Anarquía Coronada

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¡Construirnos la potencia! // Lucía Naser

Feminismos hacia la movilización y contra la parálisis; el proceso hacia el Paro Internacional de Mujeres 2018. 
Sobre el disenso como catalizador o paralizador de los feminismos en movimiento

Febrero. Las asambleas se suceden, las gremiales se organizan, las calles se alborotan, los medios desorientan, la contrarrevolución antifeminista desea paralizar, las colectivas investigan formas de hacer y pensar, el sujeto del feminismo está en debate, hay murgas de mujeres, se crean falsas oposiciones entre feminismo y libertad (la libertad de quién, es la pregunta), las transformaciones subjetivas no escuchan moción de orden, las pasiones militantes buscan ser alegres, el cruce de luchas arma diálogos entre lenguajes que no siempre se entienden, el empoderamiento avanza, el 8M se acerca, se hacen leyes que quedan en nada, se elaboran políticas que cambian vidas, se rechaza a “la política” para inventar otra o se le reclama que sea otra (urgentemente!), por momentos la escucha logra apagar el caos de ansiedad y se abren agujeros para situarnos en el presente.
La acumulación y crecimiento del movimiento feminista lo enfrenta al problema de la representación, lo enfrenta al problema del disenso, lo enfrenta al desafío del pluralismo y los diferentes estilos de hacer, de distinguir lo que son diferencias ideológicas innegociables de aquellos espacios en los que con un poco de flexibilidad el espacio se ensancha y el feminismo enamora y cuida la vida de más mujeres.
La creciente visibilidad también hace que los significantes que los diferentes feminismos producen vayan ganando peso y se disputen la atención de los medios y del poder. Esto involucra inclusive a los movimientos y grupos que se posicionan explícitamente en contra de orientar su acción hacia la aparición o negociación en ese espacio conocido como “sistema político”.
¿Como abordar de formas no capitalistas la acumulación del potencial del movimiento feminista y de las herramientas del 8M y del Paro Internacional de Mujeres?
Los feminismos tienen el desafío de ser una articulación entre dos planos que construyeron su historia como si fueran autónomos: la micro y la macro política y todas las confusiones derivadas de esa dicotomía útil y a la vez perversa, real y a la vez falsa.
Los feminismos son tejido conjuntivo entre la política de la vida cotidiana y la política como forma de movilización y acción colectiva en el espacio público.
Una vez que reconocemos que estos planos de acontecimiento de la política no se anulan entre sí, es de esperar que tampoco lo hagan los movimientos que priorizan en su ideología y accionar la adscripción a uno de ellos. Están entonces las colectivas que se niegan a identificarse, institucionalizarse y consolidarse, pues entonces dejarían de ser política de la vida cotidiana, política de los afectos, redes que no necesitan formalizarse para existir . Y están las colectivas que se institucionalizan e identifican para ganar peso en espacios donde sólo así son visibles; es decir en el espacio de la política extracotidiana, ese donde se pone en escena el poder y se definen actos decisivos para la tragedia contemporánea que viven tantas mujeres.
La analogía con el teatro es en algún punto injusta pero – además de considerar que la palabra espectáculo define a nuestra cultura/política desde hace más de 60 años – al mismo tiempo apunta al carácter de representación y al juego de apariciones que constituye el juego político gubernamental, legislativo, judicial. Analizar la performance de sus actoras con ojos de quien observa a redes autónomas o a agentes actuando espontáneamente en la vida cotidiana es errarle a la perspectiva crítica (aunque sin duda hay muchas cosas criticables en estos movimientos, sobre todo lo difícil que resulta involucrarse en dichos ambientes sin mimetizarse un poco con ellos).
Del otro lado, observar a los movimientos feministas autónomos que apuestan a politizar las formas de vida, a la invención de otras formas de política, a la experimentación colectiva y sensible por sobre la búsqueda de estrategias efectivas como si se estuviera mirando a jugadoras de War o inversoras financieras / actores de teatro como si fueran de cine a las que se critica porque no están “bien organizadas” para la conquista, es también aplicar un marco ideológico a un movimiento que tiene otro sustancialmente diferente. Esto que vive el feminismo es también una dificultad de la izquierda, pero quizás se hace más visible en el feminismo porque está en construcción y cada bloque y cada viga llevan mucho debate, fuerza, desentendimiento.
Somos obreras de un proyecto cuya forma final no sabemos y esta ingeniería de alianzas y afectos requiere mucho de improvisación, mucho de sensibilidad, de escucha. Requiere de saber qué lugar tiene más sentido para una. En lo personal no quiero ir a debatir leyes ni reglamentos (que bien nos haría que de veras funcionaran) sino estar en la calle, discutiendo y construyendo creativamente lejos del tóxico mundo de la alta política, pero le agradezco a las compañeras que se metan en ese baile porque las mujeres que encuentro en la calle necesitan protección legal, necesitan ayuda económica, necesitan asistencia y empatía médica, necesitan empoderarse y ser protegidas en los espacios nada feministas de los que no se elige de un día para el otro estar afuera (por ejemplo: la pobreza). A su vez el feminismo no existe si no es en el día a día, en el tejido denso de la vida cotidiana y las relaciones de todos los días.
Las disputas a nivel micro generan movimientos a nivel macro; las batallas a nivel macro generan tensiones en las micropolíticas que hacen a nuestras vidas. Sino pensemos en las polémicas sobre las políticas culturales de género y en los cambios que se dan en las casas, en los trabajos, en los movimientos. Nada puede evitar ese desborde.
Por otra parte, aunque desde una perspectiva de corto plazo el feminismo es un movimiento en emergencia, si miramos no sólo hacia atrás sino hacia adelante podemos ver que viene de lejos y llegará a lugares que no sabemos. Es de esperar que en 10 años el feminismo haya cambiado tanto la política y la cultura que pensar demasiado apegadas a sus dificultades y dudas en el presente – como si la unidad del movimiento fuera ahora o nunca – es desaprovechar la historicidad del movimiento. Y además lleva demasiado rápido a la frustración de que las cosas no son exactamente como queremos.
Por otra parte los feminismos se mueven en uruguay sobre el mapa de una torta política toda trozada y delimitada, y tiene el desafío extra de no ser chupado por ese bizcochuelo movedizo, pero al mismo tiempo la necesidad de formar parte del “sistema” o campo político, de cruzarse con otras luchas como la anticapitalista, la antirepresiva, la antimanicomial. ¿Cómo hacerlo pero insistiendo en formas singulares de hacer política? ¿Cómo construir subjetividades militantes que sin desconocer las posiciones y disensos existentes puedan practicar más allá de las chicanas y mezquindades una política en femenino?
Estas palabras que suenan quizás razonables – al menos para quien escribe – se vuelven demasiado tibias si una piensa en que la urgencia del feminismo no viene tanto (o no solo) de consolidarse como movimiento político sino de las vidas vividas en el esquema de dominación patriarcal y las violencias que pasan por el género y por nuestros cuerpos.
Mis proposiciones también resultan ingenuas si vemos que además de su articulación interna, los feminismos de diferentes vertientes sufren ataques y amenazas y rechazos permanentemente. ¿Como organizar una subjetividad colectiva no crispada ante esta situación?
Pero la percepción de una situación también se compone colectivamente. Y el desafío es construir una situación en la que nos percibamos fuertes, con pocos pero profundos objetivos comunes y diferenciando lo urgente de lo que no. Para esto se necesita un descentramiento kinético colectivo, generosidad y escucha. Se necesita mirar hacia afuera del movimiento para no perdernos en las lógicas internas que tanto criticamos a la “rosca política machirula”. Se necesita quizás pensar en feminismos en movimiento más que movimiento feminista.
Quizás ahí está la pista para que bajando las expectativas de consenso armónico a la interna podamos ver todo el terreno que tenemos para movernos juntas.
Los desafíos y desacuerdos no son sólo tácticos. En sus diferentes debates y acciones los feminismos ya están debatiendo la esencia del feminismo y disputando su ontología: ¿es un movimiento de mujeres, o de todxs quienes se piensen feministas? ¿incluye a las trans y nombra la singularidad de las lesbianas o alude a todas como “mujeres”? ¿es un movimiento de izquierda o no necesariamente? ¿es inherentemente anticapitalista o podría existir un feminismo basado en una alianza interclasista entre mujeres similar a la que ya existe entre hombres? ¿Incluye a los hombres o no y cómo?. Estas preguntas están en movimiento y encontrándose todo el tiempo. Sin embargo poner como precondición para la articulación entre los feminismos llegar a un acuerdo sobre su ontología, puede paralizar al movimiento.
Como en una danza o una marcha, no es necesario que todas compartamos los mismismos sentidos, las causas y las consecuencias de estar ahí haciéndola. Sin embargo algo sí es suficiente para que estemos ahí haciéndola. No se puede policiar la experiencia del activismo colectivo; son demasiadas vidas diferentes, demasiadas distancias de clase y de raza y de ideología y si le pedimos todo eso corremos el riesgo de obstruir al movimiento (desde adentro)
Una vez en una entrevista, me dijeron que todo colectivo es el fracaso de un movimiento y pienso que hay una gran verdad en ello (Erroristas, Argentina). Y es cierto que necesitamos colectivas pero la idea de una ola feminista abre un horizonte ancho y brillante que además permite desatrincherarnos de nuestras posiciones sin dejar de tomar posición, sino situándonos en un mapa más complejo y abierto.
Para avanzar hacia el paro y detener las posibles parálisis los feminismos necesitan combustible, cuerpas, apoyo gritado y otras veces silencioso o escuchante, necesitan hablar de sus contradicciones y como todo actor necesitan recuperar energía.
Las fuentes de energía militante pueden venir de dos lados; de reciclarse permanentemente buscando en las creencias y el colectivo el sentido de seguir haciendo, aún siendo difícil; o del odio que mueve la rosca de las enemistades y de los procesos de identificación por antagonismo.
La primera no es fácil de encontrar pero los feminismos saben que el amor es la única energía renovable y que la rosca a largo plazo solo lleva a secarse políticamente.
¿Cuándo la fragilidad se vuelve fuerza? Cuando descubrimos en las diferencias complementariedad, cuando pensamos en los feminismos como un proceso múltiple de transformación, cuando nos reconocemos desde las diferencias y aún así confiamos en que la lucha nos une sin hacernos uniformes.
Humedad y amistad hacen subir la marea.

Hegemonía: Gramsci, Togliatti, Laclau // Toni Negri

El discurso de Laclau representa para mí una variante neo-kantiana de lo que se podría definir como socialismo post-soviético. Ya en la época de la II Internacional el enfoque neo-kantiano funcionó como aproximación crítica en relación al marxismo: el marxismo no era considerado el enemigo, sino que la aproximación crítica, más bien, intentó sujetarlo y, en cierto modo, neutralizarlo. El ataque estaba dirigido contra el realismo político y la ontología de la lucha de clases. La mediación epistemológica consistía, entonces, en ese uso y abuso del trascendentalismo kantiano. Mutatis mutandis, esto es lo que me parece también, si nos situamos en época post-soviética, la línea de pensamiento de Laclau, considerada en su movimiento. Permítanme ser claro, aquí no se discute el revisionismo en general, a veces útil, a veces insoportable. Se discute el esfuerzo teórico y político de Laclau, en la época post-soviética, para confrontarlo con la contemporaneidad.

Partamos de un primer punto. La multitud caracteriza a las sociedades contemporáneas –nos dice Laclau–, pero la multitud no conoce determinaciones ontológicas y, mucho menos –hoy– reglas que puedan presidir su composición. Sólo desde el exterior (acorde con su naturaleza) será posible recomponer la multitud. Es la operación kantiana del intelecto que se enfrenta con la “cosa en sí”, irreconocible de otra manera que bajo el sello de la “forma”. La operación es la de la síntesis trascendental.

¿Es posible y deseable que subjetividades sociales heterogéneas se organicen espontáneamente a sí mismas o deben, en cambio, ser organizadas? La pregunta es insistente y está en la base del criticismo. A esta cuestión Laclau responde que hoy no existe ningún actor social para sí, “clase universal” (como era definida marxianamente la clase obrera) y ningún sujeto producto de la espontaneidad social, de una self-organization, podría siquiera reclamar hegemonía. Entonces, el marxismo clásico había operado una simplificación de la lucha social de clase bajo el capitalismo y había construido un sujeto, un actor de la emancipación, en el que coincidían autonomía y centralidad. Pero en la actualidad es precisamente ese terreno el que se descompone. Se impone, en cambio, un terreno compuesto de heterogeneidad: solo una construcción política puede hoy moverse en este espacio de no homogeneidad social (cuando se entiende por “homogeneidad” tanto aquello que se debería presuponer como cuando se limita a la constatación de lo que existe: en ambos casos la homogeneidad desaparece). He aquí lo que la teoría laclauniana de la hegemonía se propone abordar. Ésta no niega que haya momentos de autonomía auto-organizada ni subjetividades fuertes que surjan del momento histórico: descubre entre estas figuras subjetivas una “tensión” – e incluso piensa que ellas deberían ser “puestas en tensión”. Laclau considera esta tensión “constitutiva”.

Es la imaginación trascendental en acción. Laclau –me parece– considera que el contexto político se presenta como un Jano de dos caras y sitúa la tensión entre estas dos caras, como si se tratase de espacio y de lugar, como tejido y trama, que cada construcción de poder debe recorrer y trascender, resolver y determinar. Nace, así, la hegemonía/poder.

Segundo punto. Debe quedar claro que la inmanencia, la autonomía y la pluralidad constitutiva de la multitud no sólo son incapaces de construir poder, sino que representan verdaderos obstáculos para la constitución de cualquier escena política. Por este motivo, prosigue Laclau, si la sociedad fuese totalmente heterogénea, la acción política requeriría que las singularidades fuesen capaces de desarrollar, sobre un plano de inmanencia, un proceso de “articulación” con el fin de estructurar aquella tensión a la que referí brevemente y definir, entre las singularidades, las relaciones políticas. Pero ¿son éstas capaces?

La respuesta de Laclau es negativa. Y esta negación reenvía a un motor trascendental. La articulación es situada, así, sin alternativa posible, sobre un terreno formal, entendiendo bien que “forma” no significa en este caso “algo vacío”, sino más bien “envoltorio constitutivo”. A fin de que sea posible una articulación de la multitud, Laclau insiste en el hecho de que debe surgir una instancia hegemónica por encima del simple plano de inmanencia –una instancia hegemónica que sea capaz de dirigir el proceso y que funcione como centro de identificación de todas las singularidades. “No existe hegemonía sin la construcción de una identidad popular a partir de la pluralidad de demandas democráticas”.

Si el contexto social se configura a partir de una multitud des-homogénea, es necesario establecer una fuerza de articulación entre las diferentes partes de esta deshomogeneidad para garantizar su propia integración. La insistencia en la auto-organización o la remisión a sujetos preconstituidos no deben eliminar ni olvidar la necesidad de crear temas comunes y lenguajes homogeneizantes que circulan a través de las diferentes organizaciones locales. Tal articulación/mediación no puede en ningún caso repetir los viejos modelos de las “fuertes” organizaciones tradicionales (partido, iglesia, corporaciones, etc.). Esta articulación/mediación debe ser abordada, sobre todo, a partir de la noción de “significante vacío”. Ya habíamos precisado que “significante vacío” no significa aquí formas vacías de unidad dogmáticamente ligadas a un significado preciso, significa  más bien “envoltorio constitutivo”. No estamos más sobre el terreno kantiano de la estética o de la analítica, sino sobre el de la imaginación trascendental.

Hay un momento en el que Laclau, desde un enfoque diferente, vuelve a proponer el tema del significante “flotante” y “vacío” frente a la heterogeneidad de lo social en términos muy potentes –yo diría, si no fuera un forzamiento, ontológicamente productivo. Cuando Laclau aborda el tema de la “articulación” de diversas luchas sociales, ese momento (ya caracterizado en Hegemonía y estrategia socialista, en 1985) es un modelo de “antagonismo constitutivo” –casi un  doble poder “débil” que, surgiendo del conflicto y la disgregación, sobre una  frontera “radical”, constituye de conjunto una síntesis entre los viejos derechos de la soberanía y los derechos democráticos de autogobierno. Lo subrayaron bien Mezzadra y Neilson en La frontera como método (Duke University Press, 2013). Acercándose a la idea de una dialéctica de contrapoderes en conflicto, Laclau interpretaba entonces un primer pasaje, mejor, una primera emergencia, de un sentir común de los militantes socialistas, implicados en la crisis de la izquierda, desde los años ‘70, que se negaban a ver su caída a un ritmo implacable. En esa condición, dada la insuficiencia de instrumentos dialécticos, se volvía necesario reconstruir “un pueblo”, producir la unidad: esto será reconocido por Laclau como acto político “por antonomasia”. En 1985 se pregunta, con fuerza y ​rebelándose contra un amplio consenso, si la apertura de lo social a lo político era más que una “estructura discursiva”, una “práctica de articulaciones” que constituye y organiza las relaciones sociales. Pero este punto de vista será pronto invertido. Cito a Laclau: “En las sociedades industriales avanzadas se individualiza una asimetría fundamental entre la proliferación creciente de las diferencias –un excedente de significado de lo “social”– y las dificultades que enfrenta cualquier discurso que intenta fijar estas diferencias como momentos de una estructura estable de articulaciones”. Entonces, es necesario distanciarse de la noción misma de sociedad como una “totalidad autodefinida” en la que lo social se fija a sí mismo. Por lo general, se identifican “puntos nodales” que producen sentidos y direcciones parciales y le permitan cobrar forma a éstas o a aquellas formaciones de lo social. Se tratará cada vez más, por lo tanto, de rechazar toda solución dialéctica propuesta por conceptos como “mediación” o “determinación”. “La política emerge como problema de las condiciones trascendentales del juego entre articulaciones y equivalencias que se constituyen en lo social. La identidad de las fuerzas en lucha está sujeta a mutaciones constantes y exige un incesante proceso de redefinición”.

El equilibrio de esta articulación es, sin embargo, difícil de determinar. Se expone a dos peligros. Al primero lo llamaría “deriva de la demanda” o, mejor, deriva de la inconclusividad del encuentro de los equivalentes. Véase –veinte años después deHegemonía–, La razón populista, de 2005. Allí el discurso comienza otra vez con una inmersión en lo social, construyéndose alrededor de estímulos, de conatusmultitudinarios que impulsan hacia lo político. “Ahora –escribe Laclau– la unidad más pequeña de la que partiremos corresponde a la categoría de demanda social”. Por supuesto, esta demanda, por un lado, empuja hacia la profundización de las lógicas de formación de la identidad; por el otro, abre al antagonismo. El problema ahora deviene el siguiente: ¿cómo transformar la competición, el antagonismo dislocado y en continua proliferación, en un antagonismo visible y dualista? La “cadena de equivalencias”, ¿no se agota en una proliferación de la que se desconoce el final? El mismo Laclau parece tomar conciencia de esto: “la especificidad de la equivalencia es la destrucción de significado a través de su misma proliferación”. Este indefinido de las potencias de la inmanencia pone en riesgo (y ciertamente  amenaza) la construcción trascendental del significante.

La segunda dificultad está directamente relacionada a la consolidación definitiva del equilibrio tal y cual se presenta en el concepto de “hegemonía”.

Un pequeño paréntesis a propósito de esto. El concepto de hegemonía en Laclau se construye con referencia a Gramsci. Pero las cosas no son así de simples. Peter D. Thomas nota que Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, en Hegemonía y estrategia socialista, de 1985, sustituyen el dispositivo político de la hegemonía –tal como era definido por la tradición leninista— por un concepto discursivo, completamente formal. Estamos, según Thomas, en una fase de reflexión teórica del “eurocomunismo” que se desarrolla bajo la forma de un gramscismo “blando” y que señala el pasaje de una política radical a una democrática post-marxista. Más allá de si se está de acuerdo o no con el punto de vista de Peter Thomas, es necesario recordar aquí, en todo caso, que el pensamiento de Gramsci se organiza desde una posición marxista y leninista en la que la dictadura se presenta no como comando totalitario, sino precisamente como hegemonía; es decir, como la construcción orgánica de un poder constituyente revolucionario. No se puede negar que la referencia a Gramsci de Laclau es, en este sentido, más bien débil,  búsqueda retórica de una supuesta herencia más que verdadera filiación ontológica. El concepto de hegemonía en Gramsci (de la práctica turinesa de los Consejos a la teoría del nuevo Príncipe) se construye sobre la lucha de clases, mantiene una “solidez” materialista y produce un dispositivo de poder de los trabajadores en sentido comunista. El concepto gramsciano de hegemonía no puede, en ningún caso, reinterpretarse bajo la modalidad teorizada por Norberto Bobbio, es decir, como un producto superestructural de la “sociedad civil”, donde sociedad civil es un concepto reducido a la acepción hegeliana.

Además, lo que resulta extraño aquí es cómo en Laclau el concepto de hegemonía  –al que ya se le sustrajo la potencia gramsciana– puede ser referido a las políticas del Partido Comunista de Togliatti: en este punto, el equilibrio entre autonomía de base de los movimientos y Partido, como significante  por momentos “flotante” –pero ciertamente nunca “vacío”– podía aún orientarse hacia la izquierda, dado que el Partido se encontraba anclado a las políticas soviéticas. De esta manera, el eje de las abscisas hegemonía/sociedad y las coordenadas izquierda/derecha podían mantenerse en equilibrio debido a la imposibilidad del “significado” de volverse Estado –Yalta lo impedía. Repito: en Togliatti, en el comunismo italiano, lo “nacional-popular” pudo ser interpretado por izquierda (con los límites que, de todos modos, tenía toda acción opuesta a la lucha de clases) sólo porque el Partido Comunista no podía acceder al poder y hasta tanto y en cuanto, transformándose, accediera. Aquí, paradójicamente, el concepto de hegemonía se convierte en concepto de “centralidad” política.

En resumen: la figura y la función de la hegemonía de Laclau nos parece equivocadas: en lugar de analizar cómo funciona el capitalismo establecen cómo nos gustaría que funcionase una sociedad política que no conoce el capitalismo, o la confunden con una necesidad. Creo que se puede decir lo mismo para “pueblo”: brecha en el bloque hegemónico que Laclau llama “significante vacío”, el pueblo representa la ocupación del Estado por parte de un grupo capaz de determinar una nueva universalidad, pero esto no es del todo claro. Parece más bien que, por un lado, el pueblo es una deriva causada por la lucha de distintas facciones y que, por  otro, termina por representarse como una nueva cristalización de identidades políticas.

Por ello es que, en la filosofía de Laclau, el significante vacío representa una abstracción estructuralista que pierde de vista un hecho sin duda central: que lo que considera vacío es producto de un “éxodo” y no de una modificación estructural (como bien lo analiza Bruno Cava, un activista brasileño que estudió bien a Laclau). “Si hay algo hoy del todo evidente cuando se consideran las actuales formas de la política, es el distanciamiento del “pueblo” de las funciones de participación que le fueron consignadas en el derecho público moderno. El significante vacío se vacía aún más en la situación actual; no  muerde la multitud, sino que es fagocitado por fuertes poderes que no tienen nada que ver con el pueblo, la nación y todas las bellas palabras de la política de la modernidad. En cuanto a los movimientos, viven en la consistencia de una “universalidad concreta” que tiene la función de suturar y articular los significantes: sin embargo, su potencia reside en la multitud, que es un concepto de clase”.

Otra consecuencia. Es claro, entonces, que el pensamiento de Laclau se sitúa en una especie de era post-ideológica, donde la lucha de clases cede su lugar central a diversas y múltiples identidades (que se pueden investir según varias declinaciones). Pero me parece que este pensamiento no puede conducir a nada específico o, más bien, que conduce a un resultado nulo en el marco de las coordenadas a las que hicimos referencia anteriormente: el eje de abscisas hegemonía/sociedad y el eje de ordenadas derecha/izquierda. Esta mutación que des-ontologiza los sujetos, en este sistema de coordenadas, podría muy bien regirse sobre singularidades que colaboran de manera transversal y construir así, sobre un plano maquínico (para decirlo con Deleuze-Guattari), las variadas máquinas de guerra sociales diversas. “Máquinas de guerra” que no serían en ningún caso efecto de la urgencia de consolidar los contornos de una “hegemonía” o de una “nación”. La mutación puede representarse, entonces, como una ilusión. Nuevamente debemos preguntarnos si el “significante vacío”, sometido a estas tensiones, además de ser reducido a una figura “centrista” de la organización del poder, no sufre otra deriva: la de inmovilizar el proceso político debido a que su dinamismo, desplazado hacia el centro, es ahora incapaz de producir potencia. La síntesis trascendental, en este caso, está totalmente privada de movimiento.

De este modo llegamos aquí a un último y crucial punto: la concretización históricamente determinada de la forma trascendental.

El significante vacío opera en el terreno nacional. Para Laclau, no se puede aceptar un discurso cosmopolítico, ni siquiera como horizonte. Luego de haber eliminado todo otro punto de apoyo, el poder tiene necesidad, para tener una consistencia real, de la identidad nacional. Incluso en la globalización, cuando el poder del Estado nación declina, el concepto de Estado-nación no puede ser, sin embargo, abandonado. Abandonarlo no significa solo situarse sobre un terreno poco realista, sino sobre todo, peligroso. Sin la unidad nacional, la expansión horizontal de la protesta social y la verticalidad de una relación con el sistema político serían imposibles. E insiste Laclau, la experiencia de América Latina en los años ‘90/00 demuestra ampliamente esta condición.

Por el contrario, nos parece que el movimiento progresista que sacudió a América Latina en el veinteno que cabalga sobre los dos últimos siglos estuvo fuertemente comprometido con la superación, “hacia afuera”, de un ámbito nacional en el que, uno a uno, los Estados se doblegaron bajo el dominio norteamericano y sus valores imperialistas; y “hacia adentro” de América Latina, donde la horizontalidad de los movimientos se puso a prueba a gran escala, a veces anticipando y a veces siguiendo un nuevo espíritu continental que animó a los gobiernos populares y les permitió superar cualquier chovinismo –reaccionario tanto en la tradición latinoamericana como en la europea. Pero el nacionalismo de Laclau, es necesario reconocerlo, no puede soslayarse. Data del comienzo de su obra. En Política e ideología en la teoría marxista, de 1977, en contra de Althusser, ya sostiene que la clase obrera tiene una irreductible especificidad nacional. Y resalta la experiencia del peronismo que “tuvo un éxito innegable en la constitución de un lenguaje democrático-popular unificado a nivel nacional”.

Con esta opción nacionalista, según Stuart Hall, la posición discursiva de Laclau corre el riesgo nuevamente de perder toda referencia a la práctica el material y a las condiciones históricas de la lucha de clases: su potencia es neutralizada, por así decirlo, en referencia al contexto nacional. No se puede considerar a la sociedad como un campo discursivo completamente abierto y, sobre esto, fijar la hegemonía política en un horizonte nacional-popular: esta operación no puede producir un asalto a Fort Apache por parte de las otras fuerzas sociales en juego, como sucedió en Argentina. Consecuencia: el esquema laclauniano muestra también aquí que solo es capaz de disponerse como figura “centrista” de gobierno. No puede sino ofrecerse –tal como lo hace— como un positivismo de la soberanía ejercida por una autoridad centralmente eficaz. Es, de hecho, una trascendencia formal la que materialmente pone y justifica el poder.

Y aún hay que destacar que en el último Laclau la trascendencia del comando deja de representarse en términos estrictamente nacionales y en nombre de un centralismo estatal demasiado aparatoso. Se puede ver, incluso, cierto distanciamiento de la concepción original hobbesiana que veía el poder con capacidad de formar el pueblo. Y, no obstante, emerge de pronto una paradoja: si en efecto la trascendencia del comando, la tentación hobbesian se atenúa –porque siempre existirán, en la contemporaneidad, irregularidades crecientes del poder en las relaciones sociales–, incluso esta “imposibilidad trascendental” de nuevo se concretiza en la obra de Laclau, no buscada pero encontrada, no construida sino impuesta por la mecánica misma del trascendentalismo. En lugar de la síntesis de la multitud, el enfoque trascendental, para fundar lo político, verá compactarse cada vez más, en la emergencia del “pueblo”, un significante “pleno”. ¿Pasaje de criticismo a una concepción definitivamente entregada al idealismo objetivo?

Lo que podemos concluir es que, si Laclau demuestra de forma brillante que el pueblo no es una formación espontánea ni natural, sino que es constituido por mecanismos representativos que traducen la pluralidad y heterogeneidad de las singularidades en unidad; y si esta unidad, a través de la identificación con un líder, un grupo dominante y, en algunos casos, con un ideal, se convierte en realidad, esta visión parece aún tributaria, a pesar de todo, de una idea “aristocrática”, en lugar de democrática, que repite las declinaciones más profundas y continuas de la historia moderna del estado. Quizás aquí realmente hay una confirmación de un pasaje del criticismo al idealismo objetivo. La centralidad, para Laclau, de la función de los intelectuales y de la comunicación en la organización política es expresiva de esta desviación. Es completamente superado, de este modo, el concepto gramsciano de “intelectual orgánico”, dado que se asume una función autónoma del intelectual como una fuerza auxiliar en la construcción de hegemonía –¿o de leadership? Es exactamente eso lo que Laclau se negó a hacer durante toda su vida como militante democrático y socialista – démosle por ello un caluroso reconocimiento. Y, entonces, ¿por qué esta unidad de la  “autonomía de lo político” y del leadership intelectual?

Para concluir digamos que este cuerpo a cuerpo con el pensamiento de Laclau se fue repitiendo en los últimos veinte años. Lo digo con franqueza, como se lo dije a él directamente: creo que su pensamiento, la misma concepción de populismo, son el producto de una reflexión, más que sobre el poder, sobre el concepto de transición, y del poder en la transición en diferentes periodos de su organización. El populismo de Laclau es la invención de una forma móvil de mediación, de la y en la transición de los regímenes políticos –sobre todo, pero no sólo, de los sudamericanos. Una forma que yo aún considero débil, no conceptualmente sino por la realidad que registra, porque aquel “vacío” que él asume como problema, a menudo no es un vacío que llenar, sino un abismo en el que es probable que se caiga. Y esta debilidad se acentúa en Laclau por el hecho de que, al negarse a abrir una indagación ontológica y después de dar sentido a la emergencia de lo nuevo, incluso admitiendo que la governancede una transición no puede ser constituyente, esta constitución incierta acaba paradójicamente por repetir modelos de la modernidad. En particular, rechaza toda tensión emancipatoria. Al aceptar situarse en la tensión entre espontaneidad y organización, pero borrando las dimensiones materiales de la lucha de clases, Laclau termina regresando a algunos aspectos muy problemáticos del derecho público europeo. Por ejemplo: cuestionando el tema de los movimientos sociales, Carl Schmitt define su figura mediante el reconocimiento de que estos constituyen la trama de la composición popular del Estado –reconocimientode arriba a abajo que politiza la sociedad a fin de construir una identidad nacional. O, por otro lado, la definición schmittiana del lugar de la representación política como “presencia de una ausencia”; ausencia a llenar si se quiere que el Estado exista, presencia a vaciar si se quiere que el Estado se sitúe por encima de las partes,super partes. ¿Hasta qué punto el “significante vacío” repite el modelo schmittiano de representación? Pero lo que estamos subrayando son interferencias impropias –seguramente, para Laclau, simples instrumentos recuperables de los archivos del derecho público europeo. Porque –y esto es lo que creo– la importancia o, más bien, la grandeza del pensamiento de Laclau no consiste tanto en resolver la cuestión del significante político vacío, o por el contrario (visto desde la derecha), en la negativa a confiar en la lucha de clases y el conflicto social para llenarlo. Consiste más bien en haber vivido dentro de ese problema. Esa cosa flotante que vislumbró delante de sí, aquel truc, aquella machin que no era el viejo modelo de Estado, el Estado moderno, sino una cosa nueva. Hay una tensión constituyente que se extiende sobre el terreno de la crisis del estado democrático de la modernidad. No se trata de descubrir que ese Estado que teníamos se agotó, sino de construir otro. Inventarse un nuevo para una transición radicalmente democrática. Que el criticismo se exalte en su significado originario, no como eje de construcción trascendental del Estado, sino como un investimento problemático de su crisis.

Si se me permite este pequeño apéndice, quisiera concluir señalando algunos trastornos brutales de la enseñanza de Laclau. Cuando, por ejemplo, se impone un techo a los movimientos reales, no como si el techo, sino como si la medida fuese el problema: es lo que sucede a menudo en el actual debate español. O cuando, en nombre de Laclau, se remite –para purificar la sucia vitalidad del movimiento– a la imagen del viejo Partido Comunista Italiano como modelo de escucha y dirección de la palabra del pueblo, como es cada vez más frecuente, un poco en todos lados, en la izquierda europea y latinoamericana. Y en miles de otros casos que, incluso con las distorsiones que sufre, evidencian la extraordinaria vitalidad del pensamiento de Ernesto.

Traducción: Diego Picotto y Verónica Gago

 

Los mil colores de la unidad // Alejandra Dandan

El parlante abierto de una radio portátil retransmitía la voz de Hugo Moyano, a unos cien metros de los ingresos a la 9 de Julio, con bocacalles imposibles de cruzar y camioneros que pelaron cueros y tatuajes en el universo de gremios en conflicto, despedidos, jubilados, maestros, bancarios y dos mujeres desde el escenario que se alternaron en la conducción para subrayar diversidad. Moyano habló después de las tres de la tarde. Más de 400.000 personas en la calle, según datos de la organización. Envió los mensajes que tenía que enviar. Dijo que no estaba ahí solo, y lo dijo al comienzo, en un escenario que mostró lo que muchos entienden como un hito en el proceso de articulación popular abierto desde hace meses en Argentina y con punto de inflexión en diciembre pasado. Dijo que estaba ahí. Y con él, la parte del león de la CGT. Dijo que no estaba ahí por las causas judiciales, que no necesita nada de todo eso para defenderse porque “siempre puse las que tuve que poner”. Y en otro diálogo directo con el gobierno, dijo: “Esto es lo que venimos a decirle al gobierno: no amenazamos, no somos antidemocráticos, no somos desestabilizadores. Somos hombres y mujeres de trabajo que venimos a decirle basta a las políticas que hambrean a la gente”.

Moyano volvió a decir “no somos golpistas, como no somos aliados del golpe”. Y el dueño de la radio portátil dijo que los golpistas están en la casa Rosada. Moyano dijo mucho de lo que dijo con contraplano fornido de su tropa de camioneros. Le habló al gobierno, pero detrás de cada párrafo usó la palabra compañeros. Dijo que hacía mucho que no hablaba en público y que por eso estaba un poco deshilvanado, pero no se notó. Que el hombre común ya no le cree al gobierno. Que el gobierno “no le teme a los dirigentes, le teme a los trabajadores”. O: “No tengo miedo de ir preso” y “estoy dispuesto a dar la vida por los trabajadores, lo digo de corazón porque así lo siento”. “Por más que digan lo que digan, no me voy a ir del país, no tengo plata afuera como me quisieron inventar estos señores, a los modelos económicos que aplican ni ellos le tienen confianza, sino traerían la guita para invertir en el país”. Y dijo que quería dejarle una frase al presidente, una frase de un premio Nobel de México a quien no nombró:

Toda victoria es relativa. Y toda derrota es transitoria.

Lo dijo despacio. Y lo dijo otra vez:

Toda victoria es relativa. Y toda derrota es transitoria.

Al rato Omar Plaini informó en las redes sociales que la frase era de Octavio Paz. Como si Moyano hubiera citado a Borges. ¿Por qué no? El 21F daba para todo.

“Por eso, compañeros —siguió—, cuando llegue el momento vamos a mostrar la voluntad de saber elegir, y los que se pueden haber equivocado, piensen que los gorilas nunca pueden estar en la conducción de este país”. Estaba casi terminando. Se oían los bombos. A una cuadra de distancia, llegaba el eco de la voz ensamblada a la radio. El hombre de la portátil, Néstor Sinatra, campeón en primera división cincuenta años atrás, de Villa del Parque, solitario asistente de todas las marchas de los últimos diez años, entonces, también dijo: Eso que está haciendo es un mea-culpa.

A las once del día, las organizaciones comenzaron a acercarse a la avenida 9 de Julio de acuerdo al mapa que terminó de definirse la noche previa. El escenario quedó en esquina con avenida Belgrano, de espaldas a Desarrollo Social y enmarcado en el aire por la bella imagen de Evita. Camioneros y la CGT, básicamente Camioneros, ocuparon el centro del bulevar con paraguas, banderas fileteadas y parafernalia completa. Allí fue también la Corriente Federal de Sergio Palazzo. Sobre Lima se agruparon  la CTA de Hugo Yasky, ATE Capital, el Frente Milagro Sala y La Cámpora, entre otros. Y del otro lado de la avenida, sobre Bernardo de Irigoyen, ocuparon espacios los movimientos sociales de la CTEP. Atrás marcharon las organizaciones y partidos de izquierda. No hubo ni policías ni gendarmes a la vista. Camioneros se encargó del operativo de seguridad. Un cordón que buscó proteger las primeras líneas del escenario para evitar viejas escenas del queremos paro general o tensiones que aguaran los consensos. La noche previa, la mesa de trece organismos de derechos humanos también llamó a la convocatoria. Desde el escenario saludaron las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. Hebe de Bonafini llegó en la combi de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo. Hubo una bandera de HIJOS en la esquina de Independencia y 9 de Julio, detrás de Unidos y Organizados y La Cámpora.

Al mediodía la circulación todavía tenia espacios vacíos. Y al escenario iban subiendo buena parte de los referentes que mapeaba la calle. “Esta convocatoria que inicialmente fue impulsada por Camioneros sumó luego a la CTA de los Trabajadores, a sindicatos de la CGT, a la Corriente Federal de los Trabajadores, a la CTA Autónoma, a organizaciones sociales, a la Cámara de la pequeña y media empresa y al movimiento de Mujeres”, diría más tarde Estela Díaz, secretaria de Género de la CTA. Y una de las dos voces de mujer que ¡por fin! condujeron las horas de espera en clave de género y una línea que buscó mostrar el 21 F como parte del camino de articulaciones para el paro internacional del 8 M. Estela intercaló lugares con Claudia Lazzaro del gremio de curtidores y Pablo de Camioneros. “¡No paran de llegar los y las trabajadoras de todo el país!”, dijo. “Porque unidos somos invencibles, exigimos paritarias libres”, volvió a decir cuando el Frente Milagro Sala avanzaba desde la calle Salta.

“Venimos después de la marcha de los ingenios azucareros del norte, y ahora acá vamos a agregar los reclamos por la reforma laboral, los despidos del Estado y del sector privado, para decirles que frenen la mano”, dice Juan Manuel Esquivel, diputado de la Túpac. Recién llegado de Jujuy, repasa agenda de conflictos de Río Turbio a Ledesma. “Han intentado a través de todos los medios desacreditar esta convocatoria, para decir que esta marcha es de los camioneros, que es por Moyano, y lo que hoy se va a demostrar es que Moyano es un actor más, que hoy somos los trabajadores con conciencia los que sabemos dónde tenemos que estar”.

El escenario pidió un abuelo para un niño perdido. “Estamos teniendo un problema: ¿dónde están los bombos que no se oyen?”, dijo Estela. “¿A ver, cómo se escuchan los trabajadores y las trabajadoras? Ahí vemos a la Asociación Bancaria, ¡fuerza en la lucha!”, gritó. “Están los camioneros de Santa Fe: a ver que no se escuchan, ¡flameen las banderas! ¡A ver los bocinazos de los camiones!”

Y sonaron las bocinas

En una esquina un grupo se le arremolinó a Raúl Eugenio Zaffaroni. A otro con pecheras de Judiciales lo atajaron para una foto. Luis Zamora pasó de ida y de vuelta. “¡Esto es una cosa increíble!”, explicó. Y una mujer, Graciela Altamirano, barrio Monserrat, en equilibrio entre torrentes de pecheras gremiales, se sorprendía porque “los medios se la pasaron diciendo que iban a haber problemas con la policía”. A unas cuadras avanzó un sobreviviente de Mansión Seré, Carlos García: “Yo por Moyano no estoy acá, estoy por la unidad, por el desastre de este gobierno”. Al lado, con la pechera de Suteba Lanús, Estela Gareis, hija de un obrero de la Ford secuestrado hace cuarenta años, decía que por eso había tanta gente. “Gente que la está pasando muy mal, y además acá hay que saber diferenciar y leer entrelineas: porque el enemigo es otro, es este neoliberalismo que nos deja rengo de las patas”.

Arrrrrriba esa bandera. ¡Revvvvienten los bombos!

Se escuchó. Y ahora era Pablo, varón de Camioneros, co-conductor del escenario. “Seguro que los medios no van a decir todo esto”, retomó Estela. “Pero no importa”, dijo. “Acá tenemos la presencia de miles de trabajadores, miles de trabajadoras, miles de dirigentes”. Y dijo: “En la avenida mas ancha del mundo, la unidad de los trabajadores”. Y él: “Porque no queremos que los ricos sean ricos a costillas de los trabajadores”. Y ella: “Acá no hay divisiones: el pueblo salió a gritar unido. ¡Que flameen las banderas, y si lo medios quieren invisibilizarnos, usemos las redes, usemos Facebook, usemos Instagram!”

La combi de las Madres intentó avanzar pero no pudo, frenada por la marea. Alicia les hizo el aguante. “Néstor nos prometió un sueño, Macri una pesadilla —dijo—: ninguno de los dos dejó sus convicciones en la puerta de la Casa de Gobierno. Pero hoy, acá, tenés a la gente que está despertando”.

El fin del sueño o pesadilla comenzó en diciembre. Para varios, eso explica la marea. Moyano no estuvo en diciembre en la calle. Tampoco el triunvirato de la CGT. Estuvo la Corriente Federal, que es parte de la CGT, pero también es otra cosa. Pero Moyano, dicen, entendió la calle. Coco Garfagnini es coordinador nacional de la Túpac. “Creo que lo que sucedió en diciembre hace que hoy Moyano pueda plantearse confrontar contra el gobierno”, dice a El Cohete A la Luna. “Diciembre fue muy fuerte. Lo que se fue generando en la calle desde el espacio de una multisectorial que reúne a la Corriente Federal, ATE Capital, APYME, nosotros, los grupos de izquierda, producto de haber juntado a esos distintos sectores y lo que configuró, hace que hoy Moyano pueda cambiar de lugar. Moyano tiene olfato. Y vio que lo que ocurrió en diciembre fue una pueblada y que además vamos a entrar en una situación de conflictividad muy grande todo este año. Y lo sabe. Y sabe que el gobierno en algún momento se va a terminar. Los que venimos peleando desde hace dos años ahora lo vamos a acompañar porque se suma a un esquema de enfrentamiento con el gobierno. Y en ese contexto, le damos la bienvenida”.

Al escenario subieron los cinco oradores del día. Pablo Micheli de la CTA Autónoma dijo: “Si no paran con el ajuste, con los despidos, y no dan una respuesta, hay que planear la continuidad de esta lucha. Hay que construir un paro nacional”. Juan Carlos Schmid de la CGT dijo: “En estos dos años, lo único que logró este gobierno es que los trabajadores perdieran poder adquisitivo. El Gobierno logró endeudar al país de manera infinita, y que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres”. Sergio Palazzo de los Bancarios: “Pueden faltar dirigentes de algunas organizaciones, pero los trabajadores están acá, en la calle, diciendo basta al ajuste”. Hugo Yasky de la CTA: “Si quieren buscar ladrones, le pasamos una dirección: Balcarce 50. En la Rosada están los ladrones y ahí los tienen que ir a buscar”. Pero también dijo que esto era el comienzo de una nueva unidad sindical, que es algo más de la unidad en la acción. Y habló Esteban Castro de la CTEP.

El escenario volvió a pedir por el abuelo de Luisito. Clamó por las trompetas de ATE Avellaneda. Aplaudió las bocinas de camioneros. Y se también se sumaron al camioneeerros, vamos camioneeeerosvamos camioneeros. Alguien entró a una torre de sonido. El escenario pidió cuidado. El conductor pidió la intervención de los delegados. Y Estela dijo: “Cuidémonos compañeros. Cuidémonos solos. Hoy tenemos que cuidarnos entre todos y entre todas”.

Al final subió Hugo Moyano. Abajo estaban los trabajadores de Recolección, Larga Distancia, Aguas y Gaseosas, Remiseros, diarios y revistas, Lácteos. Pasó un heladero. “¡Helado!” —dijo—. ¡Vamos que se va Macri, helados!”

 

El Cohete a la Luna El Cohete a la Luna

“Creo que la escuela sólo tiene un sentido pedagógico si produce pensamiento” // Entrevista a Ignacio Lewkowicz

por Luis Calvo y Nora Nardo

¿Nos podría contar como ha sido su formación profesional?

 Mi formación básicamente es de historiador. Me dediqué largo tiempo a la historia griega antigua. También, paralelamente, estudié sistemáticamente el marxismo en el que estaba implicado antes aún de haber podido pensar. Desde esta doble condición entablé relación primero con los servicios de Salud Mental de los hospitales públicos, después con los psicólogos y psicoanalistas, después con escuelas públicas y privadas que estaban transitando los mismos problemas: nuestro ingreso en la posmodernidad. La subjetividad supuesta por las teorías y en las instituciones no coincidía, no podía coincidir, con la subjetividad de los cuerpos que efectivamente entraban en las instituciones. Y este desacople era fuente de sufrimiento, de malestar, de ineficacia. Veía –aunque no veía cómo– que era preciso pensar de otro modo porque todo estaba cambiando.

¿Qué nuevos paradigmas irrumpen en la época de la modernidad para que ésta caiga?

Me parece que irrumpen modos de ser, de pensar y de hacer que aún no se han configurado como paradigmas, y que acaso difícilmente se configuren como paradigma unificado. Las ideas de caos, de complejidad, de situación son nociones que, provenientes de distintos campos, señalan que el horizonte de determinación moderna está caduco, pero no pueden componerse entre sí en una visión integral. Hace un tiempo, intentamos pensar que las prácticas que desfondan la modernidad son todas prácticas de fluidez y contingencia. No tememos ya tanto la opresión como la dispersión; no padecemos sólo el sentido impuesto sino también –y acaso sobre todo– el sin sentido.

La institución escuela en la época de la modernidad se desarrolló de la mano del Estado Nación, importante agente prestador de educación. Caído éste: ¿cuáles son los principales problemas que la educación debe enfrentar?

Ignoro cuáles son los principales problemas que la educación debe enfrentar; pero seguramente debe enfrentarse ante todo a sí misma, a su vocación educativa, a la idea de largo plazo. Seguramente deba enfrentarse al desmoronamiento de la condición que la sostenía: la escuela se legitimaba en función de un futuro y, sin recurrir en profecía, hoy es difícil que un establecimiento cualquiera pueda afirmar que los instrumentos que proporciona tengan alguna eficacia en algún futuro. El futuro es demasiado incierto como para hipotecarle las funciones educativas actuales.

Creo que uno de los principales problemas que afronta la educación es el de cómo habitar, en el presente, los establecimientos educativos: para padres, para alumnos, para estudiantes, para docentes. Es decir, cómo configurar una situación escolar en la que esté en juego el pensamiento necesario para que la escuela sea efectivamente habitada. Parece pobre como proyecto respecto de la educación para un futuro, pero parece extremadamente rico como proyecto respecto de una desolación del presente. Me parece que la educación no tiene que proyectarse desde el presente hacia el futuro, sino que tiene que partir de un presente que no existe como tal y configurar efectivamente el presente como condición habitable. Por mi parte, no le pediría más. Creería que si le pido más seguramente desarticule el primer paso.

Leyendo uno de sus escritos nos dice que las instituciones educativas “nacidas para operar en terrenos sólidos, la velocidad del mercado amenaza la consistencia ya fragmentada de las instituciones. De esta manera, sin función ni capacidad a priori de adaptarse a la nueva dinámica se transforman en galpones”…

 Precisamente, llamamos galpones a lo que queda de las instituciones cuando ya no instituyen ni son instituidas. En condiciones de fluidez, no tenemos la oposición entre lo que cambia y lo que permanece –la clásica oposición entre ser y devenir– sino la oposición acaso más dramática entre lo emergente y lo residual. El galpón es el residuo de la destitución. En un galpón, ninguno de los cuerpos que transitan por ahí comparten con otros la definición de la situación. Diría que si no comparten la definición de situación con otros, no comparten nada. En un galpón estamos amontonados pero no juntos; en un galpón la materia humana está localizada pero la subjetividad está deslocalizada. Más claramente: un galpón se parece más a un vagón de subte que a una escuela, con la diferencia de que en el vagón de subte no necesitamos instituir nada más que el tiempo de espera para llegar a nuestra estación. Podemos decir que un galpón es un vagón de subte que no lleva a ninguna parte del que cuelga un cartel de institución.

Uno de los grandes relatos de la época de la modernidad fue que a través de la educación se podía conseguir mejores puestos de trabajo, mayor prestigio social por lo tanto mejor calidad de vida. Hoy que cada uno de cuatro universitarios no consigue empleo ¿cómo la escuela puede recuperar su sentido? ¿cómo legitima hoy su función?

Me parece que las dos preguntas del final son distintas. Una es recuperar su sentido y otra legitimar su función. Para jugar con las palabras diría que si recupera su sentido no legitima su función. Que para legitimar la función tiene que producirse para sí otro sentido y ese otro sentido me parece que no está ligado con los mejores puestos de trabajo o con el prestigio social ulteriores, sino con la capacitación efectiva para emprender actualmente proyectos. Este sentido está ligado con la capacidad efectiva para configurar con otros mundos posibles, con la capacidad efectiva para vincularse con otros y, al vincularse con otros, constituir situaciones habitables. Insisto, me parece que en nuestra dramática, el presente pesa más que el futuro como proyecto. El proyecto no es prepararse para un futuro sino colonizar el presente. Si la escuela pone estrategias para colonizar el presente –y no conozco otra estrategia que colonizando su propio presente– no podría legitimar su función.

¿El discurso mediático impulsa valores diferentes al dispositivo pedagógico?

En principio me parece que sí, que el discurso mediático impulsa valores diferentes del dispositivo pedagógico. Pero más en el fondo me parece que el discurso mediático destituye valores, que el discurso mediático se define por su velocidad e intensidad y no por los valores que predica, y que esas intensidades y esas velocidades destituyen los valores. No creo que haya una querella de valores entre los valores mediáticos y los valores pedagógicos, sino una disolución del suelo en el que operan los valores. La velocidad y la intensidad como prácticas desalojan la posibilidad misma de los valores.

En las escuelas encontramos que el agotamiento de los modelos de trasmisión traen mucho malestar, docentes que se quejan , alumnos que no aprenden y se aburren en un clima de violencia y perplejidad. ¿qué se puede hacer para recuperar el sentido pedagógico?

Veamos los términos de la pregunta y veremos que los problemas son enormes. Los modelos de transmisión traen mucho malestar. Los docentes se quejan, los alumnos no aprenden, los alumnos se aburren y el clima general es de violencia y perplejidad. Dada esta serie de condiciones, insisto en que no parece posible recuperar el sentido pedagógico. ¿Cómo encontrar modelos de transmisión que no creen malestar? Quizás la idea misma de transmisión haya quedado obsoleta, y entonces la violencia, el aburrimiento, la perplejidad, no aprender, aburrirse, quejarse, se deban a que seguimos sosteniendo el supuesto de que tenemos que transmitir algo. No sé bien si pienso lo que voy a decir, pero ahora me parece que la escuela no tiene un sentido pedagógico posible si transmite. Creo que sólo tiene un sentido pedagógico si produce pensamiento, si produce el pensamiento de cómo habitarla.

 

En tiempos de la modernidad, la ley preexistía, hoy ¿cuál es el concepto que subyace en estas nuevas subjetividades?

Creo que el concepto que subyace a estas nuevas subjetividades es que nada preexiste o, mejor, que nada subyace. Que en las subjetividades emergentes y residuales ha caído la preexistencia de la ley como fundamento de lo común. La ley era lo que todos los ciudadanos teníamos en común y lo que por lo tanto nos fundaba como miembros de una comunidad. La dinámica neoliberal disuelve lo común, y entonces me parece que la condición dramática contemporánea reside fundamentalmente en que nada común subyace a esta subjetividad., lo común se disuelve. Eso son los galpones. Creo que es tarea de la escuela encontrar en cada circunstancia lo que funda comunidad para docentes, alumnos, padres, lo que funda lo común – que no preexiste. Ya no podemos suponer la comunidad, ya no podemos observar lo común, es preciso producirlo de nuevo en cada situación. Extremadamente trabajoso, pero para nada inútil. No se trata de transmisión de un sentido de lo común, sino de producción singular específica en una situación específica de lo común específico. La escuela ganaría mucho y nosotros ganaríamos mucho de la escuela si pudiera producir en cada circunstancia la capacidad de generar lo común.

 

¿Por qué afirma que “un instante sustituye al anterior, que cae en la nada de lo insignificante…”?

 La dinámica mediática ha sido el principal disolvente de la condición histórica del pensamiento. Históricamente, un instante, una configuración, toma su sentido de la relación con el instante que lo precede y que lo sucede. El sentido se concebía, se producía, se practicaba como eminentemente histórico, como eminentemente temporal: lo que ocurre significa porque ha abandonado el punto que ha abandonado, porque ha superado el punto que ha superado, porque procede del punto del que procede y se dirige al punto al que se dirige. El presente tomaba su sentido de su relación de diferencia con su origen y su destino. En nuestras condiciones la relación entre un instante con los que lo rodean es bastante débil – no parecen ser su nada; sobre todo porque el instante actual parece gozar de una intensidad y una plenitud tales antes de caer que no convoca a un instante previo o ulterior para ganar sentido. Mediáticamente y, sobre todo, publicitariamente, la imagen es la potencia del instante. Ahora, el instante que pasa tampoco hace presente. Me parece que el instante actual es la condición para que en común tramemos un presente que le impida a ese instante pasar sin pena ni gloria, caer en la nada. No creo que tengamos que ligar el instante presente con el pasado y el futuro, creo más bien que habitar una situación es sostener el presente del presente de modo tal que se nos presente a todos, y ese presente sea lo común.

¿Hay algo más que le gustaría agregar?

No, no quisiera agregar nada. Quisiera que los que lean agreguen todo lo que no he sabido agregar de mi parte.

(fuente: www.generacionabierta.com.ar/)

 

La falla orgánica de la patria (A propósito de La amargura metódica. Vida y obra de Ezequiel Martínez Estrada, de Christian Ferrer) // Diego Sztulwark

Comentar es hacer callar un sentido ya establecido, un sentido fijado. Pero es también hacer callar la percepción inmediata que tenemos del texto para permitirle la posibilidad de hablar por sí mismo.

Edmond Jabès

Consistente en la comprensión del funcionamiento de las cosas, el proyecto crítico se relanza vía arañazos, sin su antigua pretensión de superación. Todo reciclaje destinado a embellecer la escena del pensar es mentiroso y tóxico; en último término, es desviante del único punto de partida saludable: la exigencia de decir rectamente la verdad de lo que somos.  El proyecto de la crítica es por lo tanto político; aun cuando el lenguaje de la política es refutado como mero vehículo de una voluntad de poder expresado por igual en el Estado y en las universidades, en los modelos de consumo y de fascinación por los objetos técnicos o en las militancias y en el mundillo de los intelectuales. Esa voluntad de poder (que se llama “política”) se consuma en la máquina “progresista” del capital. Este saber es el que pulsa en La amargura metódica.

No es necesario haber leído a Martínez Estrada para recibir de lleno la sacudida que su pensamiento produce gracias a de la escritura, simple a fuerza de cuidada, de Christian Ferrer: “palabra y estilo parecían venir –en aquel notable ensayista– de un potente drama somático”. Inclasificable e incómodo, Martínez Estrada nunca fue valorado como propio por las tradiciones intelectuales consolidadas. Pájaros e intelectuales caben por igual en el registro desencantado e hilarante de Ferrer. Más próxima a la historia que a la filosofía, su comprensión de Martínez Estrada gira en torno al “amargor de las cosas”, regusto de una prematura madurez del escritor en su comprensión del país.

Quien fuera capaz de radiografiar la pampa, “no disponía de un sistema teórico general ni procuraba conseguírselo”. Pensaba, en cambio, “a partir de estímulos y obsesiones”. A diferencia del universitario (“servidor de una máquina que produce saber”), la autodidaxia de Martínez Estrada se fundaba, dice Ferrer, en “engañarse lo menos posible” respecto de la realidad presente y, sobre todo, en no “entregarse apasionadamente a ningún prejuicio de que el mundo sea distinto de lo que es”. Su mecanismo de pensamiento se cifra en la amalgama entre la paradoja (“mueca mental […] unión de lo desemejante por la analogía única que pasa desapercibida”) y una incurable angustia personal por la fallida constitución de la Argentina.

En efecto, Martínez Estrada encuentra en el origen patrio una inadvertida pero evidente falla orgánica, una patología, una historia cruel e irresuelta fundada en el fratricidio y la guerra social (la pampa es hembra despreciada y la generalizada insatisfacción sexual es causa de revueltas políticas). Como en su hora Nietzsche, le diagnosticó al país una incontrolable manía por la “administración técnica y el derroche de esfuerzos” sin “posibilidad de transmutar la psique dañada o el símbolo despotenciado en algún tipo de grandeza”.

Sin embargo no eran pasiones tristes las que lo motivaban. No hay recelo, ni envidia ni odio en sus expresiones. Tampoco resignación. Más bien, sufría de superabundancia de amor: mecanismo de la crítica para comprender a la Argentina, la amargura metódica consiste en detectar una invariante histórica por debajo de la novedad rutilante. Evita, así, el remanido recurso nacional al optimismo y a la reducción del sentido, y a la buena voluntad transformadora, ambas disposiciones debilitantes por igual en la medida en que posponen y obliteran el enfrentamiento con lo trágico real del presente. Tal invariancia del destino se viene arrastrando desde los comienzos de lo que puede considerase como la historia argentina. Facundo, Rosas, Roca, Yrigoyen, Uriburu, Justo y Perón no son sino “reencarnaciones momentáneas de un estado de cosas irresuelto cuyas tres primeras vértebras siempre fueron el ejército, la iglesia y la burocracia pública”. Martínez Estrada no hace revisionismo histórico sino otra cosa (quizás algo más próximo al mundo “en estado de coartada” del que habla Horacio González en Besar a la muerta). Su crítica  del  “caudillaje institucionalizado” refiere a un mecanismo simple y siempre actual, que se repetirá una y otra vez a lo largo del tiempo: hacer leña del árbol caído. “Todo el mundo se declara caído del catre” mientras “las segundas líneas se trasvisten y las terceras se mimetizan con el entorno”.

El cuadro de lo que no cambió es el juego del odio y la frontera. El indio (“odioso obstáculo para los negocios”) es expropiado de sus tierras; el gaucho sabio y libre es reducido a peón de campo como corolario de una fulgurante modernización de la valorización agraria: “el fátum psíquico perdura”, se hacen negocios para unos pocos en nombre de todos. La frontera fue reabsorbida, pero no desapareció sino que transmigró, junto al odio, “a la villa miseria, a los arrabales”, a los asentamientos y a otros bordes; y “a los acuerdos de mafias variopintas ni tímidas ni secretas, y a la pasión por la ilegalidad de políticos y respectivos electores, en fin, a las oficinas estatales, donde se practica el gatopardismo rotativo”.

Y lo peor de todo es que los escritores, de quienes se podría esperar la palabra salvadora, se han involucrado por migajas. Contra su defensa de la escritura como procedimiento de “autodestrucción”, los intelectuales suelen moverse por el “ansia de los hombres de ideas por brindar apoyo a gobiernos, no importa de qué signos, pues eso es cuestión de gustos, sin que redunde en ruptura del círculo infernal de los gobernados”, expresión de la “causa metrópoli contra la historia rural e indígena”.

La “lengua argentina” se le aparecía, como al gaucho, lengua de la ciudad, extranjera. A “la labia de las ciudades le faltaba la conexión con el habla emocional más intuida que hecha responsable ante un canon, y además estaba muerta antes de nacer y desarrollarse, tanto en los ámbitos cultos como después en la escolarización obligatoria”. Y “así sigue sucediendo hoy”, agrega Ferrer. O bien: “de igual modo, hoy se nos articula al mercado mundial mediante variantes populistas de la instalación, la performance, la intervención callejera y las interfaces con máquinas de información. Un patriotismo de símbolos en épocas de vacas gordas, consignas de orden y menosprecio del pobre”.

Este “de igual modo” (como aquel “sigue sucediendo hoy”) indica bien la relación del ensayo sobre Martínez Estrada con el presente político en el (y al) que de un modo indirecto pero efectivo apunta Ferrer. En efecto, aunque el autor rechaza que su escrito dependa del tiempo veloz y, en última instancia, banal de lo “actual”, parece indudable que este elogio del intelectual autárquico, intuitivo y desbordado está signado por una admirable disposición polémica con los valores que el presente ha enarbolado en nombre de la batalla ideológica y otros eslóganes.

 

La incomodidad con lo efímero y la búsqueda de algo que permanezca es, quizás, el motor más efectivo de esta preocupación por la figura del biografiado. Menos con la voluntad explícita de destituir tal o cual aspecto de la actualidad que de impugnar el modo en que lo ilusorio y acomodaticio de la época devalúa sus posibilidades. Es este desencanto el que se deja atraer por las grandes sentencias de Don Ezequiel, curandero de la sociedad, que decía que había que “hablar del pueblo con el lenguaje de la purificación, no de la seducción”.

¿Saca partido Ferrer del aparente desencuentro “ontológico” entre el pensamiento de Martínez Estrada (“raíz de las cosas todo es oscuro, humilde y humillado”) y la política? Puesto que la terapia que ofrecía al país consistía en ver lo que realmente somos y en aquello que Foucault llamó parresía (tener el coraje de decir la verdad), lo político en juego se reviste de muy diferentes cualidades: el hecho de tener (o aparentar) razón en las discusiones pasa a ser del todo irrelevante y el juego de la clasificación amigo/enemigo queda impugnado dada su indisoluble ligazón con un horizonte de eliminación del adversario que le es propio. Asuntos importantes que se pierden de vista en tiempos de “optimismo” político, ya que “todo entusiasta político” pretende, en el fondo, que el gobierno sea como una superficie sobre la cual proyectar sus propios deseos en lugar de ver lo que efectivamente es: “el espejismo en política es siempre auto-retrato”.

Con todo, equivocado sería pensar que Martínez Estrada no tuvo ideas (federalistas, utópicas, tercermundistas, incluso ácratas, dirá  Ferrer) o que nunca se consagró a los entusiasmos políticos (como le sucedió con Fidel Castro, el Che Guevara y la Revolución Cubana). Pero en el retrato que construye este libro, estos pensamientos no son asuntos de transformación de la realidad, sino armas para demoler ídolos y funcionamientos sociales indignos. Martínez Estrada le permite a Christian Ferrer contar historias: la de la “sociología salvaje” de la Argentina y de la ciudad (previa a la sociología científica de Gino Germani); la de una historiografía nacional irreductible a la polarización entre cosmovisiones liberales y revisionistas; la de una materialidad del peronismo incomprendida, incluso por el peronismo mismo; la de una crítica de la universidad y de la Reforma Universitaria perfectamente vigente y la de una valoración autónoma de la literatura escrita en el país.

 

Este capítulo dedicado a la literatura argentina (a la que le faltó “solidaridad con los desdichados”, al decir de Martínez Estrada) tiene relatos cómicos de escritores (¡caso Gálvez!) y de la sociedad que los reunió durante años (la SADE); un fervoroso retrato del amor por Hudson y los pájaros, y otro de su  amistad con Victoria Ocampo y de la comunión espiritual con Héctor Murena (a quien se le dedican páginas importantes en el libro), así como de la ruptura con Borges y con los escritores liberales luego de la “fusiladora” y de la tensión con la revista Contorno.

La historia del Caribe, de Cuba y del anarquismo español-cubano que precede a la parte final del libro es verdaderamente original e interesante. Después de recibir el premio “Casa de las Américas”, Martínez Estrada vivió un par de años finales y felices en La Habana, aunque murió en la Argentina. Ferrer le reprocha este capítulo de su vida. Lo ve como una claudicación parcial del viejo, un entusiasmo inconsecuente que lo llevó a desdecirse de muchos de sus escritos. Deslumbrado por los brillos de los comienzos siempre “solares” de un pueblo en movimiento, lo real -dice Ferrer- es que “pronto correría sangre”. Y Martínez Estrada  “defendió los fusilamientos” ejecutados por el poder revolucionario.

Aun así, Ferrer distingue a Martínez Estrada de una larga lista de personas “y figurones” imantados por un “inoxidable romanticismo político” cuyo combustible es la idealización que otorga “sentido a la propia vida más que a la de los demás”. Lo que le interesa de esta época no son sus escritos en favor de la Revolución Cubana, sino aquellos que exploran la profecía americanista de José Martí (un “anarquista filosófico”) o las bellísimas páginas que dialogan con el poeta comunista Nicolás Guillén (que “habla de pueblo sin ser populista”, lanzando un desafío poético-somático a la literatura burguesa). Pero en el fondo y fundamentalmente, el reproche que le hace Ferrer a Martínez Estrada por su aventura cubana es el de un desvío y el de una incoherencia, porque “ponerse al servicio de la revolución cubana” supone “despedirse de la figura del intelectual autónomo”.

La discusión política es conducida así no tanto hacia el adversario peronista sino más frontalmente con la revolución socialista –cuyos nombres son, sobre todo para Ferrer, Stalin, Mao y Fidel. Cada uno de estos líderes es examinado en última instancia bajo el prisma del no matarás, en la estela de la polémica que hace unos años propuso el filósofo argentino Oscar del Barco. De trasfondo humanista, la pregunta última es: ¿importan los muertos asesinados? [1]. León Rozitchner, que conoció muy de cerca la experiencia cubana durante aquellos primeros años de la Revolución, participó de la discusión propuesta por del Barco[2]. Rozitchner plantea un razonamiento ético-político capaz de articular una condena muy firme de la violencia asesina, pero a partir de otros fundamentos e implicancias. En efecto, a partir de la toma en consideración del carácter agonístico de lo político (la cuestión de una “contraviolencia” de naturaleza por completo diferente a la de la violencia asesina), Rozitchner hace una crítica feroz no a la violencia en general –cosa en la que Ferrer tampoco cae, al menos cuando describe la violencia anarquista de comienzos del siglo XX–, sino a la presencia de la violencia “de derecha” en los hombres “de izquierda”. De todos modos, Ferrer no es del Barco y en este texto que se comenta apunta menos contra la violencia en nombre de las revoluciones que contra la indiferencia de quienes pueden pensar hoy sin hacerse cargo de esas muertes. La intensidad de esa preocupación redunda en una exigencia: no pensar ni vivir como si esas muertes, cada una de ellas, no importaran.

En síntesis, en más de 600 documentadísimas páginas y sin una sola nota al pie, Christian Ferrer construye el elogio del intelectual autárquico dedicado a forzar “las formas cristalizadas de la sociedad”, del escritor que transforma el “ensayo en género dramático” y moviliza una “energía autónoma” distante de las ofertas en pugna y para quien “los cambios sociales comienzan por la conducta recta”, porque quien “ama la política detesta la moral”,  dado que el pathos político es menos asunto de ideas que de consistencia ética. Una conciencia así puede constituirse, enseña Ferrer, con una palabra: No; y con esta otra: Basta.

[1] Para escuchar una conversación con Christian Ferrer sobre esta cuestión de los asesinados políticos pero también de la relación indirecta entre “amargura metódica” y el presente: http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar/2014/11/clinamen-la-amargura-como-metodo-para.html

[2] La figura de Rozitchner fue incluida por Ferrer en otro texto, junto con Martínez Estrada y el propio Del Barco, en la serie de los disidentes, aquellos cuya palabra verdadera es esgrimida, puesta en juego críticamente, contra el sentido común y contra los poderes, como sucedió con su texto sobre la guerra de las Malvinas, con el coraje requerido para oponerse no solo a los poderes sino también a las ilusiones de las masas.

 

Como libera la marea feminista // Alejandra Rodríguez

Seguimos elaborando el tiempo del paro internacional de mujeres del 8M, muchas intensidades atraviesan nuestros cuerpos, porque este tiempo de preparación es también un tiempo de revolución política y vital.

Los encuentros feministas se multiplican, al igual que las desobediencias y los gritos de furia y rebelión. Nos encontramos en distintos lugares a pensarnos, a decir basta y a componer juntas las formas, los colores y los sonidos de nuestra resistencia. Las asambleas son herramientas desde las cuales nos reafirmamos en nuestra capacidad colectiva, afectiva y política. Nos reinventamos desde las heridas singulares a la vez que colectivas. Nos reconocemos en las marcas de dolores presentes y pasados desde los cuales construimos la fuerza para abrazar luchas y deseos postergados.

Esta semana salimos a las calles para agitar los pañuelos verdes y gritar a favor del aborto legal, seguro y gratuito. No se acallarán nuestras voces hasta que el Congreso apruebe la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Porque son años, historias y vidas las que resuenan desde nuestra gargantas. Porque sobre nuestros cuerpos queremos decidir nosotras.

Paramos porque queremos transformarlo todo. Nos movilizamos este 21F contra el ajuste macrista y los despidos que nos atraviesan. A la política del empresariado y del orden le oponemos transversalidad y resistencia feminista. Hoy estuvimos en las calles porque todas nos reconocemos trabajadoras en nuestra diversidad de experiencias de trabajo: asalariado, formal, informal, de cuidados, precario y doméstico.

En esos palcos que gesticulan oratorias de unidad, aun están ausentes nuestras voces, mientras nuestros cuerpos desbordan calles, enfrentan múltiples violencias y están al frente de innumerables conflictos. El tiempo de desobediencias al patriarcado ya está en marcha, y aunque intenten silenciarnos y negarnos, el 8M resonó hoy en ese escenario repleto de varones.

Nosotras nos seguimos organizando. En las villas, las escuelas, las oficinas, las fábricas y las plazas vamos entrelazando recorridos vitales, afectivos y amplificando nuestras voces que crecen e irrumpen con la fuerza que despliega la marea. No tenemos estrados. Nuestros escenarios son circulares y los construimos con cuerpos vibrantes y retoricas de revuelta. En este feminismo popular y heterogéneo no hay jerarquías, todas las palabras y los cuerpos cuentan porque estamos para nosotras.

Ser travesti es una fiesta, mi amor // Camila Sosa Villada

Angie Desireé era la travesti más linda del parque. No volví a ver a una travesti tan bella como ella en mi vida. Delgada, alta, siempre vibrando, siempre en movimiento como un hermoso árbol que jamás está quieto. No supe nunca su edad, era de esas travestis en las que calcular una edad es casi imposible. Una belleza joven la auspiciaba pero tenía una sabiduría de vieja que la precedía como un aura.

Cuando la conocí no tenía cirugías. Se depilaba mucho las cejas, finitas, como en los años ochenta. Tenía el pelo corto y contaba con mucha gracia que los hombres le decían Araceli González y era cierto porque era así de bonita. Había que ser muy bonita para ser travesti y andar con el pelo corto por ahí, mientras todas invertían en pelucas y extensiones, ella llevaba el pelo muy corto y mal teñido de rubio. Pero esto, lejos de afearla, la volvía más salvaje, más dañina incluso.

Andaba siempre con su primo, un maricón de 16 años que por las noches aprovechaba y se montaba entre los árboles del parque. En realidad, su travestismo consistía en soltarse el pelo negro y lacio como de indio que tenía, atarse la remera con un nudo que le dejaba toda la panza al aire, chata y lustrosa, se tiraba unas gotitas de perfume de Avon, un poco de brillo de labios y salía a cazar como una amazona de mucho más allá de la Circunvalación.

Tenía muchísimo éxito debido a su juventud el primo y se había elegido un nombre conforme a su ascendencia aborigen: Aylén. A veces el primo de Angie tomaba como un triunfo el hecho de no ser travesti y hacer más dinero que varias de nosotras juntas. Agarraba los billetes todos pegados y te daba cachetaditas y te decía y ahora nos vamos a tomar un helado y nos invitaba a su prima y a mí a tomar helado a una heladería al frente de la Plaza España. Todos nos miraban entonces y nosotras hacíamos la comedia de lamer el heladito como si estuviéramos felando a Marlon Brando, hasta que alguien nos insultaba y la cosa se ponía amarga. Y es que éramos chicas con poca paciencia.

Vivían ambas en Alta Gracia y cada noche se tomaban el colectivo para venir al parque y por la mañana, cuando el cielo se ponía rojo volvían juntas, Angie Desireé muy apresurada porque tenía que hacerle el desayuno al novio que era albañil y entraba muy temprano a trabajar.

Con ellas nos habíamos conocido en las escalinatas del parque, una noche en la que me había ido a llorar en soledad, como solía llorar en ese entonces. Ahí con alguna pena de amor supongo, empecé a oír carcajadas de travestis que ocupaban el parque como un grito. Se reían con todo ese cuerpo flaco que tenían y bajaban las escaleras sin mirar los escalones, tal como cuando veía por la televisión a las modelos que desfilaban en Donna Sotto L’Estele. Cuando me vieron sola, a la madrugada, en las escalinatas, supieron que podían seguir divirtiéndose. Ese fue el bautismo para una larga y tierna amistad. Las palabras que bautizaron esa amistad entre Angie Desireé, su primo transformista llamado Aylén y yo fue la letanía que siempre repetería Angie Desireé hasta el cansancio: “Yo me hice travesti porque ser travesti es una fiesta”.

Entonces para toda enfermedad ella lanzaba ese antídoto: ser travesti es una fiesta. Y ella lo vivía así, supongo que había nacido así. Como una flor carnosa y anaranjada brillando en medio de un aburrido desierto. “Pero no mi vida, no llorés por ese tipo que no te da nada, ser travesti es una fiesta mi vida, disfrutalo”.

Y aplicaba su filosofía al pie de la letra. Siempre sonriendo, siempre generosa, siempre llena de caramelitos en los bolsillos. Ella me pegó la costumbre de comer caramelitos durante el trabajo, porque suavizaban el aliento que venía regado de marihuana, alcohol y tabaco y también porque decía que practicarle sexo oral a un tipo con un caramelo de menta fuerte en la boca hacía que ellos te amaran más.

Tenía un novio que era albañil que aceptaba sin dramatismos la profesión de su novia y vivían juntos en Alta Gracia en una casita que había levantado él con sus propias manos y en la que Angie Desireé dejaba todo su sueldo. Nos invitaron a comer en algunas ocasiones, lástima que el talento que tenían para el amor y la vida no lo tenían para la cocina. Angie Desireé trabajaba mucho y ahorraba mucho también. Estaba dispuesta a tener todas las comodidades a su favor y había empezado por ponerse de novia con el minotauro más lindo que había podido comprar con el aleteo de sus pestañas y el veneno de su cariño.

Su chongo era el hombre más guapo que habían visto nuestros transexuales ojos. Era un moreno de ojos grises que parecía construido con ladrillos. Lo cierto es que no era objeto de deseo sólo por eso. Había salido con otras trans antes y se lo habían disputado a muerte más de una vez con navajas incluidas. Se decía que era dotado como un mulo y dulce como la miel. Yo intuía que esos dos estaban muy enamorados. Verdaderamente enamorados el uno del otro. Y ella que era una fiesta literalmente, por hermosa, por feliz, por imprevisible, era una cosita imposible de no adorar. En el parque había una reina. Y era ella.

Se reía y movía la cola orgullosa, porque en esa tierra de desposeídas ella tenía la más valiosa posesión: alguien que la esperaba en su casa con el corazón sobre la mesa. Una ternura como esa la he vivido muy pocas veces y ya de grande, algún amor de verano me acarició el rostro como el chongo de Angie Desireé tocaba el suyo y entendí por qué meneaba la cola como una perra contenta. En este mundo donde todo hueco se debe llenar con algo, una caricia viene a ponerlo todo plano, como una playa pacífica cuando baja la marea y no hay huecos que llenar sino una inmensa llanura donde dormirse al sol.

Un día con su prima Aylén tuvimos que intervenir en una pelea en la que ella iba perdiendo evidentemente porque se había enterado que tal travesti le había estado mandando mensajes a su hombre y la había ido a ajusticiar y a exigirle una satisfacción. No contaba con que la otra travesti era enorme y forzuda como un fenómeno de circo y que al primer revés de la zurda la tumbaría y le haría golpearse la cabeza con la raíz de un árbol. Ahí en el piso la había agarrado a patadas y nosotras que oímos los gritos nos fuimos a separarlas y yo a usar todo el poder de mi retórica para calmarla. Cuando finalmente la furia se disipó la travesti infiel le dio una sentencia: “No te hagás tanto la loca, amiga, porque no sabés qué clase de loca te podés cruzar en la calle”.

A mí no me gustó verla a Angie Desireé golpeada y asustada y mucho menos acompañarla al Hospital de Urgencias porque el golpe con la raíz había sido bravo y le sangraba un poco la sien. Era un poco traumático ver vulnerable a una heroína que una creía invencible. De todos modos, en parte porque vivíamos drogadas y al whisky lo tomábamos con clonazepam, ella se iba riendo y estaba segura de que su chongo jamás se acostaría con una travesti que tuviera tan feos bigotes.

Sólo una vez la ví llorar. No soportaba llorar ni que lloren y eso era un problema porque en ese tiempo las travestis éramos muy lloronas. Cuando alguna de nosotras estaba triste por algo, ella te invitaba a comer a Mc Donalds y te decía que ser travesti era una fiesta mi amor, sino mirá todas ellas que nos miran así (y señalaba a las chicas espantadas en la calle que nos miraban como si nosotras fuéramos extraterrestres) ya quisieran dar el placer que nosotras damos, mi vida, si ser travesti es una fiesta. Nosotras damos amor mi vida, les decía en la cara, y a mí el corazón se me hacía chiquitito como una pasa de uva porque admiraba la determinación con la que vivía y la simpleza con que auspiciaba sus razones.

Una noche, dos chicos muy bonitos, de esos chicos bonitos de los que siempre hay que desconfiar porque nadie tan bello puede tener un corazón bueno, nos invitaron a subir a su Kangoo, a hacer una fiesta con ellos. A mí las fiestas no me gustaban porque me ponía incómoda tener a otra travesti desnuda al lado, pero como a las cosas las había arreglado Angie, sabía que había buen dinero y que la fiesta no era tal, que cada una hacía su trabajo por su lado. Eran como las cuatro de la mañana de un sábado y nosotras sabíamos que era una hora peligrosa porque los muchachos empezaban a salir de los bailes y de los boliches y andaban muy borrachos y con muchas ganas de cruzar límites, con muchas ganas de ser los más rápidos del oeste, con muchas ganas de hacer daño, de vengarse. Era una hora peligrosa, pero también era una hora en que llegaban los mejores especímenes de chongos habidos y por haber. Los solitarios. Y nosotras nunca queríamos perdernos a los solitarios. Con los solitarios siempre todo iba bien, como si existiera la buena suerte y como si eso que decía Jesús de que los últimos serán los primeros, se estuviera cumpliendo en ese momento.

Madrugada. Nosotras duras como la estatua del Dante y heladas, sintiendo un frío que nos hacía doler la espalda, nos subimos a esa camioneta tentadas con estos hombrecitos tan bellos. Sabíamos que ese tipo de chicos pasan muy de cuando en cuando y los quisimos aprovechar. Dos principitos dorados un poco borrachos, bien vestidos y perfumados y con dinero en los bolsillos. Pero nos aprovecharon ellos, porque cuando nos subimos a la parte de atrás de la Kangoo y ellos vinieron con nosotras, se dejaron coger bien cogidos y luego, a la hora de pagar, nos dijeron que ellos por travestis no pagaban.

Angie Desireé se lo tomó como un insulto y dijo con su voz de travesti más desafinada que obvio mi amor que nos iban a pagar porque nosotras no les habíamos mentido y ellos dijeron que sí, que los habíamos embaucado porque no les habíamos aclarado que éramos putos y entonces yo quise mediar con mi retórica pero uno de los chicos le pegó en la boca a Angie y el otro chico me agarró del cuello y me empezó a pegar en la cabeza y empezamos a gritar y pedir auxilio y se armó un verdadero tole tole en el que Angie Desireé intentaba encontrar su navajita en el bolsillo de su jean y yo gritaba por favor auxilio y sentía que de ahí no íbamos a salir vivas y entre que nos pegaban en la panza y en la cara y en los huevos veo que la puerta de la Kangoo se corre y el cielo del parque entra por ahí, donde nos estaban haciendo conocer la fiesta que era ser travesti y aparece Cleopatra que era una travesti de un metro ochenta subida a unos tacos de diez centímetros y saca de la pierna al que me estaba pegando a mí y lo tira al suelo y empieza a darle piñas y patadas y a decirle que le iba a curar la malacostumbre de pegarle a una trava y en ese momento de confusión Angie Desireé encuentra su navaja y le corta la cintura al otro chico y me doy vuelta y la encuentro a ella con la cara ensangrentada y al chico lloriqueando como una nena de mamá agarrándose la panza y Cleopatra que nos grita “Salgan pelotudas” y vemos a una horda de travestis que vienen en nuestro rescate y lo sacan de adentro de la Kangoo y todas descargan su furia. La larga furia travesti acumulada por años y años. Los niños dorados esa noche aprendieron una lección y yo también.

Angie Desireé tenía una navaja muy especial que se había hecho ella misma y que consistía en un jaboncito de hotel con una hoja de Gillette agarrada con una gomita para el pelo. La podías llevar en la manga, en la cartera, en el bolsillo. Una noche me regaló una y me dijo “Ay amiga…” y me dio una navajita casera hecha con un jaboncito que olía a coco. Con esa navajita le dejó una cicatriz en la cintura al chonguito que nos había pegado en el parque sin muchas explicaciones. Me gusta pensar que como El Zorro con su espada dibujaba una z en cualquier camisa, ella le había escrito Angie Desireé con ese navajazo inesperado a nuestro agresor.

Esa noche Angie Desireé, mientras nos tirábamos agua mineral helada en los golpes me miró a los ojos y me dijo ay amiga y lloró. No se bien qué habrá pasado por su cabeza que se le acabó la fiesta de ser travesti, pero me miró a los ojos con los dientes manchados de sangre como quien se mancha con lápiz de labios y se tapó la boca mientras decía ay amiga y yo la acompañé a tomarse el colectivo a la terminal y ella me dijo gracias amiga y me dijo que me iba a invitar a comer a su casa la semana que viene, que su novio iba a hacer un asado.

Angie Desireé murió de SIDA y muchas de nosotras la vimos morir. Fue muy rápido, se puso flaca y verde y un día desapareció del parque. Su primo transformista me contó la desgracia con cierta indolencia que no me gustó nada y me dijo que no la veía desde hacía bastante pero que la tenían internada en el Rawson.

Cuenta la leyenda que murió tomada de la mano de su novio que no se separó de ella ni un minuto. A veces la iba a visitar antes de irme a la facultad y me lo encontraba sentado en las escaleras del Rawson llorando como un nene. Era muy joven, creo que tenía 19 años y estaba a dos pasos de convertirse en viudo. Un día me pidió plata para pagar el cable porque como no podían ir a trabajar estaban en la pampa y la vía y se la presté pensando que le estaba dando algo que llevarse a la muerte que era irse de este mundo sin deudas.

A mí me ponía el ánimo muy por el piso y a veces tenía que hacer grupos de estudio en la facultad y las niñas bonitas con las que me juntaba a estudiar tenían problemas que hubiera adorado tener. A los veintitantos años no es justo que una amiga se te muera por el bicho.

También cuenta la leyenda que su novio se casó con una chica y tuvo hijos. Las travestis dejaron de desearlo porque sospechaban que Angie Desireé le había pegado el bicho y entonces dejó de ser el sex symbol que nos ponía los pelos de punta para estar marcado como un portador indeseable. Era muy injusto, lo cierto es que nunca más lo vi.

Admiraba el amor que se tenían y no era cuento que me hayan contado. Era cierto el amor y era cierto que se daban la mano durante las horas de visita y era cierto el niño hermoso llorando y secándose las lágrimas con las manos cuarteadas por la cal. Creía que eran hermosos y que se cuidaban y que su corta vida había sido una fiesta y que él la había amado como merecen amarse ciertas cosas sagradas del mundo. Como ella, que era libre y sagrada.

Su primo no apareció más por el parque. Se lo tragó la tierra, decían algunas.

Cuando Angie murió me fui del parque. No era lo mismo sin ella. Nosotras, siempre con la petaca en la mano, peleando por los clientes, peleando por el dinero, discutiendo entre nosotras sobre De la Rúa y los patacones, queriendo siempre tener la pija más grande que la otra, nos habíamos olvidado de lo importante: que ser travesti era una fiesta y mi querida amiga Angie Desireé, la travesti más bella que vieron estos ojos, ya no estaba ahí para recordárnoslo.

Parallax

La fiesta no se discute // Diego Valeriano

Se roba, se planta, se arranca, se va preso. Se tira, se aguantan años encerrado, se pincha. Si hay que matar, se mata. Se aprenden códigos, se escucha a los más grandes, se practican pasos frente a la tele, se hace todo el recorrido del 269. Se pasa frío, se miente, se sale un viernes y se vuelve el domingo, se rocía con gas a los giles que son atrevidos. A veces se acompañan a comprar la píldora. Se hacen un montón de cosas, pero la fiesta no se discute.

Se gasta todo lo que se trabajó, se es generoso, se invita a las pibas, se busca a las amigas que segundean, se deambula hasta perderse. Se toma falopa sin saber que ya son las tres de la tarde. Se va al límite, se escribe la piel. Se traiciona, se caretea para pasar, no se cuida a nadie, se gede fuerte. Se vuelve peor, no se separa del mercado, es la fase superior de la guerra por el consumo.

Se va a la guardia, se rescata a los heridos, se juega la vida cada vez, se juntan los pedazos de vidrio cuando ya todos se fueron, se consuela a la madrina, se llora junto a la madre y la novia, se arranca de nuevo. Se retrocede cuidando las espaldas, se patean cabezas cuando el primer sol aparece, se aguantan los golpes con Clonazepan y escabio, se sube una historia enfierrados y a 220 por Panamericana. Se juran venganza en un post cuando termina el día. Se vuelve tambaleando a la estación sin pensar demasiado, con el recuerdo aun presente, con la sensación de que esta vez otra vez se pudo, que mañana se arranca de nuevo, que la vida es a todo ritmo y que la fiesta no se discute.

 

Un contra-entrenamiento para rehacer la fiesta // Ramiro Guggiari

Sobre el debate que surgió a propósito de la experiencia #EntrenarLaFiesta, del grupo ORGIE

 El debate comenzó cuando un texto de Silvio Lang, titulado “Descaretizar la fiesta” y publicado en este blog Lobo Suelto, a propósito de #EntrenarLaFiesta, seminario-happening bailable organizado por ORGIE (Organización Grupal de Investigaciones Escénicas), fue recusado por Juan Laxagueborde: «Si hay algo que no se puede preparar, entrenar o prever es el comportamiento para una fiesta (…) Lo único que queda de toda esta vida gris es la promesa de una fiesta, de algo más allá del barranco, una especie de renacimiento, un milagro (…) El único entrenamiento para la fiesta es la vida misma, dañada, el ritmo cotidiano del trabajo, que prepara para la apoteosis, el no cálculo, que supone la fiesta”.

Desde su página oficial, ORGIE respondió a esto con un comunicado en el que afirma: “La fiesta no es para nosotros una generalidad apolítica, separada del mercado, deshistorizada y espontánea, sino una fabricación deseante de cómo queremos gozar y enfiestarnos-relacionarnos y como tal exige ser pensada, elaborada, investigada, disputada, preparada, practicada y entrenada tanto como los cuerpos militantes lo hacen en el motín, la asamblea y la insurrección, con organización y formación política, activismo y procedimiento artísticos, práctica de deportes, ensayos y entrenamiento de tácticas de guerrilla y defensa urbana, hartazgo y odio, etc.”

El intercambió generó una amplia variedad de reacciones, poniendo sobre el tapete un tema interesante para pensar. La propuesta de ORGIE, con el provocativo título (y aparente oxímoron) de “Entrenar La Fiesta” (ELF), abrió un interrogante ahí donde parecía no haber más que el reino de la obviedad estéril. A partir de suspender la verdad axiomática de la primera impresión, por la cual la fiesta no era algo que pudiera ser entrenado; ORGIE permitió una pregunta que no parecía posible, y que ahora se revela como necesaria: ¿se puede entrenar la fiesta?, ¿cómo?, ¿qué implica tal cosa?

En primer lugar, sería mejor aclarar (y declarar) una diferencia, si es que acordamos sobre esto. Por “fiesta” no se está refiriendo Laxagueborde (ni nosotros) al sentido en que se usa la palabra cotidianamente sino a esa otra, que podría darse, incluso por afuera de una “fiesta”, en el sentido cotidiano de la palabra: la Fiesta con mayúscula, ese estado de excepción que parece bordear la imagen del carnaval, que elijo llamar “fiesta-acontecimiento”. Así, a la fiesta de la industria cultural la dejamos por el momento fuera de este debate. La pregunta pasa entonces a ser sobre qué es ese acontecimiento y si hay algo que los seres humanos podemos hacer para provocarlo, invocarlo, etc., o no. Afirma Laxagueborde: “La fiesta sucede poco y vale poco nuestro optimismo o la voluntad de hacerla, sucede generalmente por sobre nosotros, nos pasa por arriba. El punto es si entrenarse para una fiesta venidera no es negarla, preestabecerla para dominarla. (…) Me parece que fiesta es algo que nos agarra de un rapto, que es ingobernable e inesperada”

Acordemos en que la fiesta-acontecimiento (o tal vez, incluso, ya podemos hablar lisa y llanamente del acontecimiento), es: “ingobernable”, en el sentido en que lo es, por ejemplo, el inconsciente. El tinte metafísico que le fue adjudicado a las palabras de Laxagueborde, aparece en frases como “por sobre nosotros, nos pasa por arriba”. Por ejemplo, el inconsciente no nos pasa por arriba, es lo más simple y llano y cotidiano que hay. Lo que nos pasa por arriba es la conciencia, lo imaginario. Existe una sustancialización metafísica del inconsciente que circula a veces, errada. Propongo reemplazar esto por una mirada más materialista (no por eso determinista). El inconsciente está hecho nada más y nada menos que de las miles de imágenes, palabras, afectos, cuerpos, relaciones, que le damos de comer en nuestra experiencia de vida. Inconsciente es el cuerpo, inconsciente es el lenguaje; lo más cotidiano del mundo. Está hecho de lo que lo alimentamos. No es mágico. El acontecimiento tampoco es mágico. Es simplemente la emergencia de una configuración diferente de las relaciones. Una configuración no determinada; puede ser impredecible (impredecible su nueva configuración, seguramente), no determinada por los agentes determinantes de la experiencia que normalmente rigen la vida. Pero, ¿de dónde sale? No sale de algo mágico (la imagen del “rapto”, tiene una connotación evidentemente mágico-romántica). Si todo lo que hace el ser humano cotidianamente es entrenarse en ser cada día más igual a sí mismo: ¿la disrupción, no debería implicar, por lo menos, un contra-entrenamiento? Pensemos entonces en un contra-entrenamiento para la fiesta. Invito a que observen que un contra-entrenamiento implica a su vez un entrenamiento. La imagen instataneísta del acontecimiento, o de la revolución, suponen una intervención cuasi-magicista: ¿cómo no habrá entrenamiento para la revolución? Si no estudiamos, no aprendemos, no practicamos, si no ensayamos, ¿cómo esperamos que mágicamente aparezca algo distinto? Sobre todo, cuando la vida cotidiana es una vidriera permanente de cómo el acontecimiento fracasa en cada momento; gracias a las relaciones y hábitos impuestos, y entrenados. (Gracias a ese silencioso entrenamiento nos dominan).

Por otra parte: para clarificar algo de la palabra “entrenar”. Nadie dice que implica “un saber que es enseñado”, como afirma el sociólogo, es decir, como una instrucción sobre la forma que debe tener esa fiesta-acontecimiento. Estamos de acuerdo en que no implica eso. Importante entender el concepto de procedimiento. Lo que se trasmiten son procedimientos, modos de hacer. Pero esos modos son disparadores para la experimentación y el devenir de otros, y de ninguna manera determinan una forma final específica. A quienes lean esto incrédulos, les aseguro que si estuvieran ahí constatarían lo que estoy diciendo. Por lo tanto, la trasmisión de una serie de procedimientos para la experimentación no configura ninguna predeterminación ni “gobierno” de la experiencia, sino herramientas (como armas, escudos o lanzas), sin las cuales, ¿a qué guerra podríamos lanzarnos, sin más armas que las que, ya presentes en nuestro cuerpo, se direccionan en sentido contrario, gracias a nuestro entrenamiento cotidiano en la sumisión? De las tres horas que dura la experiencia de ELF, una hora y media se usa en bailar libremente, sin que nadie prohíba, dictamine, siquiera hable, y en donde los procedimientos originalmente practicados se deforman, mutan, y se convierten en otros; dando lugar a nuevas y sorpresivas formas. Pero esa “sorpresa” (consecuencia de lo inesperado) jamás hubiera ocurrido si antes no nos hubiéramos entrenado, por lo menos, en nuestra capacidad de salir de nuestras casas, con nuestros hábitos y comodidades; para agendarnos un espacio y tiempo, estar ahí, prepararnos, organizar, esforzarnos, escuchar, transpirar, y luego jugar, finalmente vivir, ahí, con esos cuerpos en ese lugar, y con esas armas (u otras, pero siempre otras, que alguien –o alguienes–, fabricaron, tal vez inconscientemente).

Spinoza ¿Militante? // Diego Sztulwark

Jonathan I. Israel compone una obra desde todo punto de vista formidable. Sus tesis nos interesan sobre manera hoy, en el momento que Europa destila oscuridad, crisis global y amenazas nacionalistas arcaizantes. Hoy, cuando la preocupación por la gobernabilidad, junto al decaimiento del ala radical de los movimientos, exige una activación de la conciencia política.

Su erudito estudio sobre la alta ilustración, entendida como proceso cultural y político de secularización del mundo cristiano, se apoya en tres grandes afirmaciones, todas ellas de elevada significación política:

  1. La ilustración no fue un fenómeno nacional (francés o inglés) sino inmediatamente paneuropeo;
  2. la llamada “ilustración radical”, lejos de resultar menor y/o periférica, constituyó un motor vital para la ilustración en su conjunto (y, en particular, en relación con la ilustración moderada), demostrando incluso una mayor consistencia intelectual sobre el plano internacional;
  3. la centralidad dominante de Spinoza y el spinozismo dentro de esta última corriente (a contrapelo de las versiones mitologizadas de un Spinoza genial pero carente de influencia).

 

La presentación de las dos alas rivales de la ilustración está en la base de todo el argumento: la ilustración moderada, “respaldada por numerosos gobiernos y facciones influyentes de las principales iglesias”, aspiraba, a partir del prestigio de figuras de la talla de Newton, Leibniz o Locke, a “vencer la ignorancia y la superstición” y a establecer “la tolerancia”, a “revolucionar las ideas, la educación y las actitudes por medio de la filosofía” preservando, eso sí, elementos de las “viejas estructuras, consideradas esenciales”, en una nueva síntesis entre la razón y la fe.

La ilustración radical, en cambio, “rechazaba todo compromiso con el pasado, y buscaba acabar con las estructuras existentes en su totalidad”, incluyendo la creencia en un Dios Creador del mundo, capaz de intervenir en los asuntos humanos, pero también con la influencia política de las iglesias así como con las jerarquías sociales (privilegios políticos, concentración de la propiedad de la tierra) fundadas en cualquier principio divino.

El trabajo de Jonathan I. Israel, La ilustración radical. La filosofía y la construcción de la modernidad, 1650-1750,[[1]] no es detallista  solo en la descripción de la formación de las instituciones (las bibliotecas, la clandestinidad, las editoriales, la censura), y de las corrientes intelectuales y tonalidades afectivas del siglo XVII, sino que repara, sobre todo, en las hipótesis en torno a las cuales coaguló el ala “republicana radicalizada” (un movimiento más organizado de lo que se cree) cercana al “círculo” Spinoza: La inherencia del movimiento a la materia (contra la idea de que el movimiento nace del alma o del espíritu); la extensión de la mecánica y de las leyes del movimiento y reposo a la esfera universal de la material extensa-naturaleza (contra la división según la cual la física mecánica explicaría solo algunos movimientos, reservando el resto a las potestades divinas); la dialéctica afirmativa entre institución del poder político y multitud (contra la legitimación divina y vertical de la soberanía); el democratismo igualitario (contra la escisión entre una esfera de libertad de opinión, y un acceso restringido a la tierra); la afirmación de una única substancia eterna e infinita Dios sive Natura (recusando tanto la idea del Dios creador, como el dualismo alma/cuerpo); la afirmación de la naturaleza como campo absoluto de inmanencia (y el rechazo de los milagros); la tolerancia filosófica, republicana y antiteológica (contra la tolerancia teológica, concerniente a la libertad de culto); el combate sobre el fundamento teológico del orden social; y la negación de una autoría divina de la Biblia.

Celebrando la reciente aparición del libro en castellano, uno se pregunta si el legado de la ilustración radical, que como sabemos debe completarse en el plano histórico con una política igualmente radical en relación con la democracia y el igualitarismo, no constituye un momento privilegiado para pensar nuestra propia posición –en ciertos aspectos excepcional– en comparación con la producción intelectual y política europea contemporánea.

En efecto, la mencionada decadencia de aquella Europa ilustrada, que desde su margen izquierdo alimentó radicalidades diversas a partir de sus propios desarrollos de sectas/movimientos (spinozismo en el siglo XVII; marxismo a fines del siglo XIX y comienzos del XX), se nos aparece exhausta, a nosotros que nos hemos visto demasiado tiempo como seres más bien caducos, entre el atraso y la periferia.

Esta cartografía política es la que parece estar por fin mutando. Salvo para quienes se encuentran cómodos en el gozoso (o rentable) lamento victimal de los colonizados, la evidencia se acumula en una nueva orientación, según la cual la crítica ilustrada radical –luego marxiana– puede encontrar hoy, fuera de Europa, las mejores condiciones materiales e intelectuales para su desarrollo.

El desarrollo ya no europeo de un movimiento que se apropie y continúe la crítica desplegada por la ilustración radical de cuño spinozista supone una compleja tarea de reformulación del fundamento naturalista, materialista y republicano-igualitario-radical para nuestros contextos.[[2]] Dicha reformulación supone, desde ya, una recreación del estilo de participación en las batallas culturales y políticas desde una perspectiva extremo-igualitarismo-libertarismo, más atenta a las pulsiones colectivas tendientes a la apropiación de la riqueza colectiva y a la generación de un dinamismo de mayor sensualidad que a la promoción de modas universitarias y editoriales dependientes de los centros occidentales de producción de saberes y mercancías.

Solo un auténtico cosmopolitismo desoccidentalizante o no-europeo[[3]] puede abrir polémicas a la altura de este programa y más próximas a las aspiraciones expresadas por vastos movimientos sudamericanos a lo largo de la última década y media.

La obra de Israel adquiere particular valor a la luz de estas tareas, y destaca su esfuerzo de reconstrucción de las coordenadas culturales y políticas del siglo XVII a partir de una minuciosa exposición del aparato de censura europeo; de un comentario inesperado del papel de las mujeres y de la cuestión de la sexualidad; de una bellísima descripción de la creación de instituciones pan-europeas como las bibliotecas universales; y en general, la confección de un mapa estratégico de los poderes confesionales y estatales desafiados por la izquierda del movimiento de la ilustración (con sus ediciones clandestinas de libros, la circulación de manuscritos, sus revistas y tabernas).

Estas polémicas (constitutivas de nuestra razón política) sobre los poderes de la razón, la libertad y el Estado, constituyen aún hoy un suelo fértil para revisar nuestras posturas y convicciones en el contexto de una necesaria y una más radical ilustración comunista sudamericana.

Un ejercicio de esta índole supone hoy un renovado empeño en la constitución de prácticas no teológicas de la tolerancia (decididamente enfrentada al poder pastoral); la formación de ideas, praxis e instituciones políticas apoyadas en un democratismo absoluto; y una renovada teoría del poder de la materia no ya solo moviente y mutante, sino además ensoñada (como decía uno de nuestros ilustrados radicales: León Rozitchner [[4]], capaz de combatir y sobreponerse al dominio teológico-racional-científico del ensamblaje tecno-capitalista[[5]] y su espiritual ley del valor.

Sin dudas, este debate estalló en nuestros países hace más de una década. La relativa debilidad del movimiento dio lugar a gobiernos en ocasiones demasiado débiles, y cómodos desde una perspectiva recurrentemente nacional. Entre nosotros, la ilustración moderada se volcó de lleno a estabilizar la preocupación por la gobernabilidad en detrimento del programa radical.

Es preciso, al contrario, ampliar la idea de “gobierno” para dar cuenta de una relación más abierta y compleja entre mercado, Estado y multitud a través de la creación de instituciones que escapen a la trampa soberanista. Instituciones que no separen el espacio de la creación y desarrollo del reconocimiento de derechos del espacio de la reproducción en la esfera económica.

Lo que finalmente nos liga a la ilustración radical es el hecho de que la crítica de la teología y de la soberanía trascedente sigue constituyendo la premisa de toda crítica del presente. Israel nos cuenta, por ejemplo las correlaciones elaboradas en el siglo XVII entre libertad de pensamiento y distribución y acceso a la tierra (Alberto Radicati di Passerano, 1689-1737), o la toma de postura a favor de la realización no represiva de la libido sexual de hombres y mujeres por igual (Hadriaan Beverland, 1650–1716).

Es que la ilustración radical, o la crítica de la teología-política no solo se replantea la relación entre libertad e igualdad, sino que reabre la idea misma de la naturaleza humana, hacia nuevos agenciamientos colectivos (“La naturaleza es una y la misma para todos”, dice el autor del Tratado Teológico Político).

La ilustración radical, en conexión con los contextos de radicalización no europeos de nuestro tiempo, abre las puertas para trascender los límites hasta ahora impuestos por el liberalismo en terrenos tan duros como son la definición misma de lo que entendemos por democracia e igualdad.

Es en la obra de Spinoza, mucho antes que en la de Marx, donde con mayor coherencia se ha pensado una ontología relacional[[6]] como base para una alternativa a la tradición liberal. De hecho, la preocupación por el hombre y su estado “natural” como tentativa de determinar los conceptos de democracia y libertad, derramando sobre cuestiones fundamentales tales como el derecho a la tierra, estuvo –dice Israel- en el origen de todos los igualitarismos militantes y revolucionarios.

El ya citado Conde Alberto, o Radicati di Passerano, por ejemplo, creía que la democracia y la igualdad solo se alcanzarían con la propiedad comunal de la tierra, y con la abolición del matrimonio y la familia. Una larga serie de autores de la ilustración radical son revividos para nosotros por Israel: Anthony Van Dale; Balthasar Bekker; los hermanos Koerbagh; Friederik Van Leenhof; Antonio Conti; Ehrenfried Walther Von Tschirnhaus; John Toland; Anthoni Collins; Abraham Joannes Cuffeler; Jean Baptista Boyer, Conde de D`Argens; Johann Georg Watcher; Henri de Boulinvilliers; Bernard Mandeville. Todos ellos nos enseñan que vale muy poco la coexistencia de una intelectualidad libre y de un funcionariado satisfecho ante un pueblo substraido. Puesto que la democracia y la igualdad no son valores para la legitimación de un orden, sino criterios inmanentes a la praxis colectiva que hoy debe fortalecerse en la superación de los años del terror, recuperando aquel saber radical según el cual la sociedad es prolongación y no ruptura y olvido respecto de la igualdad natural que de Spinoza a Rousseau fundamentan la acción colectiva.

Durante el siglo XVIII, comenta Israel, la percepción general es que el spinozismo es la absoluta antítesis del cristianismo, y la autoridad política evidencia una tensión semejante en el mundo intelectual a la que se generó durante buena parte del siglo XX con los seguidores de Marx.

Para entonces, el cartesianismo francés (Descartes, Malebranche) se encuentra en franco retiro de la guerra internacional de las ideas, dejando el tablero estratégico ocupado por cuatro grandes posiciones: el aristotelismo-escolástico, ya en declive; las dos grandes corrientes de la ilustración moderada: el empirismo inglés de Boyle, Newton y Locke, y el racionalismo-cristiano alemán de Leibniz-Wolff; y la ilustración radical, fundamentalmente spinoziana.

El más perturbador de los ataques de Spinoza a la autoridad fue su crítica a la Biblia. Así lo relata el gran teólogo de su tiempo, el suizo Johan Heinrich Heidegger (1633-1698): “Nadie atacó los fundamentos de todo el Pentateuco más desvergonzadamente que Spinoza”, y reclama un esfuerzo proporcional para refutarlo.

Entre los intentos más ingeniosos de la ilustración moderada por aislar a su ala radical y pactar con las cabezas más abiertas el mundo teológico-político se encuentra el “argumento del diseño”, según el cual la mera disposición del hombre a contemplar la naturaleza revela y demuestra la armonía y perfección del mundo y de la creación, y que este ejercicio elemental nos acerca a la redención, esto es, a utilizar los ojos para ver, los oídos para oír, y los demás órganos naturales para similares propósitos demostrables. El argumento del diseño asocia la redención a la finalidad, y propone una negociación aceptable para no pocos científicos y filósofos de la época.

Israel refuta, también, las ideas de la tradición inglesa según la cual es Thomas Hobbes quien inspira el teísmo filosófico británico. Según sus fuentes, también en Gran Bretaña es Spinoza y el spinozismo quien funda, por su radicalismo democrático, el ala radical de la ilustración.

El spinozismo fue considerado en toda Europa como el más articulado y radical ataque a las autoridades bíblicas y políticas de la cristiandad. La contrafigura genial de Leibniz lo certifica, con su proyecto de una filosofía compatible con la unificación de la cristiandad.

Es notable, y este es otro mérito de la obra de Israel, la influencia de Spinoza sobre una pluralidad muy grande de movimientos ilustrados, democráticos y radicales de toda Europa. Surge así otro Spinoza, moldeado en la crítica del cristianismo como modelo de toda “crítica” (al decir del joven Marx[[7]]), incluso –de eso se trata– del capitalismo contemporáneo.

La cuestión de la potencia de una filosofía materialista y subversiva de la inmanencia depende, también en nuestra actualidad, de la capacidad de recobrar el vigor de la crítica forjada como crítica de la teológica. Pues incluso hoy, las viejas metafísicas dualistas que animaron al cristianismo lo siguen haciendo con su contenido espiritual secularizado en las instituciones de nuestras sociedades.

Israel goza repasando la lista de inútiles refutadores que durante siglos intentaron neutralizar –a partir de la denuncia del texto– al spinozismo. Antiguos refutadores (y actuales entusiastas) comparten la misma fe en la filosofía de Spinoza como asunto de pura letra y palabra. Tal énfasis en la explicación erudita[[8]] bien puede descuidar un orden intensivo y menos textualista[[9]] de Spinoza. Un orden capaz, tal vez, de otorgar a su filosofía una actualidad política exquisita (¡Anticristo en tiempos de Francisco!).

El texto de Israel es, además, una valiosa prueba –por si aun faltase evidencia– del valor del registro de lo escrito en el pasado. Del papel de archivo (“archivo” también en un sentido foucaultiano[[10]]) sobre el cual revivimos el riesgo de la escritura clandestina y la productividad de enunciados radicales que socavan la época.

Igualmente iluminador es la reconstrucción de la circulación de los libros y manuscritos clandestino, “raros, costosos e ilegales” escritos por estos eruditos  decididos a cuestionar la autoridad por medio de la filosofía sin esperar, de estos esfuerzos, ninguna recompensa económica o de posición institucional.

La extraordinaria narración de Israel termina en la revolución. En la Francesa. La filosofía radical se encuentra por detrás, como tejido laico, asumiendo una eficacia mundana que las academias suelen rechazar, por pudor y por temor. Por una vez, la filosofía política asume una perspectiva completamente atea del Estado, en la que el poder de los gobernantes no descansa (y no debe hacerlo) sobre algún tipo de separación del grupo dirigente (jacobinismo)[[11]] respecto de su fundamento material; ya que no hay lugar para el “buen dirigente” con independencia de las vicisitudes de la constitución colectiva de deseos y necesidades. El príncipe colectivo deviene multitud en el ámbito de la economía, cuando la reproducción material deja de actuar como esfera “baja”, objeto de condenas morales o de técnicas puramente gubernamentales.

 

[[1]] Editado por Fondo de Cultura Económica, México, 2012.

[[2]] Israel se refiere a la “alta ilustración” (que llegaría hasta 1750) diferente a la de Voltaire y sus amigos que se habrían dedicado más a sistematizar que a agregar ideas, según el parecer del autor. La importancia política de esta lectura, que retoma la centralidad del spinozismo en el proceso de secularización, concierne también a las posiciones de cierta izquierda argentina que discute sobre la ilustración en términos de un mínimo de pedagogía de masas en el combate de las supersticiones del mundo popular. La derrota del marxismo nos haría “volver a Voltaire”. Al contrario, con Israel es Voltaire quien viene siempre “después” a sistematizar y publicitar lo que la batalla internacional de las ideas ha producido, y la lucha igualitarista y libertaria no admite ser regulada por “etapas”.

[[3]] No-europeo de ningún modo puede significar antieuropeo. El “no” (de no-europeo) no supone rechazo a Occidente, sino desplazamiento, apertura de un nuevo espacio desde el cual apropiarse productivamente de parte de la tradición a partir de nuevos (nuestros) problemas.

 

[[4]] A lo largo de su obra, Rozitchner se ha preocupado de diversas maneras por reunir, en su formulación crítica, la distribución de la tierra y el tratamiento del cuerpo pulsional. En el nivel filosófico, esta crítica supone cuestionar el cierre del concepto y del lenguaje teórico  sobre sí mismo, en un discurso abstracto, y su reapertura al fondo sensible y poético que lo sostiene. Rozitchner consideraba que las oscuridades del lenguaje de la obra de Spinoza, así como su apariencia racionalista, se debía precisamente a la ausencia de una tierra no cristiana en la que una ilustración judía (que abarcaría también a Marx) hubiese podido asentarse con una lengua propia mejor desarrollada. La propia posición política de Rozitchner frente al peronismo en la Argentina debe ser interpretada a la luz de esta discusión teórica de largo aliento. Lo que Rozitchner busca, a lo largo de toda su obra, es refundar un materialismo histórico alejado del cientificismo y del teoricismo. Recientemente, Oscar Ariel Cabezas se ocupó de este aspecto de la obra de Rozitchner, en su libro Postsoberanía: literatura, política y trabajo (Ediciones La Cebra, Buenos Aires, 2013). El autor de este estudio expone con agudeza la crítica “materialista” de Rozitchner al capital global -postsoberano- que destrata a la materia viva, aún si queda por elucidar el carácter ensoñado como índice de verdad (y de potencia) de las subjetividades resistentes. Rozitchner concreta con máxima claridad y belleza su formulación en su última obra: “Ensoñación sería la ‘materia’ del ensueño anterior al sueño, el cuerpo afectivo que emana del cuerpo y que hace que cada relación vivida con alguien o algo pueda aparecer como sentida y calificada en su ser presencia como teniendo un sentido” (León Rozitchner, Materialismo ensoñado, Tinta Limón Ediciones, Buenos Aires, 2011).

 

[[5]] Para una rica y minuciosa fenomenología del poder de los emplazamientos tecnológicos en nuestras vidas cotidianas ver: Christian Ferrer, El entramado. El apuntalamiento técnico del mundo; Ediciones Godot, Buenos Aires, 2012. También la obra de Franco “Bifo” Berardi, que ofrece un enfoque directamente político de la cuestión.

[[6]] Nociones provenientes de la obra de Gilbert Simondon -particularmente en La individuación (Ediciones Cactus y La Cebra, Buenos Aires, 2009)- tales como trans-individualidad o equilibrio meta-estable aplicadas a la lectura de Ética iluminan aún más el potencial no-liberal de la ontología relacional en Spinoza.  Así lo comprendió y desarrolló Étienne Balibar en su artículo “Spinoza. De la individualidad, a la transindividualidad”, una jugosa conferencia que dio el filósofo en Rijnsburg, Holanda, en 1993 y que, luego de ser revisada, se publicó en castellano en el Nro. 25 de la revista Confines, de noviembre de 2009, y de modo independiente por la Editorial Brujas, en la ciudad de Córdoba, el mismo año.

 

[7] La recurrencia Spinoza-Marx/spinozismo-marxismo en Israel es explícita, aunque no desarrollada, y descansa en el hecho de que ambos fueron vistos por los poderes europeos como la “más absoluta antítesis y el primordial adversario del cristianismo y la autoridad”. Existe una pluralidad de fuentes para desarrollar los vínculos entre Spinoza y Marx. Los biógrafos de este último se han encargado de señalar la importancia del encuentro del joven Marx con la obra de Spinoza en 1841, cuando se entregó a la lectura del Tratado Teológico Político (Maximilien Ruble, Karl Marx. Ensayo de biografìa intelectual, Paidós, Buenos Aires, 1970). Esas lecturas quedaron registradas en un cuaderno de notas que se acaban de editar en castellano (Carlos Marx, Cuaderno Spinoza, edición a cargo de Nicolás González Varela, por la editorial española Montesinos). La influencia directa de Spinoza sobre Marx es objeto de una abundante investigación en el terreno de la filosofía política contemporánea. Miguel Abensour resume la cuestión de este modo: “De Spinoza, Marx retiene pues no solamente la tesis central del Tractatus Theologico Politicus favorable a la libertad de filosofar, sino la idea de que, para fundar la Res Publica, conviene destruir el nexus teológico-político, ese mixto impuro de fe, creencia y discurso que invita a la sumisión, esa alianza particular de lo teológico y lo político (tal el estado cristiano contemporáneo de Marx) en la que, por la invocación de la autoridad divina, lo teológico invade la ciudad, reduce a la comunidad política a la esclavitud y, peor aún, desequilibra totalmente su ordenamiento superponiendo a su lógica propia una lógica dependiente de otro orden” (Miguel Abensour, La democracia contra el Estado, Colihue, Buenos Aires, 1988). No resulta exagerado afirmar que la idea de una “crítica radical” en Marx se encuentra inspirada en gran medida en la crítica radical de Spinoza a la teología. Fue Gilles Deleuze quien con mayor claridad ha señalado que en la crítica spinozista de la  teología se elabora el modelo más coherente de toda trascendencia (incluida la específica trascendencia inmanentizada del capital).

[8] En efecto, la obra de Henri Meschonnic ofrece una reflexión sobre políticas de la lectura y de la interpretación y traducción de textos, fundada en una teoría lingüística del “ritmo” contrapuesta a la hegemonía del “signo”, cuyo ámbito es, de modo inherente, teológico político. Meschonnic se apoya en particular en la obra de Spinoza para elaborar su crítica al tratamiento de los textos de acuerdo con las modernas teorías linguísticas y de la lectura. A partir de la célebre fórmula “no se sabe nunca lo que puede un cuerpo”, para Meschonnic no se trata de explicar a Spinoza, sino de practicar un spinozismo vivo caracterizado por el continuo (concatenatio) entre cuerpo y palabra (¿Qué puede un cuerpo en el lenguaje?). Una nueva versión de la crítica materialista se esboza en el espacio del lenguaje y de la escritura, destacando el ritmo como momento de singularización subjetiva por sobre la tiranía del signo de las semióticas, demasiado significante, secretamente teológico (La poética como crítica del sentido, Mármol Izquierdo Editores, Buenos Aires, 2007).

 

[[9]] En su análisis de la relación de Goethe con Spinoza, Fritz Mauthner se refiere a la Ética de Spinoza como “mi antiguo asilo”; a ella recurre quien descubre que todo es vanidad, y pasa por inhumano, ateo y ajeno al mundo intentando pensar lo eterno. Aclara de inmediato que él no hubiese “firmado sus escritos” porque Goethe había descubierto que “nadie comprende al otro”, que “nadie piensa lo mismo cuando se pronuncian las mismas palabras”. La confianza de Goethe en la obra de Spinoza “reposaba sobre la calma que había producido” en su vida. El régimen de intensidad sobre el del puro entendimiento lógico textual. Las citas de Goethe pertenecen a  Fritz Mauthner, autor de Spinoza, bosquejo de una vida (Encuentro Grupo Editor, Córdoba, 2011).

[[10]] El archivo audiovisual como objeto de una filosofía que se esmera en considerar la ontología como una sucesión de a priori históricos, tal y como lo explica Gilles Deleuze en su recientemente publicado curso sobre Foucault, El saber. Curso sobre Foucault (Cactus, Buenos Aires, 2013).

[[11]] La historia que vincula a Spinoza con la Revolución requiere –así lo ha pensado Remo Bodei en su clásico Geometría de las pasiones. Miedo, esperanza, felicidad: filosofía y uso político (Fondo de Cultura Económica, México, 1997)- de algunas precisiones: “Spinoza no pide en absoluto a los individuos sacrificarse a sí mismos y a sus pasiones, ni en nombre del Estado, ni en nombre de Dios. Él es el defensor de la utilitas, de la tendencia a la auto-conservación previsora y no miope, que se robustece en alegría, sociabilidad y “amor intelectual” de Dios”; “El esfuerzo de los jacobinos ha sido el de cambiar el problema de la voluntad y de las pasiones de la esfera privada e individual a la pública y colectiva”; “La revolución pretende crear el ‘hombre nuevo’ no tanto a través del control endógeno o exógeno sobre las pasiones, cuando a través de la eliminación de los obstáculos y de los condicionamientos que provocan las desigualdades socialmente nocivas, la impotencia o la prepotencia en el obrar, las ilusiones y los conflictos”; “Spinoza y los jacobinos se hallan, respectivamente, en el origen y los finales de la crítica al Estado absolutista, pero están en las antípodas de la valoración del moi soleil, tanto como sujeto de soberanía, cuando como individuo o ciudadano moralmente responsable”. En definitiva, el problema revolucionario es asumido de maneras diferentes por spinozistas y jacobinos (de un modo que conserva toda la actualidad para nuestra propia coyuntura): “La respuesta spinosista consiste en decir que hasta que un individuo o grupo acumule en sí tanto poder que se imponga a los demás, todo escándalo por tales sacrificios será vano. El único remedio a semejante situación consiste en aliarse los ciudadanos para alcanzar juntos el poder común tal que impida toda excesiva desproporción de sus componentes”; al contrario, “los jacobinos –aun cuando implícitamente habrían aceptado esta solución– siguen, de hecho, en su breve experimento, un camino diametralmente opuesto. En vez de eliminar el miedo y la esperanza del horizonte individual y colectivo, los consolidan; en vez de transformar las pasiones las dividen (combatiendo aquellas frías y tranquilas, ligadas al “egoísmo” y a la indiferencia, y exaltando aquellas calientes, tórridas o “gélidas” ligadas a la amistad, a la fraternidad, al amor por la patria y la humanidad o bien al odio y al terror); en vez de practicar, spinozianamente, una “meditación de la vida”, retornan a una “meditación con la muerte”, reproduciendo, en trágicas circunstancias, el nexo clásico muerte-razón”; resulta que “con el modelo jacobino, la sabiduría filosófica se funde con las pasiones, se vuelve ideología, en cuanto unión de razones y pasiones, de filosofía y sentido común, de jefes políticos y masas. En el intento por influir sobre la naciente opinión pública, la distinción entre verdad y opinión, entre razón y deseo, se adelgaza hasta casi desaparecer. De la figura del sabio se pasa a aquella que quisiera definir del homo ideologicus moderno, el cual utiliza o cree utilizar las pasiones en última instancia  en beneficio de la razón, orientando –según “mitos racionales”, amasados con ilusiones conscientes y esperanzas fabricadas en serie– aquel mismo pueblo que antes había sido guiado a través de “mitos pasionales”. En cambio, “El sapiente spinosiano (que había rechazado el miedo y la esperanza) se transforma ahora en político-agitador-filósofo, en “intelectual” que opera por medio de ellos sobre la razón y sobre la sociedad, con el fin, sin embargo, de extender a todo el cuerpo social aquella libertad y aquella felicidad que Spinoza asignaba al sapiens”; “Spinoza y los jacobinos están además, en el origen de dos opuestas perspectivas de la democracia. EL filósofo holandés basa su reconocimiento del derecho de los individuos a la autodeterminación política sobre el poder efectivo que viene, cada vez, colegialmente conseguido por el cuerpo político; los revolucionarios franceses, sobre principios universales de emancipación humana, que establecen un programa y una dirección en marcha para practicarse en tiempo largos y difíciles y que presuponen un molde rígido o una adecuación del individuo a la “voluntad general”; “Rechazando toda propensión al ascetismo y a la renuncia de sí mismos, Spinoza indica el camino para una democracia no exclusivamente ‘formal’, para una individualidad que no deduzca sus derechos sólo de principios o de leyes universales (que aunque indispensables, pueden entrar en conflicto entre sí), sino del grado de la propia ‘potencia de existir’ lograda en relación y en alianza política con los propios semejantes”.

Vitalismo “turbio” o los movimientos aberrantes en Gilles Deleuze // Diego Sztulwark

Solo el náufrago devuelve a la isla su desierto, para hacer de ella nuevamente una tierra sin hombres.

  1. Devolver a los sonidos y a las imágenes su capacidad de lucha contra los poderes. Redescubrir las potencias de la tierra y sus poblaciones contra el paradigma securitista de despoblamiento. Tomar la palabra para hablar solo por aquello que permanece imperceptible, minoritario, contra aquellos que representan a los otros o hablan de sí mismos. Orientar el pensamiento hacia el sin fondo que se eleva junto con los trozos de ser –simulacros, fallas, partículas– que pueblan, irregulares, las superficies, contra los que pretenden un fundamento (o bien celebran el desfundamento como tal). Dotar de consistencia toda esa inestable heterogeneidad: ni caos ni orden, caósmosis. Tal el programa deleuziano de una anarquía coronada que David Lapoujade reconstruye minuciosamente (en colaboración con Felix Guattari), con elegancia y sin estridencias, en el libro Deleuze, los movimientos aberrantes.[1]

¿Por qué el autor –compilador de dos libros fundamentales de Deleuze: La isla desierta y Dos regímenes de locos– ha creído necesario o simplemente útil volver sobre el archiconocido arsenal de “acontecimientos”, “devenires nómades”, “cuerpos sin órganos”, “planos de inmanencia” y “rizomas”, tan celebrados como inofensivos, que sobreabundan desde hace años en la retórica de medios alternativos, militancias y universidades? ¿Y qué sentido de la oportunidad hay en la reedición de un discurso que pareciera ser parte de la promesa incumplida de la filosofía y la política radical a las rebeldías que animaron a buena parte de la  región sudamericana?

Lo primero que habría que decir es que el Deleuze de Lapoujade es sorprendente. Un abogado, un pensador del derecho volcado sobre cuestiones de jurisprudencia, preocupado por fundar los principios de legitimidad de lo que existe. Un lógico, un maestro de la razón suficiente capaz de dar cuenta de la génesis y el despliegue de todo aquello que escapa a las estructuras y formas acabadas, dedicado a la formalización en los más diversos campos: una lógica del sentido, otra de las sensaciones, otra más para el deseo y una para las multiplicidades. Y finalmente un agrimensor, un filósofo de la tierra y las poblaciones, cuya política pasa por el desierto y las ciudades, lo nómade y lo sedentario, lo molar y lo molecular, lo liso y lo estriado. En Deleuze y en Guattari, pensar y desterritorializar constituyen un mismo movimiento.

Un libro así vale por sus pretensiones. Pero quizás lo que en verdad importa sea el valor de uso que pueda tener para quienes necesitamos sobreponernos del agotamiento de un dispositivo de lectura apoyado en un ciclo de luchas –el de los llamados “movimientos sociales”– que pide ser recompuesto por entero. La filosofía puede animarnos a atravesar una cierta decepción –fracasar más, de otro modo– y proveernos de una sabia suspicacia para abrirse paso entre el orden y el nihilismo pasivo en el que arraiga. Tal el valor de estos movimientos aberrantes: nos hacen entrar en contacto con una nueva fuente del derecho de existir.

  1. Desarmar y recomponer dispositivos colectivos de lectura es un arte directamente político. No porque refiera a los avatares del Estado, sino porque conduce a la génesis de las fuerzas, a la naturaleza misma de lo político como mixto de potencia y legitimidad que afecta todo lo que existe. Los movimientos aberrantes remiten al problema de los pueblos, clases, sexos y formas de vida que permanecen imperceptibles, desconsiderados bajo el imperio del derecho tal y como resulta deducido de la axiomática del capitalismo mundial integrado.

El capitalismo, tomado como máquina global que funciona concretamente a partir de axiomas (que se adjuntan o substraen), oscila entre dos polos: uno flexible y socialdemócrata –o populista–, reconocible por la formación de un mercado interno y por su mejor recepción de las demandas y luchas populares; y otro más rígido y totalitario, que hace depender el funcionamiento social de unos pocos axiomas orientados al mercado exterior y al poder del Banco Central de controlar la inflación. Situar lo político como práctica que hace causa común con todo aquello que no se adecúa al sistema de legitimidades deducidos de la axiomática capitalista (el modo de distribución de la tierra y de las ideas, de los signos y de los cuerpos, del tiempo y de la información) nos introduce en una política –una lógica y una reivindicación– propiamente aberrante.

Esta cuestión afecta de lleno el pensamiento, tomado por las mismas existencias menores, el mismo abismo a-lógico del que emergen cada una de las pretensiones territoriales, catastrales y mentales. El pensamiento en Deleuze, anuncia Lapoujade, se efectúa entonces como un combate que se libra en al menos tres líneas. La primera de ellas se desarrolla en los frentes activos: materialismo vs. idealismo, empirismo vs. racionalismo, spinozismo vs. cartesianismo, etc.; y luego, en alianza con Guattari: esquizoanálisis contra el psicoanálisis, en defensa de un inconsciente fábrica. Se trata de una toma de partido que delimita un campo enemigo y uno de aliados. La segunda es completamente diferente. Ya no se trata del pensamiento tomando partido en un enfrentamiento, sino del modo singular en que se distribuyen las ideas en el propio pensamiento: es el combate que se traba con lo impensado del propio pensamiento, la sensibilidad con que se perciben ciertos problemas, el modo de desplazamiento de esos problemas. En este segundo nivel, más solitario quizás al inicio, pensar es comprender estos desplazamientos, descubrir las coordenadas de un movimiento del que se es paciente más que agente, sin disponer de soluciones preexistentes, y acompañado  por unos aliados que deben ser creados gradualmente. A diferencia de las tomas de partido que establecen posiciones relativamente fijas, este nivel de la lucha nos hace ocupar posiciones nuevas. Se ve con claridad que los combates del pensamiento son en realidad un asunto que concierne a la vida como tal. Esto se torna muy evidente en un tercer nivel, el más peligroso y el más característico de los movimientos aberrantes: en tanto que fenómenos de desborde, estas existencias anómalas o problemáticas traspasan los límites y arrojan el pensamiento hacia una línea de abolición, por la vía de una experimentación/despersonalización en la que la propia vida resulta amenazada. Vitalismo “turbio” de Deleuze –según Lapoujade–, en el que los movimientos aberrantes atañen de modo directo al fluir de la existencia sin eludir la cuestión central de la crueldad y la muerte.

La relación entre vida y muerte está captada en la fórmula con la que Deleuze explica a Foucault: “Un vitalismo sobre fondo de un mortalismo”. También en Nietzsche: la versión del eterno retorno deleuziana, dice Lapoujade, consiste en un doble movimiento mediante el cual la forma personal –con su arraigo territorial– debe morir (lo “mismo” es lo que no retorna) para que las potencias puedan afirmarse libres (nueva vida) como diferencia. Cambio de piel o renacimiento, o Acontecimiento. Se produce entonces una redistribución de las potencias –afectos, gustos, percepciones– sin respetar en lo más mínimo las consistencias o coherencias del pensador (crueldad mortecina de la vida sobre el viviente). Salvador Benesdra nos dice en su novela El traductor:[2] “Lo que quería era acabar con mi vida. Es decir, conmigo, con la vida que llevaba hasta entonces, con mi persona, con mi identidad. Con las cosas en las que había creído, con los gustos que había tenido. Para que cuand o todo acabara de derrumbarse volviera a aparecer esa última compañía infaltable que solo se avergonzaba de mis propias vergüenzas, que solo despreciaba mi propio desprecio de mí mismo, que solo me culpaba por mis sentimientos de culpabilidad, que solo aplaudía como cumbre de todos mis aciertos esa hazaña puramente casual de no haberme pegado un tiro. Quería empezar de veras de cero, aún con toda la arbitrariedad que había en poner en esa cifra el marcador cuando ya había recorrido 37 hitos del camino y me faltaban tan pocos para el final”.

El papel de lo negativo es el de lo insoportable, la incapacidad de tolerar la potencia vital con los cuerpos organizados y los pensamientos ya formados, el presentimiento de que para encontrar la vida hay que atravesar desorganizaciones, muertes. No se trata de la muerte empírica y orgánica –la que “viene de afuera”–, sino de una muerte de las formas personales, un “ya no” destructivo que señala la afirmación de una nueva vitalidad, “vida inorgánica” indiferente a los cuerpos que atraviesa y a los que arrastra y que, siguiendo a Salvador Benesdra, se confunde con el suicidio. Pero solamente se confunde, porque de derecho se trata de un combate múltiple –contra las tesis enemigas, contra nuestras propias formas, contra la deriva suicida de la pasión de abolición–, grito y guerra, fuerza crítica demoledora contra un régimen de muerte, una voluntad de control y de seguridad, un esclavismo maquínico y un despoblamiento de la tierra específicamente capitalista.

  1. ¿Es el pensamiento de Deleuze más oscuro de lo que muchos creíamos? Es preciso que así sea para que nos siga acompañando en una coyuntura más reaccionaria en la que ya no funciona la identificación rápida entre movimientos sociales y ser del devenir. Una buena parte de las luchas del ciclo autónomo que precedió al 2001 comprometió sus esfuerzos posteriores en el terreno de la adjunción de nuevos axiomas (“derechos”). Axiomas que hoy hay que defender ante el vuelco totalitario del Estado. ¿Cómo se lee la filosofía de Deleuze, filosofía orientada a trazar mapas y conectar con lo imperceptible, tan repulsiva de la forma humana –los cuerpos “organizados”, desechos de Edipo, y subjetivados bajo la interioridad propia del Aparato de Estado–, que solo le canta al “pueblo por venir” y a la “tierra que falta”? La noción de movimientos aberrantes permite recorrer el camino imposible, realizar las torsiones necesarias para conjugar una estrategia popular defensiva –defensa de axiomas, de derechos– junto a una ruptura del horizonte de posibles derivados de la máquina axiomática. Del movimiento social a los movimientos aberrantes se produce esta mutación conceptual: la emergencia de nuevos enunciados y visibilidades permite acentuar el carácter de ruptura y disidencia de las luchas defensivas respecto del régimen de sujeción. La “aberrancia” es una noción límite, puesto que nos hace pasar del mundo dado (mundo reconocible de los sujetos y las formas) al de los desvíos (en el cual se hacen perceptibles las potencias y las conexiones moleculares). Se trata de una noción fuertemente política –no es un concepto moral–, un modo de ser extraño a aquellos que se derivan –que extraen su legitimidad– del derecho provisto por los axiomas del capital. Ni neoliberalismo ni socialdemocracia –aunque no den igual–, ni mundo de las formas ni disolución en el caos –que no son lo mismo– sino un “entre” que no surge de la polémica entre los polos sino de seguir la línea sinuosa, un “ni…ni…” capaz de elaborar los “protocolos” de deserción de la forma humana, la ley soberana y el límite descendido de los cielos. Lapoujade comenta estos procedimientos perversos –invertir, plegar, crear simulacros, trazar dobles liberados de sus límites, contra-efectuar– y los compara con los esquizos –huir, fugar, vaciar, tender al límite– que aniquilan los posibles-dados en la medida en que ya no se soportan, parar abrir nuevas combinaciones (“¡un posible, o me ahogo!”). Perversos y Esquizos son los héroes de Lógica del sentido, los creadores de sinsentido –nuevos posibles– en las zonas paradójicas o ciegas del ser, inoculadores de anarquismo en medio de las individuaciones modelizadas emanadas de la axiomática capitalista.

La filosofía de Deleuze no es un optimismo (más bien pesimismo con lo humano), ni un pesimismo (más bien un asombro por “lo que el cuerpo puede”, a pesar de todo). Ni una cosa ni la otra, sino línea spinozista que pasa entre las formas haciendo causa común con todo aquello que es capaz de remontar el pensamiento para plantear nuevos problemas (fascinación de Deleuze por los grandes creadores). Quizás el libro de Lapoujade quiere decirnos una única cosa: en Deleuze no se da un Todo Abierto (un Interior en conquista de su Exterior, ni una “filosofía de lo Uno” como cree Badiou), sino un Todo Afuera, en el que solo hay Todo coincidiendo con el Afuera (sentido de la fórmula deleuziana de univocidad del ser). Los movimientos aberrantes dramatizan esta presencia del Afuera “en” el Todo, la acción de “entre” (o “ni, ni”) y los fenómenos de deformación y subversión asociados a su nueva comprensión de la noción de “límite”.

Esta dialéctica Todo Afuera trae aparejada, además, una nueva percepción del espacio del pensamiento: sustituye la imagen evolutiva por la de las coexistencias, en las que realidades diferentes (como por ejemplo Aparatos de Estado y Máquinas de Guerra) se afirman al mismo tiempo. El Afuera ya no es un mero exterior, sino aquello inconcebible, heterogéneo e informe que, sin embargo, participa de la existencia, incluso en lo más próximo o íntimo. Es lo impensado que el pensamiento no sabe pensar, y al mismo tiempo aquello que solo puede ser pensado bajo su influjo o provocación. Aquello que solo puede ser pensado cuando el pensamiento es llevado hacia sus límites (y lo mismo cabe decir de la sensibilidad:  es el “afuera” o lo insensible que la sensibilidad no sabe captar, y que solo puede ser sentido cuando una violencia la fuerza a llegar a su propio límite). El pensamiento por lo tanto viene de afuera. No es mero funcionamiento de una facultad. Es el producto de una violencia e implica siempre un trastorno, el atravesamiento de una zona de impotencias. François Zourabichvili[3] describe bellamente las figuras que adopta el pensamiento empantanado en esa impotencia: el Idiota no sabe, no puede hacer lo que todos saben (Proust, Kafka o Piglia declaran que no pueden escribir, mientras todos escriben); el Celoso se ha enterado, gracias a signos aleatorios que lo han perturbado, de una presencia inquietante, un problema o una idea, y se obsesiona con ellos. En otras palabras, las potencias se engendran sobre un fondo de impotencias, así como las ideas o las sensaciones se forman a partir de un fondo a-lógico y una materia intensiva. De allí la acertada aclaración de Lapoujade: cuando Deleuze escribe “lógica” hay que comprender “génesis”. Aclaración que tal vez se pueda extender del siguiente modo: cuando aparezca la palabra “potencia” habrá que ser capaz de leer “síntesis disyuntiva inclusiva”, es decir, aparición de ese Todo Afuera, capacidad de conectar lo heterogéneo, “encuentro” como instauración de relación entre cuerpos o términos que hasta el momento no lo tenían. Es la lógica del acontecimiento.

  1. Si interesa este vitalismo “turbio” es porque el vitalismo limpio no ha dejado de caracterizar al discurso del amo, prefiguración neoliberal, performatividad del capital: “crear mundos”, “superar límites”, “vivir auténticamente” son consignas emanadas de una razón mercantil exacerbada cuyo único propósito es hacer de la existencia un continuo de consumo, un consumo no de tal o cual producto, sino de vida como tal. Lo turbio caracteriza una potencia defectuosa, una vida inadecuada al régimen de visibilidad deducido de la axiomática capitalista. Una potencia que se engendra sobre un fondo de impotencias, una vida afectada de improductividad por la fragilidad, la enfermedad y la muerte. La potencia, tal y como la concibe el capital, es la idealización que desde este se hace del trabajo vivo como esclavitud motivada. La potencia de un vitalismo turbio, en cambio, existe en su reverso como crisis de esa idealización, como autonomización de la actividad humana respecto de todo modelo. Un vitalismo turbio se engendra en las zonas de inactividad capitalista. El desarrollo del capitalismo depende de un ejercicio continuo de superación-desplazamiento de sus propios límites (como lo explicaba Marx con su ley sobre la tendencia decreciente de la tasa de ganancia), que consiste en la destrucción de parte del capital y en la creación de nuevas zonas de negocios –una axiomática global, engendrada a nivel del mercado mundial y efectuada en cada uno de los Estados nacionales–. Entre destrucción –descodificación– y creación –nuevas codificaciones–, a la axiomática del capital se le escapan flujos de existencia: unas vidas, unas poblaciones, unas tierras que se valorizan por sí mismas. Los movimientos aberrantes nombran aquellas existencias no deducibles del capital. Su misma existencia plantea entonces un conflicto en el nivel del derecho. ¿A qué derecho pueden aspirar estas existencias “menores” que no son reconocidas en el juego de la axiomática capitalista?[4] Desprovistos de un reconocimiento por parte del sistema de legitimidades fundado en la axiomática (derechos); imperceptibles dentro del rango de percepción que a partir de la axiomática se modula, el espacio formado por los flujos descodificados se puebla de enunciados indecidibles (potencialmente revolucionarios), un desvío sucio –simulacros, dobles perversos, realidades truchas– con respecto a la potencia pura como semblante del dinero.

Atravesando todo tipo de crisis, la lógica del capital aparenta una inconmovible fuerza evolutiva, colonización de un adentro –en el que el trabajo es determinado por cierta relación con el dinero– y un afuera siempre por conquistar –nuevas oportunidades y desafíos–. Una interioridad que los Estados organizan con los restos siempre reconstituidos de un poder soberano –estriamiento del espacio, puesta en resonancia de sus términos– y un exterior que amenaza como destrucción. A este par interior/exterior le corresponde una temporalidad como crisis/innovación, alternativa dramática de la axiomática global (derecho convencional).

Si algo distingue a la axiomática del capital de las existencias menores es la diferencia con relación al límite. Mientras el ensamble capital-Estado organiza un interior regular contra un exterior salvaje, desplazando una y otra vez sus fronteras, los movimientos aberrantes o existencias menores derivan el límite de su propia potencia (llevan lo que pueden al límite); su relación con el límite es de tipo membrana o filtro, es decir, de relación selectiva/creativa con su afuera, con el que no dejan de comerciar bajo todas las formas imaginables. Instauran relaciones fantásticas allí donde no hay relación entre términos, relaciones imperceptibles –pura audición, o visión–, expresiones de un sin fondo, de un Afuera Todo, esbozos de un nuevo derecho.

En otras palabras, la jurisprudencia como fuente del derecho –la expresión de conflictos del y en el propio derecho– revela la presencia de reivindicaciones y luchas que implican nuevas relaciones con la tierra, el cuerpo y el lenguaje. Nuevas poblaciones –no importa cuán minoritarias ni cuan antiguas– que Deleuze piensa como “devenires”, es decir, como mutación, descentramiento de la forma humana, creación de posibles. Esto es así en Diferencia y repetición, donde la diferencia se diferencia de sí misma a partir de una serie de repeticiones excéntricas; pero también en Mil Mesetas, donde las multiplicidades y sus “máquinas abstractas” tienen siempre una cara (o “punta”) desterritorializante, desestratificante. Dos modos de concebir la totalidad. La primera, soberana, que solo se abre para desplazar sus límites con el afuera. La segunda –la “máquina de guerra”, el esquizoanálisis– que actúa instaurando membranas, alisando el espacio, conectando con el afuera. Todo Abierto –apertura relativa– o Todo Afuera –apertura absoluta–. A cada uno de estos modos le corresponde una forma de desterritorialización: la relativa, propia del capitalismo (descodificación y desterritorialización de flujos de riqueza y de actividad humana, conjunción axiomatizada sobre la base de las conexiones del cuerpo social dominado por el dinero, del impulso del dinero-capital por ampliar sus límites), versus la otra, la absoluta (o “nueva tierra”, o “pueblo por venir”; libre conexión entre flujos que huyen de la axiomática del capital).

  1. Lo “turbio” en Deleuze no es un detalle menor, sino lo que puede permitirnos una reformulación del dispositivo crítico de lectura. Lo turbio se impone a la vida en la medida en que ella está afectada desde el inicio por una muerte. La vida “turbia” indica la presencia de la muerte, de la impotencia en la potencia, del sin fondo sobre la superficie. Como lo ha indicado Franco “Bifo” Berardi en varios de sus textos, el capital –de modo privilegiado en su versión norteamericana– es puritano y lee todo barroquismo o pliegue de lo real como distorsión y señal de fracaso tanto social como psíquico. El semio-capital depende de su capacidad de codificar las diferencias, extirpando cada una de las impurezas que obstaculicen la perfecta compatibilidad entre signos. En el mundo “peludo” del espesor de la materia, de las existencias corpóreas, los signos son a descifrar y requieren, por lo tanto, una aptitud sensible o sensual para la comprensión de lo no dicho, puesto que ni los signos ni la relación entre ellos han sido previamente programados. La “muerte” deleuziana (esa muerte no-empírica, que no hay que confundir con la que viene de afuera aunque a veces coincidan) es la distancia o el más allá respecto de este espacio-tiempo preformado o modélico, la percepción íntima de un Afuera heterogéneo, la exploración de relaciones inéditas, la comunicación contra natura entre singularidades propias y ajenas (devenires), la soledad, poblada o desértica, como inmanencia absoluta, plano de partículas-luz de las que se deducen los cuerpos como pura potencia. Ya es difícil entender que en Deleuze ser “de izquierda” sea adoptar las disposiciones necesarias para “querer el acontecimiento”. ¿Hay que agregarle a la fórmula una dificultad extra? Parece que sí, que “ser de izquierda” también puede decirse en el sentido de “querer lo turbio” o “querer la muerte” (en un sentido similar al que se suele atribuir a la idea de “muerte del hombre” en Nietzsche). La distinción entre ambas muertes es entonces fundamental: la muerte que se invoca en la filosofía de Deleuze es el punto exacto en el que el morir es destituido, momento de la “transmutación” donde la muerte es sustituida por una nueva figura vital.

De allí la sensación de falsedad que provocan las izquierdas cuando compiten por la pureza de la vida alternativa o de la potencia auténtica, con consignas que apelan al consentimiento de la voluntad (como “podemos” o “se puede”), que a la larga se adecúan mejor al discurso del tipo coaching. Las existencias “menores” –modos de vivir, de pensar– expresan el punto de vista de aquellos flujos de riqueza y de actividad humana no perceptibles, que han abandonado la forma –han muerto– en provecho de potencias –aberrancias– incapaces de legitimarse desde el punto de vista de la axiomática capitalista.  Quizás haya que leer así la célebre frase de Mil Mesetas: “Antes del Ser, está la política”. Piqueteros y Movimiento de Mujeres en Lucha,[5] Sin Tierra, Zapatistas y Mapuches no valen como renovación de un impulso de las vanguardias del autonomismo –modelos alternativos listos para usar o desafiar políticamente a las elites–, sino como salientes de un subdesarrollo plebeyo (o “runfla”) que atraviesa con potencia toda vida de un nuevo modo –abierto, “disyunción incluyente”– de hacer síntesis (y percibir multiplicidades) que escapan a la dialéctica convencional de las izquierdas; salientes que contactan a partir de sus distancias con otras tantas reivindicaciones minorizadas.

  1. Hay un trasfondo teológico del que la filosofía, la ética y la política (¿y el psicoanálisis?) no acaban de independizarse. La buena forma, la invariancia estructural, lo bien constituido, la idea acabada, la individuación cerrada sobre sí misma: el fundamento. Son otras tantas máscaras de la presencia del buen dios, principio trascendente e instancia garante del orden. Dios Creador, Dios Organizador. Ese dios exige evolución, salud, buena disposición, proyectos sustentables. Es ante él que la pura vitalidad deviene vitalidad pura. Todo orden responde a –y precisa de- una teología.

Tras la muerte de dios nacen las nuevas síntesis disyuntivas inclusivas. El eterno retorno ha destruido la síntesis por convergencias (Dios-Mundo-Yo). La dialéctica concierne ahora al Todo Afuera de la multiplicidad y la disparidad, y se da por igual dentro y fuera del pensamiento, ya que en el nivel de los cuerpos y de las ideas encontramos el mismo proceso de determinación. Este último se inicia por lo indeterminado entendido como coexistencia virtual de diferencias afirmadas en su disparidad; materia continua en la que los términos indeterminados se muestran también como determinables en la medida en que entran en relaciones de determinación recíproca que engendran las formas individuales. A la determinabilidad virtual y la determinación recíproca de la forma individual, Deleuze agrega la determinación completa o acontecimiento ideal, de la que cada individuo no es sino una cierta variación.

Con su habitual ironía, Slavoj Žižek cree ver en Deleuze un “paganismo”. También en Spinoza. Henri Meschonnic sostiene que Spinoza ha inmanentizado la divinidad –el principio de dar vida–. A ese registro –“línea de brujería”– pertenece la lógica de los movimientos aberrantes o demoníacos. Bajo el nombre de acontecimiento se agrupan una serie de fenómenos que manifiestan por su cuenta un poder temporalizante que consiste en redistribuir potencias, siendo el tiempo repetición a-centrada que decide un “antes”, un “durante” y un “después-abierto” a esta redistribución. Una línea diagonal  vuelve coexistente estos tres tiempos. Una actividad turbulenta que sustituye el “porvenir” (personal) por el “devenir” (impersonal). El acontecimiento es diabólico por cuanto hace coexistir en sí mundos “incomposibles”.

De modo que el ser es tiempo acontecimental, distribución impersonal de las potencias. Sucede que nos descubrimos incapaces de amar, de actuar políticamente, de escribir. Esta impotencia es ya una posición ante una tarea que nos importa y frente a la cual no podemos nada. Un “antes” propio del acontecimiento. Luego devenimos capaces cuando ya no dependemos de nuestras capacidades previas, gracias a una redistribución sorprendente que se produce en nosotros. Un  “durante” del acontecimiento. Por fin, notamos que esa nueva distribución de potencias no ha tenido la más mínima consideración por nosotros, algo “ha pasado” a nuestras espaldas, ya no somos los mismos. Un “después” del acontecimiento. El acontecimiento es la diagonal de tiempo que hace coexistir la redistribución entera. Y su forma subjetiva es el “presentimiento”, una cierta capacidad para sentir la simultaneidad diferencial que se activa cada vez que se introduce un fragmento de acontecimiento futuro. El presentimiento capta la influencia de lo que aún no existe sobre lo que existe, y acompaña un movimiento de deserción de la libido respecto del círculo de lo que existe (un asesinato del yo). La percepción del acontecimiento, en el presentimiento, es bajo la forma de la pregunta “¿qué ha pasado?”, y su abordaje antropológico –según dice Deleuze, en una de sus clases–[6] es un ejercicio de “estimación colectiva” (una lógica del presentimiento).

El acontecimiento se revela así como crueldad de la vida. Una destrucción que se lleva a cabo a nuestras espaldas. De pronto ya no queremos ni podemos lo que antes (“¿qué ha pasado?”). Eso que éramos ha muerto. Aspecto aniquilador con el que se afirman potencias de vida sin ninguna clase de consideración por la coherencia en la que nos afincamos. La crueldad es esta desconsideración respecto de aquellos objetos (y formas) a los que se aferran los sujetos. Si lo propio de esta afirmación de lo que difiere es deshacer todo lo que impide la distribución renovada de las potencias, el papel de lo negativo (lo “turbio”) en esta filosofía, dice Lapoujade, es la del duelo por el desgarramiento. Solo que este duelo y este desgarramiento son pensados como la autodestrucción que vuelve posible una nueva circulación para la vida. En todo caso, aquí el arte será el de evitar que este flujo destructivo se vuelva por entero sobre el sujeto aniquilándolo.

Arruinar el juicio de Dios, esa totalidad articulada en base a un fundamento del que se desprenden principios de distribución y selección, que a su vez aseguran –por la vía de la exclusión de lo divergente y de lo que difiere– conexiones legítimas de convergencia de los flujos, de políticas de población de la tierra. Aún cuando ese Dios esté muerto y en su lugar actúe una instancia muy diferente: un sorprendente “proceso maquínico” de producción de orden. Tal es, para Deleuze y Guattari, la originalidad de la noción de axiomática capitalista. Ya no se trata de un principio trascendente exterior-superior, sino de uno que actúa al mismo nivel de lo distribuido. Se trata de una trascendencia inmanentizada.

El acontecimiento vacía el efecto de sistematicidad de la realidad, arruina las síntesis convergentes y reenvía a un plano de inacabamiento y subdesarrollo, a una lógica en la cual las síntesis conectan lo que diverge –series o flujos–, e instaura así relaciones a través de sus distancias. Se trata de la ruina misma de la razón colonial, tan progresista ella, de un afuera como espacio a conquistar desde un adentro siempre incuestionado. La síntesis disyuntiva –capaz de afirmar al mismo tiempo lo que diverge– incluye y ensambla aquello que difiere en su diferencia y que por lo tanto otorga derechos. Anticristo, descodificación, o bien irrupción de una actividad plebeya autónoma que lleva los principios de la desterritorialización relativa –regulación burguesa de los flujos– a desterritorialización absoluta –aberrancia coronada–.

  1. Si todo acontecimiento es político puesto que implica un conflicto de potencia y legitimidad con el orden –fundamento, principio de distribución–, hay también un acontecimiento propiamente político cada vez que lo que está en juego es la adquisición de una potencia de actuar. ¿Cómo devenimos capaces de actuar (políticamente)? Evitemos la respuesta más obvia. El activismo de Deleuze, mucho o poco, ha sido atribuido al encuentro con Félix Guattari. Se trata de una narración que descuida las necesidades interiores del trabajo de Deleuze que condujeron a ese encuentro. Más allá de la historia romántica de un Guattari militante que se asocia a un Deleuze sistematizador, del hombre práctico que se unió a uno teórico, relato promovido entre otros por François Dosse,[7] Lapoujade sostiene que Guattari le permitió a Deleuze encontrar una salida para el impasse de su propio sistema filosófico. Si en Lógica del sentido –escribe Lapoujade– sobrevivían dos planos, uno correspondiente a las profundidades de los cuerpos desde donde se oía la voz esquizo de Artaud y otro a las superficies y al sentido donde jugueteaba Lewis Carroll, la irrupción de Guattari implica una reformulación de la totalidad de su arquitectónica a partir de la introducción del “cuerpo sin órganos” en el corazón del sistema. Se trata de un cuerpo de puras conexiones que rechaza toda unidad organizada. En El Antiedipo, primer trabajo conjunto, se impone un plano único de inmanencia en el cual también se elimina la distinción entre profundidades y superficies; se liquida el problema del sentido en beneficio de la noción pragmática de “uso”; se opera el tránsito del estructuralismo al maquinismo; y se consagra definitivamente el héroe esquizo, aquel que “pasa su tiempo en hacer morir un cuerpo para hacerse otro”, en detrimento del perverso. Es en este sentido que hay política en el encuentro con Guattari.

La potencia de actuar remite a la creación de “espacios-tiempos”, lo que Deleuze llama “posibles”. No los posibles que se nos ofrecen –prolongaciones de la axiomática del capital– sino aquellos que surgen del choque con la imposibilidad, creaciones de posibles justo donde lo imposible resulta insoportable. Junto a Guattari, Deleuze ha remitido esa formación de posibles a los movimientos de la tierra. A partir de allí nace una “geofilosofía”. La tierra, la “desterritorializada”, escriben Deleuze y Guattari en Mil Mesetas, será contraintuitivamente no lo más fijo sino lo más fluido. Ya no lo más formado, “estratificado”, sino lo más informal. La Tierra es ese Todo Afuera, un magma de partículas que no deja de estratificarse por la vía de la molarización (fenómeno estadístico de articulación molecular que da lugar a grandes conjuntos con sus reglas fijas), Tierra a la que se le hacen territorios, Vida Afuera atrapada en la forma de vidas personales. Y al mismo tiempo, ese magma de partículas no cesa de dibujar líneas de fuga, movimientos de desterritorialización, no cesa de sacudirse sus fijaciones. La tierra –el desierto, la isla desierta, la tierra previa a lo humano– se pliega una y otra vez sobre sus poblaciones, de modo tal que Tierra Población desplaza la clásica relación sujeto-objeto. La “geofilosofía” deviene auténtica geopolítica que se ocupa de seguir los movimientos de un Pensamiento Naturaleza en sus territorializaciones y desterritorializaciones, creación de una Tierra Nueva, solo entre-vista por los movimientos plebeyos (de la desterritorialización absoluta). Como lo explica Jun Fujita Hirose,[8]la geofilosofía distingue, dentro de los movimientos de la tierra, desterritorializaciones relativas –reguladas por la burguesía–, absolutas –descodificación general, crisis de la lógica axiomática–, o de auténtico desvío –terremoto o temblor volcánico–. Este más allá de la regulación burguesa puede asumir el nombre de plebeyismo, o multitud que reclama su legitimidad sin pretender derivarla de un fundamento (el náufrago y la isla desierta). Algo que entre nosotros supo percibir John W. Cooke, quien esperaba que ese “gigante invertebrado y miope” declinara hacia un plebeyismo obrero y no hacia la integración en el juego de la axiomática capitalista.

  1. ¿Con qué derecho se afirma lo que se afirma? Deleuze ha compuesto un compendio general de los movimientos que no obedecen a la Forma o al Modelo. Su política opera desde las grietas y las fisuras, violentas por donde se las mire; desde un “por todos lados” propio de los movimientos aberrantes. Las “existencias menores” no son pretensiones –no aspiran al reconocimiento por parte de los principios jurídicos vigentes–, sino expresiones, es decir, testimonios de la presencia de lo anómalo. No hay movimiento social revolucionario, solo movimientos aberrantes. Movimientos portadores de una violencia de arrasamiento, deserción y desertificación que no se dejan confundir con su opuesto, esa violencia asesina y de derecha cuyas categorías son el sacrificio heroico y el aniquilamiento del otro anómalo, una violencia monopolizada que se ejerce en nombre de la Paz del Orden Global.

La violencia del Todo Afuera, afección de las fuerzas sobre los cuerpos, no es destructiva sino deformante (diferencia entre las dos muertes). Teratología micropolítica. Los cuerpos resurgen como monstruos en contacto con el Afuera: es el anticolonialismo de Deleuze. Se trata de una violencia sin la cual no hay idea (violencia del pensamiento) ni ser de sensación (violencia de la sensibilidad). Conceptos, afectos y perceptos son ante todo “gritos”. Y toda creación artística o filosófica supone una relación de forzamiento o perforación de los propios límites (perforar las barreras, el espacio, la propia tierra: buscar lo que yace, yacimientos), comunicación con el afuera, tiempo diagonal del acontecimiento, devenires no humanos de lo humano, muertes impersonales. Un ser de sensación, una idea que se forma a partir de relaciones de determinación recíproca entre partículas virtuales que emergen del sin fondo, requiere del sujeto que siente y piensa una involución, un subdesarrollo, un devenir larvario, una extrema pasividad y paciencia para soportar los retorcijones que liberan al cuerpo de su “organización”, al espacio de sus estriamientos. Solo una rebelión tal ante las facultades y de los órganos permite pensar lo impensable, sentir lo insensible. Es en ese más allá del límite donde pensamiento y sensibilidad se comunican esa violencia, y se plantean problemas inexplorados (en función de disparidades que aparecen como visiones y/o audiciones directas).

Esa violencia –esa aberrancia– es el testimonio de la presencia del otro ya no como un ser del mundo sino como aquel que permite extenderlo. El otro lo es en la medida en que estructura mi percepción envolviendo otro mundo posible: si desaparece, con él se evapora la categoría misma de lo “posible” y el mundo se desmorona. El otro como actividad del Todo Afuera que desmaleza (o bien hacer crecer la hierba). Que invita a desplegar un mapa de comunicaciones transversales, destituyendo las pretensiones de los “sujetos privilegiados”. Más que una búsqueda de sujetos de la emancipación, se trata de hacer causa común con las existencias minoritarias (seres de sensación, ideas; toda la enciclopedia de aberrancias que pueblan la tierra, a pesar de todo). El otro, así concebido –concebido casi al nivel de las partículas–, conlleva el trazado de alianzas insólitas, y escapa al vuelco etnográfico (o narcisista, al decir de Viveiros de Castro) de las prácticas de la investigación militante. Por lo mismo que lo aberrante es el reverso del espacio colonial, su lenguaje no puede ser el de la antropología o la sociología. Sea por exceso o por defecto, por substracción o por desvío, las existencias menores escapan al reportaje periodístico y a todo género de ficción. Lo suyo parece ser más bien la fabulación, un “hacer y hablar por los devenires” en torno a nuevos enunciados y visibilidades presentes en el campo social, bajo la forma de delirios que se desvían respecto del delirio soberano que interpela a sus poblaciones como derivando de un fundamento.

Los movimientos aberrantes, libres, materia no formada, constituyen el objeto cartográfico por excelencia y el contenido mismo de las ideas. Siguiendo su decurso, se abandona el canto a la gloria del cielo que engloba (o funda) y se adentra en los sacudimientos provenientes de la tierra. Más allá de los vaivenes de la axiomática. De los límites y posibles que ella regula. Lo que Lapoujade parece decirnos al oído es que son las percepciones micropolíticas las que engendran la potencia de actuar.

[1] David Lapoujade, Deleuze, los movimientos aberrantes, Editorial Cactus, Buenos Aires, 2016.

[2] Salvador Benesdra, El traductor, Eterna Cadencia, Buenos Aires, 2012.

[3] François Zourabichvili, Deleuze, una filosofía del acontecimiento, Amorrortu Ediciones, Buenos Aires, 2004.

[4] Lapoujade no profundiza en la lectura original que Deleuze y Guattari hacen de Marx. Por eso quizás convenga leer de modo simultáneo el libro de Guillaume Sibertin-Blanc, Política y Estado en Deleuze y Guattari: ensayo sobre el materialismo histórico-maquínico (Universidad de los Andes, Bogotá, 2017), que trabaja en detalle, además, la atención de los autores con respecto a la coyuntura política de los años ochenta. Lapoujade remite continuamente a los trabajos de Sibertin-Blanc, sin dejar de señalar cierta incomprensión althusseriana sobre el continuo de los saberes propio de Mil Mesetas, así como el hecho de considerar solo una mitad de los puntos de vista que Deleuze y Guattari asumen en sus libros conjuntos: el de las “síntesis” (y los maquinismos). El otro punto de vista, el de las “multiplicidades”, según Lapoujade, es mejor captado por Eduardo Viveiros de Castro en Metafísicas caníbales. Líneas de antropología postestructural (Katz Ediciones, Buenos Aires, 2011).

[5] A propósito del movimiento de mujeres, Lapoujade recuerda las célebres líneas sobre el “devenir mujer” del capítulo diez de Mil Mesetas, y su distinción entre una dimensión macropolítica, estratégica o reivindicativa (sujeto de enunciación), y un nivel propiamente molecular, una “microfeminidad” que pasa por debajo de la política molar: “la mujer como entidad molar tiene que devenir-mujer, para que el hombre también lo devenga o pueda devenirlo”. Devenir molecular quiere decir “emitir partículas que entran en relación de movimiento y de reposo” lindantes a esa microfeminidad, que le evita a la mujer quedar atrapada en una máquina dual que la determina en su forma, sus órganos y sus funciones, que la asigna como sujeto.

[6] Gilles Deleuze, Derrames II. Aparato de captura y axiomática capitalista, Editorial Cactus, Buenos Aires, 2017.

[7] François Dosse, Gilles Deleuze y Felix Guattari: biografía cruzada, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2009.

[8] https://lobosuelto.com/?p=7600

Deodoro y el pasamontañas // Diego Tatián

Cien años de la Reforma Universitaria. Sería lindo poder decir: “un fantasma recorre Córdoba…”, pero en Córdoba el espectro de la Reforma y el de Deodoro están ausentes. Al menos, la conmemoración del Centenario en el momento de máxIma expresión del conservadurismo cordobés -el mismo contra el que se alzaron los reformistas en 1918-, nos da la oportunidad de una tarea: ser justos con alguien cuyo pensamiento corre el riesgo de una monumental malversación. Deodoro fue muchas cosas pero jamás un conservador. Fue antiimperialista, anticapitalista, anticlarical, antirracista, antifascista, creador del primer organismo de derechos humanos, defensor de presos políticos, indigenista, obrerista, latinoamericanista, socialista; un militante continuo (generador de muchas instituciones políticas contra los poderes fácticos de su tiempo). Despreció con toda su alma a la clase dominante, a la vulgaridad de los ricos, a la oligarquía… No es una herencia intelectual irrelevante cuando en la Argentina han vuelto los encarcelamientos políticos, la persecución de las comunidades originarias, el racismo social y cultural, la represión de militantes, el desdén hacia los pueblos latinoamericanos, las relaciones carnales con los poderosos del mundo y el capitalismo más predador y depredador que pudiéramos haber imaginado.
Pero además: la Reforma no fue un mero episodio retórico, respetuoso de las formas y de la autoridad –“democrático” en el sentido más anémico que suele adjudicársele a la palabra, como equivalente de “respeto de la ley”. Fue un hecho violento y una reivindicación de la violencia. Puede no gustarnos la violencia (a mí, por ejemplo, no me gusta), pero el alzamiento estudiantil de 1918 lo fue. ¿Por qué reivindicamos un hecho de hace cien años que fue cualquier cosa menos pacífico, “tolerante”, “respetuoso”, “pluralista” y demás conceptos que suelen pronunciarse en las homilías republicanistas? ¿Es necesario ocultar su naturaleza y presentarlo como lo que no fue para que tal reivindicación sea posible?
Si solo nos atenemos a sus palabras (tantas veces invocado y tan pocas veces leído), el Manifiesto dice: “La rebeldía estalla ahora en Córdoba y es violenta, porque aquí los tiranos se habían ensoberbecido y porque era necesario borrar para siempre el recuerdo de los contra-revolucionarios de Mayo”. Y también: “Los actos de violencia, de los cuales nos responsabilizamos íntegramente, se cumplían como en el ejercicio de puras ideas…”. Pocos meses más tarde, en un discurso en El Ateneo de Buenos Aires, Deodoro autointerpreta el espíritu de la Reforma como sigue: “[los estudiantes] fueron contra la universidad, contra la Iglesia, contra la familia, contra la propiedad y contra el Estado. Había estallado la revolución en las conciencias, una verdadera revolución… Una revolución se encausa en las grandes corrientes de la vida. Por eso la Iglesia, la familia, la propiedad y el Estado debieron replegarse, tocados en su injusticia”. ¿La crítica de la propiedad privada en el centro del ideario reformista? ¿La revolución en el corazón de la Reforma?¿Qué hacemos con esto? ¿Lo tomamos en serio? La Reforma Universitaria no fue sustantivamente un hecho puramente universitario que buscaba reformar planes de estudio (cosa que también, por supuesto, fue). Sino sobre todo un acontecimiento emancipatorio orientado por la justicia social que buscaba subvertir los valores (y no solo) de una sociedad injusta -y que tomó una de sus mayores inspiraciones en la Revolución Rusa. Los protagonistas de la Reforma estaban muy lejos del “reformismo” (de igual modo que Marx dijo alguna vez “solo sé que no soy marxista”, Deodoro hubiera podido decir “yo no soy reformista” –de hecho en la década del 30 lo dijo claramente: “no habrá reforma universitaria hasta tanto no haya reforma social”).
¿Qué es tomarse en serio la Reforma? ¿Una megacolación en la que se entregarán miles de títulos es la mejor manera de conmemorar una experiencia de rebeldía que se alzó contra la Universidad como “fábrica de títulos”? ¿Es la mejor manera de recordar al autor del Manifiesto Liminar, quien siendo Consejero egresado de su Facultad propuso la eliminación del Doctorado en Derecho con ironía formidable (“Todas las soluciones parten de que el doctorado es una institución seria. Yo pienso, en cambio, que debe ser suprimida. El ‘doctor’ es una cosa sin significación vital alguna, muerto que está insepulto, asunto que no atañe en realidad a la cultura. Se llega a ser doctor como se llega a ser mayor de edad: sin que el interesado pueda evitarlo”)?
Todas estas tribulaciones para llegar a un objeto. En diciembre último, la artista María Cristina Roca (nieta de Deodoro) intervino con un pasamontañas una cabeza de su abuelo realizada hace muchos años por el escultor español Emiliano Barral, y la expuso en el Museo Genaro Pérez. En mi opinión, esa imagen logra restituirle a Deodoro Roca lo que le era más propio y una persistente operación de negacionismo cultural se empecina en sustraerle.
A veces el arte alcanza a mostrar verdades de manera más contundente que cualquier trabajoso resguardo intelectual de las herencias.

Durante 2017 se cometieron 292 femicidios en Argentina // Redacción La tinta

El Observatorio de Femicidios del Defensor del Pueblo de la Nación dio a conocer el número de femicidios perpetrados el año pasado en el país. Se relevaron asesinatos cometidos por hombres caratulados como femicidios o muerte dudosa bajo sospecha de femicidio, contra mujeres (niñas, adolescentes y/o adultas) y mujeres trans, incluyendo los casos de femicidios vinculados.

Mientras que en 2016 el número había sido de 290, según La Casa del Encuentro, en el 2017 aumentó y la provincia con más cantidad de casos fue Buenos Aires, con un total de 119 en el año. Le siguió Córdoba con 26 casos; Salta y Santa Fe con 24 cada una y Santiago del Estero con 19. En el resto de las provincias también se verificaron un número significativo de hechos, sobre todo en la región del norte y centro del país.

El Observatorio, que tiene entre otras funciones, la de impulsar el desarrollo de estudios e investigaciones sobre la evolución, tipos y modalidades de violencia contra las mujeres, informó que entre el 1 de enero y el 31 de diciembre del 2017, el 17% de las víctimas de violencia machista fueron menores de 18 años – con una incidencia de casos de niñas de muy corta edad entre las cuales puede incluirse a menores de 4 años. El 33% fue de entre 19 y 30 años, el 34% de entre 31 y 50 años y el 15% fueron mujeres mayores de 50 años. De los 292, 5 víctimas fueron transfemicidios y 31 femicidios vinculados -homicidios cometidos contra personas que mantienen un vínculo familiar o afectivo con la mujer, para castigarla-.

A su vez, mientras que del total el 16,2% habían denunciado, en el 51,2% de los casos no se registró información. Sin embargo del 32,7% que no había realizado denuncias, testigos allegados a las víctimas reconocieron episodios de violencia previos.

En general, los femicidas fueron mayores de edad y utilizaron armas de fuego o apuñalamiento. Otras modalidades fueron la golpiza o el estrangulamiento.

De cara al Paro Internacional de Mujeres que se realizará el 8 de marzo y en relación con las cifras que dio a conocer, la Defensoría del Pueblo de la Nación se comprometió a redoblar sus esfuerzos y poner a disposición todas “las herramientas legales que tiene a su alcance y los compromisos internacionales que ha asumido”, para trabajar en casos de violencia de género.

latinta.com.ar

¿Quién es y cómo piensa Bifo? // Verónica Gago

 

Franco Berardi -más conocido por su seudónimo “Bifo”- (Bolonia, 1949) participó del movimiento insurreccional italiano del ’68 como estudiante de Letras y Filosofía. En 1970 publicó su primer libro, Contro il lavoro (Feltrinelli) y en 1975 fundó la revista A/traversa. Un año después participó de la fundación de Radio Alice, una de las más emblemáticas experiencias de comunicación libre. Cuando habla de aquella iniciativa recuerda: “La exigencia era intervenir sobre las formas del imaginario social, de poner en circulación flujos delirantes, es decir, capaces de des/lirar el mensaje dominante del trabajo, del orden, de la disciplina. Radio Alice nació conscientemente ‘fuera’, mejor dicho, ‘contra’ las teorías militantes y dialécticas: nuestra intención no era hacer una radio para adoctrinar o para hacer emerger la conciencia de clase escondida tras los comportamientos cotidianos”. A fines de los ’70, en el marco de las persecuciones contra militantes de la autonomía obrera, fue arrestado. Más tarde la radio fue clausurada por la policía y Bifo se refugió en París. Allí frecuentó a Félix Guattari y a Michel Foucault. Durante los años ’80 vivió entre Italia y Estados Unidos, donde colaboró con varias revistas y empezó a escribir sobre el cyberpunk. En los ’90 regresó a Italia y en 2002 fundó TV Orfeo, la primera televisión comunitaria italiana, experiencia de la que surgió su libro Telestreet – Macchina immaginativa non omologata (edición castellana en El Viejo Topo, 2003). Actualmente trabaja como docente en el Instituto Aldini Valeriani, una escuela media de Bolonia. Su investigación se desarrolla alrededor de un problema cada vez más presente: la compleja relación entre procesos sociales y la mutación tecnológica en curso, así como la lógica “recombinante” del capitalismo contemporáneo, teniendo en cuenta sus efectos sobre las subjetividades y los imaginarios sociales. La semana pasada estuvo por primera vez en Argentina para presentar su nuevo libro, Generación post-alfa. Patologías e imaginarios en el semiocapitalismo (Tinta Limón Ediciones).

“La felicidad es subversiva”

Dice que la “deserotización” de la vida cotidiana es el peor desastre que la humanidad pueda conocer. Es que se pierde -explica- la empatía, la comprensión erótica del otro. Franco Berardi, antiguo militante insurreccional en Italia, analiza aquí, como en su obra toda, la compleja relación entre procesos sociales y los cambios tecnológicos en curso.

-Usted caracteriza el momento actual como “semiocapitalismo”. ¿Por qué?

-Semiocapitalismo es el modo de producción en el cual la acumulación de capital se hace esencialmente por medio de una producción y una acumulación de signos: bienes inmateriales que actúan sobre la mente colectiva, sobre la atención, la imaginación y el psiquismo social. Gracias a la tecnología electrónica, la producción deviene elaboración y circulación de signos. Esto supone dos consecuencias importantes: que las leyes de la economía terminan por influir el equilibrio afectivo y psíquico de la sociedad y, por otro lado, que el equilibrio psíquico y afectivo que se difunde en la sociedad termina por actuar a su vez sobre la economía.

-Precisamente usted habla de la economía actual como “una fábrica de la infelicidad”. ¿Podría especificar esta idea?

-Los efectos de la competencia, de la aceleración continua de los ritmos productivos, repercuten sobre la mente colectiva provocando una excitación patológica que se manifiesta como pánico o bien provocando depresión. La psicopatía está deviniendo una verdadera epidemia en las sociedades de alto desarrollo y, además, el culto a la competencia produce un sentimiento de agresividad generalizado que se manifiesta sobre todo en las nuevas generaciones. Recientemente la Durex, la mayor productora mundial de preservativos, encargó una investigación al Instituto Harris Interactive. Fueron elegidos veintiséis países de culturas diversas. Y en cada país fueron entrevistados miles de personas sobre una cuestión simple: qué satisfacciones experimentaban con el sexo. Sólo el 44 por ciento de los entrevistados respondió que experimentaba placer a través de la sexualidad. Esto significa que ya no somos capaces de prestarnos atención a nosotros mismos. Pero tampoco tenemos tiempo suficiente para prestar atención a aquellos que viven alrededor nuestro. Presos de la espiral de la competencia ya no somos capaces de entender nada del otro.

-Es lo que usted denuncia como “deserotización” de la vida cotidiana…

-La deserotización es el peor desastre que la humanidad pueda conocer, porque el fundamento de la ética no está en las normas universales de la razón práctica, sino en la percepción del cuerpo del otro como continuación sensible de mi cuerpo. Aquello que los budistas llaman la gran compasión, esto es: la conciencia del hecho de que tu placer es mi placer y que tu sufrimiento es mi sufrimiento. La empatía. Si nosotros perdemos esta percepción, la humanidad está terminada; la guerra y la violencia entran en cada espacio de nuestra existencia y la piedad desaparece. Justamente esto es lo que leemos cada día en los diarios: la piedad está muerta porque no somos capaces de empatía, es decir, de una comprensión erótica del otro.

-¿Cuál es la conexión entre estos fenómenos con la actual dinámica del capital?

-Creo que tenemos que tener en cuenta la relación entre ciberespacio -en constante ampliación y en constante aceleración- y cibertiempo, es decir, el tiempo de nuestra mente entendida en sus aspectos racionales y afectivos. El capitalismo empuja a la actividad humana hacia una aceleración continua: aumentar la productividad para aumentar los beneficios. Pero la actividad es hoy, sobre todo, actividad de la mente. Quien no logra seguir el ritmo es dejado de lado, mientras que para quienes buscan correr lo más velozmente posible para pagar su deuda con la sociedad competitiva, la deuda aumenta continuamente. El colapso es inevitable y de hecho un número cada vez más grande de personas cae en depresiones, o bien sufre de ataques de pánico, o bien decide tirarse debajo del tren, o bien asesina a su compañero de banco. En Inglaterra, la violencia homicida se está difundiendo en las escuelas, donde en los últimos meses ha habido una verdadera hecatombe: decenas se suicidaron con un tiro de revólver. La guerra por doquier: éste es el espíritu de nuestro tiempo. Pero esta guerra nace de la aceleración asesina que el capitalismo ha inyectado en nuestra mente.

-Ante este “diagnóstico”, ¿usted encuentra una relación entre política y acción terapéutica?

-Creo que la política no existe más, al menos en Europa y en Estados Unidos. El discurso es diferente tal vez para los países de América latina, donde se asiste a un retorno de la política que es muy interesante, pero es una contratendencia respecto del resto del mundo. Lo vemos muy bien en Italia, donde hay un gobierno de centroizquierda que hace exactamente la misma política que la derecha. ¿Por qué pasa esto? ¿Por qué los partidos que se proclaman socialistas o comunistas están constreñidos a aceptar una política económica hiperliberal? Porque la democracia representativa ya no cuenta más y las opciones fundamentales son impuestas desde los grandes grupos financieros, económicos y militares. El vacío de la política puede ser rellenado solamente por una práctica de tipo terapéutico, es decir, por una acción de relajación del organismo consciente colectivo. Se debe comunicar a la gente que no hay ninguna necesidad de respetar la ley, que no hay ninguna necesidad de ser productivo, que se puede vivir con menos dinero y con más amistad. Es necesaria una acción de relajamiento generalizado de la sociedad. Y es necesaria una acción psicoterapéutica que permita a las personas sentirse del todo extrañas respecto de la sociedad capitalista, que les permita sentir que la crisis económica puede ser el principio de una liberación, y que la riqueza económica no es en absoluto una vida rica. Más bien, la vida rica consiste en lo contrario: en abandonar la necesidad de tener, de acumular, de controlar. La felicidad está en reducir la necesidad.

-¿Qué significa la pregunta por la felicidad como desafío político?

-La cuestión de la felicidad no es sólo una cuestión individual, más bien es siempre una cuestión de lo más colectiva, social. Crear islas de placer, de relajación, de amistad, lugares en los cuales no esté en vigor la ley de la acumulación y del cambio. Esta es la premisa para una nueva política. La felicidad es subversiva cuando deviene un proceso colectivo.

-Ahora, ¿en qué consisten los movimientos de resistencia hoy? ¿Cuál es el papel de lo que usted llama “medioactivismo”?

-El medioactivismo es la acción autónoma de los productores semióticos liberados de las cadenas de la sumisión al trabajo. La nueva generación ha adquirido competencias de producción semiótica, técnica, informática, comunicativa, creativa, que el capital quiere someter a su dominio. Pero los productores semióticos pueden organizar sus competencias por fuera del circuito de la producción capitalista y pueden crear espacios de autonomía de la producción y también de la circulación cultural. Los centros sociales, las radios libres, los blogs alternativos, la televisión de calle (TV comunitaria) son esos espacios de autoorganización del trabajo semiótico.

-Usted declaró que los movimientos como los de Seattle, que se hacían “por los otros”, estaban destinados al fracaso. ¿Cuál es la crítica a ese modo de acción?

-El movimiento antiglobalización ha sido muy importante, pero no ha logrado transformar la vida cotidiana, no ha logrado crear autonomía en las relaciones sociales entre trabajo y capital. El sábado por la tarde éramos en una plaza miles de personas y al lunes siguiente todos regresábamos a trabajar en la fábrica o en la oficina y a someternos al comando del capital. Los movimientos logran producir efectos de verdadera transformación social cuando su energía deviene autonomía respecto de la explotación, cuando la energía que se acumula el sábado por la tarde en la manifestación se transfiere al lunes por la mañana en organización autónoma sobre el puesto de trabajo.

-¿Qué diferencia hay entre los nuevos espacios autónomos y los espacios autónomos creados en la década del ’70? ¿Se trata de diversas nociones de autonomía?

-Autonomía significa la capacidad de la sociedad para crear formas de vida independientes del dominio del capital. Sobre este punto hay una continuidad en la historia de los movimientos. Los movimientos son eficaces cuando no se limitan a protestar, a oponerse, y logran construir espacios liberados y, sobre todo, cuando logran hacer circular formas de pensamiento y de acción que sustraen la vida cotidiana al modo de la ganancia capitalista. En este sentido no veo diferencia entre aquello que la autonomía significaba en los años ’70 y lo que significa hoy. El problema es que hoy es mucho más difícil crear una autonomía del trabajo porque la precariedad obliga a los trabajadores a depender del despotismo del capital para poder sobrevivir. Sobre este punto es necesario afinar nuestros argumentos organizativos, para crear formas de vida y de acción que permitan a la comunidad obtener una renta sin deber pagar las ganancias del trabajo precario.

-Al mismo tiempo, usted dice que no tiene sentido oponerse al proceso de flexibilización del trabajo. ¿Por qué?

-La flexibilidad está implícita en la nueva organización tecnológica del trabajo. La red crea las condiciones para una fragmentación del trabajo, para una separación del trabajo respecto del trabajador. El capitalista ya no tiene necesidad del trabajo de una persona, pero necesita de los fragmentos temporales que la red puede recombinar. ¿Cómo se les puede impedir a los capitalistas que busquen el trabajo en las áreas pobres del mundo, donde los salarios son los más bajos? No hay ninguna posibilidad de controlar legislativamente esta precarización del trabajo. Hay un solo modo de oponerse a los efectos de la precariedad, para liberarse del miedo y de la sumisión: crear espacios de autonomía del trabajo y crear formas de vida en las cuales la propiedad esté administrada colectivamente. Los trabajadores precarios necesitan espacios colectivos y necesitan poder apropiarse de las cosas indispensables para la vida. El capitalismo obliga a aceptar trabajos según sus exigencias de flexibilidad, pero nosotros podemos sustraernos a su dominio si somos capaces de crear espacios autónomos que unan a los trabajadores y que permitan a los trabajadores precarios tener aquello que necesitan. ¿Los capitalistas no respetan el derecho de las personas a tener un ingreso? Nosotros debemos aprender a no respetar la propiedad de los capitalistas. Los trabajadores precarios tienen derecho a apropiarse de aquello que es necesario para su sobrevivencia. Si no tenemos salario debemos ir a tomar aquello que nos hace falta en el lugar donde eso esté.

-¿Usted cree que es posible una acción política desde el discurso de la precariedad?

-La acción política de organización de los trabajadores precarios es nuestra tarea principal. La derrota social que hace treinta años obliga a los trabajadores a la defensiva y permite al capital chantajear a los trabajadores depende propiamente del hecho de que el trabajo precario parece, hasta este momento, inorganizable. Pero verdaderamente aquí está el punto: ¿cómo es posible organizar el trabajo precario no obstante la falta de puntos de agregación estables? ¿Cómo es posible conquistar autonomía no obstante la dependencia que el precariado provoca en el comportamiento de los trabajadores? Hasta que no logremos responder a esta pregunta, hasta que no encontremos la vía de organización autónoma de los trabajadores precarios, el absolutismo del capital devastará la sociedad, el ambiente, la vida cotidiana.

-Usted considera que las nuevas generaciones son “post-alfabéticas”: es decir, que ya no tienen afinidad con la cultura crítica escrita. Entonces, ¿la politización tendría que valerse de otros medios?

-Marshall McLuhan, en un libro de 1964, Understanding media (Comprender los medios de comunicación, Paidós, Barcelona, 1996), había ya notado que la difusión de las tecnologías electrónicas habría de provocar una verdadera mutación. El pasaje de la tecnología de comunicación alfabética (la imprenta, lo escrito) a las tecnologías de comunicación electrónica habrían provocado un pasaje de las formas secuenciales a las instantáneas y una transición de un universo crítico a un universo neomítico. Hoy todo esto lo vemos bien en el comportamiento comunicativo y psíquico de la nueva generación, que se puede definir post-alfabética porque ha pasado de la dimensión secuencial de la comunicación escrita a la dimensión configuracional de la comunicación videoelectrónica y a la dimensión conectiva de la red.

-Pero, ante la “disneyficación del imaginario colectivo” que usted señala, ¿qué tipo de imaginarios cree que son movilizadores hoy en un sentido emancipatorio?

-No creo que haya imaginarios buenos e imaginarios malos. El imaginario es un magma en el cual nuestra mente se orienta gracias a selectores de tipo simbólico. La pregunta entonces debe ser reformulada en este sentido: ¿qué formas simbólicas tienen hoy la capacidad de orientar en sentido emancipatorio el imaginario social? La atención se vuelca así hacia la producción artística, literaria, cinematográfica. No intento, por cierto, reproponer la idea que sostiene que el arte se juzga sobre la base de criterios políticos. Intento solamente decir que el arte tiene a veces la capacidad de funcionar como factor de redefinición del campo imaginario. En la producción contemporánea existen autores que tienen esta capacidad, pienso en escritores come Jonathan Franzen o como Amos Oz, pienso en cineastas come Kim Ki duk o como el Ken Loach de It’s a free world (Este mundo es libre). Pero la relación entre factores de orientación simbólica e imaginario colectivo es una relación asimétrica, impredecible, irreductible a cualquier simplificación o a cualquier moralismo.

Entrevista a Franco Berardi “Bifo”

Por el Colectivo Situaciones
(Pubicado como prólogo al libro Generación post-alfa. Patologías e imaginarios en el semiocapitalismo, editado por Tinta Limón ediciones, Buenos Aires, octubre de 2007)

En la introducción hablás del carácter rapsódico y no orgánico de este libro, pues recoge intuiciones y preocupaciones surgidas en épocas distintas y las desarrolla según campos disciplinarios diversos. Según argumentás, éste es el modo de composición que mejor expresa la investigación que venís desarrollando, que a veces percibe aperturas inusitadas y otras constata el cierre de las posibilidades existentes. Sin embargo, aquel carácter rapsódico es también, sospechamos, un rasgo fundamental del método recombinante que vos proponés como imagen del pensamiento en la sociedad contemporánea. Teniendo en cuenta que éste sería el primer libro tuyo que se edita en Argentina, nos parece oportuno que comentes brevemente los que consideres las principales características de esta modalidad del pensar.

La historia de los movimientos revolucionarios del siglo XX se funda en un método cognoscitivo y estratégico de tipo dialéctico. Totalidad contra totalidad. Afirmación, negación e inversión. Aquella visión estaba vinculada con una forma simple de la contradicción social en la industria: clase obrera contra burguesía. Pero la filosofía dialéctica se fundaba sobre una reducción de la complejidad real del mundo y abría el camino a formas de subjetivismo totalitario, como hemos visto en la historia del socialismo realizado.

Luego de la gran explosión social de los años ’60 y ’70, la reestructuración capitalista produce una pulverización de la relación entre capital y trabajo: flexibilidad, deslocalización, precarización, etc. Ya no existe ninguna posibilidad de describir el mundo en términos dialécticos, ya no existe la posibilidad de una estrategia de oposición simple, frontal. Ya no existe tampoco la posibilidad de pensar una inversión totalizante.

La nueva forma productiva se funda sobre un principio tecnológico que sustituye a la totalización por la recombinación. Informática y biogenética -las dos innovaciones tecnológicas de fines del siglo XX- están fundadas sobre un principio de recombinación: unidades capaces de multiplicarse, proliferar, recombinarse que se sustraen a la totalización. El plano de consistencia de la informática es un plano infinito, no totalizable, proliferante. Un nuevo signo puede cambiar el significado de todo el cuadro. Puede recombinarlo.

No era así el universo industrial territorializado y totalizable. Ahí un nuevo signo se agregaba a otros sin recombinar el efecto de significado. Era necesario atesorar fuerzas lentamente, transformar conciencias, acumular fuerzas políticas y militares hasta el asalto final en el que se conquistaba el Palacio de Invierno.

En la esfera recombinante, el poder es inaprensible, porque no está en ninguna parte y está en todas al mismo tiempo. Pero esto posibilita, también, transformar todo el cuadro a partir de una nuevo elemento, un signo, un virus.

La historia es un proceso generalmente imprevisible, pero existen grados diversos de imprevisibilidad. En la esfera industrial se podían hacer análisis de la situación objetiva de los cuales sacar conclusiones estratégicas para la acción y se actuaba en consecuencia. Los procesos de agregación subjetiva eran largamente previsibles, el comportamiento de las clases sociales era previsible y el ciclo económico también. Los factores de imprevisibilidad eran rupturas políticas turbulentas. Se podría pensar en la decisión de Lenin: tomar el poder en el país más atrasado. La imprevisibilidad (la locura) de la acción de Lenin cambia -después del ’17 y en el mundo entero- todos los términos del problema.

Hoy, el conjunto del sistema entró en una condición de imprevisibilidad mucho más radical, porque los actores se han multiplicado y el cuadro es infinitamente más complejo. Y, sobre todo, porque el funcionamiento viral no se puede reducir a ningún modelo determinista. Piensen en la actual crisis de las Bolsas, el desplome de las hipotecas subprime (préstamos hipotecarios de riesgo) en el mercado inmobiliario norteamericano. Los efectos son imprevisibles porque nadie puede decir con exactitud dónde acabarán los fragmentos de capital financiero basados sobre deudas ya no exigibles.

En esta situación, las estrategias totalizantes están destinadas al fracaso, a la ineficacia más absoluta. La acción debe ser de carácter puntual, viral, contagioso.

En el libro proponés la siguiente afirmación: “se puede llamar recombinante al capital financiero que asume un rol central en la política y la cultura de los años noventa”. Teniendo en cuenta la pregunta anterior, ¿cómo entender esta homología entre los funcionamientos del neoliberalismo y del pensamiento crítico? ¿Se trata de encontrar al interior de este terreno común los signos de un nuevo conflicto o es más bien esta “adecuación” del pensamiento al capital el principal nudo a desatar?

Hablan de homología entre el funcionamiento del capitalismo y del pensamiento crítico. Realmente es necesario encontrar esta homología si queremos lograr comprender el objeto sobre el que estamos hablando, el objeto que queremos deconstruir, el objeto del cual queremos sustraernos.

¿Existe una homología entre el análisis que Marx hace sobre el trabajo abstracto y el proceso de abstracción progresiva del trabajo? Verdaderamente existe. Sin esta homología la crítica de la economía política no es posible y se queda en el socialismo utópico pre-científico.

El pensamiento crítico se debe dar sobre el plano de consistencia del proceso real, de lo contrario se vuelve una forma de obsesión moralista sin base cognoscitiva ni práctica. Me explico. El movimiento obrero, los partidos comunistas europeos (como Refundación Comunista en Italia) se oponen a la flexibilidad del trabajo, a la precariedad. Con justicia, refutan los efectos sociales de la flexibilidad. Pero la oposición a la flexibilidad no puede funcionar. En el mejor de los casos, se trata de una forma de resistencia que puede retardar la afirmación del modelo flexible de producción.

Es necesario, en cambio, adecuar nuestros instrumentos analíticos a la realidad de la producción flexible. No sirve de nada lamentarse por lo que ha ocurrido, es necesario comprender las nuevas formas y deconstruir cognoscitivamente su funcionamiento; por lo tanto, encontrar su punto de debilidad y actuar sobre él.

Una de las líneas más audaces del libro es el esfuerzo que hacés para brindar una interpretación panorámica pero eficaz del devenir (post)humano en la actualidad, teniendo muy en cuenta la mutación radical (antropológica). Como parte de esta tentativa esbozás elementos de una periodización que nos gustaría que perfiles más claramente, aún si esto conlleva un alto riesgo de esquematización. Una aclaración de este tipo podría ordenar mejor una serie de recorridos de mucho interés.

Periodizar la transición post-humana es, realmente, una tarea peligrosa, porque se corre el riesgo de considerar la mutación antropológica como un proceso asimilable a la historia política, con sus fechas, sus plazos, sus revoluciones y sus restauraciones. Naturalmente, no es así: se trata de un fenómeno esencialmente cultural que trabaja al interior de la composición social.

Esto no nos impide ensayar una periodización basada en momentos de revueltas políticas, pero tiene que ser capaz de señalar, también, las corrientes de mutación profunda.

Partimos de los años ’60, que fue el periodo en el que la composición social industrial-obrera alcanza su plenitud, y vemos emerger -en el movimiento estudiantil del ’68- una nueva fuerza social: el trabajo intelectual de masas o cognitariado. En los años ’70, y particularmente en el año de la revuelta del ’77, veo una especie de fractura entre la historia moderna (céntrica, subjetivable, humanística, dialectizable) y el delinearse de una post-modernidad proliferante, irreducible a la ideología.

No por azar en aquellos años comienza la ofensiva liberal, puesta en marcha por Nixon con el desprendimiento del dólar del régimen de cambios fijos (1971), luego relanzada por Thatcher y por Reagan a comienzos de los años ’80. Los años ’80 son el periodo en el que la contraofensiva liberal se entrelaza con la efervescencia de un movimiento deseante ya completamente difundido en la vida cotidiana. Liberalismo (capitalista) y liberación (social, sexual, expresiva) son dos intencionalidades bien distintas y contrastantes; sin embargo, en la fenomenología de la cultura de los años ’80 las vemos entrelazadas.

El ’89 liquida definitivamente la descripción dialéctica del mundo, la bipolaridad desaparece y la proliferación toma su lugar. Utopía de un pluralismo pacífico rápidamente desmentida por el retorno de la guerra. El fin del industrialismo había señalado una desterritorialización social, productiva, cultural. 1989 lleva esta desterritorialización hasta la forma geopolítica del mundo.

No existe más la marca bipolar del territorio-mundo.

Pero, llegado este punto, se ponen en movimiento fuerzas inmensas de reterritorialización. La necesidad identitaria se apodera de las masas populares incapaces ya de reconocerse como clases sociales (revolución komeinista en Irán, puesta en marcha del integrismo islámico, reemergencia del nacionalismo en el este europeo, guerra serbo-croata, etc.). El capitalismo mundial se reterritorializa en torno a la guerra. Al mismo tiempo, la inmensa revolución de la red está tomando forma en la tecnología, y se difunde en la esfera de la cultura, del deseo, del consumo, de la producción. Un nuevo y potente movimiento de desterritorialización impulsado por la cibercultura y por la ideología felicista (optimista) que la acompaña.

En las últimas dos décadas del siglo se verifican dos procesos gigantescos y complementarios con un potente efecto psico-mutágeno: la introducción masiva de las mujeres en el circuito de la producción global y la difusión de las tecnologías video-electrónicas y, luego, conectivas. Este doble fenómeno -movilización productiva de la cognición femenina, sometimiento asalariado de la afectividad, el deseo puesto a trabajar y, al mismo tiempo, exposición de la mente infantil a un flujo maquínico de información, de formación, de modelación psico-cognitiva- transforma la consistencia antropológica profunda del campo social: el lenguaje, la relación entre lenguaje y afectividad y, por consiguiente, la capacidad de abrirse a lo social, a la solidaridad social.

Durante la lectura del libro nos llamó la atención ciertos tránsitos de ilusión-decepción, y el modo en que son relatados. Podríamos nombrar dos. El primero tiene que ver con el año 89 y la valoración de aquella coyuntura como una apertura democrática: la caída de los socialismos reales es interpretada como el desplome del “Imperio del Mal”. Luego, en la década de los 90, siempre según tus palabras, se habría establecido una alianza virtuosa entre el capital recombinante y el trabajo creativo inmaterial (o cognitariado), cuyo agotamiento coincide con la crisis de las empresas “punto.com” (2000) y con la crisis global de la “seguridad” (2001).

En ambos casos, y quizás por el hecho de habitar el contexto latinoamericano, nos produce curiosidad la forma en que valorás el elemento subjetivo. Por ejemplo, entre nosotros la exaltación de las transformaciones de la vida cotidiana y los intentos democratizadores de los países del llamado socialismo real nunca fueron considerados al margen del paralelo desencadenamiento de fuerzas extremadamente favorables al dominio capitalista de un mundo “rendido” a la hegemonía de los EE.UU. En el segundo caso, los años 90 en Latinoamérica fueron ante todo la década donde el neoliberalismo reinó con extremo salvajismo, subordinando toda expresión autónoma o resistente de la fuerza intelectual, política y laboral.

Lo que nos interesa indagar es qué teoría de la subjetividad se pone en juego en este contraste. Y por lo tanto: ¿qué factores tenemos en cuenta para construir nuestros proyectos políticos?

¿Cómo funciona la centralidad que solemos otorgarle a los modos de producción en esta consideración de lo subjetivo?

El circuito ilusión-decepción del cual ustedes hablan es el alma de la sucesión histórica y de la relación entre intención subjetiva y devenir del mundo. Toda estrategia (política, afectiva) es una ilusión, porque en el mundo real prevalece la heterogénesis de los fines, es decir, la sobredeterminación recíproca de las intencionalidades diferentes. En particular, en la historia social del siglo XX, la “ilusión” obrera ha producido desarrollo capitalista, ha producido industrialización forzada pero, también, ha producido escolarización de masas, aumento del consumo de bienes culturales, aumento de la esperanza de vida.

En el curso de mi vida militante, partiendo de 1968, cuando formaba parte de un colectivo estudiantil de Filosofía y Letras de Bolonia, he visto muchas ilusiones y muchas desilusiones, pero quiero continuar así. La ilusión es una intención situada. La desilusión es el efecto de transformación que tu intención ha producido encontrándose con las intenciones de infinitos otros actores. Es importante no transformar tus ilusiones en ideología y no tomar las desilusiones como la forma definitiva del mundo.

¿La ilusión del 89 se transformó en la desilusión de la guerra? Sí y no, porque se transformó, también, en la sorpresa de la proliferación de red.

¿La ilusión de los años ’90 y de la alianza entre trabajo cognitivo y capital recombinante se trasformó en la desilusión de la era Bush? Sí y no, porque la era Bush es, tal vez, el comienzo del derrumbe de la hegemonía norteamericana, y porque la historia del trabajo cognitivo no terminó, sólo está comenzando.

Nos interesa mucho presentarte nuestro contexto a la hora de compartir tus reflexiones sobre los dilemas constituyentes de la mente colectiva en sus dimensiones tecnológicas y afectivas. En Argentina, la crisis del 2001 operó como un masivo investimento del plano social a partir de la desvinculación previa de un importante segmento de la clase trabajadora que había quedado literalmente al margen de la institución laboral. El desenganche de las clases medias del mercado financiero alimentó, a su turno, este proceso. La sensación de que podía desarrollarse un espacio por fuera de los límites de la estatalidad y de la racionalidad del valor de cambio, sin embargo, fue dando lugar a un comportamiento más próximo al estándar subjetivo de la era del mercado global: la segmentación de las vidas, el apego a una interioridad fundada en el consumo de los más variados servicios, la psicologización de las patologías sociales, el consumo de pastillas y un compromiso particularmente intenso con el trabajo de cada quien.

¿Cómo percibís este proceso de normalización tras la aguda crisis de legitimidad del neoliberalismo, y qué relación podrías establecer con el contexto europeo?

No estoy en condiciones de analizar la diferencia entre la situación europea y la situación latinoamericana, que en este período aparece como una excepción, como un fenómeno de contratendencia. No estoy en condiciones de hablar porque no conozco suficiente la realidad sudamericana, y por eso estoy muy contento de ir a Buenos Aires y de conocer a los compañeros y amigos.

Lo que dicen respecto de la situación argentina luego de 2001 es interesantísimo. Por un lado, la ilusión (fecunda) de poder realizar formas de vida más allá del régimen de valor de cambio; por el otro, el proceso (claramente neoliberal) de la segmentación de las vidas. En esto, la situación argentina es asimilable a lo que se vio en Europa en los años ’80 y ’90. Pero en la situación argentina (y de manera distinta, también, en la situación venezolana, boliviana y, de manera nuevamente distinta, en la brasilera) está en curso una experimentación política de nuevo tipo que podría llevar a una fractura profunda entre “necesidad” económica impuesta por el capitalismo global y espacios de libertad social y cultural. Pero no puedo hablar de esto antes de haberlo conocido y antes de hablar con ustedes.

A menudo explicitás tus dudas sobre la factibilidad de seguir pensando políticamente los problemas que han emergido de la mutación de los últimos años. En el centro de esta incertidumbre aparece el problema de la relación entre las generaciones modernas y las que definís como generaciones post-alfabéticas. Todo parece indicar que el destino de la política misma se juega en la transmisión de una herencia que quizás hoy resulte obsoleta: la memoria de luchas y de creaciones culturales, pero también una sensibilidad que parece quedar en el olvido (el vínculo, por ejemplo, entre el lenguaje y los afectos). En la introducción de este libro afirmás que el desafío es complejo pues se trata de traducir un mensaje cuyo sentido no está en el contenido de lo que se dice.

En la Argentina la discusión sobre cómo politizar la memoria ha sido muy importante en los últimos años. Sin embargo, no estamos seguros de haber asumido el tipo de dilema que vos presentás y la inflexión que proponés. ¿Podrías contarnos mejor en qué consiste esta imagen de la transmisión?

La cuestión de la transmisión cultural es fundamental, tanto desde el punto de vista de la historia obrera y progresiva del siglo XX como desde el punto de vista de cultura laica iluminista y humanista que ha marcado el curso de la modernidad. Pero el problema de la transmisión es enormemente delicado, complicado. No puede ser reducido a un problema de transferencia de contenidos de la memoria política (la historia de la resistencia pasada, etc.). No puede reducírselo a un problema de transferencia intergeneracional de “valores”, porque esto es inevitablemente moralista y los valores no significan nada por afuera de las condiciones sociales, técnicas, antropológicas dentro de las que se modela el comportamiento humano.

Por lo tanto, entonces, ¿qué es el problema de la transmisión? Por cierto es importante narrar la historia de las revueltas pasadas, es importante la memoria histórica y política. Para esto sirve mucho más la literatura que la política. Pero es idiota pensar que narrando la historia de la autonomía del pasado se pueda transmitir un know how autónomo para el tiempo presente. No funciona así.

La cuestión de la transmisión es, sobre todo, un problema ligado a la sensibilidad. La historia de la modernidad es la historia de una modelación de la sensibilidad, de un proceso de refinamiento (pero, también, un proceso de disciplinamiento), el desarrollo de formas nuevas de tolerancia y de creatividad (pero, también, el desarrollo de nuevas formas de barbarie y de conformismo). La pregunta que debemos hacernos y, sobre todo, que debemos hacer a la gente que se está formando hoy, a los chicos, a la nueva generación, se refiere al placer, a la belleza:

¿Qué es una vida bella? ¿Cómo se hace para vivir bien? ¿Cómo se hace para estar abierto al placer? ¿Cómo se goza de la relación con los otros? Esta es la pregunta que debemos hacernos, una pregunta que no es moralista y que funda la posibilidad misma de un pensamiento ético.

Pero la pregunta que debemos hacernos es, sobre todo, ésta: ¿qué cosa es la riqueza? Es sobre este plano que el capitalismo venció la batalla del siglo XX.

¿Riqueza significa quizás acumulación de cosas, apropiación de valor financiero, poder adquisitivo? Esta idea de la riqueza (que es propia de la ciencia triste, la economía) transforma la vida en carencia, en necesidad, en dependencia. No tengo la intención de hacer un discurso de tipo ascético, sacrificial. No pienso que la riqueza sea un hecho espiritual. No, no, la riqueza es tiempo: tiempo para gozar, tiempo para viajar, tiempo para conocer, tiempo para hacer el amor, tiempo para comunicar.

Es precisamente gracias al sometimiento económico, a la producción de carencia y de necesidad que el capital vuelve esclavo nuestro tiempo y transforma nuestra vida en una mierda. El movimiento anticapitalista del futuro en el cual yo pienso no es un movimiento de los pobres, sino un movimiento de los ricos. Aquellos que sean capaces de crear formas de consumo autónomo, modelos mentales de reducción de la necesidad, modelos habitables a fin de compartir los recursos indispensables serán los verdaderos ricos del tiempo que viene. A la idea adquisitiva de la riqueza es necesario oponer una idea derrochativa, a la obsesión es necesario oponerle el goce.

En tu trabajo enfatizás la imagen de un cambio antropológico que se va acentuando en generaciones sucesivas, cada una de las cuales se desarrolla en un nuevo contexto tecnológico. A nosotros nos ha impresionado mucho tu idea de una modificación en la matriz cognitiva y afectiva de las generaciones pos-alfabéticas. ¿No existe, sin embargo, el riesgo de acudir a un determinismo tecnológico para explicar las transformaciones de los imaginarios y la modalidad de los vínculos?

A propósito de esta inquietud, en una escuela de la periferia de nuestra ciudad (donde solemos conversar sobre estos problemas) recibimos el siguiente comentario: “sí, es cierto que hay un cambio en los modos de atención y en el comportamiento de los chicos; pero no es fácil atribuir esta permuta al vínculo con las tecnologías digitales ya que en general los niños de nuestros barrios no están muy en contacto directo con las máquinas”. A partir de esta acotación: ¿te parece que en regiones donde la existencia de las tecnologías digitales no se han difundido como en Europa o Estados Unidos es posible pensar los dilemas y las nuevas figuras subjetivas en los mismos términos que describís o más bien creés que es preciso introducir matices?

La cuestión del determinismo está presente. En Mc Luhan, un autor para mí importantísimo que permite comprender buena parte de la transformación del último medio siglo, hay un riesgo de tipo determinista. Existe el riesgo de identificar una relación directa entre cambio tecno-comunicativo (de las tecnologías alfabéticas a las tecnologías electrónicas, por ejemplo) con un cambio de tipo cultural. Una relación entre técnica y cultura naturalmente existe, pero no es directa ni determinista.

Ciertamente, la constitución cognitiva de la generación que recibe las informaciones en el formato simultáneo de la electrónica es distinta a la constitución cognitiva de las generaciones alfabéticas. Pero en este pasaje se abre una bifurcación, esto es, la posibilidad de reconstruir condiciones lingüísticas, comunicacionales, afectivas, que produzcan autonomía, incluso al interior de un modelo técnico transformado. Es el problema esencial del mediactivismo contemporáneo, del subvertizing, de la creación de red. Vuelve aquí el problema de la transmisión intergeneracional. No se trata de transferir mecánicamente nociones, memorias, sino que se trata de activar autonomía dentro de un formato cognitivo transformado. Esto es verdaderamente difícil, dado que aún no hemos elaborado las técnicas capaces de restituir autonomía a organismos concientes y sensibles que se han formado según modelos esencialmente an-afectivos. Pero el punto de bifurcación está precisamente en el sufrimiento, en el sentimiento de incomodidad, de depresión. La pregunta a formular a la nueva generación no se vincula a los valores (¿sos solidario o egoísta?, ¿sos crítico o conformista?). Se vincula con la sensibilidad: ¿sos feliz o infeliz?

Es desde aquí que debemos partir, y entonces veríamos bien que la comunicación política hoy debe ser, ante todo, una acción terapéutica. Crear las condiciones de posibilidad de una felicidad del existir, de una felicidad de la relación con el otro, esta es la vía de la organización política en el tiempo que viene.

Respecto a lo que me cuentan en la segunda parte de la pregunta, naturalmente existen grados diferentes de integración con el sistema tecno-comunicativo global, existen grados diferentes de “aculturación electrónica”, etc., pero yo no nunca dije que la mutación corresponda solamente a una cuestión cuantitativa de exposición a la tecnología.

En esta objeción veo precisamente un dejo de determinismo. El problema no es si un chico usa el celular o navega en Internet, sino dentro de qué ambiente cultural y afectivo se encuentra en sus años de formación, en sentido acotado: familiar, pero también en sentido amplio: en la relación imaginaria con sus coetáneos del todo el planeta, en las modas culturales, musicales, consumistas.

En ese sentido, yo creo que la mutación tecnocomunicativa puesta en marcha en los años 80 con la difusión de la televisión, de las series televisivas, de la telenovela, de la videocassettera, de los videojuegos y, luego, del reality show ya había tenido un grado de homogeneidad planetario y una rapidez de difusión que no tiene comparación con épocas pasadas. En este sentido, la primera generación videoelectrónica alcanzó una relativa homogeneidad cultural en tiempos mucho más breves de lo que ocurría en épocas pasadas por medio de procesos de aculturación alfabética.

Aún más rápido se vuelve el tiempo de homologación de la generación conectiva, aquella que gracias a Internet y al teléfono videocelular ha podido entrar en circuitos globales incluso antes de haber formado una sensibilidad localizada. Este proceso prescinde en cierta medida de la cantidad de horas de exposición al aparato televisivo o telemático.

Durante los años 2000 y 2001 parece haber un cambio profundo en las fuerzas que dan forma a las subjetividades colectivas. Pero la era Bush está ligada a una remilitarización de buena parte del planeta. ¿Cuál es tu lectura de este proceso? ¿Lo percibís como una interrupción restauradora de la economía del petróleo y la industria fordista o, más bien, como el relanzamiento (ahora blindado) de la colonización del mundo por parte de la racionalidad imperial?

La figura política de George Bush II se recorta sobre el panorama histórico como un enigma extraordinario. Bush representa explícitamente los intereses de un sector agresivo, ignorante, oscurantista: los petroleros, el sistema militar-industrial.

Pero la narrow-mindedness (mentalidad estrecha) de este sector se está revelando como un clamoroso gol en contra para el sistema norteamericano. En mi opinión, los EE.UU. no se recuperarán de la catástrofe político-militar (e imaginaria) que la presidencia de Bush ha provocado. La derrota en Irak no es como la de Vietnam. En el 75 la guerra se concluye, la bandera norteamericana es izada en los edificios de la embajada, y todo termina allí (no realmente para la población vietnamita, para los locos de los boat people, etc.). Pero después de Irak no existe retiro militar. No es posible.

Los EE.UU. no pueden renunciar a la hegemonía sobre medio oriente. Pero la guerra iraquí mostró que esta hegemonía está perdida, es irreparable. Luego de Irak está el Irán de Ahmadinejiad, el Pakistán de Musharraf, bombas de tiempo incrustadas en la geopolítica mundial por una política no menos estúpida que criminal. La guerra infinita que los neoconservadores han concebido y que Bush ha provocado es la arena movediza en la que el más grande sistema militar de todos los tiempos está inexorablemente hundiéndose.

En el 2000, la victoria de Bush (mejor, el golpe de estado de Bush) desalojó el cerebro de la cumbre del mundo. El sector cognitario, el trabajo virtual, la ciberinteligencia fueron desalojados por la victoria de los músculos, los petroleros y los generales. Pero sin cerebro no se gobierna el mundo, como máximo se puede incendiarlo.

El final de esta alianza entre cognitariado y capitalismo recombianante que se había establecido de manera frágil, contradictoria, pero dinámica durante los años 90, ha marcado el regreso de un capitalismo idiota, representado por el sector mafioso y guerrero que guía las grandes potencias del mundo en el presente: Cheney, Putin, y todo lo que les sigue.

El grupo dirigente norteamericano se formó sobre el mesianismo apocalíptico de cuño cristiano, pero también sobre el pensamiento de James Burnham, un sociólogo de formación trotskista de los años ’30, y también sobre una recuperación del concepto de exportación de la revolución (no olvidemos que Pearle, Kristoll, el propio Wolfowitz tienen sobre sus espaldas una formación trotskista). Sería interesante estudiar también este aspecto: en qué medida la experiencia del terrorismo bolchevique (el terrorismo del materialismo dialéctico estalinista, pero, también, el terrorismo de la revolución permanente trotskista) se ha transferido al pensamiento estratégico imperialista (norteamericano, pero también francés).

Luego de ser depurada de sus elementos comunistas y obreros, la tradición bolchevique se ha vuelto parte de la cultura del capitalismo global, no solamente en la Rusia gobernada por la KGB redenominada FSB, sino también en los EE.UU. neoconservadores, o en la Francia sarkoziana esponsorizada por Glucksmann y por Kouchner.

Finalmente querríamos preguntarte por la dimensión política de la noción de autoorganización. En algún lugar enunciás que el antagonismo es una imagen política inútil para la situación presente, pues el deseo social se desplaza en paralelo a la innovación de la economía. Pero si el deseo no necesita contraponerse a lo que existe para proliferar, ¿qué lo llevaría a radicalizarse hacia horizontes de autoorganización? ¿Cómo percibís o imaginás ese impulso?

Creo que debemos reflexionar nuevamente sobre la noción de deseo. La lectura de Deleuze y Guattari por parte del pensamiento del movimiento a menudo ha malinterpretado la noción de deseo como si éste fuese una subjetividad, una fuerza positiva. Admito que alguna ambigüedad sobre este punto se encuentra en los textos de ambos filósofos, y en mi trabajo de “vulgarización movimentista” (si me permiten la expresión) he a veces identificado el deseo como la fuerza positiva que se opone al dominio. Pero esta vulgarización no es correcta.

El deseo no es una fuerza sino un campo. Es el campo en el cual se desarrolla una densísima lucha o, mejor dicho, un espeso entrecruzamiento de fuerzas diferentes, conflictivas. El deseo no es un valiente muchacho, no es el chico bueno de la historia. El deseo es el campo psíquico sobre el que se oponen continuamente flujos imaginarios, ideológicos, intereses económicos. Existe un deseo nazi, digo, para entendernos.

El campo del deseo es lo central en la historia, porque sobre este campo se mezclan, se superponen, entran en conflicto las fuerzas decisivas en la formación de la mente colectiva, por lo tanto la dirección predominante del proceso social.

El deseo juzga la historia, ¿pero quién juzga al deseo?

Desde que las corporaciones de la imageneering (Walt Disney, Murdoch, Mediaset Microsoft, Glaxo) se han apoderado del campo deseante, se han desencadenado la violencia y la ignorancia, se han cavado las trincheras inmateriales del tecno-esclavismo y del conformismo masivo. El campo del deseo ha sido colonizado por esas fuerzas.

Sobre este plano debe actuar el movimiento deseante. Y cuando usamos la expresión “movimiento deseante” no entendemos “subjetividad deseante que se hace movimiento”, que por el simple hecho de tener deseo es positiva, como si no hubiese deseo también en la violencia.

“Movimiento deseante” significa un movimiento capaz de actuar eficazmente en el campo de formación del deseo, un movimiento conciente de la centralidad del campo del deseo en la dinámica social.

El movimiento es una fuerza, el deseo un campo.

www.lavaca.org

DESCARETIZAR LA FIESTA // Silvio Lang

El mercado de la noche ha sometido nuestro deseo de fiesta a la propiedad del Yo: seducir; vestirse bien; reventarse con drogas y alcohol; exhibir los logros del gym, ahora, del crossfit; pagar entradas costosísimas mientras lxs laburantes de la noche están mal pagados; ser aceptades o excluídes según la apariencia de clase; contreñir el cuerpo en la dictadura del paso de baile; sacarse selfies; “hacer rostro”, dicen en el pueblo. Son las “rostricidades” de la fiesta del capitalismo totalitario, que se infiltra y modaliza cada plano de nuestras vidas. Pero quizás, la fiesta luego de las liberaciones e imaginaciones sexuales-políticas y las revoluciones sociales del siglo XX se trata de otra cosa. De una fábrica de sensaciones colectivas. De tráfico de sudores, de posibilidades de extender partes del cuerpo en otros fragmentos de cuerpos; de abrir, desplazar y desenrollar y maquinar un uso del espacio juntos; de experimentar la carne, los tejidos, la piel, sin significante familiar represivo; de descubrir y probar una manera de mover algo que no te imaginabas; de gritar, de cantar, de corear una canción de protesta mientras suena un reggaetón; de agotar la danza, reciclar y seguir un poco más con la fuerza que te dan les otres; de erotizarse con cualquier género y clase social sin imagen visual previa, con un ritmo, con una manera de tocar, con varios engarces; de devenir masa física y ritmo; de individualizarte colectivamente como no lo haces en ningún otro ámbito salvo un piquete o un motín; de agrandar tu cuerpo y sentir su ontología múltiple; de conversar desde la experiencia enfiestada. El cuerpo de nuestra fiesta es un cuerpo agigantado de salidas y entradas que hacen pasar gestos, figuras, palabras, ritmos, saberes técnicos de cuerpos múltiples. La coreografía no es para nosotros esa práctica de ordenamiento y moldeado de los cuerpos si no la capacidad técnica de crear y cruzar umbrales de intensidades, de concatenar fuerzas que actúan sobre y entre los cuerpos. Como en una “escena política” se trama una asamblea bailable desbordada donde puede entrar y salir cualquiera para componer en común.

Texto escrito sobre las experiencias del ciclo “Entrenar la fiesta”, organizado por ORGIE- Organización Grupal de Investigaciones Escénicas

Multiplicar y transversalizar las desobediencias // Alejandra Rodríguez

 

Viernes 9 de febrero, casi las seis de la tarde. El predio que rodea la Mutual Sentimiento se ensancha cada vez más para hacernos lugar. Cerca de 1500 mujeres nos encontramos en esta segunda asamblea hacia el 8M. Somos muchas y diversas.
En este feminismo abierto, heterogéneo y popular, entramos todas y ahí estamos: las negras, las putas, las que pasaron por la cárcel, las mujeres trans, las travas, las discapacitadas, las hijas de represores, las sindicalistas, las sueltas, las lesbianas, las trabajadoras de la economía popular, las villeras, las artistas, las desocupadas. Nos reconocemos en los hartazgos y furias, en la fuerza de las apuestas vitales y afectivas, alojadas por la marea feminista y por el deseo que nos mueve a transformarlo todo.
Nuestra herramienta política es la asamblea, nuestros cuerpos vibran en todas las voces, la emoción de sabernos juntas y decididas a parar con este neoliberalismo patriarcal y capitalista que intenta despojarnos de nosotras mismas. Nos encontramos para producir el tiempo del paro, tenemos matices, recorridos y luchas diversas, pero integramos esas diferencias como punto de partida para componer juntas la fuerza que necesitamos. No unificamos. Nos pensamos en situación, con una mirada transversal y múltiple, desde ahí ponemos en común los dolores, enlazamos luchas y reinventamos las vidas que queremos vivir.
Las desobediencias son múltiples, sobre cada dolor se imprime un gesto libertario, amoroso y deseante. Estamos para nosotras. No tenemos a priori, solo la certeza de las heridas históricas y la confianza en la soberanía del acto asambleario que se cocina desde las entrañas.
La apuesta desde el feminismo nunca será una unidad rancia, que gesticula desde la inercia impotente. Lo nuestro es movimiento y agite, palabra colectiva abierta, múltiple y gesto desobediente. No hablen por nosotras. Estamos vivas, libres y en asamblea permanente en cada barrio, en cada casa y en todos nuestros territorios existenciales, desde ahí construimos e irradiamos potencia, porque son nuestras vidas las que están en juego. Llevamos mucho tiempo imaginando esta revolución.

 

‘El traductor’, de Salvador Benesdra, un libro maldito que resiste el paso del tiempo // Diego Sztulwark

  A la Princesa Plumero                                                                    

«Una buena novela no se puede contar por teléfono.» Hugo Savino

 

Aunque se sigan buscando las lenguas del paraíso (lengua de la filosofía, lengua aria, lengua del Edén), el mundo post-babélico es el de la traducción. Henri Meschonnic[1] ha dicho lo suyo sobre las dificultades del oficio. Se suele traducir la lengua más que la obra, aunque es la obra la que crea la lengua. La obra aporta e introduce la violencia inicial que retuerce la lengua, la inviste y la enriquece. La obra es siempre fuga de su propio tiempo. La traducción para Meschonnic es, por lo tanto, un oficio de cara a la modernidad de la obra. Puesto que la modernidad ya no es para él un período específico entre otros sino la actividad capaz de crear efectos fuera de la contemporaneidad.

 

El Traductor de Salvador Benesdra funciona en esas coordenadas. Escrita y situada en los inicios de los años 90 –años sin gloria, de desplomes conceptuales y reestructuraciones empresariales, de repliegues cuentapropistas y de retiros voluntarios– retrata, elude y hace saltar –cierto que por medio del delirio– una existencia ensimismada en duros caparazones indispensables para sobrevivir, un achicamiento del campo de batalla a la propia vida. Ricardo Zevi se propone como un testigo resistente y narrador, un izquierdista heterosexual soltero, un judío sefaradí políglota, un empleado de la editorial Tuba (presumiblemente Página/12). Atormentado por la ruina de las referencias morales de la época que destrozan los supuestos de su oficio –engarces de la vida en la lengua, relaciones de implicancia, presencia de las rebeliones pasadas en la lengua presente–, se desdobla como experimentador y experimento y decide indagar a fondo –en sí mismo y en las recetas del new age llenas de ironías– las nuevas mezclas y proporciones de sumisión y libertad que la existencia admite y propicia en medio del vendaval, en un tiempo de reconversiones y ensimismamientos, forzándose a poner en palabras la entera gradación de afectos que componen una vida.

 

Como si la cumbre del arte de traducir fuera explorar las vías de la comunicación entre seres replegados y sensibilidades distanciadas; entre escena visible y procesamiento individual y silencioso; entre aquello que sucede casi sin palabras, solo recubierto de eufemismos empresariales, y escritura. Porque traducir es siempre escribir. Al situarse como precursor oscuro, artífice de enlaces entre series aún no conectadas, Zevi se descubrirá en el centro de la tormenta y sin reparo intentará dar un sentido a la materia rebelde de la experiencia, atravesando la demencia, bordeando el suicidio. Delirio y restitución literaria: “Lo que quería era acabar con mi vida. Es decir, conmigo, con la vida que había llevado hasta entonces, con mi persona, con mi identidad. Con las cosas en las que había creído, con los gustos que había tenido. Para que cuando todo acabara de derrumbarse volviera a aparecer esa última compañía infaltable que solo se avergonzaba de mis propias vergüenzas, que solo despreciaba mi propio desprecio de mí mismo, que solo me culpaba por mis sentimientos de culpabilidad, que solo aplaudía como cumbre de todos mis aciertos esa hazaña puramente casual de no haberme pegado un tiro”.

 

Escucho hablar sobre Benesdra desde hace muchos años. Algunos amigos cercanos a la producción novelística contaban que había sido militante del Partido Obrero, que se suicidó sin ver publicada su novela, que lo echaron de Página/12, que escribió varios artículos en la revista El Porteño y un libro –una fina ironía– de autoayuda. La solapa de la nueva edición de Eterna Cadencia confirma algunos de estos datos. Leí el libro prescindiendo de ellos, relegándolos a un borroso fondo legendario para dedicar atención exclusiva a la novela. Un libro extraordinario. Como repite Hugo Savino cada vez que puede, es imposible contar por teléfono una buena novela. Es buena por lo que escapa a su trama. Y esto no parece ser esa exigencia musical que muchos le imponen al lenguaje (poética). Tal vez se trate de otra cosa: de un desplazamiento de las visibilidades como potencia más propia del lenguaje. Dejar de decir lo que se ve y mostrar diciendo lo que no se ve. Visibilidades inaccesibles a no ser por medio de la escritura. No retratar la época ni el interior del autor, sino todo aquello de la época de lo que hay que escapar, todo aquello que huye de uno mismo.

 

Ricardo Zevi es un héroe del masoquismo. Su lucidez surge en la medida en que se confronta con el padecimiento propio y ajeno en dosis por momentos ultrajantes. Se trata de crear –por medios literarios– órganos para ver o escuchar la vida. Medios literarios, trabajo de escritura. No autoayuda. Como Gombrowicz, el escritor evalúa la vida en términos de fuerzas, puja y erotismo. Ambos creen indispensable medirse al respecto con Nietzsche, le reclaman el error de postular un superhombre. Un fraude. Sea porque –como cree el polaco– la vida no alcanza la plenitud en su acabamiento (pasaje de la “muerte del hombre” al “superhombre”) sino en su inmadurez, es decir, en la juventud; sea porque –como dice Zevi– aquí, el único “superhombre” de Nietzsche que hemos conocido hasta el momento es una burguesía que solo manda haciendo que los otros trabajen para ella. A la vida se la conoce si se la enfrenta mediante una lucha en la que es imposible evitar cuotas indisimulables de humillación. Ignorar esa imposición ingobernable no enseña, empobrece.

 

Solo la rebelión personal y política, la no resignación ante la esterilidad erótica y cultural, permite hacer el recorrido. Será un marido que corona su amor en la paternidad, pero no llegará al amor de Romina –una misionera adventista salteña a la que conoce en un café– sin pasar antes por una odisea de pastores, putas y clientes en la cual la propia Romina llega a prostituirse por él luego de maratónicas jornadas para vencer su frigidez en su departamento de Congreso (el Periscopio); comprará un taxi una vez despedido de esa empresa “bucanera” progre, único destino para los intelectuales que no quieren rajar del país, no sin antes convertirse en un activista sindical y de practicar todo tipo de piruetas tácticas en asambleas gremiales, en discusiones con las diferentes corrientes de la izquierda y de la burocracia sindical; terminará su traducción del libro de  Brockner, un teórico conservador alemán que razona la alianza entre nacionalismo de derecha y neoliberalismo con perturbadora solvencia (sostiene, por ejemplo, que Lacan introduce el principio de jerarquía entre los anarco-maoístas franceses, y recupera así el psicoanálisis para el control piramidal del deseo), no sin antes repasar la crisis del pensamiento contemporáneo expresado en el lenguaje alambicado de ese fraude que es, para él, el “estructuralismo” francés.

 

No se es capaz de acción sin afrontar un dilema, un nudo nada fácil de desatar pues cada hebra de ese hilo remite a sutiles disquisiciones históricas, introspecciones pasionales, recorridos por los barrios de la ciudad, indagaciones prostibularias (¿Por qué las putas se prohíben gozar con sus clientes? ¿Para no apropiarse de ellos?); desquiciados exámenes sobre cada uno de los trozos de personalidad que componen su propia identidad, tales como las diferencias entre un trotskista (profetas racionalistas), un stalinista (pragmático ideologista), un maoísta (poeta-sentimentalista); o entre un judío ashkenazi y uno proveniente del Sefarad, como el caso del propio Zevi que en el borde extraviado de la sensatez –y antes de ser internado provisoriamente en el hospital Borda– siente el llamado místico de su apellido, Shabetai Tzvi, célebre Mesías sefaradí que durante el siglo XVII desestabilizó las juderías occidentales con una movilización nunca vista en pos de la próxima liberación. En su intento de responder al llamado, erra su destino al intentar conquistar a un califa musulmán que pierde la paciencia y lo obliga a elegir entre su propia conversión pública a la fe de Mahoma o la muerte. El Mesías le pedía que ejerciera la traducción a fondo, es decir, como un acto de recomposición de todo lo que ante sus ojos se desgarraba: sumergirse en las reglas de pasaje y conversión, en los “códigos capaces de traducir el odio de un lenguaje a otro, el amor de un sentido a otro, la visión de un polo a otro, el orgullo del de abajo en los términos del patrón, el deseo del amo en las fórmulas del esclavo, el colectivismo de los individualistas en el individualismo de los comunistas, el derecho de sangre europeo en las fórmulas americanas del linaje por inmigración”.

 

Con enorme carga irónica, El traductor es la historia de una resurrección a través de la búsqueda del placer personal y de una moral provisoria, en medio del trastorno mayor que supone el desplome del mundo bipolar (encrucijada que Oriente no llegó a pensar jamás, ¡la liquidación de uno de los polos que ordenan el equilibro del mundo, del yin o del yang!), la implosión gorvachoviana y el giro yeltsiano-tatchereano-menemista. Es decir, el fin del período del Gran Miedo –para la burguesía–, los 120 años que van de la Comuna de París a la caída de la URSS. ¿Qué hacer en esas condiciones sino fantasear un nuevo y desmesurado ejercicio de traducción entre religiones, sabidurías y concepciones? ¿Cómo no soñar con todo en tendidos de puentes y transiciones que delineen algún principio común que pueda decirse en diferentes lenguas, un “poliglotismo de las ideas” más que de los idiomas?

 

Sobre el final algo se ha aclarado para Zevi, sea en el amor o en las relaciones sociales, ámbitos en los que no ha dejado de chocar con las barreras refractarias que el mundo le ha impuesto. Se trata de asimilar lo que se juega entre el sometimiento admirativo y el dominio irrestricto del otro; de tener una relación positiva y no extorsiva con los propios ideales, abriendo el juego a las pasiones en el instante deliberativo sobre sus actos; de asumir el riesgo de habitar un universo en el que la crueldad y la pornografía desempeñan un papel central en el juego de la libertad y la sumisión, que debe ser practicado en el mundo privado puesto que solo allí amo y esclavo son roles reversibles, y no en el mundo de lo público que se dispone invariablemente al servicio del patrón (jerarquías duras, irreversibles). La lección que Zevi desea compartir, agradecido por que al fin ha logrado superar aquellas barreras mortificantes, es la de la desconfianza y la vergüenza: “Cuando interrogo a esos últimos años que pasé en el Periscopio no lo hago debido a un sentimiento de culpabilidad, sino más bien por el interés pedestremente egoísta de saber quién soy”, lo que incluye saber “cuánto de maldad es indispensable si uno no quiere dejar de ser bueno cuando ya ha agotado los recursos obvios para serlo, cualquiera sea el significado que uno quiera atribuirle a la palabra ‘bueno’”. Unas relaciones capaces de tomar consistencia “sobre el abismo de una posible traición me parece incluso ahora infinitamente más creativa y fructífera que cualquier interacción desarrollada sobre el único registro del amor”.

 

 

[1] Henri Meschonnic, Para salir de lo posmoderno, Editorial Cactus y Tinta Limón Ediciones, Buenos Aires, 2017.

¿Vivimos aquí y ahora? // Amador Fernández-Savater

Nuestro problema no es vivir excesivamente instalados en el presente, sino en un tiempo contraído entre la lista de los pendientes y la proyección de los posibles.

Esta contracción del presente tiene que ver con la expansión “totalitaria” de las relaciones de mercado a toda la vida social: cualquier espacio, cualquier momento se vuelve una “ocasión de negocio”. Nunca es lo que es, sino lo que podría ser.

Vivir el presente pasa por percibirnos inscritos en situaciones y vinculados con otros, engarces de una inmensa malla donde también tejemos y destejemos. La fragmentación actual del mundo es una oportunidad para percibir con más claridad los aquí y ahora concretos que nos constituyen.

La potencia de transformación late en esas situaciones de vida y no “en otra parte”. Pero la concepción clásica de la política redirige siempre nuestra atención y nuestro deseo hacia un “más allá”: más lejos, más arriba, más tarde.

«Lo político” es más un adjetivo que un nombre. Una cierta elaboración de las situaciones. ¿Cuál? La fuga de la economía: la desmercantilización radical de la vida y el mundo. La experiencia del comunismo.

En el raso, Etchecolatz // Agustín J. Valle

“Hay que pudrirla en todos lados”; pudrirla de un modo que desconcierte un poco, desde posiciones no clicheteadas. Hace un tiempo entonces que vengo tirando, en todos los espacios públicos que puedo (una estación de servicio en Paternal, una florería en Chacarita, el subte, el bondi, un bar de minutas en Monte Grande, la caja del coto…), cosas como «juntemos todas las boletas de servicios y se las pasamos a los votantes de macri para que las paguen», o «ah, ¿billete de mil?, a ver cuándo se sinceran y ponen al gato matón…». Mi favorito, y más repetido por lejos, es «Gente, ¿vieron?, para todos los que votaron a Macri salió una amnistía: los perdonamos, arrepientansén tranquilos, ahora«.

Hago esto porque creo que hay que poder hablar con cualquiera -pero sobre todo con cualquiera a título de cualquiera: no hablar con la posición de alguien. La posición lleva a un repertorio sabido. Y hay que poder señalar motivos de desprecio -y de ridículo- sin sentar posición.

Además, hago esto porque aún creo en lo que pasa «por abajo»; y no me refiero a «las capas más postergadas de la sociedad», sino al llano de los intercambios y encuentros. Al ras. La discreta pero inmensurable cocina de los ánimos multitudinales. En realidad no existe el panorama, no hay punto panorámico; nadie sabe, nadie tiene saber. Los puntos que logran darse una panorámica, tienen el panorama de ese punto.

Sí hay observación atenta y constante: después de la marcha y la represión del 18/12, llamó a mi casa una «breve encuesta sobre seguridad», donde una máquina preguntaba «cómo califica usted el accionar de las fuerzas de seguridad el pasado lunes 18 en las inmediaciones del Congreso», e, incluso, «Si usted dirigiera las fuerzas de seguridad, ¿daría la orden de que reaccionen cuando son agredidas con piedras y palos? ¿O cuando hay destrozos en el espacio público?”. La encuesta trata -eficazmente- a la población como audiencia. Audiencia que tramita su resentimiento con un botoncito del teléfono que deviene gatillo sin dejar pólvora en las manos -gatillo para que alguien sea lastimado oficialmente-. Y demuestra, no obstante, que para el Gobierno, el consenso represor general no es inamovible. Deben relevarlo constantemente: ¿cómo están las ganas de ver sangre?, ¿sigue liderando el rating el deseo de crueldad?

Pero quería contar otra cosa. En una mini heladería de Chapadmalal, donde había esa noche una también mini peña, con un grupo de folclore, escucho que una señora, de unos sesenta años, pedía indicaciones para ir al bosque Peralta Ramos. Tenía unos sesenta años, maquillaje y bijuterí; no demasiado. Me metí: «¿Va a ir al bosque? Ojo que está peligroso, hay un violador, asesino, torturador y ladrón de bebés…». «Ah», me interrumpió en medio de mi frase: «¿violador? ¡Entonces voy! Ya no se puede andar eligiendo…».

La violencia, en una sociedad de cuerpos mediatizados, espectadores hiperactivos, no es solo fruto de la indiferencia producida por el régimen del contacto y la conexión; no es, tampoco, la violencia, solo un artefacto político que instaura otredad eliminable (y un nosotros incluido); es, también, la violencia, un deseo de los aburridos, una forma de que pase algo que aún estando quemados podamos sentir…

Punk-Nietzsche (o acerca de Los violadores como rock existencialista) // Mariano Pacheco

 Reseña de Más allá del bien y del punk. Ideas provocadoras: un libro de Pil y Juan Carlos Kreimer  (editorial Planeta).

Fue en 1991 cuando escuché hablar de Los violadores por primera vez, cuando tocaron de teloneros de Los Ramones en su segundo show en la Argentina (el primero había sido en 1987 y Los violadores no pudieron oficiar de teloneros porque estaban de gira fuera del país). Tenía apenas once años. Fue entonces que mi hermana mayor asistió al recital en Obras Sanitarias. Un año después, cuando logré ir con ella a Obras para ver a Los ramones, los teloneros ya no fueron Los viola (separados meses antes) sino Todos tus muertos, así que recién pude ver a Los violadores en vivo en 1995, en Cemento cuando Pil volvió a los escenarios, ya sin el resto de “los históricos”. En el medio pude visitar a Pil en su casa de Villa Urquiza, una calurosa tarde de 1994. Aún atesoro las fotos que sacamos entonces.

Veinte años después de aquella vuelta a los escenarios elegí “¿Y ahora que pasa, he?” y “Más allá del bien y del mal” como canciones para acompañar las artísticas de La luna con gatillo, programa radial semanal del que formo parte y al que entre los amigos solemos denominar como «trinchera radiofónica». Allí hablamos de cine; de teatro; de música; de la realidad política y social del país, y del mundo; y de libros, por lo general, varias de las novedades editoriales que nos interesan. Así, 30 años después de que los neoyorquinos inauguraran la ramones-manía, llegó a mis manos Más allá del bien y del punk. Ideas provocadoras, un libro de Pil y Juan Carlos Kreimer publicado por editorial Planeta que da cuenta de la historia de Los violadores con testimonios de todos sus integrantes e incluso un compilado de voces vinculadas de un modo u otro a la escena punk local.

En el principio fue el verbo… en un libro

Cuenta Pil que fue en el verano de 1981 cuando se topó con el libro Punk la muerte joven (de Kreimer) mientras recorría librerías en la calle Corrientes, en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires. Un libro que se transformó en su biblia y que 35 años después, al recorrer los mismos rincones de la ciudad, pudo encontrar reeditado con un nuevo apartado titulado “Historias paralelas”, en el que aparecen… ¡Los violadores!

Fue en la madrugada del 27 de febrero de 1981 cuando Pil debutó en la banda, luego de que su primer cantante, Orlando García Paladini, se hubiese alejado del grupo tras el primer recital realizado el 19 de enero de 1980. Y si bien ocho días después, en el segundo recital, la banda zafó con el bajista (Beto) oficiando de cantante, también éste desertó de la banda tras ese segundo show «cansado de caer preso», según cuenta en su testimonio.

Esta historia del punk en Argentina no remite tanto al legado británico sino al polaco, o a una mezcla de ambos en realidad.

Roberto Zelazek llegó a la Argentina con su familia cuando tenía siete años. Desde chico sus padres lo llevaron al Centro Polaco de Buenos Aires, sitio al que también asistía la madre de Pedro Braun, el chico unos años mayor que él que en un momento determinado, en pleno Proceso de Reorganización Nacional, apareció con los pelos parados y alfileres de gancho en la solapa. Para entonces ya había estado en Londres, se hacía llamar Hari B y traía un disco de The Clash en la mochila que rápidamente hizo escuchar a su amigo “El Polaco”. Juntos emprendieron la conformación de una banda que con el tiempo pasó a llamarse Los violadores y tuvo en sus filas a Sergio Gramática en batería y a Stuka en guitarra, tras un breve paso por el bajo.

El 1o de diciembre de 1983, mientras el radical Raúl Alfonsín asumía la presidencia de la Nación, Hari B abandonaba la banda para dedicarse a su otra pasión: el montañismo. Días antes había salido a las calles “Los violadores”: primer disco de la banda con doce canciones grabadas en dos días entre mayo y junio de 1982. Pero tuvieron que esperar un año y medio hasta que Umbral (un sello under especializado en folclore pero que ya había grabado con V8) aceptara promocionar a esa banda punk que cantaba canciones como “Sucio poder” o “Represión” en plena dictadura cívico-militar.

Punk-Nietzsche

¿Qué es el rock? ¿Y el punk-rock?

Henry Rollins dice que el rock no es una fiesta de cumpleaños: es una acto para hacer catarsis, un acto extremo para que los que asisten vean algo más allá de lo que ven siempre, dice Sergio Gramática en una frase que parece rememorar aquello que los formalistas rusos afirmaban respecto de la literatura: que su función era la de desautomatizar la mirada.

Hoy Nietzsche diría que una vida sin rock no tiene sentido, arriesga Stuka, quien supo tener su paso por la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Gramática, por su parte, define el estilo de Los viola como un engendro mutante de tipos medio alocados y sostiene que el punk es romper con lo establecido. Patear el tablero. Desobedecer. Y también: una revolución intestina dentro del rock, que cuenta con instrumentos como los fanzines para promover una lectura propia de las cosas. Aunque para muchos pueda parecer una sorpresa, hay una profunda posición intelectual detrás del punk, al menos de esta primera camada y de muchos que luego recogieron ese legado.

Pablo Cosso sostiene que el punk argentino es un colectivo de denuncia, agitación y resistencia. Tal vez por eso las palabras de este crítico musical aparecen citadas en el libro para reforzar dicha idea: el movimiento punk como radicalidad sin estructuras, que cuenta con las letras de sus canciones, los fanzines que edita y los flyers o afiches que promueve como sostenes comunicacionales y sus actuaciones y eventos culturales como focos de agitación.

Pocos advierten que los punks y sus primos hermanos los heavys son bichos intelectuales. Ni que debajo de su nihilismo hay lecturas, cine, pensamiento, reflexión, “cultura”. Las últimas décadas del siglo XX no tienen en el campo rockero argentino, quien mezcle con tanta virulencia la cosa literaria, la cosa filosófica, la cosa ideológica con la cosa musical y actitudinal. Editores de sus propios fanzines, escritores de cuentos y crónicas, de poesías, de análisis políticos, manifiestos, promotores de eventos, los punks no son diletantes. Más bien tenaces. Se hacen sus propios afiches, se producen sin plata, graban por su cuenta, afirma por su parte el crítico musical Leandro Donozo.

Algo de eso parecer querer corroborar Pil, cuando en su testimonio sostiene:

Los punks somos más cultos, leemos, pensamos, reflexionamos mucho, nos construimos una base cultural y desde ahí somos muy críticos. No atacamos a algo porque no nos gusta. O por prejuicio. O por resentimiento.

Puede verse que la crítica a los “viejos vinagres” del rock no era mera postura, sino modo de entender(se) en el mundo. Punk es existencialismo, dice Pil. Y aclara: preguntarte ¿quién soy? ¿qué hago acá? Y luego remata: una banda de rock es una revolución posible. En lo social y en lo personal. Idea que en otra parte del libro complementa con la de resistencia:

La resistencia consiste en recuperar el tiempo para reflexionar sobre lo que estamos haciendo, en no dejarse embalar por una corriente de cosas y hábitos que se nos van imponiendo y elegir qué hacer y qué no hacer. Es abrirse a otras voces, voces de personas que no transan, voces que aparecen en tus oídos y te advierten que algo huele mal…

Tal vez pensando esta idea sostenida por Pil, Kreimer escribe hacia el final del libro que el verbo del punk por excelencia es confrontar. Y aclara: no sólo al tipo que pasa desprevenido, o dormido, o muy seguro de que su visión es la que vale. También a vos mismo, para que no te quedes pegado a ninguna creencia.

Rabia, velocidad, ruido, incorrección, inconformismo, rechazo, oposición, descreimiento, provocación: los atributos centrales del punk-rock.

¿Intelectual punk?

Cuanta Pil que de jovencito trabajó en mil cosas. Fue zapatero, trabajó en una imprenta y en varios lugares más antes de entrar a cantar a Los violadores. Siempre destinó gran parte del dinero que cobraba a comprar libros y discos. El primero fue la edición argentina de The Clash, en diciembre de 1977. También cuenta que, varios años más adelante, un día agarró su CPU e impresora y los vendió: con esa plata fue y se compró una colección de libros clásicos: Goethe, Flaubert… y volvió a releer a Verne.

Tengo mis fetiches -dice Pil-. Uno es Stendhal, con Rojo y negro. La canción que se llama “Ellos son” dice: “Rojo y negro/ son diferentes emblemas”. Otra es “Le Rouge et le Noir”, que habla de un asesinato en una ópera. Y ahora una nueva “Rot und Schwwartz”, esos colores en alemán, inspirada en El jugador de Dostoievski, un tipo que va por la vida buscando gitanas que le adivinen su suerte, y solo juega al negro y al rojo. Me faltarían una “Rosso e Nero”, una “Red & Black”, un “Vermelho e Preto”, ¿no? Leía en la cama hasta que se me cerraban los ojos.

También Pil deja en clara su pasión por el cine en este libro:

Cuando estábamos ahí nos íbamos en el 140 a Corrientes, a la Cinemateca del SHA o a la Lugones del Centro San Martín. Si daban, no sé, un ciclo de Joseph Losey, de lunes a sábado, íbamos. ¿Cómo ver sin que te pase nada El sierviente o Kind and Country? El perro andaluz de Buñel, o Eréndira. El séptimo sello de Bergman… Éramos hípercinéfilos.

Hace cinco años ya que este cronista vive en la provincia de Córdoba, con lo cual está lejos de corroborar si, en plena “Revolución de la alegría”, la Lugones sigue dándole continuidad a esa rica historia. Pero puede asegurar que, hasta hace al menos unos años atrás, aún podían verse allí films documentales imposibles de conseguir en Argentina y también la obra completa de algunos grandes clásicos, como la del ruso Andréi Tarkovski o la del italiano Pier Paolo Pasolini.

Esta pasión cinéfila y literaria Pil muchas veces la expresó en sus canciones, como ya ha remarcado y como sigue contando en distintos tramos del libro:

Después aporté otro tema rápido, “Guerra total”, en el que empiezan mis ganas de meter la geopolítica en la banda, algo que no tenía y la necesitaba. Porque lo que pasaba era también la historia. A mí siempre me gustó saber cómo se dieron las situaciones, qué pasaba en el mundo para que se dieran determinados cambios y transformaciones, la sociedad industrial, el neocolonialismo.

Geopolítica pura, arremete en otro tramo del relato. Y aclara con orgullo: en eso fuimos pioneros. Bajábamos líneas con las letras que a los chicos les volaban la cabeza. Geopolítica e historia que conectan el destino sudamericano (en palabras de Jorge Luis Borges) con el devenir de la política mundial. Remata Pil:

Los “hijos predilectos” eran los alemanes que habían generado eso, la Segunda Guerra Mundial. Los hijos predilectos era la metáfora de lo que estaba pasando por los campos argentinos, el Olimpo, etcétera. Clarín titulaba “Enfrentamientos entre bandas subversivas y el Ejército: doce guerrilleros muertos”. No que “plantaban” cadáveres, que los mataban en un lado y los tiraban en otro diciendo que se habían muerto en un enfrentamiento. ¡Acá hay campos, acá hay campos!, desperté diciéndome un día. Por todos lados nos estaban violando y los malos de la película éramos nosotros que nos habíamos puesto ese nombre transgresor.

Con gran capacidad de síntesis y un humor ácido capaz de captar los microfascismos que por entonces circulaban en nuestra sociedad, Pil escribió en el último tramo de la dictadura una canción con el ritmo de la publicidad de Mantecol; pero en lugar de decir: “Mantecol a la vuelta de tu casa, Mantecol en el kiosco de la esquina, Mantecol en la panadería, Mantecol 24 horas al día”, Pil cantó el mismo ritmo suplantando la palabra Mantecol por represión. Fue el comienzo de una leyenda que se complementaría con “Uno, dos, ultraviolento”: tema inspirado en La naranja mecánica (film de Stanley Kubrick realizado en 1971 sobre la base de la novela homónima de ciencia ficción publicada en 1962 por Anthony Burgess) que se convirtió en hit en los años ochenta.

Punk, instantaneidad y legado

Pil es un tipo con historia dentro del punk, qué duda cabe. Fundó la primera banda del género que “la pegó” en la Argentina. Pero no es un nostálgico o alguien pegado al éxito de tiempos pretéritos. Supo salir adelante en los momentos más difíciles, fundar nuevas bandas, saber cuando “pactar” con los antiguos camaradas antaño enfrentados y rearmar Los violadores en más de una oportunidad. Pero también supo captar los nuevos aires de la historia, las lógicas de las nuevas generaciones estructuradas por las dinámicas de la revolución científico-técnica de las últimas dos décadas. Siempre, sin embargo, pervivió en él cierto espíritu punk ligado a la autogestión, al empuje, al asumir los problemas como desafíos.

En una época el “Sí” era terrible: se llevaba parte de la boletería a cambio de un destacado, dice Pil Trafa en referencia al Suplemento Cultural del diario Clarín, para luego reflexionar:

A puras redes sociales, con una plata mínima te garantizás unas trescientas, cuatrocientas entradas. Se ocupa tu mánager. Pone una pauta tipo promocionar publicación en facebook, crea contenidos, fotos, nosotros vamos agregando imágenes y actualizando nuestros sitios con esos materiales y los amigos nos etiquetan. El verdadero difusor de lo que hacés sos vos mismo. Los medios están para redondear la movida. En definitiva, para legitimarla.

De algún modo, con esto Pil propone volver a las fuentes pero utilizando todas las cuestiones tecnológicas a su alcance:

La alternativa es la del manual punk: venderla vos mismo en los shows. Cuando viajamos, casi siempre vendemos casi todos los CD que llevamos. Uno de cada tres del público se vuelve a su casa con uno. Los vendemos sin el recargo del distribuidor, a cien pesos. También vendemos muchas remeras, las mandamos a hacer nosotros mismos. Las últimas de Pilsen se vendieron todas. No es taaaanta plata lo que deja, pero apuntala otros gastos que no se ven: traslado, mantención de equipos, volantes…

Pil también destaca el hecho de que por más caro que le salga a una banda, hoy en día sin un video no existís. Pero también advierte que hay una sensibilidad del artista que suele no llevarse bien con el éxito. Y que para alimentar esa sensibilidad hay que cuidarse de que la presión (por ejemplo, de las discográficas que exigen sacar discos) no perfore la creatividad. Además, una banda punk no es una simple banda de rock. Es algo más fuerte que tiene que ver con las vibraciones del sonido. Por eso Pil destaca el hecho de que hoy en día en una computadora, en un mp3, el sonido no tiene la misma fuerza que antes tenía en un CD e incluso mucho antes en un vinilo. De allí que, si bien siempre lo consideró importante, hoy más que nunca crea que el punk mantiene cierta vitalidad ligada con su historia en el recital, en el en vivo. En los pubs recién me siento satisfecho  cuando la gente sentada empieza a pararse y saltar. Cuando algunos se suben a las mesas…, explica Pil. Y remata: el día que yo vea que eso deja de pasar con el público que nos va a ver, dejo de tocar. El día que termine con la gente sentada, ya está, ¡a descansar, abuelo!

Bonus track: ese punk que llevamos dentro

Desde que salieron por primera vez de Buenos Aires para tocar en Córdoba a fines de 1982, hasta que dieron por finalizada la experiencia a mediados de 1991, Los violadores viajaron por varios lugares del país y también visitaron otros países. Tocaron con Sumo y con V8; tuvieron a Andrés Calamaro como baterista en un ensayo; grabaron canciones para un disco en vivo con un tenor (Carlos Darío Saidman, el reconocido cantor de ópera que cantó en el Lincoln Center de Nueva York) y fueron teloneros de Los ramones, entre otras travesías.

Una década y media después, con la formación original, Los violadores se presentó en el Luna Park no sin un nuevo escándalo, puesto que el show fue prohibido para menores de 18 años por presiones ejercidas por la Iglesia Católica puesto que el nombre de la banda -se argumentó- resultaba “nocivo”. “Moral y buenas costumbres” titularon uno de los temas que pudo escucharse en el Lado B de su primer disco. ¿El eterno retorno nietzscheano de la sociedad argentina?

Un año y pico después de aquél recital Pil vuelve a figurar en los medios de comunicación, esta vez junto a Juan Carlos Kreimer, ambos autores de este libro que estamos reseñando en el que también aparecen los nombres de Patricia Pietrafesa, promotora del Fanzine Resistencia entre 1984 y 2001, actualmente bajista de la banda Kumbia Queers y el profesor de filosofía y conductor televisivo Darío Sztajnzrajber, quien destaca que el punk es nietzscheano o, más bien, que Federico Nietzsche supo ser un precursor del punk al propiciar una poética nihilista retomada por el movimiento musical centrada en destruir las falsas idealizaciones a la vez que proponer hacer pasar lo constructivo por esa destrucción. También está presente el testimonio de la filósofa Esther Díaz (profesora titular de la Cátedra de Pensamiento Científico del Ciclo Básico Común para ingresar a las distintas carreras de la UBA), quien se hizo leyenda no sólo por ir a los recitales punks sino por asistir a sus clases con borceguíes, tachas y ropas de cuero negro. Para Díaz, además de Nietzsche fueron los filósofos cínicos los precursores del punk (el primer aullido punk en la historia universal) ya que en el siglo IV a.C se oponían a los poderes dominantes, no se sometían a las pacatas normas sociales, incluían mujeres pensadoras que se burlaban de las lujosas vestimentas de los filósofos oficiales y de sus ideas universalistas al servicio de los poderosos.

Además de integrantes del Salón Pueyrredón, figuran testimonios de los ya mencionados críticos musicales Pablo Cosso y Leandro Donozo, para quien el punk trató de desarrollar la idea de auto-gobierno y crear una patria paralela (una internacional -aclara Donozo- rememorando el lenguaje de los viejos luchadores) que desenmascara a la hegemónica a la vez que propone alternativas de producción, de mirada sobre el mundo y de vida.

Qué duda cabe que en esa construcción crítica el rol de Los violadores fue fundamental.

https://www.lalunacongatillo.com

Sobre una foto de Louis Althusser // Étienne Balibar

Papeles Althusser

Louis Althusser cumpliría 100 años. El IMEC (Institut Mémoires de l’édition contemporaine[1]) toma como pretexto esta conmemoración invitando a grandes lectores de su obra a comentar algunas piezas emblemáticas de sus archivos.

Se trata de una obra mayor, tejida de tensiones y de contradicciones. Una obra esencial para pensar la contemporaneidad. Derrida subrayó la “fuerza radiante y provocativa de su pensamiento”. Es esta vitalidad la que Étienne Balibar, Jean-Claude Milner, Alain Badiou, Judith Revel, François Regnault, Jean-Luc Nancy y Toni Negri, entre tantos otros, evocaran a lo largo de todo el año, apoyándose en distintos documentos. Comentario, crítica, ensoñación… el archivo está abierto a su interpretación. Los Papeles Althusser invitan a poner en juego el movimiento de un pensamiento gracias al archivo y más allá del mismo.

Cada semana estará disponible un nuevo documento comentado por una persona diferente.

IMEC

 

Versión en francés: http://www.imec-archives.com/papiers/

 

Sobre una foto de Louis Althusser

Por Étienne Balibar

Acepté con placer aunque no sin inquietud la invitación de l’IMEC a contribuir a esta serie de homenajes consagrados a Louis Althusser por el centenario de su nacimiento y, si he comprendido bien, a iniciarlos. No elegí esta foto que se me propone comentar. No la rechazo, pero me inquieta. Se trata de él, tal como lo conocí, pero no lo reconozco verdaderamente. O más bien: compartí con Althusser muchos años. Trabajé, pensé, calculé, esperé, discutí con él. Pasamos vacaciones juntos. Lo visité en los hospitales y clínicas. Pero esta imagen me hace sentir fuertemente cuán poco lo comprendí. Sus “memorias”, su biografía dejada inacabada por Yann Moulier-Boutang, al igual que las conversaciones y los intercambios de recuerdos con otros amigos, antiguos alumnos y camaradas, me han enseñado muchas cosas, pero la parte oscura permanece, incluso ha crecido. Lo sigo pensando.

A primera vista esta imagen es convencional. He aquí un intelectual, un profesor en su “puesto de trabajo” (él amaba esta analogía “materialista”). Detrás y delante de él, sus “medios de producción”: libros, de donde surge únicamente visible, el nombre de Togliatti (todo un símbolo: el partido comunista italiano, al cual, sin dudas, hubiera deseado pertenecer). Un ejemplar de una revista con un título indescifrable (¿en polaco? En el campo de prisioneros, él había aprendido algo de esa lengua eslava, y estaba orgulloso de ello). Los marcadores. La máquina de escribir (¿Hermès?), donde fueron tipeadas miles de páginas públicas, privadas, literarias y filosóficas, pedagógicas, militantes, sentimentales (Althusser tipeaba durante noches enteras, y nunca vi semejante capacidad para tachar renglones completos en el teclado). Reconozco todo ese studium. El punctum, como diría Barthes (a quién una vez conocí en su casa, junto a un grupo de estudiantes), es por su puesto la mirada extraña: ¿a quién está dirigida? Al fotógrafo, sin dudas (¿un amigo?, ¿un periodista?, ¿un editor?). Ni sonriente, ni severa. Preocupante no, pero me parece, preocupado. ¿Y de qué, entonces? De él mismo, de los otros, del porvenir que “es largo” puede ser (no sé cuál es la fecha de la foto, diría que de principios de los años 70 o incluso 60: él está bastante delgado todavía. Pero la edad aparente de Althusser cambiaba todo el tiempo dependiendo de su estado).

Finalmente veo eso que me molesta: es que esta foto parece pedir a quien la mira (yo) algo que habría que decir sobre él, pero que falta. ¿Qué, entonces? ¿Qué puede faltarle a esta figura de hombre instruido a quien su imagen viene a servir de pantalla? Dos cosas esencialmente: el calor de la amistad, el enigma de la locura.

En lo que respecta a la primera, la experimenté y me beneficié de ella sin restricción, entre muchos otros, es verdad, pero de una manera singular. Porque aquello que caracterizó a Althusser fue hablar “exclusivamente” con cada uno de sus amigos, incluso en el seno del pequeño grupo de estudiantes y de discípulos que se formaron alrededor de él, y en ese mismo despacho. De ahí el milagro y la ambigüedad de una enseñanza y de una colaboración que, enseguida, invertía los roles. Ellos hacían de interlocutor y no de receptáculo de una doctrina, el confidente de un proyecto, o el personaje de una puesta en escena, ese Otro a quien la idea debe llegar, a quien le pide enérgicamente usar su cerebro. Nada de “discurso del maestro”, nada de análisis, nada de histeria, y el discurso “de la Universidad” enseguida se convertía en investigación de la idea verdadera por la vía de las “nociones comunes”. Pero es preciso convocar a la otra cara también, la locura, que escrutamos en vano en su mirada. La descubrí bien temprano en su persona, vacilante entre el terror y la piedad o permaneciendo prohibida (así cuando él me decía: de nosotros dos el que está loco no soy yo, eres tú…). Ella se oculta también en esta imagen, despertando la inquietud del pasado; pero lo que me sorprende aún más, es que siento que ella no le quita nada a la amistad, incluso cuando ella “sobredetermina” todas sus obras. Incluso, después, ella la intensifica.

¿Soy el único que ha experimentado este sentimiento, de no querer ni poder contrastar, separar los contrarios? Cuando lo observo mirarme así, todavía experimento un terrible deseo de llegar a él para contarle la última idea “teórica” o el último proyecto “político” que germinó en mi cabeza, una terrible nostalgia de no poder hacerlo. Y luego una terrible incertidumbre respecto a la cuestión de saber si se trata para mí de alienación o de libertad… ¿Pero qué humano sabe si es libre? Althusser, junto con otros poco frecuentes, no puede ser más que el intercesor privilegiado de esta pregunta que nos hacemos a nosotros mismos sin fin. Y que, gracias a tantos escritos suyos de los que yo ni siquiera sospechaba, ahora accesibles a todos, lo será también para otros que no son abrumados por una imagen que se les superpone.

[1] El IMEC reúne, preserva y pone en valor los fondos de archivo y los estudios consagrados a las principales casas editoriales, a revistas y a diferentes actores de la vida del libro y de la creación contemporánea: editores, escritores, artistas, investigadores, críticos, periodistas, etc. Entre otros materiales importantes, en el IMEC se encuentra reunido el fondo de archivos de Louis Althusser.

http://www.imec-archives.com/wp-content/uploads/2018/02/20ALT_althusser_Louis_2018_02_mel.pdf

Los pibes son los enemigos // Diego Valeriano

Si los enemigos no son los pibes ¿por qué se pide la pena de muerte? ¿Por qué se festeja su fusilamiento? ¿Por qué el presidente recibe al que tiró por la espalda? Si ellos no lo son ¿por qué los asesinan, los golpean, los suben al patrullero y le ponen la 9mm en la pierna mientras le prometen que si vuelve a dar vuelta por acá se lo devuelven a la vieja con una gamba menos? ¿Por qué llenan cárceles e institutos? ¿Por qué sabés que tenés que cruzar cuando vienen de frente? ¿Por qué cuando llegás caminando a tu casa y escuchás una moto en el medio de la noche rogás que sea un delivery? ¿Por qué los desaparecen?

Son los enemigos porque viven a todo ritmo, no negocian, saben lo que puede un cuerpo y empastillados tiran hasta el lunes. Porque aman, arrancan, odian, se plantan, tiran. Porque andan en shores con el fierro en el cintura tan sueltos de cuerpo, tan naturales, tan brutales y temerarios. Porque son unos atrevidos.

Si no son las enemigas ¿por qué les dan tantos talleres en los centros comunitarios, tantos programas del PNUD? ¿Por qué planificás una y otra vez? ¿Por qué un área específica en desarrollo? ¿Por qué se les prohíbe ir con shorcitos a la escuela? ¿Por qué intentás darles voz, explicarlas, representarlas? ¿Por qué intentás planificarles la vida? ¿Por qué vas al barrio los sábados a dar talleres? ¿Por qué te asustan esos ojos negros que te buscan en el bondi?

De tan enemigas ni lo saben, de tan atrevidas ni lo piensan. Tampoco les importa demasiado. Deambulan por ahí, corren el  que creen que es el último 166, dan vueltas demás hasta la estación  para esquivar giles, hacen cosas que no pueden contar por escabio, se ríen de los que marchan, son voraces y descanseras. Asumen lo vertiginoso de vivir acá sin tanta bandera. Aman, arrancan, odian, se plantan y también tiran. Le clavan por la espalda dos cuchillos al novio de la mamá.

 

 

La policía también va al muere // Sabina Frederic

¿Será el respaldo del gobierno de Macri al policía Chocobar, procesado por “exceso en la legítima defensa”, solo señal de apego al punitivismo y confrontación política con el garantismo? ¿O se trata en rigor de una impugnación a la ley y la administración de justicia? ¿No hay en el gesto presidencial una exaltación de la venganza que implica el homicidio de un joven a manos de otro? Sí hay algo claro es que no hay ley vigente en Argentina, ni en buena parte del mundo occidental, que ampare la actuación de Luis Chocobar como funcionario policial.

Estamos en presencia de un manifiesto del poder ejecutivo nacional de descreimiento y rechazo a la justicia, a ese cúmulo de acuerdos escritos convalidados por rigurosos procedimientos oficializados que nos regulan, aunque personalmente puedan disgustarnos. Al margen del derecho penal, proponer que la policía no es culpable en un enfrentamiento, como dijo Patricia Bullrich, es respaldar la conducta vengativa y revanchista, el “ojo por ojo” como régimen policial. Perseguir a un ladrón que hirió a un turista para rematarlo por la espalda cuando ya estaba caído y no representaba una amenaza, es venganza. Y la venganza viene cargando la atmósfera del clima de época, alimentando una cosmovisión que quienes nos gobiernan en Argentina no han perdido oportunidad para subrayar. Recordemos la prisión preventiva dictada y sostenida solo a funcionarios políticos del anterior gobierno, y el escarnio contenido en esas imágenes especialmente tomadas durante el momento de su detención, para el goce mediático de una parte la audiencia.

Macri y Bullrich conocían los detalles del expediente judicial mediante el cual el juez procesó y embargó al policía Luis Chocobar. También habían visto el video. Y aun así, recibieron al policía. Estaban plenamente convencidos de que era importante apoyar su conducta y desafiar lo que el Jefe de Gabinete denominó el “prejuzgamiento de la justicia”. Se refería a que la justicia al detener y embargar a Chocobar, velaba por los derechos del delincuente, en este caso asesinado, y no por los del policía. Si tomamos en serio la afirmación, por qué no hacerlo, el funcionario en cuestión (y el Gobierno) consideran que hay paridad entre la persona del delincuente y la persona del policía. Y la hay, son humanos, eran vecinos de la Boca, jóvenes. Pero el policía está investido por el Estado, actúa en nombre de este y ejerce una fuerza delegada, es decir una fuerza que no le es propia. Esta condición diferencial lo somete a numerosas y rígidas obligaciones impuestas a los integrantes de una institución del poder ejecutivo nacional según las leyes vigentes.

En fin, como todo acto de venganza, la propuesta es dejar fuera de juego la actuación judicial. “Cambió la doctrina, la Policía no es culpable en un enfrentamiento”, dijo Bullrich. Y agregó que es algo que “los jueces no entienden” y que terminaría en una reforma del código penal. Las imágenes del video niegan un enfrentamiento y el eufemismo nos retrotrae a los años de plomo. Así, el gobierno reivindica el derecho del policía a ejecutar extrajudicialmente y empuja a todas y todos los uniformados a ejercer esa fuerza delegada en casos de flagrancia como este.

El homicidio se convierte en el castigo merecido por el delincuente. Las persecuciones y tiroteos en plena ciudad quedarán justificados, aunque en la correría se hiera a ciudadanos “de a pie”. Como ocurrió cinco días después del caso Chocobar en la zona de Tribunales y en la misma jornada en que Bullrich redobló su apuesta. La Policía de la Ciudad se sintió “libre” o “alentada” a faltar al protocolo de actuación urbana que pondera daños y prohíbe la persecución en zonas de concentración de personas. ¿Justifica el robo a una joyería dejar tres personas heridas, entre ellas el delincuente, e instalar el pánico en la ciudad?

Pero los golpes de efecto a los que nos tiene acostumbrado este gobierno no son señales evanescentes, se inscriben en una cosmovisión que los precede y a la vez, subrayan, profundizan y adornan. Basta ver las reacciones en las redes sociales luego del encuentro de Macri y Chocobar para constatar el numeroso público que aplaudió y defendió el gesto presidencial, y quiere ir por más: es el goce de algunos en identificar y condenar a los que no merecen la vida y para quienes la cárcel es poca condena. Es el goce de excluir a los no elegidos al reino de lo no humano hasta provocar su deceso, que les garantizará que no volverán a tocar el patrimonio ni el cuerpo de quienes lo supieron conseguir con esfuerzo y/o sabiduría. A la defensa del patrimonio de la víctima de un robo como al ataque de quien desespera por obtenerlo a cualquier precio, los une el valor simbólico que instala la profunda desigualdad.

La política de la venganza es parte del clima de época y de un proceso social de individuación y desconfianza interpersonal. Pero no es igual en todas partes, asistimos a profundas incertidumbres por derrumbe de idearios y proyectos colectivos que enlacen el pasado con el presente y el futuro. El gobierno anterior consiguió introducir a un porcentaje de la ciudadanía en un proyecto, mientras el otro se sostenía en su rechazo acérrimo. Este gobierno, al contrario, no produce un proyecto con pasado, presente y futuro, no tiene tradición, se alimenta de la desconfianza, la individuación y la revancha, mientras troca proyecto soberano por “cambio”, “creencias” y “doctrinas” del equipo de gobierno.

Vengadores  o policías

Chocobar dejó de comunicarse por Twitter y reza sin poder regresar a su casa. Bullrich declama un cambio de doctrina que proteja a Chocobar de la sanción legal. Pero él teme una represalia, ella no, claro. Ella sabe que por más protección local que exista al tipo de acciones de “ejecución extrajudicial” que el derecho humanitario internacional condena, la lógica de la venganza no recaerá sino sobre los policías. Los policías saben muy bien que no se puede volver a casa cuando se conoce el domicilio del funcionario que mató a un delincuente. Chocobar deberá esconderse mientras no esté detenido, por su seguridad y la de su familia.

La propuesta de exterminar al delincuente y proteger al policía para darle mayor eficiencia al “combate el delito” también actúa como una ideología de Estado. La lógica de la vendetta en ausencia de justicia está sostenida en ciclos interminables de homicidios que envuelven a las partes afectadas. Esta es la misma trama de venganzas que permite entender los homicidios entre bandas rivales que disputan negocios ilegales, inhabilitados para recurrir a la justicia y dirimir un conflicto. El honor, la reputación no están ausentes de la búsqueda de venganza, se ganan a través de ella. Así se alimenta el mundo simbólico de ciertos grupos.

La historia de la humanidad está plagada de épocas y escenarios donde imperó la venganza. Se cobró cientos de vidas y está demostrado que no fue posible sin la presencia del Estado. Estamos más familiarizados con el fenómeno por historias que nos llegan de otros territorios y envolvieron la dinámica social de algunas regiones en Brasil, México, Chicago o Nueva York. Como demostró Michel Misse para Brasil la policía militar es parte activa de la revancha.  Es que la espiral de violencia que implica la lógica de la venganza no sucede entre dos personas: aunque eso parezca a simple vista, implica necesariamente a los colectivos de los que la víctima y el victimario ocasional se sientan miembros (bandas narco, familias mafiosas, policías, empresarios o funcionarios).

Ahora bien, nada más lejos de la “nueva doctrina” que la enseñanza impartida a las policías en la Argentina. Ni en el curso más breve como aquel con el que egresaron 16.000 Policías Locales de las más de 50 escuelas de la Policía de la Provincia de Buenos Aires entre 2014 y 2016; ni en la instrucción más sofisticada de las tropas de elite (Grupo Halcón, GEOF, Albatros o Alacranes) se al imparte. Esta dinámica que quiere imponer el gobierno aclamado por el goce desenfrenado -siempre que no tengan que ensuciarse las manos claro está- de quienes defienden la conducta de Chocobar, está en las antípodas de las declamaciones de una policía profesional. La propia política de formación, reentrenamiento y capacitación de la gestión de Bullrich tiene profundas continuidades con la gestión anterior: sigue orientada al conocimiento profundo de la ley, los derechos humanos y el uso proporcional y racional de la fuerza.

Además, hay muchos uniformados que rechazan ese respaldo a la conducta de la ley como ocurrió en los operativos contra los mapuches en la Patagonia y en la represión de diciembre en la Ciudad de Buenos Aires. Hubo integrantes de la policía y de la gendarmería que frenaron el descontrol de abajo y las órdenes políticas desmedidas de arriba.

La sobreactuación protectora de nuestros actuales gobernantes a las fuerzas policiales debería poner a los uniformados en alerta. Este apoyo anudado en la venganza es un camino hacia el descarte de sus integrantes. Total entrarán otros jóvenes a las policías y fuerzas de seguridad, buscando alejarse de quienes eran como ellos cuando no contaban con un destino auspicioso. La policía es desde hace un tiempo la vía privilegiada de los sectores bajos y medios bajos para acceder al empleo público, a una carrera sin riesgo al despido, un horizonte y un ámbito de pertenencia y reconocimiento social. Los riesgos son otros y en el reino de la venganza correrán peor suerte los y las uniformados/as. No conviene hacerles creer que el honor se gana matando delincuentes, porque ese reconocimiento les llegará a muchos después de muertos.

*Este artículo fue publicado en la revista ANFIBIA el 8 de febrero de 2018.

Cómo conseguir chicxs // Agustín J. Valle y Juan Manuel Sodo

                                                                                 Fuimos siempre imágenes, cuando menos desde el charco reflejante, que, acaso, haya sido el mismo que el verbo onduló dando comienzo.

 

1.

Marcos 33, diseñador y baterista; Jimena 29, repositora en Easy; Facundo 37, empresario de software; Sandra 38, ejecutiva de cuentas; Diana 35, profesora de educación física. Cada cual su divisa: “Amo los asados, el vino y lo simple de la vida”, “Sé reírme de mí si vos también”, “No tengo jefes y no quiero que nadie me diga cómo vivir”, “No confundas mi personalidad con mi actitud”. Y las fotos. Una mirando hacia arriba con trompita a la camarita que ella misma sostiene. Otra parada sobre una roca en un lago del sur. O con la torre Eiffel detrás. Uno, muchos, con torso desnudo ostentando músculos criados a conciencia. En la playa, en una pileta, manejando, en el baño, en el Machupichu. Otro con lentes oscuros y la guitarra, siempre la guitarra, de repente los chabones son todos músicos. Otra vestida de entrecasa con su gatito y gatito es para quilombo…

La pantallita, en principio, muestra un mosaico de fotos con nombre-edad-trabajo. Pero ingresando en cada persona hay más fotos y alguna frase (“Acerca de mí”). Bueno, “persona”: está claro que nosotros no somos eso, esas poses, frases de cabecera, no somos nosotros pero también sí. Somos lo que fingimos y por tanto debemos ser muy cuidadosos con lo que fingimos, dice Vonnegut (si un sinónimo habitual para “simular” es el giro “hacerse el/la”, ese hacer produce lo que simula, como quien se hace mucho el boludo, se hace el boludo, se hace y se hizo boludo nomás). Después te encontrás y te encontrás con la persona. ¿O sea que esos datos, lemas (“tengamos una charla copada, no una entrevista”), gustos (“viajar y ver series”), fotos de perfil, no eran la persona? Y viceversa, sabemos que el otro se encontrará, ahora sí, de frente, con nosotros.

 

Personas-producto en la pantallita del amor: hay cantidad. ¿Cómo no excitarse, ante tamaña oferta de carne? ¡¡¿Todos estos quieren garchar?!! Oferta semiótico-luminosa de carne erotizada; pasar y pasar personas que se ofrecen; que, si están ahí, están dispuestas. Solamente Happn, la segunda red más grande detrás de Tinder, tiene 950 mil usuarios en Argentina, 690 mil en Buenos Aires (segunda en el ranking mundial de ciudades). A diferencia de un boliche o un bar, donde puede pretenderse que la presencia responde a otros deseos (escuchar música, reunirse con amigxs) y solo quizá surjan ganas de ligar, estar en las “redes de citas” (parece pero no es el nombre de la producción de tesis doctorales contemporánea), o redecitas, es para ofrecerse y solicitar.

Y en la guerra por la atención, cada quien con su estrategia: boquita felante (¿no es acaso el sexo oral -el sexo que se dice- el propio de las subjetividades habituadas a la conversación permanente y las fábricas de la charla?); gancho humorístico; cara seria y cool de “hay más en mí que lo que una foto puede mostrar”; primerísimo primer plano de las tetas. El paseo por la oferta es un estímulo fenomenal para el cuerpo sedentario. Cuerpo exprimido de la urbe mediática 24/7, que pasa pocos ratos lejos de pantallas (un viaje largo en colectivo sin el celu es… ¿Hay alguien al que no le guste el celular? ¿Cuántas cosas como ese gusto son tan comunes en conjunto social?). Cuerpos que van en el bondi elevando sus pulsaciones fotosensibles con la góndola de gente enmarcada en el rectangulito del celular, pasando ofertas a pura yema.

Al fin y al cabo cada persona es un mundo y detrás de ese Germán 34, de rulos y electricista, puede haber mucha carcajada limpia, o esa Paola 29 esconder una vibra sexual para el recuerdo, o Johana 39 estilista ser, incluso, capaz de mirarnos como nadie nos ha mirado. El potencial es infinito. Y, encima, brilla. Si ya acariciamos la pantallita porque sí (cada día alguna dedeadita sin motivo se le da…) ¿cómo no sumarle la representación de personas que auguran emociones sudorosas? La pantallita embellece, da rozagancia, nos mejora. Sujetos editados, de mil fotos elegimos cuatro, sujetos que son todo promesa pero con efectos inmediatos: no hace falta querer coger o conocer a alguien para entrar un rato a la red, estar en ella produce el ansia. Catálogo de personas al por mayor y puedo elegir la que más se ajusta a lo que me gusta; después, veremos. Tinder es Zonaprop: verte con tipos, ver departamentos… Mientras tanto (y, Saer dixit, somos ciudadanos del mientras tanto), la emoción de ver, la emoción del megustear, la emoción del crush (o “match”, es cuando dos usuarios declaran gustarse, y ahí se abre el chat…), no precisa más que esta fabulosa galería de homo sapiens en oferta. La tan mentada objetualización de los cuerpos ha alcanzado el sumum en la incorpórea virtualidad.

 

“Estar sentado en el inodoro, pasando minas en el tinder, y a los dos días estoy sentado en un bar y aparece una chica y me dice hola qué tal, soy Lis y estoy más buena que las vacaciones”. Salvo para quienes maquinizan con la educación sentimental yanqui (un mundo de película doblada de sábado a la tarde en el que la gente tiene hobbies, tiene citas y primero quiere conocerse, un mundo en el que la concepción de género dispone que el hombre es el activo y es el que propone); exceptuando a esos, hoy coger está para cualquiera al alcance de la mano. Mientras se está en el laburo, aburrido en el futón del monoambiente o esperando el tren. Levante multitasking de los que aprendieron a escindirse, training en respuesta automática, entrenamiento en estar sin estar, estando de un lado a otro en trabajos precarios. “Estoy usando el dedo a full”. Dáctilo-pornografía. La yema con la que ingresamos al mercado garchístico de los cuerpos, la que en los trámites de registros y migraciones nos hace ciudadanos.

 

Por otra parte está la benemérita cuestión del control. Para entrar a la aplicación tenés que hacerlo vía tu cuenta de facebook (y hasta podes entregar los perfiles de facebook de tus amigos a cambio de más saludos gratis, chantaje emocional mediante, una noche de calenturismo que te copeteaste). El dispositivo geolocalizador de tu teléfono, tobillera electrónica, te va mostrando el punto del mapa en el que te cruzaste con tales y tales personas, la cantidad de veces y a qué horas; y si, megusteando, resulta que ambos os gustáis (“¡tienes un crush!”), se abre la posibilidad del chat (“hablar”). Para empezar, esto se inscribe en un marco de época en el que nuestra trayectoria urbana, el derrotero de la presencia corporal toda, es convertido en información. Dónde estamos en cada momento, qué movimientos son rutinas habituales, cuáles son ocasionales, a qué espectáculos vamos, cuánto tiempo en el shopping y qué fechas, etcétera, etcétera. La existencia extensa es trazada en un mapa, como si fuésemos potencialmente para alguien(es) cosa parecida a un ente enemigo cuyos movimientos analiza (¿O no hay una guerra para captar la vida? La guerra por la atención tiene al sujeto como fuente de información sobre sí constante, y captura cautivando). Niveles y tipos de actividad y todo combinado: ese día mandaste muchos saludos, entrás a mirar gente a la tarde, chateás en la oficina más que en tu casa y un largo etcétera de bytes acaso útiles mercantil y securitariamente: el erotismo como proveedor de información biopolítica. “Los argentinos se van a la cama tarde. Su utilización de happn aumenta con regularidad a lo largo del día. Entre las 20 y las 00hs se da el pico de likes. Las argentinas son las segundas más proactivas, después de las brasileñas”: información provista por la agencia de comunicación argentina de Happn.

Aunque el narcisismo (Narciso, el que se fascinó con su reflecta imagen plana) alimenta el control, el usuario puede descreer que exista o vaya a existir voluntad interesada y capaz de usar sus datos personales para algo. Lo que no puede es evitar verse reflejado en la vitrina de personas producto, personas paquetitos. No son datos personales, es la persona hecha datos. Los propios cuerpos se conciben a sí como conjunto de información tipificable. Seguramente nadie esté ni cerca de identificarse en pleno con la imagen que emite (aunque habría que ver), pero esto no modifica el hecho de que cada vez más el cultivo de sí consiste en procedimientos que implican habitar la concepción de uno mismo (y los otros) como paquete informacional que provee permanentemente sus actualizaciones. Desde ya, en la mayoría, o al menos muchos casos, quien usa las aplicaciones  de citas no se come el verso y simplemente eso: las usa. Usándolas como “una herramienta más para conseguir citas”, creyendo y no creyendo al mismo tiempo, haciendo lo mismo de siempre pero de otra forma, las “redecitas” son una fuente harto útil para enriquecer la vida, vida que, Mientras Tanto, se habitúa a pasar por el procedimiento fáctico -ni más ni menos que habitual- de hacerse pasar como modesta constelación de datos.

 

“Vas a un bar y ves que los flacos están todos con el celular mirando happn o tinder. Ya fue salir”. Si algo hacen estas redes es a) arrogarse un saber sobre vos (estás solo y caliente); b) infantilizarte (no podés solo); y c) facilitar: hacen mucho más fácil salir con alguien. Se alisa lo que era -y en paralelo sigue siendo- una experiencia rugosa con mayores complejidades. La lógica del aplicacionismo es esa: ahorrarte pasos, filtrarte mediaciones. De hecho el salto en relación a los chats de solos y solas que existen desde la masificación de internet, es la versión “aplicación” para el celular: ahora no es hace falta tener dificultades para conocer gente, ahora, para cualquiera, es más excitante, práctico, fácil y ahorrativo. Bañarte / Vestirte / Salir / que alguien te guste / que te vea / hablarle / llevarte el contacto para posteriormente otro día armar cita… Ahora te bañás y vestís solo cuando ya hay cita. “He tenido perfiles más claros y explícitos, con gustos de películas, diciendo que me interesa la política, y otras cosas. Restringe bastante, pero te ahorrás encontrarte con gente demasiado diferente a vos. Pero ahora lo tengo más abierto, no digo muchas cosas que restrinjan el target. La otra vez por ejemplo salí con una que trabajaba en marketing y era medio fanática del Estado de Israel; pero era una bomba. En este momento esas cosas no me las quiero perder; en otro prefiero encontrar menos pero más cercano en cuanto a gustos e intereses, que sepa quién es, no sé, Lula, Godard…”.

Ahorro sapiens somos, con aparatos para ahorrar experiencia. Y es que si algo compartimos los urbanitas contemporáneos es que no tenemos tiempo. Gente sin tiempo para experiencias carentes de utilidad prefigurada (si salimos es porque debería estar todo bien, el primer encuentro ya tiene una disposición clara). Y a la vez, paradoja, gente entrenada en el disponibilismo, en estar disponible para recibir y emitir mensajes en cualquier momento. Extraño es tener una sola ventana o chat activo por vez. Lo que fue clásicamente un problema de falta (¡cómo conseguir!) hoy es un catálogo donde hace problema la sobreabundancia. Una de las muchas redecitas existentes, Kickoff (“patada inicial”), ofrece los siguientes distintivos: “Calidad versus cantidad (mostramos solo personas que tus amigos ya conocen); Relevante (detalles que importan, tales como la escuela y el trabajo); Simple (tan solo unas pocas personas al día)”. ¿No es maravilloso? Tan solo unas pocas personas al día.

 

Tan fácil es coger que incluso es muy fácil encontrarse a coger sin tener ganas; basta con solo la idea de que uno debería tener ganas, basta la máquina que lo supone, máquina social que coincide prácticamente con el territorio de la ciudad… “Acababa de separarme, re deprimido por la otra hija de puta que amaba como la mierda y me dejó, y de pronto estaba encima de una mina que gritaba como loca y yo la veía y pensaba quién sos, qué te pasa que gritás así, qué hago acá…”. La erotización que las redes del garche producen logra independizarse del estado erótico afectivo de los cuerpos. Se ahorra soledad. Y se ahorra también el proceso de acercamiento, que informa sobre el estado afectivo. Tan fácil es, que le ahorra al cuerpo los pasos donde podía ir indicando -enterándose- qué necesitaba. Muchos usuarios se cansan entonces del sexo fácil, del toco y me voy; cansados por la repetitividad de sus formatos, o por encontrarse actuando de deseantes, hasta pueden volverse conservadores: “Ya fue, pierdo tiempo, prefiero estar sola, y esperar algo serio. Igual, tengo el perfil. Cuando me separé, me parecía que ya todos estaban en pareja y yo me iba a quedar sola. Tinder en ese sentido fue un punto de inflexión para mí. Me hizo ver lo solos que estamos todos”. Con poco más de tres años de vida, el Tinder está presente en casi todos los países y ha alcanzado los 10 mil millones de matches: más matches que gente.

Fuente: Revista Crisis

Feministas del mundo: unías!

ASÍ NOS ORGANIZAMOS

Las actividades de previa del #8M ya comenzaron! Conocé todos los puntos de movilización. Así nos organizamos! Queŕes sumar tu punto de encuentro? Escribinos a lainternacionalfeminista@gmail.com

🌐 ENERO

23/1

🔸Invitación Construcción #8M/ Belém, Brasil

🔸Reunión Construcción #8M /Manaus, Brasil

🔸Tertulia #HaciaLaHuelgaFeminista / Badajoz, España https://www.facebook.com/events/170768670352252/

🔸Segunda reunión de organización #8M /Chaco, Argentina

24/1

🔸Vaga General Feminista/ Barcelona, España https://www.facebook.com/events/1784684431833307/

🔸Plenaria #8MPy/ Asunción, Paraguay https://www.facebook.com/parointernacionaldemujeresparaguay/

🔸Plenaria #8MPy/ Pilar, Paraguay

25/1

🔸Asamblea #8M /Corrientes, Argentina.

🔸Asamblea #8M / Biblioteca departamental, 17:30 hrs /Cali, Colombia

26 y 27/1

🔸Primer Encuentro de Mujeres de Amambay/ Pedro Juan Caballero, Paraguay

26/1

🔸Asamblea de Mujeres, Lesbianas y Trans/ Plaza de Cagancha, Montevideo, Uruguay. https://www.facebook.com/events/453566441738078/

27/1

🔸8 de Marz0 — Vem Construir/ Recife, Brasil

28/1

🔸Plenaria #8MPy /Ciudad Este, Paraguay

29/1

🔸 Segunda asamblea #8M, 17 h/ La Toma, Rosario, Argentina

30/1

🔸Primera Reunión para el #8M/ Rio de Janeiro, Brasil https://www.facebook.com/events/319024545254168

31/1

🔸Organización 8 de Marzo / Vitória, Brasil https://www.facebook.com/events/749113861945151/

🔸Asamblea #8M/ Salon de la Asociación se Trabajadorxs de Prensa, Tucumán, Argentina.

🔸Plenaria#8MPy, 18 h /Asunción, Paraguay https://www.facebook.com/parointernacionaldemujeresparaguay/

🌐 FEBRERO

1/2

🔸Reunión Construcción #8M, 19.30 h/ Escuela Primaria N°118, Neuquén, Argentina

🔸 2da reunión articulación 8M, 17:30 h/ Biblioteca departamental, Cali

🔸Asamblea, Montevideo Uruguay, 19:30hs

2/2

🔸Primera reunión para el #8M/ Petropolis, Brasil https://www.facebook.com/events/146396996020267/

🔸Primera Asamblea #8M/ Buenos Aires, Argentina https://www.facebook.com/events/209720442917946/

🔸Asamblea, Petropolis Brasil, 18 hs
https://www.facebook.com/nosotrasparamos/photos/a.590440388014730.1073741828.588941878164581/599648080427294/?type=3&theater&notif_t=feedback_reaction_generic&notif_id=1517255158482190

3/2

🔸Primera Asamblea #8M en el Oeste/ El Transformador de Haedo, Buenos Aires, Argentina

🔸Asamblea #8M, 17:30h/ Calatayud, España

🔸Asamblea, La Paz Bolivia,Av 6 de agosto entre JJPerez y Aspiazu N548 APDH-LP 17 hs

🔸Segunda Reunión Cali, Colombia

🔸Primer plenaria abierta, Uruguay Montevideo

🔸Venezuela, reunión #8M

5/2

🔸Feministas del Abya Yala, 17.30 h /Buenos Aires, Argentina

🔸 Nosotras Paramos, 18 h/Local del PIP, Puerto Rico

🔸 Asamblea Ni una menos, 17 h / Rosario, Argentina

🔸Asamblea Ni una menos, Italia

🔸Tercer Plenaria, #8M Rosario Argentina

6/2

🔸 Reunión colectiva, 16.30 h / “La Chocolatada Popayán”, Colombia

🔸Acciones #8F, 14.30 h / San Pedro Sula, honduras

🔸Brasil, 2 reunião preparatória do #8M

🔸Reunión en Río de Janeiro, #8M

7/2

🔸Primera Asamblea #8M/ Córdoba, Argentina

🔸Plenaria #8MPy, 18 h /Asunción, Paraguay https://www.facebook.com/parointernacionaldemujeresparaguay/

🔸 Primera Asamblea #8M, 17 h / Piacoteca, Pasto, Colombia

🔸 Reunión de organización colectiva, 20 h / Local AEBU, Maldonado, Uruguay

🔸4ta Asamblea Vaga Feminista, 19.00 hs/ Ca La Dona, Barcelona, España

🔸Organizaciones colectivas y procesos nos unimos entorno al #8M, Bogota Colombia, Cra. 8 #19–45 Plazoleta de las nieves

🔸 Costa Rica, Reunión abierta, Ni una menos, 7pm, Bar Acapulco

8/2

🔸Mateada feminista, 17.30 h / Campus UNGS, Los Polvorines, BsAs, Argentina

🔸 Volanteada feminista, 18 h/ Rambla Catalunya, Rosario, Argentina

🔸Río Negro, Fray Bentos: jueves 8 de Febrero primer reunion de coordinacion abierta en Plaza de las Mujeres a las 19 hs.

🔸Reunión salto Uruguay, 18 hs

🔸Santa Catarina/ Brasil 18–21 hs, tercera reunión #8M SC 2018

9/2

🔸 Segunda Asamblea, 17.30 h / Galpón frente a Mutual Sentimiento, BsAs, Argentina

🔸Río Negro, Young: Viernes 9 de Febrero, Casa de la Cultura en Young a partir de las 19 hs.

11/2
Reunión en Lago Pueblo, 18 hs en Lago Pueblo en la costa del lago, del muelle a la derecho
🔸Argentina

10/2

🔸Asamblea Labora, l0h/ Casa de la Solidaritat C/ Barcelona , España

14/2

🔸Plenaria #8MPy, 18 h /Asunción, Paraguay https://www.facebook.com/parointernacionaldemujeresparaguay/

15/2
🔸Reunión de construcción nio nes marcha #8M, Universidad Central Del Ecuador, 5pm

21/2

🔸Plenaria #8MPy, 18 h /Asunción, Paraguay https://www.facebook.com/parointernacionaldemujeresparaguay/

28/2

🔸Plenaria #8MPy, 18 h /Asunción, Paraguay https://www.facebook.com/parointernacionaldemujeresparaguay/

🌐 MARZO

7/3

🔸Plenaria #8MPy, 18 h /Asunción, Paraguay https://www.facebook.com/parointernacionaldemujeresparaguay/

8/3

🔸#8M Recife/ Recife, Brasil https://www.facebook.com/events/209778092925252/

Fuente: La Internacional Feminista

Bloquear y transformar // Verónica Gago

#NosotrasParamos La voz colectiva que construye el internacionalismo de la medida del paro de mujeres para el próximo 8 de marzo. Transversalidad, alianza y transformación de un tiempo que ha dado tanta fuerza como malas noticias: la feminización de la pobreza aumenta, los femicidios no paran y la visibilidad de los casos de abuso demuestra que la impunidad ha sido la norma.

El paro internacional de mujeres de este 2018 nos vuelve a dar una cita, un punto de encuentro, donde convergen experiencias, militancias, espacios comunitarios, asambleas, reclamos y deseos. El paro expresa, otra vez, un horizonte organizativo aquí y ahora, construido desde abajo: como acción que ha revitalizado el amplio movimiento de mujeres, trans, lesbianas y travestis desde 2016 en Polonia y en Argentina, no ha dejado de crecer, de ampliarse y diversificarse. En América latina y el Caribe su fuerza se conjuga siempre como duelo y como lucha: en marzo recordamos un nuevo aniversario del asesinato de Berta Cáceres que hoy vive en las luchas hondureñas contra el gobierno del recién asumido Juan Orlando Hernández y también a las niñas fallecidas en el hogar de Guatemala, cuyos nombres suenan en la campaña global #NosDuelenLas56.

En 2017, hicimos paro en 55 países devolviendo al 8M su memoria obrera, acuerpándonos con las trabajadoras textiles de todas las épocas, con una memoria insurgente que está tramada de resistencias cotidianas. Arrancamos la fecha de un calendario que quería convertirlo en un ritual melancólico y formal. A través del paro revolucionamos nuestra práctica como movimiento al mismo tiempo que revolucionamos la herramienta misma del paro, clásicamente asociada sólo al estrecho mundo obrero masculino y asalariado.

¿Por qué?

  •  Porque el paro nos dio una práctica de transversalidad para poder justamente ser parte de una medida de fuerza organizada en común desde las diversas situaciones que habitamos como mujeres, lesbianas, trans y travestis. Desde el movimiento feminista, parar no es sólo dejar un trabajo o ausentarse de él, sino suspender, bloquear y sabotear todo tipo de tareas que históricamente han quedado a cargo de los cuerpos feminizados, de modo casi siempre invisible, no remunerado o mal remunerado. Tareas en general despreciadas políticamente pero que son la base de la reproducción de la sociedad en su conjunto.
  •   Porque el paro nos permite una doble dimensión: bloquear y transformar. No se trata de una acción puramente negativa, sino que a partir de la acción de parar, la pregunta sobre qué hacer se vuelve más rica, más importante, más colectiva. Queremos cambiarlo todo, hemos dicho. ¿De qué maneras concretas construimos esa transformación desde nuestras prácticas?

Como lo señala Silvia Federici en un video que será lanzado por la campaña del colectivo NiUnaMenos: “Parar significa no solo interrumpir ciertas actividades laborales, sino que significa también comprometernos en actividades que tengan algo transformador, que en cierta manera nos llevan más allá de las ocupaciones rutinarias y de la vida cotidiana y que contienen en sí mismas otras posibilidades”.

  •   Porque el paro fue también la clave de conexión entre países, regiones, y escalas muy diversas, dando a lo global una materialidad. Entonces: es una conexión territorial que significa una conexión entre luchas. Pero también una conexión de temporalidades: tiempos de las horas de paro, tiempos de insumisión que desbordan las horas de paro, tiempos de organización que van construyendo el paro, tiempos personales y colectivos, tiempos generacionales y de distintas luchas históricas y tiempos de rumiar cómo seguimos nutriendo la marea de feminismos. Por eso es una conexión de tiempos que significa una conexión entre historias heterogéneas. Así, la huelga es diferencia y conexión. Porque contiene y se nutre de la multiplicidad de tiempos y territorios (de nuestras labores, situaciones vitales, experiencias, organizaciones, y demandas) a la vez que las conecta en un mismo plano, donde la diferencia no es un fragmento sino una fuerza constituyente de lo que tenemos en común.
  •   Porque el paro se hace fuerte como proceso internacional, transnacional. Entre una fecha y otra no ha sido un tiempo vacío, de espera entre “acontecimientos”: hemos visto desplegarse un proceso de acumulación de fuerzas, de movilizaciones, de encuentros, de batallas, de campañas, de desafíos y desacatos. También notamos el empeoramiento de las condiciones de nuestras vidas. Como acaban de escribir feministas norteamericanas del 99% como Angela Davis, Nancy Fraser y Keeanga-Yamahtta Taylor <https://www.theguardian.com/profile/keeanga-yamahtta-taylor> entre otras varias firmantes (latfem.org/necesitamos-un-feminismo-para-el-99-por-eso-las-mujeres-haremos-huelga), hay que denunciar en concreto lo que significa el primer año de gobierno de Trump al mismo tiempo que valorizar la viralización de la campaña #MeToo, #UsToo y #TimesUp de denuncia de abusos. Estos testimonios, en su proliferación, fueron capaces de ir más allá de la enunciación personal. Es fundamental además remarcar –como ellas argumentan– que la violencia racializada es internacional y que, por tanto, también lo tiene que ser la campaña en su contra; también que la violencia en los campus universitarios tiene todo el aparato legal a favor de su encubrimiento; y que es el mismo estado el que financia a Israel contra la militante Ahed Tamimi y su familia y el que encarcela sobre todo a mujeres afroamericanas.
  •   Porque construimos una voz colectiva que insiste y persiste: #NosotrasParamos. Como expresan también de modo contundente en este texto las compañeras desde Estados Unidos, la voz colectiva va tomando fuerza en la medida que denunciamos y conectamos los silencios de los abusos con los abusos en los lugares de trabajo, en los hospitales, en las cárceles y en la frontera. Esto además lo vamos construyendo en alianzas concretas que se ponen en marcha acá y allá y producen escenas de esta coalición ya en marcha. Por ejemplo, el domingo pasado se lanzó en Nueva York la huelga. Ya se había volanteado en la Women’s March. En el acto participaron Jeannette Vizguerra, luchadora migrante que logró evitar ser deportada; Lamis Deek, activista palestina y abogada de derechos humanos; María Inés Orjuela, trabajadora del Hotel Hilton, donde acaban de organizar un sindicato; Farah Tanis, fundadora de la organización Black Women’s Blueprint, entre otras.
  •   El paro deviene así una manera de conectarnos entre nosotras, una herramienta colectiva, capaz de asumir que parar es habilitar socialmente las condiciones para que todas podamos parar y narrar qué significa, desde cada situación concreta, reinventar la huelga. En esa inspiración y resonancia que nos va entrelazando, acabamos de saber que el Movimiento de Mujeres de Kurdistán toma la campaña del Paro Internacional de Mujeres en todos sus territorios (divididos entre cuatro países: Irán, Irak, Turquía y Siria). Lo hacen mientras la ciudad de Afrin (en el Kurdistán sirio) está siendo bombardeada por el estado de Turquía. Allí también se dice NiUnaMenos. Sabemos que no estamos solas cuando en cada territorio se inventa y se experimenta ese grito común que nos hace fuertes: ¡VivasYLibresNosQueremos!

 

LAS 12

https://www.pagina12.com.ar/93009-bloquear-y-transformar

El odio colonizado // Rodrigo Fedele

 

¿Puede este sentimiento convertirse en un terreno público a través de la política? ¿O está condenado a ser un espacio de negación popular y saqueo privado?

Si hay algo que el estado neoliberal sí regula, eso es el odio. Detrás de la mascarada de libertades individuales y democracia subyace un cúmulo de pulsiones de muerte y deseos de exterminio. Tales líneas de fuerza son las que construyen el verdadero contenido putrefacto que se encapsula en la política de las formas y el marketing indiscriminado.

En primera instancia, eso estriba en el nivel de desarrollo que ha alcanzado el capitalismo en la actualidad, en su etapa financiera de crisis y revisión de modelos. La experticia en las prácticas comunicacionales y tecnológicas son el gran valor para reproducir lo establecido y potenciar la acumulación de todos los tipos de capitales imaginables. También debería serlo para socavar el sistema, pero el nivel de complejidad desarrollada a través de siglos de asimetría es tal que la búsqueda de alternativas reales significa un desafío sin precedentes.

En ese sentido, podemos entender al odio como un capital universal, acumulable, multiplicable y, lo más importante, susceptible de ser regulado si se tienen las herramientas a disposición.

Por supuesto que el odio puede ser un elemento clave para sostener las relaciones de poder y construir un discurso que apele a vincularse con las masas (no hablamos de subjetividades porque, justamente, el contacto es únicamente con la emocionalidad, esquivando todo tipo de posibilidades críticas). De hecho, una performance de esas características (basada en el rencor y el resentimiento) es la única forma de movilizar voluntades religiosamente y a favor de un Mesías que da sobradas pruebas materiales de jugar en contra.

No importa que perjudiquen los intereses de los fieles, las figuras de los salvadores se sustentan sobre promesas de paraíso inmediato, invisibilización de la opresión y ataques evangélicos contra el otro, el odiado. En general, las personas y las organizaciones susceptibles de ser odiadas son aquellas que pueden ser asociadas con transformaciones en las costumbres y las comodidades, las ramas subversivas que amenazan con revolver el agua del tanque.

Porque el odio es conservador y sólo puede entenderse a través del miedo. Y sí creemos que la idea del “cambio” argentino resulta una paradoja, podemos pensar lo siguiente: se basa en construir una ficción del deseo cumplido, un holograma con final feliz de eso que, en realidad, no está visto como permisible (¿Quizás por trabajoso? ¿Quizás por promover la crisis?).

En la actualidad política, “cambio” indica continuidad y refuerzo opresivo. Quien lo apoya lo sabe, está implícito. La idea falsa de revolución optimista, el cartón pintado, funciona como una glándula que segrega opio y relaja porque cubre virtualmente ese faltante de felicidad, lo niega.

Hacerse cargo significaría reconocer –y, sobre todo, poder enunciar- la aceptación de la desigualdad, de la represión, de la violencia; significaría elaborar críticas personales, revolverse las tripas. Y ahí el miedo tomaría protagonismo. Nadie quiere eso, porque el miedo duele, es frío y lacerante. Pero, ¡cuidado!, tapar con tierra ese pánico, consentir la entrega del odio, puede llevarnos a perder la empatía y no ver el terror en los demás. Claro, la pregunta es: ¿por qué la advertencia si esto también está implícito?

Entonces, en ese momento, cuando el caldo hierve, una construcción política que predique sobre la unión, la armonía y la paz pero represente todo lo contrario puede aparecer para cerrar el círculo. Porque la solidaridad, el respeto y la eliminación de las pobrezas materiales y espirituales son valores de nuestra sociedad, nos representan moralmente a todos.

¡Compremos, entonces! Es mejor dejar a la conciencia tranquila, evitar la sospecha de considerarnos seres terribles y, así, perder el paraíso. El problema es que, para hacerlo, se alimenta al odio con el engaño propio, y eso, a su vez, multiplica el miedo.

Así funcionó la estrategia fabulosa y carente de toda ética que utilizó Cambiemos en su campaña electoral: tomar una sumatoria de demandas y exigencias de diversos sectores (aunque todas alimentadas por la animadversión y el terror) para ofrecer una respuesta mágica y, a todas luces, falsa.

Es deducible que muy pocos de los que apoyan al gobierno creyeron alguna vez en una verdadera transformación de las condiciones existentes. Era fácil dilucidar que la propuesta siempre fue sostener y profundizar la desigualdad. Incluso cuando los resultados ya son innegables, criticar al gobierno a través del cuentito “me traicionaron” puede seguir siendo una estrategia para engañarse, domar la conciencia y conservar un lugar en el paraíso.

¿Cuál es, entonces, la alternativa a ésta encerrona de sufrimiento? “Lo que está y no se usa nos fulminará”, escribió  Luis Alberto Spinetta en Elementales leches.  Reconocer nuestros odios, compartirlos, interpretarlos y vivirlos de modo consciente siempre es un gesto de lucha por la vida, de humanidad. Y si lo que queremos es que el mundo sea un lugar mejor, ser humanos es una tarea impostergable.

Investigar la belleza: una lectura sobre “El Peregrino” de J. Baker // Andrés Gabriel Fuentes

1-  Buscando la belleza

«Aquel fue mi primer peregrino. Desde entonces he visto muchos, pero ninguno que lo superase en velocidad y fuego. Durante diez años pasé todos mis inviernos buscando esa brillantez efusiva, la pasión y la violencia súbitas que los peregrinos arrebatan al cielo. Diez años me he pasado con la vista en lo alto esperando esa ancla que muerde las nubes, la ballesta que surca el aire.»

Baker nos cuenta un acontecimiento: ver un halcón. Hay una aparición que resuena y que moviliza pasiones en su cuerpo. El vuelo del ave fue un martillazo que lo despertó de una vigilia desangelada para embriagarlo de una energía y una fuerza brutal.

A Baker lo activa la fascinación por lo bello. Belleza que no se define por un esquema invariable de rasgos estereotipados como una serie de propiedades estandarizadas a degustar. La belleza es una experiencia. Es un incendio de lo sensible y un viraje rotundo de nuestra constelación de emociones por el advenimiento de un poder desconocido. “El Peregrino” como investigación no nace de un plan ni de una voluntad: es la consecuencia de verse arrebatado por la presencia y el impacto de una energía conmovedora. En Baker la irrupción de una fuerza es el catalizador que enciende toda una máquina de pensamiento; sobre esta empatía se monta toda su investigación.

Hay algo de enamoramiento en el relato: un encuentro fugaz como una carambola que captura la sensibilidad más profunda de un cuerpo. Un cuerpo que si es poseído, si es conquistado en sus profundidades más íntimas, lo estaba esperando. Ya había algo en él que necesitaba de ese encuentro; palpitaba en secreto la invocación de aquello por venir. Moraleja: cuanto más convulsionantes sean nuestros encuentros, más los estábamos esperando.

Algo interesante: a Baker no lo mueve el sufrimiento como afección. El dolor tiene buena fama como fuente de conocimiento, como información que nos susurra que algo no anda bien y nos activa para reorganizarnos y salir para delante otra vez. La fascinación y la exaltación afectiva es un espectro para estas posturas. No las reconocen. Quedan limitadas a lo más oscuro de nuestra afectividad. Acá es diferente: se explora una conexión extática para expandirla, hacerla más grande y poderosa.

Todo cuerpo necesita investigar el estado de su fuerza; preguntarse por las afecciones que padece y por su capacidad de afectar aquello que lo afecta. Investigar no es un cúmulo de procedimientos y saberes especializados que pertenecen a un campo profesional en exclusiva. Para nada. Baker no es nadie: no es una estrella académica ni un best seller periodístico. Pero si desde la mirada oficial no es nadie, no deja de ser alguien. Un alguien que es todo; la expresión de una potencia común al resto: la de registrar, pensar y escribir. Cada página de «El peregrino» se justifica por la necesidad de investigar lo que embelesa los sentidos. Ese es su único respaldo. Nada más.

2-  Territorio

 «En mi diario de un solo invierno he intentado mantener la unidad, ligando el ave, el observador y el lugar que sostiene a ambos. Aunque todo lo que describo sucedió mientras lo observaba, no creo que con la observación honrada baste. Las emociones y el comportamiento del observador también son hechos y hay que registrarlos con fidelidad.»

¿Qué investiga Baker? Un territorio. Un territorio como la conjunción de tres elementos: la naturaleza, los halcones y él. ¿Dónde se reúnen estos tres componentes? En la afectividad. Baker sigue el rastro de sus propios afectos. Ahí está la clave: no en los halcones, no en el bosque y el cielo, ni siquiera en él mismo. Sino en la mezcla que se percibe en el registro sensible de su cuerpo. Su propio cuerpo es el reservorio de una información que brota de la naturaleza, el halcón y su ser.

Al poner la afectividad como el alma del territorio, se hace todo vivo. El mundo es una interacción constante y cambiante. Cada parte es componente de un todo que sus partes lo hacen; partes que mutan y muta el todo. Se desmoronan las fronteras de lo que existe para vislumbrarlo como un continuo. Continuo con diferentes paisajes, pero que forman parte del mismo mundo en un hacer y deshacerse perpetuo. Baker se reconoce como un cuerpo que forma parte de un cosmos en regeneración contante, que lo condiciona, pero que al ser parte de esa producción infinita también puede recrearla y recrearse.

Por eso les hablo de afectividad y no sentimientos. Los sentimientos son atributos de nuestra personalidad como cosa ya pulida y terminada. La afectividad son emociones que desbordan el perímetro de la fortaleza del yo. Esto es importante: Baker no busca tanto investigar los halcones en su entorno natural en sí mismo. Lo que busca es investigar su belleza, la energía que despliegan y como esa fuerza incide en él y lo transforma, lo hacen alguien distinto al que era. Por eso es afectividad. Si fuera sentimiento no habría cambio alguno; habría una satisfacción gris por estar midiendo correctamente lo que es, mas allá de lo que a él le suceda en esa observación.

3-  Escucha y mutación sensorial 

“Yo oteaba el cielo sin cesar buscando los círculos de un halcón, escudriñaba cada árbol y cada mata, recorría todos los cuadrantes de un cielo al parecer vacío. Es así como el halcón encuentra la presa y elude a los enemigos, y solo así es como uno puede esperar descubrirlo y compartir su caza. Los prismáticos y una vigilancia de halcón reducen la desventaja de la miope visión humana”.

“El Peregrino” es un libro descriptivo. Exuberante en comparaciones, metáforas e imágenes visuales, la prosa de Baker relata la caza de los halcones como una experiencia casi mística.

Pero hay pasajes donde notamos que el relato pega unos saltos y su registro ingresa en otra zona. Baker es testigo de cómo mutan sus sentidos y cobran una mayor potencia: aprende a volverse solitario, a camuflarse de las demás aves, y agudiza su vista y la percepción de su entorno.  Al salir a la caza de los halcones, se mimetiza con ellos. Cazar al cazador lo asemeja. Y en ese semejarse hay una reconfiguración de sus coordenadas vitales. Se trata de algo involuntario; algo que va pasando sin buscarlo. Ocurre. Y su transcurrir es registrado porque es parte de la investigación. Nunca olvidemos que Baker investiga un entre; lo que pasa en la sinergia entre la naturaleza, las aves y su propio cuerpo.

Si la belleza es oriunda de lo fuerte y nos magnetiza con su poder desatando energía, Baker indaga el impacto de lo bello al observar sus mutaciones sensoriales. La belleza se puede explicar: no de manera intelectualizada abstrayendo sus formas como esquemas que miramos a distancia, sino como un registro de la constatación de la incidencia de un ave y su entorno natural en un cuerpo que entra en un viaje profundo y radical.

«El Peregrino» demuestra que las emociones no interrumpen el pensar. Las pasiones no son un obstáculo para el despliegue de un análisis. Todo lo contrario. Son su materia prima, la fibra que le da su espesor. Desde la certeza de la atracción afectiva por las aves se enciende una indagación que se dota de los mejores insumos para pesquisar los efectos de la combustión generada. Baker demuestra cómo hay inteligencia en la pasión, y emoción al enhebrar ideas.

Es notoria en esta investigación la alianza entre el análisis y la imaginación. Aparecen transformaciones sensibles que necesitan interrogarse, registrarse, plasmarse en la escritura; acciones que para tomar forma necesitan de una imaginación lúcida e inspirada. Ante la novedad de los términos de la indagación a efectuar, se necesita de una inventiva intensa para estar a la altura de este proyecto.  Imaginación que fluye por la pasión que Baker le pone a su trabajo. ¿Para qué hace todo esto? No hay una búsqueda exterior a su deseo. No hay un para, sea el mandato del laburo o alguna autoridad a complacer. Es un hacer que en su propio hacerse está el gusto. Condición que permite que corra la imaginación y haya un alto vuelo en su pensar.

4-  El sentido

«Seguí al peregrino durante 10 años. Me había poseído. Para mí era el grial. Ahora ya está. La larga persecución se acabo. Quedan pocos peregrinos, habrá cada vez menos y quizá no sobrevivan. Muchos mueren de espaldas, insanamente aferrados al cielo en las timas convulsiones, mustios y consumidos por el polen sucio, insidioso de los pesticidas. Antes que sea tarde, he procurado recapturar la belleza extraordinaria d esa ave y transmitir la maravilla de la tierra donde vivían, una tierra para mi tan profusa y gloriosa como África. Es un mundo que agoniza, como Marte, pero aun resplandece.»

En «El Peregrino» no hay un sentido como premisa de la investigación. No hay un plan de arranque a plasmar en lo sucesivo gambeteando los obstáculos que haya que gambetear. Pero si hay un sentido como efecto de lo que se hace, que se descubre ahí, mientras se cocina. Los efectos de la investigación son mientras, no en su culminación. No es un darse cuenta que lo que buscamos lo encontramos, sino que desde el hacer mismo extraemos sentidos.

Un sentido está dado por la mutación sensorial del cuerpo y su capacidad sensible de recibir y afectar al mundo. De esto ya hablamos. Pero también hay reflexiones. Además de registrar los estados de su cuerpo, Baker indaga un poco más: se pregunta qué conexiones arma ese estado, qué consecuencias están provocando, con qué otras fuerzas debe batallar… Diferentes retazos filosóficos que Baker deja caer en los aleteos de su escritura: el pensamiento de los animales, el papel del miedo en la experiencia humana, el concepto de muerte en la naturaleza…

La investigación descubre sus sentidos en el mientras de su mismo hacerse. Pero una vez terminada puede vislumbrar otro sentido global. Así es: una vez concluida hay un veredicto. Que no deja de ser un mientras: ya no al interior de la investigación sino dentro de la vida de quien la hace. Por eso el sentido no se define por un decir «hice lo que hice por tal motivo» sino por un «lo que hice podría convertirse en…» Baker habla de un réquiem. Testimonio-homenaje de algo que existió y está por desparecer. Los halcones caen y se revuelcan en la tierra mirando hacia el cielo como un rey que agoniza y ve su trono vacío.

Para Baker el pensamiento es una potencia del cuerpo.  Pensar es una acción entre otras. Una acción que busca potenciar a las otras siempre desde un cuerpo que está cambiando al fascinarse con la belleza de las aves y toda la energía que irradian. El pensamiento no se autonomiza de lo sensible. Cuando el pensamiento piensa ideas olvidando su raíz corporal, genera ideas como un ideal a seguir a rajatabla que niega otros afectos que no sean los que se acoplan a ese ideal. Es la garantía de cualquier dominación social. Suprimir el cuerpo como núcleo de verificación de nuestras vivencias. Supresión mentirosa porque en la mistificación idealista que organiza nuestro cuerpo no desaparece nuestra sensibilidad. Todo lo contrario: el cuerpo piensa ideas que lo niegan por causas corporales. Aferrados al placer prometido por el ideal interiorizado, y el miedo a despegarnos de él y padecer la coerción del rebaño, se nos mantiene a raya.

5-  Tiempo y manijeo

«El tiempo se mide por un reloj de sangre. Cuando uno está activo, cerca del halcón persiguiendo, el pulso se precipita y el tiempo se acelera; cuando uno espera sin moverse el pulso se aquieta, el tiempo es lento. Siempre que uno acecha al halcón tiene a sensación opresiva de que el tiempo entra en tensión como un resorte contraído. Si uno dice las diez, o las tres no habla del tiempo gris y encogido de las ciudades; habla del recuerdo de cierta fulminación o declinación de la luz que fue única para un momento y un lugar precisos ese día, un recuerdo tan nítido para el cazador como un fogonazo de magnesio.»

Cualquier investigación implica su propia temporalidad. Arma su propio ritmo. Un pentagrama de sintonías definido por el tipo de encuentro que hay entre los cuerpos en un ambiente especifico. El tiempo para Baker se define por el avistaje o no de las aves, no por una planilla con horarios planificados de antemano. Se queda lo que hay que quedarse hasta que ocurra… Hay una espera. Espera definida por la sinergia entre cuerpos. Un tiempo rápido el del encuentro, un tiempo apelotonado el de la espera. Los cortes entre estas secuencias definen los lapsos, que quedan en la memoria no por un indicador abstracto -las agujas de un reloj- sino por las características del lugar que permitieron o bloquearon el encuentro.

¿Cómo se transita cada uno de estos compases, el del encuentro y el de la espera? La espera de dar con el tiempo justo. Dar con el momento adecuado en el lugar propicio nos obliga a prestar mucha atención al flujo de las cosas. Por eso dice Baker que cazar al halcón agudiza la vista al punto de la pericia de un halcón. Es la necesidad de percibir el detalle. Un pequeño movimiento, un susurro, un reflejo en el cielo, pueden vaticinar algo… No hay escenarios fijos y ya sabidos de antemano. Hay que buscar y buscar; los peregrinos no desfilan ante los ojos de Baker bajo el pulso de un cronometro de oficina. Él debe estar despierto para olfatear los ritmos que hay dando vuelta y así saber cuando puede irrumpir la fuerza que busca y lo maravilla. Belleza que cuando acontece hay que contemplarla tal cual es. Dejarse sorprender. No ver lo que se quiere ver. El deslumbrarse ante lo bello es un dejarse atravesar; una sensibilidad abierta a las afecciones y a lo que nos despierten.

El observar detalles y estar atento a los diferentes movimientos liberan la mente como un mantra; concentran para no congelarnos en las imágenes de lo ya conocido sino para dejarnos sorprender por lo extraordinario. Baker no es un espectador absorto en la transparencia de las imágenes que le llegan; contemplador activo, un artesano de las condiciones del percibir, sale renovado, experimenta una transformación profunda ante el evento de la belleza.

En nuestros tiempos precarios nuestra rutina no es una regularidad hecha de repeticiones anquilosadas. Nuestro mañana no será como hoy; hoy no fue igual que ayer. O capaz que sí. No sabemos. Y esa es la cuestión: la indefinición del correr del tiempo. Lo invariable de su sucesión. Instantes que no quiebran un bloque de cemento de continuidades lineales sino que gravitan en el centro de la duración desbaratando continuidades de manera frecuente. Es una diferencia.

Una precariedad que nos hace ansiosos y nos manijea. El manijeo es una atención casi obsesiva a la éspera de los instantes explosivos que trituran las series temporales que sostienen nuestros pies. Una percepción desesperada hasta la paranoia por vigilar que no se desintegre aquello que necesitamos. Un tipo de experiencia muy diferente a la del agobio de lo repetitivo del tiempo lineal. El instante ya no es salvador; es maldito. La pregunta que se abre es por un manija de lo maravilloso. Por una belleza que nos dé un envión que abra una duración de lo inesperado que nos saque de la intemperie pero sin rearmar un escenario existencial cargado de moral, programado para defender un tipo de existencia ya diseñada como absoluta y eterna. El desafío no es que las relaciones continúen o se terminen, que sean cortas o largas, sino que pase lo que pase siempre aumente nuestra potencia, que nuestro cuerpo gane en fuerza y energía.

6-  Muerte al humanismo

“La matanza que sigue al vuelo de caza de un halcón sobrevienen con una fuerza chocante, como si en un súbito rapto de locura el halcón matase lo que ama. La lucha de las aves por matar, o por salvarse de la muerte, es hermosa de ver. Cuanto mayor la belleza, más terrible la muerte”.

La belleza no es algo inmaculado. No es una energía pura sin restos de haber forzado a otros cuerpos. Es una fuerza que se hace lugar y tiempo conquistando otras fuerzas. Y así sigue: manteniéndose a flote apropiándose de otras porciones vitales. Es así con todos nosotros. Olvidar las muertes que nos sustentan es negar lo que somos.

Es la perspectiva herzobiana de la naturaleza: una orgía de luchas por crecer y sobrevivir. Es “la armonía del asesinato colectivo y arrollador”, como el propio Herzog nos dice. En su documental “Grizzly Man”, el protagonista Timothy Treadwell se hace amigo de los osos grises en un parque temático. Copia sus gestos, movimientos, aromas. Se gana su confianza. La convivencia parece pacifica. Hasta que un día todo cambia: Treadwell es atacado por un oso y es devorado. La naturaleza reacciona siguiendo su esencia; amistosa y beligerante, compañera y peligrosa. Como los halcones de Baker: vuelan, cazan y destripan sin piedad ni alevosía. Lo hacen porque lo hacen. Son así.

El mundo es. Punto. Las cosas pasan y en su pasar cualquier adjetivo que agreguemos -bello, feo, justo, injusto- proyectamos un querer propio. Error: la vida está hecha de una infinidad de cuerpos con sus múltiples sentidos donde no hay ninguno más verdadero que otro. Todos son y la suerte de su ser se dirime en un complejo equilibrio de  guerras y armisticios. De ahí que la compasión y las miradas inocentes que añoran de una utopía fraterna para todos se pudren en una inocencia insoportable.

Por eso es tan importante el enunciado de Baker “el miedo libera poder”. El miedo nos informa que una afección que nos lastimará es probable. Nos señala un eventual peligro. El miedo es una pasión que es imposible que en algún momento no experimentemos. Seriamos todopoderosos e inmortales. Seres infalibles. Lo cual no es cierto. Ya lo dije: la muerte acecha.

La pregunta es qué hacemos desde el temor. Una posibilidad es aferramos a posturas pasivas. Sea esperando ya entregados a que pase lo que tenga que pasar, o en todo caso nos deja reaccionando desde una lógica de la prevención empaquetamos los acontecimientos con etiquetas morales del estilo correctivo, buscando normalizar lo insólito a una matriz ya conocida, o reprimiendo y purgando lo que nos resulta peligroso. O en cambio encaramos lo que acontece desde un lugar más activo. Comprender que el sufrimiento es parte de la vida. Siempre vamos a sufrir alguna mutilación. Es así. Como pérdida, como descenso de nuestras facultades de actuar, pero también, como el quiebre de una atadura que nos arranca de una comodidad para ganar en fuerza y ser más potentes. Si es cierto aquello de que el problema no es el sufrimiento sino que el sufrimiento no tenga sentido, hay dolores que nos hacen bien. Uno de esos dolores son los de la belleza; el encantamiento que nos provoca un acontecimiento que se afirma con violencia sacudiéndonos de la órbita en la cual andábamos.

Una vida sin dolor es una vida sin belleza. Y una vida sin belleza es una vida moribunda. Eso Baker lo sabía bien. Por eso se lamenta de la extinción lenta pero sostenida de los peregrinos. Nunca extrañamos a una persona o a un lugar. Extrañamos como era nuestra existencia cuando en ella estaban presentes esa persona y ese lugar. Es distinto. Baker extraña a los halcones porque él mismo se resulta extraño; sin la magia de su belleza es un extranjero en su propio cuerpo. Antes mitad hombre-mitad halcón, ahora sabe del único miedo que debe preocuparnos: el de ser humanos, demasiado humanos.

Pensó que podía // Diego Valeriano

Pensó que podía. Como había podido con los dos guachos cerca de la estación la primera vez, como había podido con la pibita que le dijo que hacía cualquier cosa para que el viejo no se enterara mientras lo miraba con esos ojos negros enormes, como puede ahora cuando le pone el fierro en la boca a ese gil que se creía poronga y le dice que le diga pitufo. Como ellos pueden cuando dejan liberada ciertas zonas. Él siempre pudo, siempre caminó orgulloso con su uniforme, siempre creyó que hay que ser bien macho y tener huevos para andar enfierrado. Siempre lo creyó, siempre lo quiso. No cualquiera es policía local y se hace respetar así, piensa mientras camina haciendo algún trabajito extra en el centro de Avellaneda. No cualquiera se hace respetar a pesar de ser de la local, de esa boina de mierda que no quiere usar. A pesar de ser pitufo, de ser un poco gordo, de no ser policía del todo. No cualquiera sabe caminar de tal manera que el jefe de calle de la 1ra. confíe en él. No cualquiera ante un grito lleva la mano a la cintura, apunta y tira. Todo transcurre en un segundo. Grito, mano a la cintura, no duda y listo.

Él puede, ellos pueden, siempre se puede. Así lo aprendió desde hace cuatro años cuando se metió en la local y todo mejoró. Dejó de cortar pasto, empezó a tener un sueldo y algunos mangos extras, pudo por fin viajar y visitar a su hermano en Salta. Luis camina hacia el pibe que se desangra en la calle, apenas puede respirar y siente como todo el cuerpo se le llena de sangre.

Pablo mira que a unos metros un gordito con una 9 mm le sigue apuntando y camina hacia él. No puede creer que ese gordo cara de gil sea quien lo hizo perder, ni rati parece, parece ¿a quién se parece? ¿Por qué la va de justiciero? Intenta moverse, el cuerpo ya no responde. Piensa en Ivonne, en cómo la hace renegar, en las cosas que le va a decir cuando vuelva a la casa. También piensa en Valentina aunque hace mucho que no la ve. Piensa que ahora está solo. Piensa que no le duele nada. Siente mucho frío a pesar de la sangre hirviendo que corre por todo su cuerpo para escaparse. Siente orgullo también, no lo agarraron como a un gil. Y él vuelve mejor, vuelve grande. Va a caminar por esos pasillos que siempre soñó, con dos tiros. Va a caminar erguido, bien plantado, lo van a respetar. Va a ser paciente, va a conocer gente grande, va a aprender a escuchar, y después de unos pares de años va a volver al barrio, pero con un nombre, listo para lo que sigue.

Saber, denunciar, creer // Redacción La tinta

…Conciencia de desafiar el orden establecido, 
tono de voz que muestra que uno se sabe subversivo, 
ardor en conjurar el presente 
y en llamar a un futuro cuya hora 
uno piensa que contribuye a apresurar.
Michel Foucault. Historia de la sexualidad

Dicen que el miedo empieza a cambiar de bando y las mujeres ya no nos callamos más. Dicen también que el binomio hombre-mujer se empieza a desarmar y somos todas las oprimidas las que empezamos a pronunciar las violencias. No sólo aquellas explícitas. El golpe. La marca visible. El femicidio. La sangre. También aquellas violencias más difíciles de decir. Sabemos que estamos desafiando el orden establecido, con estas, nuestras voces que se saben subvirtiendo un orden marchista. Sabemos lo que dicen.

Nosotras, que siempre guardábamos secretos porque temíamos lo que podía pasar si se destapaba la olla, empezamos a hablar. Nosotras, que a veces nos culpabilizábamos de lo que nos ocurría, que justificábamos actos, empezamos a nombrarlos como violencias.

Al decir nuestras verdades sobre aquel amigo entrañable, la ex pareja que se dice feminista, el compañero de trabajo tan respetado o incluso, aquellas personas que guardaron silencios cómplices, dudamos esperando que nos crean. Hasta que nos dimos cuenta que somos una red inmensa de crédulas. De mujeres que pasamos por experiencias de violencias parecidas. Esas que pronunciamos y que ya no pueden volver a cocinarse tapadas.

Foto: Colectivo Manifiesto

Desnudar el machismo

Física, psicológica, sexual, económica, patrimonial, simbólica. Las violencias existen cuando se nombran y se las desviste colectivamente. Es bien sabido que las violencias machistas adoptan diversos ropajes. A veces se visten de rosa y nos susurran al oído cosas “románticas” como “sos mía y sin vos no puedo vivir. Si me dejás te mato”. Ni hablar de cuando aparecen por decenas una tarde de verano por la calle, “piropeando”, es decir, acosando. Otra veces las violencias se ponen unos borcegos militares y nos encierran en nuestras casas, prohibiendonos salir a menos que sea a hacer las compras y por la mañana. También ha ocurrido que las violencias se disfracen de conquistadores. Muchas, pero muchas veces, las violencias machistas se ponen traje y pasean por los juzgados.

Según la encuesta realizada por el Colectivo Ni Una Menos durante el 2016, el 97% de las mujeres sufrieron acoso en espacios públicos y privados. Este Primer Índice Nacional de Violencia Machista que obtuvo 59.380 respuestas de más de 1.800 localidades de todo el país, reveló que el 95% de las entrevistadas sintió alguna vez que estaba ante una situación que requería realizar una denuncia por violencia machista; de ellas, sólo el 21% pudo formalizarla en la comisaría, el 7% intentó pero no se la tomaron y el resto evaluó que no iba a ser tenida en cuenta.

En el último tiempo numerosas denuncias han salido a la luz, como declaraciones públicas, escraches en las redes sociales o denuncias formales. Los señalados como parte del problema fueron desde artistas internacionales, pasando por nacionales, hasta desconocidos escrachados en las redes. Una muestra de ello, es la web que surgió donde se enumeran todxs lxs artistas abusadores o cómplices, y abierta a que cada una se anime a seguir denunciando. El dominio va al hueso: “Tu ídolo es un forro”.

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(Foto: Colectivo Manifiesto)

La virilidad en decadencia

Respirar para sacar la voz,
despegar tan lejos como un águila veloz.
Respirar un futuro esplendor,
cobra más sentido si lo creamos los dos.
Liberarse de todo el pudor,
tomar de las riendas,
no rendirse al opresor.
Caminar erguido, sin temor,
respirar y sacar la voz.
Ana Tijoux. Sacar la voz

Rita Segato, desde hace muchos años, se viene preguntando por qué la masculinidad se transforma en violencia. Para desentramar la pregunta, la autora de La guerra contra las mujeres nos brinda algunas pistas. Una de ellas, se refiere a la “virilidad en decadencia”, consecuencia de pérdidas laborales y la caída económica. Según Segato, “Ellos” necesitan reafirmar que no están perdiendo ese poder que les da seguridad y entre otras muchas posibilidades, lo intentan retener siendo violentos contra mujeres u otras disidencias y con eso obtienen un efecto placebo temporal.

Pero ahora, los “machos” ya no pueden moverse cual pez en el agua. No pueden seguir reivindicando tan fácilmente el ser macho. Nosotras avanzamos, nos acompañamos, mientras las palabras van saliendo. A los gritos o silbando bajito. Con la vecina en la verdulería o en un taller de reflexión. Y así, vamos escuchando un “Yo te creo”, mientras compañeras, amigas, vecinas y hasta desconocidas, nos abrazan mientras decidimos denunciar.

Aunque la reacción en el entorno acompaña menos de lo que esperamos. No falta el que pregunta qué hacía a esa hora y en ese lugar la víctima, o la que cuestiona si tardó muchos años en hablar o duda acerca de por qué escupió tan rápidamente la verdad. Cuesta creerle a la víctima si no hay marcas físicas, o reprochan haber llegado hasta ahí solas y sin decir nada. La sociedad patriarcal tiene un inmenso aparato destinado a producir su “verdad”, esa que Foucault contribuyó a comprender en sus configuraciones mediante su trazado de la historia de la sexualidad, tratando de desentrañar los saberes que a ella se refieren.


Nos preguntamos por qué esa necesidad de que nos crean. Y ante estas palabras, nos re-preguntamos ¿Por qué no nos creerían, si en el mundo una de cada cinco mujeres ha sido violada? ¿Por qué no nos creerían, si una de cada tres ha sufrido abusos?


Cuando empezamos a desvestir al machismo, nos damos cuenta de dos cosas: la primera es que tiene un baúl añejo al lado lleno de prendas de todos los colores. La segunda es que si hurgamos en él, nos encontramos con algunas que nos resultan familiares, que vimos en algún momento de nuestras vidas en la calle o en nuestras casas o en la cama.

Cuerpos denunciantes

“…La jurisdicción es el propio cuerpo, 
sobre el cuerpo y en el cuerpo”.
Rita Segato

En Córdoba, el Centro de Comunicación Popular y Asesoramiento Legal (CECOPAL) -que integra la Red de Participación Social Córdoba- decidió recientemente suspender a un integrante de la asociación civil que hacía una veintena de años ocupaba un puesto jerárquico en la institución.

Cuando el violento dejó su cargo al frente del establecimiento, dos trabajadoras de Cecopal perdieron el miedo y decidieron contar lo que habían sufrido. Lo denunciaron por violencia psicológica, amenazas y hostigamiento. Ante esta situación, la asamblea de socios y socias de la asociación decidió confiar en el relato de sus compañeras, acompañar, y finalmente apartar al acusado.

Poder parar la pelota y tomar una determinación semejante es siempre un gran esfuerzo que requiere que se desencadene un recorrido difícil. Camino en el que la gran mayoría de las instituciones, personas o espacios suelen dar la espalda. Son muchos los varones que salen públicamente a defender a sus colegas abusadores con excusas terribles, sosteniendo el pacto entre machos. También son numerosas las mujeres que ponen en duda las palabras de las congéneres, siendo víctimas ellas también de diversas violencias machistas.

A mediados de agosto -de cara a este camino de revisión, deconstrucción y construcción- Cecopal inauguró en su sede un mural de mosaico titulado “Libres, autónomas y luchadoras”. En este marco, se reunieron organizaciones sociales, colectivos de mujeres y vecinxs para dialogar sobre la violencia hacia las mujeres en general, y sobre la violencia en las instituciones en particular.

En ese contexto Ana Bertarelli, coordinadora del Equipo de Jóvenes de la institución, se refirió a la violencia machista que se da en todos los ámbitos de la sociedad: “Nos preocupa, pero más que preocuparnos queremos compartir con ustedes que nos ocupa. Y nos ocupa al hacer un mural, cuando trabajamos en las escuelas con los jóvenes en los talleres, en la radio”.

Explicó además que “así como nos ocurre a las que trabajamos en distintos sectores de la ciudad escuchar a mujeres que son víctimas de violencia, nos pasa que en las mujeres con las que trabajamos nos cuesta más advertir que pueden estar atravesadas por problemáticas de violencia”.


Bertarelli llamó a los presentes a estar atentas y atentos, porque “incluso nos pasa a las organizaciones que trabajamos con mujeres. Nosotros como organización civil no escapamos a esto, nosotros también al interior de nuestras organizaciones tenemos que estar alertas”.


La verdadera lucha que tenemos que encarar contra el patriarcado se lleva a todos los espacios que habitamos, en cada rincón de nuestra vida, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Forma parte del todo no tolerar más esa violencia solapada o abierta a la que nos someten y levantarnos sin miedo, porque somos muchas las que nos creemos. Hacernos de las herramientas que tengamos a mano, ir mutando y transformando las maneras de vincularnos y sobre todo generar redes de contención.

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(Foto: Colectivo Manifiesto)

*Por Redacción La tinta / Imágenes: Colectivo Manifiesto.

Zamba para quién* // Juan Del Bene

“Pobre Juan, sombra del monte,

rumbo animal del Bermejo

para vivir como vives, mejor no morir de viejo”. Antonio Nella Castro

 

“Juan del aserradero se ha embriagado y apenas si en el bolsillo tiene una moneda (…) tirado en la vereda se parece a los perros (…) quiere olvidar la sierra y se duerme en el suelo, pero la sierra vuela por encima del pueblo, se torna una cigarra y le asierra su sueño”. Manuel J. Castilla

 

I

Las vidas de derecha conquistaron el mérito de merecedoras morir de viejas; otras, las subalternas, esas que les rinden tributo en tiempo y vida, cargan con la muerte cerquita. Siendo pobre, mejor no morir de viejo. ¿Pero quién lo afirma? ¿El propio Juan de la zamba? ¿El patrón? Quizás, más bien, el compañero de pueblo, de trabajo, que luego de la sierra agarra la pluma para escribir y hacer plurales penas de pueblo chico, de pueblo cruzado por historia de opresiones.

Las vidas de derechas, esas que en su máxima versión son vividas gracias al sofocamiento de la vida de otros, ¿son para morir de viejas? ¿Qué requisitos tiene que cumplir para ser morida de vieja? ¿Qué hace una vida deseable de morir de vieja?

Juan muere a manos de imágenes que lo pensaron peón de aserradero, ó jornalero, zafrero, lo imaginaron pobre y sin educación, lo imaginaron lejos de lo que los ricos tienen para morir de viejos. Esas imágenes poco de él tienen y poco de lo que él lleva consigo en su muerte. “Juan, chaguanco herido”, cuando muere, muere lejos de esas imágenes, él muere engarzado a la vida, sin mediaciones ajenas.

La muerte lo conecta con su naturaleza, su río, su monte que lo hace sombra, a resguardo del aserradero o la zafra. No muere solo, pues quien muere  no es sólo Juan, se mezcla con sus raíces de indio chaguanco, esas que lo condenaron a los ojos del patrón. Se entrelaza con sus aves, su río, su monte, con imágenes que sólo le hablan a él en un silencio respetuoso de  su pasado y su tierra, para prometer volver en el aire como “baguala oscura”.

En cambio una vida de derecha jamás vuelve poéticamente, jamás vuelve en baguala o zamba. Para el patrón no hay zamba, las imágenes prefijadas de su vida mueren enroscadas en sus propios límites. Sólo alcanzan a repetirse en otras vidas, en los destinos de las herencias a conservar y expandir, pero no se extienden mutando más allá de ellas.

Su vida, de  “chaguanco herido”, sufrió los caminos prefijados de  una vida de derecha. Su muerte participa de deseos de monte, de selva. En ella suena una baguala oscura que estalla desde dentro aquello ajeno que le pusieron cerquita.

 

II

Las vidas de derecha no sienten escalofríos al escuchar una melodía doliente, no se les mueven tormentas internas ni erizan los pelitos de los brazos, no se les cae el tiempo en las narices, su vista no se va para adentro, bien adentro, para lo que fueron, para el lado de donde vinieron.

Las vidas de derecha se autoperciben emanadas de fragancias límpidas y traslucidas, menosprecian lo plural desde sus centros, aún cuando les haya dado origen. Sus olores internos no se mezclan con la transpiración del trabajo, con la pesadez del agua estancada, con llevar consigo la noche anterior dormida en el suelo.

Las vidas de derecha aman y desprecian al patrón, lo mismo da, pero aman lo que éste representa, las gestas que lo hicieron posible. Guardan una relación íntima con el palo, con lo que pretende corregir aquello que contraría lo que descansa tras la voz del patrón.

 

III

Las vidas de derecha sueñan con la ubicuidad de los frascos, de los cercos de púas, ubicuidad de lo que no se alía, de aquello que cierra para dejar afuera.

Y sus pesadillas se parecen a la muerte de Juan, chaguanco herido, vuelto barro, zamba, bumbuna, vuelto para volverle sobrevolando al patrón como baguala oscura en las manos y voz de compañeros de pueblo chico, de pueblo cruzado por historia de opresiones.

 

*Escrito en el marco del taller “Pensamiento y Escritura” a cargo de Agustín J. Valle.

 

Prólogo a Moral burguesa y revolución, de León Rozitchner // Oscar Masotta

Los filósofos hablan de ética, pero ¿es posible la ética? Es decir, ¿existe el derecho a “hablar” de ética? Si la razón extrajera su criterio de validez sólo de su coherencia interior, bastaría hablar coherentemente de ética para ser morales. Pero ya lo sabemos: todo pensamiento es pensamiento de algo, porque ni la razón ni la reflexión se alimentan de sí misas. Pero entonces, usted, que filosofa, que conoce de algún modo aquello por lo cual pregunta, ¿cómo se las arregla para silenciar con su pregunta la presencia dramática de las guerras, de la muerte, de la revolución?

Por la paciencia obsesiva que Rozitchner pone en fijar y describir las estructuras de las conductas morales –cuando ellas no son casualmente las pacíficas del filósofo que sólo opera con conceptos– revela la significación de una mala filosofía, esa que se niega a poner a prueba la reflexión al contacto con el hecho de la muerte concreta, la muerte histórica, política. Los invasores de Playa Girón, un momento después de empuñar las armas contra sus hermanos, se muestran como filósofos agnósticos cuando son llevados por los revolucionarios a declarar ante las cámaras de televisión.
He ahí a este prisionero que declara que nada tiene que ver con los propósitos imperialistas en el momento mismo en que es apoyado por los aviones y destroyers norteamericanos, que no se reconoce cómplice ni responsable del gobierno de Batista cuando era funcionario de ese gobierno. La miseria, el hambre, la muerte de los otros no toca ni hiere a su buena conciencia y no reconoce otras exigencias racionales sino aquellas que le proporciona la razón estrecha de la ideología de clase a que pertenece.

Se comprende entonces el propósito oblicuo del hermoso libro de Rozitchner: tratar a los contrarrevolucionarios cubanos como si fueran filósofos para sugerir los puntos en común entre la ideología que los mueve y toda la filosofía ajena al marxismo. Y quien dice  filosofía ajena al marxismo dice, en nuestro país, filosofía universitaria. Realizar la filosofía, decía Marx. Encontramos un filósofo a la obra en cada hombre concreto, nos dice Rozitchner, y atisbaremos
en los prisioneros de Playa Girón la miseria de la filosofía que los refleja. Si la filosofía es la filosofía sin clases sociales, sin mal y sin revoluciones nadie será menos filósofo que Rozitchner; pero si la filosofía no es más que un intento de mantener palpitante la exigencia humana de racionalidad y de universalidad al contacto vivo con el
mal y las tragedias de la historia, podremos llamar filósofo, contra su propio gusto, a Rozitchner. Uno adivina por detrás de su prosa revuelta y salpicada de tecnicismos filosóficos que han perdido su mero valor técnico hasta hacerse sarcasmos, toda la lucidez, el rigor y la presencia un poco sombría de un hombre que no se perdona
ser filósofo, y que habiendo elegido el terreno de la reflexión ética, sólo está a gusto al contacto con las cosas: la política de su país o la Revolución Cubana, la guerra o el hecho de la muerte, la lucha, la violencia, esto es, al contacto con la verdad.
Oscar Masotta, 1963

Prólogo a la primer edición

Sí, los odiamos // Mariana Sidoti

 

Preguntás si el feminismo es odiar a los hombres. Y no es políticamente correcto decirlo, pero la verdad es que sí: te odiamos. Odiamos cuando levantás la ceja mientras una mujer habla de los abusos que sufrió, como si te correspondiera determinar cuán verosímil es su experiencia para brindarle apoyo o quitárselo del todo. Odiamos, también, cuando tildás a las minas de exageradas por sentirse ofendidas de que les toquen el orto, las tetas, la concha en un boliche. Odiamos cuando saltás y no hay charquito; “no todos somos iguales”, decís, como si ser buena persona significara que el mundo entero es buena gente. “No todos somos iguales”, decís e invalidás la opresión de la mitad de la población mundial porque en tu casa todos lavan los platos en partes igualitarias.

Hacenos el favor y pensá, en pleno siglo XXI y con Dios Google casi que podés saber cualquier cosa, por ejemplo qué es el feminismo. Incluso podés sacarte dudas usando el sentido común: buscá en los diarios los siguientes títulos: “Horda de feministas prende fuego a un varón violento”; “Feministas radicales  atacan club de fútbol”, “Hombre descuartizado en un basural: sospechan de feministas”, “Lesbianas violaron en grupo a un hombre en Lanús”. Cuando encuentres estos titulares, y seas vos el que tenga miedo de salir de noche y sea tu amigo el que sufrió una violación; cuando una mujer te manosee en la oscuridad de un bar y vos no puedas identificar quién fue, y seas vos el encargado de cocinar, atender a los pibes y a la abuela cada día después de trabajar; cuando regulen tu forma de vestir con adjetivos denigrantes y hagan lo mismo con todos tus amigos, desde los 5, 6 o 7 años, ahí, entonces, quizá podamos hablar de odio hacia los hombres. Mientras tanto, te duela o no, te sientas parte o no, los varones siguen cometiendo crímenes de odio. Los cometen contras mujeres, lesbianas, travestis y transexuales; matan, violan, acosan, tocan, opinan sin ningún permiso, nos niegan derechos usando de modo ignorante y retorcido las palabras “biología” y “natural” ¿sin saber? que la naturaleza tiene  hembras asesinas, machos que engendran crías, homosexualidad y sexo no monógamo, entre otras antinaturalidades. Por eso no tienen de dónde agarrarse y se aferran al “odio”.

Preguntás si el feminismo es odiar a los hombres y es otra muestra de tus privilegios: pocas periodistas mujeres preguntan por TV si los varones nos odian a todas, incluso ante el femicidio más sangriento. Preguntás si el feminismo es odiar a los hombres porque el peor futuro al que puede aspirar una mujer en este sistema es, precisamente, una odia hombres a la que ningún hombre va a querer jamás. Mientras, los delitos feministas se reducen a pintar paredes y prender fuego patrulleros  sin ningún policía adentro. Para variar un poco la pregunta: ¿Por qué no deberíamos odiarte?

“Hay una verdadera involución y la nueva política parece ya muy antigua” // Santiago López Petit

Entrevista realizada por LOLA MATAMALA

Santiago López Petit visitó Madrid hace pocas fechas para participar en el CSA La Ingobernable en una conferencia sobre los centros sociales y el querer vivir. Aprovechamos para conversar con él sobre lo que ha pasado en Catalunya y sobre su nuevo libro, editado por Pepitas de Calabaza y que saldrá a la venta el próximo mes de febrero: El gesto absoluto. El caso Pablo Molano: una muerte política.

¿Cómo encaja en su vida el Procés?
Mi interés siempre ha residido en politizar la existencia. De hecho, la cuestión nacional, y Catalunya misma, nunca me habían importado mucho. Sin embargo, los acontecimientos de los últimos meses nos han metido un bloque de historia que ignorábamos en el comedor de nuestra casa. Por lo menos eso es lo que en mi caso ha sucedido. Aunque mi padre se exilió por republicano y catalanista y estuvo en un campo de concentración, yo daba las clases en castellano en la Universidad. Pongo este ejemplo para mostrar que para mí se trataba de una cuestión irrelevante. Y de pronto, te das cuenta de que la historia tiene un peso sobre nuestras vidas.

Muchos nos hemos visto sorprendidos por un anticatalanismo que provenía desde España. Y nos preguntábamos ¿cómo puede ser si lo que queremos es cambiar la estructura estatal de España? Por ejemplo, para que se vea que no se trata de ningún nacionalismo etnicista, hay gente que defiende una independencia sin fronteras. Escribí tres artículos sobre la cuestión nacional y Catalunya, forzado por la necesidad de explicarme mi propio silencio.

¿Cómo desgrana lo acontecido en la calle?
Hay muchas etapas, pero sintéticamente lo puedo resumir en dos fechas. La primera, el día de las votaciones el 1 de octubre. Para mí, se trata de un día clave ya que el que el propio gobierno catalán, viendo lo que está haciendo la policía española, está a punto de desconvocar la convocatoria del referéndum. El gobierno catalán se informa llamando a personas de su confianza y constata que la gente va a participar igualmente. Entonces, se ven sobrepasados y se produce una transgresión de la ley, una desobediencia colectiva impensable.

Durante la noche, estuve en una escuela cercana a donde vivo y había una asamblea hablando de qué hacer si venía la policía. De pronto, allí, a las 12 de la noche, aquella asamblea era como la de una okupa de hace años: ¡era algo inaudito!

La otra fecha para mí importante es el 3 de octubre. Es el día en el que una inmensa multitud sale a la calle para responder a la represión ejercida por la policía española. Tiene lugar algo que es mucho más que una manifestación. Son miles y miles de personas que ocupan la ciudad mientras que el Govern llama a “regresad a casa” porque hay provocadores. Pero esta llamada se produce, sobre todo, por miedo al surgimiento de un sujeto colectivo mucho más amplio que el bloque independentista inicial. En este sentido, no hemos conseguido implantar la República pero ha sido un embate muy duro contra el Estado Español, contra un Estado que ha desplegado su faz más imperialista.

El Estado español no es un Estado nacional más. A sus espaldas existe una auténtica historia de reconquista y colonización. No obstante, después de lo acontecido, yo no hablaría aún ni de fracaso ni de victoria. Es cierto, sin embargo, que la convocatoria de elecciones por parte del gobierno español abre el camino a una cierta normalidad.

Y hace un llamado para no participar en estas elecciones…
Por eso escribí ese artículo. Estaba en Lanzarote, terminando el libro sobre Pablo Molano y me entró muy mala leche al ver lo que estaba pasando. Sin ser independentista ni nada, me sentí estafado porque habíamos puesto el cuerpo en momentos muy difíciles.

Mi pregunta era: ¿por qué no utilizamos la organización que se ha empezado a crear con los Comités de Defensa de la República para sabotear las elecciones, en el sentido de organizar una desafección masiva, un verdadero éxodo respecto las instituciones establecidas?

Hablé con muchos compañeros y dijeron que estaban de acuerdo, incluso algunos de la CUP. Sin embargo, esta propuesta que abría realmente otro camino, se contempló como totalmente minoritaria. Incluso la CUP mayoritariamente aceptó la tomadura de pelo que significaban las elecciones. Para mí esto sí que fue un fracaso. Se desplazaba al ámbito de la política, lo que antes y por unos momentos, era una política ligada a la vida, lo que es algo totalmente diferente.

Entonces, ¿estamos hablando de una fase de desmovilización respecto al Procés?
Yo no diría eso. Somos muy propensos a abrir y a cerrar ciclos políticos. Sin embargo, sí que me atrevería a afirmar que la “hora de la verdad” ha pasado. La hora de la verdad fue concretamente el día 3 de octubre por la tarde: si se hubiese proclamado la República cuando la gente había ocupado la ciudad. Cuando el movimiento social y político se había convertido en una protesta no solo a favor de la Independencia, sino por la República. Es decir, contra el Estado Español, lo que obligatoriamente tenía que haber llamado al resto de los españoles. Pero no fue así.

¿Cree que estas pretensiones se entendieron en el resto del país?
El drama para mí, y para muchos de nosotros, fue el silencio y la incomprensión no solo en España, sino en Europa.

¿Pero se ha sabido explicar por parte del Govern y de los otros actores implicados en el Procès?
Realmente, ¿los miembros del Govern eran tan ignorantes o tan ilusos para no poder prever lo que sucedería? La reacción brutal del Estado español, y el silencio en el resto del país. De hecho, a mí me sucedió algo curioso. Estaba en Canarias y una recepcionista alemana me “pegó una bronca” que me dejó patidifuso: “¡Qué mal os portáis! Ya os dejan hablar vuestro idioma ¿qué más queréis?”. Es la misma estructura mental del maltratador, en este caso de una europea del norte que nos mira por encima del hombro. Ahora bien, es cierto que no se ha explicado bien.

La violencia durante la jornada de la consulta fue una de las grandes protagonistas, de hecho en el artículo que publicaste en noviembre del pasado año haces esta referencia en el contexto de esas cargas policiales durante el 1O: “El Estado posee ‘el monopolio de la violencia física legitimada'(…)”. ¿Considera que parte de la población ha contribuido a que el Gobierno del PP se sintiera avalado para poder ejercer esa represión a través de las fuerzas de seguridad estatales? 
El Estado tiene el monopolio de la violencia física y significa, obviamente, que solo la violencia del Estado es justa y aceptable. La necesidad de introducir esta concepción formulada por Max Weber pero que proviene de mucho antes, deriva de un hecho fundamental: el orden político no tiene un fundamento absoluto. Esto significa que existe una desconexión originaria entre la política y el Derecho, pero sobre todo implica una debilidad esencial del propio Estado de derecho.

En cierta manera, la legitimidad del Estado está siempre puesta a prueba. Un atentado terrorista, por ejemplo, constituye un fracaso del Estado ya que muestra su incapacidad a la hora de proteger la vida de los ciudadanos. Este argumento funciona también a la inversa. La violencia física del Estado, aunque sea declarada “legal”, es una señal de debilidad, y por lo menos en Europa, resulta problemática.

La violencia empleada el 1 de octubre contra los catalanes que deseaban votar, en buena lógica tendría que haber provocado una crisis política. Pero no solo no lo hizo, sino que puso en marcha algunos de los instrumentos propios del Estado-guerra: encarcelamientos, represión, suspensión de un gobierno.

La política del Estado-guerra pasa por la aniquilación del enemigo ya sea interior o exterior. En España, el enemigo a reducir —reducir implica vencer y humillar— es aquel que pone en duda el fundamento último del Estado español salido de la Guerra Civil, es decir, la unidad de España.

Por eso se entiende muy bien la aplicación del artículo 155. Hasta aquí todo era bastante previsible y los políticos del bloque independentista fueron ciertamente bastante ilusos al confiar en la UE o en una reacción del Estado español menos vengativa.

La pregunta importante para mí sigue siendo: ¿por qué la intervención del Estado-guerra en vez de producir una crisis política fue, en cambio, aplaudida como una acción necesaria para restaurar la legalidad? ¿por qué no solo se aceptó, sino que en muchos lugares de España se jaleó el “a por ellos”? Sé que la respuesta es compleja. Apunto solamente algunas causas.

Por otro lado, el bloque independentista cometió muchos errores. Su prepotencia en algunos momentos le impidió tender puentes para ampliar su base social de apoyo tanto en Catalunya como fuera. Los que no somos independentistas tampoco supimos explicar que, después del 1 de Octubre especialmente, la reivindicación de la república suponía una toma de palabra colectiva. Una toma de palabra que iba más allá de la mera posición nacionalista, en la medida que pedía ser escuchada y compartida por todos aquellos deseosos de acabar con el régimen del 78. No hace falta subrayar el papel fundamental jugado por los medios de comunicación. Y, evidentemente, existe una ideología anticatalana que el PP ha sabido emplear a fondo para cohesionar España y ocultar la corrupción del partido.

Además de esa incomprensión, de esa soledad, ¿qué es lo que más ha podido doler a toda la gente que participó en aquellas movilizaciones de la respuesta en el resto del Estado? 
Una de las cosas que nos ha dolido —bueno, este “nos” no sé muy bien a quiénes, supongo que a los que vivimos en Catalunya— es que nos acusaran de haber despertado la bestia fascista. Si estaba dormida, ¿qué culpa tenemos?. ¡Cómo no saber que es un Estado protofascista! O es que era mejor no saber y disimular…

No obstante, ¿es acertada esta idea de construir otro estado dentro de este continente que usted ha definido como esta Europa, auténtico club de estados asesinos, que externaliza las fronteras para no ver el horror?
No, yo no he defendido la idea de un Estado ni de una República para Catalunya. De hecho, el 1O fui a votar —aunque no suelo votar porque la democracia representativa es una trampa— pero puse en la papeleta: “No le deseo ningún Estado a nadie”. No, yo no he defendido la idea de un Estado ni de una República para Catalunya. Lo que sí he defendido es que si Catalunya puede aportar algo es como una anomalía que no encaja y esta anomalía ha sido la suerte de no tener un Estado. Ahora, la palabra república en estos días —y al final del todo— ha sido como un significante vacío que sirve para utilizarla en la lucha contra los recortes, contra la gentrificación, para luchar por más libertades, por la República, pero no ligada a una forma histórica.

Pero habrán pasado cosas muy positivas, al menos reconfortantes durante este período de tiempo.
Para mí, lo más interesante es cómo la política se ha fundido con la vida cotidiana. Digo la política en minúscula, no la política del sistema de partidos. Comenzar a hablar con vecinos a los que saludabas pero con los que nunca hablabas y esto es un ejemplo en contra de lo que el gobierno español presentaba como una gran escisión entre la población.

Recuerdo que un vecino me dijo: “¡Me he hecho independentista!” Y yo le dije: “¿Ah, sí? ¿Así de pronto?”. Su respuesta fue “sí, porque de esta manera los corruptos estarán más cerca y los podremos controlar mejor”. Es muy complejo lo que ha ocurrido. Las motivaciones son múltiples. Hemos comprobado que la historia tiene mucho peso. En todos los sentidos. Por ejemplo, hay un catalanismo popular muy persistente y muy ligado a la pobreza y que para los que vivimos en Barcelona, no contaba nunca. El 15M en Barcelona no hizo nada por escucharles. No fuimos conscientes que no solo existe Barcelona.

Hay partes de Catalunya abandonadas, pobres, con muy poca población, en Lérida, etcétera y la cuestión nacional les ha dado voz aunque finalmente haya sido reconducida por parte de un catalanismo hegemónico cuyo deseo era llegar a una reforma de la Constitución. Pero… todo se complicó por el camino.

El laboratorio catalán se quedó suspendido en noviembre, ¿en qué fase se encuentra y qué salida considera que va a tener todo ese sentimiento independentista?
Realmente no sé qué puede ocurrir en un futuro. La represión judicial sigue su marcha imperturbable, la amenaza del artículo 155 sobrevuela ya no solo Catalunya, sino España entera. Hay una verdadera involución y la nueva política parece ya muy antigua. La convocatoria de las elecciones por parte del gobierno español, incluso independientemente de sus resultados, ha desplazado a la política del sistema de partidos, lo que en algunos momentos se jugó en la calle. Ha sido una tabla de salvación tanto para unos como para otros.

Me gustaría equivocarme pero Catalunya como laboratorio político se cierra poco a poco. Toda guerra, por muy terrible que sea, concluye con alguna forma de negociación. A un lado está el Estado español y su sistema bipartidista renovado pero cohesionado. Al otro lado, el bloque independentista debate quién tiene que actuar de interlocutor, o lo que es lo mismo, quién se convierte en la fuerza política hegemónica dentro del catalanismo. También se decide cuánta normalización tendremos que tragar.

La fuerza del anonimato que desbordó la expresión política del nacionalismo y que puso algo de 15M en las calles —“Las calles serán siempre nuestras”— se ha retirado del primer plano. ¿La defensa de la república, una república desligada de la historia y entendida únicamente como un enunciado performativo, puede mantener la grieta abierta? Esta es la apuesta para intentar que el ciclo político no se cierre.

Lopez Petit II
Santiago López Petit, en un momento de la entrevista. ÁLVARO MINGUITO

¿Podría haber nuevas elecciones en Catalunya?
No lo creo. No interesa a nadie. No sabemos qué pasará en términos de ‘la’ política, lo que hemos comprobado es que la aplicación del artículo 155 se ha realizado sin muchas dificultades, sin mucha resistencia por parte de los funcionarios o de la policía. El interrogante es Puigdemont, muy distinto de Mas, y que es independentista hasta el final. Por otro lado, no le queda otra opción.

El problema es que se equivocaron midiendo sus fuerzas en relación al Estado español, y sobre todo que ignoraron una parte de Catalunya que permanecía callada hasta que el lerrouxismo de Ciudadanos les ofreció una posibilidad de expresión. No es suficiente invitar a un trabajador andaluz o murciano a que participe en un mitín para establecer alianzas. Estos días he vuelto a ver un vídeo en el me impresionó mucho la frase de Franco a Juan Carlos: “Salva sobre todo la unidad de España”. Esto da que pensar.

¿Le da por pensar que el régimen sigue vivo? ¿Hay margen de maniobra para acabar con él desde los movimientos sociales?
No soy ni capaz de plantearme estas cuestiones. No sé muy bien qué son los llamados movimientos sociales en la actualidad. Planteo más bien formas de resistencia, politizaciones cotidianas, defiendo ser una anomalía que no encaja personalmente, tener una vida política que no significa estar en un partido político, e intento contagiarlo pero a un nivel más general solo soy capaz de decir palabras banales que ni yo mismo me puedo creer.

Podemos se empeñó en traducir políticamente la fuerza del anonimato que había en el 15M. Quisieron “hacer política” en lugar de avanzar hacia una politización de la existencia. En poco tiempo, Podemos se ha convertido en una fuerza política secundaria, y la llamada nueva política se nos aparece muy vieja.

Ya que menciona a Podemos, ¿le ha interesado esta nueva política? 
Para mí, lo interesante era el 15M. Lo interesante era decir un basta colectivo a las relaciones de poder, de sentido y de explotación. Utilizar el espacio como palanca para tomar la palabra y empezar a experimentar formas de vida diferentes: a ésto es lo que llamo politizar la existencia. La nueva política lo único que deseaba era entrar en el código gobierno-oposición y nosotros queríamos hacer saltar este código. Hace mucho tiempo que no existe la autonomía de lo político. El subsistema político con su código ha sido absorbido dentro de la realidad plenamente capitalista en la que vivimos. No hay afuera. Pero podemos abrir grietas… para respirar un poco.

Hace algunos días, en este mismo espacio de La Ingobernable se hizo una asamblea cuyo título fue ¿Dónde está el 15M?.¿Usted cree que volverá? ¿Cuál es su vaticinio, o mejor dicho, su deseo?
Un amigo mío de la autonomía obrera italiana que estuvo años en la cárcel decía: “Una persona vive un ciclo de luchas, ¡no dos!”. Yo ya viví el ciclo de las luchas autónomas de los 70 que los Pactos de la Moncloa clausuraron… El 15M fue una nueva sacudida colectiva. No sé, pero por las condiciones materiales de vida hoy existentes es seguro que habrá nuevos estallidos sociales, igual que también implementarán la Renta Básica en algunos países para intentar neutralizar movimientos de protesta.

En la actualidad, la vida en las ciudades grandes como Madrid o Barcelona cada vez se hace más difícil. No soy capaz de predecir nada, pero el querer vivir —que siempre tiene una dimensión colectiva— se expresará de múltiples formas que ni siquiera somos capaces de imaginar.

Durante muchos años, cuando estaba en la universidad siempre defendía esta posición: hay que estar al margen sin ser marginales, sé que es difícil. Tampoco me autosatisface, claro, pero no creo que haya muchas más opciones si no quieres autoengañarte o ser un cínico.

Para usted entonces, el 15M es un ejemplo de querer vivir como desafío porque anónimos se juntan para poder cambiar las cosas y no pueden ser fagocitados por ningún ente que los represente.
El querer vivir ha sido la idea que desde hace más de cuarenta años me ocupa. En casi todos mis libros he intentado pensar cómo hacer del querer vivir un desafío. Porque el querer vivir es ambivalente, y en esta ambivalencia reside su fuerza, y a la vez, su debilidad. En todo caso, para mí, constituye el punto de partida. Lo introduje como concepto durante la crisis del movimiento obrero a finales de los setenta. Cuando clase obrera empezaba a ser desarticulada política, social, y económicamente.

¿Cómo pensar entonces lo social? Me refiero tanto a los estallidos sociales como al silencio de la gente, la desafección. Fue entonces cuando introduje el concepto de querer vivir. El querer vivir se expresaba en el individualista que dice pues yo paso de todo pero también en aquel que se siente extranjero en su propio trabajo etc. Existen múltiples caras de una resistencia difusa que no halla expresión política directa.

Poco a poco, tanto por una necesidad personal como colectiva, fui confiriendo al querer vivir una dimensión más existencial, y en este sentido, más radicalmente política. Empecé por vincularlo a lo que llamo el odio libre: ¿cómo vas a cambiar tu vida si no la odias realmente? Existe un odio que no es un odio al otro ni a ti mismo, es un odio (libre) porque dice por aquí no paso. En fin.

Me cuesta resumir, pero yo diría que finalmente el querer vivir como desafío se ha ido concretando para mí en la figura de la anomalía. Anomalía es cualquiera que decide —y esta decisión no necesariamente se toma sino que viene hacia ti— no encajar en esta sociedad. Ciertamente, a menudo, esta posición se paga enfermando. Lo sabemos, la movilización global que se confunde con la vida, nos tritura la vida.

¿Quién, de alguna manera, no está enfermo en esta sociedad? El gran poeta nicaragüense Joaquín Pasos afirmaba “Señores, / basta una nube / para averiguar la / verdad”. Tenía razón. Basta mirar algo que es tan poca cosa como un cuerpo que sufre para entender el mundo, nuestro mundo. Y también el querer vivir. En otras palabras: hoy vivir no es vivir, es tener una vida que gestionar para evitar caer en un agujero negro.

¿Y qué le pasó a Pablo Molano?
Pablo Molano era un hombre colombiano de 35 años, que estudió Filosofía, que vino con su madre a Barcelona exiliados de Colombia, que pasaron antes por Cuba, con una familia en la que está Jaime Bateman, fundador del M19, y también el fundador de la Unión Patriótica. Pablo participó e impulsó muchas de las luchas de los últimos diez años de Barcelona: contra el Plan de Bolonia, estuvo en la ocupación del Rectorado de la Universidad de Barcelona, abriendo universidades libres como la Rimaia, en el 15M… y finalmente fundó La Base que es un ateneo autónomo, del cual yo también soy socio.

Este compañero, que estaba lleno de fuerza y que tenía muchos amigos, un día se suicidó. He intentado pensar qué nos dice su muerte. Es decir, no me pregunto tanto por qué se ha suicidado, sino por qué su muerte supuso un huracán que sacudió la vida de muchísima gente de Barcelona. Me decidí a escribir el libro cuando al entrar un día en el ateneo, un amigo me dijo: “Podía haber sido yo, o cualquiera de nosotros”. Y así otros.

Pensé que la impotencia de no poder cambiar el mundo nos conducía, a veces, a una situación sin salida. Por eso, con el libro he intentado explicar en qué sentido su suicidio es una muerte política, por qué la sociedad es una máquina de matar de la cual nosotros también somos piezas. He intentado explicar qué significa y cómo se produce una situación sin salida. El libro termina afirmando que la vida es oscura, pero que de esta oscuridad podemos arrancar la luz .

Mientras lo escribía, ¿ha reflexionado sobre hasta qué punto la implicación con la sociedad tiene que llegar a un límite y poner una barrera para que el ser humano se pueda proteger?
Lo que planteas es cierto y muy importante. En cierto modo, todos de alguna manera pactamos con la vida. Yo también lo hice. Primero fui químico y luego fui profesor de filosofía en la universidad. Pacté ser un funcionario del Estado aunque luego convirtiera mis clases en un laboratorio político. Sobreviví. En el caso de Pablo, su apuesta era a todo o nada. Y eso es muy complicado. ¿Cómo ser una vida política en una sociedad postpolítica? ¿Cómo ser anticapitalista de verdad si estamos embebidos de capitalismo? No es extraño, pues, golpearte contra la pared una y otra vez. Pero esta lucha, en la que nos va la vida, ¿no es justamente el esfuerzo por conferir dignidad a la propia vida?

Fuente: El salto

Entre explosivos. Así se vive y se muere en Valle del Jordán // Jessica García

Odey solía ir a pastorear los animales de su familia al mismo lugar todos los días. Muchas veces había encontrado explosivos dejados por las fuerzas militares israelíes luego de sus entrenamientos en el área. Nunca antes los había tocado. El último día de su vida se encontró con una mina que acabó con ella. Tenía sólo 16 años.

Odey vivía en Ibziq con sus padres y hermanxs. La ambulancia tardó alrededor de dos horas en llegar al lugar donde él se encontraba, pues Ibziq es una comunidad palestina en el noroeste del Valle del Jordán a la que se accede por caminos de tierra en muy mal estado[1]. Sin embargo, recién fue declarado muerto en el Hospital Turco de Tubas, pues todavía estaba vivo cuando la asistencia llegó.

Ninguna autoridad israelí se presentó ante la familia ni se ordenó una investigación. Lo que sí hizo el ejército ocupante fue seguir con los entrenamientos militares en la comunidad, en el mismo lugar donde los explosivos dejados por sus soldados provocaron la muerte de Odey.

En Ibziq, al igual que en otras tantas comunidades de la Palestina ocupada, hay entrenamientos militares[2] constantes, con tanques o  sin tanques, con helicópteros o sin helicópteros. A veces dejan “solamente” los restos de explosivos ya utilizados, pero a veces son nuevos[3], listos para ser usados en quienes osen tocarlos. Es común ver granadas en los campos donde los pastores llevan sus animales. Si ya han explotado o no, es mejor no comprobarlo.

También es muy común ver a lxs niñxs jugar con esos restos de explosivos. Son parte del paisaje de muchas comunidades. Como en el campo jugábamos con las latas que encontrábamos en los patios de nuestras casas, en la Palestina ocupada lxs niñxs juegan con las latas y las granadas ya explotadas y otros tantos restos de explosivos de los cuales solamente quienes los utilizan saben su nombre.

Además de los muertos y heridos como consecuencias de los restos dejados por los entrenamientos militares, también hay muertos y heridos durante el transcurso de los entrenamientos, pues se realizan con municiones reales y zonas habitadas por comunidades palestinas. A ello se suman los distintos problemas psicológicos para los niñxs a causa de dichos entrenamientos.

De acuerdo a HALO Trust[4], en 2017 cinco personas fueron heridas y una perdió la vida, Odey, como consecuencia de explosivos sin detonar en el Valle del Jordán[5].

Odey fue quien murió como consecuencia del explosivo pero uno de sus hermanos y un primo estaban presentes cuando ocurrió la explosión. Desde entonces ambos han debido recibir asistencia psicológica.

La familia de Odey es otra familia palestina destruida como consecuencia de la ocupación israelí. No obstante, la resistencia continúa. Su madre ha dicho que permanecerán allí porque es la tierra donde Odey nació y creció, el único lugar que conoció. En su memoria  construyeron un monumento en el lugar donde murió y en su memoria seguirán viviendo allí. La memoria también es resistencia.

[1] Dado que la comunidad se encuentra en el área C de Cisjordania, es decir, bajo control civil y militar israelí, la Administración Civil Israelí debería ser la responsable de su mantenimiento. Sin embargo, por esas rutas no se accede a ningún asentamiento israelí, así que para ésta no hay ninguna necesidad de resolverlo.

[2] Desde 1970  Israel ha declarado el 18 por ciento de Cisjordania o alrededor del 30 por ciento de la Zona C como zonas de entrenamiento militar. Hay alrededor de 38 pequeñas comunidades con alrededor de 6.200 personas en estas zonas aun cuando está prohibida su presencia excepto que medie un permiso especial. Sin embargo, muchas de estas comunidades ya existían antes de que estas zonas fuesen declaradas de entrenamiento militar (UNOCHA, 2017). Ver informe completo en: https://www.ochaopt.org/content/firing-zones-and-risk-forcible-transfer

[3] Generalmente lxs palestinxs que encuentran explosivos sin detonar en sus comunidades no denuncian dicha situación ante la Administración Civil Israelí (que de hecho es militar) porque temen ser acusados de terroristas.

[4] HALO Trust es una organización no gubernamental internacional cuya misión es liderar los esfuerzos para proteger la vida y restaurar el estilo de vida de aquellxs afectadxs por la guerra. Su trabajo principal sigue siendo el desminado pero también están incrementando su rol en el manejo de armas pequeñas y artefactos explosivos sin detonar. HALO Trust trabaja en 15 países y cuatro territorios, entre los que se incluye Cisjordania (Palestina). Más información en: https://www.halotrust.org/what-we-do/

HALO Trust comenzó a trabajar en el Valle del Jordán en 2014. Desde ese momento alrededor de 2000 ítems han sido localizados pero solamente 1000 han sido destruidos por el ejército israelí. Entre la notificación al ejército israelí y la destrucción de tales artefactos transcurren entre tres y cuatro semanas (información proporcionada por el trabajador el HALO Trust responsable de la localización de explosivos en el Valle del Jordán).

De acuerdo a la página web de la organización, el programa de HALO Trust en Cisjordania se enfoca en el desminado de un área de alrededor de 50 hectáreas y un sector del río Jordán de minas dejadas por las fuerzas jordanas antes de 1967. Sin embargo, según el trabajador de HALO Trust en el Valle del Jordán también informan sobre los explosivos sin detonar dejados por el ejército israelí luego de sus entrenamientos militares.

[5] Información proporcionada por el trabajador el HALO Trust responsable de la localización de explosivos en el Valle del Jordán.

Aprender de los guachines // Diego Valeriano

Hay que aprender de esas pibas que se toman el 269 en el Cruce, corren el último tren a Once y en Liniers se toman otro bondi para llegar a una fiesta a la que no fueron invitadas. Aprender de su andar a esas horas muertas de risa, con ese top, con esos ojos negros, con esa confianza desconfiada, con esa prepotencia. A mentir, a engañar, a clavar el visto, a plantarse como lo hacen ellas, a correr sin mirar atrás, a volver juntas. Aprender de sus miradas, de su prepotencia, de su fiesta que libera, de ese deambular que hace mundo.

Ni trabajadoras, ni pase a planta permanente, ni lucha, ni solidaridad de clase, ni formación política, ni ir a marchas, ni neoliberalismo. Desobediencia de toda regla, pero sin transgresión, sin andar diciéndolo por ahí, sin autoafirmación ideológica, sin tanta bandera. Desdén desde el carro, pulular por la ciudad hasta que pase algo, bajar en Flores, en Morris, en Paternal y perderse en los pasillos. Sentir miedo, tener la certeza de lastimar si es necesario. Gederla fuerte, escabio, papeo y sustancia.

Hay que aprender de los pibes dónde están las cámaras del monitoreo, hasta dónde puede la Local, cuál de los chinos es el que está enfierrado, cómo tramitar una pensión, cómo negociar con los de la Tercera, cómo jurarle a la trabajadora social que esta vez sí, que esta vez se va a rescatar. Hay que cruzar de vereda cuando vienen de frente pero seguir su itinerario y observar su caminar, su prepotencia, sus marcas, sus escrachos, ese apuro que los empuja sin saber adónde ir con una incertidumbre que se convierte en estilo.

Ni futuro, ni quejas, ni curriculum, ni asamblea, ni dignidad trabajadora, ni diseño de rutinas, ni boletín, ni presos políticos, ni ascenso social, ni inclusión como excluidos: segundearse es el único gesto válido. Una búsqueda de atajos permanente, un kiosco abierto las 24 horas, un tanteo intuitivo, un tiempo desquiciado, una lectura del mientras tanto para ir traspasando los límites.

Hay que aprender de los guachines qué hacer en un allanamiento, quién es el tranza de la cuadra. Aprender a ser malditos, a aguantar las trompadas del padrastro y el miedo de la madre, a no creer en ningún adulto desde muy chicas. Aprender cuáles son los talleres donde dan las becas de desarrollo, a poner esa cara, aprender de memoria la clave de la tarjeta de la abuela, los pasos de las chicas de Pasión de Sábado, que ya no van a ser princesas, que el centro comunitario es un negocio de la coordinadora y algunas más. Que casi siempre están solos, que el mar es inmenso y azul aunque nunca lo vieron.

ACÁ ESTÁN, ESTÁS SON, LAS MARICAS DE EL BOLSÓN // Silvio Lang

 

 

 

“-¡Qué se corre la bola/qué se corre la bola/al patriarcado lo matamos con la cola!”. Así, con ese cántico maricas-tortas-travas-trans y no-binares dan por inaugurado el 10º Festivxl de la Diversidad de El Bolsón. Ante la  extorsión de la Municipalidad de no autorizar el escenario del acto de cierre si marchábamos a torso descubierto resolvimos, en el fogón de bienvenida, marchar culo al aire. Era el primer miércoles del 2018 y desde la mañana una Cumbre Trans había tenido lugar en el Centro Integrador Comunitario del barrio Primavera. Las travas más curtidas se encontraron con millennials trans que se reconocían como no-binares: ni femenino, ni masculino. Sólo el bautismo del nombre propio que emerge de la resistencia por existir. Ya para la tarde habían llegado cumpas de las provincias. El camping “Ni Nada” es el asentamiento amigo. El resplandor del fogón hace visible esa fragmentariedad que somos para devenir territorio afectivo, comunidad de fraternidades y sororidades. “La sororidad marica”, le encanta decir a Larry, que tiene tatuado “Puta”, en las costillas. Ha borrado su nombre de nacimiento por mil nombres de batalla. En las asambleas de AMMAR, las compañeras le llaman Juan Ejemplo. El grupo organizador se presenta alrededor del fuego. Están con miedo de que repriman el día de la marcha. Uno de ellos, Nehuen, mapuche hermoso, describe, con voz de Zitarrosa, la agenda del Festivxl. Radio abierta; talleres autogestivos; recitales lesbo-punk y cumbia-marica; varieté folklórica; fiesta en los bosques; picnic político; marcha por las calles y show en la plaza. Como todos los años, la ronda se abre para quien quiera presentarse. Habla un pibe de Quilmes, Juano. Conoció a su compañero, July, pasando música en la fiesta “Relax”. Dejaron el Conourbano y se fueron a vivir a El Bolsón: “Acá, está lo que necesito: la lucha, la montaña y está él, ¡qué más quiero!”. Se presenta una piba, activista antinuclear, de Sierra Grande, pueblo fantasma saqueado por Joseph Lewis. El activismo feminista mezcla todo, eso es lo bueno: expropiar la tierra es expropiar la potencia de los cuerpos. La Mati de la Asamblea de Maricas y Bisexuales, emponchada, pide la palabra para ubicar a unos héteros que cayeron de sopetón y tomaron la palabra: “Que los paquis, en nuestros espacios, aprendan callados, acompañen y nos abracen”. “¡Lo dijo/lo dijo!”, corean unas tortas. La noche sigue rancheándose entre carpas. Led multicolores, barra de sonido y “el perreo se organiza”, gritá Shibre, torta reguetonera. Guiso, luces y glister son los recursos comunitarios para las fiestas campamento. “¡Nunca vi tanta mariconeada en mi país!”, dice Analia, pionera del Festivxl.

 

El jueves se arma la primer maricoteca en la historia de la comarca. En la disco “442” tocan Las Grasas Trans, Horregias, Negra Liyah y Sudor Marika. Animan Las Carmelitas, maricas clown, reideras y calenturientas. El lesbo-punk reanima mi adolescencia dark. Susy Shock sube al escenario y canta en coro con Sudor: “Dejáme sentir que siento,/dejáme y hacé silencio./Dejáme vivir sin nombres,/ya no los quiero”. Los putos autogestionamos un besazo en la pista. “En cada espacio hétero llevar lo marica”, dice Ezequiel, militante de La Cámpora y referente de la diversidad en ATE. Antes de incandilarnos con los cuarzos de salida la DJ Petra Diphusa, salta de la cabina con el virtuosismo de terrorista drag, plataformas blancas, tocado naranja, vestido negro. Con la belleza de Isabel Adjani baila posesa “Fiesta en el infierno”, de Fangoria. Los ojos se le blanquean; repercute en espasmos; salta y se tira al piso en cuclillas y rebota. La vitoreamos. Queremos devenir Petra.

 

Nos depertamos pasados de pepa, besos y alcohol. La Actibanda tribaliza el campamento. Nos sumamos a sus canciones de protesta, piezas históricas de la humanidad que viene: “Somos la cuerpa amoral/Mutante y voraz/Por nuestra monstruosidad encarnamos el mal/Aborteras, tortas, putas, parias disidentes, trans/travas, chongas y maricas/La manada a marchar/Hacemos orgias al sol/Nos gusta bailar/La fiesta ritual, el exceso/Y su lengua bestial”. Quimey, una chica trans, plantea en la asamblea picnic que si algune tira una piedra en la marcha que lo piense antes, que se puede organizar y ser una decisión grupal. Porque no todes podemos o tenemos ganas de correr, o defendernos de la represión. “Estamos violentas: si no hay amor hay furia”, dice una marica. “Esta marica piquetera sabe morder”, dice la Campa de sí, y todas nos reímos. Mosquito Sancineto es presentadora del varieté de la noche. El público se abre en dos. Nuestra lideresa Marlene Wayar atraviesa el salón como el río Quemquemtreu El Bolsón. “El capitalismo divide entre los que comen pan y los que comen mierda. Nosotras no mandamos a comer mierda a nadie. Por eso nuestro enemigo no es lo ‘cis’, sino el ‘hétero winca’ -el blanco conquistador-, como dicen las compañeras mapuches”, arenga la Wayar, más Titánica que nunca. Nico Darchi y Duo Microcentro devuelven el floklore y la ópera mariconeada. “Nosotras tomamos la tradición patriarcal pero primero la mariconeamos, la torteamos y la travestificamos y luego cada cual hace el ismo que quiera”, dice Susy Shock, entre canción. “Este festival no es como cualquier otro, acá nos recargamos para seguir luchando todo el año”, tira Susy y rompemos en aplausos. Canción, fiesta, sexo, amor, discusiones políticas en fogones y rancheadas tejen la potencia de las situaciones que nos atraviesan. “Nuestra riqueza son utedes, las pendejas y los pendejos, que podamos aún seguir mirándoles a los ojos, sin vergüenza, después de tantos años de militancia”, nos dice Susy. Y se adentra en la masa del público con las maricas cantoras. Entonan a capela las coplas: “La soledad es cosa rara/con tanta gente sola/si los solos se juntáran/la soledad queda sola”. Entonces, llorosas nos entreveramos bailando las Lechiguanas de Dani Umpi.

 

Un paisaje lesbo-marica-travesti-trans, junto al río, con guitarra eléctrica y parlante portátil; suspensores; tetas al sol; adolescentes entangados; masajes osteopáticos y amasados; lecturas y conversaciones de la biografía de nuestras pieles; cordero asado comido con las manos; petes en el bosque; garches simultáneos en cama-cuchetas, son el después de la intempestiva marcha. “Aquí están/ estas son/las maricas de El Bolsón”, avanza la caravana de mostras por las calles hasta la plaza. “En la calle me siento libre. No puedo estar en una oficina atendiendo el teléfono”, dice la puta Michelle, tras renunciar como asesora de un legislador del Movimiento Evita e irse de la orga. “Lo que se puede hacer con todas nuestras redes disidentes es más intenso”, declara con espíritu de Berkins. “¡Beso negro”, proclama Susy y las que estamos en culo nos inclinamos para que nos besen nuestro lugar de enunciación. Bailamos y nos besamos al frenesí de las Kumbia Queer y la Umpi. En el espacio público, ahora, ocupado por nuestra imaginación político sexual. Desplazarse de los propios conformismos; salirse del tiempo uberizado; torcer el punto de mira; escuchar de otro modo para encontrarse en una poética social de la desobediencia existencial.

https://www.pagina12.com.ar/89796-aca-estan-estas-son-las-maricas-de-el-bolson

EL SIDA ES UNA GUERRA // Silvio Lang

 

No hay comunidad si no en las relaciones singulares. Por eso la lucha política se funda en las alianzas afectivas. Todo contacto es un contagio. Infectadxs de lxs otrxs vibrando en uno. Sororidad marica; sororidad feminista. Nuestra lucha actual se debilita en su asepsia e higiene afectiva. Lo supimos en los 90 cuando nos plantaron la guerra del sida a los putos, a las prostitutas, a los drogadictos, a las travas y a las tortas. Fuimos cumpas de les jóvenes de ACT UP: en la Marcha de los Barbijos; en la Red Nacional de Personas Viviendo con VIH-SIDA; en la recorrida de los hospitales; en los grupos de ética y contención… Vayan a ver esta peli wachxs: 120 PULSACIONES POR MINUTO. No des-historicemos nuestras formas-de-vida.

 

120 pulsaciones por minuto (Robin Campillo) ⭐️ 7.8/10

Entrevista a Muriel Combes. «Gilbert Simondon, un pensamiento antiutilitario sobre la técnica» Pablo Ires, Editorial Cactus

 

La traducción al castellano de varios libros del filósofo Gilbert Simondon aviva una serie de interrogantes sobre el alcance de sus conceptos, su sistematicidad, su capacidad de inspirar nuevas líneas de investigación, y los énfasis de su pensamiento, que los comentaristas discuten a partir de la aparente tensión entre una dimensión ligada a la técnica y una connotación ética política habitualmente subestimada. ¿Hay un polo “reformista” y otro “revolucionario” en su filosofía? La forma-red en disputa entre una apertura histórico-antropológica y la gubernamentalidad liberal; la importancia dela forma-de-vida. Sobre estas cuestiones dialogan Pablo Ires traductor y editor de Simondon y Muriel Combes, autora de Simondon. Una filosofía de lo transindividual, ed. Cactus, 2017.

 

Tu libro Simondon. Una filosofía de lo transindividual implica una discusión sobre los límites de lo que se podría llamar el simondonismo, ¿cómo pensas esta cuestión hoy, casi 20 años después de la escritura del libro?

 

La obra de Gilbert Simondon es una obra vasta, densa, abundante, de una gran riqueza. Y es una obra que, en su forma, toma los caminos de la tradición del Siglo de las luces. Una obra de inspiración enciclopédica y sistemática, un sistema global de pensamiento, que, a partir de instrumentos conceptuales nuevos, propone una mirada enteramente renovada sobre el conjunto de lo que constituye lo real. Es una ontología original: un pensamiento del ser como devenir. Y es por eso que se puede considerar que este pensamiento se basta a sí mismo, que define él mismo sus propios contornos y límites de aplicación. Pero en realidad, a causa de la riqueza operatoria de los conceptos simondonianos –y tanto más cuanto que esos conceptos fueron construidos para pensar la propia dimensión operatoria de lo real- es tentador hacer de dicho pensamiento una matriz explicativa para todo tipo de cuestiones. Aunque el gesto de totalización jamás está acabado y abre el camino a todo tipo de continuaciones, de tentativas de explicar la coherencia del sistema, y de prolongarlo. El simondonismo, en este sentido, sería hacer del pensamiento de Simondon una llave que abre todas las puertas, como se pudo decir de la dialéctica de Hegel. O que propone herramientas para normar el devenir.

Cuando escribí mi libro de introducción a su pensamiento, en 1999, estaba asombrada por el hecho de que este pensamiento tan rico fuera el objeto de lecturas reductoras, que se permitían devolver su creatividad inaudita, que desbordaba por todas partes, a los carriles académicos; los carriles de un pensamiento antropo-tecno-céntrico (para no decir andro-tecno-céntrico).

Me parece que la riqueza del pensamiento de Simondon reside más bien en su fuerza de inspiración para volver pensables todo tipo de situaciones. Es por otra parte lo que desde hace algunos años hacen numerosas personas, que se apropian de los conceptos simondonianos para elaborar preguntas en el campo de las invenciones tecnológicas, pero también antropológicas, ecológicas, etc. Es lo que me había sorprendido en el coloquio organizado en 2012 por la universidad de Campinas en Brasil, al cual había asistido, y donde el pensamiento de Simondon había inspirado una experimentación de radios libres para unir entre sí poblados del bosque amazónico, pero también la construcción del film Xapiri realizado a partir de una reunión de chamanes Yanomami, o que también había ayudado a captar lo que estaba en juego en la diferencia entre pesca en aguas abiertas o cerradas… por citar solo algunos ejemplos.

 

¿Podes hablarnos un poco más de la tensión que señala en el libro entre el Simondon-pensador-de-la-técnica y el Simondon de lo transindividual? ¿Cómo pensar dicha tensión?

 

No creo que esta tensión pertenezca en sí mismo al pensamiento de Simondon. Simplemente, desde el momento en que cierto número de comentadores hacían del pensamiento simondoniano de la técnica el centro y el prisma desde el cual leer el conjunto de ese pensamiento, me parecía importante –y me sigue pareciendo- resituar ese aspecto al interior de la obra, que consiste en una investigación a propósito de la individuación. En el seno de esta investigación, la búsqueda concerniente al modo de individuación de los objetos técnicos tiene un lugar importante, tal vez sobre todo en razón del amor que Simondon tiene por los objetos técnicos. El modo de existencia de los objetos técnicos era su tesis complementaria de doctorado, al lado del libro interminable que constituye la tesis, publicado tardíamente en un solo tomo bajo el título La individuación a la luz de las nociones de forma y de información. El costado fragmentario de la publicación de la tesis de Simondon, y el interés suscitado por el complemento sobre el modo de existencia de los objetos técnicos, contribuyó fuertemente a esta imagen de Simondon pensador de la técnica.

Pero uno podría preguntarse por qué es este aspecto del pensamiento de Simondon el que fue favorecido.  Y ahí, me parece que se puede invocar la influencia de un racionalismo surgido del Siglo de las Luces, muy presente en la vida académico-universitaria francesa, a los ojos del cual el concepto de transindividual tenía aires un poco “místico-poéticos” para retomar el término de G. Hottois.

En un prefacio escrito en 1978 para la edición norteamericana del libro de Georges Canguilhem, Lo normal y lo patológico, Michel Foucault vincula a Canguilhem con la tradición de la Aufklärung, como “filosofía del saber, de la racionalidad y del concepto”, que él distingue de la fenomenología y del existencialismo, a los que define en el texto como filosofías del sentido y del sujeto originario. Pensando en esta distinción, me digo que Simondon, marcado tanto por Canguilhem como por Merleau-Ponty, difícilmente pueda ser vinculado a uno contra el otro. Desde luego, su filosofía del sujeto no es la de un sujeto originario, puesto que existe en él un pensamiento de la génesis de las subjetividades; pero creo que su pensamiento ha estado marcado por esta dicotomía entre racionalismo y pensamiento del sentido y de la existencia, y puede ser leído como un esfuerzo para reconciliar esas dos corrientes, o para no dejarse desintegrar subjetivamente por esas dos olas adversas. Prueba de ello su interés por la cuestión de la afecto-emotividad, pero también por la magia, la alquimia, que se admite en ciertos bordes de sus textos.

 

¿Se puede hablar en este sentido de un Simondon más reformista y de otro más revolucionario?

 

Si se entiende por eso que el Simondon pensador de la técnica sería más reformista, no lo creo; en efecto, el acento puesto sobre los linajes técnicos, pero también su enfoque de la relación humano-máquina, un enfoque relacional a contramano de la noción de utilización, pueden ser leídos como revolucionarios.

En cambio, se puede decir, si queres, que hay usos reformistas y usos revolucionarios de este pensamiento. Simondon mismo no parecía muy interesado por la política, y las raras entrevistas en las que aborda cuestiones concernientes a los retos políticos o sociales de las técnicas dan a pensar que se habría inclinado hacia el lado reformista. Pero creo que su sensibilidad, que él deja expresar en su pensamiento, estaba en condiciones de alimentar gestos revolucionarios de pensamiento: su manera de pensar la técnica a partir de la génesis de los objetos técnicos y a contramano del utilitarismo; su manera de pensar las máquinas a partir de un amor por los dispositivos técnicos, dando a la dimensión afectiva un lugar preponderante en el gesto de pensar, son para mí revolucionarios. Hay en Simondon una bella teorización del afecto, pero también una manera de hacer lugar al afecto en el movimiento mismo del pensamiento que es muy preciosa.

 

La noción de invención, tan importante para Simondon, queda a menudo ligada solamente a la técnica. Parece que a usted no le conforma este límite… En este sentido, ¿ve la invención actuando en otras dimensiones o experiencias?

 

Simondon consagra toda la última parte de su curso intitulado Imaginación e invención, que dictó en 1965-1966 en la universidad de psicología de Paris IV, a la capacidad de invención de los seres vivientes. Es esta capacidad indisociable de la vida misma la que se prolonga en la invención de objetos técnicos. Simondon consagra la mayor parte de ese curso a la noción de imagen: la primera parte refiere al “contenido motor de las imágenes” y trata de “la imagen antes de la experiencia del objeto”, la segunda parte refiere al “contenido cognitivo de las imágenes” y trata de “imagen y percepción”, y la tercera parte trata del “contenido afectivo-emotivo de las imágenes”. La última parte, consagrada a la invención, se interesa ante todo en el “nivel biológico” (“percepción de la situación de dificultad y descubrimiento de una mediación instrumental u operatoria [desvío]”), luego en el “nivel psicológico” (“la proliferación interior de las imágenes y sus transformaciones”), y solamente al final se ocupa de lo que Simondon llama el “nivel operatorio”, donde aborda “la invención como productora de obras separables”, esto es la creación de objetos técnicos, pero también de objetos estéticos.

En mi tesis publicada bajo el título La Vie inséparée, me interesé en la noción de vida en tanto que siempre subjetivada, es decir indisociable de una capacidad para inventar conductas, maneras de ser nuevas, siempre indisociablemente individuales y colectivas.

Como consecuencia de estudios hechos desde los años 1990 en etología, la mirada sobre el comportamiento animal ha cambiado mucho y se admite ampliamente de ahí en adelante que los animales son capaces de invención. Hoy en día, es el campo de los estudios consagrados a las plantas, al mismo tiempo que nuevas prácticas en materia de agrosilvicultura, los que popularizan la idea de que los vegetales son también capaces de invención; o más bien que la invención está en la base misma de la vida.

 

Tu libro evita recaer en la oposición clásica entre técnica y naturaleza, pero a la vez, enfatizas la existencia de un naturalismo en Simondon.  ¿En qué consiste dicho naturalismo y cómo convive con su preocupación por las máquinas?

 

El concepto de naturaleza que se permite Simondon, lo toma de los pensamientos presocráticos. Es el concepto de apeiron, concepto de un ilimitado en el origen de toda cosa, que en ocasiones retoma para esclarecer su concepto de un preindividual real. Lo preindividual es una reelaboración del concepto de naturaleza. Pero la naturaleza no se opone en Simondon a la cultura o a la técnica; es la fuente, el origen de todo lo que es. Se pueden oír aquí en el pensamiento de Simondon ecos de la distinción entre natura naturans y natura naturata en Spinoza. Sería uno de los aspectos del spinozismo de Simondon.

En cuanto al maquinismo, en tanto que ideología, o en tanto que situación de subordinación de lo humano a las máquinas, indisociable de una manera de tratar a las máquinas como esclavos, es para Simondon el resultado de una incomprensión del modo de existencia de los objetos técnicos. Simondon, que piensa los objetos técnicos a partir de los conjuntos técnicos, o de los linajes de objetos técnicos, no hace de la máquina la entidad central de su pensamiento de la técnica. Pero, a partir de un pensamiento genético de los linajes técnicos, propone una mirada renovada sobre los objetos técnicos que puede valer también para nuestra relación con las máquinas. Hay en ese sentido en Simondon no un maquinismo sino una utopía técnico-social.

En el plano político, creo por otra parte que Simondon pertenece quizás más a la línea de los pensadores utopistas que a la de los reformistas o de los revolucionarios.

Propones leer a Simondon a través de la noción de modo de vida, una expresión con connotación ético-política: ¿cómo ubicas esta connotación en su obra?

Yo prefiero hablar de forma de vida antes que de modo de vida, que es más una noción sociológica que un concepto filosófico. En Simondon, una filosofía de lo transindividual, no abordo directamente la noción de forma de vida. La evoco en “Tentativa de apertura de una caja negra”, un texto sobre la cuestión de la técnica que escribí en 2004, cinco años después del libro sobre Simondon, y publicado aquí al final del libro como un suplemento. Y en ese texto, cuando hablo de forma de vida, es en relación con el enfoque de la técnica propuesto por Mumford y no por Simondon.

Lo que abordo en el libro sobre Simondon es la cuestión de la relación entre individuación vital e individuación psíquica, que no son para él separables. Explico entonces cómo, según él, se trata de una única individuación que conlleva especies de traspasos. Y es en mi tesis, publicada en Francia bajo el título La Vie inséparée, que, inspirándome en Simondon para mostrar que no se puede separar, en los sujetos vivientes, algo que sería la vida biológica de algo que sería la subjetividad, me intereso en la cuestión de las formas de vida y de la relación entre formas de vida humanas y no humanas. Hay en efecto colectivos constituidos por humanos y no humanos, ligados por todo tipo de relaciones de uso, que fundan maneras de ser, ethos, por tanto, ética. En el momento actual, en que un poder se ejerce esencialmente sobre los vivientes, y cuyo corazón concierne en forma masiva al devenir del planeta Tierra y de sus habitantes, Simondon me ha ayudado a pensar filosóficamente la vida en tanto que siempre ya subjetivada, constituida de relaciones, siempre ya informada.

 

Quizás la proposición fundamental sea la que pone en relación técnica y modo de vida. Esa pareja suele caminar hoy día lejos de todo sentido libertario ¿Cómo pensar en otro sentido entonces nuestra relación actual con las máquinas, con los otros humanos, con la naturaleza?

 

Es más bien el propósito del suplemento “Tentativa de apertura de una caja negra” que he escrito después… Hoy, las redes socio-técnicas son lugares de invención de conductas y de formas de pensamiento colectivas. Son también lugares de control de las formas de vida y de pensamiento. En última instancia, se podría decir que la forma-red, con su dimensión de mirada (potencial) de cada uno sobre todos, es la forma en que producción y control, invención y valorización, se indistinguen. Podríamos encontrar allí un límite en la manera de conectar la ética con la noción de amplificación reticular. Simondon no podía imaginar la centralidad de la realidad de la red y la nueva naturaleza que las tecnologías de la información darían a esta noción de red. Para él, la realidad de la red, y la amplificación, definían la dimensión ética de la individuación. Ahora bien, la amplificación de ciertas conductas, de ciertos comportamientos, de ciertas formas-pensamientos vía las redes sociales (se debería decir socio-técnicas) es aquello sobre lo cual se apoyan las técnicas de gubernamentalidad liberales para controlar los comportamientos y comerciar los comportamientos y los pensamientos deseables para el mercado. Pero las redes socio-técnicas son también, es cierto, el lugar de invención y de difusión de prácticas y de formas-pensamientos difícilmente controlables.

La dimensión de amplificación es en sí misma difícilmente controlable. Lo que es controlable son los contenidos que se vuelven deseables, y allí, las tecnologías del marketing o de determinación de los contenidos, tales como las que son utilizadas por Facebook para definir lo que llega sobre el muro de cada usuario, desemboca en un moldeado de las conductas espantoso.

En cuanto a saber cómo pensar nuestra relación con las máquinas, con los otros humanos y con la naturaleza, creo que se podrían buscar respuestas del lado de la ecología, del ecofeminismo, de los pensamientos que se interesan en las relaciones en situación, en las interacciones entre seres al interior de una situación definida.

 

Por último, conocemos un poco de oídas la experiencia de las ZAD en Francia, y a veces nos gusta pensar nuestro proyecto editorial, Cactus, como una “zona a defender”, en la que crear y resistir van juntos. Por otra parte, quedamos impresionados por sus elecciones vitales y sus prácticas. ¿Qué nos puede decir de esto?       

 

Hace unos quince años que me mantengo a distancia de la práctica de la filosofía, y casi tanto también del activismo político. Mis prácticas, hoy, consisten en prácticas de cuidado tales como el shiatsu. He creado con otros un colectivo de terapeutas, esencialmente para poner en común medios prácticos (locales, material, sitio de internet). Vuelvo a encontrar la noción de colectivo transindividual a este nivel. Puesto que, más allá de las relaciones interindividuales y de gestión, hay algo que se elabora y que es del orden del alma del lugar, compuesta de elementos indefinibles, irreductible en todo caso a la suma de sus partes. De esta noción de transindividual, hago también la experiencia práctica durante los círculos de canto de curación, en la manera en la que se compone, para una persona acostada en el centro del círculo, un canto improvisado por un grupo de personas, que cantan para ella e inspirado por ella. Lo que emerge en la improvisación se podría llamar un canto transindividual; es un canto compuesto de una pluralidad de proto-cantos que cada participante llevaba en sí sin saberlo, que se constituye a medida de su surgimiento, y puede ser muy diferente según la persona que es a la vez su origen y su receptora. Son bellas individuaciones efímeras.

A veces me digo que en ese camino que es mi camino de los últimos años, he efectuado una suerte de caminata a contrapelo hacia ciertas inspiraciones discretas de Simondon, tales como la alquimia, o el concepto de individuación tal como lo había elaborado Jung, y que hablaba de la manera en que podemos, como sujetos en devenir, trazar nuestro trayecto psíquico a distancia de las lealtades heredadas de nuestro linaje o de nuestro medio social de origen. La vida me ha mostrado nuevos caminos para dejarla individuarse en mí en pensamientos y en prácticas más terapéuticas que filosóficas. Pero el interés vital por el devenir y la individuación de los sujetos vivientes no me ha abandonado.

El libro de Nancy Rodriguez // Reunión, de Dani Zelko

Reunión, es la poética social del joven escritor Dani Zelko, en la intersección entre poesía y arte contemporáneo que trama un «conceptualismo afectivo». Dani, camina Latinoamérica, sin rumbo, conoce a algunas personas; las invita a escribir unos poemas; le dictan y les hace de escriba. Al otro día, los poemas se imprimen en libros. El escritor desconocido lee su libro en una ronda de 9 sillas en el lugar donde vive y regala los libros a sus vecinos. En la segunda parte del proyecto, Dani, elige un portavoz, por afinidad, para cada uno de lxs escritorxs; y los portavoces leen los poemas en voz alta en rondas de 9 sillas en otros pueblos y ciudades. Aquí, un adelanto para Lobo Suelto de «El libro de Nancy Rodriguez», una militante social de villa Garrote (Tigre). 
Todo lo que yo hice no es gratis

cuando te metés en política no es fácil.

Pero me fortaleció a full.

A veces iba caminando y me encerraban 2 autos,

o me mostraban una película donde secuestraban a alguien y me decían:

mirá, esto le puede pasar a tu familia también

y yo les decía, ya sabés donde está mi casa

en el medio del barrio

entrar vas a entrar

salir no sé.

Te voy a contar desde el principio.

en el 2001 cuando la crisis fue muy grande

se hizo el plan “más vida,”

se entregaba una ración de cereal y leche

a los menores de 5 años.

Primero era todos los días

después 2 o 3 veces por semana

y después se sacó.

Momento terrible.

Yo era comadre

censaba a las embarazadas del barrio y las ayudaba

a las embarazadas se les entregaba un ajuar

venía un camisón, apósitos, ropa interior

ropita para el bebé, algodón, alcohol.

Y al ver que la crisis avanzaba mucho

y que no había trabajo

las comadres nos juntamos

y armamos un comedor.

Armamos un grupo de 15 mujeres

y decíamos: “nada de política

sólo trabajar para la gente.”

Nadie, nadie tenía trabajo

menos las mujeres.

Los pocos que tenían algo ponían plata

para comprar menudos

y pedíamos comida en verdulerías y mercados.

Dimos a comer a 200 chicos en un principio.

Y luego también a las familias de esos chicos.

Funcionaba en un patio y en una piecita abandonada de una amiga,

hasta que mi amiga se enfermó y nos dieron en comodato un lugar.

Armamos una comisión

porque ya estábamos en todos lados

y la comisión decidió ponerme a mí de presidenta

yo acepté

me encantaba

tenía tiempo, no tenía trabajo

y no me cansaba nunca

de andar por el barrio y hablar con la gente.

Luego una organización donó computadoras viejas

y teníamos que hacer un curso de todo el día.

yo lo tomé

nos dieron 10 computadoras

y podíamos darle el uso que queríamos,

decidimos enseñarles computación a los chicos del comedor

gratis.

pusimos una escuelita de computación.

nadie sabía nada,

aprendíamos a tipear con un juego de globitos.

en ese momento empiezan a acercarse los políticos

ofreciendo alimento seco para el comedor,

les dijimos que no.

no los queríamos

para nada.

luego se acercó una organización, el FTV

y en una reunión nos comentaron

que todo lo que hacíamos era política,

que cada uno elije que política quiere desarrollar

que lo que hacíamos era una forma de política

y que ellos nos querían ayudar.

la verdad que ayuda necesitábamos

cocinábamos para muchos chicos y para nosotros,

había mujeres que se desempeñaban muy bien con la cocina

otras muy bien con la limpieza

otras muy bien con la organización

pero no había plata

no había plata.

uno de los referentes políticos de esa organización

nos dijo que nos bajaban de Nación

100 planes de 150 pesos.

Dijimos que sí,

y ahora había que aprender a dividirlos.

Me tocó esa responsabilidad como presidenta,

junté a todas las mujeres y les dije:

1 plan para cada una

y el resto se divide en el barrio por pasillos.

a cambio, todos tenían que hacer trabajos para el comedor.

los chicos que daban las clases gratis

ya tenían un sueldito de 150 pesos

la que cocinaba

ya tenía un sueldito de 150 pesos

la que sacaba la basura

ya tenía un sueldito de 150 pesos

la que limpiaba la verdura

ya tenía un sueldito de 150 pesos

la que salía a buscar comida para el comedor

ya tenía un sueldito de 150 pesos.

nos pusimos nombre

pasamos a llamarnos “Mujeres al frente”

con personería judicial nacional, provincial,

y reconocimiento municipal.

y en ese momento empezó a cambiar el país

empezó a aparecer más plata

y empezaron las esperanzas

porque el barrio es muy grande.

aparecen otros planes y vuelvo a reunir a las mujeres:

1 plan para cada una

que como ya tenían se lo daban a su mamá,

a su marido, a su abuelo

y el resto se divide por pasillo.

no me acuerdo cuántos planes eran

ponele 100 más.

y así como llegó la plata llegaron las asperezas

“yo quiero otro plan, yo quiero otro plan”

con la plata vienen los problemas

cuando no teníamos plata conseguíamos todo

ahora que había plata

se acababa el gas, se acababa la yerba,

y nadie sabía qué hacer.

¿cómo puede ser que cuando no había plata

podíamos juntarnos a comer

y ahora que hay

no podemos hacer nada?

es increíble pero pasa

llega la plata y empiezan las discusiones.

teníamos un bolsillo para comprar cosas.

cada uno daba 10 pesos de lo que cobraba

para comprar cosas para los chicos

y para comprar gas,

todos decían que no les alcanzaba para poner 10 pesos!

pero si antes tenían mucho menos y alcanzaba!

yo me puse fuerte

y como a algunas no les gustaba

que yo me ponga fuerte

empezaron a hacer rancho aparte

y empezaron a faltar.

me decían: no podés obligarnos

a poner plata si no queremos.

Y en medio de esas dudas y problemas

empieza mi vida en la construcción

ya era el 2009

y aparece el proyecto de urbanización

del barrio en el que nací.

la asociación Madres de Plaza de Mayo

necesitaba aliados en el barrio,

gente organizada

yo confiaba en nuestra capacidad de organizarnos

pero teníamos problemitas internos.

me contaron el proyecto y me encantó

vivienda propia!

lo que siempre se escuchaba

pero nunca llegaba hasta acá.

el referente de la asociación me dijo:

Nancy, esto necesita de mucho trabajo,

un relevamiento de todo el barrio

cuántos viven acá y cuántos no

cuántos están escolarizados y cuántos no

cuántos están vacunados y cuántos no

cuáles son los problemas más grandes.

me dijo que la construcción no iba a ser tradicional

“¿qué quiere decir eso?” le pregunté

“que no son casas de ladrillo y arena

son casas de paneles de telgopor”

“¿y qué, entonces nosotros qué vamos a ser

los ratoncitos de prueba? acá la gente

nos va a colgar a vos y a mí!”

“no Nancy, este sistema es bueno,

antisísmico, acústico, durable

se está haciendo en varios lugares del país

es un sistema italiano

se llama MD2, Emedul.

Me trajeron libros donde estudiar el sistema

me mostraron videos

fui de visita a lugares donde se estaba usando

como el Elefante Blanco, Ciudad Oculta

Piletones, Castañar,

y me encantó

me encantó

compré. compré con todo,

me adueñé del proyecto de mi barrio

y empezó el trabajo a full.

no estaba nunca en casa

y los jefes de la casa, mis hijos y mi marido

empezaban a pasar facturas.

los senté y les dije:

“a partir de ahora, este es mi trabajo

por mucho tiempo, esta va a ser mi forma de vida.”

y ahí empezó un camino largo

mi marido empezó a acompañarme

y hoy él y mis hijos son tan locos como yo.

Un día llegan las Madres al barrio

-yo ya tenía toda la previa hecha-

y me dijeron que necesitaban una persona

que sea la referente de Madres en el barrio

y que me querían a mí.

como primer paso iban a inscribir

a gente que quiera trabajar

160 personas para empezar

50 mujeres y 110 hombres.

nadie creía que de verdad

iban a dar trabajo

nadie creía en nada

nunca nadie nos dio nada,

se anotaban en la lista sin creer.

me dieron una semana para tener el listado,

era muy poco tiempo, así que mentí

empecé a anotar a mi abuela, a mi tía

a amigos que ya tenían trabajo

cualquier cosa con tal de que me acepten el proyecto.

llegué a 62 mujeres y 100 hombres.

ahi hubo una segunda reunión, y me dijeron:

en esta primera etapa vamos a emplear a 20.

en la planilla yo tenía que completar

nombre, DNI, datos, y también

“historia de vida.”

perfecto.

En mi proyecto yo iba a tener en cuenta

a las mujeres que trabajan en la calle

a las prostitutas

a los adictos a las drogas

a los que tenían antecedentes penales

a los que tenían problemas de salud,

esos casos eran las prioridades para mí.

Antes de terminar la primera lista

llegó un día un hombre en un auto gris.

Me acuerdo perfecto de la escena del auto

esa imagen me marcó.

el hombre me dijo: necesito urgente

2 personas de día y 2 personas de noche

para que cuiden el predio.

El sueldo eran 700 pesos.

era un montón.

Metí a Lalo que tenía

una herida en el hombro y no conseguía trabajo

metí a Carlos Figueroa que debía

una cuenta enorme en el almacen

y no sabía cómo la iba a pagar,

metí a Pedro Godoy, que se había separado

y tenía 7 hijos y no tenía trabajo,

y a Alejandro Chevaste, que tenía una nena

que tenía una válvula en la cabeza

y estaba sin trabajo.

Los reuní a los 4 y los organicé

fuimos al predio a hacer café

y tiramos un cable para que tengan luz.

iba ahí a la noche y cocinábamos,

yo no sabía lo que iba a pasar

se notaba que ese proyecto era una prueba piloto,

no tenía ningún dato, ningún teléfono de nadie

pero yo confiaba.

Al mes justo, apareció el hombre del auto gris

con el sueldo de los 4 hombres

y todos los papeles para bancarizarlos,

pasaban a estar efectivos.

El hombre me dijo: Nancy

ahora necesito una cocinera,

les vamos a mandar alimento y carne

para que puedan comer.

Le dije que estaba bien

pero que mande también carne y gas para el comedor

que era lo que yo más necesitaba.

Así fue.

yo todavía no tenía sueldo

pero seguía organizando.

busqué a Silvia Leiva, la mujer de un sereno,

el de la cuenta en el almacén

a ella le encantaba cocinar.

Estos 4 hombres y Silvia no tenían planes

había tratado de anotarlos

pero no habían salido.

El auto gris desapareció de nuevo

pero sabíamos que al mes volvería.

Al otro mes, la cocinera también estaba en blanco,

las cosas estaban pasando.

Pasó otro mes y llegó el auto gris

y el hombre me dijo: Nancy

llegó el momento,

necesitamos el listado de 20 hombres

para empezar la obra.

Todos hombres.

“Y yo cuándo voy a entrar?” le dije

“Ahora.”

Armé la lista,

de los 20, 15 tenían problemas de adicciones

y 5 eran albañiles y jefes de hogar.

la droga se estaba apoderando de mi barrio

yo tenía el ojo ahí

en el comedor les daba comida pero eso no alcanza

yo creía que si les daba trabajo

la droga iba a retroceder.

No, no lo creía, lo sabía.

y fue así.

Reuní a los 20 en el comedor

y les di una charla de ingreso.

La mayoría eran adictos,

el lunes había que hacer las pruebas

y en el medio había viernes, sábado y domingo

y ya sabés cómo son los fines de semana y los adictos.

Les dije: chicos, yo mentí por ustedes

me estoy jugando este proyecto por ustedes

podemos tener una vida diferente

tener una casa, un trabajo, un plato de comida.

Ellos me decían, si nunca nos dan nada

nunca nos dan trabajo ni nada

porque somos adictos y somos de la villa

y yo les dije: bueno, hola

la oportunidad es esta,

vengan conmigo.

Había 2 que me decían, “Nancy

yo no sé si voy a poder…”

Yo les dije, bueno

quédense estos 3 días a cuidar el comedor conmigo.

Yo me quedaba de serena a la noche con mi marido

porque si no me robaban todo,

a él no le gustaba

porque se levantaba muy temprano para ir a trabajar

pero me bancaba mis locuras.

Y decía: “ahora encima tenemos que ir a dormir

con estos drogadictos para que no se droguen!”

yo le dije: “hacelo por mí, son 3 días

hasta que estén los análisis.”

Y llegó el día de los análisis

y llegamos todos puntuales

nos hicieron los estudios en capital

y salieron todos bien

todos fresquitos, limpios

las cosas estaban pasando.

Todo parece muy lindo

pero en el barrio me decían:

“¿ahora hay que ser drogadicto y chorro

para que me den trabajo?”

y yo los enfrentaba y les decía:

“qué! qué me dijiste?

él lo necesita, él está desintegrado

estas personas nos necesitan!

ayudémoslos y en las próximas listas

nosotros vamos a entrar”

Yo iba de frente.

De nuevo apareció el hombre del auto gris:

“Nancy, hiciste todo al revés

esta no es la gente que te pedimos”

“Sí, es la gente que me pidieron

porque son los que más lo necesitan

y nosotros trabajamos por los que más lo necesitan”

“es verdad, vamos a arrancar”

El primer día todos tenían su ropa nueva

casco, pantalón de grafa, botines de seguridad

protectores auditivos, gafas y guantes,

estaban hermosos

era tan lindo verlos ahí

algunos no sabían ni para qué servían las herramientas

nunca habían trabajado.

Empezamos a cercar el predio

armamos un pañol, que es donde están las herramientas

a armar un comedor nuevo

porque el de Mujeres al Frente ya no daba abasto.

Me pidieron una cocinera más

Llamé a Karina Gramajo pero estaba embarazada,

ella era una de las grandes colaboradoras.

Me dijo que se lo de a otra persona.

Hablé con mi papá porque mi padre me insistía

de que alguien tenía que acompañarme

que alguien de la familia tenía que estar conmigo ahí.

Me sentía un poco observada

con mi mamá cocinando en medio de ese lugar.

Ya habían pasado años y años

ahora estamos en 2009

y la obra estaba empezada.

Ya tenía trabajo en blanco

mi primer trabajo en la construcción

mi recibo decía: ayudante de albañil

yo pensaba que ese era mi trabajo,

fue un año después que me di cuenta

que mi rol era otro.

Una vez me dijeron, Nancy ya es hora

de que tengas un escritorio, una oficina

vos te pusiste la camiseta desde el principio

vos confiaste en nosotros

vos tenés mucho que ver con todo esto.

En ese momento, mi casa no tenía piso

llueva o no llueva, se me llenaba de agua,

las casas de algunos vecinos eran de nylon,

los de Madres me decían: “agarren materiales de la obra

háganse una casa de material,”

yo les decía: “no, ustedes den trabajo

y con el trabajo

nosotros vamos a comprar lo que necesitemos.”

Avanza la obra.

Teníamos un jefe de obra que se llamaba Alejandro Oregueira.

No me voy a olvidar nunca de ese nombre.

Era tan machista.

“¿Cuándo vamos a hacer entrar más mujeres?” le preguntaba

“si fuera por mí nunca” me decía

“bueno, por suerte no depende de vos,

este lugar va a estar lleno de mujeres

vas a ver”

le decía “buen día” y no me contestaba

“buen día,” le decía más fuerte, y no contestaba

y al final le gritaba “buen día!!!!!!”

Bueno, empezó la segunda etapa

segundo listado de ingresos

creo que eran 30.

Una de las mujeres del grupo me acompañaba mucho

pero el marido no la dejaba.

Yo la pasaba a buscar cuando el marido se iba a trabajar

y la tenía conmigo.

yo le decía, “tené paciencia

el trabajo tarda pero llega.”

El jefe de obra seguía que no, no, no, no mujeres.

Pero hablé con el hombre del coche gris

y me dijo: “tomala! la responsabilidad de tomar gente es tuya.”

“y qué va a hacer?

el jefe de obra no quiere a nadie más”

“tu secretaria”

“y qué le digo a él?”

“hola, te presento a mi secretaria”

Me dieron el OK y le dije eso:

“a partir de hoy ella empieza a trabajar con nosotros”

“cómo”

“eso”

“y quién la tomó?”

“yo.”

Un día un muchacho de seguridad

un chico muy jovencito que venía del Elefante Blanco

me preguntó: “y la encargada de acá?

“el jefe de obra?”

“no, me mandaron a hablar con una mujer

que es la encargada de todo eso”

yo le dije “no, no hay”

“dejame que voy a hacer una llamada…

vos sos Nancy?”

“sí”

“bueno, la encargada sos vos, te voy avisando.”

Yo todavía no lo sabía,

tomamos un mate con él y me contó que se decía

que yo era la encargada de 3 obras

que se estaban haciendo en Tigre.

“Después del jefe estás vos.”

Yo llegué a mi casa y estaba en la luna

no entendía qué tenía que hacer.

Ahí llamé al hombre del coche gris,

me dio buenos consejos

yo no me estaba dando cuenta la magnitud que tenía todo

para mi todo era familiar

mates, charlas, comedor, trabajo,

armar una mesa grande en el predio

comer empanadas

eran momentos muy lindos, muy amigueros.

Seguía creciendo el número de obreros

de seguridad y de cocina.

Ingresó Karina, que ya había tenido a su hija

cocinaban para mucha mucha gente

la nombré a Karina coordinadora.

Para ese momento ya estaba todo desmontado

rellenado, prensado

la superficie ya estaba compacta para empezar a edificar.

Yo era la encargada de seguridad,

la encargada de cocina de todo el barrio

y la encargada de personal

y no lo sabía

no me daba cuenta.

Empiezan los edificios

los obreros tienen obra social

tienen un sindicato

y empieza la etapa en la que entran más mujeres.

Entraron 20 mujeres.

Eran más chiquitas las listas de las mujeres

que las listas de los hombres,

te imaginarás por qué.

Entraron y el jefe de obra las tuvo

horas y horas debajo del rayo del sol,

era el primer día recién y ya una me dijo: “Nancy, renuncio”

les había bajado la presión

se sentían débiles.

Las reuní en el comedor

les di agua

y les dije que me esperen.

Me fui a la oficina del arquitecto,

ya me conocen enojada,

empujé a los de seguridad y le dije

vamos a tener una conversación a solas

el arquitecto y yo.

Le dije: “las mujeres

no van a trabajar más en estas condiciones,

sin agua y bajo el rayo del sol.”

“Si no quieren trabajar que renuncien”

“sí quieren trabajar, pero no de esta forma,

les ponés ya mismo una media sombra y un dispenser.”

Me dijo que no.

Le dije que las mujeres iban a seguir yendo

y que les iba a tener que seguir pagando

pero que no iban a mover un dedo

hasta que no estén las condiciones necesarias.

Al otro día apareció la media sombra

el primer dispenser

un freezer para hacer hielo

y una heladera de 4 puertas,

y aparecieron también los zonales de UOCRA

a preguntar por qué las mujeres habían parado

sin avisarle a los delegados del sindicato.

Entonces les dije: “yo no sé quiénes son ustedes

pero están acá adentro

porque yo les permití pasar

y mientras yo esté acá

ni vos ni nadie me va a decir

cuándo puedo parar y cuándo no,

vamos a parar las veces que sea necesario

hasta conseguir las condiciones que merecemos.”

Ahí conocí a UOCRA.

me dijeron: “lo que usted está haciendo

es defender los derechos de los trabajadores.

Nosotros somos la Union Obrera de la Construcción

de la República Argentina.”

“Usted está afiliada?” me preguntaron

“A partir de ahora sí,” les dije

una vez que habían cambiado su forma de hablarme

y empezaron a reconocer nuestro trabajo.

Y ahí conocí al sindicato

y me incorporé a la familia de UOCRA.

Empezaron a llegar delegados a la obra

ya estaba la presencia del sindicato

ya no era yo sola la que peleaba.

Fue avanzando la obra y las mujeres también

las mujeres fuimos aprendiendo oficios

y nos convertimos en jefas de hogar,

manteníamos nuestras casas.

Te cuento una anécdota,

mi hermana quería trabajar

“cuándo me vas a hacer entrar?” me decía

“pará gorda, hay otros que lo necesitan más”

ella era la mimada de mis papás

nunca le faltó nada

“siempre preferís a los demás” me decía.

Bueno, la hice ingresar

nunca había trabajado en su vida.

Le tocó empalmar los paneles con alambre y tenaza.

Tenía las manos inflamadas, cortadas

lastimadas, llenas de ampollas

y me decía “gorda, sacame de acá

no puedo ni mover las manos”

y yo le decía “toma ibuprofeno y seguí trabajando,

eras vos la que quería trabajar.”

Me dolía el alma de verla llorar pero yo sé

que tenemos que ser todos iguales.

Pasaron los días y mejoró

le agarró la mano

y una vez que aprendió la mandé a pintura.

aprendió a pintar con soplete,

aprendió a enderezar puertas,

aprendió… ay!

me salteé la parte de cómo entró mi marido!

casi me mata!

mi marido trabajaba en un astillero por acá

pero yo quería que trabaje conmigo

era un momento demasiado lindo

tenía que estar ahí

era muy difícil, es verdad

había que pelear por todo

pero era un momento importante y se sentía.

Hablé con el jefe de obra y me dijo, “lo tomamos,

necesitamos un herrero.”

En su trabajo él hacía buques

era una fábrica que habían hecho los militares

funcionaba como centro de detención,

hubo muchos desaparecidos ahí,

y yo de repente estaba trabajando

con las Madres de Plaza de Mayo,

mirá cómo se mezcla todo…

cómo se mezcla, no? qué loco.

Renunció al astillero y fui a hablar con el jefe

y me dijo “ah no, al final, por 2 o 3 meses

no va a haber trabajo”

así de guacho era.

Mi marido me quería colgar, de verdad.

Empezó a venir igual, a tomar mate.

Vino el hombre del auto gris un día y preguntó:

“y qué hace este vago acá?”

(sabía que era mi marido.)

Le conté todo y le dije que el jefe no lo quería tomar

“y tomalo vos!” me dijo.

“y qué lo pongo a hacer?”

“no sé, vos sos la encargada”

y le dijo a mi marido “macho,

en tu casa mandarás vos

pero acá manda ella.”

Y ahí empezó a trabajar.

era un equipo bien delirante

los chicos de seguridad eran ex presos

nosotros estábamos cambiando eso de a poco

con trabajo lo íbamos cambiando.

Una vez suspendí a uno de ellos por 3 días.

Sacó su arma y me apuntó y me dijo:

“si me suspendés te pego un tiro”

le dije: “si me pegás un tiro estás suspendido por 5 días.

Y además acordate que vas a ir en cana de nuevo

y me vas a tener que pagar

y vas a tener que dejar de ver a tu hija.”

Se puso a llorar y me abrazó,

todo se arreglaba así, hablando.

“y ahora andate,” le dije, “tenes 5 días de suspensión.”

….

Mi nombre es Nancy Rodriguez, nacida el 20 de enero de 1974 en Tigre, Barrio Almirante Brown, más conocido como Garrote, un barrio de emergencia encerrado entre paredones. Esposa y madre de cuatro hijos, tres vivos y uno fallecido. Abuela de dos nietos de parte de mi hija mayor y una nieta de corazón de parte de mi hijo. Soy la mayor de tres hermanos. Tengo primaria y secundaria completa. La secundaria la terminé con el plan Fines. Soy referente de barrio. Metas y sueños no tengo, porque quiere decir que hay un lugar al que llegar. Y yo sólo quiero seguir y seguir.

Derecho a lo cualquiera // Entrevista a Silvio Lang

 

En octubre pasado el director escénico y activista, Silvio Lang, estuvo en Santiago, invitado a realizar un seminario y conferencia en la Universidad de Chile. El colectivo Vitrina Dystópica lo entrevisto en su programa de radio. Aquí, la transcripción completa, a cargo de Paradigma Eterogenia

Vitrina Dystópica: Estamos con Silvio Lang, que se encuentra en Chile. Silvio es director escénico, nacido en Argentina y se dedica a la investigación, docencia y experimentación escénica. Queríamos tenerte conversando con nosotros precisamente porque lo que hemos conocido de tu trabajo lo consideramos muy afín con una discusión en la que nosotros también nos sentimos parte. Tú estás impartiendo un seminario-laboratorio que se llama Insurgencias afectivas. Me gustaría partir la conversación preguntándote un poco por este concepto de “insurgencias afectivas”, pero en relación a la vinculación entre tres conceptos que, a veces, el canon diferencia mucho categorialmente, que serían la escena, el cuerpo y el texto. 

Silvio Lang: Siempre está esa separación. También porque siempre hay una disposición ordenadora u ordenancista de la escena, pero quizás es más pensar la escena como una especie de plataforma donde atraviesan un montón de fuerzas y de cuerpos, que se afectan unos a otros y se van trastornando y transformando. Entonces, pensar más ese plano que produce potencias, que un plano de ordenamiento, ya sea del texto, o de los cuerpos. Pensar ahí ese plano de lo escénico ampliado o desplazado de la tradición de la practica escénica, que siempre lo ha pensado como una plataforma exterior al teatro, o a la danza, o a la performance. Y pensarlo como un tipo de práctica o de situación. Pensar lo escénico como una práctica que produce situaciones en cualquier ámbito, no solamente en el ámbito de una sala teatral, sino reconocer la acción transformadora -la performance- en cualquier parte. Entonces, ya no sería la pregunta qué es performance, sino dónde puede haberla. Dónde puede haber una acción transformadora o dónde puede haber mutaciones. Y esto puede ser en el ámbito de la acción política, en el ámbito de la comunicación, en el ámbito de la academia, o de un congreso, un coloquio, en el ámbito de las escenas de la vida afectiva o de la dimensión afectiva. Entonces, pensar ahí lo escénico como una categoría mucho más amplia y trabajar en la amplificación de todas las fluctuaciones que pueda tener ese plano de lo escénico.

Vitrina Dystópica I: ¿Y la insurgencia tendría relación con esta ampliación, por decirlo, del campo escénico o también en el ámbito afectivo? Porque el seminario se llama «Insurgencias afectivas», entonces, de pronto también, a mí me produce la idea que busca intensificar también…

Vitrina Dystópica II: A propósito, a mí me interesa mucho cuando, hablando de afectos, estamos hablando también de materialidades sensibles, conectando un poco con lo que Tito habla de esta idea de texto, cuerpo, escena, que ya vendría a valer la materialidad de eso más que la representación de algo como espectacular de eso.

Silvio Lang: Este concepto de lo escénico, digamos, desplazado, implica cierta asunción de un materialismo escénico. Lo llamo un «materialismo sensible», o como bromeaba León Rozitchner: un «materialismo maricón». ¿Qué quiere decir esto? Pensar la escena como una morfogénesis, es decir, como un lugar de creación de formas sensibles materiales. Cómo es esa creación de formas sensibles, de formas materiales -usos del cuerpo, del espacio, de la luz,  de los objetos. Ahí, el texto es un componente más, es un tipo de materialidad sensible que no sólo produce significación, sino que produce afectos, que produce acción sobre otros componentes, o los otros componentes afectan al componente textual. Pensar ahí lo textual como un componente material y, a veces, asociado con la materia sonora, que también sería otro componente. También, poder ahí distinguir las diferencias que hay entre el sistema del texto y el sistema musical o sonoro, porque generalmente se subsume el sistema sonoro al sistema textual. El sistema textual subsume todo, es una estructura de mando en el teatro. Se trata de empezar a desmantelar, deshacer esa estructura de mando que es el texto, el texto como operación racional, como operación verbal racional, causal…

Vitrina Dystópica: El logos…

Silvio Lang: O como signo abstracto. ¿Cómo deshacer esa idea de signo abstracto? Que es también, como contabas antes, los propósitos de la Vitrina Dystópica, sus campos de investigación. Sería también pensar un tipo de escena no capitalista. Si el gran núcleo intensivo del capitalismo es una máquina de abstracción, volver todo abstracto, descorporizar cada plano de la vida, a través de dispositivos tecnológicos automáticos o automatizados en nuestras vidas, me parece que ahí la apuesta de un «materialismo sensible», o «maricón» o «ensoñado», como dice León Rozitchner, es una apuesta política.

Vitrina Dystópica: Me llama mucho la atención esta terminología que es sobre la “transdisciplina escénica” o indisciplina -no sé si ahí podríamos después hincar el diente- como crítica de la representación, es profundamente político y llevable a todo el ámbito de la experiencia vital y, de manera muy importante, me resuena, también, a la crítica a la política institucional, a la máquina de captura de la política institucional que se vale de la representación para establecer una separación entre práctica y discurso, y por lo tanto a partir de eso entre representados y representantes, y todo un sistema de separación y de abstracción que engrasa la máquina del Capital.

Silvio Lang: La representación no solamente es la señal de un referente que no está ahí, o de un cuerpo que no está ahí y de otro cuerpo que lo representa, sino que la representación es un tipo de ordenamiento, un tipo de jerarquización de los componentes. La representación ha estado ligada a la poética aristotélica, que tenía que ver con saber escribir tragedias y comedias, y que ese ordenamiento implicaba subsumir todos los elementos de lo escénico, todos los elementos de una posible existencia o potencia escénica a la idea de relato y su verosimulitud, a la idea de un relato causalístico donde cada efecto tenía su causa. Esta lógica causalística es lo que va a ordenar el relato, lo que va a ordenar las acciones de los personajes, lo que va a ordenar los caracteres de estos personajes, los sentimientos de estos personajes, la maquinaria escénica, o el espectáculo, que era tan odiado por Aristóteles.

Entonces, lo que hace la representación es distribuir -un poco citando indirectamente a Rancière- los cuerpos, las funciones y las capacidades de esos cuerpos. Una crítica a la representación es una crítica a ese ordenamiento, diría totalizante o, para usar una palabra de estos días: «heteronormativo».

Vitrina Dystópica: ¿Cómo vendría a ser este “cuerpo-otro” desplazado de estos códigos ordenados, jerarquizados, heteronormados, acoplados de estos signos neoliberales en el fondo? ¿Cómo ir hacia esas otras prácticas que permitieran esas fugas de este ordenamiento, salirnos de eso? Y a propósito de esto, me llama mucho la atención esta idea de máquina de guerra. Entender lo escénico, el acontecimiento escénico como una máquina de guerra. Como una idea de generar estas ofensivas de algo que ya está ahí ¿Cómo erosionar, en el fondo, este gran muro de normas, de poderes…?

Silvio Lang: Eso no se produce sin un propio trastorno de la práctica, o un trastorno del modo en que uno se posiciona en la práctica, ya sea actoral, dramatúrgica, de la dirección o de la puesta en escena, o de la música para escena… Tiene que ver con cuáles son esos lugares de cristalización o esos lugares de fijación o de sometimiento del deseo de cada uno de nosotros. Entonces, cuáles son nuestras posibles desviaciones o fluctuaciones o ruidos y cómo seguir un poco la vida de esos ruidos o de esas fluctuaciones, o de esas desviaciones o de esas posibilidades de variaciones, lo que se podría llamar el devenir. Entonces, cómo nos damos derecho a nuestras propias alteraciones. Y también, asumir un derecho a “lo cualquiera”. Que “lo cualquiera”, lo que es irrepresentable, lo que es inidentificable, lo que es indecidible, pueda advenir o pueda tener lugar, pueda tener existencia.

La puesta en escena es una especie de máquina de hacer visible esas intensidades menores que son esas variaciones o esas fluctuaciones y que implica desde la dirección una mirada un poco estrábica, porque es estar mirando lo que llamo las partes subdesarrolladas, los “tercermundos” de un proceso. Entonces, es estar un poco en eso que tiene un movimiento menor. Esto no es sin una crítica y una posición de deshacerse uno, digamos, y de deshacerse de lo que uno cree que le funciona bien, lo que yo llamo: «clichés». Entonces, en ese punto, implica entrar en un proceso de un devenir que se fugue, que se fugue de tus propias fijaciones o de las fijaciones de tu práctica. Implica, también, perderse en eso. Implica un movimiento subjetivo muy angustiante, por momentos, porque implica deshacer un montón de acoples o de modos que tenías de relacionar las cosas. Entonces, tenés que producir relaciones alógicas, o mezclar las cosas como no las mezclabas, o acceder a usos del cuerpo, a goces del cuerpo que exceden la norma en la que estabas inscripto. Entonces, cómo darle lugar a esos excesos del dispositivo en el cual estás, cómo el goce excesivo puede advenir, y qué pasa en los desbordes, que pasa en los desbordes de la norma. Entonces, en ese punto, en un momento, como decíamos antes, de totalización de la vida, en la cual hay un deseo al orden, un deseo de programar y reprogramar cada información, cada información biológica, personal, vincular, de qué pasa entre los cuerpos, en la vida contemporánea, y que implica todo el tiempo adecuarse a ese código… Todo el tiempo estamos en unas estructuras binarias donde lo que se ofrece es un código. El mercado ofrece un código, o la gobernanza del mercado de las finanzas y de la cibernética, ofrece una serie de códigos, donde el elemento que no entra ahí, si no es compatible operacionalmente, queda afuera.

¿Qué pasa cuando un elemento no encaja o no puede entrar o cuando un elemento goza más allá de ese dispositivo y está excediendo o desbordando ese dispositivo? Eso implica abordar una escena del exceso, no por una cuestión estética sino por una necesidad vital y política.

Vitrina Dystópica: Hacia allá quería ir, a propósito de esta escena del exceso. Más allá de lo estético, en estos cánones de estética, que leemos de acuerdo a lo que hemos ido conversando ¿Cómo tendría que ser este espectador que va a ver estos cuerpos anómalos, “tercermundistas”? ¿Cómo me siento ahí? ¿Cómo me relaciono con eso?

Silvio Lang: Implica que, cuando uno hace el desplazamiento de la representación a la potencia, por decirlo de alguna manera, cuando lo que estás produciendo no son imágenes que ya existen – imágenes prefiguradas, acciones programadas, relaciones entre los elementos materiales de la puesta en escena ya sobredeterminadas por la costumbre y la historia de la práctica-, sino que lo que estás haciendo es crear formas sensibles y concatenar afectos, y esos afectos no existen por fuera de esa escena, sino que están fabricándose ahí mismo, a partir de estas nuevas relaciones que se establecen, disolviendo las relaciones anteriores que había en tu práctica, implica que esa escena de la potencia es una escena que se experimenta como una actividad, se experimenta como un acontecimiento. Este, también, es un asunto político, porque la sociedad de la comunicación, la sociedad de control implica siempre una eliminación de toda amenaza o de todo componente que haga mucho ruido en el sistema. En realidad, lo que el control está conjurando es la posibilidad del acontecimiento, la posibilidad de que algo ocurra ahí. Entonces, hacer virar la escena a lo puro acontecimental, es decir, que pase algo en esos cuerpos, que esos cuerpos estén atravesando una actividad, una physis, es decir, que se consume ahí, se agota ahí, se vive ahí, implica también un modo de relación con los espectadores y con el público, ya no pensando al espectador como un lector de signos, como un hermeneuta, sino pensarlo como una subjetividad erótica. Hay una frase, quizás muy anticuada que escribió Susan Sontag, en los 70, en un libro que se llamaba Contra la interpretación, pero que viene al caso, que decía: «Más que más que una hermenéutica, necesitamos una erótica del arte». Entonces, esto implica un arte erótico estratégico, que implica que el espectador sea co-participante. Que el espectador sea remocionado en su paradigma perceptivo, en su idea y experimentación del tiempo, en su idea y experimentación del espacio, en su idea y experimentación de la luz o del sonido, en los usos posibles del cuerpo. Ahí también funciona lo que las neurociencias llaman «neuronas espejos». Estas neuronas imitan o reproducen lo que uno está viendo, aunque no lo esté haciendo. Entonces, lo que se trata ahí en todo caso, es de pensarse como una especie de legislador, por decirlo de alguna manera, de espacios y de tiempos, o de coordenadas espaciales y temporales y corporales. Entonces ahí, asumir que lo escénico es una experiencia, y es una experiencia del tiempo y del espacio, que uno produce espacialidades, que uno produce fisicalidades y temporalidades no capitalistas. Como artista estás sos un desviado de la norma del capital. Eso requiere un movimiento subjetivo del espectador, requiere que el espectador entre en un impase, entre en una “crisis” de su paradigma de conocer las cosas, en su paradigma de relacionarse con los seres.

Por ejemplo, ahora mismo estoy en Buenos Aires haciendo una obra que se llama Diarios del odio, que es a partir de un poemario que escribió un artista visual muy importante, Roberto Jacoby, de la vanguardia de los 70, que todavía trabaja mucho, un activista, letrista de las canciones del grupo Virus. Él armó primero una instalación artística a partir del acopio que hizo de los comentarios de los lectores de las ediciones digitales de los diarios La Nación y Clarín, que son los diarios de mayor tirada, y son los diarios más fascistas de Argentina. Los comentarios de los foros de lectores son cloacas del lenguaje nacional, digamos. Son comentarios xenófobos, racistas, clasistas, homofóbicos… Son lo peor.

Roberto primero hizo una instalación escribiendo con carbonilla en las paredes de las galerías estos textos y después armó un poemario. A la semana o dos semanas que lo presentaron con su co-autor, Syd Krochmaldny, me lo regalaron y se me ocurrió, inmediatamente, trabajarlo, llevarlo a escena. Lo que hace Jacoby es simplemente enmarcar -casi no modifica los comentarios- en un formato de poemas, con una serie de títulos que apelan a los ejes del gobierno kirchnerista, que también son los ejes que va a desarmar el macrismo. Nosotros convertimos estos poemas en canciones pop evangelistas. Tienen mucho humor. Al mismo tiempo, en la escena, hay otro plano que tiene que ver con los cuerpos, que no tiene nada que ver con representar al odio, con representar a personas odiosas, sino con cuerpos que están en estado de movilización masiva, de marchas, piquetes, ocupaciones de territorios, desocupaciones de territorios, torres humanas, rituales. Ese es el sistema de intensidad de los cuerpos y hay un sistema de intensidad textual, musical, sonoro que es una banda de pop evangelista que armamos.

 Entonces, el espectador, cuando empieza a ver eso… primero, es que es mucha información, no sabe a qué plano atenerse, porque los planos no están jerarquizados, no están subsumidos el uno en el otro, más bien co-existen. Entonces, hay mucha información que te llega, de lo coreográfico, de lo musical, de lo textual que es muy fuerte. Entonces, durante muchos minutos el espectador no sabe qué pensar, no hay una idea explicativa, no hay un orden explicador que te dice “esto es bueno”, “esto es malo”, “es bueno o es malo lo que estamos diciendo”, “en realidad nosotros no estamos de acuerdo con el microfascismo argentino”. Es decir, no lo estamos diciendo en términos verbales o explicativos. Entonces, hay toda una incomodidad y una cierta angustia que empieza a aparecer en el espectador y también cierto odio ante esos textos, pero al mismo tiempo, cierto goce porque las canciones son muy pegadizas, son muy divertidas, son todos hit musicales. Ahí se produce un impasse en la percepción, un impasse en la mente progresista argentina, que es como la entrada para después desarmar muchas cosas. Lo que quiero decir es que hay que producir esos momentos de impasse, o esos momentos de indecidibilidad, o esas proposiciones materiales escénicas indecidibles para que se reformule la percepción y ocurra otro tipo de relación entre públicos y escena.

 

Vitrina Dystópica: Oye, me parece genial esa propuesta como la expresas, porque en principio uno tendería a pensar únicamente que la descategorización del espectador es sacarlo de ese espacio como donde está observando una obra, pero, la producción del acontecimiento también implica la producción del afecto en esa persona, que eventualmente tiene el lugar del espectador. Me gustaría ir desarrollando eso. Estamos conversando un montón de cuestiones, precisamente, relativas a la escena, al potenciamiento que la creación escénica genera. Me gustaría tomar un elemento que estabas hablando en relación con la obra Diarios del odio que están montando en Argentina producida, como comentabas, a partir de comentarios virtuales en las páginas de La Nación y Clarín.

Paréntesis. Acá en Chile existe una cuenta de Twitter que se llama Comentarios Emol, Emol es El Mercurio On Line. Y esta cuenta sintetiza los comentarios más fascistas que se encuentran en esa página.

Entonces, ese ejercicio que primero producen como poema y que luego se lleva a la escena es de una potencia gigante porque nosotros vemos ese tipo de comentario mismamente, estamos imbuidos de ello, y quizás también hay una exacerbación en lo virtual de un odio un poquito más soterrado que se da en la experiencia no virtual, o material real. A lo que iba, a lo que quería en el fondo como llegar es a que existe una experiencia del fascismo creciente hoy. En el escenario europeo, se habla de la emergencia de los partidos neonazis, neofascistas, ultranacionalistas… ¿Qué cuestión explica esa ascensión -y creo que la estamos viendo bastante tanto en Chile como en Argentina- el fascismo “ciudadano” o el fascismo cotidiano? Es decir, allí donde el miedo a lo otro trasunta un odio al otro y es un miedo que produce una securitización, una individualización, un encierro en la casa, una paranoia hacia la delincuencia y, a partir de la delincuencia, hacia las “desviaciones” de la sociedad del orden. También ese fascismo se traduce mucho en discursos de odio racial, sexual, nacional… De allí que me interesa que nos comentes cómo ves esa emergencia en el escenario del gobierno de Macri, que lleva ya un par de años, y han habido ciertamente algunos cambios. Por ejemplo, ante la desaparición de Santiago Maldonado, hay mucho comentario, mucha manifestación que lo valida, a partir un poco, por ejemplo, de “¿Qué estaba haciendo ahí? No tenía nada que hacer” que finalmente legitiman esa desaparición. Este movimiento está entroncado con un aparato de producción de sentido mediático, también.

Silvio Lang: Creo que -algo que decías de esta internacionalización del fascismo- lo interesante es que los fascismos se parecen en todas partes y es una ventaja porque podemos ahí concatenar máquinas de guerra antifascistas. Otra cosa que me parece interesante es que estos comentarios de los foristas que fueron durante el kirchnerismo, que eran odiadores del kirchnerismo, tenían, como vos decías, cierta expresividad en el anonimato. Lo que hay que entender ahí era que es el caldo de cultivo de una subjetividad que hoy está legitimizada y también una función muy importante en el sistema de comunicación del capitalismo en su fase actual, que es la comunicación a través de trolls -esas identidades falsas que están saturando de información la nube, no sólo mintiendo sino creando realidades, realidades distópicas. Entonces, hoy es una subjetividad legitimizada, como decía, pero que no viene de afuera. El problema del kirchnerismo es que en su progresismo no dejó de ser neoliberal, tuvo, quizás, mayores diques de contención a las reformas más agresivas del neoliberalismo que exigía el sistema internacional, pero trabajó sobre una subjetividad, que era la subjetividad consumista y que no se sale indemne de ahí. Modalizar un sujeto consumista, que es un sujeto que va a estar organizado a partir del economicismo del capital, que tiene una serie de valores relacionados con el cálculo, rendimiento, el éxito, el fracaso, la competitividad. Ahí lo común colectivo se hace más difícil de sostener. Esa subjetividad se fue, de alguna manera, desplegando durante un gobierno progresista y también entender que los gobiernos o la política tradicional no tiene su fuerza en la voluntad de los políticos. Más bien hay lo que algunos teóricos italianos llaman una gobernanza, que es el conjunto de una serie de dispositivos tecnolingüísticos automáticos que están organizando toda la información y los flujos de personas y mercancías que hay en todo el mundo. Entonces, son esos dispositivos neoliberales, esos dispositivos del mercado, que erosionan las instituciones del estado, inclusive también erosionan el mismo mercado. Entonces, la vida contemporánea, o la sociedad contemporánea, es el laboratorio de esos dispositivos que modalizan nuestras relaciones con las cosas, nuestros modos de amar o de no amar, nuestros deseos, nuestra afectividad, nuestras imágenes como expectativas. Entonces, son los dispositivos como tecnología del mundo abstracto del capital en su nueva fase. Estos dispositivos que implican una especie de estado de equilibrio, porque toda la información que circula por el mundo tiene que ser leída por estos dispositivos. Me parece que hoy el asunto, para pensar el Capital, es la información: las partículas de información y cómo circula la información. Si uno hiciera estallar los nodos donde se activa la red de internet, se cae todo… Recordar que internet fue un control policial creado por la CIA en EEUU, en caso de un ataque nuclear. Si había un ataque nuclear los dirigentes que tenían el mando del mundo debían seguir conectados y para eso se crea internet, y surge la era de la cibernética. Las computadoras y la bomba nuclear nacen al mismo tiempo. Hay que desconfiar un poco de esta procedencia de la cibernética, que es una procedencia policial y de control para no dejar ninguna fluctuación sin ser codificada. Es la idea de un orden absoluto y una totalización de todos los flujos informacionales del mundo de cualquier acción que pueda haber -de un movimiento de un mercado, de un movimiento de un grupo social, de un movimiento de las personas, de los intereses que tienen las personas. Esa información inmediatamente se codifica. Entonces, lo que va generando la cibernética es un discurso del riesgo y un discurso de la amenaza, donde cualquier información que no pueda ser codificada por el código, el código entra en estado de alerta. Todos los ruidos van a ser de alguna manera productos del terror o del temor. Este estado de temor en el que se vive actualmente o, lo que decías antes, la hipersegurización es un modo de vida contemporánea que está gobernada por estos dispositivos tecno-neuro-lingüísticos, como dice Bifo (Franco Berardi). Entonces, el fascismo tiene para mí que ver con esa tecnología del Capital. Porque tenemos miedo de cualquier desequilibrio, de cualquier figura que no podamos reconocer, que no podamos leer, de cualquier acontecimiento que desordene nuestras vidas, o desordene nuestros cuerpos. Entonces, hay un deseo al orden, hay un deseo al fascismo. Y esto hay que entenderlo. No es que hay gobiernos fascistas, es que hay en la sociedad contemporánea, a partir de la gobernanza del capitalismo en su nueva fase, un desear los dispositivos del orden, desear los dispositivos de totalización de tu vida. Hay que volver un poco ahí, aunque es una palabra muy complicada, que es la palabra deseo, volver a esas fuerzas que nos están atravesando, que constituyen nuestro deseo fascista.

Vitrina Dystópica: Esta vinculación que haces respecto de un análisis político, frente al mismo despliegue de insurgencia afectiva en lo escénico, están totalmente hermanados. Es decir, parece que se trata es de producir afectos, encuentros, proliferantes, intensificantes también y creo que, en algún grado, también, esta conversación ha sido esto. Hagámosla reverberar en lo virtual, en lo material, en lo real, en lo corporal. Tremendamente agradecidos, Silvio.

* Audio de la entrevista

* Desgrabación de la entrevista a cargo de: Paradigma Eterogenia

Enemigos de Macri // Diego Valeriano

Los guachos que no quieren, las pibas que no aceptan, el que corre entre los pasillos hasta perderse, la que sabe como defenderse, no porque le hayan enseñado, sino porque lo aprendió de la peor manera. El que encara las pinzas de la local de frente y esquiva a la Gendarmería, el que cuando hay que tirar, tira. Esos pibes que leyeron historias del 2001 y sueñan noches largas, los que cuentan mentiras en el furgón, Brenda que labura en el tren los sábados, domingos y feriados.

 

Las novias que saben como llegar a los tribunales de Morón y saben aun más  lo que es la espera, los guachines que dicen con orgullo tener un hermano preso, las dos pibas que hacen planes para vengarse del vecino,Tobias y Allan que juegan al allanamiento en la copa de leche mientras esperan el tupper,  los que no tienen nada que aprender, las que no creen en lo que ofreces, las que verduguean a un par de chetas por odio, para reírse un poco, de aburridas que están, los que descansan a los que tienen que marchar por el plan, los que incluso escapando saben usar la remera de capucha.

 

Los que rodean un auto y dejan desnudo y casi llorando al conductor, la que filma cuando el guacho descarga la 9 mm en el rancho del padrastro, los que se bañan en el reconquista cuando empieza el verano, la parejita de ojos duros y besos exagerados que va para el bajo antes de noche buena, los que ni vuelven, la que acompaña a la clínica a la amiga, los que soportan el taller solo por la beca, los que entienden los engranajes reales de la justicia penal, todas las amanecidas a las que no espera nadie.

 

Las que no se dejan psicologiar, los que le mienten a la trabajadora social, las que negocian con la profesora, los que le rayan el auto a la coordinadora del centro comunitario, las pibas que no necesitan consejos, ni talleres sobre embarazo adolescente, ni gabinetes, ni un proyecto de vida, ni solidaridad,  ni certificados, los que nunca van a ser empleados de nadie y no entienden la vida tal cual se presenta, sino en una clave más auténtica, vital y desquiciada son las auténticos enemigos de Macri

Hacia el paro 8M de 2018 // Ni Una Menos

El tiempo del paro

Hoy 8 de enero, empezamos la cuenta regresiva para el paro internacional de mujeres de 2018. No es un tiempo de descuento, sino de acumulación de fuerzas, de conversaciones, de encuentros para construir un nuevo grito común.

Producimos juntas el tiempo del paro, que es tiempo para nosotras. Y es un tiempo que se hace denso y que se multiplica porque es cuerpo a cuerpo y porque cuentan allí nuestras disidencias, nuestros territorios, nuestras experiencias y nuestros saberes.

¿Cómo construimos el tiempo del paro?

Nos juntamos con nuestras compañeras en cada lugar de trabajo, con las vecinas, con las amigas, con las organizaciones y los sindicatos, con las estudiantes, las docentes y las trabajadoras de la economía informal. Nos multiplicamos en reunión y producimos un tiempo de asamblea desde ahora. Produzcamos registro de esas reuniones para dar cuenta de que es un tiempo de ebullición y de trama común. Que lo que se dice y elabora en un lado, nutre y alienta a otras.

Por qué insistir con la herramienta del paro

Cuando decimos #NosotrasParamos inventamos un nosotras que alberga mujeres, lesbianas, travestis, trans y a todas las identidades disidentes del cis-hetero-patriarcado. Decimos paro internacional porque esta herramienta nos permite hacer visible, denunciar y confrontar la violencia contra nosotras que no se reduce a una cuestión privada o doméstica, sino que se manifiesta como violencia económica, social y política, como formas de explotación y de despojo que crecen a diario (de los despidos a la militarización de los territorios, de los conflictos neoextractivistas al aumento de los alimentos, de la criminalización de la protesta a la criminalización de la migración, etc.). Con el paro internacional valorizamos otros modos de vida y gritamos que si nuestros cuerpos no cuentan, produzcan sin nosotras. Sabemos que si nosotras paramos, podemos parar el mundo. Lo hicimos en el 2017. Tenemos el desafío de fortalecer y complejizar esta medida común, ampliando la marea internacionalista en el 2018.

¿Cómo paramos?

Multiplicamos las imágenes y los sentidos de lo que significa la huelga aun cuando nos dicen que no podemos parar ni tenemos legitimidad para hacerlo. Hacemos de la pregunta del paro una investigación concreta y situada. Es un desafío al interior de los sindicatos y una interpelación a alianzas con las luchas sindicales que están sucediendo. Pero el paro desborda también los límites del trabajo con salario y valoriza el trabajo de cuidado y el trabajo no reconocido ni remunerado; la producción de lo común en las ciudades y en el campo, en los suburbios y en los territorios indígenas. Produzcamos registro de qué para cuando nosotras paramos, de los múltiples trabajos que dejamos de hacer y de los muchos gestos de suspensión que el paro permite inventar.

La Internacional Feminista

Como nos dicen las zapatistas en su cita para este 8M: la rabia, la rebeldía y la dignidad alimentan formas de autonomía, insumisión y sublevación en diferentes lugares del mundo. Dijimos que nos mueve el deseo: es un deseo de hermanarnos en la búsqueda activa de la dignidad para todxs y nuestros territorios, en defensa de la vida y de la Madre Tierra frente a la avanzada de violencias capitalistas. Nos mueve un deseo de revolución.

¿Cómo nos coordinamos?

En varios encuentros de América latina y el Caribe se propuso unificarnos el 8M con el color violeta que identifica al feminismo para hacer visible esta marea y potenciar con esta gestualidad común las horas efectivas de huelga. Sabemos que ya están en marcha coordinaciones internacionales diversas. Tenemos el desafío de converger en la medida común del paro que se expande con las alianzas insólitas. Construimos estas coordinaciones en las redes sociales y cuerpo a cuerpo, en asamblea y en la calle. Faltan dos meses para el 8M. Este no es un tiempo regresivo, es el tiempo para la insumisión.

Habitar el presente: una lectura de ‘Ahora’, del Comité Invisible // Amador Fernández-Savater

“La asombrosa realidad de las cosas / es mi diario descubrimiento / Cada cosa es lo que es, / y es difícil explicarle a nadie cómo me alegra esto / y cuánto me basta. / Basta existir para sentirse completo” (Alberto Caeiro)

El pensamiento crítico reprocha a nuestra sociedad vivir aplastada en un “presente perpetuo”: un presente cerrado sobre sí mismo, sin apenas memoria del pasado ni proyecto de futuro. Nuestro problema, desde esta perspectiva, es que vivimos a corto plazo, en lo inmediato, con el presente como único horizonte posible. Sobre todo la gente más joven. Y lo que nos hace falta es recuperar el “sentido histórico” -porque sólo el pasado esclarece el presente- y la facultad de la esperanza, la apertura a otros futuros posibles.

Pero, ¿estamos seguros de esto? ¿Vivimos realmente instalados en el presente, es ese nuestro problema?

No se diría si consideramos la cantidad de gente que acude hoy a terapia para que le ayuden a recuperar la capacidad de vivir aquí y ahora porque su cabeza no para nunca de viajar entre lo pendiente y lo posible: mails por contestar, entregas que acabar, nuevos proyectos que abrir, etc.

No se diría si consideramos lo extendido que está el llamado síndrome FOMO (fear of missing out), esa sensación recurrente de “estar perdiéndote algo”, de que “la vida de los demás es más interesante que la tuya”, de que “algo va a pasar” y no es ahí donde tú estás; la compulsión bulímica a consumir “experiencias de vida”, a pasar de una a otra sin estar nunca aquí y ahora.

No se diría si consideramos la multiplicación de “cronopatologías”: la percepción de que el tiempo se acelera, de que “no hay suficientes horas” y de vivir permanentemente en una “fuga hacia adelante” que hace imposible la experiencia de un tiempo pleno y completo, el disfrute de una duración (estar con gusto, estar en algo).

No. No vivimos excesivamente instalados en el presente. Es un error del pensamiento crítico contemporáneo, un desfase entre la teoría y la experiencia cotidiana. Nuestro problema más bien es el contrario: la incapacidad generalizada para estar aquí y ahora, la erosión de la atención. No vivimos encerrados en ningún presente perpetuo, sino en un tiempo contraído entre los pendientes y los posibles.

Este me parece que es el corazón y uno de los hilos centrales del último libro del Comité Invisible, titulado significativamente Ahora. Un libro abarrotado, como los anteriores, de poderosas imágenes, reflexiones y sugerencias para captar el presente en clave de transformación social.

Ni la mejor terapia, ni el mejor cursillo de mindfulness pueden modificar las condiciones de vida que nos generan tanto malestar. En el mejor de los casos, nos ayudan a elaborar de un modo más positivo nuestra relación con ellas, minimizando los daños. En el peor, nos enseñan a “vivir bien en un mundo que está mal”, fomentando la anestesia y la desconexión de lo común como vías de salida y curación.

La propuesta del Comité Invisible es muy distinta: entender lo que nos pasa desde una crítica radical de la vida cotidiana y pensar el cambio social como un ejercicio de atención plena a las potencias que laten ya en las situaciones que atravesamos (y nos atraviesan). Revincular la regeneración de nuestras capacidades y la transformacion de nuestras condiciones de vida, la sanación y la revolución.

La uberización del mundo

¿Qué está pasando? ¿Cómo hemos perdido el presente, quién nos lo ha robado? Según el Comité Invisible, la explicación hay que buscarla en la expansión del dinero como mediación de toda relación social, la mercantilización generalizada.

Pensemos en lo que representa por ejemplo la llamada “economía colaborativa”, Uber o Airbnb. Es la extensión de la racionalidad instrumental en ámbitos y espacios donde aún no había penetrado: a partir de ahora un cuarto vacío en casa o un asiento libre en el coche serán vistos como “ocasiones de negocio” aprovechadas o perdidas. Se puede calcular sobre cualquier trozo de la realidad… y la precariedad azuza.

Existencialmente, el trabajo ha perdido centralidad en nuestras sociedades porque ya no lo hay, es precario e intermitente, no estructura sólidamente la vida. Pero a la vez todo se ha vuelto trabajo: una fiesta es la ocasión de “hacer contactos”, estar en las redes sociales es un modo de “ganar visibilidad”, las relaciones sociales son consideradas un “recurso” (hay que distinguir primero entre “relaciones que aportan” y “relaciones tóxicas”), etc.

Nuestras destrezas, capacidades y saberes son “capital humano” que debemos cuidar y gestionar. Somos a la vez el producto, el productor y el vendedor del producto. Cada cual su propia empresa, guiada por el esfuerzo constante de autovalorización.

El Comité Invisible cita la novela de Bernard Mourad Los activos corporales, que recrea la ficción de un capitalismo extremo en el que las personas pueden salir a bolsa como “sociedades unipersonales” en el marco de la “Nueva Economía Individual”. Pero no se trata de ninguna ficción, sino de la exageración de la realidad que ya vivimos. Especulamos constantemente sobre nuestro valor: hay que hacerse creíble, merecer crédito, que nos acrediten; aumentar nuestra apreciación, atractivo y reputación. Por cierto, Mourad fue consejero especial de Emmanuel Macron en las últimas elecciones francesas.

El capital se hace mundo y produce su humanidad. Y quienes llevan esta tendencia al extremo son curiosamente nuestros héroes (y heroínas): los futbolistas, los actores, los youtubers, los autores de éxito, etc. Compadezcámoslos, nos dice el Comité Invisible, porque viven peor que nadie: en un tour de auto-promoción permanente, encadenados a un capital-reputación que gestionar sin tregua, obligados a gustar a un público cada vez más abstracto. Son dinero viviente.

En definitiva, la humanidad se vuelve “optimizadora”. El cálculo pérdida-ganancia, la búsqueda de rentabilidad y la evaluación utilitaria de todo (nuestro cuerpo, nuestros saberes, etc.) se aplican en cualquier momento y lugar. Incluso los pocos gestos gratuitos que nos permitimos -un regalo, un don, un favor- se valoran en vistas a un beneficio futuro. Hacemos fracking en el subsuelo de la tierra y en el subsuelo de nosotros mismos.

Pero, ¿cómo se relaciona todo esto con la cuestión del tiempo, del presente, del aquí y ahora?

Es muy sencillo: ya nada es lo que es, sino lo que podría ser, lo que podríamos ganar con ello. Siempre puede haber algo más, algo mejor. Mejor que la persona que tengo al lado, mejor que el lugar en el que me hallo, mejor que lo que estoy haciendo. Vivir aquí y ahora implica una renuncia insoportable a lo que podría ser, es de losers.

El dinero todo lo difiere, dice el Comité Invisible. Vivimos escindidos: estamos aquí, pero también allí, al acecho “de algo más”. Nada alegra o basta por sí mismo, nada es completo y redondo en sí mismo. La vida está en otra parte. Lo existente se nos aparece en forma de opciones, equivalentes e intercambiables, y siempre puede haber una mejor. La libre elección es hoy nuestra jaula. La imposibilidad para estar-ahí y la incapacidad para estar-con son sus consecuencias.

El tejido de las situaciones

¿Contra qué atenta esta expansión “totalitaria” del mercado? ¿Qué perdemos de vista cuando optimizamos? ¿Con qué dejamos de tener relación?

No es el “yo” o el “verdadero yo”, como nos dicen tantas filosofías terapéuticas o New Age, sino el mundo y la vida entendidos como una multiplicidad infinita y concreta de situaciones que nos atraviesan y constituyen.

Como explica Juan Gutiérrez, somos seres abiertos y engarzados a otros seres. Vivimos vinculados con los otros, pero también con las cosas, los lugares, las máquinas y los demás seres vivos. La memoria nos engarza con los muertos y los no-nacidos heredan las consecuencias de nuestros actos. Somos engarces, siempre singulares, de un tejido del que también somos tejedores.

Por tanto, el territorio de resistencia no es el Yo, sino los entramados materiales y simbólicos en los que estamos inscritos, que somos. Lugares vivos por los que sentimos apego, situaciones de vida que nos conciernen, vínculos que nos hacen y deshacen. Todo lo que nos afecta, nos concierne, nos apasiona, nos sostiene o nos ata a la vida. Ese tejido es nuestro aquí y ahora. El primer gesto de revuelta es percibirnos inmersos en esa trama, en esa gigantesca malla.

Según el Comité Invisible, la actual “fragmentación del mundo” es una ocasión para percibirnos mejor en ese plano de realidad. ¿En qué sentido?

Por todas partes estallan las formas de lo Uno: las formas trascendentes, centralizadoras y homogéneas de organizar la vida en común. La Ley y el Derecho, ideadas para una ciudadanía indistinta y abstracta, se pulverizan en mil decretos, normas y legislaciones de excepción con vistas a cuestiones o sujetos específicos; el Estado-nación se ve hoy superado por arriba (debe doblegarse a poderes globales) y cuarteado por pulsiones independentistas, secesionistas o autonomistas por abajo; las identidades fuertes (la Humanidad, el Trabajador) ya no funcionan como polos de identificación; y la biografía, como narrativa unitaria y coherente del Yo, se desmigaja en una sucesión de “estados”, como nuestros perfiles de Facebook.

Podemos sin duda lamentar este desmantelamiento. Deplorar la disolución de las viejas formas de pertenencia e identidad. Criticar, desde el resentimiento hacia el presente, el “caos” que emerge y prolifera por todos sitios. Hay buenas razones: la fragmentación es también choque y guerra civil entre distintas formas de vida, multiplicación de burbujas autorreferenciales, aislamiento y babelización.

Pero también es posible, como sugiere el Comité Invisible, abrazar la fragmentación. En el fondo, las formas de lo Uno recubrieron siempre con abstracciones los vínculos situados que somos: territorios, apegos, comunidades, hermandades y sororidades. La fragmentación los pone por el contrario al descubierto, los hace visibles.

En lugar de quejarnos de lo que ya no hay y debería haber (Estado, padre, sindicatos), podemos sumergirnos en el caos del presente, ver también sus potencias, aprender a relacionarnos con él sin distancia, la distancia de un Ideal, de un Modelo de cómo deberían ser las cosas. Partir de lo que hay para generar los vínculos, los lugares, los saberes y las comunidades que nos hagan más fuertes, más libres y más felices.

La política y lo político

El Comité Invisible nos dice: el tejido de las situaciones de vida es el plano de realidad donde habitan las potencias de transformación del mundo. Es decir, la potencia está ahí donde estamos, no en otra parte.

Pero la concepción clásica de la política nos dirige todo el rato hacia esa “otra parte”. Nos tienta siempre en un mismo sentido: abandonar las situaciones de vida, juzgadas como demasiado “limitadas”, “pequeñas” o “aisladas”, para empezar a jugar en otro dominio “más serio”, “más global”: el poder político, el Estado, las instituciones, etc.

«La política” se piensa así como una esfera particular, separada y diferente de la vida cotidiana, donde se decide sobre “lo general”, sobre “lo de todos”. Una esfera que es siempre propia de especialistas y expertos: los políticos o los militantes revolucionarios que aspiran a sustituirlos, tanto da.

Lo importante nunca está aquí y ahora, en este pedazo de realidad concreta que comparto con estos otros también concretos, sino siempre “más arriba”, “más allá”, “más tarde”. En el Estado, en la dimensión europea de las luchas, en la revolución venidera…

Este planteamiento reproduce las condiciones de espera en dos sentidos al menos:

En primer lugar, se abandona el plano vital donde habitan las potencias, instrumentalizándolo y vaciándolo para mejor “asaltar los cielos”, pero pronto se descubre que el cielo del poder es un lugar de pura impotencia. Es inútil esperar por ejemplo que Manuela Carmena o Ada Colau vayan a detener por sí solas la gentrificación que vuelve inhabitables nuestras ciudades mientras los demás seguimos con nuestra vida igual. Y es inútil también criticarlas por ello: es la queja del consumidor iluso al que le habían prometido otra cosa. Criticar es otra manera de esperar.

En segundo lugar, se genera una militancia permanentemente insatisfecha, ansiosa y que salta de una cosa a otra sin profundizar en nada. Se crean y se abandonan colectivos, los vínculos se vuelven muy instrumentales, la angustia es permanente. Porque nada vale en sí mismo, todo es medio para un fin (que nunca llega). Y si todo es medio para un fin, nunca hay verdadera presencia, nunca hay verdadero presente, nunca hay verdadera plenitud.

De ese modo, el militante político está aquejado finalmente de los mismos males que el “empresario de sí mismo” neoliberal: agobiado en mil proyectos, corriendo como el hamster en la rueda, siempre proyectando «algo más», desea secretamente que lleguen las vacaciones para “desconectar”. Es muy importante pensar esto a fondo: el mercado y la política son dos figuras del nihilismo, es decir, dos formas de la desvalorización del aquí y ahora en nombre de un “más allá”. Dos figuras de la falta.

El Comité Invisible sugiere distinguir “la política” de “lo político”. “Lo político” no sería una esfera o un dominio propio. No sería un nombre, sino un adjetivo. Es decir, no ocurre “más allá” de las situaciones de vida, sino que es una cierta intensificación o declinación de estas.

Lo que hay aquí y ahora no es “restringido”, “limitado” o “pequeño”, como nos dice la concepción clásica de la política, sino infinito. Sólo desde aquí podemos entender lo que ocurre allí, como sólo tras el atentado de 2004 en Madrid pudimos entender lo que ocurría a diario en Irak. Sólo desde “ahora” podemos relacionarnos de forma viva con el pasado, que también fue un ahora y sólo puede volver a cobrar vida si lo leemos desde las búsquedas del presente.

No se trata de “pasar” de lo pequeño a lo grande. Porque eso que llamamos grande, general o global no es sino un “compuesto” de situaciones particulares, un “efecto de conjunto” de una multitud de interacciones inmediatas y minúsculas. Cada situación contiene en sí mismas todas las potencias: se trata de desplegarlas. Y de producir nuevos compuestos, nuevos entrelazamientos entre ellas.

Desmercantilizar

Recapitulamos: nuestro problema no es vivir excesivamente instalados en el presente, sino en un tiempo contraído entre la lista de los pendientes y la proyección de los posibles.

Esta contracción del presente tiene que ver con la expansión “totalitaria” de las relaciones de mercado a toda la vida social: cualquier espacio, cualquier momento se vuelve una “ocasión de negocio”. Nunca es lo que es, sino lo que podría ser.

Vivir el presente pasa por percibirnos inscritos en situaciones y vinculados con otros, engarces de una inmensa malla donde también tejemos y destejemos. La fragmentación actual del mundo es una oportunidad para percibir con más claridad los aquí y ahora concretos que nos constituyen.

La potencia de transformación late en esas situaciones de vida y no “en otra parte”. Pero la concepción clásica de la política redirige siempre nuestra atención y nuestro deseo hacia un “más allá”: más lejos, más arriba, más tarde.

«Lo político” es un adjetivo y no un nombre. Es una cierta elaboración de las situaciones. ¿Cuál? La fuga de la economía: la desmercantilización radical de la vida y el mundo. La experiencia del comunismo.

El Comité Invisible habla mucho de amor en Ahora, lo que seguramente incomodará, sorprenderá o irritará a más de uno. ¿A qué viene mezclar el amor con la política? ¿No es la emancipación una cuestión de voluntad, compromiso militante, estrategia y poder (o contrapoder, que es lo mismo pero al revés)?

La emancipación es caracterizada en este libro como una experiencia de continuidad con los otros y con el mundo. No estamos solos, no empezamos y acabamos en nosotros mismos, nos prolongamos unos a otros y prolongamos el mundo. Lo común es una experiencia de continuidad sensible a través de los vínculos. Pero, ¿qué vínculos?

Si el Comité Invisible habla tanto de amor -también de amistad, pero menos que enA nuestros amigos– es porque se trata de la experiencia más común y masiva de un “vínculo en interioridad”. El amor nos “enseña” que no sólo existen las relaciones instrumentales.

Mientras que la relación instrumental es de “quita y pon” (la quitamos y nos quedamos igual), el vínculo en interioridad nos constituye: duele si hay separación porque perdemos un trozo de nosotros mismos.

Mientras que el vínculo instrumental está animado por el cálculo pérdida-beneficio (o la estrategia medio-fin), el amor “no echa cuentas”: es un vínculo des-interesado, afinitario, apasionado.

Mientras que el vínculo instrumental es “libre” como el de un contrato (siempre revocable), el vínculo en interioridad nos compromete, nos implica, nos obliga como un pacto.

Desmercantilizamos la vida y el mundo cuando construimos situaciones de vida a través de los vínculos en interioridad. Vínculos entre los seres, entre los seres y los lugares, entre los seres, los lugares y los objetos, entre los seres, los lugares, los acontecimientos, etc.

En las zonas desmercantilizadas, las cosas pueden resplandecer de nuevo porque son inconmensurables. Pueden permanecer singulares porque no tienen precio.Pueden volverse concretas porque ya no son equivalentes ni intercambiables.Llevan la recompensa en sí mismas. Están aquí y ahora.

Es el comunismo. No un régimen político, sino un mundo. El mundo “más allá de la economía” en el que la riqueza se define por la abundancia de tiempo y de vínculos. El mundo que se puede habitar plenamente y no sólo a medias, el mundo de la presencia. No un horizonte utópico, sino una experiencia. La experiencia de continuidad con los seres y el mundo. Una experiencia presente, una experiencia del presente.

1/1/2018 PALABRAS DEL COMITÉ CLANDESTINO REVOLUCIONARIO INDÍGENA-COMANDANCIA GENERAL DEL EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL

Palabras del Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el 1 de enero del 2018.

24 Aniversario del inicio de la guerra contra el olvido.

BUENAS NOCHES, BUENOS DÍAS:

COMPAÑEROS, COMPAÑERAS BASES DE APOYO ZAPATISTAS.

COMPAÑEROS, COMPAÑERAS RESPONSABLES LOCALES, REGIONALES Y AUTORIDADES DE LAS TRES INSTANCIAS DE GOBIERNO AUTÓNOMO.

COMPAÑEROS Y COMPAÑERAS PROMOTORES Y PROMOTORAS DE LAS DIFERENTES ÁREAS DE TRABAJO.

COMPAÑERAS Y COMPAÑEROS MILICIANAS Y MILICIANOS,

COMPAÑEROS Y COMPAÑERAS INSURGENTAS E INSURGENTES EN DONDE QUIERA QUE SE ENCUENTRAN.

COMPAÑEROS, COMPAÑERAS DE LA SEXTA NACIONAL E INTERNACIONAL.

COMPAÑEROS, COMPAÑERAS DEL CONGRESO NACIONAL INDIGENA.

COMPAÑEROS, COMPAÑERAS DEL CONCEJO INDIGENA DE GOBIERNO Y SU VOCERA MARIA DE JESUS PATRICIO MARTINEZ DONDE QUIERA QUE NOS ESCUCHAN.

HERMANOS Y HERMANAS DE TODOS LOS PUEBLOS ORIGINARIOS DEL MUNDO QUE NOS ESCUCHAN.

HERMANOS Y HERMANAS CIENTÍFICAS Y CIENTÍFICOS DE LOS DIFERENTES PAISES QUE NOS ACOMPAÑAN.

HERMANOS Y HERMANAS DE MEXICO, DE AMERICA Y DEL MUNDO QUE HOY NOS ACOMPAÑAN O NOS ESCUCHAN DESDE DONDE SE ENCUENTRAN.

HERMANOS Y HERMANAS DE LOS MEDIOS LIBRES Y ALTERNATIVOS, NACIONAL E INTERNACIONAL.

Hoy, 1º de enero de 2018, estamos aquí para celebrar el 24 aniversario de nuestro levantamiento armado en contra el mal gobierno y del sistema capitalista neoliberal causantes de todo tipo de muertes y destrucción.

Así como a los pueblos originarios, desde hace más de 520 años nos tienen sometidos bajo la explotación, marginación, humillación, desprecio, olvido y despojo de nuestras tierras y riquezas naturales en todo el territorio mexicano.

Por eso el 1 de Enero de 1994 dijimos ¡YA BASTA! de vivir con tantas injusticias y muerte, y así dimos a conocer al pueblo de México y al mundo nuestras demandas de Democracia, Libertad y Justicia para todos, que lo dijimos en nuestras demandas de tierra, trabajo, vivienda digna, alimentación, salud, educación, independencia, democracia, libertad, justicia y paz.

Y ahora que la violencia está en todas partes y asesina a mujeres y niños, a ancianos y jóvenes, y hasta la madre naturaleza es víctima.

Por eso decimos que nuestra lucha es por la vida, por una vida digna.

Y el capitalismo es el sistema de la muerte violenta, de la destrucción, de la explotación, del robo, del desprecio.

Esto es lo que nos hace falta a todos los pueblos originarios y la gran mayoría de los habitantes de este país México y de todo el mundo.

Porque les pregunto ¿Quién tiene una vida digna? ¿Quién no tiene la angustia de que puede ser asesinada, robado, burlado, humillado, explotado?

Si hay quien está tranquilo y no le preocupa, bueno, pues estas palabras no son para ti.

Pero tal vez es que sí ves y sientes que todo está cada vez más peor.

Ya no sólo es que el trabajo está mal pagado y no alcanza la paga para poder vivir más o menos.

Ahora también es que los grupos delincuentes, sobre todo los que son gobiernos, roban o, peor, nos matan nomás porque sí, porque así se sienten bien.

Entonces, si tú piensas que así pasa porque así lo quiere tu dios, o porque es por mala suerte, o porque es el destino que te tocó, pues entonces estas palabras tampoco son para ti.

Nuestras demandas son justas y, como lo dijimos públicamente hace 24 años, no son nada más para nosotros los pueblos originarios o indígenas, sino que cualquier gente que no sea criminal o tonta, o las dos cosas, sabe que son demandas justas y que cada vez son más necesarias y urgentes.

Pero la respuesta de los malos gobiernos fue: pues ahí tienes una limosna, y confórmate, porque si sigues demandando y exigiendo, aquí tengo mis grandes ejércitos, mis policías, mis jueces, mis cárceles, mis paramilitares, mis narcotraficantes, y tú sólo tienes tus cementerios.

Entonces nosotras, nosotros, zapatistas, les dijimos: no estamos pidiendo limosnas, queremos respeto a nuestra dignidad.

Y los malos gobiernos dijeron que no saben qué cosa es dignidad. Que si esa palabra es maya o es de otro planeta, porque no está en sus diccionarios, ni en su cabeza, ni en su vida.

Y sí, llevan tanto tiempo de serviles y huele-colas de los ricos, que ya se les olvidó qué es dignidad.

Como esos malos gobiernos están hallados a rendirse, a venderse, a claudicarse, pues piensan que así es toda la gente, que así es todo el mundo, que no hay quien diga, piense, luche, viva y muera de no rendirse, no venderse, no claudicar.

Por eso no entienden el zapatismo. Por eso no entienden los mil nombres que toman la resistencia y la rebeldía en muchos rincones de México y del mundo.

Y así es el sistema, compañera, compañero, hermano, hermana, que lo que no entiende lo manda perseguir, encarcelar, asesinar, desaparecer.

Porque quiere el mundo domado, como si la gente fuera una bestia de carga que tiene que obedecer lo que diga el amo, el mandón, y que si no obedece, pues chicote, palo, encierro, balazo.

O sea que como que para el capitalismo, la resistencia y la rebeldía es como una enfermedad que lo ataca, lo pone de malas, le da dolor de cabeza, le da una patada en los coyolitos, le escupe en la cara. Lo pone mal, pues.

Y la medicina que el capitalismo da para eso, son los policías, las cárceles, los ejércitos, los paramilitares, los cementerios si tienes suerte, si no, pues a saber dónde te botan.

Y aunque no seas resistencia y rebeldía, aunque según tú estás tranquilo y eres buen ciudadano y votas por como se llame el Trump que te toca en tu calendario y tu geografía.

Y aunque criticas y te quejas de los que protestan y se rebelan. Y dices “ya pónganse a trabajar y dejen de quejarse” cuando protestan de Acteal, o de Guardería ABC, o de Atenco, o de Ayotzinapa, o de Mapuche, o del nombre que tome la siguiente desgracia que pase.

Y crees que todo eso está muy lejos de tu casa, de tu calle, de tu pueblo o colonia, de tu trabajo, de tu escuela, de tu familia, pero no. Todo eso que se sabe y muchos horrores que no se saben, están ahí cerca de ti.

Pues aunque crees que no te va a tocar, pues resulta que sí te va a tocar, a ti o a alguien cercano a ti.

Porque el sistema y sus gobiernos ya no tienen control, ya están enloquecidos, ya se emborracharon de dinero y de sangre, y pasan a llevar todo y a todos y, sobre todo, a todas y a todoas.

Entonces, hermana, hermano, compañero, compañera, si tú piensas que sí es cierto que la situación está muy difícil y que ya no se aguanta, entonces falta saber qué vas a hacer.

Si piensas que alguien, que sea un líder, un partido, una vanguardia lo va a resolver todos los problemas y sólo tienes que poner un papelito de voto y ya, tan fácil, pues piénsalo bien si así va a ser.

Entonces, estas palabras no son para ti. Quédate tranquilo o tranquila esperando la nueva burla, el nuevo fraude, el nuevo engaño, la nueva mentira, la nueva desilusión. Que no son nuevas, son las mismas de siempre, sólo cambian de fecha en el calendario.

Pero tal vez piensas que de repente se puede hacer algo más. Y te preguntas si sí se puede, o es que la lucha, la resistencia, la rebeldía, sólo están en las canciones, las poesías, los carteles y los cementerios.

Y pues te decimos que nosotros, nosotras, zapatistas, nos preguntamos eso mismo hace 24 años cuando salimos a morirnos en las calles y plazas de tus ciudades.

Y así nos viste. Y así nos vieron también quienes se dicen grandes dirigentes revolucionarios y nos despreciaron antes, como nos desprecian ahora, que se enteraron de nuestra lucha cuando cenaban y reían en sus festejos de año nuevo, mientras nosotros, nosotras, zapatistas del EZLN, poníamos la vida y la muerte, donde ésos ponen los museos.

Y entonces pues nos respondimos. Respondimos que vamos a ver si se puede vivir con dignidad sin malos gobiernos, sin dirigentes y sin líderes y sin vanguardias que mucho Lenin y mucho Marx y mucho trago, pero nada de estar con nosotros, nosotras, zapatistas. Mucho hablar de lo que debemos o no hacer, y nada de práctica. Que la vanguardia, que el proletariado, que el partido, que la revolución, que échate una cervecita, un vinito, un asado con la familia.

Pues ni modos, pensamos, creo que la vanguardia revolucionaria está ocupada en probarse trajes y palabras para el triunfo, así que tenemos que darle según nuestro modo, como indígenas zapatistas.

Que no son muchos los indígenas, y son todavía menos los zapatistas, porque ser zapatista no cualquiera.

Y así fue como empezamos eso que ahora se conoce como autonomía zapatista, pero que nosotros decimos que es la libertad según nosotras, nosotros, zapatistas, que ni amo, ni patrón, ni capataz, ni líder, ni dirigente, ni vanguardia.

Durante estos 24 años hemos venido construyendo nuestra autonomía, desarrollando nuestras diferentes áreas de trabajo, consolidando nuestras tres instancias de gobierno autónomo, formalizando nuestros propios sistemas de salud y educación, creando y fortaleciendo nuestros trabajos colectivos, y en todo estos espacios de autonomía es donde cuenta la participación de todos y todas mujeres, hombres, jóvenes y niñ@s.

Y así estamos demostrando que nosotros los pueblos originarios, tenemos la facultad y la capacidad de gobernarnos solos, no necesitamos la intervención de ningún partido político que solo engaña, promete y divide a nuestros pueblos y no estamos recibiendo ningún tipo de apoyo de los gobiernos oficiales.

Tampoco aceptamos que nadie nos venga a decir qué podemos hacer y qué no podemos hacer. Aquí todo lo discutimos y lo acordamos en colectivo.

Y por lo mismo a veces tardamos, pero lo que sale es de colectivo. Si sale bien, es de colectivo. Si sale mal, es de colectivo.

Así es nuestro modo, y si está bien o mal, ahí lo vean y comparen sus pobrezas con las nuestras, sus muertes con las nuestras, sus enfermedades con las nuestras, sus ausencias con las nuestras, sus dolores con los nuestros, y vean que están comparando sus pesadillas con nuestros sueños.

Estamos viviendo y luchando con el propio esfuerzo individual y colectivo como zapatistas que somos, pero sí, reconocemos que todavía nos falta mucho por hacer, hace falta organizarnos más como pueblos, todavía tenemos muchas dificultades para desarrollar bien nuestras diferentes áreas de trabajo, también fallamos y cometemos errores como todo ser humano, pero nos corregimos y seguimos adelante.

Porque nuestra organización somos nosotras, nosotros mismos. Nadie que no sea un sinvergüenza, vividor y mentiroso puede decir que nos hizo. Y no tenemos miedo de reconocer lo que hacemos mal, y de sentirnos contentos de lo que hacemos bien. Porque lo malo y lo bueno que somos, es nuestro. A nosotras, nosotros, nos valora nuestra propia gente. Aunque luego hay quienes viajan y se pasean en Europa y comen bien y toman trago diciendo que ellos hicieron, y ahora hasta inventan su propia “Frida Sofía” para conseguir atención y paga, y ofrecen dinero para comprar consciencias y creen que la lucha viene con el apellido y no con el compromiso real, y se alían con los narcotraficantes para atacarnos. Y lo único que pasa es que son sinvergüenzas y mentirosos.

Porque, llevando a esos disque revolucionarios y a sus paramilitares de la mano, los malos gobiernos siguen empeñados por destruir y acabar nuestra lucha, nuestra resistencia y rebeldía con una guerra económica, política, ideológica, social y cultural, repartiendo migajas y limosnas a los que están afiliados en los partidos donde considera estratégico, porque solo da más apoyo económico, vivienda y reparte alimentos y proyectos, a veces como gobiernos, a veces como partido, y a veces como supuestos derechos humanos, donde hay zapatistas y además usan todos los medios de comunicación para difundir sus mentiras, sus malas ideas, sus promesas, sus engaños bien maquillados; todo esto es con el objetivo de debilitar la resistencia de los zapatistas, con la intensión de dividir, confrontar y comprar conciencias de la gente indígena y pobre.

Nosotras y nosotros las y los zapatistas, no somos limosneros sino que somos pueblos con dignidad, con decisión y consciencia para luchar por la verdadera democracia, libertad y justicia, nosotros y nosotras estamos bien claros y seguros que de allá arriba nunca vendrá nada bueno para los pueblos, no podemos esperar que la solución de nuestros problemas y necesidades venga de los malos gobernantes.

Y sabemos quién sí y quién no ha estado junto a nosotros, nosotras zapatistas, desde antes del inicio, en ese primero de enero, y en estos 24 años de resistencia y rebeldía.

El mal gobierno, los vanguardistas paramilitares y los ricos nunca nos van a dejar vivir en paz, buscarán mil formas para destruir y acabar la organización y las luchas del pueblo, porque en estos últimos años han crecido sin medida los crímenes, la persecución, desapariciones, encarcelamientos injustos, represiones, desalojos, torturas y asesinatos, sólo mencionar algunos como San Salvador Atenco, Guerrero, Oaxaca, Ayotzinapa, etc. y entre las comunidades y municipios han provocado más contradicciones y enfrentamientos, y hacen que los problemas no se resuelvan de buena manera si no que sea mediante la violencia, por eso sigue manteniendo, protegiendo y equipando grupos paramilitares, porque los malos gobiernos quieren que nos matemos entre hermanos del mismo pueblo.

Por todo lo que está pasando demuestra de que ya no hay gobierno en nuestros pueblos, municipios, estados y de nuestro país.

Los que se dicen que gobiernan, ya sólo son ladrones que se engordan más a costa del pueblo, son criminales y asesinos, son capataces, mayordomos y caporales de los patrones que son los grandes capitalistas neoliberales.

Son buenos defensores de los intereses de sus patrones para saquear las riquezas naturales de nuestro país y en el mundo, como la tierra, los bosques, las montañas, el agua, los ríos, los lagos, lagunas, el aire y las minas que están guardadas en el seno de nuestra madre tierra, porque el patrón todo lo considera una mercancía y así nos quieren destruir por completo, es decir, acabar con la vida y la humanidad.

Por eso como pueblos originarios de este país quienes conformamos el Congreso Nacional Indígena, hemos acordado dar un paso y conformar el Concejo Indígena de Gobierno y a nuestra vocera María de Jesús Patricio Martínez, que convoca, que concientiza, que informa, que levanta el ánimo y hace un llamado a todos los sectores de trabajadores del campo y la ciudad a organizarnos, a unirnos y a luchar juntos con resistencia y rebeldía desde nuestros pueblos y nuestros centros de trabajo, desde nuestros calendarios y geografías para que así podamos defendernos de la hidra capitalista que ya está sobre nosotros.

Pero los gobiernos y los patrones que son los grandes capitalistas, imponen la llamada Ley de Seguridad Interior, es decir, la militarización de nuestras calles, nuestros caminos y nuestros pueblos en todo el país.

Y todavía nos hacen creer que es para combatir al crimen organizado cuando en realidad la idea que tienen es para mantenernos controlados, callados, divididos, amenazados, con más violencia e impunidad hacia los pueblos.

Por eso nosotros y nosotras las y los zapatistas decimos que ya no hay que confiar absolutamente nada en este sistema capitalista donde vivimos, porque ya nos dimos cuenta, y desde hace cientos de años estamos sufriendo toda sus maldades sin distinción de personas ni de partido.

Debemos de organizarnos y unirnos todo los sectores de trabajadores del campo y la ciudad, indígenas, campesinos, maestros, estudiantes, amas de casa, artistas, comerciantes, empleados, obreros, doctores, intelectuales y científicos de nuestro país y del mundo, el único camino que nos queda por hacer, es que debemos unirnos más, organizarnos mejor para construir nuestra autonomía, nuestra organización propia como pueblos y trabajadores, porque es la que nos va a salvar de la gran tormenta que se acerca o ya está sobre nosotros que va a barrer a todos y todas.

Por eso es que en este cumpleaños que son ya 24 años de nuestro alzamiento armado en este planeta tierra, hoy queremos hablarles a nuestras compañeras de la sexta nacional e internacional.

Queremos hablar también a las hermanas de México y del mundo.

Así que compañeras y compañeros de la sexta nacional e internacional.

Hermanas y hermanos del mundo.

Cuando decimos que llevamos más de 500 años de explotación, represión, desprecio y despojo. No estamos mintiendo.

Ya pasamos y sufrimos las guerras de los malos gobiernos y de los ricos.

No nos pueden decir que es mentira. Fueron nuestras tatarabuelas y tatarabuelos los que dieron su sangre y sus vidas para subir al poder a los mismos explotadores que son los tatarabuelos de los que están ahora en el poder. Esto no nos pueden decir que es mentira, ahí están. Son los culpables que ahora están destruyéndonos y a la madre naturaleza también.

No nos vamos a dejar de luchar, hasta morir si es preciso.

Y hoy tenemos más ganas de luchar, con nuestras compañeras y compañeros del Congreso Nacional Indigena.

Apoyamos más a la compañera Marichuy y las compañeras y compañeros del Concejo Indígena de Gobierno.

Les guste o no les guste a algunas o algunos.

Lo hemos dejado bien claro, desde el principio. Recuerdo en la Convención Nacional Democrática, en 1994 en Guadalupe Tepeyac, que dijimos: “Nos hacemos a un lado, si nos muestran que hay otro camino para que nos derroten nuestro ser armado”.

Y hasta hoy no nos han mostrado ese otro camino para derrotar al sistema de muerte y destrucción que es el capitalismo.

Los que nos están mostrando el camino, son las compañeras y compañeros del Congreso Nacional Indígena, con la compañera Marichuy y el Concejo Indígena de Gobierno. Y los apoyamos sin dejar de ser lo que somos.

Y no nos da pena ni vergüenza apoyarlos. Porque lo sabemos bien que no están buscando el Poder o tener cargo, sino que su trabajo es llevar el mensaje de que hay que organizarse para la vida. Así de claro.

Y claro que hay algunas y algunos mentirosos que andan diciendo que ya somos electoristas. Es una vil mentira y son personas castellanos que saben leer y escribir, pero que no leen o que salen con sus mañas de mentirosos. Qué lástima, que pena que no tienen entendimiento y no tienen vergüenza.

Nadie nos va quitar lo que somos, sólo cuando ya estemos muertas y muertos o cuando ya somos libres.

Hermanas y hermanos de México y del mundo, no se dejen engañar.

En México no hay ya lugar donde puedes caminar tranquilo, donde quiera te agarran y te matan.

Muchas maldades del capitalismo aquí en México y el mundo.

Muchas otras cosas más, esto es lo que nos están diciendo las compañeras del Congreso Nacional Indígena y su vocera Marichuy y el Concejo Indígena de Gobierno.

Mucho nos burlan, que la compañera Marichuy no sabe gobernar, nos no va dar nada. Hermanas y hermanos, ¿qué les han dado los gobiernos del PRI y del PAN? ¿Qué no han hecho matanzas, corrupciones, malas decisiones? ¿Dónde está eso que dicen que sólo saben gobernar los que tienen estudios? ¿No alcanzan a ver esto?

Esto es lo quiere decirles la compañera Marichuy, cuando les dice que nos organicemos el campo y la cuidad, y que nos unimos indígenas y no indígenas, porque vean de que tamaño lo que nos ha pasado con esos gobiernos malos.

¿Qué les ha dado este imbécil que esta ahora en el gobierno? El Peña Nieto es el peor cínico, inepto y sinvergüenza, que se cubre con los otros igualitos que él.

Que a ellos no les pasa nada y al pueblo explotado todo lo paga con su vida, ¿qué les pasa que no alcanzan a ver?

¿Por qué se mueven hasta cuando les pasen esas peores situaciones? ¿Por qué, a los que no les pasa, y hacen como que no ven y no se mueven; y cuando ya les pasó salen gritando, ayuda, ayúdenme?

Y cuando les habla la compañera Marichuy, que no tiene buen discurso, no sabe hablar, dicen. Ah ese Concejo Indígena de Gobierno, pero no sabe nada, así dicen.

El Concejo Indígena de Gobierno les está diciendo la verdad. ¿No quieren la verdad? Ah, es que no les gusta. ¿Quieren que les hablen bonito y les regalen promesas? Y cuando llegue el dolor a tocar a tu puerta, ¿le vas a responder con promesas?

Hermanas y hermanos indígenas y no indígenas, por nosotras y nosotros nadie va luchar por nosotras y nosotros, nadie absolutamente nadie, más que nosotras y nosotros mismos.

Despertemos a los otros pueblos explotados y despertemos también a los que dicen que tienen estudio. Por eso ayudemos y apoyemos a la compañera Marichuy con el Concejo Indígena de Gobierno.

Organicémonos para que pueda dar su gira en el país la Compañera Marichuy y su Concejo Indígena de Gobierno, aunque no alcance las firmas para candidata. Porque la firma no es la que lucha, no es la que nos va a organizar, somos nosotras y nosotros las que tenemos que escucharnos, conocernos y de ahí, al sentirnos como estamos, ahí puede partir nuestro pensamiento de cómo organizarnos más mejor y qué camino seguir.

Nadie más va a decir la palabra que dicen el Concejo Indígena de Gobierno y la vocera Marichuy.

Si no lo dicen ellas, sólo van a escuchar puro ruido, el mismo ruido de siempre, y luego seguirá la misma desilusión de siempre.

No permitamos que nos digan “pobrecitos de los indios, ayudemos con lo que sobra” al igual como nos hacen los gobiernos malos.

Sólo con organización del pueblo pobre del campo y la ciudad, habrá Libertad, justicia y democracia. Si no hay eso, lo que habrá es un mundo como FINCA CAPITALISTA y esto es lo que ya esta empezando.

Si hay alguien mujer u hombre que piensan y creen que es mentira lo que estamos diciendo de la hidra capitalista, bueno que nos argumenta, que nos diga claramente cómo es eso que es una mentira lo que estamos diciendo a ver si la vamos a creer, porque nuestro sentir y ver y conocer es que vemos es que así está y así va a estar. O tal vez lo que se ve es que es difícil, luchar, organizar, pero no hay de otra.

Sabemos que es duro lo que estamos diciendo, pero ¿acaso muy suavecito, blandito lo que vendrá lo de la hidra capitalista?

No, hermanas, hermanos, será horrible, terrible.

Por eso las compañeras bases de apoyo Zapatistas están llamando a las compañeras del Congreso Nacional Indígena y a todas las mujeres que luchan a encontrarse para el 8 de Marzo a las mujeres que no tienen miedo, aunque si tienen pero hay que controlar, porque será más horrible lo otro.

Porque ellas, las mujeres zapatistas, las mujeres del CNI, las mujeres de la Sexta, y las mujeres que luchan en todas partes del mundo, nos están diciendo que tenemos que organizar, rebelarnos, resistir.

Y eso es lo que nos están diciendo también la compañera Marichuy y el Concejo Indígena de Gobierno.

Así que adelante compañera Marichuy, camine, trotee, y cuando se necesita corre y detente y luego continúe, no nos queda ya de otra.

Sigan adelante Compañeras del Concejo Indígena de Gobierno

Adelante compañeras del Congreso Nacional Indígena.

Estamos seguros que si los pueblos se organizan y luchan, vamos a lograr lo que queremos, lo que merecemos, o sea nuestra libertad. Y la fuerza importante es nuestra organización, nuestra resistencia, nuestra rebeldía y nuestra palabra verdadera que no tiene límites ni fronteras.

Ahora no es el momento de echarnos para atrás, de desanimarnos o de cansarnos, debemos de estar más firmes en nuestra lucha, mantener firme nuestras palabras y seguir el ejemplo que nos dejaron los compañeros y compañeras que ya murieron: de no rendirse, no venderse y no claudicarse.

DEMOCRACIA

LIBERTAD

JUSTICIA

Por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena – Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Subcomandante Insurgente Moisés.

Desde Oventik Caracol II zona Altos de Chiapas, México.

1 de enero del año 2018.

Fuente: http://comunizar.com.ar/palabras-del-comite-clandestino-revolucionario-indigena-comandancia-general-del-ejercito-zapatista-de-liberacion-nacional-el-1-de-enero-del-2018/

La interminable espera // Entrevista a Sol Prado

Luego de la primera Crónica de Leros escrita por la artista Sol Prado, describiendo diferentes antecedentes históricos que han dado forma a la situación migratoria que acontece en la isla de Leros en Grecia, pude conversar en extenso sobre su última performance llamada “Endless Waiting Game” la que resume un primer capítulo de su investigación.

Raúl Hott: Tus proyectos previamente han tratado sobre la relación entre capitalismo y la depresión –su efecto y consecuencia– dando muchas referencias a la industria farmacéutica. Comenzaste a indagar diferentes trastornos psiquiátricos y de cómo estos responden y vinculan a una lógica de consumo. Sería interesante saber como surge el interés por la problemática de la inmigración y de qué forma esta se relaciona con las temáticas anteriores.

Sol Prado: Dos proyectos previos, realizados en colaboración con Franco Castignani, llamados “Like 50 mg” y “Polo Consumista Internacional (PCI)” abordaban la idea de la subjetividad neoliberal; una subjetividad construida y movilizada en base al endeudamiento y al par afectivo ansiedad-depresión. Estos proyectos se gestan desde mi experiencia personal como sujeto medicada con antidepresivos e inserta en el mercado laboral cognitivo creativo. Cuando entré en un proceso de depresión ya practicaba el ejercicio político de habitar mi propia fragilidad, y esto me permitió hacer un abordaje sensibilizante a distancia de la patologización, tan habitual en los estados depresivos. Un ejercicio diario y colectivo de empoderamiento desde la vulnerabilidad, evitando componer desde un sitio de víctima. Mi búsqueda residía, y reside, en cómo componer nuevas sensibilidades y abrir horizontes de creación desde las grietas de la normalidad. En mi caso, el primer tratamiento farmacológico para la depresión tuvo como consecuencia el poder construir un cuerpo netamente enfocado en la satisfacción cortoplacista ligada al trabajo productivo, ya que el uso de estas drogas debilitaban mi empatía y anulaban la posibilidad de sentir satisfacción sexual, lo cual, obviamente, frustraba mis vínculos sexuales-afectivos. Esta experiencia me hizo cuestionar muchas cosas. Con un poco de atención podía percibir el modo en que mi cuerpo y mi psiquis iban siendo domesticadas por el consumo voluntario de tecnologías de control. En paralelo, frecuenté textos claves durante este periodo tales como “Testo Yonqui” de Paul Preciado, que me ayudó a comprender el poder de la industria farmacéutica y de cómo esta ejerce control sobre las poblaciones. También fue esencial el libro “La Sublevación”, de Franco “Bifo” Berardi, donde aborda la depresión como un modo de disciplinamiento social.

RH: Si bien hay muchísimas islas en Grecia, y a la vez muchos puntos de entrada para los refugiados, ¿qué fue lo que te llevó a enfocarte específicamente en la isla de Leros?

SP: Un amigo argentino estudioso (Diego Sztulwark) de la obra de Félix Guattari me recomendó el libro “Prácticas Analíticas y Prácticas Sociales: De Leros a La Borde” cuando supo que venía a vivir a Atenas durante el 2017. Es un libro bastante sencillo, un diario donde Guattari relata su viaje a la isla y su experiencia recorriendo el hospital psiquiátrico de Leros, este viaje se sucede a partir de un reportaje muy escandaloso que publicó el London Observer a finales de 1989. En dicho reportaje, titulado “Leros: La culpa Europea”, se exponía públicamente por primera vez la situación infrahumana que padecían las pacientes psiquiátricas* en la isla. Luego comencé a investigar más y descubrí que actualmente hay un campo de refugiados en el mismo predio del antiguo hospital abandonado, y, consecuentemente, decidí viajar a Leros.

Foto 1© Sol Prado

RH: Para mi siempre fue muy interesante en cada una de nuestras conversaciones, que tu siempre hablaras de esta superposiciones de realidades operando en la isla, donde mencionabas que la isla ha tenido una vocación muy particular a lo largo de la historia.

SP: Así es, tiene que ver con la historia de esta isla y su vocación de “depositario humano”. La isla fue ocupada por los italianos en 1912 durante la primera guerra mundial, quienes construyeron enormes edificios para alojar a su ejército compuesto por 40.000 soldados. Una vez que los italianos se retiran en 1943, estos edificios se usaron durante un corto período como una Escuela Técnica, luego durante la guerra civil griega y la dictadura, funcionaron como centros de encarcelamiento para los disidentes políticos al régimen. En paralelo, para 1953, algunas edificaciones se utilizaron para instalar un hospital psiquiátrico (en su momento llamado: Colonia de Psicopatos de Leros) ya que los psiquiátricos de Atenas y las otras islas estaban repletos. Se decide llevar a las pacientes que no recibían visitas o quienes poseían un status irregular que dificulta su identificación (básicamente a las “olvidadas”). La población de pacientes varió entre los 1.000 a 4.000, en condiciones sumamente precarias y miserables, donde las mismas habitantes locales de Leros -ex pescadores en general- trabajaron como personal de cuidado en el hospital.

Foto 2© Sol Prado

RH: ¿En qué momento se abre el campo de refugiados?

SP: Básicamente había muchísimo espacio vacío en estas edificaciones abandonadas (el hospital es definitivamente cerrado a principios de los 2000s), y es así como suele ocurrir. Hoy las personas refugiadas no llegan directamente a Leros, sino que generalmente arriban a las isla de Farmakonisi (una isla militar), que está muy cerca de Turquía. Deben ser rescatados por la guardia costera griega para ingresar a territorio europeo, motivo por el cual pinchan sus botes cuando ya están cerca de la costa. Arriesgándose a la muerte, se inicia el proceso legal de solicitud de asilo.

RH: Es muy peculiar este espacio insular que hace de cárcel, psiquiátrico, campo de refugiados, y además de lugar para los turistas. Yo nunca había escuchado de un espacio con tanta carga y capacidad para los excluidos. Y eso quizás se conecta con nuestra incapacidad (a nivel humano) para ver la realidad tal cual es. Y en este caso desplazamos todo lo que no queremos ver. Y esta isla es eso; un “basurero” donde se tira todo lo que no queremos ver.

SP: Para mí es un ejemplo claro de lo que hacemos como humanos en muchos niveles. ¿Por qué no quieren que entren las personas refugiadas? Porque no quieren ver los resultados de sus políticas bélicas en territorios alejados. Es excluir a la otra y evitar verle. Es un proceso de constante categorización y deshumanización, donde la distinta sigue y seguirá siendo distinta, excluida, invisibilizada. Para este sistema de exclusión, es desesperante que esta masa de gente “invada” sus sitios de privilegio, que intente tener esos derechos y ocupar sus calles. Para este sistema, el encarcelamiento, el maltrato físico y emocional, son modos de mantener los privilegios de su población.

Foto 3© Sol Prado

RH: ¿Piensas seguir viajando ir a la isla y qué piensas buscar en los siguientes viajes?

SP: Si, voy en Abril, y esta vez me acompaña Anna Papaeti una doctora en musicoterapia de Creta  que ha investigado el uso de la música como método de tortura en centros de detención durante la dictadura militar griega. Me interesa colectivizar este proyecto con otras que están abordando temas similares.

RH: ¿Cómo podrías describir lo que hiciste con tu performance “Endless Waiting Game” y la utilización de la ironía en esta?

SP: Creo que resulta irónico el choque de materiales y realidades que utilizo con diferentes técnicas de filmación, pero para ser sincera, no creo que la sátira en mi trabajo provenga de otro sitio que de lo real, yo sólo yuxtapongo material pre-existente. Yo creo que la mayor sátira es haber normalizado tanta deshumanización, cristalizado nuestra empatía hacia el sufrimiento ajeno y propio. Pero volviendo a la cuestión de la composición irónica del material, trabajo con montaje y desmontaje, y con la manipulación, me interesa pensar y trabajar la imagen en tanto ecualizadora de sensaciones. Son actos de manipulación controlada que no te permiten entrar –del todo– a una territorio de fantasía, porque las rompo antes de tiempo, y a la vez tienen la capacidad de mostrarte que eres parte de una mecánica de manipulación a diario. Mostrar la fisura, abrir líneas de fuga.

Foto 4© Sol Prado
Foto 5© Sol Prado
Foto 6© Sol Prado
Foto 7© Sol Prado

RH: ¿Podrías describir lo que aconteció en la performance?

SP: La performance Endless Waiting Game se realizó el último 12 de Noviembre en Atenas, junto con la colaboración de Open Form. Fue una puesta en escena compuesta por 4 capítulos con el afán de quebrar la posibilidad de creer en una única historia, se presenta una teatralidad fragmentada que opera en el borde constante entre ficción y realidad. El primer capítulo llamado “Lépida” es una introducción en loop donde presento en 4 ocasiones bajo el mismo video cada una de las historias que han ocupado los edificios de la bahía de Lépida (en Leros), para encerrar a distintos grupos humanos. El segundo capítulo llamado “Abandoned Hospital”, utilizo el formato de un videojuego para ingresar dentro del antiguo hospital, donde una cámara entra a simular un recorrido dentro de los pasillos del psiquiátrico, sumado a una pantalla en la cual se muestra una chica realizando ASMR (Autonomous Sensory Meridian Response). El tercer capítulo es un video de un drone haciendo una toma cenital de una costa desierta de la isla, donde en paralelo yo canto en vivo “I am Free” de The Rolling Stones frente a la audiencia. El cuarto capítulo es otro video de un drone que recorre la playa turística con la música de “Shiny Happy People” de R.E.M. Me interesa mucho investigar  el uso de la cultura pop para construir y manipular los deseos, y este consumo de un imaginario colonial occidental como parte de la motivación de los movimientos migratorios hacia Europa y Estados Unidos. Una “libertad” a la que –como cuerpos de las colonias– estamos habilitadas a consumir en forma de cultura y productos pero no a consumirla en forma de derechos de facto.

Foto 8© Sol Prado

RH: En esta estadía en Atenas, hemos conocido muchos griegos que nos preguntan acerca de cómo se muestra la crisis de refugiados en los medios internacionales, ya que en los medios locales parece taparse. En relación a los medios, y la visibilidad de la crisis de refugiados en estos, ¿cuál es tu visión?

SP: Yo creo, que hay una decisión política de no mostrar más esta crisis migratoria, especialmente luego del acuerdo entre la Unión Europea y Turquía en Marzo de 2016. Decidieron comprimir la crisis migratoria entre la costa Turca y las islas griegas. Se hizo un tapón básicamente. A la par, hoy buena parte de las ONGs están siendo acusadas judicialmente de colaborar con el tráfico personas al participar en los rescates en el Mediterráneo, empujadas al desalojo e incluso perdiendo fondos para el mantenimiento de su trabajo alrededor de los campos. Durante el 2017, el gobierno Griego tomó el control de estos centros de internación. Se están retirando los fondos y la ayuda, sin embargo esto no significa que la crisis se haya superado, sino que ha dejado de ser rentable.
Se contempla que la gente espere infinitamente, se enfermen psíquica y físicamente, y continúen esperando aislados en estas islas. Son políticas y técnicas de disciplinamiento y opresión mayores. Y eso conecta con la depresión. Cuando somos “cuerpos deprimidos” que no pueden politizar colectivamente su malestar, somos más permeables a la manipulación, en búsqueda de aceptación, de sentidos para nuestra vida. Para mi la depresión del “cuerpo social”, y no solo refiriéndome a la crisis migratoria, es una estrategia de gobierno. Y esta forma de gobernar a través del miedo, es una forma de debilitar a una población específica. Constantemente recibimos información y alertas para estar en un “estado total de miedo”. Todas tus emociones se transforman en material químico dentro de un sistema de control. Es muy complejo. ¿Para donde vamos?

RH: Bueno, esa es una de las preguntas más clave en este momento, y creo que es bueno no olvidarse de ella. Nunca está presente esa pregunta. Pienso que es una de las preguntas más fundamentales no solo en este momento, sino siempre. No veo un afán o una consciencia por generar una discusión o una asamblea real global donde la gente pueda expresar dónde decidimos ir.

SP: Es que nos han quitado la posibilidad de pensar que tenemos agencia sobre el futuro.

RH: Entonces la pregunta es cómo retomamos y re-apropiamos esa agencia. ¿Qué tiene que pasar entonces, qué tenemos que hacer?

SP: Ojalá tuviera la respuesta, pero creo y practico la vía de inventar, de errar, de seguir probando sabotajes. El abrazo al error como máquina de guerra. Desde mi trabajo artístico, que es una de mis pocas herramientas de sabotaje, estoy masticando la idea de ocupación imaginaria del futuro. Ocupar nuevamente la idea de futuro. No dejar que otras hagan y construyan el futuro, disputar esa práctica de creación. Sin nosotras no pueden hacer futuro. Y esa es una clave a no olvidar.

*La elección del femenino inclusivo durante la entrevista es parte de una ética y de una política disidente de la oralidad y de la escritura, dada la tendencia a la declinación de lo masculino, heteronormativo, y patriarcal.

Fuente: https://www.goethe.de/ins/cl/es/kul/sup/rem/21139010.html

Trapped (23+43/17) // Bruno Nápoli

Trapped (23+43/17)

El Peronismo en general y el Frente para la Victoria en particular, obtuvieron en las últimas semanas del año que se fue, un triunfo impactante: lograron aprobar la rebaja a los haberes jubilatorios, pensiones y asignaciones sociales, borraron de un plumazo la mejora de estos haberes que habían dispuesto siendo gobierno, aseguraron la gobernabilidad de un oficialismo que sigue en minoría absoluta respecto del PJ, y desbarataron a través del show mediático la posibilidad de una recuperación de la revuelta callejera como opción de discusión política más horizontal y representativa. Suponemos, claro está, que las oleadas pedagógicas de las sucesivas crisis políticas y económicas muestran lo permeable que es la casta en general para aprender de ellas, y el peronismo en particular para articular todo su reformismo en las también pedagógicas oleadas liberales.

Pero veamos los números en su cronología histórica para entender esta Victoria del Frente Peronista.

El 16 de noviembre, 23 gobernadores acuerdan un pacto de ajuste fiscal con el gobierno nacional atendiendo a dos ideas: sacar esos recursos a unas 17 millones de personas y destinarlos, en los próximos dos años, a campañas electorales repletas de obras para la continuidad de esos gobernadores en los ejecutivos provinciales. Además, el ajuste de cada provincia implica recortes en sus gastos internos –despidos-, habilitación para tomar deuda por parte de las provincias con organismos internacionales, y entrega de recursos naturales a Nación (excepto las incluidas en el art. 124 de la constitución nacional). De los 100.000 millones que recibirán las 23 provincias, unos 60.000 son para la provincia de Buenos Aires (bastión de la gestión macrista junto con CABA) y el resto de las provincias se reparten lo que queda. Asi las cosas en la Argentina federal….

El 18 de noviembre, el PEN envía al Senado el proyecto de ajuste en base al acuerdo con los 23 gobernadores. El 21 de noviembre el Senado lo trata sobre tablas (según la Constitución así lo puede hacer, sin paso por comisiones, por la importancia del tema) y lo pasa a Diputados para que trate el proyecto en comisiones revisoras. Con algunos cambios es aprobado y vuelve al Senado. El miércoles 29 de noviembre el Senado de la Nación aprueba el proyecto definitivo de ajuste y lo envía a Diputados para que lo apruebe a sobre cerrado (tal cual estipula la Constitución, pues ya pasó por las dos cámaras a esta altura).

Sonría

Lo que sigue es casi anecdótico, pues en esta instancia, Diputados puede debatir todo lo que quiera, pero ya está cerrado el tema (insistimos, así el reglamento y la CN) y decir NO sería quitarle gobernabilidad al oficialismo, algo que el peronismo no piensa hacer, mucho menos con las movilizaciones del jueves 14 y del lunes 18 de diciembre, que tan mal recuerdo le traen a radicales y peronistas (recordemos que el “putsch” del 2001 se produjo cuando los gobernadores fueron convocados por la Rosada, y a diferencia de esta vez –foto de todos los ejecutivos provinciales firmando el acuerdo- ninguno fue, dejando a un desdibujado De la Rua declarando en soledad el Estado de Sitio….) Finalmente, el 19 de diciembre a las 8 de la mañana, luego de un circense

debate, la cámara de Diputados aprueba el proyecto definitivo a sobre cerrado (por reglamento, no por presiones, como dice la doctora…) y convierte en Ley el recorte a jubilaciones, pensiones y asignaciones sociales. Llegados a este punto, el peronismo en general pero el Frente para la Victoria en particular, montaron un show digno de ver: debatieron una ley que ya estaba acordada, cerrada, y con los números de su aprobación ya pactados. Pero lo hicieron con un objetivo claro: las cámaras de televisión y las redes sociales. Todos los que hablaron en contra, hicieron discursos grandilocuentes, heroicos algunos, payasescos otros, a sabiendas que sus gobernadores y sus senadores ya habían cerrado todo, con lo cual, podía abrirse la sesión a las 14.30, y con el cuorum, votar y ya. Pero prefirieron extender por 14 hs un debate inútil y desgastante para cualquier espontaneísmo, pero que los colocaría en la mira de todos los que aun creen en los reyes magos unidos y organizados. Un lamentable pero a la vez efectivo espectáculo, pues pudieron saturar las redes sociales de fragmentos de discursos que iban en contrario de todo lo pactado por la “canasta” de peronismos que aun hoy conservan mayorías absolutas entre gobernadores/senadores/diputados, incluso luego de las elecciones y la renovación de cargos del 10 de diciembre (ver detalle abajo)

Marcame a los míos.

Ahora bien, ahondemos en los números a partir de una pregunta: ¿Cómo logra el gobierno de Cambiemos un acuerdo con 23 de los 24 gobernadores? Y hecho esto, ¿Cómo logra el gobierno de Cambiemos la aprobación en el Senadores y Diputados? Presiones..? aprietes por mayoría…?

Gobernadores. Es dable pensar que su mayoría de gobernadores puede generar un acuerdo de esa magnitud. Pero aquí la primera sorpresa: de los 23 gobernadores que firmaron el pacto fiscal y el recorte de haberes, 14 son peronistas. Y de esos 14, 8 son del Frente para la Victoria. Solo 2 son del PRO (del resto, 5 son de la UCR, 1 socialista y 1 del MPN-Neuquén).

Senadores. 43 senadores votaron a favor del recorte, 24 por la negativa. Triunfo oficialista rotundo. Y otra vez, vamos a los números: de esos 43 senadores, 26 son Peronistas (de los cuales 21 son del FpV) y solo 8 son de Cambiemos, pues los restantes son 6 de la UCR y 3 de bloques provinciales que adhieren al PRO. (ver detalle abajo). Es decir que con solo DOS gobernadores y OCHO senadores, logran un triunfo apabullante.

En esta batalla tan extraña, donde los que trinan contra el tirano son mayoría y le preparan el manjar, no quedan restos para pensar que un peronismo que aun no se saca una foto de unidad, (pero actúa como si) prepara el terreno para una vuelta , aún incierta, pero con dos cuestiones en la mira: asegurar la gobernabilidad para que lo que llamamos tan genéricamente “calle”, no decida otra vez quien se va y quien se queda; y establecer que si tal regreso se concreta, el trabajo sucio del ajuste esté hecho, pues así podrá echar mano a la hermosa frase de la “pesada herencia”, y cancelar el debate real: un verdadero desmanejo de años en las economías provinciales (de mayoría peronista). Viendo los números, es lógico pedir que si vamos a jugar así, con estos jugadores, como dice Dolina en uno de sus historias, primero, marcame a los míos….

Atrapados.

Puestos en “autos” sobre la indisimulable realidad de los datos (ver detalle de mayorías) podemos resolver esa simple suma de fracciones de igual denominador: 23+43/17Millones. El resultado nos dice que de los 66 gobernadores y senadores que aprobaron el ajuste, cada uno de estos “dirigentes” o “representantes” o como queramos definirlos, se atribuyó la potestad de decidir sobre unas 3.8 millones de personas, que en este 2018 vivirán un poco peor su propia miseria. Este punto de realismo sin amagues, por crudo que sea, nos permite pensar como pocas veces en esto que llamamos Democracia, como una renovada trampa. Renovación lograda sobre la creencia arcaica y casi religiosa que logró un peronismo recargado de su propia historia de los 90, en plan de saneamiento discursivo, en los últimos 12 años. Y la trama de una trampa ligada a elementos sutiles y reutilizables: seguidismos bien intencionados de algunos (a los que la herencia reciente aun salpica) pasiones mesiánicas de otros (que no pueden construir nada nuevo sin ser construidos y dirigidos por “los que saben”), desesperación por la falta de novedad en el resto; y atravesando estas ficciones, una maraña de sobre información en redes y canales alternativos, donde algunos, gracias a un narcisismo desmedido (propio y ajeno) han aprendido a disimular sin vergüenza su miseria política, y los tiranos de cartón pintado (de amarillo) no son otra cosa que jugadores bien dispuestos a la violencia legal y la argucia económica para transferir recursos sin disimulo (y con la mentalidad del empresario que “ve la oportunidad”). Pero quizás lo mas frustrante, a esta altura de los relatos, sea la reiteración de crisis que aprenden de si mismas para inocularse en las cada vez mas permeables sensibilidades políticas. Y parecen no dejar resto por fuera de las ficciones para que hablemos con otro código que no sea el de la media…//////////////

Votos a favor de la Reforma Previsional: 43 Senadores

-Peronistas: 26

Frente para la Victoria 21

Frente Renovador 2

Bloques peronistas provinciales 3

-Alianza Oficialista: 17

8 senadores de Cambiemos

6 senadores de la UCR

3 senadores de bloques provinciales que adhieren al PRO.

Peronistas:

Frente para la Victoria

Ada Iturrez de Cappelli (Frente Cívico/FpV-PJ): a favor

Beatriz Mirkin (FpV PJ): a favor

Dalmacio Mera (FpV PJ): a favor

Daniel Lovera (FpV PJ): a favor

Daniel Pérsico (FpV PJ): a favor

Fiore Viñuales (FpV PJ): a favor

Inés Blas (FpV PJ): a favor

José Alperovich (FpV PJ): a favor

José Anatolio Ojeda (FpV PJ): a favor

José Mayans (FpV PJ): a favor

Juan Manuel Irrazábal (FpV PJ): a favor

Julio César Catalán Magni (FpV PJ): a favor

María Leguizamón (FpV PJ): a favor

María Teresa González (FpV PJ): a favor

Miguel Angel Pichetto (FpV PJ): a favor

Mirtha Luna (FpV PJ): a favor

Norma Durango (FpV PJ): a favor

Pedro Guastavino (FpV PJ): a favor

Rodolfo Urtubey (FpV PJ): a favor

Sigrid Kunath (FpV PJ): a favor

Walter Barrionuevo (FpV PJ): a favor

Frente Renovador peronista

Salvador Cabral (Frente Renovador de la Concordia): a favor

Sandra Giménez (Frente Renovador): a favor

Bloques provinciales peronistas

Carlos Caserio (Peronista/Unión por Córdoba): a favor

Roberto Basualdo: (Peronista/Frente Producción y Trabajo/San Juan) a favor

Juan Carlos Romero (Peronista/Frente Popular Salteño): a favor

Alianza Oficialista 15

Cambiemos 8 Senadores

Ernesto Martínez (Cambiemos): a favor

Federico Pinedo (Cambiemos): a favor

Juan Carlos Marino (Cambiemos): a favor

Julio Cobos (Cambiemos): a favor

Marta Varela (Cambiemos): a favor

Pamela Verasay (Cambiemos): a favor

Rodriguez Machado (Cambiemos): a favor

Silvia Elías de Pérez (Cambiemos): a favor

Radicales 6 Senadores

Angel Rozas (Unión por Chaco/UCR/PRO): a favor

Gerardo Montenegro (Frente Popular/radicales K): a favor

Oscar Castillo (Frente Cívico/UCR): a favor

Petcoff Naidenoff (UCR): a favor

Silvia Giacoppo (UCR/reemplazó a Gerardo Morales): a favor

Gerardo Zamora (Frente Cívico/PRO): a favor

Bloques provinciales 3 Senadores

Alfredo de Angeli (Unión por Entre Ríos/PRO): a favor

Braillard Poccard (Encuentro Corrientes/adhiere a PRO): a favor

Myriam Boyadjian (Movimiento Popular Fueguino): a favor

Votos en contra de la Reforma Previsional: 23 Senadores

Peronistas:

Frente para la Victoria 16

Ana Claudia Almirón (FpV PJ): en contra

Carlos Espínola (FpV PJ): en contra

Eduardo Aguilar (FpV PJ): en contra

Fernández Sagasti (FpV PJ): en contra

García Larraburu (FpV PJ): en contra

Juan Mario Pais (FpV PJ): en contra

Liliana Fellner (FpV PJ): en contra

Marcelo Fuentes (FpV PJ): en contra

María de los Angeles Sacnun (FpV PJ): en contra

María Ester Labado (FpV PJ): en contra

Marina Riofrío (FpV PJ): en contra

Nancy González (FpV PJ): en contra

Omar Perotti (FpV PJ): en contra

Pilatti Vergara (FpV PJ): en contra

Ruperto Godoy (FpV PJ): en contra

Virginia García (FpV PJ): en contra

Peronismo La Rioja 1

Hilda Clelia Aguirre (Frente Popular Riojano): en contra

Peronismo San Luis 2

Adolfo Rodriguez Saa (Compromiso Federal): en contra

Liliana Negre de Alonso (Alianza Compromiso Federal): en contra

Bloques Provinciales 4

Carmen Crexell (MPN): en contra

Guillermo Pereyra (MPN): en contra

María Odarda (Frente Progresista): en contra

Bloque unipersonal 1

Fernando Solanas: en contra

Abstenciones 3

Juan Manuel Abal Medina (FpV PJ): se abstuvo

Alfredo Luenzo (Chubut Somos Todos): se abstuvo

Jaime Linares (FAP-frente amplio progresista): se abstuvo

Gobernadores de Argentina 24 (incluido CABA)actual.

Peronistas 15

– Frente para la Victoria 8

Catamarca. Lucía Corpacci. PJ. FpV

Entre Ríos. Gustavo Bordet. PJ: FpV.

Formosa. Gildo Insfrán. PJ. FpV.

La Rioja. Sergio Casas. PJ: FpV.

San Juan. Sergio Uñac. PJ: FpV.

Santa Cruz. Alicia Kirchner. PJ: FpV.

Tierra del Fuego. Rosana Bertone. PJ. FpV.

Tucumán. Juan Luis Manzur. PJ: FpV.

-PJ 7

Chaco. Domingo Peppo. PJ. Frente Chaco merece mas.

Chubut. Mariano Arcioni. PJ. Chubut Somos Todos.

Córdoba. Juan Schiaretti. PJ: Unión por Córdoba.

La Pampa. Carlos Verna. PJ. Peronismo Pampeano.

Salta. Juan Manuel Urtubey. PJ. Frente Justicialista Renovador.

San Luis. Alberto Rodriguez Saá. PJ. Compromiso Federal.

Río Negro. Alberto Weretilneck. Frente Grande. Juntos Somos Río Negro.

Cambiemos 7

-PRO 2

Buenos Aires. María Eugenia Vidal. Cambiemos

CABA. Horacio Rodriguez Larreta. PRO.

-Radicales 5

Corrientes. Gustavo Valdés. UCR. Encuentro por Corrientes.

Jujuy. Gerardo Morales. UCR. Cambia Jujuy.

Mendoza. Alfredo Cornejo. UCR. Cambia Mendoza.

Misiones. Hugo Passalacqua. Frente Renovador de la Concordia. Partido de la Concordia Social.

Santiago del Estero. Gerardo Zamora. FCpS

Partidos Provinciales 1

Neuquen. Omar Gutierrez. MPN.

Socialistas 1

Santa Fe. Miguel Lifschitz. Socialista. FPCyS.

Composición actual del Senado de la Nación: total 72 senadores

Senadores Peronistas: 38 senadores distribuidos en los siguientes “bloques”.

1) Interbloque Argentina Federal (25 senadores)* *Bloque Justicialista (21 senadores) Eduardo Aguilar, José Alperovich, Inés Blas, Carlos Caserio, Julio Catalán Magni, Carlos Espínola, Silvina García Larraburu, María Teresa González, Pedro Gustavino, Sigrid Kunath, Cristina López de Abarca, José Mayans, Carlos Menem, Dalmacio Mera, Beatriz Mirkin, José Ojeda, Omar Perotti, Miguel Angel Pichetto, Guillermo Snopek, Rubén Uñac y Rodolfo Urtubey.

*Partido Justicialista La Pampa (2 senadores) Norma Haydée Durango y Daniel Aníbal Lovera. *Chubut Somos Todos (1 senador) Alfredo Luenzo. *Justicialista Chubut (1 senador) Mario Pais.

2) FpV-PJ (8 senadores) Cristina Fernández de Kirchner, Anabel Fernández Sagasti, Anal Almirón, Nancy González, Inés Pilatti Vergara, María de los Ángeles Sacnun, Ana María Ianni y Marcelo Fuentes.

3) Justicialista 8 de octubre (1 senador) Juan Carlos Romero.

4) Santa Fe Federal (1 senador) Carlos Alberto Reutemann.

5) Justicialista San Luis (2 senadores) Eugenia Catalfamo y Adolfo Rodríguez Saá.

6) Pares (1 senadora) María Cristina del Valle Fiore Viñuales.

Senadores de Cambienos: 24 senadores distribuidos en los siguientes “bloques”.

1) Interbloque Cambiemos* *Frente Provincial Pro (11 senadores) *Pro (9 senadores) Néstor Pedro Braillard Poccard, Esteban Bullrich, Alfredo De Angeli, Gladys González, Ernesto Félix Martínez, Federico Pinedo, Laura Rodríguez Machado, Humberto Schiavoni y Marta Varela. *Producción y Trabajo (1 senador) Roberto Basualdo. *Avanzar San Luis (1 senador) Claudio Poggi.

2) UCR (12 senadores) Inés Brizuela y Doria, Julio César Cleto Cobos, Eduardo Costa, Silvia Beatriz Elías de Pérez, Mario Fiad, Silvia Giacoppo, Juan Carlos Marino, Julio Martínez, Luis Petcoff Naidenoff, Angel Rozas, María Belén Tapia y Pamela Fernanda Verasay.

3) Frente Cívico y Social de Catamarca (1 senador) Oscar Aníbal Castillo.

Otros “bloques” 10 senadores

Movimiento Popular Fueguino (1 senador) Miriam Ruth Boyadjian. Movimiento Popular Neuquino (2 senadores) Carmen Lucila Crexell y Guillermo Juan Pereyra.

Misiones (2 senadores) Maurice Closs y Magdalena “Maggie” Solari.

Frente Cívico por Santiago (2 senadoras) Ada Rosa del Valle Itúrrez de Cappellini y Blanca Felisa Porcel de Ricovelli.

Frente Popular (1 senador) Gerardo Montenegro.

Río – Frente Progresista (1 senadora) María Magdalena Odarda. Proyecto Sur (1 senador) Fernando “Pino” Solanas.

La matrix en la escuela // Silvia Duschatzky

Con la ayuda de una app el gobierno saldrá a buscar a los que abandonen la escuela. Así titulan los diarios la última novedad educativa. Será una herramienta online para los preceptores de los colegios y funciona en cualquier tipo de dispositivo, como móviles o PC de escritorio. La advertencia se disparará cada vez que un estudiante falte tres veces en una semana sin justificación.

En esta nota dejaré de lado la discusión específica en torno a la problemática del mal llamado abandono escolar y me centraré en la inauguración de un nuevo lenguaje cuyos efectos se dejarán sentir en el borramiento sigiloso y estridente al mismo tiempo de la sensibilidad. Un software reemplazará la proximidad inquietante con lo que nos acontece en la escuela y nos ahorrará el trabajo de la pregunta y el tanteo en la ambigüedad.

¿Son los pibes los que abandonan la escuela o es la “escuela” la que abandona?. Un programa computacional calmará la ansiedad de lo que se nos escapa. De ahora en más no será necesaria la experimentación, ni las charlas entre maestros, ni el trabajo en torno de la perplejidad, ni las apuestas, ni la lectura de los fracasos, ni los pequeños gestos.

No son los cuerpos los que activan sus sentidos frente a los choques con lo real sino un programa el que dará la señal de alerta.

La nueva APP anula todo combate en torno de lo que hace sentido en la escuela. La “neolengua” (término que acuña Orwell en su novela 1984) avanza inoculándose en cada célula adormeciendo las sensaciones y las preguntas. ¿Cómo estamos viviendo?. ¿Qué universo de relaciones gestamos con los pibes y pibas que aunque intermitentemente circulan por la escuela? . ¿Qué pasa entre ellos y nosotros? ¿qué les (nos) pasa cuando estamos expuestos a los avatares del mundo?. ¿Dónde se deja advertir el malestar, las resistencias, los repliegues, las ebulliciones vitales? ¿De qué fugan?. ¿Cómo pensar en la escuela, con los pibes, con nuestros compañeros, eso que vivimos, nos desborda y nos arroja a toda clase de pruebas?

La App carga con un espíritu “innovador”. Lo curioso es que este impulso de cambio no está en lo que anuncia, sino en la penetración de un muevo lenguaje de automatización de las relaciones educativas. No habría problemas que rozan sensibilidades y abren su “solución” en los desplazamientos de las maneras de existir, sino riesgos a ser conjurados mediante las incontrovertibles planillas de cálculo.

Orwell en 1984 describía el funcionamiento de un nuevo diccionario del Ministerio de la Verdad . Su objetivo era evitar el “crimental” o el crimen de pensar cualquier diferencia a los modos standarizados de vida. Limitar la ambigüedad y la afectividad que hace al lenguaje . Que no haya más que una palabra que lo describa todo, o ninguna opacidad significante. Pero no sólo Orwell, también Huxley exponía los artilugios de Un mundo feliz. Sólo un gramo de soma, escribe , cura diez sentimientos meláncolicos.

¿Será esta nueva APP equivalente al soma?. ¿La hipertecnificación de las vidas la nueva aspiración de orden y felicidad? ¿Cuántas aplicaciones, softwares, deberemos consumir para aplanar una inquietud que no se conjuga con un sistema de símbolos y reglas precisamente definidos y especificados?

La “neolengua” nos somete a un nuevo Dios inequívoco, obsesionado por las puntuaciones. ¿Podrá la memoria computacional capturar los índices que expresan el universo afectivo de los pibes y pibas que habitan los barrios del conurbano?.

La advertencia se disparará , reza el instructivo de la nueva aplicación. La “neolengua” procesa el problema como peligro o en verdad borra toda dimensión problemática en pos de la detección de cualquier interferencia a la matrix del orden.

La señal llegará al director de la escuela y a las autoridades, y disparará un procedimiento tendiente a evitar que esas faltas sean el primer paso del abandono escolar. Cuando esto ocurra, un asistente social buscará al chico en la casa para relevar los motivos de la falta. En el hogar, determinará si la causa se trata de un problema netamente pedagógico o más complejo.

Y entonces una tropa de especialistas tomará en sus manos los casos “problemáticos” y procederá. El universo de vidas, ahora devenido byte, será destinado a un programa de atención según marque el código de clasificación de déficits: adicciones, dificultades pedagógicas, violencia, etc.

Los novedosos registros pasarán a ser la única verdad. La incomodidad, la ambivalencia, la afectividad, las errancias se evaporarán del engranaje de un sistema de simples alternativas binarias.

No habrá lugar para la duda, la pregunta, la experimentación, la ignorancia, la invención. En este nuevo universo pedagógico sólo cabe la alerta, la amenaza y las intervenciones modelizantes, cuando no vigilantes y aún coercitivas.

Lo que se presenta como “revolucionario” no hace más que superponerse al binarismo de una forma histórica de entendimiento del mundo, que regía la moral pedagógica. Pero ahora con un agravante. El borramiento de las disputas discursivas y el barrido de la sensibilidad.

No obstante, arriesgo una sospecha. Los pibes se las arreglarán para escapar al nuevo panóptico, los maestros continuarán agobiados y al mismo tiempo echando mano a sus tentativas artesanales.

El problema del “ abandono” escolar podría abrir una oportunidad en la escuela; sólo si tomamos lo que se le cuela a las viejas representaciones pedagógicas y a un lenguaje que hace de las vidas indefinidas “unidad mínima de información”.

 

Año nuevo // Antonio Gramsci

Cada mañana, cuando me despierto otra vez bajo el manto del cielo, siento que es, para mí, año nuevo. De ahí que odie esos año-nuevos de fecha fija que convierten la vida y el espíritu humano en un asunto comercial con sus consumos y su balance y previsión de gastos e ingresos de la vieja y nueva gestión.
Estos balances hacen perder el sentido de continuidad de la vida y del espíritu. Se acaba creyendo que de verdad entre un año y otro hay una solución de continuidad y que empieza una nueva historia, y se hacen buenos propósitos y se lamentan los despropósitos, etc., etc. Es un mal propio de las fechas. Dicen que la cronología es la osamenta de la historia; puede ser. Pero también conviene reconocer que son cuatro o cinco las fechas fundamentales, que toda persona tiene bien presente en su cerebro, que han representado malas pasadas. También están los año-nuevos. El año nuevo de la historia romana, o el de la Edad Media, o el de la Edad Moderna.
Y se han vuelto tan presentes que a veces nos sorprendemos a nosotros mismos pensando que la vida en Italia empezó en el año 752, y que 1192 y 1490 son como unas montañas que la humanidad superó de repente para encontrarse en un nuevo mundo, para entrar en una nueva vida. Así la fecha se convierte en una molestia, un parapeto que impide ver que la historia sigue desarrollándose siguiendo una misma línea fundamental, sin bruscas paradas, como cuando en el cinematógrafo se rompe la película y se da un intervalo de luz cegadora.
Por eso odio el año nuevo. Quiero que cada mañana sea para mi año nuevo. Cada día quiero echar cuentas conmigo mismo, y renovarme cada día. Ningún día previamente establecido para el descanso. Las paradas las escojo yo mismo, cuando me siente borracho de vida intensa y quiera sumergirme en la animalidad para regresar con más vigor.
Ningún disfraz espiritual. Cada hora de mi vida quisiera que fuera nueva, aunque ligada a las pasadas. Ningún día de jolgorio en verso obligado, colectivo, a compartir con extraños que no me interesan. Porque han festejado los nombres de nuestros abuelos, etc., ¿deberíamos también nosotros querer festejar? Todo esto da náuseas.
Espero el socialismo también por esta razón. Porque arrojará al estercolero todas estas fechas que ya no tienen ninguna resonancia en nuestro espíritu, y si el socialismo crea nuevas fechas, al menos serán las nuestras y no aquellas que debemos aceptar sin beneficio de inventario de nuestros necios antepasados.

Publicado originalmente el 1º de enero de 1916 en el periódico “Avanti!

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