Al margen de todo calculo // Diego Valeriano

Sus caras huesudas, los dientes comidos, esos ojos apagados y chiquitos. El olor a chivo, pata y poxi que se siente a unos pares de metros. Todo el mundo que no arman, la manera que tienen de no esperar nada, lo flashero que debe ser todo pero no lo cuentan. Jalan pegamento todo el día mientras contemplan ese mundo pasar: los trenes, la gente, las nubes, nosotros. No trabajan, no se mueven, ni se quedan quietos. No sirven para nada. Ni subir al tren, ni esperar en la boletería, ni caminar hasta la iglesia. Los vendedores que todo conocen, ni los registran. Invisibles, desobedientes, de una inutilidad única. No piden, no son rastreros, no cuidan coches. No andan por los bares rescatando algo para papear. Ni zoquetes, ni carilinas, ni algo para la garrafa. Ni un hermanito internado en el Garrahan. Al margen de todo cálculo, finalidad, intercambio. No se sabe si existen realmente; en las fotos no aparecen, documentos no tienen, recuerdos tampoco. Sin historias de juzgados, institutos, hogares, rancho. Ni memoria en los ojos, ni escrachos en la piel, ni pasado mañana, ni anteayer. Si les preguntan, no contestan; si les dan algo, no agradecen. Nunca aceptaban consignas a cambio de beneficios. Siempre solos por miedo, desconfianza o asco. No saben caminar, no les interesa plantarse, mirar con desdén no les cabe. Los chorros de Retiro los ven muy guachines y entonces nada, la policía no les da cabida, en los pasillos de la villa se pierden. Ni los viejos que merodean las estaciones buscando el olor a pis de guachin se les acercan. Siempre en soledad con su locura, salvajismo y abandono. Ni desahuciados, ni rastreros, ni psicologiables, ni siquiera gedientos. Menos que menos incluidos en esos programas absurdos, mezquinos, sociales. Indescifrables, no nombrables, nobody. Ni día de las niñeces, ni pelotero, ni andar mendigando cariño militante. Todo el tiempo rajando, siempre estando en una brava sin saberlo. Deliran al mundo entero de manera involuntaria. Inmóviles mientras todos huimos. Ni legajo, ni causa, ni caso, ni amigo, ni segundeo. Lejos de toda utilidad, provecho, finalidad. Cero cartel, cero subordinación al futuro, cero enganche con el pasado. Ni resurrección, alegría, vida o redención. Ni siquiera la muerte que todo lo alcanza.

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