En 1985, Horacio Verbitsky publicó el libro Rodolfo Walsh y la prensa clandestina (1976-1978). Allí explicaba que “desde la clausura del diario Noticias, en agosto de 1974, donde creó una sección sin precedentes de información sobre los barrios, Walsh no desarrollaba tareas periodísticas. Vinculado primero con las Fuerzas Armadas Peronistas, FAP, ingresó luego a Montoneros, donde no se ocupaba de la prensa. Sin embargo, la reflexión política iniciada en 1975 lo llevó a la formulación de propuestas que la incluían”. Walsh se preguntaba “qué podía hacer un periodista para desarrollar en su campo específico esa porción de resistencia popular”. Primero, no ceder al terror. Segundo, expandir a otros esa liberación. Finalmente, organizar a quienes estuviesen dispuestos “con medios simples pero efectivos”. Recuperando las experiencias de la fundación de Prensa Latina (Cuba, 1959, de la que Walsh participó) y de WAFA (Líbano, 1973, que conoció durante un viaje como enviado de Noticias), proponìa a los incrédulos: “con una máquina de escribir y un mimeógrafo es suficiente”. ANCLA no hacía propaganda política, sino “difusión popular” para un periodo de resistencia. Esperaba efectos subversivos del hecho de colocar “la verdad en manos del pueblo”. Sus cables se enviaban por correo a redacciones nacionales y a corresponsales internacionales. A diferencia de ANCLA, que aparecìa todas las semanas y era escrito por colaboradores, Cadena Informativa se publicaba dos veces por mes, era ìntegramente escrita por Walsh, constaba de textos breves, fáciles de reproducir, y se enviaba a personas de diferentes ocupaciones.
Rodolfo Walsh y la prensa clandestina (1976-1978) reúne varios cables de ANCLA y partes de Cadena Informativa. Aunque a Walsh lo asesinan en 1977, los textos publicados llegan hasta 1978, gracias a la actividad de sus colaboradores. Entre estas colaboraciones se encuentran dos trabajos de Verbitsky. El primero, “Historia de la guerra sucia en la Argentina”, distribuido a fines de 1976, es una descripción detallada de los procedimientos que se llevaban a cabo en la ESMA. El segundo, publicado a mediados de 1978, es un estudio sobre José de San Martín, también distribuido clandestinamente. El texto -”un espejo ofrecido a las Fuerzas Armadas, responde a las mismas concepciones de resistencia popular y análisis de los problemas del país”- se difundió con la firma del Centro de Estudios Arturo Jauretche.
Walsh y la prensa clandestina HORACIO VERBITSKY