Avisan sus amigxs de Italia del fallecimiento de Paolo Virno. Para quienes lo conocimos, un gran gran tipo. Para quienes entraron en contacto con su pensamiento, habrán advertido que se trató de uno de los grandes filósofos comunistas (preso por haber practicado una política a la izquierda del PCI) de nuestro tiempo. Sus libros orientaron a una generación en Argentina. En particular ese seminario exquisito y radical luego publicado con el título de Gramática de la multitud, publicado en 2001. Paolo fue un gran militante autonomista (post-obrerista), caricaturista y editor de revistas (como Luogo Común), cuyo paso por Argentina invitado por el Colectivo Situaciones a mediados de la primera década de este milenio no pasó desapercibido: dio una conferencia en la Facultad de Filosofía y Letra y otra entre activistas de Florencio Varela –en el barrio Pico de Oro–, disertó en la Biblioteca Nacional y participó de talleres con activistas de los call center (registrada en el libro Quién habla? Luchas contra la esclavitud del alma) dio una clase maravillosa en la Universidad experimental de Rosario y otra en Flacso y conversó largamente en un taller comunitario en la Escuela Creciendo, de Juntos de Moreno (Publicada luego en el libro Un elefante en la escuela). De ese paso por el país queda un registro memorable en el libro de Sebastián Scolnik Nada que esperar. Historia de una amistad política. Entre sus muchos libros publicados en español hay algunos verdaderamente inolvidables, como Virtuosismo y revolución, Recuerdos del Presente; Ambivalencia de la Multitud o Cuando el verbo se hace carne (primer libro de Tinta Limón, en coedición con Cactus). Su último trabajo importante, publicado en castellano fue Sobre la impotencia, última y magnífica reflexión sobre la autonomía como institución de clase, clave sin la cual la articulación de la potencia de la fuerza de trabajo queda en manos exclusivas del capital. Paolo fue un gran marxista, que buscó en Heidegger, en las neurociencias y en la lingüística las claves para comprender la inversión del Intelecto General. El final de su conferencia en la Biblioteca Nacional terminó diciendo, con toda la tierna seriedad de que era capaz, que este siglo veremos el fin del dominio de la burguesía. Con pensadores así, sí que vale la pena trabajar.
Diego Sztulwark, 8 de noviembre de 2025