Emergencia y Remate (Botes first class) // Bruno Nápoli
La economía financiera argentina ha sido declarada “Emergente”. El gobierno de la alianza PRO-UCR, a través de los organismos de control estatal, liberó casi todas las restricciones para la circulación de u$s desde el exterior y garantizar su salida sin ninguna traba ni costo. Esto le valió dicha calificación por parte de un Banco de Inversión de nueva York: Morgan Stanley.
Inmediatamente reunieron a festejar la decisión los integrantes de la “primera clase” del Titanic: el G6 (Asociación de Bancos Argentinos/Cámara Argentina de Comercio/Cámara Argentina de la Construcción/Bolsa de Comercio de Buenos Aires/Sociedad Rural Argentina/Unión Industrial Argentina). Pero en realidad celebran tres cuestiones que convergen en forma de iceberg para la mayoría de los que viajamos en este barco: la nueva Ley de Mercado de Capitales, el Acuerdo con el FMI y la calificación de Emergente.
Las tres cuestiones sumadas, son un tridente único para la especulación financiera:
1) Con la mencionada Ley se desregula el Mercado local y se facilita la entrada y salida de capitales, y la operatoria desde el exterior (lo que expone a la economía local a cualquier tormenta financiera, pues el que entra fácil, cuando las condiciones no le gustan, se va igual de fácil y con cero costo) además de permitir, entre otras cuestiones, la venta de deudas (Un banco da préstamos a X cantidad de años y en lugar de esperar esos años para cobrar lo que prestó, junta todos esos préstamos y los vende, entonces no tiene que esperar para cobrarlos –con la consecuencia lógica de que si esos préstamos se tornan incobrables, el que invirtió allí tendrá un problema, -crisis norteamericana 2008-).
2) El acuerdo con el FMI es un fenomenal negocio para los especuladores de toda laya, pues el dinero se remata (si, se remata). Los dólares son “rematados” en una subasta “pública” a través del Banco Central, al mejor postor. Es decir que nos endeudamos por miles de millones de u$s para que un puñado de “inversores” (especuladores de cualquier parte) entren a la pantalla del Central, y durante 15 minutos por día, ofrezcan un precio por los dólares que pedimos prestados todos y que todos tendremos que pagar; y se los llevan, al mejor postor, terminados esos minutos. Desde esta semana y hasta mediados de septiembre (75 días hábiles) el primer tramo de deuda que tomamos todos, se la llevarán un grupo de especuladores al precio que ponen ellos, en aproximadamente tres meses.
3) ¿Qué significa ser “Emergente”? Que las empresas que se dedican a administrar millones de u$s de otros (los llamados “Fondos de Inversión”) desde el próximo año (Enero de 2109) están autorizadas a comprar y vender acciones de empresas argentinas (siempre y cuando coticen en Nueva York) ¿Quién otorga esta calificación? Un “agente de bolsa” enorme llamado Morgan Stanley (un Banco de Inversión fundado en Nueva York en 1935). ¿Qué exige este Banco para calificar al Mercado de Capitales argentino de “emergente”?: “igualdad de DERECHOS para los inversores extranjeros” (si, copia textual del original). También piden que no haya “intervenciones gubernamentales” en las operaciones; bajar los “costos” de las transacciones que se hagan desde el exterior; sostienen como problema que aun no existe un mercado offshore de divisas eficiente (“There is an absence of an efficient offshore currency market”); y exigen ampliar los “prestamos de valores” y las “ventas en corto”. (Vale aclarar que esta modalidad –la venta en corto- está prohibida en muchos países de Europa, pero aquí está permitida desde enero de este año). ¿Qué acciones/empresas se benefician con una declaración así? Entre otras, Grupo Galicia, Supervielle, Edenor, Pampa Energía, Loma Negra, por nombrar solo algunas.
Epílogo 1: las tres medidas, sumadas, dieron pie a nueva emisión de deuda por parte del Estado Nacional en Letes (Letras del Tesoro en Dólares) y se ampliaron los Botes (Bonos del Tesoro). Y otro vez, ¿quiénes son los que compran estos papeles de deuda que emite el Estado para tener dólares? Los mismos que los están comprando y haciendo enormes negocios transando esta canasta de ofertas que se presenta como una oportunidad única de “inversión” para estos Fondos, y recae en forma de Deuda sobre las arcas públicas que tenemos que afrontar todos….
Epílogo 2: ¿cómo se garantiza la devolución de todo lo que pedimos al FMI y que se está yendo en nuestras narices con las medidas mencionadas? Liquidando lo que queda por liquidar: recorte de salarios, liquidación del único fondo anti-cíclico que tenía el Estado (el Fondo de Garantía de Sustentabilidad, dinero para pagar jubilaciones y pensiones, que se puso en el acuerdo como dinero para cubrir deudas) retiro de inversión del Estado (salud, educación, seguridad, caminos, etc, etc, etc).
Así y todo, los números no cierran. No alcanza con todo eso para pagar la mega especulación que se está produciendo en nuestra cara. La recaudación por consumo es nula (si no gastamos el Estado no recauda) y los que consiguen dólares por su actividad (los exportadores) desde noviembre de 2017 no tienen ninguna obligación de liquidar esos dólares en el mercado local….es decir, no pagan por la actividad que realizan.
Un último dato: la forma del préstamo del FMI es una carta de crédito Stand By. Esto quiere decir que si el que nos presta, supone que Argentina no va a cumplir con lo pactado, automáticamente puede anular el siguiente desembolso de dinero (esa es la modalidad Stand By). Con lo cual, si ese dinero también deja de llegar, solo queda el de los bancos….el ahorro de todos colocado allí. Por ahora es mucho (el doble que en diciembre de 2015, aunque sin los niveles de rentabilidad que alcanzaron en 2017) y aun no decidieron retirarlo a mejores puertos (como en 2001) pues con estas tres medidas mencionadas, están, por ahora, de festejo también (son los intermediarios lógicos de toda operación financiera). Y además no tienen una posición en dólares muy grande como para no poder responder en caso de retiro masivo.
Con este panorama desastroso en el horizonte cercano, resta hacer cualquier cosa, menos esperar. //////
Apéndice: Parte de la carta de Morgan Stanley para declarar a Argentina “emergente” (resaltado nuestro)
ARGENTINA
Equal Rights to Foreign Investors: Company related information is not always readily available in English. (Igualdad de derechos para los inversores extranjeros: la información relacionada con la empresa no siempre está disponible en inglés)
Foreign Exchange Market Liberalization Level: There is an absence of an efficient offshore currency market. (no existe un mercado de divisas offshore eficiente).
Market Regulations: Not all regulations can be found in English.
Competitive Landscape: Anti-competitive measures or practices restrict the use of stock market data.
Information Flow: Detailed stock market information is not always disclosed in English.
Clearing and Settlement: There is no nominee status in the market. Overdraft facilities remain prohibited.
Trading: Limited level of competition among brokers which can lead to relatively higher trading costs.
Transferability: In-kind transfers and off-exchange transactions are restricted to domestic investors.
Stability of Institutional Framework: There have been instances of government interventions that challenged the stability of the “free-market” economy, including with respect to investment activities of foreign investors (Estabilidad del marco institucional: ha habido casos de intervenciones gubernamentales que desafiaron la estabilidad de la economía del «mercado libre», incluso con respecto a las actividades de inversión de inversores extranjeros)
“El capitalismo va a tal homogeneización cultural, a tal estabilización de nuestras vidas, que las luchas van a ser por las formas de vida” // Conversación con Silvio Lang
Conversa con Silvio Lang
Paradigma nº 014 – Año II – 2018 – jueves 21 de JUNIO
Radio Eterogenia
Paradigma: Siempre nos cuesta presentarte, en el sentido de darte una identidad con qué presentarte, una identidad de profesión o algo así. Porque nos parece también que es tu manera de intervenir en la escena vital, que esa identidad no nos sea tan legible y nosotros aceptamos esa invitación tuya. Queremos saber ¿en qué andás, qué cosas andás haciendo y cuál es tu propuesta respecto de lo que -si es así- intervenís en escena y qué hacés interviniendo en escena en este tiempo?
Silvio Lang: Buenas tardes. Sí, hay un ejercicio de desdoblamiento de mi identidad de director escénico, por decirlo de alguna manera, que tiene que ver con entender cuál es el rol y la función de un director escénico del siglo XXI. No puede ser para mí la misma función y rol, con su principio de autoridad que ha regido la dirección escénica, desde el siglo XIX hasta hoy. El director ya no puede seguir siendo esa especie de patrón del sentido, dueño de la totalidad, padre de familia de un elenco o de un grupo, sino pensar ahí cómo uno se desidentifica de ese foco de poder. Tiene que ver con desdoblar tu propia identidad y que se vuelva un poco ilegible para poder, de alguna manera, asumir lo que, para mí, hace la dirección escénica: articular deseos comunes.
Entonces, yo les contaba la vez pasada, cuando visité Córdoba, en esta charla sobre “máquinas de guerra”, de diferentes oficios y prácticas por las que fui pasando a lo largo de mi vida. Donde lo escénico funciona como una especie de condensador o de plano de composición de todas esas identidades desdobladas. Y, para mí, se trata más bien de intervenir en algunos espacios donde están cristalizadas ciertas estructuras de obediencia y ciertas trascendencias y también en la posibilidad de crear mundos. Entonces esta práctica de crear mundos es indistinta a un director escénico, o a un antropólogo, o a un líder político, o a un psicoanalista, o a un gestor cultural, o a un arquitecto. Me parece que de lo que se trata es de interrumpir mundos y crear otros mundos. Y lo escénico, de alguna manera, es esa práctica que a través de la puesta en escena me permite la materialización o la concretización de los mundos. O sea que no hay mundo que no elabore implícitamente una puesta en escena. Todo mundo implica una sismografía, o una cartografía sensible-material, que hace ver cómo ese mundo funciona, se hace audible, visible y relacionable.
Paradigma: Esa intervención sobre la escena que es crear mundos, ¿se hace en distintos planos? ¿Se puede decir que se da el encuentro de quienes hacen la escena, desarman una escena y producen otras? ¿Hay un trabajo -no sé cómo llamarle- de encuentro, entre quienes producen esa escena? También el público, o los lugares.
Cuando estuviste en Córdoba dijiste eso. Hacer una obra en determinado teatro, creo que usaste el ejemplo del Teatro Nacional Cervantes. O sea, intervenís en un lugar pero además va gente a verlo. La pregunta va respecto de que eso toca las identidades de quienes participan, los cuerpos de quienes participan. Es una intervención vital, por llamarle de un modo.
Silvio Lang: Sí, creo que estas creaciones de mundo no se pueden desplegar si no hay redes afectivas, si no se trabaja una constelación de afectos y para mí, hoy, eso es lo primordial. No por una cuestión diría ideológica ni de posición política, sino por una necesidad vital, que tiene que ver con mi historia y tiene que ver con lo que creo que necesita hoy una política de resistencia a la lógica del capital. Entonces, ahí también se juega todo un composicionismo afectivo que tiene que ver con crear grupos de creadores, que pueden llevar adelante acontecimientos o que pueden concretizar algunos acontecimientos. Esto empieza a ser casi el trabajo primordial. Hacerse cargo de los lazos. Llamo a eso “práctica de sensibilización”. En un momento de desensibilización de nuestras vidas, de endogamia e hiperseguritismo en el que vivimos. Me parece que ahí es importante cómo sensibilizar, esto quiere decir cómo hacer entrar otras fuerzas, o hacer entrar afectos, o hacer entrar otro tipo de mundos adentro del mundo. Que ya están entrando, pero cómo asumir que unx es una superficie de entrada y salida de otros mundos.
Entonces, creo que en los lugares por donde atravieso suceden dos cosas. Por un lado, una especie de escándalo, porque se interrumpen un montón de lógicas. Por ejemplo, ahora estoy coordinando el laboratorio de creación del Teatro Nacional Cervantes. Pero por otro lado se crea ahí un grupo afectivo muy fuerte de mucha intensificación colectiva, donde de alguna manera se reduce -aunque vos no lo creas como psicoanalista- el campo imaginario de las personas y donde hay una revelación con lo real muy fuerte. Entonces se producen ahí unos procesos de subjetivación a través de lo colectivo y de cómo aparecen una serie de potencias individuales a partir del pliegue-despliegue en lo colectivo. Y esto tiene una instancia metodológica fuerte: hay un método de la composición de los cuerpos. Son grupos que, después, algunos son provisorios, otros grupos permanecen, pero son grupos en los que se produce esa subjetivación o esa conversión subjetiva en las personas que intervienen ahí. Y también después otras alianzas, digamos, entre esas personas, o esas personas en su capacidad de crear alianzas.
Entonces me parece que también ahí hay un trabajo de transversalizar, no solo de desplazar o de desdoblar mi identidad sino de transversalizar la propia práctica de director escénico y hacer alianzas improbables, que no corresponderían a mi identidad de director. Eso no solo genera que esos grupos sean muy heterogéneos, sino que los públicos que finalmente participan de las actividades también lo son. No sólo participan personas que van al a teatro o teatristas. Hay de todos ahí: millennials, activistas, académicos, intelectuales, profesionales de la salud, qué se yo…
Paradigma: Ahora esto que decís, me hace pensar. Yo no vi ninguna obra que hiciste vos, solo escuché comentarios y leí cosas que se publican sobre tus trabajos. Además, está intensificada la publicación, y me parece que esa intensificación se relaciona con esto que dijiste respecto de producir nuevas alianzas, nuevos encuentros y nuevos modos de subjetivación, desarmarse y armarse de otra forma. Hay algo de la intensificación que parece que es producida por ese juego de lo intenso. ¿Vos lo pensás así, pensás que la propia intensificación es algo que lleva a transformar estas fronteras donde nosotros nos éramos reconocibles como identidad o como cuerpo o como tal sujeto de tal cultura? ¿Interviene eso para vos?
Silvio Lang: Creo que… A ver si entendí bien la pregunta. Creo que estos procesos de intensificación a través de lo colectivo sí o sí implican una mutación subjetiva y, al menos, una sensación de libertad. De libertad de acción y de libertad de actuar con otrxs y hacer lo que solo nunca podrías hacer.
Vengo de una historia muy complicada en La Pampa, de mucha estigmatización, de mucho hostigamiento, de mucha violencia, entonces para mí la cuestión de la liberación es vital. O me libero o me muero. Entonces ahí hay una especie de pulsión casi escorpiana de liberarme y de lo que decimos entre las “primas” -como dicen en Chile a los gays-: “rescatar a la amiga”. Me parece que hay algo ahí de empujar y forzar a los otros en sus capacidades irreconocibles.
Para mí fue muy importante hace mucho, aunque ahora es una especie de best seller, la lectura de El maestro ignorante de Rancière, hace muchos años, hacía poco que estaba dando clases. Y, en general, los libros que me gustan los asumo casi como amistades. Y, como sucede en toda amistad intensa, un amigo te cambia o transverbera en vos de tal modo que cambia tu manera de relacionarte con vos y con el resto del mundo. Entonces para mí ese fue un libro muy importante. También otro libro que es Filosofía de la liberación, de León Rozitchner, que lo leí mucho después, que tiene que ver con esa idea de que el otro es primero en uno, que el otro es una señal primera en uno, que el otro ya está reverberando en uno pese a todo lo que uno cree que está individualizado. Esos dos libros sobre la enseñanza me pudieron hacer comprender parte de mi historia, de qué era emanciparme de lo que en una época yo llamaba “el campo de concentración pampeano”. Y medio que eso para mí es una especie de pasión libertaria de sobrevivencia, pero también de exceso de vida. No sé si eso explica todo, pero para mí es un argumento que siento que lo puedo enlazar a este “caracter destructivo”, como decia Walter Benjamin, e inventiva de mundos.
Paradigma: Destructivo de lo que da forma y lo que encierra. Sí, los que hemos tenido esa experiencia vital de tener que plantearnos el vivir como una estrategia y desarrollar tácticas para poder vivir. Te preguntaba porque en realidad me sorprende lo de las intensificaciones también. Hay algo de la práctica de ORGIE[1] o de lo que estás haciendo, que produce cierto contagio de reverberaciones. En relación a uno de los talleres pasó algo así, que fue una discusión; alguien hizo como una crítica pastoral al taller de intensificación “Entrenar la fiesta”, y de esa crítica pastoral salieron un montón de personas a contestarle a esa crítica, aunque no fueran de la misma organización de “Entrenar la fiesta”, pero que sí provoca como un contagio respecto de la necesidad de poder tomar vitalmente el espacio. ¿Lo ves así a eso?
Silvio Lang: Sí, ahí hay como una capacidad de agite que está todo el tiempo actualizándose. Que a veces es agotadora, porque con cada agite vienen una serie de efectos y de respuestas que a veces no te da el cuerpo. Pero me parece que sí, que tiene algo del tono de arenga digamos y de estar como medio en plan batalla y de plantear una guerra siempre, no es la guerra de la derecha sino es la guerra que perdemos todo el tiempo. La guerra que perdemos por la incapacidad de reapropiarnos de nuestras libertades, de nuestro tiempo, de nuestros cuerpos, de nuestra capacidad y medios de producción. Eso genera una especie de ambiente, de agite, muy fuerte, que me parece hoy primordial. Carlos Pagni, un intelectual de la derecha argentina, columnista del diario La Nación, hace poco dijo que “El problema de la Argentina no son las tarifas, sino la organización de la vida material”. O sea, que la derecha tiene un anclaje marxista y vital materialista mucho más fuerte que el progresismo y que las izquierdas argentinas. Realmente, que la derecha esté entendiendo esto y piense sus políticas y gobernanza a partir de esta reflexión marxista es impresionante, es muy fuerte eso. Y dice él: “Así como Néstor Kirchner y luego Cristina fueron la liberación del consumo, la fiesta del consumo, Macri es el ajuste”. Entonces, el macrismo promueve ajustar la organización material de la vida.
Entonces en este ajuste, en este momento de reterritorialización gorrera o policial de la vida, en este disciplinamiento, este llamado al orden, de la derecha -regionalmente, no solo en la Argentina-, pienso que hay que indagar más o entrenar más las capacidades de agite que tenemos. Algo que decía la vez pasada en la charla: hay que aprender más de las travas. Las compañeras travestis que tuvieron a lo largo de la historia una capacidad de agite y de desvergüenza muy importante, de fuerza performática en los espacios donde iban, donde van. Donde no hay agite, lo que veo es adaptación y atenuación de la vida.
Hay tanto en las prácticas culturales y artísticas, no solo en la economía, una interpelación a la atenuación de tu singularidad. Si vas a una clase de teatro, lo que te va a pedir un profesor es que atenúes la actuación: ¡pará con los desbordes! ¡pará con lo que no se entiende! ¡pará si sos muy putito, que no se te note! y si sos torta ¡ni podés ir a un taller de teatro!
Paradigma: Sí, sí, concretamente me hace referencia a la práctica psicoanalítica. Nosotros tenemos que poner una distancia tal que tiene que asegurar la posición de uno y de otro. Es muy mal visto, muy perseguido, que esa distancia esté difusa o no tan precisada o no tan delimitada, a tal punto se llega que el analista no puede usar su palabra. A ese tal lugar de desmezcla hay que estar.
Y, me parece tremendo lo que decís, esto de Pagni, me parece impactante, porque tiene que ver con coronar esos modos de organización que ya tenemos de nuestros cuerpos y que organizan, por otra parte, nuestras prácticas.
Silvio Lang: Y pensaba también en algo que llamo: “derecho a lo cualquiera”. Me parece que la posición de atenuación de nuestras vidas y de nuestros gestos, de nuestras actitudes, del modo en que ejercemos nuestras prácticas o nuestros trabajos, será un derecho por el cual vamos a tener que luchar en las próximas décadas. Realmente, el capitalismo va a tal homogeneización cultural, a tal estabilización de nuestras vidas, que las luchas van a ser por las formas de vida. En el sentido de la singularización. Lo que vamos a perder es el derecho a ser singulares. Creo que vamos a la pérdida de ese derecho, que por ahora puede resultar abstracto; pero va a llegar un momento en que vamos a tener que demandar una legalidad del derecho a lo singular.
Paradigma: Silvio, me quedó algo de tu conversa el año pasado en el Museo de Antropología y esto que hablás de siempre estar buscando dónde hay performance es como transversal de la práctica tuya. En cualquier espacio donde uno esté, buscar el escándalo o la escena. La producción de vida en algún espacio y armar escándalo. Y me llama la atención, la vez que escuché el trabajo que hicieron con ORGIE, del Banco Central, u otro que contaste en algún escrito que era en algún teatro de Buenos Aires, alguna obra que llevó a un movimiento, desplazamiento, que no sé si se esperaba para el público, capaz que vos sabes cuál es. Tengo como sensaciones, lugares concretos, donde uno pueda ver ese escándalo. No sé si querés contar alguna.
Silvio Lang: Sí, pasa a veces con Diarios del Odio.
Lo que hicimos en el Banco Central fue con un grupo pequeño de Ni Una Menos, que nos autonombramos “Las insumisas de las finanzas”.
Diarios del Odio, es una obra polémica, en el sentido de que hace una suspensión de las categorías ideológicas, sentimentales y perceptivas del espectador. Nunca sabe el espectador qué pensar, qué sentir y cómo percibir o leer o codificar la experiencia de la obra. Entonces, eso genera mucho revuelo, porque además es una obra que exorciza cierto malestar social, que tiene que ver con poner en escena, no en el sentido de representar, sino en el sentido de hacer visible o de vérselas con el microfascismo, con cierta ética microfascista legitimizada en los últimos años en la Argentina y que tiene que ver con esos odios sociales por los cuales ningunos estamos indemnes. El microfascismo no es tanto el fascismo del otro, sino esos momentos tuyos de miserabilidad, esos momentos tuyos de misoginia, de machismo, de ganas de matar al otro, de maltrato. Esos momentos en que hay algo de las ganas de matar que se te filtran en tu personalidad o en tu afectividad.
Entonces cómo hablar de esto. En el sentido de cómo ponerlo en estado asambleario al microfascismo en un contexto fascista. Cómo diferenciar estos dos estamentos, un contexto fascista o de un nuevo fascismo, pero que ese contexto fascista se sostiene por todos nuestros microfascismos. Hay una red microfascista que sostiene el fascismo de la época y que tiene que ver con este hiperseguritismo del que hablábamos antes y aquella vez en diciembre. La situación en el capitalismo de que sostener la vida individual capitalista lleva a una hiperseguridad o hipercontrol de tu vida, donde el otro o el acontecimiento del otro, o la intrusión del otro, siempre va a ser una especie de puesta en peligro de tu propia vida.
Entonces sí, suceden todo el tiempo escándalos. También porque yo tengo una personalidad medio trava. Entonces, no sé, ¿te referís a la última función que hicimos en diciembre de Diarios del Odio? Resulta que unos espectadores se quejaban y no dejaban empezar la función porque estaban enojados con una situación, que las entradas eran sin localidad y ellos querían sentarse en un determinado lugar porque habían pagado la entrada. Y empezaron a maltratar a los otros espectadores que estaban sentados, vino el empleado de seguridad de la sala y seguían gritando, seguían puteando, maltratando a la gente. En un momento, intervino la productora del grupo para tratar de explicar la situación y la reputearon a nuestra compañera; y ahí me metí yo en la sala y, un poco con una especie de intuición más activista, empecé a aplaudir y a arengar al público, gritando “¡odiadiores, odiadores, odiadores!”. Entonces, toda la gente, era interesante, porque las personas que estaban sentadas habían decidido no cederles el espacio a estos prepotentes. Y se reafirmó en el agite de un cántico en la platea. Entonces toda la sala empieza a aplaudir y les hacemos un escrache en vivo. Dos de esas personas se retiraron a las puteadas, la sala llamó a la policía, o sea que la obra se hizo con un patrullero en la puerta. Uno de los tipos, que era el padre de uno de los performers -que después se fue de la obra-, quería filmar a su hijo; no logró sentarse donde quería, aunque otro espectador le cedió el asiento para que finalmente empezara la obra. Pero el tipo no hizo lo que quiso, no se sentó en el asiento donde él decía que poseía una localidad. Entonces, también ahí hubo un contexto de cierta comunidad de la sala o del público que enfrentó la prepotencia y no cumplió el capricho de un loco. Quizás otro director escénico jamás hubiese hecho eso, porque es todo más careta, entonces no se va a poner como una negra a gritar, como una negra pampeana que empieza a los gritos, como hago yo. Como una trava que se pone ahí a gritar. Pero bueno, tengo otras militancias disidentes que me permiten poner el cuerpo en lugares incómodos.
Paradigma: Me quedó dando vueltas, no una pregunta, sino un comentario. Ya que hablaste de esta guerra que estamos siempre perdiendo, la guerra contra el capitalismo, que estamos siempre en el lugar de los perdedores, por así decir. Me hizo acordar a que con los chicos de Vitrina[2] que estuvieron publicando durante estos días un par de textos en torno justo del tema de ganar y perder, esta ética de los ganadores, esta ética neoliberal capitalista del éxito, del ganador, y cómo nuestra posición, estando de la vereda contraria, sería ponernos del lado de los perdedores. Y también conectamos esto mismo con un tema de cuestionamiento a la masculinidad. Porque el modelo este del ganador es un modelo del hombre, del varón exitoso, con plata, con “minas”, etcétera, y lo conectábamos por ese lado como diciendo una crítica a esta ética del ganador tiene que ser una crítica de nuestro rol como hombres, como varones.
Y esto a mí me lleva, conectando ideas, a otra cosa. Yo participo del circo de acrobacia y de la escena del circo acá en Córdoba y, hace un par de meses, se empezaron a hacer unos encuentros de varones ligados al arte escénico, a raíz de una situación de un escrache que hubo a un tipo que era un productor de eventos de circo, que le hicieron un escrache por violento, por abuso. Y nos llevó a que se empezaran a hacer estos encuentros en donde se discutía qué onda nosotros como varones y nuestro rol en esto. Un poco para empezar a pensar esto. Una cosa es cuestionarnos a nosotros en cuanto hombres y nuestro rol frente a la lucha de la mujer, etcétera, de los gays y trans y todo; y otra cosa es conectar eso con el lugar escénico, con el rol escénico. ¿Cómo se alimentan esas dos esferas? La pregunta es por el qué hacer, qué hacer con esto, cómo desde el ámbito escénico a la vida cotidiana y al revés, cómo conectar esas dos cosas.
Silvio Lang: Se me ocurre ahí, para mí, la aparición o la entrada de las teorías queer feministas en la cultura, que no son tanto teorías que conciernen al campo LGTBI, a los gays, lesbianas, trans y travestis, sino que conciernen a cualquiera. O más bien a la categoria de género. Lo que implica la teoría queer feminista es un deshacer ese lugar de la identidad de los varones o de cómo se ha construido y se construye la masculinidad, cómo se produce la masculinidad. Eso implica también un trabajo de desacople y de desdoblamiento de los varones de su masculinidad. Pensar lo queer como la capacidad de deshacer estructuras y hacer otra cosa. Como capacidad de deshacer y rehacer una identidad. Es una imagen de Nicolás Cuello que es un activista queer argentino. La capacidad de deshacer una identidad y rehacer una subjetividad. O sea que ser atravesado por la teoría queer y el feminismo no te deja indemne y también empieza a desestabilizar y a transformar las propias prácticas.
Por ejemplo, el teatro y el circo, la práctica circense, son prácticas que no han sido atravesadas, por lo menos en Argentina, por la teoría queer y el feminismo, lo cual es un problema. Es un problema que ninguna práctica cultural sea atravesada por lo queer y lo feminista. Por ejemplo, es como si siguiéramos viviendo y las teorías freudianas no hubieran existido en el campo de la enseñanza, en el campo de la antropología, en el campo del arte, como si la teoría del inconsciente no hubiera existido para nosotros. Entonces, estamos muy desfasados y eso nos hace reactivos. Hay muchas prácticas muy reaccionarias, en relación a que no han podido asumir esa actualización conceptual y acontecimental que ha sido la teoría queer y feminista. Asumirlas, implica una transformación en el modo de ejercer tu propia práctica, tu capacidad de desdoblarte, por ejemplo, hasta desdoblarte como “yo soy circense, yo soy varón circense”. Lo queer no te mantiene en ese engaño de la identidad y en esa especie de centro de poder que es tu identidad y te permite de alguna manera colonizar a otros y ejercer poder a otros. Entonces este encuentro que me contás de colegas de la práctica circense me parece genial, que empiecen a ocurrir esos espacios y esos encuentros. Lo dice Rita Segato, que en este momento está siendo criticada por algunas feministas, que el varón también es víctima del machismo. O sea que los varones son un efecto del machismo, que el machismo no es un problema que se ejerce sobre el cuerpo de las mujeres, sino que se ejerce sobre todos los cuerpos.
Paradigma: Como el experimento este de la película alemana, cuando tienen a las personas que hacen de guardias y al prisionero. En realidad es un poco ponerse la gorra, la gorra del género.
Silvio Lang: Quizás, antes de la violencia de género, existe la violencia del género. El género es violencia. Que a vos te dividan entre varón y mujer es violento. Porque una existencia es más que eso. Una existencia es un montón de disrupciones, un montón de fuerzas contradictoras, un montón de afectos heterogéneos, un montón de deseos entremezclados. Entonces, categorizar a alguien como varón y que tenga que cumplir un guion de varón o categorizar a alguien como mujer y que tenga que cumplir el guion de mujer es la violencia del género.
Paradigma: Sí, sí, además es muy llamativo que le llaman “ideología de género”, para cuestionar los movimientos disidentes le llaman “ideología de género”. La iglesia, normalmente, cabalga sobre ese pretender “no darse cuenta” de que el género es una ideología y, sobre todo, es una ideología que performativiza lo normal ya naturalizado. Y nos dice que, en tanto nosotros cumplamos el papel asignado, yo ahí voy a estar cómodo. Entonces, respecto de lo que vos estabas diciendo, ¿cómo hacer nuestros cuestionamientos a nuestra masculinidad, hacer un cuestionamiento no fascista a nuestros fascismos y ver cómo hacemos para dar lugar a otras formas de vivir más allá del género? Siguiendo lo de Rita Segato o Silvia Federici, se puede leer muy fácilmente que la constitución de género masculina lo primero que hace es que introyecta al gendarme, al vigilante de la sensibilidad. Para ser hombre no tengo que mostrar mi sensibilidad, porque inmediatamente soy acusado de puto o de marica o de todas las cosas peyorativas con que se trata la manifestación de la sensibilidad de alguien que tiene un cuerpo masculino.
Ir por ese lado, es ver cómo damos lugar desde nuestras prácticas a poder salir de la posición de género para dar lugar a las sensibilidades respecto de lo que cada uno hace. Y poder encontrarnos desde ahí, no desde el lugar de la normalidad que nos queda más cómoda pero que nos aleja de los otros. La posición de género termina armando una comunidad de solos, una manera de estar juntos pero estamos solos. Hay un gran sketch de homero Simpson donde él traza una línea para dividirse con Marge en la cocina y él queda encerrado del lado donde no hay salida. Me parece que con la posición de género hacemos eso. ¿Cómo la ves?
Silvio Lang: El género es un guion que funciona como código de relaciones. Entonces, un varón, una existencia codificada como varón se relaciona con una existencia codificada mujer, como desde varón a mujer. Pero qué pasa si esa existencia tiene otras interfaces de relación. Cuando hablabas pensaba en un amigo que me contó -no lo voy a mandar al frente- una situación bastante paradigmática, que es que su novia le planteó que cree que es lesbiana. Por supuesto me vino a consultar a mí, como “Doctora Sentimental-queer”. Entonces mi primera pregunta fue, bueno, y qué te pasa a vos con eso, cómo resuena en tu sexualidad estar con una lesbiana. Porque, en principio, decía que su primera reacción era querer huir, querer irse, porque ella lo iba a dejar. Pero sin embargo se había reerotizado la relación a partir de esta confesión, o sea que cogían mejor que antes.
Entonces lo que yo le decía era que el tema es este: ¿qué te pasa a vos con coger con una lesbiana? No con una mujer, con una lesbiana. ¿Qué te pasa a vos como varón? ¿Qué pasa si viene tu abuelo y te dice a vos “che, pero cómo que estás con una lesbiana y no con una mujer”? ¿Cómo es bancarse ser varón y estar no con una mujer sino con una lesbiana? Entonces ahí implica que ya no se trata de relacionarse con un género, sino se trata de relacionarse con una existencia. Ni con una lesbiana, porque tampoco se sabe, no es ni una cosa ni la otra. Esto implica otro modo de composición de los cuerpos que no sea a través de los géneros, sino a través de lo que nos atraviesa a todos, que son los afectos.
Paradigma: A partir de lo que vos traés respecto de esta reflexión sobre que va a haber que cuidar lo singular, una pregunta que teníamos para hacerte tiene que ver con pensar el cuerpo como un campo de experimentación de los placeres. No como ha sido, y en lo cual el psicoanálisis nos ha dado todo el siglo XX y lo que va del XXI el pensar los placeres determinados por una identidad o determinados por una trascendencia, sino efectivamente cuál es el uso que podemos darle al cuerpo en los placeres. No hay mucho que esté escrito sobre eso, no está muy público respecto de poder usarlo, incluso algunas cosas que estuvimos conversando antes respecto de qué es lo que nos pasa en la relación con la sexualidad, la pornografía, la prostitución. Qué cosas nos pasan con eso respecto a que son cosas que no se pueden hablar, están como prohibidas de hablar, o no están al acceso de que las podamos hablar públicamente. ¿Tenés algo para contarnos?
Silvio Lang: Está el libro de Foucault, El uso de los placeres. Pensaría el cuerpo, además de un campo de experimentación de los placeres, como un territorio de transformabilidad, como un territorio mutante por el que pasan intensidades y por el que pasan afectos. Y que esos afectos rematerializan el cuerpo o lo transforman. Entonces, cómo uno se incorpora de procedimientos y de prácticas para tener esa capacidad de sentir esas afecciones.
La afectividad ha sido, tal como la plantea Suely Rolnik, esa zona relegada del heteropatriarcado. Es lo que decías hoy del varón como el policía de la sensibilidad y la afectividad como lo que desborda su sentido racional. Entonces me parece que lo que nos falta son procedimientos y prácticas que agudicen nuestra capacidad de registrar afecciones, para intensificar nuestras afecciones.
En relación con lo que hablábamos hoy de la pornografía: cómo asumirnos como consumidores de pornografía, por ejemplo. Esto que por ahí es un tabú del diván o un tabú de un asado de amigos pero es algo de lo que no se habla e implica que la prostitución queda solo del lado de las prostitutas o de los prostitutos. Entonces me parece que tiene que ver ahí con cómo nosotros vivimos nuestra sexualidad. Y cómo es que somos atravesados por un afecto que es la pornografía.
Me parece que ahí es pensar que por el cuerpo no solo pasan placeres, sino que pasan dolores también y pasan alteraciones. El cuerpo más bien, si uno lo agudiza, es una especie de territorio erosionado, como una especie de volcán ahí que supura un montón de información sensible. Me parece que la palabra “placeres”, que es una palabra linda -me gusta esa canción de Virus que se llama “Superficies de placer”-, pensarla más como una superficie de afecciones. Y el arte como esa práctica que puede componer afectos o una conjunción de afectos, o un compuesto de afectos, como dice Deleuze, a partir de esas afecciones. Entonces, para mí hay que animar, hay que apoyar las prácticas que se hacen cargo de nuestra afectividad y de nuestros lazos, de nuestra manera de construir lazos.
Paradigma: Me hace acordar lo que decís al libro de Halperin que se llama San Foucault y que va diciendo que ojalá podamos estar con otros, construir algo de una potencia o de una afectividad que nos haga inventar de la A a la Z con un existente, que cuando conocemos a alguien está todo por desplegarse y es raro, porque tiene una cosa de “vamos a evolucionar” y en realidad hay veces en que es algo que vas sacando, sacando con otro, y habla de miedo o un dolor o la sensación de la muerte. Todo lo que está puesto con otros y cómo salir de la clasificación de lo queer o lo feminista que nos permitieron poder ver, transversalizar, un modo de vida que no sea ni estar solo ni estar solo con muchos, sino poder ver cómo potenciar con cuerpos modos de vida que todavía no están. Me hacía acordar a eso.
Silvio Lang: Pensaba en la teoría que tiene Deleuze sobre la sensación, en Lógica de la sensación. Él dice que el pintor cuando va al cuadro no va a la tela vacía, la tela no está vacía, es mentira que la tela esta en blanco. El pintor va con todo un conjunto de clichés, de imágenes, de técnicas, de figuras y lo que hace más bien es, a partir de su fisicalidad, es desfigurar las formas sensibles o reventar sus propios clichés.
Entonces, cuando uno se relaciona con otros u otro transverbera en uno y uno siente esa existencia, no es que uno es una tabula rasa afectiva, uno ya tiene una serie de afectos y una sentimentalidad, una serie de afectos que ya están activados en uno, una serie de historia sentimental que ya está trabajando en uno y está armando un mito neurótico. Quizás lo que hacen esas transverberaciones de los otros en uno es más bien deformar o descongelar o desmarcar esa historia sentimental o ese compuesto de afectos. Porque uno no llega puro al otro, uno ya llega intoxicado, llega con una historia afectiva sentimental.
Entonces, ¿cómo uno puede estar disponible a que la intersección afectiva te permita desconfigurar, deshacer esa especie de afectividad neurotizada o de afectividad fijada, obsesionada en un lugar y te pueda de alguna manera abrir a la experiencia de otra afectividad? Nunca se parte desde un grado cero.
Paradigma: Silvio, retomando lo que vos dijiste respecto de la poca afectación que tuvo lo queer sobre el teatro y sobre las artes en general, lo dijiste creo que específicamente sobre Argentina y sobre Latinoamérica, un amigo nuestro y también amigo tuyo, Martín De Mauro, hacía esa pregunta para hacerte a vos. ¿Qué pensás que puede ser un “teatro queer”? A partir de esto que vos decís y una cierta “movida queer” que se ve en Córdoba, nos preguntábamos si ahí se puede pensar una resistencia a lo neoliberal, en ese “teatro queer”. ¿Cómo se puede plantear, cómo lo ves vos?
Silvio Lang: En principio, cuando hablo de Argentina y América Latina no es porque en Europa esté todo bien, sino porque hablo de los territorios que más conozco, digamos. Y como solo fui una vez a Europa, a España. Por pobre, no porque no haya querido… Creo que es un poco la descripción que hacía hoy de lo queer, que tiene que ver con esta capacidad de deshacer identidades o deshacer estructuras y rehacer otras lógicas, otros modos de subjetivarse. O sea que ahí hay, en lo que digo, una sustitución de conceptos. O sea, la identidad y la estructura en ese deshacer, y en esa posibilidad de rehacerlo, ya no se rehace como identidad o estructura, sino que se rehace como una lógica nueva o una subjetivación. Sustituir el concepto de identidad por subjetivación y el de estructura por funcionamiento o lógica.
Entonces, me parece que un “teatro queer” no es tanto un teatro que tenga temas queer. No es un teatro con tópicos queer, o que haya gente queer, o que haya una trava, o un trans, o una trans, o una torta, diciendo algún manifiesto de denuncia. Me parece que no es eso. Que ahí hay un problema justamente representacional. Un “teatro queer” que siga siendo representativo de lo queer, no es queer. Es heteronormativo. Un “teatro queer” es un teatro donde se permite desplazar los límites del propio teatro, desplazar los límites de la práctica escénica, de la práctica escénica del plano de la luz, del plano de la actuación, del plano de la dramaturgia, del plano del vestuario, del plano de la música… O sea, es un tipo de teatro -o eso es lo que a mí me enseñó lo queer– que se permite desplazar todos los planos, todos los planos sensibles, y desplazarlos desde tu propia inscripción en tu práctica. No criticar la vida de los otros o la práctica de los otros sino cómo tu propia practica se autoafecta o se pone en cuestión y se produce ahí un desplazamiento. Si no hay un desplazamiento y vas a hacer teatro y no vas a cuestionar tu manera de actuar, dirigir, escribir, hacer luces, hacer música, eso no es queer.
Tampoco uno es el policía de qué es “lo queer” y qué no es “lo queer”, pero a partir de lo que he historizado “lo queer” es esa capacidad de desidentificarme y de desdoblarme. Entonces, por ejemplo, las actrices o los actores porteños no tienen la capacidad, mayoritariamente, de desidentificarse de su lugar de actrices o de actores. Siempre son “muy actrices” y siempre son “muy actores”. Y eso es un problema. Es como que un banquero solo sea banquero, o un escribano sea nada más que escribano. Es mentira que sea nada más que escribano. Es varón, heterosexual, puede ser kirchnerista, macrista, padre de familia, hermano… Hay un montón de identidades yuxtapuestas, semblantes que están actuando en una existencia. Esa idea de plegarse al oficio es un problema y es algo que la teoría y la práctica queer nos han enseñado a desplazar y a deconstruir. O sea que un “teatro queer” necesita deconstruirse en su materialidad y conceptos. O sea, necesita deconstruirse en todos los planos sensibles y en su manera de hacer y cambiar las cosas. Entiendo que hay una moda queer y que muchas expresiones artísticas utilizan lo queer como tópico, pero me parece que eso, lo que hay ahí, es una estructura heteronormativa funcionado todavía.
Paradigma: Cada vez que vamos por el lado de las representaciones o de representar esos patrones, salimos de lo queer. ¿Lo decís en ese sentido, Silvio? Pensando por ese lado, la otra pregunta en sentido inverso sería: ¿qué es un “teatro macrista”? ¿Algo que va por el lado de lo que sostiene la representación de la proposición neoliberal? ¿Cómo ves eso, cómo está sucediendo en Buenos Aires? Si puede ser un retorno de lo conservador o de esas imágenes a representar.
Silvio Lang: Pienso que un “arte macrista” es un arte cobarde. Es un arte donde hay una gran necesidad de los artistas y los productores culturales de adaptarse a la forma de vida que propone la axiomática capitalista macrista. Son vidas legítimas. ¿Cómo ser legítimizado y axiomatizado por el mercado de la cultura? Entonces, me parece que es un tipo de teatro o de práctica que está muy preocupada en ser “personas legítimas”, en ser buena gente, en ser buenos teatreros, buenos coreógrafos, buenos escritores, buenos dramaturgos. O sea, es un teatro absolutamente obediente; no al macrismo, sino a la forma de vida macrista que tiene que ver con una atenuación de las pasiones o con lo que decimos con Juguetes Perdidos:[3] un movimiento antifiesta, un movimiento antitodo. Un movimiento de engorramiento de la vida cotidiana. Cada vez que un profesor se pone la gorra, que un director se pone la gorra, que un actor se pone la gorra, que un escritor se pone la gorra, es macrista. No tiene que ver tanto con si trataste el tema de los desaparecidos o no. Vos podés tratar el tema de los desaparecidos, pero hacerlo con la gorra puesta. No se trata de los temas, eso es la representación del sentido. Se trata de cómo ejercés tu práctica. Se trata de cómo te relacionás vos con el medio, con tu ambiente cultural…
Un arte macrista se lo puede pensar antes de que gane el macrismo a nivel nacional. Hubo un enfriamiento o un congelamiento de las pasiones unos años antes que ganara el macrismo a nivel nacional. Tiene que ver con que muchos artistas, muchos colegas, cuando gana el macrismo estuvieron los primeros años y al día de hoy viendo cómo se acomodaban a la lógica de la nueva gobernanza. Cómo de alguna manera se sentían interpelados por todas las ofertas estafadoras culturales, convocatorias que proponía el macrismo. Y muchos otros, los menos, nos ocupamos de combatir eso, nos ocupamos de deshacer esa perversión, esa lógica perversa del macrismo, nos ocupamos de crear otros espacios de resistencia, nos ocupamos de crear otras redes afectivas y políticas. Y otros colegas, muy progresistas, más o menos se acomodaron. Y quedaron de alguna manera cristalizados.
En el Teatro Nacional Cervantes estoy trabajando con los textos de Diego Valeriano, que es como una especie de arte del “in your face”, como un “agitprop” del “in your face”. Si en el Cervantes no se puede invesitgar la “Cultura-Macri”, entonces, voy a investigar la “Cultura-Macri”. Filtro eso, rancheo el Cervantes, ocupo los medios de producción, con un montón de problemas que eso me trae. No sé si voy a volver a trabajar en el Teatro Cervantes después de esto. Pero, por lo menos, usufructúo de los cuatro meses de contrato que tengo para investigar “Macri es la cultura”. Son todos los textos de Valeriano sobre el macrismo: “Están contentos con dos años de Macri”, “Macri nos re cabió”, “Quiénes son los enemigos de Macri”, “Macri es la cultura”… [4]. A todos esos textos de Valeriano que se han ocupado de describir y de investigar la vida macrista, nosotros los trabajamos en el Cervantes, lo decimos en ese recinto, hacemos que eso resuene en ese recinto y desatamos sus “fuerzas silvestres”. Eso me parece que es ocupar un espacio público.
Me parece que los artistas hoy están viendo cómo aplicar residencias artísticas en el extranjero. A eso me refiero con adaptarse. Porque, además, el macrismo te ofrece becas para viajar. Para lo que es la vida macrista, es cool viajar a Europa, más o menos como era en los 90. Entonces, están todos aplicando en residencias artísticas porque, claro, no se aguantan la vida en Buenos Aires que es un infierno. La inflación que hay, la vida de pobres, la vida precarizada del artista sudaca, y están viendo cómo se van afuera y están sometiendo su capacidad de creación, el desarrollo de su lenguaje, a las condiciones de las residencias artísticas del extranjero. Y muchos están pensando en irse. Muchos ya se fueron. Y no vemos cómo elaboran, en sus obras y en sus intervenciones públicas, qué es realmente la Cultura-Macri que gobierna nuestras vidas. Y para mí hoy hay estudiar la pasión macrista. Me parece que hacerse cargo de esos problemas es de alguna manera poder encuadrar al macrismo y que no avance sobre nuestra alma.
Paradigma: ¡Quedamos acá! Muchas gracias, Silvio, por este encuentro, lo vamos a repetir. Gracias. Nos encontramos la semana que viene, jueves 16.30 por radio Eterogenia en Paradigma.
[1] www.orgie.com.ar
[2] https://www.facebook.com/vdistopica/
[3] http://colectivojuguetesperdidos.blogspot.com/2017/11/el-macrismo-surfea-sobre-fuerzas-e.html
Paradigma Eterogenia
Toda referencia que indica que esto es un simulacro arruina la experiencia // Renata Zas
Toda referencia que indica que esto es un simulacro arruina la experiencia: la luz de la
cocina de la galería, la escasa iluminación de los artefactos de escritorio personal de los
trabajadores de esta pequeña empresa, el ruido de los camiones que trasladan cargas
por Villa Crespo, el haz de luz de día que entra por la rendija de la puerta principal.
Quiero estar sola y encerrada en esta escultura colectiva de luces neuróticas de policía
que custodia cada uno de los monumentos hieráticos de troncos y ramas que forman
parte de la habitación instalada. Éstos, a su vez, recogen una simbología de amuletos
descarnados, sin piel ni cuerpo. Son los semblantes de un ser católico apostólico romano
que se porta mal con una precisión obsesiva. Su rebelión es vaciar de contenido
trascendente los códigos de la Sacro-institución, pero su metodología está cargada de
una super exigencia y ambición monumentales que remiten al impacto y el peso de su
poder. Estas claves conceptuales en tensión rigen toda la obra de Mariana. El tono frío y
silencioso de la ficción primitiva presente se parece al latente escozor de la penitencia
alzada en rezos al padre nuestro “que estás en los cielos”, imponiendo orden sobre sus
pecadores.
No hay respuesta ni perdón, así habita el silencio. Un silencio vacío como el halo de hielo
de esa gota de sudor que corre cuando nos encontramos con la peor angustia humana, la
de nuestro propio vacío, aquel que sólo se encuentra en un estado de ficción solitaria.
No tiene sentido llenar de palabras la obra y por eso la artista decide que no haya texto de
sala; nada que ayude a definir ni hacer decir. A pesar de este forzamiento a sentir, las
posibilidades de conectar en verdad con la obra son exiguas sino es en un estado de
sepulcro silencio. Sin embargo, esta necesidad se revela imposible en tanto la galería es
un espacio de trabajo y habitación permanente en momentos de circulación por la
exhibición.
Es obligatorio sentarse y observar este bosque organizado de forma jerárquica a partir dela figura de un tronco de árbol de tres metros y medio de alto. Ese árbol enjoyado con luces de automóviles es el vector militar de un ejército simétrico de cuatro hileras de esculturas de troncos a escala y altura humanas. La cabeza y el techo de cada una de
éstas se ve limitado por una luz policial azul, en movimiento. Para lograr ver otra cosa es necesario pasear por cada montículo organizatorio de iconografía secular y religiosa. Son mementos o memoriales de tumbas individuales. Los observo como si pudiera sentir los fantasmas de una novia, una puta, un pobre marginal, ese lector miserable, un pescador moribundo o un buscador de objetos podridos, perdidos
Probablemente ésta sea una versión más de esa ficción primitiva, de un colectivo formado por la solitaria unión de múltiples vacíos y existencias. Vacíos marginales de historias no valoradas; vacíos de vidas vividas sin conciencia que en su caminar vagabundo encontraron la muerte, sin buscarla. Sentada sola contra el vidrio escucho los gritos agudos de sus rostros en frustración replicados a la eternidad.
RZ
4 de mayo 2018
Ficción primitiva es una exhibición de la artista Mariana Telleria en la galería Ruth Benzacar. Mariana Telleria
nace en Rufino, Santa Fe en 1979. Vive y trabaja en Rosario, Argentina.
La muestra permanecerá abierta del 2 de mayo al 23 de junio de 2018. Puede visitarse hasta esa fecha en
Juan Ramírez de Velasco 1287, Buenos Aires, Argentina. Más información en http://www.ruthbenzacar.com/
Renata Zas (Buenos Aires, 1990. Actualmente vive en Buenos Aires). Renata es una investigadora en artes y
curadora de arte contemporáneo con base en Buenos Aires. Actualmente se encuentra investigando la
permanentemente expansiva revolución tecnológica, cuyos efectos son sentidos en la sensitividad y empatía
humana. Renata está interesada en la práctica horizontal como metodología de trabajo.
FOTOS DE LA MUESTRA: http://www.ruthbenzacar.com/muestras/ficcion-primitiva/
Mariana Telleria:
Nací en Rufino, Santa Fe, en 1979. En 1998 me mudé a Rosario a estudiar Bellas Artes en la UNR. No terminé la carrera. Nunca asistí a talleres ni clínicas particulares, sí comparto ideas y tiempo con amigos excepcionales.
Lo inesperado y todo aquello que produce información no siempre me sorprende afuera, la mayoría del tiempo lo encuentro dentro de mis búsquedas y en el registro o memoria que sedimentan esas prácticas.
Cada una de mis ideas no nacen como hecho aislado, sino como formas o composiciones de articular y reordenar tantas cosas que están, me interpelan y no reconozco de inmediato. Y ese reconocer, esa sensación de estar confiadamente perdida hasta encontrar la dirección a la que creo tener que llegar, ese obrar innato a la historia, proceso o camino biológico personalísimo y encadenado de operar sobre el alrededor, mucha veces resulta de revisar mi propio trabajo.
Así que me dejo llevar de mi propia mano.
Todo lo que hago es verdad. Yo no soy al hablar. Lo que puedo decir no le alcanza nunca a lo que sucede, por ende no quiero nombrarlo.
Hablar es un simulacro más tramposo que el hacer.
Y por suerte creo no haber hecho lo suficiente.
Mueran por coger // Diego Valeriano
Mueran por coger, ahora, en este momento, por abrir las piernas, por querer gozar, por acabar jugoso. Mueran en los hospitales inmundos, mueran en las guardias, mueran mientras el médico duerme, mientras alguien reza, mientras los senadores oportunistas ven que hacen.
Mueran por ser guachines, por no ser nenes, por ser irreverentes, por mal educados, por arrogantes, por plantarse en el aula frente al autoritarismo, por no aceptar ninguna gilada más, por no dejarse educar. Que mueran solos en el rancho devorado por el fuego, por una bala perdida, porque el agua tapo todo, que mueran mientras la trabajadora social está en el juzgado haciendo el expediente.
Mueran por pibas, porque nos dan miedo, porque desarman las pobres existencias, porque hacen vida cada vez, porque nos re cabio. Mueran mientras el patrullero no llega, mientras los cagones que postean militancia agachan la cabeza por la noche, mientras una amiga grita sola, mientras los ortivas festejan.
Mueran por travas, por estar ahí cuando llevo a mi hijo a la escuela, por la imagen que nos devuelven, por la falopa que les compramos, por la fantasía que nos despiertan. Que mueran por venir de tan lejos, por dejar todo atrás, por ser una vergüenza en la familia, por no pedir perdón.
Mueran por enemigos, por pibes, por romper la noche, por llevar el fierro en la cintura, por tomársela toda, por devolver la crueldad tal cual es. Mueran en el calabozo, total todos lo sabemos, mueran en un patrullero total igual dormimos. Que mueran, total no es el primero de los hermanos que pierde, total las lágrimas de madre ya están tatuadas de antes.
Que mueran los gedes, las negras que piden, los locos, las turras que solo quieren divertirse, los que cagan a piedrazos el tren, las que esperan alguna oportunidad, los que matan sin preguntar, las putas viejas de colectora, los que no entienden de tu solidaridad, las que faltan a los talleres y se quedan fumando en el campito. Que se mueran por voraces y descanseras, por estar de fiesta un martes y no dejarnos dormir, por reflejar la vida como un espejo peposo y cínico, un espejo manija que nos hace parecer bastante a eso que decimos enfrentar.
Foto: Colectivo Manifiesto
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Los pibes, las pibas, los guachines por los que ya nadie pregunta, las nenitas que lo único que quieren es
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Valeriano escribe sin marca. Sin las marcas de la identidad o perfil establecido para alguien que escribe -sin la marca
De “salvemos las dos vidas” a “muéranse por abortar” // Laura Verdile para La Primera Piedra
“En mi guardia los abortos se harán sin anestesia”, publicó en su muro de Facebook un anestesiólogo del Hospital de la Madre y el Niño de la provincia de La Rioja, el pasado viernes 15 de junio. Solo había pasado un día luego de que la Cámara de Diputados diera media sanción al proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo, tras un largo debate parlamentario acompañado por miles de personas en los alrededores del Congreso. El repudiable comentario – festejado también por varias personas –se difundió rápidamente en las redes sociales, logrando que el caso llegara a oídos del Ministerio de Salud riojano que, horas después, expresó su rechazo y resolvió su despido, además de dejar en clara su posición contra toda clase de violencia obstétrica y a favor de los derechos de género.
“El Ministerio de Salud, a través del Hospital de la Madre y el Niño, repudió los dichos expresados por un médico anestesista de dicha institución habiendo resuelto desafectarlo de manera inmediata y elevar comunicación a la Asociación de Anestesia de la provincia, al Consejo de Médicos y al Colegio Médico de la provincia”, dice el comunicado. “Como referentes de la salud pública, garantizamos el derecho a la salud de todas las mujeres de nuestra Provincia, que acudan a los hospitales públicos y centros de salud”, concluye. Este no fue el único caso que tuvo repercusión en las redes sociales: con pocas horas de diferencia respecto del primer comentario, otro médico de La Rioja perteneciente al Hospital regional Dr. Enrique Vera Barros publicó también en Facebook: “#CuentenComingo (Para reventarle la cabeza a palos así aprenden a ponerse un forro. Las envuelvo en celofán..)”.
Estos tampoco se trataron de episodios aislados: en los últimos días, fue constante la presencia en redes sociales de comentarios y actos violentos por parte de quienes enarbolan la bandera de “las dos vidas” hacia mujeres que defienden la legalización del aborto y hacia todas aquellas que optarían por interrumpir su embarazo. También tuvieron repercusión los dichos que circularon en Twitter en referencia al trágico episodio que terminó con la vida del hijo y la esposa del senador de Formosa, Luis Naidenoff. Al haberse expresado a favor del proyecto de ley, fueron varios quienes publicaron repudiables frases como “justicia divina”. Las amenazas de muerte, violación y las más crueles formas de violencia demuestran que, lejos de querer salvaguardar la vida, lo que desata la ira del núcleo más duro del machismo es que las mujeres reivindiquen la libertad sobre sus cuerpos, fuera de los límites marcados por la cultura patriarcal.
Apoyados en la idea de maternidad como mandato, estos discursos forman parte de la reacción misógina ante la autonomía que reclaman las mujeres, en este caso en las dimensiones sexual y reproductiva, y buscan disciplinar y someter a quienes se atreven a desafiar el sistema establecido. Se trata también de un patrón visible en el último tiempo: las luchas feministas y la reafirmación de las identidades disidentes han suscitado toda clase de episodios agresivos por parte de quienes no aceptan la diversidad y continúan viendo a las mujeres como objetos que deben amoldarse a normas inamovibles. Así surgen, por ejemplo, las amenazas de las denominadas “violaciones correctivas” que, como hemos mencionado en La Primera Piedra, son comunes para todas aquellas que se atrevan a alzar la voz o desafiar el “orden”.
Pero además, las reacciones mencionadas de los profesionales de la salud ponen en evidencia una cara de la violencia machista muy común a la hora de hablar de los derechos reproductivos: la maternidad no sólo como una obligación, sino también como algo que se transita con dolor. Frases como “si te gustó lo dulce, ahora aguantate lo amargo”, que continúan siendo una agresión común durante el parto – de acuerdo a los registros del Observatorio de Violencia Obstétrica llevado adelante por la agrupación Las Casildas -, implican una condena que la mujer recibe por el placer sexual, y que es la misma que los sectores machistas ponen en quien decide abortar.
Tanto uno como otro caso – la violencia durante el parto y el rechazo a la interrupción legal del embarazo – hablan de un control sobre los cuerpos de las mujeres y de su libertad sexual, reservada para el varón. De esta manera, se anula la voluntad y la capacidad decisoria: una vez más, la mujer es cosificada para que responda a los mandatos tradicionalmente asignados por la cultura. Así, no solo se ponen en juego ciertas formas legítimas de ocupar el espacio público, sino también de comportarse en el ámbito privado, donde el deseo continúa siendo estigmatizado.
Que miles de mujeres organizadas exijan soberanía sobre sus cuerpos rompiendo con uno de los tabúes más arraigados en nuestra sociedad implica un cambio crucial en el denominado “sentido común” y eso es algo que molesta. Es marcar un límite a la vergüenza y a la culpa como mecanismos centrales en una relación de poder en la que las mujeres fueron históricamente oprimidas. Es, también, desnaturalizar la violencia con la que se intenta someter a todas aquellas que reclaman por su autonomía, que probaron tejer redes inquebrantables.
Laura Verdile para La Primera Piedra.
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Solo por hoy somos grandes, hemos logrado torcerle el brazo a una de las instituciones más vetustas: la Justicia. Las feminidades en situación de trata patriarcal (no tiene visión de género alguna) son victimizadas por esta institución vendada y obligadas a hacer equilibrio con una balanza en donde las partes ponen unos y otros argumentos a ser sopesados con la imparcialidad, supuesta claro, de una entidad superior a cualquier medida humana, en busca del Derecho.
LA MUERTA QUE HABLA
Allí llegó Say Sacayán y un cuerpo muerto pero no mudo, rompiendo las leyes ya no humanas o simbólicas sino físicas, Diana aún declara. Así de grande es la praxis travesti en estas tierras, muertas damos declaración, movemos complicidades para hacer lobby, declaramos desde nuestros testimonios en vida, enseñamos a los patriarcas que se arrogan la administración de justicia y produce historia sostenida por cientos de cuerpos que logran un primer fallo a nivel global, travesticidio, el Crimen de odio en clave trans.
El dolor, la tristeza, mi fragilidad psíquica me hizo insostenible la presencia en los tribunales fecha tras fecha. La cara del acusado y hoy condenado, su actitud desafiante, la enumeración de cada herida, de cada detalle macabro necesario para el dictamen, las pruebas, lo forense, que se sumaran tantas travas, los micrófonos listos, las banderas pintadas, las consignas construidas, lxs artistas acompañando y mucho más hizo que pudiese tomar la decisión de no estar con mi cuerpo presente y preservar mi integridad psíquica, emocional y espiritual, tranquila porque ellxs estaban.
Y AHORA LLEGÓ LA OMS
Viendo este plano del dolor psíquico y muy suavecito en los medios llega la noticia esa misma mañana: la OMS nos correría de la casilla en su ICD-11 (se decidiría en próxima asamblea). Miré usted. Nos mudan del casillero de Trastorno Psicológico al de mera cuestión física; falta de adecuación del cuerpo al género que siente la persona. ¡Muchas gracias OMS! ¡A las travas nos importa un corno su dictamen! Nos impacta una mierda en estas latitudes y si quieren prensa pónganse a trabajar de modo científico, pidan disculpas por los horrores psiquiátricos, por todas las lobotomías y demás espantos sobre nuestros cuerpos travas, tortas y maricas. No tienen rango científico las travas, no se los otorgamos.
El tufillo indignante viene de la interna colonizadora del primer mundo, a la que le duele mucho pasar por los test psiquiátricos pero se humilla a continuar incoherente, esta vez con un cuerpo erróneo (pobre templo nuestro) “que no se adecua a nuestro sentir de género”. ¿Qué diablos significará esto? No quiero hacer el intento de responderlo pero intuyo que se trata de una cuestión clasista: “No queremos salir de la contemplación de las obras sociales”.
En estas latitudes sudacas tenemos una Ley de Identidad de Género que es bastante clasista porque los nenes de mamá y las señoritas no querían salir de las categorías Hombre-Mujer, si es superadora del entuerto pues incluye todo esto en la asistencia del Plan Médico Obligatorio sin patologizar de modo alguno. Claro esto conlleva lucha y en el primer mundo no estarían dispuestxs a tanto esfuerzo desde la comodidad de vivir sostenidxs por la miseria del sur, como toda burguesía. ¿Y por qué colonizado? Simplemente porque hace algo más de 5 siglos vivíamos en sociedades que nos concebían como otra más de las expresiones humanas, dos espíritus (genérico contemporáneo) con peso específico propio y sin ninguna tecnología médica particular, simplemente liberdxs de todo juicio moral para ser y expresar esa identidad. Desde entonces por estas tierras se nos impuso el silencio, el atropello a nuestro desarrollo infante y se colonizó la sexualidad, los saberes y los modos de expresar la identidad constituida también por una identidad de género. La crueldad la impuso el hombre a través de sus colonizadores, soldados, religiosos, jueces, médicos principalmente y hoy está allí tan naturalizada que la voz trans europea la impone a la transitud internacional.
Hay un bastión crítico, en Buenos Aires, ¿insignificante? Puede ser pero producimos de manera tal que se conmueven los cimientos mismos del andamiaje simbólico del hetero-winca-patriarcado, con el costo de nuestras vidas, con todo este dolor. Porque nadie me quita la ausencia de mi amiga. El dolor viene del impacto de sus crueldades, diarias, de las ausencias estadísticas, del miedo que genera enviar a un niñx a caminar sus ciudades o escuelas, el terror de cinco siglos machos y que apenas estamos des-andando, de la noticia de la OMS. Si es impresa será buena para envolver los huevos y si está en formato digital, al spam.
Fuente: Página/12. Suplemento: Soy
Las bestias posibles // Nicolás Garibaldi
Del Zote, ¿qué podemos decir?
Solo había uno y lo hemos visto morir.
Edward Gorey. “Utter Zoo Alphabet”
Los filósofos perros
¿Tienen las bestias algo para decirnos acerca de cómo vivimos? Michel Onfray dirá que son expertas en sabiduría.
Las anécdotas de los filósofos cínicos, los llamados filósofos perros, son un ejemplo de esto. Allí todo un pensamiento puede aparecer expresado a través de las bestias, como lo muestra Diógenes: del perro deviene una pedagogía del ladrido y de la mordida, que va a contrapelo de la reducción de todo fluir del pensamiento a la tolerancia de la palabra regulada, a los intercambios verbales de baja intensidad, al simulacro de la diferencia -hay un gesto, un interpelar al otro desde la irritación, tensionando los nervios en un morder a los amigos con la intención de salvarlos-; el ratón nos enseñará un andar en la oscuridad, veloz y sin descanso, encontrando el alimento ahí donde sólo parece haber desperdicio, arrojando la pregunta sobre qué es una vida confortable; el pez con su particular modo de saciar su deseo, frotándose contra una superficie rugosa, eyaculando y continuando con el nado, romperá la relación entre el deseo-esfuerzo y el deseo-lamento.
Los filósofos perros y el zen
El poeta brasilero Paulo Leminski, traza un paralelismo entre los filósofos perros y el zen, al encontrar en ambos un singular uso de la anécdota y el gesto, en el que dan lugar al pensamiento para habilitar posibles modos de vida.
Los filósofos cínicos, así como toda la filosofía griega antigua, se caracterizan por proponer modos de vida. No está en sus objetivos plantear sistemas filosóficos totales, sino proponer maneras de resolver problemas concretos de la vida mediante ciertos ejercicios espirituales.
En el zen no sólo las palabras pueden generar conceptos. Las imágenes, los gestos, las actitudes y las situaciones materiales, también tienen una productividad en este sentido. Se trata de un conocimiento, una experiencia singular que es susceptible de ser alcanzada mediante ejercicios llamados do. Do no significa otra cosa que camino.
Desde la perspectiva occidental las pedagogías del zen son pedagogías aberrantes: golpes, palizas y pedidos absurdos que están por fuera de la palabra, que es el modo en el cual occidente concibe un proceso de aprendizaje.
Hay ciertas anécdotas ejemplares atribuidas a maestros en el zen que aparecen bajo el nombre de koans. Allí las bestias nuevamente tendrán un lugar privilegiado. Tal es el caso del cuervo que, secándose sobre el techo después de una lluvia intensa, mueve un ala e involuntariamente rompe una teja. Donde en apariencia sólo había una fragilidad, aparece una potencia.
Las bestias que ya no podremos ser
En su ensayo “Los mecanismos”, Christian Ferrer pone en cuestión la supuesta neutralidad de las máquinas. Al fin y al cabo todo artefacto hogareño está manchado de sangre, y no habrá posibilidad de reversibilidad en los usos.
A la par, entre párrafo y párrafo, narra el proceso de extinción de animales como consecuencia de las máquinas puestas en funcionamiento en los territorios con el objetivo de la acumulación de capital. Pero no narra desde un ecologismo indolente -que empatiza con las bestias como compensación de la incapacidad de sentir como propio el dolor de los de su misma especie-, sino encontrando en esa extinción una vitalidad perdida.
Junto a las bestias se extinguen gestos posibles.
La imposibilidad de ser al modo de dodos, tigres de Tasmania, rinocerontes negros, zorro-lobos o palomas migratorias salvajes.
Bestias indóciles
¿Tienen las bestias algo para decirnos sobre la servidumbre voluntaria, sobre el extraño deseo de sometimiento que algunos experimentan? ¿Qué hacen las bestias cuando se las quiere someter? Ettiene de La Boetie se interesó por la resistencia que las bestias ofrecen.
Unas que se dejan morir apenas son apresadas. Otras que resisten con sus pezuñas, sus cuerpos, sus picos. Otras que una vez cautivas, dan tantas señales aparentes del sentimiento de su desgracia que es hermoso ver cómo prefieren languidecer que vivir, sin jamás poder complacerse en la servidumbre.
La belleza del gesto indócil.
Las malas victorias
Cuenta Pascal Quignard que los ciervos huyen para ser vistos lo menos posible y se internan en la profundidad del bosque.
Hubo un tiempo en el que caballos y ciervos competían en la naturaleza. La belleza del ciervo se le hacía insoportable al caballo que lo enfrentaba sin lograr una victoria.
El hombre, al tanto de dicha competencia, le dice al caballo que si lo deja montar en su espalda finalmente podrá doblegar al ciervo. El caballo acepta y el hombre montado decapita de un espadazo al ciervo.
Aún hoy el caballo, con la cabeza fija en el suelo mientras pasta, cavila. Reflexiona que no todas las victorias son buenas. Y esta fue una de esas, una mala victoria.
El universo zoológico policial
El universo zoológico para la policía se reduce a dos especies: perros y caballos. El escuadrón antinarcóticos y la montada.
Claro que no es el caso del caballo legendario de Mettius Curtius, que prefirió arrojarse a un lago y ahogarse con caballero y todo antes que servir al hombre para la guerra.
Bestias y fisonomía
Las bestias guardan en su fisonomía un saber histórico. Charles Fourier observa en los elefantes sus orejas aplastadas de escuchar tantas falsedades.
¿Qué es lo que soportan nuestros cuerpos?
¿Qué fisonomías patológicas toman de tanto soportar?
Las bestias y la creación de nuevos territorios
Según Paolo Virno toda pregunta por la naturaleza humana es una pregunta radical sobre las instituciones políticas, así como cuando nos preguntamos por las instituciones políticas del presente nos encontramos con definiciones de la naturaleza humana.
¿Cuál será entonces la diferencia entre la naturaleza humana y las naturalezas de las otras bestias?
Los animales desarrollan un repertorio de comportamientos en un ambiente dado, en ciertas condiciones y con ciertos estimulos. El humano es un animal desambientado, abierto al mundo, con un cierto grado de desapego del propio contexto vital, con la negación de sí como posibilidad autodestructiva. Este animal es ambivalente, oscila, inquieta, se inquieta y cuenta con una propia y terrorífica plasticidad e indeterminación.
Por esta desambientación del humano es que aparecen en las otras bestias posibilidades, modos con los cuales se pueden establecer relaciones con el ambiente, hacerse de territorios, lidiar con las fuerzas anti-todo. Esas fuerzas de las que habla el Colectivo Jueguetes Perdidos, fuerzas que dinamitan hasta las propias condiciones de vida.
Las bestias nos llaman a buscar los picotazos, rasguños, ladridos y mordidas que estén a la altura de nuestra época.
Los perros de Quilmes
Los perros callejeros de Quilmes son indomesticables. Persiguen dementes a las ruedas (¿acaso lo que persiguen es un carácter civilizatorio?), ladran, muestran los dientes y a veces muerden. Aúllan y en su aullido contagian a los perros guardianes de los patios delanteros de las casas (triste vida la de los perros guardianes, pocas son las veces que les toca morder en relación al sentido que a sus vidas le otorgaron, morder al ladrón).
Cuando los transeúntes ven perros callejeros se cruzan de vereda. Hasta a veces enfrentan sus ladridos con pedazos de ladrillos tomados de los escombros o con algún palo. Si los perros muerden se activa la medicina. Anti-tetánicas, anti-rábicas y deseo de sacrificio.
Pero alguien los defiende, alguien los alimenta a escondidas, alguien les tira una frazada vieja donde apoyan su cuerpo herido de sarna y pulgas. No aceptan las caricias. Su comportamiento no es predecible, a veces pasás y ni te ladran. El mayor reconocimiento que a alguien le otorgaron fue el de la indiferencia.
No es el perro callejero amado de Alberto Cortéz. Dócil, amado y propiedad privada porque lo que amamos lo consideramos nuestra propiedad. Tampoco en honor a él se erigió el monumento al perro callejero que luce en alguna plaza perdida de Berazategui. No representa la afectividad mascotil de la que habla Agustín Valle. Afectividad panfleteada al nivel de la política oficial con el perro Balcarce sentado en el sillón presidencial.
Me sería muy caro articular mis pasiones con las de otros. Con mi mascota tengo el afecto y me ahorro el conflicto en esta época de empatías anestesiadas.
Pascal Quignard en los Desarzonados ensaya la idea de que los perros, antes de ser perros fueron lobos que eligieron un camino de sumisión para obtener un benificio vital que desde la predación era más difícil de conseguir. Hay algo en la memoria corporal de los perros quilmeños que los remonta a esos tiempos y les hace saber que el camino de la sumisión fue el equivocado. Deambulan entonces por la ciudad, híbridos, queriendo volver a ser los lobos que sus cuerpos ahora no les permiten.
Fanonismo invertido
En Paterson, película de Jim Jarmusch, el personaje principal es poeta y colectivero. Cada día recorre el mismo camino, y en su casa las cosas también tienden a la repetición.
El perro doméstico es parte de esa rutina. Hay que alimentarlo, sacarlo a pasear cada día. Parece un ser vivo. Pero unos pibes que pasan en un auto deportivo le dicen “mirá que eso que estás paseando es carísimo”. Advierten su condición de mercancia.
El perro parece estar ahí para reglar un recorrido. Una vuelta de manzana que dure lo que dura un meo. Sin embargo el poeta decide dejar al perro atado y meterse en el bar cada vez a tomar una cerveza. El bar en apariencia también es repetición: beber, jugar al pool, poner una canción en la rocola. Pero sobre ese guión que parece escrito de antemano, aparecen vibraciones singulares de cada una de las personas que componen la situación. En el bar se crean situaciones como se crea música raga.
Occidente cree en la idea de músico creador, de compositor original. El raga cuenta con un repertorio acotado de músicas y es la vibración singular del intérprete lo que abre el espacio de la creación.
El bar y la amistad, esos fragiles standards sobre los que se improvisan variaciones, como diría Ricardo Piglia en los diarios de Renzi. Variaciones que se dan, ya no en color raga, sino en color jazz, una acción-un gesto- que insiste y reaparece y dice más que todo lo que yo pueda decir de mi mismo.
La advertencia de los pibes genera una micro-tensión, ¿será pungueado el perro? El olvido del poeta, el desentendimiento con el bicho, restituye la animalidad del perro.
Toda domesticación de una bestia es una operación de domesticación doble. La bestia y el humano son domesticados con las rutinas que les son impuestas y se auto-imponen.
La domesticación es Fanonismo invertido. Ya no es la doble muerte -muerto el opresor muerto el esclavo y nacido el hombre libre-, sino la doble domesticación: domesticada la bestia, domesticado el humano.
La poesía no se compone con la domesticación. La domesticación se devora a la poesía, como sucede literalmente en Paterson.
La amistad con lo no humano
Francis Ponge observa al caracol, su fisonomía, sus gestos, su movimientos y extrae de cada uno de ellos una enseñanza. Una enseñanza que es para la vida tanto como para la escritura.
¿Es posible saber crear sin saber vivir?
La relación que tiene el caracol con la humedad -la atraviesa y es atravesado por ella en su andar- nos sugiere un modo singular de relacionarnos con los caminos, sin finalismos. Para el caracol no es lo mismo lo húmedo y lo mojado, esto nos llama a estar atentos y a preguntarnos sobre cuáles superficies se potencia nuestro movimiento.
Afinar la percepción: lo húmedo y lo mojado no son una misma cosa.
El modo en el que el caracol se activa y realiza un movimiento apenas es desnudado o se desnuda. La casa del caracol es una liviandad, dado que es una casa que no implica un sedentarismo, que permite el movimiento. Pero es también una pesadez, que impone una lentitud, un nomadismo lento, que rompe con las ideas románticas que nos hacemos de los nomadismos.
La soledad del caracol es una posibilidad de amistad con la naturaleza. Como diría Juanele Ortiz, es la posibilidad de una constatación de lo que hacemos con las cosas que no responden. Correrse del tandem humano-humano y entablar amistades con lo que no lo es.
* Fotografía: Lucía Allende
Histórica condena por el travesticidio de Diana Sacayán // Colectivo de Medios de Comunicación Popular
Apenas pasado el mediodía se escuchó el veredicto por el crimen de la activista travesti. El TOC Nº4 condenó a Gabriel Marino a prisión perpetua por el «homicidio triplemente agravado por odio de género, por violencia de género y por el vínculo». ¿Qué significa este fallo? ¿Por qué no se utilizó la palabra travesticidio? Aquí una crónica de la jornada y los testimonios posteriores de Luciana Sánchez (abogada de la familia), Gabriela Conder (abogada de La Gremial y militante feminista) y Nora Cortiñas, que desatendió el reposo que le habían indicado para estar presente en esta sentencia histórica. (Por Colectivo de Medios de Comunicación Popular*)
Eran las 9:30 y por el palacio de Tribunales empezaban a circular militantes de la diversidad sexual, trans, familiares y amistades de Diana. En el 6º piso, unas 150 personas, que con el paso del tiempo se convirtieron en muchas más, esperábamos ansiosas una sentencia favorable. Un televisor era nuestro interlocutor, aunque hasta las 10:20 solo mostraba tres sillas vacías. La sala es tan pequeña que solo consiguen ingresar un puñado de personas, tal vez unas 50. Varias nos quedamos afuera, aunque adentro del Palacio de Justicia, en el mismo 6º piso. Los pasillos siempre solemnes esta vez parecen un bondi hacia el centro en hora pico. A las 11:00, luego de las réplicas y de que el asesino Marino se negara a utilizar su derecho a las últimas palabras, se ordena un cuarto intermedio hasta las 12:00.
Se hace larga la hora, pero llega. Y un grupito más de periodistas conseguimos ingresar a la sala para quedarnos parados y amuchados en un costado. Solo faltan algunos familiares. En voces bajas se oye una frase ya célebre que resuena en buena parte de las noticias que acompañamos: «Falta Nora, esperen que viene Nora». Entonces entra Say Sacayán -hermano de Diana- de la mano de Norita Cortiñas. Se sientan en la fila de adelante. Quedan frente al juez que, segundos después, como si efectivamente la estuvieran esperando, empieza a leer el veredicto. Marino mueve su pie sin parar ni un segundo. Algunos ojos cerrados apuntan al cielo como pidiéndole a quien sea algo de justicia. Manos apretadas entre familiares y amistades. Llantos que todavía no se definen entre la tristeza o la justicia.
Florencia Guimaraes, referente travesti, durante la radio abierta. |
Las primeras certezas de que el Poder Judicial, por una vez al menos, va a ser justo, afloran cuando el juez dice: «coautor penalmente responsable del crimen triplemente agravado por odio a la identidad de género». Hasta ahí alcanzamos a escuchar. Desde entonces, mientras el juez sigue hablando, todo son lágrimas, sonrisas, más lágrimas y abrazos insoltables. La emoción de la familia, de las compañeras trans, de amistades de Diana, son imposibles de dimensionar.
Con un breve delay, unos 15″ después de que festejamos adentro, se escuchan los gritos de afuera. Canciones del estilo: «Oleolé/Oleolá/Oleolé/Oleolá/lo dijo Lohana y Sacayán/al calabozo no volvemos nunca más». La furia trans a pleno. El encuentro del adentro con el afuera es también emocionante. Largos abrazos. Los besos de Say a Norita que se repiten.
Allí pudimos entablar los primeros diálogos que ayudan a entender el carácter histórico de la sentencia. «Es una emoción muy fuerte. Mucho dolor. Tengo la sensación de que se hizo un poco de justicia y la alegría de que se reconozca a Diana. Es una figura enorme, una compañera que nos dio tanto. Aunque sea de esta forma, es increíble poder devolverle mínimamente algo de lo que nos dio», dijo Luciana Sánchez, la abogada de la familia, en diálogo con integrantes del Colectivo de Medios. «Esperamos que a partir de este caso, cuando se juzguen otros homicidios de compañeras travestis y trans no les va a ser posible a los jueces y a las juezas ignorar que existe el odio a una persona por su identidad de género. Van a tener que abordarlo. Esperamos que los fundamentos sean sólidos para que esto pueda sentar un precedente y pueda ser reconocido. Que no sea un caso excepcional sino que se reconozca la gravedad del travesticidio como un problema social».
La integrante de la Gremial de Abogados, Gabriela «Chiqui» Conder, no podía ocultar su alegría por lo que implica jurídicamente la sentencia: «Estamos haciendo historia. Los jueces dijeron que fue por unanimidad por el inciso 4, un crimen de odio por su identidad de género, y por el inciso 11. Vamos a tener una sentencia por travesticidio aunque los jueces no digan travesticidio. Esto es histórico a nivel mundial. Van a estar obligados a utilizar el término travesticidio que es lo que estamos pidiendo».
Sánchez fue en la misma línea y explicó por qué aunque no se mencione el término travesticidio, puede considerarse que la condena fue travesticidio: «El Tribunal tiene un lenguaje técnico. Tiene la obligación de hacerlo de una determinada manera para que sea legal. Si ellos hubieran dicho travesticidio se abría la posibilidad de que se impugne la sentencia. Fueron muy correctos en todo el juicio. El 6 vamos tener unos fundamentos muy potentes. Ahí, en esos fundamentos, hay más margen para dar unas palabras que tengan más que ver con lo que sucedió realmente. Es casi ineludible decir travesticidio. Es importante que no fue solo el odio a la identidad de género lo que se reconoció sino también el inciso 11: el derecho que tienen todas las mujeres trans y travestis a vivir una vida libre de violencia de género. Matar a una travesti o a una mujer trans también es un femicidio e involucra la violencia de género. Fue una gran sentencia y va a ser un gran fallo con muy buenos argumentos. Ahora hay que sostenerlos. El Código Penal reconoce el odio a la identidad de género en el inciso cuarto. No dice ni travesticidio, ni femicidio, ni violación. Tiene que ver con que el lenguaje de la ley no siempre refleja el lenguaje popular», graficó. Conder citó además a la escritora Audre Geraldine Lorde: «Yo soy una pesimista. Hay una escritora negra que dijo que con las herramientas del amo no se destruye la casa del amo. Nosotros tenemos estas pequeñas conquistas, pero tengamos en cuenta el odio de clase que hay. Tenemos que estar atentos y atentas a que son conquistas, pero tenemos que cambiar este sistema. Las cosas se pueden cambiar. Estamos abriendo algunas puertas».
Entre las centenares de personas que asistieron a la sentencia y participaron antes y después de una radio abierta en la plaza frente al Palacio de Tribunales, estaba la infaltable Nora Cortiñas. La referente de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora arrastra en uno de sus pies, cansados pero a la vez inagotables, un fuerte dolor. Su médico le dijo la semana pasada que debía recomendarle algo que sabía no cumpliría: reposo. Norita fue parte de la jornada y resaltó el acompañamiento en las calles como una herramienta esencial en estos casos: «La movilización popular y la expresión en la calle tuvo mucho que ver en esta sentencia. Es lo que tenemos que seguir haciendo. Este fallo hay que seguir fortaleciéndolo para que estos crímenes no se vuelvan a repetir. Este día, la justicia estuvo de parte de estas víctimas. Estos delitos tan graves ya no tienen que pasar más. Hoy es un día especial, para recordar. Tenemos que seguir insistiendo en pedir justicia y tenemos que seguir haciendo fuerza para que los fallos sean justos». Si ella lo dice, habrá que estar ahí para acompañarla.
*La Retaguardia, FM La Caterva, FM Riachuelo, Agencia Paco Urondo, Sur Capitalino, ANCAP.
¿Acaso es otra cosa la revolución? // Alejandra Rodríguez
En las calles transformamos la manera de pensar, hacer y comprender lo político. En ellas elaboramos nuestros dolores y conflictos a la vez que instituimos otras formas de estar entre nosotras y problematizar nuestras existencias. Juntas componemos imágenes que ensanchan y tensionan los límites y sentidos de la política. Imágenes que en sus despliegues vuelven como olas que hacen crecer cada vez más la marea.
La representación política y las instituciones no son para nosotras puntos de llegada, sino partes del paisaje que nuestra fuerza desborda, cuestiona y condiciona. ¡Nos tienen miedo porque no tenemos miedo! cantamos alrededor del fuego que hicimos arder sobre el asfalto con la alegría y la certeza de saber que ahí queríamos estar. ¡Y ahora que estamos juntas, y ahora que si nos ven! Después de tanto tiempo estamos saliendo de los encierros de nuestras casas, rompiendo los cercos que todas las violencias producen en nuestras vidas, para componer un feminismo capaz de cobijar las múltiples disidencias y rebeldías.
No intenten confundir, ni catalogar, ni encuadrar y muchos menos banalizar nuestras insurgencias porque acarreamos dolores desde tiempos remotos y tenemos la certeza de que no hay vuelta atrás. El feminismo popular no encuentra sus razones en las gestas mezquinas ni en los rituales de la realpolitik que reduce las potencias plebeyas a meras capturas y urnas. Porque pasaron muchos años, figuras, promesas, partidos, y plataformas electorales pero nuestras vidas siguen siendo territorios de los cuales otros se creen dueños. Y hoy decimos basta. Y para quienes nos preguntan por el salto al “poder real”, les contestamos: ¿Acaso hay algo más poderoso que estar entre nosotras luchando por la autonomía de nuestros cuerpos? ¿Qué es el poder sino la posibilidad del desarme constante de sus mecanismos concretos?
La revuelta festiva callejera es un caldero donde arden los mandatos que nos ordenan como debemos vivir a la vez que entre sus llamas se originan las fuerzas de las vidas que si queremos abrazar. Las calles nunca son las mismas, porque van tomando las formas de nuestras revueltas. Hoy las calles son nuestras. En ellas nos acuerpamos ante el desamparo de la acumulación capitalista, patriarcal y neoliberal. Nos auto-cuidamos. Improvisamos nuestros repertorios de canticos y frases. Estampamos en las telas y remeras las consignas como mantras. Nos maquillamos con brillantinas y colores. Cocinamos altos guisos. Armamos fuegos para repararnos del frio. Conversamos. Nos reímos. Soñamos. Nos abrazamos y bailamos. Agitamos la furia que mutamos en deseos. Hacemos del estar entre nosotras una fiesta. Una gran casa de afectos. Así, ponemos en acto otros modos de vivir. ¿Acaso es otra cosa la revolución?
*activista feminista
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Las palabras se amontonan, se atropellan, se empujan para salir todas juntas, por todas partes. No podemos pensar en otra cosa y lo queremos decir todo pero se quedan un rato en la garganta, ahí donde nace un llanto o un grito de alegría. Todas las palabras escuchadas en los últimos días, en las calles, en las casas y en nuestras fogatas de anoche. Las palabras que nos urgen decir para contar-nos lo que está pasando, palabras que hacen remolinos entre nosotras en la confusión de nuestra mente-emoción-cuerpa de una noche juntas sin sueño.
Pasó la ley, bah, casi. Media sanción en la cámara de diputados, y es una sensación de victoria, pero las sensaciones y los pensamientos desbordan la ley por todos lados. Es mucho más que la ley de aborto legal sancionada por el congreso, es una victoria de disfrutes y descubrimientos colectivos, de otras maneras de estar y relacionarnos, de todo lo que podemos hacer, juntas, de hacer política. Ayer no fue una noche de promesas ajenas, ni siquiera de espera del resultado como si fuera un partido de futbol. Muchas nos olvidamos de a largo rato de los debates adentro, estábamos haciendo ahí, rondas, guisos, fuego, cantos, intuyendo que estábamos haciendo historia y política.
Quedó bastante en evidencia cierto desfasaje entre lo que pasaba adentro, y lo que viene pasando y sigue pasando afuera. El Congreso quedó como epifenómeno (por muy importante para garantizar cada vez más formas libres y gratuitas de abortar, y que pudimos presionar sin ninguna duda desde las calles) de una ola mucho más grande, desbordante, y que continuará. Un desfasaje que pasa por las formas de tomar la palabra: escuchás a presidentas de centros de estudiantes de secundarios, como Ofelia Fernandez, y queda claro que articulan sus palabras y pensamientos de una manera mil veces más audible y políticamente elaborada que muchxs de lxs diputadxs adentro. Esta es una cuestión de política, hay una disputa por formas de hacer política, de fabricar a mano la autorización y capacidad entrelazada de decidir nuestras vidas, de mover nuestras cuerpas en direcciones deseantes y deseadas. Hacer política como elaboración de nuevas posiciones-imaginarios, conquista de nuevas condiciones materiales-inmateriales para abortar sin riesgo y sin miedo, de otros modos de decidir desde, con y entre nuestras vidas. La ocupación-fiesta-aquelarre dejó muy en claro que las olas feministas de estos tiempos, que se inscriben en olas de otras generaciones tenidas de verde, vienen tramando modos de hacer política, y de cambiarlo todo, de una contundencia extremadamente contrastantes con lo vacíos y absurdos que sonaban los argumentos de ciertxs diputadxs, pero también con la construcción de los posicionamientos individuales hasta último momento como en una suerte de lotería, como si no se tratara de nuestras vidas concretas.
Asimismo, los debates que se dieron en los medios y el recinto del parlamento se dieron muchas veces -en contra de la ley, pero a veces también a favor- en un plano (los enredos pseudo teóricos sobre la vida, sobre el ser que no es pero tiene derecho, las confusiones tremendas entre vidas, humanxs, embriones… ni hablar de los ejemplos animales de los perritos en adopción, las aberraciones lógicas del tipo, dicho con tono de indignación algo así como: “vamos a atropellar los derechos de una persona que no solo nunca existió sino que nunca va a existir!!”, o reflexiones atrasadas del estilo “qué bueno que no haya tantas mujeres aquí quiere decir que están en su casa cuidando a su familia”…) que tocaba muy poco el plano de discusión de los feminismos múltiples que estampan y circulan los pañuelos verdes. Un plano de lo que pasaba en el recinto, y sobretodo su presentación mediática, que resulta bastante desconectado del plano de discusión que se da en las calles, en las clases, en las asambleas, en las redacciones de los diferentes proyectos a lo largo de décadas, donde se van acumulando relatos de experiencias concretas, espesores de las decisiones complejas y de los acompañamientos cuidadosos que se supieron inventar. Quedó expuesta esa desconexión de los términos de las presentaciones de muchxs diputadxs. Y junto con esa desconexión expuesta de la farsa, de las diferencias de espesor de los sentidos, de enraizamiento colectivo de las posiciones y de modos elaborados de toma de decisión, una enorme presión real ejercida desde la calle, ocupación-aquelarre, que hizo de esas 24 horas la culminación de un cambio histórico.
En el escenario principal de la Campaña Para el Aborto montado sobre Callao ayer, la primera voz que tomó el micrófono asumió: “estamos llorando y riendo al mismo tiempo”. En la plaza que sigue hoy de fiesta, chicxs de secundarios siguen riéndose a los gritos de: “abortototo, abortototo”, “con misoprostol, o con intervención, de la forma que sea es mi decisión”. Está en juego, junto a la legalización, las vías de desdramatización del aborto, porque el drama es ante todo fruto de la prohibición y culpabilización.
¿Y el miedo? ¡QUE ARDA!
Eso gritamos anoche alrededor del fuego, porque que pasara o no la ley, estabamos desde hace rato haciendo arder nuestros miedos. Por ejemplo, saliendo a marchar contra los femicidios forjando desde 2015 Ni Una Menos como contraseña de lucha y de cuidado. Hacer arder nuestros miedos es un poco diferente de pretender que nunca tenemos miedo. Es reconocer que a veces tenemos miedo pero que esos miedos conjurados juntas pueden producir nuevas maneras de vivir. Nuestros miedos se volvieron materia combustible, sensaciones y huellas concretas que tensan al mismo tiempo nuestras cuerpas y nuestros imaginarios y deseos; materiales palpables, experiencias susurradas o gritadas, juntadas en el camino como fuimos a juntar leña urbana, que nos juntan y con los que juntas podemos prender fogatas en nuestros aquelarres.
Quedó claro que el debate no era sobre la vida de un embrión o no, que la discusión se tenía que correr de un cortocircuito moral, a una discusión política. “Es que al final si te fijás bien, siempre nos terminan cagando a las mujeres” así puntúa una frase Lucila, a quien recién conozco volviendo a la plaza hoy jueves al mediodía. Con otra amiga, saliendo del subte en Alberti, me preguntan para qué lado queda el congreso. Les propongo ir juntas y conversamos en el camino. Está claro que el apoyo a la legalización del aborto subrayado por el pañuelo verde orgullosamente enarbolado, se enmarca para ella en una reversión de cada una de las situaciones que me describe en el que “al final”, “cagan a las mujeres”. En el trabajo, en la casa, en la iglesia. “Porque yo soy católica, ¡pero no boluda!” empieza, “es más, voy a la iglesia, me gusta cantar, todo eso del amor y de la paz, pero no soy pelotuda. Le digo al cura: fíjate que siempre nos terminan cagando a nosotras las mujeres.” La lucha por el aborto legal pone en juego el poder de decisión de maternidad o no maternidad, sí, pero se enmarca en un mapeo más amplio: dejen de “cagarnos siempre a nosotras”. Y ya que estaba, hoy para festejar Lucila rajó del trabajo: “Fui temprano, hice cosas rápidas y me fui, tengo un montón de cosas que hacer pero no me podía concentrar, tenía que venir acá.” Estamos en la misma…
Y sigue, riéndose: “El cura, que es mi profe, me dice que no tenga relación hasta el matrimonio, “¡llegaste tarde!” le contesto yo”. Entre llegar tarde y ser atrasado, solo un paso. Esas pibas, en cambio, no llegan para nada tarde, tampoco son exactamente vanguardias avanzadas, nos recuerdan a cada paso cierta evidencia de todo lo que ya cambió en el presente en el que caminamos. En los secundarios, varios tomados para la vigilia, presente desde temprano en la plaza el 13J nos recuerdan con cantos, pinturas, tirades en el piso o cantando un sinfín de canciones nuevas, que el presente ya cambió.
En particular, no toleran más que “lleguen tarde” alrededor de ellas, y opinen sobre sus vidas desde una posición atrasada. “Estoy en mi sexto año de secundaria, en el Pellegrini, y vi pasar en 2014 a una comisión de género que planteaba cosas que sonaban desmedidas y hoy conforman nuestro sentido común” dice Ofelia Fernández[1]. Lo que parecía desmesura es ahora la des-medida que acompasa nuestros pasos, el hybris de nuestro fuego común. “Si nos quieren sumisas, llegaron tarde, nos le queda otra que escucharnos” refuerza Ofelia.
El miedo que está ardiendo en nuestras fogatas, es también el miedo a decir que llegaron tarde, a hacerse escuchar. Quemamos también en nuestras fogatas el miedo a plantarnos y que se enojen, la idea precavida que mejor busquemos formas de no ocupar posición demasiado marcada, de no elevar la voz, para no crear conflicto. Un miedo que nos “termina cagando” como dice Lucila, por hacernos cargo de no hacer olas en una conversación, de ser medidas, templadas, razonables y comprensivas: “Anoche me re peleé con mi familia” me cuenta Lucila cuando estamos más cerca del Congreso; la otra chica, también estudiante, de Lanús, que la acompaña dice: “ah ¡yo también!”. Les pregunto: “¿pero suelen decirles lo que piensan así a su familia?”. “y… ellos se enojan… pero ahora yo les digo igual”. Y sigue “Es increíble lo que tienen en la cabeza. A la vez los entiendo, tuvieron una educación muy cuadrada, pero la novia de mi papá hoy me dijo: “y bueno, ¡ahora vayan a abortar felices!”. Pero ¿qué se imaginan? ¿que nos llamamos por teléfono y decimos, che, el sábado a la noche nos juntamos y nos hacemos un aborto?!” La risa deja en claro que la idea no les da miedo, en sí, solo que no es exactamente lo que tienen en mente. Lo que sí: no más callar, y desdramatizar el aborto.
El miedo que está ardiendo en nuestras fogatas, es el miedo a abortar. Porque sabemos que de alguna manera -y la ley viene a garantizarlo de alguna forma estatal, pero sabemos que tendremos que garantizarlo con nuestras prácticas y nuestras políticas feministas, así como armamos fuegos anoche- no abortaremos nunca más sola, culposa, escondida, y armaremos fuego cada vez que nos están por cagar. La conversación con Lucila comenzó así: designando el pañuelo verde, le pregunto “hace mucho que estás a favor del aborto? “Mirá, empezó hace 7 años. Soy de Hurlingham, vine acá siete años atrás acompañando a una amiga que había quedado embarazada a abortar. Ni sabíamos lo que era abortar. Y se lo hicieron, pero nos metieron una culpa! Que habíamos pecado, que era mal, todo culpa nuestra. Ahí dije, esto está mal. Nos están cagando.”
Quemamos en nuestros fuegos el miedo a abortar, girando alrededor invocando misoprostol, invocando a las Socorristas que comparten sus saberes-haceres y a todas las experiencias acumuladas y que queremos sacar a la luz, o por lo menos hacer circular como se nos den las ganas. “Arroz con leche, quiero abortar, en condiciones dignas en cualquier lugar, con misoprostol, con intervención, de la forma que sea es mi decisión” se escuchaba todavía hoy en la plaza después de la sanción de la ley. Sabemos que la ley no es todo, que a lo largo de estos fuegos, la alquimia de nuestros aquelarres transformó la materia miedo en goces y disfrutes. En estos meses, años, días y noches, se fueron ensanchando las direcciones del movimiento de legalización del aborto, por ejemplo la “educación sexual” es ”para decidir” pero también “para descubrir”; y os “anticonceptivos para no abortar” pero ante todo “para disfrutar.” La famosa disociación entre sexo y reproducción, eje histórico del feminismo, espesándose en este proceso.
La alquimia alcanza hasta alianzas aberrantes (seguramente inentendibles para el palco instalado anoche del otro lado de la plaza dónde, mientras prendíamos fuego, realizaban ecografía de embarazos de 14 semanas en vivo, en una puesta en escena dramática de la imaginería médica como culto de la reproducción): conversamos ayer cortando zanahoria y zapallo anco para el guiso de lentejas, de cómo la conquista de un aborto legal, seguro, gratuito, desdramatizado, nos encontraba al mismo tiempo cocinando otras maneras de maternar-partenar con el mismo fuego que el que viene quemando miedos y culpas.
En las alianzas que se tejieron juntando la leña de nuestros fuegos, lo que quemamos es también el miedo a hacernos otras cuerpas, y vivir otros deseos. Si #nosmueveeldeseo, es que perder miedo a abortar va de la mano con conquistar otras sexualidades, por hacerse otras cuerpas en nuestras cuerpas, que dejan de ser reguladas por la reproducción obligatoria. Llegamos a la plaza del Congreso con Lucila, siguen cruzándose gente que se va y otra que viene, muchxs pibes de secundario, cantando sin parar para festejar la aprobación de la ley finalmente votada. Festejamos la legalización del aborto y se escucha “Macri no es puto, es liberal, hacete cargo él es heterosexual”; “Ole Ole, ola ola, No soy amiga de tu mamá, somos lesbianas no paramos de garchar”. Así también, en nuestras fogatas y discusiones, la alquimia transformó el referente “mujeres” en “cuerpas gestantes”, porque la elaboración de nuestros modos de decidir si sí o no tener hijx y la conquista de poder hacerlo de todas las maneras que se nos den las ganas, supo desplazar una definición biológica y genérica de mujer, intentando tejer experiencias que se acumulan en un nosotras, un nosotres, sin apelar a un apriori identidades únicas.
¿Y el miedo? ¡Que arda!! ¿Y el miedo? ¡Que arda! ¿Y el miedo? ¡Que arda! No es que no tengamos nunca más ningún miedo; es que nos juntamos a quemarlos en el asfalto de la calle. Nuestros aquelarres son más de brujas artesanas que de grandes heroínas: aprendimos a prender fuego, juntas, juntes.
Hoy 14 de junio, son las 16h, y quedan grupos aislados de pibxs muy jóvenes, al lado de las vallas, que siguen cantando y saltando. Nadie se saca el pañuelo verde, ya es red perceptiva-afectiva de color en las calles. Levanto la mirada, la cúpula del congreso parece un poco más verde cada día, del verde acumulado en nuestros ojos.
[1] Texto completo Lobo Suelto
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Quisieron, desde el gobierno, armar una escenografía absurda. Partir la plaza del Congreso como si hubiese una “simetría” de fuerzas: pro-vida vs. pro-aborto (así la titularon). Como si la división del conteo de votos en el Congreso que se venía peleando en el lobby parlamentario desde hace semanas reflejaría en proporción lo que pasaba en la calle.
Esto tenía dos intenciones. Primero: desconocer la masividad que el debate a favor de la legalización del aborto ha logrado, traspasando edades, organizaciones, barrios, familias y lenguajes. En ese sentido, esta “marea verde” mostró la presión desde abajo contra la cual el sistema representativo no pudo inmunizarse. La democracia que se ejerce en las calles tiene la fuerza de lo real y esa es la verdadera “asimetría”.
Segundo objetivo: al diseñar una nueva “grieta” artificiosa armada con vallas, se quería despreciar un acumulado histórico de luchas. La contundencia de la foto de una plaza masiva y verde del 4J fue la antesala inmediata de esta corriente de opinión, sensibilidad y capacidad de movilización callejera que volvió a tomar la ciudad. Quisieron evitar que se repita de nuevo esa foto. Y el movimiento tomó la forma de una serpentina plateada y verde, ocupando varias avenidas, haciendo temblar y brillar la noche con fuegos acá y allá, con purpurina que encendía los rostros, con mantas de colores que tapizaban el asfalto.
El desborde masivo desbarató la coreografía patética del oficialismo. Éramos miles y miles yendo y viniendo. Dispuestxs a que el tiempo de permanencia no fuera un problema. Ocupar la noche fue no saber del tiempo de reloj. El estado de vigilia fue una mezcla del estado de alerta que el movimiento feminista viene instalando sobre las tramas de violencia contra el cuerpo de las mujeres con una algarabía de estar juntxs que nos envuelve en un cuerpo colectivo y nos abriga.
No hay vuelta atrás. En ese modo de producir cuidados al ocupar la calle. No hay vuelta atrás. En las miradas luminosas de tantxs jóvenes que saben que ocupar la calle es la verdadera forma de hacer política y donde todos los cuerpos cuentan. No hay vuelta atrás. Porque abrimos una brecha en el futuro que nos quieren robar con la deuda externa y con las formas de deuda privada, como mordazas sobre nuestros cotidianos. No hay vuelta atrás porque agujereamos la normalidad. Porque en estas fiestas masivas con las que estamos haciendo historias nos estamos inventando nuevas formas de existencia colectiva. Tenemos un “nosotrxs”. Nos tenemos. Y nuestra verdad es que no estamos solas.
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La espiritualidad como fuerza de sublevación // Verónica Gago del Colectivo NUM para Emergentes
El feminismo habla de los cuerpos al mismo tiempo que pone en disputa una espiritualidad política. Y que es política justamente porque no separa el cuerpo del espíritu, ni la carne de las fantasías, ni la piel de las ideas. El feminismo (como movimiento múltiple) tiene una mística. Trabaja desde los afectos y las pasiones. Abre ese campo espinoso del deseo, de las relaciones amorosas, de los enjambres eróticos, del ritual y la fiesta, y de los anhelos más allá de sus bordes permitidos. El feminismo, a diferencia de otras políticas que se consideran de izquierda, no despoja a los cuerpos de su indeterminación, de su no-saber, de su ensoñamiento encarnado, de su potencia oscura. Y por eso trabaja en el plano plástico, frágil y a la vez movilizante de la espiritualidad.
El feminismo no cree que haya un opio de los pueblos: cree, por el contrario, que la espiritualidad es una fuerza de sublevación. Que el gesto de rebelarse es inexplicable y a la vez la única racionalidad que nos libera. Y que nos libera sin volvernos sujetos puros, heroicos ni buenos.
La Iglesia ha entendido esto desde todos los tiempos. Podemos referirnos una vez más al ya clásico Calibán y la bruja, de Silvia Federici, para recordar por qué la quema de brujas, herejes y sanadoras fue una escena predilecta para desprestigiar el saber femenino sobre los cuerpos y aterrorizar su efervescencia curadora y su fuerza de tecnología de amistad entre mujeres. O al aún más clásico Witches, Midwives and Nurses. A History of Women Healers (Brujas, Parteras y Enfermeras. Una historia de las mujeres curanderas) de Bárbara Ehrenreich y Deirdre English donde, por ejemplo, se analiza la guía de quema de brujas del siglo XV que aseguraba que “Nada le hace más daño a la Iglesia Católica que las parteras” (The Malleus Malificarum), que por supuesto son también las aborteras.
Hoy vemos en las calles, en las casas, en las camas y en las escuelas una batalla por la espiritualidad política (que, en su movimiento masivo, tiñe todo de verde, como un principio-esperanza). Y por eso, de nuevo, la Iglesia Católica, a través de sus representantes y voceros varones siente que tiene una misión que cumplir, una tarea de salvación de almas que se traduce en una guerra por el monopolio del tutelaje sobre los cuerpos femeninos.
Las palabras que el cura “villero” Padre Pepe expuso en el Congreso condensan todos los condimentos para cartografiar la batalla. Su intervención se realizó el mismo día que también expuso la joven Karen Torres, de la villa 21–24 y Zavaleta (donde Pepe trabajó durante años).Coincidencia sintomática, ya que la referente de la villa dijo exactamente aquello que desmiente los argumentos de la Iglesia. Y lo dijo en la voz propia de muchas mujeres por las cuales la Iglesia pretende hablar. Argumentó Karen: “En nuestros barrios intervienen instituciones como las iglesias que se encargan de moralizar nuestros cuerpos, nuestras decisiones y que operan para que las mujeres no tengamos acceso al aborto legal. Sin derechos sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas estamos condenadas a seguir siendo vulneradas”.
La intervención del cura “villero” muestra dos maneras de despreciar lo que estas jóvenes que viven en las villas están diciendo. Por un lado, al decir que “el FMI es aborto” (título con el que circuló mediáticamente su discurso), la Iglesia pretende instalar que la autodeterminación de las mujeres, el propio derecho a decidir sobre el cuerpo, es una cuestión neoliberal. Desconocen y falsean tanto las luchas históricas por el aborto como la actualidad del movimiento feminista donde esta demanda está asociada a un reclamo de vida digna y contra el ajuste neoliberal, y en cuya amalgama, se hicieron pañuelazos en muchos barrios y villas.
En su pretensión de mostrarse como los únicos anti-liberales, los voceros de la Iglesia refieren esta argumentación especialmente a las “mujeres pobres”: a quienes ellos consideran que deben tutelar especialmente, a quienes quitan la capacidad de decisión en nombre de su condición social, a quienes visibilizan sólo como resistentes si son madres. De este modo, en la línea del Vaticano que también enarbolan dirigentes como Juan Grabois (MTE), la trampa que tienden se dice “clasista”: intentan trazar una distinción de clase que justificaría que a las mujeres pobres no les queda más opción que ser católicas y conservadoras porque sólo tienen como opción su maternidad. De este modo, abortar (es decir, decidir sobre el deseo, la maternidad y la propia vida) intenta ser reducido a un gesto excéntrico de la clase media y alta (que, claro está, puede poner en juego recursos económicos diferentes). El argumento “clasista”, que por supuesto existe en términos de posibilidades diferenciadas para acceder a un aborto seguro, se invierte: pasa a funcionar como justificación de la clandestinidad. El derecho a decidir, para la Iglesia, debe permanecer así alejado de los barrios populares. Esta cruzada por infantilizar a las mujeres “pobres” es la punta de lanza, porque si se desarma, la Iglesia misma se queda sin “fieles”. Lo más brutal es el modo en que, para sostener esto, tienen que hacer oídos sordos –desconocer y negar- lo que dicen las propias mujeres de las villas y las organizaciones que trabajan en ellas. Aun cuando ellas están insistiendo en todos lados con la consigna “dejen de hablar por nosotras”.
La argumentación, para el tutelaje paternalista, tiene una vuelta de tuerca más: el Padre Pepe evoca a las mujeres detenidas-desaparecidas en la ESMA para decir que ellas, incluso en esa situación extrema, eligieron parir. Con esta imagen, no sólo está evadiendo mencionar la apropiación de sus hijxs por la cual se lxs consideró “botín de guerra”, sino que también está falazmente recordando a esas mujeres presas y torturadas sólo como madres abnegadas. No es casual este corrimiento a los años 70: justo cuando hoy, gracias también al movimiento feminista, se está re-leyendo el ensañamiento de las torturas sexuales contra los cuerpos de las detenidas-desaparecidas en relación al disciplinamiento que los genocidas querían hacer para “castigarlas” por ser militantes, por no quedarse en sus casas, por probar otros modos de los lazos familiares y afectivos. No es casual que la escena vuelva a los años 70 en el mismo momento en que las ex hijas desafiliadas de sus progenitores genocidas estén marcando una continuidad entre el campo de concentración y la escena de violencia doméstica.
¿Pero qué más dice esta analogía entre la ESMA y la villa? ¿Que las villas son los campos de concentración de la actualidad? ¿Que a las mujeres de uno y otro espacio no les queda otra que empeñarse en la maternidad a costa de sus propias vidas? Queda claro que la Iglesia, a través de sus voceros varones, no quiere dejar de legislar sobre el cuerpo de las mujeres y que encuentra en el movimiento feminista una amenaza directa a su poder, edificado sobre el control de los cuerpos y las espiritualidades feminizadas. Porque es el control de la vida y de los modos de vida (toda una guerra se despliega sobre el propio vocablo “vida”) lo que está en juego para hacer de la espiritualidad un sinónimo de obediencia y de renovadas formas de tutelaje. Claro que en el Congreso la Iglesia tiene sus aliadxs: el texto del PJ hablando del aborto como sinónimo de “cultura del descarte” tiene el mismo fondo de asociación del feminismo con liberalismo. Pero es justamente un feminismo anti-neoliberal lo que se ha venido fortaleciendo en los últimos años y que pone en jaque esta falaz argumentación de la institución eclesial. El diagrama de fuerzas, sin embargo, se despliega en la calle.
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Ser Piba // Diego Valeriano
Ser piba, ranchar en el congreso, armar una fogata y que un fuego verde devore todo. Que no queden ni las cenizas de lo que somos. Ser piba desde lo más profundo, desde las madrugadas, desde el aguante, desde el miedo, desde el segundeo, desde la fiesta.
Ser piba, inundar el Sarmiento, las aulas, el A, rebalsar las calles. Llenar de temor a los que dormían tranquilos, a las ortibas, a los dirigentes, a los troskos que mueren por protagonismo, a los que van a las marchas como selfies, a los que escriben para congraciarse, a los que si bien ahora entienden ya es demasiado tarde.
Ser piba para entender absolutamente todo. Para plantarse frente a los giles, para construir tantas ideas que transmuten la vida cotidiana, para hacer incomoda la vida adulta, para saber que ahora, en esta plaza, el combate es inminente.
Ser piba como único gesto político, como gloria, como nacimiento, como caníbales. Para mirar a todos como pobres tipos, para almorzar en Tarzan y que los viejos mueran de odio del verde. Sacarle la careta a los gatos de la iglesia, en especial a los que parecen compañeros. Escrachar guachos que creían amigos y amigarse con pibas que parecían tan lejanas.
Ser piba para estar así de manija toda la vida, para que todas sean pibas, para que piba sea todo lo que es. Para no escuchar hablar nunca más de trabajadores, ni de unidad, ni de los setenta. Para que los de la CGT se caguen todos, para que los rati bajen la vista, para matar de una buena vez a Dios.
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Valeriano sin marca // Agustín J. Valle
Valeriano escribe sin marca. Sin las marcas de la identidad o perfil establecido para alguien que escribe -sin la marca
SI NOS QUIEREN SUMISAS LLEGARON TARDE // Ofelia Fernández
Después de haberlo dicho, llorado y gritado todo, ¿es el silencio lo que sigue? ¿Es la templanza?
Semanas atrás recorría los pasillos de mi escuela. Pasaba por cursos para convocar a la movilización de Ni Una Menos. Son pasos que di tantas veces… y solía anular esa trayectoria, pero la última vez fue imposible.
Estoy en mi sexto año de secundaria, en el Pellegrini, y vi pasar en 2014 a una comisión de género que planteaba cosas que sonaban desmedidas y hoy conforman nuestro sentido común. Vi llorar a mis amigas en el baño por el femicidio de Lola Chomnalez. Pegué carteles contra el acoso callejero. Exigí que permitan que una trabajadora sexual de una charla en la institución. Redacté un protocolo contra la violencia de género. Tomé la escuela contra esa violencia y por ese protocolo. Escribí “aplicación de la ley de Educación Sexual Integral” en todos los pliegos reivindicativos que tuve que levantar. Le marqué su machismo a docentes y al rector, así como a compañeros de otras agrupaciones que me trataban de inútil. Pasé de la bulimia a la lucha por la liberación y la aceptación de todos nuestros cuerpos. Conformé la primer fórmula de dos mujeres en el centro de estudiantes. Y vi por primera vez 15 cámaras juntas en la puerta de la escuela, cuando los medios salieron a atacarnos por hacer una charla sobre la necesidad del aborto legal, seguro y gratuito. Todos esos puntos se tocaron en esos pasillos, en las aulas y en asambleas.
Mi narración es en primera persona si lo tengo que verbalizar, pero cada una de mis palabras tiene un lazo inquebrantable con una imagen mucho más poderosa: todas y cada una de las cosas que pasaron fueron colectivas; fueron parte de un proceso que dio el salto de lo desafiante a lo valiente a medida que éramos más y más. Forjamos desde la bronca, que acusaban de caprichosa, una nueva manera de vincularnos, pero sobre todo de vivir. No pasarán, no nos conformaremos y daremos pelea, entre otras leyendas que, no se cuando empezaron, pero se que tenemos tatuadas.
Recorría los pasillos como un día más, y entré a un aula de primer año. De 30 unxs 20 tenían el pañuelo verde puesto o en sus mochilas. Pasé con un compañero varón y para arrancar dije nosotros. Una piba me corrigió: nosotres. Dije Ni Una Menos, asintieron y mencionaron, preocupadxs por si me olvidaba, el pañuelazo que había esa semana. Hablamos de estereotipos, transfobia, el mandato de maternidad, diversidad sexual y mucho más. Me sentía en un asado de domingo con mi familia: era nuestro primer encuentro, aunque parecíamos conocernos de toda la vida. Y podíamos decir mucho o poco, pero desde el principio sabíamos que había algo que ya estaba cocinado. El feminismo nos hermanó. Nos ató las manos entre nosotrxs para nunca más soltarlas. Nos hizo una gran familia al calor de una incomodidad que ya nadie está dispuestx a tolerar. A tal punto que no necesitamos pasarnos coordenadas: todxs sabemos para donde vamos, porque, aunque a veces no nos detengamos a pensarlo, sabemos de dónde venimos.
Salí de ahí y el pasillo que me daba indiferencia ahora me ahogaba de historia. Me recordaba lo largo que fue el camino, pero lo hermoso de sus resultados.
Porque ya está, déjense de joder: esta juventud pensó, se confundió, eligió, se posicionó, se movilizó y ahora ya vive de otra manera. Si nos quieren sumisas llegaron tarde, no les queda otra que escucharnos.
Quieren que el proyecto de ley del aborto le quite el poder de decisión autónoma a las adolescentes, demostrando que le escapamos a toda lógica de indiferencia que deseaban sostener en esta sociedad, y presentándonos su revancha.
A veces siento que se olvidan de que pueden tener miles de firmas, llenar el país de publicidad y gritarnos asesinas con desprecio sin habérsela jugado ni por un minuto. Amigos, ustedes están en la fácil. Se creen combativos pidiendo que la realidad se quede quieta, o incluso retroceda. Se entienden mártires cuando su recorrido en esta disputa se llama avenida Libertador. Se piensan liberadores en la defensa de un embrión mientras nos mandan a morir.
Lxs invito a ver que hay en la otra vereda, porque para saber de combate y liberación necesitás un poco de transpiración y ruido. Acá estamos dejando todo por una alternativa con la que soñamos. Acá bancamos los trapos desde que al aborto le decían “genocidio de bebes” hasta ser todas las que somos. Acá las actrices a las que se les ordena trabajar con aislamiento y neutralidad dijeron basta y se sumaron a militar las calles. Acá las estudiantes escuchan por horas hablar de disciplina para cruzar una puerta y ser la encarnación de rebeldía.
El aborto existía y existe. La diferencia es que después de estar juntas y ambiciosas atravesando las ortigas llega un punto en el que si no lo ves es porque no querés. Ahí, precisamente ahí, es donde estamos: en el grito por un Estado que no le ponga una capa de invisibilidad a nada, que tome las riendas de la salud de quien gesta, y que aporte a la construcción de una cultura liberadora. ¡Prendé la tele, salí a la calle, pisá una escuela! ¡Hacete cargo!
Después de haberlo dicho, llorado y gritado todo, ¿es el silencio lo que sigue? ¿Es la templanza?
No. En ese curso de primer año estaba todo dicho, llorado y gritado. ¿Lo demás? Sabernos guerreras, y sobre todo: sabernos hermanas, ser hermanas.
Ilustración de Mar Nuez, para Línea Peluda
link a la nota: http://feminacida.com.ar/si-nos-quieren-sumisas-llegaron-t…/
#femiNACIDA
Fuente: Revista y editorial SUDESTADA
ABORTAR EL PUNITIVISMO: nuestros cuerpos, nuestra lucha // Lucía Naser
– “Que sea ilegal pero si le pasa a mi hija de alguna forma lo arreglamos”
– “Todo feto debe nacer, ahora si vive en un mundo de mierda o cuidado por alguien que no deseaba la maternidad no importa”
– “Odio a las mujeres y odio que puedan decidir sobre la vida; para qué construimos un mundo de hombres si la palabra final la tienen las mujeres?”
– “Con ese verso de sus derechos van a acabar con la familia”
– “Sin maternidad compulsiva, obligada y teleológica se desestabiliza la sumisión que hemos logrado al darles a las mujeres el rol de cuidadoras de nuestros hijos y convencerlas que renunciar a todo para criarlos es la máxima felicidad que pueden conocer en la vida. No puede suceder”.
– “Todo esto del aborto pone de manifiesto que garchar a lo loco sin pensar las consecuencias es algo que sólo podemos hacer los machis, quedamos en orsai…”.
– “Yo si fuera mujer recontra abortaba. Sabes lo que es que te crezca un pibe adentro!?! Pero bueno, ellas nacieron para eso”
– “Esto de abortar de la maternidad por elección no hará que muchas mujeres se den cuenta que pueden decir que no a muchas otras cosas?”
– “Si es mi mujer y el bebé es de otro que aborte” (esto lo resolvemos entre machos)
– “Primero el aborto y después qué? También van a pretender cojer (solo) cuando quieran? Este es el inicio del fin de los valores y de la familia”
– “El estado debe velar por el bien de la familia (que ya no existe salvo en la retórica moralista de la derecha más rancia pero nos viene bárbaro para estirar un poco más la fecha de vencimiento de nuestros privilegios)”
– “Me cae tan bien el Papa”
– “Las que abortan están desconectadas de su yo femenino trascendental, son posmodernas alienadas del ciclo natural y sagrado de la vida y la reproducción. Yo lo sé porque SOY MADRE”
– “A mis hijos les caeria medio mal que saliera por ahí a defender el asesinato de bebés, no te parece?”
– “Son lesbianas, brujas, putas y quieren acabar con la especie, apoderarse del mundo y cortarnos la pija a todos”.
Algunos de los argumentos que se han escuchado por parte de los anti-abortistas:
Y mientras tanto empieza el mundial y la camiseta que te tenes que poner no es celeste ni azul: es verde.
Y mientras tanto del otro lado de una frontera ridícula me desperté pensando en argentina y como la lucha por nuestras cuerpas sigue en pie, sigue sangrando, como nuestros derechos aún no nos pertenecen a todas.
Me desperté pensando en las amigas que acompañé a abortar y en las que me acompañaron, en biopolítica y feminismo, en las fantasías y pulsiones de vida-muerte que se ponen en juego en los debates, en la estigmatización de quien no se ajusta 100% al modelo que «mujercitas» diseñó para nosotres, en quien no quiere ser un nodo de la cadena del gran útero universal, en lo jodido que es no cumplir las expectativas convencionales, en cómo se necesita abrazarnos y mandar a la mierda a lxs hipócritas y a la hipocresía, en la niña de 2 años violada y asesinada en su propio hogar por el padrastro hace unas horas, en los cuerpos que no importan, en los cuerpos que vigilan.
Ya estamos abortando y lo que muere son sus privilegios y su poder sobre nuestros cuerpos.
Queremos aborto libre, seguro y gratuito. Queremos nada más que un poquito de empatía. Y que dejen de opinar como si pidiéramos sus consejos. Y que dejen de ser tan forros porque nos están viniendo ganas de cerrar la concha y no abrírselas nunca más hasta el fin de la eternidad. Y que politicemos la defensa de la vida para expropiarsela a Misión Vida.
Poder decir que no abre otras formas de decir que sí.
Sólo hay una cosa más grande que el amor a la libertad y es el amor a la libertad de todes.
LEGALIZAR EL ABORTO E ILEGALIZAR LOS PRIVILEGIOS
TODAS JUNTAS Y TODAS LIBRES!
Carta Abierta de educadoras populares y activistas territoriales feministas
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Más de 250 personas nos encontramos el lunes 21 de mayo, en el Solar de Mayo del SADOP Santa Fe, para compartir con Horacio Verbitsky y Diego Sztulwark, la presentación de “Vida de Perro. Balance político de un país intenso, del 55 a Macri”. 5 varones caracterizados de patovicas se organizaron para intentar arruinar la actividad. Más de 250 personas se lo impedimos y pudimos ser parte de una conversación memorable sobre 60 años de historia política y los desafíos que afrontamos en las luchas emancipatorias contra los grupos retrógrados que defienden la opresión.
La Secretaría de Cultura y Derechos Humanos del SADOP Santa Fe, desde hace varios años, lleva adelante un ciclo de entrevistas con público, llamado “Estación Palabras”, conducido por el periodista Daniel Dussex y que ha tenido como invitadxs a periodistas y escritorxs de gran valor por su trabajo profesional y su compromiso político. En esta última edición de “Estación palabras” hubo una amplísima concurrencia acorde al interés que concitan los escritores invitados. Cuando Horacio Verbitsky ingresaba a la sala del Solar de Mayo, a la vez que lo iba recibiendo el afectuoso aplauso del público real, tres varones se le pegaban a la espalda mientras lo increpaban mediante insultos que hacían referencia a su reconocida trayectoria política. Estaban fundamentalmente ocupados en filmarse para poder dar una idea engañosa sobre un protagonismo en la actividad del que carecía su ínfima presencia. Otros dos sacaban fotos desde más lejos. Tan desapercibida pasó la actuación de estos personajes que intentaron camuflarse en el público y recién al llegar cerca del escenario algunxs pudimos ver que estos tres sujetos al lado de Verbitsky no resultaban amigables. Todos los presentes comenzaron rápidamente a repudiarlos con el canto: “Como a los nazis/ les va a pasar/ a donde vayan/ los iremos a buscar”. Los tres que hacían de matones por la espalda y los que sacaban fotos completando el quinteto buscaron apuradamente la puerta de salida para huir de todos los que les expresábamos claramente el rechazo a su trasnochada intervención.
El canal 26, en el programa “Liberman en línea” reprodujo el video con el que se filmaron los 3 agresores presentándolo como escrache a Verbitsky en Santa Fe, sin dar cuenta del verdadero desarrollo de las más de dos horas compartidas por las más de 250 personas que allí concurrimos. Por lo que resulta necesario dar cuenta de la inspiración nazi de estos atacantes a los cuales les dió pantalla el programa de Martín Liberman. Se trata de personas que se presentan en Facebook con nombres como «Daniel Segovia Carrasco», “Flavio Mandrilli” o “Javier Sala Fernández”, aunque poca credibilidad podemos dar a los datos que presentan en las redes sociales. Todos son entusiastas partícipes de las actividades de Bandera Vecinal, la nueva denominación de la secta conducida por Alejandro Biondini luego que el “Partido Nuevo Triunfo” quedara inhabilitado de seguir actuando con su logo de homenaje a la esvástica del nazismo. Además de fotografiarse en reuniones de su agrupación neonazi, aparecen en la manifestación que grupos antiderechos realizaran el 25 de Marzo en el denominado “Día del niño por nacer” a la que concurrieron una decena de integrantes de “Bandera Vecinal Santa Fe”, intentando condicionar a legisladorxs nacionales e impedir la aprobación del proyecto de ley insuperablemente defendido por el movimiento feminista para que no mueran más mujeres por abortos clandestinos. Es que para este lamentable grupo “defender la vida” es negarle derechos a las mujeres, fundamentales para proteger su libertad y salud, mientras añoran el regreso del genocidio nazi.
El extenso público que nos encontramos el lunes en Santa Fe los identificamos tan rápida como certeramente al cantarles en repudio a los genocidas de nuestro país y de los que se expandieron desde la Alemania hitleriana. Cuando se escabulleron velozmente, no sin antes intentar golpearnos con una caña que habían dejado en la entrada del salón, continuamos con una noche cargada de memoria, de experiencias de lucha y comprometida con los reales sueños de nuestro pueblo contra opresores y genocidas. Al finalizar, Otilia Acuña, Madre de Plaza de Mayo de Santa Fe, celebraba la conversación con Horacio Verbitsky y Diego Sztulwark, con la enseñanza que suele dedicar con sus 97 magistrales años: “la única lucha que se pierde, es la que se abandona”.
NO OLVIDAMOS
NO PERDONAMOS
NO NOS RECONCILIAMOS
H.I.J.O.S. Santa Fe
LA MÁQUINA ANAL // (Poema apócrifo de Paul B. Preciado)
LA MÁQUINA ANAL
(Poema apócrifo de Paul B. Preciado)
Frente a la máquina heterosexual
Se alza, fiera, la MÁQUINA ANAL
La conexión no jerárquica de los órganos
La redistribución del placer
Y la colectivización anal
Anuncian un COMUNISMO SEXUAL
Que ya se va a acontecer.
Históricamente el ano
Ha sido contenido
Como órgano abyecto,
Nunca suficientemente limpio,
Jamás lo bastante silencioso.
No es, ni puede ser, políticamente correcto.
El ano no produce, o más bien,
Sólo basura produce.
No se puede esperar de este órgano
Ni plusvalía ni beneficio
Ni esperma, ni óvulo
Salen del orificio.
Ni reproducción sexual.
Si sólo mierda produce
La gran fábrica anal.
Por este punto de fuga
Escapa el Capital
Que regresa a la tierra en humus
Y en fertilizante fecal
Si las estrategias de producción de capital
Quisiéranse repropiar
De la máquina de placer anal,
Tendrían que estar dispuestas
A ser transformadas en mierda.
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En el año 2161 el gen del envejecimiento ha sido localizado y desactivado. Las personas dejan de envejecer a partir de los 25 años. Todo el mundo es inmortal, pero sólo potencialmente. El sistema concede a cada cual un año más de vida, luego hay que “ganar tiempo”. El tiempo es la moneda de cambio: se gana y se gasta. Un reloj digital impreso en el brazo izquierdo de los individuos cuenta hacia atrás lo que les queda…
In time es una película made in USA aparecida en 2011. Una obra de ciencia ficción distópica: esos relatos que captan una tendencia negativa del presente y la proyectan, exagerada, en un futuro de pesadilla.
¿Cuál es rasgo que la película lleva el extremo? El desbocamiento del tiempo. Hoy perseguimos, a la carrera y llenos de ansiedad, un tiempo que siempre nos “falta”. Se trata de un fenómeno que está siendo registrado y analizado en ensayos, documentales, incluso a nivel clínico (ya se habla de “cronopatologías”).
Las metáforas que usamos habitualmente para hablar de nuestra relación con el tiempo se vuelven literales en la película. Solemos decir por ejemplo “no llego”, “no puedo más” o “no me da la vida”. Pues bien, en la película los personajes mueren al agotarse su tiempo. Ni siquiera mueren, “se consumen”.
No hay tiempo para lo no productivo, para aquello que no tiene una eficacia directa e inmediata: dormir sin poner el despertador, comer o hacer el amor despacio, los afectos o la empatía (los cuerpos de quienes se han consumido yacen en las calles sin que nadie pierda un minuto en velarlos o recogerlos). El encuentro entre las personas se vuelve casi imposible cuando cada cual lucha contra el reloj por su cuenta, acelerando la carrera para llegar antes que los demás.
¿Cómo huir? Los personajes llevan el agobio pegado al cuerpo, tatuado en un reloj digital que va descontando lo que les queda. No hay donde fugarse -irse al campo o junto al mar- porque transportan el mal consigo adonde quiera que vayan.
Permanentemente a la carrera, “muy liados”, soñando con algo más de tiempo, desgarrados entre los pendientes y los posibles, siempre en culpa por el tiempo “mal invertido”: la huida hacia adelante de los personajes de In time es nuestra experiencia cotidiana. Esa fuga es nuestra cárcel.
Lucha de clases en el tiempo
¿Por qué falta tiempo? Will Salas es un proletario del barrio de Dayton. Un día se topa por casualidad con un hombre que lleva un siglo en el antebrazo (Henry Hamilton). Este se comporta de un modo muy extraño: se pasea por los barrios más peligrosos exhibiendo su reloj como si buscase que le matasen. Salas le salva de una banda-narco del tiempo (los “minutarios”) y Hamilton le revela un secreto: hay tiempo para todos, pero las clases altas lo acumulan explotando a los pobres. Esa noche, mientras Will duerme, Hamilton le transfiere su siglo y se suicida. “No malgastes mi tiempo”, le deja escrito.
Hay una lucha de clases en el terreno del tiempo y la van ganando los ricos. En la película se les reconoce porque caminan despacio, hacen todo lento, tienen “el tiempo por delante”. Habitan zonas temporales propias, amuralladas y con altos peajes de entrada (una década para entrar en New Greenich, por ejemplo).
La explotación del tiempo en el mundo real se llama hoy precariedad. El precario es, en primer lugar, pobre en tiempo.
¿Qué es la precariedad? La podemos pensar como un fondo de arenas movedizas: nunca hay nada que pueda darse por garantizado, por sólido, por estable. Hay que correr siempre más para llegar al mismo sitio: una vivienda, unos ingresos, un trabajo.
Las arenas movedizas se tragan todo el tiempo disponible: el precario hace malabares en la cuerda floja de la vida. Se puede trabajar y ser igualmente pobre: son los llamados working poors. Hay que simultanear varios trabajos para sostener una familia y, en el caso de las mujeres, hacerse cargo también del trabajo de cuidados.
Pero la precariedad va incluso más allá de la dificultad de acceso a los bienes básicos: las mismas capacidades, destrezas, saberes y competencias son precarias. Hay que demostrarlas una y otra vez, actualizarlas de manera constante. Si te paras, mueres.
La vida se encarece, los salarios bajan y nos endeudamos: hay que pensar la deuda como un mecanismo de conquista permanente del tiempo. Es el reloj grabado en nuestro cuerpo.
Por un lado, una vida hipotecada es una vida más vulnerable al chantaje y la violencia: si no ganas tiempo, estás muerto. ¿Cómo puedes decir que no, cómo puedes decir basta, bajo la amenaza de perderlo todo?
Por otro lado, una vida hipotecada es una vida sin futuro: lo que viene es puro descuento, la deuda que debemos pagar poco a poco. En caso de no poder pagarla, le arrebatará también el porvenir a tus hijos o incluso a tus nietos.
La deuda es una cárcel del tiempo. Con razón hablaba Hannah Arendt del perdón como condición de la libertad: sólo cancelando las deudas del pasado puede abrirse en el tiempo lo nuevo e inesperado. Por esa razón el “impago de la deuda” es hoy una reclamación política de la mayor importancia, particularmente en el movimiento feminista.
La explotación, explica Hamilton en la película, es la producción y la organización de la escasez: hay poco (donde en realidad hay mucho) y los pobres deben batallar entre sí por ello. El mercado del tiempo encubre en realidad una guerra, una guerra del tiempo en la que los ganadores se lo llevan todo.
Lo que no es seguro es que los ricos reales vivan tan lentamente como en la película. Tal vez la antigua burguesía o la aristocracia, pero hoy los ricos también corren. Pueden, eso sí, pagarse más “colchones” que los demás: vacaciones, terapias y pastillas, fragmentos de tiempo en lo que ya se conoce como el “mercado de la desconexión”.
Cuando consigue acceder a la zona temporal de las clases altas, Will Salas descubre que tampoco los ricos disfrutan plenamente el tiempo: tienen millones de años en sus relojes, pero viven con miedo a que se los quiten, a que se los roben, a perderlos. Su tiempo es un tiempo malo: el tiempo como propiedad.
Cronopolíticas: cómo darnos tiempo
El amor nace entre Will Salas y Sylvia Weis, hija de un millonario del tiempo (Philippe Weis). Esa relación se vuelve enseguida una máquina de guerra revolucionaria: Salas ya no busca simplemente venganza personal por la muerte de su madre, sino el mismísimo colapso del mercado horario. Perseguido por la “policía del tiempo”, Will hace lo que mejor sabe hacer: correr y correr, pero ahora se trata de una fuga liberadora. Sylvia y Will se dedican a atracar los “bancos de tiempo” y a distribuir cápsulas con semanas, meses o años entre los pobres. Y de ese modo empieza una auténtica insurrección, una insurrección del tiempo.
¿Cómo podemos “darnos tiempo” o “liberar tiempo”? Hablamos en este sentido de “cronopolíticas” y vamos a distinguir tres niveles.
Un primer nivel: hay, entre los proletarios del tiempo, prácticas de solidaridad y apoyo mutuo. En un gesto hermoso, se agarran de los brazos y así se transfieren tiempo.
Entrelazarnos nos da tiempo: hay una riqueza que es relacional.
¿Qué permite el dinero? Comprar las relaciones que no tenemos: si no tenemos amigos que nos echen una mano con la mudanza podemos comprar el tiempo de una empresa; si no tenemos ningún oído amigo que nos escuche, podemos pagar el tiempo de un oído mercenario. El dinero compra tiempo y nos libera de los vínculos, pero sin vínculos somos el hámster en la rueda: una fuga hacia adelante permanente y sin sentido.
Darnos tiempo es compartir y poner a circular horizontalmente “bienes y servicios”: cuidados, atención, escucha. La circulación no comercial de bienes y servicios (como favores, etc.) es aún muy grande, incluso en las sociedades donde la penetración de las relaciones sociales capitalistas es mayor.
Un segundo nivel: ¿de qué lado están las instituciones públicas en la guerra del tiempo?
Podemos imaginar las instituciones públicas como “bancos de tiempo”: depósitos de tiempo almacenado. Lo pueden hacer circular: poner al servicio de todos espacios, infraestructuras y recursos; luchar de distintas maneras contra el encarecimiento de la vivienda y demás bienes básicos: bajar el precio de los transportes y otros servicios, etc.
Pueden, en definitiva, crear condiciones donde la presión de la escasez y la competencia sea menor. Pueden repartir tiempo, inyectar tiempo en la sociedad… O bien todo lo contrario.
Autores como Mark Fisher advierten de la emergencia de una “nueva burocracia” en el supuestamente anti-burocrático neoliberalismo. Es la burocracia de la reglamentación infinita, de la evaluación constante, del control de la eficiencia, del cronometraje totalitario (el departamento que supervisa que los trabajadores públicos fichen a su hora se llama “control horario”). Esta nueva burocracia (pensemos en la Universidad o en la cultura) funciona como la “policía de tiempo”: vigila, como explica el jefe de los guardianes del tiempo en la película, que el tiempo no circule por donde no debe. Captura toda la atención de los trabajadores, se traga el tiempo de los colectivos, grupos o pequeñas empresas que reclaman su derecho a los recursos públicos, acaba paralizando toda capacidad de invención e iniciativa de la administración.
Es la burocracia que pinza todo para que nada cambie y que tantas compañeros y compañeras de la “nueva política” han encontrado al acceder a las instituciones públicas. ¿Serán capaces de desactivar las pinzas para liberar las riquezas y el tiempo o acabarán burocratizados ellos mismos?
Un tercer nivel: la insurrección del tiempo.
Los dos protagonistas de la película se convierten en los Robin Hood del tiempo: roban a los ricos para repartirlo entre los pobres. El mercado del tiempo empieza a resentirse y da comienzo una insurrección popular.
El tiempo empieza a circular por donde no debe. La población del gueto desborda y atraviesa los muros de las zonas temporales. El tiempo se fuga y viaja en sentido contrario al habitual: de los ricos a los pobres.
Las revoluciones siempre han sido revueltas contra el tiempo. Es ya célebre el pasaje en el que Walter Benjamin describe cómo los revolucionarios franceses de 1789 comenzaron en cierto momento del mes de julio a disparar contra los relojes de las torres, interrumpiendo el tiempo continuo de la dominación y abriendo lugar a un tiempo nuevo.
La insurrección es una fábrica del tiempo. Recordemos nuevamente las plazas del 15M: las asambleas podían durar seis, siete, ocho horas y allí estaba todo el mundo, feliz. ¿Dónde se fue la angustiosa falta de tiempo cotidiana aquellos días? ¿No teníamos tantas cosas que hacer, tantos mails por responder y tantas entregas que acabar? Fabricamos tiempo cuando estamos de cuerpo entero en lo que estamos.
Lenin dijo que “hay jornadas revolucionarias que valen por siglos”. Hay que leer esa frase literalmente.
Deseo de inmortalidad
El pánico se extiende entre las clases dominantes y la policía del tiempo, pero sin embargo el millonario Philippe Weis está muy tranquilo. Sabe un secreto: la escasez de tiempo no tiene que ver sólo con la explotación. En el fondo todos, ricos y pobres, quieren ser inmortales. Para que haya gente inmortal, otros deben morir. Pero cada cual en su fuero interno se dice: “yo seré uno de los elegidos”. Más pronto que tarde, confía Weis, ese deseo de inmortalidad restablecerá el orden del tiempo desigual.
Aquí nos encontramos un problema mayor de los procesos de cambio social. ¿Cómo se reprodujo en la URSS, a pesar del inmenso cambio político y económico, el mismo tipo humano del capitalismo burocrático? O un poco más cerca: ¿cómo se reprodujo bajo los “gobiernos posneoliberales” de América Latina, a pesar de las mejoras en las condiciones de vida de las clases populares, la subjetividad neoliberal que acabó votando en masa contra ellos (Macri, etc.)?
El millonario del tiempo apunta una cuestión fundamental: la dominación no es sólo una cuestión de estructuras objetivas, sino también dedeseo. De nada servirá una redistribución del tiempo si seguimos habitados por el deseo de inmortalidad.
¿Cuál es el deseo de inmortalidad en el mundo real? La idea de que la buena vida consiste en acumular experiencias, actividades, relaciones. No queremos perdernos nada, entonces corremos. Corremos consumiendo experiencias, actividades y relaciones, pero el tiempo se acelera y nunca llegamos.
Se habla del síndrome FOMO (fear of missing out): el pánico a estar perdiéndonos algo, la sensación constante de que la vida de los otros es “más interesante” que la nuestra, intensificada por las redes sociales.
Deseo de inmortalidad. Deseo de no perderse nada. Deseo de ser rápido para no perderse nada. Deseo de ser ligero para ir rápido. Deseo de cortar todos los vínculos para ir ligero. El hámster en la rueda.
La escasez de tiempo no es sólo una cuestión objetiva que podría solucionarse con mejores instituciones. Hay disposiciones subjetivas que reproducen la escasez. Nuestro tiempo no es sólo explotado verticalmente, sino que nos lo quitamos unos a otros en la competencia por acumular siempre más.
De nada serviría por ejemplo una Renta Básica (una inyección monumental de tiempo en la sociedad) si seguimos habitados por ese deseo de siempre-más. El cambio social depende del nacimiento de un deseo alternativo, más atractivo y poderoso que el deseo depredador que ahora nos habita. El mal está inscrito en nuestros cuerpos, la revolución es un problema somático.
Morir a tiempo
Hamilton, el suicida centenario, le dice a Salas: “hay tiempo de sobra para todos, nadie debería morir antes de tiempo”.
¿Qué significa morir antes de tiempo? Byung-Chul Han se plantea esta pregunta punzante en su ensayo sobre el tiempo y responde: morir a destiempo es morir con todo a medias, con muchas cuentas pendientes, sin haber recorrido hasta el final ningún camino, sin haber hecho experiencia de nada, sin haber agotado ningún posible.
Hoy se muere a destiempo, como los personajes de la película. Nos consumimos.
¿Qué sería por el contrario morir a tiempo?
Al final de la película, tras escapar a la policía del tiempo, Will y Sylvia se miran y después miran sus relojes. ¿Cuánto les queda? “Sólo un día. Pero un día da para mucho”.
Exacto: un día da para mucho si es nuestro. La cuestión no es vivir mucho tiempo (los ricos poseen siglos y viven mal), sino vivir un tiempo propio.
Morir a tiempo es morir habiendo tenido una vida. Morir como desenlace a una vida vivida plenamente, tanto las alegrías como los sufrimientos.
Morir no es el problema: el problema es vivir muriendo día a día en un tiempo ajeno.
La revolución es la reapropiación social del tiempo que nos ha sido expropiado, la autodeterminación del tiempo.
Morir sin haber llegado a tener una vida, morir a destiempo, eso no puede ser.
Para Ethel, Marga, Marta y Raquel, cápsulas de tiempo bueno.
Referencias:
Alienación y aceleración, Hartmut Rosa, editorial Katz
El aroma del tiempo, Byung-Chul Han, Herder editorial
Fenomenología del fin, Franco Berardi (Bifo), Caja Negra
No tengo tiempo. Geografías de la precariedad, Jorge Moruno, Akal
Realismo capitalista, Mark Fisher, Caja Negra
Tratado del saber vivir, Raoul Vaneigem, Anagrama (paginas 261-279)
Fuente: El Diario
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Una frase muy linda de una novela de Marguerite Duras dice: “El Vicecónsul es un hombre que se volvió loco porque no se dio cuenta que podía escribir”. Reunión va a contagiar esa hipótesis de que para no volverte loco podés escribir. En ese punto pienso la relación entre este trabajo y el de un director escénico. Para mi lo escénico no se ciñe a lo teatral sino a la invención de comunidades, y las comunidades para mí son formas de vida que se intersectan en una temporalidad, en una manera de conocer las cosas, en una manera de vivir. Entonces hay todo un trabajo de lo escénico que es una categoría metafísica, no es una categoría teatral. Es producción de existencia. No es representar lo social, es crear lo social. Un director escénico, como yo lo considero, es alguien que interpela a otro a que se arroje a un acto, que promueve una acción en el otro. Y este es un método para eso, para impulsar a que una persona se autoconfigure. Y en ese ánimo veo una pasión antropológica, y esa pasión antropológica ejercita una actitud antinarcisista. No hablo del antropólogo tradicional que va a constituir un objeto de estudio sino el antropólogo que va en busca de otra persona para reconfigurarse a sí mismo. Vos fabricás escritores y en ese proceso te fabricás vos como escritor y como persona. Desdibujás tu imagen de vos mismo mientras el otro se cuenta. Esta postura se ve en el momento en el que nació Reunión, cuando la madre de Edson, el pibe que iba a tus clases en la villa, te dice que le enseñes a escribir, y resulta que él escribe perfecto. Y ahí entienden que no hay nada más que aprender que el acto de componer juntos. Todo eso es activado por esta maquinaria de escritura y de afectos que crea escritores. Y el escritor que crea esta maquinaria es una multiplicidad. No es el escritor como una identidad sino como una multiplicidad que está todo el tiempo en mutaciones sensibles.
Hasta ahora está muy en primer plano el procedimiento y la performance. De que vos viajes, camines por ahí, invites a la gente a hablar y escribir, que después se imprima el libro, se haga la lectura, que después hagas una instalación con artistas… Pero me parece que necesitaríamos hacer una investigación más delirante solo de los poemas. Hay todo un territorio de asombros en la poética de los propios poemas que todavía no descubrimos. Pareciera que en cada poema de estos escritores hay un clímax. Podríamos marcarlo directamente. En cada uno de los poemas hay un momento en que los escritores quiebran, un momento en donde estos personajes se sienten de alguna manera trastocados por el encuentro. En todos los poemas se ve ese quiebre. En los juicios se llama el momento del ocaso, cuando el acusado se entrega y confiesa. Está asociado a una especie de atardecer. Y es el ocaso del Yo. El movimiento antinarcisista que produce esta maquinaria es encontrar el acontecimiento antinarcisista en el que escribe. Ese es el momento en el que la vida de estas personas se intensifica y queda escrita, el momento en el que el poema se inscribe como terreno concreto de la vida. Cada poema implica un trastorno, una transformación. Si el poema no cambia tu forma de vida, no es un poema. Si no hay viaje, no hay poema; si no hay salida de sí, no hay poema; si no hay desplazamiento de la propia geografía, no hay poema; si no hay encuentro no hay poema. El poema acá es un ejercicio espiritual que te cambia la vida. El poema como forma de vida.
Estas formas de crear comunidades tienen que ver con cierto hastío y cierto odio a la época. Tienen que ver con un gran rechazo a la época y con poder ser honesto con los síntomas y los resentimientos que la época intrusa en uno. Para poder crear tiene que haber un momento en el que estás harta, un momento de rechazo a la disposición del orden de las cosas. Y ahí aparece el trabajo de desarmar esas estructuras de obediencia para crear otras puestas en escena. Yo no sé nada de lo que tengo que crear, si no sé qué es lo que me despotencia, qué es lo que limita mi capacidad de acción. En este momento es muy clara la hostilidad que hay. Y la hostilidad es tan evidente que también nos provee de una lucidez para crear alianzas, afinidades, amistades.
(Fragmentos de Silvio Lang en el libro Reunión 2, de Dani Zelko, mayo 2018, Buenos Aires)
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Acuerden hacer talleres sobre embarazo adolescente, transmitir, hacerse cargo, transformar. Acuerden becas con niñez. Acuerden con la psicóloga y el trabajador social ir a la casa de Luquitas. Acuerden acuerdos de convivencia, respetos y cuidados mientras los guachines más piolas ni se acuerdan de ustedes.
Acuerden entre caretas, pero tienen que saber que no alcanza. Acuerdan que ahorremos, total no nos sale. Acuerdan con los comerciantes del Cruce Castelar, pero sepan que no les van a alcanzar los patrulleros para meter a todos esos pibes. Acuerden irse a vivir cada día más lejos, total la ruta es larga.
Acuerden con el FMI que los guachos se van a acordar en diciembre de ustedes. Acuerden enfriar todo que el calor viene igual, que el consumo libera, que las primeras cervezas en la esquina solo nos hacen acordar que los saqueos son un arma. Acuerden lo que quieran que los pibes ya solitos nacen con recuerdos.
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Una imagen expone a los personajes de Cambiemos enarbolando el pañuelo verde que reza: aborto legal para no morir. Parece que el espíritu de “cambio” viró hacia el verde.
La despenalización del aborto, señores y señoras del Pro, no implica la libertad de cada mujer individualmente considerada. No se trata de meras emisiones que confunden la libertad de opinión con emancipaciones concretas. El pañuelo verde se anuda con el violeta de Ni una menos, con el blanco de la Madres de Plaza de Mayo y con toda manifestación social que rechaza los efectos de una forma de gobierno de la desposesión. El verde no es verde esperanza, es la expresión de un colectivo de mujeres que alzando la voz por la despenalización del aborto lo hace por la conquista de toda política pública que se resiste a la precarización total de las vidas.
La despenalización del aborto no se consuma en una mera legislación. No es por la sola legalidad que la existencia estará asegurada y abierta a expandirse. Con hospitales públicos desahuciados, sin trabajo, con la pérdida de todos los programas sociales, salarios de hambre, arrasamiento de conquistas obtenidas, trabajadores despedidos, tarifazos y medidas de ajuste extremo, escuelas desprovistas de recursos, maestrxs empobrecidos…las leyes designarían derechos que no alcanzarían al derecho de existir.
Los pañuelos verdes que abrazamos no son para la pantalla, ni se agotan en una solicitación puntual. Somos sobre todo el ruido de una vibración. Espíritus que se enlazan con gritos históricos y desparramados en otras agitaciones. Gritos que arman vecindades de resistencias y nuevas afirmaciones.
La lucha por la despenalización del aborto, señores Pro, es parte de un rechazo a todas las formas de precarización de las existencias que su gobierno no para de efectuar. El pañuelo no es un artilugio decorativo. El derecho al aborto legal, seguro y gratuito implica la instauración a un derecho de existir inseparable de una política pública de justicia social. Procuren algún antídoto cada vez que posen para la foto con los pañuelos verdes. No sea cosa que los roce un eco interminable.
SD
Junio 2018
Capitalismo y esquizofrenia: Anti-Edipo (PDF completo!) // Gilles Deleuze y Felix Guattari
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El calibán y la bruja (en PDF!) // Silvia Federici
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Para DESCARGAR la Ética de Spinoza: CLICK AQUÍ Para DESCARGAR el Tratado Teológico Político de Spinoza: CLICK AQUÍ Para
Louis Althusser: libros para descargar! // Lobo Suelto
1 – Para leer El Capital – Descargar aquí! 2 – Curso de filosofía para científicos – Descargar aquí!
De chuequistas y overlockas (abril de 2011) // Colectivo Simbiosis Cultural y Colectivo Situaciones
PARA IR AL PDF: CLICK AQUÍ
El abrazo más grande de todos // Ofelia Fernández
En la búsqueda de pensar la participación en la movilización de antes de ayer me encontraba con la palabra emblema, parecía encajar a la perfección. Mi vista no se pierde de ese foco: estar en Ni Una Menos es participar de la construcción de un símbolo, el fogoneo de un momento histórico.
Aquí no hay quien se salve. Ya nada es igual. Es real que la violencia machista -sea en mecanismos institucionales o individuales- persiste y no descansa, pero también podemos nombrar como inagotable la pluralidad de nuestras discusiones y la fuerza de nuestra organización. A la opresión la sostienen frente a nuestros ojos, por lo que no dejamos que cierren los suyos. El abuso no volverá a pasar como juego de la histeria; nuestra capacidad argumentativa permanecerá por encima de la foto de un bebé, y que nos escondas en tu uso de la palabra no borrará nuestra presencia. Toda conducta que se atrevían a justificar con sus débiles interpretaciones de biología, cultura o seducción está siendo removida al calor de los gritos de todas las mujeres y disidencias que están hoy a la cabeza del movimiento más importante que tenemos.
Por allá en el 2015 muchxs nos cruzábamos por primera vez con la posibilidad de desatomizar toda la mierda con la que cargábamos, dejar de guardar en cajones lo que nos hacía ruido y volverlo colectivo. Bajo una premisa demoledora -como lo es el pedir que no nos maten-, nos dimos cuenta que, una vez hecho el grito, ya no podíamos escapar, ya no nos alcanzaba un día para poner sobre la mesa el tablero con el cual iríamos al combate con el patriarcado, que al feminismo le quedaba chico ser solo el “ni un femicidio menos” y que empezaría a ser trasversal. Así es, tomamos la decisión de discutirlo todos los días y en todos los planos. Ya nada es igual: del trabajo a la cama y de la cama al trabajo, todo está siendo cuestionado. A partir de allí, entonces, digo que el 3 de junio se condensa un humo insaciable. No el humo que exhalan gobiernos y pro-vida cuando simulan compartir alguna de nuestras preocupaciones: humo porque hay cosas que se están (no por arte de magia, somos nosotras) prendiendo fuego, les gusta decir que son iglesias, pero son más bien sus violencias.
Antes de ayer fui a la plaza midiendo 1,54m y estaba atrapada en la multitud pero en la vereda opuesta de la claustrofobia: era un abrazo, el más grande de todos. Me sorprendía la contradicción de sentirme así fisicamente y al mismo tiempo sostener que movilizando no hay encierro. Si se parte de ahí, ya no importa nada. Un ruido que, cuando se transita, es imposible de callar. Clarín y La Nación hablan de poca gente y mucha política. Negación de manual para el primer punto. La puesta en catarsis de una obviedad para el segundo, ¿Cómo se puede discutir un proyecto de ley sin política? ¿Cómo se puede hablar de la policía que persigue a lxs trans sin política? ¿Cómo denuncias las redes de trata sin política? ¿Cómo leés tu realidad sin política? Y, principalmente ¿Cómo vas a transformarla si no es desde la política? No pido que me lo respondan, ya bastantes machos hay queriendo enseñarnos a las feministas a ser feministas.
Sí: estamos haciendo política, de a muchxs y todos los días. Así seguiremos. El feminismo nos abre la posibilidad de una nueva política, a experimentar, a conocer. Ya no la política de palacios y funcionarios, sino una política popular, asamblearia, de igualdad entre compañeras, de lucha, escucha, igualdad, contención y cambio radical. Proponemos nuevos vínculos, tanto en lo personal, en lo sexual, en las amistades, en las organizaciones, en los parlamentos, en los sindicatos y gremios.
Estamos luchando, así iremos venciendo: en nuestra valentía y perseverancia está la búsqueda de la alternativa con la que soñamos. El 3 de junio están las ganas de llenar las páginas de los libros de historia, de un antes y un después de nuestras vidas. Y, también, un futuro nuevo feriado en el calendario.
Entonces me quedo con lo de emblema: “Figura, generalmente con una leyenda que explica su significado y que es la insignia que representa a una persona, una familia, una ciudad, etc.”: Estamos luchando por y desde el feminismo, en una nueva etapa marcada por el Ni Una Menos, ese que representa a muchas personas, nos hermana como familia, toma las ciudades y define su propio etcétera.
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Comunicado de Asamblea de comunidades del Parque Cultural de Valparaíso Ex Cárcel
Considerando:
El mal manejo del Parque Cultural ex Cárcel que lo tiene al borde de su cierre y del colapso de la organización que desde 2011 y 2015 lo gestiona;
La nula voluntad politica del Gobierno por resolver la situación
Que la administración del Parque desde 2011 ha llevado a la marginación de la ciudadanía de sus principales decisiones, no entendiendose que este proyecto fue levantado y construido por la comuidad organizada, constituyéndolo en un referente nacional e internaccional de construcción participativa de un megaespacio cultural;
Entendiendo que desde el año 2000 ha sido la asamblea de organizaciones del Parque ex Cárcel la que ha salido en su defensa en cada periodo de crisis;
Comprendiendo, que el Parque Cultural está paralizado por sus trabajadores, que reclaman que el Estado cumpla con sus obligaciones para con este espacio cultural y el pago de sus remuneraciones, demandas que respaldamos y que son complementarias con nuestro esfuerzo en defensa de este espacio;
Y
Considerando que dada esta crisis del Parque, la comunidad de artistas se ve privada de su legítimo derecho al trabajo;
Las organizaciones de la asamblea autoconvocada del Parque Cultural declara la toma indefinida del Parque Cultural ex Carcel.
El Parque no se privatiza, se democratiza!!
Petitorio:
1.- Que se haga entrega inmdiata de la glosa que por Ley de Presupuesto corresponde al PCdV; y de los dineros comprometidos por la Intendencia y el Ministerio de Cultura. Esto, en paralelo al necesaario proceso de refomas que se requieran para la administración transparente y gestión democrática de este espacio cultural;
2.- Pedimos mayor representatividad en el directorio del Parque Cultural, para impedir el manejo político de este espacio, que lo ha convertido en un botín, olvidando el espíritu comunitario que le dio vida;
3.- Exigimos que de una vez se democraticen las decisiones programáticas, editoriales y financieras del Parque Cultural Ex Cárcel.
4.- Que la Contraloría ponga urgencia a la investigación de las gestiones anteriores y que se determinen y sancionen a todos quienes resulten responsables.
5.- Que las instituciones del Estado faciliten esta investigación y, además, informen y expliquen a la opinión pública por qué el Parque Cultural Ex Cárcel se quedó sin plata para funcionar, teniendo 1.100 millones anuales de presupuesto.
.- Pediremos indemnizaciones al Estado, para la comunidad artística que se ha visto privada de su derecho al trabajo.
Deseo y Revolución Feminista // Colectivo Ni Una Menos, 4 de junio 2018
Sin aborto legal no hay ni una menos. Contra el FMI, el ajuste y la deuda // Ni Una Menos 4J 2018
Introducción
En 2015 la fuerza de nuestros pasos y nuestra voz corrió la tierra de su eje. Pusimos en
marcha una revolución. En Argentina fuimos 1 millón de personas las que soltamos un solo
grito: BASTA DE MATARNOS. NI UNA MENOS. VIVAS NOS QUEREMOS. El terremoto no
se detuvo ahí. Hoy, por cuarta vez, las mujeres cis y trans, lesbianas, bisexuales y travestis
estamos acá, y en todas las provincias de Argentina, para volver a gritar Ni Una Menos.
Somos un movimiento potente, diverso, heterogéneo, que supo demostrar que cada
violencia ejercida contra nosotras nace de la violencia que ejercen los Estados y gobiernos
cada vez que nos someten a la explotación de nuestros cuerpos, cada vez que dejan
nuestros derechos humanos sin cumplimiento, cada vez que repiten fórmulas económicas
neoliberales y capitalistas que producen más hambre y violencia. Somos las que nos
plantamos contra todos los gobiernos que quisieron y quieren imponernos un régimen de
explotación, saqueo y hambre, en el que las más perjudicadas somos las trabajadoras,
desocupadas y excluidas: las más pobres entre los pobres.
No somos víctimas, crecemos en la potencia de nuestra danza colectiva, Nuestros
feminismos de lucha son latinoamericanos e internacionales como el puño en alto de las
irlandesas que conquistaron el derecho al aborto. Una deuda de los Estados y los gobiernos
que venimos a cobrar, por aquellas que en todos los rincones del planeta se rebelan y se
organizan. Somos mucho más que las que estamos acá, somos las herederas de las
madres y abuelas de Plaza de Mayo, somos las luchadoras populares, somos las mujeres,
trans, lesbianas, bisexuales, no binarias, travestis, indígenas, afrodescendientes, migrantes,
villeras y mujeres con VIH. Somos cada una de las activistas que iniciaron en 2005 esa
lucha junto a la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
Somos quienes al tiempo que decimos que dejen de victimizarnos afirmamos nuestro
derecho al placer, a decidir nuestros destinos, a disponer de nuestro tiempo, a no ser
explotadas ni obligadas a cumplir los deseos que no son nuestros.
Nos plantamos contra el gobierno de Macri, alianza Cambiemos y los gobernadores, los
empresarios y la justicia hegemónica, patronal, blanca, misógina, heteronormativa, racista,
machista, patriarcal, neoliberal y capitalista de los ricos y los poderosos. Hoy venimos a esta
Plaza frente al Congreso a decir que no nos van a disciplinar más, que no aceptamos que el
Estado y sus poderes se crean dueños de nuestros cuerpos, que no aceptamos que nos
digan cómo, cuándo, dónde y con quién vivir, parir, tener sexo. ¡Y les decimos que estamos
haciendo historia! Nosotras vivimos y asumimos una responsabilidad con las que ya no
viven. Nosotras nos organizamos para demostrarnos y mostrar a las que se sumarán
mañana que juntas podemos tirar abajo el patriarcado y el capitalismo, y decir no al pacto
ilegítimo que nos encierra en deudas que no vamos a pagar con nuestras vidas, y decir sí,
una y otra vez, a la autonomía de nuestros cuerpos, sí al aborto legal, seguro y gratuito.
¡SIN ABORTO LEGAL NO HAY NI UNA MENOS! ¡NO al pacto de Macri con el FMI! ¡Ni Una
Menos! ¡Vivas Nos Queremos! ¡El Estado es responsable!
Eje 1. Sin #AbortoLegal No hay #NiUnaMenos. Que se apruebe el proyecto de la
Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito, ¡no otro!
¡Queremos aborto legal ya! Con nuestra fuerza y movilización impusimos que se discuta en
el Congreso nacional el derecho al aborto legal seguro y gratuito. Y con nuestros pañuelos
verdes en alto exigimos que el Congreso apruebe el proyecto de ley de Interrupción
Voluntaria del Embarazo redactado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto
Legal, Seguro y Gratuito. Rechazamos los proyectos de ley que buscan confundir
proponiendo sólo la “despenalización”, ¡exigimos la legalización!
No queremos a las Iglesias metidas en nuestros cuerpos. Decimos no a la objeción de
conciencia como excusa para obstaculizar nuestros derechos. Exigimos la separación de la
Iglesia del Estado y el cese de subsidios a la Iglesia Católica y a la educación religiosa, que
este año asciende a $32.000 millones. Nuestra demanda es integral: Educación sexual para
decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir.
Exigimos que la legalización del aborto garantice su realización y cobertura en el plan
medico obligatorio en Hospitales públicos y privados. Que incluya la producción pública del
Misoprostol de calidad y autorizado para uso gineco-obstétrico para terminar con el
monopolio que hace que hoy alcance precios exorbitantes, que nos garantice el acceso y
distribución gratuita en el sistema público de salud y garantice su venta a precios populares
en las farmacias.
¡Basta de obligar a parir a víctimas de violación! Aplicación inmediata del Protocolo Nacional
Para la Atención Integral de Personas con Derecho a la Interrupción Legal del Embarazo en
todo el país. Presupuesto para garantizar los abortos no punibles en todos los hospitales del
país.
Exigimos el sostenimiento de los Programas de Educación S
aprobación del aborto legal en Argentina sea la punta de lanza de un movimiento que
atraviese toda América latina ¡Ni una muerta más por abortos inseguros! ¡Respeten
nuestras decisiones si no queremos parir!
Eje 2. No al Pacto de Macri con el FMI. No al pago de la deuda externa. Abajo el ajuste
de Macri y los gobernadores. Basta de despidos, suspensiones y represión.
Repudiamos la decisión del Gobierno de Mauricio Macri, de llevar adelante un acuerdo con
el FMI que significa HAMBRE. Un pacto que significa ajuste, despidos, pobreza y
precarización para el conjunto de la clase trabajadora y sobre todo para las mujeres, trans,
lesbianas, bisexuales, no binarias, travestis, indígenas, afrodescendientes, migrantes,
villeras y mujeres con VIH. Denunciamos las exigencias que ese organismo, como el recorte
del ya escaso presupuesto para salud y educación, áreas históricamente feminizadas y el
quite de los regímenes especiales de jubilación. ¡Abajo la reforma jubilatoria!
Abajo la CUS y el proyecto hospitalario Sur, que pretenden la privatización de la salud
pública. Decimos NO a la UNICABA y junto a los y las estudiantes terciarios.
Exigimos el no pago de la deuda externa y en su lugar mayor presupuesto para la
implementación de políticas de género que contribuyan al cumplimiento de nuestros
derechos. La deuda es con nosotras.
Estamos acá contra el ajuste del neoliberalismo magro que implementan Macri y los
gobiernos provinciales. El ajuste nos recorta, nos precariza, nos quiere debilitar pero
estamos juntas y nos sumamos a las luchas de lxs trabajadrxs del Estado, del Subte, de
Telam, de Radio Del Plata, las docentes, del INTI, del posadas, de la línea 144, etc. Y
apoyamos todas las luchas contra el techo salarial que pretende imponer el gobierno con el
silencio cómplice de la burocracia sindical. Exigimos la apertura de las paritarias y
rechazamos el techo salarial que nos quiere imponer un aumento muy por debajo de una
inflación que en lo que va del año ya lo supera en un 10%. Rechazamos también los ítems
de presentismo y productividad que resultan una quita salarial, sobre todo, para las
trabajadoras, y rechazamos la persecución del activismo combativo por la burocracia
sindical y los gobiernos nacionales y provinciales. Abajo el pacto fiscal. No a la modificación
de los convenios colectivos ¡Decimos no a la reforma laboral que precariza nuestras vidas!
¡Desde esta plaza exigimos PARO GENERAL YA! Como dijimos en cada Paro, cada 8 de
marzo, ¡NOSOTRAS PARAMOS, NOS PARAMOS! ¡aprendan del ejemplo del movimiento
feminista que sale a la calle en forma unitaria para poner un freno a estas políticas que
buscan la miseria económica y afectiva de las mayorías!
Rechazamos todas las formas de violencia laboral contra las mujeres, trans, lesbianas,
bisexuales, no binarias, travestis, indígenas, afrodescendientes, migrantes, villeras y
mujeres con VIH. Porque las trabajadoras están expuestas al recorte de sus derechos, de
sus salarios y sometidas a la amenaza del desempleo y al disciplinamiento de la
productividad. Porque la desocupación crece dos puntos cuando se habla de mujeres,
porque la brecha salarial es, en promedio, de un 27% y en el mercado informal se eleva a
un 40%. Reclamamos el acceso a todas las categorías en igualdad de condiciones que los
varones. Basta de discriminación laboral, exigimos todos los derechos para las
trabajadoras.
Vinimos para volver a decir que ¡Migrar no es un delito! ¿Ni una migrante menos! Exigimos
la anulación del Decreto de Necesidad y Urgencia 70/2017 y la eliminación del Centro de
Detención Migrante. Repudiamos el despojo violento de tierras de comunidades indígenas y
campesinas, contra el extractivismo, contra la intoxicación por agrotóxicos que nos
envenena y nos mata. Contra el racismo, la discriminación y xenofobia hacia las mujeres
negras afrodescendientes, afroindígenas y afroargentinas a las cuales la trata esclavista
obligó a participar del crecimiento del sistema capitalista que hoy enfrentamos. Exigimos la
reparación histórica que se nos adeuda según la ley 26.856 “Maria Remedios del Valle
Capitana de la Matria que gracias a su coraje contribuyó a la independencia de este país.”
Las mujeres con vih exigimos la promulgación de la nueva ley de VIH, ITS, y Hepatitis
virales.Basta de reducción de presupuesto que nos garantiza prevención, profilaxis,
medicación, adherencia al tratamiento y reactivos.Basta de violencia contra la libertad
reproductiva.Basta de violencia ginecológica y obstetrica contra nosotras.
Somos más de 40.000!! El vih no mata, el estigma y discriminación Sí.
NO HAY MÁS TIEMPO!!
Basta de represión. Exigimos el desprocesamiento y la libertad de todxs lxs presxs politicxs.
Libertad a Milagro Sala y todas las compañeras de la tupac presas.
No queremos que las Fuerzas Armadas puedan tomar asuntos de Seguridad Interior,
buscan allanarse el camino para reprimir las protesta social ¡Santiago Maldonado y Rafael
Nahuel: presentes! Rechazamos el intento de Macri de reformar el Código Penal para
encarcelar a las y los luchadores. Acompañamos a las y los trabajadores del subte que
fueron duramente reprimidos por defender su salario. Nos plantamos contra los despidos a
los metrodelegados y la violencia sufrida por todas las compañeras reprimidas, golpeadas y
encarceladas por la Policía de la Ciudad. Exigimos el desprocesamiento de todos los
detenidos de las jornadas del 14 y 18 de diciembre. Basta de Gatillo fácil en los barrios
populares. No queremos más represión en las villas, ni allanamientos ilegales, golpizas y
detenciones como las de Iván y Ezequiel, compañeros de La Poderosa.
Derogación de la ley antiterrorista, de los protocolos y todas las leyes represivas.
Desmantelamiento de las redes de trata y las fuerzas represoras del Estado y sus
cómplices. Condena efectiva a los proxenetas. Creación de políticas públicas que
acompañen a la ley de trata así como todos los instrumentos tendientes al acompañamiento
jurídico y de protección integral a las víctimas y a sus familias. Denunciamos el cierre de los
refugios para las víctimas. Basta de represión, persecución, abuso y extorsión policial a las
trabajadoras sexuales y a las personas en situación de prostitución. Exigimos la derogación
de los artículos contravencionales que permiten mantener detenidas sin orden judicial a
cualquier persona y que criminalizan el ejercicio de la prostitución en 18 provincias. En
especial el artículo 68º del código contravencional de la provincia de Buenos Aires.
Denunciamos la invasión del Estado genocida en territorios indígenas, basta de
criminalizarnos y judicializarnos por la recuperación de territorio ancestral, basta de
violencia institucional contra luchadoras y luchadores indígenas, basta de racismo y
xenofobia. Repudiamos el modelo extractivista que sólo trae beneficios a las
multinacionales y los Gobiernos cómplices del despojo. Basta de feminicidios y femicidios
territoriales. ¡Nos queremos plurinacionales!
Eje 3. #Ni Una Menos. Basta de femicidios y travesticidios: el odio hacia las mujeres,
las lesbianas, las travestis, las bisexuales y las trans es asesino. El machismo es
fascismo.
Vinimos a esta plaza para pronunciarnos contra todas las formas de violencia machista. Una
mujer es asesinada cada 30 hs y el gobierno de Macri y Fabiana Túñez congelan el
presupuesto del Instituto Nacional de las Mujeres y asignan tan sólo $8 para la atención de
cada mujer. Exigimos presupuesto para la aplicación de la ley 26.485 de erradicación de las
violencias hacia las mujeres. Refugios seguros para las víctimas de violencia con atención
psicológica y legal adecuada. Trabajo genuino y vivienda para las víctimas de violencia y
sus hijxs. Exigimos la reapertura y financiamiento de los espacios de atención por violencia
de género en las municipalidades, en las Universidades y en cada espacio común donde la
ley 26.485 prevé que se atienda a las víctimas. ¡Hay una ley, queremos que la cumplan!
Denunciamos al Poder Judicial de la República Argentina como uno de los brazos
ejecutores del patriarcado. El Poder judicial es machista, misógino, racista, lesboodiante
transodiante y nos invisibiliza, nos discrimina, nos revictimiza. Exigimos al Estado que se
activen en forma inmediata los procedimientos de remoción y destitución de todos los
jueces, fiscales y funcionarios judiciales que ejercen violencia de género institucional e
incumplen sistemáticamente la ley 26.485 a casi 10 años de su sanción.
Frente a la violencia, el endurecimiento de las penas no disuade los crímenes contra la vida.
Es demagogia punitiva ante la indignación social. No la invoquen en nuestro nombre. El
grito de más cárcel no sirve para solucionar el problema de fondo. Pedimos políticas de
prevención contra la violencia machista, educación con perspectiva de género, la
capacitación de la justicia y respuesta estatal eficaz ante las denuncias. Nos solidarizamos
con las compañeras presas entendiendo que el sistema las oprime doblemente: las
estigmatiza por presas y por mujeres. Decimos no a la infantilización de las mujeres en las
cárceles y no a la tortura psicológica.
Basta de represión, persecución, abuso y extorsión policial a las personas en situación de
prostitución. Por el desmantelamiento de las redes de trata. Aparición de las pibas
secuestradas. Cárcel a los proxenetas, policías y políticos involucrados. Reparación de los
daños físicos, psicológicos y económicos ocasionados a las víctimas y a sus familiares.
Vinimos a gritar que ¡la hetero-cis-sexualidad obligatoria es violencia! Basta de crímenes de
homo-lesbo-bi-transodio. Pedimos la implementación de la ley de identidad de género:
acceso real al derecho a la salud integral, a las rectificaciones registrales expeditas, al
respeto a la propia identidad. Exigimos el cupo laboral trans como ley nacional y una
especial protección a sus infancias y a la vejez. Reparación histórica y reconocimiento al
genocidio travesti trans, el Estado es responsable. Por la integridad, el respeto y la
autonomía de los cuerpos gordos e intersex estigmatizados y patologización.
Exigimos que se tengan en cuenta en las políticas públicas a las mujeres con discapacidad.
Denunciamos la precarización que sufren las lesbianas mayores que llegan a la adultez sin
vivienda y sin familia.
Basta de violencia ginecológica.
Vinimos a esta plaza a declarar que nos queremos vivas, que tenemos derecho al placer, a
vivir la noche con libertad y sin miedo, a gozar de nuestras sexualidades sin represiones, sin
mandatos, sin acosos, sin jerarquías. ¡Tenemos derecho a la fiesta y al amor, tenemos
derecho al tiempo libre y a decir sí cada vez que queramos decir sí, así como decimos no
cuando nos rebelamos ante lo que se impone!
Cierre
¡Vinimos a esta plaza porque estamos hartas y estamos organizadas! Y ahora que estamos
juntas exigimos justicia por el travesticidio de Diana Sacayán y de todas las compañeras
asesinadas por crímenes de odio! Vinimos a gritar que no hay Ni Una Menos sin exigir
absolución para Higui, para Mariana Gómez, para Yanina Faríaz, acusada por la justicia
misógina estigmatizándola como mala madre y para Joe Lemonge, chico trans preso por
defenderse del transodio patriarcal. No hay Ni Una Menos sin la exigencia de justicia para
Marielle Franco, acribillada por las fuerzas de seguridad en Brasil bajo el gobierno de
Temer. Para gritar fuerte Libertad para la adolescente palestina Ahed Tamimi.
No vamos a permitir que este régimen social capitalistas blanco, misógino, heteronormativo,
racista y machista se lleve puesto nuestro derecho a habitar el mundo siendo quien
queremos ser. Contra toda forma de explotación y opresión, llamamos a nuestras hermanas
de todo el mundo a seguir luchando por nuestras vidas. Nuestro movimiento seguirá
defendiendo su carácter anticlerical anticapitalista antipatriarcal e independiente del Estado
y los gobiernos. Nosotras fuimos las primeras que le hicimos un paro nacional a este
gobierno ajustador y ahora le Decimos NO al pacto de Macri con el FMI y exigimos a las
centrales sindicales que convoquen a un paro nacional y plan de lucha para la derrotarlo.
Vamos a conquistar nuestro derecho al aborto legal seguro y gratuito. Separación ya de la
Iglesia y el Estado. Que este 13 de junio movilizemos todas al Congreso y que se pinte de
verde toda América Latina. Sin #AbortoLegal no hay #NiUnaMenos.
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Todos los libros del Gobierno Autónomo (I y II), Resistencia Autónoma y Participación de las mujeres en el gobierno autónomo ahora disponibles en .pdf
Los documentos que encuentras a continuación son parte del material entregado durante la Primera Escuelita Zapatista en la que más de 1500 personas entraron a las comunidades zapatistas entre el 11 y 17 de agosto para aprender de la lucha organizada del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
En muchos sentidos, la Escuelita no era una escuela típica. Los maestros no tenían títulos, los libros de texto no citaban a prestigiosos académicos anteriores, y los salones de clase no tenían pizarrón. La clase estaba en sesión 24 horas al día y la sección de preguntas y respuestas estaba abierta todo el día. Y, sin lugar a dudas, los temas no eran ordinarios.
Algunas de las lecciones impartidas en la Escuelita se entregaban en lecturas de cuadernos de texto y presentaciones de autoridades zapatistas. Pero la mayoría de las lecciones más importantes se aprendían al compartir el hospedaje, las comidas, el trabajo la vida y las conversaciones con las familias y guardianes zapatistas anfitriones de los estudiantes en sus pequeñas y remotas comunidades durante los días que duró la Escuelita.
Lee el artículo de Alex Mensing completo y descarga los PDFs (abajo).
En la Escuelita Zapatista los estudiantes aprenden organización comunitaria y resistencia civil como forma de vida.
Cuadernos de texto de la primer Escuelita Zapatista
Gobierno Autónomo I, 1; 2; 3; 4; 5; 6; 7
Gobierno Autónomo II, 1; 2; 3; 4
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Ir al grano, no escribir prefacio que esclarezca la llegada al gobierno de Cambiemos. La bocha es corta y la estrategia planteada por ellos es simple. Reforzar la utilización del terror para reordenar el espacio político y disciplinarlo. Miedo, cuerpxs, bastones y sangre, prepotencia por ver, DNI por grabar y demorado por defender. Así se muestra nuevamente el neoliberalismo, a decir, por un lado, el respeto indiscutible a la propiedad privada y el accenso al panteón del modelo de la empresa privada y por el otro, represión. Lo individual es virtud y lo colectivo molesta, por eso cada cual a sus cosas y mejor no preguntar, no meterse nos recomendaban nuestros padres, era la lección de la dictadura.
Su estrategia es precisa y doble: concentración económica hacia arriba (plutocracia) mientras se ajusta hacia abajo. Las fuerzas de seguridad en fila y la represión directa a las masas es la forma tradicional ante lo que se impone como resistencia colectiva movilizada a esa lógica mercantil que inunda todo. Confrontación entre cuerpxs en una suerte de lógica militar que enfrenta bloques contra bloques. Sin embargo, y a diferencia del pasado dictatorial, el bloque neoliberal encuentra hoy un límite, este es el espacio democrático (siempre endeble y cambiante). Una novedad para nuestra historia moderna puesto que su suspensión era la norma cuando ellos asaltaban el gobierno.
Segunda estrategia que busca imponer el miedo en una sociedad como la nuestra, siempre insurgente y altanera, puesto que también se necesita romper los lazos sociales en lo micro escoltando a los despidos como norma disciplinante, mostrarse obsceno y siempre presente en tu día a día, advirtiendo que, si sacas los pies del plato, cobras, que, si miras al rati a los ojos, te la puede dar y que los que ahora manda en la calle son ellos. La regla es el espacio público limpio y el comercio es asunto de gente respetable. Los pobres son cosas y molestan y el barrio militarizado como gueto para que no arruine nuestra estética europea. Es una micro violencia institucional que se instala para comerte el inconsciente, para que no pares y veas, para que sigas en la tuya, para que te salves vos, anatomo: le habla a tu cuerpo. Pero Argentina es una mezcla rara y siempre rebelde, dos victorias populares contra los ingleses en la espalda, no nos cabe comernos el verso por mucho tiempo. Ahí el pecho del militante siente la injusticia como propia, como decía el Che, uno no controla el cuerpo y se manda, encara piola y enfrenta la mierda con bastón y después se come el garrón pero no importa.
Lxs que ponen, llevan la historia de la movilización y si hace falta, la maza en la mochila por si pinta, ya que hoy día eso es una posibilidad. Sin embargo, ahora se podría pensar otra estrategia paralela para enfrentar el miedo que imponen esas micro-violencias de la vida cotidiana. Entonces, ¿cómo hacerlo sin caer en lo asilado de la acción individual, sin comerse el garrón del calabozo por creerse Superman? ¿cómo manifestar que la política es poner el cuerpo? despertarlo, hablar en ese espacio.
Hasta ahora la Yuta gana porque cuando hay injusticia la mayoría miramos, porque el cuerpo dice que hay que cuidarse, nadie se mete porque sí en una movida así, en lo videítos de Youtube siempre hay círculos de espectadores que encierran a los ratis pero que no encaran. ¿Lo viste? Hay miedo ahí, pero la gente está cansada y tu cuerpo lo siente, le metes más horas de laburo (por eso tu mal humor en casa) pero no alcanza para llegar a fin de mes, de apoco sentís que ya estas agobiado, no lo podes soportar más.
En los videítos los ratis le sacan la ropa al vendedor de la calle, al changarin que ahora ya no tiene el trabajo de antes, ese podrías ser vos y da empatía. ¿Como explotamos nosotrxs, lxs militantxs esa bronca, rabia y odio contra la injusticia, contra el gobierno, contra el laburo precarizado que la gentxs ya siente en su cuerpo pero que aún no sabe cómo expresar? La derecha ya leyó, para ellos los catalizadores son lxs negrxs o lxs inmigrantxs.
Los ratis se la creen, por ahora, porque en la calle ellos ganan, tiene el poder en la cintura. Pero para la micro-violencia tenemos micro-resistencia y aquí se arriesga una estrategia:
Los ratis, si no es un operativo, encaran de a dos o tres y si se pone denso piden refuerzos. La gente siempre se acumula para ver de qué va y si pinta ayudan al laburante. Ponerle freno; si vos sos militantx hablale a la gentxs que está ahí, deciles que hay que defender, que mañana podrían ser ellxs. Agarrate de la mano del que mira, hagan un circulo, que la policía no se pueda mover o por lo menos que le cueste, que sienta el cuerpo con cuerpo, nuestro poder, que vean que son menos y nosotrxs más, que se cagen, que se vayan. Agarra el teléfono, tene siempre un numero agendado, avisa lo que vas a hacer, avisa donde estas, avisa que llamas en media hora y que, si no te contactas de nuevo, te busquen en la comisaría más cercana, o sino colga los auriculares y mantene la conversación todo el tiempo, de ultima manda audios de whatsapp cada tanto. Empujarlos, molestar, gritar, soltar al que persiguen es tu estrategia, cuando lo lograron, decile que se vaya rápido con las cosas que le quiere zarpara la trulla, cantar el hit del verano para arengar. Aguantar ahí hasta que el laburante perseguido se fue lejos, subir el videíto a la red, que esta acción se vuelva virus en otro acontecimiento, mostrar que la calle también es trinchera y que al neoliberalismo se la ganamos siempre en lo colectivo. Una sociedad de individuos no funciona para Argentina porque nuestro arte no es vivir sino sobrevivir y eso es una lucha de conjunto, como el mate, como el Che.
¿los niños primero? // Silvio Lang
En esa misma plaza, como medida de protesta, se encuentran acampadas, desde el año pasado, varias familias indígeneas que fueron desalojadas de sus tierras y otras que se quedaron en la calle por las inundaciones. Los hijos de los desterrados se sumaron al público sexodisidente.
Al mismo tiempo, en otra esquina de la plaza, unos pastores Pro Vida, custodiados por la policía, instalaron sus parlantes para insultar al público y arengar a los niños a la quema de la bandera de la Diversidad. Los pastores filmaron con sus teléfonos celulares diferentes momentos del Festival, incluyendo el instante de los besos masivos. Y como no consiguieron que los niños le obedezcan viralizaron los videos bajo la consigna “abuso infantil en flagrancia”. La Secretaría Nacional de la Niñez y la Adolescencia de Paraguay reaccionó con un comunicado que reprodujeron los medios compulsivamente donde se declara “inadmisible la utilización de niñas, niños y adolescentes como medio para reclamar derechos de terceros”, y denunciaron a Bruno en la Fiscalía por “actos exhibicionistas y obscenos que ofendan el pudor de las personas”, y por “actos homosexuales contra menores”. A lo que Bruno respondió: “Obsceno es como utilizan a los niños para criminalizarnos”. El titular de la Secretaría, Ricardo González, declaró que “el hecho más grave es el de una persona adulta que se toca los genitales frente a los niños”, haciendo referencia a Bruno, en el momento que sacaba la purpurina de su short para tirarse encima del cuerpo.
Acto seguido, el funcionario protector de la sexualidad de los niños del Paraguay twiteo: “Mientras sigamos teniendo adultos de pueblos originarios viniendo a la capital, vamos a seguir teniendo niños en la calle”. O sea, para el Estado paraguayo y sus pastores es más violento para un niño reconocer un beso nuestro, que nos damos cuando queremos, que la intemperie de la vida en la calle, sin derechos básicos como el agua, la alimentación, la vivienda, la educación. En su paranoia hetero-sexista de control de un “mundo normal” la sociedad capitalista y sus instituciones siguen fabricando pobres y homosexuales, sucitando a cada momento su propio límite. Nuestro ano -o cómo organizar los cuerpos- sigue siendo el arma más poderosa y modesta para combatir al Capital y crear otras formas de vida.
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Desprogramación de la cultura // Silvio Lang
Este texto me fue encargado, en abril 2020, por el Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de
Coreografías sociales. Sobre Coreografías de sal, de Osías Yanov // Silvio Lang
Varixs artistas estamos elaborando estrategias de defensa y nos estamos haciendo cargo de las formas de recreación del lazo social
CONFERENCIA DE PUTAS // Silvio Lang
Así como, en la década de 1970, las feministas del movimiento italiano “Salario para el trabajo doméstico” revolucionan la idea
Vetá lo que quieras total la vida siempre brota // Diego Valeriano
Vetá ésta. Vení y vetá las ganas. Salí y fíjate si te da la nafta para vetar a las pibas. Vetales la prepotencia, el yo te creo hermana, la arrogancia de las que saben que están en una revolución, los guiños color verde en el furgón. ´Vetá a las pibas que son tan contagiosas que hasta las caretas millonarias usan sus palabras. Dale, anímate a pasar por la plaza a vetarles el estado de animo.
Cruza Rivadavia, bajate del 238, camina por Marina bien de noche, espera el bondi en Pontevedra, ponete un puesto de tortilla a la orilla de la 1001 y anímate a vetar algo. Veta las travas del cementerio si podés, a las princesas del asfalto, a las maricas que viajan mil horas en bondi cargados de ilusiones para llegar a Buenos Aires y terminan viviendo en Villa Bosh. Vetá la vida si alguien te deja.
Vetá a los guachines que no aceptan las consignas. Seguí hablando de inclusión, dando vergüenza en los centros comunitarios, haciendo murales y juegos que atrasan, volviendo a tu barrio antes que baje el sol. Seguí mendigando subsidios, siendo recurso, quedándote conforme por estar ahí como si eso fuera suficiente, siendo traductora, seguí siendo gato que veta la vida que no entiende. Seguí apostando al futuro sin darte cuenta que el presente es una fiesta.
Vetá la fiesta, dale. LLamá al 911 y que venga el patrullero a decir que bajen la música, que no griten tanto, que no tiren cuetes. Dale, fíjate si bajan o siguen. Si se animan a cruzar por el frente. Dale, seguí posteando sobre obviedades y mirando series. Vetá que los guachos se intoxiquen, que todo sea un arrebato, que a las nueve de la mañana arranquen para el chino a comprar escabio, las risas duras.
Vetá todo lo encantador pedazo de ortiva. Las motos rompiendo la noche, la guerra en cada esquina, los pibes dispuestos a no negociar el placer, a los amanecidos buscando al último transa un domingo. Vení pancho, vení y vetá el odio a la política, la desconfianza a los curas, el odio a las maestras, la certeza de que la solidaridad es mentira y que de arriba nunca viene nada bueno.
Vetá el amor a los que perdieron, las lágrimas tatuadas, los murales en los monoblocks, las historias que siempre crecen, los pibes que salen hechos hombres, las novias de presos que mienten y esperan, las cicatrices que enseñan.
Vetá lo que quieras total la vida siempre brota. Que el consumo libera, que de ultima tiran los ganchos, que hay comedores, que el papeo se resuelve, que nunca van a ser empleadas, que en el rancho se está poco. Que tarde o temprano un bondi siempre los lleva aunque haya que esperar un poco más.
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Estar en guerra // Diego Valeriano
Los pibes, las pibas, los guachines por los que ya nadie pregunta, las nenitas que lo único que quieren es
Valeriano sin marca // Agustín J. Valle
Valeriano escribe sin marca. Sin las marcas de la identidad o perfil establecido para alguien que escribe -sin la marca
Aguasfuertes plebeyas (cadaver exquisito sobre Valeriano) // Lobo Suelto
El apocalipsis de Valeriano es una fiesta. Es el momento donde se juegan las posibilidades para activar las fibras del cuerpo desobediente
Lo que un cuerpo puede. Un ensayo sobre (Ricky) Espinosa // Mariano Pacheco
La esquina fue escuela de sobrevivencia al desamparo económico, político y afectivo de la Argentina neoliberal. De allí surgieron bandas como Flema, y emblemas del punk rock local como Ricky Espinosa, el joven que hizo de la frase del filósofo holandés que ilustra este texto, una pragmática.
Es difícil intentar comprender al menos algo de los años noventa en este país sin entender lo que el alcohol significó para la juventud de los suburbios. Al menos lo que la cerveza implicó para el piberío del Conurbano y las barriadas pobres de la Capital Federal (sí, por entonces era la Capital y no la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la CABA, como ahora). El culto de la amistad a través de la cerveza, y el culto a la cerveza cuando las amistades ya no están. La cerveza o el vino, lo mismo da. Nosotros, con los chicos, nos tomamo’ un litro más de vino (“Borrachos en la esquina”); Porque es, el linyera, se emborracha y no le importa una mierda. Si es botella o es un tetra no le importa una mierda, lo único que quiere es escabiar («El linyera»); Ella me atrapó con su blanco cristal, y no puedo estar sin cerveza tomar. Y mis amigos mañana traerán, blancos cristales, para tomar. Más otra más, otra más, otra más, quiero cerveza tomar (“Blanco cristal”); Brindo una vez más por mis amigos, los que sólo están en mi corazón («Vahos de ayer”); Baile sin control, más excitación, cuando sube le alcohol, quiero diversión (“Pogo, mosh y slam”).
La voz inconfundible de Ricky se combina siempre con una buena batería, y el sonido sucio y descontrolado de la guitarra y el bajo en versión punk rock suele aparecer en forma de canciones tristes, a veces, y otras de las más alegres. Lo mismo sucede con las letras: se intercalan algunas crónicas en primera persona con crítica al orden social, y sobre todo, a los estereotipos.
“Chicas judías”, por ejemplo, sólo puede entenderse en el contexto de emergencia de una camada de jóvenes que se rapan la cabeza, le ponen cordones blancos a sus borceguíes negros y cuelgan tiradores de sus pantalones, para ir un sábado por la noche, en patota, a provocar a algún pibito punk que quede borracho en algún rincón. Viaje a Israel, un viaje a Israel, chicas judías en Israel, una frase así sólo cobra sentido en la mirada del otro, en el rostro fruncido de algún skin, que no es más que otro estereotipo social, en este caso de la pequeña burguesía queriendo huir de la debacle a través de una salvación imaginaria que los sitúa al otro lado de la brecha social abierta por el neoliberalismo. Algo similar sucede con otras canciones, como “Es sólo un juego más” (El mal nació con él, en algo debía empezar/ sin tener un por qué, voluntad de dañar./ Le gusta destruir/ disfruta corromper/ es solo un juego más/ se ríe al romper/ le excita ver sangrar/ sabiendo que está mal/ No todo es lo que debe ser, el niño tiene crueldad/con inocencia o no, nació para matar) o como “Hombre vicioso” (Hombre vicioso, engendro de satán/ ritos asquerosos, carentes de moral/ hombre de alma sucia, bandera del mal/ anarco-drogadicto, perdido total/ Mente retorcida, irrecuperable/ que lo lleve la policía./ alma de homicida, cara de culpable/ que lo mate la inquisición/ gente como esta no debe nacer). En ambos casos se apunta a mostrar, como en un espejo, lo trillado de los comentarios que fueron generando el caldo de cultivo para esos micro-fascismos que irán creciendo exponencialmente en los años venideros.
Es esa incomprensión, sobre todo del mundo adulto (careta, hipócrita y “formal” en mundo que cada vez tiene menos de formal), la que se rechaza en este tipo de canciones. Mundo yo, nunca te quise a ti, porque vos, no me entendiste a mi puede escucharse en “Tiempo de morir”. Incomprensión que busca conjurarse en manada en una esquina cualquiera de la ciudad. Porque la esquina fue escuela de sobrevivencia al desamparo económico, político y afectivo de la Argentina neoliberal.
Soy de la esquina
No fue el punk de Flema -la banda capitaneada por Ricky Espinosa- sino el heavy de Hermética el que le cantó a la esquina, pero de todos modos vale la invocación. Sobre todo teniendo en cuenta los gustos y la amplitud musical de Ricky. Allí esperan mis amigos en reunión/ Mucho me alegra sentirme parte de vos. / Conversando la rueda, ya se formó/ Y las flores se queman buscando un sentido, cantaba Claudio O´ Connor. El compartir una birra y un porro fueron una forma de gestar comunidad en un contexto de profunda descomposición social. Tu risa amiga alejo mi soledad, esos momentos que viví no he de olvidar, sigue la canción que fue himno entre los heavys -primos hermanos de los punkys, dicho sea de paso- en la que se aclara que se prefiere la esquina a mirar tele, ya que ésta se encuentra “vacía de realidad”, mientras que en la esquina la verdad “está latiendo” (resulta pertinente destacar que cuando Juan Fandiño -guitarrista fundador de Flema- lo contacta a Ricky, éste escuchaba por entonces sobre todo heavy metal. También que en una de sus fotos más conocidas Ricky aparece con una remera de Almafuerte y que el propio Ricardo Iorio graba un audio para introducir una canción del disco Resaca).
Por supuesto, cualquier reivindicación de Espinosa como rebelde social deberá conjurar la imagen del “personaje” que se ha construido en torno a él. De algún modo, podría decirse, todo el libro Ricky de Flema. El último punk (de Sebastián Duarte), podría ser leído en ese sentido: Espinosa, el pibe reventado al que no le importa nada, ni nadie. Imagen que contrasta con los contundentes testimonios de sus amigos (e incluso de su novia, y de su padre) que pueden verse en Ricky Espinosa, el documental, de Juan Pablo Duarte (https://www.youtube.com/watch?v=EN5So4SgiBM). Testimonios entre los que se destaca el de Juan Fandiño, quien señala que lejos de los estereotipos y las miradas condenatorias que se construyeron en torno a su figura, Ricky era una persona muy leída, que podía sostener una conversación sobre temas actuales, históricos, políticos con cualquiera.
Obviamente, Ricky fue un pibe que cultivó tanto la amistad como la soledad. O tal vez podría decirse que porque no le huía a la soledad pudo cultivar de esa manera tan profunda la amistad.
Quítense la máscara y vean la realidad/ El que nunca estuvo solo no conoce la amistad, canta en “Nunca seré policía”, canción que puede ser escuchada en serie con las palabras escritas por Peter Pal Pelbart en su texto titulado “Cómo vivir solos: filosofía de la deserción”, en el que citando a Gilles Deleuze destaca que el problema que padecemos quienes habitamos el mundo contemporáneo, no es que nos dejen solos, sino que no nos dejan suficientemente solos como para poder atravesar la experiencia de la soledad (la más poblada del mundo, en la concepción deleuziana que tiene sus filiaciones con la nietzscheana. Es decir, aquella que sostiene que ese tipo de soledad el punto a partir del cual es posible multiplicar los encuentros).
De allí que nos resulte poco fecundo pensar la soledad de Ricky separada de sus amistades, esas que nacieron y se desarrollaron al calor de los encuentros en las calles, en una esquina cualquiera.
La esquina, entonces, no debe ser entendida como el lugar de la perdición de un sector de la juventud en la década del noventa, sino el gran albergue de heavys, de punks, y de otras tribus que comenzaron a surgir y pulular por la ciudad. Sea en unos videos (los fichinies), en una plaza o un en un simple escalón, las esquinas fueron en por aquellos años, trincheras de resistencia social de la juventud que no se conformaba, que no estaba dispuesta a resignarse ante el creciente estado de malestar que atraviesa a la Argentina.
“El punk es expresarse”
Cuando Fandiño formó Flema junto a varios de sus amigos (entre ellos Fernando Cordera, primo de Gustavo de La Bersuit), Ricardo Espinosa aún ni pensaba que podía liderar una banda punk, aunque sí andaba ya en sus búsquedas musicales. Primero Ricky se sumó a la banda como guitarrista. Pero de aquella primera formación que pasó a hacerse conocida luego de grabar dos canciones (“Cáncer” y “Buscando un lugar”) para el disco Invasión 88, solo quedó Ricky, quien más tarde pasaría a ser cantante de la banda, ya compuesta por nuevos integrantes.
En 1992 Flema saca Pogo, mosh y slam, un casete que circuló -como tantos en la época- grabados en los novedosos grabadores de doble casetera. Así, ciertos temas empezaron a circular de barrio en barrio, viajando en los TDK que uno iba grabando y prestando, o incluso, expandiendo en una práctica todavía no tomada por la lógica neoliberal, que implicaba hacer juntadas entre varias personas para escuchar una banda.
1994 será un año clave para la banda: salen a las calles El exceso y/o abuso de las Drogas y el Alcohol es Perjudicial Para tu Salud. ¡Cuidate! Nadie lo hará por vos, primer álbum en estudio. También sale, en forma de demo, Nunca nos fuimos, que dos años más tarde será lanzado como álbum oficial por Sick Boy Records, el mismo sello que los hizo debutar en la escena punk local con disco propio. De allí en más Flema se transformó en una de las bandas fundamentales de aquella camada, junto con Sin Ley y Dos minutos, ésta última con mayores niveles de difusión.
Ricky se transformó en una máquina de producción artística: en 1997 Flema saca su álbum Si el placer es un pecado, bienvenidos al infierno; Ricky funda Flemita, una formación en donde mezcla músicos de distintas bandas para hacer canciones de otros conjuntos que le gustan, con la cual saca ese año el disco Underpunk y al año siguiente, ¿Raro? Raro tenés el orto. También en 1998 saca desde Flema el álbum Resaka y en 1999 dos discos como solista: Vida Espinoza y Tributo a Sin ley y Embajada boliviana, una banda que sus propios integrantes declaran haberse hecho conocidos gracias a Ricky. El 2000, 2001 y 2002 tendrán a Ricky otra vez sacando discos desde Flema: Caretofobia I y Caretofobia II y, con él ya sin vida, 5 de copas, que llegó a las disquerías tiempo después de su suicidio.
Banda fundamental del punk local, Flema sin embargo, parecía no estar destinada a ser una banda estrella, sencillamente, porque hacían del arte de la provocación no sólo una propuesta estética sino una política para la vida cotidiana. De allí que Ricky dijera, alguna vez, que Flema no era una banda para la masa, sino para quienes estuviesen dispuestos a aceptar el desafío de dejarse interpelar por su mensaje. ¿Cuál es tu camino?, con esa pregunta el Zaratustra de Nietzsche responde a quienes le preguntan por el camino. Algo similar podemos pensar que sostenía Ricky a través de su coherencia, su autenticidad.
Incluso entre los punks Flema fue muchas veces una banda menospreciada. Sea por la corriente que supo combinar bandas de punk con ferias de fanzines e intervención militante anarquista, sea por quienes hacían del punk un hábito cerrado sobre sí mismo. De hecho el propio Ricky, en una entrevista radial de 1998, dice, entre risas:
Hay gente que no nos quiere porque a nosotros nos gustan los Rolling Stones, y yo tenía entendido que ser “Punk” era hacer lo que uno se le cantase las bolas. Entonces cuando la gente nos cantó por primera vez “El que no salta es un stone”, no sé, porque lo cantan siempre, y empezamos a hacer temas de los Rolling Stones; hubo gente que nos hizo la cruz, pero me pareció una actitud fachista de ellos, si uno está arriba del escenario para expresarse y hacer lo que tiene ganas de hacer. O sea que por ese lado no los entiendo, y por otro lado, tampoco los entiendo…
Como puede verse, para Ricky, de lo que se trata, es de poder expresarse: la bronca, el dolor, e incluso la celebración y la joda. No son pocas las canciones que aparecen como “raras” para ser una banda punk. Desde la profunda sensación de libertad pero también de jocosidad que expresa “Fernando anda en skate” (Pantalones anchos, zapatillas botitas y su camiseta blanca de death./ con el flequillo largo/ y el skate en la mano/ y su camiseta blanca de death./ Fernando anda en skate…) hasta la mezcla de ritmos de “La sal del mar” (Llegó la ya hora de festejar/ dejar los problemas de la ciudad), donde el punk aparece entremezclado con un rock-nirvanoso, el slam y el skate-californiano.
Por supuesto, también supo cultivar Ricky canciones profundamente tristes, no sólo en sus letras sino también en sus ritmos. Prueba de ello son algunas breves pero contundentes canciones, como “No te dejaré”, dedicada a la cocaína (Mira como cae el techo del ascensor/ todo se derrumba a mi alrededor/ estoy solo a un paso del infierno hoy/ y si sigo así, no te voy a dejar./ Vos sos la nena más blanca de acá/ la que vuelve locos a los chicos de mi edad/ mil fantasmas invaden mi habitación/ si sigo así, no te voy a dejar./ Cuando caen las sombras de la oscuridad/ la mañana parece nunca llegar/ para mi es difícil no pensar en vos/ si sigo así, no te voy a dejar./ No te dejare… no te dejare), “Quizá” (Me podés ver caer y no comprender porque fue así/Y aunque lo intenté, vos ya no querés confiar en mí/ No sé, vos no querés, no sé./ Hoy cuando desperté no pude recordar lo de ayer/ Ni cuando empecé, ni cuando terminé y te perdí./ No sé, quizás te perdí, no sé/ Quizás vuelva a emborracharme/ Quizás no lo vuelva a hacer/ Quizás vuelva a repetirlo/ Quizás no lo sé) y “Ahogado en alcohol” (¿Sabés? Me estoy sintiendo mal/Y doy mil vueltas sin girar/El sol calienta sin quemar/Tal vez hoy deje este lugar/ Creo que estoy tocando fondo/ de mis actos no respondo/ Se desdibuja mi sonrisa/ La angustia hoy me marchita./ Ahogado en alcohol…), por citar algunas de las más emblemáticas.
Punk-rock de las barriadas
Los Espinoza son una familia de la clase trabajadora típica de las miles que habitan el Conurbano.
Zapatillas de lona, jeans gastados y campera de cuero. O botitas all star, campera de jean y pollera, cuando no la cara pintada y siempre, las uñas pintadas. Se lo puede ver a Ricky con remeras de Los Ramones, pero también de Almafuerte, los Rolling Stone, Bad Religion e incluso del Che Guevara.
La reivindicación de la disidencia y las minorías más allá de su experiencia singular fue una de las políticas de vanguardia de Espinosa en aquellos años. Su asistencia a la televisión con la remera que lleva inscripta la frase del escritor norteamericano Truman Capote (Soy alcohólico, soy drogadicto, soy bisexual, soy un genio) quedará para la historia, así como la respuesta al conductor que le pregunta si leyó el libro, y él le dice que sí, pero que no lo entendió (incluso la frase está cambiada, y donde Capote escribió homosexual Ricky puso bisexual).
Como Kurt Cobain, también Ricky Espinosa tuvo su acústico en televisión. Y dio entrevistas lúcidas para la caja boba. Incluso respondió preguntas estúpidas con lucidez. Como aquella vez que asistió al programa Forum, de Canal Trece (Grupo Clarín) y “defendió” a un adolescente fans, diciéndole al “juez” que su música no iba a “des-educar” al pibe (como planteaba la madre), porque escuchar una de sus canciones era como mirar una película: no se sale a matar después de ver que un actor asesina en un film, remató Ricky.
Ricky, como su fans adolescente, son pibes de los suburbios, de familia laburante. Por eso Flema -como 2 minutos, como Sin Ley- no tenían esa distancia que suelen tener los integrantes de una banda con su público, también compuesto por hijos de trabajadores, o a lo sumo, por esa clase media baja que con el menemismo comenzó a irse a pique. Ricky, en ese sentido, no es un niño bien que se rebela y se dedica a la música, que pone su capital simbólico acumulado en función de un proyecto que va a contramarcha de su familia. No: Espinosa es un músico autodidacta, un compositor que se hace bien desde abajo y que a través del punk busca hacer que su interior y su entorno estallen (escribir canciones para sacar la rabia y la frustración afuera).
Nunca entendiste lo que te dijimos
No necesito modelos para hacer lo que yo quiero hacer, canta Ricky en la canción que abre su disco solista, Vida Espinosa, retomando de algún modo uno de los leit-motiv presente en los primeros temas de Flema: el anti-mensaje. Si yo soy así no es por culpa de las drogas/ si yo soy así no es por culpa del alcohol, se escucha en una de las canciones de los primeros tiempos, “Si yo soy así”, que se transformó en una de los himnos de la banda, junto con “Nunca nos fuimos”, tema en donde la crítica social deja de tener un tono solapado para pasar a primer plano. Si la primera canción opera como un índice de desmoralización, la segunda se presenta como un relato descarnado sobre la Argentina neoliberal; una crónica alucinada de un cambio sistémico que no se realiza pero no deja de anhelarse, y de esbozarse como programa. En ella puede escucharse:
Juventud sin futuro, temprana decepción
drogas y violencia, desocupación
estado de muerte, repre-depresión
salario de hambre, locura y ambición
sabes muy bien que la maquina
sin contemplaciones te va a tragar,
pero te resignes y busca venganza
te tomas mil pastillas, y con eso no alcanza
decime, explicame, ¿cuál es tu plan?
Jugar a los videos o aspirar poxirran
nosotros con los chicos no nos aburrimos
planeamos atentados contra el presi y los milicos
o quemar alguna iglesia o robar un banco
cantar una canción que exprese nuestro asco!!!
Cuando nos sobra tiempo después de trabajar
tratamos de hacer lo que se llama pensar
no queremos a nadie si nos querés clasificar
somos de esa gente que nadie quiere abrazar
Nunca nos fuimos pero ahora volvimos
porque nunca entendiste lo que te dijimos
Somos tu muerte o tu nacimiento
nuestra negra bandera se agita con el viento
No cague al sistema pero al menos lo intente.
Si reproducimos completa esta letra es porque de algún modo en ella se concentra con mayor ímpetu la posición que da cuenta del hastío ante el mundo, el país heredado y aparece con lucidez una impugnación al orden y la conciencia de las dificultades para salirse de ese callejón sin salida al que parece condenada esa generación.
Aunque también en otros temas posteriores, como “Zafarla”, aparece la crítica social de manera abierta (En este país tenés que zafar/ Si no zafas te van a pisar/Para terminar con tu dignidad/No van a para hasta acabar…/Las clases sociales están bien definidas/ Se rascan las bolas en la oficina y lo obreros se rompen las manos/ laburando, laburando se les va su vida), es en “Nunca nos fuimos” donde aparece con mayor fuerza todo aquello que los detractores de Flema no pudieron o no quisieron ver.
Lo que puede un cuerpo
A Ricky lo velaron en la casa de su tío aquella tarde lluviosa del 30 de mayo de 2002, luego de que se tirara por la ventana de un departamento, mientras se encontraba jugando a la play con algunos miembros de la banda.
La casa y la vereda incluso se llenaron de punks que en un silencio profundo fueron a despedir a quien supo ser, tal vez, el último referente punk de la Argentina. En medio de ese silencio su padre se preguntó cuánto más respetuoso podría haber sido ese velorio. Silencio, respeto que venía a tirar por la borda los prejuicios de la sala de velatorios que no aceptó el cuerpo de Ricky para que sus padres y fans le dieran su último adiós, por miedo a que los punkys rompieran todo.
Otra vez los estereotipos, aunque ésta vez ya no estaba Ricky para escribir sobre ellos.
¿Qué pasó que aquel día Espinosa cumplió aquello que habían anunciado por años en algunas de sus canciones, que solía repetir de tanto en tanto en medio de una ronda de escabio? ¿Qué sucedió? ¿Se taponó la madriguera? Nunca encontraremos respuestas satisfactorias, más que hipótesis que intenten explicar lo inexplicable más que para cada singular existencia: el motivo profundo que lleva a una persona a quitarse la vida. El hecho es que la línea de fuga de aquella máquina de guerra artística devino de pronto línea de muerte.
Quedó el personaje, sus leyendas, pero también su obra.
Con las palabras que Curly -histórico guitarrista de Sin Ley- comparte en el documental sobre Ricky nos despedimos, porque de algún modo expresa lo que hoy podemos pensar muchos sobre Espinosa, no el filósofo que afirmó que nunca se sabía lo que un cuerpo puede, sino del artista, el que experimentó en su propia singularidad aquella premisa.
¿Qué le puedo decir a la gente de Ricky? -sostiene Curly-. Que lo escuchen. Que lo escuchen y que no lo canten solamente por cantar. Creo que él nos dejó un mensaje para que nosotros podamos vivir mejor y más libres. Y que no nos dejemos amedrentar ni influir por cosas que no son lo nuestro. Creo que eso Ricky lo tenía muy claro y lo trasmitió en todo momento.
POSDATA
La primera vez que vi a Flema, Ricky no fue. Fue una lluviosa y fría noche del invierno de 1994.
Aquella vez pude sentir el ritmo dionisíaco de los Flema en vivo, pero no verme atravesado por la voz impactante de su cantante. Todavía no había cumplido catorce años, pero los recitales de punk -como tiempo antes los de hardcore- eran mi gran pasión (podría decir que entonces la semana sólo tenía sentido porque eran los momentos previos a los recitales de los fines de semana). Así que aquella noche volví feliz a mi casa, a pesar de la ausencia.
Tiempo más tarde, con el Tweety -un viejo punk de Quilmes- armamos una banda: Tiempos de lucha le pusimos. Con esa banda tuvimos la oportunidad de tocar una vez junto a Flema y Sin ley, en un antro situado debajo del Puente Pueyrredón, en Avellaneda, a metros de donde tiempo después sería asesinado Darío Santillán. Pero para aquel entonces aún no había conocido a Darío. De todos modos es poco probable que hubiese asistido al recital, porque si bien compartíamos la pasión por Hermética a él nunca le gustó el punk rock, al resto de pibes y pibas que supieron cultivar entonces la pasión por la militancia y la música con letras rebeldes y sonido sucio.
El hecho es que esa noche pude ver a Flema en su formación completa, pero de Ricky no conservo ningún recuerdo. Fueron las únicas dos veces, de todas las que fui a ver a Flema, en que podría haber cruzado unas palabras con Ricky. La primera porque éramos tan pocos en ese pub situado en algún lugar perdido del distrito cervecero -donde Quilmes se cruza ya con San Francisco Solano- que músicos y público pasamos la noche cara a cara, entre mesas y un escenario improvisado en el piso que no marcaba distancias entre ambos; la segunda por el hecho de compartir escenario. Aunque ahora que recuerdo bien hubo una noche en que cruzamos palabras, aunque no mantuvimos una conversación. Fue en un micro que habíamos alquilado con los chicos de los videos de Alsina de Quilmes para ir a ver a Flema -en realidad a Sin ley, banda que seguíamos a todos lados y que casi siempre tocaba junto a Flema- a Campana, en la otra punta del Conurbano Bonaerense. Ya de vuelta, casi en el amanecer del día siguiente, mientras cabeceaba en el asiento trasero, escucho de repente que alguien me dice algo al oído: Era Ricky, sentado a mi lado junto a una chica. Haceme la gamba de pasarte pa’ delante. Creo que me levanté y ni le respondí. O sólo atiné a decirle: dale.
Así era Ricky, o al menos así lo recuerdo: desprejuiciado, a-moral, en el mejor sentido de la palabra (el placer es un pecado).
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En tiempos de publicidades, globos y discursos vacíos, la cultura o mundo ch’ixi nos hace bajar a tierra, a pachamama, a las posibilidades pragmáticas de cambio en estos convulsionados y desesperantes tiempos que corren. Pachakuti.
Traumas, acontecimientos y catástrofes en la historia // Ignacio Lewkowicz
¿Qué es una catástrofe hoy? ¿Qué es una catástrofe en tiempos post-estatales, neoliberales, globales? No se trata de una pregunta por la consistencia interna de una categoría, sino por una condición de afectación de la subjetividad contemporánea: ¿qué tiene valor de catástrofe para una subjetividad post-estatal, neoliberal, global? Si se trata de re-pensar el status de la noción de catástrofe (e inclusive su pertinencia para leer las marcas contemporáneas en la subjetividad), tal vez sea adecuado partir de otras dos categorías: trauma y acontecimiento. Importan estos términos como modos diversos de relación con lo nuevo en condiciones estables; como formas heterogéneas de trabazón con eso que se presenta como novedad en coordenadas estables. Detengámonos en la relación que cada una de estas nociones organiza con lo real en una estructura. En cada una de las tres configuraciones, el punto de partida es la impasse: algo ocurre que no tiene lugar en esa lógica, algo irrumpe y desestabiliza la consistencia de esa lógica. Trauma, acontecimiento y catástrofe organizan, con ese mismo punto de partida, relaciones diversas. El trauma remite a la suspensión de una lógica por la presentación de un término que le es ajeno. Se trata de un estímulo excesivo que no puede ser captado por los recursos previos. Por eso mismo, ese estímulo tiene masividad y evidencia suficientes para imponer un obstáculo al funcionamiento de la lógica en cuestión. Quizá la metáfora de la inundación permita recrear la operatoria del trauma. La inundación sería ese algo que deja perplejo, que deja sin respuesta por su evidencia e intensidad desmesuradas. Pero esa intensidad paulatinamente va cediendo, y todo parece regresar a su lugar. Trabajosamente, los lugares existentes buscan asimilar lo inundado. En este esquema de trauma, todo vuelve a su lugar. Si se produjera un lugar heterogéneo, la variación no sería traumática sino acontecimental. Pero nada de eso sucede con el trauma, sus efectos son bien otros. Por lo menos así lo nomina el lenguaje incaico. El lenguaje inca piensa el desgano o el silencio como una impasse donde la recomposición se trama significando al término extraño como invasor. No se trata de asumir la transformación que ha operado la presencia colonial, se trata de la eliminación del cuerpo extraño del mundo incaico. Trabajosamente, los lugares existentes buscan asimilar la invasión sin alterar la estructura previa. Finalmente, todo pretende volver a su lugar original. Se ha producido un trauma de un par de siglos. Si el trauma no supone ninguna alteración radical en el juego interno de la lógica que afecta, el acontecimiento lo exige, lo produce, lo funda. Por eso mismo, el acontecimiento requiere de una transformación subjetiva para ser tomado. En rigor, necesita de unos recursos y unas operaciones capaces de leer la novedad en su especificidad radical. De esta manera, el acontecimiento no se reduce a pura perplejidad frente a lo inaudito; se trata de la capacidad de lo inaudito para transformar la configuración que ha quedado perpleja frente a él. Si el trauma es concebido como la impasse en una lógica que trabajosamente pone en funcionamiento los esquemas previos, y el acontecimiento como la invención de unos esquemas otros frente a esa impasse, la catástrofe sería algo así como el retorno al no ser. Es posible pensarla como una dinámica que produce desmantelamiento sin armar otra lógica distinta pero equivalente en su función articuladora. De esta manera, lo decisivo de la causa que desmantela es que no se retira, esa permanencia le hace obstáculo a la recomposición traumática y a la fundación acontecimental. Dicho de otro modo, esta vez la inundación llega para quedarse. Por eso mismo, no hay ni esquemas previos ni esquemas nuevos capaces de iniciar o reiniciar el juego. Hay sustracción, mutilación, devastación. Se ha producido una catástrofe. Ahora bien, si la dinámica social y la subjetividad ya no son estatales, es válido preguntarse por la potencia de estas nociones en otro terreno. Sobre todo cuando ese terreno ya no es consistente, sólido y estructurado sino inconsistente, fluido e informe. La crisis en crisis
La crisis actual resulta de la disgregación de una lógica totalizadora sin que se constituya en sustitución otra lógica equivalente en su efecto articulador. Lo específico de nuestra condición es que no pasamos de una configuración a otra sino de una totalidad articulada a un devenir no reglado. El devenir no reglado es la temporalidad actual, la noción de crisis como interrupción tal vez complique la posibilidad de pensar la actualidad. Porque hoy la crisis no es ni impasse ni coyuntura sino funcionamiento efectivo. Ahora bien, investigar la crisis actual implica investigar cuáles son las operaciones de pensamiento capaces de operar en la crisis. Si se verifica una serie de dificultades para que una lógica se reproduzca como hasta entonces, es posible pensar que también entra en crisis la serie de recursos y operaciones de pensamiento disponibles para pensar la crisis. En este sentido, los cambios aleatorios y desreglados que constituyen la experiencia actual llamada crisis, convierten en obsoletos los parámetros disponibles para pensar. Así, también entran en crisis los recursos para pensar la crisis. El agotamiento de una lógica también implica el agotamiento de las estrategias de pensamiento y de intervención propias de esa lógica. Entonces, será estratégico preguntarse por la noción de catástrofe en unas condiciones otras.
O dicho de otro modo, la catástrofe se altera al ritmo del cambio en la lógica social y en la subjetividad. Para un ciudadano promedio de los Estados nacionales, la catástrofe era una posibilidad entre otras, era un destino improbable pero posible; para un habitante de la era neoliberal, la catástrofe es siempre su punto de partida, su ontología, su condición originaria. La catástrofe estatal sucede en un horizonte estructural; la catástrofe post-estatal transcurre en un medio fluido, disperso, imprevisto. Y esta dimensión catastrófica parece ser la dimensión que instala el default por estas tierras. No es la interrupción local o general de un funcionamiento sino la estabilización de la catástrofe como condición general y primera. Las articulaciones generales se han desvanecido, las transferencias macro se han agotado, los instituidos que ligaban se han fragmentado. Desarticuladas las condiciones generales, la catástrofe se instala como marca dominante de la subjetividad contemporánea. Definido así el horizonte problemático, las estrategias de subjetivación actuales tendrán queentrenarse en desarrollar operaciones capaces de operar con esa devastación que insiste a cada paso. En ese juego de operaciones en la catástrofe estabilizada, tendremos la ocasión de conquistar, inventar y construir subjetividades. |
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Genealogías insurgentes: La Rosa Roja // Mariano Pacheco
Reseña de La Rosa Roja, biografía gráfica sobre Rosa Luxemburgo
Fuente: La luna con gatillo
Revisitamos la figura de Luxemburgo a través de La Rosa Roja, la biografía gráfica realizada por la artista británica Kate Evans, publicada en Argentina por ediciones del IPS, Instituto del Pensamiento Socialista; libro que cuenta además con fragmentos de cartas y textos hasta ahora inéditos en castellano.
Luxemburgo, La Rosa Roja.
La mujer que nació en Polonia el mismo día en que estallaba en París la Comuna.
La mujer que a siendo niña, a los diez años, ya sabía hablar y escribir en su polaco natal, pero también, en Ruso (la lengua oficial del imperio zarista), Hebreo (la lengua de su religión judía) y alemán (la lengua de la literatura y la filosofía en aquellos años).
Rosa, la joven lectora de la obra de Karl Marx.
Luxemburgo, la activista que estudia, escribe, organiza y agita.
La Rosa Roja que se corta el pelo; la que lleva adelante un casamiento falso para así obtener los papeles necesarios para permanecer en Berlín, centro revolucionario europeo en al época.
La muchacha que decide no tener hijos; la militante que se opone a que el proletariado participe en la 1° Gran Guerra Mundial.
La mujer que apoya la Revolución Rusa y reclama Consejos de Obreros y Soldados, y revolución socialista para Alemania.
***
El libro de Kate Evans tiene la virtud de presentar la intensidad de una vida apasionante que se desarrolló durante 47 años. ¿Crees que a los 47 años una es lo suficientemente vieja para morir?, se pregunta la autora, en una interesante aparición de ella misma como personaje de la historieta; cuadro en el que remata: si crees que sí, debes ser muy joven.
Las editoras de la edición en castellano destacan sobre el trabajo realizado por la artista británica:
La autora presenta con humor, ternura y pasión la vida de Rosa, su infancia, su sensibilidad ante las injusticias de cualquier índole y su evolución política; descripción a la que agregan:
Los dibujos y diálogos de Kate Evans logran transmitir ese espíritu revolucionario de Rosa en su actividad militante y su vida personal, sus amores, amistades, su pasión por la naturaleza, por la música o la poesía, así como sus implacables combates teóricos y políticos.
Para quienes no conocen el devenir de esta importante dirigente revolucionaria, cabe destacar algunos datos biográficos que dan cuenta de la talla de la figura a la que nos estamos refiriendo.
Rosa Luxemburgo comienza su actividad en 1885, cuando tenía apenas 15 años. Había impactada cuando, un año antes, había visto como cuatro militantes socialistas era ahoracados en las colinas de Varsovia. Como mujer, se vio tempranamente afectada por el machismo reinante en la época, al punto de no recibir la medalla de honor al terminar el secundario, en claro desafío a su rebeldía; situación que se complementa con la imposibilidad de ingresar a la universidad, e incluso, la negativa a que se sumara a los círculos socialistas.
De allí que, con 18 años, Rosa se traslade a Suiza para ingresar a al universidad, situación que funciona como puerta de ingreso a una profundización de su rebeldía: se corta el pelo, hacede su cuerpo un territorio de experimentación y se suma a la militancia en las filas de la tendencia revolucionaria del socialismo.
A las 27 años se instala en Berlín, no sin antes llevar adelante un falso sacamiento para obtener así los papeles que le permiten estar en regla en dicha ciudad.
Allí se codea con personajes de la talla de Frantz Mehring (biógrafo de Marx) y Kautski (importante dirigente socialista, luego conocido como el “renegado”, por el mote puesto sobre él por Lenin).
A los 30 años Rosa Luxemburgo ya es conocida por sus escritos y su activismo, por el cual va ser varias veces encarcelada.
En 1917, cuando estalla la primera revolución en Rusia (1905), Rosa tiene 34 años y ya no acepta que la solidaridad sea solo declamativa. De allí que viaje en medio de la situación represiva, al lugar en donde los obreros dan nacimiento a esa experiencia de democracia y participación directa de las masas en la política conocida como Soviets.
En todo el período previo a la 1° Guerra Mundial, Rosa es reconocida no sólo por su labor teórica (docente en al Escuela de Cuadros del Partido –el más poderoso de Europa en ese momento–; polemista contra la ortodoxia marxista) sino también por rol de agitadora. En 1914 se opone activamente a que los obreros participen del conflicto bélico. Defiende a capa y espada el principio de solidaridad internacionalista del proletariado frente al social-patriotismo, en alianza con la burguesía, que reina en las filas de a dirigencia partidaria, pero también en gran parte de las bases social-demócratas y del movimiento sindical.
1917 la encuentra nuevamente apoyando el proceso revolucionario en Rusia y en 1918, cuando el Imperio se muestra totalmente impotente frente a la movilización obrera y declara la República Alemana con los socialistas a la cabeza, La Rosa Roja no se deja encantar por el canto de las sirenas.
Así será cómo continué con su labor de agitación y difusión de ideas revolucionarias, en periódicos ahora clausurados por el propio gobierno socialista. La Liga Espartaco la encuentra entre sus filas, siendo parte de la rebelión de enero de 1919 aún cuando –tal como había declarado– ella misma creía que las condiciones no estaban dadas aún para lanzarse a la apuesta revolucionaria.
Con esa coherencia Rosa será capturada junto a Karl Liebknecht, y ambos asesinados a culatazos en la cabeza el 15 de enero de 1919, dos semanas después de que se fundara el Partido Comunista Alemán, en el que Rosa dio un discurso de apertura.
Entre otras cuestiones, durante las sesiones de aquellos tres días, Rosa planteó que la humanidad se encontraba entonces en una encrucijada en la que se le planteaba la disyuntiva de perecer en el caos o encontrar su salvación en el socialismo. Un socialismo que, tal como planteó en ese mismo discurso, ella entendía que debía ser creado por las masas obreras, e incluso, por cada uno de los miembros de la clase obrera (Allí donde estén forjadas las cadenas del capitalismo, deben ser rotas).
En consonancia con los aires de participación activa de los primeros tramos de la revolución bolchevique en Rusia, La Liga Espartaco entendía que eran los Consejos el lugar decisivo para llevar adelante la participación política del proletariado, y no el parlamento burgués.
Obviamente el contexto es por demás diferente un siglo después, cuando el capital se ha globalizado como nunca y en contraparte no encuentra un bloque de los pueblos dispuestos a emprender el camino de lucha por un mundo socialista. Pero el abismo al que el capitalismo llevaa la humanidad en la actualidad vuelve a darle un sentido profundo a la dicotomía planteada por Luxemburgo en torno al socialismo o la barbarie. De allí que las palabras con que termina el Manifiesto escrito por Rosa (“¿Qué quiere la Liga Espartaco”), no deje de resonar a la hora de revisitar su figura. El texto dice así: Hay un mundo por conquistar y otro que debe ser derrotado. Y termina:
Nuestra consigna para el enemigo es: ¡pulgares en los ojos y rodilla sobre el pecho!
La rabia. Sobre Fuerzas silvestres – Laboratorio de Creación de Silvio Lang en el Teatro Cervantes // Alejandra Varela
El escenario se empieza a parecer a la calle. Barricadas de tacos aguja y tetas al aire. Polvareda después del piquete. Los cuerpos aquí no quieren negociar nada, le escapan a la ley mezquina de los acuerdos. Están sobresaltados, contagiados de un rabia tan bella que los pone al filo de la muerte.
Macri se llevó puesta la ciudad, el país entonces hay que callejear a lo loco. Lo real deviene en un estado de las cosas que no está en la razón instrumental del militante, que hay que olfatear en los barrios, estampida quejumbrosa de una guerrilla dislocada donde el género y el sexo se ponen en cuestión. La política de los cuerpos implica desnudarse pero también recurrir al disfraz como camuflaje ¿Qué pandilla travestida propone Silvio Lang en su teatro? Hay allí un runfla que se tapa la cara o la maquilla, suerte de personajes de Jerzy Grotowski devenidos activistas del asfalto, estética degenerada que se zarandea en un perreo y encuentra allí, en ese movimiento que parecía enemigo, una liberación en mini short, forma desafiante y enfiestada del que quiere seguir de largo.
El teatro político fue tal vez, una máquina de pensamiento, un ejercicio de distancia para desandar ideologías. Lang entiende que la política, o lo que el teatro captura de ella, está en lo inconsistente de un deseo desparramado, en las ganas locas de que la negrada ya no pueda ser feliz, en el odio de clase devenido frase viscosa dicha en el colectivo o en el súper chino. Allí, en lo que no se comprende bajo el método materialista dialéctico, en el disfrute de la chica pobre y en el asco que genera su hermosura impiadosa y pendenciera, propone Lang poner la mira, atender a esa comezón, a ese sentimiento saturado que él convierte en fiesta delirante, en extravagancia de los cuerpos que rechazan toda disciplina. Moverse en escena para hacer del caos una estética y también una narración que exaspera y angustia. Las imágenes de los textos de Diego Valeriano convertidas en canciones punk apuntan a todo aquello que la izquierda bienpensante, el militante que sigue a la jefa, no puede abarcar con su relato mesurado. Si, allí hay una desmesura que hay que pensar para que el macrismo no nos trague.
Valeriano, suerte de indocumentado de las letras, inmigrante ilegal del pensamiento que no es, al parecer, un ser de carne y hueso sino un seudónimo fantasmal que esconde vaya a saber qué identidad dudosa, propone aprender de esa festichola que puede terminar a los tiros, de esa guerra que en Lang tendrá la mueca de un teatro que no busca la metáfora, que hace de la apropiación de lo real, de esos gestus que se producen como en una escena de un laboratorio polaco o ruso, algo que se reinterpreta con cierto extrañamiento, que sacado de su territorio puede pensarse como una válvula política, discurso sentimental de los cuerpos. También podría invocarse aquí a Tadeuz Kantor ,si pensamos el uso de los objetos bajo la lógica de un teatro de la muerte que los extirpa de su territorio. Caños, balizas que impiden el tránsito, palas de laburantes maltratados, tierra arrasada después de una represión macrista. Si Baruch Spinoza se preguntaba cuánto puede un cuerpo, aquí la pregunta es cuánto siente un cuerpo. ¿Qué le pasa a la mujer que vuelve al barrio cargada de hijos y de bolsas? ¿Hay allí algo del embalaje de los refugiados que Kantor puso en escena? Puede ser, pero Lang se alimenta de una poética de la rabia y esos cuerpos transpirados, que llenan el aire del teatro Cervantes de un tufo cálido, quieren obligarnos a mirar la calle de nuevo, con otros ojos, a transitarla menos desprevenidos. Si, hay una guerra, por eso el camuflaje que da cuenta de la farsa en plena contienda sirve para arrebatarle al poder su razón, su lógica de estado exterminador. Iremos a pelear convertidos en actores y actrices de una representación que toma del piberío su baile incómodo.
Pegada a la piel está la cultura de Macri como una fuerza invisible que no se explica, como una llamarada donde el joven siempre muere, donde los pibes van al matadero pero antes recuperan esa sinrazón del reviente. Hay que mirar allí, en la rebeldía que no teoriza sobre su rechazo a la trabajadora social y el tallerista de turno, que le patea el culo a la clase media que intenta ayudarlos ¿Y si en vez de entenderlos desde la piedad empezamos a copiarlos, a aprender de ellos, a detenernos a desmenuzar, desandar esa excitación del colectivo a la madrugada en pleno conurbano, el fierro guardado para sobrevivir?
En ese modo de decir, en ese canto que desarma la proclama, en ese mundo sin metáforas que Lang propone donde la realidad se toma como matriz distorsionada, se repite para entender y se piensa con el cuerpo. Hay algo que solo el teatro puede contar o desandar como una interrupción que nos devuelve a ese afuera y a los cuerpos desbarrancados en la lucha o la fiesta, en la protesta, en el piquete, en las formas de una prepotencia que ya no quiere calmarse, que está bellamente resentida. Hay algo que, tal vez, la realidad toma del teatro sin saberlo, que hace de la palabra una potencia que no dialoga sino que se empeña en decir lo que ve en una enumeración de todo lo que parece quedar afuera, de lo que hay que corregir y encaminar, de lo que muchos se proponen integrar pero que, tal vez ,sea la experiencia límite del sistema, que lo pone en jaque, que dice que allí ya no se puede hacer nada, que hay que destruirlo todo. Festival de neumáticos quemados y saqueos, odisea del fin del mundo. La fiesta como caldero y como revancha.
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Estar en guerra // Diego Valeriano
Los pibes, las pibas, los guachines por los que ya nadie pregunta, las nenitas que lo único que quieren es
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Polifonías transversales. Un encuentro con Miguel D. Norambuena // Paulina E. Varas
Polifonías transversales
con Miguel D. Norambuena[1]
Paulina E. Varas
Miguel Denis Norambuena es un chileno radicado en Ginebra desde 1973 producto de un exilio político por la dictadura militar chilena. Su práctica intelectual, profesional y artística no puede definirse de manera estática ya que se ha dedicado principalmente al área de lo que se denomina comúnmente salud mental, pero desde una perspectiva transversal, ligada a procesos de creación heterogéneos. Su propuesta de cuidados o de sanación, está basada en la experiencia de vida que mantuvo primero con David Cooper, médico siquiatra fundador con Ronald Laing, del término antisiquiatría durante los años setenta en París y con Félix Guattari desde el esquizoanálisis durante los años ochenta. Su propuesta también esta nutrida de lecturas y vínculos con Gilles Deleuze, Fernand Deligny, Carmelo Bene, Paul Virilio, François Jullien, Hartmut Rosa, Isabel Stengers. Así como la experiencia intensiva que mantuvo con comunidades Mapuche a principios de los setenta en el sur de Chile. Pocos años antes de que el Golpe militar pinochetista interviniera y aplastara las nuevas formas de vida solidarias, de pensar y de sentir que se estaban componiendo en ese momento. Su práctica y pensamiento beben de diversas fuentes que se han ido conformando en un potente y radical posicionamiento por la vida, por el cuidado de la diferencia, por el deseo y el goce mismo.
En el año 2017, le visito y comenzamos un diálogo nómade en Ginebra que mantenemos rigurosamente hasta el día de hoy. Una especie de diálogo abierto, polifónico, y al mismo tiempo intensivo y reflexivo. Hablamos sobre su experiencia mientras yo misma vivo una experiencia subjetiva caminando por la ciudad Suiza que se mantiene limpia y ordenada ajena a los pasos que vamos dando por sus calles. Mientras hablamos, nos detenemos, miramos, hablamos o callamos. Hacemos que crezca un poco de maleza en aquellos espacios – Miguel diría, “Espacios inventados” – por donde situamos y hacemos emerger nuestro entramado dialógico, un devenir posible en medio de nuestros recuerdos, el estar ahí, presente, que va tejiendo un presente abierto y compartido, una polifonía transtemporal y transversal. Visitamos el centro Dracar en Ginebra, lugar que Miguel ha creado en base a la noción de “clínica del cotidiano ecosófica” y puedo ver allí mismo como se desarrollan estas ideas que ha ido recogiendo y viviendo en estos años. En principio, me mueve el interés en saber de los círculos sicoterapéuticos de David Cooper en París antes de su muerte en 1986. Y luego sobre la visita de Félix Guattari a Chile en 1991 pero sobre todo la experiencia de Miguel en sus elaboraciones actuales. Este encuentro de dos continentes que se sitúa en este tiempo que compartimos, aquel que nos exige pensar a la altura de las problemáticas que nos afectan y que nos atraviesan, nos piden a gritos otras formas de producción de subjetividad como parte de aquella “revolución molecular” de la que hablaba Félix Guattari.
Paulina E. Varas y Miguel D. Norambuena, Ginebra, 2017.
PEV: Miguel, para comprender tu práctica hoy en día, creo que hay que remontarse a cuando tuviste que partir de Chile para salvar tu vida previo al golpe de Estado de Pinochet, ¿puedes contarme un poco de ese momento y del tipo de militancia en que estabas implicado en medio de aquella efervescencia social, institucional y cultural que se vivía con el gobierno de la Unidad Popular? Entiendo que debemos situarnos en la ciudad de Temuco y sus alrededores en la región de la Araucanía en el sur de Chile donde vivías en ese momento con los grupos del MIR que estaban vinculados con la resistencia Mapuche.
Inmediatamente después del Golpe Militar pinochetista y dada la geopolítica de la idiosincrasia chilena, los militares de la región tenían un cierto reparo hacia el que venía de la capital. Hacia ese “afuerino” que por naturaleza y chilenidad es engreído. Al momento de mi arresto, me beneficié durante los interrogatorios de esa clemencia, ser de la Capital o, en todo caso, tener esa facha: blanco, mas bien alto, bien hablado y bien parado. Los servicios de información de los militares, la DINA, mucho antes del Golpe ya habían infiltrado cuanta organización social, política o institucional existía, gracias a la complicidad de los soplones bien remunerados y de la derecha política local. Mas aún si estas organizaciones tenían la reputación de ser irreverentes al sistema patronal y explotador existente. Siguiendo la mística del cambio social de la época, yo militaba por la causa Mapuche en el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), apoyando a los comuneros Mapuche a recuperar sus tierras usurpadas o compradas bajo engaño por los dueños de los grandes latifundios de la región. Robo que de esa época hasta nuestros días perdura, al mismo tiempo que perdura el racismo made in Chile, y la violencia social, institucional y policial del chileno y del Estado, hacia los Mapuche. Mi mística del cambio, y mi compromiso militante nace y se desarrolla a partir de la vergüenza que siento de formar parte de esa comunidad blanca chilena que humilla y maltrata sin reparo alguno, a ese pueblo, el pueblo Mapuche. Esa “fractura” de vivencias en la aprehensión del mundo, sobre todo hacia los pueblos o etnias minoritarias, se vuelve con el tiempo para mi en una manera de ser, una sensibilidad para percibir y estar parado en el mundo desde mi propia herida.
En Temuco no era el único, evidentemente, en vivir esa vergüenza. Antes del Golpe de Estado, durante los mil días de la Unidad Popular del gobierno de Salvador Allende, el país entero estaba viviendo un masivo carnaval de ideas de emancipación subjetiva y popular. Esos mil días de la Unidad Popular fueron para muchos un salto cualitativo de la dignidad humana. La derecha política chilena cristiana y/o neoliberal, con el apoyo de la CIA de los Estados Unidos, boicotearon desde el primer día las medidas populares del Gobierno de Allende. La mística de cambio social del MIR, creía en que juntos: obreros, pobladores, mapuches y estudiantes iban a poder arrebatarles el poder y la gobernabilidad fasistisante del país a la derecha. Ocupando las calles, las fabricas, las universidades, los colegios, armando al pueblo. El golpe de Estado Militar del 73, confirmó radicalmente lo contrario. Haciéndonos a todos los opositores al fascismo “criollo” emergente, simples e irreversibles perdedores. Delaciones, arrestos, cárcel, torturas, cesantes, desaparecidos, destierro, exilio. Sabemos hoy día que el gobierno fascista criollo y militar de Pinochet, no solo transformó el paisaje económico si no que además fue una verdadera revolución de mentalidades. Revolución de mentalidades neoliberal que promueve hasta el día de hoy al “consumismo intensivo” como paradigma y finalidad de la vida.
Miguel D. Norambuena y David Cooper, Ginebra, 1980.
PEV: Cuando llegas a Europa producto del exilio, hay un nuevo escenario al cual te enfrentas, además de todo tu proceso como refugiado político, aparecen los vínculos con David Cooper primero y luego con Félix Guattari, ¿Cómo funcionan esos dos momentos? Hay un ritmo en como se van entrelazando esas formas de cuidado y autocuidado y sobre todo me pregunto ¿Cómo extraer desde allí un eco presente que nos actualice este tipo de proceso de producción subjetiva que sostiene formas de vida cuya política del deseo es urgente?
MDN: Mi llegada a Europa esta fechada, en una historicidad de rupturas, de desgarros. Vecinas a miles de historias cercanas de exiliados. La mía, mi “historia” se sitúa dentro de los dolores, quiebres y culpabilidad del destierro. Culpabilidad de estar vivo, de estar “libre”, de no ser un “desaparecido” para la familia. Lo que los exiliados chilenos trajimos de la Unidad Popular a Europa, se encaja y se entrecruza, como que se metamorfosea de cierta forma con aquella memoria viva, la que aun sobrevivía del post mayo 68. En Europa en esa época, aún se mantenían vivos los resquicios de ese proceso francés o que se habían desarrollado en otras ciudades del mundo, aunque también se veía cómo este movimiento se iba institucionalizando; se iba encerrando e integrando en las lógicas representacionales dominantes. Pasaba de una performance a un conocimiento abierto y creativo, un saber nómade, se pasó poco a poco a una sedentarización institucional redundante. Todos los flujos creativos se iban re-codificando poco a poco, imperceptiblemente, a fin de entrar en el mundo de las representaciones dominantes y conformistas. Así es como se estabilizan los flujos anómalos. Al mismo tiempo que el deseo, los coeficientes de libertad, el goce por la vida, el “Si “, nietzscheano, se van coartando, limando, esterilizando. Todo el pensamiento nómada, creativo, sufre distintos grados de lobotomizaciones.
En la ciudad de Temuco -donde yo vivía la mitad de la semana con las comunidades Mapuche- yo había encontrado un ejemplar del libro editado por David Cooper “La dialéctica de la liberación” (Siglo XXI, 1972). Libro que leí en un momento muy significativo y difícil para mi. Me encontraba en plena separación con mi compañera de la época, Frida Laschan, quien posteriormente fue asesinada en la tortura en Buenos Aires.
En Ginebra alguien me dijo que David vivía en la periferia de Paris y que dirigía y animaba grupos de “escucha” sin ninguna formalidad. Entonces busque una guía de teléfonos y llegué a su nombre. Le llamé y me cito inmediatamente en su casa. Estuve asistiendo por 2 o 3 años a la casa de David a trabajar con grupos de escucha, donde la figura de él era potente, suprasensible!. En este mismo tiempo en que asistía a la casa de David es que un día, en plena sesión grupal, él contesta el teléfono y nos sugiere de acompañarlo a una reunión donde lo había invitado Guattari. Ellos ya tenían una vieja relación de complicidad. Una relación “disensual”, de mucho respeto por la postura de cada cual respecto a las sicoterapias y a la política. Después del mitin, por casualidad me siento en una mesa al lado de Félix, quien me dice luego de escuchar mi historia “ven a verme a mi casa”.
PEV: Es muy potente como se articulan esas dos experiencias que tuviste, por un lado ser parte de estos grupos que alrededor de David iban acogiendo a quienes lo necesitaban pero que también iban conectando con algunos sectores parisinos donde la implicancia política y artística (en clave del paradigma estético propuesto por Guattari) también estaba enlazada con los movimientos subjetivos. Me pregunto como comenzaste a trabajar con Félix, supongo que claramente eran dos maneras diferentes de acceder a procesos de sanación, pero que tal vez estaban conectados con una forma de acceder a la vulnerabilidad, una amabilidad compartida en ese intersticio donde confluyen ambas formas de cuidado.
MDN: Todo esto está inscrito en flujos de máquinas abstractas, noción propuesta por Deleuze y Guattari, que no tienen forma ni contenido, tampoco estructura ni lenguaje. Pero que pueden estar ahí como virtualidades, como puros procesos a-significantes, pre-semióticos. Estas virtualidades se actualizan – o no – previo a encuentros, conexiones sinápticas peculiares. Creando así “Espacios inventados” de creación, de posibles, de innovación subjetiva y social. David y Félix supieron crear entre ellos un espacio disensual: un rizoma peculiar y co-creativo a sus posturas divergentes. Poder llegar a esa conjunción disensual es todo un arte!
En las primeras sesiones con Félix entendía bastante poco el lenguaje que él utilizaba, a pesar de que ya hablaba francés. Se trataba de un lenguaje lleno de neologismos, que apelaba a conceptos que no comprendía. Muchas veces llegaba a buscarlos en el diccionario. Durante un año continué viendo a David en su casa participando a su grupo “des-siquiatrizado”: unas veinte personas sentadas en el suelo, contando, llorando, riéndose, conceptualizando vivencias. Al mismo tiempo que veía en su casa a Félix Guattari, recostado en el diván, siguiendo en apariencia un modo mas bien clásico psicoanalítico, asistía a los grupos de David Cooper que siempre estaba en compañía de su compañera e incansable colaboradora la socióloga y sicóloga Marina Zecca. Después de un tiempo le digo a David que seguiré con Félix. Si no miento, hasta creo que fue Marina que me lo sugirió. Los horarios de mi estadía en Paris no coincidían. La transversalidad entre ellos no era solo un concepto. Una abstracción. Era antes que nada una vivencia. Por lo tanto ir solamente a las sesiones con Félix, no era problema. Esa transversalidad vivida la vi también claramente en el vínculo de la amistad y del trabajo que tenía Félix con Gilles Deleuze. En mi caso la condición de desterrado, de “derrotado”, de “perdedor”, que es la condición a mi manera de ver del exilado, o el refugiado, me invalidaba para caminar libremente con los dos pies en el nuevo – viejo!- mundo. Ese fue un punto de enlace que siempre acompañó nuestras sesiones. En nuestras conversaciones aparecía el esquizoanálisis cuando el rigor de los términos se situaba, pero en otras ocasiones eran también sesiones de conversación libre. Nuestro vínculo fue el de una profunda “amistad solidaria”. Una amistad comprometida frente al mundo adverso y el deseo de forjar nuevos andamiajes para reinventar el “estar aquí”, lejos de los equilibrios capitalísticos opresivos, castradores del deseo y redundantes. Lo que implica el aprendizaje de todo un nuevo tejido de alianzas. Cada 15 días aproximadamente iba a insertarme y a vivir en ese medio, su casa o la clínica de La Borde, dos o tres días.
Félix era un sicoanalista hereje y anómalo. Su paradigma estético en permanente vagabundeo conceptual, alérgico a toda transferencia opresiva, lo obligaba a uno a buscar – work in progress– en cada momento su propia centralidad su propia singularidad, potencia, línea de fuga. Los términos y los lugares, los territorios eran resbaladizos. Puedo decirte que había una urgencia por crear “adyacencias”, fabricar Espacios inventados, crear desde ese « proceso de sanación» peculiar guattariano, nuevos andamiajes subjetivos; crear una alteridad positiva, para no verse aspirado por el paradigma melancólico y depresivo del exiliado. Crear una coalescencia política y vivencial, existencial, donde puedan procesarse nuevos deseos de la vida. Y por ende, inventar nuevas micro-políticas. Todo esto eso situándose “al medio” como diría Deleuze, y desde el corazón de la bestia capitalistica opresiva.
Con los años, me surgió la idea de saldar la deuda de estar gozando en Europa de ese material de sanación. Fue así que acompañé primero a David Cooper en Ginebra para que entregue un proyecto de libro que el había fabricado con Marina Zecca (CNRS), a la OMS, texto del cual no supe nada más. Después con Félix traduje algunos de los textos que él mismo me entregó y luego vino el viaje a Chile con Félix, donde mi trabajo fue hacerme imperceptible con él en Santiago. Esto me permitía re-centrarme en mi propia vivencia, mi propia historia desgarrada y sufriente.
Félix Guattari en la comunidad Mapuche Folil Che Aflaiai en la comuna de Nuñoa en Santiago de Chile, 1991.
PEV: Por un lado está la edición del libro “Cartografías del deseo” editada en 1989 por Francisco Zegers en Santiago y que principalmente tu tradujistes, luego su visita en 1991 donde realizó una serie de conferencias y encuentros en las ciudades de Santiago, Valparaíso y Villa Alemana; y por último la edición del libro en 1998 de “El devenir de la subjetividad” (Dolmen) editada por Cristóbal Santa Cruz con tu colaboración y que se transforma en un potente documento de aquellos recorridos y senderos en Chile, reflexiones situadas que muestran formas de acceder a ese legado crítico como cartografía sensible. Retomando esas experiencias y volviéndolas sobre tu propia existencia en Ginebra, quería pedirte que pudieras plantear las bases con las que creaste en los años ochenta el Racard y en 2015 el Dracar, esos dos espacios de cuidado y vida.
El Centro Racard fue creado en el año 1981. Fue el fruto de un trabajo de memoria de estudiantes de la escuela de trabajo social de Ginebra, IES. Hoy día, Haute Ecole de Travail Social, HETS. Una primera experiencia, duro dos años. La problemática de los residentes desbordó la capacidad de gestión de estos jóvenes profesionales, que creyeron que bastaba su motivación y entrega para darle causa a un “cotidiano institucional” a personas que viven y sufren graves disfuncionamientos de la personalidad. El centro cerró sus puertas. Pero la demanda de ese tipo de “espacios de vida” motivo a la Municipalidad de Ginebra de abrir un concurso publico y fue así que fui designado coordinador de esa segunda experiencia. Gracias a los relatos de un colega que venía de la primera experiencia, poco a poco fui creando, con un primer equipo sicosocial (sicólogos clínicos y trabajadores sociales), los primeros andamiajes de lo que con los años llamé la “clínica del cotidiano”. El centro Racard, nace fruto de la institucionalización de todo un movimiento “contestatario”. Fueros por esos años que surgen en Europa y en Ginebra, una serie de asociaciones alternativas o privadas con apoyo financiero de los municipios o del Estado. Asociaciones alternativas, que militan en contra del paradigma autoritario estatal y sistémico vigente, y que proponen nuevas formas de asistencia sicológica, siquiátrica, carcelaria, educacional, universitaria, económica y ecológica. Los fines de los setenta y los años ochenta fueron donde se experimentaron y crearon las bases de lo que fue el pensamiento y la practica ecológica, anti-militarista, anti-fascista, anti-conformista, anti-consumista, la autonomía política.
El Racard, podríamos decir que, en todo caso los primeros diez años de elaboración de lo que llamé la “animación sicosocial”[2] – paradigma asistencial elaborado específicamente para personas que no adhieren a los tratamientos y posturas asistenciales ordinarias – fue protegido por ese vasto contexto social de efervescencia y de mística por el cambio social e institucional. Como a la vez, apoyado y sostenido por el trabajo que yo había emprendido con Félix Guattari, ya sea personal o en sus seminarios. En donde en cada de uno de mis viaje a Paris visitaba y participaba en encuentros con David Cooper, Marina Zecca, Gilles Deleuze, Fernand Deligny o en la Clínica de la Borde. Esos años me permitieron forjar esos conceptos y esa practica, digamos, “adyacentes” o “coalescentes” a lo existente, teniéndoles como « analizadores » vivos y permanentes. Lo que cuando lo miro a posteriori, no deja de ser un privilegio si no un lujo!
La Animación sicosocial, como la “Clínica del cotidiano”, si bien despierta mucho interés académico, por ejemplo tanto en el centro Racard, como en el centro Dracar se reciben todos los años estudiantes en prácticas, y además ambos son admirados por parte de otros centros de salud social, yo creo que otra cosa es la de asumir esta propuesta como profesional. Ta que vivir esta propuesta en carne y hueso cotidianamente, reclama un esfuerzo muy cercano de la disciplina y del rigor reflexivo que requiere todo trabajo escénico o teatral. Dado que los residentes del centro Racard, son usuarios o pacientes crónicos y/o temporales del Hospital psiquiátrico de Ginebra como de los centros de la siquiatría ambulatoria local (unidades extra hospitalaria, diurnas), de una u otra manera el Racard esta integrado en la “red” asistencial y sicosocial existente de la ciudad. Esta integración esta dada fundamentalmente por el hecho que fuera del Racard, y más tarde el centro Dracar, no existe en Ginebra otro “espacio de vida” pensado para personas que no adhieren a los tratamientos, seguimientos o propuestas de rehabilitación sicosocial corrientes.
El año 2015 dejé la dirección del centro Racard. Ese mismo año, meses antes de partir, recibí de parte de la Municipalidad la noticia que esperaba desde hacen unos años atrás. Hasta me había olvidado de ese pedido. Una Villa con terreno para alojar 8 residentes igualmente reticentes a las propuestas asistenciales corrientes. De esa manera fundé el Centro Dracar. Esta vez se trataba de una casa con terreno para jardinear, construir un gallinero y una huerta. Los profesionales, cuatro sicólogos/as clínicos a diferencia del centro Racard, no duermen en el centro. Aquí se trata de medios tiempos que se turnan con visitas irregulares en las mañanas, a mediodía y en las tardes hasta las 21 hrs. En el Dracar, el trabajo de la “clínica del cotidiano”, es distintamente difícil al del centro Racard ya que al no vivir ahí, son los residentes los que le dan “cuerpo” al cotidiano vivir. Haciéndose distintamente laboriosa la construcción del “personaje clínico o institucional “ operante. Ya que la problemática de la eficiencia pragmática de la autoridad clínica a-representativa, fuera de clichés ordinarios, se construye así como se deshace, o se normaliza, se estigmatiza, al día a día en la relación misma que se desarrolla con los residentes. Es una batalla, un “gallito” y un “péndulo de reloj” (Leibniz). Cosa que cuestiona, a veces dolorosamente, a los profesionales. Todo este proceso de domiciliación y de desinstitucionalización, como de desestigmatización del loco y de la locura, no es otra cosa que la creación de lo que llamé “Espacios inventados” que con el tiempo y la experiencia vivida al lado de profesionales como de estudiantes, me doy cuenta que es mas difícil de lo que creía de poder apropiarse y reinventárselo para si.
Algo así como si esta dimensión pragmática, adyacente y a-paralela a los dispositivos asistenciales ordinarios fuese como el trabajo dramatúrgico escénico. Un trabajo que reclama una fuerte y generosa verdad de si! Hoy día el centro Dracar, como el centro Racard, continúan esa tentativa, usando la expresión de Fernand Deligny, siguiendo su proprio causal. Tanto el uno como el otro centro, se reinventan y le dan forma a su manera a esa Clínica del cotidiano que solo se sostiene en la praxis y en el presente.
PVE: En mi visita al Dracar vi como situabas este lugar como parte de una trayectoria de relaciones con otras experiencias de análisis institucional, sobre todo en un diagrama que permanecía en la sala de reuniones que situaba las labores de cada quien. Me gustaría preguntarte por la Grilla que hay en el Dracar, que recuerda un poco la Grilla de la clínica La Borde donde trabajaba Guattari, ¿que vínculos haces entre estos dos espacios?
Gilles Deleuze siempre dijo que todas estas posturas y devenires, menores, minoritarios, moleculares, nómadas y adyacentes, gozan de una salud frágil y precaria. Y esto dado a que permanentemente están solicitadas, sea desde su interior como exterior, por una multiplicidad de vectores de normalización. Todos estos son más o menos fascistas, castradores del deseo, del imaginario, de la innovación y de la creación. Aquí poco importa que se sea de la derecha política o de la izquierda, alternativo o ecologista. Estos vectores de normalización y de remodelización subjetiva micro-fascista y/o conformista, atraviesan todas estas identidades y el deseo. La breve historia de la grilla guattariana en la clínica de La Borde[3], es uno de los tantos ejemplos de como al interior mismo de una agenciamiento institucional, clínico adyacente, este se descompone desde su mismo interior. La grilla guattariana no era otra cosa que permitir a que todo el personal de la clínica – enfermeros, operadores sociales, cocineros, médicos, sicólogos- puedan pasar, circular de una actividad a otra, en función de su interés. La Grilla era un instrumento de visibilidad de la inserción y rotación de cada cual en tal o cual actividad, y sin prejuicio del puesto o de la jerarquía institucional que ocupara. Fue justamente al tocar el estatus profesional e institucional de algunos profesionales – la jerarquía en todo caso – que la resistencia al cambio comenzó a operar y a pudrir desde su interior la iniciativa. Algunos por ejemplo no entendían ni querían que siendo contratados como sicólogos o médicos tengan que ir a trabajar como jardineros, cuando de lo que se trataba era justamente de poder reposicionarse subjetivamente en otro contexto o agenciamiento territorial para darle una mayor pluralidad de campos de resonancia y de composición de relaciones humanas a los pacientes.
En el Dracar, Lola Nadel, animadora sicosocial y logopedista, intentó de reinventar para la Clínica del cotidiano una grilla a partir del paradigma guattariano. La grilla dracardiana no llego mas allá del gráfico mural que ella fabricó. Pienso que con los tiempos que corren hoy día en el trabajo institucional, el neo-conformismo pandendemico, la paranoia ambiental que lo caracteriza, subsume todo deseo de cambio y de creatividad subjetiva. Ya que esta puede ser vista como un dispositivo de « control » y de desvalorización estatutaria, en vez de ser vista como una cartografía sinérgica operante de la inserción subjetiva e institucional de cada cual y de vector de «cinética sanadora”, en que esta movilidad del trabajo puede operar con los pacientes o los residentes. Esto no significa que en el Dracar, no haya movilidad de cada profesional en tal o cual actividad, ésta existe y se desarrolla pero sin una grilla que sirva de analizadora-nomádica-cartográfico, ni de la evolución, ni del beneficio sanador del agenciamiento ecosófico: residente-actividad-profesional o de cada cual con las actividades propuestas a los residentes.
« Una Historia del Grilla” diagrama de Lola Nadel, Dracar, 2017,
[1] Esta conversación es parte de un texto en proceso a publicarse por editorial Pólvora.
[2] Hébergement d’urgence et animation psychosociale, le Racard ou renouer avec la vie, Ed L’Harmattan, Paris, 1997 . En: l’animation psychosociale à la clinique du quotidien, Le centre Racard, critique et clinique, Ed. L’Harmattan, Paris, 2010.
[3] http://www.revue-chimeres.fr/drupal_chimeres/files/34chi01.pdf
“La paz no es una firma, sino todo un proceso social de cambio de mentalidades” // Alejandra Gaviria (H.I.J.O.S. Colombia)
Entrevista realizada por Amador Fernández-Savater para El Diario
El padre de Alejandra Gaviria, Francisco Gaviria, fue desaparecido, torturado y asesinado cuando ella tenía seis años. Formaba parte de la Unión Patriótica, un partido de izquierda colombiano de los años 80, fruto de un acuerdo de paz, cuyos militantes (más de 3500) fueron radicalmente exterminados por agentes del ejército, paramilitares y narcotraficantes.
Alejandra fundó la organización H.I.J.O.S. junto a otros afectados de violencia política en 2005. Su originalidad: problematizar la etiqueta de “víctima” que genera actores y espectadores del conflicto, cuando todo el mundo es afectado; recuperar la “memoria de los sueños inconclusos”, es decir, no sólo la memoria del padecimiento y el horror, sino una memoria positiva de lo que quedó truncado, memoria para el futuro; pensar en términos de “transformación” y no sólo de “resolución” del conflicto. Elaboraciones que pueden resultar muy inspiradoras en el contexto español.
Hablamos con Alejandra Gaviria sobre todo ello y también sobre la situación actual del proceso de paz y sobre las elecciones presidenciales que tendrán lugar este fin de semana en Colombia.
Amador Fernández-Savater: ¿Cómo llegas a H.I.J.O.S.?
Alejandra Gaviria: Yo llego a H.I.J.O.S. cuando tengo 22 años. En realidad no llego a H.I.J.O.S., sino que empiezo a construirlo con otras personas entonces. En la Universidad encontré a otros jóvenes con historias parecidas a la mía. Coincidíamos en pertenecer a una generación que tenía en común la cuestión de la violencia política de los años 80, una violencia que en mi país viene de muy lejos, de muy atrás.
Los relatos nos llevaban de unas personas a otras y nos dimos cuenta de que todas estábamos conectadas en una misma historia. Y finalmente nos motivamos a trabajar el conflicto -o mejor dicho: la transformación del conflicto- desde la memoria.
Supimos entonces de la existencia de H.I.J.O.S. de la Plaza de Mayo en Argentina y que su experiencia se había ido regando por otros lugares, como México o Guatemala. Entramos en diálogo con ellos y ahí decidimos construirnos como colectivo. Al inicio éramos como siete o diez personas.
¿Cuáles fueron vuestras primeras acciones?
En 2005 comienza en Colombia un proceso de amnistía a grupos paramilitares con la ley de Justicia y Paz. Esa ley era terrible, porque a diferencia de los acuerdos actuales no se exigía a esas personas, responsables muchas veces de crímenes de lesa humanidad y de la muerte de nuestros padres, que contasen la verdad. Se les proponían penas alternativas que no estaban amarradas a nada.
Sentimos mucha indignación. Durante años hemos sentido la indignación de cerca y ha sido para nosotros un motor. ¿Qué hacer con la rabia? Decidimos convertirla en ideas, hacer cosas con ella para que no se nos quedara dentro. Empezamos a hacer campañas públicas de veto social frente a ciertos personajes, contando lo que habían hecho y explicando por qué la sociedad debía exigirles algo más.
Cuestionar la etiqueta de víctimas
¿Qué reflexión os lleva a hacer un grupo no exclusivamente de víctimas? ¿Por qué no os identificáis como víctimas?
Desde el comienzo lo que quisimos hacer fue un llamado generacional a todo aquel que vivió de cerca el exterminio causado por violencia política y sintió la rabia y la indignación. Independientemente de si la persona que murió fue su padre, su hermano, su vecino o simplemente el candidato por el que iba a votar.
Esto tiene que ver con nuestra reflexión sobre la experiencia de ser etiquetado como “víctima” en Colombia. Nuestra idea es que el término de víctima -y de victimario, que es su contrapartida- reducen la complejidad del conflicto. Porque parece que hay unos “otros” a los que les ha tocado el conflicto y que son las víctimas. De ese modo, el concepto de víctima se vuelve una especie de barrera por la cual uno siente que no tiene nada que ver con lo que pasa en el país, ninguna responsabilidad o implicación.
Nosotros cuestionamos: ¿quién es víctima aquí? ¿Sólo quienes hemos sido golpeados directamente? Es absurdo. La misma cultura política colombiana es víctima del conflicto: un partido de izquierdas, resultado de un acuerdo de paz, fue exterminado completamente y eso afecta a millones de personas que confiaron, soñaron, votaron por él. Lo que pasó con la Unión Patriótica fue una lección bárbara de miedo y adoctrinamiento para toda la sociedad.
Nos cuesta mucho asumir ese impacto porque es demasiado agresivo, pero la sociedad entera ha sido afectada por el conflicto. No sólo nosotros. De hecho nosotros lo hemos podido elaborar, mientras que otros ni siquiera se lo han preguntado por el simple hecho de no considerarse víctimas.
Suena muy fuerte esta reflexión en el contexto español, donde la figura de víctima apenas se ha cuestionado y tiene mucho poder.
El problema es cuando la sociedad genera una lectura simplificada de su conflicto limitada a unos hechos desconectados, que tienen unas víctimas individuales y unos victimarios entendidos como los responsables materiales de los hechos.
Así se construye la idea de que sólo las víctimas pueden hablar de lo sucedido, se convierten en la única “voz legitimada del dolor”. Y esto produce una tremenda pasividad irresponsable en la sociedad. Al no darle su lugar en el conflicto, al no sentirse afectada, la sociedad no se implicará en ningún cambio, dejando así de nuevo toda la carga y la responsabilidad en las víctimas y los victimarios.
Y esa era la situación que desde H.I.J.O.S queríamos trabajar. Nos propusimos plantear un diálogo colectivo que se preguntara por el papel de una sociedad que, lo quiera o no, ha estada implicada en el conflicto durante décadas. Ya no era la pregunta por el hecho puntual, la víctima como individuo, sino la pregunta por los procesos, las dinámicas, los impactos y los beneficios que el conflicto ha generado.
En ese sentido, el llamado era a que no sólo las víctimas teníamos que hablar, sino que todos teníamos la responsabilidad de actuar para la transformación del conflicto, desde el lugar donde nos hubiera tocado. Por eso nosotros decimos “H.I.J.OS somos todos”.
Memoria de los sueños inconclusos
Ahora te quería preguntar acerca de vuestro reflexión sobre la memoria. ¿Qué tipo de memoria os habéis propuesto rescatar?
A los muertos los usan. A nuestros padres, por ejemplo. Y estábamos muy cansados de esa instrumentalización constante. Las historias que interesan a los medios siempre son las más trágicas, te hacen fotografías cuando lloras o te piden que les cuentes cómo murió tu padre, cuantos más detalles sobre la tortura mejor. El único mensaje que sale de ahí es el miedo.
Entonces dijimos: ya no más. No vamos a contribuir a que esa sea la memoria que quede de nuestros padres: personas asesinadas o torturadas, finalmente personas vencidas, que sólo importan por el dolor que les han infligido y no por el proyecto por el cual trabajaron, por lo que pensaban, por las ideas que tenían. Dijimos: mi padre es mucho más que su muerte .
Y empezamos a ampliar la memoria. No nos interesaba solo la historia de la atrocidad, saber qué les hicieron, sino que nos empezó a interesar mucho mas el por qué. Es decir, qué era lo que hacían nuestros padres y madres que generó tanto miedo a un sector de la sociedad que vio como solución eliminarlos.
Ahí dimos con una mina de oro, con una cantidad enorme de ideas innovadoras que proponían y construían aquellos que fueron exterminados: el cuidado y la preservación del territorio y sus recursos, la construcción de presupuestos participativos, la participación pública en las decisiones políticas, otra gestión de lo público, la autogestión, la lucha por los derechos, etc.
Vimos que esta memoria aportaba con ideas concretas a construir futuros posibles. Si quieres aprender a sobrevivir en tiempos difíciles, pregúntale a un desplazado en Colombia y conocerás quinientas estrategias para continuar en la vida, educar a tus hijos, sin tu tierra, sin un padre y sin un peso.
Ahí, en esa dimensión de la memoria que incluye la resistencia, se te cae el estereotipo de la víctima como una persona insignificante. Y te das cuenta de que las víctimas, los supervivientes, tienen mucho que aportar cuando un país se pregunta cómo reconstruirse después de tanto dolor y atrocidad.
¿En ese sentido habláis de “memoria para el futuro”?
Nosotros siempre buscamos la conexión con el presente. Porque la idea de víctima tiene el riesgo de que genera eco del hecho pasado. Se hace memoria de lo que fue. Pero en Colombia no es así, no puede ser así. Porque aquí sigue pasando.
Aquí no hay momento post. Entre el 2016 y 2018, es decir, entre la firma del Acuerdo de Paz y su intento de implementación, han sido asesinados 282 líderes sociales en los territorios de Colombia donde se lucha por la tierra, por el derecho al agua o que en hacer realidad el acuerdo de paz. Esto significa que asesinan a un líder social cada tres días.
El reto para nosotros es la transformación del conflicto. Mostrar cómo lo que le ocurrió a mi padre no es algo que pasó hace treinta años, sino que sigue pasando ahora. Nuestra memoria está amarrada a un presente y a un futuro de sueños que aún es urgente cumplir.
La calle contra el miedo
¿Cuáles han sido vuestros logros?
Decidimos que este camino de redescubrir unos sueños y unas prácticas que nos sirvieran en nuestra propia vida sería un camino chévere y que eso se reflejaría en lo que hacíamos. Así podríamos mostrar mejor lo ahora que nos falta, lo que truncaron.
Por ejemplo, tomamos las calles. En Colombia, más concretamente en Bogotá, se usaba entonces muy poco la calle, había un ambiente de miedo. Resolvimos no esperar a que se consiguiera la paz para usarlas, sino hacerlo ya. Y así empezamos a exponer nuestras historias en público y en voz alta.
Poníamos en plena calle un documental, música, hacíamos un performance y hablábamos en voz alta de nuestras historias, de lo que la gente prefiere no hablar. Por ejemplo que el Estado era el mayor responsable del genocidio sucedido contra la UP, contra los defensores de Derechos Humanos, de las ejecuciones extrajudiciales.
Así hemos podido aportar nuestro granito y nosotros mismos hemos logrado hablar de lo que nos daba miedo, de lo que antes teníamos que callar; pero también de lo que soñamos, de la idea de que nos merecemos algo mejor y que podemos dárnoslo aquí y ahora desde el quehacer cotidiano.
Nuestros mayores logros están en ese tipo de cosas, no son logros para nada abstractos. Hoy hay menos miedo, más denuncia, hoy en mi país el Estado ha tenido que reconocer su responsabilidad en muchos crímenes. Esto no lo conseguimos nosotros solos, lo hicimos con mucha otra gente más y gracias a las víctimas y defensores de Derechos Humanos, que llevan décadas trabajando, desde mucho antes que H.I.J.O.S. naciera, y que nos enseñaron lo que significaba este camino.
¿Qué lenguajes, que estéticas, qué formas habéis escogido para transmitir vuestra memoria?
Pensamos que todo esto había que hablarlo de otra forma, con otro lenguaje. No sólo el de la denuncia. Para contagiar más y mejor.
Siempre se han hecho conmemoraciones, pero nosotros las resignificábamos. Hacíamos un concierto, inflábamos unos globos gigantes, dibujábamos un grafitti gigante, tratábamos de poner algo distinto. Entre nosotros había muchos artistas. Era el momento del boom del graffiti, estábamos metidos en eso. Hoy Bogotá es una ciudad reconocida por sus murales, antes se llamaba vandalismo y hoy es arte urbano.
Esto tiene que ver con los murales que hicimos desde el movimiento de Derechos Humanos. Nos encargábamos de arreglar algunas paredes específicas. Se dibujaba, se conversaba con los vecinos, se creaba un sentido compartido. Al principio nos los tachaban, pero muchas veces ha pasado que los propios vecinos han salido a defenderlos. Ya no agreden nuestros murales.
Nuestra actividad ha sido dar una y otra vez nuestra versión de las cosas desde distintos lenguajes. Rompíamos así el estereotipo de la víctima “pobrecita” con pocos recursos de expresión.
Entramos en las universidades a formarnos y a hacer allí también un trabajo de amplificación. Cuando yo entré a estudiar, ni siquiera se podía hablar de la Unión Patriótica. Nadie quería dirigirme la tesis. Con el paso del tiempo y nuestra agitación, comenzó a haber paneles, seminarios, talleres. 20 personas, muy dispuestas, fueron capaces de poner un tema encima de la mesa.
Nosotros no somos artistas, académicos ni nada. Simplemente usamos distintas herramientas y lenguajes para nuestro fin y nuestra causa: que la gente conozca lo que nos pasó para que así deje de suceder. Y para eso nos hemos tenido que volver académicos, pintores, músicos y artistas.
La paz no es una firma
¿En qué punto está el proceso de paz en Colombia? Creo que en España hay mucha desorientación al respecto. Se sabe que el referéndum echó para atrás una propuesta, pero poco más. ¿Qué está pasando en Colombia ahora?
El proceso de paz tiene dos objetivos: el primero es el tránsito de las FARC desde las armas a la democracia. Y el segundo es la garantía de derechos a las víctimas: derecho a la verdad, la justicia y la reparación. Ambas cosas están hoy en riesgo.
Tras el referéndum, se retoma el acuerdo de paz de La Habana por otras vías. Una de las cuales incluyó la discusión y aprobación por parte del Congreso de lo acordado durante los seis años de negociaciones en La Habana. Es decir, al Congreso se le dieron facultades para discutir y cambiar lo que ya había sido acordado por las partes en La Habana. Esto significó a mi juicio la desfiguración de gran parte de los acuerdos. Se cambiaron varias puntos que eran fundamentales para garantizar los derechos a las víctimas y, en concreto, a las víctimas de crímenes de Estado.
Del sistema de justicia transicional se eliminó la posibilidad de que este pudiera juzgar a civiles que estuvieron comprometidos con el conflicto, por ejemplo empresarios o transnacionales. Se eliminó el principio de responsabilidad de mando en el caso del juicio a miembros de la fuerza pública. Y se eliminaron ciertas medidas fundamentales como dar un número de puestos en el gobierno especial a las víctimas.
Además, el gobierno ha incumplido ciertos compromisos para el proceso de reintegración de los ex guerrilleros de las FARC: los proyectos productivos que se habían prometido no arrancan, varios de los miembros de ese grupo continúan en las cárceles y, lo más preocupante, ya han sido asesinados más de 30 ex combatientes de las FARC, lo que deja en evidencia que no se esta cumpliendo el compromiso del Gobierno de garantizarles la vida, la seguridad y la posibilidad de hacer efectivo su ejercicio en la política democrática, que es el corazón mismo de los acuerdos.
Si a esto le sumamos la difícil situación de seguridad y de violencia en los territorios donde antes se encontraban las FARC y donde el Estado aún no llega, que están siendo copados por grupos narcotraficantes y paramilitares, y el sistemático y alarmarte asesinato de los líderes sociales en los últimos dos años, podemos decir que claramente requerimos de muchos más esfuerzos y compromisos reales del Estado, pero también de la sociedad.
Las FARC están cumpliendo con su parte: entregaron las armas, se mantuvieron firmes en la apuesta por la paz tras el referéndum, etc. Las víctimas también han hecho su papel: los lugares que fueron más golpeados por la guerra y las FARC votaron masivamente a favor del acuerdo de paz. Fue en las ciudades donde más se votó que no, entre la gente menos afectada por lo que ha pasado.
¿Quién falta entonces por hacer su parte, su papel? ¿El Estado?
Y la sociedad. El problema más grande para mi es que casi la mitad de la población no salió a votar en el plebiscito, hay millones de personas que consideran que este tema no les interpela y creo que esta indiferencia es más peligrosa para la construcción de un camino de paz que los mismos detractores del acuerdo.
¿Te refieres a Uribe?
La consigna de Uribe y su partido es: vamos a hacer trizas el acuerdo de paz. Y mucha gente está de acuerdo, piensa que vamos hacia un abismo porque se firmó un acuerdo de paz, que nos estamos volviendo castro-chavistas, etc. Pero el problema no es Uribe, sino ese apoyo que tiene de sectores de la sociedad que consideran que la paz no es con ellos ni para ellos.
Porque la paz no es una firma, sino todo un proceso social de cambio de mentalidades y, por lo tanto, solo habrá paz si hay movimientos ciudadanos que exigen que se cumpla lo pactado y ponen toda su creatividad, energía y compromiso para aportar a que se logre.
¿Qué esperas de las elecciones?
Yo espero en primer lugar que los colombianos logremos apreciar y valorar hasta donde hemos llegado. A pesar de todo, hay triunfos incuestionables.
Sólo un par de ejemplos. Por un lado, desde hace un par de años la cifra de soldados heridos en combate es mínima y el Hospital Militar está pudiendo dedicar sus recursos a tratar enfermedades de alto costo. Por otro, el plan de Desminado Humanitario de los territorios colombianos, en el que trabajan de manera conjunta las Fuerzas Armadas y las FARC, ha logrado grandes avances, descontaminando miles de metros cuadrados y permitiendo el regreso a sus hogares de millones de personas.
Y espero luego que esa conciencia de hasta donde hemos llegado logre garantizar un voto y un Presidente que se comprometa por preservar y avanzar en la implementación de este acuerdo de paz con las FARC, pero que además prosiga el diálogo con el ELN, así como también consiga llegar a un acuerdo para la entrega ante la justicia de los grupos herederos de los paramilitares y de las bandas criminales y narcotraficantes.
Hablamos con Alejandra Gaviria en el marco de su visita a Madrid propiciada por Medialab-Prado.