´Me robaron los órganos´ // Fernando Stivala

 

Siento que me duele la sensibilidad.

Siento que desaparecieron mis órganos, vísceras, sangre, etc.”

Alejandra Pizarnik, 1955

 

Los normales le robaron a los locos.

Si una ciudad no sabe como alojar  las angustias de sus habitantes, llama locura a eso que le incomoda escuchar.

Un pueblo que no soporta sus dolores los aparta y los excluye.

Apartar los dolores es olvidarlos.

El olvido que se vuelve costumbre se transforma en indolencia.

¡Somos cómplices de esa insensibilidad!

 

Emociones encerradas durante siglos entre los muros del manicomio.

Y ahora, ¿a dónde las vamos a ir a buscar?

 

Intensidades silenciadas, apagadas;

que se sienten en las tripas,

en las entrañas,

en los intestinos,

en los órganos.

 

Retorcijones, tensiones, vibraciones.

Una cuerda vibra.

¿Y los cuerdos?

¿Y los cuerpos?

Sensibilidad: Materia prima de los cuerpos.

 

Si una ciudad se seca de lágrimas, las tiene que ir a buscar ahí donde las marginó.

A los reservorios de energía que ocultan esa magia silenciada.

Los humanos del éxito ocultaron sus angustias, las olvidaron.

Los normales ya marchitos tienen que ir a saquear lo que alguna vez expulsaron. 

 

Me robaron los órganos, rugido de voces de lo que nunca se va a poder acallar.

Me robaron los órganos, aullido de un futuro sin imaginación.

Me robaron los órganos, denuncia repetida de un porvenir insensible.

Un reloj que adelanta.

 

Me robaron los órganos, el grito de los cuerpos exprimidos por la voracidad zombie de una humanidad indolente que deambula por la ciudad endeudada.

 

La normalidad le ha robado los órganos a la locura.

 

 

 

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