Comentarios sobre el gusto, la conversación y el paseo en la Clínica
Primero un poco de geografía, del viaje. San Pablo, gigante por su propia urbanidad de viaductos y culturas. Megalópolis que no hace gala de ningún monumentalismo, no lo precisa. Jamás dudó de su poder y de sus pilares: su clase obrera, su clase universitaria y su industriosa oligarquía. Y a pesar de todo eso, siempre se ofrece a ser seducida, conquistada, ganada por los extranjeros que la visitan con una insistencia difícil de justificar. Es que los paulistanos de los más diversos orígenes nos hipnotizan haciéndonos creer cada vez que bajamos en Guarulhos, que somos una especie de Clark Kent, ya un poco gastado, llegando a la gran ciudad. Intentaremos conquistarla, a sabiendas de que no es una sino miles de aldeas citadinas en bullicio permanente con una dinámica más que humana. Nunca atendí a un solo paciente en San Pablo y en decenas de visitas vine siempre a hablar, a compartir cuestiones ligadas a la clínica. A la clínica de pacientes llamados psicóticos o borders, a la clínica de grupo y o instituciones, a la clínica de derechos humanos.