La muerte nunca explica nada // Diego Valeriano

En un momento, no se bien cuando, la muerte se volvió algo cotidiano. Tele, feed, calle, chat. Nos entristece, nos asombra, hasta hay veces que da risa, pero no es algo que nos interrumpe de manera brutal la vida. Pasa seguido y nos va curtiendo. Pasa seguido y siempre opinamos. Muerte de pibas, de gauchines, de amigos. Muertes absurdas, políticas, cotidianas. Velorios donde las lágrimas raspan la piel, las motos tiran cortes, las madres saben que no es el último. El dolor y la fiesta se hacen uno en esos velorios llenos de  calor, flores y escabio. Un pibe de 20 ya vio perder a varios amigos. Hay veces que ni alcanzan los paredones en el barrio para recordarlos. 

¿Sabes quien murió? ¿Viste cómo lo mataron? A veces la pregunta ni es urgente, es solo algo más de una charla, a veces es un posteo, un wasap. Casi siempre es una noticia. A veces somos comentaristas y seguimos scroleando. La muerte puede pasar, por eso es algo que casi no se exagera. Determinadas vidas a la muerte no la exageran. Se asume, se pierde algo para siempre, se busca venganza, por ahí se olvida. Se sigue sabiendo que la cosa no terminó. 

Lo único seguro desde que nacemos es que nos vamos a morir, pero en algunos lugares es más seguro todavía. No es que estemos anestesiados de muertes, solo es que nos volvimos espectadores. Posteo, like, hater. Si de algo hay que morir, mejor que sea de varias cosas y no de una. Si algo hay que morir mejor no morir como nosotros. Morir pollo, gato, paquete. Sin dar nada a cambio. No hay par contradictorio vida-muerte. Es la misma cara de la misma moneda. Las pares de contradicciones son otras, son de verdad, son interiores y no nos animamos a decirlas. Siento la tristeza y esta pequeña muerte cotidiana que ahora se hace inmensa.

¿Hay muertes evitables? Ninguna lo es. La muerte simplemente es. Cada quien muere como le toca, puede, a veces como elige. Bien quisiéramos que las muertes de pibas que no dejan de repetirse, cumplan la función al menos de revelar algo respecto de este mundo, de su mediocridad, de su crueldad. Pero justamente la muerte nunca explica nada.

 

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