Anarquía Coronada

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Feminismo

Crueldad: pedagogías y contra-pedagogías // Rita Segato

Llamo pedagogías de la crueldad a todos los actos y prácticas que enseñan, habitúan y programan a los sujetos a transmutar lo vivo y su vitalidad en cosas. En ese sentido, esta pedagogía enseña algo que va mucho más allá del matar, enseña a matar de una muerte desritualizada, de una muerte que deja apenas residuos en el lugar del difunto. La trata y la explotación sexual como practicadas en los días de hoy son los más perfectos ejemplos y, al mismo tiempo, alegorías de lo que quiero decir con pedagogía de la crueldad. Es posible que eso explique el hecho de que toda empresa extractivista que se establece en los campos y pequeños pueblos de América Latina para producir commodities destinadas al mercado global, al instalarse trae consigo o es, inclusive, precedida por burdeles y el cuerpo-cosa de las mujeres que allí se ofrecen.

Cuando hablo de una pedagogía de la crueldad me refiero a algo muy preciso, como es la captura de algo que fluía errante e imprevisible, como es la vida, para instalar allí la inercia y la esterilidad de la cosa, mensurable, vendible, comprable y obsolescente, como conviene al consumo en esta fase apocalíptica del capital. El ataque sexual y la explotación sexual de las mujeres son hoy actos de rapiña y consumición del cuerpo que  constituyen el lenguaje más preciso con que la cosificación de la vida se expresa. Sus deyectos no van a cementerios, van a basurales.

La repetición de la violencia produce un efecto de normalización de un paisaje de crueldad y, con esto, promueve en la gente los bajos umbrales de empatía indispensables para la empresa predadora. La crueldad habitual es directamente proporcional a formas de gozo narcísico y consumista, y al aislamiento de los ciudadanos mediante su desensitización al sufrimiento de los otros. Un proyecto histórico dirigido por la meta del vínculo como realización de la felicidad muta hacia un proyecto histórico dirigido por la meta de las cosas como forma de satisfacción[1].

La sujeción de las personas a la condición de mercancía impuesta a las mayorías por el carácter precario del empleo y del salario, así como el retorno y expansión del trabajo servil, semi-esclavo y esclavo, también son parte de lo mismo. La predación de territorios que hasta hace poco permanecían como espacios de arraigo comunal, y de paisajes como inscripciones de la historia, es decir, como libros de historia, para su conversión en commodities por la explotación extractivista en las minas y el agro-negocio son facetas de esa cosificación de la vitalidad pachamámica. Incluyo aquí también la alienación, robo o cancelación de la fluencia del tiempo vital, encuadrado ahora, encarcelado, por los preceptos del capital -competitividad, productividad, cálculo de costo/beneficio, acumulación, concentración-, que confiscan la fluencia que llamamos “tiempo” en la que toda vitalidad está inmersa. La pedagogía de la crueldad es, entonces, la que nos habitúa a esa disecación de lo vivo y lo vital, y parece ser el camino inescapable de la modernidad, su último destino.

El paradigma de explotación actual supone una variedad enorme de formas de desprotección y precariedad de la vida, y esta modalidad de explotación depende de un principio de crueldad consistente en la disminución de la empatía de los sujetos. Como he afirmado en otras oportunidades[2], el capital hoy depende de que seamos capaces de acostumbrarnos al espectáculo de la crueldad en un sentido muy preciso: que naturalicemos la expropiación de vida, la predación, es decir, que no tengamos receptores para el acto comunicativo de quien es capturado por el proceso de consumición. Expropiar el aliento vital pasa a ser visto como un mero trámite que no comporta dolor, que no puede comunicarse, un acto maquinal, como cualquier consumición. Es por eso que podemos decir que la estructura de personalidad de tipo psicopático, no vincular, defectiva en lo que respecta a emociones y sentimientos, es la personalidad modal de nuestra época por su funcionalidad a la fase actual extrema del proyecto histórico del capital: la relación entre personas vaciada y transformada en una relación entre funciones, utilidades e intereses.

Es muy difícil encontrar las palabras adecuadas para describir lo que no es nada, la nada marmórea restante del proceso de consumición y obsolescencia en que se ha transformado la vida en los centros de la modernidad. ¿Acaso no percibimos que todas las obras de la más nueva tecnología inician su proceso de degradación apenas erigidas? ¿No es éste, entonces, un ambiente mortuorio, de decadencia acelerada?

Naturalmente, las relaciones de género y el patriarcado juegan un papel relevante como escena prototípica de este tiempo. La masculinidad está más disponible para la crueldad porque la socialización y entrenamiento para la vida del sujeto que deberá cargar el fardo de la masculinidad lo obliga a desarrollar una afinidad significativa -en una escala de tiempo de gran profundidad histórica- entre masculinidad y guerra, entre masculinidad y crueldad, entre masculinidad y distanciamiento, entre masculinidad y baja empatía. Las mujeres somos empujadas al papel de objeto, disponible y desechable, ya que la organización corporativa de la masculinidad conduce a los hombres a la obediencia incondicional hacia sus pares –y también opresores-, y encuentra en aquéllas las víctimas a mano para dar paso a la cadena ejemplarizante de mandos y expropiaciones.

En este sentido, es muy importante no guetificar la cuestión de género. Esto quiere decir, no considerarla nunca fuera del contexto más amplio, no verla exclusivamente como una cuestión de la relación entre hombres y mujeres, sino como el modo en que esas relaciones se producen en el contexto de sus circunstancias históricas. No guetificar la violencia de género también quiere decir que su carácter enigmático se esfuma y la violencia deja de ser un misterio cuando ella se ilumina desde la actualidad del mundo en que vivimos.

El hombre campesino-indígena a lo largo de la historia colonial de nuestro continente, así como el de las masas urbanas de trabajadores precarizados, se ven emasculados como efecto de su subordinación a la regla del blanco, el primero, y del patrón, el segundo -patrón blanco o blanqueado de nuestras costas. Ambos se redimen de esta emasculación, de esta vulneración de su condición social, laboral, incompatible con las exigencias de su género mediante la violencia. Ante el avance de la pedagogía de las cosas, como también podríamos llamarle a la pedagogía de la crueldad, el hombre indígena se transforma en el colonizador dentro de casa, y el hombre de la masa urbana se convierte en el patrón dentro de casa. En otras palabras, el hombre del hogar indígena-campesino se convierte en el representante de la presión colonizadora y despojadora puertas adentro, y el hombre de las masas trabajadoras y de los empleos precarios se convierte en el agente de la presión productivista, competitiva y operadora del descarte puertas adentro.

A esto se le agrega la expansión  de los escenarios de las nuevas formas de la guerra en América latina, con la proliferación del control mafioso de la economía, la política y de amplios sectores de la sociedad. La regla violenta de las pandillas, maras, sicariatos y todos los tipos corporaciones armadas que actúan en una esfera de control de la vida que he caracterizado como para-estatal atraviesa e interviene el ámbito de los vínculos domésticos de género, introduce el orden violento circundante dentro de casa. Es imposible hoy abordar el problema de la violencia de género y la letalidad en aumento de las mujeres como si fuera un tema separado de la situación de intemperie de la vida, con la suspensión de las normativas que dan previsibilidad y amparo a las gentes dentro de una gramática compartida.

Al hablar de la pedagogía de la crueldad no podemos olvidarnos de mencionar a los medios masivos de información, con su lección de rapiña, escarnio y ataque a la dignidad ejercitadas sobre el cuerpo de las mujeres. Existe un vínculo estrecho, una identidad común, entre el sujeto que golpea y mata a una mujer y el lente televisivo. También forma parte de ese daño la victimización de las mujeres a manos de los feminicidas como espectáculo televisivo de fin de tarde o de domingos después de misa. Los medios nos deben una explicación sobre por qué no es posible retirar a la mujer de ese lugar de víctima sacrificial, expuesta a la rapiña en su casa, en la calle y en la sala de televisión de cada hogar, donde cada una de estos feminicidios es reproducido hasta el hartazgo en sus detalles mórbidos por una agenda periodística que se ha vuelto ya indefendible e insostenible.

A partir de lo dicho, ¿cómo entonces concebir y diseñar contra-pedagogías capaces de rescatar una sensibilidad y vincularidad que puedan oponerse a las presiones de la época y, sobre todo, que permitan visualizar caminos alternativos?  Son cuatro los temas que vinculo a la posibilidad de instalar en el mundo esas contra-pedagogías. Me referiré a ellos de forma muy sucinta y aforística, más que nada como una convocatoria para juntar esfuerzos y seguir debatiendo. El texto de las clases podrá dar pistas para entender mejor lo que propongo.

  1. La contra-pedagogía de la crueldad tendrá que ser una contra-pedagogía del poder y, por lo tanto, una contra-pedagogía del patriarcado, porque ella se contrapone a los elementos distintivos del orden patriarcal: mandato de masculinidad, corporativismo masculino, baja empatía, crueldad, insensibilidad, burocratismo, distanciamiento, tecnocracia, formalidad, universalidad, desarraigo, desensitización, limitada vincularidad. El patriarcado, como he afirmado anteriormente[3], es la primera pedagogía de poder y expropiación de valor, tanto en una escala filogenética como ontogenética: es la primera lección de jerarquía, aunque la estructura de esa jerarquía haya ido mutando en la historia[4].
  1. La experiencia histórica de las mujeres podrá sentar el ejemplo de otra forma de pensar y actuar colectivamente. Una politicidad en clave femenina es –no por esencia sino por experiencia histórica acumulada[5]-, en primer lugar una política del arraigo espacial y comunitario; no es utópica sino tópica; pragmática y orientada por las contingencias y no principista en su moralidad; próxima y no burocrática; investida en el proceso más que en el producto; y sobre todo solucionadora de problemas y preservadora de la vida en el cotidiano.
  1. Las mujeres hemos identificado nuestro propio sufrimiento y hablamos de él. Los hombres no han podido hacerlo. Una de las claves del cambio será hablar entre todos de la victimización de los hombres por el mandato de masculinidad y por la nefasta estructura corporativa de la fratria masculina. Existe violencia de género intra-género, y la primera víctima del mandato de masculinidad son los hombres: obligados a curvarse al pacto corporativo y a obedecer sus reglas y jerarquías desde que ingresan a la vida en sociedad. Es la familia la que los prepara para esto. La iniciación a la masculinidad es un tránsito violentísimo. Esa violencia va más tarde reverter al mundo. Muchos hombres hoy se están retirando del pacto corporativo, marcando un camino que va a transformar la sociedad. Lo hacen por sí, en primer lugar. No por nosotras. Y así debe ser.
  1. De una forma esquemática es posible decir que existen dos proyectos históricos en curso en el planeta, orientados por concepciones divergentes de bienestar y felicidad: el proyecto histórico de las cosas y el proyecto histórico de los vínculos, dirigidos a metas de satisfacción distintas, en tensión, y en última instancia incompatibles. El proyecto histórico centrado en las cosas como meta de satisfacción es funcional al capital y produce individuos, que a su vez se transformarán en cosas. El proyecto histórico de los vínculos insta a la reciprocidad, que produce comunidad. Aunque vivamos inevitablemente de forma anfibia, con un pie en cada camino, una contra-pedagogía de la crueldad trabaja la consciencia de que solamente un mundo vincular y comunitario pone límites a la cosificación de la vida.

[1] Para una extensión sobre el tema, ver “La pedagogía de la crueldad”, entrevista que di a Verónica Gago  publicada en  Las 12, Página 12, Buenos Aires, 29 de mayo de 2015

[2] “Patriarcado: del borde al centro. Disciplinamiento, territorialidad y crueldad en la fase apocalíptica del capital”en La Guerra contra las mujeres. Madrid: Traficantes de Sueños, 2016

[3] Ver Las estructuras elementales de la violencia Buenos Aires: Prometeo, 2003 y 2013.

[4] Ver La Crítica de la Colonialidad en Ocho Ensayos y una Antropología por Demanda, Buenos Aires: Prometeo, 2015

[5] Ver “Manifesto in Four Themes” in  Critical Times 1/1, 2018 (de próxima aparición)

Este texto forma parte del nuevo libro de Rita Segato, que será presentado en la Feria del Libro de Buenos Aires el día 6 de mayo a las 16hs.

Mujeres que luchan, zapatismo y la grieta pospatriarcal anticapitalista // Xochitl Leyva Solano

Cómo y quiénes en medio de las guerras “ponen el cuerpo”; cómo esto se ha dado bajo el faro zapatista y el caminar de este movimiento junto con mujeres y jóvenes de las resistencias, con activistas alter y anti y con feministas comunitarias, post y decoloniales, de diversas partes del planeta Tierra, llegadxs a Chiapas –entre 1994 y 2018– atraídxs por dicho faro. Hago esta reflexión con motivo de los 25 años de la rebelión zapatista y a la luz del Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que Luchan, convocado por las mujeres zapatistas y realizado en su territorio autónomo en marzo de 2018. Escarbo en nuestra memoria colectiva, voy en espiral, tejo parte de nuestras experiencias organizativas que no paran, ya que seguimos buscando colectivamente la mejor manera de construir alternativas más allá del Estado-nación, del (hetero) patriarcado, de la democracia representativa y de la modernidad/colonialidad. Búsqueda que nunca se hubiera dado de no ser por el levantamiento zapatista y lo que en estos 25 años han construido: la autonomía zapatista de facto y sin permiso que ha servido de faro, literalmente, en los 5 continentes y a las luchas anti capitalistas y anti patriarcales del mundo.

Vale aclarar que cuando hablamos de lo que hemos caminado nosotrxs podríamos dar una idea equivocada, hacer pensar que ya hemos avanzado mucho, cuando en verdad son más bien las mujeres, lxs jóvenes, lxs niñxs, lxs mayorxs y los hombres de los pueblos indígenas, negros, campesinos en resistencia quienes nos llevan años luz en la creación de formas organizativas alternas; para muestra un botón: el EZLN, el Congreso Nacional Indígena (CNI) y el Concejo Indígena de Gobierno (CIG). Ellxs y muchxs otrxs que aquí no menciono son quienes han puesto y continúan poniendo el cuerpo y lxs muertxs al enfrentarse, encarnadamente y a lo largo del Abya Yala, a las múltiples cabezas de lo que lxs zapatistas llaman “la Hidra Capitalista”; y también algunas feministas: la ofensiva globalizadora del capital expresada como guerra contra las mujeres, producto del daño cognitivo milenario (patriarcado).

Un mundo donde quepan muchos mundos no es un mero eslogan. Se hizo carne cuando las zapatistas nos convocaron al encuentro de las mujeres que luchan.

Treinta y un años han pasado desde mi llegada, por primera vez, a la selva Lacandona en aquel diciembre de 1987. Llegué respondiendo a un llamado de los campesinos habitantes de esa zona. Ellos preparaban clandestinamente el movimiento armado, pero en su dimensión pública convocaron a universitarixs para trabajar en el programa de desarrollo integral que estaban coordinando. Nos recibió un grupo de delegados, todos concentrados en el corazón de la Lacandona, en el ejido Guanal. Fue impresionante ver desde la avioneta reunidos a 250 delegados, 250 cuerpos de hombres tseltales, tsotsiles, choles y tojolabales representantes de 117 ejidos y 24 rancherías localizadas en un territorio en el que tenían, ya desde entonces, gran control y un sofisticado modo de gobernarse a nivel regional. A pesar de ello no había ni una sola mujer en la concentración que nos recibió y tampoco ninguna tomó la palabra durante la asamblea, aunque sí estaban presentes como parte fundamental de la comisión encargada de cocinar para todxs. Cruzamos miradas en la cocina pero no palabras, no porque ellas no hablaran español ni nosotras tseltal, sino más bien porque entonces la política era concebida y vivida como un asunto de hombres, entre hombres, para el bien común llamado “el comón”.


Por lo que me tocó vivir –entre diciembre de 1987 y diciembre de 1993– dentro de esa subregión de la selva, podría decir que entonces las mujeres adquirían diferenciadamente cierta voz en la casa y/o en la comunidad de acuerdo a su edad, su cargo, su situación económica y a la posición de su esposo en la estructura política y religiosa comunitaria. Tenían algo que podríamos llamar una voz delegada por los hombres de la comunidad. Hoy, en cambio, han construido, desde la resistencia zapatista, una potencia propia, un poder propio, dentro de un poder autónomo. Las mujeres, anteriormente, no tenían una mirada colectiva antisistémica –tampoco nosotras– y mucho menos la capacidad colectiva para convocar, como lo hicieron en diciembre de 2017, a las mujeres del mundo para luchar contra el “sistema capitalista machista y patriarcal”.

Tuvieron que pasar tres décadas, en las que se dio la emergencia del movimiento continental contra el V Centenario del “Descubrimiento de América”, en que el EZLN salió de su clandestinidad, en que levantaron la voz las insurgentas, milicianas y mujeres bases de apoyo zapatista haciendo carne y cotidianidad la Ley Revolucionaria de Mujeres. Tuvieron que pasar décadas en que emergieron y se fortalecieron por todo el continente los movimientos de mujeres indígenas y negras, floreció la autonomía zapatista en medio de la guerra contrainsurgente, de la guerra contra el narcotráfico y de lo que lxs zapatistas llamaron muy tempranamente “la guerra de exterminio contra los pueblos”.

En medio de la violencia y la muerte, emergen las prácticas autonómicas de las zapatistas, sus reivindicaciones de igualdad, diversidad y diferencia a la zapatista.

Todo eso y más tuvo que suceder para que ese 8 de marzo de 2018 viéramos y viviéramos en la misma selva Lacandona, pero ahora en el Caracol de Morelia, un despliegue impresionante de 2000 mujeres zapatistas tseltales, tsotsiles, choles, tojolabales y mestizas provenientes de los cinco Caracoles. Ellas fueron nombradas para recibir y convivir con las miles de mujeres del mundo quienes respondieron a la convocatoria del Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que Luchan. La convocatoria decía textualmente:

Si eres hombre, de balde estás escuchando o leyendo esto porque no estás invitado. A los varones zapatistas los vamos a poner a hacer lo necesario para que podamos jugar, platicar, cantar, bailar, decir poesías, y cualquier forma de arte y cultura que tengamos para compartir sin pena. Ellos se encargarán de la cocina y de limpiar y de lo que se necesite.

Y así sucedió. Esto, que podría ser reducido a la imagen de un mundo al revés, podría también ser visto como una grieta pospatriarcal poscapitalista en la que todas pusimos el cuerpo, la mente, el corazón, el hígado… para seguir construyendo las alternativas al capitalismo, a la democracia representativa, al patriarcado y al machismo. No pretendo homogeneizar, ni romantizar, ni “explicar”, sólo quiero señalar un par de elementos que pudieran ser relevantes para el argumento central de este breve texto.

La diversidad de las mujeres que respondieron al llamado de las zapatistas nos recuerda la existencia del pluriverso, o sea, la multiplicidad de mundos que coexisten. El pluriverso nos hace ver que el mundo –contrariamente a lo que la modernidad nos ha hecho creer– está compuesto de muchos mundos, de muchas galaxias como afirman lxs zapatistas. “Un mundo donde quepan muchos mundos” no es un mero eslogan: se hizo carne, nuevamente, cuando las zapatistas convocaron a este encuentro, desde una categoría incluyente muy propia de ellas que parafrasearon como “las mujeres que luchan”, señalando que se referían a todas las “que no están de acuerdo con lo que nos hacen como mujeres que somos”. Y agregaban: “Te invitamos a encontrarnos, a hablarnos y a escucharnos como mujeres que somos”.
Ahí estaban feministas y no feministas. Mujeres de los cinco continentes, de todas las edades, mujeres que eran jóvenes cuando el levantamiento de 1994 y que se iniciaron en la otra política con el zapatismo. Mujeres que nos reconocimos como mujeres al ver paradas frente a nosotras a las comandantas zapatistas. Mujeres que las han estudiado, que las han apoyado en cada una de sus iniciativas; mujeres curiosas que nunca las habían visto y hasta mujeres que sólo iban al zapatour. Mujeres del color de la Tierra, mujeres blancas y negras, lesbos, trans, queer, darketas, artivistas, cibernautas, campesinas, catequistas, religiosas del abajo, universitarias, docentes, hijas con sus mamás, lideresas, defensoras de derechos humanos, músicas, teatreras, payasas, bailarinas, esculturistas, fotógrafas, pintoras, etc…
Ahí estábamos poniendo nuestro cuerpo frente al despojo capitalista por medio de un acto colectivo de des-posesión voluntaria de lo que cargamos cada día: los títulos nobiliarios, las rutinas del trabajo asalariado, de la precariedad o de los paliativos neoliberales (pienso en lo inmediato para muchas de las asistentes: las becas de posgrado). Des-posesión voluntaria de las rutinas familiares, de las rutinas engendradas por la propiedad o por el “deber ciudadano”. Por cuatro días, muchas de nosotras logramos despojarnos de todo eso y nos quedamos con lo más elemental en nuestras “casas de campaña” clavadas por nosotras mismas en la tierra. Habitamos la casa zapatista: el Caracol, construido centímetro a centímetro por el esfuerzo autónomo de lxs zapatistas.

Desde ahí nos distanciábamos de nuestros hogares y familias clasemedieras al servicio del trabajo capitalista o aplastadas por el desempleo o por la precariedad emanada de ese mismo sistema. Tomábamos distancia, por ejemplo, del capitalismo académico que hoy rige no sólo en abstracto nuestros lugares de trabajo sino que ha ocupado exitosamente -en muchos casos- las mentes, los cuerpos y los corazones de muchas mujeres y hombres reproductorxs cotidianas de él. No fue casual que en uno de los talleres del encuentro, la facilitadora –feminista y académica– gritara con gran entusiasmo “¡muera la academia!” y con el mismo entusiasmo las asistentes –jóvenes universitarias en su mayoría– se unieran a la consigna de cara a un grupo de jóvenes zapatistas que seguían atentas y tomando notas en sus cuadernos.

Por las noches, otras de nosotras nos metimos en sacos de dormir tendidas encima de una tabla de madera, que lo mismo se usó para ese fin como para armar bancas, mesas o mamparas. Ahí, tendidas en el suelo conectamos con la Madre Tierra, oímos sus latidos que formaban un único ritmo con la música de la banda lesbofeminista que tocaba en la cancha del Caracol para festejar a todas las mujeres del mundo en pie de lucha y para honrar la memoria de las miles de asesinadas, desaparecidas, masacradas, encarceladas.

Y en medio de toda esa violencia y muerte, emerge y han emergido, por ejemplo, las prácticas autonómicas de las zapatistas, sus reivindicaciones de igualdad, diversidad y diferencia a la zapatista. Conceptualizaciones situadas y encarnadas de lucha que lxs zapatistas han ido tejiendo muy a su manera y desde su lugar. Se podría decir, teoría encarnada que, antes y hoy, le habla al mundo: como muestra retomo las palabras pioneras de la mayor Ana María expresadas a nombre del CCRI-CG del EZLN en la apertura del Primer Encuentro Intercontinental por la Humanidad y Contra el Neoliberalismo celebrado en julio de 1996 en el Aguascalientes II-Oventik: “Bienvenidos a las montañas del Sureste mexicano. Bienvenidos a este rincón del mundo donde todos somos iguales porque somos diferentes. Bienvenidos a la búsqueda de la vida y a la lucha contra la muerte”.

Paso a paso, las zapatistas, desde hace dos décadas y media, vienen construyendo puentes entre ellas y con todas nosotras. Caminando a su lado muchas de nosotras hemos empezado a concientizarnos, a con-dolernos y a con-movernos desde lo que nos/era/es común en ese momento y aún ahora que escribo este texto: las violencias y la muerte producto de lo que hoy -ellas y nosotras- llamamos a voz en cuello y con todas sus letras: “el sistema capitalista patriarcal” y “el patriarcado capitalista”.


Posdata: les invito a leer no sólo el texto completo del que deriva este sino todas las contribuciones del libro que es parte para comprender mejor por qué homenajeamos en este su 25 aniversario a las, los, les zapatistas.

El rumor de las multitudes 

 

Pandemia y conflicto social, entre el feminismo y el precariado // Entrevista a Neka Jara y Mariano Pacheco por Diego Sztulwark

En medio de la preocupación por la amenaza de cumplimiento del desalojo de la toma de Guernica surgió la posibilidad de entrevistar juntos a dos compañerxs de larguísima y reconocida trayectoria militante en las organizaciones sociales y populares autónomas. Ambos fueron parte activa de la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón y hoy forman parte de experiencias de autoinstitución popular que, en medio de la pandemia, combinan cuidados colectivos y lucha social. La propuesta fue que cada uno respondiera por su cuenta y con sus compañerxs más cercanos tres preguntas comunes: Neka, ofreciendo un punto de vista territorial feminista como militante de Las comarqueñas y Mariano como parte del Instituto Generosa Frattasi, perteneciente al movimiento gremial de los trabajadores preciaros. 

La primera pregunta que les quiero formular es la siguiente: cómo ven, cada uno desde su inserción actual, la evolución de la conflictividad social. En particular les pregunto en cómo se crea organización popular en la pandemia.

Neka Jara: – Es un momento para pensar de manera diferente la conflictividad social. Todos los reclamos –como el derecho al techo, al trabajo, a la vivienda- cobran un nuevo sentido con la pandemia. Porque surgen nuevas preguntas: ¿Vamos a vivir? ¿Cómo vamos a vivir? ¿Cómo vamos a trabajar? Son preguntas sustanciales. Las luchas por estos derechos cobran otro sentido que se vincula directamente a la pregunta sobre la existencia.

Con respecto a las organizaciones populares, si tomamos la experiencia de la toma de Guernica a grandes rasgos podemos visualizar tres modos bien marcados: las organizaciones que siguen insistiendo con una construcción de oposición al poder establecido muy tradicional; otras que siguen sosteniendo y abriendo espacios de lucha a partir de derechos vulnerados como la falta de trabajo, tierra, techo y comidas, peleándole al estado y administrando lo logrado para fortalecer espacios de construcción popular. Y otras que expresamos, desde la asamblea feminista, prácticas que intentan ir más allá del reclamo de tierra para vivir, con propuestas para desarmar situaciones de violencia y de opresión tramando formas comunitarias de vivir, como se expresa en las asambleas, en los diversos talleres y en el encuentro plurinacional de muyeres y disidencias llevado a cabo sábado 10 de octubre en la toma. Si bien la perspectiva feminista es hoy una novedad en la toma, no podríamos dejar de reconocer que al interior del mismo feminismo conviven tensiones relacionadas con diferentes miradas políticas. Muchos colectivos feministas terminan reproduciendo prácticas verticalistas y hegemónicas haciendo prevalecer el interés de la organización por encima de la construcción de tejido común. Nos preguntamos cómo desarmar relaciones capitalistas y patriarcales basadas en prácticas de control y de violencia, proponiéndonos la creación de espacios comunitarios con relaciones horizontales y reciprocas y formas de defensas de esos espacios. 

Mariano Pacheco: -Creo que la pandemia del COVID 19 puso al mundo en una situación por demás compleja, y a los Estados nacionales –más allá de las limitaciones de maniobras que puedan tener en el marco del Nuevo Orden Mundial Neoliberal (fase actual del capitalismo)- ante el desafío de posicionar una política de salud determinada, de la mano del abordaje económico y social frente a la crisis. Esta situación debe ser analizada al calor del proceso corto de los últimos cuatro años; del mediano, que se abre diciembre de 2001, y del largo de la posdictadura. Es decir que hace falta dar cuenta del proceso más general, teniendo en cuenta las limitaciones que en Latinoamérica  mostraron tanto las gestiones progresistas del Estado como las luchas sociales desde abajo que no se plantearon una estrategia de poder. A todo esto hay que sumar el frente que venció electoralmente al partido neoliberal, es excesivamente heterogéneo. El Frente de Todos está compuesto tanto por las organizaciones populares con mayor capacidad de movilización y presencia territorial nacional, como por las corrientes progresistas que gobernaron la Argentina durante tres mandatos consecutivos (y dejaron al país en las condiciones en la que lo dejaron en 2015), y también por sectores peronistas que tranquilamente en otra coyuntura podrían haber integrado el bloque de fuerzas neoliberales. Fuerzas que no han sido derrotadas sino que permanecen agazapadas o mas bien al acecho, con presencia parlamentaria, control de medios hegemónicos de comunicación y con cierta capacidad de movilización. El gobierno actual es más un gobierno de transición que un gobierno popular. Formo parte del conjunto de militancias que hemos decidido apoyarlo, a pesar de todo, pero no confundimos deseo con realidad.  

En este marco, nos interesa sobre todo prestar atención a la estrategia general esbozada por el bloque de fuerzas sociales más dinámico de los últimos años: la Economía Popular, que incluye en su interior lógicas emprendedoristas (típicamente neoliberales), pero también, la conformación de un sujeto político (lo que llamo “El Precariado en Acción”) capaz de hacer ese pasaje de movimientos sociales (más económico-reivindicativos) a Movimientos Populares (organización social+estrategia y programa político), que permitieron esbozar un alto grado de recomposición de fuerzas, y asumir una dinámica de transversalidad a partir de la cual se incorporaron e hicieron carne otros planteos presentes en la agenda política nacional (sobre todo de los feminismos, a través de la conformación de un feminismo popular, pero también, de un cierto ecologismo popular y un sindicalismo territorial que interpela al sector de trabajadorxs asalariados). Ese bloque de fuerzas sociales, decía, tuvo una estrategia general muy clara: conformar el sindicato del precariado (la UTEP), priorizando en los hechos esa unidad tan declamada pero poco practicada por otros sectores, y acompañar –en el plano táctico– la fórmula Fernández-Fernández, sin perder autonomía en el planteo político, entendiendo que un triunfo de Juntos por el Cambio situaba a los Movimientos populares ante un escenario de franco retroceso político, y a los sectores populares ante un tremendo futuro de indigencia económica y social.

En el contexto de la pandemia se lanza el Ingreso Federal de Emergencia (IFE), que pone ante los ojos de la “clase política” –por el elevado número de inscriptos– aquello que los Movimientos Populares ya venían anunciando desde hacía tiempo: que hoy la clase que vive del trabajo está partida en dos, y que casi la mitad de sus integrantes no permanecen bajo relación salarial sino que se “inventan” un trabajo en los marcos de la economía popular (sin derechos). El IFE permitió además acelerar el proceso de lanzamiento del Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular (RENATEP), contemplado en la Ley de Emergencia Social conquistada durante el macrismo (y subrayo “conquistada” porque aún existen cuestionamientos al modo de acción de los Movimientos populares, con argumentos francamente canallas por parte de ciertos progresismos que se dedicaron en muchos casos a bastardear esas luchas desde el sillón de sus casas, en las que permanecieron mirando la televisión, entremezclando momentos de depresión con momentos de euforia ultraizquierdista por redes sociales). El RENATEP será la base sobre la cual pensar, con datos reales en mano, una salida popular para la pospandemia, que no sea un simple retorno a la injusta normalidad.

Foto: La Obrera colectivo fotográfico

 

Luego de cuatro años de gobierno de Macri, la derecha más reaccionaria se propone debilitar al gobierno actual: ¿cómo juega la consideración de esta coyuntura política en las luchas del presente?

NJ: -Pensar que la derecha es Macri es muy restringido. Hay una derecha recalcitrante muy activa dentro del mismo gobierno, una especie de cacicazgos compuestos por gobernadores, intendentes, sindicalistas, etc. El problema está en si el gobierno asume un rol impuesto por la derecha o si hace honor a los postulados pre-electorales. Pensando en la toma de Guernica, además de los problemas que se generan en torno a la pandemia como la falta de oportunidades laborales, imposibilidad de acceso a la salud, a la alimentación y a la generación de recursos para sostener alquileres, etc., el trasfondo de un reclamo centrado en el acceso a la tierra para vivir se sustenta en los deseos despertados por un gobierno “popular” y la solución real estaría en que las familias puedan lograr un hábitat digno. Las luchas sociales emergen en este contexto de producción de estatalidad -promesas en torno a la vivienda, la asistencia, el trabajo, etc. – y de una crisis profundizada por la pandemia.

La solución del reclamo de la tierra en Guernica depende de una decisión política que podría colocar al gobierno en un lugar esperado por muchos sectores sociales. Hay cuestiones en Argentina que son deudas históricas y que escuchamos gritar a lo largo de los años por distintas organizaciones y distintas luchas como la falta de trabajo, la ausencia de respuestas dignas con relación a la salud, la alimentación, la educación y la imposibilidad de acceso a la tierra para vivir. La respuesta a estas demandas es la represión, el desalojo violento o, en el caso de la vivienda, el ofrecimiento de soluciones precarias que incrementan el hacinamiento, y producen relaciones violentas. La manera de habitar un lugar es impuesta desde arriba y desde afuera y nunca está la pregunta de cómo las personas quieren vivir. Así tenemos el modelo de las viviendas sociales que devuelven una imagen estigmatizada. Muchos cuerpos despojados es fácil prever a donde irán a parar: refugios, viviendas y barrios precarios, cárceles, psiquiátricos.

Si la tierra está en manos de pocos para especulaciones inmobiliarias y negociados mafiosos, para otros sectores el único camino para acceder a la tierra para vivir es la toma y la lucha por lograrlo.

MP: -En primer lugar, diría que no estamos ante un proceso ascendente de la lucha de masas, sino estamos atravesando una cuarentena, que mayormente se respeta, sobre todo en los sectores populares. La circulación es más bien restringida al barrio, se utiliza el transporte público por trabajo más que por recreación y se circula en la vía pública por el mismo motivo. Las expresiones anticuarentena son minoritarias, aunque profundamente amplificadas por los medios hegemónicos de comunicación. Sí hubo en estos meses movilizaciones puntuales, la más ejemplar, las ocupaciones de tierras para construir viviendas, pero cabe destacar que hoy la principal lucha de los Movimientos populares pasa por registros más imperceptibles, ligados a las tareas de organización territorial, a las prácticas comunitarias. Esas tareas la llevan adelante organizaciones que, mayormente, han asumido la estrategia de acompañar a este gobierno. Es que, además del escenario político están esos microfascismos que circulan socialmente, que ganan terreno incluso entre los sectores populares, y que contribuyen a que sectores supuestamente progresistas tengan corrimientos cada vez más hacia la derecha (corrimiento que explica la línea de seguridad de la gestión Kicillof en la provincia de Buenos Aires, con un ministro como Sergio Berni).

Creo que, ante ese escenario, están muy bien las posiciones que vienen sosteniendo algunos agrupamientos, como el Movimiento Evita, Somos-Barrios de Pie, la Corriente Clasista y Combativa, las organizaciones que componen el Frente Patria Grande (Vamos, el Movimiento Popular La Dignidad, el Frente Popular Darío Santillán, entre otros), o sectores del sindicalismo como el “Degenarismo” en la CTA, que con matices entre sí, integran este gobierno a través de militancias en algunas funciones estatales, lo apoyan políticamente asumiendo que es el único que puede en estos momentos sostener la situación sin perjudicar aún más a los sectores populares, pero a diferencia de lo que sucedió durante los años de “orden y progresismo” kirchnerista (como dice el periodista Martín Rodríguez), no tienen “obediencia debida”. Me gusta esa consigna que sostiene que, ante una lucha de los de abajo, incluso frente a un Estado que se integra en algunas de sus funciones de gobierno, la posición debe ser estar “junto a las y los últimos de la fila”.

 Foto: Emiliana Miguelez

 

Se escuchan voces que dentro, pero sobre todo fuera del gobierno hablan de enfrentar al conflicto social “aplicando la ley” como sinónimo de defender, de la manera que fuera, la propiedad. ¿Cómo se ve esto desde la lucha por la tierra?

NJ: -¡Qué tema el de la propiedad privada! La pregunta sería ¿qué se defiende cuando se habla de “respetar la propiedad privada”?

Recuerdo algunas tomas inmensas de tierra en Quilmes y me vienen muchas imágenes mirando Guernica hoy. Lo primero que percibo es el gesto de delimitar los lotes para cada familia. La vista aérea de los cuatros barrios de Guernica es muy impactante en este sentido, porque muestra –en los tantos alambrados improvisados- la reproducción en escala tan masiva del sueño de tener un pedacito de tierra para vivir. Ante los cincos supuestos dueños aparecen miles que dicen tener el derecho a acceder a un pedazo de tierra.

Creo que la discusión política fundamental tendría que centrarse en los usos de la tierra: ¿es lo mismo la necesidad de acceder a un pedazo de tierra para construir una casa para vivir, para hacer una huerta, criar algunos animales, etc. que apropiarse de 300 o miles de hectáreas para hacer barrios privados o mega proyectos financieros? ¿Es lo mismo reivindicar y luchar para el derecho al hábitat digno que usurpar grandes cantidades de tierras para incrementar el valor del suelo y especular en ámbito financiero, desplazando comunidades y pueblos enteros o arrojando miles de personas a vivir en situación de calle?

Es hora de abrir y profundizar una discusión general sobre la tierra, sus usos y sus usurpaciones.

La asamblea feminista en la toma de Guernica viene aportando mucho en este sentido, construyendo la que podríamos definir una crítica práctica de la propiedad: tejiendo y profundizando vínculos comunitarios ahí adonde superficialmente se ven solo cercos. Una crítica práctica de la propiedad es tejer en el cotidiano nuevas formas de existir, desarmando estructuras de violencias para acuerparnos en comunidades. Creando soluciones colectivas ante situaciones de aislamientos, de soledades, de carencias y de miedos.

Repudiamos las soluciones que llegaron de la mano del Estado individualizando los problemas, criminalizando y estigmatizando. Aun así prevalecen hoy, en la toma de Guernica, distintos espacios autogestionados de creación como respuestas a problemas urgentes: una posta de salud comunitaria, comedores populares donde se comparte el alimento, comisiones para intervenir y acompañar situaciones de violencia, diversas asambleas en torno a distintos temas que hacen a la vida cotidiana en la toma, festivales y trabajo comunitario para ayudar compañeras solas con sus niñeces. El desafío en marcha es tierra para vivir, feminismo para habitar.

MP: -Aunque no me encuentro participando ahora de ninguna experiencia de lucha por la tierra y la vivienda, conozco muy bien esas experiencias, y desde me interesa destacar ante todo la importancia de estas luchas que ponen en el centro la resolución del lugar donde se va a vivir. Son es en sí mismas una escuela política, de organización popular. Se trata de luchas que como decía Evita ponen de manifiesto necesidades, es decir, derechos. Y no menos importante, hay que saber que estos procesos implican una fuerte intemperie: suponen desamparo y miedo ante una posible represión. Mas allá del romaticismo que surge de las redes sociales, se trata de procesos muy duros. Si bien ocupar una tierra está fuera de la ley, ¿es posible censurar las tomas de predios cuando la necesidad no tiene otra forma de ser resuelta? ¡No! El problema es de las propias leyes, que expresan el triunfo de una clase (de hecho, en momentos de avance popular, como en la Argentina de 1949, o en los más recientes procesos de Bolivia y Venezuela, cuando las luchas populares avanzaron, las Constituciones fueron modificadas). Es importante tener en cuenta ese dato, y las operaciones que la derecha (que está afuera y adentro del gobierno) realiza contra la gestión actual del Frente de Todos. Porque el riesgo es caer en un ultraizquierdismo discursivo que descuida procesos y relaciones de fuerzas. No tiene sentido pedirle a un funcionario del Estado que salga y declare estar a favor de las ocupaciones de tierras, porque al otro día se desatan una serie de tomas que ponen en jaque su propia gestión. Pero sí tiene sentido pedirle que no judicialice los reclamos, que priorice de las leyes sus costados garantistas y que asuma políticas de inclusión social y no de represión. Ve una diferencia entre una perspectiva progresista, que cree en un Estado que le garantice soluciones, y un punto de vista popular, que entiende que lo principal del proceso es la construcción de un sujeto de cambio es la organización popular. Por eso: no alcanza con no reprimir y asegurar un presupuesto para viviendas. Hace falta involucrar a los sujetos populares en la elaboración de políticas públicas que además de darle una vivienda a cada familia, permita que la organización popular crezca, se fortalezca. De allí que el “Manifiesto Nacional por la Soberanía, el Trabajo y la Producción”, presentado en mayo de este año (aun antes de la ocupación de Guernica), entre otros, por la UTEP, la CTA Autónoma y sectores de la CGT, contenga entre sus puntos el de “Acceso a la vivienda digna y la planificación territorial”, que contempla una Ley de alquileres donde se ajusten los precios de acuerdo a un índice estatal, se urbanicen los barrios populares existentes (unos 4.500 en todo el país) y se generen por lo menos 200.000 nuevos lotes con servicios para las jóvenes familias trabajadoras.

11 de Octubre de 2020

Foto Principal:  Fernando Almeira

Foto: La Obrera Colectivo Fotográfico

La huelga de hambre en las cárceles como un espejo social // Alejandra Rodríguez

¿Qué preguntas e imaginarios nos abre una huelga de hambre en la cárcel? ¿Es posible pensarla como repliegue y resistencia frente a un sistema cruel e inhumano? ¿Puede surgir una lucha emancipativa en su interior?

 

Desde comienzos de diciembre se está realizando una huelga de hambre en más de 40 cárceles del país, se inició en los penales de la provincia de Buenos Aires y se replicó en unidades provinciales con adhesión de algunas federales. Hoy, el número de personas en huelga asciende a 23.000. La huelga explotó porque ya no era posible seguir soportando la indignidad y la deshumanización en la que se vive adentro; el hacinamiento, la escasa y pésima alimentación, la falta de atención a la salud, sumado a las cuestiones de fondo referidas al proceso judicial, el uso indiscriminado de la prisión preventiva, el pedido de derogación de leyes que endurecen las penas, así como la implementación de penas alternativas a la prisión para embarazadas y/o mujeres con niñes.

Aunque los muros intenten hacernos creer que detrás de ellos solo hay cuerpos descartables, en las cárceles hay una enorme vitalidad gestada en medio de la violencia y la crueldad, que va encontrando formas de resistir a la aniquilación del sistema. La huelga es una de ellas.

La cárcel produce y reproduce una pedagogía de la crueldad que tiene como principio la falta de empatía entre las personas, se trata de dejar de ver al otro como un semejante, cuando el dolor del otro no vibra en mí, nos dice Rita Segato. Esta pedagogía hace de la violencia un lenguaje corriente y disponible que actualiza constantemente los métodos de tortura. Así lo describe Eva Reinoso (YoNoFui): “No puedo contar cuántas veces entré a los buzones, las palizas eran cada vez más perversas, me amarrocaban, me pisaban la cara, los tobillos, me sacaban la ropa para tirarme desnuda, me metían los dedos en los ojos, me hicieron tragar gas pimienta. Siempre había algo más; así como los artistas desarrollan su creatividad el Servicio recrea continuamente la tortura, nunca dejaban de sorprenderme.”

Las trayectorias vitales de nuestras compañeras privadas de libertad nos hablan de la pobreza: el trabajo registrado y la posibilidad de pensarse más allá de la subsistencia del día a día nunca existió. La mayoría tiene hijes a cargo, incluso adultos que dependen de ellas. Sus ingresos suelen provenir de trabajos precarios y/o de montos mínimos que se generan por algún plan social. En sus relatos aparecen otras huellas de la exclusión más brutal que hacen de su pasaje por la cárcel una experiencia violenta más en sus vidas.

Sabemos que el neoliberalismo más que un tipo de capitalismo o una ideología es una máquina de producir formas de vida. Durante el macrismo las cárceles se superpoblaron, empeoraron las condiciones de vida, se fortalecieron políticas de abandono y muerte. La promesa de felicidad macrista se apoyó fuertemente en el sistema securitista y punitivo, siendo la cárcel el depósito de todo lo que amenazaba ese ideal. Nadie conoce realmente cómo es una nación hasta haber estado en una de sus cárceles. Esta no debe juzgarse por cómo trata a sus ciudadanos con mejor posición, sino por cómo trata a los que tienen poco o nada, supo decir Nelson Mandela. En la actualidad de sus dichos y a la luz de este nuevo momento político, nos preguntamos: ¿Habrá decisión de modificar esos dispositivos securitistas y punitivos que nos deja el macrismo y sus máximas neoliberales? ¿Es posible pensar una transformación radical del sistema de castigo?

*Activista, feminista, educadora, integrante del Colectivo YoNoFui

De marea y mareos // Vanesa Bianchi, Lelia Lanzillotti, Mercedes Cicalese*

Entusiastas de la fragilidad - Felipe Gimenez

Mapear desde el malestar puede llevarnos a desplazamientos significativos, puede ayudar a parir forma de vida, a bosquejar posibles deseables.

                                                                                                                        

Diego Sztulwark

                                                                              

En los últimos tres años, pero con mayor intensidad en el 2018, el flujo de un feminismo de masas creció y comenzaron a cuestionarse formas naturalizadas de las relaciones entre los géneros.

Muchos chicos y chicas transitan su adolescencia y sus primeros acercamientos y encuentros sexuales en estos momentos de cambios. Situamos estos cambios en un tiempo caracterizado por la aceleración, la hiperconectividad y la mercantilización de las formas de vida, en el que se desarrollan y son determinados los modos de las relaciones afectivas.

Seleccionamos a modo de disparadores algunas viñetas tomando nota sobre lo que entendemos como sufrimiento no registrado. En el doble sentido de un sufrimiento que no logra ser vivenciado por quien lo padece ni leído por otros como tal.

 Los recortes clínicos expresan algunas de las formas del malestar actual, o mejor dicho, son algunos nombres de las respuestas sintomáticas que escuchamos como modo de expresión del mismo. 

Abusos, escraches y redes 

Las denuncias virtuales en páginas de colegios secundarios como “No es no” y otras creadas por las mismas estudiantes, se llenaron de testimonios de situaciones abusivas, denuncias anónimas, escraches.

En ellas conviven testimonios y denuncias: desde “situaciones incómodas”, relaciones con inducción al consentimiento hasta forzamientos, incluyendo también resignificaciones actuales de experiencias pasadas. Los/las protagonistas de las escenas tienen entre 13 y 17 años. 

Con la extensión de la palabra abuso para nominar situaciones diversas y de distintos grados de gravedad queda desdibujado aquello que es distintivo del abuso: la asimetría y la relación de poder. ¿Cómo es un abuso en una relación de pares? ¿Alcanza con referirse a las diferencias desigualadas de género para pensar como asimétricas las relaciones entre adolescentes?

“No podía dejar de leer, eran interminables los posts y sentía que tenía que leerlos todos… Algunos eran larguísimos relatos en primera persona, una verborrágica descarga, como un diario íntimo: qué habían sentido, qué las había dañado, angustiado, a veces ni siquiera incluían una denuncia, otras sí lo hacían, algunas eran denuncias anónimas, que no daban el nombre del abusador…. Me pasé horas, quedé atrapado, me hizo muy mal, en un momento me sentí como mirando pornografía”. Tomás de 16 años, escraches en Instagram.

¿Qué es lo pornográfico en esta escena? ¿Será que la obscenidad consiste en el efecto de mercantilización de la vida, la cosificación de lo vivo, de los vínculos, la sexualidad?

Los escraches de las chicas son ofrecidos a la red como mercancía para su consumo.

“El exceso de exposición hace de todo una mercancía, que está entregado, desnudo, sin secreto, a la devoración inmediata.” [1]

El adolescente, sujeto aplastado en la compulsión al consumo, ya no puede decidir, no puede pensar si quiere o no seguir leyendo, o hasta dónde. ¿Qué lo lleva a quedar atrapado en la fascinación, a no poder dejar de leer? ¿Será el costo a pagar para seguir en conexión con otros, para no quedar afuera del mundo?  ¿O será el terror a encontrarse incluido en alguna de las denuncias lo que lo mueve a asegurarse el haber leído todo?

Ante la amenaza de exclusión y humillación a la que se enfrentan, varones cis que se definen heterosexuales, se ven compelidos a implementación de  medidas de autoprotección. Observamos que en general la respuesta es reactiva, por lo tanto, tiende al aislamiento. Por ejemplo: preguntar a la chica si le incomoda que vaya a una toma o a una marcha, o cuidarse con lo que se tweetea porque es cuestionado por la chica, o directamente autoexcluirse para evitar cualquier situación de exposición.

¿Cómo poder cuestionar algo de esta operatoria sin quedar identificado al macho que se rehúsa a encarnar? ¿Cómo poder sustraerse de la serie sin quedar aislado?

¿Y del lado de las chicas?

Los escraches son la manera que encontraron de denunciar y hacer circular las conductas abusivas naturalizadas en los encuentros sexuales, de hacer visible las jerarquías de género y la naturalización de la desigualdad.

El escrache es para ellas una forma de “hacerse oír”, denunciando la falta de escucha y reconocimiento del malestar por parte de los referentes adultos y de las instituciones educativas.

Nos parece importante detenernos, a escuchar los efectos subjetivos de la exposición de sus vivencias íntimas.

¿También ellas se ven compelidas a publicar para darse existencia frente a sus pares? Llama la atención que en los relatos muchas chicas  hablan de “mi abusador”. ¿Funcionará esto como una marca de pertenencia? Asimismo, algunas mencionan que fueron las amigas quienes las impulsaron a hacer pública la denuncia, o incluso quienes nominan como “abuso” situaciones que no habían sido interpretadas de ese modo por la protagonista. En algunos de estos casos, cuando no hubo lugar para interrogarse, la denuncia es vivenciada, luego, con extrañamiento.

Por otra parte, es necesario poder pensar qué consecuencias tienen en ellas los efectos que producen las denuncias sobre sus pares denunciados.

La red articula la comunicación conectiva, facilita, reproduce y genera violencias. Las consecuencias son efectos de segregación, fragmentación e importante deterioro de los vínculos.

Vínculos protocolarizados ¿La vuelta al Puritarismo?

 “Ahora cuando vas a bailar, si querés chaparte a alguien, tenés que aplicar el protocolo. Le preguntás: ¿te puedo dar un beso? Si te dice sí, avanzás y si te dice que no, no insistís…”

Las “femipatrullas” en las fiestas son grupos de chicas que se organizan para no consumir alcohol y estar disponibles para intervenir frente a cualquier situación que pueda leerse como abusiva o que pueda incomodar.

 “¿Es que las mujeres feministas se han vuelto puritanas y moralistas?  No, es que el mundo ha cambiado y se hace cada vez más difícil interactuar de una manera ambigua y cortés.[2]

Entonces, ¿qué es lo que incomoda? ¿Cómo podría pensarse un tránsito por la adolescencia que no implique el trabajo con la irrupción de la sexualidad, el desajuste corporal y la extrañeza del encuentro con el otro?

Protocolos y definiciones alivian frente a la ambigüedad de los gestos, el problema del malentendido, la incertidumbre frente al deseo, intrínsecos a cualquier vínculo humano. El riesgo de asumirlos queda suprimido bajo la seguridad del inequívoco significado: Sí es sí, no es no.

Sin embargo, las paredes de la escuela secundaria pública explotan de grafittis, leyendas y consignas: “No es no” convive con “El consentimiento es reversible”. Entonces, la necesidad de reglamentar la reversibilidad del consentimiento sea tal vez un modo de nombrar el exceso que no entra en el código comunicacional.

Ahora, los protocolos otorgan un sentido estandarizado y por lo mismo generan un efecto de borramiento subjetivo.

 El protocolo es palabra separada del cuerpo, intento de reglamentar y suprimir la diferencia y el riesgo. Pero al mismo tiempo coagula al otro en el lugar de un potencial enemigo, un otro peligroso. Así, la palabra separada del cuerpo, produce un efecto de brutalidad.

La “responsabilidad afectiva” es otro de los términos que circulan en la Marea.

“Ella suele hablar dormida. Me abrazó y entre sueños me decía: No te vayas, no me dejes, lo que pasa es vos no me querés. A la mañana siguiente, cuando se lo conté me dijo sorprendida:  Ay! Nada que ver,…! dormida puedo decir cualquier cosa… Cuando le dije que salía con mis amigos me hizo todo un planteo sobre que yo no tengo responsabilidad afectiva”. ( Julián 17 años)

La responsabilidad afectiva si por definición se le atribuye al otro, obtura la pregunta por la implicación. Podría ser un término interesante si sirviera para interrogarse, en cambio, pierde su riqueza, si se plantea como acusación.

Entendemos que el uso que se hace del término “responsabilidad afectiva” es un modo de respuesta protocolarizada a la tensión, al conflicto que conlleva el encuentro con el otro. Un intento de responder en forma fallida a un otro que se representa como amenazante, coagulando los términos de la relación en: víctima /victimario.

 El par víctima/victimario es la doble negación: de la fragilidad propia de la condición humana y del desacople intrínseco al encuentro con el otro.

Siguiendo a Rolnik, pensamos que el modo de vida que delinea el neoliberalismo asigna y estabiliza modalidades subjetivas que tienden a evitar la crisis a través de consumos de cualquier tipo, entre ellos el consumo de discursos.

Abuso, consentimiento, protocolo, responsabilidad afectiva son significantes disponibles que coagulan el sentido y obturan cualquier posibilidad de resonancia con el otro. Otorgan estabilidad y pertenencia a la vez que silencian el malestar, impiden registrar la tensión.

De la intimidación a la resonancia íntima. La apuesta a la asunción de un riesgo.

 

Comenzamos a pensar los temas de este trabajo a partir de una urgencia clínica: alojar un sufrimiento que no tenía lugar a ser expresado. Para algunos adolescentes, expresarlo, contradecía la Marea.

Tomaremos el término padecimiento, siguiendo a Jitrik,  para precisar la característica de estos malestares difusos con los que se convive, dolores no muy visibles ni muy conscientes que se instalan y hacen cuerpo sin armar experiencia. [3]

 A diferencia del sufrimiento, que es una experiencia totalizante e invasiva, el padecimiento no tiene representación y no se impone como experiencia subjetiva.

¿Cómo pensar nuestro lugar como analistas entonces ? ¿Cuál es el sentido de una posible intervención en estas escenas?

Escuchar el padecimiento también era ir un poco en contra de la corriente. En algunas ocasiones,  el intento de introducir una interrogación frente a la certidumbre del “ser varón” igualado a “cómplice del patriarcado”, producía una primera respuesta de rechazo. Interrogar la certeza generaba un efecto de desestabilización y la emergencia de angustia. Así, el cuerpo afectado en transferencia nos anoticiaba de una fragilidad.

Soportar la vulnerabilidad es uno de los modos posibles de nombrar lo que orienta las intervenciones. Una ética sostenida en una posición de abstinencia, no indolente.(Ulloa 1995). Entendiendo a la fragilidad, en sentido contrario al establecido en la cultura actual, como germen de una potencia.

Partimos de la idea de que “la indiferencia, tanto individual como política, es un poderoso agente del agravamiento de un padecer. (Jitrik 2002).

Apostar es un acto contrario a la indiferencia, requiere no ceder frente a la intimidación, implica la asunción de un riesgo.

Dice Fernando Ulloa: Cuando se logra superar la intimidación se recuperan las condiciones de resonancia íntima, aquella donde se expresa el sujeto solidario. [4]

Nos situamos nosotras mismas como parte de la Marea y no estamos exentas de padecer mareos. Sin embargo, apostamos al intento de cartografiar, pesquisar la experiencia de la subjetividad dentro de los mapas dominantes naturalizados, incluso aquellos que subsisten en la Marea.                                             

*Psicoanalistas

*Felipe Gimenez es el autor de la imagen se titula ¨Entusiastas de la fragilidad¨

 

[1] Byung Chul Han: ¨La sociedad del cansancio¨. Buenos Aires. Ed. Herder. 2017

[2] Fernandez Savater, Amador: ¨Volver a aburrirnos es la última aventura posible¨ Entrevista con Franco Berardi. 2018

[3] Jitrik, Noe: ¨ Mediante el examen de un vocablo la semiótica hace un aporte al psicoanálisis. La pálida, delicada, leve palabra padecimiento¨(2002)

[4] Ulloa, Fernando: “Novela Clínica Psicoanalítica.Historial de una práctica”.

Buenos Aires. Ed. Paidós. 1995

Bibliografia

Fernandez Savater, Amador:  “Volver a aburrirnos es la última aventura posible” Entrevista con Franco Berardi, 2018.

https://www.eldiario.es/interferencias/Volver-aburrirnos-Franco-Berardi-Bifo_6_826677345.html

Byung Chul Han: “La sociedad del cansancio”. Buenos Aires. Ed. Herder, 2017.

Berardi, Franco: «Fenomenología del fin. Sensibilidad y mutación conectiva” . Buenos Aires. Ed. Caja Negra, 2017.

Segato, Rita : “Contrapedagogía de la crueldad”. Buenos Aires. Ed. Prometeo, 2018.

 

Bardet, Marie: “¿Cómo hacernos un cuerpo? Entrevista con Suely Rolnik”, 2018.

https://lobosuelto.com/?p=1963

Ulloa, Fernando: “Novela Clínica Psicoanalítica.Historial de una práctica”.

Buenos Aires. Ed. Paidós, 1995.

Fernandez, Ana Maria: “Las diferencias desigualadas: multiplicidades,invenciones políticas y transdisciplina”. Revista Nómadas Nro 30. Universidad Central de Colombia, 2009.

Fernández Polanco, Aurora- Pradel, Antonio: “La base de sostenimiento del poder de la derecha es el propio deseo de la población”. Una conversación con Suely Rolnik.

http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar/2016/04/la-base-de-sostenimiento-del-poder-de.html?m=1

Carbajal, Mariana: “El problema de la violencia sexual es político no moral. Entrevista a la antropóloga Rita Segato.

https://www.pagina12.com.ar/162518-el-problema-de-la-violencia-sexual-es-politico-no-moral

Sturlwark, Diego: “Política del síntoma”, 2019.

Política del síntoma // Diego Sztulwark

Rolink, Suely: «Esferas de la insurrección. Apuntes para descolonizar el inconsciente”. Buenos Aires. Ed. Tinta Limón, 2019.

 

Bozzolo, Raquel; Bonano, Osvaldo; L´Hoste, Marta: «El oficio de intervenir. Políticas de subjetivación en grupos e instituciones”. Buenos Aires. Biblos, 2008.

 

Jitrik, Noe: “Mediante el examen de un vocablo la semiótica hace un aporte al psicoanálisis. La pálida, delicada, leve palabra padecimiento”, 2002.

 

Szewach, Cynthia: “El molestar en la cultura”, 2019.

Salirse del cauce desbordando maternidades. La maternidad como acción política. // Valeria Grabino, Andrea Graña, Gabriela Iglesias, Lucía Naser*

Cómo pensar y practicar la maternidad entendida como una acción política se preguntan las autoras de este artículo que propone, desde una mirada feminista, resignificar el concepto liberándolo de los mandatos tradicionales.

 

LA MATERNIDAD COMO UN TEMA POLÍTICO. Nadie pone en duda que la maternidad es una experiencia y un trabajo que impacta en las estructuras más profundas de las vidas, las subjetividades y los cuerpos que la atraviesan. Pero ¿cómo?

La maternidad ha sido romantizada junto con un estereotipo de mujer construido por una sociedad patriarcal y una economía capitalista. Si bien esa construcción se ha transformado, continúa en el centro de la organización de la vida y las formas de (bio)poder contemporáneas. ¿Qué diferencia a una mujer madre de fines del siglo XIX de una del siglo XXI? ¿Viven igual su maternidad las mujeres de las clases altas que las de las clases bajas? ¿Y las que decidieron serlo y las que no?

 

A través de lecturas, del encuentro colectivo, de trabajos sobre sí mismas, de poner el tema arriba de la mesa familiar y laboral, se va planteando un proceso de politización, aunque aún es marginal. Salir de la soledad de la cocina o de la exclusiva dedicación a los hijos es dar el espacio para construir modos deseantes, emancipadores y críticos de hacer esto. A la vez, es inevitable enfrentar el espejo de “la mala madre”, sacudir los miedos, los juicios y los estigmas que pesan en las mochilas, llenas de mandatos.

 

En este texto y desde la colectiva que integramos, quienes escribimos preferimos hablar de maternar en vez de ser madres, porque no creemos que haya una esencia maternal y porque pueden gestar y maternar cuerpos diversos. Proponemos algo difícil, porque hablar de una maternidad crítica es fácil, pero practicarla no lo es. La maternidad pone en tensión los vínculos entre lenguaje y afecto, entre pensamiento y sentimiento, entre lo individual y lo compartido. Pone en relación cuestiones asociadas a la crianza, la biología y la reproducción, a experiencias y exigencias de las mujeres, a las relaciones intergeneracionales.

La maternidad es al mismo tiempo una experiencia íntima y una decisión personal, un tema social, una cuestión colectiva. Si política es –como dice Hannah Arendt– la forma en que el sujeto aparece en el espacio público, el de la madre es el rol en el cual la mujer se ha hecho más visible a lo largo de la historia. Esta visibilidad es simultáneamente la invisibilización de otras aristas de nuestra existencia: la mujer que trabaja, que tiene sexo, que se cansa, que se droga, que investiga, que crea, que viaja. Y es una visibilidad organizada por el régimen hegemónico de lo visible, o sea, un régimen patriarcal. ¿Cómo desarmar esa imagen sin desarmar la maternidad como una posible elección de vida? ¿Cómo pensar y practicar la maternidad como una acción política?

 

Decir que la maternidad es política no es igual a hablar de maternidades feministas. También son políticas las maternidades patriarcales, las funcionales a las formas de dominación y sujeción de la mujer. La politización de la maternidad desde el feminismo es un proceso en curso, que ha cambiado al propio movimiento, que no ha llegado a un consenso. Mientras que para algunas la maternidad es inherentemente patriarcal, otras creemos que es posible evitar sus formas de cooptación y que la potencia de crear vida es demasiada como para renunciar a ella por haber sido capitalizada por el régimen antropo-falo-ego-logo-céntrico, al decir de Suely Rolnik.

 

El aborto o el derecho a no ser madres han sido dos de las luchas más visibles del feminismo, y la derecha provida se ha aprovechado de eso para asociarlo a posturas antimaternales y “destructoras de familias”, al punto de organizarse con consignas como “A mis hijos no los tocan”. Pero poder decidir cuándo no hacerlo nos hace más libres en nuestra decisión cuando sí. Pocas cosas molestan más que feministas metiéndose en el altar que se ha construido para la Madre. Pero no queremos altares, ni oraciones, ni recetas; queremos expandir nuestros horizontes de libertad.

 

DIÁLOGOS ENTRE MATERNIDADES Y FEMINISMOS. La figura de la madre y los mandatos que se despliegan a partir de ella han sido tema de importantes debates desde los feminismos. Parte de la literatura feminista se ha dedicado a (re)significar la noción de madre, tan cargada de sentidos. La maternidad hegemónica, el instinto maternal, la buena madre representan formas específicas de habitar el cuerpo de las mujeres que las feministas han criticado y denunciado. Por lo que un dilema central para las madres que se han dejado interpelar por los feminismos es: ¿cómo la potencia de generar vida puede significar la muerte de la libertad de una?, ¿cómo maternar desde el disfrute?

 

Si recorremos la historia, no siempre se ha maternado de la misma manera, ni la noción de madre ha sido la misma en distintas sociedades y culturas. El sentido actual se forjó a mediados del siglo XVIII, en el contexto de la consolidación del capitalismo y los estados nación. Se trata de un proceso de cambio cultural, de cambios de los hábitos de las familias del antiguo régimen a los de la familia nuclear burguesa, que migró a las ciudades. En ese proceso, se individualizaron los cuidados antes compartidos y se los adjudicaron a las mujeres, lo que naturalizó su función materna para la familia. La dimensión público-privada comenzó a operar de forma eficiente y justificó el lugar asignado a la mujer-madre, excluida de la vida pública. Ubicada en el ámbito doméstico, pasó a ocuparse de los trabajos de reproducción, que desde entonces son traducidos como parte del amor materno.

 

La moralización de la práctica de crianza vino acompañada del fortalecimiento de la institución médica, que ganó autoridad sobre los cuerpos femeninos e infantiles, dictando las normas y las conductas necesarias para garantizar la buena salud, en especial respecto del parto y la lactancia, mandatos que se fueron extendiendo a otras etapas de la infancia. Estos saberes se desterraron de los linajes encarnados por distintas figuras femeninas, como las parteras, las curanderas y las brujas.

 

Hace 70 años, Simone de Beauvoir escribió El segundo sexo, que cuestiona el lugar asignado y naturalizado para la mujer, revisando, desde la filosofía, la construcción de la mujer como sujeta histórica y criticando la asociación directa entre las categorías mujer y madre a través de la distinción conceptual de las nociones de sexo y género. De este modo, cuestionó el destino obligatorio de la función reproductora y su lugar secundario en la sociedad. Su conocida frase “no se nace mujer, se llega a serlo” reubica la experiencia femenina como un proceso de construcción cultural, poniendo en tensión y en disputa su destino de buena madre y esposa.

Otro aporte importante del pensamiento feminista al debate sobre la maternidad es el que hizo, en los ochenta, Adrienne Rich, cuando publicó Nacemos de mujer. La maternidad como experiencia e institución. Allí analiza la maternidad a partir de dos claves que la componen: la experiencia del cuerpo femenino y la institución que representa y revive. Por un lado, ubica la maternidad como una pieza más del rompecabezas de las instituciones que se retroalimentan y sostienen el patriarcado. Se trata de un cuerpo maternal explotado, desapropiado, enajenado históricamente y utilizado como argumento biológico de su propio encierro social. Por otro, produce un giro ontológico en la dimensión del maternaje cuando lo piensa a partir de una experiencia personal y fuente de conocimiento. Reivindica el cuerpo femenino como centro de la experiencia que debe recuperar la mujer. Al afirmar que “nacemos de mujer”, apuesta a recuperar los vínculos entre mujeres. Dibuja una madre que protagoniza esta experiencia desde un lugar del saber, como una figura clave que, a la vez que enseña las primeras palabras a sus hijos, es para ellos fuente de conocimiento y significación del mundo. La posibilidad de generar vida se vuelve un poder que potencia las capacidades de creación y placer.

 

VOLVER PÚBLICO LO ÍNTIMO DEL MATERNAJE. La noción de maternidad desde una epistemología feminista es pensada y practicada desde la experiencia de personas que han maternado, es decir, partiendo de una misma. A la vez, pone la experiencia personal en espejo con las de otras madres, atravesadas por las historias de otras y sus formas de vivir y criar.

En este movimiento, se hace visible la relación entre las experiencias íntimas y el espacio público y, junto con ella, los mandatos relativos a los roles con los que cargan las madres como un manto invisible en el trabajo, la escuela, el centro de salud; las organizaciones sociales o colectivas en las que participan; los lugares de esparcimiento para adultas; las relaciones sexo-afectivas que establecen; los vínculos profesionales y amistosos que sostienen.

En todos estos espacios, se dan relaciones que son internalizadas como parte de la vida, pero se transforman a partir del momento en que nos convertimos en madres. Nuestro tiempo, energía, amor, paciencia, deseo sexual, entre otras cosas, están divididos entre nuestro rol de madre y las responsabilidades o los deseos que ya teníamos y no desaparecen por maternar.

Esto genera, entre otras cosas, una sensación de desdoblamiento entre la persona y la persona madre, que pasa a duplicar responsabilidades: sostener la vida que tenía, sumándole las responsabilidades que, acorde a la división sexual del trabajo, no son las esperables en los padres. Llevamos la culpa del espacio público al privado, que constantemente vigila que estemos haciendo lo mejor, sobre todo con nuestros hijos. Administramos nuestros tiempos y energías en relación con las vidas que dependen de nosotras; analizamos en qué, cómo y cuándo participaremos con base en lo que podemos y queremos, intentando no descuidarnos a nosotras mismas.

 

Actualmente, la justicia, la educación, la salud, las políticas públicas y las nuevas formas de acompañamiento a las madres y sus hijos pequeños transmiten el deber ser en relación con los roles asignados. Se habla desde la autoridad o autoritariamente: ya desde el embarazo dejamos de ser una persona con una identidad determinada para constituirnos en “la madre”. Nos trasmiten, paso a paso, qué, cómo y cuándo hacer, partiendo de la desconfianza de nuestros saberes y los conocimientos que emanan del vínculo madre-hija.

Urge dejar de depositar en la figura de las madres la culpa y la desconfianza de su saber, y en el varón, la disculpa, porque los cuidados y la educación son, aún hoy, mayoritariamente, tareas de las madres. Esto significa que destinamos más tiempo que los varones a sostener las tareas de reproducción de la vida, que sigue siendo tolerado por la sociedad el abandono parental masculino y premiada como un acto heroico la presencia de padres que sí asumen sus responsabilidades. Seguimos siendo mayoritariamente las madres quienes priorizamos las tareas de cuidado por sobre nuestro desarrollo profesional o nuestro despliegue en otras áreas. Y esto no es casual: en el ingreso al mercado laboral, se valora a las mujeres que no son madres y a los varones por encima de las mujeres madres, las embarazadas y, más aun, las madres solteras.

 

Los espacios públicos de militancia o recreación siguen presentando dificultades para incorporar la presencia de madres y madres con sus hijos. Los horarios, los ambientes, las dinámicas y la ausencia de un espacio pensado para la infancia expulsan a quienes quieren contribuir en la construcción de nuevas formas o disfrutar con pares adultos.

La política en femenino nos enseña que es necesario que nuestros cuerpos que maternan y nuestros hijos ocupen el espacio público, para hacer visibles las opresiones que nos atraviesan y, a la vez, construir nuevas formas de habitar lo público, con base en una experiencia que se materializa mientras avanzamos en procesos de reflexión y creación colectiva. Las repercusiones del 8M y nuestra presencia en las calles, en la proclama de la Coordinadora de Feminismos y en los medios ponen de manifiesto el poder social de la maternidad, la directa asociación de ser mujer con ser madre y en qué medida la sociedad recibe y tolera las diferentes formas de maternar, siempre tan asociadas al ámbito privado.

Creemos que un abordaje feminista de las maternidades puede contribuir a la reflexión, desde nuestra propia experiencia, sobre la violencia con la que se ha abordado la maternidad, para así transformar las formas en las que somos consideradas actualmente en los espacios y las instituciones que habitamos.

 

MATERNAR EN COLECTIVO. Silvia Federici argumenta que, para la mayoría de las personas, la palabra “reproducción” evoca imágenes de procreación. Sin embargo, esta pensadora nos dice que cada vez más, en el movimiento feminista, este concepto adquiere un sentido amplio, que da cuenta de todas esas actividades que recrean diariamente nuestras vidas, incluyendo las dimensiones material y simbólica, y el trabajo físico, pero también el trabajo emocional que rodea y sostiene el cuidado, y particularmente la crianza. Reconociendo la maternidad y la crianza como centrales, ¿cómo colectivizamos ese espacio de la reproducción de la vida?

En un sentido, maternar en colectivo parece una utopía. Como mujeres, hemos sido educadas en el desvalor y la invisibilización del mundo de la reproducción y lo que ella conlleva, incluidos los saberes femeninos, que –aunque los sepamos histórica y culturalmente producidos– son transmitidos generacionalmente. Como mujeres, también hemos interiorizado la idea de que la reproducción de la vida es un mundo privado, la contracara del mundo público, aquel que –inherentemente masculino– produce lo político. Estos sentidos conducen al modelo de maternidad encerrada entre los límites de la familia tradicional –u otros arreglos familiares–, que reproducen el aislamiento, la soledad y el agobio. Ser madre, maternar, se constituye así como una experiencia en solitario o, en el mejor de los casos, de pareja.

 

Tomando en cuenta esto, cuando hablamos de maternar en colectivo, hablamos, en primer lugar, de descentrar el binomio madre-hijo para pensar la crianza. Más allá de con quiénes compartimos cotidianamente la crianza ‒nuestra pareja, el padre o la madre de nuestros hijos‒, creemos que es necesario involucrar a otros en el proceso de criar, para enriquecerlo y también para romper con el mandato de que niños y niñas son responsabilidad (primera y última) de las madres. La pregunta “¿dónde está la madre?” resuena cada vez que la sociedad entiende que la crianza, entendida como educación, fracasó. No importa qué tan cerca del modelo de madre abnegada se encuentre esa mujer madre. Porque nunca se es lo suficientemente abnegada. Al mismo tiempo que reclamamos “abrir” el binomio madre-hijo, necesitamos visibilizar las distintas experiencias de mujeres que crean redes de crianza. Esas experiencias nos rodean, somos parte. Porque, finalmente, no es cierto que criamos en soledad. ¿Cuánto maternaje de otras mujeres hay en nuestras maternidades? Los círculos de mujeres (amigas, vecinas, compañeras de trabajo, abuelas, tías) se activan rápidamente cuando tenemos que resolver cuidados fuera de la rutina, cuando los hijos se enferman, cuando queremos celebrar la vida y festejar sus cumpleaños, cuando nosotras enfermamos, pero deseamos que los hijos estén protegidos y sean amados. Visibilizar y enunciar las tramas colectivas que ya existen es también disputar el modelo patriarcal de la maternidad, que intenta separarnos y debilitar lazos entre mujeres. Existen más prácticas feministas que las que estamos preparadas para reconocer. Tenemos que recuperar, además, experiencias diversas en las que hay redes de ayuda para reproducir la vida, para criar, pero también para alimentar, para producir comunes. En suma, se trata de imaginar la redistribución de las responsabilidades y las creaciones que implica la crianza, porque los hijos ya no serán completamente de las madres y, al mismo tiempo, serán un poco hijos de muchos.

 

En otro sentido, hablar de maternar en colectivo nos enfrenta a un nudo difícil de desenredar. El patriarcado, al separarnos de nuestros linajes femeninos, nos ha separado entre nosotras y producido una forma de trasmisión de saberes que no necesariamente tiene anclaje en el cuidado colectivo. Una pregunta que resuena fuertemente es: ¿cómo acompañamos? A la amiga, a la hermana, a la hija que parieron (a la que quiso y a la que no quiso una cesárea, a la que quiso y a la que no quiso un parto natural, a la que pudo y a la que no pudo tener un parto natural), a la que acaba de tener un hijo (a la que quiere y a la que no quiere amamantar, que puede y no puede amamantar), que está intentando criar. El desafío aquí es trascender la fuerza social de la maternidad como marca identitaria de las mujeres, que, al acompañar a otras en convertirse en madres, se expresa interpelando nuestra propia maternidad. El desafío es salir del “bajo sospecha” para estar disponibles para otras, reconociendo nuestros saberes adquiridos en la experiencia, pero también nuestros vacíos, nuestras frustraciones, nuestros dolores. El despliegue de la potencia corporal y emocional para maternar requiere de recrear también las formas en que nos acompañamos. En este proceso de recreación, ¿cómo recuperamos nuestros linajes femeninos, sin romantizarlos o idealizarlos, pero reconociendo lo político en las experiencias de nuestras abuelas, madres, amigas, hermanas?


* Integrantes de Desmadre, colectiva feminista que reúne a mujeres, trans y personas no binarias, madres, trabajadoras, hijas, para compartir e interpelar nuestra experiencia de maternar y criar. Somos Desmadre, como el río cuando se sale de su cauce y desborda en otras formas. https://desmadrecolectiva.blogspot.com/

Brecha

Es el feminismo el que está articulando la oposición social y política a la derecha // Cinzia Arruzza

Cinzia Arruzza es académica de la New School for Social Research (Nueva York) y activa militante feminista. Visitó Chile en marzo de este año invitada por el Grupo de Estudios Feminista con la colaboración del Centro de Investigaciones Estéticas Latinoamericanas de la Universidad de Chile. Durante su estadía presentó su libro más reciente Feminismo para el 99%. Un manifiesto (2019) escrito en coautoría con Nancy Fraser y Tithi Bhattacharya. Conversó con Pierina Ferretti, investigadora de la Fundación Nodo XXI y parte del equipo editorial de Cuadernos de Coyuntura. Agradecemos a Cinzia el concedernos esta entrevista en su apretada agenda en Chile y al Grupo de Estudios Feminista por facilitar este encuentro y hacernos parte de las actividades que Cinzia desarrolló en su visita.

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Has sido una activa organizadora de la Huelga Internacional de Mujeres y acabamos de tener una enorme movilización en distintos lugares del mundo. ¿Cuál es tu balance de esta jornada y cuáles son los desafíos que se abren para el movimiento feminista internacional después de esta gran movilización?

Primero tenemos que distinguir los Estados Unidos del resto del mundo. Allá no tuvimos realmente una gran movilización este año en el 8 de marzo y una de las principales razones fue que la Women’s March1, la organización que convocó esa gran movilización contra Trump se convirtió en una ONG y eso, por supuesto, no facilitó realmente la organización de una gran movilización desde abajo y la dinámica de movimiento. Además, el año pasado, en 2018, hubo una decisión política de centrarse en las elecciones, entonces la consigna fue power to the polls (poder para las urnas). La idea era que la resistencia contra Trump debía moverse desde las calles hacia las urnas y el objetivo fue elegir la mayor cantidad de candidatas progresistas como fuese posible y, por supuesto, se trataba de candidatas del Partido Demócrata. Esto claramente desmovilizó, en el sentido de que nosotras como Internatinal Women’s Strike2no tuvimos las redes, ni la infraestructura, ni el dinero, ni la visibilización para gatillar un proceso de movilización feminista y ellas (Women´s March) fueron el punto de referencia para la mayoría de la gente que quería movilizarse por el feminismo y esto tuvo un fuerte impacto en la posibilidad de tener un movimiento.

Nosotras en Estados Unidos organizamos marchas en algunas ciudades, pero fueron pequeñas y lo que estamos haciendo ahora especialmente es tratar de popularizar el movimiento feminista en Estados Unidos, porque uno de los problemas en la izquierda de este país es que no presta mucha atención a lo que pasa en otros lugares del mundo, es un poco aislada. Realmente la izquierda estadounidense no discute sobre las luchas políticas de otros lados, ni la posibilidad de inspirarse en ellas. Es realmente muy difícil. Entonces, el trabajo que estamos haciendo ahora es entrevistar a feministas que organizan el movimiento a nivel internacional. Por ejemplo, organizamos una gira de nuestras compañeras Luci Cavallero de Argentina3 y Julia Cámara de España4, precisamente en el intento de popularizar el movimiento, de mostrar que hay algo importante que está sucediendo a lo largo del mundo. Eso con respecto a los Estados Unidos.

Ahora bien, internacionalmente, pienso que esto es inmenso. El movimiento este año creció y se expandió en diversos países que no tenían movimiento feminista en años recientes como, por ejemplo, Bélgica y Suiza; en Alemania se organizó la huelga por primera vez y hubo también un proceso en Francia, un intento de organizar, aunque es pequeño todavía. En Italia hubo una gran huelga general que fue más grande que el año pasado y en España fueron seis millones en huelga de acuerdo a los datos de los sindicatos más conservadores. También aquí en América Latina. En Chile claramente fue enorme, fue inmenso; en Argentina continúa creciendo y fortaleciéndose. Hubo varias manifestaciones en ciudades importantes de Brasil y también en México. También en países como Turquía, en Estambul hubo una manifestación masiva que fue atacada por la policía ya que el contexto es extremadamente difícil. Entonces, creo que el movimiento está en una dinámica expansiva, está creciendo, está todavía muy vivo y esto por supuesto nos plantea el problema de qué hacer más allá de la organización del 8M o más allá de organizarnos contra la violencia de género internacionalmente, porque claramente el movimiento está creciendo, pero no puede ir solo de una manifestación a otra y la discusión seria que tenemos es ¿qué debemos hacer ahora?, ¿cómo expandimos este movimiento más allá?

No tengo una receta para esto, pero ciertamente pienso que después de tres años de huelga de mujeres es el momento de fortalecer la coordinación internacional del movimiento para establecer los puntos que debemos discutir entre nosotras y cómo podemos organizar encuentros transnacionales. En Italia, por ejemplo, están discutiendo llamar a un encuentro europeo y mediterráneo y sería genial poder organizar uno en las Américas, no solo de América Latina (para que Estados Unidos despierte). Y estamos pensando en el futuro la posibilidad de reuniones globales y la razón por la cual esto es importante es que, si bien este movimiento está luchando por demandas locales, también está articulado transnacionalmente en sus luchas y para hacer esto mejor creo que son necesarias discusiones internacionales, para la coordinación, el intercambio de ideas, de prácticas, etc. Esto es lo primero.

Además, pienso que uno de los elementos del poder de este movimiento es que en muchos países se ha roto con ciertos aspectos del feminismo de la segunda ola, como, por ejemplo, el separatismo o la exclusión de las trabajadoras sexuales o las mujeres trans y en varios países las manifestaciones son mixtas, si bien, obviamente, las lideresas son mujeres trans y cis. Y creo que esto es muy importante, ya que el poder de este movimiento es su potencialidad de lo que ustedes en América Latina llaman “transversalidad”, el poder involucrar a toda la sociedad, el poder movilizar todos los aspectos de la sociedad, desde los lugares de trabajo a la producción social, escuelas, universidades, hospitales, etc., y hacerlo desde la perspectiva de un feminismo anticapitalista. Pienso que esto es algo realmente poderoso y deberíamos insistir en ese punto.

Ahora hablemos de la contracara de esto. Si bien es innegable que el movimiento de mujeres y el feminismo está teniendo una capacidad de movilización y de coordinación a nivel internacional que no tiene en este momento ninguno de los actores tradicionales del siglo XX (movimiento obrero, partidos políticos de izquierda, etc.), es innegable también el avance que han tenido las fuerzas conservadoras y las versiones más radicalizadas de la derecha, con un discurso anti derechos, homofóbico, misógino y autoritario. Se observa incluso el avance de un discurso abiertamente antifeminista, que pone al feminismo como una amenaza para la familia y el orden social. El problema que vemos es que estos discursos no son marginales, sino que tienen capacidad de dar dirección cultural a importantes franjas sociales. Bolsonaro ganó por las urnas. ¿Cómo explicas estos avances de la derecha radicalizada? Además, tú acabas de publicar un libro sobre La República de Platón en el que discutes su tesis de que la tiranía es producto de un exceso de democracia5. ¿Qué elementos de esa reflexión te sirven para comprender estos giros autoritarios?

Voy a comenzar por el libro. Mi intento en este libro fue mostrar que la crítica de Platón a la tiranía es realmente una crítica a la democracia y es, además, una crítica antidemocrática a la democracia. Entonces debemos estar muy atentas a los argumentos que sostienen que son los excesos de la democracia los que producen la tiranía. Este es un argumento que Platón articuló en La República y que encontramos a lo largo de toda la historia del pensamiento occidental. Pienso que debemos dejar esto atrás. Y ¿por qué? porque es lo que vemos alrededor. Si miramos por ejemplo a Trump en Estados Unidos, hay muchos artículos que citan a Platón y señalan: “Ah, Platón estaba en lo correcto cuando decía “miren lo que pasa cuando hay mucha democracia””. Y estos son artículos escritos por liberales que supuestamente están defendiendo el sistema democrático. Sin embargo, este argumento es paradójico, porque si tú miras la forma en que funcionan las elecciones en Estados Unidos, está absolutamente claro que es difícil llamar a Estados Unidos una democracia: por la forma en que funciona el sistema electoral, por la enorme cantidad de gente que está privada de derechos civiles o porque están encarcelados y entonces no tienen derechos políticos o porque están bajo libertad condicional también sin derechos políticos o porque no pueden registrarse para votar porque son pobres y no pueden viajar al lugar donde están las urnas. Y, por supuesto, esta gente que está privada de derechos civiles son negros, latinos y gente blanca pobre. Entonces hay una exclusión en las elecciones de un gran sector de la clase trabajadora, especialmente de la parte racializada de la clase trabajadora. Por lo tanto, se podría decir que si esta gente hubiese votado Trump no habría ganado o al menos podemos imaginar que hubiesen tenido menor interés en votar por él. Espero que mi libro ayude a clarificar que estos son argumentos que tenemos que desechar. Necesitamos más democracia, no tenemos exceso de democracia en ningún lado, solo tenemos déficit de democracia.

Ahora bien, lo señalamos en el Manifiesto…6 que escribimos con Nancy Fraser y Tithi Bhattacharya, pienso que el gran problema actualmente es que tenemos un número de fuerzas democráticas o auto-llamadas progresistas alrededor del mundo (lo que nosotras llamamos neoliberalismo progresista), que llevaron adelante medidas de austeridad y políticas neoliberales que contribuyeron a atacar -en el nombre de la modernización- los derechos laborales y a desmantelar el Estado de bienestar, que contribuyeron a deteriorar las condiciones de vida de las personas y que administraron la crisis del 2008 haciendo a la gente común pagar por ella en vez de a los bancos. Pensemos en Obama rogando a Wall Street. Al mismo tiempo, la razón por la cual llamamos neoliberalismo progresista a estas fuerzas es que se han atrapado a sí mismas en este lenguaje y discurso progresista, pro derechos para la población gay, pro mujeres, pro elección y antirracista (aunque son ellos quienes deportan a los inmigrantes). Entonces, lo que está pasando ahora es que hay un nuevo fascismo o fuerzas políticas reaccionarias que están emergiendo y creciendo, que se presentan como quienes pueden resolver la crisis provocada por las políticas que deterioraron las condiciones de vida de millones de personas pero que identifican la fuente de los problemas precisamente en estos aspectos del neoliberalismo progresista; entonces, el problema son las personas trans o el problema son los migrantes o el problema son la mujeres, la libertad de las mujeres que está desintegrando la familia. Es un fenómeno muy peligroso, porque son fuerzas capitalistas que no proveen ningún tipo de respuesta para las necesidades reales de la gente, sino que básicamente proveen una narrativa tóxica para entender lo que pasa, que no apunta realmente al capitalismo o al neoliberalismo y que utiliza a los migrantes, las mujeres, la gente racializada o las personas queer como chivos expiatorios.

Uno de los riesgos es que básicamente estamos atrapados entre los progresistas neoliberales y la extrema derecha y por supuesto la gente tiende a pensar que tiene que apoyar a las fuerzas democráticas para que nos defiendan. Sin embargo, como señalamos en el Manifiesto, ninguna de estas alternativas es una solución, porque en realidad son complementarias. Entonces, desde nuestro punto de vista, el movimiento feminista está realmente indicando el camino hacia de salida con estas masivas movilizaciones contra la derecha. Si miramos Argentina, Brasil, Italia es el feminismo el que está articulando la oposición social y política a la extrema derecha. No por casualidad, sino que precisamente porque nos están atacando a nosotras primero.

Otra razón (del crecimiento de las fuerzas reaccionarias y de extrema derecha) creo que tiene que ver con la crisis de la masculinidad que está ocurriendo a lo largo del mundo. La crisis de la masculinidad es algo bueno, pero que desafortunadamente está conectada con el efecto del neoliberalismo sobre las condiciones de la vida. Los hombres ya no pueden ser más el sostén de la familia porque están desempleados, precarizados, etc. Esta crisis de masculinidad también produce esta violencia tóxica contra las mujeres. Entonces de nuevo no veo otra alternativa que luchar por una gran expansión del movimiento feminista contra todo esto.

Recientemente has publicado junto a Nancy Fraser y Tithi Bhattacharya el libro Feminismo para el 99%. Un manifiesto y allí sostienen que el feminismo tiene capacidad para articular distintas luchas sociales anticapitalistas en el mundo de hoy. Sin duda, en diferentes lugares del mundo observamos procesos de resistencia y de lucha contra las condiciones de vida a las que grandes masas de personas están sometidas. Sin embargo, observamos también que la articulación y la acumulación de fuerza en el campo subalterno aún es insuficiente para hacer avanzar los intereses de las mayorías frente a los del capital. ¿De qué maneras crees que esta heterogeneidad y la fragmentación puede ser articulada por el feminismo?

Es una pregunta difícil. En realidad, la fragmentación es un producto del capitalismo y de la manera en la que el capitalismo produce diferentes formas de opresión que también están conectadas con diferentes formas de subjetividad. Y este proceso es particularmente evidente en países donde el neoliberalismo es especialmente fuerte, como en Estados Unidos, por ejemplo, y he escuchado que aquí en Chile pasa lo mismo. Quizás Chile sea el “niño símbolo” del neoliberalismo. Entonces, uno de los riesgos que puede haber, y esta es una vieja manera de pensar en la izquierda, es que deberíamos hacer abstracción de todas estas diferencias y concentrarnos en aquello que tenemos en común. Y esto generalmente se traduce en decir, por ejemplo, “no discutamos sobre feminismo y concentrémonos en una lucha común”. Yo creo que esto es un error y creo que, al contrario, lo que tenemos que hacer es, precisamente, mostrar cómo todas estas formas de opresión y estas diferentes condiciones -primero debemos reconocer que son diferentes y que debemos analizarlas como diferentes formas de opresión- se hallan internamente conectadas. No son fenómenos independientes, están conectados entre sí y conectados a los mecanismos del capitalismo. Por lo tanto, cuando articulamos demandas local o internacionalmente, esas demandas tienen que tener en cuenta toda esta diversidad, pero al mismo tiempo tienen que tener en cuenta el hecho que todas estas formas están conectadas entre sí. Entonces efectivamente tenemos enemigos en común y tenemos necesidades comunes. Es algo difícil, pero creo que el movimiento lo está haciendo. La interseccionalidad ha sido muy útil desde esta perspectiva, al enfatizar la necesidad de tener en cuenta la condición específica de las mujeres negras, al abandonar esta idea de que hay una mujer universal, de que somos todas iguales y hermanas y en insistir en la idea de que nos volvemos hermanas a través de la lucha. No es que ya seamos hermanas, que ya estemos en hermandad, sino que es a través de la lucha que podemos construir esa hermandad. Al mismo tiempo, lo que a menudo falta en la interseccionalidad es la noción de conexión interna y estructural entre estas diversas formas de opresión y desde esta perspectiva el feminismo marxista, la teoría de la reproducción social, está haciendo un aporte enfocándose en esto. Entonces en elManifiesto…, de lo que hablamos es básicamente de una forma de feminismo universalista, de un feminismo para todo el mundo, de liberación para todos y todas, pero de un universalismo que no está basado en abstracciones vacías como “la mujer”, sino más bien de un universalismo que está hecho de las conexiones e interconexiones entre diversas perspectivas y formas de opresión.

En tus trabajos sobre feminismo y marxismo has insistido en la necesidad teórica de comprender las relaciones entre patriarcado y capitalismo desde una perspectiva unitaria, es decir, de entender que la opresión sexual, que el patriarcado, no son sistemas autónomos, sino que son formas de dominación producidas y reproducidas por el capital. Ahora bien, entendemos que para ti esto no se trata de una discusión “académica” sino de un problema político. ¿Por qué es relevante políticamente mirar la opresión sexual desde esta perspectiva? ¿Cuáles son las potencialidades políticas que una perspectiva unitaria aporta para la lucha anticapitalista? ¿En qué se traduce esto en términos políticos?

La contribución política es precisamente que, si analizamos los mecanismos que producen las opresiones, pero también las jerarquías entre las mujeres, entonces, a través del lente de la reproducción social y de los efectos que el capitalismo ejerce sobre la reproducción social, podemos identificar programas o demandas políticas que nos ayuden a todas/os. Un ejemplo feminista típico es el aborto. Ahora bien, generalmente el movimiento feminista se ha concentrado solamente en el derecho al aborto, pero esto era dejando fuera otro aspecto del problema de la autonomía sobre el cuerpo, que es el derecho a la reproducción; y esto aplica especialmente para las mujeres negras, las mujeres racializadas. En otras palabras, mientras que las mujeres blancas en Estados Unidos, por ejemplo, son incentivadas a tener hijos/as, las mujeres negras son concretamente, no solo en palabras, desalentadas a tenerlos/as. Históricamente ha habido esterilizaciones masivas, por ejemplo, en las prisiones y también los costos de la reproducción son tan altos que claramente las mujeres pobres y negras por lo general tienen problemas de acceso a la posibilidad misma de tener hijos/as. Entonces en Estados Unidos ahora se habla de “justicia reproductiva” y no solamente de aborto. La justicia reproductiva incluye un sentido de autonomía del cuerpo que considera precisamente el derecho a no tener hijos y a tenerlos cuando quieras tenerlos. Concretamente, esto significa una demanda no solamente por aborto libre y por lo tanto atención de salud pública para un aborto libre, sino también atención de salud pública para la reproducción. De este modo se puede luchar juntos. Porque en los años ’70, como señala Angela Davis en Mujeres, raza y clase, lo que ocurría era que el movimiento era predominantemente blanco y se concentraba solamente en el aborto y la anticoncepción y ese tipo de cosas, pero para las mujeres negras esto era percibido como otro intento más por excluirlas de la reproducción. Entonces hemos aprendido la lección y ahora la lucha es por la justicia reproductiva y esto significa que queremos, por ejemplo, atención de salud pública.

En el mismo libro sostienen la necesidad de superar el feminismo liberal, blanco y elitista, representado por figuras del estilo Hillary Clinton. Sostienen además que ese feminismo liberal está en bancarrota y se ha mostrado impotente para detener los avances conservadores, como lo muestra el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos. Sin embargo, en países como el nuestro, donde todavía no tenemos cuestiones básicas de cualquier ideario liberal, como el derecho al aborto, y donde culturalmente el peso del conservadurismo y de la religión son todavía muy grandes, vemos que propuestas propias del liberalismo en términos de autonomía y libertad individual, de libertad para elegir, de empoderamiento e igualdad de oportunidades, tienen una adhesión importante entre las mujeres que se han acercado al feminismo en los últimos años. ¿De qué manera crees que un feminismo para el 99%, un feminismo anticapitalista, tiene que relacionarse con el feminismo liberal, en contextos donde, a diferencia de lo que ustedes plantean para Estados Unidos y Europa, este no está necesariamente en bancarrota, sino que tiene todavía capacidad de procesar los malestares de las mujeres?

Creo que es lo mismo que en Italia o en otros países. Pienso que, por ejemplo, si organizas la lucha por el aborto, en un sentido puedes tener alianzas, alianzas políticas en la lucha con el feminismo liberal. Pero lo que es importante es articular una perspectiva alternativa al feminismo liberal. En otras palabras, no apoyarse solamente en su narrativa, no hablar solamente de “libertad de elección”, sino hablar de sistema de salud pública, de justicia reproductiva; en Chile, justicia reproductiva para las mujeres mapuche. Entonces, claramente hay algunos elementos, incluso derechos formales, respecto de los cuales se puede tener un punto de conexión, como alianzas provisionales. Pero lo importante es no abandonar la radicalidad del movimiento para lograr estas alianzas. Las alianzas deben ser entre fuerzas que de todos modos tienen perspectivas políticas diferentes, lo que significa que una perspectiva de feminismo anticapitalista tiene que ser articulada de manera crítica con el feminismo liberal, pero que, a la vez, en casos como manifestaciones a favor del aborto, este sea bienvenido a sumarse. Pueden participar de la lucha, pero tiene que estar claro que hay una diferencia, de que hay dos ideas muy diferentes sobre lo que es el feminismo. Entonces, ¿cómo articular? Esto localmente no lo sé, porque depende de las circunstancias específicas. En el caso de Estados Unidos, por ejemplo, en el tema del aborto, inevitablemente hay una especie de alianza, por así decirlo, con feministas democráticas-liberales, que hablan de la libertad de elección, que quieren defender el aborto, porque el aborto es básicamente imposible en varios estados, pero lo que es importante es que lo que estamos haciendo no se apoye en sus consignas, en su análisis; nosotras estamos organizadas en torno a nuestra propia perspectiva, nuestras propias consignas y nuestro propio análisis.

 

*Pierina Ferretti. Editora de Cuadernos de Coyuntura.

*Traducción: Sofía Brito y Vicente Montenegro.

 

El cuerpo del trabajo.Tres escenas cartografiadas desde el paro feminista // Verónica Gago

Fuente: A contra corriente

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Las virtudes de la desobediencia // Rita Segato

Elizabeth Costello me salva siempre cuando me veo en una situación como ésta. Ya lo ha hecho otras veces eso de venir en mi auxilio, desde el cielo de la literatura donde seguramente se encuentra. La profesora Costello, de mi misma edad, es el Ángel de la Guarda femenino que protege a quienes, como yo, no se sienten felices con las formalidades y circunstancias a que debe curvarse quien sobrevive a costas de una profesión letrada. Lo que a mi me gusta y donde me amparo en el célebre personaje que circula por las novelas de Coetzee no es el tema del cual habla, sino el hecho de que habla de algo a lo cual no ha sido convidada a hablar, es decir, su indisciplina, su fineza indómita, su distracción con relación al protocolo académico que, al parecer, la habría llevado hasta el podio que hoy ocupa. Puede haber sido invitada a hablar, por ejemplo, de la literatura inglesa del siglo XVII, y discurre, ante el desconcierto y decepción del público y la reprobación de su hijo varón, sobre la Vida de los Animales. Lo de Costello conmigo es prácticamente un estado alternativo de consciencia, una posesión: me baja un santo, como se dice en el lenguaje del Candomblé, y ese santo es Costello, a la hora de tener que hablar en circunstancias como ésta. Su política, a mi ver, no es precisamente lo que dice, sino su permanente acto de desobedecer, su distracción de la norma. Esa es mi lectura del divino personaje. Y esa es mi lectura de lo más humano de lo humano: examinar los chips que nos programan, y elegir cuál apagamos, a cuál le damos baja, qué mandato extirpamos de nuestra matrix. A mis estudiantes de Antropología les he preguntado muchas y muchas veces, a lo largo de muchos años, ¿por qué estudiamos cómo la cultura nos hace ser de determinada manera, nos formatea, en lugar de estudiar cómo, a pesar de la cultura a la cual supuestamente “pertenecemos”, cada uno de nosotros puede ser único, irrepetible, diferente. La estrella guía de la humanidad es, precisamente, su capacidad de desvío, capacidad a la cual le debemos nada menos que la historia.

Primera desobediencia:

Es por eso que ando diciendo, entre otras cosas, que una politicidad femenina, por una serie de razones, no puede ser principista, sino pragmática y capaz de improvisar, dirigida a la vida aquí y ahora, a su continuidad y a su esplendor, a pesar de todo o, como decimos, contra viento y marea. Por lo tanto, y para esto,  siempre alimentada por lo que he llamado una “ética de la insatisfacción”, bastidor de toda buena política, pulsión opuesta a la de una ética de la conformidad. Una ética para la cual es más importante ser bueno que actuar bien. Se torna necesario, en ese camino, ser pluralista antes de ser feminista; tener un mundo radicalmente plural como meta histórica. Meta que no puede ser alcanzada ni por el patriarcado ni por el proyecto histórico de las cosas, que es el de la acumulación capitalista, siempre en tensión con el proyecto histórico de los vínculos, el del arraigo comunal. Tampoco podrán validarse ahí, en la meta de un mundo en plural, los monoteísmos dogmáticos, ninguno de ellos. Porque para el patriarcado, el capital y los monoteísmos fundamentalistas hay una única verdad, una única forma del bien, una único dios, una única forma de futuro, una única justicia. Son, de esta forma, monopólicos, regidos por una lógica exclusiva y excluyente. Nuestra lógica, la lógica que permitió sobrevivir a tantos siglos de masacre en nuestro continente, no es una lógica monológica, monopólica, regida por la neurosis de coherencia  y del control, la neurosis monoteísta y blanca de los europeos. Nuestra lógica es trágica, en el sentido de que puede convivir con la inconsistencia, con verdades incompatibles, con la ecuación a y no-a, opuestos y verdaderos ambos, y al mismo tiempo.  Y por lo tanto, siempre, siempre, dotada de la intensidad vital de la desobediencia. Una lógica para-consistente para conservar la vida y garantizarle continuidad y mayor bienestar para más gentes, para mantener el horizonte abierto de la historia sin destino pre-fijado, para mantener el tiempo en movimiento.

Segunda desobediencia:

Me remite a Europa, el continente de la neurosis monoteísta, como le llamo en mi libro Santos e Dáimones (sin traducción al castellano).  El continente de la neurosis de control y del juicio moral sobre el mundo. Y así llego a la otra evocación inevitable al preparar esta incómoda conferencia es el malestar que me causó, 36 años atrás, el discurso de García Marquez, al recibir el premio nobel  en 1982, llamado La soledad de América Latina. El recuerdo de ese vago e incomprensible malestar me acompaña desde entonces,  y solo ahora encuentro el espacio para hablar del mismo ante una audiencia. En aquel tiempo, la palabra eurocentrismo ni rondaba mi cabeza, inclusive porque en esos años yo vivía en Europa. Veamos: García Márquez me parecía decir que América Latina estaba sola porque Europa no la miraba, no la veía, no registraba su existencia y no la comprendía.  Definitivamente me desagradaba, como me sigue desagradando hasta hoy, que el subtexto de su discurso indicaba claramente la convicción del autor de que solo en el ojo de Europa era posible que nuestro continente alcanzara su existencia plena. ¿Será que un ser para otro es nuestro destino? Sería problemático, porque para ser para el otro eficazmente /con eficiencia es necesario que de ese otro aprendiéramos a ser. Con los años, y con los vocabularios a que fui teniendo acceso, ese malestar se fue transformando en consciencia. Una consciencia que me permite hoy hablarles, como gente del libro que son, de nuestro tema: la circulación de la palabra y la forma de la palabra.

Como afirmé hace unos veinte días en el Museo Pompidou de Paris, en una reunión con directores de museos de Europa en la que se me propuso responder una pregunta importante, inteligente, muy poco habitual: ¿Cómo incide en Europa el eurocentrismo?, es Europa la que esta sola. Se mira en el espejo narcísico de sus museos, pero carece del verdadero espejo, el que puede ejercer resistencia y mostrarle los defectos, pues esos objetos no pueden devolverle la mirada. Europa carece de ese potente utensilio femenino que es el “espejito, espejito” de la Reina Mala de los cuentos: no ve su defecto en el reflejo que podrían brindarle los ojos de los otros, porque al otro lo tiene solamente atesorado en la vitrina de su poder colonial. La visita al Museo Chirac en el Quai  de Branly me confirmó esa impresión, pues no vi otra cosa allí que “belleza encarcelada”, objetos retirados de su destino propio, de su lecho histórico, del paisaje en el que vivían arraigados. Desde allí hubieran podido seguir su camino e irradiar su influencia. Lo mismo pasa con los libros.

Nosotros, según García Márquez, necesitamos vernos en el ojo de Europa, en los libros de Europa, para no estar solos. Sin embargo, no registra que Europa siquiera percibe su soledad, soledad que la ha ido llevando lentamente hacia una decadencia de su imaginación creadora, la que en otro tiempo nos deslumbró, y a un tedio insoportable.

Tercera desobediencia:

Desesperaba a mis maestras, maestras de elite, en el Lenguas Vivas Juán Ramón Fernández de mi infancia, cuando nunca jamás, desde los seis años, en hipótesis alguna, acepté escribir mis redacciones en el modo del tú, y del háces en lugar del  hacés.  Así como continúo hasta hoy con la ardua tarea de modificar el corrector de lengua, todo el tiempo, a cada línea, para poner un acento en la i de decíme,  en la i de veníte,  en la y en la de si querés pasá por mi casa. A contracorriente de la conformidad, en desobediencia. Más tarde aparecería mi amado Arguedas, con su lengua quechua en español, con sus inflexiones del quechua en la lengua sobre-impuesta, su verdadero secuestro del castellano para decir lo que deseaba y era necesario decir:  que era el indio quien llevaba la bandera de la historia y de la soberanía en nuestro continente.

Así como Polanyi ha hablado de  la economía arraigada destruida por el capitalismo, necesitamos hablar de un arraigo de la palabra de su camino re-existente a pesar de la instituciones y en los gestos verbales de la gente.

Cuarta desobediencia:

El 7/08/2018, a las 19:12, Juan Pérez (nombre ficticio) de la muy prestigiosa editorial  española La Eterna (nombre ficticio) escribió:

Estimada Sra. Segato, 

Mi nombre es Juan Pérez y soy el editor de Ediciones La Eterna. Solo quería ponerme en contacto con usted para invitarla cordialmente a incorporarse de alguna forma a nuestro fondo editorial.

Su trabajo crítico me parece una joya intelectual que debería ser conocido y leído en todo el mundo. En España, por ejemplo, no llega con facilidad.

Por supuesto, sé que espacios editoriales para publicar no le faltan, muy concretamente Prometeo, con quien trabaja de forma continuada. 

Aun conociendo esta situación, me permito invitarla desde la admiración de su trabajo.

Un cordial saludo,  

Juan Pérez

Editor Senior

Madrid (España)

De: Rita Segato [mailto:ritalsegato@gmail.com] 

Enviado el: viernes, 10 de agosto de 2018 3:13

Para: Juan Pérez

Asunto: Re: Ediciones La Eterna

Estimado Juan, le agradezco mucho los términos de su mensaje. Es estimulante saber que el esfuerzo de uno es apreciado, y sobre todo por un editor de una editorial tan prestigiosa. Pero creo que me va a entender si le digo que, como sabe, escribo desde la perspectiva de la Colonialidad del Poder y también del Saber. Mi perspectiva es crítica con relación al eurocentrismo, que no es otra cosa que un racismo aplicado a los saberes y productos de quienes habitamos y trabajamos en estas costas, en este lado de acá del mar, en un paisaje marcado y demarcado por el proceso colonial, que perdura hasta el presente. Entonces, yo tengo un editor, que es el primero que me tendió la mano en 2003, cuando deseaba retornar a mi país y nadie me conocía en Argentina. Lo estimo y me ha ayudado en una serie de situaciones de vida que fueron difíciles. Publico con él en español, de la misma manera que publicaría con uds. Sin embargo, por el hecho de que La Eterna queda del lado de allá del mar, la distribución es más fácil en todo el universo de los lectores en lengua española, y aunque mucho me alegró su mensaje, no me es posible concordar con eso, curvarme a eso, reconciliarme con eso. Se puede entender, verdad? Soy terca como una mula, lo sé. Pero es que me duele saber que un editor de América Latina no tiene las mismas facilidades para circular que una editorial española. Lo único que se me ocurre, entonces, es sugerirle que establezca una colaboración de algún tipo con mi editorial, Prometeo, para que entre las dos en asociación editen próximamente algo mío…. Qué le parece esa idea? 

Sea cual sea su respuesta, le mando un abrazo y mi sincero agradecimiento por el aprecio hacia mi obra. 

Rita

De: Juan Pérez  

Asunto: RE: Ediciones La Eterna

Enviado el: viernes, 13 de agosto de 2018 12:22:11 GMT-3

Para: Rita Segato

Estimada amiga,

Lo entiendo perfectamente, por supuesto. Debo decir que me reconforta encontrar una intelectual que es consecuente con su discurso (eso no siempre pasa)…..

Juan Pérez

Editor Senior

Madrid (España)

Cito este intercambio con el editor Senior de una muy apreciada y por demás respetable editorial peninsular por su gran elegancia y el respeto mutuo, personal, que se revela entre el corresponsal que representa el interés de la empresa y yo, como su interlocutora. Se trata de una entre diversas invitaciones a publicar en editoriales globales que he recibido, todas declinadas por la razones que le expongo a Juan Pérez. Básicamente, como me decía en estos días mi querida Claudia Schwartz, que se crió entre los anaqueles de Fausto y ahora edita poesía con gran dificultad en Leviatán: ¿Por qué no puedo conseguir un libro de Chile, por qué no puedo conseguir un libro de Uruguay? ¿ Por qué no puedo acceder a autores de esos países desde Argentina, si no a través de España?

La verdad es que la dictadura persiguió a grandes libreros argentinos y destruyó el gran parque editorial que teníamos por medio de la persecución política, y Menem terminó el trabajo por la total desprotección en que dejó a la industria editorial argentina, que gozaba de gran prestigio en el mundo de habla castellana por su incontestable calidad. Honorables empresarios libreros persistieron y o surgieron para intentar resucitar lo perdido…  Otros murieron de tristeza, como el padre de Claudia, con el cierre final de sus librerías Fausto y de su editorial, Siglo XX, en una supuesta “democracia” que, apenas recuperada, sucumbió a la colonialidad del poder y del saber. Las editoriales españolas compraron las editoriales de textos y manuales escolares, beneficiándose con el know-how ya existente en el país, y amenazaron así la belleza y el valor del pluralismo de la lengua y los modos de decir del arraigo argentino. Lloro por eso: era hermosa la Argentina de Fausto. Como es insubstituible la Argentina del Centro Editor de América Latina. El valor y meta histórica de un mundo en plural quedó así en situación muy frágil, en un proceso no muy diferente a lo que se dio con los sellos globales de grabadoras musicales, que compraron la música del mundo y la “ecualizaron” en un “world music” pasteurizado y rápidamente obsolescente. Quiero rendir homenaje aquí a los editores que sobrevivieron aquel tiempo destrucción y a las que comenzaron después de la ruina: Corregidor, Coligue, de la Flor, Biblos, Manantial, Lugar editorial, Espacio Editorial, Homo Sapiens,  Pequeño Editor, Prometeo, Godot, Leviatán. Y discúlpenme si no he conseguido nombrar todas, o si alguna de las que nombré ya ha perecido.

Quiero que se entienda que no se trata del valor del patriotismo; se trata, sí, del valor del pluralismo.

Quinta desobediencia:

Nombremos nosotros. Demos los nombres. No le pasemos el mensaje a los jóvenes, como hacemos generalmente, de que vienen a la escuela, a la universidad, meramente para aprender. Porque ese aprender se refiere automáticamente a un aprender lo ya pensado, y por debajo de ese ya pensado contrabandeamos inevitablemente la idea de lo ya pensado en otro lugar. La faena del intelectual es la producción y donación de nombres. Lo aprendí de mi amado maestro Aníbal Quijano. Autoría viene de autorizar. Son dos términos profundamente emparentados. Pensemos desde acá, no deleguemos a que nos piensen el mundo en que vivimos desde afuera.

Nos pasa a nosotros, y le pasa a España también. Al igual que nuestro continente, se encuentra del lado del consumo y la aplicación de categorías teóricas, no a su formulación. No nos engañemos… Le pasa a ese país tan tristemente colonial y  criollo como nosotros que es España, una nación que se conquistó a sí misma y siguió por el lado de acá, sin solución de continuidad, en el mismo año, 1492. La lengua española es numerosa, pero no es hegemónica. No produce un pensamiento teórico destinado a atravesar la Gran Frontera Global desde el Sur hacia el Norte. Libros editados acá por grandes conglomerados de editoriales destinadas al lucro global no son catapultados a las lenguas en las que las ideas alcanzan circulación e influencia planetaria. La reserva de mercado del Norte sobre lo que bien podríamos llamar “patentes” en el campo de las Humanidades es cerrado, inexpugnable.  Porque, no nos equivoquemos: es el campo de las Humanidades, con su usina de palabras, su poiesis de conceptos, lo que da forma al futuro de la historia.  Es por eso que se encuentra en manos de pocos, pocos que no están por aquí, la llave del camino de las Humanidades que cierra la puerta de esa circulación planetaria a los conceptos teóricos acuñados en nuestra lengua, con soberanía y autonomía, desde acá mismo, desde el suelo en que nuestros pies se asientan.

Sexta desobediencia:

Junto a la valla que se erige para que nuestras palabras no atraviesen, también se levanta un cerco inexpugnable para impedir el atravesamiento del estilo de escribir. La tecnología del libro de la academia del Norte se nos impone en las universidades. No nos curvemos a esa tecnología del texto originaria de una época en que la información, por su escasez, era un problema, y era un problema que las universidades del Norte imperial no tenían. Un texto o un libro eran la forma de exhibir el acceso a la información, el poder que significaba acceder a esa información. Hoy la información es un problema también, pero de signo opuesto. Estamos asfixiados en información, por eso lo que importa es la capacidad de elegir una ruta autoral en el fardo informativo que nos aplasta. Lo importante es desarrollar la habilidad de identificar lo que existe a nuestro alrededor sin ser nombrado y no abdicar del ensayo, que es nuestra forma de argumentar. No abandonemos el ensayo: el “yo digo”. La voz del ensayista es inexorablemente una voz autoral, que no se esconde por detrás de la coartada del fichaje. Tengamos en cuenta que la verdad es un acuerdo entre interlocutores. Los nombres bien encontrados son como pergaminos en botellas arrojadas al mar que llegan a destino. Puedo afirmar que sencillamente me consta.

Séptima desobediencia:

Construyamos nuestra propia desobediencia. No confundamos el Ni una Menos con el Me Too, y no nos enredemos en su tensión con el Manifiesto de las intelectuales francesas. Cada movimiento y cada feminismo solo puede ser construido con los elementos de su propia historia. En la disputa entre el feminismo anglo y el francés, yo leo claves de dos historias de la conyugalidad, dos formas de la sexualidad y el amor instaladas por civilizaciones y líricas diferentes, como lo ha hecho notar hace tiempo ya Peter Gay y también Josefina Pimenta Lobato. Están en juego allí dos modelos del amor, el anglosajón y el francés.  

En lo que al Ni una Menos respecta, recordemos que existe sí una colonialidad al interior de los movimientos sociales. Esa colonialidad suele traicionarnos y desorientarnos. El Me Too, con su raíz en el  feminismo pilgrim norteamericano, se dirige y le hace señas a la paternidad del Estado, a un tercero como árbitro indispensable de las relaciones, a un abogado en la almohada, posiblemente como única herramienta en un mundo de individualismo a ultranza. Mientras el Me Too le habla al Estado, el Ni una Menos le habla a un nosotras y nosotros, le habla a una sociedad.

Nuestro feminismo pertenece a un mundo en el que aun en las metrópolis blanqueadas la vincularidad es vital y puede y debe ser conservada por el amparo que nos brinda y la felicidad que nos trae. Un mundo en el que se han preservado jirones de comunidad. Estoy convencida de que no debemos delegar el arbitraje de nuestra vida erótica a un tercero.

Todavía creo que la gestión del deseo debe ser posible en nuestro mundo cuerpo a cuerpo, cara a cara, y que debemos luchar por eso, creando las condiciones para que sea posible. Para eso habrá que trabajar arduamente sobre las relaciones de poder en el campo del trabajo y del estudio, en los cuales la jerarquía es decisiva y el patriarcado se manifiesta con más saña, y regenerar las estructuras comunales capaces de vigilar y cuidar la forma en que llevan la vida las personas. El resto corre por cuenta de desmontar el orden político patriarcal, e inaugurar una nueva era de la historia. Vamos claramente hacia allá.

Epílogo. La Octava

¡Abajo el mandato de masculinidad!

¡Por el derecho de los pueblos a sus territorios y a su estilo de vida en el arraigo comunal!

¡Sí al aborto legal, seguro y gratuito!

¡Ni una menos!

¡Justicia para Sabina Garnica, niña de 11 años habitante del barrio Virgen Desatanudos de La Rioja y entusiasmada militante de La Garganta Poderosa, violada y asesinada el 14 de abril!

¡Ni una trabajadora de prensa menos!

¡Reconocimiento para los bachilleratos populares!

¡Por un mundo radicalmente plural!

Rita Segato en la Feria del Libro. Anfibia 

Entrevista a María Pía López: “La fuerza del feminismo popular es seguir forjando un sujeto político autónomo” // Soledad Sgarella

—En el epílogo, hacés especial hincapié en que “Es un libro que no quiere ser libro, sino material de agitación, de circulación, de provocación”. ¿Nos ampliás esto?

—Me gustaba la idea de escribir un libro que funcione como material de agitación en el sentido de producir un texto que esté pensado desde la coyuntura y en la coyuntura… como una intervención.

Es decir, no es un libro de fondo, no es un libro teórico, sino es un libro donde las hipótesis más teóricas y las interpretaciones más generales se ponen al servicio de tratar de situar cuáles son los debates y los problemas que atraviesan -en este momento- los feminismos populares y también lo mucho que esos feminismos populares prometen con relación a la construcción de una alternativa antineoliberal.

Un poco tiene sentido como una intervención, te decía, urgente, porque se está discutiendo explícitamente durante 2019 -y eso tensiona mucho, todo, los activismos y las movilizaciones- la cuestión de cómo se forja una alternativa a la gobernabilidad que postula la Alianza Cambiemos y la continuidad de esa lógica de gobierno.

—¿Cuáles son los aportes principales en este momento tan particular del país?

—Me parece que, en muchos casos, muchas personas que participan, hablan y activan desde el campo opositor, sostienen que los feminismos vienen a poner la agenda que parte el campo nacional y popular, interrumpe las posiciones de unidad y que, entonces, habría que relegar alguna de esas posiciones para construir una fuerza común capaz de derrotar a la Alianza Cambiemos.

Entonces que, partir de ahí, no es un modo erróneo de poner en primer plano lo que se llamarían las contradicciones secundarias, sino de pensar cómo se constituyen, efectivamente, los modos de antagonizar contra las formas opresivas del neoliberalismo.

Y, por otro lado, tiene otros sentidos… acá te estaba narrando la intervención de urgencia en el sentido de la constitución de frentes antineoliberales, pero también está el otro plano -aún te diría tan o más fundamental- que tiene que ver con el intento que percibo permanentemente en las propias políticas del gobierno de traducir nuestra fuerza movilizada, nuestra capacidad de poner luces a la calle, la potencia que tenemos, en parte de la legitimación de su propia gobernabilidad, ¿no? Eso lo hicieron en la discusión sobre la legalización del aborto y lo van a seguir haciendo, me parece, incluso con el tema de la violencia de género y la acción del Instituto de la Mujer, o campañas de lavado rosa de sus propias políticas.

En este sentido, los aportes que espero tenga el libro es de tratar de abrir y situar las discusiones. Quiero decir: es un libro que tiene menos la idea de construir una doxa que de decir, bueno, en qué terrenos discutimos entre compañeras, con compañeres, en organizaciones mixtas. Cómo construimos los nudos problemáticos y apostamos a algo que nos parece que es central que es la idea de que los feminismos son imprescindibles y que van más a la raíz de toda la lógica de opresión -en este momento-, pero que, al mismo tiempo, decir feminismo sin pensar en su componente popular, en su intersección con otras cuestiones que no son cuestiones de género (y que tienen que ver con la clase, la raza, los distintos tipos de jerarquías y desigualdades) me parece que construye un feminismo por lo menos chueco o muy asimilable a la propia lógica del gobierno.

 

—Y en un año electoral, ¿qué papel debemos ocupar las militancias feministas?

—Podemos sumar tomando en serio la cuestión electoral y, al mismo tiempo, sabiendo que esa cuestión no debe interrumpir nuestra propia constitución de una fuerza autónoma, popular y capaz de seguir abriendo escenarios permanentemente, antes y después de las elecciones.

Es decir, es evidente que todas nosotras, militantes feministas, al mismo tiempo, estaremos tensionadas por nuestras pertenencias partidarias, nuestros activismos políticos y estaremos, de algún modo, participando con más o menos alegrías y angustias del proceso electoral, pero, al mismo tiempo, es imprescindible saber que nuestra fuerza, incluso dentro de los partidos, nuestra fuerza incluso dentro del momento electoral, surge de la capacidad que tengamos de seguir forjando un sujeto político que es autónomo, que es díscolo, que es capaz de poner en juego otra imagen de sociedad y una apuesta a formas de vida novedosas.

Me parece que nuestra fuerza, lo que podemos aportar al proceso electoral, es menos ponernos al servicio de ese proceso poniendo nombres y caras (que nos puede convertir en algo, digamos, que legitima otro tipo de lógicas, partidarias y electorales) que no está mal, pero no es la fuerza real que podemos poner en juego. La fuerza real me parece que es la capacidad de seguir poniendo una agenda desde una perspectiva autónoma y la capacidad de movilizar en la calle y de enlazar nuestras propias movilizaciones con todos los temas que hacen a la explotación y a la reposición de jerarquías que implica el neoliberalismo.

Por otro lado, creo que si algo nos caracteriza es la capacidad que hemos tenido de poner en escena una idea de vida y eso es fundamental en el combate anti neoliberal, que es una idea de vida que no es reducida a la biología. Y que es una idea de vida que se sostiene fundamentalmente sobre la afirmación de la autonomía y el deseo, y eso, poner en juego eso ante un régimen que todo el tiempo produce vidas desechables y políticas de muerte, es un acto fundamental e imprescindible y es lo que nosotras podemos estar poniendo a lo largo de todo el año y también durante el proceso electoral.

 

Soledad Sgarella para La tinta

 

¿Quién mandó a matar a Marielle Franco? // Jáder Santana*

Trés figuras fueron protagonistas del carnaval brasilero el 2019. Dos como referencias negativas -Bolsonaro y las naranjas que se refieren a una de las crisis más recientes de su gobierno- y una como símbolo de resistencia y lucha delante de este escenario: Marielle Franco, la concejal negra, lesbiana, de la favela, asesinada hace exactamente un año, el 14 de marzo de 2018.

Cómo si cobrara por una respuesta que tardaba, el Carnaval propagó por las calles el rostro de Marielle y las preguntas: ¿Quién la mató? ¿Quién mandó a matarla? Una semana después del día que marca el cierre del ciclo carnavalesco, se conoció el resultado de la investigación por el crimen de la concejal y su chofer, Anderson Gomes. El último martes 12 dos policías militares fueron detenidos acusados de disparar contra la quinta concejal más votada de Río de Janeiro.

El policía militar Ronnie Lessa, de 48 años, disparó 13 veces en contra el auto en que estaba Marielle -asesinada de tres tiros en la cabeza y uno en el cuello- y Gomes -que recibió tres tiros en la espalda. Quien conducía el auto en que estaba Ronnie era el ex-policía militar Élcio Vieira de Queiroz, de 46. Los dos fueron arrestados en la madrugada del martes, cuando se preparaban para huir de sus casas, lo que indica que, posiblemente, ya sabían que el cerco de la investigación se estrechaba.

Antes de ir en dirección al mar de coincidencias que pueden relacionar los dos policías a la persona que sea la respuesta de la pregunta que resta -quién la mandó mandar?-, es importante analizar el perfil de los acusados y acercarse a la línea de investigación que llevó hasta ellos. Ronnie y Élcio demostraban “abyecto y repugnante desprecio por la vida”, según denuncia el Ministerio Público de Río de Janeiro. El documento afirma: “El crimen en contra la víctima Marielle fue practicado por motivo torpe, interligado a la abjeta repulsa y reacción a la actuación política de la misma en la defensa de sus causas”.

Los promotores que investigaron los crímenes también declararon que Ronnie y Élcio prepararon el atentado por tres meses, y que el primero tenía una “obsesión” enfermiza por personalidades políticas de la izquierda. Llegaron a esta conclusión después de analizar cerca de 700 GB de datos remotos, que incluyeron el rastreo de 2.428 torres que estaban en el trayecto de Marielle en la noche de los asesinatos. Este esfuerzo se hizo difícil sobretodo por una información divulgada aún en las semanas siguientes al crimen: las cámaras de la calle en que fueron muertos Marielle y Anderson estaban estratégicamente apagadas en la noche del atentado, lo que puede indicar la acción directa de alguien de dentro de los sistemas de seguridad – visto que los dos arrestados estaban alejados de sus funciones.

Las torres de comunicación de la zona registraron 33 mil líneas telefónicas. El número fue reducido a 318 después de un cuidadoso análisis de las imágenes de un vehículo estacionado en la calle del evento en el que participaba Marielle. En el celular de Ronnie encontraron búsquedas sobre la agenda de la concejal y la dirección de su casa. Google, Apple y Microsoft colaboraron a pedido de la justicia. Declararon 230 testigos y se analizaron 190 denuncias que recibió la polícia.

¿Quién la mandó a matar?

Marielle fue asesinada cuándo dejaba la Casa das Pretas, un espacio de encuentros y desarrollo de acciones de crecimiento intelectual y cultural en el centro de Río. Participaba del evento Jovens Negras Movendo as Estruturas. Sus últimos movimientos por la ciudad dicen mucho de su trayectoria. Elegida concejal con 46 mil votos en las últimas elecciones, en 2016, Marielle dedicaba su tiempo a la defensa de los derechos humanos, a la divulgación cultural de la vida en las favelas, a la lucha en contra la violencia de género y policial y a la búsqueda por igualdad de oportunidades para mujeres negras.

Su trayectoria la puso en oposición directa con las milicias -organizaciones criminales establecidas en comunidades de la periferia y formadas sobretodo por ex-policías, que intimidan y extorsionan a los habitantes con la máxima de “justicia por mano propia”. Según la Universidade do Estado do Rio de Janeiro, hasta 2010 las milicias dominaban el 41,5% de las favelas de Río. La lucha de Marielle la enfrentaba a esta situación. Marielle incomodaba.

Marielle incomodaba la familia Bolsonaro, que tiene histórica ligación con las milicias de Río. Son alarmantes las coincidencias que acercan el clan Bolsonaro al crimen y a sus dos perpetradores. Una fotografía divulgada por grandes medios de prensa en Brasil y reproducida en las redes sociales muestra al presidente Jair Bolsonaro abrazado al expolicía Élcio Queiroz, chofer del auto del que salieron los disparos que mataron a Marielle y Anderson. Los dos sonríen en la imagen.

Bolsonaro habló públicamente sobre la situación después que los acusados fueron arrestados. En una entrevista colectiva, dijo que le sacan fotos con muchos policías, millares de ellos, por todo Brasil. Dijo aún que no tiene ningún tipo de relación con Élcio -que había sido expulso de la corporación después de investigaciones que lo relacionaban al tráfico de drogas, venta de armas y a las milicias, en 2011. El presidente también dijo que ni siquiera conocía a Marielle antes de su asesinato – aunque su hijo, Carlos Bolsonaro, también haya sido electo concejal de Río.

 

Otra coincidencia. El policía reformado Ronnie Lessa, el que realizó los disparos, vivía en el condominio Vivendas da Barra, en el barrio Barra da Tijuca. Jair Bolsonaro también tiene casa en este condominio -ahí vive Carlos Bolsonaro y adonde se ha montado el QG de su campaña presidencial. Tan pronto fueron divulgadas estas informaciones, los investigadores del asesinato se adelantaron a explicar que, a pesar de las coincidencias, no hay nada que relacione a la família Bolsonaro al crimen. Siguiendo esta declaración, un periodista le preguntó: ¿es verdad que una hija de Ronnie ha sido novia de un hijo de Bolsonaro? La respuesta: “Sí, pero eso no es importante”.

Otra coincidencia más. La madre y la mujer de un sospechoso de integrar milicias trabajaban en el gabinete de Flávio Bolsonaro, el hijo más grande del presidente, ahora senador por Rio de Janeiro. Las dos mujeres fueron contratadas cuando Flavio aún era diputado estadual. El sospechoso, Adriano Magalhães da Nóbrega, que era capitán de la policía militar, está desaparecido. La milicia que integraba Adriano, llamada Escritório do Crime, fue acusada por Marielle de promover el comercio irregular de tierras en las favelas. Investigaciones también apuntaban para la relación de esta milicia con el asesinato de la concejal.

Y una última coincidencia. En su cuenta oficial en Twitter, Bolsonaro divulgó el último lunes una charla en inglés entre una periodista de O Estado de S. Paulo y una segunda persona. En su post, Bolsonaro publicaba una transcripción del audio y atacaba la periodista, diciendo que ella tenía el deseo derribar al gobierno con chantajes. El inglés del presidente no es de los mejores, y esta claro que la periodista no se refiere a Bolsonaro en estos términos. Lo que dice, sí, es que la evolución de las investigaciones sobre corrupción pueden llevar al impeachment del líder.

Bolsonaro y sus aliados sostuvieron el error y aprovecharon para cuestionar el nivel de profesionalismo de la periodista, Constança Rezende, y de su padre, el también periodista Chico Otávio, que es profesor y uno de los más destacados de la prensa brasilera. Chico es uno de los responsables de los artículos que exhiben la relación del clan Bolsonaro con los milicianos de Río de Janeiro. Es también el autor, y acá la coincidencia es alarmante, del artículo que dio la primicia de la detención de Ronnie Lessa y Élcio Queiroz, menos de 24 horas después que Bolsonaro atacara a  su hija.

Cuestionar el profesionalismo de Chico y su hija un día antes que el mismo periodista divulgara los resultados de una investigación que puso Brasil en suspenso parece ser una estrategia del presidente para desacreditar la información que hizo temblar su imagen. Bolsonaro sabe que su fuerza está en la comunicación directa con sus millones de seguidores en las redes sociales. Pero esta también puede ser su más grande debilidad, ya que poco a poco expone sus tácticas para maquillar los problemas de su gobierno.

Es prematuro asociar de manera firme a la família Bolsonaro a los milicianos que mataron a Marielle. Pero tampoco se puede cerrar los ojos y no ver los puntos de contacto que entre ellos. Ya sabemos quién la mató. La pregunta que falta contestar es aún más importante.

 

*Jáder Santana es reportero especial del diario O Povo, en Fortaleza, Brasil.

Cosecha Roja

16/03/2019

 

 

“Tenemos que abrir centros de aborto en cada calle. Que los heteros se esterilicen masivamente. // Virginie Despentes

Tenemos que abrir centros de aborto en cada calle. Que los heteros se esterilicen masivamente. ¿Siete mil millones de esta mierda de humanos? Hay que pararlo urgentemente”

Fóllame irrumpió con una temática y una música muy disruptivas para la sociedad francesa de los años 90. ¿Por qué el aspecto político de la novela fue tan poco comentado y todo parece reducirse al sexo?

–Creo que es porque soy mujer. Cuando publiqué esta novela, yo era joven y a la crítica literaria no le parecía esperable que una mujer tuviera opinión política. Sobre todo, si no había pasado por la universidad. Por todo eso, fue un shock imaginar en aquel momento que estos pensamientos sobre el sexo podrían salir del cerebro de una chica. Era demasiado. También hay que considerar que la gran mayoría de las críticas y entrevistas fueron hechas por cerebros masculinos. Y he observado que cuando se trata de sexo, la luz desaparece de los cerebros de los machos. No quieren oír hablar de sus propias prácticas. Y aún menos verlas desde el punto de vista de una autora. Es por eso que el silencio de la prostituta es fundamental. De todos modos, cuando escribí el libro, yo no pensaba en el lado escandaloso o sexual. Estaba en ese momento muy centrada en una rabia proletaria, y muy consciente de lo que me pasaba. En Fóllame intento describir un mundo donde cuidarte es imposible porque la violencia económica y política te pesa demasiado y te come la imaginación hasta el punto en que la única respuesta posible es un baño de sangre y de nihilismo. Lo más difícil, tal como lo pienso en el libro, es asumir que no puedes tampoco cuidar a los que amas. Los ves caer uno detrás de otro. Y eso es lo que te hace perder la dignidad.

«Cuando publiqué esta novela, yo era joven y a la crítica literaria no le parecía esperable que una mujer tuviera opinión política. Sobre todo, si no había pasado por la universidad», dice Virginie Despentes.

–También su ensayo Teoría King Kong causó un enorme impacto. Era el año 2006 y la obra fue presentada como un “manifiesto del nuevo feminismo”. ¿Ese nuevo feminismo ya llegó?

–En la época de Teoría King Kong, se hablaba de la cuarta ola feminista. Supongo y espero que lo que llega hoy en día sea más un tsunami internacional que otra ola más. Y lo espero porque, si se tratara solamente de una ola, el backlash será fatal, mientras que un tsunami no dejaría nada de las viejas creencias, imposibilitando la venganza.

–En ese libro usted señalaba que los hombres también padecen el patriarcado. ¿Cómo es eso?

–Pues para empezar, trabajan para un orden patriarcal del que disfruta un determinado porcentaje de la población mientras que todos los demás son tratados como esclavos modernos. Los hombres se obsesionan con la autoridad y la autoridad no la tienen ellos: la tiene los grandes jefes de empresas o sus accionistas. Los hombres se someten a un orden que no es un orden justo y son capaces de morir para defender fronteras o valores que no son beneficiosos para ellos. Son los máximos tontos, se comen las migas de los poderosos y disfrutan en casa de una pequeña autoridad y de la posibilidad de la violencia doméstica. Eso no es una vida, es una sumisión absurda. Y por eso, por ser obedientes y cargar con lo que el patriarcado espera de ellos, aceptan mutilarse de la posibilidad de sentirse vulnerables, de la posibilidad de tener deseo propio. Es una lástima. Y lo siento mucho por ellos, que creen que luchan por sus propios intereses.

–A los 30 años dejó de beber y a los 35 abandonó la heterosexualidad para “transformarse en lesbiana”, según explicó. ¿Cuál de esas decisiones fue más difícil y qué resultado han tenido en su vida personal y profesional?

–Parar de beber es extremamente difícil. Abandonar la heterosexualidad es una fiesta. La ausencia de castigo en estos últimos diez años fue una fiesta deliciosa. Parar de beber es otro asunto, es un luto temible y una confrontación brutal contigo misma.

 

–¿El lesbianismo permite entender mejor el feminismo?

–El lesbianismo no te ayuda a entender mejor el feminismo, sino a ser feminista en la alegría. Lo veo mucho más difícil para las pobres heterosexuales que tienen que tener en cuenta sus propios problemas y además encargarse con toda la mierda de la masculinidad heterosexual, que es una catástrofe internacional extrema.

–¿Cómo es su vínculo con la maternidad?

–Afortunadamente no he tenido hijos. Ahora que tengo casi cincuenta años, me parece una catástrofe la experiencia de ser padres. Odio la estructura familiar. Odio el sentimiento de pertenencia que tienen los padres hacia sus niños. Odio la transferencia de neurosis de padres a hijos. Odio la manera en la que tener hijos te obliga a trabajar el doble para conseguir el dinero y tener una vida de mierda para mantenerlos porque nadie te ayuda para nada cuando eres padre. Y más que todo, odiaría tener ahora un adolescente en mi casa y decirle: “Este es el mundo en el que vas a vivir”. Es un mundo feísimo, brutal, absurdo, grotesco, violento, asesino. Es urgente que las mujeres y los hombres dejen de dar a luz. Y paradójicamente, nunca la idea de “ser padres” –y más específicamente de “ser madre”– fue tan glorificada. ¡Más de 7 mil millones de putos humanos! ¡Peor que las cucarachas! Agresivos, destructores, crueles. ¡Más de 7 mil millones! Y seguimos con la propaganda idiota de “qué maravilla dar a luz”. Qué horror.

–En su país, Francia, ha surgido un grupo de mujeres que publicaron un manifiesto en contra de algunas prácticas, como el escrache, y credos del movimiento MeToo: entre ellas, Catherine Deneuve y Catherine Millet. Ellas disienten en que toda mujer es, por definición, una víctima, y además alertan contra el puritanismo sexual que conllevan las denuncias de acoso. ¿Qué piensa sobre esas críticas?

–Lo más difícil para las francesas no fue la presencia en la lista de Catherine Deneuve y Catherine Millet: ahí estaba también la maravillosa Brigitte Lahaye, presentadora de radio y antigua actriz porno, y eso sí ha sido doloroso… No puedo decir que haya entendido muy bien el texto. Denuncian la sexofobia dentro del ámbito cultural y también que es más y más difícil escribir sobre pornografía o trabajar en películas con sexo explícito, fuera del gueto del porno. Sin embargo, no me pareció que las feministas tuvieran demasiado que ver con esta situación. Primero, lo analicé como algo propio de la clase alta. Eran todas mujeres heterosexuales, hijas y esposas de poderosos que venían a defender los derechos de los más poderosos y su derecho a abusar de sus poderes. Justo estamos en una época de Europa en la que los poderosos no soportan los límites. Al final creo que se trata también del temor. Estos hombres de clase alta piensan que merecen las más dóciles putas del mundo y así enseñan que tienen poder.

–Vivimos con la impresión de que impera una gran libertad sexual. Pero usted dice que “el problema es la sexofobia”. ¿A qué se refiere?

–Me refiero al hecho de que puedes vomitar tu odio en las redes sociales mientras no muestres una teta. Hay robots cazatetas… Como si fuera lo único capaz de poner en peligro el orden social. Tetas. Eso es sexofobia. Miedo irracional al cuerpo de la mujer y de la sexualización que conlleva. Me refiero al hecho de que miles de adolescentes han sufrido acoso online o en la vida real porque habían chupado una pija o se habían dejado grabar mientras cogían. Si hubiera una gran libertad sexual, seríamos incapaces en 2019 de llamar a una chica “puta” por tener deseos. Y sería impensable tratar mal a alguien porque le guste el sexo. La libertad sexual no puede pasar si no viene con una desestigmatización de la sexualidad de las calentonas, de las sinvergüenzas, de las que disfrutan de coger sin tener que justificarse con motivaciones románticas o reproductivas. No hemos salido de la sexofobia que ha caracterizado a los monoteísmos. Y no saldremos si no hacemos una revolución de género total, con la abolición de la idea misma de géneros.

–¿La joven que usted fue en sus comienzos literarios hubiera imaginado que se transformaría en miembro de la Academia Goncourt?

–No he sentido una metamorfosis radical cuando entré en ella. No me han invitado a formar parte del jurado para que cambiara lo que soy. Lo que me ha cambiado, y mucho, fue vender tantos libros con Apocalypse bebe Vernon Subutex porque hace casi diez años que la cuestión del dinero se convirtió para mí en una no-cuestión. He comprado, el año pasado, el departamento en el que vivo. Convertirme en propietaria, esto sí me ha cambiado mucho. Me da una sensación de tranquilidad económica profunda, que cambia todo mi sistema de pensamiento aunque no puedo dejar de ver que los refugiados se mueren literalemente en la miseria a doscientos metros de mi casa y eso hace que no me sienta cómoda con esta posición de nueva proprietaria. No sé lo que la joven que fui habría pensado de Virginie Despentes… Las escritoras me parecían muy lejanas. Pero me acuerdo que me parecía muy gracioso leer el Hollywood de Bukowski, cuando el pobre hombre empezaba a pensar en invertir para no pagar impuestos. Y no me parecía mal. Porque sus libros no habían perdido el tono. Espero no perder mi tono tampoco.

–En un mundo fuertemente institucionalizado, usted desarrolló una formación sobre todo autodidacta. ¿No sirven la escuela/universidad en la actualidad?

–Sirven un montón, sí. Puedes hacerlo sin formación universitaria, pero te costará más. El trabajo de escritor pide disciplina, y ésta la aprendes en la universidad. Es genial pasar tu juventud en los bares escuchando punk rock y hardcore pero no te prepara para nada en lo que respecta al trabajo de la escritura. La formación universitaria también te prepara para ser juzgada todo el tiempo y soportarlo. Y te enseña a respetar las estructuras de la autoridad, y a tragar las injusticias sin gritar como una rabiosa. Todo esto he tenido que aprenderlo muy tarde, y me cuesta.

Tiempo de rebelión // Lucía Naser

Llegó otro 8 de marzo, ese día que, si antes era motivo de algunos “feliz día” y algún que otro ramillete o bombón, ahora es resignificado por las luchas feministas. El 8M es día de lucha y de huelga feminista, es día de visibilizar el trabajo remunerado y no remunerado que hacen las mujeres, es día de habitar la calle y encontrarse con múltiples movimientos y colectivos.

Este 8 de marzo se consolidan al menos tres características que eran incipientes en años anteriores: por un lado, la huelga y la marcha se multiplican en diversos lugares más allá de la capital; por otro, los feminismos que las impulsan ya no se encuentran enfocados únicamente en luchas de y por las mujeres, sino que han entrelazado sus manos, cuerpos y consignas con otras luchas, como las de lesbianas, trans, no binarias y transfeministas. Paralelamente, se hace visible que los feminismos ya no sólo se involucran en luchas en torno al género y la sexualidad, sino que se constituyen como un movimiento político preocupado por múltiples aspectos que hacen a la vida, a su reproducción, a las diversas formas de poder, a las formas de (in)justicia social, así como al modelo político-económico que organiza formas de vida y de muerte a nivel local y global.

Mientras algunas mujeres trabajan hace meses en la organización de este día, otras acompañan con entusiasmo su llegada y otras hacen sus primeros contactos con las convocatorias y las consignas, que cambian año a año. Este 8 de marzo, la huelga feminista es convocada por un movimiento que no para de crecer y que ha aprendido a querer sus diferencias y su pluralidad, que le ha soltado la mano a la meta de homogeneidad y a la lógica de la competencia entre sus diferentes formas, para abrazar la creencia y la práctica de que está bueno ser muchas diferentes caminando hacia algunos objetivos en común.

La antesala del 8 de marzo no está llena de buenas noticias: venimos de un verano con índices terribles de feminicidios y travesticidios, de voces que se animan a denunciar y de quienes quieren deslegitimarlas, de niñas obligadas a parir cuando por ley les corresponde el derecho a abortar, de violaciones en balnearios, de iglesias que queman archivos de abusadores sexuales, de fascismos antiderechos que avanzan en la región y el mundo, de violencias contra trans, gays y lesbianas, de amenazas a sexualidades disidentes, de pibas que desaparecen y aparecen muertas, del asesinato de Natacha Jaitt en Argentina, de fallos indignantes de la justicia patriarcal, de celebraciones de congresos por la familia con el beneplácito del Estado. Pero la previa de este año también tiene el “Yo sí te creo”; la aprobación de la ley integral para personas trans luego de una campaña fortalecedora del movimiento y sus complicidades; el afianzamiento de las redes y las voces de mujeres que ya no se callan; las compañeras de Argentina que, aunque pierdan en el parlamento, se saben ganadoras; mujeres murguistas y carnavaleras organizadas; gordas y gordos organizados; campamentos feministas en el Interior; cooperativistas organizadas; mujeres artistas organizadas; más visibilidad lésbica; programas de radio, ferias y mercados feministas; caravanas en todo el país; educadoras y maestras organizadas; la emergencia de un feminismo antiespecista; iniciativas feministas en el interior de la Universidad; la politización feminista de la maternidad. Es, por otra parte, una previa signada por un gran crecimiento y la visibilización de organizaciones en todo el país, lo que ayuda a visibilizar, a su vez, que el movimiento no es únicamente capitalino ni está únicamente conformado por mujeres de clase media intelectual. Los protagonismos se hacen, afortunadamente, cada vez menos nítidos y dan un paso al frente del movimiento mujeres trabajadoras, mujeres trans, lesbianas y hasta compañeras que no se identifican con la categoría de mujeres, aunque sí con la de feministas. Acciones como las de Ni Una Menos, la campaña nacional por la ley trans o las acciones en barrios no céntricos de Montevideo realizadas por el Paro Internacional de Mujeres fueron impulsos importantes para esto. Hoy, los feminismos inundan el territorio y los cuerpos de todo el país: están la Asamblea Permanente de Mujeres Paysandú, el 8M Colonia, la Asamblea Permanente Mujeres 8M Salto, Hacia el 8M Artigas, varios colectivos en Durazno, Canelones y Rocha, y una coordinación permanente en Maldonado, entre otros.

Los feminismos son un ejemplo de que, cuando el mundo tira para abajo, es posible organizarse desde una emocionalidad no derrotista ni derrotada, sino todo lo contrario: desde la fuerza y la alegría que dan reconocer la potencia de un movimiento, la solidaridad que crece entre quienes viven cosas jodidas, pero no para radicarse en la identidad de víctimas, sino todo lo contrario, para descubrir cuánto se puede juntas. Ante el avance del fascismo, los feminismos se fortalecen, se entraman en sus diferentes ramas y vertientes para formar un caudal común. Ante el recrudecimiento de la violencia, los feminismos responden con la radicalización, la maduración y la retroalimentación de sus luchas. Como dos amigas que desde sus barrios y luego de una noche de fiesta se escriben: “Amiga, ¿llegaste?”“Amiga, llegué”. Y saben que quizás no duermen juntas, pero confirmar que la otra está ahí y constatar que estamos para nosotras es como una bocanada de aire una noche llena de peligro, una que nos permite no renunciar a la fiesta, no dejar de salir. Los feminismos despliegan lecciones prácticas y tácticas que necesitan escuchar otros movimientos y causas en crisis, porque las vamos a necesitar ante el oscurantismo que promete el panorama político del presente y del futuro próximo.

ENTRE NOSOTRAS MISMAS. Aunque el crecimiento de las movilizaciones es continuo en los últimos tiempos, año a año las organizaciones convocantes ensayan propuestas y articulaciones diferentes. La Coordinadora de Feminismos viene preparando la huelga hace semanas por medio de plenarias y comunicados abiertos. Con el título “Compromiso 8M” y el eslogan “Ante el fascismo, más feminismo”, la Intersocial Feminista envió una carta a las y los presidenciables en la que les exige “no retroceder en las leyes aprobadas que reconocen una nueva generación de derechos humanos”. Mientras que diferentes sindicatos integrantes del Pit-Cnt resolvieron diferentes convocatorias ‒con sus respectivas polémicas‒, que van desde el paro de 24 horas exclusivamente de mujeres al paro mixto desde las 16.00 para asistir a la marcha.

De las principales organizadoras, la Coordinadora de Feminismos es un pulmón de la presencia feminista en la calle, y no sólo en el 8M. La Coordinadora surgió en el proceso de organizar las alertas feministas, que se hacen cada vez que se comete un femicidio. Se caracteriza por crear formas de movilización que le ponen el cuerpo, la imaginación y la performance a la protesta, y delinear un estilo político que traduce algunas ideas fuertes del colectivo. La Coordinadora está integrada por organizaciones y feministas no orgánicas. Y tiene como principios la autonomía y la autoorganización; la performance como un lenguaje necesario para luchar contra poderes que se ejercen de forma performativa; la horizontalidad como objetivo y la relación entre mujeres como base para construir nuevas formas de vida. Como organización, también promueve un corrimiento de lo que Raquel Gutiérrez llama “política de la demanda” ‒basada en reclamar al Estado y al sistema político soluciones para los problemas‒ hacia formas de lucha no estadocéntricas, concentradas en construir alternativas desde abajo, desde las bases del movimiento, desde el nosotras mismas.

La Coordinadora no tiene un manifiesto o declaración de principios, no tiene organigrama ni estructura orgánica; teje su programa en el andar, y va armando y desarmando comisiones de trabajo según las necesidades de cada momento. Funciona en plenarias ‒que este año, y de cara al 8 de marzo, fueron anunciadas públicamente y abiertas a partir de febrero‒ y evita los nombres, tanto propios como de los colectivos y las personas que la van haciendo. Más que una lógica de pertenencia, representación o interinstitucionalidad, es un espacio en el que devenir anónimas, un camino para visibilizar a las que ya no están o para amplificar la voz de quienes encuentran más dificultades para que se las escuche. Un espacio en el que se funden sin diluirse diferentes luchas y movimientos dentro del movimiento.

Este año, como en anteriores, la Coordinadora convoca una huelga feminista de 24 horas, que afecte la doble jornada de trabajo (asalariado y doméstico), y a “concentrar y marchar, a leer la proclama colectiva en ronda y sin estrados, para volver a ser una constelación de voces, hablarnos a cada una de nosotras, reconocernos, hacernos de espejo en la lucha y decir al mundo desde ahí lo que queremos”. También se invita al ya ritual abrazo caracol y a celebrar este 8 de marzo desde luchas concretas de mujeres, trans, travas, tortas, lesbianas y disidentes en Uruguay. Una particularidad de la convocatoria de 2019 es que aparece en la plataforma una diversidad de temas que hacen pero también desbordan a la cuestión de la mujer.

La Coordinadora desplegó este año una campaña de comunicación en la que fue presentando, los días previos a la marcha, diferentes luchas y causas que hacen a la proclama y al sentido de la movilización de este viernes. Maternidades; punitivismo y justicia patriarcal; precarización de la vida; educación; trata y explotación sexual; avanzada fascista; disidencias y travesticidios; extractivismo; encierro, y violencia sexual: son los diez temas de la convocatoria, que son, a su vez, un mapa de los feminismos –y, por qué no, de la política– actuales. Por cierto, uno bien complejo y completo. Algunos cruces, como el del feminismo con la cuestión racial o de los feminismos con los anticapitalismos, no aparecen como ejes, porque se entiende que son transversales y que, por tanto, no merecen nombrarse aparte. Los textos de cada eje fueron escritos por diferentes grupos de mujeres inmersas en estas luchas concretas y articuladas entre sí en los plenarios de la Coordinadora. Todos ellos comparten un encabezado y un epílogo, que resultan un manifiesto en sí mismo: “Los eslabones de la cadena de opresión y violencia que se expanden en cada territorio y recaen sobre nuestros cuerpos son los que despiertan nuestras luchas”“Sigamos desplegando toda nuestra creatividad para continuar tejiendo nuestras luchas y mantener abierto el tiempo de rebelión”. Apertura y diversidad de colores son claves para entender qué está pasando.

El trabajo organizativo se dividió en comisiones: logística, comunicación, proclama, autocuidado, finanzas, y baile e intervenciones. En cuanto a la de autocuidado, la Coordinadora trabaja desde un pensamiento que diferencia autocuidado (que significa evitar la violencia) de autodefensa (que involucra tácticas defensivas que pueden incluir enfrentamientos). Al mismo tiempo, se propone no ser la única responsable de este aspecto de la marcha, sino compartir algunas pautas de autocuidado, pero entendiendo que la manifestación se construye entre muchas y que, por ende, esta dimensión no puede ser delegada y es responsabilidad de cada una y de los colectivos presentes. La comisión de intervenciones ensaya hace semanas una performance, que se realizará en el inicio y en el cierre de la marcha y convivirá con otras de otros colectivos ‒como La Melaza, Afrogama, Diez de cada Diez, La Caída de las Campanas, la Asociación de Danza del Uruguay‒, con un acto de Apostasía Colectiva y con otras que probablemente se hagan presentes.

CREATIVIDAD PARA CONTINUAR TEJIENDO. El dispositivo del paro o huelga ‒acompañado de consignas como: “Si nuestras vidas no importan, produzcan sin nosotras”, “Paramos el mundo mientras parimos mundos nuevos” y “Eso que llamas amor es trabajo no remunerado”‒ es activado hace ya algunos años para crear cortocircuitos en las cadenas de organización social (intra e interfamiliares) y valorizar visibilizando el trabajo que hacen las mujeres fuera y dentro de sus casas. El llamamiento es a hacerlo como y donde cada una pueda y quiera. Las respuestas van desde mujeres que detienen todas sus labores, incluido el cuidado de sus hijos, hasta quienes acompañan la decisión de sus sindicatos o se suman recién a las 18.00 para el inicio de la manifestación.

La huelga feminista reactualiza un dispositivo clásico del movimiento obrero y lo resignifica en sus propios términos, convierte el paro no sólo en un medio, sino también en un fin en sí mismo, que pone en el centro las transformaciones colectivas y los acontecimientos subjetivos que se producen en el encuentro entre mujeres de barrios y clases diferentes, en el abrazo entre madres adolescentes y viejas militantes, en la ocupación de la calle, que tan a menudo sentimos que no nos pertenece, en el canto conjunto entre quienes llevan el repertorio y quienes lo aprenden en ese momento, en la construcción de la memoria de luchas feministas del pasado, que reviven en los actos y los cuerpos del presente, en la previa de semanas llenas de debates y asambleas. Tanto que se dice que “marzo es el mes de la mujer”, pero un mes le está quedando corto al feminismo. Queda corto cuando se analizan las luchas que se entretejen en la convocatoria de este año; cuando es manifiesto que los feminismos están en las calles para oponerse a todo un sistema de poderes que trabajan juntos sin ser del todo lo mismo, y por eso requieren tácticas de lucha complejas: el patriarcado, el alzamiento y el avance de la ola de ultraderecha, el punitivismo y los dispositivos represivos que se presentan como soluciones, cuando no son más que mecanismos de vigilancia, disciplinamiento y marginación social. El modelo económico tiene alianzas y pactos con los “valores” que defienden los movimientos provida y por la familia; la familia es defendida siempre que responda a las formas de vida del cis-hetero-patriarcado, sublimando la maternidad, pero pasándoles por arriba a los derechos y los deseos de quienes deciden ser o no ser madres; el capitalismo dinamita solidaridades, explota vidas y encuentra en los cuerpos de mujeres pobres materia prima de bajo costo para su legitimidad social; la justicia es un “poder” que procede con sesgos y cegueras selectivas; el neoliberalismo avanza en su misión privatizadora de la vida y ataca a todo lo que es común, desde los recursos naturales hasta la educación pública; a los pibes se les pide todo, pero sin darles nada, salvo plomo cuando no vienen de familias “bien”; el desarrollo se abre paso obstruyendo arterias principales de una democracia que dentro de poco será una pieza de museo o una estrofa nostálgica de alguna olvidada canción.

Se habla hace tiempo de movimiento, de marea, de lucha, de ola feminista, mientras de a poco va apareciendo la palabra “rebelión”. La rebelión feminista da cuenta de un hecho que está impactando en nuestras vidas, en nuestras instituciones y en todas las luchas y organizaciones políticas del presente. Y también da cuenta de que semillas colectivas están siendo plantadas en un suelo que ya está revuelto, que ya está siendo arado, cuya fertilidad está por verse, pero que seguro nunca va volver a ser como antes.

 

Brecha

RITA SEGATO EN LA UNSAM: “ESTAMOS POR DAR VUELTA LA PÁGINA DE LA PREHISTORIA PATRIARCAL” // Equipo de Comunicación UNSAM

¿Qué es el pensamiento incómodo? Rita Segato, de vestido morado y con los rulos al viento, se sentó frente a un millar y medio de estudiantes, docentes, periodistas y militantes de distintas agrupaciones que llegaron de todas partes del conurbano y de la Ciudad de Buenos Aires.

A Segato le gusta pensar al margen de los lugares comunes. “Me asustan las repeticiones y los clichés. Las consignas fuertes que empiezan a repetirse frenan la historia”, dijo. “Hay que salir de los círculos viciosos, de la repetición de consignas. Por ejemplo, yo no hablo de crímenes de odio, que es una idea que sentimentaliza los crímenes políticos. Empoderamiento es otra palabra que no uso, porque habla del poder, y a mí me interesa la horizontalidad. Hablar con las palabras que no representan las formas que yo pienso tiene que ver con esta idea del pensamiento incómodo”.

Dos días antes de la tercera movilización global del 8M, una multitud se reunió en el Campus Miguelete de la UNSAM para recibirla. Sus clases en la Cátedra Abierta de Pensamiento Incómodo, de la Escuela de Humanidades (EH) y Lectura Mundi, comenzarán en abril.

Desde un estand improvisado con una mesa y dos caballetes, las chicas de un colectivo barrial ofrecían banderas con las consignas “Vivan las cuerpas” y “Feminismo y revolución”. A su lado, las estudiantes de la Escuela Secundaria Técnica de la UNSAM estampaban remeras con las frases “Fuego a todos los que no nos dejan ser”, “Basta de violencia machista” y “Furia trava”.

“Somos de Florencio Varela y militamos en una colectiva que se llama La 30”, contó Natu, de 13 años. “Nos parece buenísimo que se haga en este espacio abierto, en esta universidad pública”, dijo. Micaela llegó con sus compañeras: “Vine desde Tigre para escuchar a Rita”, dice. “Dentro del feminismo enfrentamos discusiones que parecían saldadas. Tenemos que formarnos, seguir discutiendo para que no se pierdan algunas cuestiones que ya se habían convertido en derechos”.

Segato llegó acompañada por el rector Carlos Greco y por la decana de la Escuela de Humanidades, Silvia Bernatené. “Una de las principales dificultades”, dijo el rector, “es poder convocar a los mejores para que vengan a participar de una gesta universitaria en el conurbano profundo. Que hoy Rita Segato esté acá nos llena de orgullo y nos hace pensar que seguimos el camino correcto. Compartir su experiencia, su saber, su forma de decir y de actuar nos estimula a seguir actuando en pos del bien común”.

El biologicismo

En el escenario la esperaba la periodista y escritora Mariana Carbajal. “Muchas gracias a la UNSAM por darme este pequeño gran lujo. A Rita la amamos. Es un pensamiento que nos provoca, nos incomoda y nos hace pensar”, dijo. Y enseguida pasó a la primera pregunta: ¿Cuáles son los debates que hoy son incómodos dentro del feminismo actual?

“Un movimiento sin errores es imposible”, respondió Segato. “Toda normativa tiene sus fisuras, pero me sorprendió esto: un momento claro de la teoría feminista, que es un pensamiento sumamente sofisticado, es el de la desbiologización. El desacoplamiento de lo femenino de los cuerpos. La noción de género retira de los cuerpos lo femenino y lo masculino y los transforma en una estructura, una matriz que trasciende el que cuerpo que llevamos. Los fundamentalistas están queriendo borrar la palabra género. Prohibirla por amenazadora”.

“Margaret Thatcher”, siguió, “llevaba un cuerpo de mujer y, sin embargo no existió mayor enemiga de las mujeres que ella. No basta con tener un cuerpo. Hay mujeres patriarcales y hombres que pueden ser maternales, por ejemplo. Eso existe también. Y mujeres que son pésimas cuidadoras. No se puede biologizar la tarea. Debemos superar la amenaza del biologicismo. ¿Hombres débiles? ¿Femeninos? El patriarcado los castiga por desobedientes. Un problema falso que no me representa”.

“La misoginia es hegemónica, se mete en todas partes. El ojo patriarcal y misógino es hegemónico, pero eso no nos debe llevar a un fanatismo de los cuerpos. Las traiciones son constantes dentro de los movimientos políticos. Hay problemas difíciles que surgen con la profundidad histórica del movimiento. Esas dificultades son proporcionales a todo lo que hemos caminado”, dijo.

Y puso ejemplos: “¿Con el castigo voy a modificar la sociedad? Eso es falso. La ley no causa comportamientos. Si los causara no habría abortos. La ley no es determinante de las prácticas de las personas. Lo más importante es la eficacia discursiva, simbólica, performativa, que es la capacidad de persuadir, de convencer. El teatro legislativo no tiene eficacia material”.

Linchamiento o justicia

“Hablé con los rectores de dos colegios secundarios de la Ciudad de Buenos Aires”, contó cuando la charla llegó al tema de los escraches. “En los dos relatos está la idea de que entender la cuestión de género es entender la educación secundaria. Allí vemos la catástrofe del género. El feminismo pilgrim (peregrinos puritanos) de Estados Unidos vs. el feminismo de las mal fundadas repúblicas criollas”, dijo.

“Con algunas excepciones como la de Judith Butler, el feminismo pilgrim acata la idea de que durmiendo con un abogado en la almohada voy a resolver los problemas entre los chicos y las chicas. Nosotros no podemos entrar por ese camino porque nuestra sociedad, nuestra historia, nuestra fundación colonial son diferentes. Lo central es dar herramientas a las chicas y los chicos, a los hombres y las mujeres, para que puedan negociar su relación. Y eso el feminismo lo está descuidando. Las personas tienen que poder negociar sin la mediación de los Estados, que siempre nos van a traicionar. Si no aprendemos de la historia, demos clases de relojería”.

¿Le vamos a dar al Estado la negociación de cómo va a ser la sexualidad de nuestros hijos? se preguntó. “Tenemos que dar a la juventud herramientas para que puedan negociar, decir qué quieren, qué no quieren y hasta dónde. Nuestro mundo es un mundo de conversación, la Argentina todavía es un país donde las personas conversan. Pero está sucediendo que los chicos y las chicas no están pudiendo conversar más sobre sus expectativas relativas a su sexualidad, a su deseos. Hay una desconfianza extrema entre muchachos y muchachas”.

“Eso lo veo como algo negativo y tiene que ver con el punitivismo, con el castigo —que no es lo mismo que el escrache, que es una justicia noble y debatida a lo largo de muchos meses cuando no había justicia ni Estado—. En ese período, e inclusive hoy, el escrache es la forma de hacer justicia por la propia gente, pero no es espontaneísmo. No es un linchamiento. Los escraches a los genocidas en la Argentina siempre supusieron largos períodos de preparación. Ahí hay un justo proceso,  con un patrón, un protocolo y una forma de juzgar, de decidir y de punir. En el linchamiento no lo hay”.

El riesgo mayor para el feminismo, dijo, “es caer en el linchamiento moral sin parámetros claros del justo proceso. Esos errores podrían poner en jaque muchas conquistas y escraches que fueron bien procesados. La punición no lleva a una disminución de los problemas que tenemos. Los femicidios no disminuyen”.

Cambiar la base

“Los femicidios y las violaciones existen porque hay un caldo de cultivo gigantesco, diseminado en toda la esfera social, en el día a día, en las agresiones diarias que sufrimos todas las mujeres. Modificando ese caldo de cultivo, esa base del iceberg, solo así vamos a poder incidir en lo que puede ser tipificado como crimen”, dijo Segato. “De todas esas agresiones, un número muy pequeño es tipificado como crimen o delito. Desmontando el mandato de masculinidad desarticulamos ese gran caldo. Ese chiste, la mirada ultrajante y rapiñadora sobre el cuerpo de la mujer, un cuerpo que se usa para construir un vínculo entre hombres. La modificación de todo eso, que es capilar en el tejido social, será capaz de tocar allá arriba”.

Sobre el caso de Lucía, la niña de once años con discapacidad mental violada en Tucumán y a la que se le negó un aborto no punible, Segato opinó: “Es un espectáculo de crueldad. En Tucumán, en Jujuy, en el Chaco aún se practica el “chineo”, una abominación muy común en esas provincias del norte, en donde las elites se pronuncian en contra del aborto. Allí llevan a sus hijos a tener su iniciación sexual con las niñas wichis, iniciaciones en las que hay violaciones de jóvenes pobres indígenas. Prácticas asquerosas de las elites criollas del norte que todavía hoy están vigentes. Cuando hay casos de violación entre indígenas, ahí el Estado actúa, pero cuando el blanco va al chineo, la indígena es una “prostituta”.

Un discurso nauseabundo que convive con el rechazo del aborto. Cuanto más débil es el Estado, más se ensaña con la panza de la mujer. La panza es la medida de la debilidad de un Estado. No hay una cuestión moral por detrás. Las clínicas de fertilización asistida, ¿no están llenas de óvulos fecundados? ¿No son personitas por estar en una probeta? En esas clínicas se manejan grandes capitales, al igual que en los laboratorios. Allí no hay abortos, hay hipocresía pura”.

 

Si el patriarcado cae, toda la sociedad se transforma. El patriarcado es la base de la pirámide social y de todas las formas de opresión pensadas por los medios masivos de comunicación, que hoy se están rearmando para enfrentar nuestra amenaza. Una reacción virulenta que es la medida de lo que hemos alcanzado. Vamos para adelante que estamos llegando a destino. Nuestro esfuerzo tiene que retirarnos de la posición de las minorías, de las columnas marginales. Debemos ir del borde al centro de las cuestiones. Eso es lo que está pasando en el presente.

¿Qué vamos a encontrar en tu cátedra?, preguntó Carbajal casi al final de la conversación.

“Hice una lista”, dijo Segato, y leyó: “Mirar el mundo desde nuestro margen y a contrapelo del sentido común de la academia, marcada por el eurocentrismo de su fundación y el patriarcalismo de sus prácticas; permanecer en el arraigo de un paisaje nuestroamericano; saber dónde tenemos los pies plantados; cultivar el arte de pensar en conversación”.

La lista es larga. Habló de interseccionalidad, de raza,de sexo, de género. Dijo que hay que desarmar el nudo de la prehistoria patriarcal. Que estamos por dar vuelta la página de esa prehistoria. Algunos tramos despertaron una ovación. “El pañuelo azul es monopólico: nadie puede practicar abortos. El pañuelo verde es pluralista: quien quiere puede, quien no quiere no”, concluyó.

TETA CRÍTICA: la violencia de estar como queremos // Lucía Naser

 

A partir de algunos acosos, varias censuras y la creciente sensación de que estamos en un presente paradójico – o más bien de enorme retroceso – por el cual mientras el feminismo crece y es reconocido, nuestras cuerpas siguen siendo policiadas y prohibidas en las calles y en las redes, empezamos a hablar con algunas amigas sobre hacer algo al respecto.

Decidimos organizar una Teta crítica, especie de Masa crítica pero no sobre bicicletas sino sobre pareos, en una playa y de pezones descubierto.

Fue así que creamos un texto y una imagen, e hicimos un evento que fue luego compartido por un montón de organizaciones, colectivas y mujeres (incluso algunas que nos sorprendieron bastante). Así invitábamos a encontrarnos un domingo de febrero por la tarde:

“Los senos femeninos son policiados a la vez que codiciados, son censurados bajo la etiqueta de «contenido sexual». Los pezones de mujer son diferenciados permanentemente de los pezones de hombre; no se los quiere en el espacio público salvo que sea para amamantar o para placer de los tipos. Reivindicamos el derecho al pecho, a hacer con nuestras tetas lo que queramos donde cuando y con quien queramos. Nos deseamos de pechera al viento y de teta libre, entre amigues o en solitario, en las playas y en las redes, rozando el viento, el mar u otros cuerpos.

Convocamos a una masa crítica de tetas al aire libre. Porque somos muchas muchas tetas como para andar siempre escondidas o guardadas en el secreto del sutien, la casa o el bikini.

Este evento es convocado por colectivos autónomos y no tiene vínculos con partidos políticos ni grupos religiosos. Tetas sin sutien, ni dios, ni partido.”

 

Entre las que lo agitamos, hay varias amigas que son lesbianas o no binaries; quizás ellas viven más que otras lo que significa ser señaladas como las inapropiadas, o las que están en cualquiera, y esa rabia les da energía (y nos contagia) para encarar lo que es nada más ni menos que nuestro derecho a estar y hacer lo que queremos.

 

Nos convocamos a las 17h. Un rato después empezaba a solo un par de cuadras un Peñarol-Defensor que hacía que la rambla estuviera aún más poblada e intensa de lo que un domingo caluroso y soleado de febrero ya suele ser en los entornos de la Ramirez y el Parque Rodó.

 

Llega el día. Hay casi más gente refugiada en las sombras de los árboles del parque que en la playa. Llegamos primero un grupo de cuatro y enseguida nos quedamos en tetas como para que nos encuentren las demás. No habíamos terminado de desplegar el pareo cuando un tipo se acerca a una de nosotras (“la embarazada”) a exigir que “por favor” me pusiera el bikini. Estaba rabioso y consternado; hablaba muy agresivamente y sin preocupación de llamar la atención de toda la playa – que nuestras tetas no habían causado -, decía que él no iba a permitir esto, que nos vistiéramos ya mismo (especialmente yo), que iba a hacernos una denuncia, que no lo iba a dejar así. Segundos después ya invocaba a dios y a Juan para alegar que lo que estábamos haciendo estaba muy pero muy pero muy mal. La situación fue escalando. Se acercaron a defendernos algunas otras mujeres que estaban en la playa. Una de ellas se sacó el bikini enfrente del demente para demostrarle que ella también hacía lo que quería (me emocioné). Otra señora gritaba que caiga el patriarcado y le hablaba a él con una voz que hubiera intimidado a un regimiento de milicos. Otra desde su posición playera horizontal nos decía que tranquilas, que vivimos en un país retrógrado mientras nos daba fuerza.

 

De nuestro lado y por la rapidéz en que sucedió todo estábamos bastante asombradas y atónitas. Le decíamos que se fuera que estábamos en paz y no molestábamos a nadie, o que a él también se le veían los pezones y con el paso de los minutos se nos empezaban a agotar la paciencia y las razones. Argumentos como que nos auto percibimos hombres y por eso no nos íbamos a poner la parte de arriba, o que había entre el grupo algunas madres y que amamantando igual se nos vería algún que otro pezón, que era una acción artística u otras excusas venían a nuestra mente para que se fuera y dejara de violentarnos y amenazarnos. Pero lo cierto es que todo aquello no era para zafar, sino para defender nuestro derecho a estar como queríamos y nada más y nos jodía decir cosas que no pensábamos para sacarnos a otro más de encima (¿cuántas veces tuviste que inventar complejas mentiras para que un tipo te dejara en paz cuando debería bastar un “no” o un “andate” para estar tranquila?). No es tanto pedir.   

La situación se disuelve porque el tipo fue alejado, un poco a insultos de todas, un poco a empujones literalmente por una de nosotras. Se quedó sin embargo merodeando entre las dunas y la rambla. Diciendo que él se iba pero que le quedaba esto adentro y que se la iba a cobrar. Que era el hijo de dios, decía.

Llegada complicada y al mismo tiempo percibir que la gente que está en la playa está con nosotras y no con este energúmeno. Nos vamos sumando varias y procesando lo que pasó. No es raro que en este tipo de acción el protagonismo se lo coma el antagonismo, la violencia, la represión. Intentamos reenfocarnos en lo que es el propósito de la acción. Nos relajamos un poco mientras ponemos algunos carteles con dibujos de un pezón preso, un par de carteles que dicen “tetas libres” y “teta crítica”.

Unos minutos después llega el dúo de prefectura. La mujer amablemente nos dice que nos viene a informar que no podemos hacer eso, que “el topless está prohibido en las playas”. Le decimos con suavidad que revisamos y en ningún lado se indica que está prohibido. Que hay un montón de hombres con pezones visibles. Citamos el reglamento de playas de la IM donde claramente indica que (citar) “las mujeres deben usar mallas de una pieza o dos”. Le señalamos la parte de abajo del bikini: una pieza. Nos miran con desconcierto y se van hablando por walkie talkie. Ya no vuelven.

Llega una compa con las tetas pintadas y pintura y nos colgamos a dibujarnos. Salvo por la agresividad externa (no de la gente en general sino de agentes puntuales), no se siente transgresor o raro estar ahí sino una extraña sensación de naturalidad de la situación, que hace más bien extraño el hecho de que no hagamos eso siempre. Llegan unas amigas a sacar unas fotos de la acción.

Mientras tanto vemos que algo está sucediendo en la rambla. Llegó una camioneta de policías de la marina de donde bajan al menos unos 10 tipos. Se aprontan como preparándose para actuar con sus máscaras esas que les tapan la cara y una urgencia que no nos explicamos. ¿Realmente esto es por unos pezones al sol? Vemos que no hay ninguna mujer (por ahora) entre los policías y eso nos tranquiliza bastante porque significa que no pueden acercarse a llevarnos. Se quedan en la rambla a unos cuantos metros pero no paran de mirarnos. No damos crédito; es todo un operativo.

 

Intentamos que no se lleven toda nuestra atención. Conversamos un poco, sobre represión y policiamiento de nuestros pezones pero también sobre otras cosas. Hay dos compas que fueron con sus hijas, una de ellas tiene la edad suficiente para no entender porqué esto causa tanto revuelo y su madre se lo explica… como puede. Conversamos de experiencias que hemos tenido en otras playas, en la imposibilidad de hacer esto como nos gustaría. De que hacer esto no sea sinónimo de estar peleando con otres, del deseo de que nuestro deseo no sea tan violentado, de qué fácil es que una acción así se vuelva violenta y no por el hecho de que se nos vean los senos sino de toda la agresividad que se despliega (y nos rebota en el cuerpo) a nuestro alrededor. Hablamos de lo difícil que es practicar la libertad sin volvernos objetos de la mirada de otres, sin que se nos comunique que estamos haciendo algo mal.  

El resto de la playa está totalmente en la suya. La convivencia conosotras se siente hermosa e incluso se acercan algunas a preguntarnos qué es Teta crítica o si pueden hacerlo con nosotras y ahí mismo pelan, se sacan foto con alguno de los carteles, se suman felices de que exista este espacio.

 

Nos ponemos a construir una teta gigante en la arena. No dura mucho la paz porque vemos que de nuevo desde la rambla y desde el pelotón de policía que nos mira sin cesar, unas cámaras como de canal de tv nos enfocan. Pasan al menos unos 20 minutos filmando sin siquiera acercarse a preguntar.  Debatimos sobre qué hacer y nos quedamos en la nuestra pero es violento el abordaje (sin abordaje) y pasado tanto tiempo nos preguntamos de qué canal serán y sobre todo qué estarán diciendo sobre las imágenes de nuestra acción a la que se suma nada menor presencia de esa cantidad de milicos resignificándolo y tergiversándolo todo. Finalmente se acercan un par de periodistas varones. Nos dicen que tienen un comunicado de prensa – lo cual no es verdad porque aunque el evento era público no hicimos nada similar – y que a ellos los mandaron a cubrir esto. Que si queremos podemos decir algo, darle una entrevista, eso sí, no puede mostrarnos las tetas, solo del cuello para arriba. El encuadre no lo ponemos nosotras, el cuerpo si.

Pensamos qué hacer y durante el diálogo hay que reconocer que uno de los pibes se afloja y dice que si es por él borra lo que tiene en la cámara y hace que nunca pasó nada y que entiende nuestro lado y que lo que va a salir en Subrayado probablemente haga más énfasis en que la policía tuvo que ir a la playa porque había unas locas en  tetas que en lo que queríamos decir. Decidimos dejarla por esa y quedarnos con lo que pasó ahí entre nosotras y con la gente que estuvo compartiendo sol a la proximidad y a la distancia durante estas horas.

Se van y nos quedamos. El sol está ya casi cerca del horizonte. Hacemos un par de fotos juntas. Mate va, mate viene. Terminamos de construir la teta. Nos contamos cosas entre baldes de arena. Una compa me dice que cuando ella fue madre nunca había visto otras tetas porque siempre andamos tapadas, que ella no sabía que sus pezones eran diferentes como más chatos, me dice que los pezones al sol se hacen más fuertes y sanos. Otra cuenta sobre una experiencia fea que tuvo al operarse los senos y despertar de una cirugía con la asimetría entre ellos “corregida” sin previa consulta. Comentamos sobre la disimetría de nuestras tetas y experiencias. Sobre lo que significan para nosotras por fuera de la permanente sexualización constante que se hace de nuestros cuerpos. Sobre nuestra sexualidad y sus otras formas y espacios. Sobre por qué esto solo se nos permite cuando es para el porno o hay un bebé. Conversas que quedan en nuestras cuerpas y entre abrazos enarenados. Somos unas 30, unas llegan y otras se van, salteando el tetazo entre actividades familiares, ferias feministas, tablado y danza en el parque.

Pensamos que estaría bueno hacer más teta crítica en otras playas. Pienso que podría ser organizado o simplemente espontáneo. Que solo se trata de habitar los lugares que son de todes como queremos. Que igualdad de género sin la posibilidad de elegir y decidir sobre nuestros cuerpos es solo un slogan vacío. Que la igualdad no existe sino como lucha por y sobre los cuerpos. Que seguimos peleándola y por las cosas más básicas. Y que hay luchas que se dan en terrenos tan cotidianos y desasociados a la militancia como una playa de domingo en febrero.

 

Fotos: RebelArte – colectivo de intervención fotográfica

 

A: las mujeres que luchan en todo el mundo. De: las mujeres zapatistas.

EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL. MÉXICO.
Febrero del 2019.
A: las mujeres que luchan en todo el mundo.
De: las mujeres zapatistas.
Hermana, compañera:
  Te mandamos un saludo de como mujeres que luchan que somos, de parte de las mujeres zapatistas.
  Lo que te queremos decir o avisar es un poco triste porque te comunicamos que no vamos a poder hacer el II Encuentro Internacional de Mujeres que Luchan, aquí en nuestras tierras zapatistas, este marzo del 2019.
  Las razones de que no podemos, pues tal vez es que ya las sabes, y si no pues te platicamos un poco:
  Pues resulta que los nuevos malos gobiernos ya lo dijeron claro que van a hacer sus megaproyectos de los grandes capitalistas.  De su Tren Maya, de su plan para el Istmo de Tehuantepec, de la siembra de árboles para mercancía de maderas y frutas.  También dijo que entran las mineras y las grandes empresas de alimentos.  Y además tiene un su plan agrario que es que lleva hasta lo último la idea de destruirnos como pueblos originarios, de la manera de convertir nuestras tierras en mercancías, que así quieren completar lo que dejó pendiente el Carlos Salinas de Gortari que no pudo porque lo paramos con nuestro alzamiento.
  Esos proyectos pues son de destrucción.  No importa cuánto lo quieran tapar con sus mentiras.  No importa cuántas veces multipliquen sus 30 millones de apoyos.  La verdad es que van por todo en contra de los pueblos originarios, de sus comunidades, de sus tierras, de sus montañas, de sus ríos, de sus animales, de sus plantas y hasta de sus piedras.
  O sea que no sólo van contra nosotras las zapatistas, sino que contra todas las mujeres que dicen indígenas.  Y pues también contra los hombres, pero ahorita estamos hablando de cómo mujeres que somos.
  Quieren que nuestras tierras ya no sean para nosotras, nosotros, sino que para que los turistas se vengan a pasear y tengan sus grandes hoteles y sus grandes restaurantes, y los negocios que se necesitan para que los turistas tengan esos lujos.
  Quieren que nuestras tierras se conviertan en fincas productoras de maderas preciosas, de frutas y de agua; en minas para sacar el oro, la plata, el uranio, y todos los minerales que hay y que quieren los capitalistas.
  Quieren que nos convirtamos en sus peonas, en sus sirvientas, que vendamos nuestra dignidad por unas monedas al mes.
  Porque esos capitalistas, y quienes los obedecen en los nuevos malos gobiernos, piensan que lo que queremos es paga.
  No pueden entender que nosotras queremos la libertad, no entienden que lo poco que hemos logrado es luchando sin que nadie nos lleve la cuenta, sin fotos, sin entrevistas, sin libros, sin consultas, sin encuestas, sin votaciones, sin museos y sin mentiras.
  No entienden que lo que ellos llaman “progreso” es una mentira, que ni siquiera pueden cuidar la seguridad de las mujeres, que siguen siendo golpeadas, violadas y asesinadas en sus mundos progresistas o reaccionarios.
  ¿Cuántas mujeres han sido asesinadas en esos mundos progresistas o reaccionarios mientras tú lees estas palabras, compañera, hermana?
  Tal vez tú lo sabes, pero claro te decimos que acá, en territorio zapatista, no ha sido asesinada ni una sola mujer en muchos años.  Pero eso sí, dicen que nosotras somos las atrasadas, las ignorantes, las poca cosa.
  Tal vez no lo sabemos de qué es el mejor feminismo, tal vez no sabemos decir “cuerpa” o según cómo cambian las palabras, o qué es lo de equidad de género o esas cosas que hay tantas letras que ni se puede contar.  Y ni siquiera está cabal eso que dicen “equidad de género”, porque sólo hablan de equidad de mujeres y hombres, y hasta nosotras, que nos dicen ignorantes y atrasadas, lo sabemos bien que hay quienes no son ni hombres ni mujeres y que nosotras les llamamos “otroas” pero que esas personas se llaman como se les da la gana, y no les ha sido fácil ganar ese derecho de ser lo que son sin esconderse, porque les burlan, les persiguen, les violentan, les asesinan.  ¿Y a poco todavía les vamos a obligar que o son hombres o son mujeres y que tienen que ponerse de un lado o de otro?  Si esas personas no quieren pues se hace mal si no se les respeta.  Porque entonces, ¿cómo nos quejamos de que no nos respetan como mujeres que somos, si no respetamos a esas personas?  Pero bueno, tal vez es porque hablamos de lo que hemos mirado de otros mundos y no tenemos mucho conocimiento de esas cosas.
  Lo que sí sabemos es que luchamos por nuestra libertad y que nos toca ahora luchar para defenderla, para que la historia de dolor de nuestras abuelas no la sufran nuestras hijas y nietas.
  Nos toca luchar para que no se repita la historia donde volvemos al mundo de sólo hacer la comida y parir crías, para verlas luego crecer en la humillación, el desprecio y la muerte.
  No nos alzamos en armas para volver a lo mismo.
  No llevamos 25 años resistiendo para ahora pasar a servirles a los turistas, a los patrones, a los capataces.
 No vamos a dejar de ser promotoras de educación, de salud, de cultura, tercias, autoridades, mandos, para ahora pasar a ser de empleadas en hoteles y restaurantes, sirviéndoles a extraños por unos cuantos pesos.  No importa si son muchos o pocos los pesos, lo que importa es que nuestra dignidad no tiene precio.
  Porque eso quieren, compañera, hermana, que en nuestra propia tierra, nos convirtamos en esclavas que reciben unas limosnas por dejar que destruyan la comunidad.
Compañera, hermana:
  Cuando tú llegaste en estas montañas para el encuentro de 2018 lo miramos que nos miras con respeto, y a veces tal vez con admiración.  Aunque no todas las que vinieron así hicieron, porque bien que lo sabemos que hay quien vino para criticarnos y mal mirarnos.  Pero eso no importa porque lo sabemos que el mundo es grande y son muchos los pensamientos y hay quien entiende que no todas podemos hacer lo mismo, y hay quien no entiende.  Eso pues lo respetamos, compañera y hermana, porque no para eso fue el encuentro.  Que sea que no fue para ver quién nos da buena calificación o mala calificación, sino para encontrarnos y sabernos que luchamos como mujeres que somos.
  Y pues no queremos que ahora nos vas a mirar con pena o con lástima, como sirvientas a las que se le dan órdenes de buen o mal modo; o como a las que se les regatea el precio de su producto, en veces artesanías, en veces frutas o verduras, en veces lo que sea, como así hacen las mujeres capitalistas.  Pero bien que cuando van a comprar a sus centros comerciales ahí no regatean sino que cabal pagan lo que dicen los capitalistas y hasta se ponen contentas.
  No compañera, hermana.  Nosotras vamos a luchar con todo y con todas nuestras fuerzas en contra de esos megaproyectos.  Si conquistan estas tierras, será sobre la sangre de nosotras las zapatistas.
  Así lo hemos pensado y así lo vamos a hacer.
  De repente esos nuevos malos gobiernos lo piensan o lo creen que, como somos mujeres, rápido lo vamos a bajar la cabeza, obedientes ante el patrón y sus nuevos capataces, porque lo que buscamos es un buen patrón y una buena paga.
  Pero no, lo que nosotras queremos es la libertad que nadie nos regaló, sino que la conquistamos luchando incluso con nuestra sangre.
  ¿Tú lo crees que cuando vengan las fuerzas de los nuevos malos gobiernos, sus paramilitares, sus guardias nacionales, los vamos a recibir con honores, con agradecimiento, con alegría?
  No, qué va a ser, les vamos a recibir luchando y a ver si así aprenden lo que son las mujeres zapatistas que no se venden, no se rinden y no claudican.
  Nosotras, cuando fue el encuentro de mujeres que luchan el año pasado, pues nos esforzamos para que estuvieras contenta y alegre y segura, compañera y hermana.  Y ahí lo tenemos el buen tanto de críticas que nos dejaste: que está muy dura la tabla, que la comida no te gusta, que está muy cara, que por qué esto y que por qué lo otro.  Ya te informamos de cómo fue que trabajamos y las críticas que recibimos.
  Y aunque con las quejas y críticas, pues acá estuviste segura, sin que los hombres malos o buenos te están mirando y calificando.  Puras mujeres estuvimos, tú lo sabes.
  Y pues ahora ya no es seguro, porque lo sabemos que el capitalismo viene por todo y lo quiere no importa a qué costo.  Y lo van a hacer porque sienten que mucha gente los apoya y que pueden hacer barbaridad y media y todavía les van a aplaudir.  Y nos van a atacar y a revisar sus encuestas a ver si tienen buenos puntos y así hasta que nos acaban.
  Y mientras te escribimos esta carta, ya empezaron los ataques de sus paramilitares.  Son los mismos que antes eran del PRI, luego del PAN, luego del PRD, luego del PVEM y ahora son de MORENA.
  Entonces pues te decimos, compañera y hermana, que no vamos a hacer acá el Encuentro, pero sí háganlo en sus tierras, según sus modos y sus tiempos.
  Aunque no vamos a asistir, como quiera las vamos a pensar.
Compañera, hermana:
  No te dejes de luchar.  Aunque esos malditos capitalistas y sus nuevos malos gobiernos se salgan con la suya y nos aniquilen, pues tú tienes que seguir luchando en tu mundo.
  Porque bien que lo acordamos en el encuentro que vamos a luchar para que ni una sola mujer en cualquier rincón del mundo tenga miedo de ser mujer.
  Y pues tu rincón es tu rincón, compañera y hermana, y ahí te toca, como a nosotras nos toca acá en tierras zapatistas.
  Esos nuevos malos gobiernos lo piensan que fácil nos van a derrotar, que somos pocas y que nadie nos apoya allá en otros mundos.
  Pero qué va ser, compañera y hermana, aunque sea que sólo quede una de nosotras, pues esa una va a pelear por defender nuestra libertad.
  Y no tenemos miedo, compañera y hermana.
  Si no tuvimos miedo hace ya más de 25 años cuando nadie nos miraba, pues menos ahora que ya nos miraste tú, bien o mal pero nos miraste.
Compañera, hermana:
  Bueno, pues ahí te encargamos la pequeña luz que te regalamos.
  No dejes que se apague.
  Aunque la de nosotras se apague aquí con nuestra sangre, y aunque se apague en otros lados, tú cuida la tuya porque, aunque los tiempos ahora son difíciles, tenemos que seguir siendo lo que somos, y es que somos mujeres que luchan.
  Pues es todo compañera y hermana.  El resumen es que no vamos a hacer el Encuentro o sea que no vamos a participar.
 Y si lo hacen el encuentro en tu mundo y te preguntan que dónde están pues las zapatistas, que por qué no llegan, pues tú diles la verdad, diles que las zapatistas están luchando en su rincón por su libertad de como mujeres que somos.
  Es todo, ahí te cuides compañera y hermana.
  De repente pues ya no nos miramos.
  Tal vez te dicen que ya no las piensas a las zapatistas porque ya se acabaron ya, que ya no hay zapatistas te van a decir.
  Pero cuando piensas que ya no, que ya nos derrotaron, ahí nomás sin que das cuenta, vas a mirar que te miramos y que una de nosotras se acerca y te pregunta al oído para que sólo tú escuches:“¿Dónde está pues tu lucecita que te dimos?”
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Las Mujeres Zapatistas.
Febrero del 2019.

Política en gestación: embrión de otras formas de vida Sobre y desde el cuerpo gestante desde una política feminista // Lucía Naser

Este texto es sobre un tema del que no sólo nunca me imaginé escribiendo, sino que hasta hace muy poco me imaginé no viviendo: ser madre. Esa fase que cambia todo, que parte de cero pero que a la vez es de las experiencias (de las tecnologías) más milenarias de nuestra vida en sociedad.  

La maternidad apareció como opción en parte por motivos personales, y en parte porque encontré en el feminismo compañeras y formas de pensar y de vivirla que zafaban de los modelos heteronormados y machistas de maternidad que tenía hasta entonces disponibles (o cerca). Para decirlo en las palabras lo más directas posibles, antes de eso ser madre era para mí sinónimo de entregarle el útero y la vida al patriarcado y no estaba dispuesta. Algunos años después de que esa certeza empezó a desestabilizarse y después de haberme enamorado de alguien en quien confío para hacer esto, escribo este texto desde un cuerpo político y gestante. Escribo desde y sobre ese momento bisagra que es el embarazo donde aún no pero ya casi. Escribo desde el feminismo, que si pone en riesgo las visiones y prácticas hegemónicas sobre el cuerpo de la mujer, no puede saltearse la politización de una de las experiencias más normativizantes de la vida femenina: la maternidad.

¿Cómo pensarla o vivirla sin demonizarla pero también sin sacralizarla ni romantizarla? ¿Cómo politizarla y construirla cuando es elegida y problematizarla y resistirla cuando no lo es? ¿Cómo transitar afectivamente por una maternidad feminista sin que se vuelva una experiencia organizada únicamente por la resistencia y el NO a los mandatos exteriores? ¿Y a los interiorizados?   

En la maternidad se encastran piezas claves de las definiciones patriarcales de lo que es y de lo que debe ser “la mujer”. En ella se juegan aspectos claves como la convivencia y la división del trabajo entre géneros, al menos para quienes hacemos esto en parejas heterosexuales unidas por el amor y la amistad. Me encantaría leer como les va a madres o padres de parejas homosexuales por ejemplo, o padres-madres que no se identifican con ningún polo del binarismo de género (ni a ellxs ni a sus hijxs), o a quienes deciden hacer esto en comunidad, pero no puedo ni pretendo hablar por ellxs.

Los imaginarios y comportamientos más populares en torno a los cuerpos de las mujeres gestantes y de las no gestantes (por elección o por impedimento) dejan claro que este periodo de excepción dice mucho sobre cómo y qué significa el cuerpo de la mujer en general; un significado que muta con el tiempo y entre culturas y aunque no debe ser universalizado necesita deconstrucción (y en muchos casos destrucción). La mater-paternidad trae adjuntas no solo alegrías, responsabilidades y un montón de corazones en instagram, sino también un container de miedos que puede llevarte muy fácilmente al conservadurismo. Para no terminar ahí (mi mayor miedo) es que escribo esto juntando algunos pensamientos gestados durante estos meses.

Empecemos por dos modelos de embarazadas o madres que el mercado social de las identidades ofrece en forma de imaginarios y de carne real: la madre emocional y la madre profesional.

 

La madre emocional

Según el modelo que llamaré acá “la madre emocional”, la embarazada es una especie de bólido sin control que agrega al ya impredecible e insoportable carácter hormonal de las mujeres, dosis desbordantes de arbitrariedad y sin razón. Debe por tanto ser perdonada por todo, aceptada en todo, tratada en el fondo como un ser fuera de sus cabales.  

Parte de este razonamiento – que asocia a la embarazada a cierta impunidad – es construido en torno de que la embarazada “está emocional” y si bien es cierto que una ondanada de hormonas te hacen sentir a veces más drogada que después de fumarte un troncho de las mejores flores, este modelo de feminidad suena conocido y tiene como trasfondo la construcción machista de la mujer irracional, impulsiva y en definitiva histérica y loca.

La madre emocional es la punta de la madeja donde se encuentran enrollados argumentos como que la maternidad es un hecho 100% corporal y no mental, por ende biológico, por ende al que la mujer viene determinada y de hecho es su razón de ser. En esa madeja también se enreda el pensamiento sobre las emociones como algo femenino, un lugar común del machismo. Asociar a la maternidad a un hecho conmovedor en términos emocionales e intenso en términos corporales – que lo es – es a menudo confundido con tratar a la embarazada como un útero que camina, como una bola de hormonas y carne o en su versión más romántica como una analogía humana de la madre tierra: tan fértil como impredecible, tan pasiva como prelingüística.  

Si una ha sido lo suficientemente valiente o nerd para adentrarse en al menos una pequeña parte de la inmensidad de la biblio y videografía sobre el tema “ser madre”, no faltan frases del tipo de que  “ahora que ya no puedes pensar en otra cosa que no sea tu bebé”, o “ahora que te olvidas de todo y no puedes concentrarte en nada”. Quizás soy una gestante perversa y desconectada de su proceso gestacional (aunque no lo siento para nada así) pero cuando leo ese tipo de cosa no puedo sino pensar que me están tratando como una débil mental o bien que están preparando el terreno para que “la embarazada” vaya jubilando a sus neuronas o a cualquier proceso intelectual de su vida para ceder paso a la tarea para la que vino a este mundo: Ser Mamá.

No señores (y señoras), no es cierto que solo pienso en mi bebé. Es más, me parecería patológico y preocupante para ese ser que llega al mundo que mi único pensamiento sea ella. Creo que este tipo de relación da inicio a relaciones de apego de las madres hacia sus hijos que luego derivan en relaciones de dependencia, rencor y exigencia que no estoy dispuesta a tener para con cualquier cosa que salga de mi útero, mucho menos con alguien que tiene ya a esta altura (30 semanas) cierta autonomía como ser humana.

La madre profesional

Otro estereotipo de opera como modelo es el de la madre profesional. La especialista en cada uno de los temas y labores asociados a la gestación y a la crianza. La que ha dedicado horas y horas a lecturas, tutoriales y conversaciones que la instruyen sobre la buena mamá (igual que hace algunas décadas había que educarse para ser la buena esposa).

Es que a través de la maternidad se ponen en circulación las demandas que caen en la mujer y que si bien representan a modos de organización patriarcales, muchas (demasiadas) veces son transmitidas por vías y grupos femeninos. Círculos de mujeres donde en busca de la madre perfecta en cruza con la mujer moderna se ponen en acción toda una serie de solidaridades (o quizás decirles complicidades), consejos, tips y recomendaciones sobre qué hacer y cómo para cumplir sin errores los requisitos del perfil buscado. Me pregunto si en círculos de varones o incluso de varones en procesos de deconstrucción de su masculinidad el tema de la paternidad es tema de terapia, de bar, de chats, de infinitas conversaciones virtuales y reales con conocidos y desconocidos, de páginas y páginas de piques sobre las diversas labores, conflictos, alegrías y angustias de ser padre. Me pregunto porqué a mi pareja (hombre) no le llegan los cientos de links con recomendaciones para ir tras una lista interminable de artículos que ni te imaginabas que existían para el bebé – y por cierto varios links de un mismo tipo de artículo como para que uses todo el tiempo libre de tus nueve meses de gestación en investigar la mejor opción considerando calidad-precio. Me pregunto porqué de los varones no se espera que estén “divinas” antes, durante y después de tener un hije. De hecho una buena porción de los comentarios que he recibido durante el embarazo van desde “estás bárbara”, a “cuánto aumentaste?”, a “lo importante es no subir de peso”, o que es un error de antes pensar que “hay que comer por dos”, a relatos de cuánto engordó ella cuando estuvo embarazada, y que “siendo bailarina es bueno que te cuides para poder seguir bailando” o que me sientan bien los kilitos de más. (¿En serio? Voy a tener una fucking hija por qué no me preguntás lo que siento!).

Para algunas personas y entornos pasas directamente a ser durante nueve meses una enorme panza con patas o simplemente a perder tu nombre propio en favor de La embarazada. Grito expelido con cierto entusiasmo y cariño que personalmente me pone los pelos de punta: “ahí viene la embarazada!”. Mi primer reflejo es pensar “¿dónde?, yo me llamo Lucía”.

La madre profesional tiene que estar bien nutrida y saludable con todo lo que es bio-orgánico-reciclable y sustentable para el planeta, pero no engordar jamás ni caer en drogas letales como el azúcar (?). Tiene que ser independiente pero estar incondicionalmente para su bebé o de otro modo traumas indelebles se posarán sobre la psique del bebé cual manchas en una hoja en blanco; tiene que ser activa pero dar teta a demanda; tiene que tener todos los accesorios pero saber dónde y cuándo comprar sin gastar de más; tiene que darse el permiso de desbordes emocionales pero poder ser su propia coach y rejuntar los pedazos para seguir espléndida; tiene que tener amigas pero que éstas no pongan en peligro la estabilidad del heteronórmico hogar. La madre profesional tiene que seguir con su vida profesional pero volverse una profesional de la maternidad que leyó 30 artículos sobre cada micro decisión que el sistema médico, financiero, educativo, inmobiliario e indumentario le pide tomar: informarse exhaustivamente sobre qué cuna tener y hasta en qué momento cortar el cordón umbilical, si usará pañales descartables o reusables, si su bebé reptará hasta su teta o si dejará que lo acerque la enfermera, qué tipo de chupete comprar, qué tipo de juguetes y de muebles llevarán a tu hijo a ser un “baby einstein” o un infradotado con dificultades y retrasos en el desarrollo. Las prevenciones son tantas y los consejos también que su efecto no puede ser otro que inocularte un profundo conglomerado de todo tipo de miedos sobre todo lo que puede salir mal.

No es que quiera elevar – tampoco juzgar – a esas madres que escabiaron y fumaron durante el embarazo o bien porque quisieron, o bien porque pertenecían a otra clase o bien porque gestaron en otro tiempo donde “una copita no hace nada”. Parece bastante obvio que la variabilidad en tiempos relativamente cortos de las teorías sobre “lo que hace bien y lo que hace mal” muestran que son ideología at its purest. Y por cierto con altas cargas de moralismo adjunto.

Por otra parte estas horas y horas de conversaciones sobre qué comprar y dónde, sobre qué es malo o bueno en términos absolutos, parecen tener por objetivo rellenar con consumismo y certidumbres “prácticas” la enorme incertidumbre y vulnerabilidad que implica hacer un ser humano de cero – y poner el cuerpo para eso-, y la abismal experiencia que significa convertirse en madre o padre (superando por otra parte el imaginario que rodea a esas figuras a partir de la propia tu experiencia de vida). Todo menos prepararse para el hecho de que lx/el pibx tendrá su propio mambo que no podemos ni prever, ni controlar, ni universalizar. Tampoco comprar. Y es que el capitalismo te encuentra un flanco débil en el hecho de que ciertamente querés lo mejor para tu hijx y esa es la carnada para pescarte desde el consumismo: la idea de que eso llamado “lo mejor” está por ahí en el mercado y se trata de averiguar qué es y donde lo venden para resolverlo.

La madre profesional es hermana de la esposa profesional. Es una trampa que aunque ya no tiene por objetivo (explícito) la complacencia y manutención de “el esposo”, pone a lxs hijes como rehenes de la reproducción de las mismas viejas relaciones de sometimiento de las mujeres.

No pienso agradecerle a mi pareja porque un día hizo la cena o cambió un pañal, o conmoverme porque expresa el deseo de ocuparnos de une hije a la par. Lo doy por hecho. Sino ¿él debería agradecerme todos los días por que desde que su espermatozoide fecundó mi óvulo estoy prestando mi cuerpo y toda mi energía-fluidos-hormonas-tejidos-sangre-etc para que crezca y se desarrolle nuestra feta?, ¿o qué?

Prefiero arriesgarme (oh intrépida!) a no comprar los mejores pañales del mundo pero vivir con la política y la ética en las que creo. Y mi opción es tan política como las otras. Porque la maternidad es política y es una de las principales usinas de reproducción y producción de formas de vida. Entonces al menos nos debemos una discusión profunda sobre la dirección de los cambios que trae volvernos además de hijxs – condición irrenunciable -, padres. Y qué formas de vidas deseamos diseminar en este ya bastante jodido mundo.

Madre se hace

La madre emocional y la madre profesional funcionan no sólo como estereotipos sino también como identidades. Y sabemos que las identidades son sobre todas las cosas nichos de formas de vida que proveen de ciertas guías y contenciones a las que las personas nos apegamos para reducir la tremenda anomia que significa estar en este mundo. Pero es obvio que hay más de dos tipologías y que cruces y variaciones de ambas dan lugar a otros tipos y personajes. Está la mamá autoayuda (la que siempre tiene el consejo ideal para darse y darte), la mamá bio (que jamás dio a su hijx ni a ella misma ningún alimento o elemento procesado o transgénico, la conciente del planeta y comprometida con el medio ambiente), la madre ejecutiva (que abraza el pragmatismo que requieren nuestros tiempos y avanza sin culpa como una topadora infernal maximizadora de eficiencia), la madre feminista manijeada (gracias por existir!), la madre didáctica (que en todo ve una excelente chance de aplicar una lección educativa y ejemplarizante para sus crías o para el mundo), la madre plena (la que nació para ser madre y a eso quiere dedicar su vida), la madre con consumo problemático de hijx (que no puede despegarse un segundo ni corporal ni mentalmente de su descendencia o cosas terribles sucederán), la madre tradicional (que manda a cagar a todo y abraza las “formas de antes” no dudando en encajarle un chorrito de vino a esa mema para que duerma mejor), la madre previsora (que ya averiguó a qué liceo irá su embrión), la madre sumisa (que es madre de toda la familia incluyendo su pareja, mascotas, etc y es además la limpiadora, la cocinera, la proveedora, la encargada de las compras, de la decoración y de inventar juegos nuevos los fines de semana), la madre paranoica (que se ocupa de problemas que no están ahí), y otro sin fin de arquetipos con las que seguramente con el tiempo me cruzaré o hasta encarnaré.

No pretendo ni (auto)exijo originalidad ni burla. Apenas en mi séptimo mes de embarazo y reconociendo mi desconocimiento de lo que se viene, me queda claro que esto está salado y que no tengo ni idea de qué tipo seré yo o si voy (vamos) a lograr un mínimo de dignidad en la tarea. Solo nombro todo esto porque no aparece en los libros que leí y me parece que reírse de una, y transcribir los guiones ocultos es una buena forma de autoobservarnos, pensarnos, modificar los patrones adquiridos y los hábitos que nos transmitimos de generación en generación y de grupo en grupo. Y de poder elegir.

Cuerpo gestante en el espacio público

Para terminar algunas observaciones sobre el cuerpo de “la embarazada” desde este cuerpo transitoriamente en ese estado.

(Uno) La sobrevaloración de la mujer gestante es la contracara de la desvalorización de la mujer no gestante. Como mujer que pensó y dijo durante gran parte de su vida que no quería tener hijos y no iba a hacerlo, me sorprendió enormemente como los entornos más próximos hasta los profesionales y anónimos, la gente pasa a valorarte diferente porque estás embarazada. Esto te facilita mucho las cosas en la cotidiana, te conecta con una capacidad de empatía y amor que escasean en este mundo, y quizás es uno de los motivos por lo que varias mujeres declaran que estar embarazada es lo mejor que les pasó en la vida.

Aunque sería una hipócrita si dijera que este trato diferencial no se siente bien, también lo sería si no compartiera que también me pegó mal pensar en porqué es tan valorado el cuerpo de una mujer cuando está en funciones reproductivas. Me hizo pensar en que esa serie de usos y costumbres son lo que estimulan a las mujeres a entregar su vida (me refiero a TODA SU VIDA) a la maternidad y a encontrar la fuente de autoestima en un útero útil para la reproducción de la especie cuyo correlato es la presencia del varón aportador de la semilla. Pero ¿y si no? ¿Si no tenés ganas de estar nunca embarazada no vales igual? ¿No sos tan querida y considerada?

(Dos) La impunidad de la embarazada de la que hablábamos hace un rato – por la cual durante este período de “excepción” te está permitido todo – ¿no es un placebo chantajista para todo eso que no podemos durante el resto de nuestras vidas donde no hay un nuevo retoño de la especie creciendo en nuestras entrañas?. Disfruto muchísimo de mi embarazo, siento amor por esto que crece en mí, y me parece una conexión con la naturaleza y con fuerzas vitales que nos atraviesan y trascienden que sin duda son difíciles de comparar con otras experiencias, pero me resulta perverso el lugar que La Embarazada ocupa y el contraste con el resto de la existencia de la mujer y en otros momentos de su vida.

(Tres) Dicho todo esto, sin embargo, hay un aspecto no excepcional durante los nueve meses en que todo tu cuerpo se redondea y muta en formas que no dependen de tu voluntad, conciencia o decisión (más allá de la de no interrumpir el embarazo): el acoso callejero no deja de estar ahí. Primero porque tus tetas se inflan como burbujas intentando escalar hacia arriba en un refresco efervescente recién abierto y eso hace que “los piropos” te atomicen sin ganas ni tiempo de explicar que “además de que podes meterte el comentario en el orto, estas no son mis tetas”. Pero después, cuando ya es obvio que tenés une pibx creciendo adentro, no faltan candidatos para expresar a viva voz la calentura que les provoca la mujer fértil, la imaginación que se despierta al verte con una marca que devela que alguna vez cogiste, todo tipo de comentarios que te ponen al nivel de un animal de reproducción, te señalan como hembra preñada, te hablan sobre hacer hijxs, o aluden directamente a la zona y modo como entró el semen en cuestión y otra infinidad de otros poemas y versos que producen la náusea más fuerte que una embarazada puede experimentar. En resumen, muchos hombres – muchos más de los que una puede imaginar – tienen el fetiche de la embarazada y no dudan en hacértelo saber.

(Cuatro) Pero también está la maternidad en espacios semi públicos, que ya no son la calle sino ambientes de militancia o estudio donde una madre y un padre sin duda atraviesan experiencias bastante diferentes.

Hace poco nos preguntábamos con mi pareja porque últimamente vemos a tantos compañeros varones con sus hijxs pequeños en eventos públicos mientras que no es tan frecuente ver a mujeres con sus bebés e hijos participando de cosas como conferencias, clases etc. ¿Será que en el caso de las mujeres ir con hijxs es visto como molesto mientras que a los hombres se les celebra como una proeza? ¿O será que ahora que el cuidado está siendo más repartido sucede que los padres no dejan de ir a lugares cuando están a cargo mientras que las mujeres sí? ¿Porqué se da esta auto reclusión femenina? Observaciones preliminares me llevan a pensar que aunque en efecto el cuidado está cada vez mejor distribuído, cuando los padres se quedan con les hijes les llevan con ellxs a lugares, mientras que las mujeres se quedan en la casa. ¿O es que la mujeres participan menos en este tipo de espacios independientemente de que tengan hijxs a cargo o no? La respuesta es obvia para cualquiera que haya leído estudios más serios que mis especulaciones sobre el tema. ¿O no?

Hay cosas que aunque estén en tus narices no ves hasta que las vivis.

Lo que podríamos gestar juntes: antojos colectivos

Por cada gesto de aprobación que la sociedad o mi entorno me hizo cuando tomaba una decisión ajustada al sistema (terminar un doctorado, bailar en un teatro conocido, irme a vivir en pareja o el sumum: tener unx pibx) tengo presente los gestos de desaprobación y señalamiento cuando mis opciones, gustos y deseos no iban por la senda delineada como “el camino del bien”. No es rencor es justicia, y es recordar(me) que como mujeres no vivimos nuestras vidas para complacer a los mandatos patriarcales pero tampoco para privarnos de cosas por demostrar que podemos llevar la contra (me refiero a amar, o atravesar esta experiencia tan inmensa que es gestar a otro ser dentro de una y en colectivo pero también a cosas como ponernos una minifalda o pintarnos las uñas).  

Hacer vida es (re)producir formas de vida y en ello aparecen muchas posibilidades de construir otros mundos. Por eso anoto en el cuaderno de mis luchas intentar vivir esta experiencia desde el deseo y el amor y no desde la trinchera; que les niñes que vengan no sean rehenes de nuestras cruces, traumas y normas ni tampoco los mesías y delegados de eso que queremos ser pero no nos animamos ni nosotres mismxs; que no sean una prueba de quienes somos, como modelos en miniaturas de nuestros super yos y super egos; que no sigamos tapando las enormes incertidumbres de la vida con recetas “infalibles” y links de internet; que no tapemos los vacíos afectivos de nuestras familias o vidas solitarias con objetos, consumismo y manuales; que dejemos de juzgarnos como táctica para reafirmarnos; qué formas de amor y de amar disidentes y diferentes puedan abrazarnos incluso siendo madres y padres; que estar embarazada no sea “la mejor experiencia de tu vida” o que si lo es te haga pensar en cómo va tu vida; que no digamos más “tener” un hijo como se tiene una mascota o un artículo del hogar; que ser madres y padres no sea un proyecto donde se espera éxito, eficacia y buena performance sino el inicio de una relación que va a convivir con otras relaciones, seres, tiempos; que dejemos de pensar la maternidad desde la universalización de nuestra condición de mujeres occidentales blancas y de clase media; derribar el mito del “instinto maternal” y desarrollar instintos para otras cosas; que desertemos del rol de “la mujer sensible”, la que todo lo percibe y todo lo ve mejor, desde la mugre en el baño hasta la necesidad de sus hijxs, la pareja y el hogar; que nos preguntemos si por detrás de la madre perfecta no se esconde el objetivo cuasi nazi del mejoramiento de la especie; que nos preguntemos por la ola contemporánea de higienismo y obsesión por la salud perfecta. Esos serían mis antojos de embarazada.

En resumen reinventar y re intentar un mundo afectivo por fuera de los estereotipos de lo maternal-femenino y al mismo tiempo por fuera de la estrategia de masculinización como táctica defensiva. Reinventarlo sin tener que renunciar a pensarnos desde nuestros cuerpos de mujeres. Agarrar coraje pero no para hacer la dieta del tomatito cherry cada 15hs o para ser la mujer super eficiente que puede con todo, rinde en todo, sabe todo, es sexy pero también culta, es buena madre pero también está buena, es abierta pero también organizada. Agarrar coraje en colectiva, para hacer más ancha nuestra libertad, nuestro desorden, nuestro espacio para respirar, nuestro espacio para cuidarnos y no siempre cuidar. Incluso para descuidarnos, porque a veces necesitamos eso, lanzarnos a cosas que no sabemos, poner ciertas “prioridades” en segundo o último lugar, hacer cosas que no son para “los nuestros” ni para nosotras, tirar todos los libros de autoayuda a la hoguera, no planificar ni prever, no ser preventivas ni mesuradas, ni nada.

Decidir ser madres.

Pero que otrxs sean lo normal.

 

La lengua revuelta // Lila María Feldman

«En un sentido, ver cosas es ocioso. Es necesario que un proyecto o una pregunta nos ligue a ellas».
La mujer rota. Simone de Beauvoir.

Hoy escribo para pensar en qué formas determinados movimientos y acontecimientos sociales generan, dan lugar a una transformación y ampliación del lenguaje. Formas en las que el lenguaje permite visibilizar o desnudar dispositivos inconscientes o naturalizados, de reparto y distribución del poder.
Se trata del surgimiento de palabras nuevas, o de palabras viejas que adquieren nuevos significados, y armarán la trama de constitución de determinadas representaciones sociales y representaciones psíquicas.
Resumen una historia de luchas que se cristalizan en una movilización y ampliación de sentidos.
Se trata de palabras y frases que cobran relevancia, y se afianzan, en tanto constituyen un nuevo sujeto político: en este sentido, algún tiempo atrás, la palabra «grieta» -en mi opinión, mucho más que ubicar diferencias partidarias, o engendrar un nuevo conflicto- construyó y organizó un nuevo sujeto político, iluminando, dando visibilidad, a un conflicto ya existente: el de los medios de comunicación y sus tensiones, desnaturalizando el juego de sus propios intereses y los modos en los que ellos impactan y participan en la vida y la agenda política. También construyó un sujeto-lector de los medios distinto, tanto menos pasivo e ingenuo. Un ejemplo de hoy: los modos en los que se nomina la violación de cinco hombres a una piba de 14, y el relato, inadmisible y brutal en algunos casos, que cada medio realiza de ello.
Feminismo mediante, a partir del «Mirá como nos ponemos», las víctimas de abusos y maltratos ya no son sujetos que padecen tan silenciosa, culposa y avergonzadamente. Consolidaron la toma de la palabra. El «Mirá como nos ponemos» despertó, y lo sigue haciendo, todo un campo de interrogaciones, movilizando la biografía singular de las mujeres, al tiempo que refuerza la pertenencia al campo colectivo del mundo femenino. «Sororidad» es otra palabra para mencionar. «Escrache», con toda su polémica complejidad. El término más amplio del «lenguaje inclusivo», la lucha todavía inconclusa, (pero poseedora de una fuertísima solidez en cuanto a su fundamentación, todo un campo extenso de palabras en contraposición a las paupérrimas e hipócritas fundamentaciones de los mal llamados «pro vida», en verdad defensores del aborto clandestino) por la legalización del aborto, etc.
Sin embargo, no son únicamente las mujeres quieres se reubican y reformulan, también los hombres, y los mismos vínculos. La adolescencia también se transforma y hoy el armado laborioso de la construcción de identidad, por empezar la de género, se realiza de otras maneras, con mayores grados de libertad y complejidades bien diferentes que no tanto tiempo atrás. Por momentos no parece tan imperioso definir orientación sexual, tipo de elección de objeto, la exploración y el tiempo para ello son terreno ganado, pero sí parece mucho más una necesidad psíquica, la de  constituirse en sujetos de derechos. Muy en especial las mujeres. Niñas, adolescentes y adultas. Y en particular, es impactante los cambios en las adolescencias y su capacidad de ligarse a nuevas categorías: «heteroflexible», «pansexual», y algunas otras, que les constituyen como sujetos capaces de ejercer nuevos derechos y libertades. O que buscan que elles sean reconocidos y legitimados. Se visibilizan y expresan conquistas. El lenguaje es un territorio donde se consolida lo ganado, donde se disputan batallas, y donde se avanza.
En otro terreno, en el campo de la Salud Mental,  es interesante pensar los efectos de algunas palabras. Por ejemplo, «Desmanicomialización»: término que inauguró nuevas prácticas y teorías de enorme potencia transformadora, fue y sigue siendo una palabra que designa no solo la búsqueda de salida al encierro represivo del padecimiento psíquico grave, sino que localizó representaciones arraigadísimas al ponerlas en jaque: la figura del loco, del paciente internado en instituciones psiquiátricas no como alguien a excluir y aislar, sino a escuchar e integrar. Reformuló en gran medida, aún inacabadamente, el lugar social de la enfermedad mental, los tratamientos posibles, sus consecuencias singulares y colectivas, por resumir en breves líneas un recorrido tan valioso, extenso y complejo. Es decir, la desmanicomialización, como nominación, esclareció, tornó visibles, las prácticas manicomiales, más allá incluso de los muros institucionales, y todo un andamiaje representacional manicomial, lamentablemente aún vigente. Las palabras son territorio de luchas.

Estas revoluciones del lenguaje se oponen, tienen como elemento antagónico, a los clises «banalizadores», o «banalizaciones  lenguajeras», que alivianan una palabra hasta vaciarla (siguiendo a lo planteado por Eduardo Muller). En las macropoliticas y en las micropoliticas de la vida cotidiana.
¿Qué es, entonces, para el Psicoanálisis, estar a la altura de la época? Un Psicoanálisis que incorpora y repiensa categorías, dispuesto a renovar los modos de pensar, o más bien a preservar su capacidad de pensamiento y su lugar de vanguardia en la historia. O volverse anacrónico… Freud gestó al psicoanálisis con la literatura, la filosofía y cultura de su tiempo. Sus mismos cimientos se edificaron en la tensión singular-colectivo, como modo de dar cuenta del funcionamiento y constitución psíquica. ¿Qué sería entonces saber leer (en lugar de recitar- repetir)?: Poder pensar la herencia teórica junto con el diario de hoy, y en relación directa a una experiencia propia.
Yo defiendo, sostengo y concibo al  psicoanálisis que no piensa a lo epocal como contexto o «ropaje» anecdótico, que reviste las cuestiones estructurales y fundamentales. Sino al psicoanálisis que considera que el tiempo histórico también es constitutivo y subjetivante. Un psicoanálisis no que se ubica del lado de los sastres cómplices que confeccionan «el traje nuevo del emperador», en alianza con algún poder, sino un psicoanálisis que se posiciona del lado de la niña que grita, riendo: «el rey está desnudo!» y así desenmascara una verdad, y el pacto de mentira que la negaba.
Yo diría que el lenguaje se modifica y se amplía cuando permite visibilizar y desnaturalizar alguna opresión. Una lucha eficaz es la que permite nombrar de otro modo. Establece un antes y un después. Es acontecimiento tanto en las múltiples historias con minúscula, como en La Historia, con mayúscula. Algo ya existía pero al ser nombrado existe de otro modo, y reordena el conjunto de significaciones y problemas.
Las intervenciones psicoanalíticas eficaces también son las que reordenan, transforman sentidos. Hay palabras que advienen a la escena psíquica a nombrar algo nuevo o a nombrar algo viejo de un nuevo modo. Éstas intervenciones sorprenden, ocurren. No sé planifican, no son operaciones prefabricadas, aún cuando se desprendan de un trabajo anterior, aún cuando tengan una historia de construcción. No son slogans ni clises.
«Se va a caer»,  «Lo patriarcal», «Mirá como nos ponemos», «Ni una menos», «Escraches»: Palabras- frases que fuerzan una toma de posición. Palabras que reordenan todo el sistema del lenguaje. ¿Pueden los consultorios quedar al margen de esto?
El poder, por supuesto, resiste. La Real Academia. Los monopolios. Los grupos de poder. El psicoanálisis vetusto también. El poder psiquiátrico. Los grandes intereses económicos. Los laboratorios. Los señores feudales. La iglesia y los sistemas religiosos en general, en particular los grupos evangélicos -nuevos actores sociales-, es decir, el conjunto heterogéneo y férreo de los sectores conservadores que históricamente se caracterizan por silenciar o mantener el statu quo.
Entonces, una verdadera revolución, empieza, concluye, y se instala definitivamente, en el lenguaje. Lenguaje que habita nuestros cuerpos, representaciones indisociables de afecto.
No conocemos los alcances y el punto de llegada, pero sí que no tiene vuelta atrás.
Lo que queda claro, lo insoslayable, cada vez más, es que la vida es política. Tomando las palabras del comienzo, de Simone de Beauvoir, somos responsables de pensar que frente a, o mejor dicho, dentro de las cosas que ocurren, y  nos ocurren, nuestra posición implica situarlas desde las propias preguntas, y desde determinados proyectos. Nunca en abstracto.
Lo sepamos, lo pensemos, lo nombremos, o no.

Lila María Feldman.
Psicoanalista.
2 de enero de 2019.

Por qué no antes // Ileana Arduino

Cuando el sexismo se expresa en las asimetrías con que circulan las violencias hasta el punto de volver la violación una amenaza presente en la vida de muchas personas, cuando se trata de una experiencia mucho más corriente de lo que reconocemos, lo que llamamos vida suele parecerse por momentos, – a veces demasiado tiempo – al infierno ante el cual Italo Calvino veía dos maneras de no sufrirlo. La primera de ellas, decía “es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más”.

Para las personas violentadas que se mantienen en silencio tanto tiempo, fácil y aceptación no son palabras adecuadas. Volvernos parte del infierno hasta no verlo más suele ser un recurso último porque no queda otra, porque negar el episodio cargándolo en nuestra cuenta personal es lo único que podemos hacer para soportar, precisamente, el propio silencio.

A veces nos escapamos, contamos con herramientas para hablar en privado, para obtener escucha y seguir adelante sin sentirnos sufrientes, pero más tiempo lleva no sentirnos responsables. En parte por todo lo que ya sabemos de los dispositivos de culpabilización, pero también porque esas formas de violencias tienen que poder ser atribuidas para ser procesadas.

Cuando la cultura de la violación lo permea todo y ametralla con preguntas, interpelaciones y desconfianza, no queda más resto que hacerlo en primera persona. Aún así, si las personas ya más firmes y esclarecidas alzamos la voz, resuena la pregunta:

¿Cómo después de tanto tiempo? Esa pregunta aparece en varios registros.
En algunos casos con tono piadoso, calculando el peso abrumador de llevar años- vidas- aguantando. En otros, dizque expertas, con fastidio por las “oportunidades” de detalles truculentos para el juez como brillantemente cuenta Belen López Peiró en su imprescindible Por qué volvías cada verano cuando recrea el diálogo con su abogado.

También están aquellos casos en que tras el porqué ahora, dejan oir un ¿con qué derecho ahora? Y así seguir con una catarata de consecuencias achacadas a quienes denuncian, cargándoles el impacto en la vida familiar, la “esposa”, los hijos del abusador, estableciendo el mismo tipo de nexo causal entre la denuncia de abuso y sus consecuencias, borrando al abusador de escena, al igual que a menudo ocurre con las sentencias judiciales que se concentran en juzgar la vida de las víctimas en lugar de los hechos cometidos por los victimarios.

Y también esa pregunta aparece con buena fe, personas que se preguntan aún ¿Por qué tanto tiempo después? Porque hay que poder decir, pero también eso se define por la capacidad de ser oídos en un determinado momento.

¿Por qué tanto tiempo después? Porque es en el tiempo de lo posible, porque es constitutivo de las experiencias abusivas en sociedades donde la violación es parte de las rutinas mejor encubiertas y más auxiliadas por el silencio porque algunos silencios son un activo básico del orden patriarcal, porque el guiño feminista traficado en marchas, denuncias previas, organización colectiva la animó o porque se dice cuando se puede y ya.

En algún sentido, intentar responder a la pregunta como hago acá, también es una forma de alimentar la dinámica de la sospecha.

Hay escenas y escenas. Es precisamente frente a las puertas de un proceso judicial donde sólo una persona ignorante o militante de la misoginia -no son excluyentes- puede preguntar por la demora para minar credibilidad.

Para quienes comprenden la información que arroja la experiencia clínica y la literatura especializada, hace décadas que el vínculo entre violencia y relato “demorado” se explican en relación de perfecta racionalidad. Incluso, el aplazamiento del relato como posibilidad vital. Es perfectamente explicable. En sentido contrario, si consideramos las reticulas opresivas y patriarcales de lugares y vínculos armados con concurrencia de jerarquías, la denuncia inmediata en estos casos es lo excepcional.

De hecho lo que en Estados Unidos está discutido, por ejemplo, es poner en juego información sobre lo que las personas demoran en denunciar. Claro, aunque en el reciente proceso de convalidación Trump lanzó la pregunta sobre el tiempo en que se pasa sin denunciar, culminó con un acusado de violación, Brett Kavanaugh, en la cima de la cumbre judicial de ese país .

Eso que se conoce como fresh complaint, o denuncia inmediata, se refiere a la práctica de los acusadores en casos de violación, consistente en presentar como testigos personas que hubieran hablado con ellas para reforzar que, aunque demoró tiempo en denunciar, la denuncia era verídica. Esa constatación no se pedía para ningún otro tipo de delito y con el tiempo en muchos estados terminó por excluirse toda posibilidad de que los jurados populares valoren el tiempo porque, al fin y al cabo, las personas con más miedo o trauma se las veían difíciles en cuanto a su credibilidad. No se trata de juzgar lo que ella hizo o no después del hecho, sino lo que denuncia.

Solo en el terreno de la fantasía acerca de lo que la violencia sexual es y no lo que es, de dónde ocurre y no dónde creen que ocurre, entre quienes, y bajo una eficaz estructura de dominación, se puede insistir en la ficción de que lo “obvio”, lo “natural” es salir corriendo a denunciar a tus amigos, a tus hermanos, a tus padres, al amigo de tu abuelo, a tu novio.
No es que todos los varones en ese grado de relación con nosotras son abusadores, pero la inmensa mayoría de los abusos si provienen de personas conocidas. Veamos sino los datos más recientes de UNICEF Argentina.

El 69% de las personas que sufren abuso sexual en Argentina tienen entre 6 y 17 años, el 39% de los agresores tiene entre 41 y 60 años y un 49% tiene entre 18 y 40 años. Más del 90 son varones y en más del 75% de los casos son personas familiares.

Todo eso asumiendo que se registra, regularmente, un marginal 10 % del total de casos cuando se trata de abusos. Basta con mirar alrededor y empezar a sacar cuentas, para tomar nota de lo ajustada que está la malla de impunidades y silencios que sostienen los abusos.

Para seguir con Calvino, la otra opción en este infierno de vivos es “peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio”

En ese punto, el proceso organizativo, la decisión colectiva de apostar por un gesto público mediático sin perder densidad política, fue una apuesta por el cuidado, una relación de apoyo en la fuerza del tiempo histórico y el reconocimiento mutuo. Una confrontación colectiva que no siguió el guión habitual del posterior “yo te creo”, ni el recurso al anonimato, sino que actuó en vivo el despliegue corporizado del “si tocan a una, nos tocan a todas” en el mismo campo de disputa que provee poder al denunciado: la televisión en horario central. No se trata de comparar por comparar recursos y experiencias sino de tomar nota de un nuevo despliegue, una nueva puerta abierta al relato individual para desde ahí asomarnos a la interpelación colectiva.

Volvamos a Despentes cuando dice “Es asombroso que las mujeres no digamos nada a las niñas, que no haya ninguna transmisión el saber, ni consignas de supervivencia, ni de consejos prácticos y simples. Nada”.

De ahí venimos, del silencio, del relato a lo sumo en confianza y bajo condición de secreto. No fuimos educadas en el aliento a la exposición de la violencia, sino animadas al disimulo, al que no se note, al compromiso para ocultarnos más que para luchar.

Eso es lo que estamos rompiendo, una cultura del silencio. No son silencios individualmente decididos, no callamos como actos de autonomía ni ejercicios de privacidad. Silenciamos por imposición o sumisión, por prácticas de poder, expresiones de una cultura específica que ha hecho de la asimetría de géneros un punto de apoyo que no siempre logramos vencer.

Ya es tiempo que se pregunten en primera persona sobre vuestros silencios, cómplices necesarios del orden de cosas que estas denuncian vienen a desbaratar.

Se entroncan experiencias, se retoman recorridos. A lo mejor, la inscripción institucional en tal o cual trayectoria resulte al final del día, un detalle menor en medio del sacudón de mierda que supone que, como ayer con Thelma, las feministas otra vez pongan al mundo a mirar y escuchar cuando nos organizamos.

Es cierto, algunas podemos y otras no, que la pantalla provee soportes que no están al alcance de quienes no ostentan fama, qué novedad. Además de que podríamos matizar la contundencia de esas afirmaciones considerando la suerte de denuncias de otras actrices frente a la maquinaria mediática, judicial y la opinión pública, podemos preguntarnos: ¿Y entonces qué? ¿O les vamos a pedir a quienes logran armarse y disponen de herramientas o privilegios en sociedades profundamente desiguales, que los suspendan justo en las puertas de la violencia patriarcal, para mantenernos igualadas en el silencio?

Frente al variopinto frente de violencias machistas que emerge y después de haber oído, comienzan a redirigirnos preguntas porque como enseña Sara Ahmed “el trabajo de exposición no se termina en el momento de la escucha (…) la exigencia de reconocimiento puede correr el riesgo de exponer demasiado y las “defensas” contra la escucha a menudo ya están ahí desde antes. La lucha política se trata de aprender a manejar dichos bloqueos y de encontrar manera de traspasarlos”. Miren cómo nos estamos poniendo, no es una amenaza, es una defensa. Hay que cambiarlo todo, empezando por las preguntas.

Cosecha Roja 

El día de la militancia es de las pibas que siempre están // Diego Valeriano

El día de la militancia es el de las pibas que siempre están, de las que segundean a la amiga en la guardia del hospital aguantando desprecios y verdugueos. Militancia de contar todo, porque ya no dan más, porque ya no pueden más. Militancia de escuchar y actuar en consecuencia. Militantes posta las que comparten la vida manija, las que se plantan, las que también corren. Militantes las que esperan el 238 en la noche oscura en Libertad.

Volver a la madrugada juntas, bajonear un pancho en Rivadavia con el primer sol del domingo, e ir armando manada en el Sarmiento para bajar en Merlo como medida de amor y cuidados. Militancia de picana, gas pimienta y huida. Militante la que acompaña a los guachos al bajo porque solos no saben hacer nada. La que siempre tiene nota, la que pone aunque no escabie, la que riega las plantas cuando te vas unos días, la que le roba flores al viejo. Ética militante la que apaga la app y se va a la fiesta con mochila y todo para seguir estando juntas. Militantes y atrevidas.

Militancia de comadres para que a Sandra no se le escurra de las manos la vida de sus hijos, de compañeras verdaderas para cubrir a Raquel que no se pudo movilizar pero que necesita el bolsón y que necesita mucho más entrar en el listado de las altas. Militancias amorosas desprovistas de liturgia, de banderas, de verdades. Militancias insólitas en el corazón mismo de la política, bien adentro, en las calles, en las aulas. Alta militancia de las pibas de barrio Cano que insisten a pesar de la gorra, las patadas y el acecho.

Anónimas, absurdas, manija, libres de todo cálculo. Sin dueños, sin jefa. Militantes contra los transas, contra las panelistas sabelotodo, contra los amigos del Papa, contra los arruina guacho, contra los machos que usan chaleco y pañuelo, contra las ortibas, contra los novios fisura. Contra la Política. Militar contra los garrones de la vida. Como antídoto, como remedio, como forma de cuidarse. Militar para organizar encuentros, para ranchar siempre, para afectarse de alegría y cagarse bien de risa.

“Cancionero de fútbol feminista” // Coordinadora Sin Fronteras de Fútbol Feminista

La Coordinadora Sin Fronteras de Fútbol Feminista compartió un “Cancionero de fútbol feminista” para alentar a la Selección Argentina de Fútbol Femenino que tiene que jugar el segundo  partido del repechaje contra Panamá que va a meter a las pibas en el Mundial de Francia.

Porque las letras de hinchadas también tienen que ser repensadas y reescritas. Porque tenemos que cantar con nuestras voces nuestras historias y luchas. Porque apropiarse del fútbol es jugarlo, cantarlo y contarlo. Porque llegó #LaHoraDeAlentarlas, las pibas de la Coordinadora Sin Fronteras de Fútbol Feminista armaron un “Cancionero de fútbol feminista”.

Cancionero Fútbol Feminista

Ritmo: Imposible – Callejeros
Todas las pibas queremos alentarlas
Asi esta selección puede llegar al mundial
Por eso para venir hasta aca nosotras dejamos la vida
Contra el patriarcado opresor
Vamos a demostar que somos muchas mas en Argentina
Por que ellas le ponen todo el corazón!
No solo salir campeonas del mundo es lo que imagino,
A las jugadoras disfrutando todos los partidos
Hoy te vinimo a alentar para ganar
Y todas juntas queremos estar
Y con todas juntas se va a caer!

***

Somos de la gloriosa banda de feministas
La que hizo el pañuelazo
La que banca a las piBas
A pesar de los machos
De la falta de entradas
Les copamo’ el estadio
Nos movemo’ en manada
Nos movemo’ en manada

***

Ohhhhh nosotra alentamooo
Ponga ovariooo
Que ganamoooo

***

Vamo las pibas
Ovario y vaya al frente
Esta es tu hinchada
Esta es tu gente

***

Desde pendeja yo quiero jugar
Y me persigue el patriarcado
No se dan cuenta ya van a entender
La pelota no tiene heteronorma

¡¡¡Vamo’ las pibas
Copando la canchita
Somos hermanas
Jugamos en manada!!!

***

AFA decime que se siente
Que te copemos Arsenal
Te juro que aunque pasen los años,
nunca nos vamos a olvidar
Que jugamos de local, por un pase al mundial
Chiqui Tapia las entradas donde están?
A Banini vas a ver
gambetear la Torre Eiffel
Yo te juro que pronto se va a caer!!!

***

Es sabido, es sabido,
con los genitales,
no se ganan los partidos

***
(ritmo marcha peronista)
Te lo dijimos mil veces
AFA por qué no entendés?
si nos sacan la pelota…
les tomamos el poder

que sea ley!
que sea ley!

***

Qué pasó barrabrava
que la hinchada está libre de machos
Qué pasó barrabrava
que al final eran todo unos fachos
Van pasando los años
Jugadores también dirigentes
Qué pasó con las pibas
Es lo que se pregunta la gente
Y las pibas te copamos la parada
Oh oh
En las calles, en las canchas y en las camas
Oh oh
Si tu fútbol lo cuida la Policía
Y Nuestro fútbol es alegría
es disidente, es feminista.

***
con los huesos de Grondona
con los huesos de Grondona
vamo´ a hacer una escalera
vamo´ a hacer una escalera
para que entre en las tribunas
esta hinchada abortera
ea ea ea

***
Olé olé
olé olá
olé olé
olé olá
le gambeteamos a la moral
me cago en Messi
que el aborto
sea legal

***
Selección hoy te vinimo a ver
Selección hoy no podés perder
esta hinchada siempre va alentar
donde juegues vas a ser local
te alentaré sin entradas
aunque a la AFA le duela
yo lo único que quiero es
a mi equipo campeón
y esta hinchada abortera

La Tinta 

Contra el disciplinamiento, más feminismo // Colectivo Ni Una Menos

El disciplinamiento consiste en tratar de bajar el tono, de “bajar un cambio” . Se trata de hacernos creer que podemos trasvasar nuestra potencia a un armado electoral que pueda ganarle a la derecha de la Alianza Cambiemos pero poniendo en remojo nuestro deseo de ya no esperar más por el mundo que estamos construyendo ahora mismo. En nombre de enfrentar al gobierno, el discurso de la unidad nos vuelve a disciplinar, a poner bajo la jefatura de los varones más reaccionarios y misóginos. No podemos tolerar este retroceso. No en nuestro nombre. No en nombre del movimiento feminista.

Revisar su cuenta de twitter no es una sorpresa, es la constatación de que el mensaje es fuerte y claro y que emitirlo es tanto una responsabilidad como una provocación para quienes buscan dejar en segundo plano su declarada obediencia a la institución global más misógina, verticalista, patriarcal, odiante de las disidencias sexuales y con poder real acumulado desde el año 0, sin metáforas. Juan Grabois, erigido líder de la Central de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (CTEP), aun si siempre ha representado un sector minoritario de ese espacio (MTE), candidato proclamado la semana pasada del Frente Patria Grande que suma otros dos precoces armados electorales, Oleada y Vamos, sigue a una sola persona en twitter: al Papa Francisco. Con nadie más tiene intercambio, la opinión de nadie le interesa. Juan Grabois, digámoslo, tiene un sólo líder y una sola referencia, la cabeza del Vaticano. Y no es que su cuenta sea nueva, la abrió en 2010 y es evidente que esa única interacción es también una carta de presentación que amplía por fuera de la red virtual, en los hechos. Lo hizo cuando se declaró en contra del aborto legal diciendo que no era interés de las mujeres pobres –hablando por ellas, contradiciendo lo que muchas mujeres pobres que tuvieron acceso a micrófono demandaron para sí y para sus compañeras. Lo hace en el libro que acaba de aparecer, “La clase peligrosa. Retratos de la Argentina oculta” (Planeta) cuando dice que los feminismos “no son una agenda para el pueblo pobre y no le hacen cosquillas al poder real”, después de calificar a ese inmenso y potente movimiento capaz de hacer temblar la tierra –y de hacer temblar subjetividades que no dudan en tomar revancha frente al avance vertiginoso de formas otras de las relaciones sociales y organizacionales– de “moda ideológica”.
Sin embargo, Grabois se rodea para la presentación del Frente Patria Grande de feministas. ¿Qué tipo de utilización del movimiento hace?, ¿qué tipo de legitimidad necesita? Ahí están compañeras referentes del feminismo sea en los medios de comunicación como en los territorios más vulnerados, minas que entendieron la lucha por el derecho al aborto legal en intersección con otros derechos que reclamamos desde hace décadas y que elaboramos en cada pasado Encuentro Nacional de Mujeres, lesbianas, travestis y trans. La intersección que pusimos en acto las tres veces en que el movimiento feminista decidió parar, parar para decir basta, parar para que se note todo el trabajo que mayoritariamente hacen las mujeres y no es reconocido como tal, parar porque la violencia machista no es responsabilidad de locos sueltos si no de un sistema de opresión que nos quiere adentro de las casas para que sigamos produciendo y reproduciendo fuerza de trabajo y obediencia, parar para decir que para esa obediencia y desvalorización de nuestras tareas se necesita la familia heteronormada y cerrada sobre sí misma, bien tapiada por las paredes de la casa propia que se supone un sueño y tantas, tantas veces para nosotras es el calabozo sin reglas porque nadie quiere mirar dentro, porque las cuestiones de pareja se arreglan en casa, es una cosa de dos, aunque el carcelero, con la llave del miedo, con la amenaza del hambre, haga correr sangre.
La familia es uno de los temas predilectos del Papa Francisco, la ve amenazada por “ideologías foráneas” –lo dijo en Tahití hace tres años– que atentan contra la santidad de las mujeres; el matrimonio entre personas del mismo sexo es una “guerra contra Dios” –dixit de 2010–, de lo que él llama “ideología de género” –ese fantasma, ese guión para la caza de brujas que tantos suscriben al pie de la letra y apedrean micros cargados de feministas o las atacan en la calle directamente-; dijo este mismo año que “estos supuestos derechos humanos están destinados a la destrucción del hombre” y también comparó al aborto con el sicariato. El Papa Francisco y toda la estructura androcentrada de la Iglesia Católica nos quiere sumisas y reproductoras de sumisión, nos quiere detrás de las cuatro paredes, nos quiere pariendo a destajo y sosteniendo al hombre. ¿Por qué entonces tantas feministas se suben a la procesión que lidera Grabois y que a su vez sigue, como en twitter, a la cabeza de la Iglesia católica que aunque dispara sus dardos verbales contra los feminismos sigue protegiendo a los abusadores sexuales seriales que son los curas en seminarios, iglesias y escuelas católicas? ¿Por qué se le cree al liderazgo de quien va más directamente en contra del movimiento feminista, en sus deseos, en sus modos de hacer política y de pensar el cambio social? Y estas preguntas no son una condena ni mucho menos hacia nuestras compañeras que están en esos armados, más bien es una pregunta que abre una discusión y que al mismo tiempo que la formulamos no dudamos en sostener que nos encontraremos en las calles y en las asambleas con esas mismas compañeras para darnos fuerza y para potenciar nuestra agenda común .
Se pueden leer por ahí argumentos que hablan de ponerle un freno a las iglesias evangélicas que intervienen directamente en la democracia formal imponiendo sus candidatos legislativos como sucede en Brasil. Como si la Iglesia Católica no hiciera lo suyo para intervenir en la política, tal como lo hizo y con fuerza durante el debate legislativo en torno al aborto legal que terminó desoyendo la voz de la calle para mandarnos otra vez a nuestras casas. No se puede seguir ese argumento, es tan falaz que insulta, porque cuando surgen los movimientos de oposición a una ley fundamental como la de Educación Sexual Integral ahí están juntas las iglesias cristianas, reclamando la propiedad privada de los cuerpos capturados por el gobierno de los padres que dice en nombre de la patria potestad –que ya no existe como figura legal– #ConMisHijosNoTeMetas.
¿Y por qué el seguidor monógamo del Papa llama a las feministas? ¿Por qué elige montar su escenario poniéndolas en primer plano? Pueden usar el pañuelo verde, dice, él no va a hablar de aborto porque no lo dejan, no es su tema -dice-; el acting de ese viraje que no es tal parece reproducir todos los estereotipos que el feminismo viene a conjurar. No lo dejan esas brujas, como dicen los maridos a las esposas a las que les deben una obediencia tramposa: “la jabru no me deja”. El aborto como demanda concreta es una demanda popular, una demanda de sectores diversos, de las mujeres y de cada una de las personas con capacidad de gestar, una demanda que desbordó las calles y los barrios y que cruzó fronteras para animar a la rebelión en las geografías más remotas pero que ahora no se puede del todo porque ahora el tema es otro, es más urgente cómo ganarle a la derecha y lo nuestro puede esperar. Que queden los eufemismos justo ahora que después de años de fortalecer el feminismo popular para que nuestros deseos y decisiones no puedan volver más a la clandestinidad, justo entonces se nos manda a callar aunque se pueda portar el pañuelo verde. ¿Alcanza con el fetiche del pañuelo? Si es que es posible conservarlo, porque ya se vio en otro acto donde también participaron feministas en la basílica de Luján, que para subir al estrado de las alianzas con la Iglesia hay que estar dispuesta al sacrificio, pintarse del color de la bandera nacional que es el color celeste de la campaña anti aborto. Eso es lo que pide la Iglesia bajo amenaza de siete plagas que van cambiando de nombre: sacrificio.
La basílica de Luján no es cualquier iglesia: es la iglesia que amparó la dictadura. Familia y nación, como máquinas conservadoras de sumisión que nos piden obediencia, son las que están queriendo protegerse. Y la Iglesia como institución pretende articular la unidad en su momento de mayor desprestigio histórico, frente al escándalo global de la pedofilia y a la historia de la quema de brujas, a la tortura de herejes, a la persecución macartista.
Sabemos que Grabois es marginal en relación a su capacidad de incidencia electoral. Funciona condensando un objetivo que es otro. Se trata del disciplinamiento al movimiento feminista, a su capacidad de conmover jerarquías, de poner en juego otros modos de hacer política, de inventar códigos diferentes para pensar la acumulación de poder. El disciplinamiento consiste en tratar de bajar el tono, de “bajar un cambio” como aleccionó un legislador a otra que demandaba el derecho al aborto. Se trata de hacernos creer que podemos trasvasar nuestra potencia a un armado electoral que pueda ganarle a la derecha de la Alianza Cambiemos pero poniendo en remojo nuestro deseo de ya no esperar más por el mundo que estamos construyendo ahora mismo. En nombre de enfrentar al gobierno, el discurso de la unidad nos vuelve a disciplinar, a poner bajo la jefatura de los varones más reaccionarios y misóginos. No podemos tolerar este retroceso. No en nuestro nombre. No en nombre del movimiento feminista.
El movimiento feminista disputa espiritualidad política. El feminismo es una mística y un tipo de afectividad que cuestiona las jerarquías de todas las organizaciones. El feminismo es revolucionario porque rompe el pacto obediente con las masculinidades que nos llaman al orden. El movimiento feminista es radical y es masivo, es transclasista y es plurinacional. Por eso ha despertado una ofensiva militar, financiera y eclesiástica con la que nos quieren volver a disciplinar en cada espacio organizativo, a encerrarnos en nuestras casas, a acatar la autoridad de unos padres abusadores. Pero nosotras, a la obediencia y a la clandestinidad no volvemos más. Nosotres estamos para tejer alianzas transversales, para apoyarnos entre feministas aunque pensemos y actuemos en campos políticos diversos. Nosotras, nosotres tenemos la fuerza para jaquear los sistemas de opresión que delatamos, desnaturalizamos, denunciamos. Nosotras no nos callamos más. Entre nosotres nos podemos proteger y no entregarnos en sacrificio, no volver a ser esos cuerpos que cosen botones para que otros se calcen el traje. No vamos a volver a ser las sacrificadas que postergan su agenda y marchan prolijo para no hacerle el juego a la derecha; porque con ese mismo recato de lavar trapos sucios adentro se callaron históricamente los abusos y las violencias: en las casas y en las calles, en el trabajo y también en las organizaciones. En cada ámbito donde queremos revolución. Y el tiempo es ahora. Contra el sistema de sacrificio, culpa y castigo; que propone la iglesia y los patriarcas suscriben porque añoran el orden que protege sus privilegios, nosotras decimos que nos mueve el deseo de cambiarlo todo. Porque a ese régimen que es un calobozo como al que a diario se arroja a los cuerpos lgbtiiq por deambular o por besarse, a las putas por cobrar, a les pobres por existir igual que a les migrantes, a les que resistimos en las calles, a las que deseamos y perseguimos nuestro deseo, a les que abortamos, a ese régimen lo vamos a desarticular y a ese calabozo, como decía nuestra matriarca trava Lohana Berkins, no volvemos nunca más.

Emergentes 

Esperando a Bifo: prácticas de sensibilización para una nueva política no humanista  // Diego Sztulwark

I

Se lo critica a Bifo –Franco Berardi– por ser “pesimista”, es decir, porque su propia descripción del mundo como una cybercelda no ofrece salida alguna. De todos modos, pesimismo y optimismo no dejan de ser categorías pobres, inútiles: si el optimismo se ha convertido en un futurismo neoliberal, el pesimismo deviene su contracara, un pensamiento triste incapaz de crear nuevas posibilidades.

El gesto de Bifo incomoda porque realiza dos movimientos: nos exhibe inmersos en un presente sin solución, al mismo tiempo que nos señala problemas y nos invita a trabajar. Leído así, no entusiasma ni desalienta, sino que nos propone producir. Su tesis central sobre el tiempo histórico afirma que ha pasado la época cuando actuar era ya transformar la realidad, mientras que en nuestros días actuar es el esfuerzo por adaptarse o, más bien, por actualizarse ante los cambios vertiginosos signados por la revolución virtual, tecnológica o digital. Si la izquierda revolucionaria se sentía fuera y contra, capaz de interpretar para transformar, dice Bifo, la izquierda actual es impotente, no encuentra afuera en el cual situarse, y debe esforzarse por pensarse dentro y contra, para lo cual se requiere una ejercitación en el empleo de la ironía. Con él, ya no es posible sostener la actitud de la vanguardia que denuncia/salva a los “otros” (alineados, ignorantes, engañados), porque todos estamos hundidos en el mismo fango.  La condición común es estar en problemas, la actitud conveniente es declararlo. Estar en problemas es el punto de partida.

 

II

A Lenin le gustaba decir que la ironía y la disciplina eran los mejores valores de los bolcheviques. Vladimir Jankelevich afirma que la ironía es una cierta capacidad de distancia para lograr nuevas disposiciones. Para Bifo, la ironía es una insolvencia del lenguaje, la capacidad de eludir una sobrecodificación. La ironía es el rasgo de todo auténtico movimiento social.

 

III

Si estamos dentro –no somos ajenos ni exteriores a los problemas que nos agobian–, el pensamiento deberá partir de esta inmanencia. No hay modo de resolver esto “desde arriba”. Más que miradas externas, perspectivas distanciadas o lecturas sabelotodo necesitamos cartografiar la complejidad del presente desde la experiencia misma. Nos debemos explicaciones situadas, chocar con los obstáculos concretos que las analíticas distanciadas pasan por alto. ¿Cómo conocemos? Bifo sostiene que nuestra realidad cognitiva ha mutado. Estar “dentro” de los problemas ya no tiene nada que ver con adoptar compromisos morales, sino con el dar cuenta de qué no podemos y qué sí. Cuando Bifo diagnostica un proceso de “desensibilización” de la sociedad, roza este tipo de situaciones. No se trata, desde luego, del fin de la sensibilidad como tal, sino de su modulación productivista, prefigurada, codificada, sometida a la lógica algorítmica. Vivimos una reducción de lo sensitivo, lo sensual y lo erótico en la medida en que devenimos cada vez más incapaces de decodificar lo no dicho, de inventar relaciones para signos sin previa compatibilización. Cuando Bifo emparenta este proceso con una muerte de la política, quizás debamos entender esta muerte como la extinción (tendencial, no absoluta) de una voluntad viril de intervención/control sobre un mundo cosificado y aun manejable. El semiocapitalismo no será transformado –dice Bifo– a partir de maniobras de tipo maquiavelianas o leninistas. En otras palabras, lo que muere es la política tal y como fue concebida por humanistas y revolucionarios, o sea, una voluntad de transformación consumada en un Estado.

 

IV

¿Qué praxis emancipatoria estaría a la altura de un cuestionamiento del semiocapital? ¿Qué sucede con nuestras experiencias políticas? Una clave de interpretación posible para la historia argentina reciente pasa por la reducción –modulación– de lo sensible. Del terrorismo de Estado al neoliberalismo hay un continuo: del terror a la competencia. Rita Segato lo dice con toda claridad: el patriarcado es una metafísica que trata lo vivo como simple cosa manipulable. Las prácticas de contrapoder, desde las Madres de Plaza de Mayo hasta el movimiento de mujeres, pasando por el movimiento piquetero, han sido entre nosotros de índole historizante, resensibilizante y fuertemente irónico.

 

V

Ironía y sensibilización parecen ser dos claves posibles para desestereotipar lo político. ¿Es posible pensar modos de rechazo y de toma colectiva de decisiones más allá del modelo que va del Príncipe al Partido? En la medida en que las prácticas de sensibilización operan como contrapoderes con relación a la explotación laboral, las represiones, los racismos, los genocidios, la opresión sexual y la destrucción por las finanzas de la naturaleza, no es posible disociarlas de las dos capacidades políticas fundamentales: la de imponer un límite a los poderes y la de experimentar formas colectivas de tomar decisiones. Estas dos cuestiones siguen colocadas en el corazón de lo político, sea lo político poshumano o lo político posrevolucionario.

Habría que reconstruir, entonces, una teoría de la decisión colectiva posrepresentativa, en la cual los sujetos críticos de los procesos de acumulación de capital se desplazarían hacia el centro. No basta para esto con sostener la crítica a la verticalización y la apología de la horizontalidad. Al contrario, este pasaje hacia la no representación implica construir un método, formas de composición y nuevos modos de liderazgos. La llamada horizontalidad queda en estado de abstracción si se desconecta de los modos concretos de tomar decisiones.

 

VI

Marx había escrito que ya no se trataba, como pretenden los filósofos, de interpretar el mundo sino de transformarlo: un nuevo modo de concebir la crítica como práctica. Este aspecto de la crítica es el que entra en crisis en el mundo cuyas coordenadas Bifo reconstruye. Más que transformar, ya lo dijimos, el sujeto postmoderno se dedica a actualizar sus percepciones y saberes con respecto a un entorno que muta de modo vertiginoso. El cambio en la experiencia estaría en el pasaje de la interpretación-transformación a la actualización-adaptación.

¿Qué tipo de comprensión es practicable en relación con la realidad que vivimos bajo el semiocapitalismo? Quizás la práctica de la traducción –a cargo de todas las luchas que desacralizan, profanan y devuelven al uso común a las dimensiones de la praxis y a la riqueza colectiva que el capital axiomatiza, subordinándolas a la lógica del mercado– nos de un indicio provechoso. De lo que se trata, entonces, es de contra-traducir el mundo, de comprenderlo decodificando, retomando la capacidad de crear sentidos por fuera del mando del capital. De nuevo la ironía: una espacialidad de traducción abierta de problemas que transversalizan lo individual y lo colectivo. Bifo pasará en noviembre por Buenos Aires, será una posibilidad de verificar hasta qué pasos adelante podemos dar conversando con él.

CONVERSACIÓN CON VLADIMIR SAFATLE SOBRE LA SITUACIÓN EN BRASIL // CLINÄMEN

El filósofo y docente analiza la coyuntura de cara a las elecciones que tienen como principales candidatos al fascista Jair Bolsonaro y al candidato del Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad. Además describe la situación del país como “una guerra civil de baja intensidad”.

Doscientos Kilometros por un aborto Legal // Cosecha Roja

Una nena de 11 años abusada pudo acceder a un aborto legal, pero para eso tuvo que recorrer casi 200 kilómetros desde Villa Dolores hasta la Maternidad Nacional en la ciudad de Córdoba, porque los centros de salud provinciales no garantizan el derecho.

La nena fue con su mamá a la salita de la zona por fuertes dolores abdominales. Los estudios demostraron que tenía un embarazo de 10 semanas. Entonces fue derivada al Hospital Regional de Villa Dolores para que pueda acceder a un aborto en un ambiente seguro y cuidado. Esa institución cuenta con los medios y los profesionales, quienes estaban dispuestos a realizar la práctica. Pero el Ministerio de Salud de la Provincia y el Portal de Belén la frenaron.

Desde 1921 en Argentina el aborto es legal por dos causales: en casos de violación o cuando está en riesgo la salud o la vida de la persona gestante. El fallo F.A.L, de 2012, estableció que todos los centros de salud públicos deben garantizar el derecho al aborto legal sin necesidad de una denuncia penal ni de la autorización de un juez.

Un año después de ese fallo, la Fundación Portal de Belén interpuso un amparo para que no se cumpla el protocolo nacional de interrupciones legales del embarazo. La Justicia de Córdoba suspendió la aplicación del protocolo y el fallo llegó hasta el Superior Tribunal de Justicia de la provincia, que todavía no resolvió la cuestión de fondo. Mientras tanto –y desde hace seis años- los hospitales públicos provinciales dejaron de practicar abortos legales.

En Cámara Gesell la nena contó que un amigo de su madre la abusaba mientras la cuidaba. El fiscal Sergio Cuello ordenó la detención del hombre de 54 años. La nena, sus dos hermanos y la mamá quedaron bajo la protección de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia de la provincia.

La madre de la nena autorizó la práctica del aborto legal y el fiscal pidió que se conserve el embrión para un análisis de ADN. Pero ambas tuvieron que recorrer casi 200 kilómetros para acceder al derecho.

Desde la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto repudiaron  “la obstaculización impuesta por el Ministerio de Salud de la Provincia y su negativa a la garantía de derecho para el acceso al aborto no punible, el cual se encuentra amparado por el Protocolo para la interrupción legal del embarazo (ILE) en todo el territorio nacional”, pero que sin embargo sigue frenado en la Justicia.

Consideraron “urgente” la necesidad de que “el Tribunal Superior de Justicia de Córdoba se expida sobre el amparo y los procedimientos impuestos por el Portal de Belén para dilatar dicha sentencia” porque “no podemos seguir permitiendo una justicia que obligue a transitar embarazos no deseados a niñes y adolescentxs; así como tampoco nos parece justo obligar a personas que sigan poniendo en riesgo sus vidas porque el aborto clandestino continúa siendo posible en nuestro país”.

Cosecha Roja

La escritura en el cuerpo de las mujeres // Luci Cavallero y Verónica Gago

A Corina de Bonis, la docente secuestrada y torturada por resistir el cierre de las escuelas en la localidad de Moreno, le escribieron con punzón en su panza “no más ollas” en el día del maestrx. La escena de horror es contundente: se escribe literalmente en el cuerpo de las mujeres el terror que se quiere comunicar. Se escribe en ese cuerpo de maestra en lucha torturándola. Se escribe para transmitir un mensaje: el mismo que ya habían hecho circular en carteles diciendo que la próxima olla sería en el cementerio. Y esto porque las ollas en la calle son vistas desde el poder como fueron antes los calderos de las brujas: espacios de reunión, nutrición y conversación donde se teje la resistencia, donde nos agrupamos a hacer cuerpo común como conjuro frente al hambre, donde se cocina para oponerse y conspirar contra la condena a la pobreza y la resignación. 

¿Por qué se escribe literalmente “no más ollas” en ese cuerpo? Porque a la olla se le tiene miedo. Porque la olla destruye toda la abstracción que encubren las palabras del terror financiero: tanto el déficit cero como la inmaterialidad de los mercados bursátiles se desarman frente a la contundencia de una olla que traduce en una imagen concreta e inobjetable lo que implica la inflación y al ajuste en las vidas cotidianas. 

Esta semana las mujeres volvieron a sacar las ollas a la calle (como lo hicieron en los piquetes antes y después de 2001): emerge una vez más el saber hacer comunitario, la capacidad de colectivizar lo que se tiene, y poner en primer plano la defensa de la vida como política femenina. Sacar las ollas a las calles es también hacer político lo doméstico como lo viene haciendo el movimiento feminista: sacándolo del encierro, del confinamiento y de la soledad. Haciendo de lo doméstico espacio abierto en la calle.

La crisis que crece al ritmo de la inflación, del ajuste impuesto por los despidos masivos y los recortes de política pública y por la bancarización de los alimentos (a través de las tarjetas “alimentarias” que se canjean sólo en ciertos comercios y que hoy están siendo inviables por la “falta” de precios a la que la lleva la especulación de algunos supermercados). Todo esto se traduce hoy en hambre para millones. Y hoy lo que se criminaliza es el hambre: vemos en marcha la militarización del conflicto social, el fantasma del “saqueo” como amenaza de represión, y la persecución de las protestas en nombre de la “seguridad”.

Varias mujeres de organizaciones sociales ya cuentan que no cenan como modo de auto-ajuste frente a la comida escasa y para lograr repartirla mejor entre lxs hijxs. Técnicamente se llama “inseguridad alimentaria”. Políticamente, evidencia cómo las mujeres ponen de manera diferencial el cuerpo, también así, ante la crisis. 

La especulación financiera hace la guerra a los cuerpos en las calles y a las ollas que resisten. Las ollas de hoy se conectan con los calderos de antes. Las ollas devienen calderos. 

En estos tiempos en nuestro país está en crisis la reproducción social en muchos barrios y frente a eso el gobierno redobla la apuesta: terror financiero, terror al estilo grupo de tareas y terror anímico. Cuando hablamos de terror financiero nos referimos no sólo a los negocios que hacen los bancos con la diferencia cambiaria o a la especulación de los fondos de inversión que el gobierno facilita o los objetivos del FMI, sino también al modo en que esa “opacidad estratégica” (esa suerte de fenómeno meteorológico en el que se habla la lengua de la especulación) se traduce en una drástica reducción de nuestro poder de compra, del valor de nuestros salarios y subsidios y del aumento descontrolado de precios. La velocidad y el vértigo de esa “depreciación” del valor es parte del terror y del disciplinamiento que nos quiere sumisas por miedo a que todo puede ser aun peor. El terror financiero es una confiscación del deseo de transformación: el terror anímico es obligarnos a querer sólo que las cosas no sigan empeorando.

Pero hay algo más. Cuando hablamos de terror financiero nos referimos también a cómo las finanzas (a manos de los bancos y sus empresas subsidiarias: de “efectivo ya” a las tarjetas de crédito pasando por otras dinámicas más informales) se han apoderado a través del endeudamiento popular de las economías domésticas y familiares. Hoy la financiarización de las economías familiares hace que los sectores más pobres (y ahora ya no sólo esos sectores) deban endeudarse para pagar alimentos y medicamentos y para financiar en cuotas con intereses descomunales el pago de servicios básicos. Es decir: la subsistencia cotidiana por sí misma genera deuda. 

El terror financiero, entonces, es una estructura de obediencia sobre el día a día y sobre el tiempo por venir y nos obliga a asumir de manera individual y privada los costes del ajuste. Pero además normaliza que nuestro vivir cotidiano sea sólo sostenible con deuda. El terror financiero, entonces, es una “contrarrevolución” cotidiana en el sentido que nos hace desear la estabilidad a cualquier costo.

No es casual que en dos semanas se reúna en Argentina el Women20: es decir, el grupo de mujeres que el G20 ha organizado para traducir en clave neoliberal la agenda del movimiento feminista. No es casual que se quiera hacer en Argentina, donde el movimiento feminista es observado en todas partes del mundo por su masividad y radicalidad. No es casual que una de las propuestas principales sea proponer la “inclusión financiera” de las mujeres para que todas creamos que podemos ser empresarias si logramos endeudarnos (¡aún más!).

Al menú de lujo que les convidarán a las empresarias del Women20, se oponen las ollas-caldero. Las finanzas se quieren quedar con nuestras vidas (a las que explotan, endeudan y aterrorizan), pero desde hace tiempo venimos diciendo que vivas, libres y desendeudadas nos queremos. Las ollas en las calles traman una política de los cuerpos en resistencia, prenden el fuego colectivo frente a la inexistencia a la que nos quieren condenar, y gritan que ¡no les tenemos miedo! 

* Colectiva Ni Una Menos.

Fuente: Página/12

Llamado Urgente. Feria Ameri Cano. Mendoza

Hacemos un llamado urgente a todes quienes nos apoyan y han disfrutado de las mañanas de faria del barrio Cano. La BIOSFERA y La AMERI CANO nos encontramos en alerta por la continuidad de nuestras ferias en la plaza. Les esperamos este sábado 15 de septiembre a las 15 horas para participar de una asamblea publica por la defensa de las ferias.

Descolonizando el mestizaje // Nazaret Castro

Foto: Sofia Bensadon

“Nada avanza si no es por los contrarios”

(William Blake)

Pocos libros condensan en tan pocas páginas, a la par, semejante abundancia de conceptos teóricos y de aportes para la praxis política. La socióloga boliviana Silvia Rivera Cusicanqui lo consigue poniendo a disposición del lector la riqueza metafórica del aymara. Su propuesta es ambiciosa: escapar del pensamiento binario y dicotómico en que nos encierra la tradición occidental, esa que entiende los opuestos como contrarios antagónicos en lugar de como polos complementarios, y que coloca uno de esos extremos como superior al otro: la mente es más valiosa que el cuerpo; la sociedad, que la naturaleza; lo masculino, que lo femenino; lo blanco, que lo indio[1]. ¿Cómo salir de esa cárcel del pensamiento? Cusicanqui no pretende ofrecernos una teoría acabada y dogmática, sino apuntar algunas líneas de fuga para descolonizar y despatriarcalizar nuestras prácticas cotidianas, y así escapar del bovarysmo en el que caen, apunta la autora, esos intelectuales que no ven las cosas, sino lo que se dice de ellas – el sociólogo Alexandre Roig diría que se quedan en la superficie de las palabras sobre las cosas, en lugar de escudriñar las palabras en las cosas –.

Cusicanqui echa mano de la noción de double bind en Gregory Bateson para referirse a la situación insostenible en la que se encuentra el mestizo: una suerte de esquizofrenia colectiva en que se convive con mandatos antagónicos. La pensadora boliviana propone reconocer esta doblez  – esta condición abigarrada –  en lugar de negarla. Reivindicar lo indio, no en su pureza  – esa que es apropiada por el capital en una suerte de extractivismo simbólico – sino en esa mezcla abigarrada que representa lo cholo. Frente al mandato de la modernidad que exige reprimir y expulsar al indio, lo cholo emerge como una opción deseable, como expresión de un mestizaje irreverente y rebelde: se trata, dice Rivera Cusicanqui, de “descolonizar el mestizaje”.

Se trata entonces de vivir en la contradicción, en lugar de pretender resolverla en una síntesis tranquilizadora, pero tramposa. Como tranquilizadoramente tramposas son laspalabras mágicas que, como ‘ciudadanía’ o ‘desarrollo’, aquietan nuestras preguntas más inquietantes, en una suerte de hechizo que sólo se cuestiona en momentos de crisis como el que vivimos.

Contra ese hechizo de la modernidad, la autora propone vivir en la contradicción y habitarla, apropiándonos de su potencial creativo y emancipador. Cusicanqui despliega la riqueza metafórica de la lengua aymara para ofrecernos un camino hacia la deconstrucción de la imposición colonial. Para comenzar, lo ch’ixi como entretejido orgánico de los principios masculino y femenino. El diccionario aymara-castellano define lo ch’ixi como “gris con manchas menudas que se entreveran”: un gris en que la contradicción  – el blanco y el negro – no se sintetiza ni se fusiona, sino que se habita: “a distancia crees que lo ch’ixi es un tercer color, pero si te acercas, son colores opuestos”, escribe Cusicanqui. Esa es la propuesta política a la que la autora denomina “mundo ch’ixi”: no buscar la tranquilidad de lo Uno, sino trabajar dentro de la contradicción. No es ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario: es ambos a la vez.

Desde esa perspectiva epistemológica y ontológica, es posible reformular la cuestión del valor: existen, afirma Cusicanqui, formas de intercambio precapitalistas basadas en una reciprocidad inconmensurable. Para los indios, el oro y otros materiales considerados valiosos se utilizaban como moneda antes de la llegada de los europeos, pero se entendían como una suerte de equivalente general sagrado: como ofrenda, como pago a las lluvias y los vientos benéficos que son incomensurables y por tanto impagables. El oro simboliza el sacrificio ancestral como fuente primordial del valor. Pero, a la llegada de los españoles, éstos extraen oro con voraz ansia, hasta el punto de que los indios les preguntan si acaso comen oro: “Sí, comemos oro”, responden los conquistadores españoles. El primer gesto colonial, dice Cusicanqui, es hacer de la palabra una cosa engañosa. El conquistador dice que come oro, y convierte en objeto de culto fetichista lo que era, en la cosmovisión indígena, símbolo del nexo sagrado entre las riquezas de la tierra y los designios del sol, del rayo y de los astros.

La propuesta de una epistemología ch’ixi, a la vez situada y planetaria, es un ejercicio de memoria frente al sistemático proceso de silenciamiento que impuso la dominación colonial. Y comienza con una forma de pensar que no es puramente racional, sino más bien eso que el aymara llama amyt’aña: pensar no con la cabeza sino con las entrañas superiores  – corazón, pulmón e hígado –, aquellas encargadas “de las funciones de que nuestro cuerpo ejerce en el intercambio con el cosmos”.

[1]    Louis Dumont diría más: que ese extremo valorado como superior englobaa su contrario. Ese es el significado de la noción dumontiana de jerarquía, que el autor francés consideraba característica de la modernidad.

 

Fuente: Revista Amazonas

“Liberoamericanas: 80 poetas contemporáneas” // Cosecha Roja.

¿Cómo contar las experiencias de mujeres en América Latina y en otros países? Las violencias machistas, la sexualidad disidente, la sororidad y la rabia pueden reflejarse en la poesía. “Liberoamericanas: 80 poetas contemporáneas” es una antología que reúne las nuevas voces de mujeres de toda la región, Portugal y España. El libro fue publicado por la Editorial Liberoamérica. Acá, compartimos tres poemas para sentir y repensarse.

Mere Echagüe

– Argentina –
Posadas, 1987

Si me matan un lunes
no digas que me lo busqué.
Decí que salí de laburar
y me tomé tarde el tren
no tuve tiempo de preparar la cena el resto ya lo sabés.

Si me matan un martes
no digas que me lo busqué.
No creas que quiero
que mis hijos pierdan a su madre y transiten la angustia de saber que me han dolido hasta la muerte los golpes de miles de puños que hace siglos denuncié.

Si me matan un miércoles
no digas que me lo busqué.
Decí que me puse una pollerita
y salí a fumar un faso
a la plaza de mi barrio
adonde vos también fumás
y ves cómo me venden en papelitos cómo me agarran el culo cómo me muestran el arma
la que cuelga de la cintura
la que cuelga entre las piernas.

Si me matan un jueves
no digas que me lo busqué.
Decí que soy una piba como cualquier otra que salió a bailar con las amigas
que le gusta la cerveza
que le gusta la coca y el fernet
que cuando dice no, es no
y no lo podés entender.

Si me matan un viernes no digas que me lo busqué. Decí que salí a romper iglesias porque mi santo no está de turno mis derechos tampoco
porque una vez no di limosna porque unas cuantas veces pequé.

Si me matan un sábado
no digas que me lo busqué.
Decí que me metieron presa
por sacarme de adentro tu semilla
que yo no quiero
ni vos
y me morí de impotencia.

Si me matan un domingo
no digas que me lo busqué.
Gritá bien fuerte
que lo hicieron porque soy mujer.

Jess Velarde

– Bolivia –
La Paz, 1990

¿Qué me hace ser mujer?
Ser bisexual, ¿me hace mujer?
Que me hayan perforado las orejas cuando era bebé, ¿me hace mujer?
Tener cabello largo, ¿me hace mujer?
Tener ovarios, ¿me hace mujer?
Que sangre cada 28 días, ¿me hace mujer?
Quedar embarazada, ¿me hace mujer?
Tener tetas, ¿me hace mujer?
Tener pene, ¿me hace mujer?
Tener migraña, ¿me hace mujer?
Usar ropa rosada, ¿me hace mujer?
Usar velo, ¿me hace mujer?
Tener las uñas largas, ¿me hace mujer?
Tener clítoris, ¿me hace mujer?
Ser soprano, ¿me hace mujer?
Cambiar de humor según el ciclo lunar, ¿me hace mujer?
Ser de Venus, ¿me hace mujer? (Teniendo en cuenta que en
Venus hace mucho calor y las mujeres odiamos el calor).
Mis cromosomas XX, ¿me hacen mujer?
Que los adjetivos que usen al señalarme terminen en «a», ¿me hace mujer?
Usar ropa de hombre, ¿me hace mujer?
Ser lesbiana, ¿me hace mujer?
Tener bigote, ¿me hace mujer?
Que la gente se escandalice al ver mi torso desnudo, ¿me hace mujer?
Tener las pestañas largas, ¿me hace mujer?
Haber convivido sólo con mujeres en mi infancia, ¿me hace mujer?
Que me guste el pop, ¿me hace mujer?
Que menee el trasero al bailar reguetón, ¿me hace mujer?
Que resuelva mis problemas hablando y no a golpes, ¿me hace mujer?
Que me hayan hecho usar falda y tacones el día de mi graduación, ¿me hace mujer?
Que quiera ser madre, ¿me hace mujer?
Que quiera abortar, ¿me hace mujer?
Que ame usar panty medias, ¿me hace mujer?
Que de niña haya querido ser María Antonieta, Marilyn Monroe o la Power Ranger Rosada, ¿me hace mujer?
Que me guste que un hombre me penetre, ¿me hace mujer?
Que use pantalón, ¿me hace mujer?
Que use brassier, ¿me hace mujer?
Que mi madre me diga: «Tienes que aprender a cocinar», ¿me hace mujer?
Que la carcasa de mi celular sea de color violeta, ¿me hace mujer?
Que ame ver lencería y me imagine modelándola, ¿me hace mujer?
Que los hombres me saluden dándome la mano, ¿me hace mujer?
Que los policías se espanten al verme caminar sola en la noche, ¿me hace mujer?
Que los taxistas me digan que me llevan gratis, ¿me hace mujer?
Que el docente me preste más atención a mí que a mis compañeros, ¿me hace mujer?
Marchar en un «parade» feminista, ¿me hace mujer? Tener que estar de acuerdo con mis amigas feministas, ¿me hace mujer?
Ver a un bebé y emocionarme, ¿me hace mujer? Ver a un cachorro y emocionarme, ¿me hace mujer? Derretirme ante un detalle con flores, globos y peluches, ¿me hace mujer?

Excitarme y que nadie lo note, ¿me hace mujer?
Que mis pechos se sonrojen cuando veo a quien me gusta, ¿me hace mujer?
Que sepa defenderme ante quien quiera hacerme daño, ¿me hace mujer?
Tener mi banda de sólo mujeres, ¿me hace mujer?
Llorar hasta quedarme dormida, ¿me hace mujer?
Que mi padre haya sido mi primer héroe, ¿me hace mujer?
Que me digan: «Mamacita», ¿me hace mujer?
Entrar fácilmente al trabajo sexual, ¿me hace mujer?
Saber diferenciar colores, ¿me hace mujer?
Saber combinar colores, ¿me hace mujer?
Saber maquillarme, ¿me hace mujer?
Tener el nombre de una virgen o una santa, ¿me hace mujer?
Que mi esposo sea 40 años mayor que yo, ¿me hace mujer?
Tener que llegar virgen al matrimonio, ¿me hace mujer?
Que no pueda hacer nada cuando me asaltan, ¿me hace mujer?
Que no tenga dinero para pagar la cena, ¿me hace mujer? Que tenga que esperar a que la otra persona se me declare, ¿me hace mujer?
Que me den sopapos y no puñetazos, ¿me hace mujer?
Que se espanten al verme ebria, ¿me hace mujer?
Que la Biología diga que mi rol es incubar vida, ¿me hace mujer?
Que un biólogo o mi macho me diga: «Eres hembra», ¿me hace mujer?
Que pueda cantar canciones de Johnny Cash o Elvis Presley, ¿me hace mujer?
Que sepa montar caballos, ¿me hace mujer?
Que no pueda comer plátano sin que se burlen de mí, ¿me hace mujer?
Que al usar bikini me vean mi entrepierna todo el tiempo, ¿me hace mujer?
Que al caminar por la calle la gente se voltee a verme, ¿me hace mujer?
Que pueda decirle a un amigo: «Es que eres hombre, no entiendes», ¿me hace mujer?
Que duerma en la misma cama con un amigo y que al día siguiente los demás tengan por seguro que tuvimos relaciones sexuales, ¿me hace mujer?
Que pueda decir: «Estoy embarazada» sin que mis amigas se caguen de risa, ¿me hace mujer?
Que un ancianito me diga: «Señorita, pase, primero las damas», ¿me hace mujer?
Que me saquen a jalonadas del baño de chicos, ¿me hace mujer?
Tener alrededor un equipo de hombres construyendo mi carrera y mi trabajo, ¿me hace mujer?
Que las personas me digan: «Es que tú eres el hombre de la relación», ¿me hace mujer?
Que las páginas de mi diario hayan tenido ositos y florecitas ¿me hace mujer?
Que de niña haya jugado a la cocinita con mis muñecas ¿me hace mujer?
Nacer y que el doctor diga: «es mujer», ¿me hace mujer? Morir y que en el Certificado de Defunción diga «sexo femenino», ¿me hace mujer? ¿Qué me hace mujer?

Quisiera saberlo
Porque yo no sé,
no puedo encontrar
el semema
que defina lo que es ser mujer
Pero de todos modos
Yo soy mujer

Thaís Espaillat

– Caribe –
Santo Domingo, 1994

Quizás no debí escribir esto

Quería escribirte un poema
que empezaba así:
«Qué bueno que existen pastillas
para no parirte un hijo».
Pero nunca lo hice.
Me dio miedo desperdiciar
la rabia
en el papel
el celular
la computadora
y que cuando estúpidamente te lo mandara pretendiendo que la cerveza me había ganado ya todo dejaría de tener sentido. Nomás te quiero partir la cara.
Violencia, violencia, violencia,
te odio,
te escupo, te dejo hacerme perder el tiempo
y el público apático de la casa en la calle sin salida
aplaudiendo entre bostezos en la distancia.
Después,
ya no estás
Inserte aquí una pausa dramática Un día,
Nazario nos hizo un regalo que olía a muerte húmeda y la música sonaba desde cada hoja del parque y me reí
y la basura y los carros quisieron evangelizarnos todavía no llegabas

y nos reímos
y jugamos
y escuchamos música
y comoquiera la tristeza pudo más.
Nunca sentí una tristeza tan pura,

tan te-muerdo-los-intestinos-con-una-sonrisa
como cuando miraba el agua caer en el baño de Inoa
y pensé
y supe con certeza
que las palabras no sirven de nada.
Que son adornos
en los árboles de Navidad
que la gente deja hasta Febrero
porque es más fácil
que mirar los sonidos que hace el viento y no poder con los celos. Quise crear un idioma nuevo
en tres minutos
con sonidos producidos por mis dedos en un pote de gelatina, mi lengua estrellándose con el cielo de la boca,
la explosión de todas y cada una de mis células en la ducha.
Escribir algún último poema en las tuberías.
Algo igual de grande
que el vacío
que siempre dejan
las manchas de sangre
en la ropa interior.

Ante lo sacro, desobediencia. Las yeguas en busca de la virgen // Jennifer Concha y Cheril Linett desde Chile

Volvemos a accionar como Yeguada Latinoamericana, volvemos a potenciar el chirrido común de la insurgencia feminista disidente y rebelde. Desde el cono sur queremos incitaral desacato a todas las que hemos sido históricamente oprimidas, incitamos también a des-ubicarse cotidianamente, des-sujetarse, a ser molestas, a incomodar donde sea, a no silenciar más nada que nos incomode, no dejar pasar ni un chiste, a ser mal portadas, desobedecer en manada, encontrarnos con las otras, explorar otros modos de existencia, transformar las relaciones más próximas, enamorarse de una misma y de la otra, fisurar las reglas y normas que castigan la transgresión al mandatodel régimen hetero-patriarcal.

Por ello es que decidimos confrontar a las instituciones centralesen cuanto al mantenimiento y administración del régimen socio-político patriarcal actual; el estado-nación, fuerzas armadas y la iglesia católica.

El Estado-nación moderno, el de las sociedades contemporáneas, en este caso el estado-nación-Chileno, protege a violadores y feminicidas, por ejemplo, mediantela ineptitud de su sistema legal-judicial patriarcal. En este sentido el bulladocaso de Nabila Rifo resulta ilustrativo, pues pese a que el agresor Mauricio Ortega extrae los ojos y golpea brutalmente a la mujer los jueces ponen en duda la intención de homicidio, y además la defensa del agresor y los medios masivos de desinformación construyen una imagen de “mala mujer” posiblemente “infiel”, argumento que de manera implícita o explícita busca justificar la agresión, legitimarla desde la lógica de propiedad privada que se encuentra al centro de la hetero norma.Con su burocracia el sistema judicial, que además es uno de los poderes centrales del estado, satura la cordura de cualquiera que quiera denunciar.El Estado incluso ha encarcelado mujeres que se han defendido con armas de sus agresores como el caso de Higui en Argentina. Silencia y olvida los crímenes de odio como el caso de Nicole Saavedra, se olvidan y silencian el hostigamiento y masacre soslayada al pueblo mapuche, como en el caso del asesinato impune de la “negra. Todos los días nos cosifican, callan, nos violan y nos matan.

Por su parte, la iglesia católica como ya sabemos ha causado estragos en el pueblo Latinoamericano, siendo la principal castradora de la historia cultural y socio política del territorio, institución que por si fuera poco se ha destacado en las últimas décadas por el encubrimiento e impunidad frente a delitos sexualescometidos por sus mismos miembros. El pensamiento cristiano construye criterios morales que se naturalizan como verdad y someten a la población muchas veces de manera solapada. La mayoría de nuestras concepciones sobre lo bueno o lo malo viene de aquí, así como la mayoría de las verdades asociadas al deber “ser mujer”. Lo que se naturaliza toma forma de verdad y produce existencias verdaderas, un verdadero y buen modo de ser resguardado por normas sociales que delimitan nuestras conductas y acciones tanto en lo público como en lo privado.Para el régimen cristiano la mujer tiene naturalmente roles y funciones en lo público y lo privado que siempre tienen una relación de subordinación respecto del bio-hombre. La mujer, cumple un rol público y privado (incluso intimo) de subordinación. Debe ser sumisa, servicial, maternal, pulcra, debe responder en cualquier caso al mandato heterosexual, debe reproducir y criar, atender a las labores domésticas, borrar su individualidad, casarse, vestirse de una determinada manera, etc.

Sabemos además que la iglesia como institución se ha opuesto a importantes movimientos de lo político en el país, como el voto femenino o el aborto libre (que además es un problema de salud pública), y el argumento siempre rodea la idea de una predeterminación de la mujer a ser madre y no pensar ni decidir sobre asuntos públicos, políticos e incluso por sobre su propio cuerpo, que para la iglesia no es suyo. La carga moral es evidente y se manifiesta cotidianamente.

Tanto el Estado como la iglesia han sido los principales pilares de la colonización de América. El estado como promesa de un buen gobierno de la socialidad, se impuso mediante las armas y la fuerza como “la mejor” estrategia de administración política y económica de los territorios y sus habitantes. Borrando con ello las identidades y trayectorias locales y sometiendo mediante diversas estrategias a los pocos pueblos que no fueron devastados por el proceso colonial. La iglesia por su parte se introdujo como promesa de humanización de aquellos seres “sin alma” y reprodujo su propio sistema cultural con estatus hegemónico y natural, por ello no es extraño encontrar en cualquier pueblo recóndito de los territorios de América del sur, al menos una iglesia central en donde se reúne la población a reproducir los rituales cristianos que se sostienen bajo la constante amenaza del juicio final. Dios resulta ser el imaginario de un ser panóptico que todo lo ve y que tiene la doble facultad de sancionar en vida y después de ésta, pues el cristianismo sostiene la ficción de una posible vida idílica en un supuesto mundo celestial consciente que se nos aparecerá después de la muerte.Desde esta lógica nos parece central la figura de la virgen como representación de una “buena mujer”, de una “verdadera mujer”; asexuada, compasiva, sensible a los otros, protectora, madre incondicional y servicial.


Las yeguas. No respetamos ninguna divinidad o santidad, somos paganas, brujas, impuras,raras, deformes, sucias. No dejaremos que nadie más nos discipline la cuerpa,el sexo y el placer.
No nacimos para parir, ni para servir, ni para criar,ni para satisfacer el deseo hetero-normado, ni para hacer familia, ni para sentir culpa por el placer. Nacimos para gozar, vivir como queramos, revolver cualquier agua calma.

Por ello irrumpimos en la Catedral de Santiago que es el principal templo de la iglesia católica en el país, frente al altar donde se encuentra retratada la asunción de la santísima virgen a quienes los fieles llaman «nuestra Señora», «patrona de la catedral», rodeada de ángeles, y nosotras las yeguas,paradas en frente de ella mostrando nuestras colas que tanto les molesta e incómoda a los ojos que juzgan,paradas con determinación y gusto sobre las tumbas de varios arzobispos de Santiago que fueron sepultados allí, confrontamos y luego nos escabullimos entre la multitud, difuminando la yegua para camuflarnos en el ritmo imparable de la ciudad. Luego, fuimos en busca de la patrona del Carmen, de esa señora denominada por el propio Estado como, “la patrona de Chile”, “Patrona y generala de las armas», «protectora de fuerzas armadas y carabineros». De aquella mujer violada y obligada a la maternidad, aquella mujer aparentemente sin deseo ni voluntad propia, fuimos en busca de su altar, de su espacio seguro, fuimos a seducirla e incitarla a la irreberencia. Para que todas,puras castas, putas, tortilleras, locas, bestias, mutantes, enyeguecidas, nos rebelemos, nos indisciplinemos y exploremos otras formas de habitar la cuerpa, de sentirla y de vivir junto a otrxs.

Entramos al lugar de manera sigilosa acordando a susurros y miradas el cómo íbamos accionar, cómo íbamos a transitar y utilizar el espacio. La catedral estaba llena de gente por todos lados, entre turistas y gente rezándole a cada altar. Quisimos llegar al altar de la virgen del Carmen y al ver a tantas mujeres ancianas allí, decidimos ir al altar principal, allí había variedad de personas circulando por el espacio. Nos dirigimos sin dudarlo más, con el impulso que te da la tensión, caminamos firmes rellenando con nuestras cuerpas el lugar, copándolo de desacato, nos detuvimos frente al altar y esto llamo inmediatamente la atención de ambos guardias del lugar, quienes en silencio nos observaron fijamente y se acercaron cuando ya estábamos mostrando nuestras colas frente al altar, la misma moral cristiana no les permitía hacer escándalo en el lugar ni alarmar con ello a las personas que andaban circulando, confesándose  y rezando silenciosa e íntimamente.

Cuando los guardias se acercaron por los costados nos bajamos el vestido y salimos del lugar.Mientras caminábamos por el camino al altar para salir de la catedral, vi las caras de sorpresa de la gente que estaba sentada en el lugar, siempre todo en silencio, sin un grito que lo irrumpiera, casi celestial.  Los guardianes del templo nos siguieron hacia afuera y de un costado vimos como nos perdieron de vista entre la multitud de personas que transitaban por plaza de armas, los guardias intentaban contactar a carabineros, pero ya nos habían perdido totalmente el rastro…

La revuelta será bulliciosa y también puede ser silenciosa, así sentimos al salir del lugar sacro. Esta vez fue diferente a las demás acciones, ya habíamos desobedecido al orden público, confrontando a carabineros y demostrado nuestro descontento y repudio hacia la visita del papa Francisco, pero esta vez se sintió diferente.  Fue un momento en suspensión dentro de la catedral en que hubo duda e inmediatamente convencimiento absoluto, ardor de nuestras cuerpas incendiarias en guerra y deseantes de desobediencia, deconstruyendo el paradigma del lugar sacro, lugar donde ocurre el perdón de los pecados y el ocultamiento de éstos.Abusadores, violadores, pederastas, torturadores, son simbólicamente absueltos y perdonados por la ley de Dios si es que muestran arrepentimiento.  Al accionar allí sabemos que es una rasgadura a la racionalidad y moralidad cristiana impuesta por siglos en nuestra sociedad.

La experiencia en la catedral fue orgásmica, pero quedó pendiente nuestra cita con la patrona de la patria, la protectora de aquellos que no conocen los derechos humanos, protectora de los genocidas militares. Nos dirigimos a su altar, fuimos en búsqueda de nuestro encuentro y no estaba allí, la estaban acicalando para su día de festejo, el 16 de julio.Su altar estaba vacío y también lo estaban preparando, quedo pendiente nuevamente hasta que volvimos el 19 de julio y allí estaba siendo visitada por un grupo de 30 hombres aprox, de entre 35 y 50 años, frente a ella y bajo sus faldas.  Bajo el altar y el grupo de machos extendimos nuestro lienzo y sacamos nuestras colas otra vez.

La santísima virgen del Carmen, reina y madre de Chile, patrona y generala jurada de las fuerzas armadas y de orden.  Estos son los títulos otorgados a esta imagen, a esta estatua de virgen española a la que le rezan, tocando sus faldas y pies que,por cierto, no tocan jamás el piso. Bajo sus pies donde se dieron el abrazo los supuestos héroes de la patria, Bernardo O’Higgins y San Martín para pactar la independencia de Chile introduciendo la virgen junto con otras costumbres colonas. A ella se encomendó O’Higgins durante el periodo de independencia de chile y Prat en la guerra del pacifico, también San Martin encomendó a ella sus victorias, de seguro también lo hizo Pinochet, ya que era esta su protectora, la protectora de genocidas militares. Se masificó así el fervor religioso hacia esta mujer de ardiente caridad e incondicional protección para con los opresores del pueblo.  Porque su caridad era lo único que debía ser ardiente, ya que esta imagen daba el ejemplo de cómo debía ser la mujer. Una mujer queno debía tener deseo, no debía gozar de placer y mucho menos masturbarse.

La virgen puede fácilmente tomarse de la mano con el denominado feminismo UDI (sin que por ello la línea más progre sea menos asquerosa en algunos aspectos), las políticas de derecha como la virgen del Carmen no están para defender a quienes sufrieron  tortura en dictadura por ejemplo, ese feminismo no empatiza con las familias de torturados y presos políticos, no dicen nada sobre el parto engrillada de Lorenza Cayuhan el 2016, o las mujeres de familias empobrecidas y con escasos recursos de diversa índole, protegen  a genocidas dictadores y les interesa mucho“a las dos vidas”, en realidad todxs sabemos que no les interesan las dos vidas, les interesa continuar ejerciendo poder sobre nuestras cuerpas, les interesa seguir produciendo esclavos, trabajadores y consumidores, les interesa seguir rellenando estadísticas y gobernando sobre la vida y los cuerpos, a lxs pro-vida, no les importan los miles de animales torturados por la industria de la carne, no le interesan por ello en la última marcha masiva pro aborto su contra propuesta fue la utilización de restos de animales por las calles, en esa marcha apuñalaron a algunas mujeres y tampoco nadie se alarmó, ese feminismo no es tal, es un dogma de las buenas costumbres, un intento insignificante de rebelión, tampoco les interesan los miles de niños con vidas miserables, de constante amenaza, quienes agudizan su situación en manos del Estado, niños precarizados, encarcelados y abusados en el SENAME, o exportados a Europa para su adopción.Ese feminismo nos boikotea cualquier intento de subversión indómita, así como “los compañeros” de izquierda que ponen la lucha de clases como prioritaria pero no son capaces de limpiar en su vida el baño pues esclavizan a alguna mujer de su círculo para aquel servicio doméstico gratuito. Ni con el Mercurio o la Tercera, ni con TheClinic, pues lo medios siguen reproduciendo la cosificación de la mujer, ridiculizando los insipientes movimientos sociales contra la violencia patriarcal en sus diversas aristas. Por lo anterior cuestionamos el imperativo de la sororidad pues no todas las autodenominadas mujeres son nuestras compañeras, incluso desde las feministas no todas tenemos afinidad, simpatía y la misma prioridad, todas hemos sido históricamente oprimidas es cierto, pero una sujeta policial es mi enemiga y no quiero abrazarla quiero interpelarlaaunque antes quiera ver arder a su compañero, la insurgencia es una decisión política teórica y radicalmente práctica.Con rabia, razón, placer y desobediencianos declaramos en resistencia ante la tiranía del régimen hetero-patriarcal que implacable se expande y nos produce modos de existencia.Las yeguas, hemos confrontado ya a la fuerza policial en repetidas ocasiones y que quede claro, lo seguiremos haciendo. Hemos anunciado nuestras intenciones sin miedo, pues las rasgaduras que nos atraviesan son más fuertes y nos movilizan a confrontar y perturbar los dispositivos de gobierno y control. Como yeguas insurgentes seremos visiblemente molestosas, tenemos rabia y razón,experiencias múltiples de violencia nos movilizan, pues todas hemos vivido alguna situación de abuso, acoso o violencia por el solo hecho de ser o estar en el mundo comomujer. Por ello seguiremos irrumpiendo, incitando, sintiendo aquellos instantes de acción, tensionando las verdades, las relaciones y las normas que nos someten en diversos niveles bajo el régimen hetero-patrircal. Más allá del estado y la iglesia el poder se ha expandido a tal punto de gobernar incluso nuestro, pensamientos, acciones y deseos, por ello decidimos ser profundamente incómodas y radicales.

Diana Maffía. «El Estado infantiliza a las mujeres» // Aldana Huilén Ceijas

Tuvieron que pasar 30 años de militancia feminista para que Diana Maffía llegara a ver un sueño hecho realidad: cuadras repletas de pañuelos verdes y el debate de la Interrupción Voluntaria del Embarazo impuesto en los medios, en la calle y en el Poder Legislativo. Ya celebra el momento histórico, porque asegura que “hay algo que no vuelve atrás, una convicción de ciudadanía que construimos de forma colectiva, una afirmación de cada persona gestante acerca de su derecho”. Para ella, lo que antes era una utopía, hoy son los vientos de época protagonizados por “diversos feminismos populares y la irrupción generacional de feministas muy jóvenes, que le han puesto otras características al movimiento”.

Maffía es Doctora en Filosofía y Directora del Observatorio de Género en la Justicia, que depende del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires. Es docente de grado y posgrado en universidades nacionales e internacionales y fundó la Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología. Como legisladora porteña por el ARI, entre el 2007 y el 2011, convocó a Lohana Berkins para ser parte de su gabinete, lo que convirtió a la referente del movimiento LGBT+ en la primera travesti con un cargo en el Estado.

Su camino en el feminismo está ligado a su trabajo en materia de Derechos Humanos y denunció el machismo en los organismos que los promovieron desde la última dictadura cívica, eclesiástica y militar: “Cuando se desarrolló el Juicio a la Junta, por ejemplo, no se permitió que las mujeres testimoniaran sobre los delitos sexuales en los campos de concentración, como si fueran parte de una cuestión privada e individual y no colectiva y pública”. Y añadió que “ahora hay un surgimiento de una memoria individual y colectiva de mujeres, que nos revela muchísimas violencias que no habían sido consideradas violaciones a los Derechos Humanos”.

En esta entrevista con Revista Zoom, analizó el debate parlamentario, el rol del Gobierno nacional en el avance del proyecto de ley y lo que llama “el florecer del feminismo”.

Las niñas eternas

“Le temen a que la mujer pueda abortar sin alegar razones, sin dar explicaciones a un tercero, porque hay una enorme desconfianza sobre la autonomía y la racionalidad de las mujeres”, reflexionó Maffía después de seguir de cerca las audiencias públicas y los debates en Diputados y Senadores. “(El Estado) no nos considera sujetos de derecho y, por lo tanto, piensa que, si se nos da un aborto a libre demanda y sin causales que puedan evaluar ellos, nuestra decisión va a ser arbitraria y no basada en razones”, agregó. El problema, según su análisis, está en la “tutela paternalista” del Estado, que “infantiliza a las mujeres, nos considera menores de edad perpetuas. El proyecto de ley va a garantizar la autonomía de la mujer, que es el verdadero problema político; y no el aborto en sí, que va a seguir existiendo con o sin Ley”.

En el año 2012, cuando acompañó la lucha por la sanción de la Ley de Identidad de Género (26.743), advirtió un problema similar: antes, el cambio de género era asignado luego de un peritaje psiquiátrico. A menudo, a las personas transexuales o transgénero se las evaluaba enfermas, bajo la etiqueta de “disforia de género”. “El género se determinaba en tercera persona, era una decisión del sistema médico avalada por la Justicia. Además, en este caso, el ´desajuste´ era patologizado. Con la Ley, la única autoridad sobre género pasó a ser la persona misma”, explicó. Y arremetió: “Si las mujeres fuésemos plenas ciudadanas, debería pasar lo mismo y deberíamos tener el derecho a decidir”.

Sin embargo, la filósofa advirtió que el Estado no debería permanecer ausente o indiferente en lo que respecta a la planificación familiar, sino que la tarea pasaría por redefinir su rol. “El Estado debe responder a la demanda y amparar los planes de vida posibles. Si una mujer decide tener un hijo, el Estado debe garantizar un parto humanizado, la atención del embarazo, del puerperio, de la lactancia y todo lo que corresponde a la gestación. Y si decide no tenerlo, debe garantiza el acceso al aborto legal y gratuito y a la provisión de anticonceptivos. La decisión de qué plan seguir corresponde a la persona gestante”.

Cabeza a cabeza en el Senado

A grandes rasgos, las posturas en el Senado se dividieron en cuatro: los indecisos; los llamados “verde claro”, que son los que apoyaron el proyecto de ley pero con modificaciones; los que estában a favor del texto tal como había llegado desde Diputados y aquellos que estuvieron en contra.

De todas formas, Diana Maffía se siente victoriosa. Está convencida de que el debate que se implantó a nivel social es irreversible y que la futura presentación será debatida en otros términos y con un movimiento feminista muy nutrido. “El Monseñor Angeleli decía que tenía un oído en la Biblia y otro en el pueblo. Tomo sus palabras y reformulo: los legisladores tienen que tener un oído en la Constitución y en los Derechos Humanos y el otro, en el pueblo. No pueden tener un oído en la Biblia, porque esto es inapropiado en un país laico”, opinó.

La doctora considera que hubo un “tratamiento indebido del contenido de la ley” en las audiencias públicas y que el plazo para limitar la práctica del aborto –que en el dictamen presentado intentó bajarse de 14 a 12 semanas- no tiene sentido. “El Código Penal, que tiene 100 años y fue redactado por hombres exclusivamente, no impone plazos, sino que sólo habla de cuáles son las motivaciones por las cuales se pueden practicar abortos no punibles. Y es razonable, porque el plazo cambia a medida que avanza la tecnología. Hasta hace 15 o 20 años, a los 6 meses y medio, el embrión tenía sobrevida fuera del vientre materno. Actualmente, la tiene a los 5 meses y medio. De la misma manera avanza la neonatología y la tecnología de la fecundación in vitro”.

Además, consideró que el Gobierno nacional tuvo un rol fundamental al habilitar el debate parlamentario, a pesar de que sus principales funcionarios estén en contra y de que la vice-presidenta Gabriela Michetti, que preside la Cámara de Senadores, rechaza el proyecto. “Casi todos los avances que logramos las mujeres, como el Voto Femenino o la Paridad de Género en listas, fueron avances oportunistas de diferentes gobiernos. Este también lo es, pero el derecho se adquiere igual. Durante 8 años en un Gobierno presuntamente progresista y a cargo de una mujer, no lo logramos”, denunció la filósofa.

La primavera feminista

“Yo creo que el feminismo floreció. Eso es lo que se vio en las vigilias”, aseguró Maffía. Consideró que un factor central en el crecimiento de las organizaciones feministas fue la conformación de diversos modos de activismos o “feminismos populares”, a menudo ligados a organizaciones sociales y políticas que abarcan muchas demandas y no sólo las relacionadas al género. “No hay sólo un movimiento académico, de profesionales que leyeron 18 libros y entonces se recibieron de feministas”, aclara.

Consultada sobre la participación masiva de la juventud, aseguró que el feminismo vive una “irrupción generacional” y que las feministas jóvenes trajeron nuevas características al movimiento, como el activismo corporal, la puesta en la calle, la performatividad y, sobre todo, el rol central de las redes sociales y las nuevas formas de comunicar la política.

“El desarrollo de esa juventud feminista no depende de quienes venimos militando hace años, sino que es totalmente autónomo, tiene una nueva dinámica. Es un resultado tan inesperado después de tanto tiempo. Es como si se hubiera plantado una semilla que tardó mucho en florecer y que, de golpe, florece con todo. Permite que las de mi generación nos retiremos en paz. Me maravilla y, para mí, es una expansión del corazón”, concluyó.

Aldana Huilén Ceijas // Revista Zoom

Política de las arañas y las redes // Marie Bardet

«Este magma subterráneo va más allá del momento y continúa tras el clímax para incubar otras verdades, otros razonamientos, que son los que van a terminar eclosionando en la esfera de lo público, una vez concluida la fase del apaciguamiento. Y este proceso ya está comenzando»

Silvia Rivera Cusicanqui, a propósito del poder destituyente,

«Un mundo Ch’ixi es posible», ed. Tinta Limón

 

#Operaciónaraña, por las vías de subte, hace eco a la evidencia de la alianza entre todo lo que no se aguanta más: la represión policial en la lucha de los subtes por las metrodelegadas, la clandestinidad obligatoria para abortar que denuncia la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto desde décadas, y los gritos, asambleas, marchas, y paros de mujeres contra los femicidios y las violencias económicas agitados por Ni Una Menos. Hacer temblar la red de subterráneos, agitando cada línea como un filón nervioso, afectivo y político de nuestra cuerpa colectiva. #Operaciónaraña se vuelve también herramienta sismográfica para percibir las conexiones existentes entre las injusticias y violencias del patriarcado en cada estación, para trazar las redes que habitamos, arañas que cruzamos nuestras telas.

De entrada, en su llamado, pone patas para arriba las superficialidades y profundidades, lo visible y lo oscuridad de lo subterráneo: volver más visible la conexión entre las luchas metiéndose en la oscuridad bajo la tierra; hacer de las luchas sindicales, de las sexualidades, de los modos de informar-nos, de la escucha-afirmación de nuestros deseos, tantos modos transversales de lo político, asumiendo que “mezclamos todo”. Sí, mezclamos todo, porque todo está entramado. Y es solo afilando nuestras percepciones a esas evidencias de mezcla que no confunde, que no homogeneiza, que podemos imprimir otros trayectos, inventar otras «líneas de errancias”, que desvíen de las marcadas por imperativos que ya muchas, muchos, muches no aguantamos. Y aprender juntas a trazar esas “líneas de errancia”, que trazaba F. Deligny, lo arácnido en nuestras vidas, la red que marca todo gesto, también es afirmar un devenir arácnido de nuestros modos de decisiones como modo de lo político, tejer en el medio de la lucha por la legalización del aborto.

 

Arácnido, es nuestro modo de tomar decisiones.

Con la lucha por la legalización del aborto, los modos de tomar decisiones mismos reconocen sus trayectorias otras, complejas, atravesadas por muchos aspectos heterogéneos: cuando decimos “Nosotras decidimos” sabemos que esa decisión se espesa con las texturas de nuestras experiencias, y del compartir de las experiencias de todas, todos, todes como formación de lo político. Por eso, frente al reproche de que tomamos esa decisión de abortar demasiado livianamente, no contestamos, culposas, reconociendo que sí es cierto, es grave, es una decisión dramáticamente profunda. No, porque sabemos que en la alternativa liviandad superficial versus dramatismo profundo impuesta por una moral transcendental no caben nuestras redes de araña. Si lo volvemos una fiesta, es por un paciente tejido con el que le ganamos al miedo de la clandestinidad, y afirmamos que nuestras decisiones vitales no estarán marcadas por la repartición entre liviano y profundo marcada por una moral de la culpa. No, ni liviandad, ni dramatismo; asumimos lo espeso de modos de decisión: decisión-lío, decisión-enmarañada, y decisión en red.

Una decisión donde se mezclan los deseos, los imaginarios, los soportes económicos, las lecturas del contexto de nuestras vidas, las alianzas que nos fortalecen o no en ese momento. No, no es una decisión liviana, pero no tiene por qué ser gravemente profunda. Que las profundidades y superficialidades, que los graves y agudos, que los rápidos o lentos, queden librados de la clandestinidad que confina hasta hoy el aborto en Argentina, e inventen otra “lógica del sentido”, es decir otra lógica de los sentidos, de las sensaciones y de las significaciones que marcan y hacen a un mundo. Lógica de tela de araña.

Ni necesariamente dramaticamente profundas, ni superlivianas “decerebradas”; porque sabemos que lo dramático viene en gran parte de la clandestinidad y la culpa que pesa sobre nuestras decisiones por un lado; y porque afirmamos que tomamos nuestras decisiones  no solo con el cerebro, sino en otra red de cuerpo-pensamiento: pensamiento “chuyma”, por ejemplo, corazón, pulmón, hígado como recuerda Silvia Rivera Cusicanqui. Entonces es toda la idea de “decidir” que se encuentra desplazada de su raciocino reflexivo y deliberativo de un sujeto moderno modelo sin cuerpo, o que legisla sobre el. Nuestras decisiones situadas en ese andar chuyma, que se tejen con los hilos en presencia, desde los más tangibles de las condiciones económicas que nos rodean en la misma tela que los más finos de lo que aprendemos en el camino que son los del deseo y de la esperanza también de cambiarlo todo, nos atravesan enteramente, de pie a cabeza. Pensar a lo largo del camino junto con mover esa trama compleja, dónde no podemos separar los deseos de nuestras corporeidades, de nuestras imaginaciones, de nuestras reflexiones, ni nuestros gestos de nuestros conceptos. Así, más que buscar nuevxs autorxs, nuevas teorías que calzarían, hacemos guisos de lecturas, escuchas y palabras ensayadas en los últimos meses. Las citas encontradas circulan como condimento nuevo, se vuelven alimentos para las cocinas y alientos para las luchas, pero no un.a autor.a que sea LA teoría nueva. En las últimas semanas, a lo largo de tantas escuchas de las discusiones inevitables en todas las clases, de los debates en senado o diputados, de las voces de las generaciones que la pelean desde hace rato por esto y también en otras partes del mundo, se esbozó en muchas conversaciones una trama de que podemos partir de la complejidad de una trama de decisión para pelear por la legalización del aborto.

Escuchamos y gritamos las frases de las generaciones de feministas que nos preceden, “yo decido sobre mi cuerpo”, “mi cuerpo es un campo de batalla”, sintiendo la fuerza imprescindible de las que vinieron antes, de poner los pies en huellas que volvemos a trazar haciendo memoria. Repetimos como mantra estas frases, y las agujereamos con preguntas ¿“qué es este yo que dice “mi” cuerpo?  ¿Qué gesto inaugura este “sobre” mi cuerpo? ¿Qué brecha sensorial e imaginativa abre decir “nuestras cuerpas”? Y ¿qué gestos inventamos hoy destituyentes de este “yo decido” sin ceder nada a nuestra libertad de decidir? Porque sabemos que agujerear no es necesariamente fragilizar, sino escuchar-haciendo, hacer-escuchando y desplazarnos en el camino. No decidimos tal vez tanto “sobre” “nuestros” cuerpos porque sospechamos de esta posición por sobre el cuerpo y de la idea de poseer un cuerpo, pero sí afirmamos, trazamos, avanzamos decisiones libres desde-con nuestros cuerpos-sensaciones-imaginaciones-condiciones de vida-alianzas del momento-deseos vivos-miedos que arden-esperanzas que atraviesan un momento/movimiento… Y esa paradoja es la paradoja misma de una decisión que es libre tal vez, no porque pertenece a un super sujeto bien autónomo-racional, enteramente sumergido en la profundidad de su re-flexión por sobre “su” cuerpo, sino que se sabe entramada, en red, y que desde esa complejidad, se traza un gesto propio. Esa decisión también está hecha de búsqueda, de descubrimiento, de disfrute: Educación sexual para descubrir, anticonceptivos para disfrutar, #AbortoLegal para decidir.

Complejidad ni necesariamente dramáticamente profunda, ni absolutamente liviana, la de abortar, pero ¡exactamente como la decisión de tener un hijx! Sí, ¿qué se creen? ¿Que no es también un lío decidir tener hijxs o no en este mundo? Cortando zanahoria para el guiso del 13J a la noche, o en las clases siguientes de los viernes en CIA, a la vuelta del Congreso, avanzamos con esta idea: decidir tener un.a hijx ¡también es un lío! Tampoco es una decisión pura y limpiamente de un yo autoritario “sobre” “su cuerpo”. Cortábamos verduras y conversábamos de cómo la decisión de parir había sido para cada una allí un gesto complejo, lleno de preguntas y deseos y sensaciones y proyecciones y mandatos y miedos, pero también de cierta libertad de reírnos de nosotras mismas en el trayecto. Y que peleando por el aborto peleamos por una decisión “en red” de tener y no tener hijxs, por modos “en red” de tenerlxs, y también por trazar ahora nuevos gestos de crianza.  

Saber que están las redes nos permite hacer arder nuestros miedos también, las socorristas en red, primero, que cada vez más gente conoce, hasta esa red arácnida subterránea que se agita para entrar al 8A, en red. Situar lo arácnido de nuestras decisiones en las redes que tejemos en las que nos sentimos amparadas cada vez más para nuestras decisiones-líos, en nuestras respiraciones entre gritos, que agujerean con preguntas los lemas que nos fortalecen.

Decidir en las redes en las que estamos, en lo arácnido de la vida, es tomarse el tiempo-espacio de escuchar nuestros gestos, por más urgentes y fulgurantes que puedan ser.  Es tejer con una e-videncia que surge a veces sin que la podamos explicar del todo, la evidencia de que es el momento, o no, para tener hijx, ahora, más tarde, o nunca. Hacer de eso que no podemos explicar del todo también un espacio de libertad para nuestras decisiones.

Cuando desde sus experiencias en las redes de resistencia en el maquis  y de ocupación de pueblos abandonados con chicxs autistas después de la liberación, Fernand Deligny afirma: “Ningún querer [vouloir] en lo arácnido. Y en todo gesto del querer [vouloir], puede encontrarse lo arácnido, a condición de que se lo busque”, habilita gestos, modos de hacer y vivir que escapan al “yo quiero” voluntario y racional como vivibles. De tanto trazar las “líneas de errancia” de esxs chicxs, presencia de lo arácnido en sus trayectos, con un lápiz en un papel, aprendió a reconocer lo arácnido en cada uno de nuestros gestos. No es tanto que oponga la voluntad del yo quiero a lo arácnido absolutamente involutario, sino que busca la red en cada gesto del querer, y las errancias que se pliegan y despliegan en nuestros gestos, actos, decisiones. Volverse sismógrafx de esas redes de araña con la que actuamos. Desde su “vida en red”, elaboró herramientas no quedarse solo con el sobrevuelo de una voluntad “por sobre” las cosas (y los cuerpos puestos entre ellas), sino apelar y afirmar el trazo de lo arácnido en los gestos, en el actuar.

 

La #operación araña hace temblar desde el subsuelo la trama que pone en red las luchas en los hospitales con las en el subte, la lucha en la salud pública con la creación de medios otros de información, la defensa e inventiva de la educación sexual integral con las trayectorias de lucha por los derechos humanos que son como nervios que atraviesan gran parte de la sociedad argentina que supo hacer de la memoria un arma para la justicia (por eso tan fuertemente atacada por el gobierno). Sí, mezclamos todo, porque la tela está y la recorremos para aprenderla e inventar otras líneas de errancia. En ese andar arácnido, a carcajadas y a gritos, escuchando y llorando, masticamos decisiones ni profundas ni superficiales, sino espesas y entramadas, gestos atravesados por redes de arañas y encontrando la libertad en su trazar. El aborto será ley. “Nosotras decidimos”, en red, política de arañas tejedoras.

Operación Araña. La Tierra tiembla desde abajo // COMUNICADO

Operación Araña
La Tierra tiembla Desde Abajo
#8ASeraLey
#AbortoLegalYa

El 13 de junio en la histórica vigilia frente al Congreso, previa a la media sanción de la ley de aborto, se produjo una ocupación de las calles que hizo de nuestros territorios una casa feminista, nutrida por los activismos diversos. Es el país que se movilizó masivamente con los paros feministas internacionales, que se tiñó con la marea verde de la última marcha Ni Una Menos, con los martes verdes en el Congreso y con los pañuelazos federales convocados por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, lo que hoy hace temblar la Tierra desde abajo.

Ni Una Menos, la Campaña y las Metrodelegadas convocamos a un enorme arco de organizaciones populares para la acción llamada #OperaciónAraña en la que tramamos la ciudad desde los conflictos sociales que atraviesan las vidas de las mujeres y de todas las personas con capacidad de gestar, teniendo como centro urgente la legalización del aborto. Empezamos así a darnos calor para incendiar la próxima vigilia del 8A, cuando exigimos que se sancione la ley sin modificaciones. Volvemos a decir: educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir.

Tomamos cada recorrido de línea de subte para expresar una línea de conflicto. Tomamos la palabra en nombre propio y desde nuestras autonomías.

La línea A pone en escena la demanda por el aborto desde la perspectiva de los derechos humanos exigiendo el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos.

En la línea B decimos que #LaMaternidadSeráDeseadaONoSerá porque #NosMueveElDeseo.

La línea C pone en juego el aborto desde una autonomía que se sostiene en lazos comunitarios: para poder decir NO cuando lo decidimos, y para afirmarnos en cuidados colectivos que son los que nos enseñaron a tejer una genealogía de mujeres que en su tiempo y en diferentes territorios rompieron el mandato de ser envases reproductivos para transmitirnos formas de vida colectiva. No reclamamos la autonomía del individuo separado, sino una autonomía para desplegar un deseo común.

La línea D exige Educación Sexual Integral para descubrir, anticonceptivos para disfrutar, aborto legal para decidir en libertad y para hacer un mundo habitable para todes.

La línea E exige información para decidir contra la desinformación opresiva.

La línea H expone el tema del aborto como cuestión de salud pública. La discusión no es aborto sí o no, como cuestión moral y religiosa, sino aborto clandestino o aborto legal, seguro y gratuito. El aborto seguro es salud, las muertas por aborto clandestino son femicidios de Estado.

Tomamos la ciudad en red y en movimiento y lo mezclamos todo porque las tramas de las violencias afectan nuestras vidas de manera compleja y simultánea. El aborto clandestino no puede pensarse por fuera de esas violencias. La ciudad feminista es un cuerpo colectivo que activamos entre todas y que nos permite reapropiarnos de nuestros cuerpos que son nuestros territorios. Aborto legal es vida, es deseo, es salud y es autonomía.

Participamos:
Yo no fui
Trabajadoras del área de educación del
Museo Nacional de Bellas Artes
Taller de Serigrafía Colectiva
SITRAJU – Comisión géneros y diversidades
Serigrafistas Queer
Secundarixs – Coord. Estudiantil de Base
Secret. de Género – CTA de lxs Trabajadorxs
Quimeras (en Democracia Socialista)
Poetas por el aborto legal
Poder Popular
Pañuelos en Rebeldía
Pandilla Feminista
Nuevo Encuentro
No Tan Distintas
Mujeres Públicas
Mujeres de Artes Tomar (MAT)
MUA
MPLD Corriente Villera 21-24/Zavaleta
Movimiento Feminista Tango
Movimiento de los Pueblos
Megafónicas
Matria
Mariposas AUGe
Mantera Feminista
Mala Junta – Patria Grande
Magdalenas 2da y 3ra generación
Línea peluda
La sublevada
La Revancha Programa (FM La Tribu)
La Negra del Sur
La Maldonada
Juntas y a la izquierda
Insurrectas – Mujeres por la
liberación (CCRS y CR)
Hienas
Grupo de Arte Callejero (GAC)
Gráfica Insurrecta
Fútbol militante
Fundación Soberanía Sanitaria
FUNAS – Colectivo FindeUNmundO
Frente Popular Darío Santillán
Frente Feminista Matero
FM La Tribu
Fieras
Espacio en Construcción de
Artistas Feministas
Escuela de Teatro Político MP La Dignidad
Encuentro de Feminismo Popular
Emergentes
Corriente Popular Juana Azurduy
Coro abortero
Comunicadas
Comediantes Argentinas
Colectivas Músicas
Colectiva Gráfica
Campaña Nacional contra las Violencias
hacia las Mujeres
ATE Salud
ATE Desde Abajo
ATE Capital
Asolar
Asamblea Popular Feminista Comuna 5
Asamblea Lésbica Permanente
Argentinas Autoconvocadas
Asamblea Feminista Flores para acabar
Colectivo Ni Una Menos

Banda de Guerra // Yeguada Latinoamericana [manifiesto]

 

No seguiremos portando e inscribiendo en nuestras cuerpas ningún tipo de norma o mandato sexual. Por el contrario, decidimos tensionar y estallar en las fisuras de aquellas imposiciones naturalizadas y reproducidas como verdad. Nos rebelamos, escupimos y deformamos el “deber ser mujer” hetero-normada en Chile y Latinoamérica. Por ello, entre todas componemos una yeguada, caballada, existencia disociada, nos transformamos en animalas no humanas, no mujeres, recogemos lo primitivo, lo mitológico, lo fundante, para aparecer visibles, sujetas públicas, esparciendo el flujo indecoroso por las calles del ombligo de Santiago, bestias lúbricas, marchando, pisoteando decididas el cemento que dirige a los cuerpos productivos. Deformamos el cuerpo dócil, transitamos indecentes, a pasos del “santo padre”, el tótem cristiano, el Estado-nación. Nos autodenominamos “yeguada” y recordamos el proceso de colonización que introdujo animales no originarixs de estos territorios con el objetivo de instrumentalizarles, disciplinarles, someter su movimiento, su existencia y   utilizarles como tecnología militar. En su segunda visita, Colón trajo una yeguada de 7 hembras con el propósito de esclavizarlas para reproducción y carga. Hacemos ahí un cruce con nuestras propias cuerpas fragmentadas, cosificadas, etiquetadas para el consumo. Nuestros órganos son nombrados por la tecnología política del cuerpo como “órganos reproductores”, mutilando el deseo, el sexo, invisibilizando y negando la utilización de éstos para el placer, castigando la transgresión.

Nosotras hemos decidido abortar el silencio y la posición subalterna. Abortamos la patria como fundamento, así como la identidad chilena, para gritar que somos latinoamericanas yeguas y mestizas, mutantes. Nos burlamos de la historia colonial vestidas de jumpers de color “verde institucional”, que representan el uniforme de esos cuerpos dóciles, deformados y esculpidos por la institución de Carabineros de Chile, dotados de coerción directa y poder fácil, sucio, represivo. El uniforme borra las diferencias y define un ejercicio controlado. Los cuerpos restringen su movimiento, aprenden el desfile, controlan el esfínter, definen un peinado, el vestido, la falda, el maquillaje. El uniforme define límites con les otres, impone identificación, permite cierto estatus público. Y esto ocurre con el escolar, el carabinero o el doctor. Los cuerpos se instruyen y educan: la palabra, el silencio, lo bueno y lo malo, el ideal… Las, los y les cuerpes de todes les actores sociales portan prótesis que moldean su desplazamiento e incluso sus deseos, así como lo hacen los uniformes policiales que indistinguen y borronean la piel, los huesos, el miedo, el criterio, la voluntad.

Como yeguas rechazamos la posición subalterna en la que los humanos han situado a les animales no humanes, así como la estructura patriarcal ha sitiado y situado a la mujer. Concretamente en esta contingencia nos oponemos al uso de la denominada bestia, a su uso como mano de obra esclava, sometida y destinada a resguardar los intereses de las instituciones de poder. Nos reconocemos como sujetas insumisas frente a esa construcción histórica que ha hecho el hombre blanco, heterosexual y cisgénero, el cual nos ha posicionado y calificado como inferiores, mutilando nuestra animalidad e instintos. Cuando nos rebelamos o decidimos subvertir nuestras prácticas se nos persigue y busca castigar, denigrar con insultos especistas de animales no humanos feminizados, intentando hacer también de nuestras libertades estigmas y patologías. Si aquel es el costo de la transgresión a la norma, declaramos que somos las yeguas, las perras, las zorras, las cerdas, las vacas, y todas aquellas sometidas por el antropocentrismo patriarcal, colonizador y neoliberal, que explota e invisibiliza todo cuerpo no hegemónico, lo controla y somete en nombre de la “humanidad” y el progreso.

Re-inventamos nuestro modo de manifestarnos, siendo irreverentes e inmorales para la mayoría de las personas a quienes el Estado y la Iglesia tienen anestesiades. Usamos sus estrategias para incomodar. El bronce marca el paso y produce una atmósfera apocalíptica que la propia institución escolta, permitiendo con ello evidenciar la extraña familiaridad que evoca nuestra presencia, su instrucción militar puesta en conflicto y en impotencia. No concebimos que se le dé bienvenida al jefe de la Iglesia Católica, pues esta institución fue actor protagónico en el proceso de sometimiento de los pueblos originarios. No olvidamos, ni silenciamos el hecho de que aún existen iglesias y conventos en territorios mapuche usurpados. Por ello nos preguntamos ¿Para qué una visita del Papa en un país “laico” desde 1925, si no es para pedir disculpas y devolver lo que se ha robado?, ¿para qué su presencia y espectáculo, si no es para dar cara  ante tanta violación y abuso infantil por parte de los que encarnan la Iglesia? ¿Cómo recibir de brazos abiertos a un Papa que justifica a pedófilos y pederastas, hablando de “calumnias” ¿Un ridículo defensor de la paz y la justicia, que no es capaz de interceder por la injusta persecución a la machi Francisca Linconao y tantos otros perseguidxs políticxs? La denominada autoridad católica omite y sataniza los debates de identidad de género, aborto libre y sin causales y matrimonio igualitario, entre otras consignas contingentes, normalizando y reproduciendo prácticas opresivas y de sometimiento.

Por todo lo anterior y en base a la recepción violenta que ha tenido nuestra acción, ante los vínculos tácitos y aún latentes entre Iglesia-Estado, la valoración mesiánica del empresariado y las grandes élites nacionales, ante la elección de un reconocido delincuente como presidente de la República: declaramos que estamos en guerra, en resistencia, como yeguas locas, indisciplinadas, haciendo sonar nuestras trompetas en el cielo y en las cuerpas.

 

http://dystopica.org

Caza de brujas en Mendoza: Golpean y amenazan de muerte a militantes feministas del Barrio Cano

 

Días atrás, 4 militantes feministas que viven en el Barrio Cano de la ciudad de Mendoza fueron brutalmente agredidas y amenazadas de muerte. Los amedrentamientos, basados en argumentos xenófobos y machistas, provienen de sus propias vecinas del edificio. Los hechos no son aislados, se inscriben en una ola de violencia desatada por los sectores más conservadores de la sociedad contra los avances del movimiento feminista

En el Barrio Cano, ubicado en la sexta sección de la ciudad de Mendoza, se desarrolla desde hace 5 años una iniciativa de economía solidaria con perspectiva de género: la Feria Ameri Cano que todos los sábados se instala en la plaza del barrio, agrupando a cientos de mujeres feriantes. Alicia Maldonado forma parte de esta iniciativa desde sus inicios, siendo una de las impulsoras de la organización. Al respecto, nos cuenta “La feria se ha ido transformando. Surgió primero como un grupo de amigas que se juntaban a vender la ropa que ya no usaban. Empezamos siendo 4, despúes 12, ahora somos 300. Y la organización se ha ido redefiniendo, transformando a medida que como cuerpo colectivo nos hemos ido pensando, enfrentando distintos proyectos e iniciativas que sentíamos necesarias para ir creciendo como espacio. Y hoy día hemos llegado a identificarnos como una organización feminista de base territorial, donde hay una gran diversidad de pensamiento con respecto a distintas cuestiones como la cuestión del aborto, los partidos, pero nos unimos a partir de una economía social donde implementamos prácticas que se podrían considerar como no neoliberales. Además es un espacio de articulación y de redes que sobrepasan lo  meramente económico y en ese espacio ocurren una serie de procesos que habilitan otros procesos que tienen que ver con la contención que se da a mujeres que son víctimas de violencia de género, violencia institucional, laboral. Y a lo largo de este tiempo, hemos desarrollado distintas iniciativas que tienen que ver con talleres de capacitación, de género, otras iniciativas comunitarias como ciclos de cine, ciclos de debates, hasta milongas no misóginas; es decir, todas las actividades que surgen de allí siempre se abordan desde una perspectiva de género que más que identificarnos con un feminismo en particular, entendiendo que hay muchos feminismos, lo que hacemos es implementar una práctica feminista; deconstruir las lógicas patriarcales para organizarnos en el territorio”.

Alicia es chilena y vive en el Barrio Cano hace 11 años. Fruto del proceso de organización de la Feria, ella y otras vecinas se organizaron a través de un sistema de delegadas por monoblock y ganaron las elecciones del consorcio del barrio, luego de 20 años de que no se celebraran comicios. El pasado viernes 29 de junio, Alicia y dos militantes feministas fueron fueron brutalmente agredidas y amenazadas de muerte. Los amedrentamientos, basados en argumentos xenófobos y machistas, provienen de sus propias vecinas del edificio. Relata Alicia: “He estado recibiendo hostigamientos por parte de ellas hace muchísimo tiempo por mi nacionalidad, porque le molestan mis prácticas, mi cotidianidad que no tiene nada que ver con las prácticas que por ahí se esperan de una mujer de mi edad, de mi nacionalidad. Esa bronca acumulada llevó a que ese día 29, una de ellas me golpeara la puerta a patadas, gritándome: ‘chilena, puta, abortera, usurpadora’ con mucho odio, mucha bronca; haciendo alusión sobre todo a que soy chilena y soy puta. Esa es la causa principal por la que ella considera que yo merecía ser golpeada. Luego de eso, llamé a mis compañeras, inmediatamente se acercó un grupo de vecinas del barrio, fui a la comisaría a poner la denuncia. Ella [la agresora] va con otra vecina, que son las dos Pro Vida, que están con la bandera argentina en la ventana, con el cartel Provida y permanentemente hostigándome por mi condición de extranjera. Allí en el hall central de la comisaría, agrede a otra compañera, trata de ahorcarla. Cuando terminamos de poner la denuncia, estas personas se habían arrimado a denunciarme a mí y a mi hijo de que nosotros supuestamente le habíamos pegado. Y cuando estábamos afuera ya dispuestas a volvernos a nuestra casa, estas personas me toman afuera de la comisaría, me agarran a patadas en el suelo. Cuando las dos compañeras que estaban conmigo trataron de sacarla, también las golpea a ellas. La policía las saca de encima de mí, supuestamente la habían detenido. El fiscal se había comprometido a sacar medidas de protección, esas cosas nunca ocurrieron. Personalmente siento que la policía avala todo ese tipo de acciones porque nosotras desde la Feria le pusimos una denuncia a la fiscalía, debido a que de manera sistemática no toma, no recoge las denuncias por violencia de género. Hemos tenido el caso de muchas compañeras que han ido sangrando a poner la denuncia, debido a los golpes que les han dado sus parejas, y se niegan a tomar las denuncias. Es un accionar sistemático”.

Realizadas las denuncias pertinentes en la Comisaría Sexta, la solidaridad se hizo presente. Llegaron integrantes de la Campaña Nacional contra la Violencia hacia las mujeres, Ñañacay, Altallama, Feministas Autónomas, La Colectiva, entre otras . Una de las agresoras quedó presa pero fue liberada horas más tarde.

El sábado 30 se realizó una convocatoria en el marco de la Feria Ameri Cano, en la que se expusieron los hechos y tomaron la palabra distintas mujeres pensando colectivamente la situación, formas de protección y autodefensa. Sin embargo, esa tarde las amenazas continuaron por parte de una de las mismas agresoras. Esta vez fueron dirigidas a Natalia Peña, activa militante feminista que vive en el mismo edificio que Alicia Maldonado. Expresa Natalia “A nosotras nos agredieron y nos dijeron que nos iban a matar, nos amenazaron con prendernos fuego la casa, nos dijeron que ‘las feministas éramos picudas en ciertos lugares y en otros no podíamos hacer nada’. Lo que pensamos de estas amenazas y esta violencia es que se está poniendo en juego un orden establecido en el que nosotras como feministas estamos avanzando. Y eso se está sintiendo, se está viendo y llega a todos los sectores. Y tienen reacciones, son pequeñas acciones de grupos no organizados, pero que en verdad tejen lazos espontáneos, son como microfacismos resistiendo. Hay resistencias a un cambio de orden, y las feministas estamos avanzando en eso. Y no sólo avanzamos como movimiento, también avanzamos en nuestras prácticas, en nuestra condición de mujeres, de vivir solas, de ser feministas; las prácticas de todos los días representan una amenaza en muchos sentidos. Por eso creemos que no han sido violencias espontáneas, sino que tienen que ver con un fuerte origen en el odio a todo lo que no responde, un odio a nuestro avance como feministas en muchos sentidos y que en la coyuntura se está sintiendo ese avance. No es menor el tratado de la despenalización del aborto, la cantidad de compañeras que empiezan a sacar sus situaciones de violencia a la luz, no es menor que cada vez hayan más organizaciones feministas en los barrios. Eso se empieza a sentir, y las respuestas, las reacciones, las resistencias también. Y eso es justamente lo que estamos viviendo nosotras en nuestros cuerpos en este momento. Creemos que tiene que ver con una persecusión política muy ligada al sentido común, no es una persecusión política organizada”.

Como medida preventiva momentánea para resguardar sus vidas, las militantes agredidas debieron retirar algunas pertenencias y dormir en otras casas. Ayer domingo 1 de julio se realizó una nueva reunión entre vecines y organizaciones sociales con el objetivo de definir las próximas acciones. Se acordó realizar un festival contra todas las formas de violencia, denunciar la “inoperancia” y la sistemática violencia institucional por parte de la Comisaría sexta y la Oficina Fiscal N° 2 e implementar sistemas comunitarios de comunicación y protección. Finalizada la reunión, todes les asistentes compañaron a las vecinas agredidas a sus departamentos a buscar ropa y abrigo hasta que puedan regresar a sus hogares. La jornada finalizó sin incidentes de ningún tipo.

Hechos como este no son aislados, se inscriben en una ola de violencia desatada por los sectores más conservadores de la sociedad contra los avances del movimiento feminista por una vida sin patriarcado. Recordemos los amedrentamientos en Ciudad y provincia de Buenos Aires contra mujeres y jóvenes que portaban su pañuelo verde, perpetrados en plena vía pública o medios de transporte. En la Provincia de Mendoza, además de lo sucedido en el Barrio Cano, el sábado 23 de junio una joven fue perseguida varias cuadras por el centro del Departamento de Godoy Cruz. Luego de refugiarse en un local comercial, quienes la acechaban la cruzaron en plena vía pública siendo violentada por llevar su pañuelo de la Campaña. El 12 de junio había sido robada una bolsa con 500 pañuelos verdes que se encontraron luego en un basural. Al día siguiente, durante la fría vigilia por la media sanción de la Cámara de Diputados al proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo, las mujeres fueron amedrentadas con una amenaza de bomba en la carpa que habían levantado en la Plaza Independencia. La policía realizó requisas y desalojó el lugar, pero las manifestantes regresaron y continuaron resistiendo junto a millones en todo el país.

Sin dudas, esta “nueva caza de Brujas” se encuentra con una fuerza colectiva que construye herramientas de cuidado y protección que permiten seguir avanzando en las reivindicaciones históricas del movimiento de mujeres que hoy está haciendo historia. Sin dudas, como se escucha en las calles y plazas, “si tocan a una, respondemos todas”.

 

http://www.anred.org/

Texto para la verdadera Noche de la Filosofía// Virginia Cano

La devastación de los recursos estatales y del reservorio crítico que anida en una buena parte de sus instituciones son una pieza clave en la maquinaria de precarización que despliega el actual gobierno. Los 354 (+3) despidos de TELAM no sólo incrementan la tasa de desempleo que viene provocando la actual gestión en el sector público, también constituyen un índice expresivo de la actual embestida neoliberal que pretende disciplinar a la opinión pública y cercenar las fuentes de pensamiento crítico y agonístico del presente. Es por eso que nosotres, filósofas y filósofos, muchxs también empleados y empleadas estatales, no podemos permanecer callados, como si aquí no pasara nada.

Foucault dice en su segundo volumen a la Historia de la sexualidad que:
“Hay momentos en la vida en los que la cuestión de saber si se puede pensar distinto de como se piensa y percibir distinto de como se ve es indispensable para seguir contemplando o reflexionando. (…) ¿Qué es la filosofía hoy -quiero decir la actividad filosófica- si no el trabajo crítico del pensamiento sobre sí mismo? ¿Y si no consiste, en vez de legitimar lo que ya se sabe, en emprender el saber cómo y hasta dónde sería posible pensar distinto?”

En un momento donde la lengua neo-liberal del gobierno equipara la razón con el pensamiento instrumental, donde la estrategia comunicacional de sus políticas de austeridad hace de las palabras mantras y eslogans, en un presente donde el disenso y la disputa por los modos de vivir y de hacer política son impugnados y sospechados, donde los medios de comunicación son amordazados y la opinión pública estratégicamente manipulada, en un contexto de neutralización del “diálogo” y de devaluación de la palabra comprometida y confrontativa, donde la protesta y la manifestación públicas son perseguidas y criminalizadas, hoy, en nuestro presente histórico, aquí, donde acaban de despedir a tantxs compañerxs trabajadores de la contra/cultura y la palabra comprometida con la transformación social, hoy más que nunca, nos urge devolverle a la filosofía -y al discurso en general- su potencia disruptiva, su capacidad de transformación, su fuerza de interrupción, su tensión creativa. Bien sabemos que las palabras y los discursos, y desde ya también la filosofía, pueden ser funcionales a la reproducción y el sostenimiento del status quo. Pueden ser -y de hecho son- eficaces tecnologías de control y disciplinamiento. Es por eso que necesitamos de las palabras polémicas, incómodas, ásperas, tajantes, insumisas, desacatadas, contestarias y corrosivas, capaces de tensionar nuestro presente y sus sentidos imperantes.

Si la filosofía quiere ser parte de las “lenguas del desacato”, para usar una expresión de valeria flores, si pensamos que nuestra actividad filosófica debe contribuir a intervenir y cortocircuitar las políticas de precarización neo-liberal y sus lógicas de fragmentación social, la filosofía como toda palabra pública y discurso del saber -¿o debería más bien aquí decir nosotrxs, las y los filósofos?- debe asumir un compromiso con nuestro presente histórico y con sus luchas por un mundo menos desigual y más habitable. Que la filosofía asuma ese compromiso requiere de nuestra capacidad para inventar espacios como éste, donde la filosofía abandona la muchas veces inmunizada lógica burocrático-académica, para entremezclarse con otros modos de decir, hacer, pensar, sentir; para dejarse interpelar, para aprender y contaminarse de otras experiencias, otras tesituras teórico-escriturales, otras pulsiones del pensar, del decir y del hacer.

De lxs compañerxs de Télam, entre otras cosas, aprendemos -y acompañamos- la importancia de la lucha y la articulación colectiva, de esa experiencia que surge sólo cuando se abandona el individualismo atomizador e inmunizante en el que nos quieren adoctrinar a fuerza de discursos meritocráticos y emprendedoristas, para dar lugar a algo que nos saca de nosotrxs mismxs, que nos conmueve y por tanto nos transforma. Frente a ese egoliberalismo que nos quieren solas, aislades, desarticulados, hoy, festejo con todxs uds, este pliegue filosófico, esta trinchera hecha de palabras y reflexiones, este encuentro con las y los compañeros despedidos en Telam que aviva algo del fuego del que es capaz la filosofía.

CONVOCATORIA 13HS. COMUNICADO ANTE LAS AGRESIONES Y PERSECUCIONES OCURRIDAS CONTRA COMPAÑERAS DEL BARRIO CANO // FERIA AMERICANO

CONVOCAMOS, 13:00 HS FERIA AMERICANO. ACTIVIDADES, RESISTENCIAS, JUSTICIA POÉTICA, RADIO ABIERTA Y QUE CIRCULE LA PALABRA. COMUNICADO ANTE LAS AGRESIONES Y PERSECUCIONES OCURRIDAS CONTRA COMPAÑERAS DEL BARRIO CANO
29 de Junio de 2018. Un grupo de compañeras de la Feria Americano fueron brutalmente agredidas físicamente y amenazadas con insultos, por sus prácticas feministas con argumentos xenófobos y machistas.
Comprobamos que mientras más avanzamos en la construcción de una estrategia no neoliberal, sin violencia de mercado y desde la organización de las mujeres, el odio que nos acedia es directamente proporcional a la felicidad que sabemos construir. Vivenciamos constantes formas de control, persecución, vigilancia, violencia y muerte. La historia da cuenta de ello.
No somos un depósito para tu violencia. Nuestros días son de lucha y solidaridad con el movimiento de mujeres y feministas, con autonomía frente a los traidores de siempre, por el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos. No somos el útero del capital. Repudiamos todo acto de violencia, persecución y hostigamiento.
Estamos juntas. Sabemos de afectos. Sabemos cómo cuidarnos. Estamos atentxs. Sabemos que a medida que avanzamos en el reconocimiento de derechos, los sectores anti-derechos de hoy y de siempre, responderán, reaccionarán y se expresarán con violencia.
Nosotras queremos otra vida, otros vínculos, otra comunidad.
Defendemos el derecho innegociable de movernos, opinar y decidir sobre nuestras vidas. Libres de todo juicio moral, amenaza de muerte o de violencia. Rechazamos todo intento de callarnos, apaciguarnos, disciplinarnos e instalar el miedo en nosotras.
Estamos aquí. No vamos a callarnos. Ni a desaparecer.
Sabemos que el patriarcado se va a caer, se va a caer, se va a caer.
Y en eso andamos…

PARO FEMINISTA EN CUALQUIER LUGAR, PAÑUELAZO FEDERAL POR EL ABORTO LEGAL // NI UNA MENOS

abortolegalya

Mueran por coger // Diego Valeriano

Mueran por coger, ahora, en este momento, por abrir las piernas, por querer gozar, por acabar jugoso. Mueran en los hospitales inmundos, mueran en las guardias, mueran mientras el médico duerme, mientras alguien reza, mientras los senadores oportunistas ven que hacen.

Mueran por ser guachines, por no ser nenes, por ser irreverentes, por mal educados, por arrogantes, por plantarse en el aula frente al autoritarismo, por no aceptar ninguna gilada más, por no dejarse educar. Que mueran solos en el rancho devorado por el fuego, por una bala perdida, porque el agua tapo todo, que mueran mientras la trabajadora social está en el juzgado haciendo el expediente.

Mueran por pibas, porque nos dan miedo, porque desarman las pobres existencias, porque hacen vida cada vez, porque nos re cabio. Mueran mientras el patrullero no llega, mientras los cagones que postean militancia agachan la cabeza por la noche, mientras una amiga grita sola, mientras los ortivas festejan.

Mueran por travas, por estar ahí cuando llevo a mi hijo a la escuela, por la imagen que nos devuelven, por la falopa que les compramos, por la fantasía que nos despiertan. Que mueran por venir de tan lejos, por dejar todo atrás, por ser una vergüenza en la familia, por no pedir perdón.

Mueran por enemigos, por pibes, por romper la noche, por llevar el fierro en la cintura, por tomársela toda, por devolver la crueldad tal cual es.  Mueran en el calabozo, total todos lo sabemos, mueran en un patrullero total igual dormimos. Que mueran, total no es el primero de los hermanos que pierde, total las lágrimas de madre ya están tatuadas de antes.

Que mueran los gedes, las negras que piden, los locos, las turras que solo quieren divertirse, los que cagan a piedrazos el tren, las que esperan alguna oportunidad, los que matan sin preguntar, las putas viejas de colectora, los que no entienden de tu solidaridad, las que faltan a los talleres y se quedan fumando en el campito.  Que se mueran por voraces y descanseras, por estar de fiesta un martes y no dejarnos dormir, por reflejar la vida como un espejo peposo y cínico, un espejo manija que nos hace parecer bastante a eso que decimos enfrentar.

 

Foto: Colectivo Manifiesto

De “salvemos las dos vidas” a “muéranse por abortar” // Laura Verdile para La Primera Piedra

“En mi guardia los abortos se harán sin anestesia”, publicó en su muro de Facebook un anestesiólogo del Hospital de la Madre y el Niño de la provincia de La Rioja, el pasado viernes 15 de junio. Solo había pasado un día luego de que la Cámara de Diputados diera media sanción al proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo, tras un largo debate parlamentario acompañado por miles de personas en los alrededores del Congreso. El repudiable comentario – festejado también por varias personas –se difundió rápidamente en las redes sociales, logrando que el caso llegara a oídos del Ministerio de Salud riojano que, horas después, expresó su rechazo y resolvió su despido, además de dejar en clara su posición contra toda clase de violencia obstétrica y a favor de los derechos de género.

“El Ministerio de Salud, a través del Hospital de la Madre y el Niño, repudió los dichos expresados por un médico anestesista de dicha institución habiendo resuelto desafectarlo de manera inmediata y elevar comunicación a la Asociación de Anestesia de la provincia, al Consejo de Médicos y al Colegio Médico de la provincia”, dice el comunicado. “Como referentes de la salud pública, garantizamos el derecho a la salud de todas las mujeres de nuestra Provincia, que acudan a los hospitales públicos y centros de salud”, concluye. Este no fue el único caso que tuvo repercusión en las redes sociales: con pocas horas de diferencia respecto del primer comentario, otro médico de La Rioja perteneciente al Hospital regional Dr. Enrique Vera Barros publicó también en Facebook: “#CuentenComingo (Para reventarle la cabeza a palos así aprenden a ponerse un forro. Las envuelvo en celofán..)”.

Estos tampoco se trataron de episodios aislados: en los últimos días, fue constante la presencia en redes sociales de comentarios y actos violentos por parte de quienes enarbolan la bandera de “las dos vidas” hacia mujeres que defienden la legalización del aborto y hacia todas aquellas que optarían por interrumpir su embarazo. También tuvieron repercusión los dichos que circularon en Twitter en referencia al trágico episodio que terminó con la vida del hijo y la esposa del senador de Formosa, Luis Naidenoff. Al haberse expresado a favor del proyecto de ley, fueron varios quienes publicaron repudiables frases como “justicia divina”. Las amenazas de muerte, violación y las más crueles formas de violencia demuestran que, lejos de querer salvaguardar la vida, lo que desata la ira del núcleo más duro del machismo es que las mujeres reivindiquen la libertad sobre sus cuerpos, fuera de los límites marcados por la cultura patriarcal.

Apoyados en la idea de maternidad como mandato, estos discursos forman parte de la reacción misógina ante la autonomía que reclaman las mujeres, en este caso en las dimensiones sexual y reproductiva, y buscan disciplinar y someter a quienes se atreven a desafiar el sistema establecido. Se trata también de un patrón visible en el último tiempo: las luchas feministas y la reafirmación de las identidades disidentes han suscitado toda clase de episodios agresivos por parte de quienes no aceptan la diversidad y continúan viendo a las mujeres como objetos que deben amoldarse a normas inamovibles. Así surgen, por ejemplo, las amenazas de las denominadas “violaciones correctivas” que, como hemos mencionado en La Primera Piedra, son comunes para todas aquellas que se atrevan a alzar la voz o desafiar el “orden”.

Pero además, las reacciones mencionadas de los profesionales de la salud ponen en evidencia una cara de la violencia machista muy común a la hora de hablar de los derechos reproductivos: la maternidad no sólo como una obligación, sino también como algo que se transita con dolor. Frases como “si te gustó lo dulce, ahora aguantate lo amargo”, que continúan siendo una agresión común durante el parto – de acuerdo a los registros del Observatorio de Violencia Obstétrica llevado adelante por la agrupación Las Casildas -, implican una condena que la mujer recibe por el placer sexual, y que es la misma que los sectores machistas ponen en quien decide abortar.

Tanto uno como otro caso – la violencia durante el parto y el rechazo a la interrupción legal del embarazo – hablan de un control sobre los cuerpos de las mujeres y de su libertad sexual, reservada para el varón. De esta manera, se anula la voluntad y la capacidad decisoria: una vez más, la mujer es cosificada para que responda a los mandatos tradicionalmente asignados por la cultura. Así, no solo se ponen en juego ciertas formas legítimas de ocupar el espacio público, sino también de comportarse en el ámbito privado, donde el deseo continúa siendo estigmatizado.

Que miles de mujeres organizadas exijan soberanía sobre sus cuerpos rompiendo con uno de los tabúes más arraigados en nuestra sociedad implica un cambio crucial en el denominado “sentido común” y eso es algo que molesta. Es marcar un límite a la vergüenza y a la culpa como mecanismos centrales en una relación de poder en la que las mujeres fueron históricamente oprimidas. Es, también, desnaturalizar la violencia con la que se intenta someter a todas aquellas que reclaman por su autonomía, que probaron tejer redes inquebrantables.

 

Laura Verdile para La Primera Piedra.

¿Acaso es otra cosa la revolución? // Alejandra Rodríguez

En las calles transformamos la manera de pensar, hacer y comprender lo político. En ellas elaboramos nuestros dolores y conflictos a la vez que instituimos otras formas de estar entre nosotras y problematizar nuestras existencias. Juntas componemos imágenes que ensanchan y tensionan los límites y sentidos de la política. Imágenes que en sus despliegues vuelven como olas que hacen crecer cada vez más la marea.

La representación política y las instituciones no son para nosotras puntos de llegada, sino partes del paisaje que nuestra fuerza desborda, cuestiona y condiciona. ¡Nos tienen miedo porque no tenemos miedo! cantamos alrededor del fuego que hicimos arder sobre el asfalto con la alegría y la certeza de saber que ahí queríamos estar. ¡Y ahora que estamos juntas, y ahora que si nos ven! Después de tanto tiempo estamos saliendo de los encierros de nuestras casas, rompiendo los cercos que todas las violencias producen en nuestras vidas, para componer un feminismo capaz de cobijar las múltiples disidencias y rebeldías.

No intenten confundir, ni catalogar, ni encuadrar y muchos menos banalizar nuestras insurgencias porque acarreamos dolores desde tiempos remotos y tenemos la certeza de que no hay vuelta atrás. El feminismo popular no encuentra sus razones en las gestas mezquinas ni en los rituales de la realpolitik que reduce las potencias plebeyas a meras capturas y urnas. Porque pasaron muchos años, figuras, promesas, partidos, y plataformas electorales pero nuestras vidas siguen siendo territorios de los cuales otros se creen dueños. Y hoy decimos basta. Y para quienes nos preguntan por el salto al “poder real”, les contestamos: ¿Acaso hay algo más poderoso que estar entre nosotras luchando por la autonomía de nuestros cuerpos? ¿Qué es el poder sino la posibilidad del desarme constante de sus mecanismos concretos?

La revuelta festiva callejera es un caldero donde arden los mandatos que nos ordenan como debemos vivir a la vez que entre sus llamas se originan las fuerzas de las vidas que si queremos abrazar. Las calles nunca son las mismas, porque van tomando las formas de nuestras revueltas. Hoy las calles son nuestras. En ellas nos acuerpamos ante el desamparo de la acumulación capitalista, patriarcal y neoliberal. Nos auto-cuidamos. Improvisamos nuestros repertorios de canticos y frases. Estampamos en las telas y remeras las consignas como mantras. Nos maquillamos con brillantinas y colores. Cocinamos altos guisos. Armamos fuegos para repararnos del frio. Conversamos. Nos reímos. Soñamos. Nos abrazamos y bailamos. Agitamos la furia que mutamos en deseos. Hacemos del estar entre nosotras una fiesta. Una gran casa de afectos. Así, ponemos en acto otros modos de vivir. ¿Acaso es otra cosa la revolución?

 

*activista feminista

Ocupamos la noche // Verónica Gago

Quisieron, desde el gobierno, armar una escenografía absurda. Partir la plaza del Congreso como si hubiese una “simetría” de fuerzas: pro-vida vs. pro-aborto (así la titularon). Como si la división del conteo de votos en el Congreso que se venía peleando en el lobby parlamentario desde hace semanas reflejaría en proporción lo que pasaba en la calle.

Esto tenía dos intenciones. Primero: desconocer la masividad que el debate a favor de la legalización del aborto ha logrado, traspasando edades, organizaciones, barrios, familias y lenguajes. En ese sentido, esta “marea verde” mostró la presión desde abajo contra la cual el sistema representativo no pudo inmunizarse. La democracia que se ejerce en las calles tiene la fuerza de lo real y esa es la verdadera “asimetría”.

Segundo objetivo: al diseñar una nueva “grieta” artificiosa armada con vallas, se quería despreciar un acumulado histórico de luchas. La contundencia de la foto de una plaza masiva y verde del 4J fue la antesala inmediata de esta corriente de opinión, sensibilidad y capacidad de movilización callejera que volvió a tomar la ciudad. Quisieron evitar que se repita de nuevo esa foto. Y el movimiento tomó la forma de una serpentina plateada y verde, ocupando varias avenidas, haciendo temblar y brillar la noche con fuegos acá y allá, con purpurina que encendía los rostros, con mantas de colores que tapizaban el asfalto.

El desborde masivo desbarató la coreografía patética del oficialismo. Éramos miles y miles yendo y viniendo. Dispuestxs a que el tiempo de permanencia no fuera un problema. Ocupar la noche fue no saber del tiempo de reloj. El estado de vigilia fue una mezcla del estado de alerta que el movimiento feminista viene instalando sobre las tramas de violencia contra el cuerpo de las mujeres con una algarabía de estar juntxs que nos envuelve en un cuerpo colectivo y nos abriga.

No hay vuelta atrás. En ese modo de producir cuidados al ocupar la calle. No hay vuelta atrás. En las miradas luminosas de tantxs jóvenes que saben que ocupar la calle es la verdadera forma de hacer política y donde todos los cuerpos cuentan. No hay vuelta atrás. Porque abrimos una brecha en el futuro que nos quieren robar con la deuda externa y con las formas de deuda privada, como mordazas sobre nuestros cotidianos. No hay vuelta atrás porque agujereamos la normalidad. Porque en estas fiestas masivas con las que estamos haciendo historias nos estamos inventando nuevas formas de existencia colectiva. Tenemos un “nosotrxs”. Nos tenemos. Y nuestra verdad es que no estamos solas.

 

 

Ser Piba // Diego Valeriano

Ser piba, ranchar en el congreso, armar una fogata y que un fuego verde devore todo. Que no queden ni las cenizas de lo que somos. Ser piba desde lo más profundo, desde las madrugadas, desde el aguante, desde el  miedo, desde el segundeo, desde la fiesta.

Ser piba, inundar el Sarmiento, las aulas, el  A, rebalsar las calles.  Llenar de temor a los que dormían tranquilos, a las ortibas, a los dirigentes, a los troskos que mueren por protagonismo, a los que van a las marchas como selfies, a los que escriben para congraciarse, a los que si bien ahora entienden ya es demasiado tarde.

Ser piba para entender absolutamente todo. Para plantarse frente a los giles, para construir tantas ideas que transmuten la vida cotidiana, para hacer incomoda la vida adulta, para saber que ahora, en esta plaza,  el combate es inminente.

Ser piba como único gesto político, como gloria, como nacimiento, como caníbales. Para mirar a todos como pobres tipos, para almorzar en Tarzan y que los viejos mueran de odio del verde. Sacarle la careta a los gatos de la  iglesia, en especial a los que parecen compañeros. Escrachar guachos que creían amigos y amigarse con pibas que parecían tan lejanas.

Ser piba para estar así de manija toda la vida, para que todas sean pibas, para que piba sea todo lo que es. Para no escuchar hablar nunca más de trabajadores, ni de unidad, ni de los setenta. Para que los de la CGT se caguen todos, para que los rati bajen la vista, para matar de una buena vez a Dios.

Carta Abierta de educadoras populares y activistas territoriales feministas

A los curas villeros y a los dirigentes de organizaciones populares que se han opuesto a la legalización del aborto
El debate por el derecho de las mujeres a decidir sobre nuestros cuerpos ya está instalado en la sociedad.
No es un derecho que atañe sólo a las mujeres que pueden abortar porque tienen acceso a recursos económicos, afectivos, informativos. Es un derecho para todas las mujeres y personas con cuerpos gestantes.
Como educadoras populares feministas, algunas partícipes de movimientos y organizaciones territoriales, piqueteras, de barrios y villas, de migrantes, y otras que interactuamos comprometidamente con esos movimientos, sabemos que el aborto es una práctica habitual de las mujeres empobrecidas por las políticas neoliberales, capitalistas, héteropatriarcales, misóginas, racistas y coloniales. Sabemos que estas prácticas se realizan por lo general en la clandestinidad, porque están penalizadas legalmente y socialmente. En estos dos niveles, la prédica religiosa ha sido uno de los factores culturales que ha creado obstáculos y miedos para impedir que las mujeres podamos decidir sobre nuestros cuerpos. Es así que por el “temor a la condena” religiosa y social, las mujeres terminamos muriendo desangradas, cuando no tenemos recursos para realizar la interrupción voluntaria del embarazo en clínicas privadas o con asistencia médica si es necesario.
No vamos a detenernos en la gran cantidad de argumentos en favor de la legalización del aborto, que fueron dados y publicados en estas jornadas de debates dentro y fuera del Congreso. Sí queremos responder puntualmente a las expresiones de oposición que realizaron algunos curas villeros, y algunos dirigentes de movimientos sociales con quienes compartimos muchas jornadas de lucha, por la vida de lxs pibxs, contra la criminalización de la pobreza, contra el hambre, por el derecho al trabajo, a la vivienda, a la salud, a la educación. Escribimos a compañeros de muchas luchas, a quienes respetamos por su entrega en diferentes causas, y a quienes exigimos que cuando se trata de derechos de las mujeres, no hablen en nuestro nombre. Les exigimos, compañeros, porque ustedes, que han hecho la opción por “los” pobres, no se deciden sin embargo a realizar la opción por “las” pobres, y lo que es más grave, toman nuestra palabra para negar nuestros derechos.
Hermanos, compañeros, basta de condenarnos a muertes seguras invocando la voluntad de Dios y afirmando que las mujeres pobres “no estamos a favor del aborto”. Sabemos que las interpretaciones religiosas y los textos bíblicos fueron realizados históricamente por varones, y ustedes también son varones que no alcanzan a escuchar nuestra palabra, porque creen que desmiente el dogma de las iglesias, sean católicas o evangélicas, u otras. Es cierto que muchas de las mujeres en nuestros barrios, territorios, comunidades, villas, están efectivamente en contra del aborto, producto de su fe en lo que ustedes han sembrado como “palabra de Dios”. Sabemos que desde el púlpito muchas veces se siembra miedo y se generan estigmas.
A quienes como curas, pastores, o como delegados papales en los movimientos sociales insisten en descalificar nuestras exigencias, les decimos que la revolución feminista, popular, crece desde abajo, desde las comunidades en las que nos cruzamos todos los días. Esperamos que nos escuchen. Son mujeres las muertas en abortos clandestinos. Si insisten en no escuchar este modo de gritar ni una menos, terminarán perdiendo fuerza sus oraciones y la fe de las mujeres en ellas.
Queremos caminar a la par. No iremos atrás, ni al costado, ni con la cabeza agachada, a luchar por nuestros derechos y nuestros deseos.
Primeras firmas de educadoras populares y activistas territoriales feministas
*Frente Popular Darío Santillán Corriente Nacional: Celina Rodriguez Molina (Cátedra Virginia Bolten), Melina Deleclike, Lic. Miño Viviana. Secretaria Gremial Seccional Hospital Paroissien de La Matanza. CICOP, Luz Merlo, Candela Verziera, Ana Esther Medina, María Florencia Fajardo, Gladys Mabel Vega, Julieta Di Guilmi, Aurelia González, Marianela Miranda. Zulema Aguirre (Mujeres en red de Villa La Angostura), Luz Amparo Asalde Hernandez (Berisso). Necochea: Socorristas en Red. Feministas que abortamos: Eugenia Ferrario, Ayelen Bodega, Daniela Sosa, Mariela Rossi, Florencia Olgini, Magalí Francia
*Frente Popular Darío Santillán: CABA: Espacio de Mujeres y disidencias: Florencia Noceti, Farelis Silva, Mavyle Basile, Mariela Oyakawa; Bachillerato Popular Darío Santillán: Analia Segado, Natalia Aldrey; Che Barracas: Marta Alicia Sosa; MeCoPo: Gladys Miguez; Lanús: Espacio Popular Aquí se respira Lucha: Celina Eva Rodríguez Marín; En Movimiento, Jardín de Primera Infancia: Nancy Mabel Medina, Maia Mauriño; Bachillerato Popular Roca Negra: Alejandra Andreone, Soledad Eleuterio; Club el Dari Barrio La Torre: Camila Panizo, Jimena Llanes; Club el Dari Barrio La Fe: Malena Díaz Pascielli; Área de Comunicación, Julia Carlana; Córdoba: Espacio de Mujeres y Diversidad, del barrio Los Fresnos: Nora Cortez Casazola, de La Juntada Compañera: Stefania Melchiori, Camila Tania Nuñez, militante secundaria; Unidas en Libertad: María Paz, Carolina Paz, Victoria Guerrero, Edelmira Garnica; Barrio Angelelli; Leonardi Viviana Josefa, Fernanda Gutiérrez. Marcela Exposito, militante, educadora popular, docente, integrante del Espacio de Mujeres y Diversidad, de la Asamblea NI UNA MENOS Córdoba, Malena Aceve; Villa Pigüé: Fatima Eliana Velarde, cooperativista, Eva Isabel Solorzano, Mirtha Haidee Inga, cooperativista, María de los Angeles Ibarra, Fabiana Velarde, Cirila Loza, María Frías, del Espacio de Mujeres y Diversidad; Ciudad Evita: Silvia Arguello, Maria Magdalena Agüero, Ana María Rearte, Dominguez Yisela, Angélica Agüero, Silvia Argüello, Herrera Paola, Erica Arrieta, Vegas Milagro, Marilin Reina, Ana María Herrera, Dayana Arroyo; Barrio Liceo: Magdalena Gutierrez; Barrio Los Eucaliptos: Roxana Melano; Barrio Ituzaingo, Anexo. María Ema Vaca; Barrio General Bustos: Silvia Melano; Barrio Los Fresnos: Luisa Cecilia Giménez, Liliana Noemí Olariaga; Villa Libertador: Andrea Lopez, Carla Argüello, Laura Argüello, Marianela Barboza, Silvana Alvarez, Alicia Luján, Belén Ríos, Sandra Alvarez, Sara Mercado, Florencia Barbiza; Villa Los Cuarenta: Rocío Belén Argüello, Ana Lucrecia Noriega; Barrio Nuestro Hogar 3: Ileana Leiva, Natalí del Valle Argüello, María José Argüello; Barrio Quintas Capillitas: Lourdes Peralta; Barrio Marqués Anexo: Melani Romero, Inés Flores, Evelia Flores, Cristina Tello, Eliza Romero, Camila Villarreal, María López, Erica Ludueña, Emilia Reimier; Barrio Cooperativa Los Andes: Mónica Leonardi; Barrio Frente Popular Darío Santillán: Angélica Domínguez; Barrio Ampliación Ferreyra: Esther Durán; Barrio Colón: Graciela Inés Caro, Rocío Marisa Vilches; La Calera: Betiana Torres; Villa El Chaparral: Melina Alejandra Ledesma, Lorena del Valle Ledesma; Cooperativa Veinte de Junio: Rosa Wilma Gonzales Cruz; Barrio Ampliación 1 de mayo. Rosa Lobo; Ezeiza: Lidia Beatriz Pogonza, Maria Fernanda Carabajal, Arbona Almonacid, Miriam Soledad, Arbona Almonacid, Nadia Ailín, Daniela Soledad Foresti; Almirante Brown: Mariana Castro, Luz Díaz, Martina Sánchez (espacio comunitario Glew), Mirian Juárez, Romina Veliz; Mayra Manograsso, estudiante bachillerato popular Auka Liwen; Las Azucenas organización estudiantil ISFD y T n°53: Norma Merlo, Ayelen Pérez; Casa popular Eduardo Galeano: Camila Ricagno, Gabriela Meza, Lucía Ostrower, Laura Butafuoco, Ada Curis; Lacandona (Guernica): Daniela Ferrari, Gloria Camargo, Johana Reyes, Andrea Catan, Amanda Ruiz, Marina Sanchez
*Movimiento Popular La Dignidad: Agostina Betes, Ana Milstein, Ana Luz Gortari, Cecilia Gentile, Cecilia Madariaga, Daniela Sanguineti, Diana Martínez, Elda Beatriz Sanchez Rapela, Elisa Ader, Fernanda Castañares Moschetti, Florencia Gómez Osuna, Josefina Furfaro, Julia Chavez, Julia Morena Guido, Laura Ruiz, Lucila Gonzalez, Mafalda Sanchez, Maisa Bascuas, Maria Florencia Cáceres, Marilina Decurgez, M. Denise Castillo, Nadia, Magdalena Roggi, Lucía Guarino.
*Pañuelos en Rebeldía: Analía Bruno, Analía Rivadera, Beti Castro, Camila Parodi, Carla Hayet, Cintia Vilar, Carolina Fernández, Claudia Korol, Florencia Sanchez, Lisa Buhl, Lucia Lopez, María Angélica Muñoz, Mariana Palacios, Mirta Israel, Natalia Cejas, Natalia de las Navas, Paula Talamonti, Patricia Agosto, Patricia Delpino, Roxana Longo, Silvana de las Navas, Silvia Bignami, Solange Dominique, Virginia Rodriguez, Yanina Espino, Micaela Fernandez Di Marco, Catalina Morandini, Caren Etticur, Natalia Monteoliva, María Victoria Ochoa, Marina Ayrala, María Fernanda Espejo, Natalia Di Marco, Paola Escalada, Paula Guerrero.
*Cooperativa de Educadores e Investigadores Populares Histórica (CEIP-H): Josefina Sabate, Julieta Causerano, Andrea Zilbersztain, Sandra Turza, Macarena Clara Hermida, Macarena Couso, Belén Janjetic, Paula Simonetti, María Cecilia Giana, Laura Voboril, Patricia Bustos, Prado Silvia Graciela, Paula Andrea Lozano, Romina Biotti, Jorgelina López, Eugenia Verónica Kessler, Andrea Ugalde Guajardo, Eliana Yunez, Nadia Rybak, Eugenia Garcia Abascal, Andrea Mara Alcalde, Mercedes Biocca, Macarena Couso.
*A.R.E.P.A. (Asociación en Red de Educadores Populares de Argentina): Mercedes Aballay, Patricia Aballay, Georgina Andino, Ana Lopez Molina, Carolina Garcia Ahrens, Valeria Elizabeth Romo, Belen Perea, Brigitte Lanzillotto, Eugenia Maria Bellone, Maria Fernanda Silvestro, Laura Julieta Perez Guillen, Leticia Pacheco, Ana Nuñez, Alba Pereyra, Florencia Gomez, Victoria Espeche, Mercedes Moyano Walker, Maria Constanza Filgueira, Maya Corredor, Carolina Karagueuzian, Bibiana Buenaventura
*Organizaciones del Colectivo CEAAL Argentina: Canoa Santa Fe: Sandra Gallo, Lucrecia Williner, Belen Rivero, Maria Carolina Rodriguez, Victoria Rosetti, Agustina Verano, Diana Bolado; Acción Educativa Santa Fe: Miriam Tucci, Mariana Suarez, Guillermina Cerati; ETIS: Mercedes Ferreira
*Espacio de niñez El Transformador (Haedo): Aldana Sardeli, Lorena Rodríguez, Sabrina Gosp, Susana González
*Mariposas de Villa París: Diana Cangelosi. Ragda Schahab, Natalia Celestino, Belén Carrizo, Adriana Leiva, Julieta Reinuava.
*Centro Comunitario Lagarto Juancho: Gisela Perez, Soledad Almaraz, Yanina Banega, Yesica Garcia.
*Centro de Participación Popular Mons. Angelelli: Cecilia Raimondo, Carla Romero, Vivero Nadia, Sonia Vera, Florencia Sanchez, Brenda Cisterna, Karina Raimondo, María Nélida Almirón, Claudia Analía Almirón, Alejandra Elisabeth Palma, Medina Damaris, Marcel Torres, Lidia Casquero, Analia Alarcon, Tamara Alarcon, Veronica Olalla, Ana Rothemberg, Gabriela Correa.
*Olp- Simón Bolívar/ CTEP, Escuela de Feminismo popular: Belén Rozas, Larisa Medina Rojas, Antonella Giuso, Rocio Britez, Florencia Urquiza, Abigail Luque, Selva Nuñez, Ana Paula Petrizi, Melina Quiroga, Luciana Rodriguez.
*Casa de la Mujer Esther de Careaga: Analía Esquivel
*Agrupación De Frente / CTEP: Marta Ferraro
*Che Pibe: Marcela Val
*Grupo Matambas: Sandra Chagas
*Bachillerato Popular Ñanderoga. Camila Candal
*Colectiva Feminista Lunáticas (Luján): Rosario Vargas, Mara Yañez , Carolina Monasterio, Julieta Randazzo, Soledad Rodriguez, Anabel Galeano, Lucia Juarez, Ana Peretto, Victoria Diz
*Mujeres al Pie del Cañón (Moreno): Lorena Alderete, Cristina Coronel, Sandra Aranda, Marta Urzagasti, Viviana Roldán, Magdalena Etcheberry, Claudia Zarate.
*La Casita de Guernica: Mariana Alvariza, Uran Fabiana Cañete, Paula Delfino, Ana Paula Mateo, Romina Charlampowicz
*Asamblea de Mexicanxs en Argentina: Mariana Brito
*Conurbanas: Luja Sangoy, Maria Jose Di Napoli
*La Miguelito Pepe: Mailen Targize, Julieta Spinella, Agustina Weiss, Pilar Funes Lorea, Antonella Scarafia, Jesica Kamer, Sabrina Scocco, Paula Massa, Agostina Carballo, Camila Sabatini, Carolina Martinez, Abril Carranza, Sofia Albano, Maria Lucia Cafiero, Luciana Arcastti, Malena Maya, Micaela Jaen, Constanza Maya, Maria Luna Vitale, Aime Galeano, Julieta Ezeiza, Belén López Lehner, Mercedes Canillas, María Laura Rodríguez, Victoria Grimberg, Mariana Patricia Villegas, Laura Eliana Santos, Nahue Luna, María Laura González Alanís, Valeria Stern.
*Simonas: Romina Gandini
*Alerta Territorio: Martina Korol
*Che Docente: Soledad Lopez, Andrea Villegas.
*Asamblea de Mujeres MTD Lucha y Libertad de la FOB: María Eugenia Lara, Carla Thompson
*Para todxs todo: Rosa Zalazar
*Furia Travesti: Florencia Guimaraes (travesti)
*Marcha Noticias: Vivian Palmbaum, Julia Scurini, Laura Salomé Canteros, Nadia Fink, Julieta Lopresto.
*Agrupación Victor Choque de ATE SUR: Mariela Zabala
*Frente Arde Rojo (FAR) en Marabunta: Rosana Gomez, Nadia Flores, Nadia Caserta, Carla Deferrari, Patricia Dall Oro, Lucila Etchemendi, Luciana Lezcano; Cecilia Cussigh, Gisela César, Laura Antonela Rodríguez Franchi, Jimena Geron; Giselle Archenzio, Patricia Borre, Candela Ramos, Carolina Bonilla.
Corriente Popular Juana Azurduy: Casa Cultural La Andariega: Sabrina Rosa Bullones, María Victoria Martínez, Natalia Belén Gonzalez; Frente de Comunicación Masetti: Ayelen Desirée Romano; Casa Cultural Gran Sur: Florencia del Valle Sambucetti, Natasha Levisman; Frente de géneros: María Eugenia Vacatello; Estefanía Barone, María Luz Aguilar.
*MTL Rebelde: Sandra Vila, Jorgelina Espinola (comedor Villa 21-24), Elizabeth Collantes (comedor Villa Inflamable Doc Sud), Gabriela Di Felice (Balvanera)
*MULCS – Movimiento por la Unidad Latinoamericana y el Cambio Social: Susana Ancarola, Soledad Torres
*Frente de organizaciones Salvador Herrera: Soledad González
* Casa Cambalache: Alicia Marcela Casco
* Red de organizaciones de mujeres de la villa 21 y 24, y Zavaleta: Lis Cameron
*Educadoras Villa 21-24 y Zavaleta: Mariela Rossi, Leonor Gallardo, Valeria Babor, Eugenia Nogueira, Angeles Secondi, Jordana Secondi, Liliana Mumel, Mariana Fernández, Sabrina Bullones, maestra de la Esc 12 D.E. 5to, La Andariega; Alicia Marcela Casco «Casa Cambalache»
* CTA-A: Escuela de Feminismo Popular Nora Cortiñas: Natalia Piñeyro, Cecilia Garcia Méndez, Yael Blanca, Daniela Paula Rodríguez, Ivana Somoza, Fiorella Mara, Valentina Pompa, Ailin Méndez, Natalia Pérez, Mariel Peisojovich, Verónica Leonardelli, Silvia Bergalio; CTA-A Capital – Niñez y Territorio: Clarisa Gambera; Bachillerato Popular Miguelito Pepe: Daniela Paula Rodriguez; Bachillerato Popular Alberto Chejolan: Ana Morena Demedici, Lorena Herszman, Sofía Teran, Stephany Herrera, Ana Clara Frosio, Anitza Toytoyndjian, Liliana Ruth Sabanes, Mara Sofía López, Laura Matiauda, Lucía Terzano, Laura Lettieri, Luisina Ferrante, Camila Moro, Laura Guevara, Antonella Maranessi; Frente de organizaciones Salvador Herrera Casa Usina: Mónica López, Marilina Cibeira, Cristina Chiri , González Soledad Ayelen. Villera, sindicalista y docente en formación. Antonella Maranessi Escuela Feminismo Popular Nora Cortiñas /educadoras Villa 21 24 y Zavaleta Colectivo Ni una Menos /Casa Cambalache Villa 21 24. Estela Rojas Chicos del Sur Niñez y Territorio.
Verónica Gómez artesana, gabriela cano licenciada de bellas artes, Maria Soledad Rivero y Daniela Rivero docentes secundarias
*Movimiento Violeta de Mujeres con Discapacidad: Johanna Ureña, Sol Ungar.
*Colectivo Ni Una Menos: Alejandra Rodríguez, Ana Bustos, Ana Megna, Cecilia Palmeiro, Fernanda Laguna, Jazmín Risé, Julieta Luque, Luci Cavallero, Paola Cortés Roca, Marta Dillon, Natalia Fontana, Raquel Robles, Romina Antonelli, Roxana Sandá, Verónica Gago, Virginia Giannoni, Guri Pérez Bruno, Lucila Quieto, Mariela Scafati, Cecilia Abdo Ferez, María Pía López, Mariana Carbajal, Ximena Talento, Claudia Soria, María Lucila Quartieri
*Frente Juvenil Hagamos Lo imposible: Arianna Peresson, Gisella Medina, Iara Severenchuk, Rocío Cejas, Ariadna Barreto, Josefina Avale
Rosario
*Frente de Murgueras de Rosario: Sofia Ines Paoloni – Flavia Carla Decoppet – Malena Gabello – Marcia Escobar Saenz – Anahi Arguello – Julia Miernau
*Campaña por el Derecho al Aborto: Mabel Gabarra
*Juventud Guevarista Rosario: Cecilia Cavigliasso, Marina Espoturno, Ariadna Guerrero, Ana Sofia Cavigliasso, Romina Ferrero.
*CTA- A: Liliana Leyes, secretaria de género de CTA-A e integrante de Asamblea 19 y 20
*Asamblea 19 y 20: Celeste Lepratti
Mar del Plata
*AMI. Asociación por un Mundo Igualitario: Cintia Pili (trans), Cecilia González (trans). Ximena Lorenz (trans). Agustina Ponce (travesti). Matías Majersky Albela (trans), Daniela Ema Castro. Claudia Vega. Patricia Viozzi, Almendra Magali Vidal (trans).
*Colectivo Crisálida-Arte+Salud Mental + Intervención Comunitaria. Sonia Malva Basualdo, Gabriela Magistris, Marilina Tassarali.
*Teatro comunitario Mar del Plata Sur: Susana Armengol, Cecilia Bustamante, Maria Barjacoba, Carolina García, Lorena Zubiri, Lorena Medel, Gladys Casanela, Pilar Bianchi, Cecilia Zampini, Soledad Camparin. *Construyendo enlaces contra la violencia: Soledad Trejo – Samantha Sequeira
* Trabajadoras graduadas de Ciencias de la Salud y Trabajo Social: Guillermina Quenan, Lucrecia Albornoz, Analia Kundt, Soledad Elizalde, Lucia Mailland, Paula Camussi, Gabriela Gilda Radio. Maria «Magüi» Laura Capasso, Camila Argañas, Carolina Necco y Valeria Guerrero
Córdoba
* Venceremos-Partido de Trabajadorxs: Laura Mattas, Nadia Gonnelli, Milagros Villagra, Yanela Belén Cebreiro.
*HLI: Paula Romero, Julia Salustri, Sofía Reusa, Valentina Saban, María Laura Fons, Sabrina Lubrina, Yamila Echegaray.
*Colectivo de Educadorxs desde el Sur: Sandra Valeria Lario, Rita Bargas, Gabriela Bargas, Pamela Reisin, Rocío Vera Baigorria, Tamara Bustos, Sofía Cecilia Álvarez, Mabel Cristina Zapata.
*Frente de Organizaciones en Lucha (FOL): Aylen Macías, Marta Alicia Filgueiras, Sofía Agustina Mena, Guadalupe Luciana Mena, Juliana Gigi Giménez.
*Asamblea Paravachasca (Alta Gracia): Norita Maidana
Stefanía Cecconello: Tortugas Chamanas de Villa La Maternidad, Radio Zumba La Turba y Espacio de Aprendizaje y Desaprendizaje Autónomo desde la Sexta
*La Ventolera (Villa María): Maria Ailin Peirone, Victoria Batiston, Dianela Prudencio
*Radio Roja: María Paula Boglione
Asamblea Vecinal Casa Grande: Carla Boglione, María Eugenia Ortega, Julia Manuela Toledo, Marta Herrero, Vanesa Boglione
*Asamblea La Falda despierta: Luciana María Minero
Liliana Martín – Justicia por Jorge Reyna
*Fundación Shekima. Gabriela Bohlmann
*Movimiento plurinacional de mujeres de Capilla del Monte Eugenia Marengo. Mirtha Alicia Noguera
*La 15 de junio: Mara Parello
Chaco
*Mujeres Clasistas y Combativas (MCC): Clara Ojeda. Carolina Del Fabro. Soledad Monje. Verónica Espinoza. Yamila Ortega. Nanci Godoy. Charo Alcire
Tandil
*Colectiva Feminista Las Bertas: María Paz Rey, María Luz Lopez, Keoken Jaime, Milagros Suasnabar, Eliana Larraburu, Melina Fernández, Dafne Salomé Alomar Messineo, María Mercedes Corrales, Carla Bogliolo.
* Izquierda Latinoamericana: Gladys Gonzalez
Catamarca:
*Colectivo Socioambiental y Antipatriarcal Sumaj Kawsay: Rosa araoz, Vanesa Martinez, Marianela Gamboa, Laura Garcia, Maria quiroga, Ana Radusky, Aimee martinez, Sofia Boscatto y Natalia Sentinelli.
Jujuy:
*Catedra de investigacion y ed. Pop y mov sociales de la UNJU en CEAAL: Sabrina Zinger; Patricia Evangelina Patagua y Juana Mariela Villagra.
*Socorristas en red. Feministas que abortamos.
*Las Hilando, Córdoba, Artivistas feministas socorristas: Laura Zurbriggen, Valentina Falcon, Sofía Menoyo, Lidia Zurbriggen, Ludmila Gutierres, Veronica Ferreyra, Emilse cuello, María Agustina Cingolani, Jimena Toledo, Macarena Ledesma, Florencia Rusticheli, María Florencia Barros, Patricia Rivero, Luciana Bustos, Freya de los Angeles Cadena, Guadalupe Cantisani, Caroline Kim
*Colectiva Feminista La Revuelta, Neuquen: Graciela Alonso, Valentina Berardi, Nadia Mamani, Luz Fernandez, Ruth Zurbriggen, Debora Covatti, Belen Grosso, Romina Bravo, María Trpin, María Verdugo, Sara Aedo, Cecilia Braga, Penélope Montecino, Guillermina Peralta, Azul Alarcon, Jenifer Menvielle, Viviana Fonseca, Florencia Castello, Ayelén Zurbriggen, Stella Gomez, Marta Martinez, Carolina Mendes, Lara Acosta, Florencia Perez.
*Socorro Rosa, Villa Regina: Laura Inés Yañez, Johana Anabel Berón, Silvia Tamara Ramirez, Brenda Natalia Stolze
*Socorro Rosa Chos Malal: Beatriz Soto y Hernández Melina Gabriela
*Las Hilarias. Socorristas en Red. San Juan: Yanina Iturrieta, Paloma Chousal Lizama, Sofía Pallero, Romina Muñoz, Soledad Bustos
Yamila Balbuena, docente y extensionista Fahce UNLP UNQui

El abrazo más grande de todos // Ofelia Fernández

En la búsqueda de pensar la participación en la movilización de antes de ayer me encontraba con la palabra emblema, parecía encajar a la perfección.  Mi vista no se pierde de ese foco: estar en Ni Una Menos es participar de la construcción de un símbolo, el fogoneo de un momento histórico.

Aquí no hay quien se salve. Ya nada es igual. Es real que la violencia machista -sea en mecanismos institucionales o individuales- persiste y no descansa, pero también podemos nombrar como inagotable la pluralidad de nuestras discusiones y la fuerza de nuestra organización. A la opresión la sostienen frente a nuestros ojos, por lo que no dejamos que cierren los suyos. El abuso no volverá a pasar como juego de la histeria; nuestra capacidad argumentativa permanecerá por encima de la foto de un bebé, y que nos escondas en tu uso de la palabra no borrará nuestra presencia. Toda conducta que se atrevían a justificar con sus débiles interpretaciones de biología, cultura o seducción está siendo removida al calor de los gritos de todas las mujeres y disidencias que están hoy a la cabeza del movimiento más importante que tenemos.

Por allá en el 2015 muchxs nos cruzábamos por primera vez con la posibilidad de desatomizar toda la mierda con la que cargábamos, dejar de guardar en cajones lo que nos hacía ruido y volverlo colectivo. Bajo una premisa demoledora -como lo es el pedir que no nos maten-, nos dimos cuenta que, una vez hecho el grito, ya no podíamos escapar, ya no nos alcanzaba un día para poner sobre la mesa el tablero con el cual iríamos al combate con el patriarcado, que al feminismo le quedaba chico ser solo el “ni un femicidio menos” y que empezaría a ser trasversal. Así es, tomamos la decisión de discutirlo todos los días y en todos los planos. Ya nada es igual: del trabajo a la cama y de la cama al trabajo, todo está siendo cuestionado. A partir de allí, entonces,  digo que el 3 de junio se condensa un humo insaciable. No el humo que exhalan gobiernos y pro-vida cuando simulan compartir alguna de nuestras preocupaciones: humo porque hay cosas que se están (no por arte de magia, somos nosotras) prendiendo fuego, les gusta decir que son iglesias, pero son más bien sus violencias.  

Antes de ayer fui a la plaza midiendo 1,54m y estaba atrapada en la multitud pero en la vereda opuesta de la claustrofobia: era un abrazo, el más grande de todos. Me sorprendía la contradicción de sentirme así fisicamente y al mismo tiempo sostener que movilizando no hay encierro. Si se parte de ahí, ya no importa nada. Un ruido que, cuando se transita, es imposible de callar. Clarín y La Nación hablan de poca gente y mucha política. Negación de manual para el primer punto. La puesta en catarsis de una obviedad para el segundo, ¿Cómo se puede discutir un proyecto de ley sin política? ¿Cómo se puede hablar de la policía que persigue a lxs trans sin política? ¿Cómo denuncias las redes de trata sin política? ¿Cómo leés tu realidad sin política? Y, principalmente ¿Cómo vas a transformarla si no es desde la política? No pido que me lo respondan, ya bastantes machos hay queriendo enseñarnos a las feministas a ser feministas.

Sí: estamos haciendo política, de a muchxs y todos los días. Así seguiremos. El feminismo nos abre la posibilidad de una nueva política, a experimentar, a conocer. Ya no la política de palacios y funcionarios, sino una política popular, asamblearia, de igualdad entre compañeras, de lucha, escucha, igualdad, contención y cambio radical. Proponemos nuevos  vínculos, tanto en lo personal, en lo sexual, en las amistades, en las organizaciones, en los parlamentos, en los sindicatos y gremios.

Estamos luchando, así iremos venciendo: en nuestra valentía y perseverancia está la búsqueda de la alternativa con la que soñamos. El 3 de junio están las ganas de llenar las páginas de los libros de historia, de un antes y un después de nuestras vidas. Y, también, un futuro nuevo feriado en el calendario.

Entonces me quedo con lo de emblema: “Figura, generalmente con una leyenda que explica su significado y que es la insignia que representa a una persona, una familia, una ciudad, etc.”: Estamos luchando por y desde el feminismo, en una nueva etapa marcada por el Ni Una Menos, ese que representa a muchas personas, nos hermana como familia, toma las ciudades y define su propio etcétera.

 

«El único poder es el de abajo» // Entrevista a Silvia Federici

Cientos de mujeres abarrotan el auditorio Salvador Allende. En los pasillos se agolpan jóvenes ansiosos de escuchar sus reflexiones. Afuera, con la esperanza de pizcar alguna idea, permanecen algunos más. Quien los congrega es Silvia Federeci, una de las pensadoras más influyentes en el mundo y que revolucionó con sus ideas sobre la explotación femenina que ha hecho el capitalismo, quien dictó la conferencia “La guerra contra las mujeres y las nuevas formas de acumulación capitalista”. Una hora antes, la escritora de “Calibán y la bruja: mujeres, cuerpo y acumulación originaria” y “Revolución en punto cero: trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas”, concedió una entrevista a este medio.

-¿Desde cuándo el cuerpo de las mujeres ha sido considerado como objeto de símbolo y transacción monetaria

-Me gusta hablar de los períodos históricos que conozco, por eso yo puedo decir que a partir del desarrollo del capitalismo la mujer se ha convertido en una mercancía: de venderse en la calle y en el matrimonio, así que las mujeres en la historia del capitalismo ha sido muy difícil concebir el mismo tipo de explotación que los hombres asalariados. Las mujeres siempre han debido garantizar su sobrevivencia vendiendo su cuerpo

-Las mujeres ahora trabajan, pero siguen atadas a las labores domésticas, no hubo un cambio significativo con la emancipación laboral: ¿El capitalismo ganó esta batalla?

-Yo no creo, no me gusta hablar de una derrota de las mujeres. Puedo cambiar un poco la articulación, diciendo que la premisa de gran parte del movimiento feminista que con el trabajo fuera de la casa las mujeres podrían cambiar su posición no se ha verificado. Claro que está una minoría de mujeres que han conseguido trabajo más remunerado, más valorizado, como las mujeres que ahora trabajan en la academia, o que son del sistema de salud. Pero la mayoría ha sido integrada a los niveles más bajos de la organización capitalista, tanto que la gran parte no ha ganado una autonomía económica: deben hacer dos o tres trabajos y están endeudadas

-Con la entrada de las mujeres al mercado laboral, las tensiones entre hombres y mujeres se incrementan, lo mismo la violencia dentro de los hogares, ¿cuál tendría que ser la estrategia del feminismo para romper esta inercia.

-Creo que ya se ha conseguido mucho. Hoy, a pesar de todo esto y de que la violencia masculina es un miedo a la competencia, es necesario cambiar el sentido de la organización material del proceso de la reproducción, hoy la mujer está en dos cosas que ha conformado la relación de las mujeres con los hombres en forma muy negativa: por un lado, la identificación de las mujeres por un trabajo que es desvalorizado, que parece que no hacen nada, parece que es una cosa natural porque son los hombres los que producen.

En segundo lugar, es que las mujeres han sido convertidas en las sirvientas de los hombres y eso se debe romper, yo creo que no basta que las mujeres trabajen fuera de la casa, es importante cambiar el terreno de la reproducción misma, revalorizar el terreno de la reproducción, y no como hace el capitalismo con el Día de la Madre, sino comprender la importancia de ese trabajo y que no pertenece a la mujer. Es un trabajo muy importante porque es el trabajo de crear las nuevas generaciones, el nuevo mundo.

-En México a las mujeres jóvenes, trabajadoras de maquilas, se les asesina de manera sistemática, ¿son ellas las nuevas brujas, las jóvenes que buscan independencia laboral dentro del sistema más abusivo como es la maquila?

-La caza de las brujas ha atacado tantas formas de la vida de las mujeres que, si pensamos esa caza como una persecución, el fin fue disminuir y atacar el poder social de las mujeres, podemos decir que los asesinatos en Ciudad Juárez es parte de una nueva caza de brujas. Hoy el capitalismo ataca el poder social de las mujeres muy brutalmente y lo hace por tantas razones: porque necesita bajar el costo del trabajo y obliga a las mujeres a dar un montón de trabajo y reproducción no pagado, la necesidad de las mujeres fuera de la casa. Es un sistema estructuralmente fundado sobre la desvalorización de la condición de las mujeres y por eso necesita tanta violencia. Esta violencia manda un mensaje, es decir: “Cuidado, no tenemos límites”. Es aterrorizar toda una población, porque las mujeres representan la vida, representan la reproducción.

-¿Quiénes son la nueva inquisición? ¿Quiénes siguen “quemando” a las mujeres?

-La violencia individual está porque el Estado lo permite, porque tantos hombres delinquen es porque saben que van tener impunidad. Por ejemplo, sabemos que la militarización de la vida impulsa la violencia contra las mujeres. La forma de acumulación capitalista como el extractivismo impulsa esa violencia, y como dije antes, toda la organización de la reproducción, que pone en la casa a una sirvienta con un hombre que tiene el poder del salario, todo esto incentiva la violencia, por eso es que ha sido tolerada por el Estado. Es importante ver esto, no solamente ver la violencia individual sino sobre todo la violencia institucional.

-Las mujeres en posiciones de poder, imagino casos como Angela Merkel, la misma ex secretaria Clinton o Cristine Lagarde, no representan a las mujeres trabajadoras, a las que pelean por mayores derechos, sino al sistema hegemónico, ¿es de esperarse que las mujeres que acceden al poder puedan revertir años de opresión o terminarán por plegarse a los deseos del capital?

-Ellas representan una lógica masculina. Las mujeres capitalistas no son diferentes, al contrario, por ejemplo, hoy en Estados Unidos cuando se trata de dar una noticia sucia siempre es una mujer; la mujer da una cara suave y gentil. Hemos verificado después de décadas que la entrada de la mujer al poder no cambia las cosas.

-El ascenso de la derecha en Europa y América viene a revocar derechos ya ganados y se pretende, nuevamente, legislar sobre el cuerpo de la mujer, ¿es la vía electoral la más adecuada para recuperar esos derechos?

-Yo no lo creo, hay muchas vías y no creo que la electoral sea de las más importantes. Yo fui muy feliz con lo que los zapatistas han hecho, porque tenían un concepto de la campaña muy diferente a los partidos tradicionales. Ellos no entendían la toma del poder, sino contactarse con la gente. Y no lo creo porque lo hemos visto muchas veces, que los que nos prometen que van a ser diferentes (no lo son). Tenemos el caso de Obama para mí es emblemático, la gente lloraba cuando él fue elegido.

Todos pensaban en la revolución, pero después hemos visto que ha desarmado los movimientos. Pienso que el único poder es el de abajo, el sistema responde positiva o negativamente a los mensajes que llegan de abajo: si abajo está el poder podemos buscar legislaciones mayores, si abajo no está el poder, podemos tener todas las preguntas, las estrategias, las demandas y las reivindicaciones más interesantes de mundo, mas si el tejido social no es fortalecido, no vas a conseguir nada.

-Recientemente María de Jesús Patricio, Marichuy, no logró las firmas necesarias para ser candidata a la presidencia de la República. En un país donde ser mujer e indígena es signo de marginación y pobreza: ¿a qué se debe que no seamos empáticos con proyectos que nos representan a todos?

-El zapatismo ha conseguido un éxito que ya es legendario. Yo no conozco otro movimiento social que con tanta escasez de recursos y con un espacio que parece el más aislado, ha sido capaz de impactar las actividades, el discurso político, la imaginación de millones de personas en todas partes del mundo. No hay movimiento que ha sido capaz de conseguir lo que los zapatistas han conseguido. Tú vas a Nueva York, a Johannesburgo, a Grecia y todos conocen a los zapatistas, y muchos han dejado de hacer las cosas que hacían y han ido a Chiapas y han sido inspirados. Y otra cosa que me parece fenomenal es que los zapatistas han conseguido algo que ni las Naciones Unidas, con otros recursos: han abierto la puerta de sus comunidades a miles de personas de todo el mundo con la “Escuelita” y el “Encuentro Intergaláctico”.

-¿Quiénes son las o los aliados de las brujas de la modernidad?

-Los nuevos aliados son todos los que se están movilizando por la defensa del medio ambiente y la naturaleza: del bosque y el agua que son parte de la reproducción de la vida. Yo espero también, y esto es un mensaje, que todos los compañeros se involucren en la creación de un mundo más justo y más solidario y que apoyen la lucha de las mujeres y se involucren directamente, por ejemplo, ahora en el 8 de marzo; que se involucren para cambiar el comportamiento de los otros hombres que sigue siendo machistas, violentos.

Creo que los hombres no han entendido que el poder que han ganado sobre la mujer, lo han pagado en la dependencia del capitalismo. Todas las veces que un hombre va a una huelga piensa: “Debo mantener a mi esposa y mis hijos”. El poder de los hombres sobre las mujeres ha servido para pacificar a los hombres, para darles una ilusión de poder que no tienen. Este mensaje es algo que tienen que reflexionar, si continuar de sirvientes ellos mismos del capital y mantener su masculinidad y dignidad al costo de las mujeres o prefieren crecer juntos en una posición igualitaria con su compañera, en una sociedad más justa y diferente.

 

Fuente: https://www.informador.mx/suplementos/El-unico-poder-es-el-de-abajo-20180303-0084.html

“El feminismo es un movimiento de transformación radical de la sociedad” // Verónica Gago

Nazaret Castro (Buenos Aires)

 

El 8 de marzo de 2018 puso en escena la fuerza del movimiento de mujeres en Argentina, y convirtió Buenos Aires en uno de los ejes más importantes del mapa internacional de los feminismos. La marcha se esperaba masiva, pero fue mucho más que eso: fue inmensa, y festiva, llegó acompañada de una huelga de cuidados y logró hacerse entender no como un acontecimiento sino como un momento -histórico, sí- de un largo proceso, tejido a lo largo de meses de asambleas y, antes de eso, décadas de lucha. La fiesta memorable que fue el 8 de marzo fue una sorpresa sólo a medias. El 3 de junio de 2015 había instalado un grito incontestable: el de Ni Una Menos; pero la inteligencia colectiva de los activismos feministas no se quedó ahí: pretendía mucho más que anunciar que ya no estamos dispuestas a que nos maten, golpeen o violen. Pretendía cambiarlo todo.

Tenemos el privilegio de conversar con Verónica Gago, una de las más activas militantes de Ni Una Menos, que articula los mundos de la militancia, la academia y la economía popular. Ella nos habla de algunas de sus mayores referentes intelectuales -la argentina Rita Segato, la mexicana Raquel Gutiérrez y la italiana Silvia Federici-, con quienes ella se codea en conferencias y congresos en todo el mundo; pero, también, de las mujeres que trabajan en la economía popular, que sacan el trabajo doméstico a las calles de las villas miseria [las favelas], que luchan para defender sus territorios frente al modelo extractivista –la minería, el agronegocio y otros grandes emprendimientos que avanzan en detrimento de las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas-, o las que están recluidas en presidios.

Verónica, amazona incansable y generosa, sabe que las preguntas se hallan, y las respuestas se elaboran, siempre desde abajo y en colectivo. Nos habla en un contexto complejo -la vuelta de las derechas en el país y en toda la región- en el que los feminismos, y en particular el feminismo popular o comunitario, emergen como la más prometedora de las luchas por la emancipación.

Verónica Gago. Foto de Florencia Trincheri

¿Cómo se logra vencer la resistencia al término “feminismo” que hay en ciertos sectores, como las mujeres rurales y de clases populares?

Creo que la capacidad actual de los feminismos ha sido ligarse a una conflictividad social; y es gracias a eso que varios de sus conceptos fundamentales emergen hoy desde las luchas, y se va más allá de esa identificación que existió durante mucho tiempo del feminismo asociado a una dinámica más cercana a las instituciones o al espacio académico y, por tanto, desencontrado con las luchas populares. Hoy esa conexión está siendo muy poderosa y es la que le da una vitalidad al feminismo desde abajo. La noción de cuerpo-territorio, por ejemplo, es capaz de poner en conexión todo un archivo, un acumulado de luchas en torno a la autonomía de los cuerpos de los feminismos con las luchas alrededor de la autonomía de los territorios, complejizando al mismo tiempo la idea de “soberanía” y la de cuerpo entendidas por fuera de los confines del cuerpo como propiedad individual. La palabra cuerpo se piensa así de modo extenso, como el cuerpo social produciendo un tipo de resonancia entre luchas comunitarias y feministas. Insisto que lo novedoso es cómo toda esa riqueza de categorías nace del ritmo y las invenciones de una nueva conflictividad social que encuentra lenguajes para narrarla y confrontarla, que vienen desde el feminismo popular, comunitario, indígena y villero.

Eso nos lleva a una cuestión que es fundamental en toda América latina: por qué y cómo las mujeres están en la primera línea de los conflictos por los territorios, en conexión con el avance acelerado del modelo extractivista.

Las respuestas que dan las mujeres en esos conflictos es muy clara; pienso por ejemplo en los conflictos ahora en Tariquía, al sur de Bolivia: “Porque sabemos que nosotras seremos las que tendremos que ir a conseguir el agua si la mina acaba con ella, somos las que vamos a cargar los bidones en el bus”. Las mujeres afrontan estos conflictos en términos concretos y cotidianos, en la medida que se multiplica su trabajo reproductivo como trabajo obligatorio para responder a los despojos de las transnacionales en el territorio. Y en este marco, muchas se preguntan qué significa poner el cuerpo en la lucha si después son desvalorizadas en el momento de la toma de decisiones; así es que se exige no sólo estar en la primera línea de los conflictos, sino también ocupar los espacios en los que se toman las decisiones políticas sobre esos conflictos. Creo que de este tipo de situaciones surgen reflexiones muy ricas que radicalizan las preguntas que nos hacemos todas, porque van enlazándose de maneras variadas. Esto sucede también en los territorios urbanos. Una compañera de la Corriente Villera Independiente, Gilda, con quien coordinamos una de las asambleas para el 8M murió unas semanas después electrocutada al sacar agua de los pasillos de la villa tras una tormenta. La falta de infraestructura básica hace que la precarización de la existencia sea total y que sean en general las mujeres las que se ponen al hombro la tarea de producir infraestructura popular y pagar las consecuencias en que la inexistencia de servicios básicos se traduzca como verdadera “inseguridad”. Lo que sucede es una multiplicación de los territorios en conflicto y una conexión entre esas conflictividades. El año pasado, en Argentina fue muy fuerte la criminalización contra las comunidades mapuche, y en particular a una generación joven que, crecida en las periferias de una ciudad racista como Bariloche, se propone hoy una reinvención de la experiencia comunitaria y la recuperación de territorio en la Patagonia, a manos de latifundistas como Benetton. La alianza de los estados con las empresas es evidente en cada uno de estas conflictividades.

En Guatemala, las organizaciones locales en defensa de los territorios me aseguraron que las resistencias al avance del monocultivo de caña azucarera o palma aceitera son más exitosas cuando son lideradas por mujeres, que ellas son más difíciles de cooptar por las empresas. ¿Cuál es la potencia política de esa imbricación del feminismo con otras luchas?

Creo que ese “garantía” de radicalidad y no cooptación es muy material: las mujeres son las que conocen y evalúan en el propio cuerpo propio y colectivo y en el trabajo extra –como decía más arriba- que implicará para ellas y para la comunidad toda el avance del megaemprendimiento. Lo interesante es que así como sucede en los conflictos territoriales, pasa lo mismo en los sindicatos, donde las mujeres son vistas como más “intransigentes” en las negociaciones y por eso menos “confiables”. Hemos presenciado esto muy fuerte a partir del proceso de los paros de mujeres. Entonces lo que no se quiere reconocer es que lo que ponemos en juego es otra lógica de construcción que, además, desnuda los propios límites e ineficacias de las conducciones machistas. Ni que hablar de esa radicalidad desplegada por las estudiantes secundarias que han enlazado de manera directa la crítica a la reforma estudiantil con el reclamo de una educación sexual integral en contra del giro “preventivo” y moralizador que le quiere imprimir el gobierno. Por eso, creo que el feminismo actúa como un vector de radicalización de todas las premisas de los conflictos: desde lo que se entiende por poder y liderazgo hasta el deseo que se pone en juego en la pelea. Estamos viendo hoy una masificación por radicalización y esto va contra de un sentido común persistente en las militancias que sostenía que había que “suavizar” el discurso para conectar con capas amplias de la población. Estas experiencias concretas de feminismo, a partir de su masividad y transversalidad, desafían todo el lenguaje de reconocimiento de las minorías y del premio de los cupos para hacer un planteo que no deja espacio social, político, laboral y vital sin conmover.

La masividad es un escenario de mucha potencia, pero también surgen riesgos en torno a esa “moda” a la que se quiere reducir el feminismo…

Desde luego, hay intentos de captura. Creo que una ofensiva empresarial muy clara fue la campaña de Benetton, “Be Purple” (sé “violeta”, el color del movimiento feminista), que empapeló varias ciudades justo en el momento en que el conflicto por los territorios en la Patagonia, donde la empresa Benetton es una de las mayores propietarias, estaba en un pico de violencia. Existe también un riesgo de banalización del movimiento por muchos dispositivos de marketing. Y hay, también, contraofensivas más violentas ante el éxito innegable del movimiento: así, en Argentina se vio un cambio en la represión posterior al 8M de 2017 evidente. El año pasado, el 8 de marzo inauguró un nuevo modelo de represión del gobierno macrista: la “cacería”, es decir, la persecución de mujeres después de que se había desconcentrado la multitudinaria marcha, mientras chicas esperaban el autobús o caminaban a sus casas. Este año eso no sucedió, en parte porque se desplegó una inteligencia colectiva que armó estrategias para evitarlo; pero la noche del 8 al 9 de marzo hubo una brutal represión contra las mujeres del penal de Ezeiza que habían hecho paro y ruidazo, como sucedió en otros 16 penales del país. El servicio penitenciario, que había sido objeto de denuncia de las compañeras, se ensañó con ellas esa misma noche, justamente aprovechando su aislamiento y la audacia de llevar el paro a la cárcel. Por otro lado hubo una ofensiva mediática y de funcionarios del gobierno de Macri contra el documento que se leyó en 8M, donde se       una cantidad de demandas, problemáticas y denuncias que claramente desobedecían y denunciaban las fronteras de la “agenda de género” que el gobierno dice poner en práctica. La nueva estrategia luego del 8M en Argentina combina así el intento por deslegitimar el documento consensuado en un laborioso proceso de asambleas con el ensañamiento sobre el cuerpo de las mujeres privadas de libertad.

Se trata del mismo gobierno que, sin embargo, ha puesto sobre la mesa la despenalización del aborto. Más allá de lo que pueda haber de oportunismo político por parte del macrismo, ¿está logrando el movimiento de mujeres colocar temas en la agenda política?

Sí, desde luego. Hablar únicamente en términos de oportunismo político es despreciar cómo la lucha continuada de las mujeres ha hecho que se vean abocados a tratar el tema. No es sólo una cuestión de agenda: el feminista es un movimiento de transformación radical de la sociedad. Y, en Argentina, es la principal actriz de oposición al gobierno macrista. Que el presidente Macri declare en televisión que es un “feminista tardío” no sólo es un intento grotesco de disputa de palabras, es también la capacidad de haber instalado esta discusión en todos los espacios sociales y políticos. Un ejemplo: en los días preparatorios al paro del 8 de marzo se lograron escenarios de transversalidad inéditos, como sucedió con mujeres de sindicatos de todas las centrales sindicales: todos ellas pudieron ponerse de acuerdo en el apoyo a la convocatoria superando las internas patriarcales. Y todo esto responde a un acumulado de luchas de las mujeres contra la estructura machista y verticalista en el interior de los sindicatos pero también al interior de las organizaciones sociales y en la elaboración colectiva de qué significa un movimiento anti-neoliberal que se teje desde abajo.

¿Cómo se sostiene esa transversalidad?

El paro ha sido importante como horizonte organizativo y eso se ha notado en el incremento de asambleas, de colectivos nuevos, de iniciativas diversas que crecieron entre el 8M 2017 al 8M 2018. Creo que la transversalidad se nutre por el hecho que el activismo feminista se ha convertido en una fuerza disponible que se pone en juego en diferentes espacios de lucha y de vida. Esta es una manera que va contra la “sectorización” de la llamada agenda de género. O sea, la transversalidad no es sólo una forma de coordinación, sino también una capacidad de hacer del feminismo una fuerza propia en cada lugar y de no limitarse a una lógica de demandas puntuales. Sostenerla no es fácil porque implica un trabajo cotidiano de tejido, de conversación, de traducciones y ampliación de discusiones, de ensayos y de errores. Pero lo más fuerte es que hoy esa transversalidad se siente como necesidad y deseo de estar encontrándonos acá y allá, de imaginar cosas en común, de saber unas de otras, de sentir la fuerza de que somos parte de un momento histórico que nos deja, de algún modo, el tiempo en nuestras manos.

En la masiva marcha de Buenos Aires, algunas mujeres sintieron malestar por la presencia y actitud de algunos hombres. ¿Qué papel deben desempeñar los varones en el movimiento feminista?

Esa discusión no llevó mucho tiempo en las asambleas preparatorias del 8M, porque desde el principio hubo un amplio acuerdo de que los varones no participasen en la marcha, sino que hicieran el ejercicio de sustraerse de la visibilidad política ¡al menos por un día! y se dedicasen a tareas de apoyo, como suplir a sus compañeras de las tareas de cuidado para que ellas pudieran marchar. Llama la atención cómo les cuesta a los compañeros ocupar ese lugar de invisibilidad y de respeto de la autodeterminación de los espacios feministas. En la marcha hubo situaciones incómodas, como varones sosteniendo las pancartas de partidos políticos, que se colocaron al frente rompiendo todos los acuerdos de las asambleas; incluso cuando les pedimos que bajaran las banderas, a una compañera la putearon; era una violencia en un espacio que habíamos creado para que estuviera a salvo de eso, por eso se sintió como una doble violencia. Creo que hay una responsabilidad ahí de los partidos de izquierda, en su deseo por aparatear la manifestación; y está también el papel que juegan los medios hegemónicos, repitiendo ese estigma de que el feminismo odia a los hombres, haciendo una inversión caricatural de la violencia según la cual serían las mujeres las que violentan a los hombres.

Verónica Gago. Foto de Santiago Sburlatti.

En España, el 8M, donde la marcha también fue histórica y masiva, hubo tensiones porque colectivos de mujeres negras y gitanas rehusaron de participar en la huelga; así denunciaban la invisibilidad a la que el feminismo hegemónico y blanco ha condenado a los colectivos racializados. Uno de los argumentos que se utilizaron fue señalar la huelga como una herramienta de privilegiados, nacida en un contexto masculino y europeo. En Argentina el proceso ha sido muy diferente, ¿por qué?

Acá, la potencia que ha tenido la cuestión del paro, o de la huelga, es que ha sido apropiada justamente por segmentos de mujeres que han sido siempre las excluidas del mundo del trabajo reconocido como tal, desde las mujeres de la economía popular a las despedidas, pero también por las trabajadoras sindicalizadas para desobedecer a sus conducciones. Esto tiene que ver en Argentina con la trayectoria del movimiento piquetero que lleva más de quince años problematizando el tema del trabajo, qué significa estar excluídx e incluidx, como modos de clasificación y tutelaje estatales, y eso es algo que hoy sigue presente de modos diversos en las organizaciones y en las protestas callejeras. En Argentina, la decisión del paro se combinó con esta historia de lucha muy potente y radical. De este modo, las que hicieron paro son también las que no pueden parar como antes hicieron piquetes lxs que ya estaban fuera de la fábrica o reclamaron justicia las madres a quienes les habían desaparecido sus hijxs. Creo que el paro conecta con un gesto de reapropiación y desobediencia que tiene distintos momentos históricos en nuestro país. No hay dudas de que el paro remite, en términos hegemónicos, a la historia del movimiento obrero masculino, asalariado, blanco. Pero no ver cómo eso está siendo hoy impugnado, reiventado y reformulado por prácticas concretas implicaría negar y desconocer la fuerza del movimiento. Este proceso político puso en discusión que la huelga puede ser apropiada, reinventada y ampliada más allá de los límites del mundo del trabajo formal, “en blanco”, y reconocido que, sabemos, es predominantemente masculino. Cuando el movimiento feminista llama a la huelga, el paro deja de ser una orden que se acata -es decir, que se sabe cómo obedecerla-, para convertirse en una pregunta a responder desde la multiplicidad de situaciones del trabajo informal, doméstico, precario, pero también asalariado. ¿Qué significa parar para las amas de casa, para las vendedoras ambulantes, para las trabajadoras del campo, para las estudiantes, para las desocupadas, para las beneficiarias de planes sociales, para las migrantes, para las mujeres campesinas que se oponen al agrobussines? ¿Qué significa parar cuando tu sindicato no da la orden de parar? Es una pregunta por el por qué y cómo desobedecemos hoy desde nuestras situaciones concretas y, en el caso del trabajo, cómo visibilizamos el valor que producimos cuando es no reconocido porque se hace en la casa o en el barrio y/o porque trabajamos en formas de empleo sin patrón formal o reconocible. Esta pregunta es política y es existencia

¿Cuál es esa herencia de lucha piquetera a la que hacías mención?

Creo que la economía popular de hoy está fuertemente protagonizada por las hijas de las piqueteras. En Argentina, con la crisis del 2001, muchos varones quedan desocupados, la depresión y el alcoholismo fue muy fuerte en muchos hogares. En ese momento crítico son las mujeres las que salen a la calle a problematizar lo que está sucediendo, y quienes toman la iniciativa para poner en marcha una gestión colectiva de la vida: guarderías, ollas populares, toda una serie de equipamientos comunitarios, una infraestructura social que derrama el trabajo de reproducción al espacio fuera del hogar y que permite luego juntar fuerza común para el corte de ruta. Hoy son ellas y sus hijas quienes están poniendo en valor el trabajo doméstico que ya no se hace dentro de las casas, sino en el barrio y que sustenta incluso una discusión parlamentaria sobre el “salario social”; son ellas, con un fuerte protagonismo femenino en esas economías, las que disputan con las economía ilegales un modo de gestionar la crisis de la sociedad asalariada (y todo su imaginario). Así, no sólo se valoriza el trabajo doméstico asignado a las mujeres, sino que se disputa el confinamiento de ese trabajo de cuidado y reproducción a los hogares y su asociación estricta con modelos familiares, al tiempo que se denuncia la miseria y se valoriza el trabajo comunitario como trabajo productivo fundamental para el sostenimiento de la vida.

Ya que hablamos de la valorización de las tareas de reproducción y cuidado: ¿por qué sin patriarcado no hay capitalismo?

Muchas de nosotras nos nutrimos de un libro fundamental que es Calibán y la bruja, de Silvia Federici. Ella recupera una manera de pensar muy a fondo cómo se estructura la explotación específica de las mujeres en el capitalismo: es un diferencial de explotación que lleva a la pregunta de por qué las mujeres somos explotadas de manera particular, y sobre todo, confinadas y obligadas al trabajo doméstico no remunerado. Esa organización del trabajo de las mujeres como obligatorio y gratuito da la clave: el capitalismo necesita la subordinación patriarcal de las mujeres para organizar las relaciones de explotación; así puede entenderse cómo se ha utilizado históricamente el salario como una herramienta de dominación de las mujeres por los hombres, según una organización específica del desprestigio social de lo doméstico y la consagración de lo público como único espacio de la política. Y esta es una discusión interesante para entender qué pasa hoy, cuando, con la crisis de la sociedad salarial, el salario deja de ser la herramienta de autoridad masculina. Hoy tenemos que pensar lo que pasa luego del patriarcado del salario. Creo que parte del ensañamiento de la violencia doméstica en la actualidad se explica así: los varones, que ya no tienen el salario como herramienta que objetiva su dominación masculina, practican formas “desmedidas” de violencia. El salario medía y mediaba la autoridad del hombre y delimitaba las fronteras entre público y privado; hoy, junto a la crisis del salario entra en crisis la autoridad masculina, que ya no se puede erigir en torno al papel de macho proveedor; y esto explica cómo implosiona la violencia en los hogares, cuando la masculinidad necesita hacer presente su autoridad. La hipótesis que estoy trabajando junto a Raquel Guitérrez Aguilar es que estamos en un momento de “patriarcado colonial de las finanzas”. Esto tiene a su vez que ver con cómo las economías ilegales organizan hoy cierta conflictividad de los territorios; pienso, en particular, en cómo el narco provee a los varones una vía de captación de recursos y control de los flujos de dinero, y así inventa nuevas formas de autoridad con mucha mayor violencia. Para un pibe hoy, ser un soldadito [niños captados por las redes del narcotráfico] lo vuelve a organizar bajo un principio de autoridad que es a la vez bajo un umbral de violencia mucho más alto. Se produce entonces una disputa en un momento en que la violencia surge como fuerza productiva, como ha pensado Federici para otros contextos históricos. Es la pregunta que también se hace Rita Segato: por qué hoy el cuerpo de las mujeres aparece como territorio de conquista. La multiplicación de violencias machistas refiere a eso que tienen que demostrar las masculinidades que ya no se pueden sostener su autoridad sobre el salario ni sobre la figura proveedora en términos más amplios. Ahí aparece la cuestión del patriarcado de la forma más brutal, sin la mediación salarial. Diríamos entonces que el patriarcado tiene todo que ver con esa división sexual del trabajo, sin la cual no hay acumulación capitalista, y que hoy se reformula hacia el patriarcado colonial de las finanzas.

Como dice Silvia Federici, el movimiento de mujeres debe disputar esa desvalorización que hizo el capitalismo del trabajo de reproducción y cuidado. Eso se ha desarrollado desde las luchas feministas con mucha fuerza en los últimos años; pero aparecen giros polémicos, como la crianza con apego o un nuevo mandato por una lactancia prolongada. ¿Hasta qué punto podemos ver en esos fenómenos una valorización de ese trabajo reproductivo, de la vida, y hasta dónde pueden ser nuevas formas de confinamiento de las mujeres a las tareas de cuidado?

Ahí hay una tensión muy fuerte de las lógicas de cooptación y captura de las que hablábamos antes. La desvalorización del trabajo doméstico, de reproducción y de cuidado es una desvalorización política; como recuerda Federici, se disminuye el prestigio social para quitarles a las mujeres su capacidad política, sus saberes, su poder comunitario. Desde el feminismo se está dando una nueva dignidad a estas tareas, y además estas cuestiones tienen cada vez más que ver con mostrar el papel de estas labores en la reproducción ampliada de las relaciones sociales. Las vertientes que intentan que se convierta en una renaturalización de lo femenino, creo que van en el sentido de volver a fetichizar la maternidad como momento individual, familiar y, sobre todo, de realización personal. El feminismo problematiza esa cuestión desde la imposibilidad de sostener la maternidad y el cuidado de forma individual, una vez han sido derrocados los modelos tradicionales de familia y porque ha habido resistencias enormes a la familia como modelo de aislamiento. Hay discusiones muy interesantes sobre la crianza colectiva, por la ecología de cuidados; porque en el feminismo la autonomía se piensa de la mano de la interdependencia, no desde la concepción individual liberal. Esta discusión se da hoy en un momento de colapso, en un marco de despojo colectivo y de precarización de recursos muy fuerte, en el cual las encargadas de las tareas reproductivas deben hacerse cargo en una estructura social en la que ya no hay una infraestructura. Escuchamos desde distintos espacios un feminismo que se pregunta por ese despojo desde una perspectiva que no confía solamente en el Estado o que simplemente siente nostalgia por sus viejas instituciones, sino que se organiza autonómamente en los territorios.

Fuente: Revista Amazonas

 

Mujeres en el Cordobazo: una pincelada de aquel momento // Lucía Scrimini

Me llamo Lucia Scrimini

Habité aquellos días del Cordobazo, Mayo del 69, siendo estudiante de medicina y militante de la FJC y de la FUC. En la universidad y las fábricas había mancomunión de proyectos. Ese día, no sé muy bien qué pasaba en los barrios, pero en la ciudad universitaria una efervescencia nos empujó del límite y muchos caminamos hacia el centro, al encuentro de la movilización general.

Éramos más chicas las que íbamos por las calles de los barrios en esa dirección. No sabía ni pensaba el porqué de ese predominio femenino. Son mis recuerdos. En esas calles encontrábamos muchas personas que necesitaban intercambiar, y nosotras nos deteníamos a conversar sobre la situación. Veredeamos con las doñas y como doñas.

Al centro llegamos multiplicadas.

Participamos de muchas barricadas. Aportamos materiales y azuzamos el fuego. Pero me fuerzo a imaginar que ¿lo “más pesado” de eso lo habrán hecho los muchachos?. Porque cuando veinte años después vi fotos de aquel día, en diarios y revistas, no se ve mucha  presencia femenina. Y eso que predominaban las polleras aún, aunque el jean había comenzado a “igualarnos”. Aún no comprendo. ¿Quizá los editores de esos medios priorizaban la masculinidad? No los fotógrafos, porque hoy, ya más años, empiezan a desmontarse fotos que no se habían mostrado antes.

         Esas viejas fotos, esos viejos diarios y revistas los miraba un día,  en que tenía también en mis manos un diario de los 90 (otra pesada década), en el que encontré, en primera plana, la noticia de que “Estudiantes universitarios de la UBA cortan las calles para convocar a la población a las cátedras libres Che Guevara”: y en estas fotos solo se ven chicas. Minifaldas, colores, diversos peinados, adornos y sonrisas.

         Entonces comencé a mirar mejor los diarios de este presente, ya buscando, con una pregunta instalada, y descubrí que las fotos de las movilizaciones barriales se veían encabezadas por mujeres y niñxs. Y que aún en situaciones tan complejas como tomas de tierras, e incluso dolorosas como desalojos, hay risas, o, cuanto menos, cuerpos con “ritmos” -cuerpos que ya no son el cuerpo militante, ya no son el cuerpo grave, sacrificial, solemne, serio, con su vestigio de entrenamiento- militar. Ya no son los cuerpos militantes -que en las imágenes del cordobazo, eclipsan lo femenino.

Cuando empezó el estado de sitio -aquellos momentos de “soldado no tires somos hermanos”-, empezamos a correr a guarecernos, pero también a cumplir con nuestras citas. Habíamos quedado  en encontrarnos en la casa de unas compañeras, en Ba. Clínicas. Allí fuimos. Encontramos un cumpa herido en la calle, gritando: tenía un balazo en el pie. Es que algunos soldados, hermanados a su modo -pues ellos también estaban presos en la vil tarea, como supimos después-, tiraron no más que a los pies. Lo hicimos pasar a la casa para asistirlo.

  Alguien llamó al hospital y cuando vino la ambulancia también llegó el Ejército. Mientras nos llevaban a las chicas con los brazos en alto, vi a los muchachos: se habían puesto guardapolvo blanco, y salían con la camilla. Eran muchos camilleros… ¡pero se escabulleron!

Sólo después supe que en ese momento, mientras cruzaba la calle con los brazos en alto y a punta de fusil, junto a varias compañeras, llegaba mi hermano a la cita:“¿Qué le digo a mi viejo? ¡Mi hermanita detenida por los militares!”, pensó Carlos.

Nos subieron a un camión y mandaron al Tercer cuerpo. Éramos hombres y mujeres, ya de noche. Hablaron de pronto los soldados: “Eh! ¿Alguna es amiga de Marta Elizondo? Yo soy compañero de ella, somos colimbas, nos obligaron a venir. No sé si podemos ayudar pero si quieren mandar algún mensaje…”.

En el Tercer cuerpo, a las mujeres nos separan y nos llevan a una pieza. No debía tener más que 4 x 4, y, seguían trayendo mujeres: ¡fuimos 60! Hacía mucho frio, siete grados bajo cero, y como habíamos andado a las corridas e improvisadas estábamos desabrigadas; no había ni frazadas ni colchones ni nada: pero el amuchamiento, el ser muchas, nos abrigó.

Supe veinte años después que a los hombres los llevaron a dormitorios de soldados, con camas y frazadas. Pero parece que los militares “no sabían” qué hacer con las mujeres. Había uno que nos traía mate cocido; lo burlábamos riendo a carcajadas, él salía diciendo: “prefiero un batallón de mil soldados y no cinco mujeres juntas. ¡No las entiendo!”

Hoy sé que la potencia femenina desconcierta al machismo. Y además lo enoja, la mayoría de las veces. A medida que nuestra potencia siguió creciendo, y así también nuestra visibilidad, vaya que sí “supieron que hacer” con las mujeres, a partir de la triple A. Una desesperada máquina de aplastar sus  existencias.

Fueron liberando a casi todas, porque la mayoría eran mujeres desprevenidas que habían salido a la calle en toque de queda.  Una joven había bajado del tren proveniente de Azul: salía de su pueblo por primera vez. La habían contratado para hacer el vestido de novia de la hija de un coronel. Jamás iba a entender porqué por llegar a Córdoba a esos menesteres merecía la cárcel. Lloraba y lloraba. Nosotras la bautizamos “la modistita que dio el mal paso” y la mimamos mucho.

Solo a tres no liberaron, porque detectaron que éramos militantes: Jacobita Tato, Nora Protti y yo.

Pasamos por un pre interrogatorio, realizado por militares locales del Tercer cuerpo, que habían estado al mando de  Jorge Raul Carcagno y en ese momento estaban exigidos por Sanchez La Hoz. El oficial que me interrogó, me llamó por mi apellido materno. Me asombré. Era amigo de un tío de mi madre, Carlos Montenegro, teniente coronel que había sido dado de baja por peronista en la “Libertadora”. “Lo siento, jovencita -me dijo-, a pesar de mi compromiso con tu tío, no puedo hacer nada por vos…”.

Cuando salí mi tío estaba grave con neumonía. Murió. Mis primos me culparon, dijeron que había tomado frío por hacer tratativas para mí. Era cierto, quizá. Pero yo creo que se encontró con la impotencia de sus ideales. Fue él, llorando, quien me comunicó que ya sabían que me condenarían a 4 años. Pienso que murió de tristeza (las afecciones pulmonares están ligadas a este sentimiento).

Nos trasladaron al predio donde se realizaban los juicios. Habían terminado con los hombres. Escuchamos que a Tosco, dirigente de Luz y Fuerza y a Canelles líder de la construcción, los habían mandado a Rawson.

         Temblábamos de frío, en la espera.

Jacobita tenía veintidós años, yo veinte, Nora solamente dieciséis. Un joven oficial tomó su capa y la puso en los hombros de la adolescente. Entró Sánchez la Hoz:

– ¿Quién puso un capote a esa chica?

– Yo, mi General.

– ¡Se la quita inmediatamente!

– No, mi general, ¡la niña tiene frío!

– ¡Treinta días de arresto!

– ¡No se la quito, mi General!

– ¡Cuarenta días! ¡Es como si le pusiera la bandera!

– Si sólo tuviera la bandera, se la pondría, mi general.

– ¡Ciento veinte días de arresto!

Y, furioso, él mismo quitó el capote.

Poco después entró otro oficial. Pálido, le dice a un compañero que escribía a máquina: “¡Me toca la Scrimini! ¡Y la pierdo!” Sería mi abogado defensor, y perdía su ascenso si perdía el juicio, que estaba ya definido. El compañero le dice: “¡enfermate!”. Y eso hizo eso cuando estuve en el banquillo de acusadas. Mi temblor no aumentó: ya era máximo.

A Nora la mandaron a su casa por menor. A Jacobita y a mí se nos acusó de haber preparado un hospital de campaña, o sea de haber premeditado y preparado el enfrentamiento. Los fundamentos más importantes, sin embargo, fueron que éramos unas pobres chicas manipuladas por nuestros familiares (a ella, su padre, y a mí, mi hermano, ambos dirigentes del PC) y también utilizadas por Tosco y Canelles.

Nos condenaron a 4 años en Rawson.

Los oficiales se levantaron, cansados, diciendo: “mañana firmamos las condenas”.

Esa noche, Onganía levantó los tribunales militares. ¡El levantamiento popular había tenido éxito! Los “éxitos” de los momentos revolucionarios nunca perduran, pero sí sus efectos. ¡Aún persisten los aromas de junio del 18 cordobés, ese potente Cordobazo del 69 y la magia creativa del 2001!

La universidad pública, laica, reformista, con la participación de todos los claustros persiste en la Argentina desde ese poderoso movimiento de La Reforma Universitaria del 18.

El Cordobazo, experiencia de pueblo sorprendido en acontecimiento de su propia potencia. Lo imposible se hace realidad. Comienza el derrocamiento de una dictadura. El pueblo se reconoce en el codo a codo

 < Dijo Rodolfo Walsh:

 “El saldo de la batalla de Córdoba, «El Cordobazo», es trágico. Decenas de muertos, cientos de heridos. Pero la dignidad y el coraje de un pueblo florecen y marcan una página histórica argentina y latinoamericana que no se borrará jamás.
En medio de esa lucha por la justicia, la libertad y el imperio de la voluntad del pueblo…”

 2001 también, la efervescencia absolutamente inventiva, tomó las calles y éstas se transformaron en experiencia íntima y universal. También se derroca un gobierno opresor. Nos quedan experiencia y hechos de potencia creativa, aunque del “Qué se vayan todos” se  haya diluido su significación y realidad.

 En todos estos acontecimientos hubo muertes y heridas, no las minimizo. Son la sombra que estimula aún más nuestra revuelta.

“No sabían qué hacer con las mujeres”, entonces nosotras pasamos a la cárcel civil, y estuvimos, solo un mes, en el penal femenino El Buen Pastor.

En aquellas épocas yo nada sabía sobre Feminismo. Hoy es mi militancia fundamental. He abandonado lo partidario, desde la guerra de Malvinas. La organización partidaria, de cualquier color, la considero siempre patriarcal, verticalista.

Hoy puedo comprender por qué era femenino que nos importara detenernos en los barrios frente a las miradas ingenuas, las que nada sabían acerca de la huelga de ese día.

Las mujeres podemos detenernos en el cotidiano.

Hoy ya sabemos que el cotidiano es la esencia de la vida.

Ya comprendí y ya somos muchas las que podemos sostener que “lo íntimo es político”.

Y creo que nosotras no éramos visibles porque no habíamos comprendido las diferencias complementarias. Creíamos que la igualdad pasaba por indiferenciarnos, por asimilarnos. Consideramos que la maternidad entorpecía esa igualdad (hasta Simone de Beauvoir se confundió en esto: demoró, como nosotras, en percibir que la maternidad es uno de nuestros atributos creativos).

Creíamos que la estética sólo era para las artes y sospechábamos banalidad si ésta habitaba nuestros cuerpos.

En este marzo del 2018 (8M), a cincuenta años de entonces, 800 mil mujeres recorrieron las calles de Buenos Aires, todas desplegando belleza, fortaleza, alegría, creatividad, danza, actuación, plástica, en cuerpos, paredes y suelos. Las tetas al aire hacen reír o asombrar mas no escandalizar.

Esa misma fiesta de existencia recorrió el planeta.

Nosotras ya conocemos y confiamos en nuestras diferencias.

Los represores pasaron el desconcierto de “no saber qué hacer con las mujeres”; siguen sin saberlo, pero creen que lo que ignoran no existe y pretenden borrarlas con despiadados femicidios.

Dice Silvia Federici: “La caza de brujas, como escena predilecta de una expropiación colectiva, no queda sólo en el pasado, sino que insiste y aparece bajo nuevas formas de criminalización, empobrecimiento y violencia contra las mujeres y sus formas de autonomía”

Después de tanta caza de brujas muchas mujeres quedaron amordazadas en un rol de silencios, simulaciones, histerizaciones, uso y abuzo de sus cuerpos apagando las hogueras. Ellos creyeron que nos habían sacado del campo de batalla y nosotras creíamos que debíamos estar allí de ayudantas o disimuladas.

Siglos de “mujeres detrás de un Gran Hombre”

Para Sánchez La Hoz era un sacrilegio que una mujer usara un capote militar; para un juez militar era un absurdo una mujer con responsabilidades políticas o de lucha, y sólo podían concebirlas usadas por esos hombres a los que ellos preferían tener en la querella.

Para el patriarcado, en aquellos momentos de mi relato, se jugaba la invisibilidad femenina. No era concebible, para el máximo represor, que el joven oficial pudiera percibir a la adolescente temblando de frio. Mi hermano no podía explicarle a su padre -no a la madre- que su hermanita se había hecho visible y él no lo había evitado.

En el 72 (Dictadura de Lanuse) en la comisaría en la que me “tiraron” después de allanar mi casa, ya fui testigo de una adolescente torturada, por “ser hermana de un guerrillero”. El guardia cárcel no cabía en el asombro y el dolor: “En las celdas de esta comisaría sólo había ladrones, no entiendo ahora traen a estudiantas y a niñas acusadas de hermana!!”

Esa joven cantaba con una voz asombrosa, canciones de la guerra civil española, tirada en el piso sin poder moverse del dolor.

 Y ella dio potencia a cada preso, al guardiacarcel, a nosotras.

 En el 74. Las AAA. Sufrí un allanamiento también. Y allí ya hubo la muerte de una compañera ((Rita Hidalgo) y los golpes y manoseos eran a las “putitas”

En la dictadura del 76, la mayor visibilización , las mujeres más claramente en lucha, enardeció a los impotentes y cubrió de femicidios, torturas y violaciones los cuarteles y campos de concentración.

Y después de la dictadura, de la desaparición masiva, siguió creciendo la potencia femenina en las calles, hogares y trabajos.

 Y también creció el reguero de sangre y dolor, en las mismas calles, campos y casas, de cuerpos femeninos, con úteros o sin úteros. También los travesticidios se incluyeron a la misma tragedia.

No hago punto final en la tragedia. Más y más fuerte, mayor es la sublevación y la manifestación de una nueva existencia.

Una nueva existencia donde los géneros se dirimen por un “Modo de Ser” y no por una sexualidad

 Así interpreto a este  feminismo que va  creciendo asombrosamente:

¡Alerta, alerta, alerta que camina, la lucha feminista por América Latina!

La hoguera está prendida, Y el alerta es para nosotras, porque la hoguera está dispuesta por los impotentes.

Y sepan que en ella caben  también los que prestan el capote, los hermanos protectores, los que osan arrodillarse frente al milagro de esta nueva efervescencia, los que sostienen al bebé que cae de la marsupia de las mujeres.

Las mujeres no cedemos frente al fuego.

Los compañeros rodean, con el mismo riesgo, nuestra fiesta de cuerpos leales a la vida

Por eso el grito es hoy de la humanidad:

¡ALERTA, ALERTA, ALERTA QUE CAMINA, LA LUCHA FEMINSTA POR AMÉRICA Y EL MUNDO!

 

 

 

 

 

 

 

 

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“¿Cómo hacernos un cuerpo?” Entrevista con Suely Rolnik // Marie Bardet

Esta entrevista es un adelanto del libro «8 M | Constelación Feminista», editado por Tinta Limón.

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Suely Rolnik es una máquina de intervenciones en múltiples direcciones o por lo menos en las dos que se alían fuertemente en su trabajo: crítica y clínica, alianza que genera el campo de la micropolítica. Cada una de sus conferencias, textos, aquelarres con artistas, montaje de redes, conversación, es un modo de intervención situada. Pero que el feminismo y los saberes-del-cuerpo (con todos los nombres mutantes que inventan: “la cuerpa”, “acuerparnos”) sean las experiencias fundamentales de insurrección y reconfiguración micropolítica del momento, parecen ser desplazamientos que tienen en vilo a Rolnik en los últimos tiempos. Narra estos desplazamientos actuales con fuerza y detalles en una conversación de verano.

Cuenta aquí que las Asambleas Públicas de la Escuela de Técnicas Colectivas organizadas en Buenos Aires en abril 2017 por Verónica Gago y Silvio Lang en el marco del Coloquio “Cerca de la Revolución” en la UNSAM fueron decisivas para encontrar su feminismo en las moléculas más ínfimas de su cuerpo; explica cómo el momento actual de violencia y destrucción en América Latina y en el mundo que surge del nuevo pliegue del “inconsciente colonial-capitalistico” en el marco del capitalismo financiero y globalizado también es un momento muy importante de alianzas e insurrecciones, en particular del movimiento feminista; y propone que la brújula ética de los saberes-del-cuerpo oriente la micropolítica de estas reconfiguraciones de y por las mujeres, en el sentido más amplio y abigarrado que le dan el grito y el movimiento a la palabra.

La entrevista empieza con la presentación de las dos palmeras Pindó, que viven con ella, desde el patio de su departamento. Chamanas de su cotidiano, se vuelven interlocutoras clave a lo largo de esta conversación poco lineal, que salta de la evocación del territorio pre-colonial de Pindorama a la “transverberación” de Santa Teresa de Ávila, pasando por las brujas que, como aquel río Doce de Amazonía, se transfiguran y crean nuevas maneras de vivir frente a las fuerzas que producen su casi destrucción…

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Saberes-del-cuerpo

En su conferencia “Sobre el inconsciente colonial-capitalístico”[1], Rolnik apela a los “saberes-del-cuerpo” para socavar individual y colectivamente el régimen dominante, e invita a “hacernos un cuerpo”. Quisimos saber qué cuerpos y qué saberes se movilizan para ella.

“A la vuelta de mi última temporada en el hospital, hablando con mi Pindó más cercana, porque hablo mucho con ella, es una especie de chamana para mí, me di cuenta que mi enfermedad, esta colitis crónica, empieza cuando mi intensidad se vuelve muy acelerada, cuando hay una especie de aceleración insoportable de todo mi cuerpo. Hablando con ella me di cuenta que mi pensamiento tiene una velocidad incesante, que no obedece a nada. Puedo estar muy cansada soy capaz de quedarme tres noches sin dormir escribiendo; cuando ocurren ciertas experiencias, me pongo en estado de urgencia y entro en una aceleración total, que no cesa mientras no encuentre palabras para decirlas. Me di cuenta que mi pensamiento no tiene ritmo y que el ritmo del pensamiento viene del ritmo vital, que nos indica el cuerpo en su inspiración y expiración de toda la biosfera. El cuerpo baila con la biosfera. Entonces me di cuenta que esta capacidad, que es un elemento esencial del saber-del-cuerpo, viene… ¡del cuerpo! y que yo estaba totalmente disociada de mi cuerpo desde este punto de vista. Por supuesto, hace mucho que hablo de los afectos, pero sobre los ritmos del cuerpo, era totalmente ignorante. Pensé: “me paso la vida trabajando sobre esto y ¡no tenía la menor idea! Mi “espíritu”, que busco desde siempre llevar a la inmanencia con la biosfera, está todavía enteramente en la transcendencia, como si fuera una cosa abstracta, que nada tiene que ver con mi cuerpo, una suerte de objeto que me pertenecería o no sé qué…”. Entonces ahora estoy intentando conquistar esto. Atención: habitualmente no uso la palabra “espíritu” porque está demasiado cargada de tradiciones religiosas monoteístas, de las iglesias y sus sistemas morales que lo cafishean y de todas esas cosas new age;  si lo utilizo acá es para traerlo de vuelta al cuerpo; el espíritu es el saber-del-cuerpo. Y es el cuerpo el que da al espíritu el ritmo, la batida, el pulso, ¿no? Entonces, el ritmo es un elemento esencial del saber-del-cuerpo, ¿no?”

Por ejemplo, la palmera, cuando hay viento, baila, las hojas bailan, si hay otra al lado se acercan… y después se apartan. Todas las fuerzas de todos los cuerpos están en relación, y esas relaciones producen efectos en cada cuerpo. Es nuestra experiencia del mundo no en sus formas que desciframos con la percepción, sino en sus fuerzas, que desciframos con el saber-del-cuerpo por medio de los afectos que son los efectos en el cuerpo de las fuerzas de la biosfera (ese gran cuerpo viviente que incluye los humanos junto con todos los demás elementos del cosmos).”

“En este sentido, cuando hablaba de saber-del-cuerpo, lo que me interesaba era tomarlo como nuestra brújula básica. Además está nuestra brújula moral que nos sirve para nuestra existencia social. Lo que me interesa, es cómo la resistencia hoy consiste en reconectar lo más posible con nuestra condición de viviente, activar nuestro saber-de-viviente, saber-del-cuerpo, y que este saber es nuestra brújula. Pero una brújula ética, porque su norte (o más bien, su sur) no tiene imagen, ni gestos, ni palabras. Es diferente en esto de la brújula moral, cuyo norte es un sistema de valores, imágenes, palabras, etc. que funciona con el sujeto y su manejo de las formas sociales, y es importante también porque, desde luego, no vivimos sin situarnos en las formas sociales. Es importante no como referencia absoluta universal, sino como algo que se va a transfigurar cuando nos dejemos orientar por la brújula ética. Se tiene que transfigurar las formas sociales y transvalorar sus valores cada vez que la vida nos indica que ya no se puede seguir así, porque la sofoca. Y esto va desde la cosa más macropolítica hasta nuestra sexualidad.”

Destino ético de la pulsión [o #Nosmueveeldeseo.]

“Voy a dar un ejemplo maravilloso que me contó Aitón Krenak, activista intelectual indígena brasileiro, que pertenece a la comunidad Krenak. En Amazonia, hay un río llamado Rio Doce (río dulce), un río enorme como lo son los ríos amazónicos, y en una de sus orillas, vive una comunidad indígena. Como bien se sabe, las comunidades indígenas tienen una relación de conversación continua con los ríos y los demás elementos de la biosfera que hace parte de la construcción de su modo de existir. En esta región, hay una poderosísima minera llamada Valle de Río Doce, que pertenecía al Estado y hace un tiempo fue privatizada. Esta misma minera fue responsable de la catástrofe de Minas Gerais en 2015 donde una instalación explotó y varias ciudades de la región con miles de personas fueron totalmente destruidas y hasta ahora nada ha sido hecho para que la gente se reinstale. Esta empresa minera contaminó tanto el río que no solo estaban sus aguas contaminadas, sino que parecía haberse secado por completo. Si solo mirábamos la situación con nuestra percepción, hubiéramos dicho que el río estaba muerto. Pero dos años más tarde, los habitantes de esa comunidad indígena descubrieron que el río había encontrado una manera de seguir muy fuerte y muy limpio bajo la tierra. ¿Qué pasa ahí? El río, cuando es afectado por las fuerzas del abuso por parte de la minera y se seca, no va a hacer como nosotros en una situación similar. Nuestra parte “sujeto” piensa “¡Estoy destruida! ¿Qué voy a hacer? ¡No puedo vivir de otra manera! ¿Qué van a decir de mí? ¡No soy más nada, no pertenezco más a nada! ¡No lograré más existir! Es la muerte, es el fin…”. O proyectamos la causa de nuestro malestar en el otro “¡Mirá lo que hicieron!” y lo demonizamos furiosamente: nos quedamos con “¡Abajo Lula! ¡Abajo Dilma!”. El río, él, no tiene sujeto. Cuando la vida se encuentra amenazada, cuando el río siente los efectos de esas fuerzas destructivas en su vitalidad, inmediatamente inventa su manera de seguir, bajo otra forma, transfigurándose, creando otro lugar, de otra manera; el río cumple así el destino de la vida, que en su esencia es un proceso continuo de transfiguración para seguir perseverando. Es esa fuerza de perseveración que define la vida, lo que Spinoza llama conatus.

Esa transfiguracion Suely Rolnik propone pensarla en el mundo de la subjetividad humana. Los saberes-del-cuerpo, que llama también saberes-eco-etológicos, son los que permiten seguir cuando dos tipos de experiencias de nuestra subjetividad entran en tensión: la del sujeto que descifra el mundo por medio de la percepción, y la del viviente que somos, uno entre tantos otros en la biosfera, en la que aprehendemos el mundo por los afectos. “Afectos”, “no en el sentido de cariño, sino en el sentido de ser afectadx, perturbadx, tocadx”, precisa Rolnik, es decir los efectos de las fuerzas de la biosfera sobre nuestros cuerpos. Es lo que Rolnik llamaba “cuerpo vibrátil” en “Geopolítica del Rufián”, y que ella retoma también en su diálogo con el bailarín y pensador de la danza, Hubert Godard.

“Estas dos experiencias, la del sujeto que percibe para existir socialmente y la del cuerpo viviente que es afectado, no son opuestas; la relación entre ellas no es dialéctica, sino paradójica. Cuando entran en tensión una con la otra, la subjetividad se encuentra desestabilizada, desterritorializada. Deja de funcionar su brújula moral, ya no nos sirven nuestras referencias, nuestras imágenes del mundo y de nosotros mismos, nuestro modo de vida; es una especie de vacío de sentido. Pero si la subjetividad logra soportar este momento de vacío (que no está, precisamente, “vacío” porque hay un embrión de mundo que espera las condiciones y la temporalidad para germinar, para que la vida tome una nueva forma, en un nuevo modo de existencia), sigue el camino del destino ético de la pulsión (nombre que Freud ha dado a la fuerza vital en el humano) que es convocar el deseo para crear algo que logre dar forma y materializar lo que la vida nos pide cuando está amenazada, para recobrar su equilibrio. Puede ser una obra de arte, otra manera de vivir, otra manera de alimentarse, hacer estallar la noción de género, inventar otras sexualidades, etc. En cambio, cuando la subjetividad se reduce a su experiencia como sujeto, es el ego, el yo, que desde sus referencias interpreta la situación y, por eso, la ve como peligro de desagregación. Nos sentimos entonces totalmente amenazadxs, angustiadxs. Lo que era solo un malestar de vacío-lleno se vuelve angustia del yo, y el deseo se ve forzado a encontrar un equilibrio inmediato consumiendo algo ya existente: un discurso, un lenguaje, un modo de vida, etc. Va a hacer algo reactivo para mantener una imagen de sí mismo y del mundo, reacomodando el status quo. Y lo que se hace reactivamente puede ser muy creativo, pero no creador. Eso es antiético, porque implica interrumpir un proceso de germinación que es esencial para que la vida pueda respirar y perseverar. En eso consiste el efecto del abuso de la pulsión vital que la desvía de su destino ético; dicho abuso es la matriz micropolítica del régimen colonial-capitalístico.”

Política de las palabras: de la empatía a la transverberación

“De la misma manera que mientras el sujeto aprehende por medio de la percepción, nuestro cuerpo vivo aprehende por medio de los afectos, mientras que el sujeto se relaciona con lxs otrxs por medio de la comunicación, nuestro cuerpo vivo se relaciona con lxs otrxs por medio de algo cuyo nombre estoy buscando en este preciso momento para un texto nuevo[2]. Porque antes lo llamaba empatía, pero empatía no va. No va porque la publicidad lo usó mucho, la cosa new age y los libros de autoayuda también. A su vez, muchos militantes negros por ejemplo nos dicen “gracias, estamos hartxs de su empatía”; es que la empatía deniega la tensión. La palabra que creo que voy a poner, lo estoy trabajando en estos días, es transverberación. Transverberar alude a reverberar, traslucir, diseminar… Es un término que encontramos en Santa Teresa de Ávila. Voy a contar primero la descripción que ella hace de esa experiencia desde su idioma católico, después sacamos la Iglesia, Dios, etc., para transcribir su experiencia en nuestro idioma desde lo que esa experiencia aporta. Para Santa Teresa, existen seis etapas para volverse Santa, la sexta es la transverberación. Describe un sueño que tuvo: vino un ángel hacia ella y le traspasó el corazón. Sintió un dolor gigantesco en su cuerpo, su cuerpo quemaba pero decía todo el tiempo que ese dolor no era solo corporal, sino también espiritual. Y ahí, dice, habitaba totalmente el espíritu, es decir Dios en su idioma católico. Si traduzco esto en mi idioma lo que ella sentía habitar plenamente es el saber-del-cuerpo, nuestra condición de viviente, lo que podemos llamar “el espíritu”, si lo liberamos en nuestro idioma de su cafisheo por el poder colonial de la Iglesia, que ha sido fundamental e indisociable del poder de Europa sobre el resto del mundo así como del poder colonial del capitalismo globalizado, (ambos poderes van de la mano). Diríamos entonces que la ética de una vida consiste precisamente en habitar cada vez más nuestra condición de viviente. Desde esta perspectiva, la sexta etapa, en nuestro idioma, no es un devenir-santa, sino cumplir con el destino ético de una vida, honrándola; la vida es lo “sagrado”, si queremos preservar ese término. Honrar la vida es habitarla lo más plenamente posible. Esto es la transverberación. El “trans-” remite a trans­-versalidad, pero también a trans-sexualidad, y por supuesto a trans-cendencia, cuando esa no es lo más allá del mundo, sino su inmanencia misma. También es una especie de “reverberación” pero de “espíritu” con “espíritu”, de lo viviente con lo viviente, y no una comunicación entre identidades o sistemas morales. Es una especie de resonancia intensiva, o resonancia entre afectos. En este caso el conocimiento no es el de la cognición, sino el del saber-del-cuerpo, de lo viviente, del saber-eco-etológico. A partir de esto podemos pensar la resistencia, en particular del movimiento de mujeres.”

Macro y micro-política actuales: el feminismo como transfiguración de las mujeres (y no solo de ellas)

“Pienso que estamos en un momento muy interesante: las fuerzas brutas, ignorantes, confinadas en el inconsciente colonial-capitalístico, tomaron el poder en todas partes. Ya no tienen vergüenza, no se disfrazan, se manifiestan como quieren, hacen lo que quieren. En Brasil es espantoso lo que están haciendo en todos los niveles, incluso con el arte, con la cultura… ¡con todo! La vida se siente amenazada, y es siempre un momento en el cual estallan insurrecciones. Siento que hay en este momento una insurrección que se disemina por todas partes, en todos los dominios de la vida social, algo irreversible.  Bueno, en general soy optimista… lo que es tan idiota como ser pesimista… porque en ambos casos se hace referencia a la imagen de un final fijo y definitivo, sea un final feliz o infeliz, sea la imagen de un porvenir maravilloso como la de la revolución, heredera de la idea de paraíso, sea su opuesto, la imagen de un colapso total, heredera de la idea de apocalipsis. Tener optimismo y esperanza es distinto de creer en la vida en su potencia de perseveración que involucra un proceso continuo de creación de otras formas en las que se performatiza lo que la vida anuncia.

Hasta ahora la insurrección era básicamente macropolítica, aun si en el 68, empezaron insurrecciones micropolíticas… Bueno, incluso podríamos decir que había empezado antes con, las vanguardias de fin del siglo XIX y principio del XX, pero en cuanto movimiento político de masa, empezó en los años 70, en muchas partes, de distintas maneras. Creo que París fue el único lugar donde las esferas micro y macro estaban reunidas en la insurrección. Cosa que no pasaba en América Latina, ni en Checoslovaquia, ni en Italia, alrededor del 68, donde las insurrecciones en esas esferas no solo estaban separadas, sino que incluso había conflicto entre los que actuaban en una y otra lucha. Lxs activistas micro consideraban “caretas” a lxs activistas macros, porque su subjetividad era como la de los burgueses. Al revés, lxs macro lxs despreciaban porque había una tendencia a la despolitización (en el sentido macro) en los agentes de la insurrección micropolítica. A su vez, lxs activistas macro consideraban que la lucha en el campo de la subjetividad y de la cultura (en el sentido amplio) era propia del individualismo burgués, porque tenían una imagen de la subjetividad reducida al sujeto ya que así era su propia subjetividad. Creo que lo nuevo en este momento, y el desafío para nosotrxs, es que la lucha micropolítica está mucho más presente ahora, sin tener algo que tenía en el 68 que es creer en un porvenir maravilloso, algo como una sociedad hecha de comunidades entre hermanitxs, eternamente armoniosas y sin conflictos. Se trata hoy más bien de darse cuenta que la vida es una lucha constante entre fuerzas activas y fuerzas reactivas, entre fuerzas que quieren destruir la vida y fuerzas que quieren que el conatus transverbere, fuerzas no solo en la sociedad sino en nuestra propia subjetividad y en las redes relacionales en las cuales está ubicada. Esto es  algo que está cada vez más claro y presente en muchas luchas, en particular las luchas de lxs negrxs, de lxs indígenxs, de las mujeres y de lxs LGBTQI. Lo nuevo es también que se tiende a no oponer más micro- y macro-política.

Las dos luchas, micro y macro, son absolutamente importantes y ambas se dan en el ámbito de las relaciones de poder, pero en distintas esferas de las mismas, lo que involucra distintas metas, distintos modos de operación y cooperación, distintos agentes de la insurrección, etc. La lucha macropolítica tiene como meta la distribución más igualitaria de los derechos civiles etc. Por ejemplo, la lucha de las mujeres contra el machismo, en esta esfera, es la lucha contra el poder de los hombres. Lo que nos pone juntas para esto es una misma posición identitaria, y ahí la noción de identidad tiene sentido y sirve para la lucha macropolítica contra la opresión. Puede ser identidad de mujer, de negrx, de LGBTQI… y también de obrero. Aun si ya no es únicamente el obrero el agente de la lucha contra la explotación y la opresión, ya que se incluyen agentes que ocupan otros lugares y cede subalternidad (lo que es sin duda un avance), su lucha sigue siendo pensada y actuada desde una perspectiva macropolítica. En esta esfera el modo de cooperación parte de un programa y una meta pre-definidos, o sea es un movimiento programático y depende de la construcción de movimientos organizados, partidos, porque la meta es una redistribución de los derechos que sea más igualitaria, lo que involucra un cambio de leyes en el Estado que necesita de ese tipo de presión de la sociedad para (quizá) ser logrado. Mientras que en la lucha micropolítica intervenimos en la relación de poder pero ya no con la meta de combatir el poder del dominador: el varón si tomemos el ejemplo de las luchas de mujeres contra el machismo. La meta es conocer cada vez más cuál es nuestro personaje en ese teatro de la escena machista, y cuál es el personaje del varón en esa escena. Porque desde un punto de vista micropolítico esta escena no está hecha solo por los varones, está hecha, vivenciada, por dos personajes: mujer y varón, en una dinámica que involucra a ambos. Hace parte del personaje de mujer en la escena machista que se sienta muy mal si no tiene un varón, como si no existiera, y entonces para salir de ese estado, acepta vincularse con cualquier mierda de varón, y sobretodo acepta la relación de abuso porque solo se reconoce por medio del deseo de un varón, y todo lo demás que compone el personaje femenino y la dinámica de su relación con el personaje masculino, y que sigue vigente. Entonces, ¿cómo se produce la insurrección en las relaciones de poder desde este punto de vista? No es una lucha por oposición. La lucha macro sí es una lucha por oposición, es dialéctica, porque tenemos intereses opuestos. En la esfera micropolítica, se trata de deshacer nuestro personaje en la escena de las relaciones de poder, por medio de un trabajo de creación de otro personaje, o más bien de otros personajes, un proceso en el cual a medida que va tomando cuerpo otro personaje se deshace el personaje anterior y la escena misma no tiene como mantenerse. A medida que lo vamos haciendo (porque es una lucha de toda la vida), el otro personaje, el macho en este caso, no tiene más con quien hablar en aquella escena teatral. Entonces existen dos posibilidades: o bien tendrá la fuerza, él también, de empezar a inventar otro personaje, otros personajes, mil personajes, a partir de los afectos de lo que está viviendo en cada momento, o bien va a quedar atrapado en una fantasía de que afuera de esa escena y de su personaje en ella no hay nada, es el colapso de sí mismo y de su mundo. En ese caso su respuesta es reactiva para mantener la escena a cualquier costo; es eso lo que produce el aumento exponencial de los femicidios, como es el caso en Argentina actualmente y también en Brasil.

Se trata entonces de inventar otros personajes, disolviendo los personajes que en nosotros sostienen las relaciones de poder, en este caso, las relaciones machistas. Voy a retomar una idea de un estudiante mío, que es gay y que escribió un texto a raíz de mi ensayo “Esferas de la insurrección” donde dice que solemos pensar solo dos figuras de mujer en nuestra cultura: la “reservada y del hogar”, o la puta, vagabunda. “Reservada y del hogar” es lo que dice Temer, el presidente de Brasil, de su mujer. Ella ha sido Miss de su ciudad en la provincia de São Paulo y ha conocido a Temer en una convención de su partido, el PMDB, donde ella estaba trabajando en la función de mujer-adorno, común en ese tipo de evento. No solo Temer la presenta públicamente como una mujer “reservada y del hogar”, sino que sus consejeros en marketing sustituyeron sus ropas sexys de Miss o de mujer-adorno por ropitas de mujer “pura” y asexuada. Este estudiante mío dice no, hay otra figura, que es algo que sabemos muy bien pero está bueno recordarlo, es la bruja. La mujer que no soportó ser ni la pura, reservada y del hogar, ni la vagabunda, y empezó a construirse otro personaje de mujer. Un personaje conectado con los saberes-del-cuerpo, brújula ética que orientaba sus prácticas de cura, de alimentación, etc. Es esa figura de mujer que ha sido demonizada, llamada de manera peyorativa “bruja”, porque es portadora de lo más subversivo en relación al inconsciente colonial-capitalístico. La reconexión con los afectos y la reapropiación de la pulsión para que cumpla su destino ético es una verdadera revolución de la subjetividad sometida a este régimen de inconsciente y que amenaza a todo el resto. Entonces más allá de la santa y la vagabunda, siempre ha habido una resistencia micropolítica de las mujeres que deshacía esos personajes en sí mismas. Hoy cuando me dicen bruja, incluso en el mejor de los sentidos, yo siempre contesto: “soy aquello que el occidente colonial-capitalista llamó bruja, para demonizarlo y con eso justificar la prisión de un número espantoso de mujeres, torturarlas y quemarlas vivas en hogueras en la plaza pública”.

Resistencia e insurrección

“La creación de otras formas de vivir, distintas de las escenas dominantes, sus personajes y sus valores es la meta de la lucha micropolítica, distinta de la redistribución de los derechos, meta de la lucha macropolítica. Un personaje es un modo de existencia que se trata de transfigurar y transvalorar sus valores, como lo designaba Nietzsche; construirse de otra manera, otras relaciones con el/la otrx. En esta esfera de la insurrección, micropolítica, la estrategia de lucha no es programática, como lo es en la esfera macropolítica donde lo que se quiere obtener está previamente definido, sino que el resultado de la lucha, se define a lo largo de un proceso de creación. Su modo de cooperación no consiste en construir un movimiento organizado o un partido desde una identificación entre lugares de subalternidad como lo es en la resistencia macropolítica, sino en componer colectivos efímeros desde una transverberación de una misma frecuencia de afectos; efectos de las fuerzas que agitan un cierto mundo en cada uno de los cuerpos que allí se juntan, y que se encuentran habitados por los mismos embriones de mundo que fueran fecundados en el encuentro con dichas fuerzas (las asambleas de la Escuela de Técnica Colectiva en Argentina del año pasado son un ejemplo de ese tipo de cooperación micropolítica). Tales embriones quieren germinar y, para eso, nos piden acciones para darles una forma. Dichas acciones no es posible hacerlas solx, sino en un cierto campo relacional; es en esa experimentación colectiva que la germinación se produce. Y siempre estamos conectadxs a varios colectivos, entonces cuando uno de ellos llega a su fin, no hay que llorar diciendo “¡se volvió una mierda!”, “¡ha sido un fracaso”! No, cumplió su meta, que era producir una práctica en la cual la germinación se vuelve posible y cuyo efecto es la transfiguración de la realidad. Lo novedoso hoy no son solamente las indispensables prácticas de resistencia micropolítica, sino también que en los nuevos movimientos se articulan con la resistencia macropolítica. No hay descolonización efectiva sin transformación de la política de subjetivación y del deseo que resulta del inconsciente colonial-capitalístico, foco de la resistencia en la esfera micropolítica; pero la descolonización de la subjetividad y, más fundamentalmente de la pulsión, depende de su articulación con la descolonización en la esfera macropolítica. Si, por un lado, la lucha de lxs militantes de las izquierdas tiende a ser limitada micropoliticamente por su modo de subjetivación y su política de deseo, al final también sometidos al inconsciente colonial-capitalistico y, por lo tanto, disociados de sus saberes en tanto que vivientes, por otro lado, la posición de las izquierdas en la esfera macropolítica que consiste en resistir al interior mismo de la democracia burguesa para obtener más justicia es la mejor en el marco de ese régimen que atraviesa toda la historia moderna del Occidente. Entonces la lucha micropolítica no se posiciona en contra de la militancia macropolítica, sino que la amplía y la complejiza. Cuando decimos que los  políticos de izquierda no hicieron tal o cual cosa, incluso Lula y todxs lxs presidentes de izquierda de América Latina post-dictaduras, somos como niños regañando a sus padres por no haber hecho eso o aquello. Con todos sus equívocos y limitaciones, esos gobiernos hicieron mucho más en la esfera macropolítica de lo que había sido hecho en toda la historia de la república en esos países. Es nuestra responsabilidad llevar la insurrección más allá de la macropolítica, lo que probablemente puede incluso ampliar la osadía de las acciones en esa esfera misma.”

¿Seguimos hablando de vulnerabilidad?

En este momento de la conversación, surge una inquietud: en los contextos de violencia neoliberal y repliegue ultraconservador actuales, ¿sigue siendo la vulnerabilidad un camino para conectarse con esos saberes-del-cuerpo, como lo sugería Rolnik en “Geopolítica del Rufián”? Y en este sentido, cuando lanzó la idea, en las Asambleas de abril, de “hacernos un cuerpo”, ¿cómo nos hacemos ese cuerpo? ¿Volviendo la piel más porosa? ¿Ejercitando los músculos para fortalecernos? ¿Cómo nos hacemos una corporeidad resistente? ¿Buscando ese ritmo? ¿Es una vibración, o cierto tono muscular que pueda estar en frecuencia con otrxs? ¿Esto lo seguimos pensando como vulnerabilidad?[3]

“Tenemos que pensarlo juntas, porque este cuestionamiento de la vulnerabilidad en relación a los músculos y la piel, lo introducís vos. Lo que puedo decir de pronto es que la palabra vulnerabilidad está tan problemática como la palabra empatía. Si ese es un término que nombra una actitud frente a la alteridad, en general se lo usa entendido como una actitud del sujeto (y además con connotación políticamente correcta o new age), y no como una actitud del viviente, del afuera-del-sujeto; además muchas veces se lo confunde con debilidad, lo que es peor aún. Cuando tenemos palabras así de tomadas, o continuamos usándolas pero arrastrándolas en otra dirección, o cambiamos de palabra. Creo entonces que si nos parece fecundo mantener el término de vulnerabilidad, hay que describir la experiencia que ese término nombra para nosotras y agregarle adjetivos que lo califiquen. Vulnerabilidad ¿a qué? A las fuerzas, vulnerabilidad a los ritmos, vulnerabilidad a posturas corporales… Pero es también una vulnerabilidad al otrx por transverberación, frecuencia de afectos. Si decimos todo esto, podemos mantener la palabra vulnerabilidad, sino tenemos que encontrar otra palabra capaz de decir mejor y más sucintamente todo esto.

En todo caso, no había pensado la vulnerabilidad al nivel de músculos o piel, como proponés. Apenas empiezo a conocer mis músculos, soy muy ignorante en ese ámbito. En ese aspecto soy una intelectual judía; como yo decía cuando empezamos nuestra conversación, ¡el cuerpo en su fisicalidad pasó a existir para mí muy recientemente! Lo que sí existe para mí desde hace mucho es el cuerpo como experiencia de lo vivo, y descubrí hace un par de años que, paradójicamente, eso también me viene en parte de mi formación judía por la vía del  hasidismo de mis ancestros polacos, obviamente vaciado de su misticismo y más aún de su religiosidad, mezclada con las perspectivas de las culturas indígenas y africanas que me habitan fuertemente. Te hablé de esa necesidad de conectarnos con el ritmo vital que nos da nuestro cuerpo, por transverberación con la biosfera, pero introducís una otra dimensión muy importante,y es que hay que conectarse con nuestro cuerpo concreto, nuestros músculos, piel, huesos, etc. Es verdad que cuando se crean esos nuevos personajes, se produce un nuevo cuerpo, lo que incluye los músculos, sus tonos y sus formas, los huesos y sus posturas, la piel y su porosidad; son la materia misma de lo que expresa un cuerpo.  Pero eso tienes tu que investigar y aguardo con mucha curiosidad lo que me dirás a respecto en nuestro próximo encuentro.

La vulnerabilidad se vuelve herramienta micropolítica, para hacernos un cuerpo, inventar modos de vida y saberes corporales. No remite a un estatus establecido de fragilidad, una asignación a una victimización, o un repliegue. En la densidad del término así tomado, escapa a una alternativa errónea impuesta que opondría fragilidad a empoderamiento, víctima a superwoman, looser a winner, pasiva a activa… La experiencia de la insurrección feminista por ejemplo convierte la vulnerabilidad en un arma potente para leer, conectar, y desarmar situaciones de las violencias:

“Mi colitis crónica, por las que estuve internada varias veces, surgían cuando había situaciones de violencia política que yo asociaba inconscientemente a la memoria de la violencia que sufrí en la dictadura militar. Eso lo sé desde hace mucho tiempo. Pero hace algunos años descubrí que las crisis de colitis eran provocadas en esas situaciones por el daño que le quedó a la glándula adrenal desde que estuve en la cárcel cuando tuve mi imagen pública destruida en la narrativa ficcional que el gobierno militar inventó para justificar mi prisión y usarla en su estrategia política, divulgándola masivamente por todos los medios de información y comunicación. En mi última internación, gracias a un sueño, descubrí algo más: me di cuenta que mis crisis de colitis también vienen de situaciones que me recuerdan la violencia machista que sufrí con los varones desde muy temprano en mi vida y que incluso la imagen ficcional que militares, policías y periodistas han construido de mí en aquel inicio de los años 1970 dictatoriales, eran también extremamente machistas. Y si ya lo sabía (inconscientemente) sin saberlo (conscientemente), pasé a entender en mis más ínfimas células que los dos tipos de violencia son indisociables, y es más, que la violencia macropolitica se sostiene por la violencia micropolítica contra la vida, centrada en el campo de la subjectividad, del deseo y del erotismo. Tuve la consciencia visceral de eso a fines del 2016 en algunos grupos de trabajo con activistas negros que llevan una resistencia micro y macropolítica y luego después con ustedes en Argentina el año pasado. Es la presencia de esa violencia más allá de lo tolerable que me perturba el intestino y lo hace entrar en una aceleración totalmente loca, fuera de sus goznes. Saberlo agrega una nueva arma en la lucha por la construcción de un otro cuerpo.

Termina la conversación con una receta de remedio casero, poción de bruja para la tensión arterial. Como si el reconocimiento de las situaciones de violencia machista y la movilización de los saberes-del-cuerpo, con todo lo aun no sabido, nos autorizan a saber que no estamos solas. Que la tarea de pensamiento y la lucha micropolítica, feminista, también es una cocina de recetas colectivas, en los tiempos y los espacios que nos hacemos. Algo que vamos sabiendo. #Nosotrasparamos. #Estamosparanosotras.

[1] http://campodepracticasescenicas.blogspot.com.ar/2017/06/suely-rolnik-sorbe-el-inconsciente.html.

[2] Titulado “Esferas de resistencia”, de próxima publicación en Tinta Limón Ediciones.

[3] Una serie de preguntas e inquietudes que compartieron lxs participantes del segundo encuentro de la Casa de Bajo Estudios – en la Cazona de Flores, en Buenos Aires, el domingo 3 diciembre 2017, “Cuerpos, potencias, resistencias”, coordinada por Silvio Lang con Marie Bardet, Nicolás Cuello, Verónica Gago, Amparo González, Alejandra Rodriguez, con una parte de práctica corporal y otra de conversación. Cf. https://lobosuelto.com/?p=13608

“El feminismo como contrapoder y revolución” // Conversación con Alejandra Rodríguez. Paradigma, Radio Eterogenia

Alejandra Rodríguez de Buenos Aires del colectivo #NiUnaMenos, y de #YoNoFuique también es un colectivo de mujeres.

Paradigma: Hola, Alejandra. Como para introducirnos, ¿el colectivo #YoNoFui es sólo de la cárcel de mujeres de Ezeiza?

 

Alejandra Rodríguez: No, el colectivo trabaja con mujeres que están privadas de su libertad en la cárcel de Ezeiza, pero también en José León Suárez, que es una cárcel de la provincia de Buenos Aires y la Unidad Federal n°13 de mujeres que está en Santa Rosa, La Pampa. No solamente trabajamos adentro de la cárcel, sino también con mujeres que pasaron por la experiencia de la cárcel y han recuperado su libertad. Nuestra apuesta política es ese pasaje entre el adentro y el afuera de los muros. Muchas compañeras que pasaron por la cárcel hoy son activistas de la organización: están a cargo de los talleres, integran el colectivo editorial o son parte de la cooperativa de trabajo.

 

Paradigma:Alejandra, se nos ocurrió hablar con vos a partir de algunas publicaciones que hiciste en Lobo Suelto!, en realidad más exactamente la que salió en Página 12 el día previo al #8M. Pero después del #8M sucedieron unos hechos de represión en la cárcel de Ezeiza y en realidad nos queríamos detener un ratito en eso, que nos cuentes, nos contextualices qué ha sucedido en esta semana desde aquella represión. ¿Te parece?

 

Alejandra Rodríguez:El 8 de marzo las mujeres del complejo IV de Ezeizaestaban manifestándose a través de un “ruidazo”como parte del paro internacional de mujeres. Ese mismo día fueron convocadas por las autoridades del Servicio Penitenciario Federal (SPF) a una reunión en la que se les informó que no iban a cobrar el peculio (ingreso recibido por las horas de trabajo), y que no sabían cuándo lo iban a cobrar. La mayoría de las mujeres son muy pobres y muchas de ellas son sostén de familia, algunas no toman contacto con ese dinero porque lo recibendirectamente sus familias que están afuera, sus hijes o personas mayores que dependen de ellas. Desde el encierro y a través del peculio garantizan la subsistencia para su grupo familiar. No es muy difícil imaginar lo complejo que fue para ellas escuchar esta noticia por parte del SPF.

 

Esa misma noche estaban reunidas una diez o quince compañerasen uno de los pabellones conversando sobre esta situación e ingresó la requisa del Servicio Penitenciario y las empezaron a reprimir. Corrieron y se refugiaron en la celda de una de ellas, pero entraron, les tiraron gas pimienta, les pegaron patadas, las arrastraron de los pelos, las lastimaron, y después las llevaron a algunas a celdas de castigo y a otras al pabellón psiquiátrico, ahí las encierran, las drogan y las golpean, es un espacio de tortura. Esto es lo que pasó, nosotras tomamos conocimiento enseguida de esta situación a través de comunicaciones telefónicascon compañeras que están adentroy desde ese momento nos organizamos y comenzamos a activar una estrategia de comunicación para visibilizar lo que estaba sucediendo. Trabajamos muchísimo ese fin de semana, fue un continuado pos#8M.Lo primero que hicimos fue juntarnos un grupo de colectivos amigxs y desde ahí pensar videos y piezas gráficas,fundamentalmente para instalar el tema, pero sobre todo para poner en la agenda las voces de nuestras compañeras. Para que sean sus voces las que cuenten lo sucedido, que se conozcan sus dolores y las crueldades que padecen ahí adentro. Hicimos muchísimo hincapié en eso.

 

Inmediatamente, el lunes 12 de marzo, logramos visitar la Unidad Penitenciaria con María Medrano de #YoNoFui, producto de la presión del activismo. De la visita participaron el Cels, el Ministerio Público Fiscal,el juez de casación Gustavo Hornos, la Procuración Penitenciaria Nacional, la UFEM, que es la unidad fiscal que se especializa en la lucha contra la violencia hacia las mujeres, lesbianas, trans, travestis y bisexuales, y laProcuvin que es la fiscalía que se encarga de la violencia institucional. Estuvimos más o menos cuatro horas recorriendo la cárcel, pudimos hablar con varias de las compañeras, comprobar y verque estaban lastimadas producto de la golpiza. Reconstruimos los relatos de lo que había sido ese día. Se inició una causa penal que la tramita la Procuración Penitenciaria. El martes 13 de marzo hicimos una conferencia de prensa en la puerta del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación para responsabilizar políticamente al ministro Germán Garavano por no cuidar a nuestras compañeras y por reprimirlas. Ahora estamos siguiendo el proceso de la causa. Se va a presentar un pedido de informe de la Cámara de Diputados para que el Ministerio de Justicia y Derechos Humanosdé un informe detallado de cómo sucedieron los hechos, vamos a seguir insistiendo por la vía legislativa, acompañando y visibilizando esta situación porque creemos que fue una reacción contra el movimiento feminista.

 

Creemos que la represión es una reacción al activismo y a la politización de las mujeres que estando presas decidieron manifestarse este #8M. Nuestras compañeras privadas de libertad son parte del feminismo popular, por lo tanto, esta represión es una reacción contra todo el movimiento feminista.
Nosotras las abrazamos y estamos con ellas. Si tocan a una, tocan a todas.

 

Paradigma: Escuchando un poco lo que venís contando de cómo fue sucediendo y después de leer la nota que hiciste en Página 12, me llama la atención esto que contás sobre que las mujeres a las que reprimen no son justamente las mujeres que tienen más trayectoria en la organización o en el espacio de participación, sino que eran aquellas mujeres que hace muy poco que estaban en el Penal, y que quizás recién ahora podían empezar a participar o a reconocerse con las otras compañeras.¿Esto no hace que sea mucho más fuerte la opresión que quieren ocasionar en relación con un paro de mujeres y una manifestación dentro de un Penal de mujeres, en estas otras mujeres que quizás recién empezaban a participar? Como un modo de detener las fuerzas y potencias que ustedes tienen desde la organización.

 

Alejandra Rodríguez: Las compañeras que llamaron para la reunión son las que recién ingresaban al penal. La represión fue sobre las que tienen más tiempo adentro y las que participaron activamente del “ruidazo”del #8M. Se trató de una reacción de disciplinamiento por parte del SPF, en palabras de Rita Segatoun acto de violencia instrumental y expresiva cuya finalidad fue demostrar el control absoluto sobre la voluntadde nuestras compañeres.El hecho de que llamaran a esa reunión a compañeres que tenía poca experiencia en el penal y por lo tanto desconocieran los mecanismos burocráticos del servicio no fue casual. Me parece necesario leer el accionar represivo de parte delSPFen relación con lo que sucedió en las calles el #8M.Durante el tiempo previo a la marcha, trabajé junto a otrescompañeres en la Comisión de Seguridad y Cuidados, pusimos especial énfasis para evitar la presencia de policías en las calles y para exigirle al Ministerio de Seguridad de la Ciudad y la Nación que no haya cacerías como hubo el año pasado. Hicimos un trabajo articulado y minucioso con la Defensoría del Pueblo. Desarrollamos una estrategia de cuidado para que pudiéramos ejercer nuestro derecho de estary manifestarnos en las calles sin ser reprimidas. Haciendo un balance de lo sucedido en las calles, podemos afirmar que logramos nuestro objetivo. Sin embargo, la mano represiva del Estado apareció en la cárcel con las mujeres que están privadas de su libertad, con el eslabón más débil de la cadena. Esas mujeres están a cargo del Estado, quientiene la responsabilidad de cuidarlas, no la potestad para reprimirlas. Sin embargo, la ofensiva vino por ahí. Y eso nosotras no lo dejamos de leer como parte de una reacción del patriarcado a toda la potencia desplegada en las calles.

 

Paradigma: Quería retomar justamente esto que vos marcás respecto a lo que implica este ensañamiento con los eslabones más débiles. En ese sentido, yéndonos a hablar quizás de lo que fue la modalidad de organización de este paro, fundamentalmente la modalidad asamblearia, queríamos que vos nos cuentes un poco respecto a esto porque hay una consigna que justamente nos parece que retoma esa idea de fragilidad o de debilidad o de lo que puede implicar distintas voces de mujeres en distintas situaciones diciendo qué quieren parar en su vida. ¿Cómo surge esa formulación respecto al trabajo asambleario?

 

Alejandra Rodríguez: Sí, creo que eso fue un hallazgo del movimiento feminista: pensar el paro como un proceso. Si reconstruimos lo que sucedió desde el #8M del año pasado hasta este,vemos como el proceso asambleario continuó y el feminismo también estuvoinvolucrado en muchísimas luchas, no solamente manifestándose en contra de los femicidios, sino que también pudo transversalizar un conjunto de luchas y conflictos, resignificando la violencia en sus múltiples expresiones. Se hizo una asamblea en la carpa de Pepsico con las trabajadoras despedidas, estuvimos en El Bolsón, en Jujuy fortaleciendo alianzas con otras colectivas y organizaciones feministas.Desde #NiYnaMenosasumimos esos conflictos proponiendo la asamblea como herramienta política. El proceso asambleario del #8Mvenía desarrollándose con mucha fuerza durante todo el año. Para nosotras el paro no es una orden que acatar y tampoco una efeméride, sino el tiempo de su elaboración y todo lo que ese tiempo nos permitió abrir, pensar, problematizar. El paro como pregunta de elaboración política, como experimentación situada, porque entendemos quecada una de las realidades de las mujeres sondistintas, no para de la misma manera una trabajadora precarizada, una docente o una mujer que está privada de su libertad. En esas diferencias vamos encontrando las múltiples formas de producir ese tiempo de paro. Luego la calle y la fiesta popular nos reúnen a todas, porque el #8M fue una revuelta común entre todos los feminismos. La asamblea se convierte para nosotras en un tipo de herramienta política en la que se pone en juego una racionalidad distinta a la que reproduce e instaura la política conservadora, machista y patriarcal. Nosotras creemos que la asamblea es un espacio para estar entre nosotras, escucharnos, reconocernos con nuestros dolores,y fundamentalmente un espacio de soberanía, de decisión y es desde esa certeza afectiva y política estamos instituyendo unanueva racionalidad, una manera de hacer política en clave feminista. Y eso fue tal vez lo más importante que ha pasado en este tiempo, en este proceso. ¿Cómo se llega al paro? ¿Cómo llegamos cada una al paro? Porque también la pregunta va más allá del paro como comúnmente lo conocemos. El paro ya no es parar de trabajar, el paro es tratar de suspender algo en esa cadena de explotación patriarcal, capitalista, en la que nos encontramos(más o menos conscientes)y eso tiene que ver con nuestras maneras de vivir básicamente, tiene que ver con nuestras maneras de desear, con cómo nos relacionamos entre nosotras, cómo nos relacionamos con nuestro deseo, por eso la pregunta también es: ¿qué cosas quiero parar y a qué cosas le quiero dar lugar en mi vida? ¿Qué cosas tengo que hacer para estar más en sintonía con mi deseo? Y ahí aparece el deseo, aparece el goce, aparece la afectividad que creo que es el gran aporte que hace el feminismo o la política pensada en clave feminista.

 

Paradigma: Quería preguntarte a partir de estas cosas que nos contás de las mujeres presas y en relación con#NiUnaMenos. Tengo un interrogante en relación con esto, en cuanto al cuerpo de las mujeres, que es un cuerpo que tiene la experiencia de trabajar las 24 horas, los 7 días de la semana, todos los días del mes y todos los años, que ahora aparece como visibilizado en relación con la demanda del trabajo esclavo empresarial, pero que el cuerpo de las mujeres está sometido a eso “desde siempre” por razones religiosas, mitológicas, ideológicas, vaya a saber desde cuándo, desde cuántos miles de años. Y hay una pregunta por si ese modo que está teniendo el feminismo, resaltando esta lucha del #YoNoFui, si es en relación con desobedecer ese mandato de estar 24/7 con el cuerpo dispuesto no para mí misma, para decirlo corto, porque me parece que incluso ese mí misma es un mí misma colectivo (que es lo característico de lo asambleario), y en relación a un lugar donde estamos, un cosmos que habitamos. ¿Hay algo de eso? ¿Tenés algo para decirnos?

 

Alejandra Rodríguez: Comparto la reflexión que hacés. Me parece que lo que logra hacer el feminismo es desplazar esa idea del cuerpo pensado en clave productiva. Si lo pensamos específicamente en las mujeres que están en la cárcel, lo único que logra correr a la mujer considerada anómala, enferma o culpable, es la idea de “mujer productiva”.En este caso primero tenemos que visibilizar la explotación, en las cárceles de la provincia de Buenos Aires se les paga 16 centavos la hora de trabajo a las mujeres. No llegan ni a comprar las cosas básicas para comer.Por otra parte, desplazar esa idea de mujer productiva, anómala o enferma, en tanto mujer que no responde al mandato de esta sociedad patriarcal y heteronormativa y reponer la idea de mujer que tiene derechos, que desea, que goza, que se puede reconocer en otras, y reafirmarse en sus potencias, en sus capacidades de ser, de sentir. También que puede reconocer su posición en el campo social, en el campo cultural.

Este corrimiento se ha visto mucho en las asambleas, son desplazamientos que suponen una politización de dolores históricos que tenemos naturalizados. Por ejemplo, enla Asamblea Feminista de Flores y BajoFlores, se habló mucho del tema del abuso. Varias compañeras compartieron relatos de situaciones de abuso que habían padecido de niñas, adolescentes. Fue muy impresionante ver cómo se pudo construir a partir de ese dolor de algo tan fuerte como el abuso una narración política en la que planteamos la reafirmaciónde decidir nosotras sobre nuestros cuerpos. El cuerpo se presenta como eje fundamental y los afectos, la micropolítica, la circulación del deseo, como claves distintivas en la política feminista.

 

Paradigma: Creo que esa clave afectiva se escucha no sólo en tu relato sino también en las manifestaciones que hemos ido teniendo a lo largo de esta semana con las repercusiones del paro.Otra de las preguntas que nos surgía tiene que ver con el fusilamiento de Marielle Franco, ayer miércoles 14 de marzo en Río de Janeiro. Empezábamos a plantear que eranreacciones o respuestas a la potencia femenina. ¿Podría pensarse así?

 

Alejandra Rodríguez: Sí, yo creo que directamente. Me parece que nosotras podemos hacer una lectura, una narración política de estas reacciones. Empezando por lo que comentaba antes: la represión sobre los cuerpos de las mujeres pobres encerradas en manos del Estado en una cárcel; el fusilamiento de un niño de doce años, pobre, en la periferia de Tucumán; y ahora el asesinato de la activista feminista y concejala brasileraMarielle. Estas tres situaciones nos dicen algo respecto a una nueva forma de la violencia política que directamente despliega su violencia y crueldad sobre los cuerpos, creo que una lectura posible es leerlas como reacciones del patriarcado que enfrenta el crecimiento y la potencia que está logrando el feminismo. Son crímenes políticos con una clara intención de disciplinar, frenar o acallar esta potencia desplegada. Lo que por ahí no se tiene en cuenta es que el feminismo transforma la furia en más potencia y en más organización. Nosotras nos reinventamos desde ese dolor. Esa es la clave afectiva del feminismo. Es lo afectivo puesto en clave política,es desde esa afección, dolor y tristeza que logramosfortalecer nuestra lucha colectiva. Fijate las reacciones que hay en toda la región a partir del asesinato de Marielle, estamos todas no solamente consternadas y furiosas, también movilizadas y activas.

 

Paradigma: Me parece que hay una pregunta que resurge a partir de lo que decís y a partir de lo que venías diciendo, respecto a qué es liberar el cuerpo de ese sufrimiento y de ese sometimiento. Un trabajo permanente que tiene el feminismo: ¿de qué manera habitar ese cuerpo que sólo tiene permitido ser un cuerpo sufriente?(que es lo que propone el capitalismo y probablemente todos los ismos que conozcamos hasta ahora, excepto el feminismo). Ligado a esto, por ejemplo, el jueves mientras estaba sucediendo la marcha, estaba recorriendo los medios, sobre todo los nacionales para ver qué mostraban. Y mencionaban el espectáculo masivo de gente, pero no mostraron la alegría de quienes se estaban manifestando, la expresión afectiva de esos cuerpos. Y me parece que estas cosas que han ido sucediendo como fenómenos represivos son como para no dejar disfrutar de esa alegría que surge en el encuentro de mujeres.

 

Alejandra Rodríguez: Y sí, porque me parece que lo que el capitalismo patriarcal no acepta es que estos cuerpos no sean cuerpos victimizados, que sean cuerpos festivos, que sean cuerpos que se reivindican en la relación con los demás, que sean cuerpos potentes, eso es lo que no se tolera. Nosotras lo que estamos construyendo es una resistencia transversal, festiva, de revuelta. Y en todo caso lo que sentimos por los ataques y por los fusilamientos y por las muertes, es furia, es dolor, pero ese no es un estado en el que nos quedamos. O sea, nosotras logramos ahí una mutación a la alegría, la potencia, la organización, que me parece que es lo que el capitalismo patriarcal no acepta. Y, además, también vamos abriendo los campos sensibles – perceptivos, por ejemplo, un niño de doce años fusilado tiene que ver con el feminismo. Los cuerpos de las mujeres presas son los cuerpos más invisibilizados, esos que no le importan a nadie, sin embargopara el feminismo todos los cuerpos cuentan, todos los cuerpos valen. Este feminismo que se ensancha y se transversaliza con los conflictos, que puede nombrar las múltiples formas de la violencia, es lo que incomoda al poder capitalista y patriarcal. Estamos construyendo resistencia y contrapoder, esto no le resulta sencillo de tramitar a las fuerzas oscuras del orden.

 

Paradigma: Sí, a mí se me ocurría que estas dos herramientas que vos proponés, que sonel encontrarse y organizarse, es decir, el proceso asambleario feministano es cubierto por los medios de comunicación como veníamos hablando, los medios sólo muestran o cubren la marcha como marcha en sí, entonces pienso y me pregunto:¿cómo seguir acompañándonos y generando esos espacios de asamblea para poder destituir el poder y el discurso patriarcal en todos los espacios en los que trabajamos, circulamos, vivimos cotidianamente?

 

Alejandra Rodríguez: Mirá, creo que el desafío que tenemos es trabajar desde la micropolítica. Trabajar tratando de replicar las asambleas, que son procesos de encuentro, de conversación colectiva y horizontal. Que proliferen mil asambleas, en todos los lugares donde estemos. Tenemos que seguir construyendo y fortaleciendo alianzas y complicidades entre nosotras, continuar politizando nuestros dolores, incomodidades, y también nuestros goces y deseos. La expresión multitudinaria en las calles es parte de este proceso.Cuando miramos la foto del #8M, no tenemos que olvidarnos del proceso asambleario que se viene desarrollando y que alimenta esa revuelta callejera. Estamos en la calle porque antes pudimos encontrarnos, conversar, llorar juntas, reírnos, discutir, identificarnos y reconocernos. Me parece que ahí hay algo muy fuerte, la potencia feminista y la política en clave afectiva puede arrasar con cualquier institucionalidad, eso es lo que asusta, porque que la política pensada desde este lugar tiene la capacidad de atravesar y perforar los muros de las instituciones judiciales, de las fuerzas de seguridad y del orden. Pienso al feminismo como una fuerzamolecular, que atraviesa, arrasa y transforma realidades, vidas, situaciones.De ahí el desconcierto de muchos, y la incomodidad de otros. Me parece que esto es lo que demuestran las reacciones de los últimos días.

 

Paradigma: Además, me parece que el proceso asambleario, hablando esto de molaridad y molecularidad, resulta que en todos los espacios está pasando. Me parece que es interesante porque no se trata de una corrección del lenguaje o de modos que tengan que ver con el “bien decir”, sino que hay muchas cosas en las que nos estamos encontrando. Como nuestras prácticas están micrométricamente organizadas por el machismo dominante, entonces más allá de que se organice una asamblea donde haya 50000 o 10000 o 3, esto está sucediendo en todo el campo social. Me parece que es el logro de la infiltración del feminismo en la cultura.

 

Alejandra Rodríguez: Sí, totalmente. Y me parece que también hay una interpelación a las masculinidades y a las formas de vivir que tenemos todes como sociedad. Me parece que eso es así, que esta máxima del feminismo “lo personal es político” nuncaestuvo más vigente, más actual, y real que ahora. Se puede ver, coincido totalmente, en las multiplicidades de experiencias vitales de las oficinas, las escuelas, los centros culturales. En todos lados esto está atravesándonos. Nuestro cuerpo, la vida, la relación entre nosotres. Estoy totalmente de acuerdo, creo que ese es uno de los logros del feminismo y tambiénesta idea de pensar el feminismo como una composición social compleja, como una composición transversal, heterogénea, abierta,que incorpora conflictos. Creo que esa clave de composición es una clave interesante para leer esto que vos traés.

 

Paradigma: Varios de los que estamos acá somos analistas, trabajamos en consultorio, trabajamos con padecimientos subjetivos. Yo pensaba en este último tiempo lo difícil que es en general politizar un malestar. Poder encontrar traducciones de lo que puede ser un malestar llamado subjetivo en el campo social, en el campo político y en ese punto notaba también, respecto a ese espacio de trabajo más individual, el espaldarazo que implicaba la marea feminista en términos de cosas que podés estar años empujando y no se mueven como se están moviendo ahora.

 

Alejandra Rodríguez: Impresionante, si, es que es así, partimos de entender la subjetividad como algo que se construyesocialmente y no como una interioridad en el sentido personal e individual. Tengo compañeras que no son activistas ni militantes y en este último tiempo las he escuchado decir cosas como estas:“Mirá, me cansé, no voy a trabajar más estas horas, voy a trabajar menos, quiero estar más con mi hijo, quiero salir más con mis amigas, quiero ir al cine una vez por mes”. Cosas que son mínimas, pero ahí está pasando la revolución. La revolución es a nivel molecular, es una revolución en las decisiones cotidianas de la vida de cada una de nosotras, en la identificación de esos dolores y el poder colocarlos en una trama colectiva mayor, afectiva, pudiendo desarmar lo singular.Yo creo que una se anima porque se siente alojada por esta marea, la marea existe de verdad, es afecto, es cuerpo, es abrazo, es saber que mirás a la otra y que te reconocés, ¡que estamos para nosotras posta! y que el dolor es compartido, pero también la lucha y el deseo de protagonizar este tiempo.El feminismo es la revolución hoy, tengo esa certeza, puede que me equivoque, pero si hay una revolución posible, es por acá.

 

Paradigma:Además de que nos dejás emocionados con las cosas que estamos reflexionando juntos, me parece muy interesante lo que surge en relación con que, desde las organizaciones y los movimientos sociales, se pensaba en disputar espacios, ocupar lugares, funciones, posiciones que ya estaban predeterminadas. Y la luz de lo que vos dijiste respecto a ser alojadas nosotras, es distinto de ocupar un espacio. Eso nos evita todo tipo de disputas, de maltratos, de odios, de agresiones, en tanto hay una silla que ocupar, cuando en realidad de lo que se trata, es de que yo pueda ser alojada en un espacio común con las personas con las que tengo ganas de compartir mi vida.

 

Alejandra Rodríguez: Exactamente. Sí, porque me parece que también la marea feminista no está pensando el poder hoy en términos de representación, ni está pensando el poder en términos clásicos. Nosotras lo estamos pensando desde la potencia, me parece. Eso no significa que la pregunta por el poder no sea un desafío. Creo que sí lo es, y que seguramente se nos presentará, pero me parece que lo que estamos construyendo en todo caso es un contra poder en clave feminista,se trata de desplegar esa potencia, multiplicarla, que cada vez sea mayor, más colectiva para que efectivamente entremos todes.

 

Paradigma: Ya para despedirnos, Ale, ¿Están próximas a concentrar ahí en Buenos Aires? A partir de la situación del fusilamiento de Marielle.

 

Alejandra Rodríguez: Sí, yo estoy ahora a dos cuadras del Obelisco y aquí estamos varias organizaciones ya movilizándonos. Es necesario. Esto es así, casi que no es racional, decimos “bueno, necesitamos estar juntas, nos pasó esto, necesitamos vernos, abrazarnos, llorar juntas, gritar, pensar juntas”. Lo necesitamos, son razones y percepciones que están en el cuerpo, esa es la clave afectiva.

 

Paradigma: Sí, queda claro que la política afectiva que propone el feminismo es eso. Que nos pase por el cuerpo, por los deseos, por dónde estamos y cómo estamos y queremos.

 

Alejandra Rodríguez: Totalmente.

 

Paradigma: Bueno, Alejandra, muchas gracias. Fue un placer. Así están también nuestros cuerpos vibrantes una semana después. Y ojalá sigamos en comunicación.

 

Alejandra Rodríguez: Yo les agradezco a ustedes muchísimo. Los felicito por el tipo de programa que hacen, porque un programa laboratorio. Esto de charlar y darse ese tiempo, me parece que está buenísimo, los felicito. Muchísimas gracias, por este espacio y por este tiempo.

 

Paradigma: Gracias Alejandra, un abrazo.

 

Alejandra Rodríguez: Un abrazo feminista para todes.

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