Anarquía Coronada

Respiración, conspiración, solidaridad

por Franco Berardi (Bifo)

(en La Sublevación, de Bifo, editado por Hekht en marzo de 2014)


A mitad de los años ochenta participé en una acción del Living Theatre. En una sala bolognesa del viejo teatro de via d’Azeglio que se llamaba La Ribalta, un centenar de personas se reunieron para un mantra colectivo. Emisión de sonidos que se armonizan y se suceden, respiración colectiva que se prolonga en el tiempo gracias a una onda de voz que pasa de boca en boca, de cuerpo a cuerpo. Querría reflexionar aquí sobre el mantra como una forma para la composición del movimiento insurgente.
Consideremos las relaciones sociales desde el punto de vista de la armonía y la desarmonía entre singularidades respiratorias. Organismos que se encuentran, que interactúan en un espacio común. La sabiduría del yoga considera la respiración (prana) como la relación del organismo con el cosmos y el ambiente físico y psíquico circundante.
Los organismos físicos interactúan con el ambiente de la naturaleza, de la ciudad, de la fábrica, del aire que respiran. Los organismos psíquicos interactúan con la infoesfera, el ambiente en el cual circulan los estímulos informativos, físicos, musculares y nerviosos.
En la sociedad del semiocapital se ha ido difundiendo progresivamente la contaminación del aire, del agua y de los alimentos. La producción industrial ha difundido en la atmósfera sustancias contaminantes: bióxido de carbono, partículas atmosféricas, partículas radioactivas de diversos tipos que provocan patologías de la respiración. El asma, la bronquitis, los tumores en las vías respiratorias están en constante aumento en una población expuesta a los efectos de la industrialización masiva.
Pero hay otro tipo de polución que afecta al respirar psíquico del organismo individual y colectivo. Los flujos semióticos que se difunden por la infoesfera del sistema mediático, de la publicidad, de la competencia económica, de las finanzas digitalizadas, provocan efectos de contaminación de la psicoesfera. Provocan, ante todo, distonía y desarmonía de las respiraciones singulares: miedo, ansiedad, pánico y depresión son las manifestaciones patológicas de este tipo de polución.
Intentemos comprender mejor cómo las singularidades se concatenan en el devenir psíquico de la sociedad. Las concatenaciones entre organismos conscientes y sensibles pueden tener carácter conjuntivo. Los seres humanos, en cuanto organismos conscientes y sensibles, se conjugan gracias a su capacidad de interactuar lingüística y sensualmente. La comunicación lingüística es un fenómeno profundamente estudiado y sabemos cómo los medios pueden modificarla, contaminarla, liberarla, enriquecerla, empobrecerla, valorar la creatividad o exaltar el conformismo.
Pero hay otro nivel de concatenación, que es el menos estudiado por los sociólogos de la comunicación: la sensibilidad. La sensibilidad es la capacidad de los seres humanos de comunicar cualquier cosa que no se pueda decir con palabras. Es la disponibilidad de los cuerpos a las caricias, a la compasión entendida como percepción compartida. El organismo colectivo es capaz de conjunción y, por tanto, capaz de afectividad, comprensión sensual y solidaridad social. Los flujos culturales, la música y la poesía, así como las sustancias psicotrópicas de diferente tipo pueden favorecer, obstaculizar o contaminar la capacidad conjuntiva.
La sensibilidad es también la facultad que nos permite entrar en relación con entes que no están hechos de nuestra misma materia, que no hablan nuestra lengua, que no son reducibles a la comunicación de signos discretos, verbales o digitales. La sensibilidad es facultad de sintonía con el rizoma.
1º y 2º Principios de conexión y de heterogeneidad: cualquier punto del rizoma puede ser conectado con cualquier otro (…) En efecto, los agenciamientos colectivos de enunciación funcionan directamente en los agenciamientos maquínicos, y no se puede establecer un corte radical entre los regímenes de signos y sus objetos (…). La orquídea se desterritorializa al formar una imagen, un calco de avispa; pero la avispa se reterritorializa en esa imagen. No obstante, también la avispa se desterritorializa, deviene una pieza del aparato de reproducción de la orquídea al transportar el polen. La avispa y la orquídea hacen rizoma en tanto que heterogéneos. (Deleuze y Guattari, Rizoma)
La avispa y la orquídea no tienen ninguna homogeneidad en el plano ontológico, teleológico, ni tampoco en el plano físico. Pertenecen incluso a dos reinos diversos de la naturaleza. Esto no les impide funcionar conjuntamente. No les impide concatenarse (s’agencer) y dar vida a una cosa que antes no existía, crear una máquina nueva.
Máquina, de hecho, es cualquier concatenación material, considerada desde el punto de vista de su funcionamiento y no desde el punto de vista de su ser. Al grito metafísico que domina la civilización jerarquizada: “¡ser, ser, ser!”, el pensamiento rizomático responde: “¡concatenar, concatenar, concatenar!”. En la concatenación se encuentra el principio del devenir.
Devenir avispa de la orquídea, devenir orquídea de la avispa, asegurando cada uno de esos devenires la desterritorialización de uno de los términos y la reterritorialización del otro, encadenándose y alternándose ambos según una circulación de intensidades que impulsa la desterritorialización cada vez más lejos. No hay imitación ni semejanza, sino surgimiento, a partir de dos series heterogéneas, de una línea de fuga compuesta de un rizoma común que ya no puede ser atribuido ni sometido a significante alguno. (…) Evolución aparalela de dos seres que no tienen absolutamente nada que ver el uno con el otro. (Deleuze y Guattari, Rizoma)
Conjunción y conexión
La conjunción no es, sin embargo, la única modalidad de concatenación. Junto a ella se ha desarrollado una forma de concatenación de tipo recombinante, conectiva, discreta, operacional: la conexión. La conexión es la interoperatividad funcional de organismos reducidos a segmentos lingüísticos compatibles.
La difusión de la modalidad conectiva en la vida social produce las condiciones de un cambio antropológico del cual no distinguimos aún plenamente los contornos. Este cambio implica una mutación del organismo consciente: para que el organismo consciente pueda hacerse compatible con el ambiente conectivo es necesaria una reformulación del sistema cognitivo.
Los organismos conscientes y sensibles están sometidos a un proceso de mutación que abarca las modalidades de la atención, la elaboración, la decisión y la expresión. La tecnología recombinante de la Red global provoca una aceleración de los flujos informativos y una potenciación de las capacidades de concatenación conectiva. Pero al mismo tiempo esto parece producir un embotamiento de las facultades conjuntivas de la cognición humana. La facultad conjuntiva esencial, que es la sensibilidad y la expansión de la modalidad conectiva en la psicoesfera, produce efectos de tipo patógeno sobre la esfera de la sensibilidad.
La primera generación conectiva, la primera generación de humanos que aprende más palabras de una máquina que de la madre, tiene comportamientos que no se pueden reducir a los conflictos intergeneracionales del pasado. Para comprender el cambio antropológico en curso debemos profundizar en el significado y la diferencia entre conjunción y conexión.
La conjunción es devenir otro, mientras que en la conexión cada elemento permanece distinto e interactúa solo funcionalmente. Uniéndose conjuntivamente las singularidades se modifican, se vuelven otra cosa distinta de lo que eran antes de su unión. El amor cambia al amante y la combinación de signos a-significantes permite la emergencia de un significado que no existía antes. En cambio, la conexión no implica una fusión de los segmentos sino un simple efecto de funcionalidad maquínica; ella presupone la compatibilidad de los segmentos semióticos que entran en relación. Para que los segmentos puedan conectarse, deben ser compatibles e interoperables.
La red digital se extiende mediante la progresiva reducción de un número creciente de elementos a un formato, un estándar, un código, que hace compatibles a los distintos elementos. Los segmentos que entran en este rizoma pertenecen a los diferentes reinos de la naturaleza: segmentos electrónicos, semióticos, maquínicos, biológicos, psíquicos; circuitos de fibra óptica, abstracciones matemáticas, ondas electromagnéticas, ojos humanos, neuronas y sinapsis. El proceso de compatibilización atraviesa campos heterogéneos del ser plegándolos al principio de conectividad.
El proceso de mutación que se desarrolla en nuestra época está centrado en el cambio de la conjunción a la conexión como paradigma del intercambio entre organismos conscientes. El factor impulsor de dicha mutación es la inserción de lo electrónico en lo orgánico, la proliferación de dispositivos artificiales en el cuerpo, en la comunicación, en la sociedad. El efecto es la transformación de la relación entre conciencia y sensibilidad, la progresiva desensibilización del intercambio de signos.
La conjunción es encuentro y fusión de formas redondeadas, regulares, que se insinúan de forma imprecisa, irrepetible, imperfecta, continua. La conexión es interacción puntual y repetible de funciones algorítmicas, de líneas red y de puntos que se solapan perfectamente, se insertan y separan según modalidades discretas de interacción. Modalidades discretas que hacen compatibles entre sí a las diversas partes según estándares predeterminados.
La digitalización de los procesos comunicativos induce una especie de desensibilización a la curva, a los procesos continuos de lenta transformación, y una especie de sensibilización al código, a los fulminantes cambios de estado, a las sucesiones de signos discretos.
En la esfera de la conjunción, la interpretación sigue criterios de tipo semántico. El otro que entra en conjunción envía señales de las cuales se debe entender el significado, extrayéndole, si es necesario, la intención, el contexto, el matiz y lo no dicho.
En la esfera de la conexión, el criterio de interpretación es puramente sintáctico. En las conexiones el intérprete debe reconocer una secuencia y debe estar en posición de cumplir la operación prevista por la Sintaxis General (o programa operativo) y no debe haber márgenes de ambigüedad en el intercambio de mensajes, ni la intención puede manifestarse mediante matices.
La progresiva traducción de las diferencias semánticas en diferencias sintácticas es el proceso que, a partir del racionalismo científico y del neopositivismo lógico, ha abierto la puerta a la cibernética haciendo posible la creación de una red digital.
Pero cuando la sustitución del criterio sintáctico por el criterio semántico de interpretación se extiende de los dispositivos lógicos a los organismos, se verifica una mutación cognitiva y psíquica. La mutación produce efectos dolorosos en el organismo consciente y estos efectos se pueden interpretar con las categorías de la psicopatología: dislexia, ansiedad, apatía, pánico y depresión.
La descripción psicopatológica no recoge el núcleo profundo de la cuestión, porque asistimos al esfuerzo de adecuación del organismo consciente a un ambiente mutado. Un reajuste del sistema cognitivo al ambiente tecnocomunicativo que trae consigo patologías de la esfera psíquica y de las relaciones sociales.
Para generar la interfaces eficaces en el ambiente conectivo, el organismo consciente inhibe progresivamente aquello que llamamos sensibilidad. En esto consiste la reformulación cognitiva en curso. Sensibilidad, es decir, la habilidad que permite a los humanos interpretar signos no verbales y no verbalizables, comprender aquello que no puede ser expresado en formas sintácticamente finitas.
Esta competencia puede revelarse inútil, e incluso dañina, en un sistema integrado de tipo conectivo. La sensibilidad ralentiza los procedimientos interpretativos, los vuelve aleatorios, ambiguos, reduce la eficiencia competitiva del agente semiótico.
La dimensión ética donde se vuelve posible la elección voluntaria del actuar, también se encuentra involucrada en la reformulación del sistema cognitivo. Religiosos, sociólogos y políticos lamentan una suerte de inestabilidad ética, de indiferencia en el comportamiento de las nuevas generaciones. Muchos lamentan el declive de los valores ideológicos o del vínculo comunitario. Pero, para entender las perturbaciones que sacuden tanto la esfera ética como la política, hace falta dirigir la atención hacia la estética. Yo diría que la parálisis ética, la incapacidad de gobernar éticamente la vida individual y colectiva, proviene de una perturbación de la estesia, es decir, de la percepción del otro y de uno mismo.
Composición y recombinación
La concatenación social puede tener carácter conjuntivo y carácter conectivo. La modalidad conjuntiva hace posible la composición, mientras que la modalidad conectiva requiere compatibilidad, no composición.
La composición se manifiesta como fenómeno de respiración común: conspiración. Cuando la compatibilidad conectiva o recombinante funcional aventaja a la componibilidad conjuntiva, el organismo social se vuelve rígido, frágil.
La solidaridad social no es un valor moral o ideológico: depende de la continuidad de la relación entre individuos en el tiempo y el espacio. La percepción de la continuidad del cuerpo propio en el cuerpo de los otros, la percepción de la coherencia de mi interés con tu interés constituye la base material de la solidaridad.
La conspiración comunista fue la energía que permitió la solidaridad del cuerpo social de la clase obrera industrial. Pero a partir de los años ochenta se puso en marcha un proceso de verdadera y auténtica disgregación de la composición social obrera: la precarización fue el motor de la desolidarización. La virtualización ha sido el factor complementario: la precarización realiza la destrucción de la coherencia de los intereses en el campo del trabajo y la virtualización realiza la fragmentación de la continuidad territorial de los cuerpos.
La respiración colectiva está fragmentada, individualizada, sometida a los ritmos cada vez más veloces de la máquina virtual, y este proceso es paralelo y complementario a la fragmentación y fractalización del sistema del capital mismo. El capital financiero es capital ya sin territorio, constante recombinación de fragmentos virtuales de propiedad abstracta.
Gracias a la introducción del principio conectivo como modelo dominante de la comunicación, los organismos pierden su componibilidad sólida para reformatearse según un modelo de combinabilidad impersonal.
Es  así como se realiza la desarmonización de la comunicación social que se manifiesta con verdaderas y auténticas distonias neurovegetativas del organismo colectivo: patologías de la relación, desempatía. La sexualidad del cuerpo fractalizado se manifiesta de forma pavorosa, el deseo se dirige a la vez hacia incontables objetos virtuales, en una orgia frígida que encuentra en la pornografía su forma más adecuada.
Los cuerpos se perciben como intercambiables, el pelo debe desaparecer de las superficies epidérmicas. Época lampiña, pensamiento liso. La cohabitación se percibe como invasión desarmónica del espacio recíproco.Las capacidades de hacer cuerpo colectivo que pertenecen al movimiento se vuelven episódicas, frágiles.




– Ir a «La sublevación como teoría política del cuerpo«, de Diego Sztulwark, prólogo del libro.

– Ir a «Facebook o laimposibilidad de la amistad«, de Bifo, editado en La sublevación, Hekht 2014.

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