Durante los últimos fines de semana de Junio participé de las Jornadas de acción gráfica y pensamiento colectivo “Imaginaciones Políticas, un puente entre 2002 y 2022”. Artistas visuales, militantes populares, talleristas comunitarios, humoristas, performers, escritorxs, editorxs, feriantes, poetas, músicos, fotógrafxs, asambleístas, mediactivistas, serigrafistas, pensadores y documentalistas, entre otros, confluyeron en una antigua imprenta del barrio de Chacarita para abrir experiencias y acciones surgidas al inicio del milenio e interrogar sus vitalidades hoy.
En este contexto, no se me ocurre mejor cosa que asumir esas dos palabras como problema: ¿qué es la política para nosotros?, ¿en qué anda nuestra imaginación? La política se habla cada vez más con los lenguajes tristes del pronóstico, la rosca, el tacticismo de periodismo deportivo, el chimento de espectáculos o la agenda del día. ¿Va a jugar o no va a jugar? ¿Arma por afuera o va a internas? ¿Rompe? ¿Le contesta? ¿Sube a Nación o baja a Provincia? Quedando reducida, en cualquier caso, a objeto de estudio pero sobre todo a tema de conversación.
Ahí hay entonces un primer asunto que reclama imaginación. ¿Cómo hacer para que la política sea la práctica colectiva de preguntarnos cómo queremos vivir (cómo queremos trabajar, alimentarnos, relacionarnos, producir…), antes que un conjunto reglado y estandarizado de repertorios de conversación que, en el mejor de los casos, nos deja parloteando solos, en primera persona y en un lugar de mera opinión (a favor/en contra; repudio/adhesión; banco/me indigna)?
En cuanto a la imaginación, hipótesis: la imaginación está obturada. Del mismo modo en que lo están las demás potencias que nos distinguen como especie. La potencia de trabajo, subsumida a medio de subsistencia; la de lenguaje, a medio de comunicación; la de imaginación, a recurso piola y copado para la auto-valorización en el mercado (tener creatividad, ser creativos). Eso en términos generales. Pero en términos puntuales, podría decirse que está obturada en al menos tres sentidos.
1) Obturación técnica. Propia de las vidas mediatizadas por pantallas. Cuanto más expuestos estamos a imágenes maquínicas pre-formateadas, más se saturan nuestras capacidades orgánicas y autónomas de producir imágenes por nosotros mismos.
2) Obturación moral. La hiper-corrección puede hacer que las imágenes y los lenguajes se vuelvan un poco conservadores. Más que imaginar otros horizontes, se trataría de no retroceder. Que no se avance sobre lo que alguna vez fueron conquistas.
3) Obturación por captura de ultra-derechas. Dada por la apropiación y el vaciamiento de lenguajes que históricamente fueron parte del acervo imaginal emancipador. Libertad, libertario, anarquía, cambio, desobediencia, transgresión, revolución…
Con ese marco, entre algunos amigues, surge la necesidad de activar formas, ejercicios, modos de “liberar” la imaginación. Traer el futuro al presente (y no al revés). Bajo el supuesto de que algo empieza a suceder, a irradiar efectos, acá, ahora, en el presente, desde el momento en el que nos lo podemos imaginar. ¿Cómo sería, por ejemplo, un ñewsletter que resuma las principales noticias no de lo que pasó sino de lo que quisiéramos que pase, haciendo de cuenta que pasó?
¿Qué quisiéramos que pase? ¿Cómo se escribiría eso? ¿Qué memorias (literarias, humorísticas, activistas) tenemos a mano? ¿Cómo están nuestras imágenes? ¿Qué imágenes de futuro deseable se nos aparecerían? ¿Por qué discursividades políticas están moldeados nuestros imaginarios? ¿Cuál sería nuestra “agenda”? Sería, a la vez, una manera de disputar algo que sí pertenece al baúl de las derechas: el delirio, la operación para incidir en la realidad, la mentira deliberada, lo fake. ¿Cómo sería una fake news “de izquierda”? No sabemos. Excusa para la experimentación.
** Texto escrito en base a notas tomadas para coordinar la actividad titulada “fakeódromo”, en el marco de Imaginaciones Políticas, un puente entre 2002 y 2022, organizadas por María Eva Blotta y Diego Maxi Posadas, realizadas durante el mes de junio en el barrio porteño de Chacarita. En @imaginaciones.politicas fotos, registros, más información.