge indicio alguno que YPF no podría conseguir el 12% adicional en el país por otros mecanismos. Como un simple comentario, a título de ejemplo, si YPF emitiera acciones sin derecho a voto, con una tasa de retorno mínima garantizada con relación al valor de la acción original, actualizada por la paridad cambiaria, la cola de suscriptores podría ser enorme.

En consecuencia, las propias manifestaciones de la empresa en 2012 contradicen categóricamente las afirmaciones de divulgadores, economistas, periodistas y hasta el propio viceministro de Economía, sobre la imposibilidad argentina – más que de YPF – de aportar las inversiones necesarias.

No es problema de capital. Debe ser otra cosa.


LA TECNOLOGÍA

Se está incursionando, como ya se dijo, en una tecnología más compleja que la tradicional, que tiene presencia en el mundo hace algo más de una década y bien podría tener la Argentina problemas para implementarla.

Sin embargo, también según YPF, al momento ya se están extrayendo 10000 barriles/día de petróleo no convencional y también gas, que incluso de está cargando a la red de gasoductos. Por lo tanto, YPF tiene el conocimiento suficiente.

Aún así, si no tuviera los elementos técnicos para ampliar su gestión en este campo, podría contratar esa gestión, como sucede con tantas otras experticias, en lugar de asociar una empresa al 50% en la concesión.

No es problema de tecnología. Debe ser otra cosa.


LAS RAZONES GEOPOLÍTICAS

Se ha insinuado que podría tratarse pagar algún precio económico menor en esta transacción, a cambio del posible apoyo a conseguir por Estados Unidos en un frente externo complejo como es el de la demanda pendiente de los fondos buitres. Incluso se ha intentado hacer alguna comparación con el contrato del gobierno peronista con la Standard Oil, que buscaba ayudar a desbloquear importaciones clave para el país que impedían avanzar con la industria automotriz, los ferrocarriles y la siderurgia, como mínimo.

Me permito ser escéptico sobre esta explicación y negativo sobre la comparación con otro momento histórico.

Nada indica que el gobierno de Estados Unidos pueda ejercer una vocación de colaborar con Argentina en el conflicto judicial, salvo por el interés de los bancos que cuentan con acreencias de deuda soberana del tercer mundo y a ellos no hay que seducirlos. Tal vez tengan más interés que nuestro país en que la decisión final nos favorezca.

En cuanto a la década de 1950, el General Perón mandó el contrato para ser aprobado a un Congreso en el que contaba con clara mayoría y sin embargo estuvo años allí sin ser aprobado, lo cual muestra que la estrategia buscaba liberar las importaciones argentinas – hecho que lamentablemente no sucedió – más que concretar el acuerdo.

No aparece una razón geopolítica. Debe ser otra cosa.


EL PRECIO DEL CONTRATO YPF – CHEVRON

Ya que no se alcanza a entender la necesidad estratégica del contrato, se hace necesario entrar en los detalles para examinar más a fondo su conveniencia puntual.

El contrato lamentablemente no se ha difundido, por lo que hay que basarse en los dichos de los protagonistas, en el decreto de promoción para inversiones mayores de 1000 Millones de dólares y en la normativa general.

Se nos dice que el acuerdo será del 50% para cada parte del petróleo y gas extraídos. Se pagan las regalías a la Provincia (12%) y los bienes son de libre disponibilidad. El gas se debe cargar inexorablemente al sistema, por razones técnicas, y el petróleo se vende en el mercado interno, porque las retenciones impuestas establecen una situación de indiferencia de precios entre el mercado externo y el interno. Al cabo de los 5 años – cabe aclarar que la concesión puede extenderse a más de 30 años – Chevron podrá exportar el 20% de su parte, o sea el 10% del total extraído, sin retenciones y sin ingresar las divisas al país.

De manera superficial y confusa muchos comunicadores señalan que esta última será la retribución de Chevron, cuando en realidad esto debe considerarse un ingreso adicional al normal de cualquier concesión, que es vender el petróleo y el gas, con rentabilidades históricamente altas.

No hay números claros a la mano sobre la ganancia resultante.

Solo algún número sobre la explotación gasífera que proviene de un comentario de Andrés Repar en ww.agenciapacourondo.com.ar.

Según este experto un pozo, al que cuesta perforarlo 7 a 8 Millones de dólares, genera un ingreso en su vida útil de unos 38 Millones de dólares. Estas sumas son al valor real de hoy, que se puede prever aumentará a lo largo de la concesión. Los análisis finos necesitan más datos que no se disponen, pero permítanme ser algo superficial y sostener que el retorno global sobre una inversión de 37.000 Millones de dólares no debería ser menor – a valor presente – de 70.000 Millones. Cada fracción de esa inversión que quede a cargo de un extranjero, cuando pueda hacerla un argentino, implica una pérdida relevante de patrimonio futuro. Peor aún cuando además de la renta normal se prevé un premio.


UNA SEÑAL NEGATIVA COLATERAL

Del plan YPF 2012 se vienen cumpliendo las previsiones, pero hay algo que no queda para nada claro. De las propias cifras de la empresa a consecuencia del contrato que estamos analizando, los aumentos de producción que llevarían a recuperar el abastecimiento interno requieren una inversión máxima de unos 10000 Millones de dólares. Todo indica que la cifra total presentada (37200 MM) busca usar Vaca Muerta y otros reservorios no convencionales para que Argentina pase a exportar petróleo en volúmenes significativos. Esto es una decisión que debería ser discutida más allá de YPF y más allá de la temática energética aislada.

Exportar un recurso no renovable puede ser una decisión, pero compromete a las generaciones futuras. Antes de hacerlo, debemos saber, como mínimo:

a) Qué plan tenemos para ir hacia una Argentina con energía sustentable en base a renovables para cuando se agoten los no renovables.

b) Cómo invertiremos los posibles excedentes energéticos para asegurar que la calidad de vida general, no solo la presente sino especialmente la futura mejora por esa decisión.

Esto es lo que discutió, por ejemplo, Noruega cuando descubrió petróleo en el mar y asignó todos los excedentes a una cuenta “Noruega futura”.

OTRA SEÑAL NEGATIVA COLATERAL
Establecer un régimen especial para inversiones mayores de 1000 Millones de dólares es reforzar en la conciencia colectiva que solo las grandes corporaciones marcan el camino de las soluciones importantes. La gran minería; el gran semillero de semillas transgénicas; los grandes hipermercados; las grandes terminales automotrices. Allí está el futuro de nuestra ventura y en su ausencia puede estar nuestra desventura.

Ese concepto no solo es errado. Es muy peligroso porque ante todo cercena culturalmente las iniciativas de muchos emprendedores individuales. ¿Para qué pensar un pequeño auto eléctrico si nadie cobijará mi desarrollo y alguna vez me encontraré terminando un prototipo a pulmón mientras veo en televisión que comenzará Honda o algún otro a armar esos autos? Lo mismo con los generadores eólicos pequeños, o con la agricultura familiar, o con la pequeña mina de cobre que quiera culminar en alambre de cobre, no en exportar concentrado primario. O con tantas otras cosas.

COMENTARIO FINAL

En todo lo antedicho puede haber errores cuantitativos, derivados de mala búsqueda de datos o de la falta de información ordenada por parte de YPF o de la falta de acceso al contrato, que no se ha difundido.

Sin embargo, no creo que haya errores cualitativos, en una perspectiva nacional y popular.
Tratando de bucear dentro de la pila panegírica de argumentación de buena voluntad, mezclada con los sofismas, las chicanas a la torpe e ignorante oposición y las medias verdades, no se entiende por qué se firmó un contrato de estas características.

David Viñas: No ha lugar

Estimados señores:
Recibo en mi correo electrónico –junto a muchas otras personas, presumiblemente- esta amable invitación a asistir a un acto de esa agrupación en el centro cultural Torquato Tasso, en el cual se harán presentes Ricardo Forster, Juan Sasturain y Daniel Santoro, los tres apreciados amigos. Agradezco pues la invitación y me excuso de asistir al evento. Sin embargo, no puedo dejar de manifestar mi preocupado asombro al leer, como parte de la presentación de Ricardo Forster, el enunciado “Líder junto a David Viñas, Nicolás Casullo, Jaime Sorín y Horacio González de Carta Abierta, la entidad asamblearia…”, etcétera. ¿Quién podría discutir el rol fundacional y luego protagónico de primera fila de Ricardo, Nicolás, Horacio o Jaime? Pero, ¿David Viñas? No es la primera vez que veo su nombre –así como el de León Rozitchner y ocasionalmente el del que suscribe esta nota- asociado, por parte de alguna agrupación oficialista, al movimiento Carta Abierta. Por consiguiente, tampoco es la primera vez que me veo obligado, en honor a la verdad, a aclarar el error (nótese, por favor, que lo llamo “error”). Conocí bien a esos grandes maestros y amigos que fueron David y León, y en ocasión del nacimiento público de Carta Abierta compartí con ellos largas horas de discusión –en las que no siempre estuvimos de pleno acuerdo, por cierto- a propósito de la actitud a adoptar. Es pues en virtud de esa participación directa que me permito humilde pero firmemente, una vez más, reiterar la aclaración: David Viñas nunca fue miembro, mucho menos “líder”, de Carta Abierta , aunque ocasionalmente pueda haber acompañado con su firma alguna de sus comunicaciones. Entiéndanme: no pretendo (al menos en esta oportunidad, y dentro de la necesaria brevedad de esta respuesta) poner en debate la significación o la pertinencia de ese importante agrupamiento de intelectuales. Simplemente considero que si se pretende (como estoy seguro que es el caso) hacer política en serio, es necesario cuidarse de incurrir en semejantes, digamos, liviandades. Ustedes conocen muy bien el peso simbólico de ciertos nombres –puesto que llevan en el propio nombre de su agrupación el de ese intelectual notable que fue Oesterheld, y el acto de marras lleva un título como (nada menos) “La apropiación de Borges”-, de manera que no necesito abundar en más consideraciones. En términos estrictamente personales (aunque desde ya mi “persona” como tal no tiene ninguna importancia, ni tiene posibilidad alguna de influir en decisiones políticas que no son de mi competencia) les solicito, entonces, una pronta rectificación del equívoco aludido.
Los saluda muy atentamente,
Eduardo Grüner

De: Agrupación Oesterheld <hgo.agrupacionoesterheld@gmail.com>
Para: egruner1@yahoo.com.ar
Enviado: jueves, 18 de julio de 2013 20:50
Asunto: Lun 22/07-21hs,- La Apropiación de Borges-Forster-Sasturain-Santoro en el Tasso de La Oesterheld ¿Venis?
El amor es la mejor solución para cualquier cosa
LUNES 22 DE JULIO-21HS-
LA OESTERHELD DEL TASSO
“LA APROPIACION DE  BORGES
Viene
RICARDO FORSTER
Uno de los líderes de Carta Abierta
Candidato a Diputado por el FpV en CABA
Ricardo Forster porteño de 56 años es un filósofo y ensayista argentino, doctor en filosofía por la Universidad Nacional de Córdoba, investigador y profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y de la Facultad Libre de Rosario.
Líder junto a David Viñas, Nicolás Casullo, Jaime Sorín y Horacio Gonzalezde Carta Abierta, la entidad asamblearia que surgió durante la discusión de la “125” en Argentina para darle apoyo al gobierno de Cristina, es ahora candidato a Diputado en las PASO y las legislativas de Octubre de 2013 por el Frente para la Victoria.

Monsanto, del oscurantismo a poner la cara en San Luis

por Leonardo Rossi

“Monsanto en una empresa muy chiquita; grande es Coca Cola”. “Discutan con los Estados.” Las frases de Francisco do Pico, representante de Asuntos Gubernamentales de Monsanto, fueron pronunciadas el jueves pasado durante un encuentro con vecinos en el municipio de Santa Rosa de Conlara, San Luis. Frente a la resistencia local al avance de la empresa en la zona, la multinacional más grande de semillas puso el rostro. Consultados por medios locales y gente de a pie, desde la compañía se negaron a dar datos acerca del tipo y cantidad de agroquímicos que aplican en los campos que explotan en el Valle del Conlara.
Alertados por los proyectos de la compañía, que instalará la planta de acopio de semillas de maíz más grande del mundo en Córdoba, vecinos del valle comenzaron a movilizarse. Monsanto produce en la zona, según Cecilia Rossi (representante de Comunicaciones de la empresa), desde hace 14 años. La alarma llega debido a que el valle podría ser una zona apropiada para abastecer los 216 silos de 137 toneladas de semillas de maíz transgénico que la firma busca emplazar en la localidad cordobesa de Malvinas Argentinas, y que comenzaría a funcionar el año próximo.
Tras algunas movilizaciones, acciones informativas en las rutas, y debates a nivel local acerca del impacto que podría tener este avance de la empresa, los representantes de Monsanto se hicieron presentes el jueves pasado en Santa Rosa de Conlara. Previo a reunirse con vecinos y el intendente Miguel Postiguillo (Unión Cívica Radical) brindaron una entrevista al medio local El Merlino. En el video de la entrevista, Rossi explica que hace 14 años producen en la zona, “en el campo La Gramilla”, de la empresa Cresud, de Eduardo Elsztain, el mismo que controla el grupo desarrollista inmobiliario IRSA. Y agregaron que explotan algunos campos linderos, que en total suman 1.700 hectáreas.
“Acá hacemos producción de semillas de maíz en forma sustentable”, dijo Rossi. “Estamos en los más altos estándares del mercado”, agregó acerca de las prácticas empresarias Francisco do Pico, de Asuntos Gubernamentales. Ninguno de los dos dio precisiones ante las consultas del periodista por el tipo y cantidad de agroquímicos que utilizan.
Desprestigiar las luchas
Luego de la entrevista televisiva, los miembros de la empresa se reunieron con vecinos y miembros de la Asociación Campesinos del Valle del Conlara, que consultaron acerca del modelo de producción, el tipo y cantidad de fumigaciones, y los planes de la empresa en la zona.
La tarjeta que Francisco do Pico de Monsanto les entregó a los vecinos.

La tarjeta que Francisco do Pico de Monsanto les entregó a los vecinos.
Del otro lado, dijeron una y otra vez que la cantidad de agroquímicos que aplican es información “’confidencial’”. Algunas frases vertidas por Do Pico que registraron los presentes, ante la incomodidad de los cuestionamientos.
-No somos los únicos
-Somos legales
-Discutan con los Estados
Do Pico no dejó el municipio sin desprestigiar el reclamo de los vecinos de Malvinas Argentinas, Córdoba, que intentan frenar la instalación de la planta de acopio de semillas, debido al impacto ambiental que ese emprendimiento generará. “’La asamblea no representa al pueblo. El pueblo apoya a Monsanto.’”
Do Pico desconoce un relevamiento de la Universidad Católica de Córdoba que confirmó que el 87 por ciento de los vecinos de Malvinas reclama una consulta popular para decidir si aceptan la instalación de Monsanto o no. Tanto por la vía judicial, como por la Legislatura provincial y el Concejo Deliberante, hasta ahora no han obtenido resultados para frenar el proyecto. La inversión de la multinacional cuenta con el apoyo de la presidenta Cristina Fernández, quien anunció el emprendimiento el 16 de junio del año pasado desde el Consejo de las América, Nueva York; el gobernador José Manuel de la Sota –Ambiente de la Provincia aprobó el aviso de proyecto–; y el intendente radical Daniel Arzani.
La necesidad de decidir acerca de este proyecto por parte de los vecinos se funda en el temor a los daños sanitarios. Un documento de las cátedras de Medicina Psicosocial, Alergia e Inmunología, Medicina I, y Clínica Pediátrica de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba registró que en esa ciudad rodeada de campos de soja, la patología respiratoria “suma 551 afectados” entre 3563 encuestados, “con una prevalencia de 15,46% para todos los grupos etarios”. “Es un 50% más alta que la estimada como frecuente en Estados Unidos (hasta 10%). “Además, un informe encargado por el Ministerio de Salud estimó que para el año 2004/05 los abortos espontáneos alcanzaban al 0,6% de Mujeres en Edad Reproductiva (MER) a nivel país. En  Malvinas,sobre 805 (MER) encuestadas surge que 1 de cada 6 pierde un embarazo; y en el barrio Nicola Bari, el más expuesto a las pulverizaciones con agroquímicos, 1 de cada 5 padeció un aborto espontáneo.
Los médicos explican que Malvinas presenta “el perfil de enfermedades que se reitera en las poblaciones expuestas a pesticidas aerolizados” y “someter a esta población a un nuevo golpe en su salud ambiental”, como el que generará la planta de acopio de semillas, “no es recomendable desde el punto de vista médico e intolerable desde el punto de vista social”. Y fundamenta: “vivir alrededor de los acopios de granos es de alto riesgo para patología respiratoria”, a causa de la cascarilla de maíz rociado con herbicidas, fungicidas e insecticidas que flota en el aire. La planta estará a sólo 700 metros de una escuela primaria y un jardín de infantes.
Un gigante chiquito
“’Monsanto es una empresa muy chiquita’”, dijo Do Pico frente a los vecinos, ante los permanentes cuestionamientos. En la televisión había señalado que eran una “empresa líder”. Algunos datos de la compañía del informe la Lucha contra Monsanto –Vía Campesina (VC) 2012–: la centenaria empresa estadounidense controla el 27% del mercado semillero mundial y el 90% del comercio de semillas de soja. En 2009, el mercado global de semillas estaba valuado en 27.400 millones de dólares. Monsanto se hizo con 7.297 millones de dólares, el 27% de la torta, reporta el informe ¿Quién controlará la economía verde?, publicado este año por el Grupo ETC, espacio de investigación internacional abocado a las grandes firmas del agro.
Fernando Frank, de la Asociación Campesinos del Valle de Conlara, estuvo presente en la reunión con Do Pico. “Nunca dijeron qué agroquímicos usan ni qué cantidad”, contó indignado. Y tampoco “aclararon si van a avanzar en la zona con sus monocultivos”. Por un lado dijeron que no aumentarán su superficie productiva en la región, pero al ser consultados acerca de qué lugar abastecerá la mega planta de Malvinas dijeron “’no sabemos’”.
Un sitio ideal
Conformada por médicos que trabajan la problemáticas sanitarias vinculadas a la aplicación de agroquímicos, la Red Ambiente y Salud (Reduas) argumenta por qué el Valle de Conlara es el sitio ideal para las proyecciones de Monsanto. “La zona posee agua subterránea de calidad y cantidad suficiente, desde el riquísimo acuífero subterráneo del valle que se encuentra a 60 o 150 metros de profundidad.” El gobierno provincial “ofrece disposición de energía eléctrica suficiente” para abastecer las “bombas de extracción que proveen agua a inmensos sistemas de riego por pivot de 600 a 900 metros de extensión”, y en materia de acceso la región cuenta con una moderna red vial.
Riego por pivot, caracaterístico de los grandes emprendimientos en la zona.

Riego por pivot, caracaterístico de los grandes emprendimientos en la zona.
Para esta red de médicos, de concretarse este avance proliferarán las problemáticas sanitarias y ambientales. La producción de semillas implica mayores aplicaciones de agrotóxicos “que los cultivos de maíz para forraje”. “Nada debe alterar la posibilidad de generar las semillas más óptimas y de esta manera la exposición de los operarios, como así también de la población del Valle de Conlara, es extrema”, apunta un reciente informe de la red.
Los especialistas no dudan de que “la semilla INTACTA, el nuevo maíz mutante de Monsanto, que se cultivará en San Luis y preparará en Malvinas Argentinas, es una verdadera amenaza a la salud humana y al ambiente general de nuestro país”.
Veneno para todos
La política agraria oficial que impulsa la Presidenta está sintetizada en el Plan Estratégico Agroalimentario (PEA 2020). El texto no repara en estas cuestiones sanitarias ni en las doce millones de personas que conviven cada año con las pulverizaciones químicas. Por el contrario, apuesta a sumar nueve millones de hectáreas la siembra de granos –de 33 a 42 millones–. La superficie sembrada con maíz debe pasar de 3,7 millones (2010) a 5,7 millones de hectáreas en 2020.  En este marco, Monsanto reportó que la nueva planta tendrá una “capacidad máxima de producción para 3,5 millones de hectáreas” de maíz transgénico.
La Reduas afirma que, Intacta, el nuevo maíz de Monsanto, “significará una escalada más en la carrera por aumentar la cantidad de herbicidas con los que se bañan nuestros campos”. En la actualidad Argentina utiliza 280 millones de litros-kilos de glifosato por año, y para esta nueva variedad de maíz, otro agroquímico, “el glufosinato lo acompañará rápidamente aportando su propia y reconocida toxicidad en humanos”.
Salir a la luz
Monsanto presenta cuestionamientos en diversas partes del mundo. Está condenada por publicidad engañosa en Francia, demandada por biopiratería en India, y su maíz MON810 está prohibido en seis países de Europa. Además, es investigada en Estados Unidos por prácticas antimonopólicas, indica el Grupo ETC. En nuestro país además de contar con el apoyo de Gobierno tiene una permanente presencia en grandes medios de comunicación del Grupo Clarín, por ejemplo. No obstante, no es habitual ver a sus representantes en entrevistas críticas ni cara a cara con la ciudadanía organizada.
Campesinos del Valle del Conlara, organizados para frenar el avance de Monsanto en la zona,

Campesinos del Valle del Conlara, organizados para frenar el avance de Monsanto en la zona,
En asamblea, reunidos el sábado por la tarde, los Campesinos del Valle del Conlara celebraron “verle la cara a Monsanto”, conscientes de que la movilización en la región preocupa a una empresa que desde hace catorce años vagaba como una sombra en el lugar. Rubén Soria, campesino de Bajo del Río, abrió el encuentro. “Esta lucha recién empieza, luchemos todos juntos y sigamos adelante.”

Diario de un curso magistral sobre el poder

por Verónica Gago 
Gilles Deleuze dictó un curso en 1985 sobre Foucault que acaba de ser traducido y donde explicaba por qué Para “entender cualquier época” hay que ser foucaultiano.

Un grito de guerra: “¡Vengo a partir las palabras!”. Un abrazo de luchadores, en el que se trenzan y se repelen las palabras y las imágenes. El murmullo del anonimato: “Hay que leer los diarios de las nodrizas”. Con escenas que parecen piedras preciosas, Gilles Deleuze va extrayendo los principios del método de investigación de Michel Foucault: guerrero, minucioso, más apasionado por ver y escuchar que por hablar. Si es ya famosa la frase de Foucault que presagió que este siglo XXI sería deleuziano, leyendo El saber. Curso sobre Foucault (Editorial Cactus) escuchamos a Deleuze explicar por qué para entender cualquier época hay que ser foucaultiano.
En estas clases dictadas entre octubre y diciembre de 1985, traducidas al castellano ahora por primera vez, la arqueología como disciplina dedicada al archivo se revela en su fuerza analítica y en su potencia conceptual. El archivo, dice Deleuze leyendo a Foucault, no es más que el compendio audiovisual de una época: lo que ella ve y dice. Entonces, primer paso para el investigador: encontrar allí un corpus, es decir, un conjunto de palabras, de frases, de proposiciones y de actos de habla (para investigar enunciados). O puede ser un corpus de objetos, de cosas, de cualidades sensibles (para investigar visibilidades). Porque investigar tiene que ver con cómo una forma de hablar se vincula a una forma de ver y eso se lo detecta sólo si definimos un corpus, un campo problemático. En ese entremezclarse (belicoso, de captura mutua) entre el ver y el hablar se constituye el saber. Ver y hablar nunca se corresponden, ni se explican, ni se referencian: son formas heterogéneas. De allí se deriva el problema de la verdad, que ya no puede pensarse como la adecuación entre lo que se ve y lo que se dice. Los saberes son determinadas relaciones no lineales ni unívocas entre enunciados y visibilidades. Relaciones que se desbordan siempre hacia relaciones de fuerza.
¿Pero cómo elegir bien un corpus? Hay que buscar donde hay focos de poder y focos de resistencia a ese poder. Allí está el inicio de la fórmula foucaultiana de que saber y poder son inmanentes. No hay nada previo al saber, no hay saber que no sea poder.
Más aclaraciones para ir tomando con calma, dirá Deleuze a sus estudiantes: el saber no se reduce al conocimiento ni es necesariamente científico. El saber es una cuestión de prácticas (discursivas y no discursivas). Será el primero de los tres ejes o coordenadas que Foucault despliega como su propio plan de investigación: saber, poder y deseo. El trípode del corpus foucaultiano se revela como ring de todas las batallas.
Foucault padecía de miopía, recuerda Deleuze. Por eso tal vez, cuando Foucault ve siempre habla de “destello”, “centelleo”, “resplandor”. Y Deleuze practica sobre su amigo ese mismo prisma: Foucault destella, centellea, resplandece frente al modo en que Deleuze lo describe, lo enseña a sus alumnos, lo desmenuza en su modus operandi. Extraigamos tres de esas imágenes conceptuales. Uno: Foucault como “pensador de la dispersión”. Frente al estereotipo del Foucault obsesionado por los ámbitos de encierro, Deleuze destaca al Foucault fascinado por el pensamiento del afuera (tomando la fórmula de Blanchot) y por las multiplicidades. De hecho, ese punto será la superficie de contacto más ancha y porosa entre Deleuze-Foucault: “Y si me animara a responder a una pregunta que uno de ustedes me había planteado amablemente sobre mi relación personal con Foucault, diría que una de las cosas que me une y que más me ha unido a él, es que yo también giraba alrededor de una tentativa para hacer una tipología de las multiplicidades. Sobre bases distintas a las suyas, y pareciéndome las suyas extremadamente profundas”. Dispersión como multiplicidad. Dos: Foucault como inventor de un método que “hace presentir cosas”. El método de Foucault no es un conjunto de reglas fijas, es un método de invención. Y Deleuze los interpela desde ese lugar a sus alumnos: ¡construyan sus propios problemas! Para eso “lo esencial es que presientan. Yo siempre apelo a vuestro presentimiento… Quiero decir que hay un modo de presentimiento filosófico sin el cual no comprenden nada”.
Por último: Foucault buscando el antipersonalismo absoluto. Es la diagonal impersonal, maquínica, del “se habla” o “se ve”: se trata de centrar el análisis en las relaciones de fuerza más que en la obsesión por la primera persona. O en todo caso, la sensibilidad de Foucault pasa por cómo el poder no para de hacernos hablar ni de sacarnos a la luz. El poder finalmente organiza los dos polos del saber: “yo te hago hablar, yo te doy a ver”. El antipersonalismo es otro modo de nombrar la fascinación de Foucault por los hombres infames: un hombre cualquiera que por razones circunstanciales y por un momento es puesto a la luz por el poder y forzado a explicarse ante él. Ahí se escucha la risa de Foucault y la anticipación del próximo tomo de Cactus: El poder. Curso sobre Foucault . Seguro en él ya se presentirá también el tercero, la cuestión del deseo a la que Foucault se consagra al final de su vida.

Para pasar el finde: Escolástica Peronista Ilustrada

por Carlos Godoy


el único
peronismo
es
el de su extinción

ya no son peronistas
los poemas
con huesos
por todas partes
los ciclistas
son
los ciclistas
en bicicletas de paseo

la historia
es peronista

una bicicleta
de paseo
es
el giroscopio
peronista sin caretas

no existe
la vanguardia
peronista
es un invento.
la matemática
es un invento
el peronismo
es un invento





los domingos
con el solcito
suave
y las veredas un poco
húmedas
al despertar
son peronistas

las panaderías
son peronistas

casarse
por iglesia
es peronista

los punteros peronistas
son barrabravas
sacados de las canchas
y puestos
en los comicios
con la misma
furia
que en un para avalancha

un peronista es peronista
si
y solo si
premia
lo miserable

mamá es radical
por que
en campaña
le regalaron una cuna
a los meses que yo nací
los radicales
también
son peronistas

los presidentes
son peronistas


no hay lecturas
obligatorias
en el peronismo

perón
tenía una pija enorme
la mostraba
con insistencia
a sus compañeros
en los baños
del liceo

los días de aburrimiento
en hojotas
son peronistas

los ex represores
son
peronistas

la historia
es peronista
como se viste tu mamá es peronista
igual como se viste tu hermana

pajearse antes de dormir
la siesta
o en el baño de la escuela
en una hora libre
pensando en la
novia de tu amigo
es peronista

espiar a tu mamá
mientras se cambia
es peronista

gorrear a la bruja
es peronista




tener hijos
ponerle nombre
mostrarlo
decir a todo el mundo
que se lo ama
es peronista

el amor a la madre
es peronista

el amor a tu mamá
y a tu hermana
también
es peronista

culear en
casa de la nena
mientras los papis
vacacionan en la costa
es peronista

bajar pornografía
y guardarla
en carpetas
tipo
“estadísticas 2003”
es peronista

mis topper
celestes
son peronistas
la conformación
de clases
de acuerdo
a los gustos
musicales
tu mamá
y tu hermana
también

el fútbol
argentino
es peronista

bañarse los domingos
lo es

el menemismo
es peronista

los simpsons
son recontra
peronistas

los artistas
que marcan tendencia
no son peronistas

lo divertido
es peronista
lo ridículo
lo grasa
lo feo

una buena
pelea callejera
a la madrugada
en la cañada
es peronista

una puteada
entre autos
es peronista

los clásicos son peronistas

la cortesía
en el bocinazo
de un bondi a otro
es lo
mas peronista

los policiales
de conti
son peronistas

lo peronista
es instintivo

tener
la casa con las
paredes pintadas
de blanco
es peronista

decir
que no hay peronismo
es peronista

tomar merca
a los 16
en sacoa
es peronista

odiar a los hippies
es peronista

usar medias
diferentes en cada pie
o rotas en los talones
(da igual)
es el himno peronista

la canción peronista
es peronista
cantarla en una fiesta
de quince
mucho mas

rascarse
las bolas en jogging
y después olerse
la punta de los dedos
sentado
en la pirca
de la casa del vecino
es peronista


un buen chiste
cordobés
es peronista
tu mamá
y tu hermana
haciendo las ensaladas
lo son

todo lo macho
es peronista
un falo en un punta
una tirada de goma
también

escribir
en los pupitres
“el que lee esto
se come la del burro”
es
participación
educativa peronista

lo ario
primer mundista
no es peronista

viejos jugando
al fútbol
con indumentarias
pasadas de moda
es peronista

tener apellido
español
o italiano
es herencia peronista

ser hincha de un equipo
de la C
es orgullo
peronista


las dentaduras
podridas
son peronistas

todo lo que sobrevivió
al menemismo
es peronista

esperar
que den
las películas
del cine
en los canales
de aire
es peronista

hacer paro
ir a manifestaciones
es peronista

criar culo
y panza
es fisiológicamente peronista

la policía
reprimiendo
es un paisaje
peronista

giordano
es peronista

comer con la tele
es peronista

los sanguches de mortadela
son peronistas
las verdulerías
y las canicerías

un guiso de mondongo
es la oda peronista

la justicia
es peronista

el concepto de barrio
es peronista

lo lascivo
es peronista

llamar al grupo de amigos
“banda”
es peronista

la bicicleta
es un vehículo de
dos ruedas
peronista

un pedazo
de carne
embutido
en el agujero de la muela
es peronista

faltar a un parcial
en invierno
por cojer
es peronista

tener muchas
llaves colgadas
de la cintura
es estética peronista

una camisa
manga largas
arremangada
es un canto peronista

un banco
de una plaza
destruido
es peronista

romper los cordones
de la vereda
para obtener
proyectiles a medida
es peronista

dormir en calzoncillos
es peronista

decir comentarios
reaccionarios
en la mesa
es la poesía peronista

edmundo
rivero
es peronista

desayunar
té con pan pelado
es peronista

tocarse el corazón
cuando suena
el himno
es peronista

cagar con campera
es incómodidad
peronista

ser
“fana”
de cualquier cosa
es peronista

comer salame con vino
es peronista




los hijos
mezcla
de clases
son peronistas

un crucifijo
fluor
que brilla en la oscuridad
es peronista

tu mamá
y tu hermana
haciendo
compras son la
gloria peronista

las profesoras
pinturraqueadas
que dictan
rápido
con los brazos
tensos y los puños
cerrados apoyados
en el escritorio
son peronistas

el manual
estrada
es instrucción
peronista

odiar a la cana
es peronista

ir a la cancha
es peronista

el chori
sin cuidados
bromatológicos
es peronista


el bombachón
de tu abuela
flameando
en la soga
de la terraza
es peronista

mostrar
el culo
por las ventanillas
es peronista

soriano
escribe
thrillers
peronistas

un zurdito
de la revolución
perdida
es la resaca
peronista

anotar
caminando por la calle
sobre la palma de la mano
el número de teléfono
de un departamento
que se alquila
es romance
peronista

quedarse
con un perro
callejero
es peronista

el concepto
de familia
es peronista



la musculosa
blanca
debajo de la camisa
casi transparente
es peronista

las camperas
marrones
símil cuero
ceñidas
en la cintura
son mafia peronista

cazar
es peronista

el boxeo
es el deporte
por excelencia
peronista

hemingway
era bien peronista

cortazar
ni borges
son peronistas

la damajuana
es el recipiente
peronista

la autoridad
de un taxi
es peronista

el trapo del piso
es el lienzo peronista

la merluza
con el tango
son el slogan
peronista

las pajas
colectivas
son un descubrimiento
peronista

no existe
la debilidad peronista

la mugre
es un accesorio
peronista

el asado
es una expropiación
peronista
a los gauchos

los gauchos
no son peronistas

los edificios
de seis pisos
con manchas de sarro
en la fachada
y balcones
son construcciones
peronistas

no
existen soberanos
peronistas

todos
los partidos políticos
son peronistas

usar
una chomba
con el estampado
de una banda de rock
es adolescencia
peronista / menemista

los que juegan
al rugby
al golf
al water polo
al tenis
al jockey
se la pone
fácilmente
de parado
en los vestuarios limpitos
un peronista

el albañil
es el obrero
peronista

la calva
involuntaria
y desprolija
es madurez
peronista

eyacularse
en los calzoncillos
es peronista

decirle
al semen
gustavo
es dialecto
peronista

la ginebra con coca
es la bebida
peronista

mandar escabeche
en una encomienda
a un hijo que está lejos
es peronista


la pedofilia
es un lapsus
peronista

los travestís
son el invento
peronista

las propagandas
del mundial
son peronistas

un fútbol
con cascos hexagonales
negros y blancos
es peronista

una nenita
haciendo pis
sobre la vereda
desde lo alto
sostenida
en brazos de su padre
es rock and roll
peronista

aprobar un examen
sin estudiar
es peronista

los cintazos
a los hijos
son el sermón
peronista

la innovación
no es
peronista





darse vuelta
para mirar
un culo
es un movimiento
peronista

la subsistencia
es peronista

el plagio
es peronista

un almacén
improvisado
en la ventana
del living-comedor
que da a la calle
es peronista

las botellitas
descartables amontonadas
en las paradas de los bondis
son peronista

las camperas adidas
azules
con rayas blancas
desde
los hombros a los puños
son peronistas

los bailes
son peronistas

la mona
es peronista

ficciones
de borges
es peronista



rayuela
de cortázar
es peronista

los cementerios
municipales
son peronistas

alberdi
es peronista

Oda de la (política) argentina

por Juan Pablo Maccia


La política argentina no para nunca, aunque tienda a degradarse. Sucede ahora, en vísperas electorales.  Entre tanta disputa in-esencial, hay algunas de fondo (casi digo “para alquilar platea”, pero no, las esenciales son aquellas que disuelven el espacio clásicamente teatral, en el cual se separa el escenario donde actúan los protagonistas de las butacas que ocupan los espectadores).

La pregunta de fondo se impone en términos de cómo prolongar, desde la ocupación y empleo del aparato de estado, la vitalidad que buena parte de la sociedad mostró hace una década bajo la forma de una compleja miríada de movimientos sociales y que debe optar entre devenir red-para-estatal o arrojarse sin más a la recrudecida trama del capitalismo runfla.

Desde la presidencia de la nación se ha acertado una vez más con el ganchero “en la vida hay que elegir”. Una vez más, sólo el liderazgo de la presidenta garantiza que el proceso antagonista siga abierto como espacio de producción de novedad colectiva. Lo demás, todo lo demás, está afectado por una superfluidad irreversible. Sobre todo la disputa postkirchnerista entre el “traidor” de Massa y el “fiel” de Scioli: un mismo programa para dos estilos tácticos incompatibles. 

Pero la campaña no debe hacernos olvidar el bosque, la trenza entre componentes locales y globales que caracteriza la coyuntura actual al menos en tres dimensiones esenciales. A saber:

     El retorno de clásico “Petróleo y política”: ¿habrá alguien capaz de asumir en serio el tema Chevrón de modo público? Hacerlo, obligaría a someter a discusión política las consecuencias del liderazgo neo-desarrollista que hegemonizan cada vez más al estado y la economía. ¿No sería interesante?

       Los efectos locales del reverdecido movimiento social brasileño. Hay mucha tela para cortar aquí, pero voy rápido. La argentina se autopercibe como modelo de comprensión de lo que pasa en otros lugares del mundo: si hay gente en las calles manifestando “contra” (no es exactamente así, pero vamos rápido) un gobierno “progresista”, la traducción pampeana supone un símil de nuestros caceroleros. Estas representaciones no hablan de Brasil, sino de nosotros. Mientras en el gran país del norte la presidenta Dilma agradece al señor el oportuno dispositivo de contención de masas organizado junto al Santo Padre Peronista, entre nosotros reina un empobrecido emblocamiento social y mental.

        Por último, interesa seguir de cerca el escándalo de la batalla de los servicios de inteligencia en torno al ascenso de Milani. No me refiero a la paradójica situación en la que una derecha mediática y política pretende obrar como garante de los derechos humanos, mientras algunos organismos de derechos humanos quedan en posición defensiva; sino a las hipótesis que circulan sobre las causas y racionalidades que operan en torno a esta peligrosa batalla. Vean, si no, el texto que acaba de publicar Salinas sobre el llamativo el papel del Cels en la discusión sobre los ascensos en las fuerzas armadas. La acusación que Salinas eleva contra su máximo dirigente, Horacio Verbistky, por no acatar a la jefatura Nacional y Popular de Cristina acaba arruinando la pretendida rigurosidad de su denuncia. Porque la disputa de fondo no se da por la fidelidad a gobierno nacional, sino por decidir los rumbos y los liderazgos futuros de un proceso transformador de masas a escala regional y global.

No quiero terminar estas rápidas líneas sin mencionar a mi querido amigo Ernesto Laclau quien declaró recientemente al diario Página/12 que ya no se sentía argentino, sino sudamericano. Un gran progreso para un cuadro de la izquierda “nacional”, a la que aún adhiere.

Dejo para la próxima la discusión sobre el hecho gracioso de que Laclau diga que es un intelectual orgánico gramsciano a la vez que en su obra escribe contra el protagonismo de las clases sociales y sus partidos. Pero me quedo, en cambios, con esta apertura a espacio regional más amplio en la cual, según nos dice, se trata de articular voluntad estatal con autonomía política de las masas.

20 fragmentos para ser leídos en el Metrobús (o La política del común de Raquel Gutiérrez Aguila)

por Rosa Lugano



I.

Riccieri, domingo once y pico de una noche helada. El aeropuerto va quedando atrás. Raquel Gutiérrez Aguilar nos debe estar viendo ya como luces de alasita en movimiento. Fin de una intensa semana de la que sobrevienen destellos, fragmentos de lo conversado. Me abstraigo de las anécdotas y de las derivas más personales e intento armar, en cambio, la constelación conceptual que le permite hoy pensar, desde los movimientos sociales, una política de lo común.

II.

Antes que por los conceptos, me siento atraída por el ritmo de su voz y por la variabilidad de sus tonos; un registro por momentos mesurado, por momentos pasional; siempre afectado por el esfuerzo de poner nombre a los propios problemas, eso que atraviesan su experiencia vital/militante. Los conceptos se vuelven, en esa faena, un aliado fundamental.

III.

Primera cuestión de relevancia, entonces: la necesidad de nombrar los problemas con una tonalidad propia como modo de politizarlos, de construirlos como objeto de una política.

IV.

Segunda y fundamental: una voz y un tono propio que habla desde las luchas. No “sobre” o “de” las luchas. Luchas y movimientos no son el objeto sociológico de un intelectual o de un becario de doctorado, sino una forma de vida. Luchas que son, al mismo tiempo, motor y origen de la política. Nos encontramos frente a un lenguaje a contrapelo de los imaginarios dominantes cuyo lema es que solo desde la lucha en las calles es posible pensar la transformación de las relaciones sociales; una transformación que anida precisamente en el despliegue más intenso de esas luchas (semanas atrás propuse en borrador pensar las movilizaciones y luchas en Brasil a partir del par fertilidad/infertilidad, algo que, como es evidente, va en el mismo sentido).

V.

Acorde con esta precepto de hablar desde (y como modo de impulsar) las luchas, el pensamiento de RGA se organiza, no tanto en función del registro de lo que hay, sino más bien como el ejercicio de una imaginación que proyecta lo que puede haber. Más que a la gestión de lo que hay, podríamos llamar política, precisamente, a la irrupción de esa imaginación colectiva.

VI.

De otro modo: las luchas son ese (especial) momento de politización en el que irrumpe una imaginación colectiva orientada a fundar un sentido común disidente que despliegue y potencie los posibles que habitan en cada situación.

VII.

Nada nuevo bajo el sol: Marx clásico derecho viejo. La lucha de clases como partera de la historia, como fuente de creación e irradiación de vitalidad colectiva. Pero, también, como piso de comprensión de lo real y del horizonte político. Es en la lucha misma donde se alumbra lo que puede haber o lo que se puede conseguir; momento en el que lo social recupera su capacidad de intervención pública expresando deseos que anidan, secretos, en sus entrañas. Algo nuevo bajo el sol: Marx desprendido del viejo marxismo.

VIII.

Las movilizaciones y las luchas en la calle son, entonces, fuerza creativa de nuevas imágenes políticas, momento de gestación de lo nuevo. ¿De dónde nace esta fuerza? De su capacidad social de veto, de negación, de decir “no” ante una realidad que se presenta como inexorable (y que casualmente es siempre funcional a la concentración de capital). Las luchas y su fuerza denegativa, sin embargo, se encuentran hoy –entre nosotrxs- desarmadas frente a la puerilidad del elenco de los adherentes y entusiastas.

IX.

El último gran ciclo de luchas (que tuvo como epicentro el 2001 argentino, tanto como las masivas y constantes movilizaciones en Bolivia y Ecuador -entre otras- y que hoy resuena fuerte en Brasil) nombró e hizo visible un horizonte de la política del común.

X.

La política del común se cimienta sobre dos rasgos principales de esas luchas:

– La fuerza con la que éstas plantearon el problema de la reapropiación social de la riqueza material y natural.

– La ineficaz forma (liberal) en que el poder estatal asimila la participación política en clave de delegación.

(* Art. 22 de la Constitución Argentina: “El pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta Constitución. Toda fuerza armada o reunión de personas que se atribuya los derechos del pueblo y peticione a nombre de éste, comete delito de sedición”).

XI.

Esas luchas vislumbraron como posibilidad una reconfiguración política orientada a la reapropiación tanto de riqueza material como de capacidades políticas anteriormente expropiadas. Es decir, las luchas generan las condiciones materiales y simbólicas para la constitución de una res común.

XII.

La constitución de una res común remite a una profunda reorganización del cuerpo social fundada, centralmente, en tres rupturas: primero, una ruptura con los procesos dominantes de acumulación de capital; segundo, una ruptura con la disposición colectiva a la obediencia y; tercero, una ruptura con el cumplimiento acrítico de normas heredadas.

XIII.

Dicho de otro modo: asistimos al pasaje de una res pública de tipo estadocéntrica –en el que la política se realiza en su encuentro con la institucionalidad estatal– a una res común en la que la política se funda tanto sobre su capacidad de interrumpir los procesos de acumulación de capital y de expropiación de recursos comunes como de tensionar las formas liberales de lo político, que bajo la figura de la delegación, anula la posibilidades de gestionar colectivamente lo que a todos incumbe porque a todos afecta.

XIV.

Ojo: la res pública no es un “modelo” a desarrollar (o al que llegar), sino un camino. Es decir, no es una totalización que organiza el conjunto de los posibles, sino la búsqueda de claves para que la lucha (como reorganización del cuerpo social) pueda ir transformándose («no modelo, sino camino»: el “buen vivir” –el Sumak Kawsay puede pensarse en la misma clave).

XV.

La res común, planteada de esta forma, desarticula y subvierte el esquema político liberal-estadocéntrico erigido sobre la escisión público-privado que, remitiendo uno al estado y el otro al mercado, excluye e invisibilidad todo el espacio social en el que se crean y recrean las tramas de producción y reproducción de la vida.

XVI.

Los momentos de lucha son tiempos propicios para la producción y reproducción de lo común. Lo común no es una categoría clasificatoria que aluda a la propiedad, sino que es una idea-fuerza central de la reorganización de la convivencia social. O, mejor, lo común es una forma de hacer que genera una forma de relación social en constante riesgo de ser fagocitada por el estado y/o el capital: una forma de relación social que expresa esas tramas de la reproducción de la vida (tramas que, en muchos casos, son capturadas por formas de relación mercantil, pero que, en otros, prima la disposición a establecer modos de producción colectivos con capacidad de discutir los criterios de usufructo de lo producido).

XVII.

Lo común es una manera de nombrar eso “público no-estatal”, aquello que se produce colectivamente y cuyo control y decisión no se delega en otras mediaciones políticas que no sean los mismos que lo producen. El horizonte de lo común es, ante todo, una perspectiva de lucha que se lanza a reapropiarse y recuperar directa y colectivamente lo que ha sido arrebatado de las manos de las colectividades: el control de su destino. Lo común es, así, relación social no reducida a lo dado. Producción reiterada de sentido y de vínculo que dotan al colectivo de la capacidad de intervención en asuntos generales.

XVIII.

La circulación de la palabra y los afectos son la base de lo común.

XIX.

La producción de lo común se funda en un nosotrxs, es decir, en una fuerza colectiva que garantiza la reproducción de la vida material y que habilita la regeneración de un sentido de inclusión colectiva.

XX.

La res común es, entonces, la construcción de un camino de búsqueda de las claves para mantener abierto un proceso de lucha que se despliega sobre un espacio que no es ni público ni privado, sino lo común; es decir, el espacio en el que se crean y recrean tramas de producción y reproducción de la vida. Es desde estas tramas –ajenas a cualquier consistencia ideológica– desde donde hay que pensar la política. La política, concluirá Raquel, es entonces una política del común, de producción de común, allí donde se comparte el trabajo y se definen colectivamente los términos de su usufructo.

Entre la carne y el tiempo

León Rozitchner asumió desde muy temprano la tarea de hacer encarnar la filosofía en la vida real de los hombres y de quitarla del territorio europeo para ampliar su zona de incumbencia a la geografía de América latina. A dos años de su muerte, la Biblioteca Nacional emprendió la recuperación de todas sus obras, en un plan editorial cuidado y de enorme interés. Comenzando por Moral burguesa y revolución, Perón: entre la sangre y el tiempo y Filosofía y emancipación (su libro sobre Simón Rodríguez), pronto seguirán otros libros que despliegan un pensamiento vivo y una escritura desafiante de la razón aislada de la carne y la pasión.

Por Fernando Bogado


No hay razón, no hay filosofía sin acontecimiento. Esta frase, que puede parecer bastante simple, encierra una serie de profundas discusiones en el interior del discurso filosófico, discurso que, como cualquier otro, requiere de una serie de instituciones que lo legalicen, que le den su visto bueno: esto que dice tal es correcto porque pertenece a tal Universidad (con mayúscula, claro). O: salió publicado en tal libro y lo dijo tal filósofo. Decir que la filosofía depende del acontecimiento es, precisamente, subvertir la lógica del filósofo académico, que precisa de una serie de “credenciales” para poder pensar, en primer lugar, y para poder decir algo acerca del presente, en segundo lugar, siempre y cuando sea posible equiparar tal experiencia de la actualidad con tal otra del pasado europeo (geografía del pensamiento filosófico). No hay filosofía si no piensa el acontecimiento: este breve postulado, este humilde y sintético estandarte, esta idea es quizá la que puede resumir el pensamiento de León Rozitchner, fundamental filósofo argentino, quien dedicó su producción no sólo al ejercicio de la crítica de los saberes dogmáticos que se cerraban sobre sí mismos y se alejaban del drama cotidiano del hombre sino que, por sobre todo, arriesgó un pensamiento original que proponía una filosofía abierta a la experiencia de lo latinoamericano, a los problemas que tenían el pulso vivo del presente. Eso, al menos, es algo que perfectamente puede comprobarse en la reedición de la obra de Rozitchner que la Biblioteca Nacional está llevando adelante bajo la revisión y supervisión de Diego Sztulwark y Cristian Sucksdorf, tarea que, con tres títulos ya publicados, presenta un programa de publicaciones que incluye no sólo los clásicos sino, también, varios trabajos inéditos en nuestro país.

¿Qué implica “pensar el presente”? No hay mejor manera de responder a esta pregunta que volver a uno de los libros más renombrados de Rozitchner, Moral burguesa y revolución (1963), en donde, a partir de su confesa adscripción al proceso revolucionario cubano, desarma la moral imperialista de los invasores de Playa Girón y revela una estructura que, a esos mismos sujetos, les resultaba “invisible”, esto es, imposible de ver y de confesar. En ese mismo libro encontramos el modelo “en negativo” del pensador que Rozitchner representa, estrictamente, el objeto de su crítica: uno de los prisioneros, un joven de 23 años que creció en las facultades más renombradas del ámbito europeo, alguien que tomó las armas para derrocar al gobierno de Castro. Encerrado en la lógica universitaria, el sujeto interrogado por los periodistas cuyos argumentos fueron luego analizados por Rozitchner se niega a revisar las condiciones de su propia existencia e introduce constantemente “falsos infinitos” a través de procesos analíticos que se pierden en el detalle o síntesis monstruosas que se dan como saltos metafísicos de difícil lógica deductiva. Concentrarse en el detalle minúsculo para no revisar las condiciones objetivas de existencia (el joven pudo estudiar gracias al trabajo precarizado y al sometimiento de una enorme masa de la población cubana) y tratar de conciliar ideales altruistas sin acciones efectivas en el presente (el bienestar universal sin ningún programa efectivo para alcanzarlo), es el vicio del racionalismo burgués, el cual se entrega al pensamiento como si de un juego se tratara, lejos de las condiciones históricas de su existencia, o sea del descubrimiento de los crímenes cotidianos, y naturalizados, que permiten su existencia. Opuesto a esto, entonces, el pensamiento (vivo) de León Rozitchner.

LA FILOSOFIA Y SU CONTORNO
Pero, claro, si revisamos la biografía de Rozitchner encontramos también su adscripción a los estándares institucionales más elevados dentro del ámbito académico. Nacido en Chivilcoy en 1924, tendría su paso por la Universidad de Buenos Aires y luego se trasladaría a París, estrictamente a La Sorbona, donde continuaría sus estudios en Humanidades en las clases de los profesores más renombrados de la época de posguerra, nombres que constituyen una futura élite intelectual y que, en alguna medida, representan el pasaje que se da entre comienzos y finales de la década del 50, de la centralidad del existencialismo y la versión francesa de la fenomenología husserliana al estructuralismo. Los nombres de esos profesores lo dicen todo: Maurice Merleau-Ponty, Lucien Goldmann y Claude Lévi-Strauss. Sus primeros méritos académicos también atraviesan la época: obtuvo su licenciatura en Letras en 1952 y logró su doctorado en Filosofía en 1960. Y es en esa misma época en la que, en los márgenes de la vida universitaria argentina, aparece una de las relaciones más relevantes de su vida intelectual, una revista que codirigió y que marcaría un importante quiebre en la conformación de la intelectualidad argentina: la revista Contorno.
Proyecto liderado por los hermanos Ismael y David Viñas, Contorno nace de las cenizas de Verbum, órgano del Centro de Estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras, y de Las ciento y una, publicación dirigida por Héctor A. Murena que dio a luz un solo ejemplar. De la ruptura de los Viñas con Murena se saca en claro que, en el eclipse del peronismo, había que ofrecer una alternativa intelectual que pudiera distanciarse del pensamiento hegemónico y, al mismo tiempo, realizar planteos contemporáneos ligados a las nuevas interpretaciones que se abrían paso en ese momento. Ya sea a partir de una lectura que cruza la historia nacional con su proyecto literario (propia de los hermanos Viñas), de la recuperación de un irracionalismo intuitivo presente ya en los trabajos de Martínez Estrada o en el propio Murena (perspectiva representada por Rodolfo Kusch) o la impronta que en esa generación deja la travesía intelectual de Jean-Paul Sartre (representada en el grupo por Juan José Sebreli, Carlos Correas y Oscar Masotta); todas estas tendencias encontraban su lugar en una revista crítica, sobria y “parricida”, nombre que les quedó pegado luego del famoso comentario del crítico Emir Rodríguez Monegal. El objetivo era claro: oponerse a la tradición y recuperar figuras marginales, como el propio Martínez Estrada o Roberto Arlt, para distanciarse del canon estilístico y estético implantado por los miembros de una generación intelectual anterior.
Uno de los artículos aparecidos en Contorno, estrictamente en el número 5/6 de 1955 y que lleva el nombre de “Comunicación y servidumbre: Mallea”, plantea de manera muy temprana las principales preocupaciones del andar filosófico de Rozitchner. En principio, se encuentra la clara oposición a los ideales liberalistas representados por la gente de Sur (aludidos aquí a través de la crítica de la obra de Eduardo Mallea, célebre colaborador de la revista), cuya concepción del escritor tiñe la actividad de un halo de santidad que obliga necesariamente a la separación, a la abstracción del sujeto con respecto a su entorno, esto es, a la realidad histórica. El escritor no es otra cosa que un esclavo de su clase, alguien que comparte las mismas, negativas y entristecedoras condiciones del sacerdote cristiano: olvidar las vejaciones del yo empírico, del hombre en su contexto, para concentrarse en la posibilidad de un mundo más allá, de un yo trascendente que –él sí– pueda ser amo de su vida. Otra síntesis monstruosa con una lógica forzada: el más allá será nuestro, el más acá es de los dominadores. Y aquí emerge una de las principales preocupaciones teóricas que el filósofo va a mantener a lo largo de toda su vida: la crítica a la moral burguesa es, también, una crítica a la moral cristiana y a la Iglesia Católica como institución, crítica que aparece en diversos trabajos pero que toma forma definitiva en uno de sus últimos y más polémicos libros, La cosa y la cruz. Cristianismo y capitalismo (en torno de Las Confesiones de San Agustín), de 1997.

PERON AL DIVAN
Terminado el ciclo de Contorno, Rozitchner continúa con su trabajo crítico articulado en función de viajes significativos, como su estadía en Cuba entre los años 1961 y 1962, época en la que dio clases de ética en la Universidad de La Habana. El resultado de su perfil teórico y su encuentro con la realidad revolucionaria trae como resultado uno de sus trabajos más significativos, el ya mencionado Moral burguesa y revolución. Pero ya en su primer libro marca este contrapunto entre el estado de situación del mundo y la posibilidad de un accionar diferente, novedoso, un accionar que realmente cambie las condiciones de existencia del hombre en la historia. Persona y comunidad: ensayo sobre la significación ética de la afectividad en Max Scheler (1962) atraviesa la perspectiva del fenomenólogo alemán confrontándola con ciertas líneas claramente marxistas. En su recuperación de Scheler, Rozitchner observa que la aprehensión de las estructuras afectivas (como la simpatía o el amor) como esencias a priori implica un salto metafísico que deja de lado la referencia al trabajo moral del hombre en la comunidad, o sea, al mismo proletariado que Scheler, políticamente, rechazaba. La esencia misma del hombre, en definitiva, no se da antes de la historia, sino que emerge por su propia participación histórica, por su estar en el mundo, y cualquier lectura que plantee que estas esencias anteceden al drama del hombre en el mundo es un resabio burgués que, tal como los prisioneros de la Playa Girón, esconde en sus planteos metafísicos la verdad histórica y objetiva de su aparición. La esconde, claro, para no hacerse cargo.
Comenzada la década del 70, este pensamiento volcado al problema de la comunicación y al accionar moral e histórico del hombre concreto empieza a revisar con mayor insistencia la articulación de estos problemas en el psicoanálisis freudiano que, junto con el peronismo revolucionario, se convertirán en las dos obsesiones de este nuevo tiempo que se abre. Luego de Ser judío (1967), Rozitchner publica Freud y los límites del individualismo burgués (1972), dando comienzo a un nuevo ciclo que culmina con otro de los textos más importantes de su producción, también publicado ahora por la Biblioteca Nacional: Perón: entre la sangre y el tiempo, libro aparecido en 1985 pero escrito a finales de la década del 70, ya en su exilio venezolano y al comienzo de su vínculo institucional con la Universidad Central de Venezuela. Este libro, amargo, es también una lectura fuertemente marcada por las preocupaciones de su generación y por la implantación del terror en el país: la pregunta fundamental es cómo entender a Perón y el peronismo y cómo entender, desde la experiencia el exilio, los errores de la izquierda argentina.
Un artículo recuperado hace no mucho tiempo en la edición que la Biblioteca Nacional publicó de ese eslabón perdido de la intelectualidad argentina, el número de la revista Tiempos modernos de 1981, dedicado al drama nacional, funciona como puente entre esta situación biográfica y el encuentro de un pensamiento que interpela, reclama, exige. “Psicoanálisis y política: la lección del exilio” muestra, precisamente, cómo toda una generación llenó los vacíos del peronismo con ilusiones que ocultaban el verdadero trasfondo de la política: la guerra, el terror impune que luego se instaló como verdad irremediable.
En toda su lectura psicoanalítica, el gran contrapunto que mantiene Rozitchner no sólo es con la intelectualidad de izquierda argentina, sino también con el lacanismo imperante en el mismo período: ¿cómo se va a sostener que la castración es simbólica frente a la castración real y efectiva, a la vejación objetiva que los torturadores llevan adelante en la Argentina? Todo el planteo de un mundo simbólico sujeto a la lógica del significado y el significante es sólo el discurso paternalista y propio de ese mismo terror que nos aleja de nuestra verdadera realidad, del auténtico materialismo revolucionario que, para el último Rozitchner, no será otra cosa que el regreso a la madre.

CUANTO PUEDE UN CUERPO
Uno de los grandes aportes críticos y filosóficos de Rozitchner, aún en el exilio, es Las Malvinas: de la guerra sucia a la guerra limpia (1985), escrito luego de su resistencia a firmar una carta, en 1982, respaldando el accionar militar que se proponía recuperar las islas. Ese documento, sostenido por el Grupo de Discusión Socialista (entre los que se encontraban José Arico, José Nun y Emilio de Ipola), si bien mantenía su distancia crítica con respecto a los sucesos en territorio nacional, consideraba positivo el intento de recuperación del territorio expropiado en función de la defensa de la soberanía nacional. Esta breve mención muestra el carácter de Rozitchner, quien, pese a ser amigo de gran parte de los firmantes y mantener fuertes vínculos después del suceso, no dejó de señalar su diferencia y de postular que ninguna soberanía nacional podía defenderse desde la perspectiva de una soberanía popular aplastada, torturada y disuelta debido al terrorífico accionar de la Junta.
De regreso al país, Rozitchner continuó con su producción filosófico- crítica que tenía en su haber el tratamiento de problemas de ética y moral (sobre todo en sus trabajos de los ’60) y sus estudios en torno del psicoanálisis como práctica burguesa que podía recuperarse para el accionar político antiburgués (tal como lo hemos podido comprobar en sus trabajos de los ’70).
Cristian Sucksdorf y Diego Sztulwark, los responsables de esta reedición, argumentan, en el notable prólogo que acompaña cada uno de los libros, que estos dos momentos del pensamiento de León son continuados por otras dos instancias, en donde la preocupación central es el descubrimiento, en la etapa que se abre con La cosa y la cruz, de la centralidad del cuerpo materno como fundamento de la vida. El materialismo, presente ya desde los primeros textos, pasa ahora a transformarse en un mater-ialismo, una reivindicación del lugar de la madre dentro de la esfera de lo político, de las instituciones, de lo moral, de la comunicación y el pensamiento, que no es otra cosa que el ser sentido y pensado del hombre, esa esencia que, lejos de ser una idea, es, sobre todo, el reconocimiento mismo de lo corporal como lugar primero de la existencia.
“Nadie sabe cuánto puede un cuerpo”: la cita de Spinoza, que aparece en el prólogo de Perón: entre la sangre y el tiempo, puede muy bien servir para entender el porqué de este pensamiento en torno de la madre. El discurso del terror, el discurso cristiano-filosófico-institucional, no hace otra cosa que instaurar la separación y la falta para distanciarnos de ese momento primero, natural, en el que estábamos sumergidos en el amor materno y en el que, tal como lo ha argumentado Freud, no distinguíamos nuestro cuerpo del de nuestra madre. El odio y la disgregación del discurso paterno es el mismo mundo simbólico lacaniano, en donde el “sentido sentido” es reemplazado por el “significado”, y en donde el respeto a instituciones que aparecen fuera del tiempo (¿no es ésa la supuesta “sincronía” del discurso estructuralista, por caso?) se contrapone a la vida material e histórica, al efectivo ser-en-el-mundo que el vínculo con la madre implica. El cuerpo habla y respira por debajo de cada conciencia racionalmente construida: la falta se nos quiere instaurar desde afuera para dominarnos, la verdadera crítica materialista tiene que volver al cuerpo, volver a ese mundo materno que sigue existiendo en cada uno de nosotros.
El último Rozitchner, el de libros como Materialismo ensoñado (Tinta Limón, 2011), no hace otra cosa que volver sobre estos temas con una prosa cada vez más poética: allí está, en definitiva, el sentido. La lengua materna, ese conjunto de balbuceos que emergían del más absoluto sentimiento, sólo puede rozarse desde la lengua paterna (la del significado) en la poesía: allí volvemos a encontrar el vínculo con una existencia primera que hay que volver a asumir como un segundo nacimiento desde el presente. Las críticas que Rozitchner hace a la perspectiva de Lévinas o Derrida apuntan precisamente a ello: ambos pensadores insisten en este problema del origen, pero, por respeto a las instituciones filosóficas a las que pertenecen, no van más allá y terminan adosando conceptualmente algún adjetivo que les permita realizar su planteo sin faltar a la lógica del discurso filosófico. La “hospitalidad incondicionada” de Derrida no es la “hospitalidad” a secas; el adjetivo “incondicionada” es respetar las mismas credenciales empobrecedoras de siempre.

TOTAL RECUPERACION
La recuperación de estos libros de León Rozitchner forma parte de un plan de edición prolijo, cuidado y de enorme trascendencia: luego de los tres ya publicados, aparecerán en breve Freud y los límites del individualismo burgués, Persona y comunidad y un libro inédito que constituye uno de los últimos aportes intelectuales del filósofo: Lévinas o la filosofía de la consolación, en donde se incluye su polémica con Oscar del Barco surgida a partir de la interpretación del “no matarás” lévinasiano. Diego Sztulwark asegura también que, muy probablemente para finales de este año, se dará a conocer una serie de veinte capítulos con entrevistas a León realizadas entre 2008 y 2010, proyecto en donde también están involucrados Ximena Talento, Javier Ferreyra y Jorge Attala.
Juan Bautista Alberdi, en un artículo publicado en el diario La moda, de 1824, y recuperado en una nota de Confirmado del año 1966, aseguraba que, liberados del yugo español, “debemos abocarnos sin demora a la edificación de una filosofía nuestra, que nos diferencie de los modelos europeos. Sólo así seremos realmente independientes”. El proyecto filosófico de León Rozitchner no es otra cosa que la respuesta a este pedido: un pensamiento original, enteramente nuestro, propio, que articula la pesada herencia del discurso filosófico europeo con la emergencia del acontecimiento histórico latinoamericano, poniendo a funcionar ese aparato para pensarnos a nosotros mismos y poder por fin asegurar una completa, irrenunciable, independencia.

Invitación: Te alentaré donde sea

Crónicas de River en la B con final feliz

Mañana Martes a las 19hs. en el Museo River. Una mesa de lujo presentará el libro junto a un servidory habrá un vino de honor junto a algún tentenpie. Si quieren pueden acudir desde las 18hs. para pasear y disfrutar gratis del Museo del club. Salú!

Aburridos vuelven a casa

por @valeriano2015


No entiendo qué pasó en Brasil con toda esta movida de la gente en las calles, no digo ahora con Francisco, sino antes cuando todos se movilizaban no precisamente para festejar. Aquí y allá leí algunas cosas, pero siempre se sobredimensiona la movilización callejera en cualquier lado (recuerdo un volante de algún grupo de izquierda que festejaba la movilización callejera del heroico pueblo de Kirguistán). Se sobredimensiona y se sobrefactura: cualquier análisis quiere cobrar como propio lo que pasa en otro lugar y eso pasa en especial con aquellos que jamás pueden cobrar como propio algo por estas pampas.

En los muchos análisis que se hicieron, obviamente se comparó lo que estaba pasando en la tierra de Neymar y Xuxa con las últimas multitudinarias movilizaciones que ocurrieron en nuestro país. Se habló del poder de los medios y estos hablaron de uno y otro gobierno, en especial resaltaron la capacidad y vocación de diálogo que tuvo siempre Dilma y cómo escuchando a los manifestantes tomó sus reclamos y modificó el aumento del bondi.

Dilma escuchó, dialogó, concedió, y ese fue su gran error: les dio la puntita y fueron por más. No es difícil imaginar a Cristina llamándola y diciéndole que los ningunee, que los niegue, que mande a cualquier portavoz a decir que son golpistas, o rojos, o títeres de los medios, y que en especial no le conceda nada de nada. Solo la gente que está muy al pedo puede sostener varios días una movilización: el ninguneo los desanima en forma rápida, pero darles la razón los alienta y empuja en busca de más cosas.

¿Qué nos enseña el cristinismo con respecto a la movilización callejera? Ignorarlos hasta que se aburran. Y, de todos modos, si esto no alcanza para desorganizarlos y desmovilizarlos, siempre está el troskismo para mandarlos a casa.

Patricio rey metió la cola

por Lean



Fueron dos días que conmovieron al mundo ricotero. En pocas horas se agotan las 50 mil entradas para el show del Indio Solari en el Estadio Malvinas Argentinas de Mendoza. Con la velocidad de lo inmediato, el anuncio se viralizó por redes sociales y foros que devinieron nodos de expresión de la impotencia y el malestar.

Un comunicado firmado por Indio y su equipo pide disculpas por la situación y promete un nuevo recital en diciembre, parece que no hay vuelta atrás, “en los estadios cerrados no se presenta la posibilidad de modificar lo que el espacio físico limita”. Una frase que, inconcientemente, hace mella en el imaginario redondo de disponerse hacia lo ilimitado e infinito; copar la luna, habitar masivamente autódromos o hipódromos que no son más que mesetas sin estriar en donde se diluyen las fronteras entre el púbico y el horizonte, viajar por todo el país (en este sentido, Mendoza es tierra de bárbaros, aún no anexada al dominio del Rey Patricio) ir a un recital con o sin entrada (pero nunca verse con el inédito cartel de sold out), pactar fidelidad hasta después de la muerte.

Pantalla de por medio, se le enrostran al Indio (y a su Robin Julio) frases de su autoría –pero no de su propiedad- esto no me arregla a mí, ¿no nos dijiste que el que abandona no tiene premio, eh?, cuando el billete hace que baila. En el grito colectivo se pliega todo: la bronca del hincha, la histeria del fan, los tics del consumidor estafado, el golpe a la autonomía del que quería ir por la suya (en su autito, con su familia, o en empresas particulares de transporte o en bondi o combis con amigos), pero también del que planifico sus días de mini-turismo redondo y se indigna por las reservas de Hotel y los pasajes de avión pagos, los ricoteros de provincias como Jujuy, Corrientes, Misiones o Neuquén que quedaban aislados de los puntos de venta (en muchos casos a 300km), los ricoteros noventistas que crearon pymes roqueras que organizan y gestionan viajes al interior ofreciendo seguridad y confianza (entre tanto cachivache suelto, son un mal necesario, delears de cuerpos extáticos que necesitan delegar la gestión de los viajes en otros –que estén afuera del mambo- para poder disfrutarlos intensamente y bajo el principio de embriaguez) y que aprendieron por donde viene la mano (mercantilizando la experiencia pasada; yo la viví, ahora te la vendo), los ricoteros históricos que, por años y recitales vividos, piden carnet de vitalicios, los nuevos ricoteros a los que se le frustra el sueño de la primera vez y la subjetividad empresarial de los que compraron entradas en gran número y las revendían en Mercado libre o Ticket bis a 1500 o 2000 pesos. Una de las maneras de leer esta multiplicidad fue sopesando comentarios, actitudes y acciones a partir de la permanencia o la quita de la identidad ricotera: esos no son ricoteros, nosotros sí. Ignorando que, en verdad, ricoteros somos todos. Hay ricoterismo barrial, ricoterismo blanco, ricoterismo militante, ricoterismo mediático, ricoterismo estatal, ricoterismo empresarial, ricoterismo progresista y ricoterismo convervador. 

Pero en las redes sociales no todo fue catarsis o pases de factura, también se incubaron movidas 2.0; escraches a revendedores, videos de youtube que expresaban la decepción, grupos en facebook que buscaban firmas para pasar el recital al Hipódromo (posteando capturas de google earth en donde se ve la cercanía con el estadio, “ven, está ahí nomás”), y sobre todo, amenazas de pasajes al acto (como se vió en Mendoza con ricoteros que cortaron la calle para protestar), de duplicar el agite en los alrededores del estadio, en las puertas de entrada, “locos, voy igual, con entrada o sin entrada, voy”, “voy por la previa, después vemos”. Una memoria ricotera del caos y de la violencia se expandió y se utilizó para la extorsión, “puede haber muertos Indio, fijáte”. Estos enunciados activaron la alarma antidisturbios, tocaron las sensibes fibras sociales del securitismo, la amenaza fue al hueso, “la vamos a pudrir”. El desborde se traducía en un posible punto de ingobernabilidad que haría tambalear la paz social ricotera de la década ganada, la alianza entre pueblos y ciudades del interior “hospitalarias” y ricoteros pacifistas y consumidores de las economías domésticas. Sobre la fiesta para todos, pendía la amenaza de la intolerable exclusión…

En poco más de un día y medio, un nuevo anuncio del Indio comunicaba que el recital se pasaba al Hipódromo de Mendoza (de capacidad ilimitada). Más allá de que las razones dadas para la mudanza sean la gran demanda de entradas, la cosa no pasó únicamente por la lógica mercantil (sin menospreciar los millones de pesos que mueven estos recitales), también el miedo a los desbordes y a las posibles situaciones de violencia, pesó en la decisión. No se pueden subestimar los efectos de la frase, “sin entradas voy igual”.

El primer comentario en la página redonditos de abajo (especie de órgano oficial de comunicación entre Indio y sus seguidores) luego de que se agotaran las entradas, fue un insulto para el Indio, el primero luego de la confirmación de la mudanza al Hipódromo fue un agradecimiento al Indio, en el medio de la personalización del agite social ricotero en el cuerpito del pelado, tuvieron lugar manifestaciones interesantes en las que se le hablaba al Indio metiendo al tercero en cuestión -el que, al fin y al cabo, decide todo-, parece que la mención tuvo efectos, “Indio, si dejas tirada a la gente, Patricio Rey te va a cagar a patadas en el culo”.

La Izquierda es la antipolítica

por Diego Valeriano


Ahora que es evidente el agotamiento de la militancia, queda en primer plano un hecho innegable: la izquierda es la anti política. Su práctica apunta al corazón de la política para desgastarla hasta que queda vacía. Lo que no deja de ser llamativo, dado que sus militantes creen de modo ciego exactamente lo contrario. ¿Se dan cuenta de lo cerca que están de Miguel Del Sel, por ejemplo? Me animaría a decir, incluso, que son cara y cruz de la misma moneda. Y no me refiero a la imagen idiota de los «extremos que se tocan”: hablo del mismo cuerpo y de la misma idea. Destruir la política, vaciarla hasta que sea un cadáver, una cascarita.
Ya me escucharon decir en más de una oportunidad que si no hay víctima no hay política, que es solo ella y en torno de ella que se hace política. Pero si a los poderes de gobierno las víctimas se les imponen y deben gestionar los efectos de su aparición; la izquierda, en cambio, sale tras ellas como un tiburón que huele sangre: se mete en cuanta injusticia cree distinguir, la intentan copar, conducir y llevar a buen puerto. El puerto de ellos. Pero en este recorrido hostigan a la víctima hasta matarla políticamente. Como decíamos: vacían la política, deslegitiman la víctima.
Emociona o enoja (ahora no lo sé) ver cómo se meten en asambleas de lo que sea (del 2001 a La Plata: todas) y ejercitando su gran gimnasia oratoria la van copando de a poco. Radicalizan el discurso, filtran sus consignas, son voluntariosos y tienen fotoduplicadora. Trabajan, trabajan y trabajan duro… hasta que no queda nada. Esta anti política es en extremo burda, carente de cuidados estéticos y con mohines de asesino torpe que gusta de ser descubierto. Tiñen manifestaciones de rojo, acusan a cualquiera, complejizan discusiones, dan argumentos sólidos.
Y de vez en vez captan alguna víctima, la pasean por aulas universitarias, le presentan a sus siempre eternos y perfumados dirigentes, pintan una pared con sus nombres y escriben volantes sobre el tema mientras todo lo demás sigue su curso. Es un fenómeno raro, indudablemente, la izquierda: pareciera muchas veces que sus militantes solo buscan interpelarse entre ellos. Un soliloquio. Un diálogo de sordos. El fin de la política.

La caída de los dioses: un ex candidato, una película

por  Pablo E. Chacón


La noticia de la dimisión a la carrera presidencial en Chile de Pablo Longueira, líder de la derechista Unión Demócrata Independiente (UDI), a causa de una depresión clínica, acaso no sorprenda tanto si quienes manejan algunos medios de comunicación trasandinos conjeturan (como han hecho) que en el próximo enfrentamiento con la ex presidenta Michelle Bachelet, nadie cuenta con la posibilidad de superar a la socialista, que podría ganar sin necesidad de llegar a un ballotage, aunque su rival sea, como es ahora, otra mujer, la actual ministra de Trabajo, Evelin Matthei.
Pero también podrían pensarse otras cosas. Al parecer, Longueira sufrió, años atrás, dos crisis depresivas que lo sacaron de cuadro. El hombre, recuperado, volvió por sus fueros, tomó el control de su partido y ganó la candidatura. Pero perdió pie otra vez y al frente de la presidencia de un país, en el supuesto de ganar, correr el riesgo de una recaída no se resuelve con una carpeta psiquiátrica. Por lo demás, Chile es un país más vinculado a la tradición anglosajona que francesa en el campo psi, y sus políticas no sólo han fomentado una competencia muchas veces disparatada en todas las áreas sino que los supuestos déficits de rendimiento o de conducta suelen arreglarse antes que con curas por la palabra -cualquiera sea- con medicación o diversas variantes de la autoayuda (y medicación). Siempre al alcance de la elite dedicada a los negocios, la política o las artes. Los socialistas tampoco consiguieron formar una clase media consistente.
Si en la mayor parte de los países de Occidente, el fascismo social es moneda corriente, la sobreexigencia, en un contexto de crisis global, puede explotar bajo la forma de una depresión. Sin embargo, la práctica política exige nervios de acero incluso desde mucho antes que un tiempo de ansiolíticos y antidepresivos fuera el precio a pagar por una cuenta en Suiza y un montón de jovencitas ambiciosas. Winston Churchill era un depresivo crónico pero jamás cedió durante la segunda guerra mundial. La pregunta que hago es qué está pasando hoy día para que episodios de esta naturaleza sean cada vez más habituales, y no creo que la presión de los laboratorios farmacéuticos y la mímesis humanista que empuja a alguien a dedicarse a la política profesional sean la respuesta. El animal humano está reblandecido porque el caparazón que lo protegía se quebró junto con las ideologías y proliferó la demagogia, la falta de curiosidad y la servidumbre voluntaria. Supongo se entienda esto como una hipótesis.
Nani Moretti, convertido en psicoanalista, entra al Vaticano de urgencia porque el recién electo Sumo Pontífice no puede ni asomarse a la ventana, atravesado por una angustia incontrolable que los seguidores de las terapias cognitivas bautizaron ataque de pánico. La película se llama Habemus Papa, y el flamante titular de la Iglesia de Pedro es Michel Piccoli, que no sabe qué le pasa, aterrorizado como está, tanto que no se anima a cumplir la parte más banal del protocolo. Es un hombre en falta, como todos los hombres. Pero sobre él pesa la infalibilidad y otros dogmas que han hecho del catolicismo una religión del Padre, mesiánica a su manera pero que para esta época, para continuar dominando la escena, pide a los gritos un regreso al populismo, como para no caer presa del evangelismo o del ecumenismo de los buenos padres que transgresores, permitirán a sus hijos aplastar la autoridad y participar de la industria del reviente. El Papa de Moretti no tiene respuestas a la caída de la figura paterna y no sería capaz de condenar a la homosexualidad, la eutanasia, la toxicomanía o la idiotez de los falsos ídolos. Piccoli no es el Papa de Hitler, tampoco el de Godard. Es un tipo que padece una soledad enorme, capaz de reprimir su deseo de convertirse en actor y no decirlo ni hacerlo hasta que una crisis espiritual arrasa con sus trincheras.

Si eso tiene algo que ver con la felicidad, quedará para otro día.

Cartografías políticas (Encuentro 8)

La investigación política como desciframiento de signos 
Introducción
La investigación de los fusilamientos de José León Suárez comienza para Rodolfo Walsh de una manera azarosa.  “Una noche asfixiante de verano, frente a un vaso de cerveza, un hombre me dice: –Hay un fusilado que vive”. Ese encuentro cambia su vida para siempre. No hay nada voluntario, puro azar: toparse con un signo que no se entiende. Es una nada inicial de sentido lo que impulsa la investigación política. No sabemos qué quiere decir la situación que se nos presenta, pero, en vez de endosarle un sentido disponible, nos dejamos adentrar en su movimiento. Interpretar es menos dar un sentido que seguir el sentido que el signo emite. Trazar su mapa. Cartografiar.
“Aprender concierne esencialmente a los signos. Los signos son el objeto de un aprendizaje temporal y no de un saber abstracto. Aprender es considerar una materia, un objeto, un ser, como si emitieran signos por descifrar, por interpretar” dice Gilles Deleuze en “Proust y los signos”. Podemos concebir a la investigación como un aprendizaje definido de esta forma. Deleuze sostiene que los signos relevantes no provienen de una zona que podemos entender con claridad, sino de una zona oscura, donde se elaboran las fuerzas que nos componen. Los cuerpos se tejen de formas más complejas de lo que percibimos; investigar es indagar ese tejido.  
En su investigación sobre mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, Rita Segato intenta atravesar los clichés, los sentidos ya naturalizados en torno al feminicidio en México. Parte de la idea de que la violación no es el producto de un desvío individual sino un hecho colectivo. Una vez en Ciudad Juárez, desconfía de lo que puede decirse desde todos lados y sin ningún riesgo: que la responsabilidad por los crímenes es de los narcos y que su móvil es de tipo sexual. Un signo reenvía hacia afuera, hacia otra zona de lo pensable; indica que hay algo sustancial que no estamos viendo, anuncia otra realidad, cercana pero aún en la penumbra. 
Hipótesis
Investigar es descifrar signos, para lo cual es necesario suspender las explicaciones elaboradas previamente, reemplazar las certezas abstractas por una fidelidad a los sentidos que los hechos emiten.
Decimos
·          Hay una condición involuntaria en la investigación política entendida como aprendizaje. El caso surge de un encuentro contingente con algo inesperado, que nos involucra en un proceso no predecible. 
·          El testimonio dispone de una autoridad que consiste en el hecho de haber vivido el caso objeto de investigación. Al contrario, el investigador no dispone de esta autoridad: el signo del caso no es captable en la dimensión del vivido y del vivible.
·          En el texto de Rita Segato investigar es producir hipótesis de sentido para cosas que se nos presentan como inexplicables. La autora dice: los feminicidios no responden a comportamientos anormales/anómicos, pertenecen al funcionamiento de una sociedad, pueden volverse inteligibles a condición de adentrarse en la gran máquina comunicativa que expresan. El punto central de su investigación es: ¿Cuál es la estructura narrativa inherente a este modo de matar?
·          Frente a los crímenes sucedidos en Ciudad Juárez, Segato no indaga en la vida de las mujeres asesinadas ni se interesa por los detalles de cada caso, sólo se pregunta: ¿cuál es el significado de lo femenino en esta sociedad?
·          Hay discursos sobre la muerte de las mujeres que circulan con mucha agilidad en la ciudad y los ligan a otros temas considerados igualmente problemáticos: el narco, la violencia, la locura. Se explica lo que pasa estableciendo relaciones entre efectos, entre elementos visibles. En cambio, Segato se propone rastrear el origen, tanto de los actos de violencia contra las mujeres como de los discursos con que la sociedad los explica. Se pregunta por la estructura simbólica que organiza lo social, por el lugar que los cuerpos de los hombres y de las mujeres ocupan en ella.
·          Un problema es, en principio, ininteligible. Pensar un problema, dice Deleuze, es reenviar los signos a las relaciones entre los cuerpos, indagar las fuerzas que los originan.
·          Segato observa que en esa estructura simbólica hay una asociación de la mujer al territorio y del hombre a la soberanía. La mujer es aquello a controlar. Los asesinatos pueden entenderse como parte de una acción de control. Por esto el violador no es un sujeto individual y no se pueden confundir los feminicidios en Ciudad Juárez con otras formas de violencias de género (por ejemplo, la violencia domestica). El violador es un sujeto colectivo masculino que en cada feminicidio reafirma el control sobre el territorio/cuerpo de la mujer, renovando, con un pacto de sangre en la sangre de las víctimas, la adhesión a la cofradía mafiosa.
·          El pacto de sangre es también un pacto de silencio. Por eso hay que pensar los feminicidios no como consecuencia de la impunidad, sino como productores y reproductores de impunidad: sellar, con la complicidad colectivamente compartida en las ejecuciones horrendas, un pacto de silencio capaz de garantizar la lealtad inviolable a cofradías mafiosas que operan a través de la frontera más patrullada del mundo.
·          Jon Beasley Murray sostenía que no alcanza con ver cómo se compone una situación a nivel discursivo sin atender al plano afectivo, al plano de los cuerpos. Cuando Segato habla de estructura simbólica hace referencia a una instancia donde el sentido/orden significante no excluye a los cuerpos. Son dos nociones distintas de lo simbólico, pero dos planteos que pueden ser convergentes.      
·          En los asesinatos de Ciudad Juarez Segato identifica un tipo de violencia no instrumental, una violencia expresiva, cuyo objetivo es anunciar que está operando una nueva forma de poder, que regula las relaciones entre las personas, los espacios: exhibir la capacidad de dominio que debe ser reeditada con cierta regularidad y al mismo tiempo exhibir la impunidad.  Expresar que se tiene en las manos la voluntad del otro es el telos o finalidad de la violencia expresiva. Dominio, soberanía y control son su universo de significación.
·          Segato trabaja con la noción de “soberanía” de Carl Schmitt, donde el poder es poder sobre el territorio y se establece mediante la excepción. El estado de excepción es el momento en que se actúa por fuera de la ley en nombre de una normalidad alterada que es necesario reestablecer.
·          Esa noción de “estado de excepción” nos permite entender mejor la idea de “segundo estado” que desarrolla Rita Segato. Habría una primera realidad del estado, definida por las leyes y las funciones de las instituciones en su cara legal, y una segunda realidad, operando sobre los territorios y las economías con mecanismos que no están contemplados en esa primera estatalidad.   
·          Aunque se habla de “segundo estado”, no está clara la relación con el primer estado, no parece haber entre ellos subordinación. Hay una acción paralela, según la situación esos dos estados pueden actuar en conjunto o enfrentarse. Habría que complejizar la referencia al «segundo estado» (¿nos parece pertinente el concepto de «segundo estado»?). Se trata de una realidad opaca que no se puede entender en los términos de una línea de demarcación entre carnífice/víctima, rico/pobre, sino come maquina de gobierno para la entera sociedad.
·          Un ejemplo de funcionamiento de esta doble estatalidad puede ser el sistema financiero, compuesto por unas redes que conjugan prácticas legales con un orden informal/ilegal. No alcanzan los conceptos que nos da el primer estado para pensar el modo en que se gobiernan los territorios.
·          El capital financiero puede ser visto como una reproducción abstracta de los intercambios reales entre las personas. Un sistema que articula elementos aparentemente inconexos, muy desagregados, con lógicas ultracomplejas, sin sujetos fuertes, con dinámicas infinitesimales podría ser la mejor representación que tenemos hoy de cómo se produce el valor.
·          El texto de Segato tiene una  estructura propia del género trágico: concluye diciendo que no hay nada que pueda hacer la justicia en relación a los crímenes, que lo único que se puede hacer es negociar su declinación y cese. Raquel Gutierrez sostiene algo parecido en torno al poder del narco en los territorios: a esta situación no la cambia la justicia, la salida es pordesactivación
·          ¿Qué diferencia a la desactivación de la justicia? Quizás la justicia se sitúe preferentemente en el primer nivel del estado, mientras que la desactivación es algo que ocurriría por fuera de las formalidades de la ley y las instituciones, en el lugar donde las fuerzas que organizan la sociedad se generan.
Materiales para la próxima

“Capital y Lenguaje”, Christian Marazzi / Leer al menos las primeras 10 paginas.
Entrevista a Pedro Biscay políticas y finanzas en nuestro país: http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar/2013/06/clinamen-conflictividad-y-finanzas.html

Entrevista a Víctor Maytland, el que sabe lo que puede un cuerpo

por Ximena Tordini y Julieta Redond0

Víctor Maytland empezó su carrera como meritorio en La hora de los hornos. Treinta años más tarde se convirtió en el rey de la pequeñísima industria del cine porno nacional. Hoy, después del estallido de todos los formatos audiovisuales, volvió a encontrar una fórmula de mercado para sobrevivir en la cultura de la gratuidad.



S ecuestro Exxxpress 3 –idea y guión de Víctor Maytland– es una porno que gira alrededor de Cristina Fernández de Kirchner. Play. Garage de un edificio. Un personaje interpretado por Maytland en el asiento de conductor de un auto. Anteojos Ray-Ban modelo cana, no modelo hipster. Mira a un trío –­una mujer, dos hombres– cogiendo en varias posiciones, ninguna horizontal. El piso del garage es una mugre. Terminan, se visten, se van. Aparecen otros dos de anteojos oscuros, mismo modelo. Son secuestradores politizados, están “revolviendo el avispero de la inseguridad nacional”. Se pasan una carpeta negra con la foto de la próxima víctima. “Lo mejor del apoyo del país tenemos”, dice uno de precarias herramientas actorales. “Estamos podridos de tanto zurdaje”. En la carpeta, una foto de CFK. La banda la va a secuestrar para hacerse de veinte millones de euros.


¿Tenés idea de quién mira tus películas?

Hay un 70% al que le importa un carajo que aparezca Cristina o cuál sea el argumento, adelanta esas partes. Nunca una película mía fue un fracaso, no me puedo quejar. Tengo algunas horribles, olvidables por suerte porque son malísimas. Pero no me castigo con “hice algo malo” porque tenía que sostener una empresa y a todos los que trabajaban. Hice películas de gays, de travestis, películas que no me gusta mucho hacer pero que las hice igual, siempre con un contenido corrosivo. Los de CineXLatino siempre insistieron para que haga películas de travestis. Tuve que inventar una zona roja en el parque Centenario para poder grabar las escenas de las travas subiéndose a los autos.

¿Por qué mezclás el porno con otros géneros cinematográficos?

El rock, el terror, el kung fu y el porno somos primos. Si hacés una película de kung fu es igual a una porno, si hacés una de terror es igual a una porno. Tres minutos de charla, quince minutos de terror o quince minutos de cogida o quince minutos de pelea. Es muy parecido, tenemos los mismos problemas. Por eso los fusiono. Hice películas convencionales también, de poner la cámara y chau. Sería un privilegiado si hubiera podido hacer 250 guiones piolas. Cincuenta, sesenta son mis películas; las otras, algunas las firmé y ni siquiera asistí a la grabación. Para CineXLatino era así, yo tenía que poner el nombre y hacer cuatro películas por mes.

¿Qué te parece el porno de ahora que circula por internet?

Lo que se armó es una dinámica paralela de producción de porno, pero no es cine. Hay mucha gente que produce para las webs. Bajó muchísimo la calidad, nunca más vas a ver una película de las gold. Castillos, piscinas, minas de largo con joyas… olvidate.

Cuando no estás trabajando, ¿mirás porno?

Muy poco, lo necesario para ver qué se está haciendo. Las películas las veo al revés, las paro en el argumento y las adelanto cuando cogen. Pero no me excita el porno, me calentó más el video de Florencia Peña porque es un porno espontáneo. El video amateur tiene que tener esa complicidad del manejo de la cámara. El tipo se calienta porque el video es una parte más de la situación sexual. Mira en el viewfinder que la mina le está tirando la goma. La mayoría de los porno caseros son así, con la cámara en mano. El de Pamela Anderson y Tom Lee era así, también un poco trucho porque hay una parte que dejan la cámara en la cubierta y se ve el agua cinco minutos. Para que sea más real le dejaron las partes que son un plomo. Hicieron millones de dólares. Yo lo quise hacer acá con uno de Flavia Miller y Roviralta. No se veía mucho, pero lo compró Susana cuando se estaba separando.



de Ron Jeremy a Anonymous


La pornografía es parte de la imaginería de la sexualidad que tenemos los nacidos en el siglo XX. Y el pornógrafo fue durante buena parte de las décadas precedentes el primer, sino el único, pedagogo sexual institucionalizado. Es, todavía, alguien que captura lo que circula como deseo, fantasía, anhelo, curiosidad o mera costumbre y lo devuelve transformado en un repertorio, en la mayoría de los casos, remanido y confortable.

La pornografía es a escala mundial un mercado enorme y cada vez más diversificado –por género, por gustos, por temas, por formatos, por ideología, por fetiche –. Sin embargo, la industria nacional nunca llegó a crecer en proporción a la cantidad de consumidores y Maytland reinó, prácticamente solo, durante veinte años.

¿Por qué elegiste el porno?

Fue una mutación que duró mucho tiempo. Yo estudiaba cine a principios de los 70 en una escuela totalmente de izquierda. ¿Cómo no ser así en esa época? No había otra forma de ser para una persona sensible. Ahí fue el germen del Grupo Cine Liberación. Estaba Solanas, Getino era el director. Después las cosas terminaron con todo el mundo muerto o exiliado. Empecé a trabajar como productor periodístico y terminé haciendo programas como Feliz Domingo y Calabromas. Vas desgastando la política y vas entrando en lo comercial, en la jerga televisiva, el rating. No me desagradaba tampoco, seguía siendo mi proyecto hacer cine. Hablé un montón con Jorge Asís y adaptamos su libro Los Reventados (1974) pero después tuve que abandonarlo. Me fui deshaciendo de la política y me fui metiendo en el humor. Uno estaba muy asustado, se aburguesó, se metió en un caparazón. Y bueno, un día, yo estaba en terapia y mi analista dice “¿Y si te metés con el sexo?”.

¿El porno fue una sugerencia de tu analista?

Me dijo: “Porque vos sos medio sexópata.” Eso me quedó grabado. Un día estaba en Estados Unidos. Me dicen: “¿Querés ver cómo se graba una película porno?”. “Dale, vamos”. Y llamé a un amigo para avisarle: “Voy al rodaje de una película porno, si en dos horas no contesto, búsquenme porque me secuestraron los narcos.” El mismo mito de que a esto lo maneja la mafia que después tuvieron sobre mí. Me interiorizo en el tema, conozco a personajes como Ron Jeremy. Me cayeron bárbaro. Dije: “Yo voy a hacer una película porno”. Volví con esa idea. Y cuando la quise hacer vi que era casi imposible en ese momento. No me gustaba el porno tradicional, lo detestaba, esa cosa del émbolo, como si fuera Testut-Latarjet, el manual de anatomía. Entonces armé el proyecto de Las Tortugas Pinjas, una película cara. Tengo productor, tengo todo pero se desinfla. El productor que iba a poner la plata me dice: “No, mirá, estuve hablando con mi abogado, podemos ir presos, es muy riesgoso… Mi familia…”. Yo me largo a hacerla sin un mango. Un guión armado para una película de presupuesto, sin un mango. Resultado final: película súper bizarra. Entonces digo “elevemos el bizarrismo para que no digan que soy berreta, para que digan que soy bizarro”. Y bueno, ahí no me equivoqué. Fue la manzana de Newton: salió esa película y cambió mi vida. Ahí arrancó todo, aún hoy es la película más vendida en la historia de la Argentina porno.

¿Ahí empezaron tus años dorados en el porno nacional?

Sí. Durante años estrenábamos las películas en el cine Ideal. Era una diversión nuestra première. Venían los actores, los técnicos, nos sentíamos parte del cine. Eso es lo que siempre quise, ser parte del cine. Y les inculqué eso a los técnicos, a los actores, a todos: “Flaco, no estamos haciendo una película de coger, estamos haciendo una película donde se coge”. Entonces respetemos las reglas básicas del cine: ensayar, la grabación como una ceremonia. A partir de ahí no paré hasta la crisis que hubo. En el medio tuve que dejar un par de años impulsado también por mi familia. Me decían: “está Venus, está Blockbuster, no se pueden vender películas”. Ahí me dediqué al cine culto, a sacar revistas de cultura. Me fue muy mal, perdí todo lo que gané en el porno. Entonces: “Bueno, Víctor, es el porno”.
Como a toda la industria audiovisual, la digitalización primero e internet después le trajeron problemas estructurales al modelo de negocios del porno. “Yo vendía películas a 25 mil dólares, ahora se las tengo que vender a 4000 pesos”, dice Maytland.

“La crisis empezó despacio. El mejor momento fue 2006. La crisis de la venta de los DVD fue en 2007, 2008. Primero fue ‘bueno, a ver, no se venden DVD, vamos a ver qué pasa con el pay per view’. Funciona bien un año. Hasta que empieza un 24% menos, un 40% menos, cuando llegó al 75% menos, chau. Eso fue en 2010”.

¿La gente no quiere pagar por lo que puede conseguir gratis?

La crisis no es solamente por el porno gratis. Es por el aquí y ahora. Antes tenías que ir a alquilar una porno a las seis de la tarde y guardarla para calentarte a la noche. Y por ahí no pasaba nada, la alquilabas al pedo. Ahora no. Al tipo le pintó algo y, a la hora que sea, aprieta un botón y ya está. Entonces, ¿qué vendés? No tenés nada para vender. Queda un nicho muy pequeño: el que quiere ver la película completa, el que quiere ver los extras, que la guarda en su anaquel. Queda todavía ese tipo que no la va a comprar a un trucho pero son pocos por dos circunstancias graves: la privacidad y la respuesta inmediata que da internet. ¡Es el medio ideal para el porno! El tipo mira seis minutos de algo en la web, le alcanza y chau. Es malo, es berreta, lo que vos quieras, pero lo vio.

Entonces son pocas las actrices que pueden vivir del porno.

Ninguna. Lo hacen por hobby o para cobrar más caro las que se dedican a la prostitución.

¿Y los hombres?

Los hombres lo hacen de onda, ninguno gana ni un mango. Y tampoco son taxi boys, los taxi boys ya no vienen. Antes no era así, el actor cobraba bien y era taxi boy. Tenías lo que quisieras, para porno gay, bi, hétero. Perfectos, cuidados, de gimnasio, dotados, con un culto a su sexualidad enorme. Insoportables, pero necesarios. Ahora ese tipo no está. Está el pendejo que a mí me gusta más. Si tengo un pibe de pelo largo con anteojitos que la tiene enorme, lo pongo de poeta y queda mejor y es más divertido. No me gusta el estereotipo, odio esas películas en la que está la mina en la pileta tomando sol y el limpiapiletas es Brad Pitt. ¡No jodamos! El piletero es un chicano al que se le ve el culo porque tiene el pantalón roto y la mina lo desprecia.

Internet mató a la industria pero también habilita una relación más masiva con el porno y los que antes eran público ahora también pueden ser protagonistas.

Sí, abrió mucho la cabeza, más de lo que uno cree. Pero Facebook tiene una política represiva, sos culpable porque alguien te denuncia. A cada rato me bloquean. “Esta foto ha sido declarada obscena por el comité de Facebook”. A pesar de eso, sigue habiendo trasgresores que suben fotos en pelotas, imaginate si fuera libre.



Sofovich versus los piratas


Junto con Orson Wells, Alfred Hitchcock y Charles Chaplin, Maytland es uno de los pocos directores de cine del mundo que tienen su biopic. Maytland, la película, se estrenó en 2010. Por ese entonces, Maytland, el director, se había rendido ante el fracaso de las ventas. Por la misma época estuvo enfermo de cáncer. Pensaba que el retiro era definitivo y así lo contaba en la prensa cultural del momento.

Hoy pasa muchas, muchas horas en Facebook. Uno de los tantos mensajes que recibió la semana en la que hicimos esta entrevista fue: “Hola Víctor, ¿te puedo mandar la foto de mi pene?”.

¿Por qué volviste?

Volví porque las propuestas que tenía… “Mirá, hay una gente que te quiere contratar para Cuatro Cabezas. Para Jefe de Seguridad”. Mandaba currículum: “No, Víctor, vos estás para otra cosa, vos sos un rey”. “Bueno, dame laburo, dame un laburo de asistente”. “No, no, ¿cómo te voy a dar un laburo de asistente, Víctor?” Entonces, me dije: “Únete a tus enemigos. internet me derrotó, vamos a ver qué es internet”. Empecé a meterme, a ver qué se puede hacer; descubrí el tema eventos, el tema Facebook.

Cuando Maytland dice “evento” no se refiere a ese tic de Facebook que afortunadamente empieza a desvanecerse. Los “eventos” son Sodoma y son más originales que su nombre. Maytland descubrió algo que se puede vender a doscientos pesos la unidad: la entrada a una fiesta que promete lo que ni youporn ni las copias de películas pueden ofrecer. En Sodoma hay un show, a veces temático –comic, rock, cabaret–, y hay sexo. A diferencia de los locales del microcentro con patovicas en la puerta y carteles de neón, Sodoma no es un lugar para hombres que le pagan a mujeres. Van parejas. Y se arman parejas, tríos, sextetos. Los que quieren son filmados, bajo la supervisión de Maytland, a cara descubierta o con máscaras, y se convierten en el elenco de los videos Fiestas Sodoma. Maytland convoca, siempre por Facebook, al sexo colectivo. Un fiestón. En los últimos meses se sumaron nuevos emprendimientos: una fiesta BDSM (bondage, disciplina-dominación, sumisión-sadismo, masoquismo: otra estela de Cincuenta sombras de Grey), Fantasías XX Spa –masajes relajantes eróticos– y castings de actores porno para quien quiera probarse ante las cámaras.

“Grabo en las fiestas. Son documentales. Es un reality. Es lo que hay, no es como en una película. Es una mezcla. Hay actrices y hay voluntarios que se meten con máscaras. Todo real. Si el tipo no tuvo erección se va humillado y lo ves. Eso es lo que tiene de bueno”.

¿Te planteás cada tanto alguna cuestión moral?

Yo no ataco a un tipo que hace culto de la fidelidad, forma su pareja, su familia, me parece fantástico. En un punto lo envidio: en que toda esa cosa tan correcta pueda llevarle felicidad a él y a su familia. Pero que él no me critique a mí, yo no le digo que es un boludo. Al contrario, siempre digo que la gente arranca con el sexo a full y termina formando pareja y haciendo cucharita. No termina en una orgía todo el tiempo, busca el amor.

¿Vos cambiaste tu forma de vida familiar a partir de estar en el porno?

Los últimos 15 años sí. Antes no, pero después sí, me fue llevando. Soy swinger, no tengo ningún prejuicio sobre el sexo y respeto a quien tiene sus prejuicios.

¿Qué pensás de la crítica al intercambio de sexo por dinero?

En realidad nunca me lo cuestioné. También se hace plata vendiendo biblias. Sí cuido que el producto no sea agresivo para la moral. Hay cosas que yo no haría, ni hago: zoofilia, pedofilia, mujeres embarazadas, violencia, jamás hago eso. Lo detesto. Para mí el límite es algo consensuado entre adultos que no están drogados ni borrachos. El límite es ahí, en lo contractual, si hay contrato posible está todo bien, lo hago.

¿Y con el tema de los estereotipos?

¿En qué sentido?

En general lo que se muestra son cuerpos con un ideal de belleza muy domesticado, tanto las mujeres como los hombres.

Yo creo que zafo de eso, no me lo cuestiono. Tampoco creo en eso del cine porno para mujeres y el cine porno para hombres. Es lo mismo que decir que Tienes un email es para gays y mujeres y no la puede ver un tipo y que Rambo no la pueden ver las minas. Hay minas a las que les gusta Rambo y tipos a los que les gusta Tienes un email y lloran cuando la ven. Es cine de género. ¿Cuál es el cine porno para mujeres? ¿Lesbianas? No. ¿Una mujer que está con veinte tipos? No, peor. ¿Una mujer que hace el amor con uno? ¿Dónde carajo está el cine para mujeres? El tratamiento que se le da a la mujer en el porno es de abeja reina, es la estrella, la que más gana, la más cuidada. Ahora, que en la escena la agarren de los pelos y la escupan es otra cosa, ella está actuando eso, no está siendo tratada como tal. Yo no lo hago, no me parece bien que se maltrate a una mujer en el acto sexual, no lo hago porque estereotiparía el maltrato.

¿Ves una nueva generación de directores porno?

Lamentablemente no. Hay mucho chanta que lo hace para coger, te lo tengo que decir. Hay un par de tipos que respeto. Uno es César Jones. Él dice que yo soy el Sofovich del porno y yo le digo “vos no sos el Lars Von Trier del porno, así que no jodas”.

¿Qué te pareció Zorra, la última película de César Jones?

No veo, como dice él, que sea cine de autor. No lo veo para nada, para nada. Es lo único que yo le digo: “Flaco, ¿por qué lo tuyo es profundo y lo mío no? ¿Qué tiene lo tuyo?”. Yo no le encuentro nada distinto y la gente tampoco.

¿No le ves una búsqueda artística?

No. Lo escuchás hablar y parece un profeta, un intelectual de la hostia; yo al lado de él parezco el Chato Prada. Él dice que yo envenené al porno nacional, que lo convertí en una cosa chabacana, estúpida, tinellizada. Entonces yo le digo “¿Qué película viste? Las Tortugas Pinjas. ¿Viste Tango, viste los Secuestros?”. Son políticas, son thrillers. Puede ser que me digas que soy un oportunista si analizás solo las comedias, pero analizá la obra completa. En las películas de él fuman porro. ¿Eso es más Lars Von Trier? Igual, ahora los dos entendimos el juego y ya no estamos peleados.



antes del amanecer


“Si fueran de Paparazzi…” dice Maytland cuando la entrevista empieza a terminarse. Y nos da detalles sobre algunos recovecos de la noche porteña, bares de swingers, el ir y venir de la producción de un concurso televisado y algunas aventuras sexuales de los protagonistas del prime time. Alrededor del porno hay mucho mainstream pero el porno en sí mismo lo es cada vez menos. Esta noche, la de la entrevista, Maytland tiene filmación: Lorena Meacci es la protagonista de una una porno romántica.

¿Cuanto sale hacer una película?

Ahora no llega a los mil pesos. Antes podía salir treinta mil. La editamos mi socio y yo con mis equipos. Él está aburrido y se viene a editar. El porno atrae, atrae a gente de talento. El fotógrafo que tengo me viene a trabajar gratis porque quiere ver coger. Después se aburre, viene otro. La etapa de oro se terminó: no me podés pedir tres mil pesos para actuar una escena, ¡porque no te lo puedo pagar! Te puedo pagar 300. Las actrices lo empezaron a entender. Empiezan a decir “me da publicidad; viene plata por otro lado”. Y empezó el “Che, quiero hacer una película”. Empezó como una nueva ola de cine porno que está buena porque colaboran todos.

Se volvió comunitaria la producción.

Como el cine independiente: el INCAA no te dio un mango y la película la tenés que hacer igual. Esto es lo mismo. Si nos dieran un subsidio de aunque sea diez mil pesos sería otra cosa. Pero subsidios para el cine porno no existen.

Claro que muchas veces se critica al porno por su tedio estructural. Adentro, afuera, orgasmo masculino verificable y todo vuelve a empezar. Claro que existe el post porno, un cine que busca correr los límites de una sensibilidad sitiada por la imaginería serializada. Claro que la plenitud de lo pornográfico puede no residir en lo que se muestra sino en una imaginación intensificada, como escribe el uruguayo Ercole Lissardi a propósito de la escena de El último tango en París. Pero nada de eso le preocupa a Víctor Maytland. Él sabe que siempre habrá alguien que busque esos seis minutos de porno o la penumbra de un sótano para romper el corset de la monogamia.

¿Está todo hecho en el porno?

No, hay algo que queda y me muero por hacerlo: una comedia musical.

Entrevista a Daniel James: «Cristina hace suyos los peores prejuicios de la clase media sobre los sindicatos»

por Diego Genoud
Dice Daniel James que durante muchos años los estudiosos del sindicalismo argentino fueron arqueólogos, encargados de reconstruir un pasado del que sólo quedaban restos sepultados. Tras el estallido de 2001, con la devaluación y el ciclo kirchnerista, el poder gremial recuperó en la Argentina un protagonismo que había perdido y resurgió con muchas de las mismas caras, pero transformado.
James escribió en 1990 Resistencia e integración (reeditado en 2010 por Siglo XXI), el que para muchos es el mejor libro sobre el sindicalismo peronista, resultado de 15 años de trabajo.
De paso por la Argentina, el historiador y sociólogo británico confirma la vigencia de los gremios como factor de poder real. Asiste a los días del paro de La Fraternidad, los zigzagueos del gremialismo en el cierre de listas y el regreso de Camioneros con una huelga nacional.
James afirma que durante diez años el kirchnerismo decidió sellar una alianza de hierro con la ortodoxia sindical, que hoy empieza a hacer agua. «En 2004, había una idea de que el propio Ministerio de Trabajo iba a renovar la vida interna de los sindicatos. Pero nada de eso sucedió. Al fin de cuentas, es un lujo para un gobierno dedicarse a eso, cuando es mucho más sencillo manejarse con un grupo de dirigentes que pueden cumplir con lo acordado», dice. Justo cuando, en la Casa Rosada, algunos vuelven a pensar en exhumar una iniciativa para «democratizar los gremios».
Nacido en Londres hace 65 años, James enseña hoy en la Universidad de Indiana Bloomington y vive en Chicago. Vino a Buenos Aires para terminar un libro sobre la comunidad de Berisso, que está escribiendo junto con la historiadora Mirta Lobato.
En este diálogo, analiza la ruptura de Cristina Fernández de Kirchner con Hugo Moyano, el crimen de Mariano Ferreyra, y habla de la nueva generación de trabajadores que ingresó en el mundo laboral en la última década. Sostiene, además, que «la Argentina neoliberal no dejó de existir en 2003» y advierte sobre los desafíos actuales para las organizaciones sindicales.

-¿Con qué características renace el sindicalismo peronista a partir de 2003?
-El sindicalismo renace de las cenizas. Hay una recuperación importante. Hoy, la tasa de sindicalización en la Argentina anda por el 25 por ciento. Si se compara con los años 70, cuando llegó al 35 por ciento de los trabajadores, es baja. Pero si se compara con lo que sucede a nivel mundial, es una cifra muy impresionante todavía. Inglaterra debe tener un índice de afiliación similar, en Estados Unidos hoy es bajísimo, en Francia históricamente ha sido bajo. Tal vez Alemania sea el único país de Europa que tenga un índice más alto. Pero hay un cambio muy importante en el perfil del movimiento sindical. Después de 10 años, sigue pesando mucho el sector de los trabajadores en negro. Resurgen el Smata y la UOM. Por un lado, es notorio el aumento del peso de los sindicatos estatales, los trabajadores de cuello blanco, algo que ha pasado en otros países. Pero sindicatos como el textil difícilmente recuperen alguna vez la fuerza que tuvieron.

-Desde la muerte de Néstor Kirchner, la relación entre el Gobierno y una parte del sindicalismo se tensó de manera impensada. ¿Cómo ve ese vínculo en este momento en que la Presidenta habla de extorsión y los sindicatos parecen un factor de poder decisivo?
-Diría que el sindicalismo después de 2003 ha regresado a una cierta normalidad. Kirchner hablaba de un país normal. Lo que ha ocurrido es una normalización. Eso implica varias cosas y no todas son buenas para un gobierno. Un movimiento sindical normalizado, por definición, en algún momento va a enfrentarse con los empresarios y también con el gobierno. Es mucho menos manso. De todas formas, la posición de los sindicatos es mucho menos dominante que en los 70. Ya nadie los considera la columna vertebral del movimiento peronista. Eso se ve ahora en las listas electorales de las distintas vertientes del peronismo.

-Moyano rompe con el Gobierno cuando empieza a decir que el sindicalismo debe ser la cabeza del movimiento y que hace falta un trabajador en la Casa Rosada.
-Hay que tomar lo que dice públicamente un dirigente como Moyano con una dosis de distancia. Como pretensión retórica, me parece bien que él lo quiera. Y como forma de negociar, también tiene tu sentido. Después se puede retroceder y negociar. Eso es un buen sindicalista, alguien que sabe maximizar su capacidad de negociación. Tomarlo literalmente, en cambio, puede parecer demasiado ingenuo.

-¿Moyano acertó o se equivocó cuando rompió con el kirchnerismo?
-Cualquier sindicalista sabe que lo que plantee públicamente tendrá una respuesta de la fuerza política que controla el Estado. No puede atacar sin pensar en las consecuencias posibles. El Estado tiene muchas maneras de hacer valer su poder sobre los sindicalistas: las obras sociales, la personería gremial…

-En su libro, usted dice que esa debilidad es una marca de origen del sindicalismo peronista, que llevó a fracasar cualquier intento de autonomía con respecto al Estado.
-En la Argentina, un dirigente tiene que respetar hasta cierto punto las reglas del juego: son claras en cuanto a la injerencia del Estado en los asuntos sindicales. Por eso, alguien como Moyano tiene que adoptar un cierto doble discurso. Él se dio cuenta de que en el Gobierno no lo estaban escuchando -sobre todo con el impuesto a las ganancias, que afecta a su base- y había perdido la influencia que había tenido con Néstor. Pero el Estado puede complicarles la vida hasta a un sindicato muy fuerte como camioneros y a su CGT. De hecho, básicamente el Gobierno ha dividido a los sindicatos en cuatro o cinco centrales.

-¿Coincide con los que comparan a Moyano con el líder de la UOM Augusto Vandor?
-Hay diferencias. Cuando mataron a Vandor, su mujer siguió trabajando en la enfermería de la UOM. Vandor intentó crear una representación sindical política independiente de las directivas de Perón. Moyano también quiere expresar el poder en la esfera política. Pero Vandor tenía mucho más camino libre. En los 60, el peronismo político casi no existía por fuera de Perón.

-Hoy da la sensación de que los dos fracasan en su intento de autonomizarse…
-Habrá que ver si fracasa Moyano, todos dicen eso. No creo que Vandor haya querido reemplazar a Perón, pero sí tener mayor autonomía para negociar con los demás factores de poder. Tampoco Moyano piensa realmente en ser presidente. Pero tiene mucha más capacidad de golpear que Vandor en cierto sentido: controla un sindicato que controla la Argentina. Si no hay camiones, el país para. Su capacidad de presionar al Gobierno es muy grande: la Argentina agroexportadora depende de los camiones.

-¿Cómo ve el discurso de la Presidenta hacia el sindicalismo?
-Es un doble discurso que le ha servido bien hasta un cierto punto. Cuando ella apela a la necesidad de cuidar el modelo, está tocando un tema central para la mayoría de los sindicalistas. Les recuerda que esto es un logro frágil, vulnerable y puede cambiar si este Gobierno, o sea ella, se va. Como discurso, es valedero y tiene su peso. Ahora, cuando tiene que responder a los desafíos del sindicalismo, Cristina hace suyos los peores prejuicios de la clase media argentina sobre los sindicatos: son corruptos, compran dólares, son «grasas». Un taxista alguna vez me dijo: «Ella es importante, porque es la que controla a los negros». Sin embargo, eso no le da resultados en cuanto a la lealtad política de esa clase media que ella busca representar cuando habla así. Un diálogo entre Cristina y los dirigentes sindicales es el choque de dos mundos. Kirchner tenía una capacidad de empatía mayor, me parece a mí, de pensar un poco afuera de sí mismo. Supongo que en estas elecciones, la mayoría de los sectores obreros van a votar por una forma de peronismo. Hasta qué punto van a quedar leales a Cristina, personalmente no sé. Es una incógnita.

-¿Qué características nota en la nueva generación que ingresó en el mundo del trabajo en los últimos diez años?
-En las fábricas, en el mundo del trabajo, al obrero de hoy lo que le importa es si tiene un sindicato fuerte. Para un afiliado que gana 10.000, 20.000 o 25.000 pesos por mes, en algunos casos, si el sindicato mantiene ciertas formas, si siguen funcionando las comisiones internas, las bases sindicales no tienen mucho de qué quejarse. La crítica a la burocracia sindical ha perdido peso. Hoy por lo menos en el discurso público, en lo que puede verse a través de los medios, no tiene la misma carga como símbolo de la subjetividad obrera que existía en los 60 y 70. Mi libro fue un testimonio de eso: intenté recuperar la cultura obrera militante que tenía sus raíces en la propia fábrica.

-Sin embargo, sucede el crimen de Mariano Ferreyra y la condena a Pedraza, un exponente nítido de lo que se llama «burocracia sindical».
-Es cierto. El pescado se pudre por la cabeza. Esto fue posible por la situación terrible de la Argentina neoliberal, que en ciertos aspectos no ha cambiado: la tercerización y el trabajo en negro. Un sindicato que va perdiendo decenas de miles de afiliados mientras los dirigentes crean empresas. Es un ciclo que empieza en los 90, pero se mantuvo en los últimos diez años. Mariano Ferreyra y los muertos de Once son víctimas del mismo sistema, un sistema podrido, donde el Estado alentaba la tercerización. Había mucha plata en juego y mucho que perder si los grupos que integraba Ferreyra lograban lo que querían y entraban en la formalidad laboral. La Argentina neoliberal no dejó de existir en 2003. Hay cambios, no lo dudo, pero tal vez la sorpresa más grande es la condena a Pedraza. Es la primera vez que un dirigente va preso por un crimen. Ahora, ¿esto representa un salto cualitativo ética, moral y políticamente? ¿O se trató simplemente de un exponente del sindicalismo que era indefendible, que se pasó de la raya y tanto la Justicia como el Gobierno se lavaron las manos pensando: «No vamos a poner en riesgo todo por este tipo»? Yo no lo sé. Es una pregunta.

-¿Cómo opera en ese marco el reclamo contra el empleo en negro, que afecta al 35 por ciento de los trabajadores?
-Un reclamo para que entren en el mundo del trabajo millones de trabajadores es hasta cierto sentido clasista. Mantiene un componente importante de reivindicación de clase. A pesar de los avances, aún estamos hablando de esto: que estos sectores sean incorporados para disfrutar de los beneficios del trabajo en blanco, las leyes laborales, la protección, la cobertura de salud, el acceso a una vivienda, ¡trabajar menos! Cualquier burócrata. por más corrompido que sea, tiene que tomar en cuenta la amenaza que representan los sectores del trabajo en negro. La forma de conjurarla es incorporarlos en el sector formal. Pero eso hoy sería revolucionario. Tal vez tengamos que cambiar nuestras categorías analíticas.

-¿Cómo ve el intento de Facundo Moyano de fusionar tradiciones dentro del sindicalismo, cuando dice que reivindica a Rucci y a los 30.000 desaparecidos?
-Es algo todavía muy nuevo. Facundo encarna una doble tensión, la del componente familiar y la del representante sindical que hace política. Tiene antecedentes fuertes en los orígenes del peronismo, en el Partido Laboralista, en Luis Gay y Cipriano Reyes. Ellos decían que en el sindicato siempre iban a tener un límite para resolver los problemas. Ahora, juntar a Rucci con los 30.000 desaparecidos me parece muy sui géneris. Es obvio que él piensa en esto, cuando lo dice está reflejando un fuerte sentido en la clase obrera. Un sentido común. No está inventando esto por su cuenta. Lo novedoso es que reivindica también a los desaparecidos. Es interesante. Los cambios generacionales son difíciles de medir. Puede ser que sea un poco un bicho raro. No sé hasta qué punto su generación en general lo toma en serio. Tampoco sé cómo va a combinar este discurso en el futuro en su carrera política.

-¿Cuáles son los desafíos actuales para el sindicalismo?
-Me parece que es cada vez más importante para los sindicatos trascender la demanda sectorial y ofrecer un análisis sobre el todo. Siento que en la nueva situación es difícil limitarse a luchar por los derechos cotidianos de los afiliados. Siguen siendo lo más importante, sin duda, los salarios, las condiciones de trabajo. Pero, al mismo tiempo, hace falta ofrecer alternativas coherentes en términos de las prioridades sociales. Porque, si no, lo único que ve el público es el caos cotidiano y se desentiende del reclamo. Me refiero a un proyecto alternativo para ofrecer al público sobre el sistema que los contiene, sobre todo cuando se trata de un servicio público. Los docentes, los ferroviarios, los trabajadores del subte, ellos conocen y viven los problemas al pie de la letra. Pero muchas veces el sindicato no los expresa en una visión más amplia o renuncia a pensarlo. Prima el viejo modelo sindical. En el caso de los trenes, esto no da más, especialmente cuando el propio Gobierno intenta culpar a los miembros del sindicato, a los trabajadores, por los accidentes y los muertos. En el último accidente del Sarmiento, me dio la sensación de que se estaba empezando a hablar de los problemas de fondo del sistema. Hace falta un discurso público en ese sentido. En Brasil está apareciendo, finalmente, gracias a lo que está pasando en las calles. Los sindicatos forzosamente comienzan a decir: «Éste es un sistema que nunca tuvo en cuenta las necesidades del público». Pero no estaban en la vanguardia de ese debate. Hizo falta una rebelión en las calles.

Clinämen: Las micro-finanzas del trabajo informal

Conversamos con Victor Ruilova, gerente de Fie-Gran Poder, financiera boliviana con sede en Argentina. Crédito sin endeudamiento y el mundo de las micro-finanzas del trabajo informal.

Estéticas de la dispersión (presentación + descarga libre)

por Franco Ingrassia

Este libro reúne un conjunto de textos basados en las intervenciones que tuvieron lugar durante tres conferencias realizadas entre el año 2009 y el 2010 en el Centro Cultural Parque de España de la ciudad de Rosario, Argentina.
Las conferencias, junto con el blog http://esteticasdeladispersion.blogspot.comy esta publicación, forman parte del proyecto “Estéticas de la dispersión” actualmente en curso. Este proyecto se propone construir un espacio de pensamiento en torno a la siguiente pregunta: ¿Cómo orientar las prácticas estéticas en el actual contexto de dispersión producido por la operatoria del mercado?
Las líneas que siguen anticipan algunas de las hipótesis elaboradas en el trascurso de esta experiencia.
01.     Mercado y dispersión
Somos contemporáneos de un pasaje histórico de consecuencias radicales: si las prácticas estatales fueron capaces de organizar durante buena parte del siglo XX la lógica regulatoria de los lazos sociales, hoy la operatoria mercantil le disputa al Estado la hegemonía en la producción de sentido y en la configuración de los colectivos humanos.
La “lógica estatal” se caracterizaba por la primacía de la estructura sobre la innovación. Por lo tanto, la construcción de alternativas pasaba por prácticas de ruptura, de desestructuración de los órdenes establecidos.
Por su parte, la “lógica mercantil” se define por la contingencia y la variabilidad. Las estructuras (fijas, estables, reproductoras de un ordenamiento) son reemplazadas por las redes (flexibles, mutantes, en permanente recomposición) y es la dispersión el núcleo mismo de la experiencia de lo social (relaciones lábiles, precariedad existencial, imprevisibilidad).
La dispersión se traduce en un tipo de experiencia subjetiva caracterizada por el desborde, la saturación y la incertidumbre. La sensación de que nuestra vida se ramifica en infinitas diferencias -la heterogeneidad es un medio apto para la operatoria mercantil que la entiende como segmentación del consumo- va de la mano con el malestar que provoca la creciente dificultad para articular estas diferencias en una composición de sentido más o menos regulable, legible u orientable.
Es así como resulta muy frecuente que nos sintamos náufragos, a la deriva, sin capacidad de incidencia sobre nuestro rumbo, aferrados a recursos que encontramos desarticulados, en flotación, pero sin los cuales no podríamos subsistir. De este modo, nos vemos arrojados a una suerte de incesante bricolage existencial, donde en lugar de tener que luchar contra los roles y lugares previamente asignados para nosotros por la maquinaria estatal nuestro problema se configura más bien como el de tener que autoproducir –de forma constante y a través de la innovación- los modos en los que queremos vivir allí donde todo tiende a destituir las configuraciones que osan establecerse.  
La mutación de las sociedades conmercado (donde el intercambio mercantil era un momento más de la experiencia social) a las sociedades de mercado (donde el intercambio social es un momento más de la operatoria mercantil) plantea una serie de redefiniciones tanto para la producción estética como para la actividad crítica.
Una ruptura, por ejemplo, tiene cierto sentido en condiciones estatales de estabilidad estructural. ¿Qué sentido tendrá bajo condiciones mercantiles de innovación continua?
02.     Las prácticas estéticas como producción de regímenes de sensibilidad
Tomadas en un sentido que excede a las actividades denominadas “artísticas”, las prácticas estéticas podrían definirse como la producción de regímenes de sensibilidad. Matrices o gramáticas de organización de sentido a partir de los estímulos perceptivos. Serán entonces entendidas como “prácticas estéticas” aquellas operaciones que organicen ciertos dispositivos prácticos ligados a un “saber percibir” determinado; o a una modalidad específica de desorientación de los saberes perceptivos.
Desde esta perspectiva, la ontología de lo social constituye tanto el fondo sobre el cual se despliega la operación estética como la dinámica que articula los elementos necesarios para la constitución de dicha operación. Las estéticas de la dispersión serán entonces intentos de organizar la producción de regímenes de sensibilidad sobre un suelo dispersivo, constituyendo dispositivos afectados ellos mismos, en su articulación interna, por la dinámica de la dispersión.
En estas condiciones, las prácticas cohesivas y los procesos de autoorganización adquieren otro estatuto. Si en contextos de primacía de la estabilidad la ruptura implicaba la apertura de nuevas posibilidades, en condiciones de dispersión con frecuencia el punto de partida de una posibilidad son aquellas operaciones que impiden que se disuelva, que instalan al interior de una experiencia la perspectiva de la duración. 
Pero este desplazamiento de las operaciones de ruptura a los procesos de autoorganización conlleva un doble riesgo: por una parte, la variabilidad constante del entorno puede conducir a un intento de rigidificación de la composición: llamemos a esta tendencia “cierre identitario” y nombremos con ella a todo proceso en el cual una experiencia de autoorganización intente plegarse sobre sí misma, negando la inconsistencia necesaria para que haya autoalteración y proponiendo una respuesta reactiva ante la dispersión; por otra, siempre existe la posibilidad de que la composición no resulte lo suficientemente potente para resistir los efectos aleatorios de la operatoria mercantil. Llamemos a esta tendencia “desconfiguración” y nombremos con ella a todo proceso en el cual una experiencia de autoorganización sea reabsorbida por la fluidez propia del mercado.
Entre el cierre identitario y la desconfiguración, será tarea de la política reconstruir una y otra vez las condiciones para que una experiencia persista en tanto proceso de expansivo de autoalteración.
03.     Dos modos de vínculo entre estética, política y autoorganización
Hay procedimientos estéticos compositivos que tienen la capacidad de producir mundos sensibles, espacios en los que podemos experimentar otros modos de ser y de relacionarnos. Esto puede tener consecuencias para una experiencia de autoorganización en la medida en que un procedimiento político ponga a la experiencia estética en exceso respecto de sí misma, instalando el deseo de querer contaminar con esa capacidad constituyente el resto de la vida (en) común. Ahí la experiencia estética tiene una función prefigurativa: nos permite vivenciar el modo en el cual desde ciertos procesos composicionales –reales, simbólicos e imaginarios- resulta un nuevo mundo.
El otro modo de vinculación sucede cuando, en la construcción misma de una experiencia de autoorganización, se hace necesario recurrir a procedimientos de configuración de regímenes de sensibilidad. Allí será preciso activar herramientas provenientes del campo de las prácticas estéticas –que aquí tendrán una función configurativa más que prefigurativa- para producir estos nuevos modos de construcción de las percepciones. Y entonces la política trabajará en el punto de hacer inconsistir estos regímenes, es decir, en evitar que produzcan un cierre tautológico en el cual sólo se vea lo que el régimen activo de la mirada sepa ver, abriéndolos a la innovación a partir de la no-identidad de los procesos consigo mismos.
04. Anclaje e innovación
En condiciones de dispersión, las prácticas estéticas, en tanto producción de regímenes de sensibilidad, no pueden presuponer la existencia de puntos de anclaje o de innovación. Disueltas las estabilidades, ambas disposiciones tienden a ser reabsorbidas por la dinámica de la superfluidad dispersiva, en la cual todo signo es reemplazado por otro, en una sucesión tan incesante como inconsecuente.
Los procesos de autoorganización pueden funcionar entonces como condición de posibilidad para la actividad estética, y viceversa. En esa hibridación de prácticas, la producción de mundos sensibles y la producción de mundos materiales se entrecruzan, de formas experimentales, en los procesos de creación de los modos de vida contemporáneos.
Tanto los anclajes configurativos como las innovaciones prefigurativas podrán formar parte entonces del repertorio de operaciones disponibles para el desarrollo de estéticas de la dispersión.
Rosario, Mayo de 2011



La versión en papel salió editada por Beatriz Viterbo Editora y la podés comprar o afanar de cualquie libería. La versión digital se puede descarar libremente desde acá: http://ge.tt/8CXFeqk 

Manifiesto Aceleracionista (primera parte)


Publicamos en tres entregas la traducción al castellano del Manifiesto Aceleracionista, lanzado el 13 de mayo de 2013 por Alex Williams y Nick Srniček, de la London School of Economics. La obra ha generado muchas críticas en las últimas semanas gracias a su contenido deliberadamente polémico. En contraposición a reducir la política radical a propuestas de horizontalidad, consenso, acción local y democracia directa, los autores proponen radicalizar las tendencias de liberación que el capitalismo precisa poseer y controlar en todo momento. Una alternativa dentro del marco de desarrollo y expansión del capitalismo, que acelera la velocidad de producción, circulación y consumo hasta llegar a un punto de ruptura. Así, una izquierda aceleracionista no puede prescindir de las últimas tecnologías ni de los métodos econométricos y de intervención sobre el entorno más sofisticados; es decir, de todo lo que el capitalismo coloniza con fines de acumulación y explotación del trabajo (el neoliberalismo). Es una propuesta diametralmente opuesta a las vertientes, muchas de ellas de izquierda, que atribuyen de entrada una connotación negativa al desarrollo, el crecimiento y/o a la productividad global y que se enmarcan dentro del discurso de los límites, del decrecimiento o, en simetría al discurso neoliberal, de la austeridad.
Publicamos aquí la primera parte de este texto. Los dos capítulos restantes los iremos publicando en las próximas semanas como modo de abrir un debate sobre el desarrollo y la transición al post-capitalismo, es decir, un análisis sobre la posibilidad de una ruptura revolucionaria y la reapropiación de nuestro tiempo. 

#ACELERA

MANIFIESTO POR UNA POLÍTICA ACELERACIONISTA (PARTE I)

Por Alex Williams y Nick Srnicek // Trad. Comité Disperso
01. INTRODUCCIÓN: Sobre la coyuntura
1. En el comienzo de la segunda década del siglo XXI, la civilización global se enfrenta a un nuevo tipo de cataclismo. Los apocalipsis que se avecinan dejan en ridículo las normas y las estructuras de organización política que se forjaron con el nacimiento de los estados-nación, el auge del capitalismo y un siglo XX marcado por guerras sin precedentes.
2. Lo más significativo es el colapso del sistema climático del planeta, que puede incluso poner en peligro la existencia de toda la población mundial. A pesar de que se trata de la amenaza más grave a la que se enfrenta la humanidad, hay una serie de problemas de menor envergadura pero potencialmente igual de desestabilizadores que coexisten e interactúan con el problema principal. El agotamiento irreversible de los recursos, especialmente de las reservas de agua y energía, puede provocar una hambruna masiva, el colapso de los paradigmas económicos y nuevas guerras, frías y calientes. La continua crisis financiera ha llevado a los gobiernos a adoptar la espiral mortal de las políticas de austeridad y a privatizar los servicios públicos del estado del bienestar y ha provocado un desempleo masivo así como el estancamiento de los salarios. La creciente automatización de los procesos productivos, incluido el “trabajo intelectual”, pone de manifiesto la crisis secular del capitalismo y su pronta incapacidad a la hora de mantener los niveles de vida actuales, incluso para las clases medias del hemisferio norte, ya en proceso de desaparición.
3. En contraste con estas catástrofes en aceleración continua, la política actual se caracteriza por un inmovilismo que la incapacita para generar las nuevas ideas y modelos de organización necesarios para transformar nuestras sociedades de modo que sean capaces de hacer frente a las amenazas de aniquilación que se perfilan. Mientras la crisis se acelera y refuerza, la política se ralentiza y debilita. En esta parálisis del imaginario político, el futuro queda anulado.
4. Desde 1979 la ideología política hegemónica a nivel mundial ha sido el neoliberalismo, omnipresente con algunas diferencias de matiz en todas las potencias económicas que actualmente dominan el mundo. A pesar de los desafíos profundamente estructurales que los nuevos problemas globales presentan a este sistema —los más acuciantes las crisis crediticias, financieras y fiscales que se están produciendo desde el año 2007/2008— los programas neoliberales no han hecho sino ahondar en sus dogmas. Esta continuación del proyecto neoliberal, o neoliberalismo 2.0, ha empezado a aplicar una nueva ronda de ajustes estructurales dirigidos, especialmente, a facilitar nuevas y agresivas incursiones del sector privado en lo que queda de las instituciones democráticas y los servicios sociales. Todo esto a pesar de los efectos económicos y sociales negativos inmediatos y de los obstáculos a más largo plazo que plantean las nuevas crisis globales.
5. Que los sectores de la derecha gubernamental y no gubernamental y del ámbito corporativo hayan sido capaces de impulsar de este modo el neoliberalismo es, al menos en parte, consecuencia de la parálisis y la incapacidad permanentes que azotan a gran parte de lo que queda de la izquierda. Treinta años de neoliberalismo han despojado a la mayoría de los partidos políticos de izquierda de pensamiento radical, contenidos y un mandato popular. En el mejor de los casos han respondido a la presente crisis con llamamientos para recuperar los principios económicos keynesianos, a pesar de la evidencia de que las condiciones de posguerra que permitieron el desarrollo de las socialdemocracias ya no existen. No podemos regresar así sin más a los postulados fordistas de producción en masa. Incluso los regímenes neosocialistas de la Revolución Bolivariana de América del Sur, a pesar de su alentadora resistencia a la hora de combatir los dogmas del capitalismo contemporáneo, siguen siendo incapaces lamentablemente de presentar una alternativa más allá del socialismo de mediados del siglo XX. El trabajo organizado, debilitado sistemáticamente por los cambios que trae aparejados el proyecto neoliberal, se fosiliza a nivel institucional y, en el mejor de los casos, sólo puede mitigar levemente los nuevos ajustes estructurales.  Sin un enfoque sistemático para construir un nuevo modelo económico ni la solidaridad estructural necesaria para promover cambios, las fuerzas laborales siguen siendo relativamente impotentes. Los nuevos movimientos sociales que han surgido desde el final de la Guerra Fría y que desde 2008 han experimentando un resurgimiento han sido igualmente incapaces de concebir una nueva visión ideológico-política. Por el contrario, estos movimientos consumen una gran cantidad de energía en los procesos internos de democracia directa y en la autocomplacencia afectiva por delante de la eficacia estratégica, y con frecuencia propugnan una variante de localismo neoprimitivista, como si para luchar contra la violencia abstracta del capital globalizado fuese suficiente la “autenticidad” frágil y efímera de la inmediatez comunal.
6. A falta de una visión social, política, organizativa y económica radicalmente nueva, los poderes hegemónicos de la derecha seguirán siendo capaces de impulsar su limitado imaginario a pesar de todas las evidencias en contra. En el mejor de los escenarios, puede que la izquierda sea capaz durante un tiempo de resistir parcialmente algunas de las peores incursiones. Pero esto poco podrá hacer contra la inexorable marea final que se avecina. Generar una nueva hegemonía global de la izquierda implica recuperar los futuros posibles perdidos, es más: implica recuperar el futuro como tal.

Proselitismo

por @valeriano2015


Bajo del Sarmiento y como ando holgado de tiempo opto por caminar hasta el trabajo. Ni bien piso la plaza Miserere me aborda una bella chica de Unidos y Organizados que me invita a votar a los candidatos de Cristina en la ciudad. Pensaba seguir caminando, pero como buen antropólogo de la sociedad actual que no soy decido quedarme a escucharla. No sé bien que decía: sus ojos y su corta edad nublaron mi entender. Sí noté un entusiasmo militante tan piantavotos que me sacó de mi embelesamiento de viejo verde y le plantee lo difícil que es hablarle de «década ganada» a alguien que acaba de bajarse del Sarmiento. Sin embargo, aún mayor garra militante comenzó a hablarme del «menemismo entreguista», de la «burocracia sindical» y del «troskismo saboteador». Tenemos que organizarnos para defender a Cristina, dijo, y no me conquistó. Me alejo azorado y muñido de una única certeza: si quiero votar a los candidatos de Cristina, no tengo que escuchar a los simpatizantes de Cristina.

Cruzo la plaza y mientras voy esquivando a los tantos hermanos latinoconurbanos que la pueblan me aborda un joven medio jipi con la propuesta de Camino Popular. Vaya uno a saber por qué creí que le podía ceder unos minutos de mi tiempo y comencé a escucharlo. Si bien la tonada es bien porteña, me tira una consigna tras otra, a lo René de Calle 13. Me habla de Monsanto y de la megaminería; también de que no son ni anti ni a favor del gobierno, y resalta tanto la «participación popular» que me lleva a pensar para qué mierda van de candidatos si todo el trabajo lo voy a terminar haciendo yo. Esto los emparenta con la gente del FIT que están en la esquina de Rivadavia y Jujuy, con los que tuve un breve intercambio que permitió ver algunos desplazamientos, solo que en lugar de «participación popular» casi todas las cosas tienen que estar bajo control obrero. (¿no entienden que yo no quiero controlar cómo anda el tren, sino tomármelo y que ande bien?) y en lugar de convencerte con onda para que los votes, te cagan a pedos y maltratan (¿creerán que los obreros hablan así?)

A una cuadra hay otra mesa del FIT, pero en los afiches aparcen otros candidatos. Con tanto curiosidad como masoquismo, me acerco y les pregunto la razón del cambiazo. Me explican que son de la juventud del PTS, que son parte del Frente y que buscan captar el voto joven. Me hablan de que tenemos que seguir el ejemplo de Brasil y parar el ajuste K, que tenemos que expulsar a la policía de nuestros barrios (pienso en Merlo Gómez sin policía y una gota helada me cae desde la nuca hasta la mismísima raya del ojete). Me dan un folleto, “para un sobrino o hermano menor”, me dicen, y decido que a estos, por irrespetuosos, no solo no los voto sino que además les afano todas las boletas del cuarto oscuro. 

Estoy a diez cuadras del trabajo, me quedan unos minutos y quedé medio manija con las mesitas políticas. Veo a lo lejos (atrás de un puesto de panchos, de un evangelista poseído, de dos senegaleses con sus valijas de almohada, de tres putas dominicanas, cinco pibes-limpiavidrios, varios borrachos deprimentes y algunos perros mugrientos) una chicas del PRO y avanzo decidido a su encuentro: imagino una panzada con estas muchachas insustanciales, más promotoras que militantes, que basan su campaña en estrategias de marketing de dudosa eficacia . Pero, vaya sorpresa, me como una paliza ideológica que me deja descolocado. Las cuatro mesas anteriores sin duda colaboraron en la solidez de estas chicas. O tal vez, con los años –como siempre me decía el gorila de mi viejo- me esté volviendo «de derecha». O nada de eso: menos peliculeras, estas chicas fueron cálidas, no agresivas y nada más me pidieron que los vote. 

«I like Ike», me resuena en algún lugar recóndito del cerebro y me invade un irresistible deseo de entrarle a un panchó con lluvias de papas (con gusto a humedad,como los de Osvaldo). Mientras busco un diego que se soterra en el fondo del bolsillo, apuro el paso: por boludear otra vez estoy llegando tarde al laburo.

¿Qué está en juego en las PASO?

 
Conversamos sobre las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO). La escena política. Aprobación y rechazo del kirchnerismo. Democratización y gobernabilidad. El lugar de las izquierdas.

Entrevista a Jean-Luc Nancy: “Nuestra civilización está llegando a su fin, está agotada”

Hace unos meses el filósofo francés Jean-Luc Nancy, uno de los pensadores más sutiles y sugerentes de nuestro tiempo en palabras de Xavier Antich, vino a Barcelona para participar en las III Jornadas Filosóficas organizadas por el Arts Santa Mònica y el Instituto Francés de Barcelona. Converso con él minutos antes de que ofrezca su conferencia El alma y el cuerpo, sobre la exposición temporal «Antoni Tàpies. Cabeza brazos piernas cuerpo», en la Fundación Tàpies.
Antes de sentarnos me invita a compartir con él la visita a la exposición. Le veo observar atentamente los cuadros, acercarse y alejarse en silencio. La charla es breve, sin embargo, Jean-Luc Nancy tiene una gran capacidad para entrar en materia y lo que explica no es banal: la actual civilización está llegando a su fin y la que viene transformará la metafísica hacia una práctica que no necesita un Dios como principio que da sentido. Pero esto no es todo, también tendremos que someter a crítica nuestro sistema de valores: somos la civilización de la igualdad total, pero todo es tan igual como indiferente, y todos estamos sujetos a un mismo rasero que es el dinero. Se hace necesario -explica Nancy- descubrir un nuevo lenguaje, una nueva manera de hablar sobre el significado de nuestras vidas.
El paso de los meses desde nuestra conversación no ha hecho sino reforzar el sentido de las palabras de Nancy. Ya pocas personas piensan que nos enfrentemos simplemente a una crisis crediticia. Como señalaZygmunt Bauman citando a Reinhart Koselleck, la humanidad está subiendo una montaña pendiente y resbaladiza, sin posibilidad de detener la ascensión hasta llegar a la cima, y sin saber qué habrá al otro lado.
Jean-Luc Nancy (foto: Europeangraduateschool/wikipedia)

Jean-Luc Nancy (foto: Europeangraduateschool/wikipedia)
Usted estudia en profundidad la metafísica del cuerpo, ¿no hay lugar para el alma?
No hay ninguna diferencia entre el alma y el cuerpo. El alma es la forma del cuerpo, ya lo dijo Aristóteles. Son los viejos hábitos culturales y sociales los que nos hacen pensar que el cuerpo es algo diferente, pero simplemente no hay ninguna otra sustancia.
Aunque Descartes sí dice que el pensamiento es otra sustancia, el pensamiento, es decir, la noción de autoconocimiento, pero lo mejor es decir con Aristóteles que el alma es la forma de un cuerpo, un cuerpo organizado, un cuerpo vivo, señala él, pero podemos decir que pueden serlo todos los cuerpos. Centrémonos en el humano, basta con pensar en todo lo que uno ve en la figura de una persona, en el aspecto de alguien, su manera de ser, para comprender que cuando se toca el cuerpo de alguien, se toca la persona. Desde luego, no se puede conocer a alguien con sólo mirar su cuerpo, pero a la vez éste no está hecho sólo para ser visto, sino también para ser tocado, para intercambiar, para entrar en relación.
Así pues, quiero hablar de la metafísica del cuerpo, si bien esta expresión debería ser provisional. Se ha hablado mucho del alma, del espíritu, pero ahora, desde Nietzsche, el cuerpo, que de alguna manera había sido relegado, vuelve a estar en el centro de la reflexión. Este volver a situar el cuerpo en el centro de la reflexión no es el retorno de otra sustancia o de un orden de realidad separado, sino que es sólo el retorno de la existencia, es decir, del mismo hecho de que un ser vivo pensante y hablante existe de manera concreta, efectiva y, por tanto, existe también como cuerpo.
Tráiler de la película documental Le corps du philosophe
(se puede ver íntegra aquí)
¿Esta crisis que vivimos tendrá consecuencias metafísicas?
Sí, porque creo que esta crisis no es sólo una crisis -eso sería algo simplemente pasajero- sino el comienzo de un cambio completo de civilización, y durará mucho tiempo, quizá cien años o más, pero algo ya está cambiando.
¿Qué está cambiando? Vivimos en una cultura en la que todo está regulado por el dinero. El dinero es elequivalente general, por hablar en términos de Marx. Es decir, esto vale 10 euros, esto vale 50 euros, esto vale 150 euros… y entonces usted vale su salario, y yo valgo mi salario. Y todo se puede transformar en dinero y comprar con dinero. Esto quiere decir que somos una civilización que ya no tiene ninguna diferencia de valor, somos la civilización de la igualdad total, todo el mundo es igual, pero todo es tan igual como indiferente, todos estamos sujetos a ese mismo rasero que es el dinero.
Claro que la igualdad de los hombres en tanto igualdad en términos de dignidad es…, ¿cómo decirlo?, no existe la mayoría del tiempo, no existe la igualdad de los hombres, si bien se reconocen los derechos de los hombres, pero es una igualdad muy formal, muy superficial. Pongamos el ejemplo de la igualdad entre hombres y mujeres; desde luego, es muy importante en los países europeos, si bien hoy en día las mujeres todavía ganan menos que los hombres, incluso en los países más abiertos al feminismo. Pero, llevemos al extremo la igualdad entre hombres y mujeres, ésta no establece a su vez lo que es una mujer y un hombre, es decir, si bien ya no hay diferencias entre hombres y mujeres, tampoco hay reconocimiento de lo que es ser hombre y de lo que es ser mujer.
La igualdad de derechos no permite reconocer la diferencia, ni celebrarla.
Así es. Lo mismo sucede en términos de igualdad de derechos de los homosexuales; a la vez que se reconocen estos derechos no se dice nada sobre qué es la homosexualidad como tal, no hay un reconocimiento. En conclusión, vivimos en un mundo donde ya no podemos establecer diferencias excepto la diferencia de dinero. Por ejemplo, que un hombre tiene un millón de veces más que otro hombre. Pero esto es sólo una diferencia de cantidad, no de equivalente. Creo que esta civilización está llegando a su fin y al agotamiento.
Actualmente -y generalizando- vivimos entre dos diferentes respuestas a la pregunta sobre Dios, o sobre el principio primero y último que da sentido a la vida: la deísta y la atea. ¿Cuál de las dos se agotará en este cambio y cuál permanecerá?
Las dos actitudes, la deísta y la atea, están acabadas, agotadas. Porque en el fondo son lo mismo, porque ambas piensan que un determinado principio da sentido a todo. Creo que no existe nada más que el hecho de que estamos saliendo de un sistema de principios y que podemos comenzar a aprender a vivir y a pensar sin ellos, lo cual no significa hacer las cosas de cualquier manera y abrir las puertas a la anarquía total, sino que significa que se cuestionará todo aquello que se pueda presentar como principio. Por supuesto siguen siendo necesarios aquellos principios de equilibrio de la sociedad, de relación entre las personas, pero aquello que sólo pretende ser principio que dé un sentido primero o último, eso se ha terminado. Creo que ésta es la nueva aventura de la civilización en la que estamos entrando.
Pero, ¿estamos preparados?
¡No, pero nunca se está preparado a lo que va a llegar, jamás! Los griegos de la época arcaica, los que vivieron en el siglo VIII a.C., no estaban en absoluto preparados para desarrollar la polis, lo que llegaría a convertirse en la ciudad y en el desarrollo de una legislación propia. En el siglo II, los romanos no estaban preparados para el cristianismo, y los cristianos del siglo XIII y XIV no estaban preparados para la irrupción del capitalismo y del humanismo. Uno nunca está preparado. Si estuviéramos preparados no vendría nada de nuevo. Es difícil, sorprende, es chocante, no se entiende, pero es así.
Tomemos el ejemplo de Tàpies. Estoy seguro de que muchas personas que vienen a verlo se preguntanqué significan estos cuadros. De alguno de ellos dirán es feo, es sexual, son pedazos del cuerpo cortados. No entienden. Eso significa que Tàpies como otros muchos artistas -no sólo de las artes visuales, sino también del campo de la música y otras artes- se adelantó a su tiempo y se abrió a algo nuevo. Por ejemplo, el hecho de que el cuerpo esté ahí en pedazos no es por hacer una carnicería, no ha cortado el cuerpo en pedazos para nada, sino porque quizá la verdad de un cuerpo no está en su unidad, ya que el cuerpo entero está desarrollando una función; como nosotros aquí, ahora, estamos trabajando, nuestro cuerpo no importa mucho, pero si consideramos como un cuerpo en sí mismo mis manos, o sus manos, entonces tiene sentido que las corte y observe sólo la mano, o la nariz, o el pie. Evidentemente, ésta es una forma de considerarlo sin principio, sin tener que trasladarlo a la unidad de la persona.
Nos dirigimos hacia una civilización que aceptará la vida sin un principio que le dé sentido, en el nihilismo.
Sí, sí, tiene usted razón, pero nihilismo…, esta es sin duda la palabra más difícil, porque significa nada. De hecho nihilismo significa nada ante cualquier principio, cualquier valor superior. Pero la cuestión es pensar qué quiere decir nada. El hecho de que no haya un principio ni ningún valor superior ni sentido último no significa que no haya nada en absoluto. Al contrario, podemos ver las cosas con mayor claridad desde la misma vida, desde las vidas, todas las existencias singulares, particulares. Está usted, pero no sólo usted, sino cada pedazo de usted, cada momento de su vida, cada relación que usted ha tenido, esto sí que es un gran premio.
Nietzsche, que es el gran pensador del nihilismo, dice que no se puede salir del nihilismo si no es desde el interior del nihilismo. Y creo que es la idea más exacta y probable para el presente, y es también la más difícil porque la mayor parte del tiempo pretendemos salir del nihilismo pero en la búsqueda de algo, muchos aún lo hacen en la búsqueda de Dios, porque hemos perdido todos los demás principios como el del hombre total de Marx, el de la felicidad, la plenitud de consumación. Al contrario, todo esto nos parece banal y vacío.
Creo que tenemos que inventar la vida de cada momento, de cada hora, de cada relación y de alguna manera, uno a uno. Curiosamente es algo que ya está ahí, es algo que ya sabemos, porque todo el mundo, todo el mundo, vive cada uno de esos momentos: momentos felices y tristes, momentos difíciles, momentos de amor, momentos de placer. Así es como vivimos la mayor parte de nuestro tiempo y no necesitamos un principio de vida.
Necesitamos un principio de vida a menudo cuando se tiene miedo o se está demasiado desesperado. Quizá por eso se hace necesario descubrir un nuevo lenguaje, una nueva manera de hablar sobre el significado de nuestras vidas. Pero a menudo, aunque sea vagamente, vivimos pensando que esos momentos ya dan el sentido, sin tener que buscar un sentido absoluto de la vida. Pero, ¿cómo hacer para que no acabemos pidiendo demasiado? Freud dice en una de sus cartas que aquél que se pregunta cuál es el sentido de la vida ya está enfermo.

Votos por Cristina

por Juan Pablo Maccia


Últimos días de campaña ante de las PASO: ¿por quién debo votar? Me refiero a los que hacemos votos por Cristina. Explicar mis tribulaciones me ayuda a esclarecer mis ideas de cara al domingo, día en que casi con seguridad insistiré con mi voto frentista apoyando la lista encabezada por el ex gobernador Jorge Obeid.
Como la del ’73, esta década es –sobre todo- frentista. El Frente para la victoria (FpV) es electoralmente más potente que el peronismo. Se equivocan los que creen, sectarios, que la política pasa por el peronismo. El FpV es la alianza amplia que precisa una parte del peronismo para poder ganar elecciones y gobernar.
El FpV es la coalición un sector del peronismo y una porción del progresismo militante. Juntos (y sólo juntos) constituyen esta minoría intensa, la única en condiciones de formar mayorías, y la única fuerza política nacional. Y el hecho es que Cristina personifica de modo excluyente (y este es un problema) el vértice articulador de esta fuerza.
Pero este ángulo de análisis esconde asuntos más espinosos. La argentina kirchnerista levanta vuelo con dos alas: una, el ala “democratizante”, vinculada con los movimientos por los derechos humanos y sociales y, otra, «neodesarrollista», comprometida sobre todo con la gobernabilidad y la defensa del modo de acumulación existente, vinculado al tipo de inserción económica en el mercado mundial.
Esta última ala alimenta no ha dejado de crecer, incluso sobre la otra. Se trata de una suerte de neoliberalismo-nacional (o proliferación de mercados asistida por el estado). Se trata de una corriente política adaptativa a las tendencias globales, pero con mucha iniciativa local. Su gestión depende de la transacción permanente con poderes establecidos y en su horizonte posible se encuentra la figura de Scioli.
El kirchnerismo entró en un impasse desde que su ala radical ha quedado debilitada. La violencia colectiva que surge de una cierta idea muy básica del consumo y de la gobernabilidad ha opacado sus impulsos más libertarios. A esto le podemos sumar que ya no se gobierna con los movimientos sociales sino con los jóvenes, esto es, con La Cámpora, que unida y organizada no cuestiona ni discute.
El brote extendido de grupos militantes que debutan en las elecciones (El partido de la Ciudad Futura; Camino Popular) esboza una tímida reacción ante este estado de cosas.   
Estos jóvenes enfrentan el desafío de demostrar que no son sólo militantes clásicos de la izquierda, sino que han venido –desde eso que son- a problematizar la relación entre universidad y sociedad (Marea Popular); o entre territorio y ciudad (Partido de la Ciudad Futura). El tiempo dirá.
Mientras tanto, hay que evitar que el frentismo que gobierna el país se diluya, o se deforme por defección del arco progresista que lo compone. El sistema de la obediencia es defensivo y mediocriza a sus cuadros. En este proceso electoral (las PASO y las elecciones de octubre) tenemos que empezar a mostrar que este Frente social y político puede sobrevivir al liderazgo que ejerce Cristina desde el gobierno.
Cuando el próximo domingo ponga mi voto por Obeid no voy a estar apoyando a la burocracia ordenancista del PJ, sino dando al kirchnerismo (es decir, a todos y a mi mismo) una última chance de volver a impulsar los términos de un frentismo democrático y popular. Espero que no sea demasiado tarde.

Tiempo de vida, tiempo de muerte: entrevista a Mauro Libertella

por Pablo Chacón


En Mi libro enterrado, Mauro Libertella encara un relato sin piedad sobre la relación con su padre, Héctor, centrándose en sus últimos meses de vida, e iluminando retroactivamente un pasado común.



Una narración de este tipo, a tu juicio ¿opera como un duelo, un conjuro o es la apertura a honrar un legado o todo eso junto?



Supongo que todo eso junto. El duelo, en términos estrictos y personales, duró un año, que es el tiempo exacto que marca la tradición judía, a la que supongo me acoplé de modo natural porque es el lugar donde me crié. Después vino un proceso mas lento y extendido, de unos años, donde empezó a germinar la idea de escribir el libro, idea que fue creciendo hasta cobrar la forma definitiva de un proyecto concreto.

En el momento de escribir, entonces, ya había pasado por diferentes fases, y creo que no podría haber apurado ese momento: necesité de esa maduración, de esa destilación de los recuerdos y las emociones respecto de mi viejo, sacarlo de un lugar y ponerlo en otro, asumir continuidades y quiebres, etcétera.

Cuando lo escribí ya había hecho el laburo del duelo mas profundo, ese que incluso te impediría sentarte a escribir, pero supongo que la escritura terminó de cicatrizar las cosas. Al mismo tiempo, sí, es un modo de homenajear la relación, de recordarlo y de perpetuar el vínculo que tuvimos, que fue en cierta medida literario y textual.

El cariño con que tratás a la figura de tu viejo no ahorra la crudeza, el dolor. Es imposible plantearse estas cosas a priori, pero ¿cómo las trabajaste?

No quería hacer un relato idealizador. Como te decía antes, no podría o no debería haber escrito el libro antes del momento en el que lo hice, y una de las razones es que me llevó un par de años de psicoanálisis bajar a mi viejo del podio donde lo tenía, dejar de negar defectos y poder ver con la misma claridad las cosas buenas y las malas.

Hay relatos sobre la muerte del padre que pueden ser conmovedores o estar bien escritos, como El olvido que seremos de Héctor Abad, y que, sin embargo, no me terminan de convencer, porque el padre es como una especie de enorme santidad inmune a las críticas, un hombre perfecto.

Un libro genial es Tiempo de vida, de Marcos Giralt Torrente; es durísimo, le da con un caño al padre, pero en esa crítica está implícito el amor que siente el hijo. Te confieso que cuando terminé la primera versión, el texto estaba todavía como encorsetado: le faltaba una explosión de verdad, había cosas que no me había animado a escribir. Quizá estaba cuidando demasiado a mi viejo, o estaba siendo excesivamente pudoroso, lo que claramente entra en contradicción con la intención misma de escribir un libro así.

Al final me convencí de escribir algunas cosas más, quizá porque recordé que él también era un tipo crudo, que enfrentaba al dolor. El homenaje estaba también en ir a fondo con algunos temas. Como dice Paul Celan, “honremos a los muertos con las palabras que les sirvieron para vivir”.

¿Cómo vivía tu viejo ser considerado un escritor de «vanguardia» y qué pensás que pensaba de esa caracterización?

Me parece que lo vivía con orgullo y resignación. Con orgullo, porque desde su juventud beatnik hasta su madurez hermética, pregonó siempre por una literatura rara, marginal, en los bordes del canon, intraducible. Y no sólo escribió esa literatura sino que la difundió, erigió un marco teórico, armó conexiones continentales entre escritores excéntricos.

Podría decir: militó. Y con resignación porque como toda etiqueta, cuando se te pega es muy difícil sacártela de encima, y puede tener la longevidad de un tatuaje. Me acuerdo de una noche en la que estábamos leyendo una especie de enciclopedia de la literatura argentina, y le leí la entrada con su nombre. Decía algo así como “autor inclasificable, que invierte y confunde los límites entre ficción y teoría, y lleva las palabras hasta el fondo de sus significados”. Me miró como diciendo “qué aburrido escuchar siempre la misma formula”.

Es difícil sacarse los estigmas. A mí, su libro que mas me gusta es La arquitectura del fantasma, que es al mismo tiempo una autobiografía de vanguardia y otra, transparente y clásica.

El legado, ese cartapacio abierto que te deja, ¿tenés algún plan con eso, estás escribiendo algo que no sea sólo periodismo? ¿Podés contarme algo?

Lo primero que escribí fuera del periodismo son algunos cuentos horrorosos que ya debería haber mandado a la papelera de reciclaje. Y después vino este libro, que es algo así como un testimonio ejecutado con recursos narrativos, o una autobiografía prematura, o algo por el estilo, pero que no es periodismo tampoco.

Ahora tengo en mente un libro “basado” en mi grupo de amigos del secundario (que debe ser como cualquier grupo de amigos que viven en casas compartidas, tienen bandas de rock, fuman marihuana, son asociales y dilatan el fin de la adolescencia todo lo que pueden) pero al que todavía no le busqué ni la estructura, ni el tono; o sea que no existe. Y estoy escribiendo algunos ensayos sobre libros argentinos de ficción publicados en los últimos diez años, pero tampoco sé en qué va a terminar eso. Por lo pronto, acabo de quemar los dos proyectos contándotelos.



Es extraño en el texto la ausencia de mujeres. Sospecho que la muerte de Héctor, por madres, mujeres, amantes que puedas tener, más allá de la obviedad, ¿qué clase de intemperie te dejó?


No digo nada nuevo si digo que el padre es importante para un hombre (como también lo es para una hija mujer, en otros múltiples sentidos). Con las mujeres supongo establezco relaciones complejas y con los hombres relaciones directas.

Es cierto que en el texto hay una ausencia de mujeres, salvo por la presencia de mi hermana. Como en Ocio, de Fabián Casas, por ejemplo, ¿no? Durante los meses de agonía de mi viejo me acompañó mi novia de entonces, y también estaban mi vieja y mi hermana, y todas fueron fundamentales. Pero el libro se fue cerrando en una relación padre-hijo muy cercana, como si hubiera erigido una suerte de muro o cápsula de cristal para aislar los momentos mas puros de esa relación entre dos hombres.


Después, cuando tu viejo se muere, perdés un poco ese anclaje masculino, eso es inevitable. Tres días después de su muerte, River le ganó a Boca 3 a 1, y ahí me di cuenta de que lo iba a empezar a extrañar en serio. 

El correísmo: Un nuevo modelo de dominación burguesa

por Alberto Acosta



Amenazada constantemente desde afuera y desde adentro, la revolución lucha ante todo por mantener y consolidar su poder, el cual es, dicho con toda concreción, el poder de los revolucionarios. De aquí nace el riesgo del bonapartismo.

Robert Havemann (1964)

El punto de partida 
El bonapartismo es una amenaza casi inherente a todo proceso que se autodefine como revolucionario. En algún momento la búsqueda de cambios estructurales deviene en una concentración de poderes. Emerge un caudillo. Y la misma lucha en contra de la opresión abre la puerta a nuevas formas de opresión… Esta parecería ser la suerte inexorable de todo proceso revolucionario, que difiere de un proceso de refundación, como explica Juan Cuvi en este libro1. 

Sin embargo, antes de ver si esa es la realidad concreta en Ecuador, habría que preguntarse si la “revolución ciudadana” es realmente revolucionaria2. La pregunta no es de fácil respuesta. Si nos atenemos a los discursos oficiales no cabría la menor duda, viviríamos una revolución. Incluso si se hacen algunas comparaciones con lo sucedido en gobiernos anteriores, con gobernantes de “marcada mediocridad política” (Decio Machado), se podría aceptar que hay cambios importantes; por ejemplo en lo que se refiere a la inversión social y la misma obra pública, que se han incrementado de manera sustantiva. Esta comparación también se podría hacer en relación con algunos procesos a nivel internacional, especialmente en algunos países donde el neoliberalismo goza de buena salud, como es el caso de varios países europeos. Pero de allí a concluir que se está en medio de un proceso revolucionario hay mucho trecho. 

Inclusive cabe indagar si en algún momento el proceso sí fue revolucionario, pero que posteriormente fue traicionado, como insinúa de alguna manera Edgar Isch, quien ve dos períodos en estos años correístas. 

Con este libro, para empezar, queremos adentrarnos en esta discusión. Y para hacerlo proponemos una aproximación desde varias perspectivas. Aquí no agotamos todos los puntos de vista necesarios para disponer de un análisis que totalice la gestión del gobierno del presidente Rafael Correa, quien apareció en el escenario político como “un producto lógico de la implosión de la sociedad ecuatoriana”, pero que “no se proyectó al futuro impulsado por las presiones de la transformación social, sino que se precipitó hacia el pasado para reestructurar un orden largamente desquiciado” (Juan Cuvi). 

Con este libro lo que queremos es recuperar espacios de debate. Sin presentarnos como los guardianes de la revolución o los propietarios de visiones progresistas nos proponemos discutir los campos de acción más relevantes del actual Gobierno. También intentamos romper con el comportamiento casi rutinario del debate en estos últimos años, en tanto este busca aproximaciones “equilibradas” para evitar las andanadas del Régimen. Este libro no va en esa línea. Este libro, elaborado por varias personas que conocen de la materia y que incluso han sido parte del Gobierno, propone una lectura crítica del correísmo, que representa “un nuevo modelo de dominación burguesa”, en palabras de Mario Unda. 

Esta discusión es indispensable, más aún si se acepta la tesis de que no habría ningún proceso revolucionario, sino simplemente un discurso que acompaña una modernización capitalista, como pocas veces antes en la historia de la República. Y para enfrentar este reto nada mejor que hacerlo leyendo los sueños planteados hace ya más de seis años, tal como lo hace Fernando Vega, quien expone y discute los aspectos sobresalientes del Plan de Gobierno del Movimiento País, elaborado en 2006, que sirvió de inspiración para la Constitución de Montecristi. 
La Constitución de Montecristi: un proyecto de vida abandonado
Vale la pena insistir, una vez más, que toda Constitución sintetiza un momento histórico. En toda Constitución se cristalizan procesos sociales acumulados. Y en toda Constitución se plasma una determinada forma de entender la vida. Una Constitución, sin embargo, no hace a una sociedad. Es la sociedad la que elabora la Constitución y la adopta casi como una hoja de ruta. 

Desde esta perspectiva, la Constitución del año 2008 -redactada en Montecristi, discutida y aprobada mayoritariamente por el pueblo ecuatoriano-, se proyectó como medio e incluso como un fin para dar paso a cambios estructurales. Este fue uno de los grandes objetivos de la “revolución ciudadana”, tema que abordan especialmente Natalia Sierra y Fernando Vega

La expedición y aprobación de la Constitución de Montecristi de 2008 puede anotarse sin ninguna duda en el lado del haber de la “revolución ciudadana”. Pero su sola expedición no asegura nada, como lo hemos visto en estos años. Como parte de la construcción colectiva de un nuevo pacto de convivencia social y ambiental se propuso la necesidad de construir nuevos espacios de libertad e igualdad, y romper todos los cercos que impiden su vigencia. 

En su contenido afloran múltiples propuestas para impulsar transformaciones de fondo, construidas a lo largo de muchas décadas de resistencias y de luchas sociales, que articularon diversas agendas. Justamente en estas luchas de resistencia y de propuesta se fueron construyendo alternativas al desarrollo, como lo es el Buen Vivir o Sumak Kawsay, las tesis del Estado plurinacional, la consolidación y ampliación de los derechos individuales y colectivos, la defensa de la Naturaleza y sus derechos, entre otros puntos medulares. No se trataba simplemente de mejorar el funcionamiento del sistema capitalista en el Ecuador, sino de transformarlo; es decir, crear las condiciones para superar el capitalismo. 

Estamos conscientes que estas nuevas corrientes del pensamiento jurídico y político no están exentas de conflictos y que, por lo tanto, son difíciles de aplicar. Pero lo que cuenta es que el correísmo no ha intentado siquiera dar pasos hacia una verdadera transformación estructural. 
Al abandonar el tradicional concepto de la ley como fuente del derecho, se consolidó a la Constitución como punto de partida jurídico independientemente de las visiones tradicionales. Lo que interesa, sobre todo, es que esta Constitución, este es quizás uno de sus mayores méritos, abrió la puerta para disputar el sentido histórico del desenvolvimiento nacional. Y por eso, anotemos al margen, bien vale la pena romper lanzas en su defensa, sobre todo si la entendemos como una hoja de ruta para impulsar la gran transformación. 

Entonces, la pregunta que nos hacemos, a los más de cuatro años de vigencia de la Constitución, aprobada en referendo el 28 de septiembre del año 2008, es cuánto se ha caminado en la dirección propuesta. Y esto lo hacemos teniendo en consideración que el presidente Correa, en ese entonces, defendía la aprobación plebiscitaria de la Constitución diciendo que va a “durar 300 años”, que es “la mejor del mundo”, que es “un canto a la vida”. 

Frente a lo que se ha caminado desde aquella época, parecería que la Asamblea Constituyente de 2007- 2008, boicoteada sistemáticamente por las fuerzas de la derecha, fue simplemente una instancia para conseguir legitimidad y alguna forma de legalidad por parte del correísmo. En su momento el “país imaginado y diseñado” de la Constitución de Montecristi era importante. Hoy estamos en otro momento. Montecristi ya forma parte del pasado. Si para Alianza País al inicio la Constitución de Montecristi aparecía como un punto de llegada y de partida fundamental, ahora no puede ser un obstáculo en el camino. Es decir para consolidar y conservar el poder hay que hacer lo que sea. La Constitución sirvió y servirá para lo que sirve. La Constitución abrió la puerta a algunos cambios, pero no tantos como para provocar una revolución. Así, en la práctica, no se quiere hacer realidad los avances constitucionales propuestos, que serían el soporte para “un proyecto utópico emancipador y radical, que puede ser la base para construir una sociedad poscapitalista”. En realidad se pasó “de la utopía de Montecristi a la distopía de la revolución ciudadana”, al decir de Ramiro Ávila Santamaría en su artículo. 

Para citar apenas un caso conflictivo y que es detenidamente analizado por Mario Melo, el gobierno de Correa no ha regularizado el tema de la consulta previa. Si bien la Constitución establece a la consulta como derecho de todos los ecuatorianos y ecuatorianas, hay que diferenciar la consulta a los pueblos indígenas, que está sujeta al derecho internacional como lo reconoce el propio texto constitucional y el consentimiento libre, previo e informado que está reconocido en la Declaración de Naciones Unidas sobre Derechos de los Pueblos Indígenas, en el Convenio 169 de la OIT y en la jurisprudencia de la Corte Interamericana. Por disposición de la misma Constitución estos tratados y documentos internacionales forman parte del bloque constitucional ecuatoriano y por ello el consentimiento previo, libre e informado para las nacionalidades y pueblos indígenas debe ser respetado, tutelado y garantizado por el Estado. Esto no lo acepta y hasta lo rechaza el correísmo. Así, conflictos concretos vinculados a este irrespeto constitucional por parte del Gobierno están presentes en varios lugares del país, por ejemplo en Sarayaku, que cuenta inclusive con la protección de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, al que se podría sumar otros como los de Íntag, Victoria del Portete, Río Grande, Bilsa, San Pablo de Amalí, Dayuma, entre otros. 

En estas condiciones, en el Ecuador actual son por igual válidas las conclusiones del reconocido intelectual boliviano Luis Tapia (2011), quien escribiendo sobre su país, dice que se ha instaurado el “Estado de derecho como tiranía”, en tanto “el gobierno logra mantener la formalidad de un régimen constitucional, incluso lo desarrolla con la producción de nuevas leyes, y mantiene la vigencia diferenciada de derechos civiles y políticos según conveniencia, pero concentra el poder político en el ejecutivo, en un núcleo reducido del ejecutivo”.

Esta es otra de las características del correísmo. El Ejecutivo -esencialmente el Presidente en tanto jefe del Estado- influye o manda directa o indirectamente en las otras funciones del Estado. La agenda del Poder Legislativo, en sus contenidos y plazos, está determinada por el Ejecutivo, que incluso ha conseguido desterrar el proceso de fiscalización. El presidente Correa ha llegado a manifestar su aspiración de que la Asamblea Nacional funcione como “un reloj suizo” sintonizado con sus demandas y disposiciones, es decir casi sin debate y menos aún discrepancias. El Poder Judicial se encuentra por igual manipulado por el Ejecutivo, tanto como el Poder Electoral, la Participación Ciudadana y lo mismo la Corte Constitucional; manipulación que es tolerada por los miembros de estas diversas funciones del Estado, por cierto. 

En estas condiciones, la política misma esta sitiada. Se reducen cada vez más los espacios para el debate público. Se busca limitar el campo de acción a quienes cuestionan al Poder Ejecutivo. Se agrede, se amenaza y se insulta a quienes difieren con las posiciones gubernamentales. En los últimos años, estos ataques son cada vez más agudos en contra de aquellas fuerzas de izquierda que aún no han cedido posiciones frente a la “revolución ciudadana”. Una izquierda que se niega a aceptar el discurso sin práctica del correísmo: “una posición prosoberanía que no quiere enfrentar las causas de la dependencia ni al imperialismo, projusticia social pero que no quiere afectar a los ricos, solo equiparable con la idea de que alguien puede llamarse de izquierda y no ser anticapitalista” (Edgar Isch). 
La negación del Estado plurinacional 
La ambigüedad fundacional de la nación y sus modelos de Estado y sociedad en el Ecuador, sustentados en la colonialidad del poder, resultaron excluyentes y a su vez limitantes para el desarrollo de las capacidades culturales, sociales y productivas. Nuestro Estado-nación subalterno se explica en la lógica del sistema-mundo, en tanto Estado conformado y existente dentro de la lógica de acumulación del capitalismo. Esto significó que desde sus orígenes este Estado se organizó dentro de la lógica impuesta por el capitalismo metropolitano, cuya evolución provocó varias crisis en ese Estado. 

Ahora, en la segunda década del siglo XXI, se vive la crisis del Estado “mínimo”, el Estado neoliberal. Sin embargo, sin negar la crisis del Estado neoliberal, debemos entender que en crisis está también -y ya desde hace mucho tiempo atrás- el Estado colonial sobre el cual se fundó el Estado oligárquico que son, a su vez, la base del Estado neoliberal. 

Estas múltiples crisis del Estado nos llevan a comprender de mejor manera los procesos de lucha de los pueblos. En primer lugar, son procesos emancipadores, movidos por la necesidad imperiosa de superar los profundos resabios coloniales, oligárquicos y por último neoliberales. 

Vistas así las cosas, la tarea es construir otro Estado, un Estado que asuma, desde la igualdad y la libertad, las múltiples diversidades existentes, nor-malmente marginadas o subyugadas. En concreto la construcción del Estado plurinacional, en tanto mandato constitucional, plantea rupturas profundas de las mencionadas estructuras coloniales, oligárquicas y por supuesto neoliberales. Eso es lo que propuso la Constitución de Montecristi. No se trata simplemente de modernizar el actual Estado incorporando burocráticamente lo indígena y lo afro, o favoreciendo espacios especiales para lo in-dígena y lo afro, como lo hace la educación intercul-tural bilingüe solo para los compatriotas indígenas, o constituyendo unidades burocráticas para el manejo de lo indígena o lo afro. El Estado plurinacional exige asumir y procesar los códigos culturales, las prácticas y las historias de los pueblos y las nacionalidades indígenas, tanto como de los otros pueblos: afroecuatorianos y montubios. Exige sobre todo incorporarlos como actores -conjuntamente con el resto de la sociedad- en el proceso colectivo de toma de decisiones. En los más de seis años de gobierno de la “revolución ciudadana” prácticamente nada se ha caminado en este sentido, como lo demuestran especialmentePablo OspinaMario Unda y Ramiro Ávila. Es decir, falta transitar hacia otro tipo de Estado no atado a las tradiciones eurocéntricas. Y es en este proceso, en donde se deberá repensar las estructuras e instituciones existentes, en donde habrá que cons-truir otra institucionalidad que haga realidad el ejer-cicio horizontal del poder. Esto implica ciudadanizar el Estado, especialmente desde espacios comunitarios como formas activas de organización social colectiva. En definitiva, la democracia misma tiene que ser repensada y profundizada. 
Las garantías constitucionales amenazadas
Otro de los avances de la Constitución de 2008 fue la concepción de un Estado constitucional de derechos y justicia. Este concepto irradia y marca al conjunto de la carta magna. Por constitucional todos los poderes se someten a la Constitución; por derechos el Estado se pone al servicio de las personas, los pueblos y la Naturaleza; por justicia se busca la transformación de un país excluyente. Para lograr estos objetivos, la Constitución esta-bleció un régimen de garantías. Estas ayudan a acortar la brecha entre la realidad de exclusión y el ideal de los derechos. Las garantías, en otras palabras, son los instrumentos de transformación. De ahí que la califi-cación de la Constitución de Montecristi como garan-tista es adecuada y tiene mucho sentido. ¿Cómo se han respetado estos derechos y estas garantías? Esa pregunta nos llevaría a una larga dis-cusión, indispensable por cierto. Algunos derechos han sido respetados e incorporados en la vida de la sociedad. Otros, en una lista que crece aceleradamente, han sido irrespetados o por decir lo menos mini-mizados o simplemente olvidados. “Adoctrinamiento, disciplina y control social” (Decio Machado) o “régimen disciplinario más meritocracia” (Pablo Ospina), se perfilan como los ejes de la acción gubernamental. Esto implica el no cumplimiento de derechos o abier-tamente su cercenamiento. La criminalización de la protesta social, por ejem-plo, hace caso omiso del derecho a la resistencia esta-blecido en la Constitución. La arremetida en contra de los movimientos sociales y de algunas organizaciones no gubernamentales (incluso de algunos partidos po-líticos) está en el orden del día gubernamental, como lo expresan Fernando Vega, Esperanza MartínezFernanda Solíz, Ramiro Ávila Santamaría. Estos grupos han sido debilitados, divididos, cooptados e inclusive, varios de ellos, subsumidos en la lógica de centralización del poder gubernamental. Las demandas de género no han sido asumidas a plenitud, como demuestra Gayne Villagómez, quien expone los avances constitucionales en este ámbito y por cierto los desbalances y contradicciones de la ges-tión de la “revolución ciudadana” en lo que se refiere a las políticas para las mujeres. Las organizaciones y las comunidades indígenas también están en la mira demoledora del correís-mo: son vistas como corporativistas, se las presenta atrapadas en reclamos etnicistas, sus dirigencias son cooptadas de diversas formas, con la falsa garantía de universalidad y neutralidad que ofrece el Estado. Ra-miro Ávila Santamaría nos dice que “descalificando a la dirigencia al denominarles ‘indigenistas infantiles’, no respetando el derecho a la consulta prelegislativa, promoviendo procesos de consulta formal para la extracción minera, propiciando mediante el ‘bono solidario’ la atomización de las comunidades (pudo haber fortalecido las capacidades de las comunidades si se lo hacía con su intermediación), criminalizando a los líderes indígenas que protestan contra la explotación minera y por el agua. ¿Promueve la interculturalidad el gobierno de la revolución ciudadana? La respuesta es categóricamente no. El Gobierno representa parte de los actores políticos que se han encargado de debilitar el movimiento indígena y de invisibilizar sus propuestas emancipatorias”. Hoy más que en otras épocas, a despecho de los derechos colectivos y de los avances constitucionales en el campo de la plurinacionalidad, “el indígena es obligado a la representación cuando viene de la partici-pación, debe establecerse en el egoísmo de la individualidad cuando habita en la solidaridad”. Freddy Javier Álvarez González reclama acertadamente “la negación del sujeto político indígena en tiempos de la Revolución Ciudadana”. Y esta negación, sin lugar a la menor duda, imposibilita el proceso de construcción del Estado plurinacional, pues, como concluye Ramiro Ávila Santamaría, “sin la voz de los indígenas no hacemos sino continuar con el proceso colonizador de lo diverso y fortalecer un sistema económico que oprime, excluye y causa dolor”

La represión a dirigentes sociales y a grupos de jóvenes y estudiantes -caso de los 10 Luluncoto, del Colegio Central Técnico o los defensores del agua en el Azuay- o a organizaciones no gubernamentales como Acción Ecológica entre muchos otros casos planteados por Esperanza Martínez, siembra temor. Las diversas limitaciones a la libertad de expresión no pasan desapercibidas. Hay, sin duda alguna, un escenario marcado por el miedo y la desinformación -o al menos la manipulación de la información- por parte de muchos medios de comunicación gubernamentales. La criminalización de la disidencia y de la resistencia aparece en el correísmo como una “doctrina” (Decio Machado). Parece que sería cierto que sin miedo no se puede gobernar para empujar a un país hacia su modernización… 

A lo anterior cabría añadir las reformas constitucionales en el ámbito de la Justicia. El gobierno del presidente Correa, a través de un referendo en mayo de 2011, planteó tramposas enmiendas constitucionales para meter la mano en la Justicia, tratándose en realidad de reformas que ameritaban otro procedimiento. Con esto, no solo que se negó la posibilidad de poder construir por fin una Justicia autónoma e independiente, sino que, una vez más, se demuestra que la Constitución de Montecristi no fue un traje a la medida del presidente Correa, como con insistencia se ha reclamado desde la derecha. 

La crítica no es suficiente mirando lo que ha sucedido. Las potenciales amenazas a la Constitución asoman con mayor fuerza en esta coyuntura. El presidente Correa, ya ha dicho después de su segunda reelección, que está incómodo con la acción de protección de derechos. La constitución para Correa, como sintetiza Fernando Vega, “es hipergarantista, está llena de errores, de sueños ilusos de pajaritos preñados, de novelerías de ecologistas infantiles y de reivindicaciones de indios emplumados y emponchados en compañía de los tirapiedras de mamita pega duro [MPD N. del A.]”. 

¿Qué pasaría si se restringe la acción de protección? Sin una garantía de este tipo, nadie se atreverá a cuestionar los actos u omisiones del Ejecutivo en materia de derechos. Sin el ejercicio de este derecho desde la sociedad, sea a través de individuos o comunidades, nunca se revisarán las acciones u omisiones que restrinjan los derechos. En otras palabras, quienes ejercen el poder, no tendrán límites, y quienes están sometidos al poder, no tendrán posibilidad de reclamar judicialmente la violación de sus derechos. 

Con la acción de protección, cualquier persona, pueblo o la Naturaleza puede acudir ante cualquier juez y reclamar por la violación a sus derechos. Es decir, los derechos establecidos en la Constitución pueden exigirse, así de simple. El juez, por su parte, si constata la violación del derecho, se encuentra en la obligación de declararla y de ordenar la reparación integral. La noción de reparación que antes quedaba en el nivel doctrinario, ahora tiene toda la eficacia práctica por todos los instrumentos que la ley fundamental le provee al juez, cuya misión termina solo con la reparación total del derecho violado por acción u omisión. 

La acción de protección tiene un objetivo claro: proteger derechos y corregir los excesos, omisiones o abusos del poder. En suma, es una herramienta jurídica que tenemos todas las personas, los pueblos y la Naturaleza contra el poder. Los jueces pueden usar inclusive medidas cautelares para hacer realidad esta garantía. 

Los tecnócratas no tienen conciencia del grave daño social que provocaría una restricción de las garantías constitucionales. Les preocupa solamente la eficiencia. Y no solo eso, en la actualidad, cuando el presidente Correa ha declarado que ahora sí desatará la megaminería en serio, ampliará la frontera petrolera y alentará los cultivos transgénicos y los biocombustibles, es muy posible que esta decisión de restringir garantías esté enfocada en neutralizar las protestas y la resistencia social, sobre todo en el ámbito indígena/territorial. Y de paso no podemos dejar de anotar la situación de violencia que envuelve a las comunidades waorani (particularmente los pueblos en aislamiento voluntario: tagaeri y taromenane) amenazadas por las presiones petroleras y madereras, especialmente, frente a las cuales el silencio cómplice del Gobierno es innegable. 
La ausencia de transformaciones estructurales 
Más allá de los discursos grandilocuentes y de los ofrecimientos de cambios radicales, se mantiene la esencia extractivista y no se quiere afectar la concentración de la riqueza. No hay una transformación de la matriz productiva, mucho menos de la modalidad de acumulación tema que es pormenorizadamente analizado por Francisco Muñoz y Pablo Dávalosen sus textos y que abre la puerta a un debate urgente sobre el extractivismo y su futuro. Dávalos concluye acertadamente su artículo señalando que “el discurso del mendigo sentado en el saco de oro es la farsa ideológica de la violencia extractiva que pretende clausurar la historia con una pueril propuesta de Revolución Ciudadana para evitar, precisamente, transformarla”.

El propio presidente Correa reconoce esta realidad. Al cumplir cinco años de su gestión, en entrevista al diario gobiernista El Telégrafo, el 15 de enero de 2011, Correa dijo que “básicamente estamos haciendo mejor las cosas con el mismo modelo de acumulación, antes que cambiarlo, porque no es nuestro deseo perjudicar a los ricos, pero sí es nuestra intención tener una sociedad más justa y equitativa”. Al año siguiente, en octubre, en una entrevista televisiva en el Perú afirmó algo similar: “Nos ha ido recontra bien haciendo lo mismo de siempre, somos una de las tres economías que más han crecido en América Latina, casi 8%, el desempleo es el más bajo de la región, ha disminuido grandemente pobreza e inequidad. Sin embargo, tenemos un problema -entre otros- estamos haciendo mejor, mucho mejor pero lo mismo de siempre”. 

Lo que está en juego a nivel mundial es la reconstrucción o readecuación de la división del trabajo, esta vez más alineada -sobre todo para algunos países como Ecuador- al eje de China, en medio de un proceso de disputa hegemónica mundial. Del Consenso de Washington, en un tira y afloja de varios polos de poder internacional, se transita al Consenso de Beijing o Consenso de los Commodities, al decir de Maristella Svampa (2013), que cobra fuerza en el marco de su creciente demanda de materias primas. China, utilizando sus cuantiosas reservas financieras, no cabe duda alguna, se encuentra de compras en medio de la crisis global. 

Si China está de compras, Ecuador no se resiste a vender… sus recursos naturales e inclusive a conseguir financiamiento de quienes quieren comprar. El presidente Correa ha sido muy claro al respecto: “Somos complementarios con China, ellos tienen exceso de liquidez y escases de hidrocarburos, nosotros tenemos exceso de hidrocarburos y escases en liquidez. China financia a Estados Unidos, y pudieran sacar del subdesarrollo a Ecuador”. Además, según él, “No hay límite endeudamiento con China mientras más nos puedan prestar, mejor. Lo que necesitamos para el desarrollo es financiamiento y lo que más tenemos son proyectos rentables. Lo importante son las tasas y el plazo, si me prestan a largo plazo el límite es inexistente, a corto plazo es otra cosa” (Padilla, 2012). 

El tránsito en las relaciones de poder a nivel internacional no está exento de problemas para Ecuador, ya sea por la renegociación forzada de la deuda externa (que no recogió todas las recomendaciones de la comisión de auditoría del crédito público) o por los efectos de la crisis internacional, que son abordados por Monika Meireles y Mateo Martínez

A partir de esa readecuación se articula la financiarización transnacional del país, permitiendo la configuración de un nuevo esquema de dominación en el que participan viejos y nuevos “pelucones”, muchos de ellos vinculados con los grandes proyectos estratégicos que impulsa el correísmo. A más de China habría que incluir los intereses brasileros y coreanos, que se disputan fracciones del pastel. Y en este escenario el Estado emerge, una vez más, como palanca de esta lógica de acumulación extractivista. 

Pablo Ospina nos aclara esta coyuntura: “Es en este sentido que puede considerarse el proyecto de Estado del gobierno de Rafael Correa como un proyecto ‘modernizador del Estado’, que pretende adecuarlo a las nuevas condiciones, riesgos y potencialidades del capitalismo contemporáneo”. Este esfuerzo representa, en realidad, una modernización periférica del capitalismo ecuatoriano, en los términos concebidos por el gran pensador ecuatoriano Agustín Cueva (2013). Este proyecto correísta, de facto, engloba muchas de las clases sociales existentes en el país, repartiendo beneficios de la renta petrolera para cada una de ellas, sin afectar la inequitativa distribución de la riqueza. Esto atenúa el conflicto social. 

En su viaje a Alemania, en abril de 2013, cuando fue a forzar la negociación de un acuerdo comercial con Europa (¿TLC?), una vez más, puntualizó los alcances de su propuesta: “somos un proyecto de izquierda, pero una izquierda moderna, que entiende el papel de la empresa privada en el desarrollo y que también entiende que el Estado tiene que tener un papel”. 

Se trata de un Estado que alienta la modernización capitalista en ciernes. No está en marcha una transición que redistribuya estructuralmente las riquezas. Menos aún que afecte las estructuras estatales coloniales y oligárquicas, como punto de partida para una gran transformación (en palabras de Carlos Marx diríamos revolución, concepto ahora muy devaluado por el marketing del correísmo…). Como ya observó Agustín Cueva en otras épocas, el desarrollo del extractivismo y la reestructuración del Estado obedecen hoy más que nunca a las demandas del sistema capitalista en su conjunto. Y quizás en esta línea de reflexión se inscriben los intentos del Gobierno por llevar adelante las negociaciones de un tratado comercial (¿TLC?) con la Unión Europea, como parte de un “extractivismo sumado a programas sociales” (Monika Meireles y Mateo Martínez). 

En resumen, Ecuador ha empezado a transitar por una senda posneoliberal, mas no poscapitalista. “Al enfrentarse al neoliberalismo, el Gobierno se enfrenta a actores con los que también se enfrentó la resistencia popular. Pero su proyecto no es únicamente ‘salir de la larga y triste noche neoliberal’, sino afirmar un nuevo proyecto de modernización capitalista, y ambas cosas no pueden separarse” (Mario Unda). 

Este accionar modernizador del capitalismo en Ecuador no ha dado paso a una transformación de la matriz productiva. En más de seis años de gobierno se han profundizado las tendencias reprimarizadoras de la economía, se mantiene la concentración de las exportaciones en pocos productos, subsiste un bajo nivel de valor agregado en las exportaciones, sigue constante la baja participación de la industria en la estructura económica, no cambia la elevada concentración de la estructura productiva y la elevada tasa de control del sistema financiero por parte de la banca privada: esto lo reconoció documentadamente, en agosto de 2012, la Secretaría de Planificación y Desarrollo (Senplades). Esta importante instancia gubernamental aceptó explícitamente que no ha habido transformación de la matriz productiva. Y no lo habrá en el futuro inmediato. 

El camino está trazado para los próximos años, a más de forzar la explotación de petróleo y la megaminería, se pretende impulsar la acuacultura, los biocombustibles, los transgénicos…También hay planes para desarrollar la petroquímica, tanto en la fase de procesamiento de petróleo como en productos derivados sobre todo fertilizantes, así como la siderurgia. Se siguiría por la tradicional senda industrializante, que no necesariamente conduce a superar el capitalismo y menos aún a construir el Buen Vivir o Sumak Kawsay, que lleva en ciernes la matriz de una nueva civilización. De lo anterior se puede concluir con Ramiro Ávila Santamaría, que “el gobierno de la revolución ciudadana ha perdido el horizonte utópico andino y más bien ha fortalecido un estado desarrollista e insertado en el capitalismo global”. 

En concreto, no hay cambio alguno de la matriz productiva o patrón de acumulación, ni mayor variación en la misma estructura del poder. Esta “permanente deriva conservadora” (Mario Unda), que caracteriza al correísmo, va construyendo una nueva hegemonía dominante, que subordina a los sectores populares y a la misma izquierda a la lógica de un capitalismo remozado. Sus rasgos, siguiendo a Mario Unda, son inocultables: “el desprecio de la organización social independiente, el rechazo de la movilización y de la protesta, la negación del componente decisorio de la participación, las concesiones al discurso derechista sobre la inseguridad y la violencia, el ensalzamiento del espionaje y la represión para tratar tanto la delincuencia como el control sobre el trabajo y la protesta social, […] En fin, ya hace rato que el correísmo solo puede generar una afirmación conservadora”. 

El saldo nos dice que en Ecuador el capitalismo goza de buena salud, el rentismo se expande y ni siquiera se han reducido los mecanismos de explotación de los seres humanos y menos aún de la Naturaleza. 
Redistribución de la renta petrolera, no de la riqueza 
Es necesario entender esta modernización del Estado como resultado del cambio histórico regional determinado por la crisis de hegemonía mundial, que lleva en esta nueva etapa histórica al retorno del Estado y al posneoliberalismo. El Estado hoy, a diferencia de épocas anteriores, está más presente en varios ámbitos. El Estado llega a muchas comunidades y a muchos barrios, resuelve problemas y genera un imaginario de cambio e inclusive de modernización en marcha; en esa línea se inserta el minisatélite ecuatoriano colocado -con bombos y platillos- en órbita en el mes de abril de 2013, que alienta la ilusión de una modernización acelerada. 

Al mismo tiempo ese Estado, vía políticas sociales ampliadas, construye un tejido clientelar -tema analizado a profundidad por Francisco Muñoz- que le asegura la base de sostén del correísmo. Y el sostenimiento de esas políticas sociales apuntala la lógica extractivista, pues de lo contrario, de acuerdo al mensaje oficial, de dónde van a venir los recursos para financiar dichas políticas.

En este contexto, los segmentos tradicionalmente marginados de la población han experimentado una relativa mejoría, especialmente gracias a la mejor distribución de los crecientes ingresos petroleros y también por efecto del incremento importante de la obra pública. 

Aquí cabría destacar los efectos desmovilizadores que provocan el consumismo y el clientelismo, las dádivas gubernamentales (como son los incrementos salariales para la burocracia o el bono de desarrollo humano) que dan paso a una suerte de conservadurismo en una sociedad que está aceptando liderazgos autoritarios a cambio de los (pocos) logros obtenidos y de la idea de que estamos marchando hacia la modernidad a través del desarrollismo…En palabras de Natalia Sierra sabemos que “cuando la población es atrapada en la ficción desarrollista necesariamente sufre un retroceso de su conciencia política crítica. Se siente cómoda con la situación dada y no apuesta a un futuro que trascienda el orden existente, se vuelve una población afirmativa del statu quo”. 

A lo anterior se suma la relativa estabilidad política que vive el país, que alienta un marcado conformismo luego de un período de enormes sobresaltos: de 1996 al 2007 el país tuvo siete presidentes. Una estabilidad que se la apuntala también con controles ideológicos y autoritarios: “quien no está conmigo, está en mi contra”, parece ser la lógica. Igualmente influyen acciones que reprimen la crítica o la simple investigación de lo sucedido, como acontece con los dolorosos y no suficientemente explicados hechos vinculados al 30-S. De allí se deriva un discurso presidencial cargado de amenazas e insultos, que tiene en su mira a periodistas y en general a quien critica al gobernante. 

Así las cosas, lo que interesa es constatar que no ha habido una redistribución de los ingresos no petroleros y menos aún de los activos. Esta situación es explicable por lo relativamente fácil que resulta obtener ventaja de la generosa Naturaleza, sin adentrarse en complejos procesos sociales y políticos de redistribución, como lo señala Francisco Muñoz. Más aún cuando se ha tenido enormes ingresos fiscales provenientes en particular de las exportaciones petroleras. Y no porque no haya habido tiempo para intentarlo, sino porque el líder del proceso no cree en esas redistribuciones…

Recordemos que el presidente Correa, sin considerar el potencial revolucionario y productivo de una profunda reforma agraria, declaró el 1 de octubre del año 2011, que “la pequeña propiedad rural va en contra de la eficiencia productiva y de la reducción de la pobreza… repartir una propiedad grande en muchas pequeñas es repartir pobreza”. El objetivo según él, como lo manifestó dos días más tarde, es “que los grandes terratenientes vendan sus tierras y de esta forma se democratice la tenencia, eso es lo que se busca, esto se ha hecho en muchas partes del mundo, es más eficiente que la reforma agraria”. Y conste que Correa es consciente del problema de la concentración de la tierra; en entrevista a Le Monde Diplomatique, publicada el 3 de enero del año 2010, afirmó que la “tenencia de la tierra en Ecuador no ha cambiado sustancialmente y es una de las distribuciones más inequitativas del mundo; el coeficiente de Gini supera el 0,9 en cuanto a tenencia de tierra”. 

De paso anotamos que estas cuestiones agrarias son analizadas en este libro por Francisco Hidalgo, quien aborda la discusión de las políticas de redistribución de tierras, el debate sobre nueva legislación sobre la tierra, así como la estrategia estatal seguida y las respuestas de la economía campesina. Debemos anotar que el rubro para la agricultura en el Presupuesto General del Estado es marginal, a modo de ejemplo, en el año 2012 bordeaba el 1%, lo que no impidió que los grandes grupos insertos en los agronegocios hayan obtenido cuantiosas ganancias. 

En estas condiciones, con un Gobierno que ha recibido los mayores ingresos fiscales de toda la historia republicana, los grupos más acomodados, muchos de ellos vinculados al capital transnacional, no han visto afectados sus mayores privilegios. Es más estos grupos no dejan de obtener jugosas ganancias. 

En un Gobierno que se autodefine como socialista, los grandes grupos económicos obtienen más utilidades que en los años neoliberales. La lista de ganadores es larga: la banca, las empresas de construcción, los importadores, los agronegocios, los centros comerciales, algunos industriales y exportadores, los diversos intermediarios de los intereses transnacionales, los consultores del capital o del Gobierno… El creciente gasto público ha permitido incrementar el consumo, situación que beneficia al sector privado intermediador de bienes y servicios, mucho más que al productor. 

Esta realidad de enormes beneficios para el gran capital es inocultable. Basta ver dos ejemplos. Las utilidades de los cien grupos económicos más grandes en el período 2007-2011 crecieron en un 50% más que en los cinco años anteriores, es decir durante el período neoliberal. En esta economía dolarizada, las utilidades de la banca en relación a su patrimonio neto llegaron a superar el 17% en 2011 y habrían bordeado el 13% en 2012; mientras que las empresas de comunicación (sobre todo las telefónicas) obtuvieron beneficios superiores al 38% en relación con su patrimonio neto. En este contexto se entiende por qué las grandes empresas han asumido sin mayor conflicto la creciente presión tributaria. 

A más de seis años del inicio de un Gobierno que se vende como revolucionario, el decil de empresas más grandes controla el 96% de ventas en el país. La concentración de las ventas es tal que el 1% de las empresas controlan el 90% de las ventas. El 5% de propietarios sigue concentrando el 52% de tierras agrícolas, mientras el 60% de pequeños propietarios acceden tan solo al 6,4% de estas. No se democratiza el acceso a la tierra, tampoco al agua, en donde se registran niveles de concentración mucho más elevados que en la tierra. 

Hay que notar como positivo, y como resultado de la mejor distribución de los ingresos fiscales, petroleros particularmente, antes que de la distribución de la riqueza, que la pobreza, con diferente impacto entre los diversos grupos étnicos, se ha reducido, según datos oficiales, del 37,6% en diciembre de 2006 a 27,31% en diciembre de 2012, es decir, un 10,29% en seis años (cálculo realizado sobre la línea base de quienes reciben menos de 2,54 dólares diarios). El incremento de las inversiones sociales en educación y salud también ha repercutido favorablemente en amplios segmentos de la población, así como algunas disposiciones que han servido para mejorar la situación de grupos sociales tradionalmente marginados o sobreexplotados, como son -para citar un par de ejemplos- aquellas personas con alguna discapacidad o las empleadas domésticas3. 

Esta situación contradictoria -aparentemente-, en la que los ricos sacan una gran tajada y también algo los grupos empobrecidos, es percibida por el Gobierno de la siguiente manera: “en síntesis, nunca antes los grupos económicos poderosos estuvieron mejor, nunca antes los más excluidos de la Patria estuvieron menos peor”. Tengamos, además, presente que, en varias oportunidades, se ha demostrado la posibilidad de que mejore la distribución personal del ingreso nacional y que, paralelamente, no mejore la distribu-ción personal de la riqueza nacional en un país (in-clusive podría darse el caso de que la distribución de la riqueza se deteriore). Esto podría estar sucedien-do en nuestro caso, gracias a los cuantiosos ingresos petroleros que son distribuidos de mejor manera que en los años neoliberales, al tiempo que los gru-pos más grandes obtienen mayores beneficios de la bonanza económica. 
Los Derechos de la Naturaleza, un hito marginalizado
En la Constitución de Montecristi, al reconocer los Derechos de la Naturaleza e incluir en estos el derecho a que la Naturaleza sea restaurada cuando haya sido destruida, se dio un paso de transcendencia mundial. Sin embargo, al profundizar el extractivismo se tergi-versa y niega este avance constitucional, tema que lo analiza Edgar Isch y también Pablo Dávalos. Dotarle de derechos a la Naturaleza significó, entonces, alentar políticamente su paso de objeto a sujeto, como parte de un proceso centenario de am-pliación de los sujetos de derecho. Lo central de los Derechos de la Naturaleza es rescatar el “derecho a la existencia” de los propios seres humanos (y por cierto de todos los seres vivos). El ser humano no puede vivir al margen de la Naturaleza. Por lo tanto, garantizar la sustentabilidad ambiental es indispensable para ase-gurar la vida del ser humano en el planeta. La liberación de la Naturaleza de esta condición de sujeto sin derechos o de simple objeto de propiedad debe englobar a todos los seres vivos (y a la Tierra misma), independientemente de si tienen o no utili-dad para los seres humanos. Este aspecto es fundamental si aceptamos que todos los seres vivos tienen el mismo valor ontológico, lo que no implica que todos sean idénticos. Estos son puntos medulares de los Derechos de la Na-turaleza, que implican necesariamente una relación es-tructural y complementaria con los Derechos Humanos. De estos planteamientos queda muy poco, salvo un discurso carente de contenido, como demuestran Esperanza Martínez y Fernanda Solíz, al analizar de forma detenida y profunda la tormentosa evolución de las políticas minera y petrolera de la “revolución ciu-dadana”. Es notorio el discurso confuso para defender internacionalmente la Naturaleza, presentando a la Iniciativa Yasuní-ITT como un avance revolucionario, que se contradice con la apertura a la megaminería o con la ampliación de la frontera petrolera en el sur de la Amazonia: zona que se había prometido respetar, al inicio de la “revolución ciudadana”. 

El Buen Vivir, ninguna alternativa al desarrollo El Buen Vivir es algo diferente al desarrollo. No se trata de aplicar un conjunto de políticas, instrumentos e indicadores para salir del “subdesarrollo” y llegar a aquella deseada condición del “desarrollo”. Una tarea por lo demás inútil. ¿Cuántos países han logrado el desarrollo? Muy pocos, asumiendo que la meta busca-da puede ser considerada como desarrollo. Los caminos hacia el desarrollo no han sido el pro-blema mayor. La dificultad radica en el concepto mis-mo del desarrollo. El mundo vive un “mal desarrollo” generalizado, incluyendo los considerados como paí-ses industrializados, es decir los países cuyo estilo de vida debía servir como faro referencial para los países “atrasados”. Eso no es todo. El funcionamiento del sis-tema mundial es “maldesarrollador”. En suma, es urgente disolver el tradicional con-cepto del progreso en su deriva productivista y del desarrollo en tanto dirección única, sobre todo en su visión mecanicista de crecimiento económico, así como sus múltiples sinónimos. Pero no solo se trata de superarlos, se requiere una visión diferente, mucho más rica en contenidos y en dificultades. El Buen Vivir no sintetiza una propuesta monocultural, es un concepto plural (mejor sería hablar de “buenos vivires” o “buenos convivires”). Con su postulación de armonía con la Naturaleza, con su oposición al concepto de acumulación perpe-tua, con su regreso a valores de uso, el Buen Vivir, en tanto propuesta en construcción, abre la puerta para formular visiones alternativas de vida. El Buen Vivir propone un cambio civilizatorio. Constituye un punto de partida, no de llegada para construir alternativas al desarrollo y para superar las aberraciones del antro-pocentrismo, que pone en grave riesgo la existencia del ser humano sobre la tierra. ¿Se ha caminado en esa dirección constitucional-mente planteada en estos años de “revolución ciudadana”? No, lamentablemente. La lista de incongruen-cias advierte intenciones distintas entre los mandatos constitucionales y la realpolitik marcada por formas continuistas de extractivismo, consumismo y produc-tivismo, reflejando también el uso propagandístico del término Buen Vivir. Este apenas asoma como un sistema que asegura el mayor suministro de servicios básicos a la sociedad y el aumento de su capacidad de compra de bienes y servicios en el mercado. Para desnudar esta falacia basta ver la cantidad de documentos y programas oficiales que anuncian el término del Buen Vivir como pauta publicitaria. A modo de ejemplo, proyectos municipales para mejorar las calles son presentados como si de eso se tratara el Buen Vivir, en ciudades construidas alrededor de la cultura del automóvil y no de los seres humanos. 

Igualmente, mientras se profundiza el extractivismo con la megaminería o ampliando la frontera petrolera, se levantan otros programas gubernamentales membretados como de “Buen Vivir”. Incluso se levanta la tesis de un socialismo del Buen Vivir, que cuenta con el respaldo de algunos ilusos en el exterior. Todo esto representa un Sumak Kawsay propagandístico y burocratizado, carente de contenido, reducido a la condición de término-producto. Resulta, entonces, amenazante la reduccionista y simplona visión del Buen Vivir como producto de marketing publicitario de determinada política oficial. 

Para entender lo que implica el Buen Vivir, que como hemos visto no puede ser simplistamente asociado al “bienestar occidental”, hay que empezar por recuperar los saberes y culturas de los pueblos y nacionalidades; tarea que deberán liderar las propias comunidades indígenas. Como escribe en estas páginas Atawallpa Oviedo Freire, el Buen Vivir “no es un simple hecho formal sino de contenido y fundacional, pero principalmente es cuestión de respeto, de dignidad, de honor para con los pueblos originarios de estas tierras”. Eso no significa negar los logros y mutaciones proporcionadas por los avances tecnológicos de la Humanidad, presentes en la vida. Se trata de acudir a otra invención de nuestros modos de vida. Y eso exige “una revolución de integralidad y totalidad, para una vida plena y armónica (sumakawsay)”. Por esta senda no trajina el gobierno del presidente Correa. 

Cual jaculatoria mágica se esgrime un socialismo del Buen Vivir, carente de contenidos transformadores. Y no sorprende que el presidente Correa interprete a su antojo lo que significa el socialismo (del siglo XXI), cuando considera que este ya no tiene nada que ver con la lucha de clases… En la mencionada entrevista del 15 de enero de 2012, Correa fue categórico, se definió de forma meridiana: “no somos anticapitalistas, no somos antiyanquis, no somos antiimperialistas”. Correa, y solo él, define qué es el socialismo, su socialismo, en definitiva; define la verdad, su verdad. 
De la matriz tecnocrática al manicomio del autoritarismo 
El discurso oficial se ha ido decantando. “Del alto grado de recepción que el discurso fundador de Alianza País tuvo entre la población de los sectores medios y de los populares, articulados a los movimientos sociales y a las organizaciones de izquierda que se adhirieron al mismo” (Natalia Sierra), el discurso se concentra en pocos elementos medulares. La ampliación de los cinco ejes iniciales de la “revolución ciudadana” en el año 2006 a diez en 2013 no altera esta apreciación. 

Junto a la igualdad y la libertad, en interpretaciones propias de lo que cada uno de estos conceptos significa para el caudillo, aflora con fuerza la eficiencia, encarnada en un tecnócrata, que es una de las facetas para entender la “imagen sacralizada del líder” (Juan Cuvi). Y de ella se deriva todo un paquete de decisiones de política en el ámbito de la educación, de la cultura, de la investigación, en donde emerge una suerte de “neocolonialismo académico”, en palabras de Arturo Villavicencio o “neocolonialismo cultural”, al decir de Carlos Castro Riera. Ellos abordan en este libro el proyecto de reforma de la universidad ecuatoriana impulsado por la “revolución ciudadana”. 

En palabras de Arturo Villavicencio, esta reforma significaría una aproximación “arcaica”: “Una universidad fragmentada en tipologías absurdas y con espacios académicos limitados y jerarquizados empieza a aflorar. Un inusitado entusiasmo por la investigación al borde del conocimiento científico como solución a los problemas del país y la clave para alcanzar el Buen Vivir está configurando mecanismos burocráticos en la definición y control de la agenda de investigación para las universidades; condiciones que atentan a un quehacer abierto, transparente y democrático de la ciencia y el conocimiento. En el mismo sentido, el salto milagroso hacia un biosocialismo republicano, alrededor de un megaproyecto, la ciudad del conocimiento, de muy dudosos e inciertos resultados, compromete enormes recursos humanos y materiales que necesariamente conducen al debilitamiento y hasta aniquilación de la incipiente investigación del sistema universitario”. 

Castro Riera analiza los cambios universitarios desde un enfoque de la vida universitaria misma, destacando los aspectos legales de las reformas propuestas dentro de la lógica de apoyo a la acumulación de capital, para concluir, como lo hace también Atawallpa Oviedo Freire, que la propuesta de reforma universitaria del correísmo está lejos de conducir al Buen Vivir. Y por cierto Arturo Villavicencio y Atawallpa Oviedo Freire no pierden la oportunidad para desnudar las limitaciones conceptuales y concretas del ambicioso proyecto Yachay, o “ciudad del conocimiento”, con el que el Gobierno ansía empezar el viaje hacia el futuro. 

Lo que nos interesa aquí es valorar lo que representa la lógica tecnocrática dominante para toda la sociedad, empezando por tener una universidad controlada, sumisa y disciplinada. Esta lógica lleva implícito un cuadrado referencial: obediencia y disciplina, estabilidad y presión (o en palabras de Decio Machado: “autoridad, disciplina, Patria y orden”). Dentro de este esquema se busca construir un sistema meritocrático dentro y fuera de la universidad, en donde los rendimientos priman inclusive sobre la forma en que se los consigue. La confianza en la tecnocracia parece ilimitada. Y su vigencia se traduce en una visión unilineal, que de plano contradice la esencia del Buen Vivir y por cierto la plurinacionalidad. 

Aquí es apropiado rescatar el valioso aporte de Carlos de la Torre, cuando en su texto sobre el tecnopopulismo de Correa, discute las tensiones que se producen entre un presidente que dice “estar liderando un ciclo de cambios profundos, de encarnar los intereses de toda la sociedad y no de sectores particulares, y la misión de llevar a cabo la refundación de la nación”. De la Torre sintetiza su tesis así: “el carisma y la tecnocracia pueden convivir en el discurso, el carisma es inestable y subvierte los intentos de gobernar a través del conocimiento de los expertos”. Una situación que se ha visto ya en varios episodios del correísmo, como fue el golpe al Estado de derecho del S-30. 

Lo que cuenta es que el retorno del Estado en la “revolución” del correísmo no cuestiona la modalidad de acumulación capitalista, lo que pretende construir, según Arturo Villavicencio, es una suerte de “capitalismo académico”. Para modernizar el Estado se busca mejorar los niveles de eficiencia estatal. Correa y su Gobierno se sienten realizados cuando a Ecuador se le presenta como un “jaguar latinoamericano”, en tanto se le compara con la gestión de los “tigres” y “dragones” asiáticos (de la que al parecer Correa copia lo que le conviene, cabría puntualizar). Y bien se podría coincidir con Francisco Hidalgo, que lo que se construye es una suerte de “jaguar desdentado”. 

En concreto se busca modernizar el aparato estatal, no construir otro Estado. El servicio público -tal como lo entendía Lee Kuan Yew, líder de Singapur debe transformarse en una máquina eficiente y efectiva para que cristalice los planes oficiales. Hay que lograr que los funcionarios públicos se sintonicen con los planes gubernamentales. Para hacerlo se recurre al entusiasmo o a la amenaza permanente. Hay que generar un ambiente de presión, no necesariamente de convicción. En este empeño se mimetiza a los servidores públicos con la militancia del movimiento oficialista, y viceversa. Hay señales inclusive de que se estaría trabajando en la construcción de un partido único… y todo dentro de la legitimidad que le dan las elecciones ganadas, con las que Correa consolida su “consenso electoral”. 

En la práctica, “se exagera la ‘autonomía relativa’ del Estado y de la política institucional como herramienta de cambio social. La ilusión de que el Estado puede impulsar por sí mismo un cambio radical en la sociedad conlleva el olvido respecto a que el Estado no es más que una forma de relación social enraizada en las relaciones sociales capitalistas separando a las personas del control de sus propias condiciones de producción y, por último, de sus propias vidas” (Decio Machado). Pero no deja de pesar el grupo de los “intelectuales tecnócratas autónomos”, como anotó hace un par de años Pablo Ospina (2011), quien reflexiona sobre el tema sintonizándose con el pensamiento de Antonio Gramsci. 

Más allá de esta disquisición sobre la autonomía del Estado, lo que cuenta en el correísmo es poner en marcha una máquina burocrática legalizada y eficiente, dócil y activa. Hay que normalizar, disciplinar y ordenar la sociedad, para eso sirve inclusive la prohibición de vender cerveza los domingos y más aún el cercamiento de los lugares públicos -plazas y calles- para impedir cualquier manifestación de rechazo al régimen y para eso serviría el nuevo código penal con claros rasgos represivos. Y este “régimen disciplinario” (Pablo Ospina) se sostiene también con un masivo ejercicio de relaciones públicas: el marketing político con el que el correísmo, en ocasiones, consigue montar hasta un mundo ficticio, acomodado a los intereses del poder. Conceptos clave, como izquierda, revolución, Sumak Kawsay o Derechos de la Naturaleza, forman parte de un nuevo glosario, que se ajusta a las conveniencias del momento. Engaño y autoengaño apuntalarían el masivo respaldo popular del que goza el correísmo. Todo en función de un espectáculo continuado, con un protagonista principal: Rafael Correa (y solo él), quien se asume como el portador de la voluntad política colectiva. En suma, no hay un proyecto partidista, ni grupal, menos aún comunitario. 

La pregunta que surge, al concluir estas líneas es cuán acertada resulta la afirmación de Juan Cuvi cuando considera que Correa “no estaba para alternativas, mucho menos para revoluciones, y peor aún para utopías. Esto explicaría la adhesión que al final produjo un discurso en esencia tan convencional. El desarrollismo, la eficacia tecnocrática, la provisión de infraestructura y el incremento del consumo no son más que emulaciones de modelos anclados en viejos patrones colonialistas; la recuperación del Estado en desmedro del fortalecimiento de la sociedad es un carpado hacia el cepalismo cincuentero…” 

El presidente ecuatoriano, en concreto, parece un fiel seguidor de Lee Kuan Yew, quien también resaltaba el sentido de la urgencia. Los dos pretenden acelerar el proceso y de ser necesario quemar etapas en la modernización del capitalismo en sus respectivos países. Inclusive se asemejan en su estilo de criticar públicamente a sus ministros o instancias gubernamentales que no hayan cumplido la tarea, tal como el líder la ordenó. Y por consiguiente los dos también se identifican en su forma de entender la democracia, como ejercicios electorales que son los que determinan quien debe tomar las decisiones. 

De allí se derivan prácticas autoritarias, que son las que se emplean para continuar con la modernización del capitalismo y para profundizar el extractivismo. A modo de botón de muestra, leamos lo que dijo el presidente Correa en su sabatina del 10 de diciembre de 2011: “Hemos perdido demasiado tiempo para el desarrollo, no tenemos más ni un segundo que perder, […] los que nos hacen perder tiempo también son esos demagogos, no a la minería, no al petróleo, nos pasamos discutiendo tonterías. Oigan en Estados Unidos, que vayan con esa tontería; en Japón, los meten al manicomio”. 

Adicionalmente, pensado más en quienes sostienen el correísmo, especialmente en quienes creían que con la “revolución ciudadana” se impulsaba una verdadera transformación, todo se justifica por “el proceso revolucionario”. A nadie dentro de “el proceso” le importa si se traicionó los principios originales, plasmados inicialmente en el Plan de Gobierno del Movimiento País, elaborados colectivamente en el año 2006, y luego ratificados en la Constitución de Montecristi. Para cumplir las órdenes, es decir para ejecutar “el proceso”, no importa si hay que subirse a un cerro de verdades o de mentiras, pero hay que cumplirlas. Tampoco preocupa que una estructura de dominación vertical y autoritaria (piedras angulares del correísmo, Juan Cuvi dixit) se siga expandiendo por el aparato estatal. Todo o casi todo se justifica por “el proceso”, aunque este no sea para nada revolucionario. 
A modo de conclusión 
Enfrentar esta realidad, a partir de una adecuada lectura de la misma, es la tarea que tienen por delante las izquierdas. Es urgente dar respuesta a una estructura de poder apuntalado en los siguientes vectores, como ha sintetizado con lucidez Juan Cuvi: 
– clientelismo efectivo; 
– retórica antiimperialista avalada por un entramado regional e internacional favorable; 
– tutelaje estatal y sometimiento de la sociedad civil; 
– desmantelamiento de toda forma de organización social autónoma; 
– patrones de eficacia y rendimiento abiertamente capitalistas, mediante la modernización tecnológica de la administración pública; 
– monopolización y transnacionalización del proceso de acumulación. 
Y simultáneamente, o mejor aún como requisito para asumir el compromiso transformador, es indispensable la construcción de un proyecto contrahegemónico, en donde la Unidad de la Izquierdas asoma como un imperativo histórico, reconociéndolos tal como son hoy y no como queremos que sean mañana. 

Esto implica ir gestando, desde lo local, sobre todo desde la resistencia al extractivismo y a toda forma de autoritarismo del correísmo, espacios de poder real, verdaderos contrapoderes de acción democrática en lo político, en lo económico y en lo cultural. A partir de ellos se podrán forjar los embriones de una nueva institucionalidad estatal, que tendrá que ser plurinacional necesariamente, de una renovada lógica de mercado y de una nueva convivencia societal. Contrapoderes que servirán de base para la estrategia colectiva que debe construir un proyecto de vida en común: el Buen Vivir, que no podrá ser una visión abstracta que descuide a los actores y a las relaciones presentes. 

Hay que ampliar y radicalizar la democracia, para lograr estos objetivos. Hay que aprender de las experiencias de democracia directa y participativa, potenciándolas donde sea posible. Hay que consolidar la resistencia e inclusive la desobediencia civil para frenar los efectos destructivos del extractivismo. Requerimos formas de democracia más emancipadoras y participativas. 

Por cierto, habiendo formado parte de la ahora mal llamada “revolución ciudadana”, y a pesar de estar consciente de lo difícil que es hacer realidad los sueños, estoy convencido que sí se pudo impulsar profundas y estructurales transformaciones. Y que se puede hacerlo siempre con más democracia, nunca con menos.
Referencias bibliográficas 

Cueva, A. (2013) Autoritarismo y fascismo en América Latina. Quito: Serie Cuadernos Políticos, Centro de Pensamiento Crítico. 
Ospina, P. (2011) Ecuador: la participación ciudadana en el proyecto de Estado de Rafael Correa. En Observatorio Latinoamericano 7. Buenos Aires: Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires. 
Padilla, L. (2012, febrero 17) Correa: El endeudamiento con China responde a la necesidad del país. Agencia pública de Noticias del Ecuador y Suramérica-Andes. http://andes.info.ec/2009-2011.php/?p=141559 
Svampa, M. (2013) “El Consenso de las commodities” y lenguajes de valoración en América Latina. Revista Nueva Sociedad, (244), marzo-abril http://www.nuso. org/upload/articulos/3926_1.pdf 
Tapia, L. (2011) El estado de derecho como tiranía. La Paz: CIDES-UMSA. 
Notas 
1 Los nombres que se mencionan en este prólogo, salvo que se diga lo contrario, corresponden a los autores y autoras de los artículos de este libro. 
2 Incluso el concepto de ciudadanía en este proceso no está claramente definido. Prima la visión de la ciudadanía individual, mientras se marginan otras concepciones establecidas implícitamente en la Constitución de Montecristi, como son la ciudadanía colectiva y la ciudanía ecológica, sobre las que se asientan los derechos colectivos y los derechos de la Naturaleza, respectivamente. 
3 Igualmente ha impactado positivamente el mejor funcionamiento de algunos servicios públicos, en donde la ciudadanía recibe un trato más eficiente.

Para pasar el finde (electoral): Asociación Dionisíaca para el Mantenimiento de una Agricultura Campesina


Corto donde se cuenta el funcionamiento de la Asociación Dionisíaca para el Mantenimiento de una Agricultura Campesina, en Saint Denis, a 9 km de Paris. Esta cooperativa de consumo autogestionada fue organizada por un grupo de la Federación Anarquista Francesa, Corto Circuito, y cuenta con más de 200 miembros.

Traducción: John, Claudia y Louis

Subtítulos: Biblioteca Archivo de Estudios Libertarios (BAEL – FLA) 2013

Ni una sola palabra de amor


Ni una sola palabra de amor, de El Niño Rodríguez (Argentina, 2011) Duración: 8 min 16 seg La cinta de un contestador telefónico extraviado nos trae la increíble historia de Enrique y María Teresa: una mujer que espera recibir el llamado de un hombre que no responde nunca. Un mensaje tras otro quedará grabado buscando que le digan, tal vez, una sola palabra de amor.

Entrevista a Facundo Moyano: “Cristina quiso correr del escenario político al movimiento obrero”

Es diputado, tiene 28 años y un estilo que contrasta con el viejo sindicalismo, incluso el de su familia. Se viste, por ejemplo, de camisa y jeans apretados. Es el secretario del sindicato de peajes, que no existía antes de su liderazgo, y tiene su propia agrupación: la Juventud Sindical. Critica a La Cámpora, el brazo juvenil del oficialismo que viene ganando un lugar importante en la gestión estatal, y dice que la juventud no se puede limitar a “agachar la cabeza y aplaudir”.
¿Cómo ves el movimiento sindical hoy en la región? En Chile, por ejemplo, nadie pensaría en armar una plataforma política a partir de un sindicato. 
Creo que tiene que ver con la pérdida de protagonismo que tuvo la clase trabajadora en la política. Por ahí no tengo demasiado conocimiento sobre como se desarrolla la cuestión sindical en otros países de Latinoamérica, si lo tengo muy claro en Argentina. Sé que en la Argentina hay una impronta sindical muy fuerte, más allá de que en los últimos años ha perdido también un poco de influencia.

Crees que han perdido influencia, pero armaste un sindicato antes de lanzarte en política, antes de ser candidato. 
Cuando digo la política me refiero a decisiones en las que la CGT [Confederación General del Trabajo], o el movimiento obrero, termina teniendo una influencia decisiva. Por ejemplo, el gobierno toma decisiones con respecto a la política salarial, como en el caso del salario mínimo, unilateralmente, no hay participación de los sindicatos. El oficialismo toma la decisión de correr del escenario político al movimiento obrero. Ante esa situación el movimiento obrero reclama. Lo que no se pierde es ese reclamo, aunque si la incidencia. Y el nivel de sindicalización sigue siendo importante.

¿Crees que el gobierno y Cristina Fernández continúan siendo fuertes a pesar de las denuncias y de las marchas que se vienen haciendo? 
Sí. El kirchnerismo, más allá de las diferencias que se puedan tener, ha tenido la habilidad de construir un discurso al que adhiere mucha gente. Un discurso en base a cuestiones concretas, que fueron las que nos llevaron a apoyar durante mucho tiempo este proceso político. Y después muchas cuestiones que a nuestro entender están muy distantes de la realidad, y es por eso que hemos tenido una posición de oposición a muchas medidas que se toman o cosas que se dicen. Pero más allá de eso hay un sector importante de la sociedad, un tercio o un poco más, que adhiere y creo que eso es un mérito del gobierno.

¿Qué es lo que más admiras y lo que más odias de tu padre?
No, odiar, no.

Bueno, lo que menos te gusta.
La coherencia sindical es algo que yo admiro mucho. Si miramos a los dirigentes sindicales en la Argentina no vamos a encontrar otro dirigente que haya tenido la coherencia en la defensa de los intereses de los trabajadores que tiene Hugo Moyano. Y cosas que no me gusten. Bueno últimamente hemos tenido algunas diferencias, pero en las cuestiones tácticas más que nada, alianzas electorales.

¿Y en cuestiones de fondo?, ¿de cómo se maneja, de lo que hace, de lo que ha hecho?
Son críticas que le hago al sindicalismo. Hoy me encuentro con una postura muy amplia y muy abierta de mi padre con respecto al modelo sindical.

¿Cuáles son las críticas más fuertes que le haces al sindicalismo tradicional?
Hay estatutos sindicales que son restrictivos, que les permite perpetuarse a dirigentes burocratizados que se han dedicado a engordar sus bolsillos y poco han hecho por los trabajadores. Vemos dirigentes que hace 20 o 40 años que están atornillados en sus sillas de secretarios generales y han hecho poco y nada por los trabajadores. Al contrario, los han vendido, los han entregado, lo que les ha significado pérdidas enormes en términos de conquistas y derechos a los trabajadores y siguen ahí, siguen con sus estatutos sin modificarse, y no permiten la participación de otras listas. Esas son críticas que hemos hecho siempre y que sabemos que tenemos que cambiar.

Hay algunos medios que te presentan como si fueras un apéndice de tu padre, pero que habla mejor y se viste mucho mejor. ¿Cuántas diferencias ves?
Hay diferencias que son naturales, yo no me voy a vestir como mi viejo, pero no por una cuestión de diferenciarme, sino porque mi viejo tiene 70 años y yo tengo 28. Mi viejo no va a usar los jeans que uso yo, porque sería un viejo ridículo.

Si, pero incluso con tus hermanos hay diferencias y no tienes una diferencia de edad tan grande.
Si, hay diferencia de estilos, por ahí otra crianza. Quizás también diferentes edades, diferentes circunstancias en las que nos formamos, diferentes gremios que representamos. Yo creo que son diferencias de estilo, el fondo lo compartimos.

LA CÁMPORA
La Cámpora es la principal agrupación de la juventud kirchnerista. Se empezó a formar en los primeros años del kircherismo, pero ganó visibilidad durante el gobierno de Cristina Fernández. Desde entonces fueron ocupando lugares de poder. El último gran acto al que asistió el ex presidente Néstor Kirchner antes de morir fue organizado por la Cámpora: “La juventud le habla a Néstor, Néstor le habla a la juventud,”. Ahí estuvo la Juventud Sindical. Hoy La Cámpora dirige Aerolíneas Argentinas y la agencia de noticias oficial Télam, tienen ocho diputados y varios cargos en distintos ministerios.

¿Ves a La Cámpora como un recambio generacional?
Lo que pasa es que el recambio generacional tiene que venir acompañado con nuevas ideas, con prácticas diferentes. Nosotros tenemos una visión diferente con este discurso sobre la juventud, y que la juventud en la política es el cambio garantizado. Para mi ser joven no implica ser diferente. Vos podes ser joven y tener los mismo vicios que tenían los viejos, incluso ser peor que lo que estaba antes, no es una cuestión etaria.

Por lo que me dices no pareces ver un cambio con La Cámpora en relación a lo que hay ahora.
Respeto a sus dirigentes, de hecho tengo relación con algunos de ellos y hemos coincidido en muchas cosas, aunque hoy estamos en posturas hasta encontradas. Pero creo que la juventud a todos los procesos le aportan una dinámica de cambio mayor, en ese sentido sí es una cuestión etaria. La juventud por una cuestión natural, tenés más energía, más rebeldía por la necesidad de buscar cambios, y eso creo que la Cámpora no se lo está aportando al proceso. Creo que ellos han decidido o los han obligado o les han hecho cumplir el papel de obedecer y defender a Cristina. No digo que esté mal, es la función que les han dado. Yo creo que la juventud tiene que tener otra función. Una juventud cristinista tendría que estar para decirle las cosas que no están bien.

¿Le falta rebeldía?

Por supuesto, yo me atrevo desde mi pequeño lugar, a decir las cosas que no me parecen, y lo hago públicamente. Y me parece que eso es lo que genera entusiasmo y contagia. Si nosotros les decimos “somos la juventud sindical y tenemos que aceptar todo lo que nos dicen los dirigentes”, ¿para qué me convocas entonces, para agachar la cabeza y aplaudir? No. Me parece que la juventud tiene que estar para discutir, para presentar una agenda propia. Después se verá cuánto se puede realizar, pero no puede la juventud no tener iniciativa. Eso es lo que yo no veo en la juventud cristinista. Por ahí es la función que les han delegado y se sienten cómodos con eso. Yo no creo que tenga que ser así.

Decías recién que en algún momento tuviste buena relación con la Cámpora. Se decía que se juntaban a jugar un partido de fútbol y a comer un asado una vez por semana. ¿Es verdad?
No, hemos jugado al fútbol y les hemos ganado varias veces, pero no lo hacíamos una vez por semana.

¿Y cómo era?
Bien. Lo que pasa es que antes Mariano Recalde [actual presidente de Aerolíneas Argentina], que hoy es uno de los capos de la Cámpora, era abogado de nuestro sindicato. Julián Álvarez secretario de Justicia [dentro del Ministerio de Justicia]. era abogado mío personal, también abogado del sindicato, Wado [De Pedro, diputado nacional] también era amigo. Había una relación cuando todavía no eran la Cámpora. Mariano en 2005 empezó a asesorar a nuestro gremio que estaba en formación y no era Cámpora, era un abogado sindical más que un militante juvenil.

Y quiénes jugaban, ¿la Juventud Sindical contra la Cámpora?
Sí, o Julián jugaba para nosotros, por ejemplo jugaba para el equipo nuestro. Mariano jugaba un rato para cada uno.

¿Y cuándo se rompió la relación? 
Creo que desde que se rompió la relación entre el gobierno con mi padre. Igualmente yo me los cruzo y los saludo.

¿Siguen teniendo buena relación?
Yo por lo menos con ellos no tengo nada, no sé si ellos tendrán alguna prohibición de saludarme…

¿Pero te saludan?
Si, algunas veces sí. Yo los saludo siempre.

¿A veces no te contestan el saludo?
Y por ahí no me ven. No sé cuál es la orden que les dan.

¿Con Máximo Kirchner tuviste alguna vez buena relación?

Sí. Estuve en dos oportunidades hablando mucho tiempo, de política, de cuestiones personales, tuvimos buena relación. A mí no me generó la sensación, ni de que es un tarado como muchos dijeron, que se la pasa jugando al Play Station, ni tampoco es un cuadro que maneja todo. Es un pibe normal, hijo de dos presidentes que está en una circunstancia bastante particular también, no sé si hay otros casos en el mundo.

Pensar, reaccionar… (notas sobre las elecciones de ayer)

Por Juan Pablo Maccia



Las elecciones de ayer arrojan resultados francamente desalentadores. No es hora de esquivar el bulto; no vamos a ser derrotistas. Es hora de pensar, porque la derrota es política, y se debe a errores propios. Y reaccionar, porque no se puede avanzar con una conducción desgastada, a la defensiva, suplicando obediencia y consideración con los logros ya alcanzados. Aunque la memoria juegue un papel, la política se hace hacia adelante.

El kirchnerismo hizo más de lo que nos hubiésemos imaginado dentro de los marcos liberales que la insurrección del 2001 no llegó a derribar. Desde arriba y por sorpresa, desplazó los contornos de lo que se podía esperar de la política hecha desde el estado, en un contexto que le fue –por mil razones- absolutamente favorable.

El éxito trajo consigo una acumulación política veloz. Y el 54% de Cristina dio lugar a una ilusión tóxica. Creíamos que una minoría de dirigentes e intelectuales, mejores (en capacidades y valores) que el grueso de la sociedad, podría conducir a despreciados intendentes, sindicalistas, punteros y gobernadores. La muerte del líder jugó un papel en esta ilusión que anoche se hizo añicos.

A la revolución de los intendentes hay que sumar la de la “ciudadanía”. Las PASO no sirvieron para recomponer los partidos, pero sí para tramitar electoralmente la representación electoral que ya se venía anticipando a partir de “momentos comunicativos” como los promovidos por Jorge Lanata.

En el cambio de clima hay que contar el notable encumbramiento del Papa Francisco. Scioli, Massa, Carrió y Michetti son algunos de los políticos que se alinean en sus filas.

La izquierda –independiente y partidaria- no ha dado muestras de aportar nada significativo al presente político. Es momento de reaccionar.

Desde hace casi dos años vengo insistiendo con la necesidad de evitar que la derecha bloquee el liderazgo de Cristina. Ella, con todas sus contradicciones es la última representante de un modo de gobernar comprometida con las agónicas energías que vienen del 2001. Es la única que gobierna por izquierda a la derecha que puebla notoriamente las filas del FpV.

La vileza de una burocracia peronista y progresista obsesionada con la gobernabilidad y los negocios, sumado a la aquiescencia del verticalismo más escandaloso de los militantes más nobles de sus filas, hicieron el resto.

El riesgo, ahora es que del 70% que no votó al FPV surja una nueva mayoría, fundada en el resentimiento.

La presidenta falló tácticamente y anoche se la veía sin reacción. Todo converge hacia una difícil transición hacia el sciolismo. ¿Hay tiempo de reaccionar? Es necesario reaccionar. Y esa reacción, sea lo que fuese debe partir –a mi juicio- de por lo menos de tres premisas:

1. No se puede ser mayoría, pero sí, minoría intensa capaz de producir “momentos mayoritarios”. Los grandes intereses democráticos deben volver a primar. Sea la reforma de la justicia o de los medios, hay que ser claros en que no se trata de controlar el propio poder o de favorecer grupos empresarios amigos, sino que se está dispuesto a empujar dinámicas que rebasen todos los marcos. El mejor kirchnerismo ha sido el del gobierno en y del desborde.

2. El kirchnerismo se ha quebrado. A Massa lo apoyaron cuadros importantes de la era “Néstor”. El cristinismo es más chico –contra el efecto óptico que nos dejó el 54%- que el nestorismo.  ¿Cómo producir mayorías amplias desde minorías intensas? Es importante dar lugar a dirigentes provenientes de movimientos democráticos no controlados por la cúpula de Unidos y Organizados. El dispositivo de gobierno, que controla al peronismo, no puede ser un cerrojo a la interlocución de actores colectivos.
3.  Hay un capital único en la memoria de los derechos humanos y sociales. Pero no se puede hacer de eso un pasado de continuo homenaje i un orgullo por lo conseguido. Hay que contra-efectuar ese capital en las luchas actuales que se juegan en los diversos territorios.
Si está en juego la república, hay que mostrar que la democracia es igualitarismo y no formalismos moralistas.

¿El Papa Francisco es el ganador de las PASO?

Los caminos de Bergoglio

por Salvador Schavelzon

Peronismo, gobiernos progresistas y protestantes en la llegada de Francisco a la región. En un periodo histórico dominado por gobiernos de izquierda en Latinoamérica, ¿Cuál será el rol del nuevo Papa? Hacia dónde irá Francisco está por verse, pero más allá de las tareas urgentes que se le presentan desde el gobierno de toda la iglesia, en la política Latinoamérica tendrá un nuevo actor.
La elección de Bergoglio en el trono de Pedro abre un debate para todo aquel que se interese por el devenir de la emancipación social en Latinoamérica. Si bien no ha habido hasta el momento una ruptura reformista en el Vaticano –como podría ser la que cambie cuestiones como el celibato y sacerdocio femenino– una sistemática generación de gestos parece distanciar al papa de la pesada mochila de corrupción, lavado, fraude y complicidad con la pedofilia que llevaron a la renuncia de Benedicto XVI. Veremos en el futuro si estos gestos anuncian cambios o si se quedan en marketing político de una iglesia en retroceso.
Por lo pronto la elección de Bergoglio importa en nuestra región, donde la iglesia católica parece haber encontrado un frente donde podría tener batallas para dar que la alejen de esa imagen de deterioro moral y cueva de alimañas. Hacia dónde irá Francisco está por verse, pero más allá de las tareas urgentes que se le presentan desde el gobierno de toda la iglesia, la política Latinoamérica tendrá un nuevo actor. En su acción, Bergoglio podrá fortalecer el perfil actual de una iglesia que no se acercó a propuestas de cambio y se atrincheró en la defensa de valores conservadores; pero también podrá impulsar una iglesia latinoamericana que piense el mundo desde aquí, seguramente despertando reacciones en el propio seno de la iglesia.
El debate cobra cuerpo mientras escribimos estas líneas, a días de que el papa Francisco pise por primera vez el continente con su visita a Brasil, donde participará de un encuentro mundial con la juventud en el santuario de Aparecida, lugar donde 5 años atrás el entonces Cardenal Bergoglio comandó la comisión redactora del documento resultante de la reunión del Consejo Episcopal Latinoaméricana, con una fuerte impronta social y evangelizadora. En Brasil, el papa tiene planeado visitar un barrio pobre, un hospital, una cancha de fútbol, la playa de Copacabana y a menores en régimen de detención, además de encontrarse con Dilma Rousseff y la “clase dirigente”.
Bergoglio y los desaparecidos de las disctaduras
Sus gestos de austeridad y su asociación con la orden de los jesuitas, mostraron rápidamente un perfil que fue saludado por quienes representan hoy en la iglesia una posición progresista, por ejemplo los que se enmarcan en la teología de la liberación. Pero Bergoglio no viene de esta tradición. Bergoglio nunca se acercó en la Argentina a los sacerdotes más comprometidos y más bien se lo acusa de haber tenido un papel omiso o incluso cómplice durante la dictadura, cuando era la más alta jerarquía de los jesuitas en el país y no se pronunció contra el terrorismo de Estado. Algunas investigaciones periodísticas y testimonios indican que el entonces provincial de la Compañía desprotegió a un grupo de catequistas y dos curas (Jacsic y Yorio) que fueron detenidos y torturados en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), en Buenos Aires. Ambos detenidos-desaparecidos testimoniaron acusando a Bergoglio, incluso en libros publicados, aunque Jacsic se desdijo después de la elección del nuevo papa, retirando las acusaciones en una carta escrita en alemán desde el monasterio germano donde hoy está recluido.
Abuelas de Plaza de Mayo y otros militantes de Derechos Humanos describieron a Bergoglio como alguien lejano, que no los recibía y que escondía información a familiares. Horacio Verbitsky, periodista alineado con el gobierno de Cristina e historiador de las relaciones entre iglesia y dictadura aportó datos bastante conclusivos al respecto, pero rápidamente se volvió una voz minoritaria ante un mundo político que se sumó a la euforia del festejo de tipo futbolístico por la elección de “un papa argentino”. También hubo voces de los derechos humanos testimoniando a favor de Bergoglio, no tanto contradiciendo los datos que lo comprometen sino más bien aportando otros sobre situaciones en donde sí habría ayudado a salvar vidas. Esta característica de mantener acciones en distintos sentidos parece estar presente en la proliferación de gestos que avanzan en sentidos contradictorios desde el inicio de su papado. La dificultad de ubicarlo que resulta de esto, justamente, puede que sea su capital para gobernar una iglesia que necesita al mismo tiempo encontrarse con su grey de 1200 millones de personas y defender posiciones conservadoras antipáticas.
El Papa y los gobiernos latinoamericanos
Leonardo Boff, de la teología de la liberación, manifestó que Francisco es un pastor cercano al pueblo y que es irrelevante preguntarse si el Papa Francisco es seguidor de esa corriente, porque lo importante es que está con los pobres y los que sufren injusticia. Desde su puesto de Cardenal primado, Bergoglio buscó hacer esto mostrando capacidad para asumir causas justas que no necesariamente se encuentran en la agenda del momento. Víctimas de trata de personas, esclavitud moderna, presos sin derechos y enfermos sin medios para afrontar sus tratamientos afloraban en sus misas y descolocaban los discursos oficiales y sus luchas más convencionalizadas. Ese perfil aparecía también ahora, con algunas audiencias atípicas o en su mensaje a inmigrantes ilegales. Rafael Correa fue uno de los más entusiastas y también Nicolás Maduro se sumó a los festejos, aunque se conocen críticas de Bergoglio a Chávez en el pasado. Los gestos de austeridad lo acercaron a Mujica, reconocido practicante de la misma gestualidad, que elogió a Francisco sin dejar de criticar al Vaticano como “última corte antigua que queda sobre la tierra”. Junto a voces progresistas, sin embargo, vimos en Argentina que toda la fila de políticos de derecha se arrodillaron, e incluso un grupo de represores de la dictadura, que estaban siendo juzgados por esa época por crímenes de lesa Humanidad, se presentaron al juzgado con la escarapela del Vaticano.
Es cuando vemos su posición respecto de los actuales gobiernos sudamericanos encontramos una segunda cara que convive con la del progresismo y preocupación por la pobreza. Bergoglio se convierte en una voz social de peso sin haber llegado desde luchas sociales o el Estado, sí desde una iglesia que no tiene una buena relación con los gobiernos progresistas o de izquierda electos en los últimos diez años. En el caso del kirchnerismo, hubo una recepción inicial fría, basada en el lugar claramente opositor de Bergoglio como jefe de la iglesia en Argentina, construida en peleas que van del matrimonio entre personas del mismo sexo a las reformas laicistas proyectadas para el Código Civil, ahora postergadas, y que habían llevado a que Néstor y Cristina no asistan al tradicional Tedeum de todo 25 de mayo en la Catedral Porteña. Poco tiempo después de la elección, sin embargo, el kirchnerismo buscó acercarse y hubo sectores que saludaron al papa que no sólo sería argentino sino también peronista, recordando sus relaciones con Guardia de Hierro, grupo de la derecha peronista que reproducía la estructura militar y disciplinaria propia de los jesuitas.
Tanto en el peronismo como en la iglesia, la orientación hacia los pobres no siempre viene acompañada de un proyecto de emancipación y Bergoglio más bien se inscribiría en ese lugar que tantas veces los partidos políticos, la iglesia y los militares presentaron como tercera posición, en la política Latinoamericana, criticando la izquierda socialista y su influencia sobre los jóvenes, tanto como al capitalismo feroz con el interés desenfrenado. Es desde esta tercera posición desde donde encontramos movimientos de liberación nacional o descolonizadores, pero también fuerzas nacionalistas con vínculos telúricos antimodernos, en el pasado y en potencia base de proyectos políticos genocidas y autoritarios. 

En este sentido, más allá de una posible afinidad con líderes de izquierda, extracción sindical o el progresismo, que en los últimos diez años llegaron al gobierno en Sudamérica, veríamos más bien una voluntad de la iglesia católica en reemplazar estos liderazgos por una iglesia revitalizada como guía moral y espiritual de la sociedad. En esta lectura, puede no ser anecdótico que la elección de Bergoglio como papa haya ocurrido mientras las movilizaciones por la muerte de Hugo Chávez, ocurrida pocos días antes, aún se encontraba en marcha. Cuando recordamos la creciente referencia a la fe cristiana en los últimos tiempos de Chávez, y que el líder bolivariano más de una vez se identificó como peronista, podemos arriesgar la existencia de un escenario común donde gobiernos bolivarianos o progresistas, de un lado, y la iglesia, de otro, rivalizarían. La elección de Bergoglio podría dirigirse entonces a un pueblo que se aleja a pasos rápidos de la iglesia, como batalla que los conservadores cardenales que pocos años antes habían elegido a un papa que militó en la juventud nazi evaluaron en Roma como posible de disputar.

En este espacio de disputa es donde la centralidad del tema de la pobreza, fuerte en el peronismo, en cierta iglesia, y en los gobiernos de buena parte de Sudamérica hoy, muestra dos variantes. Primero, la del acercamiento vertical, paternalista, beneficiente y controlador hacia los pobres, modelo afín a estructuras dirigenciales cerradas, disciplinarias y autoritarias, que los jesuitas desarrollan desde tiempos coloniales en su afán civilizador universalista. Segundo, como forma de encarar la pobreza presente en los procesos políticos latinoamericanos –como posibilidad o disputa– encontramos la variable de la emancipación, empoderamiento, descolonización, autodeterminación, que para nada se incorporan al vocabulario eclesiástico regional, aunque a esta variante aportan y aportaron muchos religiosos en el trabajo con los más humildes, campesinos e indígenas, integrándose a las luchas de sus pueblos. La idea del pueblo en el poder, de un lado, y un poder que se acerca a los pobres de modo condescendiente, encuadrando y reorganizando, del otro, como dos formas de la política latinoamericana a la que el papa vendría a operar.
“¿Un Papa peronista?”
En este lugar fue ubicado Bergoglio en posiciones escuchadas desde Carta Abierta, grupo de intelectuales y asambleístas kirchneristas surgidos para defender el gobierno durante el conflicto por las frustradas retenciones a las exportaciones del campo. Horacio González, de tradición peronista y hoy director de la Biblioteca Nacional, criticaba los carteles que saludaban un “papa peronista” desde las calles de Buenos Aires, distribuidos por el Secretario de Comercio y ex miembro de Guardia de Hierro, Guillermo Moreno. Para González se debía caracterizar al papa antes de intentar disputarlo, y así considerando la interpretación del “papa peronista” como retroceso político riesgosísimo, que se inscribía en el mito de la nación católica transformado en “estupidez electoralista e incapacidad de reflexionar”. González calificó esa lectura como superchería, reviviendo debates de otros tiempos, como los que llevaron a una confrontación entre el peronismo y la iglesia, a pesar del cristianismo de Perón, cuando ciertas fuerzas conservadoras veían una amenaza en la movilización política de la juventud y los trabajadores, acusando de idolatría la popularidad de Evita y viendo con desconfianza los gestos de Perón en distintas direcciones, incluso de autorización de actos de cultos no católicos, en un terreno donde religión y política se encontraban no tanto como fuerzas distintas enfrentadas sino en la semejanza y yuxtaposición que se vuelve disputa por un mismo público que encuentra lo sagrado en líderes u horizontes políticos, tanto como una iglesia envuelta en poderes profanos.
Qué pasará con el papa en Latinoamérica nadie lo sabe, podemos pensar por un lado que fortalecerá su lucha por los humildes por caminos diferentes al de los gobiernos progresistas o sociales de la región, por ejemplo apropiándose de causas descuidadas o imposibles de ser abordadas por el actual poder, como la de los derechos indígenas, amenazados por el agro-negocio y el desarrollo, o la causa del medio ambiente. Lo llevaría a eso su perfil franciscano, aunque hasta ahora su palabra parece direccionarse más a problemas morales, como los que son puestos en evidencia en la corrupción o con altos precios en restaurantes, antes que a causas que nos lleven a denunciar un sistema injusto o entramados de relaciones de poder. En este sentido se encuadra la recepción reciente de Francisco a Félix Díaz, cacique Qom, hostigado y perseguido por el gobierno de Santiago del Estero, aliado al Frente de la Victoria que lidera Cristina Kirchner, quien se negó varias veces a recibir estas comunidades defendiendo su tierra, a pesar de marchas y acampes que llegaron a Buenos Aires.
En Brasil veremos en breve sus primeros movimientos, pero hay razones para pensar que su agenda será diferente. Si bien en Brasil se encuentran situaciones muy similares a las del pueblo Qom, con aliados de Dilma y obras que amenazan varios pueblos indígenas ante las puertas cerradas desde el gobierno; y también de desforestación crítica, por el avance de la soja y otros cultivos, es posible que Francisco considere provechoso no confrontar con el PT de forma directa de la forma en que lo hizo con Cristina antes de volverse obispo de Roma. Tampoco el tema de la corrupción ocuparía su mensaje principal, considerando que esa consigna fue cantada hace poco en las calles contra el gobierno del PT, a cuyos votantes la iglesia hoy quiere llegar.
En Brasil, sería contraproducente hablar de pueblos indígenas y corrupción hoy si el objetivo es situarse en “la opción por los pobres”, ratificada en el documento de Aparecida en 2007 y que en la política brasilera aún se asocia al PT, por sus políticas sociales actuales y su origen ligado a comunidades eclesiales de base. Habría entonces un estándar distinto para el Brasil, en relación al que Bergoglio desarrolló con Cristina cuando era Cardenal. Quizás la complicada fórmula sea resuelta por Francisco desde la equidistancia, ocupándose más bien de otros importantes problemas de la iglesia en Brasil, como el que en el documento redactado por Bergoglio y recién citado llamaba a alcanzar: “católicos inconsecuentes, bautizados agnósticos, éxodo a otras religiones o sectas, identidad católica débil”. Puede que esa sea una buena opción, dado que quizás sea en vano intentar inventar una tercera vía para reconquistar América, desde lo popular pero sin los gobiernos progresistas, o conservadora sin el pueblo. El acercamiento hacia la pobreza, criticando el lucro desenfrenado, serviría indirectamente contra las iglesias pentecostales y sus prácticas económicas non santas.

La vuelta de la moral

por Colectivo Editorial Crisis


Moral y gestión son las dos palabras del momento. Ambas tienen implicancias con la década del noventa y, a la vez, se proyectan como espejos de lo que el kirchnerismo quiso o quiere ser e irremediablemente ya no puede.
La moral, como armazón cultural de la destitución ética del menemismo. La moral, gran tema de todas las izquierdas, hoy también es el silogismo de un revitalizado conservadurismo eclesial.
La gestión, palabra del catálogo neoliberal. Un modo ejecutivo de adherir al fin de la historia. Una línea de tiempo que se construye en el minuto a minuto de las demandas diarias.
El énfasis en los negocios espurios y en un nuevo perfil administrador, con menos relato y más cloacas, se vislumbran como dos luces distintas pero brillan casi iguales y simultáneas, en el túnel de salida de este ciclo político.
Lanata y Massa. Monólogo de uno y silencios del otro, se articulan. El fiscal mediático horada el mito de Néstor construyendo la picaresca del líder, un costumbrismo del choreo que reduce la conversación política a los tics de un adicto al dinero. Un sentido común para los indignados. ¿Cuál es la eficacia de la “operación Lanata”? ¿La alianza con Clarín o acaso cierto fondo de verdad que clama por un capitalismo previsible y viable?
El político que nunca dirá bóvedas refleja una rebelión municipal, superación del mito de los Barones del Conurbano. Intento de interpretar agendas de segunda generación en el Gran Buenos Aires, que apunta a ser el nombre de una reconciliación entre república y peronismo.
Así, estos dos grandes zoom que vive la coyuntura se complementan: reduccionismo sobre la ética privada de los políticos y sobre la vida de los municipios y “los problemas de la gente”. El monstruo de la moral y el vuelo rasante de la gestión parecen ser las coordenadas que deja como herencia una batalla cultural ampulosa en su gestualidad, pero timorata en sus ambiciones.

Cuestión de fe

En la disputa argumental, si el kirchnerismo representa una infancia política, el lanatismo responde desde una infancia anti-política. La vuelta de la moral neutraliza la pretendida vuelta de la política y su simbología setentista. Ambas trabajan al nivel de las creencias, intentando prescribir la tonalidad emotiva de la opinión pública. Unos para blindar la gobernabilidad, los otros para desmontar una por una las articulaciones de la hegemonía oficialista.
Pero las dos estrategias contienen su cuota de cinismo. En el fondo, saben que la eficacia discursiva depende del vil metal. Así como la “década ganada” encuentra asidero en el aumento del consumo masivo (aunque la riqueza se haya concentrado más y la economía se extranjerice sin pausa), la hipótesis del “fin de ciclo” se encarama sobre la percepción de una crisis latente que corroe los salarios y deteriora el empleo.
El “factor Massa” apuesta a conjugar la moral denuncialista con una gobernabilidad sellada en los territorios. El intendente de la sonrisa de plastilina admite que si el kirchnerismo pasa, no habrá pasado en vano. Su moderación se alimenta del temor a destruir un tinglado sin construir nada sólido al costado. Pretende darle la razón al tándem Carrió-Lanata y el poder a un PJ recargado, que recupere el culto al pragmatismo, la obsesión por lo local y el rechazo a todo examen del pedigrí ideológico. Pero le habla a una clientela de clase media. Y su límite es el conflicto social.
Este nuevo canon de la virtud política espera la bendición divina. Desde las alturas vaticanas habla el mensajero de la paz. La agenda papal, sin incurrir en torpezas coyunturales, aplica su pócima piadosa sobre las heridas materiales y simbólicas del modelo neodesarrollista. Convoca a los jóvenes a involucrarse, flamea banderas reformistas y anti-neoliberales, agita un pacto contra las mafias del narco, la trata y el neo-esclavismo. Y entreteje una sutil madeja de alianzas en torno al “amor por los pobres”, con la misión de interpretar el malestar que viene de abajo.
El desafío, el único importante, es entender la época.
La moral progresista supo ser el lenguaje de los ochenta, hasta que la estúpida economía contestó con el bolsillo.
El pragmatismo gerencial interpretó con picardía el aluvión financiero de los noventa, hasta que un tornado callejero arrasó la ciudad y el jefe de personal se rajó en helicóptero.
Kirchner fue quien entendió el 2001. Le alcanzó el gas para descomprimir el juego y abrir el campo de posibilidades. Pero el horizonte permanece lacrado por todo tipo de cerrojos, que ni siquiera hay voluntad de admitir. Lo que viene no está claro. La alquimia del presente no da para el renacimiento de lo viejo.

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