Anarquía Coronada

Histórica condena por el travesticidio de Diana Sacayán // Colectivo de Medios de Comunicación Popular

Apenas pasado el mediodía se escuchó el veredicto por el crimen de la activista travesti. El TOC Nº4 condenó a Gabriel Marino a prisión perpetua por el «homicidio triplemente agravado por odio de género, por violencia de género y por el vínculo». ¿Qué significa este fallo? ¿Por qué no se utilizó la palabra travesticidio? Aquí una crónica de la jornada y los testimonios posteriores de Luciana Sánchez (abogada de la familia), Gabriela Conder (abogada de La Gremial y militante feminista) y Nora Cortiñas, que desatendió el reposo que le habían indicado para estar presente en esta sentencia histórica. (Por Colectivo de Medios de Comunicación Popular*)

Eran las 9:30 y por el palacio de Tribunales empezaban a circular militantes de la diversidad sexual, trans, familiares y amistades de Diana. En el 6º piso, unas 150 personas, que con el paso del tiempo se convirtieron en muchas más, esperábamos ansiosas una sentencia favorable. Un televisor era nuestro interlocutor, aunque hasta las 10:20 solo mostraba tres sillas vacías. La sala es tan pequeña que solo consiguen ingresar un puñado de personas, tal vez unas 50. Varias nos quedamos afuera, aunque adentro del Palacio de Justicia, en el mismo 6º piso. Los pasillos siempre solemnes esta vez parecen un bondi hacia el centro en hora pico. A las 11:00, luego de las réplicas y de que el asesino Marino se negara a utilizar su derecho a las últimas palabras, se ordena un cuarto intermedio hasta las 12:00.
Se hace larga la hora, pero llega. Y un grupito más de periodistas conseguimos ingresar a la sala para quedarnos parados y amuchados en un costado. Solo faltan algunos familiares. En voces bajas se oye una frase ya célebre que resuena en buena parte de las noticias que acompañamos: «Falta Nora, esperen que viene Nora». Entonces entra Say Sacayán -hermano de Diana- de la mano de Norita Cortiñas. Se sientan en la fila de adelante. Quedan frente al juez que, segundos después, como si efectivamente la estuvieran esperando, empieza a leer el veredicto. Marino mueve su pie sin parar ni un segundo. Algunos ojos cerrados apuntan al cielo como pidiéndole a quien sea algo de justicia. Manos apretadas entre familiares y amistades. Llantos que todavía no se definen entre la tristeza o la justicia.

Florencia Guimaraes, referente travesti, durante la radio abierta.

Las primeras certezas de que el Poder Judicial, por una vez al menos, va a ser justo, afloran cuando el juez dice: «coautor penalmente responsable del crimen triplemente agravado por odio a la identidad de género». Hasta ahí alcanzamos a escuchar. Desde entonces, mientras el juez sigue hablando, todo son lágrimas, sonrisas, más lágrimas y abrazos insoltables. La emoción de la familia, de las compañeras trans, de amistades de Diana, son imposibles de dimensionar.
Con un breve delay, unos 15″ después de que festejamos adentro, se escuchan los gritos de afuera. Canciones del estilo: «Oleolé/Oleolá/Oleolé/Oleolá/lo dijo Lohana y Sacayán/al calabozo no volvemos nunca más». La furia trans a pleno. El encuentro del adentro con el afuera es también emocionante. Largos abrazos. Los besos de Say a Norita que se repiten.
Allí pudimos entablar los primeros diálogos que ayudan a entender el carácter histórico de la sentencia. «Es una emoción muy fuerte. Mucho dolor. Tengo la sensación de que se hizo un poco de justicia y la alegría de que se reconozca a Diana. Es una figura enorme, una compañera que nos dio tanto. Aunque sea de esta forma, es increíble poder devolverle mínimamente algo de lo que nos dio», dijo Luciana Sánchez, la abogada de la familia, en diálogo con integrantes del Colectivo de Medios. «Esperamos que a partir de este caso, cuando se juzguen otros homicidios de compañeras travestis y trans no les va a ser posible a los jueces y a las juezas ignorar que existe el odio a una persona por su identidad de género. Van a tener que abordarlo. Esperamos que los fundamentos sean sólidos para que esto pueda sentar un precedente y pueda ser reconocido. Que no sea un caso excepcional sino que se reconozca la gravedad del travesticidio como un problema social».
La integrante de la Gremial de Abogados, Gabriela «Chiqui» Conder, no podía ocultar su alegría por lo que implica jurídicamente la sentencia: «Estamos haciendo historia. Los jueces dijeron que fue por unanimidad por el inciso 4, un crimen de odio por su identidad de género, y por el inciso 11. Vamos a tener una sentencia por travesticidio aunque los jueces no digan travesticidio. Esto es histórico a nivel mundial. Van a estar obligados a utilizar el término travesticidio que es lo que estamos pidiendo».

Sánchez fue en la misma línea y explicó por qué aunque no se mencione el término travesticidio, puede considerarse que la condena fue travesticidio: «El Tribunal tiene un lenguaje técnico. Tiene la obligación de hacerlo de una determinada manera para que sea legal. Si ellos hubieran dicho travesticidio se abría la posibilidad de que se impugne la sentencia. Fueron muy correctos en todo el juicio. El 6 vamos tener unos fundamentos muy potentes. Ahí, en esos fundamentos, hay más margen para dar unas palabras que tengan más que ver con lo que sucedió realmente. Es casi ineludible decir travesticidio. Es importante que no fue solo el odio a la identidad de género lo que se reconoció sino también el inciso 11: el derecho que tienen todas las mujeres trans y travestis a vivir una vida libre de violencia de género. Matar a una travesti o a una mujer trans también es un femicidio e involucra la violencia de género. Fue una gran sentencia y va a ser un gran fallo con muy buenos argumentos. Ahora hay que sostenerlos. El Código Penal reconoce el odio a la identidad de género en el inciso cuarto. No dice ni travesticidio, ni femicidio, ni violación. Tiene que ver con que el lenguaje de la ley no siempre refleja el lenguaje popular», graficó. Conder citó además a la escritora Audre Geraldine Lorde: «Yo soy una pesimista. Hay una escritora negra que dijo que con las herramientas del amo no se destruye la casa del amo. Nosotros tenemos estas pequeñas conquistas, pero tengamos en cuenta el odio de clase que hay. Tenemos que estar atentos y atentas a que son conquistas, pero tenemos que cambiar este sistema. Las cosas se pueden cambiar. Estamos abriendo algunas puertas».
Entre las centenares de personas que asistieron a la sentencia y participaron antes y después de una radio abierta en la plaza frente al Palacio de Tribunales, estaba la infaltable Nora Cortiñas. La referente de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora arrastra en uno de sus pies, cansados pero a la vez inagotables, un fuerte dolor. Su médico le dijo la semana pasada que debía recomendarle algo que sabía no cumpliría: reposo. Norita fue parte de la jornada y resaltó el acompañamiento en las calles como una herramienta esencial en estos casos: «La movilización popular y la expresión en la calle tuvo mucho que ver en esta sentencia. Es lo que tenemos que seguir haciendo. Este fallo hay que seguir fortaleciéndolo para que estos crímenes no se vuelvan a repetir. Este día, la justicia estuvo de parte de estas víctimas. Estos delitos tan graves ya no tienen que pasar más. Hoy es un día especial, para recordar. Tenemos que seguir insistiendo en pedir justicia y tenemos que seguir haciendo fuerza para que los fallos sean justos». Si ella lo dice, habrá que estar ahí para acompañarla.


*La Retaguardia, FM La Caterva, FM Riachuelo, Agencia Paco Urondo, Sur Capitalino, ANCAP.

¿Acaso es otra cosa la revolución? // Alejandra Rodríguez

En las calles transformamos la manera de pensar, hacer y comprender lo político. En ellas elaboramos nuestros dolores y conflictos a la vez que instituimos otras formas de estar entre nosotras y problematizar nuestras existencias. Juntas componemos imágenes que ensanchan y tensionan los límites y sentidos de la política. Imágenes que en sus despliegues vuelven como olas que hacen crecer cada vez más la marea.

La representación política y las instituciones no son para nosotras puntos de llegada, sino partes del paisaje que nuestra fuerza desborda, cuestiona y condiciona. ¡Nos tienen miedo porque no tenemos miedo! cantamos alrededor del fuego que hicimos arder sobre el asfalto con la alegría y la certeza de saber que ahí queríamos estar. ¡Y ahora que estamos juntas, y ahora que si nos ven! Después de tanto tiempo estamos saliendo de los encierros de nuestras casas, rompiendo los cercos que todas las violencias producen en nuestras vidas, para componer un feminismo capaz de cobijar las múltiples disidencias y rebeldías.

No intenten confundir, ni catalogar, ni encuadrar y muchos menos banalizar nuestras insurgencias porque acarreamos dolores desde tiempos remotos y tenemos la certeza de que no hay vuelta atrás. El feminismo popular no encuentra sus razones en las gestas mezquinas ni en los rituales de la realpolitik que reduce las potencias plebeyas a meras capturas y urnas. Porque pasaron muchos años, figuras, promesas, partidos, y plataformas electorales pero nuestras vidas siguen siendo territorios de los cuales otros se creen dueños. Y hoy decimos basta. Y para quienes nos preguntan por el salto al “poder real”, les contestamos: ¿Acaso hay algo más poderoso que estar entre nosotras luchando por la autonomía de nuestros cuerpos? ¿Qué es el poder sino la posibilidad del desarme constante de sus mecanismos concretos?

La revuelta festiva callejera es un caldero donde arden los mandatos que nos ordenan como debemos vivir a la vez que entre sus llamas se originan las fuerzas de las vidas que si queremos abrazar. Las calles nunca son las mismas, porque van tomando las formas de nuestras revueltas. Hoy las calles son nuestras. En ellas nos acuerpamos ante el desamparo de la acumulación capitalista, patriarcal y neoliberal. Nos auto-cuidamos. Improvisamos nuestros repertorios de canticos y frases. Estampamos en las telas y remeras las consignas como mantras. Nos maquillamos con brillantinas y colores. Cocinamos altos guisos. Armamos fuegos para repararnos del frio. Conversamos. Nos reímos. Soñamos. Nos abrazamos y bailamos. Agitamos la furia que mutamos en deseos. Hacemos del estar entre nosotras una fiesta. Una gran casa de afectos. Así, ponemos en acto otros modos de vivir. ¿Acaso es otra cosa la revolución?

 

*activista feminista

¿Y el miedo? ¡QUÉ ARDA! // Marie Bardet

Las palabras se amontonan, se atropellan, se empujan para salir todas juntas, por todas partes. No podemos pensar en otra cosa y lo queremos decir todo pero se quedan un rato en la garganta, ahí donde nace un llanto o un grito de alegría. Todas las palabras escuchadas en los últimos días, en las calles, en las casas y en nuestras fogatas de anoche. Las palabras que nos urgen decir para contar-nos lo que está pasando, palabras que hacen remolinos entre nosotras en la confusión de nuestra mente-emoción-cuerpa de una noche juntas sin sueño.

Pasó la ley, bah, casi. Media sanción en la cámara de diputados, y es una sensación de victoria, pero las sensaciones y los pensamientos desbordan la ley por todos lados. Es mucho más que la ley de aborto legal sancionada por el congreso, es una victoria de disfrutes y descubrimientos colectivos, de otras maneras de estar y relacionarnos, de todo lo que podemos hacer, juntas, de hacer política. Ayer no fue una noche de promesas ajenas, ni siquiera de espera del resultado como si fuera un partido de futbol. Muchas nos olvidamos de a largo rato de los debates adentro, estábamos haciendo ahí, rondas, guisos, fuego, cantos, intuyendo que estábamos haciendo historia y política.

Quedó bastante en evidencia cierto desfasaje entre lo que pasaba adentro, y lo que viene pasando y sigue pasando afuera. El Congreso quedó como epifenómeno (por muy importante para garantizar cada vez más formas libres y gratuitas de abortar, y que pudimos presionar sin ninguna duda desde las calles) de una ola mucho más grande, desbordante, y que continuará. Un desfasaje que pasa por las formas de tomar la palabra: escuchás a presidentas de centros de estudiantes de secundarios, como Ofelia Fernandez, y queda claro que articulan sus palabras y pensamientos de una manera mil veces más audible y políticamente elaborada que muchxs de lxs diputadxs adentro. Esta es una cuestión de política, hay una disputa por formas de hacer política, de fabricar a mano la autorización y capacidad entrelazada de decidir nuestras vidas, de mover nuestras cuerpas en direcciones deseantes y deseadas. Hacer política como elaboración de nuevas posiciones-imaginarios, conquista de nuevas condiciones materiales-inmateriales para abortar sin riesgo y sin miedo, de otros modos de decidir desde, con y entre nuestras vidas. La ocupación-fiesta-aquelarre dejó muy en claro que las olas feministas de estos tiempos, que se inscriben en olas de otras generaciones tenidas de verde, vienen tramando modos de hacer política, y de cambiarlo todo, de una contundencia extremadamente contrastantes con lo vacíos y absurdos que sonaban los argumentos de ciertxs diputadxs, pero también con la construcción de los posicionamientos individuales hasta último momento como en una suerte de lotería, como si no se tratara de nuestras vidas concretas.

Asimismo, los debates que se dieron en los medios y el recinto del parlamento se dieron muchas veces -en contra de la ley, pero a veces también a favor- en un plano (los enredos pseudo teóricos sobre la vida, sobre el ser que no es pero tiene derecho, las confusiones tremendas entre vidas, humanxs, embriones… ni hablar de los ejemplos animales de los perritos en adopción, las aberraciones lógicas del tipo, dicho con tono de indignación algo así como: “vamos a atropellar los derechos de una persona que no solo nunca existió sino que nunca va a existir!!”, o reflexiones atrasadas del estilo “qué bueno que no haya tantas mujeres aquí quiere decir que están en su casa cuidando a su familia”…) que tocaba muy poco el plano de discusión de los feminismos múltiples que estampan y circulan los pañuelos verdes. Un plano de lo que pasaba en el recinto, y sobretodo su presentación mediática, que resulta bastante desconectado del plano de discusión que se da en las calles, en las clases, en las asambleas, en las redacciones de los diferentes proyectos a lo largo de décadas, donde se van acumulando relatos de experiencias concretas, espesores de las decisiones complejas y de los acompañamientos cuidadosos que se supieron inventar. Quedó expuesta esa desconexión de los términos de las presentaciones de muchxs diputadxs. Y junto con esa desconexión expuesta de la farsa, de las diferencias de espesor de los sentidos, de enraizamiento colectivo de las posiciones y de modos elaborados de toma de decisión, una enorme presión real ejercida desde la calle, ocupación-aquelarre, que hizo de esas 24 horas la culminación de un cambio histórico.

En el escenario principal de la Campaña Para el Aborto montado sobre Callao ayer, la primera voz que tomó el micrófono asumió: “estamos llorando y riendo al mismo tiempo”. En la plaza que sigue hoy de fiesta, chicxs de secundarios siguen riéndose a los gritos de: “abortototo, abortototo”, “con misoprostol, o con intervención, de la forma que sea es mi decisión”. Está en juego, junto a la legalización, las vías de desdramatización del aborto, porque el drama es ante todo fruto de la prohibición y culpabilización.

¿Y el miedo? ¡QUE ARDA!

Eso gritamos anoche alrededor del fuego, porque que pasara o no la ley, estabamos desde hace rato haciendo arder nuestros miedos. Por ejemplo, saliendo a marchar contra los femicidios forjando desde 2015 Ni Una Menos como contraseña de lucha y de cuidado.  Hacer arder nuestros miedos es un poco diferente de pretender que nunca tenemos miedo. Es reconocer que a veces tenemos miedo pero que esos miedos conjurados juntas pueden producir nuevas maneras de vivir. Nuestros miedos se volvieron materia combustible, sensaciones y huellas concretas que tensan al mismo tiempo nuestras cuerpas y nuestros imaginarios y deseos; materiales palpables, experiencias susurradas o gritadas, juntadas en el camino como fuimos a juntar leña urbana, que nos juntan y con los que juntas podemos prender fogatas en nuestros aquelarres.

Quedó claro que el debate no era sobre la vida de un embrión o no, que la discusión se tenía que correr de un cortocircuito moral, a una discusión política. “Es que al final si te fijás bien, siempre nos terminan cagando a las mujeres” así puntúa una frase Lucila, a quien recién conozco volviendo a la plaza hoy jueves al mediodía. Con otra amiga, saliendo del subte en Alberti, me preguntan para qué lado queda el congreso. Les propongo ir juntas y conversamos en el camino. Está claro que el apoyo a la legalización del aborto subrayado por el pañuelo verde orgullosamente enarbolado, se enmarca para ella en una reversión de cada una de las situaciones que me describe en el que “al final”, “cagan a las mujeres”. En el trabajo, en la casa, en la iglesia. “Porque yo soy católica, ¡pero no boluda!” empieza, “es más, voy a la iglesia, me gusta cantar, todo eso del amor y de la paz, pero no soy pelotuda. Le digo al cura: fíjate que siempre nos terminan cagando a nosotras las mujeres.” La lucha por el aborto legal pone en juego el poder de decisión de maternidad o no maternidad, sí, pero se enmarca en un  mapeo más amplio: dejen de “cagarnos siempre a nosotras”. Y ya que estaba, hoy para festejar Lucila rajó del trabajo: “Fui temprano, hice cosas rápidas y me fui, tengo un montón de cosas que hacer pero no me podía concentrar, tenía que venir acá.” Estamos en la misma…

Y sigue, riéndose: “El cura, que es mi profe, me dice que no tenga relación hasta el matrimonio, “¡llegaste tarde!” le contesto yo”. Entre llegar tarde y ser atrasado, solo un paso. Esas pibas, en cambio, no llegan para nada tarde, tampoco son exactamente vanguardias avanzadas, nos recuerdan a cada paso cierta evidencia de todo lo que ya cambió en el presente en el que caminamos. En los secundarios, varios tomados para la vigilia, presente desde temprano en la plaza el 13J nos recuerdan con cantos, pinturas, tirades en el piso o cantando un sinfín de canciones nuevas, que el presente ya cambió.

En particular, no toleran más que “lleguen tarde” alrededor de ellas, y opinen sobre sus vidas desde una posición atrasada. “Estoy en mi sexto año de secundaria, en el Pellegrini, y vi pasar en 2014 a una comisión de género que planteaba cosas que sonaban desmedidas y hoy conforman nuestro sentido común” dice Ofelia Fernández[1]. Lo que parecía desmesura es ahora la des-medida que acompasa nuestros pasos, el hybris de nuestro fuego común. “Si nos quieren sumisas, llegaron tarde, nos le queda otra que escucharnos” refuerza Ofelia.

El miedo que está ardiendo en nuestras fogatas, es también el miedo a decir que llegaron tarde, a hacerse escuchar. Quemamos también en nuestras fogatas el miedo a plantarnos y que se enojen, la idea precavida que mejor busquemos formas de no ocupar posición demasiado marcada, de no elevar la voz, para no crear conflicto. Un miedo que nos “termina cagando” como dice Lucila, por hacernos cargo de no hacer olas en una conversación, de ser medidas, templadas, razonables y comprensivas: “Anoche me re peleé con mi familia” me cuenta Lucila cuando estamos más cerca del Congreso; la otra chica, también estudiante, de Lanús, que la acompaña dice: “ah ¡yo también!”. Les pregunto: “¿pero suelen decirles lo que piensan así a su familia?”. “y… ellos se enojan… pero ahora yo les digo igual”. Y sigue “Es increíble lo que tienen en la cabeza. A la vez los entiendo, tuvieron una educación muy cuadrada, pero la novia de mi papá hoy me dijo: “y bueno, ¡ahora vayan a abortar felices!”. Pero ¿qué se imaginan? ¿que nos llamamos por teléfono y decimos, che, el sábado a la noche nos juntamos y nos hacemos un aborto?!” La risa deja en claro que la idea no les da miedo, en sí, solo que no es exactamente lo que tienen en mente. Lo que sí: no más callar, y desdramatizar el aborto.

El miedo que está ardiendo en nuestras fogatas, es el miedo a abortar. Porque sabemos que de alguna manera -y la ley viene a garantizarlo de alguna forma estatal, pero sabemos que tendremos que garantizarlo con nuestras prácticas y nuestras políticas feministas, así como armamos fuegos anoche- no abortaremos nunca más sola, culposa, escondida, y armaremos fuego cada vez que nos están por cagar. La conversación con Lucila comenzó así: designando el pañuelo verde, le pregunto “hace mucho que estás a favor del aborto? “Mirá, empezó hace 7 años.  Soy de Hurlingham, vine acá siete años atrás acompañando a una amiga que había quedado embarazada a abortar. Ni sabíamos lo que era abortar. Y se lo hicieron, pero nos metieron una culpa! Que habíamos pecado, que era mal, todo culpa nuestra. Ahí dije, esto está mal. Nos están cagando.”

Quemamos en nuestros fuegos el miedo a abortar, girando alrededor invocando misoprostol, invocando a las Socorristas que comparten sus saberes-haceres y a todas las experiencias acumuladas y que queremos sacar a la luz, o por lo menos hacer circular como se nos den las ganas. “Arroz con leche, quiero abortar, en condiciones dignas en cualquier lugar, con misoprostol, con intervención, de la forma que sea es mi decisión” se escuchaba todavía hoy en la plaza después de la sanción de la ley. Sabemos que la ley no es todo, que a lo largo de estos fuegos, la alquimia de nuestros aquelarres transformó la materia miedo en goces y disfrutes. En estos meses, años, días y noches, se fueron ensanchando las direcciones del movimiento de legalización del aborto, por ejemplo la “educación sexual” es ”para decidir” pero también “para descubrir”; y os “anticonceptivos para no abortar” pero ante todo “para disfrutar.” La famosa disociación entre sexo y reproducción, eje histórico del feminismo, espesándose en este proceso.

La alquimia alcanza hasta alianzas aberrantes (seguramente inentendibles para el palco instalado anoche del otro lado de la plaza dónde, mientras prendíamos fuego, realizaban ecografía de embarazos de 14 semanas en vivo, en una puesta en escena dramática de la imaginería médica como culto de la reproducción): conversamos ayer cortando zanahoria y zapallo anco para el guiso de lentejas, de cómo la conquista de un aborto legal, seguro, gratuito, desdramatizado, nos encontraba al mismo tiempo cocinando otras maneras de maternar-partenar con el mismo fuego que el que viene quemando miedos y culpas.

En las alianzas que se tejieron juntando la leña de nuestros fuegos, lo que quemamos es también el miedo a hacernos otras cuerpas, y vivir otros deseos. Si #nosmueveeldeseo, es que perder miedo a abortar va de la mano con conquistar otras sexualidades, por hacerse otras cuerpas en nuestras cuerpas, que dejan de ser reguladas por la reproducción obligatoria. Llegamos a la plaza del Congreso con Lucila, siguen cruzándose gente que se va y otra que viene, muchxs pibes de secundario, cantando sin parar para festejar la aprobación de la ley finalmente votada. Festejamos la legalización del aborto y se escucha “Macri no es puto, es liberal, hacete cargo él es heterosexual”; “Ole Ole, ola ola, No soy amiga de tu mamá, somos lesbianas no paramos de garchar”. Así también, en nuestras fogatas y discusiones, la alquimia transformó el referente “mujeres” en “cuerpas gestantes”, porque la elaboración de nuestros modos de decidir si sí o no tener hijx y la conquista de poder hacerlo de todas las maneras que se nos den las ganas, supo desplazar una definición biológica y genérica de mujer, intentando tejer experiencias que se acumulan en un nosotras, un nosotres, sin apelar a un apriori identidades únicas.

¿Y el miedo? ¡Que arda!! ¿Y el miedo? ¡Que arda! ¿Y el miedo? ¡Que arda! No es que no tengamos nunca más ningún miedo; es que nos juntamos a quemarlos en el asfalto de la calle. Nuestros aquelarres son más de brujas artesanas que de grandes heroínas: aprendimos a prender fuego, juntas, juntes.

Hoy 14 de junio, son las 16h, y quedan grupos aislados de pibxs muy jóvenes, al lado de las vallas, que siguen cantando y saltando. Nadie se saca el pañuelo verde, ya es red perceptiva-afectiva de color en las calles. Levanto la mirada, la cúpula del congreso parece un poco más verde cada día, del verde acumulado en nuestros ojos.

[1] Texto completo Lobo Suelto

Respuesta al Padre Pepe // Rita Segato en Clinämen

“FMI es aborto y aborto es FMI”, dijo la semana pasada el Padre José María Di Paola en su exposición en diputados. ¿Cuáles son las estrategias del Vaticano para intentar romper el consenso progresista con respecto a la necesidad del aborto legal, seguro y gratuito? Quien responde a Di Paola y a los argumentos que incluso tomó el Partido Justicialista es la antropóloga Rita Segato: “Tener en el cuerpo una sustancia no querida equivale a una violación de Estado”, dice.

Ocupamos la noche // Verónica Gago

Quisieron, desde el gobierno, armar una escenografía absurda. Partir la plaza del Congreso como si hubiese una “simetría” de fuerzas: pro-vida vs. pro-aborto (así la titularon). Como si la división del conteo de votos en el Congreso que se venía peleando en el lobby parlamentario desde hace semanas reflejaría en proporción lo que pasaba en la calle.

Esto tenía dos intenciones. Primero: desconocer la masividad que el debate a favor de la legalización del aborto ha logrado, traspasando edades, organizaciones, barrios, familias y lenguajes. En ese sentido, esta “marea verde” mostró la presión desde abajo contra la cual el sistema representativo no pudo inmunizarse. La democracia que se ejerce en las calles tiene la fuerza de lo real y esa es la verdadera “asimetría”.

Segundo objetivo: al diseñar una nueva “grieta” artificiosa armada con vallas, se quería despreciar un acumulado histórico de luchas. La contundencia de la foto de una plaza masiva y verde del 4J fue la antesala inmediata de esta corriente de opinión, sensibilidad y capacidad de movilización callejera que volvió a tomar la ciudad. Quisieron evitar que se repita de nuevo esa foto. Y el movimiento tomó la forma de una serpentina plateada y verde, ocupando varias avenidas, haciendo temblar y brillar la noche con fuegos acá y allá, con purpurina que encendía los rostros, con mantas de colores que tapizaban el asfalto.

El desborde masivo desbarató la coreografía patética del oficialismo. Éramos miles y miles yendo y viniendo. Dispuestxs a que el tiempo de permanencia no fuera un problema. Ocupar la noche fue no saber del tiempo de reloj. El estado de vigilia fue una mezcla del estado de alerta que el movimiento feminista viene instalando sobre las tramas de violencia contra el cuerpo de las mujeres con una algarabía de estar juntxs que nos envuelve en un cuerpo colectivo y nos abriga.

No hay vuelta atrás. En ese modo de producir cuidados al ocupar la calle. No hay vuelta atrás. En las miradas luminosas de tantxs jóvenes que saben que ocupar la calle es la verdadera forma de hacer política y donde todos los cuerpos cuentan. No hay vuelta atrás. Porque abrimos una brecha en el futuro que nos quieren robar con la deuda externa y con las formas de deuda privada, como mordazas sobre nuestros cotidianos. No hay vuelta atrás porque agujereamos la normalidad. Porque en estas fiestas masivas con las que estamos haciendo historias nos estamos inventando nuevas formas de existencia colectiva. Tenemos un “nosotrxs”. Nos tenemos. Y nuestra verdad es que no estamos solas.

 

 

La espiritualidad como fuerza de sublevación // Verónica Gago del Colectivo NUM para Emergentes

El feminismo habla de los cuerpos al mismo tiempo que pone en disputa una espiritualidad política. Y que es política justamente porque no separa el cuerpo del espíritu, ni la carne de las fantasías, ni la piel de las ideas. El feminismo (como movimiento múltiple) tiene una mística. Trabaja desde los afectos y las pasiones. Abre ese campo espinoso del deseo, de las relaciones amorosas, de los enjambres eróticos, del ritual y la fiesta, y de los anhelos más allá de sus bordes permitidos. El feminismo, a diferencia de otras políticas que se consideran de izquierda, no despoja a los cuerpos de su indeterminación, de su no-saber, de su ensoñamiento encarnado, de su potencia oscura. Y por eso trabaja en el plano plástico, frágil y a la vez movilizante de la espiritualidad.

El feminismo no cree que haya un opio de los pueblos: cree, por el contrario, que la espiritualidad es una fuerza de sublevación. Que el gesto de rebelarse es inexplicable y a la vez la única racionalidad que nos libera. Y que nos libera sin volvernos sujetos puros, heroicos ni buenos.

La Iglesia ha entendido esto desde todos los tiempos. Podemos referirnos una vez más al ya clásico Calibán y la bruja, de Silvia Federici, para recordar por qué la quema de brujas, herejes y sanadoras fue una escena predilecta para desprestigiar el saber femenino sobre los cuerpos y aterrorizar su efervescencia curadora y su fuerza de tecnología de amistad entre mujeres. O al aún más clásico Witches, Midwives and Nurses. A History of Women Healers (Brujas, Parteras y Enfermeras. Una historia de las mujeres curanderas) de Bárbara Ehrenreich y Deirdre English donde, por ejemplo, se analiza la guía de quema de brujas del siglo XV que aseguraba que “Nada le hace más daño a la Iglesia Católica que las parteras” (The Malleus Malificarum), que por supuesto son también las aborteras.

Hoy vemos en las calles, en las casas, en las camas y en las escuelas una batalla por la espiritualidad política (que, en su movimiento masivo, tiñe todo de verde, como un principio-esperanza). Y por eso, de nuevo, la Iglesia Católica, a través de sus representantes y voceros varones siente que tiene una misión que cumplir, una tarea de salvación de almas que se traduce en una guerra por el monopolio del tutelaje sobre los cuerpos femeninos.

Las palabras que el cura “villero” Padre Pepe expuso en el Congreso condensan todos los condimentos para cartografiar la batalla. Su intervención se realizó el mismo día que también expuso la joven Karen Torres, de la villa 21–24 y Zavaleta (donde Pepe trabajó durante años).Coincidencia sintomática, ya que la referente de la villa dijo exactamente aquello que desmiente los argumentos de la Iglesia. Y lo dijo en la voz propia de muchas mujeres por las cuales la Iglesia pretende hablar. Argumentó Karen: “En nuestros barrios intervienen instituciones como las iglesias que se encargan de moralizar nuestros cuerpos, nuestras decisiones y que operan para que las mujeres no tengamos acceso al aborto legal. Sin derechos sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas estamos condenadas a seguir siendo vulneradas”.

La intervención del cura “villero” muestra dos maneras de despreciar lo que estas jóvenes que viven en las villas están diciendo. Por un lado, al decir que “el FMI es aborto” (título con el que circuló mediáticamente su discurso), la Iglesia pretende instalar que la autodeterminación de las mujeres, el propio derecho a decidir sobre el cuerpo, es una cuestión neoliberal. Desconocen y falsean tanto las luchas históricas por el aborto como la actualidad del movimiento feminista donde esta demanda está asociada a un reclamo de vida digna y contra el ajuste neoliberal, y en cuya amalgama, se hicieron pañuelazos en muchos barrios y villas.

En su pretensión de mostrarse como los únicos anti-liberales, los voceros de la Iglesia refieren esta argumentación especialmente a las “mujeres pobres”: a quienes ellos consideran que deben tutelar especialmente, a quienes quitan la capacidad de decisión en nombre de su condición social, a quienes visibilizan sólo como resistentes si son madres. De este modo, en la línea del Vaticano que también enarbolan dirigentes como Juan Grabois (MTE), la trampa que tienden se dice “clasista”: intentan trazar una distinción de clase que justificaría que a las mujeres pobres no les queda más opción que ser católicas y conservadoras porque sólo tienen como opción su maternidad. De este modo, abortar (es decir, decidir sobre el deseo, la maternidad y la propia vida) intenta ser reducido a un gesto excéntrico de la clase media y alta (que, claro está, puede poner en juego recursos económicos diferentes). El argumento “clasista”, que por supuesto existe en términos de posibilidades diferenciadas para acceder a un aborto seguro, se invierte: pasa a funcionar como justificación de la clandestinidad. El derecho a decidir, para la Iglesia, debe permanecer así alejado de los barrios populares. Esta cruzada por infantilizar a las mujeres “pobres” es la punta de lanza, porque si se desarma, la Iglesia misma se queda sin “fieles”. Lo más brutal es el modo en que, para sostener esto, tienen que hacer oídos sordos –desconocer y negar- lo que dicen las propias mujeres de las villas y las organizaciones que trabajan en ellas. Aun cuando ellas están insistiendo en todos lados con la consigna “dejen de hablar por nosotras”.

La argumentación, para el tutelaje paternalista, tiene una vuelta de tuerca más: el Padre Pepe evoca a las mujeres detenidas-desaparecidas en la ESMA para decir que ellas, incluso en esa situación extrema, eligieron parir. Con esta imagen, no sólo está evadiendo mencionar la apropiación de sus hijxs por la cual se lxs consideró “botín de guerra”, sino que también está falazmente recordando a esas mujeres presas y torturadas sólo como madres abnegadas. No es casual este corrimiento a los años 70: justo cuando hoy, gracias también al movimiento feminista, se está re-leyendo el ensañamiento de las torturas sexuales contra los cuerpos de las detenidas-desaparecidas en relación al disciplinamiento que los genocidas querían hacer para “castigarlas” por ser militantes, por no quedarse en sus casas, por probar otros modos de los lazos familiares y afectivos. No es casual que la escena vuelva a los años 70 en el mismo momento en que las ex hijas desafiliadas de sus progenitores genocidas estén marcando una continuidad entre el campo de concentración y la escena de violencia doméstica.

¿Pero qué más dice esta analogía entre la ESMA y la villa? ¿Que las villas son los campos de concentración de la actualidad? ¿Que a las mujeres de uno y otro espacio no les queda otra que empeñarse en la maternidad a costa de sus propias vidas? Queda claro que la Iglesia, a través de sus voceros varones, no quiere dejar de legislar sobre el cuerpo de las mujeres y que encuentra en el movimiento feminista una amenaza directa a su poder, edificado sobre el control de los cuerpos y las espiritualidades feminizadas. Porque es el control de la vida y de los modos de vida (toda una guerra se despliega sobre el propio vocablo “vida”) lo que está en juego para hacer de la espiritualidad un sinónimo de obediencia y de renovadas formas de tutelaje. Claro que en el Congreso la Iglesia tiene sus aliadxs: el texto del PJ hablando del aborto como sinónimo de “cultura del descarte” tiene el mismo fondo de asociación del feminismo con liberalismo. Pero es justamente un feminismo anti-neoliberal lo que se ha venido fortaleciendo en los últimos años y que pone en jaque esta falaz argumentación de la institución eclesial. El diagrama de fuerzas, sin embargo, se despliega en la calle.

 

https://emergentes.com.ar

Ser Piba // Diego Valeriano

Ser piba, ranchar en el congreso, armar una fogata y que un fuego verde devore todo. Que no queden ni las cenizas de lo que somos. Ser piba desde lo más profundo, desde las madrugadas, desde el aguante, desde el  miedo, desde el segundeo, desde la fiesta.

Ser piba, inundar el Sarmiento, las aulas, el  A, rebalsar las calles.  Llenar de temor a los que dormían tranquilos, a las ortibas, a los dirigentes, a los troskos que mueren por protagonismo, a los que van a las marchas como selfies, a los que escriben para congraciarse, a los que si bien ahora entienden ya es demasiado tarde.

Ser piba para entender absolutamente todo. Para plantarse frente a los giles, para construir tantas ideas que transmuten la vida cotidiana, para hacer incomoda la vida adulta, para saber que ahora, en esta plaza,  el combate es inminente.

Ser piba como único gesto político, como gloria, como nacimiento, como caníbales. Para mirar a todos como pobres tipos, para almorzar en Tarzan y que los viejos mueran de odio del verde. Sacarle la careta a los gatos de la  iglesia, en especial a los que parecen compañeros. Escrachar guachos que creían amigos y amigarse con pibas que parecían tan lejanas.

Ser piba para estar así de manija toda la vida, para que todas sean pibas, para que piba sea todo lo que es. Para no escuchar hablar nunca más de trabajadores, ni de unidad, ni de los setenta. Para que los de la CGT se caguen todos, para que los rati bajen la vista, para matar de una buena vez a Dios.

SI NOS QUIEREN SUMISAS LLEGARON TARDE // Ofelia Fernández

Después de haberlo dicho, llorado y gritado todo, ¿es el silencio lo que sigue? ¿Es la templanza?
Semanas atrás recorría los pasillos de mi escuela. Pasaba por cursos para convocar a la movilización de Ni Una Menos. Son pasos que di tantas veces… y solía anular esa trayectoria, pero la última vez fue imposible.
Estoy en mi sexto año de secundaria, en el Pellegrini, y vi pasar en 2014 a una comisión de género que planteaba cosas que sonaban desmedidas y hoy conforman nuestro sentido común. Vi llorar a mis amigas en el baño por el femicidio de Lola Chomnalez. Pegué carteles contra el acoso callejero. Exigí que permitan que una trabajadora sexual de una charla en la institución. Redacté un protocolo contra la violencia de género. Tomé la escuela contra esa violencia y por ese protocolo. Escribí “aplicación de la ley de Educación Sexual Integral” en todos los pliegos reivindicativos que tuve que levantar. Le marqué su machismo a docentes y al rector, así como a compañeros de otras agrupaciones que me trataban de inútil. Pasé de la bulimia a la lucha por la liberación y la aceptación de todos nuestros cuerpos. Conformé la primer fórmula de dos mujeres en el centro de estudiantes. Y vi por primera vez 15 cámaras juntas en la puerta de la escuela, cuando los medios salieron a atacarnos por hacer una charla sobre la necesidad del aborto legal, seguro y gratuito. Todos esos puntos se tocaron en esos pasillos, en las aulas y en asambleas.
Mi narración es en primera persona si lo tengo que verbalizar, pero cada una de mis palabras tiene un lazo inquebrantable con una imagen mucho más poderosa: todas y cada una de las cosas que pasaron fueron colectivas; fueron parte de un proceso que dio el salto de lo desafiante a lo valiente a medida que éramos más y más. Forjamos desde la bronca, que acusaban de caprichosa, una nueva manera de vincularnos, pero sobre todo de vivir. No pasarán, no nos conformaremos y daremos pelea, entre otras leyendas que, no se cuando empezaron, pero se que tenemos tatuadas.
Recorría los pasillos como un día más, y entré a un aula de primer año. De 30 unxs 20 tenían el pañuelo verde puesto o en sus mochilas. Pasé con un compañero varón y para arrancar dije nosotros. Una piba me corrigió: nosotres. Dije Ni Una Menos, asintieron y mencionaron, preocupadxs por si me olvidaba, el pañuelazo que había esa semana. Hablamos de estereotipos, transfobia, el mandato de maternidad, diversidad sexual y mucho más. Me sentía en un asado de domingo con mi familia: era nuestro primer encuentro, aunque parecíamos conocernos de toda la vida. Y podíamos decir mucho o poco, pero desde el principio sabíamos que había algo que ya estaba cocinado. El feminismo nos hermanó. Nos ató las manos entre nosotrxs para nunca más soltarlas. Nos hizo una gran familia al calor de una incomodidad que ya nadie está dispuestx a tolerar. A tal punto que no necesitamos pasarnos coordenadas: todxs sabemos para donde vamos, porque, aunque a veces no nos detengamos a pensarlo, sabemos de dónde venimos.
Salí de ahí y el pasillo que me daba indiferencia ahora me ahogaba de historia. Me recordaba lo largo que fue el camino, pero lo hermoso de sus resultados.
Porque ya está, déjense de joder: esta juventud pensó, se confundió, eligió, se posicionó, se movilizó y ahora ya vive de otra manera. Si nos quieren sumisas llegaron tarde, no les queda otra que escucharnos.
Quieren que el proyecto de ley del aborto le quite el poder de decisión autónoma a las adolescentes, demostrando que le escapamos a toda lógica de indiferencia que deseaban sostener en esta sociedad, y presentándonos su revancha.
A veces siento que se olvidan de que pueden tener miles de firmas, llenar el país de publicidad y gritarnos asesinas con desprecio sin habérsela jugado ni por un minuto. Amigos, ustedes están en la fácil. Se creen combativos pidiendo que la realidad se quede quieta, o incluso retroceda. Se entienden mártires cuando su recorrido en esta disputa se llama avenida Libertador. Se piensan liberadores en la defensa de un embrión mientras nos mandan a morir.
Lxs invito a ver que hay en la otra vereda, porque para saber de combate y liberación necesitás un poco de transpiración y ruido. Acá estamos dejando todo por una alternativa con la que soñamos. Acá bancamos los trapos desde que al aborto le decían “genocidio de bebes” hasta ser todas las que somos. Acá las actrices a las que se les ordena trabajar con aislamiento y neutralidad dijeron basta y se sumaron a militar las calles. Acá las estudiantes escuchan por horas hablar de disciplina para cruzar una puerta y ser la encarnación de rebeldía.
El aborto existía y existe. La diferencia es que después de estar juntas y ambiciosas atravesando las ortigas llega un punto en el que si no lo ves es porque no querés. Ahí, precisamente ahí, es donde estamos: en el grito por un Estado que no le ponga una capa de invisibilidad a nada, que tome las riendas de la salud de quien gesta, y que aporte a la construcción de una cultura liberadora. ¡Prendé la tele, salí a la calle, pisá una escuela! ¡Hacete cargo!
Después de haberlo dicho, llorado y gritado todo, ¿es el silencio lo que sigue? ¿Es la templanza?
No. En ese curso de primer año estaba todo dicho, llorado y gritado. ¿Lo demás? Sabernos guerreras, y sobre todo: sabernos hermanas, ser hermanas.

Ilustración de Mar Nuez, para Línea Peluda
link a la nota: http://feminacida.com.ar/si-nos-quieren-sumisas-llegaron-t…/
#femiNACIDA

 

Fuente: Revista y editorial SUDESTADA

ABORTAR EL PUNITIVISMO: nuestros cuerpos, nuestra lucha // Lucía Naser

– “Que sea ilegal pero si le pasa a mi hija de alguna forma lo arreglamos” 

– “Todo feto debe nacer, ahora si vive en un mundo de mierda o cuidado por alguien que no deseaba la maternidad no importa” 

– “Odio a las mujeres y odio que puedan decidir sobre la vida; para qué construimos un mundo de hombres si la palabra final la tienen las mujeres?” 

– “Con ese verso de sus derechos van a acabar con la familia” 

– “Sin maternidad compulsiva, obligada y teleológica se desestabiliza la sumisión que hemos logrado al darles a las mujeres el rol de cuidadoras de nuestros hijos y convencerlas que renunciar a todo para criarlos es la máxima felicidad que pueden conocer en la vida. No puede suceder”. 

– “Todo esto del aborto pone de manifiesto que garchar a lo loco sin pensar las consecuencias es algo que sólo podemos hacer los machis, quedamos en orsai…”. 

– “Yo si fuera mujer recontra abortaba. Sabes lo que es que te crezca un pibe adentro!?! Pero bueno, ellas nacieron para eso” 

– “Esto de abortar de la maternidad por elección no hará que muchas mujeres se den cuenta que pueden decir que no a muchas otras cosas?” 

– “Si es mi mujer y el bebé es de otro que aborte” (esto lo resolvemos entre machos) 

– “Primero el aborto y después qué? También van a pretender cojer (solo) cuando quieran? Este es el inicio del fin de los valores y de la familia” 

– “El estado debe velar por el bien de la familia (que ya no existe salvo en la retórica moralista de la derecha más rancia pero nos viene bárbaro para estirar un poco más la fecha de vencimiento de nuestros privilegios)” 

– “Me cae tan bien el Papa” 

– “Las que abortan están desconectadas de su yo femenino trascendental, son posmodernas alienadas del ciclo natural y sagrado de la vida y la reproducción. Yo lo sé porque SOY MADRE” 

– “A mis hijos les caeria medio mal que saliera por ahí a defender el asesinato de bebés, no te parece?” 

– “Son lesbianas, brujas, putas y quieren acabar con la especie, apoderarse del mundo y cortarnos la pija a todos”. 


Algunos de los argumentos que se han escuchado por parte de los anti-abortistas:

Y mientras tanto empieza el mundial y la camiseta que te tenes que poner no es celeste ni azul: es verde.

Y mientras tanto del otro lado de una frontera ridícula me desperté pensando en argentina y como la lucha por nuestras cuerpas sigue en pie, sigue sangrando, como nuestros derechos aún no nos pertenecen a todas.

Me desperté pensando en las amigas que acompañé a abortar y en las que me acompañaron, en biopolítica y feminismo, en las fantasías y pulsiones de vida-muerte que se ponen en juego en los debates, en la estigmatización de quien no se ajusta 100% al modelo que «mujercitas» diseñó para nosotres, en quien no quiere ser un nodo de la cadena del gran útero universal, en lo jodido que es no cumplir las expectativas convencionales, en cómo se necesita abrazarnos y mandar a la mierda a lxs hipócritas y a la hipocresía, en la niña de 2 años violada y asesinada en su propio hogar por el padrastro hace unas horas, en los cuerpos que no importan, en los cuerpos que vigilan.

Ya estamos abortando y lo que muere son sus privilegios y su poder sobre nuestros cuerpos.

Queremos aborto libre, seguro y gratuito. Queremos nada más que un poquito de empatía. Y que dejen de opinar como si pidiéramos sus consejos. Y que dejen de ser tan forros porque nos están viniendo ganas de cerrar la concha y no abrírselas nunca más hasta el fin de la eternidad. Y que politicemos la defensa de la vida para expropiarsela a Misión Vida.

Poder decir que no abre otras formas de decir que sí.

Sólo hay una cosa más grande que el amor a la libertad y es el amor a la libertad de todes.

LEGALIZAR EL ABORTO E ILEGALIZAR LOS PRIVILEGIOS

TODAS JUNTAS Y TODAS LIBRES!

Carta Abierta de educadoras populares y activistas territoriales feministas

A los curas villeros y a los dirigentes de organizaciones populares que se han opuesto a la legalización del aborto
El debate por el derecho de las mujeres a decidir sobre nuestros cuerpos ya está instalado en la sociedad.
No es un derecho que atañe sólo a las mujeres que pueden abortar porque tienen acceso a recursos económicos, afectivos, informativos. Es un derecho para todas las mujeres y personas con cuerpos gestantes.
Como educadoras populares feministas, algunas partícipes de movimientos y organizaciones territoriales, piqueteras, de barrios y villas, de migrantes, y otras que interactuamos comprometidamente con esos movimientos, sabemos que el aborto es una práctica habitual de las mujeres empobrecidas por las políticas neoliberales, capitalistas, héteropatriarcales, misóginas, racistas y coloniales. Sabemos que estas prácticas se realizan por lo general en la clandestinidad, porque están penalizadas legalmente y socialmente. En estos dos niveles, la prédica religiosa ha sido uno de los factores culturales que ha creado obstáculos y miedos para impedir que las mujeres podamos decidir sobre nuestros cuerpos. Es así que por el “temor a la condena” religiosa y social, las mujeres terminamos muriendo desangradas, cuando no tenemos recursos para realizar la interrupción voluntaria del embarazo en clínicas privadas o con asistencia médica si es necesario.
No vamos a detenernos en la gran cantidad de argumentos en favor de la legalización del aborto, que fueron dados y publicados en estas jornadas de debates dentro y fuera del Congreso. Sí queremos responder puntualmente a las expresiones de oposición que realizaron algunos curas villeros, y algunos dirigentes de movimientos sociales con quienes compartimos muchas jornadas de lucha, por la vida de lxs pibxs, contra la criminalización de la pobreza, contra el hambre, por el derecho al trabajo, a la vivienda, a la salud, a la educación. Escribimos a compañeros de muchas luchas, a quienes respetamos por su entrega en diferentes causas, y a quienes exigimos que cuando se trata de derechos de las mujeres, no hablen en nuestro nombre. Les exigimos, compañeros, porque ustedes, que han hecho la opción por “los” pobres, no se deciden sin embargo a realizar la opción por “las” pobres, y lo que es más grave, toman nuestra palabra para negar nuestros derechos.
Hermanos, compañeros, basta de condenarnos a muertes seguras invocando la voluntad de Dios y afirmando que las mujeres pobres “no estamos a favor del aborto”. Sabemos que las interpretaciones religiosas y los textos bíblicos fueron realizados históricamente por varones, y ustedes también son varones que no alcanzan a escuchar nuestra palabra, porque creen que desmiente el dogma de las iglesias, sean católicas o evangélicas, u otras. Es cierto que muchas de las mujeres en nuestros barrios, territorios, comunidades, villas, están efectivamente en contra del aborto, producto de su fe en lo que ustedes han sembrado como “palabra de Dios”. Sabemos que desde el púlpito muchas veces se siembra miedo y se generan estigmas.
A quienes como curas, pastores, o como delegados papales en los movimientos sociales insisten en descalificar nuestras exigencias, les decimos que la revolución feminista, popular, crece desde abajo, desde las comunidades en las que nos cruzamos todos los días. Esperamos que nos escuchen. Son mujeres las muertas en abortos clandestinos. Si insisten en no escuchar este modo de gritar ni una menos, terminarán perdiendo fuerza sus oraciones y la fe de las mujeres en ellas.
Queremos caminar a la par. No iremos atrás, ni al costado, ni con la cabeza agachada, a luchar por nuestros derechos y nuestros deseos.
Primeras firmas de educadoras populares y activistas territoriales feministas
*Frente Popular Darío Santillán Corriente Nacional: Celina Rodriguez Molina (Cátedra Virginia Bolten), Melina Deleclike, Lic. Miño Viviana. Secretaria Gremial Seccional Hospital Paroissien de La Matanza. CICOP, Luz Merlo, Candela Verziera, Ana Esther Medina, María Florencia Fajardo, Gladys Mabel Vega, Julieta Di Guilmi, Aurelia González, Marianela Miranda. Zulema Aguirre (Mujeres en red de Villa La Angostura), Luz Amparo Asalde Hernandez (Berisso). Necochea: Socorristas en Red. Feministas que abortamos: Eugenia Ferrario, Ayelen Bodega, Daniela Sosa, Mariela Rossi, Florencia Olgini, Magalí Francia
*Frente Popular Darío Santillán: CABA: Espacio de Mujeres y disidencias: Florencia Noceti, Farelis Silva, Mavyle Basile, Mariela Oyakawa; Bachillerato Popular Darío Santillán: Analia Segado, Natalia Aldrey; Che Barracas: Marta Alicia Sosa; MeCoPo: Gladys Miguez; Lanús: Espacio Popular Aquí se respira Lucha: Celina Eva Rodríguez Marín; En Movimiento, Jardín de Primera Infancia: Nancy Mabel Medina, Maia Mauriño; Bachillerato Popular Roca Negra: Alejandra Andreone, Soledad Eleuterio; Club el Dari Barrio La Torre: Camila Panizo, Jimena Llanes; Club el Dari Barrio La Fe: Malena Díaz Pascielli; Área de Comunicación, Julia Carlana; Córdoba: Espacio de Mujeres y Diversidad, del barrio Los Fresnos: Nora Cortez Casazola, de La Juntada Compañera: Stefania Melchiori, Camila Tania Nuñez, militante secundaria; Unidas en Libertad: María Paz, Carolina Paz, Victoria Guerrero, Edelmira Garnica; Barrio Angelelli; Leonardi Viviana Josefa, Fernanda Gutiérrez. Marcela Exposito, militante, educadora popular, docente, integrante del Espacio de Mujeres y Diversidad, de la Asamblea NI UNA MENOS Córdoba, Malena Aceve; Villa Pigüé: Fatima Eliana Velarde, cooperativista, Eva Isabel Solorzano, Mirtha Haidee Inga, cooperativista, María de los Angeles Ibarra, Fabiana Velarde, Cirila Loza, María Frías, del Espacio de Mujeres y Diversidad; Ciudad Evita: Silvia Arguello, Maria Magdalena Agüero, Ana María Rearte, Dominguez Yisela, Angélica Agüero, Silvia Argüello, Herrera Paola, Erica Arrieta, Vegas Milagro, Marilin Reina, Ana María Herrera, Dayana Arroyo; Barrio Liceo: Magdalena Gutierrez; Barrio Los Eucaliptos: Roxana Melano; Barrio Ituzaingo, Anexo. María Ema Vaca; Barrio General Bustos: Silvia Melano; Barrio Los Fresnos: Luisa Cecilia Giménez, Liliana Noemí Olariaga; Villa Libertador: Andrea Lopez, Carla Argüello, Laura Argüello, Marianela Barboza, Silvana Alvarez, Alicia Luján, Belén Ríos, Sandra Alvarez, Sara Mercado, Florencia Barbiza; Villa Los Cuarenta: Rocío Belén Argüello, Ana Lucrecia Noriega; Barrio Nuestro Hogar 3: Ileana Leiva, Natalí del Valle Argüello, María José Argüello; Barrio Quintas Capillitas: Lourdes Peralta; Barrio Marqués Anexo: Melani Romero, Inés Flores, Evelia Flores, Cristina Tello, Eliza Romero, Camila Villarreal, María López, Erica Ludueña, Emilia Reimier; Barrio Cooperativa Los Andes: Mónica Leonardi; Barrio Frente Popular Darío Santillán: Angélica Domínguez; Barrio Ampliación Ferreyra: Esther Durán; Barrio Colón: Graciela Inés Caro, Rocío Marisa Vilches; La Calera: Betiana Torres; Villa El Chaparral: Melina Alejandra Ledesma, Lorena del Valle Ledesma; Cooperativa Veinte de Junio: Rosa Wilma Gonzales Cruz; Barrio Ampliación 1 de mayo. Rosa Lobo; Ezeiza: Lidia Beatriz Pogonza, Maria Fernanda Carabajal, Arbona Almonacid, Miriam Soledad, Arbona Almonacid, Nadia Ailín, Daniela Soledad Foresti; Almirante Brown: Mariana Castro, Luz Díaz, Martina Sánchez (espacio comunitario Glew), Mirian Juárez, Romina Veliz; Mayra Manograsso, estudiante bachillerato popular Auka Liwen; Las Azucenas organización estudiantil ISFD y T n°53: Norma Merlo, Ayelen Pérez; Casa popular Eduardo Galeano: Camila Ricagno, Gabriela Meza, Lucía Ostrower, Laura Butafuoco, Ada Curis; Lacandona (Guernica): Daniela Ferrari, Gloria Camargo, Johana Reyes, Andrea Catan, Amanda Ruiz, Marina Sanchez
*Movimiento Popular La Dignidad: Agostina Betes, Ana Milstein, Ana Luz Gortari, Cecilia Gentile, Cecilia Madariaga, Daniela Sanguineti, Diana Martínez, Elda Beatriz Sanchez Rapela, Elisa Ader, Fernanda Castañares Moschetti, Florencia Gómez Osuna, Josefina Furfaro, Julia Chavez, Julia Morena Guido, Laura Ruiz, Lucila Gonzalez, Mafalda Sanchez, Maisa Bascuas, Maria Florencia Cáceres, Marilina Decurgez, M. Denise Castillo, Nadia, Magdalena Roggi, Lucía Guarino.
*Pañuelos en Rebeldía: Analía Bruno, Analía Rivadera, Beti Castro, Camila Parodi, Carla Hayet, Cintia Vilar, Carolina Fernández, Claudia Korol, Florencia Sanchez, Lisa Buhl, Lucia Lopez, María Angélica Muñoz, Mariana Palacios, Mirta Israel, Natalia Cejas, Natalia de las Navas, Paula Talamonti, Patricia Agosto, Patricia Delpino, Roxana Longo, Silvana de las Navas, Silvia Bignami, Solange Dominique, Virginia Rodriguez, Yanina Espino, Micaela Fernandez Di Marco, Catalina Morandini, Caren Etticur, Natalia Monteoliva, María Victoria Ochoa, Marina Ayrala, María Fernanda Espejo, Natalia Di Marco, Paola Escalada, Paula Guerrero.
*Cooperativa de Educadores e Investigadores Populares Histórica (CEIP-H): Josefina Sabate, Julieta Causerano, Andrea Zilbersztain, Sandra Turza, Macarena Clara Hermida, Macarena Couso, Belén Janjetic, Paula Simonetti, María Cecilia Giana, Laura Voboril, Patricia Bustos, Prado Silvia Graciela, Paula Andrea Lozano, Romina Biotti, Jorgelina López, Eugenia Verónica Kessler, Andrea Ugalde Guajardo, Eliana Yunez, Nadia Rybak, Eugenia Garcia Abascal, Andrea Mara Alcalde, Mercedes Biocca, Macarena Couso.
*A.R.E.P.A. (Asociación en Red de Educadores Populares de Argentina): Mercedes Aballay, Patricia Aballay, Georgina Andino, Ana Lopez Molina, Carolina Garcia Ahrens, Valeria Elizabeth Romo, Belen Perea, Brigitte Lanzillotto, Eugenia Maria Bellone, Maria Fernanda Silvestro, Laura Julieta Perez Guillen, Leticia Pacheco, Ana Nuñez, Alba Pereyra, Florencia Gomez, Victoria Espeche, Mercedes Moyano Walker, Maria Constanza Filgueira, Maya Corredor, Carolina Karagueuzian, Bibiana Buenaventura
*Organizaciones del Colectivo CEAAL Argentina: Canoa Santa Fe: Sandra Gallo, Lucrecia Williner, Belen Rivero, Maria Carolina Rodriguez, Victoria Rosetti, Agustina Verano, Diana Bolado; Acción Educativa Santa Fe: Miriam Tucci, Mariana Suarez, Guillermina Cerati; ETIS: Mercedes Ferreira
*Espacio de niñez El Transformador (Haedo): Aldana Sardeli, Lorena Rodríguez, Sabrina Gosp, Susana González
*Mariposas de Villa París: Diana Cangelosi. Ragda Schahab, Natalia Celestino, Belén Carrizo, Adriana Leiva, Julieta Reinuava.
*Centro Comunitario Lagarto Juancho: Gisela Perez, Soledad Almaraz, Yanina Banega, Yesica Garcia.
*Centro de Participación Popular Mons. Angelelli: Cecilia Raimondo, Carla Romero, Vivero Nadia, Sonia Vera, Florencia Sanchez, Brenda Cisterna, Karina Raimondo, María Nélida Almirón, Claudia Analía Almirón, Alejandra Elisabeth Palma, Medina Damaris, Marcel Torres, Lidia Casquero, Analia Alarcon, Tamara Alarcon, Veronica Olalla, Ana Rothemberg, Gabriela Correa.
*Olp- Simón Bolívar/ CTEP, Escuela de Feminismo popular: Belén Rozas, Larisa Medina Rojas, Antonella Giuso, Rocio Britez, Florencia Urquiza, Abigail Luque, Selva Nuñez, Ana Paula Petrizi, Melina Quiroga, Luciana Rodriguez.
*Casa de la Mujer Esther de Careaga: Analía Esquivel
*Agrupación De Frente / CTEP: Marta Ferraro
*Che Pibe: Marcela Val
*Grupo Matambas: Sandra Chagas
*Bachillerato Popular Ñanderoga. Camila Candal
*Colectiva Feminista Lunáticas (Luján): Rosario Vargas, Mara Yañez , Carolina Monasterio, Julieta Randazzo, Soledad Rodriguez, Anabel Galeano, Lucia Juarez, Ana Peretto, Victoria Diz
*Mujeres al Pie del Cañón (Moreno): Lorena Alderete, Cristina Coronel, Sandra Aranda, Marta Urzagasti, Viviana Roldán, Magdalena Etcheberry, Claudia Zarate.
*La Casita de Guernica: Mariana Alvariza, Uran Fabiana Cañete, Paula Delfino, Ana Paula Mateo, Romina Charlampowicz
*Asamblea de Mexicanxs en Argentina: Mariana Brito
*Conurbanas: Luja Sangoy, Maria Jose Di Napoli
*La Miguelito Pepe: Mailen Targize, Julieta Spinella, Agustina Weiss, Pilar Funes Lorea, Antonella Scarafia, Jesica Kamer, Sabrina Scocco, Paula Massa, Agostina Carballo, Camila Sabatini, Carolina Martinez, Abril Carranza, Sofia Albano, Maria Lucia Cafiero, Luciana Arcastti, Malena Maya, Micaela Jaen, Constanza Maya, Maria Luna Vitale, Aime Galeano, Julieta Ezeiza, Belén López Lehner, Mercedes Canillas, María Laura Rodríguez, Victoria Grimberg, Mariana Patricia Villegas, Laura Eliana Santos, Nahue Luna, María Laura González Alanís, Valeria Stern.
*Simonas: Romina Gandini
*Alerta Territorio: Martina Korol
*Che Docente: Soledad Lopez, Andrea Villegas.
*Asamblea de Mujeres MTD Lucha y Libertad de la FOB: María Eugenia Lara, Carla Thompson
*Para todxs todo: Rosa Zalazar
*Furia Travesti: Florencia Guimaraes (travesti)
*Marcha Noticias: Vivian Palmbaum, Julia Scurini, Laura Salomé Canteros, Nadia Fink, Julieta Lopresto.
*Agrupación Victor Choque de ATE SUR: Mariela Zabala
*Frente Arde Rojo (FAR) en Marabunta: Rosana Gomez, Nadia Flores, Nadia Caserta, Carla Deferrari, Patricia Dall Oro, Lucila Etchemendi, Luciana Lezcano; Cecilia Cussigh, Gisela César, Laura Antonela Rodríguez Franchi, Jimena Geron; Giselle Archenzio, Patricia Borre, Candela Ramos, Carolina Bonilla.
Corriente Popular Juana Azurduy: Casa Cultural La Andariega: Sabrina Rosa Bullones, María Victoria Martínez, Natalia Belén Gonzalez; Frente de Comunicación Masetti: Ayelen Desirée Romano; Casa Cultural Gran Sur: Florencia del Valle Sambucetti, Natasha Levisman; Frente de géneros: María Eugenia Vacatello; Estefanía Barone, María Luz Aguilar.
*MTL Rebelde: Sandra Vila, Jorgelina Espinola (comedor Villa 21-24), Elizabeth Collantes (comedor Villa Inflamable Doc Sud), Gabriela Di Felice (Balvanera)
*MULCS – Movimiento por la Unidad Latinoamericana y el Cambio Social: Susana Ancarola, Soledad Torres
*Frente de organizaciones Salvador Herrera: Soledad González
* Casa Cambalache: Alicia Marcela Casco
* Red de organizaciones de mujeres de la villa 21 y 24, y Zavaleta: Lis Cameron
*Educadoras Villa 21-24 y Zavaleta: Mariela Rossi, Leonor Gallardo, Valeria Babor, Eugenia Nogueira, Angeles Secondi, Jordana Secondi, Liliana Mumel, Mariana Fernández, Sabrina Bullones, maestra de la Esc 12 D.E. 5to, La Andariega; Alicia Marcela Casco «Casa Cambalache»
* CTA-A: Escuela de Feminismo Popular Nora Cortiñas: Natalia Piñeyro, Cecilia Garcia Méndez, Yael Blanca, Daniela Paula Rodríguez, Ivana Somoza, Fiorella Mara, Valentina Pompa, Ailin Méndez, Natalia Pérez, Mariel Peisojovich, Verónica Leonardelli, Silvia Bergalio; CTA-A Capital – Niñez y Territorio: Clarisa Gambera; Bachillerato Popular Miguelito Pepe: Daniela Paula Rodriguez; Bachillerato Popular Alberto Chejolan: Ana Morena Demedici, Lorena Herszman, Sofía Teran, Stephany Herrera, Ana Clara Frosio, Anitza Toytoyndjian, Liliana Ruth Sabanes, Mara Sofía López, Laura Matiauda, Lucía Terzano, Laura Lettieri, Luisina Ferrante, Camila Moro, Laura Guevara, Antonella Maranessi; Frente de organizaciones Salvador Herrera Casa Usina: Mónica López, Marilina Cibeira, Cristina Chiri , González Soledad Ayelen. Villera, sindicalista y docente en formación. Antonella Maranessi Escuela Feminismo Popular Nora Cortiñas /educadoras Villa 21 24 y Zavaleta Colectivo Ni una Menos /Casa Cambalache Villa 21 24. Estela Rojas Chicos del Sur Niñez y Territorio.
Verónica Gómez artesana, gabriela cano licenciada de bellas artes, Maria Soledad Rivero y Daniela Rivero docentes secundarias
*Movimiento Violeta de Mujeres con Discapacidad: Johanna Ureña, Sol Ungar.
*Colectivo Ni Una Menos: Alejandra Rodríguez, Ana Bustos, Ana Megna, Cecilia Palmeiro, Fernanda Laguna, Jazmín Risé, Julieta Luque, Luci Cavallero, Paola Cortés Roca, Marta Dillon, Natalia Fontana, Raquel Robles, Romina Antonelli, Roxana Sandá, Verónica Gago, Virginia Giannoni, Guri Pérez Bruno, Lucila Quieto, Mariela Scafati, Cecilia Abdo Ferez, María Pía López, Mariana Carbajal, Ximena Talento, Claudia Soria, María Lucila Quartieri
*Frente Juvenil Hagamos Lo imposible: Arianna Peresson, Gisella Medina, Iara Severenchuk, Rocío Cejas, Ariadna Barreto, Josefina Avale
Rosario
*Frente de Murgueras de Rosario: Sofia Ines Paoloni – Flavia Carla Decoppet – Malena Gabello – Marcia Escobar Saenz – Anahi Arguello – Julia Miernau
*Campaña por el Derecho al Aborto: Mabel Gabarra
*Juventud Guevarista Rosario: Cecilia Cavigliasso, Marina Espoturno, Ariadna Guerrero, Ana Sofia Cavigliasso, Romina Ferrero.
*CTA- A: Liliana Leyes, secretaria de género de CTA-A e integrante de Asamblea 19 y 20
*Asamblea 19 y 20: Celeste Lepratti
Mar del Plata
*AMI. Asociación por un Mundo Igualitario: Cintia Pili (trans), Cecilia González (trans). Ximena Lorenz (trans). Agustina Ponce (travesti). Matías Majersky Albela (trans), Daniela Ema Castro. Claudia Vega. Patricia Viozzi, Almendra Magali Vidal (trans).
*Colectivo Crisálida-Arte+Salud Mental + Intervención Comunitaria. Sonia Malva Basualdo, Gabriela Magistris, Marilina Tassarali.
*Teatro comunitario Mar del Plata Sur: Susana Armengol, Cecilia Bustamante, Maria Barjacoba, Carolina García, Lorena Zubiri, Lorena Medel, Gladys Casanela, Pilar Bianchi, Cecilia Zampini, Soledad Camparin. *Construyendo enlaces contra la violencia: Soledad Trejo – Samantha Sequeira
* Trabajadoras graduadas de Ciencias de la Salud y Trabajo Social: Guillermina Quenan, Lucrecia Albornoz, Analia Kundt, Soledad Elizalde, Lucia Mailland, Paula Camussi, Gabriela Gilda Radio. Maria «Magüi» Laura Capasso, Camila Argañas, Carolina Necco y Valeria Guerrero
Córdoba
* Venceremos-Partido de Trabajadorxs: Laura Mattas, Nadia Gonnelli, Milagros Villagra, Yanela Belén Cebreiro.
*HLI: Paula Romero, Julia Salustri, Sofía Reusa, Valentina Saban, María Laura Fons, Sabrina Lubrina, Yamila Echegaray.
*Colectivo de Educadorxs desde el Sur: Sandra Valeria Lario, Rita Bargas, Gabriela Bargas, Pamela Reisin, Rocío Vera Baigorria, Tamara Bustos, Sofía Cecilia Álvarez, Mabel Cristina Zapata.
*Frente de Organizaciones en Lucha (FOL): Aylen Macías, Marta Alicia Filgueiras, Sofía Agustina Mena, Guadalupe Luciana Mena, Juliana Gigi Giménez.
*Asamblea Paravachasca (Alta Gracia): Norita Maidana
Stefanía Cecconello: Tortugas Chamanas de Villa La Maternidad, Radio Zumba La Turba y Espacio de Aprendizaje y Desaprendizaje Autónomo desde la Sexta
*La Ventolera (Villa María): Maria Ailin Peirone, Victoria Batiston, Dianela Prudencio
*Radio Roja: María Paula Boglione
Asamblea Vecinal Casa Grande: Carla Boglione, María Eugenia Ortega, Julia Manuela Toledo, Marta Herrero, Vanesa Boglione
*Asamblea La Falda despierta: Luciana María Minero
Liliana Martín – Justicia por Jorge Reyna
*Fundación Shekima. Gabriela Bohlmann
*Movimiento plurinacional de mujeres de Capilla del Monte Eugenia Marengo. Mirtha Alicia Noguera
*La 15 de junio: Mara Parello
Chaco
*Mujeres Clasistas y Combativas (MCC): Clara Ojeda. Carolina Del Fabro. Soledad Monje. Verónica Espinoza. Yamila Ortega. Nanci Godoy. Charo Alcire
Tandil
*Colectiva Feminista Las Bertas: María Paz Rey, María Luz Lopez, Keoken Jaime, Milagros Suasnabar, Eliana Larraburu, Melina Fernández, Dafne Salomé Alomar Messineo, María Mercedes Corrales, Carla Bogliolo.
* Izquierda Latinoamericana: Gladys Gonzalez
Catamarca:
*Colectivo Socioambiental y Antipatriarcal Sumaj Kawsay: Rosa araoz, Vanesa Martinez, Marianela Gamboa, Laura Garcia, Maria quiroga, Ana Radusky, Aimee martinez, Sofia Boscatto y Natalia Sentinelli.
Jujuy:
*Catedra de investigacion y ed. Pop y mov sociales de la UNJU en CEAAL: Sabrina Zinger; Patricia Evangelina Patagua y Juana Mariela Villagra.
*Socorristas en red. Feministas que abortamos.
*Las Hilando, Córdoba, Artivistas feministas socorristas: Laura Zurbriggen, Valentina Falcon, Sofía Menoyo, Lidia Zurbriggen, Ludmila Gutierres, Veronica Ferreyra, Emilse cuello, María Agustina Cingolani, Jimena Toledo, Macarena Ledesma, Florencia Rusticheli, María Florencia Barros, Patricia Rivero, Luciana Bustos, Freya de los Angeles Cadena, Guadalupe Cantisani, Caroline Kim
*Colectiva Feminista La Revuelta, Neuquen: Graciela Alonso, Valentina Berardi, Nadia Mamani, Luz Fernandez, Ruth Zurbriggen, Debora Covatti, Belen Grosso, Romina Bravo, María Trpin, María Verdugo, Sara Aedo, Cecilia Braga, Penélope Montecino, Guillermina Peralta, Azul Alarcon, Jenifer Menvielle, Viviana Fonseca, Florencia Castello, Ayelén Zurbriggen, Stella Gomez, Marta Martinez, Carolina Mendes, Lara Acosta, Florencia Perez.
*Socorro Rosa, Villa Regina: Laura Inés Yañez, Johana Anabel Berón, Silvia Tamara Ramirez, Brenda Natalia Stolze
*Socorro Rosa Chos Malal: Beatriz Soto y Hernández Melina Gabriela
*Las Hilarias. Socorristas en Red. San Juan: Yanina Iturrieta, Paloma Chousal Lizama, Sofía Pallero, Romina Muñoz, Soledad Bustos
Yamila Balbuena, docente y extensionista Fahce UNLP UNQui

LA MEMORIA INCESANTE Y LOS NAZIONALISTAS IMPOTENTES // H.I.J.O.S. Santa Fe

Más de 250 personas nos encontramos el lunes 21 de mayo, en el Solar de Mayo del SADOP Santa Fe, para compartir con Horacio Verbitsky y Diego Sztulwark, la presentación de “Vida de Perro. Balance político de un país intenso, del 55 a Macri”. 5 varones caracterizados de patovicas se organizaron para intentar arruinar la actividad. Más de 250 personas se lo impedimos y pudimos ser parte de una conversación memorable sobre 60 años de historia política y los desafíos que afrontamos en las luchas emancipatorias contra los grupos retrógrados que defienden la opresión.

La Secretaría de Cultura y Derechos Humanos del SADOP Santa Fe, desde hace varios años, lleva adelante un ciclo de entrevistas con público, llamado “Estación Palabras”, conducido por el periodista Daniel Dussex y que ha tenido como invitadxs a periodistas y escritorxs de gran valor por su trabajo profesional y su compromiso político. En esta última edición de “Estación palabras” hubo una amplísima concurrencia acorde al interés que concitan los escritores invitados. Cuando Horacio Verbitsky ingresaba a la sala del Solar de Mayo, a la vez que lo iba recibiendo el afectuoso aplauso del público real, tres varones se le pegaban a la espalda  mientras lo increpaban mediante insultos que hacían referencia a su reconocida trayectoria política. Estaban fundamentalmente ocupados en filmarse para poder dar una idea engañosa sobre un protagonismo en la actividad del que carecía su ínfima presencia. Otros dos sacaban fotos desde más lejos. Tan desapercibida pasó la actuación de estos personajes que intentaron camuflarse en el público y recién al llegar cerca del escenario algunxs pudimos ver que estos tres sujetos al lado de Verbitsky no resultaban amigables. Todos los presentes comenzaron rápidamente a repudiarlos con el canto: “Como a los nazis/ les va a pasar/ a donde vayan/ los iremos a buscar”. Los tres que hacían de matones por la espalda y los que sacaban fotos completando el quinteto buscaron apuradamente la puerta de salida para huir de todos los que les expresábamos claramente el rechazo a su trasnochada intervención.

El canal 26, en el programa “Liberman en línea” reprodujo el video con el que se filmaron los 3 agresores presentándolo como escrache a Verbitsky en Santa Fe, sin dar cuenta del verdadero desarrollo de las más de dos horas compartidas por las más de 250 personas que allí concurrimos. Por lo que resulta necesario  dar cuenta de la inspiración nazi de estos atacantes a los cuales les dió pantalla el programa de Martín Liberman. Se trata de personas que se presentan en Facebook con nombres como «Daniel Segovia Carrasco», “Flavio Mandrilli” o “Javier Sala Fernández”, aunque poca credibilidad podemos dar a los datos que presentan en las redes sociales. Todos son entusiastas partícipes de las actividades de Bandera Vecinal, la nueva denominación de la secta conducida por Alejandro Biondini luego que el “Partido Nuevo Triunfo” quedara inhabilitado de seguir actuando con su logo de homenaje a la esvástica del nazismo. Además de fotografiarse en reuniones de su agrupación neonazi, aparecen en la manifestación que grupos antiderechos realizaran el 25 de Marzo en el denominado “Día del niño por nacer” a la que concurrieron una decena de integrantes de “Bandera Vecinal Santa Fe”, intentando condicionar a legisladorxs nacionales e impedir la aprobación del proyecto de ley insuperablemente defendido por el movimiento feminista para que no mueran más mujeres por abortos clandestinos. Es que para este lamentable grupo “defender la vida” es negarle derechos a las mujeres, fundamentales para proteger su libertad y salud, mientras añoran el regreso del genocidio nazi.

El extenso público que nos encontramos el lunes en Santa Fe los identificamos tan rápida como certeramente al cantarles en repudio a los genocidas de nuestro país y de los que se expandieron desde la Alemania hitleriana. Cuando se escabulleron velozmente, no sin antes intentar golpearnos con una caña que habían dejado en la entrada del salón, continuamos con una noche cargada de memoria, de experiencias de lucha y comprometida con los reales sueños de nuestro pueblo contra opresores y genocidas. Al finalizar, Otilia Acuña, Madre de Plaza de Mayo de Santa Fe, celebraba la conversación con Horacio Verbitsky y Diego Sztulwark, con la enseñanza que suele dedicar con sus 97 magistrales años: “la única lucha que se pierde, es la que se abandona”.

NO OLVIDAMOS

NO PERDONAMOS

NO NOS RECONCILIAMOS

H.I.J.O.S. Santa Fe

 

LA MÁQUINA ANAL // (Poema apócrifo de Paul B. Preciado)

LA MÁQUINA ANAL
(Poema apócrifo de Paul B. Preciado)

Frente a la máquina heterosexual
Se alza, fiera, la MÁQUINA ANAL

La conexión no jerárquica de los órganos
La redistribución del placer
Y la colectivización anal
Anuncian un COMUNISMO SEXUAL
Que ya se va a acontecer.

Históricamente el ano
Ha sido contenido
Como órgano abyecto,
Nunca suficientemente limpio,
Jamás lo bastante silencioso.

No es, ni puede ser, políticamente correcto.
El ano no produce, o más bien,
Sólo basura produce.

No se puede esperar de este órgano
Ni plusvalía ni beneficio
Ni esperma, ni óvulo
Salen del orificio.
Ni reproducción sexual.
Si sólo mierda produce
La gran fábrica anal.

Por este punto de fuga
Escapa el Capital
Que regresa a la tierra en humus
Y en fertilizante fecal

Si las estrategias de producción de capital
Quisiéranse repropiar
De la máquina de placer anal,
Tendrían que estar dispuestas
A ser transformadas en mierda.

ORGIE – Organización Grupal de Investigaciones Escénicas

Cronopolíticas: ¿alguna vez te han regalado un siglo? // Amador Fernández-Savater

En el año 2161 el gen del envejecimiento ha sido localizado y desactivado. Las personas dejan de envejecer a partir de los 25 años. Todo el mundo es inmortal, pero sólo potencialmente. El sistema concede a cada cual un año más de vida, luego hay que “ganar tiempo”. El tiempo es la moneda de cambio: se gana y se gasta. Un reloj digital impreso en el brazo izquierdo de los individuos cuenta hacia atrás lo que les queda…

In time es una película made in USA aparecida en 2011. Una obra de ciencia ficción distópica: esos relatos que captan una tendencia negativa del presente y la proyectan, exagerada, en un futuro de pesadilla.

¿Cuál es rasgo que la película lleva el extremo? El desbocamiento del tiempo. Hoy perseguimos, a la carrera y llenos de ansiedad, un tiempo que siempre nos “falta”. Se trata de un fenómeno que está siendo registrado y analizado en ensayos, documentales, incluso a nivel clínico (ya se habla de “cronopatologías”).

Las metáforas que usamos habitualmente para hablar de nuestra relación con el tiempo se vuelven literales en la película. Solemos decir por ejemplo “no llego”, “no puedo más” o “no me da la vida”. Pues bien, en la película los personajes mueren al agotarse su tiempo. Ni siquiera mueren, “se consumen”. 

No hay tiempo para lo no productivo, para aquello que no tiene una eficacia directa e inmediata: dormir sin poner el despertador, comer o hacer el amor despacio, los afectos o la empatía (los cuerpos de quienes se han consumido yacen en las calles sin que nadie pierda un minuto en velarlos o recogerlos). El encuentro entre las personas se vuelve casi imposible cuando cada cual lucha contra el reloj por su cuenta, acelerando la carrera para llegar antes que los demás.

¿Cómo huir? Los personajes llevan el agobio pegado al cuerpo, tatuado en un reloj digital que va descontando lo que les queda. No hay donde fugarse -irse al campo o junto al mar- porque transportan el mal consigo adonde quiera que vayan.

Permanentemente a la carrera, “muy liados”, soñando con algo más de tiempo, desgarrados entre los pendientes y los posibles, siempre en culpa por el tiempo “mal invertido”: la huida hacia adelante de los personajes de In time es nuestra experiencia cotidiana. Esa fuga es nuestra cárcel.

Lucha de clases en el tiempo

¿Por qué falta tiempo? Will Salas es un proletario del barrio de Dayton. Un día se topa por casualidad con un hombre que lleva un siglo en el antebrazo (Henry Hamilton). Este se comporta de un modo muy extraño: se pasea por los barrios más peligrosos exhibiendo su reloj como si buscase que le matasen. Salas le salva de una banda-narco del tiempo (los “minutarios”) y Hamilton le revela un secreto: hay tiempo para todos, pero las clases altas lo acumulan explotando a los pobres. Esa noche, mientras Will duerme, Hamilton le transfiere su siglo y se suicida. “No malgastes mi tiempo”, le deja escrito.

Hay una lucha de clases en el terreno del tiempo y la van ganando los ricos. En la película se les reconoce porque caminan despacio, hacen todo lento, tienen “el tiempo por delante”. Habitan zonas temporales propias, amuralladas y con altos peajes de entrada (una década para entrar en New Greenich, por ejemplo).

La explotación del tiempo en el mundo real se llama hoy precariedad. El precario es, en primer lugar, pobre en tiempo.

¿Qué es la precariedad? La podemos pensar como un fondo de arenas movedizas: nunca hay nada que pueda darse por garantizado, por sólido, por estable. Hay que correr siempre más para llegar al mismo sitio: una vivienda, unos ingresos, un trabajo.

Las arenas movedizas se tragan todo el tiempo disponible: el precario hace malabares en la cuerda floja de la vida. Se puede trabajar y ser igualmente pobre: son los llamados working poors. Hay que simultanear varios trabajos para sostener una familia y, en el caso de las mujeres, hacerse cargo también del trabajo de cuidados.

Pero la precariedad va incluso más allá de la dificultad de acceso a los bienes básicos: las mismas capacidades, destrezas, saberes y competencias son precarias. Hay que demostrarlas una y otra vez, actualizarlas de manera constante. Si te paras, mueres.

La vida se encarece, los salarios bajan y nos endeudamos: hay que pensar la deuda como un mecanismo de conquista permanente del tiempo. Es el reloj grabado en nuestro cuerpo. 

Por un lado, una vida hipotecada es una vida más vulnerable al chantaje y la violencia: si no ganas tiempo, estás muerto. ¿Cómo puedes decir que no, cómo puedes decir basta, bajo la amenaza de perderlo todo?

Por otro lado, una vida hipotecada es una vida sin futuro: lo que viene es puro descuento, la deuda que debemos pagar poco a poco. En caso de no poder pagarla, le arrebatará también el porvenir a tus hijos o incluso a tus nietos.

La deuda es una cárcel del tiempo. Con razón hablaba Hannah Arendt del perdón como condición de la libertad: sólo cancelando las deudas del pasado puede abrirse en el tiempo lo nuevo e inesperado. Por esa razón el “impago de la deuda” es hoy una reclamación política de la mayor importancia, particularmente en el movimiento feminista. 

La explotación, explica Hamilton en la película, es la producción y la organización de la escasez: hay poco (donde en realidad hay mucho) y los pobres deben batallar entre sí por ello. El mercado del tiempo encubre en realidad una guerra, una guerra del tiempo en la que los ganadores se lo llevan todo.

Lo que no es seguro es que los ricos reales vivan tan lentamente como en la película. Tal vez la antigua burguesía o la aristocracia, pero hoy los ricos también corren. Pueden, eso sí, pagarse más “colchones” que los demás: vacaciones, terapias y pastillas, fragmentos de tiempo en lo que ya se conoce como el “mercado de la desconexión”.

Cuando consigue acceder a la zona temporal de las clases altas, Will Salas descubre que tampoco los ricos disfrutan plenamente el tiempo: tienen millones de años en sus relojes, pero viven con miedo a que se los quiten, a que se los roben, a perderlos. Su tiempo es un tiempo malo: el tiempo como propiedad.

Cronopolíticas: cómo darnos tiempo

El amor nace entre Will Salas y Sylvia Weis, hija de un millonario del tiempo (Philippe Weis). Esa relación se vuelve enseguida una máquina de guerra revolucionaria: Salas ya no busca simplemente venganza personal por la muerte de su madre, sino el mismísimo colapso del mercado horario. Perseguido por la “policía del tiempo”, Will hace lo que mejor sabe hacer: correr y correr, pero ahora se trata de una fuga liberadora. Sylvia y Will se dedican a atracar los “bancos de tiempo” y a distribuir cápsulas con semanas, meses o años entre los pobres. Y de ese modo empieza una auténtica insurrección, una insurrección del tiempo.

¿Cómo podemos “darnos tiempo” o “liberar tiempo”? Hablamos en este sentido de “cronopolíticas” y vamos a distinguir tres niveles.

Un primer nivel: hay, entre los proletarios del tiempo, prácticas de solidaridad y apoyo mutuo. En un gesto hermoso, se agarran de los brazos y así se transfieren tiempo.

Entrelazarnos nos da tiempo: hay una riqueza que es relacional.

¿Qué permite el dinero? Comprar las relaciones que no tenemos: si no tenemos amigos que nos echen una mano con la mudanza podemos comprar el tiempo de una empresa; si no tenemos ningún oído amigo que nos escuche, podemos pagar el tiempo de un oído mercenario. El dinero compra tiempo y nos libera de los vínculos, pero sin vínculos somos el hámster en la rueda: una fuga hacia adelante permanente y sin sentido.

Darnos tiempo es compartir y poner a circular horizontalmente “bienes y servicios”: cuidados, atención, escucha. La circulación no comercial de bienes y servicios (como favores, etc.) es aún muy grande, incluso en las sociedades donde la penetración de las relaciones sociales capitalistas es mayor.

Un segundo nivel: ¿de qué lado están las instituciones públicas en la guerra del tiempo?

Podemos imaginar las instituciones públicas como “bancos de tiempo”: depósitos de tiempo almacenado. Lo pueden hacer circular: poner al servicio de todos espacios, infraestructuras y recursos; luchar  de distintas maneras contra el encarecimiento de la vivienda y demás bienes básicos: bajar el precio de los transportes y otros servicios, etc.

Pueden, en definitiva, crear condiciones donde la presión de la escasez y la competencia sea menor. Pueden repartir tiempo, inyectar tiempo en la sociedad… O bien todo lo contrario.

Autores como Mark Fisher advierten de la emergencia de una “nueva burocracia” en el supuestamente anti-burocrático neoliberalismo. Es la burocracia de la reglamentación infinita, de la evaluación constante, del control de la eficiencia, del cronometraje totalitario (el departamento que supervisa que los trabajadores públicos fichen a su hora se llama “control horario”). Esta nueva burocracia (pensemos en la Universidad o en la cultura) funciona como la “policía de tiempo”: vigila, como explica el jefe de los guardianes del tiempo en la película, que el tiempo no circule por donde no debe. Captura toda la atención de los trabajadores, se traga el tiempo de los colectivos, grupos o pequeñas empresas que reclaman su derecho a los recursos públicos, acaba paralizando toda capacidad de invención e iniciativa de la administración.

Es la burocracia que pinza todo para que nada cambie y que tantas compañeros y compañeras de la “nueva política” han encontrado al acceder a las instituciones públicas. ¿Serán capaces de desactivar las pinzas para liberar las riquezas y el tiempo o acabarán burocratizados ellos mismos?

Un tercer nivel: la insurrección del tiempo.

Los dos protagonistas de la película se convierten en los Robin Hood del tiempo: roban a los ricos para repartirlo entre los pobres. El mercado del tiempo empieza a resentirse y da comienzo una insurrección popular.

El tiempo empieza a circular por donde no debe. La población del gueto desborda y atraviesa los muros de las zonas temporales. El tiempo se fuga y viaja en sentido contrario al habitual: de los ricos a los pobres.

Las revoluciones siempre han sido revueltas contra el tiempo. Es ya célebre el pasaje en el que Walter Benjamin describe cómo los revolucionarios franceses de 1789 comenzaron en cierto momento del mes de julio a disparar contra los relojes de las torres, interrumpiendo el tiempo continuo de la dominación y abriendo lugar a un tiempo nuevo.

La insurrección es una fábrica del tiempo. Recordemos nuevamente las plazas del 15M: las asambleas podían durar seis, siete, ocho horas y allí estaba todo el mundo, feliz. ¿Dónde se fue la angustiosa falta de tiempo cotidiana aquellos días? ¿No teníamos tantas cosas que hacer, tantos mails por responder y tantas entregas que acabar? Fabricamos tiempo cuando estamos de cuerpo entero en lo que estamos.

Lenin dijo que “hay jornadas revolucionarias que valen por siglos”. Hay que leer esa frase literalmente.

Deseo de inmortalidad

El pánico se extiende entre las clases dominantes y la policía del tiempo, pero sin embargo el millonario Philippe Weis está muy tranquilo. Sabe un secreto: la escasez de tiempo no tiene que ver sólo con la explotación. En el fondo todos, ricos y pobres, quieren ser inmortales. Para que haya gente inmortal, otros deben morir. Pero cada cual en su fuero interno se dice: “yo seré uno de los elegidos”. Más pronto que tarde, confía Weis, ese deseo de inmortalidad restablecerá el orden del tiempo desigual.

Aquí nos encontramos un problema mayor de los procesos de cambio social. ¿Cómo se reprodujo en la URSS, a pesar del inmenso cambio político y económico, el mismo tipo humano del capitalismo burocrático? O un poco más cerca: ¿cómo se reprodujo bajo los “gobiernos posneoliberales” de América Latina, a pesar de las mejoras en las condiciones de vida de las clases populares, la subjetividad neoliberal que acabó votando en masa contra ellos (Macri, etc.)?

El millonario del tiempo apunta una cuestión fundamental: la dominación no es sólo una cuestión de estructuras objetivas, sino también dedeseo. De nada servirá una redistribución del tiempo si seguimos habitados por el deseo de inmortalidad.

¿Cuál es el deseo de inmortalidad en el mundo real? La idea de que la buena vida consiste en acumular experiencias, actividades, relaciones. No queremos perdernos nada, entonces corremos. Corremos consumiendo experiencias, actividades y relaciones, pero el tiempo se acelera y nunca llegamos.

Se habla del síndrome FOMO (fear of missing out): el pánico a estar perdiéndonos algo, la sensación constante de que la vida de los otros es “más interesante” que la nuestra, intensificada por las redes sociales.

Deseo de inmortalidad. Deseo de no perderse nada. Deseo de ser rápido para no perderse nada. Deseo de ser ligero para ir rápido. Deseo de cortar todos los vínculos para ir ligero. El hámster en la rueda.

La escasez de tiempo no es sólo una cuestión objetiva que podría solucionarse con mejores instituciones. Hay disposiciones subjetivas que reproducen la escasez. Nuestro tiempo no es sólo explotado verticalmente, sino que nos lo quitamos unos a otros en la competencia por acumular siempre más.

De nada serviría por ejemplo una Renta Básica (una inyección monumental de tiempo en la sociedad) si seguimos habitados por ese deseo de siempre-más. El cambio social depende del nacimiento de un deseo alternativo, más atractivo y poderoso que el deseo depredador que ahora nos habita. El mal está inscrito en nuestros cuerpos, la revolución es un problema somático.

Morir a tiempo

Hamilton, el suicida centenario, le dice a Salas: “hay tiempo de sobra para todos, nadie debería morir antes de tiempo”.

¿Qué significa morir antes de tiempo? Byung-Chul Han se plantea esta pregunta punzante en su ensayo sobre el tiempo y responde: morir a destiempo es morir con todo a medias, con muchas cuentas pendientes, sin haber recorrido hasta el final ningún camino, sin haber hecho experiencia de nada, sin haber agotado ningún posible.

Hoy se muere a destiempo, como los personajes de la película. Nos consumimos.

¿Qué sería por el contrario morir a tiempo?

Al final de la película, tras escapar a la policía del tiempo, Will y Sylvia se miran y después miran sus relojes. ¿Cuánto les queda? “Sólo un día. Pero un día da para mucho”. 

Exacto: un día da para mucho si es nuestro. La cuestión no es vivir mucho tiempo (los ricos poseen siglos y viven mal), sino vivir un tiempo propio.

Morir a tiempo es morir habiendo tenido una vida. Morir como desenlace a una vida vivida plenamente, tanto las alegrías como los sufrimientos. 

Morir no es el problema: el problema es vivir muriendo día a día en un tiempo ajeno.

La revolución es la reapropiación social del tiempo que nos ha sido expropiado, la autodeterminación del tiempo.

Morir sin haber llegado a tener una vida, morir a destiempo, eso no puede ser.

Para Ethel, Marga, Marta y Raquel, cápsulas de tiempo bueno. 

Referencias:

Alienación y aceleración, Hartmut Rosa, editorial Katz

El aroma del tiempo, Byung-Chul Han, Herder editorial

Fenomenología del fin, Franco Berardi (Bifo), Caja Negra

No tengo tiempo. Geografías de la precariedad, Jorge Moruno, Akal

Realismo capitalista, Mark Fisher, Caja Negra

Tratado del saber vivir, Raoul Vaneigem, Anagrama (paginas 261-279)

Fuente: El Diario

Lo que conversé con Dani Zelko de su libro reunión // Silvio Lang

En vez de hacer cosas con palabras, Reunión hace mundos con afectos. Otro desplazamiento. Habitualmente hay un problema con el signo, y es que hay un discontinuo entre palabra y sentido. La maquinaria Reunión restituye el continuo que hay entre palabra y afecto, porque las personas que hablan lo hacen desde una dimensión afectiva. Esa es la prueba concreta y palpable de que para las personas las palabras son afectos. No son significados, no son significantes, no son signos las palabras. Las palabras son afectos. Fuerzas que afectan. Mucho antes que ser un signo, cada palabra tiene su resonancia de experiencias, su vida sensible. Cuando los escritores te hablan reconocen esas palabras-afecto que los atraviesan y los constituyen. Y cuando reciben sus libros se encuentran de frente con ellas. Y cuando se leen en voz alta comparten esas palabras-afecto silenciosas, las ponen en relación. Ese cuerpo tragando y volviendo a traer esas palabras que tienen una inscripción en los tejidos de su cuerpo y en la historización afectiva de su cuerpo… Y así se restituye también el continuo entre palabra y cuerpo. No agrego el cuerpo solo porque me interesa, sino porque el cuerpo es el soporte material para la lengua y para el pensamiento. No hay nada que le pase al cuerpo que no le pase a la lengua. Y no hay nada que le pase a la lengua que no le pase a tu cuerpo. Insisto, esto no es hacer cosas con palabras, es hacer lenguaje con afectos. Podríamos generar una teoría que refute el Cómo hacer cosas con palabras, de Austin. La visión de Austin es una versión mecanicista. Como la visión de Judith Butler, que lo toma para desarrollar su teoría del género, también mecanicista, donde dice que el género es una construcción. Y en realidad el género es una transacción afectiva, un modo de experimentar el cuerpo y su dimensión afectiva y sensual con otros cuerpos.

Una frase muy linda de una novela de Marguerite Duras dice: “El Vicecónsul es un hombre que se volvió loco porque no se dio cuenta que podía escribir”. Reunión va a contagiar esa hipótesis de que para no volverte loco podés escribir. En ese punto pienso la relación entre este trabajo y el de un director escénico. Para mi lo escénico no se ciñe a lo teatral sino a la invención de comunidades, y las comunidades para mí son formas de vida que se intersectan en una temporalidad, en una manera de conocer las cosas, en una manera de vivir. Entonces hay todo un trabajo de lo escénico que es una categoría metafísica, no es una categoría teatral. Es producción de existencia. No es representar lo social, es crear lo social. Un director escénico, como yo lo considero, es alguien que interpela a otro a que se arroje a un acto, que promueve una acción en el otro. Y este es un método para eso, para impulsar a que una persona se autoconfigure. Y en ese ánimo veo una pasión antropológica, y esa pasión antropológica ejercita una actitud antinarcisista. No hablo del antropólogo tradicional que va a constituir un objeto de estudio sino el antropólogo que va en busca de otra persona para reconfigurarse a sí mismo. Vos fabricás escritores y en ese proceso te fabricás vos como escritor y como persona. Desdibujás tu imagen de vos mismo mientras el otro se cuenta. Esta postura se ve en el momento en el que nació Reunión, cuando la madre de Edson, el pibe que iba a tus clases en la villa, te dice que le enseñes a escribir, y resulta que él escribe perfecto. Y ahí entienden que no hay nada más que aprender que el acto de componer juntos. Todo eso es activado por esta maquinaria de escritura y de afectos que crea escritores. Y el escritor que crea esta maquinaria es una multiplicidad. No es el escritor como una identidad sino como una multiplicidad que está todo el tiempo en mutaciones sensibles.

Hasta ahora está muy en primer plano el procedimiento y la performance. De que vos viajes, camines por ahí, invites a la gente a hablar y escribir, que después se imprima el libro, se haga la lectura, que después hagas una instalación con artistas… Pero me parece que necesitaríamos hacer una investigación más delirante solo de los poemas. Hay todo un territorio de asombros en la poética de los propios poemas que todavía no descubrimos. Pareciera que en cada poema de estos escritores hay un clímax. Podríamos marcarlo directamente. En cada uno de los poemas hay un momento en que los escritores quiebran, un momento en donde estos personajes se sienten de alguna manera trastocados por el encuentro. En todos los poemas se ve ese quiebre. En los juicios se llama el momento del ocaso, cuando el acusado se entrega y confiesa. Está asociado a una especie de atardecer. Y es el ocaso del Yo. El movimiento antinarcisista que produce esta maquinaria es encontrar el acontecimiento antinarcisista en el que escribe. Ese es el momento en el que la vida de estas personas se intensifica y queda escrita, el momento en el que el poema se inscribe como terreno concreto de la vida. Cada poema implica un trastorno, una transformación. Si el poema no cambia tu forma de vida, no es un poema. Si no hay viaje, no hay poema; si no hay salida de sí, no hay poema; si no hay desplazamiento de la propia geografía, no hay poema; si no hay encuentro no hay poema. El poema acá es un ejercicio espiritual que te cambia la vida. El poema como forma de vida.

Estas formas de crear comunidades tienen que ver con cierto hastío y cierto odio a la época. Tienen que ver con un gran rechazo a la época y con poder ser honesto con los síntomas y los resentimientos que la época intrusa en uno. Para poder crear tiene que haber un momento en el que estás harta, un momento de rechazo a la disposición del orden de las cosas. Y ahí aparece el trabajo de desarmar esas estructuras de obediencia para crear otras puestas en escena. Yo no sé nada de lo que tengo que crear, si no sé qué es lo que me despotencia, qué es lo que limita mi capacidad de acción. En este momento es muy clara la hostilidad que hay. Y la hostilidad es tan evidente que también nos provee de una lucidez para crear alianzas, afinidades, amistades.

 

 

(Fragmentos de Silvio Lang en el libro Reunión 2, de Dani Zelko, mayo 2018, Buenos Aires)

 

 

Acuerden con el FMI que los guachos se van a acordar en diciembre de ustedes. // Diego Valeriano

 

Acuerden lo que quieran, no importa. Acuerden la miseria planificada, los tiros por la espalda, las requisas, los cacheos, bajar a dos pibes del bondi y encontrarles un veinti. Acuerden poner a los de la local en la puerta de la escuela, las amonestaciones, tener el 911 en una aplicación, acuerden con el gordo de la rotisería pasar cuando cierra y cuidarlo por un par de pollos. Acuerden hacer la vida más triste, más larga, menos gozosa que no importa, que la fiesta no se termina porque lo digan ustedes.

Acuerden con la iglesia que las pibas ya acordaron otra cosa, que no les importa, que nos recabió, que ya no podés hacerte el piola. Acuerden deconstruirse que ellas no les creen, que ya es tarde para todos.

Acuerden hacer talleres sobre embarazo adolescente, transmitir, hacerse cargo, transformar. Acuerden becas con niñez. Acuerden con la psicóloga y el  trabajador social ir a la casa de Luquitas. Acuerden acuerdos de convivencia, respetos y cuidados mientras los guachines más piolas ni se acuerdan de ustedes.

Acuerden entre caretas, pero tienen que saber que no alcanza. Acuerdan que ahorremos, total no nos sale.  Acuerdan con los comerciantes del Cruce Castelar, pero sepan que no les van a alcanzar los patrulleros para meter a todos esos pibes. Acuerden irse a vivir cada día más lejos, total la ruta es larga.

Acuerden con el FMI que los guachos se van a acordar en diciembre de ustedes. Acuerden enfriar todo que el calor viene igual, que el consumo libera, que las primeras cervezas en la esquina solo nos hacen acordar que los saqueos son un arma. Acuerden lo que quieran que los pibes ya solitos nacen con recuerdos.

Encuentro cercano con Luis Majul // Agustín J. Valle

Bueno, era domingo, igual que ahora que escribo esto. Ahora es la nochecita, un rato tranquilo, antes de mañana meter taca taca de productivismo, de obedecer la agenda. Dejé a mi hijo con su madre a la tarde, y ahora tengo a mi espalda unas brasas asando un pedazo de carne que espero muy especial: ayer fui con mi cachorro a buscarlo a una hora de distancia de casa. Los choris -anoche- confirmaron el merecimiento de tan modesta epopeya hedonística. Mientras el calor, guardado potencialmente en esas maderas fosilizadas, opera su química en el trozo de animal que es privilegio de esta loca tierra, oigo un jazz tranquilo pero vivaracho y me dispongo a escribir, a contar. Hace un rato casi se estropea este rato tranquilo con que concluye el día muerto de la semana, por un pelotudo al volante con quien estuve cerca de un altercado: como si faltaran problemas… En fin, por suerte no, todo en orden.

Era el post mediodía de un domingo de hace mes y pico: el otoño aún operaba sobre la fuerza influyente del verano, a diferencia de ahora que comenzó su dilución invernal. Había un sol sereno en Buenos Aires, la, a pesar de todo, amada Monstruópolis. Tenía el plan de organizar la mayor calma, el mayor descanso posible, ese día; la quimera paradójica de un descanso bien rendidor.

Tres y poco de la tarde caminaba por Warnes, a paso cansino, desde Dorrego hacia estación Paternal; iba al hipermercado de franco nombre, porque ahí venden una línea de carne que, me aseguraron, es de vacas de pastura. Con ellas pensaba demorar cálidamente el anochecer.

La zona de warnes es laboral y casi nada residencial, de modo que un domingo a la tarde está hermosa: muerta. Pero sin embargo de pronto, vida: en una esquina se ve gente, salen familias y parejitas, está cerradas al tránsito una de las calles cortadas que unen Warnes con la vía. Había una feria. Promotoras repartían hojas con la programación del día, ante puestos y algunas superficies amarillas. “Feria gastro literaria”. Mamá. Frívola, banal; una estética cuya condición de posibilidad es una brutal indiferencia hacia las condiciones del ambiente donde existe, tanto Buenos Aires y Argentina en general, donde lo mayoritario no estaría siendo un disfrute desproblematizado, como el barrio en particular, ajeno al lujo vulgar y sostenido con sudor y temblor. En medio de los fierros y los cartoneros, habían clavado una zona de todo gustitos y ¡ay qué buenísimo esto! Un golfito de placidez y sofisticación liviana: fast food chick. Varios cientos de personas se entregan al goce manso del consumo pasivo, donde el protagonismo lo tiene siempre algún especialista muy especial.

 

Pero algo rico debe haber… La derecha tiene bastante acaparada la calidad, lamentablemente. Válgame Dios, ¿lo rico es de derecha? ¡Uruguayos, la patria o la tumba! Jamás. La exclusión y el elitismo, la privatización a los comunes, son de derecha; no ese taco de cordero con vinagreta al cilantro que imagino por ahí…

Fuerzo el cuerpo a insensibilizarse, a tolerar la afección estética del lugar y su idea implícita de que experimentar en sabores tiene como cumbre un formato Disneylandia. El cuerpo se insensibiliza por mandato del paladar: la boca se hace idea de que vendrá una delicia y lo demás no importa nada. ¡Solo en el placer se funda en última instancia la resistencia!, y es por amor al placer que se intolera el dolor… La boca manda: su hambre escupe las palabras que le convienen.

 

Me introduzco pues en el tubo de la feria gastro literaria -quizá ella sea una gran boca que me engulle mientras me digo blablá-. Voy mirando los puestos, nada me sorprende todavía (propuestas pedorras, como si el “formato” de la feria le diera onda a las cosas de por sí), y en eso escucho que hay alguien hablando con un megáfono, contando cosas, la voz oficial de la feria; convoca a la multitud a “una charla con fulano mengano y Fernando Bravo sobre el asado, ahora en el escenario”. Hay mucha gente; la muchedumbre consumista me marea. Oigo la voz como abajo del agua, sin detectar su procedencia, pero me suena, me suena. Hasta que lo veo: un fulano por allá, con el megáfono arreando al rebaño ciudadano. Gestiona el orden del divertimento, la cosa tiene un plan… Lo veo, lo oigo, y entiendo: ¡es Majul, el hijo de yuta de Luis Majul! ¡Es Majul! Luis Majul ahí, no muy petacón, poco pelo ensortijado, con jeans y camisita sobre remera, todo cool, Majul animando la fiesta gastro literaria bajo el sol. ¡Hijo de puta, Majul! Me pongo tan nervioso que pierdo hasta el aggiornamiento corregido del lenguaje… Majul, lacra biológica, puñado de vileza, lacayo a sueldo de todo lo odiable en este mundo, asqueroso esclavo hablador… Acá de fiestita a trescientos metros de la estacion Paternal, tan chocho a plena luz del día, hijo de mil putas!

 

El corazón me retumba en el pecho, me suena todo el costillar; la sangre se acelera y el paso también: Majul, lacra de pella, te tengo que alcanzar… Voy acompañado y mi compañera de la mano me quiere retener; pero yo aunque gran morfador soy flaquito y tengo costumbre de habitar situaciones masivas, este enjambre de cuerpos-mentes adocenados no me va a obstaculizar; me abro paso entre los paseantes, siguiendo a la voz de glande amplificada, que avanza alejándose de mí; me acerco, pero termina la cuadra y en la esquina está el meollo: el escenario, donde ya se subió Majul. Fernando Bravo y dos cocineros lo acompañan, escuchándolo presentar una “charla sobre el buen asador”, ante un par de cientos de humanos a quienes no se les ocurre nada mejor. Mastico la bronca, mientras el cuerpo mío, totalmente crispado, es una excepción en el tono tan inquieto como adormilado del lugar… Ya fue, derrota. Nada por hacer. Allá arriba es intocable el garca oficial, no tanto por los agentes de policía, o simplemente “agentes de la Ciudad”, salpicados por todo el lugar, sino por la atención multitudinal. Adiós.

 

Se me fue el hambre pero necesito masticar. Avanzamos unos metros más, los últimos puestos antes de que la inocente callecita choque con la vía del tren. Encontramos un buen bocado, compramos, y al cordón con el culo reposar. Nervioso, les hago chistes anti macristas tanto a los cocineros vendedores, como a los “agentes de la ciudad” que vigilan esa zona de frontera del evento; ninguno se ríe.

Como, trago bronca. Mastico, agrego picante; siento una energía que se me va: no de el enojo que se me pasa, sino del cuántum de vida que este nervio me quemó. El canalla animando una fiesta de día en la calle, encima en Paternal. Peor que peor. Un infierno con sonrisa empastillada, esta ciudad.

 

Bueno, pues, a irse. De pie, caminando; pasamos por la esquina donde la platea de vejetes -de todas las edades- mira a Bravo con dos ñatos decir que “el chorizo nunca se debe pinchar”. Majul allá arriba ya no está. Ajá. Caminamos hacia Warnes, esquivando gente: está lleno. Miro, miro, camino y miro, pero no lo veo. Ya fue.

 

Faltaba poco, unos quince o veinte metros para llegar a la esquina de Warnes, desembocadura donde este golfo de felicidad zombi daba paso a los colores estables de la ciudad, cuando -ya sintiendo que nos íbamos- finalmente lo veo: Majulito ahí, conversando con dos o tres tipos, de lo más alegre y jovial. De inmediato encaro; nervioso, temblando por dentro, pero directo y sin pausa. Llego e interrumpo la charla que tenía con dos tipos, tocándole el hombro. Me mira, yo sonrío o eso intento y le digo casi al oído:

 

“Luis, Luis, disculpame… Quería decirte, que vi el reportaje que le hiciste al Presidente, a Macri, y la verdad quería felicitarte, porque no recuerdo haber visto nunca una clase más perfecta de genuflexión y obsecuencia.”

Me mira, aún callado, apenas confundido, insisto entonces: “De verdad, una clase perfecta de genuflexión y obsecuencia; en toda la historia del periodismo argentino no debe haber una muestra más clara de lo que es el servilismo”.

Los amigos enmudecen; son varios, y además un sinfín -de majulistas- nos rodea. Cerquita, muy cerca, Majul me dice:

Sabés qué… Seguro que ni siquiera la viste.

Sí, sí que la vi…

…y si la viste seguro que no la viste entera…

– Sí, la vi entera -mentí: mi estómago, obviamente, me lo había impedido-, y te digo de verdad, no recuerdo mayor ejemplo de genuflexión y obsecuencia…

¿A ver, cuánto dura, a ver? ¿Eh, cuánto dura, cinco minutos?

No, como cuarenta minutos…

Una hora dura, ves que no la viste, ves que…

Sí, sí Luis, la vi, y te digo de verdad que te felicito, porque diste una perfecta clase de genuflexión y obsecuencia -había pensado qué decirle mientras lo perseguía, decidiendo que insultarlo conduciría a una inmediata expulsión, acaso violenta, de mi cuerpo afuera de la escena, lo que me dejaría acaso mucho más amargado de lo que me amargaba verlo al garca en su fiestita callejera…

– Ah… -me dijo baboso, y el gesto, ahí, ya se le trastornó; comenzó a gritar:- ¿a quién apoyás vos, eh, a la yegua? ¿A la yegua apoyás? – La gente ya miraba.

No Luis…

Apoyo a la gente que vive sin enriquecerse a costa de otros, y ve cómo su vida se empobrece mientras los ricos se enriquecen” quise, después, haber contestado ahí, pero solo dije:

No, Luis… No la voté nunca, y solo apoyo a los que no son garcas…

La gente miraba; un viejo atrás mío dijo “bueno…”; un tipo, un paso más allá de los dos ñatos que charlaban con Luisito cuando los interrumpí, me miraba fijo, muy fijo, con ojos azules como el mar, bajo una gorrita con visera; me llamó la atención por lo fijo y serio que me miraba: no podría decir si admirándome, fascinado, o despreciándome, homicida. Majul vocifera ya sin ningún tipo de decoro, llamando la atención sin necesidad de megáfono:

– …seguro apoyás a la yegua, sos un resentido, un resentido, resentido!

– Y vos, Luis, formás parte de una máquina que va a quedar en la historia como máquina de cagar a la gente…

– ¿Sabés qué? -alza el brazo agitándolo- ¡¡Andate a la puta que te parió, andate a la concha de tu hermana!! – Tenía la cara desencajada. El de ojos azules, inmóvil, me miraba fijo; tenía una boquita chiquita, como dibujada, y me hizo acordar a Luis Machín, a quien había visto la noche anterior romperla en un unipersonal, haciendo de un viejo gay en su soliloquio final… Majul seguía: – ¡A la puta que te parió y la concha de tu hermana!

– ¡Eh, Luis! –yo había tomado un paso de distancia, por si acaso, lo que me permitía hablar también bastante fuerte manteniendo mi acting de estar muy tranquilo-, yo solo te felicitaba por la clase perfecta de genuflexión y obsecuencia que diste con el Presidente, y vos mirá cómo me insultás! Se ve que vos estás resentido, Luis, ¿sabés por qué?, porque los que para ser felices se abrazan al poder, son los más resentidos de todos…

 

  • Me di vuelta mientras Majul, crispado, aún revoleaba el brazo y gritaba insultos; me llevé en la nuca la mirada de esos ojos azules penetrantes, la intriga de si me amaba y quería emanciparse del garquismo, o bien me odiaba como el patrón feliz que ve su paz alterada por algún molesto rompebolas… La verdad es que me fui nervioso, desgastado, pensando respuestas mucho mejores que podía haber dado; pero me fui mucho menos envenenado de lo que había estado al ver que los operadores de la crueldad normalizada no solo revientan el país, sino que andan de kermés por la calle. Que al menos no caminen por la calle como si nada. Un rato después caí, y jamás sabré qué pensaba, con su mirada inolvidable, el mismísimo Gabriel Corrado.

Camaleones: El amarillo se “hizo verde” // Silvia Duschatzky

Una imagen expone a los personajes de Cambiemos enarbolando el pañuelo verde  que reza: aborto legal para no morir. Parece que el espíritu de “cambio” viró hacia el verde.

La despenalización del aborto, señores y señoras del Pro, no implica la libertad de cada mujer individualmente considerada. No se trata de meras emisiones que confunden la libertad de opinión con emancipaciones concretas. El pañuelo verde se anuda con el violeta de Ni una menos, con el blanco de la Madres de Plaza de Mayo y con toda manifestación social que rechaza los efectos de una forma de gobierno de la desposesión. El verde no es verde esperanza, es la expresión de un colectivo de mujeres que alzando la voz por la despenalización del aborto lo hace por la conquista de toda política pública que se resiste a la precarización total de las vidas.

La despenalización del aborto no se consuma en una mera legislación. No es por la sola legalidad que la existencia estará asegurada y abierta a expandirse. Con hospitales públicos desahuciados, sin trabajo, con la pérdida de todos los programas sociales, salarios de hambre, arrasamiento de conquistas obtenidas, trabajadores despedidos, tarifazos y medidas de ajuste extremo, escuelas desprovistas de recursos, maestrxs empobrecidos…las leyes designarían derechos que no alcanzarían al derecho de existir.

Los pañuelos verdes que abrazamos no son para la pantalla, ni se agotan en una solicitación puntual. Somos sobre todo el ruido de una vibración. Espíritus que se enlazan con gritos históricos y desparramados en otras agitaciones. Gritos que arman vecindades de resistencias y nuevas afirmaciones.

La lucha por la despenalización del aborto, señores Pro, es parte de un rechazo a todas las formas de precarización de las existencias que su gobierno no para de efectuar. El pañuelo no es un artilugio decorativo. El derecho al aborto legal, seguro y gratuito  implica la instauración a un derecho de existir inseparable de una política pública de justicia social. Procuren algún antídoto cada vez que posen para la foto con los pañuelos verdes. No sea cosa que los roce un eco interminable.

 

SD

Junio 2018

Capitalismo y esquizofrenia: Anti-Edipo (PDF completo!) // Gilles Deleuze y Felix Guattari

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El calibán y la bruja (en PDF!) // Silvia Federici

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El abrazo más grande de todos // Ofelia Fernández

En la búsqueda de pensar la participación en la movilización de antes de ayer me encontraba con la palabra emblema, parecía encajar a la perfección.  Mi vista no se pierde de ese foco: estar en Ni Una Menos es participar de la construcción de un símbolo, el fogoneo de un momento histórico.

Aquí no hay quien se salve. Ya nada es igual. Es real que la violencia machista -sea en mecanismos institucionales o individuales- persiste y no descansa, pero también podemos nombrar como inagotable la pluralidad de nuestras discusiones y la fuerza de nuestra organización. A la opresión la sostienen frente a nuestros ojos, por lo que no dejamos que cierren los suyos. El abuso no volverá a pasar como juego de la histeria; nuestra capacidad argumentativa permanecerá por encima de la foto de un bebé, y que nos escondas en tu uso de la palabra no borrará nuestra presencia. Toda conducta que se atrevían a justificar con sus débiles interpretaciones de biología, cultura o seducción está siendo removida al calor de los gritos de todas las mujeres y disidencias que están hoy a la cabeza del movimiento más importante que tenemos.

Por allá en el 2015 muchxs nos cruzábamos por primera vez con la posibilidad de desatomizar toda la mierda con la que cargábamos, dejar de guardar en cajones lo que nos hacía ruido y volverlo colectivo. Bajo una premisa demoledora -como lo es el pedir que no nos maten-, nos dimos cuenta que, una vez hecho el grito, ya no podíamos escapar, ya no nos alcanzaba un día para poner sobre la mesa el tablero con el cual iríamos al combate con el patriarcado, que al feminismo le quedaba chico ser solo el “ni un femicidio menos” y que empezaría a ser trasversal. Así es, tomamos la decisión de discutirlo todos los días y en todos los planos. Ya nada es igual: del trabajo a la cama y de la cama al trabajo, todo está siendo cuestionado. A partir de allí, entonces,  digo que el 3 de junio se condensa un humo insaciable. No el humo que exhalan gobiernos y pro-vida cuando simulan compartir alguna de nuestras preocupaciones: humo porque hay cosas que se están (no por arte de magia, somos nosotras) prendiendo fuego, les gusta decir que son iglesias, pero son más bien sus violencias.  

Antes de ayer fui a la plaza midiendo 1,54m y estaba atrapada en la multitud pero en la vereda opuesta de la claustrofobia: era un abrazo, el más grande de todos. Me sorprendía la contradicción de sentirme así fisicamente y al mismo tiempo sostener que movilizando no hay encierro. Si se parte de ahí, ya no importa nada. Un ruido que, cuando se transita, es imposible de callar. Clarín y La Nación hablan de poca gente y mucha política. Negación de manual para el primer punto. La puesta en catarsis de una obviedad para el segundo, ¿Cómo se puede discutir un proyecto de ley sin política? ¿Cómo se puede hablar de la policía que persigue a lxs trans sin política? ¿Cómo denuncias las redes de trata sin política? ¿Cómo leés tu realidad sin política? Y, principalmente ¿Cómo vas a transformarla si no es desde la política? No pido que me lo respondan, ya bastantes machos hay queriendo enseñarnos a las feministas a ser feministas.

Sí: estamos haciendo política, de a muchxs y todos los días. Así seguiremos. El feminismo nos abre la posibilidad de una nueva política, a experimentar, a conocer. Ya no la política de palacios y funcionarios, sino una política popular, asamblearia, de igualdad entre compañeras, de lucha, escucha, igualdad, contención y cambio radical. Proponemos nuevos  vínculos, tanto en lo personal, en lo sexual, en las amistades, en las organizaciones, en los parlamentos, en los sindicatos y gremios.

Estamos luchando, así iremos venciendo: en nuestra valentía y perseverancia está la búsqueda de la alternativa con la que soñamos. El 3 de junio están las ganas de llenar las páginas de los libros de historia, de un antes y un después de nuestras vidas. Y, también, un futuro nuevo feriado en el calendario.

Entonces me quedo con lo de emblema: “Figura, generalmente con una leyenda que explica su significado y que es la insignia que representa a una persona, una familia, una ciudad, etc.”: Estamos luchando por y desde el feminismo, en una nueva etapa marcada por el Ni Una Menos, ese que representa a muchas personas, nos hermana como familia, toma las ciudades y define su propio etcétera.

 

De la politización de la danza a la dancificación de la política // Lucía Naser

RESUMEN:
Esta disertación parte de un análisis de las formas de polítización de la danza contemporánea en el campo cultural brasilero y culmina en el estudio coreográfico de las movilizaciones de protesta de Junio de 2013, que tuvieron lugar en el espacio público de varias ciudades de este país. La disertación analiza las obras Wagner Ribot Pina Miranda Xavier Le Schwartz Transobjeto (Wagner Schwartz), Eu sou uma fruta gogoia em 3 tendências (Thelma Bonavita), Matadouro (Marcelo Evelin), The Hot 100 Choreographers (Cristian Duarte), Lote (Duarte), Como_CLUBE (Bonavita) y Proyecto Multitud (Tamara Cubas) con el objetivo de observar cómo en diálogo con sus contextos, problematizan la identidad, la historia, la nación, al cuerpo como archivo y a los modos en los que estas dimensiones organizan la vida social contemporánea. En diálogo con el abordaje de Jacques Rancière sobre la política de la estética (The politics of aesthetics…) y el de André Lepecki sobre “coreopolítica” (“Coreopolítica…”), la disertación se propone problematizar los modos en que lo coreográfico es o no capaz de interrumpir sensibilidades hegemónicas y crear nuevos espacios de experiencia y relación. Posteriormente estas conceptualizaciones son contrastadas con el enfoque “impolítico” desarrollado por autores como Roberto Esposito (Terms of the political…) y Alberto Moreiras (Línea de sombra…). Los capítulos uno y dos se concentran en obras escénicas que discuten performativamente la identidad brasilera y los procesos históricos y semióticos en disputa en su conformación, haciendo foco en las tensiones entre lo global y local y en la historia brasilera.

 

El capítulo tres se enfoca en la historia y convenciones del campo dancístico brasilero y uruguayo; el énfasis de su recorrido está puesto en la tensión entre lo espectacular y lo fenomenológico, que a lo largo de la historia dan lugar a poéticas y políticas que conviven conflictivamente. El capítulo se enfoca en diferentes modos de entender la representación y la comunicación de los lenguajes dancísticos que anteceden a la danza contemporánea así como a los que la habitan. Para ello la disertación presta atención a los marcos artísticos, políticos y culturales que intervienen en los procesos de composición, presentación y decodificación de la danza escénica contemporánea. Atendiendo a las formas teatrales y comunicativas de la danza y del cuerpo, la disertación busca recuperar la potencia política de la dimensión experiencial de las prácticas dancísticas, así como las herramientas organizativas y contrahegemónicas de la coreografía. La tensión entre lo experiencial y lo espectacular expone paralelismos entre la danza y la política y abre preguntas que la disertación aborda al analizar el modo en que manifestaciones públicas y masivas de protesta irrumpieron en la escena política brasilera, incidiendo a través de acontecimientos imprevisibles sobre los procesos políticos institucionalizados de la democracia liberal nacional. El cuarto y último capítulo retoma el foco en Brasil para observar ya no propuestas artísticas, sino el modo en que lo coreográfico en tanto marco de y para la organización social interviene en lo político a través de la generación de encuentros presenciales de los cuerpos y de experiencias colectivas que disparan procesos de transformación comunitaria e intersubjetiva. Las reflexiones finales presentan algunas posibles vías para profundizar e intervenir sobre la crisis de representación que afecta a la danza y a la política en la contemporaneidad.

Comunicado de Asamblea de comunidades del Parque Cultural de Valparaíso Ex Cárcel

Considerando:

El mal manejo del Parque Cultural ex Cárcel que lo tiene al borde de su cierre y del colapso de la organización que desde 2011 y 2015 lo gestiona;

La nula voluntad politica del Gobierno por resolver la situación

Que la administración del Parque desde 2011 ha llevado a la marginación de la ciudadanía de sus principales decisiones, no entendiendose que este proyecto fue levantado y construido por la comuidad organizada, constituyéndolo en un referente nacional e internaccional de construcción participativa de un megaespacio cultural;

Entendiendo que desde el año 2000 ha sido la asamblea de organizaciones del Parque ex Cárcel la que ha salido en su defensa en cada periodo de crisis;

Comprendiendo, que el Parque Cultural está paralizado por sus trabajadores, que reclaman que el Estado cumpla con sus obligaciones para con este espacio cultural y el pago de sus remuneraciones, demandas que respaldamos y que son complementarias con nuestro esfuerzo en defensa de este espacio;

Y

Considerando que dada esta crisis del Parque, la comunidad de artistas se ve privada de su legítimo derecho al trabajo;

Las organizaciones de la asamblea autoconvocada del Parque Cultural declara la toma indefinida del Parque Cultural ex Carcel.

El Parque no se privatiza, se democratiza!!

Petitorio:

1.- Que se haga entrega inmdiata de la glosa que por Ley de Presupuesto corresponde al PCdV; y de los dineros comprometidos por la Intendencia y el Ministerio de Cultura. Esto, en paralelo al necesaario proceso de refomas que se requieran para la administración transparente y gestión democrática de este espacio cultural;

2.- Pedimos mayor representatividad en el directorio del Parque Cultural, para impedir el manejo político de este espacio, que lo ha convertido en un botín, olvidando el espíritu comunitario que le dio vida;

3.- Exigimos que de una vez se democraticen las decisiones programáticas, editoriales y financieras del Parque Cultural Ex Cárcel.

4.- Que la Contraloría ponga urgencia a la investigación de las gestiones anteriores y que se determinen y sancionen a todos quienes resulten responsables.

5.- Que las instituciones del Estado faciliten esta investigación y, además, informen y expliquen a la opinión pública por qué el Parque Cultural Ex Cárcel se quedó sin plata para funcionar, teniendo 1.100 millones anuales de presupuesto.

.- Pediremos indemnizaciones al Estado, para la comunidad artística que se ha visto privada de su derecho al trabajo.

Deseo y Revolución Feminista // Colectivo Ni Una Menos, 4 de junio 2018

Deseo y revolución feminista
Este mes de junio, por cuarta vez, volveremos a ocupar la calle para decir Ni Una Menos. Desde el primer 3 de junio, en 2015, el movimiento que se convirtió en marea arrasadora no ha parado de crecer. Cada vez somos más las que entendemos el feminismo como la casa de nuestras rebeldías, la que queremos habitar. Una casa donde cada mano esté tendida para la otra, porque hacemos cuerpo lo que declamamos: estamos para nosotras. En esa manera de estar, nos reconocemos en los pañuelos verdes que desde hace 13 años son el signo de la lucha por el derecho al aborto legal que, ahora mismo, por presión de la calle, por la capacidad del feminismo de darle cuerpo y sentido a esta demanda, está muy cerca de ser debatido y esperamos que aprobado en el Congreso de la Nación, mientras la discusión no para de profundizarse en los barrios, las casas y las escuelas.
Ni Una Menos es contraseña contra la violencia machista y patriarcal y así se ha afianzado en muy diversos territorios a nivel internacional. Su clave está en la apropiación transversal de un grito colectivo capaz de conjugar el ¡Ya basta! que detiene y consuela las heridas en el propio cuerpo y de denunciar a la vez la opresión de las violencias económicas, políticas e institucionales que también son patriarcales. Así pudimos decir Ni Una Trabajadora Menos frente a los despidos constantes y masivos que imponen las políticas de ajuste. Dijimos Desendeudadas Nos Queremos frente a la expropiación de nuestro tiempo y nuestro trabajo por el disciplinamiento financiero. Ni Una Travesti Menos para dar cuenta de cómo los cuerpos disidentes son marcados de manera particular por el machismo. Ni Una Migrante Menos para denunciar las políticas del racismo institucional. La bandera Ni Una Menos se cuelga en las escuelas para reclamar Educación Sexual Integral y también se hace oír el Ni Una Menos por aborto clandestino. Ni Una Menos se dice contra el femicidio territorial en América Latina a manos de fuerzas represivas estatales y para-estatales: Marielle Franco asesinada en Brasil y lideresas comunitarias en Colombia, México, Ecuador, Honduras, Nicaragua y Perú.
Esta manera de entramar y hacer cuerpo y voz lo personal y lo colectivo, lo político y lo doméstico (que también es político) habilitó una militancia al modo del tejido y del enjambre: una manera en la que hoy se anudan las experiencias y demandas feministas puestas en juego en territorios y cuerpos (y en cuerpos-territorios) concretos. Por eso, los pañuelazos por el derecho al aborto tienen una fuerza particular cuando se hacen en las villas, así como las asambleas tienen otra textura cuando son capaces de elaborar colectivamente los conflictos. Las geografías del movimiento feminista son sinuosas y múltiples: el llamado al paro resuena de otro modo en la Selva Lacandona cuando lo dicen las zapatistas y la educación feminista gana otra fuerza con las jóvenes con pasamontañas en Chile; festejamos con las irlandesas en la calle el triunfo del plebiscito por la legalización del aborto y nos unimos a la manada que impugna la justicia patriarcal y toma las calles en España. Seguimos nutriéndonos e investigando cómo se expande este nuevo internacionalismo.
Pero el fervor por lo que venimos consiguiendo, por la disponibilidad de sentidos antes relegados a ghettos que hoy devienen masivos, abren a una necesaria interrogación y experimentación sobre nuestras formas de vida y de organización. ¿Qué significa ser feminista a la hora de enamorarse? ¿Cómo acompañamos la libertad de las adolescentes para poner en juego su deseo sin que sus derivas sean apropiadas por la maquinaria patriarcal que las sigue viendo como objetos de cambio? ¿Qué clase de justicia feminista podemos poner en juego cuando las denuncias por acoso sexual se dan entre adolescentes? ¿Cómo reparamos colectivamente las heridas de las que sobrevivieron a la violencia machista? ¿Hay alguna alternativa a la cárcel para los hombres violentos, hijos obedientes del patriarcado? Y frente a los femicidios cotidianos, ¿cómo profundizar la organización y la alerta?
Necesitamos estar cada vez más atentas y cuidadosas con el dolor, con las formas particulares de violencia sexual contra las niñas y adolescentes, con los modos institucionales y clasistas con que se quiere de nuevo encorsetar nuestros debates y nuestros deseos. Porque no somos solamente víctimas pero el duelo no se termina, porque la respuesta misógina a nuestra autonomía es la crueldad que se imprime en los cuerpos feminizados. Porque todos los días hay un ejecutor dispuesto a terminar con la vida de una mujer o de una travesti como forma de disciplinarnos a todas y de reponer una autoridad masculina que se niega a pensarse a sí misma.
El mundo que conocíamos, el mismo que queremos cambiar se resquebraja, y hacemos pie sobre tembladerales. Esto es signo de que lo estamos cambiando todo y a la vez de que necesitamos hacer lugar al duelo y al desconcierto frente a la ardua tarea de construcciones y horizontes revolucionarios que desconocemos pero que deseamos.
La potencia de nuestro movimiento no es lo contrario al dolor si no una manera de reconocerlo, de advertir las heridas cada vez más profundas del racismo y del colonialismo, de los modos en que la crueldad intenta disciplinar a diario nuestros cuerpos a través de la violencia sexual, de la imposición de una belleza hegemónica y del permiso para habitar el mundo para unos pocos cuerpos supuestamente normales. La potencia no es un empoderamiento banal ni un triunfalismo que se agota en el gesto de declararnos juntas cuando estamos atravesadas por una crisis que es cambio de época. La potencia es estar juntas en la calle cuando marchamos pero también poder aliarnos con las pibas que hoy viven en la calle sin elegirlo y tienen que ponerse pillas, en medio de una trama de violencia que las abusa a diario. La potencia es estar juntas en la calle cuando marchamos pero también hacernos cargo colectivamente de que la represión se ensaña más cruelmente con las que están en la cárcel. La potencia es conocer y repudiar la crueldad judicial que condena a las mujeres que sufren violencia como cómplices del asesinato de sus hijxs, pero más aún la capacidad de organizarnos contra esa crueldad.
La tierra tiembla. Verdaderamente la tierra se mueve bajo nuestros pies y lo sentimos día a día. Los umbrales de tolerancia frente a la violencia machista se han modificado sin vuelta atrás. El abismo que hoy se abre a las relaciones –especialmente las amorosas y familiares– intenta ser respondido sólo con moral punitivista o con protocolos que intentan calmar la incertidumbre. Necesitamos construir nuestros cuidados y nuestra autodefensa. Las formas de organización tradicionales ya no dicen nuestros anhelos de ocupar las ciudades y las casas de otro modo ni contienen las sensibilidades nuevas que derraman maneras diversas de sentir, percibir y pelear. El feminismo no es una moda, no es una remera, ni puede ser reducido a la demanda de cupos –aun cuando la paridad es una exigencia en todos los ámbitos de organización y de representación mixtos–. Tampoco es un lugar a ocupar en una unidad que no se cuestione el modo de construir política, de ejercer liderazgos y de representar a otrxs. No es tampoco reducible a un conjunto de demandas a incluir en una plataforma electoral.
El movimiento feminista pone en el centro de la política la cuestión del deseo y eso no admite respuestas fáciles ni veloces. El deseo es también un terreno de disputa, de tensión, de contradicciones. Es un espacio de experimentación, de pliegues y repliegues. Dijimos que en este movimiento nos mueve el deseo. Y eso se lo disputamos al mercado, a las promesas de la publicidad, y a las agendas de género neoliberales. No es un deseo individual sino que se teje en la trama colectiva, que busca su espacio tiempo para realizarse, para encontrar sus bordes, para decir su nombre. Nos mueve el deseo de habitar esa casa feminista a construir a la vez que construimos comunidades. Nuestro deseo es también una apuesta de tiempo, el tiempo de esta revolución que es abierto y es ahora.
¡NiUnaMenos! ¡Vivas, Libres y Desendeudadas Nos Queremos!
Junio 2018

Sin aborto legal no hay ni una menos. Contra el FMI, el ajuste y la deuda // Ni Una Menos 4J 2018

Introducción
En 2015 la fuerza de nuestros pasos y nuestra voz corrió la tierra de su eje. Pusimos en
marcha una revolución. En Argentina fuimos 1 millón de personas las que soltamos un solo
grito: BASTA DE MATARNOS. NI UNA MENOS. VIVAS NOS QUEREMOS. El terremoto no
se detuvo ahí. Hoy, por cuarta vez, las mujeres cis y trans, lesbianas, bisexuales y travestis
estamos acá, y en todas las provincias de Argentina, para volver a gritar Ni Una Menos.
Somos un movimiento potente, diverso, heterogéneo, que supo demostrar que cada
violencia ejercida contra nosotras nace de la violencia que ejercen los Estados y gobiernos
cada vez que nos someten a la explotación de nuestros cuerpos, cada vez que dejan
nuestros derechos humanos sin cumplimiento, cada vez que repiten fórmulas económicas
neoliberales y capitalistas que producen más hambre y violencia. Somos las que nos
plantamos contra todos los gobiernos que quisieron y quieren imponernos un régimen de
explotación, saqueo y hambre, en el que las más perjudicadas somos las trabajadoras,
desocupadas y excluidas: las más pobres entre los pobres.
No somos víctimas, crecemos en la potencia de nuestra danza colectiva, Nuestros
feminismos de lucha son latinoamericanos e internacionales como el puño en alto de las
irlandesas que conquistaron el derecho al aborto. Una deuda de los Estados y los gobiernos
que venimos a cobrar, por aquellas que en todos los rincones del planeta se rebelan y se
organizan. Somos mucho más que las que estamos acá, somos las herederas de las
madres y abuelas de Plaza de Mayo, somos las luchadoras populares, somos las mujeres,
trans, lesbianas, bisexuales, no binarias, travestis, indígenas, afrodescendientes, migrantes,
villeras y mujeres con VIH. Somos cada una de las activistas que iniciaron en 2005 esa
lucha junto a la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
Somos quienes al tiempo que decimos que dejen de victimizarnos afirmamos nuestro
derecho al placer, a decidir nuestros destinos, a disponer de nuestro tiempo, a no ser
explotadas ni obligadas a cumplir los deseos que no son nuestros.
Nos plantamos contra el gobierno de Macri, alianza Cambiemos y los gobernadores, los
empresarios y la justicia hegemónica, patronal, blanca, misógina, heteronormativa, racista,
machista, patriarcal, neoliberal y capitalista de los ricos y los poderosos. Hoy venimos a esta
Plaza frente al Congreso a decir que no nos van a disciplinar más, que no aceptamos que el
Estado y sus poderes se crean dueños de nuestros cuerpos, que no aceptamos que nos
digan cómo, cuándo, dónde y con quién vivir, parir, tener sexo. ¡Y les decimos que estamos
haciendo historia! Nosotras vivimos y asumimos una responsabilidad con las que ya no
viven. Nosotras nos organizamos para demostrarnos y mostrar a las que se sumarán
mañana que juntas podemos tirar abajo el patriarcado y el capitalismo, y decir no al pacto
ilegítimo que nos encierra en deudas que no vamos a pagar con nuestras vidas, y decir sí,
una y otra vez, a la autonomía de nuestros cuerpos, sí al aborto legal, seguro y gratuito.
¡SIN ABORTO LEGAL NO HAY NI UNA MENOS! ¡NO al pacto de Macri con el FMI! ¡Ni Una
Menos! ¡Vivas Nos Queremos! ¡El Estado es responsable!
Eje 1. Sin #AbortoLegal No hay #NiUnaMenos. Que se apruebe el proyecto de la
Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito, ¡no otro!
¡Queremos aborto legal ya! Con nuestra fuerza y movilización impusimos que se discuta en
el Congreso nacional el derecho al aborto legal seguro y gratuito. Y con nuestros pañuelos
verdes en alto exigimos que el Congreso apruebe el proyecto de ley de Interrupción
Voluntaria del Embarazo redactado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto
Legal, Seguro y Gratuito. Rechazamos los proyectos de ley que buscan confundir
proponiendo sólo la “despenalización”, ¡exigimos la legalización!
No queremos a las Iglesias metidas en nuestros cuerpos. Decimos no a la objeción de
conciencia como excusa para obstaculizar nuestros derechos. Exigimos la separación de la
Iglesia del Estado y el cese de subsidios a la Iglesia Católica y a la educación religiosa, que
este año asciende a $32.000 millones. Nuestra demanda es integral: Educación sexual para
decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir.
Exigimos que la legalización del aborto garantice su realización y cobertura en el plan
medico obligatorio en Hospitales públicos y privados. Que incluya la producción pública del
Misoprostol de calidad y autorizado para uso gineco-obstétrico para terminar con el
monopolio que hace que hoy alcance precios exorbitantes, que nos garantice el acceso y
distribución gratuita en el sistema público de salud y garantice su venta a precios populares
en las farmacias.
¡Basta de obligar a parir a víctimas de violación! Aplicación inmediata del Protocolo Nacional
Para la Atención Integral de Personas con Derecho a la Interrupción Legal del Embarazo en
todo el país. Presupuesto para garantizar los abortos no punibles en todos los hospitales del
país.
Exigimos el sostenimiento de los Programas de Educación S
aprobación del aborto legal en Argentina sea la punta de lanza de un movimiento que
atraviese toda América latina ¡Ni una muerta más por abortos inseguros! ¡Respeten
nuestras decisiones si no queremos parir!
Eje 2. No al Pacto de Macri con el FMI. No al pago de la deuda externa. Abajo el ajuste
de Macri y los gobernadores. Basta de despidos, suspensiones y represión.
Repudiamos la decisión del Gobierno de Mauricio Macri, de llevar adelante un acuerdo con
el FMI que significa HAMBRE. Un pacto que significa ajuste, despidos, pobreza y
precarización para el conjunto de la clase trabajadora y sobre todo para las mujeres, trans,
lesbianas, bisexuales, no binarias, travestis, indígenas, afrodescendientes, migrantes,
villeras y mujeres con VIH. Denunciamos las exigencias que ese organismo, como el recorte
del ya escaso presupuesto para salud y educación, áreas históricamente feminizadas y el
quite de los regímenes especiales de jubilación. ¡Abajo la reforma jubilatoria!
Abajo la CUS y el proyecto hospitalario Sur, que pretenden la privatización de la salud
pública. Decimos NO a la UNICABA y junto a los y las estudiantes terciarios.
Exigimos el no pago de la deuda externa y en su lugar mayor presupuesto para la
implementación de políticas de género que contribuyan al cumplimiento de nuestros
derechos. La deuda es con nosotras.
Estamos acá contra el ajuste del neoliberalismo magro que implementan Macri y los
gobiernos provinciales. El ajuste nos recorta, nos precariza, nos quiere debilitar pero
estamos juntas y nos sumamos a las luchas de lxs trabajadrxs del Estado, del Subte, de
Telam, de Radio Del Plata, las docentes, del INTI, del posadas, de la línea 144, etc. Y
apoyamos todas las luchas contra el techo salarial que pretende imponer el gobierno con el
silencio cómplice de la burocracia sindical. Exigimos la apertura de las paritarias y
rechazamos el techo salarial que nos quiere imponer un aumento muy por debajo de una
inflación que en lo que va del año ya lo supera en un 10%. Rechazamos también los ítems
de presentismo y productividad que resultan una quita salarial, sobre todo, para las
trabajadoras, y rechazamos la persecución del activismo combativo por la burocracia
sindical y los gobiernos nacionales y provinciales. Abajo el pacto fiscal. No a la modificación
de los convenios colectivos ¡Decimos no a la reforma laboral que precariza nuestras vidas!
¡Desde esta plaza exigimos PARO GENERAL YA! Como dijimos en cada Paro, cada 8 de
marzo, ¡NOSOTRAS PARAMOS, NOS PARAMOS! ¡aprendan del ejemplo del movimiento
feminista que sale a la calle en forma unitaria para poner un freno a estas políticas que
buscan la miseria económica y afectiva de las mayorías!
Rechazamos todas las formas de violencia laboral contra las mujeres, trans, lesbianas,
bisexuales, no binarias, travestis, indígenas, afrodescendientes, migrantes, villeras y
mujeres con VIH. Porque las trabajadoras están expuestas al recorte de sus derechos, de
sus salarios y sometidas a la amenaza del desempleo y al disciplinamiento de la
productividad. Porque la desocupación crece dos puntos cuando se habla de mujeres,
porque la brecha salarial es, en promedio, de un 27% y en el mercado informal se eleva a
un 40%. Reclamamos el acceso a todas las categorías en igualdad de condiciones que los
varones. Basta de discriminación laboral, exigimos todos los derechos para las
trabajadoras.
Vinimos para volver a decir que ¡Migrar no es un delito! ¿Ni una migrante menos! Exigimos
la anulación del Decreto de Necesidad y Urgencia 70/2017 y la eliminación del Centro de
Detención Migrante. Repudiamos el despojo violento de tierras de comunidades indígenas y
campesinas, contra el extractivismo, contra la intoxicación por agrotóxicos que nos
envenena y nos mata. Contra el racismo, la discriminación y xenofobia hacia las mujeres
negras afrodescendientes, afroindígenas y afroargentinas a las cuales la trata esclavista
obligó a participar del crecimiento del sistema capitalista que hoy enfrentamos. Exigimos la
reparación histórica que se nos adeuda según la ley 26.856 “Maria Remedios del Valle
Capitana de la Matria que gracias a su coraje contribuyó a la independencia de este país.”
Las mujeres con vih exigimos la promulgación de la nueva ley de VIH, ITS, y Hepatitis
virales.Basta de reducción de presupuesto que nos garantiza prevención, profilaxis,
medicación, adherencia al tratamiento y reactivos.Basta de violencia contra la libertad
reproductiva.Basta de violencia ginecológica y obstetrica contra nosotras.
Somos más de 40.000!! El vih no mata, el estigma y discriminación Sí.
NO HAY MÁS TIEMPO!!
Basta de represión. Exigimos el desprocesamiento y la libertad de todxs lxs presxs politicxs.
Libertad a Milagro Sala y todas las compañeras de la tupac presas.
No queremos que las Fuerzas Armadas puedan tomar asuntos de Seguridad Interior,
buscan allanarse el camino para reprimir las protesta social ¡Santiago Maldonado y Rafael
Nahuel: presentes! Rechazamos el intento de Macri de reformar el Código Penal para
encarcelar a las y los luchadores. Acompañamos a las y los trabajadores del subte que
fueron duramente reprimidos por defender su salario. Nos plantamos contra los despidos a
los metrodelegados y la violencia sufrida por todas las compañeras reprimidas, golpeadas y
encarceladas por la Policía de la Ciudad. Exigimos el desprocesamiento de todos los
detenidos de las jornadas del 14 y 18 de diciembre. Basta de Gatillo fácil en los barrios
populares. No queremos más represión en las villas, ni allanamientos ilegales, golpizas y
detenciones como las de Iván y Ezequiel, compañeros de La Poderosa.
Derogación de la ley antiterrorista, de los protocolos y todas las leyes represivas.
Desmantelamiento de las redes de trata y las fuerzas represoras del Estado y sus
cómplices. Condena efectiva a los proxenetas. Creación de políticas públicas que
acompañen a la ley de trata así como todos los instrumentos tendientes al acompañamiento
jurídico y de protección integral a las víctimas y a sus familias. Denunciamos el cierre de los
refugios para las víctimas. Basta de represión, persecución, abuso y extorsión policial a las
trabajadoras sexuales y a las personas en situación de prostitución. Exigimos la derogación
de los artículos contravencionales que permiten mantener detenidas sin orden judicial a
cualquier persona y que criminalizan el ejercicio de la prostitución en 18 provincias. En
especial el artículo 68º del código contravencional de la provincia de Buenos Aires.
Denunciamos la invasión del Estado genocida en territorios indígenas, basta de
criminalizarnos y judicializarnos por la recuperación de territorio ancestral, basta de
violencia institucional contra luchadoras y luchadores indígenas, basta de racismo y
xenofobia. Repudiamos el modelo extractivista que sólo trae beneficios a las
multinacionales y los Gobiernos cómplices del despojo. Basta de feminicidios y femicidios
territoriales. ¡Nos queremos plurinacionales!
Eje 3. #Ni Una Menos. Basta de femicidios y travesticidios: el odio hacia las mujeres,
las lesbianas, las travestis, las bisexuales y las trans es asesino. El machismo es
fascismo.
Vinimos a esta plaza para pronunciarnos contra todas las formas de violencia machista. Una
mujer es asesinada cada 30 hs y el gobierno de Macri y Fabiana Túñez congelan el
presupuesto del Instituto Nacional de las Mujeres y asignan tan sólo $8 para la atención de
cada mujer. Exigimos presupuesto para la aplicación de la ley 26.485 de erradicación de las
violencias hacia las mujeres. Refugios seguros para las víctimas de violencia con atención
psicológica y legal adecuada. Trabajo genuino y vivienda para las víctimas de violencia y
sus hijxs. Exigimos la reapertura y financiamiento de los espacios de atención por violencia
de género en las municipalidades, en las Universidades y en cada espacio común donde la
ley 26.485 prevé que se atienda a las víctimas. ¡Hay una ley, queremos que la cumplan!
Denunciamos al Poder Judicial de la República Argentina como uno de los brazos
ejecutores del patriarcado. El Poder judicial es machista, misógino, racista, lesboodiante
transodiante y nos invisibiliza, nos discrimina, nos revictimiza. Exigimos al Estado que se
activen en forma inmediata los procedimientos de remoción y destitución de todos los
jueces, fiscales y funcionarios judiciales que ejercen violencia de género institucional e
incumplen sistemáticamente la ley 26.485 a casi 10 años de su sanción.
Frente a la violencia, el endurecimiento de las penas no disuade los crímenes contra la vida.
Es demagogia punitiva ante la indignación social. No la invoquen en nuestro nombre. El
grito de más cárcel no sirve para solucionar el problema de fondo. Pedimos políticas de
prevención contra la violencia machista, educación con perspectiva de género, la
capacitación de la justicia y respuesta estatal eficaz ante las denuncias. Nos solidarizamos
con las compañeras presas entendiendo que el sistema las oprime doblemente: las
estigmatiza por presas y por mujeres. Decimos no a la infantilización de las mujeres en las
cárceles y no a la tortura psicológica.
Basta de represión, persecución, abuso y extorsión policial a las personas en situación de
prostitución. Por el desmantelamiento de las redes de trata. Aparición de las pibas
secuestradas. Cárcel a los proxenetas, policías y políticos involucrados. Reparación de los
daños físicos, psicológicos y económicos ocasionados a las víctimas y a sus familiares.
Vinimos a gritar que ¡la hetero-cis-sexualidad obligatoria es violencia! Basta de crímenes de
homo-lesbo-bi-transodio. Pedimos la implementación de la ley de identidad de género:
acceso real al derecho a la salud integral, a las rectificaciones registrales expeditas, al
respeto a la propia identidad. Exigimos el cupo laboral trans como ley nacional y una
especial protección a sus infancias y a la vejez. Reparación histórica y reconocimiento al
genocidio travesti trans, el Estado es responsable. Por la integridad, el respeto y la
autonomía de los cuerpos gordos e intersex estigmatizados y patologización.
Exigimos que se tengan en cuenta en las políticas públicas a las mujeres con discapacidad.
Denunciamos la precarización que sufren las lesbianas mayores que llegan a la adultez sin
vivienda y sin familia.
Basta de violencia ginecológica.
Vinimos a esta plaza a declarar que nos queremos vivas, que tenemos derecho al placer, a
vivir la noche con libertad y sin miedo, a gozar de nuestras sexualidades sin represiones, sin
mandatos, sin acosos, sin jerarquías. ¡Tenemos derecho a la fiesta y al amor, tenemos
derecho al tiempo libre y a decir sí cada vez que queramos decir sí, así como decimos no
cuando nos rebelamos ante lo que se impone!
Cierre
¡Vinimos a esta plaza porque estamos hartas y estamos organizadas! Y ahora que estamos
juntas exigimos justicia por el travesticidio de Diana Sacayán y de todas las compañeras
asesinadas por crímenes de odio! Vinimos a gritar que no hay Ni Una Menos sin exigir
absolución para Higui, para Mariana Gómez, para Yanina Faríaz, acusada por la justicia
misógina estigmatizándola como mala madre y para Joe Lemonge, chico trans preso por
defenderse del transodio patriarcal. No hay Ni Una Menos sin la exigencia de justicia para
Marielle Franco, acribillada por las fuerzas de seguridad en Brasil bajo el gobierno de
Temer. Para gritar fuerte Libertad para la adolescente palestina Ahed Tamimi.
No vamos a permitir que este régimen social capitalistas blanco, misógino, heteronormativo,
racista y machista se lleve puesto nuestro derecho a habitar el mundo siendo quien
queremos ser. Contra toda forma de explotación y opresión, llamamos a nuestras hermanas
de todo el mundo a seguir luchando por nuestras vidas. Nuestro movimiento seguirá
defendiendo su carácter anticlerical anticapitalista antipatriarcal e independiente del Estado
y los gobiernos. Nosotras fuimos las primeras que le hicimos un paro nacional a este
gobierno ajustador y ahora le Decimos NO al pacto de Macri con el FMI y exigimos a las
centrales sindicales que convoquen a un paro nacional y plan de lucha para la derrotarlo.
Vamos a conquistar nuestro derecho al aborto legal seguro y gratuito. Separación ya de la
Iglesia y el Estado. Que este 13 de junio movilizemos todas al Congreso y que se pinte de
verde toda América Latina. Sin #AbortoLegal no hay #NiUnaMenos.

[googlepdf url=»https://lobosuelto.com/wp-content/uploads/2018/06/recorrido-8M2018.pdf» download=»DESCARGAR» ]

Contra-pedagogías de la crueldad // Rita Segato en la Facultad Libre Virtual

https://www.youtube.com/watch?v=17ijWDlok2g

Entrevista a Rita Segato en La inmensa minoría

«Es interesante la exigencia de pensar sin modelos» // Entrevista a Diego Sztulwark

Vamos a cambiarlo todo // Entrevista a Ni Una Menos

#NIUNAMENOS | Cada vez que se pregunta qué decir de Ni Una Menos la respuesta es múltiple: es una consigna, es un movimiento social y también es un colectivo feminista que desde aquel primer 3 de junio de 2015 viene motorizando, ampliando y complejizando los modos de entender la violencia machista y las formas de organizarse. El Colectivo Ni Una Menos estuvo detrás de la convocatoria de las asambleas del Primer Paro Internacional de Mujeres, Lesbianas, Trans y Travestis, y del entramado de sentidos, de voluntades y de diferentes articulaciones que dieron lugar a los paros internacionales del 8M. La masividad del feminismo que realimentó a los Encuentros Nacionales de Mujeres así como el primer Ni Una Menos se nutrió de los Encuentros y de la Campaña por el Derecho al Aborto, también se ve ahora en la demanda por el derecho al aborto que hoy tiñe de verde todo espacio donde nos encontramos.

 

Los círculos concéntricos de mujeres parecen rodear calderitos imaginarios en el patio del Liceo N° 1 José Figueroa Alcorta, también Instituto Superior de Tiempo Libre y Recreación (ISTLyR), para escuchar y discutir violencias, géneros y las descomposturas de un sistema que intenta a ramalazos acallar pensamientos y demandas. Es semana de lluvia tropical en Buenos Aires y como nunca antes, el 3 de junio se arma encendido en esas rondas y en otras miles que van desplegándose en las provincias, en los territorios populares, en los trabajos, en las casas y en las plazas asamblearias. La llamada se amplifica en el patio del Liceo cuando alguien anuncia la jornada de diálogo e intercambio “Educándo(nos) con perspectiva de género”, donde la intervención del  Colectivo Ni Una Menos abre una vez más la posibilidad de reformular prácticas de acción y escucha potentes y de políticas amorosas contra los cinismos de la crueldad, las precarizaciones y los femicidios. Porque en la Argentina siguen asesinando mujeres cada 30 horas por el solo hecho de serlo.

–Estamos golpeadas pero no derrotadas, y para eso debemos cuidarnos entre nosotres en las calles, en los barrios y en nuestras casas.

–Somos nuestros propios motores vitales de lucha colectiva. Hagamos surcos y dejemos huellas.

–Denunciemos todas las tramas de las violencias machistas, patriarcales y misóginas que nos oprimen.

Las lenguas vivas se pronuncian y van produciendo un hecho político inédito pero que refleja la consolidación y reconfiguración de todas las luchas y las infinitas formas de representar(nos) desde el primer NiUnaMenos de 2015 hasta éste que se aproxima como tromba y marea feminista. “Feministas somos todas y lo bien que hacemos”, remarca Nora Cortiñas para que nadie se distraiga del gesto avulvado de sus manos y de ese grito colectivo que abraza al calor de cada pañuelazo por el aborto legal, seguro y gratuito en contextos de ajuste, despidos, desmantelamientos en salud y sistemas educativos en peligro. Los significados del colectivo Ni Una Menos se encuentran en cada uno de estos pliegues urgentes, motorizando, ampliando y complejizado las lógicas y las razones para desarmar las violencias machistas y construir nuevos modos de organizarse interseccionales y diversos. Alzarse como maestras mayores de obra es la tarea más querida.

“Desde el principio del Colectivo Ni Una Menos venimos ensayando modos alternativos de ocupar el espacio público para los cuerpos feminizados, a quienes el patriarcado quiere victimizados y confinados al espacio doméstico. Para nuestro movimiento, la expresión de los cuerpos deseantes es fundamental, por eso las intervenciones, los montajes, el baile juntes, que es un modo de producir empatía. Somos muy conscientes de la dimensión festiva que nos produce el placer de estar juntas, poniendo en práctica la vida como la queremos vivir.” La escritora, docente e integrante del Colectivo NUM, Cecilia Palmeiro, recita este párrafo como un mantra frente a la ronda enlazada en un centenar de brazos, y surge a borbotones la enumeración de acciones vitales desde el último Paro Internacional del 8 de marzo. “Jallalla, El Bolsón, Encuentro de Mujeres Zapatistas, Asambleas en Fiorito, Villa 31 de Retiro y 21-24 de Barracas,  Asamblea popular de Villa Crespo, Festival de Las Pibas, acciones contra el FMI en el Banco Central y porque libres y desendeudadas nos queremos es que fuimos a manifestarnos en la inauguración de ArteBA”, desanda otra de las referentes de NUM, la productora audiovisual Ana Megna, que transita junto con la artista visual, escritora y curadora Fernanda Laguna los talleres feministas populares que las mujeres de Villa Fiorito celebran hace años.

Ni Una Menos es el hecho político más poderoso de la última década, no cadencia femenina edulcorada como quisieran mimetizarla algunas y algunos con el cacareo distorsionado. Aquí hay un cimbronazo demoledor que agita su propia agenda de reivindicaciones y reclamos, que diseña nuevos mundos desde la transversalidad comunitaria y organizada, que se rebela desde las bases y desobedece cualquier orden social establecido que suponga identidades sumisas y empequeñecidas. Todos los 3 de junio a la fecha, el Paro de Mujeres multitudinario del 19 de octubre de 2016, este 8 de marzo y su histórica fusión intersindical feminista de todas las organizaciones gremiales argentinas recogen ecos de saberes ancestrales para pegarles en el nervio al machirulaje institucional tan caro al Gobierno, al poder económico internacional que vuelve para arrasar el futuro y a todas las formas de represión y militarización en los territorios donde las más golpeadas son mujeres, lesbianas, trans, travestis, niñas y niños. Ni Una Menos por violaciones correctivas, Ni Una Menos por abortos clandestinos, Ni Una Menos por hijas ni amigas violadas, asesinadas y descartadas en bolsas de basura. Ya Basta, Yo No Me Callo Más, Vivas, Libres y Desendeudadas nos Queremos son parte de esa marea “que puede lidiar contra la burocracia helada del Estado”, como describe la escritora Gabriela Cabezón Cámara cuando se refiere al relato de una joven abusada que no se dio por vencida.  “Necesitamos estar cada vez más atentas y cuidadosas con el dolor, con las formas particulares de violencia sexual contra las niñas y adolescentes, con los modos institucionales y clasistas con que se quiere de nuevo encorsetar nuestros debates y nuestros deseos”, expresa en uno de sus párrafos el documento elaborado por este colectivo para el próximo 3 de junio. “Porque no somos solamente víctimas pero el duelo no se termina, porque la respuesta misógina a nuestra autonomía es la crueldad que se imprime en los cuerpos feminizados.” Sucede que el mundo que conocíamos, el mismo que queremos cambiar se resquebraja y hacemos pie sobre tembladerales, dirá ese texto.

“Y porque queremos cambiarlo todo”, agrega la activista y educadora feminista Alejandra Rodríguez, referente de NUM y la organización Yonofui, que participó en la jornada del ISTLyR. “Necesitamos hacer lugar al desconcierto, pero en lucha en los territorios para construir nuevos horizontes inclusivos y revolucionarios. La ampliación de voces, la Educación Sexual Integral en las escuelas, las asambleas situadas en las cárceles, en los barrios populares, en El Bolsón por Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, en la villa 21-24 marcan interseccionalidades que nos atraviesan a todas para poder decidir en libertad qué queremos para nuestras nuevas vidas.”

Porque cuando se habla del movimiento Ni Una Menos no se puede eludir que implica denunciar el crimen de Estado que asesinó al joven mapuche Rafael Nahuel por la espalda y que hoy sigue criminalizando a las comunidades, describe una nota publicada en este suplemento por la investigadora y politóloga Verónica Gago. “Esta ampliación y generalización del análisis feminista, que lo ´mezcla´todo, está produciendo un proceso de rabia colectiva acá y allá, y una capacidad de lectura transversal de todos los fenómenos de nuestra coyunturas desde las propias luchas.”

Cuerpos colectivos

El segundo Paro Internacional Feminista tradujo un nivel de organización expresiva desde los barrios, sindicatos, escuelas, lugares de trabajo y en territorios plurinacionales que las mujeres migrantes organizadas exigen asentar en el próximo Encuentro de Mujeres a realizarse en el sur del país y que volverá a reverberar en las jornadas del 3 y 4 de junio. Condensar experiencias y derivas abarcaría, coinciden Luci Cavallero y Verónica Gago, ambas del Colectivo NUM, la masificación incontrastable del movimiento desde el primer 3 de junio de 2015, en la caída de los debates hegemónicos ante esta nueva experiencia de politización colectiva. “La discusión se transformó en experiencias de politización en diferentes lugares. Así el aborto pasó de ser un problema excluyente de salud pública para convertirse en una contraseña propia de decisión sobre lo que queremos hacer con nuestros cuerpos”, resalta Cavallero.

“La soberanía de los cuerpos, el deseo de maternar o no, los debates ampliados en las asambleas organizativas previas a las grandes movilizaciones en la Mutual Sentimiento son ensambles que trajinan una construcción profunda de la casa en la que queremos estar con nuestros gestos de desobediencia y de incomodidades bien en alto”, sostiene Gago.

En esas disputas por el poder son ejes y demandas imprescindibles para el próximo 3-4J la denuncia del endeudamiento público y privado al que nos está sometiendo este gobierno, agrega Cavallero, poniendo en cuestión dictados de odio visceral que recaen principalmente sobre lxs más pobres. “Desde el colectivo Ni Una Menos realizamos una acción en la puerta del Banco Central en 2017 con la consigna ´Vivas, Libres y Desendeudadas nos Queremos´, que hoy se hace urgente. En ese momento pensamos que el feminismo, apropiándose de la herramienta del paro y poniendo en escena la imbricación de la violencia machista con la violencia económica, financiera, institucional y política, tenía algo propio para decir en relación al endeudamiento y la forma en que afecta diferencialmente a las mujeres.

¿Un nuevo modo de pensar desde el feminismo las raíces de estas violencias?

–Un modo de pensarlo como bloqueo a nuestras autonomías, no sólo como un problema macroeconómico sino también ligado a nuestras economías cotidianas, donde nos endeudamos para financiar gastos corrientes en búsqueda de autonomía económica, pero a la vez esa deuda nos expropia capacidad de decisión en el futuro. Entre otras consignas, recuerdo dos muy importantes que salieron en esa acción: ´La deuda no nos permite decir no, cuando queremos decir no´ y ´Las mujeres hacemos cuentas todo el día´.

“Salgamos a cuestionar todas las estructuras de la casa patriarcal, reproduzcamos los armados trasversales en rondas de complementación y ayuda en común, como sucedió en las asambleas de Pepsico y la articulación con las trabajadoras de la Línea 144 de provincia de Buenos Aires, un área desmantelada donde se están produciendo despidos”, enfatiza Gago presionando para que las desobediencias en las fábricas, en las esquinas y en las camas no sean sólo ropajes a flor de piel. “Lo que se vio el 8M en las calles y lo que seguimos observando no son movilizaciones espontáneas ´y de color, como pretenden presentarlas ciertas coberturas periodísticas, sino un proceso que llegó para quedarse. Lo que vemos en acción es una nueva forma de construcción política que se amasa en asambleas, las cuales a su vez se nutren de cientos de organizaciones, experiencias y luchas en cada lugar. En ese sentido el feminismo que anima el colectivo NUM despliega una disputa cuerpo a cuerpo.”

El primer Encuentro Internacional político, artístico, deportivo y cultural de Mujeres que Luchan, organizado por las mujeres de las comunidades zapatistas en Chiapas entre el 8 y el 11 de marzo y que reunió a más de diez mil personas, es el antecedente directo de convocatorias que profundizan las construcciones políticas y sociales de una autonomía que enorgullece. Algo similar sucedió el 11 de mayo en el Festival de Las Pibas, al inaugurarse un acompañamiento a chicas en situación de calle y de extrema vulnerabilidad en la Plaza Martín Fierro rebautizada China Iron, en Cochabamba y Urquiza. Son acciones unidas por un hilo invisible de rondas liberadoras, donde cada una logre poner en el centro los dolores de la violencia femicida, las torturas, los golpes, de las presas y de las sobrevivientes de violencia sexual, para aprender a reconocer(nos) entre todas y a sanar las heridas.

“Las ollas populares feministas, las reuniones de las diferentes militancias que atravesaron sus propias crisis son puntos de encuentro que conectan muchas prácticas en acciones con sentido”, dice la artista Mariela Scafati, activista queer y actora central de NUM junto con Fernanda Laguna y Virginia Giannoni. “Hijas del paro, brujas cocinando juntas al calor de una transformación del espacio en cuadrillas de pintoras, en mesas de economías feministas, en radios abiertas no nos hablan de cifras sino de lo que nos molesta como colectiva feminista, y de aquellas voces que dejaron de estar obturadas para hacerse escuchar por primera vez.”

¿De qué hablan hoy estas etapas de transformación?

–De momentos clave y de sentirnos en estas escuchas con otra densidad. No nos callamos más es una consigna pero también es una forma de construcción que queremos derramar en el campo social. Debemos trabajar para que ninguna se sienta abandonada por el feminismo, y éste es el momento de reunir fuerzas para producir centralidades con poder instituyente y activar herramientas colectivas en momentos de emergencia regional, como el que estamos viviendo. Latinoamérica está en emergencia y los feminismos populares se organizan en resistencias creativas internacionales, como el Lula Festiva en Plaza de Mayo. Esa noche sobrevoló con mucha potencia el repudio por el crimen político de la legisladora brasileña Marielle Franco, negra, favelada, lesbiana y feminista ejecutada a manos de la policía; por la privación de la libertad de Lula da Silva, por el asesinato de Bertha Cáceres y porque la deuda es una de las violencias que Ni Una Menos denuncia como bandera en sus reclamos.

“La Internacional Feminista nos retroalimenta y ayuda a generar discursos propios, diversos pero en juntadas enriquecedoras que terminan dando espacios a nuevas voces, casi siempre reinaugurales de otras realidades”, resume Ana Megna. “Las vivencias traman nuevas instancias de organización que se prolongan hacia el interior de los espacios, poniendo en juego las capacidades de alianzas. Estos modos de pensarse en horizontes posibles son los que impulsa NUM por su naturaleza a contrapelo de los mandatos. Pero involucrando siempre el diseño de formas originales de autogestión en libertad, sin maridos ni patrones.”

Para todas nosotras

“Trabajadoras somos todas” es desde el 8M un viento que arrasa cualquier sordidez, una contrapedadogía frente a la crueldad y el terror que quiso diezmar a las compañeras de Gilda Olmedo Cañetes, vecina de la Villa 21-24 que falleció en abril. “Gilda no murió ayer electrocutada. A Gilda la mataron silenciada, sacando agua del pasillo inundado, con el foco amarillo apuntando para otro lado, aunque quieran culpar a un cable, inimputable”, dice el poema de la Corriente Villera Independiente y el Movimiento Popular La Dignidad, escrito poco después de su muerte. Gilda tenía 45 años, era madre de siete niños, trabajaba en una de las cooperativas de recolección de residuos de la Ctep y fue una de las organizadoras de las asambleas previas al 8M. “Gilda está haciendo historia ahora mismo”, insiste Natalia Fontana, del Colectivo NUM y secretaria de Prensa del Sindicato de Aeronavegantes.

“Gilda no es recuerdo, es lucha permanente y un reflejo potente del 8M y de todo por lo que debemos seguir peleando hacia el 3-4J. El 8 de marzo sucedió algo importantísimo e histórico para las trabajadoras organizadas y que de alguna manera enlaza lo ocurrido con esa compañera: pudimos profundizar aquel ´Trabajadoras somos todas´ que veníamos vociferando desde el Paro Internacional de 2017, llegando a concretar una plataforma de encuentro transversal de mujeres nucleadas en las diferentes centrales, incluidas las de la economía popular que Gilda encabezó.”

El armado de una organización intersindical feminista potencia una equidad de género en todos los órdenes laborales.

–Habla también de ese armado transversal cuando logramos ir más allá del arco político-partidario que impone lógicas electoralistas para nuestra composición. Esta confluencia la hicimos en el ámbito de una asamblea feminista que convocó, organizó y llevó adelante el primer Paro Internacional de mujeres, lesbianas, trans y travestis. A partir de entonces, seguimos activando ese espacio común de mujeres trabajadoras con el criterio construido en ese tiempo. Actualmente estamos poniendo en debate y discusión con diferentes legisladores, la ley de paridad que presentó el Gobierno nacional y que vendría a modificar leyes de protección laboral que hoy tenemos. También nos pronunciamos de manera conjunta en contra del FMI y de sus políticas de ajuste.

¿Qué significa la transversalidad desde el colectivo NUM en este concierto de despidos y persecuciones?

–Que sea transversal implica que dimos estatus de relevancia a los acuerdos y alianzas entre nosotras, para fortalecer nuestras demandas y consignas, para pensar acciones en común a futuro. Que sea transversal es que las decisiones las tomamos en toda la complejidad que somos, trabajadoras formales e informales a las que desde siempre se desconoce y se desvalorizan las tareas de cuidado que llevamos adelante. Y que sea transversal significa que ese sistema de alianzas no se rompe por los acuerdos que decidan nuestros compañeros en su función de representantes sindicales. Somos un movimiento que vinimos a quebrar estructuras, que no nos dejamos abroquelar por jerarquías patriarcales, y formamos parte de una enorme mayoría en clave feminista que estamos para nosotras y para discutir todas las formas de explotación que afectan nuestros cuerpos. Y esa es una determinación imparable.

 

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/118299-vamos-a-cambiarlo-todo

Primera Escuela Zapatista: descargá sus cuadernos y materiales de estudio // Lobo Suelto

Todos los libros del Gobierno Autónomo (I y II), Resistencia Autónoma y Participación de las mujeres en el gobierno autónomo ahora disponibles en .pdf

Los documentos que encuentras a continuación son parte del material entregado durante la Primera Escuelita Zapatista en la que más de 1500 personas entraron a las comunidades zapatistas entre el 11 y 17 de agosto para aprender de la lucha organizada del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

En muchos sentidos, la Escuelita no era una escuela típica. Los maestros no tenían títulos, los libros de texto no citaban a prestigiosos académicos anteriores, y los salones de clase no tenían pizarrón. La clase estaba en sesión 24 horas al día y la sección de preguntas y respuestas estaba abierta todo el día. Y, sin lugar a dudas, los temas no eran ordinarios.

Algunas de las lecciones impartidas en la Escuelita se entregaban en lecturas de cuadernos de texto y presentaciones de autoridades zapatistas. Pero la mayoría de las lecciones más importantes se aprendían al compartir el hospedaje, las comidas, el trabajo la vida y las conversaciones con las familias y guardianes zapatistas anfitriones de los estudiantes en sus pequeñas y remotas comunidades durante los días que duró la Escuelita.

Lee el artículo de Alex Mensing completo y descarga los PDFs (abajo).

En la Escuelita Zapatista los estudiantes aprenden organización comunitaria y resistencia civil como forma de vida.

Cuadernos de texto de la primer Escuelita Zapatista

Gobierno Autónomo I, 1234567

Gobierno Autónomo II, 1234

Participación de las mujeres en el gobierno autónomo 1234567

Resistencia Autónoma 123456789

Como resistir la violencia institucional cotidiana // Juan Gerez

Ir al grano, no escribir prefacio que esclarezca la llegada al gobierno de Cambiemos. La bocha es corta y la estrategia planteada por ellos es simple. Reforzar la utilización del terror para reordenar el espacio político y disciplinarlo. Miedo, cuerpxs, bastones y sangre, prepotencia por ver, DNI por grabar y demorado por defender. Así se muestra nuevamente el neoliberalismo, a decir, por un lado, el respeto indiscutible a la propiedad privada y el accenso al panteón del modelo de la empresa privada y por el otro, represión. Lo individual es virtud y lo colectivo molesta, por eso cada cual a sus cosas y mejor no preguntar, no meterse nos recomendaban nuestros padres, era la lección de la dictadura.

Su estrategia es precisa y doble: concentración económica hacia arriba (plutocracia) mientras se ajusta hacia abajo. Las fuerzas de seguridad en fila y la represión directa a las masas es la forma tradicional ante lo que se impone como resistencia colectiva movilizada a esa lógica mercantil que inunda todo. Confrontación entre cuerpxs en una suerte de lógica militar que enfrenta bloques contra bloques. Sin embargo, y a diferencia del pasado dictatorial, el bloque neoliberal encuentra hoy un límite, este es el espacio democrático (siempre endeble y cambiante). Una novedad para nuestra historia moderna puesto que su suspensión era la norma cuando ellos asaltaban el gobierno.

Segunda estrategia que busca imponer el miedo en una sociedad como la nuestra, siempre insurgente y altanera, puesto que también se necesita romper los lazos sociales en lo micro escoltando a los despidos como norma disciplinante, mostrarse obsceno y siempre presente en tu día a día, advirtiendo que, si sacas los pies del plato, cobras, que, si miras al rati a los ojos, te la puede dar y que los que ahora manda en la calle son ellos. La regla es el espacio público limpio y el comercio es asunto de gente respetable. Los pobres son cosas y molestan y el barrio militarizado como gueto para que no arruine nuestra estética europea. Es una micro violencia institucional que se instala para comerte el inconsciente, para que no pares y veas, para que sigas en la tuya, para que te salves vos, anatomo: le habla a tu cuerpo. Pero Argentina es una mezcla rara y siempre rebelde, dos victorias populares contra los ingleses en la espalda, no nos cabe comernos el verso por mucho tiempo. Ahí el pecho del militante siente la injusticia como propia, como decía el Che, uno no controla el cuerpo y se manda, encara piola y enfrenta la mierda con bastón y después se come el garrón pero no importa.

Lxs que ponen, llevan la historia de la movilización y si hace falta, la maza en la mochila por si pinta, ya que hoy día eso es una posibilidad. Sin embargo, ahora se podría pensar otra estrategia paralela para enfrentar el miedo que imponen esas micro-violencias de la vida cotidiana. Entonces, ¿cómo hacerlo sin caer en lo asilado de la acción individual, sin comerse el garrón del calabozo por creerse Superman? ¿cómo manifestar que la política es poner el cuerpo? despertarlo, hablar en ese espacio.

Hasta ahora la Yuta gana porque cuando hay injusticia la mayoría miramos, porque el cuerpo dice que hay que cuidarse, nadie se mete porque sí en una movida así, en lo videítos de Youtube siempre hay círculos de espectadores que encierran a los ratis pero que no encaran. ¿Lo viste? Hay miedo ahí, pero la gente está cansada y tu cuerpo lo siente, le metes más horas de laburo (por eso tu mal humor en casa) pero no alcanza para llegar a fin de mes, de apoco sentís que ya estas agobiado, no lo podes soportar más.

En los videítos los ratis le sacan la ropa al vendedor de la calle, al changarin que ahora ya no tiene el trabajo de antes, ese podrías ser vos y da empatía. ¿Como explotamos nosotrxs, lxs militantxs esa bronca, rabia y odio contra la injusticia, contra el gobierno, contra el laburo precarizado que la gentxs ya siente en su cuerpo pero que aún no sabe cómo expresar? La derecha ya leyó, para ellos los catalizadores son lxs negrxs o lxs inmigrantxs.

Los ratis se la creen, por ahora, porque en la calle ellos ganan, tiene el poder en la cintura. Pero para la micro-violencia tenemos micro-resistencia y aquí se arriesga una estrategia:

Los ratis, si no es un operativo, encaran de a dos o tres y si se pone denso piden refuerzos. La gente siempre se acumula para ver de qué va y si pinta ayudan al laburante. Ponerle freno; si vos sos militantx hablale a la gentxs que está ahí, deciles que hay que defender, que mañana podrían ser ellxs. Agarrate de la mano del que mira, hagan un circulo, que la policía no se pueda mover o por lo menos que le cueste, que sienta el cuerpo con cuerpo, nuestro poder, que vean que son menos y nosotrxs más, que se cagen, que se vayan. Agarra el teléfono, tene siempre un numero agendado, avisa lo que vas a hacer, avisa donde estas, avisa que llamas en media hora y que, si no te contactas de nuevo, te busquen en la comisaría más cercana, o sino colga los auriculares y mantene la conversación todo el tiempo, de ultima manda audios de whatsapp cada tanto. Empujarlos, molestar, gritar, soltar al que persiguen es tu estrategia, cuando lo lograron, decile que se vaya rápido con las cosas que le quiere zarpara la trulla, cantar el hit del verano para arengar. Aguantar ahí hasta que el laburante perseguido se fue lejos, subir el videíto a la red, que esta acción se vuelva virus en otro acontecimiento, mostrar que la calle también es trinchera y que al neoliberalismo se la ganamos siempre en lo colectivo. Una sociedad de individuos no funciona para Argentina porque nuestro arte no es vivir sino sobrevivir y eso es una lucha de conjunto, como el mate, como el Che.

Riquismo, esencialización de la pobreza // Agustín J. Valle

Aunque alguien “nacido en la pobreza” llegue a la universidad, para el pensamiento riquista no llega de verdad a la universidad: porque el riquismo esencializa la pobreza, considerándola un dato de la naturaleza.

La naturalización -eternizante- del abismo de clase es el núcleo del pensamiento riquista. Por eso no consideran delincuentes a los multimillonarios que roban, contrabandean y evaden; aunque roben, no son ladrones: son ricos. Los pobres pueden ir a la universidad pero no llegan a ir a la universidad verdaderamente: son pobres. No se convierten en universitarios. El dato no cuenta, no importa, es insignificante para el esquema perceptivo; no es un dato sensible. Una sensibilidad se reconfirma a sí misma.

«Hacer jardines»; ella habla en nombre del bien; del bien de su verdad que esencializa eternizando la segmentación jerárquica de la especie humana. Vidal no miente, enuncia la verdad de la que participa, y cada mundo tiene sus evidencias.

Como leí hace poco, el riquismo no tolera los derechos sociales y aspira al orgullo de la beneficencia.

Es una política basada en una definición de la especie humana que incluye naturalmente el abismo de clase. Por eso los pobres no pueden ser vagos y los vive-de-rentas sí, por eso los megaevasores todo bien y el que vende sanguches marchepreso…

 

Los argumentos no valen más que para entender mejor nosotros; no para convencer.

 

Lucha, fiesta y poesía.

¿los niños primero? // Silvio Lang

En Asunción, Bruno Comas fue imputado por realizar “actos exhibicionistas y obscenos” y “actos homosexuales contra menores”, cuando en verdad lo que hizo fue interpretar una performance con sangre artificial y purpurina en un festival lgbti en una plaza. ¿Hasta cuándo periodistas y jueces seguirán asociando homosexualidad con pedofilia?

En esa misma plaza, como medida de protesta, se encuentran acampadas, desde el año pasado, varias familias indígeneas que fueron desalojadas de sus tierras y otras que se quedaron en la calle por las inundaciones. Los hijos de los desterrados se sumaron al público sexodisidente.

Al mismo tiempo, en otra esquina de la plaza, unos pastores Pro Vida, custodiados por la policía, instalaron sus parlantes para insultar al público y arengar a los niños a la quema de la bandera de la Diversidad. Los pastores filmaron con sus teléfonos celulares diferentes momentos del Festival, incluyendo el instante de los besos masivos. Y como no consiguieron que los niños le obedezcan viralizaron los videos bajo la consigna “abuso infantil en flagrancia”. La Secretaría Nacional de la Niñez y la Adolescencia de Paraguay reaccionó con un comunicado que reprodujeron los medios compulsivamente donde se declara “inadmisible la utilización de niñas, niños y adolescentes como medio para reclamar derechos de terceros”, y denunciaron a Bruno en la Fiscalía por “actos exhibicionistas y obscenos que ofendan el pudor de las personas”, y por  “actos homosexuales contra menores”. A lo que Bruno respondió: “Obsceno es como utilizan a los niños para criminalizarnos”. El titular de la Secretaría, Ricardo González, declaró que “el hecho más grave es el de una persona adulta que se toca los genitales frente a los niños”, haciendo referencia a Bruno, en el momento que sacaba la purpurina de su short para tirarse encima del cuerpo.

Acto seguido, el funcionario protector de la sexualidad de los niños del Paraguay twiteo: “Mientras sigamos teniendo adultos de pueblos originarios viniendo a la capital, vamos a seguir teniendo niños en la calle”. O sea, para el Estado paraguayo y sus pastores es más violento para un niño reconocer un beso nuestro, que nos damos cuando queremos, que la intemperie de la vida en la calle, sin derechos básicos como el agua, la alimentación, la vivienda, la educación. En su paranoia hetero-sexista de control de un “mundo normal” la sociedad capitalista y sus instituciones siguen fabricando pobres y homosexuales, sucitando a cada momento su propio límite. Nuestro ano -o cómo organizar los cuerpos- sigue siendo el arma más poderosa y modesta para combatir al Capital y crear otras formas de vida.

Vetá lo que quieras total la vida siempre brota // Diego Valeriano

 

Vetá ésta. Vení y vetá las ganas. Salí y fíjate si te da la nafta para vetar a las pibas. Vetales la prepotencia, el yo te creo hermana, la arrogancia de las que saben que están en una revolución, los guiños color verde en el furgón. ´Vetá a las pibas que son tan contagiosas que hasta las caretas millonarias usan sus palabras. Dale, anímate a pasar por la plaza a vetarles el estado de animo.

Cruza Rivadavia, bajate del 238, camina por Marina bien de noche, espera el bondi en Pontevedra, ponete un puesto de tortilla a la orilla de la 1001 y anímate a vetar algo. Veta las travas del cementerio si podés, a las princesas del asfalto, a las maricas que viajan mil horas en bondi cargados de ilusiones para llegar a Buenos Aires y terminan viviendo en Villa Bosh. Vetá la vida si alguien te deja.

Vetá a los guachines que no aceptan las consignas. Seguí hablando de inclusión, dando vergüenza en los centros comunitarios, haciendo murales y juegos que atrasan, volviendo a tu barrio antes que baje el sol. Seguí mendigando subsidios, siendo recurso, quedándote conforme por estar ahí como si eso fuera suficiente, siendo traductora, seguí siendo gato que veta la vida que no entiende. Seguí apostando al futuro sin darte cuenta que el presente es una fiesta.

Vetá la fiesta, dale. LLamá al 911 y que venga el patrullero a decir que bajen la música, que no griten tanto, que no tiren cuetes. Dale, fíjate si bajan o siguen. Si se animan a cruzar por el frente. Dale, seguí posteando sobre obviedades y mirando series. Vetá que los guachos se intoxiquen, que todo sea un arrebato, que a las nueve de la mañana arranquen para el chino a comprar escabio, las risas duras.

Vetá todo lo encantador pedazo de ortiva. Las motos rompiendo la noche, la guerra en cada esquina, los pibes dispuestos a no negociar el placer, a los amanecidos buscando al último transa un domingo. Vení pancho, vení y vetá el odio a la política, la desconfianza a los curas, el odio a las maestras, la certeza de que la solidaridad es mentira y que de arriba nunca viene nada bueno.

Vetá el amor a los que perdieron, las lágrimas tatuadas, los murales en los monoblocks, las historias que siempre crecen, los pibes que salen hechos hombres, las novias de presos que mienten y esperan, las cicatrices que enseñan.

Vetá lo que quieras total  la vida siempre brota. Que el consumo libera, que de ultima tiran los ganchos, que hay comedores, que el papeo se resuelve, que nunca van a ser empleadas, que en el rancho se está poco. Que tarde o temprano un bondi siempre los lleva aunque haya que esperar un poco más.

Lo que un cuerpo puede. Un ensayo sobre (Ricky) Espinosa // Mariano Pacheco

La esquina fue escuela de sobrevivencia al desamparo económico, político y afectivo de la Argentina neoliberal. De allí surgieron bandas como Flema, y emblemas del punk rock local como Ricky Espinosa, el joven que hizo de la frase del filósofo holandés que ilustra este texto, una pragmática.

 

Es difícil intentar comprender al menos algo de los años noventa en este país sin entender lo que el alcohol significó para la juventud de los suburbios. Al menos lo que la cerveza implicó para el piberío del Conurbano y las barriadas pobres de la Capital Federal (sí, por entonces era la Capital y no la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la CABA, como ahora). El culto de la amistad a través de la cerveza, y el culto a la cerveza cuando las amistades ya no están. La cerveza o el vino, lo mismo da. Nosotros, con los chicos, nos tomamo’ un litro más de vino (“Borrachos en la esquina”); Porque es, el linyera, se emborracha y no le importa una mierda. Si es botella o es un tetra no le importa una mierda, lo único que quiere es escabiar («El linyera»); Ella me atrapó con su blanco cristal, y no puedo estar sin cerveza tomar. Y mis amigos mañana traerán, blancos cristales, para tomar. Más otra más, otra más, otra más, quiero cerveza tomar (“Blanco cristal”); Brindo una vez más por mis amigos, los que sólo están en mi corazón («Vahos de ayer”); Baile sin control, más excitación, cuando sube le alcohol, quiero diversión (“Pogo, mosh y slam”).

La voz inconfundible de Ricky se combina siempre con una buena batería, y el sonido sucio y descontrolado de la guitarra y el bajo en versión punk rock suele aparecer en forma de canciones tristes, a veces, y otras de las más alegres. Lo mismo sucede con las letras: se intercalan algunas crónicas en primera persona con crítica al orden social, y sobre todo, a los estereotipos.

“Chicas judías”, por ejemplo, sólo puede entenderse en el contexto de emergencia de una camada de jóvenes que se rapan la cabeza, le ponen cordones blancos a sus borceguíes negros y cuelgan tiradores de sus pantalones, para ir un sábado por la noche, en patota, a provocar a algún pibito punk que quede borracho en algún rincón. Viaje a Israel, un viaje a Israel, chicas judías en Israel, una frase así sólo cobra sentido en la mirada del otro, en el rostro fruncido de algún skin, que no es más que otro estereotipo  social, en este caso de la pequeña burguesía queriendo huir de la debacle a través de una salvación imaginaria que los sitúa al otro lado de la brecha social abierta por el neoliberalismo. Algo similar sucede con otras canciones, como “Es sólo un juego más” (El mal nació con él, en algo debía empezar/ sin tener un por qué, voluntad de dañar./ Le gusta destruir/ disfruta corromper/ es solo un juego más/ se ríe al romper/ le excita ver sangrar/ sabiendo que está mal/ No todo es lo que debe ser, el niño tiene crueldad/con inocencia o no, nació para matar) o como “Hombre vicioso” (Hombre vicioso, engendro de satán/ ritos asquerosos, carentes de moral/ hombre de alma sucia, bandera del mal/ anarco-drogadicto, perdido total/ Mente retorcida, irrecuperable/ que lo lleve la policía./ alma de homicida, cara de culpable/ que lo mate la inquisición/ gente como esta no debe nacer). En ambos casos se apunta a mostrar, como en un espejo, lo trillado de los comentarios que fueron generando el caldo de cultivo para esos micro-fascismos que irán creciendo exponencialmente en los años venideros.

Es esa incomprensión, sobre todo del mundo adulto (careta, hipócrita y “formal” en mundo que cada vez tiene menos de formal), la que se rechaza en este tipo de canciones. Mundo yo, nunca te quise a ti, porque vos, no me entendiste a mi puede escucharse en “Tiempo de morir”. Incomprensión que busca conjurarse en manada en una esquina cualquiera de la ciudad. Porque la esquina fue escuela de sobrevivencia al desamparo económico, político y afectivo de la Argentina neoliberal.

 

Soy de la esquina

No fue el punk de Flema -la banda capitaneada por Ricky Espinosa- sino el heavy de Hermética el que le cantó a la esquina, pero de todos modos vale la invocación. Sobre todo teniendo en cuenta los gustos y la amplitud musical de Ricky. Allí esperan mis amigos en reunión/ Mucho me alegra sentirme parte de vos. / Conversando la rueda, ya se formó/ Y las flores se queman buscando un sentido, cantaba Claudio O´ Connor. El compartir una birra y un porro fueron una forma de gestar comunidad en un contexto de profunda descomposición social. Tu risa amiga alejo mi soledad, esos momentos que viví no he de olvidar, sigue la canción que fue himno entre los heavys -primos hermanos de los punkys, dicho sea de paso- en la que se aclara que se prefiere la esquina a mirar tele, ya que ésta se encuentra “vacía de realidad”, mientras que en la esquina la verdad “está latiendo” (resulta pertinente destacar que cuando Juan Fandiño -guitarrista fundador de Flema- lo contacta a Ricky, éste escuchaba por entonces sobre todo heavy metal. También que en una de sus fotos más conocidas Ricky aparece con una remera de Almafuerte y que el propio Ricardo Iorio graba un audio para introducir una canción del disco Resaca).

Por supuesto, cualquier reivindicación de Espinosa como rebelde social deberá conjurar la imagen del “personaje” que se ha construido en torno a él. De algún modo, podría decirse, todo el libro Ricky de Flema. El último punk (de Sebastián Duarte), podría ser leído en ese sentido: Espinosa, el pibe reventado al que no le importa nada, ni nadie. Imagen que contrasta con los contundentes testimonios de sus amigos (e incluso de su novia, y de su padre) que pueden verse en Ricky Espinosa, el documental, de Juan Pablo Duarte (https://www.youtube.com/watch?v=EN5So4SgiBM). Testimonios entre los que se destaca el de Juan Fandiño, quien señala que lejos de los estereotipos y las miradas condenatorias que se construyeron en torno a su figura, Ricky era una persona muy leída, que podía sostener una conversación sobre temas actuales, históricos, políticos con cualquiera.

Obviamente, Ricky fue un pibe que cultivó tanto la amistad como la soledad. O tal vez podría decirse que porque no le huía a la soledad pudo cultivar de esa manera tan profunda la amistad.

Quítense la máscara y vean la realidad/ El que nunca estuvo solo no conoce la amistad, canta en “Nunca seré policía”, canción que puede ser escuchada en serie con las palabras escritas por Peter Pal Pelbart en su texto titulado “Cómo vivir solos: filosofía de la deserción”, en el que citando a Gilles Deleuze destaca que el problema que padecemos quienes habitamos el mundo contemporáneo, no es que nos dejen solos, sino que no nos dejan suficientemente solos como para poder atravesar la experiencia de la soledad (la más poblada del mundo, en la concepción deleuziana que tiene sus filiaciones con la nietzscheana. Es decir, aquella que sostiene que ese tipo de soledad el punto a partir del cual es posible multiplicar los encuentros).

De allí que nos resulte poco fecundo pensar la soledad de Ricky separada de sus amistades, esas que nacieron y se desarrollaron al calor de los encuentros en las calles, en una esquina cualquiera.

La esquina, entonces, no debe ser entendida como el lugar de la perdición de un sector de la juventud en la década del noventa, sino el gran albergue de heavys, de punks, y de otras tribus que comenzaron a surgir y pulular por la ciudad. Sea en unos videos (los fichinies), en una plaza o un en un simple escalón, las esquinas fueron en por aquellos años, trincheras de resistencia social de la juventud que no se conformaba, que no estaba dispuesta a resignarse ante el creciente estado de malestar que atraviesa a la Argentina.

 

“El punk es expresarse”

Cuando Fandiño formó Flema junto a varios de sus amigos (entre ellos Fernando Cordera, primo de Gustavo de La Bersuit), Ricardo Espinosa aún ni pensaba que podía liderar una banda punk, aunque sí andaba ya en sus búsquedas musicales. Primero Ricky se sumó a la banda como guitarrista. Pero de aquella primera formación que pasó a hacerse conocida luego de grabar dos canciones (“Cáncer” y “Buscando un lugar”) para el disco Invasión 88, solo quedó Ricky, quien más tarde pasaría a ser cantante de la banda, ya compuesta por nuevos integrantes.

En 1992 Flema saca Pogo, mosh y slam, un casete que circuló -como tantos en la época- grabados en los novedosos grabadores de doble casetera. Así, ciertos temas empezaron a circular de barrio en barrio, viajando en los TDK que uno iba grabando y prestando, o incluso, expandiendo en una práctica todavía no tomada por la lógica neoliberal, que implicaba hacer juntadas entre varias personas para escuchar una banda.

1994 será un año clave para la banda: salen a las calles El exceso y/o abuso de las Drogas y el Alcohol es Perjudicial Para tu Salud. ¡Cuidate! Nadie lo hará por vos, primer álbum en estudio. También sale, en forma de demo, Nunca nos fuimos, que dos años más tarde será lanzado como álbum oficial por Sick Boy Records, el mismo sello que los hizo debutar en la escena punk local con disco propio. De allí en más Flema se transformó en una de las bandas fundamentales de aquella camada, junto con Sin Ley y Dos minutos, ésta última con mayores niveles de difusión.

Ricky se transformó en una máquina de producción artística: en 1997 Flema saca su álbum Si el placer es un pecado, bienvenidos al infierno; Ricky funda Flemita, una formación en donde mezcla músicos de distintas bandas para hacer canciones de otros conjuntos que le gustan, con la cual saca ese año el disco Underpunk y al año siguiente, ¿Raro? Raro tenés el orto. También en 1998 saca desde Flema el álbum Resaka y en 1999 dos discos como solista: Vida Espinoza y Tributo a Sin ley y Embajada boliviana, una banda que sus propios integrantes declaran haberse hecho conocidos gracias a Ricky. El 2000, 2001 y 2002 tendrán a Ricky otra vez sacando discos desde Flema: Caretofobia I y Caretofobia II y, con él ya sin vida, 5 de copas, que llegó a las disquerías tiempo después de su suicidio.

Banda fundamental del punk local, Flema sin embargo, parecía no estar destinada a ser una banda estrella, sencillamente, porque hacían del arte de la provocación no sólo una propuesta estética sino una política para la vida cotidiana. De allí que Ricky dijera, alguna vez, que Flema no era una banda para la masa, sino para quienes estuviesen dispuestos a aceptar el desafío de dejarse interpelar por su mensaje. ¿Cuál es tu camino?, con esa pregunta el Zaratustra de Nietzsche responde a quienes le preguntan por el camino. Algo similar podemos pensar que sostenía Ricky a través de su coherencia, su autenticidad.

Incluso entre los punks Flema fue muchas veces una banda menospreciada. Sea por la corriente que supo combinar bandas de punk con ferias de fanzines e intervención militante anarquista, sea por quienes hacían del punk un hábito cerrado sobre sí mismo. De hecho el propio Ricky, en una entrevista radial de 1998, dice, entre risas:

Hay gente que no nos quiere porque a nosotros nos gustan los Rolling Stones, y yo tenía entendido que ser “Punk” era hacer lo que uno se le cantase las bolas. Entonces cuando la gente nos cantó por primera vez “El que no salta es un stone”, no sé, porque lo cantan siempre, y empezamos a hacer temas de los Rolling Stones; hubo gente que nos hizo la cruz, pero me pareció una actitud fachista de ellos, si uno está arriba del escenario para expresarse y hacer lo que tiene ganas de hacer. O sea que por ese lado no los entiendo, y por otro lado, tampoco los entiendo…

Como puede verse, para Ricky, de lo que se trata, es de poder expresarse: la bronca, el dolor, e incluso la celebración y la joda. No son pocas las canciones que aparecen como “raras” para ser una banda punk. Desde la profunda sensación de libertad pero también de jocosidad que expresa “Fernando anda en skate” (Pantalones anchos, zapatillas botitas y su camiseta blanca de death./ con el flequillo largo/ y el skate en la mano/ y su camiseta blanca de death./ Fernando anda en skate…) hasta la mezcla de ritmos de “La sal del mar” (Llegó la ya hora de festejar/ dejar los problemas de la ciudad), donde el punk aparece entremezclado con un rock-nirvanoso, el slam y el skate-californiano.

Por supuesto, también supo cultivar Ricky canciones profundamente tristes, no sólo en sus letras sino también en sus ritmos. Prueba de ello son algunas breves pero contundentes canciones, como “No te dejaré”, dedicada a la cocaína (Mira como cae el techo del ascensor/ todo se derrumba a mi alrededor/ estoy solo a un paso del infierno hoy/ y si sigo así, no te voy a dejar./ Vos sos la nena más blanca de acá/ la que vuelve locos a los chicos de mi edad/ mil fantasmas invaden mi habitación/ si sigo así, no te voy a dejar./ Cuando caen las sombras de la oscuridad/ la mañana parece nunca llegar/ para mi es difícil no pensar en vos/ si sigo así, no te voy a dejar./ No te dejare… no te dejare), “Quizá” (Me podés ver caer y no comprender porque fue así/Y aunque lo intenté, vos ya no querés confiar en mí/ No sé, vos no querés, no sé./ Hoy cuando desperté no pude recordar lo de ayer/ Ni cuando empecé, ni cuando terminé y te perdí./ No sé, quizás te perdí, no sé/ Quizás vuelva a emborracharme/ Quizás no lo vuelva a hacer/ Quizás vuelva a repetirlo/ Quizás no lo sé) y “Ahogado en alcohol” (¿Sabés? Me estoy sintiendo mal/Y doy mil vueltas sin girar/El sol calienta sin quemar/Tal vez hoy deje este lugar/ Creo que estoy tocando fondo/ de mis actos no respondo/ Se desdibuja mi sonrisa/ La angustia hoy me marchita./ Ahogado en alcohol…), por citar algunas de las más emblemáticas.

 

Punk-rock de las barriadas

Los Espinoza son una familia de la clase trabajadora típica de las miles que habitan el Conurbano.

Zapatillas de lona, jeans gastados y campera de cuero. O botitas all star, campera de jean y pollera, cuando no la cara pintada y siempre, las uñas pintadas. Se lo puede ver a Ricky con remeras de Los Ramones, pero también de Almafuerte, los Rolling Stone, Bad Religion e incluso del Che Guevara.

La reivindicación de la disidencia y las minorías más allá de su experiencia singular fue una de las políticas de vanguardia de Espinosa en aquellos años. Su asistencia a la televisión con la remera que lleva inscripta la frase del escritor norteamericano Truman Capote (Soy alcohólico, soy drogadicto, soy bisexual, soy un genio) quedará para la historia, así como la respuesta al conductor que le pregunta si leyó el libro, y él le dice que sí, pero que no lo entendió (incluso la frase está cambiada, y donde Capote escribió homosexual Ricky puso bisexual).

Como Kurt Cobain, también Ricky Espinosa tuvo su acústico en televisión. Y dio entrevistas lúcidas para la caja boba. Incluso respondió preguntas estúpidas con lucidez. Como aquella vez que asistió al programa Forum, de Canal Trece (Grupo Clarín) y “defendió” a un adolescente fans, diciéndole al “juez” que su música no iba a “des-educar” al pibe (como planteaba la madre), porque escuchar una de sus canciones era como mirar una película: no se sale a matar después de ver que un actor asesina en un film, remató Ricky.

Ricky, como su fans adolescente, son pibes de los suburbios, de familia laburante. Por eso Flema -como 2 minutos, como Sin Ley- no tenían esa distancia que suelen tener los integrantes de una banda con su público, también compuesto por hijos de trabajadores, o a lo sumo, por esa clase media baja que con el menemismo comenzó a irse a pique. Ricky, en ese sentido, no es un niño bien que se rebela y se dedica a la música, que pone su capital simbólico acumulado en función de un proyecto que va a contramarcha de su familia. No: Espinosa es un músico autodidacta, un compositor que se hace bien desde abajo y que a través del punk busca hacer que su interior y su entorno estallen (escribir canciones para sacar la rabia y la frustración afuera).

 

Nunca entendiste lo que te dijimos

No necesito modelos para hacer lo que yo quiero hacer, canta Ricky en la canción que abre su disco solista, Vida Espinosa, retomando de algún modo uno de los leit-motiv presente en los primeros temas de Flema: el anti-mensaje. Si yo soy así no es por culpa de las drogas/ si yo soy así no es por culpa del alcohol, se escucha en una de las canciones de los primeros tiempos, “Si yo soy así”, que se transformó en una de los himnos de la banda, junto con “Nunca nos fuimos”, tema en donde la crítica social deja de tener un tono solapado para pasar a primer plano. Si la primera canción opera como un índice de desmoralización, la segunda se presenta como un relato descarnado sobre la Argentina neoliberal; una crónica alucinada de un cambio sistémico que no se realiza pero no deja de anhelarse, y de esbozarse como programa. En ella puede escucharse:

Juventud sin futuro, temprana decepción

drogas y violencia, desocupación

estado de muerte, repre-depresión

salario de hambre, locura y ambición

sabes muy bien que la maquina

sin contemplaciones te va a tragar,

pero te resignes y busca venganza

te tomas mil pastillas, y con eso no alcanza

decime, explicame, ¿cuál es tu plan?

Jugar a los videos o aspirar poxirran

nosotros con los chicos no nos aburrimos

planeamos atentados contra el presi y los milicos

o quemar alguna iglesia o robar un banco

cantar una canción que exprese nuestro asco!!!

Cuando nos sobra tiempo después de trabajar

tratamos de hacer lo que se llama pensar

no queremos a nadie si nos querés clasificar

somos de esa gente que nadie quiere abrazar

Nunca nos fuimos pero ahora volvimos

porque nunca entendiste lo que te dijimos

Somos tu muerte o tu nacimiento

nuestra negra bandera se agita con el viento

No cague al sistema pero al menos lo intente.

 

Si reproducimos completa esta letra es porque de algún modo en ella se concentra con mayor ímpetu la posición que da cuenta del hastío ante el mundo, el país heredado y aparece con lucidez una impugnación al orden y la conciencia de las dificultades para salirse de ese callejón sin salida al que parece condenada esa generación.

Aunque también en otros temas posteriores, como “Zafarla”, aparece la crítica social de manera abierta (En este país tenés que zafar/ Si no zafas te van a pisar/Para terminar con tu dignidad/No van a para hasta acabar…/Las clases sociales están bien definidas/ Se rascan las bolas en la oficina y lo obreros se rompen las manos/ laburando, laburando se les va su vida), es en “Nunca nos fuimos” donde aparece con mayor fuerza todo aquello que los detractores de Flema no pudieron o no quisieron ver.

 

 

 

Lo que puede un cuerpo

A Ricky lo velaron en la casa de su tío aquella tarde lluviosa del 30 de mayo de 2002, luego de que se tirara por la ventana de un departamento, mientras se encontraba jugando a la play con algunos miembros de la banda.

La casa y la vereda incluso se llenaron de punks que en un silencio profundo fueron a despedir a quien supo ser, tal vez, el último referente punk de la Argentina. En medio de ese silencio su padre se preguntó cuánto más respetuoso podría haber sido ese velorio. Silencio, respeto que venía a tirar por la borda los prejuicios de la sala de velatorios que no aceptó el cuerpo de Ricky para que sus padres y fans le dieran su último adiós, por miedo a que los punkys rompieran todo.

Otra vez los estereotipos, aunque ésta vez ya no estaba Ricky para escribir sobre ellos.

¿Qué pasó que aquel día Espinosa cumplió aquello que habían anunciado por años en algunas de sus canciones, que solía repetir de tanto en tanto en medio de una ronda de escabio? ¿Qué sucedió? ¿Se taponó la madriguera? Nunca encontraremos respuestas satisfactorias, más que hipótesis que intenten explicar lo inexplicable más que para cada singular existencia: el motivo profundo que lleva a una persona a quitarse la vida. El hecho es que la línea de fuga de aquella máquina de guerra artística devino de pronto línea de muerte.

Quedó el personaje, sus leyendas, pero también su obra.

Con las palabras que Curly -histórico guitarrista de Sin Ley- comparte en el documental sobre Ricky nos despedimos, porque de algún modo expresa lo que hoy podemos pensar muchos sobre Espinosa, no el filósofo que afirmó que nunca se sabía lo que un cuerpo puede, sino del artista, el que experimentó en su propia singularidad aquella premisa.

¿Qué le puedo decir a la gente de Ricky? -sostiene Curly-. Que lo escuchen. Que lo escuchen y que no lo canten solamente por cantar. Creo que él nos dejó un mensaje para que nosotros podamos vivir mejor y más libres. Y que no nos dejemos amedrentar ni influir por cosas que no son lo nuestro. Creo que eso Ricky lo tenía muy claro y lo trasmitió en todo momento.

 

POSDATA

La primera vez que vi a Flema, Ricky no fue. Fue una lluviosa y fría noche del invierno de 1994.

Aquella vez pude sentir el ritmo dionisíaco de los Flema en vivo, pero no verme atravesado por la voz impactante de su cantante. Todavía no había cumplido catorce años, pero los recitales de punk -como tiempo antes los de hardcore- eran mi gran pasión (podría decir que entonces la semana sólo tenía sentido porque eran los momentos previos a los recitales de los fines de semana). Así que aquella noche volví feliz a mi casa, a pesar de la ausencia.

Tiempo más tarde, con el Tweety -un viejo punk de Quilmes- armamos una banda: Tiempos de lucha le pusimos. Con esa banda tuvimos la oportunidad de tocar una vez junto a Flema y Sin ley, en un antro situado debajo del Puente Pueyrredón, en Avellaneda, a metros de donde tiempo después sería asesinado Darío Santillán. Pero para aquel entonces aún no había conocido a Darío. De todos modos es poco probable que hubiese asistido al recital, porque si bien compartíamos la pasión por Hermética a él nunca le gustó el punk rock, al resto de pibes y pibas que supieron cultivar entonces la pasión por la militancia y la música con letras rebeldes y sonido sucio.

El hecho es que esa noche pude ver a Flema en su formación completa, pero de Ricky no conservo ningún recuerdo. Fueron las únicas dos veces, de todas las que fui a ver a Flema, en que podría haber cruzado unas palabras con Ricky. La primera porque éramos tan pocos en ese pub situado en algún lugar perdido del distrito cervecero -donde Quilmes se cruza ya con San Francisco Solano- que músicos y público pasamos la noche cara a cara, entre mesas y un escenario improvisado en el piso que no marcaba distancias entre ambos; la segunda por el hecho de compartir escenario. Aunque ahora que recuerdo bien hubo una noche en que cruzamos palabras, aunque no mantuvimos una conversación. Fue en un micro que habíamos alquilado con los chicos de los videos de Alsina de Quilmes para ir a ver a Flema -en realidad a Sin ley, banda que seguíamos a todos lados y que casi siempre tocaba junto a Flema- a Campana, en la otra punta del Conurbano Bonaerense. Ya de vuelta, casi en el amanecer del día siguiente, mientras cabeceaba en el asiento trasero, escucho de repente que alguien me dice algo al oído: Era Ricky, sentado a mi lado junto a una chica. Haceme la gamba de pasarte pa’ delante. Creo que me levanté y ni le respondí. O sólo atiné a decirle: dale.

Así era Ricky, o al menos así lo recuerdo: desprejuiciado, a-moral, en el mejor sentido de la palabra (el placer es un pecado).

Ex-hijas: desobedecer al mandato. Entrevista a Mariana Dopazo // Clinämen

Conversamos con Mariana Dopazo, ex hija del genocida Miguel Etchecolatz. La ley paterna. El proceso de la desafiliación. El tránsito de la deserción privada a la esfera pública y la articulación con los movimientos de Derechos Humanos y de Mujeres.

Donde las palabras alcanzan a describir el desafío // Tomás Astelarra

Un poco broma, un poco moraleja, yo solía preguntarme en los shows de la Domingo Quispe Ensamble por qué hay gente que gasta miles de dólares en viajar a India o China buscando su “yo interior” u “otra realidad” siendo que por doscientos pesos (con sanguche de milanesa incluido) uno podía comprar un pasaje de bondi trucho en Once y en menos de veinticuatro horas cruzar la frontera en Villazón.
Dio también la sincronicidad (o causacasualidad) que mientras recibía el nuevo libro de Silvia Rivera Cusicanqui andaba leyendo “El secreto de la flor de oro”, donde Jung, hablando de Wilheim, aclaraba que era en vano pretender orientalizarse o ejercer las prácticas orientales sin haber vivido a fondo esa cultura. Para ser más certeros: iba a ser difícil ser oriental sin ser oriental. O mejor aún: iba a ser difícil ser oriental sin haber entendido que desvío de la cultura occidental nos había hecho atrapar esa tabla de salvación de “lo oriental”. (Quizás: sin haber entendido en que momento el intelecto se comió al espíritu en occidente).

En ese sentido, el nuevo libro de Silvia Rivera Cusicanqui, “Un mundo Ch`ixi es posible” brinda una nueva tabla de salvación para el análisis de estos tiempos tan difíciles que corren (en todos lados).

Si muchos nos deslumbramos con la metáfora de la Hidra Capitalista de los cumpas zapatistas, el mundo ch`ixi de Silvia Rivera aparece como el otro lado analítico de ese macrocosmos de extractivismo y consumo desmedido (claramente de muerte). Una micropolítica de los brotes o arcas de Noé (como dice Raúl Zibechi). Esos actos o esfuerzos que por momentos parecen chiquitos, casi inútiles, pero que ciertamente permiten una coherencia que evaden los grandes temas de la geopolítica mundial y humana. “Vivimos una situación de penumbra cognitiva, que es el momento de la crisis” dice Silvia Rivera. ¿Eso que algunos llaman “posverdad”?
El desafío es tan grande que solo quedan las palabras. Y las palabras no pueden nombrar el desafío. Entonces quedan huérfanos los actos. “Lejos de aferrarnos a la necesidad de organizar y politizar, quizás tengamos que comenzar a mirar con más cuidado lo que ocurre por debajo del radar (…) En esa movida bienpensante, se termina subyugando la rebeldía, pasando por alto las contradicciones y conflictos e imponiendo ideas únicas, palabras mágicas que domestican la vitalidad de los deseos y la fuerza de las movidas sociales indígenas, femeninas, juveniles y populares”.
El puente entre la palabra y la acción es la ética, parece decir Silvia Rivera. Y en estos tiempos de caos o pachakuti, de posverdades e hidras capitalistas, la ética se vuelve chiquita, concreta, cotidiana. Quizás más cerca de los proyectos de huertas escolares del Oscar Olivera (militante cochambabino y líder de las revuelta de principio de siglo en Bolivia) que los grandes discursos pachamamescos del Evo Morales y Álvaro García Linera (con las cruentas contradicciones que ya conocemos). Hasta quizás más cerca de las nuevas formas de economía aymara capitalista con sus relaciones estratégicas con China desde la raíz del ayllu. Pequeños actos cotidianos y comunitarios o grandes actos creativos y enraizados (los más difíciles) que desorienten o engañen, sean invisibles, ante la Hidra Capitalista.
Para decirlo en criollo: Todo suena muy bellamente anticapitalistaveganarevolucionario en la computadora de un intelectual de Almagro, pero acá en Córdoba, en el barrio, lxs pibxs que organizan la Marcha de la Gorra toman el ferné con Coca, comen en el parripollo y usan altas llantas.

En tiempos de publicidades, globos y discursos vacíos, la cultura o mundo ch’ixi nos hace bajar a tierra, a pachamama, a las posibilidades pragmáticas de cambio en estos convulsionados y desesperantes tiempos que corren. Pachakuti.

astelarra.blogspot.com

Traumas, acontecimientos y catástrofes en la historia // Ignacio Lewkowicz

¿Qué es una catástrofe hoy? ¿Qué es una catástrofe en tiempos post-estatales, neoliberales, globales? No se trata de una pregunta por la consistencia interna de una categoría, sino por una condición de afectación de la subjetividad contemporánea: ¿qué tiene valor de catástrofe para una subjetividad post-estatal, neoliberal, global?
Si se trata de re-pensar el status de la noción de catástrofe (e inclusive su pertinencia para leer las marcas contemporáneas en la subjetividad), tal vez sea adecuado partir de otras dos categorías: trauma y acontecimiento. Importan estos términos como modos diversos de relación con lo nuevo en condiciones estables; como formas heterogéneas de trabazón con eso que se presenta como novedad en coordenadas estables.
Detengámonos en la relación que cada una de estas nociones organiza con lo real en una estructura. En cada una de las tres configuraciones, el punto de partida es la impasse: algo ocurre que no tiene lugar en esa lógica, algo irrumpe y desestabiliza la consistencia de esa lógica. Trauma, acontecimiento y catástrofe organizan, con ese mismo punto de partida, relaciones diversas.

El trauma remite a la suspensión de una lógica por la presentación de un término que le es ajeno. Se trata de un estímulo excesivo que no puede ser captado por los recursos previos. Por eso mismo, ese estímulo tiene masividad y evidencia suficientes para imponer un obstáculo al funcionamiento de la lógica en cuestión. Quizá la metáfora de la inundación permita recrear la operatoria del trauma. La inundación sería ese algo que deja perplejo, que deja sin respuesta por su evidencia e intensidad desmesuradas. Pero esa intensidad paulatinamente va cediendo, y todo parece regresar a su lugar. Trabajosamente, los lugares existentes buscan asimilar lo inundado. En este esquema de trauma, todo vuelve a su lugar.

Si se produjera un lugar heterogéneo, la variación no sería traumática sino acontecimental. Pero nada de eso sucede con el trauma, sus efectos son bien otros.
Pensemos en una situación histórica traumática, pensemos en lo que el antropólogo Watchtel llama el traumatismo de la conquista. En el Antiguo Perú, hacia el siglo XVI, se da la experiencia de un nuevo tipo de dominación, la colonial. Lo traumático en la subjetividad de esta nueva forma de dominación no resulta centralmente del aumento de las tasas de explotación, sino de la liquidación de las prácticas sociales que entre la población local producían un sentido, un lugar, un destino. A modo de ejemplo, la migración a las minas de Potosí en tiempos incaicos era radicalmente diversa a la migración a las mismas minas en tiempos coloniales. Mientras en el primer caso la prestación estatal implicaba una fiesta, un encuentro comunitario, una celebración sagrada, en el segundo caso era puro desgaste. La prestación en trabajo tenía un estatuto cuando el interlocutor era el Inca y otro estatuto cuando el interlocutor era la Corona española, el encomendero o el empresario español.
Durante el siglo XVI, pero sobre todo durante el XVII, los Andes peruanos se despueblan. La argumentación clásica encuentra en la hiperexplotación y en las pestes las causas del descenso poblacional. Pero Watchtel destaca el desgano vital, que adquiere formas diversas: alcoholismo, suicidios, infanticidio, reducción de las tasas de natalidad. Ese desgano no es otra cosa que la expresión de la pérdida de sentido de la vida entre la población indígena; el modo que adquiere el trauma en esa situación histórica.
Ahora bien, los indígenas registran en su propio lenguaje lo traumático de la experiencia. El desgano vital no es sólo de los hombres sino también de los dioses. Los dioses han dejado de hablar, los dioses han callado frente a las alteraciones del mundo social. Ni dioses ni hombres pueden con tanta perplejidad. Sin embargo, paulatinamente, el silencio se interrumpe. Los dioses les recuerdan a los hombres que son dueños de la tierra. Renovado el recuerdo, los hombres se apartan del desgano. O tal vez haya que invertir el orden, tal vez no hayan sido los dioses sino los hombres los primeros en volver a hablar. Pero eso no importa aquí. Lo que importa es que el estímulo traumático ya no produce lo que producía. La rebelión india de 1780 –conducida en su primera fase por Túpac Amaru– nos habla de la vitalidad recuperada. Ante todo se trata de la recuperación de lo perdido.

Por lo menos así lo nomina el lenguaje incaico. El lenguaje inca piensa el desgano o el silencio como una impasse donde la recomposición se trama significando al término extraño como invasor. No se trata de asumir la transformación que ha operado la presencia colonial, se trata de la eliminación del cuerpo extraño del mundo incaico.

Trabajosamente, los lugares existentes buscan asimilar la invasión sin alterar la estructura previa. Finalmente, todo pretende volver a su lugar original. Se ha producido un trauma de un par de siglos.

Si el trauma no supone ninguna alteración radical en el juego interno de la lógica que afecta, el acontecimiento lo exige, lo produce, lo funda. Por eso mismo, el acontecimiento requiere de una transformación subjetiva para ser tomado. En rigor, necesita de unos recursos y unas operaciones capaces de leer la novedad en su especificidad radical. De esta manera, el acontecimiento no se reduce a pura perplejidad frente a lo inaudito; se trata de la capacidad de lo inaudito para transformar la configuración que ha quedado perpleja frente a él.
Para una subjetividad moderna, el paradigma del acontecimiento es la revolución. La Revolución Francesa y la Bolchevique implican una alteración de las rutinas vitales. Sobre esto, no hay dudas. Pero las dudas prosperan cuando se trata de pensar el status de esas rutinas alteradas. Si la revolución tiene valor de acontecimiento, no es por su espectacularidad sino por la capacidad de exceder la serie simbólica previa. Lo decisivo de una experiencia acontecimental no es la ruptura con lo heredado sino la tarea fiel que la revolución –burguesa o socialista– organiza con esa ruptura. Lo decisivo se juega en la producción de una subjetividad –burguesa o socialista, según corresponda– capaz de habitar las transformaciones inauguradas por esa ruptura.
¿Qué sucede con la catástrofe?

Si el trauma es concebido como la impasse en una lógica que trabajosamente pone en funcionamiento los esquemas previos, y el acontecimiento como la invención de unos esquemas otros frente a esa impasse, la catástrofe sería algo así como el retorno al no ser.

Es posible pensarla como una dinámica que produce desmantelamiento sin armar otra lógica distinta pero equivalente en su función articuladora.

De esta manera, lo decisivo de la causa que desmantela es que no se retira, esa permanencia le hace obstáculo a la recomposición traumática y a la fundación acontecimental.

Dicho de otro modo, esta vez la inundación llega para quedarse. Por eso mismo, no hay ni esquemas previos ni esquemas nuevos capaces de iniciar o reiniciar el juego. Hay sustracción, mutilación, devastación. Se ha producido una catástrofe.
Pensemos en una situación histórica capaz de ser tomada por la noción de catástrofe: la caída en esclavitud en el mundo antiguo y clásico. Detengámonos en las operaciones que transforman en esclavo a un derrotado en el campo militar. Para una subjetividad clásica, el esclavo es un muerto en vida. Por derecho de guerra, el prisionero muere pero el esclavo vive. El prisionero muere en tanto que miembro de su comunidad, la vida del caído en esclavitud le pertenece al amo. Desanclado de su comunidad, el prisionero deviene esclavo. Más precisamente, arrancado de su soporte identitario –que no es el yo como lo es para el sujeto moderno sino su comunidad– la existencia del sujeto se desvanece. La caída en esclavitud implica la pérdida de una serie de atributos definidos como humanos en esa situación histórica (nombre, parentesco, lengua, ciudad, sexualidad). Sin esos atributos, la humanidad cae. Sin esos atributos, el esclavo se transforma en objeto de cualquier práctica y en sujeto de ninguna. Así definida la caída en esclavitud –si no media una rebelión esclava u otra operación de subjetivación–, la desmantelación de la subjetividad previa deviene duradera: no sucede nada parecido a la recomposición traumática, o a la composición acontecimental. Sucede una catástrofe.
Así definidas, estas nociones, más allá de las diferencias, apoyan en un suelo común. Se trata de afecciones diversas (momentáneas o no, subjetivas o no, alteradoras o no) sobre una lógica que consiste. En definitiva, son avatares que le suceden a una estructura. Pero esa estructura no es una invariante histórica sino el efecto de una época. En tiempos de Estado-nación, la existencia es existencia estructural. Y esto significa, entre otras cosas, que existir es sinónimo de consistencia, de uno, de estructura. El trauma, el acontecimiento y la catástrofe son afecciones que impactan sobre las estructuras de ese suelo.

Ahora bien, si la dinámica social y la subjetividad ya no son estatales, es válido preguntarse por la potencia de estas nociones en otro terreno. Sobre todo cuando ese terreno ya no es consistente, sólido y estructurado sino inconsistente, fluido e informe.

La crisis en crisis
Hay crisis y crisis. Las que adquieren la forma de un devenir caótico pertenecen al segundo tipo. Porque al primero pertenecen las crisis cuya entidad se reduce a ser pasaje entre una configuración y otra. La crisis como impasse en el que transcurre la descomposición de una lógica y la composición de otra, describe un estado de cosas donde hay destitución de una totalidad pero también hay fundación de otra. Esto es lo que solemos llamar transición. La crisis como devenir caótico reseña unas condiciones en las que, si bien hay descomposición de una totalidad, nada indica que esa descomposición esté seguida de una recomposición general en otros términos. La crisis actual posiblemente sea de ese segundo tipo.
Según una definición histórica, una lógica entra en crisis cuando encuentra dificultades para reproducirse como hasta entonces. La crisis actual consiste en la destitución del Estado-nación como práctica dominante, como modalidad espontánea de organización de los pueblos, como pan-institución donadora de sentido. De esta manera, lo que encuentra dificultades para reproducirse es la metainstitución Estado-nación. Este agotamiento no describe un mal funcionamiento, este agotamiento describe la descomposición del Estado como ordenador de todas y cada una de las situaciones. Ahora bien, sin Estado capaz de articular simbólicamente el conjunto de las situaciones, las fuerzas del mercado también alteran su estatuto, y en esa alteración devienen dominantes. Que el mercado sea práctica dominante no significa que sustituya al viejo Estado-nación en sus funciones de articulador simbólico. La dominancia del mercado desarrolla otra operatoria. Si el Estado era ese terreno que proveía un sentido para lo que allí sucediera, el mercado es esa dinámica que conecta y desconecta lugares, mercancías, personas, capitales, sin que esa conexión-desconexión asegure a priori un sentido.
Si éste es el terreno agotado, es preciso aclarar que la crisis actual no remite al pasaje de una totalidad a otra (del Estado-nación al mercado neoliberal). Tampoco se trata de la impasse entre dos configuraciones.

 

 

La crisis actual resulta de la disgregación de una lógica totalizadora sin que se constituya en sustitución otra lógica equivalente en su efecto articulador. Lo específico de nuestra condición es que no pasamos de una configuración a otra sino de una totalidad articulada a un devenir no reglado.
Por lo señalado, la crisis actual no revela una impasse sino un funcionamiento determinado.

El devenir no reglado es la temporalidad actual, la noción de crisis como interrupción tal vez complique la posibilidad de pensar la actualidad. Porque hoy la crisis no es ni impasse ni coyuntura sino funcionamiento efectivo. Ahora bien, investigar la crisis actual implica investigar cuáles son las operaciones de pensamiento capaces de operar en la crisis. Si se verifica una serie de dificultades para que una lógica se reproduzca como hasta entonces, es posible pensar que también entra en crisis la serie de recursos y operaciones de pensamiento disponibles para pensar la crisis. En este sentido, los cambios aleatorios y desreglados que constituyen la experiencia actual llamada crisis, convierten en obsoletos los parámetros disponibles para pensar. Así, también entran en crisis los recursos para pensar la crisis. El agotamiento de una lógica también implica el agotamiento de las estrategias de pensamiento y de intervención propias de esa lógica. Entonces, será estratégico preguntarse por la noción de catástrofe en unas condiciones otras.
En una lógica estable, la idea de catástrofe (pero también la de trauma y acontecimiento) permite pensar las irrupciones, los advenimientos, los movimientos, subjetivos o no, que alteran una estructura. En un mundo estático como el nacional, estas herramientas suponen un estado de solidez originario que puede ser afectado, modificado, excedido. El pensamiento crítico moderno supo transitar por estas tierras, las estrategias de subjetivación subversivas se hicieron fuertes en este campo, el de la puesta en movimiento de esos instituidos que alienaban, reprimían, disciplinaban a los ciudadanos de los Estados nacionales. Así definido el juego de fuerzas en el mundo moderno, el punto de partida necesariamente era un uno estructurado. Ahora bien, la serie de transformaciones actuales compone otro cuadro de situación, otro juego de fuerzas: nuestro horizonte no parece ser la solidez estatal sino la fluidez mercantil, nuestra era no es la era de las instituciones sino de las destituciones. Así las cosas, la catástrofe tampoco es lo que era.

 

 

 

O dicho de otro modo, la catástrofe se altera al ritmo del cambio en la lógica social y en la subjetividad. Para un ciudadano promedio de los Estados nacionales, la catástrofe era una posibilidad entre otras, era un destino improbable pero posible; para un habitante de la era neoliberal, la catástrofe es siempre su punto de partida, su ontología, su condición originaria.
Si la catástrofe estatal se define como ruptura de una estructura sin constitución de otra, la catástrofe post-estatal se define por la ruptura del mismo principio estructural: implica la liquidación de cualquier noción de estabilidad.

La catástrofe estatal sucede en un horizonte estructural; la catástrofe post-estatal transcurre en un medio fluido, disperso, imprevisto. Y esta dimensión catastrófica parece ser la dimensión que instala el default por estas tierras. No es la interrupción local o general de un funcionamiento sino la estabilización de la catástrofe como condición general y primera. Las articulaciones generales se han desvanecido, las transferencias macro se han agotado, los instituidos que ligaban se han fragmentado. Desarticuladas las condiciones generales, la catástrofe se instala como marca dominante de la subjetividad contemporánea.
Así las cosas, la catástrofe ha venido para quedarse. Y esto genera modalidades de sufrimiento, condiciones, subjetividades y riesgos radicalmente otros a los de la lógica estatal. Pero aquí importa sobre todo un problema: ¿cómo se piensa una catástrofe cuando ya no es la mera afectación de una subjetividad sino pura regularidad? ¿Cómo se piensa la catástrofe cuando se estabiliza como marca?
En la era del capital financiero, la existencia no está garantizada; el neoliberalismo es la experiencia de una dinámica que transforma a priori a los cuerpos en superfluos. La existencia no es un efecto objetivo de la lógica sino una producción subjetiva. Por eso, la condición primera de la subjetividad contemporánea es la devastación; la estabilización de la catástrofe implica que el punto de partida ya no es la institución o la destitución situada sino la destitución general. Siendo así, la tarea subjetiva tendrá que ser otra. Ya no se trata de lidiar con instituciones alienantes y disciplinarias que afectan traumática o catastróficamente a una estructura subjetiva, sino con un régimen de destituciones permanentes que disuelven cualquier rasgo de subjetividad.

Definido así el horizonte problemático, las estrategias de subjetivación actuales tendrán queentrenarse en desarrollar operaciones capaces de operar con esa devastación que insiste a cada paso. En ese juego de operaciones en la catástrofe estabilizada, tendremos la ocasión de conquistar, inventar y construir subjetividades.

 

Genealogías insurgentes: La Rosa Roja // Mariano Pacheco

Reseña de La Rosa Roja, biografía gráfica sobre Rosa Luxemburgo 

Fuente: La luna con gatillo

Revisitamos la figura de Luxemburgo a través de La Rosa Roja, la biografía gráfica realizada por la artista británica Kate Evans, publicada en Argentina por ediciones del IPS, Instituto del Pensamiento Socialista; libro que cuenta además con fragmentos de  cartas y textos hasta ahora inéditos en castellano.

Luxemburgo, La Rosa Roja.

La mujer que nació en Polonia el mismo día en que estallaba en París la Comuna.

La mujer que a siendo niña, a los diez años, ya sabía hablar y escribir en su polaco natal, pero también, en Ruso (la lengua oficial del imperio zarista), Hebreo (la lengua de su religión judía) y alemán (la lengua de la literatura y la filosofía en aquellos años).

Rosa, la joven lectora de la obra de Karl Marx.

Luxemburgo, la activista que estudia, escribe, organiza y agita.

La Rosa Roja que se corta el pelo; la que lleva adelante un casamiento falso para así obtener los papeles necesarios para permanecer en Berlín, centro revolucionario europeo en al época.

La muchacha que decide no tener hijos; la militante que se opone a que el proletariado participe en la 1° Gran Guerra Mundial.

La mujer que apoya la Revolución Rusa y reclama Consejos de Obreros y Soldados, y revolución socialista para Alemania.

***

El libro de Kate Evans tiene la virtud de presentar la intensidad de una vida apasionante que se desarrolló durante 47 años. ¿Crees que a los 47 años una es lo suficientemente vieja para morir?, se pregunta la autora, en una interesante aparición de ella misma como personaje de la historieta; cuadro en el que remata: si crees que sí, debes ser muy joven.

Las editoras de la edición en castellano destacan sobre el trabajo realizado por  la artista británica:

La autora presenta con humor, ternura y pasión la vida de Rosa, su infancia, su sensibilidad ante las injusticias de cualquier índole y su evolución política; descripción a la que agregan:

Los dibujos y diálogos de Kate Evans logran transmitir ese espíritu revolucionario de Rosa en su actividad militante y su vida personal, sus amores, amistades, su pasión por la naturaleza, por la música o la poesía, así como sus implacables combates teóricos y políticos.

Para quienes no conocen el devenir de esta importante dirigente revolucionaria, cabe destacar algunos datos biográficos que dan cuenta de la talla de la figura a la que nos estamos refiriendo.

Rosa Luxemburgo comienza su actividad en 1885, cuando tenía apenas 15 años. Había impactada cuando, un año antes, había visto como cuatro militantes socialistas era ahoracados en las colinas de Varsovia. Como mujer, se vio tempranamente afectada por el machismo reinante en la época, al punto de no recibir la medalla de honor al terminar el secundario, en claro desafío a su rebeldía; situación que se complementa con la imposibilidad de ingresar a la universidad, e incluso, la negativa a que se sumara a los círculos socialistas.

De allí que, con 18 años, Rosa se traslade a Suiza para ingresar a al universidad, situación que funciona como puerta de ingreso a una profundización de su rebeldía: se corta el pelo, hacede su cuerpo un territorio de experimentación y se suma a la militancia en las filas de la tendencia revolucionaria del socialismo.

A las 27 años se instala en Berlín, no sin antes llevar adelante un falso sacamiento para obtener así los papeles que le permiten estar en regla en dicha ciudad.

Allí se codea con personajes de la talla de Frantz Mehring (biógrafo de Marx) y Kautski (importante dirigente socialista, luego conocido como el “renegado”, por el mote puesto sobre él por Lenin).

A los 30 años Rosa Luxemburgo ya es conocida por sus escritos y su activismo, por el cual va ser varias veces encarcelada.

En 1917, cuando estalla la primera revolución en Rusia (1905), Rosa tiene 34 años y ya no acepta que la solidaridad sea solo declamativa. De allí que viaje en medio de la situación represiva, al lugar en donde los obreros dan nacimiento a esa experiencia de democracia y participación directa de las masas en la política conocida como Soviets.

En todo el período previo a la 1° Guerra Mundial, Rosa es reconocida no sólo por su labor teórica (docente en al Escuela de Cuadros del Partido –el más poderoso de Europa en ese momento–; polemista contra la ortodoxia marxista) sino también por rol de agitadora. En 1914 se opone activamente a que los obreros participen del conflicto bélico. Defiende a capa y espada el principio de solidaridad internacionalista del proletariado frente al social-patriotismo, en alianza con la burguesía, que reina en las filas de a dirigencia partidaria, pero también en gran parte de las bases social-demócratas y del movimiento sindical.

1917 la encuentra nuevamente apoyando el proceso revolucionario en Rusia y en 1918, cuando el Imperio se muestra totalmente impotente frente a la movilización obrera y declara la República Alemana con los socialistas a la cabeza, La Rosa Roja no se deja encantar por el canto de las sirenas.

Así será cómo continué con su labor de agitación y difusión de ideas revolucionarias, en periódicos ahora clausurados por el propio gobierno socialista. La Liga Espartaco la encuentra entre sus filas, siendo parte de la rebelión de enero de 1919 aún cuando –tal como había declarado– ella misma creía que las condiciones no estaban dadas aún para lanzarse a la apuesta revolucionaria.

Con esa coherencia Rosa será capturada junto a Karl Liebknecht, y ambos asesinados a culatazos en la cabeza el 15 de enero de 1919, dos semanas después de que se fundara el Partido Comunista Alemán, en el que Rosa dio un discurso de apertura.

Entre otras cuestiones, durante las sesiones de aquellos tres días, Rosa planteó que la humanidad se encontraba entonces  en una encrucijada en la que se le planteaba la disyuntiva de perecer en el caos o encontrar su salvación en el socialismo. Un socialismo que, tal como planteó en ese mismo discurso, ella entendía que debía ser creado por las masas obreras, e incluso, por cada uno de los miembros de la clase obrera (Allí donde estén forjadas las cadenas del capitalismo, deben ser rotas).

En consonancia con los aires de participación activa de los primeros tramos de la revolución bolchevique en Rusia, La Liga Espartaco entendía que eran los Consejos el lugar decisivo para llevar adelante la participación política del proletariado, y no el parlamento burgués.

Obviamente el contexto es por demás diferente un siglo después, cuando el capital se ha globalizado como nunca y en contraparte no encuentra un bloque de los pueblos dispuestos a emprender el camino de lucha por un mundo socialista. Pero el abismo al que el capitalismo llevaa la humanidad en la actualidad vuelve a darle un sentido profundo a la dicotomía planteada por Luxemburgo en torno al socialismo o la barbarie. De allí que las palabras con que termina el Manifiesto escrito por Rosa (“¿Qué quiere la Liga Espartaco”), no deje de resonar a la hora de revisitar su figura. El texto dice así: Hay un mundo por conquistar y otro que debe ser derrotado. Y termina:

Nuestra consigna para el enemigo es: ¡pulgares en los ojos y rodilla sobre el pecho!

«El único poder es el de abajo» // Entrevista a Silvia Federici

Cientos de mujeres abarrotan el auditorio Salvador Allende. En los pasillos se agolpan jóvenes ansiosos de escuchar sus reflexiones. Afuera, con la esperanza de pizcar alguna idea, permanecen algunos más. Quien los congrega es Silvia Federeci, una de las pensadoras más influyentes en el mundo y que revolucionó con sus ideas sobre la explotación femenina que ha hecho el capitalismo, quien dictó la conferencia “La guerra contra las mujeres y las nuevas formas de acumulación capitalista”. Una hora antes, la escritora de “Calibán y la bruja: mujeres, cuerpo y acumulación originaria” y “Revolución en punto cero: trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas”, concedió una entrevista a este medio.

-¿Desde cuándo el cuerpo de las mujeres ha sido considerado como objeto de símbolo y transacción monetaria

-Me gusta hablar de los períodos históricos que conozco, por eso yo puedo decir que a partir del desarrollo del capitalismo la mujer se ha convertido en una mercancía: de venderse en la calle y en el matrimonio, así que las mujeres en la historia del capitalismo ha sido muy difícil concebir el mismo tipo de explotación que los hombres asalariados. Las mujeres siempre han debido garantizar su sobrevivencia vendiendo su cuerpo

-Las mujeres ahora trabajan, pero siguen atadas a las labores domésticas, no hubo un cambio significativo con la emancipación laboral: ¿El capitalismo ganó esta batalla?

-Yo no creo, no me gusta hablar de una derrota de las mujeres. Puedo cambiar un poco la articulación, diciendo que la premisa de gran parte del movimiento feminista que con el trabajo fuera de la casa las mujeres podrían cambiar su posición no se ha verificado. Claro que está una minoría de mujeres que han conseguido trabajo más remunerado, más valorizado, como las mujeres que ahora trabajan en la academia, o que son del sistema de salud. Pero la mayoría ha sido integrada a los niveles más bajos de la organización capitalista, tanto que la gran parte no ha ganado una autonomía económica: deben hacer dos o tres trabajos y están endeudadas

-Con la entrada de las mujeres al mercado laboral, las tensiones entre hombres y mujeres se incrementan, lo mismo la violencia dentro de los hogares, ¿cuál tendría que ser la estrategia del feminismo para romper esta inercia.

-Creo que ya se ha conseguido mucho. Hoy, a pesar de todo esto y de que la violencia masculina es un miedo a la competencia, es necesario cambiar el sentido de la organización material del proceso de la reproducción, hoy la mujer está en dos cosas que ha conformado la relación de las mujeres con los hombres en forma muy negativa: por un lado, la identificación de las mujeres por un trabajo que es desvalorizado, que parece que no hacen nada, parece que es una cosa natural porque son los hombres los que producen.

En segundo lugar, es que las mujeres han sido convertidas en las sirvientas de los hombres y eso se debe romper, yo creo que no basta que las mujeres trabajen fuera de la casa, es importante cambiar el terreno de la reproducción misma, revalorizar el terreno de la reproducción, y no como hace el capitalismo con el Día de la Madre, sino comprender la importancia de ese trabajo y que no pertenece a la mujer. Es un trabajo muy importante porque es el trabajo de crear las nuevas generaciones, el nuevo mundo.

-En México a las mujeres jóvenes, trabajadoras de maquilas, se les asesina de manera sistemática, ¿son ellas las nuevas brujas, las jóvenes que buscan independencia laboral dentro del sistema más abusivo como es la maquila?

-La caza de las brujas ha atacado tantas formas de la vida de las mujeres que, si pensamos esa caza como una persecución, el fin fue disminuir y atacar el poder social de las mujeres, podemos decir que los asesinatos en Ciudad Juárez es parte de una nueva caza de brujas. Hoy el capitalismo ataca el poder social de las mujeres muy brutalmente y lo hace por tantas razones: porque necesita bajar el costo del trabajo y obliga a las mujeres a dar un montón de trabajo y reproducción no pagado, la necesidad de las mujeres fuera de la casa. Es un sistema estructuralmente fundado sobre la desvalorización de la condición de las mujeres y por eso necesita tanta violencia. Esta violencia manda un mensaje, es decir: “Cuidado, no tenemos límites”. Es aterrorizar toda una población, porque las mujeres representan la vida, representan la reproducción.

-¿Quiénes son la nueva inquisición? ¿Quiénes siguen “quemando” a las mujeres?

-La violencia individual está porque el Estado lo permite, porque tantos hombres delinquen es porque saben que van tener impunidad. Por ejemplo, sabemos que la militarización de la vida impulsa la violencia contra las mujeres. La forma de acumulación capitalista como el extractivismo impulsa esa violencia, y como dije antes, toda la organización de la reproducción, que pone en la casa a una sirvienta con un hombre que tiene el poder del salario, todo esto incentiva la violencia, por eso es que ha sido tolerada por el Estado. Es importante ver esto, no solamente ver la violencia individual sino sobre todo la violencia institucional.

-Las mujeres en posiciones de poder, imagino casos como Angela Merkel, la misma ex secretaria Clinton o Cristine Lagarde, no representan a las mujeres trabajadoras, a las que pelean por mayores derechos, sino al sistema hegemónico, ¿es de esperarse que las mujeres que acceden al poder puedan revertir años de opresión o terminarán por plegarse a los deseos del capital?

-Ellas representan una lógica masculina. Las mujeres capitalistas no son diferentes, al contrario, por ejemplo, hoy en Estados Unidos cuando se trata de dar una noticia sucia siempre es una mujer; la mujer da una cara suave y gentil. Hemos verificado después de décadas que la entrada de la mujer al poder no cambia las cosas.

-El ascenso de la derecha en Europa y América viene a revocar derechos ya ganados y se pretende, nuevamente, legislar sobre el cuerpo de la mujer, ¿es la vía electoral la más adecuada para recuperar esos derechos?

-Yo no lo creo, hay muchas vías y no creo que la electoral sea de las más importantes. Yo fui muy feliz con lo que los zapatistas han hecho, porque tenían un concepto de la campaña muy diferente a los partidos tradicionales. Ellos no entendían la toma del poder, sino contactarse con la gente. Y no lo creo porque lo hemos visto muchas veces, que los que nos prometen que van a ser diferentes (no lo son). Tenemos el caso de Obama para mí es emblemático, la gente lloraba cuando él fue elegido.

Todos pensaban en la revolución, pero después hemos visto que ha desarmado los movimientos. Pienso que el único poder es el de abajo, el sistema responde positiva o negativamente a los mensajes que llegan de abajo: si abajo está el poder podemos buscar legislaciones mayores, si abajo no está el poder, podemos tener todas las preguntas, las estrategias, las demandas y las reivindicaciones más interesantes de mundo, mas si el tejido social no es fortalecido, no vas a conseguir nada.

-Recientemente María de Jesús Patricio, Marichuy, no logró las firmas necesarias para ser candidata a la presidencia de la República. En un país donde ser mujer e indígena es signo de marginación y pobreza: ¿a qué se debe que no seamos empáticos con proyectos que nos representan a todos?

-El zapatismo ha conseguido un éxito que ya es legendario. Yo no conozco otro movimiento social que con tanta escasez de recursos y con un espacio que parece el más aislado, ha sido capaz de impactar las actividades, el discurso político, la imaginación de millones de personas en todas partes del mundo. No hay movimiento que ha sido capaz de conseguir lo que los zapatistas han conseguido. Tú vas a Nueva York, a Johannesburgo, a Grecia y todos conocen a los zapatistas, y muchos han dejado de hacer las cosas que hacían y han ido a Chiapas y han sido inspirados. Y otra cosa que me parece fenomenal es que los zapatistas han conseguido algo que ni las Naciones Unidas, con otros recursos: han abierto la puerta de sus comunidades a miles de personas de todo el mundo con la “Escuelita” y el “Encuentro Intergaláctico”.

-¿Quiénes son las o los aliados de las brujas de la modernidad?

-Los nuevos aliados son todos los que se están movilizando por la defensa del medio ambiente y la naturaleza: del bosque y el agua que son parte de la reproducción de la vida. Yo espero también, y esto es un mensaje, que todos los compañeros se involucren en la creación de un mundo más justo y más solidario y que apoyen la lucha de las mujeres y se involucren directamente, por ejemplo, ahora en el 8 de marzo; que se involucren para cambiar el comportamiento de los otros hombres que sigue siendo machistas, violentos.

Creo que los hombres no han entendido que el poder que han ganado sobre la mujer, lo han pagado en la dependencia del capitalismo. Todas las veces que un hombre va a una huelga piensa: “Debo mantener a mi esposa y mis hijos”. El poder de los hombres sobre las mujeres ha servido para pacificar a los hombres, para darles una ilusión de poder que no tienen. Este mensaje es algo que tienen que reflexionar, si continuar de sirvientes ellos mismos del capital y mantener su masculinidad y dignidad al costo de las mujeres o prefieren crecer juntos en una posición igualitaria con su compañera, en una sociedad más justa y diferente.

 

Fuente: https://www.informador.mx/suplementos/El-unico-poder-es-el-de-abajo-20180303-0084.html

La rabia. Sobre Fuerzas silvestres – Laboratorio de Creación de Silvio Lang en el Teatro Cervantes // Alejandra Varela

 

 

El escenario se empieza a parecer a la calle. Barricadas de tacos aguja y tetas al aire. Polvareda después del piquete. Los cuerpos aquí no quieren negociar nada, le escapan a la ley mezquina de los acuerdos. Están sobresaltados, contagiados de un rabia tan bella que los pone al filo de la muerte.

Macri se llevó puesta la ciudad, el país entonces hay que callejear a lo loco. Lo real deviene en un estado de las cosas que no está en la razón instrumental del militante, que hay que olfatear en los barrios, estampida quejumbrosa de una guerrilla dislocada donde el género y el sexo se ponen en cuestión. La política de los cuerpos implica desnudarse pero también recurrir al disfraz como camuflaje ¿Qué pandilla travestida propone Silvio Lang en su teatro? Hay allí un runfla que se tapa la cara o la maquilla, suerte de personajes de Jerzy  Grotowski devenidos activistas del asfalto, estética degenerada que se zarandea en un perreo y encuentra allí, en ese movimiento que parecía enemigo, una liberación en mini short, forma desafiante y enfiestada del que quiere seguir de largo.

El teatro político fue tal vez, una máquina de pensamiento, un ejercicio de distancia para desandar ideologías. Lang entiende que la política, o lo que el teatro captura de ella, está en lo inconsistente de un deseo desparramado, en las ganas locas de que la negrada ya no pueda ser feliz, en el odio de clase devenido frase viscosa dicha en el colectivo o en el súper chino. Allí, en lo que no se comprende bajo el método materialista dialéctico, en el disfrute de la chica pobre y en el asco que genera su hermosura impiadosa y pendenciera, propone Lang poner la mira, atender a esa comezón, a ese sentimiento saturado que él convierte en fiesta delirante, en extravagancia de los cuerpos que rechazan toda disciplina. Moverse en escena para hacer del caos una estética y también una narración que exaspera y angustia. Las imágenes de los textos de Diego Valeriano convertidas en canciones punk apuntan a todo aquello que la izquierda bienpensante, el militante que sigue a la jefa, no puede abarcar con su relato mesurado. Si, allí hay una desmesura que hay que pensar para que el macrismo no nos trague.

Valeriano, suerte de indocumentado de las letras, inmigrante ilegal del pensamiento que no es, al parecer, un ser de carne y hueso sino un seudónimo fantasmal que esconde vaya a saber qué identidad dudosa, propone aprender de esa festichola que puede terminar a los tiros, de esa guerra que en Lang tendrá la mueca de un teatro que no busca la metáfora, que hace de la apropiación de lo real, de esos gestus que se producen como en una escena de un laboratorio polaco o ruso, algo que se reinterpreta con cierto extrañamiento, que sacado de su territorio puede pensarse como una válvula política, discurso sentimental de los cuerpos. También podría invocarse aquí a Tadeuz Kantor ,si pensamos el uso de los objetos bajo la lógica de un teatro de la muerte que los extirpa de su territorio. Caños, balizas que impiden el tránsito, palas de laburantes  maltratados, tierra arrasada después de una represión macrista. Si  Baruch Spinoza se preguntaba cuánto puede un cuerpo, aquí la pregunta es cuánto siente un cuerpo. ¿Qué le pasa a la mujer que vuelve al barrio cargada de hijos y de bolsas? ¿Hay allí algo del embalaje de los refugiados que Kantor puso en escena? Puede ser, pero Lang se alimenta de una poética de la rabia y esos cuerpos transpirados, que llenan el aire del teatro Cervantes de un tufo cálido, quieren obligarnos a mirar la calle de nuevo, con otros ojos, a transitarla menos desprevenidos. Si, hay una guerra, por eso el camuflaje que da cuenta de la farsa en plena contienda sirve para arrebatarle al poder su razón, su lógica de estado exterminador. Iremos a pelear convertidos en actores y actrices de una representación que toma del piberío su baile incómodo.

Pegada a la piel está la cultura de Macri como una fuerza invisible que no se explica, como una llamarada donde el joven siempre muere, donde los pibes van al matadero pero antes recuperan esa sinrazón del reviente. Hay que mirar allí, en la rebeldía que no teoriza sobre su rechazo a la trabajadora social y el tallerista de turno, que le patea el culo a la clase media que intenta ayudarlos ¿Y si en vez de entenderlos desde la piedad empezamos a copiarlos, a aprender de ellos, a detenernos a desmenuzar, desandar esa excitación del colectivo a la madrugada en pleno conurbano, el fierro guardado para sobrevivir?

En ese modo de decir, en ese canto que desarma la proclama, en ese mundo sin metáforas que Lang propone donde la realidad se toma como matriz distorsionada, se repite para entender y se piensa con el cuerpo. Hay algo que solo el teatro puede contar o desandar como una interrupción que nos devuelve a ese afuera y a los cuerpos desbarrancados en la lucha o la fiesta, en la protesta, en el piquete, en las formas de una prepotencia que ya no quiere calmarse, que está bellamente resentida. Hay algo que, tal vez, la realidad toma del teatro sin saberlo, que hace de la palabra una potencia que no dialoga sino que se empeña en decir lo que ve en una enumeración de todo lo que parece quedar afuera, de lo que hay que corregir y encaminar, de lo que muchos se proponen integrar pero que, tal vez ,sea la experiencia límite del sistema, que lo pone en jaque, que dice que allí ya no se puede hacer nada, que hay que destruirlo todo. Festival de neumáticos quemados y saqueos, odisea del fin del mundo. La fiesta como caldero y como revancha.

Polifonías transversales. Un encuentro con Miguel D. Norambuena // Paulina E. Varas

Polifonías transversales

con Miguel D. Norambuena[1]

 

Paulina E. Varas

 

 

Miguel Denis Norambuena es un chileno radicado en Ginebra desde 1973 producto de un exilio político por la dictadura militar chilena. Su práctica intelectual, profesional y artística no puede definirse de manera estática ya que se ha dedicado principalmente al área de lo que se denomina comúnmente salud mental, pero desde una perspectiva transversal, ligada a procesos de creación heterogéneos. Su propuesta de cuidados o de sanación, está basada en la experiencia de vida que mantuvo primero con David Cooper, médico siquiatra fundador con Ronald Laing, del término antisiquiatría durante los años setenta en París y con Félix Guattari desde el esquizoanálisis durante los años ochenta. Su propuesta también esta nutrida de lecturas y vínculos con Gilles Deleuze, Fernand Deligny, Carmelo Bene, Paul Virilio, François Jullien, Hartmut Rosa, Isabel Stengers. Así como la experiencia intensiva que mantuvo con comunidades Mapuche a principios de los setenta en el sur de Chile. Pocos años antes de que el Golpe militar pinochetista interviniera y aplastara las nuevas formas de vida solidarias, de pensar y de sentir que se estaban componiendo en ese momento. Su práctica y pensamiento beben de diversas fuentes que se han ido conformando en un potente y radical posicionamiento por la vida, por el cuidado de la diferencia, por el deseo y el goce mismo.

En el año 2017, le visito y comenzamos un diálogo nómade en Ginebra  que mantenemos rigurosamente hasta el día de hoy. Una especie de diálogo abierto, polifónico, y al mismo tiempo intensivo y reflexivo. Hablamos sobre su experiencia mientras yo misma vivo una experiencia subjetiva caminando por la ciudad Suiza que se mantiene limpia y ordenada ajena a los pasos que vamos dando por sus calles. Mientras hablamos, nos detenemos, miramos, hablamos o callamos. Hacemos que crezca un poco de maleza en aquellos espacios – Miguel diría, “Espacios inventados” – por donde situamos y hacemos emerger nuestro entramado dialógico, un devenir posible en medio de nuestros recuerdos, el estar ahí, presente, que va tejiendo un presente abierto y compartido, una polifonía transtemporal  y transversal. Visitamos el centro Dracar en Ginebra, lugar que Miguel ha creado en base a la noción de “clínica del cotidiano ecosófica” y puedo ver allí mismo como se desarrollan estas ideas que ha ido recogiendo y viviendo en estos años. En principio, me mueve el interés en saber de los círculos sicoterapéuticos de David Cooper en París antes de su muerte en 1986. Y luego sobre la visita de Félix Guattari a Chile en 1991 pero sobre todo la experiencia de Miguel en sus elaboraciones actuales. Este encuentro de dos continentes que se sitúa en este tiempo que compartimos, aquel que nos exige pensar a la altura de las problemáticas que nos afectan y que nos atraviesan, nos piden a gritos otras formas de producción de subjetividad como parte de aquella “revolución molecular” de la que hablaba Félix Guattari.

Paulina E. Varas y Miguel D. Norambuena, Ginebra, 2017.

 

PEV: Miguel, para comprender tu práctica hoy en día, creo que hay que remontarse a cuando tuviste que partir de Chile para salvar tu vida previo al golpe de Estado de Pinochet, ¿puedes contarme un poco de ese momento y del tipo de militancia en que estabas implicado en medio de aquella efervescencia social, institucional y cultural que se vivía con el gobierno de la Unidad Popular? Entiendo que debemos situarnos en la ciudad de Temuco y sus alrededores en  la región de la Araucanía en el sur de Chile donde vivías en ese momento con los grupos del MIR que estaban vinculados con la resistencia Mapuche.

Inmediatamente después del Golpe Militar pinochetista y dada la geopolítica de la idiosincrasia chilena, los militares de la región tenían un cierto reparo hacia el que venía de la capital. Hacia ese “afuerino” que por naturaleza y chilenidad es engreído. Al momento de mi arresto, me beneficié durante los interrogatorios de esa clemencia, ser de la Capital o, en todo caso, tener esa facha: blanco, mas bien alto, bien hablado y bien parado. Los servicios de información de los militares, la DINA, mucho antes del Golpe ya habían infiltrado cuanta organización social, política o institucional existía, gracias a la complicidad de los soplones bien remunerados y de la derecha política local. Mas aún si estas organizaciones tenían la reputación de ser irreverentes al sistema patronal y explotador existente. Siguiendo la mística del cambio social de la época, yo militaba por la causa Mapuche en el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), apoyando a los comuneros Mapuche a recuperar sus tierras usurpadas o compradas bajo engaño por los dueños de los grandes latifundios de la región. Robo que de esa época hasta nuestros días perdura, al mismo tiempo que perdura el racismo made in Chile, y la violencia social, institucional y policial del chileno y del Estado, hacia los Mapuche. Mi mística del cambio, y mi compromiso militante nace y se desarrolla a partir de la vergüenza que siento de formar parte de esa comunidad blanca chilena que humilla y maltrata sin reparo alguno, a ese pueblo, el pueblo Mapuche. Esa “fractura” de vivencias en la aprehensión del mundo, sobre todo hacia los pueblos o etnias minoritarias, se vuelve con el tiempo para mi en una manera de ser, una sensibilidad para percibir y estar parado en el mundo desde mi propia herida.

En Temuco no era el único, evidentemente, en vivir esa vergüenza. Antes del Golpe de Estado, durante los mil días de la Unidad Popular del gobierno de Salvador Allende, el país entero estaba viviendo un masivo carnaval de ideas de emancipación subjetiva y popular. Esos mil días de la Unidad Popular  fueron para muchos un salto cualitativo de la dignidad humana. La derecha política chilena cristiana y/o neoliberal, con el apoyo de la CIA de los Estados Unidos, boicotearon desde el primer día las medidas populares del Gobierno de Allende. La mística de cambio social del MIR, creía en que juntos: obreros, pobladores, mapuches  y estudiantes iban a poder arrebatarles el poder y la gobernabilidad fasistisante del país a la derecha. Ocupando las calles, las fabricas, las universidades, los colegios, armando al pueblo. El golpe de Estado Militar del 73, confirmó radicalmente lo contrario. Haciéndonos a todos los opositores al fascismo “criollo” emergente, simples e irreversibles perdedores. Delaciones, arrestos, cárcel, torturas, cesantes, desaparecidos, destierro, exilio. Sabemos hoy día que el gobierno fascista criollo y militar de Pinochet, no solo transformó el paisaje económico si no que además fue una verdadera revolución de mentalidades. Revolución de mentalidades neoliberal que promueve hasta el día de hoy al “consumismo intensivo” como paradigma y finalidad de la vida.

 

Miguel D. Norambuena y David Cooper, Ginebra, 1980.

 

PEV: Cuando llegas a Europa producto del exilio, hay un nuevo escenario al cual te enfrentas, además de todo tu proceso como refugiado político, aparecen los vínculos con David Cooper primero y luego con Félix Guattari, ¿Cómo funcionan esos dos momentos? Hay un ritmo en como se van entrelazando esas formas de cuidado y autocuidado y sobre todo me pregunto ¿Cómo extraer desde allí un eco presente que nos actualice este tipo de proceso de producción subjetiva que sostiene formas de vida cuya política del deseo es urgente?

 

MDN: Mi llegada a Europa esta fechada, en una historicidad de rupturas, de desgarros. Vecinas a miles de historias cercanas de exiliados. La mía, mi “historia” se sitúa dentro de los dolores, quiebres y culpabilidad del destierro. Culpabilidad de estar vivo, de estar “libre”, de no ser un “desaparecido” para la familia. Lo que los exiliados chilenos trajimos de la Unidad Popular a Europa, se encaja y se entrecruza,  como que se metamorfosea de cierta forma con aquella memoria viva, la que aun sobrevivía del post mayo 68.  En Europa en esa época, aún se mantenían vivos los resquicios de ese proceso  francés o que se habían desarrollado en otras ciudades del mundo, aunque también se veía cómo este movimiento se iba institucionalizando; se iba encerrando e integrando en las lógicas representacionales dominantes. Pasaba de una performance a un conocimiento abierto y creativo, un saber nómade, se pasó poco a poco a una sedentarización institucional redundante. Todos los flujos creativos se iban re-codificando poco a poco, imperceptiblemente,  a fin de entrar en el mundo de las representaciones dominantes y conformistas. Así es como se estabilizan los flujos anómalos. Al mismo tiempo que el deseo, los coeficientes de libertad, el goce por la vida, el “Si “, nietzscheano, se van coartando, limando, esterilizando. Todo el pensamiento nómada, creativo, sufre distintos grados de lobotomizaciones.

En la ciudad de Temuco -donde yo vivía la mitad de la semana con las comunidades Mapuche- yo había encontrado un ejemplar del libro editado por David Cooper “La dialéctica de la liberación” (Siglo XXI, 1972). Libro que leí en un momento muy significativo y difícil para mi. Me encontraba en plena separación con mi compañera de la época, Frida Laschan, quien posteriormente fue asesinada en la tortura en Buenos Aires.

En Ginebra alguien me dijo que David vivía en la periferia de Paris y que  dirigía y animaba  grupos de “escucha” sin ninguna formalidad. Entonces busque una guía de teléfonos y llegué a su nombre. Le llamé y me cito inmediatamente en su casa. Estuve asistiendo por 2 o 3 años a la casa de David a trabajar con grupos de escucha, donde la figura de él era potente, suprasensible!. En este mismo tiempo en que asistía a la casa de David es que un día, en plena sesión grupal, él contesta el teléfono y nos sugiere de acompañarlo a una reunión donde lo había invitado Guattari. Ellos ya tenían una vieja relación de complicidad. Una relación “disensual”, de  mucho respeto por la postura de cada cual respecto a las sicoterapias y a la política. Después del mitin, por casualidad me siento en una mesa al lado de Félix, quien me dice luego de escuchar mi historia “ven a verme a mi casa”.

PEV: Es muy potente como se articulan esas dos experiencias que tuviste, por un lado ser parte de estos grupos que alrededor de David iban acogiendo a quienes lo necesitaban pero que también iban conectando con algunos sectores parisinos donde la implicancia política y artística (en clave del paradigma estético propuesto por Guattari) también estaba enlazada con los movimientos subjetivos. Me pregunto como comenzaste a trabajar con Félix, supongo que claramente eran dos maneras diferentes de acceder a procesos de sanación, pero que tal vez estaban conectados con una forma de acceder a la vulnerabilidad, una amabilidad compartida en ese intersticio donde confluyen ambas formas de cuidado.

 

MDN: Todo esto está inscrito en flujos de máquinas abstractas, noción propuesta por Deleuze y Guattari, que no tienen forma ni contenido, tampoco estructura ni lenguaje. Pero que pueden estar ahí como virtualidades, como puros procesos a-significantes, pre-semióticos. Estas virtualidades se actualizan – o no – previo a encuentros, conexiones sinápticas peculiares. Creando así “Espacios inventados” de creación, de posibles, de innovación subjetiva y social. David y Félix supieron crear entre ellos un espacio disensual: un rizoma peculiar y co-creativo a sus posturas divergentes. Poder llegar a esa conjunción disensual es todo un arte!

En las primeras sesiones con Félix entendía bastante poco el lenguaje que él utilizaba,  a pesar de que ya hablaba francés. Se trataba de un lenguaje lleno de neologismos, que apelaba a conceptos que no comprendía. Muchas veces llegaba a buscarlos en el diccionario. Durante un año continué viendo a David en su casa participando a su grupo “des-siquiatrizado”: unas veinte personas sentadas en el suelo, contando, llorando, riéndose, conceptualizando vivencias. Al mismo tiempo que veía en su casa a Félix Guattari, recostado en el diván, siguiendo en apariencia un modo mas bien clásico psicoanalítico, asistía a los grupos de David Cooper que siempre estaba en compañía de su compañera e incansable colaboradora la socióloga y sicóloga Marina Zecca. Después de un tiempo le digo a David que seguiré con Félix. Si no miento, hasta creo que fue Marina que me lo sugirió. Los horarios de mi estadía en Paris no coincidían. La transversalidad entre ellos no era solo un concepto. Una abstracción. Era antes que nada una vivencia. Por lo tanto ir solamente a las sesiones con Félix, no era problema.  Esa transversalidad vivida la vi también claramente en el vínculo de la amistad y del trabajo que tenía Félix con Gilles Deleuze. En mi caso la condición de desterrado, de “derrotado”, de “perdedor”, que es la condición a mi manera de ver del exilado, o el refugiado, me invalidaba para caminar libremente con los dos pies en el nuevo – viejo!-  mundo. Ese fue un punto de enlace que siempre acompañó nuestras sesiones. En nuestras conversaciones aparecía el esquizoanálisis cuando el rigor de los términos se situaba, pero en otras ocasiones eran también sesiones de conversación libre. Nuestro vínculo fue el de una profunda “amistad solidaria”. Una amistad comprometida frente al mundo adverso y el deseo de forjar nuevos andamiajes para reinventar el “estar aquí”, lejos de los equilibrios capitalísticos opresivos, castradores del deseo y redundantes. Lo que implica el aprendizaje de todo un nuevo tejido de alianzas. Cada 15 días aproximadamente iba a insertarme  y a vivir en ese medio, su casa o la clínica de La Borde, dos o tres días.

Félix era un sicoanalista hereje y anómalo. Su paradigma estético en permanente vagabundeo conceptual, alérgico a toda transferencia opresiva, lo obligaba a uno a buscar – work in progress–  en cada momento su propia centralidad su propia singularidad, potencia, línea de fuga. Los términos y los lugares, los territorios eran resbaladizos. Puedo decirte que había una urgencia por crear “adyacencias”, fabricar Espacios inventados, crear desde ese « proceso de sanación» peculiar guattariano, nuevos andamiajes subjetivos; crear una alteridad positiva, para no verse aspirado por el paradigma melancólico y depresivo del exiliado. Crear una coalescencia política y vivencial, existencial, donde puedan procesarse nuevos deseos de la vida. Y por ende, inventar nuevas micro-políticas. Todo esto eso situándose “al medio” como diría Deleuze, y desde el corazón de la bestia capitalistica opresiva.

Con los años, me surgió la idea de saldar la deuda de estar gozando en Europa de ese material de sanación. Fue así que acompañé primero a David Cooper en Ginebra para que entregue un proyecto de libro que el había fabricado con Marina Zecca (CNRS), a la OMS, texto del cual no supe nada más. Después con Félix traduje algunos de los textos que él mismo me entregó  y luego vino el viaje a Chile con Félix, donde mi trabajo fue hacerme imperceptible con él en Santiago. Esto me permitía re-centrarme en mi propia vivencia, mi propia historia desgarrada y sufriente.

 

 

Félix Guattari en la comunidad Mapuche  Folil Che Aflaiai en la comuna de Nuñoa en Santiago de Chile, 1991.

 

 

PEV:  Por un lado está la edición del libro “Cartografías del deseo” editada en 1989 por Francisco Zegers en Santiago y que principalmente tu tradujistes, luego su visita en 1991 donde realizó una serie de conferencias y encuentros en las ciudades de Santiago, Valparaíso y Villa Alemana; y por último la edición del libro en 1998 de “El devenir de la subjetividad” (Dolmen) editada por Cristóbal Santa Cruz con tu colaboración y que se transforma en un potente documento de aquellos recorridos y senderos en Chile, reflexiones situadas que muestran formas de acceder a ese legado crítico como cartografía sensible. Retomando esas experiencias y volviéndolas sobre tu propia existencia en Ginebra, quería pedirte que pudieras plantear las bases con las que creaste en los años ochenta el Racard y en 2015 el Dracar, esos dos espacios de cuidado y vida.

 

El Centro Racard fue creado en el año 1981. Fue el fruto de un trabajo de memoria de estudiantes de la escuela de trabajo social de Ginebra, IES. Hoy día, Haute Ecole de Travail Social, HETS. Una primera experiencia, duro dos años. La problemática de los residentes desbordó la capacidad de gestión de estos jóvenes profesionales, que creyeron que bastaba su motivación y entrega para darle causa a un “cotidiano institucional” a personas que viven  y sufren graves disfuncionamientos de la personalidad. El centro cerró sus puertas. Pero la demanda de ese tipo de “espacios de vida” motivo a la Municipalidad de Ginebra de abrir un concurso publico y fue así que fui designado coordinador de esa segunda experiencia. Gracias a los relatos de un colega que venía de la primera experiencia, poco a poco fui creando, con un primer equipo sicosocial (sicólogos clínicos y trabajadores sociales),  los primeros andamiajes de lo que con los años llamé la “clínica del cotidiano”. El centro Racard, nace fruto de la institucionalización de todo un movimiento “contestatario”. Fueros por esos años que surgen en Europa y en Ginebra, una serie de asociaciones alternativas o privadas con apoyo financiero de los  municipios o del Estado. Asociaciones alternativas, que militan en contra del paradigma autoritario estatal y sistémico vigente, y que proponen nuevas formas de asistencia sicológica, siquiátrica, carcelaria, educacional, universitaria, económica y ecológica. Los fines de los setenta y los años ochenta fueron donde se experimentaron y crearon las bases de lo que fue el pensamiento y la practica ecológica, anti-militarista, anti-fascista, anti-conformista, anti-consumista, la autonomía política.

El Racard, podríamos decir que, en todo caso los primeros diez años de elaboración de lo que llamé la “animación sicosocial”[2] – paradigma asistencial elaborado específicamente para personas que no adhieren a los tratamientos y posturas asistenciales ordinarias –  fue protegido por ese vasto contexto social de efervescencia y de mística por el cambio social e institucional. Como a la vez, apoyado y sostenido por el trabajo que yo había emprendido con Félix Guattari, ya sea personal o en sus seminarios. En donde en cada de uno de mis viaje a Paris visitaba y participaba en encuentros con David Cooper, Marina Zecca, Gilles Deleuze, Fernand Deligny o en la Clínica de la Borde. Esos años me permitieron forjar esos conceptos y esa practica, digamos, “adyacentes” o “coalescentes” a lo existente, teniéndoles como « analizadores » vivos y permanentes. Lo que cuando lo miro a posteriori, no deja de ser un privilegio si no un lujo!

La Animación sicosocial, como la “Clínica del cotidiano”, si bien despierta mucho interés académico, por ejemplo tanto en el centro Racard, como en el centro Dracar se reciben todos los años estudiantes en prácticas, y además ambos son admirados por parte de otros centros de salud social, yo creo que otra cosa es la de asumir esta propuesta como profesional. Ta que vivir esta propuesta en carne y hueso cotidianamente, reclama un esfuerzo muy cercano de la disciplina y del rigor reflexivo que requiere todo trabajo escénico o teatral. Dado que los residentes del centro Racard, son usuarios o pacientes crónicos  y/o temporales del Hospital psiquiátrico de Ginebra como de los centros de la siquiatría ambulatoria local (unidades extra hospitalaria, diurnas),  de una u otra manera el Racard esta integrado en la “red” asistencial y sicosocial existente de la ciudad. Esta integración esta dada fundamentalmente por el hecho que fuera del Racard, y más tarde el centro Dracar, no existe en Ginebra otro “espacio de vida”  pensado para personas que no adhieren a los tratamientos, seguimientos o propuestas de rehabilitación sicosocial corrientes.

El año 2015 dejé la dirección del centro Racard. Ese mismo año, meses antes de partir, recibí de parte de la Municipalidad la noticia que esperaba desde hacen unos años atrás. Hasta me había olvidado de ese pedido. Una Villa con terreno para alojar 8 residentes igualmente reticentes a las propuestas asistenciales corrientes. De esa manera fundé el Centro Dracar. Esta vez se trataba de una casa con terreno para jardinear, construir un gallinero y una huerta. Los profesionales, cuatro sicólogos/as clínicos a diferencia del centro Racard, no duermen en el centro. Aquí se trata de medios tiempos que se turnan con visitas irregulares en las mañanas, a mediodía y en las tardes hasta las 21 hrs. En el Dracar, el trabajo de la “clínica del cotidiano”, es distintamente difícil al del centro Racard ya que al no vivir ahí, son los residentes los que le dan “cuerpo” al cotidiano vivir. Haciéndose distintamente laboriosa la construcción del “personaje clínico o institucional “ operante. Ya que la problemática de la eficiencia pragmática de la autoridad clínica  a-representativa,  fuera de clichés ordinarios, se construye así como se deshace, o se normaliza, se estigmatiza, al día a día en la relación misma que se desarrolla con los residentes. Es una batalla, un “gallito” y un “péndulo de reloj” (Leibniz). Cosa que cuestiona, a veces dolorosamente, a los profesionales. Todo este proceso de domiciliación y de desinstitucionalización, como de desestigmatización del loco y de la locura,  no es otra cosa que la creación de lo que llamé “Espacios inventados” que con el tiempo y la experiencia vivida al lado de profesionales como de estudiantes, me doy cuenta que es mas difícil de lo que creía de poder apropiarse y reinventárselo para si.

Algo así como si esta dimensión pragmática, adyacente y a-paralela a los dispositivos asistenciales ordinarios fuese como el trabajo dramatúrgico escénico. Un trabajo que reclama una fuerte y generosa verdad de si!  Hoy día el centro Dracar, como el centro Racard, continúan esa tentativa, usando la expresión de Fernand Deligny, siguiendo su proprio causal. Tanto el uno como el otro centro, se reinventan y le dan forma a su manera a esa Clínica del cotidiano que solo se sostiene en la praxis y en el presente.

 

PVE: En mi visita al Dracar vi como situabas este lugar como parte de una trayectoria de relaciones con otras experiencias de análisis institucional, sobre todo en un diagrama que permanecía en la sala de reuniones que situaba las labores de cada quien. Me gustaría preguntarte por la Grilla que hay en el Dracar, que recuerda un poco la Grilla de la clínica La Borde donde trabajaba Guattari, ¿que vínculos haces entre estos dos espacios?

 

Gilles Deleuze siempre dijo que todas estas posturas y devenires, menores, minoritarios, moleculares, nómadas y adyacentes, gozan de una salud frágil y precaria. Y esto dado a que permanentemente están solicitadas, sea desde su interior como exterior, por una multiplicidad de vectores de normalización. Todos estos son más o menos fascistas, castradores del deseo, del imaginario, de la innovación y de la creación. Aquí poco importa que se sea de la derecha política o de la izquierda, alternativo o ecologista. Estos vectores de normalización y de remodelización subjetiva  micro-fascista y/o conformista, atraviesan todas estas identidades y el deseo. La breve historia de la grilla guattariana en la clínica de La Borde[3], es uno de los tantos ejemplos de como al interior mismo de una agenciamiento institucional, clínico adyacente, este se descompone desde su mismo interior. La grilla guattariana no era otra cosa que permitir a que todo el personal de la clínica – enfermeros, operadores sociales, cocineros, médicos, sicólogos- puedan pasar, circular de una actividad a otra, en función de su interés. La Grilla era un instrumento de visibilidad de la inserción y rotación de cada cual en tal o cual actividad, y sin prejuicio del puesto o de la jerarquía  institucional que ocupara. Fue justamente al tocar el estatus profesional e institucional de algunos profesionales – la jerarquía en todo caso – que la resistencia al cambio comenzó a operar y a pudrir desde su interior la iniciativa. Algunos por ejemplo no entendían ni querían que siendo contratados como sicólogos o médicos tengan que ir a trabajar como jardineros, cuando de lo que se trataba era justamente de poder reposicionarse subjetivamente en otro contexto o agenciamiento territorial para darle una mayor pluralidad de campos de resonancia y de composición de relaciones humanas a los pacientes.

En el Dracar, Lola Nadel, animadora sicosocial y logopedista, intentó de reinventar para la Clínica del cotidiano una grilla a partir del paradigma guattariano. La grilla dracardiana no llego mas allá del gráfico mural que ella fabricó. Pienso que con los tiempos que corren hoy día en el trabajo institucional, el neo-conformismo pandendemico, la paranoia ambiental  que lo caracteriza, subsume todo deseo de cambio y de creatividad subjetiva. Ya que esta puede ser vista como un dispositivo de « control » y de desvalorización estatutaria, en vez de ser vista como una cartografía sinérgica operante de la inserción subjetiva e institucional de cada cual y de vector de «cinética sanadora”, en que esta movilidad del trabajo puede operar con los pacientes o los residentes. Esto no significa que en el Dracar, no haya movilidad de cada profesional en tal o cual actividad, ésta existe y se desarrolla pero sin una grilla que sirva de analizadora-nomádica-cartográfico, ni de la evolución, ni del beneficio sanador del agenciamiento ecosófico: residente-actividad-profesional o de cada cual con las  actividades propuestas a los residentes.

« Una Historia del Grilla” diagrama de Lola Nadel, Dracar, 2017,

 

[1] Esta conversación es parte de un texto en proceso a publicarse por editorial Pólvora.

[2] Hébergement d’urgence et animation psychosociale, le Racard ou renouer avec la vie, Ed L’Harmattan, Paris, 1997 . En:  l’animation psychosociale à la clinique du quotidien, Le centre Racard, critique et clinique, Ed. L’Harmattan, Paris, 2010.

[3] http://www.revue-chimeres.fr/drupal_chimeres/files/34chi01.pdf

 

“La paz no es una firma, sino todo un proceso social de cambio de mentalidades” // Alejandra Gaviria (H.I.J.O.S. Colombia)

Entrevista realizada por Amador Fernández-Savater para El Diario

El padre de Alejandra Gaviria, Francisco Gaviria, fue desaparecido, torturado y asesinado  cuando ella tenía seis años. Formaba parte de la Unión Patriótica, un partido de izquierda colombiano de los años 80, fruto de un acuerdo de paz, cuyos militantes (más de 3500) fueron radicalmente exterminados por agentes del ejército, paramilitares y narcotraficantes.

Alejandra fundó la organización H.I.J.O.S. junto a otros afectados de violencia política en 2005. Su originalidad: problematizar la etiqueta de “víctima” que genera actores y espectadores del conflicto, cuando todo el mundo es afectado; recuperar la “memoria de los sueños inconclusos”, es decir, no sólo la memoria del padecimiento y el horror, sino una memoria positiva de lo que quedó truncado, memoria para el futuro; pensar en términos de “transformación” y no sólo de “resolución” del conflicto. Elaboraciones que pueden resultar muy inspiradoras en el contexto español.

Hablamos con Alejandra Gaviria sobre todo ello y también sobre la situación actual del proceso de paz y sobre las elecciones presidenciales que tendrán lugar este fin de semana en Colombia.

Amador Fernández-Savater: ¿Cómo llegas a H.I.J.O.S.?

Alejandra Gaviria: Yo llego a H.I.J.O.S. cuando tengo 22 años. En realidad no llego a H.I.J.O.S., sino que empiezo a construirlo con otras personas entonces. En la Universidad encontré a otros jóvenes con historias parecidas a la mía. Coincidíamos en pertenecer a una generación que tenía en común la cuestión de la violencia política de los años 80, una violencia que en mi país viene de muy lejos, de muy atrás.

Los relatos nos llevaban de unas personas a otras y nos dimos cuenta de que todas estábamos conectadas en una misma historia. Y finalmente nos motivamos a trabajar el conflicto -o mejor dicho: la transformación del conflicto- desde la memoria.

Supimos entonces de la existencia de H.I.J.O.S. de la Plaza de Mayo en Argentina y que su experiencia se había ido regando por otros lugares, como México o Guatemala. Entramos en diálogo con ellos y ahí decidimos construirnos como colectivo. Al inicio éramos como siete o diez personas.

¿Cuáles fueron vuestras primeras acciones?

En 2005 comienza en Colombia un proceso de amnistía a grupos paramilitares con la ley de Justicia y Paz. Esa ley era terrible, porque a diferencia de los acuerdos actuales no se exigía a esas personas, responsables muchas veces de crímenes de lesa humanidad y de la muerte de nuestros padres, que contasen la verdad. Se les proponían penas alternativas que no estaban amarradas a nada.

Sentimos mucha indignación. Durante años hemos sentido la indignación de cerca y ha sido para nosotros un motor. ¿Qué hacer con la rabia? Decidimos convertirla en ideas, hacer cosas con ella para que no se nos quedara dentro. Empezamos a hacer campañas públicas de veto social frente a ciertos personajes, contando lo que habían hecho y explicando por qué la sociedad debía exigirles algo más.

Cuestionar la etiqueta de víctimas

¿Qué reflexión os lleva a hacer un grupo no exclusivamente de víctimas? ¿Por qué no os identificáis como víctimas?

Desde el comienzo lo que quisimos hacer fue un llamado generacional a todo aquel que vivió de cerca el exterminio causado por violencia política y sintió la rabia y la indignación. Independientemente de si la persona que murió fue su padre, su hermano, su vecino o simplemente el candidato por el que iba a votar.

Esto tiene que ver con nuestra reflexión sobre la experiencia de ser etiquetado como “víctima” en Colombia. Nuestra idea es que el término de víctima -y de victimario, que es su contrapartida- reducen la complejidad del conflicto. Porque parece que hay unos “otros” a los que les ha tocado el conflicto y que son las víctimas. De ese modo, el concepto de víctima se vuelve una especie de barrera por la cual uno siente que no tiene nada que ver con lo que pasa en el país, ninguna responsabilidad o implicación.

Nosotros cuestionamos: ¿quién es víctima aquí? ¿Sólo quienes hemos sido golpeados directamente? Es absurdo. La misma cultura política colombiana es víctima del conflicto: un partido de izquierdas, resultado de un acuerdo de paz, fue exterminado completamente y eso afecta a millones de personas que confiaron, soñaron, votaron por él. Lo que pasó con la Unión Patriótica fue una lección bárbara de miedo y adoctrinamiento para toda la sociedad.

Nos cuesta mucho asumir ese impacto porque es demasiado agresivo, pero la sociedad entera ha sido afectada por el conflicto. No sólo nosotros. De hecho nosotros lo hemos podido elaborar, mientras que otros ni siquiera se lo han preguntado por el simple hecho de no considerarse víctimas.

Suena muy fuerte esta reflexión en el contexto español, donde la figura de víctima apenas se ha cuestionado y tiene mucho poder.

El problema es cuando la sociedad genera una lectura simplificada de su conflicto limitada a unos hechos desconectados, que tienen unas víctimas individuales y unos victimarios entendidos como los responsables materiales de los hechos.

Así se construye la idea de que sólo las víctimas pueden hablar de lo sucedido, se convierten en la única “voz legitimada del dolor”. Y esto produce una tremenda pasividad irresponsable en la sociedad. Al no darle su lugar en el conflicto, al no sentirse afectada, la sociedad no se implicará en ningún cambio, dejando así de nuevo toda la carga y la responsabilidad en las víctimas y los victimarios.

Y esa era la situación que desde  H.I.J.O.S queríamos trabajar. Nos propusimos plantear un diálogo colectivo que se preguntara por el papel de una sociedad que, lo quiera o no, ha estada implicada en el conflicto durante décadas. Ya no era la pregunta por el hecho puntual, la víctima como individuo, sino la pregunta por los procesos, las dinámicas, los impactos y los beneficios que el conflicto ha generado.

En ese sentido, el llamado era a que no sólo las víctimas teníamos que hablar, sino que todos teníamos la responsabilidad de actuar para la transformación del conflicto, desde el lugar donde nos hubiera tocado. Por eso nosotros decimos “H.I.J.OS somos todos”.

Memoria de los sueños inconclusos

Ahora te quería preguntar acerca de vuestro reflexión sobre la memoria. ¿Qué tipo de memoria os habéis propuesto rescatar?

A los muertos los usan. A nuestros padres, por ejemplo. Y estábamos muy cansados de esa instrumentalización constante. Las historias que interesan a los medios siempre son las más trágicas, te hacen fotografías cuando lloras o te piden que les cuentes cómo murió tu padre, cuantos más detalles sobre la tortura mejor. El único mensaje que sale de ahí es el miedo.

Entonces dijimos: ya no más. No vamos a contribuir a que esa sea la memoria que quede de nuestros padres: personas asesinadas o torturadas, finalmente personas vencidas, que sólo importan por el dolor que les han infligido y no por el proyecto por el cual trabajaron, por lo que pensaban, por las ideas que tenían. Dijimos: mi padre es mucho más que su muerte .

Y empezamos a ampliar la memoria. No nos interesaba solo la historia de la atrocidad, saber qué les hicieron, sino que nos empezó a interesar mucho mas el por qué. Es decir, qué era lo que hacían nuestros padres y madres que generó tanto miedo a un sector de la sociedad que vio como solución eliminarlos.

Ahí dimos con una mina de oro, con una cantidad enorme de ideas innovadoras que proponían y construían aquellos que fueron exterminados: el cuidado y la preservación del territorio y sus recursos, la construcción de presupuestos participativos, la participación pública en las decisiones políticas, otra gestión de lo público, la autogestión, la lucha por los derechos, etc.

Vimos que esta memoria aportaba con ideas concretas a construir futuros posibles. Si quieres aprender a sobrevivir en tiempos difíciles, pregúntale a un desplazado en Colombia y conocerás quinientas estrategias para continuar en la vida, educar a tus hijos, sin tu tierra, sin un padre y sin un peso.

Ahí, en esa dimensión de la memoria que incluye la resistencia, se te cae el estereotipo de la víctima como una persona insignificante. Y te das cuenta de que las víctimas, los supervivientes, tienen mucho que aportar cuando un país se pregunta cómo reconstruirse después de tanto dolor y atrocidad.

¿En ese sentido habláis de “memoria para el futuro”?

Nosotros siempre buscamos la conexión con el presente. Porque la idea de víctima tiene el riesgo de que genera eco del hecho pasado. Se hace memoria de lo que fue. Pero en Colombia no es así, no puede ser así. Porque aquí sigue pasando.

Aquí no hay momento post. Entre el 2016 y 2018, es decir, entre la firma del Acuerdo de Paz y su intento de implementación, han sido asesinados 282 líderes sociales en los territorios de Colombia donde se lucha por la tierra, por el derecho al agua o que en hacer realidad el acuerdo de paz. Esto significa que asesinan a un líder social cada tres días.

El reto para nosotros es la transformación del conflicto. Mostrar cómo lo que le ocurrió a mi padre no es algo que pasó hace treinta años, sino que sigue pasando ahora. Nuestra memoria está amarrada a un presente y a un futuro de sueños que aún es urgente cumplir.

La calle contra el miedo

¿Cuáles han sido vuestros logros?

Decidimos que este camino de redescubrir unos sueños y unas prácticas que nos sirvieran en nuestra propia vida sería un camino chévere y que eso se reflejaría en lo que hacíamos. Así podríamos mostrar mejor lo ahora que nos falta, lo que truncaron.

Por ejemplo, tomamos las calles. En Colombia, más concretamente en Bogotá, se usaba entonces muy poco la calle, había un ambiente de miedo. Resolvimos no esperar a que se consiguiera la paz para usarlas, sino hacerlo ya. Y así empezamos a exponer nuestras historias en público y en voz alta.

Poníamos en plena calle un documental, música, hacíamos un performance y hablábamos en voz alta de nuestras historias, de lo que la gente prefiere no hablar. Por ejemplo que el Estado era el mayor responsable del genocidio sucedido contra la UP, contra los defensores de Derechos Humanos, de las ejecuciones extrajudiciales.

Así hemos podido aportar nuestro granito y nosotros mismos hemos logrado hablar de lo que nos daba miedo, de lo que antes teníamos que callar; pero también de lo que soñamos, de la idea de que nos merecemos algo mejor y que podemos dárnoslo aquí y ahora desde el quehacer cotidiano.

Nuestros mayores logros están en ese tipo de cosas, no son logros para nada abstractos. Hoy hay menos miedo, más denuncia, hoy en mi país el Estado ha tenido que reconocer su responsabilidad en muchos crímenes. Esto no lo conseguimos nosotros solos, lo hicimos con mucha otra gente más y gracias a las víctimas y defensores de Derechos Humanos, que llevan décadas trabajando, desde mucho antes que H.I.J.O.S. naciera, y que nos enseñaron lo que significaba este camino.

¿Qué lenguajes, que estéticas, qué formas habéis escogido para transmitir vuestra memoria?

Pensamos que todo esto había que hablarlo de otra forma, con otro lenguaje. No sólo el de la denuncia. Para contagiar más y mejor.

Siempre se han hecho conmemoraciones, pero nosotros las resignificábamos. Hacíamos un concierto, inflábamos unos globos gigantes, dibujábamos un grafitti gigante, tratábamos de poner algo distinto. Entre nosotros había muchos artistas. Era el momento del boom del graffiti, estábamos metidos en eso. Hoy Bogotá es una ciudad reconocida por sus murales, antes se llamaba vandalismo y hoy es arte urbano.

Esto tiene que ver con los murales que hicimos desde el movimiento de Derechos Humanos. Nos encargábamos de arreglar algunas paredes específicas. Se dibujaba, se conversaba con los vecinos, se creaba un sentido compartido. Al principio nos los tachaban, pero muchas veces ha pasado que los propios vecinos han salido a defenderlos. Ya no agreden nuestros murales.

Nuestra actividad ha sido dar una y otra vez nuestra versión de las cosas desde distintos lenguajes. Rompíamos así el estereotipo de la víctima “pobrecita” con pocos recursos de expresión.

Entramos en las universidades a formarnos y a hacer allí también un trabajo de amplificación. Cuando yo entré a estudiar, ni siquiera se podía hablar de la Unión Patriótica. Nadie quería dirigirme la tesis. Con el paso del tiempo y nuestra agitación, comenzó a haber paneles, seminarios, talleres. 20 personas, muy dispuestas, fueron capaces de poner un tema encima de la mesa.

Nosotros no somos artistas, académicos ni nada. Simplemente usamos distintas herramientas y lenguajes para nuestro fin y nuestra causa: que la gente conozca lo que nos pasó para que así deje de suceder. Y para eso nos hemos tenido que volver académicos, pintores, músicos y artistas.

La paz no es una firma

¿En qué punto está el proceso de paz en Colombia? Creo que en España hay mucha desorientación al respecto. Se sabe que el referéndum echó para atrás una propuesta, pero poco más. ¿Qué está pasando en Colombia ahora?

El proceso de paz tiene dos objetivos: el primero es el tránsito de las FARC desde las armas a la democracia. Y el segundo es la garantía de derechos a las víctimas: derecho a la verdad, la justicia y la reparación. Ambas cosas están hoy en riesgo.

Tras el referéndum, se retoma el acuerdo de paz de La Habana por otras vías. Una de las cuales incluyó la discusión y aprobación por parte del Congreso de lo acordado durante los seis años de negociaciones en La Habana. Es decir, al Congreso se le dieron facultades para discutir y cambiar lo que ya había sido acordado por las partes en La Habana. Esto significó a mi juicio la desfiguración de gran parte de los acuerdos. Se cambiaron varias puntos que eran fundamentales para garantizar los derechos a las víctimas y, en concreto, a las víctimas de crímenes de Estado.

Del sistema de justicia transicional se eliminó la posibilidad de que este pudiera juzgar a civiles que estuvieron comprometidos con el conflicto, por ejemplo empresarios o transnacionales. Se eliminó el principio de responsabilidad de mando en el caso del juicio a miembros de la fuerza pública. Y se eliminaron ciertas medidas fundamentales como dar un número de puestos en el gobierno especial a las víctimas.

Además, el gobierno ha incumplido ciertos compromisos para el proceso de reintegración de los ex guerrilleros de las FARC: los proyectos productivos que se habían prometido no arrancan, varios de los miembros de ese grupo continúan en las cárceles y, lo más preocupante, ya han sido asesinados más de 30 ex combatientes de las FARC, lo que deja en evidencia que no se esta cumpliendo el compromiso del Gobierno de garantizarles la vida, la seguridad y la posibilidad de hacer efectivo su ejercicio en la política democrática, que es el corazón mismo de los acuerdos.

Si a esto le sumamos la difícil situación de seguridad y de violencia en los territorios donde antes se encontraban las FARC y donde el Estado aún no llega, que están siendo copados por grupos narcotraficantes y paramilitares, y el sistemático y alarmarte asesinato de los líderes sociales en los últimos dos años, podemos decir que claramente requerimos de muchos más esfuerzos y compromisos reales del Estado, pero también de la sociedad.

Las FARC están cumpliendo con su parte: entregaron las armas, se mantuvieron firmes en la apuesta por la paz tras el referéndum, etc. Las víctimas también han hecho su papel: los lugares que fueron más golpeados por la guerra y las FARC votaron masivamente a favor del acuerdo de paz. Fue en las ciudades donde más se votó que no, entre la gente menos afectada por lo que ha pasado.

¿Quién falta entonces por hacer su parte, su papel? ¿El Estado?

Y la sociedad. El problema más grande para mi es que casi la mitad de la población no salió a votar en el plebiscito, hay millones de personas que consideran que este tema no les interpela y creo que esta indiferencia es más peligrosa para la construcción de un camino de paz que los mismos detractores del acuerdo.

¿Te refieres a Uribe?

La consigna de Uribe y su partido es: vamos a hacer trizas el acuerdo de paz. Y mucha gente está de acuerdo, piensa que vamos hacia un abismo porque se firmó un acuerdo de paz, que nos estamos volviendo castro-chavistas, etc. Pero el problema no es Uribe, sino ese apoyo que tiene de sectores de la sociedad que consideran que la paz no es con ellos ni para ellos.

Porque la paz no es una firma, sino todo un proceso social de cambio de mentalidades y, por lo tanto, solo habrá paz si hay movimientos ciudadanos que exigen que se cumpla lo pactado y ponen toda su creatividad, energía y compromiso para aportar a que se logre.

¿Qué esperas de las elecciones?

Yo espero en primer lugar que los colombianos logremos apreciar y valorar hasta donde hemos llegado. A pesar de todo, hay triunfos incuestionables.

Sólo un par de ejemplos. Por un lado, desde hace un par de años la cifra de soldados heridos en combate es mínima y el Hospital Militar está pudiendo dedicar sus recursos a tratar enfermedades de alto costo. Por otro, el plan de Desminado Humanitario de los territorios colombianos, en el que trabajan de manera conjunta las Fuerzas Armadas y las FARC, ha logrado grandes avances, descontaminando miles de metros cuadrados y permitiendo el regreso a sus hogares de millones de personas.

Y espero luego que esa conciencia de hasta donde hemos llegado logre garantizar un voto y un Presidente que se comprometa por preservar y avanzar en la implementación de este acuerdo de paz con las FARC, pero que además prosiga el diálogo con el ELN, así como también consiga llegar a un acuerdo para la entrega ante la justicia de los grupos herederos de los paramilitares y de las bandas criminales y narcotraficantes.

Hablamos con Alejandra Gaviria en el marco de su visita a Madrid propiciada por Medialab-Prado.

Proclama popular del 25 de Mayo

Rechazamos los acuerdos de Mauricio Macri con el Fondo Monetario Internacional, su modelo de dependencia política y económica con las grandes potencias extranjeras que están reeditando en nuestro continente, un plan sistemático que sólo ofrece a las mayorías populares un destino de miseria planificada. Rechazamos el endeudamiento externo que significa una cadena de dependencia sobre nuestro pueblo.
Rechazamos los acuerdos de libre mercado que Mauricio Macri y los gerentes corporativos que gobiernan la Argentina andan mendigando por Estados Unidos y Europa. Rechazamos la apertura irrestricta de las importaciones, el fomento de la concentración económica en un puñado de multinacionales y la matriz especulativa con la que intentan destrozar el aparato productivo e industrial para direccionar los beneficios económicos a los que especulan en la city porteña.
Rechazamos el salvaje tarifazo impuesto sobre los servicios públicos esenciales, que condena la producción nacional y obliga a nuestro pueblo a decidir entre pagar una factura o poner un plato de comida sobre la mesa.
Rechazamos la reforma laboral con la que sigue amenazando el gobierno en el Congreso.
Rechazamos el ajuste sobre el salario real por el camino de una devaluación especulativa y los topes paritarios. Rechazamos el proceso de flexibilización laboral iniciado al hacer crecer los niveles de desocupación, por mentirosos que sean los índices que nos ofrecen. La desocupación es un crimen.
Rechazamos la reforma previsional que ha licuado los ingresos de jubilados y pensionados, que inicia una privatización encubierta del sistema previsional argentino. Rechazamos las medidas tomadas por este gobierno para meter mano en el Fondo de Garantías del Anses y especular con la plata de las trabajadoras y trabajadores.
Rechazamos el ajuste brutal sobre los programas de empleo, la eliminación de los programas de vivienda, la destrucción del modelo cooperativo como herramienta de organización económica del trabajo, el recorte de los ingresos populares garantizados por el derecho conferido en la Asignación Universal por Hijo.
Rechazamos el desfinanciamiento educativo, el disciplinamiento del salario docente, el ataque a sus organizaciones gremiales y la persecución a la organización estudiantil.
Rechazamos el discurso negacionista del gobierno y su intento de imponer nuevamente la teoría de los dos demonios.
Rechazamos la radicalización de la violencia ejercida por las fuerzas de seguridad y la aplicación de la “doctrina Chocobar”
Rechazamos el ataque a las comunidades de nuestros pueblos originarios y el avasallamiento de sus derechos sobre tierras y cultura ancestrales.
Defendemos la capacidad creativa de nuestro pueblo que se ha inventado su propio trabajo, su capacidad de organización colectiva en cooperativas de la economía popular. Defendemos la organización comunitaria, social, barrial y su profunda participación en la vida política.
Defendemos el trabajo digno, que genera las riquezas reales de nuestra Patria. Y para ello, defendemos a nuestras trabajadoras y nuestros trabajadores, a sus organizaciones gremiales, a su protagonismo político en la batalla por la distribución de la riqueza. Defendemos los derechos laborales conquistados, las paritarias libres y avanzamos hacia su efectiva participación en las ganancias.
Reafirmamos la necesidad de defender la producción y el desarrollo industrial de nuestra Nación, protegiendo el desarrollo de las economías regionales que le dan vitalidad económica a un federalismo amenazado por los programas de saqueo de nuestras riquezas en el suelo y subsuelo de la Nación.
Defendemos a nuestras pibas y a nuestros pibes, su derecho a una educación pública, gratuita y de calidad.
Defendemos nuestro grito “Ni Una Menos”, porque enfrenta y sacude las entrañas de la cultura patriarcal dominante. Avanzar hacia la paridad de género en términos políticos, económicos, sociales y culturales, es una premisa ineludible para consolidar una Patria justa.
Defendemos el Estado, sus trabajadoras y trabajadores, para que las corporaciones económicas no decidan por nosotros.
Defendemos la libertad de expresión y la comunicación popular, para que esas corporaciones económicas no concentren el mapa de medios en pocas manos y digiten la construcción de un pensamiento único que legitime los programas de ajuste y saqueo.
Defendemos las políticas públicas de memoria y lo conquistado en más de 40 años de lucha. Defendemos los juicios a los responsables del terrorismo de Estado y sus cómplices civiles reafirmamos que el único lugar para los genocidas es la cárcel común. Seguimos exigiendo justicia para Santiago Maldonado y Rafael Nahuel.
Defendemos la democracia, como herramienta para decidir nuestro futuro y rechazamos la persecución política a la militancia popular. Seguiremos exigiendo la inmediata libertad de todos y todas los presos y presas políticas de la Argentina.
Defendemos la política como herramienta transformadora de la realidad. Abrazamos la verdad, para que nunca más, por el camino de la mentira, un proyecto económico de miseria se pueda alzar con el gobierno, y lo ejerza con cinismo, hipocresía y represión.
Reafirmamos la necesidad de integrar nuestro destino con el de los pueblos de nuestra Patria Grande. Nuestra Patria es América, gritamos los que supimos enfrentar al colonialismo y al Plan Cóndor.
Somos un pueblo digno, con mucha memoria y sabemos de qué se trata todo esto que padecemos: el colonialismo neoliberal sólo puede ofrecernos un destino miserable para las mayorías populares. Por eso nos enfrentamos al gobierno de Mauricio Macri, por el camino de la democracia, en las calles y los haremos también en las urnas.
En ese camino, y con estas reivindicaciones y desde estos principios, nos disponemos a forjar la unidad necesaria para construir definitivamente la Patria que soñamos.

 

Laboratorio, grito o toma de edificio // León Lewkowicz y Facundo Abramovich

En estos días recuerdo la lección de otras épocas: el trabajo, la literatura — desdichadamente—
no está desprendida de la realidad. No puede ser una «cura», ni un corte, ni una realidad
paralela.
De algún modo el error central de los narradores argentinos se detecta en sus metáforas
«tremendas» y falsamente literarias. Dan siempre una definición de cada situación, es decir,
siempre definen y le dan un sentido a las acciones de los personajes mientras suceden.

Los Diarios de Emilio Renzi -años de formación-, Ricardo Piglia

No hablar en “nombre de”, evitar toda representación: en su trascendencia, limita la riqueza de lo real. A ello apuestan Diego Valeriano en sus escritos y el Laboratorio de creación y experimentación escénico-política que dirige Silvio Lang en el Cervantes. Los textos de Valeriano trazan en el Laboratorio un paisaje cuando son cantados, gritados, punkeados. Y lxs performers no representan lxs personajes de Valeriano,  sino que, en última instancia, funcionan como insumos productorxs de nuevas fuerzas o devenires, sean libertarios o fascistas. Al mismo tiempo, se trata de volver absurdas todas esas representaciones, de llevarlas al límite mientras se las atraviesa, exagerarlas, para decir que despojados de ellas están los cuerpos que combaten. Investigar es producir un saber, por lo tanto, entrar en escena es empezar de nuevo la vida, de cero, con capacidad de producir una distinta a la que se tuvo antes.

El público, sorpresivamente serio. Nos parecía que la propia obra forzaba a salirse de las propias representaciones como espectador y abandonar la permanente paranoia que nos persigue: la de la constante búsqueda de sentido y significado. Había escenas donde, desde el público, se transitaban sensaciones de violencia, de furia, otros de seriedad y, por momentos, invitaba a la risa. La producción del sentido se daba en el acto y no en un supuesto “hilo claro” que algunxs espectadores repusieron en la conversación que hubo entre performers, directores, vestuaristas y espectadorxs. No decimos con ello que “no tenía sentido”, sino que la producción del mismo se daba entre el texto, la actuación y el espectador. La lectura de un “hilo claro” -o su búsqueda- habla también de nuestra educación en las prácticas teatrales hegemónicas o en la comodidad de Netflix, donde el sentido es obvio. 

Sí hay una pregunta y búsqueda que recorre el conjunto del laboratorio: qué significa experimentar modos de vida no neoliberales. La búsqueda, o la experimentación, es perseguir ese sentido. A veces sin lograr alcanzarlo. ¿Cómo sabe el o la performer que haciendo lo que hace dice algo? Exige del espectador un involucramiento en la propia experiencia y la elaboración de su sentido. Si entendemos experiencia como aquello que uno transita para salir distinto a como entró, el “laboratorio” debe tratarse de ello para los distintos actores-performers, directores o espectadores-. 

El Laboratorio es una intervención política, un grito contra las artes adaptadas -sea en sus formas o en su contenido- que transitan las calles de ésta ciudad. Desde el vamos, el Laboratorio se distingue por el carácter colectivo de su producción que roza el anonimato más allá de los talentos individuales puestos en juego. Podría decirse que «juega de visitante»: dentro y contra el Estado. Es casi una toma de edificio, un copamiento, un asalto, una burla, una provocación, una a-normalización de su vida, una anomia momentánea. El Cervantes deja de ser «Teatro Nacional» para devenir cuartel o trinchera.

 

 

Mitad León, mitad Perro // Pedro Yagüe

Hablábamos mucho, porque en esa época conversar era natural, no una felicidad o un cansancio, como ahora.

Miguel Briante

 

Entre los años 2008 y 2010, Diego Sztulwark realizó un conjunto de entrevistas a León Rozitchner. El resultado: quince videos titulados Es necesario ser arbitrario para hacer cualquier cosa, que transcurren durante casi tres horas y que fueron registrados en su oportunidad en Youtube. Durante 2016 y 2017, Sztulwark mantuvo una serie de conversaciones con Horacio Verbistky. El resultado: Vida de Perro, libro recientemente publicado por Siglo XXI. En ambos casos, una constante: la pregunta por el método, por el modo de trabajo. ¿Hay un método común en Rozitchner y Verbistky? ¿O lo que se articula en ambos es el interés del entrevistador? ¿Qué busca Sztulwark? ¿Qué encuentra?

Todo escritor tiene insistencias. Lo sabemos, pero no siempre las escuchamos. La insistencia esconde la fuerza de una intuición, de una vida que busca el modo de ponerse a sí misma en palabras. Sztulwark insiste, desde hace algunos años, en la importancia de la historicidad. “Quien entrega la historicidad se regala”, escribió en relación con las movilizaciones de 2017 contra el 2×1. El término viene del poeta y traductor francés Henri Meschonnic quien, al distinguir la historicidad del historicismo, comprende a la primera como un intento de escaparle a la época. Esto no implica huir ni negar, sino desobedecer lo que los tiempos dictan, decir lo que los tiempos callan: desconocer la época a partir de una atenta escucha a lo que uno vive. Tarea imposible sin una recuperación activa de la propia historia. Por eso el interés de Sztulwark, tanto en el caso de Rozitchner como en el de Verbitsky, por la experiencia que llevó a cada uno a elaborar su propio método de trabajo.

Sztulwark se encuentra con voces vivas, voraces, que dan cuenta de un pensamiento a flor de piel. Voces que piensan como sienten, que hablan como viven. El judaísmo aparece en ambos casos como un origen, en el que también podríamos incluir al propio Sztulwark. Verbitsky comprendió su pertenencia a una minoría el día que vio el rojo de sangre en su guardapolvo. Rozitchner tenía quince años cuando fue expulsado por judío de un cumpleaños. Para soportar la angustia, cuenta, caminó solo por la noche durante horas. De esta experiencia se pueden deducir múltiples consecuencias, la mayoría probablemente fantaseadas o incomprobables. Elijo dos: la soledad como aprendizaje para nadar contra la corriente (lo evocado por Gelman en sus Soledades); y el interés político por la relación entre cristianismo y terror. Sztulwark destaca este segundo punto e insiste en la necesidad de entrecruzar la lectura de La cosa y la cruz con los cuatro tomos de Verbitsky dedicados a la historia política de la Iglesia Católica en la Argentina.

¿Cuáles fueron las condiciones históricas que llevaron a Rozitchner y a Verbitsky a elaborar sus propios métodos de trabajo? Este es uno de los principales intereses de Sztulwark. Se trata de comprender sus alianzas, sus amistades, sus militancias, sus amores y odios. Todo por una cuestión pedagógica en el sentido más político del término. “La militancia es la tarea de mantener viva la memoria histórica en los procesos de derrota”, le dijo alguna vez Eduardo Luis Duhalde a Diego Sztulwark. Y eso es lo que busca en sus entrevistados: una memoria viva, y con ella el método de su perseverancia. Allí aparece también una idea singular de la escritura, presente tanto en Rozitchner como en Verbitsky. La escritura como toma de posición, como guerra, como resistencia, como forma de inserción en el terreno de la historia. ¿Qué busca, entonces, Sztulwark? Aliados en la politización del presente. O, en palabras de López Petit, politizar el malestar.

Rozitchner y Verbitsky le ofrecen a Sztulwark dos imágenes diferentes –aunque compatibles– de lo que significa hacer crítica política. Cada uno a su modo se inscribe en las luchas de su tiempo, sin por ello abandonar la historia a largo plazo. Esto solo es posible a partir de la articulación que ambos realizan de su experiencia individual con la colectiva, de la capacidad de enlazar las propias resistencias con las sociales. Así se comprenden las palabras, tanto de Rozitchner como de Verbitsky, sobre las razones de la derrota de los años setenta. No es una reflexión culposa, moralizante, como la de Oscar Del Barco. “Del banquete de nuestra autocrítica el enemigo solo recogerá las migas”, cita Verbitsky vía Gelman. Sztulwark encuentra en sus entrevistados un antídoto contra el pensamiento de la derrota. Una reflexión política sin olor a naftalina. Encuentra, sí, el olor salado y metálico de la sangre. Pero en movimiento. Una sangre que se mueve y busca, por fuera de la melancolía y la resignación, la oportunidad política en el presente.

En el epílogo de Vida de perro, Sztulwark plantea la necesidad de “abrir un nuevo horizonte capaz de superar la impotencia democrática”. Aquí el combate es doble: contra la deshistorización y contra la banalización de lo real que desdibuja la posibilidad de un futuro diferente. ¿Encontramos, entonces, algo así como un método Sztulwark? No está del todo claro, quizás todavía esté por hacerse. Lo cierto es que en ambos casos se advierte un método en la búsqueda del método. El encuentro cuerpo a cuerpo con el entrevistado, la recuperación de su historia, la necesidad de hacer de la voz viva del otro el medio mismo de su pensamiento. Sztulwark –sabemos quienes lo leemos– vuelca los niveles más complejos de la filosofía y de la teoría política en un análisis minucioso de la coyuntura. Y así avanza: mitad León, mitad Perro. En tiempos donde la intelectualidad biempensante se congela, algo nuevo empieza a moverse. Habrá que seguir de cerca los movimientos.

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