Anarquía Coronada

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Clinämen: ¿Qué pasa cuando “reprimir suma votos”?

 

Conversamos con Juan Grabois, referente de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP). El cambio de escenario a partir de la represión de la policía en el Comedor Los Cartoneritos de Lanús. ¿Qué pasa cuando “reprimir suma votos”? La forma sindical para las luchas sociales. La perspectiva del Papa Francisco. El escenario electoral de cara a las legislativas.

Se cerró la grieta // Bruno Napoli


El negacionismo “sofisticado” o salvaje del actual gobierno (según el caso y el lugar) es repetido hace mas de 500 días por todos los medios posibles, sean estos editoriales, radios, declaraciones de políticos de toda laya, aquí y en el exterior. Niegan el genocidio, ponen en duda la cantidad de desaparecidos, igualan delitos de lesa humanidad a delitos comunes, etc, etc, etc.
Han operado el discurso de la “reconciliación” los responsables del genocidio –por caso La Iglesia Católica Apostólica Romana- que participó activamente de la desaparición de personas, ex militares y fascistas de turno que piden “no hablar mas del pasado”. Esto es negacionismo puro. A veces rancio (no hablar mas del pasado), otras sofisticado (“no importa si son 7000 o 30000”o “Ana Frank murió –no la asesinaron- por una dirigencia política que no supo unir…”)
Han pergreñado pasos en función de una amnistía “social” y consensuada por todos los medios posibles.
Acordaron con la Iglesia Católica Apostólica Romana y con la Corte (votada por todos los bloques de senadores) un paso doble: materializar el discurso que lleva más de 500 días repitiendo cuanto político facho de vueltas por aquí o por allá.
Los negacionistas festejaron el fallo de la Corte el primer día. A las pocas horas, y con encuestas en la mano, salieron a criticar el fallo de la Corte.
Hoy marchamos, junto a los que votaron los pliegos de Rosenkrantz, Rosatti y Higton de Nolasco, junto a los que aplaudieron a Milani, junto a los que durante mas de 500 días pidieron “no hablar mas del pasado”, junto a  los negacionistas, junto a los que dicen que no son 30000, junto a los que pidieron “terminar con el curro de los DDHH”, junto a jueces que negaron habeas corpus durante la dictadura….
Vamos a marchar igual, “juntos pero no revueltos” como dice Nora Cortiñas.
Hoy marchamos en una muestra más de lo novedoso de este Cambio.
Hoy el gobierno cerró la grieta.

Olvido y connivencia en el “campo psi porteño”. Un Pueblo luchando contra la impunidad para los genocidas // Gabriel Rodríguez Varela


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(un Dr. Psicoanalista hablando de “la función del dinero en psicoanálisis”)

“Prolongamos la palabra de aquellos que la perdieron por haberla dicho, o porque sus actos desbarataban realmente el decurso –no el discurso- del poder” L. Rozitchner.

Partimos de lo siguiente: el artículo del Dr. Lutereau publicado en Página 12 el 04/05/2017 (“Mi analista me ama. La función del dinero en psicoanálisis”) resulta un índice sintomático del estado de situación en lo que llamaríamos “campo psi porteño” –la delimitación geográfica responde simplemente al intento de evitar generalizaciones berretas; posibles excesos de “porteñocentrismo”-.
“Un toque” de historia.  Digámoslo: el “campo psi porteño” vio apoltronarse en sus altares académicos e institucionales, terror genocida mediante –picanas, desapariciones, exilios y  muertes-, todo ese “chamullo” metafísico del significante que aún hasta nuestros días regula los quehaceres en dicho espacio social e histórico. Ni olvido, ni perdón: la implantación del lacanismo como discurso  hegemónico en el “campo psi porteño” exigió de la Dictadura Genocida de los Videlas y los Blaquieres; de los Etchecolatz, y todos los hijos/as de puta –la precisión en este punto es indispensable- que completaran algún día, en eso estamos, la serie. En otras palabras: el lacanismo se sirvió de los “mandados de clase” de los milicos. Mientras borraban del mapa (muchas veces sic. lit.) las voces críticas a “Su Causa Freudiana”: ello/as mutis (silencio cómplice y Metafísica). Silencio cómplice para defender una “Lucha” que es la suya (“La Lucha” por la supervivencia de “El Psicoanálisis”) y que no es la nuestra. La nuestra es “Memoria, Verdad y Justicia”.
Las voces críticas a su discursillo a/histórico, a/político y despótico, ya no estaban para alzarse indignadas ante tamaña impostura. “No estaban ni vivos, ni muertos…”. (hay que escuchar el desprecio con el que los/as Psicoanalistas, aún hoy, al tiempo que hacen gala de un “anti-capitalismo” todo terreno, se refieren a los movimientos populares). He de allí que el lacanismo,  al menos en el “campo psi porteño” – retomando la prudencia de origen-, se implantó cual portador de Verdad sin discutir nada o casi nada de los postulados fundantes de su cuerpo teórico; ni de los “efectos”/límites prácticos (no praxis) a los que este podría inducir; ni de las condiciones histórico sociales que posibilitaron su advenimiento como dogma/doxa del campo. (Quienes podrían criticar: “No estaban ni vivos, ni muertos”).
Y después de aquello… La cantinela que retumba hasta nuestros días: “Como dice Lacan…. a las unas, a las dos, y a las tres: Amén”.
Parafraseando a León, hay una historia de rebeldías y terror genocida (también de connivencia), de lucha a muerte y derrota, de la que no se habla; de la que está prohibido hablar (¿desaparecida?). Hay vencedores y vencidos en la conformación del estado de situación actual del “campo psi porteño”. Y es ahí que se nos viene la pregunta: ¿es posible asumirse hoy día “Psicoanalista” –engendro de ese campo- sin desconocer esa historia? O por el contrario, la investidura identitaria de “sabedor/a ducho del inconsciente” exige ser artífice (cómplice) de ese “olvido”.  Al parecer, son férreas las condiciones que el poder nos impone para mantenernos con vida  (“la exclusión social”: el fantasma que late en el silencio cómplice).
La precisión es sutil y no hay que ser injustos.  En el “campo psi porteño”  también hay trincheras de resistencia, e incluso dentro del lacanismo no todos/as se muestran tan cómodos con las imposturas y el olvido de “El Movimiento”. No obstante, el campo perceptivo engendrado desde aquel entonces, devenido doxa/dogma del espacio social e histórico en cuestión, aún lleva consigo las marcas del Terror; de la derrota y sus límites (a modo de corolario: basta darse una vueltita por la Facultad de Psicología de la UBA). Los individualismos burgueses “camuflados” de apuesta subversiva por la emergencia de un singular irreverente ante la voracidad masificante de El Capital; la prevalencia como índice de verdad de un Idealismo Hegeliano de saldo en desmedro de la experiencia corpórea/sensible (¿desaparecida?); el despotismo ilustrado del Dr. Lacan como modelo humano –identificatorio-; una misógina “estructural” (o machismo genocida, si se prefiere) ahora, y en buena hora, mostrando indicios de reformulación crítica, tal vez: en vistas a mejorar la oferta de la empresa para ajustarse a las necesidades “morales” de sus consumidores progres; una voluntad de patíbulo profetizada por su discurso para con “Las Madres”, cuando aquí, en nuestra tierra, son precisamente ellas, “Las Madres” (y no el fachirulo excéntrico de Lacan), la tierra fértil en donde rebrotan atisbos de vida digna; todo eso…. Y mucho más, como por ejemplo: el hecho de que un encumbrado Dr. Psicoanalista pueda hablar/escribir/publicar sin pudor sobre un tema tan pero tan banal y trivial, tan mezquino; tan distante del drama nacional, como lo es el tema de “la función del dinero en psicoanálisis”,  mientras lo que está en juego entre nosotros/as es la impunidad del genocidio; la Memoria, la Verdad y la Justica; todo eso, y mucho más de lo mismo: parecería no poder explicarse, en su volverse dogma/doxa, “sentido común psi” y no insoportable experiencia de lo indignante, sin el olvido (silencio cómplice) de aquella connivencia inicial entre el insipiente lacanismo argento y el terror genocida. 

El después de la cárcel: la importancia de las salidas transitorias para poder reinsertarse // Liliana Cabrera

Hoy estoy acá, representando a la organización YoNoFuien las Jornadas “Justicia de Género para una Ciudad Global”. Todavía tengo el pulso acelerado y me transpiran un poco las manos mientras observo todo y pienso ¿Cómo llegué desde la cárcel donde estaba presa, a ser invitada a disertar en este lugar? Y pienso: uno, no es sin los otros.
Cuando llegás a un penal, el sistema te destruye, aniquila tu individualidad para hacerte parte de una masa de personas que solamente son reconocidas como un número de legajo o un número de expediente, que son tratadas como un paquete -porque así te llaman los guardiacárceles- haciéndonos sentir que ya no somos más parte de la sociedad.
Lo único que me permitió preservar la idea de que seguía siendo una persona fue la posibilidad de participar de los espacios educativos que dictan las organizaciones sociales y las Universidades. Así fue que empecé a participar de los talleres de poesía y de fotografía estenopeica de YoNoFui.
No fue fácil porque salir a “Educación” es parte de una lucha constante con el personal penitenciario. En esos espacios encontré la contención necesaria para poder seguir adelante, pude confiar en los otros y sentir que los otros confiaban en mí; allí conocí mejor a mis compañeras, hablábamos de cosas que no surgían en el pabellón, no era necesario que estemos alertas o a la defensiva como suele instigar ese sistema a las personas detenidas; entre mate y mate fuimos creando lazos de afecto.
Los talleres eran vida y fuerza colectiva en un tiempo que había nacido muerto, nada positivo hubiera nacido de la cárcel de no haber existido la posibilidad de ser parte de esos talleres. Ese espacio vivo eran las mujeres que lo habitaban, las compañeras de “adentro” y de “afuera”, las profes que venían, la posibilidad de pensar y crear juntas. Así fueron pasando los años, ocho en total.
La poesía se fue haciendo parte fundamental de mis días, fue la posibilidad de hablar de cosas de las que nunca había hablado, incluso fui perdiendo el tartamudeo severo que arrastraba desde hacía años. Publiqué tres libros de poemas estando detenida y creé una editorial cartonera en la cárcel. No fue fácil entrar las herramientas y los insumos al penal, explicarle al Servicio Penitenciario porqué era importante que nuestras voces sean escuchadas fuera de los muros; lo logré gracias al apoyo colectivo, de YoNoFui y de todas las compañeras que se encontraban detenidas conmigo.
Pero lo que realmente me preparó, dándome los cimientos necesarios para vivir en libertad (porque pude volver a sentir lo que era cruzar una calle, viajar en colectivo, capacitarme, tener una rutina fuera de la cárcel, conocer personas e ir creando vínculos) fue la oportunidad de salir en transitoria por estudio, instancia a la que uno llega con mucha paciencia y muchos sacrificios, porque no se accede fácilmente a las salidas transitorias, son muchos los requisitos que uno tiene que cumplir.
A la hora de salir traté de unir los fragmentos rotos de una vida que ya no existía, que el encierro terminó de destruir, llenando los vacíos con una nueva trama de afectos, que se fue tejiendo a y fortaleciendo con mi salida transitoria. Empecé a estudiar Periodismo en el Taller de YoNoFui, en el barrio de Palermo. Ahí me fui rodeando de personas en quienes confiar, de compañeras que pasarían a ser tan importantes para mí como una familia, un lugar donde anclar toda una vida de incertidumbres.
También pude capacitarme en Gestión de redes sociales, Data Management, tagging, a partir de una alianza que YoNoFui tenía con la empresa social Arbusta. Para mí todo era nuevo, cuando yo entré al penal, no conocía Facebook o Twitter, o tenía una vaga idea de la web. Hoy soy Community Manager en las redes de YoNoFui, soy docente de ese mismo taller que integraba en la unidad de Ezeiza y trabajo entre otras cosas, como moderadora del diario que usted está leyendo (la nota salió publicada en el diario La Nación).
A más de tres años de estar en libertad condicional, en tiempos en que se busca la modificación de la Ley de Ejecución Penal 24.660, normativa que rige la vida y las condiciones de alojamiento de las personas privadas de libertad, me parece importante contar mi experiencia y las razones por las cuales me parece tan necesario que esta ley, cuyo fin es la inclusión de las personas, no sea modificada. La reforma propone por ejemplo, quitar las salidas transitorias ordinarias, por estudio y laborales, la posibilidad de salir en libertad condicional, el endurecimiento en las condiciones de alojamiento de un sistema cuyo fin según dice esta misma Ley es dar herramientas para la “resocialización”, no el castigo.
Yo ofrezco mi testimonio que habla de la importancia de ese cruce necesario entre el “adentro” y el “afuera” porque es cierto que quienes tuvimos acceso a la educación y al acompañamiento en el proceso de recuperar la libertad, no reincidimos. Hubiera sido imposible para mí, como para tantos otros, tener este presente, sino hubiera tenido la posibilidad de capacitarme, de poder proyectar un futuro diferente, para construir otra vida en libertad.
[fuente: Diario La Nación]

La seguridad se construye con justicia, educación y trabajo Instituciones y organizaciones sociales rechazamos la Reforma de la Ley 24.660

 
La Cámara de Diputados de la Nación discutirá en los próximos días la modificación de la Ley 24.660 de ejecución de la pena privativa de la libertad (expediente CD 90/16). Distintas organizaciones sociales, organismos de derechos humanos, universidades, fundaciones, académicos, operadores judiciales, familiares y personas detenidas y liberadas manifestamos nuestra preocupación ante lo que consideramos una respuesta rápida e ineficaz al problema de la inseguridad que nos atraviesa.
La manipulación demagógica del femicidio de Micaela jugó un papel fundamental en la activación del tratamiento de la ley y vino a reponer un discurso altamente represivo y punitivista. Esta reforma nos atrapa en el endurecimiento de la política penal, simplificando la realidad y ubicando en el mismo plano delitos de diferente orden, como los delitos contra la propiedad, los delitos contra la integridad sexual, y el femicidio. Experiencias de este tipo de reformas las vivimos años anteriores con la llamada Ley Blumberg (2004), y con el fracaso que supuso la conocida Ley Petri en Mendoza (2012), y las estadísticas que surgieron desde su entrada en vigencia confirman que creció sostenidamente la población carcelaria y sin impacto sobre el delito, evidenciando que el problema de la seguridad no se resuelve con más cárcel.
En relación a los delitos contra la integridad sexual y los femicidios, sobre los que se apoya no solo esta reforma sino parte del discurso mediático, creemos que a diferencia de los otros delitos, éstos requieren de un tratamiento específico y de dispositivos acordes a su complejidad.
La ley vigente tiene como objetivo a través de la progresividad de la pena preparar a las personas para asumir una libertad responsable. Lo cierto es que la ley no se cumple. Creemos que esta reforma acentuará los conflictos y no plantea soluciones a las problemáticas existentes en las cárceles: la superpoblación, el hacinamiento, la falta de asistencia a la salud e higiene, el acceso a la educación, la mala alimentación, la violencia física y psicológica, y el uso de la tortura como prácticas habituales.
La norma tampoco propone soluciones a la falta de políticas pos penitenciarias, lo que supone falta de compromiso y seguimiento con los liberados y más desatención de las víctimas, y en términos legales viola el principio de resocialización que es el único fundamento de la pena en nuestra Constitución Nacional y desconoce los tratados internacionales a los que nuestro país ha subscripto.
La población que habita las cárceles se compone mayormente de personas que provienen de familias pobres con un bajo nivel educativo y que se encontraban desocupadas al momento de su detención. Desde nuestra experiencia en el trabajo dentro y fuera de las cárceles, podemos afirmar que la posibilidad de estudiar y trabajar en el encierro, así como en las salidas transitorias, amplían el mapa de relaciones afectivas y de contención material, permitiendo la transformación hacia nuevos modos de vida. Según un estudio realizado en el año 2015 por la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires y la Procuración Penitenciaria Nacional, el 85 % de las personas privadas de libertad que estudian, no reinciden. Esta es una verdadera política de seguridad.
En respuesta a esta reforma queremos presentar nuestro trabajo como otro modelo de construcción de una sociedad más segura y con pleno ejercicio de derechos para todos sus ciudadanos. Los firmantes llevamos a cabo propuestas académicas, educativas y de formación en artes y oficios, y conformamos cooperativas de trabajo como medios para la subsistencia; estudiamos el régimen de ejecución de la pena; desarrollamos dispositivos de acompañamiento integral y construimos herramientas concretas para la integración social y laboral de personas privadas de libertad, liberados y familiares. Creemos que estas acciones son herramientas eficaces para evitar la reincidencia.
Tal como sucedió en la Cámara Alta, donde se pudieron escuchar todas las voces, exigimos que los diputados abran el debate y convoquen a las organizaciones, instituciones, familiares y liberados para pensar conjuntamente otros modos de abordar el problema de la inseguridad, en vez de disponerse a aprobar rápidamente una reforma que, creemos, no solucionará los conflictos dentro ni fuera de las cárceles.
Convocan:

Red de Cooperativas de Liberados y Organizaciones Sociales en Contextos de Encierro* – Universidad Nacional de San Martín (IDAES, CUSAM, Programa de Articulación Territorial / UNSAM) – Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) – Comisión Provincial por la Memoria (CPM) – Procuración Penitenciaria Nacional (PPN) – Programa de Extensión en Cárceles-Facultad de Filosofía y Letras- UBA -Colectivo Ni una menos – Nora Cortiñas (Madres de Plaza de Mayo – Línea Fundadora) – Curan en la Opción por los pobres

*Conforman la red: YoNoFui – Hombres y mujeres libres – Rancho Aparte – Limando Rejas – Esquina Libertad – Taller Reverdecer – Cooperativa de Trabajo Inclusión en Bloque – Pensamiento Villero Contemporáneo (PVC)
Adhieren:

Frente Sin Reversa – Instituto de Estudios Comparados de Ciencias penales y sociales (INECIP) – Centro de Estudios de Ejecución Penal – Facultad de Derecho (CEEP -UBA) – Centro de Estudios en Política Criminal y Derechos Humanos (CEPOC) – Campaña Nacional contra la Violencia Institucional – Asociación Civil de Familiares de Detenidos (ACIFAD) – Grupo de Estudios sobre Educación en Cárceles (GESEC) – Cátedra de derecho penal y género. Especialización en derecho penal. UNLP – Programa de Estudios Sobre el Control Social (PECOS) – IIGG – UBA – Instituto de Investigación y Experimentación Política (IIEP) – Cátedra de Formación y Acción Comunitaria de la Secretaría de Cultura UNLP –Agencia para la Libertad- Fundación El Arte de Vivir- Comisión Investigadora de la Violencia en los territorios – Colectivo Radio La Cantora – Atrapamuros – Asociación Civil Camino hacia el Siglo XXI – Centro de Orientación para Familiares de Detenidos (COFAM) – Agrupación Lucía Cullen – YvyPorá Tierra Fertil – Comisión Nacional de Liberados – Cazona de Flores -Centro de Formación Profesional N° 24 – Colectivo de Mujeres Osadía – Colectivo Trafo – Frente Social y Político La Brecha – H.I.J.O.S Capital – Biblioteca Popular La Carcova – Centro Cultural Deportivo y Los Amigos – Mesa Reconquista – Clínica de la Vulnerabilidad Programa UBA XXII.

Texto leído en la Conferencia de Prensa #NoAlaReformaDeLa24660

Clinämen: No al 2×1, potencias de la plaza

¿Qué marcas y desafíos dejó la masiva marcha para repudiar el 2×1? ¿Es posible trasladar esa fuerza a otras luchas relacionadas? La gran tarea de evidenciar los múltiples reversos de la misma moneda.

http://ciudadclinamen.blogspot.com.ar/

La Universidad del Salvador, Bergoglio, Guardia de Hierro y Massera // Carla Torres

“Quiero agradecer a la Armada, el otorgamiento de esta importante distinción por parte de las autoridades de la Universidad del Salvador, distinción que he aceptado exclusivamente en la seguridad de que no se trata de un homenaje personal sino un homenaje a la Fuerza que tengo el honor de comandar”. 

Emilio Massera, al recibir la distinción Honoris Causa en la Universidad del Salvador
En la entrevista realizada a Alejandro Tarruella en el programa radial Basta de Zonceras, el autor excluye a Bergoglio de la agrupación peronista de derecha “Guardia de Hierro” y redobla la apuesta explicando cómo Guardia no era, en verdad, de derecha. No menciona en la entrevista la posible vinculación de Bergoglio con la mención Honoris Causa que se le entregó a Massera el 25 de Noviembre de 1977.
¿Por qué la Universidad del Salvador ha sido tan esquiva ante el pedido de desagravio de esta mención? El Honoris Causa sintetiza y (refutaría) dos hechos que Tarruella comentó en el programa radial: Que Bergoglio no estuvo vinculado a Guardia de Hierro y que sólo hubo un episodio al respecto, que se relacionó con el desligue que la Compañía de Jesús realizó de sus instituciones educativas en los años 70. Para comprender la importancia de Bergoglio en la historia de Guardia de Hierro y en la Universidad del Salvador, debemos repasar el primer hecho del cual forma parte: el traspaso de jesuitas a guardia de hierro.
La Universidad del Salvador estuvo a cargo de la Compañía de Jesús hasta el año 1973. Dejó estarlo bajo la gestión de Bergoglio como provincial y Camargo (luego Vicerrector). Bergoglio era el provincial de la Compañía cuando recibió la orden por parte de Pedro Arrupe, indicándole que la compañía de Jesús estaba en quiebra y era absolutamente necesario que se desprendiera de todos sus bienes. Estalla así, un conflicto entre Bergoglio y los jesuitas, para quienes la Universidad del Salvador era un bastión de la educación progresista y jesuita. Todo indicaría que el peso que Bergoglio tenía en la Compañía de Jesús no era el de un mero cumplidor de órdenes. Las declaraciones del ex cardenal hacia 1974 para concretar el traspaso fueron sobre la “continuidad del espíritu jesuítico: lucha contra el ateísmo, avance mediante el retorno a las fuentes y universalismo a través de las diferencias”.
“Universidad del Salvador con la reconstrucción nacional”
Partiendo de una intensa actividad política y también académica, en 1973 asumió el decanato de la Facultad de Ciencias Sociales, el jesuita y sociólogo Cesar Sánchez Aizcorbe, luego de la salida de Carlos Floria en medio de un presunto conflicto ante los inminentes cambios en los planes de estudio. Aizcorbe tenía una intensa actividad política y su secretario era Adolfo Nelson Fontanella (desaparecido el 23 de Noviembre de 1978), estudiante de ciencia política, presidente de Acción Católica e integrante de Montoneros. Las agrupaciones peronistas de la Universidad habían apoyado la designación de este nuevo decano con entusiasmo. Existe un quiebre en el paradigma, en el mundo interno de la universidad, cuando se publica en 1959 el Concilio del Vaticano II. Se produjo una disputa dentro de la iglesia con un ala más progresista de izquierda y un ala de derecha. Esta disputa eclesiástica se vio reflejada y golpeo de lleno en la Universidad del Salvador.
La agrupación Bases Peronistas de la Universidad del Salvador se había convertido en una rama de la Juventud Universitaria Peronista. Los antecedentes poco eran de un estudiantado manso: los alumnos se habían movilizado ante el Rodrigazo, se habían solidarizado con la noche de los bastones largos, y las acciones no daban signos de punto final. El traspaso de la Universidad también fue un efectivo método para su despolitización. La asociación civil que asume la conducción de la Universidad estaba compuesta por cuadros de Guardia de Hierro, entre ellos, el rector Francisco Piñón.
El traspaso: desactivar la Universidad y preparar la llegada del golpe
Cuando el traspaso fue consumado muchos estudiantes comienzan a dejar la facultad. Bajo la gestión de Guardia de Hierro, agentes del batallón 601 se infiltraron en las Facultades. Guardia de Hierro acelera su ingreso a la Universidad del Salvador durante el gobierno de Isabel Perón y el auge de la Triple A.
No es casual que el traspaso se haya realizado en los albores del Golpe de estado: La tarea era desactivar la Universidad del Salvador como célula política, ámbito de militancia y formación, así como semillero de cuadros dirigenciales de las organizaciones juveniles de aquel momento. Lo logran: Hacia 1977, la Universidad había perdido gran parte de estudiantes, se había desactivado gran parte de su militancia y muchos, inclusive los Centros de Estudiantes, habían pasado a la clandestinidad. Luego del golpe de estado la Universidad comienza a tener diálogos con la fuerza naval, que estaba a cargo de Emilio Massera. 
Tampoco es nueva la información que se pueda aportar sobre los vínculos de Bergoglio y Guardia de Hierro, en especial cuando la documentación oficial de la Universidad sobre sus vínculos con Massera jamás conoció la luz y existen numerosos autores que ya han analizado esta temática, pero si se puede (y se debe) realizar otra lectura a la luz de ciertos acontecimientos que vivimos como alumnos y como parte del Centro de Estudiantes, también como egresados que han tenido la oportunidad de sentarse a negociar demandas en el mismo rectorado en que la serie “Francisco” ubica a un joven Bergoglio atosigado por lo situación política argentina.
En el año 2011, desde el Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad del Salvador se decidió realizar un homenaje a los alumnos, egresados y docentes detenidos-desaparecidos durante la última dictadura. Creemos fehacientemente que la resistencia del rectorado a abordar temas vinculados a la dictadura era notoria: Bergoglio no era Papa aún, y la Universidad no tenía intenciones de asociar al cardenal y a sus directivos con el golpe. 
La Universidad nunca efectuó ningún homenaje ni reconocimiento institucional a los alumnos y egresados detenidos-desaparecidos que el Centro de Estudiantes rastreó como pertenecientes a nuestra casa de estudios gracias a la ayuda de Madres Línea Fundadora, CONADEP y el testimonio de docentes: Jorge Alberto Money, Pablo Lepiscopo, Cristina Turbay de Casariego, Mónica Pites, Ricardo Emilio Riobó, José Luis Casariego, Graciela Gonzalez Marelli de Duarte, Roberto Carri,  Esperanza de Cacabelos de Salcedo, Beatriz Perosio, Susana Mujica,  Cristina Fernández de Colomer, Juan Carlos Cuestas Anzorena, Ricardo Néstor Tajes García, Adolfo Nelson Fontanella, Pablo Basilio y Carlos Adolfo Surraco Britos, Gustavo Gaona, Laura Susana Di Domenico, Nélida Cattoni, María del Carmen Sabino Vidal, Carlos Raúl Pargas Fleitas, María Marta Vásquez, Mónica María Candelaria Mignone. 
Luego del homenaje decidimos dar el siguiente paso: elevar una solicitud de quita y desagravio de aquel hecho que la Universidad no logra desenterrar de su historia y que los medios rememoran en algunas ocasiones: El honoris causa a Emilio Massera que la institución, bajo la conducción de Guardia de Hierro, entregó al genocida el 25 de Noviembre de 1977. La Universidad esquivo el tema, lo minimizó y cuando la periodista de Tiempo Argentino María Sucarrat los consultó al respecto para su nota del 24 de Noviembre de 2012: se conoce el hecho, pero no hay información. La postura dominante siempre fue el silencio sepulcral: ¿cuidando la imagen de Bergoglio? Quien dice USAL dice Guardia de Hierro, y quien dice Guardia de Hierro dice Bergoglio. El resto, es vox populi.
La Universidad siempre ha declarado la falta de documentación al respecto y de allí deriva la supuesta imposibilidad entonces, de proceder con el desagravio. El Centro de Estudiantes recibió una respuesta similar a la que recibió la periodista Sucarrat: “No tenemos nada sobre el Honoris Causa”. Esta misma falta de documentación es la que siempre nos impidió, formalmente, comprobar con total certeza la participación de Bergoglio pero no nos dificulta ejercer la memoria en cuanto la historia de nuestra Universidad se trata. Esta avergonzante mención se entregó el 25 de Noviembre de 1977, en donde funcionaba la Facultad de Psicopedagogía de la Universidad. El mismo año secuestron a tres de sus estudiantes Gustavo Gaona, María Cristina Fernández Colomer y Graciela Marelli.

[fuente: http://www.agenciapacourondo.com.ar/]

Cuando me recuerdes: La memoria como una práctica en la Universidad del Salvador // Carla Torres


El presente trabajo tiene como objetivo realizar un aporte significativo para reconstruir  la historia de la Universidad del Salvador durante la última dictadura militar como aporte a la memoria institucional de la misma. En este caso, se ha realizado una investigación junto con organismos de derechos humanos para reconstruir la historia de vida de aquellos estudiantes, docentes y egresados de nuestra Universidad que fueron víctimas de terrorismo de Estado y continúan desaparecidos. Sostenemos que la memoria y el olvido constituyen dos cuestiones políticas y fundamentales para forjar identidad y, en este caso, la identidad de la institución. Por estos motivos esque realizamos esta investigación,  a los efectos de poder a aportar al trabajo cotidiano en la esfera de  los derechos humanos en la Argentina.
El contexto histórico
El 29 de Mayo de 1970, un grupo de jóvenes nacionalistas católicos secuestró al general Aramburu, presidente de facto entre los años 1955 y 1958, para someterlo a juicio popular y luego fusilarlo en una quinta en las afueras de Luján.
Muchos eran los rumores acerca del secuestro del general Aramburu, ya que parte de la sociedad creía aquella versión que culpaba de este nuevo episodio de la política argentina a los  mismos compañeros de armas de Aramburu. Circulaba la versión que el secuestro fue  perpetrado por facciones internas de las mismas Fuerzas Armadas, debido a las maniobras que  el ex presidente protagonizó  contra el gobierno autoritario de Onganía.
Pero no fue así. En mayo de 1970, la radio “El Mundo” difundió un comunicado de prensa donde una agrupación declaraba haber secuestrado al General Aramburu de su domicilio privado a las 9.30, cumpliendo con una orden de su propia conducción con el fin de someterlo a “juicio revolucionario”, ya que sobre dicho general pesaban los cargos de “traidor a la patria y al pueblo” y así como también el asesinato de 27 argentinos. El comunicado de prensa estaba firmado por una nueva organización armada que se presentaba en la Argentina convulsionada y constantemente gobernada por juntas militares desde el derrocamiento de Perón. En efecto, el comunicado estaba firmado por el comando “Juan José Valle- Montoneros”. Luego del asesinato de Aramburu, la organización difundió otro comunicado, en el cual se atribuían una identidad peronista, pero también católica- nacionalista.
Desde ese momento, los Montoneros se convirtieron en la organización guerrillera más activa del país. Los responsables del asesinato del General Aramburu fueron finalmente asesinados por las Fuerzas Armadas, pero la agrupación Montoneros continuo en funciones así como en crecimiento,  nutriéndose de aquellos jóvenes peronistas que se sentían interpelados por su propuesta y creían en la necesidad de la toma de armas para lograr el regreso de Perón, acabando así con la proscripción del peronismo y lograr la toma del poder. Esta fue, en verdad, el ala izquierda del peronismo, que conjugaba una lectura  revolucionaria, a diferencia  de los  sectores de centro y  derecha del  movimiento, nucleados en organizaciones políticas tales como  la Guardia de Hierro, o bien sectores nacionalistas de los Tacuara o los  sindicalistas tanto vandoristas o participantes activos del sindicalismo peronista.  
Cabe destacar que mucho antes del asesinato al General Aramburu, ya había tenido a lugar en el norte de nuestro país, en Tucumán, la primera experiencia guerrillera de tipo rural. Jóvenes peronistas realizaron un levantamiento y asalto en Taco Ralo (1968); pero su intento de toma de poder fracasó, ya que fueron capturados. El líder de aquel experimento fue el histórico militante Peronista Envar “Cacho” El Kadri, que fue liberado años después, con la amnistía del Presidente Héctor J. Cámpora. De hecho, El Kadri estaba preso cuando escuchó por la radio el comunicado de Prensa de los Montoneros.
Pero Montoneros no fue la única organización guerrillera activa en la Argentina. La organización conocida como PRT-ERP, fundada por militantes de la izquierda revolucionaria, se abocó a la lucha política, sindical y también militar, a partir del su quinto congreso.  Montoneros y el PRT-ERP fueron las dos principales organizaciones político-militares que practicaron la lucha armada en la Argentina a finales de los años sesenta, si bien existieron otros destacamentos menores.
El presente trabajo se detiene en los casos investigados hasta el momento. La emergencia de la lucha armada, junto con el incremento de la actividad sindical y política a partir del Cordobazo (1969) y de otros estallidos, hizo que la Argentina atravesara la etapa más convulsionada de su historia política moderna, en un contexto latinoamericano caracterizado por rebeliones y desafíos al poder represivo del estado, que jaquearon el orden conservador y colonial establecido. Mientras Perón dirigía el movimiento desde su exilio en España, y los militares de la Revolución Argentina proscribieron cualquier actividad política e inclusive los partidos políticos, una serie de gobiernos de facto se sucedieron, alternándose con periodos de democracia limitada, en un marco de sucesivas crisis económicas e institucionales. Cabe mencionar que durante el periodo entre 1955-1973, las Fuerzas Armadas garantizaron e impidieron el regreso del peronismo a las urnas y al poder.
En este contexto emerge la lucha armada, y cabe destacar que ambas organizaciones guerrilleras recurrían a prácticas político-militares diversas como la captura de armas mediante asaltos a armerías, así como también el desarme de policías, asaltos a bancos para la financiación de las operaciones y actos de propaganda armada en las fábricas que se encontraban en situación de conflicto gremial. Sin embargo, resultaba evidente que las dos principales organizaciones político-militares no tenían un proyecto político necesariamente en común. Provenían de doctrinas políticas completamente diferentes; el peronismo y el marxismo.
El dirigente Héctor Cámpora dio lugar a “La Hora de los Pueblos”, una mesa de diálogo junto con otros partidos políticos, y logró saltear todos los contratiempos y obstáculos que el Gobierno Militar colocaba en su camino, corriendo contra reloj para hacer efectivo el regreso de Perón a la Argentina. “El tío” reorganizó el movimiento peronista y dio espacio a una nueva rama juvenil dentro del mismo. El FREJULI resultó así victorioso en las elecciones nacionales que daban inicio a un nuevo período democrático, luego de que Balbín renunciara al Ballotage.
Esto se vio reflejado en la primera elección después de 17 años de proscripción del Movimiento Peronista, dictaduras militares y gobiernos civiles condicionados por las fuerzas represivas. El gobierno de Lanusse aceptó la salida de la situación mediante un acto eleccionario democrático y sin proscripciones para partidos políticos–aunque se prohibió la postulación de Juan Domingo Perón-, realizado el 11 de marzo de 1973 y que condujo a la victoria del delegado personal de Perón, Héctor Cámpora. La salida electoral sin la proscripción del peronismo obligó a los sectores de la izquierda revolucionaria no peronista a redefinir sus estrategias de participación política ante el cambio de la situación. Por ejemplo, el PRT-ERP no logró generar una estrategia clara o coherente  previa a las elecciones del 11 de marzo de 1973, ya que dicho partido no  logró  gestar una respuesta organizada  frente al comicio mencionado.
Una de las promesas de Cámpora, era la amnistía para los presos políticos en la cárcel de Villa Devoto, hecho que cumplió: la libertad a militantes históricos, entre ellos los presos de la experiencia “Taco Ralo”.
Ante la inminente voluntad de Perón de volver a ejercer las funciones de Presidente de la Nación, Cámpora y su vice-presidente, Solano Lima, renunciaron a sus respectivos cargos en julio de 1973. El nuevo presidente Raúl Lastiri, vinculado al Ministro López Rega, convocó a elecciones nuevamente en septiembre de 1973. Perón arrasó en la elección  y asumió en octubre de ese mismo año. Su tercera presidencia estuvo marcada a fuego por las disputas entre el peronismo de izquierda y de derecha. El sector más reaccionario de la derecha peronista  respondió con la creación, a finales de 1973, de la Triple A, organización digitada por el Ministro de Bienestar Social, López Rega, que se dedicó al asesinato de militantes y dirigentes vinculados a la izquierda peronista y no peronista.
La ruptura interna dentro del Movimiento Peronista se consumó públicamente el 1 de mayo de 1974, cuándo Perón enfrentó a la columna de la Juventud Peronista (en ella Montoneros y las FAP) de Plaza de Mayo, en respuesta a los cánticos que cuestionaban la presencia de la derecha peronista en el gobierno nacional. Dos meses después de este acontecimiento, el 1 de julio de 1974, Perón falleció.
La situación no podía ser más grave, el pacto social se deterioraba cada vez más, la inflación seguía su curso ascendente y Argentina recibía los coletazos de la crisis internacional del petróleo. Además de las convulsiones de la economía, la crisis institucional se agravó producto de la desaparición física de Perón. Además del alto grado de violencia imperante, la conflictividad laboral iba en aumento, mientras las principales organizaciones político-militares ya habían pasado a la clandestinidad, o bien reiniciado las operaciones que se habían suspendido durante el breve interregno de los 49 días de Cámpora.
En 1975 el poder ejecutivo dio comienzo al operativo Independencia en Tucumán, a los efectos de aniquilar la actividad del PRT-ERP y en junio-julio se produjeron las históricas movilizaciones obreras en Córdoba y Buenos Aires, conocidas como el Rodrigazo, que provocaron el desplazamiento del Ministro Celestino Rodrigo y de López Rega. 
El 24 de Marzo de 1976, la presidente Isabel Martínez de Perón, sus ministros y otras figuras del gobierno fueron apresadas por las Fuerzas Armadas, que la noche anterior habían rodeado con sus tropas la Casa de Gobierno y el Congreso de la Nación.
Isabel Martínez de Perón fue trasladada a prisión en la Isla Martín García, mientras las fuerzas armadas anunciaban el comienzo de un nuevo gobierno de facto en la Argentina, una junta compuesta por las tres armas: Rafael Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti. Comenzaba así el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”.
La Triple A se desvaneció velozmente como un rayo luego del golpe de 1976, ya que el mismo Estado comenzó a actuar de la misma manera que lo hacía la mencionada organización, se pasó de las Tres A a las Tres Armas y lo que antes era un accionar en la marginalidad de la ley y el estado de derecho, ahora se transformaba en algo legal (recordemos que el Congreso había sido suspendido), por lo que ahora el Estado se encargaría de armar el nuevo aparato represivo: la Triple A abrió paso y preparó el terreno de la represión que ejercería el nuevo gobierno de facto.
A través de los medios masivos de comunicación, se informó a la sociedad argentina que una junta de comandantes de las tres armas asumía el poder en nombre del “Proceso de Reorganización Nacional”, que trabajaría por restablecer el orden, reorganizar las instituciones y preparar el terreno para una verdadera democracia.
La consigna para los argentinos era “Dios, patria, hogar”, que pretendía revalorizar la vigencia de la moral cristiana y ubicar así a la República Argentina en el mundo “occidental y cristiano”. La nueva dictadura cívico-militar prohibió las huelgas, intervino los sindicatos, suspendió la vigencia del Estatuto Docente, destituyó la Corte Suprema de Justicia, suspendió los derechos de los trabajadores, clausuró al Congreso Nacional, mantuvo la vigencia del estado de sitio, censuró a los medios de comunicación, quemó libros y revistas consideradas “peligrosas” y ordenó el corte de pelo en los varones.
Este proceso constituyó una “cruzada restauradora” ante la amenaza “subversiva” que acontecía en nuestro país. Ciertamente, este golpe de estado tenía aspiraciones fundacionales como  la Revolución Argentina, pero se diferenciaba de ella y de los otros golpes en dos puntos de suma importancia: un diagnóstico de la situación social del país completamente radical, seguido por la intención de desarticular toda fuerza opositora al nuevo gobierno y articular nuevas fuerzas alrededor del poder militar y fuerzas políticas a favor del golpe.
La dictadura cívico-militar implementó el método de las desapariciones forzadas como escalafón principal de su accionar represivo. Este método tuvo un efecto similar al de “Noche y Niebla” de la Alemania Nazi, puesto que la consecuencia no era la desaparición de la persona en sí, sino que también se buscaba suscitar el miedo en el entorno del desaparecido. En la mayoría de los casos, cuando una persona desaparecía, su entorno se aterrorizaba. Se instalaba así un clima de incertidumbre por temor a que le pudiera suceder lo mismo a los demás integrantes de la familia y se establecía como una objeción correcta el “por algo habrá sido”. Esto tuvo como resultado el exilio interno de muchos argentinos,  quienes se inclinaban  al autocontrol porque el miedo lograba su efecto paralizador. El método de la desaparición forzada implicaba también una tortura psicológica en la sociedad Argentina. El dictador Rafael Videla lo explicó en las siguientes palabras: “¿Qué es un desaparecido? En cuanto éste como tal, es una incógnita el desaparecido. Si reapareciera tendría un tratamiento X, y si la desaparición se convirtiera en certeza de su fallecimiento tendría un tratamiento Z. Pero mientras sea desaparecido no puede tener ningún tratamiento especial, es una incógnita, es un desaparecido, no tiene entidad, no está, ni muerto ni vivo, está desaparecido”[1].
La guerrilla fue debilitada por la represión de la dictadura, pero también por su aislamiento creciente en medio de una fuerte ola de violencia. El terrorismo de Estado impuso el miedo, el control, la violencia, las desapariciones forzadas, la extrema seguridad en las calles, así como también impuso autoritariamente un nuevo rumbo económico y productivo en la economía. El conjunto de estos factores los que cambiaron drásticamente la vida cotidiana en nuestro país.
Marcos Novaro y Vicente Palermo (2003) sostienen que en los días siguientes al golpe de Estado, los medios de comunicación dieron testimonio de una “normalización” en el panorama del país; como si la vida cotidiana volviese a la rutina luego de cada golpe de estado y, en especial, porque un sector de la sociedad demandaba orden, seguridad y el cese de los atentados por parte de las organizaciones guerrilleras. Los argentinos volvían a esa normalidad, ya que los gobiernos de facto eran, lamentablemente, la norma y no la excepción en nuestro país (Novaro y Palermo, 2003).
La dictadura militar logró sacar provecho del miedo instalado en los hogares argentinos, sugiriendo a los padres que cuidaran el hogar y preservaran la seguridad. Esto se debe a que las tendencias ideológicas y políticas que irrumpieron en Argentina a partir de los años ’60 (el marxismo, la teología de la liberación junto con los curas del tercer mundo, el peronismo revolucionario) lograron interpelar y luego reclutar para sus respectivas filas a numerosos jóvenes que provenían también de hogares pudientes; formaron cuadros y nacieron así militantes que fueron muy activos dentro de sus organizaciones. El aparato represivo no hizo ningún tipo de distinción entre sus víctimas.
Se constituyeron 340 centros de detención clandestinos. En dichos centros, aquellos que eran secuestrados o “chupados” eran torturados salvajemente con el objetivo de obtener información acerca de lo que sucedía en el seno de las organizaciones guerrilleras para averiguar el paradero y los movimientos de las personas consideradas “peligrosas”. También permanecían en cautiverio, tabicados, sin agua, comida ni elementos de higiene personal. Algunos fueron “blanqueados” y liberados transformándose en presos legales bajo la responsabilidad del PEN (Poder Ejecutivo Nacional), pero la gran mayoría fue asesinada en los vuelos de la muerte, fusilamientos o inclusive en la mesa de torturas.
Todos ellos continúan desaparecidos, ya que los cadáveres no eran entregados a sus deudos. Los medios de comunicación solían notificar, en algunos casos, sobre sus muertes, en comunicados donde se declaraban que habían “caído en combate”. Incluso se preparaban “escenas del crimen” confeccionadas cuidadosamente como accidentes automovilísticos o supuestos combates para reportar a los familiares que los buscaban
El caso de la Universidad del Salvador
La Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad del Salvador, ubicada inicialmente en Viamonte y Callao, fue trasladada a Hipólito Yrigoyen al 2400 alrededor de 1970. Se dictaban las carreras de Sociología, Ciencia Política y Economía y cada carrera contaba con su propio Centro de Estudiantes. Luego,  se fusionaron en un único Centro Estudiantil. [2]
La Facultad contaba con un alto grado de politización entre su alumnado. Se realizaron importantes movilizaciones durante el Régimen de Onganía, en repudio a la represión ejercida contra los protagonistas del “Cordobazo”, por ejemplo. Dentro de la Facultad, existían diversas agrupaciones políticas que contaban con nexos con los partidos políticos. La Juventud Peronista era la más convocante en aquellos años.
Partiendo de una intensa actividad política y también académica, en 1973 asumió el decanato de la Facultad, el jesuita y sociólogo Cesar Sánchez Aizcorbe, luego de la salida de Carlos Floria y un presunto conflicto ante los inminentes cambios en los planes de estudio. En dicho momento, la Universidad todavía pertenecía a la Compañía de Jesús; dejó de hacerlo en 1974, bajo las gestiones del aquel entonces provincial Jorge Bergoglio y Jorge Camargo. A partir del traspaso de su conducción a la Asociación Civil que la conduce hoy en día, la Universidad abandonó su orientación jesuita.
Debido a la estrepitosa derrota del Ejército en la guerra de las Islas Malvinas y al fracaso en conciliar los problemas socioeconómicos del país, las elecciones eran la salida inminente al fuerte debilitamiento que sufría el gobierno de Facto. La derrota militar aceleró la salida del poder de las Fuerzas Armadas. Mientras que en el Cono Sur algunas dictaduras debilitadas dieron paso a una transición democrática más “ordenada” (como el caso chileno), otras se vieron obligadas a proceder con urgencia (como en el caso argentino). Pero antes de la retirada, la Junta Militar dictó una ley de auto-amnistía con el objetivo de declarar prescriptos los actos aberrantes de la represión ilegal, amnistía que fue sólo apoyada por la Iglesia Católica.
La transición a la democracia no fue ciertamente fácil para una sociedad acostumbrada a los gobiernos de facto y los suscitados fracasos que sufrían los gobiernos democráticos. Se construye así, lo que Alfredo R. Pucciarelli (2007)  llama “el mito de la doble inocencia”. Este concepto intenta explicar la naturaleza de dos situaciones diferentes vividas durante la dictadura, pero íntimamente relacionadas entre sí. Es decir, el intento yace en explicar y justificar una mayoría de la sociedad desinformada de los atroces crímenes que dejaba atrás la dictadura militar y el consenso silencioso que ello significaba, y el apoyo eufórico a la invasión de las Islas Malvinas. La reconstrucción de la democracia, entonces, debía significar la reconstrucción de todo aquello que la dictadura había eliminado: organizaciones y partidos políticos, así como las instituciones.
En efecto, Raúl Alfonsín ganó las elecciones y asumió la presidencia  en Diciembre de 1983, con la intención firme de cumplir su promesa de enjuiciar a las Fuerzas Armadas por los crímenes cometidos. El Poder Ejecutivo dictó el decreto Nº 158 el 13 de Diciembre de 1983, el cual ordenó al Consejo Supremo el procesamiento de los miembros de las dos primeras Juntas de Gobierno de la dictadura militar. A su vez, apeló a la teoría de “los dos demonios” para no herir la susceptibilidad de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, es necesario recordar que se dejó pasar el tiempo y dilatar los juzgamientos, pero la Cámara Federal renovó el plazo de tiempo. Como hecho fundamental, el 20 de Septiembre de 1985 se hace entrega al Presidente Alfonsín el trabajo de la Comisión Nacional por la Desaparición de Personas (CONADEP).
Pero las promesas de campaña de Raúl Alfonsín fueron detenidas abruptamente. Luego de los hechos ocurridos en semana santa, y por el temor instalado acerca de la posibilidad de un nuevo golpe de estado, el Poder Ejecutivo presentó dos leyes controversiales: la ley de Punto Final, y la ley de Obediencia Debida. A tal punto resultaba controversial que el primer intento de sancionar la Ley de Punto Final en el Congreso fue rechazado en el Congreso Nacional.
Es necesario recordar que los juicios pasaron a manos de la Cámara Federal porque la autodepuración de los tribunales militares había fracasado. Si bien el Poder Judicial trabajó sin descanso para lograr la condena antes de los tiempos estipulados por las nuevas leyes, muchos represores y agentes de los grupos de tareas quedaron en libertad y gozando de una total impunidad. Represores como el “Turco” Julián, por ejemplo, brindaban reportajes televisivos reivindicando sus acciones  (Ansaldi, 2001).
Y esto no fue todo. Finalmente, en el gobierno democrático de Carlos Saúl Menem, se sancionaron los indultos y perdones presidenciales, apelando al olvido como práctica institucional: sistematizar prácticas institucionales que contribuyan al manejo de la memoria apelando al olvido o la amnesia colectica sobre hechos históricos trascendentes para nuestro pueblo, en pos de intereses de las élites de nuestro país.

La investigación contra la desmemoria

Adolfo Nelson Fontanella, era estudiante de la carrera de Ciencia Política, secretario en 1973 del decano jesuita César Sánchez Aizcorbe y delegado de la Juventud Universitaria Peronista en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad del Salvador. 4
Adolfo era un joven católico que participaba activamente de las actividades y las misas en la Parroquia Santa Rita. Él y quien luego fue su pareja, formaban parte del Encuentro de Jóvenes Cristianos para la Liberación. En una entrevista con su ex-esposa, Mercedes expuso el hecho que causó que Adolfo se comprometiera políticamente.
Antes del regreso de Juan Domingo Perón, Adolfo y su grupo de amigos se encontraban celebrando una misa en la parroquia de Santa Rita. A la salida de la misma, jóvenes engominados y de traje los golpearon con paraguas acusándolos de “corromper la misa y sus valores cristianos, infiltrando ideas comunistas”. Mercedes Troncoso relata que este hecho marcó profundamente a Adolfo.
Él estuvo presente cuando los Montoneros fueron echados de Plaza de Mayo, pero su verdadero estupor se despertó con la muerte de Perón. Como tantos jóvenes, compartía ese sentimiento de orfandad que causaba la pérdida del líder del movimiento Peronista.
El joven militaba en Montoneros, en su brazo intelectual. No llegó a recibirse, se vio obligado a dejar la Facultad a causa de las persecuciones, ya que era muy conocido por su actividad militante. Por otro lado también existían sospechas acerca de la presencia  de agentes de inteligencia infiltrados en la Universidad del Salvador que luego, en democracia, se pudo comprobar: agentes del Batallón 601 de Inteligencia actuaron  en las Facultades [3]estuvieron vinculados a las desapariciones de tres estudiantes de la Facultad de Derecho. Adolfo sufrió la pérdida y el secuestro de personas cercanas e íntimas, como el secuestro de Gustavo Gaona, quién también era estudiante de la Carrera de Ciencia Política. Ambos eran amigos y compañeros de Facultad. Gustavo también militaba en la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y había comenzado a estudiar en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Adolfo fue secuestrado en una casa quinta en Moreno, y permaneció detenido en el Centro de Detención Clandestina ” El Olimpo”; mientras que Gustavo Gaona fue secuestrado un año antes, en Marzo de 1977, en la vía pública. [4]Tanto Gustavo como Adolfo eran de la JUP.
Pablo Lepiscopo era estudiante de la carrera de Sociología, aunque solo permaneció un año en la institución. Era militante de la Juventud Peronista en la columna norte, pero se distanció después del golpe de estado, ya que no compartía la lucha armada como un mecanismo para la toma de poder. De todas maneras, esto no significó el fin de su actividad política, ya que junto a sus amigos cercanos y su mujer continuaron reuniéndose en pos de pensar alguna manera de debilitar el régimen 5. Pablo tenía un taxi que trabaja él mismo y fue secuestrado en la zona de Béccar junto a su pareja, que fue liberada a los dos días. Permaneció en la ESMA, en la sección “Capucha”. Luego fue incorporado a la “Pecera”, donde fue forzado a realizar tareas y llamados al exterior, como otros estudiantes de la Universidad del Salvador que aún no hemos logrado identificar. Entre el 20 y 30 de Marzo fue “trasladado”, y no se tuvieron más noticias de su paradero. [5]
María del Carmen Sabino Vidal había sido estudiante de la carrera de Sociología en la época quizá más politizada de la Facultad, los años ’60, si recordamos que en 1969 los estudiantes manifestaron un repudio en las calles a la represión del “Onganiato”. Carmen se recibió en 1968 y trabajaba en el Centro de Investigaciones Jesuitas. Fue secuestrada en el partido de Tres de Febrero, un domingo 29 de agosto de 1976  por la mañana, en la estación “El Tropezón”. No se volvieron a tener noticias de su paradero; pero su familia, especialmente su hermana, Ana Sabino (egresada de la Pontificia Universidad Católica Argentina), luchó incansablemente y participó de las primeras reuniones en la casa de los Mignone, cuna o antesala de la fundación de las Madres de Plaza de Mayo.
Otro caso perteneciente a la Facultad de Ciencias Sociales es el de Susana Mujica. Susana era licenciada en Ciencia Política[6], y trabajaba como docente en la Universidad Nacional del Comahue. Dicha Universidad estaba al mando de Remus Tetu, que a comienzo de 1975 ya se encargaba de perseguir y cesantear a sus profesores. Susana fue secuestrada en su domicilio el 9 de junio de 1976, dejando atrás a sus dos hijos pequeños: una niña de dos años y un niño de sólo 14 días.
Otro  caso investigado es el de Juan Carlos Anzorena, militante de la Juventud Peronista y estudiante de la carrera de Sociología. Lo apodaban “Pepe Galimba”. Fue secuestrado el 12 de agosto de 1978 en la localidad de Avellaneda  y continúa desaparecido.
Pero contamos también con dos casos paradigmáticos que no podemos dejar de mencionar. Los mismos, a diferencia de los anteriormente numerados, pertenecen a la Facultad de Psicología de la Universidad del Salvador.
Marta Vázquez era hija de Marta Vásquez y José María V. Ocampo, este último de carrera diplomática. Marta había transcurrido su adolescencia en Perú y había regresado a Buenos Aires para cursar sus estudios secundarios en el Colegio de la Misericordia de Belgrano, donde conoció a Mónica Mignone y la religiosa Mónica Quinteiros.
Marta se recibió en tiempo récord, era muy estudiosa y poseía una profunda vocación de servicio. Se dedicaba exclusivamente a los niños y pasaba sus vacaciones misionando en el Sur junto con Mónica Mignone y otros jóvenes que se sumaron eventualmente a esta actividad.
Pero Marta, y también Mónica, trabajan en la Villa del Bajo Flores, en concordancia con la comunidad de religiosos que allí se habían establecido, como fue el caso de Mónica Quinteiros, después de que renunció a sus hábitos. Marta y Mónica pasaban la mayor parte de su tiempo libre en la villa del Bajo Flores, trabajando con los niños y contribuyendo en mejoras para esa comunidad. Marta era la única mujer entre cinco hermanos varones. Comprometida con los pobres, religiosa, alegre, estudiosa de la metodología de Paulo Freire. Tenía sólo 23 años cuando desapareció.
Mónica Mignone era íntima amiga de Marta. Se conocieron, como se señaló previamente, en el Colegio de la Misericordia de Belgrano. Mónica también llegó a la Argentina luego de una estadía de cinco años en Estados Unidos, y el impacto del cambio no se hizo esperar. De realizar sus estudios en una escuela mixta, con un variado menú de actividades sociales, deportivas y mucho más “libre”, Mónica llegaba a un colegio de Monjas, sólo para mujeres y con el uso de uniforme obligado 6. Su padre, Emilio Mignone, un hombre con una profunda vocación por la política y la educación, histórico dirigente de Acción Católica en su juventud, trató de inscribir a sus hijos en escuelas públicas, pero no logró hacerlo debido al poco tiempo entre su regreso a la Argentina y el comienzo de las clases. En esa escuela Mónica conoció a Marta y se hicieron amigas. Juntas estudiaron Psicopedagogía en la Universidad del Salvador y obtuvieron sus diplomas en tiempo récord.
Mónica compartía con Marta el trabajo en la Villa del Bajo Flores, específicamente en la Escuelita de Belén, así como también compartía sus vacaciones en el sur misionando en escuelas rurales. Católica, y posteriormente identificada con el Peronismo, trabajaba como ayudante y psicopedagoga en el Hospital Piñeiro y en la Universidad Nacional de Luján (UNLU), de la cual su padre fue rector.
Las misiones en las cuales las jóvenes participaban en sus vacaciones en el sur eran organizadas por el Colegio de la Misericordia de Belgrano. En esas vacaciones, el grupo se fue ampliando con la integración de César Lugones, quien se casaría con Marta Vázquez, y Horacio Pérez Weiss.
Un hecho en particular merece ser narrado para comprender el espíritu y la politización de aquellos años. Durante la Asunción de Cámpora, al canto de “Se van, se van y nunca volverán” dirigido a las Fuerzas Armadas, seis ex presos políticos la cárcel de Devoto se hicieron presentes en Belén, donde Mónica misionaba, a relatar su historia de vida. Para la ocasión se usó un aula en la Escuela de Belén y se colocaron bancos alrededor de los oradores. Así fue el comienzo de la democracia para las hijas de Mignone: escuchando las narraciones de  estos jóvenes liberados de la cárcel  de Devoto.
De hecho, Marta Vásquez Ocampo relata el sobresalto que ambas familias (los Mignone y la propia) se llevaron cuando sus hijas fueron a recibir a Perón a Ezeiza y no fueron ubicadas hasta tarde en la madrugada.
Este grupo de jóvenes, peronistas, católicos y militantes, tuvieron una fuerte pelea cuando Perón echó a los Montoneros de la Plaza. El hecho fue que la comunidad de la Villa del Bajo Flores declaró que “jamás se había visto a ningún montonero poner un ladrillo aquí”. Entonces se separaron de la Juventud Peronista y se sumaron al  Movimiento Villero Peronista (MVP), donde Mónica brindó su respaldo, teniendo una fuerte pelea con Marta Vázquez.
El 14 de Mayo de 1976, los jóvenes fueron secuestrados de sus domicilios. Mónica Mignone fue secuestrada de su hogar de la avenida Santa Fe, delante de su propia familia e incluso con la sugerencia de los militares a Emilio Mignone de que le diera dinero a su hija para que se regresara en un taxi luego de un interrogatorio. Luego del secuestro de Mónica, la familia concurrió al departamento de Marta y César (quienes ya se habían casado) sólo para descubrir que también habían sido secuestrados. Horacio Pérez Weiss y su mujer Beatriz, Esther Lorusso y Mónica Quinteiros fueron secuestrados también, en dicho operativo que desapareció a todo el grupo de religiosos en la madrugada del 14 de Marzo de 1976. Las muchachas nunca llegaron a integrar la organización guerrillera Montoneros así como tampoco pasaron a la clandestinidad; por lo que el motivo por el cual pudo acontecer  su caída es incierto. La única conexión posible es la de Mónica Quinteiros, ya que tenía familiares en la armada.
Durante el año 2013 se han agregado nuevos casos de alumnos desaparecidos de la Universidad del Salvador: Ricardo Emilio Riobó, Daniel Antokolatz y José Luis Casariego de la Facultad de Derecho, Beatriz Perossio de la Facultad de Psicología, Esperanza Cacabelos de la Facultad de Historia y Graciela González de la Escuela del Lenguaje del Sordomudo cuyos casos continúan investigándose comenzando una nueva tanda de entrevistas a sus familiares en lo que transcurrirá de este año.

 

Para combatir el olvido

En base al trabajo del sociólogo argentino Waldo Ansaldi (2001), el Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales se dispuso a elaborar un marco teórico como sustento de nuestras acciones, impulsadas por la necesidad de repensar nuestra identidad como Universidad.
En el comienzo, el autor analiza el significado de la memoria en sí, afirmando que la misma debe ir más allá de la “capacidad de observar determinada información”, porque si es solamente eso, la palabra memoria no alcanza la carga subjetiva que tiene bajo este contexto y se limita a ser solamente una caja vacía que llenamos con el pasar de los años. Además, nos encontramos frente al siguiente dilema: ¿qué información conservar?
Y entonces debemos considerar el hecho de que efectivamente existe una memoria selectiva, pactada por conveniencia de ciertos sectores dentro de la Universidad que, ciertamente, no son los estudiantes. Es por eso que también encontramos diferentes versiones de lo ocurrido en nuestra historia: la historia argentina es la historia de las contradicciones en el pensamiento nacional.
Para Waldo Ansaldi  la memoria es una construcción colectiva, porque por un lado le brinda una identidad a la sociedad como tal e influye en nuestro presente. La memoria  debe ocupar un lugar en el presente y debe ser ejercida constantemente por la sociedad de hoy para no volver a cometer los horrores del pasado.
Las amnistías, los intentos de “olvidar y perdonar”; brutales causantes del “de eso no se habla”, como intentos desesperados de llegar a una paz pactada, no sirven; no sólo porque ya han fracasado, sino porque el pedido de justicia de los familiares de las víctimas de la represión militar no debe ser olvidado creyendo falsamente que así se distiende la tensión existente entre los sectores protagonistas del golpe de estado y los afectados por la represión de la última dictadura militar. Ocurre, de hecho, todo lo contrario. No es nada pacífico negar esa justicia a quienes la reclaman, eso es efectivamente una agresión moral y simbólica que no puede ser ignorada.
La memoria tiene también una representación simbólica muy fuerte, ligada indiscutiblemente a qué espacio ocupa físicamente hoy. ¿Dónde se levantan los monumentos, se guardan los archivos y se realizan las protestas? Para dar un ejemplo específico, podemos y debemos hablar del caso de la ESMA. ¿Qué se debía hacer con esa institución? Si se la tirase abajo, se barrerían sus escombros y no quedaría nada a la vista, se estaría simbolizando el olvido como respuesta a todos los cuestionamientos anteriores.
Pero en cambio, si se la conserva y se la transforma en un museo y un espacio multicultural como en la actualidad, se refuerza la simbolización del “no olvido” y además se promueve una práctica de la memoria desde un plano sumamente político, como lo que la memoria es: una cuestión política. Ya no sería fácil olvidar parte de nuestra historia teniendo en la ciudad espacios físicos que hablaran por sí solos.
Otra cuestión analizada en el trabajo de Ansaldi es la relación entre la memoria y las cuestiones políticas. Como ya se explicó antes, la memoria es una construcción colectiva  de y para la sociedad. Lo mismo sucede con nuestra comunidad académica.
Nuestra identidad es también  nuestra historia y esto es una disputa permanente. Desde  la fundación de la USAL  y el crecimiento con la Compañía de Jesús, su posterior  traspaso a la Asociación Civil y su presente al día de hoy. La pregunta es ¿cuál es nuestra base para comenzar esta construcción?
En el campo de lo político, se puede observar el manejo del lenguaje a conveniencia. Desde los discursos, la palabra dictadura puede ser reemplazada por “proceso” en referencia al autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, que no es para nada lo mismo ni representa lo que fue la dictadura militar; incluso la carga afectiva es completamente diferente. Es indispensable, para luchar contra la desmemoria, llamar a las cosas por su nombre. Recordemos que el lenguaje expresa una ideología, una determinada forma de ver el mundo, por consiguiente es natural de todas maneras que existan diferencias en el seno de la sociedad.
¿Qué lugar ocupa todo esto? El estado debe ejercer la memoria, y ciertamente, así lo ha hecho desde el 2003; en especial por derogar las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final.
Nuestra Facultad, también debe ejercer la memoria. Las luchas, la resistencia, la solidaridad y la militancia política de los jóvenes que se formaron en nuestra Universidad no pueden ser pasadas por alto, no podemos permitir que la pérdida de sus cortas vidas sea en vano.
Fue necesario determinar la búsqueda de una identidad para nuestra Universidad, un nuevo sentido. Para saberlo, precisamos recurrir a la memoria, para así desglosar nuestra identidad. La Universidad del Salvador también tiene su historia, y de hecho, una muy rica llena de actos valiosos y solidarios en la peor época de nuestra historia, una de las más violentas. Es el deseo del Centro de Estudiantes, por lo mencionado anteriormente, cooperar con este proceso de reparación de la memoria de nuestra institución. La propuesta era colocar una placa homenajeando a aquellos estudiantes que al día de hoy permanecen desaparecidos. Esto se realizó en Abril de 2011. Luego de confirmar los legajos de la mayoría de los estudiantes, de hablar una y otra vez con los familiares de los compañeros, llegó el día que esperábamos con tantas ansias.
El Viernes 15 de Abril del 2013, se descubrió en el patio de nuestra Facultad una placa homenajeando a las víctimas de la última dictadura- cívico militar, ante la presencia de autoridades, familiares, amigos, estudiantes, profesores, el señor Pablo Pimentel de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, las Madres de Plaza de Mayo y las adhesiones de Adolfo Pérez Esquivel y Osvaldo Bayer.
Pero no se limitó solamente a un acto homenaje: logramos contagiar en nuestra facultad el deber de repensar a estos jóvenes militantes. Entender que atrás de la foto en blanco y negro y su militancia, existían chicos que eran parte de una generación llena de valentía y nuevos ideales políticos que plasmaron las disputas de su época, no sólo con el peronismo y la lucha por el regreso de Perón.
El primer paso fue comenzar con la reconstrucción de los hechos. La Universidad no posee una base de datos o registro de ningún tipo acerca de estudiantes o docentes que fueron víctimas de las desapariciones forzadas durante la última dictadura militar; ya que de todas maneras no todos los casos registrados en la CONADEP tienen indicado su lugar de estudio.
Se recurrió al testimonio oral de personal no docente y docente de la Facultad de Ciencias Sociales, que recordaban o habían sido allegados a casos de compañeros, amigos y docentes desaparecidos mientras cursaban sus estudios o luego de haber obtenido su diploma. Entonces, se procedió a entrevistar y registrar cada testimonio de los mismos. Con la iniciativa de ampliar el registro que el Centro de Estudiantes había logrado conformar, la organización Madres de Plaza de Mayo (Línea Fundadora), nos aconsejó recurrir al Fondo Documental de la CONADEP.
En Agosto de 2010, nos presentamos en la Secretaría de Derechos Humanos con la intención de dar a conocer nuestro proyecto y recibir la ayuda necesaria para conocer y estudiar nuevos casos. Una semana después, obtuvimos una copia del listado que contiene los casos bajo la etiqueta Universidad del Salvador y el contacto con los familiares de los mismos, que se prestaron amablemente a ser entrevistados para reconstruir parte de la vida de estos jóvenes.
Con una copia del archivo de la CONADEP, se presentó la propuesta a las autoridades de la Facultad, que dieron el sí y comenzaron a buscar el legajo de todos los chicos que figuran en dicho fondo documental.
Pero existió un inconveniente: la Universidad no halló los legajos de Pablo Lepiscopo, Susana Mujica y Ricardo Néstor Tajes García. Sin embargo, el Centro de Estudiantes les brindó su homenaje sin dudarlo. Existió una cuestión discutida con la Facultad: las autoridades  permitieron la colocación de la placa con los nombres de aquellos estudiantes que, en efecto, tuvieran un legajo en la Facultad. La postura del Centro de Estudiantes no avaló este argumento. Consideramos que los legajos que dan cuenta de la desaparición de una persona son los que integran el archivo de la CONADEP. Los legajos de la Universidad no cuentan como aporte legal ante este hecho. Por eso se reconoce a todos los casos y se continúa trabajando por ampliar la base de datos.
Una vez  que  encontramos los legajos, se procedió a colocar una placa homenaje en el patio de la Facultad, como hemos mencionado supra, con sus nombres, no sólo como un homenaje, sino como un reconocimiento al valor de sus vidas, desde nuestro lugar de estudiantes.
A lo largo de estos años, el proceso de búsqueda ha ampliado sus bases. Con los constantes actos y actividades desde el Centro de Estudiantes, nuevos familiares se acercaron a reportar casos que desconocíamos y, a su vez, el Subsecretario de Derechos Humanos, Dr. Luis Alén, tomó conocimiento de la búsqueda y se involucró activamente para ayudarnos en la misma; él también es egresado de la Universidad del Salvador y militó allí en su juventud en el Centro de Estudiantes de la Facultad de Derecho. Es importante observar el impacto que la dictadura militar tuvo también en nuestra Universidad. Hasta el golpe, tuvo activa presencia en nuestra casa de estudios la Juventud Peronista Universitaria (JUP) del Salvador, que disputaba los centros de estudiantes con las facciones más reaccionarias del radicalismo.
Hoy en día, a finales del 2013, se observa un lento proceso de reconstrucción de la disputa política donde se involucran los estudiantes; pero también debemos observar que la Universidad dejó su antigua impronta. La Universidad del Salvador perteneció a la Orden Jesuita hasta 1973. Bajo su ala, desarrolló una impronta progresista sobre las ciencias sociales. Sus facultades estaban politizadas, los Centros de Estudiantes tenían representación en los claustros de la Universidad y participaban activamente de las agitaciones políticas del país. Grandes militantes como el Padre Mugica pasaron por sus aulas. Sin embargo, en 1973, los Jesuitas pierden el control de la Universidad cuando la curia provincial decide traspasar su mando a una asociación civil que, con los años, apostó a una Universidad de orientación corporativista y empresarial. El golpe de estado y el honoris causa entregado al genocida Emilio Massera el 25 de noviembre de 1977, sirvieron para conciliar en nuevo rumbo de la Universidad; que luego se profundizó con el vaciamiento tanto en lo académico como en lo administrativo, que sufrió bajo el gobierno de Carlos Menem (en tono con el neoliberalismo de la época). Se redujeron las carreras, se vació el Centro de Estudiantes reduciéndolo a una mínima actividad y poco a poco se redujo la participación estudiantil. La Universidad y la Facultad de Ciencias Sociales atravesaron una crisis que terminó de estallar en el 2001, ante la caída del Gobierno de De La Rúa, cuando los alumnos marcharon contra el cobro del derecho de examen. Agrupaciones estudiantiles del momento denunciaron el acto y también la construcción de un campus en Pilar en plena crisis financiera, por el cual la Universidad debió tomar un préstamo hipotecario gigantesco en el Banco Francés. Luego de estos episodios, la participación política activa y militante que existía en la Facultad de Sociales fue disminuyendo, hasta retomar su actividad y resurgir poco antes de 2010. Actualmente, a finales del 2013, la misma ha aumentado de manera considerable y satisfactoria. El Centro de Estudiantes de Ciencias Sociales volvió a funcionar plenamente luego de los comicios correspondientes en el año  2009 y, justamente un año después, pudimos poner en marcha la iniciativa que compartimos en este artículo.

 

Elegimos qué recordar

Elegimos recordarlos a ellos e incluirlos en la historia de nuestra Facultad, para que las generaciones venideras de estudiantes sepan que nuestra Universidad tuvo y tiene sus luchas políticas y sus batallas de la memoria, y que fue la casa de estudios de muchos compañeros que dieron la vida por un país mejor. No sólo los estamos homenajeando, los estamos reconociendo, los estamos materializando. Es necesario que, como ha ocurrido a lo largo de la Democracia, la memoria se objetivice en lugares físicos también. Todos los lugares tienen su historia. ¿Qué hubiera pasado si la actual ESMA hubiera sido demolida para construir un Shopping, como sucedió en Uruguay? Se necesitan espacios para la memoria y espacios con memoria para dar batalla a la impunidad.
Tenemos la firme convicción de que estos procesos, estos ejercicios de la memoria, pueden conducir a una reconstrucción de la identidad de nuestra comunidad Universitaria y restablecer ciertas bases que muchos creían perdidas.
Entendiendo la memoria no sólo como una cuestión política, sino como una decisión política, el objetivo final de la investigación es reconstruir la vida de todos estos jóvenes para también así acercar al alumnado algo que no es    ni más ni menos que un parte de la historia de la facultad y de nuestro patrimonio. Así, se busca incentivar en los alumnos el ejercicio de la memoria, desde lo más cercano que podemos ofrecerles: historias de chicos y chicas que, como ellos, también decidieron comprometer su formación a la Universidad del Salvador.

Hoy sabemos quienes fueron aquellos compañeros que quisieron un país más justo. Es necesario que no los olvidemos jamás.

* Queremos agradecer a todos aquellos docentes que han colaborado esta iniciativa del Centro de Estudiantes; a los docentes Lucas Arcamena, Alejandro Ernesto Asciutto, Horacio Chitarroni, Cecilia Maestro, Gustavo González y Mirka Steitz.
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Bibliografía
Ansaldi, Waldo; Una cabeza sin memoria es como una fortaleza sin guarnición. La memoria y el olvido como cuestión política. Ágora. Revista de Ciencias Sociales, Nueva época, No 7, Valencia, diciembre 2002.
Del Carril, Mario (2011). La vida de Emilio Mignone: Justicia, catolicismo y derechos humanos. Buenos Aires: EMECÉ
Novaro Marcos & Palermo Vicente. (2003). La Dictadura militar 1976-1983: Del golpe de Estado a la Restauración Democrática. Buenos Aires: Ediciones Paidos.
Pucciarelli Alfredo R. (2007). Declinación política y degradación institucional de la joven democracia. La cuestión militar durante la primera etapa de la presidencia de Raúl Alfonsín, en Ansaldi, Waldo, A mucho viento, poca vela: Las condiciones socio-históricas de la democracia en América Latina. Buenos Aires: FCE.
Quiroga, Hugo (1985). Estado, crisis económica y poder militar (1880-1981), Buenos Aires: CEAL
Entrevistas realizadas
*Entrevista con Marta Vásquez Ocampo, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora.
*Entrevista con Mercedes Troncoso, ex –  esposa de Adolfo Fontanella.
*Entrevista con Bethina Erkenhauss, ex-pareja de Pablo Lepiscopo.
*Entrevista con el Profesor Rodríguez Sánchez de la carrera de Sociología de la Universidad.
*Entrevista con Daniel Riobó, hermano de Ricardo Riobó


[1]  Dichos del ex dictador Jorge Rafael Videla en un conferencia de prensa en el año 1979.
[2]Entrevista al Profesor Rodríguez Sánchez, 2011.
[3] Esto surge de las entrevistas realizadas a los familiares y el Dr. Luis Alén.
[4] Entrevista a Mercedes Troncoso, año 2012.
[5] Testimonio aportado por su ex mujer, Bettina E. (2012)
[6] Testimonio aportado por docentes de la Facultad de Ciencias Sociales de la USAL (2012).

La reapertura del teatro San Martín es una joda // Escena Política


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No tenemos nada que festejar frente a un estado de situación que implica desocupación y precarización laboral de los artistas y restricción al acceso a la cultura de los múltiples públicos.
La continuidad de la omnipresencia de Wainrot, a través de su alter ego Andrea Chinetti como directora del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín y de su estratégico cargo como representante de asuntos culturales de la Cancillería, es sólo una muestra más del congelamiento y reducción de la imaginación y producción artísticas como de la homogeneización de lenguajes creativos que se sigue propulsando. El cierre de teatros públicos como el Alvear, el desmantelamiento del Polo Circo y la inhabilitación de la Sala Lugones, además de generar una neutralización política del conflicto, restringe el espacio público y conduce, a la larga, a la normativización de las posibilidades de la producción cultural.
Luego de más de 3 años de obras edilicias y millones de inversión pública malgastados, la reapertura será en la calle porque el teatro no está en condiciones de abrirse. Festejan con elencos monotributistas contratados y un sinfín de alquileres que refrendan la terciarización sin límite. Sin que aún sepamos cómo y cuánto se gastó en las sucesivas licitaciones de la obra de refacción, se suma el derroche en esta fiesta cínica. La gestión cultural del gobierno porteño ha dejado a miles de trabajadores de la cultura sin espacios de producción y a millones de espectadores sin acceso a la cultura. 
Nosotras, personas que somos público y que defendemos lo público; nosotras, personas que producimos y disfrutamos la creación cultural social, advertimos en este festejo del Gobierno porteño la complicidad de una obra trucha. 
Redefinamos los términos de la batalla cultural, no dejemos que esta fiesta de apertura obnubile las discusiones de fondo a partir de una política de cotillón que se retroalimenta de las imágenes a ser exhibidas y reproducidas en los medios. La reapertura del Teatro San Martín es una broma de mal gusto, una joda. Y el Rey está desnudo.

“No queremos gestionar el infierno, queremos desarmarlo y construir algo distinto”. Entrevista a Raquel Gutierrez Aguilar


Saca un cigarro y un cuaderno, pide un café, protesta un poco por la cámara. Impugna la mitad de mis preguntas para corregirlas, puntualizarlas, reformularlas, negarlas. A veces, antes de contestar, cierra los ojos para concentrarse. Y luego articula. Activista, exguerrillera y hoy académica aunque reniegue de ello —”me metí en la institución y ya me quiero salir”, dice mientras explica qué es “entrar afuera”—, Raquel Gutiérrez Aguilar es licenciada en Matemáticas y doctora en Sociología, y actualmente profesora investigadora del Centro de Estudios Andinos y Mesoamericanos en México DF y del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Puebla.
Nacida en México y con una buena parte de su cabeza y corazón en Bolivia desde que participó en el levantamiento popular conocido como Guerra del Agua en Cochabamba, ha pasado por media docena de ciudades del Estado español para presentar su último libro ‘Horizontes comunitario-populares’ (Traficantes de Sueños, 2016), una gira que ha compartido a ratos con la antropóloga Rita Segato. Esa es la excusa para hablar con ella un viernes de marzo en el Sputnik, un parque vecinal autogestionado en el madrileño barrio de Puente de Vallecas.
Has pasado en Madrid este 8 de marzo que se ha vivido como un hito tras el inicio de año más violento de la última década en el Estado español. La organización asegura que reunió a 500.000 personas. ¿Qué te ha parecido la movilización?
Me gustó mucho, hay mucha energía por acá. Lo que me sorprendió de las movilizaciones que se han ido armando, sobre todo con la clave de “vivas nos queremos” y lucha contra todas las violencias machistas, es esta cantidad de personas jóvenes que participan y que dicen las cosas con un desenfado y con una potencia y con una fuerza que realmente constituye una especie de distancia y diferencia con las luchas de nosotros. Eso es una alegría gigante, porque uno ve cómo cosas que en generaciones anteriores de luchas de mujeres costaron mucho ahora son más sencillas. Entonces pueden ser dichas por la siguiente generación de una manera increíble.
Luego me encantó la heterogeneidad tan amplia que ha hecho posible este feminismo renaciente. Esta ola de insubordinación, una especie de insurrección en otra clave, que renueva el feminismo y pone en la calle a un montón de mujeres. Me llama la atención la capacidad de articular diferentes edades, diferentes procedencias y cómo se va contagiando una energía que atraviesa nuestros cuerpos en la lucha y que de alguna manera nos sintoniza en una especie de vibración en el mismo tono. ¿Crees que se ha perdido una oportunidad de cambio y que vamos a asistir ahora a un resurgir de las derechas?
¿Ves algún choque, alguna diferencia fuerte con las movilizaciones de América Latina? ¿Te has sentido identificada con lo que se escribe y se grita por aquí?
Me he sentido totalmente identificada, pero quizá lo que extrañé es el esfuerzo que se hizo muy grande en algunos lugares de América Latina, en particular en el Cono Sur, de ligar violencia con trabajo, o violencia con capital. Y de ahí esta idea de plantearse un paro que surgió en Argentina el año pasado, cuando después del encuentro de mujeres viene este asesinato de Lucía. Desde octubre hasta aquí ha sido todo un debate muy grande de cómo lo puedes leer en muchos planos. Puedes decir que es un paro solamente porque es un modo de decirlo, pero es también recuperar otra tradición de lucha, otra arma, otra herramienta que viene de la tradición obrera y que el feminismo logra hilar, porque saca el asunto del centro del trabajo, pero vuelve a instalar algo que era una herramienta de impugnación del orden del capital y del Estado.
Desde ahí, esta herramienta lleva a algo que se va armar desde los hogares, desde los centros sociales, desde las ferias, desde el trabajo informal, desde el trabajo ilegal, desde el trabajo precario de cualquier clase, desde el trabajo reproductivo puesto en el centro. Entonces anuda que la cuestión de la violencia y la lucha contra el feminicidio es también esencialmente una lucha contra las formas de vida que nos está imponiendo el capital a través de recuperar un hilo de memoria.
Siento que aquí ustedes están desbordando las agendas que las hayan contenido antes, están cambiando los tonos de las maneras en las que haya quedado esa cosa un poco rara que se llama la gestión de los asuntos de género. Y están poniendo sobre todo la cuestión de la autonomía del cuerpo, la cuestión del no a la violencia machista en ninguna de sus formas, y un asunto muy importante es el tema de los cuidados. Pero no sentí aquí como allá tan hilado el asunto de violencia y capital.
Pareces optimista pese a que tú hablas de proceso renovados de acumulación del capital…
Te estoy diciendo la energía que yo tengo del 8 de marzo y eso te estoy contando. Pero eso está pasando en un mundo que está colapsando. Eso está ocurriendo donde hay un señor anaranjado como enloquecido, en el país que más capacidad tiene de producir guerra. Y de producir armas. Y de producir miseria. Y de producir mal. No estoy diciendo que el mundo sea lindo. Estoy diciendo que veo una energía muy potente emergiendo. Eso es lo que siento en un mundo muy tremendo que está destruyéndonos en múltiples planos.
A ver… este coso que se llama la discusión del fin de siglo progresista en América del Sur… a mí esa clave no me gusta, se me hace una discusión muy aburrida, muy estadocéntrica, y que obvia como siempre el problema del origen. Porque hace parecer como si hubiera un problema del colapso de un proyecto de cambio político que es el Estado. Cuando [en realidad] hay una parte anterior de la historia, que es la historia de la manera en la que se rompió el neoliberalismo, con una ola anterior de levantamientos y movilizaciones en Bolivia, en Ecuador, en Argentina y, digamos que en sus versiones descafeinadas, Brasil, y una muy confusa Venezuela.
Pero eso se obvia. Yo trato de entender las luchas sociales como una especie de flujo muy intenso de energía que puede desbordar las contenciones que se han creado para limitarla, para encauzarla, para hacerla fluir de una manera y no de otras. Entonces me tiene muy contenta lo de las mujeres porque siento que reinstala una insolencia que tuvimos hace menos de veinte años, y viene a volver a plantear un desafío. Yo lo estoy tratando de contar también en estas claves porque estoy tratando de significarlo, de significar un desafío renovado de unas luchas en clave feminista que atraviesan los cuerpos y que ponen en entredicho resultados que nos dejó el siglo progresista porque no le tocó un pelo.
Cuando hablas de una feminización de la política…
No. Feminización de la política es una clave que a mí no me gusta porque no expresa lo que yo quiero decir. Yo percibo dos cosas. Por un lado, una pluralización de los feminismos: feminismo indígena, feminismo comunitario, feminismo descolonial, feminismo anticolonial, feminismo autónomo, feminismo autónomo radical, feminismo autónomo lésbico transexual… en fin. Percibo eso y me encanta que florezcan mil flores, por una parte.
Y por otra percibo cómo las mujeres han estado protagonizando de manera masiva luchas contra los despojos múltiples que estamos viviendo en América del Sur. El despojo del agua, el despojo de la tierra, el despojo del bosque, el despojo de pueblos para que pasen carreteras…. Y percibo que estas dos cosas a donde están llevando es a que se impugnen ciertas racionalidades masculinas -en los que determinados compañeros se sienten muy a gusto e incluso cultivan- que son las que impregnan no solo la producción del capital en tanto que negación de la reproducción como dice Federici, sino también ciertas prácticas institucionales y ciertos espacios públicos.
Y con la lucha contra la violencia se está realmente impugnando esta racionalidad en el modo de hacer, en el modo de articular, en el modo de usar el lenguaje, en el modo de ensayar la confluencia, en el modo de anteponer lo que se comparte y después gestionar la distancia. Y a eso le doy el provisional nombre de ‘política en femenino’. Que no es feminizar la política. Porque feminizar la política me sabe a poco. Y me preocupa mucho además que vuelva a ser una reedición de la vieja trampa: añada mujeres y revuelva. Esa peli ya la vimos. No queremos ser las que gestionemos el infierno. Queremos desarmarlo, y queremos ir construyendo algo distinto que vaya naciendo de los intersticios que quedan en el infierno.
En esa ‘política en femenino’, que no política feminizada entonces, ¿conoces procesos como los de la política municipal en Madrid o Barcelona? ¿Te resultan interesantes?
Me parecen procesos muy interesantes, sobre todo el de Barcelona. Esta cuestión de que haya mujeres que están ensayando cómo ocupar puestos de gran importancia es un avance, pero no es suficiente de ningún modo. En Barcelona escuché cosas un poco más interesantes, que no tienen solo que ver con gobernar para todos. Se me hace muy poquito gobernar un poco mejor y gobernar sin corrupción. Entonces creo yo que sí hace falta una especie de posibilidad de dialogar y de volver a trabajar con un espíritu pinza de adentro y afuera, en la calle y la institución, como de algo mucho menos vertical, abandonando este lugar de gran dador que es el poder del Estado, que concentra el conjunto de la riqueza y luego la reparte, y que finalmente arma una base fundamental del orden simbólico masculino, tan bien hilado con el mundo capitalista y los sucesivos siglos de acumulación. Esta disputa al orden masculino dominante, en un estado que no es neutro, en unas instituciones que son eminentemente masculinas en términos simbólicos, porque están fundadas en una negación de la energía creativa que tiene finalmente la vida, es un paso que hay que dar. Esa es la política a la que yo le apuesto.
Has mencionado ya varias veces al Estado y las instituciones, siempre con absoluta y comprensible desconfianza. ¿Nos tenemos que resignar a estar en la periferia?
Yo no me tengo que resignar a nada porque estoy muy a gusto, la verdad me la paso requetebién. Me tendría que resignar a entrar al Estado, y nunca lo he hecho. He entrado a una institución hace cinco años porque soy una profesora universitaria y ya me quiero salir, porque no me gusta. La pregunta que haces es una pregunta que se lanzaba mucho en América Latina en términos de un binarismo excluyente, y que además es un binarismo esterilizante de la posibilidad real de hacer acciones de fuerza sostenida y profunda. Era movimiento o institución, y nunca jamás se podía pensar en la idea movimiento “e” institución, y plantear los términos movimiento e institución en condiciones tendencialmente no tan jerarquizantes, donde se le ponen tareas a los que entran en las instituciones, porque en lo que ellos tienen que trabajar es en disminuir esas jerarquías. El problema es que el Estado es una entidad en donde está monopolizada una gran parte de la capacidad de producción de palabra pública. Entonces, si quien entra a la institución conserva ese monopolio, es más, si lo reafirma… ¿Cómo va a ser posible que habilitemos un diálogo?
En Bolivia en la época de las luchas lo vimos muy clarito. Había cuando menos una entidad de articulación de movimiento pública, que había tenido capacidad incluso de gestión, de gestión en lucha, que era la Coordinadora de Defensa del Agua y de la Vida. Muy pronto vimos un desliz hacia que los compañeros metidos al Estado eligieran más bien esta salida masculina de la no conversación, esta salida del orden simbólico masculino, del ‘me atrinchero en armar mi verdad y esa es la que voy a establecer’.
En el libro que Traficantes de Sueños ha publicado, yo documento un montón de experiencias y de casos donde ocurrían estos choques en distintos niveles. Entonces la pregunta “estamos condenados a la periferia” me parece muy simplista, porque me parece que es una pregunta que se opera desde una idea topológica que yo no comparto. El adentro es esto, y hay que estar muy claros de quienes entran afuera.
Hay unos que entraron afuera. Bueno, que entren afuera y que respeten qué estamos haciendo y que abran términos de diálogo. Es lo que creo que podría ser un camino fértil para no transmutar el anhelo de transformación social en múltiples niveles en cambio político. Eso es como hacer microdosis de los deseos sociales, es como diluirlos.
Cuando estaba la energía del 15M acá… Esta energía yo creo que estaba hecha del mismo material, era la misma energía que nosotros pudimos desplegar en la guerra del agua o que se desplegaba en los bloqueos aymaras, era el mismo anhelo dicho con otro contenido. Esa capacidad humana desplegada ¿cómo la convertimos en torrente que rebase lo institucional y lo desacomode?
Esa es mi pregunta y no pensemos lo contrario, no pensemos cómo encauzamos este proceso de lucha que parte de un profundo deseo colectivo, en un cambio posible a partir de establecer términos de disminución de la radicalidad de la palabra. Así le han estado haciendo los compañeros en América Latina y le sale mal, por eso se han estado cayendo, por eso no les está yendo bien.
¿Acabas de hablar de una “energía del 15M” en pasado? ¿Se ha diluido? ¿Se ha encauzado? ¿Se ha contenido en microdosis?
Yo creo que ha quedado contenida. Ha pensado muchas cosas, ha desarrollado esta estrategia primero por el lado de organizar Podemos, después por el lado de ampliar también esta apuesta municipalista, pero yo sentí que algo de la energía del 15M reverberó el 8 de marzo. No sé bien cómo, porque en cada lugar pasa distinto, pero al menos me lo pregunto. Porque eso es lo que me estoy preguntando en América Latina y en particular en Argentina y en Uruguay, donde claramente la nueva ola de impugnación profunda al orden social desde el feminismo, pero también desde el trabajo, viene de la mano de las mujeres. No es que [la energía] se diluya, no es que se evapore, es que se contuvo, está haciendo unas cosas y vuelve aparecer.
Rita Segato habla de un aumento de la violencia contra las mujeres no solo en los números sino también en sus “formas de crueldad”. ¿Percibes lo mismo? ¿Crees que tiene relación con este “renacer” del feminismo y esa potencia de sus enunciados?
Sí. Las dos cosas. Percibo un aumento, y percibo un aumento claramente de las formas de crueldad. La saña con la que están siendo asesinadas compañeras, la violencia brutal sobre muchas figuras y formas del trabajo de la reproducción, el agotamiento al que llegan un conjunto enorme de compañeras que están haciendo triples, cuádruples jornadas que no tienen ningún apoyo en términos de Seguridad Social o de apoyo público. Es una barbaridad. La violencia está brutal. Y esta violencia expresiva que se inscribe en los cuerpos de las mujeres, para utilizar las palabras de Rita, también está ampliándose. Y yo no sé si tendrá que ver o no [con el renacer del feminismo]; a mí me da la impresión de que sí porque se están desestabilizando estructuras de jerarquía y de dominación muy añejas.
Los compas de Traficantes pusieron en su portal una manta que dice una frase de Rita: “La dominación patriarcal es la que estructura todos los órdenes de dominación”. Entonces yo creo que esta vez sí estamos llegando a la raíz de un conjunto de dificultades en términos de cómo habitamos el mundo y de cómo nos organizamos en términos políticos. A ver qué pasa. Son tiempos interesantes otra vez. 

De qué son bandera los pañuelos // Agustín Valle

1. Por qué esto, y qué se afirma

¿Por qué el 2×1 a genocidas encontró una reacción en contra tan impresionante? ¿Y qué se afirma en ese rechazo? ¿Qué se juega en ese consenso, virtualmente unánime, de que entre tanto palazo gubernamental -y vital-, este no podíamos dejarlo pasar? En la plaza había gente muy distinta entre sí (“¡capaz alguno que agitaba el pañuelo votó a Macri!”), pero eso no es tan importante como entender qué dimensión de valor es común entre aquellos juntos mas no revueltos. No importa tanto quiénes fueron, sino qué de lo común sensible sostuvo como intolerable que los torturadores murieran libres.
2 …si ya nos venían pegando abajo.

Ciertamente el Gobierno viene aplicando políticas de drástica gravedad desde que asumió; en sus primerísimos días, entre la quita de retenciones y la devaluación, multiplicó la renta de la oligarquía en proporciones y celeridad acaso nunca gozadas por los dueños de la tierra. Y desde entonces, mientras agigantó la deuda externa, implementó muchísimas medidas con impacto palpable en la materialidad cotidiana de las vidas:  los tarifazos, los aumentos en transporte y peajes, la suspensión de paritarias, los despidos, la recesión con inflación, la eliminación de trabas para la importación de manufacturas. Etcétera. Son medidas que afectan de manera mucho más inapelable la vida “de cada uno”. Sensibles y dañinas para la vida concreta; para una cierta concepción de la vida, la vida concebida en el plano de la Realidad, lo que se reclama como “mundo real”: mercantilismo y “liberalismo existencial”. El orden económico-político de la privacidad. La Realidad nos dice: más allá de lo que te guste pensar sobre vos y la vida, más allá de fantasías, opiniones y ensueños, bajo apuro vos no sos ni más ni menos que una realidad económico-privada. (En efecto, la Realidad nos apura, alta y cotidiana apurada)
3 …y esto no tocaba la vida de “cada uno”.

El 2×1 no toca nada del relato prosaico y seco de “la vida de cada uno”. “Si viajo en un bondi y se sube Muiña, no lo reconozco”. Pero la movilización no fue moral, ni adhesión opinológica. Al fin y al cabo derrotamos -en esa bola- a un acuerdo compuesto por el PEN, la Corte, la Iglesia, las FFAA, parte sustancial de la corporación de prensa… El vínculo con la reposición de la impunidad para los genocidas es sensible, no es moral. Una prueba -aunque sé que no le hace falta, lector- es la velocidad, lo rápido con que se multiplicó la movilización. No se construyó la convocatoria: se lanzó y todos supimos que ya estábamos ahí (casi que se señaló). De hecho, tuvo relativamente escasa difusión por parte grandes medios; tuvo algo de clandestinidad masiva(dimensión de existencia en las vidas multitudinales que no es visible salvo cuando se corporiza. La clandestinidad masiva, por cierto, existe en las antípodas del regimen de la Realidad corporacionista, donde solo gozan de reconocimiento de existencia los cuerpos con algún grado de corporativización).

La multitud de “cada unos” que se juntó -o se mostró junta- en la plaza, expresa una dimensión de la vida tocada por el intento de reponer la impunidad a los genocidas, que no coincide con la verdad mercantil sobre la vida. Una dimensión que no coincide con los grandes aparatos de individuación, que resiste a la codificación mediática de nuestra presencia. Una dimensión excesiva respecto del liberalismo existencial.

Habría que pensar: cómo es que las luchas en planos de la vida que forman más parte de la Realidad mercantil corporativa (como los ajustes de salario, nada menos), venimos perdiendo, mientras que cuando toca moverse por algo que no responde a cálculos individualistas de subjetividad empresarializada, triunfamos.
4. Propietarismo existencial (uno tiene su vida, tiene)

El triunfo del liberalismo existencial (plantea el libro El llamamiento, del “Comité invisible”, editado localmente por Folía) es el hecho político fundamental de las últimas generaciones, aunque ha pasado desapercibido como suceso, y consiste, simple y llanamente, en la evidencia naturalizada de que cada uno tiene su vida. Una complejísima construcción histórica, de larga genealogía, ha elaborado esta segmentación privatizante de la vida, ¿no? Una maravilla.
Cada uno tiene su vida, y vos lo sabés.

Veamos tanto el “cada uno” como el “tener”. “Cada uno”: la vida, la concepción práctica de la vida, la vida como producto histórico-político, se funda en yo y no en nosotros (y nosotros era fundante de la subjetividad no sólo en vastas versiones de la humanidad, sino que también es el sustrato en que abreva cada vida naciente). En todo estás vos, y vos sos uno, propiamente único. Pero además, cada uno tiene su vida, la tiene. Es decir que el sujeto es previo a su vida, a la vida: es y tiene, existe el sujeto y tiene su vida. Es, por tanto, su guardián. La vida como propiedad, como mercancía -la vida como valor de cambio-. Propietarismo existencial.

La subjetividad de “uno” que tiene su vida prefigura al sujeto como vigilante de ese bien, como maquillador de esa criatura, pero también como capataz, proxeneta de su vida (así le escuché decir  a Lobo Suelto)…

En la antigua Roma, contaba Ignacio Lewowicz, lo “privado” designaba no afirmativamente lo que es de alguien, sino lo que queda privado para la comunidad. Una tierra privada no es tanto algo de alguien, sino algo que no es de todos. La vida privada -el premio occidental- es menos la vida de uno que el nombre de la enajenación de la vida de cada cuerpo respecto de la sensibilidad común.
5. Madres amigas

El liberalismo existencial es el bioma en que vivimos como parte, en el bondi, en la sala de espera para el estudio médico, en los bares, todos saben. Pocas cosas lo desmienten: la reacción contra el 2×1 es una de ellas. Algo que no concierne a “tus cosas” tocó un lugar común sensible. (Un lugar que demostró, además, no sólo alta potencia política sino independencia del kirchnerismo. Las organizaciones kas estaban como uno más, no dieron ellas el tono).

Cuando vi por la tele que les estaban pegando a las Madres de Plaza de mayo, no lo dudé ni un segundo y salí a pelear”. Así decía un amigo al contar cómo vivió el veinte de diciembre del dos mil uno. Un amigo, propiamente, si, como le escuché decir a Silvia Duschatzky, un amigo es quien te saca de tu egoísmo.

El egoísmo, en el régimen del liberalismo existencial, es destinal. El viento de lo dado produce egoísmo. Hay composiciones, encuentros y alianzas por cálculos egoístas, por supuesto; dicho esto sin juicio moral. Liberalismo existencial: soledad saturada, soledad enajenada, pero soledad: no compartir los problemas, no compartir efectiva y afectivamente los problemas, y las alegrías (compañero: con quien se comparte el pan).

Se vio también el año pasado, cuando el Gobierno (no recuerdo si un juez o fiscal, activamente partícipe de la política gobernante) intentó detener a Hebe de Bonafini. En cuestión de horas, una banda de cuerpos se apersonó, para mostrar la densidad colectiva de ese cuerpo de Madre: cuerpo no detenible. No era un simple cuerpo de la Realidad. Algo de esas Madres, y lo que portan, es la médula de lo no domeñado de la vida local. No es un cuerpo sin más, es un cuerpo con más: es más que único. Ellas nos sacan de nuestro egoísmo; ellas son las amigas; son un fundamental principio de amistad política en Argentina.
6. Puesta en nosotros

¿Viniste? ¿Dónde estás? ¿Nos encontramos? Incontables mensajes cruzaban, ese miércoles, nuestra vivísima inmaterialidad, dulce enjambre no siempre empalagoso. Pero combinar encuentros era  casi imposible: el lugar, la plaza primordial de la Argentina y su extenso derredor, estaba disuelto como espacio trazable por la voluntad individual. La magnitud de la voluntad colectiva fundía a los cálculos personales. “No te podías encontrar con quienes querías, pero en ningún momento te sentías solo”. Juntura, complicidad, estar en confianza. “Y en otras situaciones masivas podés sentirte más solo que en soledad”.         
En el bondi, yendo, se convenía logística con cualquiera (dónde bajar, por dónde agarra chofer, etc), sin necesidad de explicitar que se estaba yendo al mismo lugar. Porque ya se estaba en el mismo lugar. En la pizzería posterior se hablaba animadamente con cualquiera, se regalaban cervezas… Una atmósfera sensiblemente distinta -especial- tomaba esos lugares consabidos. Un ambiente donde los guiños y los gestos tenían entendimiento inmediato; un lugar donde cualquiera podía asumir que éramos nosotros. La ajenidad mutua estaba aminorada. Mucho más aminorada que en otras marchas donde también se da (esa nosotrificación, puesta en nosotros). Incluso hasta la del 24, donde, un poco más que en esta, “cada uno iba desde su lugar”. Acá más bien se había tocado un lugar común donde ya estábamos. 
7. Pañuelos, banderas blancas

Es el nosotros, más que un partido, quien puede ponerle cotos al neofascismo simpático, al propietarismo, al garquismo, a la Realidad corporacionista, a la subjetividad pura del capital…. Los partidos valen si vehiculizan potencia nosótrica. Pero el partido, de por sí, es subjetividad política del orden de la Realidad, y acaso abroquele al fascismo, pero lo crispa, le da blanco para su reacción… El nosotros lo deja solo, y no se muestra tan fácil de golpear: los líderes, y los “puntos sólidos” en general, tienen una incidencia sustancialmente menor en el nosotros -esto, claro, hace también a su fragilidad-. La Realidad niega al nosotros, en “el mundo Real” no existe (hasta a las más consistentes organizaciones nosótricas puede leérselas, con mirada violenta, buscando por qué cálculos existen).

Es que el nosotros no sacraliza nombres propios. “Madres de plaza de mayo”, por ejemplo, no es un nombre propio (es una designación, o mejor aún: un señalamiento que nomina). La política centrada en los nombres propios es parte del propietarismo existencial. Las Madres no: sus pañuelos blancos, esos pañuelos cuyo dibujo tiene algo de nido, de espacio albergante, esos pañuelos blancos de las Madres fueron, el miércoles de la marcha, banderas blancas. Banderas blancas que llevan nombres, claro que sí: en tu corazón.
8. Nombres propios en tu agitación

Cuarenta días antes, había habido una movilización en defensa de la privacidad de las vidas, de los que quieren reglas claras del capitalismo sin más (“estar tranquilo”). Una marcha para limpiar de impurezas el liberalismo existencial (“quiero romperme el orto tranquilo sin que nadie me rompa las pelotas”, que la vejación sea desde atrás así puedo sostener la ilusión autogestiva de vida libre…). La diferencia icónica entre ambas movilizaciones es radical. El 1A, lejos de banderas blancas llenas de decisiones sensibles, ofrecía una saturación de símbolos patrios. Se agitaban banderas, vestían remeras, se portaban gorros celeste y blancos, se cantaba el himno, se alentaba al nombre del país; hasta la marcha de San Lorenzo cantaban, corderitos de dios… Acaso había más productos albicelestes que personas; la saturación era indudablemente síntoma de una desesperación, o, al menos, de una tapadera: evitaban  preguntarse con un mínimo de profundidad qué tenían de común los presentes. Los símbolos patrios, despojados de toda experiencia sensible de fraternidad, son un aglutinador abstracto, general, sin sujeto vivo (con sujetos que lo que ponen es una representación de sí). Así usados, los símbolos patrios son placebos de comunalidad. El placebo de comunalidad propio del liberalismo existencial.
9. Aglutinadores “viruseros”

Cuenta Rubén Mira que Mariátegui planteaba que es más difícil distinguir a un comunista de un fascista que de un liberal, porque es más difícil distinguir entre dos personas con valores que entre una con y una que se desentiende de afirmar abiertamente… Pero una diferencia sustancial está en que el comunista afirma la semejanza universal, afirma la igualdad de todos los hombres (varones y mujeres…), mientras que el “nosotros” fascista siempre es excluyente. De hecho, la declamación nacionalista del 1A, por su insistencia, por su barroca repetición, hasta por lo rebuscado de sus recursos (¡la Marcha de san lorenzo, por Alá!) es xenófoba.

(Los aglutinadores de identificación colectiva placébicos, tienen algo burroughsiano: lo que decimos como si fuera propio pero es una entidad externa introyectada y animándonos, como el virus del lenguaje…).
10. Crueldad, asesinato y semejanza

El liberalismo existencial es componible con estos aglutinadores de colectividad placébica y virusera. Ambos implican una negación del principio general de semejanza, del principio de igualdad. Dela fraternidad.

Lo cual invita a ver otra diferencia entre un comunista y un fascista, pensando en nuestra historia: la aplicación de tormentos, la violación como regla, el robo de bebés, el arrojo cotidiano de cuerpos al mar, en fin, la crueldad, es propia del fascismo. Eso que se llama extrañamente inhumanidad.

La tortura por supuesto implica un cierto reconocimiento al otro; la saña reconoce que hay alguien… pero crueldad (¡lejos de limitarse a una función informacional!) es una técnica de producción de desemejanza. Niega activamente la forma humana; reconoce en la negación la humanidad. Los actos llamados inhumanos no es que no sean humanos (de hecho desde cierto punto de vista lo son mucho más que comer o coger, prácticas animales…), sino que buscan negar la condición humana -es decir semejante- de un cuerpo.  

Matar no implica por sí una negación de la semejanza. El pelotón de fusilamento, por caso y como muchos recordarán, tiene como función disminuir la carga conciencial de haber matado (evitar concebirse como asesino), ya que no puede establecerse qué bala mató… Por eso los asesinatos de los guerrilleros no son crímenes de lesa humanidad: son atentados contra la vida de las víctimas (y contra su posición), pero no contra la humanidad que hay en ellas en cuanto tal. No niegan su condición humana.
11. Desaparecidos, número hermano

Un argumento difícil. No se sabe cuántos son los desaparecidos. Son tretina mil, claro: es un número fundado en una contundente verdad del alma. Ahí tenemos una verdad -común, multitudinal- que resiste al vil orden de la Realidad. Porque la exigencia de que “muestren la lista de los 30 mil” es una exigencia del imperio de la Realidad, propia de la racionalidad donde papers con números son la realidad verdadera.

No se sabe con exactitud inapelable cuántos son porque su destino fue la desaparición. El número es no-precisable por la atrocidad de no dejar cadáver. Ni contar los muertos nos dejaron. Y ahora, con redoblada crueldad, niegan el número que surge de la impresión de las víctimas. Hijos de yuta -no parecen hijos de madres (el texto donde habla la hija de Etchecolaz –ella no Etchecolaz-, cuenta que la madre quiso rajar con los dos hijos; la madre quería huir del horror. De la crueldad. No era suya.)

No se sabe cuál es el borde preciso del conjunto de muertos; el conjunto no tiene un nombre propio preciso. Es un conjunto abierto. Por eso entramos cualquiera. Es un espacio nosótrico sin propiedad. El espacio de los derechos humanos es el espacio de un conjunto abierto de hijos faltantes, que nos instituye como hermanos. Hermanos maternizados. Por eso “no es una reivindicación, sino el espacio sensible donde pueden fundarse todas las reivindicaciones”, como señaló Diego Sztulwark.
12. Cómo es posible el mal (qué produce…)

El torturador, que busca negar que los cuerpos combatientes están animados por la humanidad común, repone el viejo e inagotable misterio del mal. ¿Cómo es posible el mal? ¿Cómo es posible el goce en la aplicación de tormentos, en la negación de la humanidad a los cadáveres? ¿Para qué sirve el mal, qué sirve, qué da, qué produce? Lo dicho: para la tortura es necesaria una cancelación de la empatía. Es necesario que la jeta del otro no diga no matarás. Es necesario negar que estamos hechos de lo mismo (y por lo tanto podríamos componernos…). Esta negación es condición de posibilidad de la crueldad, y, a la vez, es producida por la crueldad. Pero la afinidad electiva entre crueldad y capitalismo es, en realidad, evidente, en este día, y cada día.
13. Movilización del derecho a la empatía

La indiferencia es también una exigencia de la vida contemporánea. Una de las “operaciones necesarias para habitar -o tolerar- las circunstancias” (como definía Lewkowicz la subjetividad) de la vida en Monstruópolis. La vida práctica en el mercado laboral, en el mercado de consumo, en la calle, en la noche, en las redes sociales, la vida en la ansiedad, en rendimentismo y el cagazo, requiere de grandes bajones de la empatía (algo así decía también Rita Segato para explicar las violaciones y femicidios).

Con la empatía reglando -con reglas empáticas- no se podría vivir en el orden de la Realidad.

La empatía herida, la herida empática, es un dolor esencial en la vida contemporánea. Un trago que embuchamos antes de empezar el día, antes de despertar, antes de soñar. La ajenización mutua de las vidas. Que es condición de la carrera del Valor. Su techo anímico, también. Ese dolor es un dolor común. Ese dolor es el que fue tocado por el intento de reposición de la impunidad a los genocidas, al genocidio, a la tortura y la crueldad.

El rechazo al 2×1 implica una afirmación: la afirmación de la empatía como potencia.

La defensa de un umbral mínimo de empatía, de un cierto grado de la semejanza que resiste; de un cuántum mínimo de comunalidad que aguanta: en esto consistió la puesta en nosotros, la movilización de la multitud. Nos tocaron allí, en ese frágil y ajustado estrato a donde sin necesidad de ser idénticos, somos nosotros. ¿Qué más puede, este deseo empático? ¿Qué fronteras activas y potencialmente crecientes tiene su sensibilidad?
* Escrito por Agustín Jerónimo Valle en base a una conversación con Verónica Cetrángolo, Nicolás Bacal, Juan del Bene, Lucía Scrimini, Rubén Mira y Jerónimo Liñán.

Carlos Rosenkrantz

Rosenkrantz critica la incorporación de los tratados de derechos humanos a nuestra Constitución Nacional en 1994. Y relativiza los fundamentos para declarar la nulidad de la Ley de Obediencia Debida, la Ley de Punto Final y el decreto de Indulto sobre delitos de lesa humanidad porque, según él, se basan en la importación apresurada de jurisprudencia extranjera.
Ver:
Carlos F. Rosenkrantz, ”En contra de los ´préstamos´ y de otros usos ´no autoritativos´del derecho extranjero”, en Revista Jurídica de la Universidad de Palermo, Año 6, número 1 (2005).
http://www.palermo.edu/derecho/publicaciones/pdfs/revista_juridica/n6N1-Octubre2005/061Juridica04.pdf
Leonardo G. Filippini, “El derecho internacional de los derechos humanos no es un préstamo. Reflexiones sobre la crítica a los préstamos de Carlos F. Rosenkrantz”, en Revista Jurídica de la Universidad de Palermo, Año 6, número 1 (2005). http://www.palermo.edu/derecho/publicaciones/pdfs/revista_juridica/n8N1-Sept2007/081Jurica13.pdf
Carlos F. Rosenkrantz, “Advertencias a un internacionalista (o los problemas de Simón y Mazzeo), en Revista Jurídica de la Universidad de Palermo, Año 8, número 1 (2007).
http://www.palermo.edu/derecho/publicaciones/pdfs/revista_juridica/n8N1-Sept2007/081Jurica14.pdf
Impugnación que realiza el CELS sobre las postulaciones de Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti como jueces de la Corte Suprema de la Nación. (enero de 2016) http://cels.org.ar/documentos/Impugnación.pdf

NEGACIONISMO: IGUALAR DELITOS DE LESA HUMANIDAD A DELITOS COMUNES. OPERAR EL DISCURSO DE LA RECONCILIACIÓN.
POR UN ARTE LIBRE DE NEGACIONISMO

“El capitalismo no necesita de la democracia”. Entrevista a Maurizio Lazzarato


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El filósofo italiano realiza una profunda crítica del sistema capitalista, al que define como esencialmente financiero, además de caracterizarlo de bélico, sexista y racista.

No muchas personas se enteraron, pero la semana pasada estuvo en Córdoba uno de los filósofos anticapitalistas más críticos y radicales del pensamiento político actual. Maurizio Lazzarato es autor de algunos libros fundamentales para entender el entramado ideológico, histórico, económico y cultural que está en la base de la crisis mundial que empezó en 2008 y que no se sabe muy bien cuándo y cómo va a terminar.

Esos libros son La fábrica del hombre endeudadoGobernar a través de la deuda, y el último, escrito junto con Eric Alliez y aún no traducido al español, Guerres et Capital (Guerras y Capital). A partir de la idea de que el capitalismo es esencialmente financiero, postula que la deuda sirve para disciplinar a las personas, pues no se trata sólo de un problema contable sino que tiene una dimensión más profunda, en la que convergen elementos morales, políticos y estratégicos.

La dimensión mundial de las finanzas, explica, impone una generalización del crédito. Antes, hace un siglo, sólo las empresas accedían a la financiación, mientras que la gente vivía de su salario. Pero en la actualidad hay créditos para todo: consumo, educación, etcétera. Esa deuda organiza la subjetividad. El crédito contiene el compromiso implícito de pagar. La persona queda condicionada por la deuda. Si alguien tiene un crédito a 30 años, su vida va a estar organizada por ese crédito.

Así, la relación acreedor-deudor pasa a ser fundamental en un mundo donde el neoliberalismo ha convertido a la clásica lucha de clases entre el proletariado y el capital en una guerra asimétrica, donde rigen las finanzas y el poder del crédito. En ese escenario, los trabajadores quedan completamente marginados como fuerza política transformadora. No es que no existan, no es que carezcan de una existencia sociológica y económica. El problema, señala Lazzarato, es que con "las finanzas y el crédito, el capital siempre está a la ofensiva", mientras que con el eje capital-trabajo, "lo que queda del movimiento obrero siempre está a la defensiva" y es derrotado una y otra vez.

Lazzarato vino a Córdoba invitado por el Seminario de Pensamiento Político Crítico de la nueva Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba. Ofreció una conferencia abierta, titulada "La condición neoliberal", y al día siguiente tuvo un encuentro más acotado con profesores y estudiantes del seminario que se desarrolló como un diálogo, en la sede la Universidad Nacional de Villa María en Córdoba. Por razones de tiempo y de salud, no fue posible acceder a una entrevista personal, pero sí estar presente en las dos charlas y plantear algunas preguntas junto con los demas asistentes.

-¿Se puede pensar la deuda en un sentido positivo?

-Tal vez en otro sistema. En el capítalismo es imposible. La deuda es la guerra. En otros sistemas, tal vez el crédito puede ser pensado positivamente. El arma estratégica del capitalismo es la deuda. Se trata de un arma estratégica, no sólo económica. No se puede pensar el capitalismo sólo en términos económicos. No es sólo producción también es poder. La deuda es el elemento a través del cual se crean no sólo las condiciones de la explotación sino también las de la subordinación política. Para la ideología liberal, el crédito permite anticipar los costos, el futuro; pero lo cierto es que la deuda sólo ha producido catástrofes.

Alianza con el Estado

Para Lazzarato la crisis mundial de la deuda viene a probar la tesis de que el capitalismo nunca fue liberal sino siempre capitalismo de Estado. Afirma que, durante las crisis, los neoliberales no tratan de gobernar lo menos posible sino de gobernar hasta el detalle más mínimo, y en ese sentido en vez de articular la libertad del mercado con el Estado de derecho, lo que hacen es debilitar la ya débil democracia. Donald Trump y los neofascismos europeos son un claro ejemplo de esa tendencia. Pero también los populismos caen bajo sospecha, ya que incurren en distintas formas de nacionalismo y no tiene en cuenta la dimensión internacional del capitalismo.

-¿Cómo se articula el capitalismo con la democracia?

En realidad, la democracia de origen liberal, como se la conoce en Inglaterra y en Estados Unidos, es una democracia republicana que es una democracia de la patronal, de la clase propietaria. La democracia de los derechos nació en el siglo XVIII y no fue construida por el capitalismo sino por los movimientos políticos que lograron el sufragio universal, la libertad de expresión, libertad de organización gremial, etcétera. Se trata de conquistas de movimientos políticos y obreros, no una concesión del capitalismo. Todo lo contrario: el capitalismo ha tratado de restringir esos derechos y ha tardado en reconocerlos.

-¿Se trata de una relación de conveniencia, entonces, en el mejor de los casos?

-La tendencia del neoliberalismo es que cuando el movimiento obrero se hace más débil, la democracia se vuelve más débil. Y eso se aplica a todos los movimientos de oposición. Cuando se debilitan, la democracia desaparece. El capitalismo no necesita de la democracia. La China es un ejemplo rampante, gobierna un capitalismo de una tasa de productividad enorme sin necesidad de democracia. La democracia es algo que se le impuso al capitalismo, no algo que surge de él.

-Usted señala que el neofascismo es una parte integrante del capitalismo, pero desde el punto de vista mercantil, ¿las sociedades cerradas no atentan contra la lógica del mercado?

–Ese es el punto de vista economicista. Antes de la Primera Guerra Mundial, se decía que la guerra sería imposible porque había demasiado intercambio entre los países, de modo que se pensaba que no habría más guerras. Sin embargo, vinieron dos guerras mundiales. En la Argentina en los años 1970, el capital financiero destruyó la industria nacional, por cuestiones políticas, como también ocurrió en Europa, por cierto. Debido a que la industria es un centro de reconstitución y concentración política, es susceptible de ser destruida, aunque implique verdaderos problemas económicos. Nunca la humanidad vivió bajo un modo de producción que produjo tantos muertos como el capitalismo. Sesenta millones de muertos en las dos guerras. Por otra parte, la guerra también es una forma de economía, no va a pérdida, tiene una función económica precisa. Cuando el capitalismo está en riesgo, recurre a la guerra, sin dudas.

Después de Marx

Si bien reconoce la magnitud del pensamiento del autor de El capital, Lazzarato no deja de señalar las falencias de Karl Marx y del marxismo en sus análisis del capitalismo. Entre las fallas más importantes apunta el hecho de que se han concentrado demasiado en la producción y el trabajo y no en las finanzas.

Según el autor de La fábrica del hombre endeudado, la lectura marxista del capitalismo entró en crisis en los años 1950 y 1960, porque aparecieron sujetos políticos que el marxismo no había tenido en cuenta: el movimiento feminista y los movimientos anticolonialistas, por ejemplo. Por eso rescata a pensadores y activistas como la feminista italiana Carla Lonzi, autora de Escupamos sobre Hegel, y Frantz Fanon, autor de Los condenados de la tierra, quienes sostienen que en la relación hombre-mujer y colonizador-colonizado, la dialéctica del amo y el esclavo no funciona.

"Hay dos cosas que el marxismo no comprendió: las guerras mundiales y los movimientos rebeldes de 1968", observa Lazzarato. "Son acontecimientos fundamentales del siglo 20. La Primera Guerra Mundial es importantísima, porque por primera vez toda la sociedad fue integrada a la producción, pero en la producción para la destrucción. El trabajo, la técnica, la ciencia, que debían ser las fuerzas productivas emancipatorias de la humanidad, se convirtieron en elementos de destrucción de la humanidad".

–¿Cuáles son las opciones téoricas y políticas al marxismo?

No existe una teoría fuerte que reemplace al marxismo. Los años 1960 y 1970 son interesantes a nivel teórico: Michel Foucault, Gilles Deleuze, Felix Guattari, pero estos pensadores trazan una parábola que va desde el compromiso político, al principio, a una forma estética, al final. Se pasa de la política a la estética y eso debilita mucho el pensamiento desde el punto de vista de la resistencia al sistema y de su posible transformación. En cambio, Lenin dio un gran salto respecto de Marx en relación con la revolución. Lenin toma en consideración la guerra. Todos aquellos que hicieron la revolución durante el siglo 20 tuvieron en cuenta el problema de la guerra. Sin la guerra, no se hace la revolución, al menos hasta fines de los años 1950. El marxismo estaba mucho más ligado a la dimensión económica del capitalismo, pero el capitalismo no es sólo economía. En el capitalismo, siempre hay que tener en cuenta el punto de vista económico y el punto de vista estratégico al mismo tiempo. Muchas teorías de los años 1960 y 1970 fueron construidas como si la guerra ya no existiera, como si las guerras no hubieran existido.

La guerra, precisamente, es el tema del último libro de Lazzarato (Guerres et Capital), coescrito con Alliez. Allí ambos autores se proponen leer la historia del capitalismo bajo la famosa fórmula invertida de Von Clausewitz (en vez de "la guerra es la continuación de la política por otros medios", "la política es la continuación de la guerra por otros medios").

En el prólogo, afirman: "El capitalismo y el liberalismo llevan las guerras en su interior como la nubes llevan la tormenta. Si las finanzas de fines del siglo 19 y principios del siglo 20 derivan en la guerra total y en la Revolución Rusa, en la crisis de 1929 y en las guerras civiles europeas, las finanzas actuales orientan la guerra civil global rigiendo todas sus polarizaciones".

En ese sentido, el diagnóstico sobre el presente es que tras la expansión planetaria del capitalismo durante los años 1980, cuyas figuras representativas nivel político fueron Margaret Thatcher y Ronald Reagan, le ha sucedido en el nuevo siglo un movimiento de reflujo caracterizado por el racismos, el nacionalismo, el sexismo y la xenofobia de personajes como Donald Trump que, según Lazzarato, ya están en el espíritu de todos los nuevos fascismos.

#preparando el 3J: Haciendo visible la red que nos sostiene: conversación con Rafaela Pimentel // Susana Draper


Conversación con Rafaela Pimentel, miembra de Territorio Doméstico un grupo autónomo de mujeres inmigrantes que han sostenido un modo colectivo y horizontal a lo largo de una década. TD ha sido un sitio crucial para visualizar el tema de los cuidados desde la voz de mujeres migrantes que trabajan como empleadas de hogar así como para desentramar una serie de luchas específicas, entre ellas por la ratificación del Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo con el que España debería implementar el derecho a la organización y dignificación del trabajo doméstico.   Territorio ha sido un espacio inspirador en su forma de sostener un habla sobre los cuidados como forma de relación social cotidiana y grupal.   Estos son fragmentos de una conversación que tuvimos hace tiempo sobre la forma en que Territorio replantea y configura el mundo de los cuidados desde su hacer colectivo.
*
¿Cuándo comienza Territorio Doméstico?

– En TD comenzamos en el 2006 al ver que todas estábamos pasando por una situación igualitaria: trabajo invisibilizado, esclavizado, compañeras a las que no les daban ni de comer en las casas… Entonces TD ha sido un espacio que hemos ido creando muchas mujeres diferentes con diferencias en cultura, en idioma, en organización. Muchas han partido desde cero, otras han estado organizadas desde antes de unirse. Pero siempre todo era horizontal: no tenemos una líder que dice “secretaria general, presidenta” – NO-. El primer día de mes nos reuníamos y hacíamos un taller y a la segunda semana del mes, asamblea. Entonces, decimos: “vamos a hablar de tal y cual punto.” Pero de reprente, nos llegaba una mujer con una situación super dura: la habían echado de la casa, no tenía papeles, la habían golpeado -lo que fuera. Nosotras ahí apartábamos todo. Era un momento de espacio para que esa mujer hablara si quería hablar. Nos contaba lo que había pasado y todas nosotras estábamos ahí, escuchando. Y a partir de eso, contábamos también que nos había pasado a otras, que estaba pasando, o que estábamos en la línea de que nos pasara esa situación. Esa mujer entonces no se sentía sola. Lo que le pasaba a ella, le había pasado a otras mujeres. Y entonces ahí se comenzaron a hacer los juicios que TD ha comenzado a ganar. Compañeras que eran sin papeles pasaron por esa situación y les decíamos: ¿quieres denunciar? Si quieres denunciar, entonces el colectivo te apoya. Y no es fácil denunciar: imagina que tú no tienes papeles. Te llaman, te amenazan, te dicen que te va a buscar la policía porque tú no tienes papeles… y tú no sabes con quién te has metido. “Ya vas a ver lo que te va a pasar.” Todo eso que te dicen, no es fácil sostenerlo. Hay compañeras que dicen “yo no denuncio… lo dejo así y me largo.” Pero hay otras que decidieron hacerlo y que hemos acompañado con el respeto.  Eso ha formado también parte del empoderamiento de las compis, de ir dejando el miedo.

Los miedos

-Hablamos de una situación de precariedad y esclavitud que a lo largo del tiempo ustedes visualizaron. ¿De qué formas comienza el empoderamiento capaz de lidiar con el miedo?

-Hicimos una hoja: “Consejo de empleadas poderosas” para ir trabajando ese miedo que teníamos cuando la señora te decía cosas, te denunciaba de robo, no te quería pagar, te decía que no hacías las cosas… entonces vimos que teníamos que tener hojitas en que pudiéramos decir: “No. Yo sé esto y yo hago esto. Yo sé de leyes. Yo sé lo que me corresponde.” Esa parte la hemos trabajado mucho porque sabemos que el miedo existe. Cuando hicimos la primera manifestación, que se hizo en el 2008, cuando salimos a la calle, había muchísimas compañeras que trabajamos dos meses para hacer la mani, pero muchas compis no podían salir.. estaba muy crudo el tema de pedir papeles en la calle. Y salió la idea de ponerse pelucas porque muchas compis no pudieron participar en la manifestación pero estuvieron con las pelucas en la acera de enfrente mirando porque no pudieron participar. ..porque el miedo, era un miedo que nos atravesaba a todas y sabíamos que había compañeras que no podían. Eso lo fuimos trabajando mucho también, buscando herramientas y formas de lucha de que las compis no se quedaran fuera como la pasarela o coger canciones tradicionales y darles la vuelta, y desde ahí una compi no estando frente pero estando detrás puede cantar y puede revolucionar un poco todo el tema de las canciones… Son herramientas que hemos buscado para que las compis puedan trabajar ese miedo.

Y también lidiar con el miedo pudiendo hablar de cada una, sabiendo que cada una pasamos por lo mismo, que no es una cosa que solo te pasa a tí; eso da empoderamiento porque sabes que no estás sola, que le pasa también a otra compañera y nos damos fuerza las unas a las otras. Al principio de TD fue uno de nuestros trabajos mas brutales: asambleas enteras que se hacían rondas: a ver, ¿cómo estoy hoy? Y compis que no tenían familia aquí, que no tenían con quién hablar, media hora hablando sobre qué les pasaba, qué les estaba pasando, la situación de sus hijos fuera, de su madre, de su marido que la llamaba porque ella se salió de ahí corriendo, porque la amenazaba…. Y eso hacíamos: hablábamos y luego cantábamos una canción y nos abrazábamos y sabíamos que todas estábamos en eso. Y que sin nosotras no se mueve el mundo.  Imagina:  da miedo terrorífico saber que estás sola en una casa y que sea la señora la que te señala, la que te diga… y que tú no tengas familia aquí, y no tengas ni siquiera una asociación ni a nadie que te respalde. Muchas mujeres que hacen de internas y que veíamos solitas en un banco en la plaza, estarse ahí esperando el momento para irse otra vez a trabajar… Entonces desde el espacio de TD, el miedo lo hemos trabajado desde ahí. Ha sido super importante.

Y compañeras que ahora mismo pueden hablar, pueden dar una charla, pueden hablar de cuidados, pueden hablar de cadenas globales de cuidados… Ha sido en el día a día. Ahí  en Territorio, todas somos iguales, tenemos saberes y los compartimos y nos damos fuerza, nos sostenemos.  La que tiene voz y puede ser más tirada p’alante y  puede tomar un micrófono y hablar, pues p’alante. Y la que no puede hablar pero puede participar en un sketch de teatro, y puedes decir lo que te pasa a través del teatro, que no necesitas técnicas de teatro para hacerlo, sino que tú lo cuentas, cómo lo vives, pues lo haces desde ahí. El teatro para nosotras ha sido una herramienta muy importante. También la radio, el hacer entre todas guiones para hacer obras de teatro, nos hemos ido metiendo en el día a día de eso porque es lo que te puede dar fuerza y decir: “pues si, mira, soy importante en esto, yo sí puedo hacerlo.” O si puedes pintar una pancarta, pues bien. Porque al final de cuentas, cuando salga lo que se ha producido, tú te ves ahí y eso genera confianza y eso quita mucho miedo. Porque tú te ves en ese proceso.
Al principio cuando nos invitaban a nosotras éramos como dos o tres las más dadas para hablar en la tele o radio, porque éramos las más lanzadas y cuando nos llamaban, compañeras decían, “ ay no, yo no me veo ahí, que vaya la Rafa, o esta o aquella”… Y yo una vez dije: “Aquí todas sabemos y yo me muero de miedo cuando me dan un micrófono y cuando hablo pero luego pasa un poco y ya me pongo a hablar…” Pero eso le pasa a cualquiera. Entonces, ahí cuando nos invitaban, decíamos: “A ver, cuántas salimos, quién quiere. Vamos a hacer una comisión y entonces lo miramos entre todas, cómo lo vamos a hacer. Quedábamos un día, comenzábamos a hablar como una tertulia..” Una compa iba escribiendo, lo limábamos, sacábamos 4 páginas, lo leíamos… y ya está.  Entonces ahí comenzamos a sacar esa herramienta y ha sido super potente. Ahora mismo somos 6 o 7 compañeras que podemos ir y nos podemos sentar en una mesa, hablar en televisión, hemos hecho cortos sobre cuidados (*), hemos participado en programas de radio, hemos ido a Amsterdam, Zurich, Viena, Italia, o sea hemos ido a montones de países compañeras que no nos imaginábamos que íbamos a estar sentadas un día hablando de esto. Entonces, en Territorio ha sido importante saber que todas tenemos saberes y que lo que tenemos que saber es exponerlo en común y no coartar a nadie,  ni decir “no, tú no sabes.” Sabemos que tenemos diferentes cualidades,  que podemos valer para una cosa más que otra, pero no es porque tú no lo puedas hacer. Hay que incentivar a que tú hagas eso. Yo pienso que si hubiéramos dejado las cosas tal cual eran, en las formas de hacer antiguas, en que había una asociación, una líder…mira, nada habría cambiado. ¡Eso no! Si no cambia nada, te tienes que revisar tú y mirar qué has hecho para que solamente se visualice el trabajo generado sobre tí y que no puedas haber hecho un trabajo para que se haya multiplicado. Si realmente todo cae sobre una persona, si todo cae sobre tí, entonces no has hecho un trabajo político. Tu tienes que contribuir para que eso pueda pasar a otras compañeras, que se vean y que sí lo puedan hacer. Y esas herramientas te van quitando esos miedos.

Los saberes invisibles

-Hablemos un poco de los saberes invisibles, que socialmente se asumen como cosa que viene con ser mujeres: saber limpiar, cocinar, cuidar niñxs. Se asume que el trabajo doméstico no necesita formación y sin embargo, esto es algo que ustedes en Territorio Doméstico y también en el emprendimiento en que algunas de ustedes se embarcaron junto a más gente, Senda de Cuidados, se comenzó a enfatizar la capacitación a través de talleres que visibilizan un trabajo que requiere de saberes.

Cuando alguien llega al trabajo, lleva encima mucha cosa invisible: cocinar, comer, limpiar donde vive.. 

En Senda de cuidados (*) hay una comisión de formación. Nosotras hacemos los cursos para hombres y para mujeres: cursos de cocina y cursos de cuidados. A veces, nos llegan cursos a través de los servicios sociales. Hay cursos que nosotras no podemos dar, porque son cursos muy caros.  Como somos un proyecto en el que no hay recursos, sobrevivimos por ahora a través de la cooperación de gentes amigas, que han colaborado para que podamos sacar el proyecto ahí, pero todavía no es viable por sí mismo. Entonces, lo que hacemos es agarrarnos de las redes que hay. Cuando alguien nos dice: “pues allí están dando un curso de geriatría,” vemos posibilidades. La gente muchas veces no puede hacer esos cursos porque hay que pagar y hay gente que a veces ni siquiera tiene para comer o hay veces en que no tiene ni siquiera para pagarse un transporte. Entonces, hemos intentado conseguir cursos que son un sábado o domingo por la mañana y haciendo cajas de resistencia, intentamos darle transporte a esas personas para que puedan hacer el curso. Comprarles unos tickets a esas personas y que por lo menos hagan el curso. Hay cursos básicos de cuidados y luego avanzados, que es para cuidado de personas que están enfermas, que tienen historia de Alzheimer, entonces ahí hay una compañera enfermera, que es voluntaria, un fisio también, que es voluntario que es de la red de Lavapiés, Ferrocarril Clandestino; hay compañeras de Territorio como voluntarias para también enseñar sobre los cuidados y sobretodo, sobre el manejo de la casa, de cómo tratar a una persona, de cómo poner una sonda, etc.  Hay como un equipo ahí donde se está haciendo ese trabajo y los cursos se hacen de esa forma. Si consiguiéramos más cursos más seguidos, sería mejor, pero son muy difíciles de conseguir. Pero estamos ahí en eso.  En Territorio con cuatro compañeras estamos haciendo Gestalt y ha sido  porque han dado unas becas a través de otra asociación. Es un curso super caro pero lo estamos haciendo. Entonces estamos haciendo ese curso porque generalmente, cuando buscamos algo, no hay tiempo, no hay espacio, ni manera de tú hacer algo aparte del empleo que estás desarrollando.  Nosotras hemos conseguido eso pero es muy difícil porque mira, dentro de la universidad, nunca se ha tomado esto en cuenta. Por ejemplo, estamos llegando de a poco a la Universidad pero es porque tenemos gente ahí metida que ha intentado levar el tema.
Sí nos hemos sentado muchas veces en mesa con sociólogas, antropólogas… pero que ni te tomaban en cuenta. Eras como una cosa ahí y ya está. O te llamaban para que contaras tu historia en forma de victimismo o más nada… Sin embargo, ahora sí, últimamente se está notando un cambio. Pero es porque hay gente que está metida ahí. Te llaman desde las uni, porque son unos saberes que no son reconocidos socialmente y nosotras creemos que sí, que tenemos muchas cosas que aprender pero también que tenemos muchas cosas que enseñar. Y eso para nosotras es super importante pero va muy lento. Imagínate todas las problemáticas que se dan a las que hemos traído títulos desde fuera -es una travesía legitimarlo. Hay muchas gentes que dejaron eso por el camino porque son tantas las trabas que te han puesto que… Es muy complicado.

Por otro lado, no hay siquiera un programa donde se pueda hablar desde las escuelas sobre el servicio doméstico y de los cuidados, hablar con los niños sobre eso. Porque desde ahí se va moviendo un montón de cosas: nosotras estamos con la crianza en los hogares y esos niños con los que estamos nosotras en la crianza, son los niños que van a ser la otra parte luego y va a depender mucho pero que nosotras tampoco podemos hacer mucho, porque estamos trabajando en desigualdad. Nos pagan para hacer ese trabajo y a menos que tengas una relación muy estrecha, no puedes decidir – decir, “bueno voy a decidir que ese niño haga esto, vamos a educar a ese niño.” Muchas veces nos dicen: “yo le pago a usted para que haga esto y esto.” Yo a usted le estoy pagando aquí para que trabaje, pero mi hijo puede hacer lo que quiera.” Son barreras.

La única manera en que podría cambiar algo es que se hable de esto en las escuelas, así como  ahora tibiamente se está hablando de violencia de género en los colegios, porque es desde ahí que tú comienzas hablándole a niños y niñas sobre el tema de los cuidados, de porqué tu mamá está haciendo esto, porqué tu papá no hace esto, o sea: cómo se reparten las tareas en la casa, qué haces tú en la casa, las responsabilidades que tú tienes, aunque seas un niño de cinco años, qué haces tú, aunque sea llevar la ropa al cesto, o por lo menos que le des un beso a tu madre porque te ha hecho unos alimentos y de ellos te nutres tú., mientras tú estás haciendo los deberes. Ni eso. Los niños no valoran eso. Dicen: tú eres mi madre, tú estás ahí para hacerlo.

-Es curioso cómo en general nunca queda tiempo para pensar en que en el cuidado de niñxs se teje un futuro. Esto es algo que ustedes enfatizan; pienso también en Mujeres creando, en Bolivia, que tienen sus talleres para pensar el cuidado. Pero fuera de esto, hablamos de cuidar niños como algo automático, un servicio, sin cuestionar qué es cuidar un niño, de qué forma en la visión que tenemos sobre ese cuidado se está forjando un futuro diferente o no.

Yo tengo una amiga peruana que me dice, “a mí no me gusta cuidar niños,” y desmonta la idea de que es un saber que traes. Somos mujeres pero no tenemos por qué ser mamás. Son etiquetas que se ponen, que están dichas automáticametne: sos mujer entonces puedes cuidar niños. Somos expertas en temas de la casa porque a martillazos nos han metido eso pero sabes…  Podemos ser expertas en otras cosas.. Y bueno, si somos expertas en eso, que se nos valore. Eso se lo digo a las compis: cuando haya que negociar con las empleadoras (vacaciones, días festivos, paga, horarios), les digo: “tenemos que echar mano de nuestra sabiduría y nuestra expertez, si eres buena en la cocina o en el cuidado de niños, cuando vayas a negociar, pide eso ahí, haz que tu saber tome la alternativa de hablar. Tu negocias desde lo que tú sabes. Porque hay muchas mujeres que sabemos cocinar bien, y ese día que cocinas algo que les gusta mucho, ese día tendrás que saber usar esa sabiduría para negociar.

-Hablemos un poco de la abolición, cuando se dice de abolir el trabajo doméstico. ¿Qué piensas? Ustedes luchan por hacer visible la situación de esclavitud del trabajo doméstico, pienso en las pancartas-consignas: “se acabó la esclavitud” “sin nosotras no se mueve el mundo

…o “querían brazos y llegaron personas“… Eso para nosotras son consignas pero son como una filosofía. Son filosofía, pero no se lo ve como problema filosófico. Recién comienza a existir como tema. Esa pregunta de abolir el trabajo doméstico o no es complicada. ¿Cómo la pensamos? Es una historia compleja…. “destapemos las ollas”. Me pregunto: Tengo 54 años, soy empleada de hogar hace 23 años: ¿yo qué hago? Otra decía: ¿y yo qué hago con mis padres? Hemos metido este tema como clave porque son cosas que se van destapando como cáscara de la cebolla y habrá que ver qué es lo que hay ahí… Lo que estoy clara es que el empleo de hogar y los cuidados, son cosas que te han dado herramientas y fuerzas, y que si está ahí, y te da cosas, vamos a hacerlo político. Como podíamos haber hecho que muchas mujeres estuviéramos trabajando en comedores, en empresas o vendiendo arbolitos. Eso también puede ser político. Y es lo que dice Silvia Federici: hay que sacar todas las ollas fuera. Y desde ahí, fijate tú, cuantos frentes abiertos hay.  Si somos la mujeres la que lo hacemos, entonces que se pague – que se paguen comisiones. Y que cuando estén con las agendas políticas, que el cuidado forme parte de las agendas políticas y que no se esté recortando la ley de dependencia, los derechos sociales, que ahora mismo hace muchísimo tiempo que se quitaron los comedores de las escuelas, y estamos volviendo muchas mujeres a la casa a hacer comida, porque somos nosotras las que tenemos que ir a recoger a los chicos y hacer comida, porque estamos en esa dinámica todavía de que los hombres no se hagan cargo… Habemos muchas mujeres solas que tenemos a los hijos, a los sobrinos, y que tenemos que salir corriendo de un trabajo a otro a recogerlos… ¿Y qué está haciendo el estado ahora?  ¿Qué hacemos? Se nos va la vida. Corremos como locas, que el autobus, el tren… vamos a buscar a los críos, los llevamos a la casa, comen, y luego otra vez los tenemos que llevar al colegio… los dejamos ahí, volvemos a trabajar, luego, si el crío tiene que ir médico, lo llevamos al médico…Se nos va la vida en esa historia. Entonces, lo que tiene que haber es leyes que participen y se hagan para que no se esté viviendo de esa forma. Y que no se haga que nosotras después de haber dejado lo privado, que nos obliguen otra vez a volver y que nos obliguen otra vez a tener que hacernos cargo de los padres y que se nos vaya la vida. Y que muchas veces hayamos tenido que dejar los trabajos que tenemos fuera para volver a cuidar a nuestros padres. ¿Por qué? porque no hay una ley de dependencia que lo ampare. Porque la ley de la pensión que ellos han hecho su lucha se están evaporando…

Esas son las cosas que tenemos que ver. Y si desde los servicios domésticos y los cuidados tenemos que abanderar todo esto, cogerlo y tenerlo y visualizarlo de esa forma, yo le veo la importancia política.

Vengo de mi país, trabajando allí en ONG, asociaciones de mujeres, de hombres, barriales, reivindicativas. Luego he llegado aquí y me he puesto a trabajar en empleo de hogar pero yo sí organizada, soy feminista, estoy en grupos feministas, en Territorio, en otras alternativas, en Senda… O sea: estoy ahí porque creo que esto es una forma política de visualizar algo que estoy haciendo y que creo que esto tiene que estar en la palestra y que tiene que tener reivindicaciones justas. Porque no es justo que habemos una cantidad de mujeres haciendo un trabajo que es importante para la sociedad, y que estemos incrustadas todavía en un régimen especial donde hace apenas un año y medio que teníamos que esperar 29 días para que una mujer pudiera tener una baja laboral. Psicológicamente estás fatal porque estás haciendo un trabajo con familias que te tratan a lo bestia y a lo perro, y viviendo una esclavitud total.. Entonces, todo eso genera una mala salud en las mujeres que estamos haciendo este trabajo. Que tú no tengas derecho a paro, que no tengas un contrato, que cuando tú vayas a comprar un televisor aquí hay gente que te dice “usted tiene que tener un contrato”. Pero que una empleada de hogar esté trabajando ocho, nueve, doce horas en una casa y que no pueda tener un contrato que te valga para comprar un pasaje de viaje, o un televisor para pagar poco a poco… En una sociedad europea que hay millones de millones por debajo… donde se están robando el dinero público… y que hayamos mujeres metidas en un régimen haciendo un trabajo tan precario y tan esclavizando como ese… eso no se puede tolerar. Y nosotras seguimos en la lucha y lo que queremos es que algún día podamos hacer una huelga de cuidados.

Los movimientos en la plaza. Los sindicatos

-¿Cuál es la relación de Territorio con los sindicatos?

Nosotras hemos tenido una pelea super grande con los sindicatos, salen los informes que ellos hacen y a nosotras no nos preguntan nada.  Y las reuniones las hacen en horas que las mujeres no podemos estar ahí.  Tienen un trabajo privilegiado y no se mojan haciendo las cosas de la casa. Porque todavía hablan, tienen el verbo y el vocabulario de “yo ayudo.”

No puedes decir “es que no vienen los inmigrantes” “es que las mujeres no se organizan” Pues no, no es verdad. Porque este colectivo se ha organizado pero hemos tenido que buscar consenso donde nos podamos ver. Por eso nuestras actividades son los fines de semana, los domingos, los festivos porque son los días en que podemos. El día que las internas pueden salir. Es la única forma que tenemos de contactarnos. Pero si tu no sabes esas formas de organizar, de atraer a la gente, entonces no digas que no sabes porque no estamos ahí.

Cuando llegué aquí, en las luchas de los inmigrantes los que estaban eran los nacionales. Si ellos no hubieran salido, aquí no se habría conseguido cosas de las leyes de extranjerías. La tarjeta sanitaria, que nos han quitado, pero se logró luchando para que tuviéramos eso.

Es un trabajo tan precario y difícil en igualdad de negociación.. porque no puedes decir “me voy porque tengo médico.”  Hay mujeres que de su trabajo dependen los medicamentos para su madre, padre; tú no te estás jugando solo tu trabajo: si te echan, te jugás la vida de muchas personas. No todo el mundo puede jugársela.

-¿Cuál es la relación que han tenido con diferentes feminismos? Ustedes han funcionado en otro espacio de lucha, Eskalera Kararola, un espacio con una historia de lucha en el feminismo…

-Nosotras empezamos con tres compas que estaban en Eskalera: Silvia, Amaia, y luego con las mayoría de las mujeres de la Eskalera. Yo pienso que cuando tú hablas las cosas, lo vivencial, es super importante. Cuando tú vives como lo que tú hablas, y lo vives, creo que ya tienes  otras connotaciones. Empezamos ahí y seguimos ahí y creo que somos uno de los grupos en que en Eskalera estamos super cómodas con ellas y ellas con nosotras. Si has elegido un trabajo que es el de los cuidados, esa fuerza de ese montón de mujeres que estamos ahí, esa forma de luchar por algo con esa frescura, que también ha estado aportando para muchas feministas, eso ha ayudado a que esto que el proceso que hemos tenido, la fuerza de haber estado en el 8 de marzo, hemos salido un montón de mujeres el 8 de marzo, eso ha aportado al movimiento feminista.

Ha habido también encontronazos con algunas feministas en otros ámbitos. Por ejemplo, una vez, un dijo “siempre luchando contra eso, y ahora las empleadas de hogar salen con esto.” Una compa colombiana salió y dijo: mira, lo primero que quiero decir es que las empleadas de hogar han sacado una lucha que estaba escondida abajo de la alfombra. Y salimos a reivindicar nuestro derecho, con todos los miedos y con todas las cosas. Con papeles o sin papeles. Aquí hemos sacado eso.  ¿Por qué tenemos que trabajar sin seguridad social? Habemos muchas trabajadoras de hogar que estamos siendo protagonistas de nuestra propia historia. Y algunas feministas se han salido de ese tema. Si tu no valoras es trabajo, nosotras sí lo valoramos. Estamos movilizando a muchas a que copien esta historia y eso es importante.  Y la compa dijo también: “quiero pedirle respeto para que no hable de mujeres ‘de color’. Que hable de mujeres. Ese respeto para las compas que estamos aquí. Si las feministas no valoran la lucha que estamos teniendo mujeres, que estamos teniendo los ovarios para salir a la calle y reivindicar nuestro derecho, como mujeres, ciudadanas — no de segunda… Si a eso le llamas feminista, entonces no es ese el feminismo que queremos tener.
Y esa mujer se fue.

Habemos en Territorio muchas mujeres feministas que creemos que las abuelas fueron cuidadoras, las madres, las tías y que en algún momentos podemos ser cuidadas. Hay que valorizar ese trabajo porque en algún momento alguna de nosotras necesita del cuidado, dar, recibir. Eso está ahí. Y lo tenemos que asumir. Por eso, es un trabajo que tiene que tener condiciones. Que esté aquí, que no se esconda. Que lo veamos todos y todas, que le pongamos color y que sea un color homogéneo. Lo tenemos que asumir. Y ver que el empleo de hogar y el cuidado dan pie a abrir varios frentes, para diferentes espacios y diferentes movimientos. Han muerto compañeras por no tener una tarjeta sanitaria. Es una lucha que te atraviesa.

Entonces, ha sido super interesante la vivencia que hemos vivido con cada una de ellas, las compañeras de Eskalera.

-A nivel internacional, ¿han trabajado en red?

A nivel internacional, ahora mismo habemos tres compas que estamos intentando ver cómo coordinamos. Estamos en el grupo Turín (*) que se formó como plataforma con otros grupos y estamos trabajando el tema del convenio 189. Nuestro sueño es entrelazar grupos para que un día se haga una lucha en que todo este conectado. Desde ahí se pueden sacar cosas que muevan cimientos.

Pensar objetivos en vista a una acción global:  por ejemplo, el día de la trabajadora de hogar, el 30 de mazo, en todas las ciudades, podríamos montar una actividad así: a las 12 del día, las trabajadoras de hogar, salen. Sea lo que sea, sea de cuidar, barrer, leer un texto. Que en ese momento se esté viviendo en cada ciudad y en cada país. Eso mueve y nos mueve.  En octubre nos fuimos a la estatua de Colón. Hicimos un taller, hablamos de colonización y montamos una acción. Donde estaba la imagen de Colón, nos metimos sin permiso y sin nada, y armamos una que no te podés imaginar! Fue la ostia, armamos una consignas, hablamos de las violaciones a indígenas, de todo lo que nos han quitado… ¡y fue un empoderamiento cuando nos vimos ahí arriba! Mirando a una compañera que tiene 76 años, subiendo una escalera y cuando nos vimos todas allí, hablándole a Colón, insultándolo, diciéndole de todo: todo lo que se robaron, ¡tenés que devolvérlosno!, violaste a nuestras bisabuelas… y no queríamos bajarnos de ahí! 

#DesendeudadasNosQueremos // Colectivo Ni Una Menos

Imagen: Gonzalo Martinez

El 10 de mayo, cuando estábamos haciendo cuerpo colectivo en la Plaza de Mayo para evidenciar nuestro contrapoder frente a la impunidad de los crímenes del Terrorismo de Estado, el gobierno de la Alianza Cambiemos comprometía la vida de generaciones futuras tomando miles de millones de deuda. El mismo permiso que se tomó la última dictadura cívico militar a fuerza de sangre, de tortura, secuestro, desaparición, exterminio y apropiación de niños y niñas. Los genocidas y sus cómplices silenciaban las voces disidentes y usurpando el gobierno tomaban deuda, confiscaban la fuerza de trabajo y de producción al servicio del capital financiero. Y cuando denunciamos la impunidad del genocidio amparada por este gobierno, ¿vuelven a endeudarnos?
Esta simultaneidad de hechos nos obliga a gritar: la deuda es otra forma de violencia que pone nuestras vidas en riesgo. Desde que el Gobierno de la Alianza Cambiemos asumió, ingresamos en un nuevo ciclo de endeudamiento, que ronda la cifra de los 95 mil millones de dólares. Esta descomunal toma de deuda se estima llegará al 60% del PBI a fin de 2017.
Las mujeres sabemos, lo aprendemos en nuestra vida cotidiana, lo que significa estar endeudadas. Sabemos que las deudas no nos dejan decir no cuando queremos decir no. Y la deuda del Estado siempre termina derramando sujeción sobre nosotras. Y sobre nuestrxs hijxs. Y sobre nuestrxs nietxs. Nos expone a mayores niveles de precarización y a nuevas violencias. Para tomar deuda, el Estado promete planes de flexibilización laboral y reducción del gasto público que afectan de modo diferencial a las mujeres.
Pero además, somos usuarias, voluntarias o no, del sistema financiero: en los últimos años fuimos bancarizadas compulsivamente, al punto que los subsidios sociales son insumos del sistema financiero. Como jefas de hogar, ocupamos un lugar central en la organización y autogestión de tramas de cooperación. Las corporaciones financieras explotan estas economías comunitarias cobrando comisiones sobre subsidios y salarios y aplicando tasas de interés exorbitantes para préstamos, tarjetas de crédito y microcréditos.
Sin embargo, es con la tarjeta de crédito como festejamos un cumpleaños, con el préstamo hacemos la pieza del fondo, con el microcrédito buscamos emprender ese negocio que nos dejaría sobrevivir. Y así pasamos las noches, haciendo cuentas, separando la parte del león. Esa cuenta del día a día es la que se hace abstracta en las políticas financieras pero que las mujeres le ponemos el cuerpo en cada lugar donde hacemos malabares para llegar a fin de mes. Sujetas a pagar la deuda bajo amenaza de perderlo todo, ¿cómo vamos a poder decir basta a la violencia machista cuando cualquier desequilibrio de la frágil estructura económica en la que vivimos nos deja a la intemperie absoluta? Si vamos a un refugio para sobrevivir a la violencia, ¿cómo pagamos las cuentas al día siguiente?
Las finanzas, a través de las deudas, constituyen una forma de explotación directa de la fuerza de trabajo, de la potencia vital y de la capacidad de organización de las mujeres en las casas, en los barrios, en los territorios. La violencia machista se hace aun más fuerte con la feminización de la pobreza y la falta de autonomía económica que implica el endeudamiento.
El movimiento de mujeres se consolidó como un actor social dinámico y transversal capaz de poner en escena las diversas formas de la explotación económica. Dejamos de ser meramente víctimas justamente porque podemos hacer comprensibles las formas en que nos explotan y accionar colectivamente contra los múltiples despojos. En los dos Paros de Mujeres que realizamos en menos de un año, en articulación con mujeres sindicalistas y con organizaciones de todo tipo, fuimos capaces de poner en agenda y ensamblar demandas del trabajo formal y de las desocupadas, de las economías populares junto con la histórica reivindicación del reconocimiento de las tareas no remuneradas que realizamos las mujeres, y de politizar el cuidado junto al reconocimiento del trabajo autogestivo. En ese marco, creemos que es necesario avanzar en dar cuenta de las renovadas formas de explotación que pauperizan nuestras condiciones de vida y precarizan nuestras existencias, constituyendo el marco en el cual se duplicó la cifra de femicidios. Son cifras que tienen una íntima relación.
Como productoras de valor, decimos Ni Una Menos, ¡Vivas y DesendeudadasNosQueremos!

Los intelectuales de izquierda y la situación venezolana // Lobo Suelto!


Lo peor de los intelectuales es su deseo de “pensar bien”. ¿Quién no experimenta este deseo reaccionario en política?. Se llama moralismo y acompaña mistificaciones de todo tipo. Lo mejor, en cambio, es la disposición a pensar situaciones complejas. Pero esta disposición sólo se vuelve efectiva cuando se sale de los propio ideales y se acepta recorrer los relieves de un problema real que se nos plantea y no sabemos bien cómo resolver.
La coyuntura de Venezuela muestra bien el asunto. Los llamados intelectuales de izquierda son víctimas de una situación policial: están obligados a mostrar sus documentos,  a decir quiénes son. Creen con ello validar sus posiciones. Pero un intelectual no lo es por sus títulos y pergaminos, sino por su aptitud para aportar ideas en problemas difíciles. Y Venezuela es un quilombo. Es todo un trabajo estar informado sobre lo que ocurre allí. Parte de ese trabajo es romper con el hábito del “intelectual de izquierda”, enamorado de sus pronunciamientos.
Quizás la primera tarea del pensamiento de “izquierda” sea ser desobediente. Si no se encuentra el camino para serlo con los poderes avasallantes, sí por lo menos con las mistificaciones en el propio mundo de las ideas. Y como esas mistificaciones tienen un valor histórico, esa desobediencia comportar una densidad histórica al menos comparable con las que se pretende desmontar.
Las mistificaciones del populismo interesan porque conservan un reconocimiento de lo plebeyo. Las del liberalismo interesan porque contienen una valoración de la potencia de los individuos. Precisamos recuperar estas potencias en su historicidad, es decir, en sus conjugaciones y en su capacidad para romper marcos normativos y valorativos reaccionarios (presentes en el liberalismo y en el populismo).
Lo que parece discutirse –no en Venezuela, pero sí a propósito de Venezuela– es el dinamismo político de la última década larga en la región. Una articulación determinada entre multitud, consumo, riquezas nacionales, inserción en el mercado mundial y forma estado. Esa discusión nos concierne a todos, porque bajo su forma cristalizaron las búsquedas de democracia popular que en su origen fueron insurreccionales con rasgos fuertemente autónomos.
El camino no es “despegar” del chavismo, como si nada nuestro hubiera en él, a pesar de que siempre lo hemos discutido, sino comprender, al contrario, lo que en nosotros está en juego cada vez que, bajo la máscara del liberalismo, se traman alianzas inaceptables con las fuerzas del orden, esas que siguen mandando –a pesar de las apariencias- desde los centros articulados al mercado mundial y las potencias regionales.

La crítica de izquierda y autónoma a los gobiernos progresistas no puede ceder al lenguaje y los escenarios del enemigo común.

Clinämen: Los ‘70 en la Universidad del Salvador: militancias de izquierda y Guardia de Hierro

Conversamos con Carla Torres, ex presidenta del Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad del Salvador. ¿Por qué se le entregó una distinción a un represor? ¿Qué papel jugó Guardia de Hierro en la Universidad? ¿Jorge Bergogolio ocupó algún rol? La investigación sobre los, al menos, 33 desaparecidos de esa casa de estudios. La búsqueda de documentación y los frenos que USAL pone en la actualidad.

Kicillof, el hijo recuperado del peronismo // Juan Pablo Hudson y Mario Santucho


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El ex ministro de Economía ocupa hoy el difícil lugar de quien pronostica una catástrofe sin lograr del todo convencer a la mayoría. Marxista de formación, Kicillof asegura que solo existen dos modelos posibles de país: el neoliberalismo agroexportador y el neodesarrollismo industrializante. Pero en este reportaje se anima a considerar cuánto influyó el ímpetu consumista del modelo anterior en el triunfo de la derecha, mientras analiza las turbulencias y oportunidades de la geopolítica mundial.
No lo dice pero está a sus anchas. Abandonar el ejercicio diario del poder a algunos les produce abstinencia. A él parece haberle sentado bien. No tiene tiempo para estudiar, descansar, despejarse y recalibrar sus teorías. Está siempre en movimiento. Pero fuera de la gestión se abre otro juego, aparecen los matices, se recupera cierta perspectiva. Además, sus pronósticos sobre el curso de la economía no hacen más que confirmarse: el modelo no remonta, trastabilla, el macrismo insiste con recetas que atrasan.
Axel Kicillof. Un monje negro que armó el mecanismo de relojería de la “pesada herencia”, según el relato que eligió Cambiemos para sublimar las penurias del presente. O una suerte de rockstar que acapara las esperanzas del kirchnerismo futuro, cuando Cristina ya no esté en el centro de la escena. El sol del mediodía penetra sin piedad por los cristales de su oficina del Congreso, despojada, casi insulsa. Ni siquiera una cortina.
Pésimo cebador de mate: habla, habla y habla. De a ratos escucha. Por momentos aporta destellos de lucidez. No elude la complejidad, pero mantiene la intriga (con la típica risita socarrona) cuando le preguntamos si va a ser candidato en 2017: "Si me lo pide la jefa", el latiguillo para zafar.
“Macri gana las elecciones, asume, empieza a desplegar sus políticas y obviamente pasa algo que yo anticipé en Parque Centenario, más o menos en enero: van a aplicar políticas neoliberales, y si lograran apoyo popular estaríamos ante la cuadratura del círculo. No es posible. Entonces empiezan a agredir a vastos sectores de la población, incluso a buena parte de la clase media, o a los empresarios pymes que los apoyaron. Son políticas vetustas, anticuadas y hasta anacrónicas, no han sido muy creativos.”
Comparás este gobierno con la década del noventa, pero en aquel entonces Menem aplicó un modelo consistente que según sus propios parámetros fue exitoso. ¿Existe un modelo macrista?
Macri tiene un pequeño problema. Las principales potencias van para otro lado, a diferencia de los noventa. A él le toca una crisis internacional y financiera que se inició en el 2008 y no está ni concluida, ni terminada, ni resuelta, ni clarificada. Estamos en un marco de una enorme turbulencia, de incertidumbre internacional en todos los órdenes, y Macri llega a tratar de imponerle a la Argentina una política de libre comercio con un programa casi infantil. Entonces sí, me parece que estos no son los noventa. Trump, por ejemplo, está diciendo que el Fondo Monetario, la OMC, los tratados vinculados al medio ambiente, todo eso no sirve para nada.
Eso va a provocar un conflicto a nivel global que no sabemos cómo termina.
Es algo que está todavía en fase de definición pero claramente Macri es un corso a contramano y como todo corso a contramano suena horriblemente desafinado. ¿Cuál es la política exterior argentina? Entrar a la Alianza del Pacífico, firmar el tratado. Gana con el apoyo de Obama, pero cuando va y se toma el avión para firmarlo, Trump lo detona. Yo creo que pocas veces se debe haber visto unblooper tan grande en la historia de las relaciones internacionales, es como si yo llego para entrar a una guerra el día que se está firmando el tratado de paz.
Pero ustedes terminaron el gobierno aguantando los trapos. Digamos que llegaron a diciembre de 2015 con la lengua afuera.
Todo gobierno aguanta los trapos en una situación de crisis internacional. ¿Qué vas a hacer? Si el mundo crece a la mitad de lo que solía crecer, si Brasil se derrumba, los commodities bajan, las tasas de interés suben, y se revierten los flujos de capitales... digamos que sos una hojita en medio de una tormenta muy grande. No solo aguantamos dignamente, sino que además aprovechamos la oportunidad para plantear algunas cuestiones políticas importantes que sirven por igual para tiempos de crisis y tiempos de prosperidad. Son enseñanzas para tener en cuenta en este siglo. Nosotros decimos que hay dos proyectos de país, y creo que la diferencia entre el modelo agroexportador y el modelo de industrialización es que el modelo agroexportador quiere matar la industria, en cambio el modelo industrial quiere desarrollar el campo porque necesita las divisas que generan sus exportaciones. Ahora bien, todas las políticas que se utilizaron para industrializar en la edad de oro de la industria argentina hoy están prohibidas, una por una. Las más extremas como nacionalización del comercio, de la banca, pero también la diferenciación cambiaria o las estatizaciones de empresas. Y no solo que están prohibidas sino que dudo que funcionen. O sea que la industrialización del siglo XXI tiene exigencias, necesidades y desafíos grandísimos. 
autocrítica sin corbata
Kicillof pertenece a la raza de los políticos que tienen un discurso en off y otro en on. Ciertas intuiciones y ciertos datos son preservados, para que circulen entre quienes despiertan su confianza. Un estilo que suena raro en la era del culto a la personalidad transparente, desde que los medios y las redes lograron instalar como norma que lo público es una vidriera sin relieves ni misterios, una góndola donde cotiza alto caretearla. Por eso se mantiene siempre en guardia. Por ejemplo, respecto de las exigencias de autocrítica que llueven desde que abandonó el Ministerio de Economía. “Es como cuando un equipo pierde 1 a 0 y le dicen cambiá toda tu táctica. ‘No, ¿por qué? Si veníamos de ganar dos campeonatos’. Ah, no importa, cambiá todo, ahora tenés que hacer todo distinto”, dice y le sube la temperatura.
“Yo creo que en esta etapa tenemos un lugar de oposición que paradójicamente puede ser más fértil y más propicio para explicar cuál es nuestro proyecto de país, cosa que desde el gobierno se complicaba por las urgencias de la gestión y las situaciones coyunturales. Quizás por eso nuestro proyecto se volvió por momentos confuso y muchos propios no lo entendieron. Más allá de que nuestra tradición política es de fuertísimo liderazgo, y de la enorme labor de conducción que desempeña Cristina, lo que hay que poner delante son las banderas con las que vamos a construir una nueva mayoría. Eso implica volver a las bases, por decirlo así, y discutir de nuevo para qué estamos haciendo política. Y deja en orsai a montones de dirigentes que son del partido de ‘vengo por la mía’. No es una cuestión de ‘quiero ser yo’, discutamos para qué querés ser y cómo nos vamos a parar con respecto al neoliberalismo y qué propuesta de futuro podemos presentar”.
¿Cómo se explica la derrota de un proyecto popular exitoso frente a una derecha empresaria?
Yo creo que muchos argentinos pensaron que las conquistas que habíamos tenido en estos doce años eran irreversibles. Que vos tenías determinado nivel de ingresos, cambiabas el teléfono cada tanto, te ibas de vacaciones, y hablo de sectores obreros por ejemplo, a los que Macri les hizo creer que eso no estaba en cuestión. El “podemos vivir mejor” era “lo que tenés no te lo toco”. Y nosotros, ¿qué le decíamos a esos sectores? “Bueno sí, nos falta, lo que tenés es mucho, no es que no podamos aspirar a más, pero pará porque políticamente todavía hay sectores postergados, todavía hay pobreza en la Argentina, todavía hay informalidad, nos tenemos que ocupar de aquellos”. Y los sectores medios te respondían “quiero dólares, y viajar a Disney”. No los estoy menospreciando porque todo el mundo tiene derecho a viajar a Disney, ojalá pudieran viajar a Disney todos. No hay ningún problema con eso. Pero no es un derecho humano básico como comer. Está bien que crecimos, está bien que duplicamos el producto, está bien que el desempleo está en seis por ciento, pero falta mucho de inclusión social. Y me parece que Macri se montó en eso y les dijo: “¿querés más? Te doy más, lo que quieras”.
¿Vos decís que los sujetos-consumidores que ustedes construyeron fueron al final mejor representados políticamente por Macri? Mientras ustedes les hablaban con el corazón, Macri les hablaba con el bolsillo.
—Creo que armó un discurso en base a las tácticas de marketing para satisfacer las demandas de cierto consumismo. Yo lo oí decir a Álvaro García Linera que teníamos que hacer una autocrítica en ese sentido. Algunos nos reprochan que la batalla cultural que dimos no pudo terminar con el consumismo. Tal vez nos están pidiendo demasiado. No es fácil, no. ¡No es fácil! No sé si nos lo planteamos. Y no sé si podíamos. Porque le dimos consumo a la gente, lo cual está muy bien, porque es mayor estándar de vida. ¿Había que vivir culposamente ese consumo o es legítimo aspirar a más? Para colmo se paró un tipo en la televisión que les dijo “querés más dólares, te voy a dar más dólares. Los que te están retaceando Cristina y Kicillof, que los tienen en su casa”. Ahora, lo que yo digo es que cuando llegan al gobierno la cosa se complica. Porque los dejó comprar dos millones de dólares, levantó el cepo, pero devaluó un sesenta por ciento. O sea, que te dejó comprar dos millones de dólares que son sesenta por ciento más caros. Y tu salario subió apenas.
¿Pensás entonces que el triunfo de Macri se debe solo a una buena operación de marketing?
A mí “el marketing político” es algo que me sorprendió, me intrigó, y ahora estoy reflexionando más sobre el tema. Pero está claro que nosotros tuvimos un desgaste, como te decía, cuando durante la última etapa aplicamos políticas obviamente más exigentes y que llevaron a enfrentamientos más duros. Ya no era solo con el sector concentrado y exportador del campo como cuando la 125, sino que era con los bancos por la tasa de interés. Lógicamente, los bancos enfrentaban una crisis mundial y los banqueros querían ponerla en paraísos fiscales, entonces les dijimos: no la vas a sacar de acá y los depósitos de los bancos los vas a prestar a la tasa que yo te diga. No es que vas a perder plata. “Ah, pero hay lugares donde puedo ganar más”. Ah sí, bueno: lo siento. Entonces cambiamos la Carta Orgánica del Banco Central y regulamos las comisiones, las tasas, dirigimos el crédito. No nacionalizamos la banca ni queríamos hacerlo, queríamos gestión privada de los bancos con regulaciones según la necesidad de un programa de desarrollo nacional. Y bueno, no te van a querer tanto. También se tensó mucho la relación con el sector importador, que importa insumos pero está siempre a cinco segundos de importar sus propios productos. Dice: puedo producir acá, o puedo traerlo de China. ¿Qué es más fácil? ¿Poner una planta en La Matanza o en Avellaneda con quinientos empleados? ¿O montar una oficina de cinco tipos en Puerto Madero, manejar el negocio por teléfono y por mail? El tipo trae los mismos productos más baratos, fija el margen, especula en el tipo de cambio y la que hace la pone afuera. Es un mecanismo mucho más fácil de lograr hoy que en 1976, cuando reconvertirse de productivo a importador-financiero era más lío. Para decirlo rápido, nosotros los obligábamos a ser lo que son: industriales.
actores de reparto
Axel no parece leer el mapa político a partir de alquimias electorales. Su percepción es la de un economista militante, que rastrea el tablero de los sectores empresarios en puja por definir el destino de los excedentes producidos por el país. Uno podría imaginarse su desazón ante el fantasma de la burguesía nacional que sobrevoló todo el siglo XX y de la cual hoy perviven, apenas, algunos descoloridos flecos. Así y todo pasa el rastrillo. “Ayer tuve una reunión con empresarios del sector pymes, tipos exitosos. Deben haber votado todos a Macri pero les está yendo mal y se dan cuenta de que al gobierno le importa tres pepinos.”
Si tuvieras que definir cuáles son los actores en pugna de la economía argentina, ¿a quién señalarías?
Hay dos sectores beneficiados por los programas de industrialización, inclusión social e integración regional que implementamos durante los gobiernos de Néstor y Cristina. El sector pyme, particularmente pyme industrial, los pequeños productores agropecuarios y las economías regionales, sobre todo las que se dirigen al mercado interno. El problema es que esos sectores empresariales no cuentan con una representación pujante y por eso no aparecen como un actor en la política argentina. Macri está devastando a las pymes de todo pelaje y no hay representantes capaces de levantar la voz, a pesar de ser el factor productivo que más empleos genera. La representación empresarial en la Argentina tiene un gran ausente y es el empresariado nacional, genuinamente nacional y con intereses del conjunto. Durante los doce años de nuestro gobierno no llegó a consolidarse un actor de estas características, con lo cual en la mesa empresarial que decide o que discute la política económica no hay representantes de las empresas nacionales que trabajan para el mercado interno. Es un déficit que podríamos incluir en el pliego de las autocríticas. 
¿Y los sectores dinámicos cuáles serían?
Hoy los que producen para el mercado interno están con números malísimos porque dependen de la obra pública, de la venta de autos y de algún sector más dinámico como la maquinaria agrícola. Tenemos a Techint que apoya a Macri pero se planta cuando el gobierno permite la importación de insumos para la construcción. Ahora bien, en lo que todos están de acuerdo es en bajar los salarios domésticos. El gran drama que está enfrentando el gobierno es que los salarios son demasiado bajos en pesos y entonces se deprime el consumo interno, pero son demasiado altos en dólares como para ser competitivos hacia afuera.
¿Querrán los sectores afectados por las políticas de Cambiemos volver al modelo que ustedes implementaron?
Bueno, a Macri ya no lo quieren. No sé si alcanza para que nos quieran a nosotros.
¿Se puede ganar las elecciones en este país sin entablar alianzas con sectores dominantes? Porque Kirchner entró por la ventana, siendo casi un desconocido, pero ahora ya los junan y es difícil que los dejen volver al gobieno.
Yo creo que muchos sectores productivos locales son aliados naturales de nuestro programa porque son beneficiarios y les va muy mal con el programa neoliberal. Tal vez no se dieron cuenta todavía o se están dando cuenta. Al mismo tiempo, creo que podemos reestructurar alianzas. Este programa neoliberal beneficia a pocos actores, pero incluso a ellos los lleva por un camino de mucha concentración. O sea, que probablemente tengamos que hacer una gran reconciliación y una puesta en común para determinar qué se hizo bien y sobre todo qué faltó. Otra autocrítica que me parece necesaria tiene que ver con la integración regional productiva. Yo trabajaba todos los  días en ese plano y es muy frustrante porque no lo conseguimos. Faltó tiempo, mejorar los instrumentos, Brasil no nos daba toda la bola que queríamos y nosotros a ellos tampoco. Con Uruguay nos peleábamos, no logramos interacción energética, ni siquiera teniendo gran afinidad con las potencias energéticas del continente. Pusimos mucha plata como sociedad en ciencia y tecnología pero no se integró suficientemente con la industria.
kichinerismo
Para el final dejamos una pregunta en clave generacional: ¿te considerás ideológicamente peronista? El interrogante viene a cuento de su sólida formación marxiana en la UBA años noventa, cuando el justicialismo yacía rendido a los pies de Domingo Cavallo, apóstol del movimiento neoliberal y popular que transformó a la Argentina.
La respuesta de Axel nos descolocó: “yo soy un hijo recuperado del peronismo”. Una frase para los anales del psicoanálisis político nacional.
“Pero claro el peronismo tiene diferentes tradiciones. Yo soy kirchnerista, hasta el apellido me ayuda. Pero hay quienes dicen que el kirchnerismo no es peronista. Bueno, tampoco me voy a sentir en el lugar de juzgar si los otros son o no peronistas por lo que dicen y hacen. Podemos discutirlo mucho tiempo y finalmente mi programa es la industrialización, la independencia económica, la soberanía política y la inclusión social. Cómo se concreta ese programa está en permanente redefinición. Como decía el filósofo Carlitos Balá, el movimiento se demuestra andando, o sea que está por verse qué es el peronismo del siglo XXI”.
Resumiendo, ¿vos ves un mundo en crisis donde aparece la posibilidad, un poco como sucedió en la posguerra del siglo pasado, de que países como los nuestros se desarrollen de manera autónoma?
Veo un escenario geopolítico en el que quizás aparezcan mayores oportunidades que en la época de Obama. Siempre es muy difícil de prever lo que vendrá, porque depende de muchos factores. Tengo un amigo, un agudo analista internacional, que cuando escuchó a Trump dijo “este tipo va a desencadenar la tercera guerra mundial”. Yo no me animo a tanto, se han visto indicios preocupantes, pero es un escenario tan complicado que vaya a saber si no te revolean un misilazo.

Contracoherencia // Diego Sztulwark


Se anuncia hoy en los diarios una nueva ofensiva del gobierno nacional y los sectores conservadores de la política, el empresariado y la Iglesia Católica contra las conquistas y la simbología de los derechos humanos. Desde el último 24 de marzo esta tentativa fue constante y negacionista. Así lo muestra la estúpida discusión sobre el número de desaparecidos. Esto fue así hasta que 500.000 personas rechazaron en las calles el fallo de la Corte que aplica el 2 x 1 a un genocida. ¿Qué pretenden los impugnadores de los movimientos de derechos humanos? 

Una primera respuesta es que el gobierno de Macri considera los derechos humanos una bandera del kirchnerismo, adversario político a quien desea debilitar. Se trata de una respuesta escuálida y miope, no importa lo difundida que pueda estar entre unxs y otrxs. Si una premisa efectiva se verifica en esta historia es que los derechos humanos constituyeron la única respuesta certera contra el terrorismo de estado, que no es cosa del pasado sino fundamento del orden económico y político vigente durante la posdictadura. 

Lo que llamamos derechos humanos en la Argentina es, como todos sabemos, el tejido de una densa historicidad urdida por familiares, sobrevivientes y activistas de toda clase que durante décadas hicieron un trabajo ético fundamental en torno a la memoria, la verdad y la justicia. Lo que está en cuestión, en ese tejido, es su capacidad de extenderse a trevés de diferentes capas de la sociedad, acogiendo diferentes luchas -como sucedió con el movimiento piquetero y las demás figuras de la crisis del 2001. 

Ese tejido, principal experiencia democrática en la vida del país durante las últimas cuatro décadas, ha dado muestras de una cierta irreversibilidad (¿no es esa, al menos, la impresión al ver a los hijos de los represores comenzando por fin a decir en público su verdad?). Quizás haya derecho a creerlo, después de todo estos más de 40 años de grandes manifestaciones colectivas de justicia se hicieron desde posiciones minoritarias, y la enorme mayoría del tiempo contra los partidos políticos y el estado.  

Lo primero a comprender, entonces, es porqué se ataca ahora esta experiencia colectiva de justicia. Imposible responder sin incluir en el razonamiento el modo en que los últimos años se discute la cuestión de los derechos humanos como ligada al kirchnerismo. El kirchnerismo es un capítulo innegable en esta historicidad, fue la compleja experiencia de articulación, en una zona común, entre gobierno y buena parte de los organismos. En lo que de esa zona aparezca como sospechoso para el paradigma de transparencia empresarial persecutoria, el gobierno actual previsiblemente golpeará con contundencia. 

El símbolo mayor de esa estrategia es la prisión de Milani que se produjo durante el actual gobierno y no cuando correspondía: durante el gobierno de Cristina, cuando era jefe del ejército y se lo acusó en causas de Lesa Humanidad. Por innegable que el kirchnerismo sea en esta historia (el apoyo a los juicios, la exEsma, etc) no conviene confundir los términos y hacer de esa parte (el kirchnerismo) un todo (el movimiento de derechos humanos). Esa operación de reducción de un proceso siempre más complejo, rico y abierto a uno de sus momentos es exactamente la operación que lleva a cabo el macrismo. ¿Quién sino el gobierno actual se interesa más por esta sustitución que encierra el potencial de las luchas de los derechos humanos en una expresión política particular? 

Si a alguien le interesa plasmar la ecuación derechos humanos igual kirchnerismo es al propio macrismo. Es preciso entonces enderezar el razonamiento: el verdadero enemigo de la derecha argentina no es el kirchnerismo, sino esta historicidad de las luchas por la memoria, la verdad y la justicia y su capacidad de expandirse a las luchas sociales. Es a esta historicidad a la que se apunta y a la que se quiere quebrar. Lo que se pretende desmontar es la dinámica abierta desde una sensibilidad apta para reunir diferentes luchas populares en torno a un mandato común frente al estado.

La plaza contra el 2 x 1 –tan conectada con la marcha del 3 de junio ni una menos- ha corroborado que ese fenómeno de sensibilización se encuentra vigente a pesar de todo (¿más vigente que nunca, incluso?). 

No es contra el kirchnerismo que apunta el gobierno, sino contra esta historicidad. Y la razón de este ataque es, después de todo, bastante clara: el neoliberalismo -que no es, por cierto, patrimonio del marcismo- es centralmente competencia, exclusión, empresarialidad, goce centrado en el narcisismo y violencia. Su instauración pone en acto lo que Rita Segato ha llamado una “desensibilización” de las personas respecto de lo otrxs y por tanto de lo colectivo como tal. 

La percepción que las derechas (no solo el macrismo, por supuesto) tienen del peligro de las luchas de la memoria, verdad y justicia y su poder de expansión es correcta y no obedece solo al pasado sino sobre todo al presente. Su intento de desactivarlas guarda una profunda coherencia. La plaza contra el 2 x 1, la marcha del 3 de junio muestran la vitalidad de una contracoherencia que no se las hará nada fácil.

Cordoba, el paro que todos quieren romper // Mariano Pacheco

 Panorama del conflicto de transporte 

Choferes “voluntarios”, unidades custodiadas, un sindicato nacional en contra y un intendente que desconoce los acuerdos: retrato de la huelga de transporte que paraliza a Córdoba.
Apenas dos semanas después de conmemorarse un nuevo aniversario del Cordobazo, la ciudad de Córdoba amaneció ayer con una postal que remitía mucho a imágenes de décadas anteriores, cuando un pujante movimiento obrero permanecía de pie, con figuras como la del gringo Agustín Tosco y el Negro Atilio López, pero también con fuerzas represivas tomando el toro por las astas. Es que ayer lunes 12 de junio, poco antes de las 7 de la mañana, comenzaron a circular en la Docta las primeras unidades de colectivos que la Municipalidad de Córdoba dispuso en medio de un Plan de Emergencia del Servicio de Transporte, que implicó poner a circular 9 de 72 líneas troncales de colectivos, con unas cien unidades que realizaron los recorridos sin cobrar boletos y fueron manejadas por choferes convocados la noche anterior, vía twitter, por la empresa ERSA, una de las cuatro que funcionan en la ciudad. Un escenario similar a cuando el gobierno de Mauricio Macri convocó a “voluntarios” para quebrar la huelga docente, con la diferencia obvia de lo que implica conducir un colectivo (de hecho hubo más de un choque provocado por estos “colectiveros voluntarios”), amén de que en este caso no fue sólo una expresión de deseo sino una realidad efectivizada con un predio de la Fuerza Aérea funcionando como “cabecera de línea” de los colectivos que circularon todo el día con un gendarme en el primer asiento o efectivos policiales siguiendo cada unidad.

El séptimo día consecutivo de huelga de transporte culminó con versiones encontradas, luego de que a las 23.55 horas el Intendente radical Ramón Mestre (hijo) realizara las siguientes y polémicas declaraciones ante Cadena 3 Noticias:

“Nosotros la información que tenemos es a través de los medios de comunicación. No tenemos ninguna notificación por parte del ministerio de Trabajo. Nosotros queremos que el servicio se vuelva a restablecer, pero vuelvo a repetir: seguimos instando a los trabajadores para que dejen de estar en la ilegalidad y vayan a trabajar, porque actúan en forma individual y en este conflicto quien tiene la representación, la tiene de manera colectiva, porque es la UTA a nivel nacional, por estar intervenido el sindicato UTA Córdoba, quien tiene la representación. Nosotros no ponemos en peligro nada. Si el ministro llega a tomar la determinación de introducir a aquellos que están con derechos individuales a someterse a una conciliación obligatoria, yo ya estoy fijando una posición, y es que nosotros no vamos a permitir que aquello que tiene que ver con las horas no trabajadas, esas no van a ser abonadas y los trabajadores despedidos han perdido sus trabajos”.

Las declaraciones del intendente radical-amarillo se produjeron apenas un rato después de que los trabajadores en huelga hubiesen arribado a un acuerdo con las empresas en el ministerio de Trabajo de la provincia, en el que se comprometían a retornar a sus puestos de trabajo, sin que les descontaran los días de paro y se reintegraran a los empleados despedidos, para seguir discutiendo el trasfondo del conflicto sin la medida de fuerza de por medio. Ya entrados los primeros minutos de hoy, martes 13 de junio, los trabajadores volvieron a autoconvocarse sobre la calle Vélez Sarfield (casi esquina San Luis), frente a la Sede Córdoba de la Unión Tranviaria Automotor (UTA).
Algo más que el salario en juego
La huelga que provocó ya dos denuncias penales, 88 despidos y dos detenidos comenzó el lunes pasado, luego de un primer conflicto desatado el viernes, cuando los choferes de colectivos y las conductoras de trolebuses comenzaron a poner en discusión la paritaria nacional aprobada por el gremio días atrás. La medida se desató por una diferencia, no menor, del 11,5% en los aumentos salariales. Los delegados de base denuncian que para este año solo les corresponde un aumento del 8%, sin retroactivo, y por eso reclaman que el pago del 21% escalonado en tres cuotas para el segundo semestre que se acordó con el gobierno sea en un pago, retroactivo al mes de enero y que sea aplicado a la escala nominal de Córdoba, con lo que el aumento salarial rondaría así en un 32%.

Desde que Ramón Mestre asumió la intendencia de la capital provincial, en 2011, a hoy, el boleto de colectivos aumentó de $2,50 a $12,55. El año pasado, la paritaria nacional cerró en 27%, mientras que la inflación anual fue del 35%. “El índice inflacionario dice que en el primer cuatrimestre tenemos el 11% de inflación, entonces por todo el año tenemos un 33% de inflación y consideramos que un aumento de 8% es una burla y sentimos que es una provocación”, declaró al respecto Érica Oliva, delegada de la empresa Tamse trolebuses. A esto debemos sumarle que en septiembre pasado la Seccional Córdoba de la UTA fue intervenida por la conducción nacional del gremio, bajo argumento de que no se estaban acatando todas las cláusulas estatutarias. El saliente secretario general local, Ricrado Salerno, denunció entonces un “golpe institucional” y desde las esferas nacionales del gremio, sostuvieron que en un mes, o a lo sumo dos, se normalizaría la situación, cosa que no ha sucedido hasta el día de hoy. En el medio, delegados de base comenzaron a tomar cada vez más protagonismo y a denunciar la falta de democracia sindical. En un proceso muy similar al que desarrollaron en su momento los denominados “metrodelegados” del subterráneo de Buenos Aires, estos choferes cordobeses también pusieron en entredicho en estos días la rigidez del “imperio Fernández”, según denominan muchos trabajadores a los modos en que Roberto maneja el gremio, quien luego de declarar que “desde Córdoba no nos van a manejar el sindicato”, firmó un duro comunicado en el cual se expresa –entre otras cuestiones– que “de persistir los trabajadores en el incumplimiento al acatamiento de las directivas de nuestra entidad, quedarán fuera de la cobertura gremial de UTA, debiendo asumir las consecuencias de su incorrecto proceder”. Tras solicitar a sus afiliados que “depongan su actitud”, la conducción nacional de UTA recordó que “solo nuestro sindicato está legitimado para lograr la reincorporación de los despedidos, el cese de las intimaciones y la recuperación de los días perdidos” y exigió a los otros gremios y partidos políticos que se habían solidarizado con la protesta, que desistan su actitud, ya que consideraron que su accionar estaba “socavando las bases del estado de derecho y del sistema democrático”.

Este es el contexto de fondo en el cual se inscribe la huelga de choferes en Córdoba.
Unidad, solidaridad, organización

Con la ausencia de los secretarios generales pero con la participación activa de los cuerpos orgánicos, los principales gremios de Córdoba participaron ayer del acto que se realizó frente a la sede de UTA tras una movilización por las calles de la capital provincial, de la que también participaron organizaciones y partidos políticos, agrupaciones estudiantiles y movimientos sociales, entre los que se destacaron la Federación Universitaria de Córdoba (FUC) y la Federación de Estudiantes Secundarios (FES); la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP); el sindicato de Luz y Fuerza; el Sindicato Único de Obreros y Empleados Municipales (SUOEM); la Asociación de Docentes e Investigadores Universitarios de Córdoba (ADIUC); las dos CTA y el Sindicato único de Recolección de Residuos y Barrido de Córdoba (SURRBAC), cuyo secretario general, Mauricio Saillén, reclamó desde el escenario que se realizara un referéndum revocatorio del mandato del intendente, en contraposición con los dichos de Ramón Mestre, quien había solicitado realizar una consulta popular para que la población votara sobre la posibilidad de hacer del transporte un servicio esencial (postura que el diputado radical, su hermano Diego, también llevó al Congreso de la Nación).

Según el artículo 146 de la Carta Orgánica Municipal, la Revocatoria “puede ser promovida por no menos del diez por ciento (10%) del electorado para revocar los mandatos a las autoridades municipales electivas”, en una elección de carácter obligatorio.
El orden cordobesista contra los trabajadores

Todas las fuerzas del orden se posicionaron durante la semana contra la huelga protagonizada por los trabajadores de UTA: la conducción nacional del gremio; la intendencia de Cambiemos; la gobernación justicialista; las empresas de transporte; la Cámara de comercio y los medios hegemónicos de comunicación, que promovieron cada día una violencia inusitada contra la medida de fuerza, reclamando despidos y fomentando la violencia social. Todas las fuerzas del orden cordobesista alzaron su voz y mostraron unanimidad contra este sector de la clase trabajadora cordobesa, que hoy se debate en torno a un conflicto que comenzó siendo salarial, y que hoy se ha transformado en el principal elemento de una crisis política que atraviesa todos los estamentos de gobierno local y provincial.

[Fuente: Revista Zoom]

El inconsciente colonial – Conferencia de Suely Rolnik


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Presentación: Silvio Lang

El feminismo ha vuelto a poner la revolución como posibilidad histórica afirmativa de nuestras vidas frente al "cafisheo" de la energía vital del capitalismo. Esa, quizás, es la hipótesis de partida de las amigas agitadoras Verónica Gago y Marie Bardet, con las que pensamos esas asambleas públicas de la Escuela de Técnicas Colectivas y los coloquios internacionales "Cerca de la revolución" y "Pasado de revoluciones", que organizamos con la colaboración de otras maricuelas de la academia: Daniel Link y Mariano Lopez Seoane, el 10 y 11 del pasado abril.
1907-2017, cien años de la revolución rusa, es el motivo de nuestra Comuna de Buenos Aires feminista (María Moreno, está detrás del biombo haciendo señas aunque no pudo hacerse presente en esos días). Suely Rolnik de Brasil y Silvia Rivera Cusicanqui de Bolivia son los nombres molotov que hacen estallar toda nuestra afectividad. ¡Cómo no amar a una mujer, o a dos...! Excéntricas de la academia, son perfomers que agitan las pasiones del auditorio. Aquí, la conferencia completa inédita de Suely, que ella llamó "Sobre el inconsciente colonial", en el Centro Cultural Paco Urondo, comentada por Marie y Cecilia Palmeiro; y registrada y documentada por el Laboratorio Audiovisual Comunitario y la Escuela de Técnicas Colectivas. Dejamos liberado este insumo feminista y micropolítico para la revolución que ya empezó.
[fuente: http://campodepracticasescenicas.blogspot.com.ar]

Clinämen: Derechos Humanos: los retrocesos y lo irreversible

Conversamos con Gastón Chillier, director del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). Los juicios a los crímenes de lesa humanidad. El rol de los servicios de inteligencia. La detención de Milagro Sala. La situación en Venezuela. La agenda de los Derechos Humanos en el país

Juan Valdés con Pablo Iglesia, en Otra Vuelta de Tuerka

Arthur Miller escribía sobre una Cuba prerevolucionaria “irremediablemente corrupta, lugar predilecto de la mafia, y prostíbulo para los extranjeros”. Desde 1956, el Movimiento 26 de Julio lideró la resistencia contra la dictadura neocolonial de Fulgencio Batista a través de una guerra de guerrillas urbanas y rurales. Juan Valdés Paz (La Habana, 1938), que entonces tenía 17 años, recuerda esa época como un momento de politización acelerada para toda una generación. “La lucha contra la dictadura fue una especie de aceleración histórica. Yo ya participaba en la lucha clandestina y eventualmente cai preso”, señala en Otra Vuelta de Tuerka.

Tras el triunfo insurgente contra la dictadura, abandonan el país casi medio millón de personas; concurren los batistianos y la alta burguesía, pero la mayoría pertenece a la clase media y profesionales. Ese vacío en la administración del Estado fue cubierto por cuadros jóvenes. “Esa osadía de la revolución de ocupar la economía con jóvenes fue una operación prodigiosa”, indica Valdés. Él mismo, contando con tan sólo 20 años y sin experiencia previa, fue convocado por la revolución para administrar una central azucarera. “Andaba por los surcos de los campos cubanos e iba leyendo a Kant como una especie de compensación”, recuerda durante la entrevista.

El político cubano, vinculado a una larga vida como funcionario en la agricultura cubana, señala las sucesivas reformas agrarias como uno de los mayores logros de la revolución: “La nacionalización de la tierra producía un cambio estructural definitivo y le daba un golpe a la dependencia económica de Cuba de Estados Unidos”.

Sobre el momento político actual identifica tres grandes retos para el futuro de la revolución: La sustitución de una producción agroindustrial por una sociedad de servicios; la reconstrucción de las relaciones internacionales de Cuba; y el desafío de la sucesión política a la dirección histórica. Además concluye como la suerte de Cuba está estrechamente ligada a la suerte regional: “el descalabro venezolano es un descalabro serio para nosotros”.
Publicado el 12 jun. 2017

Programa #25 – Temporada 3
Emisión, lunes 12 de junio de 2017

Palabras mágicas, reflexiones sobre la crisis: conferencia de Silvia Rivera Cusicanqui


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Presentación: Silvio Lang

El principal blanco de ataque de la derecha argentina y sus medios de comunicación en la pasada marcha del Ni Una Menos, el 3 de junio, así como a la acción de calle, el día previo, "Las insumisas de las finanzas", en el Banco Central de la República Argentina, fue que el movimiento feminista mezclaba todo. Feminicidios con política; explotación de los cuerpos con finanzas; lenguaje institucional con violencia y racismo; capitalismo con economías populares; aborto con lesbianismo... El concepto aymará ch'ixi (mezcolanza) que viene trabajando Silvia Rivera Cusicanqui y que reforzó en la reciente conferencia en Buenos Aires, permite pensar esa mezcla, esa heterogeneidad, esa transversalidad e intersección política que pone en juego  el movimiento revolucionario feminista como defensa de la vida puesta en peligro por el capitalismo. "Pachakuti", dirá Silvia, para ir más allá de la revolución voluntaria humana y traer la imagen de un revuelque del cosmos, cerca de la imagen de la marea que describe el movimiento feminista actual, más allá de los límites que han impuesto los gobiernos progresistas en Sudamérica.  
Con la publicación de la conferencia de Suely Rolnik decíamos que el feminismo ha vuelto a poner la revolución como posibilidad histórica afirmativa de nuestras vidas frente al "cafisheo" de la energía vital del capitalismo. Que esa era, quizás, la hipótesis de partida de las amigas agitadoras Verónica Gago y Marie Bardet, con las que pensamos esas asambleas públicas de la Escuela de Técnicas Colectivas y los coloquios internacionales "Cerca de la revolución" y "Pasado de revoluciones", que organizamos con la colaboración de otras maricuelas de la academia: Daniel Link y Mariano Lopez Seoane, el 10 y 11 del pasado abril. 
1907-2017, cien años de la revolución rusa, fue el motivo de nuestra Comuna de Buenos Aires feminista (María Moreno, está detrás del biombo haciendo señas aunque no pudo hacerse presente en esos días). Suely Rolnik de Brasil y Silvia Rivera Cusicanqui de Bolivia son los nombres molotov que hacen estallar toda nuestra afectividad. ¡Cómo no amar a una mujer, o a dos...! Excéntricas de la academia, son perfomers que agitan las pasiones del auditorio. 
Aquí, la conferencia completa inédita de Silvia "Palabras mágicas: reflexiones sobre la crisis", en el Centro Cultural Paco Urondo, comentada por Verónica y registrada y documentada por el Laboratorio Audiovisual Comunitario y la Escuela de Técnicas Colectivas. Dejamos liberado este insumo feminista y micropolítico para la revolución que ya empezó. 

“El imaginario del Estado-nación no es un imaginario alternativo al neoliberalismo” // Entrevista a Laval y Dardot

por Amador Fernández-Savater
La pesadilla que no acaba nunca  (Gedisa) es el último libro traducido al castellano de la pareja intelectual que forman los franceses Christian Laval (sociólogo) y Pierre Dardot (filósofo). El título hace referencia al hecho de que la crisis más grave en muchas décadas no ha traído consigo una transformación sustancial del capitalismo (como pasó en 1929), sino la radicalización de su forma neoliberal.
Esta intensificación de la lógica neoliberal –que coloniza las instituciones públicas, las relaciones entre los seres y el interior de nosotros mismos– amenaza ahora incluso las formas más light de la democracia (democracia electoral, liberal-representativa). La crisis es la ocasión perfecta para lanzar una auténtica “guerra política” contra todos los obstáculos que frenan la profundización de la lógica del beneficio.
Es urgente y vital esbozar un nuevo tipo de pensamiento y acción transformadora-revolucionaria capaz de estar a la altura del desafío que plantea el “devenir-mundo del capital”. Según Laval y Dardot, la alternativa no pasa por renovar el soberanismo o la socialdemocracia, sino por las “políticas de lo común”. Es decir, las prácticas de democracia radical que hacen de cada uno de nosotros un agente activo en la configuración de la realidad.
1- Según vosotros, el neoliberalismo es un proyecto directamente anti-democrático, en el sentido de que se opone (tanto en la teoría como en la práctica) a cualquier atisbo de soberanía popular (incluso la liberal-representativa). ¿Podríais explicar esto?

Efectivamente, es importante volver sobre el proyecto en sí, tal y como fue elaborado a lo largo de varias décadas (desde finales de los años 30 hasta finales de la década de 1960). Hay que tomárselo en serio, en lugar de ignorarlo con el pretexto de que se trata de un adversario intelectual y político. No es que este proyecto haya impuesto directamente las políticas neoliberales de los años 1970-1980. Las vías emprendidas por los diferentes gobiernos fueron distintas, desde la dictadura militar de Pinochet en Chile, que en algunos aspectos hizo las veces de laboratorio, hasta los gobiernos de Thatcher y Reagan. Pero más allá de esta diversidad en las formas, lo cierto es que el proyecto neoliberal no dejó de ser desde el origen un proyecto antidemocrático, en todas sus variantes.
El periodista y ensayista estadounidense Walter Lippman, uno de los inventores del neoliberalismo antes de la Segunda Guerra Mundial, estaba preocupado ante todo por la “ingobernabilidad” de unas democracias sometidas “al dictado de las opiniones públicas”. Hayek no dejó de denunciar la omnipotencia del poder legislativo, para mejor oponer la “demarquía” a la “democracia”: la demarquía excluye la democracia en la medida en que sustituye la soberanía del pueblo por el gobierno de las “leyes”. Pero por “leyes” hay que entender las reglas de derecho privado y penal en tanto que independientes de toda voluntad legislativa. Son estas reglas las que deben guiar la voluntad del propio legislador. De esta forma, Hayek imagina una corte constitucional superior a todos los demás poderes encargados de velar por la intangibilidad de estas “leyes”.

Sin embargo, la corriente del neoliberalismo que, en este sentido, ha terminado siendo la mayor y más influyente es sin duda la del ordoliberalismo alemán. La originalidad de esta corriente, cuyo fundador fue Walter Eucken, consistió en que propuso desde muy temprano que se incluyera una Constitución económica en la Constitución política de cada Estado, de manera que se garantizara que cualquier política económica respetaría la inviolabilidad de esos principios constitucionales. Se trata de los mismos principios que fueron a continuación consagrados por la construcción europea: estabilidad monetaria, equilibrio presupuestario, competencia libre y no viciada. En Alemania y en Europa, estos principios inspiraron directamente la creación de bancos centrales independientes, cuya función consiste en velar por ellos, eventualmente contra la voluntad de los gobiernos y los parlamentos, y siempre contra la de los pueblos.

En definitiva, aquí está el corazón de la lógica neoliberal: elevar las grandes orientaciones de la política económica por encima de cualquier control democrático, de manera que todos los gobiernos futuros quedan maniatados de antemano independientemente de las alternancias electorales. Lo que el neoliberalismo no tolera es simplemente la democracia electoral bajo su forma más elemental, así como la división de poderes, pues ambas suponen un obstáculo para esta “constitucionalización” de la política económica. Con esto es con lo que nos encontramos hoy bajo las más diversas formas: un proceso ya bastante avanzado de salida de la democracia liberal-representativa, en beneficio de un sistema de gobernanza informal que implica tanto actores privados como estatales.

Estado-nación y neoliberalismo

2- Hay en toda Europa un auge del nacionalismo, que vosotros explicáis como “el deseo de restaurar una soberanía perdida, fantaseada sobre un fondo nostálgico y reactivo”. Pero, ¿se trata de un fenómeno uniforme? Por ejemplo, en España hay sectores de izquierdas muy implicados en el proceso independentista catalán. Se expresa ahí un rechazo del Estado español desde una perspectiva “social” y “progresista”. ¿Veis alguna posibilidad de emancipación en la vía estatal-nacional?

Conviene desconfiar de la tentación de la uniformización a la que nos lleva un uso indiferenciado de los términos de nacionalismo o populismo. El nacional-populismo de un Donald Trump y el neofascismo de una Marine Le Pen son, por ejemplo, el producto directo de más de 35 años de dominación neoliberal y no ponen en cuestión de ninguna manera la lógica de esta dominación. Representan incluso más bien una forma agravada de la misma: desregulación financiera, reducción de los impuestos a los más ricos, etc. El neoliberalismo concilia bien con el nacionalismo xenófobo, así como con muchos otros tipos de ideologías reaccionarias, como podemos ver hoy en día en Turquía o en Brasil.

No podemos confundir bajo una misma etiqueta sumaria las aspiraciones de constituir un Estado por parte de pueblos que no han dispuesto jamás de un Estado independiente (Escocia, Cataluña, País Vasco, etc.) con el nacionalismo reaccionario que se desarrolla en las naciones hace tiempo constituidas en Estados o que ejercen un control sobre “minorías” desde un Estado que conquistaron en la noche de los tiempos. Las aspiraciones nacionales de los pueblos escocés y catalán no tienen el mismo sentido que el nacionalismo que se ha expresado con ocasión del Brexit, que procede, por un lado, de la nostalgia de una grandeza perdida que se trataría de restaurar y, por otro, del resentimiento de poblaciones condenadas a la pobreza y a la relegación.

Con todo, no es menos cierto que sería vano alimentar una ilusión sobre la posibilidad de que un pueblo conquiste el derecho al autogobierno en el interior de la Unión Europea, tal y como ésta está construida desde sus orígenes. La estrategia que consiste en apoyarse en la Unión Europea para aflojar el nudo del Estado que niega todo derecho nacional está condenado al fracaso. Hay que entender que una integración de estas nuevas entidades en la Unión Europea no se haría en condiciones muy distintas de aquellas que se les impusieron a las naciones de las que forman parte (España, Gran Bretaña). Lo cual significa que estas naciones (Cataluña, Escocia) no serían “reconocidas” más que a condición de someterse a la lógica ordo-liberal de la Unión Europea, lo que conduciría tarde o temprano a privarles de toda forma de autogobierno.

En resumen, la ilusión estaría en creer que se puede proceder en dos tiempos o etapas: primero, una unión ecuménica orientada a conquistar la independencia, que haría abstracción de las oposiciones entre intereses sociales antagonistas, y sólo después, una vez conquistada la independencia, una confrontación en torno a las cuestiones sociales entre los “hermanos” de ayer. Hay que evitar absolutamente la ilusión de una gran familia o de una comunidad soldada, preservada de toda conflictualidad interna. Las oposiciones sociales deben emerger desde el interior mismo del combate por el reconocimiento de los derechos nacionales a partir de hoy mismo.

3- ¿Cuál sería entonces vuestra alternativa? ¿Qué otra Europa podemos concebir (al menos como horizonte) desde el imaginario de las políticas de lo común?

Hay que abrir desde hoy mismo la perspectiva de una Federación democrática de los pueblos europeos por parte de aquellos que combaten para conquistar el reconocimiento de sus derechos nacionales. Tal y como lo supo ver Castoriadis en 1992, una federación de este tipo no podría ser democrática más que a condición de ser una Federación de unidades políticas autogobernadas.

Es decir, por un lado, el principio de la autonomía implica el derecho de toda comunidad nacional a organizarse según la forma política que desee, incluyendo la del Estado-nación. Pero, por otro lado, este mismo principio de autonomía, que es válido para toda colectividad humana, implica la superación del imaginario del Estado-nación y la reabsorción de la nación en una comunidad más vasta, que englobe en último término a la humanidad entera. Un común encerrado en fronteras nacionales no es un verdadero común: cualquiera que sea su escala y carácter (político o socioeconómico), lo común está necesariamente abierto al exterior y esta apertura debe manifestarse por la preocupación de integrar sus relaciones con las otras sociedades en su propio funcionamiento interno.
Hay que insistir en este punto: el imaginario del Estado-nación no es un imaginario alternativo al neoliberalismo. Si tal imaginario, lejos de haberse diluido, se ha visto en gran medida reforzado en estos últimos años, se debe en primer lugar a la “maquinaria político-burocrática” que constituye la Unión Europea. El impasse actual viene del hecho de que, como decía Castoriadis, ciertos pueblos ya constituidos en Estados quieren volver a la soberanía nacional-estatal, mientras que los otros están preocupados sobre todo por la idea de llegar a constituirse en una forma estatal “independiente”, sin importar el coste ni el contenido. Pero la competencia entre soberanías, lejos de debilitar la lógica del neoliberalismo, no hace sino alimentarla y reforzarla.
Vieja y nueva socialdemocracia

4- Podríamos pensar la crisis que está atravesando actualmente el PSOE como una forma nacional particular de la crisis que afecta al conjunto de la socialdemocracia europea. Vuestro análisis sobre esa crisis es muy duro: afirmáis que la socialdemocracia no ha sido una víctima, sino un actor decisivo de las políticas neoliberales, autodestruyéndose en el proceso.

La socialdemocracia europea ha sido, y lo es más a día de hoy, la primera responsable de la puesta en práctica de las políticas de austeridad. Así, cuando fue mayoritaria en Europa a finales de la década de 1990 y principios de la del 2000, sus dirigentes agravaron la deriva anterior, en lugar de iniciar una re-orientación de la política europea. Procedieron a desmantelar sistemáticamente el derecho al trabajo, por la vía de una mayor flexibilización del mercado laboral (Blair, Schröder, Hollande, Renzi).

El ejemplo de Francia es muy elocuente: muy pronto, a lo largo de la década de 1980, bajo la égida de Mitterrand, la socialdemocracia tomó la iniciativa de la liberalización del sector financiero, aventajando por esta vía a bastantes gobiernos neoliberales, hasta el punto de hacer las veces de entrenamiento para estos últimos. Convertido desde principios de la década de 1980 a las virtudes de la competencia, Hollande no ha dejado por su parte de soñar con ser el Schröder francés, con vistas a dejar el recuerdo de un hombre de Estado valiente, capaz de dominar la hostilidad de la opinión pública.

Más en general, es el lugar histórico de la socialdemocracia lo que está amenazado, en razón del cierre institucional impuesto por el sistema neoliberal. Hoy en día la socialdemocracia se ve ante la siguiente disyuntiva: sumarse o romper. Pero sumarse es condenarse a morir, tal y como muestra la experiencia de estos últimos años, y romper es asumir el riesgo de un enfrentamiento con el sistema, algo que le resulta igualmente insoportable. Sus dirigentes han preferido suicidarse antes que resistir.

Hay que tomar de una vez conciencia de este hecho: la socialdemocracia ha dejado de existir y nadie podrá resucitarla, ya que el sistema ha destruido todo espacio o todo margen de maniobra para que pueda operar una contra-fuerza en su seno. Bajo este apelativo de “socialdemocracia” lo que hay en realidad son izquierdas neoliberales que, ya de entrada, inscriben su acción en el mismo marco que las derechas neoliberales. He aquí por qué a nosotros nos parece más correcto hablar de una “razón política única”, en lugar de un “partido único”.

5- La “nueva política” se presenta en ocasiones a sí misma como “una nueva socialdemocracia”, una socialdemocracia que sería “real” y no una opción neoliberal disfrazada de izquierda. ¿Qué pensáis de esta posibilidad?

Preconizar la vuelta de una “socialdemocracia real” es ilusorio, por mucho que parezca reflejar la famosa fórmula de los Indignados: “Democracia real ya”. Pues aquella fórmula debía su fuerza al cuestionamiento directo de la democracia llamada “representativa”: significaba en el fondo que esta última no era “realmente” una democracia y que la democracia, para ser real, implica la coparticipación de todos los ciudadanos en los asuntos públicos. El principio político que nosotros llamamos “lo común”.

El objetivo de constituir una “socialdemocracia real” parte de una constatación compartida por muchos: la vieja socialdemocracia (el PSOE, por ejemplo) ya no sería realmente una socialdemocracia, en razón de su alineamiento puro y simple con el neoliberalismo. Esa constatación es cierta, pero ¿por qué habría que deducir de ahí que hay que ocupar el espacio que ocupaba y que su fracaso político ha dejado vacante? Más bien conviene poner en cuestión la posibilidad de reconstituir una verdadera socialdemocracia en las condiciones de transformación neoliberal de las instituciones estatales. La verdad es que esta transformación, debido a su carácter irreversible, impide definitivamente toda vuelta hacia atrás: pura y simplemente, los márgenes de maniobra que permitieron históricamente a la socialdemocracia jugar su papel han dejado de existir.

Ya no nos podemos imaginar construir paso a paso, y sin salirnos del marco parlamentario, una relación de fuerzas que permita obtener concesiones en materia de democracia social. Debemos recordar que esta estrategia sólo pudo funcionar en las condiciones propias de la democracia representativa clásica. Ahora bien, tal y como creemos haber dejado claro en el libro, el neoliberalismo tiende a vaciar dicha democracia de todo contenido. Así pues, en nombre del combate por una “democracia real” hay que asumir esta imposibilidad de volver a la socialdemocracia.
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En otras palabras: hay que elegir entre la “socialdemocracia real” y la “democracia real”. Querer la “socialdemocracia real” es correr tras un espejismo: al final del camino renunciaremos a la “democracia real” sin haber restaurado siquiera la democracia representativa. Simplemente, corremos el riesgo de adaptarnos pasivamente al marco antidemocrático que impone el neoliberalismo, entrando así en la vía suicida de la normalización política como un partido más. Porque en ausencia de aquella democracia en su forma parlamentaria clásica ninguna socialdemocracia puede llegar a ser “real”.

Gobernar desde el Estado y gobernar contra el Estado

6- Podemos y las candidaturas municipalistas se presentaron a las elecciones bajo la consigna de “poner las instituciones de nuevo al servicio de la gente”. Sin embargo, uno de los descubrimientos que han hecho muchos compañeros que han accedido al poder político ha sido hasta qué punto las instituciones no sólo son una herramienta que pueda “usarse bien o mal” (al servicio de la gente o de la oligarquía), sino que son “intrínsecamente neoliberales” en sus maneras de pensar y actuar, de contratar y evaluar, etc.

La experiencia de la participación en las instituciones políticas tiene, en efecto, mucho que enseñar a todos los que tengan la ambición de volverlas contra la lógica neoliberal: uno se da cuenta enseguida de que estas instituciones no son simples medios susceptibles de servir a fines distintos y opuestos, sino que han sido rediseñadas hasta en su funcionamiento y sus métodos de trabajo por décadas de racionalidad neoliberal.

Las instituciones no son neutras, no más que el Estado en general. Por consiguiente, la cuestión no es tanto entrar en las instituciones para hacer de ellas armas en el combate contra la oligarquía neoliberal, sino hacer de las instituciones un nuevo terreno de lucha. Más en concreto, se trata de trabajar activamente, desde el interior y al mismo tiempo desde el exterior, para subvertir la lógica del Estado y de sus instituciones, que es en el fondo una lógica propietaria y monopolizadora.

Esto vale muy particularmente para los gobiernos municipales, que deben construir una relación de fuerzas contra el Estado central apoyándose en los movimientos sociales y trabajando en la coordinación de las municipalidades “rebeldes”, siguiendo el ejemplo de lo que ha puesto en marcha Barcelona en Comù.

7- Vosotros utilizáis la fórmula “gobernar contra el Estado”, ¿qué significa?

Lo que la experiencia de la participación en el poder del Estado demuestra de forma apabullante es que aquellos que pretendieron tomar el poder para servirse de él como si fuera un instrumento neutro terminaron por convertirse en engranajes de un poder de Estado convertido a su vez en un fin en sí mismo, que funciona en pos de su propio reforzamiento y perpetuación. Ya va siendo hora de comprender que la administración del Estado obedece a una lógica autónoma con respecto a la acción de los gobiernos, cuyo horizonte temporal es bastante más limitado y que, en las condiciones actuales, esta lógica es una lógica a la vez burocrática y de gestión.

Un gobierno que se preocupe realmente por actuar en el sentido de los intereses del pueblo deberá darse cuenta de esto. Deberá apoyarse en las iniciativas tomadas desde abajo, es decir, impulsarlas y favorecer su coordinación, para quebrar, si es preciso, la resistencia de la administración pública e imponer una transformación de las reglas de funcionamiento de dicha administración con la vista puesta en una democracia que integre a los ciudadanos en los procesos de deliberación y de decisión. Lo que nosotros entendemos por “gobernar contra el Estado” no es ni más ni menos que esto: el Estado neoliberal no es el aliado natural de un gobierno democrático, sino que es más bien un adversario cuya resistencia sólo podremos superar apoyándonos en las movilizaciones y en las experiencias surgidas de la propia sociedad.
Lo común: una nueva imaginación política

8- Afirmáis que no se puede entender la fuerza que tiene el neoliberalismo hoy sin entender la gran pregnancia de su imaginario: cómo cala en nosotros su promesa de libertad, su propuesta de lo que es una forma de vida deseable, etc. Habláis de la necesidad de oponer a ese imaginario un imaginario alternativo: “No hay nada como la potencia de un imaginario para hacer nacer el deseo de transformar el mundo”. ¿En qué consiste ese imaginario alternativo? ¿Se trata de un relato o de una narrativa? ¿Cómo suscitarlo y extenderlo?

El imaginario neoliberal se alimenta y se mantiene a través de las prácticas que hacen de cada uno de nosotros un “empresario de sí mismo” en todas las esferas de la vida. Lo común es el principio que debe presidir el advenimiento de un nuevo imaginario y de un nuevo deseo. La única manera de crearlo y difundirlo es partiendo de las prácticas e invenciones que se dan en lo cotidiano y trabajando en pos de su propagación. Las historias y los relatos no pueden tener una validez por sí mismos, independientemente de las prácticas, como si unas bellas fábulas edificantes pudieran propagar el deseo de lo común.

Por la misma razón de fondo, hay que rechazar todos los relatos que se presenten como elementos de fabricación de una “identidad populista” a la manera de Laclau: lo común excluye por principio toda clausura en torno a una identidad y excluye a fortiori toda identidad construida por la identificación con un jefe o líder carismático. Sí son útiles, por el contrario, aquellos “relatos” e “historias” que ayuden a ver, partiendo siempre de las experiencias en curso, lo que sería una sociedad regida por la lógica de lo común. En una palabra, se trata de hacer de estas experiencias el combustible de una nueva imaginación política colectiva.

9- Decís que “lo común” es por el momento una “lógica minoritaria”, ¿pero debemos entender por ello que es una lógica destinada a minorías? En España hay quien argumenta que “lo común” está bien como lógica para los pequeños proyectos experimentales, pero no para las complejas máquinas públicas como la salud pública, etc.

Es cierto que esta lógica es aún, en este estadio, una “lógica minoritaria”, es decir, una lógica que no ha llegado a imponerse sobre la lógica propietaria y empresarial en toda la sociedad. Pero este es precisamente el motivo por el que no hay que ceder ni un ápice en ella. Lo común tiene la vocación de predominar a escala de la sociedad en su conjunto y, por consiguiente, también a escala de un sistema tan complejo como el de la salud pública: la democracia debe prevalecer en todos los escalones de este sistema, aunque la tendencia dominante sea hoy la constitución de grandes estructuras burocráticas manejadas por expertos gestores. Los expertos tienen su lugar en una democracia, pero no deben reemplazar a todos los actores de este sistema a la hora de tomar decisiones que incumben a las orientaciones a seguir en cualquiera materia de salud pública. El ejemplo de las  clínicas autogestionadas en Grecia muestra que podemos contar con iniciativas que vengan desde abajo, impulsando su coordinación democrática.

Traducción del francés: Álvaro García-Ormaechea

[fuente: http://www.eldiario.es/]

Reivindicar Arsenal // Diego Valeriano

Reivindicar a ella sin dudas, reivindicar la exaltación del consumo, el amor y el viaje desde cada barrio del conurbano. Reivindicar que ella puede, que se atraganta Leuco, lo que puede un cuerpo, que Duran Barba sonríe, que las Madres la quieren. Reivindicar las texturas, colores, entusiasmo y olores de esos cuerpos. Reivindicar todo, a pesar de las diferencias de una tribuna VIP de millonarios y un campo lleno de casi runflas que no llegan a fin de mes.
Reivindicar que no hace tanto había motitos por todos lados, cuotas, Cocas chorras, plata en cada movilización, laburantes volviendo al barrio, bolsones de arena en la vereda. Reivindicar los chizitos en lugar de las tutucas y que no se podía conseguir un puto salón de fiestas para un 15 sino lo reservabas con tiempo. También que si ibas el sábado ya no había asado, el aire prendido a 23 toda la noche, navidad en Santa Teresita, pedir empanadas seguido, los múltiples subsidios, los senegaleses enfrentando a la Federal y a los pibes mirando con desdén a la bonaerense. Reivindicar  los nuevos derechos, a los becarios del Conicet buscando el verdadero color de bandera. Y ante todo reivindicar que no quedan dudas de que el consumo libera.

Tiempo histórico y traductibilidad // Diego Sztulwark


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Sobre el libro “Huellas, voces y trazos de nuestra memoria”.
“...un secreto compromiso de encuentro está entonces vigente 
entre las generaciones del pasado y la nuestra”.
Walter Benjamin
I.
El poeta Henri Meschonnic distingue historia de historicidad. El historicista encuentra el sentido en las condiciones de producción de sentido, mientras que la historicidad reivindica lo intempestivo, es decir, la capacidad indefinida que tiene la creación de sentido de seguir actuando más allá de su propia situación. Esta distinción poética nos ayuda a entender un tipo de disputa que se ha abierto en nuestro país en torno al tiempo histórico.
El último 24 de marzo las organizaciones convocantes a  la marcha leyeron un documento en el que se recordaba a las organizaciones revolucionarias de los años setentas. De inmediato, el aparato comunicacional del orden interpretó ese recuerdo como una reivindicación lineal de las prácticas guerrilleras.  Más allá del aspecto canallesco que tienen estas operaciones interpretativas que buscan criminalizar todo acto autónomo de la memoria, queda la pregunta de: ¿cómo entendemos ese recuerdo? Me parece un tema interesante, importante y hasta urgente de abordar.   
Durante la misma marcha del 24 de marzo, muchos dirigentes políticos cuestionaron la consigna “Macri, basura, vos sos la dictadura”, con un previsible reconocimiento de que Macri era un presidente electo por los votos y que por ende había que ayudarlo a terminar su gobierno. Es la pobre idea de democracia que sostiene la enorme mayoría de nuestra dirigencia política y sindical.  Por supuesto que tenemos muy claro que el gobierno de Macri corresponde a un régimen parlamentario. La derecha ha creado por fin su propio partido político y ha llegado al gobierno. No hay confusión al respecto. Pero no es ésta la cuestión. De nuevo: ¿qué recordamos cuando recordamos la dictadura? 
II.
Cuando decimos “Macri es la dictadura” estamos hablando de la historia. Del enorme esfuerzo fallido de las clases dominantes de este país a lo largo de siglos por imponer un orden definitivo, en el que las clases populares  se hagan presentes sólo para obedecer. La última dictadura será recordada por lo sangrienta, pero ella no es sino un momento particularmente concentrado de esfuerzos históricos más dilatados. La historia de la Iglesia y las fuerzas de defensa y seguridad del país, la historia del empresariado de este país deben ser revisadas una y otra vez para tomar conciencia de las relaciones internas que existen entre endeudamiento financiero, represión y criminalización interna y centralidad de la iglesia sosteniendo espiritualmente a los custodios del orden. Cuando vemos cómo se aplica hoy un programa neoliberal recargado, habría que ser muy desmemoriado para no ver -en otras condiciones que claramente preferimos-, las continuidades con el programa del terrorismo de Estado.  Más aún: la llamada democracia abierta en la postdictadura tiene aún hoy al terrorismo de Estado como fundamento.  Cuando hablo de terrorismo de Estado como fundamento del orden democrático me estoy refiriendo a la íntima relación que se establece entre violencia del poder y concentración de la propiedad privada.
A esta historia, que recordamos y estudiamos, y que a pesar de eso, por momentos sentimos que vuelve a repetirse como una pesadilla, se opone la “historicidad”. En ella no se trata sólo de conocer lo que pasó antes para entender lo que pasa ahora. Sino que al conocimiento de los contextos históricos se suma la necesidad de hacer un ejercicio de lo que podemos denominar “traducciones”. ¿En qué sentido traducciones? (no lo había pensado antes, pero precisamente Meschonnic, además de poeta es un eminente traductor). A ver si soy capaz de aclararme en este aspecto. Decíamos con Meschonnic que hay una historicidad que remite a aquello que sigue actuando más allá de su propio tiempo. Hay ahí algo de mucho interés. Cuando los organismos de derechos humanos “recuerdan” a las organizaciones revolucionarias no intentan repetirlas al pie de la letra. Su relación con ellas es de otro orden, y en ningún caso se trata de desconocer las diferencias de contextos históricos. Hace falta entender otra cosa ahí. Tal vez podamos decirlo así: lo que se trata de recuperar es lo que hay de intempestivo en la acción de ruptura del tiempo de la dominación que intentaron las organizaciones revolucionarias. Su tentativa suponía salir del orden que organizaba las miserabilidades de su tiempo. Y en ese punto podemos encontrar su acción. También hoy queremos eso, podemos imaginarlo, quienes acompañamos a los organismos de derechos humanos cada 24 de marzo. Ahí hay una primera posibilidad para la operación de “traductibilidad”. Un mismo deseo de intempestividad o rebelión respecto a la época. Podemos conectar una idea, una acción y un pensamiento de otra época precisamente para salirnos de nuestro propio tiempo. Podemos hacerlo porque ya esa acción y ese pensamiento desobedecían a su propio contexto histórico. Hoy podemos escuchar y recordar mucho de aquellos años  para alimentar, desde nuestra perspectiva y en nuevas creaciones políticas, lo que rechazamos de este presente.
La relación entre historicidad y “traductibilidad” (la expresión es de Antonio Gramsci). Me refiero al singular espacio político creado por los organismos, lxs sobrevivientes y lxs activistas a partir del 77. Pienso sobre todo en las Madres de Plaza de Mayo. Al pedir, en plena dictadura, por los cuerpos secuestrados y desaparecidos, al ir construyendo el repudio a la tortura y al asesinato cobarde, al defender una ciudadanía que debía partir desde la preservación de los cuerpos (como recordará León Rozitchner en su libro sobre Malvinas) se fue creando una sensibilidad antagónica al tipo de soberanía del terrorismo de Estado. Al comienzo, Massera se reía de los familiares. Los veía como el espectro inofensivo del enemigo derrotado. Sin embargo, ese espacio, caracterizado por un nuevo poder de sensibilización colectiva, no hizo sino crecer. A lo largo de cuatro décadas se convirtió en la pedagogía  de un contrapoder de masas. De los pañuelos blancos a los cortes de ruta piqueteros de 2001 se corona, de un modo extraordinario, un derrotero muy rico de enseñanzas. En torno a la sensibilidad expandida alrededor de la lucha por la memoria, verdad y justicia se construyó un espacio para que las luchas populares se reconozcan, se articulen y formulen demandas comunes ante el Estado. Y precisamente aquí aparece esta segunda idea de traducción que nos interesa valorar. Traducción de luchas populares diferentes entre sí, sin que una lucha principal las aplaste a las demás. Traducción más que principio hegemónico. Esa traducción no se dio en el aire sino en un espacio sensible, que hace posible reconocer lo común entre las diferencias. Ese espacio de traducción, sobre fondo de un sensible expandido, parte de las madres y se extiende, en toda la postdictadura argentina, por todo el campo social. Y a mí me parece muy evidente que la derecha argentina -y cuando hablo de la derecha argentina no me refiero sólo a Macri, sino que incluyo, por lo menos, a la Corte Suprema de Justicia, a los otros dos poderes del Estado, a buena parte de la dirigencia política de otros partidos, a buena parte del empresariado pero también al Episcopado Católico Argentino, por no decir a la Daia y otros actores menores-  quiere pegar ahí, en esa capacidad de traducción propia de la historicidad que está en la constitución de los grandes momentos de las luchas populares. Ven bien, esa es su coherencia histórica. 
III.
La reacción popular al fallo de la Corte Suprema del 2x1 a favor del represor Muiña activó este principio de historicidad. Medio millón de personas en la calle obligaron a los tres poderes del Estado a retractarse. La temporalidad de la calle interrumpió y le puso claros límites a la temporalidad del Estado, que habitualmente es la de la impunidad. Siempre es posible decir que la lucha focalizada en los derechos humanos de los setentas no alcanza. Que mientras se logra frenar el 2x1, el país adquiere deuda externa de un modo impúdico y que nos tocará a generaciones soportar esa carga. Y es cierto! Pero no deja de ser cierto que la marcha del 2x1 conecta con la marcha del 3 de junio (la de Ni una Menos). Y que previo a esa marcha un grupo de mujeres activistas hicieron una manifestación ante el Banco Central diciendo “desendeudadas nos queremos”. No se trata sólo de tener claro el vínculo entre deuda y violencia, finanzas y represión a nivel intelectual. Además de eso, es preciso crear “traducciones” muy concretas y nuevas en ese espacio sensible común que abre la lucha por los derechos humanos.
Y creo que hoy estamos en ese punto: la lucha contra el terrorismo de Estado, como fundamento perdurable del orden político, se traduce bien en la lucha contra el patriarcado como fundamento actual de la economía. No se trata de demandas parciales o aisladas, sino de secuencias de historicidad. Cada una de ellas retoma por su cuenta una misma trama sensible que pone en el centro de las luchas el cuidado de los cuerpos y su deseo desobediente como lugar desde el cual antagonizar con la insensibilización general de las vidas que nos propone “lo neoliberal” (como explica tan bien la antropóloga argentina Rita Segato). Cada una de estas luchas barre entero el campo social proponiendo un ejercicio de traductibilidad, con el horizonte puesto en destruir un orden basado en la propiedad privada concentrada y sustituirlo por una experiencia diferente, fundada en el juego de lo común. Los relatos conmovedores -textos e ilustraciones- contenidos en Huellas, voces y trazos de nuestra memoria nos muestran de qué materia emotiva está hecho este camino (en el libro se leen las siguientes frases, pertenecientes a los lxs seis autorxs, hijxs de desaparecidos: “¿Así se escribirá el silencio”?; “De mis viejos aprendí que el mundo necesita de cada uno de nosotros si queremos hacerlo más feliz”; “sistema autoproclamado democrático sobre las tumbas ausentes de esta generación”; “aceptar los términos de una reconciliación es renunciar a reconocer los motivos que produjeron la ruptura en primera instancia. Aceptar que lo mejor que se puede hacer es este Estado, esta sociedad, este cementerio”; “El tiempo cae donde tiene que caer. Nadie puede escapar de su historia”; “profunda necesidad de escapar”; “El contacto piel a piel con mi bebé, me generó esa memoria corporal primaria y germinal, mostrándome y recordándome que yo también tuve esos primeros abrazos ese primer contacto con la piel de mi madre y mi padre; esas horas a su lado, mirándolos, escuchándolos, hablándoles, conviviendo. Por más que haya durado poco, sé que esos momentos existieron y fueron fundamentales para ser quien soy hoy, y para poder escribir estas líneas”; “comencé a divergir de los caminos aceptados socialmente. Poco a poco me sumergí en el enojo hacia las normas y los mandatos e inmediatamente me sentí atraído por algunos movimientos contraculturales, principalmente por la escena punk- harcorde del Buenos Aires de los noventa. Con esta nueva rebeldía emergiendo afloró en mí un sentimiento complejo”; “Hay historias difíciles, que no se cuentan o que se cuentan poco. Creo o aseguro que esta es una de ellas. No lo digo porque sea la mía, porque lo que te voy a contar les pasó a muchos otros chicos también. Lo digo porque duele un poco, y a veces un poco mucho. Pero siempre, siempre, al final del día lo que queda es el amor”; “Aprendí a refugiarme en el dibujo, antes de conocer mi historia”). Son historias que conocemos, pero necesitamos seguir contando. En ellas las primeras palabras -mamá, papá, abuelas, abuelo- están cargadas de sentido político inmediato. Son esas figuras familiares las que operan la traducción, la historicidad. El epígrafe de este texto -la cita de Benjamin, tomada del libro- nos advierte sobre esta carga intergeneracional: todas las generaciones van a una cita perdida, a encontrarse unas con otras. Y el hecho de que la cita esté olvidada no hace que dejamos de acudir. El pasado está en el presente. Ya no es la memoria nostalgiosa la que aquí conmueve sino el amor que resiste y sensibiliza, que se ofrece -incesante- a las operaciones de traducción entre luchas de distintos tiempos, entre los intentos de desobedecer el presente.

“¿…Y nosotros?!!!” // Iara Hadad

O sobre el reclamo popular y los reclamos individuales

 
El diálogo
Señora: -“Yo estuve en Europa y no protestan así, no cortan la calle…nunca cortan el tránsito”.
Luego filma con su celular y dice en voz alta:
-Mirá Larreta [dirigiéndose al jefe de gobierno de la ciudad. A él dedica el video], mirá qué calidad humana hay acá…fijáte… ¿cuántas caras te parece que son de argentinos? Yo les pregunté, ¿qué quieren? ¿Un plan? Bueno, déjennos ir a trabajar porque nosotros pagamos los impuestos que el Estado necesita para pagar los planes…
La mujer comenta con otro señor:
-¡Una casa quieren!… ¿y nosotros? Trabajamos 50 años para comprar una casa! Con el sudor de la frente se consigue la casa…Tienen que ir con la pala…con el sudor de la frente se consigue la casa…
Señor: -Le quieren meter un muerto a Macri….Cristina fue la chorra más chorra del siglo….Cristina robó pero el malo es Macri…
Señora: -Yo si fuera hombre sabe cómo los sacaría, ¿no??
Señor: -Bueno, ¡pero yo sólo no puedo!
Señora: -Pero impóngase…Hay que decirlo, ¡es MI barrio! -exclama con ahínco- Tienen que sacarlos, ésta es una avenida muy importante…No son nadie, que los saquen a patadas. Y mire…Estas [refiriéndose a las mujeres]…casi todas tienen más de tres hijos…
Después del intercambio, la mujer y el hombre se despiden. Cada uno retoma su rumbo. Ella cruza Nazca, él se dirige al policía para reclamar por “SU” barrio.
El contexto
Son las 12 hs del miércoles 15 de marzo. En el marco de la jornada nacional de lucha, movimientos sociales del bajo Flores se han movilizado hasta la intersección de las avenidas Rivadavia y Nazca, en el barrio de Flores, para protestar en contra del gobierno nacional. Las personas (hombres, mujeres, jóvenes y adultos) pertenecen a la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), a Seamos Libres, al Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) y al Movimiento Popular La Dignidad.
Ahora bien,
¿Cómo analizar la escena? ¿Qué es lo que despierta tanto enojo? ¿Qué sean “pocos”? ¿Qué sean “morochos”? ¿Qué sean pobres? ¿Qué no sean argentinos? ¿O el malestar se debe a los reclamos de los manifestantes?

Si nos remitimos a los argumentos desplegados por los protagonistas del diálogo, podemos conjeturar que su principal preocupación no son los problemas de tránsito ocasionados por el corte. En efecto, sus expresiones van en otras direcciones. Y de allí las preguntas que nos hacemos. Es precisamente la complejidad de factores (entre apreciaciones, evaluaciones, juicios, auto-percepciones e imaginarios) lo que hace que estas situaciones, mundanas y cotidianas, se presenten densas y atractivas a la mirada sociológica. Escenas como esta no son excepcionales en el teatro de la vida cotidiana. Todos sabemos que las protestas despiertan apoyos y repudios. Acompañamientos e impugnaciones sociales. Pero, ¿se trata de un simple diálogo entre vecinos que, evidentemente, no comparten el espíritu de la protesta? Sí y no. En cualquier caso, sentimos la necesidad de reflexionar con el detenimiento que el episodio amerita. A ello invitamos.

Vamos a entender el diálogo como una “postal”, una escena sociológica, un momento que, aunque fugaz, condensa y explicita sensibilidades e imaginarios que organizan modos de pensar y actuar. Pero, más aún, queremos pensar las implicancias sociológicas de este breve encuentro. Para ello debemos abrir el diafragma de la lente por la que lo observamos y ubicarlo en el plano mayor. Y entonces preguntarnos, ¿Cuál es su gravitación social y política? ¿Qué nos dice esta charla entre vecinos del barrio de Flores en el medio de una protesta de movimientos sociales del Bajo Flores en ocasión de una jornada nacional de lucha?

Para el 15 de marzo se estimaron 50 cortes de calles y movilizaciones que el canal de cable Todo Noticias (TN) se encargó de “clasificar” y distinguir prolijamente en su portal: movilización docente, concentración sindical, protestas de agrupaciones políticas, ruidazos. Evidencias todas de que la temperatura disminuyó en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores pero la temperatura social sigue en aumento. El abanico de manifestaciones y marchas converge en la jornada de lucha contra las políticas económicas y sociales que el gobierno de Cambiemos ha implementado a lo largo de este año y medio, y que continúa enarbolando en detrimento de los derechos y beneficios de la clase trabajadora. La negativa a abrir la paritaria nacional docente, los cientos de miles de despidos producidos en los distintos sectores del ámbito privado y en las dependencias del Estado, las modificaciones decretadas (en sentido literal de la palabra) en el Sistema de las Aseguradoras de Riesgo de Trabajo (ART), los ajustes presupuestarios y los tarifazos, son sólo algunas de las medidas que expresan las embestidas políticas y materiales que de manera sistemática se han generado hacia el arco de los trabajadores.

La masiva concurrencia a la marcha convocada por la CGT el martes 7 de marzo ha sido otra demostración de la transversalidad que caracteriza al descontento. Los reclamos son diversos, heterogéneos, pero en tiempos de emergencia social las demandas de los docentes, de los trabajadores industriales, de los científicos, de los agricultores familiares y de los miles de trabajadores nucleados en la economía popular encuentran un sustrato común en la calle. Las políticas neoliberales perjudican en términos concretos las realidades de todos ellos. De distintas maneras y con distinta intensidad e impacto aparecen como los grandes perdedores de un modelo de país, de un hacer económico y de una práctica política que no los comprende ni posiciona como principales interlocutores. Y es que la lógica de los “colectivos” (sindicatos, gremios, agrupaciones, movimientos) atenta contra el espíritu individualista y divisionista que prima en los planes de gobierno. La tentativa de convocar a un “voluntariado” en el marco del paro docente, la reciente iniciativa de “premiar” monetariamente a los maestros que concurran a dar clases e incluso las modificaciones en la moratoria jubilatoria hablan en este sentido. Nada de sujeto colectivo, sólo individuos.

En términos sociológicos, estos quiebres en la solidaridad social son profundos y sería un error catalogarlos de ser demagógicos. Por el contrario, encuentran cimiento y asidero en las conciencias individuales y son constitutivos en gran medida del sentido común instalado en nuestra sociedad. ¿Quién no ha escuchado la queja de quien se indigna por cobrar lo mismo que aquel o aquella que no aportó a la seguridad social y aún así tiene jubilación? ¿O quién acaso no se ha visto compelido a tomar partido entre los que apoyan la huelga docente y los que no? El juicio moral sobre los consumos populares, aún cuando estos se realizan bajo condiciones particularmente desventajosas o leoninas, también se monta sobre una rigurosa demarcación del “nosotros” y “ellos”. Lo particular de estas “demarcaciones prácticas” es que, en principio, no apuntan a producir identificación o a crear comunidad, sino a jerarquizar y ordenar. A ubicar en su lugar lo que se entiende “fuera de lugar”. Los argumentos esgrimidos movilizan un ánimo disciplinador. Buscan delimitar fronteras entre lo que es percibido como legítimo y lo que no, entre lo que es moralmente aceptable y lo que es moralmente condenable. Podríamos aventurar, por tanto, que esta suerte de ejercicio hermenéutico define y caracteriza situaciones más que grupos sociales, aunque se construye sobre la identificación de una distancia o diferencia social preconcebida.

¡Se compran zapatillas que ni yo puedo comprarme!” Se quejaba un empleado bancario hace un par de años refiriéndose a “los negros”, los pobres. El comentario expresaba, o más bien denunciaba, que algo estaba mal. Algo era injusto. Un pobre no puede tener lo mismo que un empleado bancario. Así lo adquiera a un precio tres veces mayor o endeudándose a tasas usureras. Pareciera ser que la distancia social no alcanza. Debe ser refrendada por lo material. Debe ser evidente a los ojos. Y quizás por eso la presencia física de los manifestantes molesta tanto a los protagonistas del diálogo que nos invitó a reflexionar sobre estas cuestiones. Esos cuerpos (oscuros) rompieron la distancia e invadieron “su” barrio. Y peor aún, reclamaban por derechos (al trabajo y a la vivienda) que en los sectores medios son leídos en términos aspiracionales. Derechos que para los ciudadanos medios deben ser “merecidos”, ganados con el “sudor de la frente”, con el sacrificio y el esfuerzo personal.

Y entonces cabe preguntarse ¿por qué el reclamo por “una casa” es interpretado por ciudadanos de clase media casi como un agravio? ¿Cuál es entonces el rol del Estado? ¿Cuál es el sentido de la política en la vida de las personas?

La construcción del “nosotros” y “ellos” en torno a la cuestión de “la casa” evidencia que este recurso demarcatorio no es tanto (o no sólo) una alegoría de distinción de clase, sino la cristalización de experiencias y concepciones disímiles en relación al Estado y a la política. Los manifestantes demandan al Estado la construcción de viviendas sociales, la regularización dominial e integración urbana de asentamientos, el loteo de tierras fiscales y el otorgamiento de créditos para construcción y auto-gestión habitacional. Entienden que el camino para conseguirlo no sólo es el trabajo cotidiano, sino la organización y la movilización colectiva. Así, el acceso a la vivienda trasciende las circunstancias individuales y familiares. Los argumentos de los vecinos de Flores, en cambio, circunscriben el acceso a la vivienda a la esfera íntima. Sostienen que la casa se consigue a través del trabajo individual, así eso demore “50 años”.

¿Habrá que deducir que unos (los manifestantes) ponen el acento en el derecho a la vivienda concibiéndolo como una deuda política y social, mientras que los otros (los vecinos de Flores) entienden a la viviendaen términos de un bien al que se accede mediante la lógica del mercado?

Las acciones y dichos de los actores sugieren experiencias vinculadas al fenómeno habitacional que se encuentran atravesadas por dos improntas: la del derecho social y la de la ética del sacrificio. En el diálogo entre vecinos que presenciamos, se apela al sacrificio personal como aquello que obtura el sentido de la práctica política que está teniendo lugar. Y ello habilita la interpretación del reclamo popular en clave de un reclamo “sectorial”. Al contraponer el sacrificio a la demanda social, la cuestión pareciera quedar planteada en los siguientes términos: conquistar el derecho a la vivienda o conquistar la vivienda. Conquistar desde el cuerpo o conquistar desde el bolsillo. Cuanto menos, una falsa disyuntiva.

El déficit habitacional, específicamente, no sólo afecta a los sectores populares, sino a las clases medias que no gozan del acceso a créditos hipotecarios, quedando a merced de un negocio inmobiliario especulativo y no regulado. Las deudas por alquiler y los numerosos desalojos son indicadores de una problemática que lejos de resolverse se acrecienta.

El valor de la práctica política y de la organización colectiva se muestra ambivalente en la jornada nacional de lucha. Al tiempo que aglutina el reclamo de docentes, consumidores organizados y trabajadores de la economía popular, escenifica los pliegues y subjetividades del campo popular. Las representaciones sobre los derechos, los reclamos, las “formas” en que se reclama, el rol del Estado y la política misma se construyen en el marco de trayectorias plagadas de experiencias y procesos de subjetivación potentes pero siempre inacabados. En este punto, problematizar el sentido común subyacente en los comentarios que escuchamos al pasar y que en la actualidad desbordan las redes sociales resulta relevante al momento de pensar el sentido de la práctica política y los modos en que interpela a los distintos grupos sociales.

Nuestro octubre // Ni una menos

Como siempre, el cierre de listas electorales fue frenético. Como siempre, los nombres se deciden entre pocos y algunos, algunas, se enteran a último momento de que estará entre quienes pueden ser votados, votadas. Como nunca, esta vez las mujeres fueron buscadas, convocadas, privilegiadas por encima de otros acuerdos más tradicionales, según la lógica de los partidos. Si en los ‘90, cuando recién se ponía en práctica la ley de cupo, “poner a la mujer” era signo de minusvalía, ahora presentar a las mujeres adecuadas fue motivo de orgullo; incluso de valor diferencial. Ese valor que da haber escuchado la voz de la calle, el grito que cientas de miles de mujeres hicimos oír en los últimos doce meses en los que fuimos protagonistas de cuatro movilizaciones masivas.

El paro de mujeres fue herramienta para interpelar a las organizaciones sindicales y construir alianzas insólitas con las mujeres en los gremios, con las desocupadas y las cuentapropistas, con las amas de casa y las protagonistas de las economías populares, para reclamar contra la  violencia machista y por la transformación de la inequidades, entre ellas las económicas, que sostienen esa violencia. Somos nosotras las más desocupadas entre los desocupados, las que tenemos los trabajos más precarios, las que sostenemos las economías familiares y comunitarias, las que en amplia mayoría llevamos sobre nuestras espaldas las tareas de cuidado y reproducción de la vida. Abrimos así un nuevo plano de la política que es barrial e internacionalista, metropolitano y regional.
No podemos más que festejar que en algunas listas de precandidatos y precandidatas la paridad se haya dado de hecho, sin esperar la herramienta legal que quedó trabada en el Congreso. Que haya economistas, sindicalistas, representantes de movimientos sociales y del movimiento de mujeres con chances de ocupar bancas legislativas a partir de octubre es ya un triunfo colectivo.

Las mujeres que lleguen a esos puestos tienen una responsabilidad con el movimiento porque sus candidaturas se entienden a partir de la visibilidad pública que instalamos a fuerza de movilizaciones masivas y de expandir el feminismo en todos los ámbitos. El movimiento ha construido una agenda concreta, de reclamos urgentes, que hemos enunciado juntas frente a una plaza multitudinaria el 8 de marzo de 2017: fortalecimiento de la Educación Sexual Integral, legalización del aborto, ampliación de las licencias parentales, licencia por violencia de género y salario social para las que fueron victimizadas, más jardines para la primera infancia, poner en cuestión los modos de compartir socialmente el cuidado de las personas mayores y necesitadas; que se respete la edad jubilatoria de las mujeres y que quienes fueron amas de casa puedan acceder a ella.
Algo queda claro: porque desbordamos desde las calles la misma idea de “cupo” es que hoy varias mujeres están en las listas. Porque desde los territorios y los sindicatos, las escuelas y los centros comunitarios, batallamos día a día es que nos queda chica la palabra paridad y decimos que queremos cambiarlo todo. Porque sabemos que el plano electoral no resume ni agota nuestras luchas. Porque comprendemos que el contrapoder desde abajo es nuestra fuerza. Porque sentimos que abrimos un plano para la política como transformación radical. Porque percibimos que nuestra autonomía está hecha de fragilidades, de insurgencias cotidianas, de gestos de desacato que nos cuestan caro, es que apostamos a construir otro poder.
Y también porque no somos ingenuas: llevamos años de lucha que nos demuestran que la precarización de nuestras existencias a la que el neoliberalismo nos somete no es un problema que solo se resuelve electoralmente. Sabemos, también, que las elecciones serán un plebiscito de las políticas encaradas por el actual gobierno, que profundizan la expropiación y la violencia sobre nosotras. Las elecciones no alcanzan para dar cuenta de nuestras luchas y, a la vez, en ellas se juegan diferencias que hacen a la existencia de todas. Cuando decimos que nuestro desafío es un feminismo popular, transversal y cotidiano, nos hacemos cargo de denunciar las violencias machistas que funcionan en engranaje con las violencias institucionales y las formas de explotación y extractivismo que avanzan sobre nuestro continente. Porque entendemos que hay nuevas formas de conflicto que hacen estallar los territorios y que impactan en particular sobre el cuerpo de las mujeres, es que no nos confiamos en que se trata sólo de que nos representen en el parlamento. Apostamos a fortalecer nuestras redes de cuidado y autodefensa: sabemos que son las que funcionan, las que exigen que las denuncias se hagan efectivas cuando nos desconocen institucionalmente, las que organizan recursos comunitarios cuando nos quieren responder con punitivismo.
Cuando hablamos de feminismo inclusivo no decimos que todo vale: la contraseña Ni Una Menos, Vivas Nos Queremos no es una frase de moda, ni se la puede usar como una prenda de ocasión; es un grito de rabia y de deseo y por eso un compromiso práctico. Hacemos demarcaciones que surgen de nuestros reclamos masivos y radicales tejidos entre mujeres, lesbianas, travestis y trans, tejidos en asambleas y en organización. Cuando decimos interseccionalidad, y nos acusan de mezclarlo todo, de “politizarnos”, es para demonizarnos, para acusarnos otra vez de brujas, para intentar desmovilizar a las que vienen llegando. Es porque nos salimos de los casilleros de víctimas en los que nos quieren confinar y nos plantamos como ese sujeto político que no se esperaba, porque sabemos hacer alianzas transversales y porque ya hemos transformado nuestras vidas y la sociedad de una manera que no tiene retorno: no vamos a volver a tolerar las violencias que hasta hace muy poco estaban naturalizadas. Vamos a seguir denunciándolas en las tramas que van de la deuda a la discriminación, de la precarización laboral a las trampas que nos impone el amor romántico o la belleza hegemónica. Y para eso nos necesitamos todas, en el parlamento y en los barrios, en los partidos políticos y en los sindicatos, en las escuelas y en las calles. Juntas somos poderosas.
¡Ni Una Menos!

¡Vivas y libres nos queremos!

Ser arácnido // Ana Laura García

“Cómo atrapar el universo en una telaraña” es el nombre de la exhibición del artista Tomás Saraceno en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA, Avenida San Juan 350. San Telmo. CABA). Argentino radicado en Berlín, trabaja sobre la construcción de instalaciones interactivas y esculturas flotantes, articulando arquitectura, arte, ciencias y ecología.
Durante las noches y a lo largo de seis meses, alrededor de siete mil arañas tejieron laboriosamente la trama de una existencia extraordinariamente rica, que cuelga y se suspende por las salas del Museo.
El arácnido-artista Saraceno nos pone en contacto con un paisaje multisensible, como si entrásemos en otro nivel de la realidad que pocas veces podemos apreciar como tal, pero que sin embargo está ahí, presente en nuestra vida cotidiana.
El universo de telas de arañas no es sólo un tejido; es una articulación con un mundo sonoro y corporal. Las colonias de arañas dibujan redes con finos hilos y filamentos de seda, y en esos territorios, componen música, producen silencios, un ritmo propio, una danza. Como dice Mauricio Corbalán, en el texto que figura en la entrada de una de las Salas: “La esencia de la acción de la araña no yace en el pensamiento previo, sino en el acople de movimiento corporal y percepción. Los hilos se tensan y vibran, y esto es lo que percibe la araña. La telaraña es una relación táctil entre forma y sensibilidad que permanece abierta, de ahí su atractivo para el arte.”
¿Cuál es el sonido de las partículas de polvo que se desplazan en el aire y acarician la telaraña generando tensión en los hilos? ¿Qué música trae ese trabajo colectivo en la oscuridad? ¿Cómo interactúa nuestra respiración con esa composición sonora? ¿Qué tenemos en común con esa vida orgánica, frágil e imperceptible que crea formas sensibles que nos sostienen?
La red como modo de ser
¿Animal temido? ¿Fantasma de manipulación y captura? ¿Realidad de nuestra existencia hiperconectada? ¿Sueño de un territorio de invención? Las preguntas que se abren al transitar esas dos salas son muchas, no se agotan, más bien proliferan durante el recorrido. Lo que nos interesa enfatizar ahora es ¿cuán cerca o cuán lejos estamos nosotros de ese universo de redes de telarañas? ¿Existe un modo arácnido de vida?
La red como modo de ser existe, y se refiere a esas existencias que viven más tramando que de otra manera. Fernand Deligny dice que cuando el espacio se vuelve concentracionario, la red crea un territorio diferente que permite a lo humano sobrevivir. Así “lo arácnido” deviene territorio de invención y singularización, espacio que se va conquistando, no por gusto, sino por necesidad. Estas existencias errantes nunca carecen de material, puesto que lo fabrican. Tienen una fábrica incorporada, funcionan de un modo maquinal.
Son vidas que van al encuentro del azar y que están al acecho. Existencias en red que cuelgan de un hilo como de un paracaídas, puro riesgo de una aventura inconforme. Así, la casa desaparece como arquitectura y se dibuja como trayectos sin centro -como las líneas que se cruzan en la palma de una mano,  trama que a su vez dibuja nuestro ser tramado-; recorrido vago de hilos que se unen porque crean ocasión en el encuentro.
El tramar arácnido aparece así como “puro actuar”, depurado de todo simbolismo, intencionalidad y voluntad. Y el actuar es ávido de coincidencias, les permite su duración, liviandad e inconsistencia. Teje una galaxia rica en formas, una constelación llena de conexiones, justamente porque prescinde de todo proyecto ideado. No se priva de los juegos y rodeos que hay que andar. Es la existencia que se está tramando obstinadamente con la incertidumbre.
Para tramar, hay que poder desertar el camino del querer, del interés, del cálculo, de las garantías. Lo que puede tramarse entre unos y otros es propiamente del orden de lo incalculable, de lo inimaginable. Es la posibilidad de lo humano que se abre precisamente cuando se deja de aspirar al desarrollo, a la evolución, a la forma preconcebida.
La aragne construye un mundo sensible desde la tela donde está parada, donde existe, anulando toda distancia y exterioridad con las cosas, porque está implicada en ellas. La existencia social arácnida nos enseña que TRAMAR es lo que importa. Conectar con nuestra interioridad no programada, buscar esa experiencia informe con la vida cuando no está sujeta a la obediencia. Tramar laboriosamente lo que una red puede, hasta el infinito.

Reseña de libros para el cambio social // Mariano Pacheco

Las clases de Deleuze sobre Foucault (I: El saber)       

Un libro que introduce a Michel Foucault, pero también que enseña a leer, y no sólo al autor que es objeto de estos seminarios, sino a leer en general.

“Simplemente hay que saber leer diez veces la misma frase, y no hay filósofo que no sea así”, plantea Deleuze luego de hablar de Kant. Y agrega: “es únicamente una cuestión de régimen de lectura. Cuando alguien dice que los filósofos son difíciles, es porque no quiere leer diez veces la misma frase, no hay que atenerse al punto, es preciso tener un vago sentimiento de lo que forma un grupo de proposiciones. Desde entonces basta con releerlas diez veces. Es límpida, la filosofía es verdaderamente la luz pura, no pueden encontrar algo más claro que la filosofía”.

Leer los seminarios e imaginarse la voz de Deleuze, ese gran orador y, por lo tanto, ese gran docente. Editorial Cactus nos permite así, a través de la publicación de este curso, deleitarnos con la lectura de sus clases.

Retomando a Federico Nietzsche, Deleuze asume el desafío de “rumiar” los textos (en este caso, los que conforman la obra de su amigo Foucault). “Antes de comprender bien los problemas que plantea, hace falta… no sé… hace falta rumiar mucho”, dice. “Hace falta agrupar mucho, reagrupar las nociones que se están inventando. Hace falta mandar a callar en uno mismo, a cualquier precio, las vías de objeción”. Y advierte que “confiar en un autor” implica decirse a uno mismo: “No hablemos demasiado rápido, dejémoslo hablar”.

En este primero de los tres tomos del curso (dedicado al saber), Deleuze insiste en la importancia de pensar el tema a la luz en el conjunto de la obra de Foucault. Por eso realiza una cronología de su obra, y sostiene que la cuestión del saber aparece en Michel en este período que va desde 1964 hasta 1975, es decir, desdeHistoria de la locura hasta Vigilar y castigar. También destaca que Foucault no trabaja como un historiador, sino como un filósofo. Y rescata lo que entiende es una de las grandes contribuciones de Foucault al pensamiento crítico contemporáneo: ayudar a pensar las formaciones históricas desde la arqueología, es decir, pensar cada época histórica a partir de aquello que la misma época expresa en torno a visibilidades y enunciados. “Una formación histórica se definirá por sus evidencias, es decir, su régimen de luz. ¿Y por qué más? Por sus discursividades. Un régimen de enunciados será llamado por Foucault una ´discursividad´. Evidencia y discursividad”, nos dice Deleuze.

La arqueología, entonces –insiste Deleuze– es la disciplina que “analiza archivos”. De allí que la defina como la “recopilación audiovisual de una época”.

Desde esta perspectiva (la definición de una formación histórica por su régimen de enunciados y su  campo de visibilidad), Foucault postularía –en ruptura con la fenomenología– toda una epistemología, en la cual no sería posible separar una experiencia de su captación por un saber, aunque éste no sea necesariamente científico o se reduzca a un conocimiento (“la experiencia está siempre condicionada y cuadriculada por relaciones de poder”, insistirá Deleuze, leyendo a Foucault).

De allí que una de las preguntas que Deleuze reconozca en Foucault, al menos hasta La arqueología del saber, tenga que ver precisamente con el propio interrogante “¿Qué es el saber?. Pregunta, remarcará Deleuze, que luego de Vigilar y castigar se desplazará hacia el área del poder, entendido como gestión y control de la vida (“el poder ya no es el derecho de hacer perecer, así como ya no extrae sino que organiza, hace producir y multiplica lo producido mediante su cuadrícula y su organización”). En este sentido, el poder ya no estaría centrado en reprimir sino en disciplinar, administrar, normalizar, hacer hablar y actuar más que hacer callar e impedir actuar.

De esta mirada, destaca Deleuze, se desprende un “método de trabajo” foucaultiano. Habrá, entonces, que saber formar un corpus de palabras, de frases, de proposiciones efectivamente empleadas, efectivamente dichas, efectivamente proferidas en cada época para poder despejar los enunciados de ese momento dado para poder analizarlos, a la luz de los focos de poder en torno a los cuales se organizan las palabras, las frases y las proposiciones, así como de los focos de resistencia a dichos focos de poder.

Clinämen: La era Trump más allá del personaje

Conversamos con el sociólogo y activista Ángel Luis Lara sobre los siete meses de gobierno de Donald Trump. Es necesario salir del personaje exagerado para analizar al presidente norteamericano. ¿Qué parámetro de normalidad social leyó Trump? Manifestaciones sociales de migrantes, negros y mujeres. Potencias y limitaciones de los movimientos resistentes.

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Polaquito // Diego Valeriano


Los guachines pueden todo y lo que no lo fabulan. Fierros, motos, nevados, historias, hacer algún quiosco, arrebatar viejas solitarias en calles oscuras y esconderse en su pobreza. Pueden mentir que roban y son porongas, porque eso los hace más poronga: saben como hacerlo con las dosis justas de tumba, código penal y desarrollo social y así todos caen.
Empastillados disparan, se toman un bondi al bajo, se enamoran, no toman rehenes, devoran todo, aprenden palabras para poder usarlas en el momento adecuado y siguen construyendo un mundo distinto al relato adulto lleno de derechos, carreras, contenidos, redenciones y largos plazos.
Ser poronga es mejor que ser alumno, hijo, promesa, caso, estadística. Es mejor que esperar, es mejor que ser empleado, es mejor que hacer un curriculum, es mejor que estar lleno de odio y pedir que maten a un pibe, es mejor que estar lleno de culpa y decir que son víctimas.
El Polaquito es ante todo un mentiroso, un partícipe necesario (aunque no lo quiera) de una discusión carente de sentido sobre el futuro de gente careta. Una discusión aburrida y monótona que no le da voz a los pibes. O cuando se la da ya está guionada de antemano.
Ojala el guacho se haya visto en la tele el domingo, reunido con los que quiere de verdad y que a pesar de que todos lo festejen, brinden por su pedantería y sapiencia, en el fondo se haya molestado fuerte porque los ortibas le taparon la cara.

Preguntas a Franco “Bifo” Berardi // Diego Sztulwark


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El último libro de Franco “Bifo” Berardi publicado en Buenos Aires1 conecta con aspectos decisivos de los procesos de sujeción que determinan nuestros modos de vida y nuestra coyuntura política. Su planteo central consiste en describir la transición de un mundo en el cual la relación entre cuerpos y signos era procesada a través de la sensibilidad -concatenación conjuntiva- a un régimen en el que solo operamos con signos ya codificados, con combinaciones preestablecidas por una previa compatibilización -concatenación conectiva-. Esta transformación obedece a la revolución informática producida en las últimas décadas en el semiocapitalismo -el capital que se valoriza en la producción de signos- y se debe tanto a un cambio tecnológico como a una ruptura ontológica que consiste en la pretensión de autonomía del signo con relación a su referente (en el lenguaje: significante/significado; en las finanzas: dinero/trabajo). En otras palabras, el animal humano sufre las consecuencias de su acción sobre el entorno -la info-esfera, poblada ahora de flujos de información que circulan a velocidad del vértigo- al que ha modificado de un modo irreversible y ahora sólo aspira a adaptarse a él. El infinito de la emisión de la información deviene incompatible con la capacidad de recepción-metabolización del cerebro individual y social: imposible para la mente humana. Esta transformación del entorno resulta así inseparable de una mutación antropológica que el autor describe tanto desde el punto de vista de los nuevos patrones tecnológicos, como desde el nuevo poder de las finanzas y las patologías que asolan a los sujetos.
La revolución digital trastorna el modo en que se vincula el cuerpo con los signos. La concatenación conjuntiva era capaz de captar signos no verbales y asociarlos según dinámicas de creación sensible de la experiencia. La concatenación conectiva, en cambio, se caracteriza por un aumento sin precedentes de la capacidad de manipular signos en velocidad, siempre que esos códigos sean previamente compatibilizados y esté disponible uno de ellos para vincularlos. El efecto de esta mutación en los modos de concatenación tiene para Bifo un efecto de pérdida de sensibilidad, de sensitividad (táctil), de sensualidad (placer-dolor). Pérdida de todos los componentes productores de empatía. La desensibilización general neutraliza el poder crítico de la cultura y anula la disposición del tiempo necesario para los vínculos eróticos, ambos componentes fundamentales de los contrapoderes. La derrota de la sensibilidad es inseparable de una derrota posible que no es achacable a la innovación técnica sino al hecho de desarrollarse bajo las condiciones definidas por grandes corporaciones capitalistas.
Este fenómeno de desensibilización (que abarca una desensualización, una desensitivación) repercute en otra dimensión de la experiencia del pasaje en curso: la consolidación de una disposición evolutiva-adaptativa de la mente al entorno cambiante y la pérdida de un sentido de lo histórico y de lo político fundados en el papel de las facultades exaltadas por el viejo humanismo como lo fueron la voluntad de transformación, la interpretación de la realidad y el poder la decisión. En lugar de voluntad transformación, el paradigma conectivo ofrece códigos para la integración compulsiva, acompañada de toda clase de patologías (fatiga, stress, depresión, pánico); en lugar de la interpretación experimentamos un aumento incesante de la complejidad sin caósmosis (palabra con la que Guattari denominaba la emergencia de una nueva consistencia producto del aumento de la complejidad; la caómosis posibilita nuevas subjetivaciones, no nuevas sujeciones!); en lugar de decisión (elemento central de la política revolucionaria) ordenación de lo caótico por la vía del algoritmo (nueva teología matematizada). 
El semiocapitalismo digital -captado con el método “operaista” de la lucha de clases como “composicionismo” (lectura de las variaciones de los aspectos técnicos y subjetivos de la cooperación proletaria)- resulta inseparable del poder de las corporaciones sobre la programación y los mecanismos de sometimiento del “intelecto general” (del que hablaba Marx). No se plantea para Bifo, por tanto, la cuestión de un deseo de retorno al pasado (nostalgia de la explotación fordista de la fuerza de trabajo) ni una fobia a la tecnología. La única fobia que el texto registra se dirige al capital, y es expresada en términos estéticos como el rechazo al purismo de raigambre teológica que prepara el espacio liso en el cual el signo se deslinda del cuerpo sensual y productivo y se entrega al código, conectividad sin resto al que se subordinan las formas de trabajo y sobre el fondo del cual reina el poder financiero. Este purismo, curiosamente, ha afectado a su más serio oponente, el leninismo, cuya pureza revolucionaria (vinculada por Bifo a una expresión del cristianismo ortodoxo ruso) ha conducido a un voluntarismo catastrófico. De manera que ya no contamos con la política revolucionaria clásica para rechazar el dominio semiocapitalista actual, ¿con qué responderemos entonces para evitar el colapso?
Preguntas a Bifo
- Partir de una lectura en dos bloques homogéneos de la época “conjuntiva” y de la “conectiva”, ¿no produce un efecto demasiado contundente? Si la transición es tan plena y lograda, ¿no se nos pierden matices y posibilidades necesarios? Por ejemplo, ¿no cabe preguntar por la presencia de lo sensible al interior del mundo organizado por el paradigma conectivo? Y esta sensibilidad, ¿cómo se da en el mundo actual? ¿Se presenta solo de modo patológico?
- ¿El fin de la política tal y como la tomamos de Lenin implicaría el fin de toda política? Siguiendo esta vía, ¿no se corre el riesgo de idealizar el pasado de una cultura humanista como si ella no hubiera sido también la más deshumanizante?

- En el contexto de la Argentina de la posdictadura, contamos con tres grandes momentos públicos reconocibles de sensibilización en medio del terrorismo de Estado, el neoliberalismo más crudo y la brutalidad patriarcal del paradigma conectivo: las Madres de Plaza de Mayo; el movimiento piquetero de 2001 y el movimiento actual de mujeres. ¿Cómo leer este potencial de contrapoderes en la época de la conectividad?

Clïnamen: Bifo: “La política está muerta”

Conversamos con el filósofo italiano Franco Berardi (Bifo) sobre Fenomenología del fin: sensibilidad y mutación conectiva, su último libro editado en Argentina. ¿Cómo atraviesan nuestros cuerpos la revolución informática y qué implica la pérdida de sensibilidad? ¿Dónde queda nuestra capacidad de entender aquello que no se puede decir en palabras? ¿Cómo podemos escapar de esta alternativa mortal entre la conexión financiera y el retorno agresivo del fascismo? ¿Pueden los movimientos sociales interrumpir el código a través de la ironía?

“No olvidar la posibilidad de ser feliz, esa es la consigna hoy”. Entrevista a Franco Berardi, “Bifo”

Escuchar audio: 




Bifo tiene una mirada que atraviesa los planos personal y político, técnico y afectivo, de sufrimiento psíquico y de explotación de los cuerpos, de la ética y el arte, de los procesos de subjetivación individuales y de lucha colectivos. En Clinamen vamos teniendo conversaciones siempre ya empezadas sobre estos temas, que se hilan en el pensamiento de Bifo.
Su último libro publicado en Argentina, “Fenomenología del fin”, habla sobre la mutación de la sensibilidad en la modernidad tardía. En la era de las relaciones inmateriales domina una desensibilización que separa a las mentes, ultraconectadas en circuitos abstractos, de los cuerpos. Esto ocurre a escala de los individuos pero también a escala colectiva. No hay salida, dice Bifo, si la masa de trabajadores no se liga con su cuerpo. No hay salida si el lenguaje no se liga con la lengua materna, con lo sensible material. El vínculo corporal con la madre como sustrato original de la producción de sentido. El vínculo corporal con los otros como instancia fundamental de producción del mundo.
En nuestros modos de vida actuales y en el seno de la coyuntura política que vivimos en la región la identificación de estos problemas se vuelve cada vez más vital. Ser capaces de identificar cómo la financierización de la economía avanza subordinando lo concreto a lo abstracto, tanto en el nivel de la producción de valor como en el de la producción de los cuerpos y los afectos. Advertir que no se trata de dos órdenes distintos – el de lo social y el de la economía, el de la vida y el del dinero- sino de un mismo mecanismo común de desmaterialización. Es a través del triunfo de ese código que los poderes pueden apelar a la idea de unión y armonía social a la misma vez que combaten todos los espacios materiales de conjunción, de producción de nuevos sentidos.
Creemos que no se trata de una lectura pesimista de nuestra época, sino de una visión capaz de detectar los nudos críticos donde se sostiene el entramado político y social del que somos parte. Y de poder revelar, al mismo tiempo, los potenciales de contrapoder. ¿Qué gestos de subversión de estos mecanismos de sujeción conectiva encontramos? En el contexto de la Argentina de la posdictadura podemos señalar tres grandes momentos públicos reconocibles de sensibilización en medio del terrorismo de estado, el neoliberalismo más crudo y la brutalidad patriarcal: las Madres de Plaza de Mayo; el movimiento piquetero de 2001 y el movimiento actual de mujeres.
Los movimientos sociales, que Bifo define como “desplazamientos” (la misma palabra que usa para definir el deseo), son capaces de interrumpir el orden político a través de la ironía. La ironía es la capacidad de reintroducir la corporeidad al interior de la comunicación verbal. “Vivimos en el infierno, pero en el infierno tenemos la capacidad, que es irónica, de crear espacios de vida sensibles, de vida que no olvide la felicidad como una dimensión posible. No olvidar la posibilidad de ser feliz, esa es la consigna hoy” dice Bifo.
¿Qué significa una vida an-afectiva y por qué en tu libro “Fenomenología del fin” afirmás que estamos en un diagrama de poder conectivo que desensibiliza la vida?
Bueno, cuando hablo de desensibilización en la época digital no es mi intención definir de manera rigurosa o dogmática una forma rotundamente establecida. Me interesa una tendencia, eso es importante, es una tendencia que intento definir en este libro. Desensibilización; la tesis principal de este libro es que en la transición desde la esfera de la comunicación alfabética, de la comunicación corpórea a la esfera de la comunicación digital, algo muy profundo se verifica, no sólo en la disposición física de los cuerpos, sino también en la generación del significado, del sentido, es el proceso mismo de significación lo que está cambiando. Para decirlo de manera rápida, simple, yo diría que es el cuerpo de la madre el tema central de mi interés. La formación de las generaciones alfabéticas, de las generaciones del pasado, del tiempo pre-digital, era una formación lingüística basada, fundada sobre la voz, la voz de la madre, la voz de un ser humano. No importa que sea la madre biológica, la voz que según Agamben es el punto de conexión, de conjunción entre el sentido y la carne. Bueno, hoy vivimos en un tiempo en el cual está creciendo una generación que aprendió más palabras por una máquina que por una madre, que por la voz de un ser humano. Algo muy profundo está cambiando, lo que está cambiando es que la generación de sentido, que la generación de significado no se verifica al interior de una relación corpórea, física, singular, sino que se verifica cada vez más en términos digitales, entonces desingularizados.
Y en este reemplazo de la voz por las imágenes, en este proceso de desfeminización que supone la cultura digital, ¿qué es lo que perdemos?
No me gusta mucho poner el problema en términos de qué ganamos y qué perdemos. Lo que me interesa es sobre todo individuar, definir una forma nueva de la comunicación entre seres humanos, es decir que cada vez más la formación del sentido pasa a través de una correspondiente sintáctica, lo que llamamos pattern recognition, el reconocimiento del modelo abstracto que contiene en sí mismo el sentido. En la comunicación predigital, la producción de significado era algo de absolutamente singular, era vinculado a un contexto, a una relación de tipo pragmático, erótico, carnal, situacional, de todas maneras. Es la situación la que está cancelada en la comunicación de tipo digital. Naturalmente no se verifica de manera abrupta, no pasamos de un día al otro, de una forma humana a otra forma humana, lo que me interesa es la emergencia de una forma nueva de proceso de significación.
Ante este cambio en el proceso de significación y ante esta situación que queda cancelada, como modo del aprendizaje según comentabas, la pregunta es ¿qué patologías aparecen también en esa transición de una lengua materna a la otra, en el cambio hacia esa lengua materna digital?
Cada mutación implica un sufrimiento, implica una patología, hay algo que se hace difícil, doloroso, en la relación comunicacional, en la dimensión existencial. ¿Qué se está verificando? Se está verificando que nuestro tiempo está dedicado cada vez más a la conexión sintáctico digital y cada vez menos a la conjunción de cuerpos y un espacio singular y contextualizado. Esto se manifiesta como una especie de rarificación, de devenir raro, de devenir menos cotidiana la relación entre cuerpos. Los cuerpos pierden la empatía que tenían en el tiempo precedente. Yo creo que estamos viviendo una especie de debilitación de la empatía, esto podemos verificarlo en la dimensión de la política, en la dimensión de la sociedad. La solidaridad social que se hace tan rara, tan difícil, es un efecto, una manifestación de la empatía que la raza humana está perdiendo o redefiniendo, puede ser. Yo no puedo saber cómo la mutación se manifestará en el tiempo. Yo creo que esta mutación se manifiesta hoy como patologías que son patologías de soledad, por ejemplo, o que son patologías de depresión o de pánico, porque la infoesfera, el universo mismo de la información que está alrededor de cada individuo, esta dimensión se acelera y se hace cada vez menos sensual. Es la sensualidad lo que estamos perdiendo. Este libro del cual estamos hablando, “Fenomenología del fin”, es un libro  sobre la sensibilidad; esencialmente lo que me interesa es la evolución y la mutación misma de la sensibilidad, lo que significa la palabra sensibilidad. Yo señalé que la sensibilidad es la capacidad de entender algo que no se puede decir en palabras; esa es la sensibilidad. También en la vida cotidiana decimos de la persona, ese no es sensible porque es capaz o no es capaz de entender la ironía, de entender las alusiones, de entender lo que no decimos pero decimos sin palabras. Eso se está perdiendo, porque la digitalización implica un proceso de sintactizacion de la comunicación, cada vez menos podemos entender los matices de la comunicación y cada vez más tenemos que reconocer un pattern, reconocer una forma sintáctica. La mutación implica necesariamente una plasticidad del cerebro, de la mente y una plasticidad del lenguaje mismo. Pero esta plasticidad no puede desarrollarse plenamente sin un sufrimiento. El tiempo en el cual vivimos es el tiempo en el cual la mutación se manifiesta de manera esencialmente patológica.
Ahora en tu libro, vos haces una genealogía de esta voluntad de abstracción y vas detectando en la cultura occidental previa, por ejemplo en el puritanismo norteamericano, en la historia de las religiones, toda una suerte de historia de este ideal de perfección digital. Dado que es un pasado en el que hubo nazismo, en el que todos estos antecedentes religiosos reaccionarios ya estaban actuando y que la política también tenía momentos muy oscuros y no todo lo que queda atrás es un humanismo brillante, ¿no hay en tu manera de construir tu argumento una suerte de idealización o nostalgia por esta sensibilidad del pasado? En el actual momento que caracterizás como de desensibilización, ¿no aparecen también posibilidades de ir detectando nuevas formas de sensibilización o de contra-sensibilización?
Esa pregunta es una pregunta muy rica, de implicaciones, pero muy difícil de contestar, porque tiene diversos lados. Primera cuestión: el peligro de una nostalgia de la dimensión cultural, comunicacional del pasado. Lo reconozco, para mí, es casi inevitable una referencia al pasado de la comunicación humana como una referencia que puede ser nostálgica, tal vez, pero a nivel teórico mi intento es de evitar, si lo logro, una tonalidad nostálgica de mis consideraciones, porque lo que me interesa es valorar, analizar las diferentes formaciones culturales, antropológicas y comunicacionales en su complejidad. Por ejemplo: lo que tú dices es que hay una referencia al humanismo del pasado, que puede tener un elemento de mistificación, de ideología. Intento explicar este nivel: qué ha sido del humanismo y qué ha sido de la política que el humanismo ha hecho posible en la historia de la modernidad. Me refiero por ejemplo a un texto de Maquiavelo, no recuerdo si lo he citado también en el libro, pero me parece muy útil para entendernos. Maquiavelo en “El Príncipe”, su libro más conocido, un libro en el cual habla de la formación misma de la política, en cierto punto dice que el príncipe, el político es alguien que tiene la capacidad de someter, de subyugar la fortuna, que es femenina, que es caprichosa, que es como una mujer caprichosa y tiene que ser sometida a la voluntad masculina. Este texto, en este sentido, este texto de Maquiavelo es muy importante porque de un lado nos permite entender que en la historia de la política moderna hay un elemento de violencia machista muy profundo, muy determinante, no se puede cancelar esta idea machista de una dominación sobre el carácter femenino de la naturaleza y el carácter femenino de lo que Maquiavelo llama la fortuna. ¿Qué es la fortunaLa fortuna es la imprevisibilidad de los acontecimientos, es la imprevisibilidad de la vida cotidiana; esta imprevisibilidad para Maquiavelo es el objeto de la dominación masculina y política. Entonces puedes ver que cuando hablamos de humanismo tenemos que también hablar de una forma que es esencialmente machista, que el hombre del que habla el humanismo es un macho, es un hombre es el sentido sexual, en el sentido marcado por la cultura masculino moderna. La política es la capacidad masculina de dominar y de someter la infinita imprevisibilidad de la fortuna, es decir, de los acontecimientos. Entonces puedes ver que humanismo y dominación están estrechamente vinculados en la historia de la modernidad pero, al mismo tiempo, humanismo significa la potencia de la voluntad. Sólo al interior de la dimensión humanista moderna se puede imaginar que el hombre pueda dominar la naturaleza y conocer la naturaleza de manera reductiva, de manera útil a una reducción y a una potencia. Cuando en el tiempo digital, en la época de la mutación digital, cuando la infoesfera se hace infinitamente rápida, infinitamente compleja, en este punto la fortuna no puede ser dominada, es decir, la riqueza, la imprevisibilidad de los acontecimientos, de las informaciones, del posible, se hace infinito y la potencia humana, es decir, masculina, en el sentido de Maquiavelo, se hace débil, se hace incapaz de elaborar esta hipercomplejidad. Aquí se encuentra el sentido de la razón principal de la crisis contemporánea de la política: la política como fuerza de dominación, como capacidad de la voluntad de dominar la riqueza infinita de la naturaleza, la política se hace impotente. La impotencia de la política contemporánea, en este sentido, es la impotencia de un conocimiento que no logra conocer bastante, que no logra conocer en el tiempo, en el tiempo acelerado de la digitalización en la red. En este punto, el humanismo pierde su vitalidad, es una crisis que es la crisis también de la política. ¿Tenemos que ser nostálgicos de la política, tenemos que ser nostálgicos del humanismo? No, la nostalgia no es justificable en este caso y sobre todo nunca es una potencia del conocimiento. Tenemos que reconocer la ruptura radical que se está determinando y que acompañar la mutación que estamos viviendo, pero para acompañar, en este sentido, el punto de vista más útil es la sensibilidad, no la política, no la reducción cognoscitiva.
Retomo la segunda parte o uno de los costados de la pregunta que hacíamos. Si en esta mutación sólo nos queda correr atrás de un tiempo al cual nuestra carne nunca llega y, por ende, sólo nos queda estar enfermos por no poder acceder a esa velocidad que se nos impone, bueno, preguntarnos por el lado positivo tal vez de eso. ¿Qué nuevas formas de sensibilidad aparecen en esta mutación?
Claro, eso me permite decir algo más sobra la intención de este libro. Mi intención no es sólo una descripción del proceso que estamos viviendo hoy, es decir 20 años después de la creación de internet. No sólo esto, lo que me interesa es una genealogía de la cultura y de la comunicación digital, una genealogía de una mutación psíquica que se refiere esencialmente a la sensibilidad. Esta mutación no se verifica simplemente como un efecto de una transformación tecnológica; naturalmente, la transformación tecnológica es decisiva en esta mutación, pero hay algo en la cultura moderna que paulatinamente ha venido reparando esta mutación. Es decir, a mí me parece que en la historia de la cultura moderna, de la estética moderna y del arte moderno hay una especie de separación entre la que yo llamo la dimensión barroca de la sensibilidad y una dimensión puritana, que se establece durante la modernidad como una manera de elaboración cultural. El barroco, que ha jugado un papel importante pero no dominante en la historia de la modernidad, representa la infinita complejidad de la infoesfera, de la imaginación de dios, la imaginación de dios es demasiado rica para poder ser reducida a una forma como la razón humana. Entonces hay una dimensión barroca en la historia moderna y hay una dimensión racional que llega a su madurez, a su plenitud con las formas del puritanismo, particularmente del puritanismo americano. La cultura americana, desde su comienzo, desde la declaración de independencia, la historia americana es la historia de una forma política que nace sin pueblo; no hay pueblo, no hay la materialidad del pueblo, el pueblo ha sido totalmente aniquilado en la historia americana, era el pueblo indígena cuya historia ha sido cancelada. Después de eso hay una comunidad que se forma a partir de la palabra de dios, que se forma a partir de la constitución, de una declaración verbal, la historia americana se funda sobre la perfección digital de la palabra de dios, y se funda sobre una simplificación del sí y del no. El barroco no conoce simplificación, el barroco no conoce una oposición digital entre yes and not. El barroco es la infinita riqueza de matices que complican la comunicación y la hacen rica, la hacen ambigua, la hacen irónica. Al contrario, en el mundo puritano, la historia y la comunicación son una historia de lo blanco y lo negro, no hay matices entre ellos. La cultura americana, la cultura puritana repara el pasaje a la digitalización, a la transformación de la comunicación en una sucesión infinita de si y de no, de blancos y de negros, de ceros y de unos. Es a través de esta cancelación, de esta cancelación de la ambigüedad que entramos en un mundo que es el mundo de la desensibilización. El título de este libro, en su original en inglés, es “And. Fenomenology of the end”. En la traducción en Argentina hemos cancelado “and” porque no funciona, “y” no funciona tan bien en el título de un libro, hemos decidido llamarlo “Fenomenología del fin”, pero el subtítulo es muy importante, es más importante que el título mismo. El subtítulo es sobre la sensibilidad, en la mutación de la conjunción a la conexión. Conjunción significa la riqueza y la ambigüedad de una comunicación que se verifica a través de cuerpos, cuerpos rotundos, cuerpos que intentan cambiar signos entre sí, peros sobre todo que se comunican afectividad o se comunican odio, dolor, placer. Pues, la conexión cancela todo lo que de rotundo, de carnal, de ambiguo que pertenecía a la dimensión conjuntiva, para permitir al blanco y negro, al cero y al uno armar significaciones puramente combinatorias.
En el libro decís que los movimientos sociales son la ironía en el lenguaje, que en términos históricos vuelven a oponer una insolvencia semiótica para arruinar un poco este blanco y negro del código. En la Argentina, si hacemos una historia más o menos reciente podemos tomar tres movimientos de sensibilización pública, tres momentos de resistencia a esta alianza de terror y, digamos, código blanco y negro, que serían: las Madres de Plaza de Mayo, el movimiento piquetero del 2001 y el actual movimiento de mujeres. ¿Estas formas de sensibilización pública vuelven a tener el problema de la política, esta forma de la política que en el libro vos decís que de Maquiavelo a Lenin pertenecen a un pasado histórico y no a un presente evolutivo, adaptativo? Temas como la voluntad, la decisión, la interpretación, ¿vuelven a ser problemas que hay que retomar desde estos movimientos sociales o estos movimientos  tienen un nuevo escenario en donde sus tareas son otras y, en ese caso, cómo lo ves vos?
Primera cosa, ¿qué es un movimiento social? El movimiento social es como hemos dicho, la reafirmación de la ironía al interior de un código totalmente an-irónico. Pero, ¿qué es la ironía? Intentamos ver bien el significado de esta palabra. Ironía no significa simplemente una broma, algo que no corresponde a la realidad. No, ironía significa la capacidad de ir detrás, de superar los límites establecidos del lenguaje. Cuando Wittgenstein dice en el Tractatus que los límites del mundo son los límites de mi lenguaje, está diciendo que lo que no podemos decir no lo podemos imaginar, lo que no podemos imaginar no lo podemos vivir, no lo podemos actualizar. Entonces la ironía es propiamente la capacidad del lenguaje de olvidarse de sí mismo, de olvidarse de sus límites, de salir de la dimensión sintáctica del significado. Se coloca aquí un problema que hoy se está haciendo muy doloroso: parece que la política como la hemos conocido en la modernidad se ha hecho esencialmente impotente. ¿Por qué? Porque, si entendemos política en un sentido estrecho, en el sentido establecido por Maquiavelo o por Lenin… Maquiavelo en el texto que he citado antes, en “El príncipe”, habla de la política como capacidad de dominación. En este sentido la política está muerta, porque la humanidad no tiene la capacidad de dominar una realidad que ha ido delante de nuestra capacidad de conocimiento y de control político. Pero tenemos y podemos inventar la política. No sé si el nombre, pero a la capacidad de modificar la realidad según nuestros intereses y deseos la necesitamos. ¿Y cómo podemos encontrarla? Te refieres a estos movimientos que han tenido tanta importancia en la historia argentina: el movimiento de las Madres. Es interesante que la figura materna… a mí no me interesa la retórica católica de la maternidad, a mí me interesa muchísimo el cuerpo, la corporeidad, la madre como figura de la corporeidad que entra en el proceso de significación, en el proceso de singularización del sentido, de la interpretación. Es la doxa, la singularidad corpórea que nos permite entender que en el lenguaje no hay solo sí y no, no hay sólo la pattern recognition, en el lenguaje existe la posibilidad de decir algo que no se puede decir. Esa es la política, decir algo que no se puede decir. Yo sé muy bien que en la historia argentina reciente, la ironía ha jugado un papel importante, pienso en los amigos de Etcétera, los Erroristas, pienso en el helicóptero del 23 de marzo que ha producido un efecto de escándalo y de represión mediática. El helicóptero de los Erroristas era la intuición de que hay una manera de utilizar los signos, de utilizar la imagen, de utilizar una forma de comunicación irónica para destrozar el conformismo de derecha. Han sido suficientes estos signos para producir un efecto de deconstrucción de la unanimidad conformista del poder. La ironía es la capacidad de reintroducir la corporeidad al interior de la comunicación verbal. Eso es la ironía.
Y en estos procesos de simplificación, de abstractización y desmaterialización que se dan en época digital, vos decís: hay que tener mucho cuidado de no armar territorios que sean asfixiantes, que cierren nuestras identidades. Y nosotros nos preguntábamos si el deseo puede ser la vía para salir de estos territorios que nos encierran o si el deseo también muta y queda capturado en ese universo desmaterializado.
Claro que sí, claro que el deseo que no es una subjetividad, el deseo es una fuerza, es mucho más un desplazamiento, siempre es un desplazamiento. Y lo que vivimos en este tiempo es una condición paradójica y también un poco espantosa, porque de un lado hay una abstracción financiera, hay una descorporización del poder financiero, el poder financiero que es todopoderoso porque no se confronta nunca con la materialidad, con la corporeidad social, con el sufrimiento, con la miseria, con el dolor. El poder financiero se desarrolla en una dimensión totalmente conectiva, que no tiene ninguna relación con la conjunción. Pero la corpoeridad permanece, la corporeidad no se ha disuelto, no ha desaparecido en la nada, está aquí, aunque se representa a través de una dinámica de identidad, de rabiosa venganza, como se dice revengevendetta. Es el fascismo que está resurgiendo en el mundo, es lo que algunos llaman populismo, a mí esta palabra no me gusta. El culto a la identidad, esa es la manera a través de la cual el cuerpo conjuntivo intenta retomar una posición en la historia, pero lo hace a través de la violencia, lo hace a través de ignorancia, lo hace a través de la cancelación de la riqueza de la diferencia entre seres humanos. Entonces, ¿cómo podemos escapar a esta alternativa mortal entre la conexión financiera y un retorno agresivo de la conjunción? Yo creo que la posibilidad de salir de esta alternativa es una dinámica de deseo que sea esencialmente capaz de jugar en la forma de la ironía, en la forma de la extensión detrás de los límites del lenguaje. Tengo que confesar que en este período no tengo mucha fuerza de proposición a nivel político, tengo la impresión que nos encontramos al interior de un túnel en el cual la alternativa entre conexión financiera, abstracción financiera y retorno agresivo de la corporeidad está cubriendo toda la esfera de la acción política a nivel planetario. Es una mutación que se está desarrollando, y cuando se pasa a través de una mutación no podemos saber cómo saldremos de esa mutación, pero lo que yo sé es que hay una sola fuerza subjetiva que puede imaginar esto detrás de los límites del lenguaje… lo que siempre hemos llamado “movimiento”. ¿Qué es un movimiento al final? La definición de movimiento no puede ser sociológica y no puede ser sólo política, el movimiento es un desplazamiento en el sentido preciso de la palabra, el movimiento es un desplazamiento que nos permite ver la realidad desde un punto de vista diferente del punto de vista que teníamos precedentemente. En Hamburgo, los compañeros del movimiento contra el G20, se presentaron con dos grandes acciones irónicas: la primera ha sido una manifestación de los zombies: mil zombies caminando en las calles, pintados de blanco y de gris y de negro, pintados con las caras de la muerte, han caminado en las calles de Hamburgo para decir al mundo que lo que el capitalismo financiero está preparando es un mundo de muerte, un mundo de dolor. Y después está la gran manifestación de los anarquistas y de los autónomos que se presentan con una bandera escrita que dice “welcome to the end”. Esas palabras son las palabras más irónicas que podemos decir hoy: “welcome to the end”. Vivimos en el infierno, pero en el infierno tenemos la capacidad, que es irónica, de crear espacios de vida sensibles, de vida que no olvide la felicidad como una dimensión posible. No olvidar la posibilidad de ser feliz, esa es la consigna hoy. No olvidar la posibilidad de una afectividad feliz y preguntar por la abolición del infierno, como siempre los amigos erroristas han hecho. Abolir el infierno, ese es el acto irónico esencial que tenemos que hacer en este momento.

Para la liberación de las presas y los presos del G20 de Hamburgo


Llamada para una campaña que conduzca a una manifestación internacional en Hamburgo para solicitar la liberación de todas y todos los que aún se encuentran en las cárceles alemanas después de las jornadas del G20.
Pasadas más de dos semanas después del G20, el tiempo de detención de los presos de Hamburgo se alarga cada día más. No hay ninguna intención por parte del tribunal ordinario de celebrar procesos a corto plazo – se habla de un máximo de seis meses. La fiscalía ha impedido cualquier solicitud de libertad bajo fianza y arresto domiciliario aludiendo al peligro de fuga.
Mientras reacciona con la violencia brutal a la que nos tienen habituados, el brazo armado del poder ha sido puesto en jaque por parte de la totalidad de las prácticas de los manifestantes durante las jornadas del anti G20. Por eso, el lazo de la represión ahora se cierne en torno a los cuerpos de los presos.
Durante estos días, han llegado las primeras cartas por parte de los detenidos. A la primera, la de Riccardo, ha seguido el testigo de Maria, compañera de Feltre presa durante la mañana del 7 de julio y detenida en Billwerder.
La reproducimos a continuación:
“Viernes, 14 de julio de 2017
Tal día como hoy, hace dos siglos, el pueblo alzado en armas asaltaba la Bastilla. Hoy, los que celebran esta fecha de la fundación de las democracias actuales, levantan nuevas Bastillas por todas partes. Nadie tiene que estar aquí dentro. Nunca más. Es demasiado para una persona sola. Hay menores, mujeres embarazadas, mujeres con bebés y mujeres que tendrían que estar en un hospital, todas con los mismos monos grises. Sé que estáis haciendo todo lo posible para sacarme fuera de aquí y os lo agradezco. Siento haceros estar preocupados. Aquí tengo vuestro telegrama, en realidad esperaba salir hoy y agradecéroslo en persona. Pero aquí estoy de nuevo, la apelación no se confirmó. Aunque seguramente ya sabréis algo más cuando os llegue esta carta.
Éramos cinco en la misma situación aquí en mi ala. Las dos alemanas salieron el miércoles, hoy ha salido la chica venezolana, pero con una fianza de 10.000 euros. Sí, diez mil. Quedamos una chica kurda y yo. ¡Ella es tan fuerte…! Siempre positiva, a pesar de tener dos hermanos muertos por luchar en Kurdistán. La única cosa positiva aquí son las relaciones que se crean. Son todas tan amables, altruistas. Todas están dispuestas a darte un abrazo. Sobre el resto ya no tengo ninguna ilusión. El otro día nos hicieron salir a las tres con la excusa de tener que hablar con un abogado, en realidad querían sacarnos el ADN. Aquí hay que esperar siempre lo peor, y no es ésa mi naturaleza.
La primera prisión en la que nos habían metido era un edificio prefabricado con cuartuchos de 10 metros cuadrados. Allí dentro éramos 5 durante 2 días sin nada, sin ventanas, teniendo que pedir permiso para beber y para ir al baño a un guardia que te vigila. Prácticamente sin comer. Aquí es un poco mejor, por lo menos tengo una cama y un baño.
Ya sabréis que he acabado presa sólo porque me he retrasado para ayudar a una chica con el pie roto. Roto de verdad, con el hueso afuera y con el pie agarrado sólo por una mitad. No creo que consiga nunca quitármelo de la cabeza. Como tampoco a la policía que pega a mano desnuda. Y no pensaba que pudiera ser posible acabar en prisión por esto, por no haber hecho nada de verdad. Aunque todas aquí están presas por tonterías. Robos sobre todo.
Compañeros, escribid algo sobre lo que está pasando, por favor. No os quedéis en silencio. Si queréis, publicad lo que os escribo. Además, no sé nada de Fabio, le he escrito y no me ha respondido. Tendría que estar en la misma cárcel que la mía. Si tenéis noticias suyas, escribidlas y escribidme también. Si podéis, meted dentro un sello para que pueda responder. Yo por lo menos hasta el miércoles estaré aquí. Después, ya no sé.
Os quiero mucho, a todos vosotros. Un abrazo, espero volver pronto.”
Maria no sabe que Fabio está detenido en Jork, a treinta kilómetros al este de Hamburgo, que está bien y que él también tiene una buena relación con los demás detenidos. A él también le ha sido denegada la libertad bajo fianza por la fiscalía de Hamburgo tras la propuesta del tribunal.
No sabe tampoco que, a diferencia de ellos, Alessandro, Orazio, Emiliano y Riccardo están juntos en el ala masculina de su misma cárcel, Billwerder (los últimos dos son vecinos de celda).
Estas son las palabras de un habitante de Feltre que está en contacto con las familias de Fabio y Maria, el pasado 24 de julio:
“Hoy hemos llegado a Hamburgo y nos hemos visto con sus madres. Parecen bastante serenas a pesar de que la situación no ha cambiado. Fabio esta mañana estaba mejor que el miércoles pasado. Hay algunos comités que han hecho una manifestación a favor de los presos y que intentan enfrentarse a la situación. Los abogados están trabajando mucho pero la justicia alemana está haciendo de todo para complicar la situación. Mañana iremos a la cárcel para llevar ropa y algún libro a Maria. A ver cómo va.”
Hasta ahora ha sido difícil entregar a los detenidos libros, ropa, y otros efectos personales. Pero es importante escribirles usando las direcciones publicadas por la campaña “Escríbeme”.
Muchas son las iniciativas: las concentraciones en las embajadas alemanas en Italia; la solidaridad entre compañeras y compañeros cercanas a los compañeros italianas, en contacto desde los primeros días; las informaciones en las emisoras de radio. Además de las diversas concentraciones y manifestaciones en apoyo a las presas del G20 desde Bilbao a las ciudades alemanas, entre las cuales una muy concurrida precisamente en Hamburgo, en la zona del Rote Flora.
El próximo 6 de agosto, por otro lado, se ha convocado una nueva concentración frente a la cárcel de Billwerder.
Todo esto es muy importante, pero no suficiente.
Por ello, estamos abiertos a recoger artículos, ideas y propuestas en pos de una gran manifestación internacional en Hamburgo para la liberación de todas y todos. Para que nadie se quede sólo, para que nadie se quede atrás.
¡Libertad para todas y todos!
Las compañeras y los compañeros del espacio autogestionado PostaZ de Feltre.
Para contactarnos: postaz@bastardi.net
Traduzione in spagnolo di Dario Lovaglio
fuente: http://effimera.org/

Tres muertes en el territorio // Diego Genoud

Son víctimas de una violencia que no se televisa. Murieron en los últimos meses a manos de balas anónimas que los sorprendieron en el mismo territorio en el que vivían y militaban, el conurbano bonaerense. Julián “Ikki” Darío, César Méndez y Omar Ibáñez cayeron antes de tiempo, en una forma que no esperaban.
A Julián Darío, de 39 años, le decían Ikki por uno de los personajes principales de “Los Caballeros del Zodíaco”: el ave fénix, el ave inmortal. Había sobrevivido a disparos que impactaron en su cuerpo, en dos acontecimientos callejeros que marcaron la historia reciente, el 20 de diciembre de 2001, el día de la caída de Fernando De la Rúa, y el 26 de junio de 2002, la tarde que mataron a Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. “Ikki era uno de esos hombres que nunca demuestran miedo. Nunca sabías si tenía miedo o no”, dice Ivana Ruiz, que ahora es su viuda.
Por eso, salió a la calle en febrero de 2016 cuando un desconocido –del que sólo se conoce un apodo, “Johny el sicario”- fue a buscarlo armado.
Ivana tiene 29 años y nació en Villa Celina, la localidad de La Matanza que crece en la intersección de la avenida General Paz y la autopista Richieri, del otro lado de Mataderos. Ahí mismo conoció a Ikki hace 15 años: él lideraba una organización social y ella comenzaba a dar clases de apoyo escolar. Casi una década después, se pusieron de novios y comenzaron a militar juntos en el Movimiento La Dignidad.
El conflicto que terminó con la muerte de Julián Darío se originó en una disputa por tierras que la Cooperativa de Vivienda Lozana Limitada había decidido usufructuar para beneficio propio en Villa Celina.
Es un predio de 23 hectáreas que pertenecieron al Banco Hipotecario, fueron cedidos a la ciudad de Buenos Aires y luego destinadas por el Instituto de la Vivienda de la Ciudad (ICV) a Lozana, un sello del que pocos pueden brindar antecedentes pero al que le sobran nexos con el poder político y las fuerzas de seguridad.
Con base en la sociedad de Fomento Vicente López y Planes, la cooperativa de vivienda hizo algo que no tenía permitido: lotear esos terrenos y ofrecerlos a la venta. Alambraron el predio, abrieron calles y comenzaron a vender sin autorización.
El Movimiento La Dignidad se opuso a ese emprendimiento privado con tierras públicas. Lo hizo con el respaldo de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), la coordinadora que agrupa a la mayor parte de los movimientos sociales y cuenta con el respaldo del Papa Francisco
“Esos terrenos son pluviales naturales del barrio, era el drenaje que existía y no se podía utilizar. En 2010, el barrio sufrió una inundación grandísima, entró agua donde a las casas, y no era un barrio de inundarse”, cuenta Ivana Ruiz, sentada en una silla del jardín maternal “Juanito Laguna”, donde da clases todos los días. Fueron las inundaciones las que alertaron a los vecinos de que algo raro estaba pasando.
La cooperativa Lozana tenía un permiso de “tenencia precaria” para disponer del predio de Villa Celina. Según afirman desde el IVC, la gestión de Emilio Basabilvaso e Ivan Keer –hoy funcionarios nacionales en Anses y Procrear- no hizo más que prorrogar una autorización que había sido otorgada en gestiones anteriores.
El acuerdo que Basabilvaso y Keer refrendaron a fines de 2013 y principios de 2014 con el presidente de la cooperativa Lozana, Rubén Francisco Arias, tenía como antecedente un convenio de 2010. Ese permiso fue el que exhibió el presidente de la cooperativa ante La Dignidad, cuando le fueron a reclamar por el negocio inmobiliario en terrenos del IVC.
Los funcionarios de la ciudad hoy se desligan y dicen que nunca hubo autorización para construir nada en esas 23 hectáreas. “Cuando el Estado se los requiriera, lo tenían que devolver”, explican.
Sin embargo, los directivos de Lozana actuaron como si nada les estuviera vedado y fueron muy pocos los que se animaron a alzar la voz.
Desde que Julián Darío e Ivana Ruiz se inscribieron como parte de la sociedad de fomento Vicente López y Planes y mostraron su disconformidad con lo que pasaba, comenzaron a recibir amenazas personales. Que se dejaran de joder, que les iban a pegar un tiro, que los iban a matar, les advertían. Un día pasaban en auto, otro día les gritaban desde una moto. 
Ivana dice además que el jefe de la comisaría 11 de Villa Celina, de apellido Ocampos, no le tomaba la denuncia y le advertía, que si no aflojaba, le iba a ir mal.
En poco tiempo, el miedo comenzó a crecer entre los vecinos y el Movimiento La Dignidad prefirió alejarse de la disputa por las tierras. Decidió concentrar sus fuerzas en la creación de un jardín comunitario, el primer espacio educativo que se abrió en la zona en los últimos 40 años.  Avalado por la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF), hoy funciona de 9 a 16 con 45 niños y niñas que tienen más de un año y son -muchas veces- hijos de adictos al paco.
En febrero de 2016, apenas dos meses después de la asunción de Mauricio Macri como presidente, un grupo de desconocidos interrumpió una asamblea de La Dignidad y la CTEP. La advertencia fue la misma: “que se dejaran de joder” con el tema de las tierras de la sociedad de fomento.
Después de que Ivana fuera increpada por una mujer y un hombre, Julián Darío salió a dar la cara y el intercambio poco amistoso terminó con lo que parecía apenas una bravuconada: “Ahora vas a ver: te voy a llenar de corchazos la panza.”.
Nadie pensó que, un rato después, “Johny El Sicario” iba a cumplir con su promesa de fuego. Por eso ni tomaron precauciones ni se fueron del lugar. “Ikki era alguien que no iba a esconderse. Todos le decíamos no salgas pero salió solo. Lo midió, lo apuntó bien al pecho y le pegó un tiro en la cara de todos.”, dice ahora Ivana y se quiebra, como si volviera a vivir los hechos.
La bala ingresó a 4 centímetros del corazón de Julián Darío, perforó un pulmón, se pegó al hígado –dañó los dos órganos- y quedó alojada en una costilla. Nunca se la pudieron sacar. Pese a que ese mismo día lo operaron tres veces en el Hospital Santojanni y luego una cuarta -11 meses después- en el Hospital Narciso López de Lanús, donde finalmente murió, el 21 de enero pasado.
En un primer momento, desde La Dignidad señalaron al atacante como un “puntero del PRO”. Así lo dijo incluso la propia víctima, antes de morir.
Consultados para esta nota, funcionarios del macrismo se desligaron del ataque y prefirieron no brindar declaraciones públicas. Sólo confirmaron que recibieron denuncias de personas que compraron los terrenos del IVC e iniciaron un expediente administrativo: Lozana va a tener que dar cuentas en la justicia por la venta ilegal. Sin embargo, todavía hoy no hay detenidos por el balazo que terminó en muerte. Del autor de los disparos –que solía mostrarse en la Sociedad de Fomento- no se supo nada más. Dicen que se fue del barrio.
Hoy el negocio de la venta de tierras está paralizado, los vecinos abrieron el predio y armaron una cancha de futbol, que funciona como alternativa gratuita a la que alquila a dos cuadras la Sociedad de Fomento Vicente López y Planes.
Desde el gobierno de la ciudad culpan a la administración kirchnerista por la demora en regularizar las tierras. Sin embargo, la escritura que otorga el título de propiedad de los terrenos a la ciudad de Buenos Aires todavía no está terminada.
Las fuentes consultadas coinciden. Con los terrenos ubicados entre General Paz y Roca se estaba gestando un negocio millonario. Villa Celina es uno de los lugares con mayor presencia de la comunidad boliviana y existe un empresariado que compra tierras para alquilar o construir galpones que después son utilizados como depósitos.
La cooperativa Lozana no agota su influencia en los despachos del gobierno de la ciudad. Desde la CTEP, señalan a Noemí Medina como nexo entre la Sociedad de Fomento y la Municipalidad de La Matanza.
La intendenta peronista Verónica Magario nació en Villa Celina y estaba al tanto del conflicto por las tierras del IVC. Durante la campaña electoral de 2015, desde La Dignidad le advirtieron lo que estaba pasando. Ya electa, se mostró más cerca de la Sociedad de Fomento. Ahí está todavía un cuadro suyo y una dedicatoria en la que los felicita “por fomentar la cultura y la educación”.
“Magario es cómplice porque permitió que suceda todo esto. No desconoció nunca esta situación porque el propio Ikki se lo dijo en su cara, cuando vino al barrio, que estábamos amenazados, desde la sociedad de fomento, por la comisaria”, dice Ivana Ruiz. Ante la pregunta por el conflicto en Celina que terminó con la muerte del militante de La Dignidad, los voceros de Magario quedaron en responder a las acusaciones pero finalmente no lo hicieron. Tampoco desmintieron que Noemí Medina, una de las integrantes de la Sociedad de Fomento, sea además empleada municipal.
Muerte en Cuartel V
Marisa Mezza tiene 42 años y una beba de siete meses. Todavía habla de su marido en presente.  “Tenemos cinco años de convivientes”, dice aunque hace cinco meses que a César Méndez lo mataron en el barrio en el que vivían juntos.
Desde el 15 de diciembre de 2016, Marisa está sola con sus tres hijos: uno de 15, otro de 13 y la beba que llora y la interrumpe mientras ella intenta contar qué fue lo que pasó.
Marisa y César se conocieron en Carupá, Tigre, y alquilaron durante tres años un cuarto en el que convivían. Pero como los alquileres subían y subían, hace dos años se mudaron a Cuartel V, una inmensidad de 112 kilómetros cuadrados que queda a 23 kilómetros del centro de Moreno. Cuartel V está en los confines del partido que hoy gobierna el intendente del PJ-FPV Walter Festa: creció de manera vertiginosa en los últimos 15 años y duplicó su población hasta llegar a los 100 mil habitantes.  Limita con José C. Paz, Derqui –partido de Pilar- y General Rodríguez.
La viuda de Méndez dice que, cuando ella y su marido llegaron, era un barrio muy lindo, donde vivía gente muy trabajadora –peruanos, paraguayos, bolivianos- que con mucho esfuerzo compraron terrenos y comenzaron a construir sus casas.  “Era muy tranquilo, muy hermoso. No te robaban, podías dejar la puerta abierta”, dice.
Marisa se integró rápido a la vida en Cuartel V, a 40 minutos en colectivo de la estación de Moreno. En poco  tiempo, se hizo cargo del merendero Santa Rosa, creado por el Movimiento La Dignidad, y su esposo –que al principio desconfiaba-se decidió a apoyarla. De 39 años, César se involucró con los problemas del barrio y se convirtió en delegado de manzana.
Todo parecía ir bien hasta que, hace un año empezaron los problemas. Las bandas de menores dedicadas al narcomenudeo comenzaron a tomar terrenos que tenían dueño pero no contaban con escritura, por tratarse de tierras sin título de propiedad.
“Son bandas que se dedican a ocupar terrenos o viviendas. Aprovechan que no hay ningún papel que diga ‘esta casa es mía’. Lo utilizan un tiempo como aguantadero y después lo venden. Hay una conexión muy fuerte con la comisaría de la zona”, afirma Soledad, una militante de La Dignidad que vive en Moreno desde que nació. Con ese diagnóstico coinciden los representantes de la Iglesia, una de las pocas instituciones que mantiene su presencia en el barrio.
Entre los vecinos, se repetían relatos similares: que anoche me robaron, que ayer me encañonaron en pleno día, que entraron a mi casa con un arma. Pero nadie  quería hacer la denuncia. “Todos tienen miedo porque nos amenazan, porque si denunciamos a la comisaría o no vienen o nos va peor”, explica Marisa.  
Cuando los hechos de violencia se generalizaron, la casa de Marisa y César se convirtió en el centro de quejas de los vecinos. Pensaron en organizarse para salir a andar de noche, hacer ronda o sonar un silbato ante cualquier movimiento extraño.
“Mi esposo era muy bonito, siempre quería ayudar a los vecinos y decía que nos teníamos que proteger entre nosotros”. Méndez comenzó a recibir amenazas y a padecer la situación cotidiana.  “Estaba lleno, yo lo sentía, de bronca pobrecito. Los vagos le habían dicho que no se metiera en nada porque lo iban a matar y él no se metió. Pero un día me dijo ‘estoy harto, ya se están zarpando demasiado’”.
La noche del 15 de diciembrede 2016, cerca de las 11, un grupo de jóvenes baleó el frente de la vivienda de una señora que vivía a una cuadra y media de la casa de los Méndez.
Cuando la vecina, comenzó a sentir los impactos de bala en la puerta de hierro, llamó por teléfono a Marisa. “Me dice ‘auxilio’ me están baleando la casa. Yo no quería que mi esposo se metiera, pero cuando escuchó los tiros, César fue con otros cinco vecinos. Y yo también fui”.
La viuda de Méndez recuerda que, cuando llegaron al lugar, los autores del ataque no estaban. Pero de repente uno de ellos apareció como un fantasma y comenzó a disparar: tres tiros dieron en el cuerpo de César, que murió de un paro respiratorio después de un shock hemorrágico.
La policía demoró 40 minutos en llegar y Méndez murió desangrado. Hoy hay un detenido y dos atacantes que permanecen prófugos. La denuncia de la abogada de Marisa, Gabriela Carpinetti, está radicada en el juzgado de garantías N° 2 de Moreno y en la UFI 8 a cargo de la fiscal Gabriela Urrutia.
“Estoy fortalecida, no niego que tengo miedo pero si no me hago respetar y no hago respetar a mis hijos, voy a vivir siempre con mi miedo. Y eso no es vida, me parece, para nadie”, dice Marisa.
La madrugada de los tiros mortales contra Méndez, Julián Darío –el baleado de febrero de 2016- recibió en Villa Celina un mensaje de Marisa con apenas seis palabras: “Don Ikki, mataron a mi marido”.
Darío era uno de los dirigentes de La Dignidad que visitaba Moreno con frecuencia. Se bajaba del colectivo en la ruta nacional 24 y caminaba tres kilómetros hasta entrar a Cuartel V, un barrio en el que no hay traza urbanay los alumnos de primaria precisan hacer 50 cuadras a pie para ir a la escuela.
Cuando llueve, es imposible circular en vehículos: sólo las camionetas 4 x 4 pueden ingresar y las patentes se pierden en el lodazal. “Son lugares donde no hay presencia del Estado ninguna, no entra la policía, no hay sala de primeros auxilios, no hay nada. Y hay focos de marginalidad y delincuencia que no son fáciles de identificar. Lo que se ve son los soldaditos, la mano de obra barata”, agrega Soledad.
Tras la muerte de Méndez, el 22 de diciembre pasado el Movimiento La Dignidad y la CTEP cortaron la Ruta 24 y protagonizaron una marcha en reclamo de Justicia que concluyó frente a la comisaría cuarta de Moreno con una oración y unas palabras del sacerdote del lugar Eduardo Farrel.
Poco después, el padre Farrel comenzó a recibir amenazas personales: en la calle,  en la parroquia Sagrado Corazón y en su casa. Un hombre de unos 30 años se dedicó a seguirlo. Primero le dejó una bolsita con una piedra adentro y un mensaje en letras recortadas que decía “Cortála con las marchitas”. Más adelante, la misma persona se dejó ver al término de una de sus misas con gestos que le sugerían que debía irse. Para la última advertencia, el enviado eligió nuevamente la modalidad de la bolsa con una piedra y una palabra de ocho letras: “Volviste”.  Farrel, que llevaba 9 años como cura párroco en Cuartel V, hizo la denuncia ante la fiscalía de la zona y, en marzo pasado, el obispo de Merlo-Moreno Fernando Maletti decidió enviarlo a otra parroquia para protegerlo.
 “Lo hicimos para resguardar su seguridad y integridad física. Los obispos argentinos venimos advirtiendo sobre el avance del narcotráfico pero uno está perplejo frente a todo esto”, dice ahora Maletti, quien explicó los motivos de la decisión en una carta pública.
“Debemos tomar conciencia del avance en nuestros barrios del comercio de drogas ilícitas, con todo lo que ello significa: peligroso deterioro de la salud de nuestros jóvenes y, muchas veces, brutales enfrentamientos por el control del territorio (…) Estas tareas pastorales suelen colisionar con los mezquinos y oscuros intereses de quienes solamente buscan el poder territorial y el rédito económico a cualquier costo con negocios ilícitos y sospechosas complicidades”.
Maletti explica que Méndez era un militante social reconocido en la zona de Cuartel V y de Moreno por su trabajo y la constancia en su militancia. “Intentaba evitar un robo de una persona vecina, aparentemente a manos de los narcos”, afirma. Y coincide con los que creen que existe un poder muy grande detrás de esa violencia que arrincona a los que viven en el territorio.
Payasos asesinos
De Omar Ibáñez nadie quiere hablar. Es el caso que incomoda a todos: lleno de dudas y versiones cruzadas, cuenta con todos los requisitos para ser olvidado.
Miembro de la agrupación “El Plumerillo”, de 42 años, en febrero pasado lo mataron de siete balazos en Villa Martelli. Dos desconocidos lo interceptaron cuando iba en moto, lo chocaron con un auto, lo hicieron caer y le dispararon a mansalva pero no le robaron nada. Los vecinos que fueron testigos del hecho coinciden: los asesinos llevaban puestas máscaras de payasos.
¿Quién era Ibáñez? ¿Por qué lo acribillaron? Se dijo que era empleado del sindicato de Panaderos y militante del Frente para la Victoria, pero también eso fue desmentido. El territorio en el que desarrollaba su actividad política era Villa Loyola, en el partido de San Martín, donde su cuñado Juan Manuel “Kunfu” Cáceres fue concejal del Frente para la Victoria hasta 2015.
Loyola está ubicada justo en el límite entre San Martín y Vicente López, a 15 cuadras de la Avenida General Paz.
“Para mí era un militante porque siempre buscaba lo mejor para el barrio. Él era bien peronista pero no se casaba con ninguna agrupación. Todo lo que hacía y conseguía era para la gente del barrio. Traía mercadería y la repartía entre los vecinos. Ayudó a mucha gente”, dice Marcos, militante de una organización social que integra la CTEP y prefiere no dar su verdadero nombre, por miedo a represalias.
Marcos afirma que Ibáñez siempre buscó “la paz entre vecinos”, que tenía un “localcito, tipo unidad básica” y se manejaba solo. Está convencido de que lo mataron porque quería echar a los narcos del barrio. En San Martín, se dice que Ibáñez estaba enfrentado con un grupo de soldaditos de la villa 18, el territorio en el que gobernaba Miguel Ángel “Mameluco” Villalba, a 50 cuadras de Loyola. Que estaba harto de ver cómo los chicos del barrio se quedaban encerrados en sus casas y dejaban de jugar en las calles por miedo a la violencia. Que pensó que iba a ser fácil poner un límite pero que se equivocó.
Ibáñez divide aguas porque su historia incluye antecedentes penales. Estuvo preso por robar un banco en la década del noventa. Por eso, están los que dicen que no era un militante y que su enfrentamiento con los narcos tenía un origen confuso. Desde la Agrupación El Plumerillo lo definieron como un ser excepcional y escribieron en Facebook sobre las razones del crimen: “Te hicieron caer por cuidar a los pibes del barrio”. Sus amigos y familiares hicieron una marcha sobre avenida Constituyentes para reclamar justicia. Después del tema, no se hablo más. Su muerte es una más de las que se atribuyen al narcotráfico en el conurbano.

Lo común sensible: apuestas por una política de los afectos // Andrés Abril

(sobre ¿Cómo salvar lo común del comunismo?, de Érik Bordeleau) 
La publicación de un libro es siempre una aventura, una apuesta. No solamente porque se «arriesgue algo», sino en la medida en que es un asunto de «colocación» (apponĕre), de «poner sobre la mesa». Un libro, pues, no hace más que ubicarse, situarse en un lugar determinado, y de ahí en más desplegarse y desencadenar toda una serie de reacciones y consecuencias: todo libro es peligroso (mas no dañino). En el año 2014, bajo el sello de la casa editorial Le Quartanier, aparecería Comment sauver le commun du communisme ?, libro del filósofo y autor quebequense Érik Bordeleau. Se ponía así sobre la mesa para los lectores francófonos, quienes seguramente dispondrán de él a su antojo. Pero ahora, la apuesta se da en otro nicho, otro espacio para proliferar y mutar, pues en mayo de este año Edicions Bellaterra llevó a cabo la publicación de ¿Cómo salvar lo común del comunismo?, traducción al castellano del libro de Bordeleau.

A la manera de una sugestiva reflexión, ¿Cómo salvar lo común del comunismo? desarrolla una cuestión espinosa pero indudablemente fundamental: cómo pensar y abordar lo común en el mundo contemporáneo. ¿Cómo rescatar lo común de las nefastas manifestaciones del comunismo voluntarista que dieron lugar a regímenes disfuncionales y a formas tiránicas de subjetivación sin dejarnos seducir por la absurda banalización que el capitalismo ha operado sobre la noción de «comunidad»? ¿Cómo tomar distancia del «comunismo de la voluntad» sin caer en las lógicas de la «barbarie neoliberal»? En suma, ¿cómo salvar lo común del comunismo… y cómo arrebatarlo del capitalismo? Trazando los contornos de una política de los afectos y lejos de cualquier respuesta facilista, el libro de Bordeleau constituye una apuesta por imaginar nuevas formas de estar-con. Sigue, por tanto, la estela de importantes pensadores de «la comunidad» como Giorgio Agamben, Jean-Luc Nancy, Maurice Blanchot y Georges Bataille, a la vez que renueva y refresca las reflexiones sobre lo común en un diálogo incomparablemente productivo con autores de la talla de Sartre, Merleau-Ponty, Badiou, Žižek, Sloterdijk, Deleuze, Latour, Stengers, entre otros.

Pero ¿cuál es el telón de fondo de estas reflexiones? O más bien, ¿cuáles son los acontecimientos, circunstancias o historias que las animan y las activan? Tenemos, por un lado, una caracterización del capitalismo contemporáneo a partir de la formidable exploración de tres obras audiovisuales de la artista Melanie Gilligan. En ellas, el capitalismo financiero aparece como un espíritu, un sistema brujo que captura nuestros sueños, expectativas, emociones y formas de relacionarnos. Mediante el escrutinio de las obras de Gilligan, Bordeleau pone de manifiesto la dimensión ética y terapéutica del capital y esboza el terreno en el que lo común se mueve hoy en día; es allí donde se pone en juego y se ve amenazada la posibilidad de «concertar juntos nuestros actos y nuestros pensamientos». El capitalismo exige un trabajo sobre nuestro propio ser, y a través de esa exigencia ha sabido llegar a nuestras almas, a las a las fibras más íntimas de nuestra existencia. En pocas palabras, se ha apoderado de aquello que nos hace desear, amar, vivir… 

Ahora bien, en un segundo movimiento, el libro despliega una lúcida lectura histórica de la China contemporánea: un examen de los idearios, las imágenes y las políticas movilizadas durante la Revolución Cultural en pro de la configuración del «hombre nuevo» y un acercamiento a las reivindicaciones artísticas que se gestarían en aquella época y algunos años después. Demostrando un amplio conocimiento de China y su historia, Bordeleau orienta su mirada a la dimensión subjetiva y estética de la Revolución, es decir, a las implicaciones de las políticas culturales de Mao en la constitución de un sujeto revolucionario ideal —y, por supuesto, a las reacciones que de allí se derivarían. De esa manera, la producción artística y el pensamiento no aparecen como dimensiones separadas del «mundo social», un cielo por encima de nuestras cabezas, sino como parte constitutiva de la realidad: lo estético, lo ético y lo político se conjugan y se articulan siempre en la producción de subjetividades y en medio de la lucha de fuerzas que buscan moldear lo real.

Por otro lado, y en un tono similar, el libro presenta una aproximación a las articulaciones entre política y estética en la Unión Soviética, un examen de la relación entre las vanguardias artísticas rusas y el realismo socialista como arte oficial del Estado. Si los artistas son «ingenieros del alma», como bien decía Stalin, el realismo socialista en cuanto arte de Estado no podría hacer otra cosa que integrar «la voluntad de potencia suprematista y su experiencia de la nada absoluta al servicio de la educación popular»… Finalmente, encontramos un sesudo examen de las posturas intelectuales de Sartre y Merleau-Ponty. En dos orillas distintas, las apuestas de cada uno de estos filósofos conllevan dos maneras distintas de concebir el sujeto y la acción: mientras Sartre moviliza un pensamiento del compromiso y del voluntarismo, una política «en la que cada consciencia puede devenir, si ella lo decide, si ella lo quiere, la tabula rasa de un mundo nuevo», Merleau-Ponty «prefigura un pensamiento de la presencia y del anonimato como dimensión de apertura colectiva», un pensamiento que se opone a un «voluntarismo trascendental para el que la existencia se reduce a la elección y a la consciencia de sí». Lo común, en esa medida, no puede sino tomar distintas formas: surgirá un contraste entre un comunismo de la voluntad sartriano y un comunismo sensible merleau-pontiano.

Bajo el signo del comunismo sensible, y poniendo en cuestión el estatismo, el exagerado voluntarismo unificador de deseos y la imperiosa llamada a una homegeneizante pertenencia colectiva de los movimientos políticos y de cualquier otra forma de organización social en general, ¿Cómo salvar lo común del comunismo? propende por una manera de estar en común que pasa por la resonancia entre las almas. Se trata aquí de un estar-con vibrátil en donde lo colectivo emerge no a partir de un único criterio ideológico o una voluntad suprema, sino de conexiones parciales y siempre ajustables entre los seres. Lo afectivo, la posibilidad de afectar y ser afectado, adquiere entonces un papel fundamental, pues es a ese nivel principalmente en que los vínculos son establecidos y los fines movilizados. El estar-con o, en otras palabras, la posibilidad de componer, requiere no de una ideología política o de un voluntarismo teleológico sino de una estética de la existencia que apela a una constante resistencia extática.

Si aceptamos que el neoliberalismo es un sistema de brujería sin brujos que intenta constantemente capturar las formas de sociabilidad y los encuentros entre los seres, como sugestivamente han señalado Pignarre y Stengers (2005), trabajos del talante de ¿Cómo salvar lo común del comunismo? se hacen más necesarios que nunca para recapturar y arrebatar tácticamente aquellos afectos e hilos de conectividad que el capitalismo ha puesto al servicio del mercado. En tanto herramienta de reflexión y pensamiento, el texto de Érik Bordeleau se torna táctico, y permite, en esa medida, esbozar nuevos horizontes de lo político y lo afectivo. ¿Cómo salvar lo común del comunismo? es, en ese sentido, eminentemente contemporáneo. No necesariamente porque su exploración atienda a dinámicas de una época reciente, o porque sus efectos sean aún evidentes hoy en día, sino porque con la mirada fija en su tiempo, puede vislumbrar lo que de funesto hay en él, esas oscuridades que la luz cegadora de los siglos neutraliza. Como magníficamente dirá Agamben, «pertenece en verdad a su tiempo, es en verdad contemporáneo, aquel que no coincide a la perfección con este ni se adecua a sus pretensiones, y entonces, en este sentido es inactual; pero, justamente por esto, a partir de ese alejamiento y ese anacronismo, es más capaz que los otros de percibir y aferrar su tiempo» (Agamben, 2011, p. 18).

Referencias
Agamben, Giorgio. (2011). ¿Qué es lo contemporáneo? En Desnudez (pp. 17-29). (Mercedes Ruvituso, María Teresa D’Meza y Cristina Sardoy, Trads.). Buenos Aires: Adriana Hidalgo.
Bordeleau, Érik. (2014). Comment sauver le commun du communisme ?Montreal: Le Quartanier.
________. (2017). ¿Cómo salvar lo común del comunismo? (Andrés Abril, Trad.). Barcelona: Edicions Bellaterra.
Pignarre, Philippe y Stengers, Isabelle. (2005). La sorcellerie capitaliste. Pratiques de désenvoûtement. París: La Découverte.

«La imposibilidad de apropiarse de la propia vida está en el centro de lo que llamamos el capitalismo» // Entrevista a Diego Sztulwark sobre León Rozitchner

Nicolás Levy: Buenas tardes, Diego. Para presentarte. ¿Sos politólogo, filósofo, sociólogo? ¿Un poco de todo?
Diego Sztulwark: Estudié en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, en los años ‘90, Ciencias Políticas y algunas materias de la Sociología y Filosofía, sobre todo porque algunos años di clase en materia de Filosofía de Sociología con Rubén Dri en la cátedra de filosofía, de la carrera de Sociología de la UBA.
 
Lo cierto es que, para mí, la formación en términos de saberes siempre vino más del mundo de las militancias y de las formas autodidactas de trabajar. Mi última experiencia importante fue trabajar con León Rozitchner y antes con otrxs amigxs y personas que han hecho un trayecto fuerte por su cuenta. Me cuesta bastante definir un campo de formación delimitado. Me interesan, sí, cosas que van entre la política, la filosofía, por ahí.
Erika Vacchieri: Íbamos bien entonces pensando que eras un poco de todo.
Diego Sztulwark: Sí, sí, sí. Con tal de que se sepa que es muy poco de todo, creo que vamos bien.
Carlos Bergliaffa: A partir de la publicación en Lobo Suelto! del reportaje que le hizo Silvio Lang a León Rozitchner[1], quedamos muy conmovidos.
 
Nos sucedió con el grupo de gente con que estudiamos y andamos cerca -que hemos tenido mucha referencia siempre con la filosofía extranjera, básicamente la francesa- el encontrarnos con ese reportaje fue una sorpresa por las cuestiones que él trabaja, ya que nosotros tenemos esas lecturas, pero por autores europeos. Con mucho interés queremos saber ¿cómo fue tu encuentro con León Rozitchner? Nos es llamativo porque desde acá, de Córdoba, el pensamiento siempre tiende a, en vez de pasar por el puerto, pasar directamente en avión a Francia. La pregunta es esa: ¿cómo llegaste vos a ese encuentro con León? ¿A partir de qué líneas de investigación? Y sobre la experimentación que ustedes han hecho.
Diego Sztulwark: Uno sabe lo que hace, pero no tiene tampoco tan claro por qué hace lo que hace, ¿no? Puedo contar el encuentro con León, es más difícil entender por qué uno estaba tratando de entender ciertas cosas.
 
Lo cierto es que la filosofía en nuestra época, digamos en ciertas zonas de la cultura en que nosotros solemos movernos, tienen una referencia muy fuerte a un período muy especial de la filosofía francesa, que es el período de las post guerras, digamos, después de la segunda guerra mundial, creo que ahí, después de Sartre y de esta alianza que se fue haciendo entre tradición filosófica y mundos de las izquierdas. Esa filosofía no es homogénea y ha tenido muchas ramificaciones (Sartre, Merleau-Ponty; Bataille, Blanchot; los estructuralistas; Foucault, Deleuze y Guattari, Derrida; Badiou y Ranciére y un largo etcétera que incluye de un modo muy especial al psicoanálisis lacaniano). Se trata de historias apasionantes que conocemos parcialmente, protagonizada por grandes intelectuales que tal vez ya comienzan a quedarnos un poco en el pasado, aunque aún hoy toda esa producción sigue siendo determinante en el plano teórico. León Rozitchner conoció todo ese proceso muy de cerca, estudió filosofía en Francia, es un doctor de la Sorbona -la más alta distinción de la Universidad francesa- durante los mismos años y con los mismos profesores de Deleuze o Foucault, con quien sin dudas se cruzó durante aquellos años. Quienes sentimos admiración por toda esa filosofía solemos tener también nuestro conflicto con cierta situación colonial que se establece respecto de ella en el campo intelectual. Como si hubiese un idioma y un lugar privilegiado para el pensamiento. El intelectual colonial suele ser una suerte de traductor, o divulgador, o lector lejano y tardío de esas ideas que provienen de muy lejos y gozan de un prestigio que casi nunca se revisa. Se corre así el riesgo de acabar siendo una especie de repetidor de lo que razona una cierta elite intelectual de un país que está en el centro del capitalismo mundial (una situación muy diferente de la nuestra). Creo que León se rebeló muy desde el comienzo con respecto a ese tipo de imposturas, era alguien que tenía muy encarnado, muy presente, el hecho de que la filosofía era sobre todo un tipo lenguaje que debía ser reconstituido a partir de las experiencias propias. La filosofía de León Rozitchner no consiste en la reproducción de pulsiones del mundo histórico francés, sino en una fuerte puesta en juego de lo que le fue pasando a él, lo que le iba pasando en la coyuntura latinoamericana y argentina que le tocó vivir. Esto se traduce en cosas como que, en el año ’62, León está enseñando filosofía en Cuba y a partir del que allí vive, escribe unos de sus grandes libros. O su tentativa de problematizar al peronismo. El tema de la guerra, en nuestro contexto, fue para él central, y su libro sobre Malvinas me sigue pareciendo un libro extraordinario.

Nicolás Levy: A mí me pasaba de verlo a León en las entrevistas y sentirlo liviano, sentirlo contento. Él decía: “nunca leería la cantidad de cosas que leyeron estos tipos (Deleuze, etc.), tienen una cabeza para desarmar la estructura occidental de pensamiento. Y yo en cambio me iba y me ponía a vivir cosas.” Me parecía alucinante esa relación con el conocimiento de decir: “por momentos me iba. Porque me aburría, porque no quería leer todos los libros que estaba leyendo.”[2]

Diego Sztulwark: Claro, esa vitalidad tan característica suya. Una vitalidad muy animosa junto la historicidad propia, sería un modo de aproximarnos a su tono. Hay algo conmovedor en ese tono, tal vez no tengamos tantos ejemplos vivos que nos puedan inspirar en ese sentido, personas de nuestros contextos que inventan un lenguaje propio y saben pensar lo que les pasa sin estar repitiendo discursos prefabricados. Ahí está la frase que León citaba: “es necesario ser arbitrario para hacer cualquier cosa”. Pertenece al escritor Paul Valéry. Parece que la encontró apenas llegó a Francia a estudiar. Le fascinó esa frase. Decía “esa frase habla de mí”. Lo cual significa que él no se autorizó a sí mismo en el saber académico sino en su deseo de jugar, de vivir, de existir, de dar cuenta de lo que le pasaba a él. Eso hace de León un personaje fascinante: haber atravesado una experiencia de pensamiento sin ceder en lo fundamental que es el propio deseo.
Carlos Bergliaffa: Pienso que un aporte tuyo son las preguntas sobre las subjetividades y las afectividades en esas subjetividades. Y, en la crisis del 2001, sobre el desarrollo de las subjetividades y afectividades neoliberales.
 
Me llamó la atención el año pasado y te interrogué mucho sobre eso, sobre qué desarrollos tenías al respecto.
 
A ese tipo de presentación que vos hacías yo no la podía engarzar efectivamente con ningún pensamiento. Me llamaba la atención que era como tomado de algún tipo de conexión con ciertas existencias y carnalidades que podían presentar esas cosas. Esa huella también la encuentro en el colectivo #NiUnaMenos, en Juguetes Perdidos como experimentos de escritura y de expresión.
 
Lo que me llamó la atención es que cuando te vi en los videos haciendo estas charlas con León, vi que ese modo de él de hacer no es una “filosofía del pensamiento” sino la expresión de una existencia, a través de un lenguaje, que es el lenguaje de la filosofía, para él. Y que además estos colectivos que vienen como en relación con el Colectivo Situaciones han tenido un modo de expresión que trata de manifestar las existencias, no las ideas sobre las existencias.
Diego Sztulwark: Como te decía, uno sabe lo que hace, pero no sabe tanto por qué lo hace. Está bien detectar la experiencia de lo que fue el Colectivo Situaciones, que fue un intento de formar una iniciativa de investigación militante, aunque fue algo chico y en el contexto de muchas otras experiencias. La idea era reorganizar un poco la relación entre militancia política y cuestión teórica. La cuestión era formular una práctica teórica nueva, en la que la teoría no viniera después, desde arriba. Que no fuera conclusiva, ni una traducción de teorías ya hechas. Y que la práctica fuera una práctica muy diferente de la militancia política clásica, que a su manera también siempre se define por el hecho de que tiene una línea, tiene un saber, tiene unas expectativas sobre las situaciones, que les vienen siempre de afuera de las situaciones mismas, y es muy poco permeable y muy poco sensible a moldearse por lo que en ciertas situaciones está ocurriendo. Entonces nosotros pensábamos que tal vez no haya que tener una línea política, sino una porosidad con lo que en las circunstancias de lucha social se empieza a formular como verdades necesarias para esa propia lucha. Tal vez la teoría no sea otra cosa que el intento de producir unas imágenes de pensamiento que también sirvan para el desarrollo de esas luchas. Más que tener doctrinas, teorías, líneas, etc. -que inevitablemente siempre algo de eso tenemos-, hacer un ejercicio de trabajo. Por ahí es el trabajo más difícil, que es estar dispuesto a abandonar el narcisismo individual y colectivo e intentar producir con otras herramientas, instrumentos, imágenes, afectos, que permitan darle potencia a una cierta lucha, a una cierta situación.
 
Todo esto se dio en el contexto de la crisis del 2001, con la aparición de los movimientos sociales autónomos que tenían un fuerte protagonismo en un cierto ciclo de luchas y creo que en ese momento esa experiencia fue muy rica para todos los que participamos de una o de otra manera de esas circunstancias. Y después, algunas líneas de esa experiencia fueron derivando a otras muy diferentes.
 
Lo de #Ni una menos es otra cosa, se nutre de otras experiencias. En todo caso es muy interesante reconocer en este movimiento cosas que veníamos intentando en otro contexto. Es interesante el ejercicio de hacer una genealogía de lo que se mueve en una sociedad, sobre lo que estimula a seguir pensando más pegado a situaciones y menos en términos de una teoría general y más de conceptos estratégicos, van madurando.
 
En mi caso personal, creo que la búsqueda de pensar lo que pasa toma un giro nuevo en el encuentro con León Rozitchner. El suyo es un pensamiento completamente sensual. Es lo que intentamos captar con los videos, porque se puede ver que es un pensamiento muy encarnado, es un pensamiento muy gestual. Es muy importante el tono de voz de Rozitchner cuando habla, es muy importante la gestualidad, es muy importante ver cómo la cosa pasa por él. Yo creo que ese “pasar por uno mismo” era un poco el ideal de trabajo al que el colectivo, en cierto momento, estaba apostando. Es decir, que, en cada lucha, en cada colectivo, cada compañero o compañera que haga una experiencia, la cosa pase por uno. Creo que ahí quizás se haya armado una especie de continuación de esa búsqueda.
Carlos Bergliaffa: La circulación de videos, charlas de radio, libros y textos que produjeron sobre León, la edición de Biblioteca Nacional de su obra, por ejemplo, deben haber sido eventos muy importantes para ustedes.
 
La pregunta es si la referencia de Rozitchner es para el colectivo o es algo que vos tenés particularmente con él y has ido haciendo pasar cosas para el grupo.
Diego Sztulwark: Creo que hay un período del Colectivo Situaciones, que podríamos nombrar desde el año 2000 al año 2008, muy intenso donde el grupo es un grupo de fusión, donde la idea de grupo es más potente y es más fuerte que cualquiera de las individualidades que lo componen. Después esa idea de grupo deja de funcionar así, y pasa a haber una especie de socialidad compartida. Pero ya no hay estrictamente un grupo sistemático actuando de manera tan unificada.
Carlos Bergliaffa: Ustedes se desunieron y desorganizaron cuando se creó Unidos y Organizados.
Diego Sztulwark: Es una manera de decirlo. Para nosotros como colectivo, cuando el kirchnerismo comienza a generar una micropolítica militante -allá por el conflicto con el campo, la derrota electoral de 2009 y el comienzo del conflicto con Clarín; en ese momento, que es un poco la mitología del relato kirchnerista- teníamos una percepción bastante propia de lo que está pasando en el país. Ahí proponemos pensar que en realidad lo que está ocurriendo es que hay un impasse del movimiento social autónomo, no una ofensiva del movimiento popular. Entonces era bastante difícil, porque la percepción de muchísimos amigxs y compañerxs era exactamente la inversa, para ellos era el momento de efervescencia de la militancia popular después de los años ‘70. Nosotros veníamos pensando más en el protagonismo del movimiento social autónomo, ligado a la producción, ligado a los territorios (y estábamos pensando en términos de un imaginario nuevo, si querés más influenciado por el zapatismo, más influenciado por esto que veníamos llamando los rasgos autónomos de ciertas luchas). Y resulta que esta nueva militancia retoma de manera intensa otros imaginarios, que dan centralidad a la idea de conducción política, la idea de lo popular como vinculado a lo nacional, todo eso sustituye en partes al imaginario del 2001, que era más libertario. Al mismo tiempo notamos que lo que a nivel de programa de gobierno estaba pasando era una suerte de neodesarrollismo-neoextractivismo, que volvía a poner en el centro de todo al Estado, junto a la idea de la industria y del trabajador industrial, cosa que nos parecía un error en el sentido de que esas categorías no permitían pensar transformaciones del mundo del trabajo.
 
Creíamos que eso implicaba un impasse de un imaginario autónomo del movimiento social. Si nos faltó entonces entusiasmo para tomar parte de una manera más abierta a la nueva participación de las militancias creo que es porque nos estábamos dando cuenta que nuestro tipo de trabajo, tal como lo habíamos pensado, ya no estaba dialogando con la dinámica social.
Las organizaciones sociales habían cambiado mucho. La cuestión de la subjetividad estaba muy relegada y creo que con el paso del tiempo esta tendencia se fue acentuando.
 
A la larga los sectores más sensibles del propio kirchnerismo debieron admitir que sus logros económicos y políticos venían acompañados por una subjetivación neoliberal de la propia sociedad.
 
Esos años el diálogo con León fue continuo. Nosotros en ese momento sacamos un libro que se llamaba 19 y 20 de diciembre. Apuntes para un nuevo protagonismo social[3], donde lo entrevistamos. Ya lo considerábamos un interlocutor importante. En este libro del 2008 sobre el impasse, le hacemos una entrevista muy larga, que es una entrevista donde él habla de toda su trayectoria. Esa entrevista para mí es muy querida, muy importante. Después sí, seguí yo, de manera más personal, trabajando con él, haciendo la película.
Cuando León falleció hicimos las jornadas León Rozitchner[4], y con Cristian Sucksdorf hicimos la edición de su Obra, con la Biblioteca Nacional. Ese sí ya es un camino más personal, por más que el mundo de complicidades colectivas en que nos movemos hace que después todo esto se comparta, se realimente y circule de varias maneras.
Nicolás Levy: Recién hablábamos de la anécdota que cuenta León sobre la oportunidad que tuvo de conocer al Che Guevara, en Cuba, y que finalmente se encontró con otra persona, que le resultaba mucho más importante ese día. ¿Te acordás, Diego?
Diego Sztulwark: Sí, es una anécdota muy linda. Está en el segundo de los videos. El capítulo es “Moral burguesa”, por el libro Moral burguesa y revolución, que escribió Rozitchner en el ‘62 en La Habana, y publicó después en Buenos Aires.
 
La anécdota es bastante expresiva de lo que decíamos antes de su vitalismo, su sensualidad. Sucedió cuando estaba en Cuba, dando clases. Cuenta que estaba en La Habana, iba a haber una reunión en donde él iba poder conocer al Che Guevara, algo que él deseaba mucho. Y justo en ese momento llegaba a la ciudad una persona que él amaba, Diana Guerrero, hoy detenida y desaparecida. Coincidía la llegada de Diana con el momento en que iba a ser la reunión con el Che. Y él decidió no ir a conocerlo, decidió quedarse con su amante. En el momento que lo cuenta, él recuerda un poco a Diana y dice “ella se lo merecía”. Ahí hay una elección por la sensualidad como fundamento de la posición ético-política.
 
Si podemos ver después lo que fue el derrotero de la simbología vinculada al Che Guevara, hay que decir que muchas veces se ha aceptado hacer del Che un Cristo. Es decir, una especie de ideal, en nombre del cual sacrificar la propia sensualidad. Por supuesto que el contenido histórico del Che Guevara es infinitamente más rico que esto que estoy diciendo, pero justamente pulsiones como esa, que Rozitchner pone en juego con esta anécdota, permiten pensar a qué llamó él “izquierda sin sujeto”. Es uno de sus artículos míticos del año ‘66, publicado en La rosa blindada[5]. ¿Qué pasa cuando la izquierda se vuelve sólo teórica, sólo idealista, sólo racional, sólo admirativa, y no pone en juego los más corporal, lo más material, lo más afectivo que es la propia sensualidad como parte misma de un proyecto social y político?
Nicolás Levy: ¿Se quedó sólo en esa época con ese libro, con ese planteo?
Diego Sztulwark: Creo que ese texto era parte de un intento de la nueva izquierda de la época, influenciada por la Revolución Cubana, de discutir: por un lado, con John W. Cooke y una parte del peronismo revolucionario, pero también con lo que al poco tiempo ya fue la incorporación del althusserianismo teórico, y la idea de las estructuras, de los procesos sin sujetos y una serie de enunciados del marxismo de entonces. Imagino que por aquellos años Rozitchner debe haber sido un filósofo bastante leído.
 
Desde esos años aparece una enorme preocupación suya. Una relación problemática de la izquierda argentina con la violencia política. Problemática en el sentido en que llevaba a la derrota. Es posible que, si uno relee hoy los textos de Rozitchner desde La izquierda sin sujeto a su libro sobre Perón, vaya encontrando un cierto desarrollo respecto al tipo de uso de la violencia política de los años ‘70, que no es una condena a la violencia como hizo después la socialdemocracia o la gente que se arrepintió de la lucha. Es una crítica de izquierda que no condena la violencia por ser violenta, sino que pide hacer una distinción entre violencia y contraviolencia. Y el esfuerzo teórico que hizo fue muy fuerte, porque fue el esfuerzo de leer de vuelta al teórico de la guerra Carl von Clausewitz, para encontrar en la filosofía de la guerra la diferencia entre una violencia ofensiva, conquistadora, que tiende a utilizar la categoría de asesinato como categoría posible de la violencia; y lo que él llamaría una contraviolencia de izquierda, que es siempre defensiva, siempre parte de la movilización popular y que nunca incorpora como razonamiento fundamental el asesinato.
 
Esa es para mí una de las líneas más ricas del pensamiento de Rozitchner, por su actualidad. Porque hoy se acepta de manera muy fácil que la violencia ya no es parte de la política, que la violencia ya no es parte de la historia. Y en buena medida uno celebra y apoya eso, porque cuando hablamos de violencia, hablamos de aumento de la violencia represiva, o la violencia asesina, o la violencia loca. ¡Pero justamente esta es la violencia que aumenta! ¡Matan mujeres y matan jóvenes en los barrios todo el tiempo! Lo dice el Colectivo #NiUnaMenos, lo dicen los organismos de DDHH. El problema de la contraviolencia sigue planteado, y lo que hay que dilucidar es cómo se resiste a este tipo de violencia asesina. Cómo los cuerpos individuales y colectivos pueden tener categorías, elaboraciones, formas de componerse una ética, que corten con la violencia opresiva, que corten con la violencia asesina sin repetirla, sin copiarla, sin volverse ella misma asesina y loca, derechista.
Yo creo que es una pregunta fundamental, porque en el pensamiento de Rozitchner se trata de elaborar la derrota y no de acomodarse a la derrota.
 
Entonces, fíjense que hace un rato les estaba diciendo que me parece que Rozitchner no se acomodaba bien a una reivindicación del tipo idealista del Che Guevara, y ahora digo que justamente por eso lo puede recuperar extraordinariamente bien, no aceptando que ya no se discuta el problema de la violencia. Y sobre todo denunciando que el tipo de violencia asesina que anda dando vueltas no puede ser nunca el modelo de la violencia revolucionaria.
Carlos Bergliaffa: También hace una referencia al psicoanálisis en el mismo término, hablando sobre de Freud y Lacan, respecto de la carnalidad que le parece que tiene Freud y la relación virtual con el signo que tiene Lacan. O los freudianos y lacanianos. La pregunta es: ¿cómo se llevaban estos grupos con lo que él iba diciendo? Por ejemplo, el psicoanálisis o la izquierda, cuando él dice estas “irreverencias” respecto de lo que la izquierda piensa del Che Guevara. ¿Cómo se llevaba el pensamiento, al menos el de Buenos Aires, con él?
Diego Sztulwark: El libro de León Rozitchner sobre Freud es del ‘72. El primero de los libros, el más importante, se llama Freud y los límites del individualismo burgués. Lo sacó Siglo XXI en su momento, después fue reeditado en la obra completa. Es un libro muy voluminoso. Uno de los más importantes, aún hoy, de los textos en castellano sobre Freud. Y cuando salió, tuvo una conversación con lo que fue el período más guevarista de Rozitchner. Porque el problema de la Revolución Cubana, planteado por el Che Guevara, estaba puesto en el peso del papel subjetivo. El problema de la alienación, el problema del “Hombre Nuevo”, de cómo se modifica la subjetividad en una Revolución Socialista. En los incentivos morales, más que materiales. Las condiciones subjetivas, no sólo objetivas. Es decir, había una problemática bastante fuerte a partir de la Revolución Cubana, extendida a todo el continente, sobre el papel de la subjetividad en la transformación política. Este libro introduce a Freud como un mecanismo para interrumpir el discurso del marxismo dogmático. Un marxismo que no da lugar a la pregunta por el sujeto, por el individuo, por los afectos, por la autotransformación, por los miles de vericuetos de la subjetividad sin los cuales no hay transformación histórica.
 
Creo que eso es lo que Rozitchner propone.
 
El mismo año salió El Anti-Edipo de Deleuze y Guattari, y hasta cierto punto las preocupaciones son bastante comunes. Cómo sería un Marx sin estalinismo y un Freud por fuera del ideal de profesión liberal, el psicoanálisis como profesión liberal que delimita la terapia al inconsciente familiarista del individuo. Cómo se vuelve a trazar una relación entre deseo y campo histórico político. Esa es la preocupación.
Tengo la impresión de que Rozitchner se sintió ninguneado luego de que esta propuesta suya no tuviese tanta repercusión y si la tuviese en el campo de psicoanálisis, el lacanismo. Masotta y otros personajes muy relevantes que además provenían de la revista Contorno, igual que él, dieron lugar a la incorporación del lacanismo que se volvió bastante hegemónico en el campo psicoanalítico. Me parece que en la facultad de psicología Rozitchner quedó como un pensador ausente.
Nicolás Levy: Viste que estaba el Tato Pavlovsky, Baremblitt, que también estaban medio solos cuando trajeron El Anti-Edipo acá. ¿Hay vínculos ahí?

Diego Sztulwark: Yo sé que vínculos hubo, porque León fue una persona muy activa en la cultura. No me parece que haya sido marginal o marginado. Él vivía haciendo grupos de estudio, y es muy llamativa la cantidad de gente que estudió con él y después ha tenido cierto protagonismo en la cultura. Pero creo que la investigación de León en ese sentido fue muy propia, muy autónoma, muy a nombre propio. Él evitó situarse en alguna de las grandes corrientes de la cultura europea (a pesar de la fuerte influencia que tuvo de Merlau Ponty): no fue foucaultiano, no fue lacaniano, no fue derridiano. Agarró sí, Marx, Freud, algunas líneas fundamentales de la cultura occidental e hizo un camino propio. La lectura que él tenía del lacanismo es muy original también. Por lo general, la gente que se rompe la cabeza estudiando Lacan no acepta el modo en que Rozitchner lo lee. Me parece que para León el paso del freudismo al lacanismo involucra una pérdida esencial, y esa pérdida pasaría por el lugar que ocupa el cuerpo. Para León hay en Lacan un desplazamiento hacia lo lingüístico, el universo teórico del significante, el inconsciente tomado como lenguaje, etc. Todo este pasaje a las estructuras, todo este pasaje a un lenguaje que León siente desmaterializado –y muy paralelo al momento en que Althusser escribe un marxismo que desmaterializa al sujeto- lo lleva a rechazar lo que entiende como una volatilización de la dimensión corporal-afectiva del sujeto. De nuevo la insistencia de lo sensual como clave, que no va bien con un pensamiento que girase tanto a la lógica del lenguaje puro, tanto a la cita de la cita de la cita, tanto del razonamiento enroscado en el razonamiento. León sospechaba del intelectualismo estructuralista, percibía allí, creo, una docilidad  frente al modo en que los poderes se inscriben en el cuerpo, el modo en que la burguesía va marcando distancias al interior del propio sujeto o -diría Spinoza- cómo la impotencia se elabora en los afectos. Me parece que esa percepción lo lleva a rechazar un tipo de psicoanálisis que se desprende de la historicidad política, que se desprende de la tarea de articulación -que es lo que él esperaba- de las instancias que volverían a situar al sujeto como una fuerza material, fuerza revolucionaria, fuerza colectiva. Ahí hay un núcleo central de impugnación de Rozitchner al lacanismo, y hay que decir que el lacanismo en el mundo literario, en el mundo crítico, en el mundo académico, en el mundo psicoanalítico local es influyente. Creo que sí, ahí se sintió aislado en un campo de discusiones que para él era fundamental.
Carlos Bergliaffa: ¿Hay algo de esto que disputaba León, respecto de la separación de los saberes y la carne, que forma parte obviamente de lo que se podría llamar el pensamiento macrista, de Cambiemos? Porque hay mucho de lo que vos estabas diciendo que me hace acordar a cosas que dice Alejandro, el hijo. Siento ese modo despegado o ajeno, que no tiene que ver con una experiencia de memoria de cuerpo o de sensibilidad de cuerpo en lo que él dice.
Diego Sztulwark: Me parece que sí, que eso es un poco lo que nos toca a nosotros asumir como tarea crítica del pensamiento en este momento. ¿Qué cosa es esta nueva expresión de la derecha argentina y del neoliberalismo en nuestro país que ha logrado un momento de dominio político? Tuvo su momento y todavía no sabemos bien qué tipo de mutación social y que perdurabilidad de mutación social va a implicar el macrismo. Así que me parece que vale la pena tomar el macrismo en serio y pensar un poco dónde está su fuerza. Que el hijo de León sea quien le escribe los discursos más estratégicos al presidente, los que pronuncia los primeros de marzo en la Asamblea Legislativa, no deja de llamar la atención.
 
Y me parece que, si uno se toma el esfuerzo, yo me lo he tomado, de leer un libro de Alejandro Rozitchner (Evolución Argentina) se va a encontrar con esta racionalidad difícil, se trata de una literatura ligada a la autoayuda y a formas muy simplistas de enunciación, cuesta leerlo, uno está muy tentado en decir “esto no tiene valor, está mal hecho, no es serio”, pero si uno se toma el trabajo de entender qué cosa es ese discurso para preguntarse también qué efectividad puede tener, se puede encontrar con algo que sí tiene un sentido. Por un lado, se trata de dar cuenta de un corte efectivo con lo que es el mundo de los valores de uso, de los valores del disfrute, los valores de lo que llamaríamos una emocionalidad que permite componerse con otros, una sensibilidad que permita reconocerse con otros y construir fuerza pública y fuerza colectiva. Eso que León atribuía al modo de subjetivación capitalista y que quería que la izquierda de su época comprendiese es retomado por su hijo en un sentido inverso. Lo que Marx teoriza cuando afirma que el capital quiebra la vida de las personas en dos, quiebra el tiempo de la vida en dos. Hay un tiempo en que se trabaja para uno y un tiempo en que se trabaja para el patrón. Y es el tiempo no pagado, el plusvalor de la explotación. Entonces, es claro que la imposibilidad de apropiarse de la propia vida está en el centro de lo que llamamos el capitalismo. Es la vida de cualquier trabajador, la dificultad de encontrarse consigo mismo. Es todo el problema de la alienación en Marx.
 
Yo creo que la novedad en los Alejandro Rozitchner respecto de las presentaciones anteriores de lo neoliberal en la argentina es que procuran aportarle al discurso del capital un revestimiento de palabras simpáticas, de proximidad y amabilidad, en forma de encuestas o ese tipo de cosas. Y si no cuaja es simplemente porque el discurso del capital es muy despótico, tiene una violencia intrínseca fundamental.
 
Lo que los Alejandro Rozitchner le aportan al capital es justamente un discurso sobre el disfrute, sobre el goce, sobre la libre elección, sobre la realización personal. Es como si tomasen de la crítica al capital los temas, los lenguajes y los elementos para proponer una nueva manera de adhesión a la vida capitalista. ¿Cómo? Básicamente su idea es que hacer la crítica del capital es muy triste, hacer la crítica del orden es muy costoso. Y si vos hacés la crítica del capital tenés dos posibilidades: o sos un terrorista, o sos alguien que no logra adaptarse al mundo, entonces hay algo patológico. Del lado del bien, digamos, de la gente que quiere vivir bien y gozar la vida, lo que queda es la adaptación (un tipo de adaptación que llaman “creativa”). Se trata de un llamado a entender que el deseo tiene que ir por dentro de lo que el capital ofrece como posibilidad, por dentro de la forma empresa. Es ahí donde hay libertad posible, amor posible, disfrute posible. Es muy notable el juego de reflejos invertidos, porque el sensualismo que León Rozitchner suponía que le estaba aportando al mundo revolucionario, es ese mismo al que Alejandro Rozitchner acude para ponerlo a disposición de las formas de explotación capitalistas más miserables. Entonces me parece que ahí nosotros tenemos un problema muy serio. Ya no estamos enfrentando el discurso de la violencia o el discurso de la desposesión, simplemente. Sino este discurso que logra cierta efectividad en determinadas circunstancias y sectores sociales. Provoca –veremos hasta dónde- una adhesión voluntaria al proyecto del capital. Ese es un tema serio sobre el que vale la pena seguir trabajando.
 
[Fuente: Paradigma– Programa nº 2 – Año I – 2017 – Jueves 1º de junio]

Paradigma por Radio Eterogenia, Centro Cultural España Córdoba, Argentina.


[3] Colectivo Situaciones, 19 y 20 de diciembre. Apuntes para un nuevo protagonismo social, Ediciones de mano en mano, Buenos Aires, 2002.

Podemos desde las prácticas autónomas de lucha e investigación construir un diagnóstico de las coyunturas políticas actuales en Latinoamérica? // Conversación con Diego Sztulwark

entrevista radial en Vitrina Distópica

¿Podemos desde las prácticas autónomas de lucha e investigación construir un diagnóstico de las coyunturas políticas actuales en Latinoamérica?. Aproximándonos a las diversas inteligencias grupales en la historia reciente de argentina y de otros procesos de politización latinoamericanos, ¿cuáles son las urgencias y los desafíos que hacen emerger una nueva imaginación política para traducir las transformaciones del capitalismo y la sofisticación de los mecanismos de explotación del cuerpo y las subjetividades?. Desde la experiencia del ex-colectivo Situaciones ¿Cuáles fueron las coyunturas históricas en Argentina que lo constituyeron y las estrategias e inventivas que propusieron para enfrentarlas?¿Qué pistas nos entregan las inventivas políticas, como lo fue la investigación militante, para traducir el contexto actual de una pedagogía de la crueldad y una desensibilización entre los grupos sociales?. Frente a este contexto ¿cómo asumir una sensibilidad del desafío entre colectivos, grupos sociales, microprácticas de organización que logren interrumpir la codificación neoliberal de la vida?

Fuerza propia // Diego Valeriano

Las que miran desde el bondi, los atontados por la falopa, los vendedores de zoquetes, los que cortan el pasto de la vereda, los que venden bolsas de residuos, los que descartan piola, las que usan calzas y camisetas de futbol, los que fumando esperan que tiren las hamburguesas del Mc Donalls, las que se exhiben en instagram, los que tiran cortes, los letristas de campaña, los que se refugian cuando no se puede otra cosa, los que bajan en Flores, las que traen una tiza de lejos, los que fracasan con un indoor, los que te hacen bajar la vista cuando te miran mal desde el carro, los que pierden y no se quejan, las que ya no se pueden ir, los guachines, los que escabian de mañana, las que no se dejan educar, las turras, los que postean angustiados, las doloridas, el que vende tortillas en la estación de Muñiz, los que toman la chanchita en Temperley, la piba que quiere todo, las que ya no creen, los que no tienen ni idea de que mierda es el futuro, las que votan con desgano, los que siempre pierden, las feriantes infinitas, los que no vieron el recuento, la que ni extraña, tus enemigos, los que ya ni creen en Cristina,  los que nacieron en el 2001, los veranos en ruta 4, los que odian la política, las que deambulan por la ciudad, los que transan, los que ranchan, los que saben que el presente es lucha, las que saben que el consumo libera.  

Clïnamen: Tres muertes en el conurbano

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Conversamos con el periodista Diego Genoud a partir de su investigación sobre las muertes de Julián “Iki” Darío, Omar Ibañez y César Méndez en el conurbano bonaerense. Las organizaciones sociales y las militancias barriales. La exposición de quienes se oponen a los grupos narco y la especulación inmobiliaria con complicidades políticas. Y de bonus track, un análisis de Diego sobre el resultado de las PASO.


Ellas bailan solas // Verónica Gago

De la feminización del arco de candidatas que ofrece esta vuelta eleccionaria se desprenden muchas lecturas: por un lado, la contundencia de Ni Una Menos y su carácter irreversible en su puesta de cuerpos e ideas en la calle y, por otro, esa narrativa que nos estereotipa con matices tan apretados como la gestión Cambiemos pretende imponer en su política económica. Porque nuestros sueños y deseos no caben en las urnas, qué se pone en juego cuando votamos mujeres y a quienes representan ellas cuando llegan al poder. Una radiografía de Lilita Carrió, María Eugenia Vidal y Cristina Kirchner y los pilares que construyen con sus perfiles públicos.
En la escena electoral las tres figuras principales fueron mujeres: Cristina Fernández de Kirchner, Elisa Carrió y María Eugenia Vidal. No pasa desapercibida una feminización de la política. Se habla de “ella”, acá y allá. ¿Pero es un latiguillo o algo más? Algunos analistas por supuesto señalan a las figuras femeninas sólo como mascarón de proa: lo que importa es la ratificación del poder de Mauricio Macri. Es una forma de devaluarlas. Otros lo evalúan como mera estrategia electoral: marketing de época. Es una forma de banalizarlas.

Pero el punto es volver, una vez más, sobre lo que expresan las figuras femeninas mayoritarias en términos de votos y representatividad política. Por eso la feminización tiene dos lados. Entendida en su aspecto sólo cuantitativo refiere a que más mujeres ocupen espacios, en este caso de poder. Ese es sólo un primer aspecto y respalda todas las políticas que hablan de cupo. Pero también permite medir límites: eso parece haber pasado con la impugnación judicial de una lista compuesta sólo por mujeres en Santa Fé.

Sin embargo, la feminización de la política, de modo más sustancial, es un campo de batalla sobre los sentidos de lo femenino que se moldean en esas figuras, sobre los gestos que consagran una definición de lo que hacen las mujeres en y con el poder, de las estampas que los medios producen sobre ellas y de las agendas y políticas concretas que pueden o no llevar adelante.

Pero este protagonismo de mujeres en la escena política partidaria no es un dato de “color”, como suele analizarse, si lo leemos exigidas por el contexto de las masivas movilizaciones de mujeres, lesbianas, trans y travestis que han tomado las calles, las casas, las camas y los espacios laborales, comunitarios y estudiantiles en los últimos tiempos. No porque una cosa explique la otra. Sino porque es el movimiento de la calle el que produce visibilidad para otros cuerpos feminizados y para otros modos de enunciación política; porque es en la calle donde se cocinan otras ideas de construcción de poder y otra interpelación a la escena pública que se desboca, se ensancha y se desalinea de las arquitecturas de las listas y las campañas mediáticas. 

Desde esta otra visibilidad callejera, lo público mismo está en disputa cuando no queda monopolizado por el cronograma electoral ni reducido a sus fechas y avatares. Eso quiere decir la consigna histórica de muchas feministas de que nuestros sueños, deseos y prácticas no caben en sus urnas.

Cuando las mujeres, lesbianas, trans y travestis toman las calles se produce una política distinta,con capacidad de cuestionar, exigir y disputar la idea misma de feminización de la política. Incluso para decidir abandonarla y regalársela al mercado.
Pintar de blanco
La emergencia de la gobernadora María Eugenia Vidal como la figura más destacada del escenario electoral revela un modo claro en que la feminización de la política puede declinarse. Ella cosecha adhesiones con sus modales de madre conciliadora y comprensiva, pero con autoridad moderada. Logra combinar tradicionalismo con modernidad: se separó de su marido (el intendente de Morón, Ramiro Tagliaferro) apenas inició su gestión sin alterar un ápice su estampa de esposa diligente. Y eso es porque logró transmutar esa entrega a una pura dedicación a la gestión. No deja de repetir a qué hora ya está en la gobernación y el sacrificio familiar que eso implica. Pero tiene una tarea y se reivindica sensible como ninguna gobernación peronista en las últimas décadas ha logrado serlo en la provincia. Otro punto fuerte de su impronta es cómo Vidal hace de la cuestión de la seguridad una preocupación personal. Por eso, luego de recibir amenazas, decidió mudarse y ahora su casa es en la Base Militar de Morón. En una entrevista reciente con Jorge Lanata justificó la elección en relación a sus hijxs: “Yo me iba todo el día y ellos quedaban solos. Esta casa se usaba como recepción. Cuando pinté de blanco, empezó a ser más mía. Armé los cuartos con mis hijos. Al principio, costó. Trato de no pensar que es una base, hasta que entro. Trato de vivir como una casa más” (negritas en el original).

Vidal es la contracara perfecta de un conurbano que se presenta como tierra de nadie o como una especie de lejano oeste “incontenible” o ingobernable. Ofrece esperanza de pacificación. ¿Quién no quisiera pintar de blanco todo el conurbano y dejar de pensar que es un territorio militarizado? Ella habla de su casa, pero su casa no es cualquier lugar. Metaforiza, en un lenguaje de gestos nada ingenuo, una lectura de buena parte del electorado.

Ella pareciera decirnos que la seguridad tratada como una cuestión de “deco” y de preocupación por los hijxs se hace menos truculenta y más cotidiana, menos agresiva y más palpable. Y los lugares militares (espacios del horror de hace algunas décadas) logran aggiornarse si tratamos de no pensar en lo que son y los redefinimos como un modo de enfrentar a las “mafias” (presentadas como el “horror” actual). Las mafias que la gobernadora pone como ejemplo, en la misma nota, son los empresarios de… ¡La Salada!

Así, su blanquitud se quiere piadosa: su vara es el esfuerzo y no los condicionantes de clase. Su preocupación principal son los hijos y no los “delincuentes”. ¿Quién no se siente interpelada por armar los cuartos con los hijos y ofrecerles un lugar seguro? ¿Quién no comparte la preocupación de dejar a lxs hijxs cuando se sale a trabajar? 

La función clásicamente femenina y contenedora, de romantización del hogar ahora en clave de securitización, se cumple a la perfección y condensa el miedo difuso y difundido entre todxs y que hoy se llama inseguridad. Ella lo escenifica además en jeans y sin tailleurs. Nada dramática pero mostrándose convencida (así como gestionó el conflicto con lxs docentes a principio de año).

Eso sí, Vidal no dio respuesta cuando las trabajadoras despedidas de un día para otro por la transnacional Pepsico le pidieron no ser reprimidas por la policía bonaerense y le dijeron que también eran madres: “Muchas de nosotras somos sostén de hogar, madres solteras, esposas que llevamos parte de lo necesario para sostener a nuestras familias”, le escribieron en una carta. O sea, a pesar de la valorada función procreadora, no todas las madres son iguales. 

Con esta modalidad política, Vidal logró cubrir con su legitimidad a un candidato que, vapuleado por sus lapsus incluso en la prensa internacional, parece haber puesto en palabras el inconciente colonial de nuestra ciudadanía. 

Sin carisma de ningún tipo, a Esteban José Bullrich Zorraquín Ocampo Alvear sin embargo le sobra linaje, tradición y propiedad. Por eso le quedó tan familiar hablar en Neuquén de una “nueva Campaña al Desierto”, al inaugurar un hospital-escuela, verbalizando de modo anticipado y sin querer queriendo los fundamentos de la política de represión actual de la otra Bullrich, Patricia, contra la comunidad mapuche.

Volvamos a Vidal. Hoy ya es festejada como una candidata presidencial para 2019. El artífice del marketing de Cambiemos, el asesor Jaime Durán Barba, parece que le había dicho que la clave de su éxito era  “mostrar que ella puede hacerse cargo de todos los problemas y resolverlos”. Vidal parece buena alumna. La feminización de la política también tiene este rostro de eficacia neoliberal donde el esfuerzo de las mujeres tiene metas que pueden medirse pero que a la vez son indefinidas en un horizonte de sensibilidad sin límites, impulsadas por un esfuerzo denodado que parece convalidarse en la propia experiencia histórica como mujeres.

La portada de la Revista Caras acaba de pontificarla por su estilo “natural-chic”: “impone tendencias: ponchos, minifaldas y outfits prácticos para una mujer todoterreno que asume desafíos sin perder su esencia”. O sea, asumir desafíos podría ir en contra de la esencia femenina pero no si se lo puede hacer con cierto decoro. La esencia, claro está, es la racionalidad multitarea (todoterreno) exitosa del neoliberalismo emprendedor que pone los desafíos a raya. E incluso a veces el estilo natural chic incluye enojos como el que mostró y fue tan festejado frente al periodista de Intratables, Diego Brancatelli. Su frase para comentar el sobrevalorado episodio parece estar bastante pensada: “Sí, me enojé, hice lo que sentí”.

El video que hizo del timbreo a lxs vecinos, donde se la muestra emocionada por volver a la carnicería de su barrio, fue parodiado en las redes pero no deja de generar dudas de su eficacia.

Tal vez Mariúya está imaginando pintar la Casa Rosada y convertirla en la Casa Blanca. El rosa ya no nos representa, podrá decir. 
La incontenible
Lilita Carrió logró un éxito rutilante en los comicios. La mitad de la ciudadanía porteña y en todas las comunas la eligió en las PASO, consolidando una vez más el bastión donde el experimento macrista se hizo fuerte. La figura femenina que enarbola es la de la pedagoga. Ella misma lo reivindicó en el discurso público. Aun así, se deja retar y sonríe. Macri lo hizo en pleno festejo. Haciendo referencia al almuerzo que habían compartido el mismo domingo, la denigró por comer: “Le dije a Lilita que coma liviano porque teníamos que festejar y no dejó nada en la parrilla”. A la pedagogía del discurso, esa cruzada contra la corrupción y la mafia que es la marca de largo plazo de Carrió (y que en otros momentos le hizo ganar los votos progresistas), sumó ahora una nueva faz corporal pero a la altura de la campaña. Se la veían en muchas publicidades abrazando gente, escuchando. Como una performance de abrazos gratis (esa que hoy se difunde en algunas plazas y marchas), Lilita multiplicó una imagen donde el liderazgo carismático de una mujer que tiene una misión en la vida interpela a sus votantes desde la contención. 

Ya no solo el enojo y la tribuna, ahora la apuesta fue a la amabilidad y la sonrisa. Tal vez teniendo en cuenta cómo Durán Barba la había caracterizado el año pasado-”esa señora que tiene una lengua tan larga”- se comprende la apuesta comunicacional. Hay que recordar que Carrió no se privó de criticarlo y de decir que él la odiaba.

Esta vez su imagen se centró en los carteles de campaña que imitaban selfies en gigantografías y que la reproducían rodeada de gente por toda la ciudad. Abrazo en clave selfie. Donde todxs se ven casi a la misma altura. Ilusión de que estamos juntxs y vamos juntxs. Una igualdad a medida de la imagen apaisada, al modo del celular.

Abrazo, sonrisa y selfie = producción de cercanía y abrigo contra la intemperie urbana y mafiosa. En el cierre de campaña, le habló a lxs votantes de forma moderada y preocupada: “Te pienso todos los días, no bajo los brazos, pero no los bajes vos tampoco, porque tenemos que demostrar que este cambio que hemos decidido, no fue porque nos parecía lindo, sino a conciencia y poniendo el corazón”.

Otra codificación de alto marketing contra la sensación de inseguridad. ¿Quién podría quedar ajeno a semejante combinación de dispositivos anímicos?  

Carrió sin embargo es una figura más errática, o más incontenible. Coquetea sin problemas con el ridículo. Hay que recordar sus fotos abrazada a la muñeca en 2014, a la que había bautizado Republiquita y decía que se dormía con ella bajo el slogan que tuiteó: “A la Republiquita la cuido yo!!!”. O paseando la misma muñeca en un carrito en Mar del Plata.

En el escenario del domingo pasado, insistió con que está más acostumbrada a perder que a ganar. Agradeció a sus hijxs, a quienes dijo que les robó tiempo a favor de su tarea. Esto sin embargo redobla su perfil de mujer abnegada, entregada a una causa mayor: algo así como un fundamentalismo moral que se concentra espiritualmente en su persona.
Sin embargo, su discurso republicano -incluso con sus desvaríos- y su entusiasmo religioso se complementa perfecto con el neoliberalismo que enarbola Cambiemos. Por eso Carrió pudo decir, elogiando el plan de urbanización de las villas en la ciudad de Buenos Aires, que la tarea es “construir ciudadanía donde hay parias”. Parece convencida de que si esa conversión se da, adviene la república (blanca).
La jefa
La construcción de la figura de autoridad de Cristina es la más tradicional y tal vez hoy la más inofensiva en el sentido que conecta sobre todo con quienes la siguen, con un electorado politizado en un sentido más clásicamente ideológico. Ella se ha reivindicado siempre como una política en el aspecto más tradicional de la palabra: trayectoria, pertenencia orgánica, verticalismo. De allí también que parte de su política es pedagogía: discurso elaborado, voz de autoridad, confianza en los liderazgos.

Durán Barba ironizó que los cambios en su campaña, al poner por ejemplo un escenario de 360 grados en el último acto y no rodearse de dirigentes sino de “gente común” afectada por las políticas macristas, parecían responder a que sus asesores leyeron su libro Cómo diseñar una campaña electoral, donde se recomienda qué aspectos de lo femenino pueden jugar a favor de las candidatas mujeres.

Más allá de la ironía (que también remite al asesor, también ecuatoriano y conocido de Durán Barba, que asesora a la ex presidenta) sí puede resaltarse que la figura de Cristina que se mostró en la última campaña subrayó su aspecto de escucha y contención, moderando la imagen de los momentos más revulsivos que su figura cosechó. Y abandonando gestos que desde la oposición se caracterizaban como conflictivos, propios de la “crispación” y la “grieta”, esas palabras que parodiaron la confrontación política en los últimos años. Ella lo hizo a partir de poner el foco en los efectos de la crisis -ajuste e inflación, aumento de tarifas y desempleo, sobre todo- pero dando la voz a lxs afectados. Un tono de denuncia imbricado con la vivencia personal.

Tal vez lo que llama la atención es cierto reacomodamiento del papel de las mujeres que estas elecciones iluminan a partir de las estrategias elegidas por las protagonistas del sistema político de partidos. Donde se refuerza el papel de la contención frente a la amenaza de la crisis. Donde la escucha las ubica en un lugar de comprensión. Donde la sensibilidad frente a los padecimientos se conjuga con lenguajes distintos pero constantes de auxilio. Donde se refuerza la imagen más que el discurso. Reacomodamiento en un doble sentido. Por lo menos en el caso de Cristina y de Lilita, frente a sus estilos anteriores, mucho más enfáticos.Reacomodamiento también en cuanto a la interpelación del momento actual, ya que no parece haber traducciones evidentes entre el movimiento que sucede en las calles y lo que se dirime en la arena electoral. 

A la hora de los comicios, la disputa sobre el papel de las mujeres tiene las riendas puestas por el marketing político (verdadera conducción del proceso). Que parece hoy más que nuncadictar los modos en que lo femenino puede o no contribuir y, por tanto, amoldarse ala regla del éxito electoral. El marketing trabaja y modula sobre las opiniones, expectativas y balances que hoy no explican ni la economía a secas ni las fidelidades partidarias. Mientras tanto, otro tipo de disputa sigue en las calles.

Rajoynato, municipalismos, sistema de contrapoderes // Raúl Sánchez Cedillo


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1. Sobre las características del rajoynato, contingencia y necesidad
2. La larga historia del “sistema político de pluralismo limitado”
3. El atolladero estratégico tras el final de la hipótesis populista. Podemos y la tortuga. Las paradojas de la autonomía de lo político.
4. Ecología abierta de contrapoderes en red. Municipalismos, pluralismo institucional, procesos constituyentes y fijación constitucional.
5. De lo orgánico a lo cyborgánico y del partido a la plataforma
Vivimos en el rajoynato. Desde 2012 Mariano Rajoy ha conseguido validarse como la opción menos mala para la supervivencia de la constitución material del régimen del 78. No le han faltado pruebas de fuego: la corrupción sistémica de su partido; la crisis de la deuda pública de julio de 2012, salvada in extremis por la intervención de Mario Draghi; el desafío del soberanismo en Cataluña, que este otoño lanza su último envite; el mayor ciclo de protestas y movilizaciones de los últimos 40 años que dio comienzo con el 15M; al mismo tiempo, mantiene unido a su partido a pesar de las tentativas de romperlo o de imprimirle un giro aún más derechista y contrarrevolucionario por obra de los Aznar, Aguirre y los ex combatientes del periodo ETA; y, por último, la emergencia de una alternativa institucional al vigente sistema de partidos y de formación de la voluntad política –el nexo partidos-IBEX35, para simplificar[2]– de la mano de Podemos y de las confluencias municipalistas a lo largo y ancho del Reino de España. Cuando escribimos, las suertes del gobierno de Rajoy parecen ser oscuras ante el irresistible ascenso del PSOE de Pedro Sánchez. Sin embargo, la partida no está ni mucho menos cerrada, y trataremos aquí de explicar por qué.
1. Sobre las características del rajoynato, contingencia y necesidad
Si hablamos de rajoynato lo hacemos para señalar, en primer lugar, que se trata de una solución provisional que sólo puede entenderse unida a la persona del actual presidente del gobierno; y, en segundo lugar, que se trata de una solución de excepción. En este sentido, el rajoynato es la forma específica del estado de excepción de intensidad variable que rige en todo el planeta. Tal estado de excepción rige en particular en la Unión europea, desde que la crisis del modo de acumulación financiera puso fin a la hegemonía del extremo centro neoliberal en prácticamente todos los países miembros de la UE, con la excepción de Alemania y el frágil retour à la normalede la Francia de Macron. En efecto, no entenderemos la persistencia del rajoynato, ni las claves de su posible desestructuración y desestabilización, fuera de una mirada que adopte el sistema europeo como base del análisis.
Sin embargo, no cabe hacerse ilusiones. Tras el desconcierto inicial de las élites europeas ante la profundidad y la virulencia de la crisis del modelo de acumulación financiera, el futuro inmediato de la democracia liberal se juega en torno a distintas variantes del “pluralismo político limitado”. Esto quiere decir que el cursor político se está desplazando hacia la derecha sin dejar de apuntar en sentido “de arriba abajo”. Lo que se está configurando en los países de la Unión es una tentativa de containment de las amenazas antisistémicas. La principal diferencia respecto a la doctrina del containment elaborada por George F. Kennan es que la principal amenaza para las democracias liberales oligárquicas no es un sistema de Estados socialista, sino un conjunto abigarrado de procesos de ruptura, de disolución y destitución que no pueden quedar comprendidos en una sola entidad hostil cual fuera el “comunismo” o, en los últimos 40 años, el “terrorismo”. Las diferencias entre la amenaza antisistémica que expresan las revueltas y levantamientos antioligárquicos de 2011 respecto a la amenaza que expresan las fuerzas del “fascismo blanco”[3]europeo son manifiestas y no merecen aquí mayor comentario.
Pero la ceguera de los comentaristas políticos de la democracia neoliberal se expresa en su generalización del uso del término “populismo” para englobar todos estos fenómenos. De esta suerte, el “momento populista” adolece ab ovo de esa heteronomía y/o heteronominación en los contextos europeos. Decirse “populista” es ya en la práctica defensivo y no ofensivo, hasta tal punto que con el tiempo uno puede acabar como Íñigo Errejón, diciéndole al PSOE aquello de: “¿Qué es populismo? ¿Y tú me lo preguntas? Populismo eres tú”. Ningún momento populista ha tenido relevancia alguna en la historia política europea, ni, como estamos comprobando, habrá de tenerla en los próximos años. De hecho, el espantajo del “populismo” está siendo utilizado con relativa eficacia por las elites neoliberales del subsistema europeo, a pesar de o tal vez gracias a Donald Trump.
2. La larga historia del “sistema político de pluralismo limitado”
La experiencia de la República de Weimar fue una fuente de aprendizaje para el pensamiento antidemocrático español de los años 30 y 40[4]. La obra académica y política de Javier Conde y de su discípulo Jaime Linz está atravesada profundamente por la enseñanza del catolicismo fascista de Carl Schmitt y su teoría del Estado y de la norma política y jurídica. No en vano, Carl Schmitt es el pensador de la guerra civil como fundamento de lo político. Y fue la “Gloriosa cruzada” del 18 de julio de 1936 el elemento existencial fundante de toda norma surgida del franquismo, incluida nuestra forma del Estado y en buena medida nuestra constitución vigente. Tal vez entendamos mejor este marco variable de la estrategia de dominio político de clase –variable pero al mismo tiempo isomorfo en un sentido estructural y funcional– si planteamos que la solución fascista y exterminista que da la victoria al franquismo determina una acumulación primitiva de poder de mando, y que esa acumulación permite abordar el problema de las clases populares, el desarrollo capitalista y las compatibilidades del régimen franquista con el subsistema europeo occidental con una capacidad de maniobra extraordinaria. Del “Estado campamental” (que corresponde al ejercicio del caudillaje) al sistema político de “pluralismo político limitado” –una monarquía “vacante” según las Leyes fundamentales de 1947– tiene lugar un despliegue estratégico innegable, que sólo puede comprenderse remitiendo al contexto de sobredeterminación anticomunista bajo hegemonía estadounidense, que produce un nuevo enfoque de las relaciones entre democracias constitucionales liberales y dictaduras anticomunistas. La continuidad del régimen franquista, esto es, la unidad política existencial amenazada por el movimiento obrero y el movimiento comunista internacional, sólo podía garantizarse con arreglo a un esquema dinámico de desarrollo capitalista controlado, donde los agonismos internos del régimen franquista permiten definir un “pluralismo político limitado” y donde las economías de escala fordistas definen el horizonte de “modernización” en torno al cual se crea el proyecto estratégico de la “sociedad de clases medias”. Paz, seguridad, modernización, ascenso social se tornan un proyecto viable en los márgenes políticos e industriales del proceso de integración europea[5]. El anticomunismo inherente al “sistema de pluralismo político limitado” vive en el régimen franquista tardío como alternativa interna del “Estado del desarrollo” o del “Estado plan” del fordismo avanzado. La gran prueba de fuego de esta estrategia sobredeterminada vendrá con la desaparición física de Franco y el inevitable cambio en la forma del Estado.
Hoy, la paradoja es que, tras los efectos de la dictadura comisaria en la UE, vivimos ya en una república de facto bastante sui generis. Presidencialista y ejecutiva, provisional sine die. La dictadura comisaria en vigor en la UE impone que las mayorías parlamentarias respondan a la verticalización y ejecutivización de las decisiones. En este marco, si es preciso romper un partido que es un pilar del régimen, como el PSOE, no se ha de vacilar en hacerlo. Desde 2012 no hay una verdadera jefatura del Estado conforme a la Constitución de 1978, porque falta el imperium y apenas queda una brizna de auctoritas. La república regente de Rajoy anula la división constitucional de poderes y el papel de la Jefatura del Estado porque se coloca como suplementación del poder constituido y al mismo tiempo, por su carácter de solución excepcional, no puede formular ni operar ninguna actuación en la que entren en juego las fuentes del poder constituyente, salvo aquellas, jibarizadas, del parlamento salido del sufragio, pero no en tanto que poder legislativo y de control, sino como cámara consultiva. De este modo, lentamente, el 15M habrá asestado el golpe decisivo a la Segunda restauración, abriendo el tiempo de la república presidencialista vacante en la que vivimos.
Sin caer en las comparaciones estrambóticas que amalgaman a Rajoy a un discípulo de Sun Tzu, lo cierto es que Rajoy presenta las cualidades que exige la fase actual de la crisis civilizatoria del capitalismo. Si Nikolai Bujarin veía en las teorías de Böhm-Bawerk, supuesto refutador de la teoría del valor marxiana, una “economía política del rentista[6]”, hoy cabe decir que Mariano Rajoy es el político adecuado para la gestión del tour de force del bloque de poder financiero y rentista que domina la Unión Europea. Mariano Rajoy actúa administrando y esperando, como se espera la renta y se teme su retraso o su merma. En una situación como la española y en una coyuntura como la europea-global, Rajoy sabe que los axiomas de la continuidad del Estado y de los intereses que tiene bajo su potestad garantizan, con el rigor de los vencimientos, su posición de única opción viable en la jefatura del Estado y en el cargo de primer ministro de la república regente de la renta parasitaria. La forma del futuro en Rajoy es la del vencimiento.
Renta y por ende procura de la seguridad. Renta y, por lo tanto, cálculo actuarial de los riesgos. Rajoy regenta una empresa de seguros, que es a lo que más se asemejan las estructuras estatales con pretensión nacional en la actualidad. Si extendemos el comportamiento criminal de las instituciones financieras al conjunto del sistema de partidos, cabe decir que el rajoynato vende seguridad, plazo fijo para el conjunto de perceptores de rentas del Estado, de pensionistas a funcionarios a parados de larga duración, mientras que garantiza la salvación para todos los perceptores de renta variable vinculados a las instituciones financieras. Para el resto, Rajoy vende “acciones preferentes”, hipotecas subprime, todo tipo de productos tóxicos gubernamentales. El “sentido común” vinculado y promovido hasta la saciedad por el rajoynato consiste en lo siguiente: solo la obediencia política produce renta y/o supervivencia. Quienes pretenden terminar con el régimen podrían terminar a su vez con la jerarquía de las rentas garantizadas de obediencia política. A quienes aducen, como en nuestro caso entre muchos miles, que un régimen político de crecimiento basado en la renta parasitaria y en la destrucción de fuerza productiva y de los potenciales ecológicos es inviable y ha de terminar estallando, con consecuencias gravísimas para la mayoría y para la cohesión social y territorial, el rajoynato replica con la hoja de servicios desde 2012 hasta hoy: un país mutilado y sin otro futuro que el de un persistir vegetativo, pero que si no hubiera respetado la regla de la obediencia al poder de mando financiero europeo y a sus jerarquías de la renta, estaría en camino de su propia desaparición histórica y política, o probablemente habría abandonado la senda constitucional, con consecuencias sociales inimaginables.
De esta suerte, para entender la relativa estabilidad del rajoynatotenemos que entender la transacción de expectativas sociales y políticas en las que se basa: el miedo que promueve activamente es un miedo basado en la gubernamentalidad neoliberal, no en el recurso posible a la violencia del Estado. Se trata de que individuos, familias, entidades colectivas, introyecten ese cálculo de riesgos, en el que la identificación con el tronco histórico de la forma Estado española por parte del rajoynatosirve de título de garantía de una mediación contra un peligro sistémico que es entendido como riesgo ambiental, desguarnecimiento, precariedad ontológica generalizada. La forma misma de la “estabilidad” en la que se basa el rajoynato –la garantía de las rentas y de su jerarquía parasitaria mediante el desarrollo y la promoción estatal de las sucesivas burbujas inmobiliarias, de obra pública y del capitalismo de plataformas– contiene la certeza de la recesión, pero no como un riesgo mortal, sino como un estado específico con el que ha de medirse el sistema de pluralismo político limitado. Aquí reside la gran diferencia respecto al periodo del franquismo tardío y del régimen de pluralismo consolidado por la constitución de 1978 o, si se quiere, por la Segunda restauración borbónica. Ni en el Reino de España ni en el conjunto de la UE cabe hablar hoy de un sistema de Estados del desarrollo, sino de una completa financiarización de las fuentes de poder de los Estados (y, en esa medida, de una redefinición radical de su supuesta soberanía), donde estos funcionan como “Estados de (in)seguridad”[7].
Cabe preguntarse qué habrían hecho hoy los cerebros politológicos de la transición, de Conde a Linz. ¿Es el rajoynato un régimen autoritario de pluralismo limitado, o más bien es esa la tendencia a la que apunta la triple alianza aún en vigor, a pesar de Pedro Sánchez?
Recordemos también que, en ciertos pasajes, Gramsci considera que la “forma” misma de la democracia en su versión democrático liberal de Estado de derecho, es la hegemonía política de la clase burguesa en cuanto tal.
Rajoy persiste porque mide los choques según la ocasión propicia y porque es capaz de conocer a los adversarios a partir de sus fechas o motivos de vencimiento, de su proceder en el tiempo del proceso político normal. Las inyecciones de liquidez y solvencia del BCE; la reforma laboral de febrero de 2012; el comisariamiento fiscal de las instituciones públicas por obra de la llamada Ley Montoro; la acción concertada de transferencia de rentas populares hacia el sistema del IBEX35 aseguran las bases del reinicio del proceso de la burbuja, en las condiciones de una grave inseguridad social para las clases subalternas y empobrecidas. La definición y el control relativo de esa temporalidad ha sido la mejor garantía de domesticación de la alternativa antisistémica que al menos hasta las elecciones del 26 de junio de 2016 podían expresar Podemos y las confluencias.
No obstante, la gran vulnerabilidad de Rajoy está en las des-coyunturas, en los puntos de inflexión, donde opta por la mínima acción y por la acción vicaria, tal y como acostumbra, a sabiendas que nada, salvo su ausencia de obra, está en sus manos. Pero en tales momentos se exige tanta inacción como intervención decisiva, se exige acción y representación soberana de la misma. Tal era la coyuntura del primer semestre de su gobierno, y solo Draghi con su intervención decisiva vino a modificarla desde su despacho de Francfort. El rajoynato entra en crisis cuando las protestas y sus capacidades de afectar y ser afectadas salen de los circuitos de neutralización política parlamentaria y mediática y construyen un sistema red de contagio, enunciación, deliberación, desobediencia. Las grandes conmociones de la opinión pública son un veneno corrosivo para la lógica actuarial del rajoynato, incapaz de prever los acontecimientos, de medir su importancia y extensión, de establecer gradientes de seguridad-miedo en condiciones de neutralizar y desactivar los grandes procesos de contagio y subjetivación colectiva asociados a todo sistema red de protestas. Tal es el plano hojaldrado de un sistema de contrapoderes, en cuyas consistencia y persistencia la radicalidad democrática, la autonomía y la condición distribuida inherente a los municipalismos cobran un papel decisivo, que estaba ausente en el 15M.
3. El atolladero estratégico tras el final de la hipótesis populista. Podemos y la tortuga. Las paradojas de la autonomía de lo político.
En el momento en que escribimos, pagamos la cuenta de las irreversibilidades: de una manera u otra, con entusiasmo o con canastos de reservas, le hemos entregado la capacidad política a Podemos, a los gobiernos municipales, a una leva de representantes, asesores, liberados, creciente en número y crecientemente cansada, desorientada e impolítica. Y, aunque es ley de vida en todo ciclo de neutralización o restauración, todavía al margen de los circuitos de corrupción y expolio de rentas.
La “máquina de guerra mediático-electoral”, que había sido el as en la manga de la mayoría de los dirigentes y fundadores de Podemos para establecer el modelo de partido-empresa en el Congreso fundacional de Vista Alegre en noviembre de 2014, ha venido a enfangarse en la viscosidad del tiempo financiero y fiscal del rajoynato.
Hoy se plantea a todas luces el problema de cómo salir de la trampa, del trade-off entre conservación del poder institucional y movilización no controlada en el que se ha dejado atrapar Podemos y buena parte del municipalismo. La enfermedad, que ya conoce casos terminales, se conoce  popularmente como “gobernismo”.
Sin la energía negativa del espacio político que se creó entre 2009 y 2010 la probabilidad de un 15M habría sido muy escasa. Y sin la consistencia expansiva y destituyente del 15M el sistema de partidos e instituciones de la Segunda Restauración habría permanecido casi intacto. Como ha recordado recientemente Isidro López[8], si en vez de un sistema red abierto y autopoiético, indigerible por el sistema vigente, las fuerzas del 15M se hubieran empleado en armar un artefacto político electoral inmediato, el tiempo constituyente de la sociedad de las luchas se habría visto truncado, facilitando no solo la recuperación por parte del sistema de partidos y medios, sino también y sobre todo malogrando la vacuna contra las variantes de la guerra entre subalternos y de fascistización de las clases medias en descomposición.
El proyecto de autonomía de lo político que promueve Podemos ha entrado en una fase regresiva, quién sabe si terminal. Esto se entiende mejor si decimos que, cuando surgió, Podemos podía aspirar a resolver algunos de los problemas que estaban bloqueando el proceso constituyente de otra sociedad desde su big bang en el 15M: en primer lugar, el problema de expulsar del gobierno central a las elites políticas de la austeridad y el expolio financiero (simplificando, el “PPSOE” y sus variantes catalanas); gobernar deshaciendo los agravios o restituyendo los derechos y conquistas destruidas; y, por último pero no obstante lo principal, gobernar las libertades, esto es, desarrollar una gubernamentalidad que no es pasiva ni activa, sino estratégica respecto a las tensiones, las demandas, las constricciones y sobre todo los contrapoderes en el espacio tiempo político. Esto quiere decir gobernar desde la conciencia estratégica de los límites y las servidumbres del “gobierno del Estado”, es decir, adoptar una modalidad “perversa” de la gubernamentalidad neoliberal. Esta alberga potencialidades de las que carecen, en el marco geopolítico europeo, las ilusiones musculares del “gobierno fuerte” tan caras a lo nacional-popular en sus distintas variantes, así como las aspiraciones de “alma bella” que quieren un gobierno que no gobierne, que deje hacer o se subordine a los mandatos desde abajo de la ciudadanía, los “organismos de gobierno popular” si existieran o incluso los “contrapoderes” entendidos como grupos de presión social organizada. En tanto que perversa, esta gubernamentalidad es capaz de actuar sobre las acciones posibles de los otros, a partir de un diagrama de agonismos y antagonismos políticos y sociales de la formación social española y europea. Esta gubernamentalidad perversa no aspira, con sus acciones estratégicas, a gobernar los desequilibrios sociales sino a preparar las condiciones más favorables para los procesos constituyentes que recorrer la sociedad. Ni activo ni pasivo, sino estratégico. Cabe concebir de esta manera el “menos malo” de los gobiernos posibles.
No cuesta pensar que un gobierno de Podemos + confluencias habría podido abordar con cierto éxito los dos primeros problemas. Nada lleva a pensar, sin embargo, que, en el caso de Podemos (y muchísimo menos en el caso de IU o de las tentativas de “partido orgánico” en curso) se conceda la menor relevancia o estudio al tercer problema. Lo mismo puede aplicarse, a nuestro entender, a experiencias organizativas de “notables” como Barcelona en Comú, hoy centro del “partido orgánico” catalán con el nombre de Un País en Comú.
4. Ecología abierta de contrapoderes en red. Municipalismos, pluralismo institucional, procesos constituyentes y fijación constitucional.
Cuando no se ven las ventajas comparativas de acometer una reforma o una revolución, porque el adversario no termina de pudrirse y dividirse y los interesados en la revolución no parecen ni suficientes ni lo bastante resueltos, entonces conviene centrarse en construir en las luchas las instituciones de contrapoder. Solo las instituciones de contrapoder permiten estar en condiciones de hacer de la revolución una reforma radical y de la reforma radical una revolución profunda.
Parafraseando a Artaud, tenemos una tarea: en finir avec la topologie conventionelle: no solo izquierda/derecha, también abajo/arriba. Es necesario romper con las dicotomías entre horizontalidad y verticalidad. Ahora bien, ¿cómo hacerlo? En nuestro caso, cuando hablamos de verticalización de los contrapoderes, ¿en qué se distingue ello de “jugar” en el terreno de la autonomía de lo político? Sin duda tenemos que introducir la noción de un operador de transformación topológica que transforma el espacio tiempo y sus texturas en su proceso de constitución política y ontológica.
La noción de contrapoder dista mucho de ser clara. Mucho menos claro está que podamos utilizarla como una noción operatoria en la coyuntura europea hoy. Cuando, en relación al electoralismo de Podemos y otras fuerzas –basado, no lo olvidemos, en la idea de que “hay que tomar el gobierno (o las funciones ejecutivas del Estado) para luego poder introducir políticas de cambio”– se introduce la objeción de que no puede haber cambios legislativos efectivos, ni actos de gobierno transformadores viables sin luchas populares, sin iniciativas desde abajo, sin “contrapoderes sociales”. Y se trata de una objeción justa, que no hace mucho Pablo Iglesias recogía como enmienda de la narración unilateralmente electoral y mediática previa a las elecciones generales del 26J de 2016[9]. Allí, los contrapoderes forman parte del proceso de construcción del “bloque histórico” y de su “partido orgánico”[10]. En este esquema, incomparablemente más realista que la fábula taumatúrgica del Blitzkrieg electoral, hecho de “transversalidad” y de las que se antojaban formidables cadenas equivalenciales, lo que se hace es devolver la problematización allí donde había quedado varada, a la crisis del eurocomunismo de finales de la década de 1970. No fueron Santiago Carrillo, con su indigesto Eurocomunismo y Estado, ni las piezas de Enrico Berlinguer al respecto –entre el golpe contra la Unidad Popular chilena del 11 de septiembre de 1973, el “compromiso histórico” y la gran derrota sindical y política del otoño de 1980 frente a la FIAT– los que contribuyeron a arrojar luz sobre este problema. Antes bien, debemos a los últimos trabajos de Nicos Poulantzas la exposición más adecuada del problema de la destitución, la ruptura y la “toma del poder”. Aunque junto a la exposición del problema nos queden las aporías de la práctica, que tampoco el ciclo latinoamericano de los 2000 ha conseguido superar. Como sabemos, Poulantzas combina una crítica rigurosa de la concepción del Estado como objeto, instrumento, o sustancia (proponiendo en su lugar una concepción relacional y estratégica del Estado como condensación de relaciones de fuerzas entre clases, que su vez son cambiantes en la lucha) con el señalamiento de las aporías en las que incurren tanto la concepción socialdemócrata (y por añadidura eurocomunista) como las concepciones de la ruptura revolucionaria mediante la resolución favorable de la situación de “doble poder”. Simplificando, para Poulantzas ambas concepciones son incapaces de pensar la articulación del Estado de derecho con las formas consejistas y de radicalidad democrática, apostando por unas en menoscabo de las otras[11]. Aquí es donde un concepción débil, “alternativa” o “resistencialista” de los contrapoderes tampoco puede ayudarnos a pensar la situación actual. Los “contrapoderes”, entendidos como dispositivos y organismos de lucha y decisión radicalmente democráticas –cuando lo son– no pueden aislar al Estado, ni desarrollarse “desentendiéndose” de este. En primer lugar, como hemos recordado, porque el Estado es solo una “forma”, un “centro de gravedad desde el que se ejerce la dominación” (Poulantzas) y en cuanto tal es móvil, flexible, relacional y estratégico. Y, en segundo lugar, porque si tales contrapoderes expresan intereses y proyectos de lucha de clases emancipatorios, podremos tener un campo distribuido y difuso de batallas, pero no podemos evitar la atracción del centro de gravedad estatal hacia una dualización.
Sin dejar de poder reconocerse en los esquemas de la modernidad y de sus antagonismos (antimodernidad) y alternativas de constitución (altermodernidad), en la medida en que manejamos una idea materialista de poder tenemos que apuntar a los rasgos de novedad que todo poder histórico presenta. Si hablamos de contrapoder lo hacemos de contrapotencia, esto es, de un operador productivo y constitutivo.
Señalemos para empezar las operaciones críticas necesarias para trabajar estratégicamente con la noción de contrapoder:
A) Inmanentización del poder como relación. En este sentido, si el Estado es una forma en la que se condensan relaciones de fuerzas (de poder de mando) entre las clases, la forma Estado es inmanente respecto al campo social de los contrapoderes. Esa inmanencia es completa cuando la forma Estado, financiarizada, relativizada, interdependiente en las redes híbridas de poder global, está subsumida plenamente en ciclos de acumulación que son completamente políticos, es decir, ciclos cuya dinámica solo se explica a partir de una matriz de antagonismos globales de clases.
B) Unilateralización, donde mediante esta operación lo que tenemos ya no es el par, siempre asimétrico-transcendente, entre Poder y contrapoder(s) o Estado y resistencias: el Poder no es más que un concreto “plegado” de contrapoderes; el “gobierno” es un contrapoder; todo poder es una relación que presupone gradientes de potencia (de trabajo vivo) que se ejercen estratégicamente para construir poder de mando, dominio, subordinación, obediencia, consentimiento. Pero tales operaciones son completamente isomorfas: tan ejercicio de contrapoder son las maniobras financieras, fiscales y policiales del rajoynato como, por ejemplo, lo son las iniciativas del independentismo catalán. Contrapoder(s) y/o contrapoder(s), uno(s) frente, con, contra otro(s). Ninguna transcendencia, sino sólo, como escribe Spinoza,el hecho de que “los peces gozan del agua y los grandes se comen a los chicos”[12].
C) Pluralización; los contrapoderes son multiplicidades; consisten en distribuciones combinables, composibles, ensamblables, pero siempre en dimensiones de multiplicidades fractales, de donde siempre tenemos un número fractal de contrapoderes, esto es, donde las distribuciones posibles no son reducibles a la unidad. Las relaciones fundamentales entre distintas distribuciones de contrapoderes son de antagonismo o de agonismo, y en el proceso real siempre tenemos distribuciones mixtas de comportamiento de antagonismo y agonismo entre distribuciones concretas de contrapoderes. Los procesos de inteligencia estratégica determinan centralizaciones, enjambres, dualizaciones, diseminaciones de los contrapoderes, pero solo en la cabeza de los teólogos de lo político encontramos la Unidad que no sea puramente táctica o estratégica, nunca sustancial o estructural, tanto en las distribuciones de forma Estado como en las concatenaciones de contrapoderes.
D) Positivización; estas características, que remiten a una positividad del contrapoder en cuanto tal, y a afirmar que el poder de mando (o todo Poder o Estado con mayúsculas) precisa ser un contrapoder como condición de su resultado eficaz, nos lleva a prescindir provisionalmente de las nociones del contrapoder entendido como función negativa, correctiva o equilibrante. Tal es el caso de las procedentes de la tradición liberal (las funciones constitucionales del contrapoder, entendido como countervailing power, checks and balances; la función de contrapoder en la división de poderes del Estado de derecho); también de las de la tradición teológico política y iusnaturalista (el ius resistentiae que, por derecho natural, legitima el tiranicidio) y de la tradición socialista y comunista (tanto la dialéctica negativa del “contrapoder” à la Holloway como el doble poder bolchevique y leninista; pero tampoco nos encontramos en el horizonte inconcluyente y irresoluble de los “contrapoderes en la democracia de la influencia”, tal y como los conciben François-Bernard Huyghe y Ludovic François)[13].
Con tales consideraciones en mente, se presenta un problema que podríamos definir como el problema de la democracia del común en el juego de las dualidades. Lo teológico-político se presenta como un juego de dualidades insolubles salvo como mediación o Aufhebungrecuperadora.
Lo político se encierra en la dualidad, y admite la terceridad como mediación o como transcendencia: desde el modelo de la Trinidad al de la separación de poderes. La ruptura con lo teológico político pasa por un tratamiento dividual de la numeración. De esta suerte, el tres no es la captura en la triangulación edípica o dialéctica, sino que es el desvío, la inmediación de una serie n-1. Con el tres comienza la multiplicidad[14].
En este esquema de un sistema de contrapoderes, el papel del municipalismo resulta crucial. El carácter radicalmente democrático al que se prestan con rasgos de cercanía y concreción las instituciones de gobierno municipal ya ha sido señalado con frecuencia. Pero cabe prestar atención a las metrópolis y ciudades del Reino de España como una red capaz de soportar redes bayesianas de contrapoder, capaces de determinar una fijación constitucional de su autonomía y de sus formas de democracia. Atendiendo al problema de la unidad soberana, el sistema de contrapoderes, que tiene en el municipalismo su estrato fundamental, se muestra capaz de llegar a pactos constitucionales que permitan estabilizaciones relativas
Asimismo, las batallas internas del movimiento municipalista desde 2015 son una buena ilustración de esa evolución –no necesariamente feliz, no hace falta decirlo– de las redes bayesianas de contrapoder. Por ejemplo, en el caso de Ahora Madrid, el objetivo compartido de ganar o al menos consolidarse como contrapoder en el ayuntamiento madrileño permitió un juego arriesgado, pero finalmente eficaz, entre estrategias agonistas y antagonistas. La apuesta y el método de Ganemos[15], basado en la radicalidad democrática y en su reflejo en los métodos de votación digital (el sistema Dowdall, para simplificar), tuvo que enfrentarse a la estrategia casi antagonista de Podemos Madrid, que llegó incluso a jugar al juego de la gallina, amenazando en el último momento con una espantada de la confluencia. Ganemos Madrid, en lugar de amilanarse, decidió hacer algo imprevisible, que fue publicar tales amenazas, que se habían hecho fuera de los focos. Esto hizo que la posición de partida de Podemos, que fue siempre a la zaga de Ganemos en el proceso madrileño, tuviera que rectificar y avenirse a la confluencia en los términos de radicalidad democrática que habían fijado las asambleas de Ganemos. Se trata de uno de los ejemplos más logrados de la validez de las estrategias ago-antagonistas o convergentes, que presuponen la imposibilidad de consensos duraderos entre actores e intereses heterogéneos, pero permiten hacerlos bayesianamente productivos en un cuadro pluralista de agentes y contrapoderes.
5. De lo orgánico a lo cyborgánico y del partido a la plataforma
Tras la resaca del periodo electoral, comprobamos que la idea de un “partido orgánico” de inspiración gramsciana tan sólo apunta, en las condiciones presentes, a dar un nombre digno a la suma de siglas, grupos y corporaciones de la sociedad política y civil de la izquierda. Pero ese sumatorio no solo dista mucho de ser orgánico, por más voluntarismo o “liderazgo” que se le inyecte, sino que es también completamente insuficiente. Conforme a nuestra propuesta de un sistema de contrapoderes, entendido como máquina ontológica y política del cambio constituyente, el “partido orgánico” sólo puede ser una parte, cuyo papel determinante, subordinado, táctico, etc., dependerá de las composiciones de los vectores éticos, políticos del sistema red de contrapoderes, que a su vez dependen en grado determinante de las evoluciones del rajoynato y del subsistema europeo.
Por el contrario, si, gracias a la experiencia reciente, conseguimos librarnos de la superstición de la autonomía de la esfera de lo político-estatal y consideramos el funcionamiento real de los sistemas red desde el 15M, lo cierto es que necesitamos un proceso ciborganizativocompletamente distinto. No se trata de establecer una dicotomía entre un partido (o la criatura aún desconocida llamada “partido movimiento”) y sus inevitables jerarquías y liderazgos, frente a una organización distribuida, relativamente anónima o de débil personalización. No, no se trata de una reformulación de esa vieja cuestión. Se trata más bien de que, en la dimensión bio y tecnopolítica política del poder, la rebelión, la explotación y la emancipación, que es en la que vivimos, sólo un enorme proceso de trabajo, evaluación, inferencia y decisión colectivas, multitudinario, distribuido, puede hacer verosímil la apuesta por una democracia contra la austeridad y la dictadura comisaria actuales.
El proceso ciborganizativo es el único que puede dar cuenta de la potencia política adecuada a cada singularidad de contrapoder, en el que el telos del proceso no es (sólo) “el Estado”, “el gobierno” o “los parlamentos”, sino el proceso de transición a una sociedad en la que las instituciones del común son hegemónicas respecto a las instituciones del capital, y en la que los actos de gobierno y las instituciones coercitivas están sometidas, de facto y de iure, al procedimiento ciborgánico de validación en el sistema de contrapoderes. El proceso ciberorganizativo construye los algoritmos y prepara las decisiones de la constitución del común en cada momento de su determinación política, histórica y geográfica.
Las redes aprenden, y los contrapoderes también. La tradición bendita de la multitud y del Estado dice que los muchos son caóticos y no se pueden organizar. Esa es la justificación de la unicidad y la transcendencia del poder, corregida por un sistema de controles y contrapesos. Sin embargo, cada vez más sabemos que no hay decisión sin computación previa, y que la mejor computación es la distribuida. Y asimismo sabemos que la computación implica algoritmos y que los mejores algoritmos son los que pueden ser controlados y revisados de manera distribuida (léase democrática, abierta, autónoma). La inferencia bayesiana nos remite a la retroalimentación mutua entre hipótesis creíble y probabilidad basada en la iteración de hechos compatibles con la hipótesis. El sistema red creado en el 15M es una red de creencias, una red bayesiana de inferencias y decisiones constituyentes. Tal es el método con el que ensayamos y erramos desde 2011[16]. El largo 2011 hispano no ha dicho aún su última palabra.



[1]Quiero agradecer a Gerald Raunig por su estímulo a la escritura de este texto, preparado para un libro colectivo sobre los municipalismos de próxima publicación en http://transversal.at/books
[2]Véase Rubén Juste, IBEX 35: Una historia herética del poder en España, Madrid, Capitán Swing, 2017.
[3]Usamos esta definición, producto de una discusión en curso con Antonio Negri, como una manera provisional de denominar a las nuevas fuerzas de la derecha racista e islamófoba europea.
[4]En este parágrafo me apoyo en los distintos trabajos al respecto a Gregorio Morán, Carles Sirera y Emmanuel Rodríguez, entre otros.
[5]En este sentido, las resonancias entre la retórica de la gran conmemoración franquista de los "25 años de Paz" en 1964 y el discurso de seguridad y estabilidad en tiempo de zozobra que emite el rajoynato no pueden pasarse por alto.
[6]Nicolai Ivanovich Bujarin, La economía política del rentista, (1927), en https://www.marxists.org/espanol/bujarin/obras/austria.htm
[7]Véase Isabell Lorey, Estado de inseguridad, trad. de Raúl Sánchez Cedillo, Madrid, Traficantes de Sueños, 2016.
[8]Comentario personal de Isidro López en redes sociales.
[9]Un comentario crítico de la discusión en Emmanuel Rodríguez, “El post-Podemos: contrapoder o «movimiento popular» a golpe de silbato”, https://www.diagonalperiodico.net/la-plaza/31567-post-podemos-contrapoder-o-movimiento-popular-golpe-silbato.html
[10]Recordemos las observaciones de Gramsci en los Quaderni sobre la noción de “bloque histórico”: “El pensamiento de Croce debe pues, por lo menos, ser apreciado como valor instrumental, y así puede decirse que ha atraído enérgicamente la atención sobre la importancia de los hechos de cultura y de pensamiento en el desarrollo de la historia, sobre la función de los grandes intelectuales en la vida orgánica de la sociedad civil y del Estado,  sobre el momento de la hegemonía y del consenso como forma necesaria del bloque histórico concreto”; Antonio Gramsci, Cuadernos de la cárcel, Vol. IV, México DF, Ediciones Era, 1986. p. 135.
[11]"Cómo emprender una transformación radical del Estado articulando la ampliación y la profundización de las instituciones de la democracia representativa y de las libertades (que fueron también una conquista de las masas populares) con el despliegue de las formas de democracia directa de base y el enjambre de los focos autogestionarios: aquí está el problema esencial de una vía democrática al socialismo y de un socialismo democrático"; Nicos Poulantzas, Estado, poder y socialismo, México DF, 1987, p. 313-314 (la cursiva es nuestra).
[12]Baruch Spinoza, Tratado teológico-político, cap. 16, “De los fundamentos del Estado; del derecho natural y civil del individuo y de las supremas potestades”, trad. de Atilano Domínguez, Madrid, Alianza.
[13]“Un poder disperso, en redes, resultado de un equilibrio entre juegos de influencia. Un poder, en definitiva, cuya naturaleza no se revela nunca mejor que a través de su contrario absoluto: las nuevas formas de la protesta. Paradoja en la paradoja: esas fuerzas de protesta participan a su vez del poder (o del no poder) como elemento de críticas, de inspiración, de influencia a fin de cuentas”, François-Bernard Huyghe y Ludovic François, Contre-pouvoirs, París, Ellipses, 2009, “Introduction”.
[14]Sobre estas cuestiones, véase Dividuum. Maschinischer Kapitalismus und molekulare Revolution, Band 1, de Gerald Raunig: http://transversal.at/books/dividuum
[15]Véase Montserrat Galcerán, “El «método Ganemos» o aprendiendo a hacer política en común”, Diagonal, junio de 2015, https://www.diagonalperiodico.net/la-plaza/27036-metodo-ganemos-o-aprendiendo-hacer-politica-comun.html
[16]Un problema actual y que está de lejos de haberse expuesto y detallado es que la Internet social y todos los protocolos de comunicaciones entran/en en un régimen de ciberguerra. El proceso social subjetivo-algorítmico-energético tiende a configurarse en su interior como guerra. Esto impide localizar las condiciones genéricas de formación posible de sistemas-red socio-algorítmicos de tipo autopoiético como el 15M.

Sobre los humores sociales y políticos, con la excusa de la vuelta de Capusotto // Juan Manuel Sodo

1. Así como en la literatura del siglo XX existen según Piglia lo kafkeano y lo borgeano, podríamos decir que para nuestra generación, en humor del XXI, existen lo barcelonesco y lo capusotteano. Alguien dice “parece un título de la Barcelona” o “parece un personaje de Capusotto” y todos sabemos de lo que estamos hablando.
2. Axel Biciloft es un ministro de medioambiente palermitano; Adolf Hipster un buche que hace pintadas (“Acá vive alguien que consume harinas blancas”); el Chaqueño Paravecino un folklorista vecinócrata; Skype Belinson un profesor de guitarra a distancia; Willy Crooc un saxofonista fanático de las zapatillas y Ernesto La Clota un joven lector de La razón populista que analiza la realidad como tía… Horas se puede uno pasar tirando nombres con algunos amigos.
3. Sin embargo, el procedimiento más alto de Peter Capusotto tal vez haya pasado no tanto por el juego de nombres como por mostrar los riesgos de llevar al límite algunos discursos epocales que tenían consenso. ¿Hay que tolerar todo? (“Un poco de fascismo viene bien”). ¿Qué puede pasar si no discriminamos a nadie? (Inadiii). ¿No termina el buenondismo siendo tan autoritario como aquello a lo que se opone? (Dictadura hippie). ¿Tan perseguidos fueron los artistas durante la última dictadura? (Pepe Barreta Smith). ¿Y si al final todo fuera parte de una misma manera adictivo-compulsiva de vincularnos con las cosas? (Le pegó mal la ensalada). ¿Y si el debate y el retorno de la politización no hubieran terminado siendo sino eso que hacemos en la Red Garlofa?…
4. Hipótesis: no hubo, no hay hoy -tomando radios, TV, standuperos y redes- otro humor más político que el de Peter Capusotto. La nefasta batería operadora imitadora de humor Lanato-Clarinista, El cadete de Navarro, Peroncho Stand Up, Thelma y Nanci, Stoppelman en Víctor Hugo, Barragán en su momento, Fáchima en facebook… Todos hacen humor político en tanto tematizan esa porción de la realidad que llamamos la política, en tanto usan temas de actualidad y cualidades satirizables de los políticos como materiales risibles. Pero las cosas permanecen en sus respectivos casilleros a nivel consenso de lo sensible (lo que se ve, lo que se sabe, lo que se habla, cómo se habla, lo que se espera de).
5. Con mayor o menor gracia (eso va en gustos de cada quien), el lenguaje humorístico es ahí un medio transparente para hacer pasar cosas que ya están pensadas y dichas en otro lado. La lengua se efectúa con unas reglas y unas racionalidades que son menos las del propio poder decir que las del cliché, la agenda periodística o el cálculo partidario. Si de antemano ya sabemos de quién nos vamos a reír y qué es lo que queremos escuchar -entre nosotros que en comunidad adherente ya estamos de acuerdo y sabemos lo que pensamos- entonces eso no es humor. Es otra cosa. ¿Humor orgánico?
6. En su undécima temporada -la primera post TV Pública, la que Canal 9 va a reponer los domingos a las 22hs a partir de este domingo 20- salvando un sketch sobre manipulación de los medios y el ya gastado Micky Vainilla, en una coyuntura que es desesperante Peter Capusotto la tenía fácil para apalabrar, para bajar línea, tenían servido en bandeja lo que se esperaba que digan, más aun sabida la pertenencia de Saborido y Capusotto al campo popular (el mismo con el que simpatizo), alineación que ellos mismos han ido haciendo explícita en una serie de entrevistas. Y sin embargo no. Permaneció cuidada la zona de autonomía enunciativa que por modo de producción y política expresiva caracterizó al programa en todos estos años. En efecto, a Ceo Gutierrez, el líder de Jóvenes Pordioceos -del que Jorge Meconio (séptima temporada, “el que sufre no sos vos”) puede leerse como un antecedente de la perversidad salvaje que se venía- le tomó dieciocho programas aparecer.  
 
7. Pero ese es otro problema. Porque un campo de problemas progresivamente más propios puede ser este:
a) Si la indignación nos reafirma en la parálisis, si el boludeo y la provocación de clase enervan, si los “te la debo” y los “fue un error” irritan, si las derrotas bajonean, si la urgencia actualista desespera… o sea: si la estrategia es entristecer los cuerpos llenándolos de pasiones reactivas ¿con quién te reís?, ¿cómo te reís después de “pobreza cero es una meta” o de compañeros que van siendo descartados de laburos en los que estaban implicados?
b) Con la idea de que puede servir a imaginaciones políticas, ¿qué puede ser una crítica humorística -insolente, irreverente, incorrecta, desagobiante, liberadora, perforadora de opiniones y debates, plebeyística, desobediente- cuando no es la jactancia auto-irónica (#cambiamos), el meme o la ocurrencia inteligente de usuario en redes sociales?
c) Con la hipótesis de la necesidad de crítica, no para flagelación culposa, no para regodeo en el morbo de mirarnos a nosotros mismos y denunciar nuestros propios micromacrismos sino para des-despolitización de modos de vida; con esa hipótesis: ¿cuáles pueden ser unos procedimientos humorísticos capaces de exponer ya no lo obvio (que X es cheto, que Y es bruto, que Z es autoritario) sino lo opaco, lo inercial, aquello que muerde en el nuevo consenso que pareciera estar armándose, por ejemplo las vidas urbanas medias cada vez más privatizadas que llevamos, autogestionadas con criterios microempresariales, “esas pymes llamadas Mi vida”, los parejismos, los mascotismos, los secretos deseos de seguridad y tranquilidad, de orden para andar por la ciudad, cervecita artesanal temprano porque cierran, la cuota de cultura, clotazepam, las inercias de unos cuerpos conectivos maquinizados, cada vez menos sensibles, autoprogramados para la eficiencia y el rendimiento existencial?, ¿pueden la parodia, la sátira contribuir a que pensemos algo de esto?

Apuntes más allá de la neblina electoral // Verónica Gago y Mario Santucho


Escribir bajo los efectos de una derrota suele ser catártico y contraproducente. Pero puede ser también un escenario privilegiado para recobrar lucidez. Los resultados de las PASO exigen un replanteo a quienes desde distintas perspectivas desplegamos la crítica al neoliberalismo, porque la adversidad va más allá del terreno de las urnas y sustenta el éxito de las políticas que resistimos.
Cambiemos está consolidando su dominio en todo el país, gracias al apoyo de sectores cada vez más amplios de la población. El oficialismo penetró con su noción de “cambio” en casi todos los rincones del país, hasta convertirse en (la principal) fuerza federal. Ganó en provincias impensadas. Arrasó en los grandes centros urbanos. Y aunque perdió en el conurbano con la principal candidata opositora, Cristina Fernández de Kirchner, incrementó su caudal de electores (a pesar del descontento por su primer año y medio de gestión que comienza a manifestarse). Es evidente, entonces, que la maquinaria amarilla ha logrado una importante profundidad territorial. Y parece haber tomado en serio la idea de transversalidad, ya que su voto no es fácilmente encasillable por clases sociales e interpela más allá de las estructuras partidarias.
Otro aspecto significativo: el actual gobierno cuenta con dos laboratorios políticos privilegiados, en su tentativa de transformación social. El primigenio y también el más avanzado se desarrolla en la Ciudad de Buenos Aires, donde el estilo de gestión insinuado por Horacio Rodríguez Larreta (con rivetes “progres” respecto de los gobiernos anteriores de Macri), y la entronización de Elisa Carrió como candidata del PRO, consiguieron una aceptación demoledora. El otro experimento es Jujuy, donde la metodología represiva y disciplinadora para domesticar cualquier desafío plebeyo fue revalidada en las urnas con el 36 por ciento de los sufragios.
Así las cosas, el predominio de esta nueva derecha ya no puede tomarse como algo pasajero y fortuito. Por lo tanto, es fundamental comprender en qué reside su superioridad respecto del resto de las fuerzas políticas y con qué argumentos se apropió de la iniciativa para determinar el formato de la discusión.
El macrismo se piensa a sí mismo, y es percibido por las élites latinoamericanas, como la vanguardia de la lucha contra el populismo en el Continente. El movimiento político que mejor encarna la crisis del ciclo de gobiernos populares surgido a comienzos del siglo (no hay que olvidar que el PRO es una interpretación en clave empresaria del “que se vayan todos” de 2001). A diferencia de lo que sucede en Brasil, destronó al peronismo través de elecciones en 2015. En 2016 contuvo la crisis y ensayó una transición, involucrando a muchas organizaciones sociales y a buena parte de la oposición. Ahora acaba de convalidar en los comicios de medio término su condición de faro, al recibir al vicepresidente norteamericano mientras festejaba la baja del riesgo país.
La gran promesa de Cambiemos, su horizonte ideológico, es la construcción de una sociedad posperonista. Y buena parte de su proyección se debe al modo en que traduce en clave emprendedora las expectativas de progreso popular, aprovechándose del agotamiento de la principal identidad política de la Argentina. Es notable que una estructura cuyos cuadros provienen en su mayoría de empresas o del universo de las fundaciones haya conectado con las nuevas subjetividades urbanas, y sea quien mejor esté leyendo las demandas de la población.
Como telón de fondo de esta operación de lecto-captura acontece un cambio casi antropológico: la disolución del axioma dignidad = trabajo, y su reemplazo por el anhelo de consumo y mérito. A caballo de esa verdadera fuerza motriz del neoliberalismo, desde las usinas PRO interpretan el deseo de las distintas clases sociales al ritmo del “tutun tutun”. Reformulan así la noción misma de inclusión, bajo los términos de una inclusión competitiva, pero no la desechan. Y como sucedía en los gobiernos anteriores, bloquea toda crítica a los modos en que esa integración se articula (motorizada por dinámicas financieras y extractivas). Tal vez en este punto la gobernabilidad macrista encuentre un límite insuperable, pues su incapacidad para imaginar estrategias de desarrollo al interior de nuevo orden global es evidente. Lejos de la lluvia de inversiones, aferrado al salvavidas de plomo del endeudamiento, y super-eficaces a la hora de asfixiar el mercado interno, la pauperización de las mayorías parece número puesto.
Y sin embargo, la nueva derecha ha podido apropiarse simbólicamente de banderas o significantes que tradicionalmente pertenecieron a las izquierdas y el progresismo, en su diversas variantes doctrinarias. No sólo se presenta como estandarte del futuro, con lo que eso implica de fe en el progreso y la innovación contra los valores tradicionales y el conservadurismo. También hizo suyo los valores de transparencia, contra las mafias y “los políticos profesionales” que pretenden eternizarse. Trasmiten una imagen del poder más horizontal y flexible respecto del caudillismo habitual. O reivindican el valor de la incertidumbre y el riesgo, contra el posibilismo del supuesto “círculo rojo”.
Obvio que hay muchísimo de marketing. No vamos aquí a desmentir punto punto estas supuestas fortalezas. La pregunta que tenemos que hacernos es por qué funciona. Y con qué conecta. La operación de sinceramiento que propone el macrismo implica “blanquear” las prácticas neoliberales que organizan nuestro cotidiano, más allá de las ideologías que vociferemos. La generalización de la alternativa fracaso/éxito a través del emprendedorismo, inocula por abajo los valores de la meritocracia que vuelven anacrónicos formas paternalistas o redentoras de interpelar a los sectores populares. El pack de expectativas de los CEOS está ahora disponible para todos y todas, estemos en el lugar que estemos, hagamos la actividad que hagamos. Más allá de lo que se diga, apuntan a lo que se hace. Por eso no importan los lapsus incontenibles, ni los patrimonios en crecimiento meteórico. Porque quizás lo que estén ofertando es una nueva modalidad de la representación política, donde se redefine el carácter mismo de lo democrático.
La nueva República que asoma es un territorio espinoso. Donde las instituciones ya no aspiran a superar las fracturas que, por arriba y por abajo, vacían su legitimidad. Donde la conflictividad social recrudece y motiva reacciones cada vez más clasistas, sexistas y racistas. Va siendo hora de romper con el discreto encanto neoliberal. A sabiendas de que no existe vuelta atrás. 
[fuente: http://www.revistacrisis.com.ar/]

Las pibitas y los pibitos son peligrosos // Diego Valeriano


Las pibitas y los pibitos son peligrosos, lo son porque desde muy chicas saben dónde queda desarrollo social de la Muni, porque saben ir solos al juzgado de San Martin, porque saben cuál es el auto de la directora, porque saben que la psicopedagoga es una traidora, porque le revisan la mochila al trabajador social, porque saben la clave de la tarjeta, porque saben el tono y la cara a la hora de pedir. Su peligrosidad reside en que la caretean: reciben sonrientes la bolsita de caramelos de todos los días del niño que se festejan por ahí, la taza de chocolatada en la copa de leche, los inflables en la plaza de Sol y Verde que llevaron de parte del concejal. Pero en esa sonrisa esconden una venganza. No les gusta esa mirada condescendiente, esa solidaridad, ese entusiasmo militante que parece ensañado con ellos.
Son peligrosos porque no les cabe la escuela, prefieren el tren, ser corridos por la policía, perderse en cualquier feria, contar historias, decir que van al bajo, verduguear a los que tienen uniforme de escuela, cagar a piedrazos los techos vecinos, vender medias con el hermano en el centro, trepar un árbol, conocer un transa, sentir en la boca el sabor de un enfrentamiento, deambular.
Son peligrosas porque saben de la muerte, del ocultamiento de la madre, de la traición del hermano. Saben también decir padrastro sin confiarse, saben no quedarse solas con el tío, saben acompañar a la abuela los días de cobro, saben guardarse un canuto, saben dónde queda Ezeiza, Magdalena, Caseros y la Unidad 8 de Los Hornos.
Saben que tienen que aprovechar antes de ser adolescentes, saben que la inocencia aún les garpa, saben que los consideran menos enemigos de lo que son, saben que no los pueden psicologiar, saben lo que puede un cuerpo. Son peligrosos porque saben que no pueden confiar, porque en algún momento te va a re caber por ortiba y adulto, porque saben quiénes son sus enemigos, porque miran la vida desde otro lado, porque a pesar de todo se nos nota el miedo. 

Italia, 2002: Por la resistencia global a la guerra global del Movimiento de los y las Desobedientes // Mabel Bellucci*

El historiador marxista británico Eric Hobsbawn proponía que el siglo XX era el más corto de la humanidad ya que se inició con la Revolución Rusa de 1917 y finalizó con la caída del Muro de Berlín en 1989. En un juego comparativo con tales propuestas, el filósofo Edgard Morín llama a pensar que el nuevo siglo comenzó con la revuelta de Seattle, en l999, contra la reunión de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

No cabe duda que uno de los acontecimientos más significativos a partir de dicha batalla ha sido el protagonismo relevante de diversos colectivos de jóvenes en la dinámica del movimiento de resistencia global. Más específicamente, en las protestas internacionales que se fueron desarrollando hasta llegar a Génova, en 2001, contra la Cumbre del G-8. Sin olvidar, sus intervenciones masivas en los II Foros Sociales Mundiales de Porto Alegre, en 2001 y en 2002. Al mismo tiempo, no podría desconocerse dentro de este linaje el desempeño de grupos de jóvenes excluidos y de las barriadas pobres, hinchas futboleros, rockeros, punkies, motoqueros, estudiantes secundarios y universitarios, activistas sociales, de derechos humanos y políticos, que con sus cuerpos enfrentaron la más feroz represión que tuvo nuestra democracia, durante las sangrientas jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001.

En esta dirección, los colectivos de juveniles constituyeron uno de los elementos decisivos de la dinámica de estas nuevas rebeliones y acciones directas protestarias que se llevaron a cabo tanto en el marco internacional como nacional. Un ejemplo de lo señalado residió en los Monos Blancos (Tutte Bianche) de fácil reconocimiento por sus uniformes blancos, sus cascos y sus protecciones basadas en escudos de plástico y objetos no ofensivos. Surgieron a mediados de 1995 como una expresión de lucha sustentada en la acción directa no violenta. Procedentes de los denominados centros sociales – espacios contraculturales ocupados por diversas fracciones de las izquierdas libertarias- se focalizaron en el Norte de Italia: Leoncavallo en Milán, Rivolta en Venezia, Mestre y Pedro de Padua. A la vez, tuvieron una notable capacidad de convocatoria y movilización, con un objetivo simple y claro: ocupar las calles.

Sus primeras acciones consistieron en pequeños actos de desobediencia en Roma contra la precarización laboral y el desempleo, por lo tanto,  su gesta de insubordinación consistió en no pagar el boleto del transporte público  como un llamamiento a la resistencia. Sin embargo, su “verdadera” presentación en sociedad como una fuerza de acción político-social fue en octubre de 1998 durante las protestas que se efectuaron en la ciudad de Trieste en torno a las violencias desencadenadas contra los inmigrantes irregulares. Recuperaban como referentes históricos una multiplicidad de experiencias y miradas contrahegemónicas del amplio espacio autonomista italiano. Sus iniciativas políticas estaban animadas por la fuerte influencia de la propuesta obrera de la década de los sesenta con Potere Operaio, el grupo de izquierda extraparlamentaria más representativa del operaismo ,la corriente marxista que encabezó ,en particular, Mario Tronti (entre los fundadores de la “Clase de Opera”) que había propuesto una lectura innovadora de El Capital con su texto, Obreros y Capital. No obstante; el surgimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) de Chiapas también jugó un papel de fuerte impacto político en el nacimiento de Los Monos Blancos.

Este colectivo se autoproclamó como “un ejército de soñadores nacido para desaparecer”. Sus integrantes intentaban interpelar a los sectores subalternos y explotados: pobres, niños, indios, campesinos, gays, lesbianas, travestis, artistas, obreros precarios, prostitutas, jóvenes en paro y amas de casa, entre otras tantas franjas de exclusiones.

A la hora de preparar las movilizaciones, usaban escudos y protecciones corporales como forma de demostrar su postura defensiva y no-violenta. Su gran derrota se produjo en 2001, en Génova, sede central del grupo, con la gran represión  contra el movimiento de resistencia global, quienes habían conformado una contracumbre llamada el Genoa Social Forum (Foro Social de Génova). La misma se proponía coordinar a los 700 grupos y asociaciones, de múltiples inspiraciones políticas, ideológicas y culturales, interesado en protestar por la ilegitimidad de los Jefe de Estado y de gobiernos. Sostenían que pocos hombres poderosos tomarían decisiones que afectarían y condicionarían a pueblos sin representación en el G8.

Sin más, las fuerzas de seguridad italianas dinamitaron la lógica de su estrategia con la violencia física directa montada por 20.000 policías y militares. En esa ocasión asesinaron al joven Carlo Giuliani. El gran error ideológico de los Monos Blancos fue no entender el salvajismo que el sistema neoliberal  berlusconiano utilizó frente a las acciones de resistencia civil.

Entonces ellos y ellas tomaron la decisión de disolverse en un movimiento más amplio y heterodoxo, el cual reuniese a una diversidad de fracciones juveniles. Así, al poco tiempo se presentaron como Los Desobedientes.

Después de un año, en Bolonia al lado del Teatro Polivalente Ocupado, con la participación de centenares de personas que, en toda Italia, habían alzado la voz, decidieron darse una primera cita ineludible de la Desobediencia. En octubre de 2002, con los Tute Bianche, los Jóvenes Comunistas, los centros sociales de la ex-Carta de Milán, la asociación “Ya Basta”, los y las desobedientes de la Red No Global Campanien y la Red R.A.G.E de Roma, se constituyó la desobediencia civil organizada después de los amotinamientos en Génova.

El profundo debate entre las diferentes voces presentes en Bolonia generó una voluntad común de conformar el “Movimiento de los Desobedientes”, en el interior del general “movimiento de movimientos” Había un objetivo central que primaba: sostener la contestación contra la globalización neoliberal y la oposición a la Guerra Global Permanente, militar, económica y social. Bajo la consigna “construir conflicto buscando el consenso” y “con la humanidad contra la dominación, violar las leyes injustas” experimentaron prácticas desobedientes a las subjetividades y a las fronteras del conflicto social más diverso y heterogéneo. Y con un manifiesto Por la resistencia global a la guerra global, mayo-junio de 2002, el Movimiento de las y los Desobedientes de Italia se presentó a todo el movimiento de movimientos.
POR LA UNIFICACIÓN DE LAS LUCHAS SOCIALES
POR LA AUTONOMÍA Y LA CREATIVIDAD DEL MOVIMIENTO DE MOVIMIENTOS

CARTA ABIERTA DEL MOVIMIENTO DE LOS Y LAS DESOBEDIENTES

A la sociedad civil, a los movimientos, a las redes y a las singularidades en camino, construyendo otro mundo posible hace un año, en estos días nos encontrábamos en todas las ciudades italianas y del mundo para recoger el desafío de los Ocho Grandes de
la Tierra, citados para julio en Génova.
Los mensajes oscuros de intimidación y represión recogidos en Goteborg y Barcelona no nos detuvieron. No detuvieron una movilización que seguía un camino de crecimiento constante, desde Ámsterdam a Seattle, desde la selva Lacandona a Porto Alegre, de Seúl
a Bolonia, desde Johannesburgo a Praga, desde la misma Génova a Washington, desde Nápoles a Québec.
El movimiento global afirmó como nunca, aquel julio en Génova, su novedad y singularidad. Movimientos de lucha y cooperación contra el neoliberalismo, redes de prácticas libertarias y solidarias,
organizaciones políticas y sociales y, sobre todo, individualidades compusieron, aún con mil dificultades y obstáculos, contaminaciones entre diferencias y determinaciones comunes. Se asedió al G8, se rechazó reconocer su autoridad y por eso se sufrió una represión sin precedentes, confiada al gobierno de Berlusconi y a los aparatos de
estado italianos e internacionales. Un joven, Carlo Giuliani, cayó asesinado. Miles fueron perseguidos por las calles. Centenares secuestrados y torturados.
El movimiento global se adueñó de Italia, de la vida de sus ciudades: ocupó las calles defendiéndose contra aquella represión, en lugar de disgregarse. Se abrieron nuevas vías, que todavía perduran, a todas las articulaciones y a la descripción de una cartografía inédita del conflicto social y de una nueva construcción civil. El movimiento, que adoptó un nombre recogido del primer encuentro en Porto Alegre, el de los Foros Sociales, cuando ha conservado el espíritu de Génova, no se ha expresado nunca como sujeto único sino como a auténtico movimiento de movimientos.
Las que y los que se encontraron y reconocieron en el estadio Carlini de Génova y en la manifestación de desobediencia civil en via Tolemaide, que tuvieron que ver la sangre de Carlo Giuliani derramada sobre el asfalto de piazza Alimonda, que realizaron juntos la
reflexión sobre esa muerte repentina, decidieron afirmar su conciencia de cómo aquella represión había arrollado la misma práctica, pero también de cómo un nuevo valor se había generado a partir de la experiencia, un valor de socialización y de protagonismo
común, en la desobediencia al dominio y en el rechazo del orden presente.
Afirmaron la voluntad de experimentar una extensión y una transformación de la práctica desobediente, que se adecuara a la producción de subjetividad y que promoviese el conflicto y el consenso. Nos constituimos en Laboratorio de la Desobediencia Social
para contribuir con un nuevo experimento. Después llegó el tiempo de la Guerra Global Permanente. Con las matanzas del 11 de septiembre el trágico juego de espejos en el que se delinea el orden imperial, la guerra infinita con la que se reproduce dominio y exclusión, control y separación, ha impuesto sus errores.
Llegó la guerra, pero en Italia el movimiento no se detuvo: lo que había surgido de Génova logró rechazar el enfrentamiento contra el gobierno capitalista de la globalización y sus políticas neoliberales con su resumen estructural, un orden de guerra, militar pero también
económica y social, llegando así al segundo Porto Alegre. Precisamente frente a la férrea recodificación de la guerra permanente, la capacidad de iniciativa del movimiento ha mostrado elementos de un nuevo ciclo de producción de conflicto. En ese momento, cientos de miles de personas no dejaron de demostrar la nueva capacidad de reunirse en las mismas calles y en el mismo camino para manifestar la insurgencia de millones: contra la guerra tanto como contra los ataques al trabajo de la patronal industrial, contra la privatización de la enseñanza tanto como contra las leyes racistas. El movimiento avanzó más allá de los propios espacios que se había otorgado, ocupando las escuelas y los ateneos, las fábricas, los barracones y las hileras productivas del trabajo migrante. Difundió su autonarración, desplegando los instrumentos de la comunicación independiente, sustrayéndose a los monopolios de la oficial, pero también abriendo frentes. Ha superado la propia red de relaciones de una sociedad civil dividida por el saliente de la guerra como por una
espada, y se ha expresado como conjunto de movimientos sociales. Nosotros mismos, en las organizaciones y lugares donde se había producido en un inicio el experimento de la desobediencia, nos encontramos con que ésta se había convertido en el nombre común de la insubordinación. El experimento se había difundido, diseminándose en nuevas redes y en una producción renovada de sujetos, motor de conflicto. De ahí la decisión de reconocernos como movimiento entre los movimientos, para dar valor a esta diferencia y a esta difusión:
movimiento de las y los desobedientes. Sin embargo, nunca hemos estado solos. Después de tres huelgas del sindicalismo de base, después de la evocación desobediente del tema de la lucha general por los derechos, del movimientos estudiantil y del, nuevo e importante,
de los inmigrantes, apareció por fin en el horizonte la huelga general de los grandes sindicatos.
El conflicto social, redesplazado y redeterminado por el movimiento de Génova, ha tomado cuerpo y ha encontrado su punta de lanza en el terreno del enfrentamiento directo entre capital y trabajo y en sus articulaciones tradicionales. Un cuadro distinto que ha planteado al movimiento de movimientos nuevas preguntas, nuevas exigencias de perspectiva. Una reflexión que, sin embargo, se ha dispersado tras la estela compleja de un hilo trazado sobre los hechos menos visibles: el de la naturaleza global del movimiento y el de la globalidad del tema que éste había planteado, la decisión común.
Nosotros mismos, desobedientes, habíamos interpretado este límite: por ejemplo, apartándonos hasta ahora de la preparación del primer Foro Social Europeo, programado desde la última reunión de Porto Alegre para el próximo mes de noviembre en Florencia. Así como todo el movimiento italiano señaló su ausencia de una cita que debería
haber representado la primera oportunidad práctica de esta preparación: la contracumbre de Barcelona, que ha superado el techo de participación alcanzado en Génova. Mientras, se acerca una nueva cita europea, la de la contracumbre de Sevilla contra la plataforma
antisocial de la UE y reaparece el riesgo de un encuentro fallido por parte de los movimientos italianos.
Nosotros, desobedientes, aún contando con la experiencia extraordinaria de la participación en la caravana de Action for Peace en Palestina y la afirmación en ésta de una nueva acción contra la Guerra Global Perman ente, a través de la adopción de cuerpos y lenguajes prácticos de protección directa de los civiles y de diplomacia de base, hemos descubierto esta dificultad. No hemos sabido sustraernos a los términos viejos y estrechos de la
movilización clásica y ritual que no podía sino favorecer a quienes siempre han confiado en la muerte y no en la vitalidad de los movimientos. No hemos sabido reconducir la innovación, en términos de práctica y de pensamiento, representada por lo que habíamos aprendido en el corazón de la Guerra.
Las divisiones verificadas en Italia han sido un regalo al apartheid de Sharon y al desarrollo, sin demasiados tropiezos, en Israel de uno de los laboratorios más avanzados de la Guerra Global.
La huelga del 16 de abril debía para nosotros transformarse de “general” en “generalizada”. Gracias a este concepto, que de hecho se convirtió en una idea asumida por todas y todos, se logró finalmente dar cuerpo y alma al viejo discurso sobre la huelga de ciudadanía.
Las iniciativas de generalización producidas en el día de la huelga, en lo que a nosotros se refiere, dejan un balance de difusión extraordinaria de acciones de desobediencia social, pero también confirman que cuando la gestión es demasiado tímida en la articulación de un discurso que proponga las diferencias como parte viva, visible y conflictual para la contaminación y recomposición de la multitud, prevalece la división en trayectos que
anteponen el logo a la centralidad del conflicto, proclives a un enfoque reducido a la delimitación y la compartimentalización.
En la reciente cita de las elecciones administrativas, algunas organizaciones desobedientes se implicaron en proyectos, diferentes entre sí, de incursión en ese ámbito, a un nivel próximo y vinculado a la cotidianeidad del hacer de las redes sociales, el nivel de los
nexos administrativos.
Los experimentos, diferentes también en sus resultados, confirman en nuestra opinión la centralidad del tema de municipalismo, de las articulaciones que éste conlleva, como los elementos de participación y democracia directa. Como otros datos que, gracias al hecho de que alguien lo hace, sin miedo de ser “excomulgado”, nos dibujan un cuadro que dice a las claras que una cosa es hablar de la “crisis de la representatividad” y otra dar por descontado que ésta provoque la “crisis de los partidos”. Una cosa es decir que debemos superar
los símbolos y no convertirlos en un fetiche, y otra decir que esto ya ha sucedido. Los símbolos y los partidos, en estas elecciones, cuentan, y cuentan mucho.
Las acciones contra la guerra no han incidido mínimamente en la formación de consenso, que ha venido determinado en su mayoría por el antiberlusconismo. Se han iniciado las reflexiones, pero lo cierto es que todos los nudos están por desatar y todos los caminos por
recorrer. Está claro que ya existe una red de administradores, concejales de ayuntamientos grandes y pequeños que tienen como prioridad el desarrollo de iniciativas de ruptura en el ámbito municipal. Reivindicamos toda su positividad y potencia. La fallida movilización de los movimientos con ocasión de la llegada de George Bush II a Roma y a Pratica di Mare para la cumbre OTAN-Rusia debe ser utilizada por todos para abrir una reflexión.
Como desobedientes partimos de la autocrítica, pero la decepción por no haber conseguido, en primer lugar, desempeñar nuestro papel, no puede hacernos olvidar que los problemas son de naturaleza general y nos afectan a todos. En nuestra opinión, son de al menos dos tipos: uno tiene que ver con el mecanismo de reconocimiento, participación y atracción de los foros sociales. En nuestra opinión, hoy es necesario decir con fuerza que lo importante es el espíritu de Génova y no un logo, entre otras cosas incapaz de atraer, de convertirse en motor como lo fue durante algunos meses.  Debemos superar la idea de que “aferrándose” o manteniendo burocráticamente el simulacro de los lugares del movimiento, se hace movimiento.
Debemos salir de nosotros mismos, redescubrir porqué sentimos una necesidad, porqué hay un montón de gente que participa, comparte, se siente implicada. Podríamos discutir durante mucho tiempo porqué el mecanismo de los foros sociales se han vuelto inservibles en muchísimas partes del país. En algunos casos, menores por lo general, han sido el primero y único lugar y tal vez por eso han mantenido su capacidad de ser reales. Pero debemos empezar a decir esto, sin miedo de que signifique el final del “espíritu” de Génova.
Transformar los foros sociales en una especie de maqueta preconstruida no ha hecho ningún bien al movimiento. Comencemos por decir que los lugares, los espacios públicos son múltiples y funcionan si son capaces de atraer, cada vez, de medirse con el
convencimiento y con la capacidad de producir acción política, conflicto y consenso. Librémonos de esta inercia sagrada de nuestros modos de actuar. Nos haremos a todos un favor. El otro gran problema es la calle. No podemos ocultarnos el hecho de que el límite es de naturaleza profundamente material y política al mismo tiempo.
¿Qué hemos sido capaces de proponer como acción colectiva en Pratica di Mare? ¿Otro desfile enorme y ordenadísimo? Después de Génova, después de lo que ocurrió, debemos replanteárnoslo. La práctica de la ilegalidad, es decir, de la producción desde abajo de
nueva legalidad contrapuesta a las leyes injustas del imperio, ya sea la limitación de la libertad de manifestarse o la imposición de políticas criminales que provocan la muerte a millones de seres humanos cada año, no es un nudo “táctico” y mucho menos “técnico”.
desde el bloqueo del acceso a la reunión de la OMC en Seattle en el 99 hasta Génova, esto es lo que hemos sido capaces de hacer. Desde el desmontaje de un Mc Donalds realizado por Bové a los del centro de internamiento de inmigrantes en Bolonia, esto es lo que
hemos hecho. Liberar el deseo de cambiar y producir sentido al hacerlo, pensar la relación con la ley, el orden constituido como una relación no inmutable. Esto significa para nosotros también forzar el uso, la delimitación de conceptos como “sociedad
civil”, “hacer sociedad”, “conflicto”, “consenso”, “transformación”. Después de Génova hemos pensado poco al respecto. Por eso consideramos importante plantearnos primero a nosotros mismo y luego a todos la pregunta. La respuesta, está claro, no puede ser sino el
fruto de grandes contaminaciones.

POR LA AUTONOMÍA Y LA CREATIVIDAD DEL MOVIMIENTO DE MOVIMIENTOS

Querríamos que se abriese sobre estos temas un debate público. Una consulta que llene de discusiones y balances todas las realidades presentes hasta ahora en nuestra experimentación, con la que retomar el trabajo interrumpido de un nuevo mapa del conflicto y de las prácticas desobedientes, a partir de los laboratorios locales que
deberían convertirse en protagonistas; durante el cual nadie hablará por las y los desobedientes, sino como desobediente, con toda sus particularidades. Mientras a agencia de comunicación, instrumento del que nos hemos dotado para la comunicación interna y externa y para la verificación de las decisiones, permanecerá como referencia de
servicio para la propia consulta, estructurándose poco a poco de acuerdo con sus resultados.
Una consulta activa, porque somos conscientes de que sólo un relanzamiento de la acciediente podría contribuir al relanzamiento de la dinámica conflictual total del movimiento de movimientos. Como tal participaremos en las jornadas de Sevilla para orientarse hacia un camino de relaciones prácticas continentales, entre desobediencias
diferentes, capaces de iniciativa común: a fin de que el Foro Social de noviembre en Florencia, en cuyo proceso de construcción nos introducimos ahora tardíamente, no sea presagio de nuevas divisiones en el movimiento y por encima de él, sino que sea de verdad un pasaje fundamental para la unificación de las luchas sociales.
Una consulta activa, porque estará dirigida hacia fuera de nosotros. Para abrir la discusión sobre las formas y las prácticas de la decisión común en el conflicto, frente a la multiplicación de las posibilidades y de los sujetos de su ejercicio en los próximos meses.
Para abrir la discusión sobre cómo esta decisión común puede señalar el camino de la construcción de momentos y lugares abiertos de democracia radical. Activa, porque deberá no interrumpir sino proseguir y vivificar los experimentos de desobediencia social, ante
todo dirigiéndose al universo de las desobediencias que no se denominan como tales pero que también hacen valer una subjetividad de movimiento capaz de sostenerlas.
Especialmente activa en la producción de nuevos recorridos de red alrededor de la propuesta de la renta básica garantizada y de su capacidad de vincularse a la multiplicación de instancias de conflicto en la combinación de las figuras del trabajo vivo, de
realizar una aportación a la continuidad de la lucha por la unidad del trabajo organizado y del precariado social que lo atraviesa y lo circunda.
Activa, además, en el mantenimiento de la experimentación de la desobediencia en el frente central del futuro de la batalla sobre los derechos, en el frente del movimiento del trabajo migrante, relanzando las acciones contra los centros de internamiento temporal
e insertándolas en el trabajo contra la ley Bossi-Fini y contra la discriminación y el las políticas sociales securitarias.
Activa, en fin, pero no en último lugar, para que en Génova se realicen asambleas del movimiento de movimientos abiertas de verdad a la exhibición de su capacidad conflictual, sin timidez ni envidias ni prevaricaciones ni medias palabras. Y para que el día del 20 de julio en Génova, un año después de su asesinato escuche con nosotros Carlo Giuliani, en una nueva y auténtica manifestación global, esta vez no para invocar sino para afirmar, con los ojos y las voces de todos y  en todas las lenguas del planeta, dos simples palabras: VERDAD Y JUSTICIA.

Desde un lugar indiferente, Italia, Europa, Planeta Tierra, Mayo- 


Junio de 2002, año segundo de la Guerra Global Permanente

MOVIMIENTO DE LAS Y DE LOS DESOBEDIENTES

                                                               

Clinämen: Verbitsky sobre la desaparición de Santiago Maldonado

Conversamos con Horacio Verbitsky, periodista y presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), sobre la desaparición de Santiago Maldonado. La figura de “desaparición forzada”. El rol de Pablo Noceti, jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad,. El encubrimiento del Estado a Gendarmería. Las distintas hipótesis y la cuestión de fondo: el reclamo ancestral de tierras de los pueblos originarios. 

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