Anarquía Coronada

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El cristinismo decepciona

Por Diego Valeriano



Es duro pero es así. Y no me refiero a lo de Milani o a Cristina bailando mientras diciembre se incendiaba o a la miserabilidad con que se movieron postragedia de Once. Hablo de decepciones más profundas que hacen que todo esté  a punto de explotar. No hay peor despechado que aquel que no sabía qué esperaba.

Primero la sorpresa e inmediatamente la pena. La furia está ahí, latiendo. El odio comienza a burbujear nuestra sangre. La decepción crece. Nos entusiasmamos con la posibilidad de consumir a niveles increíbles. Nunca nuestros espíritus estuvieron tan plenos, tan gozosos con todo lo que está  a nuestro alcance y en cuotas fijas. Tengo dos notebook y una tablet y no tengo luz. Tengo auto y me agarra un piquete. Tengo un Sansung Galaxi y me lo roban. Tengo trabajo y tardo tres horas desde casa.

El militante no se decepciona: justifica y está bien que así lo haga. Los daños colaterales del modelo no pueden crear  frustraciones muy severas. Pero la frustración de aquel que no creé es mortal. La sorpresa se alarga más de lo habitual, todo parece inmóvil, pero la pena es cortita. De la pena a las calles. Y en las calles, el odio.

La crisis energética produce la madre de todas las frustraciones. Surge la percepción de imposibilidad  de cumplimiento de la voluntad individual. Decepción de los que jamás creyeron. De la base electoral, del silencioso consenso cotidiano. Sin luz no hay refugio, no hay tranquilidad, no hay ritual individual. No hay escapatoria. No poder cumplir con esperanzas mínimas rompe el más sagrado de los pactos, el que se cocinó en los metamensajes del relato. La frustración epidérmica no entiende de explicaciones, ni se serena fácilmente. Late esperando una posibilidad, un descuido, una debilidad.
Un diciembre.

Romper el encanto neoliberal: Europa, terreno de lucha

Por Sandro Mezzadra y Toni Negri

Quienes, como nosotros, no tienen intereses electorales, están en la mejor posición para reconocer la gran importancia que tendrán en 2014 las elecciones al Parlamento Europeo. Es fácil prever que en la mayor parte de los países implicados habrá un elevado abstencionismo y una significativa afirmación de las fuerzas “euroescépticas”, unido a la retórica de la “soberanía nacional”, a la hostilidad frente al euro y a los “tecnócratas de Bruselas”. Para nosotros, no se trata de nada bueno. Estamos convencidos desde hace tiempo de que tanto bajo el perfil normativo como bajo la acción gubernamental y capitalista, hay una Europa cuya integración ha traspasado el umbral de lo irreversible. El realineamiento general de los poderes en la crisis —en torno a la centralidad del Banco Central Europeo y lo que se define como “federalismo ejecutivo”— ha modificado ciertamente la dirección del proceso de integración, pero no ha puesto en discusión su continuidad. La propia moneda única se muestra hoy consolidada en la perspectiva de la unión bancaria: es necesario responder a la violencia con la que ésta expresa el mando capitalista, pero imaginar un retorno a las monedas nacionales significa no entender cuál es hoy el terreno en el que se juega la lucha de clases. Es verdad que Europa es hoy una “Europa alemana”, cuya geografía económica y política se va reorganizando en torno a relaciones de fuerza y de dependencia concretas, que se reflejan incluso a nivel monetario. Pero solo el encanto neoliberal induce a confundir la irreversibilidad del proceso de integración con la imposibilidad de modificar los contenidos y las direcciones, de hacer que se agite dentro del espacio europeo la fuerza y la riqueza de una nueva hipótesis constituyente. Romper este encanto neoliberal significa redescubrir hoy el espacio europeo como espacio de lucha, de experimentación y de invención política. Como terreno sobre el cual la nueva composición social de los trabajadores, de las trabajadores y de los pobres abrirá quizá una perspectiva de organización política. Luchando sobre el terreno europeo, una organización tal tendrá la posibilidad de golpear directamente la nueva acumulación capitalista. Y solo sobre el terreno europeo se puede plantear ya tanto la cuestión del salario como la de la renta, la redefinición de los derechos como la nueva dimensión del Welfare, las transformaciones constitucionales internas en los países individuales como la cuestión constituyente europea. Hoy, fuera de este terreno, no hay realismo político.
Nos parece que las fuerzas de derecha han comprendido hace tiempo que la irreversibilidad de la integración señala hoy el perímetro de lo que resulta política y prácticamente pensable en Europa. En torno a la hipótesis de profundización sustancial del neoliberalismo, se ha organizado ya un bloque hegemónico que comprende en su interior variantes significativamente heterogéneas (desde las aperturas no sólo tácticas en la dirección de una hipótesis socialdemócrata de Angela Merkel a la violenta constricción represiva y conservadora de Mariano Rajoy). Las mismas fuerzas de derecha que se presentan como “antieuropeas”, cuando menos en sus componentes más informadas, juegan su opción sobre el terreno europeo, apuntando a ampliar los espacios de autonomía nacional que en la constitución de la UE están bien presentes, y recuperando en un plano meramente demagógico el resentimiento y la rabia difundidos en amplios sectores de la población tras años de crisis. La referencia a la nación se muestra como lo que es: la transfiguración de un sentido de impotencia en agresividad xenófoba, la defensa de intereses particulares imaginados como arquitrabe de una “comunidad de destino”. Por contra, la izquierda socialista, aun no formando parte del bloque hegemónico neoliberal, fracasa en diferenciarse eficazmente de éste a la hora de elaborar propuestas programáticas de signo claramente innovador. La candidatura de Alexis Tsipras, líder de Syriza, a presidente de la Comisión Europea, reviste en este orden de cosas una importancia indudable, habiendo determinado en muchos países una positiva apertura del debate de izquierda, si bien en otros parecen prevalecer los intereses de pequeños grupos o “partidos”, incapaces de desarrollar un discurso político plenamente europeo.
Estando así las cosas, ¿por qué nos parecen importantes las elecciones europeas del próximo mayo? En primer lugar porque tanto el relativo reforzamiento de los poderes del Parlamento como la designación por parte de los partidos de un candidato a la Presidencia de la Comisión hacen necesariamente de la campaña electoral un momento de debate europeo, en el cual las diversas fuerzas estarán obligadas a definir y anunciar cuanto menos un esbozo de programa político europeo. Nos parece por tanto que se presenta aquí la ocasión para una intervención política de quienes se baten por romper tanto el encanto neoliberal como su corolario, según el cual la única oposición posible a la forma actual de la Unión Europea es el “populismo” antieuropeo. No excluyamos de inicio que esta intervención política pueda encontrar interlocutores entre las fuerzas que se mueven en el terreno electoral. Pero en lo que estamos pensando es antes de nada en una intervención de movimiento que sea capaz de radicarse en el interior de las luchas que en los últimos meses se han desarrollado, si bien de maneras muy diversas, en muchos países europeos, con significativa intensidad incluso en Alemania. Resulta decisivo hoy volver a habilitar un discurso de programa, y esto no es solo posible dentro y contra el espacio europeo. No vemos que se pueda indagar sociológicamente de manera adecuada la “composición técnica de clase” desde un punto de vista mesiánico sobre la “composición política” adecua. De la misma forma que no se darán movimientos de clase victoriosos que no hayan interiorizado la dimensión europea. No sería la primera vez, incluso en la historia reciente de las luchas, que tales movimientos se vieran obligados por el marco político a modificarse replegando a experiencias locales hasta verse asfixiadas en clausuras sectarias. Se trata de reconstruir inmediatamente un horizonte general de transformación, de elaborar colectivamente una nueva gramática política y un conjunto de elementos de programa que puedan agregar fuerza y poder en el interior de las luchas. Aquí y ahora, lo reiteramos, Europa nos parece el único espacio en el que esto es posible.
Un punto que nos parece particularmente importante. La violencia de la crisis hará sentir todavía durante largo tiempo sus efectos. En el horizonte no está la “recuperación”, si por tal entendemos un significativo retroceso del desempleo, la disminución de la precariedad y un relativo reequilibrio de las rentas. Aun así, parece que se puede descartar que siga profundizándose la crisis. El acuerdo sobre el salario mínimo sobre el cual se funda la nueva gran coalición en Alemania parece más bien indicar un punto de mediación en el terreno del salario social que puede funcionar —en una geometría y geografía variable— como criterio de referencia general para la definición de un escenario de relativa estabilidad capitalista en Europa. Es un escenario, no la realidad actual, y es un escenario de relativa estabilidad capitalista. Para la fuerza de trabajo y para las formas de la cooperación social, este escenario asume como datos de partida la extensión y la intensificación de la precariedad, la movilidad forzada dentro del espacio europeo y a su exterior, el desclasamiento de cuotas relevantes del trabajo cognitivo y la formación de nuevas jerarquías dentro de este último, que la crisis ha determinado. Más en general, el escenario de relativa estabilidad del que hablamos constata la plena hegemonía de un capital cuyas operaciones fundamentales tienen una naturaleza extractiva, es decir que combinan la persistencia de una explotación de tipo tradicional con intervenciones de “sustracción” directa de la riqueza social (mediante dispositivos financieros pero también asumiendo como terreno privilegiado de valorización “bienes comunes” como, entre otros, la salud y la educación). No por casualidad, los movimientos han comprendido que en este terreno se dan las luchas capaces de golpear el nuevo régimen de acumulación.
Dentro de este escenario, se trata obviamente de saber percibir la especificidad de las luchas que se desarrollan, analizar su heterogeneidad y medir su eficacia en contextos políticos, sociales y territoriales que pueden ser muy diversos. Pero se trata también de plantear los problemas de modo en que las luchas puedan converger, multiplicando su propia potencia “local” pero dentro del marco europeo. Delinear los nuevos elementos del programa puede adoptar mientras tanto la forma de escritura colectiva de una serie de principios inderogables en el terreno del welfare y del trabajo, de la fiscalidad y de la movilidad, de las formas de vida y de la precariedad, en todos los terrenos sobre los cuales se han expresado los movimientos en Europa. Lo que estamos pensando no sería una carta de derechos escrita desde abajo que habríamos de proponer a cualquier instancia institucional: es más bien un ejercicio colectivo de definición programática que, como empieza a mostrar en estas semanas la “Carta de Lampedusa” en lo que respecta a la migración y el asilo, pueda convertirse en instrumento de organización a nivel europeo. Sin olvidar que en este trabajo pueden surgir impulsos decisivos, incluso inmediatos, para la construcción de coaliciones de fuerzas locales y europeas, sindicales y cooperativas, en movimiento.
Traducción: Fundación de los Comunes

Porno para nosotras

Mi vida sexual es normal.
Bien… no sé qué quise decir con eso. Normal. Tengo relaciones, me enamoro, acabo, descubro, me aburro y a veces me divierto. Quiero dominar. Me gustaría ser más inquieta, a veces lo soy. Me aferro a ciertos olores. A cierta composición química que me satisface.
Soy dependiente de mi estado de ánimo. E intento crear dependencias.

Bueno no importa.
Quiero consumir pornografía y casi toda la existente me genera rechazo. Todo el porno está pensado desde el punto de vista masculino, siendo muy triste el lugar en que nos ponen con las típicas figuras de lolitas, enfermeras, o de rubias en la cocina siempre.
Soy rubia.
Por otra parte el porno es sumamente torpe y ordinario en su gran mayoría.
También existe la bella Erika Lust con su http://pornoparamujeres.com/
Veronica Sztellman

Especial: veinte años de insurrección zapatista

A dos décadas de la insurrección zapatista y a 30 años del nacimiento del EZLN, la palabra y las imágenes de los indígenas rebeldes muestran la persistencia de su proyecto.



“Nuestro análisis político sobre la situación en la que íbamos a estallar se quedó corto. Calculábamos que había descontento y que iba a atraer simpatías el hecho de que alguien se levantara a protestar, pero no a tal grado de lo que ocurrió”: Subcomandante Marcos. (Leer más)

FOTO REPORTAJES


REPORTAJES

El saldo del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que arrancó el 1 de enero de 1994, es devastador para las poblaciones mexicana y estadunidense. (Leer más)


La palabra zapatista, en forma de declaraciones, cuentos o discursos, muestra el caminar de 20 años de vida pública y el encuentro -y desencuentro- con sectores de la sociedad.

Producción:http://desinformemonos.org

El Gran Tren de la Madre Rusia





por Agustín Valle (textos) Julián Díaz (fotos)


El gran tren de la madre Rusia mece en su andar a los pasajeros de la noche. Cuando el nuevo día se forma, es fácil engañarse y sentir que no hubo tiempo, que las horas nocturnas fueron aceleradas y el tren sigue entonces en el mismo lugar y por eso la ventana muestra el mismo paisaje de estepa, árboles flacos y pastos magros, nieve tozuda de primavera y barro y lomas al infinito. La extensión de lo mismo es inconcebible.


Pero la eternidad siberiana es aparente. Una eternidad que dura, a bordo del tren, cuatro o cinco días, hasta que las profundidades de la Rusia Oriental ven nacer las montañas guardianas del magnánimo Lago Baikal, mítico reservorio del veinte por ciento de agua dulce líquida del planeta.


El Transiberiano no es tanto un tren como una vía ferroviaria que desde 1904 une San Petesburgo y Moscú con Vladivostok, ciudad-puerto en el Mar de Japón. Un tren semanal va directo de Moscú a Vladivostok; son 9288 kms, tarda siete días. En 1949 fue la revolución china y empezó la construcción del “ramal” que atraviesa Mongolia y termina en Beijing: el Transmongoliano. También un tren semanal hace el recorrido de un tirón; tarda seis días y a la homogeneidad interminable de Siberia le añade una diversidad cultural incomparable.


San Petersburgo es el inicio ideal del recorrido (puede hacerse al revés), para ver la progresiva desaparición de Occidente. Majestuosa y atravesada por canales del río Neva que desemboca en el Golfo de Finlandia, la ex Leningrado tiene su mayor orgullo en el museo Hermitage. Con 365 salas, recorrerlo entero a pie demora siete días seguidos. El Palacio de Invierno, otrora residencia de los zares y cuya toma bolchevique fue el hito de la Revolución del 17, es parte del museo y un impactante atractivo en sí mismo; parece natural que sea morada de Rembrandt, Leonardo, Manet, Van Gogh, Kandinsky, Picasso: maravillas que son la legitimación estética de la cultura occidental.


Salir del Hermitage bajo la nevisca, meterse al primer bar donde tomar calor con un poco de vodka local, sopa agria solyanka y arenques con eneldo: suficiente para sentir que empezamos a entender algo de Rusia.

El viaje nocturno a Moscú dura ocho horas y es muy simple; pero ubicar el tren indicado en la estación petersburguense requiere de ayuda. Hacer el Transmongoliano en tramos, parando en sitios del camino, es posible gracias a la universal ética de la hospitalidad. Los trenes rusos son de uso popular local y suelen ir bastante llenos. Adentro nadie habla castellano y casi nadie inglés. El ticket, por supuesto, está escrito en ruso, alfabeto cirílico; con alguna guía hay que aprender a leerlo, sobre todo el número de cucheta que nos toca.


Muchos trenes no tienen primera clase, que es un compartimiento con dos camas, sino directamente segunda (camarote con cuatro camas) y tercera, llamada plaskart: todo el vagón es un gran compartimiento, con cubículos abiertos al pasillo (solo separados por tabiques laterales) de seis cuchetas cada uno. De día, las cuchetas inferiores se usan como asientos. De noche, nada vale tanto como un buen par de tapones de oídos.


Compañeros ocasionales de plaskart: grupos de amigos jóvenes en juerga de fin de semana; grupos de kasajos o inmigrantes de otras naciones otrora soviéticas que van a Rusia a trabajar; hombres solos que viajan por negocios a ciudades distantes (“en el avión no puedo acostarme, ¡y prefiero ir por tierra!”, explica uno); señoras sexagenarias que, al entrar al vagón, se sostienen mutuamente una sábana (cada viajero recibe una colchoneta confortable y ropa de cama limpia) a modo de biombo para cambiarse y ponerse cómodas. Todo el mundo se pone pantalones cortos, pijamas, ojotas o chancletas, en esta gran intimidad compartida. 


 Moscú es una ciudad hecha con el sentimiento aspiracional de ser el centro del mundo. Todas las capas de su historia conviven como presente urbano. Las inolvidables estaciones de subte, diseñadas como palacios de la clase trabajadora a cien metros de profundidad; el Kremlin zarista y su Plaza Roja; las famosas iglesias ortodoxas de cúpulas coloridas y cebolladas; las calles con limusinas de diez metros, son formas –o estaciones- de la grandeza rusa, que nunca pierde su escala. Como la del tren: el más largo del mundo. 




Salir de Moscú hacia el este es ingresar en lo que nunca hemos siquiera oído nunca nombrar. Pasamos por ejemplo por Nizhny Novgorod, y ahí el tren cruza el río Volga; pasamos por Kazan, capital de Tartaristán, donde se habla en tártaro y es la principal ciudad musulmana en Rusia -su hermosa mezquita, inaugurada en 2005 a mil años de la fundación de la ciudad, es la más grande del continente europeo.


Nadie diría aquí que estamos en Europa (los rusos no se dicen ni parte de Europa ni de Asia). La divisoria formal entre ambos continentes son los Montes Urales. Donde los atraviesa el tren, se reducen a conjunto de lomas y colinas. Pero al venir de la Gran Llanura Europea Oriental y tener enfrente dos mil kilómetros chatos de Siberia occidental, esas tímidas elevaciones por entre las que serpentea el tren quedan marcadas como grandes accidentes geográficos. La puerta de Asia.


Rusia es igual de grande que Sudamérica. Tiene en Asia el 75% de su suelo pero solo el 22% de su gente. Después de Ekaterimburgo (donde los bolcheviques ejecutaron a la familia entera del último zar), las poblaciones son cada vez más esporádicas. La marcha del ferrocarril pasa a ser la única marca de civilización continua. Atravesando las praderas heladas y los fantasmales bosques de taiga, en el plaskartse refuerza la atmósfera de intimidad.


La provotnista es la encargada de limpiar y mantener el orden dentro del vagón. Responsables y respetadas, generalmente frías pero siempre amables, funcionan como encarnaciones de la madre Rusia. Mantienen por ejemplo activo el samovar, del que los pasajeros se sirven una y otra vez agua caliente. La gente lleva sus petates alimenticios, sopas instantáneas, pepinos, pescado ahumado, pan negro, algunos cerveza o vodka. Pero todos pasan las horas tomando té, entre conversaciones, juegos de naipes, lecturas y mirar, y mirar, y mirar por la ventana.  


El Transiberiano es una cápsula donde las referencias temporales se disuelven, porque en tramos de veinte o treinta horas de una ciudad a otra, los husos horarios son atravesados sin que nadie sepa en cuál estamos, de manera que está el horario de la ciudad en que subimos al tren, el de la ciudad a la que vamos, y, encima, el horario oficial del tren, que es, siempre, en toda Rusia, el horario moscovita –lo mismo en los tickets que indican horarios de salida y llegada, y en las estaciones, siempre los horarios son con hora de Moscú, y hay algunos pueblos muy pequeños sin otro reloj público que el de la estación ferroviaria: pequeñas islas de horario moscovita en medio del oriente-. Si todo viaje es un viaje en el tiempo, este más bien funciona como un viaje hacia afuera del tiempo. Por eso para muchos es un viaje para contemplar la vida: mirar por la ventana y no ver nada; ponerse ante un vacío y encontrarse. Con momentos de vértigo horizontal, el Transiberiano es un abismo hacia adelante.


Pero es Rusia, una madre que abandona nunca del todo a su prole. Así es que cuando pareciéramos estar en medio de la nada, y pasamos por uno de tantos ínfimos villorrios de casas de madera, que de no ser por el tendido eléctrico sería una imagen de cualquiera de los últimos cuatro siglos, de pronto aparece detrás y rompiendo el bosque una furibunda mole de hormigón, cuarenta metros de largo y cinco pisos de alto; imposible saber su función productiva pero evidente su efecto simbólico: recordarnos a todos que este páramo también es un punto del Imperio.

Es, en efecto, un viaje imperial: Rusia, Mongolia y China fueron imperios. El más grande fue el mongol. De todos: el imperio más grande de la historia. Se nota en las caras a medida que el tren avanza y para unos minutos en estaciones minúsculas donde señoras voluminosas y afables traen cestas al andén para vender comida casera: bollos de verdura, albóndigas, blinis (panqueques), pelmenis (capelletis grandes). Se divierten ante la trabajosa comunicación de los viajeros argentinos, ríen con sus caras ajadas por la vida y de rasgos asiáticos, ojos finitos, casi ocultos, que nos ven como bichos cada vez más raros.


Nos acercamos a la tierra de Gengis Khan.


El lago Baikal fue parte del imperio mongol. Cuando el tren pasa por el extremo sur del lago estamos ante los paisajes acaso más hermosos de todo el recorrido: montañas escarpadas, con bosque y nieve, enmarcan el inmenso lago, de superficie congelada aún en primavera. Para caminar sobre sus duras aguas hay que bajar en la pintoresca Irkutsk, otrora apodada “la París de Siberia”, llena de casas de madera finamente ornamentadas, y viajar en una pequeña combi de hechura soviética con gente que aun habla ruso pero ya tiene cara mongola. 


A esta altura, volver a tomar el tren en Irkutsk para seguir viaje es como volver a casa: saludar a una nuevaprovotnista, observar los compañeros de vagón, encontrar la cucheta y armar la cama con el meneo del tren, ponerse ojotas y sentarse a tomar té. Lo que al principio es la radical ajenidad, se hace familiar.  Pero justo ahí cambia la pantalla: entramos en Mongolia.


Un país desértico. Un tercio de sus menos de tres millones de habitantes vive en la capital, Ulan-Batoor. Otro tercio es nómade: con economía de subsistencia ganadera, viven en tradicionales carpas llamadasgers. Se ven muchas desde el tren, en medio de la inmensidad; vida organizada en torno a los caballos y camellos. Al llegar a la ciudad, encontramos que ahí también hay gers, sobre todo en la periferia. Son los habitantes que hace poco abandonaron sus antiguos terruños para venir a probar suerte a la urbe, y montan sus carpas en los baldíos.
 


Ulan-Batoor es una ciudad caótica sin mayor atractivo, pero desde allí es fácil contratar un viaje al interior, donde familias nómades tienen como changa alojar turistas. En medio de un desierto montañoso, comiendo el omnipresente mutton (carne de oveja), sin entender una sola palabra, se recibe la noche de un límpido cielo repleto de las estrellas del norte.


Para el último tramo, tomamos en Ulan-Batoor el tren que viene directo sin escalas desde Moscú hacia Beijing. Aquí sí que hay viajeros extranjeros. No tiene tercera clase, solo segunda y primera, y el restaurante (que en los trenes rusos mucho no se usa, cuando lo hay) se llena de holandeses, ingleses y alemanes, la mayoría jubilados que esperaron media vida para hacer este viaje. Toman cerveza o té y contemplan felices la enormidad naranja del desierto de Gobi.


A través de ese desierto, que es la marca identitaria de Mongolia, llegamos a China. En la frontera, el tren demora varias horas, entre otras cosas porque del lado chino separan vagón a vagón, los elevan tres metros (¡con nosotros adentro!) y ensanchan la distancia entre ruedas para adaptarlos al ancho de trocha chino.


Es medianoche cuando por fin podemos bajar a suelo chino. El contraste con la pobreza mongola es alevoso: aun con la estación casi cerrada y vacía, el largo andén al aire libre tiene una serie de mega parlantes que nos reciben con música de Gershwin, bien fuerte, bajo la noche oscura. Para ponerse a bailar.


Desde los menos de dos habitantes por kilómetro cuadrado de Mongolia y su economía primaria, entrar a China es cambiar de mundo, de era. A la mañana los pasillos del tren se llenan de pasajeros que miran por la ventana el espectáculo de un crecimiento del 10% del PBI anual sostenido, que es visible: no hay un metro cuadrado sin que algo se esté haciendo. Represas, sembrados, túneles, fábricas, centrales atómicas, poblados, autopistas en construcción, etcétera. China burbujea ante nuestros ojos. 


En la estación ferroviaria de Beijing miles de personas llegan o salen. Afuera, la ciudad, milenaria y fascinante, esta sí asumida como centro del mundo, se ofrece a nuestra hambre: todo para ver, para comer, para recorrer, para perderse en sus callejones y encontrar, siempre, algo interesante, desde la Ciudad Prohibida hasta los mercados de frutas y verduras o ancianos que juegan, con fichas y tablero, de cuclillas en un rincón callejero. La vida china. Respecto de Buenos Aires es justo el otro lado del mundo; pero ya respecto de San Petesburgo y Moscú parece otro planeta. Tanta información, tanto visto y oído y probado; miles de kilómetros que contienen miles de años de historia. El viaje termina, pero sus efectos en el viajero recién empiezan.


Brasil: la liberación de los pobres es la paz

Por Giuseppe Cocco, Eduardo Baker, Bruno Cava


En junio de 2013, una multitud de trabajadores metropolitanos comenzó a manifestarse en São Paulo en protesta contra el aumento del precio del billete de autobús. El 20 de junio se manifestaron millones de personas en más de 400 ciudades y Río de Janeiro se convirtió en el principal centro de propagación del movimiento y de su continuidad hasta la actualidad.
Volvamos a junio: en la noche del 24, la policía militar del Estado de Río de Janeiro invadió el complejo de favelas de Maré con su armamento de guerra: camiones blindados, helicóptero y fusiles. La policía ocupó un territorio donde viven alrededor de 150.000 personas y protagonizó una madrugada de terror. Invadió cientos de domicilios sin autorización judicial y ejecutó sumariamente a entre nueve y 14 habitantes. Algunas de las víctimas fueron degolladas. Esto es cotidiano en las favelas de Río de Janeiro, donde las fuerzas del orden matan al año, oficialmente, a unas 500 personas, y otras 500 desaparecen. La “novedad” de esta matanza fue que se produjese después de que un millón de personas se manifestara en la avenida Presidente Vargas, el 20 de junio, en respuesta a la represión de una manifestación de habitantes de las favelas en la avenida principal que pasa junto a ésta. La excusa, la de siempre: el conflicto armado con el narcotráfico. El mensaje quedaba claro: que los habitantes de las favelas no se unan al levantamiento o los matamos. Pero se había abierto brecha.
Al día siguiente, 3.000 manifestantes bajaron de los morros de las favelas Vidigal y Rocinha hasta la casa del gobernador en el lujoso barrio de Leblon para exigir unas condiciones de vida mejores. El 4 de julio, 5.000 personas tuvieron el valor de volver a protestar en Maré, en la misma avenida donde se produjo la masacre el día 24. A pesar del terror estatal, el vínculo entre el levantamiento de junio y la lucha por la paz se había creado. Cuando el 14 de junio la policía se llevó a un habitante de la favela de Rocinha y fue “desaparecido”, surgió la campaña “Cadê o Amarildo?” (¿Dónde está Amarildo?). Amarildo se convirtió en el nombre de un infinito número de pobres que el terror de Estado tortura y mata, y también de los jóvenes enmascarados que resistían la represión en las calles de Río.
El 15 de octubre, después de una manifestación de más de 50.000 personas, el Gobierno del Estado de Río desplegó una operación en represalia contra los jóvenes enmascarados con la detención de 200 manifestantes. Se les aplicó por primera vez la categoría de “organización criminal”, conforme a una nueva ley que Dilma Rousseff había aprobado en septiembre; 64 detenidos acabaron encarcelados. En su contra, sólo haberse sentado pacíficamente en las escaleras de la Cámara Legislativa Municipal. La mayoría de los detenidos consiguió quedar en libertad a través de la actuación de abogadas y abogadas populares y de oficio. No obstante, dos personas siguen en prisión, ambas son negras; una de ellas, sin techo, ya ha sido condenada a cinco años de prisión, una amenaza del poder Ejecutivo ante el ciclo de manifestaciones que vendrá en 2014.
Además, Gleise Nana, una joven activista en las protestas de Río de Janeiro, que había denunciado amenazas de un policía por internet, murió el 25 de noviembre, tras varias semanas en coma a causa de un incendio no resuelto en su casa el 19 de octubre. En Río, se multiplican las amenazas de muerte a activistas en las mani­fes­taciones y por teléfono. El Gobierno de Dilma, después de respaldar el arbitrio de la Policía en Río de Janeiro, finalmente anunció el 31 de octubre, con la excusa de “combatir el vandalismo”, que se federalizaba la represión de las manifestaciones en las dos ciudades principales, Río y São Paulo, dejándola en manos de la Policía Federal y los órganos de inteligencia. La única puerta que el Partido de los Trabajadores abre al movimiento es la de la cárcel.
Ahora bien, en Río de Janeiro, siete meses de movilizaciones han demostrado que, cuando el poder quiere, la Policía Militar no mata en la avenida. Eso muestra al mundo que el exterminio de jóvenes, pobres, negros y habitantes de las favelas no es un desmán, sino una política de Estado. El movimiento de junio a diciembre ha sido la potentísima creación de una brecha hacia la paz; no una manera de acallar el vocerío para mantener la esclavitud de otras formas, sino la liberación de los pobres como paz.

Los nuevos “vándalos” de Brasil

por Eliane Brum
El ‘rolezinho’, la novedad de esta Navidad, muestra que cuando la juventud pobre y negra de las periferias de São Paulo ocupa los centros comerciales anunciando que quiere formar parte de la fiesta del consumo, la respuesta es la de siempre: criminalización. Pero ¿qué es lo que le están «robando» estos jóvenes a la clase media brasileña?

Las navidades de 2013 serán recordadas como aquellas en las que Brasil trató como gamberros a chicos pobres, la mayoría de ellos negros, por haber osado divertirse en los centros comerciales donde la clase media hace las compras de fin de año. A través de las redes sociales, centenares, a veces miles de jóvenes, se ponían de acuerdo para lo que llaman «rolezinho” (un paseo) en centros comerciales próximos a sus comunidades, para “hacer jaleo, dar unos besos, flirtear, divertirse, sin robos”. El sábado, 14, decenas entraron en el Shopping Internacional de Guarulhos (Estado de São Paulo), cantando estribillos de funk da ostentação (un tipo de música que exalta la ostentación). No robaron, no destruyeron, no portaban drogas, pero aún así 23 de ellos fueron llevados a comisaría sin que nada justificara la detención. Este domingo, 22, en el Shopping Interlagos, varios fueron revisados a su llegada por un fuerte despliegue policial: según la prensa, una base móvil y cuatro furgones, cuatro unidades de la Policía Militar, una del Grupo de Operaciones Especiales y cinco coches de seguridad particular para montar guardia. Varios jóvenes fueron “invitados” a retirarse del edificio por tener apariencia de funkeiros, como dos hermanos que empujaban al padre, amputado, en una silla de ruedas. De nuevo, no se registró ningún hurto. El sábado, 21, la policía -a la que llamó la administración del Shopping Campo Limpo- no constató ningún “tumulto”, pero varios vehículos y motos de la Policía Militar permanecieron en el aparcamiento para inhibir el rolezinho. Algunos policías entraron en el centro comercial con pistolas de balas de goma y bombas lacrimógenas.
Si no hay crimen, ¿por qué la juventud pobre y negra de las periferias del área de São Paulo está siendo criminalizada?
Primero, a causa de su entrada. Los centros comerciales fueron construidos para mantenerlos del lado de fuera y, de repente, osaron traspasar el límite. Y lo hicieron reivindicando algo transgresor para jóvenes negros y pobres en el imaginario nacional: divertirse fuera de los límites del gueto. Y desear objetos de consumo. No neveras y televisores de pantalla plana, símbolos de la llamada clase C o nueva clase media -la parcela de la población que ascendió con la ampliación de renta en el Gobierno Lula-, sino marcas de lujo internacionales, aquellas que se pretenden exclusivas para una élite, en general blanca.
Antes, el 7 de diciembre, cerca de 6.000 jóvenes habían ocupado el aparcamiento del Shopping Metrô Itaquera, y también fueron reprimidos. Varios rolezinhos se organizaron a través de las redes sociales en diferentes centros comerciales de la región metropolitana de São Paulo hasta el final de enero pero, por miedo a la represión, muchos han sido cancelados. Sus organizadores, jóvenes que a menudo trabajan como chicos de los recados, temen perder el empleo al ser detenidos por estar donde supuestamente no deberían estar – en una ley no escrita, pero siempre cumplida en Brasil-. Los agentes de seguridad de los centros comerciales recibieron orientación para monitorizar a cualquier joven “sospechoso” que esté delante de un escaparate, aunque sea solo, deseando gafas de Oakley o tenis Mizuno, dos de los iconos de los funkeiros da ostentação. En vísperas de Navidad, Brasil muestra la cara deformada de su racismo. Y necesita encararla, porque el racismo sí es un crimen.
Eita porra, que cheiro de maconha” (algo así como «Joder, qué olor a marihuana») era el estribillo que cantaban los jóvenes al entrar en el Shopping Internacional de Guarulhos. El funk es de MC Daleste, que homenajea en su nombre artístico la región donde nació y se crió, la zona este, la más pobre de São Paulo, aquella que cada verano se inunda con las lluvias por obras que los sucesivos gobiernos siempre aplazan, aplastando sueños, enterrando casas, matando adultos y niños. Daleste murió en julio de un tiro en el pecho durante un show en Campinas (a unos 100 kilómetros de São Paulo). El asesinato es la primera causa de muerte en Brasil para los jóvenes negros y pobres, como los que ocuparon el Shopping Internacional de Guarulhos.
La policía reprimió, los comercios cerraron, la clientela corrió. Una testigo dijo la frase-símbolo a la reportera Laura Capriglione, de Folha de S. Paulo: “Tiene que prohibirles a este tipo de maloqueiro [término despectivo para habitantes de zonas pobres de las favelas] entrar en un lugar como este”. Los días siguientes, en diferentes webs de periódicos, los lectores definieron así a los rolezeiros (vea entrevista abajo): “maloqueiros”, “bandidos”, “prostitutas” y “negros”. Negros emerge aquí como palabra ofensiva.
El funk da ostentação, surgido en la Baixada Santista y la región metropolitana de São Paulo en los últimos años, evoca el consumo, el lujo, el dinero y el placer que todo eso otorga. En sus videoclips, los DJs aparecen con cadenas y anillos de oro, vestidos con ropas de marca, en coches caros, rodeados de mujeres con mucho culo y poca ropa. (Para conocer el funk de la ostentação, vea el documental aquí). Distinto del núcleo duro del hip hop paulista de los ochenta y noventa, que renegaba del sistema, y también del movimiento de literatura periférica y marginal que, al inicio de 2000, defendía que para consumir, se comprasen marcas producidas por la periferia para la periferia, el funk da ostentação coloca a los jóvenes -aunque para la mayoría solo en la imaginación- en escenarios hasta ahora reservados para la juventud blanca de las clases media y alta. Esa, tal vez, sea su transgresión. En sus vídeos, los DJs tienen vidas de ricos, con todos los símbolos de los ricos. Gracias al éxito de su funk en las comunidades, muchos DJs se enriquecieron de verdad y tuvieron acceso al mundo que celebraban.
Esta exaltación del lujo y del consumo, interpretada como adhesión al sistema, hizo el funk da ostentação incómodo para un sector de los intelectuales brasileños e incluso para parte de los líderes culturales de las periferias de São Paulo. Ahora, los rolezinhos – y la represión que les siguió– le añaden a esta vertiente del funk un componente de insurgencia, celebrado estos últimos días por voces de la izquierda. Al ocupar los centros comerciales, la juventud pobre y negra de las periferias no estaba solo apropiándose de los valores simbólicos, como ya hacía con las letras del funk da ostentação, pero también de los espacios físicos, lo que marca una diferencia. Y, para algunos sectores de la sociedad, agrega un contenido peligroso a aquello que era denominado [porque no hablaba de violencia, sino de ostentación] “funk do bem”.
La respuesta violenta de la administración de los centros comerciales, de las autoridades, de la clientela y de parte de los medios demuestra que esos actores leyeron la entrada de la juventud de las periferias en estos establecimientos como un acto violento. Pero la violencia era justamente el hecho de no estar allí para robar, el único acto en que se acostumbra a ver jóvenes negros y pobres. Entonces, ¿cómo encajarlos? ¿en qué lugar colocarlos? Prefirieron concluir que existía la intención de hurtar y destruir, algo más fácil de aceptar en lugar de admitir que solo querían divertirse en los mismos lugares que la clase media, deseando los mismo objetos de consumo que ella. Llevaron a parte de los rolezeiros a la comisaría. Aunque tuvieran que soltarlos luego, porque no había motivos para mantenerlos allí, el acto ya los ha estigmatizado y señalará sus vidas, como históricamente se ha hecho con los negros y pobres en Brasil.
Jefferson Luís, 20 años, organizador del rolezinho del Shopping Internacional de Guarulhos, fue detenido, es blanco de investigación policial, su madre lloró y él acabó cancelando otro rolezinho ya programado por miedo a sufrir más. Auxiliar en una empresa, ahorró un mes de salario para comprar la cadena dorada que lleva al cuello. Jefferson dijo al periódico O Globo: “No iba a ser una protesta, iba a ser una respuesta a la opresión. Uno no se puede quedar en casa encerrado”.
Por esta subversión no será perdonado. Los jóvenes negros y pobres de las periferias de São Paulo, en vez de contentarse con trabajar en la construcción civil y en servicios subalternos de las empresas de lunes a viernes y quedarse encerrados en casas sin servicios básicos el fin de semana, también quieren divertirse. Zoar, como dicen. La clase media acepta que quieran pan, que quieran nevera, se siente más incomodada cuando llenan los aeropuertos, pero ¿divertirse, y en centros comerciales? Otra frase de Jefferson Luiz: “Si yo tuviera un cuarto solo para mí ya sería una ostentación”. Divide una habitación en la periferia de Guarulhos con ocho personas.
Estas Navidades, los funkeiros da ostentação parecen haberse convertido en los nuevos “vándalos”, como son llamados todos los manifestantes que, en las protestas, no se comportan dentro de la etiqueta establecida por las autoridades y por parte de los medios. En las primeras noticias, el rolezinho del Shopping Internacional de Guarulhos fue tachado de “arrastão” (avalanchas humanas que crean confusión para robar). Pero no había arrastão. El antropólogo Alexandre Barbosa Pereira hace una provocación precisa: “Si fuese un grupo numeroso de jóvenes blancos de clase media, como sucedió varias veces, ¿sería interpretado como un flash mob?”.
¿Por qué los administradores de los centros comerciales, la policía, parte de los medios y los clientes solo consiguen encuadrar a un grupo de jóvenes negros y pobres dentro de un centro comercial en un arrastão? Hay varias respuestas posibles. Pereira propone una bastante aguda: “¿Será que la clase media entiende que los jóvenes están ‘robando’ su derecho exclusivo de consumir?”. ¿Este sería el “robo” imperdonable, el que colocó a las fuerzas de la represión en la puerta de los centros comerciales para impedir la entrada de chicos desarmados que querían zoar, dar unos besos y codiciar objetos de deseo en los escaparates?
Para ayudarnos a pensar en los significados del rolezinho y del funk da ostentação entrevisto a Alexandre Barbosa Pereira en esta columna. Profesor de la Universidade Federal de São Paulo (Unifesp), se dedica a investigar las manifestaciones culturales de las periferias paulistas. En su máster, recorrió el mundo de pichação, un estilo de grafiti característico de São Paulo. En el doctorado, buceó en las escuelas públicas para comprender lo que es zoar. Desde 2012 investiga el funk da ostentação. Aunque los rolezinhos, por la fuerza de la represión, concluyan estas Navdades, hay mucho que necesitamos comprender sobre lo que dicen sus protagonistas – y sobre lo que la reacción violenta en su contra dice de la sociedad brasileña-.
El rolezinho aparece conectado al funk da ostentação. ¿En qué medida existe, de hecho, esa conexión?
Alexandre Barbosa Pereira. El funk ostentação es una relectura paulista del funk carioca, hecha a partir de la Baixada Santista y de la región metropolitana de São Paulo, en la cual las letras pasan a tener la siguiente temática: dinero, marcas, coches, bebidas y mujeres. No se habla directamente de crimen, drogas o sexo. Los funkeiros de esa vertiente comenzaron a producir videoclips inspirados en la estética de los del gangsta rap estadunidense. Pero lo más curioso de ese movimiento es el giro que los jóvenes hacen para cambiar la pauta que, hasta entonces, era principalmente la criminalidad para el consumo. Las músicas dejan de hablar de crimen para hablar de productos que ellos quieren consumir. Así, en vez de cantar: “Roba motos, roba coches, un bandido no anda a pie” (Bonde Sinistro), los funkeiros de la vertiente de la ostentación cantan: “Vida es tener un Hyundai y una [moto] Hornet, diez mil para gastar, Rolex….” (MC Danado). De este modo, los DJs empezaron a tener más espacio para cantar en locales nocturnos y pasaron a producir videoclips cada vez más elaborados, con más de 20 millones de accesos en Youtube, lo que les llevó a un éxito al margen de los medios tradicionales. Algunos llegaron a alcanzar gran repercusión entre un segmento del público joven sin haber aparecido nunca en la televisión. Vi a niñas llorando por DJs en bailes incluso antes de que el funk ostentação alcanzara el protagonismo que consiguió en los grandes medios. Surgieron empresas especializadas en la producción de clipes en el estilo de la ostentación, como Kondzilla y Funk TV, claramente inspirados en el gangsta rap, en el que los jóvenes aparecen en coches y motos, exhibiéndose con ropas, dinero y mujeres. Una reflexión interesante para hacer es cómo los medios tradicionales, que antes execraban el llamado funk proibidão, que hablaba abiertamente de crimen, drogas y sexo, ahora comienza a elogiar el funk ostentação, denominándolo incluso “funk del bien” y resaltando la trayectoria económica y social ascendente de los DJs.
Pregunta. Haciendo un paréntesis aquí, antes de llegar al rolezinho:¿cuál es el camino para que un joven pobre tenga acceso al consumo de lujo, según la mirada del funk da ostentação? Este giro que tú mencionabas…
Respuesta. Primero, que ese bien de lujo no es tan de lujo. Al final, una botella de whisky a 60 u 80 reales (de 25 a menos de 35 dólares) no es ningún absurdo. Siempre es posible comprar una copia de aquellas gafas de sol que cuestan más de mil reales. En las discotecas de funk que observé, este era el precio. Pensemos en un grupo de por lo menos cuatro amigos dividiendo el valor de la compraventa. No sale tan caro jugar a la ostentación. Eso sí, están los coches. Eso sí que está fuera del alcance de la mayoría de esos jóvenes. Pero ahí hay una explicación interesante, que Montanha, un productor y director de videoclips de Funk TV, sabiamente me dio. Me dijo que las novelas ya vendían una vida de lujo hace mucho tiempo, solo que en ellas los ricos eran los que pertenecían a ese mundo. En los videoclips de funk ostentação, son los pobres los que aparecen en un mundo de “riqueza” o de “lujo”, con coches, mansiones, ropas de marcas más caras. Los jóvenes ahora podrían, segundo Montanha, verse como parte de un mundo de prestigio, de ahí la gran identificación. El crimen puede ser un camino para acceder a ese mundo de lujo o lo que esos jóvenes entienden por un mundo de lujo, pero no es el único. Esta es la lección que muchos DJs de funk están intentando transmitir en sus letras. De cierta forma muestran otro camino, que, de hecho, siempre estuvo presente para esos jóvenes de la periferia: hacerse famoso por la música o por el fútbol. De hecho, esos son los caminos que aparecen como los más posibles para que jóvenes negros y pobres de las periferias del país imaginen un futuro de éxito. En un mundo en que hay una fuerte división entre trabajo intelectual y manual, con la extrema valorización del primero, el uso del cuerpo en formas lúdicas como medio de ganar dinero se muestra como opción para la transformación de la vida. “Crimen, fútbol, música, cojones, yo tampoco conseguí huir de eso ahí”, ese es el Negro Drama cantado por los Racionais MCs. Los DJs de funk ostentação están intentando decir que es posible construir una vida de éxito a través de la música. Y lo que era ficción (los videoclips con coches importados, prestados o alquilados, con dinero de mentira lanzado al aire) comienza a hacerse realidad. Muchos de ellos comienzan a ganar una cantidad razonable de dinero con los shows. Creo que la idea de la imaginación como una fuerza creativa se presenta con fuerza en el funk ostentação.
Por otro lado, es preciso destacar que masculinidades marcadas por el deseo de poseer un automóvil o una motocicleta no fueron construidas por el funk ostentação. Ya existían hace tiempo. Para los niños de la periferia, poseer un buen coche, bonito y potente, es una de las metas principales de vida. La posesión del coche es, en el imaginario de esos jóvenes, pero también de la población en general, un indicativo de éxito económico y social, garantizando, como consecuencia, el éxito con las mujeres.
En este caldo cultural, el consumo es cada vez más exaltado como espacio de afirmación y de reconocimiento para los jóvenes. Es, inclusive, bastante compleja la forma de la relación entre criminalidad y consumo en el funk. En el giro que produjeron, parece que hay el mensaje de que esas dos acciones pueden ser dos lados de una misma moneda. Ellos no dejan de hablar del crimen. Acaban citándolo indirectamente, como en las músicas de MC Rodofilho, en las cuales él celebra: “Ay dios, qué bueno es ser vida loka”. Lo importante es entender cómo el crimen y el consumo son pautas constantes en las relaciones sociales de los jóvenes de la periferia. Los más pobres también quieren que iPads, iPhones y automóviles potentes formen parte de su mundo. Aún necesito observar y reflexionar más sobre ello, pero creo que tanto en el caso del crimen como en el del consumo tenemos que estar más atentos al modo en el que se dan las relaciones entre personas y cosas. Pienso que la búsqueda de la realización solo mediante el consumo implica sentimientos y posturas extremas de un egoísmo hedonista y de un profundo desprecio por otros seres humanos. Las mercancías, o las cosas anheladas, de cierta forma han conformado las subjetividades contemporáneas. Y en esas nuevas subjetividades, marcadas por lo instantáneo y la inestabilidad, parece no haber mucho espacio para la solidaridad. Hay una nueva tendencia en la discusión antropológica que afirma que no podemos entender las cosas solo como representación o resultado de lo social. Necesitamos pensar también en cómo las cosas hacen a las personas e incluso a la sociedad. Cómo las cosas o las mercancías más deseadas hoy motivan tanto un consumismo desenfrenado, irracional y egoísta, como el ingreso de jóvenes en la criminalidad. Siempre me quedo espantado cuando veo las imágenes en otros países de personas corriendo desesperadas para comprar un nuevo lanzamiento de smartphone, videojuego, tableta… Pero no solo eso, estas cosas también motivan y determinan formas de estar, pensar, relacionarse y sentir en el mundo contemporáneo.
Pienso mucho en eso cuando parte de la clase media critica el consumo de esos jóvenes, diciendo que solo ellos –la clase media que, supuestamente, paga los impuestos – tienen derecho a consumir, o a relacionarse con ciertos productos. ¿Será que la clase media entiende que los jóvenes están robando el derecho exclusivo de que ellos consuman o de relacionarse con esos objetos de prestigio? ¿Un derecho que, por otra parte, había sido robado de esos jóvenes pobres hace mucho tiempo?
Esa crítica puede venir inclusive de cierta clase media más intelectualizada e incluso con ideas políticas progresistas, que cree que sabe lo que es mejor para los pobres. Hacen la crítica desde sus iPads e iPhones a lo que entienden como un consumo irracional de los más pobres, que deberían ahorrar en vez de gastar en productos que no son para su nivel económico. Hay un juego de perder y ganar y también de búsqueda de satisfacciones individuales que rodea el robo del derecho de algunos al consumo, que es preciso profundizar para entender mejor esas dinámicas contemporáneas. ¿Todos tienen el derecho a consumir lo que quieran? ¿Y sería viable, hoy, que todos consuman a altos niveles? ¿Qué implicaciones mediombientales tendríamos? Y si no es sostenible o viable que todos consuman con tamaña intensidad, ¿por qué incentivamos así el consumismo? Con eso, lo que quiero decir es que no se puede pensar la relación entre crimen y consumo solo entre los pobres. Creo que también necesitamos mirar hacia las clases medias y altas y hacia los crímenes que, históricamente, han sido cometidos contra los más pobres y el medioambiente para proteger el consumo de los ricos.
P. ¿Es en este punto en el que los rolezinhos aparecen y crean una tensión reveladora en estas Navidades?
R. Los rolezinhos en los centros comerciales están conectados directamente a ese contexto. No sé  cómo surgieron, pero me parece que despuntarion por esas nuevas relaciones que las redes sociales permiten construir, de forma que una broma pueda volcar algo serio. De repente, una convocatoria hecha en Internet puede llevar a centenares de jóvenes a encontrarse en un centro comercial, un local donde pueden tener acceso a esos bienes a los que canta la música, aunque solo sea un acceso visual. Eso sí, es importante resaltar que no fueron los rolezinhos ni el funk ostentação los que crearon esa relación de fascinación con el consumo. Esta ya existía hace mucho. Os Racionais, hace más de diez años, ya cantaban sobre eso, con afirmaciones como: “Tú dijiste que era bueno y la favela lo escuchó. Allá también tiene whisky, Red Bull, tenis Nike y fusiles” o “La abundancia alegra al sufridor”
P. Algunos análisis relacionan los rolezinhos con una acción afirmativa de la juventud negra y pobre, a una denuncia de la opresión y a una reivindicación de participación, en este caso en el mundo del consumo. ¿Cómo analizarías tú este fenómeno tan nuevo?
R. No me arriesgaría a decir que hay un movimiento político muy claro. Puede indirectamente constituirse como una acción afirmativa de la juventud negra y pobre. Tal vez la tensión que se creó con la criminalización de esos jóvenes durante los rolezinhos pueda llevar a algún tipo de reflexión y acción política mayor, pero es difícil de prever. En un libro intitulado Cidadania Insurgente, [el antropólogo americano] James Holston analiza el surgimiento de las periferias urbanas en Brasil, particularmente en São Paulo, destacando la discriminación contra ciertas clases de ciudadanos en el país. Ese autor muestra cómo, históricamente, las formulaciones de ciudadanía elaboradas por los más pobres se dieron a partir de su ocupación de barrios en las periferias de las grandes ciudades. Nociones y prácticas propias de ciudadanía que se produjeron, a la vez, por medio de las experiencias de hacerse propietario, de participar de movimientos sociales por la mejoría de los barrios y de ingresar en el mercado del consumo. Primero se ocuparon los barrios, incluso sin estructura mínima. Después llegaron las reivindicaciones por la legalización de los terrenos ocupados. Y, finalmente vinieron las luchas por la llegada de la energía eléctrica, el saneamiento básico y el asfalto. Creo siempre muy interesante, en conversaciones con antiguos líderes de los barrios periféricos de São Paulo, observar que indican la llegada del asfalto como el gran marco de transformación del barrio y la integración de este al espacio urbano.
Percibo, por lo tanto, acciones como las de los rolezinhos, desde el punto de vista de esa “ciudadanía insurgente”, en referencia a las asociaciones de ciudadanos que reivindican un espacio para sí y así se contraponen al gran discurso hegemónico o, si no se disocian del discurso hegemónico, al menos provocan ruidos en él. Se trata de una reivindicación por la ciudadanía, la participación política y derechos que, históricamente, fue hecha por los más pobres, muchas veces en la frontera entre lo legal y lo ilegal, y que comenzó con la propia ocupación de los barrios en la periferia de la ciudad de São Paulo, como forma de habitar y sobrevivir en el mundo urbano. Esa ciudadanía no necesariamente se presenta como resistencia, pero puede también querer, en muchos casos, asociarse a la hegemonía produciendo disonancias.
¿Qué son el funk ostentação y los rolezinhos si no esa reivindicación de los jóvenes más pobres de una mayor participación en la vida social más amplia a través del consumo? Estas acciones culturales parecen situarse en esa lógica, que no necesariamente se contrapone a lo hegemónico, en la medida en que intenta afirmarse por el consumo, pero provoca una incomodidad, un ruido extremadamente irritante para aquellos que se guían por un discurso y una práctica de segregación de los que consideran como los “otros”.
P. ¿Cómo definir esa incomodidad? ¿Qué son los “otros” en este contexto? ¿Y qué papel desempeñan estos “otros”?
R. La incomodidad de ver pobres ocupando un lugar en el que no deberían estar, como consumidores de ciertos productos que deberían ser más exclusivos. Es un tipo de espanto que se pregunta: “¿Cómo ellos, que no tienen dinero, quieren consumir productos que no son para su posición social y económica?”. Estos “otros” son los considerados “subalternos”. Pueden ser funkeiros, pobres y mestizos de la periferia, pero pueden ser también las empleadas domésticas, los motoboys, los grafiteros, entre otros “otros”, que muchas veces son utilizados como chivo expiatorio de las frustraciones de un sector considerable de la clase media.
Los rolezinhos no son protestas contra el centro comercial o el consumo, sino afirmaciones de: “Queremos estar en el mundo del consumo, en los templos del consumo”. Sin embargo, por ser jóvenes pobres de barrios periféricos, negros y mestizos en su mayoría, y que escuchan un género musical considerado marginal, pasan a ser vistos y clasificados por la mayoría de la sociedad como gamberros o marginales. Pensemos que, en la propia concepción del centro comercial, no está prevista la presencia de ese público, aún menos en grupo y provocando confusión. Me pregunto: si fuera en un centro comercial más noble, con jóvenes blancos de clase media alta, vestidos como se espera de un joven de este estrato social, ¿la repercusión sería la misma? ¿la criminalización sería la misma?. Tal vez fuera considerado solo un flash mob. Hay una tendencia, de una parte considerable de la clase media, de los medios y del poder público, a percibir a los jóvenes pobres a partir de tres perspectivas, casi siempre exclusivistas: la del gamberro, la de la víctima y la del héroe.
P. ¿Cómo funcionan estas tres perspectivas, gamberro, víctima y héroe?
R.  Son más formas de etiquetar a esos jóvenes por parte aquellos que quieren tutelarlos que categorías asumidas por los propios jóvenes. Por eso, son contextuales. Dependiendo de la situación y de los actores sociales con quienes dialoga, el joven puede ser entendido a partir de una de esas categorías. El pichador (grafitero de pichaçao), por ejemplo, es un agente que puede movilizar todas esas clasificaciones, dependiendo del contexto y de los interlocutores: la policía, la Secretaría de Cultura, los investigadores académicos o la ONG que quiere salvar los jóvenes de la periferia de la violencia. En el caso del funk, por ejemplo, ya hay comentarios e incluso textos de personas más politizadas viendo los rolezinhos como una acción afirmativa o extremadamente contestataria. Para estos, los protagonistas de los rolezinhos son víctimas que se hicieron héroes. Otros, como la policía, la administración de los centros comerciales y la clientela, pero también sus vecinos, que viven allá en los barrios pobres de la periferia, ven en ellos principalmente a villanos y gamberros.
Jóvenes como estos que están en los rolezinhos no necesariamente aceptan entrar en esas etiquetas pero, en algunos casos, pueden también encajar en todas a la vez. No se puede simplificar un fenómeno como este. Sin embargo, si pensáramos en ese movimiento que surge principalmente con el hip hop de valorar la periferia como espacio político y de afirmación positiva, es posible ver, aunque en menor intensidad, una cierta acción política. De decir: “Somos de la periferia y estamos orgullosos”. Un movimiento de reversión del estigma en marca positiva.
P. Pero ¿hay, de hecho, una acción consciente, organizada, con un sentido político previo? ¿O el sentido está siendo construido a partir de los acontecimientos, lo que es igualmente legítimo?
R. Mira, sinceramente, es difícil decir si hay un sentido político, directo, consciente y/o explícito. Tal vez por parte de algunos, pero por lo que he visto en las redes sociales, no de la mayoría. Si el movimiento persiste o toma otras formas, puede ser que el sentido político tome más fuerza. De momento es difícil analizar ese punto. El antropólogo Arjun Appadurai analiza hace algún tiempo los cambios que se producen en el mundo a causa del avance de las tecnologías de comunicación y del transporte. Según este autor, las personas se desplazan cada vez más en el mundo actual, y no solo físicamente, sino también y tal vez principalmente en la imaginación, a causa de medios de comunicación como la televisión y, más recientemente, por Internet. Hoy es posible imaginarse en los más diferentes lugares del mundo, pero también en diferentes clases sociales. ¿Qué son los videoclips de funk de la ostentación sino imágenes/imaginaciones que los jóvenes tienen sobre lo que sería pertenecer a otra clase o poseer mejores condiciones económicas para el consumo?
Esa imaginación, según ese autor, puede constituirse como un proyecto político compartido, pero puede también ser solo una fantasía, algo individualista y egoísta, sin gran potencial político. Me parece que el funk da ostentação en São Paulo y movimientos como lo de los rolezinhos en los centros comerciales tienen intensamente esos dos potenciales. Difícil saber si alguna de ellas va a prevalecer o volverse hegemónica.
P. ¿La elección de la música de MC Daleste, asesinado en un show en Campinas, para el rolezinho del Shopping Internacional de Guarulhos, puede tener algún otro significado?
R. La elección de la música de MC Daleste en la entrada de los jóvenes en el centro comercial de Guarulhos me pareció bastante significativa por varios motivos. Principalmente, porque su muerte en el escenario, cantando funk, de cierta forma construyó un marco para ese funk da ostentação. Su asesinato acabó por dar aún más visibilidad a esta vertiente del funk paulista. MC Daleste cantaba proibidão antes y, así, esa relación confusa entre crimen y consumo se manifiesta de modo bastante fuerte en lo que él representa. Hay en su propio nombre artístico esa afirmación de un cierto orgullo del lugar de donde viene, de ser de la periferia, que tanto el funk como el hip hop expresan. No es  casualidad que él sea “Da Leste”. Recordemos que Guarulhos también está al este de la región metropoliitana de São Paulo.
P. Hoy, una parte significativa de la generación que se crio en las periferias con movimientos contestatarios como el hip hop y la literatura periférica o marginal ha asumido, por el funk da ostentação, los valores de consumo de las clases medias y alta. ¿Cómo analizas este fenómeno en el contexto histórico actual de Brasil?
R. Lo que un evento como ese parece poner de manifiesto es, por un lado, ese anhelo por consumir y por afirmarse mediante el consumo que esos jóvenes vienen demostrando ya hace algún tiempo, por las letras de los funks, pero también en el hip hop. A pesar de las críticas de ciertos segmentos del hip hop, no sé si el funk ostentação rompe con el hip hop más politizado de los ochenta y noventa o si ofrece una de las muchas posibles continuidades a ese movimiento cultural. Me parece que el funk ostentação es una relectura paulista, muy influenciada por el hip hop, del funk carioca. Muchos MCs de funk eran MCs de hip hop. Muchos de ellos, además de funk, cantan también rap, y en los shows se escuchan músicas de los Racionais. Hay trozos de letras de canciones de los Racionais en las letras del funk. Ahora, el hecho es que el funk no está tan marcado por la cuestión política como el hip hop. O Montanhame dijo algo interesante una vez: que, en la verdad, el hip hop ofrecería un espacio de expresión política que les faltaba a los jóvenes, ya el funk es un espacio de ocio y de socialización. Me parece una reflexión interesante. No que el hip hop no pueda contener ocio y socialización, ni el funk protesta política, pero las dos vertientes tienden hacia uno de los polos. El funk, de hecho, ganó ese gran espacio junto a los jóvenes de las periferias de São Paulo porque, en esa articulación de un espacio de ocio, se configuró un espacio para las mujeres que, en el hip hop, era más difícil. Las mujeres son presencia fundamental en los bailes de funk. El protagonismo del baile siempre fue suyo. Incluso que los niños también bailen y las niñas participen cada vez más como MCs. El hip hop siempre fue mucho más masculino, del baile a la vestimenta.
P. Pero ¿cuál es la diferencia, en tu opinión, entre cómo hablan de consumo, por ejemplo, los Racionais y cómo lo hacen los MCs de la ostentación?
R. Hay dos perspectivas. Cuando digo que los Racionais ya lo cantaban, quiero decir que ellos ya identificaban esa necesidad de consumir de la juventud. Y de consumir lo que ellos creían que era bueno, nada de consumo consciente. Por eso digo que los Racionais ya hacían, hace más de diez años, una lectura de ese anhelo por consumir de la juventud pobre. Por otro lado, hay esa dimensión de movimientos como el de los escritores de la periferia, promoviendo productos de la periferia, por la periferia. El funk ostentação comienza sin preocuparse con esa cuestión directamente. No le duele la conciencia por cantar al consumo y adherirse al sistema. Indirectamente, sin embargo, acaba llegando a un otro punto, en la medida en que una parcela considerable de jóvenes de la periferia pasa a poseer algún tipo de renta con la producción del funk. Ya sean los chicos que graban los videoclips, los propios MCs, pero también los empresarios, productores, técnicos e incluso algunos MCs que se hacen emprendedores y crean sus propios negocios. Como MC Nego Blue, que observando de cerca el éxito de las ropas de marca entre los jóvenes, creó Black Blue, una tienda de ropa cuyo símbolo es una carpa colorida. Hoy, además de poseer establecimientos propios, vende en tiendas multimarca, al lado de camisas de Lacoste o de otras marcas famosas que los chicos buscan, y por un precio muy parecido. Una de las empresas que programa shows de funk en Cidade Tiradentes se llama justamente “Nosotros por nosotro”.
Los rolezinhos parecen decir: no solo queremos consumir, queremos ocupar en masa y divertirnos en los centros comerciales, en los suyos o en los nuestros. Es importante percibir también que los centros comerciales donde los eventos ocurrieron están en regiones más periféricas, probablemente próximos a la residencia de los jóvenes. De momento no han ido a los templos mayores del consumo de lujo en la ciudad, en Jardins, Faria Lima, Marginal Pinheiros… Puede haber también un componente de un término que descubrí en la pesquisa que hice en escuelas de bachillerato, en mi doctorado, que es la idea de “zoar”. Ellos quieren zoar, que es llamar la atención y divertirse, flirtear, jugar y, si fuera preciso, pelear.
P. ¿Por qué, en este momento, el ocio se impone como una reivindicación de esta generación, por encima de cuestiones como salud, educación y transporte de calidad?
R. Creo que no hay una reivindicación política bien formulada como sucedía con el hip hop: queremos más salud, educación y ocio. Ellos simplemente quieren estar en los centros comerciales para zoar, y van. No existe esa reflexión más elaborada que el hip hop produce, es más espontáneo. Ese tal vez pueda ser un punto de distinción. Y el propio funk es, por sí solo, ocio y diversión, un dispositivo poderosísimo para bailar y flirtear. El zoar puede ser leído como un acto político, pero no me parece intencional. Creo que crea una tensión que es política, que es de disputa de poder por los espacios de la ciudad, pero no hay un manifiesto por la zoeira o por los rolezinhos, como hubo, por ejemplo, en el caso del manifiesto del arte periférico de los escritores.
P. ¿Hay también un movimiento para salir de los guetos y ocupar los guetos de la clase media? ¿De forma masiva, y no individualmente, como cuando un grupo de rap aparecía en la televisión (aunque fuera MTV) o un escritor del movimiento literario marginal o periférico publicaba en una gran editorial? ¿Es esta una novedad importante?
R. Creo que se abre hacia fuera del gueto, del barrio donde se vive, pero no hasta muy lejos. Al fin y al cabo, los centros comerciales a los que van están al lado de sus casas. En este sentido, creo que el hip hop, a pesar de hablar más del gueto, se abre mucho más hacia fuera en la medida en que conquista un espacio importante en las políticas públicas de cultura, por ejemplo.
Claro que ese espacio de ocio es problemático y conflictivo incluso dentro de los barrios de las periferias donde viven esos jóvenes. Si entrevistáramos a sus vecinos, seguramente la mayoría se posicionaría totalmente a favor de prohibir las fiestas callejeras que ellos organizan, con música alta que muchas veces dura toda la madrugada. Por eso creo importante no tomar el funk ni como un movimiento libertador, ni como el gran villano o el gran movimiento corruptor de la juventud contemporánea, como sectores más moralistas, a la izquierda y a la derecha, tienden a hacer.
La cuestión del consumo también me parece problemática. El deseo de consumir siempre ha existido. Antes del Gobierno Lula, el proceso de urbanización ya induce a ese apego mayor al consumo. Sin embargo, no se puede negar que, en los últimos años, hubo también una mejora económica para segmentos que antes estaban bastante alejados del mercado. Sin embargo, creo que reducir el éxito del funk da ostentaçãoa eso es simplificar demasiado el movimiento y olvidar que han existido y existen movimientos juveniles parecidos en otras partes del mundo, como el propio gangsta rap, en Estados Unidos, en el que se inspiran los videoclips.
Debemos cuestionar no la acción de los chicos, sino las relaciones sociales fomentadas en la contemporaneidad. Es preciso conceder a los jóvenes, y no solo a los pobres, sino también a los de clase media y alta, otros espacios de reconocimiento y de establecimiento de relaciones sociales que no estén guiados por la afirmación por medio de la posesión y del consumo de bienes. Porque, como dicen los Racionais, otra vez: “¿Quién no quiere brillar, quién no? Muestra quién. Nadie quiere ser secundario de nadie”. Para algunos tener un tenis caro, un smartphone de última generación o ir al centro comercial para zoar puede ser una forma de intentar brillar.
P. Al ocupar los centros comerciales, los adeptos del funk da ostentação estarían promoviendo su primera actitud de insurgencia contra el sistema, en el sentido de: “Voy a ocupar el espacio que me es denegado o donde no me quieren”. ¿Es eso? ¿O las propias letras de las músicas, interpretadas, en general, como adhesión al sistema, ya serían una insurgencia, en la medida en la que se apropian simbólicamente de los valores de la élite y de la clase media y, ahora, con los rolezinhos, también de sus espacios físicos?
R. Sí, creo que esa es la mayor irritación de la clase media con esos movimientos. Basta ver los comentarios a los videoclips en el Youtube, irritados con los chicos que ostentan y se exhiben con productos más caros. Esta es la principal rebelión que provocan. La clase media, de forma general, más pobre o más rica, más o menos intelectualizada, se irrita bastante cuando los subalternos compran bienes caros, incluso antes de ellos. Ya he oído comentarios indignados, del tipo: “Mi empleada ha comprado una televisión de última generación mejor que la mía”. Eso tiene antecedentes históricos que parecen llegar hasta hoy. James Holston, en el libro sobre ciudadanía insurgente que cité anteriormente, pone como ejemplo la legislación colonial portuguesa, que prohibía a los negros el uso de joyas y artículos considerados finos…
P. Parece que los rolezeiros de los centros comerciales están ocupando el mismo lugar simbólico de los vândalos en las manifestaciones, en la narrativa hecha por parte de los medios de masas y por las autoridades. ¿Como interpretas esa reacción?
R. Lo que me asustó de verdad en esta historia fueron las reacciones de medios y policía, condenando y ordenando detenciones, incluso en casos en que dijeron que no hubo robos, sino estampidas. Me pregunto quién provocó la estampida: ¿los jóvenes o la acción de los guardas jurados y de la policía? Eventos como estos revelan también una faceta complicada y extremadamente prejuiciosa de la clase media brasileña. Concedí una entrevista corta para la web de un gran grupo de comunicación y me asusté al leer los comentarios de los lectores, de un odio terrible contras los jóvenes que fueron a los centros comerciales, contra los pobres, contra mí, que resalté la forma prejuiciosa en la que se trataba el tema. Al hablar de lo sucedido, algunas palabras utilizadas como acusación contra los jóvenes fueron bastante reveladoras del prejuicio, e incluso del racismo, de este segmento social: “favelados”, “maloqueiros”, “gamberros”, “prostitutas” y “negros”. En ese último caso es evidente el racismo de muchos comentarios de esa noticia, pero también en las comunidades de rolezinhos que los jóvenes crearon en las redes sociales. Uno de los comentarios pide los jóvenes vuelvan a África. Eso es muy grave. Revela ese profundo racismo enraizado en una parte considerable de la población. Como si esta sociedad dijera, por medio de los administradores de los centros comerciales, de los medios y de la policía, jugando un poco con la cuestión de las manifestaciones de junio: “Ustedes, pobres, pueden consumir, pero ir al centro comercial en grandes grupos, solo para zoar y cantar funk… eso ya es vandalismo”.
P. ¿La clase media es racista?
R. Lo que llamamos clase media no es uno todo homogéneo. Es posible segmentarla en diferentes niveles y a partir de diferentes contextos, es posible pensar en una clase media intelectualizada o no intelectualizada. Pero me parece que la división más importante para pensar la clase media en São Paulo es la que se da por criterios socioeconómicos y espaciales. Existe la clase media que está concentrada principalmente en el entorno del eje céntrico, que va del Centro a Pinheiros, pasando por la Avenida Paulista y barrios próximos. Esta, en su mayoría, vive en una burbuja y tiene poco contacto con otras clases, con la excepción de los trabajadores subalternos: conserjes, empleadas domésticas, etc. Para esta, en gran medida, el Shopping Itaquera puede estar más distante que París o Londres.
Sin embargo, hay también determinada clase media baja que vive en la periferia. Citando nuevamente a Holston, él habla de una diferenciación que se produjo en las periferias de São Paulo entre aquellos que compraron sus terrenos, incluso que por medio de contratos opacos, y aquellos que ocuparon espacios formando las favelas. Esa pequeña diferencia no crea un gran abismo económico, pero produce una profunda diferenciación, por medio del cual un grupo estigmatiza el otro. Ya he visto un individuo de esta clase media de la periferia cuestionando programas como lo Bolsa Familia, porque había visto envases vacíos de yogur en la basura de la favela. Este individuo afirmaba que ni él consumía yogur con tanta frecuencia. ¿Cómo ellos se creían con derecho a consumir un producto que es un lujo, raro, pero sobre el cual él tiene cierta exclusividad?
La ayuda a los más pobres, en especial el programa Bolsa Familia, es un factor importante de estigmatización por parte de esos diferentes segmentos de la clase media, pero sobre todo por parte de esa clase media de la periferia. Estuve recientemente en una escuela pública próxima a una gran favela de São Paulo. Según los profesores, uno de los problemas del centro era que el 90% de los alumnos venían de la favela vecina. Y que esos alumnos estaban muy acomodados, pues vivían de ayudas y en la favela tenían todo muy fácil gracias a la gran cantidad de proyectos existentes allá. Incluso proyectos de música, resaltó un profesor. Es muy importante reflexionar sobre esto, porque esos profesores, si no viven en la favela, son vecinos de ella. Pero aun así se permiten marcar diferencias con los jóvenes por cuestiones muy pequeñas. Y son estos profesores los responsables por formar a esos chicos. ¿Con esta mirada, son capaces de luchar para que la escuela se haga un espacio de convivencia, afirmación y reconocimiento para los jóvenes?
P. ¿Cómo tú, que has vivido el día a día de las escuelas públicas en São Paulo, percibes la educación?
R. Es necesario que pensemos en una educación para las diferencias, para que no caigamos más en la trampa de la intolerancia y de los análisis apresurados y prejuiciosos de sectores de las élites y de las clases medias al hablar de “subalternos”. Me acuerdo de un documental portugués que merece la pena ver sobre la historia de un arrastão que no existió.Se llama Era una vez un arrastão . En él se habla del día en que jóvenes caboverdianos o descendientes de caboverdianos decidideron frecuentar la noble playa de Carcavelos, en Portugal. La policía, al ver la concentración de jóvenes de origen africano, se asustó y decidió intervenir, provocando una gran estampida que fue considerada como un arrastão. Pero, en realidad, los jóvenes huían de la represión policial gratuita. Eso tal vez nos enseñe algo sobre losarrastões que estamos creando cada día, criminalizando jóvenes pobres.
Cuando investigaba en escuelas públicas de la periferia de São Paulo, era común oír de los profesores que, en aquel centro, los alumnos eran todos gamberros o marginales. El discurso de la criminalización es efectivo y poderoso y condena a mucha gente al fracaso escolar e incluso al crimen. El sociólogo polaco Zygmunt Bauman, en un libro sobre educación y juventud, resalta la necesidad cada vez más urgente, en la actualidad, de desarrollar el arte de convivir con desconocidos y la diferencia. En especial en un mundo en el cual las migraciones tienden a aumentar cada vez más. En nuestro caso, no fue necesaria la llegada de extranjeros para expresar las más brutales formas de prejuicio, pues los extranjeros éramos nosotros, los brasileños. Pero brasileños que viven muy lejos, aunque son vecinos. Viven en Guaianazes, Capão Redondo, Grajaú, Cidade Ademar, Cidade Tiradentes, Vila Brasilândia…
P. ¿En qué medida, en su opinión, los rolezinhos se conectan con las manifestaciones de junio?
R. Creo que no hay una conexión directa. Pero, indirectamente, es posible percibir la reivindicación común del uso del espacio público y de quebrar las marcas de la segregación. Me acuerdo de que, antes de las manifestaciones de junio, para la prensa conservadora era un tabú ocupar la Avenida Paulista. Los movimientos sociales mostraron que no solo no era un tabú, sino que era un derecho, el derecho de ir a las calles y ocuparlas para protestar. Los rolezinhos no parecen tener una pauta tan clara, pero también están, aunque indirectamente, diciendo: “¿No dijeron que era bueno consumir? Pues bien, nosotros también queremos”.
P. Esa ocupación de espacios que supuestamente pertenecerían a “otros”, tanto en el caso de las manifestaciones como en el caso de los rolezinhos, parece marcar una novedad importante. ¿Qué está sucediendo?
R.  Creo que la novedad está ahí, pero es difícil decir lo que está sucediendo o lo que sucederá. Puede ser solo un hecho puntual -algo parecido a la revuelta de la vacuna como reacción a las propuestas políticas opresoras de la reforma sanitaria de Río de Janeiro [a principio del siglo XX], por ejemplo – o puede ser una nueva forma de pensar los espacios públicos y privados en las ciudades brasileñas. Sin embargo, es difícil prever. Los rolezinhos pueden haber acabado esta semana, por ejemplo. Y los movimientos como los de junio no se han repetido con tanta intensidad y repercusión. Pero lo que los movimientos como estos garantizan es la posibilidad de crear tensión en la ocupación de espacios urbanos, muy denegada hasta entonces.
P. ¿Por qué este nombre, rolezinho? ¿Y qué significados tiene?
R. Rolezinho es un término que está directamente conectado a la idea de ocio. De salir a divertirse y sacar fruto a la ciudad. Los pichadores, con quienes realicé la pesquisa en el máster, también usan la idea derolê (dar una vuelta) para referirse a sus grafitis. Con eso están diciendo que pintar es dar vueltas para conocer y apropiarse de la ciudad. Parece que por este término, indirectamente, podemos entender una reivindicación del derecho de divertirse en la ciudad.
P. ¿Divertirse en la ciudad no sería un acto de insubordinación para jóvenes pobres y negros? ¿Tal vez hasta el mayor acto de insubordinación?
R. Sí, sobre todo en una sociedad en la que pobres y negros tienen que trabajar – y solo trabajar – sin reclamar. Recordemos que la policía, a finales del régimen militar, actuaba en las periferias abordando a los habitantes y pidiéndoles la identificación profesional como prueba de que eran trabajadores y no vagabundos. Dedicados, por tanto, al trabajo y no a la diversión. Eso sí, claro que estos jóvenes no están pensando exactamente en eso. Lo que quieren de verdad es divertirse.
P. ¿Cómo entender este fenómeno, que es, a la vez, una insubordinación y una adhesión al sistema?
R.  Creo que la mejor palabra es paradoja. El funk da ostentação en São Paulo es paradójico: no se le puede situar en un extremo o en otro dentro del modo tradicional de pensar la política. ¿Conservador o revolucionario? Ninguno de los dos, pero con la posibilidad de ser los dos a la vez.

Política dadaísta

por Juan Pablo Maccia


Por fin se fue diciembre. Extraño como nunca la paz de enero. Además del clima propicio se suma la renovación de insumos: acaba de llegar mi prima Laura repleta de libros y revistas que ya iré comentando. Se arrimó al brindis también mi tío Mario con sus chismes, consejos y pronósticos. Buen momento para ordenar (exorcizar) el acumulado tóxico de las últimas semanas.

Aunque lo más preocupante es la suma y la carga de los episodios, la cantidad y la calidad,  arriesgo que entre todos ellos (cortes de luz, calor arrasador, protagonismo de Capitanich, ascenso de Milani) lo más pesado y aleccionador del clima social es la serie acuartelamientos policiales/saqueos/supuestos “narcos”/aumentos salariales para las fuerzas de seguridad.

Estos acontecimientos desbordan las cuestiones de números -de muertos, de aumentos presupuestarios y de detenidos- y se trenzan con el problema más complejo de la re-significación histórica: los días 19 y 20 de diciembre renuevan su carga simbólica y proyectan al futuro una concentración de caoticidad que ningún gobierno (siquiera uno popular) puede conjurar. 

Nunca falta alguien que acuñe la expresión adecuada para una situación abismal: “paritarias callejeras”. Ya no las del piquete, o la de los sindicatos, sino la de los agentes oficiales que regulan el acceso de las masas al consumo. En estos términos se presentan la cuestión policial y la cuestión social en este 2014.

El peligro político no consiste en volver al 2001 sino al período inmediatamente posterior (2002/2003). Desde que la presidenta Cristina aceptó respetar el artículo constitucional de no re-reelección ha comenzado una transición sucia. Se desea aniquilarla, someterla a un desgaste brutal, convertirla en un Duhalde: jefa en retirada, sin apoyo electoral propio y rodeada del mismo elenco de garantes de la transición por arriba: los mismos curas y hasta el mismo Capitanich que ya por entonces representaba a los gobernadores del PJ (en muchos casos también los mismos).

El objetivo perseguido es simple: hacer del kirchnerismo una línea interna menguante del peronismo, y preparar unas elecciones óptimas para un período sin candidatos fuertes. El modelo es la elección del 2003 en la que los resultados dieron así: Menem a la cabeza; luego Kirchner-Scioli y ahí nomás López Murphy, Carrió y Rodríguez Saá. La repetición del escenario en las nuevas condiciones significaría un 2015 con segunda vuelta, abierto para cualquiera.

Y sin embargo, no es esto lo que preocupa en lo inmediato. En este “fin de ciclo” que desvergonzadamente recorren propios y ajenos ha irrumpido un dato mayor: el protagonismo popular moldeado por la influencia del capitalismo runfla y su política dadaísta. Radical, inmediatista, calculadora y hasta shakesperiana no hay gaucho que no se apropie de su consigna y la utilice como regla para resolver asuntos de diversa complejidad táctica o estratégica: “¿da o no da?” (esa es la cuestión).

Ricardo Foster, el filósofo de la leva

por Diego Sztulwark


El filósofo de Carta Abierta, Ricardo Forster, escribe hoy un artículo en Página/12 en el que anuncia su posición en el debate abierto por el ascenso del General Milani, jefe del ejército, acusado de participar en crímenes durante la última dictadura. Su texto es ejemplar por muchas razones. Resalta la complejidad de la situación, retoma la historia de los intelectuales críticos -grupo al que pertenecía hasta la sorpresiva activación del llamado a la política de estado luego del año 2008- y plantea de un modo abierto el dilema de lo que podríamos llamar la izquierda kirchnerista: confiar en la fuerza y sapiencia de Cristina o tomar posición autónoma frente a las diversas coyunturas de acuerdo a sus propias fuerzas y percepciones, lugar que Forster considera menor y peligroso.

No forzamos las cosas si desde el comienzo entendemos que los dardos de Forster se dirigen a los dos Horacios que valorando positivamente el período político que se abre en 2003 se pronunciaron críticamente en diversas oportunidades en relación con políticas oficiales. Esos mismos Horacios, casi en solitario, argumentaron públicamente contra el apoyo a Francisco y ahora vuelven a coincidir, desde lugares diferentes, en el rechazo del ascenso de Milani. El propio Forster no oculta cuáles son sus blancos. González, también miembro de Carta Abierta, es sancionado de modo explícito al modo en que se le marcan la falta a un chico que no entiende, o a un escritor veleidoso; y Verbitsky, presidente del CELS, es confinado al mundo de las ONGs, en el cual dominan los reglamentos y principios antes que al realismo político.

La conclusión a que llega la densa retórica del autor es que el caso Milani no es tan central como para romper armas con el gobierno, a cuya principal referente se encomienda en términos personales.

El asunto Milani es complejo, en efecto, aunque es a su modo también, bastante sencillo: el ejército argentino es desde hace desde hace un tiempo considerable un organismo estatal de creación de una nación cristiana y blanca concebido para la represión interna de diversas insubordinaciones populares. Su papel en guerras internacionales ha sido triste y desde hace dos siglos que no juega papel alguno en procesos de liberación. Es evidente, y hay mucha investigación acumulada al respecto, que las fuerzas armadas han actuado como institución en la represión, y por tanto no es de extrañar que sus cuadros estén todos comprometidos en aquel proceso histórico fascista.

En el contexto actual, en el que muchos gobiernos de la región ostentan singulares rasgos democráticos y populares, se hace necesario neutralizar el papel golpista que durante el siglo XX jugaron los militares, al tiempo que se asiste a fenómenos anómalos como es la emergencia de militares que desobedecen los dictados del Imperio, como sucedió con la paradigmática figura de Chávez. De algún modo el General Milani expresa, para buena parte del kirchnerismo, algo parecido a una figura democrática, sino chavista, en la medida en que se pronuncia como dispuesto a defender al actual gobierno.

Lo que pide Forster, asumiendo en su enunciación el realismo político que por izquierda se instituye para defender al actual gobierno, no se comprende sino a esta luz. Y justamente por esta pretensión, que consiste en hacer de la política una defensa realista de la política oficial, incluso contra las críticas que provienen de sus mismos simpatizantes, es que el texto ofrece la oportunidad de juzgar ya no sólo la posición a adoptar frente al General Milani, sino en general la trama de esta posición subjetiva que emergió, como recuerda el autor, hace unos pocos años.

Se trata de una posición que de modo confeso vive en la sorpresa y la perplejidad del cambio político ocurrido en el país en el 2003 (y sólo como concesión, a partir del 2001). Esa sorpresa surge del hecho de que, como el mismo Forster ha argumentado más de una vez, muchos de los actuales defensores de las políticas oficiales que se ofrecen como “soldados” del “proyecto” vivían extraviados desde el punto de vista de la militancia política en una época extremadamente intensa en términos de resistencias populares al neoliberalismo. La ausencia de una elaboración propia de la riqueza de este proceso es lo que deja al autor en un estado permanente de doble sorpresa. De pronto Néstor dio vueltas el país, y encima dio al autor de las notas y a otros tantos un nivel de protagonismo con el que no habían siquiera soñado. La filosofía del acontecimiento, combinada con citas eruditas al mesianismo teológico-político, revierte así en un estado permanente de gracia. No se entiende cómo se llegó al estado actual, qué juego de fuerzas protagonizaron la impugnación del neoliberalismo, ni mucho menos se alcanza a desentrañar las trampas y los límites en que pueda caer el gobierno nacional. Plantear siquiera que esto pudiera suceder es aproximarse excesivamente a una posición de herejía, al borde del herem.

La renuncia a leer la política a partir de fuerzas sociales, de autonomías y coaliciones no es exclusiva de Forster. Buena parte de la juventud y la intelectualidad kirchnerista militante se comporta de modo vergonzoso sino vil al renunciar a decir en público lo que expresan en privado y al ofrecerse en la escena pública –sobre todo entendida como mediática- bajo un estilo de militancia completamente des-historizado: por mucho que la guerra popular lo reclame, la emancipación no precisa de soldados sino, en todo caso, de un protagonismo militantes crítico, comprometido con procesos populares y capaces de plantear por cuenta propia, incluso con desenfado, los problemas y las discusiones que las situaciones ameritan.

Dos situaciones recientes muestran la toxicidad de estas posiciones. No hace aun un año de que el movimiento que tomó las calles de varias ciudades de Brasil con un pliegue bien variado y hasta contradictorio de demandas –entre ellas varias referidas al transporte público, y al rechazo a las alianzas derechistas del PT, así como la subsunción al gobierno de la FIFA- fue condenado por la llamada izquierda kirchnerista por aquello de que en este período de gobiernos progresistas todo criterio popular y democrático debe subordinarse a la “defensa”. Este hobbesianismo rosado, que tiembla de miedo ante cualquier manifestación autónoma de los impulsos populares,  se convierte de a poco en uno de los mayores bloqueos para radicalizar los procesos en curso un sentido positivo.

Y más recientemente, el diciembre caliente, en el que acuartelamientos policiales y grupos llamados “narcos” escenificaron una intentona de desestabilización desde abajo, mostrando la debilidad en la que han quedado las organizaciones sociales en los territorios luego de una década de activación económica en la cual la distribución de dinero no fue para nada un equivalente a una real apropiación popular de la riqueza. El patetismo de la posición oficial frente a las policías –bastante más temibles hoy que las propias fuerzas armadas- y grupos organizados es el correlato de la falta de diagnósticos y de políticas dirigidas a dar la disputa política a los emergentes del oportunismo neoliberal entramado en la propia institucionalidad del estado.

Y el hecho de que las izquierdas no kirchneristas no hayan hecho aportes de peso durante estos años no mejora la cosa sino que la empeora hasta el estado desesperante en el cual toda posición política se reduce a apoyar al gobierno o a asumir una suerte de discurso abstracto y por tanto irresponsable desde el punto de vista histórico. Ni la izquierda kirchnerista ni la no kirchnerista se benefician con este espiral despolitizante.

Hay un hilo rojo que vincula de modo directo el caso Milani con la relativa parálisis de los movimientos sociales y populares en el país. Se trata siempre de poner en juego el mismo idealismo centralizante de toda política en la cúspide del poder ejecutivo, que desdeña por peligrosa toda fuente autónoma y democrática de diagnósticos, perspectivas e iniciativas políticas, de toda tentativa a abrir la lucha ya no sólo contra ciertos epígonos de los poderes concentrados, que eventualmente el gobierno enarbola, sino contra el conjunto de las estrategias de subordinación a los dictados del mercado mundial que lejos de haberse apaciguado se redoblan bajo el peso de las dinámicas financieras sobre los territorios de nuestros países. 

Silvia Rivera: «No hay ningún gobierno indígena en América Latina»



Para la antropóloga y teórica contemporánea Silvia Rivera Cusicanqui, «todavía no hay ningún gobierno indígena en América Latina” que detenga el saqueo en el que incurren actualmente las empresas transnacionales.

Una entrevista posterior a su conferencia titulada «Etnicidad estratégica, nación y colonialismo en América Latina”, en septiembre pasado en Guadalajara (México), permitió conocer sus puntos de vista sobre la realidad política de Bolivia y América Latina. 

Rivera dijo que el presidente Evo Morales, considerado el primer mandatario indígena,  es un exsindicalista cocalero, parcelario, mercantil, vinculado a la producción comercial y de monocultivo. «No hay nada de indígena en su forma de ser ni de percibir. Ni siquiera habla un idioma indígena. Es solamente un recurso retórico decir que es indígena. Tampoco supone una ruptura de los modelos hegemónicos que nos vinculan a ser el patio trasero de las grandes transnacionales”, señaló.

La intelectual aseguró también que la lucha indígena en América Latina es la misma frente a las empresas y los gobiernos «desarrollistas”, que llegan a ser incluso más crueles y agresivos, además de ser cómplices del saqueo de tierras indígenas.

Al indígena sólo le toca luchar como siempre en defensa de tierras y selvas, aseguró. Explicó cómo se genera una lucha  por espacios codiciados por quienes extraen recursos  para incrementar las ganancias de  industrias y emprendimientos de EEUU.

«Lo que vivimos se parece mucho a las luchas contra la idea de la selva como un espacio vacío, que se configuró en los años 60. Esta idea se ha vuelto a reeditar, lo que les resta posibilidades de supervivencia a muchas poblaciones que han ocupado ancestralmente esos territorios”, agregó Rivera. 


Dijo además que el proceso que se vive en Bolivia no supone una ruptura de los modelos hegemónicos que nos vinculan a ser el patio trasero de las grandes transnacionales.

Brindó una  conferencia en  México

La antropóloga dio una conferencia  en la Universidad de Guadalajara, México, invitada por el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara, en el estado de Jalisco.
Obra Rivera tiene como hitos el libro Oprimidos, pero no vencidos y sus investigaciones sobre el movimiento anarquista obrero y femenino del siglo XX. También es cofundadora del Taller de Historia Oral Andina (THOA), en el seno de la UMSA.


Entrevista con John Paul Rodrigues, integrante de la coordinación nacional del MST: «2013 fue el peor año para la Reforma Agraria»



El año 2013 no deja nostalgias a los “sin tierra” de todo el país. En cuanto a la lucha por la tierra, el balance es positivo, ya que se llevaron a cabo manifestaciones, marchas y ocupaciones de tierras y edificios públicos durante casi todo el año.
Pero en lo que se refiere a la política de reforma agraria, casi nada se ha hecho, y en muchos casos el gobierno tuvo la proeza de caminar hacia atrás. Estas son las opiniones de John Paul Rodrigues, integrante de la coordinación nacional del MST, sobre la política agraria impulsada por el gobierno federal durante el año 2013.
Como declaró Rodrigues, algo que siempre ha sido malo en este gobierno logró empeorar aún más. «Hasta ahora, sólo 159 familias fueron asentadas en todo el país. Es una vergüenza. No pasan de 10, las propiedades expropiadas por el gobierno de Dilma. Peor que el último gobierno militar del general Figueiredo, cuando se expropiaron 152 propiedades «, dice.
A continuación la entrevista:
– ¿Cómo califica la lucha por la tierra en 2013, en un período de parálisis completo de la Reforma Agraria?
-A pesar de ser un año completamente negativo en relación a la Reforma Agraria, los campesinos siguen firmes en la lucha por la tierra.
En marzo, por ejemplo, establecieron un campamento permanente en Brasilia durante tres meses, llevando a cabo luchas permanentes en la capital federal, tales como marchas, ocupaciones de ministerios y actos políticos.
En el mismo mes, se desarrolló la jornada de las mujeres, cuando más de 10 000 campesinas se movilizaron para exigir el asentamiento de 150.000 familias acampadas en todo el país, ocuparon tierras, empresas de agroquímicos y edificios públicos, efectuaron marchas y bloqueo de carreteras.
Inmediatamente después, en el mes de abril, los “sin tierra” hicieron otra jornada de carácter nacional, con manifestaciones en 19 estados, además del Distrito Federal. Nuevamente bloquearon decenas de carreteras, ocuparon más tierras, edificios públicos, ayuntamientos y realizaron marchas y actos políticos en todo el país.
En junio y julio, el Movimiento se sumó a las manifestaciones que ocuparon las calles de las principales ciudades del país e interrumpieron varias carreteras. En esta onda, la “juventud sin tierra” organizó jornadas de lucha a comienzos del mes de agosto. A finales de este mes, todo el Movimiento realizó, junto a las centrales sindicales, una movilización nacional, huelgas y paralizaciones en las ciudades, mientras en el campo interrumpíamos las carreteras.
En octubre, más de 12 estados se movilizaron en torno a la Jornada Unitaria para la Soberanía Alimentaria, cuando una vez más, la población rural promovió marchas, ocupaciones de tierras y edificios públicos. Ese mismo mes, los niños sin tierra se sumaron la lucha en el campo, destacando la necesidad de la Reforma Agraria, ocupando los ministerios y departamentos estatales.
Todo esto sólo para hablar de las luchas de carácter nacional, sin contar las luchas regionales en los estados. O sea, decir que ya no hay más combates en el campo es una gran mentira.
– ¿Y dónde entra la cuestión de la reforma agraria?
-Aquí es donde está el gran problema con un saldo muy negativo. Este es el peor año de la Reforma Agraria. El gobierno de Rousseff, que siempre ha sido pésimo en esta materia, podría empeorar. Hasta ahora, sólo 159 familias fueron asentadas en todo el país. Es una vergüenza.
No pasan de 10, las propiedades expropiadas por el gobierno de Dilma. Peor que el último gobierno militar del general Figueiredo, cuando se expropiaron 152 predios.
Otro grave problema es que el gobierno federal está llamando a la «emancipación de los asentamientos», otorgando el título de los lotes a los asentados. En la práctica, eso sirve para que el Estado deje de tener responsabilidad sobre las familias. Pero lo peor es que esta política va a crear una contra reforma agraria, ya que los grandes hacendados pasarán a presionar a los asentados a que vendan sus lotes, poniendo todo cuesta abajo y aumentando aún más concentración de la tierra en el país.
– ¿Y a que se debe esta dificultad de avanzar en la Reforma Agraria?
-Podemos citar dos grandes cuestiones cruciales. La primera es el hecho de que el gobierno ha sido tomado como rehén por la Bancada Ruralista, la mayor del Congreso Nacional. Son 162 diputados y 11 senadores, sin contar la legión de adeptos de última hora.
Sólo para tener una dimensión del problema, por más absurda que sea la agenda de este sector, está logrando salir victorioso en todo, incluso en las propuestas inconstitucionales.
Podemos mencionar desde el estrangulamiento absoluto del Código Forestal, pasando por la modificación de la ley sobre el trabajo esclavo, el retroceso en la legislación relativa a la demarcación de las tierras indígenas, la creación de una comisión especial para liberar con mayor facilidad nuevos agrotóxicos – ignorando el trabajo de evaluación ANVISA e IBAMA- y la liberación de nuevos cultivos transgénicos.
Ninguna de estas propuestas es de interés de la sociedad brasileña. Todas responden exclusivamente a los intereses particulares de este sector y están saliendo victoriosos. La Bancada Ruralista es un cáncer del pueblo brasileño.
La otra cuestión es la ilusión del gobierno en relación con el agronegocio. Las principales exportaciones de productos básicos promovidos por este sector permiten al gobierno mantener la política de generación sistemática del superávit primario, lo que garantiza el destino de los recursos presupuestarios para el sector financiero, como los pagos de intereses y servicio de la deuda, lo cual es lamentable.
Pero al mismo tiempo ha creado algunas de las políticas públicas para la agricultura familiar y campesina.
En primer lugar, es muy importante tener en cuenta que todas las políticas públicas son conquistas de las luchas de los movimientos sociales. Luchamos para garantizar la compra de alimentos y conquistamos el Programa Nacional de Alimentación Escolar (PNAE) y el Programa de Adquisición de Alimentos (PAA). Luchamos por la educación en el campo y conquistamos el Programa de Educación Nacional de la Reforma Agraria (Pronera).
Luchamos por la agro industrialización de nuestra producción, y conquistamos el Programa Terra Forte. Luchamos por otro modelo de agricultura, y conquistamos el Plan Nacional de Agroecología y Producción Orgánica – Brasil Agroecológico. Esto sólo para señalar algunos ejemplos.
Sin embargo, consideramos que si bien estas medidas son importantes, también tienen sus límites. Son muy desproporcionadas en comparación con las inversiones en el agronegocio. Para tener una idea, el Plan Cosecha 2013/2014 de la agricultura familiar representa poco más del 20 % en comparación con lo que se destina al agronegocio.
Además, contamos con esas políticas de hoy, pero nada nos garantiza que podemos contar con ellas mañana. Un simple cambio de gobierno, por ejemplo, puede acabar con todas nuestras conquistas.
-¿Qué es necesario hacer entonces?
-Es necesario dar prioridad a la agricultura familiar y campesina, y no tratarla como algo secundario. El gobierno debe entender que la única solución a la pobreza es una extensa Reforma Agraria, creando miles de puestos de trabajo en el campo. Si esta no se lleva a cabo, habrá un crecimiento desmesurado de los principales centros urbanos y de los barrios pobres en los suburbios periféricos de las grandes ciudades.
O sea, cambiar la lógica y la estructura de la producción agrícola en Brasil. La FAO misma ha reconocido que la única salida de la crisis ambiental y la garantía de la soberanía alimentaria es la agricultura familiar. Quién dijo eso fue José Graziano, director de la FAO. Tanto es así que el 2014 ha sido declarado por la ONU como el Año Internacional de la Agricultura Familiar.
– Pero ¿por qué los dos modelos de agricultura no pueden conciliarse?
-Son modelos que contrastan en su lógica y esencia. La codicia del agronegocio, con sus gigantescos recursos económicos, impide otro tipo de agricultura, pues siempre buscará incorporar la tierra de los campesinos y los recursos naturales a su modelo de producción de “commodities”.
Para tener una idea, en las dos últimas décadas más de 6 millones de personas fueron expulsadas del campo brasileño por el agronegocio. ¿Y donde se fueron? A los barrios pobres de los centros urbanos. El agronegocio no genera empleo, ya que más del 70 % de la mano de obra en el campo pertenece a la agricultura familiar, y se apropia de las pequeñas y medianas propiedades agrícolas, ya que la concentración de la tierra en Brasil sigue aumentando año tras año.
En el ámbito de la producción de alimentos básicos de la población brasileña, la situación también es muy grave. De 1990 a 2011, las superficies plantadas de alimentos básicos como el arroz, los frijoles, la yuca y el trigo disminuyeron entre un 20 a un 35%, mientras que los productos nobles del agronegocio, tales como la caña de azúcar y la soja, se han incrementado en un 122% y 107 %. Y todo orientado a la exportación. Vamos a tener que importar arroz y frijoles a China. Esto es alarmante.
-En febrero de 2014, el MST realizará su 6 º Congreso Nacional. ¿Qué pretende el Movimiento con esta actividad?
-En el evento vamos a consolidar nuestra propuesta en torno a la Reforma Agraria Popular. Ahora más que nunca, la Reforma Agraria es urgente y necesaria. Sin embargo, es una Reforma Agraria de nuevo tipo, a la que denominamos popular.
Entendemos que la reforma agraria ya no es sólo una política nacional para la población rural. Ella es urgente y necesaria para toda la sociedad en su conjunto.
Si queremos comer un alimento lleno de veneno que nos va a dar cáncer, si queremos cultivar una producción que destruye el medio ambiente y contribuye a la crisis climática, expulsa a los campesinos del campo aumentando la población pobre de las grandes ciudades, entonces, de hecho, la Reforma Agraria, no es necesaria.
Pero si, por el contrario, queremos un modelo productivo que concilie la producción con la preservación del medio ambiente, que el pueblo brasileño tenga alimentos sanos y sin pesticidas , que la miseria y la pobreza dejen de existir en nuestro país , entonces la reforma es ahora más necesaria que nunca.
Por lo tanto, tenemos que demostrar su importancia para la sociedad, para que el conjunto de la clase obrera ayude a la realización de la Reforma Agraria Popular, que sólo será posible con una amplia reforma en el sistema político.
– ¿Y cuáles son las perspectivas de la lucha para el próximo período?
-En este último período, construimos y ampliamos la unidad de todos los movimientos sociales del campo, con los ojos puestos en un programa agrario que realmente interese al pueblo brasileño. Y eso tiende a fortalecerse cada vez más.
Junto a esto, aumentan las evidencias de las contradicciones del modelo del agronegocio, como la destrucción del medio ambiente, el uso masivo de pesticidas y la inseguridad de los precios de alimentos.
Además de eso, como resultado de las grandes luchas del año 2013, las organizaciones sociales construyeron el Plebiscito Popular por una profunda reforma política en 2014, lo que permitirá cambiar radicalmente el panorama actual. (Traducción: ALAI)

Nace una nueva organización de la izquierda popular

El pasado sábado 14 de diciembre, en el Club Comunicaciones de la Ciudad de  Buenos Aires, se llevó a cabo el Encuentro de la Militancia y lanzamiento del proceso  de confluencia entre el Frente Popular Darío Santillán – Corriente Nacional (FPDS-CN)  y Marea Popular. Más de mil trescientos compañeros y compañeras se han  encontrado en una jornada de discusión y fraternidad, provenientes de la CABA, Mar  del Plata, La Plata, Lujan, La Matanza, Tandil, Necochea, Chivilcoy y numerosas  localidades del conurbano bonaerense, Neuquén, La Pampa, Córdoba, Santa Fe,  Chaco, Formosa, Santiago del Estero, San Juan, Salta, Tucumán y Jujuy. Poniendo en  marcha la construcción de una nueva organización nacional de la Izquierda Popular, la jornada se inició con un panel de debate que tuvo como principales voceros a Martín Ogando y Mariel Martínez, dirigentes de Marea Popular, y Aldo Casas y Cecilia Pato referentes del FPDS-CN.
Después del almuerzo se realizaron veinte comisiones de debate donde el conjunto de la militancia trabajó sobre los documentos de discusión elaborados de conjunto por ambas organizaciones. La discusión en las diferentes comisiones se centro principalmente en la comprensión de la etapa política que vive nuestro país (signada por la interna del Partido Justicialista, las opciones liberales-conservadoras y el crecimiento de las alternativas por izquierda); una fuerte reflexión sobre nuestras experiencias organizativas y nuestro recorrido; y los desafíos y tareas de la Izquierda Popular en Argentina.
Participaron de los debates desde la mañana compañeros y compañeras del Movimiento 15 de enero de Mar del Plata; Sudestada de Córdoba; el AIA, Feula y Auca Piuke de la Patagonia Norte; La Mariátegui y Andamio de Santiago del Estero; Causa y Efecto y Puño y Letra de Rosario; Madre Selva de Santa Fé; el Barro de San Juan; y el Espacio Chico Mendes, La Revancha y Podemos de la CABA. Estas presencias pusieron en evidencia que la confluencia entre Marea Popular y el FPDS-CN es un proceso abierto del que participarán numerosas organizaciones a lo largo y ancho del país, avanzando contra la fragmentación hoy todavía existente en el campo popular y visibilizando un claro horizonte de unidad.
Finalmente, por la tarde se realizó un acto de cierre en el que hablaron Manuel  Bertoldi, responsable de la Secretaría Operativa de los Movimientos Sociales hacia el  ALBA y referente del FPDS-CN, Daniela Ramos, militante y vocera de la misma  organización, Marina Moretti, dirigente de Marea Popular, e Itai Hagman, reciente  candidato a diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires y referente de Marea  Popular.
El acto de cierre contó a su vez con la presencia de numerosas organizaciones invitadas como Unidad Popular, Corriente Emancipación Sur, Movimiento Evita, Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), Izquierda Socialista en el FIT, Movimiento Popular La Dignidad (MPLD), Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), Corriente 17 de Agosto, Camino de los Libres, Agrupación Kiki Lezcano, Colectivo x La Igualdad – Partido Social, GEAL, CR CR, Corriente Unidad Sur (CUS), Corriente 2021, Agrupación USINA-14BIS, Movimiento Emancipador, entre otras. También contó con la presencia de personalidades como el Diputado Nacional Claudio Lozano, diputados de la CABA Pablo Bergel y Laura García Tuñon, Emilio Pérsico, Pablo Almeida, Jorge Cardelli, Victor Mendibil, Juan Grabois, Enrique Viale, Eduardo Lucita, Nina Brugo, entre otros/as.
Al finalizar Itai Hagman afirmó que “esta confluencia responde a la necesidad de un momento político. Después de 10 años de crecimiento en donde no se ha avanzado en transformaciones estructurales, seguimos viviendo en un país signado por la desigualdad, la pobreza y la precarización laboral. Frente a quienes se presentan como alternativa y en realidad quieren volver al pasado, esta herramienta nacional de la izquierda popular aparece como una necesidad para construir un proyecto alternativo de país, que se pare sobre las conquistas de estos años pero que se proponga superar este sistema que concentra las riquezas en pocas manos y excluye a las grandes mayorías”.
Por otra parte Daniela Ramos, referente del Frente Popular Darío Santillán – CN declaró que “a 30 años de la recuperación democrática, nos enfrentamos cara a cara con la fragmentación heredada de la última dictadura y la larga noche neoliberal. Pero también cargamos con la experiencia, las enseñanzas y valiosas conclusiones que nos ofreció el 2001 y el saldo de más de una década de construcción del movimiento popular desde una nueva izquierda. Nuestra superación es con otros y otras. Y sabemos que el entendimiento con nuestro pueblo se construye principalmente con el cuerpo, cara a cara, en la calle, en los barrios, en los espacios de trabajo, en las universidades, en territorios muchas veces hostiles y en realidades que no son cómodas ni accesibles”.
El ambiente de euforia final entre la militancia marcó el cierre del 2013 con un enorme paso político dado por ambas organizaciones y un 2014 cargado de grandes desafíos y potencialidades para el surgimiento de esta nueva organización política y social de la Izquierda Popular, que se propone trabajar en la construcción de Poder Popular en nuestro país, retomando las mejores tradiciones históricas de lucha de nuestro pueblo y las banderas del feminismo, la emancipación nacional y el cambio social.  

Guachines de mercado

por Diego Valeriano



Un día como el de hoy no hay dudas que el termómetro miente en Sol y Verde. 36 es muy poco. Tiene que hacer mucho más. ¿Dónde están todos? Los días como este, el tren llega solamente hasta José C Paz por que las vías se dilatan. Cuando la temperatura trepa, el tramo que está justo frente al destacamento de Frino se expande de manera asombrosa. Los rieles se hacen agua.

Los guachines a los que el calor no achicharra, revolotean la zona esperando que descarrile un tren que no llegó a ser avisado. Esperan mientras juegan. Practican una paciencia muy inquieta. Tienen la disciplina del oportunista débil. Los pastos crujen, los perros se revuelcan implorando y el tren no llega. Suben a la vía mirando para José C Paz. El horizonte bien cercano se mueve y confunde. ¿Solo 36 grados?

                -por ahí descarrila uno de carga.

                -el otro día me dijo mi hermano que descarrilo uno repleto de harina.

Los guachines son como palometas, chiquititos y voraces. Te enteras  que están cuando ya atacaron.  Brotan en el calor de la abundancia periférica. Pero comen la carroña de la fiesta. Huelen donde está la  plata, pero aun no pueden disputar certeramente ningún negocio, así que agudizan su olfato. Rascan oportunidades que los demás no vieron. Atacan cuando el número les favorece.

                -que descarrile uno con LEDs.

                -o con motos.

Son guachines de mercado. Son una muy pequeña unidad de negocios que persigue el itinerario de la plata y el consumo.  Nueva máquina de guerra que hace estallar por el aire las preliminares definiciones. Utilizan su ingenua belleza para protegerse de los transas y los gendarmes. Los killers los desprecian y los usan para hacer mandados. Ellos pacientes observan. Van a la escuela, al club y salen a cazar con la gomera. Saben quién vende qué y a qué precio.

                -la otra vez descarrilo uno con caballos

                -¿no era el del circo que fue a pilar?

Matan y mueren en el Counter hasta que la mamá de alguno los viene a buscar o el del ciber los echa. Buscan novias porque es lo que corresponde. Juegan al allanamiento y cuidan a sus hermanitos.

                -¿y si descarrila un Pilar?

                -le caemos a algún cheto.

                -¿y si se va a la mierda uno que lleva esos cosas de fierro?

Nadie responde porque aparece la dilatada imagen de un tren. Se lo ve tomando la curva. El  tren se acerca. El corazón se acelera. Disminuye la velocidad a la altura del destacamento. La expectativa es enorme, es uno de pasajeros. Pasa lentamente sin problemas. Los guachines observan con bronca. Arremeten a piedrazos contra la locomotora y los primeros vagones. Rompen un vidrio y festejan exultantes. Se ríen y discuten cual fue el que realmente lo rompió.

De la exaltación al aburrimiento en pocos minutos. El calor debe rondar los 40 grados. Todo está caliente. Alguien propone ir a colar a la quinta de los alemanes que tiene pileta. Comienzan a fumar, solo ellos pueden físicamente resistir este calor. Se sientan a esperar otro tren, otra oportunidad de algo. Escuchan la sirena, sus caras se iluminan. Comienzan a correr cuando aparece el patrullero.

Colombia, la luz no llega a los ‘barrios subnormales’. Unión Fenosa y Repsol

por Nazaret Castro



En Barranquilla, el sol del mediodía castiga con 35 grados a la sombra todos los días del año. La temperatura media en la cuarta ciudad más poblada de Colombia rebasa los 27 grados y los lugareños dicen que, con esto del cambio climático, ese calor húmedo y empalagoso va a peor. Una tarde sin ventilador –aquí lo llaman abanico– se hace interminable. Un día sin nevera equivale a perder todo el alimento en una casa; qué decir en un comercio. Y sin embargo, esa es la situación a la que deben hacer frente, casi a diario, las 440 familias que habitan Malambo, un barrio popular de la periferia de Barranquilla; una comuna, como dicen en Colombia. Sus habitantes sufren cortes continuos y el suministro eléctrico es tan deficiente que conectar un equipo electrónico a la red implica arriesgarse a perderlo. En Malambo, como en tantas comunas y favelas de las periferias urbanas latinoamericanas, el tendido eléctrico es un amasijo de cables sin mucho orden y concierto, prueba de que fueron los habitantes del barrio quienes, con sus propios y limitados medios, levantaron la red. Pero aquí no se pinzan ilegalmente al sistema, como es también común en las comunas: aquí, cada vecino recibe su factura de la luz, por importes que a veces alcanzan la mitad del ingreso familiar.
Conozco a Miriam Escocia en La Victoria, un barrio barranquillero de ingreso medio, en un encuentro que la Red de Usuarios de Servicios Públicos de Barranquilla ha preparado con motivo de mi visita para ofrecerme una panorámica del descontento de los ciudadanos con el servicio que prestan las filiales colombianas de Gas Natural Fenosa en los departamentos (provincias) del Caribe. Son dos: Electricaribe, que atiende a 1,8 millones de clientes, y Energía Social, con 120.000 usuarios que viven en barrios llenos de carencias. Una docena de habitantes de La Victoria, indignados, me resumen sus quejas por el servicio de la compañía: facturas elevadas, deficiente servicio, cortes continuos. No se libra ni la Iglesia católica: de hecho, celebramos nuestra reunión en la parroquia de San Germán de París, que se enfrentó a Electricaribe cuando la compañía, tras cambiar el contador, triplicó la cuantía de las facturas –que alcanzan los 200 euros al mes– y pretendió cobrar más de un millón de pesos en concepto del consumo que, supuestamente, se había dejado de facturar con el antiguo contador.
Miriam ha viajado hasta La Victoria para hablarme del caso más extremo: el de Malambo y otros barrios pobres y carentes de infraestructuras que la Administración colombiana decidió llamarbarrios subnormales, y se muestra encantada de hacer de guía. Como muchos habitantes de las comunas, Miriam llegó a la periferia barranquillera huyendo del conflicto armado y la violencia paramilitar: ella es uno de los cinco millones de desplazados forzados en Colombia. En Malambo rehízo su vida y levantó una vivienda sencilla, pero agradable, con un pequeño patio exterior. Allí, aliviamos el calor con un delicioso jugo de guanábana, mientras su esposo me cuenta que él, por suerte, tiene un empleo: trabaja como camionero de larga distancia. Es casi una excepción en Malambo, donde la mayor parte de la población vive de la economía informal, eso que los colombianos llaman el rebusque. Pero tampoco a Miriam y su familia les resulta fácil pagar las facturas de Energía Social, que alcanzan los 60, 80 y hasta 100.000 pesos colombianos (hasta 50 euros), pese a que las facturas están subsidiadas por más de la mitad del importe. Son cifras que suponen a veces la tercera parte, incluso la mitad de los recursos que una familia consigue con actividades informales como la venta ambulante, muy extendida en Colombia. Así que a veces se retrasan en el pago, les cortan la luz y les cobran un cargo de reconexión que pasa a formar parte de la impagable deuda de los usuarios con Energía Social: 183.000 millones de pesos (69 millones de euros). “Nos llaman subnormales… sí, subnormales para todo, menos para pagar”, se queja Miriam.
Energía Social opera en Malambo desde hace unos años. “La empresa engañó a la comunidad. Algunos intentamos resistirnos, porque habíamos escuchado muchas quejas de otros barrios”, cuenta Miriam mientras recorremos la comuna y va presentándome a los vecinos que nos encontramos por el camino. Cada uno de ellos, nada más escuchar el nombre de Energía Social, tuerce el gesto con indignación y corre a traerme una factura, a mostrarme el estado de la infraestructura del barrio, a enseñarme su casa para evidenciar que el gasto energético posible en una vivienda tan modesta no cuadra con una factura que, sin el subsidio estatal, llegaría a los 100 euros. “Es muy importante que esto se sepa en tu país”, insisten.
Pero los problemas técnicos y tarifarios tienen una cara más perversa: las muertes por electrocución. Sólo entre 2011 y 2013 han muerto 91 ciudadanos electrocutados en la Costa Atlántica. Según la Red de Usuarios de Servicios Públicos la cifra total desde la llegada de Unión Fenosa supera los 800 fallecidos. De ellos, 150 en Barranquilla, una de las ciudades donde se han registrado más deficiencias en el servicio. “El transformador se daña continuamente, y la solución siempre es tardía: la comunidad tiene que resolverlo todo”, asegura un vecino de Malambo. Pero el drama de las electrocuciones no se limita a los barrios populares: ocurren también en los de clase media, según me cuentan habitantes de La Victoria. Muchos de ellos creen que la razón estriba en que, para abaratar costos, Electricaribe ha sustituido el cobre por materiales más baratos. Jorge Enrique Robledo, senador del Polo Democrático, que se presenta como una alternativa de Gobierno de izquierdas, atribuye estos accidentes al mal estado de las redes y la falta de inversiones en infraestructura.
La llegada de Energía Social
Energía Social es, al mismo tiempo, el nombre de la empresa y de una política que se implantó entre 2003 y 2006 bajo la presidencia de Álvaro Uribe Vélez. Se anunció como “un servicio adaptado a las necesidades de los más necesitados”, pero en la práctica el Estado comunitario significaba trasladar a los vecinos las funciones de mantenimiento del cableado, de la atención al usuario e incluso de la recaudación del pago, con las tensiones que eso desató en las comunas. Cuando esa nueva normativa comenzó a desarrollarse, hace una década, la Defensoría del Pueblo alertó de que Unión Fenosa estaba aprovechando ese marco legal para “eludir su responsabilidad” sobre el servicio.
La historia comienza en los años 90, durante el mandato de César Gaviria, que emprendió la apertura económica del país. El Gobierno colombiano impulsó una nueva legislación para los servicios públicos domiciliarios que, junto a la Constitución de 1991, preparaba el terreno para la privatización de las empresas públicas. La región de la Costa Atlántica, que comprende ocho departamentos (provincias) donde vive el 21% de la población colombiana, fue pionera en ese proceso. Las empresas del sector, Electrocosta y Electricaribe, fueron adquiridas por una empresa foránea con sede en Caracas, que pronto registró pérdidas y decidió abandonar el país. Poco después, en el año 2000, Unión Fenosa adquirió ambas eléctricas al“irrisorio precio de 450 millones de dólares”, según el senador Robledo.
Unión Fenosa incrementó de manera considerable las tarifas: en los barrios más pobres el aumento ha sido de hasta un 600% desde que llegó la empresa española, según los datos que Robledo presentó al Senado. Sin embargo, la compañía seguía registrando pérdidas. Unión Fenosa en su web corporativa que había detectado dos grandes problemas: el “bajo nivel de pago de los clientes” y el robo de energía, esto es, los pinzamientos ilegales en las comunas. Para resolver el problema, Unión Fenosa identificó 1.628 comunas en la Costa Atlántica en las que habitan unas 300.000 personas, y las llamó barrios subnormales. Paralelamente, en 2003, el Estado colombiano lanzó una Ley del Plan Nacional de Desarrollo que “generó oportunidades excepcionales” de negocio “para los barrios, teniendo en cuenta sus rasgos diferenciales”, afirma la empresa en su web corporativa. Para gestionar el suministro en esos barrios, se creó Energía Social en 2004.
“Energía Social es una política de subsidios y es también una empresa que se beneficia de esos subsidios: es una maniobra del Estado colombiano para transferir recursos a la compañía”, asegura el senador Robledo, quien califica de “inaudita y escandalosa” la situación de la electricidad en la Costa Atlántica. Además, el Observatorio de la Deuda Global (ODG) acusa a Unión Fenosa de haber recurrido al chantaje a la Administración para obtener esos privilegios, amenazando en repetidas ocasiones con abandonar el país y dejar sin suministro a millones de personas. Lo cierto es que el Estado, a través del Fondo de Energía Social (FOES), paga directamente a la empresa los subsidios al consumo de los barrios pobres. Paralelamente, a mediados de los años 90, el dinero de los contribuyentes recapitalizó las filiales caribeñas de Unión Fenosa con 240.000 millones de pesos (90 millones de euros). Aún así, la deuda acumulada del Estado con Electricaribe alcanza los 1,8 billones de pesos colombianos (676 millones de euros).
Sin embargo, el Gobierno no vinculó los subsidios a ningún tipo de compromiso para mejorar las redes en las comunas. Según las cifras que Robledo llevó ante el Senado, sus filiales colombianas aportaron a Gas Natural Fenosa utilidades por 246 millones de euros en 2012, y sin embargo, no mejoró la red. Tampoco en los barriossubnormales, los propios vecinos levantaron el cableado y la empresa entró después para cobrar, pero no para mejorar la instalación ni el servicio. En su web, Energía Social zanja así el asunto: como en las comunas las redes las hicieron los propios vecinos, de forma ilegal, “no cumplen con las normas técnicas establecidas en la ley y la normalización del suministro es tarea casi imposible”. En su respuesta a mi cuestionario –la firma se negó a conceder entrevistas para este reportaje–, Electricaribe se justifica por la existencia de “reconexiones ilegales y fraudulentas” y por la llamada cultura del no pago: “En la medida en que bajen las pérdidas y la morosidad, se acelerará el proceso de mejora de la red eléctrica”.
Cultura del no pago
Con esa expresión, cultura del no pago, que también impregna el discurso del Gobierno, la compañía da a entender que las altas tasas de impago en las comunas se deben a una suerte de rasgo cultural y no a la imposibilidad de hacer frente a las facturas. El mismo argumento sirve para justificar las inauditas tasas de muertes por electrocución: “Hay, infortunadamente, personas que insisten en manipular las redes a pesar de los peligros a los que se enfrenta”, señala la empresa, y añade: “en todos y cada uno de los casos en que Electricaribe ha tenido responsabilidad, la compañía ha hecho parte de los procesos”. No corroboran esta versión los familiares de víctimas consultados. Relatan casos de vecinos que sufrieron una descarga tras abrir la nevera o encender un abanico. El novio de Lorena trabajaba en el mantenimiento de la red cuando sufrió una descarga eléctrica que acabó con su vida; ella asegura que la empresa eludió hacer frente a cualquier responsabilidad. Luis perdió a su esposa, madre de sus cuatro hijos; en enero se enteró de que el abogado había dejado caducar el proceso judicial que él inició contra la empresa. Nadie le ayudó.
Otra de las consecuencias de la llegada de Energía Social a las comunas es que cada barrio pasó a ser considerado como un solo cliente. Lo que para la empresa es “un verdadero modelo de gestión comunitaria” ha recibido críticas porque, al margen de abaratar los costos para la firma, ha creado tensiones y división en las comunidades. En Malambo hay un solo contador comunitario, pero cada familia recibe su factura. Un buen día, trabajadores de Energía Social llegaron a sus casas, anotaron las características básicas de la vivienda y los electrodomésticos de que disponía cada familia. Basándose en esa precaria información, Energía Social divide entre todos los hogares lo que marca el contador colectivo. Y como las facturas son altas, muy altas, los usuarios desconfían: “Cobran lo que se les da la gana”, resume uno de los vecinos. La empresa suscita en Malambo un rechazo mayoritario, pero eso no le impidió a la filial de Gas Natural Fenosa ganar, hace unos años, un premio de Responsabilidad Social Corporativa (RSC).
Las cosas no han mejorado después de que, en 2009, tras la adquisición de Unión Fenosa por Gas Natural, la empresa vendió Electrocosta y la filial que tenía en el Pacífico, EPSA, y se quedó con Electricaribe y Energía Social. Conversar con los habitantes de Malambo y La Victoria es escuchar una larga retahíla de desafueros. Por eso dice Marcos, vecino de La Victoria: “este modelo provoca problemas de orden público: ellos lo han provocado; nosotros intentamos defender nuestros derechos”. En lo que tiene que ver con el suministro eléctrico, la costa colombiana es un polvorín; y no están mucho más contentos con la gestión que del agua y el alcantarillado hace Triple A, la filial colombiana del Canal de Isabel II.
Cara y cruz de la inversión extranjera
Colombia inició en los años 90 un proceso de apertura económica que, entre otras cosas, llevó a la atracción de inversión extranjera directa (IED) que se ha incrementado en los últimos años. La inversión extranjera neta se disparó en Colombia desde 2010, hasta convertir al país en tercer receptor de IED en la región en 2012, con cerca de 16.000 millones de dólares. Como asegura la Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (Unctad), Colombia atrae a las multinacionales por sus buenas cifras macroeconómicas, con un crecimiento del 4,9% del Producto Interior Bruto (PIB) de media en los últimos años desde 2010 –y un 6% tomando la última década– y con una clase media en expansión, además de por la “estabilidad y garantías” que ofrece a los empresarios extranjeros: es, según el Banco Mundial, el país latinoamericano que mayor protección ofrece a las empresas y el tercero más “amigable” para hacer negocios. En un optimista análisis sobre la coyuntura del país, la consultora británica Oxford Business Group destacaba su gran “potencial” para seguir recibiendo inversión, entre otras cosas, por la carencia de infraestructuras.
Para el senador Robledo no se trata de demonizar la IED, sino de estudiar “caso por caso” y orientar esa inversión hacia aquellos sectores que amplíen el tejido productivo y creen empleo en el país. Para Robledo, no cumplen esos requisitos las inversiones en el sector de servicios públicos domiciliarios, que compraron empresas públicas que ya existían y, en casos como el de Unión Fenosa, redujeron plantilla, subieron las tarifas y no mejoraron el servicio. Para explicar esas divergencias entre el interés común y la acción del Gobierno, Robledo alude al poder de lobby de las grandes multinacionales y acusa de “lacayismo” a los gobernantes colombianos.
En 2011, Felipe González, quien como presidente del Gobierno inició en España la oleada de privatizaciones, fichó como consejero independiente de Unión Fenosa por 126.000 euros anuales. El presidente que culminó el proceso privatizador, José María Aznar,fichó ese mismo año como asesor externo para América Latina por Endesa, una empresa que fue privatizada durante su mandato. En la multinacional italo-española están también Pedro Solbes, Elena Salgado y Luis de Guindos; en Iberdrola, Manuel Marín y Ángel Acebes. Rodrigo Rato fichó por Telefónica y por Banco Santander. Son esas puertas giratorias por las que un presidente del Gobierno puede pasar del poder ejecutivo al consejo de administración de una gran compañía, y un ejecutivo de una firma termina siendo ministro, un trasvase que, entre otras cosas, suele suscitar escepticismo y suspicacia en muchos ciudadanos.
La banca multilateral, y especialmente el Fondo Monetario Internacional (FMI), también han jugado un papel relevante en los procesos que han consolidado la presencia de multinacionales extranjeras en la gestión de los servicios públicos en América Latina. Así, por ejemplo, el FMI financió la adquisición de Triple A por el Canal de Isabel II. Otras veces, la ayuda financiera ha venido del propio Gobierno español: Nicaragua recibió créditos de Financiación al Desarrollo (FAD) justo antes de la entrada de la multinacional en el país centroamericano. Tal vez como recompensa el Gobierno nicaragüense no expedientó a la multinacional en 2006 por la situación crítica de la energía eléctrica en el país, con apagones de hasta ocho horas en algunos sectores. Al año siguiente, el nuevo presidente, Daniel Ortega, comenzó a presionar a la empresa para que aumentara su inversión en infraestructuras.
Transnacionales y derechos laborales
Las protestas de los usuarios de los servicios públicos domiciliarios se suman a las denuncias de los sindicalistas del sector eléctrico. En Cartagena, un trabajador con décadas de experiencia en el ramo me lo cuenta de primera mano: es Gil Alberto Falcón, presidente de la Central Unitaria de Trabajadores de Colombia (CUT). “Cuando Unión Fenosa llega en 2000, se encuentra el trabajo hecho: Sintraelecol (el sindicato del sector eléctrico) ya había sido diezmado”, explica Falcón. Se refiere a que, en la Costa Atlántica, dos años antes de la llegada de Unión Fenosa, los anteriores inversionistas habían implantado un plan de retiro voluntario y una serie de despidos que expulsaron de la empresa a 2.300 trabajadores. Cuando entra en Colombia la multinacional española se encuentra con un sindicato ya prácticamente desmembrado y, según Falcón, impone sus condiciones: cláusulas de no sindicación, tercerizaciones y pérdida de casi 700 puestos de trabajo adicionales.
La cara más oscura del proceso de privatización de la energía en el Caribe es la persecución de líderes sindicales a cargo de mercenarios y grupos paramilitares. El proceso de privatización se saldó con 27 dirigentes sociales muertos o desaparecidos, la mayoría de ellos sindicalistas. En esa lista está, por ejemplo, Odulfo Zambrano, que murió asesinado por grupos paramilitares, según documenta el ODG. Pocos sindicalistas dudan de la relación directa entre los paramilitares y las multinacionales. Gil Falcón asegura que, en 2000, “apareció un documento interno de la empresa que denominaba terroristas a los representantes sindicales”. El Sindicato de Trabajadores de la Energía de Colombia (Sintraelecol) ha denunciado “actuaciones ilegales de Unión Fenosa, en complicidad con la fuerza pública”. El Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP), en su sesión de 2006 en Viena, señaló vínculos entre Unión Fenosa y la violencia paramilitar. Allí se presentaron testimonios según los cuales “personas desconocidas y armadas han interceptado a los líderes e barrios subnormales en Barranquilla, para advertirles que no se metan en problemas”, señala el acta del TPP. Sin embargo, esa relación no se ha podido demostrar a efectos penales.
Algo similar ocurre con el Canal de Isabel II, responsable de la gestión del agua en el Caribe colombiano a través de su filial Triple A. Después de escuchar a las poblaciones afectadas, el TPP identificó prácticas que atentan contra los derechos de usuarios y trabajadores y señaló que se utilizó a los grupos paramilitares “como herramienta de control para eliminar a los sindicalistas y líderes sociales que se han opuesto a la gestión del agua”.
Subcontratación e impunidad
No se trata, una vez más, de un problema aislado. Los sindicatos establecen una relación directa entre la llegada de las transnacionales y el deterioro de las condiciones laborales. Lo consiguen por dos vías: la primera es el deterioro de los derechos sindicales. “En muchos casos, se exige a los trabajadores directamente que renuncien a su afiliación como condición previa para acceder al trabajo; a veces, la empresa se inventa un sindicato propio”, explica Rodolfo Vecino, dirigente nacional de la Unión Sindical Obrera (USO). La otra es la subcontratación: “Las multinacionales acuden a la tercerización a través de contratistas, bolsas de empleo o rotación; así, la matriz se aísla de toda responsabilidad”, al tiempo que abarata costos laborales, agrega Vecino.
El ejemplo más evidente de la eficacia de esa estrategia está en el sector textil, y aquí España cuenta, de nuevo, con una firma puntera: el Grupo Inditex, que ha convertido a Amancio Ortega en el hombre más rico de Europa, con una fortuna acumulada que la lista Forbes estima en 47.600 millones de euros. Inditex, como todas las grandes firmas del ramo, no posee una sola máquina de coser: la producción está deslocalizada mediante una compleja red de subcontrataciones. Las prendas de Zara y el resto de las marcas de Inditex se diseñan en España, pero se producen en países con costos laborales más reducidos, como Bangladesh, que ostenta el récord mundial con salarios mensuales de unos 34 euros. En América Latina, donde los salarios legalmente establecidos son mucho más altos, en el sector textil y del calzado cada vez se recurre más a la producción en talleres ilegales donde trabajadores inmigrantes son encerrados en condiciones análogas a la esclavitud. Es un secreto a voces en ciudades como Sao Paulo Buenos Aires. En las dos se descubrió que talleres ilegales trabajaban para Zara. En ambos casos, la empresa de Ortega argumentó que desconocía la situación de los empleados. Inditex no controla quién le cose la ropa, y ninguna ley le obliga a hacerlo. El entramado de filiales y subcontrataciones se convierte, así, en una forma de garantizar la impunidad.
Mapa base de Wikimedia Commons. Modificado por FronteraD
La maldición del petróleo
Al sindicalista Rodolfo Vecino lo encuentro en Puerto Gaitán, una ciudad del departamento del Meta y el principal punto de extracción petrolífera del país, adonde me he desplazado para participar de unapreaudiencia al Juicio Ético a las Multinacionales que han organizado la Red de Hermandad y Solidaridad con Colombia, la Asociación de Cabildos y Autoridades Tradicionales Indígenas de Arauca (Ascatidar) y otras asociaciones, inspirándose en los juicios populares del Tribunal Permanente de los Pueblos. Estamos al sur de Los Llanos, una vasta región que se extiende sobre la cuenca del río Orinoco, entre Colombia y Venezuela. Es una de las zonas más ricas en hidrocarburos del continente, y es también uno de los ecosistemas prioritarios para su conservación, según WWF. En Puerto Gaitán, las volquetas y tractomulas ya forman parte del paisaje, junto con sus atardeceres rosados, planicies inmensas y un sol de justicia. Los lugareños me explican que el paisaje ha cambiado mucho desde que se comenzaron a explorar las reservas de hidrocarburos, en los años 80. La tradicional ganadería extensiva, que tan bien combina con esos sombreros llaneros que recuerdan al Lejano Oeste, comenzó a dar paso a las explotaciones de petróleo y gas, así como al monocultivo maderero orientado a la exportación.
Llegamos a Puerto Gaitán un viernes por la tarde, con el calor todavía apretando. Salimos de Bogotá muy temprano, en tres autobuses fletados por los organizadores en los que viajaron periodistas y decenas de activistas de organizaciones sociales, entre ellas varias canadienses, pues de esa nacionalidad es la firma que está en el centro de las miradas en este evento: la Pacific Rubiales. Nos acompañan organizaciones internacionales de derechos humanos que colocan sus banderas al frente de los autobuses, para darnos protección. La región del Meta es muy insegura: según nos cuentan los organizadores del evento, el territorio está controlado por paramilitares al servicio de las petroleras. Nada más llegar a Puerto Gaitán mis guías me lo advierten, por si se me hubiese olvidado dónde estoy: “Este es uno de esos pueblos en que de vez en cuando hay un apagón, y junto con la luz, se apaga la vida de alguien”. La Redher y el sindicato USO han sufrido amenazas. Ellos no terminan de creerse que haya sido posible celebrar el evento en Puerto Gaitán: es, para ellos, todo un éxito. Poco después entenderé sus recelos: el 20 de julio, una semana después del evento, unos desconocidos entran en la Casa de la Redher en Bogotá y se llevan ordenadores, cámaras fotográficas y grabadoras con material recogido en Puerto Gaitán. Pese a los contratiempos, en agosto, tal como estaba previsto, se celebra en Bogotá la audiencia final del simbólico juicio a las transnacionales canadienses Pacific Rubiales y la minera AngloGold Ashanti. El veredicto del juicio popular, pronunciado en Bogotá el pasado agosto, subraya la responsabilidad de esas empresas en violaciones de los derechos humanos y laborales, vinculaciones con paramilitares y destrucción del medio ambiente. “Los parapolíticos les recuperan la inversión que han hecho las compañías en la creación de los grupos paramilitares, en connivencia con los políticos. Son las patas del modelo que impone la banca multilateral: uso de la violencia y leyes coercitivas. El resultado es la violencia, el despojo y el desplazamiento forzado”, afirma el abogado Francisco Ramírez, que ejerció como fiscal en el juicio ético.
Nos alojamos en una escuela pública que han cedido para la ocasión. Todavía estamos levantando las tiendas de campaña cuando llegan los autobuses procedentes del Arauca, un departamento situado un poco más al norte, en la frontera con Venezuela, con una importante población indígena y una de las mayores reservas petrolíferas de Colombia. Han venido indígenas de las etnias uwa y sikuane, para dar su versión sobre los efectos que la llegada de las petroleras ha tenido sobre sus modos de vida. A lo largo del fin de semana, indígenas, sindicalistas y expertos analizarán los efectos de las explotaciones de Pacific Rubiales, pero también de otras petroleras que operan en Colombia, como las españolas Cepsa –a través de su filial Cecolsa– y Repsol. Centran sus acusaciones en cinco temas: degradación ambiental, perjuicio a las comunidades indígenas nativas, vulneración de derechos labores y sindicales, criminalización de las protestas sociales y militarización de los territorios.
Víctor es uno de los indígenas del Arauca que viajó a Puerto Gaitán para participar en este evento. Él, que lidera una comunidad indígena de etnia uwa de 49 familias, vivió en primera persona el cambio convulso que para su pueblo supuso la llegada de las petroleras en los años 80: “Antes, nuestra vida era más organizada y productiva, se sembraba mucha yuca y maíz. Llegó la Oxy y rellenó la laguna sagrada, hizo dragados, construyó campamentos, taponó las salidas y entradas de los caños; después llegaron las tractomulas y las volquetas. La vida en la laguna acabó: murieron muchas especies acuáticas que antes nos alimentaban; fueron desapareciendo aves, mamíferos, y también plantas medicinales y árboles sagrados; bajó el nivel del río. Después desplazaron a las comunidades”. Y añade: “La sabiduría de nuestros ancestros nos dice que el petróleo se creó para ser germen de la vida vegetal, no para extraerlo del corazón de la tierra”.
Cuando le pregunto a Víctor si la llegada de las multinacionales petroleras vino acompañada de violencia y militarización, cambia la expresión de su rostro: “No quiero ni pensar en eso. En los 80 llegó una gente extraña y comenzó a limitar territorios y poner controles y reglamentos. Como no fueron capaces de masacrarnos o desplazarnos, se inventaron a los paramilitares. Allí donde la organización social era más débil, los paramilitares comenzaron a matar a compañeros, dirigentes, trabajadores humildes que les apostaban todo a la vida. Eso a ellos no les importaba, porque éramos un estorbo”. Añade con tristeza: “El mismo gobierno es el culpable de esas muertes: todo en contra del pueblo. Una comisión internacional, formada por varias oenegés, tuvo acceso a un batallón militar y desmanteló un arsenal de guerra camuflado”.
Hacia el año 2000, los grupos paramilitares se instalaron en el perímetro de seguridad del oleoducto Caño Limón-Coveñas, para protegerlo de los ataques de los activistas. Se agravaba así la militarización de la zona: allí estaba ya la Brigada XVIII del Ejército Nacional, consagrada a la protección del complejo de Caño Limón para asegurar el transporte de crudo hasta el mar Caribe, con ayuda y financiación, según el Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL), de los Estados Unidos. Esa misma brigada ha sido señalada por organizaciones de derechos humanos por su involucración en la matanza de Caño Seco, en la que fueron asesinados tres dirigentes sociales influyentes en la zona. El Ejército reportó la ejecución de supuestos guerrilleros. Aún más sangrienta fue el de la matanza de Santo Domingo en 1998, un municipio de 247 habitantes. Un helicóptero de la Fuerza Aérea dejó un saldo de 17 muertos, cinco de ellos niños, y 25 heridos. La matanza quedó impune, mientras se intensifica el número de desplazamientos y la represión del movimiento social, numeroso y fuerte en la zona. Comienzan las detenciones masivas de dirigentes sociales bajo la acusación de terroristas: el caso más notable fue la detención de2.500 personas en un pabellón deportivo de Saravena, en 2002.
En el Arauca, “el Estado estaba prácticamente ausente hasta los años 50; vivían indígenas, algunos de ellos nómadas. El descubrimiento de yacimientos petrolíferos vino de la mano de la llegada de colonos y del Ejército: ahí comienzan los conflictos con los indígenas. Después, la zona se convierte en un polvorín, con fuego cruzado de insurgentes y paramilitares”, explica Pedro Ramiro, coordinador del OMAL y coautor del informe Colombia en el pozo. Los impactos de Repsol en Arauca. El episodio se repite en otras zonas del país, como el Putumayo: las comunidades locales, que en la mayoría de las ocasiones no han sido informadas ni mucho menos consultadas por los gobiernos, se resisten a la implantación de los proyectos petroleros, y sabotean los oleoductos. El Estado colombiano y sus Fuerzas Armadas, que ha adquirido con las empresas la obligación de proteger esas infraestructuras, reacciona con vigor.
“La mayor parte de las multinacionales en Colombia cometen crímenes de lesa humanidad como una práctica habitual. Son per seorganizaciones criminales, que se basan en la información de los servicios de inteligencia, utilizan sistemáticamente el soborno y la coacción e imponen su modelo económico con el apoyo de lasbacrim (los grupos paramilitares)”, asegura Pedro Ramiro. Colombia no necesitó de una dictadura militar para convertir la violencia en un eje del cambio político y económico. En los últimos 30 años, el saldo macabro de seis décadas de violencia en el país –guerrilla, militares, paramilitares, mafias narcotraficantes– es de 220.000 muertos, 60.000 desaparecidos y 5 millones de desplazados. Y las zonas más ricas en recursos son, muchas veces, las más violentas. La riqueza del territorio puede ser la perdición para los pueblos que lo habitan. Es la maldición de la abundancia, según la expresión del ecuatoriano Alberto Acosta.
“Allí donde hay petróleo, se da una constante: lo primero que sucede cuando llegan las transnacionales petroleras es que aumenta la violencia; hay un impacto sociopolítico, desarraigo, despojo. Las fuerzas militares actúan al servicio de las multinacionales, tienen contratos para garantizar que el Ejército defienda sus intereses y generan impactos de terror para evitar las exigencias de sindicatos y movimientos sociales”, asegura el líder sindical Rodolfo Vecino. En la USO apuntan a la complicidad de Repsol en el “proceso de guerra” que vivió el Arauca, y añaden que Cepcolsa, filial colombiana de la española Cepsa y socia de Pacific Rubiales en las exploraciones de la Orinoquía, impide la afiliación de los trabajadores.
Repsol en el Arauca
Parecía que hubiese desaparecido de la faz de la tierra. Sindicalistas y comunidades indígenas de las áreas afectadas están convencidos de que Repsol abandonó Colombia hace unos años. Sin embargo, la firma, que llegó al país hace veinte años, sigue presente en los departamentos del Arauca y La Guajira –la península fronteriza con Venezuela–, con siete bloques en exploración y otros cuatro en explotación. Ni su nombre ni su logotipo aparecen por ninguna parte: “Repsol juega a la estrategia de la invisibilización; seguramente, porque sabe que no es bienvenida en Colombia”, apunta el investigador Pedro Ramiro. A lo largo de los años 2000, organizaciones como Amnistía Internacional, Greenpeace y OMAL han puesto en cuestión la actuación de Repsol en el Arauca, donde la firma explotaba los campos de Rondón, Campo Limón y Capacho, entre otros. La empresa ha sido acusada de financiar a las unidades militares a cambio de proteger sus instalaciones, pese al “historial de abusos y violaciones de los derechos humanos” del Ejército colombiano, según Greenpeace.
Como Gas Natural Fenosa, Repsol prefirió respondernos a través de un cuestionario. En él aclara, que “por exigencia de los gobiernos”, en algunos países la protección de las instalaciones “debe realizarse en colaboración con las fuerzas públicas de seguridad”, como ocurre en Perú, Colombia, Ecuador y Venezuela. En cualquier caso, la empresa asegura que exige a sus proveedores de seguridad, sean instituciones públicas o privadas, “el cumplimiento de criterios [alineados con] estándares internacionales como la Declaración Universal de los Derechos Humanos” y otros acuerdos internacionales. En La Guajira, Repsol realizó un análisis sobre la situación del orden público en la zona “como parte de las actividades previas requeridas” para dar inicio a proyectos de exploración en territorios poblados por comunidades indígenas. La empresa afirma que, antes de contratar, se asegura de que no tengan antecedentes asociados a milicias privadas o grupos paramilitares. “Durante 2012 no se han tenido en cuenta proveedores de seguridad privada que tuviesen este tipo de antecedes en los procesos de licitación que hemos llevado a cabo en Brasil, Colombia, Ecuador y Perú”, asegura la firma.
Las denuncias de violaciones de derechos humanos y contaminación se repiten en varios países de la región en los que opera Repsol. La animadversión hacia la empresa es tal que ha sido objeto de campañas como la de Afectados/as por Repsol y Repsol Mata. Uno de los casos más conocidos es el de la Patagonia argentina, donde, antes de la nacionalización de YPF, las exploraciones de la firma ocasionaron fuertes impactos en el medio ambiente y en la vida de las comunidades mapuches. En la provincia de Neuquén, la Comunidad mapuche reivindicó que no fue consultada, lo que supone vulneración del Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas de la Organización Internacional del Trabajo, la principal normativa internacional que defiende los derechos de los pueblos aborígenes, suscrito por Argentina. Otro caso sonado ha sido el de Perú, donde las comunidades indígenas amazónicas han protestado por las operaciones de Repsol en el Bloque 39, una de las zonas con mayor biodiversidad de la selva, que el propio Estado peruano reconoce como tierras protegidas y oficialmente tituladas a los indígenas. En el cuestionario, Repsol arguye en el cuestionario que su compromiso es cumplir con el Convenio 169 incluso en aquellos países donde no ha sido ratificado.
“Las buenas relaciones con las comunidades indígenas son tan necesarias para el éxito de nuestro negocio como la gestión eficaz de nuestras operaciones”, asegura la empresa. “Buscamos entender las implicaciones sociales y económicas de nuestras actividades para que podamos optimizar los beneficios y reducir los impactos negativos. Aceptamos que no podemos satisfacer todas las expectativas, pero donde quiera que operemos, tratamos de hacerlo con el apoyo de la comunidad”, añade Repsol. La firma pone el ejemplo de Ecuador: “En un ejercicio de apertura a la sociedad civil, organizamos una visita a nuestras instalaciones de un grupo de seis expertos que han dictaminado que Repsol es la petrolera que más respeta los derechos de las comunidades indígenas en el país”. El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, les dio la razón: “Donde mejor cuidada la selva es donde existen empresas responsables, como Repsol”, afirmó en una visita a Madrid el pasado abril.
Responsabilidad social u obligación legal
Repsol asegura que cuenta con un equipo de más de 40 personas “encargadas de dialogar y relacionarse con las comunidades del entorno” y que, en los últimos tres años, ha invertido 90 millones en acción social; de ellos, 22 millones de euros en proyectos de desarrollo comunitario. Para la firma, estos programas son “parte del compromiso de promover el desarrollo de las comunidades locales”. Sin embargo, los movimientos sociales comunitarios se quejan de que, muchas veces, estas ayudas económicas sirven para cooptar líderes comunitarios y dividir a las comunidades. La investigadora Ane Garay, de la OMAL, apunta que con ese marketing solidariolas transnacionales “se presentan como parte de la solución y no del problema”, como estrategia para “aplacar la rabia de la población, reblandecer corazones y desviar la atención”.
El problema no estriba en los programas de RSC en sí, sino en que éstos se consoliden como una alternativa a la ausencia de mecanismos del Estado o de la sociedad civil para exigir responsabilidades, como apunta Garay en el informe Empresas transnacionales. La RSC se basa en los criterios de voluntariedad y autorregulación: los códigos de conducta no vinculantes sustituyen a la fiscalización externa por parte de autoridades estatales. Lo mismo sucede a escala mundial con el código Global Compact de la ONU, que apunta a diez principios éticos muy generales y sin eficacia normativa. El objetivo final, concluye Garay, es la impunidad; por eso el Tribunal Permanente de los Pueblos propone crear alternativas de control; entre ellas, una corte mundial que juzgue y sancione a las empresas, y no sólo a los estados.
“Hacen campañas de sensibilización o de empleo, pero es un cuento: llegaron a nuestro territorio y provocaron contaminación del agua, descomposición social, aumento de la violencia. Y aun así, les llaman terroristas por explotar un oleoducto, cuando lo que están haciendo es defender sus tierras ancestrales”. Quien así habla es Óscar Pisso, líder de un resguardo indígena de 622 habitantes en la región del Putumayo, en plena selva amazónica. Óscar describe una situación trágica: las comunidades están cada vez más cercadas por los proyectos petroleros o mineros, y han comenzado a organizarse para defender el territorio. Es el primero en decirme algo que después escucharé muchas veces en Colombia: “Indio sin tierra no es indio”. Por eso, desde hace 500 años, los pueblos originarios defienden un territorio que para ellos representa mucho más que el sustento económico: es cultura, sacralidad, el lugar de sus ancestros y donde crecen sus plantas medicinales.
Óscar atravesó en autobús media Colombia para llegar a Puerto Gaitán y organizar nuevas formas de resistencia junto con otros pueblos indígenas. Allí se encontrará con gente como Víctor, el líder Uwa que me dejó estas palabras: “Nuestra lucha dura más de 500 años, y aquí seguimos, resistiendo, porque el interés del gobierno es darle el territorio a las multinacionales. Queremos que nos devuelvan la tierra, que se regenere y tenga vida para las próximas generaciones. Las petroleras deben abandonar nuestro territorio. Nuestros cadáveres no descansarán mientras no sea así”.
Nazaret Castro es periodista y vive desde hace cinco años en América Latina. Este artículo forma parte de la investigación Cara y cruz de las multinacionales españolas en América Latina, financiado por los lectores de FronteraD a través de uncrodwfunding en la plataforma Goteo. En FronteraD ha publicado reportajes como Una flor en medio del asfaltoLa matanza de Carandiru o La sociedad carioca, en estado de apartheid, y mantiene el blog Entre la samba y el tango.
Cara y cruz de las multinacionales españolas en América Latina

2.-   La luz que no llega a los ‘barrios subnormales’. Unión Fenosa y Repsol en Colombia
En la próxima entrega hablaremos de las represas de Endesa en el sur de Chile y del renacer de la resistencia del pueblo mapuche. Analizaremos por qué Chile es “el modelo del modelo” del neoliberalismo en América Latina y cuáles han sido las consecuencias de haber privatizado el 100% de los recursos hídricos del país.
Los cofinanciadores de esta investigación recibirán además una serie de materiales complementarios.
Para más información:
La Unión Europea y las transnacionales en América Latina.Documento de la Sesión IV del Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP), celebrada en Madrid en 2010. Descargable en:http://rebelion.org/docs/105936.pdf
Informe CEPAL, Internacionalización y estrategias empresariales en la industria eléctrica de América Latina: los casos de Iberdrola y Unión Fenosa. Patricio Rozas, Santiago de Chile, diciembre de 2008.
Empresas transnacionales. Diagonal, nº 209, noviembre de 2013. Descargable en: http://omal.info/spip.php?article6068
Javier Sulé, Unión Fenosa en Colombia. Una estrategia socialmente irresponsable. Observatorio de la Deuda de la Globalización. Cátedra Unesco en Tecnología y Desarrollo. 2006
Informe Los nuevos conquistadores, Greenpeace, 2009. Descargable en: http://www.greenpeace.org/espana/reports/090930-03
Pedro Ramiro, Erika González y Alejandro Pulido, Las multinacionales españolas en Colombia, Asociación Paz con Dignidad/OMAL, 2007.
Pedro Ramiro y Alejandro Chaparro, Colombia en el pozo. Los impactos de Repsol en el Arauca, Asociación Paz con Dignidad/OMAL, 2006. 
Informe sobre Repsol YPF en América Latina, 2008. Tribunal Permanente de los Pueblos.http://omal.info/IMG/pdf/informe_caso_repsol_en_america_latina_-_final.pdf
Jesús Carrión, Erika González, Tom Kuchard et. al., Beneficios a costa de los pueblos y de los derechos humanos. Corporaciones Transnacionales Europeas en América Latina y el Caribe.Enlazando Alternativas. Descargable en: http://www.enlazandoalternativas.org/IMG/pdf/ONU_DDHH_TNC_ginevra_5_6_octubre_ES.pdf
Tribunal Permanente de los Pueblos: Veredicto de la sesión de 2010. Descargable en:http://www.enlazandoalternativas.org/IMG/pdf/TPP-verdict_es.pdf

Que quede entre nosotros

por Helena Pérez Bellas


“I’ll tell you…what real love is. It is blind devotion, unquestioning self-humiliation, utter submission, trust and belief against yourself and against the whole world, giving up your whole heart and soul to someone who smites it.”
“True love will found you at the end”
Sabías que el que quiere más siempre es el más débil por eso hay que cuidarlo, porque es un accidente en tránsito. Sabías que el que quiere más vive alterado porque tiene mucho para dar pero no tiene en dónde por eso, aunque cueste, hay que dejar que de caudal a lo sentimientos.  Sabías que el que quiere más siempre esta a la expectativa de que las cosas se nivelen, que todo sea un poco más justo. Por eso el que quiere más está siempre medio cansado, un poco fuera de sí,  en contacto con otras cosas con el amor que va creando, que va construyendo, que sabe que tiene la fortaleza de una torre de naipes que no resiste un viento y menos resiste el paso del tiempo que absolutamente todo lo aniquila. Sabes, el que quiere más siempre es un peligro frente al tráfico, es una luz encendida para los colectivos, es una advertencia en rojo para los subtes, es un bonus de mil puntos para los autos. Sabías que el que quiere más, al otro a vos no en general no al mundo entero, siempre está esperando que te duermas para poder decirte en silencio, subliminal, todo eso que siente sin tener que pagar las consecuencias de no retener ni una sola de sus palabras. Que tiene un diccionario hecho a medida de tu nombre, tu cumpleaños, tus actividades cotidianas, las grietas de tu dolor, el pasado que va articulando cuando dejás escapar algunas cosas, tus gestos, tu manera de ser, tu estructura. Cuando dormís el que quiere más te habla como esas grabaciones para dejar de fumar, intentando meterse en el sueño o en la vigilia, pero solo tiene para decir lo mucho que te quiere. Sabes que el que quiere más es una fuerza de la naturaleza, es una contingencia humana, es un fenómeno sobrenatural, un  huracán que todavía no tiene nombre. Sabes que el que quiere más esta condenado. Sabés que cuando te mira hablar de cosas intrascendentes, la política, piensa que deberían estar hablando de otras cosas. ¿Qué me ibas a decir? No, nada, nada. ¿Sabés que la que quiere más soy yo? Si sabés que la quiere más soy yo.
Me pusieron una pistola en la cabeza pero estoy acá escribiendo así que como te podrás dar cuenta no me fui. No del todo. Igual un poco te vas. ¿Qué significa estate bien? Yo no estoy ni bien ni mal, yo no estoy. Te queda como la marca indeleble del caño cuando te lo apoyan, escuchas el sonido de no me mires, no me mires. ¿Y cómo te voy a mirar? No tengo porque mirarte, no quiero llevarme el recuerdo de tu cara. Igual pensé en muchas cosas y entre todas esas pensé en vos obviamente. Ahora recuerdo y creo que si la cabeza te fuera tan rápido como en un robo, si surcara la autopista a esa velocidad terminaríamos cualquier cosa que nos propusiéramos. Pero no es as así, no funciona así. Pensé en vos y me dio muchas tristeza porque en el arrebato el ladrón no tuvo mucho tacto y volcó el café manchando el libro que me prestaste y yo pensé que te iba a tener que explicar, pedirte disculpas, comprarte uno nuevo. Pensé en la fila de libros de tu biblioteca, en el préstamo semanal, en la fe que tengo cada vez que me llevo un libro como si fuera la garantía de que voy a volver, en que una vez pensé en hacer tarjetas como en las bibliotecas ¿viste? para ir marcando que me leí, con pequeñas reseñas al costado, estrellas incluso, caprichos de soberbia y puntuación. Tener un juego personal, particular y propio, un secreto, una manera nueva más nueva de relacionarnos. Que me retes si vuelve dañado, Chornic City vuelve dañado te pido disculpas, que me multes incluso, que me castigues, que me digas que tengo que reponer el ejemplar y yo obviamente tengo esa intención pero no me gusto el tono entonces te lo discuto y vos me discutís, querés que entre en razón y que me haga cargo de mis actos, pero yo no cedo. Hasta que me da hambre y me distraigo con eso y paso a otra cosa. Pero después volvemos, siempre volvemos, empieza otra vez el enrosque de quién tiene razón, de quién no la tiene. Pensé en eso con la rapidez de quien se ve en la contingencia de morirse por una boludez, en eso también pensé obviamente, no me quiero morir en algo tan corriente como un robo. En todo lo que no te dije pensé, en que soy muy cobarde obviamente también pensé, en que la vida se termina en un segundo, en que no debo despreciar a la vida, en que no debo perder el tiempo, en que tengo que hacer tantas cosas. En que quiero volver a mi casa, en que esto no termina más. en que no entre la policía porque empezamos a los tiros, en que me daría miedo pero también mucho pudor que tras robada tenga que ser noticia por escudo humano. Me duele la cabeza ahora, me duele la cabeza hace cinco días, no puedo dormir sin soñar cosas feas hace 4 noches, no le deseo esto a nadie, no te deseo esto a vos. Solo espero que afloje, yo se que va a aflojar. Y es verdad que no supe estarme bien, pero más verdad es que no quise. Es que estoy muy cansada, es que no dormí bien, es que no pude transmitirte bien lo que me dolería haberme ido sin decirte que a pesar de que todo es tan difícil me mejoraste la vida.
Si pensar implica arrasar con todo, amar entonces implica volver a construir sobre esta tierra arrasada. Es muy difícil recibir a alguien que pensó mucho, que piensa mucho, que esta pensando todo el tiempo. Esta arrasado. No digo que este mal, tampoco creo que este bien. Es, como son todas las cosas. Es como es la mañana, como es la noche, como son las estrellas, como son los parques y como son los bosques, como es el mar, como son los lagos, como son las montañas, los volcanes y las praderas, como son las ovejas que habitan esas praderas y como soy yo intentando hacer lo mejor posible con todo lo que no se. Porque yo  veces te miro y pienso ¿quién es esta persona? La verdad que no se, no tengo una idea acabada de las complejidades que construyen tu nombre. Se como te llamas, se donde vivís, tengo una idea acabada del cine y de la música que te gusta, estoy al tanto de tu sentido del humor y de la falta del mismo. Se que pensas cosas de mi terribles, eso lo se. Esta todo bien con eso no debo ser fácil de llevar, debo ser más difícil. Pero descubrí que se un montón de cosas de vos que fui acumulando en todas estas semanas en silencio y se que algunas las fui robando, me las apropie, las escribí y seguramente no les dí el lugar adecuado en la literatura que se merecen. Pero se que eran lo suficientemente lindas para intentar hacer que perduren. Si no es hoy es mañana. En ese sentido me alegra que al recibir el gatillazo hubiese salido sadismo no una bala. Ahora el destino me dio la chance de decirte todo lo que tengo para decirte. Estoy convencida de decirte todo lo que tengo para decirte. No todo es bueno, hay mucho que no lo es. Es otra oportunidad, estoy esperando. Pero pensé demasiado, dejé pasar los días, dejé pasar las horas y ya no, ya no hay manera. Porque pensar implica arrasar con todo y querer también. Aunque pensándolo bien querer es dar lo que no se tiene. No tengo paciencia, no tengo resto, no tengo tiempo, no tengo fuerza, no tengo ganas. Y de un pozo inaudito lo saco y lo doy. Creo que eso es el amor.

Pagni, el aristócrata que quería ser marginal

por Juan Pablo Maccia, Diego Genoud, Mario Antonio Santucho, Martín Rodríguez

“¿Leíste a Pagni?”. Como si fuera un clásico contemporáneo, la pregunta se repite varias veces por semana en un espinel angosto pero influyente que atraviesa a la crema del poder y sus difusas adyacencias. Durante -pero contra- el kirchnerismo, Carlos Pagni también tuvo su década ganada. El periodista que se entrenó en la guerrilla de derecha en los 90 y hoy le trae la jubilación a los Morales Solá de este mundo habla con Crisis, mientras afuera llueve.


Carlos Pagni llega unos pocos minutos tarde, con un paraguas largo. Saluda al grupo con amabilidad y se sienta. Unos segundos después, sus modos aristocráticos lo convierten en el dueño de la escena. El columnista político de La Nación que lee toda la clase dominante es alto y tiene voz de locutor. Por la información que pone en juego, por la ironía que despliega, por la escritura fluida que avanza a estocadas, por los escenarios que construye, a Pagni lo leen los políticos de todos los partidos, la militancia, la intelectualidad, los empresarios, los periodistas y los funcionarios. Aunque lo aborrezcan. “Soy periodista. No me lean con tanta atención. Dura hasta la noche la nota. Hasta una semana banco”, bromea cuando le preguntan por una columna cuyas conclusiones ya no asume. Un dandy que conoce a quién, a qué, le hace el juego. Ni sociología, ni literatura. Cuando está a punto de ser enjuiciado como “escritor”, retrocede sobre la profesión como un soldado.

En un escenario de fuerte incertidumbre, con una oposición que se frota las manos ante el ansiado fin de ciclo, Pagni defrauda. A propios y a extraños. Porque no ve tan claro lo que otros, a su lado, anuncian. “El derrumbe del 2001 permitió el surgimiento de un Leviatán, con perdón del Leviatán. Yo creo que en el 2001 la sociedad se volvió loca, salió de su casa a llevarse a todos puestos. Yo iba a cenar con políticos que te citaban a las dos de la mañana para comer entre brasileños. Había ministros de Menem que le pedían el avión a Eurnekian para ir a San Pablo y viajar a Europa entre brasileños. Ese es el estado que explica lo que vino después. La dirigencia argentina –donde pongo a los políticos, los empresarios, los medios, los sindicalistas, los líderes religiosos, a todos–, atemorizada por ese fenómeno, decidió darle a la gente una fiesta de consumo por diez años. Y al que nos dio esa fiesta lo consagramos Edipo Rey. Eso es lo que pasó en Argentina. Esa fiesta se terminó. Y no sabemos hacia dónde va esto”.

Vos dijiste que Capriles no es solo un candidato sino que plantea una regla de composición de una segunda fuerza, para contrabalancear el poder del gobierno. ¿Podés explicarlo?

—Me preguntaron si va a haber un Capriles en la Argentina. Y dije que lo importante, lo primero que hay que mirar en la política es el formato. Lo segundo es la agenda. Lo tercero es el candidato. Capriles es una anécdota. Massa es una anécdota. Lo que tenés que constituir es una regla. Lo mismo con la corrupción. ¿Qué es más importante? ¿Tenerla a Carrió denunciando o tener equilibrio de poderes y que Oyarbide sepa que no puede hacer lo que hace porque otro podría reemplazarlo? Pregunta que Carrió no se hace cuando dinamita todo…

¿En qué sentido entonces las elecciones y Massa cambian el formato de la política argentina?

—El 27 de octubre pasaron cuatro cosas. La primera es que se quiebra el oficialismo en la provincia de Buenos Aires, algo estratégico porque el PJ es una de las vigas maestras del poder que soñó Néstor. Segundo, es muy importante lo que sucede en el norte y en el sur del país: el retraso cambiario y la crisis energética hacen que los gobernadores aliados pierdan. Por lo tanto, hay una quita de consenso a la política económica de quienes la sostenían, no de quienes la impugnaban. El tercer dato relevante es que podría haber una reposición de un sujeto no peronista, sobre la base de lo que es el fósil del viejo radicalismo, en lugares como Jujuy, La Rioja, Tucumán, Mendoza y Capital. Empezaría a haber algo que desde mi punto de vista es valioso: que haya equilibrio, que haya mercado. Alternativas competitivas. Como eso en la provincia de Buenos Aires no sucede, porque el radicalismo es una línea interna del peronismo desde Cafiero para acá –una de las razones de que se haya expandido el narcotráfico, la pauperización, la desindustrialización, en una provincia plagada de lacras sin debate político– se produce el desdoblamiento del peronismo, que a mi juicio es fraudulento. La ficción consentida de que ahora viene la renovación del kirchnerismo con Alberto Fernández, solo la pueden creer los que escriben “cristinismo”.

Así como decís que el kirchnerismo no está muerto, también sugerís que el 2001 aún está vigente.

—Es que en el 2001 pasan dos cosas cruciales. Una, colapsó el radicalismo. En ningún proceso histórico es gratis que desaparezca un actor que sirvió como instrumento de intervención de los sectores medios en la vida pública por más de 100 años. Nosotros hemos mirado esta década a la luz de la emergencia de los Kirchner. Yo la miro a la luz de la desaparición del radicalismo. Me explica mucho más y me explica a los Kirchner. Cuando los historiadores estudien el 2001, va a ser una fecha como 1852 la caída de Rosas, 1955 el golpe de Estado… El otro dato muy importante es que, por primera vez desde 1880, toma el poder de la Nación la provincia de Buenos Aires. Este país había sido organizado por Roca como una alianza de provincias del interior contra Buenos Aires. Para eso se federaliza la Capital, para eso se federaliza la Aduana. El duhaldismo –y el kirchnerismo en esto es duhaldismo, no ha dejado de serlo hasta ahora, y sigue con Massa y sigue con Scioli–es la provincia de Buenos Aires, que da un golpe de Estado para apropiarse del poder nacional y llevar adelante un programa en contra del resto del país. Para extraer recursos de los sectores más dinámicos de la economía y volcarlos como subsidio en el conurbano. Para que yo pueda viajar –presumiblemente muriéndome en el camino– ida y vuelta a La Plata por un peso.

La reaparición de ese actor no peronista, ¿supone que el país está saliendo de la crisis?

—Si yo tuviera que explicarle a un sueco cuándo el país va hacia la crisis, tomaría como índice los 37 puntos de diferencia entre Cristina y su segundo. No importan tanto el 54 por ciento, sino la diferencia con el segundo. Eso creo que tiene varias razones. Primero, que el kirchnerismo produce el único relato que hay en la góndola. Ni Macri, que sería el que tendría que contar otro cuento, es capaz de aportar otro relato. El kirchnerismo dice: “acá hubo un proceso de democratización radical en los años 70, que fue tan eficaz que hubo que abortarlo con un golpe sanguinario y siniestro; a partir de ahí se instaló una democracia fraudulenta frente a la cual la gente se levantó en el año 2001, vino un fenómeno que no entendemos bien –no queremos comprenderlo, además, porque venimos de eso–, el duhaldismo, una especie de desarrollismo de derecha; y en un giro alocado de la historia (diría Forster) aparece Néstor y retomamos el 76, activando un proceso de democratización tan radical como aquel y tan eficiente que nos dan un golpe con las balas de tinta”. Y ahora con los votos, un golpe raro. Todo lo que encuentro son cuestionamientos a ese relato, pero no encuentro otra explicación política igualmente operativa. Porque toda la clase política quiso tener esta fiesta. En el fondo, ellos tocaron algunas cuerdas muy antiguas de la sociedad argentina, determinadas creencias que ningún político está dispuesto a enfrentar hoy: que lo nuestro es siempre por definición mejor que lo de los extranjeros, que los pobres por definición siempre tienen la razón respecto de los ricos, y que el Estado siempre es mejor que lo privado. Esas tres verdades, en las cuales está afincado el discurso del gobierno –no la práctica–, ni Macri las cuestiona. Por otro lado, hay un problema de liderazgo. Los Kirchner tuvieron dos socios extraordinarios: Lilita, que dinamitó todo lo que pudo y Durán Barba, que lo convenció a Macri de que se puede llegar al poder por mensaje de texto.

¿Sería aventurado pensar que el Frente Renovador empieza a mostrar un peronismo capaz de ser representativo de las clases medias?

—Es el gran desafío de Massa. El peronismo, cuando no hay sistema, funciona en sí mismo como un sistema. Massa sacó 650 mil votos antikirchneristas más en octubre que en agosto. Yo me imagino una señora leyendo La Nación en Lomas de San Isidro y diciendo: “¡qué lindos chicos los Massa, que se llevaron a Cristina! ¿De dónde son?”. Peronistas, vieja. “¡¿Cómo?!” Sí, están con Barrionuevo, con Lavagna, con Alberto Fernández. “Ah no, me gusta más Cobos”. O, “me gusta más Macri”. Ahora, ¿Massa tiene capacidad para producir los proyectos, las fantasías de transparencia democrática, reconstrucción institucional que declaman los sectores medios? ¿O cuando yo como esa ensalada digo: che, a esto le falta Carrió?

Bueno, lo tiene a Adrián Pérez.

—Es bueno el chiste. En el fondo, ahora hacia la derecha, Massa se encuentra con el límite de Kirchner: ¿hasta dónde un peronista puede llegarle a la clase media? ¿Hasta dónde puede conquistar el mercado que fue radical? ¿Hasta dónde puede el peronismo convertirse en la cuadratura del círculo? ¿Tener a Barrionuevo y Adrián Pérez en el mismo espacio? ¿Eso es la genialidad más grande que hemos descubierto, o es un fraude?


Borges para entender al peronismo


A Pagni no le gusta hablar de sí mismo. Prefiere evitarlo y lo deja claro. “¿Cómo se forma hoy un cuadro de la derecha?”, se le pregunta. Y se incomoda por primera vez, en un rato largo de charla. ¿Qué rol ocupa en La Nación? ¿Qué lo distingue de los viejos columnistas que tanto aburren a las nuevas generaciones politizadas? Pero él prefiere ubicarse como una figura marginal en el diario de los Saguier. Aunque a veces escriba, incluso, las editoriales. Según Pagni, sus notas no son lo más interesante para los lectores de LN y él sigue siendo, en tamaño sábana, un escritor de nicho. Ocurre que para penetrar al gran público hay que estandarizar extremadamente el lenguaje y ofrecer una narración lineal, mientras sus artículos tienen muchas referencias históricas y reenvíos a los distintos planos donde se cocina la trama política.

¿Qué tipo de historia le interesa? “Yo creo que la historia es ironía. Y es un misterio. Borges decía que el único problema en la vida que es digno de la filosofía es el del tiempo que pasa y la identidad que perdura. El peronismo, ¿qué es? Un grupo político que intercambia identidad por poder. Vos le preguntás a un radical: ¿por qué fuiste con Ricardito Alfonsín en 2011? ¿Y con quién querías que fuera? Mi negocio no está en ganar, está en seguir idéntico a mí mismo. El peronista, una vez que encuentra al líder que conecta, pregunta: ¿de qué nos disfrazamos? Yo le digo a Oscar Parrilli, miembro informante de la privatización de YPF en 1991: ¿y la incoherencia cómo la explicás? `No encuentro la incoherencia. En cada caso, hice lo que tenía que hacer´. Eso le da la posibilidad de ser un mutante. La falta de definición ideológica es estratégica, porque si tengo una ideología, cada vez que muto tengo que hacer el treintaiochoavo congreso y autoflagelarme porque no vi lo que venía. Si vos leés a Chávez cuando estaba preso por la primera asonada, ya te avisaba hacia dónde iba: tenía un modelo de llegada expreso desde el primer día. Después, opera la historia y tu capacidad de intervención en el devenir. Los Kirchner me parece que son un mutante. Hay que leer el extraordinario libro de Juan Carlos Torre sobre el peronismo y el movimiento obrero, donde analiza cómo Perón queda mucho más ligado a los sindicatos y a la cuestión obrera al comienzo, en el 45, porque los empresarios no le dan la ayuda que él está pidiendo. Esta ambigüedad la tenés desde el comienzo y es muy interesante cómo se mantiene.”

El entrevistado se define como liberal y dice haberse formado como periodista en la “guerrilla de derecha” que fue Ámbito Financiero en los 90. Pero también cuenta que durante el alfonsinismo era muy amigo de José María “Pancho” Aricó, el intelectual gramsciano que fundó el Club de Cultura Socialista junto a Juan Carlos Portantiero. En esos años, en Mar del Plata, Pagni vendía la revista Ciudad Futura. “Pancho Aricó decía que son las formas emocionales de estar instalado las que definen tu subjetividad política, y las ideologías son después enormes coartadas.”

En La Nación se percibe un ala liberal moderna y otra más tradicionalmente jurásica, que entran en tensión por la forma de posicionarse como diario en la coyuntura. ¿Por qué La Nación dice más que Clarín para gente que no necesariamente coincide con la línea del diario?

—El enfrentamiento con el gobierno en La Nación y en Clarín es totalmente distinto. Y que eso puede abrirle a La Nación un campo de debate y de expresión más amplio. Por un lado, todas las opciones políticas de Clarín fueron erróneas. Apostaron por Angelóz y en contra de Menem, apostaron por Kirchner y les salió mal. Por otra parte, ¿cuáles son los dos grandes desafíos de la profesión política? Tu autonomía frente a los medios y tu autonomía frente al financiamiento. Los medios cuentan una telenovela, son relato; el gobierno quiere tener su propio relato y por ahí viene el conflicto. Ya en 1994, esto creo que nunca se contó, hubo un grupo de gente de Alfonsín en el que estaba Jaroslavsky y un grupo de Menem, que estuvieron a punto de poner un artículo en la Constitución en contra de Clarín. Y lo frenó Bauzá, no sé si por pedido de Menem o no. Fue un operativo comando que organizaron una noche en la Constituyente de Santa Fe.

Horacio González te definió como una pluma sutil de la derecha moderna. ¿Te reconocés en esa definición?

—Depende de qué define como derecha González. Yo me considero un liberal. Hay una cantidad de temas donde yo estoy a la izquierda de González, otros donde él puede estar a mi izquierda. Yo lo leo a él con mucha simpatía. Me parece inteligente y sumamente legible. Y lo leo con mucho interés, desde hace muchísimo tiempo.


Grecia sin Pericles


Siendo un liberal y partiendo de este balance de 2001 donde lo más grave que sucedió fue la extinción del radicalismo, ¿cuál es la utopía para la Argentina de mañana que persigue un pensamiento como el tuyo?

—Un formato distinto. Una utopía de reglas. Lo primero que debería pasar como algo virtuoso es una dinámica de reconstrucción de un sistema de partidos competitivo. Que el que gobierne lo haga con la amenaza del reemplazo, que el que está afuera tenga una voz suficientemente fuerte porque puede llegar a gobernar. En el fondo, para mi esquema mental, del 83 al 2001 hubo una experiencia distinta. No fue la Grecia de Pericles pero hubo un juego de alternancia, de tensión, que después desapareció. Ahora Massa intenta reponerlo. Lo que estamos viendo es si Massa o Scioli siguen con el peronismo mutante o si Cristina se traga a todo el peronismo, incluido a Massa.

¿Y cómo cambia el escenario cuando se acabe el kirchnerismo?

—Para que esto suceda no es necesario que se acabe el kirchnerismo. No es que los kirchneristas inventaron una democracia debilitada. El kirchnerismo es el hijo de una democracia debilitada. Son un liderazgo desinstitucionalizante, pero hay una responsabilidad de Macri, de Cobos, de gente que no está en política y debería meterse, de gente que está en la política y debería irse. Yo no tengo la idea de que, porque se termina el ciclo de Cristina, la democracia mejora. Es más, mi hipótesis hoy es que nos reencontramos con las viejas lacras anteriores a la emergencia del kirchnerismo. Volvemos al 2002, si querés. Estoy en contra de pensar que viene el fin del ciclo y nace una nueva institucionalidad. Me parece de una ingenuidad irritante.

Lo que incorpora el kirchnerismo es la idea de que para que el sistema sobreviva tenés que contemplar la variante de lo que pasa abajo, de esas mayorías que la alternancia de la postdictadura olvidó.

—Sí. Yo creo que acá hay un dato que el 2001 viene a plantear dramáticamente –para el cual una parte importante de la dirigencia no estaba preparada– que tiene que ver con asumir que somos un país con muchísima pobreza, una economía que excluye gente desde 1975 para acá. Me parece que es un tema que no se menciona. Por eso este va a ser un país por mucho tiempo con mucho Estado. Tenés que repensar todo, no solo el mercado. Tenés que repensar el Estado, las políticas sociales, cuál es la estrategia más inteligente de incorporación de la gente al trabajo. Todo tiene que ser pensado de nuevo, no sé si alguien está pensando.


La ruleta rusa


La única alusión opositora al mundo de lo popular, y al modo como el kirchnerismo lo encauzó, es “no vamos a eliminar la asignación universal”.

—Coincido. Me parece que se van a encontrar con un enorme problema. Por eso hablo de que hace falta otro relato. El 2015, con los datos que tenemos hoy a la vista, es la ruleta rusa. La crisis que se instaló en el 2001 sigue. No tengo ningún elemento para pensar que acá empieza a ver una dinámica distinta. Se puede crear. Soy muy optimista respecto de la voluntad.

¿Y qué pasa con el poder económico?

—Para Massa, para Macri, para Cobos, para Scioli, 2015 es mañana. Tenemos esa sensación. Para los empresarios, 2015 es el siglo que viene. Entonces, están asustados. Cristina puede decir `retuve las dos cámaras y el 32 por ciento a nivel nacional y la Corte falló a favor de la ley de medios´. Pero si yo soy empresario y veo con mi lógica de mercado que las reservas están cayendo mil millones de dólares por mes, que vamos a un problema en el mes de marzo muy serio –que es lo que ven los economistas y le están explicando a los banqueros, a los tenedores de bonos– y veo que el gobierno no tiene ningún estímulo para cambiar porque cree que tiene una base de poder como para sobrevivir después de 2015 y ser un actor del 25 por ciento, con un gobierno débil, porque van a jugar a que el próximo gobierno sea débil… En fin, está muy bien, viene la panacea de Massa o Scioli o Cobos o Macri, pero ¿cómo vivo de acá a 2015, perdiendo plata con un tipo de cambio que no me van a actualizar? Por eso, hay mucha inquietud. Y después creo que hay miedo a Massa. Lo ven como una especie de Néstor joven, que se comió de un bocado a Cristina y a Scioli, y ahora dice ¿qué hay para comer hoy? Los gobernadores peronistas y los empresarios no quieren eso. Quieren un Scioli. ¡Pero perdió! Por eso lo quiero a Scioli. Un Duhalde, un poco de paz, que el ajuste que viene sea conversado. El establishment, en el verdadero sentido de la palabra, tiene problemas con Massa. Scioli entrega el ministerio. Le dio la llave del Banco Provincia a Eurnekian. Massa no, él va a negociar con Eurnekian. Si querés, me parece que Massa tiene mayor aprecio por la autonomía política que Scioli. Y tiene un coraje y una vocación por intervenir en las cosas, por decir `armo una estructura de poder, armo intendentes, armo sindicatos, hago una propuesta, después discutimos qué propuesta´. En eso me parece más interesante que Scioli, que dice `la corriente es más eficiente que yo´.

¿Qué creés que va a pasar en los dos años que vienen?

—El avance de la izquierda radicalizada y la unificación sindical son dos temas cruciales para los dos años que vienen. Y eso hay que juntarlo con la crisis en las organizaciones sociales del kirchnerismo. Y por último, estamos metidos en un gran problema con las fuerzas de seguridad. No es gratis que se diga que la policía de Córdoba y Santa Fe están infiltradas por el narco, no es gratis que por primera vez desde el 83 tengan que usar el Ejército para controlar el narcotráfico en el Norte, violando todo lo que escribieron en los últimos diez años.

¿Cómo ves la influencia de Bergoglio, ahora como Papa, en lo que viene?

—Bergoglio es un ideólogo. Te va pedir siempre un acuerdo en torno a contenidos, no en torno a reglas. En el fondo, hay una conexión entre Bergoglio, Chávez, Cristina, que es el componente antiliberal del catolicismo. Hay que leer el documento de Aparecida, que lo escribió Bergoglio. Te encontrás con una enorme dificultad para entender cuál es su diferencia con Chávez. Ahora, Bergoglio produce otra cosa: una derrota fenomenal del kirchnerismo. Porque la estrategia del kirchnerismo se basa en dinamitar el centro. Todo tiene que ser kirchnerismo-antikirchnerismo. A o B. Eso te da poder. De golpe, un viejito de 75 años que tenías a 100 metros de tu casa y que ya le tenías tanto desprecio que ni le pinchabas los teléfonos, te recibe vestido de blanco en el centro del Renacimiento. De golpe, la clasificación A o B se disolvió. Se armó un conjunto distinto: los amantes de Bergoglio. Y creo que eso al gobierno le produjo un gran daño. Me fueron a buscar al fin del mundo para que les arregle el problema a una Europa poscristiana. Creo además que es una jugada del episcopado estadounidense. El que le juntó los votos a Bergoglio es el cardenal de Nueva York. Imaginate un viaje de Bergoglio a Miami o a Nueva York…

Pagni se inspira en Grecia pero se concentra en América Latina. Habla de Cardoso, de Lula, de Chávez, de Mujica, de Menem y Cavallo. Pero vuelve siempre al mismo punto. Dice que si tuviera que hacer un libro, estudiaría la salida de la convertibilidad. “Ese es el trauma: re-inyecta en la sociedad argentina el pánico al capitalismo que introdujo la crisis del 30. Las caídas del 30 y del 2001 son las experiencias más intensas que tuvo la Argentina con el capitalismo. En los dos casos son crisis globales y afectan al radicalismo. Eso es lo que hay que ver”, dice. La charla sigue y Pagni –periodista al fin–se preocupa por la víctima que tendrá que desgrabar las dos horas que llenó con sus argumentos.

Catástrofe

por Juan Pablo Maccia


Le cabe al gobierno de la presidenta Cristina aquello que las antiguas sabidurías aplicaban a todo fenómeno: no hay luz sin sombra, ni esplendor sin tinieblas.

En términos de coyunturas recientes, no podemos concebir el 54% de las elecciones del 2011 sin tomar en cuenta su contracara directa: la serie de las catástrofes iniciadas en la infraestructura de servicios urbanos durante el verano del 2012 (en el sistema ferroviario), y prolongadas durante el caos energético y policial del reciente diciembre de 2013.

Siempre habrá quien reaccione desde el polemos occidental contra las sinuosidades orientales simplificando cuestiones espesas  y enfatizando una sola cara de la verdad: o bien el gobierno popular es atacado por derechas impiadosas, insensibles incluso ante accidentes que a cualquier gobierno del mundo pudieran ocurrirle; o bien la desinversión en áreas claves de infraestructura desmiente los signos “progre” de la superestructura, atribuyendo la insensibilidad al propio gobierno.

La discusión no es superflua desde el momento en que el cruce de ambos vectores argumentales se produce sobre una cuestión esencial: ¿qué cosa cabe entender por “lo popular”. ¿Es el pueblo el sujeto a “incluir”, o bien una clientela a satisfacer?. El descuido de los bienes públicos afecta de modo ostensible las condiciones de vida de las franjas populares  y trabajadoras (sean estos vistos como víctimas del neoliberalismo o como mercados a conquistar), y por tanto no es políticamente prudente descuidar la calidad de estas estructuras para disputar en las superficies de la batalla “cultural”, corazón del diferendo del último decenio.

Por suerte el gobierno ha tomado debida –no es chicana- nota del asunto. Si bien es cierto que lo ha hecho de un modo curioso, por medio del discurso de la “catástrofe”. La idea nació con las inundaciones de La Plata (militancias mas fuerzas armadas). Aquella versión heroica dio la mejor frase de Cabandié: “sin militancia no hay estado”. Las cosas han cambiado. La Catástrofe actual depende directamente del ministerio se seguridad. En su cúspide están la experta en calamidades con experiencia en Haití, la eficaz Cecilia Rodriguez, junto con el cura Molina y el Vice –Rambo– Berni. Lo demás, son ministros ataja-penales, como Randazo, perfilándose como candidato a revertir el desastre de los trenes.
Imagino que los desprevenidos pueden creer que estas líneas son escritas por un opositor, dado que no explayo, por verguenza ajena, sobre la escena de Pino acordando con Cobos para contrabalancear a la burocracia de la UCR y el PS en Unen.

¿Qué queda entonces? Scioli. El único que le pone nombre y apellido al enemigo. ¿Qué dice Scioli? Que las fuerzas armadas deben actuar en torno al narco, que se ha convertido en asunto de seguridad interior…

No soy de los que apelan al yoga cuando el saber nacional mengua: pero haríamos bien en leer estos tiempos oscilantes con el Tao te ching en la mano.  

Crímenes más violentos a causa de cuerpos más violentados: entrevista a Bruno Nápoli

por Alejandro Farías


El alcohol y las drogas, la depauperación social y el efecto contagio fueron los motivos que explican el aumento de crímenes violetos en Mendoza. Con el objetivo de profundizar aún más en la búsqueda de las causas (y, en todo caso, de las posibles soluciones) que han llevado a la sociedad a vivir en una suerte de permanente estado de alerta y a las personas a cometer crímenes cada vez más violentos, consultamos a Bruno Napoli, historiador y docente, quien trabaja sobre temas de violencia institucional y terrorismo de Estado, desde el punto de vista histórico.


Para Napoli, la violencia debe analizarse a partir de que “son los cuerpos los que reaccionan violentamente”, y propone una práctica: “Si por ejemplo tomás un grupo y le decís ‘hablemos del fideicomiso equis por el cual se comprobaron 50 mil estafas’, van a hacer un gesto con la cara, van a levantar los hombros. Pero si les decís hablemos de Ángeles Rawson, todos los cuerpos se mueven en las sillas y quieren reaccionar y hablar y participar y levantan la voz, y la reacción inmediata física tiene que ver con que están más influenciados por un tema que por otro. Evidentemente, ahí caló hondo el mensaje de los medios, y esa es la influencia de la marca de la violencia en el cuerpo”.


– Hay un notorio incremento de crímenes que implican muertes y hasta robos comunes pero que cada vez se realizan con más violencia. ¿Desde qué punto podemos explicar que esto suceda?


– Yo siempre parto de la idea de la disciplina de los cuerpos, en qué contexto están disciplinados de manera absoluta los cuerpos en una sociedad, todo esto porque la soberanía de un país se entiende, como decía León Rozitchner, por la soberanía de los cuerpos. Los cuerpos son el espacio soberano nuestro, y esos cuerpos reciben diferentes tratos. No es la misma la experiencia que hemos tenido vos en los últimos 20 o 30 años de vida que la que he tenido yo, pero tampoco es la misma la carga en el cuerpo de un chico que trabaja en la calle, un hombre que trabajó toda su vida en el campo, un obrero que estuvo toda su vida encerrado en una fábrica, y cada vez que esos cuerpos se expresan, lo hacen de acuerdo a lo que aprendieron. Si son cuerpos violentados, van a expresarse violentamente, si son cuerpos bien tratados, van a hacerlo de manera amable. En esa lógica, un adolescente o un adulto que pasa muchos años de su vida en contextos de encierro, por ejemplo, en una cárcel, tiene una relación con el mundo violenta, porque su cuerpo fue violentado durante muchos años. Los reos que comienzan a tener salidas transitorias, lo primero que hacen cuando salen es tener problemas de violencia familiar o en la calle, y esto no es una justificación, simplemente es un pensamiento crítico sobre el trato con los cuerpos. Entonces, esto exige un trabajo profundo de parte del individuo y de la sociedad para poder empezar a pensar en tratarlo de otra manera y que él se piense de otra manera.


– Cuando hablás de violencia, me imagino que no sólo te referís a la física, sino también a la simbólica.


– Exactamente, porque pensá en un niño, porque la infancia es el espacio formativo del cuerpo humano, que esté viviendo en un espacio familiar profundamente violento en el que reciba maltrato físico y psicológico, lo más probable es que repita su maltrato físico y su maltrato simbólico hacia el otro, y ese espacio simbólico lo ocupa lo que aprendimos, pero también lo ocupa la mirada del otro. Pensaba recién, mientras venía en el subte [Napoli vive en Buenos Aires], en la cantidad de chicos que entran pidiendo o haciendo malabares, la cantidad de gente viviendo en la calle, y cuando nosotros pasamos por al lado de eso naturalizado, tenemos esa mirada social sobre la persona que está siendo maltratada por el ambiente, esos rasgos tan violentos de lo simbólicos con familias enteras viviendo en la calle, y que mi mirada sea indiferente también es parte de una construcción simbólica de la violencia. Para nosotros, eso es natural, pero si un hijo nuestro viviera en la calle nos desesperaríamos. Pero como es otro, y es un otro muy lejano, no nos desesperamos. Tal vez sí nos conmueve profundamente la imagen de un chico en África con hambre y donamos los centavos de un vuelto del supermercado para darles un techo, pero está lejos, lo cercano simbólicamente violento nos es muchas veces indiferente, y esa indiferencia carga las tintas sobre una violencia que vuelve. Si yo soy indiferente a la violencia, si no la trato, lo más probable es que después no la pueda controlar.


– Se me ocurre, a partir de esto, que estamos muy acostumbrados a una suerte de construcción de la otredad distante y no queremos ver la otredad inmediata.


– Me parce que ese es el punto. La otredad inmediata nos molesta sobremanera. Yo creo también, y en esto no voy a justificar al que mira indiferente, que muchas veces esa otredad nos carga de una angustia que no podemos resolver, entonces apelamos a la indiferencia. Y esta indiferencia puede ser individual, pero no puede ser social. Yo individualmente tal vez no pueda hacer nada, pero sí puedo hacerlo socialmente. Si estoy pensando en la convivencia, en un Estado y en una sociedad que tiene organismos que tienen que regular esa violencia y no lo hacen, ahí estamos fallando socialmente, fallando como grupo humano que supuestamente vive en comunidad, que tenemos reglas que ponemos para respetarlas. Pero esa indiferencia existe y esa construcción de la otredad tan cercana la tratamos de una manera muy indiferente, y eso hace que no haya posibles soluciones a las acciones violentas. Y también pensemos en esto, cuando un pobre roba, es un negro de mierda que está robando, y cuando se descubre el defalco de un banquero, se dice que es un ladrón de cuello blanco. Fijate la violencia simbólica que cargan esos lenguajes sobre un acto que, para mí, es el mismo, es robar, y está mal en todos sus órdenes, y no estoy queriendo moralizarlo, sino que digo que si está mal robar, no es cosa de negros o de blancos, sino del hecho en sí, que comporta una violencia muy grande. Y veámoslo así también: la violencia en la calle es una violencia que se nota, es específica, te dan un golpe, te pegan un tiro, te fajan entre varios, pero la violencia de los llamados de cuello blanco es una violencia que te puede dejar sin tu casa, sin tu sueldo, sin tu auto, sin tu tarjeta de crédito, con una hipoteca que te deja en la calle, como pasó en España, o sea, es una violencia profunda, a largo plazo, y sin embargo no es tomada de la misma manera, siguen siendo ladrones de cuello blanco unos y negros los otros.


– Volvamos a las violencias cotidianas de quienes no pudieron construir un cuerpo con el cual vivir pacíficamente. Ya adultos, ¿cómo los afecta lo económico, lo intrafamiliar, los mensajes de los medios de comunicación?


– Yo ahí haría una diferencia. Una cosa es la influencia de los medios y otra cosa es lo económico-social. Cuando se ven los casos de violencia, por ejemplo, en la provincia de Buenos Aires, de cada diez homicidios, seis son entre familiares y amigos que discuten entre ellos, sacan un arma y se matan, y esos son registros oficiales, y vos fijate que es mucho menor la proporción de homicidios entre gente que no se conoce que entre la gente que se conoce. Por otro lado, cuando vos ves la escala social, hay un cruce horizontal. No importa si sos rico, de clase media, pobre, la violencia intrafamiliar es casi la misma. Y ahí sí yo pongo la diferencia con los medios, porque los medios generalmente remarcan mucho, porque también funcionan desde la otredad, que la violencia está entre las clases bajas, entre los pobres, y eso es muy interesante, porque en realidad no coincide con las estadísticas. Tenemos, por citar un ejemplo, el caso de Misiones en el que chicos de clase muy alta se paseaban en una cuatro por cuatro golpeando hasta la muerte a los pobres que encontraban en la calle, y no sé si judicialmente eso avanzó, porque también es cierto que judicialmente, si tenés dinerom, tenés muchas más posibilidades de sortear espacios legales, de dilatar una causa hasta que prescriba, pero si sos pobre vas con un defensor oficial y podés estar diez años, como pasa con el 80 por ciento de la población carcelaria de Buenos Aires, que está sin condena, y algunos desde hace diez años. O el caso de Matías Bragagnolo, que lo mataron acá en Capital en la puerta de un edificio, y lo mataron chicos de clase muy alta, y después, por tener abogados muy caros, demostraron que el chico había muerto por una enfermedad anterior a la golpiza, pero lo cierto es que se muere en la golpiza. Entonces, lo social, lo económico, tiene una influencia relativa, porque el corte es tranversal. Y lo mediático tiene una influencia distinta, por la diferenciación que hace, que es profundamente violenta, y porque también la violencia se muestra constantemente, a mí si hay algo que me preocupa y me duele, porque me deja conmovido, es la cantidad de imágenes violentas que se repiten constantemente en la televisión, de violencia de todo tipo. Si se filmó la muerte de alguien en la calle, ese video se pasa las 24 horas en todos los canales, y la verdad es que la sociedad muchas veces actúa por repetición, nadie nace asesino o ladrón, se hacen, no hay una marca en el ADN, pero se hace por repetición de lo que ve, y en ese sentido sí creo que los medios influyen. Como el caso de Ángeles Rawson, que se pasó casi en cadena nacional contando detalles de cómo la mataron, cómo la violaron, cómo la ataron, cómo la tiraron el container, y eso es profundamente violento y genera repetición. Y pensemos en otro ejemplo, con el caso de Candela, que fue una repetición absoluta pero tratado de otra manera porque era de otra clase, no era de clase media alta, era de un sector social más necesitado, y el tratamiento de los medios fue muy diferente, fue más violento, incluso la chica de clase media era un promesa a futuro y de Candela se llegó a decir que hasta tenía relaciones con un montón de hombres. El trato fue profundamente diferente, y esa simbología genera violencias alternativas. La sociedades también actúan por repetición, entonces, si yo estoy todo el día viendo escenas violentas, se graban en mi inconsciente, y esto está estudiado por comunicólogos. En definitiva, los discursos violentos, los discursos de la violencia, cualquiera sean sus formas, se transmiten en distintos formatos, a través del lenguaje físico y simbólico, y se apropian de los cuerpos, que reaccionan con ira, miedo, agresión, encierro. Pero su lado más trágico es que generan consensos, pues se presentan como soluciones fáciles a problemas difíciles. La frase “a estos hay que matarlos a todos” es una de las más escuchadas. Tengo la hipótesis que ese tipo de frases, en los 70 centralizada en el Estado y que la llevó a término a través de un exterminio vía terrorismo de Estado, en los 90 se atomizó y pasó a formar parte del discurso corriente, y ahora ya no es el Estado en su formato tradicional el que lo dice, sino cualquier vecino tomado por esas ideas violentas. Tal vez sólo pueda revertirse con discusiones amplias y críticas sobre nuestras propias prácticas y generando otros consensos, con posibilidades como estas, donde se puede hablar libre y críticamente sobre estos temas.


“El terror o la continuidad de la guerra por otros medios”: Entrevista a León Rozitchner

Por Conrado Yasenza

Es realmente la pobreza un mero estado económico o puede formularse que la pobreza es un estado de ser previo o anterior a la materialidad, a la sujeción ejercida sobre los hombres por las condiciones económicas de producción. León Rozitchner, uno de nuestros pensadores contemporáneos de mayor prestigio, accedió a profundizar el planteo a través de esta entrevista. 

 
– Me gustaría iniciar la entrevista con la siguiente formulación: En la actualidad todo ha sido reducido a ecuaciones de mercado y por ello la pobreza ha sido considerada como un estado meramente económico. Me parece que hay un estado anterior a la pobreza económica, que es la pobreza como “estado de ser”, estado que afecta no sólo a un sector social sino que abarca todo el entramado social.
 
– El planteo sería el siguiente: Cómo la cultura produce subjetivamente a los ciudadanos. Cómo la población es producida por la cultura, donde lo que impera es el capital como la forma privilegiada de la economía. Cuando te referís a estado previo, parece que éste fuese anterior a la economía, y en realidad ese empobrecimiento cultural, humano, ontológico, no es anterior a la economía sino anterior a que el individuo comience a funcionar en el campo económico. Pero también forma parte de una cierta concepción económica, de un cierto sistema de producción donde el empobrecimiento paulatino de la gente se evidencia como modo de ser, de imaginar, de pensar, de sentir; como acentuación del ser- persona. Se hace presente la historicidad del propio acceso a la realidad, lo cual implica también el despliegue de una relacionalidad con el mundo, que lo amplía en vez de achicarlo. Todo eso forma parte de una realidad que nosotros hemos visto, que se ha  ido achicando y empobreciendo paulatinamente. En ese sentido es bastante monstruoso lo que uno está viendo, que es la estupidización de la gente. Yo creo que se está hablando de enriquecimiento o pobreza como empobrecimiento o mayor capacidad de enfrentar las condiciones de realidad en el mundo, y de hacerse cargo que se está viviendo un momento difícil de la cultura mundial. Por otro lado es imperioso no sobrevivir solamente, porque eso no es vida, sino que es necesario enfrentar esto como una condición que de alguna manera está referida a poder abrirse o cerrarse al mundo, que sería como morir o empobrecerse.
 
– Básicamente, supongo que esto remite a dos líneas enfrentadas del pensamiento filosófico: el pensamiento hegeliano y el marxista. Hegel plantearía la pobreza como un estado de ser previo a la materialidad, y Marx como la relación entre sujeto y estructura, es decir, el sujeto instituido a través de la estructura económica que lo condiciona.
 
– En cuanto al pensamiento de Marx, depende de la lectura que se haga. Lo que ocurre es que los que lo leen son marxistas que dependen del sistema capitalista, y que al leerlo privilegian las relaciones de producción exclusivamente económicas. Pero en Marx las condiciones de producción no se refieren  sólo a la producción de cosas; él se refiere también a la producción de sujetos, de hombres. Por eso en la ideología alemana, Marx plantea que hay cuatro condiciones o presupuestos sin los cuales no habría historia, y por lo tanto los generaliza a todo proceso, que es lo que nos permite abordajes diferentes. Esas cuatro condiciones son:
 
– La satisfacción de necesidades.
 
– La producción de nuevas necesidades: ahí aparece la cultura.
 
– La producción de nuevos hombres: vemos aquí la producción de sujetos
 
– Y la cooperación. De manera que cuando Marx ubica como condición la producción de nuevos hombres, está mostrando que el sistema histórico no puede ser considerado solamente desde la producción de la economía, sino que tiene que ser considerado como un sistema productor de nuevos hombres que tiene en la economía una de las formas regulatorias, si uno quiere formularlo así, más importantes
 
– ¿ La economía no es instituyente en el sujeto?
 
– Depende, si uno entiende como economía las relaciones de producción, tal como se entienden en el campo estrictamente de la economía, considerada como una actividad  recortada de todas las otras, es evidente que Marx tendría que decir que no. La economía está determinada – y determina a su vez -, por lo religioso, lo político, lo científico, lo educacional, lo productivo, lo afectivo, lo imaginario. No se puede considerar un sistema productivo económico separado de toda la producción de la realidad cultural de la cual forma parte. ¿Se puede creer que el capitalismo exista sin cristianismo? No existe. El cristianismo es el fundamento, pienso yo, sobre el cual se va a desarrollar luego la depreciación de las cualidades humanas, que el cristianismo ha producido como concepción fundamental: la Virgen María, un Dios abstracto, el dios padre y el hijo que muere. Pero esta concepción de la inmortalidad y de la reducción de la maternidad a una situación en la cual está excluido el goce y la relación con el hombre, prefigura un campo de reducción, de desvalorización de la corporeidad humana que ha hecho posible que luego aparezca allí el capitalismo, también considerando a la corporeidad como aquello que puede ser explotado o destruido en su fundamento. Por todo esto no se puede considerar al capitalismo en su producción económica separado del resto de las producciones. La religión es un coadyuvante. El sistema capitalista aparece organizado a través de la producción de cosas, y por lo tanto la producción  de aquello sin lo cual el hombre no existiría, lo cual implica la transformación de la naturaleza. Hay que tener presente que la transformación de la naturaleza quiere decir la transformación de los nuevos sujetos que el sistema genera en la producción de hijos.
 
Cuando uno señala que las clases más pobres, desde el punto de vista económico, son las que tienen más hijos comparadas con las otras que teniendo con qué protegerlos o mantenerlos no tienen tantos, señala también una productividad determinada por el sistema, que es la producción de nuevos hombres en distintas condiciones, dentro de un mismo campo de familia y determinado por las condiciones económicas que penetran, por decirlo así, hasta la reproducción “biológica”.
 
– Volviendo a la pobreza como estado de ser ¿cómo lo definiría, teniendo en cuenta que es una condición que atraviesa todos los estratos sociales y que desde mi punto de vista hasta envilece?
 
– Principalmente hay que considerar que no es posible hablar de empobrecimiento de la gente sin entender que nuestra cultura, desde el siglo pasado, está determinada por el terror. El terror es el hecho monstruoso del capitalismo en el último siglo, que ha generado la muerte de millones de personas sobre el fondo de un sistema de producción que genera las guerras y el exterminio, y que requiere de ellas. Si uno piensa que el terror forma parte del campo de la producción, entonces se puede decir que la producción no está destinada a paliar o a fomentar la vida sino que está destinada a producir necesariamente muerte para incrementar el capital, que lleva necesariamente a la producción de más muerte. En la Argentina, de cada 10 niños que nacen 6 mueren por imposibilidad de tratarlos o por hambre. Esto es un sistema asesino agazapado bajo la apariencia de la normalidad. Entonces, para que la gente no atine a moverse, para que “la gran mayoría silenciosa” a nivel mundial acepte pasivamente estar sometida a su propia destrucción, y acepten la brutalidad como una forma de ser, ha sido necesario que el terror penetrara tan profundamente que cualquier resistencia que se pueda ejercer es vivida como muerte, como amenaza de muerte. Y en la medida en que el terror se ha diseminado existe hoy un extremo límite que supone que cualquier opositor político puede ser llamado terrorista, es decir, puede ser exterminado. Es un sistema de exterminio que se pregunta por qué han puesto una bomba que mató a 5.000 personas cuando el sistema mismo ha destruido a millones. ¿Puede uno creer que los norteamericanos se preguntaron por qué tiraron las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, produciendo la muerte innecesaria de cientos de miles de personas?. No, a ellos no les importa. Ellos viven de deglutir y producir la muerte fuera de su hogar sin importarles nada. En la Argentina, como en otros países dominados, estos fenómenos que vivimos, esta monstruosidad del empobrecimiento, que también es muerte, es producto de la fabricación del capital sobre las condiciones de la gente, que están dominadas por el terror y la inmovilización. ¿Quién produjo en la Argentina esta estupidización, que se ha incrementado enormemente desde el 76 hasta ahora?. El genocidio. El genocidio es una amenaza ejercida como ejemplificadora en un grupo muy grande, 30.000 personas, que han sido asesinadas con la aceptación y el apoyo de la Iglesia, del poder económico, del poder político, del poder internacional. Cómo se puede hablar de pobreza sin tener presente que la amenaza de muerte vivida a través del terror hace que la gente no quiera saber nada de su propia vida, ni se plantee más interrogantes; que en última instancia, viva del entretenimiento, que es lo que difunden los medios de comunicación hoy, y que mantiene estupidizada a la gente para poder de alguna manera expropiarles todo lo poco que tienen.
 
– ¿Estas relaciones de terror vinculadas a las condiciones de producción, las cuales han anulado la lucha de clases o han destruido la clase trabajadora, tienden a generar un estado de brutalidad que a su vez arrasa con la subjetividad, con la posibilidad no sólo de ser sino de ser persona, de reconocerse a partir de reconocer una identidad?
 
– Si se piensa en lo que se ha hecho, durante el genocidio en la Argentina, sobre la clase obrera, que previamente ya estaba organizada sobre el fondo del peronismo que la sometía a través de los sindicatos, lo cuales eran evidentemente estructuras del Estado, se advierte que estas estructuras subsisten actualmente y por lo tanto subsiste también la no organización y el sometimiento sobre lo que pueda quedar de la clase trabajadora. A manera de ejemplo, en estos días estuve en Tolosa (una localidad cercana a La Plata), y vi que donde hubo una enorme central de talleres ferroviarios quedan actualmente sólo las ruinas de aquello. Esta imagen es equiparable a lo que puede observarse después de una guerra: un país bombardeado y destruido. Son enormes talleres que hace diez años funcionaban, aunque venían deteriorándose desde el proceso militar. Durante la guerra de las Malvinas, el gobierno militar estaba proponiendo la privatización de todo, cosa que después llevó a cabo (Carlos) Menem. La gente no quiere saber cómo ellos han sido hechos por el sistema y cómo tampoco han defendido nada. Cuando uno ve eso piensa que evidentemente hemos estado en una guerra; el país ha sido destruido por un poder interno al servicio de enemigos. Porque al Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial, a los Estados Unidos y a las empresas internacionales, se les abrió las fronteras por medio de la quinta columna, los vendepatrias, para que destruyeran todo. Y nadie dice nada, a lo sumo que fue una mala política económica, pero no señalan la profundidad de este desastre. El país ha sido aniquilado, vencido como si hubiera sido atacado por un enemigo feroz y bajo convenios adecuados para la destrucción. Si el poder militar no hubiera generado ese terror, ese miedo de enfrentar las cosas, la política de Menem no se hubiera podido llevar a cabo con el beneplácito de la gente. La población de este país está estupidizada, como lo está gran parte del mundo.
 
Volviendo entonces a la formulación inicial sobre las líneas de pensamiento filosóficas: Hegel no va a explicar esto porque para él una condición fundamental es la relación amo-esclavo como origen de todo. Esto no tiene nada que ver con la figura de un enfrentamiento adulto; acá estamos hablando de un enfrentamiento donde los niños son producidos por los adultos como sometidos.
 
– Ahora, en nuestro país ya hay segunda y tercera generación de personas que ni siquiera son pobres, son excluidos.
 
– Sobran. Están allí para que se exterminen solos, para que se mueran. No tienen existencia real desde el Estado. Lo vemos ahora, también en el gobierno de Kirchner: en el país de las mieses y el ganado, en el que se exportan productos primarios de alimentación, somos incapaces de darle de comer a la gente que se muere de hambre, y la miserabilidad se ve en la gente que protesta contra los piqueteros, porque no les importa que se mueran de hambre, simplemente quieren que no los inquieten, ni les corten el tránsito cuando van al trabajo. Pobres también ellos. Es repugnante esta realidad, que es también la mía.
 
– Bueno, a eso me refiero con la pobreza como estado de ser, a ese grado de miserabilidad o de estupidez, de individualismo que invade todas las clases sociales, incluyendo a la clase media.
 
– Lo que teme la clase media es caer en esa misma inevitable realidad. Están tomados por un terror interno que ni siquiera les permite salir a la calle; los ha inmovilizado y destruido. Basta ver cómo viven, observar las relaciones humanas. Uno ve en la calle, entre los cartoneros, relaciones de amor, de afecto, que tienen una intensidad que no se ve en otros sectores sociales. También se puede observar la miseria en la reducción del lenguaje. Tomo como ejemplo a los jóvenes del barrio de Belgrano: la palabra boludo utilizada con la misma intensidad por hombres y mujeres, es la palabra que resuena continuamente, que queda como eco y única expresión válida para nombrarse. Otro ejemplo es lo que ocurre cuando los jóvenes de clase media van a bailar: es tan intenso el volumen de la música que no pueden ni hablar, tienen que ponerse en sordina ellos mismos, y para hacerlo tienen que aturdirse. Esto el sistema lo sabe y los aturde.
– Luego de esta realidad de post guerra que describía anteriormente, ¿hay algún embrión de cambio real en cuanto a la conciencia social sobre este estado de terror y pobreza?
– Hay gente formidable que está organizando desde abajo comunidades para poder satisfacer las necesidades de la gente, comida, educación, pero son una minoría. En el Gran Buenos Aires todo está manejado por el clientelismo político, que compra conciencias con 150 pesos.
– ¿No vislumbra ningún tipo de cambio?
– No. No vislumbro absolutamente ningún cambio bajo las condiciones actuales, porque las jóvenes generaciones están peor que las anteriores, ya que están viviendo el resultado del fracaso, la impotencia y la cobardía de los padres.
– ¿Podría profundizar este aspecto?
– Bueno, lo que intento decir es que las dificultades que plantean, incluso se ve en análisis, en todos los casos tiene que ver con el terror y el ocultamiento; padres que tuvieron conductas de ocultamiento sobre los sucesos de la realidad, sobre lo que ocurría. Estas conductas se traspasan de abuelos a padres y de padres a hijos. Es un terror difuminado que de alguna manera se esparce y penetra y estupidiza a la gente. Son padres estupidizados, sin alegría vital, sin afectos. Para retomar el tema del lenguaje y graficar, la denominación generada desde Estados Unidos, tener sexo, es repugnante porque ya marca el nivel al cual ha sido reducido lo que planteas en relación a la pobreza de la gente. Antes se decía hacer el amor o tener relaciones, lo cual implica que el otro está presente. Hoy es tener sexo; tener, el tener una cosa. El sexo como un objeto, impersonal por completo.
– Volviendo a la referencia sobre el poder que anteriormente hacía, ¿puede definir o focalizar hoy el poder?
– El poder está en aquellos que tienen la posibilidad de aterrorizar a la gente. Y el poder en la actualidad lo encontramos en el gran capital financiero que se ha apoderado de todo. Compró la política, compró la religión, el Estado, el deporte, la educación – basta observar lo que es hoy la Universidad. El poder económico compró todo, y todo aparentemente funciona como si no se hubiese vendido. Todo esto constituye el gran poder, que por primera vez en el desarrollo del mundo, ha contado con la posibilidad de un poder exterior al Estado que al mismo tiempo compra el Estado, y todo lo que en él se vaya produciendo. Por supuesto que esto incluye todo lo que la cultura anterior había elaborado. Cuando se habla de corrupción  no podemos entenderla sin antes comprender lo que acabo de decir.
– ¿ Qué piensa que puede generar lo que describe en los jóvenes?
 
– Yo lo que hago es simplemente describir. No tengo por qué alentar a nadie, ya que si la descripción y la fuerza con que uno la realiza no sirve para resistir y enfrentar la realidad, quiere decir que aquel que no resiste ni enfrenta está perdido también. No tengo que ocultar lo que está ocurriendo. Lo peor que puede hacerse es lo que hace la izquierda más retrógrada: estar impugnándolo todo y hablando de revolución. Frente a la descripción de la realidad, qué revolución puede plantear la izquierda impugnadora que ha destruido la emergencia de los pequeños gérmenes de enfrentamiento que habían surgido, para tratar de reducirlos e integrarlos a una formación política que luego, cuando va a las votaciones, ni siquiera saca el 10% de la totalidad de los votos. Si bien algunas formulaciones son críticas lo que ocurre es que a partir de ellas se genera un estado de impugnación generalizado que los lleva a no poder ser eficaces; es como si la condena a la ineficacia estuviera unida a la amenaza de que si son realmente eficaces pueden también ser muertos. Yo creo que la izquierda hasta interiorizó la eficacia como una necesidad para su propia subsistencia.  
 
– Qué opina de la disyuntiva  planes trabajar – trabajo genuino. Lo planteo porque sé que hay muchas personas que ya no optan por alguna forma de organización que derive en la obtención o creación de trabajo genuino, y sí por quedarse con un plan trabajar.
 
– Creo que mientras se pide una debe aparecer la otra. No puede detenerse el Plan Trabajar, que es un plan beneficiario, pero éste no puede ser un reclamo social, humano. Es necesario, obviamente, pero tiene que estar acompañado de otro proyecto, sin el cual no hay posibilidades de producir ningún cambio. Permite la mera subsistencia –  son sólo 150 pesos -, y que luego un ministro como Roberto Lavagna  pueda decir que el índice de desocupación está bajando.
 
– Con relación a los piqueteros y la vinculación de éstos a los planes trabajar, hay desde los medios de comunicación, principalmente, un serio intento por criminalizar la protesta y la pobreza…

 

 

 

  Los políticos, los medios, la Iglesia denuncian y criminalizan la protesta, y sin embargo ellos son responsables, o por lo menos forman parte, del genocidio argentino. Entonces, esa violencia debe ser ocultada. Para entender lo que hizo Menem: fue ejercer el terror sobre el fondo de esa violencia ya convertida en campo político que posibilitó despojar a los vencidos de absolutamente todo, de aceptar cualquier entrega. Esa violencia callada, cotidiana, que vuelve a aparecer en nuestros días, esta violencia de muerte que es la violencia económica, y que a su vez es la guerra por otros medios, es una continuidad de la agresión – condenar a una persona a no comer es agredirlo, no brindarle salud es agresión -. Esta es la agresión fundamental del sistema y el sistema la ha convertido en algo natural. El problema actual que se plantea es si la muerte es erradicada del campo de la política o si permanece, como permaneció hasta ahora, formando parte del campo de la política. Es decir, si las categorías del genocidio argentino siguen imperando en el campo de la política a través de la impunidad de aquellos que tienen derecho a dar muerte a otro por oponerse al sistema de hambre. Este es un planteo que se radicalizó desde la posición que el gobierno de Kirchner adoptó con relación al Museo de la Memoria de la ESMA. Los medios de comunicación y los canallas de siempre no toleraron la posición fijada por el gobierno en este tema. La muerte, la tristeza, la falta de sentido de la vida que sobrevuela el país es lo que defienden aquellos que intentan sostener esta guerra para tiempos de supuesta paz.

 

¡Un sovietólogo en la Rosada!Un sovietólogo en la Rosada!

por Rosa Lugano


El jefe de gabinete de Cristina, Jorge Capitanich, ha declarado al diario Página/12: “Yo siempre repito una frase de Perón cuando decía que la Revolución Rusa tenía cuatro etapas: la toma del poder, que atribuía a Trotsky; la fase doctrinaria que le correspondió a Lenin; la fase dogmática que fue la de Stalin, y la institucional, de Kruschev. Esta etapa del peronismo le corresponde un afianzamiento institucional. En democracia la toma del poder no es revolucionaria sino a través del voto popular. Después, una etapa doctrinaria para plantear objetivos que deben ser aceptados por la mayoría del pueblo, y después una etapa dogmática para fortalecer esos principios. Ahora llega la etapa de carácter institucional, para que estos grandes cambios sean apropiados por la mayoría del pueblo argentino. Eso se logra generando conciencia sobre estos cambios.”
La secuencia es clara, aunque precisa de algunas aclaraciones para ser rotunda. En primer lugar, Trotsky, revolucionario socialdemócrata ruso, se integró a las filas del bolchevismo unos años antes de la Revolución de Octubre bajo el liderazgo de Lenin. Tanto en la frustrada  revolución de 1905, como en la del 17 fue presidente del soviet de San Petersburgo (o Petrogrado). Fue un dirigente esencial en la insurrección y, ya en el poder, en la constitución del Ejército Rojo. Esa historia apasionante está muy bien contada por el propio Trostky en su intento autobiográfico titulado “Mi vida”, recientemente editado en una versión óptima por el IPS (hay que agregar que Trostky fue además un enorme escritor: no por casualidad sus compañeros lo llamaban “Pluma”).
No hubo, pues, una etapa trotskista “de la toma del poder” y otra “leninista”, ya en el poder, más doctrinaria. Sin embargo, podemos entender, en las primeras estaciones de la secuencia del inesperado sovietólogo Capitanich que Néstor Kirchner sería mutatis mutandi una suerte de Trotsky/Lenin de la Argentina del período 2001 (año de la insurrección) hasta el 2007.
Lo realmente revelador sucede en la segunda mitad de la secuencia. En ella, Cristina aparece como una nueva Stalin, y él mismo como un nuevo Nikita Krushev. Podemos imaginar lo molesto que pueda ser para la presidenta esta comparación. Stalin fue un fiel ladero de Lenin antes de la toma del poder por parte de los bolcheviques. En una reciente edición en español del libro “Lenin. La construcción del partido” de Toni Cliff sobre la historia del partido bolchevique se revela que Josef Stalin realizaba heroicas expropiaciones al frente de un comando clandestino en la ciudad de Tiflis. Tras dirigir la URSS con mano de hierro y vencer militarmente a la Alemania nazi, Stalin murió en el poder en 1953, año en el cual se cocinó la subida al poder Krushev. El nuevo presidente comunicó al mundo, en el año 56 –XX Congreso del Partido Comunista de la URSS- los crímenes de la era de Stalin. Cientos de miles de asesinatos políticos, de detenidos en campos de concentración, juicios amañados contra la vieja guardia bolchevique, uso de la policía secreta para asesinar opositores en otras partes del mundo (en 1940 el agente de la KGV, Ramón Mercader asesina al mismo Trotsky en Coyoacán, México).
Nikita Krushev fue el presidente soviético de la guerra fría con occidente y de la vía pacífica al socialismo, periodo en el cual se sucedió la llamada “crisis de los misiles”, cuando la URSS desarmó su base militar en la Cuba revolucionaria para descongelar vínculos con el imperialismo norteamericano, en épocas de Kennedy (política de coexistencia pacífica denunciada entonces por el presidente Mao). En aquellos años Fidel Castro y Ernesto Guevara repudiaron a Krushev en público mientras las movilizaciones populares gritaban “Nikita mariquita, lo que se da no se quita”.
Si hubiésemos de proyectar esta historia de la URSS –que vía Perón se convierte en inusitada metáfora del peronismo- hasta los años actuales, bien pudiéramos imaginar que el sucesor del Coqui Krushev sería un Brehesniev, quien vino a anunciar la llegada de la URSS al comunismo, luego del periodo de desarrollo de las fuerzas productivas de la era socialista, para luego pasar a la historia como el período del gran estancamiento. Scioli, claro está, está pintado para eso. Más para acá, Gorvachov intentó revisar las estructuras con la famosa perestroika y la glasnot: ¿Agustín Rossi, Urtubey?. Como todos recordamos, tras el fracaso de la “reestructuración” siguió el neoliberalismo desembozado (Yeltsin): ¿Massa? Para finalmente recaer en el firme mando de la dictadura de Vladimir Putin. Esta es la cuestión que deja planteada involuntariamente Coqui: ¿Quién se prepara para vestir las ropas de la dictadura capitalista? ¿Cómo se prepara la lucha autónoma de las masas para enfrentar “a los enemigos del pueblo”, esos que siempre hablan de defenderlo?

Del cookismo al coquismo. Primer informe

por Marcos Santoro


La primera y única Unidad Básica que logré fundar con algunos amigotes la llamamos John William Cooke. No tuvo la menor importancia, salvo para dos o tres de los que participamos en ella. Eran 16 metros cuadrados baratos, habitados con mucho calor humano, mucha juventud dispuesta, mucho mate, mucho cigarrillo, algo de garche, algo de discusión. Así pasábamos las noches. Si no recuerdo mal alquilamos el local en el año 90, con Menem presto a sancionar los indultos, preludio de la era convertible. Con ese nombre, claro está, queríamos reafirmar una pertenencia al movimiento nacional por izquierda cuando toditos los hechos y toditos los signos se orientaban inexorablemente hacia la derecha. No éramos jóvenes setentistas, éramos una banda de semilúmpenes condenada al extravío desde mediados de los ochenta, cuando empezamos, por decirlo así, a militar todos los días en el barrio. Volanteadas, mesas, festivales, reuniones. En promedio leíamos bastante: documentos y libros sobre el peronismo y la izquierda, las cartas de Cooke y Perón, los números viejos de Envido y Unidos. No se nos ocurría, todavía marcados por la fuerza oral del mito bravo de la resistencia, que el destino de la militancia fuera el de ser funcionario en algún dependencia municipal, provincial, o nacional. A compañeros como Coqui Capitanich ya por entonces sí. Se formaban para eso. Estudiaban economía y administración. Y lo bien que hacían.
El semblante del Coqui se me ocurre parecido al del viejo Sandrini, con inflexiones lenguaraces de un técnico del Banco Mundial. No exagero: Coqui tiene algo de Luis Sandrini en la mirada diagonal, convencido como está de ser un actor que llegó para quedarse en la comedia argentina. Pagni, la pluma lúcida del periodismo liberal-conservador lo subestima demasiado. Y creo que se equivoca porque entiende muy bien los procesos de larga duración pero no tanto a los individuos y sus oscuras motivaciones. El historiador preocupado por la disolución del bipartidismo le gana más de una vez al periodista, y el resultado es, en general, bastante malo. Sea como sea, me importa Coqui y no Pagni, que es un tema del compañero Maccia. Coqui es una de las esperanzas de continuidad del proyecto nacional y popular. No es la única. Tal vez no sea la mejor. Pero quienes sabemos arreglarnos con poco no despreciamos su inscripción política, su lealtad y su semblante sandrinesco.
¿Habrá sido el Coqui lector entusiasta de Cooke como fuimos nosotros? Me han dicho que sí, y ahí cifro la apuesta a seguirlo de cerca, aunque no alcance ese rumor para redondear el primer informe. El dato posta es que sabe mucho de fútbol y que tiene un método todavía no aplicado para conducir cualquier equipo al triunfo. Con las patas en la orilla del río, mientras charlábamos de estos módicos entusiasmos, un amigo me recordaba sin malicia que en el 2012 Chaco organizó un partido de fútbol entre las selecciones de Argentina y Brasil que se suspendió por un corte de luz. Tambaleó entonces el prestigio coquista de político previsor. En diciembre la luz de las privatizadas y las tinieblas policiales lo tuvieron a mal traer. A nosotros también. Dicen que todavía no puso en práctica el discurso del método. La razón popular sabe que todo es cuestión de tiempo y fe. Se abre nomás un compás de espera. En eso estamos.  
19 de Enero 2014
Posdata dominguera. Finalizo el informe en la madrugada, me levanto y leo la entrevista que Pág./12 le hizo hoy a Capitanich. Todas mis impresiones buenas se reafirman, y sin embargo, para terminar de perfilar su descripción del actual proceso político utiliza una vieja analogía que me deja un tanto perplejo. Dice así: “Yo siempre repito una frase de Perón cuando decía que la Revolución Rusa tenía cuatro etapas: la toma del poder, que atribuía a Trotsky; la fase doctrinaria que le correspondió a Lenin; la fase dogmática que fue la de Stalin, y la institucional, de Kruschev. Esta etapa del peronismo le corresponde un afianzamiento institucional. En democracia la toma del poder no es revolucionaria sino a través del voto popular. Después, una etapa doctrinaria para plantear objetivos que deben ser aceptados por la mayoría del pueblo, y después una etapa dogmática para fortalecer esos principios. Ahora llega la etapa de carácter institucional, para que estos grandes cambios sean apropiados por la mayoría del pueblo argentino. Eso se logra generando conciencia sobre estos cambios.” Peronismo y revolución rusa, institucionalización y kirchnerismo: ¿cómo leer esta analogía de etapas y nombres propios que termina colocando tan cerca al propio Coqui de Nikita Kruschev, líder soviético durante la guerra fría? Algo tendremos que decir en el informe de febrero.   

Etapa superior del cristinismo

por Diego Valeriano


Lo genuino es lo verdadero. No se trata de una verdad como opuesta a la mentira. Lo verdadero acá es lo sentido, lo que nace de la indefensión que mañana diez mangos son nueve. La playa explota, uno al lado de otro. La arena ni se ve. Pasa uno que vende agua y la botellita está a 17, el próximo 20 y al que nos pide 25 le pedimos un pack. La guita quema al sol. La playa es el otro que pasa vendiendo choclos. Los seis a Carlitos todos los días. La inflación es la etapa superior del modelo, del hombre nuevo. La confianza no como abstracción, no como mero acto de fe sin consecuencias ni responsabilidades. Ya nadie confía, entonces consume. Siempre fue así, pero nunca estuvimos tan preparados para esto. Tan predispuestos. En la carnicería de Gesell hay que hacer cola para que te rompan la idem y mientras masticas un asado horrible te prometes que nunca más volvés. ¿tenes vacío hoy? Hay un nigeriano en cada balneario. Una feria en cada localidad balnearia… sale mucho la camiseta nueva del Barcelona, las remeras de los Stone y las Adinet. Los churreros atraviesan toda la costa y los taclean para que paren. ¿100 la docena? ¿estás en pedo? ¿vos querés?  Tres docenas. Clarín miente, pero más miente el pibito que me lo vende un jueves a 12… y se queda con tres porque no tiene cambio. La inflación es un coadyuvante del modelo, nos lleva a exigirnos más, a ser cada día mejores, a desarrollar nuestro cristinismo vital. Disciplinados de manera absoluta los cuerpos en el mercado, cada vez más preparados a los golpes para surfear la inflación. Ruta 2, puente 12, camino de cintura. Camping del sindicato con buffet y pileta de agua salada. Una, tres, cinco Quilmes. La suma de operaciones no decanta necesariamente en algo. Nuestros cuerpos de la década ganada forjados capilarmente se han disciplinado para actuar en la inmediatez. Un recargo del 7% todos los meses para no perder guita me explica la almacenera mientras me dice que las dos leches y el pan son 64$. Nuestras capacidades sensibles están disciplinadas de manera absoluta.  Los cuerpos de mercado construyen su soberanía a fuerza de liberarse. Que mejor que vernos en acción, en la medida en que los sistemas de signos no hacen lectores. En algún momento pensamos que la economía devino nodo. La inflación  podía presentarse como un caos, una enorme dispersión de fuerzas. Pero este verano algo nuevo nos aparece, hay un punto de conexión, sin ninguna cualidad que necesariamente la ordenara de manera previsible constituía una evidencia. El consumo te entrega un tipo de sabiduría llamativa, una sabiduría atolondrada, de hombre nuevo que hace que descubramos de manera luminosa que la inflación es la etapa superior del cristinismo.

El tiempo político y los caprichos de la fortuna

por Juan Pablo Maccia



¿Por qué Cristina no radicalizó aún más el proceso político en curso desde 2003? Cuando el conflicto con “el campo” y la famosa resolución 125, hubo una autentica proliferación de militancias sociales, políticas juveniles a favor de la presidenta. Luego de una serie de medidas democráticas y populares vino el triunfo arrasador del 2011 con el 54%. ¿No era ese el momento de radicalizar, de asumir el paso de una minoría “intensa” (La Cámpora, el Evita, la audiencia de 6, 7 y 8) a una mayoría neta?

Nunca lo sabremos. Pero si había un “momento” para desbloquear el proceso de radicalización democrática –para usar el lenguaje del colega Ernesto Laclau- era ése.

Sea lo que fuere que llevó a romper con Moyano –entonces líder de la CGT-, el tiempo nuevo que debiera haber justificado esa ruptura nunca llegó. Y no lo hizo, creo, porque unos pocos meses después del 54% llegó la tragedia de Once.

Según Trotsky -hombre involucrado en las tragedias de la historia del siglo XX si los hay- las férreas leyes de la historia se manifiestan en los detalles más superficiales, esos a los que solemos llamar “accidentes”. 

Hay una lógica inescrutable en los caprichos del azar. De eso hablaba Maquiavelo cuando reparaba en la “fortuna”. Y advertía: cuando las armas del príncipe resultan eficaces para vencer una o más batallas en nada piensa menos que en cambiarlas. Es el tiempo político favorable, en que la fortuna –que es mujer y quiere ser seducida- nos sonríe.

Pero ese tiempo se acaba un día. Y todo lo que antes resultaba favorable invierte inapelable su signo. Eso ocurrió durante el verano del 2012. Y ocurrida la primera catástrofe, todas las demás –reales o inventadas- se acumularon a la misma cuenta.

Después se fue el Comandante Chávez y lo reemplazó Francisco, con la misma crueldad con que Messi desplazó de la pantalla a aquel Maradona que viajaba en tren a Mar del Plata, contra el Alca (¿alguien se acuerda de Bonasso?).

A esta altura el lector se encuentra justificado a preguntar ¿qué hubiese sido concretamente una “radicalización” del proceso? No pienso en ninguna medida concreta, sino en una iniciativa precisa destinada a sortear el inciso que impide la re-reelección presidencial.

Lo único radical en política es asegurar el porvenir.

No hubo tiempo. ¿No lo hubo? En todo caso, y mirando a los próximos meses: ¿qué hacer con el tiempo que resta?

La Tablada: Patrulla perdida

Una suma de imágenes: así aparece en la memoria, año tras año, el copamiento del Regimiento de Infantería Mecanizado 3 en La Tablada. Durante mucho tiempo los protagonistas de la toma se mantuvieron en silencio. Veinticinco años después algunos creen que llegó el momento de hacer públicas las deudas pendientes.

Potencias y problemas de una política del 99%: entrevista con Jacques Rancière

por Amador Fernández Savater


Querido Jacques Rancière,
con un poco de vergüenza por la reiteración del gesto [¡es ya la cuarta vez que acribillo a preguntas a Rancière!], me animo a proponerle una nueva entrevista.
El caso es que me parece que en su trabajo hay aportaciones muy valiosas para pensar el 15-M (o movimiento de “los indignados”) y sus distintas secuelas, prolongaciones y metamorfosis (mareas, movimiento contra los desahucios, etc). Y, de hecho, es usted uno de los pocos filósofos (digo entre los muy conocidos) que ha prestado atención y ha dado valor al movimiento, sin considerarlo desde sus “limitaciones”, sino más bien desde sus “potencias”.
Más allá de las acampadas, con el 15-M ha emergido con fuerza la posibilidad de pensar una nueva política, ciudadana y no partidista, que se extiende un poco por todas partes (aun sin nombrarse ya 15-M) y que ha abierto para todos muchas preguntas. Y precisamente en torno a ellas he preparado el cuestionario, sin esperar tanto respuestas como más bien inspiración para repensar las propias preguntas.
Me hago cargo del volumen de trabajo que tendrá usted y de la cantidad de requerimientos de este tipo que recibirá. Lo único que me atrevo a decir para animarle es que pocas veces ha habido en la España de los últimos tiempos tanta necesidad y deseo de leer, conversar y pensar. Ojalá las preguntas entren en resonancia con las cuestiones que esté trabajando usted ahora mismo y responder pueda serle útil en algún sentido.
Un saludo,
Amador

1- Sobre la inclusividad y la “política del cualquiera». El primer 15-M de las plazas llamó “inclusividad” a algo que podría resonar con lo que usted ha nombrado como una “política de cualquiera”. En sus maneras de hacer y decir, trató siempre de que cupiese cualquiera, de interpelar a cualquiera, sin dirigirse a bloques o grupos determinados (sociológicos o ideológicos), sino más bien a personas singulares y a un 99% simbólico. Las banderas y las siglas (y en general todas las señas identitarias que provocaban división) quedaron desde el primer momento fuera de la Puerta del Sol.
Pero hay quien piensa que ese “nosotros abierto” se consiguió al precio de borrar u ocultar las diferencias y los conflictos internos. Por ejemplo, las diferencias de acceso a ese “nosotros” entre ciudadanos con papeles e inmigrantes sin papeles. El cualquiera del que usted habla, ¿es abstracto? En las manifestaciones de la “política de cualquiera” que usted ha investigado, ¿cómo se piensa y se elabora esa relación entre el cualquiera y las identidades-diferencias particulares?
Jacques Rancière. Es importante comprender que hay dos figuras del “cualquiera”. En primer lugar, el sujeto de la política es el sujeto creado por la acción política misma, el sujeto creado por una manifestación y una enunciación colectiva, el sujeto que se crea cuando la acción política dice “nosotros”.
Esto significa que una subjetivación se define, no por una identidad previa, sino por los actos que genera, por la modificación que estos actos ocasionan en el tejido normal de las identidades, los lugares y las ocupaciones [lo que Rancière ha llamado el “reparto de lo sensible”].
El “nosotros” se distingue así del sujeto político concebido a la manera clásica de la clase y la vanguardia porque no se define por un conjunto de propiedades, ni por una interioridad compartida que se traduciría en acciones exteriores. No preexiste, son más bien sus propias acciones las que lo crean.
En segundo lugar, esa afirmación colectiva se dirige a individuos cualquiera a los que propone incluirse sin preocuparse por conocer su pertenencia social. Quienes se incluyen pueden hacerlo en tanto que “personas”, en tanto que miembros de un grupo de afinidades personales o en tanto que militantes de tal o cual colectivo. Lo esencial es que el “nosotros” pueda estar abierto a cualquiera que lo desee. De hecho, la suspensión de las identidades particulares marca generalmente el comienzo de los movimientos, así como el retorno de los conflictos entre grupos indica muy a menudo su declive.
Por otra parte, está claro que no todo el mundo es igual de entrada en cuanto a la posibilidad de manifestarse y a la disponibilidad para ocupar la calle. El tema es que no se sientan excluidos por la forma de las acciones.
En todo caso, hay que evitar tratar la relación entre 99% y 1% en términos estadísticos. Y sin duda podemos discutir incluso de la pertinencia de la fórmula. No es 99% contra 1%, sino una figura del pueblo contra otra. La figura de un pueblo a construir sobre la base de la presuposición igualitaria contra el pueblo que administran nuestros gobernantes, pero también contra las “mayorías silenciosas” a las que apelan o contra el pueblo identitario que se concentra en manifestaciones como la “mani para todos” convocada por los que se oponen al matrimonio homosexual en Francia.
2- Sobre la figura del enemigo. El 15-M ha estrechado muchísimo la figura del enemigo: es el 1% de la oligarquía financiera, política y mediática. Y eso no sólo “teóricamente” o en los discursos, sino también en las calles. Por ejemplo, en la práctica del “Stop desahucios”, la interpelación firme pero humana hacia el otro (bombero, cerrajero, también policía) ha producido numerosas grietas bajo los uniformes y las funciones asignadas.
¿Cómo pensar hoy la figura del enemigo, más allá de la lógica de la lucha de clases? ¿Quién es hoy el enemigo? ¿Hay que confrontarlo, destruirlo o simplemente sustraerse a él? En resumen, ¿cómo entender esta frase suya: “(la política crea) escenarios de interlocución que reconocen al enemigo como parte integrante de la misma comunidad”? 
Jacques Rancière. La pregunta contiene varios problemas. En primer lugar, la diferencia entre la política y la guerra. La política es una manera de incluir al enemigo. No se trata de generosidad. La forma misma de la acción política instituye una esfera de universalidad, y la constitución de esa esfera sirve de test sobre la capacidad misma de las partes en lucha.
Un ejemplo. Investigué especialmente esas situaciones que pertenecen al nacimiento de la huelga en el siglo XIX, donde los obreros instituían con los patrones una escena de discusión pública que, para los patrones, no existía, porque la negociación de las condiciones de trabajo era para ellos un asunto privado entre personas. Los patrones no tenían ninguna razón para aceptar esa escena de discusión, pero ese rechazo significaba una inversión de los papeles: el colectivo obrero afirmaba su potencia como sujeto intelectual frente a los que no veían en él más que una jauría brutal, mientras que la capacidad de los patrones quedaba reducida simplemente a las armas de la policía.
Es cierto que esta figura de interlocución estaba muy vinculada a una lógica de la política como lucha de clases. Hoy existe una política de la lucha de clases desarrollada por la clase capitalista bajo la bandera de la economía y la necesidad económica, pero en el otro bando no hay apenas nada que corresponda a lo que fue la política obrera de la lucha de clases. Es esta situación la que traduce precisamente a su manera la fórmula del 99% contra el 1% considerada desde el punto de vista estadístico.
Esto significa, concretamente, que no hay en la actualidad una figura fuerte de inclusión del enemigo. Por un lado, hay una figura de separación que otorga mayor importancia a la afirmación de autonomía que a las estrategias del conflicto y, por otro lado, la figura de las acciones violentas simbólicas (de tipo enfrentamiento con la policía y destrucción de cajeros automáticos al final de las manifestaciones) que, inversamente, otorga mayor importancia a la designación del enemigo que a la afirmación colectiva. Pero también existen esas acciones que su pregunta evoca, en el curso de las cuales se fisura el frente de los representantes de la autoridad.
No hay respuesta general: es en la acción misma donde podemos conocer al enemigo y saber cómo comportarnos con él. No se puede “evitar” al enemigo. La cuestión es cómo nos diferenciamos de él: o bien privilegiando una visión estratégica de los golpes que le dirigimos, o bien privilegiando la diferencia de formas de pensamiento, de vida y de acción que le oponemos. Yo considero que es posible adquirir más fuerza por esta segunda vía.
3- Sobre subjetividad y subjetivación. Usted ha puesto mucho énfasis en la importancia de la subjetivación. La política no “expresa” un sujeto latente o preconstituido (como ocurre por ejemplo en la teoría de Toni Negri sobre las “multitudes”), sino que lo crea. Crea un “espacio de sujeto” donde cualquiera puede contarse.
¿Cómo pensar la relación entre nuestra vida cotidiana y ese proceso de subjetivación? La subjetivación es ruptura y creación, pero creamos a partir de nuestra experiencia cotidiana (en el trabajo, en la ciudad, en las redes). El filósofo Cornelius Castoriadis utilizaba el término “elaboración” para pensar la misma cuestión en el movimiento obrero: la subjetivación obrera, decía Castoriadis, “elabora creativamente” la experiencia cotidiana del trabajo en la fábrica.
¿Tiene sentido para usted pensar qué relación hay entre experiencia cotidiana y subjetivación? ¿Sirve de algo estudiar las situaciones de vida para pensar la política?
Jacques Rancière. Resulta claro que la subjetivación política no nace como una emergencia radical si convenimos en que no opone un grupo a otro, sino un mundo a otro. La formación misma de ese mundo tiene un origen doble. Por un lado, es fruto del proceso de separación que la acción misma produce al crear otro uso del tiempo y del espacio, otros lazos entre los individuos, otros posibles en el pensamiento. Pero también es el resultado de una multiplicidad de transformaciones en las prácticas y las formas de vida y de pensamiento.
Hay dos grandes tipos de transformaciones “subjetivadoras” de este tipo. En primer lugar, la creación de lazos, a través de las experiencias concretas de solidaridad en el trabajo, en la lucha, pero también a través de las formas de intercambio que pueden experimentar las personas en la vida cotidiana o a través de los distintos servicios que pueden prestarse entre sí. Y, en segundo lugar, las diferentes maneras en que las personas escapan a las rigideces de su identidad: mediante la apropiación de una cultura diferente, como por ejemplo entre los autodidactas que he estudiado, o actualmente mediante la experiencia de los viajes y de la multiplicidad de culturas.
Una subjetivación política es el encuentro de estos dos componentes: el lazo que se opone a la separación de los individuos y el devenir-otro que rompe con la asignación identitaria. Pensar las transformaciones y las interacciones entre esos dos componentes nos permite salir de las oposiciones rígidas entre lo individual y lo colectivo, entre lo cotidiano y la política. No hay oposición entre esos dos términos, sino siempre un cierto trenzado de lo individual y lo colectivo, del tiempo cotidiano y el tiempo del mundo.
4- Dejar de ser, politizar lo que se es. La política como subjetivación consiste de alguna manera en “dejar de ser lo que hay que ser” e inventarse un cuerpo nuevo, capaz de otras cosas. Por ejemplo, usted ha estudiado cómo la subjetivación obrera inventó nuevos cuerpos capaces de hablar o escribir, dejando de ser así simples “mulas de carga”.
En torno al 15-M y sus prolongaciones, hemos visto a médicos, profesores o periodistas que, más que dejar de ser lo que son, se activaban políticamente desde su posición. Más que abandonar su lugar y función, lo politizaban, defendiendo el derecho universal a la salud o la educación. ¿Podemos entender esas formas de politización como subjetivaciones? 
Jacques Rancière. “Politizar una función” es una expresión ambigua. La defensa del derecho universal a la salud o a la educación no es una reivindicación específica de la profesión médica o docente, sino una reivindicación igualitaria general.
Por supuesto, el ejercicio de la medicina, de la enseñanza, del periodismo o de la magistratura, nos enfrenta a cuestiones muy específicas de opresión y libertad, de igualdad y desigualdad, que suscitan energías militantes. Pero un médico que milita por el derecho al aborto o contra el encierro psiquiátrico o que participa en un consultorio gratuito no lo hace únicamente como médico, sino vinculando su práctica de la medicina a una idea de igualdad de los sexos, de libertad de los individuos o de solidaridad social.
Entre los militantes de los movimientos sociales y revolucionarios, siempre ha habido médicos, abogados o profesores que han participado en la acción política sobre la base de su experiencia profesional. Por tanto, no hay que hacer de esos compromisos una novedad que significaría el relevo del movimiento obrero por nuevas categorías sociales o el relevo del militantismo de lo universal por un militantismo de las especificidades. 
5- Sobre lo común y las comunidades. Usted ha escrito que la idea de socialismo contiene la idea de una gestión asociativa y democrática de los bienes comunes (la educación, la salud, los transportes, el agua, etc.).
¿Qué formas de comunidad son necesarias para ello? ¿Son suficientes esas “comunidades de aparición, azarosas y aleatorias” que según usted surgen en los “momentos políticos”?
Pensar formas cotidianas de gestión democrática y asociativa de lo común, ¿no nos obliga a pensar en un tejido social sólido, con relaciones duraderas, compromisos fuertes e instituciones estables? ¿Es ello compatible con las subjetivaciones móviles, intermitentes y no identitarias de las comunidades de aparición?
En definitiva, ¿puede estabilizarse un “poder de cualquiera” (o del 99%)? ¿Puede hacerlo sin recaer en las formas jerárquicas de división del trabajo y reparto de las funciones? ¿Tiene usted experiencias de ello en mente?
Jacques Rancière. Desde luego no me corresponde a mí encontrar la solución a los problemas en torno a los cuales han tropezado tantos movimientos colectivos de ayer y de hoy.
Hay un primer nivel de la cuestión sobre el que se puede responder lo siguiente: la experiencia ha demostrado que las formas de gestión común de los problemas que afectan a la comunidad no pueden ser aplazadas sin perjuicio a un futuro subordinado a las estrategias de toma y ocupación del poder. No se puede separar la lucha por lo común y la organización de lo común.
Una vez dicho esto, se presentan otros problemas. Por un lado, la cuestión de qué formas de contra-sociedad igualitaria pueden establecerse en el seno mismo de la sociedad desigualitaria. Y, por otro, la cuestión de qué formas de organización ello requiere.
Sabemos que en el pasado han existido -por ejemplo en los movimientos anarquistas o comunistas, y especialmente en el movimiento anarquista español- formas fuertes de contra-sociedad: cooperativas de producción, formas de vida colectivas, instituciones educativas y culturales. Es evidente que todo ello formaba parte de una fuerza colectiva que se traducía también en medios poderosos de lucha y una visión clara del porvenir. Los movimientos democráticos recientes han vuelto a poner en el orden del día el aspecto de las instituciones alternativas, pero parece como si les correspondiera a ellas constituir, de la nada, el terreno de lo común, mientras que en el pasado era el terreno de lo común el que fundaba las instituciones alternativas. Es un problema que no se va a resolver apelando a la espontaneidad o a la organización, ni queriendo sustituir un militantismo de clase por un militantismo de las comunidades.
Los compromisos estables de ayer dependían más de la solidez de los horizontes de esperanza que de las disciplinas de organización. Las “comunidades de aparición” están atravesadas por la oposición entre identidad y subjetivación. Y la constitución de un común vivido va más allá, forzosamente, de la acumulación de fuerzas que requieren los objetivos militantes específicos.
6- Sobre política y tecnología. El “clima” político de esta nueva política ciudadana se comunica, extiende y amplifica a través de Internet y sus redes sociales (las más vulgares y masivas, como Twitter y Facebook).
Desde hace ya diez años, observamos una correspondencia entre la socialización de las herramientas comunicativas más allá del ámbito activista (de Indymedia a los blogs y las redes sociales) y la emergencia de procesos de nueva politización protagonizados por la gente común (desde el “no a la guerra” y la respuesta social tras el atentado del 11 de marzo de 2004 hasta el 15-M). Como si las redes hubieran ayudado a hacer más participable y móvil la cosa política.
¿Cómo pensar el uso político de las tecnologías? Está el punto de vista de la neutralidad: la tecnología es un instrumento neutro que sirve para lo bueno y para lo malo. Y está el punto de vista determinista: la tecnología suscita por sí sola transformaciones sociales (revolucionarias o catastróficas). ¿Le interesa esta cuestión, le parece relevante, podría haber un tercer punto de vista? 
Jacques Ranciére. Tenemos suficientes elementos para señalar los límites de los dos puntos de vista. Un instrumento técnico que sirve de medio de comunicación no puede ser nunca simplemente un medio neutro para cualquier fin.
La cuestión de los “medios” siempre ha estado sobredeterminada por la relación entre los que viven en el universo de los fines y los que están confinados en el universo de los medios: a quienes se llamaba por esa razón hombres “mecánicos”. Dicho de otro modo, cualquier novedad técnica entra en el seno de un determinado reparto de lo sensible donde la misma eficacia técnica está modulada por una distribución de las capacidades y los papeles sociales. De modo que una novedad técnica no se basta a sí misma para definir un nuevo reparto de lo sensible.
La tesis catastrofista reaparece ante cada nuevo medio: cine, radio, televisión, internet, redes sociales. A pesar de lo que pueda tomar prestado a las profundidades filosóficas heideggerianas o al rigor científico y político del marxismo, esa tesis remite siempre al viejo mito de la caverna que presenta a los ignorantes manipulados por aquellos que mueven los hilos.
Ahora bien, a pesar de todos aquellos que asimilan Internet a la vigilancia totalitaria, las redes sociales han servido por ejemplo en China para construir formas de información y circulación de las ideas que se oponen al monopolio del Estado policial. Y en nuestros países, supuestamente abocados al individualismo consumidor, han permitido que las personas separadas entre sí por las nuevas formas de trabajo se comuniquen, se encuentren, reconozcan lo que les une y tomen confianza. De ese modo han proporcionado una figura material al poder de los anónimos.
Pero ese efecto no es inherente al medio técnico. Cada día constatamos que el mismo medio es también una vía de expresión y difusión de todos los fantasmas identitarios, racistas, sexistas y demás.
7- Sobre la subjetividad neoliberal. Si el poder consiste en la producción de subjetividad, ¿cuál es la subjetividad que se produce hoy en día? ¿Existe algo así como una “subjetividad neoliberal”? ¿En qué consiste? ¿Podríamos hablar, en este sentido, de un poder que no está fuera de nosotros, sino que nos atraviesa y conforma evitando sin embargo los efectos despotenciadores de “naturalización”, “victimización” o “culpabilización”?
Jacques Rancière. Hay que resistirse a todas las descripciones del mundo contemporáneo que nos lo presentan como un mundo homogeneizado por la ley del mercado que configura una pequeña burguesía globalizada. Muy al contrario, lo que llamamos neoliberalismo es un proceso de diferenciación extrema.
¿Cuál es la subjetividad “neoliberal” de los obreros y las obreras de Bangladesh que fabrican -por un salario que recientemente ha alcanzado los 65 dólares al mes- los jerséis que se venden en nuestros supermercados? ¿Y la de los obreros migrantes chinos, sometidos a un régimen de pasaportes interno que recuerda a las cartillas obreras del siglo XIX en Europa?
En nuestros propios países europeos, el neoliberalismo no suele producir las formas de conciencia “liberal” supuestamente homogéneas con respecto al culto de la libre empresa y la libre circulación de capitales y mercancías. La violencia de las manifestaciones contra el matrimonio homosexual en Francia, el furor evangélico de los anti-abortion en Estados Unidos o las recientes leyes contra el aborto en España prueban la vanidad de las tesis dominantes sobre la correspondencia entre liberalismo económico y libertad sexual.
Hay, de hecho, formas múltiples de conexión y desconexión entre diferentes tipos de libertad. Por ejemplo, las campañas en favor del consumo instruido y responsable que desarrollan diferentes asociaciones de consumidores y grupos ecologistas que se presentan como opuestos al sistema dominante refuerzan a menudo el modelo dominante de “libertad” propuesto por el sistema: el de la libertad como instancia de elección, guiada por el conocimiento.
Por otro lado, cierta interiorización del modelo neoliberal ha tenido como efecto -positivo, al fin y al cabo- el cuestionamiento de una fe demasiado facilona de las conciencias progresistas de mi generación que consideraban la potencia colectiva como algo ya dado e identificaban muy ligeramente el socialismo y la gestión estatal de los medios de producción . Y ha creado formas de conciencia y de acción militantes para las cuales la potencia colectiva no es algo dado, sino a construir en la acción misma.
8- ¿Qué es una victoria o un logro en política? El 15-M ha producido infinitos efectos en la sensibilidad y la percepción del mundo, desplazando los límites de lo visible y lo invisible, de lo posible y lo imposible, de lo tolerable y lo intolerable (el ejemplo de los desahucios es muy claro: ahora es una cuestión de rechazo social generalizado mientras que antes era completamente invisible y estaba absolutamente normalizado y naturalizado).
Sin embargo, como (aún) no se ha conseguido ningún gran “logro tangible” (en las leyes, en la esfera macroeconómica o del poder político), el discurso en torno al 15-M es muy negativo, despotenciador, triste y pesimista (“no se ha conseguido nada”, etc.). Y este relato tiene efectos depresivos terribles.
¿Cómo podemos ver y valorar (y hacer ver y valorar, comunicar) esas otras “conquistas” o “logros” de la política, como la transformación de la experiencia vital y subjetiva, sensible y perceptiva (sin la cual, de hecho, los demás cambios no son posibles)?
Jacques Rancière. Es una contradicción inherente a las formas actuales de los movimientos democráticos. Incluso cuando arrancan de problemas muy concretos y localizados, como los árboles del parque Gezi en Estambul, se trata de movimientos fundamentalmente diferentes de los movimientos reivindicativos que pueden contar sus victorias en términos de modificaciones inscritas en la ley.
Uno puede estar contento o decepcionado con aquello que los poderes públicos conceden cuando se les pide alguna cosa concreta. Cuando no se les pide nada, cuando se construye la acción sobre la distancia misma con respecto a esas demandas, está claro que, si el viejo mundo no se hunde por sí solo, nos acecha la depresión que nos lleva a decir: nada puede cambiar, o bien, hay que volver a los viejos modelos de las organizaciones revolucionarias o progresistas.
La cuestión que se plantea aquí es saber qué entendemos por un movimiento autónomo. Efectivamente, es muy importante insistir sobre el aspecto de la transformación subjetiva y sobre la necesidad de preservarlo preservando, a su vez, la autonomía de los movimientos con respecto a las organizaciones político-sindicales y al sistema de demandas dirigidas al Estado que funciona como marco de su acción.
Pero esa transformación no puede mantenerse por sí sola como propiedad de un colectivo. Debe verificarse constantemente. Y lo hace a través de las acciones que desarrolla, como esas luchas contra los desahucios, o las formas concretas de lo común que crea, pero también a través de su capacidad para llevar a cabo campañas públicas por la transformación de las leyes y las instituciones.
Es posible actuar como una fuerza autónoma que consigue victorias inscritas en la ley y las instituciones, manteniéndose al mismo tiempo a distancia del juego que pretende obtener lugares en el aparato de Estado. O en todo caso es posible intentarlo, unir la autonomía del movimiento y la acción que define objetivos por alcanzar en la relación de fuerzas, tal y como esta se inscribe también en la ley y las instituciones.
Pero el problema más importante es saber cómo la conquista de momentos de igualdad en el mundo de la desigualdad se articula con la perspectiva de un nuevo mundo de igualdad. Más allá de las banalidades sobre la espontaneidad y la organización, hay un problema que uno puede ya encontrar en los movimientos de emancipación del pasado: la emancipación es una manera de vivir como iguales en el mundo de la desigualdad. Y esa manera de vivir bien puede ser autosuficiente. Es decir que, tal vez, aquellos y aquellas que han vivido esos momentos de igualdad no deseen nada más.
La traducción ha sido posible gracias a la ayuda de Álvaro García-Ormaerchea, Jordi Carmona, Javier Bassas, Pablo Bustinduy y Álvaro. 
Información relacionada: 
-«¿Qué es el socialismo?” Un pequeño texto de Rancière sobre el contenido de la idea de socialismo.
-Sobre la relación entre innovación técnica y «reparto de lo sensible» (que se toca muy ligeramente en la entrevista) se puede consultar el ensayo llamado precisamente El reparto de lo sensible
-Sobre la crítica de Rancière a las políticas estratégicas que parten del enemigo y de la pregunta por cómo dañarle: “O bien se parte de una potencia contra la cual se lucha, o bien se lucha en nombre de una potencia común, de una capacidad común. Si la política consiste en atacar al enemigo, entonces se trata de una concepción militarista del enemigo. Hacer algo ‘contra’ no construye un comunismo positivo”.
-Indignados, 99% y otros nombres de cualquieraun ensayo sobre la potencia política de las ficciones a partir de la obra de Jaques Rancière

Los nuevos-nuevos movimientos sociales

por Raúl Zibechi


En un libro clásico y monumental, Theda Skocpol analiza las tres grandes revoluciones (francesa, rusa y china) desde una mirada centrada en los estados, su desintegración y la reconstrucción posrevolucionaria. En Los estados y las revoluciones sociales (Fondo de Cultura Económica, 1984), pone bajo la lupa cómo los procesos revolucionarios afectaron y modificaron las instituciones. Para quienes nos formamos en Marx, llega a conclusiones incómodas.

Luego de la comparación minuciosa de los tres procesos, concluye que el estado ha sido central en todos, pero que los cambios estatales no pueden explicarse en función de los conflictos de clase. Destaca “el poder autónomo” de los Estados, no reductible a ninguna de las clases sociales, aunque tampoco neutral respecto a ellas.

El aspecto más actual de su análisis estriba en tres conclusiones que destila al final de su trabajo. La primera es que las revoluciones no se producen por actividades deliberadas de las vanguardias; cita en su apoyo al militante antiesclavista Wendell Phillips: “Las revoluciones no se hacen, ellas solas vienen” (p. 41).

La segunda es que la desintegración de los estados del antiguo régimen activó la espoleta del conflicto social que se tradujo en la expropiación de las clases dominantes. La irrupción de los de abajo fue decisiva para modificar las relaciones entre las clases, evitar el triunfo de la contrarrevolución y neutralizar las estabilizaciones liberales.

La tercera es que “de las tres revoluciones surgieron estados más centralizados, burocráticos y autónomamente poderosos en el interior y en el exterior” (p. 441). En el interior, “los campesinos y los obreros quedaron más directamente incorporados a la política nacional y a los proyectos apoyados por el Estado”.

El análisis histórico es inobjetable, realista y contundente. Otra cosa es que resulte agradable, para quienes seguimos pensando que el Estado es una maquinaria opresiva y aspiramos –siguiendo a Marx y a Lenin– a su “extinción”.

Lo que no señala la autora es que las fuerzas antisistémicas estaban dispuestas de modo jerárquico, con una distribución del poder interno que era “calco y copia” de las instituciones estatales, y llevaban el saber desde fuera a los sujetos rebeldes. Tampoco señala que los estados nacidos de las revoluciones se convirtieron con el tiempo en maquinarias de dominación, muy similares a las que sustituyeron, al punto de que se pudo comparar el régimen de Stalin con el de Pedro el Grande, y a los funcionarios comunistas chinos con los mandarines imperiales.

El último ciclo de luchas en la región sudamericana parece confirmar la tesis de Scokpol: los estados fueron debilitados por las privatizaciones neoliberales, lo que disparó el conflicto social que llevó al gobierno a fuerzas progresistas que cerraron el ciclo con el fortalecimiento de los estados. En paralelo, los “nuevos” movimientos cumplieron su ciclo histórico: nacieron en la etapa final de las dictaduras, crecieron bajo el neoliberalismo, se institucionalizaron y entraron en lento declive.

Sin embargo, los movimientos que protagonizaron este ciclo eran distintos de aquellos que los precedieron, cuyo molde y modelo fueron los sindicatos tradicionales. No todos se plegaron a los nuevos modos de gobernar y algunos siguen caminos propios, mostrando que la historia no es un camino delineado por las lógicas estructurales. Aunque no pudieron romper completamente con las viejas culturas políticas estadocéntricas, fueron más lejos que la camada de movimientos anteriores y dejaron huellas potentes que siguen siendo referencias.

En los últimos años está naciendo una nueva camada de movimientos que se diferencian no sólo de los viejos, sino también de los “nuevos”. En varias ocasiones hemos mencionado al Movimiento Passe Livre (MPL), de Brasil, y a la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES), de Chile. No son los únicos, aunque quizá sean los más conocidos. El movimiento contra la minería en Perú puede ser incluido en esta camada, así como el Movimiento Popular La Dignidad, de Argentina, y otros que no hay espacio para mencionar.

Algunos han nacido tiempo atrás, como el MPL, con características novedosas, tanto por su cultura política (autonomía, horizontalidad, federalismo, consenso, apartidismo) como por las formas de acción que emplea. Otros movimientos se han reinventado o refundado en procesos de resistencia. Los Guardianes de las Lagunas peruanos nacieron a partir de las Rondas Campesinas, organizaciones comunales de defensa creadas en los setenta.

Entre los “nuevos” y los más recientes, los nuevos-nuevos, existe una notable diferencia de cultura política: no se referencian en el Estado, con el que pueden mantener diálogos y negociaciones, ni reproducen en su interior las formas jerárquico-patriarcales. Los Guardianes de las Lagunas se inspiran en las comunidades andinas; los estudiantes chilenos y los jóvenes brasileños en sus formas de vida cotidiana en las periferias urbanas, en sus grupos de sociabilidad y afinidad, en el hip-hop, en las diversas culturas juveniles en resistencia.

No han formado estructuras-aparatos, ni han entronizado dirigentes permanentes por encima de los colectivos. Son movimientos que nacieron después de las dictaduras (los nuevos nacieron contra el autoritarismo) y reciben la influencia de dos movimientos que emergieron en el continente en las últimas décadas: el feminista y el indígena.

Se nutren de sus variantes más antisistémicas: los feminismos campesinos y populares, los feminismos comunitarios e indígenas; comparten con un sector del movimiento indio su vocación autonómica, su aspiración a cambiar el mundo por fuera del Estado y a crear instituciones posestatales, como las Juntas de Buen Gobierno. Se organizan para construir un mundo nuevo, no para incrustarse en las instituciones. Encarnan la posibilidad concreta de que florezca una nueva cultura política que trabaje para que los cambios vengan de abajo.

Entrevista A Henri Meschonnic: Se In Deo Esse: El Poema Y El Espíritu

por Anne Mounic
(Traducción: Rodrigo Grimaldi)


Llamo al pórtico, blanco, y Henri Meschonnic viene a abrirme. La casa, un poco sobrealzada, sobre la orilla del río, no disimula por completo el gran jardín que se encuentra por detrás. Bordeando la alameda que conduce allí, empiezan apenas a florecer las campánulas de rocalla. Subimos los peldaños de la escalinata y descubro con admiración una gran habitación llena de máscaras del África y de Oceanía, unas más bellas y expresivas que otras. “Forman parte de la familia”, me confía sonriendo Henri Meschonnic. A través del gran ventanal, bien al fondo, aparece el jardín en su profundidad, y la magnolia en flor. Nos instalamos, Régine, Henri y yo, alrededor de una mesa redonda y los tres conversamos un poco antes de comenzar nuestra entrevista, acompañada por una taza de té.

Anne Mounic: Le agradezco encarecidamente recibirme para esta entrevista sobre los vínculos entre poesía, existencia y espiritualidad. Entre esos tres términos, establezco un vínculo indisociable, pero aún hay que definirlos con precisión. Estoy muy contenta con que haya respondido favorablemente a mi solicitud, ya que usted tiene una posición muy original sobre la cuestión, que explora bajo diversos aspectos, pero siempre según usted, según lo que es usted, en perfecta unidad de ser. Hablaba de definición. ¿Cómo definiría existencia? ¿Cómo definiría espiritualidad?

Henri Meschonnic: Es extraña, esa palabra existencia. Parece decir algo distinto a si dijéramos la vida y me parece poner el acento, sin decirlo, de manera casi invisible, sobre la fragilidad de nuestra condición. Se trata casi de una manera de decir que permanecemos en lo provisorio – todo excepto una palabra optimista, y aún menos arrogante. Si uno dice la vida, es algo más. La palabra esta abarrotada de esperanza. En cuanto al término existencia, es más bien negativo.

A.M.: ¿Tal vez implica una suerte de responsabilidad individual respecto de la vida?

H.M.: Esa es una interpretación en la que no había pensado. De lo que me llena esa palabra, en cambio, es de fragilidad, de lo provisorio, más que de responsabilidad. Si comparamos las dos expresiones: somos existentes/somos vivientes, advertimos que la palabra existencia pone la vida en cuestión. Tal vez me equivoque al delirar de esta manera. Si trato de pensar, la vida se opone a la muerte, pero la existencia, ¿a qué se opone?

A.M.: ¿No ser?

H.M.: To be or not to be.

A.M.: Exactamente. Ese parlamento de Hamlet constituye un verdadero cuestionamiento ético.

H.M.: No me gusta el verbo ser. Por varias razones, de las cuales algunas son serias y otras, lúdicas. La más seria es esta: ser me parece terriblemente aferrado a su mayúscula inicial, el Ser. Y ahí, pensando en Heidegger, saco mi revólver – metafísico, no hay ni que decirlo. Ahí me digo que rozamos al mayor enemigo de la vida, que es el esencialismo, o el realismo lógico, la esencialización de las abstracciones.

Voy a permitirme una broma. El verbo ser, sin saberlo, cae en su propia trampa. “Pienso por lo tanto soy” : en esta famosa afirmación, soy, escucho el verbo seguir. [N. del T: Je pense donc je suis (Descartes) Es otra traducción al «pienso luego existo» canónico, y que va en el sentido de la frase de Meschonnic. En francés, la conjugación de la primera persona del singular del verbo ser (être) es igual a su homónima del verbo seguir(suivre)] La forma verbal corresponde indisociablemente a ambos verbos a la vez, seguir y ser. La fórmula está tan machacada que es al verbo seguir que escucho. Además, la mayoría de la gente que piensa no hace más que seguir. Soy un poco agresivo cuando digo esto, pero se trata de una agresión que no es más que la defensa misma de lo vivo.

Me di cuenta al releerme que hacía mucho tiempo que giraba en torno a esa idea, que desarrollé en mi obra publicada recientemente en Laurence Teper, Heidegger o el nacional-esencialismo. Opongo el nominalismo al realismo lógico, a la esencialización generalizada. Si la existencia debe tener una relación con el verbo ser, nada se opone más a la vida que la existencia. La vida, son los vivos. En hebreo bíblico – y nunca vi que ningún exégeta bíblico, judío, católico o protestante, haya advertido ese fenómeno – algunas palabras abstractas se forman con el plural del término concreto. Por ejemplo, hai quiere decir vivo y el plural, hayim, vivos, significa la vida. Ahí tenemos la parábola de todo el problema. El nominalismo, es el desafío del sujeto, de los individuos.

Como lo decía Péguy, cuando es siempre la misma cosa, es siempre la misma cosa, y hay que repetir lo que tenemos para decir, ya que le hablamos a sordos. Los exégetas bíblicos son sordos – sordos al ritmo y a sus efectos de semantismo.

La cuestión del nominalismo se planteó en el siglo doce, en la época de Abelardo. Se discutía la palabra humanidad – al igual que la palabra Dios, pero con ésta última, se es forzosamente realista, ya que el realismo presupone una relación de continuidad entre las palabras y las cosas. La palabra Dios por sí sola prueba su existencia. Para los nominalistas, las palabras no son más que nombres que se les pone a las cosas. No se puede decir que Dios es sólo un nombre. La humanidad, por su parte, existe del punto de vista realista y los individuos son sólo fragmentos de la misma. Para los nominalistas, por el contrario, los individuos existen en primer lugar y la humanidad es su conjunto. Tenemos por lo tanto, desde el punto de vista lógico, dos aproximaciones, y son las consecuencias éticas y políticas, poéticas y artísticas, que nos importan, ya que la diferencia es grande según se considere ante todo los individuos o el conjunto. Con los individuos, se puede fundar una ética, ya que nos situamos desde el punto de vista del sujeto, sujeto de (el pensamiento) o sujeto a (la enfermedad, por ejemplo).

Si el nominalismo vuelve posible la ética, el realismo lógico la prohíbe. Un fragmento de la humanidad no es un sujeto. Este debate, heredado del siglo doce, puede parecer folclórico, pero persiste y lo encuentro terriblemente actual. Desde luego, ahí salimos de lo políticamente correcto. Si tomo el Islam, me doy cuenta de que la palabra Umma designa conjuntamente a la comunidad social religiosa y política, a la que cada individuo debe sumisión (que es el sentido de la palabra islam).

A.M.: El sufismo, en el seno del Islam, abre una vía al individuo. Es además un poeta el que es origen de ese paso espiritual.

H.M.: Es exacto e interesante. En su obra admirable, Antropología filosófica (1928-31), Bernard Groethuysen muestra que la noción de individuo aparece en la historia de manera intermitente. San Agustín fue uno de sus primeros pensadores. Otros luego lo pensaron, pero esta noción vital no siempre lo fue.

Según el modelo de la palabra vida, se puede citar también la palabra juventud. Naar es el joven. Neurim, son los jóvenes, por lo tanto la juventud. Y lo que toda la tradición traducía por compasión o misericordia, es, en el hebreo bíblico, el plural de la palabra que significa matriz, útero, es decir el órgano en el cual se desarrolla el ser vivo. Re’hem designa la matriz; ra’hamim las matrices, lo que se tradujo por compasión.


Ahora bien, si pensamos en eso, en la medida en la que esa palabra designa ese órgano que es el útero, ¿por qué, en tanto palabra abstracta, debería designar la compasión? Se trata del sentimiento que una madre experimenta por lo que salió de su vientre. Y ahí, llegamos a un aspecto cómico: André Chouraqui, que quería comprometerse tanto al traducir el hebreo bíblico, pero se equivocaba en el sentido del lenguaje, traduce este versículo de los Salmos en el que aparece esa palabra de esta manera: “No cierres tus matrices”. Yo traduzco: “No me niegues las ternuras de tu vientre.”

A la inversa, la palabra hebrea para el rostro es panim, que es un plural. El singular, pan, designa el aspecto. Esta suerte de plural requeriría un estudio que no hago más que esbozar.

Todo eso para ilustrar el antagonismo entre nominalismo y realismo lógico, entre individuos y humanidad y mostrar que el realismo lógico no permite ninguna ética. Además, el filósofo máximo del ser, Heidegger, no propone ninguna ética. Rechaza el sujeto, al que remite a la psicología de su época. En él no hay ni ética, ni poética. Es la lengua la que habla. Es lo que dice: “La lengua habla. El hombre habla cuando le responde a la lengua.”

A.M.: Pasemos ahora a la espiritualidad. Espíritu, spiritus, espiritualidad: ahí se trata de una misma raíz que, en su primer sentido, designa el aliento. De ese origen a lo que ahora entendemos por espíritu, se ha producido una suerte de divorcio. Se opone el cuerpo al espíritu, la materia al espíritu, mientras que éste es el aliento que la anima. Aquí se ve una noción muy bíblica. Cuando se fija una figura o un concepto fuera del tiempo, terminamos en una dualidad que descentra al sujeto. Termina viviendo al costado de su propia vida.

H.M.: En esa palabra espiritualidad, hay algo que me molesta, y es esa referencia subyacente a la espiritualidad cristiana. La palabra está envuelta de religión – y de religión cristiana.

Régine Meschonnic: Existe también una espiritualidad judía.

H.M.: Claro, pero la palabra tiene dificultades para desprenderse de su vestido cristiano.

A.M.: Justamente, se podría pensar en liberar la espiritualidad de esa ganga para llevarla hacia lo poético.

H.M.: Podemos desde luego salir de esa envoltura teológica en gran parte católica volviendo a la etimología: spiritus, el aliento, que es una traducción del hebreo ruah, aliento, pero también viento. La etimología es de importancia mayor y podemos tratar de salvar esa palabra de su envoltura haciéndola volver a su fuerza original – el poder del aliento, del espíritu. No es casualidad si esa palabra aliento tiene sus resonancias poéticas. Se llega al poema, a la poética.

A.M.: Cuando usted opone el poema a la poesía, opone, me parece, el acto, que siempre vuelve a empezar, al objeto, la ética a la estética. ¿El punto de vista estético sobre el arte no tiene por resultado, simplemente, la muerte del arte, la muerte del poema?

H.M.: La estética es la muerte del poema, o, peor aún, una condición de pensamiento tal en la que el poema todavía no ha podido nacer. La estética es formalista; es muestra del dualismo del signo y provoca un encadenamiento de dualismos: forma/contenido; afecto/concepto; lenguaje/vida – un conjunto de cosas que matan al poema. Voy a darle, del poema, una definición de trabajo, que no es más que una proposición de pensamiento. El poema es la trasformación de una forma de lenguaje a través de una forma de vida y la transformación de una forma de vida a través de una forma de lenguaje. Las dos son condiciones de una y de otra. Ese tipo de pensamiento se vincula con la ética del sujeto. En otros términos, el poema es la forma lenguajera máxima de la vida. Todo aquello relega la estética al siglo dieciocho, en una conceptualización que sólo sabía oponer forma y contenido. Es una reflexión que da cuenta de lo sensible, de lo sensorial, de lo que se experimenta y parece bello. Se podría pensar que la estética es exactamente lo que hace falta para encarar el poema. ¡Error! Si defino el poema como acabo de hacerlo, como la invención de un sujeto, de una historicidad, eso no tiene nada que ver con la belleza o la fealdad, nociones culturales que a cada momento se opusieron a lo que aparecía como nuevo en la poesía o en el arte. Ya no se pueden contar los ejemplos en los que los contemporáneos denigraban lo que acababa de hacerse en nombre de los cánones de la belleza y de la fealdad. Un ejemplo: en 1896, aparece una obra de Max Nordau, crítico alemán que estaba lejos de ser tonto. La obra se titula Degeneración; se trata desde luego de arte degenerante. Ahí está escrito: “Mallarmé es un retrasado mental y además, Zola piensa como yo.” Lo mismo respecto a Verlaine. Los contemporáneos le encontraban un giro alemán, ya que predicaba “la música ante todo”. Del mismo modo, la palabra “impresionista” fue inventada por los enemigos de esa pintura.

A.M.: Lo mismo ocurre con los poetas metafísicos ingleses. La palabra la inventó el detractor de ellos, Samuel Johnson, en el siglo dieciocho. Para volver a esa noción de dualidad, en la oposición del sujeto al objeto, el poema muere, ¿no es así?

H.M.: Así como la dualidad de la carne y del espíritu sólo muestra el cadáver.

A.M.: ¿Ahí no se trata del dominio, en la cultura occidental, de la representación? Esta mañana releía, para escribir un artículo sobre el conocimiento poético, Bergson. Explica que el conocimiento de la vida sólo es accesible, fuera de la representación espacial, del tiempo por ejemplo, a la intuición en un movimiento que impide toda forma de fijeza.

H.M.: El vitalismo de Bergson está acompañado por una concepción del lenguaje que es dualista. Opone lo concreto individual vivo a lo genérico abstracto de las palabras. El ser vivo, en su materialidad, se opone a la palabra. Se trata de una caricatura lastimosa. Sólo pido amar a Bergson, pero la representación que tiene del lenguaje mata al lenguaje y al poema a la vez. También mata al lenguaje ordinario. Siempre me revelé contra esa distinción de los lingüistas entre lenguaje ordinario y lenguaje poético.

A.M.: Existe sin embargo realmente un lenguaje que fija la realidad de la vida.

H.M.: Si, el academicismo del pensamiento.

A.M.: ¡Y eso existe!

H.M.: Ahí se trata de todas las formas de saber que esconden su propia ignorancia. Es lo que aprendí al estudiar el texto bíblico y los comentarios. ¿Cómo gente tan sabia, que traduce esos textos, no se da cuenta que su saber produce ignorancia e impide incluso saber que la produce? Nada me parece más cómico que lo serio del saber.

A.M.: Usted escribe, en Vivre poème (Dumerchez, 2006 p. 11): “Se escribe para reinventar a cada momento una “vida humana”, en el sentido de Spinoza en el Tratado político, es decir una vida definida no solamente por la circulación de la sangre, que se comparte con todos los otros animales, sino por la verdadera fuerza y la vida del espíritu.” Es eso mismo, la espiritualidad, ¿no?

H.M.: Spinoza no se preocupaba en pensar el poema, sino que en su manera de pensar la vida humana, se acerca al poema. Es por eso que titulé mi libro sobre Spinoza: Spinoza, poema del pensamiento, (Maisonneuve et Larose, 2002). La expresión “vida humana” vuelve a emplearse dos o tres veces en la Ética. Para mí, se trata de un lenguaje codificado. Una vida humana es el título del pequeño libro de Uriel da Costa, amigo excomulgado antes que él y que se suicidó. Es una autojustificación, cuyo título en latín es Exemplar humanae vitae. Por lo tanto veo, en la repetición de esa expresión, el combate de lo vivo contra lo teológico-político que mató a Uriel da Costa. La vida humana, en Spinoza, implica ese combate contra lo teológico-político. Al estudiar el texto bíblico, descubrí otra distinción, entre sagrado, divino y religioso. Lo sagrado implica una actitud fusional entre lo humano, lo animal y lo cósmico. La serpiente le habla a Eva. ¿Eso qué quiere decir? Ese contacto directo entre Eva y la serpiente parece pasar a través del lenguaje, pero supone de hecho una relación tal entre humano, animal y cósmico que no se puede hablar de lenguaje en el sentido humano de la palabra. Ocurre lo mismo con la burra de Balaam.

En el tercer versículo del Génesis, Dios dice que se haga la luz. San Agustín, comentando ese pasaje, se pregunta: ¿En qué lengua hablaba Dios? No se trata de una lengua humana, sino de una figura de la voluntad divina. Lo sagrado, es eso. Parece ser lenguaje, pero no lo es. Se trata de un contacto directo. Por lo tanto ya no puedo decir que la Biblia es un libro sagrado, incluso si se usa la palabra, la mayoría de las veces, indiferentemente para divino, o religioso. Esto me hace pensar en la definición que da Maimónides de la idolatría en Guía de perplejos: es el “culto que se rinde a una obra humana”.

Lo divino aparece en el primer capítulo, versículos 20-21; es el principio de vida que se cumple en todas las criaturas vivas. No hago más que formular lo que dice el texto. Lo religioso sólo aparece en el tercer libro del Pentateuco, que comúnmente llamamos el Levítico. Se trata de la organización y de la ritualización de la vida social en función del calendario de las fiestas y de la lista de prescripciones y prohibiciones. Lo religioso se reapropia entonces lo sagrado y lo divino. Se convierte en el emisor de la ética mientras que las Tablas de la Ley que Moisés rompió estaban escritas con el dedo de Dios. Se trataba entonces de la ética de la vida, de lo divino. Y lo religioso se convierte potencialmente en lo teológico-político. Conclusión: nada se opone más a lo divino que lo religioso. En el libro de los Números, un hombre que cortaba leña el día del descanso (Shabbat) es juzgado y ejecutado.


Traduzco el texto bíblico a-teológicamente, por su poema y a través de su poema. Y esto no tiene nada que ver con lo que llamamos ateísmo. No me planteo para nada esos problemas. Spinoza, por su parte, separaba lo divino de lo religioso. Yo hago una poética de lo divino.

A.M.: Si tomamos el final de la Ética a pesar de todo, en el    escolio de la proposición 42, me parece que Spinoza rechaza la emoción en nombre de la razón, siguiendo en eso lo que T. S. Eliot llamaba “disociación de la sensibilidad” y situaba precisamente en el siglo diecisiete: “Pero el sabio por el contrario, como tal, se conmueve a penas, es conciente de sí, de Dios y de las cosas, a través de una especie de necesidad eterna, y, al no dejar nunca de ser, siempre goza por el contrario de la verdadera satisfacción del alma.” ¿Acaso este predominio de la razón sobre la emoción no contradice la unidad de ser del poeta?

H.M.: Spinoza opone aquí al sabio y al ignorante. Acá, para mí, es la fuerza del sabio que se opone al ignorante. Es este último quien separa el interior y el exterior. El sabio, por su parte, no separa. Lo que Spinoza llama el sabio, es el movimiento enteramente interior. Establece una oposición entre la plenitud emocional y racional del sabio y la división del ignorante a quien únicamente conducen sus deseos sensuales. La verdadera satisfacción del alma es interior. Transforma todo lo que viene del exterior en algo interior que no separa el concepto y el afecto – esa oposición gastada.

No soy spinozista, sino spinoziano, al igual que, cuando digo que hay que pensar Hugo, o pensar Humboldt, empleo esas palabras no como complementos de objeto, sino como adverbios: a la manera de. Trato entonces de “pensar Spinoza”, de entenderlo desde el interior, de pensar continuando Spinoza.

A.M.: ¿Se trata de una filiación?
H.M.: Sí, de una cierta manera, ya que lo que digo ahí supone una comprensión desde el interior y una afinidad, una proximidad muy grande. De ahí esa noción de “poema” en el título de mi libro. Para escribirlo, además, hice el esfuerzo de releer todo Spinoza en latín. Yo que no soy filósofo, partí de una frase de un spinozista de renombre que afirmaba: “Spinoza escribe en latín, por lo tanto no tiene ninguna lengua.” Es un clisé cultural que, como todo clisé, tiene las apariencias de la verdad. El latín, que pasa por una lengua muerta en el siglo diecisiete, era de hecho la lengua de la erudición, una lengua europea de cultura. En cuanto a pronunciar el latín, era otra cosa. Cada uno lo pronunciaba según los usos de su lengua.


Pero tres o cuatro pensadores inventan su pensamiento en latín: Hobbes, Francis Bacon, Descartes y Spinoza, luego, más tarde, Leibniz. Si se puede inventar el propio pensamiento en una lengua, no se trata de una lengua muerta. Quise probarlo. Tomé para hacerlo la quinta parte de la Ética, una parte comparable en cantidad en Hobbes, y otra en Descartes. Me dí cuenta de que cada uno escribía su propio latín. Tomemos igitur, por ejemplo, que quiere decir pues, Descartes no lo usa mientras que tiene en Spinoza un rol semántico y poético extremadamente interesante. Renueva esa forma pasiva del verbo actuar haciéndola rimar con finales pasivas.

A.M.: Eso revela una preocupación de escritura poética.

H.M.: Su escritura es un poema del pensamiento. Trata por ejemplo de aprehender las relaciones del espíritu, que piensa Dios, en Dios, y escribe esto: Se in Deo esse. Ahí si analizamos lo que dicen las palabras, lo que hacen las palabras, llegamos a algo extraordinario. Dice en efecto que el espíritu está en Dios, pero la combinación de las palabras implica que Dios está en el sujeto mismo (entre se esse).

A.M.: ¿Acaso no tenemos ahí toda la espiritualidad?

H.M.: Sí, en el sentido del aliento, en el sentido hebreo de la palabra, que deja en el guardarropas toda la ortodoxia religiosa.

A.M.: Me gustaría, ahora, pasar a sus poemas, que manifiestan un gran rigor. Usted no es un poeta de la efusión. Pocos adjetivos, verbos sobre todo, pronombres (elemento muy importante), sustantivos y adverbios. El ritmo de los mismos me parece inquieto, pero también saltarín. Sus versos prorrumpen como flechas y usted privilegia la distancia de la mirada antes que la intimidad de la mano: “no es la mano: es la mirada/ la que escribe” (Y la tierra fluye, Arfuyen, 2006, p. 56). Sus poemas manifiestan un sentido de la aventura (“menos sé/ más soy en lo/ que me convierto/ lo que yo/ busco”. p. 51), fuera del prejuicio, de las exhortaciones de otro y del pasado. ¿Que es el lazo del poeta con el pasado? ¿Que aprende de los otros poetas? ¿Un poeta puede vivir en su torre de marfil absteniéndose de estudiar?
H.M.: Su pregunta es difícil y voy a responderla al revés, a partir de lo que entendí tardíamente y recientemente. Lo que entendí, es que no sé lo que hago. Aprender, es entender que no se sabe lo que se hace. Eso requiere una crítica de todos los saberes. Mis poemas son mi propio desconocido que descubro, sin saber cuándo voy a escribir un poema ni lo que voy a escribir. La reflexión viene retroactivamente. Todo lo que podemos almacenar como saber (mi saber profesional sobre las cosas del lenguaje), todo lo que puedo saber, no es para nada lo que me hace escribir. Busco lo que no sé – mi propio desconocido. De una cierta manera, me lo han hecho notar más de una vez, hay en todo lo que produzco dos partes sin relaciones entre sí – ensayos para un saber mayor y poemas en lenguaje simple. Lo que entendí, es que hay una distinción, en el seno del pensamiento crítico, entre teoría y saber. La teoría consiste para mí en pensar sobre lo desconocido de las cosas del lenguaje. La expresión de “teoría del lenguaje” es de Saussure. Lo que oigo acá, es la relación de interacción entre las cosas del lenguaje, la poesía, la ética y la política. Esto equivale a identificar prácticamente poética y teoría del lenguaje.


La poética no es solamente el estudio de lo que es específico en los textos literarios. La poética de la sociedad incluye ética y política. El poema es un acto político, que afecta a los sujetos. Esto para hacer notar que la teoría piensa también sobre lo desconocido. Del que existen dos, al menos: lo desconocido del poema no es el de la teoría. No tengo imaginación alguna y escribo en función de lo que experimento. El verbo experimentar es interesante en relación a sentir. Se trata de un trabajo sobre uno mismo – que puede ir hasta el resentimiento. En el poema, no hay saber de la poesía, sino negativamente. El amor a la poesía es la muerte de la poesía. Tenemos la mirada orientada hacia la poesía que amamos, lo que ocurrió con los contemporáneos de Hugo. ¿Sabe cuál fue el primer Premio Nóbel de literatura? Sully Prudhomme, en 1901, casi olvidado en nuestros días. Cuando tenía trece o catorce años y frecuentaba mucho las bibliotecas municipales, leía Fernand Gregh, un sub-Hugo. Le debo a Humboldt la distinción entre actividad y producto. La actividad que sigue siendo activa, es la modernidad. En ese sentido, Homero es moderno. Todo eso me lleva a pensar que importa poco la fama del momento. La verdadera cuestión es la siguiente: ¿Cómo no ser el imbécil del presente? Max Nordeau lo fue. Eso no quiere decir que seamos más inteligentes ahora, pero el tiempo hizo su trabajo.

A.M.: Eso funciona en los dos sentidos: se puede pasar al costado de lo que hubiese merecido ser considerado.

H.M.: Es el caso de Maurice Scève, que fue borrado por la Pléiade, olvidado en los siglos diecisiete y dieciocho. Vuelve aparecer gracias a Sainte-Beuve en 1828, en su Cuadro histórico y crítico de la poesía y del teatro francés en el siglo XVI. Y ahora no aparece más como un poeta difícil, como era el caso antes. A la edad de dieciséis años, me maravillé con su lectura. Aquí vemos a un autor del siglo dieciséis que esperó al siglo veinte para renacer. Es además el crítico inglés Alan Boase, aficionado a los poetas metafísicos, quien redescubrió a Maurice Scève. Lo reeditó en 1949 en Ginebra. Ahí lo ve… el pasado es imprevisible

En cuanto al lazo con él, no puede haber respuesta simple. Estudié mucho a Hugo, pero soy incapaz de decir lo que le debo. Sí, al menos una frase: “Solitario, solidario”. En lo que toca a Spinoza, me permitió sentir mejor la relación entre la carne y el espíritu.

A.M.: ¿Usted diría que un poema está ahí para pensar?

H.M.: No, no está ahí para pensar, sino para inventar lenguaje a partir de una vida y una vida a partir del lenguaje, como lo dije más arriba, de manera un poco diferente.

A.M.: ¿Pero es exactamente eso lo que llamamos pensar?

H.M.: Tal como la filosofía se desarrolló en el siglo veinte, no hay mayor enemigo de la poesía que la filosofía. Lo importante se resume en un pedacito de frase que le debemos a Jacques Derrida en Del derecho a la filosofía: “El poema es un filosofema”. Derrida inscribe la poesía en la filosofía, en la interpretación, la hermenéutica y el signo.

A.M.: Sí, pero hay filosofía y filosofía. Si se piensa en una filosofía de la existencia, como la de Kierkegaard o la de Rosenzweig, se tiene a un individuo frente al tiempo o frente a la historia. Rosenzweig escribió La estrella de la redención como reacción a la guerra del 14, frente a la amenaza, a la muerte impuesta a la que, encima, se tiene que consentir. Eso bien vale un poema.

H.M.: Sí, pero desde luego, emití un juicio que es evidentemente insostenible salvo si se lo matiza. Hago matices. Hace un rato me valía de mi admiración por Bernard Groethuysen, pero es lo mismo en mi relación con Wittgenstein. Le debo mucho a ciertos pensadores por los que siento afecto. Siento afecto por Spinoza, por Wittgenstein y por Walter Benjamin, incluso si critico la aproximación teológica del lenguaje en este último.

A.M.: Esa noción de lengua original…

H.M.: Sí, eso, no puedo compartirlo. Hay desde luego que hacer enormes distinciones según los filósofos. En cambio, Heidegger jugó un rol terriblemente nefasto con lo que llamo su nacional-esencialismo. Digamos que, históricamente, las relaciones entre poesía y filosofía son muy a menudo malas. Tomemos por ejemplo la famosa frase de Adorno en 1949, que afirma que es bárbaro e imposible escribir poemas después de Auschwitz: eso indica simplemente que Adorno, que era músico, tiene muy malas relaciones con el lenguaje, que se resumen en una metáfora que emplea con respecto a la jerga de la autenticidad. Dice: “En Heidegger, las palabras son como naranjas envueltas en papel de seda.” Adorno tiene de la misma forma malas relaciones con la política. Su análisis del nazismo es inepto. Para él, eso se debería a una crisis de la racionalidad, a un eclipse de la razón.

A.M.: ¿Cómo ve usted las cosas?

H.M.: El nazismo tiene otra historia y otras causas distintas al eclipse de la razón, que es una explicación irrisoria del mismo. Y es tan irrisoria como plantear que ya no se pueden escribir poemas después de Auschwitz, pero es porque tiene una tan mala representación de la poesía como de la política. Y eso me parece muy interesante a la vez porque, en los efectos de interacción que postulo entre el lenguaje, el poema, la ética y la política, implico que paradójicamente, la poesía es necesaria para entender la política.

A.M.: ¿Cree que podemos resolver sobre la marcha la crisis del poema y la crisis política que vivimos actualmente.

H.M.: No, no lo creo. Hablo de una interacción entre pensar el poema como acto ético y las implicaciones que tiene esa aproximación para pensar lo político y la política. Contrariamente a todas las apariencias, y sé que ese pensamiento es del orden de la utopía, el pensamiento del poema nos enseña cosas vitales en lo que concierne al pensamiento de la ética y de lo político. En las disciplinas universitarias tal como están compartimentadas, la política se ocupa de la rivalidad de la fuerza y del derecho, la ética del bien y del mal, y todo esto no tiene nada que ver con la literatura. Allí se oponen la prosa y la poesía. Son esas certezas estereotipadas, esas ideas preconcebidas las que critico.

A.M.: Es el poder lo que usted critica, finalmente, ya que es él el que necesita ideas estereotipadas, muy sólidamente establecidas, para imponerse como único recurso.
H.M.: Desde luego, le dije que se trataba de utopía, a lo que la sociedad no da lugar, para lo que no tiene lugar. Para que haya utopía, tiene que existir una fuerza que trate de darle su lugar a un pensamiento que no lo tiene.

En lo que concierne a las relaciones entre poesía y filosofía, eso empieza muy mal con Platón, pero Aristóteles dice que los metros son partes de los ritmos. Nadie lo escuchó. Platón, es Goliat. Lo digo porque me sitúo desde el punto de vista de David. Las relaciones entre poesía y filosofía son algo apasionante, lleno de tensiones. Como lo dice Aristóteles, para no filosofar, aún se tiene que filosofar. Las pocas palabras que pronuncio equivalen una vez más a filosofar.

A.M.: ¿Considera que haya filosofía en la Biblia?

H.M.: No, no la hay.

A.M.: Quisiera volver a su trabajo de traducción de la Biblia, ya que me parece que esta experiencia irriga de alguna manera sus poemas, en su sintaxis, pero también en la intensión.

H.M.: Mi propia aventura en el lenguaje no está marcada por mi trabajo de traducción bíblica. Es lo contrario: mi manera de escribir mis poemas tiene una incidencia en mi manera de traducir. Traduzco como el poeta que soy.

A.M.: Usted hablaba hace un rato del poema como descubrimiento de lo desconocido. ¿Qué piensa de la noción de inconciente?

H.M.: La palabra existía antes de Freud. Es un cierto Hartmann que utilizó esa palabra por primera vez [Influenciado por Schopenhauer; Filosofía del inconsciente, 1869] y Freud la retomó. Lo que es imposible no criticar, es como Freud se limitó a la sexualidad masculina ignorando por completo a la mujer. Asimismo, la especialización de la sexualidad es criticable, ya que la noción es mucho más vasta y desborda, a mi entender, la psicología.

A.M.: Pensaba en esa reflexión de Michel Henry, quien explica que se nombra inconciente simplemente a lo que permanece no representado. Ahí hay confusión, ya que el pensamiento occidental está sometido a esa noción de representación.

H.M.: El Occidente está enteramente gobernado por la noción de signo, que es el dualismo del lenguaje, del cuerpo y del espíritu. A todo el pensamiento occidental lo lleva ese encadenamiento de dualismos del signo, que no se da como un punto de vista. Sobre el lenguaje, sólo tenemos puntos de vista y, desde el punto de vista en el que me ubico, el signo es uno de ellos que no se da como tal. No permite pensar el continuo cuerpo-lenguaje y es ese discontinuo el que reina en las disciplinas universitarias.

Para volver al inconciente, la poesía y el arte están constantemente en relación con el inconciente y nuestras invenciones de pensamiento están en relación con él. Si se compara en materia de lenguaje a Freud con Lacan, se puede pensar que Freud inventó su pensamiento del lenguaje mientras que Lacan saca su pensamiento del lenguaje del estructuralismo. Es un producto de la época. Freud es una actividad.

Ahí nos detenemos y volvemos a una conversación sin orden ni concierto sobre el latín, el griego y el hebreo, la guerra de Argelia y el desprecio actual respecto de la cultura. Durante toda la entrevista, un rostro egipcio de terracota veló sobre nosotros. Agradezco a Régine y a Henri por su calurosa recepción.

Ajuste, devaluación. Guerra por el consumo

por Diego Valeriano


Los consumidores más espirituales, como son  los más fuertes, encuentran su liberación allí donde otros encuentran la decadencia. En la devaluación, en la experiencia, en el campo de la guerra por el consumo; ahí extreman sus habilidades. A la final hubo lo que no querían que haya. La temida devaluación cayó sobre nosotros y el billete de cien que no llegaba al piso ahora se evapora en el bolsillo directamente. La devaluación es la guerra por el consumo por otro medio (más). Ya ni pedir sirve ¿vas a juntar moneditas? De igual forma, la plata diaria urge y se hace de mil maneras. Lo único que ahora hay que agilizar la forma de recalcularla. ¿Volveremos al robo de medidores de gas?  ¿A ser nochero de remis? La adaptación va a ser veloz, ¿dejaremos la coca y volveremos a la Bichi Ahora? Todo suceder, todo proceso de pérdida de valor, todo devenir como un determinar de relaciones de grado y fuerza, es una guerra. La devaluación traicionera y necesaria no va a modificar la estructura de vida de los últimos años. Nuestros cuerpos constituyen la primera barrera para detener la hemorragia. El ajuste no es solución. Es enfrentamiento. ¿Podremos lograr que la sangre fluya de manera más lenta y pueda iniciarse el proceso de coagulación? Simultáneamente, nos volveremos aún más feroces, más voraces, más inmediatos. Los procesos de liberación se aceleran, los hijos del neoliberalismo están velando sus armas. ¿a cuánto se va a ir el Hamlet? Lamiendo las heridas, mirando el resumen de tarjeta naranja. En una sola cuota, la segundo con el 10%. No hay que dejar heridos, no se toman prisioneros. Los reducidores desempolvan las notebooks, volver a robar electrodomésticos es negocio. La hemorragia puede tener muchas causas, como así también muchas acciones. Los de arriba apuestan a la devaluación y tienen nula confianza en la economía local, en su estabilidad, en la misma moneda. La vidas runflas solo creen en la revaluación. Confían sin confiarse porque no puede hacer otra cosa.

Jacques Lacan interrogado en TV (1973)


Jacques Lacan responde a una serie de preguntas por iniciativa del Servicio de Investigaciones de la Radio y Televisión Francesa, filmada por Benoît Jacquot. Esta charla – la voz que se escucha como interlocutor es de Jacques Alain Miller- fue difundida por la ORFT el 9 y 16 de marzo de 1974.

Si se calla el cantor

por Luciano


1.
En el kirchnerismo dirán que “no quedaba otra” que devaluar. Esto sería cierto si se cree que antes de ello el gobierno usó todo el instrumental que tiene la política económica para hacer correcciones. En todo caso, después de dos años de decisiones económicas erráticas y equivocadas, la sensación de que una devaluación era inevitable puede sonar verosímil a los oídos creyentes. Una de las discusiones que quedará emplazada para el liderazgo que asuma en 2015 es de qué manera el Estado, ante las tensiones cambiarias y fiscales que surgen del fin del tasachinismo, absorbe los costos él mismo en su política de recursos y gastos, sin trasladarlos de manera directa a la sociedad asalariada. Desde ya esto necesita de una política económica un poquito más sofisticada pero que se tornará obligación política en un país de crecimiento bajo o moderado con capacidad instalada completa. Hace ya varios años que el kirchnerismo abandonó la política de fogoneo de inversiones para centrarse exclusivamente en el consumo como motor de crecimiento; pero además, se entendió que ese consumo sólo debía (o podía) ser sostenido con incorporación constante de pesos al mercado, sin apelar a otros instrumentos que la política económica ofrece para mantener un consumo activo y diversificado que a la vez ayuda a mantener costos fijos en el mercado interno. Claro que para eso se necesita una política de recursos y gastos más ambiciosa que la que tiene el gobierno. Podríamos enumerar más “omisiones” del manejo económico gubernamental que ahora hacen creer en la inexorabilidad devaluatoria: es obvio que el sector agropecuario no se va a negar a las “virtudes” de una devalueta tan jugosa, pero el problema no era la rentabilidad, sino que siguen siendo los costos de producción, es decir, la inflación. Si cada vez que se acumulen problemas de competitividad, el Estado va a tomar la decisión política de socializar el costo en la masa asalariada y no absorberlo como institución económico-financiera, lo que se terminará devaluando es la expertise estatal en el manejo de la economía en un país pos-tasachinista.
2.
En 1997, y luego de una violenta devaluación del peso mexicano, el gobierno del PRI armó un plan social de becas alimentarias y educativas para niños y jóvenes que no estudiaran ni trabajaran. El programa se llamaba Progresa, el PAN lo continuó y en 2002 lo pasó a llamar Oportunidades. Lo interesante es que hoy y después de 17 años de vigencia del programa, en México se abrió una discusión profunda sobre los alcances y modalidades del plan que se relacionan con los resultados relativos obtenidos y con las necesidades productivas y de empleo de un país que necesita crecer y crear clase media al mismo tiempo. Después de 17 años, se verificó que el perfil asistencial del programa no alcanzó para insertar productivamente a los jóvenes y que el anclaje “educativo” del programa no tenía un correlato laboral firme para los jóvenes adultos. Es decir que como programa asistencial el plan cumplía sus objetivos, pero que el problema central de esa franja etaria de la PEA era el trabajo y solo parcialmente la asistencia social. Es por eso que Peña Nieto está encarando un rediseño del plan para pasar (en el rubro jóvenes ni-ni) de un anclaje educativo a un anclaje laboral como eje operativo (de objetivos y exigencias) que permita sortear la atrofia social del programa.
En estos días Cristina anunció un plan similar al mexicano para los ni-ni de 18 a 24 que era necesario porque fija la vista en las poblaciones más problemáticas de los conurbanos del país. Una política social “guita en el bolsillo” siempre es el comienzo para atacar el problema. Sin embargo, el kirchnerismo tiene a las políticas de “guita al bolsillo” como límite de su acción social, no como “comienzo”. Un breve contacto que cualquier militante político barrial pueda tener con las poblaciones ni-ni y con quienes desde el estado y el punterismo gestionan diariamente en la zona de fuego, alcanza para comprender que el problema central de los ni-ni no es la “guita en el bolsillo” (“la guita, si la tienen que conseguir, la consiguen”) sino todo lo demás que no permite llegar con perspectivas al terreno laboral. Otro problema del plan es que mete un anclaje educativo que en la mayoría de los casos no respeta la realidad de un ni-ni de 18 años que ya está en una fase de la adultez que no está motivada ni urgida por terminar y avanzar en los estudios. Por lo tanto, quedará también para el liderazgo que arranque en 2015 revisar el anclaje del programa y dotarlo de recursos humanos que puedan controlar y trabajar en el territorio junto a los beneficiarios de las becas.
3.
Al lanzar el Progresar, Cristina también ensayó un discurso político sobre coyuntura bastante inconsistente, con poca capacidad de enlazar a la coalición FPV con una instancia de nuevas representaciones como las que demanda el 2015. Es posible que Cristina haya optado (por el momento) concentrarse en su propio cierre de etapa como presidenta, lo cual implica desentenderse de cualquier herencia mínimamente ventajosa para una coalición efepeveísta que necesita construir una oferta política de mayorías que pueda ser competitiva en 2015. Esto explica por qué Scioli salió a revitalizar su campaña permanente en medio del estío, pero también explica que el espacio de representación está demasiado angostado desde la irrupción electoral de Massa, una cuestión que la propia Cristina se encargó de confirmar como preocupación personal cuando salió a pegarle a la policía municipal, y al darle centralidad política a un episodio menor sucedido en un municipio del conurbano. Que la “advertencia” del sciolismo político al FR sea hecha en función de los comportamientos de la orgánica partidaria y no de la representación a construir es la aceptación de que la fractura de la representación peronista puede tener una incidencia importante de cara al 2015, pero a la vez expresa las limitaciones de la coalición efepeveísta para adaptarse a ese escenario por fuera de lo partidario. Esa es la razón por la cual las distintas líneas municipalistas del peronismo nacional (en contraposición a algunas líneas provinciales) ya plantean cada vez más fuerte la necesidad de configurar una nueva coalición peronista; es un debate que recién empieza.

¿Qué está pasando con el dólar en Argentina?

por Santiago Gómez
Razones personales hacen que desde hace más de tres años pueda participar de conversaciones con economistas que trabajan en el Estado Nacional, ninguno con responsabilidades relevantes, o mejor dicho, de los que toman decisiones. Que Argentina está en una situación de crisis en su mercado cambiario no es ninguna novedad. Los especialistas lo suelen llamar “stress cambiario”, pero nosotros que no somos tan finos le decimos corrida cambiaria, es decir, mayoritariamente los agentes del mercado quieren comprar dólares. Con la incertidumbre que tenemos todos los militantes que no tenemos una sólida formación en economía, considero que compartir algunas de las reflexiones que Los Economistas Amigos me dieron para pensar lo que está sucediendo en el país, puede servir para enriquecer los análisis que el presente requiere.
¿Qué está pasando con el dólar en Argentina?
Al preguntarles a los que entienden de economía sobre las corridas, que fue una de las principales causas de conflictos económicos que el gobierno señaló hace tiempo, me explicaron que los motivos de la corrida son discutidos, y por lo que vengo escuchando y leyendo, difícilmente alguien que ofrezca certezas sobre el asunto esté diciendo la verdad. Para explicarme algo de lo que está pasando, Los Economistas Amigos (LEA) me dicen que están quienes piensan que el tipo de cambio está “atrasado” y que cómo finalmente se va a tener que corregir apuestan al dólar; que hay otros que piensan que el problema es más estructural y que como el país se acerca a un período de escasez de dólares (por déficit energético, del que también hace muchos años que los escucho hablar, tanto antes de la nacionalización de YPF; por las  necesidades de la industrialización, por la deuda y las ganancias de las multinacionales) va a tener que devaluar irremediablemente y por lo tanto compran dólares. Otros sostienen que es un problema financiero vinculado a lo baja rentabilidad relativa del ahorro en pesos, y finalmente están también quienes piensan que es lisa y llanamente una forma de desestabilizar al gobierno.
Según dicen, los diagnósticos son muchos y variados. A cada diagnóstico le corresponde una respuesta de política diferente siempre y cuando lo que se busque es evitar una devaluación brusca que convalide la corrida y beneficia a los que compraron dólares.
Al preguntarles a los economistas amigos qué estamos haciendo desde el gobierno, la respuesta fue que el gobierno tomó actitudes diferentes a lo largo del ya extenso período que tiene el problema. En un principio, cuando comenzó la corrida en los meses previos a la elección de Cristina del 2011, el gobierno decidió responder mostrando su poder de fuego sobre el mercado y salió a vender reservas y mantener el tipo de cambio. Como la corrida no se frenó y se consumían demasiadas reservas, después de las elecciones se cambió de estrategia y se optó por los controles. El “cepo” como le llaman.
Los controles tienen ya un tiempo largo y la justificación fue,  efectivamente, la de evitar una gran devaluación que tuviera efectos negativos sobre la distribución del ingreso. Al pedirles que me expliquen los efectos de una devaluación, me respondieron los LEA que si el tipo de cambio se devalúa fuerte, los precios de los productos importados suben, los precios de los alimentos exportables suben, se encarece la canasta de consumo básica y por lo tanto se transfieren ingresos desde los trabajadores al capital. Además, se premia a todos los que apostaron a comprar dólares, que al final de cuentas van a tener muchos más pesos con los billetes verdes que fugaron. Eso era lo que se quería evitar.
La realidad demuestra que después de un tiempo de controles aparecieron algunos problemas adicionales. Por un lado las reservas siguieron cayendo por el pago de la deuda externa y porque se hacía difícil controlar efectivamente que no se fugaran dólares por algunas de las ventanillas todavía abiertas. Por otro lado, la dinámica del mercado paralelo y los negocios financieros vinculados al dólar se volvieron demasiado atractivos e incentivaron algunas conductas que tendieron a agravar la situación. Los exportadores que tienen productos cuyo valor está dolarizado retienen sus productos para venderlos cuando la devaluación sea un hecho (esto lo podemos ver al ir por la ruta 2 a la costa y ver los silo bolsa durmiendo sobre los campos). Los importadores inventan formas para simular que los productos que compran son más caros y conseguir que les vendan más dólares que los que realmente necesitan, y los turistas aprovechan sus salidas al exterior para hacerse con todos los dólares que puedan.
Después de las elecciones del año pasado y el cambio de gabinete, los amigos dicen que se modificó de nuevo la estrategia. La estrategia proponía un mix de instrumentos: un poco de controles, un poco de devaluación y un poco de apuesta a resolver los problemas de acceso al crédito externo y una intervención sobre el dólar paralelo a través de los mercados de deuda pública en dólares.
¿Por qué entonces se mantiene esa sensación de stress cambiario?
La nueva estrategia se topó con algunos problemas, me respondieron. Algunos más esperables que otros. Por un lado el verano y las vacaciones son un momento de fuerte demanda de dólares para turismo, lo cual impulsó la suba del dólar paralelo, por el otro en el plano internacional la mayoría de los países emergentes están sufriendo salida de capitales y devaluaciones por el cambio en la política monetaria de los EEUU, lo cual hace más grande la supuesta corrección cambiaria que hace falta. Por último, les parece que hubo una cierta apuesta a conseguir algo de reservas que no funcionó. Si el Banco Central pierde reservas mientras devalúa se genera la sensación de que es el mercado el que la está haciendo, si la devaluación ocurriera con reservas estables, el Estado es el que parece tener el control del mercado.
Como no me encuentro en el país, ayer les escribí a Los Economistas Amigos para preguntarles de qué se trató la devaluación de ayer, porque no pareció tan gradual como la que ellos venían diciendo que había que hacer. La respuesta consensuada fue que la devaluación de ayer es una novedad. Que hay que esperar para ver si efectivamente se decidió abandonar la devaluación gradual y cambiarla por una devaluación más fuerte que elimine las expectativas de devaluación. Según me dijeron, en los hechos, es convalidar la corrida. Pero hay que esperar un poco para confirmar que esto sea así. En ese caso el gobierno tendrá que buscar las formas de compensar los efectos regresivos de la devaluación.
No parece casualidad entonces que justo el día de la mayor devaluación de los últimos años, la Presidenta anunciara un ambicioso programa de inclusión social que, debemos reconocer, tiene el mismo objetivo que el existente Programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo, lo cual debe interrogarnos respecto a si el mismo no tuvo el alcance esperado por problemas de comunicación o porque los intendentes no lo implementaron como correspondía. Al devaluar la pelea fuerte deberá darse en este campo: muchos esfuerzos para controlar la inflación y sostener los acuerdos de precios y mucha política para tratar de compensar a los sectores que puedan verse más afectados.
En el correo que les envié después de esa respuesta, les pregunté si tenemos que pensar si la batalla contra la corrida la perdimos. La respuesta fue que tenemos que entender una cosa: el kirchnerismo tuvo durante mucho tiempo al tipo de cambio alto (es decir devaluado) como un pilar fundamental de su política. El problema es que siempre pensó que las devaluaciones debían ser compensadas, es decir que debían evitarse los efectos distributivos regresivos. Hasta 2008 esto se hacía a través de las retenciones a las exportaciones. Se devaluaba el tipo de cambio y para evitar que los productores de alimentos exigieran mayores precios en el mercado local por sus productos, se incrementaban los impuestos de exportación. Tras la crisis del campo, las retenciones dejaron de ser una opción de política y el gobierno perdió su instrumento para compensar las devaluaciones. Si efectivamente se decidió que la única forma de frenar la corrida cambiaria es una devaluación más fuerte, deberá hacerse un esfuerzo muy grande para compensar los efectos distributivos de la medida. El gobierno intentará lograr que los ingresos de los sectores populares crezcan más que los precios, en un contexto en el que se pretende que el dólar suba más que los dos anteriores. La responsabilidad se traslada a las áreas de gobierno que tienen que controlar precios y diseñar políticas sociales. Aunque todavía hay que esperar para confirmar lo de ayer.
Desde el 2010 que vengo escuchando a mis amigos economistas y, hasta el momento, nunca se equivocaron con los análisis que me dieron, es por eso que los comparto.
(Agencia Paco Urondo)

Devaluación,»final de partida” y… de ciclo

por Fernando Rosso


La imagen del gobierno esquivando sus contradicciones con sobreproducción de relato llegó hasta que empezó a pedir “tablas” y la semana pasada pateó el tablero (hacia la derecha). “Cristina corazón, acá tenés los pibes para la devaluación”, fue una de los tantos remedos que circuló en las redes sociales ante la última medida económica del gobierno. El proyecto “nacional y popular”terminó en parodia de sí mismo y en un nuevo drama en puerta, para la mayoría de la nación.
La clásica de obra Samuel Bekett “Final de partida” (1957) puede resultar metafórica para el presente del kirchnerismo y sus puestas en escena que rememoran al teatro del absurdo. Para algunos críticos, la resistencia de Hamm (uno de los dos protagonistas centrales de la obra) a aceptar el fin puede ser comparada con la del jugador amateur de ajedrez a admitir una derrota.

Esa era la imagen del gobierno esquivando sus contradicciones con sobreproducción de relato, hasta que empezó a pedir “tablas” y la semana pasada pateó el tablero (hacia la derecha).

“Cristina corazón, acá tenés los pibes para la devaluación”, fue una de los tantos remedos que circuló en las redes sociales ante la última medida económica del gobierno. El proyecto “nacional y popular” terminó en parodia de sí mismo y en un nuevo drama en puerta, para la mayoría de la nación.

La definición de “fin de ciclo” estaba legítimamente fundamentada en dos dinámicas convergentes e interrelacionadas: la llamada crisis de sucesión política y el límite que encontró el crecimiento expansivo de la economía, que tuvo su base en el viento de cola de la economía mundial y la mega-devaluación del 2002, que abarató el precio de las fuerza de trabajo y de las mercancías argentinas en general. La inflación comenzó a ser la manifestación del agotamiento de ese “modelo”.

Una serie fortuita de eventos nacionales e internacionales, como el rebote extraordinario de la economía mundial en 2010-2011, la muerte repentina del ex– presidente Néstor Kirchner y la incapacidad política de la oposición tradicional, actuaron como contra-tendencias económicas y políticas a la decadencia. El 54% encandiló y generó la ilusión de “Cristina eterna”. El éxito empujó a la excesiva “autonomía” y al extremo al arbitraje bonapartista.

En ese año 2012 se retoman las tendencias críticas, baja del crecimiento y delas tasas chinas, disparada de la inflación, comienzo de la restricción externa, crisis energética y enfrentamiento con el movimiento obrero. Eran los tiempos del insulto gorila contra los trabajadores, cuando los docentes se habían convertido en “extorsionadores” y las enfermedades laborales (como la tendinitis de los trabajadores del subte) eran motivo de chicanas y “zonceras”del elenco gubernamental, con “Animal” Fernández a la cabeza. El salario se convirtió en ganancia, sujeta a impuesto.

El año 2013 traduce esto al terreno político electoral y certifica la derrota,sellada con la baja hasta el piso del 33% de los votos y la pérdida por derecha y por izquierda.

Si se analizan las principales medidas de este periodo, la devaluación actual y el consecuente ajuste, que favorece a los grandes empresarios, no es tan novedosa. Tarifazos propios o tercerizados, entrega y reprivatización de YPF a Chevrón, ley de ART “a la medida de la UIA”, pago religioso de la deuda externa usuraria, impuesto al salario y “techo”” a las paritarias, campaña electoral en la “madre de todas las batallas” (la provincia de Buenos Aires), basada en el discurso de la “seguridad” y conducida por Scioli. Todo bendecido por un“neo-papismo” bergogliano. Massa no lo hubiese hecho mejor.

La devaluación abrió el camino para la profundización de este ajuste. Lo que en estos días se decide es el ritmo, no el fondo. Es decir, si la “liberación” del cepo al dólar abrirá una espiralización devaluatoria e inflacionaria y la agudización de la crisis; o si será mediado y en cuotas.

El complemento del nuevo “plan” es la búsqueda de nuevos acuerdos internacionales que fortalezcan el atraso y la dependencia. La caída del salario real ya es un hecho, el aumento de las deudas provinciales (solo Córdoba tiene más del 50% de su deuda en dólares) empujará al ajuste a varios gobernadores. La dolarización del precio de los combustibles, acordados con Chevrón exigirá tarifazos a las naftas (que ya se vienen aplicando).

Las paritarias serán cualitativamente más duras y decisivas. El gobierno hizo concesiones a todas las corporaciones: a la corporación financiera de los“buitres”, a quien ofertó pagar en París, a las corporación empresaria que obtuvo una jugosa devaluación, especialmente a la famosa “oligarquía” y los monopolios cerealeros (60% aumentaron sus ganancias en pesos en un año, gracias a la devaluación, 30% en días), a Chevrón y las corporaciones petroleras y hasta la corporación armada (las policías) tuvieron sus “paritarias express”con aumento récord en cifra y en tiempo. Pero ahora exige “moderación” a los trabajadores y que sean “solidarios” y no tan…corporativos, mientras saquea su salario. El gobierno es corporativo ante las demandas de las clases dominantes y exige a los trabajadores que sean “hegemónicos”, mientras transfiera recursos del trabajo al capital.

La devaluación del equipo económico-político es igual o mayor a la del dólar.Al ministro Kicillof lo traiciona el inconsciente y es el mismo el que compara la situación con el final de la Alianza: “la brecha (entre el dólar blue y el oficial, NdR) fue tomada por los medios como sucedía en la época de De la Rúa con el Riesgo País. Buscan desestabilizar el Gobierno…” (Página 12, 26/01) Elfin de la fortuna desnuda la ausencia absoluta de “virtú”. Y para colmo de males, Godot, esta vez, tampoco va a venir.

La relación entre el gobierno, los pueblos indígenas y los campesinos acumula tensiones en Bolivia. Entrevista a Luis Tapia

Por Gabriel Delacoste


Luis Tapia, licenciado en Filosofía y doctor en Ciencia Política, impartió el curso “Democracia, actores sociales y partidos políticos en Bolivia contemporánea” para la maestría en Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República. Cuando se acerca el año electoral en Bolivia, la diaria lo entrevistó acerca de la actualidad de la política y de los movimientos sociales en su país, en un contexto de conflictos y contradicciones entre el gobierno de Evo Morales y las organizaciones sindicales y campesinas.

-Evo Morales es considerado fuera de Bolivia un símbolo del “giro a la izquierda” de la región. ¿Cómo es visto en su país?

-Esa imagen se ha ido deteriorando. Empezó como un liderazgo nacional que quería unificar organizaciones indígenas, campesinas y sectores populares, basado en la defensa de la coca, que fue causa nacional durante muchos años. Eso se ha agotado, porque ahora el presidente aparece como un defensor de los intereses sectoriales corporativos de los plantadores de coca, contra las organizaciones indígenas. Y, explícitamente, el gobierno tiene hoy un discurso antiindígena. Entonces su imagen interna es distinta de su imagen internacional.

-¿Antiindígena en qué sentido?

-No reconoce a las organizaciones indígenas autónomas. Se les están iniciando juicios, se las ha reprimido, y el proyecto del gobierno básicamente consiste en apropiarse de territorios indígenas para concesiones de explotación de bosques, explotación petrolera, minera y proyectos como carreteras y represas.

-Hay como una oposición entre modernización y desarrollismo por un lado y economía comunitaria y “buen vivir” por otro.

-Desde el inicio del gobierno surgió un discurso de respeto a la Pachamama y el “vivir bien” para legitimar el nuevo plan de desarrollo nacional, pero en los últimos años el proyecto del gobierno ha sido básicamente de desarrollismo extractivista, relacionado con la megaminería, el agronegocio y la ampliación de la exportación de hidrocarburos. No hay nada sobre economía comunitaria. Entonces el mismo gobierno ha abandonado el discurso del “vivir bien” porque ya no es verosímil.

-¿Cómo encajan en este modelo las nacionalizaciones en ciertos sectores estratégicos?

-Eso es clave. Antes que nada porque era una demanda nacional generalizada, previa a la victoria electoral del Movimiento al Socialismo [MAS, el partido de Morales]. Y también porque la nacionalización es la base del poder económico, que se traduce en poder político del gobierno. Esos ingresos le permiten tener recursos para financiar la política social y la campaña electoral. Sin nacionalización no tendría poder, un poder que le dio un margen de autonomía frente a los norteamericanos, a los que pudo expulsar del país.

-Durante este mismo período se dio la refundación de Bolivia como Estado Plurinacional. ¿Cómo se relaciona el modelo de desarrollo con el reconocimiento de la nueva Constitución hacia la economía comunitaria y la autonomía de los pueblos indígenas?

-En Bolivia hay tensiones y contradicciones, porque la Constitución reconoce en el artículo 2 los territorios de 36 pueblos y culturas diferentes, además de su lengua y sus formas de autogobierno. Pero luego el gobierno no incluyó en la legislación la consulta vinculante a las comunidades sobre el uso de los territorios indígenas, por lo que es el Ejecutivo el que decide para qué usarlos. Ha entrado en contradicción con los pueblos indígenas de manera bien frontal. Una contradicción entre lo que dice la Constitución y lo que hace el gobierno, montado sobre vacíos de la propia Constitución.

-¿Y cómo reaccionan los movimientos sociales?, porque el MAS también tiene una base importante en la población indígena.

-Por un lado, se han organizado marchas masivas en torno a la sede de gobierno en La Paz, sobre todo desde el Amazonas, para reclamar consulta previa y rechazar los proyectos de construcción de carreteras y de explotación petrolera. Pero por otro lado, el sector que es base de apoyo del gobierno, los sindicatos campesinos, está interesado en ampliar su frontera agrícola hacia el territorio colectivo indígena. De hecho este sindicalismo ha sido utilizado por el gobierno para reprimir a las organizaciones indígenas comunitarias.

-Se dio en 2011 una ruptura entre las organizaciones sindicales y las indígenas. ¿Cómo ve el futuro de los movimientos populares?

-Es difícil decir; ahorita diría que estamos en una etapa de descomposición de lo construido durante décadas. El Pacto de Unidad entre indígenas y campesinos [articulación que impulsó una agenda política común], resultado de dos décadas de proceso de unificación, ahora se ha roto. Diría que está en una fase de resistencia, sobre todo por parte de lo comunitario indígena. Lentamente las comunidades están empezando a hacer alianzas con sectores urbanos, sobre todo de izquierda, que a su vez están asumiendo la idea de lo plurinacional, de respeto a los territorios comunitarios.

-Me cuesta imaginar un proyecto económico basado en una economía comunitaria de pequeña escala para un país de millones de habitantes. ¿Existe una alternativa al modelo actual?

-Eso no existe, no se ha planteado. Lo que se pensó desde el gobierno fue, por un lado, la nacionalización -la estructura productiva sigue siendo la misma, sólo que con mayor control estatal- y, por otro, la ampliación del extractivismo. La economía comunitaria, más que un proyecto, es lo que ha existido a lo largo de siglos, y obviamente no es una alternativa para los sectores modernos. Pero es algo que se puede preservar y evitar que se siga reduciendo.

-¿Qué posibilidades le asigna a una nueva victoria electoral de Morales en octubre de 2014?

-Yo creo que bajo la actual correlación de fuerzas y legislación electoral, el MAS ya no ganaría. El MAS probablemente tiene un tercio de apoyo en el país, aunque le favorece la fragmentación de la oposición, que no se sabe si se va a unificar. Sin embargo, con un tercio iría a segunda vuelta, y en la segunda vuelta yo creo que perdería.

-¿Y quiénes son los desafiantes?

-Probablemente quien tiene más posibilidades es Juan del Granado, del Movimiento Sin Miedo [MSM], que está articulando diferentes sectores opositores.

-¿Cómo lo definiría políticamente?

-Diría que es un partido de izquierda moderada, reformista pero pluralista, y que ha incorporado el tema de lo plurinacional. Ha entrado en una red de alianzas con movimientos indígenas.

-Hubo en los últimos años un enfrentamiento con movimientos indígenas en torno a la construcción de una carretera que atravesaría el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure, que últimamente recibe poca atención mediática. ¿Cuál es la situación?

-Yo creo que esta baja en la intensidad tiene que ver con el período electoral. El gobierno ha insistido en hacer la carretera, y luego de haber decidido hacerla, como la población demandó una consulta previa, realizó una consulta amañada para dar la imagen de que la gente está de acuerdo. Ha intervenido militarmente, está persiguiendo por la vía jurídica a los principales dirigentes y está montando una red clientelar en la zona para dividir a las organizaciones indígenas. Pero mientras no haya elecciones se está manteniendo un bajo perfil, porque es el principal foco de oposición al gobierno. Por ello, probablemente la obra esté detenida hasta después del resultado de las elecciones.

-Morales ha apostado fuerte a la integración de América del Sur, y sin embargo ha habido conflictos importantes entre capitales brasileños y chilenos, por ejemplo, y el gobierno boliviano. ¿Cómo se da esta relación?

-El proyecto de integración que se ha ido desplegando en los últimos años es resultado de cambios internos en cada uno de los países, donde ha habido una recomposición de la relación entre Estado, sociedad y economía, lo que ha propiciado un mayor control de recursos económicos, generando una política económica un poco más autónoma a nivel regional, en particular en relación a Estados Unidos. Ahora, esto tiene contradicciones, porque por un lado hay políticas de integración regional, pero lo más fuerte, en el caso boliviano, es la subordinación a la geopolítica brasileña. Gran parte de los proyectos del gobierno son de interés brasileño, y no de la población boliviana, y los hemos financiado nosotros con préstamos del Banco de Desarrollo de Brasil. Están las dos cosas a la vez, las geopolíticas nacionales se despliegan bajo el marco de la integración.

“La literatura pertenece al tacho de basura cultural”. Entrevista a Pablo Farrés

por Leticia Martin (para Tónica)

EEl desmadre, la novela recientemente publicada de Pablo Farrés (Ramos Mejía, 1974) nadie puede hablar. Hay silbidos, chasquidos, pensamientos, pero no existe la posibilidad de la comunicación, no se puede ⎯pese a los intentos⎯ narrar los hechos, incluido ese informe que la Asociación Madres de la Memoria le encarga a la protagonista de esta historia imposible, incatalogable. Farrés despliega así un espacio inexistente, Mailán, que se parece mucho a nuestro país pero no lo es. ¿Se trata de una excusa para narrar por afuera del canon, de la historia y del lugar común?
¿Cómo surge la idea de El Desmadre? ¿Qué te empuja a escribirla? ¿Un hecho? ¿Una idea? ¿Dónde ubicás la textura de “lo literario” para considerarlo digno de ser narrado?
Para responder sigo un poco el planteo de la narradora.
1. Por un lado, ella sostiene que la idea de “madre” se relaciona necesariamente con la escena del parto; pero el parto en sí mismo es una escena imposible. El momento en que la mujer se parte para dar vida -al costo de ya no estar allí- es transformando en una mitología personal y en una ficción comunitaria.
2. La muerte de un hijo significa la imposibilidad lógica de seguir siendo madre. De ahí su desmadre en relación al concepto.
3. La narradora no sólo se desmadra a nivel conceptualmente sino también físicamente, hasta el punto de tener que asumir la novedad de un pene que ha surgido entre sus piernas. Lo que tiene que sostener ese travesti  desde entonces es su mitología: ser la madre de un hijo desaparecido, haciéndose cargo, a la vez, del pene que la ha desmadrado y desconchado.
No sé entonces si se trata de una historia digna de ser narrada. La condición de madre es imposible en sí misma, es una ficción y por lo tanto: literatura. La noción de ficción no necesariamente remite la narración de una mentira, sino que -aún siendo verdadero- el hecho narrado no puede sino existir en el lenguaje.
¿Pero cómo resuena el uso del término “madre” en esta época y en nuestro país?
En Argentina no podemos hablar de “madres” sino de “Las Madres”. Las mayúsculas implican una dimensión política y comunitaria de la que nadie puede estar ajeno. En el imaginario cultural, los que nacimos en los setenta nos definimos como hijos sustitutos de unas Madres que nunca nos acunaron. Pero el problema que a mí más me interesa es el de cómo el discurso de la memoria redujo la narración a su imposibilidad: “verdad, memoria y justicia”, haciéndole el juego a las estructuras más conservadoras de nuestra sociedad. Eso mismo explica la apropiación política que el kirchnerismo hizo de la memoria y de las Madres. Hubiese estado bueno que el discurso de la memoria explicitara sus desplazamientos desmadrados –Freud lo sabía: superposición, travestismo, desplazamiento, etc. Pero eso no ocurrió. Y entonces fuimos educados y sometidos a la búsqueda interminable de la verdad y la justicia: neuróticos palurdos (yo entre otros).
¿Y qué efectos tuvo esa educación a que fuimos “sometidos”?
El resultado no puede ser otro que el de ocupar constantemente el lugar de la demanda y la queja infantil. Somos una cultura del resentimiento. De todos modos, lo que está fuera de la cultura –o que por lo menos debería estarlo- es la literatura. Y en este sentido no está mal que sea la literatura la que invite a la ficción, a la desmemoria y a la fiesta, en lugar de invitar a la verdad, la memoria clasificatoria y la justicia.
¿Podemos decir que El Desmadre es una metáfora del modo en que el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional operó sobre las psiquis y los cuerpos de sus víctimas?
Entiendo que no. No hay metáfora. A la narradora le sale en serio un pene. Las metáforas no me gustan mucho. Me gusta en cambio hacer la narración de una experiencia imposible. Con respecto al Proceso, me encuentro con un límite propio. Acerca de las Madres se puede hacer literatura porque su condición es la de la narración, viven en el lenguaje y en este sentido nos incumben en la dimensión humana del lenguaje. Los milicos no laburaban en el lenguaje –o lo hacían, pero mal, tan mal que la batalla cultural la perdieron en lo discursivo (no sólo fueron hijos de puta sino que también eran tarados comunicacionales). Intervenían sobre los cuerpos. Ahí hay un afuera de la ficción, del lenguaje y de lo humano. Ese ámbito del desastre físico, de la destrucción corpórea, de los cuerpos arruinándose, es lo inenarrable, lo indecible. Pero que los milicos sean el afuera del lenguaje y de la ficción no significa un borramiento del horror, sino la insistencia muda del horror en la lengua y en la ficción.
¿Qué hay del discurso contra los milicos? ¿Qué encontrás condensado ahí?
Cuando alguien habla de los milicos invariablemente cae en clichés demasiado transitados y termina diciendo pavadas. Cuando el horror –es decir, el mero reviente físico- es el límite del lenguaje. Hablar del horror no es más que una farsa o una estadística. En cambio, las Madres son nuestra ficción, de ellas se puede hablar porque de algún modo somos hablados por ellas. El problema, claro está, es que podamos hablar por nosotros mismos y permitirnos nuestro desmadre.
¿Pero, más allá de esta novela, te interesa el trabajo con las figuras retóricas?
Poco y nada. Entiendo que las figuras retóricas son el efecto de un territorio pre-narrativo. Surgen de un lugar que no son las palabras pero que las hace emerger. Puede tratarse de una imagen, de una obsesión, de cierta música, o lo que fuere. La palabra es un horizonte que no necesariamente señala su origen. Sin embargo, sin ese origen no-discursivo, la palabra se transforma en nada y el relato en mera sumatoria de figuras retóricas.
A lo largo de la novela la narradora reflexiona sobre la dificultad del lenguaje y la comunicación. ¿Podemos decir que El Desmadre es el no-relato posible de aquel hecho?
En un principio el texto se llamaba Informe acerca de la imposibilidad de todo informe. Cambié el título por El desmadre porque me parecía que la noción de imposibilidad no ayudaba a entender el acontecimiento del desmadre como una afirmación de vida. Pero claro está, la afirmación de esa experiencia imposible implica asumir el desastre del relato. ¿Cuál es el estatuto del relato de una experiencia inenarrable? Esa misma pregunta es el núcleo oculto en el discurso de las Madres. La pregunta queda en silencio; entonces aparece toda otra cuestión: ¿cuál es el estatuto del relato de una experiencia inenarrable? Y también, ¿qué necesidad tenemos de establecer la verdad como criterio para asumir lo inenarrable? ¿Por qué tanto temor a asumir la ficción como motor creativo para expresar –no comunicar, no informar, no hacer la crónica-, sólo expresar lo que no se puede decir? Son preguntas retóricas. Yo pienso que el potencial ficcional ha quedado reducido a la mera nomenclatura de “literatura”, porque la literatura pertenece al tacho de basura cultural. Entonces es fácil desmarcarse: todos tienen su verdad, su memoria, su justicia. El discurso sobre la verdad ha triunfado sobre el de la ficción. Circula mejor entre las mallas del poder, y se instala más fácil en la cultura del resentimiento. Sin embargo, la ficción -como margen y residuo, sí, pero también desde dentro- insiste, contamina, y pudre. No hay discurso sobre la verdad que en algún momento no se encuentre frente a su propio doble oscuro.
¿El concepto de desmadre aplica sólo al cambio físico de estas mujeres o se puede pensar también respecto del modus operandi del aparato represor? Me refiero a plan racional de exterminio.
La racionalización de la violencia implicó un desmadre. Finalmente se trataba de un plan organizado para quitar a los recién nacidos e insertarlos en otras familias. En este sentido, el Proceso también fue una máquina de desmadrar. Desmadró a las madres a quienes les fueron sustraídos sus hijos y a los hijos a quienes se les impuso la farsa de una maternidad injertada. Los procesos totalitarios o dictatoriales del siglo XX, más que atender a cuestiones ideológicas se transformaron en máquinas mortuorias que tenían como objetivo la vida, el bíos. Ello implicaba determinar qué vida era digna o sana, útil, y cuál no lo era. Tarde o temprano toda dictadura tiene que enfrentar la cuestión de la maternidad. Por ello el desmadre fue un objetivo político. Pero lo que yo llamo desmadre no es propiedad de un régimen totalitario. Cuando nuestras Democracias deciden la legitimidad, o no, de un aborto, por ejemplo, –sin ponerme a favor o en contra- toman como objeto de control político la vida. No importa el cariz progresista o conservador de la cuestión, sino el hecho de que la vida sea objeto de control. La democracia también decide qué vida es digna, sana o útil, y quién debe o no nacer o morir. Pero la noción de desmadre va más allá de una apropiación política. El desmadre es un acontecimiento vital.
¿Entonces el hecho de nacer podría considerarse un desmadre?
Claro. Nacer ya es un modo de desmadrarse: el hijo viviendo la pérdida de la madre; y la madre separándose del hijo. Todo lo demás responde a un imaginario cultural acerca de lo que significa ser madre. En mi novela, ese desmadre inicial se radicaliza. Ciertamente los militares le roban el hijo a la narradora. ¿Pero qué hace la narradora? Se desmadra en serio, lleva el desmadre hasta el extremo y entonces le sale un pene.
¿En todos los casos el desmadre implica una pérdida? ¿siempre es la condena de una ausencia o una desaparición?
Yo prefiero pensar que el desmadre puede volverse un modo de afirmar la vida y, con ella, lo político. Digo, ya no desde la carencia sino desde la afirmación: soy esto, me pasó esto, no me vengan con verdades, memorias ni justicia, sino, simplemente, bánquense lo que soy: una madre con pija que viene hacer mierda toda clasificación, toda apropiación política, y toda racionalización sobre la vida.
El intertexto del desmadre es la ontología del deforme que en algún punto comienza  a cruzarse con la historia de la narradora y sus treinta hijos. ¿Qué representan esos pibes filmando películas porno?
No sé qué representan. Un amigo me dijo que éramos nosotros en tanto generación de la post-dictadura. Ciertamente, los hijos mogólicos que la narradora va pariendo, nacen después de lo que ella llama el fin de la fiesta del horror. Viven más allá de la dicotomía libertad-esclavitud, les alcanza con la satisfacción animal. Es una interpretación tentadora. Para mí no representan nada.  A mí me interesa la visión del chico que, al descubrir que su madre tiene pene, entiende que no ha nacido de nadie, que tiene miles de años y existe como la tierra y las estrellas. Ahí el desmadre llega a su extremo, alcanza la experiencia del inengendrado. Pero no cualquier puede llegar a esa vivencia. En ese intertexto, el narrador dice que en el fondo tuvo que decidir hacerse humano o quedarse a vivir para siempre en una infancia deforme. No se puede narrar la experiencia de ser inengendrado sino es eligiendo no seguir el camino de lo humano. En este sentido, la figura del mogólico, como aquel que se ha corrido de la norma biológica culturalmente impuesta, ayuda a sostener la narración.
¿Pero por qué filman películas porno?
La pornografía pone en juego nuestros límites desde un lugar absolutamente aceptado. A mí me interesó trabajar la cuestión del porno porque se trata de un horror más sutil, que implica una estetización de la carne y del reviente. El horror hecho espectáculo y consumo. En el fondo, lo que se plantea es que el horror no se acabó con la dictadura, continúa bajo otras formas que siguen fascinando y atrayendo. El origen de ese horror no necesariamente implica al Estado, sino a nuestro modo de ser humanos.
¿De qué necesitás “desmadrarte” como autor?
Es re difícil la pregunta. Ya escribí El desmadre. Ya está. Ya no quiero saber de qué me tengo que desmadrar. Una cuestión personal de la que en un rato seguro me voy a avergonzar: cuando terminé de escribir El desmadre, mi vieja se murió. Mirá el poder mágico, peligroso y mortuorio, de los libros. Eso fue hace unos tres años. Hoy ya no me pregunto de qué o de quién me he desmadrado, sino hacia dónde me lleva lo que en algún momento explotó.
¿Se puede crear y progresar siendo un escritor desmadrado?
Qué problema, nunca siento que progrese hacia ninguna parte. En todo caso, no me interesa demasiado progresar, sí encontrar cosas. Para progresar tendría que saber desde dónde y hacia dónde voy. Todos estamos haciendo esto y lo otro y seguramente mañana haremos aquello otro; pero la pregunta acerca de para qué todo eso, es un poco más difícil. Por otro lado, no soy un escritor desmadrado, soy alguien que escribe textos que a veces se desmadran y ya no vuelven. Pero yo vuelvo. Volver también está bueno. Es conocer mi límite. Entre otras cosas, tengo dos hijos que siempre me esperan al volver y que tal vez, alguna vez, escribirán el despadre.

Pasamanos

por Friedrich Fontana

En la esquina de Cerrito y Buenos Aires hay un tipo esperando el colectivo. Está ahí parado y zapatea. No es un zapateo folclórico ni nacionalista; el tipo zapatea porque es así. Cuando espera el colectivo zapatea y al tiempo se hace rulos con la barba; a veces se come las uñas y nunca puede dejar de pensar. No son pensamientos o ideas profundas, creativas, que devengan en la invención de algo. No. Tampoco son pensamientos literarios o estéticos. Son pensamientos secos, como cortados de las sinapsis con filo tan ardiente que la herida cauteriza de inmediato, impidiendo el sangrado. Suele decirse a sí mismo que pensar todo el tiempo le hace mal. Pensar en nada todo el tiempo hace mal.
Es temprano y el frío embota en esa esquina donde el tipo espera el colectivo. Lleva puesta una campera de cuero negro, larga hasta debajo de la cintura, un suéter color ocre y una bufanda larga haciéndole juego con sus medias rojo carmín. En los zapatos lleva doble moño, por las dudas que alguno se desate. El cabello impecable, rasurado y sin pelusas. Sin embargo tiene mal aliento, y él lo sabe. Eso lo irrita mucho.
El tipo sube al colectivo y pasa la tarjera pero algo no sucede y la tarjera queda sin marcar. No sabe qué hacer, jamás le pasó algo así. Nunca. Tampoco imaginó cómo moverse si alguna vez le pasaba, lo cual lo deja paralizado. Se queda allí al lado de la máquina mirándola. Y zapatea. Ve la flecha y la indicación: coloque la tarjeta aquí, en esta dirección. Intenta de nuevo y nada. Su viaje no se marca. Del interior de su estómago un vacío se abre. Siente sus órganos moverse, un palpitar salvaje de las entrañas. Sus piernas se consumen y pierden fuerza. No pueden sostener su cuerpo. Entonces el tipo se agarra del pasamos y mira alrededor como perdido en un túnel de cloacas.
El colectivo sigue viaje y a las dos cuadras vuelve a parar. Sube gente y pronto se amontonan porque el tipo está ahí parado, en medio del paso. Uno se queda a medio camino de la escalera y le grita:
Dale pelotudo, pasa que tenemos que subir.
El tipo se da vuelta y lo mira. Está a punto de llorar.
Lo que pasa es que no puedo marcar el viaje, no sé qué hacer.
En eso el chofer se da por enterado y abre la boca:
Pase señor, hoy viaja gratis.
En la mitad del colectivo hay dos viejas. Una de ellas cuenta que al salir de su casa encontró una paloma muerta y que la noche anterior había escuchado en el noticiero del 3 que la contaminación en la ciudad ya era insoportable. Que las palomas murieran no era el problema. La otra vieja escuchaba con atención, como si un físico cuántico le explicara que si uno juega con una pelotita contra la pared por cierto tiempo, esa pelotita podría atravesar la pared.
Ahora hay que tener cuidado, sentenció una de las viejas. Estas palomas muertas tienen una enfermedad que se contagia por al aire. Ni hablar si sos alérgica. Se te mete todo por la nariz, o por la oreja también, y en un par de semanas empiezan los síntomas. El doctor decía que hasta podes alucinar. ¿Vos sos alérgica Esther?
– Si, soy alérgica a las cosas dulces.
– Ay, que desgracia nena, ¿cómo sos alérgica a las cosas dulces? Eso es una enfermedad más que una alergia.
Sí, mi nieta dice lo mismo. Que ella no podría vivir ni un mes sin comer cosas dulces. Pero yo la verdad ya me acostumbré. Como todo viste. Ahora tengo la presión por las nubes porque le echo sal a todo. Pero bueno, de algo hay que morirse, )no?
Y no sé, si yo podría elegir quisiera no morirme.
Se quedan en silencio. El colectivo para y sube un tipo bastante extraño.
Mirale la cara a ese tipo, pobre infeliz.
Si, la verdad che. No le anda la tarjeta parece. Miralo. No sabe qué hacer el tarado. Pobre tipo. Encima zapatea, miralo vos. )Le decimos algo, lo ayudamos?
Pero no nena, mira si es un loco de esos y te pide plata o te quiere tocar. Dejalo solo, si necesita ayuda algún otro se la va a dar. Y sino que se joda, por infeliz.
Las dos viejas siguen el viaje en silencio. Al rato una se levanta y encara para el fondo. Se va agarrando con firme convicción del pasamanos e intenta decirse que todo está bien, que no hay porque temer. Interiormente siente un pánico inenarrable. Siente que se puede caer y quebrarse la cadera, o romperse la cara contra el piso del colectivo. Toca el timbre y antes de bajar mira al tipo que estaba sentado delante de ellas.
Camina algunas cuadras y encuentra varias palomas muertas. Antes de entrar al super de los chinos ve al pibe que vende películas pinchando una paloma con un palo. Se le acerca y le cuenta el porqué de la situación, con detalles que inventa. El pibe la mira con indiferencia, ascendiendo su mapeo desde los tobillos de la vieja hasta las manos, saturadas de venas azules. Se miran un rato y se odian sin saber porqué. La vieja piensa: este pibe es un desperdicio, todo el día acá afuera, al pedo, vendiendo esas películas de mierda. Sin embargo le sonríe y se va.
El pibe se sienta en un cajón de manzanas que le regaló el verdulero del súper y se prepara un mate con un vaso de plástico que lleva en la mochila. La mañana es fría y todavía no vendió ninguna película. Hoy tiene que hacer 100 pesos como mínimo porque le tiene que pasar guita a su hija. Hace más de 1 mes que no la ve y la mama, esa puta, le dijo que si no llevaba plata ni aparezca. Hoy tiene que hacer más de 100 pesos.
En eso se acerca un tipo con su hijo de la mano. Pasan caminando y se paran en el puesto de películas. Miran sobre el tablón los cientos de títulos que ofrece el pirata. El padre lo mira de reojo al pibe que vende películas y le pregunta de donde las saca. El puestero se persigue y le dice que eso no le importa, que si quiere compre algo y si no se vaya a la mierda. El padre lo mira al hijo y le dice que a estos negros de mierda no hay que comprarles nada, que seguro las roban y que con esa guita se compran droga. Que hay que ir al foco infeccioso y exterminarlos a todos. El puestero se le acerca, sigiloso y le suerte tremenda piña. El padre cae sobre el tablón y las películas se desparraman en el piso.
El puestero se le tira encima y en coordinada secuencia no deja de azotarlo. Con el puño derecho le destroza la nariz y con el izquierdo lo revolea de los pelos.
La china que atiende la caja del super sale a separar y el otro chino, el que repone la mercadería, se le suma. Entre los dos le sacan de encima al puestero que lo amasijó a trompadas. El tipo se levanta, envuelto en sangre, y toma de la mano a su hijo. Se alejan sin decir nada.
A las dos cuadras el nene le pregunta a su papa:
– Papi, ¿por qué te pego ese negro?
– Porque es lo único que saben hacer hijo. Como hablar no pueden les sale irse a las manos, así arreglan todo. Nunca te acerques a gente así, que seguro te van a querer robar o sacar algo. Porque son así, no hay con que darles. Cuando crezcas lo vas a entender.
Siguen caminando y el nene se mete la mano dentro de la campera y saca una película. Parece no saber qué hacer con ella. El papa lo nota y le pregunta:
– ¿De dónde sacaste eso?

– La agarré del suelo. Cuando el negro te tiro arriba del tablón se cayeron varias. Y mientras él te que cagaba a trompadas yo le saqué una película.

Origen y balance de la guerra de 1994. Entrevista inédita al Subcomandante Marcos (en cuatro partes)

– Parte 1/4 –
Durante casi 20 años, y sin motivo aparente, se guardó esta entrevista con el subcomandante Marcos, vocero y jefe militar del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Los primeros días, semanas y meses de 1994 corrían vertiginosamente y los casetes se acumulaban, pues los y las periodistas le plantábamos la grabadora al primer descuido. Y en uno de esos, en la comunidad tzeltal de Prado Payacal, el subcomandante accedió a hablar sobre la estrategia de la guerra, las maniobras y el despliegue militar, sobre los errores de esos días primeros de combates con el ejército federal, los cálculos iniciales, el resultado, el primer balance. Habló del origen de las armas y del equipo, y delineó la primera victoria de un movimiento que hoy cumple 20 años.


También habló del inicio del diálogo con el gobierno, de las primeras sorpresas, de su postura frente a los partidos políticos y de lo que en ese entonces pronosticaban ya los zapatistas para este país.
Los casetes se guardaron y se transcribieron este diciembre de 2013. La entrevista se realizó en marzo de 1994, luego del asesinato del entonces candidato priista a la presidencia, Luis Donaldo Colosio. Marcos concedió en ese momento hablar con el semanario Punto, pero el resultado no vio la luz entonces. Hoy se publica este material inédito de un hombre que habló así cuando probablemente se estaba descubriendo a sí mismo, y le daba a conocer al mundo entero los motivos de su lucha.
¿Cuál es la estrategia militar del primero de enero de 1994? ¿Qué se propusieron?
La estrategia tenía que ser la de un ejército regular, y no la de una guerrilla, porque se contaba con la gente necesaria para hacer esas acciones como ejército regular; de eso dependía que pudiéramos brincar los obstáculos que preveíamos, sobre todo de manejo ideológico del movimiento, que nos acusaran de narcoguerrilla, de extranjeros, de bandidos, y de todo eso con lo que tienen que cargar las guerrillas cuando aparecen.
Era necesario dar un golpe que fuera lo suficientemente espectacular para que no se sostuvieran las tesis que manejan el gobierno y los medios en contra nuestra. Por eso se decide que el ataque sea en las ciudades. No empezar combatiendo como las guerrillas tradicionales, con pequeños golpes en algunos lados a columnas móviles o pequeñas guarniciones, sino ir sobre las ciudades para inmediatamente dar a conocer el movimiento, sus características y su fundamento social.
Se planea empezar con Altamirano, Margaritas, Ocosingo, San Cristóbal de las Casas, y continuar con Oxchuc, Chanal, Huixtán y Comitán. Tres de estos últimos se consiguen: Chanal, Huixtán y Oxchuc y el de Comitán no alcanza a realizarse porque el ataque en todos lados no empieza simultáneamente, sino con horas de diferencia, lo que permite que el enemigo alcance a reaccionar en sus cuarteles-base, en estos casos los de Rancho Nuevo y Comitán, y los periféricos: Tuxtla Gutiérrez, Tapachula, Tonalá, Villahermosa y Tenosique, el cerco externo, como le decimos nosotros.
Con el pensamiento básico de la propaganda armada se decide la estrategia del primero de enero, es decir, no es en términos militares que se decide, sino en términos de propaganda.
La estrategia estaba pensada para el 31 de diciembre a las cero horas, pero se da hasta el primero de enero. No alcanzamos a salir a tiempo. Había unidades que estaban muy retiradas de los puntos de reunión y no llegaron a tiempo el día 31 para iniciar los ataques. Esto ya es parte de los errores. Los ataques en Altamirano y Ocosingo empiezan hasta las seis de la mañana. El primer ataque que se da y el primero que tiene éxito es el de San Cristóbal, a la una de la mañana; después el de Las Margaritas, a las tres de la mañana; luego el de Altamirano, a las siete de la mañana; y el último el de Ocosingo, hasta las tres de  la tarde del día primero. En parte de ese día caen Chanal y Oxchuc; y en la madrugada del 2 de enero cae Huixtán. Esa madrugada ya tenemos siete cabeceras municipales en nuestras manos.
¿Cuál es el despliegue militar, en qué consistió?
No es despliegue, es la maniobra estratégica. Las maniobras militares son, a grosso modo, de dos tipos: las de dispersión o dislocación, que quiere decir que te repartes en el terreno; y las de concentración, que es cuando juntas fuerza en un lado para dirigirla en una dirección. En este caso fue una maniobra de concentración de fuerzas sobre los puntos de ataque, y después de despliegue.
En el caso de las maniobras de concentración, el problema es que tienes tropa dispersa, porque  tu base combatiente es la misma población, su asiento natural no es un cuartel, como el ejército federal, sino su mismo poblado, por lo que para poder tener masa, cantidad de tropa, pues necesitas concentrarla, y para eso necesitas moverla. Y como es el golpe inicial, se necesita hacerlo en secreto. Tienes que cuidar el paso por fincas, por carreteras, y llegar a un punto, concentrar tropa y tratar de moverla con vehículos hacia los puntos de ataque, en este caso a Ocosingo, San Cristóbal, Altamirano y Las Margaritas.
Después de que las concentraciones se dan con disparidad de tiempo, cosa que no estaba en el plan, por supuesto, aunque era una variable que habíamos tomado en cuenta, se dan los ataques, tienen éxito, y luego se da el despliegue de fuerzas para juntarlas otra vez sobre puntos más fuertes, en este caso los cuarteles de Comitán y de Rancho Nuevo. Otra parte de la fuerza se repliega, es decir, se retira a controlar el territorio del que se salió, la plataforma de despegue, en este caso la Selva Lacandona. De la fuerza que atacó Ocosingo, una parte pequeña de la tropa se queda ahí, es la que queda cercada; y la mayor parte de la tropa se regresa a controlar este territorio, que es el nosotros teníamos previsto que si había fracaso en las otras ofensivas, tendríamos que replegarnos para acá.
Se da el despliegue de las fuerzas y empiezan a marchas dos columnas sobre el cuartel de Rancho Nuevo y, ya fuera de tiempo, otra columna sobre Comitán, cuyo ataque tendría que haber sido simultáneo.
Llegan dispares las columnas en Rancho Nuevo. Una está a tiempo y la otra llega después, por lo que no se logra concentrar la fuerza. Hay una patrulla que se adelanta imprudentemente (por el mando que la envía) y choca con el ejército. Ahí perdemos a 14 compañeros, y se desorganiza esa columna, pierden el control los grupos de mando, y empieza una retirada muy desordenada. Otra columna se queda en las montañas del sur de San Cristóbal esperando órdenes, en este caso teníamos que hostigar el cuartel de Rancho Nuevo, para dar tiempo a la tropa que había quedado dispersa a que se retirara en orden para que no la persiguieran; ya había empezado el cerco sobre Ocosingo y teníamos también que aflojar ahí. Entonces, los días 3, 4, 5 y 6 estuvimos peleando en las inmediaciones del cuartel de Rancho Nuevo con ese objetivo, es decir, ya no tratábamos de tomarlo, sino de fijar a la tropa ahí para que no desplegara.
Cuando Ocosingo cae en las manos del ejército federal, nos retiramos de Altamirano y de Las Margaritas, de acuerdo al  plan. Y también la columna que estaba fijando el cuartel de Rancho Nuevo. Todos esos días son de repliegue, hasta que se da el cese al fuego.
¿Entraron a Rancho Nuevo?
No. Es mentira eso de que entramos y que agarramos a no sé quién.
¿Estaba contemplado?
Sí, pero falló la llegada de las columnas. Con una maniobra de pinzas se iba a atacar por dos extremos.
¿Y en conjunto cuales fueron los errores? Mencionaste ya el de Ocosingo, Altamirano, el de la patrulla. ¿Qué fue lo que pasó?
Bueno, la tardanza en el inicio de los ataques en Altamirano y Ocosingo no es un error. En términos militares manda el general clima y el coronel terreno. Tú puedes hacer planes maravillosos, pero el clima es quien te va a permitir hacerlo, y el terreno te va a obligar a hacerlos de una u otra forma. Los verdaderos generales de la guerra son esos, el tiempo y el terreno. En este caso el tiempo jugó en contra nuestra en Altamirano y Ocosingo. Había que sacar tropa de muy atrás, el camino estaba muy malo….todo eso que ves, ahí por donde entraste, todo lleno de lodo. Los vehículos se atascaban y como era mucho trasiego se jodió más el camino. Otra tropa de plano tuvo que irse caminando, diez, doce horas, para llegar a los puntos de recolección ya en la carretera buena. Entonces lo que pasó no es un error del mando.
¿Y errores estratégicos?
Ninguno, tácticos sí. Entre los errores tácticos es que la tropa que estaba en Ocosingo cede los accesos y se encierra en el mercado. Es un terreno que no manejamos. Es decir, tú no puedes llevar a la tropa a pelear donde no sabe pelear, pues la pones en desventaja. Para un ejército popular, que no está bien armado, tienes que llevarlo a pelear en ventaja, cuando estás seguro de que vas a ganar. En Ocosingo, el oficial al mando se encierra en la zona del mercado, y aunque tenían órdenes de retirarse inmediatamente después de que chocaran con el ejército, no lo hacen, se mantienen y luego los cercan, por lo que tienen que combatir en una terreno que no les tocaba, en donde además implicas a la población civil, que es algo que no debes hacer. Esto fue un error táctico. Y los errores tácticos en las guerras se pagan con muertes, los estratégicos con muertes y con retrocesos gigantescos, no sólo la gente que se te muere, sino además la forma en la que queda tu ejército o tu organización para hacer lo que sigue, lo que tienes planeado, lo que puedes hacer después.
¿Otros errores?
No, pues fueron pequeños, sin consecuencias. Órdenes incumplidas, como que no se destruyeran los palacios municipales hasta que se hubieran abandonados. Hubo varios que fueron destruidos a la entrada en lugar de a la salida. Pero esto es comprensible, porque para los compañeros significan el centro del oprobio, donde vive el gobierno que tanto los despreció, humilló y maltrató. Por eso es comprensible que no se pudieran controlar, pero no deja de ser un problema en un ejército que no se pueda controlar en determinado momento a la tropa. Pero eso no tuvo consecuencias. Ocosingo sí.
¿Hubo después un Tribunal de Guerra donde se evaluaron estos errores? ¿A qué se llegó? ¿Para qué fue el Tribunal?
Los Tribunales de Guerra se conforman bajo determinadas circunstancias, es decir, no existen más que para un caso concreto. Uno fue el de Absalón Castellanos, lo que se iba a hacer con él, sabiendo que había que juzgarlo. Y los demás fueron de indisciplinas o faltas a los reglamentos que hubo en los combates, o lo que pasó después, como indicaciones que dieron los mandos y no se cumplieron, o que ya estaban de por sí en las leyes y no fueron cumplidas. Por ejemplo, está prohibido que los militares cobren impuesto de guerra, pues tiene que hacerlo una autoridad civil del poblado o de la región, y hubo oficiales que estuvieron cobrando impuestos de guerra. Tres. Claro, lo entregaban al poblado, pero como quiera no les tocaba eso. Lo tienes que señalar porque si dejas el precedente luego lo pueden seguir haciendo y se puede colar la corrupción o el bandidaje, es decir, que tengas un ejército en el que una parte se convierte en una gavilla de bandidos que luego se dedique a robar, en este caso bajo la bandera zapatista. Por eso se tenían que señalar y sancionar estas conductas.
¿Y el armamento de dónde viene?
Armas viejas, pedaceadas, algunas que se consiguieron ya rotas, descompuestas, de la Segunda Guerra Mundial, fueron reconstruidas por compañeros del servicio de materiales de guerra, los armeros. Ellos agarraban la pieza y con manuales y diagramas fueron probando la forma de acomodarlas, hasta que quedaban listas. Y así arreglaban otra y otra. El principal trabajo de ese servicio era arreglar armas viejas que estaban descompuestas, rifles 22, chimbas, escopetas de taco que ya tenían mucho tiempo en los poblados y que las tenían los compañeros en los poblados.
¿Y también las demás armas las perfeccionan? ¿Las modifican?
Ahí lo que hacíamos era convertir armas semiautomáticas en automáticas, de ráfaga. O se les hacen arreglos para francotirador, o para lanzar granadas. Estos son arreglos más fáciles.
¿Y todo esto cómo lo aprendieron?
Es la misma historia que no crees tú ni nadie, que es la de los manuales. La vieja técnica del método del ensayo y el error. Se hace una pieza, se prueba, no sirve, se vuelve a hacer y así hasta que queda.
¿Fabrican explosivos?
No. No tenemos material para fabricarlos. Los explosivos que tenemos son los que le quitamos al enemigo en combate. El único explosivo que no es explosivo es la pólvora, que se usa para cohetes y cohetones. Es fácil de hacer, pero no es muy eficaz como explosivo. Hace ruido pero no tiene poder destructivo. No es como la dinamita.
¿Minas?
Las minas sí, con la dinamita que le decomisamos al enemigo. Hacer una mina no es problema, el problema es el explosivo para que truene, para que haga daño, para que chingue un tanque o un camión.
¿Granadas?
Granadas de mano fabricamos algunas. Otras conseguíamos (inertes), que se anulan para que no exploten, las reparábamos y las rellenábamos de pólvora. Y les cambiábamos el mecanismo de acción, no es el stoping que usan las granadas modernas, que se los quitas y automáticamente se encienden, corre un tiempo y explotan. Nosotros las usamos con mecha, así como en las caricaturas, nada más que el cuerpo es de una granada normal, pero el contenido explosivo no es el plástico que usan las granadas, igual su poder destructivo es más limitado.
¿De dónde sale el dinero para comprar todo eso y hacerse un ejército regular?
El despegue sale de los mismos compañeros o gente que colaboraba en las ciudades. Es relativamente barato el inicio del Ejército Zapatista. Quiero decir, éramos pocos hombres y prácticamente lo único que se compró fueron los parques, las balas. Porque las armas se fueron recolectando de varios puntos, armas viejas, carabinas M, rifles 22, armas usadas que había por varios lados. El problema era el parqueo y ahí sí se gastó. Pero el gasto mayor era la alimentación porque no había entonces apoyo de los pueblos, y había que meterla desde la ciudad. Pero como era una unidad pequeña que tendía a ser autosuficiente, tenía que aprender a vivir de la montaña, comer de ella, y cuando se aprendió esa carga económica bajó.
En esa primera etapa se hace el trabajo de sobrevivencia y ahí se resuelve la dependencia de la línea logística, que es cómo se alimenta tu tropa. La línea que viene de la ciudad es muy vulnerable porque la pueden agarrar en un retén o cortar simplemente con un cerco y ya te chingaron. Entonces, cuando puedes resolver que el mismo terreno te de comer, acortas tu línea logística. Un ejército con esa línea corta, es fuerte, uno que la tiene muy larga es débil, porque es muy vulnerable. Cuando nosotros nos adaptamos a la montaña, acortamos la línea, y eso evitó también que fuéramos detectados, pues no hay mucho trasiego de gente, ni de medios, ni de equipos de la ciudad al campo.
Luego se pasa a la etapa política y entonces se amplía la línea logística, que se hace más rica, más grande, y ahí es donde ya es posible ampliar la línea de combatientes, sin recargarse en la línea logística de la ciudad, porque puedes mantenerlo con el mismo apoyo de los pueblos, y lo puedes hacer porque es la misma gente de los pueblos la que se incorpora. Eso es lo más difícil de un ejército, darle de comer y un lugar dónde moverse, vivir pues.
Del lado de los equipos, nosotros ya habíamos probado equipos comerciales que no servían en la montaña, como los que usa el ejército federal o el ejército norteamericano, o el camping, los equipos que usan los exploradores, boy scouts y todos esos…o los periodistas, como esa bota que traes ahí…
La bota es lo más importante de una guerrilla, el calzado, y ese sí no te lo puede dar la montaña, por lo menos en una primera etapa. Tendrías que pasar a la etapa del apoyo de los poblados para curtir piel, y poner a alguien a aprender zapatería y conseguir los materiales. Esto se hace y se manda gente a que aprenda. Sigue siendo pequeña la columna y no se batalla en hacerlos, pues no tienes que conseguir muchos pares, ni de uniformes, en el caso de la costura.
También sabíamos que la ropa que no sirve es la ropa de algodón, se pudre muy rápido. La mezclilla tarda mucho en secarse y no sirve para la montaña. El naylon es más resistente, no se pudre y tarda poco en secarse en un territorio en el que llueve nueve meses al año y los otros tres meses te llueve adentro, porque sudas mucho. Para esto hicimos un taller de costura también en comunidades. Se hacen en varios poblados cuando empiezan a entrar muchos combatientes milicianos e insurgentes. La tela se compra por varios lados, de tal forma que no se detecte que alguien está comprando mucha tela del mismo color. Pero aunque así fuera, como no es una guerrilla actuante, es difícil pensar que eso se está formando.
El naylon, los techos donde vivimos, los compramos en cualquier mercado. Con eso te proteges de la lluvia. Y las hamacas las tejemos nosotros, sólo comprábamos el hilo. Cada uno que llegaba tenía que tener su hamaca.
Es una guerrilla barata.
¿Pero de dónde sale el dinero para comprar todo eso que es barato?
En la primera etapa, como te digo, sale de las colaboraciones de los compañeros que tienen empleo en la ciudad, o familiares de gente que no sabe para qué va el dinero.
¿Y para las armas?
En la segunda etapa, cuando ya entran más compañeros en los poblados, están las armas que de por sí tienen. Y por otra parte las que empiezan a comprar algunos pueblos que pueden hacerlo porque tienen ganado o cafetal en colectivo. Ellos juntaban el dinero, nos lo pasaban a nosotros, y ya alguien de nosotros se encargaba de buscar dónde conseguir esas armas. Es ahí donde se hace el contacto con gente del antinarcotráfico, que son los que daban los golpes a los narcotraficantes y luego revenden las armas. Ahí se consiguieron armas baratas, porque son “negras”, es decir, ya tienen el antecedente de que fueron usadas y nadie las quiere, y por eso bajan de precio. Las armas limpias, que nadie ha usado antes, son más caras. Así se logran conseguir algunas armas de calibres grandes, pero sobre todo parque, que es el coco de cualquier guerrilla. Ahí el problema de las armas no es grande, porque el terreno juega del lado nuestro.
Cuando se da la orden del Comité de que hay que atacar las ciudades, ahí sí tienes un problema porque ya el terreno no juega de tu lado, entonces se hace un trabajo de infiltración e investigación, de inteligencia militar, para ver dónde hay armas. Infiltramos a las guardias blancas de los finqueros y hacemos una especie de retrato hablado de todas las fincas, hasta saber incluso en que cajón están las armas. Esa información la usamos el 31, cuando todos los finqueros estaban en las ciudades celebrando el año nuevo. Fue una operación limpia, rápida, porque ya sabíamos dónde mero buscar, y obtenemos así varios cientos de armas.
Luego, apoyados en la sorpresa del golpe inicial, recuperamos otros cientos de armas ya de calibres del ejército y de la policía.
¿Se arman más entonces prácticamente después del primero de enero?
Sí. Definitivamente. El 31 de diciembre es cuando tenemos potencial de fuego. Antes, no. Sí teníamos armas adecuadas para el terreno en el que estábamos, pero no para lanzar un ataque de tal envergadura. De hecho, los ataques de las ciudades dependían de esa peinada a las fincas.
¿A más de dos meses de la guerra, cuál es el balance que hacen?
A nivel estratégico es una victoria. Es decir, aunque perdimos algunos combates, por ejemplo el de Ocosingo, mantenemos el control de un territorio todavía, a casi tres meses del inicio de la guerra. En inferioridad numérica y de medios, damos a conocer nuestro movimiento, nuestras demandas, su base social, y brincamos todas las acusaciones de narcoguerrilla y la de los extranjeros que ya nadie se la traga, aunque todavía alguien lo suelta por ahí. En ese sentido, el problema se desplaza de quiénes son, a si es bueno o no el camino. Es decir, ya nadie cuestiona las causas que originaron el movimiento. Todos aceptan que hay condiciones sociales muy lacerantes, una situación política muy asfixiante, que hacen hasta cierto punto lógico que pase lo que pasó. Entonces la discusión se desplaza a por qué con las armas, por qué no mejor el diálogo y todo eso. Todo esto le da mucho oxígeno a un movimiento armado, eso te hace brincar etapas donde primero tienes que convencer a la gente de que no eres extranjero, no eres narcotraficante, no perteneces a una facción del gobierno, que sí tienes base popular. Y eso ya te pone frente a otros problemas. Nosotros le jugamos eso, le apostamos a brincar etapas y ponernos de lleno ante la sociedad como interlocutores. La sociedad es la que pregunta entonces quiénes son y qué quieren. En este sentido, creo que lo logramos, que tuvimos un éxito estratégico, sobrevivimos, existimos, aunque nuestras posibilidades militares son muy limitadas, nuestras posibilidades políticas son gigantescas, envidiables, diría yo, para cualquier otro movimiento.
Nuestro análisis político sobre la situación en la que íbamos a estallar se quedó corto. Calculábamos que había descontento y que iba a atraer simpatías el hecho de que alguien se levantara a protestar, pero no a tal grado de lo que ocurrió.
Luego viene la etapa del diálogo, que es la que nos agarra de sorpresa.
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“Nosotros no queremos un cambio de nombres”. Entrevista al subcomandante Marcos (en cuatro partes)

– Parte II/IV –
En esta segunda parte de la entrevista realizada al subcomandante Marcos en marzo de 1994, en la comunidad tzeltal de Prado Payacal, en la selva Lacandona, el jefe militar y vocero zapatista se refiere a sus primeros encuentros con la sociedad civil y a los motivos que llevaron al EZLN a entablar el primer diálogo con el gobierno, luego de los primeros días de la guerra. Marcos habla también de las primeras “bajas” en el entonces gobierno de Carlos Salinas de Gortari y de sus ajustes internos después del asesinato de Luis Donaldo Colosio y, posteriormente, retoma la historia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, su origen y formación en las montañas del sureste mexicano.


El inicio del diálogo con el gobierno y con la sociedad civil
El mismo revuelo que causó la guerra hace que el gobierno busque saber también qué está pasando. No creemos que el gobierno haya querido llegar a un acuerdo de paz, sino saber quiénes éramos y qué pasaba, saber porqué no nos podía acabar como le habían prometido los militares.
Al mismo tiempo, en la sociedad se empieza a generar esa misma expectativa: saber quiénes son, y buena parte de ella pide que se busque otro camino, dice que sí son justas las causas, pero que se busque el camino político; otra parte pide que nos presentemos para saber quiénes somos, para conocernos, para ver si somos lo que decimos que somos o somos otra cosa. Y ahí es donde nosotros decidimos presentarnos al diálogo, sin ninguna esperanza respecto a la respuesta del gobierno, pero queríamos hablarle al país de otra forma y por otros medios.
Y luego viene la etapa posterior al diálogo, donde se polarizan muchas fuerzas que estaban subyacentes hasta antes del diálogo. Parecía que sí había consenso por la paz, y luego se ve que no, que hay sectores de la población que quieren la paz, pero la de antes, no una nueva paz. Se ve que por lo menos una parte del gobierno no está interesado en la salida polítíca, sino sólo en ganar tiempo, en esperar el momento oportuno para una solución militar. Entonces se deteriora mucho el clima político para una solución negociada, y la culminación es el asesinato de Luis Donaldo Colosio.
¿Las cabezas que han caído, la de Elmar Setzer (gobernador del estado), la de Patrocinio González (secretario de Gobernación); la de José Córdoba Montoya (brazo derecho de Salinas de Gortari), forman parte de ese balance?
Tal vez la de Córdoba, pero la de Patrocinio y la de Setzer responden a ajustes de cuentas internos más que a presión nuestra. Patrocinio tenía encima que era el encargado de Gobernación y debería haber sabido lo que estaba pasando, y además fue el gobernador de Chiapas cuando nosotros estábamos creciendo. Por qué no se dio cuenta, o si se dio cuenta por qué no dijo nada y si sí dijo por qué no lo escucharon. Alguien tenía que pagar por eso y le tocó a él. Lo de Setzer, pues fue por sus torpezas, por cómo se manejó al principio del movimiento. Ellos pensaron que para que nosotros nos sentáramos a dialogar había que mandar una señal, en ese caso la de quitar a un gobernador duro.
¿Y la de Córdoba?

Yo pienso que viene del deterioro del ambiente, en el que una parte es lo que hizo el EZLN, pero no todo. Está el propio asesinato de Colosio. Córdoba ya tenía entonces dos errores grandes, el del EZLN, por supuesto, y luego el de Colosio.
La participación del EZLN en esos cambios dentro del gobierno es mínima. Luego dicen “bueno, ya lograron muchas cosas, ya cálmense, tranquilícense”, pero como quiera todo eso que ha pasado no le hado ni democracia, ni libertad  ni justicia a este país, que es lo que nosotros queremos.
Nosotros no queremos un cambio de nombres. Si sigue sin haber cambios profundos que propicien una democracia, el ejercicio de la libertad política y como consecuencia el cumplimiento de la justicia, porque si no la cumples pues te quitan y ponen a otro, que es la presión que debe tener cualquier gobernante, pues entonces no hay un cambio. Tienden mucho los periodistas y algunos politólogos a ver en todo esto cambios estructurales, pero nosotros, de veras, no lo vemos así.
¿Cuáles son sus expectativas en estos momentos?

La expectativa de este movimiento es triunfar, lograr que en este país haya democracia, libertad para escoger una u otra forma de gobierno o sistema social o como le llamen ahora, y un equilibrio inicial de los factores sociales y económicos, hasta lograr una justicia real.
El movimiento tiene la perspectiva de, por lo menos una parte, seguir creciendo en la clandestinidad; mientras la otra también se mantiene clandestina pero visible en el sentido de que ahí están, están armados, poseen un territorio, quieren tal cosa y pueden atacar y defenderse. Otra parte, los topos se preparan para cuando nos golpean a nosotros tomar ellos el relevo.
¿Y qué hay en el resto del país?
Algunos puntos sueltos de simpatizantes…La parte que es mero del ejército, sobre la que se fincó el EZ, es muy pequeña, no podemos decir que sea del país, aunque tiene ramificaciones, es muy ralita, como la barba.
Ya después del primero de enero, pues aparecen simpatías por varios lados, pero en el nivel declarativo o en el de ayuda, sin implicarse.
¿No hay organización zapatista en el resto del país?
En el sentido clásico del término, no. Hay como una base de despegue, muy, muy pequeña. 
¿Sólo en el centro?
Yo no dije que era en el centro. No, no está en el centro.
La formación del EZLN. Sus primeros pasos
En la formación original del EZLN coinciden dos factores, por un lado un grupo de personas de origen citadino, pequeño, unos diez o doce…Digamos que eran 12, que venían de los fracasos en movimientos pacíficos o legales, consideraban que estaban agotadas las vías para un cambio democrático, gente del 1968, del 1971, de los choques populares de protesta, con la expectativa de que la lucha fuera un camino, entre otros, para cambiar el mundo. No en el sentido de la lucha armada como un todopoderoso, que por sí sola generara un cambio, en ellos no estaba esa concepción. Eso fue hace diez años.
Por otro lado, un grupo indígena, campesino, del sureste de Chiapas, también en el mismo proceso, pero sin preferencia con la lucha armada, sino en el sentido de abrir cauces democráticos ante la imposibilidad de la lucha legal, con condiciones de vida muy pobres y con un sector social integrado por los finqueros, los ganaderos, los terratenientes, muy beligerantes contra ellos, en fin, lo que ahora es Chiapas, lo que ahora ustedes descubren en Altamirano, desde hace muchos años así era.
Estos dos grupos, los de la ciudad y los indígenas, se plantean la necesidad de preparar la lucha armada. Desde el inicio en el primer grupo, el que es citadino, urbano, se maduran las experiencias de las guerrillas de los setentas, la concepción del foco, el balance de guerrilla urbana y de guerrilla rural, el movimiento urbano que crecía con acciones de propaganda y se solventaba económicamente con secuestros, con recuperaciones. Digamos que es la línea muy esquemática, con muchos matices de la experiencia guerrillera de los setentas, muy golpeada por la represión, desmantelada casi en su totalidad.
Este grupo pensaba que no, que la guerrilla no podía nacer de un foco, que era algo que había preparar, que su parte primordial, su columna vertebral, era el apoyo de la población, que no necesariamente se manifestaba en el momento del enfrentamiento armado, sino desde su preparación.
La cuestión económica, el financiamiento de esta guerrilla en esta nueva concepción, no podía venir de acciones de este tipo, que pusieran en riesgo la vida de los compañeros o del personal civil, como los secuestros o asaltos con fines terroristas. Entonces se recurría a la colaboración. Era una organización muy pobre económicamente, se sostenía con lo que cada uno podía aportar, según sus medios o el trabajo en el que estaban como profesionistas, maestros, etcétera.
Confluyen dos necesidades: Por un lado la necesidad de la autodefensa frente a un sector social compuesto por los finqueros y el gobierno estatal y municipal que los favorecía, y que los protege todavía. Y del otro, una nueva concepción guerrillera en México, tan nueva que no se viene a conocer hasta el primero de enero de 1994, porque su novedad estaba en que no supeditaba su aparición al hecho de actuar, sino a que estuviera preparada para hacerlo. La forma de financiamiento fue de tal forma que el aspecto militar correspondiera al aspecto político, es decir, tú crecías tanto como el mismo pueblo te abastecía, no recurrías a otros medios para conseguir apoyo económico, recursos o equipo. Eso hace que esa concepción sea a muy largo plazo, o al plazo que marque su mismo crecimiento político. Y es eso lo que marca la línea militar nuestra, tan antimilitar en ese sentido, donde no se le da tanto peso al aspecto militar, sino al político.
Pues bien, esas dos formas confluyen y se plantean el problema de dónde. Finalmente, si tú quieres preparar un grupo armado, entrenarlo, pues tiene que ser un lugar que reúna ciertas características para no ser detectado, porque tu propósito es justo que no te descubran, lo que quieres es prepararte, no enfrentarte. Entonces el grupo de indígenas campesinos de Chiapas, muy avanzado políticamente, una especie de élite política, dice “vénganse para acá, aquí hay condiciones”. Y es así como entra el primer grupo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en 1983.  Ahí dicen, “bueno, nos vamos a alzar y nos vamos a llamar Ejército”, porque la aspiración era a no funcionar como guerrilla sino plantear una estructura de ejército regular, pensando en que la tirada era aglutinar grandes contingentes armados y no grupitos que estuvieran haciendo acciones terroristas. Zapatista, por la expectativa de los compañeros del campo, con todo el problema de la tierra que es muy agudo en el estado. Y de Liberación Nacional porque siempre se planteó que la lucha fuera nacional, y que se articularía con otras fuerzas para un movimiento más amplio, revolucionario.
Así llega el primer grupo a la selva y se empieza a trabajar en el aspecto militar. Hay que estudiar manuales norteamericanos y mexicanos de instrucción militar, primero guerrillera. Agarramos los manuales de contrainsurgencia norteamericanos y luego los mexicanos, que en realidad son sólo una traducción de los primeros. Y empezamos a aprender a vivir en la montaña, a caminar, a cargar, a conocer las rutas, el terreno, los animales, sus huellas, su olor. En fin, toda la lógica dentro de la selva. En la selva de la que te estoy hablando no hay poblados, nadie se mete ahí, ni siquiera los campesinos, porque es muy hostil, muy agresiva. La montaña te hace de nuevo o te avienta para afuera.
Pasaron varios años en los que el grupo que está en la montaña vivía del grupo que estaba en la ciudad, con la ayuda de ese otro grupo de indígenas que es el que apoya en pasar las cosas hasta la montaña, a un lugar en el que nosotros pasábamos a recogerlo.
De cualquier forma nosotros tratamos de no depender del alimento que mandaban de la ciudad, porque sabíamos que en cualquier momento se cortaba. Por eso le dábamos mucho a la cacería y al conocimiento de plantas que hay en la montaña, y así poder balancear un poco la alimentación que teníamos.
Lo que sigue es que el grupo de indígenas empieza a hacer el trabajo político, explicando en los pueblos que en determinado momento se va a necesitar la lucha armada, porque el gobierno no hace caso, y que eventualmente se van a agotar los caminos legales, las vías pacíficas para resolver los problemas. Y en un caldo de cultivo donde los ganaderos y los finqueros son muy agresivos, esta idea empieza a prender, pero todavía muy lento.
La concienciación sobre las condiciones de vida es tan evidente que no necesitas explicar más. En este caso, el trabajo político consistía en explicarles que había que contemplar una forma más de lucha, en este caso la lucha armada. En esos momentos el contacto sigue siendo muy cuidadoso, compartimentado, y así se va creciendo poco a poco, lo que hace que se alargue la vía de abastecimiento, y que sea más fácil meter y sacar cosas, porque más gente colabora. Y empiezan a aparecer colaboraciones espontáneas, nos mandan tostadas, alguna fruta, lo que se da en las casas de los compañeros, y un poco de café. Primero todo esto se mandaba hasta determinado punto, ahí lo dejaban, y sin que ellos supieran quién lo hacía, uno de nosotros bajaba y lo pepenaba, y lo llevábamos a otro lado, a donde estaba nuestro campamento.
La cosa era tan limitada que la tostada la guardábamos para una fiesta, por ejemplo para el 8 de marzo, para el primero de mayo, 20 de noviembre, esos días nos tocaba una tostada a cada uno y tomábamos café también. En ese tiempo los compañeros de los pueblos, que eran pocos aún, querían conocer personalmente a quienes estaban ayudando.
Y ahí hay otro cambio respecto a guerrillas anteriores, porque les damos paso a los campamentos, que se supone que es algo que no debe hacer la guerrilla, por seguridad y por otras cosas. Pero ellos llegan a los campamentos y empiezan a pedir instrucción militar, algo muy elemental porque nosotros estábamos más dedicados a aprender a vivir de la montaña y apenas estábamos aprendiendo de los manuales posiciones de tiro y orden cerrado (lo que hace que una unidad militar se mueva como colectivo). Entonces llegan ellos y nos dicen “por qué no me enseñas eso”. Y a partir de ese momento ya no nada más entregan la carga, sino también llegan a aprender. Y como nosotros llevábamos una vida muy intensa, le sacábamos provecho al día porque dependíamos de la luz del sol, en las tardes y en las noches nos sentábamos a platicar, y ahí los que habíamos leído algo pues les platicábamos a los demás. Era un especie de seminario, como dicen ustedes, y a cada quien le tocaba exponer un tema. Y entonces los compañeros empiezan a meterse también en esa dinámica, en esa forma de aprender la política, sobre todo la historia de México.
Ahí se empieza a tejer entre nosotros y ellos una relación muy grande, muy unida, muy difícil de romper.
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“¿Cómo es posible que hayamos estado tantos años muriendo y no nos hayan descubierto?”. Entrevista al Subcomandante Marcos (en cuatro partes)

– Parte III/IV –
En esta tercera parte de una larga entrevista con el subcomandante Marcos, realizada a menos de tres meses del inicio de la guerra del primero de enero de 1994, y dada a conocer en el marco del vigésimo aniversario del levantamiento, el jefe militar del EZLN se refiere a la conveniencia del gobierno, que ya los había descubierto desde mayo de 1993, para guardar silencio y no entorpecer las negociaciones del Tratado de Libre Comercio. Marcos continúa desmenuzando la formación clandestina de los zapatistas en las cañadas de Chiapas, los elementos que detonan su crecimiento en la selva, la incorporación de los poblados a sus filas y el desprecio del gobierno que los permite moverse sin ser descubiertos.


 ¿Qué detona el crecimiento del EZLN en las cañadas?
Pasan dos cosas aquí en la selva: una es la amenaza de desalojo por la brecha en la Selva Lacandona, que es cuando se dice que van a desalojar a los pueblos para que todo quede como propiedad de los lacandones,  y que ya nadie se pueda meter; y la otra es un asalto de los finqueros a un poblado, matan gente e incendian el poblado, armados. Esas dos cosas hacen que un buen porcentaje de la gente diga: “hay que armarse para defenderse porque van a venir a hacer el desalojo”. De hecho hay soldados que acompañan a los ingenieros que están haciendo la brecha lacandona en esa época, para que no les pase nada; entonces empiezan a entrar más y más los soldados. Y los compañeros empiezan a identificar al soldado federal con el gobierno que los quiere sacar.
Por otro lado,  está la necesidad de defenderse de los finqueros, ya demostrada en los hechos y con la muerte de varios campesinos. Es ahí donde ese grupo que está creciendo todavía muy poco tiene una posibilidad de presentar su opción de manera más rápida, porque ya en los pobladores está la inquietud de que hay que armarse y hay que prepararse.
Por supuesto, no hay nada de que vayamos a tacar las ciudades, ni a tumbar el gobierno ni nada de eso. Está el sentido de que hay que defenderse de lo que nos quieren hacer. En ese momento, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional empieza a crecer muy rápido y a abarcar mucho territorio.
¿Es por eso que dicen que el gobierno los hizo crecer?
Exactamente. Pero todavía estamos en la montaña, en la selva –quiero decir, muy adentro, en zonas despobladas. Cuando ese contacto con esas dos medidas –la brecha de la selva y la ayuda de los finqueros- hace que poblados de Las Cañadas entren a la organización con colaboradores, es cuando nos dicen: “vénganse acá, porque van a venir los soldados o los finqueros; vénganse a pelear con nosotros, enséñennos y peleen junto a nosotros”. Entonces nos sacan de la selva y nos jalan a las sierras de más por acá, no mero aquí sino una que está más allá, donde hay más poblados. En ese momento es cuando empezamos a entrar a las comunidades, y ya no pasamos de noche ni le sacamos la vuelta, sino que pasamos en medio de ellos. Y loque  antes era una plática, cuando alguien llegaba y te decía que los hombres de la montaña saben pelear y que están armados, pues de pronto lo ves. Y ven esa realidad de un ejército desnutrido, jodido, pues estábamos todos bien vergueados por la vida de la montaña, pero algo había en nosotros que ellos se daban cuenta, y era la decisión de pelear con las armas hasta donde fuera necesario.
Nos reciben muy bien, nos colocan en lugares donde nos puedan proteger para que no seamos detectados y ya ellos pueden llegar más seguido; no tan lejos como donde estábamos antes, a ayudarnos con alimentos y también a recibir instrucción político y militar.
Además del armamento, está la organización en centros de salud, en hospitales, escuelas, talleres, todo eso, ¿cómo se arma todo lo que giraba alrededor de la conformación del ejército?
En el planteamiento del ejército regular no se trata solamente de la fuerza combatiente, sino de lo que se llaman los servicios de apoyo: comunicaciones, sanidad y armería, el trabajo de hacer y repara armamento. Había que prepararse también en ese sentido. En esas condiciones de salud, no podías quedarte con los brazos cruzados y ver cómo se moría la gente, así es orientabas desde un principio tus servicios de salud a atender también a la población con campañas. De hecho, las únicas campañas de salud que hubo en esta parte de Chiapas en esa época fueron las de los profesionales de la violencia. Hacíamos campañas de vacunación, de letrinas, de saneamiento, lo que podíamos hacer según nuestros recursos.
El servicio de sanidad empieza así, como empezó también lo militar. Empiezan leyendo libros de sanidad, como ese que se llama Donde no hay doctor, cosas muy elementales, primeros auxilios, y el contacto con los pueblos y las enfermedades que había hacen que empiecen las campañas de sanidad. Hay ciertos grupos que entraban al Ejército Zapatista al servicio de sanidad, sobre todo las mujeres. Y luego el servicio de comunicaciones o de transmisiones se hace con los radiecitos de banda civil. Se aprende a usarlos y a repararlos leyendo manualitos de electrónica. Y luego el servicio de armería, que empieza reparando, haciendo piezas que se rompían de una arma u otra, estudiando los manuales gringos para ver cómo está formada un arma y como funciona, hasta que se fueron especializando más  y pudieron fabricar armas.
Hablabas también de que necesitaban tener taller de ropa y de otras cosas
Ahí vamos a la siguiente etapa. Como esto se masifica, entonces vienen las demandas de uniformes, de calzado –como está desde el principio el planteamiento de que sea un ejército regular- lo del uniforme te lo pide la Convención de Ginebra. Entonces los talleres de costura se organizan igual que como se consiguen las armas: se junta el colectivo, consigue su dinero, y en lugar de comprar un arma compra una máquina y tela, y empiezan a hacer la ropa, los pantalones, las camisas, las gorras.
¿Cómo es posible que todo esto no haya sido descubierto durante diez años?
¿Cómo es posible que hayamos estado tantos años muriendo y no nos hayan descubierto?
Eso sí lo sabían. No les hacían caso o no les importaba, que es diferente.
No, de veras, no lo sabían, no les interesaba.
¿Lo desconocían o lo querían desconocer?
No les importaba, Gloria. Era como el proceso electoral. Las casillas electorales llegaban a la cabecera de Ocosingo y ahí se llenaban, nunca entraban a la selva, ni siquiera para hacer la finta.
Todo eso estaba pasando aquí y a nadie le interesaba lo que pasaba: si la gente vivía, moría, se organizaba o no, porque además es un movimiento que no se manifiesta, sino que se está preparando, y como no hay ataques al ejército –porque el ejército entra varias veces y nosotros nos replegamos, lo dejamos pasar, lo dejamos salir y no nos encuentra. Y no hay invasiones de tierras porque no las promovemos. No hay nada, pues, que diga que esos rumores que se oyen es una guerrilla, porque las guerrillas no hacen eso. Las guerrillas atacan cuando hay soldados o promueven invasión de tierras.
Nada coincidía con nuestros esquemas, Y nosotros llegamos a tener membresías muy grandes. En 1991 hicimos una concentración de 5 mil hombres dentro de la selva, de varios lados que llegaron en ese entonces, en un sólo punto. Hicimos una fiesta, como la que viste el 8 de marzo, pero eran 5 mil y no pasó nada.
Cuando se empieza a hacer más fuerte el rumor (de la guerra) es ahí por el 93, y no es por nosotros, es por otros grupos allá por Altamirano. Otros grupos de organizaciones campesinas que desde un inicio usan la lucha armada como autodefensa. Cuando chocan, entonces cuando los finqueros empiezan a denunciar la guerrilla, pero se refieren a otras comunidades donde están grupos como la OCEZ.
Cuando nos descubren el campamento aquí, en mayo del 93, los finqueros se sorprenden porque, según ellos, el campamento estaba por Altamirano, porque ahí estaban los rumores, nunca se imaginaron que estaba aquí adentro.
Y en realidad ahí es cuando el gobierno y el ejército se dan cuenta. En mayo del 93.
¿Y por qué crees que no se haya hecho nada?
Por el Tratado de Libre Comercio.
¿Nada más por eso?
Había otras variantes ahí, estaba el asesinato del obispo Quesada, el autogolpe de Estado en Guatemala, todo en los mismos días. Pero yo pienso que en el campamento que nos descubrieron hubo elementos que llevaron al gobierno a darse cuenta de que lo que ahí pasaba tenía apoyo, mucho apoyo, y que al chocar con ese grupo necesariamente iban a tener que tocar a los poblados, pues era difícil hacer un golpe quirúrgico. Ese iba a ser el costo político, el que el gobierno pagó ahora el primero de enero y quiso evitarlo antes del Tratado de Libre Comercio. Y sí lo hizo.
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“Nunca nos van a poder aniquilar”. Entrevista al Subcomandante Marcos (en cuatro partes)

– Parte IV/IV –
En esta cuarta parte de la entrevista hasta ahora inédita con el subcomandante Marcos, el vocero del EZLN habla sobre las condiciones que llevan a los indígenas mayas a tomar la decisión del levantamiento armado, de las tareas que le corresponden a él como jefe militar subordinado a un órgano colegiado, de las contradicciones de esta relación dentro de un ejército, de su decisión de seguir armados luego de las conversaciones de Catedral con el gobierno de México, de las reformas constitucionales y de la vía electoral como una forma de lucha más, aunque los zapatistas, dijo desde marzo de 1994, jamás participarían.


¿En 1992 qué se decide?
En 1992 vienen los 500 años. Ahí entra un elemento ideológico muy fuerte. El hecho de que los 500 años se empiecen a manejar en las comunidades no como del descubrimiento, sino de la resistencia, hace que muchos de los compañeros, si no todos, empiecen a retomar las luchas de resistencia anteriores y a plantear que hay que tomar el ese ejemplo, el de los antepasados.
Pasa octubre del 92 ellos ya tienen el mando, y empieza el run run de que ya no queremos seguir así, ya queremos empezar, ya basta. Y es cuando se organiza la primera consulta, en 1992, con todo el ambiente de la celebración de los 500 años pero como resistencia, como protesta, con todo esto que se ha conocido.
Se hace la consulta y se le pregunta a cada uno de los pueblos qué piensan, si ya es el momento o no, pros y contras. La mayoría de los pueblos, ya apabullantemente, dicen que sí, que ya es el momento. Ahí se llega el 93. En enero se juntan los comités y ponen el plazo y ahí se decide, en el 92-93, ya no esperar, y es donde se obliga al Ejército Zapatista a pasar de la autodefensa a la realidad de un ejército, atacar y defenderse. En 1993, en enero, ponen el plazo: en este año o nunca.
¿Y cómo eligen la fecha, por qué el 31 de diciembre?
La fecha no se elige. Ellos están discutiendo el levantamiento, algunos dicen que se ponga la fecha ya, que ahí cuando están reunidos se diga a tal día y a tal hora nos vamos a alzar. Otros dicen que no, porque a algunos se les va la lengua, y toman trago o cometen indiscreciones, y entonces, si se va a saber tal día, lo va a saber el enemigo y van a estar prevenidos, sobre todo los finqueros, porque había que salir de aquí para atacar las ciudades.
Es ahí cuando me dicen: vamos a dar un plazo en este año y tú escoge la fecha, entonces prepárate y prepáranos para ese día. Y cuando tú consideres que ya estamos listos, hay que lanzarse; nada más no te aceptamos que pase de este año, tiene que ser a fuerza en este año, es el límite que te ponemos. Y me dejan la fecha a mí.
Yo hablo con los de la ciudad, también les digo, y dicen que sí, que está bien, que así va a ser, y empezamos a trabajar en los preparativos, porque teníamos que cambiar a un ejército que estaba formado para defenderse a un ejército que iba a atacar, y es el problema más grande.
¿En qué consiste el trabajo que se hace durante 1993?
Primero en congelar los movimientos, porque ya había muchos rumores de que iba a empezar la guerra. Cancelamos movilizaciones, entrenamientos, todo lo que hiciera pensar al enemigo que algo se estaba preparando. Toda nuestra estrategia en ese entonces apuntó a aparentar que ya no iba a haber nada, que ya se había muerto todo el movimiento, que se había abandonado lo de la lucha armada. Tuvimos que hacer muy detallados todos los planes de salida, de rutas, de agrupamientos de unidades, de señalamiento de objetivos, de entrada y de salida, de líneas de repliegue, si salía mal qué iba a pasar, los escalones de mando había que especificarlos lo más posible porque era una guerra, y te podían matar o no. A eso nos dedicamos.
El otro día mencionábamos que un ejército es una estructura muy antidemocrática, de las más antidemocráticas que existen, ¿cómo es posible que formaran…?
Después del PRI, sí.
¿… un mando colectivo en un ejército, si es que es verdad que existe así?
Sí, para cuestiones políticas y estratégicas sí. Esa fue una imposición de la forma de pensar de las comunidades al Ejército Zapatista. El Ejército Zapatista no nace con esa perspectiva. Nace como un ejército, con un mando unitario, y de ahí se genera todo, pero la convivencia con las comunidades contamina con esa forma democrática, y es esa forma democrática la que lo hace crecer, hasta el grado de dominar grandes territorios y grandes contingentes.
¿Cuál es el año o la etapa del movimiento donde se junta más gente, donde hay un mayor auge del movimiento? En el que pasa lo del artículo 27, en el 91-92…
En el 92 es cuando más crecemos. Más que en 93, porque en 93 detenemos todo, dejamos de hablar con gente y todo para que no se filtrara la noticia de que iba a empezar la guerra. Dejamos de reclutar y de hablar con más poblados y regiones.
Pero se dijo mucho, después del 1 de enero, que el gobierno estaba enterado de ese día iba a haber un levantamiento y que no hizo nada por lo mismo.
No, no es cierto. Había muchos rumores de que ese año iba a pasar algo, y se apostaba a las fechas del 12 de octubre, 20 de noviembre y 15 de septiembre, que los que se iban a alzar en Chiapas escogerían alguno de esos días, pero que iba a ser un alzamiento muy local, probablemente sobre Ocosingo, porque era la Selva Lacandona nada más, pero pasado el 20 de noviembre… es que uno ve lo que quiere ver, Gloria. El gobierno quería ver que ya no iba a pasar nada.
Me parece increíble que un movimiento así pase desapercibido ¿Cómo se oculta la estructura y una organización de ese tamaño?
Pues yo sí lo entiendo, te digo, como psicólogo que fui, que el gobierno no lo haya sabido, que no se haya dado cuenta, y más entiendo que el país no se haya dado cuenta, porque te digo que esas condiciones de vida existían y el país las ignoraba.
El gobierno sabía que ya estábamos en mayo del 93. Nosotros sabemos, según nuestros servicios de inteligencia, que el gobierno planeaba una ofensiva para enero en contra nuestra, pero lo iba a manejar como narcotráfico. Lo más seguro es que esos planes se hayan quedado en el escritorio de Salinas, pero sí iban a limpiar la selva ya.
Una vez que ya hubiera firmado…
Que ya hubiera entrado en vigor el Tratado de Libre Comercio, exactamente. Tenemos entendido por informes de soldados que desertaron, que en los primeros días de enero iban a salir con unos federales a peinar la selva, pero ya chingando gente, ya no como entrenamiento.
Tú decías que todos están de acuerdo con que las armas no las van a dejar, aun cuando vean que les están cumpliendo los famosos compromisos por la paz, que no se trata de escuelas y hospitales. Eso habla de un ejército para muchos años, así como tal, y ¿dónde está eso de los soldados que son soldados para que ya no haya soldados?
Es que los compañeros dicen –y yo pienso igual que ellos- que la resolución de las condiciones de vida no basta; que no basta con que tengas la tierra, el trabajo o la casa, una educación, unos hospitales o unas escuelas, porque si no cambia algo más arriba, eso puede volver a desaparecer, o ser un espejismo.
¿Por qué se trató ese punto en el diálogo de San Cristóbal como no resolutivo?
Todos los puntos fueron no resolutivos.
Se habló de 32 resolutivos…
No, ahí lo que fue claro es que el gobierno tenía que negarse a hablar de su renuncia en la mesa de San Cristóbal, pues no podía ser que “te mando a Camacho para que discutas cómo voy a renunciar”. En ese sentido, era una fórmula absurda de quitarse el problema, por eso el primer día él (Camacho Solís) declara que no hay agenda nacional y nosotros declaramos que sí hay agenda nacional. Él insiste en que son 32 resoluciones, nosotros insistimos en que no hay ni una sóla resolución, sino que hay 32 respuestas a 34 preguntas y demandas.
Lo que nosotros queremos realmente es que sí haya un cambio democrático, ¿cómo explicarte? si las diferencias las puedes resolver de otra forma, ¿para qué quieres un ejército? Si una propuesta política o económica se puede mantener en este país por el puro peso del consenso que tiene, sin necesidad de una fuerza armada que la mantenga o se le oponga, ¿para qué vas a necesitar ejército?
¿Qué es lo que esperan ustedes? ¿Una mala jugada, por dónde?
¿Una traición?
Sí. ¿Están pendientes de una traición, un aniquilamiento…
¿Aniquilar?, nunca nos van a poder aniquilar.
Se ve mucha desconfianza en los pueblos…
Es que hoy viste a la élite de la selva, gente muy toreada, muy lampareada.
De esos que platicabas que iban a dejar las peticiones a las secretarías.
Sí, que los traían dando vuelta y vuelta y vuelta, y se regresaban con su…
Sí, lo entiendo, pero yo hablo de la desconfianza que hay… de lo que a mí me dice que hay ejército de ustedes para rato. Es decir, parece que no hay algo que diga bueno, chido, hasta aquí.
¿O sea, tú creíste que, en efecto, la paz era cuestión de una firma?
Bueno, eso es lo que plantearon, pero aquí se me hizo más claro que va para largo, al menos de este lado, que no hay ninguna intención de soltar el arma hasta dentro de mucho tiempo, o hablaban de que nunca, de que aunque les cumplan no las van a dejar, porque si no, los vuelven a dejar como estaban. Es muy duro…
Cuando salgas de aquí te vas a dar cuenta de lo que está pasando afuera, y ahí vas a entender.
Sí, también de acuerdo, voy a salir empapada de aquí…
No, pero vas a salir, y te vas a enterar de cómo están los finqueros, los coletos, y varios sectores de las fuerzas vivas del país armándose.
De hecho cuando entramos aquí ya estaba…
No, pero ahorita está peor. A ver si mañana te paso unos periódicos que me trajeron. Los están armando fuerte, ya no se ocultan. Es público que se reúnen para conspirar, hay amenazas de muerte, pedradas a la Catedral, anónimos, reuniones en San Cristóbal, Altamirano, Ocosingo, Margaritas, Comitán, Tuxtla.
¿O sea que ya no va a depender tanto del gobierno, sino de los que se ven afectados?
Sí. Ya se lo dije a Camacho (Solís). Le dije: usted no está tomando en cuenta al tercer ejército, no al de los reporteros, sino al verdadero tercer ejército, que siempre fue el segundo ejército y ustedes lo sabían, sabían que aparte del ejército federal estaba el ejército de las guardias blancas, porque ustedes lo armaron y lo entrenaron. Él sabe que lo armaron y lo entrenaron. Entonces, aunque Godínez o Rivielo estén de acuerdo en un acuerdo de paz, esa gente no, porque es la más atrasada, la más reaccionaria que hay en el país, y es muy agresiva. Pregúntale a los de la caravana Ricardo Pozas, pero además pregúntale a los compañeros cuántas veces los…
Yo iba caminando cuando…
¿Ah, tú ibas caminando? Cuando los agarraban a latigazos o a fuetazos, los torturaban, los mataban, y todo eso los finqueros, sin que nadie hiciera nada, ni una autoridad, ni un ministerio público ni nada, solamente con las manos cruzadas, como estaban con las manos cruzadas los oficiales militares y judiciales ese día en Altamirano.
Mucho se ha hablado del problema de la tierra y en las consultas en los pueblos lo están tocando, pero ¿de dónde se va a sacar más país, más tierra? ¿Se les va a quitar a quiénes, y se va a repartir o qué se va a hacer?
No, pues los compañeros son más claros. Cuando ellos hablan de tierra, están hablando del alimento que se produce, y dicen: bueno, si a mí no me dan un pedazo de tierra pero me dan un tractor, fertilizantes, cosas, para que este pedazo que sí tengo produzca, pues para qué voy a necesitar más. Ahorita, como están sembrando, obtienen media tonelada por hectárea; en otras partes de México se obtienen ocho toneladas por hectárea. Entonces, este campesino de aquí necesita 16 hectáreas de extensión de tierra para producir lo que otro campesino en otro lado del país produce en una hectárea. Si se les dieran créditos, insumos, asesoría, todo eso… si hubiera otro gobierno pues, punto. El problema de la paz es justo ése: que lo está ofreciendo el gobierno que hizo todo lo que hizo y que te engañó a ti, a tus lectores y a todo el país diciendo que nada de esto ocurría, que todo era bueno y que había que entrar al primer mundo y que, en todo caso, los problemas eran de otro tipo. Y ese es el mismo gobierno que le dice a los compañeros: en tres meses te voy a cumplir todo. ¡Pues no le puedes creer!
¿Ni tampoco darle oportunidad?
Eso es lo que van a decidir. Pero la oportunidad ¿de cuánto es, de tres meses?
En tres meses se les da una propuesta, ¿no?
En tres meses responden.
En tres meses no se va a resolver la bronca, pero en tres meses se da una respuesta concreta, ¿no? Un programa…
Mmmmhhh. más papel.
Entonces, ¿qué sería lo ideal? ¿Un cambio de sistema?
Sí, definitivamente.
El otro día, ayer, te pregunta otra periodista, una de Guerrero, que si eso no sonaba medio utópico, pero bueno, sin utilizar la palabra ¿podrá ser un objetivo alcanzable?
¿Tumbar al gobierno? ¡Uta, cómo no! Yo lo que pienso es que lo que será difícil es que sea con las armas. No puede ser que una sóla forma de lucha produzca un efecto de este tamaño.
En ese sentido, como tú decías, hablamos también del triunfo político y de la aceptación que tuvo el movimiento en muchas partes del país que estaban igual, y en otras que no estaban igual pero en las que también tuvieron aceptación. ¿A eso te refieres, a la presión que puedan ejercer otros grupos?
Sí, y otras formas de lucha, entre otras, la electoral.
Se habla mucho de la crisis de los partidos políticos, de que esto vino a demostrar que ninguno estaba funcionando, porque de lo contrario se hubiera canalizado la lucha por ahí… ¿Qué opinas?
Yo pienso que sí, pero es difícil reprocharles eso a los partidos políticos. ¿Quién, con qué autoridad moral, le va a reprochar a los políticos no haber previsto lo que nadie previó, un primero de enero de 1994? Nadie lo previó, ni los medios, ni Punto, ni nadie pensó que eso iba a pasar.
Ahora le estaba reclamando a una reportera del periódico: tú estuviste el primero de enero y nomás me hiciste dos preguntas. Me dice, pues es que no nos esperábamos nada, los vimos pero cómo vamos a creer que está pasando lo que está pasando, hasta después nos dimos cuenta de qué tamaño eran.
No sólo los partidos fueron rebasados, fue el país el que fue rebasado, los medios de comunicación, la sociedad civil, todo mundo, por esa situación explosiva que truena el primero de enero. Y ahí yo pienso que es más rápida la sociedad civil en adaptarse y en tomar la iniciativa otra vez, que los partidos políticos.
Me imagino que para los partidos políticos fue más difícil salir de la inercia que llevaban.
Pero de todas formas, como tú decías, el cambio tendría también que venir por la lucha electoral, a través de los partidos.
No sólo por la lucha electoral, pero también por ella.
Una sería la lucha armada, la otra la electoral, ¿cuál o cuáles son las otras?
Las manifestaciones, las huelgas las protestas, la falta de control o la ingobernabilidad del país para un partido, en este caso el partido en el poder, que si se agota finalmente como opción gobernable tiene que cederle a otro, a riesgo de que se quiera mantener en el poder y lleve al país ahora sí al caos, a la guerra civil, no a la guerra de un ejército contra otro, el zapatista contra el federal, sino a una guerra de todos contra todos y que cada quien se agarre como pueda.
Y este tumbar al gobierno por la vía o las vías que sean, es un proceso largo, ¿no?
No, ¿por qué?
Digo, por la vía de las manifestaciones, si…
Es que todo tiene su momento. La lucha armada a lo mejor ya cumplió su momento, ya provocó una serie de situaciones que se tienen que aprovechar de otra forma, para abrir otro espacio, para que esto ocurra.
Pero lo que ocurre es que si tal partido gana las elecciones, ¿con qué credibilidad las va a ganar? La enseñanza o la lección que dejó el EZLN es que se puede ser ejército y alzarse y exigir la justicia sin necesidad de asesores o financiamiento externo.
Marcos, ¿qué va a pasar con este país? Decíamos el otro día, independientemente de lo que pase estos próximos meses o el próximo año con el Ejército Zapatista y su lucha, ya le dieron en la torre a muchas de las estructuras, partidos, instituciones en general…
El sistema tiene muchos recursos para rehacerse. Por ejemplo, si las cosas quedaran así como están el día de hoy, se puede recuperar rápidamente. Igual decían que después del terremoto de 85 no se iba a recuperar, o que después del fraude de 1988 no se iba a recuperar, y se rehízo otra vez.
Si no pasa algo más, el sistema se puede rehacer y esto pude quedar sólo como un trago amargo.
El proyecto económico salinista no va solo, sino que va inserto en un proceso que le llaman globalización, ¿no?
El reparto del pastel.
¿Cuál sería la alternativa?
Ese proyecto económico está basado en una falsa premisa, que dice que hay control político. Esa fue la apuesta del nuevo orden económico internacional en México: que México podía sostener el control político al costo social que fuera. Ahora eso ya no existe, por supuesto.
Tendría que haber un cambio político radical, y que la propuesta económica se decidiera también a ese nivel. Yo pienso que sí es posible entrar en términos de igualdad económica, o de equilibrio económico, con otros países, sin necesidad de vender la soberanía.
No puedes sacrificar una parte de tu nación, eres un país, no la puedes sacrificar para cumplir los requisitos de ese ingreso. Tú no puedes entrar a esa escuela que ves ahí y dejar tu pie afuera. O entra todo tu cuerpo o no entras. Dices, bueno, con tal de entrar voy a perder mi mano o mi pie, pero no lo vas a hacer, y eso es lo que está haciendo este país. Para poder entrar a ese nuevo orden internacional está perdiendo al sureste, y ya no hablo nada más de Chiapas.
Entonces, se trata de aceptar al país como es completamente, con sus carencias y sus pobrezas, y aceptar que ése es su nivel económico real, y que su riqueza es la de su región más pobre, y en esos términos entrar en una relación económica, sólo así es posible. A riesgo de que entonces digan, pues fragméntenlo, y que paguen lo que ahora están pagando en Yugoslavia.
Algo hay podrido en ese proceso de integración económica, hay algo falso en la premisa que no checa, que es una mentira pues, y que produce eso en el campo político. No es posible el proceso de integración económica mundial más que en los términos de dominador y dominado. No hay integración, hay subordinación, hay un pez grande que se come al chico. En ese reparto voraz está lo que estabas esperando, la Tercera Guerra Mundial, nada más que sin la fastuosidad militar de la Segunda Guerra Mundial. O a lo mejor ya es la Cuarta Guerra Mundial, ve tú a saber. Pero ¿por qué se produce eso en la ex Unión Soviética o en Yugoslavia, incluso en Alemania, que se supone que se une formalmente y luego se fragmenta en el pasado? El regreso al fascismo, la xenofobia.
Ustedes no van a dejar las armas pero ya están ubicados. Todos los días vuelan los aviones y los tienen más que ubicados, por lo menos en las comunidades. ¿Cuál va a ser el futuro y la estrategia del Ejército Zapatista. dando por hecho que no se van a cumplir las demandas tan fácilmente?
El futuro de este ejército es el triunfo.
¿Y la estrategia para permanecer y alcanza el triunfo?
Ganar, ganar, ganar. Tú nos ves muchas limitaciones, ¿verdad?
Hay una regla militar que dice: nunca muestres todas tus fuerzas ni todas tus posiciones, pero siempre, las que muestres, muéstralas como si fueran todas las que tienes. ¿Entiendes?
Esto lo puedes poner en tu artículo sin ningún problema. Estás viendo la punta de un iceberg. Los aviones ven la punta de un iceberg, los soldados en mayo del 93 vieron la punta de un iceberg, y este país, el primero de enero de 1994, vio la punta de un iceberg. Hermoso, eso sí, pero es apenas la punta de algo muy grande que hay abajo. Muy, muy grande.
¿Y que hay atrás de esto?
Mucha gente, mucho dolor, mucha rebeldía, muchas ganas de hacer muchas cosas, mucho terreno lejos de aviones, de helicópteros, de satélites, de mapas y de planes militares.
¿Hay Ejército Zapatista para rato?
Sí hay, y ojalá que no fuera necesario. Ojalá que pasaran otras cosas, que otras fuerzas se movieran, que otros movimientos actuaran para que no fuera necesario que esta gente tuviera que dar lecciones. Ojalá que el país haya aprendido con lo que pasó. Pero si no, ellos están decididos a seguir dando clases.
Marcos, ¿por qué se ha visto tan involucrada la iglesia en este conflicto?
Por el cese al fuego. De veras, no lo vas a creer.
Pero desde hace tiempo se le involucró…
No, pero ahora se insiste mucho por el cese al fuego. El cese al fuego detiene también nuestra ofensiva y entonces aparecen también los municipios que están dentro de la Diócesis de San Cristóbal. Si el cese al fuego se hubiera dado después, hubiera parecido que no estaba nada más la Diócesis de San Cristóbal, sino también la de Tapachula y la de Tuxtla Gutiérrez.
No, pero desde noviembre del 93 se hablaba incluso de la remoción de don Samuel, y después en enero se vinculó el intento de remoción precisamente con su influencia o no dentro de la organización zapatista.
En realidad al principio no se manejó lo de la iglesia, lo más fuerte fue que éramos extranjeros que pretendemos desestabilizar al país, profesionales de la violencia, todo eso que se dijo. Luego esto no checa y se van sobre lo que puede tener más trasfondo o puede ser más capitalizable políticamente: el papel de la iglesia. En otros lugares donde hay fuerza zapatista no alcanzaron a manifestarse. Te digo, sólo debes mostrar la fuerza necesaria en el momento preciso y en la dirección precisa.
La iglesia también tenía un trabajo pastoral dentro de las comunidades, con una idea progresista. ¿No fue aprovechada también?
No, ahí sí que no. Fue al revés: la iglesia siempre insistió en que no, que este proyecto era absurdo, era loco, era de muerte, y todo eso.
Como se puede ver, el Estado mexicano evidentemente olvidó esta parte del país en muchos sentidos, no sólo en el sentido de inteligencia militar, de no darse cuenta de lo que estaba pasando –o si se estaba dando cuenta, de ignorarlo o de no darle su justa dimensión. Si tú hubieras sido maestra aquí, y hubieras asistido a clases y hubieras tenido buen sueldo para asistir y para que no los dejaras solos, con el puro cascarón de la escuela como ese en el que estás durmiendo, y ocurre un primero de enero, iban a decir que los maestros fueron los que provocaron eso. Pero como no había maestros, quien enseña a leer y escribir, a relacionarse con el mundo exterior, es la iglesia católica.
Entonces, en ese sentido dicen: la iglesia católica es culpable. ¿De qué? De haberles enseñado a leer y escribir, de darse cuenta de que hay otro mundo al que pueden aspirar, que no es éste el único mundo posible, y por eso se le acusa de haber propiciado el levantamiento. Es absurdo que en estas condiciones de vida si alguien se da cuenta de que puede cambiarlas y empieza a tomar decisiones, entonces la pregunta sea, pues quién le abrió los ojos. El culpable es el que le abrió los ojos, no el que los tuvo en la miseria y los estuvo asesinando tanto tiempo. Ese es absuelto, pero el que les abre los ojos y les dice que es posible otra vida, ese es el culpable. Pero además, la iglesia les dice que es posible otra vida pero tiene que ser por otro medio, que no es la lucha armada. Les dice siempre eso y se los repite todavía. Les dice que no, que de plano no comparte el camino, que está en contra, que sí hay que cambiar la situación, que son justas las casus, pero que no es camino morir de esta forma, matando para cambiar las cosas.
Esto se contrapone mucho con la iglesia neoliberal del centro y su relación con el gobierno de Salinas
El Estado mexicano tiene que buscar aliados, en este caso la iglesia es una sociedad en sí y tiene sus sectores que se acercan más a la opción de los pobres, como dicen ellos, o la opción de los ricos, como no dicen pero sí hacen.
Evidentemente, el Estado tiene un proyecto económico y tiene que buscar aliados para ese proyecto, y lo más seguro es que sí haya encontrado en sectores de la iglesia a esos aliados, y esas reformas a la Constitución hayan sido encaminadas no a normalizar sus relaciones con la iglesia en general, sino a determinada iglesia, la que esté de acuerdo con su proyecto económico; y favorecer el ajuste de cuentas interno en la iglesia con las piedras, los estorbos que impidan suscribir el proyecto económico de Salinas, o el neoliberal, para no hablar nada más de Salinas, sino del grupo ese de la “generación del cambio”.
Han sido estas tres reformas, la de la Iglesia, la del artículo 27, la del tercero y la reforma electoral las más importantes. En la reforma electoral se habló mucho de avances, incompletos pero avances. ¿Ustedes reconocen avances en esa reforma del COFIPE?
No, ninguno. Es absurdo. Cancelaron todas las posibilidades de alianza, fragmentaron más la oposición.
¿Esa es la mayor limitación que le ves a la reforma?
No, yo le veo más, que se siga dejando en el poder de un Estado como el mexicano, ser juez y parte en las sanciones del proceso electoral, él decide si es válido o no y quién ganó y quién perdió un proceso electoral. Se está autocalificando, pues.
Has dicho hasta el cansancio que ustedes no quieren el poder, pero dices también que la vía electoral puede ser una vía de lucha para el cambio… ¿No es contradictorio?
No, porque nosotros no vamos a participar en las elecciones.
¿Eso es definitivo?
Sí, nosotros, ¿qué vamos a hacer en las elecciones? Va a competir un pasamontañas contra quién. No, nosotros no le entramos.

Fin

Hipótesis de velatorio

por Juan Pablo Maccia


Con la muerte de Obeid, a quien voté sin amor, Santa Fe se convirtió por un momento en un sitio concurrido y reflexivo. Un páramo de serenidad enlutada (también por Gelman, a quien al contrario amé sin voto alguno) en una semana de locura, en la que prolongan por nuevos medios –devaluatorios- lo que ya habíamos atestiguado durante los saqueos, auto-acuartelamientos policiales y cortes de los servicios energéticos de diciembre: el agite político no descansa. 

No es fácil distinguir, de todo lo que escuché estos días, qué cosas pertenecen al mundo de las ficciones sensatas y qué a la fantasía destituyente (el peronismo tampoco descansa). Resumo lo que me quedó más en claro. Las usinas del peronismo (más kirchneristas que cristinistas, para ofrecer una coordenada aproximada) parecen decir lo siguiente: Cristina conserva mucho más poder del que se reconoce en público. Pero se acabó el tiempo de gobernar sin sucesión. El pacto económico está en curso. Si se controla lo del dólar y se arregla lo del Indec, puede venir dinero de afuera. Con inflación y un poco más de pobreza, cierto. Pero con estabilización y mejores perspectivas para el 2015.

¿Quiénes son, según los corrillos, los candidatos de Cristina? Dos preferidos: Julián Domínguez, del Frente para la Victoria, y Lorenzetti, por el pan-radicalismo. 

¿Optimismo? ¿Pesimismo? ¿Mera conversa de quincho?

Los “rolezinhos” nos acusan: somos una sociedad injusta y segregacionista

Leonardo Boff

El fenómeno de centenares de jóvenes que van juntos a dar una vuelta por los shoppings centers de Río y  São Paulo ha suscitado las más disparatadas interpretaciones. Algunas, de los acólitos de la sociedad neoliberal de consumo, que identifican ciudadanía con capacidad de consumir, generalmente en los grandes periódicos de los medios comerciales, no merecen consideración. Son de una indigencia analítica que da vergüenza.

Pero hay otros análisis que han ido al centro de la cuestión, como el del periodista Mauro Santayana del JB on-line y los de tres especialistas, que han evaluado la irrupción de estos jóvenes en la visibilidad pública y el elemento explosivo que contienen. Me refiero a Valquíria Padilha, profesora de sociología en la USP de Ribeirão Preto: “Shopping Center: la catedral de las mercancías” (Boitempo 2006), al sociólogo de la Universidad Federal de Juiz de Fora, Jessé Souza, “Ralea brasilera: quién es y cómo vive” (UFMG 2009),  y  a Rosa Pinheiro Machado, científica social con un artículo “Etnografía del rolezinho” en Zero Hora de 18/1/2014. Los tres dieron entrevistas esclarecedoras.

Por mi parte interpreto de la siguiente forma tal irrupción:

En primer lugar, son jóvenes pobres, de las grandes periferias,  sin espacios de ocio y de cultura, penalizados por servicios públicos ausentes o muy malos, como salud, educación, infraestructura sanitaria, transporte, ocio y seguridad. Ven televisión cuyas propagandas los seducen para un consumo que nunca van poder realizar. Saben manejar computadores y entrar en las redes sociales para articular encuentros. Sería ridículo pedirles que analicen teóricamente su insatisfacción. Pero sienten en la piel cuan malvada es nuestra sociedad porque excluye, desprecia y mantiene a los hijos e hijas de la pobreza en una invisibilidad forzada.

¿Qué se esconde detrás de su irrupción? El hecho de no ser incluidos en el contrato social. De poco vale que tengamos una constitución ciudadana, que en este aspecto es solamente retórica,  pues ha implementado muy poco de lo que prometió con vistas a la inclusión social. Ellos están fuera, no cuentan, ni siquiera sirven de carbón para el consumo de nuestra fábrica social (Darcy Ribeiro). Estar incluido en el contrato social significa tener garantizados los servicios básicos: salud, educación, vivienda, transporte, cultura, ocio y seguridad. Casi nada de esto funciona en las periferias. Lo que están diciendo con su penetración en los bunkers del consumo es: “míranos de cerca”, “no estamos parados” “estamos aquí para incomodar”. Con su comportamiento están rompiendo las barreras del apartheid social. Es una denuncia de un país altamente injusto (éticamente), de los más desiguales del mundo (socialmente), organizado sobre un grave pecado social pues contradice el proyecto de Dios (teológicamente). Nuestra sociedad es conservadora y nuestras élites extremadamente insensibles a la pasión de sus semejantes y por eso cínicas. Continuamos siendo Brasilindia: una Bélgica rica dentro de una India pobre. Todo eso denuncian los rolezinhos, más con actos que con palabras.

En segundo lugar, ellos denuncian nuestra mayor llaga: la desigualdad social cuyo verdadero nombre es injusticia histórica y social. Es relevante constatar que con las políticas sociales del gobierno del PT la desigualdad disminuyó, pues según el IPEA el 10% más pobre tuvo entre 2001-2011 un crecimiento de renta acumulado de 91,2% mientras que la parte más rica creció un 16,6%. Pero esta diferencia no atacó la raíz del problema, pues lo que supera la desigualdad es una  infraestructura social de salud, escuela, transporte, cultura y ocio que funcione accesible a todos. No es suficiente transferir renta; hay que crear oportunidades y ofrecer servicios, cosa que no ha sido el objetivo principal del Ministerio de Desarrollo Social. El “Atlas de la Exclusión Social” de Márcio Poschmann (Cortez 2004) nos muestra que hay cerca de 60 millones de familias, de las cuales cinco mil familias extensas detentan el 45% de la riqueza nacional. Democracia sin igualdad, que es su presupuesto, es farsa y retórica. Los rolezinhos denuncian esa contradicción. Ellos entran en el “paraíso de las mercancías” vistas virtualmente en la TV para verlas realmente y sentirlas en las manos. Este es el sacrilegio insoportable para los dueños de los shoppings. Estos no saben dialogar, llaman a la policía para que los reprima y cierran las puertas a esos bárbaros. Sí, bien lo vio T. Todorov en su libro “Los nuevos bárbaros”: los marginalizados del mundo entero están saliendo del margen y yendo hacia el centro para suscitar la mala conciencia de los “consumidores felices” y decirles: este orden es orden en el desorden. Los hace frustrados e infelices, llenos de miedo, miedo de sus semejantes que somos nosotros.

(Traducción de Mª José Gavito Milano)

La matriz ideológica de Cristina

por Diego Valeriano


Por más que lo intenten, no está en el ADN enfriar la economía. De no hacerlo terminaban chocando antes del mundial, pero no se lo creen. Y como todo es cuestión de creencias, no les va a salir. Hablando de creencias, ayer Cristina nos decía que ella cree en el desarrollo de la economía a partir del consumo. Ella sabe que el consumo libera, lo comprobó en estos años, lo aprehendió en estos años. Aumentar la capacidad de consumo de todos los argentinos como hizo el kirchnerismo mutó la matriz ideológica de Cristina. La devaluación es contraria a esta matriz. A emitir que se acaba el mundo.
Pasa algo y después se explica de mil manera convenientes. Diciembre -que es el mes más claramente expresivo- aun no terminó, siguen detonando bombas pequeñitas. No existe la “puja distributiva”: la pelea es por el consumo y se da de forma más bien capilar. Una capa, otra capa y otra capa más. Voy cumpliendo como puedo… Como todos los días de nuestro diciembre, cada quien hace su juego, habla y actúa en consecuencia. Creo que hay una alteración del orden en que suceden las cosas. Saqueos, festejo de la democracia, ola de calor, palometas… me incomoda el orden en que están presentados. No dicen cabalmente todo lo que va a suceder.
No hay duda alguna que la juventud maravillosa va a defender los pilares fundamentales de esta década: en la calle, con el cuerpo y desde los genes. Como lo hizo en diciembre, como lo hace ahora. Pero no aceleren sus corazones militantes, no hablo de los muchachones de pechera. Hablo de la verdadera juventud maravillosa, de la que brotó bajo el sol de esta década, la que tiene mensajes urgentes y simples del futuro. Genotipo y fenotipo de la liberación, vienen bancando este proyecto. Solo que lo hacen en moto y por calles paralelas para evitar los controles policiales.

Inmersión en el Silicon Valley: Ritornelo 1

Por Carolina Di Palma


Son casi las diez de la noche y estamos esperando el embarque de United hacia San Francisco. Me acerco al mostrador de la puerta 5 y le digo a una empleada de la aerolínea que tengo una enfermedad que no me permite estar mucho tiempo parada. Ella me dice, nosotros no controlamos esto, es Migraciones, no podemos hacer nada. Estados Unidos no piensa ni considera nada acerca de lo humano y esas cosas. Si querés te puedo conseguir una silla de ruedas. Le digo, no, si no hay nada humano para considerar, no hay nada que hacer. Gracias de todas formas.


En el avión apagamos los celulares porque Argentina no forma parte del acuerdo de redes según explica el comandante y prendemos las pantallas de los asientos delanteros. Tenemos cine de acción, comedia, aventura, thriller, actuales y world cinema, donde se incluyen películas coreanas, japonesas y chinas. Conectamos los auriculares,  bajamos la mesita, comemos comida vegetariana y vemos Graviti en español.  El movimiento del avión genera todo un transmedia de la película.

A las 6 de la mañana llegamos a Houston. Se supone que es la escala. Sin embargo, tenemos que cambiar de avión, retirar el equipaje, pasar por aduana de nuevo, volver a despachar el equipaje y volver  a embarcar. Mientras recorremos el aeropuerto, vemos un collage digital mal hecho con algo así como un gaucho a caballo, jineteando, una pareja bailando flamenco, un trombón y un helicóptero que traslada una señora en una camilla acompañada por un médico. Arriba un texto: “Bienvenidos a Houston”. Por los altoparlantes se escucha que debemos respetar todas las normas de seguridad y que cualquier “broma acerca de la seguridad podrá tener consecuencias”. El silencio marca el estilo del lugar.

Cuando llegamos a migraciones nos tenemos que desvestir: descalzos, sin cinturones, sin camperas, todo en tachos de plástico va por las cintas hacia las cámaras. Pasamos por un gran dispositivo donde nos hacen ubicar sobre unas pisadas amarillas, “¡levanten las manos!”… y nos scanean. Del otro lado, una mujer nos toca sin mirarnos. Nos dicen que nos calcemos, no hay lugar para sentarse, todos haciendo equilibrio, a los hombres se les caen los pantalones sin cinturón, un montón de policías demandan cosas distintas al mismo tiempo.  Nos sacan la compu de la valija con guantes turquesas de plástico y se la llevan. Pasa un tiempo y luego la devuelven pero ya no la tocan. Nos confiscan el agua mineral Eco de los Andes. Nos preguntan si queremos ir para atrás, tomarla y volver. Les decimos que no, que gracias, que la confisquen.

Tenemos solo una hora de escala, llegamos a la cola de aduana y nos quedan 40 minutos para subir al otro vuelo.

– ¿Ustesdes son de United?, les preguntamos unas chicas
– Sí.
– ¿Saben que en 40 minutos sale el otro vuelo?
– Sí.
– ¿Y qué hacemos con la espera?
– No podemos hacer nada, nosotros no controlamos esto, es migraciones.
– ¿Uds se hacen cargo si perdemos el vuelo?
– Sí, toman el siguiente.

Otra vez fotos, otra vez huellas. Pasamos. Emprendemos el viaje dentro del aeropuerto hacia la puerta C44.

Llegamos 5 minutos antes que cerrara el embarque. Otras tres chicas de United nos gritan que llegamos tarde. Nos hacen subir pero sin el equipaje de mano. Subimos igual. Apagamos todos al mismo tiempo los celulares, prendemos las pantallas de los asientos delanteros, nos ponemos los auriculares, sacamos las tablets, las compus y usamos todo al mismo tiempo. Volamos y llegamos. Se apaga todo automáticamente, todos agarramos los celulares, miramos hacia abajo, pasamos el dedo por la pantalla y levantamos la mirada. 

En San Francisco buscamos nuestras valijas y nos vamos. No pasamos por aduana, ni migraciones, ni nada. Nadie nos pide nada. Buscamos los ascensores y comemos algo en el bar del tercer piso. En las mesas aledañas un montón de obreros jóvenes, con ojos celestes, anteojos y barba, del tipo de obrero constructor que salva al mundo en la nueva peli de Lego, comen al lado nuestro. Enterito caqui o azul, gorro de plástico y herramientas colgando del pecho y los bolsillos son los que emparchan el hard. Nada que ver con poner hormigón.

Taxi a Cupertino. Salimos de la ciudad de San Francisco, vamos por la autovía 101, pasamos por San Mateo, Menlo Park, Sunnyvale, Montain View, Palo Alto, Santa Clara, Universidad de Standorfd, Redwood City, Fremont, Saratoga. Lo mismo sería decir, vamos por la autovía 101 y pasamos por Youtube, Google, Facebook, Yahoo, Linkedin, Apple, Microsoft, Electronics arts, Oracle, McAfee, Mozilla, Hewlett packard, Adobe Systema, Cisco System, Intel, Twitter, Netflix Inc,  Sunmicrosystems, Sillicon Grafics. Habitamos el Valle del Silicio. A simple vista es como estar en la panamericana. Todas las casas tienen su garage igual al garaje donde Steve Jobs planificó el afano y puso sus primeras oficinas de Apple. Llegamos a nuestra casa, ponemos un código y entramos. En el hall de entrada, zapatos de hombre, zapatos de mujer en el piso.

Es de noche y ya nos enloquecimos con el cambio de horario. Vamos al super, Safeway. Preguntamos el camino y nos preguntan si tenemos auto. Les decimos que no. Nos preguntan entonces si tenemos GPS. Les decimos que no. Nos dibujan un plano con birome. Queda a tres cuadras. Mientras caminamos, vemos que afuera de las casas, además de los garajes de Steve Jobs, hay zapatos juntos a las puertas de entrada.

Esperamos un taxi para volver. Nos sentamos en el carrito de repositores del super a esperar. Nadie toma taxi. Todos tienen auto. Entran y salen hindúes, indias, chinas y chinos. Un papa hindú carga en el carrito del super a  su niño hindú con buzo azul con capucha y zapatillitas Nike verdes.

Aquí comienza el viaje de inmersión al Valle del Silicio donde hizo rizoma la revolución digital contemporánea. A mediados de los años 70, con fondos del estado norteamericano, a través de la Universidad de Standford, para investigaciones militares ligadas a las nuevas tecnologías, surgieron los primeros circuitos integrados con semiconductores de silicio, las computadoras personales que hicieron posibles a los millones de usuarios, las interfaces y softwares que nos permitieron entrar en contacto con las máquinas, e internet, esa gran nube virtual de soporte numérico en la que hemos entrado los seres humanos con cuerpo de signos.


La teoría de los diez años y los tres pasos del cangrejo

por Luchino Sívori


Comentándolo con unos amigos kirchneristas “críticos” , llegamos la semana pasada a una conclusión que pondría broche a esta etapa para algunos singular y para otros milagrosa –el broche, valga decir, se produciría luego de que el gobierno decidiera ceder frente a la escalada cada vez mayor del poder concentrado la liberalización del cepo cambiario-; se llamaría la “teoría de los 10 años y los tres pasos del cangrejo”, y su explicación es, como diría Perón de su propia doctrina justicialista hace más de cincuenta años, simple, práctica y, por qué no, popular. En una oración: cada x cantidad de tiempo, alrededor de diez para ajustarnos a la evidencia histórica, Argentina llega a su límite de flexibilidad.
El lector ávido y perspicaz intentará desentrañar a qué me refiero con flexibilidad; supondrá, viniendo de donde viene la nota, que el autor no está hablando de “des-regulación laboral”, ni mucho menos. Con flexibilidad mis amigos y yo nos referíamos a elasticidad, aflojamiento, relajación de las estructuras solidificadas de la Historia nacional, y, por ende, de más o menos todos sus derivados culturales y sociales que las sustentan implícita y explícitamente.
Esta relajación o flexibilidad no se da por que sí, ya lo sabemos. Son producto de pujas y luchas de poder entre lo que algunos denominan discursos contra-hegemónicos o alternativos, según la teoría adoptada, y el meta-relato de turno. Se dan –si se tiene suerte- en casi todos los escenarios de la vida social, y afectan no sólo las decisiones que toma el Congreso a través de la aprobación de sus leyes, sino también los tipos de relaciones afectivas que se darán entre las personas, la forma de ver al sexo opuesto, los periódicos que se eligen para informarse, la tienda a la que uno va a comprar la ropa para abrigarse…
En la Argentina, curiosamente, estas pujas tuvieron una particularidad cíclica (tomando las palabras de Alfonsín) muy especial: cada vez que se sucedían unos espacios de tiempo medianamente largos –a consideración de nuestros ojos postmodernos- estas pujas canalizaron su articulación y proyección en un mismo movimiento. Con esto no estoy diciendo que cada x cantidad de décadas los discursos alternativos y sus protagonistas se reúnen cual asociación pacífica, ni mucho menos, pero sí, y aquí lo original del caso argentino, son “tomadas en consideración”, incorporadas, asimiladas, apropiadas por personajes –partidos, movimientos, líderes políticos- centrales del poder, que ocupan lugares destacados y que poseen la capacidad y los recursos de alterar los casi siempre estancados nervios del sistema.  
Llámesele a esta particularidad oportunismo o, como se suele denominar despectivamente entre algunos círculos sociales, populismo demagógico, la cuestión es que la contra-hegemonía cuela así, por algunas de las rendijas del poder central, algunos, que no todos, de sus enunciados emancipadores, re-acomodando a posteriori y por defecto muchos de los elementos que estaban sobre el campo de juego oficial, y también, como todo juego de poder, aquéllos considerados no oficiales.
En la Historianacional, decíamos, se pudo ver este proceso en reiteradas (y contadas) ocasiones, con algunos ejemplos más potentes que otros, obviamente. Sin embargo, en todos ellos se llegó siempre a una especie de límite donde el escenario de estas articulaciones momentáneamente (y milagrosamente?) unificadas se dividía en dos partes bien diferenciadas -antes de que todo explotara y se volviesen a tirar los dados (endeudamiento- convertibilidad- devaluación)-: en una punta, aquéllos que procuraban desde su posicionamiento “doblar más el palito”, o dicho de otra manera más académica, colar más cantidad de enunciados propios y así acelerar lo supuestamente alternativo a la norma (no estamos aquí contando con aquéllos miembros que “utilizan”, camuflándose, el poderío de este gran jugador central o movimiento o ambas cosas para sus ideales usualmente poco atrayentes a las masas populares argentinas, sino estrictamente a los “del palo”); y, por el otro, aquéllos que intentaban apretar el freno y volver a poner primera o segunda para ir más despacito, al punto de no ir casi o, al menos, parecerlo.
Como ya es sabido, el contexto por fuera de estos grupos hasta ese momento temporalmente unificados siempre terminó re-acomodándose y declinándose tarde o temprano por el segundo, produciéndose en la mayoría de los casos una especie de bajón anímico teñido de desesperanza en el primero. Se trataría de la contracción (externa) post-división (interna).
La teoría casera de los diez años que tuve con mis amigos kirchneristas “críticos” no reside en reconocer esta circunstancia supuestamente “cíclica” del caso argentino, sino en ver cómo esta particularidad de re-acomodamiento eminentemente conservador y reaccionario de la realidad circundante para con la disputa interna del gran jugador o movimiento o ambas cosas es, justamente, de lo que está hecho nuestro progresismo nacional. Como diría la canción de Divididos, “somos ñapi de mamá”, avanzamos a los golpes, pero con un detalle muy importante que cabe mencionar para entender la complejidad del asunto: esa ñapi no es de cualquier madre, tiene un dueño, y no golpea siempre, sólo de vez en cuando.
Así, una vez analizada la Historianacional reciente y sus recorridos, mis amigos y yo nos dimoscuenta que eran esas disputas internas las que encerraban los alcances del progresismo nacional, como si todo dependiera, cual agujero negro espacial, del resultado de esas pujas. Parafraseando la metáfora de los tres pasos para adelante y dos para atrás del cangrejo, terminamos cayendo en la cuenta de que no serían los dos pasos atrás, como se suele suponer, los que determinan el avance y marcan nuestros límites político-sociales excepcionales a la regla; sino, justamente, el paso ganado de la ecuación resultante. En nuestro país, curiosamente, el palito progresista suele romperse allí mismo, cada diez años, poco más poco menos.

El agite del capital: algunas ideas en relación con el film “El Lobo de Wall Street”

por Andrés Fuentes
1- Intro

La película nos cuenta la vida de Jordan Belfort. Basada en su propia autobiografía, Scorsese nos relata bajo un formato narrativo similar al de “Buenos muchachos”, la historia de este empresario vendedor de acciones en la principal hacienda bursátil del planeta: Wall Street.

Estamos en mediados de los ochenta. Luego de algunos fracasos Jordan arma una compañía “Stratton Oakmont” que vende acciones baratas de empresas falopa a gente de clase media baja y laburantes. Una máquina que se conforma  con sujetos de diferente especie -desde abogados hasta delears- bajo la promesa de plata fácil. Y la historia va bien: la empresa se pone en marcha y va creciendo vertiginosamente: todos se hacen millonarios.

Pero lo que les quiero contar es que la compañía manifiesta en su dinámica un componente afectivo muy intenso; una electricidad atraviesa y enciende cada uno de los cuerpos que la habita. Por eso en las líneas que siguen me interesa pensar algunas manifestaciones de la mística empresarial, tirar algunas hipótesis de su emergencia, como relacionar estos afectos con algunas de nuestras prácticas de consumo.


2- La Fiesta: celebración y combustible

La fiesta es parte de la rutina de la compañía. Que se entienda: no es un episodio excepcional sino una experiencia más de su despliegue existencial. Música, cocaína, yates, mansiones, morfi, alcohol, juegos sádicos y rubias espectaculares, son algunos de los insumos de la liturgia empresarial. Los festejos celebran el crecimiento geométrico de las ventas de acciones, de nuevos emprendimientos, del aumento de la potencia financiera de los individuos, pero también, es el combustible indispensable para sobrellevar el desgaste que implica conseguir esa potencia. Desde el principio de su carrera como vendedor, Jordan sabe que la cocaína y el sexo son fundamentales para soportar la presión diaria, para que “corra la sangre por todo el cuerpo”, como alguien le supo explicar.

La adrenalina de la fiesta repercute en los cuerpos. Una náusea cada vez más aguda se afirma en los soldados del capital. Jordan y otros miembros de su banda viven zarpados dando lugar a una serie de escenas bastante grotescas –algunas banalizadas por el director, hay que decirlo- dando una muestra bastante cabal del cachivache burgués. Al mismo tiempo esta vida al palo se extraña cuando Jordan entra en bancarrota bombardeado porproblemas legales. Si en pleno ejercicio empresarial la fiesta es agenda obligada, el aburrimiento de estar en su mansión gigante frente a una pileta tomando cerveza sin alcohol será ahora una decepción cotidiana.

La vivencia subjetiva de los cuerpos de la compañía exponen claramente el concepto deleuziano de anti-producción: cuanto más crecimiento, voracidad y agite experimentan, más nausea, pérdida del control y autodestrucción padecen. Complementos circulares de una cadena infinita donde cada elemento se necesita y repele. Más abajo veremos por qué.
3- De liderazgo, pedagogía y lealtades

En todo esto hay un líder que es Jordan. Transpirando carisma y seducción, sus discursos en las oficinas nos recuerdan a los grandes líderes del siglo XX. Una masa de vendedores que confía en las capacidades de su líder como un líder que confía en la destreza de sus vendedores. Una alianza que promete –y cumple- con jugosos réditos.

Jordan es el vendedor astuto que logró montar su empresa y competir con los grandes. Es aquel que enseña a los demás sus habilidades mercantiles. Pedagogía empresaria lejos de cualquier abstracción y siempre basada en el ejemplo: Jordan le solicita a sus vendedores que le muestren como venderían una lapicera, como a su vez, él les muestra cómo llamar y engatusar clientes.

No es algo menor la lealtad que despierta Jordan en sus seguidores: Stratton parece una gran familia, o más bien una banda de amigos (recordemos que la gran mayoría son jóvenes). Cuando empiezan los problemas legales ninguno de los empleados citados por los tribunales delata a su jefe o compañero alguno. Y esto es reciproco: cuando la justicia le pide a Jordan que para salvarse botoneé a otros directivos de la compañía, pone al tanto a los mismos. De hecho, estos mismos amigos ponen una buena moneda cuando cae en desgracia para bancar la fianza y aliviar las condenas. Si bien para Jordan una de las principales máximas de su negocio es que “en Wall Street no hay amigos”, y somos testigos de un oportunismo permanente en el accionar de los protagonistas, la lealtad reciproca y confianza mutua se manifiestan en varias secuencias jodidas para estos personajes que encarnan la elite global. Aunque este compromiso y lealtad no es inquebrantable: uno de los principales gerentes y miembros fundadores de la empresa traiciona a los suyos por mandarse solo con movidas fraudulentas provocando más problemas con la ley.


4- Potencia infinita: una creencia equivocada

La mística de la compañía expresa una fuerza arrolladora que la hace invencible. Crecimiento exponencial, autosuperación constante, Stratton Oakmont parece que todo lo puede. Y subrayamos el parece porque esa sensación de invulnerabilidad será parte tanto de su ascenso como de su caída (otra vez, la ambigüedad de la autoproducción del capital…).

En su proyección arrolladora no hay culpa alguna para Jordan y los suyos, tanto en la experiencia festiva como en violar la ley. Sobre lo primero, somos testigos de una dilapidación desenfrenada de ingresos para apropiarse de infinitas mercancías (“como puedes estar gastando tanto dinero en tantas idioteces”, vocifera incrédulo el padre de Jordan). Sobre lo segundo, constitutivamente la compañía funciona utilizando todas las matufias posibles, desde métodos poco éticos – cargosear clientes, vender humo- hasta transgredir las normas legales. ¿Cómo no hacerlo? ¡Es Jordan, el lobo de Wall Street! Y este es un problema de la película: Jordan no es simplemente un salvaje en la fauna del mundo financiero, sino que ya la misma actividad bursátil implica una lógica voraz; el problema no es la especulación sino el mismo dispositivo de la deuda; el problema no son los métodos sino una relación de poder entre deudores y acreedores que explotan intereses.

Pero volvamos: la justicia no se queda quieta y actúa frente a Jordan y los suyos. Mantener en marcha la empresa requiere que se negocie con el FBI, surfeando en una marea gris de acuerdos complejos, ganando y perdiendo según el caso. Pero a Jordan le cuesta ceder poder. Ya al límite lo amenazan y le solicitan que para no ir preso de un paso al costado en la compañía. Acorralado, Jordan accede.

Último día en la oficina. El jefe se dirige a dar otro discurso, ahora el de despedida. Pero en medio de sus palabras, envalentonado por el agite de sus empleados-amigos y la magia que envuelve al lugar, decide dar marcha atrás y se queda. En los días posteriores cuando llueven las citaciones de la justicia a la oficina, el vicepresidente de la compañía se para en un escritorio, mete los papeles en un cesto de basura y exclama “esto es lo que hacemos con las citaciones que llegan a  Stratton” sacando el pene para orinar en el tacho en medio de un furor generalizado. La creencia en la potencia infinita de la compañía y la convicción de que son invencibles será la causa de su caída.


5- Capitalismo y aventura

Para explicar el funcionamiento de la empresa no nos podemos remitir solamente a explicaciones económicas. La deuda como dispositivo de poder contemporáneo necesita de una producción subjetiva que permite este funcionamiento. Uno de los insumos para fabricar el ser financiero es lo afectivo. Se trata de emociones teñidas por la desmesura y la adrenalina, la náusea y la alegría desaforada, el temor por un final inminente y la sensación de ser inmortales. Nos preguntamos ¿Cuál es la lógica en la cual se anclan estos afectos.

En primer lugar digamos que hay un vector temporal en el funcionamiento general de la compañía, en tanto génesis, apogeo y caída de Jordan. Los éxitos de la empresa en un primer momento significan para cada vendedor la adquisición de dinero por las comisiones que derivan de la venta de acciones que les permite modificar radicalmente su nivel de vida. La empresa se convierte en la plataforma ideal para pasar de loser a nuevos ricos.

Pero la mística de la empresa no se constituye solamente por su finalidad sino por ser un entre, un constante pasaje. Vivir en medio de, significa que todo el tiempo es necesario estar a la conquista: cazar clientes es una tarea de todos los días. Demostrarse a sí mismos que en medio de la incertidumbre pueden seducir clientes y lograr que confíen en ellos es una aventura constante. De ahí la adrenalina de los teléfonos, el relojeo de monitores, la imaginación en chamuyos y tácticas dialécticas, los gritos, la necesidad de festejos permanentes. Vivir en el presente requiere que a cada momento se demuestre estar a la altura. Cada minuto es un desafío. Esto explica que si bien es cierto que cada venta es pasar un umbral de rentabilidad y mejorar posibilidades de consumo y respeto social, no solo para cada uno de ellos, sino para la empresa-orga en relación con otras, es la travesía misma de esos umbrales una experiencia ferviente para los vendedores de acciones.

Pero vale decir que esta incertidumbre nunca pone en duda su razón de ser: vendedores. El entre es un eterno presente: ser vendedores de acciones con las cuales la gente se endeuda con finales inciertos para cada uno. Paradójicamente este accionar en la inmanencia, en el desafío de sí perpetuo, claudica toda creación de otra forma de vida.

Antes de cerrar este  punto otra pregunta: ¿no se puede ubicar al burgués como aventurero al inicio del capitalismo y no solamente en su fase contemporánea? Además del cálculo ascético que postulan algunos, ¿el arrojo y el desafío de lo imprevisto ya no están en su origen primero? (para seguir esto recomiendo la fabulosa película de Paul Anderson “Petróleo sangriento”).

6- Tipos de moneda y emociones

La historia de Jordan y su banda es seguramente un fresco de la elite global que habita Walll Street, entre otras posibles (en línea con la peli ya de culto “America Psyco”). A su vez, expone una diferencia más que sensible con respecto a la burgesía europea de banqueros (ver “El capital”, de Costa Gavras).

Pero más allá de pensar las vivencias de los acreedores como clase dominante, el tema de los afectos no se acaba ahí. También irrumpe en los deudores. Interesante a propósito una de las publicidades de Tarjeta Naranja al respecto. Se llama “Hernán”. Todos la recordamos: un flaco medio rubiecito entra a un negocio y saca su tarjeta emulando a He-Man. Con la musiquita y todo, se trasforma en un ser superpoderoso. La brusca y emocionante mutación en su composición subjetiva implica una potencia de consumo que antes no poseía: un infinito de mercancías abierto a su merced.

El dinero como sueldo permite intercambiar aquí y ahora por infinidad de mercancías de todo tipo: ropa, salidas, vacaciones, etc. Pero la moneda en tanto capital no solo es capaz de generar más moneda por inversiones, sino de potenciar ampliamente la moneda sueldo aumentando brutalmente su capacidad de apropiación del mundo. Pero la financiarización para nosotros consumidores -que también implica una fiebre erótica- tampoco nos arroga  a una embriaguez creadora sino que nos incorpora en una matriz de sujeción social.

La lógica de la deuda es una forma de gobierno abrumadoramente eficaz de nuestras vidas. Con bocha de complejidades y matices, se despliega en las fibras vitales de nuestro tiempo, especialmente, permitiendo una amplia democratización en el acceso de las cosas del mercado.  Y en este escenario de consumo masivo se hace vital investigar políticamente diferentes tipos de fugas, desde  saqueos hasta formas más sutiles como engaños diversos, hasta intervenciones más estructurales como la invención de créditos sin interés ni control. Tampoco podemos negar la retroalimentación del crédito capitalista pero utilizando ese dinero para constituir formas de vida no consumistas. El problema de fondo no es “dinero, si-dinero, no”. Se trata de deseos sociales y como estos se van encarnando en diferentes dispositivos que le dan vida a su ideal. En la escena final del film, apreciamos al gran Jordan que hundido se dedica ahora a dar charlas para vendedores (el ganador, te enseña a ganar). Utiliza el método de la lapicera: “véndeme esta lapicera”, es la invitación. Mientras diferentes discípulos de Jordan lo intentan, la cámara de Scorsese se pasea por la rostridad de cada uno de los vendedores: percibimos la expresión de un regocijo, de un asombro por saber aquello que tanto promete… Y de esto se trata: de cómo de desactivar la promesa del modelo de vida consumista ya que sin ese deseo de gestión de alegrías no hay necesidad de crédito, y crujen así los soportes de un poder que a pesar de la sonrisa, nos somete.

Inmersión en Silicon Valley: Ritornelo 2

por Carolina di Palma 


Es el fin de la oralidad. Comenzamos por San José: ensimismadas, las personas no hablan. Están con otros pero en otro espacio. Tienen auriculares, miran hacia abajo y tocan el celular. Silencio. 

Es el fin, además, del imaginario moderno acerca del “occidental”. El occidental ahora son chinos e hindúes. Ya decíamos con Eugenia: el new age disputa el nuevo sentido común de la nueva modernidad. No se ven casi anglosajones. Los latinoamericanos estaremos para otra cosa porque por acá no se ven. Quizá, luego de la devaluación, ahora que somos más baratos, entremos en esta escena (en realidad, sabemos que los argentinos de Globant trabajan para Microsoft hace ya mucho tiempo).

Nos viene a buscar Alex, un hindú taxista, o un taxista hindú. Hasta ahora todos los taxistas son hindúes o negros. Nos lleva hasta la estación Lawrence del Caltrain Train. Vamos hasta San José, el lado opuesto de San Francisco en el recorrido del tren.  Nos ayuda un homeless con pelo largo y barba larga a sacar los boletos. El tren llega puntual. No hay casi gente. Bajamos. Buscamos un kiosco y pedimos un mapa. Se ríen. En el kiosco venden frutas además de gaseosas. Pedimos dos café chicos, nos dan dos café enormes. Devolvemos uno. Pedimos que nos vendan un vaso. Nos lo regalan. Vaciamos un café en dos vasos. El señor del kiosco nos mira, agarra los dos vasos y los llena de nuevo. Nos los regala, dice. 

Una chica nos ayuda a buscarnos en el mapa, saca su celular, pone su GPS y nos encuentra. Buscamos esa ubicación en el papel. Estamos cerca del Tech Museum.  Comenzamos la caminata. Pasamos por el City Bank, por el Fremont Bank, por el Boston Bank, por el Bank of América, por el Union Bank, por la International Technological University, la Pacific Gas and Electronic Company, La San Jose Water Company   y llegamos a Adobe.   Adobe nos recibe con “Customer experience center” y con “Creative cloud”, y un edificio de hormigón armado tan grande como los bancos.

Caminamos un poco más y llegamos al Tech Museum. Lo banca Cisco, Flextronicis, Microsoft, Nokia, Intel, Accenture y algunas fundaciones. Ponen entre 1 millón y 10 mil dólares cada uno. Todo escrito sobre placas de mármol. En el museo hay miles de experiencias interactivas sensoriales de todo tipo. Realidad aumentada, códigos QR, VJ, cine 3D, impresoras 3D, robótica, electrónica lúdica, programación,  music maker, controlleres, reactable.

Arriba, La revolución del microchip, circuitos integrados o chips de silicio. “Más de 30 millones transistores modernos entran en la cabeza de un alfiler. Se fabrican alrededor de 10 quintillones de transistores cada año. Eso es 100 veces el número de hormigas que hay en la tierra”.

Seguido, La revolución del silicio. “Para enviar información, un transistor en un microchip tiene que estar completamente encendido o totalmente apagado, no en algún punto intermedio. El elemento químico silicio hace funcionar estas interrupciones completas. Presente por todo el mundo,  el silicio es un semiconductor,  un material que permite un control preciso de la electricidad. Cuando se mezcla con otros químicos en proceso llamado dopaje, el silicio permite pasar únicamente las grandes explosiones de electricidad, haciendo señal de 1 o encendido. Pero el silicio dopado impide pasar a las explosiones más pequeñas de electricidad, produciendo una señal de 0 o apagado”.

Más adelante, La velocidad. “Se suelen usar hercios o Hertz para medir la velocidad de los microchips. Un microchip de 1 megahertz envía un millón de pulsos de instrucción por segundo. Un microchip de 1 gigahertz  envía 1 billón de pulsos de instrucciones por segundo. A medida que se reduce el tamaño de los transistores, aumenta la velocidad de los microchips”

Nos detenemos a comer algo al medio día y conseguimos ensaladas en paquete de plástico. El mozo del bar nos consigue limón. Sale del museo y vuelve con limón para nosotros.  Enfrente, la Tech Store.  Mil y un tipo de juguetes de electroartesanado. Cómo armar tu telescopio, cómo armar tu propio panel de energía solar, cómo armar tu auto solar, cómo armar circuitos integrados de plástico y baterías con cables simulando los reales y, por supuesto, los mil y unos robots caseros. Estática y levitación.

La literatura: Geometría sagrada, Matemáticas en minutos, 62 proyectos para hacer con una computadora obsoleta,  Good Night galaxi, Los elementos, una guía ilustrada de la tabla periódica, Físicos del futuro, Matemáticas, una historia ilustrada de los números, Antes del Bigbang, Los 9 enigmas de la física, El libro de la ignorancia general, El poder de la música, Nerd Culture, Números cósmicos, Música y cosmología.

Tecnología beneficiando a la humanidad, se llama otro nivel del Museo. “2.5 billones de personas no tienen cuenta de banco. Solution: Kiva.org ensambla personas por internet generando oportunidades de negocios. Superbomba Moneymaker, para trabajar la tierra en India. Listos, cámara, acción, para denunciar mediante las filmaciones distintos tipos de abusos. En Bangladesh muchas personas no pueden encontrar lo que necesitan en sus mercados locales. Cell Bazzar usa sus celulares para crear un mercado digital con muchas opciones. Este conecta a más de 12 millones de compradores y vendedores potenciales que no tienen acceso a internet. Making markets móbiles. Culpable, The Innocence Projects usa pruebas de AND para probar la inocencia de las personas acusadas por crímenes. Muchas personas inocentes son enviadas a la cárcel por declaraciones de testigos”.

Otro nivel, The espirit of American innovation for a Global Society. Curiosidad, determinismo, tenacidad, fe, coraje, creatividad, diversión, tiempo, visión, confianza, comunicación, sinergia, libertad, confianza, aceptación”.

And the last level, atrás, muy escondido, como en un recoveco. El Tech museum agradece la donación del Data Center. Lead Sponsor: Cisco. Visionary sponsor: Microsoft. “Las computadoras del Data Center envían y reciben la información necesaria para que el museo funcione. Este equipamiento controla todo lo que se exhibe en el museo. Estas máquinas hacen funcionar los sistemas de calefacción, enfriamiento, fuego, luz y seguridad. Los sistemas de telefonía, de internet e intranet”.

Salimos del museo. Están de moda los anteojos rectangulares, las camperas infladas negras y los jeans, esta vez en los chinxs e hindúes de la city. 

Leemos en la calle sobre piedra en bronce: “Vale más la revolución que viene que la que se fue”. 

Nos entendemos con casi todos finalmente en castellano: California es bilingüe, inglés y castellano. 

En la calle agarramos todas las revistas y diarios impresos gratis. Leemos: “La vivienda sobre palitos. Vivir en San Francisco ya no es como antes. La Clase trabajadora esta parada sobre una frágil base que depende del lucrativo mercado inmobiliario. Los desalojos y el incremento de la renta obedece a lo que llaman la nueva “fiebre del oro” en este lado del norte de California y que son las compañías tecnológicas que alimentan las redes de Internet y en el área de medicina de vanguardia se llama Genentech”.

Otra nota: “11 millones de personas trabajan en negro en Estados Unidos”.

Una publicidad en vía pública dice: Want to meet caps? Drive fast.

Un cartel en el kiosko dice algo genial: “A little bit of everithing”. Esta frase me la llevo en el corazón.

Regresamos a casa, dejamos los zapatos en la entrada y cenamos a las 19hs.  Se asoma corriendo descalzo un chino de 5 años, aparece en la cocina mientras cocinamos y dice Hello!!! 

– Oh! What a nice surprise!, digo yo. 
– Who are you?  
– I am Carolina, what is your name?  
– I am Tony, dice el niño y se va resbalando por el piso de madera a toda velocidad.


Tony?

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