Bebotear derechos de autor // Diego Valeriano

Se escribe para ser leído, se lee para ser escrito. A veces se lee, otras escribimos, casi siempre nos ponemos manija, exageramos, compartimos, nos conmovemos con giladas que nos llegan por wasap. Los libros son hermosos, los pdf no están mal, las fotocopias son un fantasma que recorre el conurbano. Queremos un mundo donde quepan muchos mundos. Mundos con más PDFs y menos intelectuales que se parecen a comisarios o kioskeros y apenas son escritores. Con más fotocopias, profesorados, amigas, bachi populares, plan fines, docentes que acercan lecturas, cosas reenviadas, choreadas, compartidas y menos vigilantes. Leer está bueno y ser cobani está mal. Y no importa si discutis con un pro milico, si vas a la tele a gritar memoria, si opinas de la compleja problemática, si flasheas compromiso. Ser policía está mal hoy, ayer y siempre. Llorar por unos pesos que no te corresponden está mal. Hablar de trabajo intelectual está mal, más si lo haces desde un patrullero. Dos veces mal. Moralmente mal. Si no queres separar la obra de los derechos de autor, no podemos separar la obra del autor… y el autor es un gato que hace miau miau y solo quieren que lo lean si le pagan.  ¿Hay algo más lindo que te lean? ¿Hay algo más feo que negarte a firmar una fotocopia a una piba que se acerca buena onda? Leer no es de lectores ni escritores, no es de ferias, ni de libros, ni de funcionarias luchonas, ni intelectuales empresarios culposos, policías copados o editoriales independientes. Es otra cosa más íntima, menos eufórica. Más mínima, menos bandera. ¿Hay algo más piola que te pasen un archivo y te invitan de manera amorosa a entrar en una? ¿Hay algo más goma que bebotear derechos de autor? 

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