Ayer hablaba con mi amigo León sobre la importancia de la revista “Fin de siglo”, dirigida a mediados de los años 80 por Vicente Zito Lema y Eduardo Luis Duhalde. Bajo el impacto de las pérdidas de los últimos años -la de Hebe hace aun poco días-, anduvimos repitiendo para adentro «el siglo XX ya no existe más», «nos hemos formado en una escena que se ha disuelto». Con esa conversación en mente me fui a dormir anoche, y esta mañana otro amigo, El Ruso, me envía un whatsapp tempranero: “murió Zito Lema”. Lo conocimos de lejos cuando asumió la dirección de la Universidad de las Madres, de la que lo echaron luego de pésima manera. Mi único trato personal con él fue en un panel de presentación del libro «Spinoza filosofía terrena» del querido Diego Tatián. Zito Lema fue un apasionado spinozista. Los amigos (León, El Ruso) me hacen ver con claridad que este poeta fue uno de los autores claves de una extraordinaria prórroga histórica. Porque si, como afirma Maurizio Lazzarato, el siglo XX fue sobre todo el de la revolución (y por tanto el de las contrarevoluciones), decir “fin de siglo” era negarse a pronunciar “fin de la revolución”. Los sobrevivientes no entregaban su alma, y mantenían viva, para los que llegábamos, la revolución no como cadáver sino como problema. Eso que había sido acribillado de manera criminal sobrevivía en las palabras, los afectos y en el gesto encarnizado de esa generación que sostenía para la nuestra, un legado, para ayudarnos a que no nos convirtiéramos en los estúpidos hijos de una “democracia de la derrota” (como dice Alejandro Horowicz). Entre el fin del siglo y la pérdida de quienes produjeron esa prórroga se formó al menos una generación, a la que le toca ahora despedir a quienes se van, sí, pero también -y sobre todo- comprender qué es lo que toca luego de la prórroga.
Inteligencia artificial y realismo capitalista // Agustín Valle
Desde 2011 que cuando googleamos algo, el sitio nos muestra -nos nos