De la última transformación: devenir niñe // Fernando Stivala

 (Notas redactadas a partir de las discusiones en el grupo Mil Mesetas coordinado por Diego Sztulwark)

 

Deleuze y  Artaud 

El cuerpo sin órganos es un  huevo. Es deseo.

El huevo está un paso antes de que la materia se forme y la función se formalice. Un paso antes no es un paso antes del nacimiento. El cuerpo sin órganos es simultáneo al cuerpo. Es un cuerpo doble, próximo, adyacente ese huevo. Con el cual se pueden mantener relaciones diversas. No es anterior. 

Es un bloque de infancia también. Viene a recusar la anterioridad. Así como el huevo no es anterior al cuerpo sin órganos, los bloques de infancia no son los recuerdos de niñez que están al principio. Los bloques de infancia están en cualquier devenir. Un conjunto de afectos que experimentados intensamente en la infancia nos acompañan a lo largo de la vida en cualquiera de sus devenires. Acompañan al sujeto en su existencia, y no es el pasado. Es lo adyacente y contemporáneo al adulto. Al mismo tiempo que madura la adultez, el devenir apela a bloques de infancia. No es regresión a cuando éramos niños. Habla de la infancia propia de la adultez. Ciertas velocidades o posibilidades que tiene el adulto en tanto que deviene. 

En tanto que involuciona. 

La evolución realiza la forma, la involución busca las lateralidades, está dispuesta a conexiones, combinaciones. No se regresa al huevo o a la panza. Es habilitar movimientos, ahí donde la forma no se consuma, y ahí puede haber creatividad. Es una involución creadora respecto a la forma formalizada. No en tanto línea de la vida. Es una especie de involución con respecto a las políticas de finalización del ser. 

Nietzsche y Spinoza 

Camello es todo sujeto cuyo cuerpo se vuelve jorobado porque va al desierto cargando con todos los valores dominantes de la sociedad. Es la figura plena del nihilismo, va a la nada que es el desierto pero con la carga de todos los valores dominantes. 

El león es el nihilismo activo, no el mero nihilismo. El rugido es una especie de gran sacudimiento de esos valores dominantes, un gran corte. Un gran trueno. 

Muchas veces no nos satisface nada. Y tenemos un modo de vida que ya renunció a producir valores propios. Consumimos lo que el mundo nos ofrece y no nos satisface. Nada es cierto. Tenemos una cierta voluntad de nada. Somos pobres gentes, una manera pobre de morir. Si en cambio pasásemos a afirmar activamente la nada en lugar de consumirla nada, la declaramos, aparece una fuerza destructiva y aniquilaríamos todo. Morir viendo retweets. Indignarse posteando. No hay decadencia mayor. Si se pasase a destruir los valores que nos indignas tendríamos un nihilismo destructivo. Hagamos una demostración efectiva, porque ahí sí puede haber una transmutación. 

Y la ultima la del niñe. 

La figura del jugador, se toma el mundo como un juego. No como ficción, sino alguien que no tiene adherido los objetos del mundo a un valor de la cultura. Y por lo tanto es inocente con  respecto a las cosas. Poder estar frente a las cosas según las posibilidades de las cosas. 

Los niños son spinozistas. Conquista de la inocencia. Figura amplia del devenir. 



*Dibujo: @juanita.ttt

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