Anarquía Coronada

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Entrevista a Rita Segato en la Facultad Libre

Rita Segato es una de las voces más agudas del presente para dar la batalla contra la violencia sobre las mujeres. De intensa trayectoria dada en el cruce entre territorio, investigación y cuerpo, ha sido pionera en plantear la necesidad de abordar en profundidad los componentes expresivos que la violencia corporal de la sociedad patriarcal intercambia como ‘código’ o ‘mensaje’: la ‘escritura en el cuerpo’ que deja una cicatriz social como signo para la dominación.
Segato ha venido desarrollando el concepto de ‘Pedagogías de la crueldad’, en los últimos tiempos, para hablar de la violencia que se da sobre el cuerpo de las mujeres en nuestros territorios latinoamericanos, para incorporar el componente expresivo que enmarca dichas violencias en tramas sociales, simbólicas y culturales que le otorgan ‘legitimidad’ y, por lo tanto, una impunidad institucional alarmante. Sus aportes teóricos vienen siendo una usina reflexiva decisiva para visibilizar las lógicas de la dominación masculina, como también un faro incisivo para establecer nuevas estrategias y discursos sensibles.
Reconocida en toda América Latina -referencia ineludible en México, Brasil y Argentina- y Europa, viene a Rosario para dictar un seminario de tres días en la Facultad Libre, con entrada libre y gratuita, en lo que creemos será una apuesta para seguir urdiendo nuestra conjura.

Clinämen: ¿Cómo entender lo que sucede en Brasil?

Conversamos sobre actualidad y coyuntura política en Brasil con el sociólogo brasileño Igor Peres. ¿Es el inpeachment un «golpe»? La denuncia de corrupción y la moralidad de la opinión política. Las manifestaciones sociales en las calles: 2013, 2015, 2016. ¿Qué aprender de las izquierdas? Conocimiento técnico e imaginación política.

La temporalidad de la lucha social en el fin de ciclo “progresista” en América latina // Verónica Gago y Diego Sztulwark


Más allá del fin de ciclo

Cuando el pensamiento político se despega, por la fuerza de los hechos, de la pulsión de la revuelta e intenta asimilar sólo analíticamente las razones del declive, se arriesga a caer en una percepción estrechamente historicista: capaz de dar cuenta de las condiciones históricas de los fenómenos que le preocupan pero inepta para comprender qué sucede con las subjetividades –con las prácticas y pensamientos– que permanecen dispuestas a romper con los consensos de época, para ir más allá de ella. De allí que el mayor desafío intelectual del momento sea aproximarse al complejo juego de mutaciones que experimenta la región latinoamericana sin ceder a los llamados al orden y a la normalización que invisibilizan el acumulado de redes de resistencia presentes en su heterogéneo territorio.
Tras una década larga de sucesivas crisis sociales y la renovación “progresista” en los elencos gubernamentales en varios países del continente, hoy se habla –desde distintas perspectivas- de un fin de época o cierre de ciclo, vinculado al fin de los mandatos de tales gobiernos o al hecho de que éstos subsisten ya sin poder desplegar los elementos que permitieron, en su momento, caracterizarlos como progresistas o populares, evidenciando la precarización de los dispositivos de inclusión social que pusieron en juego.
En efecto, los acontecimientos empujan a una lectura en tal sentido. Las últimas elecciones en Argentina y Venezuela han acelerado la dinámica que ya habíamos advertido en las elecciones presidenciales de Brasil: la constitución de un bloque político íntegramente conservador, de tipo empresarial-securitista, que ensaya una nueva articulación del paisaje configurado durante el período de los gobiernos que llegaron al poder tras intensas revueltas populares.
Y sin embargo la imagen de un “fin de ciclo” no resulta del todo conveniente1, porque busca pensar el proceso regional en términos de un puro cierre a nivel de los gobiernos, sin considerar el carácter hojaldrado de la realidad política sudamericana: es decir, la pluralidad de dimensiones en las que se juegan tanto continuidades como discontinuidades que remiten a lógicas más profundas que las referidas por el sistema político. Para tener en cuenta estas heterogeneidades, resaltan tres niveles. Primero, regional: la experiencia de la última larga década de gobiernos que intentaron desplegar una voluntad política no-neoliberal nunca llegó a dominar al conjunto de la región; y a la inversa: sobre todo a nivel de la articulación entre las finanzas y lo social se produce un conjunto de continuidades que se vuelven opacas cuando se absolutiza la división entre gobiernos progresistas y conservadores. Segundo, a nivel nacional: cada una de estas experiencias necesita ser considerada a nivel subregional y sobre todo a niveles nacionales evidentes, dado que allí se juegan diferencias históricas fundamentales. Tercero, a nivel de las secuencias temporales: se simplifica demasiado cuando se acepta periodizar a partir de la consideración exclusiva de la duración de determinados gobiernos –los de signo “progresista”, por ejemplo– en detrimento de otras temporalidades que determinan el juego político y que, a la larga, son vitales para considerar complejamente los procesos en marcha.
Lo que más nos interesa, en este sentido, es reabrir la problematización de las prácticas populares y su relación con un horizonte de conflictividades y luchas que se disuelven como perspectiva en los análisis que ahora sólo entienden las derrotas electorales de modo moralizador (con argumentos progresistas paternalistas, i.e.: “los pobres no reconocen los beneficios que obtuvieron”) o simplemente de fatalismo corporativo (lamentando que la autonomía de la política finalmente no puede contra poderes fácticos como los medios de comunicación, las empresas, etc.).
Desde nuestra perspectiva, este tipo de análisis muestra el último efecto retórico de la teoría de Laclau: una década de pedagogía machacona sobre el carácter discursivo de la política y la noción de pueblo constituida sobre la falta lacaniana no sólo inocularon abstracción en la práctica política, sino que también condujeron al desconcierto cuando el ‘significante flotante’ resultó hegemonizado desde la derecha. La derrota política revela así el carácter aéreo y perezoso de la maniobra teórica del populismo frente a la materialidad compleja y abigarrada de lo popular actual.
Neodesarrollismo y neoliberalismo
En el periodo de mayor apertura y experimentación de estos gobiernos, esto es, a la salida de crisis del modelo neoliberal de los años 90 protagonizada por una serie diversa de movimientos sociales, los discursos oficiales adquirieron un empuje y una capacidad de cuestionamiento notable respecto del llamado ciclo previo caracterizado primero por dictaduras militares represivas y luego por gobiernos democráticos forzados a aplicar las recetas del “consenso de Washington” (apertura de importaciones, endeudamiento, ajuste económico, privatizaciones).
Emergió así una nueva voluntad política de tonalidad neodesarrollista, apoyada en una retórica de crecimiento con inclusión social, que incluso motivó un debate sobre su carácter “postneoliberal”. En los hechos, esa voluntad combinó un proceso de concentración de la decisión política con una porosidad oscilante a la participación de fuerzas populares, y su vocación neodesarrollista se mixturó con tres tendencias perdurables: 1) la inserción de tipo neo-extractiva en el mercado mundial; 2) unas micropolíticas organizadas en torno a las condiciones neoliberales del lazo social; y 3) una hegemonía nunca del todo revertida y especialmente relanzada del sector financiero en el modo de acumulación.
Desde la perspectiva de las luchas de los últimos años se alcanza a vislumbrar cómo neodesarrollismo y neoliberalismo están lejos de excluirse mutuamente al modo de un binarismo simple -como tal vez lo fuera en el pasado. Al contrario, estos años hemos visto funcionar verdaderas zonas de indiscernibilidad e incluso complementariedad, en las cuales elementos de ambas racionalidades se entremezclan en proporciones variables. Estas transacciones ocurren frente a cierto desconocimiento voluntarista por el cual se niega la persistencia de condiciones neoliberales (reduciendo al neoliberalismo a su definición “desde arriba”), como en todo aquello que en el orden desarrollista acaba impulsando y constituyendo las premisas de un relanzamiento de la razón neoliberal.
Sobre la base de esta coexistencia se hacen perceptibles tanto los cortes respecto de los discursos clásicamente neoliberales de los años 90, como su readecuación, a partir de un mestizaje de figuras (económicas, estatales, subjetivas) que antaño se presentaban a sí mismas como una alternativa frente a la hegemonía de los mercados y las finanzas.
Un campo particularmente notable para pensar esta mixtura es la expansión del consumo, y especialmente del consumo popular, inextricablemente ligado al subsidio estatal y las políticas sociales, a los dispositivos de endeudamiento y a nuevas violencias. Al no modificar la estructura de la propiedad de los modos de producción ni las imágenes de felicidad que el consumo viabiliza y cuya confección se corresponde con los centros de poder de los países centrales del capitalismo global, el fenómeno de inclusión por acceso al consumo (que sustituye históricamente a la experiencia de inclusión vía salario) se sostiene en la capacidad del estado de pactar con el capital rentístico –financiero y exportador– un orden de cosas en el cual una parte de esa renta es capturada por el estado para alentar la circulación monetaria y un tipo de consumo basado en bienes no durables.
La violencia emparentada al tipo de consumo que así se alienta tiene múltiples facetas y todas ellas muestran los límites de una cierta concepción de “inclusión social”:
1.        Imposibilidad de cuestionar el patrón neoextractivo que implica violencia estructural sobre comunidades, sobre el territorio, y sobre los parámetros de consumo de alimentos (como en este dossier lo señala Jorge Millones para el caso de Perú).
2.        Generalización del criterio por el cual todo territorio y todo vínculo es subsumible a la dinámica de valorización y de producción de renta (como lo señala el caso del etnodesarrollo como maquinaria financiera hacia las comunidades en Guatemala, analizado por Gladys Tzul).
3.        Dualización del estado: al lado de las funciones de regulación pública del estado democrático prolifera un “segundo” estado (como lo argumenta Rita Segato) que opera al interior de la dinámica rentística regulando ilegalmente el capital no declarado, las redes de narcotráfico y trata, y la producción de espacios de hiperexplotación laboral, trazando además una genealogía directa con las conformación históricamente patriarcal del Estado.
4.        La generalización de un paradigma de individuación que se torna intolerante con toda otra presencia que interrumpa el ideal de consumo, libre tránsito, comunicación fluida y estabilización del espacio privado (como lo muestran la multiplicación de linchamientos en varios países del continente).
5.        La proliferación del racismo, el clasismo y el sexismo por efecto de una introyección de las nociones de éxito y fracaso del universo neoliberal exacerbado a nivel micropolítico.
6.        La segmentación de espacios jerarquizados a partir de accesos diferenciales a la seguridad, que promueve una “guerra civil” por la defensa de la propiedad entre los barrios periféricos y las zonas ricas, pero también al interior de las zonas más populares.
7.        El incremento del uso de las fuerzas de seguridad públicas y privadas para constreñir a todos aquellos que bajo los efectos del estímulo a la realización vía consumo no tienen cómo efectivizar ese acceso de modo legal (ref. materiales IIEP).
8.        El aprovechamiento por parte del mundo empresarial de modos de vida y de trabajo sumergidos a partir de la estructura rentística de la acumulación para forzar modos de precarización/ultraexplotación (desde esta perspectiva puede leerse el análisis de Huáscar Salazar Lohman para la actualidad de Bolivia).
Un aspecto fundamental de este modo de pensar la inclusión por medio del consumo y las nuevas modalidades de violencia que involucra tiene que ver con los mecanismos de explotación financiera. Éstos están ligados a los dispositivos de deuda dirigidos a las clases populares, a través de la multiplicación de fuentes de crédito no-reguladas (a partir de lo cual las grandes entidades bancarias se desdoblan bajo procedimientos legales e ilegales), que funcionan como base y sostén de la dinámica de consumo.
Como venimos insinuando, la persistencia del neoliberalismo junto al ciclo de gobiernos progresistas es más visible cuando se pasa de una percepción polarizada a una percepción de ensamblajes. Es lo que sucede también con las dinámicas del llamado neoextrativismo. Lejos de desmentir al neodesarrollismo, ambas dinámicas se interpenetran y sostienen mutuamente. Nos interesa profundizar este enfoque para lograr extender la crítica del neoextractivismo y hacer de su racionalidad un modo de comprender más ampliamente la hegemonía de la apropiación rentística de la riqueza social. La racionalidad (la articulación de infraestructura técnica y financiera y la acumulación vía la producción global de renta) involucrada en las economías extractivas que abarca mucho más que los llamados recursos naturales ofrece la posibilidad de pensar la extracción como una operación más general del capital (como lo argumentan S. Mezzadra y B. Neilson, 2012 y 2015), un tipo de operatoria que vemos también funcionar en la forma rentística de apropiación del valor producido en las redes sociales y urbanas, es decir, como una de las formas prototípicas de concebir la explotación social (término que tiende a desaparecer en la crítica convencional y puramente ambientalista de los recursos naturales, como lo desarrollamos en Gago y Mezzadra, 2015).
A su vez, la extensión de la crítica al neo-extractivismo que proponemos contribuye a profundizar una comprensión menos culturalista del fenómeno llamado populismo, poniendo el eje en la condición de las masas urbanas no como subsidiadas sino como explotadas y contribuyendo, de este modo, a imaginar formas de articulación entre luchas “rurales” y “urbanas”.
De la analítica a la perspectiva de luchas
El desplazamiento analítico que intentamos pretende ligar con una perspectiva de movimientos y luchas que recorren el campo social. Esta convergencia tiene varios obstáculos en el campo del conocimiento. Uno de ellos es un tipo de politización voluntarista que subestima una y otra vez las dificultades y obstáculos en la formación de las fuerzas populares, desconfiando de las micropolíticas como retaguardia activa (para usar una expresión de Silvia Rivera Cusicanqui). Otro es el prestigio del cinismo y las descripciones puramente fetichizadas de las relaciones sociales que completan el trabajo de totalización abstracta y coherentizan al extremo el funcionamiento del capital.
El desafío que proponemos es sostener una práctica cartográfica activa, un mapeo de los conflictos y las tensiones que no pretenda simplificar ni escamotear los lenguajes y problemas que surgen en las propias luchas, tanto desde el punto de vista de la crítica que despliegan, como del modo en que se piensa un más allá de la situación actual. Sin embargo, esa cartografía tendrá fuerza en la medida en que problematice los modos de vida sin convertirse en una crítica moral o un idealismo nostálgico. Esto implica exponer el funcionamiento concreto de una infraestructura de bienestar popular: es decir, las capacidades de una producción y reproducción de lo social que sabe por momentos antagonizar y producir disputa por la decisión política y por momentos replegarse frente a violencias que no tiene cómo enfrentar.
Comienza tal vez aquí una nueva etapa de la investigación en torno a qué es y cómo funciona hoy lo popular, sobre las relaciones que suponemos entre lo popular y lo común, las variaciones de lo comunitario, sobre sus posibilidades de composición y sobre las chances que tienen de convertirse en afirmaciones concretas en la actual disputa por los modos de vida y contra su creciente explotación.
Sobre la investigación
Nuestra actividad investigativa de los últimos años ha intentado asumir la dinámica política descripta indagando sobre: 1) la reconstitución de modos de explotación laboral intensiva tanto en eslabones sumergidos de determinadas ramas productivas (como sucede por ejemplo en la agricultura, o en los talleres textiles en su mayoría a cargo de trabajadorxs migrantes); 2) como en las formas de explotación propiamente financieras (especialmente dirigidas a captar renta de los sectores populares y a intervenir sobre la disputa por la tierra); 3) las modalidades de una renovada pedagogía de la crueldad en las prisiones (ref. Yo no fui-IIEP); así como 4) las múltiples formas de territorialización de un nuevo conflicto social en tanto variables de una misma forma de valorización rentística que introduce violencia y que tiene sesgos contra-insurgentes a nivel continental.
En estas líneas de investigación que desarrollamos en Argentina pero en estrecha colaboración y co-investigación con colectivos de otros lugares de la región se pueden reconocer algunos rasgos de esta relación entre lo popular y lo común a la que hacíamos referencia. En efecto, esta relación deberá ser pensada a partir de experiencias de diversos países de América Latina como la resistencia al despojo de la riqueza social que ha puesto en marcha la persistente lucha anti minera de los últimos años en Perú (que Jorge Millones narra a partir del caso de las impugnaciones al Proyecto Conga); la disputa por la autonomía de usos y criterios por parte de comunidades que en Guatemala lidian con las microfinanzas (que Gladys Tzul problematiza); una nueva demarcación geopolítica respecto de los avances neodesarrollistas que en regiones de Bolivia, por ejemplo, alcanzan una profundidad que el neoliberalismo previo no había logrado (como sostiene Salazar); la caracterización de los fenómenos de violencia social a partir de rasgos patriarcales como motor persistente de una desafiante derecha política (como explica Segato).
Pretendemos, en definitiva, leer nuestro presente estallando los simplismos que todo lo dividen en términos de una escena unificante (apertura/cierre; éxito/fracaso) para rehabilitar la complejidad de la experiencia que lxs activistas de las luchas históricas de la región conocen bien: una micropolítica cotidiana trabajosa y poco eufórica que, sin embargo, se construye como espacio concreto de experimentación de procedimientos, formas de hacer, producir y valorar. Es en ese plano donde se confrontan las sinuosidades de una construcción que no tiene una planificación lineal de cómo esos acumulados históricos se transforman en contrapoderes. Sin embargo, es desde allí que surgen las percepciones de lo que se vuelve insoportable, de los modos de entretejer una resistencia y las acciones prácticas que vuelven a plantearse de modo situado qué es una eficacia política aquí y ahora.
Las finanzas como campo de batalla de la subjetividad
Elegimos conceptualizar esta trama latinoamericana a partir de una cierta indagación sobre el papel del capital financiero a partir no de su dinámica interna (y sus aspectos técnicos), sino de su conexión privilegiada con las subjetividades populares. Así planteado, este campo de investigaciones permite comprender de un modo no simplista –ni economicista, ni politicista– el proceso histórico llamado neoliberal, atendiendo tanto a la articulación del modo de acumulación de capital, como al mundo de estrategias en que se determinan dichas subjetividades populares.
Este vector de investigación que relaciona finanzas y procesos de constitución de subjetividades populares tal vez permita leer en términos de un continuo cambiante pero procesual la reconfiguración de subjetividades que antes eran catalogadas como excluidas y que ahora son interpeladas y convocadas, desde su vitalidad, para una nueva modalidad de explotación. Al tiempo que esa interpelación accede a este campo de batalla entre mundo popular y finanzas para replantear desde allí el problema de la igualdad como premisa, y no como promesa, como hace el paternalismo del progresismo y de cierta izquierda. Así, un enfoque de las finanzas como código de movilización capaz de generalizar un tipo de explotación cuya temporalidad se acomoda al deseo y a la estructura de la promesa por medio de una serie de aplazamientos que subordinan las posibilidades del aquí y ahora, nos permite comprender en inmanencia las reglas que rigen, y las contraconductas que surgen, en este campo de batalla. Y porque, finalmente, encontramos –retomando a Rita Segato- en esta captación de lo financiero el fundamento de nuevas soberanías, en el sentido que Deleuze advertía comentando a Foucault: que la formación de soberanía se define tanto por realizar “operaciones de extracción” (formas de explotación) como por “decidir sobre la muerte” (lo que cada vez más se desarrolla como una “necropolítica”).
Una cartografía de este tipo busca comprender al mismo tiempo las posibilidades autónomas de los atisbos de un vitalismo popular, como las estrategias concretas que puedan limitar los momentos más agresivos del poder explotador.
* Este artículo ha sido publicado en inglés en The South Atlantic Quarterly 115:3, July 2016 y en español en http://www.euronomade.info/

Referencias bibliográficas

AAVV (2015): Conversaciones ante la máquina. Para salir del consenso desarrollista, Tinta Limón, Buenos Aires.
Colectivo Juguetes Perdidos (2014), ¿Quién lleva la gorra?, Tinta Limón, Buenos Aires.
Deleuze, G. (2015): Curso Foucault. La subjetivación, Cactus, Buenos Aires.
Gago, Verónica (2014): La razón neoliberal. Economías barrocas y pragmática popular, Tinta Limón, Buenos Aires.
Gago, V. y Mezzadra, S. (2015): “Para una crítica de las operacionesextractivas del capital. Patrón de acumulación y luchas sociales en el tiempo de la financiarización”, en Nueva sociedad, 255 (enero-febrero 2015), pp. 38-52.
Gago, V., Picotto, D. y Sztulwark, D. (2014): “El intelectual orgánico o el cartógrafo (o ¿cómo discutimos el impasse de lo político radical en un frente común contra el neoliberalismo?)”, Youkali, revista crítica de las artes y el pensamiento nº 17, Madrid, diciembre de 2014 http://www.youkali.net/youkali17-2b-Gago.pdf
Gutiérrez, R. y Salazar Lohman, Huáscar (2015): “Reproducción comunitaria de la vida. Pensando la trans-formación social en el presente”, en revista El Apantle, Nº 1, Puebla, México.
IIEP. 2014. “Comprensión estratégica. Pistas para la investigación política en el nuevo conflicto social”, en http://www.iiep.com.ar/materiales.php y entrevista con José Luis Calegari (por Neka Jara y Diego Sztulwark) 2014, disponible en http://anarquiacoronada.blogspot.com.uy/2014/07/balance-politico-del-acampe-en-varela.html
Mezzadra, S. and Neilson, B. 2012. “Extraction, Logistics, Finance. Global Crisis and the Politics of Operations”, in Radical Philosophy, 178: 8-18.
Mezzadra, S. and Neilson, B. 2015. “Operations of Capital”, in South Atlantic Quaterly 114:1, Winter 2015, Duke University Press.
Revista Crisis y Céspedes, Martín. 2012. Toda esa sangre en el monte, disponible en https://www.google.com.uy/webhp?sourceid=chrome-instant&ion=1&espv=2&ie=UTF-8#q=toda%20esa%20sangre%20en%20el%20monte
Rivera Cusicanqui, Silvia. 2015. “Sobre la comunidad de afinidad y otras reflexiones para hacernos y pensarnos en un mundo otro”, en revista El Apantle, Nº 1, Puebla, México.
Segato, Rita. 2013. 2013. La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez (The Writing on the Body of the Murdered Women of Ciudad Juárez). Buenos Aires: Tinta Limón.
Yo No Fui. 2015. “La pedagogía de la crueldad sobre los cuerpos de las mujeres presas”, disponible en http://www.iiep.com.ar/materiales.php
1 Desde esta óptica politicista, se genera otro efecto: en la situación de Bolivia y Ecuador todo parecería depender de la capacidad de ambos gobiernos de lograr su re-elección indefinida (algo ya fracasado en el caso de Correa, y por verse en febrero en el caso de Morales), como único modo de sustraerse al “fin de ciclo”.

El goteo de una lluvia que ya se anuncia // Mariano Pacheco

Se realizó en Córdoba el Pre Encuentro de Prácticas Comunitarias en Salud
El Encuentro Nacional se realizará los días 25, 26 y 27 de noviembre en la Copi de Villa Carlos Paz. A continuación, un breve recorrido por el Pre Encuentro, realizado el pasado 13 de agosto en Córdoba capital.

El sábado 13 de agosto, delegaciones de profesionales y usuarios de la salud, estudiantes universitarios de distintas carreras, artistas, periodistas y personas interesadas en la temática comunitaria se reunieron en “La Casa del Joven”, situada a metros del Hospital Neuropsiquiátrico de Córdoba, para debatir e intercambiar experiencias y saberes en en torno a las prácticas comunitarias. Desde La Plata, Buenos Aires, Mendoza, Rosario y distintos rincones de Córdoba llegaron los asistentes a la capital provincial.
¿Qué entendemos por salud? ¿Qué entendemos por prácticas comunitarias? ¿Cómo nos posicionamos frente a las actuales políticas del Estado? fueron algunas de las preguntas en torno a las cuales se estructuró la jornada,que contó con una ronda-conversatorio de la que participaron con sus relatos, entre otras experiencias, las integrantes AMMAR-Córdoba; de la Asociación Civil Abracadabra; de La Chispa (programa radial del Hospital Neuropsiquiátrico de Córdoba); parteras de Agua de Oro; estudiantes de la carrera de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) organizadas en la agrupación Urdimbre; de la Red de Discapacidad e Inclusión y otros miembros de la Regional Buenos Aires del Encuentro Nacional de Prácticas Comunitarias en Salud (ENPCS).La tensión existente entre la legalidad y la legitimidad de ciertas prácticas comunitarias, el problema de las lógicas del consumo expandidas en al sociedad, la distancia cada más amplia que prima entre las prácticas y los discursos sociales y la necesidad de reconcpetualizar las prácticas fueron algunos de los temas planteados, junto con urgencia por seguir recreando lazos y gestando las condicones para que las mujeres, las personas trans y las denominadas “minorías, en general, puedan participar políticamente. También se insistió con fuerza en la necesidad de no des-ligar la salud de las emociones y la alimentación, así como de rediscutir las posibilidades de ccionar y pensar por fuera de la cuadrícula que impone el Estado, entre otras cosas, para salirse de la “normalidad-supuesta-salud”.
El fuego de Prometeo
Luego de un almuerzo, realizado especialmente por integrantes del proyecto “La olla que ComBoca” (un guiso con producción sana, realizado con verduras orgánicas por el cocinero Juan de la Cruz), la jornada continuó con un intercambio en torno a los debates presentes en el conversatorio de la mañana y luego siguió con una “mesa-debate” de la que participaron Vicente Zito Lema (poeta, dramaturgo, abogado, militante comprometido con las causas sociales y los derechos humanos), y el psicoanalista Héctor Fonoglio, Buenos Aires, y de Córdoba, el psicólogo comunitario Omar Barrault, Daniela Monje (doctora en Comunicación), Elba Mosso (doctora en Políticas de Salud Publica), y María Morillo (presidenta de la Asociación de Usuarios “Confluir”).
Entre otras cuestiones, el debate giró en torno a temas como lo enquistada que está la “lógica delegativa” en nuestras vidas y la reducción que realiza la lógica capitalista, a través d ellos gobiernos, de la vida misma a su mínima expresión. También se comentó sobre la necesidad de no separar la salud mental de la “orgánica” y de combatir los “corralitos” disciplinares promovidos por las lógicas hegemónicas de la academia. Para finalizar, Vicente Zito Lema, que por esos días cumplió “50 años defendiendo los derechos de las personas con padecimientos mentales”, como comentó en la mesa, rescató el “valor de eso” de las prácticas comunitarias frente al “valor de cambio” a la medicina hegemónica, que “transforma todo en un negocio, hasta lo más sagrado, como es nacer y morir”, dijo, en relación a los partos y los velorios/entierros, ampliamente privatizados. “Yo no creo en la razón del capitalismo sino en el delirio de querer cambiarlo”, afirmó Zito Lema, quien instó a los más jóvenes a “dudar menos”, porque -se preguntó- “¿quien sostendrá sino el fuego de Prometeo”. Por último, el reconocido intelectual crítico alentó a los presentes diciendo: “nuestras resistencias  son como el goteo de una lluvia que ya se anuncia”
Inscripciones
Este año el Encuentro Nacional de Prácticas Comunitarias en Salud se realizará en la provincia de Córdoba.  El evento se desarrollará los días 25, 26 y 27 de noviembre en la Copi de Villa Carlos Paz. Para personas interesadas en asistir y en exponer trabajos, ya pueden inscribirse ingresando sus datos al formulario que encontrarán en el siguiente sitio web: http://saludcomunitaria.net/2016/09/02/formulario-inscripcion-encuentro-2016/

Clinämen: Ante el «fin de ciclo», la temporalidad múltiple de lo político

 

Conversamos sobre el carácter plural de la temporalidad política de la coyuntura argentina y regional, borrada una y otra vez con la expresión «fin de ciclo». El tiempo de los gobiernos y el tiempo de las luchas. La multiplicidad espacio-temporal de los momentos políticos. Imaginarios populares ni neoliberales ni neodesarrollistas. Abrir la mirada, disputar a la derecha la imaginación política.

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Entrevista a Giorgio Agamben: «Europa debe colapsar»


Frecuentemente se te ha acusado de criticar a Europa como una asociación meramente económica. Mientras tanto, todo apunta a que has estado en lo cierto: durante la crisis griega se ha discutido exclusivamente sobre dinero. ¿Cómo evalúas el drama griego? ¿Europa se va a romper en dos mitades?
Una Europa como la que yo quiero sólo podría darse cuando la «Europa» realmente existente colapse. Es por esto que Grecia podría —incluso si ha sido amargamente decepcionada por sus líderes políticos— jugar un rol totalmente decisivo. Hablaste de escisión: pero en el caso de que Grecia realmente abandonara la Unión Europea, la verdadera Europa estaría en Atenas, no en Bruselas, donde —algo que la mayoría de los europeos parece no saber— todas las decisiones son tomadas por comisiones, compuestas en gran parte por representantes de la gran industria de su respectivo sector económico. Antes que nada hay que hacer frente a la mentira de que este acuerdo entre Estados que se hace llamar Constitución sea la única Europa pensable, de que este lobby institucionalizado sin ideas ni porvenir que se ha consagrado a la más lúgubre de todas las religiones, la religión del dinero, sea el heredero legítimo del espíritu europeo.
 ¿Tiene para ti un significado simbólico que la crisis suceda precisamente en Atenas? Heidegger probablemente habría dicho que en Atenas se ha consumado un «camino occidental». ¿Qué significado más profundo se esconde detrás de la crisis del dinero?
No debe pasarse por alto que la importancia de la crisis radica más allá del marco económico. Si la reducimos a sus aspectos económicos, corremos el riesgo de perder de vista lo esencial. Porque la verdadera pregunta es: ¿qué hay detrás del dominio global del paradigma económico? ¿Cuáles son los fundamentos más profundos de la suplantación de la política por la economía? Nos enfrentamos a un problema que, más allá de los intereses particulares de accionistas y banqueros, marca un momento decisivo no sólo en la historia de Europa, sino también del género humano como tal. La debilidad de la tradición marxista consiste precisamente en haberse limitado a un análisis económico. Las fuerzas históricas —política, religión, arte y filosofía— que hasta la Primera Guerra Mundial dirigían los destinos de Occidente, ya no son capaces de movilizar a los pueblos de Europa hacia metas específicas. Sí, el propio concepto de «pueblo» ha perdido su significado, y las poblaciones que tomaron su lugar no tienen la menor intención de asumir una tarea histórica de ningún tipo; y tal vez esté bien que así sea, si recordamos las tareas a las que los pueblos de los siglos XIX y XX estaban asignados. Éste es el contexto que da pie a la actual hegemonía de lo económico. Dada la ausencia de tareas históricas, la vida biológica ha sido declarada como la última misión política de Occidente. Se muestra así que el dominio del paradigma económico va acompañado de aquello que desde Foucault se llama usualmente biopolítica: la gestión de la vida como una tarea eminentemente política. Pero la vida misma es un concepto genérico vacío que, como Ivan Illich mostró, puede designar tanto un espermatozoide como una persona, un perro o una abeja, un embrión o una célula. Así pues, la economía conduce o bien a ninguna parte, o bien, como muestra la historia de los totalitarismos del siglo XX y la actual ideología dominante del crecimiento económico ilimitado, a la destrucción de la vida, que ella ha capturado.
Si bien es cierto que la economía no lleva a nada y tampoco sirve para nada, ¿no se debería entonces girar completamente la línea de pensamiento y preguntarse en qué medida la crisis económica se remonta a una crisis espiritual y metafísica, o como mínimo a una crisis de la cultura europea?
Yo no he dicho que la economía no sirva para nada. Todo lo contrario: es absolutamente útil, puro servicio, mera utilidad. Con ella, la vida humana ingresa en la esfera de los objetos de uso cotidiano y de las herramientas. En conjunto con la tecnología, sustituyó a los esclavos, las «herramientas vivas» de la antigüedad. Lo que quiero decir es que la economía en cuanto tal no puede saber ni decidir los propósitos a los que debe servir. Se comporta igual que la crisis, de la que tanto se ha hablado. Recuerdo, no por primera vez, que la palabra griega crisissignifica «juicio» o «decisión». En la tradición médica señala el momento en que el médico debe decidir si el enfermo permanecerá con vida o morirá, y en la tradición teológica el momento del Juicio Final. Hoy la crisis devenida cotidiana e indefinida decide únicamente su propia duración, el aplazamiento de cada decisión inapelable. Es como si el siervo que se convirtió en señor no supiera para qué podría servir, a no ser que para el incremento ilimitado del servicio y la servidumbre. Es la situación paradójica de una herramienta obligada a decidir a qué debe servir y se decide por servirse a sí misma. Walter Benjamin que hablaba sobre el capitalismo como una religión ya sabía que en este «servicio» incondicional yace algo religioso. En nombre de este «servicio» precisamente pseudorreligioso se pretende, como en el caso de Grecia, prescribir a la gente cómo debe vivir. En este sentido puede decirse que la crisis no es simplemente económica. La importancia de la filosofía —prefiero esta palabra a metafísica— radica en ello, en enfrentarse a la humanización del humano. La antropogénesis, la humanización del animal, no ha tenido lugar de una vez y por todas en un pasado lejano; es un acontecimiento que sucede continuamente, un proceso inacabado en el que se decide si el humano seguirá siendo o no humano, o mejor dicho, si lo será de nuevo. El pensamiento es antes que nada el recuerdo de este acontecimiento, su repetición. En él se trata de la humanidad o la inhumanidad del humano, algo de lo que los economistas y los expertos en finanzas no se hacen ninguna idea.
¿Son todos presagios de un inminente hundimiento o de un periodo tardío decadente, eso que podría ser el principio del fin del mundo occidental?
Si he dicho que Occidente se encuentra hoy en una situación epocal en la que las fuerzas que han dado forma a su historia parecen haber llegado a su fin, con eso no me refería a que esas fuerzas hayan muerto. Las ideas habituales sobre este tema deben ser invertidas. Algo se convierte en realmente actual y útil cuando se ha desgastado. Sólo así se muestra en toda su plenitud y verdad. Puede ser que la política, la religión, el arte y la filosofía hayan llegado al final de su desarrollo histórico, pero, en la medida en que podamos sacar una nueva vida de la totalidad de su historia, no están muertos. No vivimos en una época poshistórica, en la que ya nada pueda o deba acontecer. Más bien vivimos en un tiempo en el que todo puede suceder, en el que está en juego nada menos que la recapitulación de todas las posibilidades históricas de Occidente. La humanidad no ve ante sí sólo un futuro paralizador que ya no tiene nada que ofrecerle, sino que también puede mirar hacia atrás en la totalidad de su pasado, lo que le abre la posibilidad de hacer un nuevo uso de lo acontecido o vivir por primera vez lo que había permanecido como no vivido. Teniendo en cuenta el interés de los poderes dominantes por acumular el pasado en los museos y deshacerse de su legado espiritual, cualquier intento de establecer una relación vital con el pasado es un acto revolucionario. Por esto creo, con Michel Foucault, que la arqueología —a diferencia de la investigación sobre el futuro, que por definición está al servicio del poder— es principalmente una práctica política. El futuro de Europa es su pasado; aunque bajo la condición de que esté a su altura
Lo occidental, es decir, la filosofía con una fe implícita en el progreso, quiere, como regla general, superar el pasado. Nos sentimos a menudo superiores a nuestros antepasados porque hemos escapado de todos los posibles horrores del pasado, de la sociedad esclavista, del absolutismo, del racismo, del eurocentrismo, del trabajo infantil, de la opresión de la mujer, y así sucesivamente. En siglos anteriores, por ejemplo, yo difícilmente habría tenido la ocasión de mantener una conversación contigo. ¿Qué tesoros olvidados del pasado recuerdas cuando dices que el futuro de Europa yace en su pasado?
Aquí hay un auténtico malentendido. Lo que yo llamo relación viva con el pasado me interesa sólo en la medida en que posibilita un acceso al presente. Michel Foucault dijo una vez que sus investigaciones históricas no son más que la sombra de su interrogación del presente proyectada sobre el pasado. Comparto totalmente ese punto de vista. El presente nunca lo podemos asir, siempre se nos escapa. Por eso la contemporaneidad es lo más difícil, porque sólo es verdaderamente contemporáneo —como ya Nietzsche sabía— lo intempestivo. Seguramente conoces la tesis de Walter Benjamin que dice que el presente no existe como un punto aislado dentro de un continuum temporal, sino en una constelación con un momento del pasado. De ello se sigue que la relación con el pasado no representa sólo un problema individual-psicológico, sino también político-colectivo. Cada decisión sobre el presente, ya sea en la vida individual o colectiva, presupone la relación con un momento del pasado, con el que el presente debe arreglar cuentas. Sin esta constelación crítica no hay acceso al presente, que permanece impenetrable porque, como el discurso del poder incesantemente intenta hacernos creer, se reduce a una colección de hechos y cifras, que debe ser aceptado sin discusión. Por lo tanto, estoy convencido de que sólo la arqueología nos permite el acceso al presente, pues ella busca los orígenes de su curso, y está tras las huellas de la sombra que el presente proyecta en el pasado.
Esto suena bastante complicado: el pasado, que habría de ser reanimado para nosotros, ¿no existe en absoluto como tal?
Cuando hablo del pasado no me refiero ni a un origen atemporal ni a algo que ha sucedido irreversiblemente y que representa una sucesión de hechos irrevocables, que existen para ser coleccionados y almacenados en archivos. Entiendo por pasado más bien algo que aún está por venir y que debe ser arrancado a la concepción dominante de la historia, de modo que pueda acontecer. Si me ocupé de la genealogía del estado de excepción, fue, por consiguiente, porque quería comprender lo que sucedía a mi alrededor; cuando estudié las reglas de las órdenes monásticas, fue, por consiguiente, porque me parecían abrir la posibilidad de una praxis política venidera. Por cierto, debo confesar que estoy completamente en desacuerdo cuando dices: «lo occidental, es decir, la filosofía con una fe implícita en el progreso». No conozco a ningún filósofo digno de mención que se haya considerado a sí mismo progresista. Cualquier historiador informado sabe que la ideología progresista no es otra cosa que uno de los dos lados —la mano izquierda por así decirlo— de la ideología capitalista, cuya agonía presenciamos. Coincide fatalmente con su expresión más absurda y temible: la idea de un crecimiento infinito del proceso de producción.
Tratemos de concretar la idea de que el futuro de Europa yace en su pasado, a través de tu ejemplo de la vida monástica. ¿El modo de vida franciscano puede ser un modelo para la agotada Europa? ¿La solución está en el ideal cristiano de pobreza?
Para decirlo de nuevo, no se trata de un retorno al ideal franciscano tal como existió, sino de usarlo según nuevos modos. En realidad, mi interés por el monaquismo despertó del hecho de que a menudo gente perteneciente a la capa más acaudalada y formada, como fue el caso con Basilio el Grande, Benito de Nursia, el fundador de la orden benedictina, y más tarde fue el caso de Francisco, tomaron la decisión de salir de la sociedad en la que hasta entonces vivían para fundar una convivialidad radicalmente diferente o, lo que es para mí lo mismo, una política radicalmente diferente. Esto ocurrió simultáneamente con la decadencia y caída del Imperio romano. Lo destacable de esto es que estas personas no acudieron a la idea de reformar o corregir el Estado en el que vivían, es decir, tomar el poder para transformarlo. Simplemente le dieron la espalda.
Como los que desertan y lo abandonan todo hoy, quienes se retiran al campo y cultivan hortalizas…
Veo aquí una cierta analogía con la situación actual. Estamos acostumbrados a comprender la transformación política radical como la consecuencia de una revolución más o menos violenta: un nuevo sujeto político, que desde la Revolución Francesa se llama poder constitutivo o, mejor dicho, constituyente, destruye el orden político-jurídico existente y funda un nuevo poder constituido, o mejor dicho, instituido. Creo que ha llegado el momento de abandonar este modelo obsoleto para orientar nuestro pensamiento hacia algo que se podría llamar «destituyente» o mejor dicho, «potencia destituyente», es decir, hacia una fuerza que no pueda adquirir completamente la forma de un poder constituido. El poder constituyente corresponde a revoluciones, levantamientos y nuevas constituciones, es una violencia que funda un nuevo derecho. Para la potencia destituyente debería idearse una estrategia completamente diferente, cuya determinación más íntima tiene que realizar una política que viene. Si el poder es derrocado únicamente por la violencia constituyente, se desencadena inevitablemente la ininterrumpida dialéctica, sin fin y sin salida, de poder constituyente y poder constituido, poder instaurador de derecho y poder conservador de derecho, y lo reproduce de otra forma.
¿Sería entonces conveniente desarrollar una estrategia de retirada y de fuga de la modernidad?
Creo que, de hecho, el modelo de la lucha que ha paralizado el imaginario político de la modernidad debería ser sustituido por un modelo de la salida. Esto, me parece, se ha vuelto particularmente evidente en Grecia. Syriza tuvo que capitular porque se embarcó en una batalla perdida y rechazó el único camino viable: la salida de Europa. Por supuesto esto también vale para la existencia individual. Kafka repite esto incansablemente: no busques la lucha, encuentra una salida. Evidentemente, el modelo fáustico de la lucha está íntimamente vinculado al modelo capitalista del incremento de la productividad. Lo que me interesó especialmente del fenómeno de las órdenes monásticas fue el surgimiento de una forma de vida que implicaba una política de fuga y retirada. El Imperio se derrumbó, y las órdenes monásticas persistieron y conservaron para nosotros un legado cuya transmisión no pudieron seguirse permitiendo las instituciones estatales, al igual que en nuestros días las escuelas y las universidades europeas están siendo desmontadas masivamente. Veo también algo que se aproxima a nosotros. Naturalmente requiere su tiempo. Pero ya hoy este modelo se practica más o menos abiertamente por la gente joven. Tan sólo en Italia deben de haber más de trescientas comunidades de este tipo. Se me objetará que lo que abrió la posibilidad del monaquismo era la fe, que ciertamente falta hoy. Eso es a lo que Heidegger debió de haberse referido cuando dijo en la entrevista del Spiegel aquella frase invariablemente malentendida: «Sólo un dios puede salvarnos». Pero, ¿qué es la fe? No cabe la menor duda de que hoy en día ninguna persona inteligente sigue estando dispuesta a creer en las instituciones, la Iglesia incluida, y en los valores existentes, sobre todo porque estos últimos pueden ser reducidos al euro, como muy bien podemos ver en Europa. La palabra griega para «fe» que se emplea en el Nuevo Testamento,pistis, significa originariamente crédito, y el dinero no es otra cosa que un título de crédito. Aunque este título se basa —sobre todo desde que Nixon derogó el patrón oro del dólar— en nada. Las democracias europeas, que se hacen llamar seculares, se basan en una forma vacía de fe. Lo que hoy se conoce con aquella aparentemente venerable palabra, Europa, se basa en una nada. Sin embargo, un crédito expedido sobre la nada no puede durar eternamente. De los franciscanos me interesaba no tanto la pobreza, sino el modo en que ellos daban más importancia al uso que a la propiedad. El concepto de uso se encuentra también en el centro de mi último libro, El uso de los cuerpos. Para inventar una forma de vida que no esté fundada en la acción y la propiedad, sino en el uso; otra de esas tareas que tendría que ser asumida por una política que viene.
Hace algunos años presentaste la propuesta de desempolvar algo de la vida política de Europa, lo que el filósofo francés Alexandre Kojève llamaba «el Imperio latino». Detrás de ello se esconde una idea geofilosófica de pueblo mediterráneo y de pensamiento mediterráneo, que también inspiró a Paul Valéry, Albert Camus y muchos otros. Lo que ahora dices sobre nuevas formas de vida que no están fundadas en la propiedad me recuerda a una utopía mediterránea, en la que la moderación y la humildad estaban en el centro. ¿Es el pensamiento mediterráneo el camino deseado para Europa? ¿O el intento de retirarse de la sociedad del crecimiento sigue siendo sólo un sueño para poetas y un par de comunidades marginales?
Entiendo lo que quieres decir, pero prescindiría de formulaciones como «pensamiento mediterráneo», que me parece permanecen en la vaguedad. Cuando en la lingüística no se puede aclarar manifiestamente la etimología de una palabra indoeuropea o, como se dice en Alemania, «indogermana», se remite por lo general a un «sustrato mediterráneo». Éste se podría equiparar a una gran X, porque no se sabe prácticamente nada sobre este idioma. Lo que se puede decir, por otra parte —sin tener que caer en vaguedades—, es que, por razones históricas complejas pero comprensibles, el modo de producción capitalista que empezó a prevalecer desde la Revolución Industrial, se encontró con obstáculos y resistencias en los campos del área mediterránea. Aquí estaba aún intacto, más o menos, aquello que Ivan Illich llamaba el dominio vernáculo, es decir, los bienes que no se compran en el mercado sino que son producidos por cada familia. El capitalismo, por otra parte, requiere de cada individuo su total dependencia del mercado. Como es sabido, hoy en día no hay nada que no pueda ser comprado en el mercado. Entonces, para responder a tu pregunta: la continuidad del dominio vernáculo requiere la supervivencia de ciertas ideas y convicciones, que ciertamente tampoco en los países del norte se habían desvanecido completamente, pero que en Europa del sur estaban mucho más difundidas. Por cierto, yo prefiero hablar de «formas de vida», porque, contrariamente a la opinión corriente, no es nada fácil distinguir entre teoría y praxis. Si se quiere dar sentido a las fórmulas «pensamiento mediterráneo» e «Imperio latino», se debe elaborar un catálogo de estas ideas y prácticas o «formas de vida». Es mérito de Ivan Illich haber iniciado este trabajo de una manera muy inteligente. Por desgracia, la tradición de izquierdas ha considerado exclusivamente abstracciones jurídicas (los derechos humanos) y económicas (la fuerza de trabajo, la producción) y nunca se ha hecho cargo de las formas de vida. Por eso no sorprende que se muestre inferior en todos los aspectos al capitalismo, con el cual comparte fundamentos. Ésa es la razón por la que además del concepto de uso se encuentra en el centro de mi más reciente libro un segundo concepto: eldésœuvrement, la ausencia de obra. En mi libro hablo deinoperosità. No se refiere a la atonía ni a la holgazanería, sino a una forma particular de actividad que consiste en desactivar y volver inoperantes las obras de la economía, del derecho, de la biología, etc., para abrirlas a un nuevo uso. Aristóteles planteó una vez la pregunta más importante: ¿hay una obra o una actividad propia del hombre que no lo defina como zapatero, arquitecto, escultor, etc., sino en cuanto tal? ¿O es el hombre en cuanto tal carente de obra, sin una actividad específica para él? Siempre he tomado esta pregunta en serio. El hombre es el ser vivo sin obra propia, porque no se le puede atribuir ninguna vocación específica. Por lo tanto, es un ser de posibilidad, de mera potencia. Genuinamente humana es únicamente la actividad a la que la obra abre, a través de su suspensión, a la posibilidad y a un nuevo uso. Me parece que un ejemplo convincente es la poesía. ¿Qué es la poesía sino una operación lingüística que consiste en neutralizar las funciones informativas y comunicativas del lenguaje para abrirlo a otro uso, ese mismo uso que se llama poético? Otro ejemplo es la fiesta. Pues la fiesta no se deja reducir, tal como sucede en la sociedad capitalista, a un descanso del trabajo: consiste sobre todo en hacer de otra manera lo que hacemos usualmente, es decir, en desactivarlo o volverlo inoperante. Cuando se come, no es para alimentarse; cuando se viste no es, por tanto, para protegerse del frío; cuando se intercambian objetos, no es, por tanto, para comprar o vender. Estoy firmemente convencido de que los diferentes tipos de inoperosidad son tan importantes para una sociedad como los diferentes tipos de producción. Desgraciadamente Marx se ocupó exclusivamente del estudio de los modos de producción y desatendió completamente las formas de inoperosidad. Este sesgo explica algunas aporías de su pensamiento, particularmente cuando se trata de la definición de la actividad humana en la sociedad sin clases. Desde la perspectiva de Marx se podría decir que la sociedad sin clases está ya presente aquí y ahora en la inoperosidad. Para volver a tu pregunta: como puedes ver, ya todo está ahí, es decir, la cuestión del centro y de los márgenes ya está resuelta. El asunto es cómo se comporta cada sociedad ante esta presencia. Lo que la poesía hace para la facultad del habla y la fiesta para la productividad, deben hacerlo la política y la filosofía para la capacidad de actuar. En la medida en que suspenden las actividades económicas y biológicas, muestran lo que puede el cuerpo humano, y abren nuevos caminos para hacer uso de él.
Entonces tu filosofía de la deserción y de la inoperosidad ofrece una salida a la crisis actual. Obviamente tenemos que seguir el consejo que nos da el poeta Rainer Maria Rilke: «Has de cambiar tu vida». ¿Se trata de una renovación radical de nuestras formas de vida?

No se trata simplemente de cambiar nuestro modo de vida. Todos los seres vivos obedecen a un modo de vida, pero no todos los modos de vida son, o no son siempre, formas de vida. Cuando hablo de forma de vida no me refiero a una vida distinta, mejor o más verdadera que la que tenemos: la forma de vida es la inoperosidad inmanente a toda vida, una tensión que atraviesa esa vida, que desactiva la identidad social y la facticidad jurídica, económica e incluso corporal, para hacer un uso distinto de ella. Sucede lo mismo que con la vocación: tal vez es bueno tener un oficio, ser escritor, arquitecto o lo que sea que se quiera ser. Pero la verdadera vocación es la revocación de toda vocación, es una potencia que obra al interior de la vocación, desafiándola y llevándola a ser una verdadera vocación. En la primera Epístola a los Corintios Pablo formula este impulso interior en la fórmula «como no»: «Quien tenga una esposa, que se comporte como no teniéndola, quien llore, como no llorando, quien se alegre, como no…» Vivir bajo el signo del «como no» significa deponer todas las cualidades jurídicas y sociales, sin que esta deposición funde una nueva identidad. En este sentido la forma de vida es aquello que depone todas las condiciones sociales bajo las cuales se vive, y al hacerlo no se niegan las condiciones sino que se hace uso de ellas. Pablo escribe: si en el momento del llamado te encontrabas en esclavitud, no te preocupes. Aun cuando pudieras ser libre, procura más hacer uso de tu servidumbre. Es el mismo caso, creo yo, para la vida, que está en busca de su forma, una forma de la que ya no pueda ser separada. 


Entrevista publicada en Die Zeit el 13 de septiembre de 2015 a cargo de Iris Radisch, publicada en alemán en una traducción del francés. Y traducida al español en https://artilleriainmanente.noblogs.org 

Slavoj Žižek y David Graeber en torno a la resistencia y el trabajo de Simon Critchley

En el año 2007, Simon Critchley publica su libro «Infinitely Demanding» (traducido al castellano como «La Demanda Infinita», por Marbot Ediciones en 2010 – aunque hubiese sido más acorde «Infinitamente Demandante»). Según Alain Badiou, «La obra de Critchley es admirable por su claridad, su emoción y su fuerza. A través de una combinación de close readings (tanto de autores clásicos como modernos) con su propia experiencia, Critchley presenta una teoría del anarquismo basada en un firme compromiso ético. Resulta completamente imprescindible leer y discutir este texto». Para la propia editorial, «Mediante un análisis de la ética de Kant, Levinas, Løgstrup, Badiou, y Lacan; Critchley evalúa la posibilidades abiertas para la acción política después de Marx y del marxismo. El libro culmina con una defensa del anarquismo como práctica ética y como un nuevo medio de propiciar la organización social».
El filósofo marxista, sociólogo, psicoanalista y crítico cultural esloveno fue una de las personas que tuvo a su cargo reseñarlo. Incluso, fue quien aportó el texto de contratapa de la edición original del libro de Critchley. Sin embargo, sus palabras fueron poco halagüeñas y cargadas de un sesgo profundamente autoritario.
El texto de Žižek le valió la respuesta de varios intelectuales, entre los que destaca su contraparte anarquista, el antropólogo norteamericano (actualmente exiliado en Inglaterra), David Graeber.
A continuación, compartimos con ustedes, por primera vez en castellano – y ateniéndonos a la necesidad de realizar correcciones -, el intercambio entre estos dos académicos y activistas:
***
La Resistencia es Rendirse
Slavoj Žižek
15 de Noviembre de 2007
Una de las lecciones más claras de las últimas décadas es que el capitalismo es indestructible. Marx lo comparó con un vampiro, y uno de los puntos más destacados de la comparación parece ser que los vampiros siempre vuelven a levantarse luego de haber sido apuñalados hasta la muerte. Incluso el intento de Mao por borrar las huellas del capitalismo a través de la Revolución Cultural, finalizó en su regreso triunfal.
La Izquierda actual reacciona en una amplia variedad de formas a la hegemonía del capitalismo global y su complemento político, la democracia liberal. Podría, por ejemplo, aceptar la hegemonía, pero continúa luchando para conseguir reformas dentro de sus reglas (esto es la Tercera Vía de la socialdemocracia).
O bien, acepta que la hegemonía está aquí para quedarse, pero no obstante debe ser resistida de sus “intersticios”.
O bien, acepta la inutilidad de toda lucha, ya que la hegemonía es tan global que nada puede realmente hacerse excepto esperar por un estallido de «violencia divina» – una versión revolucionaria de “sólo Dios nos puede salvar” de Heidegger.
O bien, reconoce la inutilidad temporal de la lucha. En el actual triunfo del capitalismo global, el argumento es que la verdadera resistencia no es posible, así que todo lo que podemos hacer hasta que el espíritu revolucionario de la clase obrera mundial se renueve es defender lo que queda del Estado de Bienestar, enfrentando a aquellos en el poder con demandas que sabemos no pueden cumplir, y por otro lado encerrándonos en los estudios culturales, donde silenciosamente podemos continuar el trabajo crítico.
O bien, enfatizar el hecho de que el problema es más fundamental, que el capitalismo global es en última instancia un efecto de los principios subyacentes de la tecnología o la «razón instrumental».
O bien, postular que se puede socavar el capitalismo global y el poder del Estado, no atacándolo directamente, sino por la remodelación del campo de la lucha en las prácticas cotidianas, donde se pueda «construir un nuevo mundo ‘; de esta manera, las bases del poder del capital y el Estado serán socavadas gradualmente, y, en algún momento, colapsarán (el mayor ejemplo de este enfoque es el movimiento Zapatista).
O bien, tomar el camino “posmoderno”, cambiando el acento de la lucha anticapitalista a las múltiples formas de lucha político-ideológica por la hegemonía, haciendo hincapié en la importancia de rearticulación discursiva.
O bien, apostar que se puede repetir a nivel posmoderno el gesto marxista clásico de la promulgación de la «negación determinada» del capitalismo: con el ascenso actual del “trabajo cognitivo”, la contradicción entre la producción social y las relaciones capitalistas se ha tornado más marcada que nunca, lo que hace posible por primera vez una «democracia absoluta» (esta sería la posición de Hardt y Negri).
Estas posiciones no se presentan como una forma de evitar algunas de las «verdaderas» políticas radicales de izquierda – lo que están tratando de rodear es, de hecho, la falta de tales posiciones. Sin embargo, esta derrota de la izquierda no es toda la historia de los últimos treinta años. Hay otra lección no menos sorprendente a ser aprendida, la de los comunistas chinos presidiendo el que posiblemente sea el desarrollo más explosivo del capitalismo en la historia, y el crecimiento de la socialdemocracia como Tercera Vía en la Europa occidental. La lección es, en resumen: podemos hacerlo mejor. En el Reino Unido, la revolución de Thatcher fue, en su momento, caótica e impulsiva, marcada por contingencias imprevisibles. Fue Tony Blair quien fue capaz de institucionalizarla, o, en términos de Hegel, elevarla (aparecer por primera vez) a una contingencia, un accidente histórico, una necesidad. Thatcher no era una thatcherista, ella no era más que sí misma; fue Blair (más de Major) quien verdaderamente dio forma al thatcherismo.
La respuesta de algunos críticos de la Izquierda posmoderna a esta situación es llamar a una nueva política de resistencia. Los que siguen insistiendo en la lucha contra el poder del Estado, por no hablar de detentarlo, son acusados de quedarse anclados en el «viejo paradigma»: la tarea de hoy, dicen sus críticos, es resistir al poder del Estado mediante la retirada de su terreno y la creación de nuevos espacios fuera de su control. Esto es, por supuesto, el anverso de aceptar el triunfo del capitalismo. La política de la resistencia no es más que el suplemento moralizante a una Tercera Vía de Izquierdas.
El reciente libro de Simon Critchley, “Infinitamente Demandante”, es una encarnación casi perfecta de esta posición. Para Critchley, el Estado liberal-democrático está aquí para quedarse. Los intentos de abolir el Estado fracasaron rotundamente; en consecuencia, la nueva política tiene que estar situada a cierta distancia de él: los movimientos contra la guerra, organizaciones ecologistas, grupos que protestan contra los abusos racistas o sexistas, y otras formas de auto-organización local. Debe ser una política de resistencia al Estado, de bombardear al Estado con demandas imposibles, de denunciar las limitaciones de los mecanismos estatales. El argumento principal para la realización estas políticas de resistencia a cierta distancia del Estado depende de la dimensión ética del “infinitamente demandante” llamado a la justicia: ningún Estado puede prestar atención a esta llamada, ya que su objetivo final es la «política real” que asegure su propia reproducción (su crecimiento económico, seguridad pública, etc.). «Por supuesto», escribe Critchley,
“La historia es habitualmente escrita por la gente con las armas y los garrotes y no podemos esperar vencerlos con sátiras burlonas y plumeros. Sin embargo, como elocuentemente muestra la historia del nihilismo activo de ultra-izquierda, uno pierde al momento en que toma las armas y los garrotes. La política anárquica de resistencia debería buscar ser mímica y espejo de la violenta soberanía árquica a la que se opone.
Entonces, ¿Qué deberían hacer, por ejemplo, los demócratas estadounidenses? ¿Dejar de competir por el poder estatal y retirarse a los intersticios del Estado, dejando el poder a los republicanos y comenzar una campaña de resistencia anárquica a ella? ¿Y lo haría Critchley si estuviera frente a un adversario como Hitler? ¿Seguro que en tal caso se debería buscar ser “mímica y reflejo de la violenta soberanía árquica a la que se opone? ¿No debería la izquierda hacer una distinción entre las circunstancias en las que se podría recurrir a la violencia para enfrentar al Estado, y aquellas en las que todo lo que se puede y se debe hacer es utilizar la “sátira burlona y plumeros”? La ambigüedad de la posición de Critchley reside en una extraña incongruencia: si el Estado está aquí para quedarse, si no es posible la supresión de éste (o el capitalismo), ¿por qué retirarse de él? ¿Por qué no actuar con (en) el Estado? ¿Por qué no aceptar la premisa básica de la Tercera Vía? ¿Por qué limitarse a una política que, como Critchley dice, «pone al Estado en cuestionamiento y llama al orden establecido a rendir cuentas, no con el fin de acabar con el Estado, lo que es deseable en un sentido utópico, pero en orden de mejorarlo o atenuar sus efectos dañinos”?
Estas palabras simplemente demuestran que el actual Estado liberal-democrático y el sueño de las políticas anarquistas “infinitamente demandantes” existen en una relación de parasitismo mutuo: los agentes anárquicos hacen el pensamiento ético, y el Estado hace el trabajo de dirigir y regular la sociedad. El agente ético-político anárquico de Critchley actúa como el super-yo, bombardeando confortablemente al Estado con demandas; y más trata el Estado de satisfacer a estas demandas, más culpable parece ser. En cumplimiento a esta lógica, los agentes anarquistas enfocan sus protestas no en aquellos abiertamente dictadores, sino en la hipocresía de las democracias liberales, quienes son acusadas de traicionar sus propios principios profesados.
Las grandes manifestaciones en Londres y Washington contra el ataque de EE.UU. a Irak hace unos años ofrecen un caso ejemplar de esta extraña relación simbiótica entre el poder y la resistencia. Su paradójico resultado fue que ambas partes se mostraron satisfechas. Los manifestantes salvaron sus hermosas almas: dejaron en claro que no están de acuerdo con la política del gobierno en Irak. Aquellos en el poder lo aceptaron calmadamente, aunque se beneficiaron de ello: no sólo las protestas no impidieron en modo alguno la decisión ya tomada de atacar a Irak; sino que también sirvieron para legitimarla. Por ello la reacción de George Bush a las manifestaciones masivas en su visita a Londres, en efecto fue: «¡Ves, por esto es por lo que estamos luchando, por lo que la gente está haciendo aquí – protestar en contra de su política del gobierno – será posible también en Irak!».
Llama la atención que el camino que Hugo Chávez ha emprendido desde 2006 es exactamente lo contrario al elegido por la Izquierda posmoderna: lejos de resistir al poder del Estado, lo agarró (por primera vez mediante un intento de golpe, luego democráticamente), usando rudamente el aparato del Estado venezolano para promover sus objetivos. Por otra parte, él está militarizando los barrios, y organizando la formación de unidades armadas en ellos. Y, el susto final: ahora que él está sintiendo los efectos económicos de la «resistencia» del capital a su gobierno (escasez temporal de algunos productos en los supermercados subvencionados por el Estado), ha anunciado planes para consolidar los 24 partidos que lo apoyan en un partido único. Incluso algunos de sus aliados son escépticos acerca de este movimiento: ¿irá en detrimento de los movimientos populares que han dado a la revolución venezolana su ímpetu? Sin embargo, esta elección, aunque arriesgada, debe ser apoyada plenamente: la tarea es hacer que la nueva función del partido no sea como la de un partido socialista (o peronista) estatal típico, sino como un vehículo para la movilización de nuevas formas de política (comités barriales creciendo como desde las raíces como el pasto). ¿Qué podemos decir a alguien como Chávez? ¿»No, no tomes el poder del Estado, simplemente retírate, abandona el Estado y la situación que ocupas”? Chávez es despedido a menudo como un payaso – ¿Pero no sería tal retirada simplemente reducirlo a una versión del Subcomandante Marcos, a quien muchos izquierdistas mexicanos ahora se refieren como el “Subcomediante Marcos”? Hoy en día, son los grandes capitalistas – Bill Gates, las corporaciones contaminantes, los cazadores de la Fox – quienes “resisten” al Estado.
La lección aquí es que lo verdaderamente subversivo no es insistir en demandas “infinitas” que sabemos que quienes están en el poder no pueden cumplir. Desde que saben que lo sabemos, tal actitud “infinitamente demandante” no representa un problema para aquellos en el poder: “Es tan maravilloso que con tus demandas críticas, nos recuerdes el tipo de mundo en el que a todos nos gustaría vivir. Desgraciadamente, vivimos en el mundo real, en el que tenemos que conformarnos con lo que es posible”. Lo que hay que hacer es, por el contrario, bombardear a aquellos en el poder, con estratégicamente bien elegidas, precisas, demandas puntuales, que no pueden ser reunidas bajo la misma excusa.
***
¿Referendum sobre Žižek?
David Graeber
Slavoj Žižek es un provocador encantador y un comediante intelectual extraordinariamente dotado. Un día está denunciando a capitalistas “bienintencionados” como George Soros, insistiendo en que el capitalismo es un irremediable sistema de violencia estructural; unas semanas más tarde, está informando a la Izquierda que no hay posibilidad de superar el capitalismo jamás, sino que debemos tener esperanza en el hecho de que «podemos hacerlo mejor». Un día está abrazando a Lenin como un hombre cuyo objetivo era destruir a todos los Estados para siempre, y al siguiente está argumentando que el Estado debe mantenerse como el único bastión restante posible contra el capitalismo. Responder a tales declaraciones como si tuviesen una posición política coherente parece un poco zonzo. Sin embargo, si eliges a alguien así como revisor de un libro, es poco probable que los lectores aprendan mucho del mismo. Lo que es peor, «La Resistencia es Rendirse», que pretende ser una revisión del libro de Simon Critchley “Infinitamente Demandante”, se muestra claramente menos como una revisión que como una intervención política dirigida a evitar cualquier posibilidad de que los lectores de LRB puedan considerar seriamente su mensaje.
Eso sería desafortunado.
El libro de Critchley es importante, a mi modo de ver, porque es una especie de obertura. Es casi desconocido para los intelectuales filósofos profesionales – filósofos, sin embargo – que buscan comprometerse seriamente con los movimientos sociales radicales. La razón es bastante simple: se requiere escuchar. La última década ha visto profundos cambios en la política mundial, como los movimientos sociales desde la Argentina a Japón, que rechazan cada vez más la idea de tomar el poder del Estado, de crear libertad a punta de pistola, y comienzan a concentrarse en la reinvención de nuevas formas de democracia, sociabilidad e intercambio. Las clases intelectuales nunca han sabido muy bien qué hacer con esto. La mayoría reaccionó con condescendencia cuando el movimiento de justicia global apareció por primera vez en el horizonte hacia el año 2000; algunos pronto viraron a un entusiasmo vertiginoso, seguido de una sensación de consternado dolor al descubrir que el movimiento no estaba buscando una vanguardia.
En los últimos años, como se ha hecho evidente que la transformación revolucionaria que esta clase de movimiento tiene como objetivo lograr, va a tomar una gran cantidad de tiempo y paciencia, viejos aliados intelectuales han empezado a amontonarse unos sobre otros buscando abandonar el barco, y tratar de encontrar algún «capitalista progresista» al que vender sus almas (aunque por el momento, sin mucho éxito).
Critchley es uno de los pocos que ha realizado un gran esfuerzo por escuchar, por entretener la posibilidad, en efecto, que los que participan activamente en la lucha contra el capitalismo y sus imperios mismos podrían tener algo relevante que decir, por tratar de entender lo que están tratando de lograr, y cómo las herramientas intelectuales a su disposición podrían ser útiles. El libro no se limita a proponer una ética levinasiana, entendida como una responsabilidad infinita hacia la alteridad, es en sí mismo un intento de practicarla. Žižek parece oponerse a este proyecto desde el principio (de manera bastante extraña, teniendo en cuenta que respalda el libro precisamente en estos términos en su propaganda de la contraportada). Cuando revisas un poco esta postura, su verdadero mensaje a los colaboradores de LRB es simple: ustedes son intelectuales. Los intelectuales siempre han sido, y siempre deben ser, putas del poder en una forma u otra. Obviamente, Žižek no puede expresarlo de ese modo: así que lo convierte en una serie de maniobras retóricas deshonestas, que en su mayoría giran en torno a la implementación del término «nosotros». «Nosotros» somos intelectuales, «nosotros» somos la izquierda (ya que la izquierda al parecer, se compone principalmente de intelectuales), sino que también parece incluir a cualquiera desde Tony Blair al Partido Democrático hasta los actuales gobernantes de la República Popular de China. Como resultado, «nosotros», obviamente, no podemos oponemos en principio a los misiles de crucero y a las salas de interrogatorios porque nuestros verdaderos hermanos y hermanas no son los que están siendo volados por ellos o colgados en ellas, sino más bien, aquellos que aprietan los botones y calculan las posiciones de stress.
Bueno, por supuesto que podemos tomar esa decisión si nos gusta. Durante la mayor parte de la historia humana, aquellos quienes forjaron sus vidas mediante la escritura así lo hicieron. Aun así, ofreceré dos puntos que los lectores podrían considerar:
En primer lugar, el capitalismo no estará realmente ahí para siempre. Un motor de expansión y acumulación infinita no puede, por definición, continuar para siempre en un mundo finito. Ahora que la India y China están consumiendo en su mayor capacidad, parece razonable suponer que en un plazo máximo de 50 años, el sistema llegará a sus límites físicos. Sea donde sea que terminemos en ese punto, no va a ser un sistema de expansión infinita. Por lo tanto, no será capitalismo. Será otra cosa. Sin embargo, no hay garantía de que este algo será mejor. Podría ser mucho peor. ¿No nos vendría bien considerar al menos qué podría llegar a ser mejor? Parece un extraño momento para pedir que suspendamos toda especulación sobre alternativas. Y si deseamos pensar alternativas al capitalismo ¿Qué mejor para hacer esto que aquellos que buscan comprometerse con quienes construyen este tipo de alternativas desde el presente?
En segundo lugar, para ser capaces de hacer esto, es probable que necesitemos aprender a superarnos un poco a nosotros mismos. Esta es la eventualidad contra el que Žižek parece estar haciendo su heroica resistencia. Después de todo, ¿Por qué elegir Chavez? ¿Por qué no, por ejemplo, a Evo Morales, quien a diferencia de Chávez realmente fue puesto en el poder, y se mantiene en él, gracias a auténticos movimientos sociales? Obviamente: por esa misma razón. ¿Podemos realmente imaginar a alguien como Žižek, siquiera en sus fantasías, escuchando pacientemente a las demandas las asambleas de democracia directa de El Alto? Chávez, por el contrario, es precisamente la figura política de un intelectual como desearía ser él mismo: un intérprete virtuoso y un comediante político sosteniendo el poder sin responsabilidades reales con nadie, excepto por el placer de su audiencia. Claro, es una fantasía seductora. Pero es precisamente la fantasía que tenemos que superar si queremos hacer una diferencia real en el mundo.

[fuente: http://palimpsestoanarqui.wixsite.com/]

Invitación III:

SEMANA POR AYOTZINAPA

DEL 22 AL 28 DE SEPTIEMBRE
BUENOS AIRES, ARGENTINA

24 MESES SIN LOS 43 ¡AYOTZINAPA RESISTE!
BIENVENIDA A LA ARGENTINA CRISTINA BAUTISTA!!

MADRE DE BENJAMÍN ASCENCIO BAUTISTA,
1 DE LOS 43

La Asamblea de Mexicanxs en Argentina informa que el próximo 26 de septiembre se cumplen dos años de la Masacre de Iguala, donde fueron asesinadas 6 personas y desaparecidos 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa en Guerrero. Invitamos a las organizaciones civiles y a la población en general a acompañar la visita de Cristina Bautista madre de Benjamín Ascencio Bautista, 1 de los 43.
Ayotzinapa forma parte de una larga historia de terrorismo de estado, represión e infamia en México. El crimen de Estado en Iguala, y la impunidad que rodea el caso, es representativo de la tragedia humanitaria que estrangula al país. En México desaparecen 13 personas al día. Las instituciones de justicia están postradas, y el país está hundido en una espiral de violencia de proporciones genocidas. El gobierno federal se empeña en diferir el esclarecimiento de los hechos en Iguala, desestimando obstinadamente los elementos probatorios que presentó el GIEI que apuntan a la responsabilidad de agentes del Estado en este crimen.
Semana por Ayotzinapa
Jueves 22 de septiembre
15:00 Ronda con las Madres de Plaza de Mayo, Línea Fundadora*. Plaza de Mayo


Viernes 23 de septiembre
16:00 Pegatina x los 43 x la calle México. Av. La Plata y calle México, Buenos Aires
16:00 (a confirmar) Panel “Luchas estudiantiles de ayer y hoy”*
Universidad de La Plata, Sede Trabajo Social


Sábado 24 de septiembre
19:00. Foro. Encuentro de la Red de Educadorxs Populares*. Espacio Cultural Pompeya, Carlos María Ramírez 1469
 

Domingo 25 de septiembre

17:00 Mesa redonda Violencias de Estado: “México y Argentina”*. Bar La Dignidad, Aguirre 29


Lunes 26 de septiembre*
10:00 Conferencia de prensa (lugar a confirmar)

16:00 Movilización Obelisco-Cancillería
19:00 Charla “24 meses sin los 43”. Facultad de Filosofía y Letras, UBA Puán 480.

21:00 Música Solidaria. Patio de la Facultad



Miércoles 28 de septiembre
19:00 Charla «Sobre la no disposición a obedecer: ¿qué pasa en México hoy?» con Raquel Gutiérrez Aguilar. Cazona de Flores, Morón 2453

CONVOCAN: Asamblea de Mexicanxs en Argentina, Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Asociación de ExDetenidos Desaparecidos, CTA Autónoma, Red de Solidaridad con Chiapas Buenos Aires, Partido por la Revolución y el Comunismo, Federación de Organizaciones de Base – FOB BS AS, Nuevo Mas, Equipo Argentino de Trabajo e Investigación Psicosocial, Tinta Limón Ediciones, Cazona de Flores, Equipo de Educación Popular Pañuelos en Rebeldía, Movimiento Popular La Dignidad, Frente Popular Darío Santillán, Resumen Latinoamericano, Convergencia Socialista de Combate, Congreso de los Pueblos de Colombia Capitulo Argentina, CORREPI, Leningrado.
Contactos de Presa:
Mónica Mexicano     1541818624
Arsinoé Orihuela    1562172283
Mariana Brito     1550475977
Mariana Blanco     1539449221

Desaparición y Deuda: las formas estatales del cuerpo en riesgo // Bruno Nápoli

Un diálogo literal ha horadado la historia reciente: cada vez que el Estado argentino habló de “seguridad interior”, dijo: “conmoción interna por acción humana”.

Un diálogo literal ha horadado la historia reciente: cada vez que el Estado argentino habló de “integración al mundo”, dijo: “endeudarse para integrarse y crecer”.

Lo “inaudito” de esta literalidad es que el diálogo en cuestión no ha sido motivo de debate. Y es un diálogo que sacude nuestra corporalidad cotidiana, pues en los últimos 50 años, los cuerpos rebeldes a este diálogo han soportado dos destinos excluyentes: la desaparición o la deuda. Y en la “segunda supervivencia” (los que no desaparecimos y fuimos endeudados) este diálogo ha politizado nuestros cuerpos al extremo.

Las palabras:

La “conmoción interna” (en este diálogo) no es otra cosa que la acción política como profesión protestante de lo político (no religioso).

Y “endeudarse” (en este diálogo) no es otra cosa que la obligación de un cuerpo en tarea cotidiana para cumplir con sudor a otro cuerpo (no sudoroso).

Las cosas:

Las leyes que regulan los cuerpos políticos (y su acción de protesta) han deletreado las leyes que regulan los cuerpos económicos (y su obligación de pago).

En 1957, Argentina entró al Fondo Monetario Internacional por primera vez en su historia.

En 1958, Argentina tomo su primer crédito stand-by. En el mismo momento, Argentina sancionó los decretos secretos del plan “Conintes” (Conmoción Interna del Estado), que dejaba en manos de las fuerzas armadas cualquier conflicto gremial, y les permitía a ellas disponer de los cuerpos en huelga. En ese mismo año, el Estado argentino trajo a los primeros instructores franceses para enseñar a los oficiales de ejército argentino a torturar cuerpos peligrosos, esos que generaran “conmoción interna”.

El terror de este error de lectura

Dialogan… seguridad y economía, dialogan… y dialogan conformes con los cuerpos que leen y reproducen. Cualquier error en la lecto/reproducción es un acto automático de terror sobre el cuerpo errado. Aquí, en este esquema dialógico entre seguridad y economía, error y consenso se abrazan, pues no hay más consenso dado al error que la aceptación del miedo al terror.

Nada se parece más a las mazmorras del encierro que las leyes de los Estados contemporáneos direccionadas a garantizar la “obligación” corporal de pagar, con la “adopción” del lenguaje de la seguridad.

Cada par dialógico (Leyes de seguridad: llámense protocolo, seguridad interior o defensa nacional/Leyes de endeudamiento: llámense blanqueo, reparación histórica o sinceramiento económico) se dicta para ajustar la gestualidad política de todos y cada uno de los cuerpos a novedosas incursiones sobre la cotidianeidad (incluyendo a los que dictan las leyes que dialogan). Incursiones que materializan la crudeza de la hora: la financierización de las relaciones sociales, garantizando “la seguridad del consumo y del pago”, es hasta el momento (y en la espacialidad dialógica que garantiza el par de marras) el mayor grado de politización posible de los cuerpos, capaces de cambiar, desde la cotidianeidad mas desapercibida, la dirección consensuada de una economía política fatal para el ahora…

En este diálogo de más de 5 décadas, cada momento político que puso en debate la “seguridad interior” pensó un cuerpo enemigo, peligroso, desanudado de lo previsible e ingobernado.  Y se obró en consecuencia: leyes de seguridad interior (con la excusa de la seguridad y la defensa nacional) y leyes económicas a la par.

El único error en este terror de seguridad financiera será no ser capaces (aun errando) de leer este diálogo que hoy corona la coyuntura.

Entrevista a Jorge Falcone: “El ‘derecho-humanismo’ no tiene que obturar lo que fueron las luchas revolucionarias”

A 40 años de La noche de los lápices, una charla con Jorge Falcone, cineasta, ex oficial montonero y hermano de Maria Claudia, una de las militantes desaparecidas el 16 de septiembre de 1976
por Mariano Pacheco
En la madrugada del 16 de septiembre de 1976, “las patotas” de los Grupos de Tareas al mando de la Junta de Comandantes del autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”, secuestraron en la ciudad de La Plata a un grupo de jóvenes militantes, la mayoría pertenecientes a la Unión de Estudiantes Secundarios, la UES, uno de los “frentes de masas” conducidos por la organización Montoneros, de la que Jorge Falcone llegó a ser “oficial” de la “estructura de prensa”. Su hermana, María Claudia, tenía 16 años y fue una de las detenidas ilegalmente por el accionar de las fuerzas armadas. Aún permanece desaparecida, como María Clara Ciocchini y Daniel Racero (18 años), Horacio Ungaro y Claudio de Acha (17), y Francisco López Muntaner (16). Gustavo Calotti (18), Emilce Moler y Patricia Miranda (17), junto con Pablo Díaz (19), sobrevivientes, fueron secuestrados días antes o después de aquella razzia, pero formaron parte del mismo grupo de militantes capturados por el terrorismo de Estado en lo que hoy se conoce como “La noche de los lápices”. La historia cobró relevancia pública luego del testimonio de Díaz en el “Juicio a las Juntas” y tras el film homónimo estrenado en 1985 y dirigida por Héctor Olivera.
Derecho-humanismo y políticas de la memoria
“Soy partidario de realizar el ejercicio de una memoria no obstructiva. Siempre digo que para que existieran Madres de Plaza de Mayo, primero tuvieron que existir hijos de Plaza de Mayo”, sostiene Jorge Falcone, poeta y documentalista, a quien en la militancia le dicen “Chiqui”. También dice estar convencido de que el “derecho-humanismo” “no tiene que obturar lo que fueron las luchas revolucionarias”. Y agrega: “fueron luchas anticapitalistas, al fin y al cabo, algo que hoy parece completamente despreciado en términos políticos. Podemos retomar ese cauce, porque este sistema está directamente depredando el planeta”.
Cuatro décadas después del secuestro de su hermana, Falcone acompaña a “los secundarios” nucleados en la Coordinadora de Estudiantes de Base (CEB) de la Ciudad de Buenos Aires, que organizaron un ciclo de actividades durante todo el mes, bajo el lema “Septiembre es de lucha, el futuro es nuestro”. También se llegó hasta la provincia de Córdoba, donde brindó una charla en la ciudad del Tajamar, aquella en donde el niño Ernesto Guevara pasó varios años de su vida. Falcone se muestra muy a gusto entre los muchachos y las chicas de los Centros de Estudiantes, destaca que hoy los jóvenes tienen “muchos menos tics y prejuicios” que los que su generación tuvo en las décadas del 60 y del 70, a la que caracteriza como muy “formal” y “organicista”, a diferencia de las actuales militancias, inspiradas “en ideales mucho más libertarios”.
Los salieris de Birri
Falcone cuenta que se inició en la militancia en la Federación Universitaria de la Revolución Nacional, en la ciudad de La Plata, expresión estudiantil de la organización Montoneros. Luego, tras la fusión de octubre de 1973 entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y Montoneros, integró la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) en el ámbito estatal, hasta que pasó a ser parte del “Área Federal de Prensa” de la organización político-militar, donde llegó a obtener el grado de “oficial”. Esa parte de su historia, en los ámbitos militantes, es bastante conocida, aunque no tanto su devenir cineasta. Entre sus películas se destacanHombre bebiendo luz, sobre la vida y obra de Rodolfo Kusch y El profeta, ensayo audiovisual sobre el cineasta y escritor Pier Paolo Pasolini.
¿Cómo fue tu ingreso al cine?
Yo vengo de un hogar en el que se narraba y en el que había una biblioteca de tres paredes, del piso al techo. La primera banda sonora que recuerdo es la de un relato de ciencia ficción en la voz de mi padre, antes de ir a dormirme y el Gulliver de Max Fleischer de 1939, que estableció en mi vida un antes y un después. Durante mi cursado de la Escuela Superior de Artes de La Plata, en una época en la que parecía que íbamos a tocar el cielo con las manos y en la que estábamos muy estimulados, armé mi primer grupo de cine en super-8 con compañeros de la secundaria, con los que filmamos cine de género: policial, ciencia ficción y terror. El Parque Pereyra Iraola fue mi Transilvania de la infancia, teníamos un personaje que se llamaba “Drágula: ladrón de glóbulos rojos”, con el cual hacíamos un cine bizarro, satirizando esas películas, en consonancia con La danza de los vampiros de Roman Polanski. Y fomentada esta inclinación por mi padre, en consonancia con la consigna que dice que “hay amores que matan”, me dice: “vos tenes una gran capacidad de relato. Para hacer cine, la mejor forma es contar buenas historias, y para eso es importante conocer el alma humana, así que creo que lo mejor que podes hacer es estudiar psiquiatría”. Mi viejo cirujano, qué más quería que tener en la puerta de mi casa natal otra placa de galeno. Pobre: no se la di y por eso se ofendió mucho. Pero llegué a cursar todo el ciclo de médico, con lo cual en la clandestinidad y durante mi brevísimo exilio, pude ejercer la medicina rural, en Paraguay, con un médico de la oposición a Stroessner, donde lo asistí en la atención de las Ligas agrarias. Recién con la recuperación de la democracia y al abandonar la clandestinidad y regresar a mi ciudad natal, llegué a convertirme en el representante estudiantil de 150 aspirantes a ingresar a la Escuela de Cine intervenida por el lopez-reguismo y clausurada por la última dictadura, en una lucha que culminó en los albores de la década del 90 con la reapertura de la Escuela de Cine, y comencé a formarme. Primero de manera a-sistemática, con Carlos “Chino” Vallina, tributario del Grupo Cine de la Base impulsado por Raymundo Gleyzer, desaparecido en 1976, el 27 de mayo, fecha que hoy es el “Día del documentalista” en Argentina, a propuesta del Movimiento de Documentalistas del que formo parte. Luego, también me formé con el tucumano Fernando Vallejo, del grupo Cine Liberación, autor de una de las películas que me marcaron, a mi y a mi hermana, El camino hacia la muerte del viejo Reales, película que me conectó con otra manera de ser argentino, porque da cuenta de las historias de la argentina profunda protagonizada por los cañeros tucumanos que luchaban contra la dictadura del general Onganía. Con Vallejo remontamos las aguas del Paraná con los obreros de Bragado, conocimos a los obreros de las minas de Río Turbio con una cámara al hombro, filmamos el Parlamento indígena en la Provincia de Buenos Aires, el Tantanakuy infantil en la Quebrada de Humahuaca… Lo que con los compañeros que venían de Cine de la Base fue una fuente de reflexión y formación teórica, con Vallejo se convirtió en una práctica intensiva. Él siempre decía: “hay que saber reflejar el rostro curtido del trabajador argentino”, y remarcaba que sus dos fuentes de referencia eran la Escuela de Cine de Santa Fé, de Fernando Birri y el Estrella del Norte, que era el tren con el que viajaba con los braceros que iban a cosechar la papa en La Pampa o la manzana en el sur. Esas fueron las escuelas de mi maestro y las que yo heredé. Así como León Gieco dice que en el rock son todos salieris de Charly, los documentalistas decimos que somos todos salieris de Birri…
La voz se entrecorta primero y se quiebra después. El grabador se apaga y el silencio se apodera de la habitación donde realizamos la entrevista por unos segundos. Luego Jorge Falcone dice reivindicar el “costado sentimental” de la política y tras una breve pausa continúa la charla. El grabador no se enciende y la conversación va por otros carriles. Al rato, la formalidad del reportaje se apodera nuevamente del intercambio de palabras.
Peronismo: una escuela sin mástil
Falcone militó varios años en las filas del denominado “peronismo revolucionario”. Como tal, en 1976 y tras un breve exilio, retornó al país integrando las Tropas Especiales de Agitación (TEI) de Montoneros, en el marco de la denominada “Contraofensiva”.
¿Y de dónde viene tu peronismo?
Yo siempre digo que los almuerzos y las cenas de la familia Falcone fueron como una suerte de escuela sin mástil, en la que mi padre era la expresión del derecho al acceso a una salud gratuita e igualitaria y mi madre de una educación en los mismos términos. La idea de la justicia social, tanto mi hermana María Claudia como yo, la mamamos en ese contexto. Mis padres eran peronistas históricos: él, el primer comisionado municipal peronista y en 1956 padeció tres meses de prisión en el penal de Olmos, junto con Juan Carlos Livraga, el “fusilado que vive” de la Operación Masacre de Rodolfo Walsh. Y fue preso por haber sido parte del levantamiento cívico-militar peronista encabezado por Valle y Cogorno. Mi madre, una aguerrida maestra de escuela pública, fue parte de la lucha encabezada por María Eva Duarte de Perón por el voto femenino y fue delegada de La Plata, Beriso y Ensenada. Con lo cual, el vendaval de la década del 70, sobre todo con la campaña del “Luche y vuelve”, que fue el pináculo de 18 años de ofensiva popular, con todo lo que implica la acumulación política, ideológica y organizativa, que uno puede comparar con el acto de meter moneditas en una alcancía, que en 1976 hicieron estallar y nos dejó juntando pedazos, todo ese proceso no podía menos que llevarnos puestos a mi hermana y a mí, cada uno en sus respectivos frentes de militancia. Y respecto del peronismo, de su legado, creo que ha cumplido un ciclo, sobre todo el peronismo institucional, pero como identidad creo que el peronismo es insoslayable para cualquier perspectiva de emancipación que el pueblo argentino construya de aquí en más, cualquiera sea el “ismo” que adopte, deberá abrevar en la historia del peronismo de las bases. No quiero caer en lugares comunes, pero no podemos dejar de mencionar la resistencia peronista y las experiencias armadas como los Uturuncos, Taco Ralo y las organizaciones posteriores; los programas de la Falda y Huerta Grande, la CGT de los Argentinos… Son el ADN sin el cual se torna impensable un proyecto de liberación nacional que haga pie en las grandes mayorías.
Te referías al peronismo en pasado. ¿Y el presente?
Creo que lo nuevo que surja tendrá ese componente hereditario, así como la acumulación de experiencias como las de la última dictadura, como la experiencia piquetera, de las asambleas y las fábricas recuperadas, eso que bregó en las dinámicas horizontalistas y autogestivas y que no llegó con fuerza para gestar un proyecto integral por la positiva, pero que dejó como acta de defunción de la democracia formal la consigna del “Que se vayan todos”, que creo que hay que revisarla desde el presente, ya que venimos de una experiencia que acaso tardiamente planteó que se podía humanizar el sistema en el que vivimos, que está literalmente depredando el planeta, el único hogar que tenemos. Bueno, esa operación creo que solo es posible de sostener después de una operación quirúrgica como la que realizaron los genocidas. Incluso, te digo más, algo que pude vivir en carne propia durante mi exilio en Escandinavia, con la socialdemocracia de Olof Palme: en 1979 nos cagaron alegremente a palos cuando nos concentramos frente a la embajada de Nicaragua en Estocolmo, para advertir y repudiar la posible invasión yanqui contra los sandinistas. Ahí, todo el derecho-humanismo for export se convirtió lisa y llanamente en un fascismo que torturó compañeros en las comisarías bajo la consigna “Cabecita negra”, mientras pintaban cruces esvásticas en las comisarías de Estocolmo, incluso manteniendo desaparecidos muchos compañeros por más de 24 horas. Eso podría ser considerado el capitalismo serio. Entonces me pregunto: ¿cuánto más serio puede ser el capitalismo? ¿No es esa su esencia? Los niños fumigados, las poblaciones contaminadas por la minería a cielo abierto, la infinita precarización laboral que está arrodillando a hogares enteros y obligándolos a poner un plato de caldo con sal sobre la mesa y llamar a eso una sopa.
Históricamente: ¿cuándo te parece que el peronismo deja de ser un camino viable para la emancipación? ¿Es la última dictadura? ¿El menemismo? ¿Una combinación? ¿O es el 2001?
Yo creo que entre la segunda mitad del siglo XX y los primeros años del siglo XXI, el sistema logra realizar dos operaciones, que funcionan como una bomba neutrónica, dejando la estructura, la reverberancia simbólica de una experiencia valiosísima pero destruyendo lo mejor de su esencia. La llamada “década neoliberal” vacía el Estado nacional cantando la marcha peronista. En una alianza entre pequeños sectores aristocráticos y una gran masa desarrapada, se vacía el Estado nacional, todo en nombre del peronismo y con consenso de masas. Y en la primera década del siglo XXI se comete una terrible estafa a todo el potencial subversivo inscrpto en la experiencia de las décadas del 60 y del 70, edulcorando nombres que va costar volver a revalorizar en toda su dimensión transgresora, como son los de Francisco Urondo, John William Cooke o el de Rodolfo Jorge Walsh, idealizando esa experiencia, con la clara intención de ofrecerle a las nuevas generaciones una suerte de montonerismo sensato o descafeinado. Uno es un tiro en la frente y el otro es un remate en la nuca de la experiencia subversiva.

[fuente: http://revistazoom.com.ar/]

Hacer ciudad: un mapa desde el barrio de Flores // Diego Picotto

La idea es sencilla: ir desagregando el título y las referencias, como la Cazona de Flores, siempre de atrás para adelante.


Antes, una aclaración: la primera persona del plural que lleva adelante el texto admite el engaño tras el nombre propio: todo lo acá dicho en cierto modo ya fue dicho y puede ser encontrado en los libros de Tinta Limón, o en las entradas de Lobo Suelto!, o en las intervenciones del Instituto de Investigación y Experimentación Política, o en los artículos de la revista Crisis, o en muchos de los textos que algunos de ustedes escribieron a lo largo de estos últimos años.

De atrás para adelante, entonces.

Las pertenencias

Detengámonos primero en la Cazona de Flores, no porque nos interesen las “identidades”, y menos aún contar “proyectos”. Más bien nos resulta necesario explicitar desde dónde hablamos, que apuestas alimentan nuestras palabras.

La Cazona de Flores tiene infinitos modos de contarse. Uno de los más usuales se detiene en el encanto que produce, en su desmesura, la casona misma. Sobreviviente de cuando Flores era zona de quintas de las familias ricas de la ciudad, los misterios de su pasado y de su presente se traman en sus dos decenas de habitaciones, en sus tres patios, en su sótano, aún inexplorado. Pero más que nada en las vidas, muchas y distintas, que con tensiones la habitan.

Otro modo de presentar la Cazona, en clave política, es entenderla como una red de alianzas que se activan y desactivan en función de actividades y proyectos; una red que va cobrando formas distintas, que se intensifica cuando los conflictos la interpelan; y que cuando no, se vuelve débil hasta la desidia. O hasta la clausura legal y el bloqueo político. Por eso la Cazona es un lugar incómodo desde el que hablar. Carece, sobre todo, de lenguaje común. Más preciso es, en cambio, hablar desde Tinta Limón, que en todo caso es un modo específico de formar parte de la Cazona.

Tinta Limón, tal como se presenta, es una editorial “colectiva y autogestionada” que a lo largo de diez años fue nutriendo un catálogo en el que pueden rastrearse una serie de búsquedas, de discusiones, de problemas, de experiencias de construcción política a contrapelo de las narrativas dominantes.

Nacida como experiencia de investigación militante al calor de Diciembre de 2001, siempre fue pensada como un modo de alimentar las luchas sociales. De ahí que, en diálogo con los autores que lee y edita, organice sus propias líneas de investigación, invente sus redes y complicidades, sus modos específicos de indagar los puntos sensibles de nuestra contemporaneidad. A tal fin, apela a la investigación política, que es –tal como definía un texto en Lobo Suelto hace unos años– la “puesta en juego de esa capacidad de los no especialistas de problematizar la existencia colectiva, de elaborar preguntas y saberes que agujereen la normalización, las formas de subjetivación dominate”. Algo nada sencillo dado la fortaleza del sistema de opinión mediático y la docilidad de los cuerpos hiperconectados.

Podría considerarse una tercera adscripción que también funciona como condición de enunciación y que es, a la vez, otro punto clave en esta red difusa: el Centro de Formación Profesional Nº24.

El CFP24 es una escuela pública de artes y oficios situada a pocos metros de la Cazona. Así como Tinta Limón es más que los libros que edita; el CFP es más que los cursos que dicta. Y como en aquella, muchos de sus rasgos remiten a su origen en 2001. Entre otros, la tendencia a priorizar la palabra colectiva a la autoconstrucción del nombre propio; la problematización a los consensos fáciles y las dinámicas cooperativas y autogestivas al sálvese quien pueda. También es posible rastrear este origen en su relación con el territorio, en su vínculo activo y vital con la calle y con organizaciones afines, y en particular del barrio de Flores. Llegados a este punto, pasemos a los términos del título, siempre de atrás para adelante.

El barrio de Flores

Fue el azar el que nos depositó en Flores. Desconfiados de la física abstracta, las imágenes de la política que nos movilizan no se reducen a espacios geográficos determinados ni a un barrio específico. En todo caso, la interpelación es a la ciudad toda, o al mundo. O a nadie.

Dicho esto, admitamos que Flores tiene su encanto como lado B de la ciudad. Carente de glamour, está tan alejado de las luces del centro como de la previsible vida barrial de clase media. O para ser más precisos: esa anhelada, imaginaria, normalidad se ve constantemente interpelada por una economía popular en expansión (como bien supo leer Vero Gago en otro de los libros publicados por Tinta Limón, La razón neoliberal); por formas de trabajo y de vidas “sumergidas”, al borde de lo legal y fuera de los umbrales de visibilidad del régimen de la opinión.

Este entramado hace de Flores un territorio con zonas oscuras y, abigarradas, pero vitales y en conflicto constante. Un conflicto que tiene como base evidente la desigual distribución del valor de la vida y los bienes al interior de la ciudad. Esta desigualdad, para nada ajena múltiples formas del racismo y de  hiper-explotación, activa una guerra por la existencia y la seguridad entre modos de vida diferentes.

Y es un guerra exige ser mapeada. Sobre todo, porque “andar sin mapas es andar débil“, como se dice Manual de Mapeo colectivo, coproducido con los Iconoclasitas.

Mapa de la guerra en curso

Una vez asumido el territorio –menos como territorio físico que como escenario de una guerra de modos de vida– ya no es posible pensar Flores por fuera esas zonas oscuras y de esos conflictos que le van dando forma. Y ahí el mapeo colectivo se vuelve una tarea central: mapear es una actividad que permite reconstruir el entramado de cada situación, relevar la complejidad del propio territorio –tan existencial o micropolítico como físico–, de sus potencias y conflictos.

Crear un mapa de conflictos de la guerra en curso, identificar las zonas sensibles de una ciudad, es un trabajo que a su vez construye una red que incide en un territorio, en un campo de modos de vida. Precisamente, la capacidad de incidir políticamente, para nosotros, está en la capacidad de crear conceptos operativos, prácticos, para leer y construir red: hacer comprensible una situación mediante una mirada que moviliza.

En síntesis, si hay un territorio de la Cazona, de Tinta Limón, del CFP y demás segmentos de la red aludida, es el de esta guerra civil de modos de vida. Es sobre ese territorio que se vive, se piensa, se interviene, se lucha.

Estallan los territorios

Tomemos, a modo de ejemplo, dos conflictos territoriales que, por su carácter opaco, interpelaron fuertemente a la Cazona, a Tinta Limón y al CFP (así como a Simbiosis y a otros nodos de estas red) y que permiten ver a qué le estamos intentando llamar guerra civil de modos de vida.

La toma del indoamericano

El primer conflicto remite a la toma de un predio en el Parque Indoamericano, en diciembre de 2010, que luego se extendió a otros espacios de la zona sur de la capital, y en particular al Bajo Flores.

Es sabido que tanto el problema de la vivienda como las tomas de tierras tienen una larga tradición política en la Argentina. Pero en este caso el motor de la toma no fue una iniciativa política o militante, sino un impulso bastante más oscuro: en la madrugada del 8 de diciembre de 2010 un grupo de hombres armados entró a los a tiros a un obrador donde las Madres de Plaza de Mayo estaban construyendo cerca de 500 viviendas. Una vez ocupado “militarmente“ el predio, estimularon la toma por parte de familias de la zona, en su gran mayoría migrantes. El estado de abandono general de la zona sur de la ciudad y la ausencia de políticas de vivienda (en un marco en el que las dinámicas de valorización y especulación inmobiliaria funcionan de modo expulsivo) hicieron el resto. Las Madres y los referentes barriales denunciaron por la operación a un puntero macrista, que contó con la complicidad de la policía Metropolitana, que custodiaba el terreno y permitió la toma.

Este sustrato político-mafioso tuvo su correlato en el modo en que fue asumido públicamente el conflicto por parte del gobierno de la ciudad y de los medios de comunicación: se trataba de un delito –la ocupación de una propiedad– cometido por migrantes. Un último elemento completaba el cuadro: los vecinos gritaban, puteaban, denunciaban a los ocupas, pedían desalojo y represión. Y que los devolvieran a sus país.

A tono, Macri dice aquello de la migración descontrolada y el mismo Evo Morales condena a los “toma-tierras que hacen quedar mal a los bolivianos que vienen a trabajar digna y honestamente”.

El conflicto, en su opacidad, fue delineando una suerte de derecho al racismo que pedía y justificaba la represión a partir de articular tres elementos:  una vecinocracia –tal como llamamos el cuaderno que registra la investigación política llevada a cabo en la Cazona– que, movida por el miedo, pide orden a cualquier costo; una maquina comunicacional que funciona simplificando el conflicto y generando estereotipos (los vecinos –que  pagan sus impuestos– contra los migrantes/delincuentes; o los migrantes buenos –y sumisos– en oposición a los malos (ocupas y delincuentes). Y con una clase política dispuesta a dar curso a esta pulsiones.

Una historia así, evidentemente, no puede tener un final feliz:  ejecutada en conjunto por la policía Federal y la Metropolitana, la represión fue sorpresiva y desproporcionada. En veinte minutos el Parque ya estaba desalojado. No conforme, la policía persiguió a las familias hasta la entrada de la villa 20 y disparó con balas de plomo. Se cobró dos vidas de las que poco se supo, aunque algo más que del bebé que recibió un balazo en la cabeza. Cuatro años después, los 41 policías acusados por los asesinatos fueron dejados en libertad por falta de mérito.

El incendio del taller de Páez

El segundo hecho se vincula con el incendio del taller textil de la calle Páez, en abril de 2015, a pocas cuadras de la Cazona/CFP, en el que murieron dos hermanos, de 6 y 10 años. No era la primera vez que ocurría: en marzo del 2006, otro taller textil se había incendiado, provocando la muerte de cinco menores y una mujer embarazada. Aquella tragedia que ahora se repetía visibilizó la problemática de los talleres textiles ilegales en los que se fabrica la gran mayoría de la ropa que usamos en Argentina. 300 mil costureros, en su mayoría de nacionalidad boliviana, trabajan en condiciones de extrema explotación: en espacios precarios, de 14 a 16 horas diarias por una paga exigua, en general por pieza terminada.

La Cazona centralizó, en aquel momento, las reuniones e iniciativas que se fueron organizando en los meses subsiguientes. En la sucesión de asambleas que siguieron al incendio (o a decir verdad, los incendios, porque fueron dos en el mismo lugar, con dos días de diferencia, el segundo para tapar pruebas) se fue reconstruyendo la cadena de complicidades que posibilitaron la tragedia, al tiempo que se intentó evitar que se criminalice el consumo popular y que se reclame la represión sobre la informalidad.

Se enfrentó con cierta eficacia, además, tanto el discurso mediático como el impulso de los vecinos a denunciar los talleres. Se diseñaron estrategias políticas y jurídicas. Y se armó una red de cuidados mínimos para las familias de las víctimas.

En aquellos días, también, se hizo un esfuerzo por inventar un lenguaje que evitará reproducir las formas paternalistas y racistas con que usualmente los medios (pero también algunos políticos y organizaciones) tomaban la cuestión. Suele hablarse de trabajo esclavo y de taller clandestino. Ambos tienden a velar, no solo las propias decisiones y deseos de los trabajadores costureros, sino también el modo en que sobre este trabajo sumergido e invisibilizado se monta toda una estructura económica y financiera, desde el mundo de las marcas hasta las más abigarradas economías populares. El taller no es, entonces, una realidad marginal sino elemento central del circuito de producción y consumo de la ciudad. Circuitos, por otro lado, altamente rentables gracias al trabajo migrante que explotan. Y fuente inagotable, por las razones descriptas, de nuevos tipos de conflictividad social.

Nueva conflictividad social

Uno y otro conflicto, es notorio, no se dejan capturar fácilmente por las categorías de la teórica política. Ni se los puede remitir linealmente a ciclos anteriores de luchas sociales, y menos reducirlos a un esquema sencillo de amigos/enemigos.

Un estado de guerra permanente –tal como dice el Instituto de Investigación y Experimentación Política– envuelto en una opacidad estratégica que afecta la comprensión colectiva de los conflictos sociales. Una conflictividad social promiscua mucho más extendida sobre los territorios que discursiva. Mucho más hecha hábito, modo de vida, que proyecto político orgánico y antagónico. Una opacidad donde lo “ilegal” es organizado y administrado por el propio estado.

Escenario, claro, al que contribuye la ultramediatización a la que estamos sometidos que simplifica, vía estereotipos de fácil consumo, la complejidad del tejido social: “pibe chorro”, “migrante”, “narco”, “ocupa”, “esclavo”, “clandestino”.

Lo que está detrás de estos conflictos, de esta guerra, es el problema central de la ciudad, es el problema de cómo vivir juntos. O más puntualmente: si el desafío es pensar la relación entre injusticia y espacio, podríamos decir que el territorio (arbitrario y recreado) de Flores permite poner sobre la mesa un conjunto de conflictos sociales que vuelven a esta guerra, no una metáfora, sino el escenario sobre el que se despliegan nuestras vidas. Pero una guerra en la que, es evidente, no somos meras víctimas.

Hacer Ciudad

Hemos llegado, finalmente, al primer término del título y al último que vamos a intentar desentrañar. Porque si el problema de la ciudad y de las formas antagónicas del hacer ciudad es un problema político, lo es sobre todo porque la ciudad condensa –por momentos exhibe, generalmente vela– los conflictos y tensiones sobre los que vamos tramando nuestras vidas.

Mal haríamos en pensar la ciudad como algo dado; en asumir la guerra como mero estado de sumisión. La guerra y la ciudad son territorios en disputa, productos –si se quiere– de la tensión entre espacio y justicia.

O dicho de otro modo: ni el territorio ni la justicia están ya ahí, cristalizados. Es, más bien, la potencia de hacer ciudad, la crea y recrea un territorio lleno de haceres, de saberes, de conflictos, de apropiaciones. Sobre ese lleno-vivo fundamental, sobre sus veladas conquistas, es que el hacer ciudad puede volverse producción de existencia y de derechos.

Toda discusión materialista –no abstracta ni idealista– sobre el derecho a la ciudad se nutre de las líneas de fuerza que van emergiendo del conflicto hasta volverse cartografías de la resistencia, modos de hacer ciudad que, como reza la convocatoria, desacata la idea unilateral del mercado de la ciudad neoliberal –es decir, la idea de que pueda pensarse las relaciones entre los seres humanos y la comunidad social bajo los parámetros de la empresa y del individuo aislado y en competencia constante.

La cuestión es, por eso, estar al acecho, mantener una sensibilidad despierta en relación a los conflictos que van emergiendo, dado que son índices desde los que pensar criterios de vida en común. En particular ahora, ante esta nueva embestida de las políticas de ajuste y desposesión de recursos vitales, cuando es tan necesario actualizar los mapas.

¿Cómo no vincular la vecinocracia y su deseo de orden con el triunfo electoral y la actual hegemonía política del Pro? ¿Cómo no ver el Centro de Detención de Migrantes en continuidad con los hechos del Indoamericano? Pero al mismo tiempo, el proceso de asambleas luego del incendio en Páez se prolonga en la Cooperativa textil Juan Vilca y en las muchas otras formas en que los talleres salen del gueto e intentar hacer visible otras formas de trabajo y de vínculos.

Así y todo, el hacer ciudad nutre toda una economía popular que permanece fuera de la visibilidad pública. Por eso es esencial mapear los problemas vinculados al devenir ciudad de las estrategias laborales y vitales de ese amplísimo segmento de la población –entre un cuarto y un tercio de la población económicamente activa–, al que algunos llaman “sector informal” y otros “trabajo clandestino”; formas de vida sumergidos bajo la ciudad normal. Pero contra el sentido común (racista y dominante) de la vecinocracia, no hay ciudad «normal» luego de asumir que Flores, y que todos los «lados B», son parte sustancial de la ciudad material; y no de la ciudad «ideal» que esa normalidad supone y, al mismo tiempo, propone, en muchos casos a balazos.

Sobre todo, cuando en la guerra el derecho al racismo se vuelve racionalidad dominante. Sobre todo, cuando el hacer hacer ciudad como espacio-lleno de vida y conflicto tiende a ser criminalizado. ¿Cómo se piensa una política a la altura de este materialismo del real? ¿Qué puede una organización popular en estas condiciones? ¿Es posible en los inmediato contener la embestida, desarrollar autodefensas?

La investigación política y el mapeo colectivo parecieran volverse herramientas imprescindibles. 



(*) Texto presentado en las jornadas de Injusticia y Espacio, CCC, septiembre de 2016.

Entrevista a Bifo: «Si apuntamos nuestras energías sólo en la toma del poder político, perdemos»

Fue uno de los fundadores del movimiento autonomista italiano en los 70. De la militancia en los colectivos auto definidos “mao-dadaistas”, pasó a convertirse en uno de los más destacados pensadores marxistas italianos. Franco Berardi, también conocido como “Bifo”, analiza en esta entrevista la actualidad política de la izquierda europea y latinoamericana, en vísperas de lo que entiende será un largo periodo de resistencia en la “época financiera”.
-Mucho se habla de la crisis pero a veces en los discursos gubernamentales parece casi quedar como una entidad abstracta que se cierne sobre la Unión Europea. ¿De qué está hecha esta crisis?
-La crisis no es abstracta, es muy concreta en la vida de las sociedades europeas. En los últimos cinco años la dinámica esencial en la UE ha sido establecida por el llamado “Pacto de Estabilidad”, que significa que cada estado tiene que sustraer recursos, dinero, a la sociedad, para destinarlo al sistema bancario europeo. Esa es la lógica general de la economía europea de los últimos años. Se cortan recursos a las empresas, a las escuelas, al trabajo público, al sistema sanitario. Se cortan dineros a la vida social, y eso significa que a final del año se pagan menos impuestos porque la actividad económica es reducida a causa de esto. Al mismo tiempo la sociedad está visiblemente empobrecida. Yo conozco muy bien la situación de la escuela pública italiana, que ha sido definanciada, reducida, y el efecto se ve catastróficamente. Para salir de la crisis tenemos que cancelar esta norma loca que se llama Pacto de Estabilidad. Tenemos que subvertir la dirección donde van los recursos. No desde la sociedad hacia el sistema financiero sino al revés, tenemos que redistribuir dinero en la sociedad, debemos lazar un proyecto de renta básica. Sólo la renta básica hoy puede restablecer una condición de visibilidad para la sociedad europea. Yo espero que Merkel, Renzi y Hollande se den cuenta de que el empobrecimiento de la sociedad europea provocado por las medidas de austeridad es la causa directa del desmoronamiento de la UE y del crecimiento de la derecha fascista y nacionalista.
-Llama la atención como muchos europeos hayan asimilado en sus vidas la idea misma de austeridad como una regla justa. En el caso de la renta básica que usted menciona, por ejemplo, los suizos decidieron en un reciente referéndum rechazar esa opción por amplia mayoría. ¿Cómo funciona este mecanismo que lleva a millones de europeos a defender los mecanismos de austeridad?
-La opinión europea ha cambiado mucho en los últimos años. Hace cinco años la mayoría de los italianos, de los griegos, o los polacos y británicos, era favorable a la Unión Europea. Quizás los británicos un poco menos, los italianos un poco más, pero había una general adhesión, inclusive entusiasta, al programa europeo. Hoy la realidad ha cambiado totalmente. Hoy la mayoría de los europeos considera a la UE como la causa directa del empobrecimiento de su vida cotidiana. Es verdad que la mayoría de los europeos no ha entendido que sólo a través de la renta básica, de una redistribución igualitaria, se puede salir del desastre. Ese es el efecto del austerity. Hace cinco años la mayoría eran democráticos europeistas. Hoy una cuota creciente, y tal vez mayoritaria, de la población tiene posiciones nacionalistas y anti-europeas. Es una situación muy peligrosa. Porque vamos hacia un enfrentamiento entre el pensamiento de las clases dirigentes europeas y la derecha nacionalistas. Yo creo que la sola manera para salir de una perspectiva tan espantosa, que recuerda muchísimo a los años 20 en Europa,  es que los líderes europeos pidan perdón, admitan que se han equivocado, que no se puede empobrecer la sociedad para engrosar el sistema bancario. Tenemos que lanzar una campaña de redistribución de la renta y de redistribución del tiempo de trabajo. Este último es un problema gigante. La sola manera de contrastar el desempleo es la reducción del tiempo de trabajo y permitir a muchísimos jóvenes más de trabajar.
-Sin embargo la historia reciente nos indica que los grandes de Europa no piden disculpas por su propia iniciativa. Generalmente tienen que llegar a ser obligados a hacerlo. Muchos habíamos puesto nuestras expectativas al respecto en algunos sectores de la izquierda de la política europea para que pusieran un freno a lo que lleva adelante la UE. ¿Podemos tener alguna esperanza hacia futuro mirando la izquierda en Europa?
-El problema es que los grandes de Europa no son grandes. Son muy pequeños. Esa es la verdad. Hollande es un individuo pequeñísimo, que se presentó a las elecciones presidenciales diciendo que su programa era el de contrarrestar la violencia financiera y la austeridad.
Pero en su gobierno sólo hemos visto la aplicación de una ley brutal contra los derechos del trabajo y la actitud cada vez más agresiva y autoritaria de su primer ministro Manuel Valls. Hemos visto que la izquierda en Europa no tiene el corazón, la lucidez, la cultura para enfrentar el problema de manera radical, que es la única manera en la cual se pueda enfrentar. Pensemos en lo que pasó en Grecia hace un año. El 5 de julio la mayoría de los griegos dijo que no a la rapiña, a la violencia, a la humillación que la Troika quería imponer. Y ¿qué hizo Hollande? ¿Qué hizo Renzi? Nada. Aceptaron la inevitabilidad de la voluntad de la Troika. Aceptaron la voluntad de organizaciones financieras criminales que impusieron a Alexis Tsipras de ir a Bruselas a traicionar, sin culpa yo lo se, pero abandonar al fin la voluntad democrática del pueblo griego. El problema está aquí. En la humillación del pueblo griego. La humillación de Syriza ha sido en cierto sentido una lápida, una declaración de muerte de la Unión Europea, y la izquierda se portó de manera totalmente subalterna. ¿Tienen los pequeños grandes de Europa la inteligencia de comprender que si queremos salvar algo de la idea del proyecto originario de la Unión, pensado por antifascistas y anticapitalistas, hay que restituir poder social y político a los trabajadores? No se. Lo espero.
-Europa también en los últimos decenios nos ha acostumbrado a otra izquierda, la que no está en los gobiernos y parlamentos, la que se llamó izquierda social, que va desde aquella que usted ha representado en los años 70, pasando por el movimiento antiglobalización hasta llegar a los indignados. Una izquierda joven, europea, desobediente y muy activa, que sin embargo hoy parece muy callada.
-Hay dos niveles políticos que analizar. El primero es el nivel electoral. En algunos casos el movimiento social se ha transformado en una fuerza electoral y hasta ha ganado, como sucedió en Grecia. En España se dio algo similar, y hasta el momento logró paralizar la política española, y no sabemos cómo va a terminar. Yo igual no creo mucho en la eficacia de la vía electoral. Lo hemos visto en Grecia, la democracia no funciona, no existe la democracia. En la época financiera la democracia o está en la vida cotidiana o no sirve, está encerrada en la vida parlamentaria. Es verdad que el movimiento social europeo está callado. Porque la experiencia del movimiento global terminó en la matanza de Génova, y eso nos puso frente al problema de la relación con la violencia del Estado, y que hoy se presenta directamente como fascismo y militarización de la realidad euro-mediterránea. Después hemos vivido la gran experiencia de 2011 en España con los indignados, en Estados Unidos e Inglaterra con los movimientos Occupy, en el norte de África con las primaveras Árabes. Pero hemos entendido que esta forma de oposición ética, moral y política no puede cambiar la dirección de las cosas. Yo creo que tenemos que inventar algo totalmente nuevo, que no parte desde el nivel de la política, que no se ocupa de lo que pasa a nivel de gobiernos. Los gobiernos, como los parlamentos, no tienen ningún poder. El poder está integralmente en manos de los automatismos financieros. Tenemos que crear un movimiento que sea capaz de ser autónomo de eso. Que se manifieste a través de la ocupación de áreas de las ciudades, de lugares urbanos que cambien la vida cotidiana, su economía, su ecología. Napoles, Barcelona, Madrid, están viviendo una experiencia que es muy interesante en este nivel. Porque son comunidades urbanas que crean las condiciones políticas, pero sobre todo sociales, para resistir a largo plazo. Porque los próximos diez años serán años de guerra civil en el euro-mediterráneo. Serán años de violencia financiera y violencia fascista. Tenemos que prepararnos a un periodo largo de autonomía urbana, de supervivencia, y de reinvención de una sociedad que el capitalismo financiero ha destruido.
-¿Usted como vio esta década latinoamericana marcada por gobiernos progresistas y de izquierda? ¿Hay algún punto de encuentro con la experiencia europea?
-No me parece que en este momento la experiencia de dislocación y de conquista del poder institucional le vaya muy bien. Ni en Argentina, ni en Brasil, ni en Venezuela. El intento de Lula en Brasil y Kirchner en Argentina ha sido muy importante para establecer un nivel estatal de fuerza de la autonomía social. No digo que se haya agotado, pero no me parece que hoy el camino sea muy luminoso en esa dirección. En América Latina también tenemos que volver a una concepción centrada sobre el problema de la autonomía social. En Argentina eso significa la experiencia de los piqueteros, del Colectivo Situaciones, de muchísimas realidades sociales que a partir de 2001 han sabido transformar la vida, no sólo las instituciones. El problema es transformar la vida, la cara de la ciudad, las relaciones afectivas y sociales, ese es el problema no el gobierno.
-Parte de lo que usted dice lo puedo encontrar dibujado en la experiencia de las comunas venezolanas, quizás la experiencia más cercana a una redefinición política de la vida cotidiana pero a partir de la iniciativa de un movimiento que conduce el Estado…
-Puede ser. El problema es que la experiencia de gobierno de un Estado Nacional puede ser muy útil para el crecimiento de las experiencias sociales de autonomía, autorganización. Pero en el largo plazo no puede permanecer en los límites de la dimensión nacional. Venezuela está siendo estrangulada por el capitalismo norteamericano y el capitalismo financiero global. Tenemos que ser realistas. Yo quiero serlo. El poder político es sólo una herramienta, que puede funcionar en un periodo y puede no funcionar en otro periodo. El poder social es el problema verdadero. Es decir, ¿cuál es la relación entre trabajadores y capital, entre inquilino y dueño? La transformación de la vida social desde ese punto de vista yo creo que es mucho más importante. Hay una similitud muy grande entre Europa y América Latina en este nivel. Si puntamos nuestras energías sólo en la toma del poder político, perdemos. Si somos capaces de crear situaciones de autorganización en el nivel de la vida cotidiana, tendremos la capacidad de resistir a largo plazo, de sobrevivir en el periodo sombrío que el neoliberalismo ha traído al planeta.

[http://panamarevista.com/]

La lucha por el cambio social llega a las instituciones //Montserrat Galceran

“No acostumbrarse a la barbarie”
Ada Colau

En España el ciclo electoral que ahora termina empezó hace cosa de dos años y medio, en la primavera de 2014. Los primeros en romper el hielo fueron las gentes de Podemos que, poco antes, habían creado esa potente máquina electoral. Su éxito en las elecciones europeas planteaba la necesidad de “asaltar las Instituciones”; se imponía un cambio de escenario cuyo desenlace era a todas luces incierto pero no por ello menos imperioso. En su estela empezaron a gestarse los proyectos municipalistas como Guanyem Barcelona, luego Barcelona en comú, y los diversos Ganemos que fueron surgiendo por toda la geografía española. Su apuesta se centraba en coger impulso en los movimientos ciudadanos para construir una palanca que permitiera llegar al gobierno de la ciudad. El éxito obtenido en las elecciones municipales de 2014 demuestra el acierto de la apuesta.

Estas iniciativas provienen directamente de las luchas sociales de los últimos años, especialmente de la Plataforma de afectados por las hipotecas (PAH), como es el caso en Barcelona. En otras ciudades crecen en el marco de los centros sociales ocupados y del movimiento 15M e integran a personas activas en las mareas y en los diferentes movimientos de protesta. Se configuran como movimientos socio-políticos y no como un Partido político al uso.

Hay que tener en cuenta que con anterioridad a las elecciones europeas de 2014 había surgido el debate de si era mejor presentarse a éstas o a las municipales y autonómicas que tendrían lugar al año siguiente. Se barajaban diversos argumentos. En contra de presentarse a las europeas se esgrimía la poca importancia de conseguir unos escasos diputados entre los 705 del Parlamento europeo; su capacidad de acción parecía minúscula. A favor el que, al ser todo el territorio una sola circunscripción electoral, era más fácil conseguir los votos necesarios sorteando las trampas de la ley electoral española que es extremadamente injusta pues premia en demasía las zonas rurales y castiga duramente las minorías. Izquierda Unida ha perdido elección tras elección por este motivo. La promotora de Podemos zanjó la discusión presentándose a las elecciones con un partido recién constituido y sin apenas organización. Su éxito fue inesperado para todos, incluidos ellos mismos.

Los Ganemos siguieron un proceso distinto. Todos empezaron lanzando una campaña para conseguir las firmas que pudieran avalar el proyecto. Tanto Guanyem Barcelona como Ganemos Madrid situaron ese primer umbral en 30.000 firmas. Si no se conseguía este primer aval, no parecía oportuno seguir adelante con el proyecto. Afortunadamente se consiguió y a partir de ahí empezaron los debates organizativos y las discusiones sobre el código ético; las nuevas opciones políticas nacían de un proceso amplio de confluencia que evitaba que fuera una sopa de letras y que marcaba, desde el principio, los nuevos criterios de actuación. En Barcelona la figura de Ada Colau, activista reconocida de la PAH, servía como persona de referencia. En Madrid Manuela Carmena se situó posteriormente al frente de la candidatura. En A Coruña fue Xulio Ferreiro; en Cádiz José María González Santos, “Kichi”; en Zaragoza Pedro Santiesteban.

La diferencia entre el proceso de constitución de las candidaturas ciudadanas y el de un Partido político como Podemos resulta relevante y caracteriza el componente de movimiento social incorporado en la “nueva política” pues éste consiste, precisamente, en hacer lo más delgada posible la distancia entre los “profesionales” de la política y las demás personas, de modo que pueda convertirse en una actividad más en la vida de cualquiera. Sólo así, si todos los habitantes de un territorio pueden reunirse, comunicarse, debatir y tomar en común las decisiones que les afectan, la política podrá dejar de ser el negocio de unos pocos.

Por el contrario si en la esfera de la política institucional los partidos son considerados los únicos agentes pertinentes, se refuerza su identidad ideológica y la lógica de competencia entre ellos. Simultáneamente los ciudadanos/as suelen perder interés en una competición por la que no se sienten afectados pero que les impide tomar en sus manos las riendas de su propia vida colectiva. A la larga aumenta la desafección política que en casos de urgencia, como ha ocurrido durante la crisis, deja a los afectados totalmente desamparados, cuando ni las leyes ni los políticos pueden defendernos de las agresiones de unas finanzas fuera de control.

La fuerza de estas iniciativas dimana de la potencia de obrar recuperada por muchas personas en las luchas contra la crisis y también de la dificultad para hacer respetar sus derechos; surge de la necesidad de convertir en ley los derechos conquistados, de poner límites a la voracidad de las fuerzas económicas y de proteger la vida en común; surge de la voluntad de retomar la política como gestión justa de los problemas colectivos. Como señalara Ada Colau “el empoderamiento y la solidaridad nos hacen imparables”[1].

Por estos motivos las candidaturas municipalistas no pueden definirse como partidos políticos sin más, sino que ponen en crisis el concepto clásico de partido y replantean la polémica ideológica: ésta deja de ser una polémica sobre las ideas adecuadas para gestionar la sociedad y pasa a centrarse en los requisitos mínimos que debe tener un gobierno cuya obligación sea asegurar un vivir digno para todas las personas. En este sentido el código ético se vuelve fundamental.

Sin embargo un problema todavía no resuelto radica en la disimetría entre sus componentes: personas pertenecientes a partidos políticos y otras que participan en formas más difusas como asociaciones o colectivos sociales. La disimetría es especialmente visible en los procesos de toma de decisiones. Por lo general los partidos políticos, incluido Podemos, hacen gala de una estructura vertical que transmite las decisiones de arriba abajo. Entre los partidos de izquierda el modelo leninista, estructurado en torno al famoso centralismo democrático, privilegiaba la figura del “revolucionario profesional” en detrimento del trabajador que puede dedicar a la acción política solo una fracción de su tiempo de vida. No digamos en el caso de las mujeres, cuyas múltiples ocupaciones chocan con las exigencias de una militancia exclusiva que resulta gravosa. Aunque las nuevas formaciones han abandonado la figura del “revolucionario profesional” siguen contando con profesionales íntegramente dedicados a la acción política, institucional o no, leales por definición a las cúpulas de sus respectivas formaciones cuya autoridad no es puesta en cuestión.

A diferencia de éste el tipo de activismo presente en los movimientos sociales ya desde los años sesenta introduce una figura más porosa, más preocupada por los procesos horizontales de toma de decisiones, menos proclive a concentrar el poder en las cúpulas, menos apegada al lenguaje bélico y más atenta a propiciar formas de intervención igualitarias. Los movimientos feministas han desempeñado un importante papel en ese cambio de las formas de organización.

Como resultado de todo ello resulta difícil compaginar formas tan distintas de concepción de la acción política en el marco de plataformas de confluencia donde se juntan personas procedentes de las distintas tradiciones, ítem más cuando las señas de identidad partidarias se debilitan en la nueva formación. En ella sus distintos componentes adquieren una nueva configuración y pierden una parte de su identidad de origen. Ésta es su fuerza que, sin embargo, puede representar un punto de no retorno para aquellas formaciones que se integran en ella.

La confluencia a su vez no se constituye como un nuevo partido que engulle todo lo anterior sino que nace como un paraguas común, en cuyo seno no puede imponerse la vieja disciplina de partido. Los protocolos de organización y de toma de decisiones tendrán que ser mucho más democráticos pero el proceso no está exento de tensiones como hemos comprobado a lo largo de todo el proceso y como se ha ratificado con el relativo fracaso de Unidos Podemos en las recientes elecciones estatales que no respetó esas formas en la propia construcción del proceso.

El método “Ganemos”

Así pues las candidaturas municipalistas nacen como un conjunto de dispositivos en red, organizados en torno a grupos de trabajo y plenarios, con coordinadoras integradas por delegados de los diferentes grupos de trabajo cuyas sesiones son abiertas. La capacidad de decisión circula de un modo mucho más horizontal y no se concentra en una cúpula cuyas decisiones sean vinculantes. Eso no significa que haya caos: las decisiones se toman en conjunto y se respetan, pero prima el cuidado de la diversidad, la búsqueda activa del consenso y la identificación de los disensos para que puedan trabajarse y resolverse. Con ello se introduce una dinámica continua de progreso que lima las diferencias y potencia el trabajo en común, apoyándose siempre en metodologías participativas e inclusivas.

El “método Ganemos” resulta así mucho más democrático que cualquier método dirigista y no menos efectivo, como demuestra el ingente trabajo realizado en estos escasos meses. Su mérito es su enorme enraizamiento social y su gran capilaridad que se amplía con un uso inteligente de las redes sociales cuya capacidad para aumentar exponencialmente la amplitud de la comunicación y la velocidad de circulación de los mensajes es sencillamente extraordinaria. En ellas habitan cotidianamente miles de ciudadanos y ciudadanas que raramente vemos en las asambleas, pero que no por ello son integrantes menos activos. La conjunción con Podemos que permitió la configuración definitiva de las candidaturas, aportó el innegable saber hacer de estos/as compañeros/as en lo que tiene que ver con la gestión de los medios de comunicación, y su implantación mediática. La retroalimentación entre los tres espacios: el territorial asambleario, el mediático y el virtual es una de las claves de nuestra forma de hacer.

La dimensión mediática merece una atención especial; sería ingenuo pensar que los medios simplemente reproducen la realidad; más bien al contrario: un trabajo constante crea y recrea unos personajes televisivos a los que nunca hemos visto al natural, transmite mensajes reducidos como si fueran píldoras reconstituyentes, simplifica, codifica, estandariza y construye relatos, figuras y contenidos. Los espectadores suelen prestar una atención distraída a todo ello, pero constituye la materia prima de sus reflexiones, conversaciones y, en último término, de sus preferencias de voto. Contrastan lo que oyen en la gran caja mágica con sus propias experiencias y se entusiasman, se indignan y en último término deciden. El voto es un lazo social muy débil, pero es el único que está al alcance de gran parte de la población que, dado el escaso interés de las Instituciones por hacerse permeables, no tiene ningún acceso a ellas.

El “método Ganemos” no los desdeña; es respetuoso con todos aquellos que no quieren que la política absorba una parte importante de su tiempo o que no pueden permitírselo, pero se esfuerza en ofrecer a cada quien un ámbito mayor de participación en los asuntos públicos. Entendemos que los seres humanos vivimos en comunidad, de modo que los asuntos comunes nos conciernen a todos/as; en el fondo somos mucho más interdependientes y vulnerables que lobos solitarios. Participar de los asuntos comunes no es sólo algo éticamente digno, sino una necesidad cada vez mayor, pues lo que se decide en las Instituciones políticas son cuestiones que afectan diariamente a nuestras vidas: desde los impuestos a las prestaciones sociales, desde las regulaciones de nuestros derechos a las imposiciones gubernativas, desde cosas tan básicas como la educación y la sanidad a otras no menos importantes como la habitabilidad de nuestras ciudades, el derecho al agua y al aire limpios o el bien hacer en asuntos de seguridad ciudadana.

El código ético
Todas las iniciativas municipalistas colocan en primer término el código ético. Eso altera también las nociones habituales en el campo de la ética.
Una tradición establecida tiende a separar la ética y la política pues la ética se entiende como conjunto de normas que deben ser válidas para la conducta de todas las personas, la política como el arte de gobernar a los demás y, por efecto de una antigua tradición de mando, la política pareciera que esté al margen de la ética o por encima de ella. Un mal entendimiento de Maquiavelo coadyuva en esta dirección haciendo de la política una especie de excepción en cuanto a las conductas éticamente apropiadas.

Poner en primer plano de las nuevas iniciativas políticas la cuestión del código ético revierte esta situación y pretende acabar con los privilegios de los políticos, herencia de tradiciones autoritarias. Dicho código obliga a los representantes políticos a comprometerse con un salario medio (2.200€), que está por debajo de los cuantiosos salarios pagados a los altos cargos de determinadas empresas. Compromete también a no tener sobresueldos, a declarar los bienes, a no defraudar a la hacienda pública, a no aceptar regalos, a no colaborar con empresas activas en el ámbito donde el representante haya ejercido su labor al menos hasta cinco años después de dejar el cargo, etc.etc.
Podrá argumentarse que estas condiciones harán que a aquellas personas que están cobrando altos salarios por su condición de técnicos o ejecutivos de importantes empresas no les compense dedicarse a los asuntos públicos y que eso hará que personas preparadas queden al margen de la política institucional. A este argumento puede oponerse el de que si estas personas no están dispuestas a renunciar a sus privilegios por un periodo, escaso debe ser el interés que tienen por los asuntos comunes. No es lógico pensar que con las altas competencias tecnológicas que exige la sociedad actual y con niveles altos de formación de la población en general no existan personas con los conocimientos necesarios más allá de la estrecha capa de los profesionales y técnicos de alta gama. Más bien los acontecimientos recientes parecen indicar lo contrario: multitud de personas preparadas, precarizadas, que no consiguen encontrar buenas salidas profesionales a pesar de su alta preparación. Aprovecharla políticamente podría ser una buenísima idea.

Ciertamente los conocimientos técnicos nunca están de más, pero romper el vínculo que ata actualmente la política institucional con los intereses del capitalismo dominante parece una buena apuesta. Este vínculo se personaliza en las redes clientelares que rodean a las instituciones democráticas representativas y que son capaces de neutralizar a tantos regidores. Las medidas de transparencia económica del código ético deben servir para evitar la creación de tales redes, poniendo fin a la larga historia de corrupción que acompaña la reciente historia de la España democrática. Las medidas del código ético insisten en la transparencia, el control y la rendición de cuentas así como en una batería de medidas contra la corrupción y contra una excesiva profesionalización de la política que blinda los privilegios de los políticos y los coloca en un espacio protegido de las demandas ciudadanas.

Otro aspecto no menos importante del código ético tiene que ver con el rechazo de la financiación a través de los grandes bancos y la exigencia de que los fondos provengan del crowfunding y de pequeñas donaciones y de microcréditos aportados por miles de personas. Esta exigencia pretende revertir la práctica del sistema bancario por el que la financiación de los gastos de los partidos, especialmente de las campañas electorales, se convierte en un elemento de presión ante decisiones políticas que pudieran ser desventajosas para ellos. A los dirigentes políticos de unos Partidos endeudados les resulta difícil sino imposible enfrentarse a las exigencias de sus patrocinadores que acaban redactando directamente las enmiendas legislativas; no pocos se han vanagloriado de ello. Por eso la publicidad de la labor de lobby es un requisito de la nueva política.

Se trata en fin de que las exigencias impuestas a los representantes políticos en su trato con los poderes económicos salvaguarde su independencia de modo que puedan atender como se merecen a las grandes capas de la población que son, en definitiva, quienes les han elegido. Con ello se pretende que las democracias representativas dejen de comportarse como auténticas oligarquías y se acerquen a una mayor democracia.

Pero a pesar de su importancia, el código ético se enmarca en las reglas de la democracia representativa. Pretende cambiar esas reglas haciéndolas más transparentes de modo que garanticen el control de los representantes políticos pero no desborda la propia lógica de la representación. Quedan ambigüedades sobre quien va a ejercer ese control, cómo se pedirán responsabilidades a los gestores públicos, quién decide para el buen funcionamiento del grupo municipal, qué va a ocurrir si algunos de los representantes no se atienen a lo acordado,…En las nuevas corporaciones estamos empezando a comprender que estas medidas, a pesar de su importancia, no están dando todo su fruto pues carecemos de resortes con los que obligar a aquellos y aquellas que ya se han situado en el poder a respetar esos acuerdos. La estructura de las Instituciones públicas es tan vertical y concentra tanto poder en su cúspide que es muy difícil desde los escalones inferiores obligar a quien la ocupa a cumplir con sus obligaciones. Pareciera como si la Realpolitik se encargara, a velocidad de vértigo, de hacer olvidar a los cargos institucionales los compromisos adquiridos.

Redefinir la democracia

En el fondo la nueva política pretende redefinir la democracia poniendo en marcha mecanismos que desborden la democracia representativa en dirección a una democracia participativa e incluso introduciendo ciertas formas de democracia directa. Su carácter de movimiento socio-político se expresa en esta tendencia.

Para eso hay que reforzar aquellas iniciativas centradas en la intervención directa en los asuntos municipales, ya sea desde los barrios creando instituciones específicas como pueden ser las Juntas barriales, ya sea sectorialmente, potenciando los foros y encuentros en áreas de trabajo como educación, sanidad, etc. La descentralización del poder y las experiencias de democracia barrial pueden actuar como contrapoderes efectivos que limiten y controlen el poder institucional. Ser consciente de la necesidad de este contrapoder implica trasvasar recursos y competencias desde las instituciones centrales a esos focos de innovación política, capaces de impulsar una nueva institucionalidad. Se trata de reconocer desde el principio los puntos negros del ejercicio de la autoridad y partir de la conflictividad inherente a una sociedad desigual para intentar encontrar aquellos puntos de equilibrio que permitan avanzar en la transformación. Para ello hay que dar cabida a las iniciativas que desde lo social están ya cambiando el sistema existente.

En este esfuerzo un primer bloqueo surge de los partidos políticos establecidos. Abusando del marco representativo, entienden que sólo los partidos son agentes políticos legítimos y que, por consiguiente, cualquier intento de ampliar los marcos de discusión y, especialmente, de trasvasar decisiones políticas a espacios no representativos y directamente participados, supone un atentado contra su legitimidad.

Ese rechazo está siendo muy fuerte frente a los presupuestos participativos y los nuevos foros de participación distrital. En el primer caso los partidos objetan que una parte del presupuesto pueda decidirse directamente por la ciudadanía; entienden que ese proceso es “poco democrático” ya que da un poder de decisión desmedido a segmentos de la población que no ostentan ninguna legitimidad. No les vale el argumento de que en el mejor de los casos y, dependiendo de la abstención, el partido ganador de unas elecciones no representa más allá del 30% de la población y sin embargo pretende gobernar “para todos”. En ningún caso aceptan que esas decisiones puedan tomarlas ciudadanos no electos, ya sea en asambleas presenciales o virtualmente.

Lo mismo ocurre con los foros de participación vecinal. Se niegan absolutamente a que esos foros puedan tener capacidad decisoria ya que entrarían en colisión con las cámaras representativas. Eso significa que la relación entre representación y participación que, a primera vista, no parecería contradictoria supone un punto de conflicto que, a mi modo de ver, ilumina el carácter restrictivo y oligopólico de la representación política, pone al desnudo la ilusión en que se sustenta. Sin embargo está resultando muy difícil casar esas dos formas de entender la política, dado el privilegio indiscutido de que goza la lógica de la representación y las dudas que genera una participación que en ningún caso es masiva, al menos hasta la fecha.

Se necesita también un nuevo relato, no una ideología en el sentido tradicional del término sino una reinterpretación de la realidad que nos permita comprender cómo y porqué hemos llegado a este punto, que individualice las condiciones mínimas para llevar una vida digna en el marco de sociedades abundantes. La noción de “bien común” cobra ahí nuevo sentido, subrayando cómo las privatizaciones son formas de supeditar ese bien común a intereses de aumento de lucro que no revierten en la sociedad que soporta el gasto. No es sólo la corrupción que se apodera para el uso privado de recursos económicos que proceden de los impuestos pagados por todos los ciudadanos/as, sino el uso de las instituciones públicas y de los puestos de gobierno para engordar empresas privadas que acaparan los servicios que las administraciones deben prestar. Con esta fórmula las administraciones públicas derivan hacia los negocios privados a los usuarios afectados, dándoles un servicio en la mayoría de los casos de peor calidad y empeorando también las condiciones para los trabajadores de esos centros, aunque en contrapartida puedan ofrecer alguna mejora de escaparate. Las privatizaciones y el endeudamiento han sido las fórmulas mágicas para hacer de las administraciones públicas entidades compradoras de servicios privados. Si en las empresas que los ofertan están las personas que ostentan los cargos públicos o sus allegados más directos, el círculo se cierra con expectativas infinitas de lucro continuado cuyo reverso es un endeudamiento continuado de las arcas públicas y un aumento de los impuestos.

Revertir esa situación implica tomarse en serio la remunicipalización de los servicios y el fomento de formas cooperativas y solidarias de producción, capaces de generar otro tejido ciudadano. Implica también cambiar el tejido productivo de la ciudad dando mayor importancia a la formación, a las tareas de cuidados y a los servicios de rehabilitación y adecuación medioambiental de las infraestructuras ciudadanas (rehabilitación de edificios antiguos, adecuación de las redes de agua, gestión de los residuos, actualización tecnológica, etc).

Tras un año en los nuevos Ayuntamientos el balance no es todo lo positivo que quisiéramos. Surgen problemas por doquier tanto para remunicipalizar los servicios que habían sido privatizados, como para imponer formas de gestión más eficaces. Y no digamos para introducir prácticas participativas que son desconocidas para gran parte de la población y boicoteadas directamente por los partidos de la oposición. Los grandes medios de comunicación tampoco nos ayudan. Pero seguimos creyendo que la apuesta merece la pena: ojalá que se extendiera por toda Europa y una democracia más profunda y más masiva lograra cortocircuitar el poder excesivo de unas elites europeas que, con su política del miedo, están rompiendo la Unión. Cualquier transformación en Europa necesita de estas nuevas experiencias y nosotros, los gobiernos municipales de nuevo cuño de la Europa del Sur, la necesitamos desesperadamente. Sin ella no podremos evitar el choque con nuestros Estados profundamente endeudados y unas Instituciones europeas que nos desprecian.

[http://transversal.at/]


[1] Colau, Ada y Alemany, Adrià, Sí se puede, Barcelona, Destino, 2013, P. 8.

Entrevista a Silvia Rivera Cusicanqui: “Seguir mirando a Europa es apostar por un suicidio colectivo”

Aprovechando la visita de la intelectual boliviana Silvia Rivera Cusicanqui a Córdoba, Fabiana Bringas en el programa radial Bajo el Mismo Sol le realizó una entrevista. La socióloga nos explica cuáles son las posibilidades que tenemos para descolonizarnos.

Silvia Rivera Cusicanqui es una destacada socióloga e intelectual boliviana vinculada al Movimiento Indianista Katarista, al Movimiento Cocalero. Una de las fundadoras del Taller de Historia Oral Andina. Es autora de varios libros, participó de películas y es docente universitaria jubilada de la Facultad de San Andrés de La Paz. En su paso por Córdoba el programa Bajo el Mismo Sol de Radio Nacional habló con ella.
La socióloga actualmente participa de un grupo anarquista. Son autogestionarios, tienen una casa que construyen con sus propias manos y un huerto. Dan cursos, hacen recitales y apoyan algunas movilizaciones en Bolivia. No ha sido solo una intelectual y pensadora, siempre ha estado atravesada por las luchas territoriales y ha sido pragmática.

Identificación y descolonización

Según la socióloga, “descolonización” -término al que ella se refiere a lo largo de su producción académica- se ha vuelto una palabra “mágica”, tal es así que lo abarca todo y al mismo tiempo nada. Ocurre algo peligroso aquí, señala, la tendencia es pensar que la colonización sólo afecta a los indígenas. Cuando en realidad, “los más afectados son los mestizos”, hasta el colonizador tiene que descolonizarse porque está en una relación de poder “ilegítima, espuria y violenta”.

La tendencia es pensar que la colonización sólo afecta a los indígenas. Cuando en realidad, “los más afectados son los mestizos”, hasta el colonizador tiene que descolonizarse porque está en una relación de poder “ilegítima, espuria y violenta”.

Por otro lado, señala que no le gusta referirse a “Identidad”, prefiere hablar de “Identificación”, ¿con qué nos identificamos?, porque “identificarse es un proceso, en cambio identidad es como una camiseta o un tatuaje que uno no se lo puede quitar”. A lo largo de la vida estamos atravesados por diferentes identificaciones, algunas más fuertes que otras. En relación a los dos conceptos, Rivera Cusicanqui se “identifica” como una “mestiza que busca una descolonización de su propia subjetividad”.

Europa como norte

Actualmente, el problema que ella detecta es que estamos inmersos en una “crisis planetaria”. “Esos referentes que parecían hegemónicos, que parecían incuestionables, se han empezado a desmoronar”. Ahora los europeos están enfrentando lo que ella denomina, “la otra cara de la dominación”, consecuencia de la polarización que ellos mismos generaron para sostener sus propios privilegios.
Rivera Cusicanqui entiende que si dejamos de mirar a Estados Unidos o a Europa, y nos detenemos en América Latina, vamos a ver que somos fuente de una mayor resistencia y tenemos herramientas para poder hacer frente a una crisis. La socióloga afirma que “hoy estamos viviendo un proceso de capitalismo salvaje, de saqueo sin límites”, el sistema productivo extractivista, la minería a cielo abierto, el fracking, todo lleva a un “callejón sin salida, seguir mirando a Europa es apostar por una especie de suicidio colectivo”.
El problema es “de sentido común” cree ella, no se puede seguir malgastando y acabando con los bienes comunes. Actualmente hay una eclosión de movimientos indígenas, que empiezan a identificarse con sus ancestros y sobre todo con la tierra, se dan entonces dos procesos, la “recuperación de la espiritualidad” y la “politización de la etnicidad”, no etnicidad vinculada al folclore o al turismo, ambos muy positivos.

Patriarcado

Silvia Rivera Cusicanqui también se ocupa de repensar en relación al Patriarcado. Lo define como un “complejo de centralizaciones”, se ha centralizado el conocimiento en Europa y se ha generado el etnocentrismo, se ha centralizado el derecho a la palabra y al pensamiento en Europa y se ha dado el “logocentrismo”, se ha centralizado la noción de cultura y civilización en el colonizador. “El androcentrismo es parte de ese complejo colonial”, la solución que plantea la socióloga es “descentrar todo”.
Por otro lado y más allá de ser el patriarcado un “fenómeno planetario”, esto no ha señalado un camino común para el feminismo, “hay tantos feminismos como culturas”. Ella cree que estamos en el proceso de “encontrar y formular un ideal de convivencia y equilibrio que no supone borrar al otro ni privilegiar a uno de los dos polos”es más bien “andar parejos”.
El Antropocentrismo va de la mano con el androcentrismo. Ahora, hay toda una revolución epistemológica en relación a los movimientos indigenistas, y se empieza a reconocer a otros sujetos y que además tienen derechos. Los animales, los vegetales, la pachamama son reconocidos como sujetos de derecho, es el comienzo para superar el antropocentrismo definitivamente.
En relación a los gobiernos que llegaron al poder en América Latina, con un discurso progresista, Rivera Cusicanqui habló de “discursos” que no tienen correlato en la práctica. Entonces pasa a ser un discurso que tiene la función de encubrir lo que se hace en la práctica.

Hay tantos feminismos como culturas

“Nunca antes se ha violado tanto a la naturaleza en Bolivia, como a partir de este gobierno”, afirma en relación al gobierno de Evo Morales. A partir de estos discursos indigenistas que tapan las verdaderas intenciones y que significan además un “deterioro de la palabra pública”.

La salida

Silvia Rivera Cusicanqui no ve la opción de salida a nivel macro, tampoco una salida inmediata. “El inmediatismo es un típico gesto de la clase media, la impaciencia”. “En cambio la resiliencia, la resistencia, la paciencia que han tenido poblaciones mucho más pequeñas, más valientes y mucho más sabias, nos pueden mostrar otro camino”.
La socióloga aclara que además, no es correcto pensar que las acciones de sujetos van a significar grandes cambios. Hay que ejercer la micropolítica, “crear pequeñas comunidades de afinidad con afiliación de orden emocional y racional” y a partir de estas, tejer redes.
“Comunidades y redes nos van a ayudar”, son los elementos claves para sobrevivir a esta coyuntura. De igual forma, todo está dado por ciclos, actualmente estamos en un “mal ciclo” pero “no es el fin del mundo”. Afirma que “hay que mantener la brasa viva para que pueda otra vez, encenderse el fuego”.
***
Silvia Rivera Cusicanqui se encuentra por estos días en Córdoba, para participar en diferentes espacios. Primero estará el jueves 15 de septiembre en Ciudad Universitaria. A las 19 hs. en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba estará dando una conferencia, “Heterogeneidad y tiempos mixtos”, invitada por el Doctorado en Estudios Sociales Agrarios, en el Aula C7 de las Baterías C.
El sábado 17 de Septiembre participará en la IV Jornada de Aprendizaje y Desaprendizaje Autónomo. Desde las 15:30 hs en el Espacio Social y Cultural Caracol – FOB Regional Córdoba, estará hablando sobre las “construcciones autónomas y luchas antipatriarcales en Abya Yala”.
Imagen de tapa gentileza de la fotógrafa Adriana Araya
[Fuente: http://latinta.com.ar/]
 

Especial radial: “Primavera sin Monsanto y junto a los Estudiantes Secundarios” // Colectivo La Luna con Gatillo

Hoy culminó en la localidad cordobesa de Malvinas Argentinas la jornada de dos días realizada bajo el lema “Primavera sin Monsanto”, que conmemoró los cuatro años de lucha protagonizada por vecinos de la zona y un amplio abanico de organizaciones sociales y políticas contra la empresa multinacional, que hace pocos días anunció que vendía dichas instalaciones a la empresa Bayer.
El jueves pasado, en la 27° edición de esta segunda temporada de “La Luna con Gatillo: una Crítica Política de la Cultura”, nos visitaron en los estudios radiales del Centro Cultural España-Córdoba dos vecinos de Malvinas, protagonistas de la lucha contra Monsanto. Lucas y Eli destacaron que detrás de la producción de la multinacional está presente “todo un modelo basado en el saqueo de los bienes comunes, de la salud y la autonomía de los pueblos”. Los vecinos malvinenses recordaron que la conmemoración-protesta del fin de semana se planteó realizar una feria agroecológica, con intercambio de semillas, y también charlas en la plaza de Malvinas Argentinas,a realizarse el día sábado, con el cierre de un Festival, del que anunciaron su presencia -entre otros artistas- Paola bernal y Armando flores, para finliar hoy domingo con una serie de talleres y un Encuentro de luchas por la Tierra y la Semilla Libre, a realizarse en el Bloqueo a Monsanto.
Los lápices siguen escribiendo

El programa, que se transmite en vivo todos los jueves de 15 a 17 horas por Radio Eterogenia (www.eterogenia.com.ar), estuvo dedicado también a conmemorar el 40 aniversario de La noche de los lápices, trágico episodio represivo en el que fueron secuestradas María Claudio Falcone, María Clara Ciocchini y Daniel Racero (18 años), Horacio Ungaro y Claudio de Acha (17), y Francisco López Muntaner (16). Gustavo Calotti (18), Emilce Moler y Patricia Miranda (17), junto con Pablo Díaz (19), sobrevivientes, fueron secuestrados días antes o después de aquella razzia, pero formaron parte del mismo grupo de militantes capturados por el terrorismo de Estado. La “trinchera radiofónica” contó con las palabras de Jorge Falcone, documentalista, poeta, militante y hermano de María Claudia. También con el testimonio de Antonela, de la Coordinadora de Estdiantes de Base (CEB) de Buenos Aires, quienes además de la marcha del 16 de septiembre organizaron junto a Falcone el ciclo de charlas en colegios secundarios titulado “Septiembre es de lucha, el futuro es nuestro”, y con  la vista, en estudio, de Eugenio Talbot Wright, de la organziación HIJOS de Córdoba.
En el marco de la conmemoración, el crítico cultural Gonzalo Aguilar abordó críticamente el film dirigido por Héctor Olivera, “La noche de los lápices”, estrenado en 1985, y a través de dicha película, repasó y analizó el cine argentino de postdictadura.
BONUS TRACK: Realizamos un informe sobre el desarrollo de la 5° Feria del Libro Infanto-Juvenil “Mas Libros, Más Libres”, realizada en la semana en el Sitio de la Memoria Campo de la Ribera. A través de una de las trabajadoras del ex Centro Clandestino de Detención, Susana Gómez, repasamos los motivos y la importancia de este evento que se realiza desde hace cinco años, y junto a Richard, Jonny y Mateo, integrantes de Rimando Vivo (ex Rimando Entreversos), rescatamos los aportes de la cultura popular de los jóvenes en l construcción de una mirada crítica sobre la historia y la actualidad.

COLECTIVO RADIAL
Conducción y producción general: Mariano Pacheco
Co-Conducción: Carlos Bergliaffa
Con Iván Garzón y Carlita Limón en redes sociales; “El Turco” Diego Abu Arab en gráfica, Pablo “El Pelado” Rodríguez en producción artística y Dante De Noia la operación técnica.

TRINCHERAS RADIOFÓNICAS– 
Viernes desde las 17 hs por FM 99.7 Che Barracas (http://chebarracas.blogspot.com.ar/)– 
Lunes de 15 a 17 hs por radio Zumba La Turba(http://www.zumbalaturba.com.ar/
Las dos radios pertenecientes a la Red Nacional de Medios Alternativos – 
Sábados a las 22 horas, por Radio FM 95.5, El Grito de Los Hornillos (Traslasierra)

NOTICIAS POR INTERNET, DESDE ABAJO Y A LA IZQUIERDA, DESDE CÓRDOBA PARA EL RESTO DEL MUNDO. 

La libertad según lxs zapatistas. Manuales de la escuelita zapatista (2 tomos)

 La primera publicación producida completamente por las bases de apoyo zapatistas donde cuentan el proceso de construcción de su autonomía. Estos cuadernos de lectura fueron entregados en mano a cada participante de la Escuelita Zapatista que llegaron hasta los territorios rebeldes autónomos para cursar el primer nivel de la Escuelita y ahora es publicado en Argentina en formato de libro. En las distintas secciones de cada libro lxs integrantes del movimiento zapatista cuentan como desarrollan su propia educación, salud, justicia, cultura, producción, como enfrentan las maniobras del Estado que intenta desaparecerlos, la importancia de la participación de las mujeres, etc.
Esta iniciativa fue posible por el esfuerza de la Red de solidaridad con Chiapas, El colectivo, América Libre y Tinta Limón.

Ayotzinapa: historia de lo imposible

(introducción a Una historia oral de la infamia, de John Gibler – Tinta Limón – 2016)
I.
Como todos los segundos días de octubre, los estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, de Ayotzinapa (Guerrero), así como otros miles de todo el territorio nacional, se disponían a marchar al DF como modo de traer a la memoria popular la mayor represión al movimiento estudiantil en la historia de México: la masacre de Tlatelolco (1968). Como tantas otras veces, días antes de la cita, un grupo de estudiantes, mayormente de primer año, se dirige a las ciudades de Huitzuco e Iguala (a menos de dos horas de Ayotzinapa) en busca de los buses en los que hacer el viaje. Como tantas otras veces, los habían conseguido y ya se dirigían, a eso de las ocho y media de la noche del 26 de septiembre de 2014, de regreso a la escuela. Pero una serie de emboscadas, persecuciones y represiones, brutales, dentro de Iguala, lo impidió a balazos. La cacería duró toda la noche. El saldo fue de 6 asesinados, más de 40 heridos y 43 estudiantes desaparecidos; en un hecho que si no permanece aún más oscuro e impermeable –como sucede la mayor parte de los casos en esta epidemia de violencia y asesinatos que asola a México– se debe en gran medida a Una historia oral de la infamia.
II.
Desacertado sería inscribir esta historia imposible en la tómbola cotidiana que mezcla negocios legales e ilegales con violencias y muertes. No es cuestión de errores o excesos. Tampoco azar. Podría hablarse, en cambio, de una pedagogía de la crueldad (Rita Segato). De una acción brutal sobre el cuerpo individual, a la vez que simbólica y ejemplificadora sobre el cuerpo colectivo. Las escuelas normales rurales, entre ellas la de Ayotzinapa, ocupan un lugar en la organización de las comunidades indígenas y campesinas extendidas en todo el territorio mexicano. La convergencia de los magisterios y las autoridades comunitarias son usualmente el motor de muchas de las resistencias populares de la región.  Los profesores tienen responsabilidades no solo en las aulas sino en las propias comunidades, en las que ocupan distintos cargos. Y a la vez, como las escuelas rurales se encuentran desfinanciadas por el Estado –que cíclicamente amenaza con su cierre–, son dichas comunidades las que las sostienen. Por estos motivos, las escuelas normales rurales han estado históricamente vinculadas a movimientos populares y a guerrillas rurales. Especialmente después del movimiento del 68.  En el caso de la Normal Rural de Ayotzinapa, el conflicto venía en aumento. En 2007 y 2011 hubo choques con la policía y dos estudiantes asesinados. Por lo que esta represión debe ser pensada en una serie que es índice de un objetivo: atacar la articulación entre educación publica y comunidades indígenas. Eso ocurre en guerrero con los normalistas, y en Oaxaca con la lucha de los maestros atacados en Nochixtlan, pero también en Chiapas.
III.
John Gibler –nacido en los Estados Unidos, pero residente en México desde hacía ocho años– llegó a la Normal a pocos días del ataque. Se presentó como periodista y les mostró sus trabajos publicados. Entre el dolor, el desconcierto y la furia, se encuentran allí reunidos los estudiantes sobrevivientes, los docentes del establecimiento y los familiares de los asesinados y desaparecidos. Tratan de encontrarle razones a lo sucedido y evalúan qué hacer. La secuencia de los hechos aparece como un rompecabezas de piezas inconexas. Gibler les propone entrevistar a todos los sobrevivientes y la mayoría de los estudiantes aceptan. Complementará estos testimonios con entrevistas a periodistas de Iguala, a profesores que respondieron aquella noche al llamado de auxilio, a un médico que interviene en los hechos negándose a atender a un herido grave, a integrantes de un equipo de futbol juvenil que sufre el ataque “por error”, a dos trabajadores del basurero de Cocula, con las madres y padres de los estudiantes desaparecidos.  Por el modo eficaz y contundente con que mezcla labor periodística e intervención política, Historia oral de la infamia es uno de los trabajos centrales sobre la llamada Masacre de Iguala.
IV.
El trabajo de entrevistas, desgrabación y escritura le demandó a Gibler más o menos un año; un tiempo que le permitió intervenir de modo decisivo en un caso en el que distintos segmentos del Estado ­­y de fuerzas territoriales paraestatales –como en este caso sicarios del ejercito narco Guerrero Unidos– cooperaron para velar lo sucedido, para confundir a las víctimas y a la opinión pública, para que paguen perejiles y escarmiente el cuerpo social. De ahí que el objetivo central del libro sea desmentir la versión oficial sobre lo sucedido aquella noche.
Según la «verdad histórica» sostenida por la Procuraduría General de la República aquella noche los estudiantes fueron atacados por sicarios y policías locales corruptos del municipio de Iguala. Luego, los policías habrían entregado a los 43 estudiantes desaparecidos al cártel local Guerreros Unidos, quienes los asesinaron, incineraron en el basural de Cocula y arrojaron sus cenizas al río, por creerlos miembros de un cártel rival. Este relato limita las responsabilidades a la policía local y al intendente de Iguala y su pareja, estrechamente vinculados al narco. El libro demuestra, en cambio, que hubo un dominio del territorio de las tres fuerzas, municipal, estatal y federal, además de supuestos sicarios narcos (hombres armados vestidos de civil, algunos con capuchas). A la red de complicidades y encubrimiento, Gibler opone una red de solidaridades que tejen una voz colectiva: la de los estudiantes sobrevivientes, sus familias y amigos, los testigos de Iguala y de Cocula que se animan a hablar, el Equipo Argentino de Antropología Forense.
V.
Una historia oral de la infamia, dijimos, pone en juego un modo concreto y eficaz de articulación de investigación e intervención política. Investiga un hecho “policial” que no es menos político que periodístico: un ataque directo a las clases populares que se organizan y resisten las políticas neoliberales que ininterrumpidamente (mal)gobiernan México desde hace casi cuatro décadas.
Sin paternalismo Gibler consigue dar cuenta de un entramado organizativo y comunitario y de un conflicto social por demás opaco. Con minuciosidad y calidad narrativa desarticula el engaño con el que el estado intentó perpetuar la impunidad. Para ello no apela a argumentos ni a explicaciones, ni a opiniones ni comentarios. Lo oral suplanta la escritura: la voz del autor/narrador es desplazada a un cierto afuera del texto, al “decorado” de los epígrafes, dedicatorias y agradecimientos; o reducido a algunos datos básicos sobre los hechos, las fuentes o el método de trabajo. Y en su lugar funciona, ininterrumpida, una multiplicidad de voces que van contando lo vivido, tramando la sucesión de sensaciones y hechos. El trabajo del escritor consiste, así, en escuchar –que es mucho más difícil y central de lo que parece–, en reconstruir la cronología de los hechos, en encontrar en las voces de los protagonistas la “verdad policial”. Pero también la profundidad de los sucesos, y la diversidad de tonos y matices en juego. He aquí un modo de “escritura” que hace de las historias y testimonios un texto vivo, cargado de sentido, empático y movilizador. De ahí que no pueda hablarse de una oralidad pura, sino sometida al trabajo de reescritura y montaje orientado por hipótesis políticas.
La cuestión no pasa, entonces, por esta no intervención del autor, porque “les de voz a los sin voz”. Ni paternalismo ni demagogia. El investigador político, en cambio, interviene de un modo muy delicado y elaborado de modo tal que consigue hacer de los testimonios un texto; y del texto un arma de autodefensa contra las falsedades del Estado, garante primero y último de la injusticia, además de coejecutor de la masacre.
VI.
Sea por esta articulación entre investigación periodística e intervención política que permite visibilizar, a contrapelo del relato oficial, la verdad de lo sucedido; sea por compartir el predominio de los hechos por sobre la ficción, sea por la densidad de relatar la desaparición y/o asesinato masivo de un grupo desarmado, sea por la presencia del basural, es inevitable la resonancia de Operación Masacre en estas páginas. Es que con Rodolfo Walsh conocimos el poder de los hechos por sobre la ficción: Operación Masacre no es perfecto a pesar, sino justamente debido a, la renuncia a la “trampa cultural” que para Walsh fue, cada vez más, la ficción literaria.
Pero incluso el corrimiento del género policial es aún mayor que en Operación Masacre: no hay guiños al policial negro, precisamente porque el detective no aparece. El libro de Gibler funciona con estas mismas premisas. Incluso con la walshiana idea de un heroísmo colectivo. En ambos, el episodio, acontecimiento o fragmento devela el oprobio con contundencia y precisión. Sólo que, en su paradójico retiro, el escritor no renuncia a ninguna de las técnicas de la investigación: la entrevista, el montaje, la reconstrucción minuciosa, la red de relaciones, la descripción de la institución (la escuela), la reconstrucción de procedencias y destinos. No se renuncia al juicio sobre lo verdadero y lo justo. Un nuevo poder de la crónica surge del modo en que el autor se repliega sobre sus operaciones literarias. Por fin, una operación anti-narciso.
VII.
Con todo, las afecciones producidas por el libro son variadas y contradictorias: la red de solidaridad que se activa ante la masacre –entre los propios estudiantes y familiares, los periodistas, los maestros sindicalistas, los trabajadores del basural y que llega hasta el equipo argentino forense– se inscribe en un cuerpo social insensibilizando, que naturaliza la violencia, la aparición diaria de cuerpos mutilados, en fosas comunes. A la potencia colectiva de los estudiantes, la crueldad de un poder impune.
Se impone, en México como en Argentina, la fuerza de las madres que claman por sus hijos vivos. Como aquella que recuerda a su hijo y se detiene en el amor que tenía por bailar. La descripción que hace es tan vívida, tan cargada de amor, que su hijo deja de ser simplemente uno de los desaparecidos, blanco de la violencia estatal y para estatal, y vuelve a la vida, se hace presente, nos hace sentir su ausencia intolerable.
VIII.
Que la guerra en curso en México -y no solo- no es convencional es ya una evidencia. Lo que aquí tenemos es una comprensión inmanente de la lucha, de la masacre, de la mentira y del ocultamiento. “Quien ve una injusticia y no la combate, la comete”, dice uno de los estudiantes. No hacen falta conclusiones. 

El rito de los linchadores // Lucas Paulinovich

La escena enseña: un grupo de personas rodea y detiene al pibe. La mayoría de los medios eligen mostrar las imágenes capturadas con un celular en crudo y no agregar comentarios. Realidad cruda, reproducción igualmente cruda. Los comentaristas están abajo, entre los lectores. Parecería que no hiciera falta agregar más nada: pura puesta en escena de las furias urbanas. Al pibe, varios que en pleno mediodía pasaban por peatonal Córdoba y vieron la escena o escucharon los gritos de advertencia, lo retienen y golpean. Lo acusan de intentar robar una camiseta en un local de una cadena deportiva, una de las más grandes de la ciudad. Le pegan hasta que intervienen otros para frenar la paliza, y son también agredidas.

“Hay que ser cagón para filmar”, se escucha en el video difundido por redes sociales y medios digitales. El miedo es exponer a los cautivos del miedo. Mostrarlos en plena cobranza. Los vecinos indignados con el robo, los mismos que pueden indignarse con los altos precios de la ropa, las condiciones de explotación y esclavitud en la industrial textil que, de tanto en tanto, son denunciadas y se exponen con cinismo compungido en los grandes noticieros. Pero hay broncas distintas, grados alternativos del enojo.

¿Qué hacen los vecinos defendiendo a la cadena que roba con sus precios, a la que insultan cuando pagan resignados una fortuna por una prenda que se puso de moda o el nuevo modelo de la indumentaria del club? Esa remera, cuya producción pagan en monedas, la venden después a precios altísimos. Los vecinos lo saben, y se enfurecen. Todos se aprovechan, como si no rigieran las leyes ni existan las buenas intenciones. Pero es comercio, otra cosa, así funciona. En el castigo al pibe son otras las sanciones. Se pone en primer plano el reverso de los derechos conquistados. Si el gobierno nacional, en sus cortos meses de gestión, inició un despojo sobre la superficie sensibilizada del crecimiento con inclusión a través del consumo, del poder de compra, los vecinos linchadores están poniendo en práctica su autodefensa. Hubo un límite brutal al consumo popular: sinceramiento de las fantasías del despilfarro, reducción del salario, fin de los privilegios inmerecidos, desempleo, flexibilización y extorsión patronal. El común afectado expresa su bronca. Los consumidores, ahora en orfandad, recurren a sus propias fuerzas. La reacción de odio afirma, tiene sus postulados fundacionales: el Estado está ausente.

El linchador que defiende a la gran propiedad, en definitiva, se está defendiendo a sí mismo, su propio horizonte de adquisiciones, la proyección de sus posibilidades. El afán linchador, con su aspiración última a exterminar el delito, aleccionar, ejemplarizar, es un desesperado acto utopista. El triunfo del más grande confirma la fluidez, la realidad perceptible del crecimiento. El horizonte se palpa, los ricos no piden permiso, viven. Sí, se puede. El pibe chorro viene a conmover las cuadrículas de los mostrable, irrumpe como una potencia distorsiva. Hay que neutralizarlo.

El linchamiento, así, se constituye como la venganza de los “giles robados”. Subyace un rechazo moral al robo, pero la reacción es ante lo inmediato, lo que está a mano, pasible de castigo. “Los que se la chorean toda”, los poderosos, son una alegoría, siempre lejanos, distantes, incapturables. El linchamiento –con sus componentes de segregacionismo y exterminación- se asienta en esa fatalidad de la derrota: lo que molesta al humillado es ser otra vez humillado por un igual. La paliza descarga una bronca que tiene origen ético en la servidumbre, la aceptación y resignación ante el destino trágico que los coloca a todos en el mismo barro. El alimento, llegado el caso, es la envidia y la fantasía. Soñar es viable, el deseo, imposible.

El odio absurdo del linchamiento aparece cuando el vecino tiene que asumir las funciones represivas y aplicar el castigo ante la anomia institucional: “¿dónde están los que tienen que hacer algo?”. El odio se refiere antes al desamparo que al delito en sí mismo. Es un rechazo de las formas, una consideración estética frente a la vulnerabilidad toda expuesta: la democracia vaciada ante los cuerpos sufrientes. Por eso el presidente se apiada del hombre “bueno y querido por su comunidad” que persiguió, atropello y asesino al ladrón en Zárate. Hizo un sacrificio vecinal, se inmoló en su condición de ciudadano, asumió la excepcionalidad real y castigó en consecuencia. Ahora cae en las trampas de la justicia, esa cáscara seca de representación. Se trata de un mártir de los vecinos: al reconocerlo, Macri confirma el agotamiento del Estado como concentración de soberanía. En el estado de emergencia, todo se disuelve y cada quien debe ponerse a resguardo. Las calles se patrullan, lo que cambia son los uniformes y el registro del arma.

Esas vidas amarretas

El “empeoramiento de la vida misma” supone una reformulación de las dinámicas de horizontalidad-verticalidad. El extractivismo vital –como suplemento del modelo rentístico-financiero de la gran producción- no se problematiza: se procesa a través de la violencia. Las finanzas son fluctuantes, se acomodan a las circunstancias. El currito, de esa forma, se vuelve un modo de subsistencia y va elaborando una sociedad de buchones, arrepentidos, patovicas, arribistas y hordas linchadoras. Recobran vigencia los rezagos loperreguistas y se acentúan las continuidades exterminadoras de la dictadura genocida. El gobierno alienta esa resolución de los conflictos por vía de la violencia aniquiladora. La democracia muestra su vacío de forma cruel, la crisis de representación nunca fue resuelta. Estamos ante el “que se vayan todos” segurista.

El segurismo nutre los rituales diarios de gestión de recursos, objetos y humanos, muebles e inmuebles, reales o virtuales, todos transables. El patovica, guardián, prepotente e intimidante, se volvió un servidor social, más un conjunto de atributos y repertorios de acción para la garantía de propiedad (el derecho de admisión al pequeño o gran orbe que necesita extender a su alrededor para durar) que una cualidad humana. Las alarmas y videovigilancia son un adelanto de robotización y automatización que operan sobre el miedo, pero aún no logran la efectividad ceremonial de la contundencia física. En la garita, minúsculo fortín blindado, se resumen las necesidades arquitectónicas a las que recurren los dadores de seguridad cuando la circunstancia conlleva peligros que exceden la primacía de autoridad del músculo o el arma reglamentaria. El devenir gendarme de la población hace a un modo de gestión de la vida cotidiana, un horizonte de deseos e imaginaciones, un determinado tipo de trayectoria vital, con ciertas variaciones de experiencias posibles, límites ondulantes entre lo aceptado y lo prohibido, relaciones con la autoridad y, principalmente, aporta recursos utilizables para intervenir cuando se producen los conflictos.

Noticias de la guerra difusa

Con los episodios de las últimas semanas –cuatro casos de linchamientos difundidos en poco menos de un mes- quizá nos topamos con las primeras escenas de la guerra difusa que intenta regularse y sistematizarse desde el plan “Argentina sin Narcotráfico”. Sin enemigos claros e identificables, desparramados por la sociedad y los territorios, el combate es contra la sustancia. Los cuerpos, son su alojo, se corrompen, vician y exponen a los castigos. Los nuevos valores sanitaristas y eugenésicos tienden a elaborar una normalidad sostenible. Rosario, en eso, es un laboratorio para la aplicación de políticas de seguridad que ya fracasaron en toda la región. Una usina de fantasmas y terrores. El puntal de la inserción al mundo, envilecido por el terrorismo. El Estado desembarcando, reafirmando su presencia soberana en los territorios, exhibiéndose armado, preparado y dispuesto al enfrentamiento, ofensivo y activo a través de la fuerza espectacularizada.

Son dos planos de actuación, la saga de los Bullrich. La ministra de Seguridad, por un lado, poniendo a funcionar la máquina del miedo, lanzando cifras sobre homicidios, especulando sobre injerencias extranjeras, acuciando los temores y amenazas rondando cada esquina. No se puede confiar, es parte del nuevo tono vital de la época. Por el otro lado, el ministro de Educación, anunciando la “nueva campaña del desierto” mediante la educación, en Choele-Choel, memoria de evangelizaciones y campañas genocidas. Pero hay un grado de consideración, una posibilidad primaria de perdón estatal. La eliminación será de imaginarios, modos de vida, superficies perceptivas, sensibilidades autóctonas y autónomas. Los normalizados, son bienvenidos. Y los vagos, delincuentes y militantes, no tienen lugar en la normalización. Sus ideas no sirven ni para abonar el suelo del progreso: si el desarrollo es teleinformático y biotecnológico, la educación será una gran ordenadora de roles y jerarquías. Sus calificaciones dictarán para qué está preparado cada uno.

Esas son las reglas claras: la bandera, la medalla y el premio, siempre es para uno. El que copia, transgrede, intenta apropiarse de lo ajeno, es un traidor, competencia desleal, objeto de reprimendas. No importa tanto la ilegalidad, el problema es la ineficiencia, que lo descubran. Macri mismo, cínico referente, hace gala de su desapego hábil a la ley. Esa astucia del gran currador que le permite caer siempre parado, zafar, no ser agarrado. El asunto es ser rápido y sigiloso. Y si todos saben que uno está trampeando y no pueden capturarlo, se consolida la autoridad. Por eso el linchamiento es sacrificial: porque el Estado no hace sentir quién manda. Esa es la base de los pedidos de “seguridad”. Que alguien deje las cosas en claro, establezca jerarquías invariables, un orden desigual pero previsible. La sanción se dirige a la falta de método: es una penalización por la autoridad infértil la que recae sobre el pibe chorro linchado. Una intención desmedida, alguien que quiere más de lo que merece: los vecinos hacen saber que no hay superioridad, que nada puede, que en el mismo lodo están también manoseados.

Clinämen: Ayotzinapa: testimonios contra el terror y el ocultamiento

Conversamos con John Gibler, autor del libro «Una historia oral de la infamia», sobre la masacre de Ayotzinapa, con la participación de Andres Bracony, de Editorial Tinta Limón. La trama del poder mafioso y el control de lo territorios. El rol de las escuelas normales rurales en las comunidades campesinas de México. La culpabilización de las víctimas y la muerte como espectáculo. La llamada «guerra contra las drogas» como recurso del terrorismo de estado. Las redes de solidaridad que se tejen en las comunidades. 

Invitación a conversación: «Amor del desaparecido: potencia subjetiva»

En América Latina prolifera desde hace décadas la práctica de la desaparición forzada. En Argentina el estado de excepción produjo treinta mil desaparecidos durante la dictadura cívico-militar-eclesiástica (Comunicación de Madres de la plaza de Mayo). En México se cuentan ciento cincuenta mil asesinados, más de treinta mil desaparecidos , doscientos cincuenta mil habitantes desplazadas: “México se ha convertido en un país que ya no sabemos si calificar como ‘herido’ o ‘sangrante’ o incluso decir que es una gran fosa. País de muertos. País de desaparecidos. País de fosas” (Daniela Rea. Que no les pase lo que a nosotros en México. Cosecha roja, 7/09/2016).  
La incertidumbre generada por la desaparición activa un aspecto vital “Vivos los queremos” ¿Cómo se sostiene esa solicitud? Ella revierte la incertidumbre y se transforma en potencia de vida subjetiva. Esa búsqueda es orientada por el amor del desaparecido, quienes los buscan no esperan respuesta del Estado –institución desaparece ciudadanos-  despliegan acciones cargas de afecto, una potencia subjetiva inédita, articulando respuestas variadas. Esas búsquedas no caducan por el tiempo (propuesta de la Iglesia, los partidos políticos, hasta por algunos funcionarios psi…) Esas acciones han tomado formas: localizar fosas clandestinas,  investigaciones jurídicas, investigaciones antropológicas (EDAF) proponer leyes, conformar colectivos de familiares, organizar protestas. En síntesis, mutar de subjetividades  tristes a una potencia subjetiva, el afecto que le viene del desaparecido y el afecto que se envía hacia l@s desaparecidos. De ahí surge la potencia posible de “Vivos los queremos”, el amor los mantiene con vida.
ESTADO DE EXCEPCIÓN: “El rechazo a la vida, cuestión de neurosis: Frente a la catástrofe occidental, la izquierda adopta generalmente la posición del lamento, de la denuncia, y por lo tanto de una impotencia que la hace odiosa a los mismos ojos de aquellos a los que pretende defender. El estado de excepción en el que vivimos no es algo que hay que denunciar, es algo que hay que volver contra el propio poder. Henos aquí aliviados, a nuestra vez, de todo miramiento por la ley; en proporción a la impunidad que nos arrogamos, a la relación de fuerza que creamos. Tenemos el campo absolutamente libre para cualquier decisión o treta, por poco que respondan a una afinada comprensión de la situación. Para nosotros ya no existe más que un campo de batalla histórico y las fuerzas que se mueven en él. Nuestro margen de acción es infinito. La vida histórica nos tiende los brazos. Existen innumerables razones para rechazarla, pero todas incumben a la neurosis» (Tiqqun, Carta A Nuestros Amigos. Comité Invisible).

Entrevista a Diego Tatián: “No creo que se salga de esta situación de reflujo extremo haciendo ostentación de kirchnerismo”

por Mariano Pacheco
Diego Tatián, ensayista y actual Decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba, compartió una serie de reflexiones acerca del peronismo y el kirchnerismo, las continuidades y rupturas entre las gestiones cordobesas de Juan Schiaretti y José Manuel De la Sota, además de lo nacional, lo popular y lo político en el actual “momento Latinoamericano”.
KIRCHNERISMO Y “PERONISMO CLÁSICO”

¿Te parece que el kirchnerismo es un momento de la historia del peronismo o que puede coagular hoy en una experiencia política por fuera de las estructuras partidarias del Partido Justicialista? ¿Cómo ves hoy el mapa del peronismo/kirchnerismo a nivel nacional?

Creo que las dos cosas: por un lado el kirchnerismo es un momento de la historia del peronismo, claramente, pero por otro lado abre -digamos- una picada, o un boquete hacia otras expresiones históricamente no-peronistas. Y es esta juntura, precisamente, contra la que reacciona cierto peronismo clásico o más tradicional. Me parece que esto hace que podamos afirmar que el kirchnerismo es el único sujeto político hoy en Argentina. Sin magnificar, ¿qué quiero decir con esto? Que la carnadura social del kirchnerismo ronda hoy entre un 15 y un 20%. Pero lo importante no es eso, sino que ha producido una sensibilidad social que tiene que ver, sobre todo, con la defensa de los derechos en general, y los derechos humanos en particular, y que no tiene equivalente. Por ejemplo, el macrismo, hoy no hay macrismo en la Argentina. Lo que existe hoy es un señor llamado Mauricio Macri, que es incapaz de producir afectos políticos, y que de alguna manera cataliza una heterogeneidad política, de sentimientos, y sobre todo, de un antikirchnerismo que tiene muy diferentes calidades. Todo eso concentra Macri, lo que no da lugar al “macrismo”, y esa es su principal debilidad, al mismo tiempo que la mayor fortaleza del kirchnerismo ha sido constituir un sujeto social -insisto- el más importante que tiene la Argentina de este momento. Porque el peronismo clásico, por supuesto, también tiene una identidad históricamente muy fuerte, pero que hoy se encuentra diluida, fragmentada. Y es ahí en donde se libra una disputa muy fuerte, porque el peronismo clásico está intentando prescindir del kirchnrismo, cosa que difícilmente creo que pueda lograr, porque la imagen de Cristina es muy fuerte, y no tiene parangón dentro del campo popular. Y no es sólo una cuestión de imagen, de encuesta, sino que es una figura popular muy odiada pero también muy amada, que otras fuerzas políticas no tienen. Desde ese punto de vista, está todo absolutamente abierto en la Argentina. Y creo que hay que precipitar las condiciones para que el campo popular se reorganice de una manera amplia y generosa, no creo que se salga de esta situación de reflujo extremo haciendo ostentación de kirchnerismo. Y creo que la primera en entender eso fue la propia Cristina, cuando empezó a hablar de Frente Ciudadano. Ese es un poco el desafío que tienen las fuerzas populares, para que esta situación de “Plan Cóndor judicial-mediático” no quede así, porque esta situación no se está produciendo solo en Argentina sino en varios países de la región.
Vos hablas del kirchnerismo como “sujeto”, pero en el peronismo clásico la columna vertebral del movimiento era la clase trabajadora (algo que desde las izquierdas se cuestionó siempre porque  el movimiento obrero organizado además de columna, no era también “cabeza y corazón”). Ahora, en el kirchnerismo, ¿cual te parece que son, en concreto, esos sujetos sociales en los que ha anclado su política? Digo, más allá de la gestión del Estado. Porque: ¿qué sector social expresa, por ejemplo, Unidos y Organizados? Y el Movimiento Evita, que organizaba a sectores humildes del pueblo, o al precariado, hoy ya no forma parte del kirchnrismo, y la relación con los sindicatos ha sido más bien compleja.
Es muy buena tu pregunta. De todos modos, dejame aclarar que cuando decía “sujeto social” no me refería a un análisis sociológico, sino a un imaginario que atraviesa a distintos sectores, que van desde la Universidad hasta este precariado que vos mencionás. Después, las articulaciones o desarticulaciones políticas, son siempre coyunturales. Yo no creo, por ejemplo, que el movimiento Evita haya dejado de ser kirchnerista por haberse ido del Frente para la Victoria. Sigue siendo parte de ese conglomerado que yo nombro como kirchnerismo y que, insisto, no lo digo desde el punto de vista sociológico, sino como marca que se le ha hecho a la sociedad argentina en muy distintos niveles. De todos modos, me parece que tu pregunta por el movimiento obrero es muy buena, pero habría que tener en cuenta que el movimiento obrero hoy no cumple en el mundo la misma función que hace 50 años, y tampoco que en la Argentina del peronismo clásico.
¿Y en Argentina como lo ves?
Fijate, en el resto de la Argentina está sucediendo una situación inversa a la que sucede acá en Córdoba. Creo que hay una cúpula sindical burocratizada y al servicio de lo peor, y sin embargo hay una base que se está moviendo, y las cúpulas tienen grandes problemas para sostener esta situación, que es de precaridad, en la componenda con los grandes poderes económicos. En tanto que en Córdoba se viene produciendo una situación por demás interesante, en la que hay dirigentes sindicales que han tenido un pronunciamiento muy claro respecto de ciertas medidas reactivas del macrismo para con los trabajadores. Me refiero a nombres concretos como Hilda Bustos, como Juan Monserrat, Raúl Ferro y el propio José Pihen, que tiene que posicionarse con mucho cuidado porque tienen bases que son, te diría, macristas. Sin embargo, puede visualizarse en el movimiento obrero de Córdoba un atisbo de algo diferente. No así en el Partido Justicialista y el “schiarettismo”, que está haciendo una sobreactuación de macrismo para mi incomprensible, aún asumiendo que así se beneficia financieramente. Creo que Schiaretti, corriéndose así a la derecha, está traicionando su propia historia y la de su partido, incluso a sus propios cuadros, de segunda o tercera línea, que quedan totalmente descolocados, sobre todo con sus declaraciones sobre el plan económico. Por más que ahora se vea coyunturalmente beneficiado económicamente por el macrismo, se le va a volver como un búmerang.
PERONISMO EN CORDOBÉ
Justamente te quería preguntar por la situación provincial. El delasotismo es evidente que ha estado a contrapelo del proceso nacional de la última década. Pero: ¿qué pasa con el schiarettismo? ¿Te parece que es una continuidad del delasotismo o hay rupturas?
Las dos cosas. Creo que el schiarettismo es una continuidad sustantiva del delasotismo con puntos de ruptura en temas como los derechos humanos o cierta sensibilidad mayor hacia cuestiones sociales. Por ejemplo, Schiaretti tiene un excelente ministro de Justicia, Luis Angulo. Nosotros tenemos un Programa de Educación en Cárceles. La Facultad tiene alumnos en la cárcel. Y es impresionante ver el cambio. En este tipo de cosas, que no son menores, hay un cambio, lo mismo que en derechos humanos. Pero hay ciertos alineamientos políticos y pronunciamientos respecto de la política-económica que lamentablemente son una continuidad con el delasotismo.
¿Y respecto de la situación policial? Digo, ese fue uno de los motivos de mayores críticas al delasotismo  ahora hay quienes también cuestionan la schiarettismo.
Me parece que se nota un cambio, un pequeño cambio al menos. No es lo mismo esta policía que la de De a Sota, pero también es difícil pensar que pudiera mantenerse ese nivel de policialización en el que se vivía en la provincia, que estaba prácticamente tomada. Ahí veo un pequeño cambio, insuficiente, pero con una modificación del Código de Faltas, sin su derogación, que es lo que correspondería, porque es absolutamente anticonstitucional, pero en ese punto creo que se puede verificar un cambio.
Y respecto del peronismo cordobés, más en la coyuntura política, ¿qué pensás? Digo: De la Sota necesita “pegarle” a Macri si pretende posicionarse de cara a 2017 y 2019. Pero sigue aliado a Massa, y eso le dificulta disputar la interna del PJ. Por otra parte, su sucesor en la provincia, como decías bien recién, viene haciendo una “sobreactuación” de macrismo, situación que también le dificulta al propio Schiaretti librar una pelea interna en el justicialismo a nivel nacional, y ambos necesitan de algún modo “pegar el salto” a lo nacional, tras dos décadas de gobernar la provincia…
Yo pienso que Macri no ha venido para durar sino para hacer un laburo, que tiene tres patas. El más importante ya lo ha hecho, y es haber re-insertado a al país en el circuito financiero internacional; haber contraído 50 mil millones de dólares de deuda, a la que van a estar otra vez subordinadas generaciones de argentinos, tirando por la borda lo que tanto le costó a la política del pueblo argentino, que fue des-endeudarse parcialmente. Eso ya lo hizo, porque él es un personero de los grupos financieros. Lo segundo que vino a hacer el macrismo es a desarrollar una persecución judicial del kirchnerismo, con el claro objetivo de des-arraigar del pueblo argentino toda memoria de lo que fueron estos diez años de gobierno popular. Y lo tercero es imponer el paradigma de lo que ellos llaman “Memoria completa”, es decir, desmontar el trabajo democrático que desde hace décadas vienen haciendo los organismos de derechos humanos, no sólo en el plano social y cultural, sino también en el judicial. Porque ya han frenado los juicios por las responsabilidades civiles y van a seguir probando qué pueden hacer y no, como fue el caso de Hebe (de Bonafini) y el intento por avanzar en causas judiciales contra militantes de la década del 70, de organizaciones armadas y no armadas. Y lo que tiene es que no parece verosímil que eso pueda durar mucho tiempo. Pero sí que venga un administrador de ese desquicio, más político, que yo creo que es Massa, que es la alternativa a esta lógica del shock, casi una lógica de “grupo de tareas”, que viene produciendo el macrismo. Ese es el plan, me parece, no sé en qué tiempos, pero la salida orquestada parece ser con alguien de la derecha peronista, sea De la Sota o  Massa, que es el candidato de Clarín, a diferencia de Macri, que es directamente el hombre de Estados Unidos en el país. Y desde ese punto de vista es que está totalmente abierto todo, en el peronismo y en el país. Y habrá que ver qué hacen los distintos actores políticos dentro del peronismo ante eso que podríamos denominar como la vía massista y la vía kirchnerista.
¿Dentro o fuera del peronismo? Digo, al menos, tu opción personal, ¿cual es?
Yo creo que va a haber que jugar en los dos lados, porque una cosa repercute en la otra. Pero creo que dentro de la disputa interna del PJ hay mucho de ficción. Quiero decir: no es que ahí adentro se apuesta, se gana y el que pierde sigue al que gana. Si el delasotismo gana, el kirchnerismo no va a ir atrás como buen perdedor, así como el delasotismo no va a ir detrás del kirchnerismo si la que gana es Cristina. Se puede disputar ahí adentro, pero sabiendo que es como una ficción necesaria. Y después hay que construir transversalmente, y confiar en los movimientos populares de base. Esa es la gran lección de todos estos años, en donde ha habido un empoderamiento insuficiente para acompañar los cambios que se han producido en la Argentina, tal vez los más osados dentro de la región, si dejamos aparte a Bolivia y Venezuela, que tienen realidades diferentes. No fue suficiente el empoderamiento para proteger esos cambios, que se hicieron tal vez de una manera más jacobina.
¿Y qué rol juega en todo esto Cristina?
Yo creo que están bien los tiempos que está manejando Cristina. Ella lo dijo con claridad: “yo no me voy a poner a la vanguardia de los cambios que la sociedad no me ha pedido” y que “la sociedad se tiene que organizar y construir poder desde abajo y después se verá”. Yo creo que es la vía correcta. Y un poco depende de todos nosotros, de las izquierdas o cierto peronismo, de los que creemos en una vía emancipatoria, de ser capaces de construir un frente para disputar poder.
Me gustaría saber tu opinión respecto de esta crítica que se le hace al kirchnerismo, en relación a la centralidad casi exclusiva del liderazgo de Cristina, y antes de Néstor, o la denominada “mesa chica” que tomaba las decisiones, o incluso a rol que jugó La Cámpora en el armado de espacios como Unidos y Organizados y esta postura de Frente ciudadano centrado en una participación más desde abajo, cuando hay toda una militancia quizás formada en lógicas más de arriba para abajo. Digo, ¿no te parece un poco contradictorio el planteo?
Bueno, sí, pero ahí está el arte de reinventar y producir política a partir de giros. Y lamentablemente me parece que eso que planteas no es solo un problema argentino, sino que está presente en todos los procesos de Latinoamérica: pasó con Chávez, pasa con Evo, pasó con Lula. Es una dinámica que está presente en la historia del continente. A mí me gustaría que fuera de otra manera, pero no es de otra manera. Entonces eso, que es un problema que genera cierta verticalidad, presenta una fortaleza para enfrentar poderes, que una dinámica más horizontal seguramente no tendría. Por eso hay una cierta complejidad en esa cultura política. Y yo creo que Cristina registró que es necesario que la sociedad prescinda de ella para hacer ciertas cosas y luego las haga con ella cuando ciertas condiciones estén dadas. Me parece que es una buena vía. Si, por decirlo de algún modo, la cultura política kirchnerista lo va a lograr hacer o no, habrá que ver. Yo creo que sí. Tal vez obligado por las circunstancias. Y en eso soy materialista, porque pienso que muchas veces no son las convicciones sino la materialidad, la fuerza de las cosas lo que hace a uno comportarse. Y esa apertura, ese ponerse en juego de manera horizontal con otras organizaciones, y el aprendizaje de una sabiduría política adquirida en la adversidad, tiene que ver con la situación.
Como reflexión final, y partiendo de esto que planteabas sobre el continente, en relación al planteo esbozado en uno de tus libros sobre el filósofo Spinoza, donde decías que atravesábamos un “momento maquiaveliano” en la región, a partir del cual un conjunto de antiguas luchas sociales organizaban sus militancias y sus tareas en una conquista institucional. Allí hacías referencia a Maquiavelo y escribías que se producía una tácita “exhortación a la unidad Latinoamericana” por parte de un “Príncipe colectivo” que había adoptado un posicionamiento popular, en el marco de una coyuntura signada por un “encuentro aleatorio” entre “movimientos sociales y políticas de Estado” . A la luz de todo lo que viene pasando con los gobiernos progresistas, populares, post-neoliberales o como se los denomine de la región, ¿consideras clausurado ese momento o en disputa? ¿Estamos a la puertas de un nuevo cambio de época en Latinoamérica?
Yo creo que está abierto y en disputa el proceso, en un momento de clara adversidad y reflujo. Y creo que hay que seguir insistiendo en la necesidad de reivindicar la política como alternativa para que los seres humanos reviertan la situación desfavorable en la que se hayan y disputen poder. Hoy asistimos a una operación muy fuerte de desprestigio de la política, contra la política. Y se trata de hacer ahora lo que hicimos siempre, pero desde el llano. Se trata de organizar, de construir poder popular y resistir las medidas que son nocivas para el conjunto del pueblo argentino. No creo que se haya desvanecido el “momento Latinoamericano”, sino que atraviesa esta situación de fuertes complicaciones, pero hay que seguir actuando desde las circunstancias en las que nos encontramos. 

[fuente: Revista Zoom]

Entrevista a Silvia Rivera Cusicanqui: El colonialismo intelectual y los dilemas de la teoría social latinoamericana

por Maristella Svampa.
“Cuestiones de Sociología” convocó a cuatro destacados intelectuales y académicos latinoamericanos para que respondieran preguntas acerca de los alcances de la dependencia intelectual y los dilemas que atraviesa la teoría social latinoamericana. Ellos son Silvia Rivera Cusicanqui, de Bolivia; Jose Mauricio Domingues, de Brasil; Arturo Escobar, de Colombia y Enrique Leff de México. Publicamos acá las de Silvia.
MS: Muchos autores han insistido en que uno de los rasgos fundamentales de la teoría social latinoamericana es la dependencia intelectual o epistémica, respecto de los conceptos y marcos teóricos elaborados en los países centrales. Algunos han dado estatus teórico a dicha dependencia a través del concepto “colonialidad del saber” (Quijano, Lander). ¿Cuál es su mirada sobre esta problemática? ¿Qué significa entonces pensar las ciencias sociales desde América Latina en el siglo XXI, en el marco de la modernidad avanzada y en el actual sistema de dominación? ¿Existe una perspectiva latinoamericana para pensar las problemáticas actuales desde el marco de la teoría social?
SRQ: Esa formulación no es nada nueva, y si por “status teórico” te refieres a la instalación de esta idea en los centros académicos hegemónicos, te podría decir que se trata de una academia muy desmemoriada. En varios territorios de América Latina, y también en los Andes bolivianos, la crítica a la colonización mental de las élites tiene una larga trayectoria. En el caso nuestro, con Rossana Barragán intentamos una síntesis de dicha genealogía en el libro que publicamos en La Paz sobre los estudios de la subalternidad en la India. En la presentación del texto entretejimos nuestra lectura del grupo Subaltern Studies con una reflexión sobre los aportes de la historiografía social argentina, la etnohistoria y la antropología peruanas, y el vital aporte mexicano y africano (1997) en la producción social e historiográfica boliviana de los ‘80 y ‘90.
Recientemente, he remontado esta genealogía propia hasta inicios del período colonial en la obra del escritor chinchaysuyu Waman Puma (Rivera, 2015). Creo que su obra, a través del montaje texto-imagen, es un ensayo visual teórico. En otras palabras, Waman Puma compone una sintaxis para exponer su teoría de la dominación colonial, a la vez como descripción etnográficamente densa y como irrefutable crítica teórica a la ilegitimidad de ese sistema y sus falacias.
Me gustaría exponer brevemente un ejemplo que pertenece al horizonte liberal del colonialismo (1870- 1920). Un libro de Franz Tamayo (1879-1956) aborda autocríticamente el mestizaje boliviano como síndrome psicológico de encrucijada, que él llama bovarysmo, aludiendo a la novela de Flaubert, Madame Bovary. Esta noción me servirá como metáfora para comprender el bloqueo que nos impide ser memoriosos con nuestra propia herencia intelectual1, pues resulta paradójico y lamentable que tengamos que legitimar nuestras propias ideas recurriendo a autores que han puesto de moda los asuntos del colonialismo, desconociendo o ninguneando los trabajos teóricos anteriores, que si bien no usaron las mismas palabras, interpretaron e interpelaron la experiencia del colonialismo intelectual con profundidad y acierto. En La Creación de la Pedagogía Nacional, el autor llamaba bovarystas a los intelectuales de escritorio que traían programas educativos franceses para instalar para instalar en el país una pedagogía elitista e imitativa, moderna sólo en apariencia. Desde su sitial de poeta prestigioso (aunque oscuro y mal comprendido), su rigor argumentativo y su gesto polémico provocaron una interpelación radical a las prácticas y los estilos de ser de esa intelligentsia criolla que lo rodeaba, admiraba, despreciaba.
A contrapelo de lo que sucede hoy, cuando todo se escribe-habla y los círculos hegemónicos de habladores letrados crean satrapías políticas (el parlamento, la judicatura) o espectáculos mediáticos para engatusarnos, en la época de Franz Tamayo lo central era una cultura oral-gestual que se traducía en códigos corporales tácitos pero inteligibles a escala social: códigos de comunicación que también estructuraban jerarquías y desprecios solapados. Tamayo no discute lo que sus contemporáneos escribían: lo consideraba un vulgar aglomerado de citas de autores europeos, ni siquiera bien hiladas. Pero no era que él rechazaba la herencia de Europa – su poesía de formato griego lo atestigua – sino que reclamaba un gesto más autónomo e inteligente hacia ella, tal como lo haría Veena Das un siglo más tarde. Tamayo se inspiró también en Nietzsche y en el vitalismo alemán de su tiempo, además de una vasta biblioteca filosófica y literaria francesa, lo que no empaña para nada su acercamiento a las realidades multiétnicas (como diríamos hoy) de su entorno. Era su gesto corporal y su mirada, además de su reflexivo conocimiento del aymara, lo que lo hacía diferente a sus contemporáneos.
Lo que rechaza Tamayo no son las ideas y principios básicos de la episteme europea sino el modo en que se los adopta en países como el nuestro: de boca para afuera, de modo sumiso y reverencial. Su análisis, por el contrario, se sustenta en escudriñar el alma del mestizo realmente existente en su espacio / tiempo, como un ser esquizofrénico, dividido y bipolar, incapaz de crear una nación propia o habitar un territorio propio. Este diagnóstico es vital en Tamayo y sienta las bases para hacer del double bind mestizo una potencia creativa, en lugar de profundizar el binarismo y con ello la disyunción colonial que nos impide ser nosotros mismos.
La genealogía que intento trazar del colonialismo en la cultura letrada boliviana está, por ello mismo, conectada con las urgencias del presente. Qué pertinente resulta Tamayo, leído desde el aquí-ahora. Define el bovarysmo como un estado de “insatisfacción novelesca” que se mueve en “un contexto de represión y convencionalismo social”. ¿No es eso lo que está sucediendo con los escándalos protagonizados recientemente por Evo Morales, que la prensa internacional se encarga de condimentar a su manera? ¿No se descarga la sociedad boliviana de sus propias culpas y dolores familiares, privados, e incluso inconscientes, al hacer de la vida de Evo Morales un motivo de diatriba moral y sexual? Lo hace, pero no se da cuenta de que el primero en ser juzgado y apuntado con el dedo debería ser el indio que llevamos adentro.
Fausto Reinaga, en los años 1960-1990, se explayó en la crítica a la “intelligentsia del cholaje boliviano”, una aguda radiografía del colonialismo intelectual en Bolivia, y ello le valió ser estigmatizado como un personaje intratable y ultrarradical. No es un dato menor que fuera Reinaga – y no Sartre o Balandier – quien introdujo en el debate político boliviano de los ‘70 la obra de Frantz Fanon y otros autores de la descolonización africana. Con honrosas excepciones2, los ahora de moda “decoloniales” o “postcoloniales” no atinan a escudriñar con tanta profundidad el ethos del intelectual colonizado como lo hizo Reinaga, y eso se revela en las rutas propias que hemos venido recorriendo a la hora de comprender los procesos de liberación india y las luchas descolonizadoras en nuestro continente.
M. S. ¿Qué significa entonces pensar las ciencias sociales desde América Latina en el siglo XXI, en el marco de la modernidad avanzada y en el actual sistema de dominación?
S.R.C. Yo creo que hay que hacer otra ciencia social, que no divorcie el cerebro del cuerpo, la ética de la política, el hacer del pensar. La ciencia social realmente existente no difiere mucho de la que criticaba Tamayo. Y las obras de Reinaga abundan en conceptos / metáfora en cuyo bricolaje yo entreveo otro tipo de teoría sobre el colonialismo intelectual en América Latina, y sobre el colonialismo en general. Por otra parte, la modernidad que experimentó Tamayo no difiere mucho de la de hoy: sigue siendo una estructura de saqueo y colonización mental. Con un agravante: en las primeras décadas del siglo XX había en La Paz mucha más gente urbana, mestiza y de élite, que hablaba perfectamente el aymara3, mientras que hoy la dimensión simbólica de lo indio se ha vuelto pigmentocrática y basada en simulacros, lo que nos muestra que estamos perdiendo la batalla lingüística. En cuanto a la colonización mental, la ciencia social – junto a varias otras – debería enfocarse en crear las herramientas conceptuales, técnicas y materiales que permitan resistir el saqueo, tanto de recursos materiales como de personas (manos, cerebros) o, por lo menos, ayudarnos a sobrevivir a él.
Además del saqueo, esta modernidad impostada se sustenta en la cultura de la ley. La ciencia social3 hegemónica tiene que vérselas con una brecha muy honda entre la normativa y su práctica, entre la letra y la violación de la letra. Situarse a rajatabla en uno de los polos de ese binario es una actitud de suicidio colectivo, que se transfiere al conjunto del pensar público. Frente a ese estado de confusión, lo que la ciencia social debería estar haciendo es revolucionar la episteme. Crear un campo de juego entre la herencia europea y la herencia propia, en el que podamos, con autonomía, recrear un pensamiento y un gesto capaz de superar el double bind o la esquizofrenia colonial de la que hablaba Tamayo. Y hay que hacer esto por cualquier medio, no sólo en la ciencia social sino también en las matemáticas, en la agronomía, en la ingeniería y en la multiplicidad de disciplinas que son necesarias para el aquí-ahora de la humanidad y del planeta, no sólo de la ciencia.
Por sobre todo, la nueva ciencia social debería abandonar la camisa de fuerza de la sociedad, dejar de limitarse a cosas humanas, a relaciones y a conflictos sociales, y convertirse en una más de las ciencias de la vida. Por eso yo me siento muy insatisfecha con las ciencias sociales realmente existentes, las considero satrapías. Aclaro que me puedo dar el lujo de decirlo porque ya me libré de la universidad, me jubilé y con varixs compañerxs y amigxs hemos creado un espacio en el que auspiciamos una “cátedra libre” en verano y en invierno, entre muchas otras actividades4. La generación más joven de intelectuales y académicxs que trabaja en la universidad tiene que vérselas con cosas más jodidas, como las revistas indexadas –que tuve la suerte de no conocer– o el exceso de carga administrativa que se impuso en las universidades con el neoliberalismo. Pero entrar y salir de la academia no equivale a decir entrar y salir de la modernidad. Lo que entiendo como el principal desafío es ser auténticamente modernos y conectarnos a la vez con lo más antiguo, para que, a partir de esa contradicción o anacronismo, podamos armar – dentro y fuera de la universidad– una esfera pública inclusiva, democrática e intercultural (por decirlo en términos convencionales). Para mí es central reconocer que la teoría no basta, la ciencia social no basta, la universidad y la academia no bastan para comprender el mundo que nos ha tocado vivir hoy. Y creo que, en todo Abya Yala, este proceso de “entrar y salir de la academia” está permitiendo la renovación del pensamiento y su mejor articulación con las prácticas comunitarias, populares, colectivas. En la frontera entre el mundo universitario y su afuera están proliferando iniciativas como la que acabo de relatar, y lo he visto en varios países de nuestro continente.
M.S. ¿Existe una perspectiva latinoamericana para pensar las problemáticas actuales desde el marco de la teoría social?
SRC. No. Al menos no dentro de ese marco, tal como parece estar definido en tu primera pregunta. Una teoría / praxis social descolonizadora es un proceso en curso, pero su verbalización está por construirse; es aún balbuceante y dispersa. No está claro siquiera el formato que adoptará ese discurso, en un contexto de proliferación y democratización de las comunicaciones satelitales. Creo que lo que se hace en las redes, o en el teatro, o en el arte latinoamericano, es mucho más sensible que la academia universitaria o para-estatal, en términos conceptuales, frente a las realidades multifacéticas y abigarradas del espacio social que vivimos.
También han surgido nuevos espacios de producción de teoría / praxis social: espacios marginales y fronterizos, pero a la vez proliferantes. Iniciativas callejeras, luchas contra la impunidad, plataformas en torno a los derechos sexuales y una diversidad de iniciativas prácticas en defensa del medio ambiente constituyen escenarios ideales para la “investigación acción” o la “investigación militante”, además de resultar útiles para las propias comunidades y organismos de base. También me refiero a intelectuales –como Silvia Federici, Rita Segato, Márgara Millán, Verónica Gago, Suely Rolnik y tú misma– que dialogan a varios niveles de abstracción con lxs intelectuales de base en sus respectivos espacios o países. Todas estas redes son lo más cercano a una “ecología de saberes” que he podido observar. Pero con un aditamento: son también “ecología de sabores”, y me refiero a las redes de soberanía alimentaria, plataformas ambientales, etc., que están pensando los problemas no sólo a través de la investigación y la publicación de sus trabajos sino también de profusa participación en ferias, espacios de comida consciente, cooperativas de alimentos y muchas otras actividades.
No tengo suficiente acceso a todo lo que ocurre en las universidades y centros de investigación de varios países del continente como para sopesar los avances teóricos que estos nuevos fenómenos han suscitado, pero puedo decirte que en los últimos años he leído con mayor interés que antes los debates latinoamericanos en ciencias sociales y humanas, y celebro el que muchos de ellos se vayan por la tangente o abiertamente descarten el antropocentrismo –y su vástago, el eurocentrismo– dominantes.
[fuente: Cuestiones de Sociología, nº 14, e009, 2016. ISSN 2346-8904]
Notas

1 . El plural se refiere en particular a Bolivia, pero es seguro que este gesto y esta propuesta de genealogía se
han hecho ya, y se seguirán haciendo, en otros países de América Latina. El problema de la colonización intelectual es que sólo conocemos la trayectoria del pensamiento anticolonial en países hermanos, por intermedio de la academia yanqui o europea y, lo que es peor, casi no nos leemos entre nosotrxs. Una descolonización intelectual tendría pues que comenzar creando una vasta biblioteca virtual que en cada país exprese esa genealogía. El concurso reciente de la CLACSO sobre el “pensamiento crítico latinoamericano” no pudo cumplir esa función, porque se limitaba a obras publicadas en los últimos cincuenta años.
2 . Entre ellas, Grossfogel, Arturo Escobar, Maria Lugones.
3 .  Lo mismo en Cochabamba, Potosí o Chuquisaca: los sectores mestizos urbanos hablaban fluidamente el
qhichwa hasta mediados del siglo pasado.
4 . Ver el blog www.colectivachixi.blogspot.com o la cuenta de Facebook colectivx ch’ixi.

Raquel Gutiérrez Aguilar en Buenos Aires: invitación + materiales para la espera

Entrevista a Rita Segato: “La construcción del otro como antagónico es letal”

La antropóloga e investigadora argentina, que hace años está radicada en Brasil, pasó por Rosario y dictó un seminario sobre “Contra-pedagogías de la crueldad”. En esta entrevista se refirió a las situaciones de violencia racial, social y de género que hoy viven los países latinoamericanos, la relación de la sociedad con el Estado y su punto de vista en cuanto a encaminarse a soluciones que acerquen a los ciudadanos a una vida más de comunidad y no de enfrentamientos.
por Carina Toso y Sonia Tessa

En su último libro, La Nación y sus Otros. Raza, etnicidad y diversidad religiosa en tiempos de Políticas de la Identidad, la antropóloga e investigadora Rita Segato plantea entre otros ejes el siguiente: “La lucha de los movimientos sociales inspirados en el proyecto de una ‘política de la identidad’ no alcanzará la radicalidad del pluralismo que pretende afirmar a menos que los grupos insurgentes partan de una conciencia clara de la profundidad de su ‘diferencia’, es decir, de la propuesta de mundo alternativa que guía su insurgencia. Diferencia que aquí entiendo y defino no con referencia a contenidos substantivos en términos de ‘costumbres’ supuestamente tradicionales, cristalizadas, inmóviles e impasibles frente al devenir histórico, sino como diferencia de meta y perspectiva por parte de una comunidad o un pueblo”.
Rita Segato es pionera en sus ideas y análisis al momento de abordar temas como la violencia de género, los componentes expresivos que la violencia corporal de la sociedad patriarcal intercambia como mensaje y que deja una “escritura en el cuerpo”, una cicatriz social como signo para la dominación. Desde su concepto de “pedagogías de la crueldad”, la antropóloga argentina abordó la violencia que se da sobre el cuerpo de las mujeres en Latinoamérica para incorporar el componente expresivo que enmarca dichas violencias en tramas sociales, simbólicas y culturales que le otorgan legitimidad y, al mismo tiempo, una impunidad institucional alarmante. Se radicó en la década del ’70 en Brasil donde hasta hoy se dedica a la docencia, aunque actualmente pasa gran parte del año en el norte argentino, específicamente Tilcara. Trabajó con diferentes experiencias relacionadas a la violencia de género e institucional en México como los crímenes de Ciudad Juárez y en Guatemala fue parte de los especialistas que participaron de un juicio por delitos de lesa humanidad contra mujeres indígenas. También realizó investigaciones en Brasil y Argentina.
Segato visitó Rosario para dictar un seminario de tres días en la Facultad Libre, donde a sala llena recorrió temas como dominación, poder y feminidades de diseño; las fracturas de la Nación, la discriminación y los derechos humanos; y la colonialidad del poder.
Escucharla es al mismo tiempo analizar, conversar y generar nuevas formar de ver determinadas situaciones sociales relacionadas a distintos tipo de violencia que están a la vuelta de la esquina o un poco más allá, en otros territorios urbanos. Es aprender. Es descubrir otros puntos de vista, un ejercicio que muchas veces desde las esferas más altas intentan sosegar. “Es muy valorable encontrar un espacio para pensar juntos, en las universidades formales hoy sólo tenemos el productivismo, la cuantificación de esos productos, la gente hace todo con una calculadora en la cabeza”, afirmó la investigadora al comenzar su seminario.
Para Segato “la historia de la burocracia y la del Estado es la historia del patriarcado, donde las mujeres no están incluidas, los crímenes contra ellas están todos bajo la bandera de ese patriarcado. Y hay que cruzarlo con las formas de discriminación que hay en una Nación”.  Sus críticas hacia las cúpulas de las esferas públicas son claras y apuntan a una herencia muy marcada de las sociedades más primitivas y dominantes de la historia. Esto deriva en una preocupación: hasta qué punto un Estado puede dar respuestas ante situaciones violentas como las que se viven en la ciudad y el país por estos tiempos en donde los distintos sectores sociales atraviesan realidades diferentes.
“Yo cada vez tengo más dudas sobre cuáles son las demandas que un Estado puede resolver ya que son Estados muy vulnerables a la apropiación en los países latinoamericanos. Siempre hay una relación de exterioridad desde el poder. Basta con ver a alguien que atiende tras un mostrador de cualquier oficina pública, uno ve ya desde la puerta que mantiene con el público una relación de exterioridad. Ya dejó de ser parte de la sociedad. Estos Estados tienen características casi coloniales, son herederos de las riquezas, de territorios, recursos, que vienen desde la colonización, son administradores exteriores de los bienes de las repúblicas. A partir de ese Estado, enseguida se generan fuerzas paraestatales en su interior, muy fácilmente sus agentes de seguridad pasan a actuar dentro de una modalidad doble, paraestatal, y tienen una relación bélica con la sociedad. Cuando se pide seguridad del Estado, se lo está llamando para una guerra, ese Estado lo entiende como una confrontación y no es la forma en que se pacifica una sociedad”.
Así una parte de la sociedad comienza a ver que hay un “otro” que debe combatir, y ese “otro” también tiene su “otro”. Para ese entonces la guerra está declarada dentro de un país entre todos sus “otros”.
“La construcción del otro antagónico en nuestra historia nacional es letal. La generaron aquellos que solamente estaban interesados en una masacre. En un genocidio. Esa construcción de antagonismo, que además es muy característica de la Argentina, el otro como un antagonista para el que no hay lugar dentro de una sociedad común”, afirma Segato.
– ¿Cómo se acentúa esa otredad si nos vamos a las zonas más pobres de una ciudad?
– Rita Segato: Es ahí donde se dan las ejecuciones extrajudiciales. Que victimizan a los portadores de cara. Acá no sé hasta qué punto tienen estadísticas de ejecuciones extrajudiciales por raza, creo que no las debe haber pero en Brasil sí las hay: en diez años fueron asesinados 500 mil jóvenes, niños y adolescentes negros, sólo por ser afrodescendientes. Esto fue un genocidio, creo que en Argentina también lo hay pero no está ni contado ni nombrado todavía. En Brasil existe lo que se llama el kit bandido, la policía mata en la calle en una ejecución extrapolicial y te planta un kit bandido, algo que te incrimina. Pero esta forma de gatillo fácil es legal porque si el policía argumenta que corrió riesgo físico legalmente puede defenderse y convertirse simultáneamente en policía y juez. El árbitro legal. Esa es una forma cotidiana y básica de paraestatalidad. Desde eso hasta otras muchas formas, la duplicación del Estado es la forma normal que tiene de administrar y gestionar, controlar el comportamiento de las personas, en algunas épocas se expande, en otras disminuye pero nunca desaparece.
– ¿Qué pasa cuando una muerte tiene más valor que otra según de dónde provenga la víctima?

– R.S.: Claro, aparece una bolsa de valores de la vida humana, hay muertes que aparecen enseguida en los diarios y hay otras muertes que son cuerpos tirados. Y a ese cuerpo tirado muchas veces nadie lo reclama, ni siquiera es contado en las estadísticas. Y también se da una revictimización de estos muertos merecedores de morir. La sociedad va acomodando de esa forma su dolor ante esto. Necesita buscar una razón para ese dolor. En estas situaciones son las fuerzas de seguridad las que cuentan con varios privilegios sobre la vida del otro. El castigo, la punición y la violencia del Estado lo que hace es escalar la violencia de la sociedad, alimentarla. Es así como la sociedad aprende a vivir de forma bélica. Otro punto importante es entender que el autoritarismo de Estado, nunca desapareció, para nosotros que estamos incluidos en un circuito del trabajo y en la educación, hubo un cambio, vemos al Estado como protector. Pero para la gente que está en los márgenes de la sociedad, que no participan de esa inclusión, la tortura nunca disminuyó. Los informes sobre cárceles de la Comisión por la Memoria, se ven cosas tan terribles como en las cárceles de la dictadura, sólo que es una crueldad que se aplica en cuerpos pobres y en su gran mayoría no blancos o villeros. Ahí se sigue aplicando la tortura constantemente a través del hambre, la falta de medicamentos, etc.
– ¿Cuál sería la forma de comenzar a sanear esta situación?
– R.S.: Ahí lo que fallan son los medios. Saben que si dejan de hacer su papel anestésico la cosa cambia. La sociedad busca también en los medios un espectáculo. Hay que reeducar a la sociedad para que busque en los medios información y no un espectáculo. Es un trabajo arduo de todos los frentes. Y a quién le interesa no anestesiar a la sociedad y despertarla, mostrarles un espejo. Yo digo que falta el espejo de la reina madre, falta mirarse en un espejo que te dice la verdad aunque no te guste, el espejo de los cuentos. Y los medios se ocupan todo el tiempo de cambiar ese espejo, de poner un espejo falso y mentiroso ante la sociedad. Alimentan el morbo, la curiosidad por el sufrimiento del otro y acostumbran a ese sufrimiento, que es lo que llamo la pedagogía de la crueldad. Esa pedagogía es muy precisa: es el papel de los medios y personas que se instalan como pedagogos de la crueldad para enseñar que ese horizonte de sufrimiento es la normalidad. Que la crueldad es habitual, un paisaje normal, y eso va disminuyendo la empatía con el otro, nuestra sensibilidad y nuestro espanto frente al sufrimiento de los otros.
– ¿Los medios serían hoy los grandes difusores de esa pedagogía de la crueldad?
– R.S.: La pedagogía de la crueldad no es más que el acostumbramiento al dolor, a que el mundo es cruel, la compasión no tiene por qué ser parte del paisaje. La televisión antes no mostraba las formas de crueldad que se ven hoy a las tres de la tarde en las pantallas. Antes se contaba que había una muerte, hoy se muestra el morir, la saña, se muestran aspectos que antes no eran visibles. Todo eso es parte de la política del acostumbramiento a la muerte. En los noticieros mismos cada vez se muestra más. Una alumna en Brasil se tomó el trabajo de contar cuántas veces se cuenta un femicidio por la televisión. Eso se transforma en una promoción de la mimesis feminicida. Hay gente que con esto se tienta por estar en el espectáculo, porque eso es existir.
-¿Hay una violencia hija de otra violencia?
– R.S.: La violencia contra la mujer es la primera pedagogía de la violencia. La primera violencia se ve en la casa. Vemos a la familia como la salvación y la familia es el lugar donde las personas aprenden la violencia. La violencia familiar, que es una forma de violencia patriarcal aún en los nuevos tipos de hogares, aún en los hogares donde hay dos mujeres o dos hombres.  La familia es el primer espacio donde las personas aprenden la asimetría, la desigualdad de poder, de prestigio. Y también yo creo que todavía, a pesar de que es una discusión dentro del feminismo, en la historia de la humanidad la subordinación de la mujer fue la primera forma de dominación. Si hay una escena fundacional para todas las otras violencias es esa.
– ¿De qué nos hablan hoy los modos de violencia que se están dando contra la mujer, es decir, el incremento de la crueldad y saña en los crímenes?
– R.S.: No sólo aumenta la cantidad de casos de violencias sino que sí, se está dando un aumento de las formas de crueldad, de cómo dejan los cuerpos. Ahí hay un ir y venir. Cuando me enfrenté con el tema de Ciudad Juárez y a un librito que circuló poco en Argentina porque se publicó sólo en México, que se llama “Las nuevas formas de la guerra y del cuerpo de las mujeres”, en ese momento veía, y lo veo todavía, que era necesario hacer una separación en los crímenes que son públicos. Es importante enfatizar que existen los crímenes de género de la interpersonalidad y los crímenes públicos, que tienen que ver con estas nuevas formas de apropiación y de gestión paraestatal, pero que ahora muchos crímenes domésticos están ya influenciados por la atmósfera bélica, y esto se ve clarísimo en México donde los agresores participan de algunas formas del sicariato, de las guerras, y vuelven a su casa con esa violencia. En Guatemala eso también es clarísimo. Al mismo tiempo, esa violencia bélica viene de los hogares, viene de la jerarquía de las familias campesino-indígenas y se amplía hacia la guerra.
– Muchas veces también la violencia de género se escuda en aspectos menos visibles como el humor, el chiste o en una accionar que se justifica con que es costumbre…
– R.S.: Eso pasa tanto con la raza como con el género. Es común la transformación de un crimen en costumbre. Yo por eso no uso la palabra cultura. Por ejemplo en Brasil con el tema de las violaciones colectivas que se están dando ya lo resolvieron con un cliché: es una cultura de la violación. Yo le tengo mucho miedo a todas esas fórmulas, porque así organizamos la realidad de nuevo, nos calmamos y dejamos de pensar. Cuidado con las recetas y el culturalismo. El culturalismo es sinónimo de fundamentalismo: explicar algo por la cultura. Esto lo vi en Brasil cuando empezamos la lucha por los cupos en las universidades para estudiantes negros y el acceso para estudiantes indígenas, una lucha brutal que dio origen a infinitas formas de persecución y asedio laboral para mí y para las personas que nos involucramos. La gente decía que eso no era racismo, era la costumbre. Es increíble. Hay que entender el problema del costumbrismo, del culturalismo, de la explicación culturalista fundametalista de la subordinación femenina. Una cosa son las  sociedades jerárquicas y otra son los caciques contemporáneos fundamentalistas. Una vez que resolvamos las cuestiones del pueblo vamos a resolver el problema de las mujeres. La política es un problema que atraviesa la sociedad por todos lados, el soplo de la historia atraviesa al pueblo y a las mujeres dentro del pueblo. La explicación culturalista y costumbrista de los problemas es inaceptables.
– ¿Desde qué lugar hay que pararse en la lucha contra la violencia de género para no caer en un fundamentalismo ni desde el lugar de hombre ni desde el de mujer?
– R.S.: La relación víctima victimario debe abrirse. Hemos entrado demasiado con nuestras consideraciones en este globito, en esta cápsula que es un hombre que odia y una mujer que es víctima. No es una buena política, no es la mía. Algo que es válido es mostrar que estamos pensando todo el tiempo. Hay que tener mucho cuidado además de que ninguna vanguardia secuestre el problema, el problema es de todos. Todos los monopolios han hecho mucho daño. Hay saberes sobre la vida y sobre el poder que están en todas partes y es necesario exponerse a lo que otros dicen. En el libro “La Nación y sus otros”, yo voy a decir que hay dos formas de un mundo plural: una es a la manera multiculturalista, que es solamente política de inclusión de las minorías y la otra el camino de la diferencia radical, donde pueblos diferentes podrían venir con sus proyectos históricos disfuncionales al capital, proyectos cuyo final no es el consumo. Son sociedades que tienen otras metas históricas donde se preserva la reciprocidad, el comunitarismo, el colectivismo y una vida en el arraigo, que es un arraigo local pero sobre todo comunitario. Creo en que hay que regenerar los lazos comunitarios.

[fuente: http://www.enredando.org.ar/]

Campaña Nacional e Internacional “La Paz Sí es Contigo” // Movimiento Político y Social Marcha Patriótica


1. Con el acuerdo, llega la paz a Colombia: ¿Se amplía la democracia?
Por: Javier Calderón Castillo – Marcha Patriótica
Tras 52 años de conflicto, se logró un acuerdo que incluye una reforma rural integral y cambios profundos en el sistema electoral.
Las delegaciones de paz del gobierno colombiano y las FARC-EP, emitieron desde La Habana, el comunicado Nº. 93 a cuatro años de comenzados los diálogos, para informarle al país y al mundo que llegaron al acuerdo general para una paz estable y duradera, concluyendo, nada más ni nada menos, 52 años de conflicto armado interno abriendo la democracia. 
Con sendas presentaciones en ese momento histórico para Colombia, los jefes de los equipos Humberto De la Calle (gobierno) e Iván Márquez (FARC) manifestaron –desde orillas distintas- sus sentimientos y posicionamientos sobre el acuerdo. Coincidieron en reconocer que está trazada la hoja de ruta para la paz, empezando así la tercera fase del proceso, que es la implementación y el cumplimiento cabal de los contenidos de los seis puntos acordados . «No hubo vencedores ni vencidos, nadie claudicó en sus posiciones, ideologías o convicciones», advirtió De la Calle como representante del gobierno. 
Habló del acuerdo posible para transitar hacia la democracia y permitir la disputa de proyectos de país sin que nadie sea asesinado por su militancia política. Los mensajes fueron un baño de realidad para la sociedad colombiana y para los entendidos de la política internacional, sobre todo por aquellos que vienen criticando desde posiciones extremas –de derechas o de izquierdas- que desconocen, cada una con pocos argumentos, la legitimidad de este acuerdo. 
La guerrilla de las FARC está hablando en clave política, invitando a la sociedad a movilizarse para conseguir la Justicia Social. Márquez afirmó que «los acuerdos y el pueblo son una sinergia como el mar y las olas, siendo el mar los acuerdos y el pueblo las olas» que harán posibles las transformaciones sociales en Colombia. Mensaje que ratifica el planteamiento de realidad, según el cual la firma de un acuerdo no garantiza nada, no es mágico, no es una esencia; será el movimiento popular con su participación protagónica el que logre los cambios sociales y políticos que consoliden la paz. El acuerdo se cierra con muchos contenidos. 
El proceso giró en torno a seis puntos de discusión, de los cuales resultaron una Reforma Rural Integral; una transformación del sistema electoral y de garantías para el ejercicio de la política de todos los sectores de la sociedad; una Justicia Especial para la Paz, que juzgará a personas de ambas partes que hayan cometido delitos de guerra, incluyendo a civiles financiadores o instigadores del paramilitarismo; un esquema no punitivo para la modificación de la matriz productiva en el campo, que pase del monocultivo de la hoja de coca hacia productos agroalimentarios (un desafío para la visión punitiva de la fracasada guerra contra las drogas); un esquema de cese al fuego y dejación de las armas con un cronograma definido para que ocurra en 180 días; un mecanismo de incorporación a la actividad legal de los ex combatientes de las FARC, que tendrán cinco voceros en el Parlamento entre 2017 y 2018, y diez parlamentarios (cinco en cada Cámara) desde 2018 hasta 2026. 
Además, se creará una comisión conjunta gobierno y FARC que dirigirá la implementación de los acuerdos. El 2 de octubre, este acuerdo tendrá su primer gran desafío en el plebiscito, el país concurrirá a las urnas para decir SÍ a la paz pensando en el futuro, o para saltar al pasado de guerra y despotismo con un No. Serán 40 días de campaña donde se tendrá que desatar toda la creatividad que acabe con las matrices que persisten de la terrible guerra de IV generación que fue aplicada en los últimos 15 años. 
Es preciso recordarle a la población colombiana, que todo lo bueno comienza con un SÍ y que en el plebiscito le dirán SÍ a Colombia, es preciso recordar que en el exterior la migración colombiana podrá votar y aportar a este momento tan importante para el país y para el continente. Como se puede ver, serán muchos retos los que tendrá la sociedad colombiana en el post acuerdo, entre otros, ampliar los debates y disputas en contra del neoliberalismo, modelo en crisis que está tratando de ser rescatado con más recetas que destruyen el trabajo y concentran la riqueza en pocas manos. 
El conflicto social no se acaba. Pero con este acuerdo, se amplía la democracia para que los distintos modelos de país se sometan al escrutinio de las mayorías. El acuerdo suscrito el miércoles es el comienzo de la paz que podrá contagiar de ánimo a la región golpeada por la ofensiva neoliberal, mucho más si tenemos en cuenta que los diálogos de paz son resultado del proceso integrador de la región, por cuanto fueron impulsados por la CELAC y la Unasur, quienes han jugado un papel fundamental. Cuba, Chile y Venezuela fueron garantes y facilitadores que juntaron dos visiones de país completamente distintas y contrapuestas en el campo de batalla durante tantas décadas.

2. La Paz Sí es Contigo desde Argentina.
Laura Capote, Marcha Patriótica – Capítulo Argentina
La coyuntura del plebiscito y la refrendación de los Acuerdos de paz logrados en La Habana – Cuba entre la insurgencia de las FARC- EP y el Gobierno Colombiano marca un escenario en el que los movimientos políticos y sociales dentro y fuera del país debemos, a partir de nuestras propias formas de hacer política en campos y ciudades – por primera vez, en la mayoría de los casos- aprender y experimentar las formas de hacer política en escenarios electorales no tradicionales como éste,  y lograr construir una Campaña sólida que garantice una victoria contundente del SÍ ante la pregunta del plebiscito.
Tanto en Colombia, como en el exterior, el trabajo por la visibilización del conflicto político, social y armado, y el interés por sumar Colombianos y Colombianas a nuestro proceso de construcción, a pesar de no ser tarea sencilla, se ha ampliado y se ha profundizado generando que cada vez seamos más quienes decidimos sumar nuestros pasos, manos y corazones a la posibilidad de crear una Colombia en Paz con Justicia Social, esa que particularmente desde el exterior cuesta imaginar real, y que cuestionamos al compararla con los numerosos avances en materia de derechos sociales que vemos reales en los países a los que hemos migrado, inclusive dentro de América Latina.
Es precisamente todo ese trabajo que durante años hemos realizado desde el exterior respondiendo a éstas necesidades que nos ha permitido llevar adelante la importante tarea de hablar de la Paz en Colombia, yendo desde la caracterización de nuestro conflicto y el llamamiento a la comunidad latinoamericana a abrazar y exigir la solución política al mismo, hasta la realización de Pedagogías para la Paz donde conversamos y estudiamos los puntos del Acuerdo desde una perspectiva regional y enfatizando la creciente migración de Colombianos y Colombianas en el exterior como una consecuencia más de la conflictividad que nos aqueja y que urge resolver para tener la posibilidad de acceder a mejores condiciones laborales, o una mejor formación técnica o profesional sin necesidad de tener que salir de nuestro país.
La realización de la Campaña “La Paz Sí es Contigo” en Argentina, lanzada el pasado 9 de Septiembre en el emblemático Obelisco de la Ciudad de Buenos Aires con un Festival por el SÍ,  se inscribe en éste escenario, y consideramos ha sido un éxito producto de un trabajo arduo que hoy da sus frutos: Migrantes colombianos y colombianas de diferentes vertientes políticas, agrupados y no agrupados, pertenecientes o no a organizaciones sociales, hemos construido el “Encuentro de Colombianos y Colombianas por el Sí a la Paz”, un escenario de unidad y articulación de quienes decidimos trabajar conjuntamente por lograr que en Argentina gane el Sí en las urnas del próximo 2 de Octubre, y que quienes responden a ésta Campaña afirmativamente hagan eco de ella con sus familias y círculos sociales en Colombia para hacer de la victoria del SÍ en el plebiscito una posibilidad real.
Además de ello, la creación de distintos colectivos que impulsan la campaña en distintas ciudades del país como Rosario, Córdoba y La Plata demuestra que la necesidad de dar a conocer los acuerdos e invitar a todos y todas las migrantes de nuestro país a votar con un SÍ es una responsabilidad que desde el exterior debe reforzarse cada vez más, buscando eliminar el imaginario equívoco de que irse de Colombia es olvidarse y apartarse de su historia y su coyuntura, sumado a la inscripción en el Consulado de Colombia en Buenos Aires de tres Comités de Campaña por la opción SÍ que buscamos articular actividades y hacer de ésta una campaña que genere tanta identificación y unidad en la población colombiana migrante como lo hace el deporte, la comida o la música, y que ha tenido un éxito rotundo en las más de cuatro o cinco actividades que se hacen por semana en las distintas ciudades donde la Campaña hace presencia.
Vale la pena resaltar que éste trabajo de Campaña no sólo lo hemos construido Colombianos y Colombianas: La movilización social argentina, y de las distintas colectividades migrantes en éste país ha sido fundamental para poder llevarla a cabo y garantizar su funcionamiento, la solidaridad y hermandad de pueblo argentino y latinoamericano con la Paz de Colombia ha sido una realidad concreta que nos conmueve y fortalece a diario para seguir haciendo de la lucha por la Paz con Justicia Social para nuestro país una meta que seguimos persiguiendo, y que construimos a diario con las manos de nuestros hermanos y hermanas de Nuestramérica y de diversos países del mundo que, a pesar de la violencia y los conflictos en sus lugares de origen , como en el caso de los y las Palestinas, Kurdas, Saharauis, han demostrado tomar la causa Colombiana como una propia y sumarla a su lucha por un mundo más digno, libre y humano.
La Paz de Colombia es la Paz de la región, por eso desde el exterior Vota Sí a la Paz.
3. LA X CONFERENCIA GUERRILLERA DE LAS FARC-EP: PEDAGOGÍA, REFRENDACIÓN Y APERTURA A LA DEMOCRACIA:
Editorial de APA (Agencia de Prensa Alternativa – Colombia)
Es esperanzador ver que hoy las FARC-EP inician su tránsito a la vida política legal, no desde la lógica que muchos pretendían de la negación de su esencia política, sino desde la democracia interna, y de la construcción de una apuesta política que encuentra nuevas formas de expresión

En 52 años de existencia las FARC-EP han realizado nueve conferencias guerrilleras, como el espacio máximo de decisión de los planes político-militares de esta organización. En el 2016, por primera vez en su historia, esta organización realiza dicho evento a la luz de los ojos del país, y esta situación no puede generar más que un sentido de esperanza para el inicio de cambios en el panorama político colombiano.

Para desarrollar esta idea de cambios en el panorama político es necesario subrayar los objetivos de esta conferencia: en primer lugar analizar y refrendar el Acuerdo Final, y como segundo propósito, producir disposiciones políticas y organizativas para el tránsito a un movimiento político o partido, para garantizar las transformaciones necesarias para el Buen Vivir1.

El objetivo del análisis y refrendación del Acuerdo Final se convierte en una muestra importante de las tradiciones organizativas de las FARC-EP, sobre todo, al mostrar al país sus formas y prácticas de democracia interna en la decisiones que, a diferencia de la narrativa continua de los medios de comunicación y gobiernos colombianos, muestra el carácter político de esta organización, y la forma en que sus principios ideológicos se desarrollaron en el marco de la confrontación armada.

Con respecto a la definición de los lineamientos para el tránsito a la construcción de un movimiento o partido político, estos se proyectan como retos grandes para el Estado colombiano y para esta misma organización, dado que no se puede dejar de lado que este tránsito ya se había ensayado y justamente la institucionalidad, en complicidad con los paramilitares, se encargó de la eliminación sistemática de los miembros de la Unión Patriótica. Las reflexiones, decisiones y la propuesta política que se desarrollará en esta conferencia, se convierten entonces en una apuesta clara por creer que la izquierda comunista tendrá una oportunidad de defensa y disputa en el sistema político, bajo las condiciones de una democracia fortalecida emanada de los acuerdos.

Así, como generación de colombianos y colombianas que nacimos y crecimos en medio de la confrontación armada, no puede ser más que esperanzador ver que hoy las FARC-EP inician su tránsito a la vida política legal, pero no desde la lógica que muchos pretendían de la negación de su esencia política, sino desde la aplicación, desarrollo y puesta en marcha de sus principios organizativos de democracia interna, y de la construcción de una apuesta política que no abandona sus fundamentos ideológico-políticos, sino que encuentra nuevas formas de expresión que serán vitales para la construcción de un nuevo país.
Contacto: 
Laura Capote (Secretaría de Comunicaciones)
+54 9 11 5865 3396 – prensamp.arg@gmail.com

Entrevista a Hugo Savino: “El lenguaje sirve para vivir, no para comunicar”


por Augusto Munaro
La novela La mañana sol de limón (Editores Argentinos), constituye una muestra de la literatura basada en la experiencia. Una que evita por todos los medios hacer narración; caer en la trama de la anécdota. Hugo Savino, su autor, es un osado de la literatura del reviente, o la destrucción de los géneros. Esa aventura que facilita el rebalse de la sintaxis, la perversión del lenguaje: la escritura como renovación constante.
Como Macedonio Fernández y Ricardo Zelarayán, Savino, además de ser poeta y traductor, supo con este libro propiciar el valor singular de la ironía. Aleatoria, compuesta con la complicidad del lector, desbordante de alusiones y transcripciones sensoriales, exprime la palabra hasta extraerle contenidos impensados. El autor da así una múltiple y vívida visión de una Buenos Aires no del todo registrada hasta hoy.
 -Decía Leónidas Lamborghini, un monstruo de nuestros pagos, que en la poesía, el argumento suele ser el lenguaje… y que en narrativa, la anécdota. Al leer tu novela, es evidente que no se puede “contar por teléfono”, como afirmaría Néstor Sánchez. ¿Qué te interesó indagar al escribirla?
-Eso es lo primero, que no se pueda contar. Si se puede contar, no me interesa. La mañana sol de limón no es una indagación. Es lo que se escribe. Y lo que se lee ahí. Sin explicaciones. La cosa misma. El lenguaje sirve para vivir, no para comunicar. Si planeás una trama, no te dejás desbordar, te vas al tema, a la anécdota. No estoy en esa vereda del lenguaje. No necesito ninguna anécdota. Tampoco un tema. O algo que se parezca a tema. O que sea testimonio de o sobre. Todo eso es el camino trillado. No tiene que dejarse explicar. Todas las explicaciones que se le den, tienen que deshacerse en otra lectura. Hacerse y deshacerse. El sentido que se le quiere dar se hace y se deshace cada vez, en cada lectura. 
-En la historia hay una circunstancia muy clara, un desalojo hacia 1950, en la zona sur de Buenos Aires. También hay ciertos personajes: Anibal, Rafael… la enigmática Lola. Pero no hay demasiado relieve en todo ello. Es una historia que parece construir sus núcleos narrativos sin afianzarse en la estructura argumental. Es decir, no caés en el psicologismo, ni en el naturalismo, ni, felizmente, en ningún “ismo”. ¿Te imaginás una novela sin personajes, sin trama?; ¿por qué?
-Es una circunstancia, sí. Ahí está. No es un argumento. Y mucho menos un testimonio de algo. No tiene ninguna estructura argumental, no tiene orden. Es una improvisación, y en esa misma improvisación se abren vías, caminos, citas, lecturas. En desorden. Ninguna representación. Todos los que están ahí, no pueden no estar. Los necesito a todos. Pero no puedo explicar nada. Si la explico, no la escribo. Si la explico, entro a glosarme, el ridículo completo. No escribo sobre Lola, escribo lola, no escribo sobre Elia, escribo elia. No me gusta el escribir sobre. Es una arrogancia. No me imagino una novela así, sin personajes. Pero tampoco me imaginé ésta. La escritura es un lugar en el que te permitís muchas cosas. Yo no me ato a las coordenadas del sacrosanto esquema narrativo, el respeto a las leyes de la narración es muy escolar, así que tomo lo que viene. No sé cómo lo voy a escribir, se arma mientras lo hago.
-Decís en un pasaje de la narración: “escribo en argentino porteño de barracas con incrustaciones avellaneda”. ¿Cómo fue el camino experimental hasta llegar a esa afirmación?
-Experimental, me gusta. Es leer, nunca soltar la lectura. Para mí escribir va unido a leer. Inventarte tus lecturas. Decís camino: y sí, tenés que atravesar la enorme burocracia critica que con sus modelos de lectura te empuja al centro, a lo contemporáneo, te dice que es más importante leer al filosofastro de turno que a Osip Mandelstam. O a Arturo Cerretani. Te orienta y re-orienta, y te reprende y te manda a taller literario o a la escuela. Es la censura que nos toca. Hay que aguantar ahí, con los libros con los que te cruzás, los que elegís, y radicalizar tus lecturas. Tu historicidad es lo único que tenés. No podés regalársela a esa censura, a tipos que escriben sujeto verbo predicado y te quieren decir cómo leer y escribir. No les gusta la literatura como decía Leónidas Lamborghini, les gusta otra cosa. El camino es aprender infinitamente a no saber, a no saber incluso quién es Lola, quién es Elia. No lo podés explicar pero no podés olvidar que lo hiciste.
-Para vos Hugo, ¿cuál sería la función del lenguaje en un libro como La mañana sol de limón?
-Es, como dice Benveniste, aceptar que te reinventás todos los días cuando decís buenos días. Inventás en tu lengua todos los días. Y tratás de no dejarse atrapar por los reflejos esencialistas, entran por la ventana, son cómodos, llorones, son la bestia sentimental. Esos reflejos te mandan a género novela, y si ya arrancás con ese límite, no podés subjetivar tu experiencia, te ponés a escribir con los cánones narrativos que se enseñan, te hacés de un estilo. Es la chapa que te promete la autoridad, el estilo, si obedecés. El lenguaje es la posibilidad de hacer lo que no está hecho. De no dejarte domesticar. No dejarte educar. De responder el Museo de la novela la Eterna con tu libro. ¿Tomás el camino de pensar que Lata peinada o El Amhor los orsinis y la muerte son una patología del lenguaje o te ponés a escuchar? Ahí se juega tu posición en el lenguaje.
– Como decís en el capítulo 7, preferís el presente y la primera persona para narrar. ¿Por qué pensás que la mayoría opta por escribir en pasado y en tercera persona?
-No sé muy bien por qué elijo la primera persona. No puedo no hacerlo. Y el presente, se dio así y se da así. Leo mucho a Balzac. De hecho es uno de mis escritores preferidos. Un día leí en una entrevista a un escritor que muy suelto de cuerpo, la fama, ciertas reputaciones, hechas de cosas falsas muchas veces, te permite decir cosas muy pomposas y tajantes, el escritor decía que hay que escribir en tercera persona y en pasado. Y leí otra entrevista, a uno muy provocador, muy, pero de esos provocadores oficiales, que decía que tenía el libro en la cabeza. ¡Qué suerte tienen eso dos! Fama y certezas. Yo no tengo nada cuando arranco. Frases o palabras. La tercera persona, la trama ya pensada, todo esa retórica es la regresión, que encima se enseña. Y te la quieren hacer pasar como novedad invocando a Duchamp. Viejo, re-viejo. Decir cómo hay que escribir, poner pautas. Ponerle tus palabras a otro que empieza a escribir. Más esclavitud que esa, imposible. Te enseñan a perder la voz. Te roban la voz propia. Y también, si se lo mira bien, para volver a la tercera persona y a la anécdota o tema, te enseñan esos yeites porque es uno de los requisitos para ingresar al mercado común de la literatura. Y contra eso no tengo nada. Cada uno pierde la voz como quiere. O la gana. Pero no puede ser un dictado, una ley, escribir en tercera persona. Es una estupidez total.
-Hacés mención, a través de los capítulos, a una cantidad de escritores importantes. Mastronardi suele repetirse con mayor frecuencia. ¿Qué te interesa de su propuesta en particular?
-Los escritores aparecen porque lo que escribo lo escribo con ellos. Ese pasado melo hago presente mientras lo hago. Carlos Mastronardi está siempre ahí, desdeViento del noroeste. Primero, por la luz, la escribió como nadie. Inventó la luz. Después porque sabía que el Tiempo es un demonio. Y que el lenguaje es histórico. Y que el poema tiene una “entraña móvil”. Que el poema “se improvisa y reconstruye de modo constante”. Su ensayo: La denuncia de irrealidad es la demolición en regla del realismo, la demolición más fuerte que se hizo en Argentina a mi modo de ver. No importa que nadie lo lea, está ahí. Me gusta esa expresión que inventó: “el realismo obstinado.” Siempre desconfió de esa “fe biológica” en el lenguaje que tiene el realismo. Y, además, nunca eludió la guerra del poema. 
-Uno de los aspectos más interesantes en relación a la exploración de la angustia que hacés, es el modo en que la voz narradora intenta rellenar el vacío del tiempo. Quien relata, habla en “el presente del pasado”, y lo hace sin caer en la nostalgia ramplona. ¿Cómo llegaste a dar con ese tono que, si bien refleja un inconformismo lacerante, nunca cae en la caricatura hiperbólica de un desesperado?
-Empiezo con muy poco. Una palabra o alguna frase. Solo tenés el vacío del tiempo. Tratás de ponerle algo y hace agua por todos lados. Pensás que tenés algo y te ponés a improvisar, y, por supuesto, ahí, aparecen imprevistos que modifican todo, todo el tiempo. Lo que hacés te va enseñando a escribir cada libro. Lo que escribiste antes no te sirve de nada. Y lo que escribís te enseña a perder lo que buscás. Te vas al pasado para escribir ese pasado, y no, es una ilusión, es realismo, que como buena tentación es “obstinado”. Ese pasado tuyo no es un decorado o una nostalgia. Ese pasado se te instala en el presente. Y hay que inventarlo. Te liberás de las leyes de la novela. Y ahí, tal vez, aparece el tono, una teatralidad.
-“Ensoñación”, creo que es una palabra clave en este texto. ¿Qué te trae a la memoria ese vocablo?
-Me trae visiones, pero visiones imaginarias, ensoñadas, no representadas, caminatas y sobremesas familiares y cafés con los amigos. Y la posibilidad de escapar a los garfios de la sociedad. Eso es lo más difícil y lo más duro. Te ven en una esquina tomando un café y leyendo, o conversando, y te llaman servir, a colaborar en el mantenimiento del orden. Expresión que le saco a Henri Meschonnic, él sabía algo de eso. Así que ensoñación es un salto a tu propia voz. A tu paisaje. Huir. Y sentarte en un café a conversar con los amigos que elegís. De bueyes perdidos. Uno cuenta qué quiere decir largar entretenido en el turf. Otro evoca su historia familiar. Así, a veces, hasta llegar a las confesiones. Lo intimísimo, que no saldrá de esa mesa. Eso es la ensoñación, entre muchas otras cosas. Incluye al otro. Básicamente, una clandestinidad. Hacerte tu tiempo. Para fabricar tus visiones. Los libros van y vienen en esa mesa. 
-¿Te imaginás un diálogo posible entre la crítica y tus libros?, ¿pensás que este sería un “libro no permitido”?, ¿por qué?
-No, no me la imagino. No creo en un diálogo así. Con un lector, sí. El crítico de profesión no es un lector. Lee con lo que sabe. Con eso que se llama la crítica, no hay diálogo. Parten de un criterio de autoridad: uno escribe, ellos, saben. Muy Adorno. Que era un sordo mayor para la literatura. Es el santo patrono de esta gente. No sé si La mañana sol de limón será un libro no permitido. Mientras lo escribí leía siempre libros no permitidos: Contra toda esperanza, de Nadezhda Mandelstam, es el que más leí. Los tres tomos. Ida y vuelta. Que no es un apéndice de Osip Mandelstam. Es una escritora grandiosa. Su “visión injusta”, como diría Lorenzo García Vega, es sublime. Lo tuve a mano, por si me tentaba y empezaba a “dialogar” imaginariamente con la crítica, a buscar un lugarcito entre los gestores del mercado común de la literatura. Lector es mejor que crítico.
-Si bien esta podría ser, ¿por qué no?, una pregunta ociosa o para formular a algún crítico; ¿por qué pensás que se lee más a Osvaldo Soriano que a Arturo Cerretani? Triste y solitario final, antes que El deschave… ¿Por el pathos?, ¿por la operación que cada autor hace en torno al lenguaje?; me gustaría conocer tu opinión.
-Me la reformulo: ¿por qué no se lee Arturo Cerretani? Habría que tirar de ese hilo. Porque no es Cerretani contra tal o cual. Lo que decís de las operaciones en torno al lenguaje tiene mucho que ver. Una de las puntas está ahí. Cerretani no entra en el modelo nouveau roman o “muerte del autor”, algunos de los tópicos del mercado común de la literatura de la época, que siguen vigentes con pocas modificaciones, como dice el escritor francés Stéphane Zékian: “¡Viva el Mercado común de la literatura!”. Él hace un análisis genial sobre lo que llama la sordera francesa de los sesenta-setenta. La década del ochenta y del noventa, de la mano de esa sordera, fue un barrido de todo lo que no entraba en ese mercado. Y encima lo hacían con la impostura de crítica al mercado. Y esa sordera francesa conquistó a nuestra crítica. Es verdad que dejaron entrar a Macedonio Fernández, y a Girondo, por ejemplo. Para aplastarlos. La sordera francesa tenía a Mallarmé, la argentina necesitaba algún ejemplo autóctono y algo patológico para hacer crítica aplicada. Ahora hay que leer contra esa sordera. Leer a Macedonio Fernández contra esa sordera. Arturo Cerretani no entra en la grilla de los medios de la crítica profesional. No es de vanguardia, y tiene muchas impurezas. Es verdad que un día aparece un lector como Alan Boase o Stéphane Zékian y patea el tablero. Hay que seguir leyendo libros no permitidos. Y de una manera no permitida.
-Al leer la siguiente oración: “entre gallinero y puerta cancel se hizo todo este toco de pasado”, sentí que esa conjunción de palabras era superior a las obras completas de varios poetas “consagrados”… No lo digo esto como halago, sino para subrayar el particular modo que tenés de trabajar, sílaba por sílaba, sin dar un paso en falso hacia las tierras del facilismo.
-Es difícil decir algo de lo que uno escribe, como te dije.   No se puede explicar por qué lo escribís así. Y no podés no hacerlo, escribirlo como lo escribís. Es una cuestión de sistema nervioso. Sabés eso. Eso es lo único que tenés claro. No podés hacerlo de otra manera. O, también, querés escuchar algo que no sabés bien qué es. Vas a tientas. Ponés frases y seguís. Tenés la palabra, pero no la frase. O una fantasmagoría de imagen que se te aparece, fugaz, y la querés escribir. O alguien te regala una frase y la acomodás en el conjunto. Porque te gusta la frase, la voz del que te la regaló. Hay onda de frecuencia. Están del mismo lado del lenguaje. Todo eso. Las palabras abundan. Se trata de buscar la frase. Hacerla. Que te resuene. Si no te resuena a vos, no sirve. Nadie te puede ayudar. Solito tu alma. No hay arreglo posible. Nadie pone la palabra por vos, o arma la frase por vos. Incluso esa que robás o te regalan, vos la componés. Muchas de las novelas que se escriben están orientadas. Por eso parecen todas iguales. Tenés el gallinero y la cancel, eso lo tenés adentro. Es tu voz. Tu oralidad. Tenés otras cosas, cómicas y patéticas. Con eso arrancás, y vas tanteando. Cuidando en no hacer estilo. Es una noción detestable la de estilo. Estilo Luis XV, por ejemplo. Como dice Willem De Kooning, es mucha angustia buscar un estilo. Si querés eso, andá a que te lo enseñen. Estilo se enseña. Yo escribo para mí. Después, si puedo, lo publico. Si aparece un lector, mejor, porque el lector le da otro toque. Escucha el libro de otra manera. Esa conjunción, cuando se da, está muy bien. Incluso si lo destruye.
-Sin caer en lo obvio, ¿cómo pensás que tu experiencia como traductor haya influido en tu sensibilidad narrativa?, ¿de qué modo?
-Parafraseo a Henri Meschonnic: porque cuando empecé a traducirlo me di cuenta de que mi manera de escribir toca mis traducciones. Es una manera de escribir y una manera de leer. Van juntas. Por algo te encontrás con Meschonnic. Y seguís traduciéndolo. Influencia no, impregnación. Un reconocerse en lo que él escribió. Algunas traducciones te transforman. Te desplazan, pegan en lo que escribís, te sacan del cuadro que te fijaste. Por eso hay que radicalizar la singularidad. Para mí es la mejor posibilidad de una pluralidad jugada, en serio, no declamada.
-El título de tu novela trae ciertas reminiscencias proustianas. Hablo, particularmente del modo sinestésico de entremezclar varias sensaciones para producir una impresión precisa en el imaginario del lector. Sin caer en las clasificaciones sumarias, ¿estamos ante un libro de sesgo impresionista?
-Sí, claro. Impresión y detalle. Más improvisación. Me gustó siempre la palabra mañana, así que de ahí salió esta novela. De la impresión que me produce la palabra mañana. Hay varios pintores en La mañana sol de limón. La mañana en todos sus matices y estaciones.
-De lo que se ha escrito y publicado en Argentina en los últimos 20 años, ¿algún libro que te haya entusiasmado?
-Sí, muchos libros. Hace dos meses publiqué un libro, Furgón de cola, y ahí puse notas, reseñas de los libros que me gustaron en los últimos años. Muchos son contemporáneos. La lucha es con los contemporáneos como dice Norberto Gómez. Y sigo escribiendo con otros libros que encuentro. La guerra del poema no es con el Dante, es con los que te tocan de contemporáneos. Y los leo. Y en lo que escribo aparecen también mis rechazos. Sin rechazos bien situados no vas ni a la esquina. Sos un cortesano en el territorio de la aprobación. Me dan risa las subjetividades absolutas, esos que fingen estar por arriba de la literatura de su tiempo. O que la “estudian”, saben si es floja, buena o mala. O los que polemizan. Otro yeite: la polémica. Rascás un poco y son subjetividades absolutas, viven esclavizados al mirador del facebook. O se enojan porque no salen en los suplementos. Bueno, pueden seguir mirando por ahí. Es más cómodo que leer. Carlo Emilio Gadda no va a perder el sueño. 
-Sé que te gusta el jazz. ¿Particularmente a qué artistas disfrutás escuchar?
-Albert Ayler. Él, siempre. Escucharlo en permanencia es uno de los impulsos de lo que hago. En los últimos años escucho mucho a Sunny Muray y trato de leer todo lo que se relaciona con él. Sunny Murray es radicalización de sonido que nunca pierde el sentido de la melodía. Toca lo que quiere. No hace cosas para conformar a la familia, para que le digan que es un buen hijo de la familia del jazz. O un tipo con swing. O que toca con estilo. Sunny Murray te ayuda a defenderte de esa vulgaridad llamada estilo. Sunny Murray toca, y se sabe escuchar y lo asume. Es como Nadezhda Mandelstam. Los tengo siempre al alcance de la mano. Peter Bröztmann, es otro genio absoluto, una música de una gran violencia, a veces contenida, extrema siempre, y de repente te mete en un lirismo alucinado. Toca incrustaciones de lirismo. Eso me fascina. Y en los últimos tiempos escucho mucho a Ken Vandermak. Un músico que tira del pasado, nada de “falsa tabla rasa” como dice, que hace música con el toco del pasado, con toda la historia del jazz, y se inventa a partir de eso. Abrevio mucho, pero no importa. También uso todo ese jazz. 
-¿Qué opinión guardás de la novela en cuanto a formato de ficción?, ¿tiene futuro?
-Sí, tiene futuro. Lleva muchos años. No la liquidaron. Pero me gusta más poner todo en la noción de poema, que no es la poesía. Y tampoco la filosofía. Y seguirán apareciendo escritores como Ricardo Zelarayán, o Néstor Sánchez, o Arno Schmidt, y la pondrán patas para arriba. O algún traductor retraducirá a Mark Twain o a Jack Kerouac o a Alfred Jarry, y esas traducciones pegarán en algún tipo que desobedecerá, y escribirá algo nuevo. Los teóricos de la extinción de todas las cosas, los apocalípticos, con sus vanguardias esclerosadas, que solo le hablan a seguidores con “los labios-militarmente-domesticados” (Jarry), seguirán, mancos de la escritura, angustiados, con sus monsergas de congresos. Irán de un lugar común a otro lugar común. Pero Alfred Jarry y Macedonio Fernández seguirán infinitamente allí. 
[fuente:  http://www.indiehoy.com/]

¿Es crisis una revista careta?



Mariano Llinás es uno de los cineastas contemporáneos que mejor encarna la crisis de la industria, y de toda una época. Cierta vez lo invitamos a comer asado, con la excusa de hacerle una entrevista, y nos esforzamos para cumplir dignamente nuestra condición de anfitriones. El autor de Historias extraordinarias, al percibir tanto esmero, nos dijo “caretas”. En este video de un minuto nos brinda una lección acerca de qué es la ética de izquierda.

24/7, el sueño blanco del rendimentismo // Agustín Valle

Una lectura de 24/7, El capitalismo tardío y el fin del sueño, de Jonathan Crary, desde la clave de la subjetividad mediática.


1. La vida (se) rinde
El capitalismo produce continuamente pérdida y déficit. Si el valor de todo está en su condición de ser medio para alcanzar cosas mediatas, la capacidad técnica de participar sin interrupción en flujos deslocalizados hace que toda demora, toda entrega a la profundidad de la localía, todo descanso, sea una pérdida. Una hora apagado es una hora retrasado. Se produce o bien se padece, cada instante.

Cada desconexión es pérdida (deuda), salvo que responda a un cálculo de conveniencia productiva: calculo un tiempo de retirarme a un descanso, o una introspección, o un trabajo en soledad, valorando cuánto rendirá al reconectar.

La vida entera rinde, se rinde ante la eficiencia programática.

Programo dormir siete horas, ocho el domingo, porque si duermo más pierdo tiempo, y si duermo menos no rindo bien durante el día… Pero ¿y si los hábitos del régimen de conectividad se hacen carne, y el cuerpo deviene terminal conectiva con dificultad para que los tiempos de retiro, de soledad, de descanso, sean efectivamente de retiro, soledad o descanso?

Y aún más: ¿si fuera cada vez menos necesario descansar? La ciencia trabaja, en efecto, contra el sueño. Lo hace a pedido de la razón bélica contemporánea, que en sus centros más poderosos financia investigaciones para disminuir drásticamente la necesidad de dormir -“liberarnos de la necesidad de descanso”. Y no sería ni de lejos la primera vez que una innovación científica comenzara en el área marcial para luego extenderse a la vida productiva. Más bien, puede percibirse fácilmente una afinidad electiva: entre estas investigaciones (que buscan mandar a territorio enemigo un comando de operaciones especiales capaz de pasar tres, cuatro, siete días sin dormir ni tener los efectos colaterales de disminución cognitiva que tienen las anfetas), y la vida económico-comunicacional general, donde gruesas tendencias anti sueño son evidentes.

Vida “24/7”, según Jonathan Crary. Vida permanente, siempre despierta, superadora de los ritmos fisiológicos, sin las distracciones de los fantasmas oníricos, sin actividades que valgan sin rendir: tal el ideal 24/7. 

El capitalismo ya produjo dispositivos técnicos para la producción constante, para el consumo constante. El único obstáculo para esa maximización productiva permanente estaría siendo el “factor humano”. La vida 24/7, su “tiempo que no pasa”, produce una concepción del cuerpo, donde su inherente variabilidad rítmica debe ser superada. Un cuerpo homologado al ritmo de los circuitos de producción (material y semiótica) permanente.
2. El tiempo del capital (y su escollo onírico)
La temporalidad 24/7 es la temporalidad del capital: velocidad de rotación infinita, conversión de cualquier mercancía en flujo abstracto, optimización de los instantes… Los circuitos electrónicos operan la alquimia. Y a esta dinámica se adaptan los cuerpos.

Un “tiempo sin espera” es ofrecido -y, en efecto, los ricos se distinguen porque nunca esperan.

Es una temporalidad de indiferencia, porque la variedad experiencial se homogeneiza en patrones temporales. Un tiempo de disponibilismo absoluto, propio de “un modelo no social de rendimiento maquínico”: no social porque lo social toma la forma de una seudoutopía electrónica. Y es no social porque el sueño depende en forma eminente de la sociedad: es gracias a la sociedad que podemos abandonar la vigilia y entregarnos al sueño, “custodiados por los otros” en un “temporario olvido del mal”.
Este “espejismo capitalista de la poshistoria”, este “mundo idéntico a sí, sin fantasmas, es decir sin la latencia del retorno de lo reprimido”, mundo plano en su hiper velocidad, mundo indiferente (¿te caíste? Perdoná que no te ayudo, estoy corriendo…), tiene un escollo enemigo englobado en “el sueño”: el sueño abarca el tiempo efectivo de dormir, las actividades de descanso en general (el sueño como paradigma de una potencia específica del cuerpo), y también la oniria, las imágenes y experiencias que podrían disruptir el continuum del rendimentismo y su obviedad.

El proceso de socavamiento del sueño entendido como descanso y oniria es inseparable, según Crary, de la capacidad política de soñar: de que los cuerpos produzcan imágenes de entramados vinculares (sociales) más igualitarios.
La temporalidad del semiocapitalismo tiene ese triple escollo en el sueño, donde no puede extraer utilidad, y entonces lo socava. Crary señala que la globalización neoliberal presenta una “intolerancia técnico-institucional contra el sueño y la oscuridad”. Cada vez más la subjetividad (el conjunto de prácticas que constituyen los modos de ser) consiste en procedimientos de adaptación a los protocolos de esta disponibilidad permanente.

La ciencia también ofrece el sueño -a la par que lo socava- comprimido como mercancía. Y cada vez más gente duerme en “modo sleep”, sin entregarse al abismo onírico, sin olvidar que ahí al lado, en la “mesa de luz” (qué maravilla), está la ventanita a los sueños de la vigilia productiva: el gran sueño blanco de “cuerpos adaptados a modelos maquínicos de duración y eficiencia”. En ese sueño, dormir es para perdedores.
3. Ilusión de autonomía, homogeneización de patrones
El libro es pesimista. Pero no a modo profético; se limita a señalar. Cuánto se desvaloriza lo no adaptable a las “interfaces con enlaces múltiples”, cuánto se homogeneizan áreas vitales otrora sensiblemente diversas; cuánto el control y el consumo orientado muestran una “abdicación de la responsabilidad por la vida”. Señala cómo la proliferación desmesurada de imágenes que caducan muy rápido, pero no terminan de desecharse, produce un despojo de futuro; y cómo la aceleración constante en la producción de novedad produce un borramiento de la memoria colectiva. Resultado,  “el espejismo capitalista de la poshistoria”.

Y señala también la “ilusión de autonomía” propia de los usuarios más o menos acomodados, ilusión de autonomía propia de la fragmentación y la privatización de las vidas. “Micromundos con diferente contenido se sienten libres sin advertir que repiten homogéneos patrones temporales”. Incluso individuos que puede llegar a hacer creer en un uso “revertido” de los circuitos de temporalidad 24/7, cuando lo que se ven son “usuarios como piezas intercambiables de la misma desposesión masiva de tiempo y praxis”.
Esa ilusión de autonomía es fundamento del “sistema global de autorregulación” o “exigencia continua de autoadministración”, que no solo licúa el propio tiempo sino que, a su vez, es inseparable de los ritmos de consumo tecnológico.

Los cuerpos se ven traccionados por esta eternidad ansiosa y autoexplotada, en la que el dinero soborna la infelicidad.
4. Historia del 24/7 (fábrica, tele, internet; luz y abstracción)
La historia material de este régimen empieza con la luz fabril. Ahí inicia el desarrollo racionalizado de una relación abstracta entre tiempo y trabajo. Ya Karl Marx señalaba que el primer requisito del capitalismo fue la disolución de la relación “orgánica” con la tierra; y, en 1858, advirtió la “aniquilación del espacio por el tiempo”, operada por la “continuidad constante” donde se realiza una “transición fluida y sin obstáculos de valores de una forma a otra”.

En palabras de Crary, los medios de comunicación producen las “abstracciones integrales del capitalismo”. Ese orden abstracto solo se generalizó después de la segunda guerra mundial: el reino de la abstracción se monta sobre la tierra yerma de la destrucción de los viejos lugares.

En la década del 50, la TV fue un salto de inflexión como fuente de luz que altera la construcción social del tiempo. La magnitud de su carácter disruptivo pasó desapercibida por el horror de Hiroshima y Aschwitz. Pero la TV masiviza la costumbre de que cualquier cosa pueda acoplarse con cualquier otra -de que las cosas ya no tengan un lugar.

La TV es clave en la transición entre el régimen disciplinario y el control 24/7.

Cataliza la decadencia del mundo inmediato y palpable. (Es raro que prescinda de analizar el cine, historia que de seguro no se le escapa).
Después analiza la “segunda era” de la TV con el cable (la programación 24/7), la videocasetera, los videojuegos.
Hasta llegar a la Internet.

Internet da lugar a la eficencia máxima, en su carácter permanente, es el soporte de la oposición entre la temporalidad 24/7 y la capacidad de ensueño.
5. Hombre eléctrico (un sueño acabó)
El modelo práctico de humanidad consiste cada vez más en asimilar los movimientos, entendimientos y protocolos del cuerpo y la psique a los propios de los circuitos electrónicos y las interfaces 24/7. Este es el señalamiento principal de Crary en lo relativo a la subjetividad.

“Uno no puede entrar literalmente en ninguno de los espejismos electrónicos que constituen el mercado del consumo global, uno está obligado a construir compatibilidades fantasmáticas entre lo humano y un universo de elecciones que es, en definitiva, inhabitable.
El libro no es una propuesta de liberación; es un diagnóstico de la sujeción, claramente parado en el primer mundo, sin considerar las violencias materiales que en realidad forman un continuo con las violencias enajenates del alma. Es debordiano: alza su voz contra la “producción continua de la soledad como base del capitalismo.”

Para Crary, el “biocidio” en marcha en el planeta es posible gracias a la fantasía de emancipación de la naturaleza y dependencia suficiente de la tecnósfera.

Los mínimos señalamientos vitales o alegres que hace pueden sintetizarse en dos:

Uno, que las plataformas electónicas pueden subordinarse a encuentros. Es decir, los medios son recurso subjetivante (aumentan la fuerza nuestra) si se les restituye su carácter de medios (destrabándolos de la permanencia y del funcionamiento como medio vacío que es un fin en la práctica). 

Dos, el reservorio propio del sueño defendido. Según Ferrer, “las potencias visionarias del sueño, que resisten al desencantamiento racionalista”.

Según Crary, “la esperanza de alcanzar, cada noche, ese estado insensible de sueño profundo es, al mismo tiempo, la anticipación de un despertar que tal vez contenga algo imprevisto”. Además, “la ausencia temporaria del durmiente contiene siempre un vínculo con el futuro, con la posibilidad de renovación y por lo tanto, de libertad”.
Podría traducirse en la triple potencia vital del sueño enunciada más arriba:

El dormir como espacio de placer y cuidado arrebatado a la inercia rendimentista.

El descanso ocioso (la vagancia) como modo de actividad no utilitarista.

La oniria como espacio de producción de valores, imágenes, afectos, que desmienten el continum de la obviedad 24/7. La oniria habitada, decidida, como hábito.

El sueño -en general- como mínima rebeldía, como instinto -decidible- de trinchera defensiva ante los requerimientos -la demanda y el motivacionismo- constantes de la luz eterna. 

El cristinismo fue revolucionario // Diego Valeriano

Viaje, fiesta y consumo es un tridente que transformo todo. No existen formas de vidas potentes y novedosas que escapen a esto. Se es deambulando, se es consumiendo, se es gediendo.

Puede ser en un bautismo en el cruce Castelar,  en la fiesta de la murga “Los saltarines de Don Orione”, en una Destroyer fest que arman los pibes en San Martin, en el 15 de tu sobrina que vive en Boulogne o en Proyecto XXX, siempre, pero siempre la fiesta termina así. Y nos es que terminan mal, solo terminan así.

Los años del cristinismo fueron revolucionarios: una combinación rara y poderosa entre ausencia absoluta del estado en el control y cuidado de cuerpos y territorios, por un lado, y una presencia estatal absoluta, invisible y constante que potenció el consumo.

Este  vínculo virtuoso y revolucionario en los territorios se hizo fiesta. “Cristina conducción de la fiesta”. La pesada herencia son formas de vida distintas, desordenadas, revolucionarias, ásperas, gedientas y gozosas. Esta es la verdadera pesada herencia.

El viaje libera. El consumo libera, la fiesta libera. Desata formas de vida inauditas y piolas. Rebeliones y resistencias permanentes, empodera. Descalifica ideas muy asentadas.

Para resistir genuinamente es necesario morir política e intelectualmente y no quedar atado a apelaciones nostálgicas, explicaciones absurdas y artificios morales. Morir como gesto: soltar el cuerpo político y geder fuerte.

El camino del loco: una experiencia ¿desmanicomializadora? // Fernando Stivala

«La gente normal es aburrida.
Prefiero conocer personas
que tengan algunos trastornos mentales,
gustos extraños o adicciones. «
Aclaración paranoica (y necesaria):

Esta experiencia surge como desprendimiento de prácticas del Frente de artistas del Borda, experimentación auto-investigativa. Sin el par sujeto-objeto.

Necesidad de estar en común sin las exigencias conocidas.

Tenemos la intuición de que en los amigos locos hay pistas para rastrear esa necesidad.

¿Por qué?

Una: no entran en las técnicas de autoayuda para tener amigos, para socializar. 

Relación no tecnificada, hay que inventarla.

Sin el imperativo de unidad, mando, pertenencia, buenos modales. Sin contrato social, ¿qué queda?

Demasía-dispersión-multitud.

¿Es posible vivir con otros así?
Esta pregunta nos llevó a experimentar.

Insisto: sin un sujeto desfaectado que solo observa. Sin un objeto fijo a describir.

Sin sujeto ni objeto hay situaciones, encuentros, territorios de donde salimos y entramos. Conjunto de cuerpos en ciertas relaciones. Esas relaciones las experimentamos de distintos modos. Intentamos no rechazar ese estado de afecciones, lo tomamos como insumo, y nos preguntamos porque sentimos lo que sentimos. A partir de ahí armamos (pensamos) territorios para ver que pasa en ese nuevo estar en común.
El conocimiento tiene que ver con esa experiencia que tenemos, por eso decía que no hay sujeto del conocimiento constituido frente a un objeto a describir. Nos metemos en el supuesto objeto, conocemos más y descubrimos que no está hecho, no es inerte, y no tiene que ver con nuestras representaciones.

Más que el par sujeto-objeto somos cuerpos vivientes con afecciones, y tratamos de aprehender a conocer a partir de la experiencia de vincularnos.

El encuentro con los otros no es lo que buscas, la potencia es el encuentro con lo no estereotipado, con lo que no tiene imagen, no solamente con lo lindo de contar. La historia de la potencia no es  la historia de un sujeto que se presenta con sus triunfos, ni logros personales.

La potencia es el conjunto de accidentes no siempre dignos pero que abrieron posibles que no existían.

No se trata de embellecer la potencia.
  
Hobbes artista:

El Frente de artistas del borda es una organización que tiene como fin la desmanicomialización a través de producciones artísticas de calidad. Si es necesario aclarar “de calidad” estamos mal, pero su mención tiene la intención de discutir el supuesto objeto loco ya no solo en relación al imaginario negativo que produce, sino también en relación a esa mirada complaciente que puede generar.

Esto nos abrió nuevas preguntas.
¿Por qué es necesario producir?

¿No podría ser otra forma encanutada de normalización?

¿Cómo deconstruir los imaginarios sociales en torno a la locura sin idealizar ni normalizar los padeceres?

¿Estas intenciones no siguen siendo el maquillaje de los cuerpos vivientes que mordimos el anzuelo que nos puso la figura del: salvador – curador – terapeuta – neurótico – normalizador – socializador – colonizador – homogeneizador ?

¿No sería rearmar el viejo pacto social?

¿No seríamos los Hobbes disfrazados de artistas?
¿Cómo crear nuevos territorios que no respondan a los viejos pactos sociales con fines socializadores para el estar en común?
No sabemos, entonces probamos. 
Mundos divertidos:

Marcelo Percia dice que “la locura no es una fatalidad personal, es una sensibilidad inaudita, hendidura por donde entra el dolor de toda la sociedad.” Quienes no soportan ese dolor ven diagnósticos, víctimas, show tinellesco.

Cuenta que “el deseo respira el dolor que produce la civilización que enloquece. Y en ese dolor deseante el deseo puede desear estares en común más justos e iguales”. Distintos.

Los diagnósticos nos dan vivencia de que no hay salida ni entrada. El encierro acontece cuando no existen comunes delirantes. Por eso creemos que en la locura hay pistas para fugar de los estares en común conocidos y asfixiantes de los rótulos.
Inventamos “el camino del loco” para que no quedar desfasados, solos y te declaren demente. Comandos que aferran, por momentos, puntos de demencia. Un estar en común de desorbitados sin amos, ni jefes, ni banderas, ni ideales a los que haya que responder.

Es un proyecto de desatar mundos inauditos, o al reves, de ver mundos inauditos donde suele haber unidimensionalización (etiqueta) de la existencia. Aburrimiento: universión de los hechos. Universidad de la vida.
“El deseo desorbitado puede desear mundos inauditos”.

Liberar los inauditos es un resto de potencia que el pensamiento necesita. Decisión del pensamiento no voluntaria. Decidir pensar que lo existente no agota lo posible. Desgarradura del vivir y del pensar. No soportar el mundo como está: automático, repetido, acatador, aburrido.

Por eso creemos importante incluir la dimensión de la diversión. Posibles versiones de lo viviente.
Encantar puntos de demencia:

¿Son posibles estares en común sin la lógica adhesiva de la propiedad privada, de la unión fanática? 

¿Son posible estares en común donde se sostengan proximidades y distancias a la vez?

¿Cómo? Amamos lo raro, lo inexplicable, lo demencial.

Si hay un Marlon Brando lo libidinizamos, lo seguimos, lo rodeamos. Si hay un streeper, lo mismo. Si hay problemas de amor, inventamos terapias de pareja.

¿Es posible una comunidad sin estados de sujeción, ni metas? 
¿Se puede vivir con otros sin el proyecto de civilización?, ¿sin las intenciones de convivencia, aprendizaje, buenos modales?

Y la pregunta siempre inhibitoria: ¿y si le pasa algo?
¿Cuáles son los límites?

Un ejemplo: tema dinero. Todos ponemos guita para las salidas o viajes. No para que se manejen bien y tengan la concepción de ahorro de la clase media. Que lo gasten en lo que quieran. No queremos normalizar, pero si igualar en las condiciones. Obviamente sin el imperativo de la igualdad tonta. Si un amigo te dice: “hoy no tengo, bancame” claro. El tema es si se congelan el dar y recibir: otro problema del estar juntos.

Por eso nos preguntamos ¿cómo cargar con experiencias desmanicomializadoras a cuestas sin revisar las cristalizaciones manicomiales que se hacen pasar por propias cotidianamente?
Una compañera cuenta que “muchas de las intervenciones que hacemos a favor de la desmanicomialización solo buscan justificar (sin saberlo en el mejor de los casos) un rol, un yo profesional”. Entonces buscamos estar atentos, que nuestro rol de coordinador psicológico por ejemplo no sea el que acompañe al pobre compañero internado hasta la puerta del hospital.”
Se pregunta: “¿Cómo desandar la dependencia que el hospital construyó?, ¿cómo desandar la necesidad de ser necesitados que la facultad construyó?, ¿cómo destruir los lugares de víctima?”
“Cada uno y cada una puede más de lo que le supone el rol, ¿cómo construir estares en común sin la suposición de lo que podemos? 
Cualquier pretensión  que funcione como imperativo obtura la sensibilidad. En lo sensible no hay caridad, identidades, ni suposiciones.”
Demasía y soledad:

Inventar caminos es que haya más cuerpos para llevar la demasía (fuerza desbordante que puja por ser dicha) holgadamente.

Esa soledad no es solamente del declarado delirante. Es la soledad existencial que solo podes cargar adormeciendo sensibilidades. Si abrimos esa puerta todos nos encontramos desamparados, y por eso nos juntamos.

Paolo Virno trabajando la idea de multitud se pregunta donde encontrar un reparo incondicionado. Dice “que el estar en común es un lecho constituido por usos y costumbres repetitivas y por eso confortables, un cauce que funciona como antídoto para esa soledad. La angustia hace su aparición cuando nos alejamos de la comunidad de pertenencia, de hábitos compartidos, de juegos lingüísticos sabidos por todos. Fuera de la comunidad el peligro es impredecible, constante, angustioso”.

Cuenta “que vivir es, para las sensibilidades hablantes, una tarea dificultosa, y que para hacerle frente es preciso antes que nada mitigar la desorientación provocada por el hecho de que no disponemos de un ambiente prefijado”.
En experiencias reguladas no te encontras con relaciones impensadas. Está todo codificado.

Lo contrario es la necesariedad de inventar estares en común como estrategia de salvación del peligro inminente de sentirse huérfano, extranjero o loco.

Experiencia que tenemos todo el tiempo si vivís en una situación donde la regulación codificada no es igual. Vivís la experiencia del extranjero, estás en un país donde el otro no sabe tu idioma ni vos sabes el suyo. Tenes que apelar a una potencia expresiva infinita para poder comunicarte. No alcanza con el código, ni con hablar un idioma. Vas a tener que esforzarte para ver como el otro gesticula, que piensa, que le pasa.

Se trata de crear territorios existenciales donde en ellos pueda haber existencias que normalmente quedan excluidas. Producir resistencias es producir territorios existenciales y no volver a un modelo previo.
La pregunta insiste ¿es posible una comunidad de los sin comunidad?

¿Cómo nos protegemos, si cae la ficción de unidad, de la angusita que todo cuerpo conoce: la de extrañamiento del  “propio” cuerpo?
“Ese mal asfixiante de los grupos se expresa como réplica horrible a la peligrosidad del mundo, del vagabundeo, de la intemperie, del naufragio”.
  
Marco teórico: laberinto del loco

¿Porqué con locos? Por azar, por capricho, o por sospecha de que ahí hay algo inaudito.

Nos angustia no tener marco teórico pero; ¿no creen que ese marco lo tenemos que inventar a partir de la experiencia cada vez y no al reves?

“Somos también productos de lo que las instituciones hicieron con nosotros. Al loco se le nota el manicomio, a nosotros la facultad, creer que el marco teórico existe a priori de la experiencia, es una muestra. Muchas veces dudamos porque no podemos encajarlo en el manual del psicólogo, nos gusta dudar, nos gusta descubrir que lo inaudito se desata cuando se destruyen las identidades que nos gobiernan”.
¿Hay que inventar nuevos estares en común, o hay que seguir los protocolos del sentido común para intervenir?

Intentamos idear ocurrencias que dejen de lado los estereotipos de cura.

“Estar en común sin la pretensión de la cura por que no hay nadie a quien curar, porque no nos creemos mejores q nadie”.
Intentamos ingeniar acciones inusuales que puedan funcionar en cualquier parte, imaginar fabulaciones colectivas que segundeen algunos estallidos del mundo.
Segundeo  de la experimentación. Segundeo que no inhibe, que se sube porque intuye que hay algo en la cita de misterioso. Ese misterio es lo que le hace aceptar todas las propuestas. Sabe que para decidir, antes tiene que experimentar. Por las dudas dice que sí. Mirá si se pierde la cita al acontecimiento. Es un segundeo que apuesta. Sabe que muchas veces no pasa nada, pero también sabe de que la única forma que la intuición lo asalte, es bailando.

Segundeo que no se casa con los hechos.  No es como el movimiento. Segundeo que es movimiento, experimentación y decisión.

Este segundeo también necesita de un entre. Ese entreya no es alguien que proponga, sino una propuesta. Un llamamiento. No está al servicio de los egos, sino de que la cosa funcione. Desde que segundea ya se olvida como y quien lo invitó a ese tren, solo sabe que está en un tren en movimiento.
Ya no hay individuo, grupo, comunidad, sociedad, ni siquiera situación. Hay ruptura, enloquecimiento. No se construye por voluntad, sino ver cuándo y cómo es posible que surjan territorios existenciales para que emerjan ciertos posibles.
“La desmanicomialización es una lógica de los vínculos, más allá de los derechos, es una lógica del estar en común”.
El camino del loco, por ahora, intenta e inventa territorios existenciales como antídoto a la desmanicomialización manicomializante.
Contaminaciones: Ayelen Diorio, Paolo Virno,
Marcelo Percia, Diego Sztulwark 

Nuit Debout, la política, el comunismo, el amor: conversación con Alain Badiou:

¿Cuáles han sido las potencias y los límites de Nuit Debout?  ¿Cómo pensar la relación entre movimientos y nuevos partidos?  ¿Qué analogías hay entre el amor y la política revolucionaria?


Las señales de Nuit Debout
Se ha hablado mucho sobre Francia y el movimiento Nuit Debout. ¿Podemos ser optimistas? ¿Estamos frente a una reactivación de la política?
Te voy a dar una respuesta ambigua. Personalmente, siempre me alegro de que haya un movimiento. Naturalmente, prefiero que haya un movimiento a que no haya nada. Desde ese punto de vista, debemos reconocer que el movimiento existe, que ha durado por un tiempo, y que hay mucha gente que se acerca, para observar o formar parte de él, y que aún hay un buen clima de discusión. Todo esto es positivo.
Por otro lado, pienso que este movimiento no es algo que va a transformar profundamente la situación política actual en Francia, que es una situación para mí muy difícil, incluso congelada. Y las razones para eso no son una cuestión de buena o mala fe de los actores involucrados en ella. Más bien tienen que ver con el hecho de que la búsqueda de una nueva política en el contexto actual -algo que además tire abajo la política existente- va a ser un proceso bastante largo. Así que, aún admitiendo que el movimiento es positivo, no debemos esperar de él resultados inmediatos de orden general.
Aún así, ¿estamos ante el comienzo de un proceso?
Eso es lo que espero. Espero que estemos ante el comienzo de un proceso, ya que este tipo de movimientos siempre deja huellas. Hay personas que salen de la experiencia con la convicción firme de que necesitamos hacer algo y necesitamos nuevas ideas. Hay pequeños grupos formándose y experiencias locales diseminándose. Nuit Debout ya ha tenido eco en ciudades provinciales. Así que no sabemos muy bien cómo va a continuar, pero dejará huellas. Y en este sentido espero que se vuelva una especie de precursor de algo más. Espero que las campanas suenen y que algo pase.
¿Piensas que la reapropiación de espacios públicos, como en el caso de Nuit Debout en París, es importante para que la gente vuelva a poder hablar políticamente?
La ocupación del espacio público es, por supuesto, siempre importante. Hay muchos ejemplos históricos en los que la ocupación del espacio público o incluso de edificios y lugares de toma de decisiones ha servido a la constitución de políticas revolucionarias. Cuando hablamos de revoluciones evocamos la toma de la Bastilla, el asalto al Palacio de Invierno, etc. Cuando un movimiento toma el control de un espacio reservado a las autoridades o a la vida ordinaria y lo transforma en un lugar de la voluntad colectiva, estamos ante un episodio importante y revelador.
Dicho esto, tenemos que ser conscientes de que estas ocupaciones no determinan por sí mismos un futuro claro: no podemos permanecer en las plazas para siempre. También tenemos que pensar en lo que haremos después, en el largo plazo. Pienso que el gran problema para la política en general es cómo definir su propia temporalidad, es decir, no volverse esclava de la temporalidad impuesta. El Estado es algo que prescribe un tiempo. En este momento todo el mundo está paralizado por la idea de la próxima elección presidencial: ¿quién será el candidato en 2017? , etc. Cuando inventamos una nueva política inventamos un nuevo tiempo. Ocupar espacios públicos es parte de eso.
¿Suenan las campanas en algún otro lado? ¿Estás pensando en algún lugar en particular?
Actualmente, a escala mundial, estamos en lo que llamo un «intervalo» histórico. Es decir, las grandes experiencias históricas del siglo veinte se terminaron, así como también el período de los grandes estados socialistas. Pero aún no sabemos cuál será el futuro. Estamos entre los dos momentos. Y pienso que en situaciones intermedias como ésta las cosas se desarrollan con pequeños signos, movimientos, rebeliones. Y también con la llegada histórica de una nueva juventud que no ha atravesado las experiencias pasadas, y por eso tiene diferentes puntos de partida.
Así que eso es lo que se está manifestando hoy. Tiene algunos elementos novedosos en términos políticos, respecto a la cuestión de la vida política y de la organización de la vida social, etc. Y todo esto tiene lugar en medio de una gran incertidumbre, pero estoy convencido de que está preparando el camino para algo nuevo. Tenemos movimientos importantes en el mundo hoy. Desde Turquía a El Cairo y Hong Kong, ha habido ocupaciones duraderas con grandes discusiones públicas. Todo eso dará sus frutos.
La institucionalización de la política
Las fuerzas políticas como Podemos, Syriza en Grecia, o Jeremy Corbyn en Gran Bretaña, ¿son parte del proceso que describes?
Pienso que sí. Mirándolo de cerca, todas estas nuevas formaciones, o nuevas tendencias de viejas formaciones, por cierto también podemos incluir a Bernie Sanders en EEUU, son parte de lo que los movimientos han producido. Después de todo, Syriza no hubiera existido sin los movimientos de los años 2000, Podemos fue el resultado de la gran movilización de los Indignados e incluso Bernie Sanders es un eco de Occupy Walls Street. De hecho, es la misma juventud la que lo apoya, fundamentalmente.
Entonces, se trata de un primer intento de extraer ciertas orientaciones políticas de estos movimientos. Pero esto ocurre dentro del marco oficial y, por lo tanto, implica grandes decepciones. Ya que el marco oficial tiene una lógica propia, contradictoria con el movimiento. Cuando los partidos como Syriza o Podemos juegan al juego oficial se vuelve difícil para ellos reclamarse a sí mismos del movimiento. En todo caso, tenemos este difícil problema de aceptar partidos que fueron creados al calor del movimiento y que juegan el juego oficial, tal cual es. Se ven forzados a decepcionar, en gran medida, a parte de su apoyo.
Todos mis amigos estadounidenses están muy felices con Bernie Sanders: después de todo, en los EEUU, apenas ver a alguien vagamente hablar de socialismo es en última instancia extraordinario. Pero todo el mundo sabe que en algún momento Bernie Sanders va a tener que decir que hay que votar por Hillary Clinton. Ese es el problema. Y todos sabemos muy bien que Hillary Clinton es una figura oficial del establishment. Es un poco como el momento en el que Tsipras tuvo que decir que finalmente no había otra opción más que aceptar las demandas de Europa. Son episodios en los que los productos de un movimiento vuelven al interior de las estructuras oficiales. Es casi inevitable que esto ocurra: también es parte de las experiencias negativas por las que uno pasa. Después de todo, el proceso de aprendizaje es positivo, pero también negativo.
¿Entonces los movimientos están inevitablemente destinados a ser recuperados por fuerzas políticas?
No diría que es inevitable. Pero sí casi inevitable. Si miramos hacia atrás en la historia siempre han habido grandes movimientos que terminaron siendo recuperados por la estructura oficial. Eso es cierto respecto de movimientos mucho más importantes que Nuit Debout o Podemos. Por ejemplo la cooptación por parte de Napoleón III de las revoluciones de 1848 o la reconsitutución de las órdenes por parte de Napoleón I. O el hecho de que las Tres Gloriosas Jornadas de 1830 terminaron en el reestablecimiento de la monarquía. Así que es una ley de la historia que ningún movimiento puede mantener su paso por siempre. Existen contra-tendencias, hay un orden establecido y estaríamos equivocados al subestimar su tenacidad.
Estamos en un período de transición en el que todos debemos medir nuestras opciones y nuestras posibilidades, y eso incluye la amarga pero ineludible experiencia de ver al orden recuperar lo que se desarrolló. No hay que llorar por eso. La historia está llena de ejemplos así. Y luego, un día, puede haber un descubrimiento. No soy fatalista; tengo un temperamento más bien optimista. Creo que tenemos que ser claros acerca del hecho de que, si bien este tipo de cosas ocurren todo el tiempo, no hay razón para concluir que es inevitable.
Viejo y nuevo comunismo
Entonces, ¿aún ves el comunismo como un horizonte?
Sí, no sólo mantengo ese horizonte abierto, sino que considero que es muy importante hacerlo. Ya que si no hay una idea estratégica, los movimientos que atraviesan contratiempos o son cooptados corren el riesgo de producir devastadores efectos subjetivos. Corremos el riesgo de la desmovilización, de pensar «bueno, en ese momento era joven, me dejé llevar por esa aventura y no funcionó». Nuestro pensamiento tiene que ser que si bien hay contratiempos, tenemos que mantener el curso a pesar de las sinuosidades de la historia. La historia no marcha en línea recta, sino en una forma muy tortuosa y no debemos imaginar un «Camino Real» que nos lleve a la emancipación. Hay reveses, aspectos negativos y por eso necesitamos una brújula, pase lo que pase. Sin una brújula terminaremos viejos y desalentados.
Es a causa de esto que hablas de un «nuevo comunismo». ¿Podemos imaginar otro comunismo que no sea el de los «libros sagrados»?
Sí, y no sólo pienso que necesitamos imaginarlo, sino que también estamos en condiciones de saber cuáles fueron los graves errores cometidos en el pasado. Por ejemplo, sabemos que fue un error imaginar que el poder del Estado es la solución de todos los problemas de la emancipación. Sabemos que aún si llegamos a la victoria mediante la violencia, eso no significa que la violencia pueda ser una forma cotidiana de gobierno. Sabemos que la fusión total entre la organización política, el partido y el Estado no es nada buena. Esta fusión solo sirve para dejar a la gente afuera del proyecto y termina engendrando terror.
Tenemos algunos elementos para un balance de la primera fase de la experiencia comunista, que creo que fue la fase enteramente dominada por la cuestión de la victoria de la revolución, propiamente dicha. Fundamentalmente, toda la historia del siglo XX es la historia de los grupos políticos convencidos de que los métodos que guían a la victoria de la revolución son también los que guían a la construcción de un nuevo mundo. Sin embargo, no es así. Los métodos usados para vencer al enemigo no son los mismos métodos para movilizar a los amigos. Podemos conquistar enemigos por la fuerza -y muchas veces nos vemos obligados a hacerlo-, pero no podemos forzar a los amigos a hacer lo que queremos.
Tenemos que sacar todas las conclusiones de esta experiencia. Desde mi punto de vista, la lección principal es que no hay que reducir las cosas a dos términos, sino a tres. En primer lugar tiene que haber un movimiento de masas, librado a sus propios avatares, también en los momentos de su desarrollo. La juventud y los trabajadores tiene que ser capaces de movilizarse y decir lo que tengan que decir, cuando consideren que la situación lo demanda. El movimiento de masas debe permanecer vivo, a diferencia de las experiencias pasadas, donde fue suprimido. La segunda lección es que mientras el Estado no pueda ser completamente derrocado o reemplazado por otra cosa, tiene que haber alguna manera de gestionarlo. Tercero, tiene que haber una organización: una organización en algún lugar entre los dos. Es decir, una organización que sea interna al movimiento de masas, mientras exista, y que al mismo tiempo tenga cierto poder sobre el Estado.
Europa, los refugiados, un nuevo internacionalismo
¿Todavía hay en este esquema algún lugar para Europa, para el federalismo más allá de los estados?
Pienso que hay cierto interés en cualquier intento de ir más allá del marco nacional. Aún si conlleva serios inconvenientes, nunca tenemos que olvidar que la vocación fundamental de las políticas de emancipación es el internacionalismo. Ya no podemos considerar al marco nacional como apropiado para la política. Más aún, si analizas los movimientos recientes -y ya era el caso en los 60’s- se trata de movimientos mundiales. No son todos lo mismo, pero hay movimientos a escala mundial. Tienen que federarse y unirse.
Tenemos que operar a escala mundial. Después de todo, el capitalismo está globalizado y estamos en una posición débil para confrontarlo si todas las organizaciones progresivas se limitan pura y simplemente al marco nacional. Pienso que hay que volver a lo que decía Marx: los trabajadores no tienen patria. Esto es hoy más cierto que nunca ya que tenemos un proletariado internacional. Una gran proporción de los trabajadores de mi país, Francia, son en realidad marroquíes, malíes, etc. La cuestión internacional ya está ahí, en cada uno de nuestros países. De la misma manera, si recibes un cierto número de refugiados algunos se quedarán y se volverán parte de tu visión del mundo. Así que necesitamos una visión internacionalista más fuerte que la del período previo. Para mí Europa no es el coco, podría tal vez ser algo positivo siempre y cuando no sea sólo la Europa de los burócratas.
Un acontecimiento que estamos presenciando es la llegada en masa de refugiados. ¿Qué piensas de la actitud de Grecia con respecto a este fenómeno?
Según me consta, las personas que están en apuros entienden mejor a aquellos que también están en apuros que quienes permanecen inmutables en su egoísmo. Parece ser de hecho que Grecia ha demostrado cierta aptitud -contradictoria, por supuesto- de ver qué se puede hacer y organizar algo con los refugiados. Es aún más sorprendente si consideramos que los griegos no están en una situación fácil -de hecho, están nuevamente protestando. Creo que esta es una subjetividad interesante para el futuro -hacer vínculo con personas que no son de tu mundo, con el objeto de organizar algo juntos. Creo que el viejo internacionalismo fue, por el contrario, más bien nacional, una cuestión de federación entre naciones. La internacional tenía representantes de cada país. Lo ideal sería construir una verdadera internacional, una internacional de los pueblos.
El amor: construir una experiencia «a dos» 
Hablas no sólo de política, sino también de procesos de verdad: la política, el amor, el arte, la ciencia. Según tu mirada, ¿cómo es posible hacer prevalecer la magia del amor a pesar de las restricciones sociales y el paso del tiempo?
Paradójicamente, hay analogías entre el amor y las políticas revolucionarias. Esto es así fundamentalmente porque todo empieza con un acontecimiento. El amor empieza con un encuentro, una especie de golpe de azar que constituye la posibilidad de ese amor. Es una posibilidad inscrita en la realidad. De hecho, gran parte de la literatura universal trata de la contradicción entre este golpe de azar y el matrimonio arreglado por los padres. El número de obras dedicadas a las aventuras de una pareja joven cuyo amor choca con el que sus familias arreglaron nos da un indicio de que todo el mundo ha advertido hace tiempo que el amor es una singularidad creativa, no la consumación del orden existente.
En cada caso, tenemos el mismo problema que decíamos antes: qué viene después. Hay que construir algo. El amor no puede terminar en la epifanía del encuentro. Tiene que volverse una construcción. Y precisamente lo que tiene que construirse es la experiencia del mundo «a dos». Esto es completamente extraordinario, ya que habitualmente experimentamos el mundo desde el desenvolvimiento individual: lo que yo veo, lo que yo siento. Con el amor, las cosas realmente tiene que ocurrir «a dos». Eso significa que cuando dos personas van de viaje, realmente viajan como a dos. Ves las mismas cosas pero las ves diferentemente, discutes esa diferencia,eres esa diferencia. Y por supuesto pasa lo mismo con la decisión de vivir juntos o de tener hijos.
Entonces el amor es la experiencia de construir algo junto a alguien más. Esa es la duración del amor. A veces falla, del mismo modo en que fallaron los estados socialistas, porque en algún momento dado alguno de los dos, o incluso los dos a la vez, no pueden seguir sosteniendo esta dualidad dentro de sí, esta dualidad en sus decisiones. Emergen entonces contradicciones que no somos capaces de resolver. Pienso que la fortuna y el poder del amor se da cuando logra sobreponerse a las crisis. Nada es más grande que una reconciliación amorosa que sucede a una crisis. Esto significa que finalmente somos capaces de construir algo que no imaginábamos. Es por esto que no debemos temer las crisis, que son inevitables. Tanto el amor como la política tienen que ver con la resolución de problemas. Evidentemente, si nos enamoramos pensando que todo va a salir bien por sí mismo, y que no habrá problemas, entonces arrancamos con el pie equivocado.
Entrevista de Costas Mavroïdis con el filósofo francés Alain Badiou para Grèce Hebdo, mayo de 2016. Traducción al castellano: Martín López. Subtítulos del vídeo para ‘Interferencias’: Tomás Cobos.
[fuente: http://www.eldiario.es/]

Especial Ayotzinapa dos años // desInformémonos

Dos años. Veinticuatro meses. Una trágica noche que sacudió la conciencia colectiva. Horas desgarradoras que dieron paso a la emersión de una antigua y profunda herida, apenas ahogada entre el tiempo, los discursos, las quimeras y los espejismos.

Una noche de septiembre revivió una noche de octubre que no se olvida y, con ella, también cada noche, cada mañana, cada madrugada, cada día de silenciosa, “anónima” y lacerante violencia cotidiana.

El precariado: ¿los nuevos descamisados? // Mariano Pacheco

Sindicalismo y movimientos sociales. Lo que larga década dejó, el reacomodamiento de las organizaciones gremiales y los desafíos frente al macrismo.
Lo hemos dicho ya: no somos afectos a pensar que la historia se repite, al menos que no sea bajo la modalidad  de la farsa. No simpatizamos con las idealizaciones del pasado porque consideramos que si las grandes figuras y momentos de la historia  no nos sirven para inspirar nuevas rebeldías sólo funcionan como una gran máquina muerta que oprime como en una pesadilla el cerebro de los vivos (pensar que todo pasado fue mejor es reaccionario porque no ayuda a medirnos de manera audaz con las tareas y desafíos del presente). Ahora bien: ¿toda esta diatriba significa que no podamos tomarnos la licencia para elucubrar algunas equivalencias, pensar ciertos modos de ligar el presente con el pasado? Para nada, porque somos de los que pensamos que la escritura es parte del movimiento que puede contribuir arrancarnos de la humillación a la que nos expone día a día el sistema social, económico, político y  cultural en el que estamos inmersos, como alguna vez supo señalar David Viñas, en algún texto perdido y olvidado por el torbellino de la post-modernidad que a arrasado a nuestras letras nacionales.
***
“La historia suele tener más imaginación que nosotros”. La frase, escrita alguna vez por Karl Marx, es vieja, pero cobra actualidad en el nuevo contexto argentino. En la era Macri ni los movimientos sociales, ni las organizaciones gremiales, ni las estructuras políticas partidarias parecen quedar indemnes de esta necesidad acelerada de pensar qué está pasando, qué ha pasado para que estemos como estemos… ¿sin capacidad de reacción? Los más pesimistas se preguntan por qué, si se suponía que el pueblo argentino estaba tan “empoderado” como se decía, eso que de modo genérico podríamos denominar como “macrismo” ha podido avanzar sobre los sectores populares con la velocidad en la que lo hizo, al menos, al menos durante el primer semestre del año. Los resultados los pasamos de largo en estas líneas, son de público conocimiento, ya que a veces los números abruman. Otros, entre el pesimismo y la culpa, ya no se preguntan sino que sostienen que el reverso de la “década ganada” es la precarización, no solo del trabajo sino de la vida en general (“no hubiese sido tan fácil expulsar de sus trabajos en el Estado nacional a tantos trabajadores si hubiesen estado en otras condiciones laborales”, comentan muchos la pasar).

Un fantasma recorre la patria, podríamos decir, otra vez parafraseando a ese viejo barbado. Ya no el fantasma del comunismo, sino el de las vidas precarias, que parecen haber llegado a la Argentina contemporánea para quedarse. Los más optimistas aluden a la baja de consenso social que atraviesa la figura presidencial, a los efectos reales del plan económico sobre el bolsillo del laburante, a las protestas que comienzan a multiplicarse por aquí y por allá, al (¿eminente?) paro que la CGT vienen anunciando, en fin, a las reservas de dignidad que el pueblo argentino ha demostrado a lo largo de su historia, aún en los peores momentos. Este cronista agrega que a veces recordamos la mitad medio vacía del vaso de nuestras memorias de mediano plazo, y que así como Las Madres de Plazo  parecen ser una “excepción” de resistencia a la última dictadura cívico-militar, sin embargo, la lucha obrera contra la dictadura (que para la clase trabajadora fue “terrorismo económico” desde el mismísimo inicio del Proceso de Reorganización Nacional), comenzó el mismo 24 de marzo de 1976, y se sostuvo durante esos largos siete años.
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“Somos los descamisados, somos los descamiados. Somos de Perón y Evita, somos de Perón y Evita…”.

La canción acompañó numerosas movilizaciones populares. En los ochenta la consigna se entonó con fuerza. En los 90 parecía más una comedia que un grito de guerra. En en el entre-siglo ya nadie la recordaba y los jóvenes-viejos de la “década ganada” la repitieron casi como lección escolar. El año 2003 funcionó como bisagra en la historia del peronismo, porque consagró su retorno tras “los años menemistas”, pero también, durante una década de luchas populares en donde, por primera vez en 50 años, los grandes ausentes fueron los nombres de Perón y Evita.

Diciembre de 2001 funcionó como una suerte de certificado de defunción del neoliberalismo como modelo de Estado, lo que no implica que “enclaves neoliberales” no se hayan mantenido, en incluso potenciado, durante “los años kirchneristas”. Pero de algún modo, la revuelta de ese fin de año, las potencialidades creativas desplegadas durante el verano que le siguió, fueron el suelo sobre el que un nuevo ciclo de Estado pudo instalarse y sostenerse durante la larga década, incluso contando entre sus filas con algunos de los movimientos sociales que habían parido la resistencia anti-neoliberal y abonado a la crisis de representación que se había llevado puesto al conjunto de la dirigencia, incluso a la sindical y la política peronista, de la que emergieron luego Néstor y Cristina como expresión de lo nuevo. El vínculo con los sindicatos son parte de otro cantar: la CTA esperó en vano ser la “pata gremial” del nuevo proyecto político, la CGT siguió siendo durante algunos años la “columna vertebral” de ese nuevo “peronismo transversal” y la ruptura entre el gobierno kirchnerista y los sindicatos no dejó como saldo un renovado proceso de organización gremial y una nueva camada de dirigentes sindicales sino un corrimiento de las organizaciones formales de los trabajadores hacia la derecha y un enorme vacío de organización obrera hacia el interior del “movimiento nacional y popular”.
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Un día después de que numerosas organizaciones sociales marcharan desde el Obelisco e instalaran en Plaza de Mayo un “Acampe por Trabajo, contra el Ajuste y los Tarifazos”, y a tres días de realizarse la jornada de reflexión del Encuentro Mundial de Movimientos Populares en la cede de la CGT, hoy los trabajadores de la salud, docentes y estatales protagonizarán un paro nacional, con acompañamiento de otros gremios enrolados en  la CTA Autónoma y las tres organizaciones que hicieron la marcha de San Cayetano: la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y el Movimiento Barrios de Pie.

Como en la década del 90, también ahora los trabajadores de la salud, la educación y sobre todo los del Estado, vienen estando a la cabeza de los reclamos y las protestas. No es para menos, si se tiene en cuenta la situación de precariedad a la que están expuestos quienes trabajan en el ámbiro de la salud pública, el constante y sostenido proceso de lucha llevada adelante por los docentes durante todos estos años y la situación de los estatales durante el primer semestre de este año: según la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), se contabiliza que 11 mil trabajadores fueron echados del Estado nacional y 50 mil en instancias provinciales y municipales, de los cuales unos 12.000 fueron reincorporados (sobre todo en estas dos últimas instancias) luego de intensas medidas de lucha libradas por el gremio.

Pero los movimientos sociales no solo “acompañan” la protesta gremial, sino que han ido mutando su práctica… y su lenguaje: ya no hablan de planes sociales, de planes de empleo, de subsidios, sino de la necesidad de declarar la emergencia social, de que quienes desarrollan sus “tareas laborales” en la informalidad perciban un “salario social”. Los sindicatos, a su vez, reacios a la organización popular nacida en los territorios, han vertido declaraciones inéditas para lo que hace a su historia reciente, como la de Juan Carlos Schmid, integrante del Triunvirato de la CGT Unificada, quien manifestó: “hay una nueva composición de la clase trabajadora, con millones de compañeros que no tienen la dignidad del trabajo. Nuestra tarea es tender un puente con ellos y este es un paso vital”.

Las tensiones no son pocas, por supuesto. Los movimientos sociales y el sindicalismo no solo están atravesados por la macro-política, las internas de los aparatos partidarios, centralmente el peronismo, sino también por cuánto “quedar pegados o no” al “francisquismo”. La figura del “papa peronista” no es menor en el presente de un pueblo atravesado por toda una historia continental de adhesión al cristianismo, y toda una memoria ligada a cierto giro de los católicos en Nuestra América: los sacerdotes del tercer mundo, la teología de la liberación, los curas obreros como el argentino Carlos Mugica e incluso guerrilleros, como el colombiano Camilo Torres Restrepo. Pero tampoco ese pasado, ni los gestos de Jorge Bergoglio en el último tiempo borran de un plumazo el papel que ha jugado la iglesia en el genocidio perpetrado, ni sus posiciones respecto de temáticas de las “minorías” hoy ampliamente expandidas socialmente, como pueden ser los derechos de los homosexuales, o el tan controvertido del derecho al aborto.

Lo cierto es que muchas organizaciones sociales han entendido que resulta necesario avanzar en niveles de unidad, por un lado, y por otro, en niveles de reconversión que tienen que ver con el nuevo momento, no solo político sino económico (no es lo mismo organizar una gran masa de desocupados que una gran masa de trabajadores precarizados). Reivindicaciones como el salario social (y su complemento de “aguinaldo”), el acceso a una obra social e incluso cierto reconocimiento de su labora diaria, siempre al límite con la ilegalidad, resulta central. Pero también, son muchos los que saben que la dinámica sindical es mucho más reglada, más vertical, más “representacional”, más integrada a ciertas reglas del juego de la democracia parlamentaria a la que muchos movimientos han combatido sin empachos, reivindicando la democracia de base y protagónica, la acción directa, la radicalidad de los métodos de lucha. Qué pasará con esas tensiones lo iremos viendo, seguramente, en el transcurrir de los próximos meses. El paro nacional de la CGT, de producirse, definirá posiciones. ¿Será lanzado con movilización? ¿Activo? ¿Lo transforarán en activo los movimientos sociales? ¿Con qué niveles de radicalidad? Son preguntas que quedan pendientes, como pendiente parece quedar la promesa de Mauricio Macri de dar respuestas favorables a los problemas más urgentes de los argentinos.
Eso sí: ya hemos pasado el invierno.
[Fuente: Revista Zoom] 

Vuelven los gendarmes, vuelve la esperanza // Diego Valeriano

Vuelve la esperanza de las doñas, que pueden ir al chino medianamente seguras. Siempre y cuando, den los rodeos necesarios para pasar por el puesto donde están los gendarmes, quienes como son educados las saludan con un gesto.

También la esperanza de las pibas, de gustarle a esos tipos grandotes y curiosos, morochos de ojos verdes, que preguntan, que mienten distinto, que son respetados, que parecen inocentes. La esperanza de besarlos, de arrancar, de noviar, de quedar embarazadas y poder irse de este barrio de mierda, de la casilla de mierda, de la cama de mierda que tiene que compartir con su hermana, de los tipos de mierda, de los pibes de mierda que al final eran unos cagones.

Resurgen las esperanzas de los militantes, siempre listos contra las fuerzas represivas. La bonarense es escurridiza, promiscua y siempre juega de local. En cambio gendarmería renueva esperanzas, son militares. La esperanza de los nervios, de nuevas confrontaciones, de pintadas, de radios abiertas  y de cuando el puño se hace consigna.

Los que bajan del tren, que la perdieron en el viaje y en el día, la recuperan cuando salen del andén y reciben el sol en la calle, cuando compran tortilla, cuando ven con alegría que pararon a esos dos pibitos en la Honda 100.

Al carnicero, a la verdulera, al de la casa de deportes, a los de la remisería, a la mina de la agencia de lotería, les nace la esperanza de no verle la cara nunca más al gordo hijo de mil puta que manda el jefe de calle a recaudar.

La esperanza de Daniela que se entusiasma que Noel quiera ser gendarme cuando sea grande y no como el imbécil de su padre que se acordó de ellos solamente cuando cayó preso y ahora exige que hay que visitarlo a Ezeiza.

En Campo de Mayo hay esperanza de nuevos negocios cercanos. Las chicas caminan ruta 8, el kioskero les fía, les alquilan autos para los días franco, los busca de siempre muestran relojes, celulares, ropa y zapatillas  y María Luján se da el lujo de invertir y traer nuevas chicas.  

La esperanza de los pibes que quieren ser bien poronga y sueñan enfrentamientos grosos que los lleve a la gloria, que los haga grande, que se hable de ellos en las noches interminables, en los pabellones y también en las canciones.

Clinämen: «Estamos en un momento de luchas hondas, al ras del suelo»

Conversamos con Raquel Gutiérrez Aguilar, filósofa, socióloga, profesora e investigadora, autora de «Los Ritmos del Pachacutik». Los movimientos de lucha en México. Las formas en que se manifiesta el repudio. La producción de lo común. Por una política en femenino: una redefinición de lo político desde el ámbito de la reproducción de la vida. Los horizontes de transformación no nacionales-populares sino comunitarios-populares.
http://ciudadclinamen.blogspot.com.ar/


Componer un libro, hacerse una libertad // Mariano Pacheco

En su bloque  “Libros y Alpargatas”, “La luna con gatillo” realizó un repaso de la obra literaria Buda y Descartes. La tentación racional, el libro de Diego Sztulwark y Ariel Sicorsky recientemente publicado por editorial Cactus.
El libro bien podría llamarse Meditaciones. Meditaciones sobre el filósofo francés y el príncipe hindú, sobre el acto de escribir y los sentidos de investigar, y aún, de publicar un libro en estos tiempos. Sobre Descartes, lo que todos sabemos: su cogito ergo sum (“Pienso, luego existo”), sentó las bases del sujeto moderno de la filosofía. Buda, sus enseñanzas -en cambio- parecen estar en las antípodas: el despertar puede producirse en la medida que opera un des-centramiento. Sin embargo, el conocimiento, la pasión por el conocimiento, y la meditación, parecen ser los puntos de contactos entre estos dos hombres tan distantes en el tiempo, la geografía y las filosofías que de sus enseñanzas se desprenden. “El punto de contacto entre Buda y Descartes, lo que nos permite hablar de ellos conjuntamente, es la importancia que ambos atribuyen a la meditación, a la autofundación de la conciencia como acto de reflexión del saber sobre el agente del saber (de la conciencia sobre el ser conciente, del cógito sobre la duda metódica)”, escribe el pensador italiano Franco Berardi (“Bifo”), en las palabras de presentación de este libro recientemente publicado por editorial Cactus.
Sztulwark y Sicorsky llaman la atención acerca de este contrapunto y este aparente punto de contacto desde el inicio mismo de su libro. Mientras que Descartes parte al mundo para conocerlo, Buda realiza un viaje hacia sí mismo, también para llegar al conocimiento. Pero los autores reparan en una paradoja: que Descartes ingrese en un proceso de introspección para arribar a sus conclusiones racionalistas. “Considerar, como él mismo hace, que ese espinoso proceso es unameditación ¿no trastoca las imágenes idealizadas que de ella nos hacemos?” Y luego agregan: “la palabra meditación viene asociada con el ejercicio de la respiración y de poner la mente en blanco, y nunca con la revuelta racionalista contra la pasividad del sujeto”.
Como sea, no puede negarse que ambos, Descartes y Buda, proponen nuevos puntos de partida y crean nuevos modos de concebir el mundo. “En ambos casos la meditación se presenta como una práctica del trabajo sobre sí que apunta a reorganizar la relación entre sensibilidad y conocimiento”, insisten los autores, quienes visualizan en la “duda sistemática” cartesiana y en la interrogación hindú una resonancia a investigar respecto de la relación entre la duda y la pregunta por la ilusión.
¿Qué hay de esas resonancias? ¿De esa pulsión de saber sobre la no-ilusión en Buda, del deseo de meditación presente en la filosofía hoy expulsado del paradigma hegemónico en las ciencias y las lógicas académicas? ¿Qué hay del costado oníirico, erótico, religioso y secreto de Descartes? Estas y otras preguntas que incitan al inconformismo podrá encontrarse el lector en este libro, cuyos autores se declaran abiertamente ni busdistas ni cartesianos, aunque sí atravesados por un “placer de investigar” el “poder que el pensamiento radical tiene sobre la vida, cuando no se separa de ella queriendo gobernarla”.
Sztulwark y Sicorsky rescatan de Descartes la fuerza del deseo del yo, la posibilidad de hacer del pensamiento una instancia constructiva. Y de Buda su religión de la inmanencia, ese esfuerzo por contribuir a vivificar lo político, sencibilidad sin la cual -destacan los autores- “tal vez no sea posible tomar en serio ninguna de las propuestas de transformación que en nuestras sociedades se suceden sin eficacia alguna”. He ahí el núcleo político de estas lecturas que convidan Diego y Ariel, más allá de las posibilidades -o imposibilidades- de poner en serie estas filosofías, hay un deseo de problematización de nuestro mundo que no escapa a sus lecturas, su escritura, sus elucubraciones. “La crítica del liberalismo torna vigente la denuncia budista de la ilusión del yo que actúa sobre el mundo (aún del yo que intenta transformarlo)”. Y agregan: “sea por la vía de la risa o de lo serio, de la sustracción individual o de la constitución de máquinas colectivas de guerra, la meditación, tal vez desprovista del riguroso ceremonial de las escuelas (meditar combatiendo) se abre como un camino vital posible cuando la vida se nos escapa y ya no tenemos ninguna imagen que abrazar”.
Inmersos en medio de una globalización del capital exacerbada, mientras oriente se entrega a una movilización industrial, científica, política y militar que deja atrás sus antiguas maneras de hacer y de pensar, mientras el “culto de Asia” se expande por occidente como otro fetiche de los tantos que circulan entre las mercancías que inundan la totalidad de nuestras existencia, este nuevo libro de la editorial Cactus pone de manifiesto un profundo deseo por extraer de estas tradiciones algo nuevo.
Como sea, y tal como lo afirman sus autores, en este libro no se busca tanto una enseñanza filosófica que pueda desprenderse de estos maestros, sino un gesto: el de hacerse una libertad.

Declaración de Cels y la Campaña contra la violencia institucional

Graves hechos de tortura cometidos por efectivos 
de la Prefectura Naval Argentina

El sábado dos jóvenes de 15 y 18 años fueron detenidos por la Policía Federal Argentina (PFA) y luego torturados por agentes de la Prefectura Naval Argentina (PNA) en Barracas. Estos hechos fueron denunciados ayer por La Garganta Poderosa.
Iván Navarro vio que agentes de la PFA habían detenido a Ezequiel Villanueva Moya, menor de edad. Iván se acercó para saber qué estaba pasando. De inmediato, los agentes de la PFA le pidieron documento y lo requisaron. Minutos después, llegaron al lugar cinco móviles de la PNA con más de 20 prefectos. Los dos jóvenes fueron esposados y trasladados hacia un destacamento de la Prefectura, ubicado a pocas cuadras. Ezequiel fue llevado al interior de la garita, donde fue golpeado y amenazado. Arriba de uno de los móviles, Iván también fue golpeado. Después de esta primera sesión de tortura, los dos jóvenes fueron trasladados a un descampado frente al Riachuelo. En ese lugar fueron golpeados nuevamente y torturados por segunda vez. “¿Saben nadar? ¿Tienen calor? Los vamos a tirar al agua”, dijeron los agentes. Los bastonazos continuaron durante varios minutos hasta que comenzaron los simulacros de fusilamiento. Primero fue el turno de Ezequiel a quien un agente le disparó a centímetros de la cabeza. Luego amenazaron a Iván: “¿Dónde querés el tiro? ¿En qué rodilla?”. Mientras dos de los prefectos los amenazaban con sus armas y un cuchillo, el resto de los agentes escuchaba música y festejaba el accionar de sus compañeros. Luego, los jóvenes fueron liberados pero, nuevamente, fueron víctimas de otro simulacro de fusilamiento. “Corran por sus vidas y no miren para atrás”, les dijo uno de los prefectos mientras les apuntaba.
Lo ocurrido muestra la persistencia de las peores prácticas de las fuerzas de seguridad y los efectos de las políticas centradas en el control poblacional con un enfoque discriminatorio. Los mensajes, resoluciones y regulaciones que alientan las detenciones sin orden judicial combinados con la falta de control del accionar de los integrantes de las fuerzas generan condiciones para que sigan ocurriendo estas violaciones de derechos.
En 2003, el Estado argentino fue condenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos por la muerte de Walter Bulacio en 1991. Sin embargo, no se llevó adelante un trabajo serio y profundo para transformar las prácticas policiales y erradicar las detenciones arbitrarias.
En los últimos tiempos, no solo no se avanzó sino que se tomaron decisiones que afectan de manera negativa la vigencia de derechos. Es el caso del fallo “Vera” del Tribunal Superior de Justicia de la ciudad de Buenos Aires que habilitó a la policía a detener sin orden judicial bajo supuestas facultades implícitas sin más motivo que la averiguación de identidad. Y del “Protocolo de actuación para la realización de allanamientos y requisas personales del Ministerio de Seguridad de la Nación” que habilitó, en contradicción con el Código Procesal Penal de la Nación, a las fuerzas de seguridad a detener y realizar requisas sin orden judicial a partir del “olfato policial” y de información anónima. Por este motivo, el CELS presentó un recurso de amparo y pidió una medida cautelar que suspenda su aplicación. Hoy el Poder Judicial decidió rechazar la cautelar.
Luego de que este Protocolo se pusiera en vigencia, el Ministerio de Seguridad de la Nación anunció que en los primeros dos meses de los “Operativos de Control Poblacional Conjunto” 85 445 personas fueron interceptadas en el área metropolitana de Buenos Aires. Según el Ministerio, solo 312 fueron detenidas, es decir que el 99,64% de las interceptaciones y posibles requisas tuvieron un resultado negativo. Estos procedimientos vulneran derechos constitucionales como la libertad y la privacidad de las personas interceptadas y requisadas. Además, en los últimos meses, se han conocido casos a través de videos y denuncias públicas que muestran cómo funciona la discrecionalidad policial amparada en las llamadas “detenciones por averiguación de identidad”. Lo que les ocurrió a Iván Navarro y a Ezequiel Villanueva Moya muestra las consecuencias más graves de estas políticas.

Huelga de brazos caídos en el penal de Ezeiza


Otra vez huelga de brazos caídos en el Complejo IV  Ezeiza por la reducción de las horas de trabajo: de 200 hs. A 140 hs.
Septiembre 28 del 2016
Por segunda vez en lo que va de este año, las mujeres del Complejo Federal IV de Ezeiza, desde el pasado lunes están realizando una Huelga de brazos caídos en reclamo del pago de sus 200 horas de trabajo. Trabajo con el cual sostienen a sus familias en el medio libre, porque en la mayoría de los casos son cabeza de familia y sobre ellas recae esa responsabilidad.
Ya en el mes de abril pasado se había producido una huelga por el mismo problema, cuando personal del ENCOPE se presentó a la Unidad para informarles que comenzarían a cobrar 170 horas mensuales de trabajo, contra las 200 horas que venían cobrando.
Tras algunas negociaciones con la jefa de Trabajo de la Unidad, Brenda Fiorenttino, se llegó al acuerdo de firmar por las 170 hs. y cobrar 200 hs. en mano. El primer mes se respetó el acuerdo, pero en los meses subsiguientes, la Jefa de Trabajo comenzó a pasar 170, 160 hs. hasta que la semana pasada, a las mujeres que se dedican a la fajina (limpieza) del penal, les pasaron 140 hs. mensuales.
Todas ellas saben que en el resto de los penales Federales, las personas privadas de libertad están cobrando las horas como corresponde, y achacan este problema al mal manejo de la Jefa de Trabajo.
Ante esta medida, en principio las fajineras, comenzaron la huelga y actualmente el penal entero está parado.
Las fajineras están realizando además de la huelga de brazos caído, una huelga de hambre que lleva ya 8 días y están siendo atendidas por el centro médico de la unidad. El resto del penal se adhirió a la huelga de brazos caídos.
Durante el día de ayer, se realizó una reunión de comité integrada por directivos del penal y representantes de cada pabellón, pero tal como nos informaron las mujeres, no se llegó a ningún acuerdo  y la situación sigue siendo la misma.
Las mujeres se encuentran realizando batucadas en los pabellones, reclamando de manera pacífica por la jefa de trabajo, quien es la responsable visible del incumplimiento del pago efectivo de las 200 horas laborales.
El total del penal está parado, lo que significa que ninguna presa sale de su pabellón para realizar actividades, ya sean laborales, o de educación. A esto se suma el rechazo de retirar la comida del carro, hecho que simboliza al interior de un penal una acción colectiva contra el Servicio Penitenciario y en especial hacia la gestión de gobierno de la cárcel.
Otra vez una huelga de brazos caídos, otra vez los cuerpos de las mujeres vulnerados. Entendemos que la reducción de las horas de trabajo no solo vulnera e impide el acceso pleno al derecho al trabajo, sino que las consecuencias tienen efectos concretos en las vidas de las mujeres y sus familiares. La mayoría de ellas son los sostenes económicos de sus hogares.
Esta nueva avanzada del Servicio Penitenciario no es casual. Se enmarca dentro de la sistemática arbitrariedad y discrecionalidad de sus prácticas cotidianas, que se materializan en los obstáculos impuestos al acceso a la salud, a la educación, a la recreación.
Desde la Red de Cooperativas de Liberados y Organizaciones Sociales en contextos de encierro acompañamos el reclamo de las mujeres de Ezeiza.

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CONTACTO:
Mujeres referentes en el Complejo IV:
Fiorella  pabellón 12 módulo 2. Teléfono: 4389 -2771 / 4389-1925
Dorys pabellón 9. Teléfono: 4389-2758      
Beba Teléfono: 4232-1152
Contacto Red de Cooperativas de Liberad*s
Mail:
reddecoopesliberadxs@gmail.com
Maria Medrano:
Teléfono: 11 6172-3202
Julieta Sosa
Teléfono: 2396 448376

CÚMULOS / Lucas Pisano / 2016

(IMPREGNACIÓN DE GRASA SOBRE PAPEL)
espacio 704oficina de arte
FLORIDA 336 7° PISO
de miercoles a viernes de 16 a 19hs.


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LO INDISCERNIBLE COMO PREMISA
Texto de Patricio Diego Suárez
En la obra de Lucas Pisano hay una insistencia y una toma de posición vinculada a los materiales. Como si los materiales, lejos de ser inertes, otorgaran la información virtual necesaria como para ir organizando tensiones y construir concepto en torno a la imagen. El ejercicio de una inteligencia que se articula entre cuerpo actuante y materia, zona magmática de la que surgen los indicios de un lenguaje. Estrategia compositiva que nos acerca la idea baconiana de accidente: ese acontecimiento singular que irrumpe en el proceso  creativo y genera un tipo de precisión involuntaria al nivel de la imagen que desde la voluntad subjetiva sería imposible de alcanzar.

En el caso de Pisano, lo accidental se convirtió con los años de actividad en una premisa de trabajo. Componer sin boceto previo, entender que las marcas de temporalidad de la obra tienen que conservarse, seguir sólo vectores. Procedimientos de agregación, barrido, limpieza: generar un cuerpo-masa para luego aplastarlo, cortarlo, agredirlo. Mover el cuerpo-materia que tiende a la imagen, hacerle incisiones, hasta borrarlo casi completamente para alcanzar el gesto, la huella. Y que la huella quede como evidencia de un proceso temporal sobre un juego impredecible de variaciones.  La relación entre deseo, imaginario pictórico y materia. Parafraseando a Lamborghini: paciencia, culo y error.
MANCHA Y FIGURA
Cúmulos sondea obsesivamente el límite entre la mancha y lo figurativo. La ilusión figurativa es conquistada pero desde una precariedad de la imagen que es resultado directo del propio material: la grasa con sus límites difusos conserva una ambigüedad sugestiva y de resonancias asociativas que no se cierran en un sentido totalizador. El ojo queda preso de un movimiento pendular, una vibración de onda que viaja rebotando entre un territorio estable de ilusión óptica a una zona indiscernible de disolución representativa.

Los elementos que sirven como marco de acción son algunas ideas básicas de estructura: el soporte del papel afectado por la pátina de grasa, el fondo rayado, la textura del papel, tela o madera. Un plano de consistencia, un ring, como condición de posibilidad de esa línea de acción a descubrir. Luego, el trabajo minucioso con la materia, de acción y reacción, ataque y defensa. Una minería microscópica de la cual emerge el gesto como signo abierto, información indiscernible que excede la organización óptica de la imagen, y provoca un juego de resonancias entre lo reconocible y lo no reconocible: un cuerpo-figura que en sus fronteras parece definido, pero que hacia su adentro es multitud.

Pisano va directo a las fuerzas: es en los pliegues de la textura del papel donde aparece el retorcimiento físico del cuerpo. No hay humanización representativa del papel, la tela o la madera, es en la violencia de los quiebres donde aparece el retorcimiento orgánico, el movimiento intestinal, por el mismo peso del material que resiste su aplanamiento. Y es también en las irregularidades de la textura de la tela o el papel por donde asoma el indicio figurativo del cuerpo humano: un cuerpo-tela, un cuerpo-papel, un cuerpo-imagen. En síntesis, el desarrollo de una operación pictórica que consigue sostener dos o más niveles sensibles y de lectura visual en un movimiento simultáneo.

Dicho de otro modo, lo que acontece al nivel concreto de la materia con sus resistencias, se conserva en el nivel formal de la imagen. En el mismo momento en que somos espectadores de una montaña de madera, la pupila da un giro repentino por acercamiento y la imagen recupera la literalidad de la materia, revela el artificio, los planos se independizan de la composición, la grasa se impone para embarrar la cancha.
Gracias a este procedimiento la actividad del ojo se amplía, la construcción narrativa queda como trabajo del espectador sobre una imagen que a pesar de poseer rasgos figurativos ostensibles, no se consolida como imagen cerrada. Esa zona de indiscernibilidad es el anzuelo que tiende la imagen para activar discursos históricos, de sensibilidad moral o clasista en el espectador: mendigos, basurales, pobreza y precariedad. Sin embargo, ese campo narrativo no deja de ser una recreación asociativa del observador. Lo único que tenemos a la vista son sólo indicios en la frontera de lo figurativo y lo no figurativo.
ÍCONO Y DERRUMBE
Hay una clara decisión de conservar esta ambigüedad que va más allá de la resistencia particular de la grasa y entra en un nivel conceptual que discute directamente con el modo voraz, veloz y apático desde el cual nos vinculamos con las imágenes en la actualidad. O al contrario, los mecanismos subjetivos propiciados por las redes sociales y la lógica de la visibilidad, donde la imagen de nosotros mismos se postula como único índice de existencia.

En el caso de Lucas Pisano, el trabajo conciente sobre lo indiscernible y su gesto picaresco de conducirlo al lugar de lo icónico, puede leerse como una toma de posición frente a esta problemática. ¿Qué preguntas irradia el cúmulo que se entrona siempre en el centro de las composiciones estableciendo una especie de tiro al blanco, un es acá? Ese montón de materia organizada deviene ícono, pero en el lugar donde estamos habituados a leer la referencialidad neta del producto, nos topamos con una zona de derrumbe figurativo. No se abre un paisaje del desecho y el basural, hay síntesis pictórica que hace del desecho un ícono barroco, un tótem burbujeante, un símbolo religioso en descomposición.

El carácter icónico deriva también de la estética fotográfica de la serie, propiciada por el blanco y negro y el tratamiento de la profundidad. Sin forzar demasiado la imaginación, podrían tratarse de fotografías de archivo de posguerra o de alguna civilización ya inexistente. Sin embargo, lo fotográfico no surge de una imagen pulida donde desaparece el gesto pictórico, sino al contrario, se compone a partir de la profundidad que genera el palimpsesto de planos que conservan la acumulación de materia. Otro guiño. Lo que hace fotográfico al trabajo no es el procedimiento de perfección ilustrativa, sino el imaginario de la cultura fotográfica, la educación visual de la fotografía que funciona como lente a través del cual el espectador se enfrenta al cuadro.

Podríamos intuir en esta obra el sobrevuelo de una impresión histórica de catástrofe, la evidencia de una superproducción hacia la nada y la ruina como hallazgo estético. Cúmulos conduce el desecho al nivel de lo áurico, presenta aquello que supuestamente no tiene lugar como foco del espacio o la escena. Montón de mugre que se vuelve centro de gravedad y adquiere el carácter de efigie publicitaria.
En el podio del objeto consumible somos espectadores de un cúmulo indiscernible que expele su estética de demolición, contaminación y precariedad.  Y esto, ¿con qué se come?

***

La potencia perturbadora del material
Texto de Sol Fantin
En la serie de trabajos que componen la obra Cúmulos, hay un sutil sentido del humor. Humor negro, está claro. Ahí donde una misma, como espectadora, cree estar segura de lo que está viendo, hay un defasaje, un equívoco, un error, que revela hasta qué punto la mirada proyecta lo que decide proyectar sobre una superficie material (aunque lo decida sin darse cuenta).
Cada una de las piezas de la serie muestra un cúmulo de materiales de descarte, de basura, un acumulamiento de desperdicios en forma de pirámide, en el centro de una escena que no remite a nada fuera de sí misma: es el no-espacio desde el cual se exhiben los productos para su consumo. En varios de estos trabajos, en el cúmulo de basura (maderas o telas o papeles de diarios) se vislumbra la forma agazapada, retorcida, enrevesada de un cuerpo. ¿Cuerpo viviente o cadáver? Imposible de saber, pero sin dudas: cuerpo de descarte, como el propio material de descarte que lo cubre.
Visión obscena (literalmente: lo que debería estar fuera de escena) que sin embargo es exhibida en cualquier esquina de una gran ciudad: el cuerpo humano reducido a desperdicio. Pero el cuerpo en sí no se ve. ¿Está desnudo? ¿Está masturbándose? ¿Está llorando? ¿Está agonizando? ¿Está riéndose? No se sabe. Cuando camino por la calle y veo ese cúmulo de basura que sin embargo esconde un cuerpo semejante al mío, desvío la mirada: por pudor, por miedo, por impotencia, por hábito. Cúmulos obliga a dirigir la mirada directamente hacia ese punto de oscuridad, hacia la contundencia de la cosa que está ahí, y que quizás no sea sólo cosa. Pero en el caso de Cúmulos, se trata de una imagen, no hay nadie allí: podemos mirar sin el riesgo de ser interpelados por lo viviente. Sin sentir culpa por lo que podríamos hacer y no estamos haciendo, sin el peso de la decisión de ser indiferentes o no. Podemos mirar como un voyeur, que quizás mira como buscándose en un espejo.
El impacto viene dado, en gran medida, por la apariencia fotográfica de los trabajos. La fotografía es un género plástico que abusa de la verosimilitud, del afán de mímesis, de la fantasmagoría de la presencia imposible de aquello que está representado. Aquel mito de que los buenos salvajes (roussonianamente hablando) temían que se les robara el alma al ser fotografiados no revela más que nuestro arcaico terror a los fantasmas. A los que vuelven de algún más allá a reclamar lo que les corresponde. Por eso la tremenda inquietud ante eso que parece la fotografía de un cuerpo sepultado debajo de los diarios o de las telas sucias. Ese cuerpo y yo no estamos compartiendo mundo ahora, pero podríamos haberlo compartido. Ese cuerpo sepultado en basura fue real.
Cúmulos recuerda la fotografía de los años cuarenta, o incluso anterior. Los primeros registros documentales de lo humano en su dimensión más abyecta: las pilas de cadáveres de los campos de exterminio, por ejemplo. El cuerpo humano reducido a material que se acumula.  Lo que se ve en Cúmuloses, irónicamente, el reverso del producto de consumo: el desperdicio que debería estar al margen, pero entronizado en el centro de la escena. ¿El dispositivo museístico o la institución-arte hacen de esta imagen un nuevo producto de consumo, reintroduciéndolo en el mercado mediante una especie de estética de la crueldad? La espectadora es interpelada por esta pregunta y corroída por sus resonancias, todas incómodas.
Y sin embargo, la experiencia estética está en sus preliminares. Los motores están calientes, ahora sí estamos listas para lo que sigue: advertir y aceptar que no hay fotografía. Ni siquiera hay dibujo ni pintura en sentido tradicional. El diseño del montículo de desperdicio que trasluce, por debajo, un cuerpo es un efecto producido por la distribución de grasas industriales sobre una superficie porosa. Un material que no pertenece al repertorio de materiales consagrados artísticamente, manipulado mediante peines y otros objetos, ha producido el efecto visual de aquello que creí ver, que me molestó ver, que acepté como cosa ahí, sin darme cuenta de que era yo quien lo proyectaba.
La grasa engorda: su visibilidad en un cuerpo lo hacen precisamente obsceno, en el sentido de que lo exilian al territorio del tabú, de lo que no debe ser visto. Un buen cuerpo no tiene grasa visible. La grasa ensucia, embadurna, arruina. Y sin embargo es necesaria. La grasa es un material del mundo del trabajo, no del mundo del ocio. La grasa no es fina, no es bonita, no es comme-il-faut. La grasa es groncha, es suburbial, es la que engrasa la crencha de Carlos De la Púa, porque ojo: la poética de la grasa tiene su encumbrada tradición. Lucas Pisano es un gran lector de Perlongher (me consta, vi su ejemplar de obras completas ajado de tanto leído): la grasa es como el barro del neobarroso, y una grasa que sugiere un cadáver es una grasa que está diciendo que hay cadáveres.
No hay foto, no hay dibujo, no hay un soporte límpido sobre el cual un trazo intenta reproducir una imagen de la realidad. Hay enchastre de grasa manipulada con peines sobre una superficie porosa, y hay una imagen en mi cerebro de espectadora que se proyecta allí y que ve lo que está habituada a ver, quizás lo que en el fondo desea ver, porque la prohibición de mirar de frente lo abyecto genera ese deseo culpógeno que proyecta el fantasma: ese cuerpo devenido basura, reverso del objeto de consumo, que bien puedo ser yo misma. Bien puedo ser yo misma, qué desastre.
Entonces un montón de grasa manchando un papel rugoso es un espejo. Acá está el humor negro, y acá está la potencia crítica de Cúmulos, en el punto donde yo, espectadora, me pregunto, cerrando un círculo (una vuelta de la espiral): ¿Acaso no son todas las imágenes espejos donde proyecto mis terrores, mis máscaras favoritas, el revés de mi conciencia o sus tótems? ¿La imagen publicitaria, la periodística, la intimidad pública de mis fotos en la red social, la imagen documental y la imagen artística, todas esas imágenes, todas confundidas en un espacio común regido cada vez más por la lógica del espectáculo, no son acaso producidas por mi propia mirada, que se alimenta de ellas pero también las crea, en una simbiosis de la que sólo se puede salir por medio de una pregunta? ¿Y cuál es esa pregunta?
La pretensión de omnipresencia de las imágenes en nuestras vidas urbanas contemporáneas, junto a su gran sofisticación, no debe hacernos creer que la naturaleza de las imágenes ha dejado de ser problemática. Quizás lo sea más que nunca. Ontológicamente, la pregunta sería qué tipo de ser entre los seres es una imagen: qué es mi foto de perfil, qué es la imagen pública de un gobernante, qué es lo que veo por el noticiero en la televisión; y epistemológicamente, la pregunta sería qué tipo de información puedo extraer de la imagen, y cuánto de esa información aporto yo misma, está en mi propia mirada y (como decíamos antes) me espeja.
Creo que uno de los méritos de Cúmulos es instalar de manera contundente esta perturbación inherente a las imágenes. En un contexto cultural ávido de precipitarse hacia una descorporalización cada vez más salvaje, Cúmulos es una obra molesta. La imagen horrenda está a medio camino entre la superficie material de la obra y mi propia mirada. Está entre los cuerpos, como un espectro que recorre el mundo mientras todo se pudre. O mientras se pudre todo.

Crónica del levantamiento de Charlotte // Liz Mason-Deese

desde Carolina del Norte
El martes pasado estallaron las protestas en Charlotte, Carolina del Norte, después del asesinato de Keith Lamont Scott por la policía. Según su familia y otros testigos, Keith Lamont Scott, de 43 años y recién discapacitado por un accidente de moto, esperaba que su hijo bajara del bus; mientras permanecía sentado en su auto, leyendo un libro. Por el contrario, la policía alega que Scott estaba armado. Si no acató la orden de la policía, insiste su familia, se debió a su discapacidad.
Cinco días después, el llamado levantamiento de Charlotte sigue y crece, a pesar de la presencia de la Guardia Nacional en la ciudad. Son muchos los que relatan que la mayoría de los manifestantes son jóvenes negros, entre 16 y 35 años, pero que también cuentan con bastante apoyo de gente blanca, asiática y latina. Hay también una mezcla de activistas con muchos años de experiencia junto a personas que nunca habían ido a una marcha y que se movilizaron por primera vez, hartos de ver tanta violencia en sus comunidades y sabiendo que no se puede contar con la justicia formal.
Martes 
El martes, cuando Keith Lamont fue asesinado, los organizadores y activistas locales llegaron rápido a la escena. Mientras tanto, también se acercaba mucha gente del lugar sin conexión con ningún grupo oficial, vecinos de Lamont, miembros de la comunidad negra, otros que fueron escuchando la noticia, quienes se iban enterando por las redes sociales.
Se escuchaba los cantos ahora ya bien conocidos: “¡Las vidas negras importan!” “¡Sin justicia, no hay paz!” Y más: “Son animales de mierda, ¿por qué no protegen nuestras comunidades?” “¡Puños para arriba!” “Ya no lo aguantamos más. Nos mataron demasiadas veces.”
Un hombre conducía un auto atrás de la protesta y subió el estéreo, pasando un tema del rapero Boosie Badazz. Los manifestantes empezaron a cantar y empujar hacia adelante. Los policías dieron marcha atrás pero mantuvieron la línea. El baile se detuvo. Se tranquilizó un poco. Después empezaron a tomar las botellas de agua que los vecinos estaban distribuyendo y las lanzaron contra el cordón policial. La multitud empezó a marchar otra vez, ahora algunos tenían palos…
Alex cuenta que la primer marcha fue totalmente espontánea, sin ningún tipo de liderazgo, una reacción inmediata al asesino de Scott, pero había una clara conexión con el movimiento más grande por las vidas negras. Los cantos más repetidos eran: “Las vidas negras importan” y “Manos arriba, no disparen.”
Desde aquí se hace una distinción entre el movimiento por vidas negras y la organización Black Lives Matter (Las Vidas Negras Importan) que es una organización con estructura formal y secciones en distintas ciudades de los EEUU. Mientras el movimiento por las vidas negras es el movimiento más difuso, sin liderazgo oficial, por la liberación negra, como el movimiento por los derechos civiles en los EEUU; en Charlotte aunque no hay una sección oficial de Black Lives Matter, sí hay dirigentes con mucha relación con la organización. De todos modos, quienes participaron en la marcha no lo hicieron con una posición de liderazgo.
Aunque la mayoría de los manifestantes son jóvenes negros, hay instancias importantes de solidaridad entre distintos grupos. Por ejemplo, el grupo SURJ (Showing Up for Racial Justice) que organiza específicamente a blancos anti-racistas en solidaridad con las luchas afroamericanas, está coordinando las presencia de personas blancas. Alex nos cuenta que los de SURJ llegaron rápido la noche del martes y ayudaron a organizar los otros blancos en la marcha: por ejemplo poniendo los cuerpos blancos entre la policía y los manifestantes negros porque la policía no suele usar violencia contra gente blanca. Las noches siguientes, SURJ estaba aún más organizada, formando redes de refugio y cuidado de niños para manifestantes a lo largo de la ciudad. Dice que en Charlotte las organizaciones cuentan con SURJ para protegerse de la agresión de la derecha y la policía. En la marcha de la noche de jueves, SURJ fue encargado de vigilar a otros blancos que estaban ahí, sobre todo los que obviamente no estaban ahí en solidaridad, sino para agitar o curiosear.
Por ejemplo, esa noche, habían llegado muchos universitarios blancos (porque la marcha pasó muy cerca del campus de la universidad). Se quedaron de un lado, mirando y sacando fotos. Por lo general no les prestaron mucha atención pero los manifestantes les enfrentaron algunas veces, diciendo que la protesta no era entretenimiento para los blancos. Por ejemplo, uno de esos universitarios caminaba por la marcha en una remera de Ronald Reagan, grabando gente en la marcha, incluso las caras de los manifestantes. 
Pero sobre todo, el clima era de rabia contra la policía y solidaridad entre los manifestantes. Alex relata que “había una mezcla de ira y solidaridad entre los manifestantes. El afecto entre los manifestantes estaba muy visible esa noche, sobre todo porque fue un acto espontáneo y todos se sentían muy unidos en una lucha común. Además de miedo a corto plazo a la policía, la mayoría de los manifestantes eran muy valientes”. Pero también se veía conflictos, sobre todo intergeneracionales. Alex y Noe rememoran que “el martes líderes eclesiásticos y del NAACP llegaron a la marcha para calmar la creciente multitud. Llegaron alrededor de las 21:15, cuando los manifestantes estaban rodeando un patrullero policial. Cuando llegaron los antidisturbios, los líderes eclesiásticos y los del NAACP se situaron entre los manifestantes y la policía e intentaron pacificar a los manifestantes. En un momento, una mujer mayor, negra, se acercó a esos líderes y les pidió que se corrieran, que los jóvenes tenían toda la razón para estar enojados y violentos, y que ella y todos los demás ya estaban hartos y que los jóvenes sabían que estaban haciendo.
Luego, los manifestantes llegaron a la autopista y la lograron cortar, algunas personas empezaron a lanzar botellas de agua, palos, y ladrillos a los policías. Saquearon camiones y prendieron fuego a la mercadería. Después, usando gases lacrimógenos, los antidisturbios lograron retomar la autopista pero la marcha siguió. Esta vez hacia el WalMart donde también hubo saqueos y conflictos con los antidisturbios. La protesta siguió toda la noche, con gente llegando de otros barrios y hasta de otras ciudades. Esa noche hubo alrededor de 40 arrestos y varios heridos, manifestantes y policía.
La Ciudad
Muchos se sorprendieron que eso pasara en Charlotte. Charlotte es el centro financiero del sur de los EEUU, ciudad de la “nueva sur”, donde no hay el tipo de desindustrialización que se ve por ejemplo en Detroit o Baltimore. Pero lo que sí hay es una creciente disparidad entre las vidas blancas y las vidas negras. No sólo que los afroamericanos no están incluidos en la prosperidad generada (para algunos) por el sistema financiero, sino que están perdiendo sus casas por la gentrificación y los préstamos usurarios, no tienen acceso a atención médica ya que el gobernador del estado decidió no expandir el sistema de Medicaid, las escuelas públicas están siendo re-segregadas dejando a los niños negros en escuelas con muy pocos recursos.
Tampoco es la primera vez que la policía de Charlotte mata a un afroamericano sin causa: en septiembre de 2013, un hombre negro, Jonathan Ferrell estuvo en un accidente de auto. Buscando ayuda, golpeó la puerta de una casa, donde la residente, en vez de ofrecerle ayuda, llamó a la policía. Al llegar a la casa, un policía disparó a Ferrell diez veces. Ferrell no estaba armado.
Miércoles
Las protestas seguían a la noche siguiente pero esta vez en el centro de la cuidad, en el centro donde se encuentra las sedes de los grandes bancos y otras corporaciones. Cuenten que la marcha era bastante tranquila hasta que los manifestantes se acercaron al EpiCentre, un centro de entretenimiento, designado para los empleados de los bancos. De repente la policía empezó a disparar balas de goma directamente a los manifestantes. Hubo varios heridos, y un hombre cayó gravemente herido y luego murió en el hospital. Todos los testigos aseguran que fue resultado de los disparos de la policía.
Hablando de la noche del miércoles, Alex cuenta que había aun más ira y miedo. Después de que dispararon a un manifestante en la cabeza, las cosas se intensificaron drásticamente. La policía antidisturbios fue violentísima, usaban todos sus recursos disponibles: gases lacrimógenos, gas pimienta, palos, granadas paralizantes y pistolas automáticas de balas de goma.
Noe cuenta: “Sabíamos que habían disparado a un manifestante (todavía no sabíamos si estaba muerto), y por eso había mucha más ira y la gente empezó a tirar cosas a los policías, sobre todo botellas de agua y plantas. La policía disparaba gases lacrimógenos y la gente se dispersaba y se volvían a reunir. Pero la policía aprovecharon de esos momentos de dispersión para hacer arrestos. En un momento levanté la mirada y veía que los policías me apuntaron con algún tipo de arma. Empezaron a disparar lo que creo que fueron balas de goma directamente a mí. Me tapo la boca y empiezo a correr. Alguien me ayuda a subir unas escaleras a un lugar seguro. Después de unos minutos ya no puedo abrir los ojos por los gases lacrimógenos. Por suerte encuentro a mi pareja y me ayuda a encontrar los equipos médicos. Me doy cuenta que estoy herida por las balas de goma y tengo varias moretones en distintas partes del cuerpo”.
Jueves
Después de las protestas de miércoles, el gobernador declara un estado de emergencia y manda la Guardia Nacional a la ciudad. La Guardia Nacional llega tanques y más equipos militares. Declaran un toque de queda. Según Alex: “El jueves había un clima de fuerte solidaridad entre los manifestantes que marcharon con una actitud desafiante en contra de los antidisturbios y la Guardia Nacional. Había mucho miedo y ira, sobre todo miedo debido a la presencia tan militarizada, pero además había una sensación muy fuerte de lucha común y amor a los otros manifestantes”.
Mientras, todos se concentraron en los manifestantes en la calle, también se estaba consolidando una red de apoyo a través de varias iglesias. Las iglesias mismas se han convertido en “puntos de convergencia” donde hay agua, comida, espacio para dormir y hablar, ayuda médica, asistencia legal, espacios para niños y personas con discapacidades.
Maribel cuenta: “Fue una lección sorprendente sobre la solidaridad. Escuchamos consejos muy útiles sobre cómo protestar de manera segura y la importancia de tener personas en distintos roles, desde estar en el frente hasta cuidar a los niños… Fue muy intenso escuchar los helicópteros arriba mientras todo tipo de gente pasaba por la iglesia para dejar materiales médicos, botellas de agua, comida…
Todas las farmacias de la cuidad están quedando sin leche de magnesia porque mezclada con agua ayuda a sacar el gas lacrimógeno de los ojos y bueno, había gente comprándolo y dejando en la iglesia para los manifestantes. Nuestros hijos trabajaron con otros niños para hacer la mezcla y etiquetar las botellas. También hicieron carteles: “Esto no está bien”, “Justicia es el amor hecho público”, etc. Unas familias pasaron por el centro en camino a casa para dejar bolsas de comida/agua/medicina en distintos puntos!”
Viernes
Otra noche de protestas, pero ahora más tranquilo, con más alegría. La Guardia Nacional y los policías antidisturbios mantienen su línea protegiendo los bancos y otros comercios pero sin usar tanta violencia como los días previos. Emma Nash, en un post que circuló por feisbuk relata: “De las 19hrs a las 3 en el centro de Charlotte lo más violento que vi de otro manifestante fue una sola persona quien lanzó una botella plástica vacía al camión de la Guardia Nacional. Los demás manifestantes respondieron inmediatamente, diciendo “no estamos acá por esto,” “no,” “pará,” “nos estás poniendo en peligro.” Vi un hombre blanco instigar una pelea verbal con un manifestante y todos se movilizaron para apaciguar la situación. La narrativa de violencia esconde la belleza de cientos de individuos uniéndose para pedir el fin a la brutalidad policial, el fin a la supremacía blanca, un fin a sistemas que oprimen. Esconde la impresionante organización de base conducida por personas de color, que ofrece una salida poderosa, pacífica para la ira justificada y la pasión. Esconde la magia de desconocidos que se cuidan, se ofrecen agua, apoyo, y trabajan en colaboración y con compasión para proveer seguridad y protección.
Tim, quien viajó de la ciudad de Durham para participar en las protestas, cuenta: “Caminábamos por la calle en un grupo pequeño, intentando encontrar la marcha más grande pero el punto de encuentro ya estaba lleno de policía. Nos fuimos encontrado con otros grupos, sobre todo de personas negras de Charlotte, algunos que habían marchado los otros días y otros que estaban marchando por primera vez. Una mujer veía el streaming de su mamá, mientras otros usaban sms para encontrar los otros manifestantes. Pasamos unos pastores negros que estaban caminando buscando la marcha también y se juntaron a nuestro grupo. Había un espirítu potente de amor y solidaridad entre todos, lo que mi dio mucha inspiración. Por fin nos encontramos con la marcha, donde había casi mil personas. Después escuchamos que había dos grupos de manifestantes esa noche, con casi mil personas en cada grupo. Había una mayoría de personas negras, pero también gente blanca y unos asiáticos y latinos. Veía a gente de todas las edades, y hasta personas en sillas de rueda. Parecía que había muchas personas que no eran activistas y que no pertenecían a ninguna organización formal. Muchísimos usaban el streaming de facebook y comentaban sobre las protestas para sus seguidores. El clima era energético y más alegre que otras noches. La presencia de la Guardia Nacional y policía era pesada pero contenida (había un grupo en bicicleta que seguía la marcha y la Guardia Nacional guardaba las instituciones y las corporaciones). Hubo debates sobre tácticas y estrategias ahí en la calle: ¿convocamos un boicot? ¿deben ser no-violentas las protestas? ¿qué debe ser el rol de los que vienen de otras ciudades?”
Tim dice que le impresionó el apoyo mutuo y el cuidado que se manifestó en la calle, por ejemplo, con mucha gente distribuyendo comida y agua. Además de la solidarid en la calle, llegaba apoyo de otras ciudades – Tim viajaba con una caravana de Durham que llevaba provisiones y médicos. También el viernes llegó un grupo de personas que habían manifestado en las calles de Ferguson después del asesinato de Michael Brown. Compartían sus experiencias y tácticas, además de motivación: “nos hacían acordar que somos muchos más que ellos, que no tenemos que tener miedo a los policías”. 
Sábado
El sábado al mediodía hubo una marcha convocado por un conjunto de organizaciones. Llegaron miles de personas de todo el estado. Aunque la Guardia Nacional vigilaba la marcha, en gran parte dejaron a los manifestantes marchar sin problemas. Después de unas horas de descanso, las protestas seguían por la noche, cuando se puso más heavy otra vez. Otra vez hubo docenas de arrestos, y una fuerte presencia de la Guardia Nacional y los antidisturbios. Mientras tanto, seguían marchando y cantaban: “Somos jóvenes, somos fuertes, vamos a marchar toda la noche
* Gracias a Alex Jutila, Noe Pliego Campos, Maribel Casas-Cortes, Sebastián Cobarrubias, John Cox, y Tim Stallmann por compartir sus experiencias y reflexiones sobre el levantamiento de Charlotte

Argentina: un amparo contra la primera cárcel de migrantes de América Latina


El Colectivo para la Diversidad (COPADI), el Movimiento de Profesionales para los Pueblos (MPP) y el Legislador José Cruz Campagnoli presentaron hoy un amparo ante la justicia de la Ciudad donde cuestionan la cesión del edificio para la primera Cárcel de Migrantes de toda América Latina.
El director nacional de Migraciones, Horacio García, la ministra de Seguridad Nacional Patricia Bullrich, y su par porteño Martín Ocampo firmaron un acuerdo para crear la cárcel de ien un edificio del barrio de Pompeya. Allí, dicen, alojarán de forma exclusiva a “las personas infractoras de la Ley 25.871 y su normativa complementaria” que hayan cometido “infracciones a la Ley de Migraciones vinculadas con el ingreso ilegal al territorio o dictámenes judiciales, previo a su expulsión ”.
Para los autores del amparo, apresar migrantes por “razones ajenas a la comisión de un delito” y  “por no tener su documentación en regla”, es un retroceso en la política migratoria de nuestro país. “Implica la vuelta a los principios de la ley Videla de 1981 donde se estigmatiza al inmigrante irregular asociándolo a la delincuencia, y privándoselo de derechos”, dicen en un comunicado. Y señalan que la prisión preventiva efectiva para todos los casos de expulsiones mientras tramite el recurso judicial, “además de la grave problemática que contrae el encierro administrativo, podrá derivar en que muchos migrantes opten por desistir de su recurso judicial y verse obligados a dejar el país sin demora, más allá de que su expulsión haya sido inválida o ilegal”.
El Comité de las Naciones Unidas para los derechos de todos los Trabajadores Migratorios y sus familiares, señaló que la Dirección Nacional de Migraciones no respeta el debido proceso al tramitar las expulsiones. Así, recomendó que el Estado “Vele por que, antes de emitir órdenes de expulsión, los trabajadores migratorios que no pueden probar su ingreso legal tengan tiempo suficiente para solicitar la residencia sobre la base de todas las circunstancias pertinentes, de conformidad con el artículo 61 de la Ley de migraciones.” Una vez que esté en funcionamiento la Cárcel, y el migrante arrestado, no podrá hacer para pedir su residencia de modo regular.
El amparo, señalaron sus autores, “se presenta ante la Justicia de la Ciudad, al entender que un inmueble de la Ciudad no puede ser utilizado para retroceder en los derechos de todos los habitantes de la Ciudad, tanto argentinos como migrantes”.
(fuente: cosecharoja.org)

Manuel Rozental: “En Colombia ganó el fascismo”

El 50.22 por ciento de la población optó por votar en contra del proceso de paz. Sólo el 37 por ciento de los Colombianos participaron del plebiscito y con una estrecha distancia.
La semana pasada Colombia mostraba al mundo un escenario en proceso de paz. Las guerrillas y el gobierno habían acordado un cese al fuego. El presidente Juan Manuel Santos le daba la bienvenida a una nueva etapa y el Rodrigo Londoño, líder de las FARC, pedía disculpas a las víctimas de este conflicto. Ambos sectores afirmaron que era el fin de la guerra. Mientras eso sucedía, una pequeña columna de opositores marchó junto a Álvaro Uribe para manifestarse en contra del acuerdo.
Manuel Rozental, activista integrante de Pueblos en Marcha exiliado en México, analiza el resultado y sostiene que el triunfo del fascismo debe implicar un fuerte alzamiento en defensa de la vida.

LA LUNA CON GATILLO: Una Crítica Política de la Cultura // 29° Programa



ENTREVISTA:

Raquel Gutierrez Aguilar, intelectual crítica mexicana, nos ayuda a pensar el actual contexto Latinoamericano,  a la luz de la importancia de la autonomía política de las organizaciones de base y los movimientos sociales.
COLUMNAS
ECONOMÍA CRÍTICA:
Federico Ciribeni y Pablo Díaz, integrantes del Colectivo de Pensamiento Crítico en Economía nos ayudan a analizar el  Programa de Metas de Inflación lanzado por el macrismo.
MOVIMIENTOS SOCIALES:
Germán Díaz, del Frente Organizado Contra el Código de Faltas (FOCCOF), problematizal vínculo entre Fuerzas Armadas, políticas represivas y “guerra contra el narcotráfico” en la era macrista.
PENSAMIENTO CRÍTICO:
Sergio Fernando Job, abogado y referente del Encuentro de Organizaciones (EO), nos pondrá al tanto sobre la importancia del reciente lanzamiento de la Federación Cordobesa de Trabajadores del Ambiente (FCTA), integrante de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP).
PUNK-ROCKEANDO EN LA LUNA:
Homenaje al cruce entre rastas y crestas, a los 40 años de los disturbios del Carnaval de Notting Hill.

LA LUNA CON GATILLO: Una Crítica Política de la Cultura
Jueves de 15 a 17 hs.
Radio Eterogenia 

Conducción y producción general: Mariano Pacheco.
Co-Conducción: Carlos Bergliaffa.
Con Iván Garzón y Carlita Limón en redes sociales; “El Turco” Diego Abu Arab en gráfica, Pablo Pelado Rodríguez en producción artística y Dante De Noia en la operación técnica.
Seguinos en Twitter (@GatilloLuna) y en FB: La luna con gatillo.
TRINCHERAS RADIOFÓNICAS
El programa también se retransmite los viernes a las 15 horas por la FM 99.7 “Che Barracas” (http://chebarracas.blogspot.com.ar/) de Buenos Aires y los sábados a las 20 por F.M 99.5 “Zumba La Turba” (http://www.zumbalaturba.com.ar/) de Córdoba, ambas integrantes de la Red Nacional de Medios Alternativos (RNMA). Y también los sábados, a las 22 horas, por la FM 95.5 “El Grito”, de la localidad de Los Hornillos, en el Valle de Traslasierra (Córdoba). Noticias desde abajo y a la izquierda.

La dignidad de los problemas[1] // Matías Luchetta

Tener una idea es haber hecho un pliegue                                  

Para Deleuze las cosas no existen hasta que están dobladas, plegadas. No existe nunca un actual puro sin su pliegue; ni una cosa perfecta, esterilizada; menos una revelación. Todo actual existe porque está doblado en un virtual. “Nunca encontraremos el sentido de algo (fenómeno humano, biológico o incluso físico), si no sabemos cuál es la fuerza que se apropia de la cosa, que la explota, que se apodera de ella o se expresa en ella. Un fenómeno no es una apariencia ni tampoco una aparición, sino un signo, un síntoma que encuentra su sentido en una fuerza actual” –escribe Deleuze en La Filosofía de Nietzsche. De la misma manera, el sentido de trabajar a un filósofo no es rescatar su autenticidad o su genio, sino mostrar un doble, el doble que el autor produjo –en todo caso “su genio” es el doble. Porque entre lo que dijo el autor y el doble que él produjo habría un pliegue. Eso es hacer filosofía: el problema de poder captar todo lo que un autor dijo sin decirlo. Cada vez que un autor escribe o dice algo, puede percibirse que hay algo más de lo que escribió, algo más de lo que enunció, si no ¿qué razón habría para escribir un libro sobre un autor?, ¿repetirlo?, ¿citarlo? Deleuze siempre desconfió de las citas: ¿por qué citar a un autor si ya lo dijo el autor? La confianza en un autor, por otro lado, pasa por considerar digno de seguir a un pensamiento; se tiene la sensación de que en el espacio abierto por el autor todavía caben un conjunto de enunciados que ese autor no dijo, pero que se los puede producir sin traicionar lo que dijo el autor. Eso no quiere decir que el autor esté incompleto o que le faltó decir algo, sino que dejó un campo de apertura para la producción de nuevos enunciados que acompañen la cosmología del autor.

Podríamos tomarnos el atrevimiento de esbozar el pensamiento de Deleuze así: el mundo está lleno de problemas, en donde cada problema está plegado con su par actual-virtual, y un filósofo es filósofo, o un pensador es pensador, o un artista es artista, en la medida en que se vuelve sensible a alguno de esos problemas. Es imposible estar sensible a todos los problemas, y hay una sensibilidad a trabajar para poder percibirlos, para poder decir “¡Ah! ¡Esto es un problema!”. Deleuze es alguien que se ocupa de la conexión que hay entre una producción y un problema. Trata de mostrar que un autor es un autor porque trabajó de una manera nueva un problema que va más allá de él: el problema tiene su historia, sus tensiones, sus conexiones, etc. No es fácil plantearlo. Por ejemplo, el tema del doble seguramente no es un problema específico de Foucault; está también en Artaud, en Blanchot, en los griegos, etc. Pero Foucault encontró, en este caso, una nueva manera de plantear el problema del doble. Toda manera de plantear un problema es una manera singular de plantearlo, es haberlo planteado por primera vez. Es hacer un pliegue. Plantear un problema es hacer un pliegue, y la subjetivación se produce cuando algo se pliega.  

Puede pasar que pensadores formalmente muy diferentes (Demócrito, Descartes, Foucault, por decir algunos) a veces no sean tan distintos, porque pueden llegar a  estar tocados por problemas similares más allá de los métodos que hayan utilizado para resolverlos. Es un tanto cómodo creer que un problema sólo compete o implica a un autor y nada más. Hay conexiones, hay rizomas, hay discontinuidades históricas entre los conceptos. Por eso la historia lineal de la filosofía sería un tanto ingenua: corta las comunicaciones del pensamiento y las separa en disciplinas, agrupando a las personas sólo porque tienen rasgos teóricos comunes (platonistas, racionalistas, estructuralistas, posestructuralistas, etc.), sin dar cuenta de las conexiones que puede haber entre los problemas por fuera de la escuela a la que pertenecen las personas; así se recorta enormemente la potencia, la fiesta del pensamiento. Es quitar todo lo vital a las ideas, porque éstas no se fijan en un territorio, sino que vuelan en un espacio libre de conectividad donde todas pueden conectarse con todo y no hay un más allá de eso. Es el plano de inmanencia del pensamiento. Se trataría, luego, de ubicar las ideas en relación a los problemas que se plantean y no a una pertenencia escolar.

Los problemas evolucionan, pero no hay evolución del pensamiento. El pensamiento no tiene evolución –no progresa, se pliega. Uno puede encontrarse planteando el mismo problema que alguna vez planteó Platón: cómo dar forma a un cierto problema de lo virtual, más que la imagen de introducir la Idea en Grecia. Platón quería plantear una hipótesis sobre qué es el pensamiento; se comprometió con el problema del pensamiento. ¿Qué es una idea? Realmente, ¿qué es una idea? ¿Está en la cabeza, viene del mundo, está en otro terreno? Porque, indudablemente, las culturas, por más diversas que sean, tienen ideas que son eternas, que 2+2 es 4 o que todos los hombres son mortales, por ejemplo. Bueno, ¿de dónde viene eso, dónde está? Las ideas son relativamente independientes del medio en el que se gestaron. Una idea no se puede reducir solamente al medio en el que se encarna. Una idea que se encarna en política, uno podría leerla en deontología y verla jugando en arte. Es el problema de los enunciados en Foucault. Un enunciado en una época determinada puede alcanzar cierto umbral de cientificidad. Ese enunciado, en ese momento, es válido para tal ciencia. Por ejemplo, en medicina griega, las enfermedades son producidas por las fluctuaciones de los humores en el cuerpo. Pero, ese mismo enunciado, en otra época, puede no alcanzar el umbral de cientificidad necesario y sí un umbral estético o artístico (es decir, puede representarse en una pintura, por ejemplo). Los mismos enunciados son multiplicidades que viajan por espacios en donde el saber-poder los distribuye y los considera –o no- científicos, los considera –o no- estéticos. El pensamiento no se pertenece nunca enteramente a coordenadas espacio-temporales.
Es una cuestión de percepción, no de discusión

“No hay lugar para la discusión”. El hecho de que cada uno sienta que tiene que decir su opinión sobre las cosas es pura pérdida de tiempo. El régimen de la opinión no tiene nada que hacer acá. Opinar no es plantear un problema y menos hacer un pliegue. Cuando se abre un canal de pensamiento, cuando se propone que el “afuera es más lejano que todo mundo exterior”, o lo seguís o no lo seguís: no hay nada que opinar respecto a eso, los puntos de vista no agregan nada. Es cuestión de seguir a un autor más allá de una comprensión intelectual. Uno puede seguir a un autor porque siente que algo puede decirnos y sin embargo no comprender o no aseverar nada de lo que el autor dijo. “Leer a Spinoza me da cierta serenidad, cierta tranquilidad” –decía Goethe- “pero no firmaría ni dos palabras dichas por él”.  

Hay un trabajo del lector para seguir al Foucault de Deleuze. Hay que abandonar las concepciones dualistas o excluyentes. Muerte no se opone a vida, sino más bien vitalismo con fondo de mortalismo; adentro no se opone a afuera, sino más bien el afuera es más lejano que todo mundo exterior y más cercano que todo medio interior. Es imposible para la vida superar la muerte, y al mismo tiempo hay que resistir la muerte. No se puede superar la muerte, y aún así, hay que resistir la muerte. Y de esa resistencia se puede extraer siempre algo más, y eso que se puede extraer no tiene nada que ver con lo exterior o lo interior, es incluso todo lo contrario a un interior o a un exterior. El interior es un sujeto constituido por los dispositivos de poder y de saber, el exterior es un afuera constituido por los dispositivos de poder y de saber. Entonces, menos mal que hay muerte, porque sino todos estos sistemas de poder serían eternos. La muerte agobia a la realidad –sea psíquica, económica, política o social. Todo el tiempo la muerte agobia; nada puede persistir tanto tiempo. Menos mal que está la línea del afuera que aparece plegando y dando qué pensar.

Nietzsche ha dicho “Dios ha muerto”. No es que Dios murió simplemente, sino que Dios, como fundamento, no muere de una vez y para siempre: hay más de una muerte de Dios. El fundamento todo el tiempo está muriendo; todo está en estado de desfundamentación siempre: nuestra situación intrapsíquica, nuestras relaciones de pareja, familiares, políticas etc. están muriendo. Justamente porque están muriendo entendemos la insistencia del afuera. Todo se está desgarrando, todo se está desprendiendo, sea interior o sea exterior. Siempre hay algo no localizable –que no tiene topología- que fuerza a reorganizar las fuerzas del afuera con respecto a las formas creadas, y eso no se acaba nunca. Entonces, ¿qué es la vida? La vida no es lo que agoniza. Lo que está agonizando es todo lo indigno de nosotros, todo lo que de alguna manera merece morir. La vida es lo que nosotros podemos inventar en ese contexto. “La vida es el conjunto de funciones que resisten a la muerte”. Poder extraer algo digno de la indignidad que muere. Es una operación ontológica, porque implica distanciarse del fundamento que uno aceptó como bueno –no al fundamento denunciable, o al que suponemos que no tenemos nada que ver con él- porque no se podía vivir sin él. Es una operación bastante difícil de hacer. Si uno tiene que afrontar las situaciones como si los fundamentos que uno eligió estuvieran muriendo, se da cuenta que la llamada creación –o lo que Nietzsche llama creación- es una cosa bastante complicada. Más que cuestionar el fundamento –que puede ser un método un tanto intelectual- valdría más percibir que no hay fundamento total que sostenga la existencia; una cierta percepción de que las cosas están muriendo constantemente. ¿Cómo es una vida cuando uno percibe que las cosas en que se apoya están muriendo? Es un problema de percepción –aún cuando podamos encontrar gente que se sostiene en que no le ocurre-, Fitzgerald, Blanchot, Artaud, Foucault, escriben porque perciben que algo de eso les está ocurriendo. Ojo, no se trata de hacer una apología de la muerte ni una exaltación de la negatividad, sino que Deleuze encuentra en dichos autores un motivo vitalista en la idea de la muerte. A la vez, es un vitalismo complejo, porque no consiste en reivindicar o agarrarse de la propia vida para sortear la muerte –eso consistiría más bien en una estrategia neoliberal de siempre sobreponer el brillo, la vida o el hedonismo a lo que se está muriendo. No se trata de una vida personal, se trata de un vitalismo que advierte que lo válido es lo que viene, en el sentido de que la vida no está contenida en lo que hay, como proyección de un presente hacia un futuro. Lo que viene siempre es una reorganización de las fuerzas.
Un posible o me muero

Cualquier situación se queda sin posibles; cualquier pliegue se agota; cualquier enunciado puede perder su umbral de cientificidad. Por eso la grieta, por eso la línea del “se muere”. La vida es hacer territorio y salir. Entrar y salir. No hay nada desterritorializado total, sin embargo hay cosas que se desterritorializan. Se hace pliegue y se vuelve a plegar el afuera, porque la muerte todo el tiempo está desplegándose. Insistimos: es muy difícil para nosotros pensar un tipo de vitalismo que no sea desde la perspectiva económica o biológica, ligado a la juventud, a la imagen, a la seducción, etc. No puede ser esta la idea de vitalidad, es una vitalidad indigna. Debe ser otra la idea de vitalidad. Tenemos que inventar allí algo. Sostener esta idea de vitalidad, estas operaciones ontológicas es tomarse en serio el problema de la demanda de facilidad propia de la época, donde –insistimos- se le extrae el carácter mortuorio a la cosa y se presenta como recortada, castrada de este fondo sin el cual ningún pliegue puede existir.
 (Escrito producido como reseña del encuentro del 12 de Septiembre del 2016, en el grupo “Resistencia y Subjetivación”, coordinado por Diego Sztulwark)


[1] Reseña del grupo de los lunes sobre La subjetivación en Michel Foucault, coordinado por Diego Sztulwark

Golpe a la brasilera. Crisis política y económica, impedimentos y luchas democráticas //Jean Tible

El autor analiza el golpe brasileño como parte de un linaje de “nuevos golpes” sin intervención de las Fuerzas Armadas en América Latina y otras partes del mundo. Realiza un balance del lulismo y señala los rasgos salientes del gobierno provisorio y las perspectivas democráticas de las luchas.
Apertura
Paraguay, para muchos brasileños, constituye el otro no-deseado, el inferior, atrasado, subdesarrollado. Un producto paraguayo, en un sentido peyorativo y elitista, es frecuentemente un producto falso, de mala calidad. En una mirada más histórica, la Guerra de la Triple Alianza representa una de las “cajas negras” de la democracia nacional y regional e Itamaraty se coloca como una de las instituciones más refractarias a la apertura de estos y otros archivos. En la linda pieza de teatro Caranguejo overdrive (Aquela Cia. de Teatro), inspirada en el libro Homens e caranguejos de Josué de Castro, un joven soldado negro y pobre retorna traumatizado de la Guerra del Paraguay a una ciudad que no le pertenece más, ya que la región del mangue, en el centro de Rio de Janeiro, donde él vivía y buscaba cangrejos, había sido totalmente transformada, puesta a nivel y “limpiada”. Recuerdo de la sorpresa con el golpe ocurriendo en Paraguay durante el Rio+20, en mayo de 2012, ¿habría sido la firme actitud de Dilma Rousseff, de oposición a esa ruptura democrática, sin saber, premonitoria? El golpe brasileño se inserta en un linaje de “nuevos golpes” (sin intervención de las Fuerzas Armadas), que afectan tanto a América Latina (Honduras, Paraguay, Guatemala; en Bolivia y Venezuela fueron derrotados en la década pasada) como a otros lugares del planeta, (¿Grecia en los últimos años? ¿Reelección de Bush en 2003?). Vamos, en este texto, a recorrer la situación brasileña contemporánea en tres momentos: comprender el golpe en curso; efectuar un brevísimo balance del lulismo; analizar el gobierno provisorio y las perspectivas democráticas de las luchas.
Golpe, entonces
Un golpe parlamentario, mediático, judicial, patronal y civil. Un golpe constitucional, cuyo proceso viene tramitando el Congreso y refrendado (al menos por ahora) por el Supremo Tribunal Federal (STF). Sería el argumento más fuerte de los golpistas. O el más legalista. Pero, ¿qué es realmente invocado contra Dilma? De no conseguir darle un rumbo al país y alguna perspectiva de salida a la crisis. Como lo admitió hace pocos días la líder del gobierno interino en el Senado, Rose de Freitas, “no tuvo ese asunto de las pedaladas, nada de eso. Lo que tuvo fue un país paralizado, sin dirección y sin base ninguna para administrar” [2]. Un tipo de solución parlamentarista en un régimen presidencialista. A medida en que la crisis política y económica se fue alimentando una a la otra, los sectores empresariales que apoyaban a Dilma fueron mudando de posición. La Federación de las Industrias del Estado de São Paulo (FIESP) se constituyó en la triste precursora. Conducidos por Paulo Skaf, afiliado al Partido del Movimiento Democrático Brasilero (PMDB) y candidato derrotado al Gobierno del Estado y a la Prefectura de São Paulo en los últimos años, ese sector fue, no obstante, uno de los más beneficiados por la política económica y fiscal del primer gobierno de Dilma, con exoneraciones tributarias y otras medidas [3]. En aquel momento, Skaf llegó a comprar espacio de publicidad en televisión para elogiar las medidas de Dilma. En el inicio de este año, las defecciones fueron creciendo y, alrededor de marzo, casi todos estaban contra Dilma: diarios y medios, asociaciones empresariales, bancos y grupos económicos, parlamentarios y la opinión pública.
El motivo formal de la apertura del proceso de impeachment fue las llamadas pedaladas y las maniobras fiscales relativamente triviales en el presupuesto, que sus antecesores ejecutaron, que Temer también firmó así como diecisiete de los actuales gobernadores [4] e inclusive el relator en el Senado durante su gobierno en Minas Gerais o, incluso, como el gobierno provisorio está haciendo. En la argumentación golpista, se trataría de un crimen de responsabilidad que justificaría la destitución de la Presidenta. La situación en el momento presente del Estado de Rio de Janeiro indica cómo los criterios son volubles: el Estado, gobernado por el PMDB desde 2006, decretó, en el día 17 de junio, estado de calamidad pública para hacer frente a la bancarrota de un Estado que ya no logra pagar servidores y garantizar servicios esenciales [5]. Se dio, entonces, una pedalada, coordinada con el presidente interino, para poder recibir el socorro financiero de la Unión y garantizar recursos necesarios a la realización de las Olimpíadas.
Se puede ver ese proceso en curso, también, como una auto-defensa de los más corruptos de los políticos de un sistema corrupto. Las grabaciones hechas por Sergio Machado (ex senador y ex presidente de la empresa Transpetro y cuadro del PMDB) divulgadas, no se sabe por quién ni cómo, indican eso de modo extremadamente claro: Romero Jucá, brazo derecho de Temer, quien lo eligió para liderar el PMDB y por algunas semanas su Ministro interino de Planeamiento, indica la estrategia de derrumbar a Dilma para frenar la Operação Lava Jato y salvar el sistema político. Esa conspiración, según Jucá, abarcaría ministros del Supremo Tribunal Federal (STF), los tucanos (Partido da Social Democracia Brasileira, PSDB) y hasta los militares, que estarían monitoreando al Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) [6]. El impeachment se configura, así, como una “estrategia de fuga” de los corruptos [7].
El 17 de abril de 2016 marcará durante un buen tiempo el día del (re)encuentro del pueblo brasileño con sus representantes. Los más variados motivos fueron movilizados (Dios, base electoral, lazos familiares y crisis económica/desempleo) para justificar el voto para el envío al Senado del proceso de impeachment de la Presidenta. Parroquialismo extremo y bajísimo nivel. Casi no se citó el motivo formal (las maniobras fiscales) y todo eso con fuertes toques de machismo y resentimientos contra Dilma, que se habría recusado de tratarlos dignamente, o sea, entrando en sus prácticas habituales. Tal proceso de impeachment fue liderado por el entonces Presidente de la Cámara, Eduardo Cunha, que tiene tres procesos abiertos en su contra en el STF, millones de dólares en cuentas en el exterior y… varios indicados en el gobierno interino. Cunha también fue apadrinado por las grandes empresas y bancos, por el llamado PIB; el megainversor Naji Nahas le ofreció un almuerzo en casa después de su elección para la presidencia de la Cámara de Diputados. Con una eficiente ingeniería político-económica, consiguió financiamiento para muchas y muchas candidaturas, irrigando las campañas con dinero de la corrupción [8]. Cunha recogió en diciembre el pedido de impeachment y lo colocó en agenda. Fue decisivo. A partir de un pedido frágil e inconsistente, dio ritmo rápido al proceso de destitución mientras el de casación de su mandato caminaba lentamente.

«El impeachment se configura, así, como una ‘estrategia de fuga’ de los corruptos.»

A eso se suma un cierto clima “schmittiano”, de suspensión de la ley [9]. Más allá del saludable desnudamiento de los lazos promiscuos entre los ámbitos político y empresarial en Brasil, tales procesos han sido marcados por una serie de excepcionalidades. Abundancia de prisiones preventivas, denuncias premiadas (fiscales incentivaron ciertas denuncias más que otras), pinchaduras irregulares [10] y sus respectivas divulgaciones selectivas por los medios, con ruido proporcional al nivel de proximidad de los involucrados con el PT. La única sede de partido a ser blanco de una operación fue la del PT, y el candidato derrotado de la oposición, Aécio Neves, citado en innumerables denuncias, por ahora se resiste con relativamente poca inquietud, así como prácticamente todos los principales personajes de la política institucional.
Un ex presidente de la República –Lula– que nunca se recusó a prestar declaración en las más variadas instancias judiciales o en el Ministerio Público (MP), inclusive en los primeros meses de este año, es conducido coercitivamente para testimoniar en marzo, en el Aeropuerto de Congonhas (alimentando una posibilidad de transporte en avión hasta Curitiba que acabó sin concretarse). Se puede leer la transcripción del un tanto bizarro diálogo de Lula con los fiscales [11]. El auge de ese proceso (por ahora) se sitúa en la grabación ilegal (primer error significativo y explícito del juez Sérgio Moro) y su divulgación de una conversación aparentemente anodina entre Dilma y Lula, en un contexto de otras grabaciones de conversaciones del ex presidente, también divulgadas, con la autorización de la Procuraduría General de la República (PGR). Horas después, la conversación fue divulgada y tratada como un crimen. ¿Se habrá subido la popularidad a la cabeza de Moro? Él tenía un mandato para escuchar a Lula, pero este había expirado y, en este caso preciso, se trataba de una conversación con la Presidenta de la República. Y esto en un momento decisivo, ya que Lula estaba asumiendo el Ministerio de la Casa Civil (equivalente a la Jefatura de Gabinete en Argentina), en una última jugada de Dilma para salvar a su gobierno del naufragio total. La escena de las conversaciones de Lula (con Dilma y otros) en varios episodios en el noticiero televisivo más visto del país, tal vez marque uno de los más tristes momentos de cierto periodismo nacional. No por casualidad, Brasil cayó abruptamente en el ranking de libertad de prensa en el mundo elaborado por Reporteros Sin Fronteras; uno de los factores, junto al alto número de muertes de periodistas, fue la cobertura del proceso deimpeachment [12].
El Poder Judicial “dejó de actuar exclusivamente según la lógica política indirecta que lo caracteriza (…) para actuar de manera directamente política siempre que cree necesario hacerlo” [13]. Además, el STF ha mostrado una sustentada parcialidad, varios criterios y medidas (impedir la asunción de Lula como ministro de Dilma, entre otras), dependiendo de quién se tratase. Nombres de la tradicional política brasilera y petistas acaban teniendo tratamientos diferentes. Ciertos personajes parecen poseen un poder importante en esta institución, como el ex presidente José Sarney o el actual presidente del Senado, Renan Calheiros. El Supremo Tribunal, también, “se ha manifestado y prejuzgado casos que todavía va a evaluar. Eso ha acontecido con varios ministros, como Gilmar Mendes, Celso de Mello y Carmen Lucia, que se manifestaron diciendo que lo que está sucediendo no es un golpe” [14]. Tal procedimiento hiere las normas de imparcialidad, ya que posiblemente tendrán que juzgar si el proceso todo del impeachment siguió la Constitución y ya estarían haciendo un pre-juzgamiento. Es cierto que el STF fue decisivo, en los últimos años, en conquistas importantes tales como la unión homoafectiva o la garantía de la constitucionalidad de las cuotas raciales (para negros) en las universidades públicas, pero el Poder Judicial y el Ministerio Público fueron unas de las instancias que menos colocaron, en la disputa pública, la necesidad de transición de la dictadura hacia la democracia. Estuvieron, como otros poderes, involucrados con el Golpe cívico-militar de 1964 y con el período dictatorial siguiente, pero su democratización poco estuvo en la agenda en las últimas décadas.

«La escena de las conversaciones de Lula (con Dilma y otros) en varios episodios en el noticiero televisivo más visto del país, tal vez marque uno de los más tristes momentos de cierto periodismo nacional.»

Para algunos, habría tomado cuerpo un partido de la justicia. La prisión en flagrante de Delcidio do Amaral, entonces senador del PT y líder del gobierno de Dilma, confirmada por los propios senadores que después lo anularon, caracteriza un desequilibrio entre los poderes. Se alegó que estaba obstruyendo la Justicia y en ese sentido fue justificada la ocasión. Incluso el alejamiento del archicorrupto Eduardo Cunha de la Presidencia de la Cámara se dio bajo el signo de la excepción. El relator del proceso en el STF, aguardó cuatro meses y solamente después de la apertura del proceso de impeachment en la Cámara entregó su voto. Decretó la separación de un presidente de otro poder, alegando tratarse de una situación extraordinaria y excepcional, tomando, así, una decisión sin asiento constitucional. Una decisión excepcional, dada la excepcionalidad de las circunstancias. Cunha fue separado de la Presidencia y del ejercicio de su mandato, decisión inédita aprobada por unanimidad por el plenario del STF. Mientras tanto, la Constitución dice que un “parlamentario sólo puede ser preso en el acto del crimen impostergable, con confirmación de la Cámara o del Senado” [15]. Tal rito no fue seguido de las garantías constitucionales dejadas de lado: ¿se trata de una nueva jurisprudencia o de una medida excepcional? ¿Alcanzará solamente a Cunha o a todos? Son preguntas importantes, ya que el Congreso posee muchos acusados.
¿Cómo llegamos a este punto, a orillas de la destitución de una Presidenta electa hace menos de dos años por 54 millones de brasileños? El origen inmediato se sitúa en dos planos.
La oposición tenía todo para ganar (desgaste de doce años de gobiernos federales petistas, economía a la baja, inflación principalmente en alimentos, clima pos-protestas de 2013, mediocre primer gobierno de Dilma) en 2014 y no lo logró. Aécio Neves optó por un discurso pre-Lula (retorno a un cierto padrón neoliberal) y la población quería más servicios públicos de calidad, combate a las desigualdades y más participación política y no menos. La oposición, sin embargo, no aceptó el resultado; algunos más exaltados cuestionaron el conteo de votos. ¿Habrá, la derecha moderada, insuflado a una derecha rabiosa? Al no hacer el luto de la derrota, entró en el camino del golpismo. Alcanza recordar la figura ponderada por Fernando Henrique Cardoso: el gobierno de Dilma es legal, pero no legítimo, dijo el ex presidente algunos días después que las urnas expresaran más de 54 millones de votos para la petista [16]. Serra, en el inicio de 2015, va a profetizar su fin [17]. El historial y el continuumgolpista de las elites brasileñas fueron activados en ese momento de abstinencia de control del gobierno federal.
Otra parte, fundamental, fue la puerta que Dilma abrió. En la recta final de la campaña, su reelección estaba en real peligro y una movilización decisiva de jóvenes, mujeres y movimientos sociales cambió el juego. Su victoria se dio gracias a una retórica más de izquierda, sobre todo en las críticas a la política económica liberal. Su gobierno, sin embargo, tomó otro camino. Es cierto que la candidata a la reelección no había entregado ni un programa, pero señalizó algunas indicaciones. Si el ajuste era realmente necesario, la pregunta de un gobierno de izquierda sería: ¿quién lo paga? El segundo gobierno de Dilma promovió un aumento de las tasas de interés, un tarifazo de luz y revisiones en el seguro de desempleo y lo hizo sin explicárselas a la población, creando un choque de desconfianza en sus simpatizantes y electores. Dilma aplicó así el programa de los adversarios y rompió el pacto básico lulista de mejoría de la vida del pueblo, sobre todo de los más pobres. Además, el ajuste fiscal creó una dinámica recesiva en la economía, con una expresiva baja de la recaudación y esto contribuyó para la pérdida de la gobernabilidad en el Congreso. Tales factores, sumados a los efectos de la Operación Lava Jato y a los grandes equívocos de articulación política se mostraron explosivos.
Ese enredo fue alimentado por las protestas en las calles. Aún en noviembre de 2014, algunos pocos miles irían para las calles de São Paulo a cuestionar a la recién reelecta presidenta y en el inicio de 2015, con apoyo explícito del periodismo empresarial y los errores graves de la gestión, se van transformando en cientos de millones y millones de manifestantes por Brasil. Las manifestaciones de junio de 2013 posicionaron la centralidad de la política en la calle y las demandas por mejores servicios públicos, lucha a la corrupción, participación política y buen vivir en las ciudades y en el campo. En principio, un terreno propicio para las izquierdas, inclusive la gubernamental. Retomo este punto más abajo, pero esto no sucedió. Estas fuerzas llegaron hasta a mantener una presencia a grosso modo constante en las calles, pero ya en 2015 fue marcado sobre todo por masivas manifestaciones contra Dilma, Lula y el PT. Como ocurre muchas veces, sectores conservadores se inspiraron en los eventos cuestionadores o subversivos: el MBL (Movimiento Brasil Livre) se inspira claramente en el nombre del MPL (Movimiento Passe Livre), una de las chispas de junio de 2013. El VemPraRua se apropia de un grito que era undétournement por las calles de 2013 de una publicidad de una ensambladora de autos hecho para celebrar la Copa de las Confederaciones. Pero se trata de otro público, mucho más viejo, rico, masculino y blanco el que estuvo en esas manifestaciones si lo comparáramos con 2013 [18]. Los frentes Brasil Popular y Povo sem medo organizan contrapuntos a esas manifestaciones en varios momentos, mostrando cierta fuerza de movilización, pero con relativamente poca repercusión en la prensa (a no ser la alternativa).

«El segundo gobierno de Dilma promovió un aumento de las tasas de interés, un tarifazo de luz y revisiones en el seguro de desempleo y lo hizo sin explicárselas a la población, creando un choque de desconfianza en sus simpatizantes y electores.»

Otra dimensión importante de ese proceso se sitúa en el plano internacional, que sí se expresa en una disputa de narrativas. Poco antes de la votación de abril, Dilma pronunció un discurso en la ONU por la firma del Acuerdo de París. En los últimos segundos de este, habló brevemente de la grave situación de Brasil y de la confianza de que el pueblo no permitiría retrocesos. Los artículos de Glenn Greenwald [19] y editoriales críticos del Financial Times, New York Times y algunos otros repercutieron bastante. El diario Estado de S. Paulo llegó a amenazar (¿veladamente?) a Greenwald. La obsesión del gobierno provisorio con la imagen en el exterior, como bien recuerda Celso Amorim, rememora la habitual obsesión con su imagen de los regímenes autoritarios, revelando un tipo de acto fallido [20].
El Gobierno provisorio antes y después intentó legitimarse internacionalmente, como en el evento organizado en Lisboa por la empresa del ministro del STF Gilmar Mendes, reuniendo la fina flor golpista [21]. Y uno de los activos senadores pro-golpe, Aloysio Nunes Ferreira fue, en el day after de la votación en la Cámara de Diputados, a los Estados Unidos, y se encontró con Thomas Shannon, número tres del departamento de Estado estadounidense y ex embajador en Brasil [22]. Hubo, por otro lado, una reacción crítica por parte de los secretarios generales de la OEA, Luis Almagro, y Ernesto Samper, de la Unasur, expresando preocupación con el proceso (inclusive con acciones del Poder Judicial y del Legislativo) y los gobiernos de Bolivia, Ecuador, Cuba y Venezuela, con amenazas no concretadas por ahora de accionar la cláusula democrática.
En varios eventos por el mundo, las disputas dentro de Brasil se hacen presentes: en la sesión del film Aquarius de Kleber Mendonça Filho en el Festival de Cannes con Sonia Braga y otros miembros del equipo [23], en el Premio Pulitzer en que el fotógrafo vencedor Maurício Lima denuncia el golpe en curso [24] o incluso en una reunión de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En esta última, representantes de los trabajadores y sindicatos de Brasil y otros países protestaron contra un diplomático brasileño que se pronunció (fuera de lo pautado en la reunión, que trataba sobre el convenio 169) para negar que estuviese habiendo algún golpe en Brasil. Fue penado por eso (hablar algo fuera de lo pautado) y su discurso interrumpido [25]. Ocurrieron, incluso, protestas contra el canciller interino José Serra en Paris, Buenos Aires y en Nueva York.
Otro aspecto de esta misma situación se sitúa en las dimensiones geopolíticas de este proceso brasileño. El país, sobre todo en el período Lula, consiguió alcanzar nuevas esferas en el plano internacional, gozando de una influencia inédita: el país no-nuclear más poderoso e inevitable para casi todos los asuntos y negociaciones globales. Ocurrió un giro en el período final del Gobierno de Lula con la Lei de Partilha, aprobada después del descubrimiento de los campos de petróleo del pré-sal [26], en el sentido de un mayor control del Estado brasileño y de Petrobras sobre esas nuevas reservas (propiedad de la Unión y con participación obligatoria de Petrobras del 50% en su exploración), vistas por el entonces presidente Lula como un “pasaporte hacia el futuro”. Se trata de un sector sensible desde el punto de vista geopolítico y que, hasta algunas décadas atrás, era dominado por las llamadas siete hermanas, siempre apoyadas por los respectivos gobiernos nacionales (Reino Unido, Estados Unidos, Holanda) – todo capitalismo es capitalismo de Estado… Eso se modifica a partir de 1960 con la fundación de la OPEP y un ascenso, en las décadas siguientes, de otros países y sus nuevas “siete hermanas”, todas estatales, de Rusia, Arabia Saudita, China, Brasil, Venezuela y Malasia [27].
Vale recordar, en este contexto, el escándalo de 2013 de la Agencia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos (NSA, por sus siglas en inglés) cuando Edward Snowden reveló que habían sido pinchados los teléfonos del Gabinete de Dilma, de algunos ministros, del avión presidencial, de las misiones diplomáticas brasileñas incluyendo las de la ONU y de Petrobras [28]. Los cables del Departamento de Estado indican el interés estadounidense en el petróleo y en el pré-sal y una serie de lazos particulares entre sectores políticos brasileros y la Embajada americana. Serra, Jucá y Michel Temer (todos actores clave del golpe en curso) se mostraron como fuentes de la Embajada americana en Brasilia, revelados por Wikileaks. En el caso tal vez más sintomático, el actual canciller interino y entonces candidato a la presidencia Serra, decía que cambiaría la Lei de Partilha volviéndola más abierta a las empresas extranjeras en caso que ganara en las elecciones presidenciales de 2010 contra Dilma [29].
Esta revelación del espionaje practicado por la NSA llevó a la cancelación de la visita de Estado programada a los Estados Unidos. Dilma Rousseff, posiblemente en uno de sus mejores momentos en la presidencia, hizo posteriormente un contundente discurso en la ONU caracterizando al espionaje no como un combate al terrorismo o por seguridad y sí por intereses económicos y estratégicos. Brasil propone, en ese contexto, junto con Alemania, una regulación mundial de Internet, sacándola de la alzada estadounidense y buscando impedir que ella se transforme en un medio de espionaje, sabotaje y ataques a las infraestructuras de otros países [30]. A partir de ahí, Dilma apoya y el Congreso aprueba un inédito Marco Civil de Internet, incluyendo la idea de derechos digitales y neutralidad de la red, en un proceso de amplia participación popular.

«Vale recordar, en este contexto, el escándalo de 2013 de la Agencia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos (NSA, por sus siglas en inglés) cuando Edward Snowden reveló que habían sido pinchados los teléfonos del Gabinete de Dilma, de algunos ministros, del avión presidencial, de las misiones diplomáticas brasileñas incluyendo las de la ONU y de Petrobras.»

Tal cuestión posee otra vertiente más en la actuación y cooperación internacional del Poder Judicial y del Ministerio Público. Aquí, cuestiones sumamente internas se mezclan a las geopolíticas. ¿Cuáles son las relaciones entre Poder Judicial, proyecto nacional y regional y disputas globales? La Operação Lava Jato posee una clara inspiración en la Mani Pulite italiana, analizada en un artículo del juez Sérgio Moro [31]. Para el periodista Luis Nassif, ambas tendrían una “visión ideológica pro-internacionalización de la economía y criminalizadora de todas las políticas de promoción de la economía interna”. La economía cerrada italiana constituiría un foco de corrupción y su apertura resolvería ese problema, en el contexto de los debates de la Guerra Fría. En el Brasil de los años 2010, eso operaría de modo semejante, lo que explicaría el hecho de que un “grupo de fiscales visitaran los Estados Unidos –comandados por el propio Procurador General de la República- para abastecerse de elementos para que la Justicia y accionistas norteamericanos procesaran a Petrobras”.
Eso se refuerza en lo que toca a Petrobras, ya que si en situaciones anteriores las empresas eran acusadas de corromper autoridades, en este “los propios fiscales transformaron la empresa de víctima en coautora de los fraudes, abogando contra el propio Estado brasilero a favor de los intereses de accionistas norteamericanos”. ¿No sería un non sense que un país autónomo pida la colaboración del Departamento de Justicia estadounidense para investigar a Petrobras y a la constructora Odebrecht? ¿Lo contrario sería posible, esto es, que las autoridades americanas solicitaren a Brasil la investigación de Chevron u otra empresa americana? Además, el hecho de que el “Fiscal de la República en el TCU decrete, por cuenta propia, la inviabilidad del pré-sal. Ahí, no se trata más de reprimir el delito, sino de una actuación nítidamente inspirada por contendientes externos de disputas geopolíticas [32]” que reforzaría esa comprensión; mientras, otro periodista, Janio de Freitas, pregunta el motivo por el que las empresas extranjeras han sido perdonadas por la operación Lava Jato[33].
A eso se suman las cuestiones de defensa. La ofensiva contra las constructoras convulsiona también a Electronuclear y el Almirante Othon, considerado uno de los principales nombres del programa nuclear brasileño, fundador del Programa de Desarrollo del Ciclo del Combustible Nuclear y de la Propulsión Nuclear para submarinos y antiguo director del Ipen (Instituto de Investigaciones Energéticas y Nucleares). Esta investigación, que acabó en la prisión temporaria de Othon, habría comenzado “a partir de informaciones pasadas al PGR por el Departamento de Justicia norteamericano. Nada que minimice la gravedad de las acusaciones, pero sí una demostración inequívoca de que los Estados Unidos pasaron a incluir la cooperación internacional en sus estrategias geopolíticas” [34]. Se sabe que Moro fue electo como una de las personas más importantes del mundo por la revista Time el año pasado, lo que alimenta percepciones más conspirativas. Más que alimentar tales lecturas, lo más pertinente aquí tal vez sea percibir cómo el Poder Judicial y el Ministerio Público carecen de cualquier perspectiva geopolítica. Los Estados Unidos obviamente la poseen y la ejercen. Tal vez esta debilidad sea uno de los límites decisivos del “poder brasilero”. Ningún país de ese porte puede ignorar tales cuestiones, que lo digan los lazos del gobierno norteamericano con Hollywood o la política china de Internet. Y esto ocurre en medio de una ofensiva estadounidense acerca del tema de la corrupción, observada, por ejemplo, en el escándalo de la FIFA y en la actuación de fiscalías norteamericanas en el asunto.
Como lo expresado por Celso Amorim, “muchos problemas son endógenos, nacionales, pero también hay una correlación entre el espionaje y algunas investigaciones. Hablo de la utilización de la investigación judicial, porque un Poder Judicial independiente es importante sobre todo si actúa de manera neutral”. En ese sentido, continúa Amorim, “me preocupa un Brasil con su empresa petrolera debilitada, con su energía nuclear en jaque y con fragilidades mayores en las empresas de construcción de obras públicas o en los instrumentos de promoción de exportaciones” [35]. Es toda una política (interna y tal vez principalmente externa) que es atacada: el Banco Mundial de Desarrollo Económico y Social (BNDES), las inversiones en el puerto de Mariel en Cuba, los negocios en el continente africano. Mientras algunos movimientos sociales clamaban por transparencia e iniciaban el debate sobre posibles condicionantes sociales y ambientales en la actuación de las empresas brasileñas en el exterior, los fiscales parecen seguir la vía de criminalizar tales acciones de promoción comercial y financiamiento a las exportaciones, una de las características fuertes de la nueva política externa del período Lula.
Eso no significa que el golpe haya sido gestado en los Estados Unidos ni permite un paralelo con la Operación Brother Sam de 1964 en la cual la acción estadounidense fue decisiva [36]. El golpe viene de adentro, pero sectores norteamericanos contribuyeron para desestabilizar el “capitalismo brasileño”, en su modelo Lula de distribución de renta y algunas osadías externas en dos de sus sectores estratégicos: Petrobras y constructoras. Eso también ocurrió en el financiamiento y apoyo de “nuevos grupos” conservadores (por parte de los hermanos Koch, con intereses en el área del petróleo) y a la oposición [37]. Ese “modelo brasileño” fue atacado y no consiguió sustentarse, al no conseguir o saber articular un proceso geopolítico más consistente. De ese modo, Brasil no puede o no consiguió construir fundamentos para mantener su condición de nueva potencia regional, miembro del BRICS, pacificador en la cuestión nuclear iraní, propulsor de la integración regional y modelo de políticas sociales para los países del Sur. Su autonomía moderada, articulada a otras tentativas en la región, hizo agua.
Lulismo en debate
El golpe en curso coloca la necesidad de reforzar los debates y comprensiones colectivas del fenómeno del lulismo [38]. Un balance colectivo fundamental, por hacer, de los gobiernos federales petistas, sus dinámicas, consecuencias y límites.
El punto que me parece más importante del lulismo fue una especie de revolución simbólica. Nuevas subjetividades ganan fuerza y comienzan a tomar cuerpo. El lulismo produjo o contribuyó para una expansión de las posibilidades de vida, de las perspectivas de lucha, de los horizontes existenciales. Las políticas sociales (Bolsa Familia, cotas raciais, expansión de la universidad pública), las micro-políticas económicas (crédito rural; para los pobres y trabajadores), la nueva política cultural del do-in antropológico [39], los nuevos vínculos con el mundo (Brasil ya no aceptando su lugar marcado y subordinado en el concierto global y fomentando las relaciones Sur-Sur, la integración regional y la creación de nuevas alianzas con Unasur, Celac, BRICS, IBAS y el continente africano) fueron catalizadores y parte de esos cambios de fondo. Invenciones políticas por todos lados, como el inicio de las reparaciones raciales en el país campeón mundial de la esclavitud. El auge de ese proceso lulista se sitúa en el período final del gobierno de Lula. Brasil, con su presidente con el 90% de popularidad personal y de su gobierno en el 80%, gana la sede de las Olimpíadas y de la Copa Mundial de Fútbol y concreta con éxito un acuerdo con Irán acerca de la política nuclear del cual todos los países más poderosos eran escépticos.
Ese auge, a su vez, mostró sus (fuertes) limitaciones. En el plano internacional, Brasil saltó a una inédita posición. Se abrió, sin embargo, una significativa brecha entre su retórica -por ejemplo, de una nueva geografía comercial- y sus posibilidades concretas en las relaciones, por ejemplo, con el continente africano; o en sustentar –en varios sentidos- una verdadera integración regional sudamericana. Esto se reforzó con la pérdida de la intensidad en el período de Dilma, con la salida de la performática dupla Lula-Celso Amorim, auxiliados por Samuel Pinheiro Guimarães y Marco Aurélio Garcia, y la entrada de figuras más burocráticas, sea en la Presidencia, sean los sucesivos ministros Antonio Patriota, Luis Figueiredo y Mauro Vieira. El comportamiento de los dos últimos al respecto del golpe sólo refuerza los equívocos de esa elección. Y cuando anotó un gol en el marcador –en el caso iraní- fue vetado por todas las potencias: de los Estados Unidos a Francia pasando por Rusia y China. Lo mismo podría ser dicho al respecto del concepto de responsabilidad al proteger la nueva regulación de internet, ambas extremadamente loables y pertinentes pero careciendo de poder de implementación o hasta incluso de mayor debate.

«El lulismo produjo o contribuyó para una expansión de las posibilidades de vida, de las perspectivas de lucha, de los horizontes existenciales.»

Además, la apuesta mayor en los megaeventos y en las megaobras, en un tipo de Brasil grande también mostró sus profundos equívocos. ¡Belo Monte! Eso se refuerza con Dilma en el comando. El primer Gobierno de Dilma es de continuidad, pero al mismo tiempo, se puede decir que corresponde a la baja generalizada del punch político. Cierto experimentalismo político fue dejado de lado y la prioridad dada a la política externa disminuyó considerablemente, como, por ejemplo, el rechazo en particular a participar en el grupo de países que se reunió para intentar poner fin a la guerra civil siria. Hubo, lamentablemente, un rebajamiento en prácticamente todas las áreas, de los derechos humanos a la seguridad, de la política agraria a la ambiental, pasando por la participación popular y por la cultura. Volviendo a una cuestión emblemática, de acuerdo con la Presidenta, la hidroeléctrica de Belo Monte era inevitable y cualquier alternativa a esta, fantasía. En aquel inicio de gobierno, el espíritu animal de los empresarios había sido despertado y se trataba de prolongar y reforzar esto: baja de las tasas de interés, aceleración de las exoneraciones fiscales para fomentar las industrias y baja de las tarifas de energía para empresas y familias. Con la dimisión en serie a varios ministros envueltos en hechos oscuros luego del inicio de su gobierno, la Presidenta se mostraba como antagónica a la tradicional y corrupta política brasileña y había aparentemente encontrado su lugar, certificado por la alta popularidad que mantendrá hasta junio de 2013.
Las apuestas muy cuestionables de crear campeones nacionales y megaempresas con dinero de los bancos públicos para fomentarlas y darles proyección internacional no vienen del Gobierno Dilma. Su fiasco, sea en las telecomunicaciones (recuperación judicial de la empresa Oi), la concentración en el mercado de carnes (JBS Friboi y su primer lugar mundial como procesadora de alimentos) o la falencia del Grupo X de Eike Batista, empresario de éxito y símbolo (también) de la era Lula, muestran que estas cuestiones fueron gestadas antes. Se puede decir que las tensiones entre un Brasil uno y un Brasil múltiple en el período Lula se resolvieron en el período Dilma: las políticas menores (cultura, reforma agraria, apoyo a las comunidades, cuestiones indígenas, derechos humanos) se deterioraron. La propia elección de Dilma como candidata hirió las buenas tradiciones petistas y los procesos democráticos de elección colectiva. Y eso gana otro grado con la irrupción de junio de 2013. Un levantamiento múltiple y ambiguo contra la corrupción, la trágica vida en las grandes ciudades, la baja calidad de los servicios públicos, la violencia policial y los límites de la democracia representativa comprada por las grandes empresas. Un deseo de participación democrática de alta intensidad. Dilma y el campo petista llegaron a recibir algunos manifestantes, propusieron algunas respuestas (el programa Más Médicos, la propuesta de una constituyente exclusiva para una reforma del sistema político, royalties del pré-sal para educación) pero nunca se dispusieron a dialogar para implementarlas, involucrarse, y tampoco desarmaron el aparato represivo (responsabilidad antes de todo de los Estados en la Federación brasilera, pero…).
La cuestión de la corrupción es igualmente bastante significativa para la comprensión de estos últimos años. Al mismo tiempo, los gobiernos petistas fortalecieron de forma inédita las instituciones de control y fiscalización (Policía Federal, Controladoria-GeneralPGR, Ley de acceso a la información), inclusive aumentando de forma significativa su autonomía, y se embarcaron con gusto en la política tradicional brasileña y sus canales de financiamiento. Se crió un cortocircuito. Y, en por lo menos dos oportunidades, sea en la transición de Fernando Henrique Cardoso para Lula, sea en el caso de Banestado, la elección fue preservar el sistema político, sofocando los escándalos de corrupción graves. Tal opción puede ser más comprensible si pensamos en la opción del PT de “jugar el juego”, pero eso va justamente si juega contra el PT más adelante, y aún acentuado por la selectividad: el último en llegar será tachado de corrupto mayor. Además de eso, el hecho de que el PT hasta hoy no ha explicado a sus militantes, simpatizantes y electores el escándalo del mensalão y mantiene la corrosión en curso de esa importante institución de la izquierda mundial; la corrupción como uno de los marcos de las ambigüedades petistas y un hecho decisivo de su naufragio en curso. Las elecciones municipales de octubre indicarán la capacidad de resiliencia o no del PT.
Entre el auge ya citado del lulismo y junio de 2013 se produce una abrupta transición del “todos están felices” hacia un “nadie está satisfecho”. Junio abre un espacio para la radicalización democrática que no fue aprovechado. La imposible continuación del lulismo y su magia de dar a los pobres sin sacarles a los ricos. Tanto, por un lado, en relación a las condiciones internacionales, ya que el mundo todavía no salió de la crisis económica y financiera global iniciada en 2008 y el estancamiento del precio de las commodities afecta una parte importante de la cuota de exportación brasileña. Y nacionales, por otro lado, con la conjunción argumental del conflicto redistributivo, la abstinencia de gobernar por parte de las elites políticas tradicionales y su activación del golpismo y el “quiero más” de los de abajo y de la izquierda, “vieja” y “nueva”. Dilma intentó en su gobierno hacer frente a esos desafíos de la imposible continuidad del lulismo, pero probablemente movilizó a los actores equivocados y tomó los caminos erróneos. El país mantuvo el empleo y la renta hasta la elección de 2014, lo que permitió la cuarta victoria electoral seguida, pero los cambios políticos post 2010 y reforzados después de 2014 fragilizaron ese proceso de redistribución de la renta.
Gobierno temerario y perspectivas
El Gobierno interino de Michel Temer representa el retorno al Estado por los que nunca se fueron completamente. En el período de los gobiernos petistas, los “dueños del poder” permanecieron, pero –y esa constituía una novedad-, estos coexistían y, en parte, eran liderados por los nuevos sectores que expresan el ciclo de luchas iniciado en el fin de los años ‘70 e inicios de la década de 1980, cuyo marco son las huelgas de los trabajadores de São Paulo y de la región del ABC, junto con una efervescencia de los movimientos campesinos, feminista, negro y de las florestas, entre otros. La principal faceta del gobierno provisorio (y un cambio en relación a los anteriores, tanto de Lula como de Dilma) es no tener esa otra parte, descolonizadora en términos históricos y de luchas, siendo así un gobierno de las tradicionales oligarquías.

«El país mantuvo el empleo y la renta hasta la elección de 2014, lo que permitió la cuarta victoria electoral seguida, pero los cambios políticos post 2010 y reforzados después de 2014 fragilizaron ese proceso de redistribución de la renta.»

Se trata también de una cierta vuelta en el tiempo, en varias dimensiones. A los neoliberales años ’90 si pensamos en los anuncios de corte de gastos sociales y ansias privatizadoras. El equipo económico es liderado por Henrique Meirelles, con carrera en el Bank of Boston, elegido como diputado federal por el PSDB en 2002 y presidente del Banco Central en el Gobierno Lula, ahora Ministro de Hacienda interino. Sus principales propuestas para el país son las de establecer una contención estructural del gasto público, fin de la política de valorización del salario mínimo y una reforma de las pensiones. Meirelles, junto al presidente provisorio del Banco Central, Ilan Goldfain, y todos los directores recién nombrados son orgánicos del mercado financiero y del rentismo, y actuaron antes en los bancos Itaú, Bradesco y Opportunity, y en su mayoría pasaron por la PUC-Río, famosa escuela neoliberal, denotando una completa ausencia de diversidad de perspectivas (ni siquiera de ligazón a otros sectores económicos u otras filiaciones académicas) [40]. Y, fundamental decir y repetir, sin legitimidad de las urnas. Difícilmente un candidato con ese programa sería elegido. A pesar de los neoliberales del equipo económico, el gobierno como un todo, es irresponsable desde el punto de vista fiscal, lo que mostraría una vez más el inmenso casuismo de sacar a Dilma del gobierno por las llamadas pedaladas; de acuerdo con la economista Laura Carvalho, “los términos de la renegociación de la deuda de los Estados, la licencia para gastar concedida a los ministerios de base y la aprobación de los reajustes para el funcionalismo hicieron con que la generosidad de los economistas tenidos como más serios pasaran de ese lugar al escepticismo. Lo mismo no vale para muchos analistas en el mercado, que, digamos de pasada, todavía muestran tolerancia inédita con la situación fiscal en degradación” [41]. O aún, el hecho de que el mayor deudor de la Unión entre las personas físicas es… director del FIESP [42] o el presidente de la Confederación Nacional de las Industrias vocifera por enésima vez contra las leyes de trabajo (CLT), promulgada y conquistada en la década de 1940.
Tal tonada se refleja también en la política externa. El discurso de posesión del canciller interino y algunos de sus primeros gestos indican una vuelta a una política externa más sumisa, con un resabio de antipetismo. Es curiosa la fijación de una desideologización venida de parte del primer ministro desde 2003 en ser un político profesional y no un cuadro de Itamaraty. Uno de los diplomáticos más influyentes, Rubens Barbosa, va a usar una expresión (“importante corrección del rumbo” [43]) semejante a la del primer gobierno de la dictadura militar iniciada en 1964 para caracterizar los cambios que vendrían en la política externa. Luego en sus primeros días, Serra emite duros comunicados contra los vecinos gobiernos de Cuba, Venezuela y Bolivia. Para mayor extrañeza de una “nueva política externa” de un gobierno interino, Serra indica cierta falta de preparación; tanto en su amenaza de dejar la OMC y decir que “Brasil está listo para tomar nuevos caminos” [44], como al ser cuestionado sobre la NSA y responder: “NSA, ¿qué es eso?” [45]. Entró también en la mira del canciller interino la política de cooperación con países más pobres, definida como “diplomacia de la generosidad” en el sentido evidentemente peyorativo. Son cuestionadas, así, las embajadas abiertas en el continente africano y es exonerado de modo sumario el diplomático Milton Rondó, responsable de la creación de la Coordinación de Acciones Internacionales de Combate al Hambre (CGFOME) que, a partir de 2003, estructuró políticas de solidaridad, defendiendo el derecho humano a la alimentación, en diálogo con actores de la sociedad civil y movimientos sociales e inspirando políticas públicas innovadoras, como el Programa de Adquisición de alimentos [46]. Serra intenta trazar una estrategia que ya mostró sus fuertes límites: volver al “buen comportamiento” en relación a los Estados Unidos, lo que para un país como Brasil no tiene sentido: la rebeldía abre espacios, como ejemplos históricos recientes indican.
Aún más preocupante es que el actual proceso se presenta con toque del régimen militar. Antes de asumir el Ministerio de Justicia, el entonces Secretario de Seguridad del Estado de São Paulo, Alexandre de Moraes, se refiere a las protestas del Movimento dos Trabalhadores Sem Teto (MTST) como “actos de guerrilla” [47]. Hace, después, una serie de amenazas e intenta innovar tristemente al despejar estudiantes (que ocupaban el centro administrativo de las escuelas técnicas) sin mandato de reintegro de posesión. Una política que pretende privilegiar la represión a la esfera de los derechos. El presidente en ejercicio posee la misma sintonía: golpea la mesa, dice saber tratar con bandidos por haber sido Secretario de Seguridad de São Paulo y al responder a las acusaciones de su compañero de partido Sergio Machado parece más un caudillo en un pronunciamiento hueco: en su descalificación del ahora opositor, en las palabras de explicación extremadamente vagas y en las apelaciones a la armonía, todo eso en un lenguaje anticuado [48] y teniendo como fondo un nuevo logo de gobierno “conservador y retrógrado” en términos de diseño y que todavía por equívoco usó la bandera del período de la dictadura militar [49]. Orden y progreso es el lema del gobierno, ¿la doctrina de la seguridad nacional de vuelta? En suma, una revancha, en sentido benjaminiano [50], de los tétricos vencedores de la historia brasilera, simbolizados por el nuevo ministro de Gabinete de Seguridad Institucional, Sérgio Etchgoyen y su lenguaje golpista y autoritario: el abuelo se oponía a los militares nacionalistas y ayudó a presionar fatalmente a Getúlio Vargas en 1954, el padre participó activamente de la deposición de João Goulart en 1964 y trabajó en el gabinete de Médici en el período más brutal de la dictadura y ahora el hijo honra la familia, ayer atacando a la Comisión Nacional de la Verdad y hoy asumiendo un puesto de confianza de Temer [51].

«Serra intenta trazar una estrategia que ya mostró sus fuertes límites: volver al “buen comportamiento” en relación a los Estados Unidos, lo que para un país como Brasil no tiene sentido: la rebeldía abre espacios, como ejemplos históricos recientes indican.»

A ese cuadro, podemos sumar el fin de los ministerios que representan conquistas colectivas desde la redemocratización y que se reforzaron en el período petista: desarrollo agrario, mujeres, igualdad racial, ciencia y tecnología y cultura (con su extinción luego revertida). Un ministerio con ninguna mujer (la primera vez desde el gobierno de la dictadura Geisel en los años ’70) y ningún negro, mayorías en la sociedad brasilera. Si en el Gobierno de Dilma, parte de las políticas innovadoras fueron dejadas de lado, ahora se trata de un desmonte casi completo. Una secuencia de horrores: un militar defensor de la guerra a las drogas y de militarización para menores en la política de drogas; tentativa de nombrar un general en la política indígena; una secretaria de política para las mujeres contra cualquier forma de aborto e investigada por desvío de dinero público; personas ligadas a las empresas en varios sectores como el de la salud; señales de revisión de la creación de áreas indígenas; Marco Civil de Internet; desapropiaciones de tierra y programas habitacionales. Además, Temer demitió al presidente de la Empresa Brasilera de Comunicación que tenía estabilidad por ley y el STF lo repuso en su puesto. Una ola de retrocesos, cuya frutilla del postre es la de buscar retirar la obligatoriedad para Petrobras como operadora del pré-sal.
Y uno de los motes para la expulsión de Dilma (la corrupción), se revela como caricaturesca en el gobierno interino: tres ministros ya cayeron por corrupción y otro siguen a pesar de serias denuncias. El líder del gobierno en la Cámara es acusado en tres acciones penales y procesos, incluyendo uno de tentativa de homicidio. A la base parlamentaria de la situación retiró la urgencia del paquete anticorrupción que estaba tramitando y que envolvía medidas como la criminalización del “caja dos” y la tipificación del crimen de enriquecimiento ilícito. Un mandato provisorio y temerario [52]. Termino este texto a mediados de Julio. No se sabe lo que va a acontecer y cuál será el resultado de la votación en el Senado, que está prevista para la segunda mitad de agosto. Si el gobierno provisorio se va a tornar definitivo, al conseguir dos tercios de los votos de los senadores y la confirmación del impeachment de Dilma Rousseff. Y si en ese caso conseguirá estabilizarse mínimamente hasta 2018. O si Dilma conseguirá los votos de los pocos senadores que le faltan para garantizar un tercio y volver. Este escenario parece bien poco probable. Las protestas continúan, pero disminuyeron; pueden tal vez retomar fuerza con las Olimpíadas o con nuevas revelaciones del Lava Jato. ¿Conseguirá la izquierda organizar una huelga general? Si el segundo mandato de Dilma fue desastroso, se puede decir que su salida (¿provisoria?) fue literalmente por la puerta de adelante, con un discurso en el Palacio con los ministros y otro con Lula y movimientos en el frente del Planalto.
¿Cuáles son las perspectivas políticas democráticas y de las luchas en este contexto? ¿Estaremos viviendo un “que se vayan todos” (con otras modulaciones, diferente del “clásico” argentino del 2001)? Tal vez el principal punto sea la erosión en curso, y acentuada, del sistema político. Antes de la votación de abril, el 60% defendía la renuncia de Dilma y Temer y casi el 80% del entonces presidente de la Cámara, Cunha [53]. Una consulta acerca del presidente del Senado debe estar en ese piso. Tras un apagón de tres meses sin encuestas (!), las más recientes parecen confirmar ese rechazo generalizado [54], incluso la recientemente divulgada del Instituto Datafolha (del mismo grupo del diario Folha de S. Paulo), cuyo título inicial parecía fortalecer a Temer, pero por un equívoco grave de manipulación; 62% de los brasileños quieren nuevas elecciones y poquísimas personas defienden a Temer [55]. Además, de los casi 600 parlamentarios, más de la mitad está siendo investigada por corrupción y las delações premiadas citarían políticos importantes de todos los partidos (aunque el foco tienda a permanecer en el PT).
Una cuestión para la izquierda sería qué hacer en caso –plausible- de colapso total del sistema político. Otra sería si ella va a ser capaz de dinamizar y galvanizar la insatisfacción social que debe aumentar a partir de la austeridad, ajuste fiscal y políticas neoliberales. Eso vale para los dos polos de la izquierda, tanto el “institucional” como el “autónomo”. El PT no supo ganar; contribuyó decisivamente para los cambios en Brasil, pero no fue capaz de radicalizar las conquistas ni cuando las calles apuntaron hacia eso (Junio 2013). Infelizmente eso vale también para el otro polo. El MPL, una de sus expresiones, incendió Brasil, puso en discusión un tema fundamental para la clase trabajadora (transporte urbano), consiguió su inclusión como derecho social en la Constitución, ayudó en la eclosión de un nuevo imaginario político radical, pero no logró articular la lucha contra las cercas del transporte con los otros campos: la comunicación, la gestión del agua escasa, la economía y los tributos… Es interesante percibir cómo ambos polos, el institucional y el autónomo, vencieron, pero tal vez no supieron ganar.
La resistencia al golpe fue superior al que suponían o esperaban sus propulsores, pero insuficiente para pararlo. No lo impidió, pero golpeó al golpe. Consiguió explicitar que un sector minoritario pero expresivo expresase en alto y buen sonido la ilegitimidad del gobierno interino. No logró, eso sí, cautivar a la nueva generación; “después del golpe de abril de 2016, es comprensible que permanezcan al margen de una disputa que se da en el campo del Orden. Decir (como la izquierda) que fue un Golpe de Estado les es indiferente. Decir (como la Derecha) que no fue, también” [56]. Paralela y concomitantemente a esta lucha contra el golpe, una nueva generación se viene organizando en una llave más autónoma, en una serie de movilizaciones: ocupaciones de escuelas en varios estados, marcha de la marihuana, ocupaciones de los aparatos culturales contra la extinción del Ministerio de Cultura, cryptorave, mujeres y LGBT contra la cultura del abuso, hinchadas organizadas contra O Globo. Subversiones múltiples reforzándose y conectándose, siendo parte de un ciclo global que se expresa en las kurdas, en el Black Lives Matter, en Oaxaca y muchas otras partes del planeta.
Los estudiantes secundarios constituyen una de esas llamas y al ocupar en el fin del 2015 más de doscientas escuelas públicas en San Pablo contra un plan de reorganización del gobierno estadual del PSDB, ejecutaron uno “de los gestos colectivos más osados en la historia reciente de Brasil, (…) ese movimiento destapó la imaginación política en nuestro País”. De ese modo, “ya no se tolera lo que antes se toleraba, y se pasa a desear lo que antes era impensable. Eso significa que la frontera entre lo intolerable y lo deseable se disloca –y sin que se entienda cómo ni por qué, de pronto parece que todo cambió: nadie acepta más lo que antes parecía inevitable (la escuela disciplinadora, la jerarquía arbitraria, la degradación de las condiciones de enseñanza), y todos exigen lo que antes parecía inimaginable (la inversión de las prioridades entre lo público y lo privado, la primacía de la voz de los estudiantes, la posibilidad de imaginar otra escuela, otra enseñanza, otra juventud, inclusive otra sociedad!)” [57].

«La resistencia al golpe fue superior al que suponían o esperaban sus propulsores, pero insuficiente para pararlo.»

¿Qué trae esta nueva generación? ¿Cuál será su relación con las instituciones? ¿Cómo conectarse y apoyarse mutuamente (inclusive para prepararse para la represión en curso y por venir; con la combinación de la herencia maldita dejada por Dilma en la de la Ley Antiterrorista y el ímpetu represivo del gobierno interino)? ¿Cómo golpear en cuestiones decisivas como el fin del etnocidio, el pago de impuestos por los ricos, el fin del encarcelamiento en masa, del exterminio de la juventud negra y de los asesinatos de luchadores? ¿Cómo crear alianzas nuevas, sorprendentes, pragmáticas y necesarias, composiciones micro-macro, soviets múltiples? ¿Cómo potencializar las actuales subversiones y su nueva imaginación política? ¿Cómo relacionarse con la “vieja generación”? ¿Cuál debería ser el papel de Lula (cuya fuerza todavía es significativa, llegando a liderar las encuestas para 2018 aunque no se sepa si podrá presentarse) y del PT en todo eso? ¿Y el de un movimiento fundamental, como el MTST? Un caldo se viene formando, parte de una imposible constelación; en ese sentido, el golpe en curso, retomando la idea de un tipo de revolución subjetiva, puede tal vez ser pensado como una contra-revolución.
Creación
En la Guerra de Paraguay, el Imperio brasileño convocó a sus súbditos para el combate, los llamados Voluntarios de la Patria. Estos eran en verdad forzados, como en el caso citado en la apertura del texto; los “Voluntarios involuntarios” y en una perspectiva de curso más largo, “los indios fueron y son los primeros Involuntarios de la Patria” [58]. En una reciente reunión con el Frente Parlamentario Agropecuario, el presidente interino habría declarado que “es una cosa muy curiosa, esa cuestión de las tierras indígenas”, colocando que “vamos a intentar solucionar ese problema” [59]. Ya se imagina, fácilmente, cómo… Golpes de ayer y de hoy, percibiendo una “historia golpeada de Brasil” [60].
En 2016, el cantante y compositor Chico Science cumpliría 50 años. Él y sus compañeros, en el inicio de los años ’90, anuncian, con el manguebeat [61], un nuevo momento y tal vez ese nuevo ciclo que se confirmó en las décadas siguientes, de las periferias como actor clave, de los márgenes creativos; no por casualidad, el manifiesto más importante contra el golpe ha venido de esos lados: por una democracia real [62]. Tal vez una revolución lenta. Este manifiesto de las periferias contra el golpe se conectaría, así, con otro manifiesto, “cangrejo con cerebro”, escrito en 1992 por Fred Zero Quatro. Pensando y actuando desde Recife(manguetown), Fred pregunta “¿cómo devolver el ánimo, deslobotomizar y recargar las baterías de la ciudad? ¡Simple! Basta inyectar un poco de energía en el barro y estimular lo que todavía queda de fertilidad en las venas de Recife”. Ese movimiento buscaba “engendrar un circuito energético, capaz de conectar las buenas vibraciones de los mangues con la red mundial de circulación de conceptos pop. Imagen símbolo: una antena parabólica metida en el barro” [63]. El manguebeat retoma al fabuloso y original filósofo Oswald de Andrade, en su lectura-re-lectura de la antropofagia tupi y su idea de bárbaro tecnificado, en un hilo subterráneo y subversivo de la contracultura brasileña.
De vuelta al mangue. El mangue despojado de su imagen negativa de mugre, pobreza, polución, basura, abandonado por el “poder público” hasta ser tapado de tierra y liberado a la especulación inmobiliaria. El mangue como riqueza ecológica, conector de las aguas dulces y saladas, fuente de conocimiento, vida y política. Los cangrejos son habitantes del mangue, se alimentan de los residuos y restos y son fundamentales para el manguezal [64], porque “cavan pozos, formando verdaderos túneles, provocando la ventilación del barro, facilitando la circulación del agua y brindando protección a otros animales. Cuando cavan estos túneles los cangrejos promueven la renovación de nutrientes de capas más profundas de barro, permitiendo la reutilización de estos nutrientes por plantas y otros microorganismos” [65]. El barro subversivo oponiéndose al barro tóxico de una de las mayores tragedias ambientales de la historia de Brasil, ocurrida en la ciudad de Mariana, en Minas Gerais. ¿Serían, en una clave tropical, los cangrejos los topos de Marx, una metáfora de la revolución, al circular imperceptiblemente por debajo de la tierra hasta interrumpir disruptivamente? En la mitología del candomblé, Oxalá intentó crear las personas de madera, aire, agua, fuego, piedra, aceite y vino y no lo lograba. Nanã le dio entonces el barro y las personas fueron modeladas en él [66]. Somos el color del color de la tierra, dice el Subcomandante Marcos en la Plaza del Zócalo al llegar los zapatistas de una larga marcha venida del sudeste mexicano en 2001 [67]. Y la voz de los que cultivan la tierra [68]. El ciclo anterior fue victorioso para la izquierda. ¿Qué nos dará el próximo? Vivimos tiempos de golpe y de plantación; el manguecomo imagen de un momento constituyente: ¿sabrá crear la izquierda?

«¿Serían, en una clave tropical, los cangrejos los topos de Marx, una metáfora de la revolución, al circular imperceptiblemente por debajo de la tierra hasta interrumpir disruptivamente?»
[fuente: http://horizontesdelsur.com.ar/]

*Profesor del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de São Paulo. Es autor de Marx Selvagem (São Paulo, Annablume, 2013) y co-organizador de Junho: potência da rua e das redes (Fundação Friedrich Ebert, 2014) y Cartografias da emergência: novas lutas no Brasil (FES, 2015). Contacto: jeantible@usp.br. Traducción: Bruno Levy
Notas al pie:
[1] Este artículo es parte de una secuencia de artículos en español en los últimos años, de análisis sobre la coyuntura brasilera antes publicados en la revista Nueva Sociedad en tres oportunidades: ¿Una nueva clase media en Brasil? El lulismo como fenómeno político-social. Nuso, Enero-Febrero 2013; Encrucijadas brasileñas: entre protestas, procesos y elecciones. Nuso, Enero-Febrero 2015 y (con Alana Moraes) ¿Fin de fiesta en Brasil? Nuso, Septiembre-Octubre 2015.
[2] Marina Dias. “Líder do governo rejeita pedaladas e defesa de Dilma usará fala em processo”. Folha de S. Paulo, 25/06/2016.
[3] Laura Carvalho. “Quem paga o pato?”. Folha de S. Paulo, 17/12/2015.
[4] Étore Medeiros. “Pelo menos 17 governadores pedalaram impunemente”. El País Brasil, 09/06/16.
[5] Victor Rezende et al. “Rio decreta calamidade pública”. O Estado de S.Paulo, 17/06/16.
[6] Rubens Valente. “Em diálogos gravados, Jucá fala em pacto para deter avanço da Lava Jato”. Folha de S. Paulo, 23/05/2016.
[7] Celso Rocha de Barros. “Jucá entregou o jogo”. Folha de S. Paulo, 30/05/2016.
[8] José Roberto de Toledo. “É o dinheiro, gênio!”. O Estado de S.Paulo, 04/07/16.
[9] Carl Schmitt. Théologie politique. Paris, Gallimard, 1988 [1922].
[10] Sobre esto ver https://grampo.org/
[12] “Imprensa brasileira insufla população para derrubar Dilma’, diz Repórteres Sem Fronteiras”. Revista Brasileiros, 22/04/16.
[13] Marcos Nobre. “1988 + 30”. Novos Estudos, v.35.02, p. 135-149, Julho de 2016.
[14] Marco Weissheimer. “STF está envolvido no processo do golpe, afirma professor da UnB”. Sul21, 29/05/16.
[15] Mario Cesar Carvalho. “Supremo fugiu da regra ao afastar Cunha, diz pesquisadora”. Folha de S. Paulo, 06/05/2016.
[16] Fernando Henrique Cardoso. “Vitória amarga”. O Estado de S.Paulo, 7/12/2014.
[17] Ilimar Franco. “Panorama Político”. O Globo, 29/01/15.
[18] GPOPAI. “Pesquisa manifestação política 16 de agosto de 2015”. Disponible en:https://gpopai.usp.br/pesquisa/160815/
[19] Editorial. “O jogo sujo da desinformação”. O Estado de S.Paulo, 29/05/2016.
[20] Fernando Fuentes. “Ex canciller y ex ministro de Defensa: ‘Lo que pasó con Rousseff tiene que preocupar a todos en el continente’”. La Tercera, 16/05/16.
[21] Mariana Borges. “Em Lisboa, manifestantes protestam contra ‘golpe’ durante evento com José Serra e Gilmar Mendes”. Opera Mundi, 29/03/16.
[22] Mark Weisbrot. “Golpe: a diplomacia cifrada de Washington”. OutrasPalavras, 25/05/16.
[23] Carlos Helí de Almeida. “Sessão de ‘Aquarius’ em Cannes é marcada por protesto contra impeachment; vídeo”. O Globo, 17/05/16.
[24] Redação. “Fotógrafo brasileiro vencedor do Pulitzer denuncia golpe no Brasil durante premiação”. Rede Brasil Atual, 29/04/16.
[25] Lucas Bulgarelli. “Diplomata brasileiro é vaiado e tem fala cortada em Conferência da OIT por negar golpe”. Revista Fórum, 03/06/16.
[26] El término pré-sal se refiere a un área de reservas petrolíferas que se encuentra debajo de una profunda capa de rocas salinas, que a su vez compone una de las varias capas del subsuelo marino.
[27] Ildo Luís Sauer. O pré-sal e a geopolítica e hegemonia do petróleo face às mudanças climáticas e à transição energética, mimeo.
[28] Natalia Viana. “WikiLeaks: NSA espionou assistente pessoal de Dilma e avião presidencial”. Agência Pública, 04/07/15.
[29] Juliana Rocha e Catia Seabra. “Petroleiras foram contra novas regras para pré-sal”. Folha de S. Paulo, 13/12/2010.
[30] Nathalia Passarinho. “Dilma diz na ONU que espionagem fere soberania e direito internacional”. G1, 24/09/13.
[31] Judiciários, n. 26, Brasília: Conselho da Justiça Federal, 2004.
[32] Luis Nassif. “As implicações geopolíticas da Lava Jato”. Jornal GGN, 15/10/15.
[33] Janio de Freitas. “Jatos desiguais”. Folha de S. Paulo, 08/11/2015.
[34] Luis Nassif. op. cit.
[35] Martín Granovsky. “Un ALCA hoy sería un desastre”. Página 12, 03/07/16.
[36] Luiz Alberto Moniz Bandeira. “1964: os generais sob a estratégia americana”. OutrasPalavras, 31/03/14. Ou nos arquivos norte-americanos:http://nsarchive.gwu.edu/NSAEBB/NSAEBB118/index.htm
[37] Marina Amaral. “A nova roupa da direita”. Agência Pública, 23/06/15.
[38] André Singer. Os sentidos do lulismo: reforma gradual e pacto conservador. São Paulo, Companhia das Letras, 2012.
[39] Discurso de posse de Gilberto Gil no Ministério da Cultura disponble en:http://www1.folha.uol.com.br/folha/brasil/ult96u44344.shtml
[40] André Araújo. “A assustadora equipe econômica”. Jornal GGN, 21/06/16
[41] Laura Carvalho. “Céu de mentira”. Folha de S. Paulo, 07/07/2016.
[42] Daniel Bramatti et. al. “Dívida de diretor da FIESP com a União é de 6,9 bi”. O Estado de S.Paulo, 18/07/2016.
[43] Monica Gugliano. “Para Barbosa, Brasil saiu de isolamento crítico”. Valor, 10/06/16.
[44] Andrei Netto. “Serra critica OMC e diz que Brasil está ‘pronto para tomar novos caminhos’”. O Estado de S.Paulo, 02/06/2016.
[45] Eliane Catanhêde. “Governo não tem a opção de fracassar‟, diz José Serra”. O Estado de S.Paulo, 22/05/2016.
[46] Grupo de Reflexão sobre Relações Internacionais. “Condenamos a exoneração do Ministro Milton Rondó (CGFOME) e denunciamos o abandono da política de solidariedade exercida sob o seu comando”. Brasil no Mundo, 17/06/16.
[47] Maria Cristina Fernandes. “Alexandre de Moraes, o pit-bull de Temer”. Valor, 11/05/16.
[48] Disponível em: http://g1.globo.com/globo-news/jornal-globo-news/videos/v/michel-temer-contestaacusacoes-feitas-por-sergio-machado-em-delacao-premiada/5098083/
[49] Paula Reverbel. “Logo do governo Temer usa bandeira dos anos 1960” e Silas Martí. “Marca do governo Temer foi escolhida por Michelzinho, seu filho de 7 anos”. Folha de S. Paulo, 16/05/2016.
[50] Walter Benjamin. “Teses sobre a história” (1940).
[51] Fernando Marcelino. “Governo Temer forma triunvirato da repressão para aplicar programa antipovo”. Brasil de Fato, 17/05/16.
[52] André Singer. “Curto-circuito?”. Folha de S. Paulo, 11/06/2016.
[53] “61% apoiam impeachment de Dilma e 58%, de Temer, diz Datafolha”. G1, 09/04/16.
[54] Marina Rossi. “Aprovação do Governo Temer é de 13% e maioria não vê diferença com Dilma”. El País Brasil, 01/07/16.
[55] Glenn Greenwald e Erick Dau. “Folha comete fraude jornalística com pesquisa manipulada visando alavancar Temer”. The intercept, 20/07/16 e “A fraude jornalística é ainda pior: surgem novas evidências”. The intercept, 21/07/16.
[56] Lincoln Secco. “Secundaristas”. Blog da Boitempo, 24/05/16.
[57] Peter Pál Pelbart. “Tudo o que muda com os secundaristas”. OutrasPalavras, 13/05/16.
[58] Eduardo Viveiros de Castro. “Os Involuntários da Pátria”. Aula pública durante o ato Abril Indígena, Cinelândia, Rio de Janeiro, 20/04/16.
[59] Janio de Freitas. “Estrelas em cena”. Folha de S. Paulo, 14/07/2016.
[60] Douglas Belchior. “A história golpeada do Brasil”. Blog Negro Belchior, 07/05/16.
[61] Con este término se menciona en Brasil a lo que en Argentina llamamos molinete: el dispositivo de giro sobre un eje que permite o niega el acceso a, generalmente, transportes públicos (en el caso argentino, comúnmente utilizado en subterráneos y trenes).
[62] Manifesto “Periferias contra o golpe”. Disponible en: http://goo.gl/forms/ZK6G0QS1xY
[63] Fred Zero Quatro. “Caranguejos com cérebro” (1992). Disponible en:
[64] Ecosistema de transición entre el ambiente terrestre y marino, de zonas húmedas típicas de regiones tropicales y subtropicales. Al igual que el mangue, está asociado a bahías y desembocaduras de ríos y/o mares.
[65] Djalma Agripino de Melo Filho. “Mangue, homens e caranguejos em Josué de Castro: significados e ressonâncias”. Hist. cienc. Saude-Manguinhos, vol.10 no.2. Rio de Janeiro, Maio-Agosto de 2003.
[66] Reginaldo Prandi. Mitologias dos orixás. São Paulo, Companhia das Letras, 2000.
[67] Palavras del EZLN el día 11 de marzo de 2001 em el Zócalo de la Ciudad de México. Disponível em: http://submarcos.org/zocalo.html
[68] Debate entre Sônia Guajajara, Zé Celso e Guilherme Boulos. Teatro Oficina, São Paulo, 06/06/16. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=_rf89zFaNT8

Raquel Gutierrez Aguilar en La Cazona de Flores // Emergente


En conmemoración por los dos años de Ayotzinapa, invitada por Tinta Limón Ediciones y en presencia del colectivo Asamblea de Mexicanxs en Argentina, entre otros, Raquel Gutierrez Aguilar, profesora e investigadora mexicana, visitó nuevamente la Cazona de Flores. 

Nos dice que
en Mexico el Estado ya no es garante de las condiciones de existencia de poblaciones queinterfieren en una acumulación salvaje de capital, y que un llamado popular a no obedecer se vuelve cada vez más consistente. A partir del levantamiento de los maestros en Oaxaca, lenta pero inexorablemente una red se está tejiendo en todo Mexico al ras del suelo. Sólo por esta vía es posible enfrentar un proceso de genocidio que desde la asunción de Peña Nieto no hizo más que intensificarse, haciendo que ya sean 26 mil los desaparecidos en México.

Clinämen: La política de los más pibes

Conversamos con Facu Abramovich y León Lewkowicz, estudiantes del Pellegrini. La «Campaña del Desierto» del macrismo en educación y su misión «civilizatoria»: ¿qué estudiantes quieren? ¿Qué significan medidas de fuerza como la toma? ¿Qué referencias políticas tienen los pibes? ¿Qué temas les interesan? Ser de izquierda es cuestionar todo.

http://ciudadclinamen.blogspot.com.ar/

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