Anonimato // Barrilete Cósmico

Volverse visibles o permanecer invisibles constituye un dilema de hierro. Para muchos se trata de visibilizar. Como en una remake de aquel viejo “dar voz a los que no tienen vos”. Sin embargo todo está visible hoy. Todo se expone en su obviedad: los pobres como pobres, los pibes como pibes, las talleristas como talleristas y la militancia como todo llanto. La redundancia es el régimen de visibilización dominante. Visibilizar a otros, es incluirlos en un régimen de la imagen que es lo evidente. Entonces queda sumergirse en la invisibilidad. Devenir imperceptible. Que la figura no se separe del fondo. Caminar como todos, pasar inadvertido, una más entre las muchas. Ni gueto, ni microempresa. 

El gueto, nos agrupa y nos separa, nos aísla y hace de nosotros un estereotipo más, poco importa cual. La microempresa implica traducir por nosotros mismos nuestro mundo en un tipo de singularidad en venta. Un devenir mercancía de la propia vida. Gueto y microempresa son estrategias de gestión de la diferencia. 

Devenir imperceptible, diferencia que casi no se esboza para no ser manipulada. Ni capturable, ni en venta. O bien definir estrategias de visibilización que lo deformen todo. Espejos perversos, irónicos, cínicos. Devolver la estupidez de la visibilidad como estupidez que es. Imperceptibles, pero al mismo tiempo monstruosos.

Ni visibles, ni invisibles, visibles en nuestra invisibilidad, expuestos en nuestro anonimato.

Anonimato capaz de expresión y gesto, que evacua el sentido e invita al desplazamiento. Anonimato que interrumpe la consigna y deja a cambio una pregunta sin respuesta. 

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