Anarquía Coronada

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Pato Suarez presenta POTLATCH en Café Vinilo


Reservas y Venta de Entradas Anticipadas en 

Luego de los shows que acompañaron su último disco Crimen, fábula y disfraz (2013) y haber recorrido varias provincias del interior del país con su música, vuelve a presentarse en Buenos Aires para adelantar material de su próximo disco.
Lo acompañan Ovidio Velázquez en piano y teclados, Lisandro Márquez en batería y Tamara Zakour en violín.
Compositor, cantante, guitarrista y productor, Patricio   Suárez construye desde la densidad de su poesía una relación virtuosa entre la calidez de instrumentos acústicos como guitarra clásica y violoncello, con el lenguaje de la música electrónica y los instrumentos de síntesis. Su obra, plasmada en dos discos editados hasta la fecha (Crimen, fábula y disfraz [2013]; y Las otras formas [2010]), recorre el folk experimental, el trip-hop
y  el rock alternativo.
“Joven autor que ha absorbido lo mejor del rock y el folk alternativo. Una obra jugada y muy del presente”  (Club del disco).

Grecia: acuerdo neocolonial y punto de bifurcación en Siryza

por Jorge Sanmartino


1-

Está hecho. No hay vuelta atrás. Alexis Tsipras logró que el parlamento apruebe el catálogo de imposiciones europeas denominado “acuerdo”. Es un rosario de obligaciones que la revista alemana Der Spiegel llamó un “catálogo de crueldades”. El parlamento griego, con el voto de toda la oposición y la división del bloque de Siryza, lo confirmaron y se aprestan a votar el segundo paquete de leyes. El memorándum es peor que el enviado por la troika y que fuera sometido a referéndum. Además de las políticas de ajuste sobre pensiones, salarios, IVA y restricción fiscal, se suma un fondo de privatizaciones que será directamente controlado por la CE y la revisión de toda la legislación laboral. Pero la política borbónica neocolonial europea agregó ahora la exigencia de que el ejecutivo envíe a Bruselas cualquier proyecto legislativo antes de enviarlo al parlamento en Atenas. El segundo paquete contempla la pérdida de vivienda para los que se retrasen en el pago de los intereses. Se trata de un estatuto de tutelaje. Grecia está obligada ahora a revisar lo que sus instituciones representativas han votado en estos últimos cinco meses. Eso obvio que estas medidas no sacarán a Grecia de la crisis, ni lograrán recuperar su inversión, ni mejorarán la ratio de PBI/ deuda. En esto hay que ahorrar palabras. Lo dijo el mismo FMI, el acuerdo es económicamente inviable. Sólo hace más tortuoso, sacrificial, el camino al default. A cambio, se ha prometido alguna hipotética y futura reestructuración de la deuda, que no contempla ninguna quita sustancial.

El memorándum representa un castigo ejemplar para quienes osaron convocar a un referéndum y someter a veredicto popular las imposiciones de la troika. También evitar el contagio de una experiencia que ponía en cuestión los fundamentos político-económicos de la Unión Europea: una moneda fuerte, superávits fiscales, contención del costo laboral, y la dominancia de la tecnoburocracia de Bruselas sobre las instancias democráticas electivas, en definitiva, de una Europa confeccionada a la medida de las grandes economías y el capital financiero concentrado. Se castiga y se humilla a la más importante experiencia de la izquierda europea que nació y ganó el apoyo popular sobre la base de un programa de recuperación social y anti-austeridad que contradecía las directivas europeas.
2-

Alemania cumplió un papel central en el desenlace de la crisis. Se ha dicho que Merkel, Schäuble e incluso el vice canciller socialdemócrata Gabriel, en dos días y medio han dilapidado la imagen de una Alemania cosmopolita, amigable con el ambiente y la diversidad, y de una sensibilidad pos nacional, que habían construido durante los últimos 25 años. O como lo dijeron Anthony Faiola y Stephanie Kirchner en el Washington  Post del 17 de julio, la Alemania moderna perdía en horas el perfil que se había moldeado durante años de ser el abanderado del pacifismo mundial y artífices de un semillero de la cultura juvenil progresista. Sometida a una crisis europea que ya lleva 5 años y de la que se dice que es la peor desde la crisis de los años 20, decidió actuar de manera disciplinar, abandonando toda pretensión hegemónica. Lo que se quebró fue la frágil imagen que el europeísmo democratizante había instalado en el sentido común europeo y quizá mundial. Una Europa que, más allá de fracasos o dificultades, avanzaba hacia la confluencia sobre la base de los valores universales. Ahora está claro para todos, en primer lugar para la periferia europea, que los pilares de la Europa neoliberal no se negocian. La disciplina monetaria, el sometimiento a Bruselas, son el abc del consenso disciplinar, que ya no coquetea con la Europa social ni la solidaridad. Las medidas antinmigración adoptadas luego de la crisis de los últimos meses son su complemento perfecto. Abandonando toda pretensión hegemónica, que requeriría una capacidad de integración social, un walfare state europeo con el que se ilusionaban las mejores mentes del europeísmo, el ideario político de la Europa con la que se soñó después de la pesadilla nazi, esa Europa, que había muerto ya desde el origen, está hoy de manera palpable, sin rodeos, definitivamente enterrada. Europa, desnuda en su despotismo, aunque se alzó con una victoria que se le escapaba es, a largo plazo, más frágil, más débil que ayer.

Pero no hay que caer en la demonización nacional o el chovinismo inverso contra el pueblo alemán. No se trata del nazismo redivivo ni de la esencia imperial de un pueblo, sino de una lógica de dominancia política por parte de la clase capitalista europea. Merkel encontró a los más fervientes aliados en las pequeñas repúblicas como las del báltico o Eslovenia, cuyas clases dominantes han jugado su suerte a la empresa europea y de ella depende su legitimidad. Tampoco resulta probable la reedición de aquel malestar germano de entreguerras, sometida, encajonada por siglos a la presión cultural de los eslavos por el este y el mundo  latino por el oeste. Se trataba, como lo retrató tan bien Norbert Elías, de un sentimiento defensivo que alimentó la demagogia guerrerista por el espacio vital alemán. Nada de esto ocurre hoy en día. Alemania nunca se había beneficiado tanto de una integración monetaria hecha a la medida de sus intereses, es decir, de los intereses capitalistas de sus grandes empresas. No lucha por ampliar un espacio, sino por preservarlo. Repartido el poder entre la potencia de la economía alemana, las finanzas británicas que están hoy un paso más lejos del euro que ayer, y la primacía militar francesa, la “gobernanza” europea no deja de sostenerse en un equilibrado reparto y negociación que la hace más vulnerable e incoherente, aunque no menos agresiva. La crisis griega aceleró todos los tiempos y sometió a prueba la más ambiciosa iniciativa “posnacional”. Entre las ilusiones europeístas y la realidad prosaica del ajuste y los diktat del Eurogrupo, no hay más margen de acción. No hay espacio para la convivencia entre la democracia y soberanía popular de un lado, y el manejo monetarista de sus instituciones, por el otro. Se terminó la ilusión. Y su más palpable evidencia radica en la integración a las coaliciones de gobierno a la socialdemocracia, que en el caso teutón, se ha revelado tanto o más agresiva que los conservadores.
3-

El sueño europeísta había adquirido peso social e intelectual sobre el cual se edificó la gran ilusión. Habermas, uno de sus más grandes teóricos liberal-progresistas, sostuvo hace unos días que la crisis se fundaba en causas económicas y políticas, una crisis bancaria por la condición heterogénea y sub-óptima en la composición de la moneda. Sin finanzas y políticas económicas comunes, lo países miembros, pseudo-soberanos continuarán por caminos distintos en lo que hace a la productividad. Una tensión que no podría durar mucho tiempo. Efectivamente, Grecia, igual que los restantes países de la periferia europea, abrazó una moneda fuerte con la que deterioró su competitividad y profundizó el déficit de su balanza de pagos. El bache sólo podía financiarse con deuda, algo que los bancos estuvieron encantados en ofrecer a tasas bajas cuando el casino de las sub primes estaba en pleno auge. Pero cuando en 2008 la fiesta concluía, la deuda se había vuelto inmanejable. El Eurogrupo se constituyó entonces en el salvador de esos bancos, recomprando la deuda y transfiriéndola a los estados miembros, a cuyas poblaciones se machacó con la propaganda acerca del carácter perezoso de los pueblos sureños. Mientras el déficit de la balanza crecía y con ella la deuda, la competitividad de la economía cumplía el ciclo inverso, pues la moneda fuerte debilitó su industria local, y fomentó las importaciones libres desde los países más productivos. El resultado fue una economía más débil y más incapaz de pagar sus deudas, con exportaciones declinantes y un mercado interno que sólo podía sostenerse con más endeudamiento. La esencia contradictoria de la zona euro radica justamente en que sin que las regiones superavitarias y de mayor competitividad subsidien a las regiones deficitarias y de menor productividad (como hace cualquier estado nacional soberano entre sus diversa regiones), la confluencia monetaria, y desde luego económica y política, será una ficción. Pero es justamente esta imposibilidad por parte de la clase capitalista y sus instituciones -basadas en el lucro y no en la solidaridad- de sostener a las economías más débiles, la que hace de estas el eslabón débil de la cadena, obligada a la apertura de su economía, la pérdida de su industria y el inevitable e imparable endeudamiento. El europeísmo no era ingenuo respecto a esta tendencia, pero creyó, por un lado, que este proceso era inevitable (presión del mercado globalizado, pérdida capacidad de acción y de soberanía, hibridación cultural, mestizaje social producto de la creciente inmigración, etc.) y al que ya no se le podía oponer un nacionalismo defensivo incapaz de responder a los nuevos fenómenos. Por el otro, que la clave pasaba por imprimir a la Europa del pacto social, un programa de reformas progresivas, democráticas, basada en instituciones representativas posnacionales, democracias ampliadas, control ciudadano y transparencia, fundada en los valores de la solidaridad. Frente a una derecha soberanista, reluctante de los valores universales, nostálgica del Estado schmidtiano, chovinista, xenófoba, que consideraba al Estado nación como la única entidad colectiva con capacidad de ejercer soberanía e identidad colectiva, la izquierda europea, en su gran mayoría, se embarcó casi por instinto en este camino, aceptando la convergencia europea y su Constitución. Pero la deliberación democrática igualitaria estaba plagada, como lo acabamos de presenciar, de deficiencias estructurales. Ni la deliberación estuvo libre de coacciones comunicativas, ni todos estuvieron en la misma posición para dar opinión libre ni tuvieron las mismas oportunidades de darse a entender. Pero esta visión procedimental, normativa, ocultaba las auténticas relaciones de poder y con ella despolitizaba, como lo denunció Chantal Mouffe, los antagonismos políticos que están en la raíz de la subjetividad democrática. El consenso tecnoburocrático naturalizó las desigualdades de poder bajo el manto igualitario del libre mercado y las instituciones técnicas que debían regular la participación en él. Se impuso el dominio antidemocrático de la tecnicatura de Bruselas y en la crisis griega se reveló, para una porción considerable de la población, la desconexión constitutiva entre consenso liberal y democracia, y reabrió el campo de la política nuevamente. Grecia reintrodujo el campo de las opciones democráticas convocando al referéndum, y al hacerlo rompió el consenso despolitizante de la burocracia, que institucionaliza la dictadura de los mercados. Vaciada de opciones alternativas, la democracia política se hizo cada vez más insustancial cuanto más se la invocó. El éxito del Frente Nacional o los nacionalistas británicos e italianos, radica en haber reintroducido opciones políticas frente al consenso liberal de la coalición liberal-socialdemócrata, un consenso de élites para asegurar la gobernanza europea del libre mercado. Syriza había arrebatado a la derecha demagógica las banderas democráticas de la soberanía popular, y por primera vez en décadas, quizá desde la revolución portuguesa del 74, la izquierda pudo constituirse en alternativa de poder, marcando un camino de confrontación a la persistente des-democratización operada durante décadas por el social-liberalismo.
3-

Pero el referéndum, que marcaba un punto de inflexión y abría la posibilidad de pensar otra Europa, de marcar alternativas a la dictadura neoliberal de las finanzas, esa posibilidad se derrumbó en menos de 48 hs, cuando el Primer Ministro Alexis Tsipras se desdijo y sostuvo que fuera del euro no había opciones. Así las cosas, el referéndum no sólo no constituyó un cambio de opción sino que remarcó la claudicación del ejecutivo. La gran pregunta que se hacen todos es ¿por qué? ¿Por qué con semejante apoyo popular el primer gobierno de izquierda, sostenido en un triunfo popular arrasador, decidió retroceder firmando un memorándum peor que el anterior? Dejando de lado las explicaciones psicologistas, dos parecen ser los factores que podrían dar pistas de semejante desbarranque. Por un lado, la presión interna en favor de permanecer dentro del euro. Tsipras convenció a buena parte de la población de votar No con la promesa de que servía para negociar mejor, no para retirarse. A pesar de las posiciones de la Plataforma de Izquierda, todo el programa de Siryza, empezando por el programa electoral de Tesalónica, se basó en la ilusión de que podía ser compatible con la zona euro, es decir, que se trataba de un programa y luego, una negociación al interior de un ámbito considerado natural e inexorable. Esta ambigüedad respecto a dejar de lado la austeridad pero no romper con la UE, podía entenderse como una concesión momentánea al consenso mayoritario, pero que debía ser superado en cuanto se demostrara, como se demostró en cinco meses de negociación, que eran incompatibles económica y políticamente. Este consenso puede explicarse por el recuerdo de los padecimientos de posguerra, la inflación y el mercado negro, el sentimiento de pertenecer a occidente en la frontera con el mundo eslavo y el mundo musulmán, una promesa de modernidad y progreso e incluso por la sensación de riqueza de los primeros años del euro, desde 2002 hasta 2008. Hasta la postura contemporizadora de Obama y el FMI ante la dureza alemana les había hecho creer que, finalmente, podía arribarse a un acuerdo. Pero la negativa final de Merkel, que ofreció una salida acordada el euro por cinco años, descalabró todas las hipótesis e hizo enmudecer a la parte griega.

El arte de una política transformadora no es sólo reflejar el estado de ánimo o montarse sobre la opinión pública sino también y sobre todo moldearla, construir nuevas relaciones de fuerza y nuevas percepciones. Naturalmente, Tsipras no quiso tampoco cargar con el severo ajuste sobre los ahorros en euros de la población, pues una moneda débil hubiera inevitablemente licuado activos y tenencias. La formación de una nueva moneda devaluada implicaba una parálisis de por lo menos dos años, que la oposición cargaría en los hombros de Siryza. Pero era la única forma de emprender la transición hacia otra experiencia radicalmente distinta al austericidio ofrecido por el Eurogrupo. Implicaba, una transformación severa del cuadro precedente, incluido su política exterior, el default y no pago de la deuda y probablemente la nacionalización del sistema bancario, además del control de capitales y la regulación industrial. Tsipras se negó a contemplan el “plan B” de emisión de derechos de pago para suplir la bancarrota del euro. Pero es en los momentos decisivos donde se requieren liderazgos claros y con sentido histórico. Es verdad que Grecia estuvo prácticamente sola ante los restantes 18 países del Eurogrupo, pero no lo estaba menos Hugo Chávez cuando denunció “olor a azufre” en las Naciones Unidas y se transformó, pocos años después, en la vanguardia de una política exterior independiente en América latina. También podemos mencionar a Ecuador cuando auditó su deuda y aplicó una quita del 70%, o la nacionalización de los hidrocarburos y la expulsión del embajador norteamericano en Bolivia y también el planteo firme de Argentina ante el chantaje de los fondos buitres. La firma del memorándum por el gobierno de Tsipras implica una enorme frustración adicional, porque implicó una reversión del referéndum que iba en el sentido esperado.
4-

La disputa no está concluida, pues habrá que ver la resistencia que genere la aplicación concreta de las medidas de ajuste, y qué fenómenos políticos se derivarán de esa dinámica de confrontación. Pero está claro que una experiencia y un ciclo han terminado, con la peor de las derrotas, que es la claudicación antes de que finalice la batalla y cuando esta podía ganarse. Los movimientos democráticos y la izquierda en Europa han sufrido una importante derrota. Habrá un proceso de reorganización y continuación de muchas batallas pendientes. En particular al interior de Siryza. Cuanto más abajo se va, más rechazo genera el acuerdo, demostrando el espíritu de lucha de la base militante. Mientras que sólo cuatro ministros o vice ministros han rechazado el acuerdo y han sido reemplazados, 32 parlamentarios de Siryza, la Plataforma de Izquierda en su conjunto, han dicho no, mientras que en Comité Central 109 miembros, más del 50%, han rechazado el memorándum. Si se hiciese un Congreso partidario, algo que el gabinete rechazará por todos los medios, esta cifra ascendería incluso más. Gremios como el de los funcionarios públicos, dirigidos por miembros sindicales de Siryza, se han lanzado a conflictos contra el acuerdo. La Plataforma de Izquierda se ha transformado en el eje articulador de la oposición al entendimiento. Esto es así pues el Partido Comunista de Grecia, que llamó a impugnar el voto en el referéndum y le ha dado la espalda al proceso más rico de recomposición de la izquierda desde los años 70, es incapaz de capitalizar la crisis al interior del partido de gobierno.


Sin embargo, la claudicación de Tsipras ha dado aire a diversas corrientes sectarias, tan fuertes en Grecia como en Argentina, que se jactan de no haber “caído en las ilusiones” de Siryza o que ya “habían anticipado” el desenlace, encontrando el fundamento de la derrota en la estrategia equivocada de construir “formaciones anticapitalistas amplias” en vez de “partidos revolucionarios”.  La “anticipación”, en política, es una contradicción en los términos. No había ninguna fatalidad, no estaba escrito en ningún lado que Tsipras daría marcha atrás del referéndum en 48 hs y con el 62% de apoyo. No estaba ni en la naturaleza social de Siryza ni en ningún otro fundamento ontológico. Los escépticos, lo eran mucho antes y no tenían entre sus hipótesis la posibilidad misma del referéndum. Como lo dijimos más arriba, hubo formaciones y líderes valientes, como Chávez, que no provenían de un partido revolucionario. Se trata, una vez más, de dinámicas políticas, de luchas abiertas, de una historia por hacer y no ya trazada en el ADN “de clase” de ninguna formación. Ideas de este tipo han repetido esta letanía ante cualquier proceso popular no conducido por ellos mismos. Estaba sí, dentro de las posibilidades, puesto que Alexis Tsipras siempre rechazó la acusación de querer salirse del euro. Se trataba de una apuesta y una lucha política al interior de la única formación de izquierda que logró transformarse en vehículo de aspiraciones y expectativas de millones de griegos, aunque no fuese un partido revolucionario puro y conviviesen en él sectores heterogéneos. Hablando en términos de probabilidades, eran mucho mayores que surgieran fenómenos progresivos, luchas vivas, en el seno de Siryza que de los grupos sectarios o del EKK, perdido como está hace ya tiempo en su propio mundo. Lo confirma la Plataforma de Izquierda, hoy en el corazón de la lucha contra la austeridad en el nervio central del proceso político. Como dijo Marx, el movimiento real vale más que mil programas. Este proverbio hoy, luego de la crisis del socialismo real, en un continente donde no hay ninguna situación revolucionaria ni mucho menos, al revés, donde la derecha levanta cabeza y la clase trabajadora no da muchas muestras de resistencia, en fin, hoy, ese proverbio tiene más actualidad que nunca. ¿Quiere decir que no valen los programas? No, al revés, sólo desde el movimiento real pueden surgir los auténticos programas revolucionarios, es decir, populares, y no las recetas repetidas de memoria que valen para todo momento y lugar. Como lo revela la complejidad de la situación europea, el desafío de pensar estratégicamente la relación entre internacionalismo práctico, soberanía nacional e intereses populares, no es apta para formulismos que se cortan y pegan. En definitiva, tal como lo han formulado las corrientes críticas al interior de Siryza, sólo desde el corazón del proceso político que cristalizó en Siryza se podía y se debía intervenir, aprender, aportar e instalar una agenda anti-capitalista en una Europa que se está revelando más conservadora de lo que se creía. Sólo desde allí podía intentar resolverse la contradicción entre eurofilia y austerofobia. Un dilema que sigue abierto y que tendrá nuevos capítulos, en Grecia y fuera de ella. El plan es inviable. En las puertas de su fracaso se reabrirán los interrogantes sobre los beneficios de la Europa hiper capitalista. Mientras tanto, los trabajadores resistirán ajustes, cierres y privatizaciones. Habrá nuevos temblores políticos y batallas parlamentarias. Nuevos capítulos de una trama abierta y en disputa. No apta para los festejadores de fracasos y devoradores de migajas.

Clinâmen: Grecia y la posibilidad de una alternativa en Europa

Conversamos con Ulrich Brand, politólogo y economista alemán, sobre la situación actual en Grecia. Las alternativas a la lógica del Euro. El referendum y las negociaciones posteriores del gobierno griego. La economía social como emergente. La teoría del decrecimiento. La posibilidad de una disidencia en Europa: Podemos en España y la posición de Francia.

La pesadilla de un mundo en red

por Amador Fernández-Savater

“En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el Mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el Mapa del Imperio, toda una Provincia. Con el tiempo, estos Mapas Desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el Tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él. Menos Adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones Siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era Inútil y no sin Impiedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y los Inviernos. En los Desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las Disciplinas Geográficas
(Borges, “Del rigor de la ciencia”)

Las distopías o “utopías negativas” son obras de ficción que llevan hasta un extremo de pesadilla elementos o tendencias reales ya activas en el presente. Entre las más conocidas están por ejemplo 1984 de George Orwell o Un mundo feliz de Aldous Huxley. No puedo evitar leer La hipótesis cibernética, del misterioso no-grupo Tiqqun, como una obra de este tipo. Un relato, a la vez real e irreal, que advierte y alerta sobre algo. ¿Sobre qué? La pesadilla que se dibuja aquí es la deun mundo enteramente organizado en red: transparente, conectado, dinámico, autoorganizado, fluido. Una lectura que produce vértigo, sobre todo entre quienes hemos pensado en algún momento la red como metáfora-herramienta de emancipación. Quizá por eso, para protegerme, leo este ensayo como una obra de ciencia-ficción: “exageran, sólo es un mal sueño”. ¿Seguro?
De la hipótesis liberal a la hipótesis cibernética
Se dice que el liberalismo surgió como meditación sobre la guerra y anhelo de paz. ¿Cómo podían evitarse de una vez por todas conflictos armados tan devastadores como los que asolaron Europa durante los siglos XVI y XVII? Era necesario encontrar otro motor de los comportamientos humanos distinto a la pasión, al prejuicio, a la superstición, al afán de poder. ¿Cuál? El liberalismo respondió: la razón y el interés. Un ser humano se comporta racionalmente cuando, libre de la pasión, el prejuicio, la superstición o la voluntad de poder, actúa según su propio interés, bien entendido. Existe además, por analogía con la mecánica de Newton, una “armonía natural” entre los intereses humanos: la famosa “mano invisible”. Un buen gobierno, por tanto, es el que interviene lo menos posible, un gobierno “frugal”. Suprimiendo progresivamente todas las injerencias externas a este modelo (en el mejor de los casos, por medio de la educación), la sociedad podrá finalmente volverse pacífica, próspera, feliz.
La izquierda en nuestros días sigue, por lo general, empeñada en atacar y desmontar la hipótesis liberal. En ese sentido podemos entender por ejemplo la crítica de la “economía neoclásica” que se basa, aún hoy y contra toda evidencia, en los presupuestos del primer liberalismo: la confianza en la racionalidad del individuo-consumidor (que tiende a “maximizar el placer y huir del dolor”) y la confianza en la racionalidad del todo como suma armónica de las partes (la tendencia al equilibrio entre la oferta y la demanda, entre los bienes, los precios y el trabajo, etc.). Sin embargo, si prestamos oído a Tiqqun, erramos el tiro al pensar que nuestro enemigo es el neoliberalismo, entendido simplemente como actualización del liberalismo clásico. El liberalismo está muerto y enterrado, en los campos de batalla de las dos Guerra Mundiales, en los efectos de la crisis del 29, etc. Hoy vivimos bajo el imperio de otro paradigma, del que en todo caso el liberalismo es la cobertura ideológica: la Hipótesis Cibernética.
La Hipótesis Cibernética (HC) surge también como meditación sobre la guerra y anhelo de paz. ¿Cómo pueden evitarse las matanzas de las guerras mundiales, los desastres económicos, el antagonismo de las revoluciones comunistas? Hay algo en la hipótesis liberal que no funciona, que no da respuesta a estos interrogantes. La HC se inspira en la  teoría cibernética (“ciencia del gobierno y el control sobre la máquina y el animal”) fundada por los científicos e ingenieros Norbert Wiener, Claude Shannon, Gregory Bateson o John Von Neumann, y con múltiples prolongaciones hasta nuestros días (tecnologías de la comunicación, inteligencia artificial, ciencias cognitivas, etc.). Tres claves importantes de esta teoría serían, para lo que nos interesa:
– El orden (disminución de la entropía) es poco probable, lo más probable es el caos (o aumento de la entropía). Gobernar el comportamiento de personas o máquinas exige mecanismos de control que aseguren el orden, contrarrestando la tendencia a la desorganización.
– La clave del gobierno (“conducir la conducta”) es la información. La información es estadística por naturaleza y se organiza según las reglas de la probabilidad. Conocer los patrones de conducta del presente nos permitirá predecir y guiar las acciones futuras. La información (ya no el interés) es la “linfa vital” del orden cibernético.
– El control es, en definitiva, un problema de información y se consigue optimizando la comunicación entre las partes: el feedback (o intercambio de información) es clave en la teoría cibernética.
Por tanto, la HC ya no confía en la racionalidad del individuo (demasiado imperfecto, limitado, ignorante de sí mismo), ni tampoco en la tendencia al equilibrio del conjunto (más bien todo lo contrario), sino que trabaja en la construcción deliberada y consciente de un nuevo entorno social: un sistema-red de nodos transparentes, en conexión y desconexión permanente, organizado en torno a la gestión óptima de la información. El capitalismo cibernético. La pesadilla.
Ese nuevo entorno, el capitalismo cibernético, sería: un mundo transparente, traducido íntegramente a información, donde cada gesto, cada servicio, cada decisión y cada proceso generan una masa de datos, a procesar posteriormente por máquinas, algoritmos, reglas automáticas; una sociedad-red, donde toda relación se establece como feedback o interacción. Un vínculo electivo, altamente funcional, en el cual el otro aparece (y desaparece) a voluntad: conexión y desconexión entre nodos transparentes (perfiles); y un sistema dinámico, donde los flujos mercantiles se confunden con flujos de información. La lógica cibernética no piensa en términos de productos, estados o sujetos, ni de tiempo y espacio, sino de flujos, de medios fluidos, veloces y acelerados.
El gobierno cibernético
¿Qué significa “gobernar” en el paradigma cibernético, en qué consistiría un gobierno cibernético? El término «Kubernesis” significa “piloto” o “regulador”. Y justamente esa es la función del poder en la HC: pilotar en medio de superficies en movimiento, regular permanentemente flujos en circulación.
Gobernar, así, no sería tanto imponer o legislar, sino “coordinar racionalmente los flujos de informaciones y decisiones que se producen ‘espontáneamente’ en el cuerpo social”. Pensemos en Google, en Facebook, en los proyectos de smart cities… Se trata siempre de monitorizar la realidad, de recoger, procesar y conectar datos, de dar acceso y hacer de cada usuario un co-desarrollador, de buscar la cooperación público-privada, etc. Cuanto más sepamos, más capacidad de gestión en tiempo real y más capacidad de anticipación tendremos. Gobernar es hacer predecible. También, por supuesto, los comportamientos desviados, los crímenes.
En tres sentidos al menos, estamos ante un tipo de poder diferente. En primer lugar, el gobierno cibernético no es vertical ni autoritario, al menos en primera instancia, porque así perdería demasiada información. Por el contrario, es un gobierno que sabe pegarse a los territorios que gestiona, a través de una red de sensores o captores inteligentes de información (humanos o máquinas). No gobierna como una instancia ajena y exterior, sino que produce en lo posible a los gobernados como fuente de feedback (“participa», «habla”).
En segundo lugar, el gobierno cibernético no es un gobierno sedentario o estático, sino más bien “una dinámica de autoorganización” Un tipo de orden que no niega el caos, más bien busca permanentemente el equilibrio en el desequilibrio. Un gobierno capaz de seguimiento de flujos, procesos, devenires, a través de dispositivos nómadas de rastreo y trazado (más un brazalete electrónico que una cárcel). Un gobierno siempre “a la escucha”, a través de sondeos, encuestas y estudios.
Por último, el gobierno cibernético no es un gobierno centralizado, sino mediador. No sólo interconecta máquinas, procesos, información, personas y capitales, sino que borra las viejas fronteras de la arquitectura liberal del poder (público-privado, etc.) articulando esferas heterogéneas: fragmentos de Estado, sociedad civil, movimientos sociales.
Leída en nuestro contexto particular, la distopía de Tiqqun produce un cierto escalofrío. Uno no puede dejar de pensar que “la nueva política” es el agente histórico destinado a acometer el pasaje del viejo al nuevo capitalismo (cibernético) en el plano de las instituciones. Los “pilotos” de la HC no puede ser “gente viejuna” que teme o desconoce las redes, sino que han de ser “nativos digitales” que la asumen como paradigma o “imagen del mundo”: una forma de ser, de hacer, de pensar y, ahora también, de gobernar.
El malestar
Un amigo viajó hace poco a una ciudad lejana que desconocía. Salió del aeropuerto y fue en autobús hasta el centro, allí sacó el móvil y activó Google Maps. La pantalla llamaba su atención claramente sobre un icono, pinchó y era su hotel, muy cerca de donde se encontraba. Felicidad. Pronto podría descansar en lugar seguro. Pero… un momento, un momento, ¿cómo demonios sabía Google cuál era su hotel? ¿Qué cruce de datos…? Misterio. Esta sencilla anécdota, que puede resonar en cada uno con una historia similar, nos habla del carácter doble, ambivalente, del orden cibernético. Por un lado, las mil posibilidades que nos ofrece de conexiones, saber, visibilidad, ajustándose a nuestra vida como si fuera un guante; por otra, una cierta sombra de inquietud, un ruido de fondo de malestar (que no se reduce ni mucho menos a la cuestión de la “privacidad”).
Vamos a detenernos ahora en esa parte de sombra, que es de donde podrían surgir las rebeliones y alternativas a la HC. ¿De qué tipo es ese malestar? Algunas intuiciones, recogidas de conversaciones, libros o de la observación de mí mismo:
La transparencia, en el orden cibernético, implica quedar reducidos a “perfiles”. Convierte la experiencia en estadística. Pero no somos perfiles, sino singularidades con tonos, vibraciones y acentos propios. No somos “signos”, abstracciones comunicables e intercambiables, sino algo mucho más parecido a un jeroglífico, un laberinto, una rugosidad. No somos “muros”, donde todo el mundo ve de nosotros las mismas cosas y al mismo tiempo, sino “seres en situación”: distintos según el contexto que atraviesan, la trama de relaciones en la que se encuentran, etc. La “perfilización” es una mutilación de la multidimensionalidad de la vida, por exigencia de representación.
Además, la transparencia sustituye las relaciones de confianza por relaciones de control. Deja pasar la luz, pero una “luz que quema”: la mirada del inquisidor. En lugar de darnos confianza, construyendo situaciones y contextos de igualdad, nos volvemos vigilantes y jueces unos de otros, en una especie de panóptico distribuido, participativo.
La velocidad, en el orden cibernético, significa poner la vida entre paréntesis. Hay que correr siempre más, producir para seguir produciendo, actualizar permanentemente nuestra imagen, muro o perfil. No hay tiempo, ni espacio, sólo flujos en aceleración permanente. La urgencia es la temporalidad propia de la cibernética (y los nervios a flor de piel, su clima afectivo). Hay que eliminar todo lo que estorbe y nos haga más lentos, los lentos son perdedores. Pero una relación, un proceso de crianza, un duelo, tienen sus propios tiempos, heterogéneos a la temporalidad de la urgencia. A mucha velocidad no se puede elaborar nada, sólo aplicar respuestas automáticas, superficiales, descuidadas. No se puede cambiar de sentido, girar, bifurcar, sólo correr hasta la gran bofetada. No se puede pensar o crear si nada nos opone resistencia.
La conexión, en el orden cibernético, reduce la relación a interacción. Pero los seres humanos no nos “conectamos”, nos afectamos, chocamos, peleamos, nos herimos, etc. No “comunicamos”, descodificamos una sintaxis o desciframos una información, sino que vivimos en el malentendido, traduciendo una y otra vez a los demás (es decir, traicionando el original). Un encuentro no es un link o un feedback (“me gusta”, etc.). El malestar, aquí, consiste en la pobreza y la superficialidad de las interacciones. Tan fáciles como insatisfactorias. En la conexión hay vínculo instrumental, puntual, a placer. En la relación hay deseo común, sentido compartido, viaje con el otro.
Estrategias de subversión
“En nuestra época, sobre nuestro planeta, conocer a un ser humano significa interrogarle hasta la vivisección. Todos sabemos la carga sádica que puede contener la palabra pregunta . El inquisidor lo invade todo. Conocer a un ser humano significa, de hecho, no dejarle ninguna posibilidad de existir. Entonces, no le pregunto, le miro, le toco, le respiro, conmocionado por la fuerza desconocida que me comunica” (Jean Ipousteguy)
¿Cuál es el problema con la HC? Podría pensarse que se trata de una hipótesis buena, correcta, pero aún no realizada plenamente. Se trataría entonces, desde esta posición, de reclamar más transparencia, más comunicación, más participación, más redes, más cercanía entre gobernantes y gobernados, una mejor representación, en definitiva.
La apuesta de Tiqqun es sin embargo muy otra: considerar mala y errada la HC. Ya desde un punto de vista filosófico: por la idea del ser que implica. Para Tiqqun, la vida no es información, ni puede reducirse a ella sin daño. Los cuerpos no son nodos transparentes, los encuentros no son enlaces, el tiempo no es el tiempo real. Aunque la HC se piense y presente como un poder horizontal, en realidad sigue siendo una forma de poder normativa, coactiva, exterior. Destructora, por tanto, de todo verdadero habitar.
Para Tiqqun entonces no se trata tanto de perfeccionar o radicalizar la HC, sino dedevenir irrepresentables: opacos a su ojo de cíclope, ilegibles para sus máquinas binarias de sentido, impredecibles para sus técnicas de control.
¿Cómo? En su contra-fábula, Tiqqun propone numerosas estrategias. Lo hacepoéticamente, porque no se trata de convencer, ni de orientar la opinión y la acción de nadie, sino más bien de insinuar y sugerir formas de resistencia que luego cada cual tendrá que configurar, ensayar, etc. La resistencia a la HC tiene que empezar ya por los modos de comunicarse. Lo contrario de la transparencia no es el hermetismo, sino el poema. Es decir, formas de escribir que no embrutecen, que no atontan, que dejan espacio y libertad al lector.
Vamos a apuntar entonces, ya para acabar, tres de estas estrategias, dejándolas deliberadamente imprecisas para que vuele la imaginación: lentitud, ritmo y niebla.
Lentitud no es ir despacio, sino desacelerar: aprender a desconectar y desconectarnos de los flujos del capitalismo cibernético. Desconectar nuestra propia cabeza, en primer lugar. Es el arte de la interrupción: fuga, sabotaje sutil o levantamiento colectivo. Si la velocidad implica la respuesta automática y superficial, la insensibilización hacia el entorno, la irritación constante ante lo que nos hace obstáculo, la desaceleración de los flujos abre por el contrario la posibilidad del proceso y el encuentro. Permite darse tiempo. Para mirar hacia los lados y no sólo hacia adelante. Para ver, sentir o pensar las situaciones que habitamos. Para que lo nuevo pueda acontecer.
Ritmo: no se trata de ir lentos o rápidos, sino de encontrar nuestro propio tiempo. Pero el ritmo, dice Tiqqun, es necesariamente “cojo”. Es bellísima la metáfora de la “cojera” en Tiqqun. Caminamos, pero nunca un paso es igual a otro. Hay siempre imperfección, disonancia. La vida va y viene, entre la palabra y el silencio, lo visible y lo invisible, etc. Un ritmo vital será, pues, necesariamente “cojo”. Nunca el ritmo automático y unilateral de la máquina (que descarta lo pensado, lo lento, las asperezas, etc.). Tampoco el ritmo musical, armónico, que sigue paso a paso la partitura (el programa). En todo caso, el ritmo del free jazz: plural, disonante, abierto a la improvisación. Un ritmo que asume e incorpora los silencios, las mareas bajas, los fallos, los accidentes, etc.
Niebla. La HC, como hemos visto, gobierna extrayendo y procesando información, pero la información sólo es la parte codificable de la comunicación humana. La niebla sería la estrategia que confunde las exigencias de transparencia, de univocidad, de identificación. Lo que protege de la mirada inquisitorial («¿quién eres?») y permite que una experiencia pueda darse, desarrollarse, encontrar su propio ritmo, sus propias palabras para nombrarse y compartirse (lo que podríamos llamar la “autogestión del sentido”).
En cada gesto de desaceleración, en cada cojera que encuentra su ritmo, en cada foco de niebla, se genera un pequeño apagón. Una zona de opacidad, disimulo, libertad, vida. Intermitente o duradera, personal o compartida, pequeña o grande. ¿Pueden coordinarse estas experiencias, amplificarse hasta generar un cortocircuito fatal para la máquina cibernética? Sí, pero desde luego no agrupándose en algún no-lugar (partido, organización o plataforma), sino mediante un efecto de reverberación: cada una desde su lugar, en medio de la vida, pero resonando e intensificando su efecto con las demás. Hasta alcanzar un día, tal vez, quién sabe, un punto crítico de desestabilización del sistema y provocar el Gran Apagón.
Doy mil gracias por las lecturas y los comentarios a Ema, Tomás, Javier y Álvaro, ¡relaciones y no enlaces!
Algunas referencias utilizadas:
Impasse Adam Smith, Jean-Claude Michéa, Editions Climats, Paris 2012 (sobre el origen del liberalismo)
Franco Berardi (Bifo), sobre la diferencia entre conexión y relación.
Economía libidinal, Jean-François Lyotard, FCE, 1990. 
La sociedad de la transparencia, Byung-Chul Han, Herder, 2013
En el acuario de Facebook, colectivo Ippolita, Enclave Libros, 2012.
(Fuente: http://www.eldiario.es/)

Las coordenadas del entuerto

Presentación de La razón neoliberal, de Verónica Gago
por Mario Santucho


Para mi es un compomiso difícil presentar este libro de la compañera y amiga Verónica Gago. Nos conocemos hace demasiado tiempo, casi 20 años, y desde entonces trabajamos juntos. Digamos que las fronteras entre trabajo, familia y comunidad, también entre nosotros tienden a indistinguirse, en función de un proyecto político e intelectual que ha tenido distintos nombres, desde el viejo Mate, pasando por el Colectivo Situaciones, la editorial Tinta Limón y el más reciente Instituto de Investigación y Experimentación Política.
Este libro forma parte de esa historia de investigación militante, en la cual hemos construido diferentes amistades políticas. Porque así como la investigación militante supone un tipo de pensamiento que no es meramente académico y un tipo de militancia que vas mas allá de la representación, las amistades políticas implican complicidades que no se reducen a alianzas por conveniencia, para abrirse a un diálogo sobre la constitución misma de nuestros estilos y formas de vida. El Colectivo Simbiosis Cultural, compuesto por jóvenes migrantes bolivianos, Silvia Rivera Cusicanqui (Bolivia), Raquel Gutierrez Aguilar (México), Marta Malo (España), Sandro Mezzadra (Italia), y varios de los protagonistas que pueblan este libro, no son apenas autores que Vero refiere en sus citas, sino interlocutores permanentes con quienes componemos búsquedas y, últimamente, compartimos más dudas que hallazgos.
Ahora bien, La razón noliberal es también un producto académico. Se trata de una tesis de doctorado que ha sido reescrita para su publicación en la editorial autogestionada Tinta Limón. Asistimos así a un desplazamiento: de la escritura colectiva a la autoría individual y de la pretención por construir intervenciones inmediatamente políticas a un registro más denso, meditado y consistente. En ese sentido hay que admitir, como suele decirse, que “esta obra no hubiera sido posible” sin los subisdios del Estado Nacional a la investigación universitaria. El financiamiento estatal sostenido y el deseo de muchísimas personas han logrado investir simbólicamente al espacio académico, aunque no esté muy claro su sentido en la escena contemporánea. Traspolando palabras de la autora, la academia es hoy un territorio que promueve la inversión en el sí mismo, provee un ideal de progreso y habilita una razón calculadora, en el marco de una pragmática idealista. Podríamos ser más caústicos y acudir a la imaginación de otro libro extremadamente feliz publicado el pasado año, La amargura metódica, que califica este reverdecer como una época de vacas gordas, construida gracias al método del feed-lot. Pues bien, esta tesis sobre las economías barrocas, que entre otras originalidades introduce la posibilidad cierta de un Foucault latinoamericano, deberá ser discutida con detenimiento en claustros y congresos, y será citada profusamente en papers y publicaciones.
Permitanme ponerme un poco serio, entonces, y felicitar a la Dra. Gago, porque ciertamente estamos ante un pensamiento inédito, singular y potente. Pero si Vero sale airosa del desafío que asumió, es gracias a la fuerza de su hipótesis feminista. Pues tengo la impresión de que no estamos, como se dijo, ante un libro erudito. Es algo parecido, pero distinto. Es un trabajo más bien meticuloso. Detallista. Podría decirse que no deja puntada sin hilo. Cada aspecto del problema en cuestión, es recorrido puntillosamente, con una precisión que impacta.
Sin embargo, intuyo que este libro tendrá también sus detractores. Así como hace unos años recibimos el mote de románticos por “idealizar” a los movimientos sociales, hoy tal vez acusen a Vero de construir una imagen demasiado “positiva” de los migrantes bolivianos en Buenos Aires. Y no es casual, porque su principal virtud consiste en demoler las bases mismas de la moral dominante en este siglo veintiuno latinoamericano. Y lo logra con creces.
La metropólis contemporánea no cesa de volverse más y más heterogénea. Una nueva composición social desafía las pautas tradicionales de la gobernabilidad urbana. Esta realidad abigarrada y promiscua está en la base del discurso de la seguridad, y de las micro percepciones xenófobas, al tiempo que contrasta con los grandes relatos de la inclusión social. Dice Vero: “la diferencia, para ser pensada como fuente material, productiva y dinámica de la heterogeneidad de nuestras ciudades, tiene que crear sus propias medidas y normas, para que sea reconocida a partir de su producción de valor”. Todo el libro es un esfuerzo enorme, complejo y eficaz por operar esta inversión del punto de vista. No se trata de solidarizarse con las víctimas, ni de escandalizarse por el resurgir de la esclavitud. Muy por el contrario, hay que despabilar y tomar nota de la impresionante potencia de sujetos que proliferan en la informalidad, mas acá del lenguaje de los derechos. En este sentido, estamos ante una verdadera obra de perspectivismo. A mi juicio, es aquí donde hay que encontrar el aporte político mayor de este trabajo.
Ahora bien, la autora se hace cargo de las consecuencias del desafío teórico asumido. Al sumergirse en el plano de la constitución de los sujetos, la polémica no se limita a una discusión con las derechas posmodernas. La mirilla cambia de referente y el objetivo principal pasa a ser el neodesarrollismo. Específicamente, la alternativa propuesta por la razón populista entre estado y mercado, que da lugar a una nueva autonomía de la política. Pero la potencia de la investigación, según mi modesta opinión, no radica tanto en el nivel ideológico, sino en la interpretación de esos ensamblajes productivos que la autora denomina “economías barrocas”, y de la formidable recomposición de una fuerza de trabajo que desborda la forma salarial. Llegados a este punto emerge el argumento principal del libro, la aparición de un “neoliberalismo por abajo”, una red de prácticas y saberes que asume el cálculo como matriz subjetiva primordial y que constituye el motor de las economías populares.
La fuerza de esta idea se constanta en la multiplicidad de derivas que habilita. Resumiré sólo una que me interesa especialmente y tiene que ver con el tema de este ciclo (Actores, políticas y dinámicas en la ciudad neoliberal). El gigantezco negocio textil que ensambla decenas de miles de talleres y cientos de predios feriales, que se ramifica en los shoppings y galerías más prestigiosos del país, que comunica las villas urbanas con las comunidades indígenas, que se prolonga en efusivas fiestas plebeyas… proyecta sobre la ciudad un particular régimen de visibilidad, que los medios se han encargado de catalogar como “clandestino”. Si queremos eludir las anteojeras policiales que distinguen únicamente entre lo legal y lo criminal, conviene hacer foco en la dimensión productiva, para entrever en qué medida la opacidad de tales tramas económicas tienen un origen rentístico. Exactamente igual a lo que sucede con el sistema financiero, es decir en el “neoliberalismo por arriba”.
La lectura de este libro nos permite señalar tres vectores principales de creación de beneficios.
– De un lado, la marca. Cada vez más concentrada en el aspecto espiritual del proceso, que consiste en modular las formas de vida de las clases con mayor poder adquisitivo. La materialidad de este segmento recae en el diseño y la publicidad, mientras que la confección propiamente dicha se mantiene a distancia de las firmas, gracias al yeite de la tercerización. La rentabilidad extraordinaria surge del abismo que separa el precio del producto y los costos de su confección.
– Por otra parte, la feria: la Salada y sus ramificaciones, incluído el circuito Avellaneda. Una compleja madeja logística y de comercialización, protagonizada por un nuevo empresariado político-social (que algunos catalogan como mafioso). Territorio de frontera que perfora el espacio reglado por la legalidad estatal y mercantil, atenuando el poder de fiscalización del Estado y utilizando técnicas de sabotaje comercial. La venta masiva a precios bajos garantizan el éxito ferial, que consiste en apropiarse de una tajada significativa del consumo interno de la indumentaria, un mercado que crece muchísimo en épocas de aumento de los ingresos populares (un empresario del sector nos decía que “la ropa se ha vuelto una droga”).
– Por último, el taller, el eslabón propiamente sumergido, donde se emplean los costureros, quienes soportan el peso de toda la cadena. Aquí el análisis de Vero va a fondo, hasta tocar la sustancia misma del problema. El taller es una zona de producción regida por patrones de excepcionalidad, a partir de la existencia de formas laborales muy precarias. La precariedad, que no es sinónimo de pobreza, constituye un tipo de explotación que no usufructúa sólo la fuerza de trabajo, sino también las formas vidas singulares. Por eso, la precariedad hace rato ha dejado de ser un fenómeno marginal y se generaliza. Pero la especificidad del trabajo costurero de los migrantes bolivianos tiene que ver con el plus de valor que proviene de la comunidad. Semejante diferencial, reforzado por la guetificación etnicista que capitaliza el estatuto legal del extranjero, genera lo que se denomina una “renta de posición”, que impacta de lleno sobre el mercado laboral.
El “neoliberalismo por abajo” puede pensarse entonces como un triángulo sin base horizontal, conformado a partir de tres vectores de producción de renta (uno lingüístico, otro logístico, el tercero comunitario).
La pregunta, para ir finalizando, es cómo politizar este complejo ensamblaje de fuerzas. Vero nos deja, parafraseando a la presidenta, premisas “muy incómodas”, en tanto arruinan los presupuestos de todo voluntarismo político. Ella asegura “que el terreno de la subjetivación es decisivo para desarrollar un pensamiento político transformador”. En clave feminista, agrega que esa subjetivación (en su doble sentido de afirmación y sujetamiento) debe ser entendida como un proceso no homogéneo ni unitario, que exije ser abordado en todas sus variaciones, determinaciones y ambivalencias.
Cuando uno lee esta fórmula, puede pensar que se trata de un ejercicio de sofisticación teórica o de un ardid literario. Pero ahora que junto a ella y otrxs compañerxs hemos fundado el Observatorio del Trabajo Sumergido como resultante del movimiento generado por la Asamblea Textil de Flores, y nos apercibimos de lo difícil que resulta la emergencia de un sujeto costurero, con organización y palabras propias, pues uno empieza a tomar dimensión de la magnitud del desafío que enfrentamos. Gracias a Vero, entonces, por tu capacidad para mostrarnos las coordenadas de este entuerto.
Buenos Aires, martes 14 de julio de 2015

El kirchnerista que no vota a Scioli

por Diego Genoud

Se pasó los últimos 12 años defendiendo al gobierno nacional. Volvió a creer en el peronismo, comenzó a juzgar distinto a los periodistas que antes admiraba y perdió amigos con los que creía coincidir en todo. Se entusiasmó con muchas decisiones, se enojó con muchas otras pero se juramentó respaldar a Cristina hasta el último día. Siempre cuestionó a los sectores que habían formado parte del menemismo y a los dirigentes de origen liberal que escalaban posiciones en el organigrama del gobierno. Pero lloró la muerte de Néstor Kirchner y se espantó ante cada frase de una oposición que hace política para la clase media alta y los empresarios.

Durante los años noventa, vivió con tristeza las privatizaciones, el desempleo, las relaciones carnales y la frivolidad. Su padre había sido dirigente sindical peronista de un gremio poderoso y lo había hecho nacer a la política en un mundo que hoy ya no existe. Su padre, que había llegado también a presidir un club de futbol, fue el que lo formó en lo político y en lo personal. Sin idealizarlo nunca, respetó a Hugo Moyano por oponerse al menemismo y enfrentar en la calle la reforma laboral de Fernando De la Rúa y Chacho Álvarez. A partir de 2003 y durante ocho años respaldó la alianza del gobierno con el jefe camionero. Cuando la Presidenta, rompió con Moyano, se quedó del lado del gobierno y cuestionó con más fuerza que nunca todas las prácticas sindicales que había conocido desde siempre.

Fue siempre un crítico de la Iglesia Católica y del liderazgo de Jorge Bergoglio. Lo vio como el jefe de la oposición y, cuando el cardenal se convirtió en Francisco llegó, lo siguió cuestionando en voz baja pese a que muchos de sus amigos comenzaban a venerarlo.

Cuando entendió que el Frente para la Victoria no tendría un candidato propio para competir en las elecciones presidenciales, empezó a pensar en votar a alguno de los ocho candidatos que querían convertirse en herederos de Cristina. Prefería a cualquiera, menos a Scioli. Se ilusionó cuando vio que Florencio Randazzo avanzaba en la campaña con críticas a los tres candidatos que aparecían arriba en las encuestas y fulminaba al gobernador bonaerense.

Siempre dijo que nunca iba a votar a Scioli. Y lo mantiene. A pesar de que ahora es el candidato y de que cuenta con el respaldo de la Presidenta. Lo conozco. ¿Es el único?

De pliegues y resistencias

(Sobre La Subjetivación, de Gilles Deleuze)[1]

por Diego Sztulwark



¿Más Foucault? Un Foucault político, con centro en la noción de resistencia. Un Foucault vitalista, pero de un vitalismo que no se separa de un fondo de “mortalismo” y para el que la vida no es sino conjunto de “funciones que resisten a la muerte”. Un Foucault para el cual la cuestión de “¿qué es pensar?” se formula trazando líneas: líneas curvas (enunciados), línea de cuadros (visibilidades), las forma estratificadas del saber; líneas agitadas, oceánicas o moleculares de las fuerzas (poder); líneas flexionada de resistencias, línea plegada de singularidades substraída a la relación de fuerzas (subjetivación). Así lo presenta Gilles Deleuze en su curso de 1986, íntegramente dedicado a exponer los conceptos originales de Foucault y a trazar sus relaciones posibles, así como las relaciones con filósofos con los que se encuentra en situación privilegiada.  

Lo político formidable, en esta presentación del “último” Foucault, consiste en el descubrimiento de la autonomía de la subjetividad, instancia que se deriva de las relaciones fuerzas y de las formas (saberes). Esa derivada es la adquisición última y fundamental de la política que Foucault encontró en los griegos cuando buscaba romper el impasse al que había llegado, según Deleuze, por el efecto hiper-totalizador del diagrama de fuerzas del poder. Una totalización que no dejaba respirar, ni permitía comprender el pasaje inmanente de los diferentes diagramas históricos.   

El problema que se planteaba a Foucault era el de la compresión histórica de la mutación de los diagramas (de soberanía, disciplinarios, de control). Las fuerzas  entran en relación en virtud de su doble poder de afectar (actividad) y de ser afectadas (espontaneidad). La aptitud para afectar y padecer permitía identificar las singularidades afectivas o reactivas en las fuerzas. Pero lo reactivo(punto en que una fuerza es afectada por otra) no es lo resistente (instancia autónoma del poder). Y sólo lo resistente de los contrapoderes permite comprender el carácter variable e histórico de los diagramas de poder.
¿Qué es lo que vieron los griegos? Fueron, para Foucault, los primeros en “plegar la fuerza” (la cuestión del “gobierno de sí” como condición del “gobierno de los otros”). Y lo hicieron, no en función de un “milagro” particular, sino en virtud de su diagrama de poder consistente en el juego de la rivalidad entre agentes libres.

El pliegue es la operación que lleva a la autoafección de la fuerza. El plegamiento no se da –esta es su autonomía– según los saberes o los poderes de su época, sino en función de lo que Deleuze insiste en llamar “reglas facultativas”. El pliegue se opera sobre la línea del afuera, que es otro nombre para el elemento informal de las fuerzas. La subjetivación es el proceso mediante el cual se constituyen momentos de vida autónomas por vía de la substracción (derivación) del saber-poder. Y el carácter resistente de sus singularidades consiste en su capacidad de desplegarse por su cuenta, acosadas tanto por las tentativas de investimento por parte del saber, como de las pretensiones de control de lo poderes.

¿En qué se distingue la subjetivación de la pretendida “vuelta al sujeto” que Deleuze rechaza por completo? En la subjetivación, el interior (el sí mismo) está hecho desde el exterior, el pliegue está hecho con la misma materia del afuera. La subjetivación no permite pensar un interior cerrado (institucional o psíquico), sino como terminal de un medio exterior. En otras palabras: es con relación al diagrama de las fuerzas que la subjetivación actúa como un operador de subjetivación. Y por esto es que la resistencia, en Foucault, se da como creación.

El pliegue ha sido pensado por muchos filósofos. Deleuze se concentra sobre todo en una comparación con Blanchot y Heidegger. Con Blanchot, se trata de comprender que el elemento informal de las fuerzas es un afuera absoluto, una línea de muerte imposible de franquear. El pliegue, en Foucault, será siempre un arrancar vida a la línea de la muerte, un vencer provisorio de la vida sobre la muerte. Un “vitalismo” sobre fondo mortecino. El pliegue, desde este punto de vista, crea una subjetivación en medio del hundimiento y la catástrofe. ¿Cómo no ver aquí una condición fundamental para la política radical? Separados del pliegue que extrae vida de la línea de la muerte, los vitalismos no son sino figuras retóricas inconsistentes.

Y con Heidegger se trata de la distinción fundamental entre un “posible lógico” (el pensamiento siempre cuenta con la posibilidad de pensar) y una potencia efectiva (el pensamiento tomado en un encuentro con otra cosa). Lo que da a pensar es siempre el afuera. La fórmula heideggeriana “todavía no pensamos” apunta a destituir la imagen lógica del pensar. Heidegger, pero también Artaud, para quien el pensar está afectado por un “impoder” que no se resuelve nunca a partir de la “posibilidad”, sino de un nuevo poder vital. Y aún Proust, para quien lo que fuerza a pensar es siempre un signo del mundo exterior (celos, enamoramientos).

No nos equivocaríamos demasiado si tratásemos de encontrar una zona común entre la subjetivación en Foucault y la noción de devenir en Deleuze y Guattari. ¿No hay en la constitución de ambos conceptos fundamentales una evaluación del ‘68? Eso afirma Félix Guattari en diálogo con Deleuze sobre el 68 como constitución de pliegues en la extraordinaria clase del 13 de mayo. Guattari retoma el 68 como tentativa de subjetivación (conjunto de resistencias, de afirmaciones autónomas), aunque critica a Foucault por no haber sabido diferenciar suficientemente la “lógica de los afectos” del juego de las fuerzas. El pliegue, para Guattari, introduce un nuevo sistema de referencias que, o bien produce un trastocamiento, o bien activa una recuperación de las subjetividades por parte del sistema de los saberes y las relaciones de fuerzas.

Con Guattari, las subjetivaciones se colocan en el centro de la gran política. La modulación de los afectos y los vuelcos de la subjetivación se convierten en el principio analítico absoluto. Frente popular, New Deal, fascismo, la política española, integración a la japonesa, y la subjetivación a la brasileña son otros tantos casos de una lucha entre producción de subjetividad y proliferación de arcaísmos hipercapitalistas: “cuando un operador es lo suficientemente potente para cambiar completamente las coordenadas de subjetivación de un ámbito, mientras que funciona, tiene todo tipo de consecuencias, todo tipo de efectos, puede contaminar todo el planeta, tal como en el 68 (…) pero luego, si se quiebra, hay por el contrario, un ascenso de viejos modos de subjetivación que van a reanimarse, a retomar el poder, a reinstaurarse de manera tanto más violenta cuanto que hubo imposibilidad para ese nuevo proceso de subjetivación de hallar su propia duración, su propia memoria”.         

La subjetivación es la fuente de las singularidades resistentes y de apertura de potencialidades de un campo social. De hecho, en estas clases, Deleuze está construyendo sin decirlo un formidable encuentro político entre Foucault y Mil mesetas. Si la “problematización”, en Foucault, se expone a partir de cuatro ejes (forma de lo visible y forma de lo enunciable, fuerzas-poder y subjetivación) los “agenciamientos” de Mil mesetas estarán construidos por líneas equivalentes: sobre un eje horizontal, actuarán los agenciamientos maquínicos de cuerpos (contenido) y agenciamientos colectivos de enunciación (expresión); y sobre un eje vertical  los vectores de territorialización (diagrama) y de desterritorialización (deseo, máquina abstracta).            

En otras palabras, lo político –para Foucault, pero también para Deleuze y Guattari– pasa por la afirmación de una instancia no estructural que opera por derivación (substracción/extracción) respecto de las relaciones de fuerzas. No se trata para ellos de simbolizar esta instancia, sino de pensarla en torno a las fuerzas o afectos. Si lo político combina una y otra vez la subjetivación con el saber y el poder (todo tipo de compromisos y reformas) su dinamismo más propio surge de su persistente autonomía, de su tendencia a resurgir en las coyunturas mas oscuras El descubrimiento del pliegue de las fuerzas coloca a Foucault más allá de la microfísica del poder, en la medida en que se incluye ahora al afuera.

Pero ¿cómo pensar este afuera? El afuera es lo que da a pensar, pero es también lo más interior, lo impensado del pensamiento. El afuera es velocidad infinita. Velocidad que experimenta el pensamiento. Lo que lleva a Deleuze a preguntarse por el pliegue desde otro ángulo: ¿cómo ser estos seres lentos que somos cuando somos atravesados por estas velocidades infinitas? Por una vez no se trata de discutir. “si han comprendido” algo de Foucault, dice el profesor Deleuze a sus alumnos, no le opongan objeciones: traten de conocer las “reacciones afectivas” que les produce. Y si el pensamiento de Foucault no les conviene al menos habrán encontrado la dirección en la que pueden seguir pensando.


[1] Gilles Deleuze, La subjetivación. Curso sobre Foucault. Tomo III, Cactus/Clases, Bs-As, 2015)

Los ojos azules bien abiertos

por Ezequiel Casanovas
(Fotos: Pablo González)

Una noche de enero de 2015, Cristian Pilotti agarró a su novia del cuello, le gritó que era una puta, que la iba a matar y la golpeó en la cabeza hasta dejarla inconsciente. La justicia lo consideró “tentativa de femicidio”. Con las resonancias del #NiUnaMenos todavía en el aire, crónica de una historia de violencia machista.
Vicky está contra la pared de la habitación de Cristian y no podrá escapar. Los ojos azules bien abiertos por el miedo. El pedido, el ruego para que hablen no alcanzarán a tapar los gritos, las amenazas. Tampoco su mano de mujer delgada. Por más que la estire y trate de doblar el brazo de su novio. No podrá con ese caño trabajado en años de gimnasio ni con la mano como tenaza que la sostiene del cuello. Ni con la otra, ya puño que se estrella contra sus pómulos, sus labios, sus mejillas.
Los golpes podían llegar si Vicky saludaba a alguien y no lo presentaba. Si entraba a un Facebook de otro hombre. Si se ponía una minifalda o un jean. Si se maquillaba mucho, poco o iba a cara lavada. Siempre le echaba la culpa. Siempre los celos, la desconfianza de Cristian.
Aquella noche, después de siete años de relación, Cristian le revisó el celular. Encontró un mensaje de alguien que le decía a su novia que era una reina y debía ser tratada como tal. Ella contestaba que estaba bien y elegía estar con él. Pero no alcanzó.
—Hay cosas que tengo tapadas —dice Vicky para explicar que esas situaciones eran normales en la relación y de muchas ya no se acuerda.
Hay cosas que tiene tapadas. Se acostumbró: un buen maquillaje para los pómulos morados; hielo para la hinchazón en los labios; el pelo como una cortina para las marcas en el cuello. O decir, como le dijo un día de ojo morado a su mamá, que Cristian le había dado un codazo cuando abrió la ventana.
**
El 21 de agosto de 1989 Alejandra y Roberto tuvieron a su tercera hija en Rosario. Victoria Montenegro llegó veintitrés meses después que las mellizas Fernanda y Soledad. A los dos años, la familia se mudó a Mar del Plata. Siempre vivieron en San José, un barrio de clase media trabajadora. Ahí, en 1997 nacieron los más chicos de la familia: Eugenia y Rodrigo, también mellizos.
Vicky andaba de acá para allá con sus hermanas más grandes. Uno de los juegos favoritos era con las barbies. Tenían varias y hasta les habían regalado la casita para esas muñecas. Las peinaban, las cambiaban y a veces les inventaban alguna historia. El barrio estaba lleno de chicos: jugar en la vereda era otra opción. O iban a patinar a alguna plaza.
La naturaleza le gustaba desde chica. El jardín y parte de la primaria los hizo en el colegio Albert Schweitzer y, cada año, los llevaban de campamento. La escuela le encantaba y Alejandra todavía lamenta que en cuarto grado tuvieron que cambiarla a la número 20 porque ya no podían pagarla.
Cuando tenían entre ocho y diez años Fernanda iba con Vicky a hacer los mandados y su hermana miraba para abajo todo el camino. Entraba a los negocios, volvían y nunca levantaba la cabeza. En los cumpleaños lo mismo. Se quedaba sola, sin hacer nada hasta que alguien le hablaba y la invitaba a jugar.
El Polivalente de Arte era el colegio de Fernanda y Soledad y el que eligió Vicky para hacer el secundario. A la mañana tenía clases y a la tarde danza. Dos años después no soportó más. La danza no era lo que esperaba y no había diferencia entre la doble escolaridad y leer un libro de mil páginas. Terminó cambiándose al Federico Leloir.
A los quince tuvo a su primer novio. Lo conoció en el centro donde los chicos y chicas se juntaban a conseguir tarjetas para algún boliche. Se llamaba Lucas pero para Vicky era más un amigo que una pareja. Escuchaban mucho reggae, se la pasaban haciendo trenzas de tela, yendo a recitales.
Alejandra recuerda que sus tres hijas más grandes compartían el mismo grupo de amigos. Eran como quince y cuando no iban a bailar se quedaban en su casa, ponían luces, equipo de música y una de las habitaciones se convertía en pista de baile. Fernanda dice que esos fueron los mejores años. Iban juntos a todos lados, se querían mucho y compartían los mismos códigos.
Durante toda esa época, Vicky se imaginaba una tarde de verano en la playa. El cielo enrojecido del atardecer. El mar oscuro pero azul apenas con unas ondas sin ganas de ser olas. Ella, vestido blanco, del brazo de su padre. La gente de pie a los costados de un camino para que la novia llegara al altar y al novio que la esperaba junto al cura. El sí, acepto y después una fiesta de dos días.
El Cristian del principio -como lo llama Vicky ahora- se parecía al novio de ese sueño. Era compañero, contenedor, la entendía y aconsejaba. Las salidas eran muchas y variadas: pasaban el día en la playa, se iban a Santa Clara o Miramar, tomaban mate en la Costa, iban al cine, a bailar y organizaban campamentos. Lo que ella proponía siempre estaba bien. Tenía todo lo que Vicky esperaba para enamorarse. Pero le cuesta recordar esa etapa. A Fernanda no.
El abuelo materno era uno más en la casa. Siempre vivió a pocas cuadras y lo veían todos los días. Para Fernanda y las hermanas era el amor de sus vidas: un padre. No llegaba a los 70 años y tenía soriasis. Un día de marzo de 2009 fue a la clínica para hacer un tratamiento de la enfermedad pero le inyectaron mal un medicamento y murió a los tres días.
Cristian no se movió de al lado de Vicky. La acompañó al velorio, a la casa, al entierro. Preguntaba si alguien de la familia necesitaba algo y no se olvidaba de decirle a su novia que todo iba a estar bien.
Ahora, Vicky no puede explicar en qué momento cambió la relación. Fernanda cree que sí. Se acuerda la primera vez que lo vio violento: hacía más o menos un año que salían. Vicky llevaba un vestido color crudo, la cara apenas maquillada, el pelo suelto. Tomaban una cerveza en la casa y al rato llegó Cristian que la venía a buscar para salir.
Él y Fernanda estaban sentados a la mesa rectangular del comedor de paredes blancas sin ningún cuadro. Vicky se fue a la pieza y volvió con un short y una remera. Preguntó cómo le quedaba. Fernanda le dijo que bárbaro. Cristian estaba atrás suyo: lo escuchaba pero no podía ver las señas que hacía y dijo que estaba de acuerdo pero a su hermana se le transformó la cara. Se fue y cinco minutos más tarde volvió con un pantalón y camisa escocesa. Para Fernanda también le iba bien. Cristian opinó lo mismo. Vicky miró al suelo y volvió a la habitación a cambiarse otra vez.
Fernanda fue al baño. Salió y desde el pasillo que da a la habitación escuchó a Cristian diciéndole a Vicky que con short, pollera o jean era igual:
—A mí me chupa un huevo lo que te pongas: siempre vas a ser una puta.
**
Vicky vio que el puntero del mouse se movía solo aunque hacía unos minutos que nadie tocaba la computadora. La flecha fue hasta el zócalo de la pantalla, se posó en el ícono del Messenger y lo abrió. Ella se sentó en el escritorio y agarró el mouse. El puntero se detuvo.
A los dos días, el técnico que revisó el CPU descartó un virus o cualquier otra falla. Pero Vicky no estaba loca: alguien manejaba el puntero desde otra computadora. Era Cristian que había instalado un programa espía. Podía ver con quien chateaba, las páginas a las que entraba y hasta los trabajos que hacía para el profesorado de maestra jardinera.
Estaba en primer año y había dejado Publicidad, la carrera que siguió apenas terminó el secundario. Le gustaba pero no se imaginaba entre campañas y avisos. Todas las mañanas cuidaba a los nenes de dos y cuatro años de su vecina. Jugaban, pintaban, la pasaban bien y pensó que su vocación era estar al frente de una sala en un jardín de infantes.
La relación con Cristian llevaba más de dos años y no era como al principio. Cuando iban a bailar o al cine pasaba algo que disparaba los celos de él. Igual que cuando estaban con el grupo de amigos de Vicky. Su novio siempre se enojaba. Sobre todo si alguno de los chicos la miraba, le hablaba o se reía y ella se empezó a distanciar. Sus amigos le hablaron, le pidieron que no se aleje pero después la dejaron ir.
Cristian también sabía mostrarse como cuando lo conoció: la hacía reír, la acompañaba, la contenía. Vicky hacía todo para que ese momento fuera lo más largo posible. Si sonaba su celular se encargaba de que supiera quién la llamaba y si no estaban juntos le avisaba cada uno de sus movimientos. Todo el tiempo pensaba cómo proteger la relación y a Cristian. La única forma de cambiarlo  —y estaba convencida de que lo iba a cambiar— era estando con él.
Vicky miraba a sus papás. Habían tenido problemas económicos, familiares, pérdidas de personas muy queridas. Incluso, Roberto, camionero, trabajaba en San Nicolás y veía a la familia un fin de semana cada quince días. Pero con Alejandra hacía más de veinte años que estaban juntos. Para ella, el amor era luchar contra todo y a Cristian lo amaba.
El primer año en el IDRA, el instituto donde cursaba, fue inmejorable: metió todas las materias. Un día de octubre de 2010 se preparaba para rendir un parcial a las seis de la tarde y le llegó un mensaje. Una exnovia de Cristian le decía que él le acababa de escribir para verla. Ella lo llamó y le contó. Cristian le pidió que esperara en su casa, estaba yendo para allá. Quería explicarle.
Vicky se fue a rendir. Caminaba por la calle Córdoba y dos cuadras antes de llegar al instituto vio a su novio que venía de frente. Dobló, hizo una cuadra y volvió a doblar en San Luis. El IDRA tenía entradas por las dos calles. Nunca va a saber cómo pero Cristian le había ganado. Estaba cerca de la puerta aunque no pudo evitar que ella se escondiera entre otras chicas y entrara.
No había llegado al aula que el teléfono sonaba y sonaba. Vicky no atendía y lloraba. El primer mensaje de texto decía “salís o entro y te cago a patadas”. El segundo: “voy a romper todo te voy a matar”.
Vicky, la respiración entrecortada por la angustia, apenas le podía explicar a su profesora que no iba a rendir. La mujer la obligó a mostrarle los mensajes. Le dijo que lo normal era que su novio le preguntara a qué hora salía y la esperara. Ella le aseguraba que no iba a entrar, que no pasaría nada.
Desde el instituto se comunicaron con Alejandra. Un empleado de seguridad privada vigilaba a Cristian que miraba hacia adentro o iba de una puerta a la otra. A medida que terminaban de rendir, las demás chicas le hacían compañía a Vicky.
De afuera llegó el ruido de la sirena. Un patrullero se llevó a Cristian de la puerta del instituto. Ella no podía creer lo que estaba pasando. Ya no habría excusas: en un rato se quedó sin maquillaje para el ojo morado, sin pelo que escondiera los dedos marcados en el cuello. Desnuda como mago al que le descubren todos los trucos: su familia, sus compañeras y todo el IDRA ya sabían.
Vicky se moría de vergüenza.
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Según la ley 12569 de la provincia de Buenos Aires, la Violencia de Género puede denunciarla cualquier persona. No sólo la víctima. Pero nadie hizo la denuncia.
Las denuncias por violencia de género se hacen en la comisaría de la Mujer. Según el Centro Municipal de Análisis y Desarrollo del Delito, en 2014 hubo 1139 denuncias y estiman que las víctimas son más de 7 mil: la mayoría de los casos no se llega a denunciar.
El 108 es una línea de asesoramiento gratuita que dispuso la dirección de la Mujer de la comuna a la que puede comunicarse la víctima o cualquier persona que sepa o sospeche de una situación de violencia. En enero y febrero pasados recibió en promedio 700 consultas mensuales. Más de 23 llamados por día. En 2014, el promedio fue de 600 por mes.
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“No se considera como un hombre violento ni golpeador”, dice un asistente social sobre Cristian. Lo entrevistó en el marco de la causa en que figura como imputado y el informe final consta en el expediente.
Nació el 7 de enero de 1990. Le dicen Pilo —su apellido es Pilotti— y es el mayor de cinco hermanos. Los trillizos tienen dos menos que él y al menor le lleva nueve. Vive con ellos y sus padres en el barrio Hipódromo.
Desde los dieciocho años trabajaba de ocho a tres de la tarde en el Ente Municipal de Vialidad y Alumbrado. Manejaba un camión de “Bacheo al toque”. Según él, nunca tuvo problemas ni sanciones laborales. También es guardavidas y conductor náutico.
Cuando salía del trabajo, iba al gimnasio. Hacía musculación, cinta, bicicleta, spinning. Con uno de sus hermanos, personal trainer, seguía una dieta a base de proteínas para subir de peso. Los kilos demás se convierten en músculos. Todos los días comían arroz con pollo, ocho claras de huevo y tomaban polvos proteicos con carbohidratos y aminoácidos. Nunca probó anabólicos ni esteroides.
Fumaba marihuana desde los dieciséis. Probó cocaína pero no le gustó. Hacía dos años que consumía éxtasis. También pepa junto con alcohol todos los fines de semana para ir a fiestas electrónicas. “Me pega alegre”, dice.
A su relación con Vicky la describe como “la única en que tuvo sentimientos”. El asistente social escribirá que Cristian no registra la situación de violencia por la que se lo acusa. Sí otras veces en las que tuvo ganas de pegarle a Vicky pero logró reprimirse y controlarse. “Es la única persona que logró sacar lo peor de mí. Nunca le levanté la mano a una mujer”, dice Cristian.
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El mensaje de Cristian decía que estaba pasando por el momento más difícil. Vicky le respondió y quedaron en encontrarse en la puerta de su casa. El mismo lugar donde se habían visto por última vez hacía un año. Fue una noche de febrero de 2012. El cielo despejado, el calor, sugerían una cerveza o una vuelta por la costa pero él no quiso. Tenía que contarle algo antes que se enterara por otra persona. Estaban en su auto, lloraba y un temblor le sacudía todo el cuerpo. Tardó unos minutos en reponerse. Ella pensaba que estaba enfermo o se iba del país. Nada de eso. Había tenido una hija con Florencia, una de sus amigas.
A principios de 2013, Cristian también lloraba y le decía que la necesitaba. La mamá de la nena se la había llevado a Buenos Aires. No le atendía el teléfono ni respondía mensajes. No tenía cómo ubicar a su hija. Tampoco entendía a la abogada que contrató para recuperarla. Le pedía ayuda.
—Lo empecé a ver de vuelta por la nena— dice Vicky.
—¡Por lástima! —grita su mamá desde algún lugar de la casa y parece que ella no escuchara.
—Fue lo peor que podía haber hecho.
Vicky, pantalón verde, remera blanca, va a repetir esa frase o alguna parecida todas las veces que cuente que volvió con Cristian. Pero así lo puede ver después de tres meses de terapia.
Desde las amenazas en el IDRA cada vez que se reconcilió con él fue por unos meses —lo mismo dirá cuando lo denuncie—. Después se peleaban, estaban un tiempo separados hasta que pasaba algo y volvían. Muchas veces a escondidas. Nadie quería que esté con él.
Ella lo puede ver ahora que ceba mate dulce en el living de su casa, le pide al gato gris que no se suba a la mesa y describe a la relación con el Círculo de la Violencia, un esquema que usa la psicología para analizar las relaciones violentas y tiene tres etapas.
Todo empieza con la etapa de acumulación de tensión. El hombre vive enojado, indiferente, es dueño de silencios que duran horas. Si la mujer pregunta qué le pasa, responde que nada, que es ella que está muy sensible. Tiene demandas irrazonables o manipuladoras: si hay lasaña para la cena, su mujer debió imaginar que él quería comer pollo. Las palabras, los gestos, las opiniones que valen son las suyas. Él es la autoridad. La mujer se pregunta en qué falla. Siente culpa, angustia, confusión. Hace lo imposible para calmarlo aunque nunca alcanza.
La tensión aumenta hasta que estalla. Llega la etapa de explosión violenta. O sea los insultos, amenazas, golpes. Tras el dolor, la mujer se siente culpable, ansiosa y tiene miedo. Aprende  que el poder es exclusivo del hombre.
La tercera etapa es la luna de miel. El hombre llora. Pide perdón. Admite que estuvo mal.  Promete cambiar y le pide a la mujer que lo ayude. Hace lo que sea para que lo acepte de nuevo. Incluso deja que ella crea que, ahora, el poder es suyo. Cuando empieza a ejercerlo, él siente que pierde el control y quiere retomarlo: el círculo vuelve a empezar. Funciona como un espiral: las etapas son cada vez más cortas y la violencia más intensa.
Sin embargo, él niega el abuso. Lo minimiza, lo explica, lo justifica. Eso le permite vivir con lo que hace, no ser descubierto por los demás, tratar a la víctima de exagerada cuando no hay evidencias del maltrato o decir que no quiso dañarla cuando las hay.
La mujer también niega y se culpabiliza. Es preferible eso que aceptar que el hombre que eligió no la quiere, no la respeta. Reemplaza su valoración personal por lo que su pareja piensa de ella. Cada vez es más dependiente, tiene menos poder y menos energía hasta que siente que no puede vivir sin el hombre.
Es muy difícil romper el círculo sin ayuda.
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Nadie. Ni la mamá, el papá, las hermanas, las amigas de Vicky sospechan que está viendo a Cristian otra vez. Si supieran, quizás no permitirían que se levante, vaya a la cocina y corte pan para preparar sánguches. Ni que los guarde en la mochila y cargue la heladera con gaseosa y salga al mediodía a encontrarse con él. Hace menos de un mes que se recibió de maestra jardinera. Cristian la llamó para felicitarla y están empezando de nuevo.
Su cumpleaños es el 7 de enero y hasta el día anterior la amenazó con que no estaría invitada. Pero ahora están en la pileta del camping municipal. Cristian quiso pasar el día con ella y a la noche la invitó a una fiesta. No le importa que esté pendiente del teléfono, hablando o respondiendo mensajes. Tampoco dejar el celular en la mochila porque con él lo tiene prohibido. Vicky dirá que ya sabía todo lo que tenía que hacer para que no hubiera problemas. Él quiere que vivan juntos después de la temporada y ya no tiene dudas de que la quiere.
Son más de las siete de la tarde y cerca del mar, el cielo se pone rosado: el sol le da tregua a los cuerpos después del día de playa. Cristian y Vicky llegan a la inauguración del balneario Destino Arena, al lado del Faro, en el Corsa de él. Se detienen en la garita de seguridad y muestran la invitación: “Destino Arena Opening Party”. Recorren más de dos cuadras entre médanos y palmeras y dejan el auto en el estacionamiento.
El balneario está en la zona más comparable con Punta del Este de la costa marplatense. El cuerpo de modelo, la actitud de vedette de las promotoras en la entrada. Un deck donde podría caber una cancha de fútbol siete. Un bar en cada punta y una cabina de Dj en cada bar. Dos barras de tragos con carteles de Heineken. El agua de la pileta que, por las luces, parece turquesa. Palmeras y sillones, mesas y reposeras blancas.
Los hombres de malla o bermuda. Las mujeres de short o minifalda. Casi todos de  musculosa o remera. Una de cada tres personas lleva lentes negros o espejados. La mayoría de los cuerpos bronceados, muchos tatuados, otros tantos trabajados para llegar al verano como las revistas mandan. En la mano alguna botellita de agua mineral, Cuba Libre, Campari o el porrón de cerveza.
Los Dj pasan música desde temprano. No aturden como en un boliche. Hay mucha gente pero nada de amontonamiento. Algunos bailan, otros hablan, se ríen. Son las mismas caras que se ven en las fiestas electrónicas de Mar del Plata. Vicky y Cristian las frecuentan y conocen a muchos. Van, vienen, charlan con uno, con otro.
Los dos coinciden: se estaban divirtiendo.
Una semana más tarde, Cristian declarará como imputado ante el fiscal Juan Pablo Lódola que con Vicky, en el camping, tomaron media pepa cada uno y alcohol todo el día. Alexis, un conocido de Cristian, citado como testigo en la causa, dirá que estaban de la mano y lúcidos aunque todos tomaban alcohol. No sabe si tomaron pastillas pero Cristian, en el ambiente, tiene fama de que le gustan.
Cristian declarará que tenía un amigo en la barra que le daba cerveza a buen precio y que tomaron éxtasis. No recuerda la cantidad pero cree que dos pastillas cada uno.  También le dirá al fiscal que su novia se estaba besando con otra chica. Entonces fue, la tomó de la mano y le dijo: “¿Por qué me estás haciendo esto? ¿Estás flasheando?”. Desesperado, discutiendo la llevó hasta el auto. Le pidió que le explicara. Vicky no quería subir y la agarró del cuello para que entrara. Arrancó, se fueron, la discusión siguió. Cristian no recuerda el lugar —“por el estado en el que estaba”, dirá— en que frenó y le pegó. Lo que sí recuerda es que golpeó con el puño cerrado. Ésta es su versión.
Vicky lo contará de otra manera.
En la fiesta, se encuentra con Guadalupe, una amiga que hace tiempo que no ve. Mientras bailan, le cuenta que hace poco se reencontró con Cristian. La conversación se interrumpe cuando siente una mano que la agarra del cuello. Los dedos de su novio la atenazan y le llevan la cara a su pecho. Algo le dice al oído. No le gusta cómo baila.
La agarra de un brazo y con la otra mano la empuja hacia una de las salidas que dan a la playa. Vicky atina a mirar a Guadalupe que no sabe qué hacer. Después agacha la cabeza. Algunas personas se abren para dejarlos pasar. La mayoría ni se entera. Junto a la barra hay un espacio tapado por una valla de seguridad. Cristian la empuja pero por ahí no pasa.
Micaela, una chica que está en la fiesta, le pide a un empleado de seguridad privada que haga algo. El tipo responde que no se puede meter en problemas de pareja. Los dos ven cómo Cristian obliga a su novia a ir al estacionamiento. Caminan entre los médanos, la gente queda atrás y parece que nadie escucha los gritos.
—¡Me estás haciendo quedar como un boludo! ¡Te voy a matar! ¡Te estás portando como una puta!
Llegan al lado del auto y, como siempre, la agarra del cuello. Siguen los gritos, las amenazas. Vicky, los ojos ciegos por el miedo, otra vez no podrá escapar. No tiene cómo. El brazo trabajado en años de gimnasio de su novio, la mano ya puño que no se detiene ante su ruego y va derecho al pómulo izquierdo es lo último que ve, lo último que siente antes de perder la conciencia.
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Vicky está en la comisaría de la Mujer. Ya terminó de contar lo que pasó en la fiesta. El policía se levanta para hacer las copias de la denuncia. No se da cuenta que ella transpira, siente frío y no para de temblar. El desmayo llega segundos después. Su papá la levanta en brazos y la lleva a la clínica.
Según el informe médico —que figura en la Instrucción Penal Preparatoria Nº 08-00000876-15— tenía lesiones en la cabeza: trauma de región frontal con hematoma bipalpebral  en ambos ojos, trauma de nariz, contusión en labio superior, fractura de arcada zigomática, neumatización del cornete medio derecho, desviación del tabique nasal, fractura multifragmentaria de pared lateral y posterior del seno maxilar con colección hemática.
Dicho de otra manera: estaba desfigurada. El informe médico aclara, también, que tenía lesiones en el cuello y en el tórax, las costillas, la columna.
El primero que la asistió esa noche fue Mariano, un amigo suyo. En el expediente está la  declaración: Cristian estacionó el auto frente a la pizzería donde él trabaja, en Almirante Brown al 1800. A veinte metros escuchó cómo la pareja discutía y el golpe que Cristian le dio al volante. Convenció a su amiga de que pasara al baño del negocio y se pusiera hielo.
Mariano dirá que Cristian no sabía qué hacer: no la quería dejar “tirada” pero, a su vez, se quería ir. Todo el tiempo trataba de explicar lo que había pasado. Buscaba excusas y le repetía que si Vicky no hubiera bailado así.
—Estoy arrepentido. Se me fue la mano —recordó Mariano que le dijo.
Vicky lo echó de la pizzería. Se fue y al día siguiente volvió a hablar con Mariano. Esta vez por WhatsApp. La conversación también figura en la causa. Siempre la empieza Cristian: a las 12, a las 2 de la tarde, a las 5, a las 6. Pregunta por Vicky, dónde está, si está internada. Dice que la estaban pasando bien pero ella se equivocó. En uno de los mensajes le escribe: “Me sentí re boludeado. La vieron todos”.
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Vicky apretará el botón Publicar de su Facebook y no habrá vuelta atrás.
El sol de la mañana del domingo 11 de enero amenaza con una tarde de más de 30 grados. Pero a Vicky poco le importa. Hace un día que salió de la clínica. Su familia le prohibió todo contacto con Cristian que no podrá pedir las disculpas de cada vez. O hacerse el que no recuerda lo que pasó. Ni preguntarle por qué lo provocó y mucho menos prometerle que va a cambiar, que van a estar bien.
La noche anterior Fernanda y Alejandra ven una foto de Cristian en Facebook. Está en la costa, abrazado a un amigo. Hacen un comentario y Vicky se da cuenta de que hablan de él. Ellas no le quieren decir nada pero se enoja y su mamá le muestra la pantalla de la computadora:
—Esto hacía el hijo de puta que te cagó la vida mientras vos estabas internada.
Hay otras fotos de él: bailando solo, con cuatro chicas en un boliche, abrazado a otra mujer. Vicky no puede creer que Cristian siga como si nada. Ella sabe que sus amigos, incluso los que tienen en común, piensan que es un genio. Sabe —le dijeron los médicos— que una trompada más pudo haberla matado. Por primera vez el enojo, la bronca son más que la tristeza.
Esa noche le cuesta dormirse pero cuando decide usar el Facebook lo consigue. Apenas se levanta agarra la computadora y escribe como quien escapa, sin lugar a interrupciones. Cuenta que no está de acuerdo con el morbo de las redes sociales pero siente todo el dolor que puede llevar en el cuerpo. Habla del llanto de sus amigos, su familia; del odio que inunda la casa. Esta vez no puede dejarlo pasar.
La barra azul del Facebook marca que la imagen está cargando. Son tres fotos en una. A la izquierda de la pantalla se ve a Cristian: el torso de patovica desnudo, los lentes negros, media sonrisa. En el medio aparece de musculosa, sin lentes y abraza a Vicky por la cintura. Ella, el pelo tirante hacia atrás, vestido blanco, devuelve el abrazo. Los dos tienen un vaso de cerveza en la mano y miran a cámara. Ninguno sonríe. En la última se ve la cabeza de Vicky sobre la almohada de la clínica. Una lágrima de sangre ya seca le cruza la cara pálida, agotada. El ojo izquierdo morado, cerrado por la hinchazón. Los labios partidos, del color del ojo. Una cinta blanca le tapa la herida en el pómulo.
Vicky publica la foto. En dos horas, más de 600 personas comparten su estado y llueven mensajes privados. Unos de apoyo, otros le piden consejos. Una mujer policía le escribe que  vive la misma situación con su pareja, también policía. El tipo le juró que si lo denunciaba la hacía desaparecer en dos minutos. La mujer le pedía ayuda porque cada vez que iba a dejarlo, el novio la convencía.
—Pobre chica. Todavía piensa que el novio va a cambiar —dice Vicky.
—Es lo mismo que vos pensás de Cristian —responde Fernanda.
A la tarde, 10708 personas ya compartieron la imagen y 8164 le pusieron me gusta. Una ciudad entera sabe de Vicky. Y de Cristian. El lunes es tapa de portales de noticias y diarios. La semana va a ser larga: las radios la despiertan a las siete y la llaman todo el día. Las cámaras de televisión de canales locales y nacionales la visitan en su casa.
Dos días después, la policía detiene a Cristian.
**

El Juez de Garantías Juan Tapia dictó la prisión preventiva a Cristian y lo acusó de tentativa de femicidio.
En su resolución, evaluó que Cristian mide casi dos metros. Tiene un cuerpo fuerte y atlético. Agarró del cuello a Vicky como para estrangularla mientras gritaba que la iba a matar y la golpeó en la cabeza. Le provocó traumas y fracturas en una zona vital. Vicky perdió el conocimiento. “Esa conducta está orientada a matar”, dijo el juez.
El femicidio, agravante del homicidio, es cuando un hombre mata a una mujer en un contexto de Violencia de Género. Pero el Código Penal no define qué es Violencia de Género. Tapia recurre a otras normas para interpretarla: se basa en una relación de poder desigual. En una agresión a la mujer por el hecho de ser mujer. En una situación de dominio y sometimiento en la cual el hombre actúa como si la mujer fuera su propiedad.
Para Tapia, Cristian dominaba a Vicky. Había una relación de poder desigual entre ellos. Tuvo una actitud machista cuando interrumpió la charla entre su novia y Guadalupe. Le reprochó que lo estaba “haciendo quedar mal”, la trató de “puta” y se la llevó por la fuerza hasta el estacionamiento como si fuera una cosa.
Además, en la declaración de Cristian, hay un intento de justificarse cuando dice que su reacción fue por la actitud de Vicky. El juez dice que es una argumentación sexista muy común en casos como éste: le traslada la culpa a su pareja que pasa a ser la provocadora y no la víctima.
La pena mínima que le correspondería a Cristian es de diez años. Tapia sostiene que si  recuperara la libertad podría presionar a su ex novia para que retire la denuncia o provocar un nuevo episodio de violencia. Por eso dictó la prisión preventiva. La Cámara de Apelaciones y Garantías la confirmó.
Hasta el juicio oral —que sería en el primer semestre de 2016— Cristian debe permanecer en la unidad 44 de Batán. Pero para Tapia, en caso de que la justicia lo encuentre culpable, la cárcel no es la solución: debería haber penas específicas distintas al encierro.
El juez dice que si la violencia se aprende, hay que desaprenderla. En la cárcel, Cristian tendrá que defenderse cada vez que le quieran robar las zapatillas o la comida. Sabrá lo que es el hacinamiento y el hambre. “Estamos ante una gran hipocresía colectiva: queremos enseñar a vivir en libertad y sin violencia utilizando el encierro y la violencia”.
La abogada que representa a Vicky, Patricia Perelló coincide con Tapia: la cárcel no solucionará nada, la ley de femicidio reprime pero no previene el delito. También cree que Cristian debe tener la pena que corresponde pero no para que sirva de ejemplo sino porque puso en riesgo una vida.
Para Vicky, no es fácil ninguna opción: ni Cristian preso ni libre. “Lo que está pasando es lo que tiene que pasar”, dice. Espera que todo el tiempo que esté en la cárcel le sirva para entender lo que hizo, salir y tener una vida mejor.
—Por primera vez en ocho años, estoy haciendo las cosas bien —dice Vicky, por primera vez con los ojos azules bien abiertos.
(fuente: www.revistaajo.com.ar)

Clinämen: Economía social: ¿de qué hablamos?

Conversamos con Walter Isaía, comunicador social, periodista, coautor del libro «2001: Relatos de la Crisis que Cambio la Argentina», sobre economía social. Las declaraciones de Scioli sobre la creación de Ministerio de Economía Popular en caso de ser electo. La agenda política marcada por Bergoglio. Las formas de subsunción de la producción informal de valor. Trabajo autogestivo y «reconocimiento» estatal.

Para una crítica política de la cultura

(editorial del primer programa de “La Luna con Gatillo”)
por Mariano Pacheco


Una crítica política de la cultura contemporánea deberá partir del hecho de que el capitalismo, en su fase planetaria actual, promueve la ruptura de los lazos necesarios para poder vivir en comunidad. Si la cultura, en el largo desarrollo de la humanidad, surgió como un modo de conjurar la inclinación agresiva que cada sujeto lleva en sí, esa “disposición pulsional originaria” (“pulsión de muerte”) persiste hasta hoy como malestar. De allí que toda crítica cultural no pueda sino ser una crítica política, y por lo tanto económica y social (no es posible desarrollar hasta el fondo un antagonismo con el orden vigente sin cuestionar la dinámica que impone el capital).
Una crítica política de la cultura contemporánea deberá cuestionar, asimismo, el “optimismo ingenuo” que piensa que puede construirse un mundo liberado armónico, sin conflictos. Es necesario entonces asumir la hipótesis de un “pesimismo antropológico”, que entienda que la vida en común solo es posible a partir del conflicto y la distancia de los sujeto entre sí y de la humanidad con la naturaleza
Una crítica política de la cultura contemporánea deberá aportar a gestar “dimensiones simbólicas críticas” de los seres humanos que no aceptan el orden que los explota, los oprime y  domina. Para ellos el arte no puede ser entendido como un simple anexo de la política (un parche), sino que deberá ser una dimensión estratégica, que contribuya a fomentar con rituales los lazos igualitarios y la organización popular, indispensable para cualquier proceso de transformación social real. Un arte de estas características asumirá la tarea de proveer de riqueza simbólica a los espacios y sujetos que vienen resistiendo el lugar de víctimas al que se quiere condenarlos, luego de haberlos expuesto a un largo proceso de degradación política y cultural, más allá de posibles líneas de “inclusión económica y social” presentes en los últimos años, que no han revertido la lógica hegemónica del  arte, más ligada al “consumismo” de la “industria cultural”, que niega las posibilidades estéticas, éticas y creativas de las clases populares, apostando a perpetuar su lugar subalterno en la sociedad. De allí que una intervención cultural crítica no pueda sino plantearse como parte de su programa (en permanente elaboración y reelaboración), gestar símbolos alternativos y atentar (incluso por medios violentos) contra aquellos símbolos que externalizan el poder de las clases dominantes, y deberá enfrentar las concepciones del arte que, de un modo que solo puede caracterizarse de decadente, festejan al frívolo poder.
Una crítica política de la cultura contemporánea asumirá que una sociedad nueva, constituida por sujetos diversos nuevos, no se gestará solamente a partir de las transformaciones económicas (propiedad colectiva de los medios de producción), sino que necesitará de la autoconciencia y el protagonismo popular.
Una crítica política de la cultura contemporánea deberá asumir el lugar incómodo de pensarse siempre desde el cuestionamiento, que no implica falta de propuestas, sino más bien todo lo contrario. La perspectiva afirmativa no puede dejar de tener en cuenta que solo el asno dice siempre Sí, avalando así lo existente (aunque sea una existencia nueva, diferente). Un lugar de incomodidad que podría calificarse como el del típico “polemista” e “hincha pelotas”.
Una crítica política de la cultura contemporánea deberá asumir, como parte de sus batallas centrales la lucha contra la enajenación cultural. De allí que, en una época caracterizada por los “consensos democráticos”, no tenga empacho en sostener que “hay, siempre, enemigos”, y no solo adversarios. Enemigos que son, ni más ni menos, todos aquellos que muestran jardines donde hay campos de batalla. Lucha cultural, entonces, que necesitará “ponerse los guantes”, descubrir “nuevos sentidos de la provocación” y construir una nueva épica, un nuevo paisaje mental y sentimental, acorde con los tiempos históricos en que le toca intervenir.
Una crítica política de la cultura contemporánea deberá ser insurgente, inoportuna para los poderosos y operar como un “piquete cultural”: alterando la circulación de símbolos. Deberá, también, cuestionar la liquidez de los “tiempos (pos) modernos” y asumir la responsabilidad existencial, que es siempre histórica, y reactualizar ese concepto tan en desuso, el “compromiso”.
Una crítica política de la cultura contemporánea deberá prescindir del prestigio, las lógicas consagratorias y otras imposturas. Deberá promover una imaginación indisciplinada, un “arte por el cambio social”, extra institucional, que tenga a la multitud laburante y de a pie, al pueblo en marcha y luchando, no solo su contexto, sino también su medio cultural, su campo de investigaciones, de experimentación y de creación. Para ello, por su puesto, deberá abrir un “frente de batalla” para legitimar su propio espacio de producción y circulación, sin galerías ni curadores, sin filtros, sin comités de selección, sin escenarios rutilantes, sin mercado. Por eso puede ser definido como un arte de acción y en movimiento: porque produce, demuestra, comete, perturba, perpetra, pervierte, subvierte y revierte. Un arte que busque ser parte de una praxis que rediseña totalmente el campo práctico y produce lo nuevo.
Una crítica política de la cultura contemporánea deberá proponerse construir una retaguardia eficaz para que no se la lleven puesta, para que las palabras fundamental no la pongan otros, y contribuir a la gestación de un nosotros.
Una crítica política de la cultura contemporánea será, finalmente, aquella capaz de asumir la praxis como su elemento constitutivo: dibujar, pintar, cantar, bailar, actuar, filmar, fotografiar, escribir, hacernos ver y escuchar…, entonces, será no sólo eso, sino también contribuir a construir colectivamente signos que nos ayuden a calentarnos el alma en el fuego de las antiguas y las nuevas ceremonias y rituales, a fundar mitos y a destruir fetiches… hacernos visibles y constituirnos como sujetos sobre la base de nuestras propias intervenciones en el proceso de resistencia y transformación. En fin: una crítica así, de ser eficaz, deberá aportar a hacernos sentir un poco menos extraña la historia,  ayudarnos a construir otra nueva.
(Este texto es una reescritura de “Arte por el cambio social: Apuntes para un manifiesto”, que escribí junto a Miguel Mazzeo en (2005. La luna con gatillo. Una crítica política de la cultura se emite los martes de 20.30 a 21.30 por la radio del Centro Cultural España-Córdoba (http://www.eterogenia.com.ar).

Entrevista a Alain Badiou

por Jorge Lago


Jorge Lago: La idea es tener una conversación acerca de lo que está ocurriendo en Europa, lo que está pasando en España y en Grecia y, sobre todo, me gustaría empezar conociendo tu opinión de la experiencia que proviene de ese exterior de la política parlamentaria que acaba llegando a los Parlamentos, como Syriza y Podemos.
Alain Badiou: Creo que, de acuerdo a un análisis que Podemos ha hecho públicamente, la crisis de 2007-08 ha tenido efectos, particularmente violentos en los márgenes de Europa, es decir, en los países del Sur y, en cierto modo también, en los países del Este. Países en los que el elemento de estabilidad de la oligarquía dominante no tenía el mismo grado de solidez histórica que en el resto de Europa. Tampoco el parlamentarismo, de hecho. Basta recordar que los griegos se encontraban aún bajo una dictadura militar en los años 60, y que la historia de España ha sido también completamente singular. Son países en los que, por razones varias, la modernidad capitalista y política era mucho más reciente y mucho menos enraizada.
Sin querer pasar por un leninista de baratillo, hay que decir que estos países eran, sin duda, el eslabón más débil desde el punto de vista de la dominación oligárquica europea. También hemos comprobado que los eslabones realmente fuertes y poderosos eran Alemania y, en cierto modo también, Inglaterra. El eslabón subordinado pero que aún aguantaba bastante bien era Francia; mientras que todo el sur: Portugal, España, Italia y Grecia se veían afectados por severas perturbaciones políticas, cada una adquiriendo diferente forma. Hemos visto en Italia el muy extraño poder de un aventurero político como Berlusconi, aunque Sarkozy no fuera mucho mejor como variante. Luego hemos visto la puesta a prueba negativa, destructiva, de los partidos socialdemócratas, encargados de gestionar la interioridad de los de abajo al servicio de la maquinaria oligárquica.
Podemos tomó constancia de este análisis apoyándose en ese síntoma totalmente serio e importante que han sido la ocupación de las plazas, los indignados, etc., y ha decidido transformar eso en un gran conflicto bajo unas condiciones que me parecen, por cierto, diferentes de las de Grecia, donde se trata de una federación de movimientos anteriormente existentes. Algo, quizá me equivoque, mucho menos marcado en Podemos, constituido alrededor de un núcleo primitivo, estable y muy diferente.
No hemos visto creación alguna comparable en países como Francia, Alemania o Inglaterra, el núcleo duro, si puede llamarse así, de nuestra Europa y donde la crisis ha golpeado menos gravemente. Debemos aceptar que allí el consenso alrededor del sistema establecido era relativamente sólido y, si tiene que darse una contestación particular, se dará desde la extrema derecha mucho antes que desde la extrema izquierda integrada.
Estamos, en cualquier caso, frente a la emergencia de una nueva posibilidad, al mando del Estado en Grecia y con oportunidades de lograrlo en España. Se trata, por tanto, de creaciones nuevas, situaciones que combinan la constatación ampliamente extendida entre las poblaciones de que la socialdemocracia ya no opera, ya no es operativa desde el punto de vista de su función histórica de gestionar a los de abajo dentro del sistema político dominante, y que como consecuencia se abre una vía más amplia de autonomía.
Completaría este cuadro general señalando que entramos hoy en un nuevo enfrentamiento, inédito: vamos a encontrarnos con un brazo de hierro que recorre de cabo a rabo las regiones de Europa, donde quisieran tener un ejemplo negativo para demostrar que es imposible, que incluso aunque lleguéis al poder, se han dirigido a vosotros a través de Grecia.
Estas dos experiencias, Grecia y España, me interesan enormemente y las sigo con pasión porque son precisamente experiencias: se trata de este cambio de dogma en el hecho mismo del conflicto con Europa. La relación muy estrecha con los movimientos es inédita, y no conocemos realmente el resultado. Solo podemos apoyar y sostener estas experiencias de modo instintivo y desear que esta experiencia se desarrolle. Añadiría que, en cierto modo, la penetración es aún mucho más interesante, por dos razones, en el caso de Podemos que en el de Syriza: la primera es la extrema atención que pone Podemos sobre la hegemonía ideológica en la figura de la reestructuración del lenguaje. Es decir, esa lección aprendida de la filosofía contemporánea según la cual no se puede dejar de lado la filosofía del lenguaje. Aplicando esto con vigor sobre lo político, y con una conciencia muy real de la importancia de las sustituciones lingüísticas, la forma nueva de dirigirse a la masa, incluso bajo la forma de algo heroico y conservador al mismo tiempo… Sí, soy muy sensible a esto porque pienso que, efectivamente, la política tiene todas las de ganar, no solo en ser comprendida, sino también en su capacidad de comprender e integrar lo que dice la gente. Siempre en los dos sentidos, porque evidentemente la gente no se expresa en los términos canónicos que formula la izquierda ni la derecha del anticapitalismo.
Hay un segundo aspecto que me interesa mucho, que es un ejemplo espectacular de la función conjunta de un núcleo de intelectuales y de un movimiento popular. Opino que nada ocurre, no puede ocurrir nada importante mientras no se dé este tipo de conjunción. Lo que me lleva a un tercer punto que me interesa enormemente, y es la capacidad, que puede ser contrastada en el tiempo, de construir un partido. Una organización que acepta, que va a aceptar un mínimo de disciplina política.
JL: Parece evidente, sí…
AB: Creo que tenemos en Podemos el embrión de algo que intenta convencer a la gente y les anima a seguir la posibilidad, véase la necesidad de una disciplina que no será ciertamente un tipo de disciplina calcada de una jerarquía estricta anterior pero que, sin embargo, será y aceptará una disciplina.
Esto he de decir que es lo que más me apasiona de vuestra aventura, porque el movimiento de los indignados es un fenómeno que pasa, que surge como resultado de lo que hemos dicho, de la crisis, del derrumbamiento y del desmoronamiento del sistema político tradicional, pero la emergencia, desde ahí, de una organización política de nuevo tipo, reformulando el lenguaje general de la política y, sin embargo, manifestándose como “aptos para asumir el poder del Estado”, esto es una experiencia que me parece fascinante.
 JL: Claro, claro. Nosotros, en la construcción del partido, hemos intentado salir, precisamente, de la lógica de los partidos tradicionales definidos por la corrupción y la disciplina interna, donde aquél que tiene más tiempo para militar y hacer aparato asciende en la jerarquía dentro de una burocracia disciplinada, es decir, aquél que tiene más tiempo y habilidad, y menos capacidad de trabajo fuera de la sede… Algo que puede acabar siempre burocratizando el partido. Por el contrario, hemos buscado fórmulas que procuran romper con la identidad del militante de partido, trabajar en el límite del dentro/fuera del partido. Ese alguien que se adhiere, que simpatiza, que es la sociedad civil movilizada y no solo partido. Me pregunto cómo ves esta posibilidad de construir identidad que no es totalmente militante, al menos en términos clásicos.
AB: Creo que se trata de una absoluta necesidad. Aunque es difícil evitar el horizonte del militante profesional, porque siempre hay un cierto número de personas que serán, al menos durante una secuencia de tiempo, profesionales de la política, simplemente porque esto exige un tiempo, un tiempo enorme. Y no es esta figura la que debe ser retenida, estoy de acuerdo contigo. En el fondo, el partido debe ser concebido de modo que cualquiera pueda reclamarle/interpelarlo sin que deba necesariamente estar encuadrado o ser cuadro, o profesional del asunto. En el fondo, la membrana entre movimientos y partido debe ser extremadamente flexible y atravesable, esto creo que es fundamental, y mucho más cuando el partido está fuertemente representado e inscrito en el Estado, porque el Estado tiene un potencial corruptor extraordinario, eso lo veréis, lo veréis…
 JL: Me lo imagino…
AB: Es un aparato de corrupción extraordinario. He visto cómo se transformaban personas que conocía cuando eran militantes del movimiento de izquierdas después del 68, que han accedido a los despachos ministeriales: la rapidez de la transformación subjetiva de estas personas, no quisiera desmoralizarle, pero la rapidez de su transformación, de su apariencia subjetiva en la disposición del Estado, en asuntos tan tontos como tener un coche oficial con conductor, es extraordinaria. Esto hace aún más necesario eso que Lenin planteaba acerca del control obrero y campesino sobre el aparato del Estado. Si no, nos enfrentamos con algo que conocemos bien, el horizonte estaliniano. Esto hace aún más necesario el procedimiento o la construcción de esta nueva figura de la disciplina. Si llegáis a proponer cosas fiables en la rendición de cuentas o una nueva disciplina eficaz, que al mismo tiempo deje una especie de entrada a la respiración y los impulsos del movimiento, pasaría a la Historia ¡Veremos!
 JL: La gran coalición en Grecia, de una forma u otra, ha permitido a Syriza ocupar un espacio pocos meses antes. ¿Qué lugar puede tener la socialdemocracia si su horizonte europeo parece marcado por el límite de la Gran Coalición?
AB: Si me planteo la situación en Francia, tengo la impresión de que hay que ir un poco más lejos que la socialdemocracia, pues lo mejor que podemos esperar es que libere espacio para algo, como resultado de su descrédito, es decir, la veo teniendo una importancia negativa: se encuentra en situación de no hacer otra cosa que ser una minoría eterna. La socialdemocracia en Francia tiene, desde la última Gran Guerra, una historia confusa y corrupta, ya que ha participado de modo intenso en las guerras coloniales, ha apoyado mayoritariamente el sistema gaullista, ha traicionado, al cabo de dos años, el mandato electoral que se había confiado. Ahora está entre los apoyos de Alemania, incluso del Estado de Israel, su lista de méritos… en fin.
Salvo que el sistema político francés se americanice completamente, y me parece que es la posición de Valls, que se cree un “Partido Demócrata”. Aquí, el efecto negativo de estos desplazamientos podría abrir una brecha en el sistema francés. Pero lo que es más decepcionante hoy en Francia es que las masas populares no empujan ninguna rueda, son ampliamente inertes y, cuando han desplegado fuerza de movimiento de manera no despreciable, por ejemplo contra la reforma de las pensiones de Sarkozy, ha sido con todo muy débil y siempre bajo el marco sindical.
Tuvimos el movimiento del 95, las grandes huelgas del 95 permitieron que la izquierda regresase al poder, pero nada más. Lo que me parece importante señalar es si la llegada de Podemos al poder encontrará los medios, en primer lugar, de demostrar ser cualitativamente diferente de otras formaciones de izquierda que han alcanzado puestos de responsabilidad y, en segundo término, si será capaz de inventar, dentro de la dialéctica que mencionábamos antes de movimientos-organización-Estado, una nueva disciplina. De cualquier forma, estoy convencido de que algo verdaderamente nuevo está sucediendo. No estamos ya dentro de la mecánica corrupta a la que estábamos acostumbrados, un modus operandi en el que los movimientos de masa eran la oportunidad que tenían los viejos partidos agotados para hacerse una cura en salud, recuperar el Estado y olvidarse de ellos.
JL: ¿Qué opinión le merecen los conceptos de Laclau en términos de utilidad política, por un lado, y de construcción teórica, por otro?
 AB: Cuando Laclau habla de populismo de izquierdas lo que entiendo es la posibilidad de construir una hegemonía ideológica en sectores importantes de población, es decir, edificar a partir de ahí y consolidar una oposición entre pueblo y oligarquía.
JL: Pero hablando de Europa, como una posibilidad en Europa…
AB: Si no hay una posibilidad de ese tipo en Europa, entonces no lo hay de ningún modo. Así que, en esto estaría totalmente de acuerdo. No lo estaría tanto con los contenidos y la naturaleza exacta de la hegemonía ideológica que se plantea. Me llama la atención que en los borradores de programa o los esbozos y propuestas que hacéis hay mucho de dejar a la eventualidad futura de las cosas, no hay un programa estructurado y cerrado. Menos mal, por otro lado, veo bien que por el momento sean cosas que movilicen. Por ejemplo, no se ataca la propiedad privada en tanto que tal, y del mismo modo no se pone en el orden del día una transformación radical de las bases que sustentan a la oligarquía.
A veces me parece que el consenso sobre el que se busca el apoyo es un poco negativo y un poco formal: una oligarquía ha robado la soberanía popular y, en segundo lugar, esta soberanía popular es la esencia misma de la democracia. Bien, pero después de todo, estos elementos necesarios, ¿son suficientes para sostener de modo duradero y eficaz el poder del Estado? Ya se verá. Pero una nueva posibilidad política en Europa, hoy, debe combinar movimiento popular, -si no pasa nada no tenemos nada, sin los indignados Podemos no estaría aquí- y, sobre esta base, la construcción de una organización que se separe lo menos posible de ese movimiento, aunque esté, de hecho, un poco separada. Con aceptación del liderazgo, de los nombres propios, sí. Para constituirse a sí mismo como pueblo, el pueblo necesita nombres propios, hay que asumirlo, en cualquier lugar el pueblo necesita que se le pueda nombrar: Morales o Lula, por ejemplo.
JL: Precisamente iba a preguntarle, porque se ha dicho en varias ocasiones que habíamos roto el tabú de los gestos prohibidos por la izquierda en España, como el liderazgo o como lecturas estratégicas que nos hacían decir ‘quizás no vamos a abordar este tema de manera central, es mejor llegar al poder y cambiarlo desde ahí que hablar ahora de algo que probablemente te imposibilite llegar al poder”… Toda esa estrategia, que es contraria a la idea izquierdista que cree necesario decir la verdad, entendiendo verdad por identidad, y sin embargo utilizar los líderes, los medios de comunicación, ¿no le molesta en términos de estrategia?
AB: No, no, no me siento en absoluto molesto por esas cosas, honestamente no me siento para nada molesto.
JL: Pero hay un riesgo, no obstante…
AB: El riesgo es evidente, para mí se trata sólo de los apéndices de lo que será el riesgo central, que será la ocupación y la utilización del poder mismo; pero desde el punto de vista de la cuestión propagandística, soy absolutamente cínico. Los nombres propios, el liderazgo, me parecen indispensables. En realidad, no puedo censurar esto, pero pienso que es indispensable, que debe haber una representación efectiva, debe haber nombres propios que sostengan precisamente la posibilidad mínima de la disciplina política. Es decir, uno puede verse reflejado no sólo en lo abstracto del partido, eso también es peligroso, queremos saber quién es, el equipo, quién compone la dirección de este proyecto… A condición de lo que decíamos anteriormente, de que no suponga una burocratización excepcional, ni una jerarquía de los oportunistas, aquellos para quienes el partido se vuelve más y más importante y desaparece todo lo que está fuera.
JL: Incluido el enemigo, sí…
AB: …y que existe una oligarquía, claro. Las características del Partido Movimiento no pueden ser totalmente las características del Movimiento, pero tampoco pueden ser las del Estado. Digamos que no pueden ser ni lo uno ni lo otro. Quizá por ello entiendo que la figura de la disciplina de partido es la que debe ser modificada, de tal forma que la circulación entre el Movimiento y el Estado sea lo más fluida posible. Así evitaríamos que el Movimiento termine fusionándose con el Estado, lo que le separaría de la realidad. En este sentido, creo que Podemos ofrece una oportunidad experimental superior a Syriza, ya que no es una coalición de grupúsculos. Una política nueva es siempre una política que define ella misma lo que es posible e imposible. Me refiero a cuando ustedes señalan que hay casta, o cuando hablan de los de arriba y los de abajo. Es muy importante que nadie os imponga si sois izquierda moderada o radical.
JL: Pero, entonces ¿es posible una subjetividad revolucionaria a la vez que se ocupan las instituciones del Estado?
AB: Sí, creo en esa una posibilidad, si no lo pensase, hace tiempo que habría dejado de interesarme por la política. Creo que habría optado por dejar que los acontecimientos siguieran su curso, pero debo creer que es posible. Soy consciente de que salimos de una gran etapa histórica en la que la pasión estatista ha devorado la pasión revolucionaria. En cierto modo, y visto con la perspectiva que nos da la historia, la sinceridad revolucionaria de los bolcheviques en 1917 está fuera de toda duda, por tanto es el Estado quien terminó por corromperles. No debemos minimizar la potencia corruptora del Estado. Pero pienso que esa batalla se juega desde el inicio: es decir, en el tipo de relación que la Organización mantiene con sus orígenes en los movimientos o en el levantamiento y la marea popular. En este sentido, me parece que Tsipras mantiene aún un vínculo real, ese que le permite verse constantemente animado a aguantar, a ganar tiempo también… ¡Me pregunto a veces si no está esperando a vuestras elecciones en noviembre!
JL: Sí, lo hemos hablado entre nosotros con los amigos de Syriza, dicen, bueno, vamos a ganar ahora en estas negociaciones, y vamos a ver qué pasa en España y después veremos. Esto para nosotros es importante, claro. Si Syriza, es decir Grecia, saliese del euro, lo tendríamos más difícil para llegar, tendríamos más dificultades para llegar a nuestra población…
AB: …estoy totalmente de acuerdo, y creo, desde hace tiempo, que contrariamente a ciertos activistas, ya sean de Syriza o simpatizantes de Syriza, creo que es absolutamente indispensable que, por el momento, Grecia no salga del euro, ni Europa; hay que estar cerca del perseguidor, eso es lo terrible…
JL: Pero, y fuera, ¿qué es lo que hay fuera? Es la peor elección de la democracia, sales del euro y tienes cuatro, cinco, seis o incluso ocho años a tu población en una situación dramática que muy probablemente te haga perder las siguientes elecciones: sales del euro, pobreza durante el tiempo que se reactive una producción propia, pierdes el poder y dejas a la derecha gestionar la recuperación económica…
AB: Sí, y la otra hipótesis, que es la hipótesis directamente dictatorial, es decir, que no se plantean elecciones,
JL: Sí, claro, pero sostener eso en Europa, ahora…
AB: No, claro. Y no pienso en absoluto que sea eso lo que está en mente de Syriza. Lo que está en mente ahora es aguantar hasta las elecciones de noviembre, hacerlo lo mejor posible. Y, claro, aguantar el tipo supone una negociación indefinida. Es decir, hacer de la negociación la actividad principal. Pero Y agota a la población…
JL: …no se puede mantener esa idea troskista de mantener a tu población constatemente revolucionada…
AB: ¡Evidentemente!
JL: … la gente quiere trabajar y estar en sus casas, y tienen razón además. Bueno, pues yo ya le he robado más de los cuarenta minutos acordados.
AB: Nada, me encanta discutir con usted.
JL: Es un verdadero placer.

OXI, crisis, Syriza

por Universidad Nómada Brasil
(Traducción: Sandra Arencón Beltrán)


¿Existe alguna contradicción entre el oxi(no) del 5 de Julio y el acuerdo firmado, ocho días después, entre Tsipras y la Troika (comité compuesto por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional)?
La Grecia de Syriza desafió al núcleo de la governance de la Fortaleza Europea para, acto seguido, aceptar las imposiciones de los acreedores. ¿Habría sido cobardía, falta de fibra, capitulación de Tsipras? En las últimas semanas la pregunta ha inquietado tanto a la izquierda griega, como a la izquierda mundial, con una tonalidad emotiva que alternaba entre un desencanto amargo y rabiosas denuncias. El anticlímax causó perplejidad.
Sin embargo, la respuesta no puede caer en un diagnóstico de algún vicio de voluntad. Es preciso descartar de antemano cualquier evaluación que se limite a juzgar la intención del agente en relación a una escala de firmeza moral entre los más o menos corajosos del propósito anticapitalista. Aunque la guerra de clases en Europa sea un hecho, es cierto que no conviene re-editar alguna Orden tipo nº 227 que etiquete todo reculo como una traición y no dude a la hora de disponer de pelotones en la retaguardia para fusilar a los traidores, aunque se trate de un fusilamiento ideológico. Por otro lado, no podría ser el caso de conceder la indulgencia de la táctica con la finalidad de absorber los vaivenes de Tsipras, a título de correlación de fuerzas, como si el gobierno de Syriza hubiese alcanzado, objetivamente, su máximo límite. “Voluntad política” y “correlación de fuerzas” son, normalmente, argumentos automáticos, ex post, para justificar cualquier acción política. Entre la enfermedad de la voluntad y el determinismo de la coyuntura es necesario localizar el tiempo húmedo de la virtù maquiavélica, aquella que fuerza a la apertura de un espacio político de maniobra donde antes no lo había. Lo contrario sería la condena de la izquierda a revivir interminablemente una especie de Groundhog Day (Día de la Marmota), restaurando cada fracaso por la nostalgia de tiempos que jamás volverán (amén).
Además de eso, no es necesario hacer hincapié lamentándose por la ilegitimidad de la deuda griega, así como la de cualquier otro país  o deudor del mundo capitalista. Se trata de dominación de clases a la vista de todos, en donde la relación acreedor-deudor no pasa de la incesante extorsión de la riqueza social y la subyugación de los pueblos. Esto es una obviedad indiscutible. En ese aspecto Syriza probó lo obvio, desnudando los violentos dispositivos de gestión y extracción de producción y de riqueza sociales. Aun así, lo que falta explicar es ¿por qué la clase dominante europea necesita de algo como la UE, el euro y el grupo de Bruselas para ejercer esa violencia extorsionadora? ¿Y por qué delante del mantra “no hay alternativa”, en efecto, continua no habiendo alternativa? ¿Por qué no se consigue nombrar al sujeto de lucha e implicarse en ese propio sujeto, que conferiría los elementos materiales a partir de los que se podría declarar, alegremente: es la alternativa? Apostemos en él. 
Syrizas es el primer vector institucional del ciclo de luchas que, a groso modo, ganó momentum con las revoluciones árabes, disparando con la insurrección de Túnez y de la Plaza Tahrir en el Cairo. Sí, hemos de dar el paso para la osadía e identificar el terreno de la recomposición global. Es fácil reclamar precisión geográfica y denunciar el achatamiento de particularidades, muchas veces con algún andamiaje identitario de selección de las diferencias; es muy difícil aprender la dimensión global no local y vice-versa, cosa que la governance financiera concibe muy bien hace, por lo menos, 40 años, desde la transición al posfordismo.
Tener así la osadía para afirmar que, crucialmente, las luchas anti-austerity cuyo epicentro fue la Plaza Syntagma son las mismas, esencialmente las mismas, que las luchas del norte de África, las mismas que recorrieron el 15-M de 2011 en España, del Occupy norteamericano, de las jornadas de Junio de 2013 en Brasil, del Parque Gezi en Estambul, o de la Plaza Maidan en Kiev. Tal constatación no significa nivelar dinámicas singulares, sino reconocer que el mismo tejido conjuntivo en el que opera el capitalismo mundializado hace brotar tendencias antagonistas, una composición de clase que, con todas las particularidades, es impulsada por esos antagonismos. Es la misma composición ultra conectada entre plazas y redes, entre la politización de lo cotidiano y la recusa de la clase política, entre el acto ético del indignado al implicarse en la lucha colectiva y la denuncia de la corrupción de las “castas”.
Por lo tanto, Syriza es una continuación de los afectos políticos que circularon durante todos esos años y, por eso mismo, es la primera experiencia, frágil y precaria, en llevar el antagonismo al nivel institucional duro. No es poca cosa. Syriza no está entre movimientos e instituciones, como si existiesen dos planos concéntricos o separados, con lógicas propias, y entre ellos un intermezzo conectivo. Esta división esquemática, entre movimientos e instituciones, significaría admitir la autonomía de lo político, que es justamente lo que está en jaque cuando las multitudes afirman “no nos representan”. En las últimas décadas, el cambio de cualidad de los antagonismos viene determinando paulatinamente la obsolescencia de los formatos de movimiento social orgánico y de la militancia ideológica, con sus estructuras rígidas, identitarias, programáticas, que demarcan con exactitud el dentro y el fuera, la producción esotérica y exotérica.
Como si para situarse en el campo de la militancia fuese necesario atravesar la frontera del compromiso para convertirse a la comunidad de la izquierda, frente a los que se prestan cuentas y de tiempo en tiempo nos reconciliamos, bajo la pena de la excomunión.
Si Syriza detiene hoy una fuerza a la altura de los antagonismos, no consiste en asentarse sobre la constelación de lo que en Grecia se llama “campo de izquierda”.  Su singularidad está, eso sí, en la capacidad de operar en lo continuo, en lo difuso, en borrar las fronteras y derramarse por el tejido conjuntivo, independiente de las profesiones de fe ideológica o de las identidades sociales –ahí precisamente es donde la governance extiende los mecanismos de dominación y explotación y funciona dispensando códigos significantes y fijos. La liquidez de la organización no es impotencia o ironía posmoderna, sino potencia social de tipo diverso.
No llama la atención que la reacción emocional de la izquierda griega y mundial frente al “reculo” de Tsipras cohabite con la indiferencia general de aquellos que no comparten los métodos obsoletos de organización y actuación.
Estamos hablando de la gran mayoría de la población, que no se conmovió con el escándalo de la izquierda. Si muchos no condenan al gobierno griego por no haber provocado el Grexit, tal vez no sea porque estén presos en la caverna de las falsas ideas, sino porque UE y euro para ellos, así como para los indignados de Maidan, asumen un sentido pragmático e inmediato. Que no es paceZizek, simplemente un ideal de Europa. Al contrario, consiste, en primer lugar, en la percepción de que la alternativa estatista y soberanista no es alternativa alguna, que tal discurso es tan ideológico cuanto algún ideal de Europa. Estatizar los bancos, forzar el medio circulante nacional ¿y entonces qué? ¿Un Plan Quincenal? El anti europeísmo de izquierda solo ha conseguido repetir formulas estado céntricas del siglo pasado o, entonces, valorar referencias vagas a Rusia o a China, como si los BRICS pudiesen, en cualquier medida, apoyar un proyecto de contrapoder. En segundo lugar, la percepción de que la alternativa posible, calcada en la creatividad del ciclo en que Syriza está engranado, aun depende de una larga cola de circuitos económicos virtuosos, de alianzas y contagios. El oxi fue no a la Europa de la troika, que hoy es la única que existe, pero no implicó, de forma lineal, partir hacia alternativas en las que las propias personas se vean implicadas. Por lo menos, no aun.
Que la troika esté preparada para expulsar un estado miembro por la ventana  no es señal de su fuerza, como si Schäule, Merkel y Juncker fuesen un nuevo poder soberano en el interior de la UE. Esa apelación a una política “time-out” significa, en vez de eso, la flaqueza que consiste en accionar la coerción derecha. El objetivo del chantaje está en desmovilizar políticamente las alternativas en gestación, frente a un ciclo que va desde Islandia hasta las riots inglesas, desde Portugal hasta Ucrania, impidiendo así que el miedo vuelva a cambiar de lado. Además de frustrar en las negociaciones la posibilidad de reestructuración financiera griega, en Bruselas estaba en juego el estrangulamiento deliberado del primer gobierno de un partido forjado en las luchas anti austeridad, sirviendo de ejemplo para otros vectores que vienen siendo construidos, especialmente en el sur de Europa. Sobre todo en España, donde la formación de Podemos y las victorias de las confluencias municipalistas en Madrid, Barcelona, Zaragoza y otras ciudades, señala la emergencia de alternativas. Con Syriza derrotado, sea a través del Grexit,sea a través de un acuerdo de imposible sustentación, la troika busca conjurar la alteridad del acecho de las nuevas formaciones partidarias y electorales, que avanzan los antagonismos sobre el terreno institucional duro.
Mientras, en Brasil, el gobierno del Partido de los Trabajadores en el poder hacer ya 13 años, prosigue con el saqueo social. No lo hace por ser “rehén de las circunstancias”, sino por una doble y consciente elección, de la cual el PT y su coalición son responsables. Primero, la imposición del giro autoritario del crecimiento económico, mediante subsidios a montadoras y empresas, mega obras, mega represas, mega eventos, gigantescos emprendimientos del agronegocio. Y después, cuando el Brasil Maior se ahogaba, en medio de la falencia del proyecto económico y los sucesivos casos de corrupción sistémica, con la imposición de la austeridad neoliberal contra los pobres. La presidenta asume que el “ajuste fiscal” es bueno para el país, mientras moviliza los engranajes de los viejos movimientos y centrales de sindicato de orbe petista, para brindarla de la inestancable oposición institucional y social.
Con ese paño de fondo, la lectura política del “reculo” de Tsipras hecha en Brasil es ejemplar de la operación de sustentación de un gobierno de austeridad que, curiosamente, consigue presentarse (por lo menos ideológicamente) como de izquierda o “progresista”, sobre todo fuera del país. Recalentando análisis de coyuntura que tendrían su grado de validez en el año 2000, cuando el lulismo en Brasil y los demás gobiernos progresistas de América del Sur contenían brechas y ambivalencias; en la década de 2010 esa maniobra no pasa de un intento cada vez más vacío de prolongar indefinidamente el esquema entre neoliberalismo y neo-desarrollismo, entre el imperialismo americano y los BRICs (ni que sea para estimar la conveniencia táctica de los checks and balances de la multipolaridad). De ahí la prisa en domesticar la experiencia de Syriza y, con eso, apaciguar las inquietudes y agitaciones entre las fileras de simpatizantes, grandes o pequeñas.
Gobiernistas e izquierdistas brasileños se reencontraron en la condenación a Tsipras, hace apenas 6 meses en el gobierno del país más afectado por la crisis en la Unión Europea. Los primeros, adeptos del extremismo de centro, se complacen con la capitulación. Seria prueba de que no hay alternativa, y que en  el mundo de hoy la dialéctica del menos peor resta inexorable. Ya condenaban las movilizaciones desde Túnez por “falta” de una alternativa de poder y ahora la condenan también.
Los últimos, haciendo un llamamiento a un mistificado “poder popular” o a fórmulas vacías dosificadas por la reconfortante palabra “estado”, se adelantan para desenmascarar lo que ya sabían desde el principio: la traición de Syriza frente a las luchas globales al avanzar sobre el terreno electoral e institucional, excediéndose. El primero por la falta, el segundo por el exceso, ambos se complementan en su mezcla de verdadero cinismo y falso radicalismo. Una vez más, el moralismo impotente y el inmoralismo cínico de poder se retroalimentan entre si, como vimos en las elecciones de Octubre de 2014, en la adhesión izquierdista a la campaña gobiernista del miedo. Similarmente equivocados, ambos interpretan la victoria de la Troika sobre Syriza como acto final de una tragedia. ¡Para ambos, nada nuevo se ve en Grecia, inmediatamente para atrás! No podemos compartir ese giro de 360 grados.
Para Tsipras y Syriza, ganar tiempo no puede ser distender la crisis indefinidamente. De nada vale cambiar el final amargo por una amargura sin fin, normalizando nuevamente la crisis. Continuar luchando, claro. Y continuar luchando sin perder de vista el nuevo terreno donde opera la tendencia antagonista a mediados del siglo 21. En la década de 1840, Marx y Engels no se cansaron de criticar la Liga de los Justos por su carácter sectario e aislacionista, en un momento histórico  en que, a la luz de los impases, era preciso pasar a la masificación del movimiento de clase. La horizontalidad también nutre una extraña verticalización cuando interpreta su dislocamiento de las dinámicas de la vida social como una clave moralista de pureza. Ahí, la autonomía de lo político se reintroduce en la figura de la militancia sentada en sus propios principios y métodos, lo que corre el riesgo de convertirse aun en otra teología política. ¿No era Marx quien decía que la gran mayoría se mueve por intereses materiales y no por modelos utópicos o pertenencias comunitarias? Por eso el capitalismo funciona con tanta resiliencia, ya que para él la única comunidad autentica es la del dinero. Es en ese sentido, en el pasaje de la geometría (horizontal o vertical) a la mecánica de los fluidos, de los colectivos y movimientos sociales a la sociedad en movimiento, que grupos como Syriza o Podemos tienen que contribuir para la intensificación de un poder de ruptura. 

Rosa de Luxemburgo (1986)

Rosa Luxemburgo  tuvo una vida cargada de interés. Esta luchadora de los derechos del oprimido fue una personalidad tenaz a sus ideas y valores. Se dedicó con carácter y contundencia a la liberación de la clase trabajadora.

Dice Margarethe von Trotta: fue «la primera víctima del fascismo que años más tarde se convertiría en el partido de Hitler. Rosa fue una persona optimista, sus creencias, sus sentimientos y sus puntos de vista mantienen la ilusión de un mundo mejor».




Epístola de George Bataille a René Char

Sobre las incompatibilidades del escritor [1]

(Traducción: Gerardo Córdoba)

París, Mayo de 1950
Mi querido amigo,
La pregunta que usted ha planteado «¿Hay incompatibilidades?», en la revista Empédocles[2] ha tomado para mí el sentido de una conminación esperada, que al fin, sin embargo, yo desesperaba por escuchar. Percibo cada día un poco mejor que este mundo, donde estamos, limita sus deseos por dormir. Pero una palabra llama en tiempo querido una suerte de crispación, de recuperación.
Ocurre ahora, bastante a menudo, que la solución parece próxima: en este momento una necesidad de olvidar, de no reaccionar más, lo lleva sobre las ganas de vivir aún… Reflexionar sobre lo inevitable, o intentar simplemente no dormir más: el sueño[3] parece preferible. Hemos asistido a la sumisión de lo que sobrepasa una situación muy pesada. Pero los que gritaron ¿estarán más despiertos? Lo que viene es tan extraño, tan vasto, tan poco, en la medida de la espera… En el momento en que el destino que los conduce toma figura la mayor parte de los hombres se remiten nuevamente a la ausencia. Los que parecen resueltos, amenazadores, sin una palabra que no sea una máscara, voluntariamente se han perdido en la noche de la inteligencia. Pero la noche en  que se oculta ahora el resto de la tierra es más espesa: al sueño[4] dogmático de los unos se opone la confusión exangüe de los otros, caos de innombrables voces grises, agotándose en el adormecimiento de los que escuchan.

Mi vana ironía es quizás una manera de dormir más profunda… Pero escribo, hablo, y no puedo más que regocijarme si la ocasión me es dada por su responder, querer mismo, con usted, el momento del despertar, en que por lo menos no será más aceptada esta confusión universal que ahora hace del pensamiento mismo un olvido, una tontería, un ladrido de perro en la iglesia.
Quien más es, respondiendo a la cuestión que usted ha planteado, tengo el sentimiento de alcanzar al fin al adversario, —quien, seguramente, no puede ser tal o cual, sino la existencia en su completud, hundiendo, adormeciendo, y ahogando el deseo,— y de alcanzarlo al fin en el punto en que debe serlo. Usted invita, usted provoca a salir de la confusión… Quizá un exceso anuncia que el tiempo viene. A la larga, ¿cómo soportar que la acción, bajo formas tan desdichadas, acabe de «escamotear» la vida? Sí, quizá el tiempo viene ahora, para denunciar la subordinación, la actitud avasallada, con lo que la vida humana es incompatible: subordinación, actitud, aceptadas desde siempre, pero de las que un exceso nos obliga, hoy en día, a separarnos lucidamente. ¡Lucidamente! Es, bien entendido, sin la menor esperanza.
A decir verdad, por hablar así, se arriesga siempre a engañar. Pero usted me sabe tan lejos del abatimiento como de la esperanza. He escogido simplemente vivir: me asombro en todo momento de ver hombres ardientes y ávidos de tratar de burlarse del placer de vivir. Esos hombres confunden visiblemente la acción y la vida, sin nunca ver más que, la acción siendo el medio necesario en la conservación de la vida, lo único válido[5] es la que se borra, en el rigor se prepara para borrarse, ante la «diversidad rielante» de la cual usted habla, que no puede, y nunca podrá ser reducida a lo útil.
La dificultad de subordinar la acción a su fin viene de lo que lo único válido es lo más rápidamente eficaz. De donde, inicialmente, la ventaja de entregarse a eso sin medida, de mentir y de ser desenfrenado. Si todos los hombres admitieran obrar tan poco como la necesidad el encargo[6] en su totalidad, mentira y brutalidad serían superfluas. Son la propensión desbordante en la acción y las rivalidades que manan de ahí, que hacen la eficacia más grande de los mentirosos y de los ciegos. Además, en las condiciones dadas, ¡no podemos nada para salir de eso: para remediar en el mal de la acción excesiva, hace falta o hará falta obrar! Nunca hacemos, pues, más que encargar[7] verbal y vanamente a los que mienten y ciegan a los suyos. Todo se estropea en esa vanidad. Ninguno puede encargar la acción más que por el silencio, —o la poesía,— abriendo su ventana en el silencio. ¡Denunciar, protestar es aún obrar, es al mismo tiempo sustraerse ante las exigencias de la acción!
Nunca, me parece, señalaremos bastante bien una primera incompatibilidad de esta vida sin medida (hablo de lo que es, en el conjunto, que, más allá de la actividad productiva es, en el desorden, lo análogo de la santidad), que solo cuenta y que solo es el sentido de toda humanidad, —como consecuencia de la acción sin medida misma. La acción no puede tener, evidentemente, valor más que en la medida en que tiene la humanidad por razón de ser, pero acepta raramente esta medida: pues la acción, de todos los opios, procura el sueño[8] más pesado. El lugar que toma hace soñar[9] con los árboles que impiden ver el bosque, que se dan para el bosque.
Es por eso, me parece, dichoso por oponernos al equivoco y no pudiendo obrar verdaderamente nuestro sustraer sin ambages. Digo nosotros, pero sueño con ustedes, conmigo, con los que se parecen a nosotros. Dejar los muertos a los muertos  (salvo imposible), y la acción (si es posible) a los que la confunden apasionadamente con la vida.
No quiero decir así como debemos en todos los casos renunciar a toda acción, no podremos, posiblemente, nunca dejar de oponernos a las acciones criminales o desatinadas, pero nos hace falta claramente reconocerlo, la acción racional y válida[10] (desde el punto de vista general de la humanidad) volviéndose, como lo habríamos podido prever, la parte de los que obran sin medida, arriesgando por eso, de racional en la partida, ser cambiada dialécticamente en su contrario, no podríamos oponernos a eso más que con una condición, si nos substituimos, o más bien, si tenemos el corazón y el poder de substituirnos en aquellos de los cuales no amamos los métodos.
Blake dice poco más o menos en estos términos: «Hablar sin obrar, engendrar la pestilencia.»
Esta incompatibilidad de la vida sin medida y de la acción desmesurada es decisiva a mis ojos. Tocamos el problema cuyo «escamoteo» contribuye sin ninguna duda al modo de proceder ciego de toda la humanidad presente. Tan raro como eso parece en primer lugar, creo que este escamoteo fue la inevitable consecuencia del debilitamiento de la religión. La religión planteaba este problema: mejor, era su problema. Pero, de grados a grados, ha abandonado el campo en el pensamiento profano, que aún no ha sabido plantearlo. No podemos lamentarlo pues, planteándolo con autoridad, la religión lo planteaba mal. Sobre todo, lo planteaba de manera equivoca —en el más allá. En su principio la acción seguía siendo el asunto de este mundo…: todos sus verdaderos fines seguían siendo celestes. Pero finalmente nos toca plantearlo bajo su rigurosa forma.
Así su cuestión me conduce, desde mi afirmación muy general, a esforzarme por precisar, desde mi punto de vista, los datos actuales y el alcance de la incompatibilidad que me parece fundamental.
No se toma aun tan claramente como, en el tiempo presente, es, aunque en apariencia haya durado mucho, —el debate sobre la literatura y el compromiso que es decisivo. Pero justamente, no podemos dejar eso ahí. Creo que, en primer lugar, importa definir lo que pone en juego la literatura, que no puede ser reducida a servir a un maestro. NON SERVIAM es, se dice, la divisa del demonio. En ese caso la literatura es diabólica.
Amaría en este punto dejar toda reserva, dejar en mí hablar la pasión. Eso es difícil. Eso es resignarme a la impotencia de deseos demasiado grandes. Querría evitar, en la medida misma en que la pasión me hace hablar, recurrir a la expresión cansada de la razón. Sea lo que sea, por lo menos usted podrá sentir en primer lugar que eso me parece vano, incluso imposible. Eso es oscuro si digo que en la idea de hablar sagazmente de esas cosas, experimento un gran malestar. Pero me dirijo a usted, quien verá de golpe, a través de la pobreza de palabras sensatas, lo que no ase más que ilusoriamente mi razón.
Lo que soy, lo que son mis pareceres o el mundo en que somos[11], me parece honesto afirmar rigurosamente que no puedo saber nada de eso: apariencia impenetrable, pobre luz vacilante en una noche sin límites concebibles, que rodea todos los lados. Me mantengo, en mi impotencia asombrada, en una cuerda. No sé si amo la noche, eso se puede, pues la frágil belleza humana no me conmueve hasta el malestar, más que por saber insondable la noche en que ella viene, en que ella va. ¡Pero amo la figura lejana que los hombres han trazado y no cesan de dejar de ellos mismos en esas tinieblas!  Me arrebata y le amo y eso me hace mal frecuentemente por amarle demasiado: aun en sus miserias, sus tonterías y sus crímenes, la humanidad sórdida y tierna, y siempre extraviada, me parece un desafío embriagador. No es Shakespeare, es ELLA, quien tuviera esos gritos para desgarrarse, no importa si sin fin ELLA traiciona lo que ella es, que la excede. ELLA es conmovedora  en la simpleza, cuando la noche se hace más sucia, cuando el horror de la noche cambia los seres en un vasto desperdicio.
Se me habla de mi universo «insoportable», como si quisiera en mis libros exhibir  algunas cicatrices, como lo hacen los desdichados. Es verdad que en apariencia, me plazco en negar, al menos en descuidar, en tener para nada los múltiples recorridos que nos ayudan a soportar. Los desprecio menos que lo que me parece, pero, seguramente, tengo prisa en devolver lo poco de vida que me toca a lo que se sustrae divinamente ante nosotros, y se sustrae a la voluntad de reducir el mundo a la eficacia de la razón. Sin tener nada contra la razón y el orden racional (en los numerosos casos en que es claramente oportuno, soy como los otros para la razón y el orden racional), yo no sepa más que en este mundo nada haya nunca parecido adorable que no excediera la necesidad de utilizar, que no destrozara y no estremeciera al encantar, que no fuera, en una palabra, sobre el punto de no poder ser soportado más. Quizás tengo la culpa, sabiéndome claramente limitado por el ateismo, de nunca haber exigido menos de este mundo que los cristianos no exigían de Dios. La idea de Dios misma, aunque tuvo por fin lógico dar razón del mundo, ¿no tuvo que  helarse? ¿no era ella misma «intolerable»? Con más fuerte razón  lo que es, de lo cual no sabemos nada (sino en trozos despegados), de lo cual nada da razón, y de lo cual la impotencia o la muerte del hombre es la única expresión bastante plena. No dudo que al alejarnos de lo que tranquiliza, nos aproximábamos a nosotros mismos, a ese momento divino que muere en nosotros, que ya tiene la extrañeza del reír, la belleza de un silencio angustiante. Lo sabemos desde hace tiempo: no hay nada que encontrábamos en Dios que no podíamos encontrar en nosotros. Seguramente, en la medida o la acción útil no lo ha neutralizado, el hombre es Dios, consagrado, en un transporte continuo, a una «intolerable» alegría. Pero el hombre neutralizado por lo menos no tiene más nada de esa dignidad angustiante: el arte solo hereda hoy en día, bajo nuestros ojos, el papel y el carácter delirantes de las religiones: es el arte hoy en día quien nos trasfigura y nos roe, quien nos diviniza y nos burla, quien expresa por sus mentiras pretendidas una verdad vacía al fin de sentido preciso.
No ignoro que el pensamiento humano se desvía en su completud del objeto del cual hablo, que es lo que somos soberanamente. Lo hace de golpe seguro: nuestros ojos se desvían menos necesariamente del deslumbramiento del sol.
Para los que quieren limitarse a ver lo que ven los ojos de los desheredados, se trata del delirio de un escritor… Me guardo de protestar. Pero me dirijo a usted, por usted, a los que se nos parecen, y usted sabe mejor que yo eso de lo que hablo, teniendo la ventaja sobre mí de no desertar nunca de eso. ¿Cree usted que un objeto tal no pide de los que lo abordan que ellos escojan? Un libro frecuentemente desdeñado, que testimonia no obstante uno de los momentos extremos en que el destino humano se busca, dice que ninguno puede servirse  de dos  maestros[12]. Yo diría más bien que ninguno puede, alguien tiene ganas que tuviera eso, servirse de un maestro (cualquiera que sea), sin negar en él mismo la soberanía de la vida. La incompatibilidad que el Evangelio formula no es menos que eso, en la salida, a pesar del carácter útil, de juez y de benefactor, dado a Dios, la de la actividad práctica y del objeto del cual hablo.
No se puede, por definición, pasarse de la actividad útil, pero otra cosa es responder a la triste necesidad y dar el paso a esa necesidad en los juicios que deciden nuestra conducta. Otra cosa hacer de la pena de los hombres el valor y el juez supremos, y no recibir por soberano más que mi objeto. La vida, por un lado, es recibida en una actitud sumisa, como una carga y una fuente de obligación: una moral negativa entonces, responde a la necesidad servil de la molestia, que nadie podría contestar sin crimen. En el otro sentido, la vida es deseo de lo que puede ser amado sin medida, y la moral es positiva: ella da exclusivamente el valor al deseo y a su objeto. Es común afirmar una incompatibilidad de la literatura y de la moral pueril (no se hace, se dice, buena literatura con buenos sentimientos). ¿No debemos, a fin de ser claros, señalar en contrapartida que la literatura, como el sueño, es la expresión del deseo, —del objeto del deseo, — y por eso de la ausencia de molestia, de la insubordinación ligera?
«La literatura y el derecho a la muerte» niega la seriedad de la cuestión: « ¿Qué es la literatura?» que «nunca ha recibido más respuestas insignificantes». «La literatura… parece el elemento vacío… sobre el cual la reflexión, con su propia gravedad, no puede retornarse sin perder su seriedad.» ¿Pero de este elemento no podemos decir que es justamente el objeto del cual hablo, que, absolutamente soberano, pero no manifestándose más que por el lenguaje, no es en el seno del lenguaje más que un vacío, ya que el lenguaje «significa» y que la literatura retira en las frases el poder de designar otra cosa que mi objeto? Ahora bien, de este objeto, si tengo tanto mal por hablar, es que nunca aparece incluso desde el instante en que hablo de eso, ya que, como parece, el lenguaje «es un momento particular de la acción y no se comprende por fuera de ella» (Sartre).
En estas condiciones la miseria de la literatura es grande: es un desorden resultante de la impotencia del lenguaje por designar lo inútil, lo superfluo, a saber la actitud humana sobrepasando la actividad útil (o la actividad considerada en el modo de lo útil). Pero, para nosotros, del cual, de hecho, la literatura fue la preocupación privilegiada, nada cuenta más que los libros, —que leemos o que hacemos,— sino lo que ponen en juego: y tomamos por nuestra cuenta esta inevitable miseria.
Escribir no es menos en nosotros el poder de añadir un trazo a la visión desconcertante, que maravilla, que asusta, —que el hombre está en él mismo incesantemente. ¡Bien sabemos, de las figuras que formamos, que la humanidad se pasa de ellas fácilmente: en suponer incluso que el juego literario completo sea reducido, avasallado a la acción, el prodigio está ahí de todas maneras! La impotencia inmediata de la opresión y de la mentira es incluso más grande que la de la literatura auténtica: simplemente, el silencio y las tinieblas se extienden.
Sin embargo, ese silencio, esas tinieblas preparan el ruido resquebrajado y los lugares temidos de nuevas tormentas, preparan el retorno de conductas soberanas, irreductibles al hundimiento del interés. Pertenece al escritor no tener otra elección más que el silencio, o esta soberanía tormentosa. En la exclusión de otras preocupaciones mayores, no puede más que formar esas fascinantes figuras —innombrables y falsas—, que disipa el recurso en la «significación» del lenguaje, pero donde la humanidad perdida se encuentra. El escritor no cambia la necesidad de asegurar las subsistencias, —y su repartición entre los hombres,— no puede tampoco negar la subordinación a esos fines de una fracción del tiempo disponible, pero fija él mismo los límites de la sumisión, que no es menos necesariamente limitada como ineluctable. Está en él, es por él que el hombre aprende que por siempre permanece inasible, siendo esencialmente imprevisible, y que el conocimiento debe finalmente resolverse en la simplicidad de la emoción. Es en él y por él que la existencia es generalmente lo que la hija es al hombre que la desea, que ella le ama o le abre, que le aporta el placer o la desesperanza. La incompatibilidad de la literatura y del compromiso, que obliga, es pues precisamente la de contrarios. Nunca hombre comprometido no escribió nada que no fuera mentira, o no sobrepasara el compromiso. Si parece ir de otro modo es que el compromiso del que se trata no es el resultado de una elección, que respondió a un sentimiento de responsabilidad o de obligación, sino el efecto de una pasión, de un insalvable deseo, que no dejaron nunca la elección. El compromiso del cual el temor del hambre, del avasallamiento o de la muerte de otro[13], del cual la pena de los hombre hicieron el sentido y la fuerza apremiante aleja al contrario de la literatura, que parece mezquina —o peor— a lo que busca la molestia de una acción indiscutiblemente  acuciante, a la cual sería floja o fútil por no consagrarse completamente. Si hay alguna razón de obrar, hace falta decirla lo menos literalmente que se pueda.
Es claro que el escritor auténtico, que no escribe para mediocres o por irreconocibles[14] razones, no puede, sin caer en la simpleza, hacer de su obra una contribución a los designios de la sociedad útil. En la medida en que serviría, esta obra no sabría tener verdad soberana. Iría en el sentido de una sumisión resignada, que no tocaría solamente la vida de un hombre entre otros, o de un gran número, sino lo que es humanamente soberano.
Es verdad, esta incompatibilidad de la literatura y del compromiso, fue fundamental, no puede ir siempre contra los hechos. Ocurre que la parte exigida por la acción útil se refiere a la vida entera. No hay más, en el peligro, en la urgencia o la humillación, lugar para lo superfluo. Pero desde entonces, no hay más elección. Justamente se ha alegado el caso de Richard Wright: un Negro del Sur de los Estados Unidos no podría salir de las condiciones de molestia sopesando en sus pareceres, en los cuales escribió. Esas condiciones, las recibe desde el afuera, no ha escogido ser comprometido así. Con este propósito, Jean-Paul Sartre ha hecho esta anotación: «…Wright, escribiendo para un público desgarrado, ha sabido mantenerse, a la vez, y sobrepasar esta desgarradura: él tiene el pretexto de una obra de arte.» No es absolutamente extraño en el fondo que un teórico del compromiso de los escritores sitúe la obra de arte —bien es lo que sobrepasa, inútilmente, las condiciones dadas—, más allá del compromiso ni que un teórico de la elección insista él mismo en el hecho de que Wright no podía escoger —sin sacar las consecuencias. Lo que es penoso es la libre preferencia, cuando nada es aun exigido desde afuera y que el autor elija por convicción hacer ante todo obra de prosélito: él niega muy a propósito el sentido y el hecho de un margen de «pasión inútil», de existencia vana y soberana, que es en su conjunto la propiedad de la humanidad. Hay menos suerte mientras que, a pesar de él, este margen se encuentre, como en el caso de Wright, bajo forma de obra de arte auténtica, cuyo fin  la predicación es solamente el pretexto. Si hay urgencia verdadera, si la elección no es más dada, aun sigue siendo posible reservar, quizás tácitamente, el retorno del momento en que cesará la urgencia. La elección sola, si es libre, subordina al compromiso lo que, siendo soberano, no puede ser más que soberanamente.
Puede parecer vano detenerse tan largamente en una doctrina que no alcanzó posiblemente más que algunos espíritus angustiados, turbados por una libertad de humor demasiado grande, demasiado vago.  Lo menos que se puede decir por lo demás es que ella no podía fundar una exigencia precisa y severa: todo debía permanecer en lo vago en práctica, y la incoherencia natural ayudando… Por otra parte, el autor mismo implícitamente ha reconocido la contradicción con que tropieza: su moral, completamente personal, es una moral de la libertad de la elección, pero el objeto de la elección es siempre… un punto de la moral tradicional. La una y la otra moral son autónomas, y no se le ve, hasta aquí, el medio de pasar de la una a la otra. Este problema no es superficial: Sartre mismo lo concede, el edificio de la vieja moral es carcomido, y su pensamiento acaba de estremecerle…
Si llego, al seguir estas vías, a las proposiciones más generales, aparece en primer lugar que el salto de Gribouille[15] del compromiso puesto en luz lo contrario de lo que buscaba (he tomado el revés de lo que Sartre dice de la literatura): las perspectivas en seguida se componen de una manera fácil. Me parece en segundo lugar oportuno no darse cuenta de la opinión recibida sobre el sentido menor de la literatura.
Los problemas de los que he tratado tienen otras consecuencias, pero he aquí bajo qué forma me parece que, desde ahora, podríamos dar más rigor a una incompatibilidad cuyo desconocimiento revocó al mismo tiempo la vida y la acción, la acción, la literatura y la política.
Si damos el paso a la literatura, debemos, al mismo tiempo, confesar que nos preocupamos poco por el incremento de los recursos de la sociedad.
Cualquiera que dirija la actividad útil, —  en el sentido de un incremento general de las fuerzas,— asume intereses opuestos a los de la literatura. En una familia tradicional, un poeta dilapida el patrimonio, y está maldito; si la sociedad obedece estrictamente al principio de utilidad, a sus ojos, el escritor derrocha los recursos, si no debería servir el principio de la sociedad que le nutre. Comprendo personalmente «el hombre de bien» que juzga bueno suprimir o avasallar un escritor: eso quiere decir que toma en la seriedad la urgencia de la situación, eso es quizás simplemente la prueba de esa urgencia.
El escritor, sin desestimarse, puede caer de acuerdo con una acción política racional (puede incluso apoyarla en sus escritos) en el sentido del incremento de las fuerzas sociales, si ella es una crítica y una negación de lo que es efectivamente realizado. Si sus partidarios tienen el poder, puede no combatirla, no callarse, pero eso es solamente en la medida en que se niega él mismo a que la sostenga. Si lo hace, puede dar a su actitud la autoridad de su nombre, pero el espíritu sin el cual ese nombre no tendría sentido no puede seguir, el espíritu de la literatura siempre está, que el escritor lo quiera o no, del lado del derroche, de la ausencia del fin definido, de la pasión que roe sin otro fin que ella misma, sin otro fin que roer. Toda sociedad teniendo que ser dirigida en el sentido de la utilidad, la literatura, a menos de ser considerada, por indulgencia, como una distensión menor, siempre está en lo opuesto de esta dirección.
Excúseme si para precisar mi pensamiento añado por último estas consideraciones, posiblemente, penosamente teóricas.
No se trata más de decir: el escritor tiene razón, la sociedad dirigente está equivocada. Siempre lo uno y lo otro tuvieron razón y equivocación.  Hace falta ver sin agitación lo que es de eso: dos corrientes incompatibles animan la sociedad económica, que siempre opondrá dirigidos a los dirigentes. Los dirigentes intentan producir lo más posible y reducir el consumo. Esta división se encuentra por otra parte en cada uno de nosotros. Quien es dirigido quiere consumir lo más posible y trabajar lo menos posible. Ahora bien, la literatura es consumo. Y, en el conjunto, por naturaleza, los literatos están de acuerdo con lo que aman dilapidar.
Lo que siempre impide determinar esta oposición y estas afinidades fundamentales es que comúnmente, del lado de los consumidores, todo el mundo tira cada cual por su lado. Quien más es, los más fuertes se han atribuido a porfía un poder por encima de la dirección de la economía. De hecho, el rey y la nobleza, dejando a la burguesía el cuidado de dirigir la producción, se esfuerzan por retener una gran parte de los productos consumibles. La Iglesia, que asumía, en acuerdo con los señores, el cuidado de colocar por encima del pueblo algunas figuras soberanas, utilizaba un prestigio inmenso en la retención de una parte diferente. El poder —real, feudal, o eclesiástico— del régimen precediendo la democracia tuvo el sentido de un compromiso[16], por el cual la soberanía, bastante superficialmente dividida en dominios opuestos, espiritual y temporal, era indebidamente puesta al servicio al mismo tiempo del bien publico y del interés propio del poder. En efecto, una actitud soberana que estaría completa sería cercana del sacrificio, no del mando[17] o de la apropiación de las riquezas. El poder y el abuso que tiene el soberano clásico subordinan a otra cosa que ella una actitud soberana, —que es la autenticidad del hombre, o no es nada,— pero no es más auténtica, evidentemente, si tiene otros fines que ella misma (en suma, soberana quiere decir no sirviéndose de otros fines que ella misma). Por lo menos hace falta que el instante en que la soberanía se manifiesta (se entienda  no la autoridad sino el acuerdo con el deseo sin medida) se la lleva de una manera cortada en las consecuencias «políticas» y financiaras de su manifestación. Tanto como parece, en tiempos remotos, la soberanía golpeaba a los dioses y a los reyes de muerte o de impotencia. La soberanía real, cuyo prestigio ha arruinado o se arruina, es una soberanía degradada, compuesta desde hace mucho tiempo con la fuerza militar, perteneciendo al comandante[18]. Nada está más lejos de la santidad y de la violencia de un momento auténtico.
Posiblemente la literatura, con el arte, antaño el auxiliar discreto de los prestigios religiosos o principescos, no tenía entonces autonomía: ella respondió mucho tiempo a algunos encargos[19] o a algunas esperas que no confesaban el carácter menor. Pero desde el principio, desde que ella asume, a lo opuesto de la vanidad de autor, la simple soberanía, —extraviada en el mundo activo, inconciliable,— deja ver lo que siempre fue, a pesar de los múltiples compromisos[20]: movimiento irreductible a los fines de una sociedad utilitaria. A menudo este movimiento entra en cuenta en los más bajos cálculos, pero nunca es reducido en principio, más allá del caso particular en que lo es. Nunca es en verdad reducido más que en apariencia. Los novelas con éxito, los poemas más serviles, dejan intacta la libertad de la poesía o de la novela, que lo más puro aun pueda alcanzar. Mientras que la autoridad legal ha arruinado, por una confusión irremediable, la soberanía de los príncipes y de los sacerdotes.
Heredando los prestigios divinos de esos sacerdotes y de esos príncipes atareados, seguramente, el escritor moderno recibe en parte al mismo tiempo lo más rico y más temible de las partes: con razón la nueva dignidad del heredero toma el nombre de «maldición». Esta «maldición» puede ser dichosa (sea esto de una manera aleatoria). Pero lo que el príncipe recibía como lo más legítimo y lo más envidiable de los beneficios, el escritor lo recibe primero como don de triste advenimiento. Su parte es primero la mala conciencia, el sentimiento de la impotencia de las palabras y… ¡la esperanza de ser incomprendido! Su «santidad» y su «realeza», quizás su «divinidad», le aparecen para humillarle mejor: lejos de ser auténticamente soberano y divino, lo que le arruina es la desesperanza o, más profundo, el remordimiento de no ser Dios…Pues no tiene auténticamente la naturaleza divina: y sin embargo ¡no tiene el tiempo libre de no ser Dios!
Nacida de la decadencia del mundo sagrado, que moría por esplendores engañosos y sin brillo, la literatura moderna en su nacimiento parece incluso más cercana a la muerte que este mundo desposeído[21]. Esta apariencia es engañosa. Pero es pesada en condiciones desarmantes por sentirse solo la «sal de la tierra». El escritor moderno no puede estar en relación con la sociedad productiva más que al exigir de ella una reserva, donde el principio de utilidad no reina más, pero, abiertamente, le niega de la «significación», el sinsentido de lo que es primero dado al espíritu como una coherencia terminada, le llama a una sensibilidad sin contenido discernible, a emoción tan viva que deja a la explicación la parte irrisoria. Pero ninguno sabría sin abnegación, mejor sin lasitud, recurrir al fragmento de mentiras que compensan los de la realeza o de la Iglesia, y no difieren más que en un punto: que se dan de ellos mismos por mentiras. Los mitos religiosos o reales eran por lo menos tenidos por reales. Pero el sinsentido de la literatura moderna es más profundo que el de las piedras, siendo, porque es sinsentido, el único sentido concebible que el hombre aun puede dar al objeto imaginario de su deseo. Una abnegación tan perfecta pide la indiferencia, o más bien, la madurez de un muerto. Si la literatura es el silencio de las significaciones es en verdad la prisión de la cual todos los ocupantes quieren evadirse.
Pero el escritor moderno recoge, en contrapartida de esas miserias, un privilegio mayor en los «reyes» a los que él sucede: el de renunciar a ese poder que fue el privilegio menor de los «reyes», el privilegio mayor de no poder nada y de reducirse, en la sociedad activa, al avance, a la parálisis de la muerte.
¡Demasiado tarde hoy en día para buscar un sesgo! Si el escritor moderno no sabe aun lo que le incumbe, —y la honestidad, el rigor, la humildad lucida que eso pide,—  importa poco, pero desde entonces renuncia a un carácter soberano, incompatible con el error: la soberanía, debía saberlo, no permite ayudarle sino destruirle, lo que podía pedirle era hacer de él un muerto viviente, quizás alegre, pero roído por dentro por la muerte.
Usted sabe que toda esta carta es la única expresión que puedo dar a mi amistad con usted.
***
[1] Según la nota de la edición de las Œuvres Complètes, Tome XII, esta carta fue publicada en Botteghe Oscure, Roma, Nº III 1950, p. 172-187. Las notas, excepto la siguiente y, en parte, ésta, son del traductor. Se ha procurado intervenir lo menos posible en la estructura de las frases (un par pueden parecer desconcertantes), ya que, por tratarse de una carta, esto puede dar muestras de lo íntimo de lo escrito.
[2] ¿Hay incompatibilidades? Aunque parece bastante vano plantear hoy en día semejante pregunta, los recursos de la dialéctica, si se juzga sobre los resultados conocidos, permitiendo responder favorablemente a todo, pero favorablemente no significa verdaderamente, Empédocles propone que sea examinada con atención la cuestión moderna de las incompatibilidades, moderna porque activa sobre las condiciones de existencia de nuestro Tiempo, se convendrá eso, a la vez turbio y efervescente. Se afirma bajo una gran cantidad de ángulos que ciertas funciones de la conciencia, ciertas actividades contradictorias pueden ser reunidas y mantenidas por el mismo individuo sin perjudicar a la verdad práctica y sana que las colectividades humanas se esfuerzan por alcanzar. Eso es posible, pero no es seguro. Lo político, lo económico, lo social, y qué moral…
Desde el momento que algunas quejas, algunas reivindicaciones legitimas se elevan, algunas luchas se comprometen y algunos remedios son formulados, ¿no piensan que si el mundo actual debe encontrar una muy relativa armonía, su diversidad rielante, lo deberá en parte al hecho de que podrá ser resuelto o, todo al menos, planteado seriamente el problema de las incompatibilidades, problema vital, problema de base, como por placer escamoteado?
Hay en todo hombre, se lo sabe, una gota de Ariel, una gota de Calibán, más una parcela de un amorfo desconocido, pongamos, para simplificar, de carbón, susceptible de volverse diamante si Ariel persevera, o, si Ariel dimite, enfermedad de las moscas.
Dejamos a los que quieren respondernos el cuidado de precisar el buen sentido o no, la lógica o no de nuestra cuestión y su tabla de orientación.
Cuestionario torpe y poco claro, se objetará. Pero es de ustedes, adversarios o compañeros, que cuestionario y respuestas esperen la luz.
[3] Sommeil
[4] Sommeil.
[5] Recevable.
[6] Commande.
[7] Condamner.
[8] Sommeil.
[9] Songer.
[10] Recevable.
[11] “Nous sommes”, en francés, considero que es mejor traducirlo por  “somos” y no “estamos” ya que así alude, aunque sea por compartir el verbo (no poco importante), al “soy” que se plantea antes y a la no diferenciación entre ser y estar que maneja la lengua francesa.
[12] Maîtres.
[13] Autrui.
[14] Inavouables.
[15] Según Le Petit Robert 2009, este nombre se refiere a una “persona ingenua y poco prudente que se arroja estupidamente a los problemas, a los males mismos que debería evitar.” Algunos franceses entienden, por analogía a este nombre, “una persona desordenada”. Así mismo, una “fuente” virtual, sin mucha referencia, deriva este nombre de un “personaje popular que se arroja al agua por temor a la lluvia”.
[16] Compromis.
[17] Commandement.
[18] Chef de l’armée.
[19] Commandes.
[20] Compromis.
[21] Dechu.

Clinâmen: ¿Qué hacer con Scioli?

Conversamos con Diego Genoud. periodista, autor del libro «Massa. La biografía no autorizada» y con  Alejandro Horowicz, ensayista y docente de la UBA, sobre el escenario político luego de las PASO. El juego de liderazgos en el kirchnerismo: la relación entre el candidato y el jefe. El panorama en provincia de Buenos Aires. Macri y el naufragio de la hipótesis de la polarización. El lugar de la Cámpora en el posible gobierno por venir.

Ciclo de cine en Córdoba

¿Raritos? ¡Raros somos todos!
por Mariano Pacheco


Con la proyección de “Gabrielle” (Canadá, 2013), del director Louise Archambault, comenzó el jueves pasado, en la ciudad de Córdoba, el ciclo de cine “Raros somos todos, lo humano es raro”. Cada año, el ciclo, elige una temática para ser trabajada, y desde ese eje seleccionan los films.
La proyección de películas continúa hoy, jueves 13, con “Los conspiradores del placer” (República Checa, 1996), del director Jan Svankmajer, el jueves 20, con “Oasis” (Corea del Sur, 2002), del director Lee Chang-dong y finaliza el jueves 27 de agosto con “Yo, mi mamá y yo” (Francia, 2014), del director Guillaume Gallienne. Siempre a las 20 horas en Ayacucho 333, en el bar L`ecole Bon Appetit.
Este es el cuarto año consecutivo en que se desarrolla esta iniciativa, que toma el nombre del documental “Yes, we fuck”, un documental que se propone abordar la sexualidad de personas con diversidad funcional, los mal llamados “discapacitados”. Yes, we fuck es pura afirmación. Desde la organización del evento sostienen que, cuando “estábamos tan cómodos diciendo quienes tenían un cuerpo, y para qué; cuando nos imaginábamos ya casi sin margen de error, a quienes les estaba permitido el placer y el amor, de qué formas, con qué o con quienes; cuando, finalmente, habíamos atrapado en el cielo del cuidado y la medicalización a muchos, justo de ellos, de los ángeles, nos llega como una patada a los ojos abiertos esta afirmación: Yes, we fuck”.
La psicoanalista Claudia Huergo, una de las organizadoras del ciclo, sostiene en diálogo con este cronista que “la sexualidad es el motor más potente de crecimiento personal, desarrollo de la propia personalidad y de las relaciones sociales”. Por eso insiste en que, como tal, debería ser central en los apoyos sociales para personas con diversidad funcional. “Más allá del sexo, el documental quiere mostrar no sólo qué puede hacer la sexualidad por las personas con diversidad funcional, sino también qué puede aportar la realidad de la diversidad funcional a la sexualidad humana”, afirma Huergo, quien resalta que este ciclo de cine se impulsa desde la Asociación Civil Casandra, que está cumpliendo diez años.
El cine por asalto
“Las Casandras” explican que entienden al cine como un dispositivo potente para motorizar la reflexión y la crítica a concepciones que están muy arraigadas en el imaginario social. Y ponen como ejemplo: el miedo a la locura y el rechazo al diferente promueven muchas clasificaciones: ordenar, clasificar, vigilar, son operaciones solidarias. “Nada teme más el hombre que ser tocado por lo desconocido. Desea saber quién es el que le agarra; le quiere reconocer o, al menos, poder clasificar. El hombre elude siempre el contacto con lo extraño… Todas las distancias que el hombre ha creado a su alrededor han surgido de ese temor a ser tocado”. Así comienza Elías Canetti su libro Masa y poder. Así puede comenzarse, asimismo, a ser cuestionado el poder de las clasificaciones, o las clasificaciones como estrategias de poder. Producir una transformación respecto a la nociones imperantes sobre a quién le concierne la locura, implica asumir que no sólo es asunto de médicos, psicólogos o especialistas, insiste Huergo. Y agrega: “el sostenimiento de la vida en su diversidad tampoco”. Es que toda comunidad desarrolla sus propias formas de incluir o excluir la rareza. Clasificar puede ser una invitación, una imposición a hacer cuerpo con una etiqueta. Con un diagnóstico. Desde ese casillero se ubica al otro, se le dice qué se espera de él, cómo comportarse, por dónde circular, con quienes juntarse.
Ante esas operaciones, los organizadores del ciclo sostienen: “nosotros preferimos alojar a incluir. Alojar implica disponer cosas para posibilitar encuentros. Lugares. Alojar implica hacerse casa, paraje. Y una tensión en función de las transformaciones a las que nos interpela ese encuentro”.
Así, la propuesta apunta a generar un contra-movimiento respecto a lo que proponen las clasificaciones. Apostando a que no se trata de saber. Quién es el otro, o qué es, o como actúa. Se trata de entrar en conexión. Cada categoría, cada universal, cada clasificación, desconecta. Componer entonces una conexión al otro. A su forma de existencia.
Por eso el cine es mucho más que el cine. El ciclo, mucho más que la proyección de films. Es un lugar de encuentro, de camaradería, de promoción de la conciencia crítica, que es también un modo diferente de actuar, de sentir. “Qué mejor que el dispositivo del cine para generar esa conexión y qué mejor que el dispositivo de trabajo en taller-debate para movilizar reflexión, discusión e intercambio”, remata Huergo.

La invitación está hecha. Falta que el desierto crezca aún más. Y trazar líneas de desclasificación que hagan rizoma. Y sí, también: que el futuro diga.

“Una política de los cuerpos”

Unapolítica de los cuerpos” es el primer cuadernillo del área de cuerpo y comunicación, un espacio de indagación conceptual, discusión política y exploración corporal en el marco de la carrera de comunicación de la UBA, abierto por estudiantes y docentes con recorridos ligados a experiencias autogestionarias y disciplinas de movimiento. La “cuestión del cuerpo” atravesaba y atraviesa diferentes inquietudes de esos recorridos. Básicamente, compartimos el interés por pensar las modalidades de encuentro entre los cuerpos como productoras de subjetividad; la exploración con movimiento así como las relaciones que nos damos en lo cotidiano como dispositivos productores de cuerpos y afectos. Este cuadernillo reúne materiales que interpelan intereses en ese marco. El hilo de los textos está dado por la asunción (explícita o implícita) de que el orden social se inscribe en los cuerpos, y por la reflexión sobre las posibilidades de transformación de ese orden a partir de la experimentación cotidiana de otras relaciones, afectos y formas-de-vida. El material incluye entrevistas a Jon Beasley-Murray y Verónica Gago; escritos de Amador Fernández-Savater, Silvia L. Gil, V. G. y Diego Sztulwark; y cierra con el texto zapatista leído por el supGaleano en el seminario «El pensamiento crítico frente a la hidra capitalista». Sin la colaboración de Gabriela Mocca no habría sido posible la producción de este material, que «pone-juntos» textos cuya difusión alentamos.

Contra el colonialismo interno

(una semana con Silvia Rivera Cusicanqui en Buenos Aires)

por Verónica Gago
(Foto: Silvia Gabarrot)

Leer a Lenin como se lee el I Ching, abriendo al puro azar, y quedarse con una frase: “Hay que soñar, pero a condición de creer firmemente en nuestros sueños, de cotejar día a día la realidad con las ideas que tenemos de ella; de realizar meticulosamente nuestra fantasía”. Silvia Rivera Cusicanqui cuenta que esta cita fue la clave de su salvataje ante un tribunal de tesis que le reclamaba pruebas de pureza que su trabajo teórico no tenía. Nadie iba a objetar una frase de Lenin y encontrar a Lenin hablando de fantasía era un hallazgo para atesorar. Eran los años 70 en Bolivia, y Silvia se recibía de socióloga. Más tarde, su tesis de maestría se perdió por un allanamiento del gobierno militar. Estuvo exiliada en Buenos Aires, a principios de aquella década, cuando estaba embarazada de su primer hija y tras haber estado presa. Pero duró poco: hacía encuestas en el conurbano y apenas le respondían. “Parecía invisible”, recuerda. Se fue al norte y ahí ya se sintió más a gusto y adquirió para siempre los saberes del contrabando y la costumbre de no comprar muebles sino fabricarlos como desmontables, con ladrillos y tablas.
Silvia Rivera Cusicanqui deriva una serie de principios metodológicos que se vuelven un banquete para lxs más de cien alumnxs que concurren durante tres días a un seminario co-organizado entre tres universidades públicas: el Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) de la UNSAM, la carrera de Sociología de la UBA y el programa Pensar en movimiento de UNTREF. Ser “iconoclastas e irreverentes” con la teoría son dos palabras que se le escuchan una y otra vez y repercuten como un mantra: primero se las repite, luego se las saborea y cuando adquieren un ritmo y se entonan con la respiración, abren otras vías de transmisión.
En Bolivia, la academia fue siempre un bien “elusivo y lejano”, comenta Silvia. Esa “desventaja”, sin embargo, se convirtió en ventaja a la hora de relacionarse con los libros y la teoría en general. “Descubrimos el provincianismo europeo. Por ejemplo, que los ingleses no leen a los franceses. Claro que desde acá eso no se ve porque les atribuimos universalidad. Pero en este continente somos menos provincianos: leemos todo lo que nos llega y bajo el principio de selectividad de que todo sirve según las emergencias sociales. Así tenemos la suerte de saltearnos varias modas, porque llegaron tarde o porque nos parecen de otro planeta, y de entrenarnos en una libertad combinatoria”.
  
Tener pocos libros, en contraste con la “híper accesibilidad actual”, exigía “sacarles el jugo desde lo propio pero también fragilizar la seguridad de nuestro pensamiento a partir de la realidad, así como lo propone Marx, para quien prima lo real frente al pensamiento”.
Curiosear, averiguar, comunicar[1]
Con estos tres verbos, Rivera Cusicanqui enhebró su propuesta metodológica como una serie de gestos. Primero, la curiosidad, que proviene de ejercitar una mirada periférica: la del vagabundeo, la poética figura del flanneur que evocaba Benjamin, como una capacidad de conectar elementos heteróclitos gracias al modo mismo de discurrir, transitar, vagar. La mirada periférica incorpora una percepción corporal. Metaforiza la investigación exploratoria. Envuelve un estado de alerta. Se hace en movimiento y guarda cierta familiaridad con lo que se ha llamado la atención creativa.
Averiguar, como segundo paso, es seguir una pista. Es la mirada focalizada. Y para eso, como insiste Silvia: “lo primero es aclararse el por qué motivacional entre uno mismo y aquello que se investiga”. Lo dice porque subraya una tarea irreemplazable: descubrir “la conexión metafórica entre temas de investigación y experiencia vivida”, porque sólo escudriñando ese compromiso vital con los “temas” es posible aventurar verdaderas hipótesis, enraizar la teoría, al punto de volverla guiños internos de la propia escritura y no citas rígidas de autorización.
Por último, ¿cómo comunicar? Hablar a otrxs, hablar con otrxs. Hay un nivel expresivo-dialógico que incluye “el pudor de meter la voz” y, al mismo tiempo, “el reconocimiento del efecto autoral de la escucha” y, finalmente, el arte de escribir, o de filmar, o de encontrar formatos al modo casi del collage. Hablar después de escuchar, porque escuchar es también un modo de mirar, y un dispositivo para crear la comprensión como empatía, capaz de volverse elemento de intersubjetividad. La epistemología deviene así una ética. Las entrevistas un modo del happening. Y la clave es el manejo sobre la energía emotiva de la memoria: su polivalencia más allá del lamento y la épica, y su capacidad de respeto por las versiones más allá del memorialismo de museo.
En un pequeño cuaderno verde, Silvia tiene unas breves notas que cuando pasan a su oralidad crecen, proliferan y edifican una arquitectura de imágenes, conceptos y narraciones que le permite afirmar –“suelta de cuerpo”, como a ella le gusta– que la sociología es una rama de la literatura.
Leer a Fanon a través de Fausto Reinaga
Cierta alquimia en el proceso de conexiones revela una singularidad. Así, por ejemplo, la lectura de Frantz Fanon en Bolivia se hizo a través de Fausto Reinaga, referente del katarismo, la guerrilla indigenista de los años 70 y autor del clásico La revolución india.
Silvia estuvo involucrada con aquella corriente como un momento colectivo de radicalización política. Años después, en los 80 fue una de las fundadoras del Taller de Historia Oral Andina (THOA), desde donde se exploró la vertiente comunitaria y anarquista de las luchas, se la difundió en folletos y radionovelas y repercutió en las movilizaciones populares de los años siguientes, especialmente en la organización de los ayllus del occidente de Bolivia, la CONAMAQ. Fruto de ese trabajo, se volvió a editar recientemente el libro Lxs artesanxs libertarixs (Tinta Limón y MadreSelva) donde se recopila la historia sindical de los años 20, previa a la Guerra del Chaco, pero también, tras la matanza (se perdieron más de 100 mil vidas de ambos bandos), el protagonismo de los gremios femeninos que agruparon a floristas, amas de casa, vendedoras de mercado y cocineras.
Antes había escrito un libro que devino imprescindible: Oprimidos pero no vencidos. Luchas del campesinado aymara y qhichwa, 1900-1980, donde muestra la “lógica de la rebeldía” que nutrió las revueltas de todo ese período, hasta el golpe de García Meza en julio de 1980. Fue realizado mientras Silvia vivió en el campo, donde entró en contacto con dirigentes kataristas e indianistas. Primero editado por una editorial paceña y la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), luego, según palabras de la autora, el libro fue objeto de una “apropiación reformista por parte de una generación de intelectuales de lo “pluri-multi”, lo cual me ha convencido de las capacidades retóricas de las élites y de su enorme flexibilidad para convertir la culpa colectiva en retoques y maquillajes a una matriz de dominación que se renueva así en su dimensión colonial”.
Rivera Cusicanqui tiene un arte y es escapar de las clasificaciones, especialmente de los lugares exotizantes donde se la quiere ubicar. Dice que por eso creen a menudo que es antropóloga. Se ríe y se auto-bautiza como “objeto étnico no identificado”. A veces también se refiere a sí misma como sochóloga, un mix de chola y socióloga que alguna vez le dijeron para desacreditarla y ella se lo convirtió en bandera. Así también juega  con el término birchola (una mezcla entre chola y birlocha que era como se decía, en contraste, a las mujeres de vestido) y que son figuras que Silvia investigó entre las migrantes de la populosa ciudad de El Alto, el cordón conurbano que rodea La Paz. No son piruetas. Son los destellos de una risa más profunda y una crítica despiadada sobre la esencialización de lo indígena.
“Indixs somos todxs en tanto personas colonizadxs. Descolonizarse es dejar de ser indix y volverse gente. Gente es una palabra interesante porque se dice de maneras muy distintas en cada idioma”, dijo en el auditorio Roberto Carri de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, donde Rivera Cusicanqui dio la conferencia magistral de cierre de las Jornadas de Sociología. Y agregó a esta idea una vuelta más: “Estoy en contra de la metáfora falocéntrica y cristiana de la torre de Babel porque en ella la diversidad lingüística es pensada como castigo. Esta pluralidad se debe a que la tierra necesita muchas lenguas para decirse y no una maldición de un Dios cristiano que se enojó con los hombres”.
En esa invectiva, lo originario es otra palabra a la que Rivera Cusicanqui le ha dedicado sustanciosas críticas. “Es una palabra que divide, que aísla a los indios y, sobre todo, les niega su condición de mayoría para que se reconozcan en una serie de derechos que los restringe a ser una minoría desde el punto de vista estatal”. Además, importantes investigaciones históricas ya demostraron la versatilidad de esa figura: como cuando Tristan Platt narra la conversión en originario del forastero, recuerda Silvia. Las filiaciones son así también efecto de montaje y, cuando no se congelan en estereotipos, procesos en devenir. “Debe tener que ver con que en Bolivia en vez de psicoanalizarnos como aquí, nos farreamos”, especula.
Hay que recordar que la primera traducción al castellano de los debates poscoloniales se hizo en Bolivia, en una compilación a cargo de la propia Silvia junto a Rossana Barragán. Rivera Cusicanqui vuelve a saltar las categorías y revolverlas: “Lo poscolonial es un deseo, lo anti-colonial una lucha y lo decolonial un neologismo de moda antipático”, sintetiza. Para radicalizar la alteridad, “hay que profundizar y radicalizar la diferencia: encon y contra lxs subalternxs”. Esta es una fórmula que permite sortear también la relación perversa que se construye cuando la estructura es “el resentimiento indígena y la culpa del no-indígena”, base afectiva del populismo. No se trata simplemente de “invertir la jerarquía sin tocar el dualismo (Guha dixit)” y usar la muletilla del eurocentrismo para construir nuevos binarismos límpidos. Este movimiento desclasificatorio que Silvia detalla es el que permite incluso entender los “procesos de blanqueamiento como estrategias de sobrevivencia: hay que leer ahí quién se apropia de la fuerza y no quién se regodea en la lástima o quién deja de ser puro”. De ahí, también, la fuerza de los lenguajes combinatorios junto a la capacidad de enfrentar la contingencia e integrar lo ajeno.
El efecto es una condición de “palimpsesto” con el que Silvia lee las capas superpuestas en una ciudad (una “estratigrafía de lo urbano”), en las memorias colectivas, en las lenguas y en los trajines comerciales y de resistencia.
El colonialismo se expresa negando la humanidad de otros: “por eso hoy aparecen figuras desechables sobre las que se actualiza la dinámica colonial”, dice en conversación con teorizaciones como las de Achille Mbembe. Pero, aclara, la descolonización es una tarea de grupo: “Uno no se puede descolonizar solito porque, como decía Jim Morrison y también Foucault, a los señores los llevamos adentro por cobardía y pereza”.
La noción que Silvia trabaja para esta epistemología como práctica descolonizadora es lo ch´ixi: una versión de la noción de lo abigarrado que conceptualizara el sociólogo René Zavaleta Mercado, con quien ella mantuvo un intenso intercambio político e intelectual. “Creo que es una palabra-talismán, que nos permite hablar más allá de las identidades emblemáticas de la etnopolítica. Y creo también que tiene su aura en ciertos estados de disponibilidad colectiva para hacer polisémicas las palabras”.
Y también que permite leer hacia atrás y hacer de la escritura una capacidad de afiliación. Silvia Rivera Cusicanqui confesó tener “nostalgia de ancestros”. La nostalgia devino deseo y finalmente encontró a un tío mecánico mientras investigaba el archivo anarquista: Luis Cusicanqui fue el escritor de un manifiesto anarquista dirigido a indios y campesinos en 1929.
Muerte de una disciplina. Génesis de una (in)disciplina
Silvia habla del aymara como un idioma “aglutinante”, porque es capaz de que un mismo término varíe según los sufijos, los contextos de enunciación y con cada operación de significación específica, así como alrededor de las estrategias retóricas. Esa variación también es a la que se somete su propia teoría, al punto de decir: “Hace algún tiempo he adquirido la costumbre de expresar en público el repudio por mi obra anterior”. Que esa posibilidad esté ligada a una trayectoria femenina no es menor: pone en acto, de nuevo, “la ventaja de la desventaja, el lado afirmativo de nuestra desvalorización”. Y también performativiza esa “episteme propia” sobre la que insiste con desacato e irreverencia, capaz de incluir términos no lineales, opuestos, zonas de conflicto y encuentro, nuevos puntos de partida.
Cuando Gayatri Spivak visitó Bolivia a pesar de que había una lista de traductores oficiales propuestos, fue Silvia quien se animó a la simultaneidad pero, sobre todo, la que puso en escena la indisciplina del texto y de la traducción lineal. “¿Cómo traducir al castellano el término double bind propio de lo esquizo que usa Spivak? En aymara hay una palabra exacta para eso y que no existe en castellano: es pä chuyma, que significa tener el alma dividida por dos mandatos imposibles de cumplir”. Además, estos ejercicios de traducción, dice Silvia, revelan que hoy todas las palabras están en cuestión: “eso es signo de Pachakutik, de un tiempo de cambio”.
En ese tembladeral, hay procedimientos que ayudan: con el flash back y el deja vu (que usa en sus libros pero también en varios de los videos que ha guionado y filmado) Silvia vuelve sobre la memoria colectiva como una serie de montajes que se actualizan según el flujo y el reflujo de las luchas pero que se despliegan como lenguajes propiciatorios de justicia. “Hay una guía que nos hacemos y que tiene que ver con los pensamientos producidos justamente en momentos de peligro”.
Así, por ejemplo, se teje alianza con Waman Puma de Ayala, el autor de la Primer Nueva Coronica y Buen Gobierno (1612-1615 aprox.): una carta al rey de España de mil páginas y con más de trescientos dibujos hechos con tinta que Silvia analiza bajo la luz de su “sociología de la imagen”. Ese libro permite contrabandearla a ella misma en uno de esos dibujos, sobreimprimirla anacrónicamente. El montaje nos daría una poeta-astróloga: “caminar, conocer, crear” los verbos de un método en movimiento, con el horizonte de una “artesanía intelectual”, que no se deja expropiar el debate sobre la idea misma de qué es otra mirada sobre la totalidad. Así quedó expuesto en el proyecto Principio Potosí Reverso, un catálogo-libro que Silvia realizó junto al Colectivo Ch´ixi y que narra una historia que va de las minas coloniales al neoextractivismo.
La imagen, así interrogada, deviene teoría. No es ilustración. Exige una confianza en la autonomía de la percepción que consiste en mirar con todo el cuerpo, como dijo mientras se presentaba su flamante libro en la Cazona de Flores ante casi doscientas personas: Sociología de la imagen. Miradas ch´ixi desde la historia andina (Tinta Limón). Sus textos e intercambios con colectivos aquí ya habían circulado y amasado amistades a través de encuentros y de dos libros: un diálogo con los colectivos Simbiosis Cultural y Situaciones en De chuequistas y overlockas. Una discusión en torno a los talleres textiles y Chi’ixinakax utxiwa. Una reflexión sobre prácticas y discursos descolonizadores. Aquella noche Silvia estaba feliz. Antes había cocinado para editores y amigxs una deliciosa sopa de maní. Todo terminó con brindis y música ya comenzado el día siguiente.
Encontrar la voz propia: de leer a escribir
Entramos en el penal de mujeres de Ezeiza con un frío que helaba, junto a talleristas y docentes. Pero una vez adentro, el clima cambió. Estaban algunas presas que estudian la carrera de sociología y otras que participan de talleres con la organización Yo no fui. La charla se desparramó sobre los saberes de sobrevivencia, los más inteligentes, los que hacen de la debilidad, una potencia. Era un auditorio pero Silvia no se subió a la tarima. Se sentó y luego empezó a caminar mientras hablaba.
“La voz insustituible es la de una misma. Contar la propia vida a una compañera de celda en una noche de insomnio es co-investigar, ser ya parte de la artesanía de la historia oral. Por eso lo fundamental es cuidar la libertad que se siente dentro de cada una y usarla para leer por afinidad: ustedes deben sentir que gobiernan la lectura, leer sólo lo que huele mejor, de atrás para adelante, por pedazos y, luego, escribir como un gesto de cuidado y de fidelidad con ustedes mismas, como un ejercicio de libertad”.
Silvia contó que cuando daba clases de sociología en el penal de Chonchocoro (la cárcel de varones en La Paz), hizo un taller de “voladores”: unos barriletes con los que se comunicaban con los presos de la cárcel de San Pedro, desde el patio donde pasaban el día. “Era sólo un pequeño gesto, pero liberaba energía. Y la libertad es un gesto”. Para ella la cárcel era como un “mundo al revés”, “porque lo que afuera es pequeño adentro se engrandece y viceversa”. Las presas que hablaron coincidieron con esa imagen. También contaron que nunca se habían imaginando leyendo a Nietzsche pero que a todas les impactó ese aforismo que dice que lo que no mata, fortalece, de la importancia de saber que están ahí por un tiempo pero que desde ahora deben proyectar también el afuera y de animarse a hacer cosas que nunca se imaginaron que harían. Habían terminado hace dos días con una huelga de brazos caídos contra una medida que les descuenta las horas de estudios y de talleres de la contabilidad de las horas de trabajo.
Silvia, huelguista de trayectoria, contó también estrategias de resistencia  que se hicieron en 2008 cuando se intentó un golpe contra Evo por los industriales que manejan el comercio del arroz, el aceite, la carne y la harina. “Empezaron a circular todo tipo de recetas para prescindir de esos alimentos, por entonces signados por una maldad de clase. Ese tipo de sabiduría popular, que es la que puede demostrar que el consumo es político por ejemplo, es de pequeños actos pero fundamental a la hora de hacer grietas en las relaciones de fuerza”, graficó Silvia.
Y volvió a una receta, según ella imbatible: “cuando escriban, respiren profundo. Es una artesanía, es un gesto de trabajadora. Y cuando lean lo que escribieron, vuelvan a respirar hasta sentir que hay un ritmo. Los textos tienen que aprender a bailar”.
Pensar en movimiento
De nuevo, se trata de una cuestión de ritmo: “Se trata de conocer con el chuyma, que incluye pulmón, corazón e hígado. Conocer es respirar y latir. Y supone un metabolismo y un ritmo con el cosmos”. Así conocer es una práctica política: “La práctica de la huelga de hambre y la caminata durante días en una marcha multitudinaria tiene el valor del silencio y la generación de un ritmo y una respiración colectiva que actúan como verdadera performance”, dice para recordar las largas manifestaciones en defensa del territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), en 2011. “Hay entonces, en estos espacios de lo no dicho, un conjunto de sonidos, gestos, movimientos que portan las huellas vivas del colonialismo y que se resisten a la racionalización, porque su racionalización incomoda, te hace bajar del sueño cómodo de la sociedad liberal”.
El desplazamiento de los centros es un hecho, dice Silvia (que además, insiste con que si nombramos desde donde estamos situadxs, ¡el oriente refiere a Europa!). Pero en las periferias también hay un impulso a construir nuevos centros. Es lo que pasa, dice, con el proceso boliviano: “Evo eclipsa la incertidumbre, el principio de pluralidad propio de las luchas. Todo el aparato de estado ahora se dirige a eso”.
Silvia actualmente es parte de un emprendimiento que se llama El Tambo Colectivo, donde se hacen cursos y actividades, fiestas y presentaciones. Tuvo un muy breve paso por el gobierno del MAS en sus inicios, en una campaña por la legalización de la hoja de coca. Hoy su postura es de crítica radical y puede leerse en un artículo que escribió y cuyo título anticipa el argumento: “Mito y desarrollo en Bolivia. El giro colonial del gobierno del MAS”.
Hay que discutir lo que se obtura. Por ejemplo, qué sería “una versión propia del desarrollo, casi como una economía del deseo. Una suerte de empate entre lo que se tiene y lo que se desea”. Silvia cuenta cómo la noción de Buen Vivir es parte de un aforismo más amplio, que le pone exigencias concretas y que impide reducirlo a una fórmula sencilla o gubernamental. Además, el deseo de cambio y “en general el deseo colectivo está fuera de todo realismo tal como se presenta desde el poder. Esa es la brasa que hay que cuidar”.

(fuente: http://www.revistaanfibia.com/)
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[1] Gunnar Mendoza Loza, director del Archivo Nacional de Bolivia, acuñó esta idea para definir el “núcleo primordial del oficio” de investigar. Su trabajo será publicado a fines de este año en el volumen Desde los márgenes. Pensadorxs bolivianxs de la diáspora, CLACSO (colección Antologías del Pensamiento Crítico Latinoamericano), antologado por Silvia Rivera Cusicanqui y Virginia Aillón.

Clinâmen: Brasil: ¿Qué queda del llamado «ciclo progresista»?

Conversamos con Giusepe Cocco, docente universitario brasileño, integrante de la Universidad Nómada, sobre la coyuntura política en Brasil. Para el progresismo Dilma representa un gobierno popular acosado por las corporaciones, mientras que las derechas traducen lo que allí sucede en un programa devaluatorio y anticorrupcion. ¿Cómo pensar la actualidad brasilera por fuera de esa dicotomía?

EZLN: De arriba, nunca, jamás llegarán la verdad y la justicia



A la Sexta Nacional e Internacional:
Al Congreso Nacional Indígena:
A l@s de abajo en el mundo:
A quien corresponda:
Una vez más se remarca que, de arriba, no vendrán la verdad ni la justicia.
Nunca.
Jamás.
De arriba sólo hay que esperar simulación, engaño, impunidad, cinismo.
El criminal de arriba siempre tendrá absolución y recompensa.  Porque quien lo juzga es el mismo que le paga.  Son los mismo criminales y jueces.  Son cabezas venenosas de la misma Hidra.
Y ahora tenemos un nuevo ejemplo:
Como zapatistas que somos, nos hemos dado cuenta de que, gordos y contentos, han regresado a sus casas en el poblado de La Realidad, dos de los autores intelectuales del asesinato del compañero maestro Galeano.  Supuestamente estuvieron presos por el asesinato de nuestro maestro y compañero.  Sabemos ya que han sido declarados inocentes del crimen por los mismos que los financiaron y apoyan: los gobiernos federal y estatal de Chiapas.  El autodenominado “juez” Víctor Manuel Zepeda López, del ramo penal de Comitán de Domínguez, Chiapas, el día 12 de agosto de este año, sentenció que los señores Carmelino Rodríguez Jiménez y Javier López Rodríguez son inocentes, a pesar de que ellos y sus cómplices de la CIOAC-Histórica saben que son culpables de organizar el crimen.  No los únicos, pero también lo son.
A escondidas los llevaron de vuelta a La Realidad.  Les dijeron que no se mostraran mucho y fueran discretos, pero la soberbia de quien se sabe impune frente a la justicia de arriba, les suelta la lengua.  Ahí declaran, a quien quiera escucharlos, que no estuvieron presos, sino guardados en una casa donde recibían todas las atenciones y la felicitaciones del gobierno estatal de Manuel Velasco y de los líderes de la CIOAC-Histórica por el asesinato del maestro Galeano, y que les dijeron que tenían que esperar un tiempo para volver a su pueblo “y seguir con lo que quedó pendiente”.
Ahora falta que salgan a declarar a su favor sus cómplices: Pablo Salazar Mendeguchía, Luis H. Álvarez, Jaime Martínez Veloz, Juan Sabines Guerrero, Manuel Velasco, Manuel Culebro Gordillo, Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y Rosario Robles.  Estas personas son algunas de quienes domaron a la CIOAC-Histórica y la convirtieron en lo que es ahora: una banda paramilitar útil para el acarreo de votos y para el asesinato de luchadores sociales.
También falta que los periodistas progres los entrevisten y los presenten como víctimas del “feroz” Galeano (él solo contra más de dos decenas de criminales cioaquistas), reediten la mentira de un enfrentamiento, publiquen sus fotos amañadas, y cobren con la mano derecha el servicio prestado, vehículos con chofer incluidos, mientras en sus medios ensalzan el “gran” desarrollo del suroriental estado mexicano de Chiapas y, con la mano izquierda, celebran su “compromiso con las luchas sociales”.
Pero…
Como zapatistas que somos, miramos y escuchamos no sólo nuestra rabia, nuestro coraje, nuestro odio hacia quienes allá arriba se sienten dueños y señores de vidas y destinos, de tierras y subsuelos; y hacia quienes se venden, con sus movimientos y organizaciones, traicionando su historia y principios.
Como zapatistas que somos, también miramos y escuchamos otros dolores, otras rabias, otros odios.
Miramos y escuchamos el dolor y la rabia, hechos reclamo en los familiares de miles de desaparecid@s y asesinad@s nacionales y migrantes.
Miramos y escuchamos la tenaz búsqueda de justicia de los familiares de los niños y niñas asesinadas en la guardería ABC en Sonora.
Miramos y escuchamos la rabia que se hace digna y rebelde huelga de hambre de anarquistas pres@s en México y en otras partes de mundo.
Miramos y escuchamos la rabia en los pasos incansables de los familiares de los 47 ausentes de Ayotzinapa.
Miramos y escuchamos la rabia en el pueblo hermano Nahua de Ostula, agredido por el ejército.
Miramos y escuchamos la rabia en el pueblo hermano Ñahtó de San Francisco Xochicuautla por el despojo de sus bosques.
Miramos y escuchamos la rabia del pueblo hermano Yaqui por los presos injustamente y por el robo descarado de su territorio.
Miramos y escuchamos la rabia por la burla que es la investigación por el asesinato de Olivia Alejandra Negrete Avilés, Yesenia Atziry Quiroz Alfaro, Nadia Dominicque Vera Pérez, Mile Virginia Martin Gordillo y Rubén Espinosa Becerril, en la Ciudad de México.
Miramos y escuchamos la rabia del magisterio democrático que resiste la guerra mediática, policíaca y militar que padecen por el delito de no rendirse.
Miramos y escuchamos la indignación de quienes, en el norte revuelto y brutal, son atacados por el color de su piel y por ese color son sentenciados y condenados.
Miramos y escuchamos la rabia y el dolor por las mujeres desaparecidas, asesinadas por el delito de ser mujeres; por l@s diferentes atacad@s porque el Poder no tolera lo que se sale de su estrecho pensamiento; por la niñez que es anulada sin que siquiera alcance una cifra en las estadísticas de la macroeconomía.
Miramos y escuchamos que sólo se reciben mentiras y burlas de quienes dicen administrar la justicia y en realidad sólo administran la impunidad y fomentan el crimen.
Miramos y escuchamos en todas partes las mismas promesas de verdad y justicia, y las mismas mentiras.  Ni siquiera cambian las palabras, como que ya tienen un escrito que leen, y mal, todos los de arriba.
Ya es el tiempo en que, cuando el de abajo pregunta por qué se le ataca, la respuesta del de arriba es “por ser quien eres“.
Porque en este mundo que dolemos, el criminal está libre y el justo está preso.  Quien asesina es premiado y quien muere es calumniado.
Pero también miramos y escuchamos que cada vez son más las voces que desconfían, que no se dejan, que se rebelan.
Nosotras, nosotros, como zapatistas que somos, ni confiamos antes, ni confiamos ahora, ni confiaremos después en los de arriba, cualquiera que sea el color de su bandera, cualquiera que sea el modo de su palabra, cualquiera que sea su raza.  Si está arriba, lo está porque oprime a los de abajo.
No tiene palabra el de arriba, no tiene honor, no tiene vergüenza, no tiene dignidad.
De arriba, nunca, jamás llegarán la verdad y la justicia.
Tendremos que construirlas desde abajo.  Entonces el criminal pagará hasta que quede cabal la cuenta.
Porque lo que arriba no saben es que cada crimen impune no hace sino enardecer el odio y la rabia.
Y cada injusticia cometida no hace sino abrir el camino para que esos odio y rabia se organicen.
Y en la balanza romana de nuestros dolores, pesaremos lo que nos deben.
Y pasaremos la cuenta… y la cobraremos.
Entonces tendremos, sí, la verdad y la justicia.  No como una limosna de arriba, sino como una conquista de abajo.
La cárcel será entonces para los criminales y no para l@s just@s.
Y la vida, digna, justa y en paz, será para tod@s.
Eso, sólo eso.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Moisés 
Subcomandante Insurgente Galeano
México, agosto del 2015.

Contra Córdoba: “El pasado nunca es del todo propio”

Entrevista a Diego Tatián

por Pablo E. Chacón
 

El escritor, ensayista, poeta y docente Diego Tatián, expone una hipótesis cultural -cuyo genérico contra Córdoba- resume en seis episodios de la vida de esa ciudad una teoría de la memoria y de la política, de la vanguardia, la ciencia y la política revolucionaria, sobre su destino y su despliegue en un campo pocas veces fértil para evitar que las pulsiones represivas no terminen dando, con suerte, una arqueología o un método que sirva para desenterrar esos emprendimientos. Tatián nació en Córdoba en 1965. Es doctor en Filosofía por la Universidad de esa provincia, y en la actualidad es el decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades de esa casa de estudios. Sus libros escritos son múltiples.
¿Podrás enumerar las seis proposiciones que componen contra Córdoba?
La expresión contra Córdoba no expresa ninguna denostación; más bien enuncia una hipótesis cultural, una pequeña teoría de Córdoba según la cual la historia de la ciudad aloja un conjunto de experiencias de ruptura contra Córdoba, o al menos a pesar de Córdoba, que no componen un recorrido homogéneo sino más bien una secuencia de singularidades sin orden, cuyo sentido se obtiene de lo que enfrentan: un conservadurismo vuelto naturaleza que impide lo que nace y sobrevive finalmente a todo lo que se rebela. Cordobesismo es el nombre reciente de esa persistente ciudad con arañas nocturnas hilando infamias -como escribió alguna vez Enrique González Tuñón en una Elegía dedicada a Deodoro Roca.
En este caso tomo seis episodios muy disímiles de la historia cultural de la ciudad -tal vez más abiertos al buscador de perlas que al trabajo científico del historiador-, que presentan como único punto de articulación esa resistencia conservadora que enfrentan, y esa sintonía permite hacer -o más bien inventar- una tradición que no existe como tal.
El primero de esos episodios remite a la contratación de científicos extranjeros para impulsar la ciencia en la Argentina que realizó Sarmiento tras asumir la presidencia en 1868. La ciudad más clerical, monástica, españolista y contrarrevolucionaria del Rio de la Plata era elegida como sede de este polo de desarrollo de las ciencias naturales, que marcaría un punto de inflexión en la historia cultural del siglo XIX. Sarmiento le encomienda al médico y naturalista prusiano Hermann Burmeister la creación de las primeras cátedras de ciencias naturales en la Universidad de Córdoba, y en 1871 funda el Observatorio Astronómico bajo la dirección de Benjamin Gould. En 1869, el Congreso Nacional autoriza la contratación de profesores extranjeros para impartir ciencias en la Universidad. Entre 15 y 20 científicos europeos llegaron a Córdoba entre 1868 y 1873. Una vez aquí, el Consejo Superior de la Universidad se niega a incorporarlos al cuerpo de profesores alegando un artículo del estatuto según el cual era requisito para acceder a los claustros que el título habilitante hubiera sido expedido por la propia Universidad de Córdoba. Esta resistencia de la corporación de profesores motiva el abandono de todo propósito de implantar el estudio de la ciencia en la Universidad y así surge la Academia Nacional de Ciencias que dependía directamente del Ministerio de Justicia. Finalmente, tras diez años de organización institucional, el reglamento de la Academia Nacional de Ciencias es aprobado durante la presidencia de Nicolás Avellaneda. La intensa experiencia de un grupo de científicos en una ciudad de provincia, finalmente sería devorada por el embrujo conservador de esa misma ciudad.
El segundo episodio es la historia de una tesis doctoral, la tesis de Ramón J. Cárcano, Sobre la igualdad civil de los hijos adulterinos incestuosos y sacrílegos (1884), cuyo escándalo se inscribe en el contexto de la contienda entre católicos y liberales; claramente liberal, el tema de la tesis va a contramano de la impronta religiosa y jesuítica de la Universidad. En una primera instancia es rechazada pero por intercesión de Miguel Juárez Celman, que había sido gobernador de la provincia, con voto dividido, queda finalmente aprobada para su defensa, lo que dio lugar a uno de los mayores escándalos en la historia de la ciudad -llega hasta motivar una reacción del Vaticano. Con su tesis de la igualdad absoluta entre todos los hijos más allá del tipo de vínculos entre sus progenitores, Cárcano se adelantaba un siglo a la reforma legal que la establece. La plena igualdad entre hijos matrimoniales y extra-matrimoniales fue sancionada en 1985.
La tercera historia remite a la creación de una revista de vanguardia -se llamaba Clarín- por Carlos Astrada, Saúl Taborda, Juan Filloy, y otros intelectuales de cuño reformista. Duró menos de un año (entre 1926 y 1927), pero dejó una marca relevante a contrapelo del convencionalismo cultural reinante. El vanguardismo irreverente de Clarín se inserta nítido en la estela que dejaba Proa (1924-1926) -la mítica revista de Borges, Brandán Caraffa, Güiraldes y Xul Solar-, y dialoga con otras como Amauta -creada por Mariátegui en septiembre de 1926-, Martín Fierro (1924-1927), y sobre todo, con la Revista oral -hermandad que testimonian colaboraciones en Clarín de Alberto Hidalgo, Macedonio Fernández, Emilio Pettoruti o Norah Lange.
La cuarta historia que propongo es la de Raúl Baron Biza, cuya vida presenta todas las condiciones para la leyenda: la militancia en el radicalismo -en tiempos en que ese partido hacía honor a su nombre- y su singular literatura le valieron la persecución, la cárcel, el deportamiento, la execración social y dos procesos por obscenidad. Su producción literaria no sólo fue demasiado extensa (diez libros aproximadamente), pero las tiradas de cada uno de ellos constaban de decenas de miles de ejemplares. ¿Dónde ha ido a parar todo ese papel impreso? ¿Dónde hallar esos ejemplares editados para nadie, como un potlatch libertino? El nombre de Raúl Barón Biza se buscará en vano en los catálogos de las bibliotecas públicas cordobesas; sus obras jamás fueron reeditadas, ni son invocadas en las cátedras universitarias, ni casi han obtenido recepción crítica. La obra de Raúl Barón Biza ha desaparecido, material y culturalmente. Por qué me hice revolucionario, Punto Final, Todo estaba sucio son algunos de sus libros. En ellos nada podrá encontrarse ética, literaria o políticamente correcto. Escarnios: del matrimonio, de la herencia, de la aristocracia argentina, de los judíos, de la patria, de la madre, de Dios. Elogios: la violación de la mujer honesta, la liberación del cuerpo femenino; el asesinato por amor, odio y droga (…sólo comprendes la maravilla de la hembra bajo la influencia del polvo blanco), el suicidio, el asesinato político. Pero el título más significativo de su obra quizá sea El derecho de matar (1933), que le valiera el primero de los procesos por obscenidad mientras ya estaba en prisión por motivos políticos. El derecho de matar enseña que el poder consuma su ejercicio sobre los cuerpos: de niños, de trabajadores, de prostitutas, de enfermos, de presos, y que toda liberación debe comenzar allí. La energía moral y literaria de su prosa se conserva intacta no obstante su ausencia de deriva cultural, o tal vez por eso.
La quinta historia es la de una librería y un grupo revolucionario. Durante muchos años hubo en Córdoba una librería (la librería de Bernardo) y un librero llamado Bernardo Nagelkop, que cultivó ese noble oficio hoy casi extinto. En esa librería tuvo sede una de las más importantes aventuras intelectuales de la ciudad, producida por el grupo de Pasado y Presente, y en el que Bernardo Nagelkop estuvo involucrado, esta vez como editor. Los últimos años 60 y los primeros 70 no fueron un momento cualquiera ni en el mundo ni en Córdoba. Pero el repaso de las ediciones que produjo la ciudad en poco más de un lustro no deja de sorprender. La política, la antropología, la poesía, la literatura erótica, la reflexión sobre las drogas, la sociología, la crítica de arte, el marxismo, el existencialismo, se conjugan por un momento para dar lugar a una singular experiencia en expansión, desdisciplinada, intensa, insumisa, descentrada de los cánones intelectuales de la izquierda argentina de entonces. Sade, Barthes, Sollers, Klossowsky, Mallarmé, Bataille, Ginsberg, Burroughs, Merleau-Ponty, Genette, Levi-Strauss ó Deleuze fueron algunos de los autores editados (en algunos casos tal vez por primera vez en español). Este breve catálogo de una cultura que pudo haber sido y no fue, a no ser por un instante relámpago, nos llega como el fruto exótico de un mundo perdido en el que los libros importaban, afectaban, transformaban y, a veces, costaban la vida.
La última es la historia breve de un gobierno. El 11 de marzo de 1973 la fórmula del Frejuli compuesta por Ricargo Obregón Cano y Atilio López se imponía en la primera vuelta de las elecciones provinciales, y definitivamente un mes más tarde con el 54% de los sufragios, en lo que parecía ser la desembocadura institucional de un conjunto de luchas sindicales y populares que sacudían a Córdoba desde los meses finales del Onganiato. La alianza entre el peronismo revolucionario y el sindicalismo combativo iniciaba con la asunción del gobierno, el 25 de mayo del mismo año, uno de los momentos más singulares de la historia política de Córdoba.
Fue breve. La noche del 27 de febrero de 1974 un grupo armado comandado por el Teniente Coronel Antonio Navarro, entonces Jefe de Policía, desalojó a las autoridades democráticas de la Casa de Gobierno, abriendo de ese modo el período más oscuro y sangriento de la provincia. Entre otros crímenes atroces de dirigentes sociales y luchadores populares, el 16 de septiembre de ese mismo año el depuesto Vicegobernador Atilio López era acribillado con más de cien balazos. Los nueve meses de gobierno que transcurrieron entre mayo de 1973 y febrero de 1974 se presentan para Córdoba como un signo aún a ser descifrado, no obstante la profusa investigación académica y periodística acumulada desde entonces. A cuarenta años de esa intensa experiencia política que quedaría clavada en la memoria de la ciudad no obstante su brevedad, el Dr. Ricardo Obregón Cano tiene 98 años de edad, vive en un austero departamento en el barrio porteño de Caballito, y su nombre, como el de Atilio, despiertan una compleja inspiración emancipatoria que incluyó a grandes sectores populares, cuya violenta aniquilación ha dejado una huella aciaga en la imaginación y los cuerpos de varias generaciones.
¿Qué concepto vehiculizarían esas ideas respecto a la cultura (en general) y a la cultura política de Córdoba?
Una ciudad no es nunca una pura obra de la intervención humana; existe en ella lo involuntario, lo inintencional, lo que sus habitantes hacen sin saber lo que hacen; significados imprevistos de prácticas que procuraban cualquier otra cosa. Por eso también la relación con el pasado de un lugar y los vestigios y legados que los vivos reciben de los muertos están marcados por lo involuntario y lo imprevisto. El pasado nunca es del todo propio; es decir, no se halla ahí, disponible para su apropiación. Esa impropiedad es lo propio del pasado -tanto individual como colectivo-, que en rigor no pertenece a nadie. Una ciudad puede estar, de hecho está, llena de cosas secretas y sentidos no destinados a nadie, que las anteriores generaciones escondieron en lugares poco frecuentados, o simplemente olvidaron allí sin tomar ninguna precaución para su hallazgo por los descendientes (son tal vez las cosas ocultas desde el comienzo del mundo de las que habla la Biblia). Así considerada, la ciudad es un lugar de pérdida, un inmenso yacimiento de objetos perdidos que, a veces, encontramos sin querer. La pregunta política que me interesa aquí es: ¿cómo desarrollar un arte de la memoria pública, capaz de entrar en juego con lo involuntario? Se trata, seguramente, de un trabajo de preservación, pero también de descubrimiento. Hacer una arqueología política es no sólo hallar ideas que alguna vez estuvieron vivas, afectaron o conmovieron una ciudad, y hasta hoy estaban enterradas y sin recuerdo, sino también es hacer una arqueología urbana en sentido estricto, es decir descubrir puntos de encuentro, casas, plazas, lugares de reunión, patios, calles, objetos, bibliotecas, muros, donde acciones, ideas y pasiones alguna vez tuvieron origen y por donde transitaron o dejaron marcas quienes las experimentaron o concibieron. La recuperación conservacionista de capas urbanas, sociales y hasta arqueológicas, que parecieran haber quedado sepultadas bajo un régimen de signos completamente distinto -pero que nunca dejaron de estar ahí- se presenta como una tarea política de primera importancia. El problema de la transmisión se revela como un asunto central en política; la herencia de ese conjunto de generaciones es justamente la invención, el propósito explícito y lúcido de hacer algo con el tiempo y en el espacio donde les tocó vivir. Ese espíritu puede ser siempre aceptado como herencia -la necesidad de inventar una herencia-, para vivir en un mundo que es totalmente otro. Más que de una política cultural se trata de un trabajo con lo involuntario para inventar tradiciones.
El episodio de la vanguardia cordobesa, acordonada bajo el auspicio de la revista Clarín, ¿podrías ampliarlo?
Durante su último período de gobernador, Cárcano produce un segundo episodio (además de su Tesis) destinado a sacudir la modorra cultural de la ciudad: en agosto de 1926, tras visitar la exposición de Emilio Pettoruti en la Galería Fasce de Córdoba, adquiría para la Provincia la obra Los bailarines, que el artista había pintado en Italia bajo inspiración futurista. En el contexto de este debate -al que no fue ajena la visita de Marinetti a la UNC en junio de ese mismo año-, la defensa del arte nuevo y en particular de la obra de Pettoruti es el principal motivo por el cual sería creada Clarín. Más allá de su contexto y del espíritu de conjura que animaba el emprendimiento, la aparición de esta rareza cultural en una ciudad que consideraba cualquier innovación como una afrenta social, remite por sobre todos al nombre de un joven estudioso que con el tiempo se convertiría en uno de los más destacados filósofos argentinos: Carlos Astrada -quien dirigió la revista durante los primeros meses para luego dejarla en manos de Taborda, cuando hacia fines de 1926 se va a Europa a estudiar con Max Scheler. No únicamente la defensa de Pettoruti, alguna humorada de Macedonio o una temprana y anticipatoria reseña de Jacobo Fijman sobresaltaban otra vez la ampulosa autocomplacencia de un provincianismo incólume; también lo hacían otros nombres -los de Joyce, Cocteau, Papini, Valéry, Rodin, Apollinaire, Éluard, Rimbaud, Ossip Zadkine o Adolf Loos- albergados en esas páginas extrañas que anhelaban un público de vanguardia para solo obtener indiferencia y un prolongado olvido.
¿A qué obedece el concepto contra Córdoba?
En la Elegía de González Tuñón que mencionaba al comienzo -escrita en 1942, es decir un siglo después de la conocida página sobre Córdoba que Sarmiento incluye en el Facundo y en absoluta sintonía con ella- hay una descripción estremecedora de la ciudad, una ciudad de nichos con espectros feroces, de ventanas ciegas, de antiguos muertos de levita y retratos al óleo de los antiguos muertos de levita…, que todavía, más allá de la ceniza, consiguen opíparos nombramientos oficiales para sus descendientes; Córdoba de marchitas vírgenes arrepentidas, arañas nocturnas hilando infamias, el cretino importante y las familias venidas a menos; Córdoba con poetas que hablan de efebos rosados, con ruiseñores ciegos; Córdoba del pequeño burgués, del filofascista y del encapuchado, topo, rata huidiza, mosca verde”. “Negra ciénaga, vivo cangrejal oscuro, esa Córdoba es ciudad triste de toda tristeza: arañas, sudarios, telegramas del señor Ministro, subvenciones a campos de concentración, murciélagos y nidos de murciélagos. Este retrato es el persistente fondo sobre el que se recortan estas seis historias contra Córdoba -una ciudad en la que, por obra de un embrujo, todo lo nuevo parece estar destinado a desvanecerse inmediatamente en el aire casi sin dejar huella- que no componen ninguna unidad: se extienden desde el liberalismo decimonónico hasta el libertinismo, la vanguardia estética, la izquierda radical y el peronismo revolucionario, y sin embargo presentan vasos comunicantes. Algunos nombres son protagonistas en más de una de ellas, como en esas secuencias de short stories que cultiva el cine norteamericano, donde unas se meten en otras con las que no tienen ninguna relación. Se trata de pequeños episodios catastróficos, acontecimientos mínimos que nunca prosperan. Y sin embargo extraños legados de inspiración y resistencia, retazos de una involuntaria memoria urbana que, sin haber llegado a constituirse en mitos, a veces resplandecen en los momentos de peligro. La Reforma universitaria y el Cordobazo en tanto, son aquí omitidos como el vacío en torno al que gira lo demás, hasta tanto logremos estar a la altura de esos legados. Y esto porque su recurrencia puramente conmemorativa los ha despojado en buena parte de la inspiración libertaria que los impulsaron.

Podemos y Latinoamérica: historia de un desacuerdo

por Bruno Cava y Salvador Schavelzon

PODEMOS trae en su código genético la experimentación política de los gobiernos progresistas de América del Sur. Fundado a inicios de 2014, el partido de Pablo Iglesias tiene como núcleo promotor un grupo de profesores que transitaron especialmente por Bolivia, Ecuador y Venezuela como investigadores, asesores, y responsables de campañas políticas. Tanto iglesias como el número dos y secretario político de la organización, Íñigo Errejón, realizaron investigación académica de post-grado y también trabajos para el think thank español CEPS (Centro de Estudios Políticos y Sociales), con fuerte presencia en los procesos constituyentes de Ecuador y Bolivia, en ministerios venezolanos y procesos electorales de otros países. A partir de esa experiencia, Errejón escribía en la revista Viento Sur[i]que “América del Sur se convirtió en el principal y casi único espacio geopolítico de experimentación en sentido emancipador”.
Juan Carlos Monedero, otro de los fundadores, fue asesor directo de Hugo Chávez entre 2005 y 2010.  En entrevista al programa televisivo de Pablo Iglesias, después de alejarse de la dirección política de Podemos, explicaría las diferencias que lo llevaron a su salida en términos que pasan por Sudamérica y plantean un contraste entre el teórico post-marxista del populismo, Ernesto Laclau, asociado a la visión política defendida por Errejón, y Boaventura de Sousa Santos, referente intelectual del propio Monedero. Mientras Laclau escribía cómodo desde Inglaterra, Boaventura de Sousa Santos, identificado con una Epistemología del Sur, era citado por Monedero desde su cercanía con saberes de indígenas, campesinos y de comunidades pobres en Sudamérica
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El aprendizaje en los procesos progresistas sudamericanos fue valorado en medios internacionales de izquierda como lecciones que ayudaron a corregir lentes eurocéntricas[ii]. Pero le valió también a Podemos una dura campaña de prensa empeñada en asociar el nuevo partido con la deteriorada imagen del chavismo en la opinión pública de España. Por un lado, la experiencia en América Latina de los fundadores de Podemos debe verse como lugar donde era posible encontrar un ámbito de participación política estatal, cerrado en España más allá del espacio parlamentario en que tanto Monedero como Iglesias y Errejón participaron, asesorando cuadros de Izquierda Unida. El peso de América Latina para Podemos, sin embargo, debe medirse también más allá de papel crucial en la formación biográfica de sus líderes. Lo que Podemos hereda de los gobiernos progresistas sudamericanos es un punto de vista y una narrativa política exitosa, que sorpresivamente muestra su potencial en el momento de quiebre histórico del bipartidismo y la cultura política de la Transición.
En el citado texto de Viento Sur, un semestre antes de la aparición de Podemos, Errejón sintetiza el proceso de llegada al poder de los gobiernos progresistas, en una lectura que se muestra inspiradora para la estrategia que en ese momento se discutía para la coyuntura española. La toma del poder se dio allí a partir de dos momentos articulados: un ciclo insurgente y destituyente seguido de un ciclo institucional y constituyente. En Venezuela, el primero alcanzó su punto más alto con el Caracazo, en 1989; en Ecuador, con los levantamientos populares y urbanos de 1997, 2000, 2001, hasta la “rebelión de los forajidos”, de 2005; en Bolivia, con las guerras del agua (2000) y del gas (2003), en medio de una secuencia más larga de marchas, bloqueos y movilizaciones que también se encausaba en la demanda indígena por Asamblea Constituyente y descolonización. En los tres casos, la crisis destituyente provocada por las presiones populares llevó a la descomposición de los consensos en la base de las instituciones políticas, sociales y culturales, agravando la crisis económica. El descontento social horizontal se manifestó en la percepción de desgobierno irremediable, partidos corruptos y entreguismo de la nación, arruinando la legitimidad del sistema político como un todo.
Errejón escribe que la crisis destituyente no es suficiente por sí sola para llevar a cambios duraderos. Es necesario un segundo momento, autónomo en relación al primero, de ocupación efectiva del Estado, a fin de transformar las instituciones. Hay en este movimiento la diferenciación de una esfera que se entiende como autonomizada de otras posibles dimensiones de la política donde se ubicarían las luchas y movimientos. En un sentido que remite a la formulación post-gramsciana de reminiscencia althusseriana presente en Laclau, se establece entonces una cisión entre estrategia y táctica que corresponde al diagnóstico de que el ciclo insurgente debe necesariamente encontrar su momento destituyente, para dar lugar a otro constituyente, en una esfera “propiamente política”, que se encuentra en las tareas de la política institucional y electoral.
En la lectura de los procesos sudamericanos que poco después encontrarían eco en el marco discursivo de la irrupción de Podemos, se muestra necesario responder a la crisis con una alternativa de poder, una recomposición de los discursos de legitimidad, que reivindiquen nuevas identidades políticas y nuevas universalidades, siempre según la pluma de Errejón. La apertura de una cuña gubernamental que capitalice el agotamiento del régimen del 1978, se lee en la “hipótesis Podemos” de forma análoga a lo que en Sudamérica se concretiza con la Revolución Bolivariana en Venezuela, la Revolución Ciudadana de Ecuador, y la Revolución Democrática Cultural, en Bolivia, tal los nombres con los que estos procesos se autoidentifican. En los tres casos, se trató de una ruptura con el orden de partidos anteriormente existente, con triunfos electorales de la mano de mayorías electorales considerables y la abertura de procesos constituyentes.
En los tres casos recién citados, que no dejan de conectarse con los gobiernos progresistas de otros países de la región, pese a conformar quizás una unidad “bolivariana” más fuerte, es fácil reconocer como rasgo clave el avance del Estado. El Estado recupera protagonismo económico, político y social en todos los procesos citados que describen su lugar trazando una línea fuerte de demarcación con el neoliberalismo, al menos retóricamente. Y debemos agregar otro trazo fundamental en este lugar político progresista y estatal, y es el que Errejón menciona como: la centralidad de un liderazgo robusto, con Morales, Chávez y Correa, capaz de soportar la difícil unidad en la composición interna de las nuevas fuerzas políticas. Sería el lugar a ocupar por Pablo Iglesias en la apuesta de la nueva formación.
Trasladado al escenario español, la analogía que Podemos hace en términos de ruptura destituyente y nuevo campo de posibilidades remite al movimiento del 15M. Así, el movimiento de indignados y de ocupación de plazas que proliferan en 2011, es concebido desde esta concepción política con un rendimiento no-constituyente, esto es, como difusión de contrapoderes sociales que no implica, por si sola, un cambio de la esfera política autónoma. El quiebre del consenso institucional del Régimen del ’78; dado por el carácter cada vez más indistinguible entre Partido Popular (PP) y Partido Socialista Español (PSOE), sumado a un fondo monárquico y la hegemonía política y financiera de la Troika.
Frente al régimen en decadencia, los indignados y acampadas del 15M hicieron el trabajo de desbancar el imperativo de que “no hay alternativa” a las medidas de austeridad, las cuales eran aseguradas poco antes por el PP y el PSOE, sellándolas con peso constitucional. El paso siguiente, continuando con el paralelismo, sería dar lugar a una fuerza que entra al juego partidario para ocupar el vacío de representación dejado por la crisis, institucionalizando así un nuevo sentido común al que Podemos se refiere, en términos de sistema político, como “Nueva centralidad” establecía junto al reacomodamiento del “tablero político” de la Transición, y donde junto con el desplazamiento de los viejos partidos, la lucha contra la desigualdad y el afianzamiento de derechos sociales se establecerían como nuevo pacto.
Como narra el relato del proceso boliviano en la versión canónica interpretada por García Linera, vicepresidente del país, las mayorías sociales se constituyen en mayorías políticas con la conquista del poder estatal por medio de triunfo electoral. Las mayorías indígenas votando masivamente por Evo Morales reiteradas veces, como por los gobiernos de Venezuela, Brasil o Argentina, muestran en España un camino que emerge como posible no aun en el 15M, sino cuando el liderazgo mediático de Pablo Iglesias alcanzó el primer lugar en la intensión directa de votos para presidente (aunque aún con número elevado de indecisos), manteniendo un crecimiento sostenido en el segundo semestre de 2014, revertido desde inicios de 2015, reubicándose en el tercer puesto. La dinámica parlamentarista, sin embargo, permite mantener el objetivo de obtener la presidencia o ser determinante en la investidura del nuevo gobierno.
Mientras la batalla electoral se plantea como posible llave para abrir una fase constituyente, el 15M y otras luchas sociales se mitologizan y distancian como antecedente que abre una brecha después de décadas, pero que necesariamente se concibe como incompleto en su potencial alcance. En esta transformación vivida como cambio de momento, las tareas políticas no se vinculan más a la conflictividad de calles, ni a la creatividad social que busca alternativas creativas o autónomas para la crisis habitacional o de contra-cultura. La disputa táctica se lleva adelante en los medios de comunicación, escenario principal donde se despliegan “significantes vacíos” que puedan conectarse con la mayoría social. Algo de esto expresaría otro miembro de la dirección y grupo fundador, Carolina Bescanza, cuando en la disputa bien ajustada por el control del partido en Madrid planteó la oposición entre un Podemos para la protesta y otro para ganar elecciones[iii].
Las elecciones de noviembre o diciembre de 2015, se establecen así como objetivo que permitiría consolidar el ciclo insurgente del 15M por medio de una nueva administración estatal, no más al servicio de “la casta”, sino de “la gente”, en un marco de un proyecto político de tipo “nacional-popular”. La “casta” se volvería lenguaje común en los grandes medios de comunicación, haciendo las veces de un carro de asalto que Podemos logra introducir en el debate luego de su irrupción electoral de mayo de 2014 para el parlamento europeo. La misma sitúa la dimensión discursiva como espacio privilegiado, y se implementa como aparato dicotomizador entre pueblo y elites aliadas a los intereses extranjeros o, en las tertulias televisivas de España, la casta de Cataluña y de Madrid, junto a la Troika y la banca alemana.
Contrastando la situación española y latinoamericana, por otro lado, Errejón es cuidadoso al reconocer el marco de ciudadanía obtenido en Europa con políticas históricamente realizadas por la socialdemocracia en materia fiscal, de servicios públicos y bienestar. Al mismo tiempo, el espejo con América Latina vuelve a funcionar en el papel que Podemos encuentra para si, impulsando un cambio político que impida el ciclo vicioso de endeudamiento-recortes-pobreza, fragmentación social y colapso institucional que se vivió durante la “década perdida” neoliberal de los ’90 en el nuevo continente[iv]
La referencia de Podemos a los gobiernos sudamericanos pasa en primer lugar por la cuestión económica, en una especie de archivo de medidas posibles inspiradas por gobiernos que repactuaron deuda pública y redefinieron la parcela estatal de ganancias en la exportación de commodities, avanzaron con el control estatal de la distribución o propiedad de empresas de petróleo y gas, obteniendo herramientas para luchas contra la pobreza y de inclusión. Algunos de estos países avanzaron con reformas constitucionales que determinaron  nuevos pactos de competencias regionales y son referencia también como catálogo de derechos. Contrariando el dogma macroeconómico, las inversiones se tornaron por un tiempo en el motor de consumo interno, haciendo eco de antiguos modelos de la CEPAL, como la substitución de importaciones y fortalecimiento del mercado nacional.
Mutatis mutandis, el documento de propuestas económicas presentado por Podemos consiste en aumentar la inversión social, reposicionar la banca pública, auditar la deuda externa, y recuperar el control estatal sobre sectores estratégicos de la política monetaria. El programa de las elecciones locales y documentos económicos que Podemos puso en circulación, hay un foco en la reactivación del consumo, desde un marco que fue calificado de neo-keynesiano. El propósito inmediato de este programa, ya al margen del diálogo con América, era el de seducir votantes moderados desencantados con los grandes partidos, evitando antes que nada una identificación con las tradicionales propuestas y símbolos de izquierda.
En la propuesta de Podemos, y del mismo modo que con las luchas que precederían el surgimiento del nuevo partido, el ejemplo del “laboratorio” sudamericano quedaría atrás. Pensando siempre en el asalto electoral, el caso de Venezuela y otros países sudamericanos, al igual que la Grecia de Tsipras, son tratados en los grandes medios como experiencias  alejadas con las que se mantienen diferencias. La referencia a estos procesos en ámbitos de confianza, incluso en visitas por el continente, es una aprehensión superficial que no alcanza sus polivalencias, tensiones, conflictos de agotamiento y puntos ciegos. De esta forma, la relación de Podemos, como formación joven, es con el momento joven de tales procesos.
La inspiración en sus momentos de apertura constituyente, no se hace cargo, así, de sus límites y posibilidades, por más coincidencias de mirada que puedan tener las narrativas políticas de ambos lados del atlántico. También, si consideramos el momento actual de implementación de ajustes de austeridad en Brasil, discursos conservadores que buscan reconstruir la base de apoyo en Ecuador desde posiciones católicas y nacionalistas, o la inocultable falta de herramientas para enfrentar crisis económica y caída de precios de commodities, en toda la región. En el recorte de la experiencia sudamericana que ocupa un lugar en el relato fundador de la hipótesis Podemos, hay una lectura en 2015 que con generosidad podría haber sido válida al iniciarse el ciclo progresista, pero no se sostiene si avanzamos al momento en que las nuevas gestiones consolidan su lugar gubernamental.
El agotamiento del ímpetu que en su momento de despegue llegó a plantear reformas y avanzar en algunos terrenos, es evidente en una coyuntura de gobiernos sudamericanos donde aún se cosechan triunfos electorales, pero al mismo tiempo en que internamente se asumen políticas de cuño conservador, distanciándose de anteriores aliados, o defendiendo un modelo de desarrollo y nuevas alianzas políticas distantes de las agendas en pie cuando los gobiernos progresistas disputaban en las calles contra el neoliberalismo. Pero por detrás del más que usado rótulo de “neoliberal”, algunas críticas apuntan, en una lectura atenta a la “hipótesis Podemos” tanto como al devenir de los procesos progresistas como el de Argentina, el recurso a una concepción simplificada del neoliberalismo que lo reduce a cosmovisión de la elite dominante sin destacar sus mecanismos en muchas escalas. En esta crítica, se va más allá del hecho de que se propongan o no nuevas privatizaciones. Se cuestiona si no se estaría negando la autonomía del tejido social, en una subordinación de la misma a una lógica estatal “desde arriba”. También, afirman Gago, Sztulwark y Picotto, la secuencia populista que va de las demandas a su articulación y representación, base de la operación descripta por Laclau, deja de lado las estructuras globales de gobernanza. Del mismo modo, la articulación del gobierno progresista con poderes territoriales y sindicales reaccionarios, en el caso argentino analizado por los autores citados, no es cuestionada en su lógica política vertical que subordina todo debate a la conducción, único polo de iniciativa política[v].
La baja de precios internacionales, sumada a diversos problemas económicos y de gestión cada vez más visibles, ponen en evidencia, por un lado, el déficit en la diversificación productiva que empieza a cobrarse sus víctimas en el terreno social y, por otro, lo enorme de la tarea una vez alcanzados triunfos electorales con los que, en realidad, Podemos ya parece no poder alcanzar. En Venezuela vemos el caso más agudo, por su dependencia del crudo, con una campaña destituyente de la oposición que logra vectorizar la indignación más allá de las clases medias altas, tradicionalmente críticas. En los Andes, vemos un panorama de explotación extractivista, criminalización de la protesta y descuido medioambiental con manipulación de consultas a poblaciones.
Países que encontraron caminos políticos para evitar la crisis de 2008 y aprobar nuevas constituciones con varios avances, además de los logros en el terreno social, hoy más bien buscan en Podemos nuevas fórmulas para encontrar  aire político más allá de las instituciones alejadas, y las alianzas del progresismo con sectores empresariales, religiosos o políticos del pasado. El ejemplo de Podemos ya no sería espejo del progresismo, en esta última mirada, sino respuesta ante el deterioro de un progresismo gubernamental que nos lleva más bien a comparar los instrumentos políticos latinoamericanos en el poder con el PSOE, el PASOK griego, el socialismo francés o el laborismo británico.
No ayuda, en la visión torcida de los procesos sudamericanos que llega a cada país sudamericano sobre procesos de países vecinos, las interpretaciones vehiculizadas por medios mantenidos con publicidad estatal, o amenazados de perderla, en lo que constituye un coro acrítico que defiende con cinismo  proyectos políticos imaginarios como un todo. Ante cualquier crìtica, con una obstinación que muchas veces se transforma en descalificaciones o persecuciones por parte del Estado a cualquier atisbo de diferencia o crítica. Nos encontramos en esos casos frene a un “no-pensamiento”, en sentido de Deleuzem como campo no problemático. De hecho, muchos de los vericuetos del momento político actual no se explican con una gramática anti-imperialista que ve cualquier disidencia como asociada al golpismo de derecha, o bien al extremismo marginal izquierdista, en un pensamiento dicotomizador que sólo distingue grandes bloques alineados. Desde la autonomía de lo político, además reducida a disputa mediática, intelectuales gubernamentales, comunicadores o autoridades de gobierno, centran la batalla en la construcción de narrativas nuevas sin necesariamente operar en la realidad de las necesidades e instituciones.
        
Podemos, así, se muestra abocado exclusivamente a montar una máquina partidaria electoral para vencer, en la lógica de que primero hay que ganar y después ver qué hacer con ello, sin importar los cuerpos que van quedando en el camino. Bajo la promesa de la eficacia para ganar, de hecho, en su corta vida Podemos fue concretando un proceso de centralización alrededor del líder, anulando el pluralismo y riqueza conceptual y creativa de abajo, de una forma que también se constata en los gobiernos progresistas que vieron retroceder la presencia de movimientos sociales, indígenas y provenientes de las luchas de la década anterior. Con la pérdida de potencia social, así, parece olvidarse el origen y fuente de la fuerza por detrás de los momentos políticos de España y América Latina, corriendo el riesgo de ocupar el lugar dejado por el régimen del ’78 al que se propone substituir, en lugar de multiplicar el movimiento[vi]. La autonomía de lo político termina siendo, de esta manera, apenas un espacio más de la vieja representación, con las mismas reglas de funcionamiento, sin siquiera plantearse un cambio de régimen a la altura de la capacidad creativa y conflictiva del 15M y del ciclo global de luchas en curso.
En Ecuador y Bolivia, especialmente con los embates que se suceden desde 2009 entre gobiernos e indígenas por casos como el de la explotación del Parque Yasuní-ITT, o de la construcción de la carretera por el TIPNIS, los paradigmas del Buen Vivir (Sumak Kawsay) y la propuesta del Estado Plurinacional han sido diluidos por el modelo económico extractivista, con el argumento de que integrarse a las cadenas internacionales de capitales continúa siendo el horizonte insuperable de la gobernabilidad. Cuando las comunidades indígenas en Bolivia, Brasil, o Ecuador, dicen “No” a más pozos petrolíferos, represas, minería a cielo abierto y otras grandes obras con impacto en el territorio, por detrás hay un “Sí” mayor, que es otra manera de organizar la producción, las relaciones y la vida. La ruptura y distancia de las organizaciones indígenas protagonistas del proceso constituyente en Bolivia y Ecuador, deben leerse como símbolo de un viraje que toma distancia de las gestas y movilizaciones contra el neoliberalismo, retomando desde el progresismo el proyecto de desarrollo de dictaduras y gobiernos nacionalistas antes rechazados por los actores que acompañaron la llegada de gobiernos anti neoliberales y líderes surgidos desde abajo al gobierno.
La referencia sudamericana en Europa es fuerte para quien quiera caracterizar el lugar político de Podemos, tanto en lo que hace a su visión gubernamental anti neoliberal, como también a algunos gestos visibles en un sentido de cierre e interrupción de los horizontes abiertos por las luchas que los anteceden. Los impasses europeos no son iguales a los de Sudamérica, pero se interfieren mutuamente sin que necesariamente encontremos por tras una clase con nuevas reivindicaciones o un sujeto de la historia. Allá, los nuevos movimientos del 15M no tienen como acomodarse en la cuadratura populista del proyecto, demasiado hegemonista para integrar las muchas singularidades involucradas, que despertaron y se acercaron cuando Podemos se mostró herramienta para abrir una brecha en el sistema.
En una coyuntura rica, que no esconde las tensiones de desarrollo en las disputas de los nuevos actores de la democracia española y en los grandes movimientos que exigen internamente pluralismo y participación de las bases, vemos por ejemplo las corrientes de Abriendo Podemos y Ahora en Común, como expresiones que muestran la vigencia de las lecturas propias de un ciclo de luchas no cerrado, y derivan de los triunfos municipalistas del 24M lejos de las formas y orientaciones de la dirección partidaria, aun cuando se acompañe buena parte de las premisas y análisis del panorama político español actual.
Al mismo tiempo, la referencia a los gobiernos progresistas no genera resonancias y, por el contrario, se ubica a contramano de la línea de fuga a los impases corrientes. En el desdoblamiento de este quiproquó vigoroso de referencia y experimentos, el desafío consisten en saber cómo garantizar una abertura permanente que se coloque en los flujos creados por las movilizaciones constituyentes de los últimos años. ¿Cómo un partido o gobiernos electos pueden dejarse renovar y recuperar vitalidad, a partir de las nuevas composiciones sociales y sus formas políticas desafiadoras? ¿Cómo instaurar un nuevo ciclo virtuoso? ¿Podemos es inaugurado ya por los dolores del fin de un ciclo o nos ofrece la posibilidad de producción de nuevos espacios de hacer política? ¿Cómo evitar el Termidor? Si es temprano para ver el perfil de nuevas oleadas de movilización que lleven a la práctica un balance que comienza a delinearse sobre la última década de progresismo en el poder, talvez sea el momento de asumir que los impases del eje sur están dados y que la salida pasa por asumir sin medias palabras sus enigmas y preguntas sin respuestas.

[i] Iñigo Errejón. Sin manual, pero con pistas: algunas trazas comunes en los procesos constituyentes andinos (Venezuela, Bolivia, Ecuador). Revista Viento Sur n.º 128, junio de 2013.
[ii]  Bécquer Seguín. Podemos’s Latin American Roots. Jacobin, mar. 2015. https://www.jacobinmag.com/2015/03/podemos-spain-iglesias-morales-chavez/
[iii]Bescansa a los críticos: Hay un Podemos para ganar y otro para protestar” Infolibre, Madrid, 19/01/2015 http://www.infolibre.es/noticias/politica/2015/01/19/bescansa_hay_podemos_para_ganar_otro_para_protestar_26979_1012.html
[iv] Iñigo Errejón en Errejón, I & M. Chantal Construir Pueblo. Icaria, Barcelona, 2015, p.71.
[v] Gago, V. Picotto, D. & Sztulwark El intelectual orgánico y el cartógrafo. Blog Lobo Suelto. http://anarquiacoronada.blogspot.com.br/2014/09/el-intelectual-organico-y-el-cartografo.html
[vi] Raúl Sanchez Cedillo. La posse del Podemos. Jun 2014. http://www.euronomade.info/?p=2542

Carta al Comité Central del Partido Comunista Soviético

Octubre, 1926

Queridos camaradas:

Los comunistas italianos y todos los trabajadores conscientes de nuestro país han seguido siempre con la mayor atención vuestras discusiones. En vísperas de cada congreso y de cada conferencia del P.C.R. hemos estado siempre seguros de que, a pesar de la aspereza de las polémicas, la unidad del Partido no se hallaba en peligro; aún más, estábamos seguros de que al alcanzar una superior homogeneidad ideológica y orgánica, a través de tales discusiones, el Partido estaría mejor preparado y dotado para superar las múltiples dificultades inherentes al ejercicio del poder en un Estado obrero. Hoy, en vísperas de vuestra XV Conferencia no tenemos la misma seguridad que en el pasado; nos sentimos irresistiblemente angustiados; nos parece que la actual postura del bloque de las oposiciones y la dureza de las polémicas en el P.C. de la URSS exigen la intervención de los partidos hermanos. Es precisamente esta profunda convicción la que nos impulsa a dirigiros esta carta. Podría suceder que el aislamiento en que nuestro Partido se ve forzado a vivir nos haya llevado a exagerar los peligros que se refieren a la situación interna del Partido Comunista de la URSS; en todo caso no son exagerados nuestros juicios sobre las repercusiones internacionales de esta situación y, como internacionalistas, queremos cumplir con nuestro deber.

La situación interna de nuestro partido hermano de la URSS nos parece diferente y mucho más grave que en las precedentes discusiones, porque hoy vemos producirse y verificarse una escisión en el grupo central leninista que ha sido siempre el núcleo dirigente del Partido y de la Internacional. Una escisión de este género, independientemente de los resultados numéricos en las votaciones del Congreso, puede tener las más graves repercusiones, no sólo si la minoría de oposición no acepta con la máxima lealtad los principios fundamentales de la disciplina revolucionaria del Partido, pero también si sobrepasa, en el curso de su lucha, ciertos límites que son superiores a toda la democracia formal.

Una de las más preciosas enseñanzas de Lenin ha sido la de que debemos estudiar mucho los juicios de nuestros enemigos de clase. Pues bien, queridos camaradas, lo cierto es que los periódicos y los hombres de Estado más notables de la burguesía internacional contemplan atentamente este carácter orgánico del conflicto existente en el núcleo fundamental del Partido Comunista de la URSS, cuentan con la escisión de nuestro partido hermano y están convencidos de que la misma llevará a la disgregación y a la lenta agonía de la dictadura proletaria, que esa escisión determinará esa catástrofe de la revolución que no lograron las invasiones y las insurrecciones de los guardias blancos. La misma fría circunspección con que hoy la prensa burguesa trata de analizar los acontecimientos rusos, el hecho de que procure evitar, en lo que le es posible, la violenta demagogia que le caracterizaba en el pasado, son síntomas que deben hacer reflexionar a los camaradas rusos, hacerles más conscientes de su responsabilidad.

Hay aún otro motivo por el que la burguesía internacional cuenta con la posible escisión, o con la agravación de la crisis interna del Partido Comunista de la URSS. El Estado obrero existe en rusia ya desde hace nueve años. Es cierto que sólo una pequeña minoría de las clases trabajadoras, e incluso de los mismos partidos comunistas en los otros países, está en condiciones de reconstituir en su conjunto todo el desarrollo de la revolución y de encontrar, incluso en los detalles que constituyen la vida cotidiana del Estado de los Soviets, la continuidad del hilo rojo que conduce hasta la perspectiva general de la construcción del socialismo. Y esto no exclusivamente en aquellos países en que no existe la libertad de reunión y la libertad de prensa ha sido completamente suprimida o está sometida a limitaciones inauditas, como en Italia (donde los tribunales han secuestrado y prohibido la impresión de los libros de Trotsky, Lenin, Stalin, Zinoviev y, últimamente hasta del Manifiesto Comunista), sino también en los países en que aún nuestros partidos tienen la libertad de proporcionar a sus militantes y a la masa en general una documentación suficiente. En esos países, las grandes masas no pueden comprender las discusiones que tienen lugar en el Partido Comunista de la URSS, particularmente cuando alcanzan la violencia actual y afectan no a un aspecto de detalle, sino a todo el conjunto de la línea política del Partido.

No sólo las masas trabajadoras en general, sino la misma masa de nuestros partidos ven y quieren ver en la República de los Soviets, y en el Partido que está en el gobierno, una única unidad de combate que actúa en la perspectiva general del socialismo. Y sólo en cuanto las masas occidentales europeas ven a Rusia y al partido ruso desde este punto de vista, aceptan voluntariamente, y como un hecho históricamente necesario, que el Partido Comunista de la URSS sea el partido dirigente de la Internacional, sólo por eso hoy la República de los Soviets y el Partido Comunista de la URSS constituyen un formidable elemento de organización y de propulsión revolucionaria.

Los partidos burgueses y socialdemócratas, por la misma razón, explotan las polémicas internas y los conflictos existentes en el Partido Comunista de la URSS; quieren luchar contra la influencia de la Revolución rusa, contra la unidad revolucionaria que en todo el mundo se está forjando en torno al Partido Comunista de la URSS. Queridos camaradas, es sumamente significativo que en un país como Italia, donde las organizaciones estatales y del partido del fascismo logran aplastar toda manifestación importante de vida autónoma de las grandes masas obreras y campesinas, es significativo que los periódicos fascistas, especialmente en las provincias, estén llenos de artículos, técnicamente bien elaborados para la propaganda, con un mínimo de demagogia y expresiones injuriosas, en los que se busca demostrar, con evidente esfuerzo de objetividad, que en la actualidad, según las mismas manifestaciones de los líderes más conocidos del bloque de la oposición del Partido Comunista de la URSS, el Estado de los Soviets está transformándose, de toda evidencia, en un puro Estado capitalista, y que, por tanto, en el duelo mundial entre fascismo y bolchevismo, el fascismo prevalecerá. Esta campaña, si bien muestra cuán enorme es la simpatía de que goza la República de los Soviets en las grandes masas del pueblo italiano, que en algunas regiones no recibe desde hace seis años más que escasa literatura ilegal del Partido, también muestra que el fascismo, que conoce muy bien la real situación interna italiana, ha aprendido a trabajar con las masas y procura utilizar la postura política del bloque de las oposiciones para romper definitivamente la firme hostilidad de los trabajadores al gobierno de Mussolini y para conseguir, al menos, un estado de ánimo en el que el fascismo aparezca como una ineluctable necesidad histórica, no obstante la crueldad y las calamidades que le son inherentes.

Nosotros creemos que en el marco de la Internacional, nuesto Partido es el que más resiente las repercusiones de la grave situación existente en el Partido Comunista de la URSS. Y no sólo por las razones expuestas que son, digamos, externas, relacionadas con las condiciones generales del desarrollo revolucionario en nuestro país. Sabéis que todos los partidos de la Internacional han heredado, de la vieja socialdemocracia y de las diferentes tradiciones nacionales existentes en cada país (anarquismo, sindicalismo, etc.) una masa de prejuicios y de motivos ideológicos que representan la causa de todas las desviaciones de derecha y de izquierda.

En estos últimos años, y particularmente después del V Congreso mundial, nuestros partidos estaban llegando, a través de una dolorosa experiencia, de crisis dolorosas y extenuantes, a una efectiva estabilización leninista, estaban convirtiéndose en verdaderos partidos bolcheviques. Nuestros cuadros proletarios estaban formándose en la base, en las fábricas; los elementos intelectuales estaban siendo sometidos a una rigurosa selección y a la prueba severa y dura del trabajo práctico, en el terreno de la acción. Esta reestructuración se operaba bajo la guía del Partido Comunista de la URSS, en su complejo unitario, y de todos los grandes dirigentes del Partido de la URSS. Pues bien, la agudeza de la actual crisis y la amenaza de escisión, abierta o latente que entraña, paraliza este proceso de desarrollo y de reestructuración de nuestros partidos, cristaliza las desviaciones de derecha e izquierda, retarda una vez más el éxito de la unidad orgánica del Partido mundial de los trabajadores. Y es particularmente sobre este aspecto que consideramos nuestro deber de internacionalistas llamar la atención de los camaradas más responsables del Partido Comunista de la URSS.

Camaradas, en estos nueve años de historia mundial habéis sido el elemento organizador y propulsor de las fuerzas revolucionarias de todos los países; la misión que habéis desempeñado no tiene precedentes en toda la historia del género humano que puedan comparársele por su amplitud y profundidad. Pero hoy estáis destruyendo vuestra propia obra, estáis degradando y corréis el riesgo de anular el papel dirigente que el Partido Comunista de la URSS había conquistado bajo el impulso de Lenin; nos parece que la violenta pasión de las cuestiones rusas os hace perder de vista los aspectos internacionales de las propias cuestiones rusas, os hace olvidar que vuestros deberes de militantes rusos pueden y deben ser realizados sólo en el marco de los intereses del proletariado internacional.

El Buró Político del PCI ha estudiado con la máxima prontitud y atención que le eran posible todos los problemas que están hoy en discusión en el Partido Comunista de la URSS. Las cuestiones que hoy se os plantean a vosotros, pueden plantearse ante nosotros mañana. También en nuestro país las masas rurales constituyen la mayoría de la población trabajadora. De otra parte, los problemas inherentes a la hegemonía del proletariado se nos presentarán de forma manifiestamente más compleja y aguda que en la propia Rusia, porque la densidad de la población rural en Italia es enormemente más grande, porque nuestros campesinos cuentan con una riquísima tradición organizativa y han conseguido siempre hacer sentir muy sensiblemente su peso específico de masa en la vida política nacional, porque en nuestro país el aparato organizativo eclesiástico tiene dos mil años de tradición y se ha especializado en la propaganda y en la organización de los campesinos, de modo inigualado en cualquier otro país. Si bien es verdad que nuestra industria está más desarrollada y que el proletariado tiene una notable base material, también es cierto que esta industria no cuenta con materias primas en el país y se halla, en consecuencia, más expuesta a las crisis; por ello el proletariado sólo podrá desempeñar su función dirigente si muestra gran espíritu de sacrificio y se libera plenamente de todo residuo de corporativismo reformista o sindicalista.

Desde este punto de vista realista, y que nosotros creemos leninista, el Buró Político del PCI ha estudiado vuestras discusiones. Hasta ahora hemos expresado una opinión del partido sólo sobre la cuestión estricta de la disciplina de las fracciones, queriendo atenernos a la recomendación que hicísteis después del XIV Congreso de no trasladar la discusión de vuestros problemas a las secciones de la Internacional. Declaramos en este momento que consideramos fundamentalmente justa la línea política de la mayoría del C.C. del Partido Comunista de la URSS y que en este sentido se pronunciará, evidentemente, la mayoría del partido italiano si fuera necesario abordar la cuestión. No queremos, y lo consideramos innecesario, hacer agitación, propaganda, con vosotros y con los camaradas del bloque de las oposiciones. No haremos una lista de todas las cuestiones particulares, con nuestro juicio al lado de cada una de ellas.

Repetimos que nos impresiona que la posición de las oposiciones afecte al conjunto de la línea política del C.C., al corazón mismo de la doctrina leninista y de la actividad política de nuestro Partido de la Unión. Lo que se discute es el principio y la práctica de la hegemonía del proletariado, son las relaciones fundamentales de alianza entre obreros y campesinos lo que se pone en discusión y en peligro, es decir, los pilares del Estado Obrero y de la Revolución.

Camaradas, no se ha visto jamás en la historia que una clase dominante, en su conjunto, tenga condiciones de existencia inferiores a las de ciertos elementos y estratos de la clase dominada y supeditada. La historia ha reservado esta inaudita contradicción al proletariado; en esta contradicción residen los mayores peligros para la dictadura del proletariado, particularmente en los países donde el capitalismo no había alcanzado un gran desarrollo y no había logrado unificar las fuerzas productivas. Y es de esta contradicción, que de otra parte aparece también bajo ciertos aspectos en algunos países capitalistas en los que el proletariado ha alcanzado objetivamente una elevada función social, de donde nacen el reformismo y el sindicalismo, el espíritu corporativo y las estratificaciones de la aristocracia obrera.

Y sin embargo, el proletariado no puede convertirse en clase dominante si no supera con el sacrificio de los intereses corporativos esta contradicción, no puede mantener su hegemonía y su dictadura si, pese a haberse transformado en clase dominante, no sacrifica sus intereses inmediatos a los intereses generales y permanentes de la clase. En efecto, es fácil hacer demagogia en este particular, fácil insistir en los aspectos negativos de la contradicción: «¿Eres tú el dominador, oh obrero mal vestido y mal alimentado? o ¿el hombre de la NEP, con su abrigo de pieles y todos los bienes de la tierra a su disposición?» También los reformistas, tras una huelga revolucionaria que ha incrementado la cohesión y la disciplina de las masas, pero que ha empobrecido aún más a los trabajadores, dicen: «¿Para qué haber luchado? Ahora quedáis más arruinados y pobres.» Es fácil hacer demagogia en este terreno y es difícil no hacerla cuando la cuestión ha sido planteada en los términos del espíritu corporativista y no en los del leninismo, de la doctrina de la hegemonía del proletariado que se sitúa en una determinada posición y no en otra.

Este es para nosotros el elemento esencial de vuestra discusión, donde reside la raíz de los errores del bloque de las oposiciones y el origen de los peligros latentes contenidos en su actividad. En la ideología y en la práctica del bloque de las oposiciones renace toda la tradición de la socialdemocracia y del sindicalismo, tradición que ha impedido, hasta el momento, al proletariado occidental organizarse en clase dirigente.

Únicamente una firme unidad y una firme disciplina en el Partido que gobierna el Estado obrero puede asegurar la hegemonía proletaria en el régimen de NEP, es decir, en el pleno desarrollo de la contradicción que hemos subrayado. Pero la unidad y la disciplina en este caso no pueden ser mecánicas y forzadas; tienen que ser leales y de convencimiento y no la de un destacamento enemigo prisionero o asediado que no piensa más que en la evasión o en la salida por sorpresa.

Esto, queridos camaradas, es lo que hemos querido deciros con espíritu de amigos y hermanos, aunque se trate de hermanos menores. Los camaradas Zinoviev, Trotsky y Kamenev han contribuido, vigorosamente a educarnos para la revolución, nos han corregido, en ocasiones, con energía y severidad; han sido nuestros maestros. A ellos especialmente nos dirigimos en tanto que principales responsables de la actual situación, porque queremos estar seguros de que la mayoría del C.C. de la URSS no se propone aplastarles en la lucha y está dispuesta a evitar medidas extremas.

La unidad de nuestro partido hermano de Rusia es necesaria para el desarrollo y el triunfo de las fuerzas revolucionarias mundiales; para ello todo comunista e internacionalista debe estar dispuesto a hacer los máximos sacrificios. Los perjuicios causados por un error del Partido unido son fácilmente superables; los de una escisión o los de una prolongada situación de escisión latente pueden ser irreparables y mortales.

Con saludos comunistas,
Antonio Gramsci – Buró Político del PCI 

El cuerpo después de la historia

Sobre El Don, de Griselda Gambaro y la puesta de Silvio Lang
por Manuel Ignacio Moyano

 
I. 
Por largos años una de las aporías más feroces en la teología cristiana, sellada sin resolución en las arcas del Vaticano, fue el problema del cuerpo de los hombres luego del juicio final y de la consecuente resurrección de los beatos. El problema era sencillo y a su vez complejísimo: ¿resucitarían éstos con la calvicie y la sordera progresiva de los sesenta o con la belleza y el vigor de los veinte? ¿Decrépitos tal como murieron o en el momento de su mayor esplendor? Santo Tomás quiso ser definitivo y sentenció que lo hombres resucitarían con el cuerpo más perfecto que hayan tenido, y el paradigma de este cuerpo no era otro que el de Cristo, “circa triginta annos”. Así, el Paraíso de los resucitados al fin de la historia sería aquel de los treintañeros, no tan imperfectos como los niños ni tampoco como los ancianos. Pero la aporía quedaba así exacerbada, porque ¿qué sucedería con quienes hubiesen muerto antes de esa edad? ¿Qué sería del cuerpo, imperfecto por naturaleza, de los cojos, los ciegos, los minusválidos? Sin embargo, todas estas problemáticas no eran las más insidiosas a la hora de pensar el cuerpo resucitado, el cuerpo re-materializado que llegaría después de la historia.
Todo ello se exacerbaba a la hora de pensar las funciones de los órganos y de los tejidos como de los humores y de los fluidos propios de cualquier cuerpo en el momento de su estancia paradisiaca. Si la suposición mínima del cristianismo era que en el paraíso no habría necesidades de ningún tipo, sobre todo necesidades fisiológicas y reproductivas, ¿qué sería entonces de los órganos encargados de suplirlas una vez que ya no tengan finalidad alguna? Es aquí cuando por primera vez la teología cristiana piensa un uso del cuerpo totalmente distinto al disciplinamiento clásico con el cual lo pensó desde siempre. Si ya no hay un fin que cumplir, ahora el cuerpo no tiene ninguna obra específica que realizar y así los órganos pueden dejar de lado su función disciplinaria y entregarse a la mera exhibición de su “gracia”, noción central para el cristianismo. De allí el erotismo ineludible del paraíso recobrado: sus habitantes exhibirían sus atributos sin tener la necesidad de emplearlos. Pero los teólogos llegan hasta allí y vuelven al cuerpo glorioso un lugar impoluto e intocable, cuerpo que no se deja contagiar por nada que no sea su mera exposición.
La puesta en escena de Silvio Lang, en cambio, da un paso más y con ello desteologiza el teatro. De allí los reproches que se escuchan en los pasillos de la curia teatral porteña.
II. 
El Don de Griselda Gambaro es una historia sobre el fin, pero fundamentalmente sobre el fin de la historia. En ella hay una Casandra llamada ahora Márgara que posee el trágico don de la predicción en un pueblo costero. Este personaje, como todo profeta, anuncia un fragmento de futuro que sólo puede ser pensado como el fin de la historia. Con una magnífica ironía, el texto de Gambaro señala ese fin como el inicio de la bondad, de una humanidad bondadosa que aplacará la violencia de la historia como la de su yerno, Efraín, contra su hija Sonia. Y el lugar en que esa profecía se enuncia no es otro que el de la diosa verde que todos amamos, Cristina Banegas, quien junto a su director fueron encomendados por Gambaro para llevar a cabo la obra.
Los largos monólogos expelidos en esa boca del más allá, que pasan por los cuchillos de la historia a la vez que por los delirios de las predicciones, hacen de ella un imán escénico perfecto. Pero de tan perfecto, es lo más peligroso, ya que por sí sola subsumiría todo el teatro en una voz que dejaría lugar a la emergencia –grandiosa– del texto. Y esa es precisamente la succión histórica, el texto chupándose los cuerpos, contra la que se levanta la puesta de Lang. Se resiste a la realización del cuerpo por el texto ya que  ésta es lo propio de la teología cristiana que, sostenida en el dogma joánico según el cual “El Verbo se hizo carne” (Juan 1, 14), hace del cuerpo el lugar sobre el que manda el verbo, el texto. En la puesta de Lang esa resistencia está cifrada precisamente en el cuerpo de Sonia, representada por Belén Blanco. Ese es precisamente el gran acierto del director: poner junto al imán Banegas un cuerpo desmesurado en que el texto no deja de decirse, pero en un decir mucho más bucal que vocal. Ese otro cuerpo contagia al resto de los personajes en una serie de coreografías bastantes precisas y bellas. Quedan así contagiados Efraín, como también Renata, vecina en desgracia de todos ellos, e incluso Márgara, haciendo de la garganta de Banegas el sitio de un conflicto entre dos modos de corporalizar el teatro. Todos ellos quedan conminados a recitar el texto con un desarreglo frenético y urgido por la no dominancia del mismo, por la lucha que a su mandato se impone. Mientras en el cristianismo la relación entre verbo y cuerpo era suturada en el cuerpo místico de Cristo, en la puesta de Lang se palpa la lucha entre el texto y el cuerpo, lucha y conflicto que mueve a este teatro, conflicto que ya no resulta de las unidades dramáticas del texto.

Precisamente ese contagio entre los cuerpos, como la peste artaudiana, los conjunta más allá de una mera recepción del Verbo, del Texto y los convierte en legión. Al igual que los cuerpos de los beatos paradisiacos, sus órganos pierden sus funciones tradicionales. Pero, a diferencia de esos exhibicionistas todavía cristianos, los cuerpos de los actores en El Don empiezan a realizar nuevos usos de sí, a inventar nuevos cuerpos, cuerpos donde quepa salir de escena usando con gran agilidad la panza en vez de las piernas. Si ahora nos preguntáramos qué sucede con los cuerpos al fin de la historia, la respuesta de Lang es a-teológica: los cuerpos no tienen fin –ni caducidad, ni finalidad–, ellos son la historia.

Mathesis, filosofía y ciencia

por Gilles Deleuze
(Traducción: Matias Barrios)



Tal vez sea interesante definir la mathesis en sus relaciones con la ciencia y la filosofía. Inevitablemente, tal definición permanece, de cierto modo exterior a la mathesis en si; es simple, provisoria y tiende apenas a mostrar que, más allá de cualquier momento histórico, la mathesis describe una de las grandes actitudes del espíritu, todavía presente. Eso significa que haremos aquí una crítica a los argumentos que los científicos y filósofos se ven siempre tentados a invocar contra ella, además de una aclaración de como la palabra “iniciado” debe ser entendida. Es esencial, que no se pierda de vista el plano de la civilización india donde se desenvuelve la mathesis. No se dirá que ella puede ser abstraída de esa civilización, sino que en el corazón de nuestra mentalidad occidental, ciertas exigencias fundamentales se dejan aprender, por la mathesis, como una especie de introducción, de prefacio a ella misma, y además siendo la única que las satisface. Es desde este punto de vista que el libro del Dr. Malfatti presenta un interés capital. Con certeza, otras obras que profundizan más en la conciencia hindú fueron publicadas después de ella; pero pocas introducen mejor la noción de mathesis en sí, en sus relaciones con la ciencia y la filosofía, que esta obra.

***

No es fácil comprender el sentido exacto de las discusiones que oponen periódicamente a filósofos y científicos; ellos no hablan el mismo lenguaje. La ciencia se instala en el objeto, reconstruye o descubre la realidad al mismo nivel del objeto de pensamiento, sin nunca plantear el problema de las condiciones de posibilidad. El filósofo, al contrario, sitúa al objeto como representación, en su relación con un sujeto cognoscente. Poco le importa saber, observa Alquie[ii], lo que es últimamente la materia, átomos tal vez, ya que esta, como cualquier otra representación, apenas tienen estatuto filosófico en referencia a la mente que los representa para sí; y no se ve que cambio de los últimos descubrimientos de la física moderna pudieron provocar, por ejemplo, las concepciones de Berkeley, que datan del siglo XVIII. Así, se instaura un dualismo fundamental en el centro del saber, entre ciencia y filosofía, principio de una anarquía. En el fondo, la oposición cartesiana entre substancia extensa y substancia pensante.

El ejemplo cartesiano es muy interesante porque Descartes jamás renuncio a la unidad del saber, la mathesis universalis. Y es curioso ver como esta se sitúa en el plano teórico: el espíritu cognoscente, tan distante en sí de la extensión que parece no tener nada estrictamente en común con ella, no deja de desenvolver el orden de las cosas pensando el orden de sus representaciones. En el propio instante en que se afirma la unidad, esta se rompe y se destruye.

Pero, lo que se rompe, observará más de una vez Descartes, se reformula en otro plano, donde adquiere su verdadero sentido. A medida que se afirma la separación teórica del pensamiento y de la extensión, se afirma también su unión práctica, como definición de la vida. La unidad no se hace al nivel de un Dios abstracto que trasciende la humanidad, sino en el nombre propio de la vida concreta; el árbol del Conocimiento no es una mera imagen. La unidad, la jerarquía más allá de cualquier dualidad anárquica, es la misma vida, que delinea un tercer orden, irreductible a las otros dos. La vida es la unidad del alma como idea del cuerpo y del cuerpo como extensión del alma. Más aun, los otros dos órdenes, ciencia y filosofía, fisiología y psicología, tienden a reencontrar, al nivel del hombre vivo, su unidad perdida. Más allá de una psicología desencarnada del pensamiento y de una fisiología cristalizada en la materia, la mathesis solo se realiza como verdadera medicina, donde la vida se define como saber de la vida, y el saber, como vida del saber. Razón de la divisa: “Scientia vitae, in vita scientiae”. Tres consecuencias se siguen de esto.

Primero, sería un gran error creer que la mathesis es solo un saber místico, inaccesible, sobre-humano. Este es el primer contrasentido a evitar en la palabra “iniciado”. La mathesis se desenvuelve al nivel de la vida, del hombre vivo: ella es, encima de todo, pensamiento de la encarnación, de la individualidad. Ella busca ser esencialmente la exacta descripción de la naturaleza humana.

¿Pero así, ella no va más allá de la naturaleza humana viva? De hecho, ella se define como saber colectivo y supremo, síntesis universal, “unidad viva impropiamente denominada humana”. Aquí, es preciso esclarecer que tal definición no puede ser inmediata pues se resuelve al final, sino que recibe un sentido preciso. Prefigurando las relaciones del hombre con el infinito, la relación natural que une al ser vivo con la vida. La vida no parece existir, a primera vista, sino a través de un ser vivo, un organismo individual que ella suscita; ella existe gracias a esas asunciones fragmentarias y cerradas, en que cada uno la realiza por su propia cuenta: lo universal es inmediatamente recuperado. Y, en ese sentido, la vida se define como complicidad, en oposición al grupo. En efecto, el grupo es la realización de un mundo común, cuya universalidad no puede comprometerse o fragmentarse, y tal que, en el propio curso de esa realización, la substitución de uno de los miembros del grupo por otros sea posible, indiferente. Tal es la ciencia en lo que toca al objeto de pensamiento; o la filosofía, en relación con el sujeto pensante; pero en ambos casos se trata de un grupo muerto, teórico y no práctico, especulativo. El único grupo vivo es aquel de Dios: y eso porque solo hay un Dios, simbolizado en el círculo, figura perfecta, indiferente, en que todos los puntos están a la misma distancia del centro. En la complicidad, al contrario, existe un mundo común, pero lo que hace su comunión, una vez más, es que cada uno debe realizarse independientemente de los otros, por su propia cuenta y sin posibilidad de sustitución. Es claro que las principales realidades humanas –el nacimiento, el amor, el lenguaje, la muerte- delinean este mismo perfil: bajo el signo de la muerte cada persona es irremplazable, no puede se substituida; la universalidad de la muerte es precisamente eso. Del mismo modo, la vida es esta realidad en que lo universal y su propia negación son lo mismo.

Lo propio de la complicidad es, precisamente, que ella puede ser ignorada, negada, traicionada: la palabra “cada uno” niega tan bien lo universal en cuanto lo afirma, que se puede no ser sensible sino a ese aspecto negativo. Así el problema humano consiste en pasar de un estado de complicidad latente, ignorante, a una complicidad asumida afirmativamente. Ciertamente no es ese punto en que se ama como todo el mundo, sino en que todo el mundo ama como ninguno. Pero, en el propio instante en que el ser vivo se obstina en su individualidad, se afirma como universal. En el instante en que el ser vivo se cierra sobre sí mismo, asumiendo la universalidad de la vida como un afuera, no ve que ese universal, en verdad, se interioriza: por su cuenta, él se realiza como microcosmos. El objetivo primero de la mathesis es asegurar esa concientización del ser vivo en sus relaciones con la vida. Y así fundar la posibilidad de un saber del destino individual.

Partiendo de una complicidad puramente natural e inconsciente en el cada individuo se encuentra en oposición a los otros y, más generalmente, a lo universal, se trata de pasar a una complicidad que se conoce a sí misma y en la que cada uno se encuentra como “pars totalis”, en el seno de un universo que ella ha constituido. En otras palabras, la federación. Fue lo que el traductor de esta obra, Ostrowski, vio de una manera muy curiosa: “En el momento en que Alemania busca reconstruir su unidad federativa (1849), perdida desde hace muchos siglos y que probablemente se realizará en el nuestro, será interesante examinar los esfuerzos hechos por ese pueblo de osados pensadores para devolver también a la ciencia la unidad y su punto de partida original, su centro común”. Se trataba de una federación como definición de la vida, y no de una unidad fundada en el culto de la fuerza.

Vimos, por lo tanto, que la unidad se da al nivel del hombre concreto; en vez de trascender la condición humana, es su exacta descripción. Solo que es necesario observar que tal descripción debe considerar al hombre en sus relaciones con lo infinito, con lo universal. Cada individuo solo existe en virtud de negar lo universal; pero a medida que su existencia se refiere a la pluralidad, esa negación se opera universalmente, bajo la forma exhaustiva de lo individual, de suerte que ella es apenas el modo humano de afirmar lo que ella niega. A eso llamamos la complicidad consciente. La iniciación no es nada más allá de eso. Ella no tiene un sentido místico: es el pensamiento de la vida, y la única manera posible de pensarla. Es misteriosa, porque cada uno debe adquirir por su propia cuenta ese saber que ella representa. El iniciado y el hombre vivo en sus relaciones con lo infinito. Y la noción clave de mathesis, en nada mística, es que la individualidad no se separa nunca de lo universal, y que se encuentra entre el ser vivo y la vida la misma relación que entre la vida como especie y la divinidad. Así, una multiplicidad de seres vivos, que se conocen como tales, se refieren a su unidad; que delinea en sentido inverso, el mero dibujo del círculo como el caso más simple de la elipse. Y debemos tomar las palabras de Malfatti literalmente, cuando nos recuerda que el círculo, la rueda, representa a Dios: “La mathesis seria para el hombre en sus relaciones con el infinito, lo que la locomoción es para el espacio”.

La mathesis no es, por lo tanto, ni una ciencia ni una filosofía. Ella es algo diferente, un saber de la vida. No es ni un estudio del ser ni un análisis del pensamiento. Mas que eso, la oposición del pensamiento y del ser, de la filosofía y la ciencia, no tienen sentido para ella, parece ilusoria, una falsa alternativa. La mathesis se plantea en un plano en que la vida del saber se identifica con el saber de la vida; ella es simplemente concientización de la vida. Su cógito se enuncia así, según Malfatti: sum, ergo cogito; sum, ergo genero. Eso significa que su método no será ni científico ni filosófico. Y a ese objeto, que es particular, debe corresponder un método particular.

***

El método científico es la explicación. Explicar es dar cuenta de algo por medio de algo diferente. El calor es movimiento, el agua se compone de H2O. Pero el movimiento como objeto del pensamiento no se constituye sino negando aquello que él explica, el calor como sistema de cualidadsensible; del mismo modo, cuando se llega a H2O, no hay mas agua. Podemos llamar de “apariencias” esas cualidades sensibles, aun así sigue siendo la propia definición de apariencia la de aquello que no es dado en cuanto tal. En el otro polo, el método filosófico es, en el sentido amplio de la expresión, la descripción, el análisis reflexivo por el cual el mundo sensible se describe como representación del sujeto cognoscente, esto significa que, otra vez, recibe su status de algo exterior. En ambos casos, nos encontramos frente a una nueva oposición: pensamiento versussensibilidad.

Definimos el objeto de la mathesis a partir de la oposición entre ciencia y filosofía, y entre objeto de pensamiento y sujeto pensante. Este es apenas el primer aspecto de la anarquía. De hecho, el objeto del pensamiento no es solamente “pensamiento” como sujeto pensante, el es también “objeto”, como objeto sensible: nuevo espesor de la oposición. La vida cotidiana traza su camino en la objetividad de lo sensible. Los objetos están fuera de nosotros, no nos deben nada, son sus propias significaciones. Es posible que, filosoficamente, el color sea una cualidad secundaria, una representación del espíritu cognoscente, y que, científicamente, se reduzca al objeto de pensamiento “vibración” como última palabra de la realidad. Pero también es cierto que el se ofrece al individuo, sin referencia a algo exterior. El individuo sabe bien que las cosas no lo esperan para existir. Puede plantearse que el objeto se ofrece a la mirada sobre un cierto aspecto, un cierto perfil, dependiendo del punto de vista desde el cual es observado. Pero, esto no indica absolutamente una dependencia del objeto: al contrario, revela su objetividad total. Y es bastante conocido que de hecho el objeto contemplado se destaca de un fondo constituido por el conjunto de otros objetos. Pero, precisamente, el objeto no podría mantener con los otros cualquier relación si esa relación le fuese exterior: para que determinado objeto se destaque como forma del fondo de otros objetos, es preciso que sea para sí mismo su propio fondo. De modo que las tres caras sobre las cuales se perfilan siempre un cubo, tres caras y nunca mas de eso, ya son seis caras: es preciso que el cubo ya sea para sí mismo su propio fondo. Ese fenómeno remite el objeto a sí mismo y no a aquel que lo percibe. Sin embargo, afirmar que las tres caras ya son seis es instaurar la identidad de la extensión (tres) y de la comprensión (seis) en el objeto sensible. ¿Por que esa identidad, por que las seis caras se presentan como tres? Simplemente porque el espacio cotidiano tiene tres dimensiones. Si reflexionamos por un momento, veremos que las seis caras solo pueden tener sentido con referencia a un plano. La única manera que esas seis caras existieran en bloque en un espacio de tres dimensiones es presentar tres de ellas: por lo tanto, la identidad de extensión y de comprensión define simplemente el espacio. Eso quiere decir, que en ese espacio, el objeto sensible en general, en nombre de tal identidad, no es otro que el concepto: la palabra “concepto” no significa aquí más que “objeto de pensamiento”.

Detengámonos en esto, que no es sino uno de los momentos de la teoría de los números de la mathesis. Veamos al número 7, tal como es analizado por Malfatti: 1) el es representado por medio de líneas rectas, jamás por medio de líneas curvas; el es revelador de tres dimensionesindica esta verdad: todo cuerpo (individual) puede ser considerado como extensión de superficie (4), operando en tres direcciones: longitud, anchura, profundidad; 2)pero, por otro lado, 7 es concepto: no representa todavía nada del individuo vuelto realidad, el es “el desenvolvimiento de lo múltiple universal en innumerables individualidadeses el padre del tiempo y su imagen antes del tiempo divisible que avanza en el espacio sobre las onduladas imágenes de la aparienciael se mueve encima de la apariencia. Una crítica filosófica o científica de esta concepción seguramente llevaría al error: no es el mismo terreno, ni el mismo método.

Vimos que el método de la mathesis se encontraba entre esa oposición que debía ser superada, del objeto del pensamiento y del objeto sensible. De hecho, la ciencia explica el objeto sensible por algo externo a él, el objeto de pensamiento. Nueva dualidad que debe ser reducida, pero a su vez, reduciendo ese objeto de pensamiento a lo sensible, la cantidad a la cualidad. Observamos en general, que esa reducción es aquella misma que el símbolo opera. Ejemplos muy simples bastan para mostrar eso. Cuando digo que la bandera es el símbolo de la patria, establezco esencialmente un objeto sensible como encarnación de un objeto del pensamiento, de un saber. Más allá de eso, este objeto sensible es el saber mismo que él encarna. Recientemente, en términos de explicación, el objeto de pensamiento era lo que explica, que solo se constituía por la aniquilación del objeto sensible así explicado. Al contrario, el símbolo es tal que el agente simbolizador es ahora el objeto sensible, el cual se identifica totalmente con el saber que simboliza. En el fondo, el procedimiento simbólico esencial es el poema. Veamos, por ejemplo, el Autre eventail (Otro abanico[iii]) de Mallarmé. Su tema es sin duda el movimiento en sí, como puro objeto de pensamiento, sobrepasando toda manifestación sensible. También el se mueve por encima de la apariencia y se mantiene distante:

cuyo golpe prisionero hace retroceder
el horizonte delicadamente.
“Dont le coup prisonnier recule
L’horizon délicatement.”
Toda la construcción del poema consiste en encarnar el pensamiento del movimiento en un objeto sensible, en transformarlo en ese objeto: y no solamente en el abanico abierto, que todavía no está profundamente mortificado en una materia sensible, sino también en el abanico como cosa, el abanico cerrado. Ese pasaje de lo abierto a lo cerrado es expresamente indicada por Mallarmé: “El cetro de las riberas rosas”; “este blanco vuelo cerrado que tú dejas posarse” [“Le sceptre des rivages roses”; “Ce blanc vol fermé que tu poses”].

Este es apenas un ejemplo, que muestra el sentido del símbolo en general, encarnación de un saber, el procedimiento de la mathesis. Contrariamente a la explicación, el símbolo es la identidad, el encuentrodel objeto sensible con el objeto de pensamiento. El objeto sensible es dicho símbolo, y el objeto de pensamiento, perdiendo toda significación científica, es jeroglífico o cifra. En su identidad, ellos forman el concepto. El símbolo es su extensión; el jeroglífico, su comprensión. Entonces, la palabra “iniciado” adquiere todo su sentido: el carácter misterioso de la mathesis, según Malfatti, no está dirigido a los legos, en un sentido exclusivamente místico, sino marca solamente la necesidad de que la aprehensión del concepto se haga en el menor tiempo y que las encarnaciones físicas ocurran en el menor espacio posible –unidad en la diversidad, vida general en la vida particular. Observaremos allí mismo, en última instancia, que la noción de iniciado se racionaliza al extremo: si la vocación se define por la creación de un objeto sensible como realización de un saber, la mathesiscomo arte vivo de la medicina es la ocupación por excelencia, la ocupación de ocupaciones, pues es el propio saber que ella transforma en objeto sensible. Así, veremos la mathesisinsistir sobre las correspondencias entre la creación material y la creación espiritual.
Apliquemos el procedimiento simbólico al hombre. El pensamiento de la condición humana, esto es, su comprensión, se define como existencia separada de su esencia. Pero decir que, en el hombre en general, esencia y existencia están disociadas significa decir que hay varios hombres (extensión). De hecho: “ si, por ejemplo, existen en la naturaleza veinte hombres, no será suficiente mostrar la causa de la naturaleza humana en general” (Spinoza[iv]). Eso significa que cada existencia encontrara su propia esencia fuera de sí misma, en el Otro. Significa en el fondo que el hombre no es solamente mortal, es también “natal”. ¿Y si los padres dan al hijo su existencia, para disponer de ella, inversamente no ve el hijo en sus padres el principio mismo de su inteligibilidad, su propia esencia? En cuanto que la comprensión humana se define por la separación de existencia y de esencia, la extensión que le es correlativa, idéntica a ella, se refiere a la sexualidad: “El hombre y la mujer viven en dos cuerpos separados; entretanto, cada uno posee en sí el cuerpo del otro”. Es por medio del hombre, vemos eso ahora, que viene al mundo el concepto como identidad de extensión y de comprensión. O sea, es la sexualidad la que funda las cualidades sensibles; y Malfatti cita las palabras de Hipócrates: “El hombre es una dualidad y, si él no fuese una dualidad, no sentiría”[v]. Pero vimos que la sensación se refiere a tres dimensiones: así, no es tanto la dualidad sexual que se debe observar, sino el carácter triádico del amor: “¿Que seria la vida individual sin el amor propio, el único con el poder de conducirla hacia la vida de la especie, haciéndola producir como ser eterno, infinito, en la especie? El dualismo no contiene a la vida real. El amor sexual concilia los otros dos, el egoísmo y el heroísmo.” Así, es la vida del mundo que se establece sobre el signo ternario: el devenir en la condición de adición, esto es, el nacimiento; la duración, como multiplicidad por la cual se conserva en el acto de venir a ser; y la destrucción o substracción.

¿Cuál va a ser entonces el concepto humano por excelencia? Dios, es la unidad de esencia y de existencia, es conceptualizado por el círculo: equivalencia y reposo, indiferencia de la zona interfocal, vida pre-genésiaca. La elipsis, al contrario, es mejor, es dualidad, la antítesis sexual de los focos. El espacio es el pasaje del circulo ilimitado a la elipsis limitada; el tiempo, pasaje de la unidad del centro al dualismo de los focos: las tres dimensiones nacen. Este pasaje podría ser definida por el nacimiento de lo equívoco; la elipsis se define por un circulo equivoco. Recordemos como el propio objeto de la mathesis se encontraba con el problema de la vida, de la complicidad: “En el mismo momento”, dice Malfatti, “en que el individuo se coloca momentáneamente en el lugar de la naturaleza, es cuando el restituye su vida a la vida de la naturaleza”. En ese sentido, el amor sexual es, al mismo tiempo, amor por sí mismo y amor a la especie, el hombre deviniendo interior y el hombre deviniendo exterior. Recordemos, por otro lado, la correspondencia que preside las relaciones “ser vivovida universaly vida universal como especiedivinidad. Así, veremos a Malfatti insistir sobre el hecho de que lo genésiaco y lo pre-genésiaco nunca están separados, que uno es el negativo del otro. “Antes yo era redondo, ahora soy alargado en forma de un huevo”. Por la procreación, la humanidad persigue su propia inmortalidad, constituye el tiempo como imagen móvil de lo eterno, busca la realización de la elipsis en el círculo. El éxtasis no pasa solo por el acto por el cual el individuo se eleva al nivel de la especie. La especie, de hecho, solo se deja pensar en los limites del circulo: antes de la caída, Adán existía como humanitas.

No es casual que el método coincida con el propio objeto de la mathesis. Es por medio de un mismo procedimiento que la mathesisse sitúa más allá de la oposición “sujeto pensanteobjeto de pensamiento, y de la otra oposición objeto de pensamientoobjeto sensible. Veremos eso aún más claramente con el problema de los números. De un lado, el numero no existe sino en la decena, esto es, en la numeración: él parece ser construido por un acto del espíritu, transparente en símismo, en el sucederse por el cual apenas se acrecienta la unidad de un número anterior. Así, un número parece venir de un sujeto pensante; pero, el objeto pensado, se revela al contrario como opacidad, dotado de propiedades imprevisibles, al punto de que ese acto del espíritu presumido transparente a si mismo engendra verdaderas naturalezas. Es ese privilegio, por otro lado, que explica por que la mathesisda al número una importancia particular: el símbolo es el pensamiento del número tornado objeto sensible. Es curioso ver como Malfatti recrimina los estudios análogos de los griegos: cometieron el error de buscar la significación del número en una relación puramente geométrica, encerrándolo así en el objeto del pensamiento. Es el símbolo, al contrario, en sí pleno de sentido, que se debe extraer del número. La decena comienza con 0, jeroglífico del hombre y del mundo, y acaba con el 10, unidad realizada en un organismo espiritual y corporal completo. Malfatti escribe acerca de la cifra 10: “El no se agota ni en la acción de entrar ni en la de salir. Es el soberano del pequeño mundo (microcosmos) del hombre.”

La definición de la mathesis era doble: en su objeto, en relación a la dualidad “sujeto pensanteobjeto de pensamiento; en su método, en relación a otra dualidad, objeto de pensamientoobjeto sensible. Llegamos al punto en que los dos temas se cruzan sin cesar, identificándose mutuamente. El primero nos llevaba a establecer un sistema de correspondencias entre el individuo (microcosmos) y lo universal; el segundo, entre lo corporal y lo espiritual. Que no se busque en esto, por lo tanto, una “explicación” filosófica de la unión del alma y del cuerpo. Que tampoco se busque criticar científicamente las correspondencias entre el individuo y el universo, a partir de los grandes temas del fuego, la fermentación, etc.[vi] La mathesis se desarrolla en otra esfera, en el doble espesor del símbolo: en el que se perfecciona como arte vivo de la medicina, estableciendo incesantemente un sistema de correspondencias cada vez más estrechas, en que se encuentran contenidas realidades cada vez más y más individuales.


(NOTA: tomando como fuente la versión portuguesa, contejandola con la inglesa, se ha reunido lo mejor de ambas para dar a luz un “simulacro” del estilo de Deleuze, al cual he tratado de ser fiel)


[i]     Introducción de Gilles Deleuze (1926–1995) al libro de Johann Baptist Malfatti von Monteregio «Etudes sur la mathese ou anarchie et hierarchie de la science», Editions du Griffon d’or, 1946 (re-edición de la versión de 1849, la cual se encuentra disponible en la bibliografia online). Originalmente el texto se titula: “’Mathese, Science et Philosophie”, y lo escribió a la edad de 21 años.
[ii]   Mientras hacia su agregación en la Sorbonna, Deleuze estuvo bajo la tutela de tres grandes profesores: Jean Hyppolite, Georges Canguilhem y Ferdinand Alquie. Alquie fue un especialista en la filosofía de Descartes, y también de lo que se suele reconocer como filosofía moderna, ademas de mantener una postura fenomenológica centrada en el sujeto y la existencia. Ademas fue amigo intimo de Andre Bretón y del grupo de los surrealistas, escribió un libro  Philosophie du surréalisme (Flammarion, 1955) que el mismo Deleuze reseño.
     Deleuze lo recordara luego así: «A mí me formaron dos profesores que yo quería y admiraba mucho: Alquié e Hyppolite. Pero la cosa acabó mal. Uno tenía unas manos muy blancas y largas, y un tartamudeo que, aunque no se sabía muy bien si venía de la infancia o si por el contrario estaba allí para ocultar un acento natal, se ponía al servicio de los dualismos cartesianos. El otro tenía un rostro imponente de rasgos incompletos, y ritmaba con el puño las triadas hegelianas, tropezando al hablar. En la época de la Liberación continuábamos extrañamente atrapados en la historia de la filosofía. Simplemente entrábamos en Hegel, Husserl y Heidegger; nos precipitábamos, como cachorros, en una escolástica aún peor que la de la Edad Media. Por suerte existía Sartre. (…) De todas formas, en esa época yo no me sentía atraído ni por la fenomenología ni por el existencialismo (…)». (G. Deleuze, Diálogos, de. Pre-textos, Valencia, pg. 16-17 o disponible aquí ).
     La relación termino mal, pues en el momento en que presenta su adelanto de tesis doctoral Difference et repetitionfrente a un jurado en  la Societé française de Philosophie donde se halla el mismo Alquie, este le hace esta objeción: «La pregunta que querría hacerle es muy simple, y se refiere al principio de su conferencia. Deleuze ha condenado desde el comienzo la pregunta “¿Que es…?”, sin volver después sobre ello. Acepto lo que ha dicho después, y percibo la extrema riqueza de las cuestiones que ha venido a plantear, pero lamento el rechazo, quizá algo precipitado, de la pregunta “¿Qué es…?”. (…) lo que me ha chocado es que ninguno de los ejemplos que ha puesto era un ejemplo propiamente filosófico. Nos ha hablado de la linea recta, que es un ejemplo matemático, del huevo, que es un ejemplo fisiológico, o de los genes, que son un ejemplo biológico. Cuando ha llegado a la verdad, me he dicho: ¡por fin un ejemplo filosófico! Pero este ejemplo era negativo, porque Deleuze nos ha dicho que teníamos que preguntarnos: ¿quién quiere la verdad? ¿por qué se quiere la verdad? ¿es el celoso el que quiere la verdad?, etc., preguntas sin duda muy interesantes, pero que no afectan a la esencia misma de la verdad, que quizá no son preguntas estrictamente filosóficas. O, mejor dicho, son las preguntas de una filosofía vuelta hacia problemas psicológicos, psicoanalíticos, etc. (…)». Y Deleuze allí mismo responde: «Su segunda objeción me preocupa aún más, porque yo creo firmemente en la especificidad de la filosofía, una concepción que he aprendido de usted. Dice usted que el método que describo toma sus aplicaciones un poco de todas partes, de diferentes ciencias, pero apenas de la filosofía Y que el único ejemplo filosófico que he invocado, el de la verdad, era negativo, porque consistía en disolver el concepto de verdad en determinaciones psicológicas o psicoanalíticas. Si es así, debo considerarlo un fracaso total. Porque la Idea, como real-virtual, no ha de describirse únicamente en términos científicos, incluso aunque la ciencia intervenga necesariamente en su proceso de actualización. (…) Me gustaría invocar las tesis de Lautman: una teoría de sistemas debe mostrar cómo el movimiento de los conceptos científicos participa de una dialéctica que los supera. (…) » (G. Deleuze, “El método de dramatización”, en La isla desierta y otros textos, Ed. Pre-textos, Valencia, pg. 140-142). [NOTA DEL TRADUCTOR]
[iii]  Autre eventail de Mademoiselle Mallarmé– Stephane Mallarmé (1842-1898)
     Ô rêveuse, pour que je plonge
     Au pur délice sans chemin,
     Sache, par un subtil mensonge,
     Garder mon aile dans ta main.
     Une fraîcheur de crépuscule
     Te vient à chaque battement
     Dont le coup prisonnier recule
     L’horizon délicatement.
     Vertige ! voici que frissonne
     L’espace comme un grand baiser
     Qui, fou de naître pour personne,
     Ne peut jaillir ni s’apaiser.
     Sens-tu le paradis farouche
     Ainsi qu’un rire enseveli
     Se couler du coin de ta bouche
     Au fond de l’unanime pli !
     Le sceptre des rivages roses
     Stagnants sur les soirs d’or, ce l’est,
     Ce blanc vol fermé que tu poses
     Contre le feu d’un bracelet.
     Otro abanico de Madame Mallarmé
     Oh soñadora: para que yo me sumerja
     en la pura delicia sin camino,
     sabe, por una sutil mentira,
     guardar mi ala en tu mano.
     Una frescura de crepúsculo
     te llega a cada compás,
     cuyo golpe prisionero hace retroceder
     el horizonte delicadamente.
     ¡Vértigo! He aquí que se estremece
     el espacio como un gran beso
     que, loco de nacer para nadie
     ni estalla al fin ni se apacigua.
     ¿Sientes el paraíso feroz,
     lo mismo que una risa enterrada,
     fluir del ángulo de tu boca
     al fondo el pliegue unánime?
     El cetro de las riberas rosas
     estancado sobre las tardes de oro, éste lo es,
     este blanco vuelo cerrado que tú dejas posarse
     contra el fuego de un brazalete.
     Versión de Alfonso Reyes
     Para más información sobre este poema, véase la presentación del mismo en el Musée Mallarmé. AQUI.
     —ADEMAS: Deleuze vuelve a utilizar este mismo poema, en su libro El pliegue: « El pliegue es sin duda la noción más importante de Mallarme, no sólo la noción, sino más bien la operación, el acto operatorio que lo convierte en un gran poeta barroco. Hérodiade ya es el poema del pliegue. El pliegue del mundo es el abanico o «el unánime pliegue». Unas veces el abanico abierto hace subir y bajar todos los granos de materia, cenizas y nieblas a través de las cuales se percibe lo visible como por los agujeros de un velo, según los repliegues que dejan ver la piedra en la escotadura de sus inflexiones, «pliegue según pliegue» que revela la ciudad, pero que también revela la ausencia o la retirada, conglomerado de polvos, colectividades huecas, ejército y asambleas alucinatorias. En el límite, corresponde al lado sensible del abanico, corresponde a lo sensible propiamente dicho suscitar el polvo a través del cual se le ve, y que denuncia su inanidad. Pero otras veces también, del otro lado del abanico ahora cerrado («el cetro de orillas rosas… ese blanco vuelo cerrado que tú posas… »), el pliegue ya no va hacia una pulverización, se supera o encuentra su finalidad en una inclusión, «crecimiento en espesor, que ofrece la minúscula tumba, evidentemente, del alma». El pliegue es inseparable del viento. Ventilado por el abanico, el pliegue ya no es el de la materia a través de la cual se ve, sino el del alma en la que se lee, «pliegues amarillos del pensamiento», el Libro o la mónada de múltiples hojas. Contiene, pues, todos los pliegues, puesto que la combinatoria de sus hojas es infinita; pero los incluye en su clausura, y todas sus acciones son internas. Sin embargo, no son dos mundos: el pliegue del diario, polvo o bruma, inanidad, es un pliegue circunstancial que debe tener su nuevo modo de correspondencia con el libro, pliegue del Acontecimiento, unidad que hace ser, multiplicidad que hace inclusión, colectividad devenida consistente.» (G. Deleuze, El pliegue, Ed. Paidos, Bs.As., 2005, pg. 45-46) [NOTA DEL TRADUCTOR, Con subrayado se encuentran las partes del poema por Deleuze utilizadas]
[iv]  Deleuze cita la Ética de Spinoza, aquí el fragmento en cuestión en su totalidad: «Si, por ejemplo, existen en la naturaleza veinte hombres (que para mayor claridad, supongo que existen simultáneamente y que no han existido antes otros en la naturaleza), no será suficiente (para que expliquemos por qué existen veinte hombres) mostrar la causa de la naturaleza humana en general, sino que será necesario, además, mostrar la causa de por qué no existen más ni menos de veinte, ya que [por el punto 3) debe darse necesariamente, para cada uno, una causa de por qué existe. Ahora bien, esta causa (por los puntos 2 y 3) no puede estar contenida en la misma naturaleza humana, ya que la verdadera definición de hombre no implica el número veinte. Por consiguiente (por el punto 4), la causa de que existan esos veinte hombres y, por lo tanto, de que exista cada uno en particular, debe darse necesariamente fuera de cada uno de ellos. Hay que concluir, pues, en general, que todo aquello, de cuya naturaleza pueden existir varios individuos, debe tener necesariamente una causa exterior para que ellos existan» (B. Spinoza, Ética demostrada según el orden geométrico, Ira Parte (de Dios) – Prop. 8 – Escolio 2 (Ed. Trotta, Madrid, pg. 42-44) (Extracto disponible aquí) Spinoza vuelve a utilizar este mismo ejemplo en su correspondencia, en la XXXIV (34) dirigida a Hubbe (B.Spinoza, Epistolario, Ed. Colihue, pg. 151-152) /// ADEMAS: sobre esta misma cita, no figuraba la fuente en la versión portuguesa, y en la versión inglesa se la hacia corresponder en una “mala referencia” a la Carta XXXIX (39) a Huyghens, en la cual no aparece el fragmento. [NOTA DEL TRADUCTOR]
[v]   La versión original de la cita dada en el propio texto de J. Malfatti es: “Homo est duplex, est si duplex non esset non sentiret” (J. Malfatti von Monterregio, Etudes sur la mathèse, ou anarchie et hiérarchie de la science, Ed. Frank, Paris, 1849, pg. 132) (Disponible completo en googlebooks AQUI). Cita que ya es una traducción del griego, buscando la fuente encontre varias variaciones de esta frase correspondientes al S. XIX., asi fue mucho más común esta traducción entre los manuales de medicina: “Si unus esset homo, non doleret , quia non sciret undè doleret”. [NOTA DEL TRADUCTOR]
[vi]         Del mismo modo, seria inútil querer refutar las concepciones fisiológicas expuestas, por ejemplo, en el Tercer Estudio: ellas pertenecen, por otra parte, a la “medicina romántica” y a la “Naturphilosophie”. Los elementos científicos de los que disponía el Dr. Malfatti von Montereggio eran demasiado fragmentarios para ser suficientes de una construcción completa. El autor por lo tanto, rellena los vacíos con audaces hipótesis teológicas. Esa es su debilidad, pero también el destino inevitable de toda síntesis a priori.[NOTA ORIGINAL, DE DELEUZE]

Mente abierta a la mutación

por Verónica Gago


Durante mucho tiempo, viví sobre pistas separadas. En el transcurso del día, o de la semana, cambiaba de gorra. Cuando militaba, era marxista de inspiración trotskista; cuando trabajaba, era freudo-lacaniano; cuando reflexionaba, era grosso modo sartreano, pero de todas maneras todo eso no pegaba muy bien junto”, cuenta Félix Guattari en una de las entrevistas que componen el nuevo libro publicado por editorial Cactus: ¿Qué es la ecosofía?

Un libro que es casi una “audiografía” porque se lo escucha mucho más que se lo lee. Y eso es lo interesante: como en un disco, pasan las últimas intervenciones del filósofo que saca cuentas con las “estaciones” de su pensamiento, que –aun sin linealidad– van y vienen sobre el calor de las “revoluciones moleculares” vinculadas al 68, los “años de invierno” de la reacción de los 80 y la “ecosofía” como destello de una anunciada primavera, un nuevo pliegue por venir.

Como señala el presentador y responsable de la edición, Stéphane Nadaud, se puede ver en la forma misma del trabajo de Guattari el procedimiento de “cortar-pegar” mucho antes de que existiera en nuestras computadoras. Como un modo de proceder que se esmera por repetir, reformular, hacer pequeñas variaciones para reincidir, con textos que van buscando su forma, su manera de construir enlaces. Porque es claramente ese trabajo el que da cuerpo a la noción central: la ecosofía es un encastre, un enlace, entre la ecología ambiental, la ecología científica, la ecología económica, la ecología urbana y las ecologías social y mental, pero “no para englobar todos esos abordajes ecológicos heterogéneos en una misma ideología totalizante o totalitaria, sino para señalar por el contrario la perspectiva de una elección ético-política de la diversidad, del disenso creador, de la responsabilidad respecto de la diferencia y de la alteridad”. Esa es la perspectiva con la que Guattari persigue objetos ecosóficos: artefactos 4-D, capaz de articular al mismo tiempo las dimensiones de flujo, máquina, valor y territorio existencial. Sea una cocina, un psiquiátrico, una casa de cultura o una obra de arte, se trata de poner en juego un pluralismo de los sistemas de valor y hacerlos maquinar.

La ecosofía no tiene nada que ver con eslóganes a la mano, como desarrollo sustentable o con ideas ingenuas de una vuelta a un pasado primordial; tampoco con la ideología verde capaz de ser deglutida por la industria. La ecosofía, sobre todo, no es conservación sino un modo de apertura a la mutación, al modo en que el devenir opera a partir de la movilización de valores y deseos mientras lidia con el momento mismo en que el capitalismo toma como objeto primero la producción de subjetividades.
Y ahí se puede dar un portazo (¡un método reivindicado por el ecósofo!). Y entrar de lleno a otro libro, donde también se lo escucha a Guattari pero ya como invitado a una de las clases de Gilles Deleuze durante 1986. En La subjetivación. Curso sobre Foucault(también de editorial Cactus), Deleuze trabaja sobre ese tercer pliegue de la obra de Foucault (después del poder y el saber). El movimiento es magistral, deja oír la historia de la sexualidad, los modos en que la Iglesia disputa las almas y los “sistemas de abatimiento” para, finalmente, volver a encontrar líneas de verdadera fuga como pliegues de subjetivación.

Y lo hace en tres pasos o movimientos. La subjetivación deriva de relaciones de poder y de saber (“la subjetivación es una derivada”) pero puede devenir independiente de ellas. De ahí la potencia de autonomía: el “eje autónomo” (la fuerza que se pliega sobre la fuerza o el afecto de sí por sí mismo). Esta es la posibilidad de pasar la línea del poder, franquearla. La última preocupación que acorralaba a Foucault, según Deleuze. “Ahora ha encontrado cómo salir: por la derivada, por la relación con uno mismo, por la subjetivación”. Es la razón por la cual Foucault se dedica a los griegos y desde donde detecta la amenaza, sus camuflajes y compromisos: “Que nuestra subjetividad pase bajo el control y la dependencia de un poder, sea el poder de los sacerdotes, el poder de la Iglesia, el poder del Estado. Pues el poder no ha dejado de pretender apropiarse realmente de la subjetivación”.

Sin embargo, la conversación sube de tono: “la lucha no ha terminado”, “se forman incansablemente nuevos modos de subjetivación, casi sin que se sepa, a medias de manera inconsciente”. No paran entonces de aparecer nuevos modos de subjetivación aquí y allá; los hay bellos, grotescos y terroríficos. Pero es alrededor de los cortes históricos que se dibujan esos nuevos modos. El 68 es uno de ellos: sobre el que Guattari tiene bastante que decir. Y Deleuze agrega nombres que operan como antecedentes a la hora de pensar la subjetivación como vector independiente, como praxis (algunos recién escapados de la dialéctica): Lukács, Gramsci, Tronti, Adorno, Bloch. Y, aun antes, como ya se dijo, griegos y cristianos. Ninguna subjetivación es estrictamente pasado. Todas siguen trabajando: “Las subjetivaciones más anticuadas, las menos actuales, surgen gracias a uno de nuestros gestos y cada uno de nosotros no deja de tomarse por un griego o por un primer cristiano”. Y eso porque la subjetivación es siempre pliegue de memoria. No pasa lo mismo con los poderes, que una vez que se vuelven viejos pasan a un “olvido radical”.

La dinámica histórica de la subjetivación está marcada, entonces, por una suerte de enjambre que se construye con los puntos de resistencia en cada formación social y las redes bajo las cuales se intenta recapturarlos. La pregunta actual es por los modos nuevos de subjetivación: “¿cómo se dejan someter a las relaciones de poder, cómo resisten a las relaciones de poder?”. Otra vez es la temporalización: cuando los nuevos modos de subjetivación no logran encontrar duración, fijar su memoria, interferir en territorios concretos, retoman el poder los viejos modos, con aristas más reaccionarias y violentas (también a esa secuencia hay que volver para entender la Comuna de París o la guerra de Argelia, el New Deal o el movimiento de mujeres).

Se desemboca así, como arrastrados por un viento, a la idea foucaultiana de una problematización. Que es, ni más ni menos, que tres preguntas al hilo. Una suerte de tríptico de análisis que, en el fondo, es un manual para franquear la línea: 1) “¿qué puedo decir y qué puedo saber en la época en la que estoy?”, 2) “¿cuál es mi poder y mi resistencia al poder?”, 3) “¿cuál es el modo de mi subjetivación, de qué pliegues me rodeo?”.

Deleuze y Guattari, autores de ¿Qué es la filosofía?, muestran en estos otros dos libros buena parte de la cocina de aquel, las líneas de conexión, los enlaces y las transversales que para ambos, a fin de cuentas, constituyen una forma de travesía a la que pliegan a Foucault. Y que evoca aquella palabra-talismán que los despersonifica: se trata de un devenir que apuesta a una velocidad capaz de despojarse de nombres propios.

Sobre la aparición sin vida de Gerardo Escobar en el Paraná

por Club de Investigaciones Urbanas



Gerardo Escobar estuvo desaparecido durante una semana. El último lugar en el que se lo vio con vida fue en el oscuro boliche La Tienda, ubicado en Tucumán al 1100, que cuenta con múltiples denuncias de abusos perpetrados por los guardias de seguridad. Varios de ellos son policías en actividad. En la imagen tomada por una cámara de seguridad del boliche se lo ve salir en las primeras horas del viernes 14 de agosto por la puerta principal y dirigirse en dirección a Sarmiento; acto seguido se puede visualizar a tres patovicas caminando detrás de él y, segundos más tarde, a dos mujeres escandalizadas señalando la esquina de Sarmiento (que no entra en el plano). Uno de los patovicas es un policía que estaba cumpliendo adicionales en el boliche.

Ayer viernes 21 de agosto lamentablemente apareció el cuerpo de Gerardo flotando en el río Paraná a la altura del Parque de Urquiza.

En poco más de un mes se cumplirá un año desde que la policía de Santa Fe desapareció, torturó, asesinó y tiró al río al joven Franco Casco. El cuerpo de Gerardo apareció prácticamente en el mismo sector del río, en la zona céntrica de Rosario. La policía, a través de un uniformado cumpliendo adicionales en el boliche, vuelve a estar en el centro de la escena.

Los funcionarios del gobierno provincial con apoyo de los principales medios de comunicación construyeron (y seguirán) durante esta semana de intensa búsqueda el terreno para plantar sospechas y culpabilizar a la propia víctima. Se insistió con que el joven salió del boliche “con un comportamiento errante”, “producto del consumo de alcohol”, también que “tuvo un mínimo altercado con un taxista mientras caminaba algo mareado por Tucumán hacia el este” y que “manoteaba los picaportes de los autos”. También aparecieron datos falsos replicados por los medios. Anoche, todavía sin haber finalizado la autopsia, se apresuraban en descartar que el cuerpo tuviera marcas de violencia.

Quienes participamos de la Multisectorial en pedido de Justicia por Franco y, fundamentalmente, sus familiares, padecimos las permanentes operaciones montadas por los funcionarios Ignacio del Vecchio, Raúl Lamberto y el entonces fiscal Guillermo Apanowicz. El mismo día que lamentablemente apareció sin vida, los funcionarios declaraban que se lo había visto deambular pidiendo alimentos y ropa en una iglesia. Lo mismo en el caso de la policía cuando afirmó que lo habían levantado en la calle porque se lo notaba “perdido en tiempo y espacio”.

Las figuras de cuerpos jóvenes apareciendo sin vida en las aguas del río sacan a la luz un inconsciente de desapariciones y asesinatos muy caro para la historia reciente de nuestro país. Rosario se ha transformado en una ciudad oscura y siniestra, teñida de sangre joven. El lenguaje de la violencia se ha extendido a todos los rincones sociales, con las fuerzas de seguridad ocupando un rol protagónico bajo el amparo del poder político. La impunidad se ha naturalizado. Desde el 2014 una pedagogía del terror encuentra en el Paraná su peor escenario.

Ahora más que nunca reivindicamos la lucha política, colectiva, para transformar esta cruenta realidad que se lleva la vida de tantos pibes y pibas. Repudiamos la operación de los medios cuando se transforman en voceros de las fuerzas de seguridad y el poder político. Y exigimos justicia por Gerardo Escobar.
Rosario, 22 de agosto de 2015

El dilema de SYRIZA

por Sam Gindin y Leo Panitch


Piense en una fábrica en la que los propietarios de la empresa han tratado con dureza e injustamente a sus trabajadores, mientras los dirigentes sindicales no hacían nada o incluso eran cómplices. Muchos de los trabajadores de esa fábrica han resistido, han parado la producción un par de horas y ocupado una sección de la fabrica varios días.
Finalmente, para negociar un nuevo convenio colectivo, los trabajadores eligen a un nuevo comité de empresa con mayoría de un sindicato radical. Las negociaciones se prolongan durante muchos meses y, en última instancia, los dirigentes sindicales piden que se vote la huelga y obtiene un abrumador apoyo.
Vuelven a la mesa de negociaciones esperando que ese nuevo mandato va a cambiar la actitud de la patronal, y lo hace – pero no como el sindicato esperaba. Por el contrario, los patronos dicen: «Bueno, eso es todo; vamos a  cerrar la fábrica. Es evidente que a pesar de todos nuestros esfuerzos estos últimos años, los trabajadores nunca serán lo suficientemente disciplinados como para generar beneficios».
Ante el cierre inminente y preocupados por los empleos de sus afiliados, la nueva dirección del sindicato de mala gana firma el nuevo convenio colectivo que incluye cláusulas aún más dura que antes. No intentan endulzar lo ocurrido: «Es un mal acuerdo, pero mantienen abierta la fábrica».
Aunque la nueva dirigencia sindical sigue siendo popular, muchos afiliados están molestos, gritan «traición», se concentran delante de la oficina del sindicato, y exigen que se ocupe la fábrica y sea dirigida por el sindicato.
Los dirigentes sindicales dicen que no va a funcionar: dejando a un lado la posibilidad de que los propietarios de la fábrica llamen a la policía, existe el problema de los contratos cancelados, la falta de fondos de inversión para reconvertir la fabrica para otras líneas de producción más viables, etc….
«Todo lo que podemos hacer», dicen, «es resistir, con la esperanza de conseguir más apoyo solidario la próxima vez de los trabajadores de otras plantas de la empresa, y tratar de extender la negociación colectiva a todas las plantas. No vamos a vender este acuerdo como una victoria. En su lugar, vamos a seguir luchando a partir de él, recoger la mayor cantidad de reivindicaciones que podamos, e intentar conseguir el trabajo reglamentado».
La realidad
Las analogías son siempre limitadas. Grecia es, después de todo, un estado independiente que controla teóricamente el destino de su economía. Sin embargo, lo que hace que la analogía anterior sea adecuada es que el gobierno radical de SYRIZA fue elegido en enero 2015 sobre la base de su promesa de tratar de negociar un mejor acuerdo que la dura austeridad neoliberal impuesta a través de los memorandos firmados por los gobiernos anteriores.
Al mismo tiempo, se comprometió a permanecer en el sistema monetario de la zona euro, en la que está integrado el sistema financiero de Grecia, así como en el marco de la Unión Europea, de la que su economía es parte. La elección del nuevo gobierno estaba condicionada al cumplimiento de estas dos promesas simultáneamente, y las negociaciones que había comenzado eran una prueba de la compatibilidad de estas dos promesas, como fue el referéndum de 5 de julio que convocó y ganó de manera aplastante después de cinco meses de negociaciones infructuosas.
Las acusaciones de traición que están siendo formuladas contra los dirigentes SYRIZA actualmente se basan en que han firmado el nuevo y durísimo memorándum. Pero en la medida en que este memorándum se impuso sobre la base de la amenaza de expulsar a Grecia de la zona euro y dejar a su sistema bancario sin apoyo, la afirmación de que el primer ministro Alexis Tsipras «capituló» implica que había una alternativa viable a partir de una salida inmediata de la zona euro («Grexit») que el gobierno podría haber llevado a cabo.
Las condiciones políticas que harían inmediata viable un Grexit no existen en la actualidad. Aquellos que insisten en que estas condiciones políticas fueron creadas por el resultado del referéndum, se equivocan.
La última encuesta, realizada por Análisis Palmos, una empresa con buena reputación, entre el 15 y el 17 de julio muestra que, incluso teniendo en cuenta la dureza del nuevo memorándum, el 74% de los griegos continúan apoyando la permanencia en el euro – y esto incluye al 66% de los partidarios de SYRIZA. Al menos un 42% de los encuestados después de la firma del nuevo memorándum indicó que votaría a SYRIZA hoy, un aumento sustancial por encima del 36% que lo hizo en las últimas elecciones. Esto le da a SYRIZA una ventaja de más de un 20% por encima de Nueva Democracia, que está en segundo lugar, y produciría una clara mayoría de 165 escaños en el parlamento griego.
Dada su enorme popularidad, Tsipras hubiera podido, con una campaña entusiasta, tratar de aumentar el apoyo para salir del euro, pero incluso conseguir una mayoría ajustada para volver al dracma requeriría más que duplicar el apoyo actual a una salida del euro, que se sitúa en sólo el 24%. Tsipras siempre ha dejado muy claro que él – y esto se aplica a la mayoría de la dirección del partido a todos los niveles – sólo iría tan lejos como los europeos se lo permitiesen. Fue elegido sobre esta base y convocó el referéndum sobre la misma base.
Los que ahora le acusan por no haber cambiado de opinión y haber hecho lo contrario están admitiendo efectivamente que deberían haber apoyado al Partido Comunista Griego ( KKE ) o a Antarysa desde un comienzo, en lugar de respaldado con gran entusiasmo la elección de SYRIZA.
La credibilidad de Tsipras se basa en su insistencia – la antítesis de un dirigente sindical que vende concesiones como una victoria y por lo tanto esta haciendo el trabajo sucio de la empresa – que el acuerdo es malo. Lo presenta como el resultado de una imposición de la Troika, y sobre todo de Alemania, no sólo a él, sino al pueblo griego.
Como él mismo explicó al Parlamento griego el 22 de julio:
“Hemos elegido un compromiso que nos obliga a poner en práctica un programa en el que no creemos, y vamos a ponerlo en práctica porque las alternativas son difíciles. Estamos convocados hoy a legislar en un estado de emergencia. El objetivo de la presencia de la izquierda en este gobierno no es el poder por el poder, sino que se trata de un bastión desde el que luchar por los intereses de nuestro pueblo. Y en lo que a mí respecta, no voy a abandonar este bastión, al menos por mi propia voluntad”.
También hay que decir que los defensores de un Grexit inmediato de la Plataforma de Izquierda no son muy convincentes. Asumen que las instituciones estatales existentes podrían ser fácilmente doblegadas a voluntad del gobierno, para no hablar de su capacidad para aplicar dicho plan.
E incluso si el plan para el Grexit de la Plataforma de Izquierda se aplicase de manera eficiente, lo más probable es que causase dificultades transitorias severas durante un período de tiempo más prolongado que lo que los defensores del plan dicen. Cualquier alternativa seria tendría que considerar las consecuencias políticas de esta, sobre todo si tiene el efecto de alienar a los seguidores de SYRIZA.
Posibilidades
Aquellos que – como nosotros – creen que con el tiempo será necesario dejar la zona euro debe reconocer que no se puede hacer inmediatamente. Hay que crear las condiciones para que sea posible, y esto significa tiempo para prepararse para la salida.
El apoyo continuado a Tsipras sugiere que hay tiempo para abordar las transformaciones necesarias dentro del estado, y planes creativos para tanto mantener la confianza en el gobierno como para permitir a la gente aprender orgánicamente por qué tienen que ir más allá de los límites de la integración en la Europa neoliberal.
La mayoría de los que ahora apoyan a Tsipras no proponen simplemente esperar a que las instituciones europeas sean «mejores». Entienden la lucha en términos de un internacionalismo de manera que cada país se sume a los «pequeños incendios» que SYRIZA ha iniciado y que acabarán por cambiar la Unión Europea. Otros ven la necesidad de una ruptura, pero quieren un plan mucho más elaborada y amplio para una transición económica que el que la Plataforma de Izquierda ha avanzado.
El problema central es que incluso los planes más detallados que se están proponiendo  se presentan como un conjunto de políticas alternativas, pero que en realidad implican una revolución política inmediata. No son capaces de establecer si esto es posible dado el equilibrio de fuerzas en el interior de Grecia, como se refleja en la mayoría de las recalcitrantes instituciones del propio Estado, así como por la continua preferencia de la gente de continuar en  el euro. Lo que se necesita en el momento presente es un análisis político concreto, en lugar de una respuesta técnica a un problema político.
Lo mejor que se puede esperar en este momento es el desarrollo de una mayor claridad, incluso entre aquellos que en SYRIZA entienden la necesidad de una ruptura, y el reconocimiento de que esa ruptura deberá ir más allá de una simple ruptura con el euro: que debe ser una ruptura con la Unión Europea como una zona de libre comercio y libre capital neoliberal.
El Plan B de la Plataforma de Izquierda es incapaz de abordar estos dos imperativos juntos. Por otra parte, el hecho de que se presenta como un conjunto de políticas que podrían imponerse con facilidad desde el pináculo del estado refleja lo que a los activistas más politizados de los movimientos sociales y a los cuadros más creativos dentro del partido no les gusta del enfoque estratégico de arriba hacia abajo de la Plataforma de Izquierda.
Como ya hemos argumentado, se necesita un verdadero plan B que debe ser diseñado con todo esto en mente, y que tendría que incluir un plan político para mejorar tanto las capacidades del partido y el gobierno para mejor contemplar, y poder llevar con éxito, semejante ruptura tanto desde el Estado como de la sociedad.
La presión constructiva al gobierno de SYRIZA debe orientarse a presionar a Tsipras para que se inaugure esta nueva etapa, vinculando activamente al gobierno y al partido con las redes de solidaridad, con el objetivo de enraizarlas y ampliarlas en cada comunidad en Grecia.
La verdadera prueba que SYRIZA tiene por delante será su capacidad de hacer esto, trascendiendo así sus divisiones actuales, incluyendo las acusaciones de traición contra el gobierno Tsipras, por una parte, y los intentos de marginar a los partidarios de la Plataforma de Izquierda, por la otra.
Reducir la presión de la izquierda sin duda socavaría una garantía fundamental a la hora de evitar que el gobierno de SYRIZA se convierta en algo indistinguible de los principales gobiernos socialdemócratas de toda Europa. Sin embargo, una proporción mucho mayor de la coalición que la que representa la Plataforma de Izquierda, incluyendo el grupo parlamentario e incluso el gabinete, está decidida a que esto no suceda.
Al mismo tiempo, nadie debe ver la derrota del gobierno Tsipras o una escisión dentro del partido como una «oportunidad» para la izquierda. Sería un desastre del que se beneficiaría sobre todo la derecha política, incluidos los fascistas.
La gravedad de los temas que están implícitos requieren que la izquierda internacional aborde seriamente las ignotas complejidades de cualquier estrategia socialista democrática en el actual contexto neoliberal global. Ningún partido de izquierda que llegue al gobierno sea donde sea  en la actualidad es poco probable que sea tan radical como nos gustaría.
¿Cuál es la responsabilidad de la izquierda socialista en estas circunstancias concretas? Habrá decepciones; los logros, en el mejor de los casos, serán parciales, vulnerable a retrocesos; y habrá una vez más intentos renovados para conseguir encontrar el camino. En última instancia, sabemos poco sobre que hacer en esta situación.
Los debates dentro de la izquierda son absolutamente esenciales, pero deben llevarse a cabo sin postureos revolucionarios fáciles, y con la necesaria modestia: nadie tiene respuestas fáciles en este momento difícil y complejo.

(fuente: www.sinpermiso.info/)

La privatización de las costas que se viene

por Mariano Abrach
El Nuevo Código Civil y Comercial reduce de 35 a 15 los metros que deben dejar libres los propietarios de tierras lindantes a los ríos y les suprime su característica de camino público, permitiendo privatizar los corredores en beneficio de los negocios inmobiliarios.
El 1 de agosto de 2015 entra en vigencia el Nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, que fuera promulgado en octubre de 2014. Este nuevo cuerpo legal, cuya implementación se adelantó del 1° de enero del 2016 a esta fecha próxima, traerá varios cambios con consecuencias importantes para la cotidianidad de la vida en Argentina. Entre estas modificaciones, las más comentadas tienen que ver con la familia, en referencia a cuestiones como el matrimonio, divorcio, adopción, fertilización asistida, entre otros. Sin embargo, se producirán otras reformas con efectos relevantes e inmediatos que no son tan mentados.
Uno de esos cambios, es la profunda alteración respecto a la propiedad de los terrenos colindantes con ríos. Este cambio ni siquiera es mencionado en el cuadro explicativo de las modificaciones relevantes del nuevo Código, realizada por la Dirección Nacional del Sistema Argentino de Información Jurídica del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación.
El abogado ambientalista Enrique Viale sí destaca la importancia de esta reforma, explicando en declaraciones a La Brújula de la Mañana, que el artículo 1974 del código en vigencia desde agosto de 2015 no sólo reduce de 35 metros a 15 metros la restricción a la propiedad del terreno en la costa de los ríos, sino que le suprime la característica de “calle o camino público” que gozaba en la redacción del artículo 2639 del Código Civil anterior.
La redacción literal del código que queda en desuso era: “Los propietarios limítrofes con los ríos o con canales que sirven a la comunicación por agua, están obligados a dejar una calle o camino público de treinta y cinco metros hasta la orilla del río, o del canal, sin ninguna indemnización. Los propietarios ribereños no pueden hacer en ese espacio ninguna construcción, ni reparar las antiguas que existen, ni deteriorar el terreno en manera alguna”.
En el nuevo código, en cambio, se lee lo siguiente: “Camino de sirga. El dueño de un inmueble colindante con cualquiera de las orillas de los cauces o sus riberas, aptos para el transporte por agua, debe dejar libre una franja de terreno de quince metros de ancho en toda la extensión del curso, en la que no puede hacer ningún acto que menoscabe aquella actividad. Todo perjudicado puede pedir que se remuevan los efectos de los actos violatorios de este artículo”.
Lo que esconde un artículo
En base al análisis del abogado especialista en el tema, se trata de la mayor privatización de tierras de la historia argentina desde la “Conquista del Desierto”. En concreto, según sus cálculos se trata de una superficie de más de 200 mil hectáreas contabilizando todos los ríos del país, lo cual puede equipararse a 10 veces la superficie de la Ciudad de Buenos Aires. “De un plumazo, el acceso público desaparece”, afirmó.
Esta modificación afectará a muchas ciudades del país, grandes y pequeñas, que tienen como característica un río. Según lo anticipa Viale, “ahora se abre un negocio impresionante, no solo de esos 20 metros donde van a poder construir… porque además tienen un gran valor por ser grandes corredores biológicos, lugares con mucha vida, en los que va a tener un impacto ambiental enorme la construcción”. Esto se suma a la profundización de un proceso de privatización de la naturaleza, que comúnmente se ve en la Patagonia pero afecta a diferentes territorios del país.
Las causas para esta profunda reforma, y para el silencio respecto al tema, Enrique Viale las encuentra en intereses económicos, señalándolo como “un negocio de miles de millones de dólares”.
“Detrás de esto hay grandes intereses inmobiliarios que son muy poderosos, que muchas veces desconocemos y no le damos la importancia que tienen. Nosotros hemos hecho un esfuerzo muy grande, y hace mucho tiempo que venimos haciéndolo, para difundir esto… Incluso en las audiencias públicas que se hicieron hace varios años sobre el código civil lo alertamos. Hay dos proyectos de ley, uno del senador Pino Solanas y otro de Magdalena Odarda para modificar esta situación, pero esta fuera de la agenda mediática y política, lamentablemente”, detalló el especialista.
Una herramienta de lucha que se pierde
Además de las tierras que podrán perderse, el abogado señala la importancia que tenía el artículo 2639, del ya antiguo Código Civil, para la lucha ciudadana y de las organizaciones sociales y ambientales, de garantizar el acceso público a los ríos y mantener los beneficios del medioambiente y la biodiversidad de los corredores lindantes a estas aguas. La supresión del carácter de calle o camino público en la redacción del nuevo código les quita la herramienta de lucha para enfrentar la práctica privatizadora.
“Ese artículo era muy usado por las organizaciones sociales y ambientales para lograr el acceso público a los ríos, con mucha dificultad pero era una herramienta  muy poderosa que permitía eso y ahora lamentablemente se termina, el 1° de agosto cuando entre a regir el nuevo Código”, explicó Enrique Viale.
Este cambio de situación se da en un marco que el especialista define como de mayor conflictividad debido a la consolidación del proceso de neoextractivismo: “los conflictos son cada vez mayores porque el modelo extractivista necesita apropiarse de territorios y desplazar poblaciones y eso genera  conflictividad social. Es lo que pasa cuando se quiere instalar una minera, o con el agronegocio, que avanza sobre pueblos indígenas, campesinos y bosques nativos”.
A esto le suma que, de cara a las inminentes elecciones presidenciales, no ve que puedan darse modificaciones respecto a estas prácticas, sea cual sea el resultado: “no vemos ninguna diferencia en los dos modelos que claramente tienen más posibilidades. Entre Scioli y Macri no hay grandes diferencias en ese sentido, ambos creen en las figuras extremas del extractivismo, la megaminería, el agronegocio, el fracking… todos tienen ahí puestas sus fichas, así que lo vemos con muchísima dificultad… y después también hay una gran dificultad en la izquierda y la centro izquierda de poder dar el debate sobre modelos alternativos, que se están discutiendo en otros lugares de América Latina pero en Argentina lamentablemente no ingresan esos debates”.
Dado el panorama definido por Enrique Viale, a futuro se puede anticipar un escenario con mayor conflictividad en torno a este tema, pero con menos herramientas para las organizaciones sociales y las luchas ciudadanas.
(Fuente: http://brujulacomunicacion.com/)

En Colombia, o el “Postconflicto” significa una nueva Constituyente…

por Claudia Delgado


La idea de posconflicto supone que hay un conflicto superable. El término apareció en el medio académico colombiano hace más de 15 años y refiere específicamente a un solo tipo de conflicto: el armado. Se trata pues de un tema ya instalado que propone un ámbito esperanzador para un país devastado por prácticas violentas –casi tradiciones– con resultados sangrientos. La idea de pensar en un país sin tragedias mortales diarias parece una apuesta positiva.
Curiosamente, aunque hace bastante más tiempo en ese mismo medio académico se aceptó que los actores de los conflictos armados son varios en intereses ideológicos, políticos y financieros, el “posconflicto” se ha acotado solamente al lapso posterior a una paz alcanzada con movimientos armados insurgentes. El término se ha mantenido a pesar de que hubo acuerdos de desmovilización con grupos paramilitares; y a pesar de que la guerra del Estado contra los grupos armados por los narcotraficantes no ha parado de producir miles de muertos; y a pesar, en fin, de los cientos de asesinatos y desapariciones forzadas perpetrados por las fuerzas de seguridad del Estado.
Ante estos fenómenos no se habló ni se habla de posconflicto, como si Colombia no pudiera ser concebida sin la actividad asesina de militares, paramilitares y grandes negociantes; o, peor, como si debiera pensar que habrá un periodo posterior al conflicto (incluso llamado “paz”) aunque subsistan esas actividades de actores organizados para el ejercicio de la violencia. Para tal olvido no se puede argumentar que la guerrilla sea el actor más antiguo, ni el más peligroso, ni el que más haya transformado la vida nacional.
Lo que sí se puede argüir es que la guerrilla ha sido puesta como el factor de violencia por excelencia por parte de los medios de comunicación. Y se podría mencionar el desafecto extendido que hay entre tantos colombianos hacia la guerrilla, y de ahí, la validez de la agenda política de Santos.
Sin embargo, no valdría como argumento para un ámbito académico -una de cuyas características definitorias es la crítica, y otra, la construcción de narraciones independientes de los intereses pecuniarios o políticos de negociantes particulares, que son quienes dictan los énfasis y las obliteraciones de la información circulante. El “posconflicto” es antes que todo una idea, y, como toda idea, hace parte de una ideología.
Si el conflicto armado con la guerrilla es superable, es porque no es estructural. Si es coyuntural, significa que han cambiado las condiciones que explicaban su aparición o mantenimiento, o que la guerrilla ha perdido su rol en el escenario.
Según la primera posibilidad, en Colombia ya no hay conflictos por la tenencia de la tierra que no puedan tramitarse satisfactoriamente por la vía legal en respuesta a las demandas de los campesinos; los sindicalistas pueden defender los derechos de los trabajadores en un marco de negociación de intereses; el número de defensores de derechos humanos ha descendido porque la defensa de los derechos es innecesaria, dada la garantía de ellos que provee el Estado.
Primero, habría que probar ese cambio de coyuntura con un feroz desconocimiento del número creciente de campesinos desplazados y del número estable por más de una década de asesinatos de sindicalistas y de defensores de los Derechos Humanos.
Segundo, habría que sustentar que los conflictos relacionados con los derechos y la distribución de recursos no son estructurales en una sociedad capitalista, y–no menos arduo- sustentar la posibilidad de existencia de un Derecho que, en lo efectivo, priorice la dignidad e igualdad de derechos ciudadanos sobre la propiedad privada en esa mismo tipo de sociedad. Quien logre sustentar y probar estos ítems, podrá definir que sí hubo un cambio en la realidad colombiana, gracias al cual la acción reivindicativa o defensiva no legal y violenta constituye un dinosaurio.
La otra posibilidad requiere de menos tramoya argumentativa: los movimientos sociales habrían relevado a la guerrilla en su rol histórico. Estos movimientos, sin buscar ganar sus demandas siguiendo los trámites del statu quo, tampoco se han movido en la ilegalidad, y mucho menos de modo violento. Y si ya la reemplazaron ¿estamos ya en postconflicto?
Pero incluso aceptando tal interpretación, y cualquiera de las dos posibilidades, suponer que se extinguen los dinosaurios ¿significa que se acaba el conflicto armado? ¿Los acuerdos de paz con las FARC llevarían a la cesión del poder paramilitar, a la dejación del supremo valor de la codicia por parte de los grandes negociantes? Tal vez las fuerzas de seguridad del Estado, al no existir la guerrilla, dejarían de adelantar actos de violencia sangrienta contra la población civil… Pero no: ya conocemos la represión –inclusive los asesinatos– que han sufrido a sus manos dirigentes y participantes de organizaciones populares masivas que actúan pacíficamente.
En ese orden de ideas, el conflicto no lo constituye la acción/reacción de los depredados o de sus “representantes”, armados o no. El conflicto está en una base de legalidad –un pacto social– que obstaculiza hasta hoy exitosamente la defensa de los intereses de los no poderosos. Hay una demanda insatisfecha de parte de grandes mayorías y la base legal, que se ha ampliado desde la Constitución de 1991, ha sido precaria o capciosamente reglamentada.
Con ese mismo criterio, los conflictos no son superables mediante exitosas negociaciones de paz con un grupo armado. Los conflictos estructurales se superan con nuevos pactos sociales acordados por sujetos políticamente definidos y representativos de los distintos intereses. En este sentido, la propuesta de Constituyente que se propone en la Mesa de diálogos, apunta al fortalecimiento de la democracia. Se trata justamente –en cualquier Constituyente, por otra parte- de que los conflictos que se tramitaban de modo violento por ausencia de condiciones legales (o sea, políticas) devengan en problemas solubles en el limitado marco del juego político.
Cuando sea obvio que los conflictos no desaparecen después de muchas firmas y apretones de manos, la idea que saldrá perdiendo será la idea de negociación y de acuerdos –base de la difícil democracia–. Otra desilusión para los colombianos puede no ser grave –suponiendo que haya una ilusión al respecto–, o puede serlo, eso no se sabe. Pero sí se puede saber que el fracaso de la promesa del posconflicto alimentará el discurso guerrerista.
Y este discurso tiene emisores de mucho poder; más allá de la multiplicidad de intereses que lo sostienen, es una palabra fundamentalmente antidemocrática.
La opinión Pública de los intereses Privados dueños de los medios de comunicación no ha cesado de divulgar la descalificación, la desconfianza y el rechazo a las negociaciones de La Habana. Esa campaña tiene efectos que, sin ser mecánicos, no pueden ser ignorados por los medios académicos que parecen entusiasmados con la idea del posconflicto. En este momento la ofensiva mediática está planteando una confrontación en términos violentos que denigra no solo de las FARC, sino del Presidente (que presumiblemente fue elegido justamente por su decisión de adelantar estas negociaciones) y de todo el proceso.
El posconflicto pertenece a la familia de ideas que predican que no hay contradicciones sociales irreductibles. Que no hay contradicciones sociales: que basta la buena voluntad individual para alcanzar la paz; que la Revolución empieza –y termina– en “uno mismo”; que nos falta cultura o, lo que es lo mismo, que la nuestra es la de la violencia… La parentela de la idea de posconflicto es extensa, y el propósito de esta nota no era toda la familia, sino solo el término en boga.
En este momento miden fuerzas dos instituciones: la FARC y el Gobierno. Ninguna de las dos representa a la nación, aunque ambas lo reivindiquen. Lo importante es que del forcejeo salgan propuestas que una gran parte del pueblo colombiano refrende.
Pero, pero… aunque se presente un referendo popular aprobatorio de los acuerdos –fenómeno que sería lo único memorable de la puja entre dos instituciones fervientemente deslegitimadas por discursos poderosos–, no se acabará el conflicto armado. Eventualmente se acabaría la precaria legitimidad de las FARC y con ella gran parte de su poder.
Sería muy bueno que de La Habana surgiera un acuerdo exitoso; y sería mejor aún que fuera puesto a consideración en un Referendo, y mejor todavía, que la participación en el referendo fuera significativa. Habríamos ganado un espacio importante para la vida social y política en el cual seguir luchando por ampliar ámbitos de derechos para la mayoría de colombianos. 
… o los conflictos seguirán.

Althusser, hegemonía con lucha de clases *

por Juan Domingo Sánchez Estop



No pretendo aquí realizar una introducción general a Althusser. Una introducción general banaliza, iguala las distintas doctrinas filosóficas dándoles el carácter insoportable de los capítulos de manual en los que un as conviven pacíficamente con otras. La filosofía no era para Althusser una forma de contemplación, sino una práctica de intervención política en la teoría, una práctica de antagonismo, “lucha de clases en la teoría”. Para ser fieles a esta posición inspirada por Marx pero también por Spinoza, tiene más sentido entrar en materia a partir de una cuestión concreta, una cuestión estratégica que a todos los presentes nos incomoda y que incomodó en gran medida al propio Althusser durante su existencia política y filosófica: la cuestión del partido. Esta cuestión que implica  problemas filosóficos fundamentales como la relación entre el saber y la práctica política, la representación y la multitud, la plantea Althusser a través de dos series de intervenciones: una intervención abiertamente política en relación con el XXIIº Congreso del PCF y sus consecuencias a través de sendos folletos XXIIº Congreso (1976) y Lo que no puede durar en el Partido Comunista (LQNPD)(1978), y una intervención teórica desde el punto de vista del materialismo histórico y de la filosofía materialista en el artículo Ideología y aparatos ideológicos de Estado y en algunos capítulos del libro inédito en vida de Althusser del que está extraído el texto de ese artículo, Sobre la reproducción. Antes de abordar estas intervenciones conviene que las situemos en su marco político y teórico, .
I, Política y filosofía
Louis Althusser fue durante casi toda su vida miembro del PCF, pero nunca un filósofo oficial o de partido. Desde los años 60 expresó su rechazo a una desestalinización por la derecha realizada en nombre de los valores universales del humanismo y de los derechos humanos. La cuestión del humanismo tiene carácter estratégico para el Althusser de los años 60, pues el centro filosófico de esa desestalinización en falso fue la recuperación de la temática del hombre como tema transversal que permitiera a los partidos comunistas ganar cierta “respetabilidad” en los medios “democráticos”. Se trataba para las direcciones de los PCs salidas del estalinismo y buscar nuevas alianzas tras un periodo marcado por un fuerte sectarismo a todos los niveles, incluido el teórico o el cultural, pero sin realizar ninguna autocrítica real respecto del período estaliniano, sin analizar en ningún caso este periodo en términos de lucha de clases:
“Escribir la historia del partido es una tarea política. Conociendo la realidad de su dirección, nadie se sorprenderá de que el partido, al igual que el PC de la URSS, haya sido incapaz de escribir su propia historia: no puede soportar mirarla cara a cara, porque se vería obligado a reconocer errores o cosas peores, que por nada en el mundo quisiera revelar.” (LQNPD, 61)
 Ante este callejón sin salida que conducirá lenta pero irreversiblemente a la doble crisis del movimiento comunista y del marxismo que se desenvuelve de finales de los 70 hasta su consumación a principios de los 90, Althusser ve como única solución un rearme teórico, un retorno a Marx en las dos vertientes de su obra: la filosofía marxista (el materialismo dialéctico, la denomina aún Althusser) y el materialismo histórico. Un rearme teórico que permita ver, orientarse políticamente en un medio en el que el oportunismo político se combina con la más completa ceguera teórica. Un rearme teórico, a la vez, que dispute a las direcciones políticas de los PC -más que intelectuales colectivos, auténticas iglesias- el monopolio de la teoría y de su interpretación. El retorno a Marx tiene así una función abiertamente política dentro de la organización comunista. En la tarea de recuperar la ciencia de Marx, la filosofía desempeña una función clave, pues solo la filosofía permite, de manera antagónica delimitar las verdades de la ciencia respecto de la ideología. La filosofía “traza líneas”, líneas de demarcación entre la ilusión y la verdad como las que traza Platón en la República distinguiendo la doxa del saber fundamentado, pero tratándose de la filosofía marxista, las cosas no son tan sencillas.
Louis Althusser siempre afirmó que no era simple ser marxista en filosofía. Esto responde a dos poderosas razones: en primer lugar a que, como Marx afirma en la tesis XI sobre Feuerbach es necesario pasar de una filosofía “que solo ha interpretado la realidad” a la acción transformadora de esta última. Esta frase no significa el fin de toda actividad teórica, ni siquiera de toda filosofía, pero sí la primacía de la acción sobre la teoría. Muchos pensadores marxistas interpretaron esta primacía como un necesario abandono de la filosofía y consideraron que era inútil e imposible una filosofía marxista, pues el marxismo se resumía en una teoría materialista (economicista) de la historia, una especie de guía teórica para la acción que no necesitaba ningún tipo de filosofía o en una doctrina que se consideraba la aplicación del materialismo dialéctico al objeto específico que es la historia de las sociedades humanas.
En segundo lugar, y como consecuencia de la ruptura de Marx con la filosofía clásica especulativa que enuncia la tesis XI,  la dificultad de ser marxista en filosofía se debe a que el lugar de la filosofía en el marxismo -en la obra de Marx- no está en absoluto claro. Marx no nos dejó ninguna obra filosófica acorde con las tesis científicas de su obra de madurez, con su teoría de la historia denominada “materialismo histórico”. Ni sus obras de juventud hegelianas o feuerbachianas centradas en la cuestión de la alienación, ni la dialéctica hegeliana reelaborada por Engels y posteriormente por Stalin, corresponden a las exigencias teóricas de una concepción materialista de la historia, aunque sí que se adecuan a una determinada forma de partido y a una concepción particular de la política. Se trata de una política y de un partido que parten de una fe ideológica en el devenir social y en sus supuestas leyes, inseparable de la fe en una dirección política cuya legitimidad se basa en el conocimiento de estas supuestas leyes. Esta concepción a la vez determinista y voluntarista no es la concepción de la historia de Marx ni en el Capital, ni en sus escritos históricos sobre la revolución del 48 o la Comuna, ni la de Lenin, sino el resultado de una aplicación a la historia de una filosofía dialéctica reelaborada sobre una presunta base materialista por una tradición que va de Engels a la codificación definitiva del materialismo dialéctico (Diamat) y del materialismo histórico (Histmat) en el texto de Stalin titulado Materialismo dialéctico y materialismo histórico.
II. Historia de las formaciones sociales
La historia marxista es, sin embargo, otra cosa: una historia materialista en la cual los distintos procesos sociales, como el resto de la naturaleza, están relacionados entre sí y sometidos a una causalidad compleja. Toda realidad histórica tiene así unas determinadas condiciones de existencia y actuación y ha sido producida por una serie determinada de causas. Ciertamente, la causalidad no es única en la naturaleza: existen determinaciones distintas para un mineral y una formación social humana y dentro de estas para las distintas prácticas que se desarrollan en sus distintos niveles o instancias, pero ni el mineral ni la sociedad humana, ni la producción material ni la política ni las ideologías escapan a la causalidad. Conocer el mineral es conocer sus causas, lo que le hace existir y producir determinados efectos. Lo mismo puede decirse de las sociedades humanas. Por ello, reconocer la voluntad o la intención de los sujetos humanos o buscar una finalidad en la historia como si esta estuviese dictada por la voluntad libre de un sujeto, no explica nada, sino que, al contrario, sustrae a la explicación causal el conjunto de la vida social. La voluntad del hombre, al igual que la voluntad de Dios son, desde el punto de vista del conocimiento, como afirmaba Spinoza, meros “asilos de la ignorancia”.
Althusser explicará en Leer el Capital que el marxismo, además de una filosofía materialista nunca explícitamente formulada, es una ciencia, una ciencia que tiene su objeto propio, la formación social, esto es el todo social estructurado compuesto de diversas instancias y determinado “en última instancia” por la instancia “económica”, esto es por la articulación de fuerzas productivas y relaciones de producción. Esto no significa en modo alguno que la economía determine unilateralmente  la historia, como si la historia fuese, como pretende Stalin, una simple consecuencia de la evolución de las técnicas en su interacción con las relaciones de producción, sino que las distintas instancias de la vida social no son nunca autosuficientes, que siempre existe para ellas un exterior irreductible que es la producción de la vida material. Las esferas de la vida social (derecho, ideologías, política, la propia economía…) se ven así determinadas internamente por sus propias dinámicas y también, de manera exterior por las demás instancias y, en última instancia, por la economía. La política puede así verse influida por la religión o el derecho por la ideología espontánea del mercado, pero en cualquier caso, todas las instancias de la vida social deben posibilitar la reproducción de las condiciones de la producción material que constituyen su exterior insuperable. En Bizancio, la política se dirimía según las épocas a través de disputas teológicas, sobre el culto de los iconos o el sexo de los ángeles, o bien por medio de las carreras de caballos en el estadio, sin que ello impidiese que cada día hubiera que alimentar a la población del Imperio y producir y distribuir las riquezas producidas en un determinado sistema de relaciones sociales.
La instancia económica tampoco constituye una realidad aislada. Para el materialismo no existen realidades aisladas pues todo está sometido a leyes de causalidad complejas, al ser toda cosa singular un tejido de relaciones. Por lo tanto, la economía también está determinada por las demás instancias del todo social (así como por la naturaleza en su conjunto) pues estas son necesarias para su reproducción, para que la producción y el reparto de la riqueza siga adelante en las condiciones actuales. Por último, las distintas instancias, determinadas unas por otras, conocen también momentos de dominación de una sobre otras: existen en los distintos momentos históricos circunstancias en que la política puede ser decisiva e incluso determinar una transformación de las relaciones sociales de producción, otras en las que ese lugar dominante lo puede ocupar la religión, o incluso la economía sumando así su determinación “en última instancia” a una dominación transitoria sobre las otras esferas. Este cambio de instancia dominante, muchas veces imprevisible es lo que se denomina coyuntura. Un ejemplo de teorización de la coyuntura como marco en el que la instancia determinante puede no coincidir con la dominante nos lo da la teoría leninista del eslabón más débil que permitió pensar la posibilidad política de una revolución en el país europeo que económicamente menos se prestaba a ella. La causalidad materialista tal como la piensa Althusser es así una causalidad siempre múltiple, sobredeterminada, nunca unilateral ni lineal. Louis Althusser ha sido considerado como un pensador estructuralista, pero es mucho más un pensador filosófico de la coyuntura e incluso, desde los primeros pasos de su obra, un pensador de lo aleatorio. Solo un pensamiento de la coyuntura y de su carácter aleatorio permite pensar la acción política.
III. El partido
La cuestión del partido está relacionada con la política. La política, conforme a esta teoría de la causalidad compleja que hemos enunciado, tendrá dos sentidos distintos: un sentido específico dentro de la superestructura de la formación social en el marco del Estado y los aparatos que lo componen y un sentido genérico en cuanto la política se asocia con la lucha de clases y esta atraviesa de manera diferenciada las distintas instancias de la vida social.
a) Política I
Examinemos este primer aspecto. Dentro del todo de la formación social, sabemos que la sociedad se presenta como una “estructura de estructuras” determinada en última instancia por la estructura económica. Por encima de esta última, según la tópica marxiana de la introducción de 1857, se disponen los distintos niveles de la superestructura, a saber, el derecho, el Estado, la ideología. Althusser afirmará a lo largo de toda su obra que la tópica marxiana no debe interpretarse como una determinación unilateral en la que la superestructura es mera apariencia de una realidad económica que sería la verdad de las demás instancias. Las instancias de la superestructura tendrán una función esencial pues garantizarán nada menos que la reproducción de las relaciones sociales de producción. Las relaciones sociales de producción no se mantienen por sí mismas por efecto de un automatismo natural. La economía no es un proceso autorregulado. Es necesaria una permanente intervención de otras prácticas sociales para que se reproduzcan y perpetuen las relaciones de producción vigentes: es necesario que existan sujetos para esas relaciones sociales, sujetos que reconozcan un determinado orden jurídico, que se sometan también a un orden político por considerarlo como legítimo. El orden de las relaciones sociales requiere todo un sistema de producción de obediencia. Dentro de este sistema, el Estado ocupa un papel central, pues expresa la unidad de clase de la clase dominante en las relaciones sociales de producción. El Estado está constituido no como un sujeto moral de la sociedad sino como una maquinaria integrada por diversos aparatos: el aparato represivo de Estado y los aparatos ideológicos de Estado. El aparato represivo tiende a normalizar mediante la violencia (o la amenaza del recurso a la violencia) el comportamiento de los cuerpos, sometiéndolos a la disciplina de las relaciones de producción. Los aparatos ideológicos funcionan mediante la ideología y no mediante la violencia. Su función es producir sujetos adecuados a las relaciones sociales de producción por medio de la ideología. La familia, la escuela, las religiones, los medios de comunicación son aparatos ideológicos de Estado. Los individuos moldeados por estos aparatos se convierten en sujetos: se someten a las relaciones sociales de producción, pero lo hacen bajo la forma de sujetos libres que reconocen estas relaciones como legítimas.
El aparato ideológico de Estado político crea también sus propios sujetos. Lo hace a través de sus distintos componentes institucionales (parlamento, elecciones) así como mediante los partidos. La política tal y como esta se expresa en el marco del aparato político de Estado es un ritual de legitimación del mando de clase. La dominación de clase de la burguesía, lo que Althusser denomina “dictadura de clase de la burguesía”, no puede hacerse efectiva mediante la potencia social de la propia burguesía. Esta es necesariamente una clase minoritaria que, para gobernar, necesita el apoyo “voluntario” de las clases subordinadas. Althusser nos recuerda esta constante histórica:
“Podemos, por ejemplo, gracias a su historia y a sus teóricos, afirmar que lo propio de la práctica burguesa de la política consiste en hacer asegurar su dominación por los demás. Esto ya es cierto en Maquiavelo, a pesar de que Gramsci no lo vio, como ha sido cierto en todas las revoluciones burguesas, activas o “pasivas”. La burguesía consiguió que las llevaran a cabo sus propios explotados, plebeyos, campesinos, proletarios y sus aliados.”(LQNPD, 87).
El aparato ideológico de Estado político, que incluye el parlamento, las elecciones y los partidos, es la máquina que produce sujetos políticos “libres” que contribuyen activa o pasivamente a la reproducción de la dominación de clase de la burguesía por medio de su legitimación política. Aquí, como en relación con los demás aparatos ideológicos de Estado hemos de hacer una precisión importante: los sujetos que reconocen la “legitimidad” o “naturalidad” de unas determinadas relaciones sociales no preexisten a estas relaciones sociales, sino que son necesariamente parte de ellas, son producidos y reproducidos por ellas a través de los aparatos ideológicos. Un sujeto, por lo tanto, no reconoce la legitimidad del orden social porque lo considere bueno y legítimo, sino que lo considera bueno y legítimo porque ha sido configurado como sujeto por ese orden social. El sujeto, para el materialismo, no es nunca un origen, sino un efecto. El aparato ideológico político y sus principales instituciones por consiguiente producen los sujetos mediante los cuales la burguesía ejerce su dominación “a través de otros”. Ser sujeto es siempre actuar para otros.
b) Política II
Todo esto sería una pesadilla totalitaria si no fuera porque las relaciones sociales existentes en el capitalismo son relaciones de clase, basadas en la lucha de clases. La reproducción de estas relaciones nunca es unilateral: como vimos, la propia burguesía necesita reclutar a las clases subordinadas para gobernar apoyándose en ellas, pero de manera más general, su propia dominación es una relación en la que debe constantemente tenerse en cuenta la resistencia del otro término de la relación. “Los aparatos ideológicos de Estado -sostiene Althusser- pueden no sólo ser objeto sino también lugar de la lucha de clases, y a menudo de formas encarnizadas de lucha de clases.” (IAIE, 10.).  La política, en el otro sentido, la que no se limita a las prácticas internas de determinados aparatos de Estado, está presente como lucha de clases en las distintas instancias de la existencia social y en los distintos aparatos de Estado. Y es que la política no se reduce al Estado ni tiene en él su base material. Como sostiene Althusser en el texto (Sobre la reproducción) en el que estaba integrado el artículo sobre IAIE: “Si el Estado, como lo afirma Engels, es el “concentrado” de la sociedad, solo lo es en función de su papel en la reproducción y porque se puede, por ello mismo, descubrir en él el sentido de las luchas de clase políticas de las que era el objeto y el objetivo. Pero estas luchas de clase políticas no están materialmente fundadas en la existencia del Estado.” (Sur la Rep, 156)
c) Dictadura del proletariado
Una de las principales tesis del marxismo es que la política no se confunde con el funcionamiento del aparato ideológico político de Estado. En otros términos, esto significa que, al margen de los discursos de legitimación y de constitución de los sujetos que “reconocen” la legitimidad del orden político, existe otra realidad más allá de las instituciones y anclada en ese exterior necesario de la superestructura que constituyen las relaciones sociales de producción. En una sociedad de clases, las relaciones de producción no son el fruto de un consenso sino de una imposición, por mucho que la trama institucional no nos permita ver la relación existente entre la explotación y la dominación de clase que era perfectamente visible en modos de producción no capitalistas como el esclavismo o el feudalismo. Un poder no determinado por la ley se denomina dictadura. La base del poder político y social existente en las sociedades capitalistas es una dictadura de clase: “No se quitará de la cabeza a los trabajadores que las duras condiciones de trabajo y de vida descritas en el XIIº Congreso son, de hecho, las que les impone la dictadura de clase, o la dominación de clase de la burguesía. Saben perfectamente que la dictadura de clase de la burguesía no se reduce a sus formas políticas, por lo demás “democráticas y parlamentarias” en Francia, sino que se extiende de las peores formas de explotación económica, hasta las formas más brutales de la presión o el chantaje ideológico, apoyadas a veces en el gangsterismo puro y simple.” (XXIIème Congrès, 40-41). Esto explica la firme oposición de Althusser a que se “renunciase” en el XXIIº Congreso del PCF a la “dictadura del proletariado”, pues todo cambio real en una sociedad cuyo poder se basa en una dictadura de clase solo puede realizarse a través de una acción al margen de la institucionalidad de esta sociedad, esto es a través de otra dictadura de clase: “es esta experiencia de la “dictadura” de clase, o si se prefiere el antiguo término del Manifiesto Comunista, de la dominación de clase de la burguesía, experiencia que la clase obrera y las masas populares hacen a diario, la que revela el secreto de la famosa fórmula: “dictadura del proletariado” o dominación de clase del proletariado y de sus aliados.” (XXII, 41)
La renuncia a la dictadura del proletariado, además de oportunista es vana. El concepto de dictadura del proletariado es un concepto científico del materialismo histórico resultante de demostraciones teóricas y como tal no puede ser objeto de una decisión política: “Cualquier materialista sabe desde Galileo que la suerte de un concepto científico, que refleja objetivamente un problema real con múltiple implicaciones, no puede ser objeto de una decisión política. Se puede “abandonar” la dictadura del proletariado: nos la volvemos a encontrar en cuanto se habla del Estado y del socialismo.” (XXII, 33)
d) Visibilización y ocultamiento de la dictadura de clase
En el partido coinciden los dos sentidos de la política que hemos mencionado, como práctica institucional y como lucha de clases dentro de los aparatos de Estado. Esto plantea una grave dificultad a las organizaciones surgidas de la lucha de clases que intervienen en la política institucional, esto es en el aparato ideológico político de Estado y sus instituciones (parlamento, sistema electoral), pues si su única función es trasladar de manera organizada la lucha de clases a los aparatos políticos del Estado, esta función se despliega en un medio que tiende a neutralizarla, pues el aparato político de Estado es un dispositivo de ocultación de la lucha de clases, de invisibilización de la relación entre dominación social y explotación, de invisibilización de la dictadura de clase y de lo que a esta resiste. Pero no solo queda en parte neutralizada la organización como tal, sino que incluso se transforma internamente y adquiere estructuras miméticas de las del propio aparato político de Estado. Althusser nos mostrará esta transformación en su folleto Lo que no puede durar en el Partido Comunista Francés (1978).
Se preguntará Althusser, en este contexto, dos años después de su intervención sobre la dictadura del proletariado a raíz del XXIIº Congreso, “¿Qué es el partido?”. Respuesta: “De hecho, todo el mundo puede hacer esta sorprendente constatación: el partido no es evidentemente un Estado en sentido estricto, pero todo sucede como si su estructura y su funcionamiento jerárquico estuvieran rigurosamente calcados a la vez del  aparato de Estado parlamentario burgués y del aparato militar. ” (LQNPD. 61-62)
El aspecto parlamentario se manifiesta por la escisión entre el pueblo soberano que debate con cierta libertad en las células y las estructuras directivas en las que estos debates no tienen reflejo ni consecuencia algunos. Se llega a esta escisión mediante un proceso electoral sesgado:
 “Si la voluntad popular de la base se expresa en las elecciones, lo hace a través de formas ultrarreaccionarias (escrutinio mayoritario a tres vueltas para el congreso) y bajo la vigilancia estrecha de las “comisiones de candidaturas”, estatutarias en lo referente a las elecciones de los “responsables”, pero ilegalmente extendidas a las elecciones de los delegados al congreso.” (LQNPD, 62)
Este proceso da lugar a un comité central que debería ser el principal órgano legislativo del partido, pero la realidad está muy alejada de los principios: “Se supone que el comité central, elegido por los delegados de federación escogidos cuidadosamente, es el órgano soberano del partido, su legislativo y ejecutivo. En la práctica, este órgano soberano sirve más como caja de resonancia de las decisiones de la dirección y como garantía de su aplicación, que para proponer cualquier novedad.” (LQNPD, 62). En estas condiciones, el CC se convierte en términos de Althusser en una “asamblea de gobernadores civiles” a las órdenes de la dirección que los ha elegido.
El aspecto parlamentario se complementa por el militar. La característica de este es la compartimentación vertical absoluta que separa a los militantes de los órganos de dirección. El militante no tiene ninguna posibilidad efectiva de influir sobre unos órganos de dirección que, una vez elegidos, actúan en su nombre. Los distintos niveles organizativos del partido no son canales de comunicación sino eficaces barreras a una comunicación entre el militante y los dirigentes. Por el contrario, la comunicación de arriba hacia abajo no conoce traba alguna y se realiza de manera disciplinada desde la dirección hasta el último militante.
Esto conduce al mimetismo del que hemos hablado entre el partido y el Estado burgués:
“Al combinar así el modelo militar de compartimentación con el modelo de democracia parlamentaria, el partido no puede dejar de reproducir, reforzándolo, el modo de funcionamiento burgués de la política. Del modelo parlamentario saca una ventaja sobradamente conocida: del mismo modo que la burguesía consigue hacer reproducir sus formas de dominación política por libres “ciudadanos”, la dirección del partido consigue hacer reproducir las suyas por los militantes. Y del modelo militar de compartimentación saca, entre otras, una ventaja nada despreciable: conseguir hacer pasar la cooptación de los responsables como elección, porque tras la apariencia de la “elección por  votación secreta” lo que decide la elección de la mayoría de los responsables es la cooptación, exceptuando el caso de las células.” (LQNPD, 65)
Lo que ocurre es que la adopción de las estructuras y métodos del Estado burgués no es inocente y tiene importantes consecuencias desde el punto de vista de la lucha de clases, pues la dirección termina, al igual que el propio Estado burgués autonomizándose de la sociedad, por obra de la representación:
“En estas condiciones, el “juego” de la democracia en el partido culmina, al igual que en el Estado burgués, en el milagro de la transubstanciación: así como la voluntad popular se transforma en poder de la clase dominante, la voluntad de la base del partido se transforma en poder de la dirección.” (LQNPD, 66)
La degeneración de una organización de la lucha de clases y su transformación en un órgano del aparato político de Estado no es un fenómeno casual que obedezca a la traición de las direcciones, sino un fenómeno necesario determinado por la lucha de clases dentro de los aparatos de Estado. Cualquier intervención política de una organización popular en ese ámbito debe tener en cuenta este fenómeno y compensarlo en la medida de lo posible mediante la más exigente democracia interna y la máxima apertura de la organización a los movimientos sociales. El Estado no es un espacio neutro, sino un aparato de dominación de clase que ningún revolucionario puede pensar en utilizar sin costes. Por mucho que se contemple la posibilidad de formas de transformación social relativamente pacíficas por medio de la obtención de mayorías electorales, ningún cambio real tendrá lugar si no se destruyen los instrumentos de la dictadura de clase de la burguesía, si no se tiene un horizonte de ruptura de la maquinaria del Estado y de dictadura del proletariado. La degeneración autocrática de las organizaciones obreras, incluido el PC de la URSS bajo Stalin, siempre fue acompañada de un abandono teórico de la lucha de clases y una concepción instrumental del Estado. Tal vez, como sugería el Manifiesto Comunista, la conquista de la democracia sea sinónimo de un cambio radical de sentido del poder de clase y de la eliminación del propio poder de clase y sus aparatos. Tal vez la dictadura del proletariado no sea -como indica la etimología del término- sino el más estricto sinónimo de “democracia”.

(fuente: http://iohannesmaurus.blogspot.be/)

* Este texto constituye el guion, muy poco revisado por falta de tiempo, de mi intervención en el marco de la última Universidad de Verano de Anticapitalistas. Agradezco de nuevo a los organizadores y a las personas que participaron en el debate la ocasión que me dieron para exponer mis posiciones apoyándome en la obra del indispensable Louis Althusser.

Josefina Ludmer, a treinta años de sus emblemáticos seminarios

“En esa época había pasión por saber y por discutir”

por Silvina Friera


La pasión por imaginar nuevos modos de leer y desacomodar saberes –la heterodoxia para desmontar andamiajes– es la manera de estar en el mundo de Josefina Ludmer. La China –apodo que le viene de su infancia en San Francisco (Córdoba), la ciudad donde nació hace 76 años– dictó cuatro seminarios de grado y posgrado sobre teoría literaria y literatura latinoamericana en 1984 y 1985. Por esas clases circularon Alan Pauls, Martín Kohan, Federico Jeanmaire, Sergio Chejfec, Matilde Sánchez, Gabriela Saidon y María Sonia Cristoff, entre tantos otros. A 30 años de esta experiencia festiva y de formación, las cátedras de Teoría y Análisis Literario I –las de Jorge Panesi y Adriana Rodríguez Pérsico–, y Teoría Literaria III –Miguel Vitagliano– decidieron homenajear a Ludmer este miércoles, a las 19, en el aula 108 de la Facultad de Filosofía y Letras (Puán 480). “Esas clases eran mi vida, vivía pendiente de buscar libros y materiales. Nunca fui a una clase sin prepararla, sin actualizarla y ponerla en relación con lo que estaba pasando. La gente se acuerda y lo tiene como algo importante. Y lo quieren celebrar”, cuenta Ludmer con esa risa inquieta y pícara, una sonrisa contagiosa y en movimiento.
–¿Se puede afirmar que estos seminarios fueron la continuidad de la “Universidad de las catacumbas” en democracia?
–Exactamente. Cuando empecé en la facultad, como ya tenía un equipo formado por mí, entré con el equipo: Nora Domínguez, Mónica Tamborenea y Adriana Rodríguez Pérsico… es lo que yo llamo “los grupos de la dictadura”, que me salvaron la vida y a ellas también. En el páramo que era ese momento podías discutir y leer. Y ellas quieren celebrarlo porque fue muy importante y les “abrió la cabeza”, dicen.
–¿Qué significó ingresar a la Universidad hace treinta años?
–En un sentido significó más soledad, yo iba a la facultad, daba mi clase y me volvía y no tenía esa camaradería con la gente que venía a mi casa. Era otra cosa, era como entrar al mundo oficial. Yo leí que varias personas de Europa del Este piensan igual, que daban clases clandestinamente en sus casas y cuando vino la democratización para ellos decayeron. Que estaban como formateados en dictadura, en la clandestinidad. Yo viajaba a Estados Unidos y traía libros que no circulaban acá; traje los libros de (Michel) Foucault, que no se leía todavía. Fue una época muy intensa. Este presente, al lado de eso, me parece súper light; era una época en donde uno se comprometía mucho más, estaba como más sumergido. En mi caso, también tenía más proyectos de futuro, siempre estaban las utopías en el horizonte. Fue una época importante para mí.
–¿Cuál fue el planteo inicial de esos seminarios?
–Lo primero que propuse era el problema de la autonomía de la literatura. Yo entré por ese lado: si la literatura era realmente autónoma era la pregunta que nos hacíamos y leíamos alrededor de eso. La autonomía era una idea, pero no había una autonomía real. La literatura siempre dependía de la situación política, económica, etcétera; nunca se la podía aislar. Yo daba “teorías de la especificidad”, se llamaba esa parte –o sea qué es la literatura, cómo había sido definida la literatura por las distintas escuelas–; y después daba “teorías de la interpretación”, o sea cómo se interpretaba, qué cosas de la literatura se interpretaban y qué cosas no se interpretaban. Esas dos teorías de la especificidad y de la interpretación eran como el centro de esos seminarios.
–¿Se generaban polémicas, discutían los alumnos con usted?
–No, no discutían tanto. Lo que me contaban muchos es que en la época de la “Universidad de las catacumbas” se iban de mi casa al bar de la esquina. Yo vivía entonces en Viamonte, entre Riobamba y Callao, y se iban a Callao y Córdoba, al bar de esa esquina, y ahí seguían discutiendo horas después de la clase. Yo tenía que abrir las ventanas porque me dejaban los ceniceros llenos y todo era una humareda total. Me parece que cuando salían de mis clases en la facultad no se iban a discutir. La facultad, como sabemos, está mucho más profesionalizada, no había tanta pasión. Eso es lo que extrañé más: la pasión que había por el saber y por discutir durante la dictadura.
–¿Las instituciones domestican esa pasión?
–Sí, de algún modo sí, profesionalizan más. Es una idea in- teresante para trabajarla, ¿no?, ¿qué pasa con la pasión? Porque la pasión implica el saber, es la búsqueda del saber… Había esa cosa de descubrimiento; es posible que fuera la edad mía, era mucho más joven y con más ganas de revolverlo todo. Había algo más que dar clases en esa época.
–La pasión puede ser también un modo de desacomodar saberes. ¿Qué le gustaba cuestionar de esos saberes?
–Me gustaba, ante todo, hacerlos dudar: sembrar dudas, no dar nada por hecho, por conocido, empezar como de cero. Les decía: “Por favor, no acepten ideas, no repitan, no apliquen teorías”. Mi fantasma era que se aprendieran una teoría y la aplicaran mecánicamente. La idea era que revisaran todo, que dudaran… eso durante una época funcionó porque había una necesidad en el ambiente. Ahora está todo mucho más desapasionado y normalizado, la literatura ya no despierta tanta pasión, se lee menos literatura. La literatura se ha transformado en una práctica minoritaria de pequeños grupos.
–Así como desestructuró saberes y les abrió la cabeza a muchos estudiantes, ¿quiénes le abrieron a usted la cabeza?
–Yo diría que (Roland) Barthes y Foucault, ninguna originalidad ahí. Leí a Barthes muy temprano. Yo vivía en Rosario y viajaba acá cada quince días para analizarme. Iba del analista a la librería Galatea, la única librería francesa que había en Buenos Aires y que traía bastante rápido los libros de Francia. Me acuerdo de que me choqué con un libro, Mitologías, y dije: ¿qué será esto? Y era Barthes. Y ahí me fasciné y empecé a buscar todo lo que había de Barthes. Después irrumpió Foucault, que nos dejó boquiabiertos. Aristóteles y la estilística era lo que se leía en literatura; entonces meter a Barthes y Foucault fue realmente una novedad. A mis grupos durante la dictadura lo primero que les hacía leer era Barthes. Mi casa era otro mundo (risas).
–El mundo Ludmer…
–No sé si era el mundo Ludmer… era un mundo otro.
–¿Qué importancia tuvo el psicoanálisis?
–Tuvo muchísima importancia, empecé con el análisis con lisérgico que hacía (Alberto) Fontana, un grupo de analistas que se habían separado un poco de la ortodoxia y aplicaban drogas alucinógenas. El grupo era más divertido porque todos tomaban drogas y se desataba cualquier tipo de cosas. Era interesante la experiencia con lisérgicos y mescalina. Continué con interrupciones, pero ahora soy crítica de esa práctica del cara a cara, donde uno habla y el otro escucha e interpreta. El psicoanálisis es una práctica que habría que discutir. La idea de ir a contarle algo a alguien, la idea de la confesión, tan arcaica y religiosa, hay que abolirla. La escritura me salva un poco de eso. Estoy tratando de articular una buena crítica, pero no es fácil porque acá todo el mundo se analiza.
–Quizá una palabra clave para entender lo que ha hecho en el campo de sus seminarios sea profanar conocimientos, profanar teorías. ¿Cómo se lleva con la palabra profanación?
–Puede ser… Me gusta la palabra, pero nunca la he aplicado a mí misma. Yo lo llamo más hacer una crítica, más que profanar. Desmontar, hacer una crítica. Pero sí: profanar es una palabra que se podría usar para todo lo que hice.

Clinâmen: Ecuador, del «progresismo» a la represión de los movimientos sociales

 

Conversamos con Alberto Acosta, economista ecuatoriano y ex-presidente de la Asamblea Constituyente. Movimientos sociales e indígenas. Crítica a las economías neoextractivas. El papel de las inversiones chinas. ¿Qué queda de «progresista» al ciclo de los llamados gobiernos «progresistas» de la región? ¿Qué dejó el paso del Papa? Conflicto entre Colombia y Venezuela: ¿de nuevo la guerra en la región?

http://ciudadclinamen.blogspot.com.ar/

“Mientras nuestros hermanos estén presos no se va acabar el levantamiento”.

Kati Bethancourt Machoa, dirigente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), analiza el levantamiento indígena.
por Gladys Tzul Tzul[1]

“Nos mueve la indignación, el dolor y el amor. Queremos sacar a nuestros hermanos  que el régimen encarceló, queremos curar a nuestros heridos y mientras nuestros hermanos estén presos no se va acabar el levantamiento.”  Así comienza esta conversación que sostuvimos con Kati Betancourt, dirigente de la mujer  y la familia de la poderosa Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, organización que desde principios de agosto ha declarado un levantamiento y un paro nacional que busca frenar las enmiendas constitucionales de reelección presidencial, que se anule la ley de aguas, presionan por el acceso universal a la universidad y se manifiestan contra la firma del Tratado de Libre Comercio con Europa.

Kati, nació en la región amazónica en el pueblo del Napo y de niña vio como su familia y su comunidad participaron decisivamente en el levantamiento indígena de los años de 1990. Ella es hija del levantamiento indígena, ella junto con miles de jóvenes indígenas mas forjaron su experiencia y su vida al calor de las luchas indígenas; a continuación analiza las situación política del gobierno del Ecuador que  ha reprimido y encarcelado a casi más de 200 presos.
Gladys Tzul Tzul: Como comunidades indígenas compartimos luchas contra el extractivismo, contra el despojo de la tierra. Nos intimidan, nos encarcelan. Pero ustedes ya pasaron por un levantamiento donde tomaron tierras, donde lograron presentarse con fuerza para negociar y lograron fracturar al sistema político ecuatoriano. En ese sentido ¿Qué diferencia hay entre ese levantamiento de 1990 y en este levantamiento?
Kati Bethancourt: Hay varias, por ejemplo las condiciones donde vivimos los sujetos indígenas, pues ahora hay muchos migrantes, tanto del campo a la ciudad  como al extranjero; también hay que tomar en cuenta que el Estado ha funcionado en este levantamiento de manera diferente, nosotros decimos que antes  en lo 90 se tenía  un gobierno de derecha que no tuvo la osadía de actuar como el de ahora que es abiertamente capitalista y represor. Este gobierno se adueñó  de la fuerza del movimiento indígena, porque sus raíces y conformación estuvo el movimiento indígena. Digo esto para que se pueda notar la diferencia para poder explicar la diferencia entre los levantamientos. En los 90, nosotros venimos caminando hasta Quito, se hizo la toma de la iglesia, se cortó la producción  y obligamos al gobierno a escuchar; alcanzamos algunas conquistas visibles, en cambio la diferencia de ahora es que  hemos hecho nuestro máximo esfuerzo por dialogar  y presentar nuestros planteamientos, sin embargo la respuesta  del gobierno ha sido la represión. Por ejemplo ahora en Loja ingresaron a los domicilios, golpearon al as mujeres, maltrataron  a las personas de la tercera edad, a menores de edad, y eso no paso en los 90’.  También en los años 90 recuperamos nuestros territorios en La Amazonía, obtuvimos la legalización, logramos el reconocimiento de la educación bilingüe, de nuestro sistema de salud, tuvimos logros. Y esos son los logros que este gobierno nos ha quitado la educación  bilingüe, la salud y además utiliza el tema del estado plurinacional como una cuestión simplemente discursiva y la folklórica. Entonces, la diferencia es que el Estado se ha organizado de mejor manera, ahora es más represivo, porque durante  ocho años no  permiten marchas, ni críticas. Ha sido el movimiento indígena el que ha logrado hacer esta movilización nacional y pese a la represión mantenemos  el levantamiento indígena.
Gladys Tzul Tzul: ¿Cómo estructuramos nuestra respuesta a la crítica que dice que el levantamiento indígena de la CONAIE responde a una estrategia de golpe contra los gobierno progresista? ¿Vale o no vale la pena  responder a ese formato de crítica?
Kati Bethancourt Machoa: Yo pienso que siempre vale la pena aclarar las cosas. Que lamentable que la prensa nacional e internacional haga que un echo concreto se convierta en juicio de valor de una sola persona.  Pueden hacer varias interpretaciones, pero yo puedo dar datos, pues quienes se movilizaron fueron gente pobre,  gente indígena  y gente campesina. No se movilizaron los banqueros y los empresarios. ¿Quiénes han sido los heridos? ¿Quiénes son los presos? ¿A quien atacó el gobierno? No fue a la casa de los ricos,  de las mansiones. ¿Quiénes están defendiendo a  esos más de 160 presos que hay ahora en el país? ¿Quiénes curan a lo heridos?. Nadie tiene para pagar a un abogado, nosotros no tenemos buros  de abogados, nosotros estamos trabajado con organizaciones de derechos humanos, tenemos la solidaridad de organizaciones y de personas individuales, contamos con el respaldo mayoritario de la ciudad de Quito y esas son las realidades, a nosotros no nos pagan, al contrario nos hostigan, nos toman fotos. Por eso, pueden decir muchas cosas, nosotros partimos de la realidad concreta.
Gladys Tzul Tzul: Ustedes en asamblea popular han decidido irse del parque el Arbolito y que el levantamiento no se acaba, pero que van a regresar a sus comunidades para fortalecer las organización y también para liberar a los presos. Entonces el levantamiento cobra otra forma, eso da cuenta de un agudo cálculo para replegarse, para poder ganar fuerza. Es una gran enseñanza para las comunidades y los pueblos que luchan.
Kati Bethancourt Machoa: Hemos visto toda la violencia del estado y todas las mentiras que dice, sabemos que ministros se han acercado a los dirigentes para persuadirlo de botar el levantamiento,  por eso estamos pensando en alimentar nuestras estrategias para volver a salir. Nosotros nos mantenemos  en pie de lucha, esta vez hemos ganado mucho, pero también hemos aprendido que no es la época  de los 90, el Estado funciona distinto y nosotros tenemos que leer distinto. Nosotros continuamos, hemos dicho que mientras exista un preso en el Ecuador no se va acabar el levantamiento, vamos a sacar a todos nuestros compañeros, no vamos a permitir  que la justicia comprada por Correa los encarcele  a tres años de prisión. Tenemos fijado ya una fecha en septiembre para hacer una gran marcha, sabemos que en noviembre es la fecha de las enmiendas y ahí nos movilizaremos en forma conjunta, esperamos e invitamos a la ciudadanía a que se una. Nosotros como CONAIE le hemos dicho que le garantizamos a Correa que no dejará  sus funciones como mandatario, pero lo que no vamos a permitir es que comience a vender los conocimientos ancestrales, que siga habiendo exclusión, que siga habiendo minería, tampoco que se resten derechos a  nuestros compañeros que están en el ámbito laboral, todo eso es innegociable, por eso vamos a continuar.
Gladys Tzul Tzul: Como analizas la decisiva participación de las mujeres indígenas, sabemos que el hacer político de las mujeres es  estructural en este levantamiento, asi como en el anterior. 
Kati Bethancourt  Machoa: Las mujeres respondimos de manera contundente cuando las agresiones del Estado han venido. Nosotras estamos movilizadas por la indignación, por el dolor  y por el amor, pues como madres, esposas, o hijas hemos realizado acciones puntuales, por ejemplo se ha denunciado con la relatora de pueblos indígenas y también contactaron a la ONU, hemos acompañado a los detenidos a las audiencias. Las mujeres hemos planificado los detalles importantes para el fortalecimiento de las luchas, aunque a veces no se ve, nuestra fuerza alimenta la lucha.


[1] Sociedad Comunitaria de Estudios Estratégico, la entrevistadora se encuentra de visita por Quito en estos días.  Es candidata doctoral en sociología por la BUAP Puebla México.  

Manuela Santucho: la “Neni”, “Mariana” y la primavera

por Diego Genoud
(Ilustración María Giuffra. Familia III, 150x150cm, acrílico, 2010)

Por lo que sé, Manuela era dulce. Por lo que me dicen, Manuela era hermosa, cargada de ternura. Cuentan que siempre estaba dispuesta a escuchar, que siempre tenía palabras y gestos para los demás. Juran los que todavía la quieren que nunca estaba de mal humor, que nunca se enojaba ni estallaba de furia por una discusión. Su desaparición, el 13 de julio de 1976, la galvaniza, como a la mayoría de los que corrieron la misma suerte, y eso me llena de dudas.
Fue la segunda mujer entre diez hermanos, nació en Buenos Aires el 23 de setiembre (el día es importante) de 1940, creció yendo y viniendo en mudanzas desde y hacia Santiago del Estero. Sus hermanos le pusieron “Nenita” y ese apodo la acompañó hasta el final, aunque no fue el único. La “Neni”, como todavía la llaman hoy sus familiares, remite a un tiempo en el que aún no era Manuela Santucho. Era, creo, todavía una chica frágil, católica por herencia, profundamente humana, pero inexperta.
El seudónimo que adoptó para enrolarse en las filas de la guerrilla suena distinto. “Mariana” mantiene la dulzura pero me habla de una mujer dispuesta a casi todo. Mi familia paterna la conoció por ese nombre y creyó durante años que era el suyo. En octubre de 1979, cuando mi vieja ya llevaba más de tres años desaparecida, mis tíos Genoud le pusieron Mariana a su hija. Mi abuela Adelita, mi madre fáctica, se refirió a ella siempre llamándola así, hasta que murió en diciembre de 2001. Yo mismo pensé que mi vieja tenía ese nombre hasta que cumplí la mayoría de edad. Mi memoria me dice que sólo supe de Manuela cuando comencé a relacionarme de manera cotidiana con mi familia materna, en 1993, y me vine a vivir y sufrir a Buenos Aires. Fue lo único que supe de ella en mucho tiempo. Eso y vaguedades que siempre confluían en la idea única y absoluta de que Manuela había sido “una gran persona”. Al contrario de lo que me pasa a mi mismo, nunca nadie la criticó que yo sepa. Sí a mi tío, Mario Roberto Santucho, el fundador del PRT-ERP, la guerrilla guevarista que surgió a comienzos de los ’60 con el propósito de ser un partido de los trabajadores en la lucha por el socialismo.
En los noventa, tuve un período de por lo menos ocho años en que devoré todos los libros escritos sobre la década del 70 casi como si fuera un historiador. El hijo de una mujer desaparecida que tomaba a su propia madre como un detalle más de la conflagración, apenas una militante que, como tantas otras, había dado todo por cambiarlo todo. El hijo que parecía no registrar en el cuerpo ni en el alma el día del secuestro de su madre y el desgarro. Puede decirse que la negación concluyó justamente cuando dejé de militar en HIJOS, una agrupación de derechos humanos que, como era justo proclamar, reivindicaba a todos por igual. Y justo cuando mi madre fáctica tiró la toalla, después de 25 años de apuntalarme, de criarme y de hacerme fuerte. Ahí comencé a pensar en Manuela de manera distinta y a buscar otro tipo de relación con su historia y con su ausencia.
Cuando intenté por primera vez hablar de ella, hace diez años, advertí que tenía apenas un recorrido precario de su vida. Y apenas empecé a preguntar, me enteré de cosas nuevas. O de cosas que me sonaron nuevas. Supe que fue docente en un pueblo de Santiago que se llama Gramilla, que trabajó un tiempo en Corrientes como asesora de la fiscalía de Estado, que se recibió de abogada muy joven en Buenos Aires y que vivía con su única hermana, Pori, en una pensión. Que la marea de la revolución la fue envolviendo, que se fue convenciendo de la necesidad de un cambio radical al mismo tiempo que miles de jóvenes, que conoció a mi viejo después de que mi tío Robi lo conociera a él militando, que comenzó a participar de los foros de abogados que trabajaban en la defensa de los primeros presos políticos, allá por 1971/2, que un día se sumó a la conducción del diario El Mundo, que pertenecía al Partido.
Una amiga suya me contó que mamá se vestía siempre muy elegante y que, en contraste con otros abogados de la época, luchaba por la libertad de los presos sin arengar ni sobreactuar. Mantenía el perfil bajo, casi nunca hablaba de ella ni de los suyos, no delataba su militancia por su vestimenta ni por su estilo. En eso, creo, me identificó bastante, con ella y con mi viejo. Manuela no tenía grandes conocimientos de política ni de marxismo pero estaba decidida: era sincera y planteaba siempre sus diferencias. Gran responsabilidad, ganas, humildad y calma estaban entre sus cualidades.
Por todo eso, mamá se distinguía y parecía más grande de lo que era. Sé que pasó a la clandestinidad porque su apellido se lo imponía, que vivió varios meses en Cuba con las hijas de Robi, que creció en compromiso y que un día también ella se integró a un equipo de comunicaciones militar, a pesar de que estaba embarazada y de que –supongo- nunca había manejado un arma. Se casó con mi viejo y vivieron juntos en Tucumán cuando la guerrilla rural intentaba hacer pie en el monte. Un día de 1974 se enteró en Buenos Aires que su marido había caído. Alguien la llamó por teléfono y le dijo que “Jorge” estaba internado. Entonces, se encontró casi sola, embarazada de tres o cuatro meses y sin su principal respaldo.
Alguna vez alguien que la quiso me llevó a reparar en esos meses intensos en los que me cargaba y me cuidaba mientras militaba, huia y buscaba al mismo tiempo seguir cerca de sus afectos. Los momentos de entrecasa, en el verano del 75, ya bien panzona, aunque sus piernas delgadas llevaban a pensar que su embarazo tenía menos semanas de lo que parecía. Con un batón abrochado adelante y chinelas cómodas porque el calor le hinchaba los tobillos y los pies.
Susana, una compañera de mis viejos que aún vive en Canadá, me contó mejor que nadie ese tiempo en una carta hermosa que me hizo descubrir mucho de ella. La vida en un chalecito en Hurlingham que tenía dos dormitorios, un living, una cocina sin terminar, un garage y un jardin grande con arboles frutales. Susana vivía con su compañero que se hacía pasar por el hermano de mi vieja. En esa carta, define a mamá como una mujer sufrida, que no se quejaba de la situacion que le tocaba vivir, que se guardaba la tristeza de no poder visitar a mi viejo y dice que ella estaba muy enamorada de él y que lo respetaba mucho como militante.
Cuando llegó el golpe, “Mariana” no aceptó irse al exilio con sus padres y hermanos. Todos coinciden en que se quiso quedar a esperar a mi viejo, que estaba preso. Quizás pensaba que había posibilidades de que saliera en libertad, lo cuál indica que ignoraba el proceso que comenzaba. O quizás lo presentía pero sintió la obligación de quedarse a esperar a su compañero. El 13 de julio del 76 la secuestraron en Villa Crespo junto a mi tía, Cristina Navajas, y a otra compañera del Partido, Alicia D’Ambra. Pasó por demasiados campos de concentración: Orletti, Campo de Mayo, El Vesubio, Coordinación Federal y el Pozo de Banfield. Los testimonios relatan que fue torturada, pero se mantuvo siempre incólume, fiel a lo que pensaba, dando ánimo a los demás, resguardando a los que la rodeaban. José Ernesto Caffa, un prisionero que estuvo detenido con ella en El Vesubio afirma que mamá le salvo la vida. Caffa había sido salvajemente torturado y desesperaba de sed cuando recibió un botellazo que lo alertó de que iba camino al suicidio.
La histórica militante de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos Adriana Calvo contó en tribunales -y en todos lados donde pudo- que en el Pozo de Banfield hubo una especie de rebelión de mujeres contra los torturadores. Dijo que ya en 1977 mi vieja y sus compañeras reaccionaron como leonas para impedir que los milicos le arrebataran a su hija Teresa de los brazos. Escuché su relato por última vez en octubre de 2010, dos meses antes de su muerte, y quedé impactado por la forma en que contaba y revivía en ese momento lo que había pasado casi 35 años atrás. “Era un círculo del infierno que ni siquiera Dante imaginó”, pero “fui testigo también de los actos más sublimes, excelsos y grandiosos de lo que puede ser un ser humano. Cómo se entiende si no que después de tantos días sin comer me dieran su ración de comida a mí, que después de lo sufrido, tuvieran siempre palabras de aliento y tranquilidad para las demás, cuál otra respuesta es posible para el motín que organizaron Manuela y Raquel cuando (…) pretendieron sacarme a Teresa de los brazos (…) eran 20 personas, 20 leonas que formaron una pared humana infranqueable para estos asesinos (…) ese rugido gritando ´no se la lleven´ no lo podré olvidar jamás (…). Manuela, Cristina y Raquel fueron personas valientes, libres (…) están desaparecidas y los responsables impunes… para ellas, mi homenaje…”
Una calle lleva el nombre de Manuela Santucho hace 15 años en un barrio periférico de Santiago del Estero, una baldosa avisa a los caminantes que vivió sus últimos días en libertad en Warnes 735, en Villa Crespo. Me quedan de ella algunas fotos, algunos cuadros y un llavero grande que no me gusta demasiado pero acarreo en cada una de mis mudanzas. La tengo en una filmación que rescató el Grupo Mascaró en la película Gaviotas Blindadas. Son cuatro o cinco segundos que cambian por completo mi manera de recordarla. Mamá entra a un tribunal junto con su hermano mayor Amílcar: acompañan a Ana María Villareal de Santucho. Ellos son sus abogados y Amílcar es el que tiene más experiencia. A Sayito la juzgan por “extremista” un año antes de la masacre de Trelew. Mientras se ubican, los tres sonríen y saludan a los compañeros y compañeras que vienen a presenciar el juicio con los puños en alto. La escena es en blanco y negro y pasa rápido, como una estación más de una época que cierra sus puertas en mi nariz. Y se va.
La biografía de Manuela está inconclusa. Hace unos años, comencé a reconstruirla pero sentí que era una tarea difícil y que además no iba a llegar a cumplir con el objetivo. Me di por vencido con bastante mansedumbre. Porque lo que buscaba y todavía busco es tener claro quién era y la verdad es que no sé si es posible. Tener definidos con nitidez los contornos de su personalidad. Conocerla en definitiva; algo que nos puede llevar una vida cuando nos relacionamos con alguien a quien queremos y que también puede fracasar.
Ahora que repaso los textos y las entrevistas que hice me doy cuenta que son parte de un tesoro íntimo pero a la vez público. Los cassettes con los diálogos  que tuve tratando de averiguar quién era, los documentos que leí, las pistas para seguir buscando. También –aunque me interesa menos y me duele más- los testimonios en los juicios de los sobrevivientes que la conocieron en las circunstancias más horribles. Todo eso dibuja la curva de su vida. El día que murió Manuela era otra mujer, distinta a aquella “Neni” de Santiago.
Pienso que el itinerario de una (su) vida es imposible de seguir. En los últimos años, se multiplican los sitios que frecuentó. Las reuniones con mi viejo y otros compañeros en el departamento de Yatay y Rivadavia, su vida en Padua, sus viajes a Villa Tesei y a José León Suarez, los días en Tucumán, la casa de Los Polvorines que se perdió en los registros catastrales, el lugar de La Paternal en el que vivió algunos meses. Ese bodegón de la calle Maipú en el que papá recuerda haber comido con ella varias veces. Esa noche en que se les paró el auto por la Panamericana. Todo eso se me escurre entre los dedos pero ya no lo vivo como impotencia.
Hay flashes, hay cadencias que vuelven y hay quizás una tranquilidad por haber hecho también la propia elaboración, la propia búsqueda que no se restringe a los datos de su biografía aunque se nutre de ellos.
Me lo explicó en esa carta Susana, la amiga muy querida de mis viejos que conocí bien –de ráfagas de amor- en los últimos 10 o 15 años. “Hay que meterse muy adentro y recordar y recordar y entonces algunas emociones van saliendo y uno intenta volver atrás y recordar por qué sentía de esta manera o de tal otra, cómo eran las charlas, sus gestos, su voz, cómo caminaba, el movimiento de sus manos, de qué cosas hablabamos, quiénes nos rodeaban, cuál era la interacción entre nosotros, entre nosotros y los demás.
Y para lograr eso hay que llevar la cabeza a esos años, a esos lugares, a esas caras. Y luego está la duda que surge permanentemente: ¿recuerdo yo esas cosas o me las contaron? ¿cuáles son los recuerdos que tengo de lo que viví YO, de mis experiencias, no de las ajenas que a veces se incorporan sin darnos cuenta?”.
En 2004, 64 años después de su nacimiento en Barrio Norte, mi hijo Vicente eligió el mismo día que ella para nacer en Almagro: 23 de setiembre, casi con la primavera. Desde entonces, cada vez que él cumple años me acuerdo de mi vieja pero de otra forma. Brindo por ella y me animo a festejar también su cumpleaños junto con el de mi hijo, invitando a la gente que quiero a ser parte de ese brindis. Para él también escribo estas líneas, como parte de esa charla que vamos teniendo y habla de nuestra historia.
*Texto publicado en la revista Haroldo (http://revistaharoldo.com.ar/). La versión original de este texto fue publicada en Semblanzas de los abogados y abogadas detenidos desaparecidos y asesinados entre 1970 y 1983 en Argentina, editado por la  Defensoría del Pueblo de la Ciudad.

¿Y ahora qué? La crisis vuelve vía China

por Isidro López y Emmanuel Rodríguez

En los años de crisis nos hemos acostumbrado a que en los medios del mainstream, así como en los discursos de los políticos, se maneje un tipo de argumentación económica y financiera, estrictamente funcional a los intereses de las finanzas y de los gobiernos que las soportan. Se trata de ocultar así los movimientos y los intereses reales de los agentes financieros. Dificilmente podemos decir que esto sea una novedad, aun cuando la hegemonía de las finanzas, quizá más que otros modelos de acumulación capitalista, tiende a una presentación particularmente interesada de los fenómenos económicos. Sobra decir que para las ganancias financieras, al igual que para el turismo, todo depende del parte meteorológico: las expectativas lo son todo. A los efectos que aquí nos interesan, la consecuencia de esta invisibilidad permanente de las causas de los movimientos financieros tiende a provocar que las crisis aparezcan por sorpresa y en abierta contradicción con los discursos oficiales.
La crisis que se está fraguando en China, y sobre todo sus efectos globales, particularmente sobre la Unión Europea y sobre España, va a responder con toda seguridad a este patrón. Metidos  en la ideología de la recuperación económica, es difícil asumir que las verdaderas causas de fondo de la supuesta recuperación —valga decir, las políticas de expansión de los bancos centrales conocidas como Quantitative Easing (QE)— están llegando a su límite.
Por ser rápidos: las políticas de QE de estos años han generado un carrusel de dinero girando sobre sí mismo en los mercados financieros. El QE ha inundado los mercados de liquidez pero es incapaz de generar ciclos de crecimiento medianamente sólidos. No obstante, en Europa, en la medida en que han desplazado el foco del beneficio financiero desde los mercados de deuda hacia las operaciones en los mercados bursátiles (acciones, bonos y derivados), han relajado también las primas de riesgo, suavizando los pérfiles de la crisis de deuda. Incluso, en el caso español han servido para reavivar los rescoldos de la burbuja, a partir de la ya clásica especialización inmobiliaria de la economía española. Así es como superados los límites de estas políticas, la economía global se está rompiendo por su polo de crecimiento: China.
Las dimensiones del crash bursátil chino y de su arrastre al resto de bolsas son gigantescas, pero el problema de fondo, cómo sucediera en 2007, es una tendencia estructural a la caída de la rentabilidad provocada por un exceso permanente de capacidad productiva a nivel mundial. La  consecuencia de este exceso ha sido una situación de competencia destructiva que ha impedido realizar grandes ciclos de beneficios.
Desde 2007, la maquina de generar beneficios y crecimiento que era China se ha ido erosionando paulatinamente. En 2007, los beneficios industriales de este país crecieron un 39%. En los años de la depresión mundial, 2008 y 2009, bajaron al entorno del 10%. Con un perfil característico de crisis y políticas contracíclicas de expansión monetaria, estos índices se mantuvieron con subidas y bajadas pronunciadas durante los años que siguieron, hasta que en 2014 registraron, por primera vez, cifras negativas. La formación de capital fijo, el gran pivote estratégico del crecimiento chino, bajó entre 2007 y 2013 más de diez puntos porcentuales en términos relativos.
En otras palabras, estamos una vez más ante una crisis de beneficios capitalistas. Nada nuevo si consideramos la evolución económica desde los años setenta siempre que seamos capaces de retirar la patina de la acumulación financiera. Estamos pues ante una crisis global, no frente a una crisis China. Recordemos que todo el orden de la globalización neoliberal se ha construido sobre lo que algunos llaman Chimerica, un tipo de arreglo económico en el que el capital se exporta a China para encontrar beneficios mediante la explotación de un fuerza de trabajo más barata. Al tiempo, esos mismos beneficios financiarizados viajan de vuelta a Estados Unidos en forma de compra de activos en Wall Street y de deuda pública norteamericana que financia los enormes deficits externos de la economía norteamericana y, en última instancia, mediante el crédito generalizado que los consumidores estadounidenses, la demanda necesaria para propulsar el crecimiento chino y global. En términos políticos, como argumentaba el excelente libro de Peter Nolan ¿Está China comprando el mundo? (Traficantes de Sueños, 2014) este proceso ha estado controlado por los grandes agentes financieros y empresariales occidentales y sus aliados asiáticos, las élites de la franja litoral China.
En Estados Unidos y también en Europa, particularmente por medio la burbuja española, esta crisis estructural de beneficios se ha intentado superar por vías financieras. Si en EEUU las hipotecas subprime y sus productos financieros asociados proporcionaron dos terceras partes del beneficio de la economía estadounidense durante los años que van de 2003 a 2007, China intentó superar la ralentización económica mediante una fuerte burbuja inmobiliaria centrada en la expasión urbana y la construcción de infraestructuras. Cuando esta entró en declive, la sustitución de las fuentes de liquidez necesaria se produjo mediante la entrada en masa de pequeños inversores y ahorradores en el mercado bursátil chino. Finalmente cuando el dinero de estos ahorradores se agotó, el gobierno chino dio grandes facilidades para que estos pequeños inversores contrataran créditos que mantuvieran al alza los valores en bolsa. El camino es conocido sólo que en dirección inversa al de EEUU en los primero años dos mil: primero burbuja de la construcción y después burbuja de valores bursátiles.
No obstante, China no es Occidente. Las capacidades de regulación del gobierno chino son superiores a las de cualquier otro gobierno del mundo. Esto hace que el desarrollo de la crisis china tenga ese aspecto de caída a camara lenta. Y esto ha provocado que los grandes fondos de inversión hayan ido colocando sus activos, lastrados por la previsión de caída de beneficios, a los pequeños ahorradores propulsados por el crédito, al tiempo que la caída paulatina de los valores provoca un agujero de malos prestamos bancarios. Ayer mismo, las autoridades chinas bajaron los requerimientos de capital de sus bancos, al tiempo que hacían descender los tipos de interés para seguir alimentando de liquidez los mercados financieros. Una medida de tan dudosa efectividad como la bajada del yuan para relanzar las exportaciones de hace algunas semanas, puede sin embargo seguir retrasando la caída.
Avancemos un poco más. ¿Cómo va a aterrizar la crisis estructural de China, en tanto polo de crecimiento global, en el resto del mundo? Un escenario probable es que Estados Unidos, que ya lleva tiempo anunciando una retirada progresiva del QE y una subida de los tipos de interés, intente ahora una maniobra parecida a la que en 2008 trasladó la crisis a Europa. Se trata de la misma estrategia que ya operara en los últimos años setenta: mediante una bajada temporal y moderada del dolar se pueden inflar los precios del petroleo y de las materias primas. De hecho, es de manera inversa a la cotización del dolar como viene funcionando el mercado de futuros sobre estas commodities —¡ojo a las implicaciones ecológicas!, este factor es mucho más determinante que las previsiones de demanda global de petróleo y materias primas—. El proceso se podría acompañar de nuevas rondas de rescates financieros, tanto en Asia como en EEUU.
De este modo la dinámica inflacionista se descargaría sobre Europa, deficitaria en petróleo y materias primas, seguramente a través de una subida considerable de los tipos de interés y probablemente de una revaluación del Euro. La permanente amenaza de la vuelta de los ataques a los mercados de deuda soberana europeos —los de los países del sur pero también quizás Francia y Bélgica, que se libraron por los pelos de sufrirlos en 2010-2012— empujaría en esas condiciones hacia un nuevo episodio de crisis soberana. Desde luego, el celo que han mostrado las elites alemanas en el sometimiento de las políticas presupuestarias al pago de la deuda y los intereses de los acreedores, fácilmente podrá animar a los agentes financieros a volver a un modelo de generación de beneficios que sustituya las operaciones “habituales” en bolsa cuando estas dejan de ser rentables.
En definitiva, se está formando una tormenta sobre Europa. Si a esto se añade la progresiva falta de credibilidad del gobierno europeo de Merkel en los países del Sur tras el golpe de Estado financiero en Grecia. Si consideramos la creciente inestabilidad política en los países del centro exteriores a la órbita alemana, como Francia y Reino Unido, con Le Pen y Corbin como candidatables con posibilidades. Si finalmente se toma la incapacidad institucional de la UE para generar mecanismos de gobierno (por ende, legítimos) más allá los dictados financieros enquistados en las políticas de austeridad, Europa puede convertirse en un terreno políticamente muy pantanoso. A este respecto, las lecciones griegas que parecían apuntar, tras el golpe de Estado de Merkel-Schäuble, hacia el “carácter inmodificable” de la UE, podrían muy pronto verse notablemente matizadas por los nuevos episodios de crisis. El ciclo europeo está mucho más abierto de lo que parece.
Mientras en España, nos encontramos al gobierno de Rajoy rezando todo lo que sabe para que esta nueva ronda de crisis no estalle antes de las elecciones de noviembre, llevándose por delante la frágil “recuperación” de base turística e inmobiliaria. Ciertamente, un mercado laboral completamente procíclico como el español, después de las sucesivas reformas laborales, puede estallar al menor temblor económico, dejando pequeño el rápido crecimiento del paro de 2009. Lo que seguiría ya lo conocemos: subidas de las primas de riesgo y nuevos programas de recortes y privatizaciones. Sin duda si esto ocurre (y todo apunta a que ocurrirá) también podemos esperar un clásico sainete de explicaciones bizarras: desde culpar a los chinos a mentar el miedo a una victoria de Podemos. No obstante, será difícil que ante una turbulencia financiera mundial próxima, la crisis en España no vuelva a llevar el malestar político a primera línea de escena. Los próximos años podrían ser tan decisivos como los que se han sucedido desde 2011.
Por todo ello es necesario considerar el ciclo económico y político desde una perspectiva de “onda de larga”, al menos si se quiere entender porqué este no va a alcanzar una estabilidad probable en los próximos años. Desde los años ochenta, Immanuel Wallerstein y otros teóricos del sistema mundo vienen anunciando una crisis profundísima del capitalismo para el periodo 2010-2020, justo en el que ahora mismo estamos. La exportación de capital y la recomposición del beneficio en Asia estaban en el centro de su análisis. Hasta ahora, el capital ha resuelto —más correcto sería decir desplazado a futuro— sus problemas estructurales para generar beneficios, de una forma más bien clásica. En una secuencia prototípica, el capital ha huido hacia lugares donde había menores costes de producción, en concreto y muy especialmente los laborales. Lo que llamamos globalización neoliberal fue el resultado de esta estrategia y el crecimiento chino fue la clave de bóveda de esta construcción. Si esta pieza desaparece, podemos legítimamente hacernos la pregunta ¿y ahora qué?
Para Wallerstein este momento marca el final de una huida permanente de más de cinco siglos del capital de sus obligaciones sociales y políticas. Tras China, el capital ya no tiene por donde escapar. Parece que se ha dado comienzo a un periodo en el que las iniciativas políticas transformadoras —pero también las reaccionarias— tienen muchas más posibilidades de vencer que en las épocas de estabilidad económica y férrea organización de las clases dominantes.
(Fuente: http://blogs.publico.es/)

Aclarando las cosas: comunicado

por Colectivo Simbiosis Cultural

A finales del 2007 comenzamos a organizarnos como una agrupación de jóvenes de la colectividad boliviana, conformada principalmente por costureros que cuestionaban -y siguen cuestionando- las formas de trabajo dentro de los talleres.
A partir del 2008, cada 30 de marzo, nos hacemos presentes y convocamos a un acto de memoria en el taller textil de la calle Luis Viale que se incendió en el año 2006. Reclamamos justicia por los 6 fallecidos, entre niños y jóvenes. Pedimos juicio y castigo tanto a los responsables como a los cómplices sociales y políticos que generaron esas condiciones y encubrieron sistemáticamente las responsabilidades.
La persecución y el cierre compulsivo de los talleres textiles por parte del Gobierno de la Ciudad, solo dejó mucha gente sin trabajo y sin un lugar donde vivir, además de provocar el traslado de esta forma de trabajo al conurbano bonaerense. Por su parte, el Gobierno Nacional implementó el plan Patria Grande que facilitaría la regularización de documentación para los inmigrantes del Mercosur y que, sin embargo, quedó supeditado a unas pocas organizaciones sociales que manejaron las inscripciones de las Precarias a su antojo, llegando a cobrar por ellas, cosa que fue denunciado y no se hizo nada.
Dentro de la colectividad, la Coordinadora de la Colectividad Boliviana (CO.CO.BO.), conformada por organizaciones sociales y talleristas, fueron los principales responsables en reemplazar el pedido de justicia de las muertes ocurridas en el incendio, por la consigna en “defensa de las fuentes de trabajo”, invizibilizando las condiciones dentro de los talleres sin la intención de modificarlas. Lo que sirvió a su presidente Rolando Nogales y a su vicepresidente Alfredo Ayala, para autoproclamarse como únicos representantes de la colectividad boliviana ante el gobierno nacional y el de la Ciudad.
Tiempo después Co.Co.Bo se divide y se conforma la Asociación Civil Federativa Boliviana (ACIFEBOL) encabezada por Alfredo Ayala. Esta organización, supuestamente representante de la colectividad boliviana, amenazó, amedrentó y agredió físicamente a una de las pocas organizaciones que trató de nuclear a los trabajadores costureros, el Movimiento de Costureros Inmigrantes Bolivianos (MCIBol), además que defendió a los golpes a un tallerista acusado de violación que fue detenido –tiempo después- en Salta por tener a personas encerradas en una camioneta.
Después de nueve años del incendio del taller textil en Luis Viale, otro incendio -en el taller de la calle Páez- se lleva la vida de dos niños, Rodrigo y Rolando, en clara muestra de que todas las cosas que se hicieron no fueron suficientes o intencionalmente fueron tapadas para mantener el mismo sistema.
A partir de allí, asumimos la responsabilidad de salir a discutir esas condiciones, es por ello que llamamos a una asamblea con la cual se pudo salir de un discurso mediático que nos resulta inútil para abordar el tema, ya que simplifica, victimiza y es parte de ese gueto que les sirve a todos los responsables de que este sistema se siga repitiendo.
Es por ello que decidimos no trabajar con ACIFEBOL y -en su nueva versión- la Comisión Operativa de Trabajo Alternativo en la Indumentaria (COTAI), ya que consideramos que, al estar compuestos por los mismos personajes, el único interés de estos es el de recolectar ese caudal político, manteniendo el orden establecido –del cual también son parte- sin siquiera discutir esas condiciones de trabajo que nosotros estamos dispuestos a modificar para que no se vuelvan a repetir las desgracias dentro de los talleres textiles, de las que fueron víctimas principalmente niños.
Consideramos que pertenecemos a veredas enfrentadas y por lo tanto nos es importante no entrar en el discurso que hoy por hoy manejan, y con el cual pretenden conseguir lo que hace nueve años (después del incendio del 2006) consiguieron, mostrarse como los únicos interlocutores válidos ante el estado y la colectividad boliviana.
Nuestra propuesta es clara, vamos a trabajar con los talleristas y costureros que quieran organizarse para regularizar el taller, mejorar las condiciones de trabajo, de seguridad y bienestar, en el camino por un salario digno.
Nuestro objetivo es evitar otras víctimas, como los de Luis Viale y Páez, porque las circunstancias nos dicen que no es un tema del pasado, que esas mismas condiciones de trabajo no cambiaron, y que hay muchos interesados en que ese sistema se siga reproduciendo.
Nosotros NO OLVIDAMOS!!
Agosto del 2015
Buenos Aires-Argentina

Guattari según Nosotros

Primavera, verano, otoño, invierno y otra vez primavera*
por Mariano Pacheco**

“Sobre los viajeros/ Mientras la lluvia cae/ La primavera llegó”
(Haiku de Ikegami Kosanjin, traducido y citado por Stéphane Nadaud)
Fue un 29 de agosto, en 1992. Sábado. Contaba con 62 años y una vida entregada a la aventura (no al “aventurerismo”) de poner en cuestión lo dado, de desafiar al mundo e intentar gestar otros modos de habitarlo. Luego de una cena alegre con su hija Emmanuelle, el viernes por la noche, se metió en su pequeño despacho. Allí murió, horas después, de un ataque al corazón, rodeado de sus libros, de sus anotaciones, de lo que había constituido el centro de sus reflexiones, ligadas íntimamente a una práctica que se desplegó en múltiples direcciones.
Cuentan que Félix Guattari no tenía a su salud como a su mejor compañera. Que era bulímico y catatónico, que padecía violentas y dolorosas crisis de cólicos nefríticos, que tenía problemas cardíacos y  que tomaba muchos medicamentos. También que durante la última década de vida, conoció a Josephine, quien sería su última pareja, treinta años menor, con quien se casó y con quien no dejó de tener serios problemas, al punto de precipitarse en una grave depresión. “Las líneas de fuga pueden devenir líneas de muerte”, había escrito con Gilles Deleuze en Mil mesetas, segundo tomo de capitalismo y esquizofrenia. También, junto a su camarada, amigo y compañero, en Kafka, para una literatura menor, habían sostenido que “la madriguera puede taponarse”. Así y todo, su hija supo contar con orgullo que en su padre “la máquina intelectual nunca dejaba de funcionar”. Es que, también con Gilles, habían afirmado que estamos, todos, “segmentarizados”, “por todas partes y en todas las direcciones”. Seguramente por eso, más allá de cuan o no estaba deprimido, entre 1985 y 1992, Guattari no deja de trabajar. Ese, al menos, es el enfoque que nos presenta Stéphane Nadau en la presentación de ¿Qué es ecosofía?, en clara polémica con Francois Dosse
El recorrido de esa “extraña amistad” –como supo titular Jean Paul Sartre uno de los tomos de su novela Los caminos de la libertad– entre Félix Guattari y Gilles Deleuze, es lo que más se conoce. Vínculo que, como ellos mismos se encargaron de afirmar una y otra vez, implicaba mucho más que un trabajo “entre dos”. Así y todo, y a pesar de que varios de los conceptos centrales de ese trabajo conjunto pertenezcan a Guattari (molar/molecular, máquina, ritornello), el primero suele aparecer con frecuencia como “el segundo” de esa relación. Incluso, como se sabe, hay una suerte de “borramiento” del trabajo conjunto, sobre todo a partir de la lectura que Alain Badiou realiza en su libro Elclamor del ser. De allí que en este texto nos propongamos, centralmente, rescatar la figura de Guattari, el filósofo de los devenires, el militante de las micropolíticas, el clínico del esquizoanálisis.

Politización precoz
En 1952, con 22 años Guattari abandona el hogar familiar para irse a vivir solo. Lleva ya varios años de “politización”, que como a tantos otros, llegó a su vida con la liberación de París, en 1945, cuando la denominada Segunda Guerra Mundial llegó a su fin. También desde adolescente Félix ya había comenzado a escribir: poemas, historias, sueños. Aunque quienes lo conocieron sostienen que era mejor orador que escritor, esa etapa marcó para siempre una vocación irrenunciable. De aquellos años de la primera juventud consta su paso por el Partido Comunista Internacionalista, fracción francesa de la Cuarta Internacional (trotskista) y su “táctica de infiltración” en el seno del Partido Comunista Francés, posicionado en la línea oficial de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Militante comunista crítico del stalinismo, Guattari cuestionó con fuerza las posiciones del PCF respecto de la guerra de Argelia, y transitó distintos momentos de activismo en los marcos del marxismo, antes de incursionar en sus propias apuestas por gestar “organizaciones políticas de nuevo tipo”.
Entre batalla política y batalla política Félix estudio primero farmacia, y luego –lecturas filosóficas mediante– llegó a los seminarios de Jaques Lacan, de quien también fue “paciente”. De la mano de su amigo Jean Oury, joven y brillante psiquiatra, Guattari combina su pasión por la militancia con lecturas ligadas a la filosofía, la psiquiatría y el psicoanálisis. En abril de 1953 Oury funda Le Borde, la clínica que abre sus puertas en julio de 1956 y que rápidamente entra en bancarrota. Y allí es donde se verá al joven Guattari entrar en acción, mostrando sus dotes de organizador. Con 25 años, se hace cargo de las finanzas de la institución, salvándola, y convirtiéndose en su director de hecho.
Crítica y clínica
Le Borde trabaja a través de la organización de “comités”: de cocina, de cultura, de limpieza, de menú… que se intercalan con ámbitos de discusión política sobre la coyuntura. En la “Carta fundadora” instituyen un principio común del colectivo de trabajo como grupo terapéutico según tres principios organizadores:
1)    El centralismo democrático: que garantiza la preeminencia del grupo de gestión, y responde al clásico principio marxista-leninista.
2)    La utopía comunista: que estable la precariedad de los estatutos y promueve la puesta en cuestión de la división del trabajo manual y el trabajo intelectual.
3)    El antiburocratismo: a partir del cual se ponen en común las responsabilidades, las tareas y los ingresos económicos de cada uno, en la búsqueda por gestar una organización comunitaria de la vida.
Cuentan que para incitar a los militantes comunistas a romper con el partido, Félix los invitaba a Le Borde, para que conocieran “en la práctica” aquello que desde lo teórico ya comenzaba a esbozarse como una crítica sagaz a los modos de hacer política de las rígidas estructuras de izquierda.
Esta labor clínica de Guattari se presenta de un modo inescindible a sus modos de practicar la investigación y llevar adelante una práctica política. Así, entre 1956 y 1966, pasará por algunos momentos claves en este sentido.
En 1961, Guattari se suma al GTPSI, Grupo de Trabajo de Psicoterapia y Socioterapia Institucional, fundado el año anterior. Experiencia que, hasta 1965, funciona con dos reuniones anuales, llevadas adelante durante un fin de semana completo, en la búsqueda por “hablar fuera de los propios establecimientos”.
En 1965 participa de la fundación de la Sociedad de Psicoterapia Institucional, con un grupo de psiquiatras que definen un campo teórico-práctico de intervención que toma el nombre de “psicoterapia institucional”, que tiene entre sus principios considerar que “solo es posible hacerse cargo de los locos dentro de una institución que ha reflexionado sobre su propio modo de funcionamiento”. Por otra parte, esta tendencia promueve tratamientos que inventen nuevos agenciamientos y conexiones sociales, en la búsqueda por hacer surgir nuevos “grupos-sujetos”, que deshagan a su vez los grupos que “están sujetos” a las leyes exteriores. Un año antes, en 1964, Guattari ya había presentado en el Primer Congreso Internacional de Psicodrama, desarrollado en París, su tesis sobre la “transversalidad”, concepto que pone en cuestión un doble supuesto: el del eje vertical en tanto estructura piramidal, como el eje horizontal que yuxtapone distintos vectores sin conexión entre sí.
También en 1965 se funda la Federación de Grupos de Estudios e Investigaciones Institucionales (FGERI), que en enero del año siguiente lanza el primer número de su revista Recherches, donde –entre otras cuestiones– sostienen que “la repetición es la muerte” y cuestionan la utilización que algunos sectores hacen de Karl Marx y Sigmund Freud (“el modo de la repetición es entregarse a una suerte de adulación mortífera”, insisten). No es que el grupo no rescate los aportes del freudismo y el marxismo, sino que lo hacen poniendo la libido en el centro del proceso de investigaciones, que conciben desde una perspectiva “transdisciplinaria”, es decir, como un proceso de interrogación original sobre cada disciplina, a la vez que se apuesta por articular sus orientaciones y poner en discusión “la división de propietarios preocupados por sus límites fronterizos”. En junio de 1967 la revista inicia la publicación de números temáticos.
Pero el FGERI no se queda solo en una “práctica profesional” –que como puede verse no es “desatendida”, ni desde el punto de viste teórico ni práctico– sino que busca sus conexiones con el afuera. El Grupo de Estudios y de Investigaciones del Movimiento Obrero (GERMO) y el Grupo de las Mujeres de Izquierda (GROBOFEGA), que impulsa el FGERI, son muestra de ello. El primero ligado a las experiencias sindicales de izquierda –que a su vez tienen un fecundo vínculo con sectores del movimiento universitario– y el segundo aportando a difundir la liberación sexual, la libertad de abortar y la anticoncepción gratuita, en combinación con reflexiones en el campo de la historia y la etnología. En 1967, como cierre de todo este período, Guattari crea el Centro de Estudios, de Investigaciones y de Formación Institucionales (CERFI), un colectivo autogestionado que se propone estar “a la escucha” de los distintos actores sociales.
Simultáneamente, Guattari interviene en el campo específicamente político.
Desde 1958 –momento en que abandonan la “táctica de infiltración” en el seno del PCF– y hasta 1964, Félix participa de una organización y un periódico (que publica 49 números entre 1958 y febrero de 1965, momento en que es embargado por publicar un Manifiesto en defensa del pueblo argelino que lucha por su liberación) que lleva por nombre La Voie Commnunista, que cuenta con un “núcleo obrero” (en la Hispana) y otro “estudiantil” (en La Sorbona).
En 1965, un año después de haber dejado La Voie Commnunista, crea la Oposición de Izquierda (OI), una organización política que, a su vez, sirve como espacio de contención militante de sus allegados profesionales. En los marcos de esta experiencia Guattari da un paso más allá de la crítica al burocratismo de corte stalinista. En la “Plataforma Programática” –que es redactada en la Clínica Le Borde y se publica como folleto en febrero de 1966– aparece con claridad una crítica, incluso, al “centralismo democrático” que sostenían desde sus posiciones trotskistas. Desde este espacio fundan el Bulletin de l´ Opposition de Gauche (BOG), que tiene una frecuencia quincenal.
Mayo del 68
“Como un pez en el agua”. Así define Francois Dosse (biógrafo de Deleuze y Guattari), la posición de Félix durante el “Mayo Francés”, cuando es “tomado” el Teatro del Odeón. Y cuenta esta anécdota que vale la pena transcribir:
“Con esto se apunta a la cultura oficial de la República, pues el Ministro de Cultura André Malraux frecuenta este teatro. Guattari forma parte de la ocupación, después de evaluar los peligros que representa el ataque frontal de uno de los símbolos del Estado. La Universidad, vaya y pase: está protegida de las intervenciones intempestivas de la policía por los derechos universitarios, ¡pero el teatro subvencionado de jean Louis Barrault es otro asunto! Guattari, entonces, pone toda la habilidad de la FGERI –sus médicos, sus diversas redes de militantes- al servicio de la toma del Odeón. ´Muchos trabajan en los hospitales. Llenamos los autos de vendas, desinfectantes, antibióticos´. Otros se ocupan del abastecimiento necesario para sostener una hipotética ocupación. ´Habíamos visitado el teatro diciendo que éramos periodistas y vimos que podíamos subir al techo, llevar colchones, y que había sitio para almacenar medicamentos y comida´. Después de la gran manifestación del 13 de mayo, el Odeón es tomado por asalto el día 15 y el movimiento irrumpe en una escena donde artistas e intelectuales, pero sobre todo una multitud anónima, toma la palabra en el hall de entrada. El comando principal escribe en rojo esta advertencia:
Cuando la Asamblea Nacional se convierte en un teatro burgués, todos los teatros burgueses deben convertirse en Asambleas Nacionales”.
El encuentro con Deleuze
Sin lugar a dudas el “clima de mayo” tiene entre sus efectos el encuentro, en 1969, entre Gilles y Félix. Deleuze es un filósofo con claros dotes de polemistas, y seguramente el recorrido militante y profesional de Guattari lo hayan atrapado, por las conexiones con sus planteos. Por supuesto, el interés de Deleuze por el psicoanálisis ya estaba presente en sus textos previos, a la vez que Guattari siempre tuvo un manejo muy fluido de la filosofía. Sobre este comienzo dice Deleuze:
“Felix y yo decidimos trabajar juntos. Al principio lo hicimos por cartas. Luego, de tiempo en tiempo, en sesiones donde uno escuchaba al otro. Nos divertimos mucho. Nos aburrimos mucho. Siempre había uno que hablaba demasiado…”. Y continúa:
“También leíamos mucho. No libros enteros, sino trozos. A veces encontrábamos cosas totalmente idiotas confirmaban nuestros prejuicios del Edipo y la gran miseria, la gran pobreza del psicoanálisis. A veces nos encontrábamos con cosas que nos parecían admirables y teníamos ganas de desarrollar. También escribíamos mucho. Félix trata a la escritura como un flujo esquizo que carga toda suerte de cosas…”.
En 1972 sale a las calles el primer trabajo conjunto: Antiedipo, primer tomo –a su vez– de Capitalismo y esquizofrenia. El libro no solo lleva el nombre de ambos, sino que pone en cuestión el concepto mismo de auto, que ya había sido criticado –entre otros– por Michel Foucault. Deleuze insiste en remarcar que, más que trabajar “juntos”, trabajaban “entre los dos”.
Antiedipo, entonces, es el inicio de una serie de producciones conjuntas, pero también es un encuentro, que produce una mutua afectación. Ninguno de los dos será el mismo de allí en más. Nacerá así una amistad, en sentido cabalmente filosófico. Tal como remarca Raúl García en La anarquía coronada. La filosofía de Gilles Deleuze, la amistad así entendida “niega la identificación”. No hay –entonces– analogías ni equivalencias, sino diversidad, alianza (que suele ser “aberrante”). También Foucault dedicó unas líneas muy bellas a reflexionar sobre la amistad.
Antiedipocomo cruce de una doble apuesta: por un lado, la propuesta del esquizoanálisis sale a confrontar con la línea hegemónica dentro del psicoanálisis, el lacanismo (en una búsqueda por reconectar el inconsciente con la política y lo social, poniendo en cuestión “la Ley del Amo” y dando paso a la liberación de la producción deseante). Por otro lado, el texto despliega sus cañones contra el estructuralismo marxista, tan en boga en Francia por aquellos años, replanteando tanto la filosofía política como las “prácticas colectivas”, todo a la luz del faro del 68.
Antiedipo, también, da inicio a un trabajo conjunto que es una verdadera apuesta transdisciplinaria: filosofía, psicoanálisis, política, cine, lingüística, literatura, antropología aparecen sin saberse bien cuando se está hablando de cada cosa.
En el caso de Guattari, por su trayectoria militante, las preocupaciones por “las nuevas formas de subjetivación” siempre estuvieron vinculadas a otras más de corte político: cómo encontrar nuevas formas de lucha colectiva, que refundaran la perspectiva del proyecto revolucionario.
En textos de su autoría, como “Las luchas del deseo y el psicoanálisis”, Guattari plantea que ambas luchas “no pueden ser excluyentes entre sí: “por una parte, la lucha de clases, la lucha revolucionaria de liberación, que suponen la existencia de máquinas de acción capaces de oponerse globalmente a las fuerzas opresivas, funcionando para ello de acuerdo a un cierto centralismo, o por lo menos un mínimo de coordinación; por otra parte, la lucha en el frente del deseo, en el frente de los agenciamientos colectivos que proceden a un análisis permanente de la subversión en todos los niveles del poder”. Y en “Micropolítica del deseo” (ambos textos reunidos en el libro Cartografías esquizoanalíticas), cuestiona la idea de “representar a las masas e interpretar sus luchas”. Así y todo, no condena a priori “toda acción de partido”, toda idea de “línea, de programa, incluso de centralismo”, pero sí se esfuerza por situar y relativizar esa acción, en función de una práctica “que se opondría punto por punto a los hábitos represivos, al burocratismo y al maniqueísmo moralizante que contaminan actualmente a los movimientos revolucionarios”.
Una máquina de guerra textual
Como ya se ha dicho, la máquina de guerra que Deleuze y Guattari ponen en marcha no pone en cuestión tanto a las figuras y teorías de Marx y Freud como a sus intérpretes contemporáneos, aunque –por supuesto– las críticas a “los fundadores de discursos” no son menores.
Por un lado, sobre todo el Antiedipo, se abre una discusión con el psicoanálisis (Freud/Lacan). Contra la falta, el deseo; contra el teatro de la representación, la fábrica que produce un “estar presente”; contra la individualidad del sujeto (por más escindido que este se presente), la trama social, colectiva en que el incosciente se ve anclado.
Por otro lado, con Marx y los marxistas, se abre una polémica en torno a la necesidad como punto de partida. En su lugar: el deseo. Contra la separación base/superestructura, las “organizaciones de poder”; contra la “memoria” y el “desarrollo de las fuerzas productivas”, el “olvido” y el “corte de amarras” con la situación dada.
Aquí, sobre todo a expensas de Deleuze, puede verse el claro linaje que se establece con el pensamiento de Nietzsche, y aunque nunca lo nombran, también pueden establecerse ciertas filiaciones con los planteos de Walter Benjamin, sobre todo con sus “Tesis sobre el concepto de historia”.
Corte de amarras que puede pensarse en un doble sentido.
Por un lado, con la estructura social. Por otro lado, con el familiarismo.
“No se trata de la libertad, sino de encontrar una salida”, dirán en su Kafka.
Así, en un cruce entre Nietzsche y Artaud, surge el planteo de “Cuerpo Sin Organos”, y de “Máquina de Guerra”, que postula la diferencia en la repetición.
La Máquina de Guerra es una “máquina infernal”, que irrumpe inesperadamente y se presenta como lo “inasimilable” para la estructura. Pero ojo, este repaso ligero puede ser entendido en términos binarios, muy lejos de los planteos de Deleuze y Guattari, que proponen la multiplicidad sin medida, el puro devenir.
Los agenciamientos no parten de oposiciones binarias, y el eje horizontal/vertical aparece entremezclado, enmarañado. “Todo es política”, dicen, “pero toda política es a la vez micro y macro-política”, según postulan en Mil mesetas, el mismo libro en donde dedican un capítulo entero (“Tratado de nomadología”) al concepto de Máquina de Guerra.
Inspirados en las reflexiones del antropólogo francés Pierre Clastres, en Las sociedades contra el Estado, Deleuze y Guattari trazan una genealogía con aquellas mujeres y aquellos hombres que concibieron su existencia por fuera de la lógica estatal. Son conocidas sus tesis de la meseta número 12. Glosemos, de todos modos, algunas de las aristas que más nos sirven para repensar nuestra dinámica política. Allí contraponen la máquina de guerra (MG) al aparato de Estado (AE). La primera, dicen, tiene otro origen: es previa a su derecho y exterior a su soberanía. Posee otra justicia. Potencia de la metamorfosis, multiplicidad pura y sin medida, la figura que eligen para condensar sus postulados es la de la manada. De otra especie y naturaleza, el nómade es la figura del devenir por excelencia. No porque se desplace geográficamente (y esto es importante remarcarlo), sino porque abre otros trayectos, otros recorridos imprevistos, imperceptibles, a su vez, para las anteojeras del Estado. En este sentido, el recorrido del nómade es más parecido al de una guerrilla que al de un ejército regular. Huir, sí, “pero mientras se huye, tomar un arma”, dice Deleuze en diálogo con Clarise Parnet, en clara sintonía con estos planteos. Huir, que no es lo mismo que escapar. Atacar, siempre, al poder. Destruir lo dado para crear algo nuevo.
También apelan, Deleuze y Guattari, a la contraposición de los juegos de Go y de Ajedrez. Dos nuevos ejemplos de AE y MG. El ajedrez como juego de Estado, con sus piezas cualificadas (el peón siempre es peón; el caballo, caballo; y el alfil, siempre es alfil…), sus piezas codificadas, con propiedades intrínsecas de las que se derivan sus movimientos, posiciones y enfrentamientos. El Go, en cambio, se caracteriza por la tercera persona, la función anónima y colectiva de fichas que son siempre bolas situadas. “El ajedrez es claramente una guerra, pero una guerra institucionalizada, regulada, codificada, con un frente, una retaguardia, batallas. Lo propio del go, por el contrario, es una guerra sin línea de combate, sin enfrentamiento y retaguardia… Otra justicia, otro movimiento, otro espacio-tiempo”.
Conjurar los equivalentes del AE en los colectivos militantes; esa es una enseñanza importante que podemos tomar de estas reflexiones. Porque no se trata (solamente), de evitar que en un futuro (de producirse) la revolución degenere. Se trata, también -y sobre­todo- de combatir hoy los dispositivos a través de las cuales un sector del movimiento social se especializa al punto de constituirse en un aparato separado de sus pares (cuestión que no tiene por qué implicar negar las mediaciones: ¡los nómades tenían jefes –insisten– pero eran más parecidos a un líder o una estrella de cine que a un hombre de poder!).
Conjurar, entonces, las formas cotidianas de clasificación, de jerarquización, de promoción de la división entre trabajo intelectual y manual; o dicho en otras palabras: de las lógicas que profundizan la diferencia entre gobernantes y gobernados. Conjurar (como sostienen en otra meseta -titulada “Micropolítica y segmentaridad”-), los microfascismos que cada uno de nosotros lleva adentro. “Las organizaciones de izquierda no son las últimas en segregar sus microfascismos. Es muy fácil ser antifascista al nivel molar, sin ver al fascista que uno mismo es, que uno mismo cultiva y alimenta, mima, con moléculas personales y colectivas”.
Poner el cuerpo
Una década después de acontecido el “Mayo Francés”, cuando las dictaduras han hundido entre el lodo y la sangre las apuestas de transformación revolucionaria en el Cono Sur Latinoamericano, brota en Italia un proceso de reactualización de las perspectivas emancipatorias.
Los cambios en el “aquí y ahora” y no ya en un futuro que se torna inteligible, planteados –entre otros– por el sector de la “Autonomía Operaria”, hacen que se reactualicen muchos de los enunciados planteados por Deleuze y Guattari, a quienes se lee en Italia desde hace unos años. En 1970 se crearon las “Brigadas rojas” y la violencia política dejó de ser un tema lejano para los europeos, un “problema del tercer mundo”, para transformarse en parte de su realidad cotidiana. Antonio Negri –profesor de Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad de Padua, filósofo con cierto prestigio por algunos libro ya publicados, referente político de un sector de la izquierda italiana– escribe una serie de textos que dejan ver sus simpatías por la línea insurreccionalista y las accionas armadas. Las presiones sobre los intelectuales no son menores. Así y todo, Félix nunca condenó públicamente el accionar de las Brigadas Rojas y tuvo un comportamiento profundamente solidario con sus camaradas italianos, particularmente con Bifo y Negri.
Por Guattari Negri conoce a Deleuze, asiste a sus clases en Francia y, según sus propias palabras, se hace “spinozista” (de hecho, cuando Negri es detenido, Deleuze escribe una carta a los jueces italianos, proclamando su inocencia). Podría decirse que fue la tormentosa situación política que se vive en Italia durante la segunda mitad de la década del 70 la “responsable” de esa amistad entre Guattari y Negri. “Cuando las papas queman…”, dice un dicho popular. Cuando las papas quemaron, Félix puso el cuerpo.
En septiembre de 1977 el ex dirigente de Poder Obrero llega a Paris, huyendo de las autoridades italianas. Guattari lo recibe en su casa, donde se queda a vivir. Pero al año siguiente Negri comienza a realizar viajes a su país, desde Francia. Esta situación pone en alerta a las autoridades italianas, que lo detienen en abril de 1979, bajo la excusa de que su accionar es una “fachada legal” de las Brigadas Rojas. Luego de cuatro años y medio en la cárcel, en 1983 Negri es elegido Diputado por el Partido Radical Italiano y debe ser liberado, ya que cuenta con inmunidad parlamentaria. Pero ese mismo año la mayoría parlamentaria vota quitarle la inmunidad, y tras un juicio es condenado a treinta años de prisión efectiva. “Me voy a Córcega en un barco que seguramente pagó Félix”, le cuenta Negri a Dosse en una entrevista. Así llega a París, clandestino, y va a parar a la casa de Guattari. “De 1983 a 1987 me llamé Antoine Guattari. Él pagaba todo… Félix se ocupó de mí como un hermano”, remata Negri.
En la cárcel, Negri leyó Mil mesetas, texto del que afirmó: “es un libro importante. Acaso el más importante que haya leído en los últimos veinte años”. Como modo de sortear las dificultades psíquicas del encierro, sostuvo un fecundo intercambio de cartas con Guattari. Producto, en gran medida, de la amistad trabada entre Negri y Guattari durante esos años, del intercambio epistolar, de las discusiones cara a cara, surgió Por nuevos espacios de libertad, libro conjunto publicado en 1985.
Días de radio
Las radios funcionan como verdaderos “andamios”, “organizadores colectivos”, en el sentido cabal planteado en la teoría leninista de la prensa. Batallas en las fábricas y universidades. Lucha en las calles, y también, combates por el sentido, por la interpretación de lo que sucede y lo que hay que hacer. Eso sucede en Italia poco menos de una década después del Mayo Francés. Ante la muerte de un estudiante, o de una mujer a la que le niegan un aborto terapéutico –cuenta Dosse–, por ejemplo, un anuncio en las radios logra que miles de personas salgan a manifestarse a las calles. “En Bolonia, Guattari es considerado un héroe. Se lo considera como uno de los inspiradores esenciales de la izquierda italiana”, insiste el autor de la “biografía cruzada”.
Pero no solo en Italia hay movimientos moleculares que pujan por hacerse escuchar. También en Francia, con un contexto totalmente distinto y un mayo del 68 que parece haber quedado demasiado lejos, sin embrago, se produce un intenso movimiento de “radios libres”. Y allí está Guattari, junto a uno de sus hijos –que ya tiene 20 años– intentando abrir una grieta en las voces de los medios hegemónicos de comunicación. Junto a su amigo Francois Pain, especialista en tecnologías, Guattari ingresa clandestinamente, desde Italia, una serie de aparatos que le permiten realizar trasmisiones más allá de no encontrarse acreditados por el Estado. En 1977 se crea la ALO, la Asociación para la Libertad de las Ondas. Guattari –junto a Deleuze, Foucault y otras quince personalidades” de la cultura francesa– firma un petitorio para la liberación de las antenas. Pero Guattari no se queda en la firma de un papel. Participa activamente del movimiento y junto con un grupo funda la “Radio libre París”, que en 1980 pasará a llamarse “Radio Tomate”, que emite las 24 horas del día, y además de los programas culturales (teatro, música, cine) cuenta con un programa semanal de debate político, que coordina el propio Guattari. Las problemáticas de las “minorías” (como los ocupantes ilegales de casas) de Francia tienen un lugar. Incluso, las minorías de otros países: palestinos, irlandeses…
Finalmente la policía detecta las trasmisiones de las radios libres –que crecían con velocidad– y las saca del aire. Las que sobreviven no tienen, de todos modos, la capacidad técnica de proyectarse demasiado. En mayo de 1981 Francois Mitterrand es electo presidente y legaliza las radios libres. Comienza, así, otra etapa política, plagada de otros problemas, y otras contradicciones. Todo sucede apenas un tiempo antes de que, en Argentina, se produzca la explosión de “radios truchas”, que proliferarán durante los primeros años de la post-dictadura, siendo pioneras del debate y el proceso de movilización que desembocará en la amplia red de medios de comunicación comunitarios, autogestivos y populares que pujarán por la aprobación de la denominada Ley de Medios.
68-2001: Guattari y nosotros
Dijimos que “Mayo Francés” fue clave en el encuentro entre Deleuze y Guattari. También que parte de su apuesta de trabajo teórico, de intervención política desde la producción cultural, fue un intento de “sacar conclusiones” de aquel acontecimiento del 68 y accionar en con secuencia.
En Argentina nos encontramos en un momento complejo, atravesados por “los años de invierno” de la “década kirchnerista”, que supo presentarse como contracara del 2001 y que hoy muestra todos sus límites estructurales, no solo desde el punto de vista específicamente político en los vaivenes de una coyuntura que marcada por la dinámica eleccionaria, sino –sobre todo podríamos decir– desde el punto de vista económico, y cultural. Las apuestas por la autonomía de los ofendidos y humillados de siempre se encuentra en un impasse estratégico, según supo argumentar Raquel Gutiérrez Aguilar, pero también ante la evidencia de lo impotente que se mostraron los intentos de acelerar procesos, tomando “atajos por arriba”.
Diciembre de 2001, entonces, leído en otra perspectiva: no-progresista, ni desde el punto de vista político ni filosófico. Rescatar a Guattari (y a Deleuze, entre otros) puede ayudarnos a transitar más cálidamente –en compañía– lo que queda del invierno. La primavera ya se hace presente, y no sólo en términos climáticos (con estos soleados días que venimos teniendo en Córdoba), sino también políticos. La dinámica del movimiento social autónomo local da cuenta de ello: las experiencias de toma de tierras y proyectos cooperativos y autogestivos de trabajo, de educación, de salud, de comunicación popular que impulsan –entre otros– el Encuentro de Organizaciones, la Cooperativa de Carreros y Recicladores La Esperanza, las luchas por justicia, contra la impunidad y contra el atropello autoritario y represivo (que deviene asesino), que tienen su máxima expresión los 20 de noviembre en la Marcha de la Gorra, los combates estético-políticos que vienen librando camaradas como Zéppelin Teatro, son ejemplos de este síntoma –como les gusta decir a los zapatistas– de algo que acontece, por aquí y por allá, en Argentina y otros sitios de Nuestra América, e incluso de otros continentes.
La meseta como “imagen del medio” no puede ser más oportuna en este sentido. En clara sintonía con Benjamin, la ruptura de la linealidad para pensar-hacer la política se torna hoy fundamental. La filosofía, entendida como “invención”, como “creación de conceptos”, siempre ligada a “nuestra historia, nuestros problemas y nuestros devenires” –como proponen Deleuze y Guattari en ¿Qué es la filosofía?– puede ser también una máquina de guerra del pensamiento, y no simple trabajo rutinario en los marcos de una academia que reproduce en su interior las lógicas capitalistas. Fuga de la norma, entonces –incluso de la progresista- para conjurar el “rostro despótico del feje”, de los jefes y las jefas, los caciques que han proliferado como hacía rato no lo hacían. Diciembre de 2001 en Argentina, mayo del 68 en Francia, 1ª de enero de 1994 en México son solo fechas-símbolos que dan testimonio de la irrupción plebeya de la multitud sin nombres propios, con formas de hacer y decir colectivas, siempre en una apuesta por la experimentación, la creación, y la conexión de las experiencias.
*Texto escrito especialmente para Lobo Suelto.
**Escritor que transita las sendas del ensayo y el periodismo. Pro Secretario de Cultura del Círculo Sindical de la Prensa y la Comunicación (CISPREN) de la provincia de Córdoba. Ha publicado los libros De Cutral Có a Puente Pueyrredón, una genealogía de los Movimientos de Trabajadores Desocupados (El Colectivo, 2010); Kamchatka. Nietzsche, Freud, Arlt: ensayos sobre política y cultura (Alción, 2013) y Montoneros silvestres (1976-1983). Historias de resistencia a la dictadura en el sur del conurbano (Planeta, 2014). También es co-autor de Darío Santillán, el militante que puso el cuerpo (Planeta, 2012). Redactor en el diario El Argentino y colaborador de Lobo suelto, Resumen Latinoamericano, Me contó el Viejo Antonio, Deodoro,Sudestada, Contrahegemonía, Colombia Informa, Marcha Noticias, La Izquierda Diario. Ha colaborado con las revistas Los Inrockuptibles, La Pulseada, Acontecimiento, Herramientay El río sin orillas.

El levantamiento indígena en Ecuador: luchas desde territorios plurales

Una conversación con Floresmilo Simbaña
por Gladys Tzul Tzul[1] 

Los levantamientos indígenas han logrado fracturar los órdenes de dominación y explotación colonial a lo largo de estos cinco siglos; en los levantamientos se juega la lucha por auto determinarnos política y territorialmente, se defienden y recuperan los medios concretos para la vida en común. 

La fuerza de los levantamientos abreva de los tiempos y las estrategias cotidianas para tener agua, para sembrar la tierra, para producir productos agrícolas para alimentarnos y para alimentar a otros. Nunca son movimientos espontáneos, porque funcionan como un encadenamiento de respuestas a las agresiones y al despojo, pero siempre tienen una novedad que le da un rostro diferente cada vez que ocurren.
También tienen una serie de singularidades territoriales de tal forma que  la densidad de los conflictos marcan los  ritmos y las mismas maneras de confrontación, y en esa singularidad logran hermanarse y conectarse plurales  voces que interpelen con potencia a la dominación. 
Las luchas tienen distintas formas, que van desde cuando es de  abierta  confrontación y presión como  cuando paralizan las vías  de comunicación y frenan el comercio, hasta cuando están en los tribunales por litigios de tierras o cuando  hay que sacar a nuestros hermanos encarcelados.
Sirva para sustentar lo que digo, el terremoto político que han producido la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador –CONAIE- Quienes desde los primeros días de agosto se han declarado en levantamiento, exigiendo el archivo de un paquete de enmiendas constitucionales, el respeto a las tierras comunales en las que el gobierno quiere establecer hidroeléctricas, contra las medidas de calidad que imponen a los agricultores comunitarios, contra el desmantelamiento del sistema de educación bilingüe y el gobierno ha respondido con amedrentamiento y ha encarcelado a más de 200 mujeres y hombres. Para acercarnos con más respeto a este levantamiento y sobre todo para que los pueblos que luchamos dialoguemos transcribo esta conversación que mantuvimos con el abogado e historiador Floresmilo Simbaña de la nacionalidad kitu kara y dirigente de fortalecimiento y política de la CONAIE.
Gladys Tzul Tzul
Desde Guatemala y México seguimos con mucha atención el levantamiento indígena que ustedes y las comunidades han organizado, condenamos que el gobierno haya  respondido con represión a la marcha y que se imponga encarcelado a cientos de personas. Vimos también que el levantamiento tuvo algunos epicentros, en Loja, en Saraguro, en la Amazonía, en Quito. Aunque en los año 90 veíamos como el epicentro era la región del Chimborazo, ahora vimos otros  territorios. Seguramente esto obedece a la densidad histórica de cada uno de los lugares, en todo caso lo que es importante hacer notar es que el levantamiento se generalizó y los sindicatos se unieron. ¿Qué es es lo que está en juego en este levantamiento?
Floresmilo Simbaña
La CONAIE es una instancia de organización que está en pugna por convertirse en instancia de gobierno. Al interior hay una serie de diferencias y disensos. Ahora bien, a esas diferencia el gobierno los interpreta a su conveniencia y ha creado mitos para atacarnos, por ejemplo, dice que estamos divididos y confrontados, y que el movimiento indígena no está unido, para ellos cada disenso es visto como punto de debilidad, piensan que somos una unidad monolítica.  En cambio, nosotros sabemos que somos plurales que las luchas responden a matrices históricas, en nuestro caso  nosotros que como organización nacimos como respuesta al fracaso de la reforma agraria y con un sujeto concreto que son las comunas y ese sujeto concreto se caracteriza por ser de  base rural- agraria,  esa realidad ha cambiado un montón.

Por otro lado, el movimiento indígena siempre se ha movido en un proceso constante de recreación de consensos, por ejemplo, hay sectores indígenas que estamos enfrentados con la realidad agraria, otros se enfrentan directamente a una realidad económica más artesanal, algunos luchan contra la extracción petrolera  desde hace ya varios años y contra la minería, de manera más reciente.  Eso da diferentes configuraciones de los procesos organizativos. Por  eso, el éxito de la CONAIE es que mantenemos una línea de permanente discusión y consenso al  interior, y obviamente esos consensos  son difíciles. 
En los años noventa las zonas de mayor conflicto eran donde las luchas por la tierra se enfrentaba al cada vez más deteriorado sistema de haciendas como es en el caso de la sierra y la zona centro, es decir, Cañar, Chimborazo, Bolívar, Cotopaxi y Tungurahua y en menor medida, pero también de manera fuerte Cayambe e Imbabura.

Actualmente, en el neoliberalismo que se expresa por el proceso de modernización que lleva adelante el gobierno, las dinámicas de conflicto ha cambiado. Las  zonas de mayor conflictos con este gobierno, expresadas en este levantamiento son las que están apuestas directamente con la agroindustria, por distintas órdenes ya sea por el mercado y por el acceso a medios productivos como el agua. Habrás notado que la mayor zona de confrontación en la sierra fue Saraguro. ¿Por qué Saraguro?  Porque ahí no fueron solamente zona hacendataria, entonces ellos no enfrentan problemas con la agroindustria, están directamente vinculados a problemas por las reproducciones económicas  y por la educación bilingüe, ahí han ocurrido una serie de despidos de profesores indígenas; pero sobre todo, se enfrenta contra  la matriz  productiva -que dice que el gobierno que esta implementado-, por ejemplo, la política de agro calidad que consiste en una serie de técnicas para provocar la tecnificación, y con una serie de condiciones y requisitos para producir y vender productos agrícolas.

Ahí los compañeros producen leche, son famosos  por los quesillos que elaboran, de tal forma que el programa de agro  calidad  impone condiciones que los compañeros materialmente ni pueden cumplir,  para producir quesos piden locales cerrados, instrumentos de metal inoxidable, entonces, los compañeros ya no pueden producir. El gobierno desde hace años ha impedido que la venta de sus productos. Han ocurrido casos en el que han venido los funcionarios de agro calidad a impedir que vendan grandes cantidades de leche, eso explica  porque Saraguro fue un lugar con una participación masiva y ahí el gobierno respondió con violencia, porque como se vio en las noticias, los policías y los militares no solo reprimieron, sino que entraron a  las casas en  las comunidades.

En el caso de la lucha de las comunales en la Amazonía, rebate a la propaganda internacional que tiene el gobierno cuando dice que defiende la naturaleza, y al interior dice que van a explotar con la mejor tecnología los recursos para producir petróleo y minería, y dado que se hace con alta tecnología, no habrá contaminación y que con los recursos que saquemos se va a repartir a las comunidades, incluso tiene una norma  que ellos  -los del gobierno- han creado un porcentaje que queda en las comunidades para invertir en ellas, pero eso no es real, porque hay una gran cantidad  de convenios que se firman pero no se han cumplido.  Comenzó a suceder que varias comunidades de la Amazonía firmaron esos convenios con el gobierno, y el gobierno  hacia promoción de  que estaba con las comunidades, pero resulta que  no puedo cumplir con lo que ofreció, con lo que anunció y obviamente las comunidades se cansaron  y obviamente de ahí se entiende la respuesta masiva que se dio en la Amazonía.
Gladys Tzul Tzul
Los que nos relatas da cuenta de texturas diferenciadas de las luchas, que obedecen a  segmentaciones territoriales y por ello se levantan contra agresiones concretas.  Si miramos de esa forma podremos dar cuenta de  una poderosa  capacidad articuladora y la fuerza de un horizonte político que es capaz de crear el levantamiento indígena, lo digo   en el sentido de que las otras comunidades acuerpan y abrazan las luchas de las otras  y porque a estas altura el levantamiento es ya una articulación nacional que interpela la política extractivista,  el incumplimiento estatal o la agresión directa contra las formas de producción de las comunidades.
Floresmilo Simbaña
Sí, y un caso más para complementar es el caso de Imbabura, Cayambe, Cotopaxi,  el levantamiento fue por razones de control territorial de los páramos y del agua, porque el gobierno esta atacando a los sistemas comunitarios del agua y quiere estatizarlos. Vimos un pleno acenso de la participación en el Cotopaxi, fueron los que más rápido obstruyeron carreteras y participaron masivamente, sin embargo cuando sucede las primeras explosiones del volcán Cotopaxi,  las comunidades decidieron suspender la participación.
Gladys Tzul Tzul
Una no puede hacer hipótesis en las luchas, aunque si podemos anticiparnos. Vos has dicho que lo que se viene es que el gobierno quiera desarticular y atacar a la organización y que el gobierno va a tomar algunas demandas que ustedes han  planteado como agenda del levantamiento, esto último que mencionas sería una manera triunfante del gobierno, porque  lo va a presentar como la capacidad de  negociación. Sin embargo nosotros, la gente que lucha sabemos que está presionado y que tiene que negociar.  ¿Cómo avizoras lo que se viene?
Floresmilo Simbaña
El gobierno ecuatoriano tiene un planteamiento político claro, al menos claro para nosotros los que estamos en la lucha indígena.  Sabemos  que el gobierno está modernizando las instituciones estatales y la economía. Aunque presenta márgenes  de eliminación de la pobreza, pero si hacemos análisis  de la reducción de la pobreza comparativamente estamos en el mismo nivel de Colombia y Perú,  incluso Perú tiene un ritmo de reducción de la pobreza más acelerada que el Ecuador, aunque no es gobierno progresista. Y de todos modos es cuestionable su modelo de medición de pobreza.
El gobierno  esta construyendo un modelo de  Estado- Nación, y en esa lógica para el gobierno la única manera de acción de la democracia es la vía institucional, es decir, la vía del Estado. Fuera del Estado no hay política, por lo tanto, las organizaciones están de más;  para el gobierno ecuatoriano solo se puede hacer política dentro del Estado, de tal forma que  para el gobierno una movilización es el peor delito que pueda existir, por eso es que la mayor cantidad de compañeros apresados  en este levantamiento y no solo ahora, sino que en esto ocho años de gobierno han merecido la acusación de sabotaje y terrorismo, ese es el delito por el  que se les acusa. Y por otro lado, cuando las organizaciones sociales damos nuestra opinión o cuestionamos a la política del gobierno, por ejemplo,  el gasto público, para el gobierno eso es política y que eso no nos corresponde, porque la única vía es por los partidos políticos, su argumento es que para opinar, tenemos que ganar elecciones y todo lo que está fuera de estos parámetros hay  que reprimirlo. Para ellos, todo lo que esta fuera de los partidos políticos  es un atentado al sistema democrático.
Sin embargo lo que demostró la movilización por la amplia participación de las organizaciones y de respaldo de la sociedad  es que el gobierno esta perdiendo legitimidad, por lo tanto, no puede hacerse de la vista gorda. Pero el gobierno nunca va a reconocer que nosotros tuvimos razón, va a tirar a aniquilar nuestras organizaciones, y va a asumir varios de los puntos que nosotros hemos exigido, por ejemplo, lo que se refiere a los derechos laborales,  ya lo anda anunciando por ahí. Pero nunca va a reconoce que fuimos nosotros los que los llevamos a ese punto,  porque ahora dice que esa es una medida de su  gobierno.
Gladys Tzul Tzul
¿A qué punto te referis?
Floresmilo  Simbaña.
Nosotros hemos pedido el archivo de las enmiendas constitucionales, ese paquete tiene 16 reformas, una de esas reformas  es reducir los derechos sindicales,tanto a nivel de constitución de sindicatos como de capacidades de negociación de derechos colectivos. El gobierno  ha dicho que como esta impulsando  su  diálogo con la sociedad y no con las organizaciones, vamos a reformar este asunto de los derechos laborales y lo presenta como un logro de su gobierno.

Gladys Tzul Tzul
¿Hay algo más que querrás  analizar?
Floresmilo Simbaña
Los que  también quiero decir  es sobre el  nivel de control que el gobierno tiene sobre los medios de comunicación, además encubierto por un discurso que está atacando a los grandes monopolios  de la comunicación, y eso ha tenido eco  e nivel internacional. 

Pero aquí al interior quiero decir  que  hay  alrededor de 16 0 17 canales nacionales, y  de esos solo 9 tienen noticieros,  de esos 9 el gobierno controla seis, 4  de manera  directa porque es de propiedad privada y están con el gobierno. Además de eso, maneja la cadena de radios.

Aquí el único que controla los medios de comunicación es el gobierno. Con eso no quiero decir que los otros dos medios de comunicación no nos den cobertura a las luchas,  nosotros tenemos que jugarnos  entre el ataque de medios de comunicación que usa el gobierno, en los que nunca nos entrevistan, y cuando hacemos nuestras ruedas de prensa manipulan y descontextualizan lo que decimos. Cuando decimos que no obedecemos ni apoyamos, ni nos interesa aliarnos con la derecha, eso nunca lo pasan.
Si hay quien esta fuera de los medios de comunicación,  somos nosotros, tenemos algunas radios locales, muy restringidas porque el gobierno intenta permanentemente controlar.
Quito, 25 de agosto de 2015.

[1] Es maya k’iche’ de Guatemala. Integrante de la Sociedad Comunitaria de Estudios Estratégicos.-SOCEE-. Es candidata doctoral en sociología por la BUAP, México. En estos momentos se encuentra  en Ecuador.

Invitación Especial: Córdoba homenajea a Félix Guattari


Filósofo de los devenires, militante de las micropolíticas, clínico del esquizoanálisis…


Viernes 28 de agosto, 19 horas en la Librería Punto de Encuentro
(Independencia 620, frente al Buen Pastor, Córdoba capital)


A 23 años de su desaparición física, un conjunto de activistas culturales nos proponemos rendirle homenaje.

Disertarán:

Claudia Huergo (psicoanalista)
Mariano Pacheco (ensayista)
Carlos Bergliafa (psicoanalista)
Nicolás Godoy (politólogo)
Con lecturas e intervenciones de Rodolfo Ossés y Laura Ledesma
Organizan:

La Luna con Gatillo (programa de radio eterogenia)
Comunicación rebelde (Encuentro de Organizaciones)
Grupo Zéppelin Teatro

Invitación especial: YoNoFui presenta el libro de fotos “Iluminaciones”

El sábado 29 de agosto a las 18hs la Asociación Civil y Cultural YO NO FUI, que trabaja en proyectos artísticos y productivos con mujeres privadas de libertad o que pasaron por esta experiencia, presentará el libro de fotografías estenopeicas “Iluminaciones”, en el marco de una muestra homónima en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. Tanto las imágenes que forman parte de la exposición como las del libro, son resultado del trabajo en el Taller de fotografía estenopeica “Luz en la piel”, que dicta la organización en la Unidad 31 de Ezeiza.      
   
 La presentación, que se realizará en el bar del centro cultural, estará a cargo de la docente del taller, Alejandra Marín, la fotógrafa Valeria Belluci y Eugenia Rodeyro (de la Editorial La Luminosa) y algunas de las autoras: Liliana Cabrera, Ana Fernández, Reina Vallejo y Romina Ausqui.
  
La exposición puede visitarse con entrada gratuita en Av. Del Libertador 8151 hasta el 13 de Septiembre en el Área de Fotografía (luego podrás encontrarla en la Sala 4 también del Conti hasta finales de Octubre) reúne una serie de imágenes tomadas con cámaras estenopeicas en la cárcel de mujeres por participantes privadas de libertad, que encontraron en el espacio del taller la posibilidad de desarrollar su expresión y creatividad a través de la imagen. Las fotos se realizaron entre el año 2013 y comienzos de 2014, período en que el taller contó con el acompañamiento y la participación de parte del staff del Centro Cultural Haroldo Conti y con el apoyo del Ministerio de Seguridad de la Nación.
    
Dónde: Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti (ex ESMA), Av. Del Libertador 8151.
Cuándo: Sábado 29 de agosto.
  
Sobre el taller
En el marco de la Asociación Civil Yo no fui, funciona desde marzo de 2008 en la Unidad 31 de Ezeizaun taller de fotografía, cuya modalidad fue en principio esencialmente práctica. Las mujeres participantes trabajaron con cámaras analógicas pockets y película color, desarrollando sus trabajos a partir de consignas impartidas por parte de las docentes. En la primera hora de clase se realizaban tomas, en la segunda se trabajaba grupalmente, editando el material de la clase anterior. De esta manera las participantes fueron adquiriendo, entre otras cosas, los primeros conocimientos del manejo de luz, encuadre, retratos y edición. A fines del 2008 se realizó la primera muestra de fotografía en el Centro Cultural Rojas, en la Legislatura de Buenos Aires y en la misma Unidad Penitenciaria.

 A partir de 2009, el taller se centró en la técnica estenopeica.  En un primer momento se desarrollaron los conocimientos teóricos y técnicos necesarios: comportamiento de la luz a través de cámaras estenopeicas, composición de la imagen, laboratorio, etc.
Para poder realizar este taller, fue necesario acondicionar clase a clase la peluquería, para convertirla en un laboratorio fotográfico. Las participantes trabajaron en el proceso completo, desde la construcción de la cámara hasta la obtención y posterior positivado de los negativos. Se utilizaron cajas de cartón que fueron transformadas en cámaras fotográficas y  papel sensible B&N. En los últimos meses del taller se incorporó la película color, para lo cual las alumnas debieron construir una cámara estenopeica con una caja de fósforos. A lo largo de estos años de trabajo, notamos que la demanda por el taller de fotografía ha aumentado de manera considerable y por otro lado, el taller comienza a tener un público cautivo en el circuito de la fotografía.  
Durante 2013 y comienzos de 2014, parte del staff del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti se sumó al taller, para conocer y acompañar el proceso de trabajo de Luz en la Piel. Las fotos que componen la muestra Iluminaciones fueron tomadas durante ese período.   Actualmente, el taller de fotografía estenopeica se trasladó a la Unidad IV de Ezeiza. El taller de fotografía Luz en la Piel se realiza con el apoyo del Ministerio de Seguridad de la Nación.  
  Más información: http://www.luzenlapiel.com.ar/  
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Sobre YoNoFui

YO NO FUI
 es una Asociación Civil y Cultural sin fines de lucro que trabaja en proyectos artísticos y productivos en los penales de mujeres de Ezeiza y, afuera, con las que recuperan su libertad.
El objetivo de YO NO FUI es acompañarlas en su proceso de inclusión social, dándoles un marco de contención emocional y herramientas para facilitarles una salida laboral, a través de la capacitación y la participación en diversos talleres; siempre promoviendo la autogestión. Actualmente, en las cárceles de Ezeiza se dictan los talleres de Carpintería, Tejido y telar, Poesía, y Fotografía. Fuera de los penales se ofrecen otros 9 talleres de oficios -realizados junto con el Programa de Formación Continua del Ministerio de Trabajo de la Nación- en las distintas sedes de YO NO FUI. En estos nuevos espacios (Serigrafía, Encuadernación, Dibujo y experimentación gráfica, Diseño textil y Periodismo, entre otros), mujeres con salidas transitorias o ya liberadas, y también hijos y familiares interesados en aprender, tienen la posibilidad de formarse en un oficio y capacitarse para emprender proyectos de trabajo autogestivos.  
Historia
YO NO FUI nació en el año 2007a partir de un Taller de Poesía realizado las cárceles de mujeres de Ezeiza. En el marco de esa actividad surgió en el grupo la necesidad de darle forma a un proyecto más grande que involucre otros temas: como el después de las chicas a medida que salen del penal. A partir del debate y la organización se decidió en qué actividades se iban a comprometer y, desde aquel momento hasta el presente, se creció en número de integrantes y proyectos atravesando diferentes etapas mediante el trabajo y la realización de actividades dentro y fuera de la cárcel. 

YO NO FUI realizó en Ezeiza tres ediciones del “Festival de poesía en la cárcel”, del que participaron poetas invitados como Diana Bellesi, Damián Ríos y Teresa Arijón junto a las integrantes del taller de la unidad; ciclos de Cine (proyecciones de películas más la visita al penal de sus directores, como fue el caso de Carlos Sorín); de Música (“No me digas que no” con artistas como Valeria Cini, Pablo Dacal, Julieta Rimoldi y KumbiaQueers, entre otros) y ferias americanas en la unidad 31, donde las chicas pudieron cambiar bonos por prendas donadas y recicladas. Fuera de la cárcel se realizaron dos ediciones del Supermercado de Arte y Diseño en el Centro en el Cultural Rojas (2009 y 2010) -lecturas y muestras con la participación de las integrantes de los talleres de las unidades-, donde se comercializaron las producciones de los otros talleres; se participó en Cafira (2011); se diseñó y produjo el arte de tapa del último disco del grupo de rock Las Pastillas de Abuelo, “Versiones” (2010) (que también incluye poemas inspirados en las canciones escritas en el taller de poesía); el documental «Tantas manos», que muestra el trabajo el trabajo realizado junto a Las pastillas del abuelo y las reflexiones que surgieron de ese proceso compartido.  
Más informaciónYoNoFui: www.yonofui.org.ar prensa@yonofui.org.ar
Tel.: 156 172 3202 /155 526 5309

Homenaje de Lobo Suelto! a Luis «Nono» Ortolani

Luis “Nono” Ortolani, el preso 26

por Victoria Ginzberg


La fuga del penal de Rawson se planeó en tres niveles. El primer grupo era de seis, los máximos dirigentes de las organizaciones Montoneros, PRT-ERP y FAR, que lograron subirse al avión que los llevó a Chile. Un segundo, de 19, salió de la cárcel, pero se quedó en el aeropuerto y terminó en la base Almirante Zar. Esos 19 fueron fusilados el 22 de agosto de 1972. Había un tercer grupo hasta contar 116, que era el número de personas que entraban en el avión que se pretendía tomar. “Si algo salía mal, el primero que se quedaba adentro, el preso número 26, que vengo a ser yo, tenía que llamar a los remises para que se fueran los otros”, cuenta Luis “Nono” Ortolani. El 15 de agosto de 1972 fue el encargado de negociar la rendición de quienes habían quedado dentro del penal. Una semana después, se enteró por radio de la muerte de sus compañeros. Desde ese mismo momento supo que la versión oficial era mentira de principio a fin, pero el detalle de cómo fueron los asesinatos lo supo en uno de sus traslados a Buenos Aires, cuando pudo hablar en el patio de Devoto con René Haidar y Alberto Camps, dos de los tres sobrevivientes de la masacre. Ortolani militaba en el PRT-ERP, estaba a cargo del área de propaganda. Lo arrestaron en 1972, en Córdoba, después de una reunión de la Escuela de Cuadros, en Salsipuedes, cuenta, y hace notar la ironía del nombre del lugar. Tiene 73 años, vive en Rosario y hace 24 años conduce el programa Hipótesis, en LT28.
–¿Cómo se empezó a hablar de la fuga?
–El preso político cae y lo primero que piensa es cómo fugarse. Cuando declaré el 2 de agosto en el juicio oral, hice esta comparación: en los ejércitos convencionales, en una guerra entre países, los soldados son civiles llamados a filas, no tienen obligación de fugarse, pero los oficiales sí, porque ellos han elegido la carrera militar. Como nosotros todos habíamos elegido ser combatientes y militantes teníamos obligación, nuestro pensamiento estaba en la lucha junto al pueblo, junto a nuestros compañeros, organizando a la gente.
–Y primero se pensó en un túnel.
–Al principio habíamos pensado en un túnel, pero el terreno de Rawson es muy jodido, salía tierra con piedras y eso lo llevábamos disimulado en mochilas que hacían las compañeras arriba y nos las mandaban. Había cosas que entraban de afuera, yo no sé cómo. Una de las claves de la fuga fue un celador. Los compañeros de la dirección iban entablando charlas con los celadores y encontraron uno que era afable y que tenía cierta afinidad. Sobre eso se le ofreció una compensación económica si contribuía con la fuga. Uno de los elementos que se tuvieron en cuenta para definir la fuga el día 15 de agosto era que estuviera él de guardia. Otro elemento era que fuera feriado.
–¿Y cómo se planeó esta fuga?
–La fuga se planeó con tres escalones: el primero eran los dirigentes principales, Mario Roberto Santucho, Enrique Gorriarán Merlo y Domingo Menna, del PRT-ERP; Carlos Osatinsky y Roberto Quieto, de las FAR, y Fernando Vaca Narvaja, de Montoneros. Ellos se fueron en un auto, son los que alcanzaron a tomar el avión, lograron llegar a Chile y después se exiliaron en Cuba. El segundo escalón era de 19, que completaba el número de 25. Durante la toma, ese grupo iba asegurando las distintas posiciones, la enfermería, por ejemplo. Los otros iban abriendo las puertas. El resto, hasta completar 116, participaba en la fuga desde distintos pabellones. A Agustín Tosco, que estaba en el penal, se le ofreció participar. El dijo que era un dirigente sindical y que iba a esperar que lo sacaran las masas con su lucha, pero que estaba de acuerdo y que lo que pudiera hacer por los compañeros estaba a disposición. Los milicos pensaban que ese lugar era inexpugnable, porque realmente era imposible venir desde afuera a tomarlo. Por eso, se invirtieron los términos: tomar el penal desde adentro e irse en un avión de línea. En el avión había 120 asientos, pero en Comodoro Rivadavia subían cuatro compañeros, por eso la fuga era para 116. Tenían que venir dos camiones o un camión y una camioneta. El problema es que en la guardia de prevención, que es el lugar más exterior de la cárcel, que está bastante adelante del muro, hay un guardia que se resiste, se produce un tiroteo y muere un guardia. El que venía en el primer camión escuchó los tiros e interpretó o creyó haber visto una señal con unas mantas y entendió que la operación había fracasado, pero no es correcto porque no había ninguna consigna para decir que la acción había fracasado. Si había problemas con los camiones, el preso número 26, que era el primero que se quedaba adentro, que vengo a ser yo, tenía la tarea de llamar a los remises para que se fueran los 19. Desde una de las oficinas que habíamos tomado, pregunté a los guardias, que estaban esposados, el número de los remises. Les dije que vinieran a buscar visitas. Teníamos 26 rehenes. Quedaron, además, de rehenes involuntarios, un matrimonio con una hijita que eran visita de un preso común.
–¿Qué hicieron ustedes en el penal mientras los 25 se iban al aeropuerto? ¿Se enteraron de lo que pasaba?
–Teníamos radio, nos enteramos de que los 19 habían quedado en el aeropuerto, que había habido algún problema, escuchamos la conferencia de prensa que se hizo allí. Mientras tanto, nos organizamos. Yo me coloqué muy cerca de una barricada que armamos con muebles en la puerta, en una puertita que conducía a las calderas, para poder, desde allí, hablar con alguien de afuera. Detrás de mí se iban formando escalones de compañeros armados. Yo hablaba con alguien, no sé quién era, pero algunos compañeros que tienen mejor oído me han dicho que era el capellán del penal, que después les transmitía a los penitenciarios. Yo nunca di mi nombre, éramos dos voces en la noche. De acuerdo con las instrucciones que yo había recibido de los compañeros de la dirección, pido lo mismo que los que ocupan el aeropuerto, que vengan jueces y periodistas para garantizar nuestra vida y nuestra integridad física. Me contestan que no se puede porque la zona ha sido declarada de emergencia al mando del general de brigada (Eduardo) Betti. Entonces yo le digo, después de una consulta rápida con mis compañeros, que las garantías nos las dé el general Betti por radio. Les digo, “si ustedes intentan tomar la cárcel por asalto, nosotros somos 110 personas, hemos tomado armas y estamos dispuestos a resistir y esto va a ser una masacre”. Lo primero que pedí es que dejaran salir a los tres civiles que habían quedado de rehenes involuntarios y no los dejaron salir. Cuando declaré en la causa les dije, “señores jueces, nosotros luchábamos por la vida y no por la muerte, porque el proyecto de la represión, que era tomar la cárcel por asalto, hubiera causado muchas muertes de los que estábamos adentro, pero también de los rehenes, e iban a tener bajas ellos, entre las cuales había soldados que eran ciudadanos civiles llamados a la conscripción, que, como sucedió con los soldados de Malvinas, nadie les preguntó si querían ir, y a estos otros nadie les preguntó si querían o no tomar una cárcel donde había guerrilleros armados dispuestos a defenderse”. Intenté con esta descripción decir que nosotros actuábamos con profesionalismo militante y no improvisados. El presidente del tribunal preguntó si era posible que hubiera una fuga improvisada. No mencionó la versión oficial de la marina sobre Trelew, pero se refería a eso. Le dije que las fugas siempre eran muy bien planificadas.
–Pero ustedes estaban dispuestos a resistir…
–Yo les decía que estábamos dispuestos a combatir pero que no queríamos hacerlo, que queríamos entregarnos, entregar las armas y los rehenes con la sola condición de que por radio se nos dieran garantías de nuestras vidas y nuestra integridad física. Eso se repitió varias veces a lo largo de la noche, porque el general Betti no estaba en un escritorio, estaba en su brigada. Las tropas iban llegando en camiones o helicópteros y cada vez que llegaban nuevas tropas, ellos avanzaban hacia el penal, Cuando los compañeros de atrás veían que avanzaban, se corría la voz hacia adelante, yo pedía nuevamente el diálogo y repetía mis argumentos. Esto se sucedió cinco o seis veces a lo largo de la noche hasta que a las siete treinta, el general Betti, dándole la formal de ultimátum, para mantener el principio de autoridad, nos dio las garantías. Dijo más o menos lo siguiente: “Este comando informa a los extremistas que se encuentran en estado de rebelión, ocupando ilegalmente la cárcel de Rawson, que a las ocho la cárcel será tomada por asalto. Si se rinden antes de esa hora y entregan las armas y los rehenes que tienen, este comando les garantiza su vida y su integridad física”. Ahí yo pedí hablar con un jefe penitenciario y dije que las garantías habían sido dadas, que ellos eran parte de esas garantías y que íbamos a enviar a los rehenes con las armas, que las íbamos a cargar en mantas para que los rehenes las arrastraran y que a las 8.15 íbamos a estar cada uno en su celda. Ellos dijeron que estaban de acuerdo y que a las 8.15 iban a entrar y si había gente fuera de su celda se iba a hacer fuego. Entraron, las garantías se cumplieron, no hubo, en ese momento, represión. Sí nos quitaron todo, quedamos a celda pelada, nada más que con el uniforme puesto, una muda de ropa muy escasa, una manta y el colchón. Nos proveyeron unas bacinillas porque el régimen quedó de puertas cerradas.
–¿Y el 22 cómo se enteraron de la masacre?
–Todas las cosas que sacaron de nuestras celdas, por lo menos en el caso del pabellón 5, quedaron en el medio del pabellón. En una salida al baño, un compañero logró robarse una radio pequeña y pudimos escuchar las noticias. De esa manera, la mañana del 22 de agosto nos enteramos de la masacre. Comenzamos a los insultos por la ventana y a avisar a los otros pabellones y se generalizó. La radio informó que hubo un intento de fuga, era la versión oficial, que la fuga había sido reprimida y que había muertos y heridos. Nosotros estábamos seguros de que había sido un fusilamiento, nunca se hace nada improvisado y menos en las condiciones en las que estaban ellos, los habían humillado, los habían hecho barrer desnudos, los golpearon. El 22 de agosto, sobre llovido mojado, aparte del dolor de saber que habían matado a nuestros compañeros, se nos vino una requisa con todo. Hubo golpes, costillas rotas, narices rotas, y todo lo que había quedado en el medio del pabellón lo tiraron en la cancha de fútbol y le prendieron fuego, guitarras, libros. Así quedamos durante 30 días. Después empezamos a salir de a poco, pero nunca fue el régimen de antes.
–¿Y cuándo pudo hablar con los sobrevivientes?
–En diciembre me trasladaron a Buenos Aires para declarar en el Camarón (La Cámara Federal en lo Penal, que se ocupaba de los presos políticos) y tuve oportunidad de hablar con Alberto Camps y René Haidar. Ellos estaban aislados en Devoto, en dos lugares distintos, pero después empezó a haber una vida más normal y pude hablar con ellos en el patio. El reencuentro fue muy triste, muy doloroso. Me contaron lo que se divulgó después, lo que escribió Paco Urondo en La Patria Fusilada. Relataron que a la madrugada les dijeron que hicieran el mono, en el lenguaje carcelario es poner todas las cosas en una manta y hacerle cuatro nudos, y que se formaran que los iban a trasladar a Rawson. Camps y Haidar estaban en las últimas celdas, por eso pudieron sobrevivir. Camps estaba con Mario Delfino, mi cuñado, al que le decían Cacho. Haidar estaba con Carlos Astudillo. En determinado momento empiezan a escuchar disparos de ametralladora. Primero creen que es un amedrentamiento, pero cuando miran adelante, ven que están cayendo, se dan cuenta de que los están matando y se tiran adentro de la celda. Ahí aparecen (los capitanes Luis) Sosa y (Roberto Guillermo) Bravo y empiezan a escuchar tiros de 45, están rematando. Camps y Delfino se despidieron de forma muy sencilla. Camps le dijo: “Bueno, Cacho, ésta es la boleta, chau”. “Chau, Alberto.” Entraron a la celda y les preguntaron si iban a declarar, contestaron que no y les pegaron un tiro a cada uno. A su turno, Haidar, para desorientar dijo “podemos declarar”, el tipo se desorientó, venía con la pistola a martillar y se retiró, pero vino otro y sin preguntarles nada les pegó un tiro a cada uno. Haidar me contó que el tiro le hizo dar una vuelta en redondo, cayó de rodillas con el cuerpo sobre la cucheta. El era muy corto de vista y los lentes se le habían caído a unos 30 centímetros de su cabeza. Veía los lentes, veía el charco de sangre que se formaba y sentía el silbido de sus pulmones, o sea que la bala le había atravesado los pulmones. Pensaba “¿agarro los lentes o no agarro los lentes? Si no los agarro, no veo nada, pero si intento agarrarlos y alguien me está mirando se da cuenta de que no estoy muerto y me remata”. Después entró otra gente de la Base que estaba ajena al grupo que perpetró la masacre. Haidar vio por el rabillo del ojo un guardapolvo blanco y se quejó para que vieran que estaba vivo y lo pusieron en una camilla, donde se desmayó. Se despertó en el Hospital Naval de Bahía Blanca.
–¿Cómo se vivía en el penal? ¿Había temor de que pudieran tomar las mismas represalias?
–Pensábamos que no. Confiábamos mucho en la solidaridad de la gente y eso es lo que nos salvó. Cada vez que había actitudes agresivas empezábamos a los gritos y desde afuera se escuchaba. El penal estaba en medio de la ciudad y siempre había alguien que iba a la cárcel a presionar. Salía en los diarios, movían a los abogados. A su vez, los periodistas, los abogados, los familiares eran amenazados.
–¿Cuándo salió en libertad?
–Salí de Devoto, con el Devotazo. Fuimos a visitar a nuestras familias y volvimos a la militancia. Caí preso de nuevo en 1975, estuve ocho años y medio, gran parte en Coronda.
–¿Qué expectativa le genera el juicio sobre la masacre que se está haciendo actualmente?
–Quiero destacar el apoyo que me dio la gente de Protección al Testigo del Ministerio de Justicia y las secretarías de Derechos Humanos de la Nación y de Chubut. Mi expectativa es positiva. Espero que les den un castigo merecido. En aquel entonces pensábamos en una justicia revolucionaria. Bueno, ahora se está juzgando por la lucha de muchos años, de familiares, de gente y también por la voluntad política de los gobiernos actuales.

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