Anarquía Coronada

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Clinâmen: Movilizaciones antimineras en Perú


 

Conversamos con Antonio Zambrano, responsable del Área de Integración Solidaria de Forum Solidaridad Perú (FSP), sobre los emprendimientos mineros y la política extractivista en ese país. La retórica del desarrollo en los gobiernos, la defensa del buen vivir en los territorios.

Rastros de carmín es un libro que traza la historia de un atavismo

por Agustín Valle



¿Qué es un atavismo? Intentemos formalizar la intuición. Un atavismo es algo que recorre los tiempos, las generaciones, pero no se traspasa visiblemente, o literalmente; es algo que desde una conexión con elementos de su tiempo, uno encuentra en conexión íntima con disposiciones que se remontan hacia el fondo de la historia. Un atavismo es aquello que, cuando hacemos de algún punto de nuestro tiempo una puerta para salirnos por su espalda, por la espalda de la época, nos encontramos que estaba allí esperándonos. Algo que nace ahora pero es consustancial con una corriente subyacente en la historia, una fuga hacia lo eterno.

Por ejemplo. Recuerdo una novela de RL Stevenson, si mal no recuerdo Aventuras de David Balfour, que comenzaba con la muerte del padre del pibe protagonista, David. En el testamente, el padre lo anoticia de que tiene un tío, y que vaya en su busca. David sale, entonces, por primera vez, de su comarca. Se emociona como sólo se emociona un hombre que advierte que empieza a ser un hombre. Pasa colinas, bosques y prados; pasa pueblos y se acerca a la comarca donde, según le dejó dicho su padre, conocerá a su tío. En las cercanías comienza a preguntar, pero encuentra que, al decir su nombre, el nombre de su tío sanguíneo, las gentes contestan crispadas. Odio y rencor parece haber producido ese hombre, nada más. David sigue caminando, hasta que consigue que una matrona le indique cuál es la casa de “ese horrible hombre”, a un par de cientos de metros. Cuando la divisa a la distancia, se apesadumbra, porque parece claramente abandonada, derruida, sin una sola marca de cuidado o presencia humana. Está cayendo el sol y David está muy sólo y muy lejos de casa. Pero, de pronto, a la distancia, ve desde la chimenea de la casa asciende una delgada línea de humo. Humo: señal inequívoca de que, dentro, hay alguien. El signo visible de la manipulación del fuego evidencia vida humana, y devuelve el alma al cuerpo de David, que va, ahora sí, firme a tocar la puerta. Y ahí empieza la novela. Pero lo importante es otra cosa. Lo importante es que cuando nosotros nos juntamos, en la casa de uno u otro amigo, llevamos trozos de ternera, algunas verduras, queso si hay plata, vino para inundarnos del mismo humor, cuando nos agrupamos en ronda, circulan puchos varios, todo en torno a uno que agarra papel, lo dispone, agarra maderas, las dispone, agarra carbones o leña, y con las manos sucias, enciende una llamita que crece, crece iluminando la reunión, crece largando humo para arriba, por la chimenea, ahí, en esa sensación tan difícil de definir, pero sensiblemente palmaria, ahí en ese tiempo del asado que es la ética de la demora máxima, la suspensión de la utilidad rutinaria (salvados del motor eterno!), ahí entramos en lo atávico. Un material que ofrece nuestro tiempo es usado como puerta para salir de él. El asado no compite con el presente, nos sustrae por elevación.


Entonces. Lo atávico sirve para distinguir la composición de una práctica. Porque una misma práctica tiene disintos elementos que la componen. Fumar, por caso. Agrupar un montoncito de hierba, de una planta que sólo tras centurias mostró ser más apropiada que las otras para inhalar el humo de su combustión; sus hebras ya convenientemente secas, envolverlas en un recipiente que las unifique según la función que le daremos, hacer, nuevamente, fuego, escuchar como se estremecen las primeras en quemar, aspirar para meter ese humo que nos gusta en los pulmones, sentir esa leve enturbiación de los  sentidos, sentir cómo las cosas de pronto se sienten de otro modo, sentir el poder de la percepción, compartirlo con otro… Y ahí podemos, también, encontrarnos con una posibilidad del humano, y su naturaleza cultural, en contigüidad, ciega pero certera, con filas interminables de semejantes en la historia. Fumar es atávico; tiene algo atávico, puede tenerlo. Pero Philip Morris no es atávico. La marca, la propaganda, el logo, la identificación con un life style, son accesorios superfluos sobre el atavismo de fumar. Es más, obstruye la fuga de nuestro tiempo hacia la eternidad (acaso para salir por la espalda de la época haya que encarar sus elementos de frente?). Entonces, ahí una potencia de discriminación valorativa que nos ofrece la noción de atavismo.

Bueno: Rastros de Carmín escribe la historia de un atavismo: el atavismo de la negación radical, el rechazo de lo habido que por la fuerza de su afirmación (afirmación de rechazo) abre espacios de libertad, sin la exigencia de proponer una alternativa global de sociedad. Empieza por los Sex Pistols. Lo ve a Johnny Rotten cantando, o más bien aullando, puesto que las formas del arte humano no parecen corresponder con ese cuerpo descuarejingado que grita obscenidades y soy un anticristo; las formas del cuerpo humano, de hecho, no resultan fáciles de reconocer en ese desparpajo enojado y ofensivo para el que, está claro, todo es una mierda. Todo, salvo su propia convicción de que todo es una mierda.

Marcus empieza a buscar antecedentes, empieza a buscar la historia de lo que pasa en Rotten, que ni Rotten conocía; es, dice, un médium, a través del cual hablan voces que vienen desde mucho tiempo atrás: los dadaístas del Cabaret Voltaire (Zurich, 1916), los letristas y luego situacionistas franceses en los cincuenta y sesenta, y antes aún, la Hermandad del espíritu libre y otros movimientos de cristianos libertinos del medioevo, para quienes el pecado no podía existir, el único pecado era obstaculizar un deseo. Y fuera de occidente, el árabe lider de los hachichinis (o algo así), grupo islámico que fumaba hasch y aniquilaba cristianos cruzados que invadían sus tierras (de ahí el término asesino), cuando declaró: Nada es verdad; todo está permitido.

¡Mitopoiesis viejx!

Taller: Ni rastro del carmín (Sevilla)

Teoría de la evolución
 

Cada intento de transformar la realidad tiene sus mitos. Desde la
revolución ilustrada del siglo XVIII hasta las oleadas de protesta
global de finales del XX, desde el feminismo hasta el movimiento del
software libre, han necesitado de narraciones colectivas sobre las que
proyectar los deseos de la comunidad y que han dotado a ésta de un
lenguaje común con el que interpretar el mundo.
Narraciones colectivas, para nosotros: los mitos, esos que quitan el
miedo y dan seguridad. Los que mantienen la cohesión de los grupos
sociales y, éstos a su vez, se apoyan en ellos para producir nuevas
narraciones que los mantengan en vida…
La mitopoiesis, ¡esta es!, la creación colectiva de mitos, dinámica de
retroalimentación permanente entre la comunidad y sus narraciones.
Por lo tanto una comunidad incapaz de producir relatos sobre sí misma
y sobre el mundo es una comunidad condenada a desaparecer. Pero los
mitos, cuando son fuertes y demuestan su capacidad para elaborar una
cosmovisión y unir las voluntades en torno a ella, tienden tendencia a
cristalizarse. Entonces el mito se convierte en una forma
cuasi-religiosa de identidad colectiva, con sus héroes, sus rituales y
su particular gramática de clasificación de lo existente.
Hoy, la sobredosis de narraciones cristalizadas – el exceso de
Historia con la que nos observamos y observamos al otro- dibuja un
panorama complejo para la elaboración de mitologías vivas. Los relatos
circulan y mutan a gran velocidad, los archivos se expanden y
proliferan, la memoria se abarata y se desvincula de los cuerpos. Hay
toda una literatura, corrientes culturales del siglo XX, empeñadas en
la negación de las mitologías existentes, como las primeras
vanguardias, el situacionismo o el punk; impulsos de “destrucción
creativa” de la memoria social; búsqueda de la destrucción de todas
las mitologías, la negación de sus héroes, el desprecio por sus
mártires, la tabula rasa; para imaginar la posibilidad de una
experimentación que apueste radicalmente por lo desconocido. Que,
frente a las mitologías, oponga las mitopoiesis y frente al proclamado
Fin de la Historia, la liberación de las historias. Porque, colegas,
vamos, hablar de Historia es hablar de historias. Quiénes, cómo y por
qué las crean, quienes, cómo y por qué las ponen en circulación, cómo
y por qué se interpretan y sobreviven. Hacer Historia es por tanto,
apropiarse de la máquina mitológica para producir mitos.

Badiou: «En filosofía es importante tener un adversario»

En pleno apogeo del relativismo, persistió en el estudio del ser y la verdad; cuando se puso de moda el pensamiento light, continuó escribiendo tratados de seiscientas páginas. A los 75 años, Alain Badiou -que recientemente fue distinguido por las universidades de San Martín y Córdoba- afirma que el legado de Platón está más vivo que nunca y analiza lo que hoy se puede entender por política, a la luz de la actualidad europea y latinoamericana.
 
En los pasillos de la Universidad Nacional de San Martín se contaba, en estos días, que cuando le preguntaron a Alain Badiou si podría sostener la apretada agenda de actividades que lo aguardaba en Buenos Aires y Córdoba, el filósofo respondió: «No hay problemas. Soy una suerte de Mick Jagger de la filosofía». La comparación no es descabellada. No sólo por la vitalidad que a los 75 años es capaz de exhibir Badiou al disertar durante varias horas ante un auditorio colmado, para luego concentrarse en una entrevista o en una sesión fotográfica. Con el Stone comparte, además, el hecho de ser uno de los más grandes en su disciplina; alguien que ha compartido cartel con figuras de renombre durante buena parte del siglo XX habiéndolas sobrevivido. Badiou fue discípulo de Jean-Paul Sartre, de Louis Althusser, de Jacques Lacan. Rivalizó, entre muchos otros, con Jacques Derrida, con Richard Rorty y, especialmente, con Gilles Deleuze. Su conciencia del lugar que ocupa en la filosofía contemporánea se pondrá de manifiesto hacia el final de esta entrevista cuando, precisamente hablando de Deleuze, diga con una sonrisa plena de satisfacción: «Él fue el gran filósofo de la vida; yo soy el gran filósofo del concepto».
Badiou es un típico filósofo moderno. En sus textos todo está perfectamente ordenado, desde los cimientos hasta los pisos más elevados; todo se apoya en un fundamento sólido y cada paso responde a una rigurosa argumentación. Poco le importó que, durante las últimas décadas del siglo XX, cuando floreció el discurso posmoderno, lo tildaran de «anticuado». Él insistió hablando de temas como el ser, la verdad (la verdad universal, en la que no hay ningún lugar para el relativismo), el sujeto, la revolución, la razón. En pleno imperio del pensamiento light él continuó escribiendo tratados de seiscientas páginas. Cuando el nihilismo parecía ser el destino inevitable de la filosofía, él permaneció firme sosteniendo las banderas de Platón. Por eso ahora que el posmodernismo parece no haber sido más que una moda pasajera, no puede evitar sentirse como un triunfador.
Minutos antes de recibir el doctorado honoris causa por la Universidad Nacional de San Martín (Unsam) -distinción que unos días más tarde le otorgaría también la Universidad Nacional de Córdoba-, el filósofo francés repasó sus principales conceptos, analizó la situación política en Europa y América Latina y anticipó sus futuros trabajos.
-Acaban de tener lugar las elecciones en Francia. ¿El triunfo del socialismo puede dar lugar a un cambio significativo en la política francesa o europea?
-Pienso que la elección de François Hollande es más un resultado que una causa. La crisis europea pide una nueva orientación, y esta elección es simbólica de la nueva situación. Pero no espero, para nada, una transformación magnífica. Habrá ajustes en lo financiero, en lo monetario, puede ser que haya un relanzamiento del salario, un poco menos de favores a los grandes grupos económicos y los bancos. En realidad, creo que si se produce algún cambio en la política europea, no será principalmente a causa de la elección francesa. Será, en todo caso, porque la política que se llevó a cabo hasta ahora en Europa es una política peligrosa e ineficaz, como todo el mundo puede verlo. Incluso los alemanes están modificando su punto de vista. La idea de que hay que volver a lanzar el crecimiento es una idea que progresa en toda Europa. De todos modos, en lo personal estoy muy contento de que Nicolas Sarkozy se haya ido. Pero es una apreciación más psicológica que política. Ahora bien, que en segunda vuelta haya ganado la izquierda no debe hacernos pensar que en Francia hay una mayoría de izquierda. No la hay. Probablemente, si el candidato de derecha hubiera sido otro, habría ganado. Lo que decidió la elección fue gente como yo, que detesta a Sarkozy.
-En su obra hay dos pilares fundamentales: El ser y el acontecimiento (1988) y Lógicas de los mundos (2006). ¿Cómo podríamos sintetizar el trayecto que lleva de un libro a otro?
-En El ser y el acontecimiento me planteo la cuestión de saber cuál podría ser la diferencia ontológica, esencial, entre la verdad y las opiniones. Una vieja pregunta platónica. Lo que me interesa es la posibilidad de mostrar que no es necesario tener dos formas de ser diferentes, como dos mundos platónicos: el mundo de abajo, sensible, y el elevado, de las ideas. Se puede decir que el ser de una verdad, como el ser de cualquier cosa, tiene la forma de un múltiple.
-De ahí su tesis de que la disciplina que se ocupa del «ser en tanto que ser» no es, como creíamos desde Aristóteles, la filosofía, sino la matemática.
-Efectivamente. Quería mostrar que puede hacerse una doctrina de la verdad, una doctrina de valor universal, sin introducir un dualismo ontológico: ni sensible/inteligible, ni alma/cuerpo. Ésa era mi gran cuestión. En Lógicas de los mundos la cuestión es diferente. Lo que allí me interesa son las condiciones según las cuales una verdad aparece. Es, de alguna manera, una cuestión sobre la historia de las verdades, su devenir, más que un problema sobre el ser de la verdad. Son categorías diferentes. Podemos decir que en El ser y el acontecimiento, yo me preocupo por lo que es una verdad, mientras que en Lógicas de los mundos me preocupo por cómo aparece.
-Esto nos conduce a su concepción de la verdad. Usted sostiene que la verdad tiene dos caras: por un lado se trata de algo singular pero, al mismo tiempo, es algo universal. ¿Cómo pueden compatibilizarse estas dos características?
-Quizá pueda verse con claridad si tomamos como ejemplo un poema. Un poema puede conmover a la humanidad entera, aunque sea algo escrito en una sola lengua. El efecto es universal, pero su existencia, su materia, es particular. También podemos encontrar algo así en la política. Podemos verlo, por ejemplo, en la Revolución Francesa. Ciertamente tiene un valor universal: su lema «Libertad, Igualdad, Fraternidad» o la postulación de los Derechos del Hombre son, hasta el día de hoy, una referencia en todo el mundo. Pero, al mismo tiempo, se trata de una revolución totalmente particular, ligada a un momento de Francia de fines del siglo XVIII; los discursos de los revolucionarios están escritos en lengua francesa; además, los revolucionarios se refieren a la historia romana y griega… Es decir, el material histórico y cultural es totalmente particular. Y esto es lo que me interesa: ver de qué manera un valor universal puede aparecer en la historia aunque el material histórico sea singular.
-Usted sostiene que la verdad surge en las huellas de un acontecimiento. En los ejemplos que usted propone, ¿cómo puede reconocerse que un auténtico acontecimiento ha tenido lugar? Porque, en definitiva, de ello depende la universalidad de la verdad del poema o de la revolución política.
Un acontecimiento se reconoce en sus consecuencias. Cuando surge el acontecimiento hay una suerte de sorpresa; el sentimiento de que allí hay algo único. Si uno toma los testimonios de la Revolución Francesa, incluso los de los grandes filósofos, como Kant o Hegel, ve que están conmocionados por la Revolución Francesa. Pero todavía no están seguros de que se trate de algo universal, ni de que esto vaya a tener una influencia capital en el resto del mundo. En cambio hoy, si se toma a cualquier persona, nadie va a dudar de esto. ¿Qué pasó durante ese lapso de tiempo? Se universalizaron las consecuencias. Se puede decir que hoy hay una verdad de la Revolución Francesa, reconocida por todo el mundo, y que esa verdad tuvo su punto de origen en el acontecimiento. Fue construida a partir del acontecimiento, pero todavía hoy perdura. Aún hoy es un problema definir en qué consiste la universalidad de la Revolución Francesa. Es una verdad infinita. Podemos tomar otros ejemplos del ámbito de la ciencia o del arte.
Ya desde el El ser y el acontecimiento Badiou sostiene que hay cuatro instancias en las que la verdad se manifiesta: la política, la ciencia, el arte y el amor.
-De estas cuatro instancias la más dramática para un individuo es la del amor. Porque en los otros casos, el surgimiento de la verdad puede evaluarse desde una perspectiva histórica. Un político, un científico o un artista pueden morir sin saber que han producido un acontecimiento en sus disciplinas. Serán las consecuencias desplegadas en la historia las que esclarecerán esa situación. Pero en el caso del amor, el problema atañe a un individuo finito. Puede resultar desesperante no tener certezas acerca de si lo que se está viviendo es o no es un amor verdadero.
Si la verdad es infinita, es justamente porque no hay jamás una certeza absoluta del acontecimiento. Y el amor es el mejor ejemplo. Cuando yo digo que el amor es una verdad infinita, no estoy queriendo decir que dura un tiempo infinito. Ya de por sí por el simple hecho de que todos vamos a morir. Pero la vida humana es una suerte de infinitud; lo que se puede desear juntos, lo que se puede inventar juntos, lo que se puede hacer juntos, es una infinidad. Entonces, si el amor se sigue inventando, si se continúa siendo fiel a él, a sí mismo y al otro, entonces habrá una verdad. Una importante verdad acerca de lo que es la diferencia entre dos personas. Porque el amor es eso: la construcción aceptada de la diferencia de dos personas. Pero cuando uno de ellos no acepta las diferencias, inevitablemente se va a ir solo. Porque no hay que olvidar que en la actualidad hay una imagen errónea del amor, teñida por la idea de una especie de «mercancía de la existencia». No se promueve la idea de una aceptación de la diferencia. Se piensa al otro como una mercancía a la que, después de utilizarla, simplemente se la tira, se la arroja a la basura. Esto no es amor. Esto es, en todo caso, algo ligado al goce o al placer.
-En El ser y el acontecimiento usted insistía en la importancia de la fidelidad del sujeto al acontecimiento, para que éste pudiera producirse como tal; en Lógicas de los mundos la noción de sujeto aparece desplazada, en cierto modo, por la de cuerpo. ¿Esto es así?
-En El ser y el acontecimiento lo que me interesa es el ser del sujeto; se trata de una teoría abstracta del sujeto. Allí vemos cómo todo procedimiento de verdad construye un sujeto: habrá entonces un sujeto del amor, un sujeto político, etc. Pero allí no me detengo en las particularidades de ese sujeto. Si en la Lógicas de los mundos hablo de cuerpo es para afirmar que el sujeto está construido en un mundo; que él también es una parte singular del mundo. Hablo de cuerpo porque el mundo está hecho de cuerpos. No se trata, necesariamente, de un cuerpo biológico. Por ejemplo, en el caso de la Revolución Soviética de 1917 está claro que el cuerpo es el partido. El cuerpo está siempre ligado a circunstancias particulares.
-Es un cuerpo con órganos, a diferencia del «cuerpo sin órganos» del que hablaba Deleuze…
-Sí. Porque el «cuerpo sin órganos» de Deleuze está ligado a una teoría de la vida. Es la potencia de la vida inorgánica; la potencia creadora de la vida. Esa potencia no tiene órganos; es la potencia de la vida pura. Mientras que, en mi visión, se trata de un cuerpo particular y complejo. Entonces, tiene órganos y posibilidades de acción particulares y no existe antes de él una suerte de potencia pura, que naturalmente, es lo que para Deleuze es la potencia de la vida.
-En la política contemporánea, ¿cuál sería el cuerpo del sujeto político?
-Yo creo que estamos en una profunda crisis política. El cuerpo político siempre tomó dos o tres formas: por un lado, el poder del Estado, al que yo llamaría estructura; por otro, las organizaciones políticas, tomadas en un sentido muy vasto; y, finalmente, las acciones colectivas de masas. Una política siempre implica una relación muy complicada entre los tres. Hay políticas como la monarquía absoluta, que llevan todo el poder al Estado; políticas anarquistas, que llevan todo a la acción colectiva; políticas revolucionarias, de tipo leninista, que llevan todo a la organización. A fin de cuentas, creo que el balance del siglo XX muestra que ninguna de estas orientaciones puede liberarnos: ni el gobierno totalitario, ni el partido poderoso, ni tampoco la espontaneidad pura. Hay experiencias interesantes, pero estamos en la crisis de todo esto. La consecuencia es que tenemos una experiencia del cuerpo político pero sólo a nivel local. Tenemos algunos Estados menos malos que otros. También hay organizaciones políticas con proyectos interesantes. Y también hemos visto, por ejemplo, en la «primavera árabe», movimientos populares interesantes. Pero no hay una síntesis de todo esoLo que se puede decir es que si el siglo XXI produjera un nuevo cuerpo político, sería una síntesis de los tres, pero sin mezclarlos: un Estado controlado por la política, juzgado por el pueblo; una organización que no se confunda con el Estado, que no esté fascinada por el Estado y el poder, más inclinada hacia el pueblo que hacia el poder; y una capacidad de acción colectiva que mantenga el equilibrio en todo esto. Eso sería un cuerpo nuevo.
-¿Considera que hay, en este aspecto, diferencias entre las situaciones que atraviesan América Latina y Europa?
-Creo que la situación es ahora mejor en América Latina. Porque ustedes tienen una relación entre política y Estado más valiente, con más movimiento. No quiero decir con esto que sea una experiencia totalmente formidable. Pero indudablemente es más dinámica que en Europa. Tanto Evo Morales como Lula o Kirchner son fenómenos interesantes, aun con sus limitaciones. La América Latina de hoy es muy diferente de la de hace treinta años. En cambio la Europa de hoy está estancada, inmóvil.
-Cuando, en 1999, usted presentó El ser y el acontecimiento recuerdo que estaba indignado por la oleada de discursos sobre «el fin»: «fin de siglo», «fin de milenio», «fin de la historia» y, especialmente, «fin de la filosofía». ¿Cómo ve la filosofía ahora que hemos transitado más de una década del siglo XXI?
-Si usted me lo permite, me gustaría declararme victorioso. Porque la tesis del fin de la filosofía, según la cual la filosofía no era más que metafísica y que la metafísica había muerto ha caído prácticamente en el olvido. Esta tesis tenía dos orígenes. Por un lado, provenía de cierta filosofía alemana, heredera de Heidegger, o de cierta interpretación de Nietzsche. Y, por otro, de una tesis positivista, del lado de la filosofía analítica, del mundo anglosajón. Es decir, se daba una curiosa convergencia entre Heidegger y Wittgenstein, para hablar de los más grandes. Creo que ahora la situación se desplazó. La filosofía parece hoy muy viva. Les interesa a muchos jóvenes que son muy curiosos a la vez que muy ignorantes. Y esto habla de una suerte de recomienzo. Un poco confuso, pero igualmente vital. Y creo que hay una razón profunda para esto y es que el mundo está profundamente desorientado. Y la juventud tiene necesidad de una orientación. Un joven tiene hoy tres posibilidades: puede ser cínico y entrar en la lógica del sistema; también puede ser nihilista, y sostener que el mundo es malo pero que no hay posibilidades de cambiarlo, por lo cual lo mejor es entregarse al goce. Pero esas dos posibilidades poco a poco fueron cediendo terreno a una tercera, la de encontrar una orientación verdadera y significativa que no sea una simple integración al mundo tal cual es ni tampoco el abandono nihilista. No está del todo claro. Pero veo que son muchos los jóvenes que se interesan por esta tercera opción. Esto también tiene otro efecto importante. En los países en los que no hay una fuerte tradición filosófica, esta crisis está conduciendo a la religión, como búsqueda de una fuente de sentido. Esto es muy fuerte en los países árabes, pero también en Rusia.
-En el Segundo manifiesto por la filosofía, de 2009, usted no parecía tan optimista. Porque allí planteaba que se había superado el discurso del fin de la filosofía, pero que había surgido un nuevo peligro: su banalización. ¿Considera que este peligro ha sido dejado atrás?
-Sí, creo que es así. Yo me refería en ese entonces particularmente a un fenómeno que se daba en Francia, aquello de los «nuevos filósofos» (N. de la R.: nombre con el que se conoció en Francia al grupo compuesto por André Glucksmann, Bernard-Henri Lévy y Alain Finkielkraut, caracterizado por su permanente participación mediática y por su insistente crítica al pensamiento de izquierda). Pero fue algo totalmente efímero, que terminó agotándose. La gente se dio cuenta de que eso no era filosofía, sino ideología. En la filosofía tiene que haber argumentación, propuestas verdaderas, y allí no las había. Creo que luego de esa decepción se ha abierto paso a la creación de una nueva perspectiva.
-¿Con Lógicas de los mundos debemos dar por concluida la serie de tratados inaugurada con El ser y el acontecimiento, o podemos esperar un tercer volumen?
-Bueno, yo espero llegar a escribir el tercer tomo. Estoy trabajando en ello. Ya tengo el título: La inmanencia de la verdad.
-¿Cuáles son los problemas que afrontará allí?
-Quizás uno de los más importantes sea el de la forma de la filosofía. Creo que el problema más difícil hoy en la filosofía es el de la construcción conceptual, el de la lengua de la filosofía. Es un problema que ha sido abordado por muchos filósofos, como Jacques Derrida o Jean-Paul Sartre. Sartre escribió novelas y obras de teatro, Lucrecio escribió un gran poema, Spinoza escribió teoremas… Pero ¿cuál es la lengua de la filosofía? Hoy no hay un estilo dominante, como hubo en otras épocas. En particular, no es clara la frontera entre el tratado de filosofía, el ensayo filosófico, la intervención política, el comentario artístico, la relación con la ciencia, es muy móvil y muy difícil. Creo que en esta reinvención de la filosofía de la que le hablaba anteriormente la cuestión de saber cuál es la forma apropiada de la filosofía va a reaparecer de una manera nueva y exigente. Esto está relacionado con otro problema, que es el de la relación entre lo oral y lo escrito. Porque los filósofos son habladores, necesitan medir lo que dicen con el público; son como pequeños actores, en esta forma moderna del actor que es el profesor. Y entre esa oralidad y el texto escrito siempre hubo una relación complicada. Estéticamente estamos en el mundo de la performanceLa verdadera cuestión es saber cuál es la performance de la filosofía. Y en relación con esto, como todo el mundo, estoy buscando en todas direcciones.
-En su extensa trayectoria, usted ha tenido contacto con personalidades que han marcado la producción intelectual del siglo XX. Me gustaría, para cerrar esta entrevista, repasar algunos de esos nombres, y que usted pudiera decir, sintéticamente, que significaron en su propia producción. Louis Althusser.
-Mi contacto con Althusser me permitió ver que cierta versión del marxismo era compatible con la filosofía racional desarrollada. Althusser era sobre todo un maestro de filosofía. Me mostró que entre la filosofía y la política podía haber una compatibilidad profunda.
-Jean-Paul Sartre.
-Con Sartre aprendí la importancia del compromiso y de la libertad. Que en toda elección hay una decisión que compromete la vida entera.
-Jacques Lacan.
-Junto con Althusser me enseñó la importancia de las estructuras y del modo en que éstas condicionan a un sujeto. Hay condicionamiento, pero no fatalidad. Siempre hay lugar para la libertad, y el psicoanálisis tiene un papel muy importante en la liberación de un individuo.
-Jacques Derrida.
-Un adversario que en los últimos años de su vida se convirtió en un aliado, cuando tuvimos que enfrentarnos a los mismos enemigos.
-Jean-Luc Nancy.
-Lo que me gusta de él es que es una especie de heideggeriano honorable. Proviene de Heidegger, pero trata de no ser tan nihilista. Yo presiento en él una orientación religiosa no explícita, pero muy fuerte.
-Jacques Rancière.
-Sobre todo, un amigo. No sólo por cuestiones filosóficas.
-Me reservé un nombre para el final: Gilles Deleuze. Usted ha escrito un libro sobre Deleuze. El clamor del ser, en el que detalla su relación ambivalente con Deleuze. Por un lado, una gran proximidad en los temas que trabajan, como el acontecimiento, el sentido; también afinidad en los autores que frecuentan, como Spinoza. Incluso, cercanía en otras áreas de interés, como la matemática o el cine. Sin embargo, todos estos posibles puntos de encuentro no hicieron más que agigantar la distancia que los separaba. Aunque pueda considerarse que esa tensión fue inmensamente productiva.
Deleuze ha sido, indudablemente, mi adversario preferido.
-Lo dice con un tono de nostalgia. ¿Lo extraña?
-Sí, absolutamente… Porque en filosofía es importante tener un adversario. Rousseau fue el adversario preferido de Voltaire; Descartes fue el adversario preferido de Pascal… Las parejas filosóficas son muy importantes. De alguna manera fuimos como dos pretendientes amorosos rivales. Pretendientes de lo mismo. Incluso aunque no estábamos de acuerdo prácticamente sobre nada. Pero coincidíamos en un punto muy importante: que la filosofía existe. Nunca volví a tener un adversario filosófico como él. Mis adversarios actuales lo son más por cuestiones ideológicas que filosóficas, como Bernard-Henri Lévy y Alain Finkielkraut. Deleuze fue un gran filósofo. Fue el gran filósofo de la vida… así como yo soy el gran filósofo del concepto.

Notas desde Blockupy Frankfurt

por Sandro Mezzadra

1. This is what democracy looks like 
La cita, el jueves 17 de mayo, es en Paulsplatz, un lugar cargado de significados en la historia política alemana. Aquí (en la Paulskirche) se reunió después de la revolución de marzo la asamblea constituyente del 1848, que promulgó la primera Constitución alemana antes de ser abrumada por la reacción. Muchos de los manifestantes que se acercan en pequeños grupos a la plaza tienen en mente el texto de otra Constitución, aquella alemana-federal del 1949, y llevan carteles que recuerdan los artículos sobre los derechos fundamentales. Durante dos días, Frankfurt vive en un grotesco estado de excepción, con la suspensión consiguiente de los derechos fundamentales, en primer lugar el de demostrar y expresar libremente la disidencia, en teoría (y por razones obvias) fuertemente protegido en Alemania. 
La concentración en Paulsplatz también ha sido prohibida, convocada por una coalición de asociaciones para la defensa de los derechos fundamentales. Y cuando nos encontramos en las calles en un par de cientos, la policía cierra todos los accesos. Cada vez que alguien habla por un megáfono, los altavoces de la policía repiten que la manifestación está prohibida, asfixiando la voz de protesta con el poder de los decibeles.
Un par de horas después, mientras que en otras partes de la ciudad grupos de manifestantes están rodeados por la policía, muchos de ellos retenidos y alejados de Frankfurt, en la plaza central de la ciudad (el Römer) trescientas personas consiguen reunirse. Se monta alguna tienda de campaña, y de repente queda claro que la policía no lo va a tolerar. En un momento millares de agentes rodean la plaza, intervienen con decisión levantando del suelo a cada manifestante, llevándolo fuera de la plaza. Todavía son muchos los que siguen mostrando la Constitución a la policía, pero estos no parecen hacer caso. La situación es surrealista: un dispositivo masivo de policía, la adrenalina de los hombres y mujeres en uniforme, niños y ancianos arrastrados, alguien resulta herido. Todo eso para disolver una sentada pacífica. 

Estas son escenas que se repiten el viernes, pero la policía esta vez no consigue evitar que un grupo de manifestantes ocupe un pequeño espacio en frente a las vallas erigidas para proteger la sede del Banco Central Europeo. La presión de la policía sigue siendo sofocante, pero quien ha logrado llegar hasta aquí puede consolarse con la vista del distrito financiero de Frankfurt aparentemente paralizado. Comienza a circular un primer balance que será utilizado por el histórico periódico liberal «Frankfurter Rundschau», después de la manifestación del sábado: los banqueros han cerrado los bancos, la policía bloqueó la ciudad… 
Sentimientos contrastantes al final de los dos primeros días que pasé en Frankfurt: las cosas están así, la reacción de la prensa será decididamente positiva, no serán pocos en escribir en los principales periódicos que Blockupy Frankfurt ha ganado. Escenarios apocalípticos construidos por la policía para justificar el dispositivo de seguridad masiva (cinco millones de euros, una suma considerable, incluso en Alemania) se superponen con imágenes de mujeres ancianas arrastradas por agentes disfrazados de Robocop. Alguien bromeó sobre la indignación de la canciller Merkel por la violación de los derechos humanos en Ucrania… Por otro lado, la sensación es la de haber participado en una escena y, al mismo tiempo en un experimento. No podría ser una representación más eficaz, en el corazón financiero de Europa, de la brecha entre el capitalismo y la democracia, que es uno de los temas que subyacen a la crisis que estamos viviendo en esta parte del mundo. La crisis de legitimidad del capitalismo en la crisis económica se ha hecho evidente en Frankfurt en toda su violencia potencial, con una especie de anticipación experimental de lo que podría suceder si el célebre «modelo alemán» comienza a tambalearse. 
«Esta es su democracia «, coreaban los manifestantes en las calles de Frankfurt. Un lema con doble sentido: «su» democracia es el estado de asedio de la policía, «nuestra» democracia es la real, aquella de las acampadas y del movimiento Occupy,y es la que se alimenta de la resistencia y la lucha dentro y contra el crisis. No éramos muchos en Frankfurt el jueves y viernes: varios autobuses fueron detenidos en la entrada de la ciudad y enviados de vuelta, el clima de miedo creado en las últimas semanas ha tenido sin duda su «eficacia», y cada vez que uno se movía físicamente se sentía una especie de límite impuesto por la presencia de la policía. Pero la determinación e incluso la alegría de los que allí estaban fue una gran expresión de su conciencia de ser parte de un movimiento mucho más grande, que materialmente construye un horizonte de alternativa radical a la crisis. 
2. A-anti-anticapitalista
El sábado el día comienza pronto, con reuniones y preparación de la manifestación, la única manifestación autorizada entre todas las iniciativas programadas por la coalición Blockupy Frankfurt. Una vez llegados a la concentración está claro que será una gran manifestación. Desde la región de Frankfurt, desde toda Alemania, desde Europa llegan autobuses y trenes. Están las banderas de Attac y de Linke, algunos sindicatos (especialmente los de servicios, verd.di) ecologistas anti-nuclear, pero sobre todo jóvenes. La atmósfera es serena, alegre, pero hay también mucha preocupación: se dice que la policía hará cualquier cosa para provocar, hará de todo para obtener «imágenes» que justifiquen el estado de excepción de estos días, que de alguna manera borren las del jueves en Römer…
Es lo que se repite durante la manifestación. Cuando se junta el «bloque anticapitalista» la policía lo rodea, intenta romper en dos la manifestación. Pero esta vez no consiguen el intento: mientras, Attac y la Linke, que se encuentran atrás y en la cabecera del «bloque anticapitalista», rechazan cada intento de la policía de conseguir la separación de los manifestantes «pacíficos» de los «violentos». La manifestación recorre durante horas las calles de Frankfurt y llega compacta hasta la plaza donde está prevista su conclusión. Más de 25.000 manifestantes (números alemanes, no españoles, entonces reales) dan un sentido diferente a las acciones de los días anteriores, y sobre todo representan una óptima base para una apuesta política sobre el futuro del movimiento Blockupy en Alemania. 
«A-anti-anticapitalista» es el lema que se repite por toda la manifestación, al principio desde el bloque anticapitalista (numéricamente más consistente), después desde todas. Un lema quizás demasiado básico, pero que adquiere un significado preciso a la luz de lo sucedido durante las últimas semanas en Frankfurt y más en general dentro de la crisis europea: la «democracia real» de las acampadas y del movimiento Occupy se califica precisamente dentro de la lucha anti-capitalista. Hoy sí asistimos a una tendencial brecha entre capitalismo y democracia, y la reinvención de la democracia -lejos de ubicarse en las esferas de la «pura política»- tiene que pasar a través de la crítica radical del capitalismo. 
3. Solidarität
Desde que empezó a circular la propuesta de Blockupy Frankfurt estuve pensando sobre lo que era importante en aquella propuesta: la razón por la cual valía la pena estar era que la movilización fuese justo en Frankfurt. La reapertura de la iniciativa del movimiento en Alemania, me parecía (y me sigue pareciendo, obviamente) esencial desde el punto de vista de las luchas en Europa. La ruptura del consenso del que goza el «modelo alemán», el desarrollo de los conflictos y la iniciativa política surgida alrededor de las grietas, como la «reforma» del estado del bienestar puesta en marcha por el gobierno rojo-verde (la denominada Hartz IV), la politización de la precariedad hoy muy difusa sobre todo entre los jóvenes…todos ellos son pasos esenciales para la construcción y la consolidación de un espacio europeo de las luchas. Obviamente no se trata de negar que el impacto de la crisis en Alemania sea diferente que el resto de Europa. Al revés pienso que la reconstrucción de la geografía de la crisis, de la heterogeneidad y de sus propias modalidades de manifestarse y de sus efectos diferentes en diferentes contextos (tanto en Europa como a nivel global), es una de las tareas más urgentes. Pero esta «cartografía de la heterogeneidad» de los efectos de la crisis tiene que comprender su dinámica sistémica, de la interdependencia donde se despliega. Sobre todo en Europa. 
Desde este punto de vista, las jornadas de Frankfurt representan sin lugar a dudas, como escriben las compañeras y los compañeros de Interventionistische Linke (http://www.dazwischengehen.org/), «un inicio». La participación europea ha sido significativa, a pesar de la situación de emergencia en la que teníamos que movernos y de haber habido momentos importantes de discusión entre activistas de países diferentes. De todas formas no se puede obviar que en las semanas anteriores a los días de movilización la comunicación fue difícil, problemas continuos de «traducción», en el sentido literal (banalmente la mayoría de los documentos que circulaban antes y durante las jornadas de Blockupy Frankfurt estaban solo en alemán) pero también en el sentido más amplio, es decir, en la dificultad de traducir no solo lenguajes, luchas, culturas y prácticas distintas sino también profundas experiencias heterogéneas de la crisis. En cierto modo, podemos decir que con respecto al ciclo más reciente de lucha del movimiento global de inicio del siglo (su ser más «arraigada» en situaciones específicas),ésta ha tenido una recesión en Frankfurt respecto al trabajo en red y a la militancia a nivel «transnacional».. Éste me parece un punto donde empezar a trabajar ya, tanto por lo que se refiere a la construcción práctica de encuentros transnacionales para la discusión y la organización como al problema más general del «espacio» para la acción política. 
Desde este punto de vista, la retórica de la «solidaridad» («con el pueblo griego, el pueblo español, los italianos”…), mayoritaria tanto en la preparación como durante las jornadas en Frankfurt, es decididamente un problema. Por un lado se propone un lenguaje (aquello del internacionalismo proletario) hoy en día -lejos de poder ser reactivado en sus términos clásicos- por un lado indica el terreno donde es necesario trabajar la invención de los movimientos y de trabajo teórico y por el otro sufre, limitándose a la inversión mecánica en términos de «solidaridad», la representación de las relaciones de poder dentro de la Unión Europea. Y la idea de la dislocación que se necesita hoy en día, la invención de una nueva área común de las luchas y los movimientos, termina siendo eclipsada. 
4. Blockupy Europe 
Las jornadas de Frankfurt ponen en evidencia el problema de Europa, de una nueva dimensión europea de las luchas y acción de los movimientos. Dentro de esta dimensión, como hemos dicho muchas veces, se puede (y debe) experimentar una combinación del arraigo de las luchas en las áreas metropolitanas específicas, con la construcción de un espacio en el que estas mismas luchas puedan multiplicar su fuerza y empezar a construir un programa político alternativo. Soy consciente de que esto es sólo una declaración de los términos de un problema, no su solución. Pero esa es una declaración de la que se debe reivindicar en primer lugar su realismo político: es sólo a través de la capacidad de dislocación de las luchas dentro de una dimensión europea que podemos oponernos al crecimiento de las viejas y nuevas derechas en sus intentos de «ocupar» los espacios y las retóricas de la soberanía nacional; y es solo dentro de la dimensión europea que podemos apuntar a construir una relación de fuerza favorable con el capital financiero. En Frankfurt, también desde este punto de vista, hemos participado en un nuevo «inicio», hemos visto las potencialidades y dificultades. Ya en las próximas semanas, frente al abismo de los tiempos de la crisis en torno a la cuestión griega, no faltarán ocasiones de ponernos a prueba.

Desesperanza y Esperanza

Una carta dirigida a los participantes del Blockupy Frankfurt
 
por John Holloway

¡Gritemos un NO masivo!
A los mal adaptados del mundo, a todas y todos los que no nos conformamos con el ocaso de la humanidad: 
Ahora, más que nunca, el mundo mira en dos direcciones a la vez. 
Una cara mira hacia un mundo oscuro y deprimente. Un mundo de puertas que se cierran. Un cerrar de vidas, de posibilidades, de esperanzas. Estos son tiempos de austeridad. Tienes que aprender a vivir con la realidad. Tienes que obedecer si quieres sobrevivir, abandona tus sueños. No pienses que vas a poder vivir haciendo lo que te gusta. Vas a tener suerte si encuentras cualquier trabajo. Tal vez puedas estudiar, pero solamente si tus papás tienen dinero. Y, aun en ese caso, no creas que vas a poder estudiar con un enfoque crítico. La crítica ha huido de las universidades, y que mejor que sea así. ¿Qué sentido tiene criticar cuando todos sabemos que el mundo está fijo en su trayectoria? No existe ninguna alternativa, sólo la realidad del dominio del dinero, así que mejor olvida tus sueños. Obedece, trabaja duro en cualquier chambita que tengas la suerte de encontrar, o si no, te espera una vida buscando en los botes de basura, porque no habrá ningún Estado de bienestar para protegerte. Mira, mira lo que está pasando en Grecia y aprende! Este es el empobrecimiento que te espera, esto es lo que te pasará si no te subordinas, este es el castigo que se imparte en esta escuela de la vida a los niños que no se portan bien, que tienen expectativas altas, que quieren demasiado. 
La lección de la desesperanza la aprendió muy bien, demasiado bien Dimitris Christoulas, quien se disparó en la Plaza Sintagma en el centro de Atenas hace unas semanas. El farmacista jubilado de 77 años que había visto su pensión aniquilada por las medidas de austeridad impuestas por los gobiernos de Europa dijo “No puedo encontrar otra solución más que terminar mi vida antes de empezar a buscar en los botes de basura para mi comida”.

Este es el significado de la austeridad. Esto es lo que los gobiernos de Europa y del mundo están tratando de imponer a la gente – todos los gobiernos, todos sirvientes del dinero, ya sea que hablan desde posiciones de poder como el gobierno alemán, ya sea que son simplemente los funcionarios del sistema bancario internacional, como Papademos o Monti. Las medidas de austeridad no imponen solamente la pobreza, cortan las alas a la esperanza.
Esta es la dirección en la cual el mundo está caminando, pero ¿no hay algo más? ¿no hay manera de cambiar el rumbo del mundo? ¿no tiene otra cara este mundo, una que mira en otro sentido? 
La muerte de Dimitris Christoulas mira en dos direcciones: es una desesperanza y al mismo tiempo el rehusarse a aceptar la desesperanza. En su nota de suicidio escribe “Creo que los jóvenes sin futuro tomarán armas un día y colgarán a los traidores de este país cabeza abajo como los italianos colgaron a Mussolini en 1945. La esperanza brilla en la desesperanza profunda.
La base de esta esperanza es un sencillo No. No, no aceptaremos. No, no aceptaremos lo que ustedes nos están tratando de imponer. No, no aceptaremos su austeridad. No, no aceptaremos la disciplina del dinero, no aceptaremos el asesinato de la esperanza. No, no aceptaremos las desigualdades obscenas del mundo en el cual vivimos, no aceptaremos una sociedad que nos está arrojando hacia nuestra propia destrucción. Y no, no propondremos políticas alternativas. No queremos resolver sus problemas porque la única solución a los problemas del capital es nuestra derrota, el futuro del capitalismo es la muerte de la humanidad. Aún si el capital resuelve esta crisis, la próxima no va a estar muy lejos, y todavía más destructiva. No los vamos a obedecer, políticos-banqueros, porque ustedes son el pasado muerto, nosotros somos el futuro posible. El único futuro posible.
Esta es nuestra esperanza: nosotros somos el único futuro posible. Pero nuestro futuro posible es nada más una posibilidad. Su realización depende de nuestra capacidad de voltear al mundo. 
¿Cómo cambiar el rumbo del mundo? Dimitris Christoulas habla de los jóvenes que van a tomar armas y colgar a los políticos de las lámparas. Esta idea se vuelve cada día más atractiva, y los políticos del mundo saben que no es simplemente una fantasía: por eso los políticos en Grecia tienen miedo de salir a la calle, por eso están dando más y más armas y poderes a la policía en todo el mundo. Sin embargo, por atractiva que sea la idea, no es a través de las armas que podamos darle vuelta al mundo y crear algo nuevo. Nuestra rabia es de otro tipo.
Rabia y amor. Rehusar y crear. Esta es la única forma de darle vuelta al mundo. El amor va de la mano con la rabia, la creación brota de la negación. Nosotros somos la furia de un mundo nuevo que está empujando hacia adelante y rompiendo con la obscenidad apestosa del viejo. Nuestra furia no es la furia de las armas – la violencia es el arma de ellos, no la nuestra. Nuestra furia es la furia de la negación, de la creación frustrada, de la indignación. ¿Quiénes son esta gente, los políticos y los banqueros que piensan que nos pueden tratar como objetos, que piensan que pueden destruir el planeta, y sonreír mientras lo hacen? Son nada más que los sirvientes del dinero, los defensores viles y asesinos de un sistema agonizante. ¿Cómo se atreven a tratar de quitarnos la vida, cómo se atreven a tratarnos así? Nosotros rehusamos, nos negamos.
Gritamos un NO masivo que resuena en todos los rincones del mundo, pero nuestra negación significa poco si no está apoyado por una creación alternativa. Nuestro NO al mundo viejo no se puede mantener si no creamos un mundo nuevo aquí y ahora. La rabia de nuestra negación se desborda en una creación nueva. La democracia representativa ha fracasado y construimos una democracia real en nuestras plazas, nuestras asambleas, nuestras protestas. El capital es incapaz de proveer las necesidades básicas de la vida y entonces formamos redes de apoyo mutuo. El dinero destruye, y entonces decimos “No, vamos a crear otra lógica, otra forma de juntarnos”, y así proclamamos “ninguna casa sin luz” y organizamos la reconexión de la luz cada vez que se corte. Los recaudadores de deudas vienen a quitarnos nuestras casas y organizamos protestas masivas para pararlos. La gente tiene hambre y creamos jardines comunales. La búsqueda de la ganancia masacra a los humanos y los no humanos y entonces creamos nuevas relaciones, nuevas formas de hacer las cosas. El capital nos expulsa de las calles y de las plazas y nosotras y nosotros ocupamos.
Todo esto no es suficiente, todo es experimental, pero estos son los caminos a seguir, esta es la otra cara del mundo actual, esta es el mundo nuevo de reconocimiento mutuo que lucha por nacer. Tal vez no podemos cambiar el mundo entero para que sea como lo queremos, pero sí podemos crear este mundo nuevo y lo estamos creando aquí y aquí y aquí y ahora, estamos creando grietas en el sistema, y estas grietas van a crecer y extenderse y multiplicarse y juntarse. No vamos a aceptar el ocaso de la humanidad. Lo podemos parar, lo vamos a parar, vamos a cambiar el rumbo del mundo.

La Duda

por Dolores Curia


“De cómo arañar ocho mil caracteres y unos cuantos culos para hacer una tapa.” Así podría titularse la sensación que genera el último número de la revista Veintitrés. ¡Qué lejos quedaron los tiempos de aquella histórica tapa con agujero (para ilustrar los agujeros negros del presupuesto menemista)! La intención, esta vez, huele más bien a la urgencia de tapar un agujero.
Ahí está la evidencia: en el quiosco o en la red de redes. Dos planos americanos. Un frente con globos terráqueos en pico y la argentinidad bodypainteada. Y su reverso: una retaguardia con remera criolla y una colaless que enmarca unos glúteos pulidos. Ni un solo pozo. ¿Será photoshop? ¿Será que la euforia patriotera es capaz de rellenar las nalgas hasta dejarlas a punto bombucha? La nota de Veintitrés –llora la revista Barcelona, que apenas si podrá ahora superar este chiste– promete aquietar una intriga inmemorial: “Tetas o culo: el fin del debate nacional”. ¿Necesita más el lector o la lectora? Tal vez algo para entrarle al texto sin culpas, para quitarle el pecado de lo superfluo, lo sexista y el aburrimiento crónico. Pues bien, ¿para qué está la Academia si no es para echar luz sobre las discusiones que desvelan a la sociedad toda? Y la UBA sale al frente como único héroe (y cita de autoridad) en este lío: Locademia de Ciencias Duras al rescate. Si fuese otro dossier más de pechos y trastes suculentos, habría pasado inadvertido. Lo cómico (e irritante) del caso es que se quiere cubrir al “debate nacional” sobre estas zonas erógenas (excluyentemente femeninas) con cientificismo.
La investigación se basó en el estudio de la mirada de doscientos hombres que eligieron entre cuerpos no identificados. Sin eufemismos, ni metáforas enredadas. Quien busque capas de sentido a deconstruir bajo la lupa de los estudios de género, la tendrá demasiado al ras: todos esos culos anónimos se definen en función de la mirada de “184 heterosexuales confesos”.
El trío de científicos a cargo del experimento dice haber trabajado con imágenes de mujeres “lindas, o muy lindas, entre ocho y diez puntos”. Dan ganas de preguntar cuál fue el medidor. ¿Hablar de “calientómetro” suena a chiste fácil? Lo impreso sobre las páginas de Veintitrés supera cualquier chicana neologística. Unas líneas más abajo se expone, con tono de master class, que el semental argento se divide en dos razas: “culero” o “tetero”. Uno de los científicos explica la necesidad metodológica del ranking de chicas (8, 9, 10): “Estudiamos la preferencia entre buenas opciones, que no es lo mismo que descartar entre malas opciones”. Las chicas posan de espaldas, anticipando –para aquel que no quiera leer toda la nota– que hay un ganador que empieza con “C”. No tienen cara, sólo sus nalgas tostadas y firmes. Posan contra una baranda a la espera del sello que, quemándoles el cachete, las califique como aprobadas o sobresalientes.
¿Y por qué el debate es nacional? ¿Será porque en el imaginario algo del argentinismo remite a aquella iconografía del macho criollo que con una mano se desabrocha el primer botón del pantalón, con la otra sostiene el porrón y con la manga se seca la espuma de la trompa? Lo cierto es que en la nota aparece un dato, en boca de un cirujano plástico, que podría explicar por qué para Veintitrés este tema tiene los colores de la bandera: “En cirugías estéticas, la Argentina lidera el número de intervenciones en toda América”. Otra cifra: aunque ellos prefieren la retaguardia, en el quirófano, teta sigue matando culo.
Uno de los cerebros de estos hallazgos dice no escaparle a la discusión de si su investigación es machista o misógina. Y nada más. En referencia a que –según esta investigación– la parte de atrás se lleva la corona, declara: “Una conclusión podría ser que (al operarse más las lolas) las minas están gastando mal la guita. Tienen una razón fuerte: si un hombre les ve las tetas, ellas ven cómo se las mira”. No, no es una frase de Polémica en el bar pescada al ritmo del zapping: es Mariano Sigman, el director del laboratorio de Neurociencia Integrativa de la Facultad de Exactas, dejando un mensaje para la posteridad. Decir que acá para las féminas no hay voz ni voto es una redundancia al cuadrado. La mujer aquí es un poste; es que a ellos les gusta así, como ausente.

El porvenir de Europa se juega, en este momento, en Grecia



por Étienne Balibar, Michael Löwry, Eleni Varikas



La situación actual de Grecia no tiene precedentes desde el final de la ocupación alemana en 1944: reducción brutal de los salarios y de las pensiones; paro juvenil del 50%; empresas, pequeños comercios, periódicos, empresas editoras en quiebra; miles de mendigos y vagabundos por las calles; impuestos extravagantes y arbitrarios junto a más recortes en los salarios y las pensiones. Privatizaciones en serie, naufragio de los servicios públicos (sanidad, educación) y de la seguridad social. Los suicidios se multiplican. Se podría continuar la lista de desastres producidos por el Memorándum [de acuerdo con la UE para el rescate].

En cambio, a los banqueros, los fabricantes de armas y la Iglesia (el terrateniente más importante), no se les impone nada. Se ha decretado la reducción de todos los presupuestos sociales, pero no se toca el gigantesco presupuesto de ‘defensa’: se obliga a Grecia a continuar adquiriendo un material militar por valor de miles de millones de euros, exportado por los países europeos que son –pura coincidencia– quienes exigen el pago de la deuda: Alemania y Francia.

Grecia se ha convertido en un laboratorio para Europa. Se prueban en cobayas humanas métodos que serán inmediatamente después aplicados a Portugal, España, Irlanda, Italia, y así sucesivamente. Los responsables de este experimento, la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) y sus socios en los gobiernos griegos, no se inquietan, pues ¿quién ha visto alguna vez a conejillos de Indias o ratones de laboratorio protestar contra un experimento científico? ¡Milagro! ¡Las cobayas humanas se rebelan! A pesar de la represión feroz ejercida por una policía ampliamente infiltrada por neonazis reclutados en los últimos años, las huelgas generales, las ocupaciones de plazas, las manifestaciones y las protestas no se han detenido durante un año. E incluso –el colmo de la insolencia– los griegos acaban de votar contra la continuación de este ‘experimento’, reduciendo a la mitad los resultados electorales de los partidos en el gobierno (la derecha y el centro-izquierda que, en contra de su programa, ha firmado el Memorándum), multiplicando por cuatro el apoyo a Syriza (coalición de izquierda radical).
No hace falta pertenecer a la izquierda radical para ver que los remedios neoliberales de la Troika son catastróficos: Paul Krugman, premio Nóbel de economía, no deja de decirlo: ¿cómo se van a ‘sanear’ las finanzas de Grecia si se pone al país de rodillas, haciéndolo entrar en recesión, lo cual, evidentemente, no hace más que reducir los ingresos y desequilibrar el presupuesto? ¿A quién sirven los ‘generosos’ préstamos de Europa y el FMI? Para pagar la deuda a los bancos… se produce nuevo endeudamiento. Los ‘expertos’ de la Troika tienen el capitalismo por religión (Walter Benjamin, 1921): una religión cuyas divinidades –los mercados financieros que toman decisiones imprevisibles, arbitrarias e irracionales– exigen sacrificios (humanos).
Haciendo de la arbitrariedad, el secretismo y el miedo un verdadero modo de gobierno, tal política de sometimiento brutal de un pueblo no puede provocar sino reacciones de furia, aflicción, cólera. Una parte de esa cólera fue canalizada por una siniestra fuerza racista, antisemita y xenófoba, el grupo neonazi Alba Dorada. Pero los indignados, en su gran mayoría, han dado su apoyo, por vez primera desde 1958, a la izquierda radical. Esta izquierda es profundamente europea. No tiene intención de salir del euro, aunque rechaza categóricamente el Memorándum impuesto por la Troika y aceptado por los gobiernos griegos que se han sucedido en los últimos años: el Pasok,  la Nueva Democracia y el de ‘unidad nacional’ con la extrema derecha. La izquierda radical propone alternativas concretas, realistas e inmediatamente aplicables: una moratoria sobre la deuda, seguida de una auditoría internacional que verifique su legitimidad; poner los bancos bajo control social; la supresión de las medidas antisociales tomadas por los gobiernos firmantes del Memorándum. Apoyada por un amplio espectro de la izquierda democrática, movimientos sociales, indignados, trabajadores en lucha, redes de defensa de los inmigrantes, grupos feministas, queer, ecologistas… la izquierda radical se ha convertido en la segunda fuerza política del país. “Como no sabían que era imposible, lo han hecho”, diría Mark Twain.
Una segunda votación tendrá lugar en junio. Ciertos sondeos dan a la izquierda radical por primera fuerza política del país. Para nosotros, está claro que el porvenir de Europa se juega en Grecia. Los portavoces del capital financiero, José Manuel Barroso o Wolfgang Schäuble, lo han comprendido, de tal forma que amenazan a los griegos con todo tipo de represalias si osan no votar a los candidatos avalados por los bancos y el FMI. El nuevo gobierno francés, que se parapeta tras un silencio prudente, debería afirmar alto y fuerte que respetará las decisiones del pueblo griego, que rechazará toda propuesta de excluir a Grecia de Europa o de la zona euro.
Es urgente apoyar a la izquierda radical griega, y el impulso democrático, antifascista y unitario que la moviliza. Ella está, en este momento, en primera línea del combate por hacer salir a Grecia, y por añadidura a Europa, de la pesadilla de la austeridad neoliberal.

Voy a Coto cuando tiene descuento con débito

por Martín Sánchez
Yo tengo 33, trabajo en una multinacional y gano mucho mejor que la enorme mayoria del pais asumo, no hace mucho lei que el 50% de los asalariados en blanco ganaban 2 lucas (supongo que se puede decir que en realidad son 4 porque la mitad va en negro como mi mujer por ejemplo), asi que si asi es gano mucho mas que la mayoria. No me cuesta llegar a fin de mes, no puedo ni soñar con comprarme una casa, pero a fin de mes llego tranquilo. Tengo coche, usado, y duerme en la calle, tomo el San Martin, voy a Coto cuando tiene descuento con debito, nunca al cine si no hay 2×1, hace 6 meses casi no voy a cenar si no es con un Groupon, cargo nafta los domingos con el descuento (y doy vueltas hasta que encuentro una que tenga super y no solo premium), no compro ropa si no es los jueves con descuento, nunca fui de vacaciones afuera pero hoy podria si no me preocupara ahorrar un poco mas, pero mas alla de ese “gusto” me puedo dar los que quiera.


Trabajo en un ambiente absolutamente anti K, el perfil del 90% de las personas que trabajan conmigo (que son mas de mil) es zona norte y norte de la capital, al punto de tener varios compañeros que no conocen la avenida rivadavia, y una vez escuche un jefe, de unos 55 años, preguntando si la autopista por la que ibamos a un evento de la empresa era el “famoso” acceso oeste. Prácticamente todo el mundo vacaciona afuera de Argentina, la compra de dólares es el tema del momento en todo momento, el “esto va a ser como Cuba” y “esta es como Chávez” se repite hasta el cansancio, el tema de dejar las cosas en “manos del mercado” también, medio mundo acá fue a universidades privadas y es la muletilla típica, el estado no tiene que “intervenir” si no sos como Corea del Norte, y cuando chocó el tren escuche el lugar comun de “y para que lo van a arreglar si los negros rompen todo”. Siempre que escucho estas cosas me suenan a copy paste de ocasión y porque “es lo que hay que decir” pero así es una y otra vez. Tambien hay uno o dos kirchneristas, a los que todo el mundo llama “zurdos”, pero son la otra cara, si uno no vio 678 puede hablar con ellos al día siguiente y va a escuchar el mismo copy paste.

Tenía un buen trabajo en 2001, que perdí cuando la devaluacion afectó a la empresa donde trabajaba. De ahí en más todos mis trabajos estuvieron dados por empresas extranjeras que vinieron por el buen tipo de cambio, así que en ese sentido fue una de cal y una de arena, aunque estuve un año sin encontrar trabajo en 2002, pero es la historia de millones.
Dejar todo en manos del mercado no me parece bien, quiero educación, salud, seguridad y jubilación manejada por el estado. No quiero monopolios como Clarín, o de ningún rubro. Ojalá los supermercados tuvieran prohibido abrir domingos y feriados como en otros países, y ojalá limitaran las zonas donde se pueden poner, y que no haya Carrefour Express que liquiden a los almacenes que quedan y ojalá le sacaran el IVA a 50 productos de canasta básica. Si me hacen elegir forzosamente entre Estados Unidos y Cuba bueno, Estados Unidos, pero no creo sea así y prefiero el modelo de Europa del norte. Un camionero de reparto en la empresa de mi mujer gana 9 lucas, el doble que ella, que es universitaria y sabe tres idiomas, el tipo sólo maneja un camión, supongo que no es muy representativo de los esfuerzos de ambos, pero tambien pienso que un camionero debería poder tener la misma vida que cualquier otro, alguien tiene que manejar un camión, o un subte, o un tren, o juntar la basura, discutí varias veces cuando hay paros de subte aunque uno nunca sabe si paran por motivos razonables o por política pero bueno, un chofer de subte debería poder aspirar a la misma vida que yo creo. No me parece bien que eso sea solo porque el tiene un sindicato fuerte y mi mujer no, pero así son las cosas. El estado tiene que estar y ser fuerte y balancear o contrarrestar las asimetrías que el capitalismo genera por su propia naturaleza, y tiene que dar un piso para todos igual. Soy ateo, creo estar más o menos a favor del aborto, al menos en un país con la pobreza del nuestro, me pareció perfecto el matrimonio igualitario y cada cuál que crea lo que quiera sin que eso se convierta en políticas para todos. El que tiene más tiene que pagar más impuestos para balancear las cosas. Querría que un presidente no pueda ser senador y diputado despues de haber sido presidente, y períodos fijos y de no más de 8 años para cada cargo y listo, que pase el que sigue, y ojalá sin aportes privados a las campañas, y que Canal 7 estuviera para dar el mismo tiempo a cada candidato a presentar lo suyo, sea quien sea, y que cada medio estuviera obligado por ley a dar tiempo de aire también en época de elecciones.
Digo esto porque me considero “progre” pero no sé que es progre ya y que piensa cada uno de qué es eso. No voté a K, voté a Binner, y voté a Solanas, y no los voté convencido tampoco, pero no quería votar en blanco y era lo que más me gustaba. Creo que Kirchner hizo lo que hizo en 2003 para construir poder que no tenía, no por convicciones personales. Lo de la Corte fue bueno, pero realmente, fue lo que pedía medio mundo y K lo supo ver muy bien. No significa que fueron malos los cambios, pero tampoco los puedo ver como otra cosa que la movida justa en el momento justo con el motivo de construir poder, que no hubiera pasado de otra forma. Creo que usaron y abusaron del tema derechos humanos porque les convenía y les resultaba, igual que ahora con Malvinas, creo que son políticos maquiavelicos en ese sentido pero no veo convicciones ni un interés real de mejorar las vidas de todos, creo que lo que se dio se dio por derrame de la devaluación, por estar bien con los sindicatos, porque el contexto para Argentina fue más o menos bueno, y por qué juzgaron que con hacer 2 o 3 cosas que hace mucho se pedían y hacerlas simplemente a medias iba a ser suficiente para ser el “mejor gobierno en medio siglo”, y tal vez es así para muchos. En general pienso lo mismo de Perón: alguien que hizo en el momento justo lo mínimo y necesario para ser aclamado por muchos como lo mejor que había. Y la corrupción que hay, espero no ser honestista, es tan menemista como en los 90, sólo que se escucha día y noche en los medios kirchneristas de cómo ahora el gobierno repara de a poco los desastres de los 90. Boudu es el menemismo, no creo ser apolítico o gorila por decirlo: es-un-tipo-que-uso-su-posicion-para-darle-negocios-a-un-amigo-con-plata-del-estado, no es Clarín que miente ni Larrata. Es un corrupto que abuso de su posición y es escuda en ella y miente cada vez que habla. K apoyó cuanta medida de Menem hubo, y ahora pareciera que fue porque ese era momento de ser piolas y estar de parte del poder de turno pero que “de verdad no estaba de acuerdo”. Todo mal con Clarin despues del campo pero antes le aprobaron la fusión totalmente monopolica de las empresas de cable, todo mal con Macri que es símbolo de los 90 pero le dieron negocios al padre al mismo tiempo, todo mal con el monopolio pero el objetivo no es una prensa “libre”, es un monopolio propio, no soy apolítico, es que leo El Guardian y XXIII y veo 678 y que realidad puedo sacar de ahí? Saco la misma de Clarín pero del bando contrario pero que realidad no es. ¿El chofer dueño de medios es un invento de Larrata o de Clarín, los patrimonios de todos en el gobierno, etc.? ¿De verdad tengo que escuchar a Aníbal Fernández que me dice que si tengo todo en regla no deberia tener problemas para comprar dólares?
No es que no entiendo que “Moreno es un hombre necesario”, es que no creo que sea necesario, y ni hablar de deseable, en un gobierno. Me parece que la defensa del gobierno se termina reduciendo a “para pelear con los enemigos de Argentina hay que ser así” y en nombre de eso se acepta todo lo que no se aceptaria en otro gobierno, y el que no lo ve asi es boludo, inocente, gorila, honestista, y encima lleno de odio.
¿Esto me hace Marcos o Claudia, o un pitufo gruñón despolitizado, o un “honestista” o cerebro lavado (es un poco patético acusar a alguien de honestista creo)? ¿En el 54% no hubo mucha gente que voto unicamente porque estaba mejor también, pero no por convicción, porque ahora tiene un plan y no lo quiere perder, y no lo digo despectivamente? No creo ser antiperonista, la verdad es que no sé ni qué es ser peronista a esta altura para los que lo son. No pueden ser todos peronistas Menem, Kirchner, Duhalde, Barrionuevo, Ruckauf, Moyano, si son todos peronistas entonces ser peronista no significa mucho a esta altura. Scioli es un vacío total de convicciones, una persona que hace años habla sin decir absolutamente nada, De Narváez otro agujero que no dice nada salvo “más seguridad”, Macri es cotillón de está bueno BS AS y cambiar los carriles, Carrió es años de apocalipsis, los radicales no existen más y merecidamente tal vez pero es malo que no existan más al menos como alternativa, los demás, qué se yo, y todos quieren ser presidentes, y cuando lleguen van a querer estar 50 años como Kirchner ahora. Alguno dijo por ahí arriba que Argentina no tiene otra que el peronismo porque a cualquier otro se le ponen todos en contra y es bastante así.
No es ser apolítico o tener el cerebro lavado, es que no me gusta el gobierno y no le creo cuando dice que hace las cosas que hace y por qué las hace, y espero poder hacer esto sin ser Marcos clase media boba que quiero la TV en cuotas y que no me jodan. Creo que a mí, hoy por hoy, nada de lo que hace el gobierno me perjudica o beneficia críticamente en mi vida. Si suben el monto de ganancias ganare un poco mas, si no controlan la inflación el Havanna saldra 10 pesos a fin de año, qué se yo, le joden o mejoran la vida mas directamente a personas mas abajo o mas arriba que yo imagino, sobre todo más abajo. Otros gobiernos serán iguales o peores o capaz un poco mejores, pero no tengo esperanzas sean sustancialmente diferentes, tal vez no sean tan hipócritas y caraduras todo el tiempo, pero no sustancialmente diferentes. Y si las condiciones económicas se van al carajo y la empresa donde trabajo se va del país dudo que sea algo que este gobierno u otro esten en condiciones de evitar realmente.

Elefante Blanco

por Gonzalo Noriega


Un animal y un color. De la Pantera Rosa para atrás, la imaginación nunca ha necesitado de más sugerencias para volar. Elefantes mitológicos han traído de Oriente todo tipo de evocaciones y no hace tanto que la inmensa Elephant, de Gus van Sant, explotó en nuestros ojos.


Elefante Blanco.

Soñado, construido, abandonado, desaprovechado, okupado: el elefante villero estaba ya ahí, mitologizado, antes de que la cámara llegara. De inconcluso hospital más grande de Latinoamérica a “merendero” de Madres de Plaza de Mayo. La historia de un país en sus dobleces más inusitados.

La cámara llegó en las manos de Trapero, quien nuevamente nos sorprende con su cine comprometido con la realidad social (“cada problemática es un desafío a retratar”, dice uno de los más destacados referentes del neorrealismo latinoamericano del siglo XXI). Y Elefante Blanco movió el amperímetro de miradas-entradas en las pocas semanas que lleva en cartel. Cine social para Todos. ¿Algo más afín a la época?


Pero no es tan fácil: Buenos Aires trastoca todo. La ciudad (y, por extensión, la política) no acepta relatos artificiosos. Antes, bien, los produce ella misma. Así y todo, Elefante Blanco nos gustó, y mucho.

Se puede decir, claro, que es demasiado sofisticada para documental, pero que tampoco logra construirse sólidamente como relato de ficción. Alguno agregará que los personajes no producen empatía, que no enamoran, que carecen de espesor, que no expresan, si no,  estereotipos: el curita bueno, comprometido, pero enfermo; el curita lindo, bueno y valiente; la trabajadora social de clase media (linda y buena) que soporta con estoicismo  su trabajo con pobres (mientras se curte sin culpa al curita lindo, bueno y valiente); los villeros asesinos, chorros y drogones.

Todo es, ciertamente, bastante previsible.

Habrá quien sostenga la apelación a Mugica es más un recurso prêt-à-porter, incluso una estrategia de marketing, más que una necesidad intrínseca del relato. Y algún malaleche resaltará que la película exhala clasemedismo: hecha para que el gran público de clase media que, balde de pochoclo y gaseosa mediante, garpa los 40 mangos para ver cómo una clase media heroica redime a los pobres –incluso escuchamos que alguien tildaba la película de “safari antropológico”–. Una película que termina convalidando los prejuicios de clase (fundados en los susodichos estereotipos) cuando refuerza la imagen negativa y temerosa que la clase media se hace de ese subhumano paqueado que, en su imaginación (y en la de Trapero) es el joven villero. En concreto, los pobres no hablan en toda la película: el guión sólo indicaba una serie mascullante de “gato”, “bardiá”, “gato”, “lo pibe”, “gato”, “puto”, “gato” a lo largo de todo un plano secuencial.[1]

Habrá quienes digan muchas cosas horribles, seguramente, de Elefante Blanco, pero de ninguna manera nos haremos eco. Insistimos, a nosotros realmente nos gustó. Sobre todo, por su capacidad de proponer signos de época,[2] por su forma de reconstruir el diálogo entre producciones simbólicas (artísticas, culturales, culinarias) y sus condiciones materiales.[3] Signos de época: rasgos específicos de lo más actual de este proceso socio-vital. Condiciones materiales y simbólicas de sobrevivencia. Afecciones –incluso algunas que ni siquiera aún tienen nombre– que fundan presente. Estas condiciones organizan el sentido, lo estructuran.

Series de sentido, entonces.

La remisión a los ’70, por ejemplo. El setentismo –que es mucho más que los ’70 como mera referencia. La figura canonizada del Padre Mugica, síntesis de militancia social y su disposición religiosa a sacrificarse la vida. Los ’70 como escenario (en la película y en la “realidad”). Los ’70 como producción de mercado (en la película y en la “realidad”).

En ese orden de cosas, es evidente cierta inclinación hacia la reparación histórica, hacia evidenciar el problema de las villas (de la pobreza) y redimir a ese gigante blanco.[4] Reparación histórica que se produce cada vez que se amplía un derecho y se crea un puesto de trabajo.[5]

Pero, al mismo tiempo, un signo paradójico: no deja de ser harto superficial, inconsistente, falto de matices el modo en que tanto Elefante Blanco –una historia sencilla, con personajes planos y mensajes directos– como nuestro presente político se vinculan con el pasado que construyen.

Otro signo: el problema de las villas es el fantasma de las megalópolis actuales. Maquinarias-Territorio de ese Otro generador de pánico (del miedo por las dudas a la guerra preventiva de modos de vida). Osvaldo Bayer, Daniel Filmus y Beatriz Sarlo –con los matices a veces escasos que los diferencian– están convencidos de que el problema de las villas es el principal problema de la ciudad (la estética villera, el drama villero, la verdad villera, la cumbia villera son otros modos de elaborar el síntoma). Elefante Blanco no innova en este sentido.

Sin embargo, el signo que más virtuosamente articula nuestros tiempos con la película es el de la afirmación política que despolitiza, es la política como escenografía de la tragedia. Es la historia del peronismo todo y de sus derivas más desafortunadas. Son las vidas más allá del límite: el Padre Mugica/el Padre Néstor/el Padre Julián. Una opción trágico-escenográfica que no da lugar a la transformación social.[6] A lo sumo, se hablará de un proyecto sin mayor referencia que la oscilante construcción de unas viviendas. La sintonía fina como enigma contemporáneo. Porque en el fondo, dice película, las opciones individuales son siempre fallidas, las organizaciones colectivas son delictivas y las instituciones están corruptas.

Y allí donde no hay posibilidades ni para el más pragmático, re-emerge la representación como opción válida. Una representación que, vuelta fábula, sustituye y empobrece a esa masa indiferenciada, a ese objeto sin voz que deviene público, festejante, elenco. Los pobres-mudos-zombis-sustituidos de Elefante Blanco, en su previsibilidad, en su naturaleza semiótica, no son más que la materialidad misma que compone nuestro presente.


[1] Imposible evitar a la mención, a contraluz, de Estación Zombi, esa tan provocadora como maravillosa fábula en la que los pibes pobres devienen zombis sedientos de sangre humana.

[2] Desde la primera imagen, Elefante Blanco parece un homenaje al film La Misión, de Roland Joffé (1986), con Robert de Niro, en la que se relata la historia de un sacerdote jesuita, misionero, en torno a las cataratas de Iguazú. Los protagonistas siempre están “llegando”, o bien se encuentran ya demasiado “cansados”. Siempre están “persistiendo”, o bien apunto de “desistir”.  No son de allí. Son buenos y se les nota el esfuerzo. Pero a diferencia de La Misión, donde el conflicto político entre la corona lusitana y española conduce a la guerra, en Elefante blanco el conflicto político está ausente, o bien (demasiado) implícito.

[3] No es otra cosa lo que proponen, en el plano culinario, esa josha de la literatura afterpop que es Se cocina Bolivia en Buenos Aires, de la Editorial Retazos. ww.editoriaretazos.blogspot.com // editrialretazos@gmail.com // Flores // Buenos Aires // Argentina //.

[4] Y por extensión, a toda Ciudad Oculta –nombre que le debe al muro que levantó la última dictadura militar, para ocultarla, en las postrimerías del Mundial ’78).

[5] En la butaca de al lado una septuagenaria le decía a otra que el recurso, insistente, de la lluvia es la contracara perfecta de la fiesta del consumo.

[6]La tarea que desempeñan los curas diseñados por Trapero es la de una reducción de los daños: siempre están exhortando a los diversos actores del conflicto (los villeros, los narcos, la policía, los sindicalistas, el obispo, el poder político) a que concilien, a que bajen la intensidad del enfrentamiento; en muchas escenas, del principio al fin, se los ve luchar denodadamente para evitar el estallido de violencia. La fría decisión de los guionistas es que los personajes fracasen en el momento decisivo. El pesimismo garpa. También se ve a los curas rezando y llorando compungidos por su impotencia ante la injusticia del mundo. Curiosamente, no se los ve predicando el Evangelio. De hacerlo, los personajes deberían haber optado entre una interpretación conciliadora y otra liberadora de la palabra de Cristo: ese dilema se le planteó a Mujica, a quien el film homenajea, pero los guionistas no se lo permiten a sus criaturas”, dice acá Oscar Cuervo.

Toni Negri: «No se puede hacer la revolución sin armas»


El 19 de noviembre 2011, durante la creación de las dos obras de teatro El hombre que ríe y Renzo el guerrillero de Barbara Nicolier en el Teatro Gérard Philippe, Antonio Negri acordaba con Le loup lâche!, nuestra filial parisina, esta genial e iluminadora entrevista.

Corrupción y represión son los temas principales de El hombre que ríe. Un alto cargo de la administración, intenta hacer un compromiso político histórico. Es secuestrado y condenado a muerte. Juventud y violencia son los dos temas de Renzo el guerrillero, donde Renzo completa su adolescencia en el caos de la Segunda Guerra Mundial. El primer beso, el primer disparo. Junto a su aprendizaje humano, una República se construye. En la segunda parte de la entrevista (sobre Renzo el guerrillero, 5’57), Antonio Negri habla del uso necesario de las armas según Maquiavelo y de los movimientos pacifistas como las acampadas y el 15 de mayo:

«No se puede hacer la revolución sin armas. Lo dice Maquiavelo, no yo. Para conquistar el poder hace falta dinero y armas, dinero y armas. El dinero puede ser también el heroísmo, la unión de hermanos en la lucha… y las armas, no sé, pueden ser incluso la no violencia, pero hay que saber utilizar la fuerza. Nadie te da el poder. No quiero insistir en la lucha armada porque es algo que quizás está superado en la forma en la que la hemos vivido, como herencia de la revolución rusa, de la resistencia antifascista… quizás eso ha acabado, esta práctica, pero está claro que la resistencia de los pobres contra la opresión de los ricos sigue siendo un punto fundamental.
Creo que hoy quizás la resistencia no armada, no violenta, puede ganar. Lo espero. Por ejemplo el movimiento de los acampados, es algo nuevo, no sólo desde el punto de vista de la movilidad, de la capacidad de intervenir de ese movimiento twitter… también desde el punto de vista de ser sólido, de estar juntos en la construcción de una línea estudiada de manera conjunta, de no ser representados. Yo no sé qué va a pasar en España después de las elecciones en las que es muy probable que gane la derecha, ¿qué va a hacer la derecha al movimiento de los indignados? ¿qué va a pasar? en el fondo en España como en otros países ese problema de la resistencia es un problema que está a la orden del día«.
( Los videos están subtitulado en español: clickear en el botón «CC»)


Muerte y Facebook (II)

LuciFer (Lucia Fernández)



El Facebook devino ese pedacito de media que cada uno puede administrar -hasta un cierto punto- eligiendo públicos (“amigos”) y contenidos. Podemos construir el propio relato de vida, una auto-biografía dinámica y presente hecha del recorte y selección de imágenes, videos, citas, noticias, frases propias y pequeños momentos cotidianos. Los “amigos” interactúan con nuestras publicaciones megusteando, comentando y compartiendo. Cuantas más de estas participaciones amigas tengan nuestras publicaciones mayor pareciera ser nuestro sentimiento de éxito social o, al menos, de efectividad comunicacional. La discusión sobre si Facebook es parte de la vida real o de la vida virtual caducó hace rato, porque ya parece innegable que la red social devino una experiencia de vida total capaz de aglutinar gran parte de nuestra vida comunicativa.



¿Pero qué pasa cuando la bio finiquita y la cuenta de Facebook nos sobrevive?


Hace unos meses, el colega (y amigo de amigos) Miguel Molina y Vedia publicaba un artículo en Página12 bajo el título “Cadáveres en Facebook”, donde hacía referencia a la forma en que la morbosa circulación de imágenes agónicas no podía ser eludida en esta red social. Unas semanas antes de esa publicación, le comentaba a una amiga (en común) que la muerte en Facebook estaba siendo procesada de una manera extraña, inédita. Se ve que el tema anda revoloteando en las observaciones. Pero el morbo (bien o mal políticamente intencionado) no agota los efectos de la muerte y su presencia en la red social. Pensar, observar, mirar la muerte es parte de la vida misma, séase filósofo, camionero, abogado, ama de casa o niño. Si ahora un pedazo de experiencia de vida tiene lugar en esta red social, lo mismo debe ocupar su lugar la muerte.


Tal vez no hayamos reparado en ésta extraña secuencia hasta el momento en que tenemos entre nuestros “amigos” al primer caído. En este caso, la primera vez que reparé en esto fue particularmente extraña: luego de algunos meses sin contacto vía chat con un romance de verano ecuatoriano, entré en su muro para ver qué era de su existencia. Al entrar en su perfil, aparecieron un sinfín de saludos conmemorativos, te-extrañare-mos, que-en-paces-descanses, y RIPs que daban cuenta de su repentino fallecimiento.


Era muy joven, por lo que la pregunta “¿qué le pasó?” era ciertamente recurrente. Sin embargo, la respuesta había que buscarla entre la infinidad de posteos ya que sólo una persona se había animado a contar que él se había muerto ahogado en el río amazónico que transitaba todos los días en su trabajo como guía; que había estado desaparecido durante tres días; y que finalmente su cuerpo había sido hallado en alguna orilla donde el río había decidido abandonarlo. Su muro se había convertido en un funeral virtual, global y diacrónico, donde incluso no ahorraron su presencia las novias que rastreaban a las falsas-viudas del fallecido.


Recién dos años después su perfil fue dado de baja, vaya uno a saber de qué forma. ¿Cómo podríamos saber sobre las razones de las sucesivas entradas y visitas post-mortem a su perfil? ¿Era morbo? ¿Era memoria? ¿Era miedo a la muerte contingente e intento de apaciguarlo mediante su comprensión? La sensación era extraña (y sigo con lo extraño como aquello que aún no consolida su forma, su identidad). No sentía tristeza, estaba demasiado distraída con el modo en que me había enterado, con los posteos, con querer saber qué había pasado. Tal vez fuera por el débil vínculo y la ausencia de cualquier expectativa que continuidad de aquella historia. Pero sea lo que haya sido, el extrañamiento era la sensación total. ¿Cómo se procesa una muerte vía Facebook?


Este estado de extrañamiento total me llevó a buscar y mirar otros casos de muerte en Facebook. ¿Morbo? Si fuera el morbo lo que catalizaba esta búsqueda, sería mucho, muchísimo morbo, porque los dispositivos mortuorios sobre los que se montan conmemorativamente las imágenes, los mensajes, los posteos, los comentarios, todo es un hecho inédito en la historia. Extraño, todo muy extraño. Fueran anónimos amigos de amigos o figuras públicas como músicos y actores, la escena mural era la misma: efecto tumba virtual.


La empresa-red-social ya cuenta con un artículo específico dentro de sus políticas para el manejo de estos casos:


Cuentas in memoriam. Si se nos notifica que un usuario ha fallecido, podemos convertir su cuenta en una cuenta in memoriam. En tales casos, restringimos el acceso al perfil a los amigos confirmados y permitimos a éstos y a los familiares que escriban en el muro del usuario en recuerdo suyo. Podemos cerrar una cuenta si recibimos una solicitud formal de un pariente del usuario u otra solicitud legal pertinente para hacerlo.


De hecho, también se puede encontrar en la web un curioso comentario sobre la creación de esta política memorial:


¿Qué pasa cuando un usuario de una red social muere en la vida real? ¿Cómo homenajean en el ciberespacio a esa persona sus seres queridos? Estas preguntas se las han hecho en Facebook, sobre todo Max Kelly, un trabajador de la empresa que lleva allí cuatro años y hace poco perdió a un amigo en un accidente. Por supuesto, el perfil de esa persona no se va a actualizar más y lo peor de todo es que se mantiene igual, con lo cual si alguien quiere relacionarse con él puede acabar pensando que no le hace caso o no quiere contactar con él. (http://www.genbeta.com/redes-sociales/facebook-in-memoriam)


En el Blog de Facebook se puede leer la crónica de la creación de esta política corporativa desde la voz del empleado que inspiró esta política a partir de su propia experiencia de pérdida-de-amigo-con-Facebook.


Al parecer, cuando se parte de este mundo –y se tiene cuenta de Facebook-, el muro comienza a ser habitado por los otros, aquellos que hasta el último suspiro eran público (pasivo o activo). Las familias y los amigos dudan sobre qué hacer, ya que el perfil deviene la tumba que todos pueden visitar en un solo click. Queda el espacio para que los otros sigan construyendo nuestra historia pública hasta el día en que alguien dé el aviso al proveedor de que el protagonista de esa historia ha muerto y exija el cierre de la cuenta –por el hartazgo del dolor rumiado una y otra vez, o por evidencia terrorífica del morbo-.


Lo efímero del espacio mural para el recuerdo virtual contrasta con la inmortalidad del mármol que hace de los cementerios un espacio –más imaginaria que realmente- eterno. Nos recuerda dolorosa, inevitable y trágicamente que no somos más que un poco de dust in the wind, y que en un futuro irremediable seguiremos volando en el aire de los dispositivos de encuentro presentes y concurridos al día de nuestra muerte.

Elefantiásico

Ignacio Izaguirre se vio el El elefante blanco

Monito, el protagonista que el film esquiva (ni Darín, ni el frencho, ni la jermu)

En Leonera una mujer de clase media entra en un mundo marginal. Al principio es un mundo imposible donde solo cabe la violencia y el sufrimiento. Durante la película ese ambiente se transforma en un lugar donde algunas personas pasan cada hora de cada día. Donde la cotidianeidad es posible. No deja de ser terrible, deja de ser solamente terrible.

En una escena de Elefante blanco el personaje de Jérémie Renier (el cura coproducido) se mete en lo profundo de la villa, avanza donde nadie se animó, a través de dealers, asesinos y laboratorios clandestinos. Lo único que logra sacar de esa ambiciosa empresa es un pibe muerto en una carretilla. Trapero hace algo parecido. Mete una gran producción en un lugar inaccesible, se instala durante semanas con técnicos, actores y equipos, atraviesa riesgos y contratiempos. Lo único que saca es algo de horror para impresionar señoras, un noticiero bien filmado.


Los protagonistas de Elefante blanco son, como en Leonera, personas de clase media o alta. Pero esta vez no incorporan nada del ambiente. Sus conflictos son una aburrida y predecible historia de amor, y la invariable lucha interna por seguir adelante en un lugar donde nada vale la pena. Esta última frase es la premisa fundamental del film: en la villa todo está perdido, es un pozo donde solo se puede encontrar miseria, droga y muerte. Y como adentro todo está perdido, la única historia que merece ser contada es la de los que vienen de afuera. Son los únicos que tienen dudas sobre lo que hacen o no hacen, los que un día no quieren ir a laburar, los que se enamoran o se enferman. Los villeros, en cambio, son una masa de penurias sin contrastes. Su único acto de voluntad es tirarle piedras a la policía, no tienen pequeñas debilidades ni pequeños deseos personales. Sus padecimientos se limitan a lo extraordinario.


La película amenaza alguna vez con algo distinto. La reunión con la asistente social donde se introduce al Monito (Federico Barga) amaga con algo de intimidad, de particularidad. Él es el protagonista que el film esquiva, el que podría unir la tierra y las alturas. Termina, como toda la villa, siendo decorado y excusa para la acción de los únicos con derecho a protagonizar.

Profundizar el modelo

por  Darío Aranda


Nueva York, 15 de junio de 2012: 

Palabras de la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner con empresarios estadounidenses:
“Hace unos instantes estuve con Monsanto, que nos anunciaba una inversión muy importante en materia de maíz (…) Y además estaban muy contentos porque Argentina hoy está –digamos – a la vanguardia en materia de eventos biotecnológicos”
“Aquí tengo – y esto la verdad que se los quiero mostrar porque estoy muy orgullosa – el prospecto de Monsanto. Vieron que cuando hacen prospecto es porque ya está hecha la inversión, sino no te hacen prospecto. Así que una inversión muy importante en Malvinas Argentinas, en la provincia de Córdoba, en materia de maíz con una nueva digamos semilla de carácter transgénico, que se llama Intacta. También dos centros de investigación y desarrollo, que eso para nosotros es tan importante como es esta inversión de 150 millones de dólares: uno, en Tucumán y otra en la misma Córdoba”
“La inversión de Monsanto es importantísima también y va a ayudar a la concreción de nuestro plan, tanto agroalimentario 20-20, como nuestro plan también industrial. Y me decía, hoy, su titular que les había impresionado mucho el apoyo que nuestro Gobierno estaba dando a la ciencia y a la tecnología. Tengan ustedes la certeza que vamos a seguir en la misma línea”
“Yo le comentaba – y la gente de Monsanto no lo sabía – que tenemos una Patagonia, en la cual algún productor argentino tiene producción, por ejemplo, forrajera y que uno lo puede observar en medio de la estepa patagónica los círculos que solamente con riego producen forraje de primerísima calidad. Y tenemos también agua en la Patagonia, porque cuando me tocó inaugurar, el otro día, una ampliación de un emprendimiento minero: Cerro Vanguardia, en mi provincia, lo habíamos inaugurado cuando Néstor era Gobernador y cuando otros eran los propietarios, ahora hay nuevos propietarios. Y han pasado de la minería a cielo abierto a minería en excavación y es justamente donde han encontrado en plena Patagonia ríos subterráneos. A ellos les causa problemas, pero a nosotros nos ha llenado de alegría, porque esto nos da la idea de que el elemento vital: agua, nos va a permitir extender la frontera agropecuaria.”
“Precisamente me explicaba, recién, la gente de Monsanto que este maíz que va a ser sembrado va a permitir que si se rota la tierra con este maíz, y luego con soja, el aumento de la productividad de la soja siguiente será de un 17 por ciento más. Y además exige y esto es lo más interesante que va a exigir prácticamente que no haya necesidad de plaguicidas, con lo cual además de aumentar la productividad también va a mejorar el medioambiente”
“También una Argentina con un potencial energético muy importante: tenemos el tercer yacimiento descubierto – hasta ahora – de gas shale”
“Por eso creo que es muy importante que ustedes sepan esto de boca de la Presidenta. Esto no lo van a encontrar en ningún diario en la República Argentina”
Fuente: http://www.presidencia.gob.ar/discursos/25918-almuerzo-en-el-council-de-las-americas-palabras-de-la-presidenta-de-la-nacion.


«La Argentina tiene un presente y un futuro prominente»


Así lo manifestó ante un grupo de empresarios estadounidenses y argentinos con los que almorzó en la sede del Consejo de las Américas. En ese sentido, -destaca Telam mediante sus enviados especiales- la Jefa de Estado sostuvo que una de las premisas será «seguir invirtiendo en ciencia y tecnología porque en el futuro habrá tres vectores: la energía, los alimentos y la ciencia y tecnología«.
Cristina lo expresó en la sede del Consejo de las Américas, en el marco de un almuerzo con representantes de empresas norteamericanas y argentinas, actividad en la que se refirió a la situación del país y las potencialidades en materia de inversión.
En ese marco, sostuvo que «el entrecruzamiento de los tres vectores» compuesto por la energía, los alimentos y la ciencia, «nos permitirá crecer y es allí donde la Argentina tiene un presente y un futuro prominente».
Al hablar ante los representantes empresarios, la Jefa de Estado explicó que «el 60 por ciento de las 100 empresas más importantes de Estados Unidos «tiene un desarrollo permanente en la Argentina» y adelantó que la empresa Monsanto le anunció que «hará una importante inversión» en materia agrícola.
Durante el discurso, Cristina hizo un fuerte hincapié en el desarrollo tecnológico del país, señalando que «hemos dado una política muy activa en repatriación de científicos y estamos llegando a los 900, la mayoría de ellos recuperados de los Estados Unidos».
Por otra parte, indicó ante los empresarios que Argentina «está pagando todas sus deudas sin acceso al mercado de capitales» y destacó la inversión realizada por el empresario mexicano Carlos Slim al comprar más del 8 por ciento de las acciones de YPF.
Indicó que el país «termina este año de pagar sus deudas por «el famoso corralito» y pronosticó que el próximo año será «mas amesetado» respecto del pago de deudas.
«Estamos pagando todas nuestras deudas y bonos con dólares genuinos y además tenemos una cuenta corriente superavitaria. Este año terminamos con el Boden 2012 y con esto, tendremos el años venidero más tranquilo», indicó.
Al hacer referencia a la expropiación del 51 por ciento de las acciones de YPF que estaban en manos de Repsol, Cristina dijo ante los empresarios que «hemos elegido el camino más difícil», dado que «una estatización con el 100 por ciento de las acciones hubiese aparecido como opción más fácil, pero esto nos hubiese bajado de la bolsa de Nueva York y de los controles a los que está supeditada la empresa, y estos puntos son positivos».
«Quiero decirles que no es algo que hubiésemos querido hacer, pero en medio del crecimiento la desinversión de YPF nos comía parte del superávit», indicó.
En otro tramo del discurso, Cristina también hizo referencia a la crisis, y bregó porque el «problema en la zona euro sea resuelto con liderazgo» y afirmó que la «solución no es por dejar caer a los países sino que los recursos que se inyectan al mercado por los rescates vayan a la producción de bienes y servicios».
Sin embargo, advirtió que el rescate para la economía europea «tiene que ser controlado y vigilado», y destacó la necesidad de mantener el consumo de los sectores sociales «que no tienen capacidad de ahorro», porque «el capitalismo es consumo«.
«Los problemas no son de izquierda o de derecha. Hay un nuevo mundo y los problemas no se pueden resolver clichés de la izquierda o la derecha. Los pensamientos únicos siempre son malos porque son visiones unilaterales», indicó Cristina acerca de la crisis europea.
En otro párrafo del discurso, la Presidenta afirmó que en Argentina «el intercambio comercial sigue siendo fuerte y sólido», aunque alertó acerca de «las barreras comerciales que existen con Estados Unidos», destacando que «no están ingresando los limones y las carnes, por lo que tenemos comercio deficitario».
Igualmente, Cristina indicó que «el intercambio sigue siendo sólido y fuerte» con Estados Unidos, e indicó que en ese marco de déficit «se está trabajando empresa por empresa para ver si logramos compensar».
Por último, al hacer nueva referencia a la crisis y al futuro comercial, Cristina indicó: «Estamos ante un nuevo mundo, uno pasado y enfermo de viejas recetas. Este enfermo no se cura con recetas viejas; por eso es necesario que los médicos cambien las recetas porque si no buscaremos nuevos médicos».
Previo a la actividad con empresarios, Cristina mantuvo un encuentro con su titular, Susan Seagal, y luego con directivos de la empresa Monsanto.

La reunión con empresarios tuvo lugar en el Consejo de las Américas, ubicado en la Avenida Park y 68 de la Ciudad de Nueva York, y participaron además los ministros de Planificación, Julio De Vido, de Economía, Hernán Lorenzino, de Industria, Debora Giorgi, el canciller Héctor Timerman, el embajador Jorge Argüello, y el secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini.

Señales de Vida:

Una Bitácora de la Escuela
  

Merlina

«No sé cómo se escribe la palabra ceiba,
puedo poner sus letras como deben ir
pero no sé cómo se escribe,
sé el orden de sus letras, no su gracia,
no pude conocer el árbol sin su nombre,
no tuve el tiempo de entender su gracia
porque enseguida pregunté su nombre
y ahora ya no sé cómo se escribe,
me adelanté a conocer el orden de sus letras
antes de conocer el orden de sus ramas«.
Fabio Morábito
Merlina desde su nombre ya es “mágica”. Ella es gitana y fue expulsada junto a su madre de su grupo. Viven en una isla de la que sólo se puede salir si la marea está baja.

Merlina sólo iba a la escuela, los días en que la marea estaba baja al horario de ingreso a  y en el saludo matinal solíamos preguntarles a los chicos “¿cómo está la marea hoy?” y la presencia o ausencia de Merlina era el “signo”. Nos gustaba pensar esto como una forma más de decirles a los pibes que no hay un solo modo de “detectar” un fenómeno, un “suceder”.
Con el tiempo fuimos reformulando esa presencia. Ya no fue que Merli venía sólo cuando la marea estaba baja a las 7,30 de la mañana y empezó a venir a cualquier hora.

Cuando podía salir de la isla,  venía. Se quedaba 4 o 5 horas y se iba antes de que le resulte imposible entrar de nuevo a la isla.

Así Merli empezó a rotar por aulas, turnos, espacios, se compuso con cada habitante de la escuela de un modo particular.

Al principio Merlina casi no hablaba con nadie. “Es re chúcara, Tere”, me decía María Luisa, una de las porteras. Nos daba risa…


Se arrollaba abajo del escritorio de la maestra y se quedaba dormida. Miraba con ojos curiosos todo lo que pasaba… pero cuando se sentía observada, se metía abajo del banco otra vez.

Si estaba en la escuela en el horario del medio día, cuando quedaba casi despoblada de niños, andaba con la portera por las aulas, le alcanzaba las cosas… en absoluto silencio.
María Luisa le señalaba y ella le alcanzaba… una “instrumentadora” de lujo.

Se probaba los guantes de goma y hacía “obras de teatro” con sus dedos. “Dale, dale” –le decía María Luisa- no tanto juego… “ayudame a repasar los bancos”.

Yo escuchaba estos diálogos desde la dirección y me acercaba… quería “meterme” en esa relación que nacía entre Merli y la escuela, de la mano de María Luisa. Hacerme cómplice de ellas.

Con el paso de los días, Merli, mientras charlaba con María Luisa, escribía su nombre en el pizarrón.

Después quiso empezar a escribir el de su mamá. Nunca en situación de aula Merlina escribía en el pizarrón… sólo con María Luisa…

María Luisa,  le enseñaba como ella sabía:

-¿la M con la A?

-MA- decía Merli…

Y seguían todas las vocales. La M con la E, la M con I…

Como María Luisa era la encargada de limpiar la sala de música, Merlina iba re contenta a los saltitos atrás de ella… y tocaba el piano “con un solo dedo” y hacía malabares con tres pedazos de tizas… que al final se le caían.

Amalia –la secretaria de la tarde- le traía algo de comer y cuando ella llegaba, Merli corría a recibir su vianda. Comía en la secretaría y hablaba con Amalia mientras ella iba acomodando las cosas sobre su escritorio.

          ¿Cómo lo preparaste?
          ¿Qué le pusiste?
          ¿Quién te ayudó?
Indefectiblemente, cada día al terminar el almuerzo, Merli se ponía cerca de la puerta y le decía a Amalia:

          Estaba muuuuuuuuuuuuyyyyyyyyyyyy…. ¡¡¡FEO!!! – y salía corriendo.

Cuando llegaba la bibliotecaria, se iba a la biblioteca a leer y si escuchaba pelotazos en el gimnasio, corría a sumarse al juego.

Nos armamos al ritmo de las mareas.

Algunos profes cuando la marea estaba “tarde” venían a recuperar horas, algunos chicos iban siendo invitados según lo que pensábamos hacer con ella a quedarse con Merlina “un ratito más”, otros “de onda” se ofrecían alguna vez.

En la biblioteca era común ver a dos o tres compañeritos “ocasionales” de Merlina poniéndola al día de lo que había pasado la semana anterior en el que la marea estaba en el otro turno.

Si ella lograba venir a la mañana, estaba en un grado. Si la marea estaba a la tarde, venía a otra sección del mismo grado… otra maestra, otros horarios de horas especiales…

Si la marea estaba intermedia, venía un rato por turno.

Varios maestros, varios compañeros más de lo común, espacios de tiempo con los porteros o las secretarias que “pareciera” que en la escuela “no están para enseñar”.

Un día que Gladys, la profesora de plástica, también se quedó a almorzar, aprendió cómo iban rotando las mareas… entonces comprendió que podíamos “planificar” los tiempos… que podíamos saber de ante mano a qué hora iba a poder venir a la escuela la semana siguiente… y se le iluminó la cara.

“Le voy a contar a mi mamá” y salió corriendo.

Cuando Ramiro festejó su cumple la mamá puso en la tarjetita “la marea baja a las 15 y sube a las 19 hs.” indicando así la venida y el retiro de los chicos. Y todos los papás del grado se “enteraron” del  “asunto”.

Así, nos armarnos “con pedazos”, nos componemos  con lo que venga tal como venga dado. Tal vez podríamos dejar que las inasistencias determinen la  promoción de Merlu, pero elegimos navegar en el mundo de la escuela con lo que se nos ofrecía.

No sólo es: “Merlu vive en una isla y no puede salir”… entonces hacemos “lo que venga”. Hay un trabajo de planificación y de organización mucho más profundo… no es “hacemos lo que pinta”.

Que Merlina estuviera en la escuela era lo más importante. Si nos ceñimos a unas formas que incluyen horarios y regularidades, la dejamos afuera.

La naturaleza no es “regular”… tiene bajas y pleas… y también “mareas extraordinarias”… y las mareas extraordinarias dejan la costa sembrada de caracoles nuevos.

¿Qué significaba para nosotros brindarle a Merlina un lugar cuidadoso y bello que se arme con la marea? ¿Qué podíamos hacer -como escuela-  para que ella tenga lo más cercano posible a lo que necesitaba?
Nos cuidamos mucho de “no salirnos por la tangente”… y empezar a mover “reclamando”…  un bote para Merlina y su mamá…  una casa en tierra firme…
Pensamos como escuela.
Como escuela, como escuela, como escuela… nos complica… se nos prende el automático de la queja y la restitución.
Volvemos: como escuela, como escuela, como escuela…
Y una manera, a la hora de pensar estas situaciones es la interrupción de lo que creemos saber sin habernos parado a cuestionar y a pensar desde nuestra propia experiencia lo que todo el mundo sabe, dice y piensa
“No se puede”, “no existe”, “es difícil”…  
Quizás.
Interpelar los automatismos del saber en un gesto más de “deshechura” que de armado.
Y eso ya es un dibujo de la escuela del todo novedoso…
Creemos que estas situaciones que caen de los renglones normados, son la oportunidad de promover otras formas, unas alternativas propias y singulares, locales frente a la tendencia homogeneizadora de la escuela.
En ese sentido, entonces, creemos que es importante promover la voz propia posicionándose contra la exclusión.
A partir de nuestra propia voz, es  desde donde  podemos generar un espacio de búsqueda. Que no sea ajeno al espacio común citado por los expertos, pero que a su vez nos defina singularmente.
Esto nos pasa a nosotros.
Nosotros somos con Merlina.
Merlina es con las mareas.
Sólo nosotros podemos construir una manera de contener-nos.
Pueden los libros y las películas ayudarnos a pensar… podemos charlar con expertos que nos aporten ideas increíbles o recurrir a otros estamentos gubernamentales que ayuden a “paliar” alguna situación complicada…
Pero somos nos+otros los que podemos elegir la mejor opción frente a la jugada que nos presenta la vida… la vida de la escuela. La vida de Merlina.
Y cuando la opción está tomada, es la mejor… “si sucede, conviene” nos dice Marisol, la maestra de 2º.
Si sucede, conviene… me quedo pensando.  
Chantal Maillard  dice: “Hemos aprendido a responder con la risa a lo que nos han enseñado que era risible… no nos han dicho ‘hacé de esa cosa algo risible’… lo que ha sucedido es que ante esa cosa se han puesto a reír y hemos imitado su gesto…”[1]
Tal vez, es necesario desaprender las ideas de segunda mano e inventarnos nuevas. Deshacernos de los gestos que imitan viejos patrones. Desaprender para crear.
Interrogar y problematizar los discursos “armados” nos invita a oponerles una forma de decir más “abarcativa” para nosotros… “de” nosotros sería.
Pensar desde cada escuela, desde cada chico, desde cada maestro, es una vía, creemos, muy fértil para intentar develar lo que se nos presenta bajo la forma de lo “obvio”.
No se trata, nos parece,  de “dejar” que en la escuela convivan híbridamente,   mundos diversos.
Tampoco se trata, creemos, de hacer que la lucha política por los derechos de los diferentes estilos de vida, hagan de válvula de escape mientras las desigualdades en el plano de las condiciones cotidianas y elementales de vida en la escuela (que es lo que nos ocupa) queden sin ser abordadas.
No hacer de la lucha macro un “barniz”, que tape la cosa diaria en la escuela.
Merli, por más que la tomo para hablar sobre las desigualdades que producen exclusión en la escuela, como no podía ser de otra forma, también está en relación con el currículum escolar, con los síndromes, con las razas…
A nosotros nos surgió entonces la necesidad de pensar sobre la distancia entre el “deber ser” y lo que se es.
La distancia  entre lo que se dice y se hace en la realidad.
A partir de la presencia de Merli… de la presencia intermitente de Merli y de los aprendizajes que ella claramente hacía con María Luisa sobre todo, nos nacieron interrogantes sobre lo que decidimos enseñar declarativamente y su relación, a veces contradictoria, con las actitudes cotidianas que constituyen las manifestaciones de las diferencias en la escuela.
Volvimos a pensar en  la “deshechura”…
Nos invitamos formalmente a descreer, a desaprender, a desautomatizar.
Nos resultó increíblemente fructífero a la hora de encontrarnos con los chicos… la verdad que más desde el sentir que desde la razón…
Esta deshechura también nos resguardaba de quedar atrapados en nuestro ser “maestros” como constitución final y acabada… y resguardaba a los chicos –y sus familias- de una identidad sustancial determinada e inamovible para dar/dales/darnos lugar a un movimiento como de marea… con sus pleas y sus bajas y entramarnos en una suerte de juego de veladuras y develaduras una y otra vez.
Esa es la primera “deshechura” de la escuela moderna.
Encontrarnos más “ligeros” con los chicos sean “bolitas”, argentinos, galensos, negritos, estimulados, quedos, hijos de fileteros, hijos de funcionarios, ADDs, ABCs, que vienen a horario o que vienen cuando baja la marea…


[1] “Filosofía en los días Críticos” – Chantal Maillard
***

Fragmento de Señales de Vida: bitácora de la escuela, de Teresa Punta
(de Lugar Editorial, Colección del Melón: Libros que cuentan la infancia, 2012).
La 4 (Escuela Provincial Nº 4 de Rawson, Provincia de Chubut) es una escuela, que en ese entonces, contaba con una matrícula de aproximadamente 500 alumnos y con una planta funcional de 55 adultos. Hace varios años que tratamos de trabajar para desarmar los mecanismos discriminatorios que se instalan en las escuelas no sólo por lo que pensamos los maestros, sino también por lo que a veces traen los chicos o por la naturalización de algunos mecanismos institucionales que refuerzan las miradas discriminatorias. Por ejemplo, los sistemas de promoción. La escuela reproduce y se hace eco de las formas de discriminación social y también, a veces, “se da maña” para crear sus propias formas de discriminación.
Algunas escuelas, ante algunas situaciones de exclusión, hemos iniciado ciertos movimientos a partir de nuevos modos de vinculación y de armado de tramas, tanto con las ideas en sí como con las personas -los chicos y sus familias- buscando equilibrar la discriminación negativa que produce la exclusión y que deja marcas indelebles en los chicos – y en los adultos, luego-.
Pero este libro no es sólo un intento de pensar –visibilizar- desestabilizar –crear sobre las ideas y consecuencias de la inclusión y exclusión. Podríamos decir que ése es un tema intenso en estas páginas, pero además florecen las múltiples fugas que nos hacen indagar la escuela, hechas de mucho más que conocimiento, de muchos más que maestros y chicos, sobre todo de las experiencias subjetivas y amorosas a las que nos vimos impulsados.
Estamos convencidos que esa invitación que nos formulamos con la escritura es a volver a nacer. Volver a nacer escuela. De otras formas, de otros modos, para poder encontrarnos con los chicos lo más despojados posible de automatismos y saberes cerrados que nos digan –antes de conocerlos- cómo debe producirse ese encuentro… bajo qué maneras.
Todos estamos equipados para fabricar mundos, para hacer conjeturas, para hacernos florecer. La cuestión es cuáles son las condiciones para que esta clase de actividad suceda y cuáles son las rutas para su enseñanza.

Plebiscito por Cristina Presidente, ¡YA!

por Juan Pablo Maccia

La virtud política más alta consiste en no fijar tácticas en circunstancias cambiantes. Consecuente con esto, escribo ahora para modificar -de acuerdo al cambio de escenario- la consigna central de la campaña política que con varios compañeros (cada vez más, les digo) venimos promoviendo y que más temprano que tarde deberemos organizar de cara al 2015. Si hasta el momento creía que la consigna acertada era la de suspender las elecciones del 2015, en una suerte traducción política de la figura jurídica del per saltum, creo ahora que lo que tenemos que plantear –y en unos meses esto resultará evidente para todos- es un plebiscito para que la Presidenta pueda gobernar, de modo excepcional, por un período más. 
Mientras los políticos dicen que es demasiado apresurado discutir ahora 2015, el tiempo de la política se acelera en torno a la exclusión de su máximo exponente, de quien hoy encarna la usía de la política, de la contienda electoral. El asunto es fácil de entender. En épocas de crisis se confeccionan nuevos programas históricos para las sociedades. Ese proceso está en curso. La presidenta acaba de formular sintéticamente el asunto del siguiente modo: capitalismo es consumo. Nos corresponde a todos extraer las consecuencias de este mensaje.
Y la verdad no es demasiado difícil de develar para esos sufridos lectores de diarios que somos muchos de nosotros. El “modelo de desarrollo con inclusión social” se ha exhibido a todas luces esta semana en la capital del occidente global. Allí la Presidenta confirmó el anuncio de que la multinacional Monsanto va a invertir 1800 millones en Argentina destinadas a dos plantas experimentales de semillas de maíz y soja, lo que permitirá la creación de 400 puestos de trabajo en una planta que se instalará en la provincia de Córdoba. El ministro de planificación, De Vido, se reunió con Peter Munk (de la Barrick Gold) y con Patrick Portamann (de Yamana Gold) para asegurarles que las mineras –que invertirán otros 6.500.000 este año– no serán expropiadas ni sufrirán aumento de impuestos. Además, hubo encuentros con multinacionales petroleras para invitarlas a invertir en YPF. Y se conoció que la propiedad de casi el 9% de las acciones de esa empresa Argentina está ya en manos del amigo mexicano Carlos Slim, a la sazón el hombre más rico del mundo, quien es asesorado convenientemente para temas argentinos por Abal Medina Padre.
Good Show. Y, sin embargo, aunque la cosa huela mal, la exclusión de la Presidenta de la conducción del proceso político con miras al 2015 es una pésima noticia. Y además de pésima, ridícula, porque de concretarse, el final de este proceso obedece a trabas puramente legales, es decir, artificiosas. El vencimiento del liderazgo político de Cristina no responde, al momento, a una decadencia del kirchnerismo, sino a un límite puramente constitucional a la relección: no en el nivel de la legitimidad social.
Vengo argumentando en varios artículos, ya, que lo que falta en el proceso político actual es la aparición de la generación del 2001: de aquellos que ni fuimos de los setentas, ni nacimos a la vida política con los Kirchner. Esos que vimos la noche de frente y no nos convencemos tan fácilmente con las retóricas del pasado ni con las promesas del futuro. Esta generación, que aprendió a pensar sin creer, que espera sin esperar nada, tiene la dudosa virtud de ser la que menos transacciones (objetivas y subjetivas) ha hecho con el respeto a las “las instituciones”. Nos toca, por ello, a nosotros intervenir en este proceso histórico advirtiendo a toda la sociedad que no podemos dejar que “el respeto a las instituciones” aborte un proceso que, si bien no es el que hubiésemos elegido, no debe apagarse sin más, desesperanzadoramente.
Mi tesis central es la siguiente: que la legitimidad que encarna la Presidenta proviene tanto de los efectos exitosos de reinvención capitalista en los nuevos términos geopolíticos (léase el nacimiento del “Capitalismo BRICK”), como a las expectativas en ampliar derechos sociales y humanos. Es cierto que una cosa ya no se distingue demasiado de la otra, pero creo que somos muchos los que, a pesar de todo, seguimos pensando a partir de este segundo filón. A partir de esta simple consideración se puede afirmar que sería bastante negativo que el proceso en curso encalle sin más en las burocracias jurídicas y en políticas de las llamadas “instituciones”. 
El proceso al que me refiero es el que ha vertebrado la histórica política argentina reciente. Su secuencia es la siguiente: en el año 2001 se da una ruptura, y comienza el tiempo de las transformaciones; el año 2003 invirtió el sentido horizontal del proceso y lo volvió vertical, para alegría de todos los “compañeros”; en el año 2008 el sistema se polarizó; a partir del año 2009 se radicalizó; y a partir del año 2010 se mistificó.
Gracias a las fuerzas mayoritarias del conservador Frente para la Victoria –un grupo de panzas llenas dispuestas a convencerse con absoluta facilidad de lo extraordinario del tiempo vivido bajo el mando de ellos mismos– circula la idea de que el tiempo actual es el de la “institucionalización de lo hecho”. Y quieren que festejemos como si todos estuviésemos felices con este final magro, repleto de apelaciones tristes a la “inclusión”. Como si las transformaciones deseadas pudieran concluir en la mezcla decadente de derechos, exclusión y negocios, que es la Argentina de hoy.

Muy bien, esto es lo que podría ocurrir si las cosas tomaran el rumbo que el 2015 prefigura. Si triunfan los límites ideológicos del grupo de gobierno que ha impedido sistemáticamente la producción de sucesores a la altura de una continuidad y reapertura del proceso. De no ocurrir así, las próximas elecciones presidenciales se van a resolver de un modo bastante patético a partir de nombres como Scioli, Macri, y hasta el intendente de Tigre, Sergio Mazza.
Por suerte las cosas no son tan lineales. La presidenta les habló recientemente a los más jóvenes para decirles que el futuro radica en ellos. Nosotros no podemos menos que tomarle la palabra y calentar más el horno. Afirmamos que este quilombo (lo único que nos liga positivamente a la historia de este país) recién comienza. Si la presidenta se baja, si deja que la bajen, seguiremos nosotros. Y ningún soldado kirchnerista panza llena va a explicarnos que hay que dejarle la banda presidencial al pejota.   
Como digo, tenemos que hacer un ajuste táctico a la idea del per-saltum político. Es un problema de sentido de oportunidad. Cristina solo puede gobernar, ganando. Y no esquivando compulsas. La fuerza que no se ejerce, se debilita. 

Para pasar a la ofensiva, planteo, entonces, modificar la consigna “persaltum político ya” por una convocatoria a un plebiscito (poco importa si es legalmente vinculante o no). Lo que tal plebiscito debe preguntar es lo siguiente: 

«¿Está o no usted de acuerdo con que la Presidenta Cristina Fernández Kirchner gobierne un período más antes de llamar nuevamente a elecciones presidenciales para el período 2015-2019?» 

Nuestra campaña, claramente, debe ser por el “sí”.


Más temprano que tarde deberemos poner manos a la obra:  

Plebiscito por Cristina Presidente, ¡YA!

Industriales y Kirchnerismo:

una relación marcada por el «disciplinamiento»

por Diego Genoud
El silencio de los hombres de negocios en la era kirchnerista ahora tiene nombre: «disciplinamiento». Así lo definen los funcionarios que responden al viceministro Axel Kicillof y los teóricos que consulta el oficialismo.
El disciplinamiento implica mutismo, un silencio que se traduce, entre otras cosas, en escasez de inversiones, pero que tiene varias razones de ser.
La crisis económica, el superávit fiscal en riesgo y la decisión presidencial de intervenir sobre las utilidades de las compañías abrieron un escenario de tensión inédito y volátil, que vale la pena analizar.
El director de Poliarquía, Eduardo Fidanza, considera que los empresarios tienen hoy más miedo que en los últimos 30 años de democracia y lo atribuye al modo en que se estatizó YPF. «Cumple un papel clave, traumático», asegura.
A la falta de «previsibilidad» se suman las arbitrariedades de Guillermo Moreno, el favoritismo con los empresarios amigos y, ahora, el fantasma de nuevas expropiaciones, junto con un peso creciente de los directores de la Anses en las firmas que habían invertido en las AFJP. Pero hay otras razones además.
«Antes, algunos iban con el decreto redactado para que el ministro lo firme. Ahora, no. Con la reforma de la Carta Orgánica del Central, los bancos optaron por callarse. Con la expropiación de YPF, la Bolsa no dijo nada, pese a que Repsol representa el 30% en la rueda», repasa José Ignacio de Mendiguren. El titular de la UIA expresa a la minoría intensa que se identifica con el modelo y opina que la prédica que reclama «seguridad jurídica» ya se tornó «demodé». «Muchos acá siguen discutiendo la intervención del Estado, pero en China no se quejan», dice. Sus palabras contrastan con las de los que prefieren no hablar en público, pero afirman que perdieron que el riesgo de trasnacionalización crece.
«Más allá de cómo haya sido la relación política, durante la última década existió una alta tasa de ganancia empresaria, mucho mayor a la de los noventa. Ahora hay un intento de disciplinamiento, sobre todo porque el monto de los subsidios que reciben creció muchísimo: son grandes transferencias que el Gobierno ya no puede sostener», explica la economista Mariana González, miembro de Cifra, centro de estudios de la CTA de Hugo Yasky. Un informe de Cifra, de finales de 2011, sobre la base de datos de la Bolsa de Comercio, indica que «la tasa de rentabilidad de la cúpula empresaria fue del 8,5% entre 2003 y 2010, mientras que entre 1991 y 2001 había promediado el 3,1%». El titular de Cifra, Eduardo Basualdo, acaba de ser nombrado en el directorio de la nueva YPF.
El director de la maestría en Administración y Políticas Públicas de la Universidad de San Andrés, Carlos H. Acuña, también ve un giro, pero pone el acento en la relación tradicional entre el Estado y los hombres de negocios: «Lo original de los gobiernos kirchneristas es que, gracias a condiciones internacionales propicias y políticas audaces, devolvieron autonomía al Estado con respecto a las elites tradicionales. Más allá de errores o tosquedades, esa capacidad de «disciplinamiento» muestra aspectos positivos en una historia de vetos e imposiciones de elites sospechadas. No reconocerlo es perder de vista algo central de la lógica política argentina actual».
Gustavo Grobocopatel destaca, en cambio, que tras la expropiación de YPF, la incertidumbre se apoderó de la comunidad de negocios en el exterior. «Lo peor fue cómo se hizo. Ahora, cualquier negocio puede ser declarado de interés público. Los bancos, el acero, el azúcar», vaticina. Grobocopatel, que integra la Asociación Empresaria Argentina (AEA), apunta contra los que crecieron mamando de la teta del Estado y anuncia que la UIA del futuro estará llena de empresarios del campo.
El Gobierno lo sabe. No todos son lo mismo y no piensan igual ni siquiera dentro de una misma cámara. El CEO de Los Grobo distingue tres rubros: los contratistas y proveedores del Estado, los que viven del consumo interno y los que dependen de capitales internacionales, como el software, los agronegocios, la siderurgia y las automotrices. El sólo apuesta por los últimos.
Para el diputado y economista Claudio Lozano, después de nueve años, el Gobierno parece querer cambiar de estrategia. «Hay un sector que reconoce el fracaso de la burguesía parasitaria que nació con el kirchnerismo. La tasa de inversión en relación con la tasa de rentabilidad es inferior a la de los noventa. En China, ronda el 47% del PBI y en la India está en el 37. Acá, con tasas de crecimiento similares, oscila entre el 23 y el 24%, y es en parte de carácter especulativo.»
Para explicarlo, Eduardo Fidanza bucea en el ADN empresario, cuya clave es la supervivencia del más apto. «Las constataciones históricas refuerzan el individualismo. Hay que ser rápido para optimizar las oportunidades ya, hay que ser astuto para no «avivar giles», hay que tener amigos en el poder político, porque el Gobierno se apropia del Estado.»
Según Ana Castellani, investigadora de la Universidad de San Martín y autora de Estado, empresas, empresarios , «en el empresariado brasileño existe un consenso sobre que la reinversión de utilidades convertirá a Brasil en potencia mundial. Acá, en cambio, no existe un modelo de desarrollo consensuado ni una visión clara del papel estratégico que deben jugar los empresarios».
De Mendiguren cree que la falta de debate se debe a que la mayoría se acostumbró a pedir por lo suyo. Acuña sostiene que los liderazgos concentrados y las decisiones no consensuadas no sirven a la hora de negociar. Y Fidanza arriesga que, tal vez, la experiencia traumática del kirchnerismo sirva para que constituyan organizaciones sólidas, que logren defender sus intereses en el mediano plazo: «Es algo que el sindicalismo argentino aprendió, a pesar de sus problemas, hace mucho tiempo», concluye.

Acto oficialista para promover la reforma de la Constitución

Avanzada. Yasky, D’Elía, Forster y Maccia, ayer, encabezan el lanzamiento de la agrupación ro-reforma, en San Telmo.
Cristina Kirchner sin fecha de vencimiento. Agrupaciones kirchneristas y movimientos sociales encolumnados en el Frente para la Victoria lanzaron el “Movimiento por una Nueva Constitución Emancipadora”. El objetivo, al menos en lo discursivo, es iniciar un proceso de discusión para “profundizar las transformaciones” y obtener “una nueva Constitución al servicio de las mayorías populares”. En lo político, es el primer paso a una reforma por le re-reelección de CFK.

Con el dirigente social Luis D’Elía, el titular de la CTA oficialista, Hugo Yasky, y el filósofo de Carta Abierta, Ricardo Forster, a la cabeza, este nuevo espacio tuvo ayer su presentación en el teatro Margarita Xirgu de San Telmo. Se trata de un paso del kirchnerismo duro para la reforma de la Constitución que permita la presentación de la Presidenta a las elecciones presidenciales de 2015. “Decidimos tomar como bandera la necesidad de reformar la Constitución”, sentenció Yasky, el único orador del encuentro del cual no participaron figuras rutilantes del oficialismo. El ex subsecretario de Integración Económica Americana y Mercosur, Eduardo Sigal, fue presentado como uno de los articuladores de la reunión y fue el encargado de leer el documento firmado por más de 15 organizaciones políticas: Descamisados; La Martín Fierro, el Partido Comunista; Nuevo Encuentro; Movimiento Evita; Fuerza Militante, alineados con La Cámpora, MILES (el partido de D’Elía), entre otras.

“Este movimiento nace como necesidad de discutir la Constitución emancipadora que necesitamos”, agregó Yasky, que aseguró que la nueva Carta Magna debe ser “para un Estado al servicio de las mayorías populares ”, y sostuvo que “nadie puede discutir la necesidad del debate”.

Desde el mes que viene, esta agrupación empezará a recorrer el país para instalar foros de debate que discutan lo que sería un proyecto de reforma que se presentaría a mediados del 2013 , al conmemorarse el segundo centenario de la Asamblea del año XIII.

“La constitución vigente, hija del pacto de Olivos y de la hegemonía del Consenso de Weashington, fue pensada para el proyecto neoliberal de sumisión de la Nación”, dice el documento de dos hojas que fue firmado ayer. “Se la escribió contra el pueblo y contra los intereses nacionales”, agrega el texto, repleto de eufemismos y vueltas discursivas para no hablar lo que el kirchnerismo ya no oculta.

“Que Cristina no tenga fecha de vencimiento en 2015” , le explicó Yasky a Clarín . También atribuyó el origen de esta idea a una serie de artículos escritos por el periodista Juan Pablo Maccia (www.anarquiacoronada.blogspot.com), y aseguró que este proyecto no fue hablado ni con la Presidenta, ni con ningún funcionario nacional. “Hoy por hoy no hay plan B ”, aseguró ante la posibilidad de que la propia Presidenta decida no buscar un nuevo mandato. “Es un debate que no tenemos en agenda y que divide a la sociedad”, sentenció, D’Elía, tratando de evitar la discusión por la re-relección. Del acto participaron las diputadas Adriana Puiggros y Araceli Ferreyra; el secretario general de SUTEBA, Roberto Baradell, y el legislador porteño del Frente para la Victoria, el bloguero autonomista Pablo Maccia, y Tito Nenna. “La Constitución existe para que las mayorías puedan avanzar en las conquistas”, aseguró Yasky. La discusión ya está en el tablero político.

Editorial Retazos:

20.06.2012 | Tiempo Argentino

Libros que rescatan la impronta cultural de Bolivia en la Argentina

Jóvenes de entre 20 y 30 años idearon un modo de luchar contra los estereotipos desvalorizadores del migrante andino. Hacen libros con cartón y con los restos de tela de los talleres textiles del país con mano de obra boliviana.




Son jóvenes bolivianos y jóvenes argentinos de padres bolivianos que sólo por afán de compartir ideas comenzaron a reunirse hace cuatro años en el Parque Avellaneda. Dos años después, ya con techo propio, o cedido (les ofrecieron usar las instalaciones del ex centro de detención Olimpo para sus reuniones), decidieron fundar una editorial dedicada a la literatura boliviana. El armado de los libros era entonces como sigue siendo ahora: a mano, con tapas de cartón, fotocopias o impresiones y la portada hecha con pedazos de tela prolijamente unidos o superpuestos con delicadeza y gusto. Por eso llamaron Retazos a su editorial, y Simbiosis Cultural a su grupo. Hace apenas unos días, editaron el décimo libro, titulado Se cocina Bolivia en Buenos Aires, que contó con apoyo del Centro Cultural España Buenos Aires y fue presentado el sábado pasado en La Casona de Flores, a pocas cuadras de la Plaza, donde ahora funciona su base de operaciones. ¿De qué trata el libro? De comida boliviana, de lo que comen los bolivianos en la Argentina, pero también del habla del migrante, de recetas y reflexiones sobre la cocina como espacio de encuentro “político y social”, como se explica en la introducción del volumen. O en palabras de la joven Geraldine Peñaranda, integrante de Simbiosis: “Un plato de comida implica muchas cosas. El plato que se hace en el taller es fundamental para tejer la armonía con tu país. ¿Que cuál es mi plato preferido? Pique Macho, pues.” Tiempo Argentino dialogó con Geraldine, con Juan Estrada y Ramiro Charcas –sólo ellos pudieron dar la entrevista, ya que los demás se encontraban trabajando–, un día antes de la presentación del volumen. “La variedad de la comida boliviana, y el modo de hallar los ingredientes en el ex granero del mundo es el eje de Se cocina Bolivia en Argentina, salpicado de entrevistas a cinco mujeres que cuentan sus experiencias, una que tiene un puesto en la calle, otra que es chef, una tercera que cocina para un taller textil…”, arranca diciendo Geraldine.



–Se cocina Bolivia en la Argentina cuenta lo difícil que era antes conseguir en Buenos Aires los ingredientes para preparar los platos de la cocina boliviana, el locoto, el ají, el chuño…


Juan: –Sí, como muestra el libro, no es fácil cocinar comida boliviana en Argentina. Al comienzo se cuenta que antes pedías mote blanco, y te contestaban: “¿Qué estas pidiendo y por qué tú me estás pidiendo eso?” La discriminación es también gastronómica…


G: –A la vez es un modo de honrar la cocina boliviana, que con sus nueve departamentos, tiene platos muy diferentes entre sí, y muy diferentes a lo que se come aquí.


–¿Cómo surge el colectivo Simbiosis?


Geraldine: –Somos un colectivo que hace cuatro años que se ha conformado, la mayoría somos bolivianos, aunque ahora hay de todo un poco. Seremos unos 15. Al principio éramos solo un grupo de amigos, algo así como un grupo de contención, como los hay tantos al interior de las colectividad boliviana.

Ramiro: –Comenzamos con un ciclo de cine en el parque Avellaneda. Pero la idea era más bien un pretexto para hablar, para juntarse. Uno de los puntos clave era hablar sobre el trabajo, sobre la forma de trabajo de la colectividad, porque el principal trabajo de la colectividad boliviana es el trabajo en el taller textil.


G: –Nosotros como jóvenes nos fuimos juntando poco a poco, luego la cosa se tornó más seria y comenzamos a proponernos actividades. Tuvimos un espacio en el ex Olimpo, el centro de represión, es más, la editorial se gestó en ese centro, el 8 de mayo de 2010. A partir de ese día, arrancó este grupo lindo. 


R: –Por nuestro trabajo, una de las cosas que nos era más familiar a nosotros eran los retazos de las costuras. En los talleres textiles, hay un montón de retazos. Está lo que sobró del molde, lo que no entra, lo que no sirve y lo que es basura. Usamos esos retazos para nuestros libros, y los reconfiguramos para cubrir las portadas, por eso tratamos de que se mantengan en su forma igual a lo que encontramos. La mayoría de las veces se notan de qué parte del molde son. Porque la idea era tratar de llegar al costurero, a la gente que está en costura, y que ellos mismos reconozcan esos retazos. Es más, muchos reconocen: “Uy, yo estoy haciendo remeras con esta tela”, oímos que la gente decía… 


–¿Qué tema privilegian en sus libros? 


G: –Primero nos dedicamos a literatura boliviana, o a textos que se hacían allá, pero faltaban escritos sobre lo que pasaban aquí en Buenos Aires, o en los lugares donde se asienta la comunidad boliviana. Queríamos reproducir directamente el habla de los migrantes, porque investigaciones hay varias, pero no desde acá mismo. Por ejemplo antes de este libro hicimos dos sobre el tema del incendio del taller textil de la calle Luis Viale. No olvidamos, se llama y hay testimonios y entrevistas a personas que estuvieron involucrados en el tema, por ejemplo al entonces cónsul “Gringo” Gonzáles, y que ahora está como embajador en Brasilia, a Gustavo Vera de La Alameda, a Silvia Rivero Cusicanqui, que es una pensadora paceña…


–Es arduo sacar conclusiones sobre este tema, ¿no?


R: –Hay un armado muy importante en torno a los talleres. Hay mucha reticencia a la hora de hablar y el tema es muy complejo. Justamente, por enfrentar este tema es que el “Gringo” Gonzáles tuvo muchos problemas. Es arduo tratar de encontrar un solo culpable, está todo tan mezclado. Por ejemplo, nosotros respetamos mucho lo que hace Alameda, pero a la vez es como que falta preguntarse con la gente que se va de allí, y por qué terminan reingresando al círculo, de manera incluso peor. 

–¿Por qué creen que la comunidad boliviana, siendo la más numerosa en la Argentina, es la más explotada, incluso más que las demás comunidades, peruana, paraguaya, china…?

J: –El tema es cómo está compuesta la sociedad argentina, de raíces europeas, siempre estamos hablando de Capital Federal y de Buenos Aires. La discriminación pasa por el color de piel porque a los jujeños les pasa lo mismo que a los bolivianos.  <


Objeciones y conflictos de coyuntura

por Juan Pablo Maccia


Observo con asombro que se duda sobre el tono de mis escritos. Mejor sería reparar en la seriedad de los problemas que planteo: en particular, aquel que liga la cuestión de la sucesión de caras a las elecciones del 2015 con un deseo de reformas que, de un modo u otro, resuena con los acontecimientos del 2001.

Me preguntan si al final soy kirchnerista o no. Como el asunto no tiene la menor importancia evito respuestas excesivas. Hago con el kirchnerismo lo mismo que haría con cualquier otro “ismo” a la moda: tomarlo –si se deja- como condición para un proyecto futuro que nos abarque. Si no da, lo desprecio y punto. Lo que importa no es nunca el “ismo”, sino el “nosotros” que se ocasiona en alguna parte. En favor o en contra es absolutamente secundario, circunstancial.

No soy tan ingenuo como para ignorar que todo lo que se diga cae hoy en las aguas divididas por una polarización de hierro. Sin embargo, al conceder a la polarización nos volvemos torpes y débiles.

En todo caso, lo que está faltando es la presencia política de la generación que se constituyó en torno al 2001. Esa que parece ser la única que no hace política. Se me objeta que al decir esto no comprendo el papel del grupo que dirige a La Cámpora. Es de necios creer que la edad define al hombre (en sentido genérico, a la mujer y al hombre). El día que estos “cuadros” definan políticas por sí mismos –es decir, acordes al tipo de problemas que su tiempo histórico les plantea— cantará otro gallo. Uno que hoy no canta, lamentablemente, ni allí ni en ningún otro sitio. Y como no canta, la política permanece muda.


Se discute de todo, pero todo resulta por igual triste y monocorde. Bello sería contar con todas las escalas para entonar un razonamiento propio en torno a lo que se juega ahora mismo en el conflicto entre el gobierno nacional y el líder de la CGT. Junto a Moyano están sus hijos “jóvenes”. El mayor, al frente del sindicato de camioneros, excita al peronismo sindical de pura cepa. El menor es diputado nacional y tiene un estilo “intelectual” que derrite al progresismo. Cuando el Pablo habla el Facundo se caya y viceversa. En todos lados la misma fórmula: la línea familiar sustituye las trayectorias políticas propias. La divisa sangre y apellido recorre toda cúpula que se precie. Se confunde “joven” con “hijo”; “rebeldía” con “obediencia”, “legado” con “herencia”, “acontecimiento” con “historia”.
No es por este modo de apelar a lo juvenil que vamos a comprender lo que sucede. Así que abramos los diarios a ver qué encontramos. ¿Qué diarios? Todos o ninguno. Como sea: sabemos que el conflicto que anoche nos quitó un poco el aire tiene por lo menos tres niveles. Uno más inmediato que es, digamos, salarial. Otro segundo que tiene que ver con la (pútrida) interna de la CGT. Y uno tercero, que se vincula directamente con la ruptura política entre la Presidenta y el Secretario General. Los tres se mezclan. Pero sobre todo nos preocupa el último, que abarca el rumbo político general, sobre el que vengo insistiendo en cada rincón del país al que me invitan a conversar.
Si el kirchnerismo supo confinar al peronismo a la condición de un subgrupo del Frente para la Victoria, ¿cómo se lee la convergencia objetiva de Moyano y Scioli intentado correr al gobierno por donde más le duele: la militancia, la calle, la redistribución, los salarios? Lo que se ha activado es una tentativa por invertir los términos y hacer del kirchnerismo un episodio interno de un peronismo en reconstitución.
Cuando Cristina sale de cuadro (espacialmente: estaba fuera del país temporalmente; fuera, también, de la carrera por la sucesión) aparece la segunda línea de gobierno: Abal Medina, Boudou y Mariotto. A los que se suma otro algo mejor, el médico y militar Sergio Berni, que al menos concentra la dimensión operativa del gobierno. Esa que cruza seguridad y política social. Descomprensión sin represión. Lo que preocupa, en este grupo –que es el grupo que organizó el acto de Vélez, el del kirchnerismo puro es la debilidad con que enfrentan por el momento el problema de la relección, cuyo último paso fue auto-organizarse como Movimiento por una Nueva Constitución Emancipadora y un Nuevo Estado, en pos de este propósito.
Del otro lado, el apriete de ayer debe considerarse dentro de un horizonte más largo. Con el acuerdo salarial en marcha, la suspensión del paro y la convocatoria a la plaza de mayo el 27 de junio (veremos quiénes se les suman), adquieren relieve los niveles más pesados de la confrontación: en julio la CGT y luego el juego de la sucesión política.
De un lado, el 54% de los votos sin proyección clara al futuro. Del otro, la activación de un conflicto que por ahora asume un lenguaje social, sin un definido arco de propósitos ni alianzas. ¿Tenemos algo que decir al respecto?

Lanata y el triunfo del código progresista

Taller de Coyuntura 

 ¿Cómo se explica la relevancia política que tomó durante las últimas semanas la aparición de un nuevo programa televisivo del periodista Jorge Lanata?

En el marco de una oposición institucional insulsa, las tensiones discursivas se desplazan una y otra vez al escenario de la producción mediática. En estas arenas -que son desde siempre las suyas- se hace fuerte una de las figuras seminales del gen progresista de la cultura periodística de los años 90. Lanata se presenta como encarnación de aquella mirada crítica que a fines de la década del 80 dio lugar al diario Página/12, y que se dirige ahora contra el oficialismo kirchnerista.

Tras el cierre de diario Crítica (que fundó, dirigió y quebró durante el gobierno de los Kirchner) -y luego de ocuparse de algunos programas internacionales, un teatro de revistas y un espacio menor en un canal marginal de TV por cable- Lanata parecía haber quedado huérfano para siempre del amor de las clases medias argentinas. Alcanzó con que ciertas perspectivas económicas se ensombrecieran para que capas enteras de la sociedad volviesen a buscar en las voces del pasado explicaciones coherentes con su modo de experimentar el mundo.

Este es el sentido, la repercusión del discurso de Lanata coincide con el malhumor de una parte de una sociedad cuya referencia es el dólar y la semana de las (módicas) cacerolas.

Lanata agrega valor (legitimidad) a la alicaída estrategia comunicativa del Grupo Clarín en su disputa con el gobierno. ¿Qué aporta Lanata?: saber hacer televisivo y código progresista. Este código es reconocible en sus rasgos por la identificación con la víctima, cierta ironía pretenciosa, una ética denuncia y una adhesión a las causas de los derechos civiles y humanos.

La discusión sobre la autenticidad/credibilidad de las retóricas de gobierno en torno al que gira hace años el debate público se dirime ahora por entero en el terreno del progresismo, así definido. El aniversario reciente de Página/12, con discurso presidencial incluido, sirve para repasar esta historia que tiene ya algo más de dos décadas.

El progresismo a lo Página/12 se hizo fuerte, sobre todo defendiendo los derechos civiles y humanos, innovando en la ironía y atacando la corrupción. Periodistas –a esta altura míticos- como Horacio Verbsitsky son recordados por libros como “Robo para la corona”. Han pasado los años, y esa historia tuvo capítulos diversos. Entre ellos la frustración con el Frente Grande y con la Alianza. Pero la formula y el estilo se mantiene llamativamente fieles al inicio.

Ese inicio remite a la figura de Jorge Lanata; que apela ahora a esta larga memoria, para actualizar su fórmula y aplicarla contra el kirchnerismo. Como hizo durante el menemismo, pero en condiciones muy otras. Esa fórmula parece ser: “el kirchnerismo no es progresismo”. El kirchnerismo es falsedad, corrupción.

El universo kirchnerista denuncia a Lanata como un fraude y un traidor a sus nobles orígenes. Fue progresista, y ya no lo es. Desde su perspectiva, en cambio, el progresismo es pre-kirchnerista. La disputa por el progresismo se extiende a todos los contendientes. Y en ella Página/12 adquiere una dimensión mítica que no deja recordar con rigor su papel en los años 90.

En aquellos años su crítica de la corrupción fue más potente que la denuncia sistemática de la privatización del patrimonio público. Y su apoyo a la Alianza, de aquellos años, suponía moderar su cuestionamiento a la convertibilidad. Página/12 fue en sus inicios más un progresismo liberal que una expresión del nacionalismo popular.

El deseo de Lanata de heredar esa fórmula sobre fondo de formatos heredados del humor político de Tato Bores converge en un objetivo político bastante preciso: desenmascarar la autenticidad del “relato” de Cristina. En esa labor, se posiciona como uno de los pocos con capacidad de disputar el sentido al interior del “progresismo” que maneja parte del gobierno. Gran hallazgo para el Grupo Clarin, durante años enfrentado al periodista.

¿Qué nos dice esta reaparición de la figura del crítico en el escenario mediático? El crítico es aquel que capaz de expresar dentro del clima de su época una disputa por los modos de gestionar los valores dominantes, haciendo el contrapunto del discurso gobernante. ¿Qué efectos tiene este modo de encarnar la crítica? ¿Puede destrabar un lenguaje político codificado en la polarización cerrada? ¿O apenas alcanza a modular la voz de un sentido común reaccionario ya existente?

¿Qué potencia tiene hoy el discurso contra la corrupción? Quizás sea una retórica que sólo vuelve a tener presencia momentáneamente, resonando con los humores sociales. Tal vez se torne expresivo de otro tipo de problemas. Por ahora preferimos subrayar un malestar social creciente, y la necesidad de formas expresivas capaz de viabilizarlas ¿A qué formas de lenguaje da lugar ese malestar? ¿Qué expresiones propias tiene, que no pida prestadas al discurso liberal despolitizador de la transparencia y la anticorrupción?

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¿Hay una nueva forma-Estado? Apuntes latinoamericanos

por Verónica Gago, Sandro Mezzadra, Sebastián Scolnik y Diego Sztulwark 

1. Retóricas, procesos y estructuras
En América latina en general, y en Argentina en particular, presenciamos una renovación del papel del Estado tras una década de impugnaciones desde abajo al neoliberalismo. Presentamos a continuación algunos «apuntes» con el objetivo de abrir la discusión sobre esta figura emergente del Estado, ubicándola al interior de un contexto que parece caracterizado por tres tendencias de fondo: una nueva legitimidad de los gobiernos «progresistas» lograda a través de un modo específico de inserción en el mercado mundial, una creciente importancia del consumo popular y una reconfiguración decisiva del mundo del trabajo.
Creemos, además, que el análisis del sistema institucional que toma forma, de manera contradictoria, en estas circunstancias debe ubicarse más allá del campo conceptual y de las lógicas que han caracterizado a la forma Estado moderna. La perspectiva necesita ampliarse hacia un conjunto de dispositivos de gobierno que integran al propio Estado tal como ha sido entendido tradicionalmente, pero sin reducirse a él. La total redefinición de los procesos de gobierno que se ha señalado en los últimos años en las teorizaciones sobre la governance se manifiesta en América Latina de modo absolutamente singular. Proponemos analizar el nuevo rol y las nuevas funciones asumidas hoy por el Estado desde el punto de vista de las retóricas, los procesos y las estructuras heterogéneas en las cuales se expresa esta redefinición. Es esta combinación específica la que nos interesa para comprender la innovación que se experimenta en la región en el actual contexto de crisis global.

2. ¿Más allá de la hipótesis del atravesamiento?
En la última década las luchas populares y masivas, en sus distintas expresiones, obligaron a una reconfiguración institucional respecto de la matriz estrictamente neoliberal que se consolidó en los años del Consenso de Washington. Una hipótesis muy sugerente para pensar la vinculación entre Estado y movimientos sociales en este contexto fue la del “atravesamiento”, propuesta por Toni Negri: los movimientos sociales podían orientarse a atravesar las instituciones del Estado para transformarlas desde dentro. El supuesto que organiza esta hipótesis (más allá de la clásica toma del poder del Estado) es que en la medida en que estos movimientos expresaban una potencia heterogénea respecto de la naturaleza neoliberal y colonial del Estado, dicho ²atravesamiento² abría la posibilidad de un cambio significativo en su constitución.
Este proceso de ²atravesamiento² del Estado por parte de los movimientos se ha experimentado en muchos países latinoamericanos. Cierto que de un modo siempre parcial, imposible de captar desde una mirada lineal. Y, más importante aun: con una variedad de modalidades significativas, oscilando entre una apertura institucional ²por arriba² y la subordinación de las dinámicas políticas ²por abajo².
Lo que puede corroborarse es la multiplicación de contradicciones al interior de las estructuras mismas del Estado, imponiendo nuevos temas en la agenda política, restableciendo jerarquías y prefigurando pautas diferentes en las políticas sociales, cada vez más centrales en el dinamismo económico y en los dispositivos de gobierno.
Es en simultáneo y al interior de estos procesos que han tomado forma las nuevas funciones estatales, que corresponden a estructuras institucionales específicas y que asumen una importancia creciente en países como Argentina. No nos referimos sólo a aquellas funciones vinculadas a gestionar las políticas sociales. Son también importantes, por ejemplo, las que gestionan la interdependencia económica y la inserción en el mercado mundial: éstas últimas constituyen el punto de conjunción a través del cual la especificidad del capitalismo latinoamericano se articula con las lógicas unitarias del capitalismo global. Junto a la creciente complejidad de la figura del Estado aparecen nuevas tensiones y hasta auténticos quiebres entre sus estructuras, entre los procesos políticos que se impulsan, y las retóricas a través de las cuales se intenta consolidar la propia legitimidad.
Esta nueva situación nos lleva a la necesidad de profundizar el análisis de la relación entre capitalismo contemporáneo (uno y múltiple al mismo tiempo) y el nuevo rol jugado por el Estado en muchos países “emergentes” (no sólo de América Latina). Para que esto sea posible, insistimos, resulta igualmente necesario abandonar  cierto modo “metafísico” de entender el Estado como si fuese una esencia eterna e inmutable, muy notorio en particular en el debate en torno a la “vuelta del Estado”.
3. Instituciones abiertas: una teoría de la improvisación
Si hay una nueva forma Estado se caracteriza porque –a diferencia de lo que sostenían las teorías tradicionales, jurídicas y políticas, del Estado moderno– su unidad ya no puede ser asumida como presupuesto de su acción, ni de su legitimidad, ni de su eficacia. Al interior del Estado conviven segmentos parcialmente “desnacionalizados” (Sassen) y  estructuras que se organizan en torno a competencias específicas, dando lugar a una verdadera institucionalidad “por proyectos”.
En el caso argentino, por ejemplo, el Estado demuestra una capacidad enorme de gestionar la inserción en el mercado mundial a través de la economía extractiva, la administración de una porción de la renta surgida del comercio de materias primas (minerales y transgénicos) y la construcción de relaciones directas con nuevas fuentes de financiamiento (por ejemplo, los bancos chinos).
Las estructuras, los procesos y las retóricas que se refieren a la figura del Estado operan todas a partir de esta circunstancia y de estas fuentes de recursos. En este contexto, la fuerte presencia del discurso ²soberanista² y nacional como organizador del escenario “neo-desarrollista” (con énfasis sobre la ciudadanía, la ciencia y la industria nacional) coexiste y se refuerza con la asunción de la creciente interdependencia global.
Lo cual, a su vez, obliga –y este es el punto que nos interesa– a un modelo de “instituciones abiertas”, construidas sobre un principio de permanente improvisación respecto a sus modos de actuación y sus parámetros de eficacia. Nuevas estructuras, capacidades y legitimidades se forman alrededor de competencias específicas, configurando –como decíamos– una institucionalidad por “proyectos”. Al interior de este esquema se gestiona también la continua superposición de escalas (local, nacional, regional y global), con las permanentes disputas que de allí se derivan.
En lugar de atribuir estas características particulares a la “transición” hacia (o  la “vuelta” de) el viejo Estado benefactor, podemos pensarlas como elementos de una nueva figura estatal, en la cual la eficacia de la acción gubernamental reproduce constantemente una sustancial fragilidad, relativa tanto a la misma unidad global de sus estructuras, como al hecho (clave) de que esta institucionalidad se funda en una relación totalmente peculiar con procesos de movilización social, de los cuales depende su eficacia en última instancia.
4. Planes sociales: ¿el consumo desvinculado del trabajo? 
En Argentina, como en otros países de la región, está en marcha hoy un proceso, limitado y desigual, de distribución de la riqueza social. Esto se vincula ciertamente con la presión de las luchas sociales, las cuales han sido un elemento esencial del régimen de legitimación de los recientes gobiernos ²progresistas². Sin embargo, veremos que hay otros elementos también en juego.
La naturaleza, la composición y el desarrollo de las políticas sociales son aspectos cruciales para comprender tres puntos: la lectura y el tratamiento que el gobierno da al conflicto y a la cooperación social, la relación entre gobierno y movimientos sociales y las transformaciones “subjetivas” a nivel social. En este sentido, se trata de una lente particularmente eficaz para focalizar los desacoples entre retóricas, estructuras y procesos de gobierno.
También limitando nuestro análisis exclusivamente a Argentina, resultaría muy difícil hablar de una modalidad única y coordinada de los planes sociales. Más bien lo contrario: la clave es su variedad. Así como hay planes sociales que intentan adecuarse al complejo mapa social trazado por los movimientos en la última década (aquí es decisiva la implementación del plan de cooperativas Argentina Trabaja), hay otros que presentan formas más o menos universales (Asignación Universal por Hijo, Jefas de Familia, etc.), pero también formas de financiamiento para pequeñísimos emprendimientos (que aprovechan vinculaciones varias con las redes de la economía social).
Sin embargo, es necesario pensar los efectos de todas estas distintas ramas de la “asistencia social” unificadas bajo la retórica de la “inclusión” y del ²empleo². Pero lo importante es cómo se articulan estas retóricas con los siguientes procesos:
1) Tratamiento complejo con los movimientos sociales: que incluye y combina la negociación, la subordinación, el reconocimiento y la reparación, con el armado de estructuras paralelas y el enfrentamiento más o menos directo.
2) La disgregación de las redes colectivas: hay también una combinación entre financiamiento a movimientos y prestaciones individuales. Pero un mix de estas modalidades se da inclusive al interior de los movimientos mismos. Por un lado, se tramita “uno a uno” instituyendo estructuras de mando (“punteriles”) que gestionan la incorporación individual (y negociada) con el plan social y las agencias estatales (municipios, Ministerio de Desarrollo Social y de Trabajo). Por otro, hay complejos canales de negociación colectiva e interlocución institucional (de la obtención de recursos al manejo directo de un proyecto).
3)  Producción de conocimiento como forma de gobierno: los planes sociales permiten desarrollar una inteligibilidad del mundo popular profundamente trastocado a partir de las mutaciones operadas desde la década del noventa y la crisis de 2001. Es una forma de registro y clasificación de los modos de vida que no pueden considerarse dentro del mundo asalariado formal ni de los cánones clásicos con los que opera el Estado. Para ello, fue necesario que el Estado incorporase a su plantel a muchos funcionarios provenientes de los movimientos y de las ciencias sociales. Su conocimiento de los grupos y su saber operativo, territorial y organizativo, están en la base de una nueva interlocución (pero también de un sistema de exclusión).
4) Política de seguridad: el conocimiento y el control territorial viabilizado a partir de los planes sociales permite un saber sobre grupos y movimientos con el que no cuenta cabalmente ninguna fuerza de seguridad. La reciente designación del histórico responsable de las negociaciones con los movimientos sociales como Viceministro de Seguridad habla muy claramente de una reformulación realista de las concepciones mismas de la noción de seguridad.
5) El plan social como productor de una nueva forma de ciudadanía: parte de los requisitos de los planes consiste en un cierto tipo de inscripción legal de los “beneficiarios” en aquellas zonas donde predomina la informalidad: la escolarización, la vacunación y documentación obligatoria como contrapartida. Sin embargo, acá vemos operar otra novedad: las instituciones clásicas del Estado no pueden dar respuesta a la masividad que se deriva de este tipo de prestaciones obligatorias. Para ello, muchas veces el Estado se sirve de iniciativas autónomas para suplir la imposibilidad de resolución institucional. Pongamos un ejemplo: el aumento en la matrícula escolar, luego de que ésta sea un requisito del beneficio de la AUH (Asignación Universal por Hijo), obligó al Estado a recurrir a la experiencia autogestiva de los “bachilleratos populares”, que hacen educación popular en las fábricas recuperadas desde el 2001, y en simultáneo reconocerles su existencia a partir del financiamiento de los salarios docentes, por afuera de los convenios colectivos del gremio docente.
Este mapa breve del funcionamiento de la política social nos permite remarcar un punto clave: la retórica dominante del retorno del empleo convive con subsidios que –asignados bajo este lenguaje del mundo del trabajo– son destinados directamente al consumo. Y en relación a esto: ¿qué escenario configura este modelo de financiamiento de los consumos?
La idea parece ser, analizando la retórica del gobierno, una suerte de ²política en dos tiempos²: primero el ²despegue² de los consumos, motorizados en gran medida a través de planes y subsidios; después la generalización del empleo, imaginada según una modalidad clásicamente industrial y “fordista”.
A nosotros nos parece que no es esta la tendencia en marcha al interior del mercado de trabajo argentino, y que sería más realista pensar la segunda fase de la ²política en dos tiempos² bajo otra dirección. Una proletarización heterogénea y precaria que no es una ²sala de espera² del pleno empleo fordista, sino la dinámica que posibilitaría el recurso al crédito individual. Esta proyección de endeudamiento supone y tiene como correlato la compulsión al trabajo, cualquiera sea su definición y su regulación.
Si esta hipótesis es viable, la expansión de los consumos ²populares² anunciaría, paradojalmente, una intensificación de los procesos de explotación capitalista de la cooperación social en sus formas cada vez más difusas y variadas. La retórica de los derechos, hoy muy difundida en Argentina, iría de la mano de una financierización creciente del mundo popular.
5. Capitalismo popular y prolongado
La forma que organiza este giro o “segundo tiempo” de la política toma su modelo de la renta financiera, renovando las formas específicas de extracción y captura del valor producido por la cooperación social. El término ²extractivismo² adoptaría así un significado más abarcador: ya no sólo refiere a los recursos naturales y transgénicos, sino que se extiende, por esta vía, a diversas formas de explotación de los modos de vida contemporáneos.
Como ya dijimos, la “reinvención” del Estado en un país como Argentina se juega, en primer lugar, en la producción de una mediación con respecto al mercado mundial. Pero en los países llamados ²emergentes² esta mediación, a su vez, se vincula con una vasta actividad social autogestiva e informal, cada vez más presente en la actividad económica, favoreciendo su potencia económica y capturándola al mismo tiempo. El mundo de la economía informal y autogestionada se ve así vivificado, saludable y fluido, al tiempo que subordinado e híper explotado.
El surgimiento de un mundo capitalista “popular” está estrechamente ligado a la capacidad de recuperar experiencias y prácticas de autogestión capaces de lidiar con relaciones, transacciones y políticas no estatales en una sociedad crecientemente heterogénea. Esta capacidad es regenerada una y otra vez desde abajo, en relación directa con el mercado.
Este universo de prácticas informales tiene hoy una presencia cada vez más importante y explícitamente reconocida al interior de la economía nacional. Al mismo tiempo constituye un “espejo” que permite leer algunas tendencias generales que están redefiniendo el “trabajo” en Argentina: tanto por la precariedad que lo caracteriza como por su capacidad de gestionar y negociar la relación con un mundo en rápida transformación. Son estos rasgos innovadores los que están en la base de una extensión de la explotación a zonas cada vez más amplias de la vida.
Existe un vínculo directo  y de vital importancia entre estas nuevas formas de trabajo, de ciudadanía y de estatalidad. Lo que vemos en el “espejo” es que el trabajo (formal, asalariado, en ²blanco²) deja de ser la mediación central, que la ciudadanía se plantea ahora necesariamente de otro modo, y que en consecuencia cambia el papel del Estado: su protagonismo en un país como Argentina está continuamente obligado a enfrentarse con formas de trabajo y de cooperación social irreductiblemente heterogéneas, dentro de las cuales las lógicas mercantiles y la renta financiera imponen directamente sus criterios de regulación social. Es esta tendencial desconexión entre trabajo y Estado la que puede ser la base para una reorganización de la modalidad política tanto de la explotación como de las luchas sociales.
6. Integración regional, eje BRIC, y rebrote de lo nacional.
Dijimos que el capitalismo contemporáneo es uno y múltiple en tanto su lógica (la acumulación sin límite del capital) organiza y comanda las relaciones sociales en todo el planeta, encontrando una expresión particular en los mercados financieros globales. De este modo, se profundiza la heterogeneidad de los procesos de producción de valor, de las tramas sociales y culturales en las que se determina la cooperación social. La suerte que en estos últimos años están teniendo, tanto en América Latina como en Asia, las teorías de las “modernidades alternativas² y de los “capitalismos diversos”, adquiere su verdadero significado sobre el trasfondo de estos procesos. Estas teorías tienen el riesgo, nos parece, de perder de vista el problema esencial –para retomar términos apenas utilizados– de la articulación entre heterogeneidad y unidad al interior del capitalismo contemporáneo. Esta articulación es absolutamente concreta, y el rol del Estado (o de las estructuras “estatales” particulares) es decisivo en ella, sobre todo en los países “emergentes”.
Hay algunos puntos que van en esta dirección. El viaje reciente de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a Angola es un dato importante, tanto por la relación de este país con China, como por su posibilidad de constituir un polo de integración “regional” en África. Hay que subrayar que la delegación de negocios que acompañó a la presidenta a Angola incluía un representante de la mega-feria popular La Salada, sitio clave de la economía informal y popular que tiene ramificaciones regionales y trasnacionales (tanto por el componente migrante del trabajo como por la circulación de los productos y su comercialización). La apertura de una línea de créditos que vienen de China es otra de las noticias relevantes del último tiempo ­–en el que se habla menos de la integración regional latinoamericana, clave para la salida de la crisis después de 2001–, pues está orientada a asegurar el financiamiento en infraestructura y transporte para sostener el modelo basado en la exportación de materias primas agrícolas y recursos naturales.
Sin embargo, la actual coyuntura monetaria, en la cual el Estado argentino no tiene fluido acceso al crédito en los organismos internacionales, pone una pregunta esencial aunque paradojal: en el momento mismo en que se insiste sobre la recuperación de la soberanía monetaria (pesificación de la economía), ¿Argentina enfrenta el riesgo de una verdadera pérdida del valor de su moneda frente a la disputa comercial con los países respecto de los cuales se predica la integración regional sobre bases no neoliberales?
Nos parece, en todo caso, que el conjunto de las cuestiones que están actualmente en discusión a propósito del “proceso-BRIC”, entendido más ampliamente que un acuerdo de cuatro países nacionales, es hoy de una importancia fundamental. La geografía deforme de la crisis actual no habla sólo de la oportunidad “coyuntural” que se abre para las economías “emergentes” singulares, como la Argentina. Más profundamente debemos saber leerla como síntoma de un proceso de más largo alcance, que está sacudiendo los cimientos del capitalismo como sistema-mundo. La crisis de la hegemonía estadounidense, de la cual se ha hecho una experiencia “positiva” en América Latina en la última década, constituye uno de los temas de fondo de la crisis actual. No nos animamos a diseñar escenarios para el futuro, pero es cierto que toda la estructura de relaciones entre “centro” y “periferia” está hoy en movimiento, descomponiéndose y multiplicándose, al punto de volver totalmente inutilizables ciertos paradigmas conceptuales tales como aquellos construidos por la teoría de la “dependencia”.
Este escenario de multipolaridad, lejos de las retóricas apologéticas, es clave para interpretar el proceso de la crisis y los desarrollos a los que se asiste en países como Argentina y, más en general, en América Latina. Sin embargo, si registramos la oportunidad que se abre, el problema que debe primeramente señalarse es otro: las bases económicas de esta nueva configuración están profundamente marcadas por la interdependencia a nivel global y por los procesos financieros del capitalismo.
De acá se derivan poderosas coacciones, que parecen difíciles de evitar con la retórica del “retorno a un capitalismo serio”, por retomar las palabras usadas por Cristina Kirchner en la anterior cumbre del G-20. Estas retóricas tienen el riesgo de funcionar como un velo ideológico, esto es: de ocultar las coacciones que apenas nombramos, impidiendo abrir un debate –realmente “serio”– sobre la manera de enfrentarlas.
El ²retorno a un capitalismo serio² representa, finalmente, el otro lado del discurso sobre la ²vuelta del Estado², que caracteriza el debate actual en Argentina y en varios países latinoamericanos. El método de análisis que probamos delinear en estos ²apuntes² -tratando sobre todo de evidenciar los momentos de desacople (así como de articulación) entre retóricas, procesos y estructuras- busca captar los elementos de novedad que distinguen el sistema institucional y la intervención misma del Estado sin quedar encandilados por las imágenes producidas por los gobiernos para afirmar su propia legitimidad. Al mismo tiempo, al poner en el centro del análisis la relación entre las nuevas funciones del Estado y el capitalismo contemporáneo, se abre una perspectiva crítica sobre los elementos de fragilidad y sobre los desequilibrios que signan la acción de los nuevos gobiernos ²progresistas²en América Latina (y, en particular, el argentino), tanto vista desde el perfil de las políticas sociales como desde el perfil de las políticas monetarias. Pero a partir de aquí queda por profundizar la investigación en un punto fundamental: sobre el terreno de los momentos de ²encuentro², fricción y potencial conflicto entre las transformaciones subjetivas (al interior de una determinada composición social y productiva) y la nueva figura que está asumiendo la intervención institucional.

Para pasar el finde:

Michel Foucault por sí mismo (2003) – Subtitulado

Documental que ofrece un panorama de algunos de los temas principales sobre los que reflexionó Michel Foucault a lo largo de su vida. Este panorama se construye a partir de las propias palabras del autor, puesto que el documental en su totalidad está conformado por la ilación de fragmentos de declaraciones de Foucault, de algunos de los cursos que dictó y de citas de sus textos (de ahí el título del documental: “Michel Foucault por sí mismo”). De esta forma, podemos escuchar al pensador francés definir “las heterotopías”, reflexionar sobre la “parresía” y sobre el aparecimiento de la idea de “hombre”, entre otros asuntos. Así mismo, escuchamos fragmentos de libros como Historia de la locura en la época clásica, Vigilar y castigar y Las palabras y las cosas.

El subtítulo de este documental fue realizado en conjunto por Irene Loba, compañera y amante entrañable de Lobo Suelto! Agradecemos a Irene por su dedicación y trabajo cuidadoso. También queremos agradecer a David por su ayuda con la trascripción en francés de algunos pasajes difíciles (Merci beaucoup David, vous êtes très gentil!).
Datos del video:
Duración: 1h. 2 min.
Idioma: francés con subtítulos en español
Tamaño: 412 MB
Formato: RMVB
Calidad de imagen: aceptable
Enlace de descarga:
http://www.4shared.com/file/wi-hyXPf/Miche_Fouc_po_s_mism__2003_.html?

Respuesta a Juan Pablo Maccia

por Rosa Lugano


Estimo los argumentos de Maccia por qué tienen la delicadeza de la sonrisa. Se nota en la ligereza del fraseo. Agradezco la discusión sin eufemismos. Y creo que hay que resistir la tentativa vertical del kirchnerismo de quitarnos la libertad afectiva para pensar, y para dialogar.
Aunque pueda parecerlo, hasta blogs amigos como Lobo suelto! son parte de la trampa. Al no animarse a discutir abiertamente, apelan a la ironía y al anonimato. El propio Maccia es víctima de esta decisión. No ha encontrado en Lobo, un solo argumento a la altura de sus inspirados jueguitos retóricos.
Y es que hasta el más graciosos de los comp@s se ha tomado demasiado en serio al kirchnerismo. Empiezan todos y cada uno por aceptar el “cambio de época”. No advierten que semejante acto de obediencia los coloca de lleno en el frasco del estado, en el que de inmediato se sienten sin aire y entonces acuden a la “disidencia”. Esta posición no tiene salida. En cuanto se asume que es “necesario” pensar desde arriba, la libertad de las ideas ya no se recupera.
No necesito extenderme demasiado en mis argumentos. Solo afirmar que, en lo esencial, las cosas no han cambiado, salvo para periodistas y funcionari@s, que hacen una fiesta de cada micro-novedad. O para los militantes de ayer y de hoy, que logran, por fin, conciliar su sentido común con el de la época. Fuera de este natural narcisismo, las cosas permanecen más o menos como siempre.
Pero dado que nuestro espíritu crítico se ha vuelto “foucaultiano”, al punto de detectar en cada enuncio oficial avances o retrocesos ontológicos, voy a indicar, sí, dos desplazamientos o cambios epocales completamente descuidados por los análisis “macro”, como los de Maccia.
Dos son los desplazamientos “profundos” que esta época celebra. El paso de las potencias de los cuerpos a la interpretación jurídica y de los derechos y el abandono del viejo tema de la explotación, y de la dominación social a favor de términos como “inclusión”. Al punto que no hablamos ya de “política” sin evacuar previamente las cuestiones más concretas e importantes de nuestra experiencia.
La evacuación del cuerpo es notoria en las referencias a la cuestión “sexual”, o bien, de la “pobreza”. No tocamos estos temas, tan caros a los consensos vigentes, como no sea olvidando el hecho elemental de que estamos hablando de cuerpos vivos. Es decir, de potencias. Potencias de creación, de gozo, de engendramiento. La vida no es una cuestión de derechos sino de poderes. La pregunta política no puede separarse de la pregunta esencial: ¿qué pueden los cuerpos cuando se unen?
Sobre la base de este “olvido” clásicamente patriarcal –aunque l@s primer@s en olvidar sean ciertas mujeres- se remite a una “distracción” de segundo grado. Lo que se evacua ahora es lo siguiente: ¿cómo se juntan, día a día, los cuerpos que trabajan (entre sí, y con la corporeidad de la naturaleza en su conjunto) y cómo resultan separados entre sí en el nivel de las finanzas? Estas cuestiones quedan quirúrgicamente recortadas en el lenguaje de la “inclusión”.
No se trata por tanto de ver cómo canalizar “institucionalmente” al progresismo, como insiste Maccia, sino de darse cuenta de que este modo de pensar viene castrado y abstraído de antemano.
Si queremos volvernos concret@s hablemos del trabajo real, aquel que crea condiciones para la reproducción de la vida, que la engendra y la cuida. Y  hablemos de las razones por las cuales –como dice Neka Jara en una excelente entrevista que le hace Laura Vales en Página/12 de ayer- no hay cambios relevantes en la llamada “cuestión social”.

Ni castración ni destitución

Por Juan Pablo Maccia


Agradezco a Rosa L., su llamado a ampliar libertades subjetivas. Me sorprende, no obstante, su argumento. No vamos a obtener mejores ideas renunciando a los matices. ¿O no eso lo que ella misma hace cuando apela al “kirchnerismo” en bloque?

No obstante esto, acuerdo con su argumentación. Hemos devenido abstractos (“castrados”, dice ella, alardeando de las ventajas comparativas de su género). Su solución, sin embargo, peca de previsible: volver a “los cuerpos”, a la horizontalidad de la tierra y al lenguaje capaz de enunciar la explotación (pero, ¿cuándo se habían ido?).


Estoy “abstractamente” de acuerdo con este planteo general. Pero no va a ser por medio de buenas intenciones filosóficas que modificaremos la relación de fuerzas efectivas que nos vuelven “abstractos”. Más concreto me parece el hecho de que en el día de hoy discutimos algo tan fundamental como la “destitución” del presidente Lugo en Paraguay. Y que tratamos de evitar que algo de esa “destitución” no se le contagie al peronismo entero.

Algunos apuntan de este modo a Scioli y a Moyano. Pero se quedan cortos. Si bien vamos a esperar al miércoles para abrir juicio al respecto, señalamos desde ahora nuestro temor ante la evidente pérdida de toda sensatez revolucionaria (e incluso reformista) en las propias filas del Frente para la Victoria, Nuevo Encuentro, etc. ¿En qué condiciones puede una cláusula constitucional abortar un proceso real de cambio? Solo cuando dicha cláusula opera evidenciando que se ha renunciado ya de antemano a profundizar el cambio en el nivel de la voluntad política?

La palabrita “destituyente” no deja de circular, cada vez con mayor insistencia. La palabrita tiene algunas contraindicaciones. Dado que niega el supuesto básico de la teoría de la hegemonía con la que el bueno de Laclau fundamenta la causa reeleccionista: al aplicarla a sus adversarios parece suponer que solo el gobierno actual puede aspirar al poder.

Con todo, la tarea de hoy no pasa ni por luchar contra la destitución, ni por luchar contra la “castración”: nuestra lucha hoy más que nunca debe ser por hallar una vía eficaz de desarrollo para los deseos reformistas de las masas; aquello que, hoy mutilado, el kirchnerismo muy bien supo expresar.

El chantaje de los mercados: entrevista a Toni Negri

por Pablo Chacón
En “Commonwealth”, tercer libro de la serie iniciada con “Imperio”, Hardt y Negri analizan cómo redefine las nociones de soberanía y democracia el poder del capital financiero global. Negri lo anticipa aquí.
Toni Negri, junto con su colega estadounidense Michael Hardt, acaban de publicar el último tomo de la trilogía que empezó con Imperio y siguió con Multitud. Se trata de Commonwealth. El proyecto de una revolución del común (Akal-Grupal, aparecido recientemente en España). En esta entrevista, el pensador italiano se extiende, desde la ciudad de Padua, sobre las condiciones de la producción cognitiva, la emancipación en un mundo cooptado por el capital y sobre las figuras dominantes del hombre en el universo contemporáneo. 
En la Argentina, durante su última visita, usted habló de emancipación. ¿Qué quiere decir esa palabra en el contexto global?
En principio, hubo una primera definición de emancipación vinculada con una concepción individualista y universalista. Los orígenes de la definición son de raíz iluminista pero muchas veces, el desarrollo de ese iluminismo se encontraba con una escatología propia de su universalidad.
¿Cómo se entiende eso?
Es que la emancipación también implica una clave religiosa, de salvación. El lazo entre emancipación y liberación es estrecho. Entonces, a pesar de encontrarla en las filosofías actuales como nostalgia, el concepto está relacionado con una relación social, en gran parte, agotada. Prefiero no usar el término “superada”, porque no se sabe nunca cuando algo se supera hacia dónde se va, Digo agotada. La emancipación es una idea vinculada al predominio de formas de producción individuales en un horizonte de organización capitalista que todavía no estaban involucrados todos los sectores sociales. Entonces, la primera idea de emancipación es individualista y universal, y abstractamente, se vincula al desarrollo de la producción histórica y se presenta como una utopía, con puntos escatológicos.


Ahora es diferente. 
Sí. El desarrollo del capitalismo involucra a la sociedad de forma total, a todos los niveles. La cooptación de la sociedad por el capital no es formal sino real. Es decir: todos los valores que la sociedad produce son traducidos en valores de intercambio. Se introducen bajo la categoría de la moneda. Operan al interior de pasajes financieros. Y esos pasajes provocan una serie de transformaciones que incluyen la composición técnica y política del conjunto de los sujetos. Se trata de una modificación raigal que concierne al trabajo y a la producción. Y a las formas de vida, a los modos en que los sujetos conducen sus vidas. La configuración del trabajo cambió porque el trabajo cognitivo se convirtió en hegemónico dentro del sistema productivo. La configuración política cambia porque más que encontrarnos frente a masas, nos encontramos ante una multitud de singularidades cohesionadas en la tensión productiva y reproductiva de la vida social.
Pero ¿es una época de transición?
Sí, pero el resurgir de la cooperación, que es técnicamente actual, también podría ser políticamente actual. Se vive una situación de transición en la que este devenir común del problema de la realidad productiva no se articula todavía con un devenir común de la realidad política, de la vida en la polis. En un universo laboral que no se vincula localmente sino que se expande a toda la sociedad, corresponde una cierta espacialización en la producción, la financiarización en la que se computa o se mide el trabajo cognitivo. No existe otra medida del trabajo cognitivo que no sea a través de los instrumentos financieros. Las viejas categorías para medir el trabajo (estructuras espaciales como la fábrica, o temporales, como la jornada laboral) se modifican. Convencionalmente, se habla de “finanza de tiempo”.
¿Es sobre este cambio que usted habla en su último libro?
Entre otras cosas. Sí puede decirse que reconociendo las determinaciones que operan en el nuevo mundo del trabajo, es posible desplegar una primera hipótesis respecto a la emancipación. Porque como tal, también ella está cooptada por el capital. El problema de la emancipación no aparece como un problema “ideal” sino como un problema práctico del pasaje del común actual al común de la forma tecnológica, al común virtual de las formas políticas.
¿Podría extenderse sobre este punto? 
En la actualidad, las fuerzas productivas están más avanzadas que las relaciones de producción. Eso se constata todos los días. Es un problema de educación y de costos. La crisis se presenta como una incapacidad de las relaciones de producción (estatales, financieras, globales) para contener la nueva productividad común. El mundo de las necesidades, del deseo de los trabajadores, es la dimensión cognitiva. Y las finanzas, sus formas, su viejo bloque, insisten con la capacidad de convertir la ganancia en renta. Y es sobre ese retraso de las capacidades capitalistas para organizar la riqueza producida donde se produce la crisis.
Sigue sin quedar claro… 
Mire, si se asume la existencia de un desequilibrio entre producción y formas políticas (el retraso de las formas políticas y su subsunción a las formas económicas) puede pensarse un sentido biopolítico para lo que decía, tomando, por ejemplo, los aportes que Michel Foucault brindó a las ciencias políticas. El concepto de biopoder como nueva representación de la soberanía se coloca al lado del contexto biopolítico, que debemos considerar activo. La vida política de cara al biopoder es la potencia susceptible de ser desplegada frente a ese desequilibrio.
En otras palabras…
En otras palabras muestra en conjunto la potencia del tejido social y la asimetría que presenta frente al biopoder capitalista. Cuando se habla de emancipación, es válido tener presente esta asimetría. La emancipación se propuso como un problema que debía tener una solución jurídica, constitucional, pero en la etapa que atravesamos, conviene aclarar que “el uno está dividido en dos”, según el viejo eslogan maoísta. No lo digo en términos de reminiscencia, sino que el uno se dividió en dos porque el concepto de poder y el concepto del capital han sido siempre dos. El capital no existiría como orden, como comando, si la fuerza de trabajo no fuera activa, si el trabajo no se presentara como trabajo viviente. Cuando digo que “uno se divide en dos”, no estoy diciendo que la ruptura de esa relación sea en términos absolutos. Sin embargo, para que la relación exista, la obediencia debida al Estado o la proporción de trabajo vivo debida al capital está hoy fuertemente desequilibrada.
¿Cómo se mide esa relación?
Desde el punto de vista jurídico. Porque el derecho también se convierte en una medida, en una máquina que forma la relación entre Estado y ciudadanía, entre capital y trabajo vivo. Lo que queda claro cada vez más es que la política, a diferencia de lo que ocurrió en otras épocas, después de la gran crisis de los años 30, por ejemplo, no logra desarrollar una posición constituyente que esté al nivel de la historia de los movimientos constitucionales. La misma definición de constitución siempre fue una historia de mediaciones construidas alrededor de relaciones mercantiles de intercambio, eso en el caso de las viejas constituciones liberales. Y luego, en torno a la dialéctica capital-trabajo, en el caso de las constituciones democráticas.
¿Y hoy?
Y hoy, si esta transformación de la que hablamos, ocurrió (o está ocurriendo), realmente se vuelve difícil imaginar qué mediación pueda construirse alrededor de los procesos de financiarización que viven en el corazón del capitalismo moderno. Y es difícil redefinir categorías como democracia, soberanía nacional, representación, salario, ideología. ¿Cómo pueden conceptualizarse nuevamente estas relaciones fuera del conocimiento de que los mercados financieros y globales son sede eminente de producción autónoma politicidad y legalidad? El orden ejercido por el capital financiero tiende a saltar las mediaciones institucionales de las modernas democracias y se funda en el chantaje, por el solo hecho de que las garantías, en última instancia, del goce de los derechos esenciales, de la casa, la salud, la reproducción de la vida y los mismos salarios dependen, en forma irreversible, de las dinámicas y las continuas turbulencias del mercado.
Entonces ¿para qué situar la emancipación una vez que se la define como proyecto constituyente? 
Estamos viviendo situaciones en las cuales el problema constituyente está puesto en términos muy concretos. En América Latina, se ha visto, sobre todo en los 90, y ahora mismo, en la relación entre Estado y movimientos, la configuración de una dinámica constituyente. Pero todo ocurre en una situación en la que no se comprende cuál es la conclusión. Es difícil considerar a los movimientos como otro poder frente al Estado. El proceso Estado-movimiento se diluye en una relación en la que no se entiende quién es el actor. Y se corre el riesgo de que el Estado finja que los movimientos se transforman, cuando en rigor es el mismo Estado quien crea esos movimientos: como imagen de su debilidad, y de su incapacidad de síntesis.
¿Qué significa emancipación como potencia constitucional? ¿Cómo puede definirse una emancipación a partir de esta crisis? 
Pongamos sobre el tapete otra hipótesis. Se puede hablar de emancipación como propuesta constituyente sobre un nuevo terreno espacial. Y una segunda en la que cuenta la temporalidad, la tendencia a la cosa material. Es en este punto donde se pone en juego la transición histórica que hemos vivido después de la segunda mitad del siglo XX, de las transiciones incumplidas (del fascismo a la democracia en Italia y en España, por caso). En vez de una transición, se dio una superposición del modelo neoliberal, pero también puede decirse otra cosa. En este tiempo se discute cómo, después de 30 o 40 años, existen movimientos que expresan la necesidad de la transición, en la que la pasión de democracia, que es una pasión del común, destruye una serie de formalismos que bloquearon el desarrollo constituyente de la emancipación. Es el caso de los “indignados” de España, en Wall Street, Inglaterra, Alemania, y de forma más tímida, en el movimiento estudiantil chileno. La vitalidad argentina está cifrada en el hecho de que la transición no fue ocultada, sino protagonista de este pasaje.
¿Algo para agregar?
Es razonable preguntarse cuáles son hoy las figuras de subjetividad en torno a las cuales gira la experiencia de la vida. La primera, es la del endeudado. La transformación productiva descripta se asienta sobre un movimiento que lleva del trabajo asalariado al trabajo precario. Pero si se quiere, es acá donde emerge la base de una emancipación posible, nuevas condiciones de biopoder y nuevas condiciones de lo biopolítico. El trabajo precario (que es un trabajo cognitivo, en red, cooperativo) aparece como un excedente de capacidad productiva. La figura del trabajador precario pierde su autonomía bajo el capital, se convierte en endeudado.
Pero no es la única figura…
La otra es la del hombre mediatizado. Se está dentro del círculo de los medios de comunicación, y también de lo que es la capacidad de construir cooperación dentro de los medios. Pero también se está capturado. Ya no es más la conciencia del individuo alienado, sino de aquel tomado por el juego del poder. Está claro: la sociedad es extremadamente compleja, los riesgos vienen por todos lados, pero el riesgo no es tal cuando se convierte en miedo. De ahí la capacidad para responder al riesgo, a la dificultad de la vida, poniéndonos en comunicación, defendiéndonos. Piensen en la expansión de los sistemas carcelarios, lo que son los procesos de exclusión para introducir miedo. Esto es el Estado moderno: vive de la creación del miedo. La construcción del concepto de miedo viene de una voluntad de dominio, no de asociación. La forma más peligrosa es la del hombre representado. Porque se choca con el problema de la emancipación. Las constituciones democráticas actuales y la idea de representación que construyeron, son el peor enemigo. El hombre representado es la suma del hombre endeudado, mediatizado y del asegurado. En la representación, ninguno de los valores democráticos (la emancipación, el devenir constituyente, la libertad) está garantizado.
¿Y entonces?

Es difícil. Para el hombre endeudado, existe una primera reacción: “Yo no pago la deuda”. Es el momento fundamental para comenzar a emanciparse políticamente. Es el rechazo a ser echado de mi casa porque no terminé de pagar un crédito. Es decir “quiero reapropiarme de esta riqueza común que fue construida sobre una base común”. Y se trata de pasar, después de ese rechazo, a lo que es una figura multitudinaria de rechazo dentro de una afirmación positiva: la deuda que “nosotros” tenemos se convierte en un hecho constitutivo de una sociedad un poco mejor. En definitiva, los problemas actuales de la emancipación tienen que ser pensados a partir de cómo representarnos. Esto no implica la repetición de fórmulas que sufrimos en el siglo pasado. Es un buen momento para plantear alternativas porque se nos escucha.

Sobre Darío Santillán y Aníbal Fernández

una aclaración necesaria


Uno, militante popular asesinado; 


el otro, funcionario de un gobierno represor: 


dos bandos enfrentados

El domingo último, Página/12 (en una muestra más de periodismo servil y rastrero),  publicó un artículo en el que (el miserable de) Martín Granovsky afirma: «Fernández conocía a Santillán personalmente. El dirigente de la agrupación Aníbal Verón coordinaba un horno de pan en medio de la hambruna de la crisis y a veces pedía ayuda en el Ministerio de Trabajo. Alguna vez Fernández lo auxilió de su bolsillo». (Alto asco). 


(ver nota: Aníbal Fernández, el record como ministro)

  

Quienes conocimos a Darío Santillán, sus familiares, sus amigxs y compañerxs de militancia, sabemos con certeza que Darío nunca tuvo relación personal con Fernández quien, por el contrario, estaban en el bando de los victimarios (o asesinos) y no de las víctimas. 

Sus vidas se cruzaron sólo en dos oportunidades: en el año 2000, durante la gobernación de Carlos Ruckauf, cuando Fernández era Ministro de Trabajo provincial y Darío asistió a una reunión después de un piquete en La Plata, como parte de una nutrida delegación de la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón, de la que era uno de sus referentes. 

Dos años después, no se vieron personalmente pero Aníbal Fernández se refirió a Santillán sin saberlo: acusó a los piqueteros, sus compañeros, por el asesinato de Santillán mientras felicitaba a sus verdaderos ejecutores: Fernández era Secretario General de la Presidencia de Eduardo Duhalde y uno de los voceros de la Masacre de Avellaneda…


Sólo con el tiempo, y para intentar lavar su verguenza y su complicidad discursiva con los crímenes y con el armado -probado- de la policía bonaerense, de la SIDE y del gobierno de Duhalde que él integraba, Aníbal Fernández inventaría la historia de que «conocía personalmente» a Santillán, por el sólo hecho de haber recibido una vez a una delegación piquetera que incluyó al joven Darío, de 19 años entonces, entre tantos otros delegados. Y llamó «ayudar con dinero» a la adjudicación de proyectos productivos que nuestros movimientos venían reclamando para «zafar» de la lógica clientelar y corrupta del manejo de «planes» por «listados» que era la única propuesta del ministro para controlar los reclamos de los nacientes grupos de desocupados. 


El periodista Granovsky reproduce una versión interesada y falaz, inventada por el propio Fernández hace años ya, que ofende la memoria de un joven luchador social que no puede desmentirlo porque el gobierno que Fernández integró ordenó la represión que lo fusiló por la espalda. Por lo que nos queda a nosotros, sus compañeros y compañeras de militancia, algunos de quienes estuvimos presentes en esa reunión ministerial del año 2000, otros tantos en la represión del Puente Pueyrredón junto a Darío, en el juicio junto a sus hermanos y su padre, desmentir tal canallada, proponer al periodista rectificar la versión, y sobre todo, cerca de cumplirse 10 años de aquellos fusilamientos de Darío y Maximiliano Kosteki -otro joven luchador que dio su vida por una sociedad mejor- hacer justicia en este caso con un hecho que ya es parte de la historia de todo nuestro pueblo y no merece ser tergiversado. 


Por eso, decimos:  


Quienes militamos con Darío Santillán, acompañamos en aquellos años sus luchas; quienes, más tarde, nos sumamos a la lucha por un mundo mejor recuperando su ejemplo, vemos hoy agraviada su memoria con esa desafortunada y ofensiva expresión y aclaramos que:

Darío Santilláncomo todos nosotros y nosotras, no «pedía ayuda» en ningún ministerio. Dio su vida combatiendo las injusticias, luchando contra los gobiernos hambreadores de entonces (como los de Ruckauf y Duhalde, y sus funcionarios como Aníbal Fernández); luchando junto a los y las excluidas con lo más valioso que tenía, nunca resignó y nos legó como ejemplo:  su DIGNIDAD.

«Un pueblo sin memoria está condenado a repetir su historia» 


A poco de cumplirse 10 años de los fusilamientos de Darío y Maxi,
con Duhalde, Oscar Rodríguez, Atanasof, Soria, Solá, Juanjo Álvarez, Matzkin, Vanossi, todavía impunes, Insistimos:

Juicio y castigo a los responsables materiales, políticos e intelectuales de la Masacre de Avellaneda


Darío, Maxi, todos los caídos en las luchas populares, presentes!


Por una plena y verdadera vigencia de los derechos humanos:
Aparición con vida de Jorge Julio López y Luciano Arruga 


Desprocesamiento de todos los luchadores populares y libertad a los presos políticos

Darío y Maxi


de Santillán

-Ví a Kosteki
 caer ensangrentado
y acudí a cubrirlo:
caí, como él,
muerto por la jauría policial.
Ni muertos, ni vivos;
ahora nos vemos
en la memoria
del puente que cortamos,
haciendo memoria
como hacíamos pan:
contra el olvido
que nos pide paso.
  
LEÓNIDAS LAMBORGHINI (Argentina, 1927-2009).

El zapato de Moyano

por Gustavo Varela

No es un conflicto gremial. Es más amplio: es qué hacer con el sindicalismo. La lógica sindical es de clausura; lógica de pastor, reunir, agrupar, apiñar sin diferencias. Identidad compacta de la clase obrera porque sino lo compacto del poder empresario la hostiga con voluntad de esclavizarla.
Puja de intereses también hacia el interior de los gremios, pero solapada, astuta, sin afuera casi. Acuerdos, traiciones, agachadas, todo bajo el mismo nombre y la misma voluntad: administrar en nombre de la masa laboral, una caja que reparte almuerzos, hoteles, cargos, sin más necesidad que la pertenencia y la agilidad felina para las relaciones de poder.
El peronismo inventó el poder sindical. La alianza entre uno y otro es ontológica. Por ello las contradicciones son exageradas; hay irritación, silencios valiosos, tensión de fuerzas a las que no se les ve el fondo. No mafia: este concepto es vacío y repleto de un juicio moral que impide entender. Lo que no se ve es lo que explicita la oscuridad en la lucha. Aquí no hay sorpresas: la tensión entre el peronismo y el sindicalismo tiene capas geológicas de difícil acceso. La tosca que la oculta no es una cuestión de principios democráticos ni un decálogo de buenas intenciones. Es una lógica de las relaciones de dominio y allí no hay ideas sino ocupación de territorio.
La tensión entre lo público y lo privado es ideológica (YPF, jubilaciones, asignación universal, etc.); la tensión entre el gobierno peronista y el sindicalismo es material: un problema de diagrama bélico. O sea, cartografía de fuerzas. Siempre, no ahora que se hacen visibles. La mezcla entre ellas, el responder al sindicalismo peronista con principios ideológicos o el acusar al gobierno de tiranía por parte del secretario de la CGT es alpiste para pajarracos mediáticos. Uno y otro lo saben.
Las radios dicen que en las encuestas la imagen de Moyano es más favorable.
Después nombran a Scioli, como siempre, al que le cargan la mochila con intenciones de todo tipo. Una suerte de Barbie a la que le cambian el vestido según la ocasión. Scioli es muchos, una enamorada del muro, político sin tronco. Todos los titiriteros lo quieren tener en su teatro. Con Moyano es distinto. Lo quieren usar un rato para sacarse el frío que tienen. Como una media. Pero a Moyano le importa el poder, no la representación. Es zapato, no media; pisa, no abriga. Lo saben; por eso lo dibujaron con sangre en las manos aunque ahora lo entrevisten.
Moyano no es la Pando, ni la mesa de enlace, ni un cacerolero imbécil. Es un camionero en un país sin trenes. Su poder es territorial y está situado en la raíz del capitalismo: prioridad del movimiento, economía que exige traslado permanente. Muy probablemente la nafta de sus camiones las provea, en los próximos días, el concierto de golpistas que no encuentran una cara que ofrecer. La cara de Moyano es demasiado segundo cordón todo junto. Sin embargo, la van a ofrecer un rato. La pregunta es si Moyano se va a creer la Cenicienta, rubia y con zapatos de cristal.
Los gorilas son ecuménicos transitorios: se saludan unos a otros en la misma plaza sólo por un rato aunque casi no soporten mutuamente sus olores. Lo toleran, claro, como toleran que la sirvienta coma con la señora sólo el domingo de Pascuas. Después vuelve todo a ser lo mismo: aquella a la cocina y la señora al living. Los ejemplos abundan.
El zapato de Moyano hoy tiene dientes. El gobierno está obligado a saber responder a tiempo. No alcanza con el cotorreo mediático; requiere estrategias, avances solapados, más inteligencia fáctica que palabras. Las palabras que las perpetúen Sarlo y Barone en su romance. No es un problema entre buenos y malos. No están en juego los principios ni se trata de una puja moral. Uno y otro se requieren del mismo modo. Es político el asunto, no es para asustarse. Un gobierno peronista tiene que saber qué hacer con el poder sindical. Sino es radical, conservador, desarrollista; cualquier cosa, pero no peronista.
Si Moyano se cree la Cenicienta, ahí sí el problema ya no es sindical sino ideológico y, por lo tanto, definitivo. Porque habrán fracasado los dos, Moyano y el gobierno. La cancha quedará abierta para que juegue cualquier salame. Y eso, sin dudas, es peligroso.


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