Anarquía Coronada

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Cola de Caballo

Por Helena Pérez Bellas


Cuando llega el calor mi principal problema es qué hacer con tanto pelo. Considero una aberración tener el pelo corto, esa entonces no es la salida. Usar el pelo corto para mí es tener un poder menos. No están las cosas, nunca estuvieron, para prescindir de un poder. Una llega a está vida y bang a los 14 años ya se da cuenta de con qué poderes cuenta y no tarda mucho tiempo más en descubrir cómo usarlos. En el camino, a veces, hay olvido. Pero nunca hay que olvidar. Nunca hay que olvidarse del poder.
Una de las quejas que más recibo es: estás dejando pelo por todos lados. Es verdad, ahora pienso que debe ser complicado tomarse el trabajo de matarme porque a la pregunta de qué hacer con el cuerpo se le suma qué hacer con el pelo. Supongamos que él, que me muestra las líneas de pelo negro en la cama y en el baño, se determina a matarme. O ni siquiera, supongamos que por un accidente yo me muero ahí y tiene que deshacerse del cuerpo porque no hay manera de explicarle a la policía cómo una chica sana se murió. Debe ser una tarea titánica ir buscando centímetro por centímetro del departamento pelo mío. Lo de las sábanas se resuelve rápido. Desde mi perspectiva veo dos opciones: prenderlas fuego o mandarlas a lavar. Quedan el colchón y el respaldo de la cama, para ambas cosas lo más conveniente sería buscarse alguna de esas aspiradoras en miniatura. La silla de la computadora y el escritorio representan un problema porque son igual de negros que mi pelo y convengamos que algún desprendimiento más breve se puede camuflar bien. Quedan el piso en toda su superficie, el sillón y cada uno de sus almohadones y el baño, Encerar y pulir son las opciones para el piso aparte nunca vienen mal. El baño es un tema porque los desagües suelen ser bastante traidores y nunca se sabe con qué se puede encontrar uno en la rejilla del baño. Guantes de látex y a meter la mano. Nadie se puede dar el lujo de ir preso por algo tan absurdo como un poco de pelo negro.
El baño me produce una manía extrema. Si me toca dormir fuera de casa me apena mucho un baño vacío, minimalista, carente de opciones. Un baño tiene que tener muchas cosas en donde se pueda elegir como pulir una mejor versión de sí mismo. Un baño que no está manejado por una mujer es un páramo. En mi caso, no se trata de invadir o marcar territorio: se trata de vivir mejor, poder ocupar el distrito conocido como baño y dotarlo de novedades. Sobretodo por el tema del pelo ¿Qué es este detergente que algunos hombres califican de shampoo? ¿Cómo puede ser que un ser humano que no tiene 90 años recurra a Heno de Pravia? ¿Dónde está el jabón líquido? ¿Cómo alguien cree que sin acondicionador se pueden desenredar 15 centímetros de pelo incluso más? No se trata de invadir y tampoco se trata de igualdad. Es todo lo contrario a la igualdad: es ir en contra del pedido de la igualdad. A mí me sobra lo que a vos te falta y no, por favor, bajo ningún concepto ese shampoo es para pelo graso.
El ADN  se cristaliza con el calor, es un lío. Es un lío si vas a vivir, es un lío si vas a matar. Cuando te vas a dormir se te pega el pelo contra la espalda en una especie de unión entre el sudor, que encima tiende a enfriarse, y las altas tempertaturas. En las sábanas se forman como bolitas de algodón y manchas de humedad y si son dos entre esos charcos secos de desierto se forma un ADN mixto en dónde cada uno aporta lo suyo. Yo aporto el pelo. Que es lo que me sobra, que es lo mejor que tengo para ofrecer. Después te ven cepillándote y te dicen te vas a arrancar todo ese pelo. Pero siempre hay más, mañana crece otra vez. En el tacho de basura están los detalles, en esa bolsa que se cierra también me voy yo. Sacarme en una bolsa de consorcio es un hecho, es un hecho semanal. Ahí también se pegó el pelo entre la yerba, los restos del helado y las cáscaras de las naranjas. Es una batalla por vez, es una sangría, un día no voy a tener más. Ya se acaba igual, llega el verano. Entonces tirás mas fuerte con el cepillo mientras te miran y te dicen ¿no te duele la cabeza? No, le digo, pero no hablo. Muevo la cola de caballo.

Un cuerpo

Por Diego Valeriano


Suenan disparos alborotados, el ruido seco a chapa silencia la tarde. ¿De quién es un cuerpo tirado en la calle?
Al principio solo se acercan los perros, huelen sangre y lamentan lo sucedido. Luego, un grito que sale desde el fondo de un terreno llega corriendo… noooo, no, no y las lagrimas vuelven ininteligible el resto. ¿Quién reclama genuinamente para sí a un pibe de 11 años, al Chuni, atravesado por siete perdigones de una recortada?
Los vecinos salen de a poco, un par de guachines corren a sus casas, todavía hay olor a pólvora que dejo el enfrentamiento. ¿Y ahora?
Alguien llama al 911. El puntero llama al jefe de calle. ¿Qué es el cuerpo de un pibito tirado tan cerca de la zanja que la sangre se une con el agua? Se acuerdan que hay que llamar a la ambulancia, también llaman a la remisería; la llaman a los gritos porque está a una cuadra. ¿Quién debe pagar?
La hermana mayor agarra unas piedras y comienza a tirarlas contra la casa de Cuchillo, inmediatamente se suman sus amigas. ¿Debe pagar alguien por los daños colaterales?
Con lo que le queda de movilidad, la mamá de Cuchillose arrastra con muletas y le grita a Daiana; le hace entender que ellos no tienen nada que ver y le señala la casilla perforada por los tiros. ¿Cuánto vale un guachín?
Daiana llora hasta desmayarse a la vez que Cuchillose escapa por el fondo, corre mientras todos gritan y lo putean; corre como para nunca más volver aunque no tenga ni idea a dónde donde ir ¿Qué es lo que puede un cuerpo?
Fermín tira radios frenéticamente, quiere anoticiar al Jefe de Gabinete antes de que se arme un escándalo y debilite aun más al Intendente: un guachín muerto a los tiros siempre es un problema político ¿Cómo se aprovecha un muerto?
El padrastro enfierrado y bastante en pedo balbucea preguntas, acusa a la mamá de Cuchillo hasta que llega un Bora, lo levantan y salen cagando para el barrio de los paraguayos a buscar a los pibes que hicieron los disparos. ¿Puede Chuniser bandera?
Fermín mira de reojo, están llegando los del comedor de la otra cuadra y empiezan a agitar con que esto pasa porque la policía liberó la zona. Llega la ambulancia. ¡Vayamos a la comisaría! grita uno de los flacos y los pibitos son los primeros en encarar. ¿La política es el comercio por otros medios?
Los flacos del comedor copan la situación, agitan y dicen que van a llamar a los abogados. Del otro lado del teléfono, la abogada llama a los medios y arma el comunicado. Tiene uno estándar, basta con cambiar un par de cositas. ¿La mamá de Chuni comprende el hecho político de la muerte?
El secretario del Jefe de Gabinete llega un minuto después de que casi todos arrancasen para la comisaria. Daiana, que no se puede ni mover, habla con el jefe de calle que esperó que se vayan todos para acercarse. Fermín vuelve a copar la situación y se asegura de que esos flacos tengan problemas si deciden volver. ¿Todo muerto es sujeto político?
A los manifestantes los espera pacientemente la infantería. La abogada está llegando justo a tiempo para declarar frente a las cámaras. ¿Un nuevo ciclo de luchas políticas?
Una lluvia de piedras cae sobre la infantería que tiene la orden de mirar. Cada vez se suman más pibitos y más militantes compañeros de los del comedor. El Jefe de Gabinete habla con el comisario, con el Intendente, con el Ministro; el jefe de calle con su transa del barrio de los paraguayos, la abogada con la radio ¿Nuevo conflicto social?
Los pibes saquean el kiosco que está enfrente a la comisaría y después queman un auto, los ratis de civil los esperan a una cuadra, las cámaras del municipio captan y avisan. La orden es clara: no detengan a los militantes. ¿Nuevo mapa de poder y control social en un territorio?
El jefe de gabinete ordena que detengan a los que mataron a Chuni o los maten o al que sea; el ministro anuncia que descabeza la cúpula de la tercera, el jefe de calle entra a la villa de los paraguayos y todos se corren. Nadie defiende a unos atrevidos que mataron un guachín. Llega a la casilla donde le señalaron que se esconden. Ya quemaron diez motos, dos patrulleros y saquearon dos locales… ya fue demasiado, la infantería actúa. La abogada acusa a la policía de represión y denuncia que sigue intacto el aparato represivo de la dictadura ¿Cómo se construye una víctima?
El quilombo no le conviene a casi nadie, ni a los de adentro, ni a los que entran ¿Cuánto vale un victimario?
Los pibes que supuestamente mataron a Chunison recontracagados a palos en el lugar donde fueron encontrados, también le pegaron a la novia de uno de ellos y no la violaron porque no tuvieron tiempo. Camino a la comisaría le gatillan varias veces. El secretario del Intendente llama al de policiales del canal para avisarle que van para la departamental con los culpables del asesinato. Intendente, cámara y patrullero legan a la vez. ¿Inseguridad?

Daiana consiguió un par de pastas para estar más tranquila: hace guardia en la morgue para saber cuándo le entregan el cuerpito. Su mamá no puede más del dolor y es consolada por la madre del Cuchillo; las dos aun están tiradas en la calle de tierra cerquita de la zanja.

Contra la pared

Por Dolores García Bello

Hoy mientras me metía los dedos a la primera hora de la mañana, no eran más de las siete pero el sol ya pega fuerte, me dijo shh no hagas ruido. Hice un poco de ruido y me volvió a decir lo mismo mientras le preguntaba, con lo que me sobra de lenguaje, por qué. Si lo que te vuelve loco no te va más yo me pierdo, yo no sirvo, no me gusta. Me agarró la cara fuerte, así medio bruto, para decirme que los vecinos se quejaron. Le vi la vergüenza le vi las ganas; le vi una sonrisita de orgullo, como si fuera mérito de él. Si me calla explotó para adentro, pensé. Pero igual se te van las cosas de las manos y empezás a putear a los edificios nuevos que vienen con paredes tan finas. Me duele la concha porque anoche no lo hicimos y para demoler paredes vine al mundo. ¿Por qué la gente se queja de escuchar coger? ¿Qué prefiere? ¿Escuchar morir? Elcorazón también hace sus ruidos durante lasístole y la diástole. Se estruja, impulsa sangre y se relaja para llenarse. ¿Tampoco quieren escuchar este ruido? ¿Pero ni pajeros son estos vecinos?
Me puse contra la pared para escuchar mejor. Si siento como te pones, me hago cargo de cómo te tengo. Soy responsable de mis actos, aunque a la mitad ya me perdí, ya quede alejada de esa forrada moral. Saco más calor que la losa radiante que me está por sacar ampollas y me pego a la pared pensando que sino querés escuchar entonces vas a sentir. Descontrol y me doy las cabeza contra la pared un par de veces. Que el vecino esté atento a saber si estoy penetrando la pared con los clavos de una biblioteca o si me están dando la cabeza contra la pared porque escuchar coger es escuchar morir un poco. Me sangra la frente, siento que una gota baja muy suavemente, llega a la ceja y se divide hasta perderse. Acabas y te vas ahí: una línea entre estar muy vivo y pisar el terreno de los muertos. Lo pienso positivo porque de morir mi deseo es quedar estancada en la repetición del entra y sale, el entra y sale.
Un mantra asesino, una repetición universal. Contracción del corazón, diástole del clítoris. No pará, pará… contracción de los dedos de la mano que ya no alcanzan para cubrir nada. En esa repetición invoco un dios y no querés que grite, ese es problema de la pared de quince, de la inmobiliaria, del vecino y del consorcio. Mi cabeza pega, la cama también pega; el universo-habitación se suma al ritmo y pega contra la pared dejándola llena de  marcas que vas a tener que tapar con enduído cuando lo devuelvas. Agarrame la cara a lo bruto, pedime estupideces y vas a tener que comprar dos kilos de enduído.
Estamos muertos los dos, el colchón empapado, la pared lastimada, todo en reposo. Estamos muy vivos los dos. Siento arritmia en su pecho y creo que es lo menos que me podes dar. Lamentablemente hablás, todavía no escucho. Estoy ahora más muerta que viva y entro en un estado de conciencia en que activo las funciones neurocognitivas superiores, percibo el conocimiento del mundo psíquico individual y del mundo que nos rodea, escucho la radio del vecino ¿la subió o siempre escucha así? Un perro ladra frenéticamente, vos haces ruido en el baño aunque tu arritmia sigue en la cama. ¿No te bancas una alteración en la sucesión de tus latidos que la dejas en la cama?

Clinämen: Racialización del espacio y efectos del neoextractivismo

Conversamos con Gastón Gordillo, antropólogo de la universidad British Columbia (Canadá), investigador en temas de memoria, espacio, historia y movilizaciones políticas entre tobas criollos y guaraníes en el Gran Chaco y el noroeste argentino. La organización racial del territorio. El impacto del modelo sojero en el norte argentino. El proyecto de la «Argentina blanca».

Entrevista a Pablo Farrés: “Nuestro reglamento hoy es la crónica, la memoria neurótica, el minimalismo de taller”

 Por Pablo Chacón


En El desmadre y El reglamento, sus dos flamantes novelas, el escritor Pablo Farrés despliega un universo de discurso por afuera del canon y del lugar común generacional que están colonizando una zona de la literatura local, la más festejada por el mercado y por los premios literarios, con las excepciones de rigor. Los libros -publicados por Pánico el Pánico y Letra Viva- son un prodigio de densidad narrativa y teórica. Farrés nació en La Matanzaen 1974. Publicó El punto idiota y Literatura argentina. Este es el diálogo que sostuvo con Lobo Suelto!
En principio, ¿qué semejanzas (de estilo o procedimiento) encontrás en El desmadre y El reglamento?
Veo que en los dos libros, los narradores escriben para un receptor que sostienen alguna jerarquía sobre ellos. La Asociación de Madres de la Memoria en un caso, y el Ministro de Educación del Régimen en el otro. En este sentido, los narradores están compelidos a explicar sus imposibilidades, la de escribir el reglamento que le han exigido, y la de escribir las memorias de una madre que ha perdido su condición con la desaparición de su hijo. Estas imposibilidades no remiten a un derrotero subjetivo, sino a ciertas lógicas paradojales. En una, la imposibilidad de una ley que justifique la existencia de la ley. En la otra, el desarrollo de una serie más compleja pero que me parece guarda su racionalidad: la pérdida de un hijo implica un desmadre, pero a su vez un desmadre implica un desconche, y si la narradora se desconcha es porque le sale un pene -de allí el problema, ¿cómo sostener la condición de madre con cierto pene decorando su entrepierna? 
No sé cómo lo trabajarán otros escritores; en mi caso, el estilo surge de intentar ocupar el lugar de esas experiencias imposibles. El estilo no responde a ninguna decisión, más bien es una cuestión de intensidades definidas por aquello de lo que se está escribiendo. Doy un ejemplo para explicarme: Carlos Ríos tiene un estilo de escritura tremendamente definido, pero ese estilo ¿responde a Carlos Ríos o al paisaje donde se instala su escritura -Manigua, Pripyat, etcétera? ¿Se puede escribir desde Manigua de otro modo, o es que Manigua ya es ese modo, es decir, ese estilo? Respuesta apurada: el estilo no es de Carlos Ríos sino que ese estilo ya es Manigua. En otras palabras, la escritura es el estilo, pero la escritura nace de un lugar que está fuera de las palabras.
En El desmadre, el narrador, ¿practica una parodia de un escritor como Osvaldo Lamborghini o está afirmando un juicio sobre su propia práctica?
No hay parodia. Ninguna parodia. Escribo con toda la seriedad de la que soy capaz. Casas decía que Aira nos cagó. Pobre Casas. El que nos cagó fue Lamborghini. La intertextualidad delirante de Lamborghini hizo que los juegos abstractos y meta-literarios de Borges se cierren en el trabajo de la frase. Lamborghini es una clausura de la literatura que Borges abrió, y por ello mismo nos condena a escribir en el desierto. Aira escribe en el desierto, pero el desierto no termina y por eso Aira sigue escribiendo máquinas autosuficientes. Cuando Casas dice que Aira nos cagó es porque Casas no se aguanta el desierto y necesita del barrio, de los amigos, de la historia y de cualquier cosa que venga a tapar el desierto. Respondo entonces: no hay parodia posible sobre Lamborghini porque Lamborghini inventó su propia parodia (la llanura del chiste), lo que hay es un desierto por el que avanzar sacándose de encima lo que nos pesa -las madres y los reglamentos políticos, culturales y literarios. Después vemos a dónde llegamos, si es que llegamos a alguna parte.
La pregunta anterior se relaciona con esa especie de oposición Gelman-Lamborghini donde pareciera que inventar algo por fuera de ese canon resultara imposible. ¿Es imposible inventar algo por fuera de ese canon en la Argentinacontemporánea?
La lógica del adentro y del afuera, me parece que responde a la trampa en la que la misma vanguardia planteó y terminó cayendo. La noción del afuera remite a cierta necesidad de novedad, en la que no me interesa participar. Me gusta pensar la literatura en términos de simultaneidad, más que en función del par viejo o nuevo.
Ciertamente, en El desmadre aparece cierta oposición entre la figura de Gelman y la figura no nombrada de Lamborghini. Pienso El desmadre como una novela política, y en este sentido, la novela, de un modo lateral, interviene sobre ciertos discursos que se han vuelto hegemónicos.
En términos culturales, Gelman ha ganado. Y ganó porque nuestra cultura es la de la derrota, la memoria de la derrota, y la crónica de los derrotados. Nietzsche habla de los sacerdotes del ideal ascético: hay sacerdotes de la derrota que hacen triunfar su voluntad usando el resentimiento común. Contra ello, aparece El desmadre, como un modo de sacarme de encima las ataduras culturales y personales de la memoria. La desmemoria sana, nos vuelve más livianos. Y no se trata de negación ni del olvido, se trata de hacerse cargo del horror pero para vivirlo con la gracia del don (en la novela, por ejemplo, cuando a la madre se le revela su propio pene y por ello la necesidad de volver a reconsiderar su estatuto de madre), de lo contrario sólo nos queda el resentimiento. En el resentimiento no hay literatura posible, salvo que el resentimiento se transforme en una fiesta desmadrada. Pero para eso hay que pensar el lugar de las Madres. Pienso en el imperativo Verdad, Memoria y Justicia, y me digo que desde ahí no hay creación posible. Prefiero Ficción, Desmemoria y Fiesta.
En este sentido, la pregunta acerca de la invención literaria, me parece que no debe remitir al problema del canon. El canon no importa. Y si a alguien le importa es porque no leyó sino a los tres o cuatro que dicen qué hay que leer. En todo caso, el canon funciona como un reglamento que no dice nada. Por eso el tema de la invención se relaciona mejor con lo que está fuera del reglamento. Por ejemplo, ¿cómo es posible el desmadre?
Treinta años de democracia. ¿Cómo ves el funcionamiento de la institución-literatura en la época que te ha tocado vivir de esos treinta años?
Un poco te respondí en la pregunta anterior. Siento que la literatura estuvo anclada en la memoria, omitiendo los procesos ficcionales -selección, desplazamiento, superposición, travestismo, etcétera-, siempre perversos, de la memoria. Permitime oponer dos libros paradigmáticos: Los topos, de Félix Bruzzone, y justamente de Bruzzone -digo porque hay algo de valentía que se juega en que sea justamente Bruzzone el que escribió ese libro- trabaja con esos procedimientos que hacen de la memoria una herramienta de creación. Frente a ese hermoso libro, hay que leer el de (Patricio) Pron, El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, donde se plantea la búsqueda de una verdad que reduce la literatura a mera crónica, cae en todos los clichés generacionales, propone una épica que sólo sirve para desnudar nuestras imposibilidades contemporáneas, y finalmente se dibuja a sí mismo con un autor comprometido con los valores morales de nuestra sociedad que tan bien deben ser leídos en Europa. En uno hay creación, en el otro sólo un posicionamiento cultural que conlleva algunas regalías. La oposición que planteo es sintomática de nuestra cultura de los últimos treinta años. Una memoria reactiva y clasificatoria (bueno-malo, negro-blanco) contra una memoria creativa que expone sus procedimientos desmadrados (mezcla, travestismo, contaminación). Gelman ganó, del mismo modo que Pron va a ganar.
No sé qué van a ganar, pero no importa. Otro libro sintomático es el de (Elsa) Drucaroff, Los prisioneros de la torre, donde se plantea una lectura de ciertas obras recortadas en términos generacionales y definidas bajo la noción de post-dictadura. Ni yo ni nadie quiere sentirse post-nada, y la noción de desmadre intenta plantear la posibilidad de escribir desde ninguna generación (generación = madre). Finalmente, con esto quiero decir que nuestra democracia se ha sustentado en ciertos modos de captura cultural y discursiva que nos condenan al encierro en una generación, en la reverencia a la figura materna (el sufrimiento, la conciencia moral, el llamado al hogar, la verdad histórica, y esas cosas), en cierto higienismo bienpensante que pone al horror como un monstruo ajeno como si no fuera parte de cada uno de nosotros y de nuestras relaciones.
Siento que la literatura no ha podido hacer mucho frente a esas imposiciones de nuestra democracia, y terminó haciéndole el juego. Nos enseñaron a tenerle miedo al horror, y reducir nuestras experiencias a un código neurótico -de ahí la actual novelística. Nuestra democracia siempre está al borde del fascismo, ahí donde el sueño fascista por excelencia es el de aniquilar el horror por medio del horror legitimado. El único favor que la literatura puede hacerle a la democracia es devolverle el horror como su parte más propia.
¿Es posible que la práctica literaria vernácula esté más cerca del universo de El reglamento que el de El desmadre? Si es así, ¿por qué?
Sí, completamente. Nuestro reglamento literario hoy es la crónica, la memoria neurótica, el minimalismo de taller, y la apología tecnológica que reduce la literatura a Facebook. El problema es que estamos re-contentos con nuestro reglamento generacional. Pero la trampa también es apostar por la transgresión del reglamento. No se necesita ninguna transgresión de nada. Eso es vulgaridad. Cuando hablamos de desmadre hablamos de modos de hacer una fuga que reconfigure la narración del pasado y del origen, no volviendo a ellos sino llevándolos consigo lo más lejos posible, casi hasta perderlos.

Apuntes y preguntas para la visita de Sandro Mezzadra a la Cazona de Flores

Por el Instituto de Investigación y Experimentación Política (IIEP)


La visita de Sandro nos ofrece una oportunidad para discutir algunas cuestiones que nos preocupan y que tienen que ver con el problema de la investigación política, de la creación de nuevas iniciativas e instituciones populares, en un escenario como el actual, caracterizado por cierto cierre del ciclo de los gobiernos progresistas -no sólo a nivel nacional, sino también a escala regional- y, sobre todo, por la emergencia de una nueva conflictividad social.

Y es que la crisis, a la larga, todo lo corroe. 2001 es una fecha clave para entender este proceso. El impacto de aquella insurrección popular contra las políticas neoliberales en todo el continente fue decisivo. En su aspecto constituyente, esas luchas dieron lugar a nuevos sujetos y abrieron el ciclo de los gobiernos progresistas. En su aspecto destituyente tuvieron éxitos extraordinarios, deslegitimando al neoliberalismo en la región.

Sin embargo, es claro que las rebeliones de principios de siglo no alcanzaron a constituir formas políticas a la altura de lo que su propio protagonismo proponía. Este desfasaje entre capacidad destituyente e imposibilidad de plasmar instituciones de nuevo tipo caracteriza también, al parecer, los ciclos de luchas que se dan hoy en día en muchas partes del mundo.

Entre nosotros, el consenso neoliberal ha sido derrotado. Pero enfrentamos de todas formas la hegemonía del capital financiero, que se hace presente en la determinación misma del modo de acumulación (los precios de los comodities, por ejemplo, dependen de dinámicas financieras), se expresa en la producción de subjetividades en torno al consumo, y hasta en el modo de funcionamiento de las instituciones del estado.

Esto se nota cuando miramos la política de los gobiernos de la región. Muchos han puesto en marcha, con diferencias importantes entre sí, políticas de reconocimiento simbólico, de reparación de daños y de distribución del ingreso. Todos ellos, con variantes, han colocado al estado como actor capaz de jugar un papel influyente en la inserción en el mercado mundial, en la captura de parte de la renta, en la construcción de un mercado interno, y en la financiación de políticas de inclusión. Pero no podría decirse que hemos asistido, durante los últimos años, a una reposición del estado anterior al neoliberalismo. Un giro fuertemente territorial les ha permitido a las instituciones gobernar una sociedad que había mutado de manera irreversible.

A nivel de las dinámicas sociales, la novedad es una puesta en movimiento de las economías informales que hace del mundo popular algo más que una población a ser asistida. El evidente crecimiento del consumo ha consolidado la proliferación de lo que podríamos llamar un “neoliberalismo desde abajo”.

¿Y qué ha pasado con los movimientos sociales? Decir simplemente que fueron cooptados nos impide ver la participación efectiva de estos sujetos en la gubernamentalidad contemporánea.

Quizás la propia idea de movimientos sociales ha entrado en crisis. Las ciencias sociales los clasifican como agentes que formulan “demandas” a los partidos y al estado, para que estos las procesen. El lenguaje militante identifica movimientos sociales con “organizaciones populares”. Pero ni los partidos logran “procesar” las “demandas” de los movimientos, ni las organizaciones populares, con todo lo interesante que pueden ser en determinadas ocasiones, alcanzan a superar el marco de la gubernamentalidad. Los movimientos sociales están en crisis, en la medida en que no logran abrir un nuevo horizonte de posibilidades políticas.

El momento actual está signado por el probable agotamiento de la hegemonía kirchnerista. Los mismos rasgos políticos que le permitieron mantener las riendas durante una década, hoy le impiden relanzar el gobierno y anticipan una posible “salida por derecha”: la centralización extrema del sistema de decisiones; su incapacidad para democratizar las estructuras institucionales y productivas, habilitando la expansión de racionalidades mercantiles; la apuesta por una polarización empobrecedora de todo debate significativo y la subordinación de las principales conquistas sociales en función de un esquema de alianzas que garantiza (por sobre todas las cosas) la gobernabilidad.

Las derechas utilizan un lenguaje pueril. Hablan de “corrupción”, “inseguridad” e “inflación”. Es el lenguaje de los síntomas: la inflación es síntoma de la precariedad del modelo económico; la corrupción como síntoma de la naturaleza “espuria” de la gubernamentalidad y la inseguridad como síntoma de los límites de la inclusión social y de la activación de nuevos mercados.

Por nuestra parte, preferimos hablar de un nuevo conflicto social, que desafía a las organizaciones populares y es la consecuencia de los rasgos más agresivos de los modos de acumulación desarrollados durante la última década, como las industrias extractivas, el narco, el boom inmobiliario y los agro-bussines. Este devenir rentístico de los negocios origina una conflictividad muy diferente a la que vivimos en el 2001. Territorios que antes eran considerados periféricos hoy adquieren centralidad (expansión de las fronteras agrarias y mineras, valorización especulativa de las periferias urbanas), y son penetrados por dispositivos de una soberanía paraestatal, en torno a formas de propiedad articulados por instrumentos financieros muy abstractos, con dinámicas represivas en manos de bandas y de una policía en estado de excepción.
Las nuevas soberanías regulan a su manera los territorios, sustentando, penetrando, desbordando y amenazando a las instituciones públicas. Esta “segunda realidad”, que reorganiza al propio estado, es una verdadera trampa posmoderna para cualquier pretensión de restauración republicana, en tanto carcome elementos fundamentales del herramental democrático construido por las luchas de los derechos humanos desde 1983 (derechos civiles contra la intervención de las FF.AA), y a partir del 2001 (derechos sociales).

En este contexto, la investigación militante debe ser recreada, en pos de una nueva eficacia. La creación del Instituto de Investigación y Experimentación Política, plantea (entre otros) los siguientes desafíos:

– si la apropiación privada de lo que es común se organiza en torno a actividades rentísticas, en economías más poderosas, difusas y profundamente ambiguas, la pregunta es: ¿cómo se lucha contra la renta?

– resulta fundamental hacer converger el acumulado de experiencia del movimiento de derechos humanos con las estrategias judiciales y de autodefensa que el nuevo conflicto social está comenzando a desarrollar.

– se trata de construir nuevas instituciones populares, pos-estatales: ni fuera ni dentro del estado sino replanteando la naturaleza de los problemas y articulando intervenciones complejas, en todos los niveles: territoriales, comunicacional y en el plano del pensamiento.

– se impone imaginar y constituir nuevos tipos de organización política con trozos de viejas y nuevas militancias, con segmentos de los activismos sociales, de investigación, y con experiencias organizadas dentro y fuera del estado.

– la investigación militante tiene la intención de crear redes entre sujetos que luchan en situaciones conflictivas, y colaborar en la creación de enunciados e imágenes, alentando el surgimiento de una nueva narrativa política.

– esta narración cumple al menos dos funciones: nombrar nuevas realidades de las que no sabemos hablar; e impedir quedar envueltos por retóricas de derecha que interpretan el nuevo conflicto de modo reaccionario, como el caso de la “lucha contra la inseguridad” y la “guerra contra el narco”.

A partir de estas preocupaciones y desafíos, tiene sentido abrir algunas preguntas. ¿Cómo perciben el agotamiento de las formas de gubernamentalidad? ¿Cómo integrar en un análisis la geografía de la crisis y la democracia del común? ¿Creen que la investigación militante puede ser un modo de impulsar la organización política? ¿Cómo pensar instituciones populares en este marco? 

Buenos Aires, 7 de noviembre

Ilumíname la vida

por Helena Pérez Bellas



Hace mil años cuando murió mi papá estuve sola. No había nadie en la clínica y tuve que pelear durante horas para que me dejaran verlo. Una cosa es que alguien se muera y otra cosa es sentarte a ver a alguien morir y esperar en ese pasillo de tránsito entre la vida y la muerte que se vaya. Escribí de esto mil veces y escribiré mil más. Hasta encontrarle la vuelta desde el lenguaje. Cuando yo llegué mi papá ya no hablaba, se había despedido de la capacidad del lenguaje, del don del habla. Sentada ahí empecé a tener una conversación imaginaria con él. Ya sé, una locura hablar con quién no te habla. Es hablarle a alguien offline. Pero es increíble cómo intentás abogar por un milagro. Tenía la mitad de la cabeza rapada por la operación y le dije: papá parecés un punk; sos punk, papa. Y le tocaba el pelo que era como una coronita gris, rubia y blanca para acomodárselo mejor. Todos lo que estaban en esa sala iban a morir lo que no sabés, de verdad no lo sabés, es que vos también te empezás a morir ahí.
La última vez que mi papá fue mi papá yo tenía 26 años y empezaba a vivir en mi propia casa. Siempre que lo llamaba por teléfono se ponía a llorar, se emocionaba mucho. Un día me dejaron así con total brutalidad y yo lloré. Y haces lo que hacen todos los enamorados dejados, fumas y caminas, fumas y caminas. Vos ves a la gente pero no estás en contacto con la gente.  Estaba en Palermo caminando sin razón y vi venir el 34 y me lo tomé. Me baje en Juan B Justo y San Blas, camine hasta la casa en donde crecí, entré sin saludar a mi mamá y subí directo a la habitación donde mi papá ya pasaba sus días postrado para siempre. Y me acuerdo, lo juro, como si fuera hoy, porque es hoy, que simplemente me abracé a él llorando y lo único que le decía es papá, papá, me dejó, papá no me quiere, papá yo sí lo quiero, papá me dejó, papá no me quiere, hace que me quiera. Y largué todo, se hizo un río, moje la almohada, moje las sábanas, se me nubló la vista y me quedé ahí no sé cuánto tiempo, no sé cuántas horas, si se que se hizo de noche y él lloró conmigo. Ahora camino, camino y no tengo a dónde ir.
No tengo lenguaje cuando se impone el amor. Me antecede, es más primitivo. Me quedé sin lenguaje. No elaboro discurso cuando quiero. Yo quiero y punto. ¿Por qué lo quiero? No lo sé. ¿Por qué le aguanto todo? No lo sé. Te quiero, pero me quedé sin lenguaje. Tengo poesía igual para estallar en la prosa. Es su cuerpo mi amor repartido en mil estrellas. Son las estrellas la constelación de mi afecto. Cuando se apagan no tengo cómo volver a mi casa. Estoy perdida y sin lenguaje. Me traga la noche. Comer, dormir, es para los que funcionan. Iluminame el cielo. Necesito volver a casa.

Comunicado: el MoCaSE exige la libertad de Don Aníbal Santillán

El Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE) denuncia, repudia y exige la libertad inmediata de Don Aníbal Santillán, que fue detenido el jueves 7 del corriente mes en la ciudad de tintina, de manera arbitraria. La denuncia fue formulada por Antonio Azar en representación de la Empresa Mayo Investiment S.A. en contra de Hugo, Jorge y el propio Anibal, todos de apellido Santillan y pertenecen al mismo núcleo familiar, ellos viven en el Cade, Departamento Alberdi entre las inmediaciones de los pueblos de Tintina y campo Gallo, a mas de 200 kilómetros al norte de la ciudad Capital. Se los acusa de un supuesto delito de USURPACION de propiedad, daños, amenazas calificadas, abuso de armas y HOMICIDIO en grado de tentativa, el expediente se tramita en el Juzgado Criminal y Correccional de Primera Nominación a cargo de la Jueza Lucrecia Llanos Martínez.
Don Anibal tiene 73 años, vive con su esposa e hijos en el lote el Cade, que fue herencia de su papá Nolasco, allí nacieron y crecieron sus hermanos formaron sus familias y viven de la cría de vacas, en un lote de mas de 10.000 hectáreas y desde Junio del año pasado llegó la Empresa “Oro Esperanza Agro S.A.” que pertenece a un grupo de empresarios chinos.
El operativo se llevó a cabo por orden de la jueza Llanos Martínez, el día jueves a las 6,30 horas aproximadamente, cuando la familia descansaba, la fuerza policial D6 (Servicio de Inteligencia), irrumpió violentamente la ventana de la casa, donde, también se encontraba don Anibal, pero antes habían roto dos y después recién pudieron ingresar por la parte de atrás al domicilio y lo sacaron a los arrastrones ante los gritos desesperantes de su esposa, hija y nietas que miraban y no entendían nada, porque a su abuelo le apuntaban con varias armas estos monstruos vestidos de negro; luego lo llevaron a la sub. Comisaría de Tintina y allí quedó detenido, hasta estos momentos. Don Anibal, no esta bien de salud (sufre de hipertensión y otras cuestiones que también son muy delicadas), por eso fue trasladado al hospital de Tintina, por orden del médico de la policía, doctor Luis Salomón. El profesional de la salud del nosocomio también había dado la orden de que se quedara internado por su situación delicada.
Una cuestión de sentido común que denunciamos hasta el hartazgo y lo seguiremos haciendo y recriminándole a los jueces que NUNCA UN CAMPESINO QUE VIVE EN SU PROPIO LUGAR DE VIDA PUEDE SER UN USURPADOR, otra cuestión que ya estamos acostumbrados en esta lucha, es el armado de causas, a dirigentes campesinos y a familias que se resisten por defender lo suyo, que por derecho les corresponde. Con la inmediatez que actúa la policía con sus informes para que una jueza o juez sin investigación o sin la veracidad de la situación del conflicto emiten estas órdenes en desmedro del sector campesino que una ves más se repite, dejando muchas dudas en varios sentidos del accionar de policías y jueces, y ante este tipo de procedimientos con mucha liviandad, solo dejan la malicia de la duda que actúan por pesos de por medio.
La empresa China (Oro Esperanza Agro S.A.), con sucursales en Córdoba que actualmente mantiene un conflicto con las familias Santillan tiene una relación laboral con Mayo Investiment S.A. con su sede en la Capital porteña y es la que radicó la denuncia en la dependencia policial de Santiago del Estero (capital), esta firma realiza el trabajo de limpieza del campo usurpado por los chinos y que tiene a todos sus empleados en esclavitud y en negro.
Anibal Santillan, hoy lunes 11 fue trasladado desde el hospital de Tintina a la alcaldía de tribunales, sin importarles su estado de salud, donde tampoco quisieron recibirlo en ninguno de los hospitales públicos de la ciudad capital porque “NO HABIA LUGAR”. Su familia esta muy preocupada y desesperada pidiendo JUSTICIA.
La persecución a campesinos, campesinas y a las familias Indígenas siempre han usado este modo para debilitarnos a que desistamos de la resistencia por NUESTRA TIERRA. Pero la mala noticia para este sistema corrupto, es que el movimiento Campesino, jamás se dará por vencido, y claudicará de su lucha. POR ESO EXIGIMOS LA INMEDIATA LIBERTAD DE NUESTRO COMPAÑERO, PORQUE DE LO CONTRARIO, LE LLEGARA A OCACIONAR ALGUN PERJUICIO GRAVE EN SU SALUD, LO REZPONSABILIZAMOS A LA FUERZA POLICIAL D6 Y A LA JUEZA QUE SENTENCIO LA ORDEN. Como Mocase una ves mas levantamos la vos para decir ¡BASTA DE TANTOS ATROPELLOS! ¡¡¡ LA TIERRA ES NUESTRA!!!
MOCASE

La acción común y los límites del Capital

por Toni Negri



1. Es en la postguerra cuando se afirma la intuición de Pollock –elaborada en la época weimariana– de que el mercado capitalista no puede ser considerado de manera simplista y retórica como libertad (incluso anarquía) de circulación y realización del valor de las mercancías sino al contrario y fundamentalmente como unidad de mando a nivel social, como “planificación”. Este concepto socialista, aborrecido por el pensamiento económico capitalista, regresaba gloriosamente a las categorías de la ciencia económica. El concepto de “capital social” (es decir, de un capital unificado en su extensión social, dentro y sobre el mercado, entendido como dispositivo de garantía del funcionamiento del propio mercado), en definitiva como seña de una dirección efectiva capitalista de la sociedad, está cada vez más ampliamente desarrollado.

Particularmente importante desde este punto de vista es el debate desarrollado en la izquierda comunista occidental, referido a la Unión Soviética. La disidencia obrerista en el trotskismo elabora en los años 40 el concepto de “capitalismo de estado” para definir al régimen soviético, asumiendo el Termidor de la Revolución Rusa no como pasaje contingente en la transición al comunismo sino como función específica y progresiva de la propia reorganización del capitalismo maduro. En el debate italiano de los años 50, ante la modernización capitalista en el periodo de la reconstrucción, el concepto de “capital social” es elaborado en particular por Raniero Panzieri –traductor italiano del segundo volumen de El Capital de Marx y fundador de los Quaderni Rossi. Basándose en el análisis de los procesos de circulación del capital, Panzieri desarrolla el concepto de “capital social”, desmitificando las concepciones del “libre-mercado” y recuperando, además de la citada disidencia trotskista, elementos del pensamiento liberal europeo –que, con Keynes, había hecho del capital social y de la planificación monetaria el centro de la programación democrática del desarrollo fordista. Pero es sobre todo la Escuela de Frankfurt (siguiendo a Pollock) quien asume el concepto de desarrollo capitalista como totalidad y progresivamente elabora la teoría de la “subsunción de la sociedad en el capital” –ya sea desde un punto de vista estructural (toda  la sociedad comprendida en el dominio capitalista), o desde el punto de vista espacial (desde el imperialismo al sistema-mundo), o (con más fina intuición) como  proceso continuo de traducción recíproca de las tecnologías y de las transformaciones antropológicas. Es sobre este complejo terreno, ante esta ontología social y dinámica que se ha propuesto la temática de la emancipación y las prácticas consecuentes.

Por el contrario, y fuera de aquella fuerte metodología materialista, en el marxismo occidental entre ambas guerras e inmediatamente después, y en los epígonos de Frankfurt el espacio de la emancipación se construye principalmente reducido a un horizonte moral (ético) y el de la liberación se define como utópico, imponiéndose una perspectiva idealista. Las consecuencias de la teoría del “capital-social” son asumidas en una dialéctica que no revive la experiencia de la explotación. Mientras el capital parece constituir lo inhumano y el Aufklaerungse ha traducido en su opuesto, dentro de esta empobrecida lectura nace una tradición que considera la emancipación o la liberación como un “afuera”. Estamos en el reino de la metafísica, donde el comunismo se presenta como producto de un pensamiento que de manera absoluta realiza lo universal o como reflejo inactivo de un ser sustraído a la historia. Badiou y Agamben han retomado actualmente esas viejas frustraciones, sustrayendo así el deseo a la vida, sin darse cuenta que aquellas ilusiones llevan las luchas por la emancipación a la impotencia y a la derrota, a un destino de obediencia y de dolor.

Retomamos aquí, en cambio, el pensamiento de los operaistas. En Marx, el concepto de capital se da siempre, contra toda posición idealista que consolide unitariamente la figura, como “relación social”. El capital, el capitalismo, las dimensiones del mando social, etc… no pueden darse como totalidad acabada: la subsunción capitalista de lo social es la subsunción de una contradicción, de una relación antagonista que permanece. Pero hay más: toda epistemología del desarrollo capitalista no puede sino darse a partir de una posición antagonista dentro del propio desarrollo. El análisis es siempre “dentro” y para estar dentro será “contra”. Y si el mando social implica siempre un otro sobre el que ejercerse, esta relación es “intransitiva”, rehúye toda solución de la dialéctica, toda superación del movimiento antagonista, imponiendo un movimiento de resistencia no sólo ético sino epistémico. Apuntamos aquí algunas consecuencias sobre las que volveremos más adelante. La primera es –a nivel “macro”– aquella que nos permite interpretar el desarrollo (y las crisis) del capitalismo como un proceso antagonista cuya dinámica está marcada por continuas, aunque distintas, intensidades conflictuales. Siempre hay quien gana y quien pierde, dentro de este proceso abierto e indefinido. La segunda consecuencia, a nivel “micro”, es la continua modificación de la composición social de los sujetos, tanto desde el punto de vista técnico como político –la distinta densidad de la relación capitalista empuja las contradicciones hacia figuras cada vez más singularizadas e irreductibles. La tercera consecuencia consiste en que, a partir de la relación entre la intensidad y la densidad propias del antagonismo, surgen nuevas cualidadesde los sujetos que participan en el desarrollo. Cuando, como ocurre en la sociedad postfordista, la relación social que constituye el capital, abarca toda la sociedad y determina la productividad, cuando la productividad deviene cognitiva, inmaterial, afectiva, cooperativa, etc… , en definitiva “producción de subjetividad”, entonces el cambio deviene ontológico y asistimos a una profundización del antagonismo que inviste a los sujetos –en particular las figuras del trabajo vivo que son cada vez más capaces de apropiarse partes de capital-fijo y desarrollar autónomamente, de forma cooperativa, eficacia productiva.

2. Antes de avanzar la discusión, permítasenos insistir aquí en la importancia del pensamiento foucaultiano para hacer proceder en este sentido la investigación. Ello ha sido fundamental tanto para redefinir el desarrollo capitalista como desarrollo de una relación “intransitiva” entre biopoderes y resistencias subjetivas, como para introducir el análisis de las transformaciones antropológicas que se siguen de esta intransitividad de la relación. La resistencia (replegándose sobre sí misma, produciendo subjetividades autónomas) se configura cada vez más como producción de singularidad y las instancias ontológicas de singularización, que Deleuze había claramente definido, encuentran concreción en la teoría foucaultiana del “dispositivo”. El dispositivo es la tensión productiva que está impresa en el sujeto, es la tendencia al desarrollo de la producción de subjetividad dentro de procesos cooperativos y a su metamorfosis colectiva. El dispositivo foucaultiano es un conatus maquínico y una cupiditasproductiva que impulsan la autonomía de los sujetos en la resistencia al capital –dentro y contra, por tanto, la relación capitalista. Cuando se habla del marxismo de Foucault se habla de esta máquina de inmanencia que reencuentra, ya no en las estructuras industriales de la lucha de clases sino en la consistencia social del dominio capitalista, la potencia de la resistencia, de la ruptura, de la alternativa. Es un nuevo mundo que deviene real, donde al biopoder se le opone la creatividad biopolitica.

3.  Tengamos ahora presentes las conclusiones extraídas en el punto 1 y profundicemos finalmente en el tema “límites del capitalismo”.

En el tercer volumen de El Capital, Marx afirma que el propio capital es el límite del capitalismo. Llega a esta afirmación a partir de la demostración de la caída tendencial de la tasa de ganancia en el desarrollo de la composición orgánica del capital. Si la valorización capitalista (y por tanto los beneficios) viene dada por el empleo de “trabajo vivo” (y por la explotación/extorsión de su creatividad), cuanto más se extiende la mecanización del trabajo (y por tanto la valorización se desplaza y se sitúa sobre los elementos constantes del capital), tanto menos se incrementará el valor del capital porque el empleo (la explotación) de la fuerza de trabajo disminuirá.

En el siglo XIX y a principios del XX esta ley a menudo se ha interpretado como catastrófica para el desarrollo capitalista. Sin embargo, no ha funcionado en estos términos: el límite no se ha demostrado en relación y a medida de la ampliación de la acumulación tecnológica del sistema capitalista y la transformación de las subjetividades puestas a trabajar más bien ha aumentado que restringido el campo de la acumulación, de la explotación y del mando. Esto no significa que el límite haya desaparecido –permanece y los capitalistas siempre sienten dramáticamente su inminencia– pero este límite se ha desplazado y relocalizado ante las nuevas subjetivaciones producidas. De ello se desprende que, como habíamos ya recordado repensando la contribución de la escuela de Frankfurt, el carácter antagonista del desarrollo capitalista no puede ser reconocido ni revelado sobre el terreno objetivo: sólo puede ser  interpretado cuando se observa esas nuevas subjetividades que ha producido el desarrollo –o, si se quiere, la materialidad de las nuevas figuras antropológicas, singulares y subjetivamente relevantes– en definitiva, las transformaciones antropológicas introducidas por el propio desarrollo capitalista, las mutaciones de la fuerza de trabajo, y la nueva dialéctica entre fuerza de trabajo inmaterial y reapropiación de capital-fijo.

Quiere decirse con esto que si la catástrofe capitalista ligada a la caída de la tasa de ganancia no se ha producido, no se debe al poder capitalista para evitarla mediante sucesivas oleadas de innovación tecnológica, de expansión territorial y de adecuación y transformación de los instrumentos de mando (la relevancia del mando financiero respecto a las políticas industriales es el ejemplo más reciente). La catástrofe más bien se ha reconfigurado y reenviado a través de la transferencia de la capacidad de producir y de acumular de los patronos a los trabajadores; de la potencia del capital-constante a la difusión de los procesos de reapropiación proletaria de capital-fijo. El límite del capitalismo se revela aquí por la extensión de su dominio, por el hecho de haber subsumido el planeta, pero de este modo, en el curso de este proceso, por haberse visto obligado a ceder a los productores cada vez más singularizados, cada vez más fuertes en su cooperación autónoma, la capacidad de existir y de producir fuera de la obsesión homologante del comando (capitalista) y de construir, caóticamente de manera alternativa, su independencia ontológica.

4. ¿Por qué resurge hoy el problema del “límite del capitalismo”? Parece a primera vista que el problema se limitase simplemente al terreno político, es decir, que surja de la crisis de la relación entre desarrollo capitalista y democracia, esto es de la crisis del Estado democrático, del Estado de derecho, representativo y parlamentario. ¿Verdaderamente son incompatibles capitalismo y democracia entendidos desde el punto de vista constitucional? Lo son y no lo son: lo que es cierto es que, en las actuales condiciones, el capital no es compatible con una democracia igualitaria y progresiva. Probablemente hay que leer la crisis de la socialdemocracia en este terreno.

Estas consideraciones son todavía insuficientes para definir las dificultades que se presentan actualmente en la relación capitalismo-democracia. No cabe duda que la democracia constitucional tiene dificultades cuando se confronta con las instancias de igualdad que surgen de un mundo productivo cada vez más cooperativo, y que el orden económico de la propiedad privada está igualmente en dificultades cuando se confronta a aquellas instancias del “común” que se rebelan cada vez más en la actual condición productiva. Se trata de una fuerza de trabajo cognitiva  que no se consume en el uso y que se implementa en la cooperación, que no se utiliza sino en su composición cooperativa y dinámica, en su “excedencia” –por tanto– frente a toda medida y autónoma de todo comando extrínseco. Este es el carácter “común” de la fuerza productiva actual –lingüística, afectiva, cognitiva, inmaterial y cooperativa. El orden económico del individualismo posesivo y de la propiedad privada ya no tiene ninguna consistencia ontológica. En este punto, el constitucionalismo moderno y el mundo de la vida chocan de manera irreductible. Por tanto concluimos que esta relación está en crisis, al menos por dos razones, que van más allá de la crisis del Estado de derecho: la primera es que el dinero ha superado el trabajo; la segunda es que la técnica ha superado la vida.

5.  Al término de nuestra intervención veremos como estas dos contradicciones encuentran su causa en la tendencial ruptura de la propia relación del capital: el uno del poder, de la moneda, del capital, se ha dividido en dos y no se puede recomponer. Pero antes de considerar este elemento de fondo, abramos la discusión acerca de la problemática hasta aquí aproximada.

Que el dinero ha superado el trabajo está claro cuando se analiza la estructura del capital financiero que ha introducido claves de control de la fuerza de trabajo que, además de extenderse socialmente, sitúan la relación del capital fuera de toda medida material. El beneficio se separa de manera abismal del trabajo, la ley del valor-trabajo se disuelve por completo. La globalización interviene sobre esta tendencia, distendiéndola en el espacio mundial y haciéndola aún más incontrolable.
La posesión del dinero –la convención financiera– se establece como norma reguladora de las actividades sociales y productivas y, por tanto, como acceso a una “realidad propietaria” cuya eficacia ya sólo se basa sobre  la función monetaria más arbitraria. La propiedad deviene papel, monetaria o accionarial, móvil y/o inmobiliaria, tiene naturaleza convencional y jurídica. André Orléan y Christian Marazzi –dos autores que considero fundamentales en la presente coyuntura– han insistido oportunamente sobre esta transformación. Se trata de considerar la convención financiera como un comando independiente de toda determinación ontológica: esta convención fija y consolida un “signo propietario” (en los términos de la “propiedad privada”) rigiendo también cuando se presenta como “excedencia” no simplemente respecto a las viejas y estáticas determinaciones del valor-trabajo sino también referida a aquella “anticipación” y a aquel “incremento” continuos que le son propios al ejercer la captación financiera del valor socialmente producido al operar a nivel global. Está claro que, en esta nueva configuración de la regla propietaria, permanece la base material de la ley del valor. Y sin embargo no se trata –al leer la ley del valor– de trabajo individual que deviene abstracto, sino de trabajo inmediatamente social, común, como tal directamente explotado por el capital. La regla financiera puede darse de manera hegemónica porque en el nuevo modo de producción el comúnemerge como potencia eminente, como sustancia de las relaciones de producción, invadiendo cada vez más el espacio social como norma de valorización. El capital financiero persigue esta extensión del común, pretende traducirlo directamente en beneficio, apremia la renta mobiliaria e inmobiliaria anticipándola como renta financiera. Bien dice otro economista, Harribey, discutiendo con Orléan que si el valor ya no se presenta aquí en términos sustanciales, no se muestra sino como una simple fantasmagoría contable; más bien es el signo de un común productivo, mistificado pero efectivo, que se desarrolla cada vez más intensa y extensamente. Por tanto el dinero ha superado el trabajo y ahora lo ve como una meta lejana que no es necesario conseguir –en la ilusión que esta abstracción pueda durar, que la corrupción de los valores y la especulación monetaria siempre pueda avanzar.

Y en segundo lugar, la técnica ha superado la vida. Cuando se dice esto se insiste en dos elementos: el primero se refiere a la disolución de la homogeneidad funcional que la actividad industrial determinaba entre desarrollo tecnológico y desarrollo de la fuerza de trabajo. Por el contrario, hoy, dentro de las estructuras productivas (ya no sólo industriales) la subjetivización de la fuerza de trabajo se da de manera cada vez menos resoluble en el comando productivo. En efecto no se asiste ya simplemente al robo del plustrabajo por parte del capital-constante, se asiste paralelamente a la apropiación de capital-fijo por parte de la fuerza de trabajo. El comando tecnológico ya no consigue mantener firme la relación con la autónoma socialización cooperativa del trabajo. Estamos aquí frente a una primera paradoja referida a la producciónconsistente en que el capitalismo financiero representa la forma más abstracta y distanciada de comando en el mismo momento en que concretamente inviste la vida en su conjunto. La “reificación” de la vida y la “alienación” de los sujetos son producidos por un mando productivo que deviene –en el nuevo modo de producción, organizado por el capital financiero– totalmente trascendente, sobre una fuerza de trabajo cognitiva –que, sin embargo, se revela autónomamente productiva cuando es obligada a producir plusvalor, precisamente por ser cognitiva, inmaterial, creativa, no inmediatamente consumible.

La paradoja se presenta completa cuando se considera que, basándose la producción esencialmente en la “cooperación social” (ya sea informática, en la atención, en los servicios, etc… ), la valorización del capital ya no entra en conflicto simplemente con la masificación del “capital variable” sino con la resistencia y la autonomía de una multitud que se ha reapropiado de una “parte” del capital fijo (presentándose por tanto, si se quiere, como “sujeto maquínico”) y de una continua “relativa” capacidad para organizar las redes de cooperación social.

Esta paradoja y esta contradicción contraponen de manera violentísima al “capital constante” (en su forma financiera) y al “capital variable” (en la forma híbrida que asume habiendo incorporado “capital fijo”) –y, por tanto, implementa tendencialmente la verticalización del mando y la ruptura de las estructuras representativas del Estado de derecho.

Una segunda contradicción la verificamos cuando advertimos que, a causa de estos procesos de apropiación de partes de capital-fijo por parte de los trabajadores, por un lado el comando capitalista se extiende y explota la vida de los trabajadores, la sociedad en su plena extensión –y por tanto se define como “biocapital”–, y por otro encuentra dificultades cada vez más insuperables al enfrentarse con los “cuerpos de los trabajadores”.

Aquí, el conflicto, la contradicción, el antagonismo se establece cuando el capital (en la fase postindustrial, en la época en que deviene hegemónico el capital cognitivo) debe poner directamente a producir los cuerpos humanos convirtiéndolos en máquinas singulares, no ya simplemente subsumiéndolos como mercancía de trabajo. Así (en los nuevos procesos de producción) los cuerpos se especializan cada vez con más eficacia y conquistan autonomía de modo que, a través de la resistencia y las luchas de la fuerza de trabajo maquínica, se desarrolla  cada vez más expresamente la demanda de una “producción del hombre por el hombre”, esto es por la máquina vivente “humana”.

De hecho, en el momento en que el trabajador se reapropia de una parte del “capital fijo” y se presenta, de manera variable, a menudo caótica, como actor cooperante en los procesos de valorización, como “sujeto precario” pero “autónomo” de la valorización del capital, se da una completa inversión en la relación trabajo-capital: el trabajador ya no es sólo el instrumento que el capital usa para conquistar la naturaleza –dicho banalmente, producir mercancías–, sino que el trabajador, habiendo incorporado el instrumento, habiéndose metamorfoseado desde el punto de vista antropológico, reconquista “valor de uso”, actúa maquínicamente, en una alteridad y autonomía del capital, que buscan ser completas. Entre esta tendencia objetiva y los dispositivos prácticos de constitución de este trabajador maquínico, se sitúa la “lucha de clases” que hoy podemos denominar “biopolítica”.

6. Estas paradojas siguen sin resolverse en la acción del capital. En consecuencia, cuanto más fuerte es la resistencia, más duro es el intento de restauración del poder por parte del Estado. Toda resistencia es condenada como ejercicio ilegal de contrapoder, toda manifestación de rebeldía se define como devastación y saqueo. Ulterior paradoja –esta vez pura mistificación– al ejercitar el máximo de violencia, el capital y el Estado tienen la necesidad de mostrarse como figura inevitable y neutra: el máximo de la violencia se ejercita por instrumentos y/o por órganos “técnicos”. “No hay alternativa”, proclamaba Thatcher. Aquí, en nombre de este mando inevitable (racional en la lógica capitalista), la tecnología supera la vida de forma extrema, no por ello menos típicas y generalizables. Es característico el caso del “estado nuclear”: en este modelo la tecnología se sitúa como garantía forzosa de la soberanía, como chantaje permanente de los poderes públicos contra cualquier fuerza o movimiento (sobre todo en la política interna) que quiera o pueda imponerse al “legítimo soberano”. Estos son, probablemente, los fenómenos que extreman la relación de capital y determinan la crisis de la democracia incluso como simple forma de control social-democrático del desarrollo.

Efectivamente, “Estado nuclear” es aquel que quiere imponer la “excepción” soberana en términos físicos y plasmar la autonomía “de lo político estatal” dentro de una insuperable figura tecnológica, como garantía del predominio del capitalismo y de la imposibilidad de ir más allá. Aquí la soberanía moderna se hace definitivamente “biopoder”. ¿No se renueva, a través del “poder terrible” del “Estado nuclear”, a través de la función tecnológica, aquella tradición de poder del soberano que, en la historia, tanto ha caracterizado la tradición del absolutismo?

En este último caso, El Estado nuclear, se da el límite del capitalismo –es la catástrofe misma de la vida. Pero se trata de un caso extremo –no ontológicamente necesario aunque lógicamente posible. Esta dimensión catastrófica seduce a los espíritus reaccionarios: Heidegger pudo, sobre esta traza, hacer extensible a la vida entera el peligro atómico, generalizar los efectos de la tecnología nuclear en el propio concepto de técnica. Nosotros consideramos que la potencia de la vida y la alegría de la libertad pueden evitarnos estas amenazas trascendentales, oponiéndoles resistencias ontológicas, arrancando la tecnología de las manos del capital, la incorporamos no como hábito de esclavos sino como instrumento corpóreo de emancipación.

7. Entonces, ¿dónde está el límite del capital? Este está siempre en el lugar subjetivo donde la explotación del trabajo se rompe y la esclavitud de la propiedad privada y del dominio monetaria desaparece –en el lugar donde nos reapropiamos no sólo de las tecnologías sino del mando sobre ellas. Y puesto que las tecnologías son prótesis de lo humano, el problema es hacer de la tecnología prótesis de nuestra resistencia, de nuestra rebelión y nuestra humanidad. Es en la construcción del “común” donde nos reapropiamos de las tecnologías y devenimos potentes –el proceso histórico del desarrollo capitalista (en el momento mismo en el que ha alcanzado –en la forma financiera– el poder capitalista una exagerada y vacía transcendencia) ha permitido una transformación antropológica que va en el sentido de una singularización cooperativa. No de un proceso de individualización de sujetos posesivos sino de una proliferación de singularidades cooperativas. Intensidades tecnológicas, densidades cooperativas, cualidades singulares son el producto de y producen nuevas figuras antropológicas. El común no es un compacto orgánico sino un conjunto cooperativo de singularidades. Aquí reconocemos el lugar subjetivo donde se sitúa el límite del capitalismo porque aquí se sitúa la intransitividad de la relación que define al propio capital.

Observando sin embargo el proceso que hasta aquí hemos descrito, desde el punto de vista de aquellos filósofos que hemos estigmatizado por haber expresado una crítica idealista y moral de la relación del capital, se podría objetar qué singularidad podrá darse, qué límite podrá darse si se produce de manera tan impura, si se ha contaminado a través de la reapropiación de capital-fijo. Hay que decir claramente, respondiendo a estas objeciones que no hay liberación, no hay subjetividad que no esté completamente llena de historicidad e inmersa en la violencia de la relación del capital. No hay lugar donde la humanidad pueda ingenua o desesperadamente recomponerse o redimirse. El “hombre universal” que interpretaba la idea del común, ¿dónde lo encontraremos después de la catástrofe del “socialismo real”? ¿O el hombre desnudo? Pero el hombre desnudo es sólo un colmo de la abyección, que el poder ha producido, del cual toda dignidad ontológica ha desaparecido. El rebelde, el resistente, el hombre ético está tan contaminado como lo estaba el filosofo cínico (nos recuerda Foucault) y se hace cargo de toda la historicidad. ¿En qué consiste entonces aquel proceso de apropiación que arma la subjetividad? Consiste en hacer propia, en aferrar, en fabricar prótesis corpóreas y mentales, lingüísticas y afectivas, es decir, en reconducir en la propia singularidad algunas capacidades que antes sólo eran reconocidas propias de las máquinas con las que se trabajaba, y en incorporar estas características maquínicas como actitudes y comportamientos primarios de la actividad de los sujetos del trabajo. En la separación establecida entre los dos sujetos de la relación capitalista (el patrón y el trabajador) se da, por parte de las singularidades, una reapropiación di capital-fijo, una adquisición irreversible de elementos maquínicos sustraídos a la capacidad valorizante del capital.

Ahora bien, toda reapropiación es destitución del mando capitalista. Este proceso de reapropiación, especialmente el realizado por los trabajadores inmateriales –actualmente mayoritarios en los procesos de valorización–  es efectivamente muy fuerte, eficaz en su desarrollo, y determina la crisis. Pero no se daría esta crisis si considerásemos que la misma surge espontáneamente de los procesos de reapropiación y de destitución. No es así. La crisis necesita de un choque, de una realidad política que se mueva hacia la destrucción no ya simplemente de la relación de explotación sino de la condición forzosa que la sostiene. De hecho cuando se habla de reapropiación por parte del sujeto antagonista, no se habla simplemente de la modificación de la calidad de la fuerza de trabajo (que deriva de la absorción de partes de capital-fijo). Se habla esencialmente de la reapropiación de la cooperación que en la restructuración capitalista de la producción ha sido incentivada y posteriormente expropiada –y que representa el drama esencial de esta fase crítica. Cuando se dice recuperación de capital-fijo, reapropiación –lejos de expresarse en términos maquínicos economicistas– el análisis entra más bien en el terreno de la cooperación que hoy se regula en términos biopolíticospor el capital: destituir al capital de esta función significa recuperar para la fuerza de trabajo autónoma capacidad de cooperación.

Traducción: de Nemo Niente

Clinämen: Explotación y democracia en tiempo del capital financiero-extractivo

Conversamos con Sandro Mezzadra, investigador y activista italiano. Cuando el extractivismo de las finanzas va más allá los “bienes comunes”. Economía y política. La investigación militante. Cuando la construcción política enfrenta la relativa “exterioridad” del capital. El lugar de lo estatal.

Serie «La Guerra por el Consumo»: Todo se torna un poco peor

por Diego Valeriano



Siempre vuelve tarde del trabajo, 12 o 1 según la suerte en el bondi. La abuela le enseñó que lleve un pedazo baldosa en la cartera por si alguien se quería propasar. La abuela volvió a Tucumán hace mucho y el barrio se volvió uno de los peores lugares posibles del mundo. No usa cartera, tiene mochila con los apuntes de enfermería,  un gas pimienta que le regalo la señora donde trabajaba hace un año y no mucho más. Nunca lo usó, solo lo deja para una situación extrema. ¿Una tocada de culo no es extrema? El 238 la deja a cinco cuadras o a dos según decida ella cruzar o no el terreno siempre azaroso de la Base. Medita como puede sus opciones. La posibilidad de cruzar el terreno conlleva enfrentarse con los pibes que eran amigos de su hermanito, piensa que la memoria de él la puede proteger pero no puede estar segura ¿hasta qué hora un recuerdo es inviolable? Sabe lo que les paso a las dos pibitas hace un mes. La posibilidad de llegar antes a su casa la arroja por el sendero que hace diagonal en el terreno ¿Cuántas veces puede poner en juego su suerte? A medida que camina por el terreno escucha la estropeada música que sale de un celular, camina confiando en que no van a concretar la repetida y secreta amenaza de violarla. Le encantaría pensar que no son ellos cuando hacen giladas pero los conoce muy bien. Camina sabiendo que si la rodean tiene que tener la templanza suficiente y no demostrar temor, eso los excita, lo incentiva, les da la razón. Los olores se mezclan, pero sobresale el inconfundible olor a plástico quemado, saca el gas de la mochila y prepara todo su cuerpo para el enfrentamiento. Se arrepiente un poco del camino elegido, pero ya no puede volver, está a diez metros de encontrarse con ellos. Retroceder y que la descubran le anularía la posibilidad de caminar tranquila de aquí a la eternidad. Dudar es peor que lo que le puede pasar si no lo hace. Camina y las risotadas imbéciles cesan al ver que se acerca. Ojala se acuerden de Migue, de que paraba con ellos, de que eran amigos. Uno de los pibes se mueve de su lugar, no sabe si es para dejarla pasar o para tomar carrera y lanzarse sobre ella, dos la observan detenidamente moviendo apenas la cabeza, cree ella que calculándola. Los mira rápidamente, quiere entender el territorio donde se puede librar la batalla. Quiere no pensar, que se suspenda todo y llegue a su casa sin problema alguno, para dormir y poder descansar. Apenas desacelera el paso para inmediatamente volver a acelerarlo, siente que el corazón le va a salir por la boca y sabe que si es así no puede parar a buscarlo. Tiene miedo, estaría muy bien en este relato decir que los pibes también lo tienen pero no es así; ellos no le temen a una piba indefensa, solo la esperan. Cortan el sendero por donde tiene que pasar Cecilia, la hermana de Migue, la que cuando ellos eran más guachines siempre los hacía delirar por Zumba y Gordillo que paraban con ella. La que los despreciaba y les decía negros. La que no se tatuó una lagrima negra, la que ni lloro cuando mataron a Migue, la que quiere ser enfermera del ejército. Tienen memoria y eso los hace indefectiblemente malditos. Está a menos de dos metros y los pibes no se mueven, nota que conoce a todos -como creció Joel- tiene que decidir si continúa por el sendero esperando que se hagan a un lado o si los rodea brevemente. Sus arterias se expanden, frunce el seño como para observar mejor; ve muy poco aunque hay luna llena. Joel, que está más lúcido que de costumbre, se aparte del sendero, da un paso atrás, la mira y con un gesto de desprecio le indica que puede pasar sin problemas. Ella no entiende el gesto y decide rodearlos para pasar por detrás de los otros dos pibes que no se acuerda como se llaman, pero sabe que haga lo que haga lo siguiente a eso es darles la espalda a esos negros de mierda y todo se torna un poco peor.
@valeriano2015

Actualidad del proceso de Paz en Colombia: actores y perspectivas. A propósito del grano y la paja.

por Laura Acebedo Pérez
(Colombianxs en el Sur)


El 25 de septiembre del presente año los medios anunciaron que la guerrilla de las FARC preparaba un informe sobre  el «estado actual y verdadero del proceso de paz», que este grupo insurgente adelanta con el gobierno de Juan Manuel Santos, en La Habana. El revuelo que causó esta noticia generó en los principales medios de comunicación una serie de críticas, comentarios y opiniones de diversa índole que en su mayoría mostraban preocupación respecto a declaraciones que pudieran poner en riesgo la continuación de los diálogos, imputando la irresponsabilidad del comandante en jefe Timoleon Jimenez. El informe fue presentado el 3 de octubre al inicio de la ronda número 15 de las conversaciones y finalmente tuvo poco revuelo en los medios que habían emitido duras críticas, mientras que los medios alternativos le dieron mayor difusión al informe en su totalidad[1].
Con dicho documento, más que grandes revelaciones secretas (como insinuaron los principales medios), el grupo insurgente, pretendió mostrar su posición y reivindicar su palabra, tras la permanente tergiversación ante la opinión pública desde los medios. Allí se relatan los avances en materia de tierras y se adelantan puntos de la discusión respecto al marco jurídico para la paz[2](definido unilateralmente por el gobierno), el tema de víctimas que está contemplado en el quinto punto de la agenda (se acaban de definir los acuerdos sobre el segundo punto: participación política[3]), y la propuesta del gobierno de refrendar los acuerdos ante la ciudadanía. Las FARC son enfáticas al reiterar, primero, que las decisiones no pueden ser en ningún momento unilaterales y, a la par que reconocen la voluntad política del gobierno, critican la posición que presenta éste en la mesa de diálogo, pues asumen que las FARC debería simplemente aceptar sus propuestas, bajo la presunción de estar dialogando con un grupo derrotado militar y políticamente. Segundo, la responsabilidad del Estado Colombiano en el conflicto interno, que ha contribuido a la crisis humanitaria y la agudización del conflicto social, político y económico, que aunque se intenta discutir en la mesa, la realidad es que los avances que allí se logren no serán sino, posiblemente, puntas de lanza para los grandes temas por los que viene luchando desde tiempo atrás el movimiento social en Colombia.
Ese mismo día, 25 de septiembre, Yesid Arteta, publicó un documento titulado «Acuerdo de paz: el grano y la paja»[4], donde expone un claro panorama sobre las tensiones y perspectivas del proceso de paz, la posición del mapa de actores y, las responsabilidades a futuro para concretar con éxito la dejación de las armas por parte del grupo insurgente, es decir, un proceso que de fin efectivo al conflicto, por lo menos el armado, mediante una transición lenta que no reproduzca otros ciclos de violencia descontrolada como en el caso de México, Guatemala y El Salvador. Su lectura del proceso es bastante clara, propia de un hombre que recorrió los caminos de la militancia estudiantil, los fragores de la guerra como ideólogo de las FARC, la experiencia de 10 años de cárcel luego de caer preso en un enfrentamiento con el ejército en 1996 y finalmente, la ruta del exilio, en donde trabaja en la Escuela de Cultura de Paz de la Universidad Autónoma de Barcelona, comprometido con la salida política y negociada del conflicto interno colombiano[5].
Sin embargo, hay algunos puntos de su artículo sobre los que vale la pena detenerse. En primer lugar, el tema de la voluntad política para concretar un escenario de transición. Arteta expresa que el éxito del proceso de paz, apenas se inicia con la firma de acuerdos, pero requiere un trabajo de hormiga que va más allá de este primer paso. Debe contar con la activa participación de la Comunidad Internacional, y con el desmonte paulatino de los ejércitos. Es decir, un  proceso de paz que logre superar las presiones, y se convierta en una política de Estado encaminada hacia la paz y no sólo a la dejación de las armas. Los problemas de este planteamiento tienen que ver con los ejemplos históricos en la historia colombiana respecto a los procesos de paz, desmovilización, desarme, reinserción e inclusión a la vida política. Dichos momentos en Colombia, se han traducido en el incremento de los asesinatos a líderes de izquierda que se incorporaron a la vida civil, recrudecimiento de la violencia política y de reposicionamientos estratégicos de las fuerzas en conflicto. Recordemos que la clase dirigente en Colombia ha gobernado por décadas y décadas el país, no valió Gaitán, ni Galán, ni Bernardo Jaramillo, ni Pardo Leal, ni Carlos Pizarro[6]que pudieran competir en el escenario electoral sin ser asesinados, y que la Constitución de 1991 en donde al parecer se abría la posibilidad de disputar pluralmente la escena política partidista, no garantizó el ejercicio de la oposición por las vías legales, después del exterminio de finales de los ochentas de la Unión Patriótica[7].
En segundo lugar, Arteta analiza la relación de las Fuerzas Armadas y el papel que deberían cumplir en un escenario de postconflicto. Una posición arriesgada y quizás imaginable, si las Fuerzas Militares y la Policía representaran el ideal de respeto a la población civil. Sin embargo, la depuración de estas instituciones, no es tarea fácil. No sólo son ciertos sectores políticos los que se declaran enemigos de las negociaciones de paz -como el ex presidente Uribe-, quienes poseen un gran poder, económico y político, sino también integrantes de las Fuerzas Armadas ligadas a estos grupos de poder, y a las mafias paramilitares que ejercen control local en diferentes regiones del país. Así las cosas, no se trata solo de depurar la institución militar, sino de un cambio profundo tanto en la política como en el modelo que defienden los agentes armados del Estado.
No en balde, uno de los primeros proyectos de Ley adelantados por el gobierno de Juan Manuel Santos al llegar a la presidencia, fue la ampliación del «Fuero Penal Militar» que buscaba que los crímenes cometidos por la Fuerza Pública en el marco del conflicto armado, sean juzgados por esa misma institución. En el papel, los crímenes de Lesa Humanidad serían juzgados por la justicia ordinaria en cumplimiento con el DIH, sin embargo, la interpretación respecto  a qué casos constituirían un crimen de Lesa Humanidad quedaría bajo la competencia de la Justicia Penal Militar. Y para ello, se define a su vez, lo que constituye un «blanco legítimo” con el fin de establecer las diferencias respecto a los crímenes ordinarios.
El Ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, explicó en el Congreso los criterios que definirían un “blanco legítimo”, ya que este punto causó bastante revuelo en la opinión pública, pues en definitiva, blindaba los abusos de la Fuerza Pública tras la solapa de lo que estarían en legitimidad de hacer en ejercicio de su labor. Así, los casos para los que aplica son: violencia inusitada contra la población civil o las entidades del Estado, contar con mando y control unificado, y haber superado la capacidad del Estado. A su vez, agregó que se consideraría «blanco legítimo» las operaciones contra la población, en la medida en que esta actué en defensa de un grupo armado. Ese supuesto fue la base de la Doctrina de Seguridad Nacional desarrollada y promovida por EEUU en el marco de la Guerra Fría, y ha generado que incontables crímenes contra la población civil, hayan sido justificados en esta lógica militarista del Estado y permanezcan en la impunidad.
El proyecto de Ley, después de ser aprobado por el Congreso de la Nación, fue derogado por la Corte Constitucional pues encontró vicios de procedimiento en su aprobación. Es un gran paso, aunque aún falta ganar terreno en el debate sobre la responsabilidad del Estado en un importante número de crímenes, que permita resguardar el escenario político frente a los nuevos intentos de establecer mecanismos que favorezcan la impunidad, como ocurrió en otros procesos de paz o transición democrática en América Latina y el Caribe, como en El Salvador, Chile, Brasil y Argentina, que aun siendo diferentes entre sí, tuvieron en común la aplicación de leyes de impunidad que algunos casos más que en otros, han podido ser superadas en pro de la justicia.
Un tercer aspecto de discusión con Arteta es el papel de la comunidad internacional en las dos vías que menciona: financiación para el proceso de transición y protección de los miembros de la guerrilla (protección militar, que señala, «hay que dar por descontado»). Este aspecto es difícil desligarlo de los intereses geopolíticos que existen sobre Colombia y por supuesto, de los intereses de inversionistas extranjeros que se han estado beneficiando con la firma de acuerdos de libre comercio, «finalmente”, concretados durante la administración Santos. Ni que decir de la existencia de siete bases militares estadounidenses implantadas en el territorio colombiano[8]y la participación directa de personal militar privado, en operaciones conjuntas con el ejército colombiano en protección a multinacionales mineras, acciones que han derivado en masacres y asesinatos contra la población civil. Igualmente, ya se conocen las consecuencias que dejan las intervenciones militares extranjeras sobre territorios en conflicto. La pregunta sería ¿para qué mas ejércitos, y peor, extranjeros, si se está buscando la concreción efectiva del proceso de paz?, ¿No resulta contradictorio que después de desarmadas las FARC, necesiten de fuerzas extranjeras para ser protegidas?
En este sentido, Pilar Calveiro[9]ha señalado cómo la transición del mundo bipolar al mundo global, no acepta más el uso de la violencia… por fuera del monopolio del Estado, destinado en su mayoría a la lucha antiterrorista para mantener el modelo concentracionario. Así las cosas plantea que «El terrorismo comprende el uso de la violencia indiscriminada, por su intensidad y por sus medios, ejercida principalmente sobre población civil con el objeto de controlarla a través del terror. Como es evidente, el terrorismo más frecuente y feroz, tanto del mundo bipolar como del global, no es otro que el terrorismo de Estado».
Y es en este aspecto sobre el que se ha avanzado poco. En el contexto de barbarie simétrica de Colombia, según Iván Orozco, el terrorismo, entendido como la utilización de métodos que generan terror, ha sido ejercido por todos los actores armados, incluidas las fuerzas del Estado. Sin embargo, por  la duración y complejidad del conflicto colombiano, el concepto de Terrorismo de Estado no ha tenido la fuerza explicativa suficiente para dar cuenta de la violación de los derechos humanos por parte del Estado, como lo ha tenido en otros países como Argentina o Chile donde existieron dictaduras militares. Por ello, los movimientos de derechos humanos han recurrido a la figura de Crímenes de Estado. La situación que se resalta es la misma, la violación de los derechos humanos por parte de la institución que está obligada a protegerla, sin embargo, esta diferenciación da cuenta del tipo de violencia que ha existido en el país. No debe perderse de vista que, sea Terrorismo de Estado o Crímenes de Estado, el carácter sistemático es un asunto trascendental, pues evoca la existencia de unas causas de fondo por las que dicho terror es ejercido contra la población. Sin olvidar que es el Estado el que «cuenta, de lejos, con los mayores recursos de poder, incluida la fuerza»[10] y agregaría, los medios de inteligencia y espionaje[11].
Y así lo ha intentado plantear reiteradamente el movimiento de derechos humanos ante la indiferencia -no tanto del Estado como sería esperable- sino, sobre todo de la población colombiana en general. Las cifras de las violaciones a los derechos humanos por parte del Estado no han sido destacadas en ninguno de los informes producidos recientemente por el Centro de Memoria Histórica[12], pero si han venido siendo documentadas en los informes del «Proyecto Colombia Nunca Más»[13], la Corporación Jurídica Libertad, el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, el CINEP, entre otros. El caso del exterminio de la UP constituye un ejemplo emblemático del accionar del Estado. A tal punto que la Corte Interamericana de Derechos Humanos categorizó ese crimen como un genocidio, sentando una novedad histórica pues incluyó las razones políticas en ese delito contra la humanidad que desde su tipificación después de la Segunda Guerra Mundial estaba restringido a las razones étnicas.
Finalmente, valga resaltar una posición compartida plenamente con Arteta respecto al papel central que cumplen los movimientos sociales, que si bien no están sentados en la mesa, son trascendentales para lograr una paz con justicia social que llegue a ser duradera. Su trabajo no está en La Habana, ni en las conversaciones bilaterales entre el gobierno y las FARC, sino en la capacidad de construir una agenda propia que permita avanzar en materia de derechos sociales y políticos, así como realizar transformaciones fundamentales respecto a los problemas estructurales del país. Son estos, y no las FARC, quienes están en condiciones de garantizarle al país, un futuro diferente.


[5] En el Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos de Buenos Aires, se presentaron siete cortos sobre Colombia entre los que estaba “palabras armadas” (http://vimeo.com/39212071), un documental sobre la vida de Yedid Arteta.
[6] Jorge Eliecer Gaitan 1903-1948, candidato presidencial del partido Liberal, su asesinato desencadenó el Bogotazo. Luis Carlos Galán 1943-1989, candidato presidencial por el mismo partido. Jaime Pardo Leal 1941- 1987, candidato presidencial de la Unión Patriótica. Bernardo Jaramillo 1955-1990, candidato presidencial de la Unión Patriótica.  Carlos Pizzarro 1951- 1990 comandante del M-19, candidato presidencial por la Alianza Democrática M-19 tras la dejación de las armas.
[7] La Unión Patriótica fue un partido político fundado a mediados de los ochenta, constituía en principio, la posibilidad de participación política legal de varios grupos guerrilleros y principalmente de las FARC. Sin embargo, derivó en un distanciamiento de los grupos insurgentes, frente a la apuesta por lograr una paz negociada soportada en el escenario de las urnas. Contó con más de 5000 militantes en todo el territorio nacional, y fue el mayor genocidio cometido en el territorio por parte del Estado y de las fuerzas paramilitares, para acallar un movimiento político de oposición.
[8] Para tener un panorama exhaustivo de las implicaciones de las bases militares en Colombia y en el mundo ver artículo escrito por Renán Vega Cantor: http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-52/las-bases-militares-en-america-latina-colombia-en-la-geopolitica-imperialis
[9]Pilar Calveiro. Usos políticos de la memoria. En: sujetos sociales y nuevas formas de la protesta. 2006
[10] Iván Orozco. Sobre los límites de la conciencia humanitaria. Dilemas de la paz y la justicia en América Latina. 2005
[11] Ver el caso del Departamento Administrativo de Seguridad durante el gobierno de Álvaro Uribe Velez: http://lasillavacia.com/historia/10436
[12] reconociendo sin embargo, sus adelantos en otras materias del conflicto. http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/micrositios/informeGeneral/

Serie «La guerra por el consumo»: Beliebers

por Diego Valeriano


Jesús y William están detonados, son las 4 de la tarde del domingo y recién entran al barrio después de uno de los fines de semana más largos de sus vidas.
Es jueves 3 de la tarde, William está cuidando su sobrinita mirando la justinmania en la tele, y no para de cagarse de risa de esas pibitas. Llega Jesús con un par de cervezas y siguen mirando la tele. A las 9 cuando llega su hermana, la pendeja hace una hora que llora de hambre pero ya tomaron demasiadas cervezas como para darse cuenta.  A los empujones son echados a la calle, William agarra un par de piedras y arremete contra el rancho de la hermana con tanta mala puntería que le rompe un vidrio al paraguayo y tienen que salir corriendo antes que los caguen a palo.
Sigue siendo jueves cuando se cruzan al Boli y a Ricardito, vienen de laburar y les fue muy bien. Tienen tres Ipod, cuatro celulares y como 200 violetas.  Se ponen manija con lo que les cuentan y deciden hacer lo mismo. Toman un par de cervezas cortesía de los amigos y se van para la parada del 136 para comenzar a acercarse a Puerto Madero.

Ya es viernes cuando un grupo de pibes que viajaban en el bondi los obligan a bajarse en Liniers, Jesús venía siendo un atrevido desde Haedo con unas pibitas y sus amigos no lo soportaron más. Cuando le pidieron que no las joda más, él intento copar la situación y se comió una mano que lo tiró en los asientos de atrás, William no llegó a sacarse el cinturón cuando lo agarran entre dos y con la complicidad del chofer lo arrojan a la calle. Jesús fue devuelto por el 136 dos cuadras más allá, lleno de moretones y con un puntazo en la pierna derecha. No sangra mucho, se ríen bastante y se van a la parada del 8 que los deja cerca del Faena Hotel.
Liniers explota de fiesta, no saben si seguir o quedarse por acá con todas estas pibitas bien turras que hay, también hay bolitas para robar. Se tientan mucho,  caminan  por Rivadavia y sus luces que nunca descansan los hipnotizan, ven en la tele del superpancho que la Justinmania continúa y recuerdan cuál es su objetivo. Esperan el 8 pacientemente.
Lo primero que hacen ni bien ponen un pie en Puerto Madero es correr de la prefectura, corren y los prefectos corren atrás de ellos. Corren hasta que dos tipos enormes los agarran y los tiran contra el suelo. Willians recibe en sopapo en la oreja que lo deja mareado, los ponen de pie y él vuelve a caer. Llegan los prefectos y Jesús grita que vienen a ver a Justin. Los de seguridad del Faena y los prefectos se les cagan de risa. Les precintan las muñecas y esperan a que venga el patrullero. Jesús observa desde el suelo que todo está lleno de ratis, hace una hora que están tirados sin que venga el patrullero y un tipo super trajeado que parece del hotel le pegunta al prefecto que se está comiendo el garrón de vigilarlos si no los pueden llevar a otro lado que están despejando la zona.
Nunca llega el patrullero, sí una camioneta del hotel. Ahí los suben, pero el prefecto no los acompaña. Toman por Avenida de Mayo y nuevamente Rivadavia, en Once el patova que los acompañaba en la caja les corta los precintos y les pide amablemente que se bajen. Jesús lo mira como para atacarlo y el chabón con dulzura y sabiduría le hace una seña que ni lo intente. Es viernes 4 o 5 de la mañana, sienten olor a cable quemado y se acercan al grupito de pibes.
La resaca de la base es pura ansiedad de seguir fumando, de seguir quedándose ahí con esos pibes, para siempre. El cuerpo les duele como si casi tuvieran cuarenta, con un enorme esfuerzo se despegan de esos pibes. Jesús sabe lo arruina guacho que es la base, lo arranca a William y lo lleva hasta el baño de Miserere. Cagan, mean y se lavan la cara mientras dos trolos dueños de ese mundo los miran. Jesús los putea y ni se inmutan. William especula, quiere volver a fumar y no tiene plata. Sin mediación alguna y sin consultar a su compañero le pregunta a los dos cuanta plata le dan si se los coge. Jesús lo mira enojado, los otro dos con desprecio. Con vos no cogería jamás negro paquero y andáte de mi baño que me lo estas llenando de olor. Jesús se ríe, William se indigna. Son cuatro en un baño diminuto, algo va a tener que pasar. El más alto saca de su cartera una picana diminuta y con la elegancia propia de quien sabe moverse en esos territorios  se la apoya en el cuello. William abre los ojos, está tirado debajo de la escalera que sube a Once y no entiende cómo llegó ahí, Jesús  sentado a su lado en silencio fuma tabaco.
River es un mundo de gente, tardaron demasiado en llegar y se perdieron la previa. Justin suena en el Monumental. Calculan que trabajito pueden hacer, observan y no se les ocurre nada. Caminan sin rumbo cuando se cruzan a Quilqui, un pibe del barrio que vende banderas y vinchas en casi todos los recitales. Se prepara para la salida, acomoda su espacio y productos. El pibe no les pasa cabida, es un laburante y conoce bien a estos dos. Lo cargosean un poco, le piden que les regale un par de banderas para hacer unos pesos, le dicen que lo ayudan, insisten un poco más y se sientan cerca de él a observarlo. Sentados deciden que cuando venda todo lo roban y listo. Lo quisimos ayudar y no quiso, le va a recaber por gil.
Ya es sábado cuando siguen a una prudente (eso creen ellos) distancia a Quilqui, es un mar de pibitas super fáciles para robar, pero ellos quieren dársela al gil ese. Sospechan que se va a encontrar con alguien para darle la recaudación y las banderas que sobraron, saben que tienen que actuar antes que eso pase y apuran el paso para alcanzarlo. Ahí lo tienen, a su merced, a tiro de caminar a su lado y con dos o tres certeras amenazas quitarle todo. Ya están uno de cada lado, Quilqui los mira y busca algún aliado para zafar de lo inexorable. Jesús que sabe un poco más le dice en voz baja alguna amenaza certera, William lo va midiendo para arrebatarlo por si quiere salir corriendo. Jesús lo seduce, lo persuade, Quilqui saca 300 mangos de un bolsillo y se los da, William le pega un cachetazo en la nuca y le exige la plata de verdad. Eso no, esa no la da aunque lo lastimen de verdad. Caminan 50 metros más hasta que Quilque se detiene. Jesús le da a entender a William que ya hay que irse. Caminan muchísimas cuadras hasta encontrar una parrilla abierta, se sienta en una mesa de la calle y piden una parrillada y cerveza. Gasta 245 pesos. Es sábado 4 de la mañana y se quedan dormidos en cualquier lado, creen que están por el río De La Plata.
No hace mucho calor pero igual se tiran al rio, en la rambla hay gente tomando mate y hasta algunos pescadores, pero en el agua son los únicos. Se secan tomando sol, tienen hambre y se van a comprar unas facturas. Camino a River se roban un par de viseras de esas que son bien caras y dos entradas. Es sábado por la noche y ya están adentro del estadio, nunca habían visto tanta gente junta. Las pibitas se están impacientando, ellos entran en la impaciencia general… sale Justin y el Monumental explota.
Justin suspende el show. Una chica llora, otra se desmaya, otra se descompone o algo así un poco más allá. Nunca vieron a tantas pibas llorar a la vez. Ya tienen dos celulares Sansung Galaxi, Jesús quiere un Ipod o un Iphone, Willian rescato una campera para su hermanita. La marea humana de hormonas y llanto los lleva hacia la salida, ellos se van riendo y nadie lo nota. Las cámaras de TV registran el dolor de las pibas y la indignación de las madres. Un grupo de Beliebers salta y canta demostrando el aguante, cada vez se suman más y más.  Se suman ellos también al aguante, están felices de gritar y saltar. Las cámaras se acercan y William en estado de inconsciencia absoluta se ríe ante un micrófono de estas pibas y cuestiona las dotes artísticas del canadiense, cerrando su opinión con un aguante la cumbia.
Una belieber que lo escuchó lo escupió en la cara y de ahí en adelante todo fue un caos. William le respondió con una trompada y dos amigas de ella se le fueron encima. Jesús fue a sacarlas y le rociaron la cara con gas pimienta, su cara dejo de ser de él. Ojos primero y garganta después se sumieron en un escándalo tal que ni sintió las patadas que le pegaban las demás chicas. Cuando pudo abrir los ojos vio a Jesús tendido y recibiendo millones de patadas al mismo tiempo que una piba o pibe muy parecido a Justin le robaba las zapatillas. Intento pararse para rescatar a su amigo, trastabillo y volvió a caer, estaba mareado y sin coordinación. Un golpe durísimo le sacudió las costillas y otro más en las piernas. William ya no podía reaccionar, no presentaba batalla y eso tranquilizo un poco a las Beliebers que dejaron de pegarle. Jesús pedía por favor que no le peguen más, mientras se arrastraba hacia su amigo. Dos chicas le sacaron todo lo que tenía encima, dejándolo solo con el pantalón y una remera. Llego junto a Willian y pensó que podía estar muerto, lleno de odio las insultó, pero ya nadie los miraba. Cuando el tumulto se iba alejando, una chica se acercó a ellos, con toda tranquilidad se agacho y les roció la cara con un aerosol. Era pintura.
Era domingo.

@valeriano2015

Marx por Sandro Mezzadra

por Los pibes de Sandro


Lo que siguen son unos apuntes tomados por alumnos del seminario ¿Qué hacer con Marx?, dictado por Sandro Mezzadra entre octubre y noviembre 2013, en el marco del programa lectura Mundi de la UNSAM.
Sandro Mezzadra hace una doble demarcación con relación a su lectura de Marx:
a.       Marx sin la imagen de Marx construida por el marxismo del siglo XX.

b.      No es un autor entre otros: es no-academizable. No un “autor” entre otros, ni clásico. Relación con Marx, confrontación política dl presente. 

Choque entre voluntad de sistema y materialidad de la historia y la política, que impidió el cierre. Las derrotas de Marx son puntos-oportunidad para leer su obra como obra abierta.
La importancia de los textos de Marx como flujo de cuadernos, notas inéditos. Desproporción llamativa en relación con el material editado.
Preguntas sobre relación entre capital y heterogeneidad, bajo perspectiva de sujeto y del espacio.
Sobre el concepto Trabajo abstracto.
¿La centralidad del concepto de trabajo abstracto apunta a la constitución de un sujeto antagonista homogéneo (clase obrera)?
Ir más allá de la imagen de homogeneidad del sujeto antagonista dentro del capital. Por razones de composición del trabajo y  en relación a las luchas de los últimos 50 años (papel del género y raza).
Sobre el concepto de Mercado mundial. ¿Apunta necesariamente a una homogeneización del espacio? ¿El espacio global de la acumulación y valorización capitalista implica una tendencia l homogeniezación del espacio, o espacio de reproducción de heterogeneidades?
Tres conceptos claves en Marx para discutir en torno al trabajo:
1.       Trabajo vivo
2.       Fuerza de trabajo
3.       Trabajo abstracto

La fuerza de trabajo es definida por Marx en términos de potencia, conjunto de facultades físicas e intelectuales que son contenidas en una corporeidad viviente.
(Atender al desfasaje entre conjunto de facultades y corporeidad viviente).
Facultades: potencialidades/Ej: facultad de lenguaje.
La fuerza de trabajo es una mercancía peculiar. Como la fuerza de trabajo el dinero juega un papel importante en la producción de subjetividad.
División entre el modo en que los sujetos constituyen el mundo en relación con la fuerza de trabajo/potencia; vs quienes habitan el mundo en relación con el dinero/poder/Cristalización del poder social (sobre objetos y sujetos). Capitalismo: encuentro entre sujetos/subjetividades (potencia-poder). Encuentro poder/potencia = origen del modo de producción capitalista.  
Concepto de trabajo desde el punto de vista de la producción de la subjetividad. Desde el punto de vista de la crítica de la economía política, el sujeto no es el ser humano/hombre, sino que se dividen las subjetividades. Divisiones: entre trabajo abstracto/concreto; productivo/improductivo; trabajo necesario /plusvalía, etc.
Persiste en Marx (de la critica de la economía política) la definición de trabajo de los manuscritos del 44: en primer término, el trabajo la actividad vital, la vida productiva misma aparece ante el hombre solo como el medio para satisfacer una necesidad, la necesidad de mantener su vida física. La vida productiva es sin embargo vida genérica, vida que produce vida, en la forma de la actividad vital reside el carácter genérico, la actividad libre, la vida misma como medio de vida.
Para Marx el trabajo es vida que crea vida, producción del hombre por el hombre. Hay una relación entre vida y actividad. El trabajo es definido como actividad que apunta a su alcance ontológico. El trabajo produce un mundo objetivo y al mismo tiempo produce al hombre. Hacer resonar esta definición con el Marx de Grundrisse y El Capital, para evitar cierres economicistas.  Dejar abierta la frontera abierta entre trabajo, actividad y vida. La distinción entre estos conceptos se hace elusivo.
Sobre el Trabajo vivo/Grundrisse (57/59). Cuadernos redactados furiosamente, luego de la crisis europea del 56, tras la derrota del 48.En medio de la reflexión entre crisis y apertura de la situación revolucionaria. Toman lugar las primeras líneas de la crítica de la economía política: “prioridad ontológica del trabajo” (central metodológica en la mirada de Marx). En Grundrisse, el trabajo es el único sujeto: el trabajo vivo comienza un movimiento de objetivación. Solo en un segundo momento entra en escena el capitalista para apropiarse de esos objetos. La apropiación determina estos objetos como algo diferentes, una cristalización de estos objetos bajo la forma de condiciones objetivas de trabajo. El capital nace en este proceso de apropiación y se coloca como condición necesaria del trabajo solo porque ha sido capaz de apropiarse de objetos. El capital, para Marx es “transubstanciación” del trabajo. Depende del trabajo. Lo vampiriza.
En el momento en que el capital convierte a los objetos apropiados en condiciones objetivas del trabajo surge la “personalidad” del capitalista. Esta subjetivación del capital nace como una objetividad a la segunda potencia (ver la relación entre “Persona” y “Mascara” de teatro (en El Capital). Personalidad, aquí es personalidad jurídica/relación de propiedad).   
Hay una asimetría fundamental entre trabajo vivo y capitalista, y un exceso constitutivo del trabajo en la relación del capital. El trabajo objetivado se da en el espacio (condiciones objetivas de trabajo, maquina, instalación). Son condiciones producidas en el pasado por trabajo vivo. El presente es cristalizado en el espacio. A ese trabajo objetivado Marx lo llama “trabajo muerto”.
El capital es el trabajo existente en el tiempo.
E punto de vista de la crítica de Marx enraíza en la idea de un exceso constitutivo del trabajo. Es una crítica que apunta  a rescatar la potencia social del trabajo (riqueza social como potencia general encarnada en el trabajo vivo) y no la mera critica a la pobreza.
Sobre Fuerza de trabajo. Presente recién en el primer tomo de El Capital. Distinción entre fuerza de trabajo como potencia y mercancía, y trabajo como actualización de la fuerza de trabajo es la base de la teoría de la explotación. Para Marx el trabajo no es una mercancía.
Concepto de Fuerza de trabajo (en referencia al trabajo vivo): la prioridad ontológica y exceso constitutivo del trabajo es replanteada: en El capital el trabajo es potencia que pasa al acto en el trabajo.  Esto es lo que ocurre en la oculta cede de la producción/”encuentro”; el comprador consume la fuerza de trabajo haciéndola trabajar.  Esta cuestión concierne a una serie de dispositivos de poder que no son reducibles a la teoría política y constitucional tradicional. Se ponen en juego herramientas de disciplinamiento que son distintas de las que prescriben las convencionales teorías constitucionales y del estado.
La fuerza de trabajo es mercancía, con su dualidad fundamental (valor de uso y de cambio: salario/trabajo necesario para producir la fuerza de trabajo, o conjunto de facultades inseparables de la corporeidad viviente): problema de la reproducción de la fuerza de trabajo/mercancía. 
Trabajo pretérito y trabajo vivo en el sujeto obrero son dos magnitudes diferentes. Trabajo pasado y vivo ahora se presentan dentro mismo de la mercancía fuerza de trabajo. Porque en el momento en el que se actualiza la fuerza de trabajo el trabajador, para Marx, produce nuevo valor, un exceso de valor con respecto al valor de cambio de la mercancía fuerza de trabajo pagada por el capitalista. El capitalista tenía my presente esta distinción de valor cuando adquirió la fuerza de trabajo. Su propiedad útil era una condición indispensable. Pero es el valor de uso específico de la mercancía, de producir valor, lo decisivo. Es ahora el sujeto trabajador mismo el que es escindido en tanto que mercancía.
Sobre el concepto de Trabajo Abstracto. Marx lo presenta al comienzo del primer tomo de El capital, en relación a la dualidad del trabajo representado como mercancía.  Hay en juego una dinámica de representación que Marx describe al nivel lógico, pero está en juego también la cuestión de la representación política. Hablamos, en definitiva, del trabajo representado en la mercancía.
Hay una relación directa entre trabajo abstracto y valor de cambio (medida del valor de cambio); trabajo concreto y de uso. Trabajo abstracto es la cantidad de trabajo necesario para producir. Es una codificación del trabajo, una unidad de medida que produce tendencialmente una homogeneidad entre diferentes trabajos.
El trabajo abstracto es un concepto complejo (trabajo social, sencillo, en general). Destacar el trabajo abstracto como unidad de medida, codificación y representación de la actividad humana. Así como hay una forma mercancía hay una forma trabajo que corresponde a una situación en la cual el trabajo y la actividad humana se desarrollan bajo la presión de la medida capitalista.  Medida que se aplica también en la mercancía fuerza de trabajo.
El trabajo abstracto imprime la forma mercancía (el espectro, objetividad espectral de la mercancía) en la forma trabajo. Espectralidad que se introduce en la subjetividad de la fuerza de trabajo.
Sobre la noción de representación (del trabajo en la mercancía). El trabajo es representado en cuanto trabajo abstracto. Contrapone la abstracción del trabajo a la multiplicidad de los individuos que habitan el mundo de las mercancías.
Una lectura política (con conceptos políticos) del primer tratado de El capital: se contrapone la fuerza de trabajo total de la sociedad, idéntica forma del trabajo humano, y la multiplicidad de trabajo individual; como sucede con la representación soberana de Hobbes, y la multitud de individuos que de ella participan.
Hay una reformulación del problema de la enajenación política de La cuestión judía. La frontera hoy entre trabajo y actividad humana ha devenido cada vez mas elusiva y este tipo de lectura nos puede ayudar a reformular el concepto mismo de “explotación” que Marx desarrolló con referencia a una situación específica.
Un punto, el tema del cuerpo: el desarrollo de procesos de subjetivación a partir de la noción de fuerza de trabajo. ¿Cómo se “subjetiviza”? Marx pensaba en que el sujeto posesor de su fuerza de trabajo es producto de un proceso de desposesión que lo lleva a contar solo con su fuerza de trabajo. Encuentra al poseedor del dinero y se convierte en un trabajador de fabrica bajo un régimen de trabajo asalariado “libre” (el capitalismo requiere de un contrato de asalariado libre para regularse): hay que problematizar este punto del contrato: desde el principio del capitalismo a nivel global el trabajo asalariado libre ha sido más una excepción que una norma.
Si producción de fuerza de trabajo como mercancía es procreación y reproducción, se trata de actividades constitutivas de las mujeres, no asalariadas. Marx no se detiene sobre esta particularidad fundamental en la formación del proletariado. Empieza a desarticularse la imagen homogénea de la fuerza de trabajo.
Esto se profundiza ante el elemento de la raza. En muchas partes del mundo la raza ha jugado -y lo sigue haciendo-, un papel fundamental en la determinación del valor de la fuerza de trabajo.  
Hay que subrayar mas desfasaje entre fuerza de trabajo entre conjunto de facultades y corporeidad del viviente. El modo en que cada sujeto se relaciona consigo mismo como fuerza de trabajo depende de la acción de dispositivos de poder que producen heterogeneidad en el proletariado. 
Otro punto, relación entre singular y común: en la misma definición de fuerza de trabajo se apunta a lo común (facultades generalmente humanas). El problema de la individualidad en relación con la fuerza de trabajo significa plantear el problema de la relación entre la individualidad y una fuerza de trabajo que se presenta como algo común. Y como algo enraizado en lo común.
Pero hay en Marx algo más: en el primer libro de El capital (11/sobre la cooperación). El tema de la individualidad obrera y el modo en que se abre a la configuración colectiva. Habla de “objeto combinado”. Obrero social, colectivo. La cooperación es una fuerza de masa, un diferencial de fuerza generado por el simple contacto social. Escribe que en la cooperación planificada con otros el obrero se despoja de sus trabas individuales y desarrolla su capacidad en tanto parte de un género, más allá de la individualidad. Retorna el “ser genérico” de los años 40.
Sin embargo, este ir más allá, nos encontramos con un problema que podemos describir en términos de conceptos políticos clásicos como problema de la representación. La conexión entre la unidad como cuerpo productivo global radica fuera de los obreros. Radica en el capital que los organiza y cohesiona. El capital opera como poder, despótica, voluntad ajena que somete a los trabajadores a los objetivos de la valorización.   
Juega acá las tecnologías de poder anómalas con respecto a Estado y constitución: el poder de mando del capital. La palabra es “comando” (sentido militar). Es el mando del capital, metáfora militar, en la gran industria. Pero para entender este mando en la fábrica se utiliza la imagen del director de orquesta., aumentando la modulación de modos del mando. El mando es función de explotación social de la cooperación del trabajo. Con esto crece también la resistencia. Resistencia obrera y mando del capital es un conflicto y lucha al interior mismo del cuerpo de los obreros y de su combinación.
¿Qué pasa cuando la cooperación rompe los muros de la fábrica y se abre en toda la heterogeneidad?
Preguntas que haría
¿Qué relación se plantea entre poder constitucional y poder anómalo?
¿Cómo pensar esta teoría de la subjetividad, sujeto dividido como mercancía, fuera de la gran industria?
¿Qué surge de un retorno sobre la Cuestión judía? ¿Cómo se actualiza “el cristianismo”?
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Clase Tres
El eje fundamental con que Mezzadra lee el mercado mundial en Marx es la relación entre el capital y el espacio. Al mismo tiempo, con referencia a Marx no se puede hablar de espacio sin tomar en cuenta el tiempo, su materialismo histórico. De ahí la necesidad de integrar el materialismo histórico con un materialismo geográfico. Si esa cuestión remite especialmente a Gramsci, en los últimos años se está desarrollando una geografía marxista -David Harvay entre otros- que habla explícitamente de materialismo histórico-geográfico.
Si se analiza el concepto alemán de Weltgeschichte usado por Marx -literalmente: historia del mundo- tenemos una referencia geográfica que se pierde en la traducción «historia universal». La dimensión geográfica es muy importante en la Ideología alemana, pero también en el Manifiesto, donde la escala del capitalismo aparece desde su comienzo como mundial, con una radicalidad que no se encuentra en ningún economista clásico.
Dos líneas de los Grundrisse: «la tendencia a crear el mercado mundial está dada en el mismo concepto de capital: todo límite se presenta al capital como una barrera a superar». La escala mundial es fundamental no solo para entender el régimen de la acumulación. Marx subraya explícitamente el hecho que también las figuras subjetivas son materialmente impensables afuera de esta escala global: sin mercado mundial no hay capital, no hay trabajador y capitalista.
«El mercado mundial es al mismo tiempo presupuesto y resultado de la producción capitalista». Marx  utiliza la misma fórmula (presupuesto y resultado) cuando habla de las figuras subjetivas. Discutir de espacio no es otra cosa que discutir de sujetos. Pero, ¿cómo se resuelve en Marx esta fórmula paradójica? A través de la «acumulación originaria» o «primitiva».
La acumulación originaria es el momento de quiebre radical de la continuidad histórica que consiente el comienzo de la dimensión circular del capital. La condición de este movimiento circular de reproducción continua del mercado mundial es una absoluta violencia, que marca la escena de la acumulación originaria: violencia y desposesión.
Es la escena del origen de la propiedad privada a través de un movimiento de cercamiento de la tierra que es también movimiento de desposesión. Sin este movimiento no sería posible la producción de la subjetividad especifica del trabajador, obligado a trasformar sus facultades humanas en mercancías. En este mismo momento se abre el mercado mundial. Marx subraya el rol del colonialismo.
Para Marx este análisis crítico de la acumulación originaria resuelve el paradojo entre presupuesto y resultado en el sentido que él la planteaba como algo de literalmente originario, la prehistoria del capital. En este punto hay que ir más allá de Marx: los procedimientos y las problemáticas ligadas a la acumulación originaria nos remiten a rasgos estructurales de la historia del capitalismo, y no se limitan solamente a su origen. Debemos tomar en serio la idea de una repetición continua de la prehistoria del capital, que rompe la linealidad de su desarrollo.
Desde un punto de vista histórico, Marx muestra la relación muy estrecha entre capitalismo y colonialismo. La abertura del mercado mundial coexiste con la conquista colonial. Esa abertura (tema muy desarrollado por Rosa Luxemburgo) es la abertura de un espacio abstracto, en la medida en que puede ser organizado de maneras distintas. La abertura del mercado mundial es la abertura de un espacio para la expansión del capital. Es abstracto en la medida en que apunta a la expansión global del capital, pero las medidas concretas de la expansión de la frontera del capital cambian históricamente.
Es importante aquí el tema de la articulación: como la frontera de expansión se articula con numerosas líneas de demarcación (confines), por ejemplo: la distinción entre centro y periferia, líneas de demarcación meta-geográficas que se articulan con la expansión del capital; o la entre los ciclos económicos (teoría del sistema-mundo).
Volvimos a la cita marxiana: «tendencia a crear el mercado mundial». Marx está claramente fascinado con su propio descubrimiento: la tendencia tiene que realizarse ante posible. Es a partir de esa fascinación que podemos leer la apología del colonialismo que Marx hace en sus escritos sobre India. Pero Marx atribuye cada vez más importancia al encuentro entre el capital y su límite, la barrera a superar. Ese encuentro es el momento en que la tendencia universalizante del capital está obligada a enraizarse en cuerpos distintos, a producir heterogeneidad.
¿Hay un afuera del capital? Si la tesis de Imperio es que no hay más afuera (a esa se contraponen quien dicen que existe un no capital que se realizaría en forma de economías populares y comunitarias), es interesante volver más bien al planteo de Rosa Luxemburgo, para la cual el capital necesita de un medio ambiente de formas no capitalista de valorización. Si Rosa tomaba el límite en sentido literal, como limite geográfico, se precisa ir más allá del sentido literal, que no significa dejar de lado el propio espacio como límite, sino más bien tomar en serio la posibilidad que el capital abra a su acumulación espacios que ya habían sido conquistados por el capital en otra forma histórica, en una época previa del capital.
Este momento de abertura y de cierre es un momento intensivo y extensivo. El concepto de límite tiene dos significados: espacial-geográfico; social.
Para profundizar la relación del capital con su límite y su expansión, tomamos la teoría del plusvalor. Para Marx la producción de plusvalor relativo requiere la producción de nuevo consumo, y más precisamente: – ampliación cuantitativa del consumo existente; – producción de nuevas necesidades; – descubrimiento de nuevos valores de uso. En esto proceso expansivo del plusvalor relativo, se generan nuevos límites no vinculados con formas-precapitalistas: el trabajo vivo es el límite de la expansión del capital.
Si consideramos las subsunción formal y la subsunción real del trabajo al capital (cap. VI inédito del Capital) vemos como la relación entre capital y su límite se complica: si con la subsunción formal el capital se limita a apropiarse de formas que existen independientemente y le valoriza de forma capitalista, cuando el capital empieza a intervenir directamente en la organización de la producción, crece la productividad y se produce un aumento relativo del plusvalor producido por la cooperación social bajo el mando del capital y por la intervención de la ciencia, de las maquinas. Es necesario ir más allá de la tentación de leer la relación entre las dos subsunciones en términos de transición lineal-progresiva. En los últimos años por ejemplo se invirtió la tendencia secular a la reducción de la jornada de trabajo: los dos rasgos formal y real se presentan juntos.
El capital financiero, por ejemplo, actúa en una modalidad que vuelve elusiva la propia distinción real/formal. Es una herramienta de subsunción real, ¿pero qué relación produce con los sujetos? Tiene con la cooperación social que explota una relación de exterioridad, que funciona de la misma forma con que Marx describe la renta. Si tomamos la relación estricta entre capital financiero y renta y su calidad de exterioridad con la cooperación social que explota, podemos usar la categoría de extracción: se extrae valor plusvalor en lugar de producirlo.
A esta altura se vuelve fundamental el tema de la desposesión, más allá de la distinción entre economía por desposesión o explotación. Hoy en día la desposesión es cada vez más un momento constitutivo de la explotación. Debemos repensar políticamente el concepto de explotación como algo capaz de incluir a su interior la desposesión para superar la separación entre luchas contra la desposesión y lucha contra la explotación, pensar nuevas formas de articulación.

#CristianFerreyraPresente – Pronunciamiento urgente sobre conflicto de tierras en Santiago del Estero



Los abajo firmantes expresamos nuestro repudio al accionar represivo de la policía de la Provincia de Santiago del Estero, contra los miembros de la Familia Santillán que habitan en la región del CADE, Departamento Alberdi.
Demandamos el inmediato esclarecimiento y deslinde de responsabilidad por la situación hecha padecer a Don Aníbal Santillán (73 años), quien al momento de la privación de su libertad se encontraba en delicado estado de salud.
Y exigimos la intervención de los organismos públicos competentes (provinciales y nacionales), con el objetivo de brindar garantías a los campesinos originarios de las tierras en conflicto, en su lucha contra las empresas que buscan instalar en estos parajes el insaciable esquema de los agro-negocios, basado en una visión depredatoria de los derechos humanos esenciales y motivado en un exclusivo fin de lucro.
Estamos ante un nuevo caso donde el sistema judicial (representado por la jueza Lucrecia Llanos Martínez) y las fuerzas de seguridad, se ponen al servicio de las necesidades empresariales, con el objetivo de garantizarles el acceso al territorio y remover los “obstáculos” a su acumulación. En esta oportunidad, los beneficiarios son el grupo Oro Esperanza Agro S.A., conformado por capitales chinos, inscripto comercialmente en nuestro país en noviembre de 2011 con el objetivo de desarrollar emprendimientos agrícolas orientados a la exportación (http://boletinoficial.cba.gov.ar/archivos11_02/211111_seccion3.pdf), quienes actúan a través de otra empresa, esta vez de capitales uruguayos, de nombre Mayo Investment SA especialmente dedicada a la “limpieza de campos” (http://www.publicampo.com/mayo-investment-sa/) y cuyo representante legal en Argentina es Guillermo Cavanagh (quien figura en los registros como “agricultor”, pero es más conocido por edificios que llevan el nombre su patricia familia).
El conflicto comienza hace diez años, cuando un empresario cordobés de apellido Giordano fraguó los títulos de propiedad de un campo de 14 mil hectáreas perteneciente a la familia Santillán, originaria de este paraje ubicado entre las ciudades Tintina y Campo Gallo, en el noreste santiagueño. Las denuncias y movilizaciones del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE), en su momento, consiguieron detener los primeros intentos de desmonte.
El 19 de diciembre de 2011 el campo fue vendido (en una nueva operación fraudulenta) a Oro Esperanza Agro SA, apenas un mes después de su constitución legal en la Argentina. Pero es en junio de 2012 cuando los campesinos tienen las primeras noticias de los capitalistas chinos, a través de los servicios de desmonte brindados por la empresa Mayo Investment SA, quienes toman posesión introduciendo decenas de topadoras y tractores. Las nuevas denuncias e intervenciones interpuestas por la familia Santillán y el MOCASE, a pesar de contar con importante difusión, esta vez no lograron el objetivo.
El 30 de abril de 2013, una inspección de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) en predios rurales ubicados en el camino vecinal Tintina a Campo Alegre, propiedad de Oro Esperanza Agro SA, detectó 34 trabajadores en condiciones precarias e insalubres, a cargo de Mayo Investment SA. Dos semanas después, el 15 de mayo de 2013, la AFIP inició una causa penal contra ambas empresas ante el Juzgado Federal de Santiago del Estero y la Fiscalía Primera de la misma ciudad, por reducción a servidumbre de sus empleados. Para demostrarlo, la agencia federal presentó el acta de la inspección y un CD con la filmación de lo actuado. La causa fue caratulada como “presunta infracción de artículo 140 del código penal/infractores son Oro Esperanza Agro y otro”, con número de expediente 039095/2013.
No obstante todos estos antecedentes, la intervención del pasado día jueves 7 de noviembre, ordenada por la Jueza Provincial Lucrecia Llanos Martínez, y ejecutada con extrema violencia por la División Criminalística D6 de la Policía de Santiago del Estero, contribuye a la agudización del conflicto y constituye un siniestro aval a las prácticas depredatorias de los agrobussines.
Don Aníbal Santillán es un mediano productor de 73 años, nacido y criado junto a su familia en el lote de 14 mil hectáreas en disputa. Es poseedor de más de mil cabezas de ganado que pastan a campo abierto, y de los papeles legales que certifican su posesión. Sin embargo, su casa y todo su dispositivo productivo (laguna, canales, corrales), hoy se encuentra ubicado al interior del terreno cuya propiedad reclama la empresa de capitales chinos, con la aquiescencia de la justicia provincial.
Desde el jueves a las 7 am Don Aníbal permanece detenido, a pesar de complicaciones en la próstata y de complicaciones generadas por la hipertensión. Además, dos de sus hermanos se encuentran prófugos, pues también habían sido objetos de las órdenes de detención. A todos se los acusa de amenazas contra los empresarios, y de usurpación.
¿Por qué la Justicia hace lugar a las exigencias de los poderosos por sobre las comunidades que ancestralmente habitan esas tierras? ¿A qué se debe la inactividad de los sectores gubernamentales en lo que respecta al respeto de los derechos humanos y sociales básicos, de las poblaciones involucradas en esta nueva conflictividad social?
La respuesta, lógicamente, es múltiple. Involucran el alarmante elitismo de instituciones tradicionales como la Justicia, lindante con el racismo; la opacidad de los sistemas notariales y de registro de tierras en todo el país;  ciertas tramas de características feudales que aún ostentan los poderes locales en algunas regiones del interior, articuladas sin embargo a los esquemas de gobernabilidad a nivel nacional.
Pero más allá de lo anterior, y de otra cantidad de circunstancias que seguramente se nos escapan, consideramos urgente reaccionar de manera decidida ante un modo de articulación de negocios que repercute de forma extremadamente violenta sobre los territorios, descomponiendo los lazos comunitarios y sociales, en función de una renta extraordinaria.
Desde los parajes campesinos de Monte Quemado hasta las periferias de Rosario (y especialmente el castigado barrio Ludueña), pasando por los pueblos hostigados por las industrias extractivas, por los asentamientos y villas del conurbano bonaerense… Ya sea que hablemos de agro-negocios o de minería, de especulación inmobiliaria o narcotráfico…
Un mismo patrón de acumulación se expande, y carcome las instituciones públicas, configurándose como una verdadera trampa de la democracia contemporánea.
Es hora de decirle basta.

Ramiro Fresneda – Director de Apoyo a las Organizaciones. Subsecretaria de Agricultura Familiar de la Nación / Marcelo Ruiz – Rector Universidad Nacional de Río Cuarto / Hugo Cañón – Copresidente de la Comisión por la Memoria de la provincia de Buenos Aires / Claudio Lozano – Diputado Nacional. Presidente del Bloque Unidad Popular / Facundo Moyano – Diputado Nacional / Horacio González – Director de la Biblioteca Nacional Argentina / Observatorio de Conflictos Socio-Ambientales de la Universidad Nacional de Río Cuarto / Instituto de Investigación y Experimentación Política / Club de Investigaciones Urbanas (Rosario) / Bodegón Cultural Casa de Pocho (Ludueña, Rosario) / Centro Angelelli (Florencio Varela) / Movimiento de Colectivos (Florencio Varela) / Observatorio de Prácticas de Derechos Humanas de la Universidad Nacional de Córdoba / CEPPAS (Centro de Políticas Públicas para el Socialismo) / Carta Abierta / Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) / Revista Crisis / FM La Tribu / Liliana Herrero / Rita Segato – Antropóloga / Maristella Svampa / Roberto Gargarella / Iconoclasistas / Movimiento Social y Cultural El Gleyser / Itai Hagman – Dirigente de MAREA Popular / Frente Popular Darío Santillán / Madreselva (Santa Fé) / Federación Argentina de Estudiantes de Comunicación / Federación Universitaria de Río Cuarto / Martha Linares – Presidenta de la Federación Universitaria de Buenos Aires / Luis Pedreira y Pilar Vázquez – Consejero Superior UBA / La Dársena Plataforma de Pensamiento e Intervención Artística / Movimiento de Participación Estudiantil / Cazona de Flores / Karina Bidaseca / Frente Popular Darío Santillán / Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Agronomía de la UBA / Frente Popular Darío Santillán Corriente Nacional-Patria Grande / Centro de Estudios y Actualización en Pensamiento Político, Decolonialidad e Interculturalidad – Universidad Nacional del Comahue / Santiago Grandi  – programa «Está En Vos», FM Red TL 105.5 (Rosario) / Centro Cultural “El Cántaro” / Casona Ecuménica de los Trabajadores “José De Luca” / Patricia Zangaro / Lourdes Maria de los Angeles Martin (Mendoza) / Laura Giussani (periodista) / Cesar Altamira / Sebastián Tuza / Josefina Azcárate / María Florencia Fernández Nancy Viviana Piñeiro – colectivo Upside Down World sobre activismo y política en América Latina / Dra. Mirta Alejandra Antonelli – Docente Investigadora. Facultad de Filosofía y Humanidades. Univ. Nac. de Córdoba / Sergio Lesbergueris – director del Centro de Formación Profesional #24 de la Ciudad de Buenos Aires / Doctor José Luis Grosso – Director de Posgrados Facutad de Humanidades, Universidad Nacional de Catamarca

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Y la clase obrera fue al paraíso: algunas ideas a partir del shopping en San Justo

por Andrés


1- El shopping
Cerca de la rotonda de San Justo emerge un zarpado complejo donde uno de sus componentes es un shopping. Entre comercios minoristas y mayoristas, bailantas y templos evangélicos, irrumpe en la geografía de la Ruta tres un shopping ¿Qué hace un shopping en San Justo? Si bien a pocos minutos estamos cerca de la calle Arieta, típico centro comercial del municipio cabecera de La Matanza, es esta nueva plaza comercial un alto contraste con mi memoria cercana de estos lugares (en Laferrere y Catán, si bien más pequeños, hay otros shoppings).
Inaugurado en diciembre del 2009 con una inversión de 500 millones de pesos por el grupo inversor Continental Urbana, el shopping es gerenciado por GLA, empresa que también gestiona el de Liniers, Catán, y Pacheco, entre otras incursiones. Convive en el mismo predio con un Wal-Mart, un Easy, un Open Park, y una estación YPF conforman un imponente complejo industrial, comercial y de entretenimiento. Si bien cualquier intervención está atada a la incertidumbre de época y debe armarse y desarmarse según las coyunturas lo requieran, existe un diferencial de duraciones entre las coordenadas que se arman; el shopping no es un amigo africano con un par de relojes en la puerta de un banco, sino que implica algo grande que viene para quedarse.
Generando cerca de 1000 fuentes de trabajo, la estructura del shopping está conformada por dos plantas: en la baja hay alrededor de 90 locales de grandes marcas que pagan alquiler, llave y canon publicitario (la abrumadora mayoría es de ropa pero las grandes ventas se concentran en indumentaria deportiva y tecnología) y en la planta alta encontramos un patio de comida, espacio de juegos y un salón con capacidad para 100 personas donde se presentan diferentes espectáculos. A su vez el centro se conecta con 6 salas de cine Cinemark –una 3D- y un estacionamiento gratuito para 2000 autos. El shopping tiene su cuenta de Facebook y página Web, y una amplia difusión por la zona contando como referencias publicitarias a Zaira Nara como figura visible y eslóganes tales como “Muy nuestro” o “Nos une”. Con presencia de gendarmería en la zona y un férreo aparato securitario en su interior compuesto por seguridad privada, la bonaerense y cámaras por doquier, se corporiza entonces uno de los eslóganes de la gestión municipal: trabajando seguros.
Encaramos la dinámica del shopping como el emergente de la relación entre grupos de inversión, gerenciadoras y una heterogénea masa de consumidores. Este emergente se da por un juego de apropiaciones y capturas mutuas de afectos, recursos, temporalidades, memorias, estéticas, entre otras tantas cuestiones. Mundillo que funciona claramente con una lógica precisa, que es la del consumismo como forma de vida. Pero no deja de manifestar matices con respecto a otros centros comerciales, como a su vez, intentamos percibir otras lógicas de vida, más embrionarias y latentes, pero que no dejan de habitar estos espacios.
A partir de que el consumo en estos años es uno de los pilares que mueve para arriba nuestra economía, el consumo popular fue emparentado comúnmente  con espacios informales: desde el monstruo de la salada hasta las tiendas callejeras, con puestos o mantas que circulan con más o menos velocidad por la ciudad tomando algunas forma más masiva como el caso de la calle Avellaneda. Si bien pensar en términos de formalidad e informalidad es reproducir la idea que aquellos entendido como formal es lo genuino y normal, como a su vez niega la infinidad de vasos comunicantes que articulan dichos términos, investigar políticamente las formas en las cuales el consumo se activa en instituciones globales con rasgos plebeyos que se rigen por lo legal, es algo que merece ser pensado como condición de época y de nuestras vidas.
2- El crédito como potencia y pertenencia
Un amigo me manda un mail. Es un twitt de Cristina:
“¿Saben cuál es el shopping que más ventas y facturación tiene en la Reública Argetina? No está en recoleta, no está en Palermo. Está en la matanza.  ¿Cuándo matanzeros soñamos con tener un shopping en matanza? Los shopping eran para los muy ricos, en el centro de Capital.”
Cuando preguntábamos a vendedoras del shopping por esta frase nos encontramos desde con un “esa tipa está loca” hasta un “puede ser: nosotros acá vendemos igual o más que en Palermo”. Pero más allá de la veracidad o no de ese puñado de palabras nos interesa destacar el sustrato epocal que expresan. Una: el consumo como parámetro de felicidad. Dos: amplios sectores sociales desfavorecidos para acceder a esta dicha, ahora pueden.
¿La causa?  Una década ganada. La proliferación de dinero bajo el tridente del ingreso laboral, asignación universal y jubilaciones en poblaciones que habitan espacios geográficos antes postergados. Si la patria es el deseo de acceder a las promesas del mercado, la jerarquía social se juega en cómo se habita esa nación publicitaria. Ahora decimos que vastos sectores la pueblan con frecuencia; ya no son nómades que de golpe o casualidad la visitan, sino que se radicaron con todo derecho. ¿Pero de qué manera lo hacen?
La tarjeta como segundo DNI. Pero no cualquiera. Vendedoras del shopping nos dicen que la gran mayoría de la gente compra con tarjeta. Algunos nos dicen que el 50 y otros el 75 por ciento lo hace con visa. Lo cual significa que esa gente tiene un laburito en blanco. Pero también aparecen las tarjetas genuinamente populares como la Shopping o la Naranja, la que según algunos pibes “ni loco las ves en el Unicenter o el Dot”.
Con más de 26 sucursales en el gran Buenos Aires, Tarjeta Naranja se dirige a sectores medios bajos. Iniciando su campaña comercial en el interior del país, se instala en territorios que cuenten con tres características: más de cuarenta mil habitantes, con centro comercial propio e índices de ingreso económico en las poblaciones que hagan sustentable la inversión. 
La presencia del crédito no es menor. Si el 50% de lo que trabajan –ocho millones- vive con menos de 3800 pesos por mes y la mitad de esa gente con menos de 2000. Ante los índices de inflación el crecimiento del consumo solo se explica para estos sectores por el crédito. No solo como medio de abundancia, de acceder a más y más, sino directamente de pertenecer.
Si para el rol de vendedor en el mercado no interesa el origen del medio de cambio que le presenta el comprador, hay que decir que al comprador si le interesa. Y mucho. No es lo mismo una tarjeta que otra. La tarjeta como signo y como potencia efectiva de pertenencia. Por un lado el trabajo representa una instancia vital importante en sí misma, como para otros solo una fuente de ingresos más entre otras para darse la dolce vita. Las posibilidades de crédito que abren cada uno no es algo menor y determina una potencia para gestionar satisfacciones. No solo las dimensiones  del mundo de vida que se apropia alguien implica una diferencia de estratos, sino los mecanismos para conquistar deseos son estandartes más que importantes para las personas.
De ahí que nos preguntamos por cómo se reconocen estas poblaciones con nuevo pasaporte en la pirámide social. Una investigación afirma que el 80% de la población del gran buenos aires se define de clase media. Otra vez: más que interesarnos si esto es cierto o no nos parece que lo importante es saber ¿Qué valor se proyecta en esta identificación? ¿Qué define una clase? ¿Solo los niveles de ingreso? ¿Qué quiere decir cuando hablamos de popular? Preguntas que no son exclusivas del conurbano o la Argentina siquiera, sino de gran parte de la región, atestada por aquello que muchos llaman “nuevas clases medias”.
 3-   Espacio y sociabilidad
El shopping no implica solamente la posibilidad de efectuar diversas transacciones. Es un ámbito de socialización, un configurador de hábitos.
Por un lado encontramos la arquitectura típica de un shopping, estructura global si las hay: distribución de locales y marcas, patio de comidas, cines, entre otros. Pero al mismo tiempo el shopping manifiesta una serie de singularidades: el ofrecimiento de espectáculos de corte popular. Un ejemplo es la presentación de bandas de chamamé en conmemoración del aniversario de la fundación de Santiago del estero. Con poblaciones migrantes o descendiente directos, el chamamé es un ritmo que convoca (la sala explota, queda gente afuera agitando…). Hablamos de un show gratuito y solidario: se reciben contribuciones para donar a un comedor. Ya nos va quedando claro lo siguiente: en el shopping lo popular es parte de la oferta y no simplemente una de las formas de apropiación de lo ofrecido.
El shopping a su vez en su dinámica interviene reconfigurando tramas relacionales de otros espacios, y también en su propio movimiento emergen conflictos y nuevas articulaciones. Veamos.
Sobre lo primero el shopping sirve por un lado como ámbito de afirmación de lazos ante una familia desarmada: muchos hombres separados solos con pibitos en día de tenencia, chicas que van con la madre en relación de complicidad-amistad para charlar de “cosas nuestras”. Pero por otro lado pibes que van ahí no solo por el deseo de lo que implica, sino como posibilidad de no estar donde no quieren: la casa. El shopping irrumpe como un lugar para territorializarse ante la dificultad de hacerlo en campo minado como el nido familiar.
Con respecto a la socialibilidad que se despierta en el propio núcleo del shopping, surgen diferentes juegos de oposiciones:
La primera es entre los comerciantes y los que “vienen a pasear y no compran”. Las tardes en el shopping, en especial los fin de semana, están abarrotados. De esa masa pocos compran según los vendedores. ¿Quiénes son estos? “La gente de los kilómetros”. La gente de los kilómetros o “los que vienen del fondo” son denominaciones peyorativas que bardean a un clase de gente con una estética y onda específica: color de piel, contextura física, manera de vestirse, de caminar, reírse. A su vez mucha de esta gente son pibes (“aca hay mucha pendejada” nos tiran). Esta presencia refuerza la postura de que no compren (“vienen más a boludear”). Vale decir que hay un contraste entre los vendedores y quienes concurren al lugar: la mayoría son mujeres de tez blanca, más bien de una onda clase media.
La segunda oposición se da entre pibes. Chicas de Tapiales que se preguntan porque el shopping de San Justo no puede ser como los demás. ¿Que tieneesos demás? “Gente que se yo, normal…” Nos dicen que molesta mucho la presencia de chicas morochas, pintarrajeadas, que gritan, mueven las manos, sacan pecho, se hacen las cancheras, que les miran los novios y las buscan para pelear.
Tanto en hombres como mujeres, irrumpe el miedo a que los roben: “con esa gente ahí, yo no compro nada”. Aparecen relatos de experiencias de robos (en los arbustos que están a la vuelta salieron de atrás y me afanaron… ya dos veces). Nos cuentan que en días especiales –de la primavera o el amigo- como en algunos finde se ponen vallas y se pide documento. Varias veces hay quilombos de piñas entre pibes y se rompieron vidrieras.
No es difícil percibir como los que están hablando son cuerpos atemorizados y a disgusto con el lugar. Encontramos una subjetividad poco típica del consumidor: no es el paseante zombi, extasiado y perdido en un entorno imaginal, sino alguien atento, casi paranoico de lo que sucede en el sitio. Miedo que no aparece en pibes de Casanova como tampoco un rechazo a los demás chicos que circulan por el shopping. Episodios de peleas y rotura de vidrieras son conocidos y reconocidos casi como comunes, pero provocan risa y no se dramatizan para nada.
Es interesante destacar que aquellos que van al shopping y que no les gusta mucho su onda y van igual, pero añorando otros mejores, es porque no les queda otra. Una suerte de fatalismo los anima. Una situación que expresa sus limitaciones geográficas, de clase y generacionales (“mi vieja con el auto va a donde quiere, nosotros para ir al cine tenemos que morir ahí”).
Para terminar con este punto: el tema de pedir documento a la entrada no es menor. Se pone un filtro a la libertad de mercado. Consumir en el shopping de San Justo no es solo sacar plata o una tarjeta del bolsillo y activar una transacción. Dar vueltas, mirar, sentarse, charlar con amigos, es parte de la experiencia que ofrece el lugar. Pero lo que para algunos cuerpos es leído como paseo, para otros es merodeo. Hay una circulación del espacio que resulta familiar y otra que expresa caos, barbarie. Aquellos que porten lo signos de lo peligroso quedan afuera. El DNI de ciudadano ahora pesa más que el DNI de cliente, como es la tarjeta.
 4- La distribución de la riqueza (un problema familiar)
Una vendedora nos tira lo siguiente: “Lo que pasa que muchas de las marcas son para hombres. Habría que poner más para mujer. La mujer es la que más arrastra a comprar… Es verdad. Si hubiera más negocios para la mujer el shopping sería mucho más todavía.”
Interesante pensar la subjetividad femenina como consumidora. La mujer adulta como ya mayor, de 50 para arriba –la misma que inunda los bingos- como protagonista de la economía de mercado. Si decimos que en la década perdida la mujer debió salir a pucherear para bancar una casa sin ingreso por la desocupación de los hombres, ahora muchas mujeres cuentan con un ingreso propio como el de sus maridos. ¿Cómo se traduce  en la dinámica familiar esta secuencia? Mucho se hablo estos años de distribución de la riqueza a nivel país con sus sabidos conflictos –la 125, por ejemplo-. Ahora. ¿Cómo se dio y se sigue dando la distribución del ingreso a nivel familiar? ¿Qué batallas, más silenciosas pero no menos impactantes, se desatan por este problema? Preguntas: ¿Cómo se reparte la plata en el hogar? ¿De qué gastos se ocupa la mujer? ¿Quién le da la plata a los hijos?
Una muestra de todo esto es el caso de pibes que se pusieron a laburar para “tener mi plata”. Uno de los pibes de Casanova se puso a laburar en una herrería. La madre le da guita a la hermana nada más y el padre no pone plata para nadie, así que él labura. Otro guachín de Ciudadela se pelea siempre con la madre: no le gusta ayudar en la casa, cuidar a su hermanito es algo que “me rompe las pelotas”. Cuando la madre se calienta no tiene plata y entonces se mandó a laburar en animación de fiestas infantiles. La guita la gastan en ropa y salidas como crédito para el celu.
 5- Consumo y gobierno: guerra de capturas
Hace más de 10 años el paisaje urbano de estos puntos geográficos eran intervenidos en tanto que no explote la cuestión social. Sin negar procesos de exclusión que afectan estas zonas, ahora se abre un nuevo paisaje social: la gente de los kilómetros visita un shopping: pasea, come, va al cine, compra marcas. Sin ánimos de hacer vaticinios onda profecías, pero con la necesidad de tirar algunas preguntas ¿Qué conflictos en potencia se activarían a partir del cese de la circulación de ingresos populares en estos enclaves territoriales? Sea por motivo de una devaluación, de un enfriamiento de la economía, o por una inflación que deteriore los ingresos y no haya crédito que le haga frente. Gustavo Ferrari, asesor de de Narváez, vislumbrando un poskirchnerismo afirma:
-¿El vínculo con Moyano se mantiene?
-Claro, ojalá que para lo que se viene podamos estar todos juntos bajo este gran paraguas del peronismo. La que viene es fea y dura. Complicadísima, casi te diría que se va a necesitar de gobiernos de coalición.
-¿Qué ve?
-Al tener prácticamente 13 millones de electores que reciben dinero directo por parte del Estado, el día que no tenés más efectivo vuela todo por los aires.
Hablando con un amigo imaginábamos un escenario distópico donde los shoppings asomaban como grandes estructuras vacías, espectros como lo fueron las fábricas en el desierto urbano noventista neoliberal… O centros comerciales funcionando pero con el peligro latente que aquellos que le tomaron el gusto y ahora no están invitados intervengan consumiendo sin medio de cambio (saqueos). Ante años de interiorización y ejercicio de la práctica de consumidores ¿Cómo reaccionarían estos sectores? ¿Y aquellos que generacionalmente se criaron de pleno  en la década ganada, como sentirían el golpazo?
Cuando pregunte a las vendedoras  si había habido saqueos en el shopping como en otros lugares el año pasado, me dijeron que no. Ante la consulta ¿Crees que haya en algún momento? Hubo respuestas como “No creo, acá es seguro pero la zona no ayuda…” o “Y, puede ser, con la gente que viene acátodo es medio una bomba de tiempo”. Hay un temor latente por lo anómalo, por algo que hoy es cortés pero que mañana… (¿Vale retomar los disturbios de pibes como un posible antecedente que en un escenario de carencia pueda devenir en alguna práctica disruptiva?).
Para ir terminando: no poco importante sería emprender una genealogía sobre nuestra subjetividad de consumo. Investigación política que buscaría desnaturalizar lo siguiente: ¿por qué automáticamente debemos creer que a mayores ingresos económicos la felicidad se encarnó en una lógica consumista? Se trata de hacernos varias preguntas: por un lado, como fue el proceso por el cual se constituyó el deseo mercantil alcanzando los niveles de hoy día (proceso este último que quizá es antes de la crisis, no habiendo efectivo para consumarlo), y por otro, por diferentes formas de apropiación, de consumo no consumista del mundo que se activaron desde el 2003, 2004 hasta el presente.
Y también preguntarse cómo podemos traficar saberes, estéticas, sensibilidades a la propia lógica consumista, para armar una alternativa tanto económica como de gestión de las alegrías. Si buscamos romper la linealidad del pasaje automático entre altos ingresos económicos y felicidad de consumo, ¿por qué negar que partimos de esta pantalla de juego y que es posible activar y resinificar el juego de capturas por el cual se alimenta el consumismo, en pos de otra existencia a imaginar?
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Insumos
*El 50% de los argentinos no llega a 38000 pesos por mes, Fortuna Web,http://fortunaweb.com.ar/2013-09-24-128361-el-50-de-los-argentinos-no-llega-a-3-800-por-mes/
*Los Shopping miran al conurbano, La Nación,http://www.lanacion.com.ar/1508739-los-shoppings-miran-al-conurbano
*Gago, Verónica, El consumo popular como marca de una época, Le Monde, Octubre 2013.
*Zelizer, Viviana: “El significado social del dinero”, Ed. FCE, 2011

Stalingrado

por Dolores García Bello
Primero vino Roberto que me tiró contra una pared, a voluntad, abriéndome un tajo en el labio inferior y astillándome un diente. Por Roberto tengo un diente de un color levemente diferente de los otros porque le pusieron una funda y así quedó. Roberto me dejó abajo $500, pero nunca se enteró porque Roberto no valía la pena.
Diego la va de algo que no es. Es un puto seductor virtual que me envolvió hasta llevarme a la cama. Me mintió con cosas que podía hacer. Me decepcionó tanto que ni esperé el taxi, cerré la puerta y salí corriendo. A las diez cuadras decidí que el que se tenía que ir era él. Lo llame y entendió que esa era mi casa. A los días note que se había robado un par de libros. Uno de Galeano, uno de Murakami y la Trilogia de Nueva York. Fue el primer tipo que me dio algo.
Un martes vino Luciano, me dobló el brazo derecho contra la espalda y me sujetó la cabeza contra la mesa de pino que tenía en su taller de carpintería. Hizo lo que tenía que hacer mientras me preguntaba: “¿Lo hago bien?”. Si tenés que preguntar, la verdad, Luciano, es que no haces nada bien. Pero de vos me llevo las astillas diminutas que se me clavaron en la mejilla y que formaron pecas en un solo hemisferio dándome un aire inocente que enloquece a los hombres. Gracias Luciano.
Proponerme un trío con una amiga es una obviedad. Una pavada. Como debutar en un telo o hacerte chupar la pija por un traba. José era eso.
Una noche en Burzaco me encontré con Nicolás. Me puso de rodillas en el cemento atrás de la estación de tren. No me sentí humillada porque no sentí nada. Nicolás tampoco por joven o por pelotudo, todavía no lo decido. El conurbano no tiene el cemento liso de la capital así que me lastimé. Me quedaron unas marcas que parecen estrías pero no lo son, es de arrastrada, de dejada, de aburrida, de estar para absolutamente nada en la vida, de ser nada. Como vos, Nicolás, que no sos nada ni de tamaño.
Un verano en el Tigre, lugar de muerte, mientras miraba la naturaleza, salvajismo y más muerte, lo vi cruzar en un bote, de la muerte, a Fernando. Nade hacía él, como nadan los perros, y le dije Fernando sacame de acá, sacame de este casamiento de boludos. Me subí mojada y en vestido pero no me bajó el calor. Fernando no tenía agua así que me metió en un baño químico fabricado por él y me lavo con agua helada traída de no sé dónde. ¿Está esterilizada esta agua Fernando? No me contestó y me dió un baldazo que dolió como si fuera invierno. Después cogimos en una cama con olor a humedad y el perro de Fernando, Polito, nos miraba fijo. A veces ladraba. No estuvo mal. Fernando me dejaste un resfrío de verano, los peores. Yo te deje con las ganas, pero esa es tu culpa: capaz que tenés que ir al médico.
Ahora estoy en Haedo, en un balcón que da a la estación, el viento de esta horrenda primavera me despeina. No hace ni calor ni frío. No hace nada. Sería lo mismo estar exiliada en Praga, deportada en un barco que vuelve a Marruecos o presa en Stalingrado. El Sarmiento pasa una vez cada 23 minutos y otra vez, cada 28. Fumo esperando que el idiota de mi amor se despierte. 

¿Por qué necesitamos una eco-revolución?

por Naomi Klein


 Cruzar el abismo entre este cruel sistema y otro nuevo tal vez no sea ya una mera cuestión de preferencia ideológica, sino más bien una exigencia para la existencia de nuestra especie en este mundo. Y eso no es una cuestión de opinión, sino un “verdadero problema de geofísica”.
En diciembre de 2012, un investigador de sistemas complejos con el pelo teñido de rosa, Brad Werner, se abrió camino entre una multitud de 24 mil geólogos y astrónomos en el Congreso de otoño de la Unión GeofísicaAmericana que se celebra cada año en San Francisco. Las conferencias de este año acogían participantes de renombre, desde Ed Stone, del proyecto Voyager de la NASA, que explicaba un nuevo hito en el camino hacia el espacio interestelar, hasta el director de cine James Cameron, que compartía con los asistentes sus aventuras en batiscafos de profundidad.
Sin embargo, fue la sesión del propio Werner la que levantó más controversia. Tenía por título “¿Está la tierra jodida?” (título completo: “¿Está la tierra jodida? Inutilidad dinámica de la gestión medioambiental y posibilidades de sostenibilidad a través del activismo de acción directa”).
De pie en la sala de conferencias, el geofísico de la Universidad de California en San Diego, mostró a la gente el avanzado modelo informático que estaba usando para responder a dicha pregunta. Habló de los límites del sistema, de perturbaciones, disipaciones, puntos de atracción, bifurcaciones y de un puñado de muchas otras cosas que son tan difíciles de comprender para quienes somos legos en la teoría de los sistemas complejos.
No obstante, el tema de fondo estaba más que claro: el capitalismo global ha hecho que la merma de los recursos sea tan rápida, fácil y libre de barreras que, en respuesta, “los sistemas tierra-humanos” se están volviendo peligrosamente inestables. Cuando un periodista le presionó para que diera una respuesta clara sobre la pregunta “¿estamos jodidos?”, Werner dejó a un lado su jerga para contestar: “más o menos”.
Sin embargo, había una dinámica en el modelo que ofrecía alguna esperanza. Werner lo denominó “resistencia”: movimientos de “gente o grupos de gente” que “adoptan un cierto tipo de dinámicas que no encajan con la cultura capitalista”. Según el resumen de su comunicación, esto incluye “acción directa medioambiental y resistencia proveniente de más allá de la cultura dominante, como las protestas, bloqueos y sabotajes perpetrados por indígenas, trabajadores, anarquistas y otros grupos activistas”.
Las reuniones científicas serias, normalmente, no implican llamadas a la resistencia política en masa, mucho menos acciones directas y sabotajes. No es que Werner estuviera exactamente convocando estas acciones. Simplemente tomaba nota de que los levantamientos en masa de la gente (en la línea del movimiento abolicionista, de los derechos civiles o del “Ocupa Wall Street”) representan la fuente más probable de “fricción” a la hora de ralentizar una máquina económica que está escapando a todo control. Sabemos que los movimientos sociales del pasado han tenido una “tremenda influencia en… cómo la cultura dominante ha evolucionado”, señaló. Así que es lógico que “si pensamos en el futuro de la tierra, y en el futuro de nuestro acoplamiento al medio ambiente, tenemos que incluir la resistencia como parte de la dinámica.”. Y eso –argumentó Werner-, no es una cuestión de opinión, sino un “verdadero problema de geofísica”.
Muchos científicos se han visto forzados a salir a la calle por los resultados de sus descubrimientos. Físicos, astrónomos, doctores en medicina y biólogos se han situado al frente de movimientos contra las armas nucleares, la energía nuclear, la guerra, la contaminación química y el creacionismo. Así, en noviembre de 2012, la revista Nature publicó un comentario del financiero y filántropo medioambiental Jeremy Grantham, urgiendo a los científicos a unirse a esta tradición y a “ser arrestados si fuera necesario”, porque el cambio climático “no es solo la crisis de vuestras vidas: es también la crisis de la existencia de nuestra especie”.
No hace falta convencer a algunos científicos. El padrino de la moderna ciencia climática, James Hansen, es un activista formidable que ha sido arrestado alrededor de media docena de veces por su lucha por el cierre de las minas de carbón en las cimas de las montañas y contra los gaseoductos de gas de esquisto (incluso este año dejó su trabajo en la NASA, en parte para tener más tiempo libre para sus campañas).
Hace dos años, cuando fui arrestada en las inmediaciones de la Casa Blanca en una acción masiva contra el gaseoducto de gas de esquisto Keystone XL, una de las 166 personas que había sido esposada ese día era un glaciólogo llamado Jason Box, un experto sobre el derretimiento de la capa de hielo de Groenlandia mundialmente reconocido.
“No podía seguir respetándome a mí mismo si no iba,” dijo Box en aquel momento, añadiendo que “parece que, en este caso, no es suficiente con votar. También necesito ser un ciudadano”.
Es admirable. Pero lo que Werner está haciendo con su modelo es diferente. Él no está diciendo que su investigación le llevara a tomar parte activa contra una política en particular; lo que está diciendo es que su investigación muestra que todo nuestro paradigma económico es un desafío a la estabilidad ecológica. Y, claro está, desafiar este paradigma económico con un movimiento de masas reactivo resulta la mejor baza humana para evitar la catástrofe.
Eso es muy fuerte. Pero no está solo. Werner forma parte de un pequeño pero cada vez más influyente grupo de científicos cuyas investigaciones en el campo de la desestabilización de los sistemas naturales (de los sistemas climáticos, en particular) les está llevando a conclusiones transformativas, incluso revolucionarias, similares. Y para cualquier revolucionario en el armario que alguna vez haya soñado con derrocar el actual orden económico a favor de algún otro que como mínimo no lleve a los pensionistas italianos a colgarse en sus casas, este trabajo debería serle de un especial interés. En gran medida, porque hace que cruzar el abismo entre este cruel sistema y otro nuevo (tal vez, con mucho trabajo, un sistema mejor) no sea ya una mera cuestión de preferencia ideológica, sino más bien de una exigencia para la existencia de nuestra especie en este mundo.
Al frente de este grupo de nuevos científicos revolucionarios se encuentra uno de los máximos expertos en cuestiones climáticas en Gran Bretaña, Kevin Anderson, director adjunto del Centro Tyndall para la Investigación del Cambio Climático, que en muy poco tiempo se ha situado como una de los centros de investigación sobre el clima más importantes en el Reino Unido. Dirigiéndose a todos, desde el Departamento para el Desarrollo Internacional hasta el Ayuntamiento de Manchester, Anderson se ha pasado más de una década popularizando pacientemente los resultados de la ciencia climática más moderna a políticos, economistas y activistas. En un lenguaje claro y comprensible, ha ofrecido una rigurosa hoja de ruta para la reducción de la emisión de gases contaminantes que persigue frenar el aumento de la temperatura global a menos de 2 grados centígrados, objetivo que la mayoría de los gobiernos consideran imprescindible para evitar la catástrofe.
Sin embargo, en los últimos años, los documentos y las diapositivas de Anderson se han ido haciendo más alarmantes. Con títulos como “El cambio climático: más allá de lo peligroso… Cifras brutales y esperanzas endebles”, señala que las probabilidades de quedarse en algo parecido a unos niveles de temperatura seguros están disminuyendo rápidamente.
Junto con su colega, Alice Bows, experta en control climático en el Centro Tyndall, Anderson señala que hemos perdido tanto tiempo con políticas ambiguas y con tímidos programas climáticos (mientras las emisiones globales crecían sin control), que ahora tenemos que enfrentarnos a recortes tan drásticos que incluso llegan a desafiar la lógica fundamental de priorizar el crecimiento del PIB por encima de todo.
Anderson y Bows informan de que el tan a menudo citado objetivo de reducción a largo plazo (un recorte de más de un 80% de las emisiones de 1990 para el 2050) ha sido fijado por razones de conveniencia política y que no tiene “ninguna base científica”. Esto es debido a que los impactos sobre el clima no provienen de lo que emitamos hoy o mañana, sino del cúmulo de emisiones que se han ido sumando en la atmósfera a lo largo del tiempo. Además, avisan de que centrarse en objetivos de aquí a tres décadas y media –en lugar de enfocarlos hacia lo que podemos hacer para recortar carbono de forma tajante e inmediata- supone un grave riesgo de seguir permitiendo que las emisiones aumenten vertiginosamente en los próximos años, y que de ese modo se superará con creces nuestro “objetivo de carbono” hasta los 2 grados centígrados, y, entrado el siglo, nos encontraremos ante una tesitura imposible de encarar.
Esta es la razón por la que Anderson y Bows argumentan que, si los gobiernos de los países desarrollados se muestran serios a la hora de alcanzar el acordado objetivo internacional de mantener el calentamiento por debajo de los 2 grados centígrados, y siempre que las reducciones vayan a respetar cualquier tipo de principio equitativo –básicamente, que los países que han estado arrojando carbono durante casi dos siglos necesitan recortar sus emisiones antes que los países en los que más de mil millones de personas todavía no tienen electricidad-, entonces, las reducciones deben ser mucho más profundas y tienen que llegar mucho antes.
Incluso disponiendo de una probabilidad de 50/50 de alcanzar el objetivo de los 2 grados (la cual, como ellos y muchos otros avisan, ya implica enfrentarse a una serie de impactos climáticos bastamente dañinos), los países industrializados necesitan empezar a recortar sus emisiones de gases de efecto invernadero alrededor de un 10 por ciento al año. Y deben empezar ya. No obstante, Anderson y Bows dan un paso más, al señalar que este objetivo no puede lograrse con modestas penalizaciones por emisión de carbono o con las soluciones ofrecidas por la tecnología ecológica, normalmente defendidas por las grandes “corporaciones verdes”.
Desde luego que estas medidas pueden ayudar, pero no son suficientes: una reducción del 10% en las emisiones, año tras año, resulta inaudita desde el momento en que empezamos a energizar nuestras economías con carbón. De hecho, los recortes por encima de un 1 por ciento al año “se han visto históricamente asociadas a recesiones económicas o a crisis políticas”, tal y como indicó el economista Nicholas Stern en su informe de 2006 para el gobierno británico.
Ni siquiera con la desintegración de la Unión Soviéticahubo reducciones de tal duración y profundidad (los países soviéticos experimentaron un promedio de reducciones anuales de apenas un 5 por ciento en un período de diez años). Tampoco ocurrieron tras el crack de Wall Street en 2008 (los países ricos experimentaron un descenso de un 7 por ciento de emisión entre 2008 y 2009, pero sus emisiones de CO2 remontaron fuertemente en 2010, y las emisiones en China y en la India han seguido creciendo). Solo después de la gran crisis de 1929, los Estados Unidos vieron, por ejemplo, como las emisiones descendían durante varios años consecutivos más de un 10 por ciento anual, según los datos históricos del Centro de Análisis e Información de Dióxido de Carbono. Pero esa fue la peor crisis económica de los tiempos modernos.
Si queremos evitar ese tipo de carnicerías a la hora de lograr nuestros objetivos con base científica en las emisiones, la reducción del carbono debe gestionarse con cuidado a través de lo que Anderson y Bows describen como “estrategias de decrecimiento radicales e inmediatas en EEUU, la UE y en otras naciones ricas”. Lo que está muy bien, si no fuera por el hecho de que resulta que tenemos un sistema económico que fetichiza el crecimiento del PIB sobre todo lo demás, sin importar las consecuencias humanas o ecológicas, y en el que la clase política neoliberal hace tiempo que ha rechazado su responsabilidad de gestionar nada (ya que el mercado es el genio invisible a lo que todo debe ser confiado).
Así que lo que Anderson y Bows están realmente diciendo es que todavía queda tiempo para evitar un calentamiento catastrófico, pero no según las reglas del capitalismo tal y como hoy se plantean. Algo que tal vez sea el mejor argumento que jamás hayamos tenido para cambiar esas reglas.
En un ensayo de 2012 aparecido en la influyente revista científica Nature Climate Change, Anderson y Bows lanzaron un guante, acusando a muchos de sus colegas científicos de no ser transparentes a la hora de exponer los cambios que el cambio climático precisa de la humanidad. Vale la pena citarles por extenso: “…a la hora de desarrollar los marcos de emisión de gases, los científicos constantemente subestiman las implicaciones de sus análisis. Cuando se trata de la cuestión de evitar el aumento de los 2 grados centígrados, se traduce “imposible” por “difícil, pero se puede hacer”; “urgente y radical”, por “desafío”: todo para apaciguar al dios de la economía –o, más concretamente, al de las finanzas-. Por ejemplo, para evitar salirse del porcentaje máximo de reducción de emisiones dictado por los economistas, se asumen los anteriores niveles máximos “de forma imposible”, junto con ingenuas nociones de “alta” ingeniería y con las tasas de utilización de infraestructuras bajas en carbón. Y lo más inquietante es que cuanto más menguan los presupuestos sobre emisiones, más se propone la geoingeniería para asegurar que el dictado de los economistas permanezca incuestionable”.
En otras palabras, para aparecer razonable en los círculos económicos neoliberales, los científicos han estado haciendo la vista gorda de manera escandalosa con las consecuencias derivadas de sus investigaciones. Hacia agosto de 2013, Anderson estaba dispuesto a ser incluso más tajante, al escribir que habíamos perdido la oportunidad de cambios graduales.
“Tal vez, durante la Cumbre sobre la Tierra de 1992, o incluso en el cambio de milenio, el nivel de los 2 grados centígrados podrían haberse logrado a través de significativos cambios evolutivos en el marco de la hegemonía política y económica existentes. Pero el cambio climático es un asunto acumulativo. Ahora, en 2013, desde nuestras naciones altamente emisoras (post-) industriales nos enfrentamos a un panorama muy diferente. Nuestro constante y colectivo despilfarro de carbono ha desperdiciado toda oportunidad de un “cambio evolutivo” realista para alcanzar nuestro anterior (y más amplio) objetivo los 2 grados. Hoy, después de dos décadas de promesas y mentiras, lo que queda del objetivo de los 2 grados exige un cambio revolucionario de la hegemonía política y económica”.
Probablemente no debería sorprendernos que algunos climatólogos estén un poco asustados por las consecuencias radicales de sus propias investigaciones. La mayoría de ellos solo estaban haciendo tranquilamente su trabajo, midiendo núcleos de hielo, elaborando sus modelos de climatología global y estudiando la acidificación de los océanos, hasta llegar a descubrir, tal y como dijo el experto climatólogo australiano Clive Hamilton, que “estaban, sin quererlo, desestabilizando el orden social y político”.
Sin embargo hay mucha gente bien informada de la naturaleza revolucionaria de la climatología. Es la razón por la que algunos gobiernos que han decidido tirar a la basura sus compromisos con el clima para seguir produciendo más carbón han tenido que encontrar maneras todavía más bestias para acallar e intimidar a sus propios científicos. En Gran Bretaña, esta estrategia se está haciendo más patente en el caso de Ian Boyd, el principal consejero científico del Departamento de Medio Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales, al escribir hace poco que los científicos deberían evitar “sugerir que políticas son buenas o malas” y que deberían expresar sus puntos de vista “colaborando con asesores oficiales (como yo mismo), y siendo la voz de la razón, más que de la disidente, en el ámbito público”.
Para saber a dónde conduce esto, solo hace falta mirar lo que ocurre en Canadá, donde vivo. El gobierno conservador de Stephen Harper ha hecho un trabajo tan eficaz a la hora de amordazar científicos y cerrar proyectos de investigación críticos que, en julio de 2012, un par de miles de científicos y simpatizantes celebraron un funeral bufo ante el Parlamento en Ottawa, quejándose de “la muerte de la evidencia”. Sus carteles decían: “no hay ciencia, no hay evidencia, no hay verdad.”.
Pero la verdad siempre reluce. El hecho de que el negocio-habitual-de-búsqueda-de beneficios y crecimiento este desestabilizando la vida en la tierra ya no es algo que tengamos que leer en las revistas científicas. Los primeros síntomas se están desplegando ante nuestros ojos. Y el número de personas que están reaccionando también crece a medida que sucede: bloqueando las explotaciones de gas de esquisto en Balcombe, interfiriendo en las perforaciones en el Ártico en aguas rusas (a un tremendo coste personal); llevando a juicio a las compañías de energías bituminosas por violar la soberanía indígena, entre otros muchos incontables actos de resistencia, grandes y pequeños.
En el modelo informático de Brad Werner, esta es la “fricción” que se necesita para frenar las fuerzas de desestabilización. El gran activista del clima Bill McKibben lo llama los “anticuerpos” que se producen para luchar contra la “fiebre alta” del planeta. No es una revolución, pero es un comienzo. Y puede que nos consiga el tiempo suficiente para imaginar una manera de vivir en este planeta que sea claramente menos jodida.

Entrevista a Terry Eagleton: “El discurso posmoderno pasa, el marxismo queda”

por Alejandra Ríos y Ariane Díaz


Las teorías van y vienen; lo que persiste es la injusticia. Y mientras esto sea así, habrá siempre alguna forma de respuesta intelectual y artística a ello. Indudablemente, el marxismo no ha desaparecido, como sí ha ocurrido con el posestructuralismo (de manera bastante misteriosa), e incluso quizá con el posmodernismo. Ello se debe en gran medida a que el marxismo es mucho más que un método crítico; es una práctica política, explica el crítico literario y escritor marxista Terry Eagleton.
  
Eagleton es un destacado teórico marxista, crítico literario, escritor y Profesor Distinguido de Literatura Inglesa en el Departamento de Literatura Inglesa y Escritura Creativa de la Universidad de Lancaster, Inglaterra. Nacido en una familia de clase obrera irlandesa de tradición católica y republicana, y formado teóricamente con Raymond Williams, es en la actualidad uno de los más destacados críticos literarios. Su perspectiva marxista le ha valido una importante influencia en el panorama de debate ideológico y político marxista, así como enconados ataques de conservadores y liberales, entre ellos el mismo Príncipe Carlos, quien ha recomendado evitar al “terrible Terry Eagleton”. Ha publicado diversos artículos en la New Left Review desde la década de 1970 hasta la actualidad.
Entre sus más de cuatro decenas de libros escritos sobre teoría marxista, crítica y teoría literaria, y abundantes polémicas (es conocido por sus irónicos y fundamentados argumentos en el debate ideológico), algunos publicados en español son Walter Benjamin o hacia una crítica revolucionaria, Las ilusiones del posmodernismo, La estética como ideología, Después de la teoría, Por qué Marx tenía razón, Introducción a la teoría literaria, y el reciente El marxismo y la crítica literaria. Ha publicado sus memorias con el título de El portero.
Eagleton concedió la siguiente entrevista exclusiva a las periodistas Alejandra Ríos y Ariane Díaz, sobre uno de sus últimos libros, The event of literature. Además de exponer algunas de las ideas centrales de este libro, el autor remite a conceptos tratados ya en otros trabajos publicados en español, como La estética como ideología, Después de la teoría o Por qué Marx tenía razón.
Su libro The event of literature plantea que la teoría literaria ha estado en declinación durante los últimos 20 años, y que históricamente existe una relación entre las vicisitudes de la teoría y determinados momentos de conflictividad social. ¿Por qué cree que la teoría se desarrolla y alcanza sus picos más altos en períodos en que la conflictividad social es mayor?
En nuestra época, la teoría literaria alcanzó su punto más álgido, a grandes rasgos, en un momento en el cual la izquierda política se encontraba en ascenso. Hubo un auge de dicha teoría en el período que abarca, aproximadamente, desde 1965 hasta mediados o finales de la década de 1970, lo que coincide más o menos con el momento en el que la izquierda era mucho más militante, y tenía mayor confianza en sí misma, que en la actualidad. De 1980 en adelante, con el endurecido control del capitalismo postindustrial avanzado, estas producciones teóricas empezaron a ceder lugar al posmodernismo, que entre otras cosas es –como lo ha señalado Fredric Jameson– la ideología del capitalismo tardío.
La teoría radical no se ha desvanecido, es cierto, pero fue empujada hacia los márgenes, y gradualmente se fue volviendo menos popular entre los estudiantes. Las grandes excepciones a esto fueron el feminismo, que continuó atrayendo una gran cantidad de interés, y el poscolonialismo, que se convirtió en algo así como una industria en crecimiento, y aún sigue siéndolo. Uno no debería concluir, de esto, que la teoría es inherentemente radicalizada. Hay muchas formas de teoría literaria y cultural que no son radicales.
Pero la teoría como tal plantea algunas cuestiones fundamentales –más fundamentales que la crítica literaria de rutina–. Donde la crítica se pregunta “¿Qué significa la novela?”, la teoría se pregunta “¿Qué es una novela?”. Hace que la pregunta retroceda a un paso previo. La teoría es también una reflexión sistemática sobre las suposiciones, procedimientos y convenciones que gobiernan una práctica social o intelectual. Es, para decirlo de algún modo, el punto en el cual la práctica es empujada a una nueva forma de autorreflexividad, tomándose a sí misma como objeto de su propia indagación. Esto no tiene necesariamente efectos subversivos, pero puede significar que la práctica esté obligada a transformarse, habiendo examinado algunas de sus consideraciones subyacentes, en una nueva forma crítica.
En el mismo libro comenta que el concepto de “literatura” es relativamente reciente, surgido durante un período de turbulencias sociales, y que reemplazó a la religión como refugio de valores estables. Pero también señala que la literatura puede ser vista como una actividad capaz de desmitificar las ideas dominantes. En La estética como ideología, planteaba también que la estética ha sido tanto una forma de interiorización de valores sociales –y en este sentido un elemento de disciplinamiento social–, así como también un vehículo de utopías y cuestionamientos a la sociedad capitalista. ¿Sigue cumpliendo el arte ese papel doble y contradictorio?
Desde un punto de vista político, tanto el concepto de literatura como la idea de la estética son, sin duda, conceptos de doble filo. Hay sentidos en los que se ajustan a los poderes dominantes, y otras formas en las cuales los desafían –una ambigüedad que es también verdad para muchas obras artísticas individuales–. El concepto de literatura data de un período en el cual había una sentida necesidad de proteger ciertos valores creativos e imaginativos de una sociedad que era cada vez más filistea y mecánica. Está relativamente hermanada con la llegada del capitalismo industrial. Esto luego permitió que esos valores actúen como una crítica poderosa a dicho orden social, pero al mismo tiempo los distanció de la vida social cotidiana y algunas veces ofreció una compensación imaginaria por ello. Lo que quiere decir que se ha comportado de una manera ideológica. La estética encontró un destino similar.
Por un lado, la así llamada autonomía del artefacto estético brindó una imagen de autodeterminación y libertad en una forma autocrática, a la vez que desafió su racionalidad abstracta con su naturaleza sensorial. En este sentido puede ser utópica. Al mismo tiempo, sin embargo, esa autodeterminación era, entre otras cosas, una imagen de un sujeto de clase media, que no obedecía a la ley sino a sí mismo.
Creo que esas ambigüedades permanecen en la actualidad. En las sociedades capitalistas avanzadas, donde la idea misma de las Humanidades está bajo amenaza, es vital promover actividades como el estudio de las artes y la cultura precisamente porque las mismas no tienen ningún propósito pragmático inmediato, y en este punto cuestionan la racionalidad utilitaria e instrumentalista de tales regímenes. Esta es la razón por la cual el capitalismo en realidad no tiene tiempo para ellas, y por la cual las universidades, actualmente, quieren desterrarlas. Por otra parte, todo socialista tiene claro que el arte y la cultura no son, en última instancia, los escenarios de lucha más importantes. Tienen su importancia, en particular porque la cultura, en el sentido cotidiano de la palabra, es el lugar donde el poder se sedimenta y reposa. Sin esto, es muy difícil y abstracto ganar la lealtad popular. Sin embargo, el culturalismo posmoderno está equivocado en creer que la cultura es lo básico en los asuntos humanos. Los seres humanos son en primer lugar naturales, animales materiales. Son el tipo de animal que necesita de la cultura (en el sentido amplio del término) para sobrevivir; pero eso se debe a su naturaleza material como especie –lo que Marx llama “ser genérico”–.
En el libro propone la noción del trabajo literario como “estrategia”, esto es, una estructuración determinada por una funcionalidad, propuesta como un especial tipo de “respuesta” a una pregunta planteada en la realidad social. ¿Cómo se lleva esta definición con la idea de autonomía de la obra, en tanto un fenómeno autorregulado?
No creo que exista necesariamente una contradicción entre estrategia y autonomía. Una estrategia puede en sí misma ser autónoma, en el sentido que es una pieza distintiva de una actividad cuyas reglas y procedimientos son peculiares e internos a sí misma. La paradoja de la obra artística, al respecto, es que de hecho va a trabajar en algo que está fuera de sí misma, concretamente, problemas en la realidad social, pero esto lo hace “autónomamente”, en el sentido de que “reprocesa” o “retraduce” estos problemas en sus propios y sumamente peculiares términos. En este sentido, lo que empieza como algo externo o heterónomo a la obra, termina como algo interno a la misma. Una obra realista debe respetar la lógica heterónoma de su material (no puede decidir que Nueva York esté en el Ártico, como una obra modernista o posmodernista podría), pero al hacerlo simultáneamente arrastra este hecho a su propia estructura autorregulada.
Varias veces en este libro señala que las teorías posmodernas y posestructuralistas terminan en un fundamentalismo antiesencialista simétrico a aquellos “fundamentalismos” que se pretendían minar. ¿Siguen siendo estas definiciones posmodernas las dominantes en la discusión cultural e ideológica, o la nueva situación de crisis capitalista y cierto reemerger de la lucha de clases han dado pie a nuevos intentos teóricos que no sean teórica y socialmente escépticos?
El posmodernismo es, supuestamente, antifundamentalista, pero se podría afirmar que simplemente sustituye ciertos fundamentos tradicionales por uno nuevo: concretamente, la cultura. Para el posmodernismo, la cultura es la base más allá de la cual no se puede excavar, dado que para ello se necesitaría recurrir a la cultura (concepto, métodos y demás). En este punto, cabría sostener entonces que este antifundamentalismo es bastante falaz. En cualquier caso, todo depende de lo que se considere por “fundamento”. No todos los fundamentos necesitan ser metafísicos. Existe, por ejemplo, la posibilidad de un fundamento pragmático, como podemos encontrar, pienso, en el último Wittgenstein.
Respecto de la cuestión de si el discurso posmoderno sigue siendo dominante o no en nuestros días, me inclino a pensar que mucho menos. Desde el 11/9 hemos presenciado el despliegue de una nueva –y bastante alarmante– gran narrativa, justo en el momento en el que se decía con complacencia que las grandes narrativas habían terminado. Una gran narrativa –la de la Guerra Fría– se había de hecho acabado; pero, por razones relacionadas sutilmente a la victoria de Occidente en dicha lucha, ni bien terminó esa narrativa, se desató otra. El posmodernismo, que juzgaba la historia como posmetafísica, posideológica, incluso en un sentido poshistórica, fue tomado por sorpresa. Y no creo que se haya recuperado realmente.
A lo largo del libro repasa, en lo que considera sus aportes y debilidades, diversas teorías literarias desarrolladas en del siglo XX y más contemporáneamente. La perspectiva marxista parece haber tenido en esta historia un importante peso. ¿Cuáles son en la actualidad los nuevos aportes que se ubican desde esta perspectiva? ¿Sigue siendo fructífera hoy esta tradición en este terreno como lo es en otros, según plantea por ejemplo en Por qué Marx tenía razón?
La respuesta breve a la pregunta sobre cuáles son las nuevas contribuciones marxistas críticas es: son casi inexistentes. Simplemente, el contexto histórico no es el adecuado para este tipo de desarrollos. La obra de quien, desde mi punto de vista, es el crítico más eminente del mundo –Fredric Jameson– sigue en curso. Produce un libro brillante tras otro en una época en la que muchos críticos muy reconocidos han caído en el silencio. Pero no hay un nuevo cuerpo de crítica marxista, y dado que no se dan las circunstancias históricas propicias, uno casi no esperaría que lo haya.
Al mismo tiempo, indudablemente el marxismo no ha desaparecido, como sí ha ocurrido con el posestructuralismo (de manera bastante misteriosa), e incluso quizá con el posmodernismo. Ello se debe en gran medida a que el marxismo es mucho más que un método crítico. Es una práctica política, y si lo que tenemos es una grave crisis del capitalismo, es inevitable que de algún modo éste se encuentre en el aire. Lo mismo puede afirmarse del feminismo, cuyo momento culminante está unas décadas atrás, pero que ha sobrevivido de manera modificada, porque las cuestiones políticas que plantea son vitales. Las teorías van y vienen; lo que persiste es la injusticia. Y mientras esto sea así, habrá siempre alguna forma de respuesta intelectual y artística a ello.

Narco, coartada de la mano dura

por Paula Litvachky


En las últimas semanas, expresiones públicas de funcionarios, legisladores y diversos actores políticos y sociales muestran una tendencia regresiva que hace del “avance del narcotráfico” un diagnóstico funcional a la justificación del endurecimiento penal, en supuesta defensa de aquellos que serán los principales afectados por sus consecuencias: los sectores más pobres. Incluso en los últimos días se sumó a este reclamo la Corte Suprema de Justicia de la Nación, aunque sin analizar la orientación de las intervenciones de la Justicia Federaldurante todos estos años.
El problema del narcotráfico funciona como coartada discursiva para recetas punitivas y demagógicas, aunque con un novedoso matiz de corrección política, ya que al identificar al “narco” como enemigo, se evita la estigmatización explícita de la pobreza y permite presentar las propuestas como protectoras de estos sectores. Bajo este argumento aparentemente inclusivo, se pretenden desplegar las mismas políticas violentas que han demostrado ser ineficaces y contraproducentes en toda la región, al tiempo que se obtura el debate sobre aspectos esenciales, como el rol central que cumplen las propias policías en la producción y circulación de violencia en los barrios pobres, las dificultades de la Justiciay las fuerzas de seguridad para investigar delitos complejos y la necesaria revisión de la legislación vigente en materia de drogas.
No se trata de minimizar la magnitud de los diversos daños asociados al tráfico de drogas ilícitas y de otros mercados ilegales con menos cobertura mediática, como el de las armas, sino de poner en evidencia que las reacciones políticas y mediáticas no están orientadas por diagnósticos rigurosos, y que las soluciones que prescriben se basan en visiones interesadas y peligrosamente simplificadoras. La “guerra contra el narcotráfico” se presenta como una irrupción urgente que habilita, bajo un supuesto estado de excepción, propuestas regresivas que combinan mayores atribuciones policiales con una agenda crecientemente militarizada, que incluye la movilización de recursos de las Fuerzas Armadas y debates sobre la legalización de la pena de muerte a través de una ley de derribo.
Sobre estas bases, es difícil llegar a un debate serio sobre la forma de atacar mercados ilegales de altísimo rendimiento (que por supuesto son generadores de formas preocupantes de violencia), pero que requieren el desarrollo de investigaciones judiciales complejas, políticas públicas de control y regulación de los mercados financieros, inmobiliarios, de inversiones, etc. Se trata entonces de elaborar un nuevo y mejor diagnóstico sobre el problema, del cual carecemos. No sólo se están repitiendo miméticamente políticas que han probado su ineficacia, sino que esto se realiza sin conocer la dimensión real del fenómeno ni los elementos que llevaron a su evolución durante los últimos 20 años. No hay que permanece expectantes frente al problema, pero es preciso evaluar y entender para aplicar las políticas adecuadas.
El discurso de la “guerra al narcotráfico” permite esquivar medidas de fondo, como el fortalecimiento del gobierno político y la reforma de fuerzas policiales corruptas, conniventes e ineficientes en la investigación de delitos complejos. A la vez, jerarquiza y selecciona formas de violencia que se presentan como objetivos legítimos y urgentes de intervención, mientras se invisibilizan las prácticas abusivas más corrientes, entre las que sigue destacándose la violencia policial, muchas veces asociada a su participación en redes de ilegalidad.
Mientras en nuestro país se intensifica una tendencia regresiva, la región está revisando estas políticas. Decenas de organizaciones harán pública mañana una carta a los ministros de seguridad reunidos en la Cuarta Reunión de Ministros en Materia de Seguridad Pública de las Américas (Mispa IV) en la que solicitan que se abra un debate sobre la necesidad de transformar las respuestas torpes y violentas que vienen implementándose frente a las drogas. Entre ellas, cuestionan las leyes prohibicionistas que crean los enormes mercados ilegales y las bandas que los controlan. La violencia es un problema que los responsables políticos y las agencias de seguridad deben encarar en toda su complejidad. Resulta auspicioso que las autoridades estén evaluando regulaciones alternativas.
La violencia no se resuelve con la guerra ni dejándose seducir por discursos facilistas que proponen arrastrar la agenda de seguridad hacia una política de militarización. La experiencia regional ha demostrado que esto sólo se traduce en mayores pérdidas de vidas humanas. En un contexto de plena vigencia del autogobierno policial en la mayor parte de las provincias y de importantes retrocesos en la agenda de seguridad democrática a nivel nacional, los consensos regresivos sobre “el narcotráfico” como principal amenaza alejan la posibilidad de construir una solución que no derive en mayor violencia. A pocos días de cumplirse 30 años de democracia, el liviano pero amplio consenso antinarco emergente no sólo no va a resolver los problemas de violencia que preocupan, sino que dejará sin saldar una de las principales tareas pendientes: la reforma profunda de las prácticas de las fuerzas de seguridad.

#libroslibres: Obras Cumbres de Arturo Escobar

Aprovechando la visita del antropólogo Arturo Escobar a la Cazona de Flores, se puede descarga de forma libre y gratuita lo mejor de su producción teórica







Artículos: 


– «Mundos y conocimiento de otro modo»  (artículo, 2003)

Invitación: Arturo Escobar en La Cazona de Flores


Los invitamos este sábado 23 de noviembre, 17.30 hs,
a una conversación en la Cazona de Flores (Morón 2453) con el antropólogo colombiano

Arturo Escobar

“Más allá del neodesarrollismo,
los territorios relacionales y las transiciones en Colombia”

·        La coyuntura de Colombia considerada a partir de las dinámicas de la tierra y lastransiciones culturales radicales necesarias para enfrentar la crisis social y ecológica.

·        En este contexto los territorios de grupos afrodescendientes, indígenas y campesinos, y las propuestas de los movimientos sociales emergen como la avanzada del pensamiento y la acción.

·        Frente a la civilización de devastación impuesta por buena parte del estado, el capital, y los actores armados a nombre de la modernización, el desarrollo y el progreso, los actores colectivos étnicos y campesinos proponen políticas del Buen Vivir y visiones del mundo sintonizadas con el sueños de la tierra y de los territorios.

·        Desde su ancestralidad, estos grupos practican una futuralidad activa mucho más conducente a una Colombia justa, en paz y respetuosa de la tierra que las propuestas desde el Estado, las corporaciones, o la misma academia.


Arturo Escobar es autor de numerosos libros y artículos. Leer «La Colombia del Futuro«


Invitan: 

La Cazona de Flores

Las geografías de la crisis y del desarrollo capitalista. Apuntes preliminares y hipótesis de investigación

 por Sandro Mezzadra


1. Un terremoto espacial

La crisis que se abrió en 2007/2008 no es una crisis cíclica, coyuntural. Más allá de sus manifestaciones más sorprendentes (de la crisis financiera en Estados Unidos, la crisis de la «deuda soberana» en Europa, a la reducción del «crecimiento» en los países «emergentes»), son los ensamblajes completos -globales- del capitalismo contemporáneo que están siendo desafiados por una fundamental inestabilidad. Según modalidades que habían sido anticipadas, de alguna manera, en los debates sobre la crisis de los primeros años ’70, mediante fórmulas como «crisis del management de la crisis» (Claus Offe) y “Estado-crisis” (Toni Negri), la crisis parece hoy representar el horizonte mismo del «desarrollo» y, al mismo tiempo, un proceso de profunda reorganización del capitalismo.

Esta reorganización tiene efectos extremadamente relevantes bajo el perfil de los espaciosen cuyo interior se determina la acumulación y la valorización del capital, vale decir del sistema-mundo construido por este último. Las propias coordenadas geográficas de la crisis y el desarrollo capitalistas se encuentran hoy en movimiento: se cuestionan las antiguas jerarquías espaciales (tradicionalmente descriptas y cartografiadas como un conjunto de relaciones entre centro y periferia), mientras que la emergencia de nuevos polos aparentemente pujantes (el grupo BRIC, para hacer un único ejemplo) desafía las geografías del desarrollo, y nuevos regionalismos y nuevos modelos de multilateralismo se perfilan de manera contradictoria (por ejemplo en América Latina).

Estamos comenzando a experimentar las consecuencias de estos procesos también en  las luchas. Mientras que en Europa meridional un conjunto de movimientos se desarrollan dentro y contra la crisis (resistiendo a la violencia de su impacto social), en los últimos meses fueron Turquía y Brasil los que dieron formidables luchas que, desde el interior del «desarrollo», tuvieron la capacidad de cuestionar radicalmente su dirección, planteando el problema de su «cualidad». ¿Cuáles, entre estas luchas -y cuáles entre las condiciones en que se determinaron- fueran las más avanzadas? Es una pregunta que si, por un lado, muestra la radicalidad de las trasformaciones que se determinaron en los últimos años, por otro nos obliga a repensar un conjunto de paradigmas y conceptos mediante los cuales han sido históricamente articuladas tanto el análisis crítico del capitalismo cuanto la política revolucionaria.

Más en general, poner en el centro de la reflexión el propio terremoto espacial, que desde el interior de la crisis está remodelando el capitalismo, permite alcanzar otro punto de vista con respecto a un conjunto de temas que han orientado el debate sobre las transformaciones del capitalismo contemporáneo en los últimos decenios -del capitalismo cognitivo a la financierización. Un régimen diferencial de acumulaciónparece afirmarse tanto a nivel global cuanto al interior de espacios singulares formalmente unitarios, re-combinando figuras del trabajo, modalidades de producción y jerarquías territoriales. Por eso, retomando también la contribución de algunos geógrafos económicos, quisiera aquí concentrarme sobre la relación que el capitalismo contemporáneo, en tanto capitalismo global, tiene con la «diferencia» y la «heterogeneidad». Es necesario, en efecto, ir más allá de la imagen -por largo tiempo predominante en el debate sobre la globalización- del espacio global como espacio «liso», espacio de «flujos», para trabajar a la identificación de las líneas especificas de antagonismo que signan los procesos de producción del espacio global en tanto tal -de un espacio que precisamente en tanto global se presenta como profundamente heterogéneo.

2. Fronteras del capital

La matriz analítica al cuyo interior se colocan estas reflexiones ha sido definida en el trabajo que llevé a cabo en los últimos años con Brett Neilson, que confluyó en un libro recién publicado (Border as Method, or, the Multiplication of Labor, Durham, NC, Duke University Press, 2013). Asumiendo como punto de partida el concepto marxiano de «mercado mundial», hemos buscado mostrar cómo, ya desde las orígenes del modo de producción capitalista, la expansión de las «fronteras del capital» se encontró necesariamente inscripta en un espacio global. Al mismo tiempo, este espacio global ha sido organizado históricamente de muchas maneras, pudiéndose caracterizar cada una de ellas a partir de una específica modalidad de articulación entre las fronteras expansivas del capital y una multiplicidad de líneas de demarcación territorial, alrededor de las cuales se fue desarrollando  la historia de los Estados y los Imperios.

Al interior de este esquema interpretativo, aquí brutalmente resumido, adquieran su propio sentido los ciclos hegemónicos analizados por la “world system theory” (y en particular por Giovanni Arrighi), las problemáticas examinadas en los grandes debates de inicio siglo XX sobre el imperialismo, pero también -para llegar a tiempos más cercanos-  los distintos modelos interpretativos de la (nueva) división internacional del trabajo y de las relaciones entre centro y periferia, las teorías de los «tres mundos» y categorías como «Norte» y «Sur global». Es pues una entera nomenclatura espacial que debe ser puesta en prueba hoy en frente del terremoto geográfico que se ha brevemente indicado.

Del trabajo de Arrighi, por ejemplo, podemos ciertamente retomar la tesis de una crisis de la hegemonía americana (no sin subrayar la previsión con que el propio Arrighi formuló esta tesis ya desde el comienzo de los Noventa). El hecho que la posición de Estados Unidos como centro financiero depende de los financiamientos provenientes del exterior de Occidente ha cobrado evidencia, una vez más, en estos días, con la admonición, dirigida a Obama por el gobierno chino, a «garantizar las inversiones» frente a la perspectiva de un default. Y el desarrollo de la crisis siria muestra las grandes dificultades que Estados Unidos encuentran en la proyección de su propia potencia sobre un área estratégica como la del Medio Oriente.

Sin embargo, resulta difícil pensar que la que estamos viviendo sea una «transición hegemónica» análoga a las descriptas por Arrighi en su reconstrucción de los «ciclos» que escandieron la historia del sistema-mundo capitalista (de Génova a Holanda, de Holanda a Inglaterra, de Inglaterra a Estados Unidos). Al contrario, la hipótesis que conviene avanzar es que hoy estamos viviendo una transformación fundamental en la relación entre capitalismo y «territorialismo» (término clave en el trabajo de Arrighi). Y esto no porque la relevancia del «territorio» tiende a disminuir para el capitalismo contemporáneo, sino más bien porque el propio sentido de la noción de territorio está cambiando profundamente, en términos políticos y jurídicos no menos que económicos. El problema fundamental consiste en el dar cuenta de esta nueva relevancia del «territorio», evitando la que el geógrafo John A. Agnew definió ya en el 1994 como «trampa territorial». O sea sin asumir como ya prevista la definición de territorio que emerge de la larga historia del Estado territorial moderno, como ya constituidas las diferentes «escalas» territoriales, y como estables las fronteras de la «territorialidad» (cfr. J. Agnew, “The Territorial Trap: Geographical Assumptions of International Relations Theory”, Review of International Political Economy, 1 (1994), 1).

Al complicar la relación entre capitalismo contemporáneo y «territorialismo» -y asimismo a volver improbable una transición lineal del «siglo americano» al «siglo asiático», o en todo caso la emergencia de un nuevo sistema hegemónico organizado alrededor de un único centro- es un doble proceso: por una parte, aspectos cruciales de la soberanía tienden a asumir cada vez más una naturaleza no territorial (J.A. Agnew, “Sovereignty Regimes: Territoriality and State Authority in Contemporary World Politics”, en Annals of the Association of American Sociologists, 95 [2005], 2, p. 441; Id., Globalizing Sovereignty, Rowan & Littlefield, 2009); por otra parte, cada territorio nacional, por así decirlo, se multiplica a su interior, en el sentido que se encuentra «desempaquetado» tanto desde el punto de vista económico, cuanto desde punto de vista jurídico, mediante la acción de una pluralidad de ordenamientos, y se vuelve objeto de modalidades de explotación y valorización profundamente heterogéneas (cfr. S. Sassen “When Territory Deborders Territoriality”, Territory, Politics, Governance, 1 [2013], 1). Me parecen procesos de gran importancia para la comprensión de las geografías de la crisis y el desarrollo del capitalismo contemporáneo.

3. Varieties of capitalism

Me refería recién al problema de la relación entre el capitalismo global contemporáneo y la «diferencia». Se trata de un problema cerca del cual en los últimos años se fue desarrollando un debate muy intenso que ha interesado estudiosos poscoloniales (véase el polémico trabajo de V. Chibber, Postcolonial Theory and the Specter of Capital, Londres, Verso, 2013) y economistas feministas  (se piense en particular en los trabajos de J.K. Gibson-Graham), hasta poner en cuestión la posibilidad misma de una definición unitaria del concepto de capital (cfr. por ej. J.T Chalcraft, “Pluralizing Capital, Challenging Eurocentrism: Toward post-Marxist Historiography”, Radical History Review 91 [2005]).

Más internamente al debate mainstream, se desarrollan un conjunto de análisis comparativos de impostación neo-institucionalista, acerca de la así llamada «variedad de capitalismo». Es útil quedarnos brevemente sobre estos desarrollos teóricos, considerada la gran influencia que ejercieron sobre los ensayos que describen las geografías del capitalismo contemporáneo. A parir de la distinción formulada por Michael Albert en 1993 entre un capitalismo «anglosajón» y un capitalismo «renano», las análisis que refieren a las fórmulas de las «variedad del capitalismo» han efectivamente propuesto modelos muy influyentes para registrar «complementariedades institucionales capaces de promover prestaciones económicas eficientes desde el punto de vista de empresas representativas e/o economías nacionales (B. Jessop, “The Diversity and Variability of Capitalism”, en Ch. Lane and G.T. Wood, Capitalist Diversity and Diversity Within Capitalism, Londres – Nueva York, Routledge, 2012, p. 233).

En todo caso, en los años Noventa el desarrollo de estos estudios ha asumido un papel importante, promoviendo, al interior de un clima caracterizado por la tesis de una «convergencia global», una sensibilidad para la existencia de modelos alternativos y el papel jugado por diferentes contextos históricos y geográficos. Al mismo tiempo, concentrándose especialmente sobre la dimensión de la empresa y la análisis de los procesos económicos, la literatura dedicada  a la «variedad del capitalismo» (por ejemplo en la influyente versión propuesta por Peter A. Hall y David Soskice (cfr. el libro por ellos editado, Varieties of Capitalism: The Institutional Foundations of Comparative Advantage, Oxford University Press, Oxford, 2001) tiende a asumir la economía nacional como unidad analítica y referencia para la comparación.

Con este propósito, desde el interior mismo de literatura neo-institucionalista se ha subrayado que «la posición del Estado nación como criterio de definición de las fronteras de los diferentes casos analíticos no es de alguna manera tan fija y no debería ser asumida como deducida per definitionem(C. Crouch, Capitalist Diversity and Change. Recombinant Governance and Institutional Entrepreneurs, Oxford University Press, 2005, p. 42). Habría que agregar que el hecho de concentrarse sobre las variedades nacionales conduce a subvalorar los «caracteres comunes» del capitalismo contemporáneo, que al contrario deben ser puestos en relieve para comprender el sentido mismo de la «diferencia» para el capitalismo (cfr. W. Streeck, Re-Forming Capitalism: Institutional Change in the German Political Economy, Oxford University Press, 2009). Y se puede avanzar la hipótesis de que la crisis intensifique la relevancia de estos caracteres comunes aunque sus geografías sean profundamente heterogéneas: es precisamente la relación entre caracteres comunes del capitalismo contemporáneo y heterogeneidad de las geografías de su crisis y su desarrollo que debe ser asumida como objeto privilegiado de investigación.

4. Más allá del «nacionalismo metodológico»

Desde este punto de vista, los procesos de financierización juegan ciertamente un papel fundamental. Investigaciones recientes sobre las «geografías de la finanza» han ulteriormente cuestionado el «nacionalismo metodológico» que domina implícitamente el debate en torno de las «variedades del capitalismo». Trabajando en particular sobre el caso alemán, G.L. Clark y D. Wójcic (The Geography of Finance. Corporate Governance in the Global Marketplace, Oxford University Press, 2007) han resaltado por ejemplo como la «governance» de las grandes empresas se fue progresivamente adecuando a los estándar globales (vale decir, que se acercó al modelo «accionario» generalmente relacionado con el capitalismo anglosajón), en la medida en que aquellas empresas se orientaron cada vez más hacia la búsqueda de capitales en los mercados globales. Pero Clark y Wójcic han también mostrado la existencia en Alemania de una multiplicidad de modelos de «corporate governance«, diferenciados esencialmente a lo largo de líneas «regionales» (por vía del hecho que algunos Länderincentivaban el desarrollo de regímenes de «governance» mayormente en línea con los imperativos de los mercados financieros globales).

La unidad de modelo alemán de capitalismo (el paradigma de aquella que viene a menudo definida «economía coordinada de mercado») es así puesta en cuestión tanto desde abajo cuanto desde arriba. Al mismo tiempo, otro «caso» de capitalismo del cual fueron enfatizados, en los últimos años, los «caracteres particulares» – lo chino- se presenta bajo una luz muy distinta en el momento en que se evalúe desde el punto de vista de las dinámicas de financierización, y en particular de la «relación económica simbiótica» entre China y Estados Unidos: las políticas macroeconómicas, fiscales y monetarias estadounidenses aparecen como variables internas del desarrollo chino -y obviamente al revés (K. Fan Lim, “On China’s Growing Geo-economic Influence and the Evolution of Variegated Capitalism”, en Geoforum, 41 [2010], especialmente p. 680). Emerge así, claramente, el riesgo, en las palabras del geógrafo A.D. Dixon, de «enfatizar la existencia de diferentes modelos de capitalismo cuando en realidad hay un único capitalismo, aunque si evidentemente se trata de un capitalismo variado»  (A.D. Dixon, “Variagated Capitalism and the Geography of Finance: Towards a Common Agenda”, en Progress in Human Geography, 35 [2010], 2, p. 203).

5. “Capitalismo variado”

Desde el punto de vista de la exigencia de entender los «caracteres comunes» del capitalismo contemporáneo, para poder mejor definir la naturaleza de la relación que éste entreteje con el territorio y la «diferencia» (y pues para alcanzar un punto de vista más eficaz sobre la tumultuosa redefinición de sus geografías), el concepto de «capitalismo variado» resulta en efecto muy útil. Su formulación originaria se debe a dos geógrafos, Jamie Peck y Nick Theodore (“Variegated Capitalism”, en Progress in Human Geography, 31 [2007], 6). Lo que me parece particularmente interesante en su trabajo es el hecho que los espacios y las «escalas» de los procesos contemporáneos de acumulación no estén asumidos como «dados», ni tampoco como coincidentes con las fronteras políticas o las delimitaciones administrativas oficiales. En vez de limitarse a una tradicional orientación comparativa, Peck y Theodore subrayan la importancia de «principios, fuentes y dimensiones de diferenciación capitalista (capitalist variegation)” que obran de manera dinámica y relacional, trasversalmente -para así decirlo- con respecto a los diferentes casos usualmente objeto de comparación.  El «polimorfismo dinámico» resultante debe ser para ellos analizado mediante la combinación de una atención a la heterogeneidad del capitalismo y un intento de recoger la «producción sistémica de diferenciación geo-institucional».

En Border as Method, Brett Neilson y yo hemos trabajado en una dirección parecida, hacia un reanudar y reelaboración del concepto de «axiomática del capital» desarrollado por Gilles Deleuze e Felix Guattari particularmente en Mil mesetas. La perspectiva de Deleuze y Guattari nos parece importante precisamente porque consiente mantener un concepto unitario de capital sin por esto elaborar un cierto argumento sobre la «convergencia global» -para decirlo de otra manera, sin equiparar la unidad del concepto de capital con la tendencia a la homogenización de todos los contextos sometidos a su acción y dominio. Deleuze y Guattari, en efecto, subrayan que a la axiomática del capital (un conjunto de «caracteres comunes» que se fijan en una tabla de principios) se corresponde sí a un «isomorfismo», pero no a una «homogeneidad». La axiomática, al contrario, no solo tolera sino que promueve la generación constante de «heterogeneidad» social, temporal y espacial (cfr. G. Deleuze – F. Guattari, Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. (1980), Pre-Textos, Valencia 1997). Me parece que este gap entre axiomática y heterogeneidad -para seguir usando los términos de Deleuze y Guattari (pero la problemática entera pudrá ser reformulada a través de una relectura de la categoría marxiana de «subsunción»)- se presenta hoy con particular evidencia y es precisamente el desfasaje entre los dos planos que debe ser tenido en cuenta para entender algunas transformaciones esenciales que caracterizan el capitalismo contemporáneo, las geografías de su crisis y las inestables coordinadas espaciales de su desarrollo. El espacio global se presenta en esta perspectiva como efecto del proceso continuo y sistemático de producción y diferenciación descrito por Peck y Theodore. Y se trata de un proceso que puede ciertamente dar lugar a nuevas configuraciones regionales (atravesadas por múltiples vectores de interconexión), pero muy difícilmente a la reorganización del sistema mundo capitalista en torno de un único centro hegemónico.

6. Extracción

Una vez más los procesos de financierización son aquí ciertamente esenciales. Hace tiempo venimos insistiendo sobre la novedosa calidad de estos procesos con respecto a las épocas precedentes en la historia del modo de producción capitalista. Y sostuvimos en particular que la distinción misma  entre economía «real» y economía «financiera» está hoy puesta radicalmente en cuestión (cfr. A. Fumagalli – S. Mezzadra, comp., La gran crisis de la economía global. Mercados financieros, luchas sociales y nuevos escenarios políticos, Madrid, Traficantes de sueños, 2009, y más en general, los trabajos de Christian Marazzi)

Esto aparece como todavía más evidente al considerar innovaciones financieras como los derivados, que desarticulan las mercancías y dispersan sus disjecta membra «para empaquetarlas con elementos de otras mercancías de interés en un mercado orientado globalmente, en el cual los intercambios se dan según la lógica del riesgo» (R. Martin, “After Economy? Social Logics of the Derivatives”, en Social Text, 31 [2013], 1, p. 89). Obrando con algoritmos cada vez más sofisticados, el high frquency trading desvía para otro lugar la temporalidad de la valorización y acumulación del capital, produciendo fenómenos como el así llamado «flash crash» del 6 de mayo de 2010, cuando el Dow Jones derrumbó de aproximadamente mil puntos en pocos minutos para volver a subir otro tanto rápidamente. Es un acontecimiento de relieve sintomático, si se tiene presente que hoy la axiomática del capital, su isomorfismo y su código abstracto de relación social están cada vez más representados en los mercados financieros globales (y pues cada vez más sujetos a la «volatilidad» que los caracteriza).
Al mismo tiempo, es esencial analizar las modalidades con que el capital financiero «toca tierra», tanto desde el punto de vista espacial cuanto desde punto de vista de los cambios que se producen en las relaciones entre capital y trabajo. Me parece, y es otro punto sobre el cual estoy trabajando con Brett Neilson (cfr. nuestro “Extraction, Logistics, Finance. Global Crisis and the Politics of Operations”, en Radical Philosophy, 178 [March-April 2013]), que se podría utilizar a este propósito un concepto extensivo de extracción para definir el modo mediante el cual el capital financiero se relaciona con las diversas formas asumidas por la cooperación (y la competición) social. La diferencia con respecto al capital industrial es aquí particularmente importante: mientras que el obrero, una vez pasadas las rejas de la fábrica, se encuentra al interior de un sistema de cooperación organizado por el patrón, la mujer negra sola (para usar una figura estereotípica) que contrata una hipoteca subprimedebe pagar mensualmente la deuda entrando en una serie de relaciones de cooperación, dependencia, y explotación que resultan esencialmente indiferentes para el capital financiero, que se limita justamente a «extraer» una cuota de valor producido desde el interior de aquellas relaciones.

Este ejemplo estilizado muestra además de manera eficaz el relieve de la deuda en las formas contemporánea de subordinación y explotación (cfr. M. Lazzarato, La fabbrica dell’uomo indebitato, Roma, DeriveApprodi, 2012); al mismo tiempo, sin embargo, aconseja no absolutizarla, para analizarla más bien conjuntamente con otras formas y otras relaciones (aquellas, a menudo presididas por figuras de empresa absolutamente tradicionales, donde la mujer negra de nuestro ejemplo debe entrar para poder pagar su deuda). En todo caso, la hipótesis para verificar es que un concepto extensivo de extracción se preste a definir un conjunto de operaciones esenciales para el capital, que caben enteramente en la axiomática del capitalismo contemporáneo -o sea en aquellos caracteres comunes que mandan el proceso de su diferenciación en heterogéneas escalas geográficas).

Es evidente que el relieve global del sector extractivo en sentido estricto (acerca de lo cual se insiste críticamente en América Latina el debate sobre el neo-extractivismo) debe ser tenido bien en cuenta en el desarrollo y verificación de esta hipótesis. Se pueden además indicar algunos ámbitos de investigación particularmente importantes: el así llamado data mining en red, el «bio-capital» (o sea el desarrollo y comercialización de fármacos «post-genómicos»), la alianza entre capital financiero y capital inmobiliario en los procesos de «renovación urbana» y gentrification.

Otros tendremos que individuarlos. Me limito aquí a un solo ulterior ejemplo, con referencia a las transformaciones de las así llamadas «cadenas de provisiones» (supply chains) e de la logística, cuyo relieve para el capitalismo global contemporáneo es difícilmente contestable. Anna Tising, un antropóloga estadounidense que se dedica hace años en estos temas, insistió recientemente sobre el hecho de que hoy, contrariamente a lo que ocurría en el capitalismo industrial, muy frecuentemente es la cadena de provisión la que manda la producción (A. Tsing, “On Nonscalability”, en Common Knowledge, 18 [2012], 3).

Mirando al funcionamiento de los gigantes de la distribución como Amazon o Walmart, Tsing subraya que las modalidades de producción de las mercancías comercializadas quedan cada vez más a cargo de a los proveedores (que se hacen cargo por la insignia del imperativo categórico de bajar los costos), mientras que lo que más cuenta desde el punto de vista de la valorización es la capacidad «logística» de sincronizar estas modalidades heterogéneas de producción justamente al interior de la cadena de la provisión. «Piracy» es el término que Tising usa para definir la relación entre cadena y ambiente económico y social circunstante: y evidentemente nos encontramos próximos al campo semántico de la extracción.

7. ¿Fin del neo-liberalismo?

Adoptar una perspectiva como la sugerida por el concepto extensivo de extracción consiente, como venimos diciendo, de clasificar una serie de operaciones del capital que producen sus efectos a nivel global, aún sea de manera diferenciada y generando más bien geografías profundamente heterogéneas del desarrollo y crisis del capitalismo contemporáneo. Me parece, además, que ofrece una perspectiva original con referencia a otro tema al centro de los debates sobre la crisis contemporánea: el neo-liberalismo, un concepto que ha orientado muchos análisis críticos de la globalización en los últimos veinte años, hasta reducirse a menudo a un término vacío y absolutamente genérico (por cuanto no hicieron falta usos del concepto concientes de la diversidad de los contextos de su aplicación y pues de su complejidad y «ductilidad»: pienso por ejemplo a los trabajos de Wang Hui sobre China o a los de Aihwa Ong sobre Asia sur-oriental).

¿La crisis económica global representa el fin del neo-liberalismo, como afirman por ejemplo Gérard Dumenil y Dominique Lévy (The Crisis of Neoliberalism, Harvard University Press, 2011)? O es más realista sostener que «el dominio ecológico del neo-liberalismo» al interior del «capitalismo variado» sobrevivió a la crisis del 2007-2008 (Jessop, “The Diversity and Variability of Capitalism”, cit., p. 233)? Me parece que la primera hipótesis es demasiado sencilla, y que muchos elementos son más bien en soporte de la segunda. Pero me parece sobretodo que el propio concepto de neo-liberalismo debiera ser reexaminado críticamente. Y si permanecen esenciales las indicaciones de Michel Foucault, que nos invitan a estudiar el neo-liberalismo no como un mero conjunto de recetas macro-económicas sino más bien para los efectos que tiene bajo el perfil de la subjetividad, también desde este punto de vista el trabajo de muchos geógrafos críticos nos puede resultar precioso.

Me limito aquí a mencionar un ensayo reciente de Jamie Peck, “Explaining (With) Neoliberalism” (Territory, Politics, Governance, published online 21 June 2013), que subraya de manera contundente la necesidad de estudiar el neo-liberalismo como un proceso, o sea enfatizando su naturaleza “embedded”, contradictoria, y abierta, su imposible «pureza». Desde este punto de vista, por un lado se torna posible conectar los procesos de «neo-liberalización» con la axiomática extractiva del capitalismo contemporáneo y la peculiar producción de subjetividad y regímenes específicos de gubernamentalidad que la caracterizan, mientras que, por otro, se puede investigar analíticamente su reproducción también en aquellos contextos, como los países latinoamericanos con gobiernos «progresistas»,  donde el debate público es dominado por el tema del «retorno del Estado» (véase por ejemplo la análisis del gobierno de Evo Morales ofrecida por Daniel M- Goldstein, “Decolonizing ‘Actually Existing Neoliberalism’”, en Social Anthropology/Anthropologie Sociale, 2012, 20 [2012], 3).

8. El Estado, reloaded

El tema del Estado requiere justamente una nueva consideración crítica, en particular (pero no solamente) para lo que refiere a análisis de las geografías de la crisis y el desarrollo capitalista. En el curso de los últimos años una serie de estudios fundamentales (los de Michael Hardt y Toni Negri a partir de Imperio, por ejemplo, pero también los de Saskia Sassen) han puesto en evidencia la profunda transformación del Estado en el contexto de los procesos de globalización, subrayando cómo su «unidad» misma estaría puesta radicalmente en cuestión desde el punto de vista jurídico o político. Border as Method, el libro ya antes mencionado que escribí con Brett Neilson, se coloca en las huellas de estos estudios, contribuyendo a mostrar qué cosa el Estado ya no es. No se trata, evidentemente, de volver atrás con respecto a los resultados alcanzados, sino más bien de avanzar, comenzando a trabajar sobre qué cosa es hoy el Estado, en diferentes latitudes y en presencia de diferentes regímenes de acumulación.

Por cuanto profundamente transformado -y por muchos aspectos irreconocible si es medido a partir de los parámetros de la doctrina clásica del Estado europeo de comienzo del siglo XX- el Estado sigue siendo un actor estratégico en los procesos de realineamiento de la economía capitalista global (en la gestión de la interdependencia, la inserción en el mercado mundial y en las configuraciones regionales emergentes), jugando papeles cruciales en la articulación y «radicación» de la lógica extractiva del capitalismo contemporáneo en heterogéneas escalas geográficas. Además, como mostrado de manera particularmente eficaz por el caso latinoamericano, el Estado sigue siendo objeto de inversión de deseos y expectativas de emancipación y transformación (y oponer a esta inversión una crítica abstracta de la forma Estado corre el riesgo de resultar políticamente ineficaz).

Una tríple perspectiva de análisis del Estado en el presente global puede ser indicada como conclusión provisoria de estas notas. En primer lugar, se precisa profundizar nuestra comprensión de los cambios a que está hoy sometida la noción misma de territorio (que, no es inútil recordarlo, es uno de los elementos constitutivos de la soberanía en el pensamiento jurídico y político moderno). Trabajando en particular sobre China e India, en Border as Method nos concentramos en los procesos de multiplicación de las «zonas» y la correspondiente «heterogeneización» de territorios nacionales formalmente homogéneos. Bajo el perfil genealógico, estos procesos anclan sus raíces en dispositivos coloniales de gobierno del espacio, entre los cuales la «concesión» es particularmente importante. Este método genealógico abre perspectivas analíticas desde las cuales estudiar una serie de procesos cruciales de nuestro tiempo: el papel jugado por «fragmentos territoriales» poseídos por ex potencias coloniales en la determinación de la extensión de sus «zonas económicas exclusivas» marítimas  (cfr. P. Nolan, “Imperial Archipelagos. China, Western Colonialism and the Law of the Sea”, en New Left Review, 80 [March-April 2013]), al “land grabbing” actuado en Africa y otros lugares por muchas potencias emergentes (cfr. S. Sassen, “A Savage Sorting of Winners and Losers: Contemporary Versions of Primitive Accumulation”, Globalizations, vol. 7 [2010], 1-2), y los procesos de «regionalización» en acto en la Unión Europea (se vean los materiales compilados en el número monográfico de European Urban and Regional Studies, 20 [2013]). Es pero sobre la capacidad de sobredeterminar estos procesos de descomposición territorial por parte de los Estados (algunos más que otros), representando su unidad tanto en el campo de las retoricas cuanto en las políticas, que nos parece particularmente importante profundizar el análisis. En el momento en que muchas entre las más relevantes luchas sociales se presentan como luchas por el espacio, indagar esta desconexión de planos es urgente también bajo el perfil inmediatamente político.

En segundo lugar, es necesario estudiar meticulosamente las transformaciones de las relaciones entre Estado y capital, retomando y poniendo al día las tradiciones de análisis marxista que ha trabajado críticamente sobre el Estado a partir del concepto de «capital total». Habrá necesariamente que tener en cuenta del hecho que la representación del «capital total» es hoy atravesada y complicada por la lógica extractiva de la finanza, el protagonismo de actores trasnacionales, y la presencia de regímenes jurídicos globales: en otros términos, que de ninguna manera el capital total se representa como «nacional». En muchos casos la relación entre las que en términos marxianos se pueden definir «fracciones de capital» y estructuras estatales singulares se presenta en formas hibridas, con las lógicas de la «corporación» y la del «gobierno» que, lejos de estar ordenadamente distribuidas en uno u otro polos del actor económico y del actor político se entretejen en la acción de uno como de otro. Muchos modelos de partnership público/privado parecen conformarse precisamente a este modelo. Queriendo, también en esto caso, rastrear genealógicamente los antecedentes, estuviera interesante estudiar el modelo de la así llamada chartered company, a partir de la más bien conocida,  Compañías de las Indias Orientales inglesa (cfr. Ph.J. Stern, The Company State. Corporate Sovereignty and the Early Modern Foundations of the British Empire in India, OxfordNew York, Oxford University Press, 2011). En términos generales, de todo modo, es decisivo comprender si al interior de esta figura emergente de Estado -también ésta profundamente diferenciada según los contextos- fuera posible encontrar espacios para una representación del «trabajo», o de los «intereses» diversamente calificados con respecto a los capitalistas. Ampliando las investigación en una perspectiva global habrá que censar las formas de mediación que, según una lógica segmentada (de la cooptación al corporativismo) muy diferente de la que conocimos en Occidente en el tiempo histórico de las constituciones del trabajo, siguen por supuesto manifestándose.  Habrá  que evidenciar y criticar sus límites radicales frente a la axiomática extractiva del capitalismo contemporáneo, pero habrá también que reconocer -donde emergen- los elementos de novedad (como hicimos por lo menos en determinados pasajes del reciente ciclo de los gobiernos «progresistas» latinoamericanos).

En tercer lugar, se presenta la exigencia de profundizar el análisis de los procesos de desarticulación de la unidad del Estado, reconstruyendo los procesos de «neo-liberalización» que siguen re-plasmando, en el sentido recién indicado, la acción y la «racionalidad» de especificas estructuras estadúales. En vía hipotética se puede suponer la posibilidad que al interior de este proceso vayan emergiendo contradicciones en el ensamblaje institucional de la forma Estado, y que otras estructuras se presenten como elementos de potencial resistencia a los procesos de neo-liberalización (es una hipótesis sobre la cual estamos trabajando entre muchos compañeros una vez más en América Latina). El cruce de estas estructuras, su apropiación y «re-significación» al interior de la articulación institucional de un proyecto político de construcción del común es una hipótesis cuyo realismo debe ser evaluado caso por caso. Decisiva, desde este punto de vista, es la fuerza, la potencia constituyente de los movimientos y de las luchas que se generan a partir de las transformaciones, dinámicas y dimensiones subjetivas del trabajo social, cooperación y vida de los explotados. Y no se deberá olvidar que, análogamente a lo que se dijo a propósito del territorio, también el proceso de desarticulación del sistema institucional del Estado está continuamente sobredeterminado, tanto sobre el plano de las retoricas cuanto sobre las políticas, por la reafirmación, más o menos violenta, más o menos benévola, de su unidad. Tenemos continuas confirmas de eso también en Europa. Y es precisamente el ejemplo europeo a sugerirnos prestar la máxima atención, tanto desde el punto de vista analítico cuanto desde el punto de vista político, al papel jugado por el Estado al interior de los procesos de regionalización que caracterizan la actual redefinición de los ensamblajes globales del capitalismo.

Es precisamente a partir de este tema que se juega, no sólo en Europa, la necesaria reivindicación del internacionalismo, entendida como umbral mínimo para atribuir realísticamente eficacia a las luchas y las acciones políticas también sobre escala local y «nacional». Esto orden de consideraciones, en todo caso, conduce hacia una radical repolitización de los debates sobre el capitalismo contemporáneo, sus geografías, y su diferenciación dinámica. (cfr. también U. Rossi, “On the Varying Ontologies of Capitalism: Embeddedness, Dispossession, Subsumption”, Progress in Human Geography, published online 28 November 2012, p. 15).

Traducción especial para Lobo Suelto!: Maura Brighenti

Fuente: http://www.euronomade.info/?p=465

Anatomía de una foto

Por Santiago Llach

Cada momento tuvo sus gestualidades: los vizcachismos del Perón Tercero, la adustez horrísona de los generales, la adustez en recuperación de Alfonsín, el cinismo pillo de Menem, la militancia en la insolencia sobradora de Kirchner y Fernández. En lo nuevo resuena ese silencio con fondo de autopistas de los countries. Lo que habilita las nuevas candidaturas son los peajes, el peaje como institución de la Argentina de todos los colores.
Sábado, otro sábado más con ausencia presidencial. En los parlantes de los departamentos de esta cabeza deforme de la patria suenan piezas del museo del rock, piezas de rescate emotivo que nos conectan con lo que fuimos, y vía tuiter Jorge Rial brinda una foto renacentista porteña, la opera. Rial, chismógrafo, hombre del barro comunicacional, juega en la política, crea momentos espectaculares donde se intersecta lo público y lo secreto, el drama de los gestos. En el vacío ansioso de poder creado por los quintacolumnistas de domingo, estos cuatro les dejan una pista a los intérpretes de las señalizaciones políticas ¿Qué es lo que tienen adentro, qué es lo que la foto congela, qué quiere fabricar?

Sergio Massa, en el centro, iluminado por el sol del sábado del Tigre, posa como un Jesucristo vestido en Munro, a medias entre la electricidad y la acústica, entre la modernidad y la tradición. Su saco esforzado, oficinal, desentona con el jean gastado, celeste. Massa todavía no está maduro. Por abajo de la manga deja ver la pulserita roja de adolescente tardío, de chico que fue de vacaciones a Floripa en los noventa a hacerse hombre en la guerra semental, en el gorilismo antropófago. Exhibe su pulsera roja, su muñequera política, como talismán del archivo sentimental.
Malena, en cambio, la chica del jean de María Cher, acarrea como accesorio esos colgantes con formas de niñitos de oro plano: atados a su cuello lleva a sus niños, sobre el escote magro que los hizo mamar. La reproducción tallada en oro, figuras infantiles de la bijouterie clasemediera. Malena, como todas las chicas de los años noventa, hizo su escuela sentimental en los shoppings, en esa ilusión hermosa de la femeneidad con crédito flexible, plástico, en esos albergues de vidrio donde las chicas se hacían mujeres trepando por escaleras mecánicas al doble mandato de la maternidad y la independencia. Los shoppings fueron embarcaderos posfeministas, y ahí está Malena Galmarini, chica del Corredor del Bajo, ahí está su cuerpo, ese museo de los genes, para atestiguarlo.

En el campeonato de sonrisas forzadas jugado en el territorio esbelto de un balcón de piedra sólida, augusta, la sonrisa de hervidora de conejos de Malena parece dirigirse toda, entera, con devoración anoréxica, hacia Jessica Cirio ¿Qué trae Jessica desde el costado de la foto, con su vestido medio sari hindú, medio túnica bolivariana que imaginamos abreviada para exponer sus piernas de gimnasio, provocadoras del amor loco, qué trae Jessica desde el costado de la política? Trae la épica del diseño, de la fotografía, del modelaje: la épica de la anorexia que trastorna el alma en este capitalismo de los impulsos creativos, de los egos modelados por los avatares del destino digital. Es la chica, una más o menos destacada en la troupe de cien, doscientas chicas que desde los carteles de las avenidas y las carteleras de las revistas vienen forjando el carácter de las mujeres, llevando la reproducción a la esfera del dinero. Jessica, desde gigantografías fotoshopeadas, educó a su modo a Malena. El capitalismo de alta rotación de novedades vende una vieja ilusión, la del cuerpo joven, incombustible, que, promete el hombre ya viejo, va a ser corrompido. Es, Jessica, en ese sentido, portadora sana de un mito urbano que adquirió condición de verdad en los foros de internet: Jessica acompañó a Pedro Pompilio, presidente de Boca, con caricias hasta su infartante final. Jessica Wanda Judith, falsa rubia de Lanús con destino de vedette trazado en el bautismo de aspiraciones culturales inglesas conurbanas, llegó lejos, y a sus modestos 28 acaricia el sueño áspero del tránsito modelar hacia el wannabismo político ¿Cómo se llaman las botineras de la política? Karina Rabollini Línea Fundadora, o Evita Trepadora, tal vez.

Insaurralde, más atildado, más Zara que Massa en su look de político de sábado, vindica con sus manos en los bolsillos y su posición erguida la dignidad en la derrota. Va a Tigre, a charlar con el caudillejo victorioso, a llenar la foto, a ocupar el vacío noticioso que se rapiña en las adjetivaciones mediáticas. El Pacto de Tigre: jóvenes administradores de lo público hacen sus votos de peronismo blanco. La Primera Sección Electoral, cuatro millones de electores, diez mil mesas, 24 partidos, la sección que contiene al rico y contrastado corredor del Norte, el gran manchón ABC1 del país peronista, quiere colar por primera vez en Primera, mojar la Presidencia. Se teje la presidencia de los countries, de las nuevas tecnologías. Vuelven los valores de la seguridad, la eficiencia, el diálogo y las empresas privadas. Los presidenciables (Scioli, Massa, Macri, Binner, Sanz, Cobos, incluso Capitanich) son de modalidad modesta. Aturdidos por la altisonancia, la rabia, la impunidad militante, la rebeldía deforme, la vindicación del titeo que practicó el matrimonio coronario de la platense y el santacruceño, los que aspiran a presidir el nuevo período compiten por la inaudibilidad de sus susurros.

Jessica abraza a Insaurralde con el toqueteo todavía en carne viva de los principios del enamoramiento. Jessica y Martín aportan el pedigree de lo sentimental roto, caótico, la aventura que trae al country el tío separado, las nuevas escandalosas que se manejan en la ciudad.

La nueva nueva política se resiste a lo fundacional. Cada momento tuvo sus gestualidades: de los 70 para acá, los vizcachismos del Perón Tercero, la adustez horrísona de los generales, la adustez en recuperación de Alfonsín, el cinismo pillo, con códigos, de Menem, la militancia en la insolencia sobradora de Kirchner y Fernández.

En lo nuevo resuena ese silencio con fondo de autopistas de los countries. Lo que habilita las nuevas candidaturas, hijas risueñas de los dos mil y los noventa, son los peajes, el peaje como institución de la Argentina de todos los colores.

En la foto, Massa tiene un lado de sol y un lado de sombra. Sonríe, sonríe, sonríe con picardía, ebrio de votos. Todo candidato triunfante es una profecía autocumplida, una certeza en cadena. Toda democracia es carismática, la fe en la boleta es tan ríspida como la fe en la transubstanciación, la conversión del pan en cuerpo de Cristo. Depositamos la administración de los millones de todos, a un plazo no del todo definido, en rostros sonrientes que, sin decirlo, sugieren la existencia de un lado oscuro, aun cuando, como buen infiel, lo negarán siempre, incluso si descubiertos con las manos en la masa.

Las manos de los Massa: pegados, con su atuendo interista (nero-azzurro), Sergio y Malena parecen un monstruo travesti, dos Romeos raros. Con su derecha prieta, las falanges dobladas en tensión, Malena presiona sobre el hombro de Sergio. La otra mano de Malena y la derecha de Massa descansan sobre la baranda afrancesada, como manos de aristócratas en construcción, apresando la nobleza. Atrás, la naturaleza conductista del río tigrense encauzado, los embarcaderos donde la ciudad huye hacia el Delta intrincado, un edificio con amenities: santos y señas de la vida aspiracional, la utopía advenediza de la pax de los barrios cercados.

La Argentina se tiene que dar, una vez más, su tipo de cambio, tiene que ajustarse. Está gorda, la voraz Argentina, colesterosa, bulímica, frenando con chirridos de grasa tras la aventura kirchnerista. El precio del dólar tensa la expresión de Malena. De eso, quizás, se conversa en esta Yalta, eso conversan estos nenes crudos.

Los Massa forman una esfinge (monstruo con rostro y busto de mujer, patas de león, cuerpo de perro, cola de dragón y alas de pájaro). Sergio, se vio en el bunker triunfal, es un poco un predicador electrónico. Allá vamos: hacia un día en que no distinguiremos el hiato que separa la prédica política de la prédica evangelista, el sano escepticismo que provoca una democracia republicana ya no tan novata. Necesitamos caras de piedra que administren las cosas del común, el dinero de todos.

Rebobinar 3 (Comunicado del EZLN en sus 30 años de vida)


Que explica el porqué de ese extraño título y de los que le seguirán, que narra el excepcional encuentro entre un escarabajo y un ser desconcertante (quiero decir, más desconcertante que el escarabajo), y las reflexiones no coyunturales y sin importancia que en él se dieron; así como la forma en la que, aprovechando un aniversario, el Sup intenta explicar, sin lograrlo, cómo ven l@s zapatistas su propia historia.
Noviembre del 2013.
A quien corresponda:
ADVERTENCIA.- Como se advirtió en el texto autodenominado “Malas y no tan malas noticias”, no se hicieron públicos los textos que antecedían al susodicho.  Ergo, lo que vamos a hacer es “rebobinar” (o, como quien dice, darle “rewind” a la cinta) para llegar a lo que se suponía iba a aparecer el día de muertos.  Cumplido lo cual, puede usted proceder a darle a la lectura en orden inverso al orden inverso en el que irán apareciendo y entonces así tendrá usted… mmh… olvídelo, hasta yo ya me hice pelotas.  El caso es que se entienda el espíritu de, como quien dice, “retrospectiva”, o sea que uno va para allá pero se regresa para ver cómo es que a uno le dio por ir para allá.  ¿Está claro?  ¿No?
ADVERTENCIA A LA ADVERTENCIA.-  Los textos que siguen a continuación no contienen ninguna referencia a las situaciones actuales, coyunturales, trascendentes, importantes, etc., ni tienen implicaciones o referencias políticas, ni nada de eso.  Son textos “inocentes”, como “inocentes” son todos los escritos de quien se autodenomina “el supcomandante de acero inoxidable” (o sea yo merengues).  Cualquier parecido o semejanza con hechos o personas de la vida real es mera esquizofrenia… sí, como la situación internacional y nacional donde se puede ver que… ok, ok, ok, nada de política.
ADVERTENCIA AL CUBO.-  En el muy improbable caso que usted se sienta aludido por lo que a continuación se dice, está rotundamente equivocado… o es un fan vergonzante de las teorías de la conspiración ad hoc (que se puede traducir a “para cada falla, hay una teoría de la conspiración para explicarlo todo y reiterar los errores”.
Va:
-*-
P.D. El primer encuentro de Durito con el Gato-Perro.-
Durito estaba serio.  Pero no con la falsa impostura de un funcionario cualquiera de un gobierno cualquiera.  Estaba serio como cuando una pena grande nos abofetea el rostro y nada hay que hacer, como no sea maldecir… o contar un cuento.
Enciende la pipa Don Durito de La Lacandona, errante y errado caballero, consuelo de los afligidos, alegría de los niños, anhelo imposible de mujeres y otr@s, inalcanzable espejo para varones, desvelo de tiranos y tiranuelos, incómoda tesis para ignorantes pedantes.
Mirando arrobado la luz de nuestros desvelos, casi en un susurro narra, para que yo la  transcriba:
LA HISTORIA DEL GATO-PERRO
(De como Durito conoció al Gato-Perro y de lo que dijeron esa madrugada sobre los fanatismos).
A simple vista, el gato-perro parece perro… bueno, más bien gato… o perro…hasta que maúlla… o gato… hasta que ladra.
El gato-perro es una incógnita para biólogos terrestres y marinos (¿en qué tabla de clasificación de los seres vivos acomodamos este caso?), caso irresoluble para la psicología (una cirugía neuronal no descubre el centro cerebral que define la perrunez o la gatez), misterio para la antropología (¿los usos y costumbres al mismo tiempo semejantes y antitéticos?), desesperación para la jurisprudencia (¿qué derechos y deberes emanan del ser y no ser?), el santo grial de la ingeniería genética (imposible privatizar ese escurridizo ADN).  En suma: el eslabón perdido que echaría abajo todo el darwinismo de laboratorio, cátedra, simposio, reiterada moda científica.
Pero permítanme narrarles lo que ocurrió:
Como es ley, era madrugada.  Una lucecita bastaba para definir la sombra.  Quieto, caminaba sólo con los pasos de la memoria.  Entonces escuché claramente que alguien decía:
  “Un fanático es alguien que, con vergüenza, esconde una duda”.
No sin antes darle la razón en mis adentros, me acerqué y lo encontré.  Sin mediar presentación alguna, le pregunté:
− Ah, de modo que usted es… un perro.
− Miau − me respondió.
−… O más bien un gato − dije dudando.
− guau − replicó.
− Bueno, un gato-perro − dije y me dije.
− Eso − dijo… o creí que dijo.
− Y la vida, ¿cómo va? − pregunté (y yo transcribí sin dudarlo, dispuesto a no dejarme sorprender con nada, puesto que era un escarabajo quien me dictaba esta singular historia).
− A ratos vale la pena − respondió con una especie de ronroneo −. A ratos como perros y gatos − gruñó.
− ¿Es un problema de identidad? − dije encendiendo la pipa y sacando mi esmarfon-tablet multitouch para escribir (en realidad se trata de un cuaderno de esos engargolados, pero Durito se las quiere dar de muy moderno −nota del escribano−).
− Nah, uno no elige quién es pero sí quién puede ser − ladró desdeñoso el gato-perro −. Y la vida no es más que ese complicado tránsito, logrado o trunco, de una cosa a la otra − agregó con un maullido.
− Entonces, ¿gato o perro? – pregunté.
− Gato-perro − dijo él como señalando lo obvio.
− ¿Y qué lo trae por estas tierras?
− Una ella, qué va a ser.
− Ah.
− Le voy a cantar, porque algunos gatos saben.
− Err… antes de su serenata, que no dudo sea un canto excelso a la fémina que lo inquieta, ¿me podría aclarar lo que dijo al inicio de su participación en este cuento?
− ¿Lo del fanatismo?
− Sí, era algo como que hay quien esconde sus dudas de fe detrás del culto irracional.
− Eso.
− Pero, ¿cómo evitar el instalarse en uno de los tenebrosos cuartos de esa torva casa de espejos que es el fanatismo?  ¿Cómo resistirse a los reclamos y chantajes para instalarse y militar en el fanatismo religioso o laico, el más antiguo sí, pero no el único actual?
− Simple − dice lacónico el gato-perro−, no entrando.
  Construir muchas casas, cada quien la suya.  Abandonar el miedo a la diferencia.
Porque hay algo igual o peor que un fanático religioso, y es un fanático anti religioso, el fanatismo laico.  Y digo que puede ser peor porque éste último acude a la razón como coartada.
Y, claro, sus equivalentes: al homofóbico y machista, la fobia a lo heterosexual y el hembrismo.  Y sume usted el largo etcétera de la historia de la humanidad.
 Los fanáticos de la raza, el color, el credo, el género, la política, el deporte, etcétera, son, al final de cuentas, fanáticos de sí mismos.  Y todos comparten el mismo miedo a lo diferente. Y encasillan al mundo entero en la cerrada caja de las opciones excluyentes: “si no eres tal, entonces eres lo contrario”.
− ¿Quiere usted decir, mi estimado, que los que critican a los fanáticos deportivos son iguales? – interrumpió Durito.
− Es lo mismo.  Ahí tiene, por ejemplo, la política y el deporte, ambos de paga: en los dos los fanáticos piensan que lo profesional es lo que cuenta; en ambos son meros espectadores aplaudiendo o abucheando a los contrincantes, festejando victorias que no son suyas y lamentando derrotas que no les pertenecen; en ambos culpan a los jugadores, al árbitro, a la cancha, al contrario; en ambos esperan que “a la siguiente sí”; ambos piensan que si cambian de técnico, de estrategia o de táctica entonces se resolverá todo; en ambos persiguen a los fanáticos contrarios; en ambos se ignora que el problema está en el sistema.
− ¿Está usted hablando de fútbol? − pregunta Durito mientras saca un balón autografiado por él mismo.
− No sólo de fútbol.  En todo, el problema es quién es el que manda, el dueño, el que dicta las reglas.
En los dos ámbitos se desprecia lo que no sea de paga: el fútbol llanero o callejero, la política que no confluya en coyunturas electorales.  “Si no se gana dinero, ¿para qué entonces?”, se preguntan.
− Ah, ¿está usted hablando de política?
− Ni pensarlo.  Aunque, por ejemplo, cada día que pasa es más evidente que lo que llaman “el Estado Nacional Moderno” es un montón de ruinas en venta de ocasión, y que las clases políticas respectivas se empeñan en rehacer, una y otra vez, la cúspide de un castillo de naipes derruido, sin darse cuenta que las barajas de la base están completamente rotas y ajadas, incapaces de mantenerse erguidas, ya no digamos de sostener algo.
− Mmh… será difícil poner eso en un tuit − dice Durito mientras cuenta para ver si se ajusta a los 140 caracteres.
− La clase política moderna se disputa quién será el piloto de un avión que hace tiempo se estrelló en la realidad neoliberal − sentencia el gato-perro y Durito agradece con una venia.
− ¿Entonces qué hacer? − pregunta Durito mientras guarda con recato su banderín de Los Jaguares de Chiapas.
− Eludir la trampa que sostiene que libertad es poder elegir entre dos opciones impuestas.
Todas las opciones terminantes son una trampa.  No hay sólo dos caminos, de la misma forma que no hay dos colores, dos sexos, dos creencias.  Así que ni ahí, ni allá.  Mejor hacer un nuevo camino que sí vaya a donde uno quiere ir.
− ¿Conclusión? − pregunta Durito.
− Ni perro, ni gato.  Gato-perro, para no servirle a usted.
  Y que nadie juzgue ni condene lo que no entiende, porque lo diferente es una muestra de que no todo está perdido, que hay todavía mucho que mirar y escuchar, que hay otros mundos aún por descubrir…
Se fue el gato-perro que, como su nombre lo indica, tiene las desventajas del perro y las del gato… y ninguna de sus ventajas, si es que las hubiere.
Ya amanecía cuando escuché una mezcla de maullido y ladrido sublime.  Era el gato-perro cantándole, desafinado, a la luz de nuestros mejores sueños.
Y en alguna madrugada, tal vez lejana aún en el calendario y en incierta geografía, ella, la luz que me desvela y devela, entenderá que hubo trazos ocultos y para ella hechos, que tal vez sólo entonces le serán revelados o los reconoce ahora en estas letras, y sabrá en ese momento que no importaba qué caminos anduvieran mis pasos: porque ella fue, es y será, siempre, el único destino que vale la pena.
Tan-tan.
P.D.- En la que el Sup trata de explicar, en modo multimedia post moderno, la forma en que l@s zapatistas ven y se ven en su historia propia.
Bueno, primero hay que aclarar que para nosotras, nosotros, nuestra historia no es sólo lo que hemos sido, lo que nos ha pasado, lo que hemos hecho.  Es también, y sobre todo, lo que queremos ser y hacer.
Ahora bien, en esta avalancha de medios audiovisuales que van desde el cine 4D y las televisiones LED 4K, hasta las pantallas policromas y multitouch de los celulares (que muestran la realidad en colores que, permítanme la digresión, no tienen nada qué ver con la realidad), podemos ubicar, en una improbable “línea del tiempo”, nuestro modo de ver nuestra historia con… el kinetoscopio.
Sí, ya sé que me fui un poco lejos, a los orígenes del cine, pero con eso del internet y las múltiples wikis que lo abundan y redundan, no tendrá usted problema en saber a qué me refiero.
A veces, podría parecer que nos acercamos a los formatos 8 y súper 8, y aun así el formato de 16 milímetros sigue estando lejano.
Quiero decir, nuestro modo de explicar nuestra historia parece como una imagen de movimiento continuo y repetitivo, con algunas variaciones que dan esa sensación de móvil inmovilidad.  Siempre atacados y perseguidos, siempre resistiendo; siempre siendo aniquilados, siempre reapareciendo.  Tal vez por eso las denuncias de las bases de apoyo zapatistas, hechas a través de sus Juntas de Buen Gobierno, tienen tan pocas lecturas.  Es como si uno ya hubiera leído eso antes y sólo cambiaran los nombres y las geografías.
Pero también aquí nos mostramos.  Por ejemplo, en:
Y sí, es un poco como si en esas imágenes en movimiento de Edison, de 1894, en su kinetoscopio (“Annie Oackley”), nosotros fuéramos la moneda lanzada al aire, mientras la señorita civilización nos dispara una y otra vez (sí, el gobierno sería el empleado servil que lanza la moneda).  O como si en “La llegada del tren” de los Hermanos Lumiere, de 1895, nosotros fuéramos quienes permanecen en el andén mientras el tren del progreso llega y se va.  Al final de este texto encontrará unos videos que le ayudarán a entender esto.
Pero he aquí que el colectivo que somos toma y hace cada fotograma, lo dibuja y lo pinta viendo la realidad que fuimos y somos, muchas veces con los negros de persecuciones y cárceles, con los grises del desprecio, y con el rojo del despojo y la explotación.  Pero también con el color marrón y verde que somos de la tierra que somos.
Cuando alguien de fuera se detiene a mirar nuestra “película”, por lo regular comenta: “¡qué hábil tiradora!”  O “¡qué arriesgado empleado que arroja la moneda al aire sin temor de ser herido!”, pero nadie comenta nada de la moneda.
O, en el tren de los Lumiere, dicen: “pero qué tontos, ¿por qué siguen en el andén y no se suben al tren?”.  O “he ahí una muestra más de que los indígenas están como están porque no quieren progresar”.  Alguno más aventura “¿Viste qué ropa tan ridícula usaban en esa época?”.  Pero si alguien nos preguntara por qué no subimos a ese tren, nosotros diríamos “porque las estaciones que siguen son “decadencia”, “guerra”, “destrucción”, y el destino final es “catástrofe”.  La pregunta pertinente no es por qué no nos subimos nosotros, sino por qué no se bajan ustedes”.
Quienes vienen a estar con nosotros para mirarnos mirándonos, para escucharnos, para aprendernos en la escuelita, descubren que, en cada fotograma, l@s zapatistas hemos agregado una imagen que no es perceptible a simple vista.  Como si el movimiento aparente de las imágenes ocultara lo particular que cada fotograma contiene.   Eso que no se ve en el trasiego cotidiano es la historia que seremos.  Y no hay esmarfon que capture esas imágenes.  Sólo con un corazón muy grande se pueden apreciar.
Claro que no falta quien venga y nos diga que ya hay tabletas y celulares con cámaras al frente y atrás, con colores más vívidos que los de la realidad, que ya hay cámaras e impresoras en tercera dimensión, que el plasma, el lcd y el led, que la democracia representativa, que las elecciones, que los partidos políticos, que la modernidad, que el progreso, que la civilización.
Que dejemos eso del colectivismo (que, además, rima con primitivismo): que abandonemos esa obsesión por el cuidado de la naturaleza, el discurso de la madre tierra, la autogestión, la autonomía, la rebeldía, la libertad.
Nos dicen todo eso editando torpemente que es en su modernidad donde se perpetran los crímenes más atroces; donde los infantes son quemados vivos y los pirómanos son diputados y senadores; donde la ignorancia simula regir los destinos de una nación; donde se destruyen las fuentes de trabajo; donde los maestros son perseguidos y calumniados; donde una gran mentira es opacada por otra mayor; donde se premia y encumbra lo inhumano y cualquier valor ético y moral es síntoma de “atraso cultural”.
Para los grandes medios de paga, ellos son los modernos, nosotros los arcaicos.  Ellos son los civilizados, nosotros los bárbaros.  Ellos son los que trabajan, nosotros los haraganes.  Ellos son la “gente bien”, nosotros los parias. Ellos los sabios, nosotros los ignorantes.  Ellos son los limpios, nosotros los sucios.  Ellos son los bonitos, nosotros los feos.  Ellos son los buenos, nosotros somos los malos.
Y olvidan, ellos y ellas, lo fundamental: ésta es nuestra historia, nuestro modo de verla y de vernos, nuestra forma de pensarnos, de hacernos nuestro camino.  Es nuestra, con nuestros errores, nuestras caídas, nuestros colores, nuestras vidas, nuestras muertes.  Es nuestra libertad.
Así es nuestra historia.
Porque cuando los zapatistas, las zapatistas, dibujamos una llave abajo y a la izquierda en cada fotograma de nuestra película, estamos pensando no en qué puerta abrir, sino en qué casa con qué puerta hay que construir para que esa llave tenga motivo y destino.  Y si la banda sonora de esta película tiene ritmo de polka-balada-corrido-ranchera-cumbia-rock-ska-metal-reggae-trova-punk-hip-hop-rap-y-los-que-se-acumulen no es porque no tengamos noción musical.  Es porque esa casa tendrá todos los colores y todos los sonidos.  Y habrá entonces miradas y oídos nuevos que comprenderán nuestro empeño… aunque sólo silencio y sombra seamos en esos mundos venideros.
Ergo: nosotros tenemos imaginación, ellos sólo tienen esquemas con opciones terminantes.
Por eso su mundo se derrumba.  Por eso el nuestro resurge, justo como esa lucecita que no por pequeña es menor cuando a la sombra abriga.
Vale. Salud y que los cumplamos muy felices, es decir, luchando.
El Sup haciéndose pelotas con los videos que tiene que poner para, como quien dice, ponerle la velita al pastel que no dice, pero se sabe treintañero.
México, Noviembre 17 del 2013.

Partido de Estado / Partido de Movimiento

Por Franco Ingrassia

 A finales de 2012, el Movimiento Giros, nacido en la periferia de Rosario (Argentina) en 2005 para oponerse creativamente a un modelo privatizador de la tierra y la vida en las ciudades, tomó dos decisiones: por un lado, construir una herramienta propia para la intervención político-electoral (a la que se llamó Partido para la Ciudad Futura); y por otro, seguir construyendo autónomamente, de forma paralela al PCF, como movimiento.
La idea era disputar espacios en el ámbito representativo municipal con el objeto de 1) poner en marcha acciones legislativas que favorezcan el desarrollo y la multiplicación de las experiencias que ya vienen teniendo lugar (como proyectos sociales, económicos y educativos en los barrios de la periferia, autoorganizados por los propios vecinos) y 2) generar al mismo tiempo un proceso de visibilización e interlocución con esos amplios sectores de la ciudadanía que consideran que la política pasa exclusivamente por los partidos, las elecciones y la representación.
Es decir, las acciones y las experiencias de construcción (lo que en el texto más abajo se nombra como “prácticas prefigurativas”) ya las vienen llevando a cabo las gentes por abajo. Lo que la herramienta del PCF se propone es visibilizarlas, reforzarlas y extenderlas desde lo electoral y representativo. En una escala local, la misma escala de construcción de los movimientos.
Franco Ingrassia es un amigo de la ciudad de Rosario que decidió participar en el proceso del PCF. En este texto de (auto)orientación, esquematizó en catorce puntos la apuesta teórica y política del PCF. Siempre teniendo en cuenta las diferencias entre contextos, son reflexiones que pueden aportar algo a las discusiones que tienen lugar por aquí sobre cómo trasladar al ámbito de la representación (tan blindado) las exigencias y los deseos colectivos expresados durante estos dos años y medio en la calle por el 15-M, las mareas, la PAH, etc.

1. Partiendo de una definición “formal” del concepto de Partido –“herramienta organizativa orientada a la ocupación del Estado”-, es posible situar un discriminante radical en el referente central bajo el cual los diferentes partidos se propongan ensayar dicha ocupación.
2. De esta manera, podemos pensar, en principio, en dos alternativas: que el referente central de esta ocupación del Estado sea un movimiento (o una constelación de movimientos) o que el referente central sea el Estado mismo.
3. Hablaremos entonces de ocupación política del Estado, en el caso de un Partido de Movimiento, y de ocupación estatal del Estado, en el caso de un Partido de Estado.
4. Pensada desde la perspectiva de un Partido de Estado –perspectiva que denominaremosracionalidad estatal-, la mediación entre Estado y Sociedad que el Partido ofrece se presentará bajo la lógica de la representación y tendrá como término dominante al Estado.
5. Pensada desde la perspectiva de un Partido de Movimiento –perspectiva que denominaremosracionalidad política-, la mediación entre Estado y Sociedad se presentará bajo la lógica de laexpresión y tendrá como término dominante a la Sociedad en movimiento, es decir, a la sociedad en su diferencia con su traducción estatal.
6. Existen al menos dos divergencias esenciales entre la lógica de la expresión y la lógica de la representación.
7. En primer lugar, la lógica de la representación es unívoca y la lógica de la expresión es una lógica de lo múltiple. Sólo puede existir un representante para determinado elemento representado. Mientras que puede haber múltiples expresiones de un mismo elemento expresado.
8. En segundo lugar, el procedimiento representativo es una práctica de pasivización de lo representado (alcanza con recordar el art. 22 de nuestra Constitución Nacional: “el pueblo no delibera ni gobierna si no por medio de sus representantes…”), mientras que el procedimiento expresivo sólo se constituye como ampliación de la potencia del término expresado.
9. Ambas diferencias se conectan, en tanto un elemento activo es un elemento siempre capaz de generar nuevas expresiones.
10. En este sentido, un Partido de Movimiento se concebirá a sí mismo como una expresión másdel movimiento. Una ampliación de la potencia del movimiento desplegada en la esfera estatal (de allí la idea de ocupación política del Estado bajo referencia del Movimiento).
11. Mientras que un Partido de Estado busca activamente ocupar el Estado bajo una racionalidad estatal y desde allí representar/pasivizar lo social, un Partido de Movimiento se propone ocupar el Estado bajo una racionalidad política, expresando la autoactividad de lo social, la sociedad en movimiento y, en particular, sus prácticas prefigurativas (experimentaciones concretas, proyectos).
12. ¿Por qué “en particular” sus prácticas prefigurativas? Porque constituyen los elementos de mayor intensidad de existencia del “presente del futuro” en el campo social. Son, por lo tanto, las zonas donde se localizan los más grandes índices de politicidad (es decir, de mayor movimiento, de mayor desarrollo de la las capacidades de invención colectiva) de lo social.
13. Es en ese sentido que decimos que un Partido de Movimiento construye sus orientaciones expresivas cualificando como vanguardia, no a una forma de la subjetividad política o a grupo social determinado, sino a las prácticas prefigurativas mismas. Son ellas -en sus potencialidades y certezas pero también en sus problemas, dificultades y vacilaciones- las referencias fundamentales de las cuales derivar las coordenadas para la acción de un Partido de Movimiento en las aguas extranjeras de la esfera estatal.
14. Es así como, allí donde el horizonte de un Partido de Estado será férreamente intrasistémico y estará determinado por el juego incesante de las disputas de poder y las combinatorias de ocupación estatal posibles al interior de dicho sistema, un Partido de Movimiento desplegará un horizonte metasistémico, orientado por las potencias desbordantes de las prácticas prefigurativas en las cuales se apoya, de las cuales emerge y a las que se propone expresar para contribuir a profundizar y diseminar. 
Rosario, agosto de 2013
Posdata: ¿Qué ha pasado en las elecciones del domingo 27?
Sobre un universo de 450.000-500.000 votantes aproximadamente, en las pasadas elecciones el FCF (finalmente un “frente” que agrupaba también otros movimientos con lógicas de construcción territorial muy similares, como el Movimiento 26 de Junio/Frente Popular Darío Santillán y la Unión del Pueblo) obtuvo algo más de 18.000 votos, pasando a ser la sexta fuerza. Pero lamentablemente no fue suficiente para lograr llegar al Concejo municipal (el órgano legislativo de la ciudad). Se disputaban trece bancas y la quinta fuerza (liderada por un veterinario muy mediático, conocido por tener un programa en la televisión local desde hace tiempo, en alianza medio secreta con los peores aparatos sindicales y sectores de la derecha más dura) se quedó con la banca número trece. Las duras realidades de la política electoral.
Pero fue una gran elección para ser la primera. Aprendimos muchísimo de ese mundo tran extranjero. La sensación es de un primer paso gigante. Y luego, más allá de los resultados cuantitativos, están los efectos que pueda tener haber realizado una campaña masiva de visibilización de las experiencias creativas de autoorganización que se llevan a cabo desde abajo. Si la campaña consistió en tratar de traducir la autoorganización en votos, ahora toca el proceso inverso: ¿en qué medida estos votos se pueden traducir en (nuevas experiencias de) autoorganización?

No me dejes que viene el verano

por Helena Pérez Bellas


No me dejes que viene el verano y ya guarde la ropa con la que nos conocimos en invierno, ya pasó lo peor. No me dejes que viene el verano, ya saque todos los vestidos y no soy parte del desfile incesante que podés ver por Florida, pero igual me pongo más linda. No me dejes que viene el verano y viste que con el verano todo es más fácil, yo soy más fácil, se me derrite el chakra de la confrontación, se me derrite el astral de las discusiones, se me derrite el orden anunciado de lo que tenemos que ser y todo eso junto forma agua, para llenar una pileta a la cual le voy a agregar cubitos de hielo con hojas de menta para que se enfríe todo, la furia, el enojo, el odio. Te invito a nadar para que nos quede el olor a menta, pero también que se impregne en nosotros el olor de lo que transpiré para llegar a todas estas conclusiones. No me dejes que viene el verano y te quiero dar la mano frente al aire acondicionado de 1500 frigorías. Aparte necesito un hombre para que me enseñe a limpiarlo, a programarlo, a entenderlo. Podemos mirar series juntos que nunca vimos, maratones de 5 o 6 capítulos por noche y mezclar todas las comidas ¿qué es la cena? ¿qué es el almuerzo? ¿qué es el helado a las 4 de la mañana? Es la lógica del verano, dale quereme, dale agarrame la mano, teme conmigo la factura de luz, ayudame a pagarla, contá las frigorías como yo cuento los besos que me diste, obsesionate conmigo, pensame, dale no me dejes que viene el verano.

Viene el verano, tranquilo que podemos hablar de estupideces, yo te puedo contar mis estupideces. Como si alguna vez te hubiese contando algo inteligente. Los detalles que veo en los bares, las cosas que se dicen las parejas, las que se aman y las que se odian es todo lo mismo. En el verano puedo acomodar el mundo a tus expectativas porque nadie se va a dar cuenta, están embobados con el olor a jazmín en las casas, en las calles. Contarte la última cosa que me pareció increíble, vi un perro en un canasto de bicicleta ¿podés creer?, es más importante que el dólar blue. No tiene que venir el Estado Nacional a hacerme daño. No tienen que venir las fuerzas de seguridad a secuestrarme. No me tiene que violar la bonaerense. No me tiene que armar una causa la federal. Solo me tenés que faltar para no contarte que vi un perro en una canasta. Eso ya es un daño. Empecé a leer a Briante, anota el nombre que este verano tenes que leer a Briante y lo vamos comentando. Si querés, si tenés ganas, si te quedás en enero como yo. En verano nacen las cosas y vuelven a florecer los secretos. Podemos ir al cine, yo puedo fingir que no te conozco, que es la primera vez en mi vida que te veo. Vos podés hacer lo mismo si querés y preguntarme ¿de dónde venís? Y yo te voy a decir que vengo de pasado, que te articulo en el presente, que te deseo en el futuro.
No me dejes que viene el verano. No me toques, no hace falta, yo me acuerdo cómo era imposible olvidarlo. Si todos estos días igual nunca dejé de quererte, te quise como onda expansiva, estalló el verano, estalló mi amor. No es lineal esto, no es lineal mi historia. Te quiero más ahora porque no te soporto, te tengo mucha bronca, no te banco. Ahora que se hace de día más rápido te veo mejor y no estás a la altura de mis expectativas. Estás por debajo de mis expectativas y eso duele. No te lo digo superada, no te lo digo porque tengo calor. Pero te miro y no comprendo ¿El verano nos muestra como somos? Parece que sí, que el verano nos muestra como somos. Yo no se como voy a estar tan limpia a tu lado todos estos días. No me dejes igual que viene el verano y me tengo que bañar cuatro veces al día y al menos dos tienen que ser en tu casa. Porque escucho el ruido de tus defectos desde el otro lado de la puerta. Escucho como le hablas a la tele, vos también decís estupideces ¿sabes? Giladas. Escucho tu torpeza, escucho cada uno de tus mecanismos, escucho como te quejas por el calor, me pego contra la puerta del baño, estoy en toalla, tengo mucho miedo de que sea la última vez que te veo, me muero de calor acá adentro con el vapor, se me caen las lágrimas, el mundo es una ruina, nada tiene sentido, construimos sobre el desastre, solo quedan los sentimientos y solo nos queda este verano.
Pasemos las fiestas, rastreame en enero. ¿Sabías que los japoneses creen que los que estamos destinados a estar juntos estamos unidos por hilos invisibles que se tensan a lo largo de nuestras vidas? Ah…no sabías. Ahora sabes. Así que tensame en enero, tira de la cuerda, tratame como un perro que yo te voy a tratar igual. Pero es todo con cariño, no te preocupes. No me dejes que viene el verano, buscame en secreto, confundime en las librerías de Corrientes y pensá que la que se ata el pelo en el cine soy yo. Imaginame, no se, deseame, olvidame y armame otra vez. ¿Es lo mismo la vida sin mí? ¿Con quién estás hablando de tus cosas? ¿Quién te hace reír? ¿Quién te sugiere corazones en el Gtalk?  Mira que para las mujeres es más fácil, en verano los chicos se rien de cualquier cosa que digamos porque en verano todo es más fácil, incluso el amor. Yo me quedo en Buenos Aires en enero, ¿vos que vas a hacer? ¿querés que hagamos algo? ¿querés ponerme Aloe Vera cuando me queme con el sol de la pileta? ¿me ayudás a ponerme colirio en los ojos? Compro una sandía, te compro un jacarandá en flor si querés y lo planto en la puerta de tu casa para que te llegue el olor del verano y cuando salgas al trabajo una alfombra violeta te haga todo más lindo, en la verdulería de la esquina te vas a acordar de mí, en la heladería de mitad de cuadra te vas a acordar de mí y yo voy a ser un planeta color verde en una lista de chat y vamos a volver hablar. Y me voy a quejar del calor, vos también te vas a quejar del calor. No sé como me voy a sentir. No sé si te voy a querer como te quiero ahora. Pero no voy a tener nada mejor que hacer y te voy a decir ¿y qué hacés el sábado? ¿y qué hacés el viernes? ¿y qué hacés el jueves? Nada ¿quién hace algo en enero en Buenos Aires? Nosotros. Nunca te dejé, jamás te dejaría, no me dejes vos ahora que viene el verano.

Infrapolítica en tiempos posnacionales. Una reseña de El Estado Posnacional: Más allá del kirchnerismo y el antikirchnerismo, de Pablo Hupert

por Gerardo Muñoz


Repetiríamos un lugar común si dijésemos que las nuevas gobernabilidades de la izquierda latinoamericana representan hoy la clausura total de la larga noche neo-liberal y la inauguración de un nuevo proceso que pone al Estado como portador de instituciones capaces de mediar los reclamos populares más allá de los conocidos diseños de la democracia representativa. Más bien, al decir esto, estaríamos repitiendo el discurso con el cual, amén de sus diferencias y dispositivos varios, los nuevos gobiernos de la marea rosada intentan auto-legitimarse con relación al reciente pasado neo-liberal. Si bien es cierto que los gobiernos de Morales en Bolivia o de Correa en Ecuador, del chavismo en Venezuela o del kirchnerismo en la Argentina, marcan una diferencia sustancial con respecto a la despiadada post-política neo-liberal, esta construcción de una historia del presente suele narrarse a partir de la visión monolítica del Estado, dejando a un lado la complejidad de sujetos, lenguajes, y actores en potencia que crearon condiciones de posibilidad para el arribo mismo de esos gobiernos populares a comienzos de este siglo. Si en efecto hay cierta ganancia simbólica en construir estos relatos – ya no “somos más neo-liberales”, ahora “somos Estado”, se nos anuncia – lo que se suele perder es el ejercicio de una compresión mucho más integral, donde tal vez el actor estatal no sea el centro de un monólogo, sino otras las piezas políticas en juego.

El libro del joven historiador Pablo Hupert, El Estado Posnacional: más allá de kirchnerismo y el antikirchnerismo (2011), se propone justamente intervenir en un espacio más allá de una dicotomía alrededor del Estado tomando como realidad política la irrupción de Néstor Kirchner hacia el 2003. Esta dicotomía suele establecerse a partir de dos bandos bastante bien definidos: aquellos que defienden el regreso del Estado y cuya fidelidad al proceso nacional se vuelve definitiva (desde los estudios latinoamericanos de Estados Unidos, esta posición es defendida con mayor lucidez por John Beverley en Latinamericanism after 9/11); o bien aquellos que, desde la defensa del institucionalismo republicano y la “tiranía” de los derechos individuales, terminan por defender un pasado neo-liberal frente al quiebre del institucionalismo populista. Hupert no solo problematiza esa construcción binaria para la compresión de la última década kirchnerista, sino que ofrece explorar los límites de ese proceso antagónico desde otro ángulo.

Según Hupert, el regreso del Estado no puede signar hoy el regreso al Estado-Nación, entendido como regulador de capitales y eje de un gobierno sobre una ciudadanía, sino más bien lo “nuevo” pasa por la expansión del aparato del Estado sobre los niveles micro y macro de lo social. Es decir, si el Estado ha regresado con Néstor Kirchner en el 2003, es sobre la operación de una práctica que activa una serie de dispositivos y mecanismos en el interior de un proceso estatal capaz de dar coherencia política y “gobernabilidad” a los registros tanto institucionales como informales. Así mismo, lo “posnacional” marca la vuelta del Estado ya no en nombre de una “política del nosotros” – en particular aquella que cobra mayor visibilidad en la crisis del 2001 o el primer Peronismo cuya clase electoral contaba con una unidad laboral– sino como una continuidad de procesos extractivistas o neo-desarrollistas característicos de la inserción latinoamericana en tiempos globales. Lo “posnacional”, explica Hupert: 

no es un concepto, una categoría que sea parte de un sistema de pensamiento estricto y coherente. No es el engranaje de una maquinaria de teoría y política. Es más bien una expresión que resultó cómoda para ir reuniendo y distinguiendo todos esos rasgos, prácticas, características, acciones, que se vienen desarrollando sobre todo en el ámbito estatal desde el 2003 a esta parte y que no coinciden con las características de un Estado nacional”. (p.15). 


¿Cómo se construye, entonces, ese nuevo tejido estatal desde lo posnacional? Hupert no solo lo explica mostrando que los mecanismos de nación en tanto soberanía han quedado ya en el pasado, sino que la nueva legitimidad peronista que recorre el período presidencial de Néstor y Cristina Kirchner tiene como condición y aporía a  la crisis del 2001, o lo que a través del libro se entiende de dos formas análogas: “la política del nosotros” y la “infrapolítica”. La aporía pasa por el hecho de que, a la vez que la irrupción del “que se vayan todos” hace posible un escenario favorable para la intromisión hegemónica de Néstor Kirchner, el propio triunfo electoral del Frente para la Victoria y su gobernabilidad posterior suele acentuarse bajo la condición de negar y silenciar esa  potencia iniciática que irrumpe en el 2001. Sobre ese punto ciego que signa “ el nosotros”, kirchneristas como anti-kirchneristas estarían compartiendo una misma posición que niega la infrapolítica del poder destituyente, o peor aún, que lee esa interrupción como un elemento más de un panorama más amplio de la crisis económica y social que produjeron los reajustes neo-liberales. El Estado Posnacional, entonces, se construye a partir de la invisibilidad de los modos de organización política que, a contrapelo de una conquista hegemónica del Estado, propusieron formas varias de participación común y construcción de resistencias encarnadas en diversas figuras infrapolíticas que van desde  la multitud al desocupado, del piquetero al investigador militante.
Frente al nivel infrapolítico que recoge la amplia gama de la “política del nosotros”, el kirchnerismo según Hupert no solo opera con su tachadura simbólica, sino que también en la práctica suele cooptarlos a través de mecanismos de expansión que transforma la infrapolítica en micropolítica. Si por zona infrapolítica entendemos un proceso de actuar y hacer en autonomía y en constante resistencia al Estado (formas nocturnas, secretas, y contaminadas de la resistencia, como lo entiende James C. Scott en Domination and the arts of resistance, de donde proviene originalmente el término), en el nuevo nivel micropolítico asistimos a una diagramación por parte del Estado en donde se reorganizan las territorialidades y se aglutinan sujetos más alejados del aparato estatal. Si la infrapolítica supone una actividad del “nosotros” frente al Estado, desde la inversión micropolítica, la operación estatal aparece habitar los niveles más recónditos y alejados del tejido social. Por momentos, Hupert parece entender que la hegemonía, en su proceso de acumulación de signos y demandas en una cadena equivalencial, puede llegar a resultar nociva para la infrapolítica hasta convertirla imperceptible o inexistente. En otras discusiones de la “infrapolítica” a lo largo del libro, también pareciera que la infrapolítica marca una período histórico, y no tanto una actividad capaz de agrietar la extensión de la dominación y la visibilidad misma de la sumisión hegemónica: 

«Si recordamos que las Madres son el primero de los acontecimientos infrapolíticos, se hace manifiesto que el régimen político kirchnerista es un régimen forjado en función del reconocimiento inoculado de lo antes excluido de la representación…[…] 2001: afirmación infrapolítica + agotamiento de la representación como liga >> 2003-11: ascenso de las ligas gestionaría e imaginal + investigación de la infra como micropolítica. Y ahora, 2011: desafío de cierre + desafío de apertura (p.67-70)”. 


Si bien Hupert abre espacio para pensar la política argentina del presente de otro modo, al concebir la infrapolítica dentro de una periodización histórica de sujetos políticos anti-estatales concretos (Abuelas, piqueteros), este análisis pareciera incapaz de profundizar en los modos en que la infrapolítica puede subvertir, escapar, y fisurar los dispositivos de captura estatal, incluso luego de la expansión de la representación en forma micropolítica. 

El concepto de infrapolítica para denominar una “política del nosotros”, tal y como la irrumpe hacia el 2001, se asoma también como recurso analítico para entender la política del presente desde abajo. Pensar el kirchnerismo desde su condición de posibilidad no-estatal, permite interrogar zonas de subjetividades, lenguajes, potencias, y afectos que se resisten a la reducción de la “lógica de demandas” tal y como propone Ernesto Laclau en su modelo de retórica populista. La infrapolítica sería el espacio de condición, aunque también aquel donde habitan las pasiones felices atravesadas por la contaminación de una subjetividad que, desde la informalidad y asaltos microscópicos, consiguen habitar en un registro subterráneo paralelo los diseños de visibilidad simbólica y discursiva que supone la construcción del Estado. Como concepto quizás es importante apuntar que la infrapolítica proviene de dos genealogías disímiles, aunque compatibles en más de una forma. 

Por una parte, infrapolítica consta de una vertiente antropológica y descriptiva de modos de “resistencias tenues” tal y como los estudia transversalmente el politólogo James C. Scott, en su importante libro Domination and the Arts of Resistance (Yale University Press, 1990). Para Scott, la infrapolítica no denomina una forma de resistencia voluntarista o ideológica de las capas subalternas frente a la dominación política de Estado, sino que describe todo el arsenal de murmullos y actos transgresores por los cuales los sujetos subalternos cobran agencia y rehúsan a su antojo herramientas y esquemas de la dominación misma. Infrapolítica intenta burlar y desviar los “efectos” de la dominación. Otro uso del término infrapolítico aparece, de manera intermitente y con múltiples usos analíticos, en varios trabajos del filósofo y crítico literario latinoamericanista Alberto Moreiras. Para Moreiras, infrapolítica suele articularse como sinónimo de un doble registro político de la deconstrucción frente a la estructura que encarna el “biopoder” y la totalidad de los aparatos de subjetivizacion. En otras instancias, en particular en el libro Línea de sombra: el no-sujeto de la política(Palinodia, 2006), la infrapolítica pareciera señalar un éxodo del poder tanto hegemónico como contra-hegemónico, siguiendo a Heidegger, para quien estas dos formas de lo político no logran escapar su forma imperial-romana. El uso del término “infrapolítica” en Hupert, en cambio, estaría más cercano a la reelaboración llevada a cabo desde el 2001 por Diego Sztulwark y Colectivo Situaciones, que se sitúa en relación doble ante la categoría del Estado. Un primer modo de entender la infrapolítica sería como el nombre y práctica de la politizaciones autogestionada durante la década de los 90s, y carentes de modos de representación institucionalizadas, renuentes a toda traducción hegemónica. Otro uso de infrapolítica aparece en el post-2001, y tiene que ver con la continuidad de estas formas de autogestión una vez que se ha instalado el Estado posnacional. Curiosamente el libro de Hupert no elabora sobre los modos en que la infrapolítica, precaria o debilitada, ha continuado durante la era kirchnerista. Más bien uno pudiera decir que al entender la infrapolítica tan apegada a los hechos y condiciones del 2001, se vuelve un tanto difícil entenderla como praxis cotidiana y rutinaria,  contestataria y subterránea, a la menara de Scott o Moreiras, cuyos usos no se restringen a un historicismo o a sujetos identitarios. 

Si el estado posnacional es la expansión sobre los hilos más profundos de la subjetividad social, sus modos de concentración simbólica se dan a través de un balance entre lo que Hupert denomina el proceso de “imaginalización”. En esto el libro de Hupert comparte un elemento que libros sobre el kirchnerismo tan disímiles como La audacia y el cálculo de Beatriz Sarlo, Kirchnerismo: una controversia cultural de Horacio González, o La anomalía kirchnerista de Ricardo Forster, también colocan en el centro de la discusión argentina: el lugar de lo simbólico y la producción de imágenes como soporte fundamental en la gestión kirchnerista. La novedad del análisis de Hupert radica, sin embargo, en lograr escapar de la polaridad que entiende el uso de las imágenes ya sea como “Celebrityland” cuasi-oportunista (Sarlo), o como proceso de reactivación de espectros peronistas y lenguas nuevas (González y Forster). Hupert sitúa el uso de la “imaginalización” no como recreación de simulacros ni formas del pasados, sino como franjas en donde se intenta enmendar la distancia entre la esfera económica y la política, la de la construcción de una imagen selectiva, cortando y pegando momentos históricos y obviando otros. La teleología kirchnerista se traza en una línea recta que va desde el primer peronismo sindicalista basado en el imaginario del trabajo proletariado, pasado por las resistencias del peronismo de izquierda de los 70s, hasta llegar al nuevo momento de refundación nacional con Kirchner en el 2003. Discutir la “imaginalización” del kirchnerismo le permite a Hupert demostrar los modos en que la presentación del gobierno, así como su “temporalidad histórica y económica” caminan a ritmos desiguales. Así, el imaginario del kirchnerismo no es tanto una discusión sobre los usos de símbolos, sino más bien sobre la imagen política que el gobierno construye para poder hablar desde el “Estado” en tiempos que ya han dejado de serlo. La imaginalización es el modo de gobernar una vez que ya hemos comenzado a habitar tiempos posnacionales. 

Si en un registro la “imaginalización” describe el nivel simbólico de la gobernabilidad, la “gestión” denomina su modo práctico, tal vez el dispositivo tecno-político que hace posible traer de vuelta la politización a las bases en tiempos posnacionales. La “gestión” más allá de ser un plan de gobierno con contenidos ideológicos fuertes que determinan el carácter “progresista” del gobierno, viene a marcar un modo de llevar la gobernabilidad hacia delante,  conteniendo así una mínima conflictividad posible. La gestión, según Hupert, va marcando el “desorden objetivo” de la realidad posnacional que el kirchnerismo va aliviando y resolviendo a su paso. Al igual que la extensión estatal micropolítica, la gestión es un proceso expansivo que va tapando huecos en su camino, evitando así niveles de conflictividad mayor, y reduciendo todo intento de una “política del nosotros”. La “gestión” se preocupa por ir multiplicando respuestas a estos conflictos (aquellos marcados por la producción misma de subjetividad), a la vez que suele interpelar a sectores del poder, para así mantener una visibilidad de gobierno populista que en lo imaginario busca dividir, en efecto, la sociedad entre aquellos que representan al “pueblo” contra a los bloques de intereses económicos-institucionales. Así, la gestión funciona paralelamente al proceso de imaginalización, si bien sus operaciones son siempre a corto plazo, contingentes, y de una asimetría constante hacia los sectores más alejados de los aparatos estatales. A partir de este análisis, pudiéramos leer a Hupert contestando abiertamente a la teoría populista de Laclau, puesto que ya no es la conflictividad de interpelación el centro de lo político, sino la gestión como expansión objetiva-contingente de un Estado que huye de la conflictividad con sujetos infrapolíticos que demostraron ejercer el poder destituyente hacia el 2001. El Kirchnerismo quiere, a toda costa, evitar la mínima posibilidad de que algo parecido pueda tener lugar. 

El Estado Posnacional es un libro de coyuntura y de pensamiento sobre el presente político argentino. Sin embargo, tampoco es un panfleto, ni un folletín político. Tejido a partir de conversaciones en un taller de historia política argentina que tuvo lugar en el 2007 por el propio Pablo Hupert, El Estado Posnacional formalmente puede ser leído como una reactivación del diálogo platónico. Aunque a diferencia de Platón, Hupert se propone interrogar y abrir espacios desconocidos, lanzar hipótesis e investigar, sin a priori mediantes, zonas que parecieran incuestionables en un debate político. Antes que hablar con sabiduría y datos, Hupert discute a partir de las dudas y las incertidumbres. Hupert no es el sabio, sino el maestro ignorante que aprende de otros y de sus interrogantes. Quizás por el carácter mismo del libro, una de las preguntas fundamentales que despierta su lectura queda afuera: ¿cuál es la condición concreta de los sujetos infrapolíticos hoy? ¿Es posible la cooptación integral de la praxis infrapolítica ante la nueva expansión imaginal y gestional del Estado K? 

Uno de las efectos que genera la lectura del libro de Hupert es una tesis que pudiera avanzar una hipótesis curiosa: si ante la expansión del Estado asistimos al debilitamiento de toda actividad infrapolítica, entonces esto implica que con el neo-liberalismo, carente de todo estatismo, presenciamos una expansión de la infrapolítica desde los márgenes hacia el centro. Paradojalmente el neo-liberalismo, desde el lente infrapolítico, aparece entonces como proyecto de mayor democratización, o al menos, como proyecto político en el cual, toda una zona de “políticas del nosotros” deviene en transformaciones profundas de afectos, lenguajes, y vidas en común. Hupert escribe: “Es como si dijésemos que ante un Estado abandónico como el de los 90s era mass sencillo  desarrollar valores y modos de vida autónomos que con un Estado mass paternal…La metáfora del régimen político kirchnerista es un papa diciendo “chicos, vuelvan a casa, la voy a hacerlo mass cómoda posible con tal de que no desconozcan…” (p.69). Por eso la pregunta por la infrapolítica actual, bajo la presencia “fuerte” del Estado, es también una oportunidad para volver sobre el neo-liberalismo justamente como productor de precariedad por una parte, pero también, más interesante aun, capaz de generar empalmes sociales alternativos mucho más resistentes. 

Frente a la encrucijada de la aparición del Estado, Hupert reclama volver a poner en el centro de la discusión a los movimientos sociales, la subjetividad infrapolítica y los afectos en la compleja realidad que atraviesan los procesos latinoamericanos. El libro de Hupert se enriquece si se pone en diálogo con toda una reciente bibliografía de estudios teórico-políticos, tales como la publicación Debates & Combates de Ernesto Laclau,Habitar el Estado de Sebastián Abad y Mariana Cantarelli, Politics on the edges of Liberalism de Benjamin Arditi, o Post-Soberanía de Oscar Ariel Cabezas.  En este sentido, El Estado Posnacional interviene en una discusión actual de la teoría política sobre Estado y movimientos sociales en América Latina, en la cual Hupert reconstruye no solo una historia alternativa para pensar el kirchnerismo, sino una matriz que ofrece una salida al pensamiento estatista que encarnan hoy no solo aquellos situados en el Estado, sino también sujetos interpelados por el pensamiento único de la hegemonía en tanto dominación. 

Uno de los gestos centrales de la intervención de Hupert, de la mano del pensamiento teórico de Ignacio Lewkowicz y Colectivo Situaciones, es apostar por la complejidad del análisis teórico en medio de un proceso político cuya fuerza siempre parece tener al Estado como pieza monolítica de posiciones binarias. Más allá de las simpatías conocidas por el “regreso del Estado” en la región – que a su vez es siempre con respecto “al pasado” neo-liberal y que aun reproduce el lastre de una lógica de superación y desarrollo – el libro de Hupert, a diferencia de la antipatía liberal defensora de institucionalismos insuficientes, se instala en una discusión del presente desde una lengua y un pensamiento renovador (léase infrapolítica). El Estado Posnacional estudia esta interesante nueva complejidad argentina que llamamos kirchnerismo, pero a la vez tiene la fuerza para lanzar incomodas interrogantes capaces de renovar nuevas potencias y fisuras en el reverso de la hegemonía.

El consumo popular como marca de época

por Verónica Gago


Unos días antes de las PASO, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner hizo público un dato que pinta un nuevo y expansivo paisaje conurbano: ²¿Saben cuál es el shopping que más ventas y facturación tiene en la República Argentina? No está en Recoleta, no está en Palermo, está en La Matanza. ¿Cuándo matanceros soñamos tener un shopping en La Matanza? Los shopping eran para los muy ricos, estaban en el centro de la Capital Federal. Ahora tenemos en Avellaneda, ahora tenemos en La Matanza². Que un shopping se instale en el conurbano y que supere en facturación a aquellos de los barrios más ricos de la capital pone a discutir un tema central que puede leerse como clave de la contienda electoral en curso: ¿hay un nuevo consumo popular? ¿Cómo se financia? ¿Qué tipo de inclusión representa? La avanzada de estos shoppings tiene, además, un antecedente de peso: La Salada fue la vanguardia de un consumo popular, masivo y capaz de concretar una imagen del crecimiento del empleo fuera de los cánones del mundo asalariado y sindicalizado. La Salada y los nuevos shoppings fueron rápidamente incorporados a la constelación de la bonanza del consumo para todos, como nodos estratégicos de la legitimidad de la época. Así, la imagen de un conurbano miserabilista y tierra fértil para los saqueos busca ser desplazada por un paisaje postindustrial marcado por el ritmo del consumo plebeyo, sustentado en una multiplicidad de ingresos que agrupan en una misma economía subsidios, changas, trabajos de diversa índole e intermitencia combinados con ingresos provenientes de economías informales (con una amplia zona difusa de ilegalismos). El tema tiene muchos ropajes pero es una clave de lo que se juega en estas elecciones: se hable de inflación, impuesto a las ganancias, consumo en cuotas o endeudamiento, la cuestión que fondea es:  ¿cómo se financia el consumo de los sectores populares? ¿Hay una sospecha sobre el dinero sólo cuando éste llega a las clases más bajas? ¿Cómo se sostiene un consumo para todos frente al ritmo inflacionario? ¿Es la multiplicación del shopping conurbanense una de las estrategias contra la criminalización de esos sectores: consumo vs. inseguridad? Más allá del crecimiento de la economía popular por medio del salario (en blanco, en negro y en una alta gama de grises), hay también toda una multiplicación de formas de ingresos impulsada por las economías informales que explican esta ampliación de la capacidad de consumo en sectores que hasta hace unos años cabían sólo en el casillero de excluídos y que rearman el mapa laboral por fuera del mundo sindical. La disputa plantea una novedad respecto de las viejas formas de entender la relación entre inclusión, dinero y barrios periféricos.
Un mapa del consumo popular
No es casual que representantes (argentinos) de la feria La Salada hayan sido convocados en su momento para ser parte de la delegación oficial a Angola, con el propósito de abrir nuevos negocios. Tampoco que sean parte de la polémica por cómo se financia la política de los intendentes bonaerenses. Pero lo notable es que todo un lenguaje que hasta hace un tiempo parecía ajeno a los sectores populares ha dejado de serlo. Consumo, crédito y marcas ya no son cuestiones exclusivas de clases medias y altas. Una manera de investigar este consumo que crece es mirar el mapa de la financiera FIE Gran Poder, una de las más prósperas en el área de las microfinanzas. Su mapa territorial tiene puntos neurálgicos en Liniers, Once y Flores en la Ciudad de Buenos Aires; Lomas de Zamora, Laferrere, Esteban Echeverría, Florencio Varela, Villa Celina, La Tablada, Olmos, en la provincia de Buenos Aires.
A diferencia de otros países de América Latina, el microcrédito no tuvo su momento de auge en Argentina en los años de neoliberalismo más extremo (para una crítica de su funcionamiento neoliberal en Bolivia, véase el libro de Graciela Toro, ex ministra de Planificación del Desarrollo de Evo Morales: «La pobreza: un gran negocio. Un análisis crítico sobre oeneges, microfinancieras y banca», edit. Mujeres Creando). Por el contrario, en nuestro país su crecimiento está vinculado al momento de la crisis del 2001 y su origen tiene que ver con muchos ahorros de migrantes de Bolivia, Perú y Paraguay que se quedaron con dinero en efectivo en épocas de corralito. Pero, como otros emprendimientos asociados a las nuevas economías informales, las microfinanzas no decrecieron con el fin de la crisis, sino que, por el contrario, se expandieron. Además, su funcionamiento se mezcló y combinó con formas cooperativas y de microemprendimientos derivadas en muchos casos de los planes sociales. Muchas de las políticas gubernamentales de la última época supieron aliarse a estas economías. No las combatieron ni intentaron reemplazarlas, sino que fueron parte del impulso general al consumo. En esa dinámica, los planes sociales dejaron de concebirse y propagandizarse como paliativo temporal de la desocupación para asumir un escenario estructural más complejo de reconfiguración del universo laboral. Los subsidios al desempleo pasaron a ser reconvertidos en subsidios a nuevas formas de empleo (del Plan Jefes y Jefas al Argentina Trabaja), asumiendo que las formas cooperativas y autogestivas creadas en el auge de la crisis tenían el saber y la astucia de procedimiento productivos entramados en los territorios de los cuales la formalidad asalariada se había retirado hacía rato. El sindicalismo nunca lo vio con buenos ojos: combatió lo que consideró una forma de tercerizar el trabajo en las intendencias, coronada con el exabrupto moyanista de calificar a esos planes como ²Argentina Descansa².
El ²gran poder² de las microfinanzas
Para localizar un punto estratégico de estas economías debemos remitirnos, una vez más,  a la feria de ferias La Salada. Al médico boliviano Víctor Ruilova, al ver cómo se multiplicaban allí los puestos en el año 2000, se le ocurrió trasladar la experiencia de la financiera andina FIE (inspirada en el hindú Yunus) a esta zona de Lomas de Zamora y la rebautizó como FIE Gran Poder. La Salada, hay que recordarlo, fue catalogada desde las ciencias sociales como el ²shopping de los pobres². Ese título después fue reapropiado por muchos de sus dirigentes, en un tono burlón y reivindicativo: ¿quién se opone a que el shopping se convierta en un espacio plebeyo? La referencia de la presidenta parece poner un punto en ese debate que, por cierto, tiene muchas aristas.
²Ahora los bancos tradicionales ya se interesan en esto y ²bajan² a este tipo de negocios. Nuestra gente, de origen quechua y aymara, tienen un olfato económico y comercial impresionante. Tal vez no saben leer, pero entienden de números. Y su capacidad de trabajo es impactante. Esto que empezó siendo de paisanos, ahora ya no es así: hoy más del 40% de nuestros créditos son para argentinos², comenta Ruilova para explicar el crecimiento territorial de la financiera que dirige. Durante los 90, los ahorros destinados a financiar la actividad comercial informal, a medida que la crisis avanzaba, surgían de la autorestricción del consumo familiar. Ahora la situación es bien distinta y varios bancos han lanzado productos para llegar a un sector que antes no calificaba: el banco Galicia con la Tarjeta Naranja, el HSBC con la financiera Proa, también la fundación BBVA con Contigo Microfinanzas, Banco Francés, Santander Río, y el Banco Supervielle (Cordial Microfinanzas) cuentan con iniciativas de este tipo.
Pero muchos años antes de que los grandes bancos se aproximen a la informalidad para brindar créditos, FIE Gran Poder avanzó sobre una franja específica de la población: migrante, informal, productiva y descapitalizada. Ese campo se amplió ante la masificación de los planes sociales y su reconversión (con distintos grados de éxito) en emprendimientos productivos. Por eso es que en la historia de FIE Gran Poder en la Argentina juega un lugar central el Estado, con el que confluye cuando éste se vuelca de manera progresiva a financiar la llamada economía social. Esto tiene origen en el crecimiento económico posterior al 2003 y, sobre todo, en el cambio estructural que ensanchó el mapa del trabajo a zonas de informalidad que llegaron para quedarse.
FIE da créditos que en promedio están alrededor de los diez mil pesos a pagar entre doce y treinta y seis meses. Actualmente cuenta con 7600 prestatarios y un promedio de cumplimiento de pago en siete meses. Lo original es su sistema de origen alemán de cobro de intereses (a diferencia del usual sistema francés): se cobra interés sobre el saldo de la deuda y no sobre el monto total del crédito. Para acceder no se necesitan acreditaciones formales, sino una evaluación que se hace cara a cara: ²A una señora que va a poner una verdulería le preguntamos adónde y a cuánto va a comprar el kilo de tomates, a cuánto lo va a vender, cuánto gasta con los hijos, etc. Sabemos cuánto puede pagar de crédito a partir del listado de sus ingresos y egresos. Esa evaluación es la que cuenta en la capacidad de pago, no tiene nada que ver con los papeles. Por ejemplo, si vas a ver un mecánico que no tiene las uñas negras o un carpintero que no tiene aserrín en las pestañas, ya sabes que no es verdad¨.
Las sospechas del dinero
¿Qué implica esta ampliación del consumo y de la capacidad de endeudamiento? El sociólogo Ariel Wilkis acaba de publicar Las sospechas del dinero. Moral y economía en la vida popular (Paidos), donde describe la heterogeneidad de experiencias en las que se produce la ganancia del dinero en los sectores bajos. A contrapelo de muchos lugares comunes que postulan al dinero como objeto maléfico que sólo desarticula, corrompe o destruye las relaciones entre personas, Wilkis arriesga pensar al dinero como productor y transporte de virtudes y valores morales (como dinero donado, militado, sacrificado, ganado, cuidado, prestado). Pero sobre todo Wilkis cuestiona que ese carácter maldito del dinero aparece especialmente cuando roza las vidas populares: en simultáneo con el prejuicio del clientelismo político, cuando se analizan las economías informales las sospechas no se hacen esperar.
Lo que las economías informales de los sectores populares ponen en discusión son nuevas formas de inclusión y de construcción de ciudadanía que desafían el esquema republicanista liberal. Sin embargo, ellas son también el campo de batalla de las nuevas economías ilegales que van de la piratería del asfalto al narcotráfico (o narcomenudeo).
Financiar sin sobreendeudar
FIE-Gran Poder fue impulsado y aun recibe apoyo de FONCAP (Fondo Capital Social, del Ministerio de Economía) y pertenece a la Red Argentina de Instituciones de Microcréditos (Radim). En los últimos años el gobierno ha puesto su mirada en las microfinanzas con la creación de la Comisión Nacional de Microcrédito (CONAMI), que depende del Ministerio de Desarrollo Social.
²Lo más importante –continúa Ruilova- es cuidar al cliente y esto implica sobre todo una cosa: evitar su sobreendeudamiento². Argumenta que dar crédito sin endeudar se opone a las prácticas financieras que practican la usura en el mundo popular (con fuertes dosis de violencia para los incumplimientos), que hoy también crecen velozmente y se multiplican especialmente en el conurbano. En todo caso, queda claro que hay una disputa por la apropiación de la capacidad de endeudamiento de los sectores populares que es también su capacidad productiva y que hay varios instrumentos que ponen en juego distintos propósitos y modalidades.
Ruilova dice que el financiamiento que impulsa no es sólo para consumo sino que tiene su acento en la producción y en el empeño laboral que vienen demostrando las economías informales, que ya no pueden considerarse marginales casi desde ningún punto de vista. ²El primer pedido siempre es préstamo para vivienda. Pero en la vivienda funciona el negocio, entonces se financia en simultáneo las dos cosas², explica. ²Y también una partecita la destinan para el televisor, o para la computadora del hijo, o para la fiesta de 15 años de la hija, o para las fiestas del Gran Poder o de la Virgen².
Dinero prestado y boom de deuda
La tesis de Wilkis sirve para pensar la expansión de las microfinanzas (las cuales involucran toda una micropolítica de la gestión financiera barrial, doméstica, feriante) como la de FIE Gran Poder y pone un interrogante central. Si la mayor democratización en América latina en buena medida se expresa como monetarización y financierización de la vida popular: ¿por qué recae sólo sobre esos sectores la condena moral por su cercanía con el dinero y el consumo? Sin embargo, quedan aun muchos puntos para abrir el debate. Por ejemplo, si este fenómeno es parte de la distribución de la riqueza o, más bien, de una socialización de la capacidad de endeudamiento.
Según Wilkis, la evolución de la financiación para consumo entre 2003 y 2012 ha ascendido en términos absolutos y también en comparación con los créditos hipotecarios o prendarios: pasaron de 4.540 millones de pesos en enero de 2003 a 106.313 millones de pesos en abril del 2012, lo que supone un aumento en 23 veces en nueve años. También se diversificaron a manos de tarjetas bancarias y no bancarias, agencias financieras, mutuales y cooperativas, comercios minoristas y cadenas de electrodomésticos o de indumentaria e hipermercados. Esta multiplicación de instrumentos facilitó el acceso y, para el investigador, ²logró transformar a las clases bajas en sujetos de crédito², promoviendo en equipamiento hogareño de electrodomésticos y celulares y remodelando las economías familiares.
El crédito, señala Wilkis, ²aparece como alternativa frente a la escasez de efectivo y la imposibilidad de ahorrar². La expansión del crédito traza una contraimagen con los episodios de los saqueos como índices de épocas distintas y una evaluación moral opuesta sobre cómo solventar el consumo de ciertos sectores sociales: de la condena del saqueo a la reivindicación del cumplimiento de la deuda de los que menos tienen. Del crecimiento sin fin de La Salada al shopping de La Matanza, el paisaje es radicalmente otro. Y ese mundo popular de nuevos consumos, con todas las ambigüedades y conflictos que implica, también está en juega en estas elecciones.

Para pasar el finde (de) largo leyendo: La Hidra de la Revolución


Este ensayo nos cuenta una historia oculta: la del proceso de globalización que engendró el capitalismo y la resistencia de los hombres y mujeres que lucharon durante dos siglos y medio contra él para preservar su libertad y sus medios de vida. Personajes ignorados y luchas olvidadas, historias de violencia y de heroísmo que nunca han sido contactadas reviven en estas páginas que podés descargar de Lobo Suelto!

“Sumak Kawsay o la política del vivir felices”

por Francesco Salvini


Un espectro recorre América Latina, moviéndose entre movimientos sociales y constituciones programáticas. Es el espectro del sumak kawsay, principio de reciprocidad entre seres vivientes, con y en la naturaleza, propio de las culturas indígenas. Traducido en Ecuador como buen vivir, el uso de la locución se refiere a una concepción política del vivir social en relación no solamente a la naturaleza sino más en general al vivir juntos, en comúnla vida en plenitud, es decir, como queda definido en la Constitución de Ecuador del 2008:

 Art. 14. Se reconoce el derecho de la población a vivir en un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, que garantice la sostenibilidad y el buen vivir, sumak kawsay. Art. 275 El Buen Vivir requerirá que las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades gocen efectivamente de sus derechos, y ejerzan responsabilidades en el marco de la interculturalidad, del respeto a sus diversidades, y de la convivencia armónica con la naturaleza.

Sin embargo, kawsay es un verbo y en el mundo anglosajón se prefiere la traducción to live well con respecto a good living, para evitar subjetivar kawsay y mantener la fuerza activa de la forma verbal (de acuerdo, en cualquier caso, con la Constitución Política del Estado de Bolivia de 2009 donde sumak qamaña es traducido como vivir bien). A nivel semántico, además, no es tan sencillo cerrar sumak en una única traducción: puede significar tanto bueno, como bien, como bello.
La traducción en sí misma se vuelve entonces  espacio abierto, más que una línea entre dos significantes. Y, quizá, este espacio abierto entre sumak kawsay, sumak qamaña, la buona vita, el buen vivir, la bellezza del vivere, la vida en plenitud nos devuelve un territorio político propicio, donde muchas de las palabras que usamos para imaginar una vida social alter-capitalista pueden encontrar un espacio en el cual hablarse y también escucharse: sumak kawsay, convivium, commons, sumak qamaña, commonfare, comune.
El sumak kawsay,proponemos desde el proyecto de investigación de Democracias en Revolución  en el Instituto de Altos Estudios Nacionale, nos permite habitar este debate sobre cómo hacer el común y como vivir bien y juntas. Y nos permite hacerlo asumiendo la heterogeneidad política como terreno constituyente de una práctica colectiva en la cual los conceptos y las maneras de hacer se compongan sin jerarquías preconcebidas.
En este sentido, la función de esta primera contribución es definir los márgenes flexibles de un espacio de debate sobre el sumak kawsay, con la idea de que una serie de sugestiones y problemáticas, que surgen hoy en día en América Latina, pueden ademàs ser útiles para pensar también la acción política en el espacio europeo de la crisis y de que el deseo de vivir bien pueda ayudarnos a descubrir una nueva complejidad de las prácticas y los conceptos para construir un altrove –un otro-lugar-, materialísticamente, feliz.
Por esto el blog de la Fundación de los Comunes, y las páginas web de eipcp.net y de EuroNomade, así como la página de Democracias en Revolución serán un espacio polimorfo de debates heterogèneos, que intentaremos volver permeables.
El sumak kawsay como altrove
Se trata de hecho de pensar la relación entre deseo e imaginación política no de acuerdo al paradigma de la utopía, sino según la dimensión del altrove – otro lugar que supone un continuo desplazamiento de y desde el determinismo de lo real.
Sumak kawsay significa construir a través del propio vivir una otredad del espacio. Un altrove respecto a la manera en que el cotidiano es estructurado. Un altrove como lugar donde habitar desde ya. Un altrove como territorio por producir y no como tierra por descubrir – lo cual demasiadas veces es sinónimo de conquistar.
Dicho al mismo tiempo desde Quito y en Europa (¡santas tecnologías!), el sumak kawsay es en primer análisis un altrove con respecto a la Europa de la crisis. La dimensión del sumak kawsay como práctica constituyente en América Latina más allá de lo público y de lo privado es tanto la afirmación de un proyecto anti-neoliberal, inscrita en la complejidad del cuadro macro-regional de los últimos veinte años, como una fuerza crítica con respecto a la tradición moderna y social-democrática del welfare keynesiano euro-atlántico, donde el bien común está siempre sujetado a la racional autoridad del Estado.
En este sentido es útil recordar la historicidad reciente de América Latina, que ha llevado a la afirmación de este concepto como principio constitucional tanto en Ecuador como en Bolivia. Aunque tengan sus raíces en las culturas indígenas antes de la Conquista, sumak kawsay sumak qamaña ha encontrado nueva linfa en el resurgir de los movimientos latinoamericanos a partir de la Marchas del Quinto Centenario de la Conquista, pasando por el levantamiento indígena mexicano del 1994, con las sublevaciones de Quito en el 1999, con las guerras del agua y del gas en Bolivia entre 2000 y 2003, así como con las victorias electorales de las fuerzas democráticas y populares en todo el continente a partir de 1997, y, de nuevo, con los movimientos que siguen configurando el espacio político latinoamericano como espacio abierto, conflictual, vivo y democrático.
Ese altrove vivo, abierto y conflictual no mora por tanto en la utopía, sino en la continua tensión inmanente entre lo que es y lo que puede ser, aquí y ahora. Existe un hilo rojo que liga las distintas experiencias y es, creemos, una dimensión continuamente prefigurativa y performativa de la política radical latinoamericana; ya sea en sus términos instituyentes, desde los piqueteros de 2001 a la Copa Confederaciones de Brasil de este verano, pasando por las juntas de buen gobierno zapatistas, las tomas de las fábricas argentinas, o el protagonismo de los barrios populares en la nueva geografía del poder en Venezuela;  o en sus términos constituyentes, como en las nuevas cartas constitucionales de Ecuador y Bolivia, o en el Plan Nacional del Buen Vivir para la República de Ecuador (2009-2013), y en las leyes de democratización de la información, así como en las de gestión democrática de los recursos naturales en todo el continente.

En otras palabras este hilo rojo es útil para imaginar el futuro porque está siempre en tensión: entre nuevas prácticas (prefigurativas) de la emancipación política – en oposición a la autoridad tecnocrática del desarrollo y al determinismo eurocéntrico del progreso – y una voluntad (performativa) de afirmación programática y pragmática de nuevos principios de organización para la vida social.

Esta tensión entre insurrecciones instituyentes y tentativas constituyentes es la base fundamental para que el debate sobre lo qué es el sumak kawsay pueda ser abierto, plural y productivo (no obstante los continuos y múltiples puntos de crisis en estos procesos, como por ejemplo, hace poco aquí en Ecuador, sobre cuestiones tan centrales como la libertad reproductiva – el aborto – y la cuestión extractivista – Yasuni-ITT, así como sobre las maneras para hacer concretos los principios constitucionales). El sumak kawsay de hecho constituye un espacio de discusión donde ningún Poder puede presumir una posición de autoridad que permita decir, de verdad, qué significa vivir bien.
Un espacio de debate plural que es crucial para seguir teniendo confianza en – creer – que los laboratorios latinoamericanos estén dando vida a infraestructuras sociales radicalmente democráticas y duraderas, capaces de contribuir a la afirmación de un nuevo modo de organizar la vida, o mejor dicho el vivir, en común.
El sumak kawsay, dicho en otras palabras, nos permite definir un altrove conceptual con respecto a la historia del pensamiento político europeo e imaginar la emancipación y los derechos en un espacio abierto y múltiple capaz de escapar a los límites de la historia moderna y antropocéntrica del Viejo Continente en crisis. En este sentido la crítica ecologista así como la post y de/colonial latinoamericana emerge de forma extremadamente declarativa en el debate alrededor del sumak kawsay.
Los derechos del sumak kawsay, de hecho, no se basan exclusivamente en la dimensión individual del derecho civil europeo. No sólo. Se generan, precisamente, en la afirmación de que los derechos no son algo propio y exclusivo del “hombre” y de la humanidad, sino que, al contrario, constituyen la posibilidad de un equilibrio entre la vida social humana y el vivir del mundo, más allá de las vidas individuales. Un punto de partida, basado en un híbrido jurídico entre la cultura occidental del derecho y la definición andina de la naturaleza, pachamama, como portadora de derechos, útil para pensar la armonía no como una categoría banalmente naif (y cínicamente neoliberal) que individualiza la relación entre singularidad y naturaleza – y la vida social, por ende, como mero subconjunto de una naturaleza puramente a disposición -, sino como una práctica política y siempre social, que afirma la reciprocidad, la participación y la responsabilidad hacía el común como raíces del buen vivir.
Finalmente, este altrove no está fuera del mundo capitalista. Al contrario, discutir y construir el buen vivir en el cotidiano de la crisis europea, así como en el debate complejo y contradictorio de América Latina, significa construir en lo real a possible hold upon the functioning of capitalism. Una posibilidad de morder el capitalismo que señala la incompatibilidad estructural, el antagonismo constituyente, entre sumak kasway, como producción y reproducción de un altrove, y la reproducción ampliada propia del capital. Se trata en primer lugar de comprender que la relación entre vivir y capital es una relación de producción y por ende de explotación. Romper esta relación de explotación y reapropiarse de los mecanismos de reproducción social es siempre, y desde adentro, una relación de insubordinación y conflicto. Aquí es donde nos situamos al empezar este espacio de debate: 

Ahora, si es verdad que la producción posfordista se apodera de la vida, es decir del conjunto de facultades específicamente humanas, es bastante obvio que la insubordinación se determine en función de este mismo hecho. A la vida incluida en la producción flexible se contrapone la instancia de una buona vita. Y la búsqueda de la buona vita es justamente el tema de la ética. (Virno)

Buscando encontrar una solución a la relación entre producción y vida, el sumak kawsay señala un elemento importante, poniendo no sólo la vida, sino el vivir como comportamiento social, más allá del individuo y de la humanidad, en el centro del problema. Se trata, quizá, de repensar (nuestra) vida como expresión singular de un vivir en armonía, de imaginar una manera de vivir juntas y bien, es decir de producir una belleza del vivir juntas.
Se trata al fin y al cabo de escapar a la dirección homolingual del capital y entender, como propone Gareth Brown, la importancia crucial de la lucha contra el cercamiento de la imaginación, que intenta encerrar palabras y proyectos dentro de confines identitarios, para garantizar una distancias de seguridad entre todas aquellas palabras que nos permiten imaginar la felicidad.

Sumak kawsayvivir felices. Intentamos traducirlo de esta manera. Y en este sentido nos proponemos en esta sección poblar con voces y palabras, historias y prácticas este territorio conceptual.
Para conocer felizmente. Sumak yachay.

Turismo Mineral

por Martín Gómez



Antes, un gran viaje era algo lejano, parte del sueño más allá de la casita propia, porque había que atender a los vástagos y había que cumplir con el país.  Hoy, ningún clase media de 20, 30 o 40 años se siente atado a nada, incluso en los casos de parejas formadas, que, a lo sumo, tendrán uno o dos hijos más adelante, o no los tendrán nunca. Así que hay que moverse, el ansia aventurera de otros tiempos hoy se ve desplegado en miles de formas, y el que no viaja no existe, directamente. En una viñeta encontrada al azar por Internet, una chica preocupada se decía a sí misma que tenía 30 años y nunca había estado en Europa. Mis padres conocieron ese continente recién a los 55. Hoy hay regiones que tienen que ser vistas a como de lugar; Latinoamérica, empezando por Machu Pichu, están en la antesala al resto del mundo, salvo Chile para los más progresistas, o Brasil, que suena muy de los ’90. Las redes sociales también hacen su contribución; si el valor de fotografiarse en un sitio determinado era atesorar el “Yo estuve ahí”, hoy el valor es mostrárselo a todo el mundo todo el tiempo, y se multiplica en dos o tres tópicos que, francamente, me resultan insoportables: abrir los brazos en un gran paisaje, aparecer sentado de espaldas contemplando la lontananza o saltar y quedar suspendido en el aire en medio de un salar.  Toques poéticos o intentos de originalidad compartida que hacen desear la aburrida pose de frente junto a algún monumento local.  Son insoportables pero son coherentes con la situación antes descripta, que es querer abarcar el paisaje, comerse todo, lograr que el mundo nos diga algo más ante un futuro incierto, y no, simplemente, posar en el encuadre oficial de diapositiva.
Me considero un pésimo turista, no se comportarme como tal. Cualquiera que me vea en otro lado puede pensar que soy alguien de ahí, porque ando con una vestimenta y una actitud que no parece la de un extraño. No tengo demasiado apego a las bellezas naturales, salvo el mar, que es lo único que me absorbe. No se organizar un viaje, me da fobia el traslado en sí; estoy esperando el día en que se invente el teletransportador. Y no me interesa aparecer en muchas fotos, no quiero comunicar a los demás que “Yo estuve ahí”.  Evalúo tanto si me conviene irme o no con ciertas personas que termino quedándome, pero tampoco deseo estar siempre solo en una habitación de hotel mirando TV y tomando whisky, aunque es uno de los máximos placeres, durante un ratito.  En un viaje a Montevideo descubrí los maravillosos y, a veces, extraños edificios que tiene esa ciudad; sin ostentar demasiado son más originales y coherentes que los de Buenos Aires; una ciudad con balcones estrafalarios y gente apacible, escribió Gombrowicz. Luego de fotografiar unos cuantos, me di cuenta que eso no era material turístico, que eran construcciones de frente, solitarias, sin presencia humana, detalles, volutas, esquinas, mansardas, molduras. Eso mismo hice en otros lugares, y, por supuesto, lo hice en todo Buenos Aires;  turismo en el mismo lugar en que vivo; si en otras tierras me comporto como si no fuera un extranjero, en Buenos Aires me comporto como un viajero. Recordé una línea del famoso libro de Andrew Sarris, El cine norteamericano, donde, al hablar del director Anthony Mann, comenta que su estilo visual es el “que semeja más estrechamente al de Antonioni en la progresión literal por paisajes  pasando del mundo vegetal al mineral”. De la vida se pasa a la objetivación, el viaje deja de ser eso planificado para conocer gente para convertirse es un registro individual, casi sin comunicación con el exterior. Es el costado arquitectónico de la etnografía que quiere recabar datos sin contaminar el ambiente, sin dejarse llevar por la supuesta “magia”. El turismo mineral no es fotografiar una montaña de piedra, pero si comprende a esas construcciones como si no tuvieran un origen humano ni pertenecieran a algún lugar;  si, es una mirada fría, pero, por lo menos dentro del marco de la cámara fotográfica, no revela la intromisión de alguien con una actitud inclusiva : El mundo y yo.  Ni siquiera es arquitectura porque intenta ser el anti-turismo; si vivo en esta ciudad no tiene sentido una amplia toma a la Catedral, pero si a unas líneas art decó que trepan por la pared de una casa particular. Tiende a la abstracción de ese todo orgánico que pretende el viajero, de fundirse con el paisaje aunque sólo tenga un sola jornada de estadía. No es “Yo estuve ahí”, es “Yo me apropié de eso”, la generación de un espacio menos codificado, aunque permita identificar a que locación pertenece, en seguida, si es un barrio del Centro por las alturas de las construcciones o un suburbio por las casitas con enanos de jardín en la entrada, o Belgrano por algunos toques neocoloniales.
La obsesión por dejar la huella, el viaje de 30 días por 20 ciudades distintas, tiene su culminación en Facebook.  Vi todo pero no recuerdo nada. Una chorrera de imágenes repetidas, mal subidas, obvias, para demostrarle al mundo que uno está vivo. El viaje mineral es una reacción a todo eso. Probablemente sea un reaccionario, probablemente sea un misántropo. También se puede deber a un exceso de narcisismo; que el lugar no se vuelva más importante que yo, y para eso hace falta contenerlo en un rectángulo y no que él me contenga a mí. Las fotos embolantes que nadie presta atención subidas a una red social son el hijo moderno de las sesiones de diapositivas, la fábrica de chorizos que impulsan las nuevas tecnologías.

Al apresuramiento por mostrar, opongamos lo pétreo en la lentitud de su devenir, el detalle en lugar de la generalidad, el espacio en sí en lugar de la vanidad. Los lugares mágicos no existen; el que dice eso no visitó ninguna locación, se visitó a sí mismo.

«Me matan, limón»

por Santi Sburlatti



Todos conocemos el final de la historia. Pablo Escobar yace muerto sobre el tejado de una casa de un barrio de Medellín, abatido por las balas del “bloque de búsqueda”, cuando intentaba escapar por los techos al verse acorralado por las fuerzas policiales. Los oficiales que le dieron se sacan la foto de rigor, sosteniendo el cadáver del capo narco, sonrientes, festejando. El monstruo ha muerto, el mal se ha acabado. Una vez más, los buenos ganaron.

Hace unos días terminé maratónicamente la serie “El patrón del mal”, biopic seudo-ficcionado sobre la vida del legendario jefe del Cartel de Medellín (y versión libre de La parábola de Pablo del escritor colombiano Alonso Salazar). La serie afirma nutrirse de documentación histórica, datos de “público conocimiento” y archivo periodístico. Sin embargo, la pretensión de realismo navega constantemente en una caprichosa mezcla de nombres auténticos y otros falseados, incluso en los pseudónimos. No sabemos a ciencia cierta los motivos legales o morales que tergiversan las identidades incluso de quienes están muertos, pero imaginamos que el canal Caracol tendrá sus razones. Suponemos argumentos también para las omisiones, que no son pocas (sobre todo de figuras políticas, a pesar de la presencia enfática de un congresista, ya condenado). Pero esto no se trata de un cara a cara entre la ficción y los datos disponibles, sino acerca de ver una serie en la tele o Internet.

Lo primero que uno se encuentra al ver la serie es una placa que aparece en letras blancas sobre fondo negro, y una voz solemne y grave que reza: “Quien no conoce su historia está condenado a repetirla”. No parece sólo un anuncio, sino una advertencia para el espectador, no vaya a ser cosa que se confunda con lo que ve. Quizás por eso, la placa se repite en cada capítulo, a lo largo de los ciento y pico en que fue fragmentada la historia en su versión original para la televisión colombiana, con duraciones promedio de media hora. Muy al formato novela, no te la pierdas cada día en el horario habitual de las nueve de la noche. Sensación de rating en Colombia durante todo 2012, pese a los reparos y pruritos de medios y anunciantes, exitazo inesperado en Chile luego y en varios países (“Pablo Escobar, the drug lord” fue anunciada en inglés), todavía no llegó a nuestro país, pese a que se ha puesto tan de moda hablar de lo “narco” y de la “colombianización” de la Argentina por parte de los medios.

Pasando rápidamente los primeros episodios que narran la infancia y juventud del “patrón” –bastante bien contextualizados, por cierto-, dos cosas llaman la atención de inmediato: una excelente producción que destaca en la fotografía, el ritmo y despliegue de las escenas, las locaciones y la calidad sonora, y la descollante actuación de Andrés Parra, el encargado de dar vida al Pablo Escobar adulto. El actor bogotano se manda una personificación impresionante, repleta de matices y explotando los clichés del capo mafia en provecho de la acción dramática, no de la caricatura. Su Pablo Escobar es cotidiano, complejo, despiadado y cariñoso a la vez, convincente. Vale decir, nunca deja de ser verosímil, nunca se transforma en un monstruo irrepresentable despojado de humanidad, como suele aparecer en las fallidas y absurdas interpretaciones de películas yanquis o algunos esperpentos cercanos. Habrá que ver qué hace John Leguizamo en ese nuevo proyecto llamado “King of cocaine” o qué resultó del experimento con Benicio del Toro en “Paradise Lost”, pero habría que avisarles que, de momento, la vara les quedó muy alta. La actuación de Parra destaca incluso al lado de quienes representan, muy bien logrados, los papeles de Luis Carlos Galán (pre-candidato presidencial asesinado en  1989), Rodrigo Lara Bonilla (ministro de justicia asesinado en 1984) o el primo y mano derecha de Escobar (Gonzalo Gaviria en la vida real) y sus temibles sicarios el “Chili” (Pinina)  y “Marino” (Popeye). Buena parte del secreto radica en que, más allá de las calidades actorales que diferencia entre talentos locales y estrellas de Hollywood, varios personajes se tejen con una minuciosidad cercana, palpable, un efecto de cotidianidad que perturba. Es eso: lo que perturba es el formato novela, ver cada episodio como si miraras una tira más de la tele, seguir día a día las vicisitudes del capo mafia y el destino de un país, en formato entretenimiento. Y en ese marco, Andrés Parra reinventa un personaje al que vas a buscar, del que querés saber algo más que la crónica policial y periodística, un personaje magnético, ambiguo, que transita entre la melosidad familiar cristiana y una amoralidad impiadosa, pero nunca fría. Escobar no era un asesino a sangre fría, era un ser dominado absolutamente por las pasiones, el afán de poder y el amor a su familia entre las primeras. La frialdad para el cálculo financiero y comercial quedaba del lado de su primo, y la frialdad para matar del lado del Chili o el Marino, pero “el patrón” siempre tomaba sus decisiones “en caliente”. Tanto, que se convierte en un reproche constante por parte de sus socios y de su familia. Tanto, que ese impulso lo traiciona en su hora final, cuando tarda más de lo recomendable al teléfono con su hijo.

Como mencionaba antes, la serie-novela es larguísima y hay material para todo, teniendo en cuenta que no sólo intenta reflejar la vida del narcotraficante, sino la existencia de todo un país atravesado por la tragedia. En ese recorrido, aparecen varios antagonistas de Pablo Escobar, en especial condensados en las figuras de Galán, Lara o el asesinado director del periódico El Espectador, Guillermo Cano. También aparecen sus antagonistas más “intestinos”, un ex-socio del cartel de Medellín que impulsa la creación de los PEPES (Perseguidos Por Pablo Escobar) junto a los hermanos Castaño (impulsores del paramilitarismo más salvaje) y los cabecillas del cartel de Cali. Y, claro está, el poder del complejo policial-militar. Paradojas de la vida (o de la ficción), aunque disimulada se puede ver que la alianza que logra acabar con Escobar no radica en la fuerza de las instituciones democráticas (las figuras políticas aparecen como débiles, tibias, y las que no son asesinadas), sino en la connivencia espuria del aparato represivo del estado con una mafiosidad ávida de revancha y un intervencionismo norteamericano no menos resentido. Después de todo, como aparece en la serie reiteradamente, Escobar se encarga de afirmar sostenidamente que él era “un hombre de izquierda”, y que por eso simpatizaba con la guerrilla. Cálculo explícito o no, quién sabe, la estructura binaria de la serie se encarga de mostrar un Escobar simpatizante de la izquierda y detractor de la oligarquía, una suerte de resentido social que quiere demostrar que puede tener al país en vilo y dominarlo más allá de su condición de clase. Del otro lado, se intentan enfatizar hasta el cansancio los valores tradicionales y burgueses, la familia, la educación, las buenas costumbres y el respeto por las instituciones (mención aparte para extensísimos pasajes con alto tufillo moralista y música insoportable cada vez que muere uno de los buenos). Pero nada parece sacarnos el extraño sabor del epígrafe, en el que festejan tantos uniformados y unos brevísimos minutos finales apenas nos muestran un montón de gente contenta, mientras solo llora desconsoladamente la madraza paisa del “patrón”.

Los buenos ganaron. Los buenos son la clase política, los policías, los militares, la DEA, los paramilitares, los PEPES, el cartel de Cali. El monstruo ha muerto, el único “patrón del mal” es Escobar y, si el único mal encarna en él, habría que preguntarse qué no se muestra. Así como el mejor héroe parece ser el héroe muerto en la serie (Galán, Lara, Cano, Pizarro), la maldad más fructífera como relato disciplinador es la que logramos abatir. Entonces, los salvadores son los milicos, mostrados inverosímilmente en un liderazgo incorruptible, aunque nadie pueda dejar de ver que también ganan las fuerzas ilegales de extrema derecha y los otros carteles de droga que buscaban menos exposición y más ganancia. Pero lo importante es afianzar la confianza en las instituciones democráticas, aunque más no sea por reconocer su fundamento (y sumisión) en el poder militar. Sin embargo, en esta lección moral del final se escurre un exceso, un efecto de guion (tal vez) que se teje en la gran actuación de Andrés Parra y termina desbordando los límites deseables de la novela. Escobar muere por su propia ambición, por su incontrolable deseo de acumular un poder que le fue vedado de cuna por no pertenecer a una familia de alcurnia. Él quiere demostrar al país y al mundo que no tiene límites y que nadie puede cercenar ni el más disparatado de sus deseos. En ese trajinar, Escobar se vuelve único, irrepetible, para bien y para mal, inolvidable. Él crea las circunstancias de su propia caída, él es derrotado por su propia megalomanía y los policías que le disparan sólo parecen ser las piezas de una maquinaria que el propio Escobar construye. Incluso en ese desvariado y descuidado ocaso, pareciera que el día después de su cumpleaños 44, la “imprudencia” de hablar de más con su hijo por teléfono es en verdad el momento que elige para su muerte.

Si como decía el aviso de cada capítulo “quien no conoce su historia está condenado a repetirla”, nos termina quedando la pregunta acerca de qué historia nos están advirtiendo y el peligro de repetir qué cosa. La impresión que nos queda luego de toda la serie, es que todas las figuras que parecían interesantes en términos de transformación política en Colombia fueron asesinadas, sea por Escobar o atribuidas a él pero ejecutadas por otros capos o el paramilitarismo. En ese sentido, fueron irrepetibles como parece ser irrepetible el mismo Escobar, un “patrón del mal” convertido en un descollante y confuso ícono en que se depositaron todos los temores de la sociedad. Pero mientras esa monstruosidad desaparece o se vuelve relato, lo que se sigue repitiendo silenciosa y astutamente es la lógica de los carteles de narcotráfico que evitaron las luces del escenario, la extrema derecha que sigue asesinando con complicidad militar y la perversión política que siguió reproduciendo su alianza con las corporaciones y la perpetuidad de la inequidad social.

Mientras sólo hablemos de Pablo Escobar, de esa historia que se repite una y otra vez poco sabremos.

Comunicado de prensa: Repudio ante la amenaza y agresión física a Sofía Gatica

por la Comisión Veedora de los Derechos Humanos en el conflicto Monsanto, Malvinas Argentinas, Córdoba


La Comisión Veedora de los Derechos Humanos en el conflicto generado por la posible instalación de la planta de Monsanto en la ciudad de Malvinas Argentinas, denuncia y repudia los graves hechos ocurridos en la semana que han tenido como víctima a  Sofía Gatica, Madre de Barrio Ituzaingó Anexo y referente del cuestionamiento a la empresa Monsanto. Las amenazas recibidas hace unos días, sumado al grave ataque que Sofía Gatica sufrió el viernes 22 de noviembre, ponen en evidencia la existencia de una acción orquestada para violentar a una sus  protagonistas y a quienes participan en la protesta.  
Vale recordar los hechos: el día 19 de noviembre del corriente,  Sofía Gatica fue amenazada de muerte cuando se encontraba dirigiéndose a su trabajo. El sujeto que la amenazó, un hombre de aproximadamente 50 años, se subió junto con ella al colectivo del transporte público de Alta Gracia hacia la ciudad de Córdoba y la apuntó con un arma de fuego, “Hay muchas formas de morir, vamos a desparramar tus sesos por Malvinas”. Sofía Gatica realizó la denuncia correspondiente.
El día 20 de noviembre, el Abogado patrocinante Darío Ávila, realizó una denuncia en la Fiscalía Federal del Dr. Gustavo Vidal Lascano, solicitando custodia de las fuerzas federales para la Sra. Sofía Gatica.
El día 22 de noviembre,  Sofía Gatica fue agredida a la salida de su trabajo por dos hombres que la arrastraron por el piso a fuerza de golpes y patadas y no le robaron ni su mochila ni su teléfono. La denuncia correspondiente  fue realizada en la Unidad Judicial Nº10 de Barrio  Empalme.
Frente a estos hechos la Comisión expresa su repudio y hace un llamado a las autoridades democráticas y a la opinión pública a que se expresen condenando los mismos y defendiendo la vida y los derechos humanos ante estas amenazas y actos de violencia.
Asimismo,  la Comisión expresa su preocupación por la falta de respuesta de las autoridades provinciales -Gobernador, Vicegobernadora, Ministra de Seguridad, Ministro de Ambiente, Agua y Energía, Defensor del Pueblo y Presidente del Tribunal Superior de Justicia-  al pedido de audiencia que realizara el 29 de octubre de presente año, precisamente para lograr compromisos que garanticen una salida democrática e institucional al conflicto.
Cabe señalar que integran la Comisión Premios Nobel Alternativos de todo el mundo, entre ellos la Dra. Vandana Shiva y el Dr. Manfred Max-Neef, el Premio Nobel Pérez Esquivel, Autoridades y Profesores de las Universidades Nacionales de Buenos Aires, Córdoba y Río Cuarto y de la Universidad Católica de Córdoba y miembros organismos de Derechos Humanos y asociaciones ambientalistas.     
Contactos:
Cecilia Carrizo 351 1521 171683 cecicarrizosineiro@yahoo.com.ar
Mirta Antonelli  03543 -15601475 mantonel@gmail.com
Raúl Montenegro 351 155125637 biologomontenegro@gmail.com

De las representaciones a las tramas

por Carolina di Palma


Bueno, ahora estoy en la habitación de la casa donde duermo en La Plata y leo este diálogo que tuvieron Bifo y Guattari en el 77.  Diálogo absolutamente conflictivo en el que los autores no se pusieron de acuerdo. Digo esto para situar el libro “Deseo y revolución” que editó Lobo Suelto hace unos días. Es que cuanto más leo a Guattari más me convenzo de su poder simbólico, evidentemente Guattari fue un gran discutidor. Este libro es la puesta en acto de la dialogicidad de Bajtin, es ese concepto en su situación. ¡Que habilidad la de Guattari de hacer estallar los horizontes de posibilidad de los marcos teóricos de su épca!
Si bien Bifo intenta volver una y otra vez sobre el rechazo al trabajo de la clase obrera, Guattari no hace más provocar. Dice cosas como estas: «tu definición de clase obrera no se corresponde con la realidad, es una definición admirable pero la clase obrera no es eso. La clase obrera corre el riesgo de seguir siendo el sujeto de la historia. Lo es en la URSS, en el consenso  represivo de Bolonia, podría serlo en Francia. Hay una alianza entre la burocracia generada por la clase obrera y la clase obrera». O bien arma esta frase: «no es verdad, pero es así». Y sigue: «que pueda existir  otra clase obrera, una clase potencial, revolucionaria, es cierto, pero no se puede imaginar y proyectar su constitución, su formación sino siendo lúcidos sobre aquello que hoy son las clases obreras en URSS, en EEUU, en China». Y también dice: «Creo que hoy para terminar con el poder del estado, con las luchas de clases  y con la explotación es preciso terminar no solo con la burguesía sino con la clase obrera». Y redobla, dice ¡quiero vale 5!: «quiero destacar que yo creo que la clase obrera fue en los últimos años el verdadero motor de la capacidad de la sociedad capitalista de continuar su propio progreso». A Bifo lo vemos en las fotos del libro agarrandose la cabeza. Yo ya no subrayo ideas principales sino que remarco los modos de Guattari, lasformas de discusión, subrayo su escucha del otro, subrayo su capacidad de desarticular, de ubicarse en el lugar políticamente incorrecto para provocar un movimiento. Y después sigue con lo mismo que ya venimos leyendo en sus otros libros, cada vez que tiene un espacio habla de subjetividades maquinicas, cuerpos sin órganos, agenciamientos colectivos de enunciación, deseo y revolución molecular. 
Guardo el libro en mi bolso, y salgo para la facultad. Reingreso a los contenidos de la Maestría de Comunicación y Educación, el tema en esta materia sobre los estudios culturales es cómo participo del debate de la teoría contemporánea, ¡ese es el estado del arte!, no una descripción del marco teórico, sino cómo me incluyo en la discusión, dice Silvia Delfino.  Habla de varios pasajes, de las representaciones a las performatividades, de los conceptos a las relaciones, de objetos a situaciones, de la clase social a la experiencia narrada, de las descripciones a las narraciones.  Y de manera contundente exclama: ¡La representación situada ya es un acto! Los conceptos me importan por el debate en que están inscriptos, no tanto por lo que describen.
Ahora hago copy paste.
  
Si bien Bifo intenta volver una y otra vez sobre el rechazo al trabajo de la clase obrera, Guattari no hace más provocar. Dice cosas como estas: «tu definición de clase obrera no se corresponde con la realidad, es una definición admirable pero la clase obrera no es eso. La clase obrera corre el riesgo de seguir siendo el sujeto de la historia. Lo es en la URSS, en el consenso  represivo de Bolonia, podría serlo en Francia. Hay una alianza entre la burocracia generada por la clase obrera y la clase obrera». O bien arma esta frase: «no es verdad, pero es así». Y sigue: «que pueda existir  otra clase obrera, una clase potencial, revolucionaria, es cierto, pero no se puede imaginar y proyectar su constitución, su formación sino siendo lúcidos sobre aquello que hoy son las clases obreras en URSS, en EEUU, en China». Y también dice: «Creo que hoy para terminar con el poder del estado, con las luchas de clases  y con la explotación es preciso terminar no solo con la burguesía sino con la clase obrera». Y redobla, dice ¡quiero vale 5!: «quiero destacar que yo creo que la clase obrera fue en los últimos años el verdadero motor de la capacidad de la sociedad capitalista de continuar su propio progreso». Yo ya no subrayo ideas principales sino que remarco los modos de Guattari, las formas de discusión, subrayo su escucha del otro, subrayo su capacidad de desarticular, de ubicarse en el lugar políticamente incorrecto. Y después sigue con lo mismo que ya venimos leyendo en sus otros libros, cada vez que tiene un espacio habla de subjetividades maquinicas, cuerpos sin órganos, agenciamientos colectivos de enunciación, deseo y revolución molecular. 
Decanta lo que dice Silvia. Tiempo de interrupción
¿Podríamos decir que Guattari y Deleuze, -¿porque siempre primero ponemos a Deleuze?- increpan ese texto de Foucault, sobre Marx, Freud y Nieztche? ¿Por qué hacer estallar al marxismo y al psicoanálisis? Recuerdo la biografía cruzada se cuenta como llegaron hasta Brasil pero que les fue imposible ganarle al lacanianismo en Argentina. Eso en los 80.  ¿Bifo porque lo escucha? Guattari a esta altura ya lo había sacado de la cárcel a Bifo, no?
¿Por qué en Argentina Deleuze y Guattari en este momento histórico? ¿Y porqué a través de los talleres de lectura colectiva, autogestionados, públicos y gratuitos. ¿Porqué Zamora y la izquierda en estos marcos teóricos? ¿Porqué una lectura sin historicidad de los conceptos en FILO? ¿Porqué una lectura inmanente?  ¿Cómo se compensa la supresión de la historia que habilita la supresión de las jerarquías en la autogestión?
Ya casi no tomamos nota, Silvia habla del estado de confusión de los estudios culturales, de cómo al reflexionar sobre la cultura quedamos en un estado de confusión. Salgo de clase y me voy a dormir, sin vino, caigo rendida en la cama.
Al día siguiente me levanto con alegría sabiendo que voy a desayunar mirando los árboles por la ventana. Sin embargo, en mi mesa están sentados dos varoncitos, uno muy flaquito con anteojos rectangulares y otros con remera chupada y pantalones de jean caídos que dejan ver el calzón. Pregunto si me puedo sentar y me sirvo un café con leche. Los escucho hablar: 
-Para este desarrollo de soft necesité 40 lucas, pero el flaco que contraté no quería trabajar  y se me iban los costos.
-Pero era un hippie o una empresa?
-no, era una empresa
-sí, porque si era un hippie…
-sabes lo que pasa, esto de la producción propia, tiene sus ventajas, si puedo meter la producción rápido me mejoran los costos, el tema es que a veces no encontrás quien te produzca. Yo por suerte tengo a mi mujer, ella gana 9 lucas y nos arreglamos si no tengo entrada
-sí, mi novio trabaja conmigo
-no, es que sabes lo que pasa, yo tengo un pibe, y mínimo hay que pagarle una buena educación, con inglés, mis viejos me dieron una educación de mierda, antes era distinto, ibas a escuela pública, había hospitales públicos. Pasa que mi mujer se queja porque esta re estresada, pero yo le digo que relaje pero que no puede dejar ese laburo. 
Agarro mi tasa, mis tostadas y me voy a desayunar a la cama. 
Me pongo a leer las traducciones de Silvia de Stuart Hall sobre los tiempos contemporáneos. Voy a la clase de piano y al final voy a un ciber. Le pregunto a un amigo si me puede ampliar un poco el tema del rechazo al trabajo que Bifo menciona en el libro Deseo y revoluciónpero que ahí no desarrolla y enseguida me contesta:
“la idea de «rechazo al trabajo» fue una de las ideas centrales del operaismo italiano (luego devenido en autonomía italiana… negri, virno, bifo y cia). Simplificando seguro muchísimo quiere decir que las luchas de fines de los 60 y 70 (en Europa -está pensando el mayo francés, pero también en el 77 italiano, y en Latinoamérica quizá  no fue tan distinto) fueron, sobre todo, luchas contra la disciplina del capital que se organizaba, centralmente, en torno del trabajo en la fábrica. Lo que ellos leen es que a fines de los 60 se da una mutación subjetiva (la llaman «pasaje del obrero masa al obrero social») en la que los trabajadores rechazan la vida organizada por un Estado (el de Bienestar) y asentada sobre dinámicas «disciplinarias» (como verás, nada alejado, por ejemplo, de las críticas situacionistas o del pasaje que luego Deleuze leyendo a Foucault llamará pasaje de la disciplina al control). El trabajo, dirán ellos, se expande a través de lo social. La fábrica deviene fábrica difusa (y se trabaja como yo ahora, en un bar). La relación salarial y el trabajo para toda la vida, estalla….estas luchas en busca de mayor autonomía y cooperación… son derrotadas, el capital retoma el timón y se reorganiza bajo la forma neoliberal (y del rechazo a las formas disciplinarias del trabajo acabamos en dinámicas tercerizadas y flexibilizadas!). En el muy bien libro de Negri que sacó Lobo Suelto hay varios artículos que remiten a este proceso. Bueno, espero oriente más que confunda”.
Le agradezco su respuesta y me dispongo a imprimir los textos adjuntos para leer en la semana. Mientras tanto, ya de vuelta en Buenos Aires, mis colegas, amigas, compañeras que dan Comunicación en secundarias públicas hace ya más de 10 años están sumergidas en una angustia desesperante. Se les nota en el cuerpo.
Es lunes feriado por la mañana y continuo la lectura de “La Educación y la vida” de Jorge Huergo. Libro que está en etapa de corrección y edición. Me maravillo con el texto. Un libro que historiza (agrego historiza al diccionario de Windows) el sentido común docente. Mientras que lo leo desnaturaliza mi propio sentido común. El libro hace la historia de cada lugar común, de cada sentido dominante en la educación, desarma, deconstruye el proceso de conformación de la hegemonía en la educación argentina. En Times New Roman 14, doble interlineado, y no más de tres páginas por capitulo, este libro está pensando en el placer de la lectura. 
“Primera parte, educación para la vida, las memorias de las que estamos hechos”.
“Segunda parte, la vida en la educación, para romper el encanto de las cosas que son”. 
Recuerdo el “somos brujos” y el “devenir animal” de Mil Mesetas. Linkeo con el disciplinamiento de las hordas indisciplinadas, el hombre de la naturaleza que no ha aprendido a contener o disfrazar sus pasiones, la cultura popular y las mujeres de la Educación y la Vida. Leo lo que no esta escrito en el texto de Huergo, la cultura mediática, leo la consolidación del campo comunicación/educación, esta producción, que puesta en circulación, le va a disputar sentido al sentido común.  
  
Estoy en la cama descansando, con la compu entre mis piernas, me miro el cuerpo, miro mi posición, me miro desde afuera, me miro desde adentro, me ilumina la pantalla y trato dilucidar cuáles son esos relatos que tengo incrustados en mi cuerpo, en este cuerpo que aún sigue siendo moderno. Trato de pensar con qué cuerpo estoy narrando ahora esta historia y si es posible crear otras narraciones que constituyan cuerpos nuevos para la vida en transformación.
Recuerdo la propuesta ezquiso  de Guattari, su paradigma ético estético, cómo lo retoma Ranciere, la distribución igualitaria de las experiencias sensibles, y dejo que el ser  manifieste en la escritura todo lo que yo no sé.

Economías del afecto / economías afectivas: hacia una crítica spinozista de la economía política*

(Ponencia presentada por Jason Read en la conferencia Historical Materialism, Londres 2013. Traducida por Sebastián Touza)



Antonio Negri sostiene que “en la era posindustrial la crítica spinozista de la representación del poder capitalista corresponde más a la verdad que el análisis de la economía política”. Muchas de los retornos contemporáneas hacia Spinoza dentro del pensamiento marxista han seguido esta trayectoria, alejándose de la crítica de la economía política en dirección hacia las críticas de la ideología o, en el caso de Negri, de la representación del poder. Tal vez esto no es sorprendente; es más fácil hacer conexiones entre la crítica de Spinoza a la superstición y las teorías de la ideología que hacer conexiones entre su comprensión de los deseos y de la voluntad de consumo con la producción. Así como Spinoza ofreció una crítica incisiva de las ideologías religiosas, monárquicas e incluso humanistas de su época, tuvo poco que decir, al menos directamente, sobre el capitalismo emergente. El dinero sólo es mencionado una vez en la Ética, donde es definido como el objeto universal de deseo que “suele ocupar el alma de la multitud con la mayor intensidad” (E. IV, ap. XXVIII). Mientras que semejante enunciado se cruza con las críticas de la codicia y la transformación capitalista del deseo, sigue siendo parcial e incidental al desarrollo de una crítica spinozista de la economía política.
Frédéric Lordon ha sostenido que el punto de intersección entre el pensamiento de Spinoza y Marx no debe buscarse en la relectura de la superstición como ideología, o incluso en la afirmación aislada de la dimensión afectiva del dinero. Se encuentra en cambio en una intersección más profunda entre la subjetividad y la economía. Como sostiene Lordon, la teoría spinozista del conatus, del esfuerzo por permanecer en su ser que define a cada cosa, es el punto de conexión entre la ontología o antropología spinozista y una crítica marxista de la economía política. Esta no es la conexión sostenida en algunas apropiaciones de derecha de Spinoza, o en rechazos desde la izquierda, que ven en el conatus la afirmación del interés propio que subyace a todas las acciones humanas. El esfuerzo de las cosas por permanecer en su ser que plantea Spinoza no coincide con el individuo que maximiza utilidades subyacente en la economía contemporánea. Como sostiene Lordon, el conatus se esfuerza, pero aquello por lo que se esfuerza, los objetos que considera deseables y las relaciones que busca están ellas mismas determinadas por su capacidad de ser afectadas. Este postulado ontológico y antropológico fundamental tiene como corolario una teoría social en la que cada modo de producción debe ser considerado como un problema particular de “colinearización”, una articulación particular de su esforzarse con el esforzarse de los individuos que lo componen.
Una introducción a lo que Lordon llama “colinearización” puede encontrarse en la teoría de la acumulación primitiva de Marx, una teoría que trata en la misma medida sobre la transformación de los hábitos de la subjetividad y sobre la transformación económica.[1]Marx definió lo primero con respecto al capitalismo de la siguiente manera: “El avance de la producción capitalista desarrolla una clase obrera que, por educación, tradición y hábito, considera a los requisitos de ese modo de producción como leyes naturales y autoevidentes”.[2]Esta habituación, la reorientación del esforzarse está, al menos al principio, basada en una reorganización del deseo básico de supervivencia, de perseverar en el propio ser. Incluso debe entenderse que este deseo, un deseo que no es otra cosa que autopreservación, está estructurado. El concepto del conatus en Spinoza está libre de todo naturalismo, de cualquier reducción del esforzarse a una lucha por la vida. Es precisamente porque el conatus carece de una teleología, no se esfuerza más que por aquello a lo que está determinado a esforzarse, que es simultáneamente singular y relacional.[3]El fundamento relacional del contatus incluye, en la interpretación de Lordon, no sólo a los otros inmediatamente presentes y su composición afectiva, sino a todo esforzarse pasado que estructura y determina las instituciones.[4]En tanto que el deseo inmediato de supervivencia, la necesidad de comida y refugio, subyace al trabajo asalariado, este esforzarse “inmediato” debe ser apartado de otros medios de supervivencia, de su conexión con otras formas preexistentes de supervivencia o  del simple acto de tomar cada uno lo que necesita. La descripción que hace Marx de la “acumulación primitiva” no es sólo destrucción del común y acumulación de riqueza, es también la destrucción de la idea misma de una existencia no fundamentada en la mercancía y la forma-salario. Se trata de una acumulación primitiva del conatus.[5]La historia de cada institución, de cada práctica, es la destrucción de ciertos modos de esforzarse y la creación, o la canalización, de otras formas. La naturaleza no crea naciones ni economías. Ningún orden social está fundado en un esforzarse natural o, mejor dicho, todos los órdenes sociales lo están; la diferencia está en cómo se articula ese esforzarse, en sus objetos y actividades.
Si el capitalismo tiene como característica distintiva separar a los trabajadores de los medios de producción, entonces esta separación altera radicalmente la inmediatez de la necesidad y el deseo. El hambre puede impulsar a la gente a trabajar, pero ese trabajo siempre estará desfasado con respecto a la inmediatez de ese deseo.[6]Lordon sostiene que la transformación fundamental necesaria para traer al presente la composición afectiva de Spinoza es la separación fundamental entre el esforzarse, la actividad y su objeto. Esta separación de los medios de producción es menos una pérdida fundamental, como ocurre en las descripciones de la alienación, que una transformación fundamental de la actividad, de lo que significa dedicarse a la autopreservación o al trabajo. Hay una indiferencia a la actividad en sí, los objetivos de la actividad particular están despojados de sus sentidos, sus orientaciones particulares al bien y el mal, lo perfecto y lo imperfecto. En tanto podemos unirnos afectivamente a cualquier trabajo particular, cualquier tarea particular, que desarrolle nuestro potencial y nuestras relaciones, que se convierta en la causa de nuestra dicha, esto es secundario con respecto al deseo y la necesidad de dinero. El trabajo concreto se subordina al trabajo abstracto. Existe así una escisión afectiva en el corazón del proceso de trabajo, entre el posible amor por mi propia actividad, sus dichas concretas, y sus resultados, su intercambiabilidad abstracta. Lo que podríamos llamar la composición afectiva del trabajo es cómo, en un momento dado, estos dos aspectos son valuados o devaluados, cuánta dicha se busca en la actividad del trabajo misma, o cuánta se busca en términos de la acumulación que hace posible. Este desplazamiento entre actividad y objeto es complicado, tanto causa como efecto, de las relaciones cambiantes de esperanza y miedo en un momento histórico dado.
Lordon ofrece un boceto de esta historia de la composición afectiva del trabajo, enmarcada en tres períodos; primero el período correspondiente a la acumulación primitiva y el advenimiento de la subsunción formal; seguido por el fordismo y el neoliberalismo. En el primer período, el de la acumulación primitiva del conatus, la simple falta de una alternativa es suficiente, el esforzarse es determinado por el miedo a padecer hambre. Como escribe Marx, el modo capitalista de producción depende en parte de “los impulsos del trabajador a la autopreservación y la propagación”.[7]En el nivel más fundamental, todo lo que tiene que hacer el capitalismo es destruir cualquier alternativa, restringir el común [commons] y tomar medidas enérgicas contra aquellos que se esfuerzan en realizar su existencia fuera del trabajo asalariado. El segundo, el fordismo, está definido por la intersección de dos transformaciones: la separación de la actividad de toda dicha intrínseca y el investimiento afectivo del consumo. El trabajo es simplificado y fragmentado, despojado de los placeres y del virtuosismo. Este es el trabajo de la línea de montaje. Al mismo tiempo se expande la esfera del consumo. El célebre “día de cinco dólares” de Ford aumentó la capacidad de gasto de los consumidores.[8]La composición afectiva del fordismo podría describirse como una reorganización fundamental del conatus, del esforzarse, desde el trabajo, de la actividad, y hacia el consumo. La actividad del trabajador es fragmentada, hecha parte de un todo que la excede, para convertirse tanto en pasividad como en actividad. La tristeza del trabajo, su agotamiento, es compensada por las dichas del consumo. Esta transformación de un investimiento afectivo en el trabajo a un investimiento afectivo en el consumo podría describirse también como un desplazamiento de la dicha activa, la dicha de la capacidad propia de actuar y de la transformación de la acción, a la dicha pasiva. Los afectos dichosos pasivos son aquellos que aumentan nuestra potencia de actuar, mientras que permanecen fuera de nuestro control. Los placeres del consumo, el consumismo, pueden comprenderse como dichas pasivas, prometen cierto aumento de nuestra potencia, de nuestras dichas y deseos, pero lo que nunca pueden brindar, lo que nunca puede venderse, es la capacidad misma de producir activamente nuevos placeres.
El compromiso fordista puede así distinguirse de las posteriores, posfordistas o neoliberales, articulaciones de afectos, transformaciones que pueden también describirse por medio de una transformación del trabajo y el consumo. En términos generales, estas transformaciones pueden describirse inicialmente como un desmantelamiento de la seguridad y la estabilidad del trabajo. El compromiso fordista acarreaba consigo una dimensión de estabilidad, producida por las negociaciones colectivas y la centralidad del contrato.[9]El neoliberalismo, tal como lo define Lordon, es primero que nada una transformación de las normas y estructuras que organizan y estructuran la acción. Como tal es fundamentalmente asimétrico, los trabajadores están expuestos cada vez a más riesgos, mientras que los capitalistas, específicamente los que se ocupan del capital financiero, son liberados de los riesgos clásicos de la inversión.[10]Esta pérdida de seguridad para el trabajador cambia fundamentalmente la dimensión afectiva del dinero. Ya no es un objeto de esperanza, el medio posible para realizar los propios deseos, sino que se convierte en aquello que repele el miedo. El dinero se convierte en parte del deseo de seguridad, la única seguridad posible: las habilidades y acciones propias no tendrán ningún valor en el futuro, pero el dinero siempre lo tendrá.[11]Puede entenderse este desplazamiento del fordismo al neoliberalismo como un desplazamiento de un régimen de esperanza (matizada con miedo) a un régimen de miedo (matizado con esperanza). La esperanza y el miedo no pueden separarse, pero eso no significa que una determinada composición afectiva no esté definida por una más que por el otro. De este modo, es posible sostener que la precariedad se comprende mejor como un concepto afectivo. Es menos una cuestión de cierto desplazamiento objetivo en el estatus de la seguridad que un desplazamiento en cómo se perciben el trabajo y la seguridad.[12]Si la precariedad puede ser usada para describir adecuadamente la vida económica contemporánea es menos porque todos están trabajando con algún tipo de contrato temporario o de media jornada, aunque estos son significativos, que porque un sentido constante de inseguridad impregna a todas las situaciones laborales.[13]La precariedad afecta incluso al empleo estable por medio de su transformación tecnológica; siempre se puede estar trabajando o al menos en contacto con el trabajo y una ansiedad generalizada impregna la totalidad del trabajo, a medida que las mediciones más indirectas de la productividad reemplazan a la productividad en la línea de montaje.[14]El trabajo indirecto, fragmentado e inmaterial de los servicios, la gestión del conocimiento y el trabajo emocional están menos sujetos a la cuantificación directa, la medición de unidades producidas, y por consiguiente están sujetos a la inspección y la evaluación. La inseguridad generalizada, el contacto constante y la inseguridad de la evaluación definen la economía del miedo neoliberal.
El desplazamiento del fordismo al neoliberalismo no puede solo ser descripto como un desplazamiento de la esperanza al miedo, de un deseo por el dinero fundado en el terreno en expansión de una buena vida a un deseo fundado en la inseguridad del futuro. Se trata de una composición afectiva fundamentalmente diferente, que transforma la relación tanto con el trabajo como con el dinero. Como sostienen Luc Boltanski y Eve Chiapello en El nuevo espíritu del capitalismo, uno de los aspectos centrales del neoliberalismo, al menos al nivel del lenguaje de los gerentes y los economistas, es la presentación de la inseguridad como oportunidad.[15]La descomposición de la seguridad que funcionaba como telón de fondo del deseo fordista, que hacía posible un vector lineal de acumulación, es presentada como una liberación de la burocracia y el control. El movimiento constante de un proyecto a otro, la falta de estabilidad y de conexiones a largo plazo, está unida no al miedo, la pérdida de seguridad, sino a la esperanza, la capacidad constante de hacer nuevas conexiones, de romper con el pasado en nombre de un nuevo futuro. A medida que el trabajo se hace cada vez más inseguro, menos capaz de proporcionar una progresión estable, consume más tiempo y energía. El neoliberalismo es una rearticulación masiva no sólo de la relación con el dinero, que se convierte en objeto de deseo y de miedo, sino también del riesgo. El nuevo espíritu del capitalismo revaloriza el riesgo.
Lejos de ser un retorno a cierto miedo fundamental, el neoliberalismo exige el más alto coeficiente de colinearización, la correlación del esfuerzo por permanecer en su ser del individuo y el esfuerzo por permanecer en su ser del modo de producción. No es un accidente que el vocabulario del neoliberalismo, términos como “capital humano”, “marca personal”, “red”, etc., reproduzcan la idea de una identidad del individuo con el capital. Esta es también una transformación del trabajo; el trabajo ya no se define como algo que se soporta, como una pasividad necesaria que se intercambia por dinero, por las dichas del consumo. El trabajo en cambio se convierte en el terreno de la autorrealización y la actualización. Esta transformación no se refiere sólo a una representación fundamentalmente diferente de la descomposición de la estabilidad, la presentación de la inseguridad como libertad, que es una variante de la filosofía espontánea de la esfera del consumo, sino también una descomposición de los límites que separan al trabajo de la vida. Esto es en parte un efecto de la inestabilidad del trabajo; a medida que los empleos se hacen más precarios, o incluso parecen precarios, el trabajo mismo deviene una suerte de proceso perpetuo de solicitud de empleo.[16]El uso de la frase “establecer contactos” [networking] refleja esta descomposición; es una idea social no sólo para las épocas de desocupación, cuando hacer nuevos contactos es primordial, sino que es un ideal que abarca todas las relaciones sociales. Los lazos débiles, los lazos que nos conectan con los compañeros de trabajo y colegas, son investidos con un máximo de esperanza y de miedo, ya que cualquier lazo, cualquier relación, puede alterar nuestro futuro. Esta inversión precaria en relaciones con otros se complica más por la proliferación de tecnologías del compartir y la vigilancia que convierten a la autopresentación que deja de ser un momento aislado, de la jornada laboral o la entrevista de trabajo, para convertirse en una tarea constante. El establecimiento de contactos, la flexibilidad y la constante autovigilancia de la búsqueda de trabajo se convierten en una característica propia del trabajo contemporáneo. Al mismo tiempo se pretende que esta característica no sea una represión del sí mismo y de la identidad, sino su expresión.[17]No se trata sólo de que el establecimiento de contactos y el trabajo de aparecer motivado, comprometido y entusiasta tenga que ser una suerte de actuación profunda, que exija un gran compromiso, sino de que el lugar de trabajo también incluye a aquellas actividades y relaciones que parecerían estar fuera de él, y trata cada vez más de convertir al ocio, el juego y la creatividad en parte de su estructura.
La presentación de Lordon es abiertamente esquemática; en su recientemente publicado La société des affects, aumenta este esquema recurriendo a dos de las proposiciones finales de la Parte Tres de la Ética. En esos pasajes finales Spinoza sostiene que existen tantos amores y odios “cuantas son las especies de los objetos por los cuales somos afectados” (E. III, p. 56) y “cualquier afecto de un individuo se diferencia tanto del afecto de otro, cuanto la esencia del uno difiere de la esencia del otro” (E. III, p. 57). Los objetos múltiples, y los múltiples esfuerzos en perseverar en su ser, constituyen el fundamento de las múltiples composiciones afectivas, cada una cambiante y ambivalente puesto que el mismo objeto es tanto objeto de amor y de odio, y el mismo individuo llega a odiar lo que una vez amó. Una relectura de estas proposiciones a la luz de la historia esquemática de los diferentes modos afectivos de producción no deja de lado a estos últimos, destrozándolos en una pura multiplicidad en la que florecen mil flores. Por el contrario, estas diferencias, variaciones del amor y el odio, deben entenderse como variaciones de una melodía dominante. Como sostiene Lordon, siempre habrá jefes amables y generosos, situaciones laborales que involucran una más amplia gama de actividades, pero estas diferencias y desviaciones son en definitiva sólo distintas expresiones de una misma relación fundamental. El jefe más agradable del mundo no puede alterar significativamente la estructura fundamental de las condiciones de trabajo fordista o neoliberal, el compromiso afectivo a nivel de la intención individual no hace nada por alterar la relación básica con la actividad y el objeto.[18]Este revestimiento afectivo, la tarea de las relaciones humanas, no es intrascendente: más que el papel que juega en motivar a los trabajadores individuales, el trabajo verdadero que realiza es producir la apariencia de diferencia, una sociedad de acciones individuales y no de estructuras persistentes. Buena parte de la crítica cotidiana del trabajo, del capitalismo en general, se concentra en las diferencias: nos quejamos de este jefe, o protestamos contra esta gran corporación por ser particularmente repudiable, pero no abordamos la relación fundamental de explotación o la razón de lucro que excede los diversos modos en que se presenta. La pluralidad, una pluralidad prescripta por lo que Spinoza llamaría el orden espontáneo de la naturaleza, los diferentes modos en que las cosas nos han afectado, tienen prioridad sobre la percepción de las relaciones comunes.
A este énfasis en la pluralidad como coartada perpetua, podemos agregar otra tesis de Spinoza. Como sostiene Spinoza, es más posible que odiemos o amemos un acto que consideremos libre que uno que consideremos necesario. En este último punto la economía afectiva de Spinoza se interseca con uno de los puntos centrales de la crítica de Marx a la economía política, el fetichismo, que puede en parte resumirse como percibir el modo capitalista de producción como necesario y natural, no como un producto de las relaciones sociales. La naturalización de la economía, su existencia como leyes naturales autoevidentes, hace difícil para nosotros odiarla, indignarnos. La economía afectiva del capitalismo es tal que es fácil enojarse o agradecer las desviaciones, los jefes crueles y los filántropos benévolos, mientras que la estructura misma, las relaciones fundamentales de explotación, son consideradas demasiado necesarias, demasiado naturales, como para que ameriten indignación. La naturalización de la economía, su fetichización, está acoplada a su complejidad, que hace que nos resulte difícil reconocer su determinación de nuestro esforzarnos. Podríamos ser capaces de rastrear las causas que nos han determinado a que nos guste esto o aquello, a tener este o aquel gusto, pero es tan difícil aprehender las causas que han canalizado nuestro esforzarnos en el trabajo asalariado y aferrado nuestros deseos a la compra de mercancías, tanto que el trabajo y el consumo parecen condiciones naturales más que instituciones históricas.
La producción de la indignación es una tarea difícil, no va sólo contra la necesidad percibida del modo de producción capitalista sino contra los modos en que nuestros deseos mismos, nuestros esfuerzos más íntimos en perseverar en nuestro ser, han sido producidos por el capitalismo. Desde esta perspectiva, la provocación central de Spinoza a una crítica de la economía política no es el comentario aislado sobre el poder del dinero, sino la tesis fundamental de que los hombres “se creen libres porque son conscientes de sus propias acciones e ignorantes de las causas por las cuales están determinados” (E. III, p. 2, e.). Esta afirmación contrasta con cualquier afirmación del supuesto deseo por el capitalismo, el deseo de consumir bienes, etc. como su justificación; tales deseos son meramente efectos tomados como causas. Su dimensión destructiva, su pars destruens, está bien claro; lo que no está tan claro, sin embargo, es cómo constituye un proyecto político afirmativo. El punto de partida, más allá de la dificultad de reconocer el modo como ya estamos determinados, es el reconocimiento por parte de Spinoza de que en aquellas cosas que aumentan nuestra dicha, y alejamos aquellos pensamientos que nos debilitan y entristecen. Esta tendencia afectiva no sólo explica por qué “luchamos por nuestra servidumbre como si fuera la salvación”, sino también por qué continuamos, contra toda prueba, creyendo que llegará el momento en que el sistema económico actual recapacitará y nos recompensará por nuestros esfuerzos. Además, toda transformación radical no sólo debe romper las líneas de articulación que entrelazan al esforzarse con el trabajo, la felicidad y el consumo, debe producir otras dichas, otras formas de esforzarse. Una revolución es tanto una reorientación tanto de nuestras relaciones afectivas como de las relaciones sociales y no puede ser una cosa sin la otra.

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[1] Lordon 2010, p. 54.
[2] Marx 1977, p. 899. 
[3] Macherey 1995, p. 105.
[4] Lordon 2012, p. 67.
[5] Albiac 1996 p. 15. 
[6] Weeks 2011, p. 43. 
[7] Marx 1977, p.718. 
[8] Lordon 2010, p. 49. 
[9] Lordon 2002, p. 70. 
[10] Citton 2012, p. 68. 
[11] Lordon 2010, p. 44. 
[12] Bernant 2011, p. 201
[13] Southwood 2011, p. 16.
[14] Berardi 2009, p. 32. 
[15] Boltanski and Chiapello 2005, p. 64. 
[16] Southwood 2010, p. 27. 
[17] Cederström and Fleming 2012, p. 10
[18] Lordon 2013, p. 94.

“Las universidades viven perdiendo su autonomía”. Entrevista a Horacio González

Por Facundo Martínez



El sociólogo, profesor de la UBA y director de la Biblioteca Nacional, pasa revista a los grandes debates de la vida universitaria. El pasaje de la tradición humanista al modelo científico-técnico imperante. Una crítica profunda y esperanzada.

–Usted plantea que las universidades públicas están atravesando un período de revisión crítica. ¿Cómo encuentra particularmente a la UBA en ese contexto?

–Se ha dado la creación de una gran cantidad de universidades en conurbanos y ciudades del interior que proponen un panorama totalmente diferente de la historia de la universidad argentina de los siglos XIX y XX, que era un modelo de cuatro o cinco universidades fundamentales, en las que uno podía encontrar las carreras más importantes y una formación vinculada a la relación con el Estado. Había entonces un gran debate sobre las perspectivas del conocimiento entre las ciencias naturales y las ciencias de la cultura, que fue uno de los grandes motivos de la disputa filosófica de principios del siglo XX. Ahora existe un nuevo mapa, con universidades que acentúan especialidades regionales y un contacto más fluido con las intendencias. Estas universidades incorporan experiencias de estudios universitarios en las familias de los grandes conurbanos, lo cual es presentado como descentralización y también como ampliación de derechos.

–Y de temáticas porque, como usted dice, con estas universidades aparece también una gran cantidad de carreras nuevas…

–Y justamente por eso pienso que no es posible dejar de acompañar esta gran transformación. Muchas de estas universidades están, con mayor o menor fortuna, encontrando el punto justo de su relación con el territorio y el mundo social al que pertenecen, y al mismo tiempo intentando garantizar el imperativo clásico de la universidad, que es preservar el conocimiento universal. Este es un momento muy interesante que vive la universidad. En este sentido, la universidad napoleónica o humboldtiana, digamos las grandes universidades, han dejado terreno a otra universidad, con modelos pedagógicos y de profesionalización, vinculados con la revolución tecnológica, y vinculados con servicios sociales que trabajan alrededor de la hipótesis de igualación social.

–¿Por qué cree que, incluso en este contexto favorable, las universidades públicas no terminan de zanjar la discusión sobre el modelo tecnológico imperante y aquel basado en las humanidades?

–Yo hago un balance favorable de toda esta gran mutación universitaria que incluye, en muchos casos, el abandono de las formas tradicionales de las carreras y la opción de hacer una universidad por núcleos disciplinarios. El viejo problema de la departamentalización, por la que la Universidad de Buenos Aires luchó por tanto tiempo y el estudiantado también. En este sentido, el balance general que hago, siendo favorable, acompaña con cierto grado de dramatismo la decadencia de las humanidades. Esto supone un problema, el problema principal de no reconocer que hay un problema. Es decir que la expresión humanidades puede significar ya muy poco, o nada, y está relegada a una especie de departamento –no carente de prestigio– en donde se encierra a la filosofía y a las ciencias humanas. Nadie concibe una universidad sin filosofía, incluso en muchos lugares se la cultiva con gran empeño, pero se la convierte en una especialidad más. Así el nuevo rumbo de las universidades acompaña con más fidelidad la traza de la revolución científico-técnica o de la revolución comunicacional.

–¿No sería preocupante que este modelo de universidad desplazara el saber autodidacta que ha nutrido históricamente a las universidades argentinas?

–En esta transformación, ese modelo está en vías de extinción, aunque autodidactas siempre va a haber, por suerte. Pero lo que veo como más grave en esto que usted señala es la constitución de fósiles del lenguaje. Es cierto que la universidad nunca ha prometido un camino en este sentido, pero también es cierto que las maneras de enseñanza de la universidad tocan hoy todos los temas, incluso los conocimientos que han surgido como grandes críticas a la universidad. Todos los de la tradición libertaria, por ejemplo, o lo que fue la tradición de la epistemología foucaultiana. La universidad revela su atención hacia esos conocimientos que muchas veces nacen para criticarla, para intentar abandonar el grado de cristalización del lenguaje que tiene toda universidad. La universidad responde de una manera que hay que celebrar, porque incorpora esos conocimientos, pero por otro lado debemos preocuparnos frente a eso, puesto que lo que hace es, con un fuerte tono asimilacionista, dejar a los grandes conocimientos de la sociedad en una situación escalafonaria y sin su habilitación más transformadora.

–Una paradoja…

–Esa es la gran paradoja de la universidad, que tiene que contener sus formas de grados, de distinciones, de títulos y de lenguajes establecidos, a modo de reconocimiento, y eso supone un logro pero también pérdida. Y lo que se pierde es la posibilidad de lo que como utopía la universidad tiene en su seno: la idea de una universidad abierta, con conocimientos inesperados, una universidad que admita en sí misma la ruptura de sus tablas de la reglamentación del conocimiento.

–Teniendo en cuenta la tradición de las ideas argentinas, ¿no cree que ese debate debería estar siempre presente e incluso enriquecerse?

–La universidad no tiene respuesta frente a la gran cantidad de cursos profesionalizantes que se ofrecen. Hoy en la universidad cualquiera da un curso profesionalizante. Entonces este período es festejable sólo por el lado de que nunca hubo tanto estímulo en becas, por ejemplo. El Estado ha cambiado la vida de miles de personas, pero frente a eso sería sumamente necio no percibir la importancia que tiene la adquisición de los primeros grados de un lenguaje estandarizado, prefigurado.

–La expresión la tomo del universo de Gombrowicz: así la universidad queda un poco presa de su forma…

–Lo que se encuentra en la universidad es que aquel que tenía una poética iniciática vinculada a la adquisición de saberes de una ética muy relevante, lo que ve es el acordonamiento y la estandarización de esos lenguajes y la idea de que éstos aparecen en sí mismos reglados por una clase profesoral que, en muchos casos, no parece preguntarse por el origen de la lengua que habla. Y reglados también por el modo en que se estructura la noción de examen. Nunca hubo una revolución universitaria que no revolucionara la forma del examen. Eso está presente en la reforma universitaria argentina. El examen es el momento más delicado de la universidad, porque ahí se establece una asimetría que hay que justificar con mucha delicadeza, porque es una asimetría que la universidad tiene en su propio reglamento. Con esa asimetría yo estoy de acuerdo, porque de lo contrario creo que no existiría un legado entre tradiciones. Pero al mismo tiempo esa asimetría, si está mal pensada o es mal aplicada, genera una petrificación del terreno universitario. Lo que no puede pasar es que haya una cantidad apabullante de profesores que sepan menos que los alumnos. La universidad tiene que replantearse el modo en que se establece el lugar donde hay otros saberes anteriores a ella, muy valiosos, muchas veces de origen popular o vinculados a sabidurías milenarias. Estructuras de conocimiento que la universidad debería desplegar sobre la base de que encierran tesoros secretos para las personas, y que muchas veces las viene a sustituir bruscamente con el canon científico-técnico, con la teoría de la información, que es el nuevo tópico al que la universidad está dedicada en cualquiera de sus carreras. Es decir, todo encierra una información, desde una operación quirúrgica a la encuadernación de un libro, y al ser todo parte de la teoría de la información, lo que se pierde es esa identidad infinitamente plural del lenguaje que impide toda homogeneización. La estructura universitaria y la política universitaria van hacia la homogeneización. No se le puede exigir a la universidad que no haga ciencia, pero la universidad debería responder: “Lo haremos sin cientificismo”. Y esa respuesta siempre le cuesta.

–En sus más de 40 años en la universidad usted ha percutido de diferentes maneras en esta cuestión, ¿cómo ve, en perspectiva, esta batalla?

–Primero, tratando de recordar a los grandes profesores de formación humanística que ya no existen, como José Luis Romero o Mercado Vera; también recordando a los profesores militantes como Roberto Carri, que intentaron lo contrario, es decir, sin abandonar la erudición supusieron que el contacto entre historia y política era más estrecho que lo que la historia argentina iba a demostrar. Y, después, recordando también la carrera de los autodidactas, como Hernández Arregui, que no fue exactamente un autodidacta –fue discípulo de Rodolfo Mondolfo– y sin embargo parecía ser un autodidacta porque tenía un fuerte rechazo por todo lo que era la universidad. Todos esos ejemplos son válidos, y son válidos en el campo de la escritura, del ensayo. Hoy, en la época de los grandes sistemas de financiamiento de la universidad, donde están grandes corporaciones financieras –algo que por suerte no ocurre tanto aquí, como en otros países–, la universidad tiene un criterio de autonomía universitaria que sirve para su lógica política interna, pero que resulta un simpático recuerdo estamental. Desde el desarrollismo en adelante no se cuestionaron esos valores de autonomía, pero se desviaron un poco de ella al vincular a la universidad con la producción, con el campo científico que efectivamente actúa en la producción a gran escala. Esta situación cambia la universidad y al mismo tiempo la obliga a extremar sus recursos filosóficos, porque participar de la discusión sobre patentes de medicamentos o sobre los estilos de gestión del Estado la coloca en un lugar de autonomía sin autonomía. Las universidades son entidades autónomas que viven perdiendo su autonomía. La tienen en su carta magna y al mismo tiempo la pierden en la lógica de las fuerzas productivas. Eso es un motivo de reflexión para el movimiento estudiantil, que es la fuerza social más activa.

–¿Sin esa autonomía se pierde el pensamiento crítico?

–La autonomía de la universidad es moral e intelectual. Y eso tiene que repercutir de inmediato en su condición científico-técnica. No se puede pensar una universidad desprendida de exigencias sociales y al mismo tiempo estas exigencias sociales no se cumplirían si la universidad no tuviera una suerte de ley propia del conocimiento, que es el drama de la reforma universitaria de la Argentina, del propio Deodoro Roca. “Toda ciudad es universitaria”, decía, y al mismo tiempo quería dedicarla a que cumpliera tareas sociales e incluso de liberación nacional, sobre todo en sus últimos tiempos. En ese sentido, la universidad es el drama del conocimiento. Cuando lo instituye, está lejos, y continuamente lo tiene sin percibirlo. La actitud para mí más profunda de estar en la universidad es no estar contra la universidad pero sí ser capaz de asumir ese lugar. Hay que ser capaz de estar en contra de la universidad para poder vivir una vida universitaria realmente autónoma.

–¿Qué es lo que ha podido hacer al respecto?

–Recuerdo con nostalgia la campaña para llevar al rectorado a León Rozitchner, que era una candidatura utópica, pero que tenía como sustento la idea de un nuevo replanteo entre las ciencias de las humanidades y las ciencias de las ingenierías. En el estudio de lo que es la universidad como reproducción de cierta desigualdad interna fracasó hasta el propio Pierre Bourdieu. No puede haber una universidad que nos asocie a los certificados.

–Justamente, esa universidad de los certificados es un poco más mezquina que la de las ideas universales.

–A partir de los ’60 aparece con mucha fuerza la noción del investigador universitario. La investigación comienza a ser pautada, regulada, incentivada, y todo eso fue aceptado incluso por las fuerzas de izquierda, que creo yo tienen un responsabilidad grande en el sentido de que todo el programa cientificista dominante fue aceptado como parte de una gran modernización. Eso de algún modo explica el abandono de los estudios clásicos y el debilitamiento de las humanidades.

–¿No siente que los alumnos se resisten a este modelo?

–Si usted está dando una clase sobre Nietzsche y el alumno le pregunta si esto entra en el parcial, ahí se está poniendo al conocimiento en una hondonada pronunciada. La vigencia de muchos profesores es algo relacionado sólo a poder responder esa pregunta, y al mismo tiempo esa pregunta es desoladora.

–¿Cuál es entonces el lugar de esa resistencia?

–El lacanismo fue un modelo de resistencia, el foucaultismo también. La universidad ha demostrado –casi como el peronismo– que pudo absorber todos los modelos de resistencia. Y luego habló con la voz de esos modelos de resistencia, pero ya pasados por la gran maquinaria. Entonces deja como posibilidad el abandono individual de la universidad. Y si uno ve la política universitaria, es también algo desolador. Repite, y a veces peor, la política nacional. Ahora, no pretendo que se enseñe filosofía en los patios griegos, pero algo de patio griego tendrían que tener las universidades. Algún tipo de profesor de ese tipo, o un conjunto de profesores de este tipo deberían subsistir dentro de la universidad.

–Eso retomaría la idea de que el lugar adecuado para criticar a la universidad es la universidad…

–Así fue como empezaron las grandes filosofías. La universidad muchas veces confunde su integración con lo social con el hecho de convertirse en dependencias administrativas de cierto conocimiento. En ese sentido, me siento un poco desalentado del estado de la universidad actual. Lo que ha triunfado en el mundo es el modelo de cita, de universidad anglosajona, y es muy difícil encontrar una tesis sobre Echeverría como la que hizo Halperin Donghi.

–En su carrera usted renunció al universo de los institutos y las becas, ¿por qué lo hizo?

–En mi caso fue una militancia. Pero jamás desaprobaría tener una beca ni le recomendaría a nadie que rechace una. En las formas actuales del estudio se supone que uno debe tener tiempo académico. Yo lo que supuse era que la universidad estaba en el medio de la ciudad humana. Uno estudiaba donde podía, agarrado de la manija del subterráneo A. La idea viene de Borges, que leyó la Divina Comedia en el tranvía.

–La tendencia a la formación de eruditos fue despreciada ya por Heráclito hace 2500 años, cuando le criticaba la polimatía a Hesíodo y a Pitágoras, crítica que también retomó a su modo Nietzsche en su Ecce Homo…

–Hay que ver si hay que ser erudito. Y en el caso de que uno lo sea, también debiera disimularlo mucho. Hay que ser un erudito secreto y hablar en secreto de todos los idiomas. Cuando escucho muchas clases lo que veo permanentemente es la actitud enfatizadora de los docentes. La pedagogía es una recarga que se nota en los estilos de enseñanza universitaria. Yo preferiría que la enseñanza sea a-pedagógica, es decir, que lo que hay de pedagogía no se note. Una suerte de enseñanza del profesor distraído, lo que no significa que de ahí no salga un gran erudición o un gran conocimiento, o un estudio profundo sobre Hobbes.

–¿Es decir que se ponga más énfasis en el contenido que en las formas?

–Sí, pero no quisiera ponerlo en términos de un romanticismo antiguo. Me parece que todo esto habría que probarlo en una sociedad en la que reina una única teoría, que es la llamada sociedad del conocimiento o teoría de la información. Siempre hay una teoría que ilusoriamente se hace cargo de todas las demás. Desde las ciencias sociales hasta la vieja física cuántica. Por eso me parece que hoy una tarea importantísima es ver más de cerca lo que quiere decir eso de teoría de la información. Porque eso supone formas y relaciones entre gobiernos. Supone redes sociales, espionajes, ley de medios.

–¿Siente la necesidad de seguir en la universidad a pesar de su edad, que está al límite de la jubilatoria?

–La verdad es que no. Aunque sí me imagino dando clases, quizá desde otro lugar. Pero eso es algo que todavía no tengo pensado, y eso que según parece falta poco.

–¿Habrá que aceptar entonces que en la universidad se apague cierta luz, que incluso ha dejado huellas?

–(Risas.) Lo que me parece es que tiene que resurgir el uso de la palabra asociativa. Una buena clase es un buen capítulo de una investigación. El modelo de la Universidad de Buenos Aires no puede ser este que tenemos. Lo digo por el modo en que el conocimiento se convierte en una estructura de gestión más. Incluso la responsabilidad de la izquierda es mucha, ya que ha tenido un peso electoral mayor, en el modo en el que la sociología y las humanidades fueron anexadas al programa científico-técnico sin más. Ahora, para achicar esta brecha tendría que darse nuevamente una corriente intelectual muy fuerte.

–Por último, ¿cómo ve la situación política actual respecto de la elección del rector de la UBA?

–Nada de esto, para mí, es apasionante.

Democratizar el territorio, democratizar el espacio. Entrevista a Boaventura de Sousa Santos

por Susana Caló

Es.Col.A – Espaço Colectivo Autogestionado, 21.08.2012, Porto
http://escoladafontinha.blogspot.co.uk/

Sociólogo, y con un extenso trabajo sobre la sociología del derecho, los nuevos constitucionalismos, los movimientos sociales, la globalización, la democracia, la interculturalidad, y los derechos humanos, es también uno de los creadores del Forum Social Mundial (FSM). Ha estado involucrado en el proceso que llevó a la redacción de la nueva Constitución de Ecuador en 2008, en la que se reconocieron por primera vez los derechos de la naturaleza, según el concepto indígena de “Tierra-madre” o “Pachamama”.
Como crítica a la inferioridad epistémica de las prácticas del Sur Global creó herramientas conceptuales como la “epistemología del sur” y la “ecología de las prácticas”, en defensa de la diversidad epistémica del mundo y de la horizontalidad entre saberes y prácticas. En consecuencia, con respecto al papel ético y político de la teoría, propone una teoría de la retaguardia, que teoriza aberturas a la realidad concreta y sigue las luchas de los movimientos sociales. En su investigación más reciente, ALICE, Espejos extraños, lecciones inesperadas: Nuevos modos para Europa de compartir las experiencias del mundo, tiene como objetivo renovar paradigmas teóricos y políticos de transformación social a partir de las epistemologías del Sur. El proyecto está dividido en cuatro áreas: democratización de la democracia; constitucionalismo transformador, interculturalidad y reforma del estado; otras economías; derechos humanos y otras gramáticas de dignidad humana.
Desde el contexto portugués y tratando de explorar la idea de Iberoamérica, el propósito de esta entrevista fue interrogar la dimensión política y social del espacio y las dinámicas territoriales del poder. Esta es una conversación que va desde las luchas por los derechos territoriales de las comunidades campesinas y los pueblos indígenas a las luchas urbanas, y que se centran en el espacio público. Mientras que en Europa parecen más prominentes los debates en torno al espacio público, la justicia urbana y la habitación, en América Latina las luchas por el espacio son más notorias bajo la forma de luchas por el derecho a la ciudad, por el derecho a la tierra y por la ordenación del territorio. Sin embargo, en todos estos movimientos se comparte debate la idea de que el espacio no es sólo un dispositivo escénico de las luchas sociales, sino que constituye el propio objeto de la lucha. Así pues, se ha puesto especial atención a la necesidad de inventar formas de articulación entre los movimientos sociales y las instituciones, así como líneas de formalización entre una micro y una macro política.
Por último, es importante preguntar: ¿cómo pueden las prácticas del espacio generar oportunidades para la potenciación de procesos de empoderamiento cívico y emancipación social?
  
Susana CalóNociones como Iberoamérica o América Latina son problemáticas ya que promueven una visión unitaria del territorio que se refleja en la producción de imaginarios y ficciones hegemónicasdesde las ficciones coloniales a las ficciones nacionalistas. Mi primera pregunta sería ¿cómo se pueden constituir discursos y prácticas contra-hegemónicas relacionadas con las concepciones dominantes sobre la tierra y sobre el territorio? y ¿en que medida son éstos relevantes?

Boaventura de Sousa Santos– Empezando por el problemático concepto de Iberoamérica, éste, sólo se nos presenta problemático si no somos capaces de construirlo y de comprender su raíz histórica. El concepto privilegia las relaciones entre América y los pueblos que la colonizaron. Los pueblos indígenas son americanos, pero no son ibéricos, son pueblos originarios. Los pueblos afro-descendientes son americanos, pero no son ibéricos, son originarios de África. Obviamente el concepto revela la tentativa, por un lado, de crear la idea de un espacio que estaría fuera del espacio hegemónico del colonialismo, que a partir del siglo XVII es inglés y no ibérico. Porque el dominio del mundo colonial después del  Siglo de Oro de España y de la crisis de Portugal pasa, a partir del siglo XVII, para otras regiones del mundo, para Holanda y después para Inglaterra, por lo que el espacio de Iberoamérica en el fondo es un espacio colonial subalterno y que se construye como tal. Pero, obviamente tiene también dentro de sí una relación colonial muy desigual, sobre todo, si tenemos en cuenta, que precisamente por el hecho de Portugal ser una potencia semi-periférica y no desarrollada, no tenía ni siquiera condiciones en aquel momento para poder hacer lo que más tarde se llamaría “settlers colonialism”, colonialismo de ocupación intensa y directa.

Se usó una forma de colonizar que privatizaba las tierras de las colonias a través de las capitanías y de las concesiones de tierra. Dignatarios de la corte o individuos que participaban en las expediciones adquirieron un gran control y una concentración de tierras en América Latina. De aquí vendrá más tarde toda la lucha social en torno a la tierra. La lucha social se inscribe en la historia colonial de la tierra, sobre todo en la concentración de la tierra que, con la entrada de las culturas coloniales, como las plantaciones de azúcar,  o de café, forzó las dislocaciones masivas de poblaciones internas de un lado para otro. Es en esta lógica de geopolítica de la tierra y del territorio que los indígenas fueron empujados hacia regiones menos fértiles. Esa gran cultura Andina que tenemos hoy en América Latina y ese espacio extraordinario Andino es también, en cierta medida, producto de esa colonización, porque los indígenas estaban en las planicies y fueran expulsados de esas tierras, que eran mejores para la agricultura. Existe, por lo tanto, toda una historia de Iberoamérica que condiciona las luchas del presente sobre la tierra – y ellas hoy existen a nivel mundial. La cuestión de la tierra y del territorio es hoy cada vez más relevante y por eso cuando me pregunta cómo se construye un discurso y una práctica contra-hegemónica en relación a las construcciones dominantes de la tierra y del territorio, pienso que debemos tener presente los dos parámetros que construyen las ideas dominantes de territorio en la contemporaneidad. Por un lado, el colonialismo, por el otro, el capitalismo. Ambos se unirían de alguna manera, porque la pulsión colonialista inicial fue después complementada por la pulsión capitalista en la creación de una agricultura industrial de gran dimensión, que continuará creando una gran desigualdad en estos países.

La cuestión de la tierra estuvo siempre presente – y, por eso, los movimientos contra-hegemónicos son movimientos que luchan por la tierra y por el territorio. Pero ¿cuál es la diferencia entre tierra y territorio? La diferencia es que los movimientos que luchan por la tierra serán movimientos campesinos, poblaciones que hoy en gran parte son indígenas o afro-descendientes, pero que en aquella altura no eran consideradas como tal. Eran considerados campesinos – cuya gran reivindicación era la reforma agraria, la lucha por la tierra, por la distribución más equitativa de la tierra. Esta lucha llega hasta el presente y tiene como resultado el movimiento social más importante de América Latina, el Movimento Sem Terra (MST) en Brasil, hoy con articulaciones en muchos países y cuya constitución en 1986 se asienta en la lucha por la tierra y por la reforma agraria. Pero esa lucha, que estuvo siempre presente, se hace políticamente más visible a partir de los años 90 a través de la lucha de los pueblos indígenas por el territorio. La diferencia entre la lucha por la tierra y la lucha por el territorio, es que para los pueblos indígenas el territorio no es simplemente la tierra agrícola, sino la raíz misma de su identidad cultural. Son sus antepasados, su cultura, sus árboles sagrados, sus ríos sagrados, es, por lo tanto, toda una memoria histórica que fue destruida o casi destruida por el colonialismo y el capitalismo, y que ellos quieren recuperar.  Y recuperaron al punto de que en la Constitución de Bolivia de 2009 y en la de Ecuador de 2008 se asumió la idea de que los pueblos son plurinacionales, es decir, que los pueblos indígenas tienen derecho a una autonomía  territorial, también en términos geopolíticos. No son territorios independientes, pero tienen una autonomía que no es apenas la autonomía que posee la región de Madeira, por poner un ejemplo, es otro tipo de autonomía que no es meramente administrativa o política de carácter euro-céntrico, sino que se asienta en el reconocimiento de que hay otras cosmovisiones, otras culturas, otras formas de administrar el territorio, que deben ser reconocidas como tal. Por lo tanto, la lucha por la tierra y por el territorio, hoy, es una lucha contra la herencia colonialista y capitalista en este espacio.

Susana Caló – Las luchas en torno al derecho a la tierra y al territorio han sido uno de los principales tópicos de diversos movimientos sociales por el mundo entero, contra aquello que se designa de fascismo territorial – formas de dominación y explotación del territorio con carácter colonial – y defendiendo también concepciones ecológicas de la territorialidad, véase el caso del petróleo o de la extracción minera. ¿Le parece imposible la implementación con suceso de reformas agrarias, así como su mantenimiento, frente a presiones capitalistas?

Boaventura de Sousa Santos – Es una excelente pregunta porque la cuestión de la tierra y del territorio mudó y no apenas en la dimensión en la que hablamos, es decir, de una lucha por una distribución de la tierra como un recurso agrícola para una construcción política de un territorio con una identidad cultural propia. Pero la tierra, hoy, ya no es de ninguna manera ni sólo la agricultura, ni sólo el territorio – es la reserva de la biodiversidad – que es un problema completamente diferente. Es la reserva agrícola, la reserva del agua, los acuíferos, y es también la tierra que hoy es la base de la gran orgía de los recursos naturales en la que nos encontramos. Todo el extractivismo vino también a territorializar las relaciones económicas y políticas y es esa la gran contradicción de la globalización, ya que si se pensaba que ésta iba a desterritorializar todo: hoy viajamos, los productos son hechos en cualquier parte del mundo, el reloj es hecho es seis partes del mundo, ¿qué interés tiene el territorio? Parece que ninguno pero,  al mismo tiempo, una serie de factores nos obligan a pensar que al final la desterritorialización es apenas uno de los lados de nuestra condición. El otro lado es, en contraposición a ella, la reterritorialización… Hay cosas fundamentales que sólo pueden ser producidas en ciertos lugares: la grabadora que estamos usando, su ordenador que tiene metales especiales raros que sólo existen en ciertos lugares, etc. Tenemos nuevamente en América Latina y África una carrera por los recursos naturales que ejerce una enorme presión sobre la tierra y que crea un nuevo conflicto entre aquellos que quieren la tierra para extraer los minerales y los agricultores y campesinos que allí viven.

Yo acabo de regresar de Mozambique y vi exactamente eso, las grandes empresas como la Rio Tintoo la Vale do Rio Doce están desalojando a poblaciones enteras para expandir sus minas de carbón. Aquí, la tierra no es para la agricultura, aquí, la tierra es para la explotación minera. Y también tenemos hoy otro problema que es lo que las Naciones Unidad designan ya como “land grabbing” que es la acumulación de tierra, la compra y la ocupación masiva de la tierra por países extranjeros y no sólo por empresas. Este es el caso de Arabia Saudí, y de Kuwait que han comprado grandes extensiones de tierra en África como reserva alimentar y reserva de agua. Por este motivo, la tierra hoy está dentro de una geopolítica del territorio  mucho más compleja que aquella que habíamos construido anteriormente como el mundo rural.

Ahora, su referencia al fascismo territorial coloca otra cuestión que me ha tenido  muy ocupado. Yo realicé mi tesis doctoral en la Universidad de Yale, mi trabajo de campo fue vivir en una favela de Rio de Janeiro, precisamente para intentar analizar las relaciones sociales y el espacio social dentro de una favela donde vivían 60.000 personas. Fue ahí que desperté para la idea del fascismo territorial. Las propias ciudades son hoy atravesadas por una lógica de territorio que acaba por fracturarlas, creando dentro de las ciudades una línea abismal entre las zonas que yo llamo civilizadas, las urbanizaciones que son cada vez más contra el espacio público (urbanizaciones privadas), y las zonas salvajes donde viven las clases populares en los suburbios, en los guetos y en las favelas.  Estas zonas salvajes obviamente proliferan en el mundo, una vez que las ciudades no poseen la capacidad de acomodar de una manera urbanísticamente razonable, social y políticamente decente a las poblaciones que llegan a las ciudades huyendo de la violencia rural, de la desertificación, de la guerra, o de la ocupación salvaje de sus tierras.

Es por eso que existen todas esas formas de fascismo territorial, que constituyen una división dentro de los países que son homogéneos desde el punto de vista político, (en el que las leyes son las mismas) pero en el que, sin embargo, la policía es capaz de actuar de una forma totalmente diferente dependiendo del lado de la línea, según considere el territorio enemigo o no, civilizado o salvaje. Es decir, en la construcción de nuestros países, estamos asumiendo conceptos que eran conceptos de guerra contra los extranjeros. El territorio del enemigo interno puede ser una favela, un barrio de lata, pueden ser grupos terroristas o llamados terroristas. Los propios territorios internos de los países están hoy sujetos a formas de geopolítica interna que parecen una importación de relaciones internacionales para el propio territorio. Así, tenemos también territorios que dentro del propio país reproducen relaciones coloniales, que es un concepto que viene de los años 60, de la América Latina, de un gran sociólogo llamado Pablo González Casanova que habrá sido probablemente uno de los primeros en escribir sobre el colonialismo interno.

Cuando los países latinoamericanos se independizaron, el colonialismo no terminó porque la independencia no fue conquistada o entregada a las poblaciones originarias, pero si a los descendientes de los colonos que habían ido para allí. Y estos fueron en ocasiones más racistas que los propios colonos. En algunos países el genocidio de indígenas fue superior después de la independencia dando lugar a la creación de relaciones internas de colonialismo.

Susana Caló – Ha trabajado mucho sobre la importancia de hacer visibles y valorizar la diversidad de saberes e de experiencias del mundo en la perspectiva de las epistemologías del Sur. La creciente relevancia política de los movimientos indígenas de América del Sur ha abierto el camino al diálogo y a la coexistencia entre diferentes saberes y modos de vida. ¿Cómo ve estos avances?
Boaventura de Sousa Santos – Estos nuevos protagonismos políticos que han surgido en América Latina dejaron una cosa clara. Que para ciertos grupos sociales no hay dignidad sin territorio. Es la gran reivindicación de los pueblos indígenas que no imaginan el respeto de su cultura y de sus saberes sin el respeto por sus territorios, porque sus saberes están inscritos en sus territorios. Por lo tanto, no hay cualquier posibilidad de garantizar su dignidad sin garantizar la autonomía territorial. Este reconocimiento es un gran avance histórico. ¿Está en peligro ese avance? Si, ha sido siempre contestado y está en peligro en los países que precisamente progresaran en dirección a ese reconocimiento. Son los casos de Bolivia y de Ecuador porque, si políticamente existe este reconocimiento debido al protagonismo de estos movimientos sociales y una consagración constitucional, por otro lado, esto ocurre en un auge de presión neo-liberal por los recursos naturales debido sobre todo al desarrollo de China. Y por lo tanto, China va a provocar lo que llamamos de reprimarización de la economía, es decir, una vuelta a aquella idea, que es la maldición de América Latina desde el colonialismo, de que América Latina exporta naturaleza, exportacommodities, exporta recursos naturales, exporta materias primas, y no bienes industriales.

Países enteros intentaron salir de esa maldición, como es el caso de Brasil. Y el propio Brasil, en este momento, está explotando más los bienes primarios que los bienes industriales. Esto por la presión del desarrollo chino y de otras presiones internacionales sobre los productos alimenticios y la especulación sobre los minerales y por consiguiente, la presión sobre la tierra y el territorio está haciendo con que todas las conquistas políticas estén siendo minadas por los propios gobiernos que las instituyeron. Porque las presiones del neo-liberalismo, de las agencias internacionales, del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, de la Organización Mundialdel Comercio, les están diciendo que su ventaja comparada son los recursos minerales y que deben ser explotados ya.  Por este motivo, iniciativas extraordinarias que habían sido diseñadas para este continente están retrocediendo como, por ejemplo, una gran iniciativa de Ecuador que pretendía alterar por completo el modelo de desarrollo basado en el extractivismo, renunciando a la explotación petrolífera en un territorio que es un territorio indígena. Es el territorio de mayor diversidad del mundo y se llama Yasuní- ITT que es un parque nacional grande y en el que Ecuador se propone no extraer el petróleo para proteger la biodiversidad y a los pueblos indígenas, pero pidiendo a la comunidad internacional que indemnice a Ecuador por la mitad de las pérdidas que va a tener por renunciar a la explotación del petróleo.  Esto es algo totalmente nuevo, una innovación extraordinaria para el mundo, pero es evidente que el mundo desarrollado, que es el que podía financiar este proyecto, no sólo no tenía mucha voluntad política, como entró en una crisis financiera y, por consiguiente, comienza a ser evidente que este proyecto Yasuní- ITT no va a seguir adelante.

Aquí está una gran innovación basada en una nueva idea de territorio. Porque el problema es que para la lógica capitalista, ahora neo-liberal, pero capitalista desde siempre, el territorio sólo es válido en la medida en que es explotado. Un territorio dejado a su suerte, es decir, que  no es explotado, no tiene valor comercial y el capitalismo no entiende la lógica de los campesinos. Para la lógica de campesina está muy claro: la tierra se cansa, por este motivo, la gente tiene varias parcelas de tierra y en un año se planta en una y en el otro en otra, para que la tierra descanse. Lo que el capitalismo no acepta es que la tierra descanse, como tampoco acepta que descanse el trabajador. ¿Cuál fue la innovación? Obviamente los fertilizantes, los insecticidas y los pesticidas que han conseguido que la tierra está siempre en constante producción. Esta es una gran alteración que se da a principios del siglo XX en la concepción que nosotros tenemos de la tierra, porque anteriormente había una concepción, si se quiere, más humana del territorio y de la tierra.

Susana Caló – ¿A qué nos referimos si hablamos de la importancia de defender y promover un diálogo horizontal de los saberes y de las prácticas en Europa en el contexto actual? ¿Cómo se traducen esas problemáticas para Europa? ¿Puede el problema ser colocado de la misma manera en Europa y en América del Sur?

Boaventura de Sousa Santos – Esas son las preguntas que pretendo responder en un gran proyecto europeo, financiado por el European Research Council, que estoy comenzando, el proyecto ALICE (http: // alice.ces.uc.pt/en /). Llegué a la conclusión en mi trabajo de que el Norte Global y Europa en especial, tienen muy poco que enseñar al mundo y que el colonialismo los incapacitó para aprender con la experiencia del mundo. El colonialismo creó una arrogancia tal en el continente europeo, que se desprecian todas las innovaciones que puedan venir del Sur Global, porque en el fondo siempre fueron considerados inferiores. La reacción a cualquier cosa que venga de Brasil es “ah, esto viene de Brasil, no se aplica a nosotros”, y si viene de la India, peor aún. Ahora bien, yo defiendo que puede existir un aprendizaje. No se trata de una lección del Sur, no es una inversión tipo “ahora el Sur enseña al Norte”, sino que se trata de intentar crear un clima intelectual en Europa – y ahí son fundamentales para mí las epistemologías del Sur y la ecología de los saberes, a la par de los conceptos paralelos que estoy usando, que son la sociología de las ausencias, de las emergencias, y de la traducción intercultural – un contexto epistemológico que, en el fondo, permita a Europa reconocer más experiencias del mundo y valorizar sus orígenes.  ¿Cómo se hace esto? Reconociéndolas en sus propios términos, según los criterios de validez cognitiva y normativa en que se desarrollaron y, por consiguiente, sin depender apenas del filtro del conocimiento y de la normativa eurocéntrica.

Cuando examino una economía indígena, yo la examino desde el punto de vista de aquello que ella consigue traer en términos de preservación de la biodiversidad y cultivo de la tierra. Siempre existirán extractivistas, en la selva, en el Amazonas. El gran activista brasileño, Chico Mendes, asesinado por latifundiarios, era un extractivista, siringuero, pero ecológicamente orientado. Es decir, fueron siempre los indígenas, los siringueros,  y las poblaciones en las riberas del Amazonas, las que utilizaron de una manera ecológicamente sustentable la floresta y los recursos naturales. Ahora bien, las epistemologías del Norte privilegian formas de conocimiento y de actuación orientadas para que apenas interese saber cuánto es lo que se produce por año y cuánto más se puede producir.

Por eso, una de las cinco ecologías tratadas en A Gramática do Tempo es la ecología de las productividades. Implica tener otro concepto de productividad de la tierra que no el meramente basado en el ciclo de producción que promueve el uso negligente de pesticidas. Existe aquí una gran transformación en donde la conquista de la diversidad y de la biodiversidad están en el punto de mira de un desarrollo neoliberal.

Recientemente tuve dos experiencias personales de gran impacto: la que ya mencioné, en Mozambique, donde fui informado de la expulsión de poblaciones campesinas de sus tierras para  avanzar con el proceso de extracción mineral y, otra, cuando atravesé la Pampa argentina en mayo, totalmente conquistada por la cultura de la soja transgénica y los pesticidas. Pasamos por allí y no nos ocurrió nada, pero ya existe una consecuencia perversa y trágica: Rio Cuarto, que es una ciudad de la Pampa, y Córdoba, que eran los grandes centros de la producción de miel, vieron como caían sus producciones. La miel acabó porque las abejas fueron todas envenenadas al alimentarse de polen transgénico. Por lo que, estas luchas, tienen una triple dimensión. Tienen una dimensión colonial que se mantiene – el colonialismo continua bajo otras formas-, existe una dimensión capitalista del uso de la tierra, y existe ahora la dimensión ecológica que son los límites ecológicos del capitalismo en el siglo XXI. La naturaleza está hablando, y nos dice que “así no puede continuar”, es el calentamiento global, es el deshielo. Las fuerzas que no quieren parar son las que dominan el mundo en este momento.  Por lo tanto, los movimientos tienen que continuar su lucha, pero esencialmente se trata del esfuerzo de convencer a las clases medias europeas de que lo que está en causa es un cambio de civilización que nos va a obligar a cambiar nuestros hábitos de consumo. Y esta ha sido nuestra dificultad.

Susana Caló – Ya oí decir que la teoría no debe ser una teoría de la vanguardia, sino de la retaguardia, en el sentido en que debe tratar de facilitar, acompañar y aprender con las transformaciones sociales. Eso parece esencial, pensar la teoría y el conocimiento como una práctica que abre espacios a la multiplicidad y a la diversidad, en la medida en que mantiene esa ligación a lo social. Pensando aún en esa traducción para Europa, ¿existe un lugar importante en las universidades, teniendo en cuenta que son un espacio tan privilegiados entre nosotros?

Boaventura de Sousa Santos – Sin lugar a dudas, la universidad es un espacio tan privilegiado como problemático.  Es un espacio que se asienta sobre la idea fundamental de privilegiar un cierto tipo de conocimiento, el conocimiento que triunfó a partir del siglo XVII, el conocimiento científico y la tradición filosófica eurocéntrica. Hasta que en el siglo XIX “descubrimos” que la filosofía occidental era toda griega, destruyendo así todas las ligaciones con África y el Medio Oriente. Llevamos a cabo una ruptura a partir de Grecia, eliminando o dejando en la sombra el desarrollo filosófico y toda la creación cultural de una región del mundo bastante más vasta.

La universidad fue la gran consagración del conocimiento vencedor y, por lo tanto, del conocimiento de los vencedores, aquellos que tienen más progresos en la ciencia y en la filosofía. Para no hablar ya de las ciencias y de las filosofías orientales, hay muchas otras formas de conocimiento en circulación en la sociedad, conocimientos legos, populares muchas veces vinculados a las luchas sociales. El conocimiento popular, rescatado por las ecologías de los saberes, es un conocimiento que muchas veces, está inserido en una práctica que nace de la lucha, es un conocimiento born in struggle, y sólo existe en los contextos prácticos en los que existe y no en las instituciones de producción de conocimiento. Por lo tanto, la universidad tiene esa especificidad de haber separado la práctica y el conocimiento y de haber transformado el conocimiento en una práctica en sí mismo. Aún así, lo separó de todas las prácticas y es por este motivo que la universidad nos permitió también –la otra cara de la moneda- crear ideas revolucionarias en un contexto reaccionario, porque aisló a los académicos del resto del mundo, en la tal torre de marfil. Ahora bien, mi objetivo ha sido el de intentar mostrar cuáles son las virtudes de la propia universidad para criticar la idea de que hay apenas un tipo de conocimiento. Hay diversos tipos de conocimiento y quizás deberíamos tener afiliados dentro de la universidad llegados de los ciudadanos, de los movimientos y organizaciones sociales, portadores de otras formas de conocimiento que deberían ser reconocidas. Hay experiencias, hoy, por todo el mundo, donde esto se está llevando a cabo. El caso de Brasil, por ejemplo, donde algunas Facultades de Medicina, sobre todo en las universidades del Amazonas, ya incluyen medicinas y métodos tradicionales, que complementan la biomedicina moderna. Por lo tanto, es esta ecología de saberes médicos, arquitectónicos, urbanísticos, o jurídicos, que estamos estudiando en el proyecto ALICE, y que desde mi punto de vista, puede traer alguna esperanza a las propias universidades, porque gran parte del conocimiento de hoy, se lleva a cabo en otras instancias que no las universidades convencionales. De ahí la propuesta que he venido a avanzar en el Fórum Social Mundial, de una universidad popular de los movimientos sociales, que vaticina justamente otra manera de unir a científicos y artistas con los movimientos sociales.

Susana Caló  – Se ha referido a este momento en que las personas salen a las calles y a las plazas como un periodo post-institucional, en el que las instituciones ya no consiguen acomodar los ecos de las nuevas generaciones, lo que de algún modo hace que nuevas y diversas formas de actuación estén posicionándose en el espacio urbano, abriendo nuevos espacios políticos. ¿Cree que estos movimientos que vienen de abajo abren la posibilidad de una nueva idea de espacio público? Y ¿cómo se pueden articular estos movimientos con las instituciones?

Boaventura de Sousa Santos – Creo que hay ahí dos cuestiones. Una de ellas es ver la contradicción que se fue generando, sobre todo, en las últimas décadas, en términos de las relaciones socio-espaciales, y lo que yo llamo de espacio autoritario y espacio democrático.

Las concepciones espaciales autoritarias se desarrollan en gran parte en el momento en que la polarización social y la desigualdad social comenzaron a poner en peligro la gobernabilidad. Los espacios autoritarios son los espacios dominantes que intentan defenderse de una reacción popular, las urbanizaciones privadas son exactamente un buen ejemplo, entre otros. Otros ejemplos en la organización espacial de la ciudad son el abandono de los espacios públicos, u organizarlos de manera a que se dificulte la aglomeración de las personas, o el distanciamiento de las universidades de los centros de las ciudades con la creación de los campus universitarios.
Esto en América Latina es absolutamente evidente, se crearon espacios para que el movimiento estudiantil no pudiera tener un carácter perturbador del poder político y confinaron a los estudiantes en espacios más o menos segregados.  Por lo tanto, la lógica de la gestión del espacio dominante fue la de crear un espacio que, siendo público, fuese autoritariamente construido, es decir, es un público restrictivo y selectivo. El propio espacio hace difícil cualquier articulación del movimiento social.

James Holston de la Universidad de Berkeley, que hace poco tiempo estuvo en el CES, escribió un libro fundamental sobre Brasilia en el que de algún modo, criticaba toda la lógica modernista de Brasilia, una ciudad a la que voy muchas veces, pero con la que no consigo identificarme, porque precisamente es una ciudad donde es muy difícil el espacio público y la movilización social contestataria organizada, a pesar de haber sido construida por arquitectos comunistas. Los espacios físicos entre las partes edificadas son tan vastos, que lejos de favorecer la creación de espacios públicos, crean desiertos de ciudadanía, zonas social y políticamente neutralizadoras.

Así que, el espacio autoritario estuvo siempre ahí, y después existe el espacio de los excluidos, digamos, que es la respuesta al autoritario y que son las favelas, los suburbios – no los suburbios americanos, sino los latinoamericanos – los guetos, que fueron una respuesta no a modo de confronto, sino de adaptación. Entretanto, empezaron a surgir las luchas por el espacio público. Estas luchas tendrán muchas dimensiones hasta llegar al momento actual, desembocando en los movimientos a los que asistimos hoy.  El espacio público fue utilizado para llevar a cabo reivindicaciones en las que lo público no era en sí mismo una reivindicación: era el nuevo código de trabajo, los derechos de las mujeres, y de ahí en adelante. El espacio público era usado para servir a las reivindicaciones…

Susana Caló – Como un palco.

Boaventura de Sousa Santos – Exactamente, como palco. Hoy ya no es así. El espacio público del movimiento de los indignados hoy es el espacio  en sí mismo, el propio espacio es el valor, es la cuestión de la arena política. La lucha política tiene lugar en ese espacio porque los indignados creen que los espacios institucionales fueron colonizados por el neoliberalismo, neutralizando el derecho a la manifestación política dentro de las instituciones. De ahí viene mi concepto de post-institucionalidad. El espacio público surge como una situación de transición espacial paradigmática, de un espacio que es palco o es vehículo, para un espacio que es entidad en sí mismo. Es presencia, por eso digo que a veces no debemos hablar de movimientos, sino de presencias colectivas en la ciudad y en los espacios públicos, se trata de un tipo distinto de reivindicación del espacio.

Ahora bien, su segunda pregunta se refiere a saber si este momento es el momento, en términos dialécticos, de un entendimiento diferente con las instituciones y con los espacios institucionales. En este caso, todo va a depender de la fuerza de nuestra democracia, porque si la democracia tuviera aún un mínimo de vitalidad, la democracia sería el gobierno del pueblo para el pueblo y por el pueblo. Ahora bien, si el pueblo va para el espacio no institucional, está diciendo a las instituciones que no son democráticas y que no están cumpliendo su misión, porque si ellas no se desviasen de sus funciones no era necesario esto.

Anteriormente, existían los parlamentos, y la movilización popular en la calle servía para que actuasen los parlamentos. Pero estamos en una fase en la que actuamos en la calle para producir resultados políticos en la calle, porque sabemos que los parlamentos no responden, ellos están cooptados, están tomados por la troika y por otros valores e intereses que no son los intereses de la población. Pero, si la democracia tiene aún esa semilla de la vitalidad, creo que habrá reformas políticas que responderán a esta situación, a la que las instituciones con su configuración actual, no consiguen dar respuesta. Vamos a desarrollar formas de democracia participativa, vamos a permitir que la democracia no sea apenas elegir gente para el parlamento, y vamos a tener también ciudadanos organizados en los municipios, que participen en las decisiones. Esto también podría ser facilitado por las vías actuales, como las redes sociales y los medios electrónicos disponibles que permiten formas de democracia electrónica. Es toda una nueva realidad que está ahí, de un espacio público virtual, que es un espacio con un potencial enorme.
Pero esto va a depender de la capacidad que tenga la democracia de dar respuesta. El pueblo fue expulsado de las instituciones, por eso se manifiesta en las calles. No se trata de no querer las instituciones, no hay que olvidar que la lucha de los indignados es una lucha por una democracia real. Por lo tanto, no se trata de alguien que recusa la democracia, sino que es alguien que se siente expulsado de una democracia, que ya no sirve a sus intereses. Lo que se  reivindica es una entrada, sólo que esa entrada implica una reforma fundamental de las instituciones. Y esa es la transición en la que nos encontramos en este momento y que torna toda la lucha histórica muy incierta.

Susana Caló – En Portugal. Ensaio contra a Autoflagelação, escribe sobre la necesidad de democratizar la democracia. ¿Cree inminente la democratización del espacio como vehículo para la democratización de la democracia? Es muy revelador cómo en los movimientos de ocupación de espacios, o de reutilización para fines comunitarios, las personas hablan de un “hacer” de la comunidad y de una sensación renovada de lo colectivo.

Boaventura de Sousa Santos – Absolutamente, creo que es lo esencial. Hay que democratizar el espacio, porque éste ha sido privatizado de varias formas, no apenas por los proyectos inmobiliarios, sino también a través de una respuesta meramente represiva a la criminalidad. El espacio público tiene que ser reconstruido con un sentido de colectividad. Es el espacio de la convivencia, el espacio de la emoción, de la confianza, es el espacio del mirar, y es el espacio del abrazar. Son todos espacios que deben ser construidos y, por lo tanto, ese espacio es una gran conquista en este momento. Porque lo que hicimos con el modelo neo-liberal fue ir para el espacio privado y salir del espacio público, y hoy vemos que cuando abandonamos el espacio público las crisis financieras y las crisis ecológicas nos entran dentro de casa. Es decir, no ganamos mucho refugiándonos en el espacio privado, porque ahora estamos sin empleo, o entonces estamos comiendo productos envenenados. Y, por eso, tenemos que volver al espacio público. Pero es necesario reconquistarlo. Por lo tanto, democratizar la democracia para mí tiene un sentido muy amplio. Todas las relaciones sociales son espacio-sociales, pero lo son de diferentes formas. En A Crítica da Razão Indolente, distingo seis modos de producción del poder, del conocimiento y del derecho: son el espacio doméstico, el espacio de la producción, el espacio de la ciudadanía, el espacio de la comunidad, el espacio de consumo y el espacio mundial. Son todos estos geo-espacios los que deben ser democratizados. Ahora bien, lo que ocurre es que en el modelo occidental que tenemos, sólo el espacio de la ciudanía fue relativamente democratizado. Nuestra democracia trabaja apenas al nivel del espacio público de la ciudadanía, no está en la familia, no está en la fábrica, no está en el consumo, no está en la comunidad, ni en las relaciones mundiales. La democracia representativa que lo que tenemos, en el fondo, es una isla de democracia hoy muy fragilizada, en un archipiélago de despotismos, en la familia, en la fábrica, en la calle, en la comunidad y en el consumo. Por lo tanto, democratizar la democracia es democratizar esos espacios y todos ellos tienen, a mi modo de ver, una dimensión de espacio público. Es decir, la familia hoy  no puede ser entendida como un espacio privado, porque está regulada públicamente.

Nosotros creamos la idea de que la propiedad privada no se toca. Pero esto obliga también a repensar todos los otros conceptos de propiedad inmobiliaria e inclusive la propiedad de la tierra.  ¿Qué es importante tener como espacio público para una ciudad? ¿Cuáles son los criterios de valorización? ¿Por qué los planos maestros son continuamente violados? Y ¿por qué siempre que se necesita se van a buscar a ese potencial espacio público otras valoraciones, sobre todo ahora con la crisis financiera? La cuestión del espacio se mide exactamente con la cuestión del tiempo. El espacio público es el espacio de los largos tiempos, de la convivencia, de la confianza, que no se crea de un día para otro. Se crea de aquí a un año, dos años…porque muchas veces se crean espacios y después decimos que las personas no los usan. Claro que no, porque tiene que pasar algún tiempo para que las personas se habitúen y disfruten otras concepciones de espacio. Es un largo tiempo, y si antes nuestros políticos gobernaban cuatro años, ahora gobiernan dos, y con la troikagobiernan meses, lo que es un tiempo muy breve, y juega totalmente contra cualquier idea de espacio público.

Susana Caló – ¿Cómo ha acompañado eventos recientes en Portugal de retoma y ocupación de espacios abandonados para un potencial uso por parte de la población, por ejemplo, el caso del movimiento es.col.a en Oporto, y la creciente voluntad de auto-gestión colectiva de ciertos espacios de la ciudad?

Boaventura de Sousa Santos –Es un movimiento que tiene obvias razones sociológicas y políticas en el contexto en el que vivimos, y que ha ocurrido en otros contextos, solo que cada contexto determina cuál el perfil de un movimiento. Por ejemplo, después del 25 de Abril, en el periodo revolucionario, hubo muchos movimientos de ocupación, porque había una carencia de vivienda en el país – y estoy hablando sólo del movimiento urbano, porque también hubo ocupación de las tierras en el Alentejo y la creación de las cooperativas agrícolas-, pero en la ciudad existían muchos espacios vacios, había edificios construidos que nunca habían sido ocupados, y había mucha gente sin una vivienda digna. Por otro lado, hubo una gran presión habitacional con las transformaciones políticas, con la llegada de los retornados, 500 mil personas en el plazo de un año, entraron en un país de 10 millones de habitantes, obviamente un fenómeno de población significativo. Y de ahí se deriva toda una transformación política que tiene lugar en el país y que permite energías de ocupación, o sea, de violación de las normas jurídicas, porque lo que la ocupación tiene de característico es violar una regla fundamental: el respeto por la propiedad privada. La propiedad privada es el áncora de todo el derecho moderno y de toda la democracia burguesa. En el periodo revolucionario de 1974-1975 – o de crisis revolucionaria, nunca le llamé propiamente una revolución, sino una crisis revolucionaria, de igualdad del poder, en la que ni hubo poder popular, ni poder burgués –creamos una brecha que permitió, de una forma masiva y organizada, ocupaciones. Este es, por lo tanto, un contexto.

Otro contexto de los últimos 40 años es un contexto que no es de modo alguno revolucionario, sino quizás contra-revolucionario. Es el contexto que ocurre dentro de la democracia que entre tanto fue institucionalizada por el 25 de Abril, en el que se dieron enormes expectativas de bienestar a la población portuguesa; se reclamaron y reconocieron derechos políticos y sociales y,  muy repentinamente, y por razones que la población no entiende, tales expectativas están siendo frustradas y los derechos confiscados. Ahora bien, en un contexto contra-revolucionario, se frustran las expectativas, las instituciones democráticas no responden, los ayuntamientos no tienen dinero, los gobiernos están cerrando colegios, etc., y, por lo tanto, ese movimiento de ocupación es más una dimensión de aquello a que llamo movimiento post-institucional, que en este caso es la violación o de la propiedad privada o de la propiedad pública. La propiedad privada es del dueño, la propiedad pública está sujeta a las reglas del Estado, por lo que, quien no cumple las reglas no puede ocupar, son esas las dos dimensiones de la propiedad. Porque la propiedad pública entre nosotros es la propiedad estatal, sobre todo en términos de espacios edificados, no hay un espacio público edificado no-estatal. Podía ser un espacio comunitario, pero no lo es –la escuela lo es, por ejemplo, del Ministerio de Educación. Y, por lo tanto, estamos asistiendo a un momento post-institucional que se traduce también en esa ocupación de espacios, y la lógica es la misma: es una respuesta política a una situación de frustración de expectativas que fueron construidas en los últimos 40 años. Y obviamente no acreditando en las instituciones, ni en los derechos que las sustentan, se viola el derecho de la propiedad privada y se viola el derecho de la propiedad pública. No son movimientos de la misma dimensión, son movimientos más pequeños, son organizaciones más pequeñas, son en ocasiones lo que la gente hoy denomina de movimientos espontáneos – claro que no hay movimientos propiamente espontáneos, tiene que haber una agregación, ni que sea a través de las redes sociales – pero es evidente que hay aquí otro tipo de movilización cuya connotación política es muy difícil de identificar, o que hasta son totalmente hostiles a la política, lo que no ocurría en 1974 y 1975.

Susana Caló Los movimientos sociales de los que hablamos en América Latina que desarrollaron una presencia muy fuerte durante los años 90 forzaron una reconfiguración del espectro político de América del Sur dominado por gobiernos de izquierda. La misma presencia y articulación no se verifica en Portugal y España. ¿Cuáles cree que serán las razones de una menor capacidad de gestión social en Europa y, en particular, en Portugal?

Boaventura de Sousa Santos – Comparando las dos situaciones, podemos señalar algunas hipótesis de trabajo para explicar esas diferencias. Pienso que una de ellas es que los movimientos en América Latina surgen en un contexto de una abertura democrática que se da después de las dictaduras militares, dentro de una tradición que es una tradición oligárquica y de mucha desigualdad social. Brasil era hasta hace poco tiempo el país más desigual del mundo. Y esta desigualdad social hizo que en un principio cualquier lucha social tuviese que ser muy organizada, tuviese que ser muy fuerte, porque la desigualdad social era tan grande que las clases oligárquicas se iban a defender por todos los medios  – se habían defendido con la dictadura y se iban a defender con la democracia. Por lo tanto, en principio nosotros no tenemos un contenido social democrático en las democracias. La democracia que surge en América Latina en los últimos treinta años surge junto con el neo-liberalismo. Es la democracia más la abertura a los mercados. Las democracias que se construyeron en Portugal y España entran en una matriz europea, social-democrática de inclusión y la revolución va a conceder – sin mucho esfuerzo pues se opera por una minoría militar –muchos de los derechos por los cuales los Latinoamericanos luchaban hacía mucho tiempo. Portugal tampoco los tenía, tuvo cuarenta y ocho años de dictadura y España la misma cosa. Cuando surge la democracia es una democracia que tiene un concepto de democracia social, fue el Estado de bienestar, el Servicio Nacional de Salud, la educación pública, la universidad pública y el acceso a la universidad. Por lo tanto, ocurrió aquí, en un corto espacio de tiempo, lo que en Europa llevó décadas a construirse. No fue necesario organizar movimientos en estas áreas porque de alguna manera el Estado estaba respondiendo. Esto también explica que, mismo en Europa, después de los 70, los grandes movimientos hayan sido los movimientos feministas y los movimientos ecologistas. -Obviamente, después de los movimientos operarios donde ese crecimiento fue orgánico, no una revolución, organizándose desde principios del siglo XX y entre dos guerras y después de los movimientos estudiantiles.-

Lo que ahora ocurre es que los países, como España, Portugal, o Grecia, están en estado de shock. Ese modelo democrático colapsó, además no por decisión de los países, sino por decisión externa. Y, obviamente, las energías organizativas, la consciencia colectiva, la cultura de contestación y de movilización no se construyen de un día para otro. En aquellos países que tienen mayor tradición reivindicativa, como España y Grecia, eso es más fácil. En países que tienen menos, es más difícil. Creo que la razón fundamental reside en las diferentes culturas o modelos democráticos que se crearon en estos cuarenta años, y que son muy diferentes de los modelos de América Latina. Pero como verá, si va a Brasil, también allí se dice que “hay una crisis de movimientos sociales” y en parte, la crisis de los movimientos sociales proviene de las políticas social-democráticas brasileñas que Lula introdujo: comenzó por permitir que los brasileños tuviesen tres comidas por día, lo que era un gran slogan de Lula, “Quiero que los brasileños coman 3 veces al día”, esa era su utopía, hoy es una realidad, porque mucha gente salió de la pobreza en Brasil. Fueron otras lógicas. Pienso que habrá otras hipótesis de trabajo, porque se puede recurrir a las culturas políticas que se crearon a lo largo del tiempo. La desarticulación de Europa en relación a lo que pasa en otros continentes coloca la cuestión del aprendizaje con la experiencia del mundo que referí anteriormente, una gran transición también de concepciones de la democracia. Sólo ahora empezamos a ver que, al final, en plena crisis, aumentan los súper-ricos en Portugal. Esto era una cosa que no existía, siempre fue un motivo de orgullo el que en los países europeos el nivel de desigualdad social fuese menor que en otros continentes, y quizás en pocos años estaremos al mismo nivel.

Susana Caló – Recientemente fue creado el Observatório sobre Crises e Alternativas y editado el Dicionário das Crises e das Alternativas, ¿de qué forma esta crisis puede ayudar a abrir espacios para pensar de forma diferente?

Boaventura de Sousa Santos Creo que abre en la medida en que fundamentalmente el problema actual es que las fórmulas que están siendo dadas para la crisis aquí en Europa, fueron las soluciones que Europa siempre dio al mundo entero, en el sentido de que el mundo debería aprender esas fórmulas porque eran las soluciones justas para que todos un día fuesen desarrollados. Pero, en este momento en que la crisis entra en casa, se ve que esas fórmulas – que nosotros siempre denunciamos que no eran soluciones, que no podrían resolver el problema- cuando la crisis entra en casa, muestran que Europa cayó en su propia trampa, está encerrada en su propia ideología y no tiene ninguna solución para el problema. Por lo tanto, ahora es posible traer mucho del pensamiento crítico que nosotros construimos en los últimos 30 años, mostrando que este modelo era un modelo fallido, a nivel de civilización, desde el punto de vista de la desigualdad social y desde el punto de vista de la discriminación social. Vemos que en Europa – que es la que dictó las soluciones para el resto del mundo – estas soluciones no funcionan. Ahora, si no funcionan aquí, ¿cómo podemos imaginar que funcionaban en Brasil o en Tailandia o en Tanzania? No funcionaron. Por lo tanto, se está abriendo otro espacio, que se nota en el propio discurso. ¿Alguna vez imaginó que un Comisario Europeo pudiera usar la palabra “banksters”? La palabra “banksters” es una palabra que viene de los movimientos de los indignados radicales de Estados Unidos para quienes los banqueros son gangsters, de ahí el neologismo “banksters”. Pues bien, la Comisaria de Justicia, al analizar las manipulaciones que recientemente hicieron de la tasa Libor, afirmó que los bancos se comportan como “banksters”. Esta es una fuerte señal de los tiempos.

Susana Caló – Es interesante, es una brecha.

Boaventura de Sousa Santos – Se abre aquí una brecha. Comenzamos en los años 2000 en el Fórum Social Mundial proponiendo una tasa sobre las transacciones financieras. ¿Quién la proponía? Era un grupo francés que después tuvo muchas filiales en todo el mundo que es el Attac. El movimiento Attacfue un movimiento muy notable que era básicamente eso- un movimiento para tributar el capital financiero sobre todo de transacciones internacionales de moneda. Una pequeña tasa. Ella acabó por ser defendida por Sarkozy, y es defendida hoy por Durão Barroso. Es decir, ellos tienen tanta falta de soluciones que van a buscar algunas que los movimientos sociales defienden desde hace mucho tiempo. Yo escribí en Portugal Ensaio Contra a Autoflagelão que a corto plazo no hay otra solución sino el eurobonds. Bien, en la altura era una cosa de la izquierda radical. Pero hoy se ve a François Hollande y al ministro de las finanzas de Alemania diciendo que quizás tengamos que ir para los eurobonds. Esto es trágico, pues demuestra que no tienen ninguna estrategia para solucionar el caos en el que estamos entrando. Por lo tanto, esto abre una brecha para quien, como yo, piensa que la teoría crítica eurocéntrica, la teoría social y filosófica, nos entrenó muy bien para la denuncia crítica, pero no tan bien para formular propuestas alternativas.

(Esta entrevista, traducida por Pilar Pereila Martos, tuvo lugar el 27 de julio de 2012 en el Centro de Estudios Sociales, en Coimbra, Portugal).

La política desde el living

Por Alejandra Rodríguez


Volvió Cristina. Después de un mes de reposo médico, la Presidenta reapareció en la escena pública a través de un video grabado por su hija y que se dio a conocer por medio de su cuenta oficial de Twiter. Este cambio de estilo en la forma de comunicar, nos ofrece la posibilidad de una lectura en clave  estético – comunicativa y su posible correlato en términos políticos.
En los días previos, se venían rumoreando posibles apariciones de la Presidenta, incluso había dudas respecto de ‘cómo’ se la vería. Asunto resaltado polémicamente por los dichos de Victoria Donda, quien comparó a CFK con una planta.  Ahora bien, el formato “video hecho en casa” fue una sorpresa, nadie imaginó la forma, en su sentido más preciso, de cómo sería su regreso público. En el abanico de posibilidades entraban desde una conferencia por cadena nacional a un acto en casa de Gobierno, ambas presentaciones como parte de su acervo performático.
Pero esta vez, Cristina  nos sorprendió con una estrategia de comunicación novedosa. Al mejor estilo “Su Giménez”, la Presidenta nos habló a todos desde el living de su casa,  un lugar  asociado al descanso, la comodidad y la conversación amena, más que a la exigencia laboral o a las grandes gestas políticas. En el imaginario social argentino, el living es el lugar donde la diva de los teléfonos recibe y dialoga con sus invitados. Allí no se dan grandes disputas ni se confrontan posiciones. Algo de esto hace sentido en nosotros cuando vemos a Cristina hablarnos desde su living. En nuestras imágenes y asociaciones ese lugar no era pensado para que nos hable la Presidenta. Estees el contexto enunciativo que contiene su reaparición pública y desde donde se amplifica la palabra presidencial.
Vestida con una camisa blanca, que cortaba el luto, se la vio radiante (“más linda que nunca”, dijeron algunos). Su figura recortada sobre un sillón blanco, se acompañaba por un ramo de rosas rojas, un pingüino de peluche y Simón, un perrito blanco -inevitablemente parecido a Jazmín, el perrito de Su-, obsequio  del hermano de Hugo Chávez. Todos estos elementos iban entrando al plano – cual guión bien estructurado – de acuerdo a los requerimientos de los distintos momentos de su discurso. En su interlocución frente a cámara, jugó con la enunciación y se permitió incorporar la pregunta por el ‘fuera de foco’. Esta pregunta y los diálogos con su hija Florencia, que estaba detrás de cámara, funcionaban como una suerte de backstage de la grabación, aparentemente espontánea pero en cuya puesta escénica y discursiva nada estuvo librado a la improvisación. Mientras el video se grababa, se demostraba su artificio, se hacían evidentes las huellas de la enunciación. Una vez más, la política, se nos presentaba explícitamente en su dimensión ficcional como acción comunicativa. Este formato de “video hecho en casa”, nos hizo sentir más cerca de Cristina, y así, la distancia producto del retiro forzado por la enfermedad, encontró, a modo de justa reposición, un  acercamiento otro, distinto, entre ella y nosotros. La cámara nos la mostró en un tono intimista, fresco, desacartonado y hasta divertido. La enunciación la trató con una amabilidad y belleza inusual, tal vez como nunca antes, muy próxima a ella, parecía acariciarla y compartir amorosamente su intimidad. Al igual que Susana, agradeció las cartas de miles de argentinos y el afecto recibido. Las rosas de Hebe. El pingüino de los militantes. El perrito de Hugo. La carta del joven del Pro. Todos con ella en su living. De este modo, la Presidentase dejó acompañar por esos objetos materiales, signos sensibles cargados de sentido simbólico y político: el acompañamiento social, las madres de Plaza de Mayo, la militancia organizada, la hermandad con los países de la región y cierto tono amigable con la oposición.
Unas horas más tarde, se conocieron los cambios en el Gabinete Nacional. Nos preguntamos, ¿Cuál es el correlato en términos estrictamente políticos de esta innovación de su estética-comunicativa? Las decisiones que tomó la Presidenta lejos están del horizonte de la invención, se trata más bien de cambios orientados a ratificar el rumbo político, contener la tropa y ordenar la economía. El ‘fuera de foco’ al que se hace referencia al comienzo del video, bien puede ser una clave de lectura de la etapa que se inicia, en la que todo parece indicar que la Presidenta se permitirá no estar ‘en foco’ permanentemente.
Este momento político que comienza, luego del resultado de las elecciones, requerirá de un kirchnerismo con mucho juego político, con una capacidad de negociación que permita sostener los pilares del modelo. Para esto, nada mejor que un Jefe de Gabinete capaz de dar ese juego, no sólo con la oposición sino sobretodo con el conjunto de Gobernadores, como así también, de recibir y filtrar los embates de la dinámica política en tiempos de transición.  
La invención entonces, pase quizás, por el reconocimiento de las coordenadas del entramado de poder en el actual mapa político y por el estratégico desplazamiento de la Presidenta del centro de la escena, lo que no significa soltar las riendas de las decisiones pero sí amortiguar los efectos de posibles turbulencias.
Mientras los murmullos políticos hablaban, a modo de ensayo, de sciolismo o massismo en la carrera al 2015, Cristina regresa e instala a Coqui Capitanich. Un gobernador fiel al kirchnerismo, formado en los bastiones de la ortodoxia económica, con vínculos muy afines a la Iglesia y  posiciones más bien conservadoras desde el punto de vista político. Todo indica que Él será quien ocupe el centro de la escena. Lo concreto hoy del ‘coquismo’ (si así podemos nombrarlo), más que una definición es un interrogante, ¿Qué efectos sociales tendrá la convivencia entre sus matices ideológicos políticos y las fuerzas vivas y progresistas del kirchnerismo?

2015 y el partido de Cristina

por Juan Pablo Maccia



Como analista político, lo mejor es callar. Prístino es el panorama: eximida por ley de la competencia del 2015, Cristina asiste, magnífica, a una escena en la que tiene todo por ganar, poco por perder. Lo curioso del asunto es que los zánganos que rodean la escena fungiendo de opositores -y no tanto- se sienten igualmente favorecidos, dando lugar a un paradojal consenso postelectoral.

En efecto, cada quien se complace con lo que le toca: la Presidenta, con controlar aproximadamente un 33% de los votos; las fuerzas que aspiran a la sucesión se entusiasman con una competencia entre fragmentos anti k. En esa disputa quien salga segundo –así sea por centésimos– se beneficiaría en el ballotage (siempre bajo el supuesto de que quien se posicione como candidato anti-k alinearía automáticamente el astillado arco opositor).

Para que este supuesto pueda darse, resulta estratégica la división del peronismo bonaerense. Ese ha sido –y seguirá siendo- el aporte de Massa en vistas a la constitución de un escenario no tan diferente al del 2003 –cuando por mera casualidad entró Kirchner y no López Murphy a la segunda vuelta contra Menem.

Al déficit de interpelación política (monopolio de la Presidenta, única excluida para el 2015) lo sustituye el juego de azar. Cada uno de los contrincantes abraza una de las dos reglas que organizan el juego: los opositores apuestan por segunda vuelta; el FpV lo hará por las PASO.

Sólo en un escenario como éste, en el que el aumento de la fragmentación favorece la dimensión de juego de azar, se comprende la persistencia de candidaturas como las de Macri, Massa, Biner y hasta de los radicales.

Tanta transparencia aburre al punto de que ni el milagro teológico político que une a un neoliberal, sojero y chupasirios junto a un judío marxista-keynesiano en la tarea común de corregir los desperfectos del modelo concita verdadero estupor.

Pero lo que no puedo decir como analista lo digo como militante. Gobierne quien gobierne, el futuro –con toda probabilidad– es de Cristina, que sale fortalecida de cada percance. 2015 se anuncia, para ella, como un baño en las fuentes. No hay dudas que entonces (y solo entonces, cuando podamos hacer un balance crudo de UyO) habrá renovación de contrato con las energías sociales transformadoras.

Con solo evitar que la saquen con las patas para adelante, Cristina se entregará a lo que le pedimos que haga desde el 2011: organizar el partido, la fuerza, dentro del movimiento. Con liderazgo, salud y sin compromiso de gobierno: ¿no será ese el momento de retomar las luchas del 2001 y 2008? Yo creo que sí, y para ese momento tenemos que prepararnos.

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