Carta al padre // Melisa Alvarez

 

 

Reescritura basada en testimonios más numerosos de lo imaginado

 

¿De qué error sos capaz?

¿Qué mami podrá eliminarlo? ¿La tuya, la mía?

A la incomprensión de la vida, al alma rota que mira, pervertida, mi cuerpo en desarrollo, le sigue tu incapacidad para oler el peligro en el que estás envuelto.

Respira profundo, permítele a tus fosas entrar el humo, permite al estertor inundarte.

Quizá puedas, agradecerme con silencio ésta carta, que te contará lo que está pasando.

 

Asimilando el horror que yace en tus gestos antropofágicos, tocando con tu hambre a la propia tribu, el acecho en tus córneas hacia la ingenuidad, asistiendo a la estrangulación de los valores que te vieron crecer, estoy alimentando la hoguera de negligencia y desamor a mis primeros años.

Todo un bosque seco, dispuesto a mí, levanto combustible de todas partes.

Están chispeando las llamas.

 

Esta noche me sirvo de la humanidad para deslizarme hacia otras formas.

Esta noche encarno cientos de espíritus,  muchísimas muertas  cruzan las puertas con cantos,  fortifican mis músculos, miran por mí, me agilizan el movimiento, algunas leen en guaraní a mis oídos, otras aúllan y bailan, me cuentan de la balanza de la selva, de la fuerza de los ríos, de los hongos que nos comunican, de la justicia en las calles.

 

Desbordada de presencias, se pliega a mí un ejército de fantasmas de animales, los cadáveres de las fieras dibujan garras en mis dedos, se desprenden escamas del vientre, los dientes se afilan solos, estoy mudando de piel, la columna se estira, atravesando las dimensiones de esta jaula, de la espalda brotan tatuajes maoríes.

Detrás de mis grandes párpados, truenan tambores congoleses, las pupilas se erigen verticales.

 

Si para acabar la noche, debo quebrar la mente para proteger mi cuerpo, si éste debe desdoblarse, ser otro, el proceso es inminente.

Antes que sangre mi sexo, mis manos estarán manchadas de la tuya, la casa arderá de fuego vikingo, no quedará nada de lo poco que sos.

 

Ten cuidado que a estas horas me sirvo de la locura, la mía y la de los libros que me tiraste, y cada crucifijo colgado es una herramienta para que perezcas, cada metro cuadrado puede esperarte caer en tu pozo infinito.

Visualiza lo largo que es el pasillo entre nuestras camas, la distancia eterna entre los que gozan de someter y los desobedientes.

 

Si ésta carta no basta

Si la bestia que te tiene, cruzó hasta mi puerta, como el obcecado Zar se corta la cabeza con su propia espada, al abrirla no encontraras vestigio alguno de fragilidad.

 

Verás el rostro de tu abismo, te espejaré la violencia de la que sé, sos capaz.

Cada palabra que de mi boca salga, te enloquecerá

Me saldrán voces distintas, que rumiaran por siempre tu mente en ruinas.

Verás en mis ojos sombras de miradas múltiples, de los muchos que me asisten

Las brujas ya están rodeando las paredes

Estos instantes me encuentran en pleno rito, las indias me trenzan el pelo, me están pintando el rostro, la tinta se convierte en pelaje.

 

Toma un respiro, esta noche no te queda otra que petrificarte, advertí la pequeñez de tu potencia, estate tieso, que estoy lista.

Deja al Tigre perderse entre los colores de la Taiga, no lo mires ni te acerques, no quieras vos ser la presa.

 

Dejemos la mañana despertar tranquila, trataré de volver a mi forma humana, para no impresionarte.

Me despedirás con la distancia amable del que teme de sí mismo, te quedaras con tu miseria, que ha de estar constituida solo por tangilidades.

Lo que debes, puedes quedártelo.

 

Saldré por la puerta, la sellaré por fuera.

La salida de mi inocencia, estará herida solo por estas líneas, esa puerta me abrirá al mundo.

Reingresaré a mi juventud incipiente, y me otorgaré la complacencia, me acariciaré.

Construiré el amor con otros, me serviré un plato inagotable de afecto, conoceré la alegría, de la que sé, soy capaz.

Me sostendré con vida y virtudes, mi corazón delatará su fortaleza, su ternura.

Seré tanto

Serás nada.

2 Comments

  1. Entender lo que sienten infinidad de mujeres, hijas abusadas… y empatizar. Me pregunto cuantas (victimas) y quienes tienen estos vicios repugnantes que nadie reconoce, cuantos… aunque sean unos pocos cabe entender que sus acciones son indelebles, como es importante entender qué hay muchos (quiero creer una gran mayoría) que no son así y son totalmente solidarios con las victimas, harían lo posible para que no pase. Cómo funciona la mente humana que se aprovecha y mancilla la inociencia?

  2. Si bien, la violencia intrafamiliar es encarnada aquí, en el padre, la oscuridad de la que habla el presente, la escritura invita a un deslizamiento. Pareciera ser que los libros leídos por la joven, son herramientas para correrse del lugar de sometimiento, al conocerlo en relatos históricos culturales, invocando a una manada, sin conocerla si quiera.
    La «Carta al Padre», que Kafka escribió, se supone que no fue recibida, ésta es una inmediata, y cambia radicalmente el vínculo, la espera, no es la vida para que el progenitor cambie, ha de ser la espera de una sola noche, la mañana espera la salida por la puerta (una salida recurrente en la obra de Kafka).
    A su vez, la trasmutación del cuerpo refiere a la potencia de la palabra, cuando ha de ser el único vehículo para defenderse, «Hacerse la loca» se presenta como posibilidad de salida donde no la hay. El Texto está inspirado en «Informe para una Academia», y la potencia de la imaginación y su asentamiento en las palabras. Gracias por las tuyas, Diego Montero. Melisa Alvarez

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