Anarquía Coronada

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Toma de Lugano: el miércoles se define una instancia importante en la criminalización de la protesta social

por Vanina Escales


La audiencia para definir la competencia jurisdiccional por la ocupación del predio de Lugano, el 24 de febrero pasado, debía comenzar a las 9.30. Una hora y media después comenzó sin los abogados que se esperaban desde temprano, los de Marcelo Chancalay, el único procesado con prisión preventiva por la toma. El resto de los defensores están presentes. Juan Manuel di Teodoro lo hace en representación de Marta Yané, dirigente del Movimiento Evita que se solidarizó con la toma y fue procesada, y el Defensor General, Luis Duacastella y la Defensora Oficial, por el resto de los imputados: los vecinos que hicieron las veces de delegados de la toma.

Se llega a esta audiencia luego de que el representante del Ministerio Público, el fiscal Carlos Fel Rolero, presentara un pedido de incompetencia por entender que la causa no debe ser enmarcada como “usurpación” (delito de competencia local) sino como “asociación ilícita” (competencia nacional). La audiencia estuvo a cargo de la jueza María Gabriela López Iñiguez, titular del Juzgado en lo Penal, Contravencional y de Faltas N° 14, que se encargó de decirle a Fel Rolero que el planteo de incompetencia hace retrasar la causa y que ese tipo de maniobras dilatorias son graves cuando hay personas detenidas.

Los terrenos tomados son los lindantes a la Villa 20. Hasta el año pasado fue un cementerio de autos de la Policía Federal y por ese uso está contaminado con distintos metales e hidrocarburos. La audiencia tiene necesariamente un trasfondo político. En los alegatos, Duacastella remarca que desde el principio indicaron que “era necesario el diálogo y mesas de trabajo para poder resolver este conflictivo tema de vivienda que está atrás de esta causa de usurpación  y como usted bien ha sostenido –dirigiéndose a la jueza– en la propia resolución que ordena el desalojo, el conflicto que acá estamos discutiendo supera el tema del derecho penal”.

La interpretación sobre lo que originó la toma del predio parece ser lo que define las posturas de la Fiscalía y las Defensas. Para el fiscal Fel Rolero –de acuerdo con su alegato– se constituyó un grupo con fines delictivos para afectar bienes jurídicos: el orden público y la paz social. La toma, para el Ministerio Público, fue un medio para más adelante lograr “la obtención de un rédito económico por el loteo del predio y la posterior venta de los mismos”. Y detalló una serie de posibles delitos: estafas, estelionato, tenencia y portación de armas, infracción a la ley de estupefacientes, apología de un delito, malversación de caudales públicos, atentado y resistencia a la autoridad y extorsión. Lo llamativo de esta acusación es que las personas no fueron imputadas en ningún momento por estos delitos, ni están probados en la investigación. Tampoco se encontraron armas en los allanamientos. Además, Fel Rolero destaca en su escrito la pertenencia o simpatía de algunos delegados con agrupaciones políticas, como si fuera un delito.

Para las defensas la instrucción fue defectuosa. La Fiscalía mantuvo hasta las 11 de la mañana del lunes el secreto sobre algunos testigos –vulnerando el derecho de defensa y la posibilidad de refutar prueba–, y se quiere avanzar –según dijo Di Teodoro– con “una maniobra política no solo para criminalizar a los delegados, para criminalizar a la militancia política y social que se solidariza con esas 700 familias que viven en condiciones precarias, sino que tapa las deficiencias de la investigación tirando el problema para arriba” (para fueros nacionales). El fiscal Fel Rolero también trajo dos casos de jurisprudencia para justificar su pedido de cambio de carátula –y por tanto, de jurisdicción– en donde nociones abstractas y estigmatizadoras como el “peligro” o “peligro abstracto”, aun cuando no se haya cometido el ilícito, jugaron un rol en las causas a las que hizo referencia para la obtención de la condena por asociación ilícita.

El abogado de Marta Yané, Di Teodoro, recalcó que “a nadie se le escapa que el Fiscal General de la Ciudad de Buenos Aires es un ex diputado del partido de gobierno”. Y por tanto “parece que el gobierno va y le dice a la jueza Liberatori ‘avancemos en la mesa de diálogo’, y por otro lado va y le dice a los fiscales que pidan la incompetencia para tirar el problema” al ámbito de la Justicia nacional. La referencia es porque Liberatori dispuso la creación de un comité de crisis para resolver la urbanización de la villa 20 y se realizó un censo este fin de semana.

Por pedido expreso de las defensas se pidió –y se concedió– que los resultados del censo no sean utilizados para seguir judicializando a los que participaron de la toma. Imaginemos a Duacastella y Lousteau defendiendo a 1800 procesados. A la audiencia concurrió por pedido del Juzgado la doctora Mónica Reyna, subsecretaria Legal y Técnica de la Defensoría del Pueblo, para explicar las tareas de remediación de cara a la ejecución de la Ley 1770: la urbanización de la villa 20 y un plan de vivienda. Reyna explicó que el comité de crisis se formó “por la señora Asesora Tutelar, el señor Procurador de la ciudad y el señor Defensor del Pueblo” y que este fin de semana se realizó el censo con personal técnico del Instituto de la Vivienda de la Ciudad y la Defensoría del Pueblo en su carácter de veedor. La Subsecretaria señaló que las personas censadas tenían actitud colaborativa, desmintiendo la idea de “peligrosidad” que les atribuyó el fiscal. También, que se está avanzando en un “convenio de regularización” donde el gobierno nacional entregaría el predio a la ciudad para cumplir con la 1770. “El dinero para la remediación ya se encuentra depositado en el juzgado de Elena Liberatori”, aclaró.

La ley 1770 desde 2005 –y su modificación en 2007– dispone la urbanización de la villa 20, y desde ese entonces el gobierno de la Ciudad no la cumple. La estrategia de los sin techo como forma de exigir el cumplimiento de la ley fue la toma de terrenos –pauperizados y contaminados– y el intento de procurar salidas políticas. En esta ocasión, como en la toma del Indoamericano, la respuesta judicial fue el procesamiento de los delegados designados entre los vecinos para entablar los diálogos y las soluciones pacíficas. Imita, además, a los procesamientos de militantes sociales en 1999 y 2000 cuando en medio de protestas y cortes se pedían interlocutores y se devolvían procesados.

Hay que señalar que sobre los delegados de la toma de Lugano rige una orden de restricción de acercarse al predio. Si hubieran estado durante el censo del fin de semana, hubieran violado la restrictiva, pero por eso mismo no fueron censados y es posible presumir que también sufren la emergencia habitacional por la que el predio fue tomado en primer lugar.

Para el Defensor General Duacastella no hay más prueba que “la que dije al principio que iba a suceder: que iban a terminar imputados los delegados. Que se iba a utilizar esta organización que ellos constituyeron con posterioridad, a pedido del Juzgado y a pedido de las Defensas y a pedido de la Fiscalía para poder negociar”. Es que al momento de la toma, las autoridades que se acercaron y les pidieron que nombraran interlocutores. Para Duacastella esa “es la única organización que existe en esta causa”, por tanto “voy a solicitar que se rechace el planteo de incompetencia”.

La resolución del pedido de incompetencia de la Fiscalía será en la próxima audiencia convocada para el miércoles 4 a las 10.30 de la mañana. Si la carátula cambiara a “asociación ilícita” cada toma, cada protesta, cada corte, podrá ser considerado de la misma manera. El caso de Marta Yané es ilustrativo del afán disciplinario del Ministerio Público de la Ciudad: ni siquiera es vecina de la toma, solo se solidarizó con los ocupantes al igual que una treintena de legisladores. 

Acontecimiento Foster

por Juan Pablo Maccia


Habemus Coordinador Estratégico del Pensamiento Nacional. Valoro el gesto, lo recibo con impronta filosófica y hasta cierto punto me conmueve. En efecto, estos días –estos años– vienen cargados por el dramatismo con el que se viven las renuncias y las abdicaciones.

La última década puede ser narrada a partir de secuencias semejantes: la renuncia del ex presidente Duhalde (“los políticos somos todos una mierda”) dio lugar a lo que Ricardo Forster ha pensado como el acontecimiento Kirchner. Del mismo modo el filósofo italiano Giorgio Agamben se ha detenido en la renuncia del Papa Ratzinger, sofisticado acto teológico destinado a indicar la necesidad de volver a reunir legalidad y legitimidad. El gesto de la renuncia guardaría la clave del “acontecimiento” –así lo relató Forster– de la conversión de Bergoglio en Francisco. ¿No se inscribe la abdicación del rey de España en beneficio de su hijo en una secuencia acontecimental de este tipo?
A pesar de las previsibles críticas, en la mañana de hoy el jefe de gabinete, el Coqui Capitanich, salió a confirmar el nombramiento destacando la idoneidad intelectual y moral de Forster para el cargo.

Y aunque es cierto que el nombre de la nueva secretaría no es muy borgeano, haríamos bien en reparar menos en esa carencia de gracia y más en las primeras palabras del coordinador al diario La Nación: “No provengo del peronismo. Mi formación es de la tradición europea, de la Escuela de Fráncfort y, en particular, seguí el pensamiento de Walter Benjamin”.

Lo banco a Forster sin conocerlo personalmente. Desconozco si ha escrito libros y, de hecho, no conozco demasiado a los autores que él cita. Sí me resulta interesante esta situación en la cual un cosmopolita de las izquierdas culturales deba administrar a las agrupaciones y foro del llamado pensamiento nacional. Forster se presenta en el mundo político (al que ha entrado sin reparos) como el pensador argentino del acontecimiento: alguien capaz de una retórica que –llamativamente– funciona bien en los medios y que se enorgullece de emoción por experimentar el vértigo y el asombro con que lo nuevo emerge sorpresivamente de lo viejo, mostrando a lo viejo en su capacidad de renuncia. 

Poesía en la Cárcel

Estos textos fueron escritos en el marco de los talleres de YoNoFui, con motivo del traslado compulsivo -el pasado  viernes 23 de mayo-  de 30 mujeres alojadas en la unidad 31 de Ezeiza para facilitar el acceso a la salud de los genocidas que se encontraban detenidos en el Complejo Penitenciario Federal de Marcos Paz.


***


ESCUPIR LA DIGNIDAD

de Palma Li (ex presa de la U31)

Otra vez una nueva experiencia en la cárcel. Otra vez en el Complejo 4, la otra cara de la moneda. No puedo respirar, discernir, controlar mi angustia ni dejar de llorar. Otra  vez aferrarme a Dios y pensar: si tan sólo escuchara mi clamor, sería diferente.

Hoy es sábado, pasó el recuento y escucho a mis nuevas compañeras hablar, somos 24 en este pabellón, pero sólo 5 que venimos de la unidad 31. Ya pasaron 24 hs. del traslado y nada hace que mi cabeza se calme, pienso en lo violento que fue todo, el  psicopateo  absurdo, la falta de información, versiones y rumores que al final resultaron siendo verdaderos. Eran las 6:45 hs., cuando entraron gritando a las celdas, todas dormíamos.

-¡Levántense, Señoras!  ¡De pie junto a la cama, rápido…!

Otra vez mi boca seca, los cólicos y la impotencia, la cárcel me saca la libertad y todo lo que poseo, cómo y cuando quiere.

Ahora sé lo que pudieron sentir algunos de nuestros desaparecidos. Solo faltaban las capuchas.

Otra vez la ironía de nuestra justicia… a pesar de ser, la unidad 31, una cárcel de conducta, fuimos extirpadas, para dejar el lugar a genocidas, “Derechos Humanos”…  Si, caminen  “derechos”, Hijos de putas “humanos”. Eso fue lo que sentí, un montón de estiércol con cascos y escudos escupiendo mi dignidad. Otra vez, veo desde adentro la indiferencia de la gente. Viene a mi mente el «Al Don Pirulero», cada cual atiende su juego o cuida su culo.

Sí, somos mujeres que cometimos errores, pero no dejamos de ser madres, esposas, novias, abuelas, lloramos, reímos, sufrimos y la única diferencia es el encierro.

Otra vez, siento mi cuerpo imantado al piso, pero mis manos todavía pueden tomar un lápiz y volcar sobre el papel lo que muy pocos están haciendo por nuestros derechos.

Otra vez mi memoria se activa.

¿Quién podrá defendernos?

¿Será justicia?





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 VIVA LA PATRIA!

de Elisabet Soria
El 25 de Mayo festejaron los milicos su festejo 2014.

Muy sobre la joda (23 de Mayo) desalojaron a mujeres de la unidad 31, cárcel construida especialmente para alojar mujeres y niños, con el fin de trasladar a varones mayores (ex milicos genocidas). Seguro que la mayoría del pueblo no ve nada malo en esto. Como no ve nada malo en la precariedad en la que se vive en las villas, en los hospitales desmantelados,  en la cada vez mayor cantidad de gente durmiendo en situación de calle…
¿Bajar  la foto de Videla o defender a Milani?

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INTRUSOS
de Carina
Mientras la presidenta festeja por la tele el 25 de Mayo, insólitos momentos vivimos las mujeres detenidas en la Unidad 31 de Ezeiza tras el traslado de la mitad de la población a otra unidad, con el único fin de hacer lugar a los hombres condenados por delitos de lesa humanidad.

Nosotras, las que quedamos sufriendo estos cambios, tan dolorosos para las que se han ido, seguimos luchando por ellas y por las compañeras de Planta de Madres, para que no sean trasladadas.

Ya pasaron 4 días y todavía estamos en vibración por estos movimientos políticos enfermos que nos quitan la tranquilidad de nuestra rutina cotidiana.

Segundo día de convivencia y ya se presentó el primer inconveniente: Las chicas se dirigen como todos los martes a su espacio de entretenimiento, la murga. El sonido de los bombos, el redoblante, los platillos indignaron a los intrusos que furiosos se dirigieron a su Jefe de Módulo para acabar con el ruido que no los dejaba dormir la siesta.

¿Están conscientes que están ocupando un lugar que no les pertenece?




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OTRA VEZ EN MI CABEZA


de Marta

Para mí fue como un allanamiento/ un bloqueo total/como los militares cuando arrasaron con un golpe de estado en el ´55/ mataron a mis tres hermanos/ eran trillizos/ como en la noche de los lápices/como cuando mi hermano desapareció en el ´76 de la facultad de derecho/ cuando yo le decía a mi padre: ¡vamos a buscarlo! y no lo podíamos encontrar en ningún lado. Mi padre se moría/ otra pérdida/ otro hijo más: Daniel Racedo/ Ya son cuatro, uno más/cuatro hermanos desaparecidos. / y acá fue como ellos/ son mis compañeras/ mis compañeras que no sabían qué hacer/y  así volví a sentir el bloqueo, otra vez en mi cabeza.



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JUSTICIA, SEGURIDAD Y PROPIEDAD:

PRIVILEGIO DE UNOS POCOS
de Leyla
Los derechos de los genocidas valen más que los derechos de las mujeres privadas de libertad ubicadas en el Sector A de la cárcel de Ezeiza para mujeres con conducta.

El trato preferencial que recibe esta categoría de personas privadas de libertad (genocidas) no tiene justificación otra, más que el castigo se aplica más duramente en mujeres que en hombres.

Una muestra más que el sistema actual en funcionamiento no cumple con la premisa básica  de brindar justicia y seguridad a todos los habitantes de la Argentina.
Las mujeres trasladadas perdieron su propiedad mientras que los genocidas se trasladaron con su vajilla.



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MUJERES Y NIÑOS PRIMERO

de Irma
Sobre el traslado de Mujeres alojadas en el  Sector A de la Unidad 31 de Ezeiza al Complejo IV de la misma localidad, ocurrido el 23/05/14
Como siempre el hilo se corta por lo más fino. En este caso: las mujeres.
El traslado se debe a que reubican a genocidas para que estén más cómodos y tengan mayores facilidades en el acceso a la salud.

Esta situación perversa no merece el menor análisis, basta decir que provoca tristeza vivir en un país donde la justicia, el gobierno, la sociedad miran para otro lado y se manejan con la indiferencia propia del “sálvese quien pueda”.


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LA SUPUESTA DEMOCRACIA

de Caro
El pasado 23/05/14 ocurrió un hecho injusto en la unidad 31 de Ezeiza, donde se encuentran las madres detenidas con sus hijos, desalojaron a más de 30 mujeres para trasladar a 50 genocidas realmente peligrosos para la sociedad.

Estamos hablando de desalojar a mujeres de  una unidad modelo, pensada para alojar mujeres y no hombres, y mucho menos a genocidas y torturadores. Todo este movimiento se hizo para que ellos gocen de la comodidad y  mejora en salud. Esto implicaría repartir mujeres en la ex Unidad 3 y también mezclar a estos sujetos en el mismo penal donde viven los niños menores de 4 años,  lo cual no está permitido.

Esta situación, en lo personal, me genera mucha angustia e impotencia, y no estaría nada mal que en vez de meter miedo a través de los medios de comunicación se haga saber a la sociedad de estas cosas… porque  nadie está exento de caer preso, considerando esta supuesta democracia en que vivimos.

Un verdadero disparate que puede terminar en un caos lamentable que se podría evitar. Mientras la Presidenta nos vende un 25 de Mayo, la supuesta liberación, estamos viviendo injusticia y desinformación.





Notas relacionadas:

«De Desalojos y Genocidas« «Cuerpos descartables«, por Liliana Cabrera ¿Derechos humanos selectivos? Conversación en Clinämen María Medrano y Liliana Cabrera, integrantes de la organización YoNoFui y coordinadoras del taller de poesía en las cárceles de Ezeiza.

La justicia de Galeano

por Ángel Luis Lara

I.

La voz del subcomandante insurgente Moisés suena clara y serena. El mando zapatista pasea la lengua castellana arrastrando las eses, con la misma cadencia singular con la que el caminar tzeltal, tzotzil, zoque, mame o tojolabal sube una loma o se adentra en un maizal. “Por mi voz hablan el dolor y la rabia de cientos de miles de indígenas, hombres, mujeres, niños y ancianos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional”. Han asesinado al compañero Galeano y el dolor de los pueblos zapatistas hace una muesca más en su ristra de siglos de crueles agravios. Los poderes políticos y económicos mandan y la criminalidad paramilitar ejecuta. A Galeano lo emboscaron para asesinarlo de tres disparos y un machetazo en la boca, como si con esas balas y con el filo de ese machete quisieran detener el corazón rebelde y callar la palabra zapatista. Nada más lejos. “Si no pudieron acabarnos el amanecer del primero de enero de 1994, menos ahora. Porque es nuestro compromiso liberar este país, pase lo que nos pase, cueste lo que nos cueste y venga lo que venga”. Las palabras del subcomandante Moisés dibujan un viaje desde la serenidad a la determinación. Es el viaje al revés de alguien que ya ha estado allí y viene de vuelta. “Venimos a desenterrar al compañero Galeano”, dice Moisés. El zapatismo tiene siempre de regreso y de mundo al revés. En un planeta enfilado por los poderosos hacia la devastación y la catástrofe, vivir al revés no es solo cuestión de dignidad y de rebeldía, es, sobre todo, el único camino posible para la sensatez. Al compañero Galeano lo han matado precisamente por eso, por ser zapatista, o sea, digno, rebelde y sensato. 
II.

La venganza y la justicia emanan de raíces diferentes. La primera se deriva del vocablo latino vis, que significa fuerza y es el origen también de palabras como violación o violencia. La segunda se relaciona con el término sanscrito yoh, que quiere decir sanar y salvar. La práctica paramilitar asociada a la guerra contrainsurgente que soportan los pueblos zapatistas persigue la conversión de la justicia en venganza. La acción paramilitar tiene un doble propósito: la producción de miedo y la reproducción de su imagen especular en el seno del proyecto emancipador que trata de reprimir. Su objetivo es conseguir que el rebelde al que combate se envenene con sus mismas pasiones tristes.

El proyecto zapatista, sin embargo, consiste en una fuga sistemática de toda imagen especular del poder y de los malos gobiernos. Su concepto y práctica de la justicia emanan de una cosmovisión radicalmente otra. Desde su levantamiento en armas en enero de 1994, los pueblos zapatistas han soportado una constante agresión que ha buscado su reacción en forma de venganza. Pero los zapatistas y las zapatistas son muy otros y muy otras. A la guerra le han respondido con la paz. A la venganza le han opuesto siempre la justicia. “Nos da dolor y tristeza lo que le hicieron a nuestro compañero Galeano, pero no vamos a mancharnos del mal al mal”, ha explicado el subcomandante insurgente Moisés. Sus palabras no comunican una estrategia, expresan una verdadera ética.
III.

El compañero Galeano era un maestro de la escuelita en la que en el último año los pueblos zapatistas han compartido con el mundo sus modos de vida. Miles de estudiantes llegados de diferentes partes del planeta han tenido la oportunidad de participar de un proceso de co-aprendizaje en el que han estado acompañados de un votán, un maestro zapatista con el que han convivido de noche y de día. Galeano era uno de ellos.

Cada estudiante de la escuelita porta como un tesoro sus historias y su propio relato de las intensidades vividas. El mío tiene que ver con el aprendizaje del carácter profundamente decolonial de la práctica y la cosmovisión zapatistas, así como con un proyecto revolucionario que se aloja en primer término en el tejido de los afectos y en la transformación de los hábitos: más en el territorio inmanente de los cuerpos que en la entelequia casi siempre insondable de la conciencia.
Una parte sustancial de mi aprendizaje ha tenido que ver con la relevancia de las pasiones alegres en los modos de vida zapatistas, fundamentalmente con el papel central que juega la práctica de la amistad en la constitución de las relaciones sociales, los marcos normativos y las formas de la política. La profundidad de la intersubjetividad y de la amistad en la praxis de los pueblos zapatistas alcanza una intensidad inusitada en la relación con el otro, con el diferente, con aquel que no es zapatista. “Volvimos a regresar a la comunidad y ya no había nada porque lo aprovecharon todos los hermanos que quedaron ahí, que son priístas”, cuenta Miriam, una base de apoyo zapatista de Morelia. “(…) pero esa tierra recuperada está en manos de los priístas, que son los hermanos de Agua Clara”, continúa Floribel, ex-integrante de un Consejo Autónomo. “Ese hermano paramilitar mató no por su ser hermano, sino porque ha sido confundido por el mal gobierno o los finqueros. Yo pierdo mi dignidad si hago lo mismo que él me hizo”, apunta Aníbal, el votán que me acompañó como maestro en mis días en la escuelita zapatista. Cuando el enemigo es definido como un hermano y la causa del delito se desaloja del individuo, se asiste a una dialéctica muy otra del conflicto y a una práctica abiertamente diversa de la justicia. En el territorio zapatista la criminalidad posee una raíz eminentemente social y no se deriva de una cualidad particular de la persona. “Nosotros no nos vengamos, nos vamos a vengar pero contra el capitalismo”, ha expresado el subcomandante insurgente Moisés sobre el asesinato del compañero Galeano.
IV.

¿Quiere decir todo esto que en el territorio zapatista los delitos no se pagan ni se castigan? No. “Los engañados asesinos, sí se hará justicia”, ha dicho Moisés. Lo que quiere decir es que la justicia es para los zapatistas antónimo de venganza y algo muy diferente al Derecho. La realidad de la justicia según los zapatistas determina una distancia con la racionalidad punitiva del Estado. En el territorio zapatista el castigo no consiste tanto en separar a la persona que comete un delito de los espacios y los tiempos de la sociabilidad mediante el encierro, como de una intensificación de la integración social mediante tareas de índole comunitario. “Nuestra ley es para prevenir y dar vida a nuestros pueblos. Para nosotros la justicia es la razón, cómo vamos a ayudar al compañero o a la compañera para que se componga otra vez. Lo que queremos es volver a componerlo”, me enseñó Aníbal.

Decía Iván Illich que cada vez que se propone utilizar el Derecho como herramienta de transformación de la sociedad, los poderosos ponen la misma objeción: no todos pueden ser juristas. La justicia para los hombres y mujeres zapatistas es otra cosa. “Es una justicia desde abajo, controlada y vigilada desde abajo y hecha por todos”, me contó Aníbal. La cualidad profundamente democrática del régimen normativo zapatista descansa sobre el carácter participativo y participado de la administración de justicia: de abajo hacia arriba. Y la esfera militar del movimiento no escapa a la pauta: “Pero no podemos hacer como queramos, sino que tenemos que respetar y obedecer a nuestros pueblos cuál es el camino que hay que seguir y qué tenemos que hacer como EZLN que somos”, explica Moisés.

A fuerza de rebelarse durante siglos a la imposición de la condición de objeto, los pueblos zapatistas se muestran incapaces de concebir como objeto a nadie. El agente zapatista de justicia es un mediador que impone un marco dialógico y de negociación para resolver los problemas. Mientras que el Derecho coloca a denunciante y denunciado frente al Estado, el modo zapatista de hacer justicia trata de recomponer la relación entre las personas afectadas: denunciante y denunciado no entran en relación de delegación y dependencia con una instancia superior, sino que participan del intento de restauración de la relación entre ellos. De este modo, el carácter dialógico de la administración de justicia convierte en sujetos de la acción de justicia a los propios afectados. Si el sistema judicial del Estado constituye siempre un ejercicio de heterodeterminación, la justicia zapatista se relaciona con un ejercicio de autodeterminación mediado por la comunidad y por las autoridades.

Lo que subyace en el fondo de los modos zapatistas de la política, el gobierno y la justicia es un desplazamiento desde lo universal, concebido como aquello que existe en cada uno de nosotros, hacia lo común, que se funda siempre en la relación de unos con otros. Es la diferencia entre un derecho universal y una justicia de lo común. Definitivamente, una racionalidad muy otra, obsesionada con la restitución de la relación y del lazo social hasta cuando la gravedad del delito impone la dureza de la sanción y del castigo.

¿Efecto Forster o pura legitimación? (Una polémica con Juan Pablo Maccia)

por Rosa Lugano


No existe ningún efecto Forster. En todo caso existe, sí, un efecto Kirchner. Y si existe algo así como un efecto-Forster, es algo muy diferente al que describe Maccia.

Para demostrar la falsedad de su afirmación y la verdad de la mía me voy a servir de la propia argumentación de Maccia (y de Foster).
Según el texto de Maccia escrito para TELAM, Foster es el Visionario o el Anunciante del Acontecimiento (¿un Nuevo San Pablo?). ¿Cuál es el Acontecimiento?: el arribo sureño de un viento intempestivo llamado Néstor. Pero también el advenimiento y conversión de Bergoglio en el Papa Francisco.

El Filósofo anuncia y sobre-argumenta el cambio, ante quienes permanecen ciegos a él. Subraya y convence sobre la verdad de una transformación que, sin embargo, se le presenta como ya hecha. Una Relevación. Una verdad venida de lejos, contingente, impensable. De la que no ha participado en su sentido material ni Moral.

Encontrada de improviso, y como ya hecha, no obstante, esa verdad se vuelve total. La conversión hace al fiel. La verdad que Foster anuncia dice así: de lo viejo y devaluado surge lo imprevisible y esperanzador.

Este entusiasmo por las mutaciones es, en este caso, completamente banal (Forster no es Pablo de Tarso, aunque insista en que él es un “judío” especialista en Benjamin y por eso no hay que temer que utilice su patético cargo de custodio del pensar nacional como un comisariado). Por admirables que resulten, no hay “acontecimiento” alguno en las formidables tentativas de relegitimar procesos y estructuras como las del Estado Nación Capitalista o la Iglesia Católica.

Foster porta sí, un Rostro y una Retórica –en esto Maccia ve claro- hiper funcional a esos procesos. Tiene una verba. Y con ella pastorea. Más que un efecto es una reverberancia. 

Pero pastorear no es pensar. Pensar no es hacer sanata. Siquiera sanata erudita. Siquiera sanata humanista. Siquiera sanata universalista. Maccia se equivoca doblemente. Ante la ausencia de acontecimiento se inventa un falso profeta.

Pero no nos engañemos: el problema no es Kirchner ni Foster. El problema son los Maccia: puro síntoma de una intelectualidad carcomida por la falta total de compromiso con verdades creativas, con procesos productivos y carentes de toda perspectiva histórica.

“La novela se hace con desechos de todos los materiales”. Entrevista a Horacio González

por Silvina Friera

El sociólogo y director de la Biblioteca Nacional concibió lo que define como una “noveleta conversacional”. Pero más allá de esa frase “autodenigratoria”, el libro ofrece una profunda reflexión sobre la Iglesia, la universidad, el peronismo y la guerrilla.
La chispa del asado convoca a una comunidad conversante de roedores. El anfitrión es el padre Poggi, un sacerdote nihilista que atiza el fuego de la lengua –con un decir que va desde la refinada erudición, mezclada con muletillas del habla popular, hasta ciertas expresiones rústicas– al tiempo que lucha por desentrañar algunas de las frases señeras del sacerdote Hernán Benítez, el confesor personal de Evita, en una carta que le escribió a Blanca Duarte. Si lo más densamente humano es coincidir alrededor de un lecho en el momento de la muerte, la deriva de las conversaciones, con toques diestros y calculados de un humor sarcástico, incluirá otras dos cartas –de Juan Domingo Perón a John William Cooke y de Salvadora Medina Onrubia a Evita– como puntadas del bordado textual de la tragedia nacional y sus posibles interpretaciones. Completa el elenco de conversadores el ex fraile Santiesteban y el escéptico profesor universitario Juan Carlos Rupestre, especialista en Max Weber. Larga será la noche, en la parroquia de Floresta, para estos tres personajes. “Espectros”, se los llamará en una instancia del escrito, manuscrito o “noveleta conversacional”, ironía que se fraguará de principio a fin, reticencia ejemplar para sortear ese lugar común de llamar a las cosas por su nombre. Besar a la muerta (Colihue), la primera novela de Horacio González, escritor, sociólogo y director de la Biblioteca Nacional, es una ficción de una potencia extraordinaria, una especie de “máquina parlante”, tributaria del género epistolar y las reescrituras, que merodea lo inefable.
“El peronismo es todo liturgia”, afirma Poggi, personaje inolvidable por su modo radical de habitar en la lengua. El protagonista principal de la novela está inspirado en el padre Jorge Galli, cura obrero, albañil y teólogo popular que fue muy amigo de González. “Toda su teología era medio arltiana, una teología tomada de la fragua del lenguaje popular. Yo trataba de recordar cómo hablaba Galli; era un cura en el extremo. Hay muchos personajes así en la literatura, el propio Unamuno tiene esos curas que están al borde de la descreencia”, dice el escritor en la entrevista con Página/12.
–En el texto introductorio de la novela, hay alguien que dice que Besar a la muerta es una “noveleta conversacional”. ¿Cómo explica este modo de minimizar el valor del género?
–No sé qué texto debe existir definitivamente, el Quijote, el Martín Fierro o El Aleph… después, todo lo que se escribe tiene cierta gratuidad; es lo que podría no haberse escrito. ¿Por qué voy a escribir esto si no es necesario, ni soy un novelista? Precisaba anticiparme con una denigración previa, escrita no se sabe bien por quién. A lo largo de todo lo que escribí buscaba confundir respecto de quién estaba hablando y quién era el poseedor de la palabra. O sea que utilicé técnicas denigratorias. Cuando las escribe uno mismo sobre lo que hace, invita a un dilema porque nadie puede creer que una persona se denigre en relación con lo que hace de una manera tan tajante. Se me ocurrió que una forma de proteger lo que uno escribe es considerarlo un arte menor. La novela conversacional es parienta del bildungsroman, pero el bildungsroman es prestigioso y la novela conversacional no. Sus personajes conversan infinitamente y la conversación es una forma de la acción. Pero no es el tipo de acción de las novelas que habitualmente se escriben. Lo que escribí está ajeno a algo que leo en las novelas que me gustan, que es la existencia de un mundo de vida. En las novelas de Hernán Ronsino, de Selva Almada, de María Pía López, está la lengua puesta en un lugar muy dramático; es la lengua hablada en el horno de la sociedad. Hay un oído que capta una lengua, la reinventa, pero la capta en un pliegue interno de conversaciones de las existencias que derraparon en el mundo. Es un tipo de novela que también exige la conversación, pero es un lenguaje subterráneo, del tiempo moroso, de la desgracia de la existencia. Hay una innovación novelística en la Argentina, donde importa menos la trama –aunque hay tramas– que la idea de descubrir una voz desgarrada. Cercado por ese tipo de novelas y las verdaderas novelas conversacionales, cercado entre (William) Faulkner y Thomas Mann, tenía que defender un balbuceo por el cual recreo una supuesta conversación que tiene un tema: el fracaso personal de algunas vidas y cierto fracaso político del cual no siempre es fácil hablar.
–Mientras los personajes conversan, a veces reciben baldazos de agua de los vecinos para hacerlos callar. Los baldazos no son meras anécdotas, parece haber algo más ahí, ¿no?
–Sí, hay una necedad de lo popular también. El vecindario que arroja los baldes de agua es representante de una inhibición a la conversación, que es la vida popular tomada en su necedad. Uno siempre piensa en un rescate de la vida popular, pero no hay por qué no representarlo en sus momentos de necedad, que son los que todos protagonizamos cuando hacemos de nuestra conversación un epíteto, decirle “gorila” a alguien, y toda una serie de enunciados injuriosos que aparecen en cualquier conversación. Me pareció que le daba un sentido del absurdo a la conversación porque todas esas escenas son metafóricas, pero absurdas. Así que lo único que puedo hacer es agradecerte porque la hayas leído (risas). Y acá aparece la cuestión sobre quién lee. Si leés a Faulkner, a (Juan Carlos) Onetti, a (Juan José) Saer, es un acto en donde uno se entrega a una pedagogía superior. En cambio si yo escribo algo, ya sea un ensayo o una proto novela, la lectura sólo puede ser lectura de la generosidad.
–¿Por qué “proto novela”?
–Puse injertos que no corresponden a una novela…
–La novela es un género muy elástico que lo permite todo.
–La novela se hace con los desechos de todos los materiales del mundo, incluso con documentación, es cierto. A quien debería mencionar es a (Ricardo) Piglia, porque creo que tomé modismos de sus novelas. No me privé de la idea de la imposibilidad de la novela, tratando de escribirla. El rumbo de la novela actual es escribirla, no pensar si es posible. Pero yo soy de una generación muy anterior y todavía pienso que se puede escribir preguntándose si es posible escribir. El enredo macedoniano me sigue gustando y es un obstáculo para escribir novelas. Por eso no me animo a llamarla enteramente novela. Es el esbozo novelístico de un tímido (risas). Pero hay acción, hay baldazos de agua sobre los conversadores, entra una partida policial. Los pinté simpáticos a los policías, pero también los pinté al borde de la masacre, algo que forma parte de la memoria nacional. La novela bordea el disparate, ¿no? ¡Dije novela! (risas). Una vez que estás en el género, es obligatorio preguntarte qué hago yo aquí, en este galpón abandonado…
La carta del cura Benítez a Blanca Duarte fue el puntapié inicial de Besar a la muerta. “Es una carta de un tenor teológico inhabitual en la teología que se hace en la Argentina; ahí hay una introducción de Perón en un marco teológico litúrgico. Ese hecho preferí verlo como un punto muy enigmático de la historia nacional: empujar a un jefe político a que bese a una muerta –subraya González–. Después me di cuenta de que esa carta prenuncia ‘Esa mujer’ de (Rodolfo) Walsh y lleva a la cuestión del embalsamamiento, que intenté tratar como un tema en donde falla la teología de la eternidad: el embalsamador es lo contrario del teólogo de la eternidad.” El padre Poggi recuerda que Benítez dice una frase que instala una suerte de presente absoluto: “Esa muerte no se me ha vuelto pasado”. González cuenta que releyó Historia política de la Iglesia Católica argentina, de Horacio Verbitsky, donde el confesor de Evita es presentado como un sacerdote tomista. “Detrás de toda teología católica hay un tomismo o neotomismo, pero Benítez le agregaba un existencialismo tomado de Unamuno, que le daba una pátina diferente. Era la época del existencialismo sartreano; un sector de la Iglesia respondía con Unamuno, que era una especie de Kierkegaard de bolsillo. Son temas que hoy recrudecen en la plaza pública. La Argentina vive un momento comunicacional y un momento teológico político. Cada uno se trivializa a sí mismo y trivializa al otro. Todo esto podría haber sido un ensayo, pero lo hice parte de un pastiche novelístico. Los extraviados conversan mejor que los que conversan centradamente sobre un tema que conocen. En el trasfondo, es la historia irresponsable del peronismo, de la universidad y de la Iglesia, tres pavaditas que ocurren en la Argentina.”
–¿En qué sentido “irresponsable”?
–Los que hablan son todos funámbulos, marionetas. Hay un lindo texto que siempre me impresionó mucho, “Sobre el teatro de marionetas”, de (Heinrich von) Kleist. La novela está inspirada un poco en ese texto y un poco en el estilo de Piglia. Si Piglia escribiera muy mal, haría lo que hice yo (risas).
–Una de las conversaciones gira en torno de una frase de Benítez, cuando despide a jóvenes revolucionarios muertos: “Pido perdón a Dios por la muerte de ellos, asesinados por la Nación que no supo comprenderlos”. ¿Por qué Poggi conecta esta frase con la de Néstor Kirchner en la ESMA, cuando pidió perdón en nombre del Estado?
–Esa frase de Kirchner en la ESMA es muy compleja y no se la consideró adecuadamente. En la frase de Benítez, ligada al funeral del guerrillero, “muertos por la Nación que no supo comprenderlos”, no se sabe si la Nación es asesina o perdió la oportunidad de hacer lo que corresponde a una Nación, que es comprender a quienes atacan a un Estado injusto. Partí de una paradoja que sólo se resuelve teológicamente y que está a la altura del hecho de que buena parte de la guerrilla surgió de un sector de la Iglesia Católica. La idea de pedir perdón en nombre del Estado es complejísima, no creo que se repita una frase así, que cargue su propio enigma. Son frases supernumerarias, podrían no haberse dicho y la historia quedaría más o menos correctamente encaminada. Nadie se la pidió. Hay que ver si el futuro argentino va a tener ese tipo de frases que nadie pide. La dijo un político tocado por una forma fuerte del azar político. Esa frase revela hasta qué punto una veta muy lejana de vaga teología está presente en cualquier actividad política, aun en un político que se quiere laico. Sólo que hay que tratar de que esté presente con elegancia y el dramatismo que corresponde. Si no es así, incluso la frase teológica cae en el vodevil, en el mal periodismo de investigación o en el insulto permanente. Yo lo que intenté hacer es poner la frase teológica en vecindad con la frase bufonesca. No pienso que la fórmula política argentina se base en el mito de la Nación católica, pero los acontecimientos últimos han permitido iluminar una zona del lenguaje político vinculada con la teología. Yo me declaro laico y para los laicos es una obligación pensar en qué medida el laicismo también se hace con algunos componentes de viejos mitos que no están enteramente apagados.
–¿Coincidió la escritura de Besar a la muerta con la papamanía?
–Sí. Bergoglio nunca me gustó, pero es un Papa que entendió el papel de los medios de comunicación. La globalización entendida como circulación de valores financieros y comunicacionales tiene una teología oculta. El Papa entendió que su palabra era parte de la circulación de esos valores metafóricos, comunicacionales, financieros, simbólicos. O sea que es el Papa de cierta edad comunicacional del capitalismo informático y es necesario reflexionar sobre eso. La tradición novelística argentina fracasa menos para explicar la política que lo que fracasa la política para explicar las novelas. Desde Amalia hasta Adán Buenosayres, siendo novelas tan diferentes y de épocas tan diferentes, no fracasan en pensar los agujeros más profundos de una época, no la época en su superficie sino lo que tiene de abismal. La imposibilidad de escribir novelas es de algún modo algo que la novela le dirige a la política, invitándola a ser más elocuente.
–¿Por qué hay una mirada escéptica sobre la universidad a través del profesor Rupestre?
–Fui durante cuarenta años profesor universitario. Rupestre es un profesor que da clases sobre Max Weber, que es lo que hice yo durante muchos años. Weber era, a su manera, un teólogo del puritanismo que explica por esa vía el capitalismo… Si alguien lee esta entrevista, parecería que escribí una novela interesantísima que se sostiene sobre sus pies. Eso me hace pensar que uno puede mejorar enteramente lo que escribió en una entrevista. A la pucha: escribió sobre la Iglesia, la universidad, el peronismo, la guerrilla, ¿qué le faltó? Nada (risas).
–Falta mencionar a un personaje, el chinito Pin, que va a buscar a Rupestre al final del asado.
–Me gustó la frase de Poggi que dice: “Están todos los personajes de este escrito”. Por el aspecto bufonesco que tiene la novela, traté de que se notara que todo ocurre en un escrito. Que no hay realidad, que son movimientos de un escrito.
–Besar a la muerta problematiza la cuestión de cómo se nombra. Nombrar es un drama: si se elige un nombre, en parte se está clausurando el sentido, ¿no?
–Sí. Hay que recordar que Barthes decía que no escribía novelas porque no era capaz de darle un nombre a un gato. Yo podría decir lo mismo. La vida política te lleva a dar nombres, apelativos e ironías sobre los nombres. En la vida de la ficción hay que estar muy seguro para poner un nombre que no remita a su propio significado cerrado. Le puse a un personaje Rupestre porque pensé en la palabra rupestre, que quiere decir algo así como “pintar en la roca”, y me dejé llevar por ese nominalismo. Hice el prólogo sobre un libro de Lezama Lima, que es más barroco que Lezama Lima (risas). Atravesé años escribiendo ensayos de los que se decía “qué quisiste decir”. Imaginate si no voy a seguir escribiendo…

«Para guardar distancia y resistir el engaño, nada como la literatura». Entrevista a Marcelo Cohen.

por Pablo E. Chacón



En sus Relatos reunidos, el escritor y traductor atraviesa su propia producción, incluso alguna inédita, que a la manera de un mosaico hace las veces de testigo de mutaciones técnicas -y en consecuencia, subjetivas- hasta dejar en el presente un mundo propio con un pasado, un futuro cercano y un atalaya desde donde reflexionar sobre esos materiales.
El libro recorre desde algunos de sus primeros textos a algunos que no se sabrá si serán partes o todos de ensayos, ensayos de relatos o clásicamente, novelas.

Cohen nació en Buenos Aires en 1951; vivió en España muchos años y en la actualidad dirige -junto a Graciela Speranza- la revista de artes y letras Otra Parte (que también tiene una versión digital). Publicó, entre otros libros, Isomnio, Casa de Otto, Balada y El fin de lo mismo.

¿Con qué criterio organizaste la selección de los cuentos?

Bastante caprichoso. De mis primeros libros dejé de lado algunos que me pareció que no había que endilgarle al lector. Puse algunos libros completos, añadí inéditos que habían quedado por el camino y, como todo ese material para mí era pasado, es decir que en mi alma ya estaba frío, sumé algunos de un libro que estoy escribiendo ahora en el que un fan del cine, el escritor MC, del Delta Panorámico, cuenta algunas de sus películas favoritas (desconocidas para nosotros, claro). Después, como se ve en el libro, lo dividí en historias de Este Mundo e historias del Delta Panorámico, que es el mundo constantemente en ampliación y esclarecimiento que es donde transcurre casi todo lo que vengo escribiendo desde Los Acuáticos. Dentro de cada sección hay un mosaico; o sea, un orden no cronológico, porque me gustaría sabotear un poco la idea de desarrollo, evolución, etcétera. Estoy convencido de que con los años he aprendido que, para mi gusto, hago mejor las cosas; pero también sé que en gran medida uno es irremediablemente repetitivo. Trastocando los tiempos tal vez se note menos.

Los novelatos de El fin de lo mismo, incluso algunos fragmentos deInsomnio, ¿representan un espacio narrativo de transición entre tu primera producción y la última, donde se recorta esa especie de Santa María donde rige una normativa otra, a la manera de Onetti, por ejemplo?

Sí, son una transición en ese sentido, pero sobre todo en otros que acusé más a fondo. Primero, son el primer sondeo a fondo de la posibilidades de modificar las formas del cuento, prescriptivas, que prevalecían desde hacía tanto tiempo: el cuento rodaja de vida a lo Chéjov, el cuento de horror metafísico a lo Poe, sobre todo el cuento cuyo sentido lo da el final inesperado, y presentado con una retórica de aceleración, inminencia y corte. No sé comprimir, no tengo una mente sintetizadora y quizá por eso me cuesta dejar pasar un personaje, un escenario o una situación sin darle las palabras que la atención reclama. De ese modo la historia se modifica, y con ella el pensamiento y hasta el sentimiento, una experiencia que espero cuando me pongo a escribir y diría que es el motivo culminante de que escriba: el hallazgo, la apertura de un panorama nuevo o el descubrimiento de un error, lo que sea. Por eso ni el ritmo de la prosa ni la economía son lo que el cuento por así decir perfecto reclaman; claro que, perdón por decirlo así, uno siempre puede apoyarse en los cuentos de Kafka, y, por raro que suene, en los de Eduardo Wilde, dos de los muchos cuentistas que sólo incómodamente encajarían en los parámetros del género tal como se cultiva en los talleres. En fin: en este libro hay pocas piezas que respondan al género cuento, y eso empezó a pasar con El fin de lo mismo. Otra cosa que sucedió en esa época fue el descubrimiento de una manera de escribir más suelta, más confiada en sí misma; podríamos decir, menos atenazada por el superyó.

Es imposible no preguntarte por la importancia de la revolución en la tecnología (comunicaciones incluidas) sobre tus últimos textos.

Ahí la tecnología aparece más bien como irrisión, ilusión, disparate, y como constricción de la realidad. Literariamente, es una invalorable fuente de historias. Soy impenitente lector del diario, y por poco que uno atienda al diario con cierto discernimiento no hay manera de no ver hasta qué punto el círculo finanzas-tecnología-actualización imperiosa-consumo domina cada vez más horas de la vida. Cada adelanto tecnológico, además, trae aparejado el riesgo de una nueva clase de catástrofe –ya lo dijo Virilio. Y si a uno, como a mí, le da por imaginar cómo serán cuando se desarrollen cierto retoños que ve en el presente -es un modo de la sátira, después de todo-, inevitablemente la tecnología aparecerá como destino, potencia, farsa o caducidad. Es dificilísimo, casi imposible, hacer un uso políticamente liberado de las técnicas; todo dispositivo, incluso la escritura, es una máquina de asimilación. Sólo que si uno tiene esto en cuenta puede valerse las necesarias para estar en la comunidad y hacer su trabajo resistiendo a la vez los aspectos más condicionadores. Y para guardar distancia, denunciarse como iluso y resistir el engaño, nada como la literatura. Así que, por mi parte, escribo sobre un mundo donde todo ya sucedió, las tecnologías se aceleraron y caducaron y volvieron, e incluso la comunicación suprema, una conciencia global que permite vincularse directamente entre cerebros (pero aleatoriamente, imposible de dirigir, como es la Panconciencia), ya es una adquisición humana instalada, incorporada, pero en parte pasada de moda, un entretenimiento, una experiencia instructiva pero casi ya vulgar, mersa, como el cine.

Como sea, en estos textos, la sensación de extrañamiento, inquietud e inminencia (de algo) es constante, siempre. Además de traducir a Philip Larkin, ¿a qué otro escritor te has dedicado últimamente?

Poetas: bueno, traducir, traduje a A R. Ammons, un poeta que escribe una lírica panteísta con un lenguaje y conceptos de las ciencias; pero leo mucho a Anne Carson, al australiano Chirs Andrews, al último Leónidas Lamborghini, a José Kozer, a Cucurto. Narradores: Gene Wolfe, de quien traduje nueve libros y que creo que es el escritor de literatura fantástica más importante de las últimas décadas y uno de los más grande escritores vivos sin distinción de género, pero no paro de leer a Lydia Davis, una cuentista extraordinaria y fuera de toda norma y, aparte de los que nombro siempre, a Jean Echenoz. Y a veinticinco o treinta más, claro. Lo más grande de la literatura es su prodigiosa diversidad. De modo que puedo releer a Cortázar, a Eduardo Wilde, a Walsh, a Felisberto Hernández, a Juan Bennet y a Aira.

El proyecto Otra Parte, y sus derivas plásticas, filosóficas, políticas, ¿puede decirse que representa parte de ese universo que encuentra su forma en la escritura?

Otra Parte intenta ser la constancia de que, si no hay un afuera de lo que nos toca vivir, este régimen tecnofinanciero mundial y absorbente, este sistema político de oposiciones parlamentarias que asimila casi todos los discursos y aun el supuestamente extraparlamentario, esta constante desazón por las ilusiones que nacen y se diría que no prosperan (como nos pasa a tantos con el kirchnerismo), sí se puede abrir lugares de circulación, espacios de socialización, ámbitos que se imponen reglas de juego distintas de las jurídicas o parlamentarias y las respetan hasta que, de común acuerdo, deciden cambiarlas por otras. Ahí se discute, se intercambia, se estudia, se aprende, hay coincidencias, desencuentros, entradas y retiradas. En un espacio así la escritura es la proyección de todo eso, vida conjunta en marcha que una y otra vez cuaja provisoriamente en artículos. Y cada uno dedica mucho tiempo a escrituras de otros, sea lectura, comentario o edición, y nadie se echa a perder por haberse quedado demasiado quieto. Y, además, los directores de OP somos marido y mujer, como si todo esto que describo fuese, entre otras cosas, un fruto de la constante conversación que es uno de los dones de la vida matrimonial. Esto también es política.

Clinämen: Combatir la moral sin volvernos reactivos

 

Conversamos con Osvaldo Saidon, médico, psicoanalista y ensayista orientado al esquizoanálisis. El análisis institucional frente al Efecto-Francisco. ¿Qué es el “análisis institucional” y cómo piensa el presente? ¿Cómo actuar frente a la ofensiva del discurso católico sobre la subjetividad y la política?

La palabra revolución ha vuelto a circular. Manifiesto Uninómade


La palabra revolución ha vuelto a circular. En las calles, en las plazas, a través de Internet, e incluso en las páginas de los periódicos, que la miran con temor. Pero sobre todo, en nuestros espíritus y cuerpos. Del mismo modo, la palabra capitalismo salió de su invisibilidad: ya no domina como dominaba
Estamos presenciando el final de un ciclo: el ciclo neoliberal implementado desde los años 80, cuyo ápice se produjo con la caída del Muro de Berlín y el consenso mundial sobre la expansión global del mercado. Muchos de nosotros (especialmente los jóvenes) vivimos el primer desplazamiento masivo de las placas tectónicas de la historia.
Pero nuestra época no es sólo crepuscular. Al final de un ciclo se abren amplias oportunidades, y a nosotros nos corresponde transformar la crisis de la representación y del capitalismo cognitivo en nuevas formas de democracia absoluta. Más allá del ámbito formal de los Estados y nacionalidades. Más allá del capitalismo financiero y flexible. Donde quiera que brille nuestra singularidad común: mujeres, negros, indios, amarillos, pobres, explotados, precarios, haitianos, bolivianos, inmigrantes, marginados, ocupas, trabajadores intelectuales y manuales. No se trata de enumerar a los excluidos, sino de una nueva inclusión híbrida. ¡La tierra al fin nuestra! Se trata de nosotros, los que somos producidos por esta lluvia, por esta precipitación de encuentros de singularidades, encuentros en los que nos hacemos divinos en esta tierra.
Es por eso que gritan las multitudes en Grecia, España y con los Occupy en los Estados Unidos; es por eso que gritan las radicalidades presentes en la primavera árabe, multitud que se sitúa más allá de la racionalidad occidental. Es un mismo arco el que une la primavera árabe, las luchas de los estudiantes en Chile y las luchas por la radicalización de la democracia en Brasil. Nuestras diferencias son las que nos hacen fuertes.
La lucha por el mestizaje racial, simbólico, cultural y financiero pasa por la materialidad de lo cotidiano, por la afirmación de una larga marcha que una nuestra potencia de éxodo a nuestra potencia constituyente. El acontecimiento es el nombre que nos invita a un éxodo perpetuo de las formas de explotación. Éxodo al interior de la tierra. Lealtad a la tierra.Tatu or not tatu.
Hay que escuchar ese deseo en nosotros que va más allá de la vida y de su conservación: más allá del gran terror de una vida de mierda que nos impone un estado de extrema precariedad y extrema desafiliación. Hay que reinsuflar el grito que nos fue robado en la noche, resistir a los clichés de lo que somos y de lo que quieren hacer de nosotros: más allá de nuestras líneas de subjetivación suspendidas entre el excedente de lujo del 1% y el de la basura superflua del 99%.
Es necesario no necesitar nada más, sólo nuestro coraje, nuestro intelecto y nuestros cuerpos, que ahora se extienden en redes de conocimiento común que apuntan a nuestra autonomía. Somos más de lo que pensamos y lo deseamos todo. ¡No estamos solos! Tenemos que resistir con alegría, algo que el poder dominante de la melancolía no puede usurparnos. Cuando el sujeto deja de ser un mero consumidor pasivo se vuelve un productor de ecologías. Multitud de voces hablan a través de nosotros, porque la crisis no es sólo del capital, sino de la vida. Una profunda crisis antropológica que se manifiesta en el vaciamiento de los cuerpos constreñidos, avergonzados, reflejados en las pantallas de televisión, sin la necesidad de salir a tomar las calles. Nuestros cuerpos se paralizan, tienen miedo, paranoia: el otro se vuelve el gran enemigo. Nuestros cuerpos no crean nuevas formas de vida. Permanecen en un estado de vidaMENOSvida: trabajo, casa, tren, autobús, trabajo, casa. La vida individual es una abstracción. Una vida sin afectividad compartida, donde la generación de lo común se hace imposible. Hay que crear desvíos orientados a una vidaMÁSvida: sobrevida, supervida, supravida. Una pausa para sentirse parte del acontecimiento, que es la vida. Somos singularidades cooperativas. Pertenecemos a una esfera que nos atraviesa y nos construye a cada momento.
El capitalismo cognitivo y financiero instaura un perpetuo estado de excepción, que continuamente busca reintegrar y modular la normalidad y la diferencia. Ley y desorden coinciden dentro de una misma conservación de las desigualdades que produce y reproduce las identidades del poder: el “Precario” sin derechos, el Inmigrante “ilegal”, el
 “Viejo” abandonado, el “Trabajador” obediente, la “Mujer” sometida, la “Esposa” dócil, el “Negro” criminalizado, y por último, el “Depresivo” que hay que mantener medicalizado. Las vidas de los pobres y de los excluidos pasan a ser movilizadas en cuanto tales. Al mismo tiempo que deben generar valor económico, deben permanecer políticamente impotentes.
El pobre y el loco. El pobre —figura ahora híbrida y modulada de inclusión y exclusión en la cadena del capital— pervive en la crudeza de una vida que utiliza incluso su propio cuerpo como moneda. Y el loco, esa figura que vive fuera de la historia, “escoge” la exclusión. Ese sujeto se niega a producir, vive sin lugar: allí donde el tema de la exclusión y la inclusión se diluye en el delirio. Pero nadie delira solo, se delira el mundo. Estos dos personajes viven y sobreviven al margen, pero la margen mutó y se volvió el centro. El capital pasa entonces a conceder valor a la subjetividad y a las formas de vida de las márgenes, y la potencia de los que no rentan viene a componer el síntoma del capital: la crisis de la ley del valor, el capitalismo cognitivo como crisis del capitalismo.
La crisis de los subprimes en 2007 se propaga ahora, sin lugar a dudas, a la crisis de la deuda soberana europea: la forma actual de gubernamentalidad es la crisis perpetua, trasladada como sacrificio a los eslabones más débiles del arco social. Austeridad, recortes, desmantelamiento del estado de bienestar, xenofobia, racismo. Bajo los trajes grises de los tecnócratas post-ideológicos resurgen las viejas banderas del biopoder: el dinero vuelve a tener rostro, color, y no le faltan ideas sobre cómo gobernar. “Alabado sea el mercado”, “In God we Trust”. El discurso neutro de la racionalidad económica es obligado a mostrarse en público, convocando al mundo a plegarse al nuevo consenso, sin ya siquiera respetar la formalidad de la democracia parlamentaria. ¡He aquí al homo œconomicus: sacrificio, nación, trabajo, capital! Es contra este estado de sitio que las redes y las calles se insubordinan. En las movilizaciones autoconvocadas en las redes, en los campamentos de las plazas, la excepción aparece como creatividad de lo común, lo común de las singularidades que cooperan entre sí.
(…) Lo que está en cuestión son las formas de vida en el planeta a partir de ahora. Hay que encontrar caminos para reconciliar estos mundos. Percibir otras configuraciones relacionales más móviles, activar las sensibilidades. Hacer de esta revolución una gran caldera de deseos creadores de nuevas formas de cooperación y de intercambio, que compongan y combinen nuevas prácticas y perspectivas: es decir, mundos. Un mestizaje generalizado: nuestra cultura es nuestra economía y nuestro entorno es nuestra cultura: ¡tres ecologías!
Las luchas de la primavera árabe, del 15M español, del Occupy Wall Street y del #ocupabrasil claman por una transformación, donde la base común que somos nos lanza más allá del estado de excepción económico: la deuda infinita que intenta manipular nuestros corazones y mantenernos encadenados a los pequeños miedos. La deuda infinita que instaura la perpetua transferencia de la renta del 99% de los deudores al 1% de los acreedores. ¡No dejemos que tomen por nosotros la decisión sobre lo que queremos!
La red Universidad Nómada se formó hace más de diez años, entre las movilizaciones de Seattle y Génova, los Foros Sociales Mundiales de Porto Alegre, y la insurrección Argentina de 2001 contra el neoliberalismo. Fueron dos momentos constituyentes: el manifiesto inicial que invocaba la nomadización de las relaciones poder/saber, con base en las luchas de los preuniversitarios comunitarios para negros y pobres (en pro de la política de cuotas raciales y de la democratización del acceso a la educación superior); y el manifiesto de 2005 por la radicalización democrática. Hoy, la Universidad Nómada acontece nuevamente: su Kairòs (el aquí y el ahora) es el del capitalismo global como crisis. En la época de la movilización de la vida entera dentro de la acumulación capitalista, el capitalismo se presenta como crisis y la crisis como expropiación de lo común, destrucción de lo común de la tierra. Se gobierna la vida: la catástrofe financiera y ambiental es el hecho de un control que necesita separar la vida de sí misma y que opone sus diques a los indios y poblaciones ribereñas de Belo Monte, las obras a los operarios, los megaeventos a los marginados y a los pobres en general, la deuda a los derechos, la cultura a la naturaleza. No hay ningún determinismo, ninguna crisis terminal. El capital no tiene límites, a no ser los que las luchas sepan y puedan construir. La red Universidad Nómada es un espacio de investigación y militancia, para pensar las brechas y los intersticios donde se articulan las luchas que determinan esos límites del capital y se abren a lo posible: mediante el reconocimiento de las dimensiones productivas de la vida a través de la renta universal; mediante la radicalización democrática a través de la producción de nuevas instituciones de lo común, más allá de la dialéctica entre público y privado; mediante el resurgimiento de la naturaleza como producción de la diferencia, como lucha y biopolítica de fabricación de cuerpos pos-económicos. Cuerpos atravesados por la antropofagia de los modernistas, por las cosmologías amerindias, por los éxodos de los quilombos, por las luchas de los sin techo, sin tierra, precarios, indios, negros, mujeres y hackers: por todos aquellos que trazan otras formas de vivir, más potentes, más vivas.

Rio de Janeiro, 15 de junio de 2012

Carta abierta anarquista a quienes viajan al Mundial de la FIFA

Saludos gente extranjera. Lamentamos interrumpir tu celebración, pero dadas las circunstancias necesitamos que comprendas el contexto real de la Copa del Mundo de fútbol que vienes a ver. Sólo queremos que estés al tanto de informaciones que el gobierno de Brasil y tu agencia de viajes muy probablemente no te dijeron.
La Copa del Mundo asignada a nuestro país por la FIFA tuvo un gasto, hasta el momento en que esta carta es escrita, de 25 mil 600 millones de reales, que vendrían a ser 11 mil 500 millones de dólares. De esta cantidad, más del 83 % proviene de las arcas públicas, dinero de los impuestos de la gente común. El salario mínimo en Brasil es de 724 reales por mes ($ 325), las entradas para los juegos pueden llegar a casi un millar de dólares, así que el trabajador brasileño paga por un evento al que no puede asistir. Según una encuesta reciente, el 75,8 % de los brasileños se han mostrado contrarios a las inversiones realizadas para esta Copa del Mundo.
Nuestro país aún tiene 3,7 millones de niños y adolescentes fuera de la educación formal y un índice de casi 10 % de analfabetismo según la UNESCO. Cómo si tales deficiencias educativas no fuesen suficientes, el gobierno impuso suspensión de actividades escolares durante el Mundial. Vivimos en un país donde más de 242 mil familias no tienen electricidad, por no hablar de la salud pública que aún está lejos de ser aceptable, a pesar de lo cual el ídolo del fútbol Ronaldinho publicamente se atreve a decir que «Con hospitales no se hace la Copa del Mundo».
Hoy vivimos una situación económica muy difícil, donde la población soporta una de las cargas de impuestos más altas del mundo; sin embargo, casi el 50% de nuestro PIB está siendo utilizado para pagar una deuda pública absurda mientras el pueblo pasa hambre, o sea, casi la mitad de la riqueza que producimos se va directamente a los bolsillos de unos pocos banqueros; además, también se pierde una gran cantidad por la corrupción y la mala gestión de los fondos públicos.
El gasto excesivo en la Copa del Mundo es solo la punta de este iceberg. En nombre de la Copa, se violaron muchos derechos civiles, un hecho para nada inusual en un país en el que tenemos una policía altamente militarizada, que ya incluso ha sido criticada por organismos internacionales tales como Amnistía Internacional y la propia ONU, la cual hizo una recomendación para suprimir la PM (policía militar brasileña). Las comunidades cercanas a los estadios paddecerán un cerco policial ostensivo y truculento, incluyendo la presencia del ejército, no para garantizar la seguridad de quienes allí habitan, sino la de ustedes, los turistas, como ya es el caso en el Complexo da Maré [en Rio de Janeiro], que hace semanas está ocupado por el ejército, la marina y la PM, con más de 2.500 hombres. El derecho a la vivienda tampoco quedó fuera de la mira del gobierno y de la FIFA, miles de familias han sido desplazadas debido al evento, incluyendo a las familias indígenas de Aldeia Maracanã [tambien en RJ], que a pesar de la resistencia, fueron desalojados violentamente.
En el régimen «democrático» en el que vivimos, tampoco es novedad para nosotros padecer esta injerencia militar, lo que ya ha ocurrido con el ejército como fuerza represiva que ocupa el lugar de construcción de una central hidroeléctrica en el corazón de la Amazonia (Belo Monte), para evitar la protesta de los pueblos originarios y las comunidades locales afectadas por la represa. Por otra parte, a causa de la presión para construir los estadios a tiempo para la Copa Mundial, más de una docena de trabajadores murieron en las obras de construcción.
Aparte de todos estos problemas, la prostitución infantil en el país sigue siendo una realidad que afecta a cerca de 500.000 menores de edad de acuerdo con el Foro Nacional para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil. Este escenario será potencialmente agravado por la celebración de la Copa.
Muchos de nosotros estamos indignados y hemos tomado las calles en protesta, pero el gobierno -respaldado por los grandes medios de difusión- trata de ocultar y disimular todo lo aquí denunciado, a la vez que criminaliza las manifestaciones y nos reprime con su aparato militar, con saldo de violaciones de los derechos humanos denunciadas por ONG’s y organismos internacionales.
El Estado y las burocracias partidistas que lo gestionan no atienden y nunca atenderán como es debido a las demandas populares. Si necesitamos de asistencia sanitaria, educación, vivienda, trabajo tendremos que lograrlo a través de nuestra unidad y lucha.
Recibe esta carta como una solicitud de apoyo. Comparte esta información con la mayor cantidad de gente posible, ayudándonos a mostrar al mundo una realidad que el gobierno, la FIFA y los patrocinadores de la Copa a toda costa tratan de ocultar.
Colectivos y personas anarquistas de Brasil

 traducido por la redacción de El Libertario)

Marcos Forever

por Beatriz Marcos Preciado

El pasado 25 de mayo,  el Subcomandante Marcos enviaba una carta abierta al mundo desde “la realidad zapatista” anunciando la muerte del personaje Marcos que fue construido para servir de soporte mediático y de voz enunciativa al proyecto revolucionario de Chiapas. “Estas serán mis últimas palabras en público antes de dejar de existir.”  El mismo comunicado anunciaba el nacimiento del Subcomandante “Galeano” tomando el nombre del compañero José Luis Solís Sánchez “Galeano”, asesinado por los paramilitares el día 2 de mayo. “Es necesario que uno de nosotros muera», dice el comunicado, “para que Galeano viva. Y para que esa impertinente que es la muerte quede satisfecha, en lugar de Galeano ponemos otro nombre para que él viva y la muerte se lleve no una vida, sino un nombre solamente, unas letras vaciadas de todo sentido, sin historia propia, sin vida”. Sabemos, a su vez, que José Luis Solís había tomado su nombre del escritor de Las venas abiertas de América Latina. El Subcomandante, que siempre ha caminado dos millas por delante de los viejos ególatras del postestructuralismo francés, opera en el dominio de la producción política la muerte del autor que Barthes anunció en el espacio del texto.

En los últimos años, los zapatistas han construido la opción más seria frente a las (fracasadas) opciones necropolíticas del neoliberalismo, pero también frente al comunismo. El zapatismo como ningún otro movimiento está inventando una metodología política para “organizar la rabia”. Y reinventar la vida. A partir de 1994, el ELNZ concibe, a través del Subcomandante Marcos, una nueva manera de hacer filosofía descolonial para el siglo XXI que se aleja del tratado y la tesis (herederos de la cultura eclesiástica y colonial del libro que se inicia en el siglo XVI y declina a finales del siglo pasado) para actuar desde la cultura oral-digital tecno-indígena que susurra en las redes a través de rituales, cartas, mensajes, relatos y parábolas. He aquí una de las técnicas centrales de producción de subjetividad política que nos han enseñado los zapatistas: desprivatizar el nombre propio con el nombre prestado y deshacer la ficción individualista del rostro con el pasamontañas.

No tan lejos del Subcomandante, habito otro espacio político donde se desafía con la misma fuerza teatral y chamánica la estabilidad del nombre propio y la verdad del rostro como últimos referentes de la identidad personal: las culturas transexuales, transgénero, drag king y drag queen. Toda persona trans tiene (o tuvo) dos (o más) nombres propios. Aquel que le fue asignado en el nacimiento y con el que la cultura dominante buscó normalizarlo y el nombre que señala el inicio de un proceso de subjetivación disidente. Los nombres trans no indican tanto la pertenencia a otro sexo, sino que denotan un proceso de des-identificación. El Subcomandante Marcos, que aprendió más de la pluma del escritor marica mexicano Carlos Monsiváis que de la barba viril de Fidel, era en realidad un personaje drag king: la construcción intencional de una ficción de masculinidad (el héroe y la voz del rebelde) a través de técnicas performativas. Un emblema revolucionario sin rostro ni ego: hecho de palabras y sueños colectivos, construido con un pasamontañas y una pipa. El nombre prestado, como el pasamontañas, es una máscara paródica que denuncia las máscaras que cubren los rostros de la corrupción política y de la hegemonía: “¿A qué tanto escándalo por el pasamontañas?, ¿acaso está la sociedad mexicana lista a quitarse su máscara?”. Como el rostro con el pasamontañas, el nombre propio es también deshecho y colectivizado.

En los zapatistas, los nombres prestados y los pasamontañas funcionan como lo hacen en la cultura trans los segundos nombres, la peluca drag, el bigote o el taconazo: como signos intencionales e hiperbólicos de un travestismo político-sexual, pero también como armas queer-indígenas que permiten enfrentarse a la estética neoliberal. Y esto no a través del verdadero sexo o del auténtico nombre: sino a través de la construcción de una ficción viva que resiste a la norma.

A lo que nos invitan los experimentos zapatistas, queer y trans es a desprivatizar el rostro y el nombre para hacer del cuerpo de la multitud el agente colectivo de la revolución. Me permito desde esta modesta tribuna responder al Subcomandante Galeano diciéndole que a partir de ahora firmaré con mi nombre trans Beatriz Marcos Preciado, recogiendo la fuerza performativa de la ficción que los zapatistas crearon y haciéndola vivir desde las postrimerías de una Europa que se descompone: y para que la realidad zapatista sea.

Marcha y Asamblea, a dos semanas del acampe del Espacio de Tierras para Todos y Todas en Varela



Amigxs, seguimos apoyando el acampe del Espacio de Tierras para Todos y Todas en Varela, que cumple hoy ya 13 días, y sigue fuerte en la plaza y en las asambleas de los barrios. El asunto es bastante simple en el fondo: ¿por qué se privilegia la tierra para los negocios y se maltrata y desatiende a la población pobre?
La novedad, en todo caso, es que procesos de lucha como estos –que van de la lucha por tierra y la vivienda digna a la exigencia de la apertura de los archivos municipales de la dictadura– nos enseñan la diferencia que existe entre aprender a ejercer derechos desde abajo y malversar el discurso de los derechos usándolo como máscara de legitimación de una gubernamentalidad mafiosa y punteril.
Mañana se cumplen 14 días en la plaza y varias organizaciones vamos a acompañar al acampe con la organización de una marcha y una asamblea.
Marcha: 9 am en el playón de la estación
Asamblea: 10 am en el acampe.
Va abajo el comunicado del Instituto de Investigación y Experimentación política.
El acampe sigue
Martes 17 de junio 10 horas frente al Municipio de Florencio Varela
Después de 11 día de acampe y ante el completo fracaso del encuentro con el Consejo de Tierras del Municipio, el Espacio de Tierra para Todos y Todas decidió seguir la lucha manteniendo el acampe no obstante las amenazas de desalojo y  represión y convocando una grande asamblea publica frente a la puerta de la Intendencia de Florencio Varela el martes a las 10 horas.
Desde el Instituto de Investigación y Experimentación Política, junto al Espacio de Tierra Para Todos y Todas, denunciamos:
– El incumplimiento de  acuerdos firmados hace tres meses en otras mesas de negociación entre el Espacio de Tierra de los asentamientos y el Consejo de Tierras Municipal concernientes al acceso a servicios públicos, regularización de la tierra y acceso a derechos
– La absoluta indiferencia por parte del Municipio ante condiciones de emergencia social referente al hábitat: centenares de familias viviendo en carpas hace seis meses, otras desalojadas violentamente de sus tierras y otras miles esperando por los servicios básicos indispensables para la vida, como el agua, la luz, calles…
– El maltrato ante la descalificación y deslegitimación del Espacio de Tierra para Todos y Todas; el racismo en gestos por parte de una representante municipal como llamarles “negros villeros” a las personas que están acampando;
– El abuso de poder por parte del Municipio ante intentos de romper las relaciones comunitarias e imponer referentes punteriles para la negociación
Invitamos:
–  A comunicar, difundir y denunciar estos hechos de violaciones de los derechos a la vida
–  A participar juntos al acampe el martes 17 de junio, desde las 9am en el Playon de la estación de Florencio Varela y/o a las 10 horas en la plaza frente al Municipio de Florencio Varela
IIEP- Instituto de Investigación y Experimentación Política
Buenos Aires, lunes 16 de junio.

Clinämen: Política de los derechos: ¿ejercicio práctico desde abajo o máscara discursiva de un aparato punteril y mafioso?

Con enorme alegría, nos sumamos a los saludos y felicitaciones que reviven hoy tantxs compañeros del Espacio de Tierras de Todos y Todas, que tras 15 días de acampe frente al Municipio de Florencio Varela fueron finalmente oídos, iniciándose un proceso de cumplimiento del proceso de re ubicación de familias que viven en carpas, y/o que habían sido desalojadas de tierras ocupadas para vivir.
Como nunca falta quien considera que no hay motivos para alegrarse ante demandas tan elementales, vale aclarar que lo que se festeja hoy entre miles y miles de compañerxs de Varela es la aparición de una fuerza popular, de una capacidad de lucha, de persistencia y de organización (es decir, la dignidad) para enfrentar la desidia y hasta el racismo de ciertas instituciones supuestamente encargadas de hacer cumplir los derechos ciudadanos. En el fondo, lo que está en juego aquí es el viejo asunto de la tierra, del acceso a la vivienda y del derecho a la ciudad, que aunque muchas veces se aparece como una retórica, se trata del derecho más material de todos, de la madre de otros tantísimos derechos fundamentales. Lo que celebramos hoy -la buena nueva de esta mañana de junio- es el aprendizaje importantísimo de que el derecho a la tierra, a la vivienda y a la ciudad no avanza sin una fuerza colectiva y hecha desde abajo que la empuje decididamente.
Saludos entonces a tantos delegados de barrios y asentamientos que han hecho una experiencia inolvidable

Aguante el mundial

por De Pies a Cabeza
(http://futboldepiesacabeza.com.ar/)



Es fácil oponérsele antes de que empiece a girar la pelota. Argumentos sobran: se ve el circo montado por la FIFA, se ve la promoción corporativa del entusiasmo popular, se ve la mercantilización, el securitismo y la segregación social que la razón de estado mercantil hace avanzar en el terreno abierto por la copa.
Por supuesto. Pero con la bocha en juego se producen cambios de ánimo, cambios de atención, de distribución de los valores; el juego comienza y ahí es cuando se dividen aguas. Los argumentos se usan como coartadas.
Las movilizaciones callejeras anti mundialistas en Brasil son por demás interesantes; son un uso disidente de la libido futbolera. Agitan contra la Copa usando la remera de Brasil, cantando con melodías tribuneras… Y se trata, acaso, del primer caso de una movilización callejera insoslayable que ejerce una crítica por izquierda al capitalismo neodesarrollista que gobierna la región en lo que va del siglo. Ahora bien, ojalá que fracase, que fracase su objetivo puntual: detener la Copa, ¡qué horror! ¿Quién querría acaso vivir en un mundo en donde los mundiales se suspendan?
En este momento, Ecuador vence a Suiza, ¿no es hermoso? Como fue hermoso el cabezazo de Van Persie frente a España o los enganches de Robben, o Pirlo y su conocimiento total del fútbol. Porque el juego está cumpliendo, del verde césped se derrama puro placer, las figuras se parecen a sí mismas -Iniesta, Robben, Neymar, Pirlo, Benzema-, los equipos se paran en forma ofensiva, los partidos son dinámicos y de pura ida y vuelta (la mitad de cancha se podría suprimir)…Y ahí, en eso que nos pasa por el cuerpo cuando los vivimos, en ese estado de embriaguez e hinchazón afectiva está lo real del fútbol…

                             ***

Es evidente que el mundial llega a Brasil chorreando cemento y sangre por sus poros -lo dijo el Diego, “el cemento se tragó a la gente y la FIFA a la pelota”-. Que la Copa es de la FIFA es una verdad del orden jurídico capitalista; como el producto del trabajo de la cooperación de los cuerpos humanos es propiedad de los burgueses. Por su hechura, por aquello de lo que está hecha, la Copa es nuestra: de todos los cualquiera que investimos la pelota de pasión, la misma que en su despojo constituye un elemento central de la acumulación originaria que permite la existencia del mundial…Eso que se ve ahí, en las pantallas, en las continuas horas de vivo, en las publicidades, es la apropiación mercantil de la riqueza afectiva y libidinal común.  Es así: si hay mafias es gracias a que hay magia; si hay negocio y choreo es porque hay un valor previo; todo valor surge de los cuerpos, hasta que se demuestre lo contrario -las corporaciones están a la caza de plusvalía anímico-pasional. Hay que liberar al fútbol de sus capturas mercantiles, espectaculares, securitarias, sí, pero esa liberación solo es posible siendo leales a nuestras pasiones, no cediéndolas sin más.
Estas tensiones contradiccionan tanto que pueden rompernos el cuerpo… Pero así es la verdad, contradictoria; contradictorio es el mundo. Están quienes aprovechan la crítica intelectual-militante en Brasil contra la Copa para ejercer su amargura anti futbolera en Argentina. ¿Cuántos renuncian también al trabajo o al consumo por estar dominado por intereses creados y reglas espurias? No, el trabajo es necesario… Un rechazo político al mundial desde la seriedad militante y no desde la alegría del cuerpo futbolizado (cuerpo conmovido que piensa, que no está alienado).  El rechazo y la indignación frente al mundial se realiza desde un plano ideológico y moral, y eso –si sos una vida futbolizada- implica una impostura: para sostener esas consignas anti-mundialistas tenés que negarte a vos mismo. ¿Es lícito desoír las pasiones y las intensidades que recorren y alteran nuestros cuerpos en estas semanas para inscribirnos en un discurso político crítico? La política existe desde el cuerpo y sus afectos: quienes se pretenden críticos desde esa ignorancia no piensan la política en relación a la vida. Hay que blanquear la cuestión; quienes pueden impugnar el mundial desde este lugar ideológico y político de olvido del cuerpo son los amargos. Los anti-mundial son los anti-fútbol. Pero si conmovidos y todo por el mundial quieren deshacerse de esas afecciones en pos de una ideología o de una posición política crítica, son castrados. Y una política que parte del rechazo del cuerpo y de su castración ya está derrotada. ¡Viva lo que sentimos por el mundial! Y desde esa sensibilidad primordial, desde ese núcleo genuino de alegría, agite y movilización afectiva podemos gozar de lo que provoca el fútbol del mundial y a su vez rechazar el negocio millonario de la FIFA, la militarización de las ciudades, la pacificación de las favelas, el control poblacional, los desalojos y desplazamientos por la gentrificación capitalista, y los estadios repletos de blancos ricos…
Que el fútbol sirva para visibilizar la relación explotadora entre valor creado por los cuerpos y negocio organizado corporativamente, entre la magia y la mafia que se la apropia, no muestra lo perdido que está el fóbal, sino al contrario, su potencia. El fútbol permitió en Brasil declarar intolerancias hacia un cierto modelo de vida. El fútbol permite introducir en la vida común discusiones como si lo único importante es ganar, o si existe tal cosa como un triunfo puro desligado del modo de existir; el fútbol, el juego bien jugado como viene pasando en estos días de Mundial, puede hacernos hinchar por dos equipos enfrentados, porque sea gol cada jugada emocionante ya que la creación lo merece.
El fútbol no es la sociedad del espectáculo, es el espectáculo de la sociedad. Y necesitamos espectáculo: una superficie común a la que mirar y sobre la que establecer gustos, preferencias, elaborar códigos de valoración, donde encontrarse para hacer la fiesta… Aguante el fútbol, entonces, otra vez, aguante todos nosotros. La inminencia mundialera fue fría: entradas por sorteo, una maquinación mediática desfasada del estado de la sensibilidad colectiva, quizá, incluso, una distancia con jugadores que se forjaron poco en nuestras canchas –o nada, en el caso de Messi-. Cosas para seguir pensando. Ahora comenzó el juego. Y nos vienen con una moral: “divertirse es ser cómplice”. “Querido turista, lamentamos interrumpir tu fiesta, pero queremos informarte que Brasil no es lo que tu agencia de viajes te contó, que acá hay veinte millones de niños con hambre”, decía una paupérrima carta firmada por autodenominados “grupos e individuos anarquistas de Brasil”. Pero, ¿estás seguro de que esos “niños con hambre” no quieren ver los partidos del mundial, salir campeones, ver jugadas sorprendentes de sus talentosos ídolos? (Miembros de una revista villera argentina twittean desde una favela brazuca diciendo que “el que dijo que el fútbol es el opio de los pueblos nunca entró a esta favela que vibra de alegría con la pelota”. Porque el fútbol es un modo alegre de pensamiento colectivo).
Si no, toda la crítica es de “indignados” que denuncian el mal que algunos malos le hacen a otros pobres víctimas… ¿Y vos? Decime que te pasa a vos. Cómplices, acaso, del espíritu de la pesadez, de la adultez mal entendida, de la seriedad fría, no se animan a jugar. Aguante el mundial que es una fiesta. No es la fiesta de todos, es la fiesta del nosotros, la fiesta de los músculos tensionados por la pasión. La fiesta de los que juegan.

El consumo no evita la queja. Entrevista a Eduardo Viveiros de Castro

por Verónica Gago y Mario Santucho


El antropólogo carioca Eduardo Viveiros de Castro estuvo recientemente –y por primera vez– en Buenos Aires. Participó del seminario “La bolsa o la vida. Modelos de desarrollo, nuevas conflictividades sociales y derechos humanos”, organizado por la Biblioteca Nacional y presentó el libro La mirada del jaguar. Una introducción al perspectivismo amerindio (Tinta Limón), que compila una serie de entrevistas donde cuenta su trayectoria como investigador. O mejor dicho, su experiencia fugitiva: cómo se conectó con los indios para huir de Brasil. “Fui a estudiar a los indios porque los indios justamente no eran brasileños. Me interesaba su total incompetencia ciudadana. La pregunta era ¿cómo salir de Brasil?, en el sentido de evitar esa problemática teórica de la nacionalidad, el destino de Brasil como nación, el carácter nacional”. La incorrección política que planteaba esa posición en los años 70 no deja de ser actual y sigue generando polémica. En esta conversación Viveiros de Castro cuenta cómo se vivieron las recientes movilizaciones callejeras y lo que se espera para este 2014 que luego del Mundial, afronta las elecciones presidenciales.
–La consigna que circuló en estos meses era sintética pero directa “No habrá copa” ¿Qué concentra esa frase?

–Para el pueblo la imagen es que el gobierno se vendió a la FIFA. La sensación es que la FIFA ha logrado que se instale un micro-estado de excepción que entrará en vigor incluso antes del campeonato. Hay una indignación patriótica por el modo en que Brasil se ha sometido a esa mega máquina de explotación capitalista que es la FIFA en tanto reduce el fútbol a un puro negocio. En Río, muchas favelas fueron removidas para hacer obras para el mundial, también por cuestiones de “seguridad”. Todo eso sucede al mismo tiempo de la propaganda de que Brasil es la nueva potencia económica mundial, con obras de infraestructura enormes, que incluye el desmonte de la Amazonía, hechas por las cinco constructoras más grandes del país que son las que contribuyen históricamente a financiar las campañas de todos los partidos, sean de derecha o de izquierda.

–¿Cómo caracterizaría esas manifestaciones?

–Son bastante inéditas. Hubo partidos de izquierda pero sin ningún control sobre la movilización. Los partidos de derecha no van. Y toda vez que un periodista de la red O Globo se acerca es expulsado, por eso estas manifestaciones son fuertemente atacadas por la prensa. Han producido su propia prensa, que se llama Midia Ninja. No hay además un solo tema. Aunque podría decirse que existen dos cuestiones fundamentales. El problema de la movilidad urbana de la población obrera de San Pablo que vive en las periferias de la ciudad y tiene que viajar horas, lo cual supone un reclamo por el tiempo que lleva ir de las casas al trabajo, una reivindicación del tiempo libre. La segunda es contra la reacción represiva de la policía frente a las marchas, ante lo cual muchos jóvenes se indignaron.

–¿Esto está en el origen de la formación de los black bloc (grupos de protesta)?

–La práctica del black bloc, especialmente en Río, tiene que ver con la respuesta al accionar de la policía militar con la que cuenta cada Estado provincial, que es como un ejército privado y una herencia del imperio. Es una policía que usa armas pesadas y entrenada para la guerra. El gobierno es acusado de complicidad con esta violencia de los Estados provinciales. Dilma ha dicho por tv que está en contra de toda manifestación que ponga en peligro el orden público. Estas palabras, viniendo de una mujer que estuvo en la guerrilla, que dijo haber sido revolucionaria, orientan el discurso del PT hacia una retórica de orden propia de una derecha más clásica.

–Las movilizaciones en Brasil, a diferencia de las últimas en Europa o EE.UU., no se dan en un momento de crisis o ajuste. Más bien lo contrario: es claramente un momento de desarrollo en términos de inclusión masiva al consumo. ¿Cómo lo interpreta?

–Hay algo muy complejo vinculado al llamado crecimiento. Una gran parte de este aumento de los ingresos por medio de beneficios sociales como el de “Bolsa Familia” ha sido utilizado como método de endeudamiento para los jóvenes pobres. El prototipo podríamos describirlo como un joven de 22 años, sin educación formal, que trabaja de cadete, cuya familia recibe ahora estos subsidios, además de las posibilidades de acceso al microcrédito que el gobierno implementó. ¿Y qué es lo primero que hace este joven? Compra una moto y se endeuda por muchísimos años de su vida con un préstamo muy oneroso con los bancos. Parte fundamental del crecimiento es por este endeudamiento general de las clases populares, especialmente con electrodomésticos. Y no está mal que alguien que no tenía heladera pase a tenerla, todo lo contrario. El problema es que no pasan a tener la heladera sino a ser tenidos por ella, es decir, por la deuda a la que quedan obligados, casi siempre por medio de tarjetas de crédito. En la medida en que ciertos gobiernos de la región se diferencian de las políticas neoliberales tal como se dieron durante los años 90 y promueven un aumento general del consumo, se genera un consenso sobre la legitimidad de estos modelos y cualquier crítica se la clasifica como proveniente de la derecha. En Brasil los que argumentan así son los que llamamos “gobernistas”, es decir, la gente de la antigua izquierda que apoya al gobierno más allá de la medida que se trate porque siempre dicen “otro gobierno sería mucho peor”. Comparado con la Argentina, en Brasil resulta más complicado porque la dictadura no terminó, los militares no han sido juzgados y siguen diciendo públicamente que salvaron al país del comunismo. Y esto, me parece, funciona en acuerdo con el PT: los militares “toleran” que el actual gobierno “de izquierda” gobierne y el gobierno “tolera” que los militares sigan diciendo lo que dicen y no se los juzgue.

–Volviendo a la cuestión del consumo, ¿no cree que cierta crítica al consumo debería plantearse el desafío de deshacerse de toda carga moral?

–Me parece que la democratización en América Latina no llega por el consumo sino por la ampliación de servicios del Estado: salud, transporte, educación. Lo que pasa en Brasil es que el consumo ha sustituido esa provisión de servicios para las clases populares. Entonces, las clases populares en vez de tener más y mejores servicios tienen su crédito para comprar bienes producidos por el gran capital, sea su motocicleta o su heladera. La cuestión es qué resulta más importante: ¿que el gobierno invierta en cloacas, puestos de salud y escuelas o que invierta en liberar de impuestos la compra de autos baratos para que los pobres puedan tener un auto? Se podría responder “las dos cosas” y es una buena cuestión. El hecho a subrayar es que el gobierno brasileño ha invertido masivamente en el consumo mediante el crédito. Y el pedido de mejoramiento de servicios públicos es justamente uno de los reclamos del Movimiento de Passe Livre que inició la ola de manifestaciones. La verdadera inclusión pasa por la inclusión en el acceso a servicios que el Estado tiene la obligación de proveer a todos. Además creo que hay dos tipos diferentes de consumo que hay que distinguir.

–¿Cuáles?

–Por un lado, el consumo de quienes no tenían nada y ahora pueden comprar su tv o su heladera. Nadie puede oponerse. De todas maneras, eso no los convierte en clase media, como dice el gobierno. Pasan de ser pobres a un poco menos pobres. Y después está el consumo inmenso de una clase media-media que pasa a ser una clase media-alta y protagoniza un ascenso de clase verdaderamente consumista: es la gente que va a Miami o a Buenos Aires para llenar valijas con productos importados de marcas de lujo. Esta gente se multiplicó tanto o más que los pobres que acceden a un crédito.

***
– Booktrailer de La Mirada del Jaguar:




– Web de Tinta Limón Ediciones y descarga directa y gratuita de «La Mirada del Jaguar».



– Otra entrevista a Viveiros de Castro: “El capitalismo sostenible es una contradicción en los términos”, por Julia Magalhães.

Sabella, el técnico militante

por Leandro

No hace falta escucharlo en entrevistas o repasar su biografía, basta con mirar atentamente su rostro para ver en él las virtudes de un militante político;  sufrimiento y abnegación, honestidad y coraje, teoría y práctica. Sabella es setentista, padeció la trágica historia política Argentina y como tantos otros, no olvida sus años dorados de militancia de base en villas y barrios obreros y la mística de ser parte de la gloriosa juventud. Para Pachorra, los futbolistas son jugadores, pero también militantes, y la selección nacional un equipo de fútbol, pero también una excusa para seguir haciendo patria. Un técnico ideal para ir a disputar un mundial en el país más pujante de la Patria Grande (con la que tanto soñó en sus años de juventud). No es raro imaginarlo alternando videos de rivales y lecturas nocturnas del Plan de operaciones de Moreno o de la Correspondencia Perón-Cooke, charlando con sus ayudantes y dirigidos sobre tácticas y estrategias futboleras, pero también sobre anécdotas y épicas de los próceres de nuestra tierra. “Me gusta que mis equipos tengan manejo de balón, variantes de ataque y consistencia defensiva (…) Me gusta que mis jugadores miren fútbol, que tengan tiempo libre para distenderse, pero también que sepan quien fue Sandino, Perón o Mao, eso los va a hacer mejores personas, los va a hacer más íntegros”. Consecuente con sus ideales,  las largas horas de concentración en Cidade do Galo se habitan desde una heterogeneidad que incluye el entretenimiento en el ping-pong, el pool y la PlayStation, pero también los infaltables talleres y charlas sobre historia y pensamiento latinoamericano o las proyecciones de fragmentos de La hora de los hornos, La Batalla de Argel y Sinfonía de un sentimiento (todas grabadas en VHS y reproducidas en una videocasetera que hizo instalar especialmente junto al DVD, a Sabella lo influyó en igual medida el Perón del exilio que el Bilardo de Estudiantes de La plata…). Y como el fútbol no es algo ajeno a la historia de los pueblos, ni a la geopolítica global,  nuestro entrenador militante alterna señalamientos sobre las disposiciones tácticas de los rivales con información sobre el estado actual de los países que disputan la copa del mundo.
Pudimos ver el día sábado como cada integrante del equipo sabía a que jugador tenía que marcar en las pelotas paradas, pero también los efectos anímicas y morales de los años de guerras y crisis sociales de los rivales iraníes, “son guerreros, son fuertes, tienen las secuelas psicológicas de tantos años vividos en un contexto social durísimo”, decía Mascherano.  O Angelito Di María -que sorprendió a sus amigos y familiares, “Ángel apenas recordaba su número de documento, nunca fue muy despierto”-  quien luego de la victoria frente a Bosnia dijo “no olvidemos que muchos de estos futbolistas fueron los bebes de la guerra; sus cunas fueron las ruinas de un territorio que estallaba”. Comentario que dejó boquiabiertos a los periodistas que cubrían la salida del vestuario, y por supuesto, sin posibilidades de repreguntar. Pero esta pedagogía política no es fácil de sostener, “La charla técnica es el instante que me genera más estrés frente al jugador. No debe durar más de quince minutos porque luego de ese tiempo se dispersan, ahí trato de hablarles del partido y de transmitirles algunos conceptos políticos e históricos”.  Pachorra entiende a los jugadores jóvenes, con una sonrisa de padre canchero y comprensivo dice, “Se van dos horitas con un peluquero que me pidieron que incluya en la delegación y después arman torneos de PlayStation hasta la madrugada, je. Son pibes sanos”.
Aunque todavía no dio la charla sobre Nigeria, del cuerpo técnico se filtró que ya mando a recopilar datos sobre la biografía de cada uno de los futbolistas nigerianos para ver cuántos de ellos tienen familiares violados, torturados o asesinados. Sabella lo sabe, una charla sobre violación de los derechos humanos le vendría bien al plantel…Pero dicen quienes lo conocen que ya se frota las manos pensando en la posibilidad de enfrentarse en octavos de final con la selección de Suiza. “Es un momento justo, de paso meto el tema de la especulación financiera, el lavado de guita y los fondos buitres…”.
Sin embargo, hay quienes no están conformes con esta educación futbolera y política. Un alto dirigente de la AFA que integra la delegación que está en Brasil responsabilizó al DT del flojo rendimiento del equipo ante Irán, “Alejandro se equivoca fiero, sobrecargo de información a los futbolistas, no solo les dijo que los iraníes nos iban a esperar atrás e iban a dejar pocos espacios, les metió cartuchos sobre lo que significo el Imperio Persa,  después colgó con la revolución islámica del 79 y terminó hablando de la importancia geopolítica actual de Irán…Para mí que les quemó el coco y los terminó paralizando. Se las bajo. Imaginate que Messi antes del partido se reía y preguntaba quién conoce a estos terroristas y minutos antes de salir a la cancha humanizó tanto a los rivales que salió angustiado…hasta le pregunto al capitán de ellos en el sorteo cómo era vivir en una zona tan conflictiva e inestable. Antes ni los podía ubicar en el mapa”.
Esta historia aún no tiene un final, lo cierto es que, más allá del desempeño en el mundial, los futbolistas que están al mando de Sabella nunca van a ser los mismos, como dijo un ex dirigido por Pachorra, “Me enseño que jugador de fútbol puedo ser hasta los treintaypico, pero millonario y militante comprometido hasta la muerte”.

Clinämen: Crackolandia, una experiencia de intervención no violenta


 

Conversamos con Antonio Lacetti, psicoanalista y analista institucional, que participa del programa «Brazos abiertos», dedicado al trabajo con usuarios de crack en Crackolandia, una zona donde se concentra la compra y el consumo de esa droga en la ciudad de San Pablo.

Henri Meschonnic: Viajero de la voz

por Hugo Savino 

para Rodrigo Grimaldi

Lo oscuro trabaja[1]
“Dale la voz a la mirada”
Jack Kerouac 
“Comparativamente la importancia de la crítica ocultó los poemas, sobre todo en la medida de la resistencia que este pensamiento provocó. Verificación empírica de que el pensamiento hace mal, y en primer lugar, socialmente, al que trata de pensar. Pero el poema, tal como lo entiendo, transformación de una forma de vida por una forma de lenguaje y de una forma de lenguaje por una forma de vida, comparte con la reflexión el mismo desconocido, el mismo riesgo y el mismo placer, el mismo pito catalán a los lugares comunes de lo contemporáneo. Puesto que no se escribe ni para gustar ni para no gustar, sino para vivir y transformar la vida.” (Henri Meschonnic, Discurso de recepción del premio de literatura francófona Jean Arp, 4 de marzo del 2006. Estrasburgo.)
Lo oscuro trabaja llega con sus fechas al pie del poema. A veces fecha y lugar. Las fechas no son la cronología. Lo circunstanciado no es una simple información de lugar. Fecha y lugar son un viaje. De la voz y del cuerpo, juntos. Lo oscuro trabaja empezó su viaje. Ya está en el poema Meschonnic. Si no reducimos y dividimos  su obra en géneros: poesía, ensayos, traducción. Meschonnic no escribe poemas circunstanciados.  Responde “siempre / a lo que veo/ incluso si no entiendo/ ante un muro”  – 1 de marzo del 2008.  Toco este muro, este libro. Lo leo. Intento una respuesta. La vía claudeliana. Lo oscuro trabaja: viaje y visión, envío. Lo ínfimo hilado en la frase, de frase en frase: “más ínfima es la diferencia, más grande es su fuerza”. Meschonnic tiene “la mano llena / de lo que no conozco” – 1 de marzo del 2008, escribe hacia ese lugar desconocido, y hacia ese desconocido que lo espera del otro lado de la mesa. Que tiene también las manos llena de lo que no conoce.
Nota: Murena era experto en capúa, en mafias, la palabra la sacó de Paul Claudel. Meschonnic es otro experto en intentos de borraduras o borramientos. Las leyó en sus poemas, en la traducción de la Biblia. Las expuso. El ser se puso nervioso. El partido del ser quiere liquidar a Murena. Le busca el pelo en la leche a Paul Claudel. No le gusta la caca de paloma que aparece a la mañana tempranísimo en el verbo ser, adora la higiene, pero lo inauténtico se le sube a la silla, quiere ponerle una barrera a la traducción Meschonnic: “No me gusta el verbo ser. Por varias razones, de las cuales algunas son serias y otras, lúdicas. La más seria es ésta: ser me parece terriblemente aferrado a su mayúscula inicial, el Ser. Y ahí, pienso en Heidegger y saco mi revólver – metafísico, ni hay ni que decirlo. Ahí me digo que rozamos al mayor enemigo de la vida, que es el esencialismo, o el realismo lógico, la esencialización de las abstracciones.” (Henri Meschonnic, Seo in Deo esse, trad. Rodrigo Grimaldi).   La máquina de narrar, abstracción en la pompa de jabón, vasta operación de mercado que se hace pasar por crítica, se pretende la única narración, y sólo narra la discontinuidad. ¡Insistan! Si quieren (se entiende, el sueldo está en juego): pero los escritores no narran, escriben, se lo recordamos, a ese maniquí maquillado de honestidad, cuídense de la honestidad conspiradora decía Jack Kerouac, que ocupa todo el terreno.  Es casi obvio decir que el poema Meschonnic se incorpora a la lista de lo que hay que liquidar. Para mantener el orden.
Henri Meschonnic viaja hacia las palabras en la frase. Ver vidas, “cierro los ojos / veo vidas” – el 24 de julio del 2008, en el tren hacia Montpellier, por Lodève.
Escribe en la rueda del tiempo, envuelve el vacío con sus frases, le ve la cara al tiempo: “el tiempo es un rostro / más un rostro/ sin fin / en no reconocer a nadie/ salvo los rostros / de aquellos/ que transforman el tiempo/ y es a ellos a/ quienes espero” – 14-19 de abril del 2008. Este viaje por el poema contra las retóricas en uso, hacia el rostro que me transforme, hacia el poema, y también contra las falsificaciones, sobre todo contra la falsificación de la historia. El viaje hacia para saber que “no me sabía / tan diferente de mí mismo”  – 7-8 de mayo del 2008. Ir: no,  ser:  “no sé pero sé / adónde voy lo que hago / es todo lo que no sé / lo que escucho / en mi voz en tu voz / desde que nos oigo / en mi voz en tu voz “ – 16 de noviembre del 2008, en el avión hacia Montreal, y el 29 de noviembre. Henri Meschonnic es un cazador de visiones, de bellezas bíblicas, de “pájaros que ve” y lo “atraviesan”  – 9 de mayo del 2008,  escribe con los “ojos cerrados” – 9 de mayo del 2008 las visiones del oído.
Meschonnic es un poeta bíblico,  Kerouac es otro bíblico. Dos bíblicos. Y de inteligencia literaria.  Lejos lejísimo de la franela filosófica. Y la inteligencia literaria es rara en el trapicheo de elogios. Muy escasa. Los poetas son encorsetados por lánguidos estudiosos que nunca dicen qué les pasa cuando leen el poema. No se atreven  a escribir la emoción de su lectura. Henri Meschonnic no tiene obra crítica en el sentido profesional actual, cuando habla de Ingeborg Bachman se quema con Ingeborg Bachman, cuando pasa por el  aaa de Tsvietáieva es su grito de poeta. Cuando cita al Mandelstam del Estado y el ritmo es el cuerpo del que conoce el acoso. Cuando escribe su Spinoza, lo lleva a poema del pensamiento. Leer Meschonnic es siempre hacia. En el camino de Los nombres. Por eso la importancia de las fechas.  La fecha no es una cronología, es un viaje de “los días no son días / son metamorfosis” – 13 de mayo del 2008, las fechas al pie del poema son la metamorfosis de una vida, otra vuelta. El viaje.  
Un día, sí, “un día llegaremos / a reconocernos” – 13 de mayo del 2008. Contra los fascinados de la destrucción. Los alelados de la petrificación del lenguaje.
El viaje: 6 de julio del 2008/en el tren de Aschaffenburg a Frankfurt: mira el paisaje, es su viaje de verano, él es el viaje, nosotros somos el viaje, “de espalda al tiempo veo todo / gracias instante”, el instante está en lo divino, el viaje a través del  instante, como un viaje sentimental, viajes, de verano o de invierno, y el viajero lleva los paisajes, los mira en su escucha.
El 7 de julio del 2008, en el tren de Frankfurt a París, de vuelta a casa, “atravesado por lo que veo”, no sabiendo que “podía entrar todos esos mundos” en él, nos lleva “a las nubes”. 
Yo tampoco sabía que podía entrar todos estos poemas en mí. Tsvietáieva dice que lo primero que supo de Pushkin es que lo habían  matado. Es buena idea preguntarse qué fue lo primero que uno supo de un poeta al que lee en continuidad. Lo primero que supe de Henri Meschonnic lo supe por  Luis Thonis. Supe que había un poeta de aquellos años que no ejercía la plomería filosófica francesa. Ni la alemana. Ninguna. No ejercía placeres del texto. Ni lacanerías literarias. Y fui. Que leía a André Spire. Que traducía la Biblia. Y fui. Es lo primero que supe. Después fue difícil encontrar lugares donde traducirlo. Las primeras traducciones de Henri Meschonnic al español encontraron rápidamente la resistencia de lo filosófico tenaz. Pero es otra historia.
El tiempo esa gran amenaza no está acostumbrado a que lo esperen, prefiere a los poetas obedientes, esos que le dejan la palabra al filósofo que “es la estación terminal de la verdad” (Henri Meschonnic , Lenguaje, historia  una misma teoría,): “espero al tiempo / tuve que detenerlo / nada se mueve /salvo las hojas de los árboles / escucho te espero” – 19-24 de julio del 2008.  Los poemas de Henri Meschonnic saltan al paisaje, como poemas refractarios a cualquier “presuposición general” (Henri Meschonnic).  Los que tienen como el filósofo “la palabra de toda palabra” (Henri Meschonnic), pueden abstenerse de leerlos. Este libro no se “reduce a un relato, a un género literario” (Henri Meschonnic), no es género poesía, sólo sé eso, y aprendo a leer: “caminamos / sobre una escritura que no termina nunca/ pero no sé leer / lo que está escrito” – 30 de octubre del 2008. Estamos aprendiendo indefinidamente a leer. Es tan obvio que hay que machacarlo. A los profesionales de la lectura, sobre todo. Por eso Kerouac insiste: (a Allen Ginsberg) darle voz a la mirada. Y Meschonnic escribió un largo poema de varios libros para darle voz al poema: “Toda poesía es épica, en el sentido en que es una historia que le ocurre a una voz.”
Las fechas y los lugares están en el poema. Hay que escucharlos: “trabajan en abierto misterio”. Henri Meschonnic desajusta el mecanismo de la fecha y el lugar como información. En sus poemas está su biografía, y en sus traducciones y en sus ensayos. Fecha y lugar como épica, como leyenda. Como “historia que le ocurre a una voz”. El acoso, la mirada, la ventana, el amor. El paisaje por la ventana se escribe en la épica: “techos cabezas / cierro los ojos / veo vidas / la velocidad no es nada / al lado de la lentitud / la mirada / es de todo el cuerpo” – 24 de julio del 2008, en el tren hacia Montpellier, por Lodève. Cerrar los ojos para ver, o para pintar. Si la mirada es de todo el cuerpo, hay que dar ese paso: escuchar las vidas que vemos. La visión del oído. Willem De Kooning: “A veces, cuando mi tela avanza muy lentamente, hago muchos dibujos con los ojos cerrados.” 
La palabra oscuro se me aparece como un negro oscuro de matices infinitos. Con puntos de luz, de iluminación. De resplandores que lo traspasan. Destellos de luciérnagas como en Duke Elllington. No es que Meschonnic haga sonar el francés, es que su poema suena en la lengua francesa y la transforma. Hasta alcanzar una luz. La mirada hacia el oído. Lo oscuro tiene su luz. Los poemas de Lo oscuro trabaja llevan su luz.

«La filosofía no es una disciplina, es una intensidad». Entrevista a Giorgio Agamben

por Álvaro Cortina

Los eclécticos ensayos del filósofo romano Giorgio Agamben (1942) tienen algo de abrumador. Sus exhaustivos desgranamientos etimológicos son algo más que una precaución filológica, son un gesto, una retórica estilística propia. Sus incontables referencias, lo exótico, lo variopinto, lo inesperado, lo amplísimo de su cultura lo convierten, en el terreno de la cita con nota a pie de página, en lo que en pianística se diría un virtuosso. Sus obras nos pueden llevar de un oscuro poeta medieval a los cuentos de Kafka, desde los Padres de la Iglesia a un lingüista contemporáneo ruso,de unas disquisiciones cabalísticas nos podría trasladar, con fluidez, al pasaje de una carta de Walter Benjamin (a quien ha editado y traducido). Citas de un lexicógrafo alejandrino del siglo V, de Jung, de Platón, de Schelling, de Orígenes o de Arendt pueden salirnos al paso en unas pocas páginas agambenianas, que parecen cristalizar un caudal erudito inagotable. Innúmeros estudios estrictamente académicos y, usualmente, Aristóteles y Heidegger acompañan su fértil palabra rectora. 
Es un autor inexcusable de la actual filosofía continental. Los ya lejanos textos de Estancias o el posterior Idea de la prosa daban cuenta de sus intereses estéticos. Con Homo sacer: el poder soberano y la nuda vida, alumbrado a mediados de los 90, surgió una serie que le dio, definitivamente, verdadera notoriedad mundial. Entre la biopolítica (creciente implicación de la vida natural del hombre en los mecanismos de poder) y la teología política (discurso en torno a los conceptos teológicos secularizados, como la soberanía y el estado de excepción), entre el derecho romano, Foucault y Schmidt, aquel discurso de Homo sacer cuenta con momentos de verdadero pathos. Por ejemplo, el tercer capítulo: «El campo de concentración como paradigma biopolítico de lo moderno». 
La editorial Pre-textos ha ido publicando puntualmente la completa «serie Homo sacer» hasta hoy, así como la mayor parte de su obra. Anagrama ha divulgado también sus estilosas inquisiciones en nuestro país (Profanaciones, Signatura rerum). De Hispanoamérica nos llegan títulos agambenianos con regularidad, como el reciente El misterio del mal. Benedicto XVI y el fin de los tiempos (Adriana Hidalgo Editores). La última vez que este intelectual estuvo en Madrid, cuando el Departamento de Filología Italiana de la Universidad Complutensede Madrid, con el Instituto Italiano de Cultura lo trajeron a dar una conferencia («Del libro a la pantalla: el antes y el después de la obra») una muchedumbre se apelotonó en el paraninfo. Es un verdadero referente. Su última publicación en España es La muchacha indecible. Mito y misterio de Kore (SextoPiso, 2014). 
– La infancia, presente en su texto La muchacha indecible, es un tema de gran importancia en su obra, en general.
-La infancia aparece como tema ya en mi libro de 1979 Infancia e Historia. La infancia es la verdadera imagen de la potencialidad. El hombre se vuelve humano quedándose en la potencialidad. Se puede decir que el hombre nace inmaduro, no apto para vivir, pero por eso capaz de todo, es omni-potente, sin ningún destino biológico determinado. Como ha mostrado el gran anatomista holandés Ludwig Bolk, el hombre es un animal que se queda en una condicion fetal y esta condición de permanente infantilidad es el fundamento de la cultura humana, y de su increíble desarrollo tecnológico.
-Hasta Homo sacer (1995) no se aprecia en su obra un intento de sistema filosófico. ¿Era algo que estaba gestando?
Cuando escribí Homo sacer no imaginaba que sería necesario escribir otros ocho libros para completar la empresa que había iniciado incautamente. Sabía, es cierto, que se trataba no sólo de criticar y corregir los conceptos tradicionales de la política occidental, sino de poner en cuestión y repensar el lugar mismo del objeto de la política. Le daré una noticia que podrá interesar a algunos de sus lectores: acabo de terminar El uso de los cuerpos, el último volumen de la serie Homo sacer. El trabajo comenzado en 1995 y ahora terminado, finalmente.
-¿Cuál es el motivo principal a partir del cual se despliega esta serie de ensayos?
-Estoy convencido de que la única vía de acceso al presente es la arqueología. Podría decir, como Michel Foucault, que mis investigaciones históricas son la sombra que mi interrogación teórica del presente proyecta en el pasado. Si la palabra «Europa» tiene un sentido, no podrá ser sólo político, ni sólo religioso, y menos aún económico. Consiste quizá en esto: en que el hombre europeo (a diferencia de los asiáticos y americanos, para los cuales la Historiay el pasado tienen un significado muy diferente) puede acceder a su verdad sólo a través de una confrontación con el pasado. Sólo haciendo cuentas con su historia. Por eso, por ejemplo, estoy dedicado a investigaciones sobre la historia de la teología. Nuestra cultura está totalmente embebida de teología; y si no se comprende esto, se seguirán usando categorías teológicas sin advertirlo.

Filosofía hoy

Las consideraciones y terminologías de Agamben se transmiten en las universidades. Genera abundante bibliografía secundaria. Ha repartido su vida docente entre Verona, París, Venecia, Suiza y EE.UU. (varios de sus libros proceden de seminarios, como la brillante y, de nuevo, abrumadora investigación paulina de El tiempo que resta. Comentario a la Carta a los romanos, editado por Trotta). Se recibe a Giorgio Agamben como a un gran referente en un mundo académico, en una época sin demasiadas referencias de pensamiento viviente. 
-Quería referirme a su eclecticismo. En cierto sentido, usted, como señalado intelectual del inicio del siglo XXI, es representativo de un mundo filosófico donde la misma noción de «corrientes filosóficas» parece casi una ingenuidad. Un filósofo contemporáneo parece mucho más difícil de catalogar o adscribir a un movimiento que el de cualquier época previa de la historia del pensamiento. ¿Dónde sitúa usted su labor?
-Sí he tenido relación con algunos maestros. He tenido el privilegio de asistir en 1966 y en 1968 a los seminarios de Martin Heidegger en Le Thor. Y ha sido particularmente viva e importante mi relación con el pensamiento de Benjamin. Pero para mí la verdadera respuesta a su pregunta es que la filosofía no es una disciplina, la filosofía es una intensidad, que, como sucede en un campo magnético o en un campo eléctrico, puede atravesar cualquier ámbito y cualquier disciplina. Algo estético, algo religioso o económico puede resultar filosófico en la medida en que se aborda y se carga con una intensidad más fuerte.
-Por último, habiendo hablado de su posición filosófica dentro del todo, del panorama, hablemos de ese todo. ¿Cuál es la «situación general» del pensamiento occidental hoy?
-Hoy se habla de crisis, tanto en la economía como en la cultura. Pero la palabra crisis tal y como es utilizada hoy es un concepto, una palabra cotidiana, un «password» que sirve para hacer aceptar medidas que no hay por qué aceptar. «Crisis» significa etimológicamente «juicio». En la medicina antigua designaba el momento en el cual el médico debía decidir si el enfermo iba a sobrevivir o a morir. En teología, «crisis» era el Juicio Final, que llegaba en fin de los tiempos. Hoy, en cambio, el término se ha escindido de su origen para pasar a designar un momento temporal determinado, y ha devenido una condición normal, un instrumento normal de gobierno. Creo que es necesario devolver hoy su significado original de «juicio decisivo», del cual los ciudadanos deben reapropiarse. 

La Mirada del Jaguar, de Eduardo Viveiro de Castro: Booktrailer



Las entre(re)vistas que componen el libro son, encialmente, artículos académicos en formato dialógico y en un lenguaje un poco más relajado que el habitual, sobre el perspectivismo amerindio, el multiculturalismo, Lévi-Strauss, las máscaras, wikiescritura, Latour, Gil, Brasil, desarrollismo y extractivismo, la antropología, Guimaraes Rosa, jaguares, buitres y jabalíes.

«Conocer, para nosotros, es des-subjetivar tanto como sea posible. Yo diría que lo que mueve el pensamiento de los chamanes, que son los científicos de los indios, es lo contrario. Conocer bien alguna cosa es ser capaz de atribuir el máximo de intencionalidad a lo que se está conociendo. Cuanto más soy capaz de atribuir intencionalidad a un objeto, más lo conozco. El bueno conocimiento es aquel capaz de interpretar todos los elementos del mundo como si fuesen acciones, como si fuesen resultados de algún tipo de intencionalidad. Seamos subjetivos, o no vamos a entender nada».

Antropología: Luis Suárez

La mordida del uruguayo Suarez hace trabajar a los creativos
 por Pablo E.Chacón




La comparación entre los osos grizzly que supo filmar el cineasta alemán Werner Herzog en su documental Grizzly Man, donde se recupera la memoria del ecologista Timothy Treadwell, atacado y comido por uno de esos animales en 2003, y la mordida, tercera en su carrera, del futbolista uruguayo Luis Suárez contra un jugador italiano en el Mundial que se disputa en Brasil -por la cual fue suspendido durante cuatro meses- acaso resulte una exageración.
Treadwell pretendía advertir con su cercanía a los osos el estado de desamparo y las posibilidades de su extinción. Pero, incluso advertido por los guardaparques, se introdujo en los bosques junto a su novia, Amie Hughenard, con cámaras de foto y de video. Ambos corrieron la misma suerte: resultaron masticados sin piedad por los grizzly, al parecer poco interesados en la filantropía humanista. Eso sí: quedaron los aparatos, de los que el realizador alemán hizo uso de diversas tomas para su película, estrenada en 2005.
Suárez, uno de los mejores delanteros del planeta, por supuesto no es un predador asesino ni una versión rediviva del Hannibal Lecter, pero ¿qué pasa que para descargar su agresividad muerde a los rivales en una cancha de fútbol, al punto de tener problemas con su propia dentadura? Cuando Mike Tyson le arrancó media oreja de un mordiscón a Evander Holyfield, se terminó su carrera de en el box y empezó la de evangelista. Esperemos que el del uruguayo no sea el caso.
Holyfield dijo al diario danés Ekstra Bladet que Suárez debería tener “verguenza” de su actitud, que perjudica seriamente las chances de la selección que representa y a su propia carrera. Dirigentes del Liverpool de Inglaterra dejaron trascender la posibilidad de una suspensión del contrato que lo liga al club, y Adidas decidió retirarle su sponsoreo.
Pero otras empresas decidieron utilizar el incidente para propaganda. Mc Donald’s, sede Urguay, por ejemplo, distribuyó flyers con la leyenda: Suárez, si te quedaste con hambre vení a darle un mordisco a una BigMac, notable enjuague para esa cadena alguna vez acusada de preparar hamburguesas con carne de perro.
Listerine, menos brutal, recomendó un buen enjuague luego de darle un bocado a un italiano. Los shoppings estadounidenses JC Penney promocionan desde ayer Colmillos para el recuerdo, Uruguay, debajo de la imagen de un niño disfrazado de vampiro, en la misma semana del estreno del último film de Jim Jarmusch, una historia de vampiros.
El psicoanalista argentino Carlos Quiroga dijo: Lo que creo es que la FIFA se apoya en un fantasma fundacional de Occidente para hacer su propia porquería explotando las mentes sanas del progresismo mundial. ¡El perverso es el que explota el fantasma del neurótico! ¡Este es un caso princeps!
“El modelo más antiguo es el de la incorporación; es por eso que los antiguos prohibían el par amor-coito. No asi el par amor-placer o el par placer-coito. Es que el amor bajo el modelo de comerse al otro ligado al coito conducía, según ese modelo, a comerse al otro. Seguro que Suárez puede ser psicopalogizado hasta como epiléptico pero se trata de lo de siempre, a saber: el canibal es el otro”.

“Arens, en El mito del canibalismo, dio cuenta de como la dominación española avanzó apoyada en este mito. Nadie, dice, ha podido constatar acto alguno de canibalismo; no obstante los relatores de la conquista aseguraban que habían precenciado esos actos de fagocitación”. Bien: debate abierto. 

Un prócer sorprendente

 por Teodoro Boot


La sanción de la FIFA al delantero uruguayo Luis Suárez disparó innumerables polémicas y, como no podía faltar, no menos apelaciones anti imperialistas o casi.
Casi, porque una cosa es meterse con la FIFA y otra algo diferente con el FMI, la OTAN o el Club de París. Pero bueno, la intención es lo que vale.
¿Qué pasó con Luis Suárez? ¡Uf! Le mordió el hombro a un italiano, encima, flaco.
Aclaremos, antes que nada, que Suárez es un extraordinario delantero, la “carta salvadora” de la selección uruguaya de fútbol (la larga aclaración “selección uruguaya de fútbol” viene a cuento de que, en tren de síntesis y brevedad, el autor de estas líneas había estado a punto de escribir “del Uruguay”). Recapacitando, advirtió que Uruguay es mucho más que “la selección uruguaya de fútbol”.
Pero Luis Suárez es un muy peligroso delantero, dicho lo de “peligroso” sin doble intención. Hace goles, que es lo que importa.
Uno, que no sabe nada, se preguntaba en el encuentro que Uruguay perdió, y mal, con Costa Rica: “¿Qué diablos hace el maestro Tabárez que no lo pone a Suárez?”.
Claro: estaba lesionado. Y tras una asombrosa recuperación física, volvió al juego y casi que ganó solito los otros dos partidos.
En el segundo de ellos, mordió a un italiano. 
De conocer a tantos en mi barrio, no me figuro que un italiano sea más sabroso que un gallego, un portorriqueño o un francés. Ni me parece que al pobre delantero uruguayo lo sometan a una dieta tan pobre en proteínas que…
En fin, que fue medio raro.
Independientemente de que el árbitro lo haya sancionado o no durante el juego, “todo el mundo”, que viene a querer decir “todo el mundo del fútbol” daba por sentado que alguna sanción habría de recibir. Había antecedentes de otros mundiales. Una o dos fechas, decía la mayoría de los analistas y opinadores.
Una o dos fechas es un montón: quedan apenas cuatro fechas para el final del campeonato mundial, así que una fecha sin su principal delantero para la selección uruguaya podría significar el fin.
El fin del campeonato, no el fin de Uruguay, aclarémoslo por si hiciera falta. Que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa… Aunque algunos no se den cuenta. Entre ellos, el presidente de la República Oriental.
Para Pepe Mujica, como para muchos otros comentaristas deportivos, la sanción aplicada a Luis Suárez fue excesiva.
De movida, la calificación es relativa. Poco o mucho son siempre términos relativos. Pero es cierto que, si alcanzaba con un bozal, ¿por qué echarlo al tipo del mundo? Con un par de fechas (y el bozal) alcanzaba. Y si de afectar a Uruguay se trataba, alcanzaban, de paso y para abonar la paranoia futbolística, para dejar a la selección uruguaya afuera del mundial. Porque sin Suárez…
Con el auxilio de los archivos periodísticos, uno no tuvo más remedio que evocar circunstancias, por esas cosas de los tratamientos periodísticos, semejantes. Y si al día de hoy, Luis Suárez podría decir que le “cortaron los dientes”, hace unos mundiales Diego Maradona pudo decir que le habían cortado las piernas, lo que dicho sea de paso, es una parte de la humanidad de un futbolista más significativa que su dentadura.
En lo personal, en ese momento me sentí destrozado, como abatido por un temporal. Y lo sentí casi más por Diego que por la selección, porque me pareció que un rayo había caído sobre él, y de paso, sobre todos nosotros.
Sin embargo, tras pruebas y contrapruebas, quedó claro que la “sustancia antideportiva” había sido ingerida por Maradona y no por Havelange.
Uno puede decir que no está bien que esa sustancia fuera considerada antideportiva o que si no saltó durante el juego, ¿por qué sancionarla si aparece en los análisis de orina o en los replays televisivos?
Se pueden decir muchas cosas, menos que la ingesta de esa determinada sustancia no estaba sancionada o que morder el hombro del defensor contrario forma parte de las incidencias normales del fútbol. O, por lo menos, tan “normales” como un codazo, un cabezazo o una plancha.
Pero salgamos de esa discusión, que no nos lleva ninguna parte.
La discusión de la parcialidad, el periodismo deportivo, el periodismo en general y hasta dirigentes políticos y hasta presidentes es si la sanción no fue excesiva.
No lo sé, o sí: ya dije que si con un bozal y una antirrábica era suficiente, la sanción es exagerada. Pero el problema está puesto fuera de ángulo.
Sería razonable que parciales, opinadores y presidentes recordaran, que tanto en este caso como en el caso de doping de Maradona, estamos hablando de profesionales, no de chiquilines que juegan a la pelota en un potrero: hablamos de deportistas (por llamarlos de alguna manera, porque el deporte es, por definición, amateur) que cobran miles de dólares por cada encuentro que disputan, por lo que, en consecuencia, deberían, antes que nada, comportarse como los profesionales que son y no como los chiquilines irresponsables que pretenden ser.
No entender esto es grave, tanto por parte de los profesionales como, ¡y principalmente!, por parte de la afición.
En estos momentos Luis Suárez es recibido en Montevideo como un prócer de la Patria, cuando no es más que un irresponsable.
Lo de las sanciones de la FIFA, cosa de la FIFA. ¿a quién le importa eso? Lo que importa es que, por una taradez de un irresponsable, la selección uruguaya de fútbol quedó con menos posibilidades de seguir en el mundial.
Todo lo demás, verso. 

La FIFA, esa gran mordedora

por Fernando Barraza
(Plottier, Patagonia Argentina)

No alcanzo a entender si el que Teodoro Boot en Un prócer sorprendente está más enojado con Suárez o con los que no consideramos tan grave lo que Suárez hizo. En todo caso -más allá de los motivos de «indignación» que genera este escrito- varias de los postulados «equilibrados» que se proponen son bastante desequilibrados. Decir con cierta socarronería que se tiñe de discurso anti-imperialista la crítica a la sanción es, por qué no, desentenderse alegremente de las estrategias totalitarias de la FIFA. Usar la ironía en este caso es bastante fácil, lo difícil es no quedar entrampado en el doble discurso moral que ellos proponen: una mordida en la cancha es más grave que la imposición rigurosa de un calendario de futbol a cada continente, avalar sin tapujos a Mussolini, hacer que Chile juegue un partido sin su rival enfrente (guglealo) para sostener la ideología pinochetista, vivir en una connivencia ejemplar con dictadores latinoamericanos, europeos y africanos como si nada. Se puede seguir, podemos hablar de los comités de «seguridad y control» que armaron con elementos parapoliciales en Sudafrica 2010 pasando por sobre encima de la justicia de ese país, o como -entre otras cosas impuestas para este mundial- se cagaron soberanamente en la legislación vigente en todo Brasil imponiendo la obligatoriedad de venta de cerveza (Budweiser, no otra, porque es sponsor oficial) en los estadios siendo que en Brasil, por LEY NACIONAL, la venta de alcohol está prohibida. No quiero ser ni presumido ni aburrido, pero la lista es muy larga y en todos los casos la criminalidad que existe en cada uno de esos actos de la federación dueña del torneo supera exponencialmente a la reacción casi inconsciente de un jugador con problemas.

Ahora dejemos la FIFA de lado y volvamos a nosotros mismos: ¿de dónde es que creímos tener suficiente altura moral para culpar a Suarez de todo esto que lo estamos culpando?, ¿de dónde se nos puede ocurrir que está MAL «confundir» durante una copa mundial a la selección con un país, un sentido de nación, exactamente dónde es que eso «hace mal», «hiere» o quita dignidad y lucidez?

Por último interpelo personalmente a quien escribió esta nota: ¿de dónde sacó usted que el Presidente de Uruguay confunde selección con país denigrando su investidura? Escúchelo, léalo, solo ha hablado para dos o tres medios y en todos separó bien una cosa de otra.

Finalmente, tengo mi propia manera de interpretar lo que pasó entre dientes (lo deducirá usted de esto que escribí, ¿verdad?), pero si tengo que escoger una de las tantas definiciones que usted le ha dado a lo que hizo Suárez, me quedo con «taradez», que fue la más piadosa. Quizá a su texto le falte un poco de eso, y menos «implacabilidad». Para implacables y maniqueos están los de la FIFA, empresarios mafiosos y rayanos a lo inhumano.

Por más que usted se desentienda con un «¿a quién le importa eso?», ellos siguen allí, mordiendo mucho más fuerte que cualquier jugador del planeta, pobre, rico, negro o blanco.

Perder la forma humana: entrevista a Ana Longoni

por Verónica Gago


Ana Longoni es Doctora en Artes en la UBA. Es escritora e investigadora y una de las curadoras de “Perder la forma humana”. En una visita guiada para algunxs pocxs invitadxs, mientras se ve el río marrón de fondo, explica que la hipótesis con la cual empezaron a trabajar fue dividir en cuatro zonas las modalidades por las cuales el arte y la política en América Latina durante los años 80 entraron en relación: activismos artísticos, espacios underground, desobediencias sexuales y redes y solidaridades. Pronto esa división se mostró insuficiente: “nos dimos cuenta que era mejor enfocar las conexiones, resonancias, modos de hacer comunes, más que los territorios estancos”. Fue por eso que optaron por buscar por otro lado, por “conceptos transversales, muchos acuñados por los protagonistas de las prácticas, no introducidos por la teoría. Tampoco delimitamos por zonas nacionales. Hay incluso temporalidades distintas, entre países que están en dictadura y países en transición democrática. La afinidad es por conceptos-nudos”.
¿Y de dónde surge la noción de ¨imagen sísmica¨?
La imagen que esta investigación teje sobre los nuevos modos en que se entrecruzaron el arte y la política en América Latina en los años ochenta no pretende ser de ningún modo panorámica, exhaustiva ni representativa, sino que se presenta como un diagrama posible de las transformaciones y tensiones que atravesaron esa época. Su carácter sísmico remite al ejercicio de generar una imagen en la que colisionen múltiples temporalidades y territorios. Una imagen turbulenta que registra un estado de conmoción social que oscila entre el arrasamiento represivo y la emergencia de nuevas subjetividades. En la alusión al carácter sísmico de la imagen que esta investigación colectiva quiere componer reverberan tanto la aproximación del filósofo Georges Didi-Huberman a la obra del historiador alemán Aby Warburg como la conceptualización que propone Jacques Derrida sobre los “acontecimientos sísmicos” en Espectros de Marx (1993).
¿Qué tipo de innovación sobre lo que tradicionalmente se llama curaduría expresa la Red de Conceptualismos del Sur? ¿Cómo se manifiesta en esta muestra en particular?
La Red Conceptualismos del Sur, una plataforma internacional de trabajo, pensamiento y toma de posición colectiva surgida en 2007,agrupa a un conjunto de investigadores y artistas dispuestos a intervenir críticamente en los procesos de recuperación de la memoria de las prácticas poético-políticas surgidas en América Latina a partir de la década de los sesenta. Entendemos la curaduría como un laboratorio de activación de dichas experiencias. “Perder la forma humana” se inició hace cuatro años como proyecto de investigación aún en curso, del que forman parte 31 investigadores dispersos en distintas partes de América Latina. Esa condición ya marca algunas diferencias. La primera, no trabajábamos sobre lo que era visible o evidente, la superficie, sino que nos implicamos en un proceso de exhumación de documentos y registros que nunca antes habían ingresado a un museo. Al encarar episodios de los que no se sabía casi nada, lo hicimos sin saber muy bien adónde íbamos a llegar (ni nosotros ni el Museo Reina Sofía que corrió ese riesgo y apoyó el proceso). La segunda diferencia está dada por la condición necesariamente colectiva de esta elaboración, dada sus dimensiones, que implica también ensayar un modo de trabajo complejo, horizontal, difícil pero potente a la hora de llegar a acuerdos y establecer un vocabulario común. Esta dificultad es quizá el mayor hallazgo del proyecto: ayudar a poner en evidencia las relaciones de afinidad y contagio entre distintas experiencias aparentemente desconectadas entre sí, contrastarlas en sus proximidades, distancias o fricciones.
¿Cómo fue la discusión de la periodización política? ¿Cómo ¨fechar¨ se vuelve una práctica decisiva y cómo aparece el zapatismo?
Los ochenta  latinoamericanos están signados por las dictaduras y procesos de guerra civil y violencia de Estado, que implican la derrota de los proyectos emancipatorios que marcaron el horizonte de expectativas revolucionarias de la época anterior, y también de agotamiento de los modos en que se había practicado el encuentro del arte y la política. Decidimos comenzar el proyecto en 1973, año del golpe de Estado de Pinochet, que implica claramente una clausura no solo en Chile sino en todo el continente de esas expectativas radicales de transformación.  Hubo que reinventar la acción política con nada más que el propio cuerpo, sin estructura ni programa, desde la precariedad y el aislamiento, y a partir de soportes baratos y efímeros. Descubrir nuevos modos de comunidad, de estar con otros, y nuevos  modos de sexualidad, indisciplinados y esquivos a la norma. Luego de muchas discusiones, decidimos cerrar el período estudiado en 1994, año en que emerge el movimiento zapatista en México, porque allí se inaugura un nuevo ciclo de protesta global. La llamada “primera guerrilla posmoderna” supo articular muy bien la dimensión poético-política al  idear nuevos modos de lo posible. Si los años 60 fueron recuperados como escena mítica fundante de las prácticas artístico-políticas de ese nuevo ciclo, en cambio los años 80 habían quedado desdibujados y silenciados. Contribuir a trazar esa genealogía interrumpida fue un motivo más para iniciar esta investigación.

Perder la forma humana: entrevista a Suelly Rollnik

por Verónica Gago


La poética del Indio Solari tituló una obra colectiva, expansiva y ambiciosa: Perder la forma humana (MUNTREF). Cada una de esas palabras –perder, forma, humana- convocan una sonoridad múltiple, casi como un mantra que en su repetición pierde un sentido y gana variaciones insospechadas. En este caso el ritmo es, sobre todo, sísmico. Esa es la idea-fuerza de la Red de Conceptualismos del Sur, el grupo de investigadorxs y curadorxas a cargo de volver a poner en escena los años 80 en América Latina justamente desde esa perspectiva: un temblor, un movimiento, un rugido y también la desesperación que acompaña la conmoción del suelo.  Una segunda idea-fuerza es la de cuerpo: colectivo, individual, compuesto, poético, sexuado, combativo, entramado a una geografía y sensible al temblor. Un ¨cuerpo vibrátil¨ dirá la filósofa brasileña SuelyRolnik, co-autora junto con Félix Guattari, del libro Micropolítica.Cartografías del deseo (Tinta Limón) y fundadora de la Red, invitada a Buenos Aires como conferencista para abrir la muestra junto al crítico y ex secretario de cultura de Paraguay, Ticio Escobar.
Hay una primera dicotomía. Perder la forma humana se vincula al terror, a la tortura, al momento de las dictaduras en América Latina y también a la resistencia, a la desobediencia festiva. Pero al mismo tiempo, en la muestra se va más allá de ese binarismo, más bien se lo exaspera y paradójicamente por momentos se lo disuelve…
Sí, hay dos sentidos de perder la forma humana. Uno más obvio, que es cuando alguien es objeto de tanta exclusión y humillación que se deshumaniza; es el momento dictatorial. Es un poco la idea de homo saccer: perder la forma humana en el sentido que lo humano deja de ser reconocible, no tiene ninguna potencia de construcción. Las prácticas artísticas que se encuentran expuestas evidencian tentativas portadoras de una desesperación, las que surgen frente a la impotencia que impone el terror. Mi experiencia de estar durante cuatro horas y media en la muestra y ver los cuerpos desnudos y provocativos, es que si al principio puede percibirse como una cosa hedonista, lo que aparece en verdad es un sufrimiento, el dolor de cuerpos lastimados. Y eso se siente porque una sale muy sofocada de la exposición, es decir, que la muestra ha logrado volver eso sensible.
¿Cuál es la otra deriva de perder la forma humana entonces?
Parto para pensar de la propuesta artística de Lygia Clark, que toma una tira de papel que arma como una banda de Moebius, y forma un tipo de superficie donde no hay adentro ni afuera, ni derecho o revés, sino dos fases indisociables en relación paradójica. La propuesta de la artista era muy simple: buscar un punto y cortar longitudinalmente con una tijera y cuando se llega a un fin, elegir otro punto y comenzar de nuevo, lo cual abre otra manera de ver y de sentir porque el hecho de cortar la banda va cambiando su forma. Es decir, no hay una forma previa en la cual estás adentro, sino que tu acción es la que produce cambios de forma. Haces otra experiencia del espacio y el tiempo, producido por el acto mismo, y el tiempo del acto es ya el momento que define la forma. La apertura a otra manera de ver y sentir se da sólo por el acto que multiplica la posibilidad de formas.
Si tomo esto y pienso que los territorios existenciales son al mismo tiempo forma y fuerza, que es muy distinto a forma y contenido, nos abre otra idea de percepción del cuerpo.
¿En qué términos?
Nuestros sentidos se forman por una percepción que es sensible y psicológica (de sentimientos del yo), organizada culturalmente. Ambas ya están asociadas a representaciones, a ciertas formas familiares. Pero los mismos sentidos tienen otra potencia, que es la aprensión de las fuerzas, que pasa como percepción de los efectos que las fuerzas producen en tu cuerpo (eso ya no está en el plano ni sensible, ni psicológico, ni cultural). Es lo que yo llamo el ¨cuerpo vibrátil¨. El efecto de las fuerzas en tu cuerpo abren otra percepción, un estado que  aun no está formateado y que agrega otra posibilidad de mundo en el mundo. Por cuerpo no me refiero sólo a cuerpo humano individual: pensemos también en el efecto del narcotráfico o de ciertas instituciones o del Papa sobre América Latina. Entonces, es siempre la relación la que produce efectos, no hay subjetividades por separado, esos efectos son los que abren otro estado de ver y sentir como algo no-familiar.
¿No familiar en el sentido de extraño?
Como algo que desestabiliza, que produce una tensión constante, un extrañamiento respecto de lo familiar. Eso es lo que convoca al deseo por una razón muy simple: para conquistar un nuevo equilibrio. El deseo es el sujeto de la acción, el deseo actúa, y esa acción es pensante y puede ganar cuerpo en un texto, en una obra de arte o en una nueva manera de relacionarse. Ahí es donde entra lo que llamo política de producción de pensamiento. Si tengo activos esos dos modos de percepción-cognición y el momento de desestabilización lo vivo como un gran punto de interrogación, ahí hay dos posibilidades para reconquistar el equilibrio. Si mi interrogación se abre sobre las formas de ser mujer o de vivir la vida en pareja, puedo reacomodar el equilibrio consumiendo las imágenes de belleza, éxito, de mujeres que –según mi clase, mi espacio cultural- funcionan bien. A través de ese consumo me acomodo quedándome en el mismo lugar. Volviendo al ejercicio plástico de Lygia Clark: es cuando corto la cinta de la misma manera. No es que no acciono o pienso, pero es un pensamiento que busca reacomodar la situación.
Volvamos a la otra posibilidad. ¿Qué implica quedarse en el estado de interrogación y a la vez convocar un nuevo equilibrio?
Primero no pensar que la causa está en mí, puramente interior. Por el contrario, si se desencadena el deseo es un proceso de creación de otra política del pensamiento que poco a poco va a encarnar o actualizarse en una nueva manera de ver y sentir, que ya está ahí pero aun no toma cuerpo. Cuando ese gesto se hace, produciendo una obra de arte o cambiando las relaciones de pareja, se logra producir algo que tiene gran poder de proliferación. Y esto es porque no es portador de una inspiración divina sino una respuesta posible al estado que se está produciendo en los cuerpos frente a un cierto contexto relacional. La interpretación de fuerzas es estético-clínica.
¿Ni psicológica ni cultural entonces?
Es estética como experiencia, lo cual no tiene nada que ver con la belleza ni con el arte.  Y clínica porque en ese estado hay algo que potencia tu posibilidad de pensar y crear. La sensación ya está por sí misma causando extrañamiento en lo familiar. Hacerse cargo o no de ese punto de interrogación: ahí está lo político, la política de las acciones pensantes que es el deseo y que llamo micropolítica. Puedo ser micropolíticamente activa y eso produce algo que desplaza la cartografía vigente. Una micropolítica reactiva es cuando evito a toda costa ponerme en estado de interrogante. Cuando intento rápidamente reacomodarme, eso no es neutro porque en ese gesto algo de ese mundo que se abría se ha interrumpido y eso también tiene un poder de proliferación. La tendencia es que mi ego toma la escena con sus sentimientos y me va a hacer sentir en desamparo y por eso empujar a acomodarme.
¿Qué es lo que llamás en tu último trabajo ¨inconciente colonial¨?
Es precisamente la supresión de la interpretación estético-clínica de la realidad, para quedarte sólo con la sensible-psicológica que ya está en el marco cultural existente. Se anula así la posibilidad de actuar, vivir, pensar desde el interrogante. Si yo para reacomodarme consumo ciertas imágenes de modos de vida, o la moral de la iglesia, o ideología de izquierda o de derecha, ahí poco importa porque la función es reordenar, cerrar el estado de interrogación. La brújula que me lleva a la reestabilización es moral, porque son representaciones ya hechas que tomo como verdad contra el desequilibrio que genera el deseo de otra cosa.
¿Y qué es mantenerse en la interrogación?
No apoyarse en ningún contenido. Lo que me conduce, más bien, es un interrogante: ¿cómo traer otras formas de ver y sentir a la existencia común? Ahí la brújula es la conservación de la vida y lo que ella empuja como criterio y no la conservación de un sistema moral, que puede ser católico, deleuzeano, artístico, o de cualquier otro tipo. El sentido de esa interrogación será creado, justamente porque no tiene contenido. Cuando se suprime esa interrogación, pierdes lo esencial de lo vivo que es poder situarte, definir tus acciones, en relación a lo que potencia o despotencia la vida. El capitalismo es justamente la máquina de supresión de interrogación porque se alimenta de los consumos. Y esos consumos, a su vez, se alimentan de nuestros deseos y malestares para transformarlos en angustia, inseguridad y falta; y, sobre todo, la pregunta se reenmarca en lo que sucede en el ¨yo¨. El interrogante y lo no-familiar disuelven y ponen en duda al yo, de modo que la subjetividad entendida como ego se pone insegura. La inseguridad está ligada al inconciente colonial, al modo en que funcionamos desde lo sensible-psicológico. Por eso es más fácil que en una situación de fragilidad o precariedad el yo tome la escena,  y ahí también es muy posible el desplazamiento a la ¨inseguridad¨ como violencia y miedo y la necesidad de encontrar ¨salvadores¨. Ahí la iglesia juega un papel, una iglesia que busca adaptarse a la flexibilidad capitalista.

Moñas proletarias

por Mauricio Bruno

No sabía qué significaba odiar, pero a los cinco años ya odiaba a Maradona. Recuerdo como si fuera ayer la final del Mundial de Italia 90, las lágrimas del Diego y mi alegría ante la derrota argentina.
El sentimiento me acompañó durante toda la infancia y sólo se mitigó un poco cuando, a comienzos de 1997, hubo fuertes rumores de que el Diego venía a Peñarol. Cual si fuera un adolescente en proceso de sinceramiento acerca de su sexualidad, la noticia me generó sentimientos ambiguos. Por un lado, aborrecía la posibilidad de que ese argentino falopero, fantasma y terraja viniera a romper la armonía del club de mis amores. Pero, por otro, una pasión reprimida me hacía desear verlo con la amarilla y negra.
Con el tiempo salí del clóset y admití abiertamente que amaba a Maradona. Era el mejor, el único, era todo lo que los demás no, la razón por la cual no podía empatizar con los ídolos uruguayos, los Bengoechea o los Francescoli, que en la comparación descarnada perdían sin remedio y que ya no podía dejar de ver como tristes, viejos y baratos manuales de moralidad pequeñoburguesa.
El Diego, en el acierto o en el error -la mayoría de las veces en el error-, desbordaba verdad. Podía mandarse 200.000 cagadas, como salir en un programa de televisión pasado de merca y tirarle a Pelé una de las más famosas frases homofóbicas de la historia de los medios de comunicación, o embarazar a una tana y declarar que el hijo era un bastardo y que él nunca se iba a hacer cargo, o abrazarse un día con Menem y al otro con Fidel, y 199.997 etcéteras. Pero siempre me recordaba que, bajo todas las fórmulas sociales, los rituales convencionales del correcto vivir, las costumbres santificadas por ese medidor de moralidad que es el periodismo deportivo, había algo en el ser humano, no sé bien qué, que podía ser verdadero.
Para cierto sentido común uruguayo, Maradona representaba y representa todo aquello que decimos no ser: soberbios, tramposos, conventilleros e intolerantes. Somos humildes, correctos, discretos y tolerantes. Respetamos las reglas y solucionamos nuestras diferencias por medio del diálogo y la negociación, no del insulto o la agresión, como los argentinos, como Maradona. Todo eso se podía creer -y se puede seguir creyendo, mal o bien esa imagen aún tiene muchísimos defensores- hasta que apareció Luis Suárez.
Con Suárez, por fin, podemos ponernos del otro lado. Con Suárez, la parte animal del hombre desbordando los mecanismos disciplinarios de la sociedad occidental y cristiana empieza a ser más comprensible para nosotros, tan correctos. Porque está con nosotros, podemos aprender que romper las reglas es legítimo -acaso imprescindible- cuando está en juego algo más importante que el juego mismo -eso fue la mano contra Ghana-, y no el gesto artero de un delincuente, como tantos vimos el gol con la mano del Diego contra los ingleses. Con Suárez podemos juzgar la doble moral de la máquina medios-masa, que hoy pide su cabeza por una conducta cotidianamente tolerada en el mundo del fútbol -no digo morder, que ¡oh!, eso sí es una chanchada, pero sí cualquier otra que busque hacer entrar al rival, “porque el fúbol es para los vivos”-, esa máquina que celebró la expulsión de Maradona del Mundial de Estados Unidos porque se drogaba -¡qué mal ejemplo! ¡que sirva de escarmiento!-, ésa que, como antes al Diego, hoy quiere cortarle las piernas al Luis de la gente. Esa prensa que, antes de Suárez, solíamos replicar como bobos.
Hay una imagen que siempre que la veo pienso que no es real. Un niño flaquito, pobre, de pelo largo y medio negrito dice frente a la cámara que sueña, cuando sea grande, jugar un mundial y ganarlo. Como si fuese un moderno ejemplar de los Archivos del sueño obrero, ésos de los que habla Jacques Rancière, una especie de infancia de los proletarios, el video muestra a un ser humano de carne y hueso animándose a soñar con ser otra cosa que lo que la inexorable ley de la vida, las cosas tal como son, le había destinado. A diferencia de la gran mayoría de los casi anónimos obreros franceses del siglo XIX que Rancière rescata, este cabecita negra lo logró, gracias al fútbol, y algo como el poder, el statu quo, el orden normal de las cosas, o como quieran llamarlo, nunca le perdonó a Maradona la osadía.
Quisiera decir que el enemigo de Suárez es él mismo, pero no lo creo. Su enemigo es mucho menos digno, la contienda mucho menos épica. El enemigo es la realidad, una máquina que come por inercia, un mercado que no tiene hambre pero que no puede dejar de funcionar, un sistema de medios orientado por el costo-beneficio que necesita “instalar temas” para el consumo popular.
Cuando escribo esto no sé si lo han sancionado o no. Pase lo que pase, no puedo dejar de alegrarme un poquito viendo cómo se construye un puente, aunque sea invisible, con nuestros siempre detestados hermanos argentinos. Porque con Suárez, por fin, nos podemos poner en el lugar del pobre que sueña con ser otra cosa, y no en el del mediocre que desea un fracaso para no tener que ver, en la osadía del otro, el espejo de su propia cobardía.

Nos tienen adentro

Por Agustín Valle
(http://futboldepiesacabeza.com.ar/)

1. La marea argentina

Los portoalegrinos no la pueden creer, atónitos por la invasión de “los hermanos argentinos”, Porto Alegre capital argentina de Rio grande do sul, tapa de todos los diarios y centro de los noticieros, habla generalizada y ansiedad curiosa de los transeúntes: el efluvio celeste y blanco se hizo protagonista absoluto de la ciudad que, esta semana, tiene dos feriados (el partido acá de Argentina y el de Brasil emitido desde Brasilia). Y le cambió el tono al Mundial en esta sede por unos días. El lunes que jugó Brasil –y ganó- contra Camerún, la zona nocturna destinada a la sociabilidad mundialera (porque, sí: hay una zona nocturna destinada a la sociabilidad mundialera), consistente en una calle llena de bares que se cierra a los autos, estaba repleta de jóvenes brasileños, argentinos, holandeses, australianos, de clase cómoda, medio en plan viaje de egresados madurón, escabio, banalidad y algún levante, una escena apenas menos pedorra que el festejo de San Patricio. ¿Tanta historia para una especie de clima de hostel ampliado? Al día siguiente, martes, llegó el grueso de la marea maradoniana (sus miembros acaso individuamente no lo sean, por supuesto), y la cosa empezó a cambiar: por la noche (ya víspera de Nigeria), en esa misma calle, con lluvia incesante, el tránsito automotor también estaba cortado pero por una gran banda no de buscadores de limitada conquista genital, sino de hinchas enfiestados, contentados en sí mismos. Hay también predecibles buscadores de lo obvio (las minitas, el bardo), pero quedan desplazados a la periferia de la situación; en el centro, ahora, está este montón de argentos (no albicelestes, estrictamente, ya que muchos tienen las camisetas de sus equipos de acá; afirmados portoalegrinamente en su hermandad) que festejan la presencia, que dejan anonadados a los locales con su cántico colectivo, saltando, arengando; la celebración –autosuficiencia corporal-colectiva– mandó al consumo preformateado.
Bajo la lluvia que no para caer, saltando al grito común de que Maradona es más grande que Pelé, y de que el que no salta es de Brasil, en medio de la tribu distingo un grupo de cuatro o cinco pibitos agitando chochos, que saltan, cantan y también ríen: son brasileños. No son los únicos: prestamos atención y en la masa de carnaval argentino hay, apenas disimulados, unos cuantos brasileños. Vinieron a disfrutar nuestra fiesta, se meten en el pogo que se mueve para acá, se mueve para allá, y tienen una alegría que no se puede creer. La hinchada argentina (que no es “los argentinos”: es esto que les pasa a los-estos argentinos) brinda un oásis orgánico, festivo y de alegre desborde en medio de este maquetado escenario de consumo y ánimo programado. Durante el día, charlando con pibes militantes, nos habían dicho que el piberío portoalegrino anda refugiado en unos pocos lugares de encuentro nocturno, ante el aplastante avance de la infraestructura del mundial sobre la vida común de la ciudad; y resulta que la irrupción de estos miles de argentos, que vinieron sin entradas para el estadio, que vinieron al Mundial pero no al programa de la FIFA, abre una zona temporaria de alteridad afectiva donde los habitantes locales que quedan fuera de la afectividad oficial de la Copa, encuentran lugar de jolgorio jugando a la argentinidad. Todos los argentos que nos damos cuenta -que los oímos cantar en marrado castellano- nos alegramos mucho.
1’. Un rato más tarde buscamos dónde morfar. Somos cuatro: uno, Simón, es chileno. (En realidad, de madre chilena exiliada y padre argentino y vueltos a exiliar, es plurinacional, vivió en México, Chile, Argentina, Chile, España, hasta que eligió vivir en Argentina. Más que plurinacional, apátrida, y, por elección, Bielsista. Hincha decididamente por la roja por cómo juega: bielsistamente. Es, entonces, el chileno.) Buscamos dónde morfar; llueve en la noche de la ciudad invadida, remeras blanca y celeste por todos lados, autos de chapas nacionales, carpas hechas en las veredas, comederos llenos… Encontramos uno: dos cuadras antes ya se oyen los cánticos argentinos adentro. Es un lugar enorme; la entrada está en el medio, da al medio del salón. Muertos de hambre entramos, a la cabeza Simón: tan rotundo que parece adrede, nomás entramos todo el lugar trona un “¡Che chileno che chileno, qué amargado se te ve, si te agarra un tsunami, que te ayude un inglés!”, y continuadamente –con nosotros recibiéndolo en el medio del enorme salón- “¡Chile, compadre, la concha de tu madre!”. Por supuesto, es fútbol, y Simón sabe bancársela; pero su cara me parece no es tanto de odio, ni de sorpresa, sino de inevitables ganas de llorar. No es inimaginable esta tropa argenta aplastándole la cabeza a uno que esté en el piso. Días después todos hinchando por Chile contra Brasil…
1’’. El turismo futbolero tiene mucho de congreso de pícaros de plata y la hinchada argentina tiene momentos nítidos de proto fascismo, pero esto, más que desmentir, revaloriza aún más las fuerzas de hinchismo festivo y fraternal. Porque son fuerzas que alteran a las disposiciones.
Se vieron al día siguiente de nuevo, durante la escena ampliada del partido contra Nigeria, en el llamado Fan Fest. El Fan fest es el perímetro y escenario (en la orilla del mismo lago que el estadio Beira Rio) de una suerte de festival permanente con que la FIFA consagra al Mundial como evento de entretenimiento general que tiene al fútbol como ingrediente. Pero que hoy, acá, se vio desbordado por el río más ancho del mundo, el de la patria futbolera que lo rebalsó con sus banderas, sus remeras, sus payasadas (las pelucas de brillante blanco y celeste), la emoción de su encuentro imposible, tan grande que forzó la colocación de una segunda pantalla gigante, fuera del predio propiamente dicho, para ver el partido; hay treinta mil argentinos dentro del estadio, setenta mil afuera: ¡¿qué carajo hacemos acá, mirá todos los que somos?!, dicen las caras, pero nadie lo dice, porque es un hecho, estamos acá, esto, ahora, es nuestro. Donde mirás, celeste y blanco, caras con gestualidad conocida, pibes tomando fernet, remeras de Patricio Rey, un ligue con esa pelota que tiene Messi, pasa para Di María… “Brasil, decime que se siente/ tener en casa a tu papá” es un enunciado no tanto tierno –en tanto olvida la primacía macaca en el fútbol mundial- sino pragmáticamente performativo: cantar esto acá nos hacer padres, irmaos queridos. Para ellos es una buena noticia nuestra presencia exuberante en medio de este megaevento programático: por las calles (porque la calle deja de ser lugar de tránsito y pasa a ser de habitación), de noche y de día, buscan la charla, el encuentro, preguntan cosas, de todo, no la pueden creer y quieren saber, quieren constatar que sí, que los hermanos argentinos están acá. Y sobre todo, hablan entre ellos, se avisan en las redes sociales, no sabían, se sorprenden y lo difunden, nos paran en la calle (¡nos invitan cerveza, carne asada!) para preguntar, para confirmar y aceptan sin drama, aprenden, se hinchan: Pelé debutó con un pibe.
2. Pelotas y balas 
En la escena del Fan Fest copado, mientras veíamos el partido, un argentino me vio que interactuaba con un grupo de pibes brasileños, de los que aprovechan a la banda maradoniana para experimentar esta alegría, y me dijo “ojo que esos vienen a armar quilombo”. Ciego: los pibitos (diecisiete, dieciocho años) me habían convidado puchos, me regalaron una birra, estaban viviendo un momento especial. Nuestra voluntad festiva produce hermandad aún a pesar del chauvinismo, del resentimiento, del miedo, que no dejan de estar. Ahora bien, esto no debe eclipsar que el enorme dispositivo de seguridad cala hondo en los cuerpos, y, si bien hay algunos quilombetes desmadrados, en general todo mundo, nosotros también, nos sentimos seguros, seguros “de lo que somos” (un efecto identitario innegable y que solo puede durar un rato; identidad de utilidad situacional, apego provisorio), pero también “tranquilos” de que puede abordarte cualquiera y no hay temor alguno; en parte, claro, por la fuerza que implica estar en posición activa, pero también porque sabés que hay una terrible fuerza dura puesta en abortar cualquier bardo dañino apenas empiece: pensemos lo que pensemos del control securitista, incluso aunque le temamos, en principio lo entendemos físicamente, y si no aceptamos esto, no podemos leer nada y la violencia del despliegue represivo se vuelve incomprensible.
Es muy visible la tutela policial de la fiesta programada. Pero la contradicción estética (pelota-balas) parece no arruinar la fiesta de los que la consumen. Luces de espectáculo, calles amplias para la muchedumbre, carteles de algarabía mundialera por doquier, el estadio como enorme cúspide arquitectónica de la condensación de libido colectiva, de la modernidad andante impulsada por el juego, las nacionalidades conviviendo (mucha promoción de la igualdad entre parcialidades nacionales, el mundial como lavado encuentro fraterno multicolor), todo abrochado por milicos armadísimos de estirpes varias, policía militar, policía federal, policía especial, drogocops con el cuerpo más o menos oculto tras los armazones de matar. Pero de alguna manera un consenso logra que las visibles balas no desmientan esta candidez sórdida, esta mueca del placer. Vamos a una manifestación rebelde, pequeñísima; la sostenida y dura represión que sufren las movilizaciones desde el año pasado (no solo en las marchas, sino recrudeciendo en las favelas, y con invasiones policiales en las casas de los militantes), aumentada en la inminencia de la Copa, amedrentó, y por eso hay mucha menos gente en las movilizaciones. Pero también es evidente que el torneo atrae libido general, que es hasta impostado pelear contra la Copa durante la Copa, que no se puede afirmar la intolerancia de un dolor oponiéndose a un placer. Las “protestas” funcionaron con la copa como objetivo mientras estaba siendo preparada, pero una vez en ruedo la pelota, patinan, rebotan, el campo de juego es indemne; las exigencias se reacomodan bajo la premisa de que el problema no es la Copa, sino el capitalismo actual, y aprovechan incluso la Copa como instancia de visibilización de discusiones y vejámenes: en Porto Alegre, el Bloque de Luchas, que articula diversos colectivos políticos, emplea una táctica conversacional, la manifestación a la que vamos se dispersa activamente, en parejas, para interpelar a los transeúntes y hablar. Parece abierto el panorama, con un ánimo general hacia la Copa que, nos cuentan, es mucho menos intenso que en mundiales anteriores (94 por ejemplo), en buena medida porque las críticas al modelo FIFA de desarrollo se incorporaron como sentido común. Si con la Copa la dirigencia brasileña quería instalar al país como potencia, lo que se instaló con las movilizaciones (desde el estallido de junio 2013 hasta su sostén restringido actual) son los dolores que vive buena parte de su población, y la escisión entre los granes tratos del estado mercantil y la vida como experiencia popular. Los planes de asistencia social y la inclusión de millones de pobres en niveles más potentados del mercado de consumo y trabajo oscilan, en la percepción de la gente con la que charlamos, entre ser el corazón de la política del PT, y ser un ingrediente que ayuda a sostener un modelo de capitalismo donde los sectores de riqueza concentrada se bancan cierto desprestigio retórico mientras son los más beneficiados económicamente (los bancos, los terratenientes, las constructoras).
3. Suárez y el Imperio Pantallista
Luis Suárez, heredero de la larga tradición de sesuda antropofagia charrúa; Chiellini la sacó más barata que Solís, pero al marino aunque sea tuvieron la deferencia de matarlo antes de hincarle el diente. Suárez, desde aquella mano en 2010 contra Ghana, prócer; primero Suárez, después Artigas. Igualmente, la devoción argentina por la celeste es muy sintomática: ponderamos las virtudes con las que no toleraríamos contentarnos nosotros (pegar, ser ascéticos, pobres pero serenos, etc). A Inglaterra y a Italia, Uruguay, es cierto, les ganó con el alma. Potencias económicas, potencias militares, el paisito se plantó como potencia anímica. Pero Colombia aguantó las patadas, los pisotones, el resentimiento violento oculto tras la modestia nacional, y les ganó con puro fútbol, con fantasía y magia futbolera; su propuesta no sólo excede la fortaleza física y el cálculo táctico, sino que hasta la sutileza técnica es poco para referirse al fútbol que apuesta decididamente al talento, a la inventiva de cuerpos educados en bailar. Pero volvamos a Suárez, el gran escándalo. Suárez, parece, le pasa algo, no puede aguantarse, le cabe morder, le tira el diente, el cuerpo del otro como instancia de bocado… No es ni venganza, como el sublime cabezazo de Zidane, ni provocación (como aquel dedo en el orto a Román), es incontención: y, en efecto, eso es festejable, acaso no tanto él como atrevido, como el juego en su capacidad de producir desmesura, la pelota llevando los cuerpos a sus extremos. Ahora bien, la mordida pasó a un segundo plano, y más información hay en la sanción. Crueldad de separarlo de los compañeros; la FIFA criminalizó, embargó, y psiquiatrizó. Cuerpo, billete, cerebro… Pero, ¿por qué tamaña sanción? ¿Cuál es la ofensa, dónde está la proporción? No en el hombro de Chiellini, que sigue cumpliendo su función y a esta altura no debe ni dolerle (nada comparado con quedar afuera en primera ronda…). La dinámica estrictamente “deportiva” del juego daña mucho más los cuerpos que esa mordida (por las patadas, pero también por la autoexplotación rendimientista; Medel contra Brasil, por caso). No: lo que la FIFA sanciona es que alguien actúe desoyendo la visibilidad permanente en la que ella manda. Suárez sustrajo su cuerpo (y el de Chiellini) del imperio pantallista: eso pagó tan caro.
4. Destribunización
Antaño para hacer un Mundial había que aumentar la capacidad de los estadios, construirles tribunas nuevas, producir espacio; ahora, para estar a la altura de hacer un mundial, Brasil tuvo que achicar sus estadios para que sean mundialistas. Lo que anticipó Bilardo –hay que aceptarlo- hace vaya saber cuántos años, “vamos hacia estadios de treinta o cuarenta mil personas y todo centralizado en la transmisión televisiva”, es una de las grandes consagraciones de este Mundial. Una destribunización del fútbol. Hoy –Argentina vs Nigeria- se vio desbordada, esa destribunización, y el “Fan Fest”, kermese de divertimento programado, fue una gigantesca tribuna (rebalsado, con una enorme ranchada afuera que forzó pantalla adicional). A la pantalla los argentinos le gritan, la putean, la alientan, la aplauden, todo como si estuvieran en la cancha, y se abrazan entre sí, y comentan jugadas entre desconocidos… La pantalla es un puro medio; se la niega: la usamos para estar en la cancha. Y en reverso, en la cancha la pantalla tiene un lugar supremo: muestra el partido, pero cada vez que muestra hinchas, los mostrados se ven y festejan a lo más. Acá dice el compa Leandro Barttolotta: ¿hay ser humano más abyecto que el que festeja cuando lo enfoca la cámara mientras se está quedando fuera del mundial? Esos hinchas cumplen su rol, se ponen a la altura de la representación. Festejan, saludan, felices, agradecidos. Antes (y antes es una dimensión del presente, minoritaria) la cancha era el lugar de realidad suprema, y la tele una representación subsidiaria; ahora (la faz dominante del ahora), ir a la cancha permite acceder a la superficie de realidad suprema que es la pantalla. En la transmisión de los partidos –esto también se viene comentando bastante-, presentan las formaciones de los equipos mostrando cada jugador haciendo el mismo gesto: parados de perfil giran para mirar a la cámara cruzando los brazos: es como la play station, o es la play station en su cúspide. Las cámaras hiper lentas, maravillosa tecnología de visibilidad, también emulan el control total sobre el acontecimiento imaginalizado (hecho imagen, Pablo Hupert dixit) que es concebible desde la consola de juegos, desde la realidad virtual. La carne sirve para su representación. Por eso los seudo hinchas festejan, porque cristalizar su participación en el simulacro, que es su verdadero acontecimiento (superando a Debord, lo falso es un momento de lo verdadero); ser apantallados es el mayor rendimiento que puede darles la cancha. Simuladores, viven de nosotros, de nuestra pasión; son hinchas anodinos, sin dolor.
4’. Arbitros conitos. El imperio pantallista tiene otro efecto: los árbitros, en este mundial, obstaculizan con su cuerpo las jugadas, como nunca. Es muy notable, quedan en la línea de pase, les pega la bocha, obstruyen la visión de los jugadores, en casi todos los partidos. En el régimen de visibilidad total, su labor queda expuestísima, entonces los tipos quieren estar al lado de la pelota, en el núcleo de la jugada. Hace poco un amigo viajó en bondi de larga distancia con una terna arbitral, y le sorprendió que hablaban de que iban “a jugar”: es que el referí es parte del juego (aquel, acaso, que ama tanto pero tanto la pelota que se banca no tocarla y que lo insulte la masa con tal de estar ahí cerca), y ahora les ponen máquinas para que hagan parte de su tarea -otra consagración de este mundial-, máquinas que pasan a ser su parámetro de medida, máquinas que los empujan a estar tan cerca de la pelota que interrumpen el juego.
5. Congreso de hichas 
Nunca hubo una localía argentina como esta. “Argentina juega de local en el Bela Río”, dice la tele gaúcha, y es aún más fuerte que eso: acá, en Porto Alegre, se arma un suelo argentino futbolero que no existe nunca en otro lado. El fútbol argentino rivaliza las regiones; incluso cuando juega en Buenos Aires la selección, si aburre, hay cánticos entre bosteros y gayinas. Pero cuando “une”, cuando estamos todos contentos con la selección, es cada uno en su lugar, y ver a los compatriotas por tele. Acá en Porto Alegre llegaron autos, combis, motos, aviones llenos, camionetas, bondis repletos, grupos de amigos, pibes y ex pibes futboleros, de Santa Fé, de Córdoba, de Mendoza, de Jujuy, de Quilmes, Paternal, Lanús, Mar del Plata, Río Cuarto, Formosa, Rosario, de La Pampa… Las camisetas de los clubes, que hay muchas, funcionan para eso: no tanto para distinguirse opositivamente dentro de los argentinos, como para nutrir a la marea albiceleste de anclajes situados. Unión, Instituto, Gimnasia de La Plata y de Jujuy, Defensa y Justicia, Central, Aldosivi, etcétera. El fútbol argentino es esto: multitudes de tribus que se autoorganizan y salen y vienen y van, que arman su campamento con ferné, morfi, carpas que se ponen en los parques, en los estacionamientos, bajo la lluvia… Esto es el fútbol argentino, esta es la energía que lo hace existir. Y este es el sustrato que insufla las canchas brasileñas con un soplo monumental y empuja, empuja a ese equipo de argentinos jugadores –pibes que tan pronto se fueron a tierras más ricas- a jugar mejor. Los jugadores son millonarios, pero son solo eso, son pibes millonarios, y el ambiente aquí enfatiza su pibismo, y los argentiniza, entonces los vemos protagonizando mesas de asado compartido y cantos de hinchada (de hinchas) que los enfervorizan: ídolos del neocapitalismo, tomados por fuerzas plebeyas.
6. Táctica y actitud; el efecto de la hinchada.
En el primer partido, con Bosnia, Sabella puso cinco defensores con la idea de que los laterales ataquen. Subían cada vez que teníamos la pelota, entonces Mascherano, siempre pensando más en nuestro arco que en el contrario (aunque hoy contra Nigeria le puso gran pase a Di María para el primer gol), se metía atrás entre los centrales, de manera que quedábamos sin referencia clara de salida por el medio del campo, y Maxi y Di María quedaban amontonados con Zabaleta y Rojo, Messi tenía que abajar hasta el círculo a buscarla… Sabella apostó por el desborde y no por la creación.
Mejoramos apenas con Irán, con Gago hay más salida y con Higuaín, si Messi baja tiene más terreno por la opción de pase a los dos puntas. Y mejoramos más hoy con Nigeria: con Irán Mascherano y Gago se quedaban como “últimos hombres del ataque”, sin avanzar ellos como opción de receptores, lo que tornaba al equipo predecible y estático, mientras hoy Gago se movió un poco más yendo a buscar devoluciones, y, sobre todo, Di María anduvo bien suelto para no solo ir al fondo contra la banda izquierda sino encarar la cancha de frente por el medio con la pelota al pie; incluso hizo fantasías con Lavezzi por derecha. Se supone que el equipo que no tiene la pelota se cansa más; pero como plantea el partido el equipo de Lionel, los delanteros nuestros, así como los “mediocampistas” (que en realidad no tenemos, porque Mascherano y Gago son contenedores, y Di María es un atacante jugando veinte metros atrás), tienen que moverse permanentemente para dar opción de pase y movilizar la estructura defensiva del rival, llena de hombres, para que muestre grietas por donde colarse. Agüero no lo viene entendiendo (tuvo dos jugadas buenaws, a lo más, en tres partidos), lo que es raro; Higuaín hoy jugó para el equipo. Como sea, a lo que voy es a que el cambio del planteo táctico, de Bosnia a Irán, modificó menos la creación de volumen de juego que el cambio actitudinal visto hoy ante Nigeria, el cambio modal: moverse, buscar, agitar para provocar posibles donde no los hay. Pasar la pelota pero no solo entre las posiciones programadas por la táctica; ya con Bielsa nos fracasó la ofensiva programática (de cuyo fracaso aprendió Pekerman). Pasar la pelota para tantear la defensa rival, sus líneas de ensamble, para que insinúe sus inconsistencias, lugares desde donde pegarle, puntos donde meter un sombrero o un pase en cortada, un pique corto… Todo esto no depende de dónde están parados los jugadores en el planteo, sino de cómo están donde están. Del ánimo. Confianza en la creación inmanente y atrevida por sobre la planificación calculada. Y esto solo se explica por el aliento que baja de las tribunas, esas tribunas que, a diferencia de lo que pensábamos hasta no muchos día atrás, no se limitan a gerentes, barrabravas y algún sacrificado que tuvo suerte en el sorteo (el sorteo, esa radical rotura del código futbolero de acceso al estadio operada por la FIFA), tribunas esas que no son solo las tribunas, sino el aliento traficado de manera complejísima por los cuerpos en complicidad, que envuelve la situación: estos pibes, nuestros jugadores, representantes de la patria futbolera, no lo viven en Europa; el Mundial les da eso, y nos los da a ellos hinchados.

En abierto misterio: entrevista a Henri Meschonnic

por Antoine Jockey
(Traducción: Hugo Savino)


 Las entrevistas a Henri Meschonnic son pequeños poemas sueltos que habría que ir reuniendo. Ponerlas en un libro y dejarlas andar. Son un fragmento de su obra. Que vamos poniendo en PALABRAS AMARILLAS. Publicarlas es un gesto. Traducirlas también. Nunca dejaremos de insistir: traducir Meschonnic es un trabajo en curso, un hacer. En tiempos de «mantenimiento del orden» literario sus entrevistas, sus artículos sueltos, nos permiten respirar. En el bosque del lugar común, de la convención, de las consignas devotas de los especialistas, estas incursiones son perlas que ningún mar se tragará. Como diría Macedonio Fernández: «Trabajan en abierto misterio.»

¿La elección del título de su ensayo, Celebración de la poesía, no es irónico en la medida en que, para usted, la poesía en lugar de ser un acto de celebración, como muchos poetas lo piensan, es un acto de transformación de nuestra relación con el mundo y por consiguiente con la vida misma, por la gracia del ritmo?
Henri Meschonnic: Desde luego que es un título irónico, pero es más que eso, es una reflexión sobre las relaciones entre escribir un poema, leer un poema y toda la historia de la poesía. También, me di cuenta de que cuando pronunciamos la palabra poesía, no nos damos cuenta de que decimos cinco incluso diez cosas diferentes a la vez. Es una verdadera cacofonía inaudible. Hay un conocimiento histórico de la poesía, porque está la poesía en el sentido de “stock”, es decir toda la historia de la poesía, de las poesías, de la poesía en cada cultura con toda su historia. Pero el problema del poema por escribirse es que es un poema que no puede mirar hacia la historia de la poesía, porque si lo hace, se convierte en amor a la poesía, lo que inevitablemente lleva a repetir la poesía ya escrita. Por eso digo, y parece un juego de palabras pero es mucho más que un juego de palabras, que el amor al arte es la muerte del arte. El poema por leerse y el poema por escribirse tienen dos enemigos: la poesía misma, en el sentido de la poesía del pasado, y la filosofía a causa de su concepción del lenguaje. Desde que se escriben poemas, los poemas fueron siempre los que reinventaron la poesía. La poesía nunca dejó de ser inventada por los poemas. Pero cuando miramos la poesía con amor, se produce un efecto perverso, nos ponemos a escribir sobre la poesía, admirando la poesía y la celebramos. Es lo peor que le puede ocurrir a un poema, tal como lo defino y que no tiene nada que ver con algo formal, las formas fijas, los metros, las rimas. La historia de la poesía no es la misma en todas partes. En la antigua poesía china no hay ninguna oposición entre la métrica y la prosa, y esta oposición es una cosa que también tuve que criticar, porque la definición de la poesía por la métrica es definir la poesía por la forma, por el verso, y ya Aristóteles sabía que los versos no son la poesía. Entonces ¿qué es la poesía? 
O más bien ¿qué hace que un poema sea un poema? Y cuál es la razón principal, según usted, que hizo que una cohorte de grandes poetas franceses (Yves Bonnefoy, André du Bouchet, Jacques Roubaud, Michel Deguy, Emmanuel Hocquart, Christian Pringet, Jean Michel Maulpoix, André Velter…) pasaran de largo, tal como usted lo expone en este ensayo?
H.M.: Bonnefoy y los poetas que giran alrededor de su órbita se conforman con nombrar las emociones, y el Oulipo y los poetas experimentales apostaron a la coacción formal. Pero las dos tendencias se parecen a la poesía y corren detrás de ella, porque cada una separa forma de vida y forma de lenguaje. Ahora bien, el poema sólo tiene oportunidad de producirse si es la transformación de una forma de lenguaje por una forma de vida, y la transformación de una forma de vida por una forma de lenguaje. Ahí es donde lucho contra la oposición entre el lenguaje y la vida. No nos damos cuenta de que al oponer el lenguaje a la vida, según la tradición filosófica, oponemos una representación del lenguaje a una representación de la vida. Pensar, es transformar el pensamiento, es intervenir en el pensamiento, de lo contrario, y es una expresión que me queda de la guerra de Argelia, es “el mantenimiento del orden”. Mi definición es anti-formal, la poesía para mí es la actividad de un poema. Y definí el poema como la transformación recíproca del lenguaje y de la vida. El poema transforma la vida, es decir la visión de la vida, la concepción de la vida y por consiguiente la concepción de la ética y de la sociedad. Es por eso que un poema, para mí, no es en primer lugar un acto poético sino un acto ético, es decir un acto que me transforma, a mí como sujeto, pero que también debe tener, si es un acto que me transformó como sujeto, un efecto de continuidad en el lector y transformarlo a su vez. Un verdadero poema transforma al lector. No es un criterio simple, fácil o formal para hacer la diferencia entre un poema y algo que es una imitación de la poesía. Pienso en Reverdy que hacía una diferencia entre los medios y los procedimientos, los medios son los que transforman al arte mientras que los procedimientos son los que imitan al arte. En un poema hay que hacer la diferencia, como en cualquier obra de arte, entre algo que nunca fue hecho y que es esta transformación mutua de la obra y la vida, y lo que ya ha sido hecho.
Una gran parte de las figuras poéticas que acabo de citarle, y que representan a casi todas las tendencias del paisaje poético francés, son maltratadas en este ensayo porque esas figuras, según usted, no llegaron o pasaron de largo respecto a su definición de la poesía o de lo que según usted hace un poema. ¿Un poeta, puede, él solo, apropiarse la verdad de la poesía y expulsar a los otros poetas a su periferia sin caer en el exceso?
H.M.: Lo que yo digo no es la verdad de la poesía, es una estrategia de lectura y de escritura, es decir una manera de reflexionar y de actuar que trata de reconocer los funcionamientos del lenguaje y de situarse, de diversas maneras, históricamente en el lenguaje y en la sociedad. Lo que implica volver a pensar eso a lo que llamamos lenguaje. A la vez, llego a una crítica de eso que llamo la heterogeneidad de las categorías de la razón. Ahí, me sitúo en la historia del pensamiento también, en referencia a lo que se llama la Escuela de Frankfurt (Horkheimer, Adorno), gente que pensó algo nuevo. Es verdad que ellos se pretendían neo-marxistas, pero opusieron a la teoría tradicional una tradición crítica que implica una interacción entre todas las categorías del pensamiento mientras que la teoría tradicional consistía en una regionalización de las categorías del pensamiento que están representadas exactamente en nuestras disciplinas universitarias, es decir el lenguaje para los lingüistas, la literatura para los especialistas de la literatura, la filosofía para los especialistas de la filosofía, con sub-especialidades técnicas que, en sí mismas, son perfectamente admisibles y necesarias. Lo que critico desde hace décadas es esta autonomía o separación entre las disciplinas y sus sub-categorías. Es creer que el pensamiento es una cómoda donde cada categoría está ordenada en un cajón. Ahora bien ¿qué da eso? El estudio de un poema según esta teoría consiste en abrir el cajón de la métrica con el fin de estudiar la métrica, luego en cerrar el cajón, después en abrir el cajón del léxico y mirar las palabras, luego en cerrar el cajón, etc. Para mí, eso es un horror absoluto. En filosofía es lo mismo, están los especialistas de la Ética que se ocupan únicamente de la Ética, están los especialistas de la Estética… Todas estas especialidades tienen una historia, una necesidad, pero también límites, y el problema cada vez es la regionalización del pensamiento. Eso es la teoría de Horkheimer y de Adorno. Pero hago la crítica de esa teoría también, porque hay algo que está completamente ausente de lo que pretendía ser una teoría crítica, y es la teoría del lenguaje. Planteo que es necesario volver a pensar las relaciones entre el lenguaje, el arte, todas las artes, pero en principio las artes del lenguaje (o los géneros literarios) y la ética, la política y lo político. Lo que llamo teoría del lenguaje –expresión que saco de Saussurre– cabe enteramente en la noción de interacción, y tomo la noción de interacción de Guillaume de Humboldt. Esta teoría se apoya en la interacción entre el lenguaje, el arte, la ética y lo político de tal manera que invierto completamente las oposiciones tradicionales, como entre lenguaje poético y lenguaje ordinario. Para mí, el lenguaje poético no existe, sólo existe el lenguaje a secas. Lo que cuenta en una obra de lenguaje, mucho más de lo que ella dice, es lo que ella le hace al lenguaje y a la vida, pero de tal manera que ambos se vuelvan inseparables. Lo que ella dice es inseparable de su manera de hacerlo de lo contrario sencillamente no habría lo que se llama literatura, no habría obra. 
¿Qué le molesta en poetas como Bonnefoy, Deguy…?
H.M.: Mi crítica no es masiva. En los poetas que usted cota critico ciertas cosas. En la poesía de Yves Bonnefoy, por ejemplo, hay cosas bellas pero desde el comienzo, aunque me gustaron sus primeras rimas poéticas, me dije: es curioso, tengo la impresión de haber leído esto en alguna parte, y era en Pierre-Jean Jouve. Hay una influencia muy grande de este poeta en la poesía de Bonnefoy. Jouve es un creador que inventó sus poemas, igual que Reverdy y muchos otros. En cuanto a Michel Deguy, de él también me gustaron mucho sus primeros poemas, hice el prefacio en 1973 de una de sus recopilaciones de poemas. Éramos amigos, pero nos alejamos mutuamente, él se volvió cada vez más heideggeriano. Y conozco el peligro de este filósofo sobre el cual hice un libro que llamé El lenguaje Heidegger, y eso equivale en él a una poesía de la poesía, es decir a una esencialización de la poesía…
En efecto, usted también critica en este ensayo la permanencia de una gran parte de la poesía francesa en el discurso heideggeriano acerca del habitar poético del mundo y sus metáforas espaciales y visuales que nos llevan a una esencialización de la poesía y a su facultad nominativa… Ahora bien, “El poema lo hacen la escucha y la oralidad como forma-sujeto. No es la visión. No es lo visible” Pero ¿no pueden aparecer las dos dimensiones conjuntamente en el poema?
H.M.: Contrariamente a Paul Claudel que dijo: “El ojo escucha”, yo digo, en la poesía, es el oído el que ve. Tomo como punto de partida una observación que me parece muy hermosa, de la Guía de los perplejos de Maimónides. Éste saca dos ejemplos de los profetas bíblicos, uno en Amos y el otro en Jeremías y dice: leo en Amos: “Veo una cesta de frutos de verano, quiere decir que el fin de los tiempos va a llegar”. Ahora bien, Maimónides hace notar que una cesta de frutos de verano se acerca fonéticamente en hebreo a la palabra que significa fin de los tiempos. Por consiguiente, es puramente auditivo. Es una palabra que hace pensar en otra palabra. Eso se presenta en el discurso del profeta como una visión, pero en realidad es una audición entre las palabras. El otro ejemplo, es: “Veo una rama de almendro”, quiere decir que estoy velando. ¿Cuál es la relación? La relación es que la rama de almendro, una vez más, se acerca fonéticamente en hebreo a la palabra que significa vigilia. Maimónides vio, en estos dos ejemplos, cómo funcionaba la profecía. Eso se presenta como una visión pero en realidad es una relación entre las palabras que hace que una palabra llame a otra palabra que se le parece. Las dos palabras se hacen eco, y una hace pensar en la otra. De alguna manera, creo que se podría decir que hay, aunque la poesía no es la profecía, algo análogo en el funcionamiento del poema. Mallarmé dijo, en 1891, en su respuesta al cuestionario literario de Jules Huret: “La poesía no consiste en nombrar sino en sugerir.” Fue uno de los conflictos poéticos que tuve con Deguy, porque para él eso es antigualla “simbolarda”. Para mí se trata de la intuición de un universal de la poesía, quiero decir que esto, aun sin que los poetas lo sepan, y tampoco aquellos que reflexionan sobre la poesía y que leen y aman la poesía, es algo que funciona siempre y en todas partes, aun cuando se lo ignore. Así pues, para mí, la diferencia entre nombrar y sugerir es capital. Todo aquello que describe es del orden del nombrar. Pero eso que describe, eso que cuenta no es un poema. Puede haber en los poemas elementos narrativos, pero una vez más es preciso que eso se tome en un conjunto que es mucho más que una narración simple o un relato o una descripción. Eso me conduce a hacer una crítica de lo que se llama el sujeto. Desde hace algunos años hay en francés una expresión de moda, bajo la influencia de los psicoanalistas, la cuestión del sujeto. Entonces, un poco en broma, porque siempre hace falta un poco de humor en la reflexión, yo pregunto ¿de qué sujeto se trata? Porque en materia sujetos cuento una docena, y ninguno escribió un poema, ni el sujeto filosófico, ni el sujeto psicológico, ni el de la ciencia, ni el de la técnica, ni el el de la etnología, tampoco el sujeto que inventó Diderot, el de la felicidad. Y es importante poner en esta lista al sujeto de la felicidad sobre todo cuando se piensa en Heidegger que reduce toda la cuestión del sujeto al psicologismo, porque se ve en todos los sujetos que enumeré, que hay muchas cosas más que el psicologismo. Dicho de otra manera, hay una reducción simplificadora y extremadamente abusiva de la cuestión del sujeto en Heidegger. Y además, hay un sujeto capital que no debemos olvidar, es el del derecho, sobre todo cuando uno piensa en la reducción al sujeto como dominador que hace Heidegger. El sujeto del derecho es el artículo 1° de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano de 1789: “Los hombres nacen y permanecen libres e iguales ante la ley en derechos”. Pero los hombres de 1789 sabían muy bien que no es verdad (risas). Entonces, ¿qué enunciaban? Enunciaban un principio que tendría que existir en el plano ético, y que, de cierta manera, existe pero en un plano puramente abstracto como un universal. Es también interesante porque eso permite entender la diferencia entre lo universal y la universalización. Es lo singular que está en todos lados lo que es universal, que no hay que confundir con la universalización de un modelo occidental. Lo universal se confunde a menudo con la universalización del modelo occidental, por ejemplo en el Japón donde se propuso, a partir de 1868, no imitar a Occidente, sino superar la modernidad. Era el eslogan japonés. Entonces, cuando se trata de construir locomotoras o todo lo que es técnico, sí, por supuesto. Pero eso no puede aplicarse al arte. Los novelistas japoneses pensaron que para hacer novelas era absolutamente necesario haber leído a Balzac, a Dostoievski, a Tolstoi, y volvieron a hacer un poco la misma cosa, así como los pintores chinos rehacen desde hace cierto tiempo la pintura impresionista y la de los Fauves. Llegamos a otro par de sujetos: el sujeto locutor de la lengua y el sujeto del discurso. Es muy importante distinguirlos, porque todavía son pocos los lingüistas que hacen esta distinción. El sujeto locutor lo inventa de alguna manera Saussure. Todos los seres vivos son locutores de su lengua sin saber cómo funciona, y sin tener necesidad de saberlo. Un niño de tres años habla su lengua sin saber que habla esta o aquella lengua o cómo funciona tal como podría explicarlo un lingüista, o un gramático o un lexicólogo. Todos los adultos normales en todas las lenguas del mundo son exactamente como un niño de tres años, es decir que no tienen necesidad de saber cómo funciona su lengua para hablarla. Así pues, también ahí hay una forma de inconsciente del lenguaje, de la lengua. En cuanto al sujeto del discurso, noción que también existe en Saussure, el que la inventó y divulgó fue Émile Benveniste. ¿Qué es el discurso Benveniste? Es la manera en la que aquel que habla, escribe, o enuncia algo, se sitúa en su propio lenguaje. Ahora bien todos somos sujetos del discurso. Es por eso que el discurso es algo distinto a la lengua. El discurso es la manera de inscribirse en el lenguaje. El último sujeto es el sujeto freudiano, o el del psicoanálisis, es decir el inconsciente. Pero todos somos sujetos freudianos. Hay muchos profesores o estudiantes de letras que utilizan el psicoanálisis y sus conceptos para intentar comentar, reflexionar sobre un texto literario sin darse cuenta de que al importar, es decir al trasplantar conceptos que vienen del psicoanálisis a un texto literario, no hacen más que volver a encontrar lo que ellos ponen ahí. Se pueden encontrar prácticamente todos los sujetos en cualquier texto literario, incluso el sujeto freudiano, pero no porque se encuentren conceptos psicoanalíticos éstos hacen el poema o la página de prosa. Entonces, hice una lista de todos estos sujetos, no hay ninguno que haya escrito un poema. Todos estos sujetos están muy bien, son funciones del individuo, todos nosotros tenemos estos doce sujetos en nosotros mismos, pero también está lo que llamo el sujeto del poema, que no es el autor, porque eso nos llevaría al sujeto psicológico, o sociológico o incluso ético. Es una banalidad saber o decir quién escribió el poema. El sujeto del poema es la subjetivación radical del discurso…
Usted dice: “El hombre vive semióticamente en esta tierra.” Con relación al decir de Hörlderlin…
H.M.: En efecto, este famoso pasaje de Hölderlin fue muy citado, sobre a través de la interpretación de Heidegger. Yo digo que es todo lo contrario, es el problema heideggeriano del habitar poético. Critiqué a algunos poetas contemporáneos franceses no solamente por sus poemas sino por su ideología de la poesía y por la “heideggerianización” de su pensamiento acerca de la poesía: la poesía como una esencia, la lengua como una esencia. La poesía tiene dos enemigos: la poesía y la filosofía. El enemigo mayor del pensamiento del lenguaje, del pensamiento de la poesía, del pensamiento de la literatura, es la concepción del lenguaje que reina universalmente, pero sobre todo en Occidente, desde Platón, y que se apoya en eso que los lingüistas llaman el signo, o sea el dualismo interno de la noción de lenguaje y de la lengua que hace que palabra sea la unidad, pero la palabra es también sonido y sentido. El sentido y la manera en la que la palabra se compone fonéticamente no guardan relación entre ellos y tampoco ninguna relación con la cosa designada. Ahora bien, este dualismo interno no es solamente un dualismo, es una heterogeneidad radical entre los dos componentes, es decir que está la forma y está el contenido, y de ahí sale toda una serie de dualismo y heterogeneidad de las categorías. La heterogeneidad entre la forma y el contenido es catastrófica para pensar un poema. Pero es lo que reina en la estilística por ejemplo y en la manera tradicional y escolar de leer y analizar poemas: está el sentido, o el contenido, luego está la forma. La consecuencia de esta heterogeneidad es la misma que hay entre la carne y el espíritu, entre la voz y el escrito, la letra muerta y la letra que mata (risa), el individuo y la sociedad, el lenguaje y la vida…
El signo entonces no sólo es el modelo lingüístico de la oposición entre el sentido y el sonido, entre la forma y el contenido, es el lugar de una serie de dualismos que tienen una forma lingüística, una forma filosófica (la oposición entre la palabra y la cosa), una forma teológica, una forma sociológica, política y por consiguiente ética. Y es por eso que, para mí, el lenguaje no pertenece a los lingüistas. Se vive semióticamente en la tierra porque lo que reina es el signo, es el dualismo generalizado, inclusive en los modelos democráticos. Mi enemigo mayor es el signo. Hice una crítica del signo y de toda la declinación que eso supone, y por consiguiente de la separación entre el lenguaje, la política y la ética. Eso me llevó también a hacer la diferencia entre lo sagrado y lo divino.
Hablando de lo sagrado, usted se subleva contra “todo lo sagrado del continuo entre las palabras y las cosas” presente en el discurso de Bonnefoy. ¿Pero la poesía de este último no se da por tarea ininterrumpida la interrogación de la ausencia de las cosas en las palabras, lo que nos lleva al “sugerir” de Mallarmé?
H.M.: No pienso que la poesía de Bonnefoy se interese en interrogar la ausencia de las cosas en las palabras. Él cree que habla de la poesía, y no se da cuenta que habla del signo, porque lo que él llama esta ausencia de las cosas en las palabras es exactamente la definición del signo para los lingüistas. Eso pasa por la representación del lenguaje en Hegel. Yo decía que tenemos la concepción del lenguaje que viene de Platón, así como la concepción del ritmo, y hay una relación entre las dos, entre la noción tradicional de ritmo, que es un binario también entre un tiempo fuerte y un tiempo débil, y la noción binaria del signo que es una forma y un contenido. Tampoco hay que olvidar todo lo que los filósofos contemporáneos le deben a Hegel para su concepción del lenguaje. En suFenomenología del espíritu Hegel define la palabra no solamente como la ausencia de la cosa, sino como el asesinato de la cosa en la conciencia. Para pensar como Hegel, es necesario no solamente que la cosa esté ausente, sino que en la conciencia se haya matado a la cosa. También allí se trata exactamente del signo, y es lo que critico en un cierto número de poetas: ellos creen que hablan de la poesía, pero no se dan cuenta que están hablando del signo.
Usted ubica a Bonnefoy y a Deguy entre los imitadores de la poesía, entre aquellos que la tergiversan porque substituyen una fábula (lo sagrado) a la historicidad radical del lenguaje, de los discursos, de los poemas. Ahora bien, para usted, lo sagrado es una aniquilación del lenguaje, del sujeto y de la poesía…
H.M.: Es por eso que sacralizan la poesía, que la esencializan y que implican la esencialización del lenguaje que hay en Heidegger, porque, a la vez, ya no hay sujeto. Y efectivamente, Heidegger se saca al poeta de encima, analiza el poema pero diciendo a la vez que el sujeto es la lengua. Hay una frase de Heidegger que reúne todo lo que dicen un buen número de poetas franceses que hacen de ella su moneda corriente: “La lengua habla. El hombre habla solamente cuando le responde a la lengua”. Lo que quiere decir que la lengua es el sujeto. Ahora bien, la lengua no tiene sujeto, es una abstracción. La única realidad es el discurso. Dicho de otra manera, de la lengua sólo conocemos discursos. También es hacer la diferencia entre el lenguaje, que es la manera de expresarse, y la lengua que es el sistema social de expresión del lenguaje de una nación o de un grupo humano. Lo malo para la poesía es creer que se habla de de la poesía mientras que se habla de la lengua, es decir que no se piensa la noción del sujeto del poema. Llamé a uno de mis libros Heidegger o el nacional-esencialismo porque lo notable en él es una esencialización de la poesía, una esencialización de la lengua alemana tal como sólo la lengua alemana, en la descendencia directa del griego antiguo, es la lengua de la filosofía, y sobre todo una esencialización del nacional-esencialismo o del nazismo. Dicho de otra manera, Heidegger tiene acerca de la ideología de Hitler una posición que en relación a Hitler mismo es hiper-radical, de tal manera que se distanció a la vez que continuó pagando su cuota al partido hasta 1945. Esencializó la germanidad. Desde este punto de vista, considero a Heidegger como un expresionista alemán, como se dice para los artistas alemanes de los años 20. El expresionismo alemán también es una manera de reaccionar contra el desamparo extremo que el tratado de Versalles de 1918 le infligió a Alemania. La desdicha en la que se sumergió a esta nación fue el punto de partida de esta actitud revanchista. El expresionismo alemán partió de un sufrimiento extremo que se expresa de una manera soberbia en los poetas alemanes de esa época. Son los poetas los que expresaron un sufrimiento extraordinario pero que también pensaron el ritmo, y ahí hay una gran diferencia con el dadaísmo y el surrealismo francés, ya que el surrealismo sólo pensó la imagen. Por consiguiente, pienso que este sufrimiento está en el origen de la esencialización extrema y en cadena que hace Heidegger. Hay una sola esencialización que falta en Heidegger, es la ética.
Se le da una gran importancia a la proximidad entre poesía y filosofía, a través de la obra de Bonnefoy, de Jacottet, de Deguy. Ahora bien, usted dice “la filosofía devora a la poesía. Se la incorpora. De esta manera, a la vez que a veces la adora, también la anula, como Heidegger (…) ya que no es únicamente una forma y una parte de la hermenéutica (que no ve más que cuestiones de sentido y de oscuridad).”
H.M.: Tengo ahí un ejemplo patente, ante mis ojos y mis oídos, es Derrida. En Francia es un filósofo extremadamente admirado, extremadamente globalizado, en los Estados Unidos es el único que existe. Ahora bien, leí mucho a Derrida y leí mucho a Heidegger. No estoy para nada de acuerdo con Jean-Emmanuel Faye que al final de su libro dice que no hay que leer más a Heidegger. Por lo contario yo digo: hay que leerlo de otra manera, a través del criterio de la oposición entre realismo y nominalismo, porque eso cambia todo: la concepción y la visión del poema, de la lengua, del lenguaje, de la ética y de la política. Derrida para mí está muy influido por Heidegger y lo demostré hace mucho tiempo en un libro que llamé El signo y el poema. Es Heidegger pero sin las comillas. Me detendré solamente en una frase de Derrida que no le perdono, dice: “un poema es filosofema”, es decir ¡un poema es un fragmento de la filosofía! Y lo que critico en algunos poetas franceses es una imbibición de Heidegger que ellos reconocen a duras pena. En los años setenta, Deguy me decía: “¡Como sabés, me alejé mucho de Heidegger!” De hecho, se acercó cada vez más. Y es triste porque eso influencia no solamente su manera de pensar sino también su manera de escribir. En lugar de ir hacia su propia sencillez, como una suerte de depuración, él va hacia una mayor complicación, incluso de su gramática, inventa una gran cantidad de palabras y no termina las frases.
Usted dice: “hoy la tarea de pensar el poema sería la de pensar Humboldt, quiero decir de ese modo pensar la interacción entre lengua y pensamiento, pensar el continuo –cuerpo-lenguaje, lengua-obra. Esta tarea es poética, ética y política.” En dos palabras…
H.M.: Lo que reina en la representación del lenguaje universalmente es el discontinuo del signo con toda su declinación sociológica, política, etc. Lo que llamo el continuo es algo que no está prácticamente pensado. Mis colegas lingüistas no se dan cuenta de que no son saussurianos sino estructuralistas. Siempre critiqué el estructuralismo que es un encadenamiento de contrasentidos sobre Saussure. Ahora bien, este último dijo: “sobre el lenguaje no hay más que puntos de vista”. El signo no es la naturaleza del lenguaje, es solamente una representación, una representación que oculta que es una representación pero que se enseña en los departamentos de lingüística en la universidad como si fuera la naturaleza y la verdad del lenguaje. Es lo que hace que el continuo sea difícil de pensar. El continuo hace que yo parta del poema para pensar todo lenguaje, en lugar de oponer el lenguaje poético al lenguaje ordinario. ¿Por qué parto del poema? Porque lo definí como la transformación de una forma de vida por una forma de lenguaje y viceversa, como una relación de interacción entre el lenguaje y la vida, en el lado opuesto a todo lo que hacen los filósofos y toda la tradición filosófica. Es el continuo entre el lenguaje y la vida, pero eso quiere decir también que es el continuo entre el cuerpo y el lenguaje. Hay que pensar la relación entre el cuerpo y el lenguaje. Esta relación se conoce perfectamente en cuanto a la palabra hablada. Los sociólogos del comportamiento saben muy bien que uno habla con las manos, que uno habla con todo el cuerpo, que la manera de sonreír no tiene el mismo sentido en el Japón y en Europa, que hay una física corporal del lenguaje. Nos expresamos con el cuerpo. Pero ¿qué queda del cuerpo en un poema? En un poema, no hay carne, no hay neuronas. Uno no puede biologizar el lenguaje como lo hacen las ciencias cognitivas actuales. En el lenguaje escrito, el cuerpo no puede ser más que la rítmica. El ritmo es el representante de la física de la expresión en lo escrito. Pero no el ritmo en el sentido tradicional de la oposición dual entre lo pleno y lo vacío, entre un tiempo fuerte y un tiempo débil, no. Redefino el ritmo como la organización del movimiento de la palabra en el lenguaje. Por otra parte eso incluye la métrica. Y desde este punto de vista, vuelvo a encontrar a Aristóteles que dijo: “los metros son partes de los ritmos.” Pero eso incluye todos los otros ritmos: el ritmo de ataque consonántico, el ritmo de oposición (si es la primera palabra de una frase o la última), el ritmo sintáctico, prosódico. Todos esos ritmos hacen un continuo que es la subjetivización del sujeto del poema en un sistema de discurso. El sujeto del poema es la subjetivización de todo eso. Hay una frase corta y muy simple de Péguy que lo dice maravillosamente: “De lo que escribí, todo es signo.” Es una manera de decir que se reconoce un fragmento de Proust, de Éluard… Evidentemente, eso supone una cultura poética, una cultura literaria pero también un volver a pensar el lenguaje.
En lugar de definir la modernidad poética como una ruptura y una transgresión de los academicismos, usted sostiene que ella no se opone al pasado y que más bien ella es la capacidad de continuar actuando en el presente de toda situación histórica
H.M.: Escribí un libro que apareció en 1988 con el título de Modernité, modernité. Repetir en este título la palabra “modernidad” era una manera irónica de decir que desde que se dice la misma palabra una segunda vez no se dice exactamente la misma cosa. En este libro hice una crítica de toda una serie de confusiones entre la modernidad filosófica, es decir el reconocimiento de que hay un sujeto del pensamiento y un objeto del pensamiento (con Descartes), y la modernidad artística, dicho de otra manera la modernidad en Baudelaire que es algo distinto a la modernidad filosófica según Descartes. Baudelaire tiene una forma magnífica, para él la modernidad es “sacar lo eterno de lo transitorio”. Lo que me hace decir, que en arte, el primero en haber pensado la modernidad fue Baudelaire. Esta modernidad no tiene nada que ver con la modernidad científica y tecnológica o la modernización de la vida social. Critiqué también una concepción que ya Octavio Paz criticaba, la confusión entre lo moderno, por un lado, y lo nuevo que envejece con el tiempo. Y lo que tomé de Baudelaire es una definición de la modernidad como una actividad. Y ahí me refiero de nuevo a Humboldt que opone actividad y producto. La mayor parte de las obras de una época son productos de la época, y en tanto que tales, mueren con la época, mientras que la actividad continúa siendo activa en el presente. En ese sentido, diré que Homero todavía es moderno porque continúa siendo activo. El éxito contemporáneo, o incluso la indiferencia, no significan nada. El olvido de la posteridad tampoco prueba nada. Des luego, cada obra tiene su historicidad y pertenece a su época, a su cultura y a su lengua, pero un pequeño poema del siglo VIII, por ejemplo, incluso traducido, puede seguir siendo bello y activo.
¿Qué responde a la crítica de una doctorante que se asombra de que con una visión tan exigente de la poesía, usted no encontró cómo respirar en los blancos de Du Bouchet? Ahí donde usted no ve más que vacío asfixiante, ella siente el aliento del poeta.
H.M.: (se ríe): Hay que mirar la sintaxis. Lo que pasa con Du Bouchet o con otros es el efecto del “Golpe de dados” de Mallarmé, es decir el papel de los blancos para aislar palabras y dar una importancia propia a cada grupo separado al punto que a veces hay muy pocas palabras sobre una página. El problema es que el “Golpe de dados” de Mallarmé es la obra de alguien, lo dijo él mismo, “sintaxiado”, está construido “sintácticamente”. Ahora bien, en los poemas de Du Bouchet los blancos desempeñan un papel de esencialización del poema. Se trata de palabras aisladas sintácticamente y que, a la vez, para mí, caen totalmente en la categoría del “nombrar”. No hay más “sugerir”, es decir que hay palabras tomadas, cada una, absolutamente, y que por siguiente no son más que una nominación.
Interesante el otro aspecto paradójico de celebración de la poesía, el de la poesía, como forma o como coacción, métrica o no métrica (Roubaud, después el Oulipo), al que usted describe como caricaturalmente neoclásico en el momento en que esta forma se instala como una de las más representativas de lo contemporáneo, que se cree la modernidad. 
H.M.: La prueba de la paradoja es la representación del ritmo que hay en Roubaud. Escribe en un libro llamado Poésie etcetera: ménage, que no hay ritmo en la prosa. Dicho de otra manera, para él, el ritmo es únicamente métrico. Está metido totalmente en esa confusión que se remonta a Platón, y hace lo contrario de lo que decía Aristóteles (los metros son partes de los ritmos; se pueden escribir versos y no es poesía). La oposición que se puede tomar por una cosa evidente, concreta e indiscutible, la oposición entre el verso y la prosa hace mucho tiempo que fue definida por la etimología misma de las palabras: el verso en latín es versus que también quiere decir el surco trazado por el campesino que sube y desciende, luego vuelve a subir y a descender. Dicho de otra manera, el verso es lo que se reproduce indefinidamente igual, mientras que la prosa en latín es prosa, es decir el discurso que avanza. Ahora bien, es falso porque ya en los oradores griegos del siglo V antes de nuestra era, había una métrica de prosa, es decir una organización del final de fraseo que era ritmada. En latín, es un poco parecido. Ya en ellos, no existía esta oposición tan absoluta que la tradición ve entre verso y prosa.
También esta oposición determinó la idea de que el verso es el dominio mismo del ritmo, que no hay ritmo sino en los versos, y que la prosa está desprovista de ritmo. Es lo que repite Jacques Roubaud. Ya, los especialistas franceses del siglo XVIII sabían que hay ritmo en la prosa. Y cuando uno mira en la enciclopedia de Diderot y D´Alembert, el artículo sobre el ritmo muestra bien que es la organización del soplo en la frase. Y Roubaud continúa creyendo que no hay ritmo más que en el verso.
Por último, de esta oposición entre verso y prosa se pasó a la oposición entre poesía y prosa, lo que ya suponía que se confundían los versos con la prosa, con una definición sólo formal de la poesía. Esta oposición entre la poesía y la prosa, que pudo funcionar durante siglos, recién fue problematizada en el siglo XIX a partir del poema en prosa. 
Hay un texto que me gusta mucho del poeta Shelley, es un ensayo que escribió en 1817 con el título de Defensa de la poesía y en el cual dice: “Es un error vulgar oponer escritores en verso a escritores en prosa”, lo escribió incluso antes del nacimiento del poema en prosa.
(Aparecida en francés en la revista Missives
en Junio del 2007
y en español en http://palabrasamarillas.blogspot.com.ar/)

La izquierda independiente en su laberinto: crisis, política, identidad y lucha de clases

por Sergio Nicanoff
Partimos de la siguiente hipótesis: en la actualidad se está generando un momento de inflexión política. El proceso se extenderá, seguramente, en los años venideros. No nos referimos solamente al recambio presidencial del 2015 sino a una combinación compleja de al menos cuatro elementos: la dinámica de la crisis mundial y su impacto regional; el agotamiento, en diferentes aspectos, del modelo neodesarrollista; un malestar y descontento social en aumento, cuyo sentido está en disputa con diversas propuestas de recambio político y de diferentes fracciones de la clase dominante; el recambio político venidero, lo que abre una lucha por la sucesión, a la vez que el sistema de partidos muestra los límites de lo que no se pudo recomponer después de la crisis de dominación del 2001.
En el primer caso advertimos que buena parte de la gobernabilidad de la era K se asentó sobre los recursos obtenidos por la capacidad exportadora de bienes naturales y agroindustriales. La dinámica de la multipolaridad, que se desarrolló en los últimos años del ciclo del desarrollo del sistema capitalista, posibilitó el aumento de exportaciones a países como China o la India, pero también a Brasil, que es nuestro principal socio comercial. Eso permitió ralentizar el impacto de la crisis mundial, que en la periferia afectó mucho más rápidamente a quienes tenían como principal mercado de sus exportaciones a EEUU o a la Unión Europea. Esa situación de relativa desconexión del epicentro de la crisis hace tiempo que ha finalizado. Brasil se encuentra en una fase recesiva, disminuyendo sus compras y potenciando el problema de una balanza comercial deficitaria para la Argentina. China ha reducido sus niveles de crecimiento económico y sus compras tienden –en términos relativos– a achicarse. EE.UU ha aumentado sus tasas de interés bancarias, con el fin de atraer capitales a su territorio y financiar parte de su gigantesco déficit.
Esa combinación de elementos influye para que bajen los precios de los bienes primarios, que el discurso dominante llama commodities. No se trata de un derrumbe, sino de un descenso pausado pero constante. Al menos en el mediano plazo, van a existir restricciones para captar ingresos provenientes de las exportaciones. Uno de los pilares del neodesarrollismo se ve erosionado por el impacto de la crisis mundial. Al mismo tiempo la crisis en los países centrales está muy lejos de haber finalizado. La única receta pareciera ser la profundización de políticas de ajuste, lo que se evidencia en Europa con situaciones extremas, donde casos como el de Grecia han superado la caída del PBI y la tasa de desocupación que conoció la Argentina durante el 2001-2002. Además, la tenue recuperación de ciertos indicadores económicos de EE.UU, parecen estar asentados sobre pies de barro. Nada indica entonces que el panorama mundial de persistencia y profundización de la crisis vaya a modificarse sustancialmente en los próximos años.
En segundo lugar, se advierten las consecuencias socioeconómicas que el modelo neodesarrollista ha provocado. Compartimos aquellas caracterizaciones que problematizan el ciclo K y no tienen una mirada superficial que lo concibe como mera continuidad del neoliberalismo. Sin duda, el proyecto hegemónico K pudo construir una alianza que abarcó desde fracciones de la clase dominante hasta franjas mayoritarias de las clases subalternas porque comprendió que, después del 2001, la gobernabilidad requería  tomar en cuenta e incorporar determinadas demandas de ese ciclo de luchas. La combinación de crecimiento económico, con cierto desarrollo del mercado interno y la industria, junto a los recursos provenientes del extractivismo  –con los superávit mellizos comercial y fiscal– más la legitimidad social obtenida por su política de derechos humanos, la ampliación y nacionalización de las jubilaciones, La ley de Medios, la Asignación Universal por Hijo y una política internacional de perfil latinoamericanista, le permitió la reconstrucción de la gobernabilidad y el despliegue de una enorme capacidad de asimilación e integración de buena parte de los movimientos populares.
Ese mismo modelo se conformó sobre la base de la continuidad de aspectos claves del neoliberalismo que, ante una coyuntura internacional adversa, se evidencian en toda su magnitud. A nivel de los servicios públicos y el sistema de trasporte mantuvo mayoritariamente –a excepción de Correos, Aguas Argentinas y las más que tardías nacionalizaciones parciales de YPF u algunos ramales ferroviarios– el predominio de grandes grupos económicos extranjeros y locales. La tasa de ganancia de esos grupos se mantuvo por medio de enormes subsidios estatales, que tenían la contracara de mantener en niveles bajos las tarifas. Como los sueños de una burguesía nacional resultan en la actual etapa del capitalismo, muchísimo más utópicos que cualquier proyecto socialista, la burguesía beneficiada con esos ingresos no reinvirtió una parte de sus ganancias, sino que los volcó al sector financiero y desarrolló la consabida estrategia de fuga de capitales. El escenario al que asistimos, de colapso del transporte –particularmente los ferrocarriles–, del servicio eléctrico y otras ramas esenciales, es el corolario de esa concepción.
Lo mismo se evidencia con los hidrocarburos. Haber mantenido largo tiempo la Repsol menemista –dicho sea de paso, privatización que benefició a los Kirchner cuando manejaban la gobernación de Santa Cruz y contó con su apoyo– provocó la imposibilidad de autoabastecer el mercado interno, por lo que buena parte del déficit de divisas y la acentuada caída de las reservas del Banco Central se deben a las importaciones de combustible que, junto a la fuga de capitales y el creciente pago de intereses y capital de la deuda externa, configuran las verdaderas razones de la falta de dólares. Al mismo tiempo los aspectos positivos que se podían encontrar en la parcial recuperación de YPF se ven totalmente desvirtuados por el acuerdo con Chevron, la estrategia de ampliar la producción en base a la técnica del Fracking, de imprevisibles consecuencias ambientales, la negociación de una gigantesca indemnización para Repsol y la sanción en la legislatura de Neuquén del acuerdo, con el voto del Movimiento Popular Neuquino (MPN) y la bancada K, mientras se llevaba adelante una feroz represión en las calles que produjo heridos de balas de plomo.
Por cierto, el discurso que nos aseguraba que el problema de la deuda externa quedaba en el olvido –por la mejora en la relación crecimiento del PBI/vencimientos de capital e intereses de la deuda– prueba cada vez más ser una falacia. Hoy se ve como, al no haber realizado una investigación de la deuda, se sigue ubicando en niveles colosales y en parte clave de la continuidad de un país capitalista dependiente, que el neodesarrollismo no modificó en sus pautas nodales.
Por donde se mire saltan las evidencias del deterioro, como es el caso de muchas industrias de Tierra del Fuego o las automotrices que exportan automóviles a Brasil. En lugar de producir la mayoría de las piezas aquí, las importan, de manera que el pago de esos bienes de capital acentúa la salida de divisas y comprueba la opción estratégica de una industrialización dependiente y deformada que se llevó adelante en estos años. Esa lógica se evidencia en haber priorizado el transporte automotor y no la reconstrucción de los ferrocarriles y sus talleres, lo que agrava el colapso de ciudades como Buenos Aires, con sus secuelas de aumento de la contaminación y mayor cantidad de muertes por accidentes de tránsito. Del mismo modo, cuan acotada ha sido la reactivación industrial con eje en el mercado interno, lo prueba el hecho de que el sector financiero es el que más ha aumentado sus beneficios en los últimos años.
La acentuación del extractivismo, por medio de los agronegocios y la megaminería a cielo abierto lleva aparejada, además de la destrucción de bienes comunes como el agua o la tierra, brutales costos socioeconómicos – muertes por envenenamiento, alergias, enfermedades de distinto tipo– que se tornan un costo social sobre el sistema de salud y el bienestar de nuestros habitantes, los cuales por cierto no se contabilizan a la hora de hablar de los “beneficios” que reditúan eso sectores. Pero además repercute directamente sobre el aumento del hacinamiento y la precarización de la mano de obra en las grandes periferias urbanas de Buenos Aires, el conurbano, el Gran Rosario o el Gran Tucumán, cuando miles de familias campesinas e indígenas se ven despojadas de sus tierras y obligadas a trasladarse a las megalópolis, sin posibilidades de acceso a la vivienda y con servicios colapsados.
Las ganancias del agronegocio se vuelcan sobre la especulación inmobiliaria, generando una suba acelerada de alquileres y de viviendas, sólo accesibles para clases altas y medias altas, potenciando el déficit histórico de viviendas populares.
De la misma manera, el monocultivo sojero potencia la desaparición de la producción de alimentos de todo tipo para el mercado interno y se torna fuente de inflación, ante la disminución de determinadas producciones.
El mal inflacionario, tara estructural del modelo, tiene además sus causas centrales en que los aumentos salariales son automáticamente traslados a los precios por la burguesía, para mantener intocada su tasa de ganancia, tanto como por la estructura monopólica y oligopólica de producción, distribución y comercialización, que se mantuvo y profundizó en esta etapa.
A su vez, si grandes franjas de trabajadores mejoraron en años anteriores sus ingresos, vía paritarias y vía mayor nivel de conflictividad sindical, al mismo tiempo se profundizaron los quiebres y las diferenciaciones al interior de la clase trabajadora. Por un lado, porque el trabajo en negro abarca en el país a más de un tercio de la fuerza de trabajo y, si se suman otras formas de precarización, se llega a prácticamente el 50% de la fuerza de trabajo. Por el otro, porque como lo señala el informe anual de la OIT para el conjunto de la región, las franjas más altas y minoritarias de los asalariados se llevan la mayoría de la masa salarial, mientras los trabajadores ubicados en el nivel más bajo se reparten apenas el 5% de esa masa salarial. Una tendencia a la que no escapa la Argentina.
Podríamos seguir enumerando aspectos a riesgo de aburrir, lo que pretendemos afirmar es que todos estos elementos no son aspectos secundarios ni limitaciones del modelo neodesarrollista sino parte de su lógica estructural. Repitiendo lo sucedido en los 90, el kirchnerismo esperó que el crecimiento económico garantizara un proceso de derrame sobre los sectores populares. En los primeros años, el aumento del empleo y el crecimiento del consumo parecían haberle dado la razón, pero el inicio de la crisis mundial, en el 2008, demostró algo que ya estaba presente en el momento de mayor crecimiento: en el capitalismo actual el crecimiento de la economía no implica mejoras sustantivas en la redistribución de ingresos para enormes franjas de las clases populares. Aún más, buena parte de los aspectos más beneficiosos del modelo, como veremos, han llegado a su fin mientras que todo lo contrario sucede con aspectos estructurales, como los que aquí señalamos.
No hablamos de un derrumbe de la economía, al estilo 2001, sino de variables macroeconómicas que muestran acentuados deterioros y que no se pueden resolver en los marcos del capitalismo dependiente.
En tercer lugar, se acerca un escenario de recambio político. No descubrimos nada si afirmamos que las opciones de recambio que aparecen en el horizonte implican la profundización de mecanismos de ajuste. Las opciones más viables son las de una continuidad negociada del kirchnerismo, vía una candidatura de Daniel Scioli o la de un gobernador más afín, como la de Arturo Urribarri o el actual Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich. Como rival principal aparece la del PJ no kirchnerista, liderada por Sergio Massa. Con menos probabilidades, pero contando hoy con alrededor de un tercio del electorado, la reedición de la Alianza con el acuerdo UCR, el Socialismo, la Coalición Cívica y la debacle total, ético-política, de Libres del sur y los restos del Proyecto Sur de Pino Solanas. Es aún menos probable el triunfo de una candidatura de Mauricio Macri, dado que el massismo ocupa el mismo espacio y está muy claro, para las distintas fracciones del bloque dominante, que la mayor gobernabilidad proviene de experiencias intra PJ.
En términos electorales, la excelente elección de la izquierda trotskista, por medio del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), se encontrará en el 2015 con la dificultad histórica que las elecciones presidenciales tienden a reducir los votos de las opciones minoritarias. Una estrategia más plural y convocante por parte de esta izquierda podría amenguar esa situación, pero no parece que esa sea la actitud predominante en las fuerzas trotskistas que componen la alianza. Por el contrario, el éxito político no parece haber frenado su tendencia estructural a la cariocinesis permanente –ruptura del PTS– ni su preferencia por las disputas internas.
El intento de opciones centroizquierdistas, del tipo Podemos (que ni siquiera superó las PASO) o Camino popular, tienen todos los boletos para, de intentar reeditarse, obtener nuevamente resultados muy magros. Tanto porque la variable neo-kirchnerista seguirá ocupando franjas de ese sector –al menos por un tiempo– como porque otra parte de los votantes de ese espacio se dirigirá hacia la reedición de la Alianza y otra franja preferirá opciones opositoras, con más carnadura y coherencia que la que han mostrado la Unión Popular de Víctor De Genaro o el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) o la Corriente Clasista Combativa (CCC), como sus aliados más cercanos.
A su vez, desde el espacio de la izquierda independiente se lanzaron experiencias electorales en distintos distritos del país. Algunas de ellas, como Patria Grande en La Plata o Ciudad Futura en Rosario, cosecharon buenos resultados, más allá de no lograr meter un edil. Son ensayos que tienen de positivo haber dejado de lado las taras políticas provenientes del autonomismo exacerbado que impedían presentarse a disputar en ese plano y haber intentado mostrar un perfil más afín a las luchas populares y la trayectoria del espacio. El desafío venidero es muchísimo más complejo. Para la sociedad, el espacio de izquierda está identificado con el que ocupa el FIT, guste o no esa situación para el activismo de la izquierda independiente. Una elección presidencial es muchísimo más polarizada. Lo peor que puede hacer el espacio es intentar presentarse de cualquier manera en el 2015, como si fuera una opción de vida o muerte. Muy por el contrario, el camino más razonable sería el de lograr una coordinación común de las distintas opciones de la izquierda independiente y desde allí explorar posibilidades de alianzas, descartando cualquier desviación centroizquierdista. A su vez, siempre existen posibilidades de acuerdos regionales que pueden ser parte de una política nacional común. Lo principal es que el espacio tome en cuenta que lo decisivo, de cara al futuro, se va a dar en el terreno de la lucha de clases y no en el marco institucional electoral, al menos en el corto plazo. Los armados electorales necesarios que se realicen tienen que potenciar perfiles de lucha y lo acumulado por abajo. Si la opción no es clara en ese sentido, es mucho más sano no intervenir de manera directa, sin por eso volver a las discusiones de años previos.
Se nos podrá rebatir que estás apreciaciones tienen escasa certeza en un país donde dos años implican una eternidad y no les faltara parte de razón a quienes señalan esto. Son apreciaciones pensadas en este contexto específico. De todas maneras, mucho más que las predicciones electorales, importa ver las tendencias de fondo, que indican una posible revitalización de las luchas populares. Antes de desarrollar esto quisiéramos señalar algunas cuestiones, en el marco del sistema político.
Si el ciclo K recompuso la gobernabilidad, un aspecto central de la etapa previa no se pudo reconstruir: el bipartidismo y la alternancia. Aunque hay una recuperación –muy parcial– del caudal electoral de la UCR, está a años luz del partido que supo ser pata clave del funcionamiento sistémico. Necesita, para tener ciertas posibilidades, recurrir al arco de alianzas descripto más arriba y hasta a la posibilidad de tener que aceptar una candidatura extrapartidaria como la de Hermes Binner –que por cierto cada vez se parece más a De la Rúa por su perfil conservador y su discurso anodino–. En el caso del PJ no cabe duda que es el partido pro-sistémico por excelencia. Aún así, en cada elección presidencial presentó múltiples opciones y lo mismo pareciera que va a suceder en el 2015. Hoy, pareciera expresarse en el partido hegemónico una situación de liderazgos provinciales, con los gobernadores, y locales, con los intendentes –sobre todo del conurbano– que negocian condiciones de alineación evaluando quiénes tienen mayores posibilidades de controlar el gobierno nacional y el acceso a la caja del Estado. Ahí esta la incógnita, pero también el corazón de la apuesta de las fracciones más importantes del bloque dominante, que miran al pejotismo en sus distintas variables, para ver quién les garantiza, con mayor seguridad, altas tasas de ganancia y tener en caja la conflictividad social. Con todo, el funcionamiento del sistema político no volvió a rearmarse en la forma pre 2001.
En ese sentido, digamos que nada augura un retorno al neoliberalismo del tipo de los 90, más allá del tremendismo del progresismo K. Más bien pareciera proyectarse una suerte de variante del neodesarrollismo, con mucha menor preocupación por ocupar discursivamente una franja nacional popular. Si se miran bien, las medidas gubernamentales en curso demuestran la existencia de un acuerdo, no explicitado, entre las distintas opciones de recambio político. Ese acuerdo tácito consiste en: aumentar las tarifas de los servicios públicos –con subas de hasta el 60% en el transporte y un feroz aumento en impuestos provinciales y municipales-; profundizar el extractivismo, mejorando la capacidad exportadora para obtener dólares; iniciar un nuevo ciclo de endeudamiento externo, para lo que hay que recomponer relaciones con los organismos internacionales de crédito; devaluar el peso y mantener aumentos de salario por debajo de la inflación real; mantener el control de la conflictividad social. En todo esto hay concepciones similares. En todo caso se discute, el ritmo de la devaluación y su profundidad, el mayor nivel de alejamiento o de cercanía con grupos monopólicos, como Clarín o Techint o una mayor toma de distancia de los países del ALBA, pero aceptando la alianza subordinada con Brasil.
Incluso, no parece imaginable que hipotéticos gobiernos de Massa o Binner, vayan a desmantelar políticas sociales como la Asignación Universal por Hijo, aunque obviamente no buscaran su ampliación o mejora. Esto no significa descartar de plano que determinadas fracciones del bloque dominante intenten, antes del 2015, reeditar un escenario de colapso de la economía por medio de corridas bancarias y aceleración inmanejable de la escalada inflacionaria. Esto puede suceder porque ya señalamos que hay aspectos donde existen diferencias. Además, el recambio de gobierno puede llevar a determinados sectores a intentar generar una crisis para aleccionar a la fuerza entrante en el gobierno de no traspasar ciertos límites y no pretender tener un juego propio, ubicándose como arbitro de determinados conflictos al interior del bloque dominante, como lo ha hecho el kirchnerismo.
Lo más importante, creemos, es tener en cuenta que la recomposición del sistema político tiende a desgastarse y que aumentan las brechas entre las instituciones y las necesidades populares. No hay que confundir deriva político electoral hacia la derecha con derechización de la sociedad, como hace cierto progresismo K. El terreno de la conflictividad social tiene diversas aristas. Ahí esta el epicentro de los años venideros.
En ese cuarto aspecto pensamos que se dan ciertas variables a tener en cuenta.
Hay un claro aumento del descontento social, en gran parte situado alrededor de los elementos macroeconómicos en crisis del modelo neodesarrolista, que describíamos más arriba. Para ese descontento, los discursos sistémicos tienen como gran variable hegemónica el de la inseguridad y la militarización social. Por cierto, basta ver el despliegue de Gendarmería y Prefectura, junto a las últimas acciones de Sergio Berni –convertido en una suerte de “Rambo” K- para ver como ha asimilado esa opción el gobierno actual. Otra pata de construcción de legitimidad social, para las opciones sistémicas no K, consiste en la supuesta efectividad de obras públicas del estilo de las de Macri con el Metrobús. Aprovechan el apoyo mediático de grandes grupos comunicacionales y el malestar social en contra del gobierno, a la vez que se apoyan y expresan las formas de subjetividad social más regresivas, de una sociedad brutalmente fragmentada. Al mismo tiempo tratan de usufructuar la tendencia de esas franjas sociales a disputar la calle, como lo mostraron los cacerolazos. Sin duda, esos discursos pueden resultar seductores para las franjas de clase alta y sobre todo medias que, paradojalmente, fueron las que más se beneficiaron del crecimiento económico de años anteriores. No parecieran en cambio tener la capacidad de abarcar el conjunto del descontento social popular.
El descontento se expresó con fuerza en las luchas populares en contra del extractivismo y sus consecuencias, como en los emblemáticos conflictos de Famatina, Andalgalá, el de los Qom o el exitoso bloqueo en Córdoba a la nueva planta de Monsanto. Se mostró a nivel de la conflictividad sindical, con luchas salariales pero también en contra de la precarización laboral. En particular las luchas de los trabajadores estatales, incluida la educación, encabezan numéricamente todas las mediciones de conflictividad social. A nivel del territorio, existen centenares de experiencias con cierto grado de proyección local, centradas en la pelea por el acceso a la vivienda, la educación, la lucha contra el gatillo fácil, contra la trata o la opresión de género.
Aún en un marco general donde el sistema logró mantener encauzada gran parte de esa conflictividad, comparativamente hablando con otros países de América Latina –a excepción de Bolivia o Venezuela- la conflictividad social en Argentina se mantuvo en un nivel interesante y el peso político organizativo de los movimientos populares tiene un piso de importancia. Con todo, su nivel de fragmentación, por momentos sus perfiles más corporativos y la capacidad de asimilación del gobierno K, marcaron parte de las limitaciones y las dificultades que tuvo que enfrentar el movimiento popular. Justamente allí puede estar un cambio de importancia. La presente dinámica de ajuste en lo urbano y laboral puede marcar la posibilidad de confluencia de ese descontento con los conflictos contra el extractivismo que, hasta ahora, transcurrieron por canales diferentes que los otros conflictos sociales. Trabajar esa confluencia y encarar todas las luchas desde perspectivas más abarcadoras y menos corporativas, se torna una necesidad imprescindible para poner en pie el nuevo ciclo de luchas populares que necesariamente se ubicará en el terreno de la resistencia.
Otra variable de suma importancia es romper el esquema porteño céntrico y mirar con atención lo que pasa en determinadas regiones del país como el NEA, el NOA o la Patagonia. En algunas provincias se nota la crisis de las economías regionales, las consecuencias sociales del extractivismo y el descontento mayor con las estructuras de control autoritario de muchas gobernaciones. En parte, eso se expresó en las elecciones que realizo el FIT en Salta o Mendoza, pero también en otros planos como la larga toma de facultades en Tucumán, las masivas marchas contra el Rector de la Universidad en La Rioja, o en Jujuy, con la recuperación del Sindicato de Municipales por la lista encabezada por el “Perro” Santillán o la importancia de la movilización por la memoria, recordando el apagón en Ledesma. Esos hechos, junto a la persistencia de las resistencias contra el agronegocio o la megaminería ya mencionadas, obligan a prestar atención a lo que está sucediendo por fuera de la megalópolis que forman Buenos aires y el conurbano. No se trata de magnificar, pero tampoco de minimizar esas situaciones. En otros momentos históricos, desde otras regiones del país provinieron las dinámicas de lucha que tuvieron mayor impacto sobre las clases subalternas. Sucedió post Cordobazo, en los primeros años de la década del 70, con las comisiones internas fabriles y sindicatos clasistas que se generaron en la provincia mediterránea y se expandieron hacia el conurbano, siguiendo lo que dio en llamarse el cinturón rojo del Paraná. Algo similar pasó con los cortes de ruta en Cutral Có, Tartagal y General Mosconi, que desembocaron en el auge del movimiento piquetero. Es cierto que no se ve, por ahora, una forma de lucha que sea dominante y se expanda, como con el clasismo o los piquetes, ni mucho menos una crisis de dominación como las que se dieron desde 1969 o el 2001, pero no hay que perder de vista que hay situaciones de malestar social agudos que se expresan con particular virulencia en distintas lugares a lo largo del país.
En ese sentido, nos parece fundamental para la resolución positiva de la encrucijada que se le presenta a la izquierda independiente tomar nota de que no hay que encerrarse en las miradas que conciben la política tan sólo como juego de ajedrez entre la militancia organizada, y advertir que la principal brecha que se abre es en la sociedad civil. La combinación de crisis mundial del sistema capitalista que se expresa como crisis civilizacional, el agotamiento del modelo neodesarrollista, el recambio político y el descontento social, con un posible nuevo ciclo de luchas, abre la posibilidad de crecer en influencia social en la población. La tarea esencial de la izquierda independiente pasa por insertarse solidamente en esos conflictos porque, si no se autoniega, tiene para ofrecer una concepción diferente al de otras opciones: el poder popular, la crítica de la política y la acción/reflexión con una perspectiva de la revolución como autoemancipación de las clases subalternas. Las mayores posibilidades de ser una alternativa de cambio real se ofrecen por el crecimiento en y con el pueblo trabajador y no por la ingeniería de la política de alianzas entre los distintos reagrupamientos de la militancia, sin negar la importancia de esto último. El tema es que la política de alianzas tiene que estar determinada por cuales son las que ofrecen mayores posibilidades de realimentar la disputa por abajo y a la izquierda, para decirlo en términos zapatistas, de la conciencia de cientos de miles de nuevos compañeros de trabajo, estudio y vecindad.
En esa clave hay que leer la tan mentada hipótesis de mayor politización de la juventud en el ciclo K, definición que por sí misma no expresa nada. No es lo mismo la juventud que se politiza en las luchas sociales que la que concibe la política como acceso a instancias de poder, profesionalización, ascenso social y dirección desde arriba de las clases populares, que es la tendencia dominante en espacios como La Cámpora, por poner un ejemplo. La impronta específicamente juvenil de la intervención en la política sin duda es una cuestión a abordar y reflexionar, pero de nada sirve si se junta la biblia y el calefón. La nueva-nueva izquierda tiene para ofrecer a los jóvenes su subjetividad de transformación desde abajo, liberada ahora de las taras situacionistas, como espacio de recreación de una nueva identidad formada en la potencia de la acción colectiva. Para esto tiene que priorizar y desechar las trampas que se abren a sus costados y hacer un balance que rescate lo medular de su trayectoria.
Pensando las tareas de la etapa
Participar con posibilidades mayores de esos enfrentamientos sociales requiere, a su vez tomar en cuenta determinadas cuestiones.
A nivel territorial, epicentro por excelencia de la praxis de la izquierda independiente, nos parece que un aspecto importante a rescatar que le permitió, no sin heridas, resistir el integracionismo del ciclo K, fue la capacidad de salir del esquema planes y alimentos para abordar, en el territorio, múltiples problemáticas. Los bachilleratos populares, jardines y primarios autogestionados, los centros culturales, las cooperativas y emprendimientos de economía solidaria, los espacios de género y de confrontación con el patriarcalismo, la autoconstrucción de viviendas y la recuperación de tierras, por nombrar algunas de las prácticas que modificaron la acción de tantos movimientos, fueron fundamentales para no desaparecer cuando se produjo el reflujo de los movimientos de desocupados. Esa riqueza tiene que ser profundizada, mejorada y sistematizada, para potenciar su capacidad de aporte. La existencia en el territorio de casas populares, centros culturales o locales, desde los que se despliegue un conjunto de intervenciones parece ser la forma más acertada para la etapa.
En los grandes centros urbanos la dinámica del capitalismo produce nuevos impactos que es imprescindible tener en cuenta. Se trata de un proceso socioespacial de multiplicación de grandes megalópolis –más de 14 millones de personas concentradas en el caso de un espacio que junta la ciudad de Buenos Aires y el conurbano- donde se expresa la acumulación por desposesión con características específicas. El creciente nivel de hacinamiento, de privatización y mercantilización de los espacios públicos, la fragmentación y la violencia horizontalizada, la precarización laboral y social, la enajenación y ruptura de la sociabilidad, alimentada por fenómenos como el de millones de personas que tienen que pasar largas horas para ir y regresar a sus casas del trabajo en transportes implosionados, los acentuados cortes de clase al interior de los barrios de las megaurbes, son procesos que condicionan la subjetividad de millones de personas y que ninguna praxis que se pretenda contrahegemónica puede dejar de lado.
Ante la multiplicación de los conflictos, es determinante encontrar ideas-fuerza que ayuden a unificar el carácter de esos procesos y que adquieran sentido para las clases populares. La capacidad de, ante cada conflicto y crisis, anudar los lazos que los unen con otros conflictos, es determinante. Nos referimos a la relación íntima de esos procesos entre sí. Por ejemplo, los recientes saqueos ligados a las asonadas policiales condensan múltiples aspectos: la autonomización relativa de las fuerzas represivas; sus lazos estructurales con el narcotráfico y la delincuencia organizada; la enajenación de sectores de mayor poder adquisitivo, capaces de participar ante la posibilidad de tomar un bien que en realidad ya poseen; las mercancías como elementos que constituyen identidad –sistémica– entre amplias franjas de las clases populares, que se sienten excluidas del acceso a bienes que se les presentan como esenciales para lograr reconocimiento social y pertenencia; el racismo y la colonialidad del poder, presente en el enfrentamiento entre barrios y la demonización por color de piel y vestimenta; la circulación de rumores de saqueos de casas y de barrios contra barrios como manera de alentar el enfrentamiento horizontal al interior de las clases populares, algo que ya estuvo presente en los saqueos de 1989 y del 2001 y que debe ser analizado seriamente –porqué va a reaparecer– como forma de control social en escenarios de crisis aguda; la complicidad, pero también la impotencia de la clase política y de las instituciones gubernamentales; la debilidad de la intervención de las fuerzas populares y su incertidumbre ante un conflicto de esa naturaleza; la evidencia de la situación de desprotección de amplios sectores sociales, más allá de los discursos kirchneristas sobre las bondades de sus políticas sociales, desprotección acentuada por los procesos de especulación inmobiliaria, que ya mencionamos más arriba, por el vuelco de las rentas sojeras en las construcciones de mega torres y barrios, con el colapso consiguiente de servicios públicos y del costo de vivienda para otras franjas de la clase media y populares. Incluso la relación de esas rentas, provenientes del agronegocio, con la expansión de fenómenos como el narcotráfico. La lista puede ser aún más larga. El tema es cómo anudar esos planos y encontrar conceptos, consignas, campañas, formas de abordaje que permitan visibilizar los lazos que los unen, estructurar su jerarquía, porque no todos revisten el mismo grado de importancia y que puedan direccionar la bronca y el rechazo a lo existente de muchos sectores hacia prácticas transformadoras. Cada crisis se presenta surcada por otras dimensiones que la alimentan y la direccionan. Ya hemos afirmado que, ante estas situaciones, el corporativismo muestra sus límites. Hay experiencias embrionarias que exploran la necesidad de abordar, en lo urbano, esta situación de desposesión.
En Lujan, la idea de dos ciudades, absolutamente diferentes según sean pensadas desde el poder político y económico o desde las clases populares; la experiencia de Giros en Rosario, logrando una ordenanza que prohíbe la construcción de barrios privados en la ciudad; la campaña del MPLD planteando la necesidad de una Ciudad Futura, así como las propuestas de la Coordinadora Villera en Buenos aires y el conurbano para la urbanización de los barrios populares; la experiencia del FPDS, de docentes y estudiantes de La Plata, con el Manual de Derechos y el concepto de Derecho a la Ciudad, derecho del que están siendo despojados los sectores populares; los aportes de intelectuales, como Silvio Schaster u otros, sobre esta dimensión de la dominación. Hay que pensar estas experiencias y darles un sentido unificado, buscar su convergencia y diálogo. Notemos que todas las acciones que mencionamos partieron de organizaciones y referentes vinculados a la izquierda independiente, lo que muestra la potencialidad del espacio para dar cuenta de problemáticas que ponen en evidencia la diversidad de dimensiones de la dominación, algo en lo que otras concepciones del campo popular tienen serias dificultades.
Un elemento para reflexionar respecto a la praxis en el territorio es sacar un balance de la relación con el Estado y los recursos que los movimientos populares obtienen de él con sus luchas. Hay ahí un nudo a repensar detenidamente. Sin duda, una enorme riqueza de los movimientos fue conquistar reivindicaciones por medio de la lucha e intentar modificar el sentido jerárquico y de control social que el Estado intentaba –e intenta– dar a sus programas sociales. Fue así con el Plan Jefes y Jefas de Hogar duhaldista y sucedió con el plan K de Argentina Trabaja y sus cooperativas. Gran parte de la disputa pasa por no dejarle a los punteros el control de las grandes masas populares en los barrios y porque los movimientos autogestionen de manera autónoma esos programas. Sin esa pelea, la inserción territorial de las organizaciones quedaría reducida. El problema se presenta cuando la situación de relación de fuerza con el Estado se modifica y lo que fue conquista pasa a ser desgastado, desgranado y reducido por el propio Estado. Basta con mirar la situación en la actualidad de muchas cooperativas del Argentina Trabaja, obtenidas por los movimientos de la izquierda independiente. A su vez, como las negociaciones de los movimientos con el aparato estatal suelen darse de manera fragmentada, los funcionarios son el eje de la distribución, lo que les permite un conocimiento detallado de las organizaciones y una tarea de inteligencia sobre su desarrollo, disputas internas y concepciones. En ese hilo tan fino, que pasa por no caer en el rechazo pleno de la lucha por los recursos estatales (basta mirar lo que pasó con Toty Flores y el MTD de la Matanza, para entender que eso no es garantía de nada) y la dependencia estructural del aparato estatal, pareciera ser necesario para las futuras luchas, priorizar formas de sociabilidad, de construcción de base, que no dependan única ni mayoritariamente de los recursos estatales. Se trata de llevar a cabo una concepción de la territorialización, de dar una pelea espacial, pero también simbólica y cultural, contra el poder de los punteros. Un enfrentamiento que sea integral y contemple la conquista de programas del Estado, aún en su versión autogestionada, como una estrategia subordinada a otras formas autogestionadas y de inserción en el territorio, construidas con recursos que no provengan del Estado.
Además, entendemos que el asentamiento territorial del espacio tiene que priorizar una preocupación especial por lograr profundizar su inserción en las zonas de mayor concentración de pobreza y exclusión del país. La zona sur de la ciudad de Buenos aires, el conurbano –y dentro de él lugares que son determinantes por su composición social, número y/o historia de lucha, como la Matanza, Florencio Varela, Moreno o Lomas de Zamora-, el Gran Rosario y el Gran Tucumán aparecen como escenarios relevantes de la batalla esencial de los años venideros, que se dará por el control de la calle, algo que las fuerzas sistémicas ya están avizorando.
De la misma manera, es necesario problematizar, desde ahora, cómo encarar el trabajo territorial para enfrentar las secuelas sociales y las consecuencias represivas –como vimos con el asesinato de los pibes del FPDS en Rosario– del narcotráfico, lacra social que vino para quedarse y amenaza con extenderse, de determinadas zonas del conurbano y el Gran Rosario, hacía otras grandes urbes del país, como Córdoba.
Finalmente, señalemos que hay un mundo de la institucionalidad en los barrios que ha sido poco explorada por el espacio. Se trata de la existencia de miles de sociedades de fomento, clubes de barrio, asociaciones y juntas vecinales, donde transcurre buena parte de la vida cotidiana de las clases subalternas y resultan fundamentales en los lazos de sociabilidad que se establecen en los barrios populares. Muchas veces, la preocupación por generar una construcción propia lleva a dejar de lado ese plano de disputa, que puede multiplicar la influencia de una fuerza revolucionaria en el territorio. Algunos ejemplos de competencia por la dirección de Juntas Vecinales, por parte de agrupaciones del espacio en villas de la Capital Federal, pueden ser tomados como referencia. Por otra parte, tener en cuenta estas instancias resulta útil para comprender que el mundo de lo institucional y de la necesaria disputa de ciertos espacios no se reduce, ni mucho menos, a las elecciones parlamentarias o por cargos ejecutivos.
A nivel del desarrollo en el mundo asalariado y sindical aparece una falencia evidente del espacio. Su inserción es decididamente débil y la izquierda partidaria, nucleada en el FIT, le lleva mucha delantera en organizar la lucha de los trabajadores contra la explotación y la precarización laboral. Es difícil pensar en ser una opción de cambio real sin ser una fuerza importante dentro de los más de 8 millones de asalariados del país. De hecho, a nivel docente y de los trabajadores del Estado, la izquierda independiente cuenta con núcleos militantes importantes. No es para despreciar ese capital, sobre todo si vemos la importancia que tienen los conflictos en ese sector de los asalariados y la repercusión social que adquieren. Además, pareciera expresarse un debilitamiento de las burocracias que conducen esos gremios, aspecto que la generación de agrupaciones de base, plurales, clasistas, genuinamente democráticas y no corporativas ni sectarias, pueden aprovechar. Se observó algo de esto en la participación en la Lista Multicolor y en la aparición de agrupaciones como la Fossatti en Matanza, que pudo articular docentes de las escuelas públicas con los compañeros de los bachilleratos populares.
Al mismo tiempo, la mayor inserción en franjas de los trabajadores industriales de las organizaciones de la izquierda es la comprobación de que es factible crecer a ese nivel. El trabajo territorial del espacio puede ser un factor importante para aumentar la capacidad de influencia en el mundo laboral, si se advierte que muchos trabajadores participan de los conflictos sociales en el territorio y que ese nivel de pertenencia puede ser proyectado hacia los lugares de trabajo. El tema es comenzar a pensar con otra cabeza, donde el concepto de multisectorialidad no remita a una suma de prácticas de distintos espacios, sino a la construcción del momento ético-político gramsciano, que implica la superación del plano corporativo y la construcción de un bloque histórico de las clases subalternas.
Es importante no confundirse respecto a los aliados en esta lucha. Un ejemplo se produce con el caso de la CTA no kirchnerista, dirigida históricamente por el degenarismo. Este espacio, aún debilitado después de la ruptura con el kirchnerismo, es importante a nivel de las luchas sociales. En esa pequeña central se expresa una parte importante del activismo sindical combativo. Las elecciones directas para los cargos sindicales y la posibilidad de pertenencia a la central de los movimientos sociales son elementos que deben ser positivamente valorados desde el espacio. Existen algunos agrupamientos, como la Corriente Clasista, que a nuestro juicio no pueden ser ubicados en bloque como una burocracia sindical. No podemos decir lo mismo del degenarismo. Aún reconociendo determinados aciertos en la historia de la CTA, su dirección ha mostrado claros perfiles burocráticos.
La discusión sobre la burocracia sindical tiene aristas complejas. Coincidimos en que la burocracia es el brazo de la clase dominante en el seno de los trabajadores. Pero esto no puede llevarnos al simplismo de suponer que la mera eliminación de esta capa de dirigentes permite la expresión genuina de una clase trabajadora, que siempre es pensada como plenamente combativa. Por el contrario, la burocracia refleja, alimenta y representa los niveles de conciencia más débiles presentes en franjas importantes de los trabajadores. No es un mero agente externo, insertado artificialmente en el mundo de la fuerza de trabajo. Por eso, la tarea principal de las corrientes antiburocráticas y de sus organizaciones de base es la generación de espacios de autoorganización y empoderamiento de los trabajadores, independientemente de la disputa directa o no de las estructuras sindicales. Solo el poder popular, entendido como construcción de Sujeto de cambio –sí, Sujeto con mayúsculas-, podrá superar las concepciones burocráticas.
Volviendo al caso del sector hegemónico en la dirección de la CTA, desde ya no se trata del ala de la burocracia sindical devenida en empresarios, con altos niveles de corrupción y control represivo de sus gremios. Pero la desconfianza en la movilización, el rechazo a la autoorganización de los trabajadores y la subordinación permanente de las luchas a las estrategias institucionalistas, son rasgos básicos de la burocracia. Esas concepciones burocráticas, que condujeron construcciones sociales genuinas hacia niveles de capitulación, estuvieron presentes en la ausencia de la CTA en las jornadas del 19 y 20; en la desactivación de la Constituyente Social, una y otra vez, ante las coyunturas electorales, donde se impulsaron –e impulsan- opciones que cuesta incluso calificar de reformistas, como el reciente FAP; se visualizan en los lazos históricos con el socialcristianismo y el Vaticano; en su defensa constante de un ala del agronegocio, como la que representa el dirigente de la Federación Agraria Eduardo Buzzi, así como en la postura en el conflicto del 2008; se observan en la defensa de engendros confusionistas de consecuencias trágicas, como la sindicalización de la policía, cuando no hay un solo ejemplo de que su existencia modifique el carácter estructural de ser fuerzas represivas del Estado ni las acerque como instituciones, al mundo de las clases subalternas.
No son cuestiones menores y sabemos que dejamos afuera de la mención una larga lista. Por supuesto que no hay que pensar que el conjunto de quienes acompañan a la actual dirección de la Central pueden ser incluidos en estas concepciones. Pero lo menos que se puede decir es que la Corriente Clasista en su conjunto se subordinó en reiteradas ocasiones a las directivas del degenarismo. Por lo tanto, si es necesario no emblocar y poder pensar en posibles acuerdos, en determinados sindicatos, regiones del país y lugares de trabajo, con expresiones más combativas de la CTA, bajo ningún concepto agrupaciones del espacio deberían aparecer como aliadas de la actual dirección en las próximas elecciones nacionales de la central en el 2014. Por el contrario, hay que organizar la disputa de esta organización al sector hegemónico y será un problema de quienes hoy forman parte de ella, tomar distancia o no de las concepciones dominantes.
Otro nivel de alta conflictividad se presenta alrededor de los bienes comunes de la naturaleza y las resistencias a los procesos de saqueo y desposesión, que son aspectos estructurales del sistema capitalista, agudizados por la dinámica de la crisis mundial.
Anteriormente, expresamos nuestras expectativas de que el nuevo ciclo de luchas permita una confluencia de estas experiencias con otros conflictos. Indicamos además, los múltiples lazos que unen al extractivismo con la desposesión dentro de los grandes centros urbanos. Ubicamos allí una batalla central a librar en los años venideros. Las luchas contra la desposesión en la ciudad y su confluencia con los enfrentamientos contra la megaminería y el agronegocio, que se libran en distintas regiones del país. En ese terreno, el espacio debería librarse de toda tentación sustitucionista de los agrupamientos que surgen del propio proceso de luchas, sin dejar por ello de pensarlos críticamente y tratar de colaborar para superar sus límites. Nos referimos a la Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC), como sobre todo al reciente Consejo Plurinacional Indígena, que se gestó en el 2013. Hay allí polos de reagrupamiento de las resistencias a valorar en el largo plazo, sin ser arrastrados por las modas militantes, que oscilan permanentemente en seguir el último conflicto en boga.
De manera aún no visible plenamente, la Argentina forma parte de la activación política de los pueblos originarios en todo el continente, que comenzó con los contrafestejos de la conquista de América en 1992. No se trata sólo del más conocido caso de los Qom, sino de la recuperación de miles de hectáreas que hoy están llevando adelante determinadas comunidades, en todo el territorio y particularmente en la Patagonia. Hay que acercarse a esos procesos –o reacercarse en el caso de la UAC– sin concepciones dirigistas o vanguardistas, pero tampoco con visiones ingenuas, que los idealicen. En todo caso los límites localistas y de autonomismo extremo, que en más de una ocasión se vieron en algunos actores de la UAC, se superan desde el debate y la lucha común y con políticas capaces de demostrar al conjunto que resultan más eficaces.
De la misma manera, estamos convencidos de que se ha hecho todavía poco por dar a conocer la importancia de determinados conflictos en las grandes urbes. Jornadas de propaganda, cortes y acciones directas, convergentes en fechas comunes en calles, estaciones y plazas, explicando, por poner un ejemplo, la cuestión de los transgénicos y la batalla contra la planta de Monsanto que se está librando en Córdoba, contribuirían mucho a la ampliación de una masa crítica a nivel social, que es una pelea decisiva para impulsar una perspectiva contrahegemónica.
Si una debilidad de estos procesos es su dificultad para nacionalizarse, la iniciativa de una Consulta Popular nacional por la defensa de los Bienes Comunes que impulsa la CTA, particularmente el dirigente del sindicato de Luz y Fuerza de Mar del Plata, José Rigane, debería ser apropiada de forma entusiasta por la izquierda independiente. La consulta pone en el centro el derecho democrático a que la población decida, su realización y/o la instalación de la necesidad de que se lleve a cabo, politiza a sectores de la población y propagandiza la situación de saqueo, permite la convergencia de distintas luchas y enlaza con los reclamos de consultas populares vinculantes, que reclaman distintas comunidades a lo largo del país y que demostraron su potencialidad en las victorias de las localidades de Esquel y Loncopúe. De la misma manera que para lo político institucional y lo sindical, entendemos necesaria una separación clara del sector hegemónico de la CTA, aquí vemos la posibilidad y la necesidad de una convergencia, no con su dirección mayoritaria sino sobre todo con los sectores más confrontativos de la central. Principalmente, vemos una posibilidad de articulación nacional de todas las luchas por los bienes comunes.
Sin duda, otros epicentros del nuevo ciclo de lucha se desarrollaran alrededor de la problemática del patriarcalismo y la opresión de género. La nueva-nueva izquierda tiene acumulado un capital simbólico importante en un aspecto de la dominación profundamente arraigado y naturalizado en las relaciones sociales vigentes. El espacio es el que tiene la mayor posibilidad de un intercambio crítico con decenas de agrupaciones feministas y su participación en los Encuentros Nacionales de la Mujer, instancia única en América Latina, ha sido siempre relevante. Seguramente la lucha contra la trata, la Campaña por el Derecho al Aborto, el trabajo celular contra la creciente violencia de género y la visibilización y condena de los femicidios, seguirán siendo los aspectos centrales de la acción en este plano. Como elemento estratégico, la despatriarcalización de la militancia del espacio, con la referenciación y el empoderamiento real y concreto de sus compañeras, y una mayor preocupación por las luchas ligadas a la diversidad sexual, parecieran ser aspectos ineludibles a profundizar en los próximos años.
Hay que tener en cuenta que las relaciones de fuerza para estas peleas se han modificado, en un sentido negativo, con la elección de Jorge Bergoglio como Papa. Contra las ingenuas –o interesadas– lecturas, que asimilan un proyecto de transformismo de la Iglesia, para ponerla a salvo del deterioro de su influencia social, con proyectos sociales de cambio como los que se generaron a partir del Concilio Vaticano II, surgen contundentes evidencias en sentido contrario. Uno reciente es la media sanción del Código Civil, con la postulación de que la existencia de la vida empieza con la concepción. Es una redacción pensada como traba legal para cualquier posible sanción futura de una ley a favor del aborto y fruto de un acuerdo evidente entre el kirchnerismo y la iglesia. Al mismo tiempo, tanto los grandes monopolios comunicacionales como el bloque de medios kirchnerista, pugnan por embellecer la imagen del Papa, creando un sentimiento de empatía en franjas importantes de la población. La avanzada del poder eclesial –legitimada en el acercamiento de Bergoglio a experiencias de organización de los cartoneros, como el MTE o contra la trata, como La Alameda- presentará nuevos desafíos y peligros de cooptación a las corrientes emancipatorias.
El movimiento estudiantil se ha presentado como un reservorio imprescindible para el crecimiento de la militancia del espacio. Iniciativas como las del ENEOB o los Foros de Educación, tuvieron la capacidad de articular prácticas a nivel nacional y generar instancias masivas de encuentro y reflexión crítica, aunque sus virtudes parecieran haber entrado en procesos de estancamiento, quizás por el impacto en su seno de las tendencias que describíamos al principio de este trabajo. La necesidad de un enfoque más plebeyo de las tareas militantes en la universidad y que tomen determinados resguardos del electoralismo y la rosca académica como prácticas que resultan dominantes en su seno, parecen ser prioritarias. Recordemos que, contra lo que sostienen ciertas miradas dogmáticas, en las facultades existen sectores importantes de los estudiantes que se insertan en el mundo laboral, sufriendo fuertemente las formas de precarización y explotación del sistema. Además de la posible vinculación de ese sector con las tareas de organización sindical, hay que repotenciar las peleas por un boleto educativo –que alcanzó determinados éxitos en lugares como La Plata- extendido a los docentes, la ampliación de becas y del acceso directo a los materiales de estudio, el desarrollo sistemático de formas permanentes de vinculación de las agrupaciones estudiantiles con las experiencias emancipatorias en el territorio y en el mundo laboral. Ninguna de estas cuestiones resultan nuevas pero parecieran, en algunos casos, haber sido subordinadas a la priorización de otros enfoques. De la misma manera, la problematización del conocimiento académico y el cuestionamiento de las concepciones dominantes, el rechazo a las evaluaciones externas de las carreras por la CONEAU –contemplada en la Ley de Educación Superior menemista–, la impostergable necesidad de una reforma democrática profunda de los claustros universitarios y el lugar de las universidades en un proyecto de país diferente, son aspectos que serán centrales en los años venideros. La generación de un estrato de intelectuales orgánicos de los movimientos y las luchas populares, con enfoques que alimenten al espacio, puede y debe ser potenciado como un objetivo a alcanzar. El movimiento estudiantil tiene un papel importante -por cierto, no único- en su generación.
Un elemento a tener muy en cuenta es la multiplicación de universidades públicas, sobre todo en el conurbano, donde la enorme mayoría de los estudiantes son primera generación familiar en la universidad. Se trata de una composición abrumadoramente proveniente de las clases populares. El control de esas casas de estudio por la militancia kirchnerista o PJ, su nivel académico –en algunos casos exiguo- o sus deficiencias en infraestructura, no deben ser un freno sino un acicate para desarrollar agrupaciones, centros de estudiantes y actividades masivas que permitan el acercamiento a ese sector del estudiantado. Lo mismo sucede con muchos institutos terciarios, algunos muy numerosos y de decisiva importancia en el terreno educativo, como es el caso de los magisterios.
Mención especial merece el movimiento estudiantil secundario que, sobre todo en la Capital Federal –e incluso en cierto momento en Córdoba– se puso al frente del enfrentamiento contra las reformas educativas macristas pero también del gobierno nacional. Hay una capa estudiantil secundaria que ha participado en tomas de carácter masivo de manera reiterada y que se ha politizado en esos contextos. Su aporte al nuevo ciclo de luchas puede ser muy importante, sino se esteriliza esa experiencia bajo concepciones aislacionistas o integracionistas.
En suma, la principal tarea pasa por encarar y pertrecharse, de la mejor manera posible, para estos desafíos que presenta la lucha de clases. Acompañando esto con la multiplicación de las tareas de formación y la creación de nuevos medios de comunicación propios, que pueden ser determinantes. En el primer aspecto, hay que ser muy audaces y no pensar sólo en la formación para la militancia interna de cada agrupación, algo que por supuesto resulta insustituible. Pensamos en algo así como encuentros regionales a lo largo del país, de carácter amplio, impulsados por los espacios con presencia en las luchas locales, acompañadas de nuevas producciones de libros, revistas, películas, blog y/o páginas de Internet. Con compañeros/as que puedan aportar elementos más generales, nacionales, regionales y mundiales. Que se propongan problematizar la realidad presente. Por poner un nombre: Foros sobre las luchas populares y los desafíos actuales de los movimientos emancipatorios, desarrollados en el NOA, NEA, Patagonia, centro del país. Su capacidad de interpelar gran parte del activismo y de las capas más movilizadas de la población puede ser muy alta.
En el segundo aspecto, el espacio tiene experiencias interesantes a nivel local y sobre todo en internet o con editoriales. En el último tiempo un canal de televisión, Barricada TV, instalado en la fábrica recuperada IMPA de la Capital Federal, consiguió el reconocimiento provisorio de la Autoridad Federal De Servicios de Comunicación Audiovisual. Es un antecedente importante, que tiene que ser potenciado. Hay que ir pensando en medios alternativos, populares y comunitarios de carácter nacional. Está claro que iniciativas de esa envergadura sólo pueden ser abordadas por colectivos diversos, pero con acuerdos muy sólidos. La dificultad de la tarea no puede hacer obviar su carácter estratégico para el despliegue de una contrahegemonía.
De la misma manera, adquiere un carácter decisivo encarar de manera integral el plano antirepresivo. El gobierno K evitó represiones directas a grandes movilizaciones populares en la megalópolis de Buenos Aires, al mismo tiempo que profundizó la judialización de las luchas y sus referentes- tenemos un ejemplo muy cercano en los cumpas de EMFER-, el control celular de los jóvenes de las barriadas populares por medio del gatillo fácil y las mafias policiales, la provincialización de las represiones sobre los movimientos populares, la sanción de normas para el control del conflicto social como la Ley Antiterrorista, la protección de las tareas de espionaje de las fuerzas represivas y la culminación de la transformación de la Gendarmería y la Prefectura en fuerzas de represión internas. Como vemos, un panorama mucho más complejo y oscuro que el que enuncian los discursos progresistas del kirchnerismo. De cara al futuro el panorama tenderá a empeorar, progresivamente, en este aspecto. Un caso emblemático es la brutal condena de los trabajadores petroleros de Las Heras en Santa Cruz, en base a confesiones arrancadas por medio de la tortura. Otro retroceso es la condena a prisión de referentes de Quebracho, en una causa donde el actor intelectual del asesinato de Fuentealba, el exgobernador Sobisch, se encuentra libre. Aumentar la solidaridad con estos casos, construir redes de abogados del espacio y del conjunto del campo popular, contar con cierto nivel de recursos disponibles para este plano del conflicto, mantener un diálogo más fluido con el conjunto de los organismos de derechos humanos –incluido el arco K-, impulsar niveles de alianza más amplios que los de otros conflictos e ir retomando cierta preocupación por la seguridad de los militantes y las marchas masivas, parecieran ser pasos de sentido común a dar en el corto y mediano plazo. Hay que recordar que gran parte de la militancia del espacio, por razones generacionales, no se incorporo al conflicto social en el momento más álgido de la lucha de clases, lo que es un componente de su subjetividad –que puede tener un sentido negativo- que no hay que descuidar.
A nivel ideológico, hay que profundizar una de las principales riquezas de la izquierda independiente consistente en su capacidad de cuestionar los paradigmas dominantes productivistas, eurocentristas y de reforzamiento de la colonialidad del poder. Este aspecto requiere de proyectos editoriales y audiovisuales con despliegue nacional. Es necesario revisitar las luchas populares de otros momentos históricos, con la voluntad que mencionaba Walter Benjámin, de forjar una historia a contrapelo. No basta con acercarse a un panteón de figuras, caudillos o referentes ajenos al panteón liberal clásico. Ese enfoque conduce a lo sumo a un pálido revisionismo. Implica una suerte de perspectiva neokirchnerista, que reproduce las visiones desde arriba de los procesos de lucha y es tributario de un pensamiento binario que actúa en espejo con el panteón liberal. La estrategia de Poder Popular requiere del rescate de cómo actuaron, pensaron, vivieron y lucharon las clases populares y plebeyas, en las grandes jornadas emancipatorias de nuestro país y de América Latina. Una historia desde, con y por los de abajo. Es vital la tarea de la reconstrucción de los hilos que unen las distintas generaciones de luchadores populares. Evitar la sensación de partir desde cero en cada nuevo ciclo de luchas es fundamental para no repetir errores, alimentar nuevas rebeldías, alumbrar esperanzas y forjar subjetividades combatientes.
Esto nos conduce a un aspecto decisivo, que tiene que ver con las políticas de alianza. Ya afirmamos que la búsqueda de la unidad no puede ser abordada desde miradas politicistas, que sólo piensan en términos de organizaciones y de fuerza propia. Requiere ser medida por el termómetro de la lucha de clases y de cómo se quiera intervenir en ella. No es éste el lugar donde caracterizar finamente los espacios e interlocutores posibles del espacio de la izquierda independiente, que mencionamos anteriormente. Simplemente digamos que el problema de la convergencia de distintas tradiciones no se resuelve con apelaciones genéricas a la unidad o hipotéticos frentes de liberación, que unirán el día de mañana a todas las fuerzas del campo popular. Esa mirada idílica, tan afín al Partido Comunista Argentino a lo largo de su historia, no se condice con uno solo de los procesos revolucionarios concretos que podamos discutir y mucho menos con los latinoamericanos. Eso no significa aceptar la contracara de concepciones sectarias que buscan la hegemonía de una fuerza partidaria bajo el paradigma del Partido-Estado. Las crisis de dominación generan, a nivel de las fuerzas populares, procesos de articulación de bloques, alianzas, frentes, que nunca unifican al conjunto de los polos previos, sino que incluso enfrenta entre sí diferentes opciones estratégicas. Para que se entienda, en el caso chileno en los 70 se expresó, por un lado, la estrategia de Poder Popular del MIR, apoyado por sectores de la Izquierda Cristiana, el Partido Socialista y gran parte del activismo de los pobladores, sindical y campesino. Por otro, la estrategia de acuerdo con la Democracia Cristiana y de reforzamiento de la gobernabilidad, encarnada en el PC, buena parte del Partido Socialista y la figura emblemática de Salvador Allende, bloque con fuerte arraigo popular en los trabajadores. Cada una de esas concepciones implicaba tareas diametralmente opuestas para enfrentar la crisis de dominación y el golpe fascista. Uno puede lamentarse de no lograr la unidad total ante el enemigo e intentar mantener siempre posibilidades de diálogo con otras fuerzas del campo popular, confundir eso con articulación de bloques contrahegemónicos y diversos, pero que requieren de acuerdos estratégicos, es un error garrafal. Creer que esas diferencias no se van a expresar ni agudizar, cuando se produce una crisis orgánica del sistema, es directamente naif. Con las concepciones con las que se mantienen diferencias estratégicas se coordina en la lucha frente al enemigo de clase. A la vez, se busca unir en instancias de articulación donde predomine la unidad de concepción, a fuerzas afines.
Si se nos perdona el exceso de optimismo, creemos que el espacio de la izquierda independiente aún mantiene niveles de subjetividad común que deberían cristalizar en alguna instancia de unidad del conjunto, aún bajo formas flexibles y abiertas. No vemos que con las organizaciones kirchneristas, la centroizquierda o el FIT los acuerdos generales sean mayores, sino por el contrario, lo que no quiere decir negar toda instancia de acuerdo en la lucha. Claro está, esto sólo si partimos del poder popular como concepción madre. La búsqueda de opciones electorales tiene que estar subordinada y enmarcada por estas tareas y no al revés.
El intento de ser una voz de cambio, con mayor potencia ante un escenario de agudización de la conflictividad y de posible crisis de dominación –esto último hoy no aparece en el horizonte cercano– requiere confrontar con las tendencias ya descriptas, que, insistimos, no están representadas homogéneamente en algunas agrupaciones de la izquierda independiente, sino que discurren de manera contradictoria y compleja, bajo formas y énfasis diferentes, el cuerpo del conjunto del espacio.
La participación decidida en estos enfrentamientos de clase puede constituir el mejor antídoto para la superación de la crisis de identidad y permitir recrear formas superadoras que alimenten y potencien esa subjetividad, parida en el anterior ciclo de luchas. Un rescate serio de los valores centrales que constituyen el capital simbólico principal del espacio resulta imprescindible. Evitar las trampas aislacionistas o integracionistas es cuestión de supervivencia. Seguramente los desafíos a los que nos enfrentamos, como espacio y como alternativas populares, no se resuelven mágicamente por algunas de las cuestiones que aquí enunciamos. Es más, un nuevo ciclo de luchas populares con toda probabilidad encontrara formas más ricas y novedosas, que las que podemos intuir desde este presente. Aún así, estamos convencidos que la mejor manera de abordar este momento de inflexión del espacio, pero sobre todo del escenario político social general, requiere de estas mínimas certezas. Para enfrentar las batallas venideras la izquierda independiente cuenta con mucha militancia con mayoritaria vocación revolucionaria, construcciones reales, capacidad de intervención, relaciones internacionales, desarrollo a lo largo del país e ideas fuerza que lo diferencian. Lo que viene demandará eso y mucho más.

Clinämen: Fuerzas armadas y producción de gobernabilidad

Conversamos sobre fuerzas de seguridad y militarización de lo social. En épocas en que el tema de la inseguridad se instala en el centro de la escena social y política, ¿qué lugar ocupan las fuerzas armadas?


Yo no fui lobotomizada: poemas del desalojo


Estos textos fueron escritos en el marco de los talleres de Yo No Fui, con motivo del traslado compulsivo -el pasado  viernes 23 de mayo-  de 30 mujeres alojadas en la unidad 31 de Ezeiza para facilitar el acceso a la salud de los genocidas que se encontraban detenidos en el Complejo Penitenciario Federal de Marcos Paz.
Estos traslados además de agravar en muchos casos las condiciones de detención de las mujeres, se produjeron ejerciendo violencia física sobre muchas de ellas y despojándolas de sus pertenencias y papeles personales. En líneas generales, se puede decir, que este traslado mejoró la situación de los varones condenados por crímenes de lesa humanidad, y en la mayoría de los casos, empeoró las condiciones de las mujeres.

Ante estos actos de atropello y violencia, y ante la desigualdad en el trato manifestamos nuestro repudio a estos traslados compulsivos, y al desmantelamiento progresivo de la cárcel de mujeres de Ezeiza (la que suele ser referida como la cárcel modelo del sistema penitenciario federal por el propio servicio) para ser ocupada por condenados varones por delitos de lesa humanidad.
Los dibujos que ilustran los textos fueron realizados por Ramona Leiva* en el taller de Dibujo y Experimentación Gráfica de Yo No Fui.
www.yonofui.org.ar

* Ramona Leiva. Nació en Santiago del Estero en 1955. Participó del taller La Estampa, coordinado por Coco Bedoya, durante 2003 y 2004. Realizó muestras colectivas en el Centro Cultural Ricardo Rojas, Galería Belleza y Felicidad, en la Bienal de San Pablo, Inglaterra y ArteBa-2004. Es una de las fundadoras de la organización social Yo No Fui. Es docente, junto a Marcela Giorgio, del taller de Serigrafía en Yo No Fui. Participa del taller de dibujo de Yo No Fui desde el 2011.

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El día más triste
por Verónica

El 23 de mayo de este año fue el día más triste, un traslado de varias compañeras… el movimiento duró máximo 30 minutos. Se escuchó solo un grito al pie del celular, sin derecho a nada, ni a poder realizar una llamada telefónica. Fue algo chocante y muy triste.

Solo se escuchaban llantos. Hubo compañeras golpeadas, algunas que estaban en reposo o enfermas, en ese momento me sentí igual que un insecto que uno pisa y sigue sin mirar atrás.

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Poema
Por YoSí

En el ´96 logramosdeshacer el hacinamientoel 2014 las encontróllevadas de campamento.Nada más lejanoquerer mudarse de cárcelpero el destino jugabala primer mala pasada.Así el holocaustose instalaba en el penalsintiendo en las entrañasel sabido final.Refugiados los de “lesa”en la cárcel de madresfalta que nos regalenun balazo en la cabeza.Todo lo conseguidofracasó en el intentosi hubiéramos sabidono nos tragábamos el cuento.Conquistemos nuevamenteel terreno ya ganadono dejemos que los brotesmueran lentamente.Evitemos compañerasque nos ganen la batallademos lucha a los canallashasta que volvamos a vernos.

  

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El silencio imperdonable

Por Elisabet Soria


¡E´ cosa de mandinga, brujería!, ¿Cómo se entiende que luego de casi 40 años sigue el poder de los dinosaurios?, y ya no solo Clarínmiente u oculta. ¿Desde cuándo Resolución mata Decreto?[1], muy lindo festejar el día de la madre, de la mujer y la concha de la madre de los milicos que las sacan de un lugar hecho y decretado para ellas, con violencia, sin previo aviso, y por hombres, sin siquiera dejarles llevar nada de nada a muchas de ellas. No reniego  de los Derechos Humanos, de los masculinos condenados por lesa humanidad. Pero ya sufrimos bastante en su período de poder, y hemos aprendido, crecido, muerto y resucitado. Votado varias veces. Es muy doloroso el silencio de los inocentes, pero imperdonable el de la Democracia.


[1] Se refiere a la resolución 0557/2014del S.P.F. mediante la cual se resuelve el traslado aludido; y al Decreto 596/96 que ordena la creación de la Unidad 31 de Ezeiza  para  específicamente alojar mujeres y mujeres con niños.

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 La planta genocida
por Lorena Campos

Quizás debería buscar algo más de información, o tal vez debería cometer un delito para caer presa y entender por qué desde «afuera» no entiendo nada.

El viernes 23 de mayo muchas mujeres fueron trasladadas  del sector  » A» (como en el colegio tema 1, tema 2) de la Unidad 31, para armar ahí un anexo residencial  para adultos mayores… suena a geriátrico… ¿Solución inmediata de qué?

Nos están vendiendo humo  ¿Genocidas junto a planta de madres?

Educación, no está mal… pero ¿cuántas autorizaciones tiene que pedir una mujer para salir de transitoria a estudiar? Mientras que a ellos, los genocidas, ni  las visitas les requisan , hasta la vajilla les mandaron y, a las mujeres de la unidad les vinieron con todo el peso de la  «¿ley?»

Por lo poco que se hacen todo esto sólo para que los genocidas estén» todos juntos», para no darles el arresto domiciliario, para que estén bien saludables…

Mientras tanto, días más tarde, muchos en la plaza escuchamos un afónico discurso de la presidenta donde prometía algo  o se despedía no lo sé. No se justifica la toma de esta medida. No. ¿Los derechos humanos juegan en este partido?

Hablo desde mi ignorancia, pero el sufrimiento de las mujeres «allá adentro» ¿quién lo paga?

En aquella época los genocidas nos prohibían pensar ¿hoy ellos tienen los beneficios? No lo creo. ¿Estamos en democracia, no?
Está bien que hablemos de diversidad pero señores acá «en la salita de nenas, no van los nenes…

¡¡¡Que desastre!!!!
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No lo vi,  ¿y vos?
Lorena Campos


Desde lejos no se ve, de cerca tampoco… ¿Radios, revistas, televisión? No lo vi en ningún  lado. ¿Derechos humanos, derechos vulnerados?

Leí que el doctor Dios  ¡No! el licenciado iglesia ¡No! Lo que leí fue la carta que le escribió el Papa al juez Zaffaroni  donde el sumo pontífice apoya la reforma del Código Penal.

Ignorancia la mía, no entiendo… Mucha gente repudia la represión militar, hablan del mundial del ´78, el más caro de la historia, donde veían a un Videla orgulloso, mientras millones desaparecían… ¡Nadie se dio cuenta que en los últimos días el servicio penitenciario maltrató a mujeres detenidas en las unidad 31 en Ezeiza ? En su lugar trasladaron a genocidas de aquella época , la del mundial ´78, hombres de más de 85 años,  por su deterioro en la salud y solo para que estén cerca del hospital…

Nadie dijo nada, los medios de comunicación no contaron nada, y si contaron fue muuuuy al pasar… yo no lo vi,  ¿y vos?

¿Por qué se llevaron a esas mujeres?

¿Qué es lo que solucionaron?

¿Vamos a tener que buscar democracia en el diccionario? ¿en esta época?

¿Está prohibido pensar?

¿Por  qué nadie puede decir nada? mucho gre, gre pa decir Gregorio?

¡No me digas que vamos a volver  al algo habran hecho!

Proposiciones para el Pensamiento en Acto

por Erin Manning y Brian Massumi
(Traducción: Ana Fabbri)


“Adiós Departamentos, Hola Artes Tecnológicas”
Los ámbitos artístico e intelectual en los que trabajamos, específicamente en Montreal, están visiblemente enfrentados, tanto dentro de la institución académica como entre los numerosos productores culturales independientes que contribuyen a la reputación internacional de la ciudad como refugio creativo. Existe un reconocimiento general  en cuanto a que las condiciones para la investigación y la actividad creativa cambiaron significativamente con el crecimiento de una “economía del conocimiento” cada vez más especulativa,  de alta rotación y centrada en la innovación. El “capital creativo” que impulsa la economía tiende a  provenir de formas líquidas de cooperación social e intelectual a las que a menudo se analiza en términos de “trabajo inmaterial”, definido como “el trabajo que produce el contenido informacional y cultural de la materia prima”. Estas formas de actividad colaborativa productora de valor tienden por naturaleza a rebasar las fronteras sectoriales y disciplinarias, y a poner radicalmente en tela de juicio la división entre la “teoría” o “investigación pura”, por un lado, y la “práctica” o “investigación aplicada”, por otro. Problematizar esta escisión no es, por supuesto, novedoso. Lo nuevo, en nuestro contexto, es la prioridad que alcanzaron las políticas que supuestamente tienden a facilitar la colaboración entre las partes divididas, tanto en la política cultural y académica gubernamental como en las estructuras universitarias. El modo en que esto se llevó a cabo creó verdaderas oportunidades  –pero también alineamientos con la economía neoliberal sumamente preocupantes.
La economicización de la actividad creativa en Montreal no se limita a las instituciones académicas, sino que está comenzando a cambiar literalmente el aspecto de la ciudad. En el 2006 la ciudad de Montreal emprendió la reurbanización a gran escala de un distrito céntrico para transformarlo en un nuevo “Quartier des Spectacles”. El plan estaba destinado a fortalecer la posición de la ciudad en el mercado internacional como una “Ciudad Festival” de arte-y-cultura. El primer paso fue un “plan de alumbrado” para crear un sistema de señalización que contribuyera a presentar de una manera nueva el área central de la ciudad a revigorizar, la cual incluía al barrio-rojo. El proyecto de alumbrado experimenta con señalizar el paisaje urbano para hacer visible su nuevo propósito mediante un diseño lumínico que atrae a los transeúntes a los sitios claves. Las luces rojas del barrio expanden su connotación hacia una  intensidad experiencial abierta en formas variadas a cualquier persona que camina por la calle, brindando a los artistas locales en ascenso un insumo creativo en materia de alumbrado y diseño urbano. Aquí, la investigación-creación se extiende a la “experiencia de diseño” urbano con la misión de facilitar otra articulación industrial: el turismo y las industrias de la hospitalidad. La experiencia del diseño lumínico, campo-efecto anunciatorio de una removilización concreta de la arena de intervención urbana que se aproxima, mostró el camino. El foco apunta entonces a que el programa de rediseño urbano compuesto por los grandes proyectos de construcción y renovación, como el  “Quartier de Spectacles”, ingrese en su fase central. El arte-investigación contribuyó en la práctica a la generación de una cartera de inversiones fundamental en la estrategia económica de la ciudad. Las estrategias de reurbanización relacionadas con el arte se expandieron incluso hasta las áreas rurales de Quebec. El titular acerca de los planes de reurbanización para una estación meridional de ski en Quebec cayó en mal momento debido al cambio climático: “Proyecto Turístico de 25 Millones de Dólares: Adiós Departamentos, Hola Artes Tecnológicas”.
                                                                                                                               Proposición 0: Crítica inmanente de la práctica
La categoría de “investigación-creación” se implementó en la mayor parte del marco institucional canadiense sin un concepto consistente del modo en que la práctica creativa y la investigación teórica se interpenetran. ¿A qué nivel y en qué modos de actividad se juntan? Si no se vuelve a pensar rigurosamente este problema, la nueva categoría conseguirá poco más que transformarse en un operador institucional: un mecanismo para que las prácticas existentes interactúen con la neoliberalización del arte y la academia. Las cuestiones claves como el modo en que los procesos artísticos alteran lo que podríamos entender por investigación, o cómo el arte crea conceptos, son puestos en segundo plano mientras los asuntos conducidos institucionalmente toman la delantera, por ejemplo la determinación de los estándares en función de los cuales debe ser acreditada la investigación-creación. La tendencia es hacia la profesionalización de las actividades artísticas, que implica entre otras cosas la implementación de indicadores cuantitativos de medición de la productividad. El peligro, sentimos, radicaba en que la investigación-creación, una vez institucionalizada de acuerdo a los criterios establecidos, se redujera casi completamente al mero agrupamiento, bajo un mismo techo, de las metodologías de investigación de las disciplinas tradicionales. Esta tendencia “interdisciplinaria” existente –donde la colaboración en verdad significa que las disciplinas continúan trabajando en sus respectivos rincones institucionales igual que antes, encontrándose entre ellas únicamente al nivel de los resultados de la investigación- difícilmente contribuiría a crear un potencial nuevo para pensar-con y –a través de las técnicas de práctica creativa. En vez de preguntar cómo es que la investigación siempre fue una modalidad de práctica con su propio borde creativo, y cómo la práctica creativa pone en escena al pensamiento de maneras innovadoras –cómo se infunden recíprocamente- la articulación institucionalizada entre la investigación y la creación se reduce a un modelo comunicacional que gira alrededor del delivery de resultados dentro de las áreas de investigación convencionales.
Fue precisamente esta sensación de que la investigación-creación estaba jaqueada desde su nacimiento la que tomó el SenseLab como punto de partida. ¿Y si empezáramos de cero? ¿Y si tomásemos seriamente los guiones, viéndolos como una conexión interna –una interpenetración recíproca entre procesos en vez de una comunicación de productos? Este enfoque plantearía a la investigación-creación como un modo de actividad sui generis, que ocurre al nivel constitutivo tanto de la práctica artística como de la investigación teórica, en un punto anterior a aquel en el cual la investigación y la creación divergen dentro de las estructuras institucionales que capturan y contienen su productividad, juzgándolas con criterios convencionales de valor agregado. Al nivel de la pre-bifurcación, el hacer sería ya pensar-en-acción, y la conceptualización sería ya una práctica con derecho propio. Uno y otra, proponemos, se intersecarían en la técnica, entendida aquí como un compromiso con las modalidades de expresión que una práctica inventa para sí misma, y no solo usa. Nuestro punto de partida especulativo fue que si queríamos que este encuentro en la técnica  fuera verdaderamente creativo, sería necesario que tuviera un final constitutivamente abierto. El tipo de resultados a los que se aspiraría implicaría que estos no estuvieran pre-programados sino que serían experimentales, efectos emergentes de un proceso en curso.
La práctica experimental orienta la técnica hacia la catálisis de un efecto de emergencia cuyos rasgos distintivos no pueden preverse con exactitud. Como el de Gilbert Simondon, nuestro concepto de técnica incluye la idea de las condiciones a través de las cuales un trabajo o una práctica adquieren su expresión técnica definitiva. La técnica es, por lo tanto, procesual: se reinventa a sí misma en el desarrollo de una práctica. Debe permitirse el despliegue de su movimiento-hacia la expresión definitiva. La técnica es, por lo tanto, inmanente: sólo puede producirse por ella misma, siguiendo el momentum de su propio proceso de desarrollo. Esto significa que lo decisivo son menos los fines pre-concebidos  -o cualquier tipo de estructura intencional subjetiva- que la manera en que se disponen las condiciones iniciales de producción. El énfasis se desplaza de la estructura programática al condicionamiento catalítico del acontecimiento.
Esta idea de investigación-creación entendida como la incorporación de técnicas de emergencia, implica tomar en serio que un arte creativo o práctica de diseño arroja conceptos en-el-hacer. Estos conceptos en-el-hacer son móviles al nivel de las técnicas que inventan continuamente. Este movimiento es a la vez especulativo (orientado al acontecimiento-futuro) y pragmático (práctica basada-en-la-técnica).
Proposición 1: Construir las condiciones de un pragmatismo especulativo
¿Qué formas nuevas de interacción colaborativa implica este pragmatismo especulativo basado en la investigación-creación? ¿Qué tipos de condiciones iniciales se necesitan? ¿Qué significa organizar para la emergencia? ¿Cuáles son las implicaciones de las formas establecidas de interacción, como las conferencias, las charlas de artistas o las exposiciones en galerías? Estas fueron las preguntas que nos condujeron a la Serie de Eventos de técnicas de abstracción vivida (2005-2011).
Erin Manning fundó el SenseLab en 2004 con el propósito de explorar este campo problemático. Debido a su compromiso con la práctica del acontecimiento, el SenseLab se abstuvo de darse una estructura formal. Fue concebido como un lugar de encuentro flexible cuya forma organizacional surgiera en función de sus proyectos, y cambiara a medida que los proyectos  fueran desarrollándose. Se enfatizarían los procesos por sobre los productos finales. La pertenencia estaría basada en afinidades electivas. Cualquiera que se considerase un miembro, lo sería. El resultado es una mezcla cambiante de estudiantes y profesores, practicantes y teóricos, provenientes de un amplio espectro de disciplinas y prácticas. El término investigación-creación fue conservado como término clave para la apertura exploratoria en esta actividad de crear nuevos modos de pensamiento y acción. ¿Cómo volver a situar el guión de investigación-creación para localizarlo con el mismo alcance tanto dentro de la investigación filosófica como de la práctica artística, así como entre ambos y también en otros campos?
Proposición 14: Generar fuerzas formativas
La fuerza relacional de un acontecimiento no se puede reproducir. Permanece, siempre, como un movimiento singular. Tiene una velocidad, desplegada de manera única a partir de las condiciones iniciales disponibles. Genera y reproduce potencial. Sigue el arco de una tendencia que se autoproduce.
Las tendencias son tan singulares como la fuerza generativa de un acontecimiento, sus respectivas “línea  pura y simple” se conectan resolutivamente con su advenimiento en un espacio y tiempo específicos. Pueden ser reactivadas iterativamente, con efectos variables. No estamos proponiendo modelar lo que los acontecimientos de investigación-creación puedan ser. En lugar de eso, a través de la tecnicidad de las tendencias singulares, estamos poniendo en movimiento, colectivamente, efectivamente, una meta-modelización de la emergencia.
Para Felix Guattari, meta-modelizar es hacer palpables las líneas de formación, comenzando por una línea en particular, tomando activamente en cuenta la pluralidad de modelos que compiten por realizarse. La meta-modelización toma en cuenta activamente a las fuerzas de formación desde la perspectiva de sus variaciones por venir. La modelización es “meta” porque las líneas que esboza son “abstractas”. Son abstractas en el sentido de que las tendencias formativas que mapean están efectivamente más-que presentes, volviendo en iteraciones, en una variación continua. Los acontecimientos están a la vez aquí-ahora, en la actualidad de sus momentos, y siempre en exceso respecto de sus iteraciones presentes. La meta-modelización busca mapear sus excesos re-formativos.
Una tendencia meta-modelada es un ensamblaje incipiente (una plataforma para la relación). El problema de un ensamblaje que emerge en una sintonización en acto es, como siempre, una cuestión de técnica, tal y como lo subrayan tanto Deleuze y Guattari como Whitehead. “El caos justo, y la vaguedad justa, son requeridos a la vez para cualquier armonía efectiva” (Whitehead 1978:112).
Las meta-modelizaciones de procesos generativos son desterritorializantes. Se mueven tendencialmente a través de las institucionalizaciones, y las transforman. Si la meta-modelización es evitar convertirse en un modelo –un formulario prescriptivo- la serie de acontecimientos debería acoger su propio agotamiento, sintonizada no al contenido en disolución sino a las huellas reactivables de la transitoriedad tendencial del experimento. Un acontecimiento de meta-modelización debe auto-expirar. Debe encontrar maneras de afirmar su potencia generativa en su transitoriedad. La sintonía emergente no debe fijarse un una simple armonía, entendida como una diversidad de partes subordinadas a un funcionamiento unificado. Proponemos un acontecimiento que no sea auto-institucionalizante. Por estas razones, un mecanismo para el perecimiento de la Generación de lo Imposible sería construirlo como una coacción habilitante. La técnica de relación que incorpora esta coacción habilitante fue denominada el “radical libre”.
En fisiología, un radical libre es una molécula de oxígeno liberada que está suelta en el organismo. Los radicales libres son un subproducto natural del metabolismo que mantiene con vida al cuerpo. Pero debido a su alta reactividad, también pueden interferir con el funcionamiento regulado del organismo, destruyendo los enlaces entre las moléculas, liberando todavía más radicales libres. Los radicales libres poseen una “energía de disociación de enlaces”: un poder de destrucción contagioso que es inmanente al propio proceso que hace posible el funcionamiento orgánico. El papel del radical libre en Generar lo Imposible consistiría en derribar la sintonía emergente justo después de que esta hubiese emergido, pero antes de que pudiera estabilizarse en una armonía auto-sostenida que se reafirmara a sí misma como modelo. El radical libre fue concebido como una especie de personaje embaucador que interviene en la penúltima etapa de la emergencia del acontecimiento, previniendo una organización demasiado unificada. El radical libre infiltraría el espacio del acontecimiento con una energía de disociación de enlaces alegremente afirmativa. A medida que el contagio fuera esparciéndose, el acontecimiento regresaría al cuasi-caos del cual provino, dejando solo las ondulaciones de su paso.
Proposición 17: Explorar nuevas economías de relación
Existe un término muy gastado para denotar la maquinaria relacional que desplaza un campo de emergencia a lo largo de sus expresiones seriales, de un modo que específicamente propicia los efectos de cada acontecimiento auto-registrado, en una superficie de registro en la que su valor competitivo pueda calcularse de alguna manera. Es la economía. En una economía formal, la valorización es cuantitativa, y es conducida utilizando mediciones convencionales. La valorización formal se retroalimenta entonces en el campo de emergencia, para devenir una coacción habilitante que condiciona las próximas expresiones. Cada expresión genera un rédito calculable, y los réditos se refuerzan (o se debilitan) mutuamente. El reforzamiento o debilitamiento a lo largo de las iteraciones puede a la vez cuantificarse, en índices estadísticos que evalúan la “salud” del proceso.
También existen las economías informales. Estas giran en torno a cálculos de valor que son directamente cualitativos por naturaleza, y por lo tanto más imprecisos y menos indizados. A este tipo de valorización a menudo se la llama valor-prestigio. Una economía formal también genera su propio valor-prestigio como una derivación de sus valorizaciones cuantitativas, o captura el valor-prestigio producido por las economías informales de las que se aprovecha, anexándoselo. La forma de valor-prestigio contemporánea por excelencia es el valor-estrella o valor-celebridad.
La economía monetaria, por supuesto, sólo puede significar una cosa: la economía capitalista. La economía capitalista se aprovecha de todo el resto de las economías formales e informales en una tentativa, en variación continua, de anexárselas a sus formas particulares de valorización e indización formales. La economía capitalista todo-lo-subsume económicamente. Es universal.
La economía capitalista no es solamente un proceso universal de subsunción de todas las formas de valor a la valorización monetaria. También construye formalmente, en su definición de valor, el imperativo de añadir-valor cuantitativo. El capital es por definición dinero que produce más dinero. La economía capitalista está formalmente orientada al crecimiento cuantitativo, por encima de todos los otros valores. Las técnicas capitalistas de relación son, sin excepciones, mecanismos de acumulación.
Todo esto tiene importancia para la práctica experimental de la investigación-creación que estamos promoviendo porque la subsunción universal de todas las otras economías, formales e informales, bajo la economía capitalista, equivale a una captura de cada una de las especies de acontecimiento –incluyendo sus campos respectivos de expresibilidad emergente, la heterogeneidad de sus polirritmos co-componentes, su potencia de improvisación para repetir singularmente con variación, sus arcos tendenciales, la expresión de su encrespamiento sobre las superficies sociales de registro, que constituye los géneros de co-actividad en desarrollo (como el de la conversación, pero también una infinidad de otros). Cuando la economía capitalista subsume todas las economías, no solamente está capturando valor monetario. Está capturando procesos de individuación. Está capturando campos enteros de relación emergente. Está capturando potencias de devenir. El capitalismo emprende nada menos que la captura de formas de vida. Las subsume, a veces suavemente, con más frecuencia de manera brutal, en técnicas de relación destinadas a agregar-valor cuantitativo y acumulación.
Es importante no confundir esta captura con una homogeneización. Las formas de vida capturadas por el capitalismo producen valor distinguiéndose unas de otras. El capitalismo es tan singularizante como incluyente. El problema es que la singularización es un sujeto de competencia, de una manera que destaca los parámetros cuantitativos de éxito por sobre la riqueza de la diversidad cualitativa. La heterogeneidad de las formas de vida es importante solo en la medida en que añaden capital. Aunque el proceso capitalista crea las condiciones para la emergencia singular de formas de vida, y se nutre de su heterogeneidad, en último término no les atribuye valor en tanto tales. Es absolutamente indiferente a la riqueza cualitativa que anima su campo.
Algunas corrientes de pensamiento inspiradas en el marxismo, analizan el fenómeno de la singularización y la heterogénesis, que animan los procesos capitalistas contemporáneos, en términos de “trabajo inmaterial”. La idea es que en una “economía de conocimiento” las formas cooperativas de colaboración se inventan para alimentar el nuevo mercado informacional. Estos procesos colaborativos componen formas nuevas de vida relacional. Dado que son procesos de cooperación, tienen un potencial de auto-organización. Bajo ciertas circunstancias podrían lograr desacoplarse del sistema dominante de valorización para afirmar en sus propios términos el valor de sus acontecimientos auto-propagados. Los movimientos como código abierto (open source), red de pares (peer-to-peer sharing) y las herramientas para la autoría colectiva basada en la web, son considerados precursores de esto, particularmente en la medida en que devienen “formas de vida” auto-afirmativas. Cuando esto ocurre, potencialmente co-componen una alter-economía incipiente. Esto presagia una derrota del capitalismo desde adentro, en un semblante de una de las tendencias inmanentes al propio capitalismo –la de la relación colaborativa creativamente productiva.
Si el capitalismo es un proceso de captura universal, no existe una salida fácil. Todas las actividades están hasta cierto punto, de alguna manera, absorbidas en él. Pero si el capitalismo también crea singularmente nuevas formas de relación, entonces, a pesar de esta complicidad, existen formas de vida emergentes en continua construcción que podrían llegar a afirmar una autonomía mayor. El resultado posible es una fuga en el sistema. Líneas de fuga hacia un futuro no-capitalista. Las líneas de fuga son críticas inmanentes del capitalismo en acción.
La Serie de Eventos en Tecnologías de Abstracción Vivida siempre estuvo destinada a co-componer con, y alrededor de, la captura capitalista, a inventar nuevas líneas de fuga o reforzar las existentes, para un vislumbre vivido de una economía no-capitalista. Esa es la razón por la que empezamos la exposición presente con una evocación del contexto económico neoliberal. La Serie de Eventos en Tecnologías de Abstracción Vivida del SenseLab siempre estuvo bajo el imperativo de retornar explícitamente al problema de las economías. Esto se hizo desde el inicio quitando importancia al producto a favor de la experimentación de un proceso colaborativo creativo, con valor en sí mismo. En última instancia, la “imposibilidad” a la que el evento culminante apunta contribuye, aunque sea de una manera pequeña y vacilante, a meta-modelizar una alter-economía no-capitalista de relación creativa.
Lo hasta aquí expuesto, nos habilita a especificar algunas características de una tal alter-economía. Es informal. No es cuantificable. Sus valorizaciones conciernen directamente a cualidades de vida. Pero la afirmación de las cualidades de existencia no acepta establecerse en torno a un valor-prestigio. Su proceso es autónomo en el sentido de que se auto-propaga. Lo que se propaga es una forma de vida en crecimiento, que el pensamiento común y el diseño creativo practican al nivel emergente en el cual se encuentran, ya, co-causalmente juntos. Esta es una economía polirrítmica de formas germinales de sintonización –de fuerzas de vida que encuentran una nueva expresión colectiva. La vida emergente, vivida menos como valor-agregado que como un valor en sí. Finalmente, el valor producido es el proceso como tal: su autonomía cualitativa.
Todas las economías suponen intercambio. Según Deleuze y Guattari, el intercambio solo aparentemente se organiza de acuerdo a un principio de equivalencia que se aplica en cada acto de intercambio entre dos individuos: por ejemplo, una equivalencia entre uno y otro tipo de bienes realizados en un canje particular. El intercambio no es exacto. Tiene un orden serial que implica una colectividad. La serie de intercambios, como Deleuze y Guattari argumentan, de hecho se organiza como la función de un límite. El límite es la “idea del último objeto recibido, o bien recibible, de cada lado” (Deleuze and Guattari 1987:437). Último no significa, aquí, “el más reciente, ni el final, sino más bien el penúltimo, el último antes de que el intercambio aparente pierda su atractivo para los intercambiadores, o los fuerce a modificar sus ensamblajes respectivos, a entrar en un nuevo ensamblaje” (1987: 437). Atractivo: la idea de límite es cualitativa. La idea-límite del penúltimo  intercambio después del cual la serie de intercambios cambiaría, intuitivamente informa cada acto preciso de canje. Por consiguiente, existe una evaluación cuantitativa que está en la base de cada “equivalencia” producida por un trueque, y que sostiene la posibilidad de la serie de intercambios, que continúan como antes. El atractivo de experimentar  la actividad-de-intercambio es esencialmente la deseabilidad de mantener la forma de vida asociada a los objetos intercambiados.
Deleuze y Guattari dan el ejemplo del intercambio de hachas en la sociedad tribal. Si el penúltimo es superado y el límite es alcanzado efectivamente,  habrá un excedente de hachas. Cuando el excedente sea absorbido, ocurrirá necesariamente una transición hacia un nuevo ensamblaje –una  forma nueva de contienda, o una nueva forma de producción agrícola. Cambiará la totalidad de una forma de vida. El alcance del límite es la superación de un umbral cualitativo hacia una nueva forma de vida colectiva, que presenta nuevos tipos de actividad. La equivalencia exacta alcanzada en un trato entre individuos determinado, es una función de la evaluación cualitativa, sostenida básicamente en una forma de vida colectiva. El objeto de evaluación es menos la cosa intercambiada que el campo de actividad relacional en el que se insertan los objetos. La evaluación cualitativa es el principio organizador de un campo de relación que informa, inmanentemente, la pertenencia al campo de cada acontecimiento específico, y los sostiene a todos. Lo que está en juego es menos la equivalencia entre los objetos intercambiados que el sostenimiento de su campo relacional de intercambiabilidad,  dentro de ciertos parámetros cualitativos. La idea-límite es la expresión económica de un ideal colectivo: la deseabilidad de una forma de vida.  Esta no es una idea trascendental. Opera inmanentemente en los acontecimientos que le conciernen. Si no se lo cruza, el límite es un factor de apoyo en la producción serial de nuevas iteraciones de acontecimientos en el mismo campo cualitativo. Si se lo cruza, habrá sido un factor generativo de un “recomienzo necesario” (1987:438). En cualquiera de los casos, es un factor creativo.
Según Deleuze y Guattari, el principio de que el intercambio es fundamentalmente “marginalista”  (sostenido por una evaluación cualitativa relativa al límite más allá del cual yace necesariamente un recomienzo) y de que la operación del límite se ata a un excedente, también organiza el mercado capitalista. El comercio capitalista no sólo está organizado inmanentemente a lo largo de líneas marginales, sino que dentro del campo del intercambio capitalista proliferan formas de vida que no son capitalistas per se, sino que directamente afirman una forma de vida, y las cualidades experienciales que esta alberga, en términos similarmente marginalistas. La organización activa de un campo de relación, como la función de un límite inmanente que coincide con un umbral hacia un nuevo recomienzo, es una característica de todas las economías cualitativas (y de la dimensión cualitativa de las economías orientadas principalmente hacia la cuantificación).
El ejemplo de Deleuze y Guattari sobre el alcohólico. En el proceso de beber, cada trago que el alcohólico intercambia por dinero es, hasta cierto punto, el “último” trago potencial. Si la potencial “ultimidad” –la idea-límite- no es negociada, el proceso de beber, y las formas de placeres, dolores e interacciones sociales asociadas con él, serán insostenibles. Para que el proceso continúe, el último trago debe no ser el final, sino el penúltimo. El último llevaría al alcohólico más allá del límite, a un campo relacional nuevo que acogería otras cualidades relacionales. Si el penúltimo es superado, y se alcanza el límite, el alcohólico cruzará el umbral de la intoxicación hacia, por ejemplo, el envenenamiento alcohólico. Se habrá superado el umbral de la forma-de-vida hacia el colapso de la vida-amenazada. Están entonces a la espera nuevos campos relacionales: el hospital, Alcohólicos Anónimos, el cementerio (insuficiencia hepática). Lo que significa “ultimo” debe ser continuamente recalibrado. El límite será relativo a una cantidad de factores: la velocidad del beber, el nivel de fatiga, el nivel de estrés y la calidad de la compañía. La evaluación intuitiva del límite modula el campo relacional de la experiencia alcohólica. Si no se alcanza el límite, el beber recomenzará, siguiendo su propio ritmo de intoxicación y desintoxicación. Si el umbral es cruzado, el resultado podría llegar a ser desastroso –o curativo. El recomienzo necesario  podría resultar en un movimiento hacia la abstinencia. Ahora, la vida en sí tendrá que funcionar como su propia potencia de intoxicación, alterando indudablemente el campo de relación y la forma de vida.
La cuestión principal no es si beber es bueno o malo. Ese tipo de evaluación moral se hace según criterios extrínsecos al proceso. La evaluación inmanente del proceso concierne únicamente a su continuidad en el mismo campo relacional, o a su cambio de campos y de forma de vida. Cuando el proceso continúa, se debe a que tuvo éxito en la afirmación de sus propias afirmaciones a través de una auto-evaluación cualitativa inmanente. Cuando supera el umbral hacia el cambio, plantea la cuestión existencial de cuáles formas de vida germinales y cualidades de experiencia futuras yacen más allá del umbral. Aunque no es ni buena ni mala, cualquiera sea la manera en que se desarrolle la idea-límite, la evaluación inmanente que conlleva nunca es neutral. Idealmente contribuye al sostenimiento y la modulación, o la re germinación, de formas de vida. Esto la convierte, en sí, en un factor productivo y una fuerza de vida.
Para cada uno de nuestros acontecimientos, una preocupación fundamental fue ¿qué tipos de sintonías emergerían? ¿Qué modulaciones? ¿Algunas formas de vida captarían o anexarían a otras? ¿Encontrarían las formas de vida que ingresaran a la mezcla maneras de intercambiar las ideas-límite, de modo tal que sus campos relacionales se fusionaran o entraran en simbiosis? ¿Emergería la idea-límite, nunca antes ocurrida, de una puesta en escena del campo polirrítmico del acontecimiento? ¿Sintonizarían los procesos componentes con la idea-límite que inventan entre ellos, a lo largo de su relación, componiendo una individuación colectiva de cada uno y todos juntos?
El objetivo de la Serie de Eventos en Tecnologías de Abstracción Vivida era catalizar un experimento marginalista colectivo en la actividad artística, coqueteando con el límite del campo relacional artístico, haciendo sensible el umbral que vibra con él. ¿Qué campo de relación podría esperarse que yaciera más allá del umbral? Para nosotros, hay una única respuesta: lo político. Cada uno de nuestros acontecimientos fue un ejercicio en el potencial devenir-político del arte, más allá de sus límites. En la medida en que la aproximación al límite lograse representar una economía cualitativa mancomunada, una que se auto-afirmase como forma de vida polirrítmica, la política prefigurada sería efectivamente anti-capitalista.
Proposición 18: Dar el don de dar    
Para el evento final de la serie, Generar lo Imposible, la propuesta fue activar un acontecimiento artístico que meta-modelara las resonancias entre lo estético y lo político a través de la creación de una economía cualitativa de relación. El concepto de don fue propuesto como herramienta meta-modeladora. Para que el don funcionara en este proyecto, debía entendérselo como una fuerza de dación más que como un objeto de cambio. El evento propuso reapropiar la fuerza del dar como una fuerza de vida creativa de formas nuevas.
El subtítulo de Generar lo Imposible fue: “un potlatch para la investigación-creación”. Aquí nos inspiramos en la práctica del potlatch de los pueblos de las Primeras Naciones de la costa Noroeste del Pacífico, una práctica que implica un período ceremonial de banquetes seguido por el don generoso de bienes y propiedades y, a veces, su destrucción. Siguiendo los textos de Marcel Mauss como también los de Georges Bataille y Jacques Derrida, enfatizamos que el potlatch es una manera de modular el campo de relación como una función de su límite. Lo que se comparte, es menos la opulencia que la idea-límite de reunirse de una forma que contrarresta las tendencias atrofiantes de la comunidad entendida como armonía. Esto se consuma a través del exceso de objetos de intercambio y su destrucción. El exceso de dones crea condiciones cuasi-caóticas que precipitan la armonía hacia el polirritmo. La destrucción de los dones no deja más que el haber-dado. Focaliza la experiencia en el acontecimiento de dar y sus iteraciones y modulaciones.
El potlatch es una práctica para reorientar y remodular el campo de intercambiabilidad. Esta reorientación, como señala Mauss, es dar “una parte de la naturaleza y la sustancia de sí” (Mauss 1996: 10). Tomamos esto no para sugerir una perspectiva del dador y el receptor orientada-al-sujeto, sino como un reconocimiento de que lo que conecta al grupo social es el compartir el más-que sus subjetividades individuales, su riqueza individual, en el contexto de un ritual de generosidad ceremonial.
Lo que es dado, como Mauss señala por su parte, no es inerte (1996: 9). Lo que es dado es el don de dar en tanto tal, que implica recomienzos de las condiciones de emergencia del campo de relación. La generosidad como etiqueta ceremonial ocurre en un campo de relación, que no puede reducirse al dador en tanto individual, o al objeto como don, o incluso a la conexión cierta entre los dos en un acto de dación particular. El potlatch es dar para el acontecimiento por el acontecimiento. Es la puesta en movimiento de una plataforma para la relación, que activa el potencial de los modos de colaboración, empujando la intercambiabilidad a su límite creativo. En el potlatch, la dación reorganiza la ecología-del-acontecimiento de co-composición.
El don de dar toca el límite. El “último” don es el límite a través del cual la intercambiabilidad mantiene su ritmo e intensidad. En el potlatch, la dación reorienta el campo de relaciones sin forzar un completo socavamiento de las modalidades operativas de las comunidades. En las sociedades tribales, el don cohesiona a los distintos clanes para la celebración. El potlatch conjura la guerra poniendo en escena una actividad que, como la guerra, es excesiva pero que, a diferencia de ella, activa el límite del campo social sin traspasar el umbral hacia la violencia y las consecuencias completamente imprevisibles. Aquí el ritual juega un rol clave, creando un espaciotiempo experiencial que diverge de la experiencia cotidiana mientras continúa formando parte de ella. Sin la metaestabilidad del ritual, sin las prácticas que replantean creativamente el límite desde el interior del acontecimiento, siempre existe el riesgo de que el umbral sea cruzado hacia un campo de relación completamente diferente. La singularidad del don consiste en cómo activa devenires-comunes y pertenencias-comunes, subordinando las categorías de dador o receptor a su co-involucramiento en un proceso compartido. La economía del don no tiene que ver con el objeto.
El don de dar es inefable, solo se lo conoce en la interrupción que pone en escena. Lo que interrumpe son tendencias que podrían conducir a cruzar un umbral. Esto realinea el entorno de relación asociado, mediante el reposicionamiento del campo de intercambio por fuera de la reciprocidad centrada-en-lo-humano, por fuera hasta del concepto de “necesidad”. El don de dar pertenece al exceso, al exceso inmanente: un campo de sociabilidad que desborda de sus propios ritmos y comienzos nuevos, rebosante de afecto transindividual por las modalidades de intercambiabilidad que requiere.
El don de dar es un ritual de sintonización emergente; una técnica para la reorientación del acontecimiento de devenir-común. Altera el tiempo. El ahora del dar se reorienta ya en el campo-futuro del momento. El dar pone en movimiento una anticipación del límite que futuriza al presente en el hacer, de manera que hace sentir y simultáneamente mantiene a raya el cruce necesario de un umbral –en una especie de política preventiva.
En la medida en que el potlatch mantiene a raya el cruce del umbral, afirma una función conservadora (en la definición más básica de la palabra, en tanto preservar o mantener). También conlleva una radicalidad, en la medida en que hace sentir intensamente, como un factor creativo, el mismo límite cuyo cruce impide. Generar lo Imposible significa jugar con el límite de la actividad artística en el contexto en el que trabajamos, haciendo sentir el potencial cruce de su umbral –pero sin prescribir cuándo, de qué modo ni si el umbral se rebasará. La decisión de ingresar a un nuevo campo relacional –que en este caso no es de violencia sino de lucha- no es una jurisdicción de los organizadores del evento, ni de ningún individuo. Sólo puede ser una decisión por el acontecimiento para el acontecimiento, respetando su autonomía procesual.
Derrida sugiere que la reorientación que logra el don de dar -el campo que abre el futuro en el presente pasajero del dar en tanto tal- debe implicar un olvido activo, un radical socavamiento nietzscheano del tiempo como memoria de un pasado presente (Derrida 1992: 16). Como escribe Nietzsche: “El olvidar no es simplemente un tipo de inercia, como tienden a creer las mentes superficiales, sino antes bien la facultad activa de… proveer un poco de silencio,… hacer lugar a lo nuevo…Esos son los usos para lo que llamé olvido activo” (Nietzsche 1967: 57-58). La economía del don orienta el tiempo hacia un olvido activo del objeto y del intercambio como tal.
La destrucción del don en las prácticas del potlatch a menudo es entendida erróneamente como la destrucción de objetos actuales. Si bien es cierto que es además una destrucción de riqueza, la ceremonia del potlatch se caracteriza antes bien por un olvido activo de la riqueza, que pone en primer plano el tiempo-del-acontecimiento de dación. El olvido activa el campo de relación, donde el énfasis ya no recae en el encuentro sujeto-objeto (y todas las formas de resentimiento que ellos evocan) sino en las maneras en las cuales esta singularidad de expresión precipita un nuevo tipo de futuridad colectiva. El olvido, como enfatiza Maurice Blanchot, “abre paso a un pensamiento, un futuro, una comunidad sin ninguna garantía.” Este dar lugar es la dación misma –no un don del pasado, sino un don para el futuro –“un salto a lo desconocido.” En Generar lo Imposible, el radical libre no sería sino el-abrir-paso de la destrucción y del olvido.
Si el olvido es la condición para el dar, el don es el signo de lo imposible. Como tal, no se lo puede pensar en el tiempo. Evade la estructura-de-tiempo lineal de la economía capitalista: la flecha del valor-agregado y la acumulación. En vez de eso, inventa un tiempo de lo todavía-no que habrá sido, un futuro anterior en y del campo relacional del dar. El capitalismo, como Shumpeter declaró célebremente, también implica exceso y “destrucción creativa”. Pero practica el olvido como una especie de inercia. Se olvida de olvidar activamente, con el objetivo constante de retornar al intercambio de un modo en el que ostensiblemente coloca nuevamente al objeto en el centro de la escena. La economía capitalista traduce continuamente el exceso de la actividad relacional en plusvalor objetivo. Acumula objetos e instrumentos de cambio (material e inmaterial) para la rotación eventual, como parte de sus mecanismos para fijar precios de mercado y ciclos de inversión. Con ese objetivo es eternamente recuantificante: traduce las cualidades de vida asociadas con objetos de cambio tal como las encuentra en sus campos de relación emergentes, en mediciones cuantitativas.
Como se señaló más arriba, la investigación-creación participa tanto de la economía-del-don alternativa como de la economía cuantitativa dominante. El mercado del arte no es diferente de ningún otro. Traduce el exceso de la actividad relacional en plusvalor orientado-al-objeto, hasta encuentra maneras de acumular y valuar cuantitativamente al “arte efímero”. La prevalencia del interés por los nuevos modos de documentación y archivo es un signo de los tiempos económico-artísticos. El valor-prestigio, por su parte, siempre está renaciendo. La evaluación colectiva del límite, propia del modelo de la economía del don, es puesta en segundo plano, mientras pasan a ocupar un lugar destacado las vicisitudes del mercado en tanto tal, su objetivo de agregar valor cuantificable.
Este desplazamiento de la economía del don del exceso a la economía del plusvalor cuantitativo, ocurre cuando el intercambio-como-sintonización pierde su deseabilidad. El olvido que resuena con el ambiente de intercambiabilidad anticipatorio se reemplaza con la flecha del valor-agregado cuantitativo. El potencial de actividad artística para crear y participar de una fuerza que module un campo relacional, como una función del límite y el umbral, se debilita, y se reterritorializa en la institución del arte, como un anexo del mercado artístico. La fuerza expresiva de la obra de arte se atenúa. A menudo el arte depone su potencia de dar tiempo, de activar el olvido, de crear condiciones de un hacer y pensar futuros, de devenir.
Proposición 19: ¡Olvidá, Otra Vez!
Mientras el límite no se haya alcanzado, juega un papel positivo como un factor creativo en el proceso a cuyo margen yace. La sintonización emergente, depende de la invención de las condiciones de creación directa de límites relacionales cualitativos. Estos límites inmanentes no se diferencian del “terminus” en el sentido de William James. Los límites inmanentes solo funcionan si inventan activamente modalidades de olvido.
La habilidad del límite plegado hacia adentro para co-causar siempre otra iteración más, lo convierte en una forma en la que el proceso se alimenta inventivamente de su propio exceso, en un eterno retorno en espiral; siempre más de uno. La relación crece metabolizando productivamente su propio exceso. Crece en base a la asimetría extraña del terminus que se tuerce hacia el núcleo del proceso y deviene un factor generativo en cada uno de sus recomienzos. La relación entera, en tanto forma de vida, con su cualidad vivida singular, su economía afectiva única, es generativamente modulada, como una función del límite nunca alcanzado, en cada momento. Hasta que lo es. El terminus no es un punto de llegada que señalaría un límite externo. Es un punto de perpetuo re-despegue, y, esporádicamente, un empezar de nuevo. El límite pertenece al campo de emergencia del acontecimiento cuyo proceso acarrea a lo largo de sus iteraciones. Es una parte imprescindible de aquello que potencia al proceso a auto-continuar: su relacionabilidad.
Generar lo Imposible propuso, como un experimento de investigación-creación, co-componer colectivamente lo que una economía de arte relacional, directamente cualitativa, podría quizás lograr. Más allá del límite, ¿qué umbral yace?
El umbral siempre será evocado junto con el límite. Resuena con él, del mismo modo en que el último siempre pre-suena en el penúltimo. En la medida en que el penúltimo genere potencial, el último se mantiene como un pre-eco virtual del devenir-otro del proceso. La activación del límite del arte hace que su tránsito virtual hacia un proceso político resuene ya en su desarrollo estético. La galería explotada es esta resonancia estético-política –este juego entre el límite artístico generador de potencia y su umbral virtual hacia lo político. Expresar esta resonancia es problematizar: no se puede sino preguntar ¿cuándo? ¿Cuándo, bajo qué condiciones, será o debería ser traspasado el umbral? ¿Cuándo, para qué efectos cualitativos, componiendo qué formas de vida, debería respetarse el límite?
Proposición 20: ¡Procedé!
El Sense Lab no existe “como tal”. No es una organización. No es una institución. No es una identidad colectiva. Es una máquina-generadora-de-acontecimiento, un campo procesual de investigación-creación cuya misión es volver su propio interior hacia afuera. Su tarea es generar prolongaciones externas de su actividad que se propaguen en ondulaciones ilimitadas de potencial. Efecto-ola: una idea deviene una semilla de organización, que deviene la proposición de un concepto, que deviene un problema para el arte, para la política, para la filosofía que puede, si las condiciones están maduras, resolverse a sí mismo en un desencadenante de un acontecimiento de experimentación colectiva y expresión creativa. Este acontecimiento potencial se des-personifica en la figura del embaucador-embaucado del radical libre, vuelto espectral. Cuando las condiciones se mostraron justas y el acontecimiento se generó, siempre volvió sobre sí mismo en una relación con su afuera radical –que paradójicamente genera un flujo con su propia ocurrencia, también en una relación inmediata con acontecimientos distantes, más allá de él.
(Texto presentado el 5 de marzo de 2013 en la Universidad de Western Ontario, Canadá, y versión abreviada de un capítulo de Thought in the Act: Passages in the Ecology of Experience, de Erin Manning y Brian Massumi, Minnesota, 2014)

Para pasar el finde: Los Posibles



Ficha técnica y artística

Argentina – 2013 – 50 minutos – Color – HD

Dirección: Santiago Mitre – Juan Onofri Barbato

Producción: La Unión de los Ríos – Km29 – Alta Definición Argentina

Con el apoyo de: Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires – Teatro Argentino de La Plata – Universidad del Cine.

Coreografía: Km29

Fotografía y Cámara: Fernando Lockett

Fotografía y Cámara adicional: Pablo Parra

Producción Ejecutiva: Agustina Llambí Campbell

Sonido: Santiago Fumagalli

Escenografía e iluminación: Matías Sendón

Montaje: Delfina Castagnino – Susana Leunda

Música: Ramiro Cairo

Asistente de Dirección: Juan Schnitman – Marina Sarmiento

Jefatura de Producción: Martin Feldman

Coordinadora de Producción: Giselle Lozano

Vestuario: Km29 – Carolina Sosa Loyola


Interpretada por: Lucas Araujo – Jonathan Da Rosa – 
Jonathan Carrasco – Daniel Leguizamón – Alejandro Alvarenga – Alfonso Baron – Pablo Kun Castro

¿Están los estudiantes bien preparados?

por Marina Garcés



Mientras hago turnos en el tribunal de selectividad, uno tras otro, y veo trabajar, silenciosos, a decenas de aspirantes a entrar en la universidad, un profesor de secundaria me pregunta: “En la universidad, ¿notáis que los estudiantes llegan peor preparados que antes?”. Es una de esas preguntas tópicas a las que todo indica que habría que contestar inmediatamente que sí y empezar a despotricar acerca de la decadencia de las instituciones educativas, pero titubeo y no sé qué contestarle. ¿Peor que quién? ¿Peor que los estudiantes formados en las escuelas del franquismo a golpe de lista de reyes godos y que han ocupado los puestos de reconocimiento y de poder hasta hoy? ¿Peor que muchos de mis colegas, profesores de universidad, que no saben más que acerca de un autor o de un tipo de alga oceánica o de un parámetro de análisis sociológico, ignorantes acerca de todo lo demás, pero bien valorados porque ese microconocimiento produce publicaciones de impacto y un incremento de inversiones privadas? ¿Qué se supone que es estar hoy bien preparado?

Entiendo que una buena preparación consiste en adquirir autonomía y criterio propio para desenvolverse en el propio tiempo. A quien goza de esto podemos considerarle una persona culta, tenga o no estudios formales. Para conseguirlo son necesarios algunos conocimientos, cierta capacidad crítica y de relación y, sobre todo, deseo, mucho deseo. Deseo de no dejar de aprender y de hacerlo desde la propia vida y con vistas a las consecuencias personales y colectivas que tiene el saber. ¿Es esto lo que se enseña actualmente en las escuelas? Yo no lo sé. Pero sí sé que no es lo que se practica en el sistema universitario en general. Por tanto, desde la universidad no podemos quejarnos acerca de cómo “nos llegan” los estudiantes. Lo que deberíamos hacer es interrogarnos acerca de qué relación con el conocimiento estamos alimentando y por qué una sociedad altamente universitaria como la nuestra (sobretitulada, según algunos) no es necesariamente una sociedad más culta ni más autónoma. Solo así podremos dar un verdadero contenido a la tan urgente “defensa de la universidad”: una defensa que no tiene que consistir ni en su preservación ni en rendir cuentas acerca de su competitividad, sino en la apuesta radical por su carácter de institución pública al servicio de la cultura, entendida en un sentido fuerte, y de la igualdad social.

Yo tengo la suerte de tener estudiantes un tanto anómalos, que han tomado la decisión de estudiar filosofía en estos tiempos. Jóvenes que deciden dedicar unos años a lo que les gusta, y no tan jóvenes que por fin encuentran el momento de dedicarse a aquello que verdaderamente les inquieta. En general escriben bien y hacen pocas faltas de ortografía. Leer, no sé si leen mucho, pero por lo menos tienen noticia de bastantes más cosas que yo en quinto de carrera. Sin embargo, hay algo que me alarma: su tremenda dependencia. Les angustia la falta de indicaciones precisas, de pautas, de modelos. Son perfectos ejecutores de instrucciones pero entran en pánico si tienen que ir al encuentro de sus problemas, deseos, necesidades, a la hora de decidir o de manifestar sus propios desafíos. El curso pasado les escribí una carta donde les decía, entre otras cosas, que su obediencia me rebelaba. Hoy me pregunto, ¿de dónde viene esta obediencia y cómo la estamos creando?

Las explicaciones clásicas acerca de la obediencia voluntaria son conocidas: el miedo, la pereza, la costumbre… Siguen estando ahí, bien instaladas entre nosotros. Pero creo que en esta obediencia actual de nuestros estudiantes hay una dependencia profunda creada por la manera misma como transmitimos y practicamos el conocimiento. Practicamos una relación con el conocimiento que nos hace dependientes. Dependientes y, por tanto, disponibles. Terrible paradoja que hubiera puesto los pelos de punta a cualquier ilustrado de la primera época de las Luces… O no tanto, si atendemos a las alertas que lanzaron ya gente como Rousseau, en su Discurso de las artes y las ciencias, donde denunciaba la falsa pompa del saber que escondían corazones cada vez más débiles, o Diderot y D’Alembert, que ya apuntaban en su famosa Enciclopedia el peligro de indigestión y de inutilidad que amenazaba a sabios y científicos de su propio tiempo si no aguzaban el sentido crítico.

Cada época y cada sociedad tiene sus formas de ignorancia correspondientes. La nuestra, en general, ya no es una sociedad condenada a la ausencia de conocimientos, sino más bien ahogada en conocimientos que no pueden ser digeridos ni elaborados en contextos que les den sentido. ¿De qué nos sirve poder acceder a lecturas, cursos on line, documentales e informaciones si no podemos relacionarnos con ellos? Lo que nos falla hoy no es tanto la posibilidad potencial de acceso al saber como la posibilidad real de saber con sentido. De ahí la falta de autonomía: podemos llegar a saber muchas cosas y a dominar múltiples competencias, pero no constituyen verdadera experiencia ni comprensión del mundo.
Las causas de esta desvinculación entre conocimiento y experiencia tienen que ver con tres procesos a los que la propia universidad no es ajena. En primer lugar, la creciente saturación de la atención, desbordada por un crecimiento exponencial de la información. Como explican los economistas de la atención, no podemos asimilar toda la información que nos llega, ni siquiera aquella que nos incumbe más directamente. Esto provoca una peculiar forma de crisis. Lo sabemos, de forma grotesca, en la universidad: ¿qué proporción de artículos científicos publicados son leídos realmente por los colegas del mismo ramo?

El segundo proceso, derivado del primero, es la segmentación de disciplinas y públicos. Más allá de la especialización y de la fragmentación de los saberes, estos se segmentan y se empaquetan en función de públicos expertos o no expertos, clasificados por edades, orígenes o franjas de mercado.

Finalmente, el tercer proceso es la estandarización de los procedimientos y de sus resultados. También lo conocemos bien en el sistema universitario: investigando cosas distintas incomunicadas entre sí, sin embargo, todos somos premiados por hacer bien lo mismo, es decir, por publicar en determinados medios y generar actividad (congresos, etcétera) de un mismo tipo. Se estandarizan los procedimientos vacíos, mientras que cada vez podemos hablar menos entre nosotros acerca de lo que pensamos, investigamos, enseñamos o escribimos.
Estas líneas son un llamamiento a no caer en el lamento acerca de lo que nos viene de fuera: recortes y alumnos mal preparados. El mal también lo tenemos dentro. Junto a la denuncia necesaria acerca de todo lo que amenaza hoy a la universidad pública e igualitaria, estas líneas son un llamamiento a mirar hacia dentro para hacer hoy de la universidad un contexto de experiencia compartida y de aprendizaje. Para ello necesitamos articular nociones comunes que, más allá del discurso formal de la interdisciplinariedad, forjen un nuevo abecedario y una cultura verdaderamente libre, en complicidad con otros ámbitos de la sociedad, que ya están desbordando las formas de institucionalidad conocidas hasta hoy. ¿Nos comprometemos con esta apuesta?

Lo que nos ocupa es la conciencia, esa abuela que regula el mundo

por Damián Milla

I.
Deleuze y Guattari escriben el Anti-Edipo en el lenguaje riguroso de la técnica y en el lenguaje riguroso de la risa y del escándalo. Hay momentos de gran calma y momentos de gritos, corridas y explosiones. El inconsciente ha sido separado de lo que puede. Edipo se ha infiltrado. Y sería poco serio mantenerse serio en estos asuntos. Ésta es una especie de locura de la voluntad en la crueldad del alma absolutamente sin igual: la voluntad del hombre de encontrarse culpable y reprobable hasta la inexpiabilidad, su voluntad de pensarse castigado sin que el castigo pueda ser nunca equivalente a la culpa, su voluntad de infectar y envenenar el fondo último de las cosas con el problema del castigo y de la culpa a fin de cortarse de una vez por todas la salida de este laberinto de ideas fijas, su voluntad de erigir un ideal (…) Kafka también conoció mejor que nadie esa crueldad y ese sentido del humor. ¿Cómo pudo llamar El Proceso a un libro que literalmente desde el comienzo mismo describe una condena? Decir que se equivocó es tan bajo como decir que la novela tiene un argumento psicológico. Es la risa de El Proceso como condena: ¿qué significa hacer algo con uno mismo? Este placer de darse forma a sí mismo como a un material pesado, reacio y sufrido, de grabar a fuego una voluntad, una crítica, una negativa, un desprecio, un no, este inquietante y horriblemente placentero trabajo de un alma que está escindida consigo misma y quiere estarlo, que se hace sufrir a sí misma por el placer de hacer sufrir. «Bienvenido», dicen el sacerdote, y su relevo social, Edipo, secándose la sangre de la boca, y preguntando enseguida: Bien, muy bien… ¿sos hombre, mujer… antes era vergonzoso, pero ahora… travesti? ¿Infante, adolescente, adulto? ¿Clase baja, clase media, clase alta? ¿Neurótico, perverso, psicótico? Y ahí ya están los grandes monumentos, los ideales, las jerarquías de la memoria… Todo nuestro culto a la memoria que volvemos a encontrar afuera, y encima preguntándonos, entre ingenuos y perplejos, ante hechos que parecen indignarnos, «cómo es que esto pasó » El pasado, el larguísimo, profundísimo y durísimo pasado nos respira en la cara y sale de nosotros cada vez que nos ponemos serios. Nunca se podía prescindir de la sangre, el martirio y el sacrificio cuando el hombre consideraba necesario hacerse una memoria. Pasamos largas jornadas en nosotros mismos como obreros en una fábrica en la que nunca se termina nada. Vergüenza de ser padre ante los hijos; de ser hijo, ante los padres; de ser hombre, ante la mujer; de ser mujer, ante el hombre… Vergüenza ante uno mismo porque nunca se pudo ser mujer, ni hombre, ni padre, ni hijo. Tenemos un tribunal con todos los fiscales de turno. Y esta condena no puede sino terminar nunca. Se ve así enseguida hasta qué punto no podría haber felicidad, jovialidad, esperanza, orgullo, presente, sin el olvido. El hombre en el que este aparato inhibitorio está dañado y deja de cumplir su función es comparable a un dispéptico (y no sólo comparable), no acaba con nada. Eso es teatro: el hombre como animal indigesto de sí.
II.
Volvamos a Kafka, al malestar del estómago en los pulmones. En Diarios escribe sus preocupaciones constantes: la familia, el lenguaje, el trabajo, el matrimonio. Cuatro casos de orden establecido. No porque sean ámbitos del orden, sino porque se presentan como orden: el universal padre opresivo, la madre que mantiene los vínculos afectivos, las palabras estranguladas en la sintaxis dominante, la explotación en la compañía de seguros, las obligaciones conyugales con Milena… Pero tenía la literatura. Si estoy condenado, entonces no estoy solamente condenado a la muerte, sino también condenado a defenderme de la muerte. Ése era el relevo con la biografía, y a la inversa. Escribir para vivir, y vivir para escribir. A través de esas vivencias -intolerables bloques de cemento- se encontraba la «gran salud». Y Kafka las agujereaba: nunca negando o renegando, sino dándole ser a aquello que no había podido tenerlo. Huir no significa, ni muchísimo menos, renunciar a la acción, no hay nada más activo que una huida. Huir es lo contrario de lo imaginario. Huir es hacer huir, no necesariamente a los demás, sino hacer que algo huya, hacer huir un sistema como se agujerea un tubo. El Proceso, además del humor, inventa esa defensa. De ahí dos sentidos: El Proceso, como humor; El Proceso,como huida. George Jackson escribe desde la cárcel: «Es posible que me fugue, pero mientras dure mi huida, buscaré un arma.» Y Joyce, censuras y elogios aparte, ¿qué hacía? Stanislaus, su hermano, especie de lector-editor en los comienzos, afirma que no quisiera estar en la piel del ofensor «en vida» cuando Joyce se vengara de las ofensas en sus obras. Pero eso no implicaba una venganza. Convertir los obstáculos en medios. Ésa es una buena definición de artista. Es decir, de todo aquel que enfrenta problemas. Síntoma de artista o de visionario: ver en las formas el elemento salvaje. Artaud decía que vivir no es otra cosa que arder en preguntas. Pero las preguntas del reconocimiento, de las garantías y de las legitimidades, exigen poco de la vida. Haría falta acostumbrarse al aire cortante de las alturas, a caminatas invernales, al hielo y la montaña en todos los sentidos. ¡Qué soledad de estepa aquella en donde entre uno y uno mismo, un elemento oscuro se hace sentir a fuerza de golpes, de presiones, de sufrimientos y de felicidades, en suma, de sentimientos concretos y reales! Pero, ¿quién de nosotros quiere la montaña? Miremos los hechos. Ya he dicho suficiente. Así es como un brujo escandinavo, con los ojos muertos como corresponde, clausuraba a los impacientes cualquier necesidad excesiva de previsión. ¡Y la clausuraba porque sabía el resto! La tarea de criar un animal al que le sea lícito prometer -asumir obligaciones ahora para cumplirlas mañana implica como condición y preparación suya la tarea más concreta de hacer primero al hombre hasta cierto punto necesario, uniforme, igual en iguales circunstancias, regular, y por tanto calculable. Y cotidianamente respondemos de nosotros como futuro. Y eso no se limita solamente a los bancos -el crédito financiero necesitó una larga preparación para cumplir la función que hoy cumple- Es la conciencia y la medida de valor que uno tiene de sí: el autoestima, el orgulloso saber del extraordinario privilegio de la responsabilidad, la conciencia de esta rara libertad, de este poder sobre sí mismo y el destino, se ha hundido en el hombre hasta su más honda profundidad y se ha convertido en un instinto, en un instinto dominante: ¿qué nombre dará a ese instinto dominante? No hay duda: este hombre soberano -que responde de sí, y responde de sí porque domina las circunstancias- lo llama su consciencia. Y eso es también teatro: el pensamiento como éxito en el cálculo.
III.
El Anti-Edipo muestra que en el inconsciente no hay imágenes, es decir, que las imágenes vienen después. El inconsciente se produce como se produce una obra o como se tiene una Idea. Porque las Ideas no existen ya hechas y derechas, hay que hacerlas. En una Idea hay cosas que vienen de aquí y de allá, de esto y lo otro. Una Idea procede de diferentes horizontes. Es cuestión de pervertir dominios. ¿Qué es la síntesis conectiva -máquinas enganchadas con máquinas- sino una relación entre cosas o entre aspectos de cosas que no tienen relación? ¿Qué es la síntesis disyuntiva inclusiva, sino puentes entre términos que por cuestiones de higiene deberían excluirse? ¿Qué es la síntesis conectiva de consumo, sino una experimentación paradójica? El presidente Schereber sintiéndose una alsaciana violada por un oficial francés; Gregorio Samsa viviendo un universo insecto; y finalmente Bartleby, por debajo de ellos, la virtualidad por excelencia que arrasa las acciones, las pasiones y los espacios. Deleuze lo dice a propósito de Freud: se llamará «perverso polimorfo» al niño… ¡por tener demasiados deseos! Pero llega la hora en que debidamente el inconsciente o el delirio o el cuerpo terminan dominados por un modelo: la imagen moral. Se sentirá bien, se pensará bien, se reproducirá bien, se eyaculará bien, se obedecerá en tiempo y forma… y todo esto se recordará. Este código lo constituyen el Edipo, la castración y la novela familiar; el contenido más secreto del delirio, es decir, esta deriva del campo histórico y social, se suprime de tal forma que ningún enunciado delirante correspondiente a esa población del inconsciente puede atravesar la máquina analítica…Edipo, Edipo, estos tipos siempre con Edipo… Hacemos una concesión. Después de todo, pobre Edipo. Aún así, no tenemos el coraje de atravesar el delirio porque tenemos otros compromisos. El delirio en el pensamiento, la alucinación en la percepción, el nomadismo en la acción… Bien, pero el dato alucinatorio (veo, oigo) y el dato delirante (pienso…) presuponen un Yo siento más profundo, que proporcione a las alucinaciones su objeto y al delirio del pensamiento su contenido. Delirio y alucinación son secundarios con respecto a la emoción verdaderamente primaria que en un principio no siente más intensidades, devenires, pasos… En una palabra, el esquizo ¿no siente esas alturas, esos estados de materia puramente intensiva, esas soledades invernales, que nada tienen que ver con un neuropsiquiátrico, con la muerte o con la abolición? Y de paso, esos valores inegoístas  -el desinterés, la abnegación, la autoinmolación- surgidos de la interiorización del hombre, de la fuerza que se conoció como hombre, habiéndose modificado como lo hicieron… ¿o es que acaso hoy no tenemos nuestros propios centros de gravedad alrededor de los cuales continuamos nuestra tortura, nuestra tristeza inconfesable, nuestra más íntima negación? Habría que ver lo que hace un bebito que repta, un alcohólico que nos habla, que está completamente ebrio, y luego un sonámbulo que pasa por ahí. Y también las drogas, las fiestas, el sexo, el arte… Pero tampoco… Tampoco a través de esas cosas podemos hacer pasar a los lobos que acechan y amenazan desde el exterior. Porque, ¡qué sería de nosotros si faltáramos como corderos! 
IV.
 ¿Qué son esos tipos ahí? se pregunta una sociedad ante un elemento desconocido, peligroso, temido, desestabilizante. Y suponemos que a ese fenómeno se lo asfixia desde arriba o desde afuera: es la sociedad como conjunto, en sus instituciones más visibles, en donde podemos encontrar el agente de poder. En un primer momento se agita entonces el aparato represivo, se intenta aniquilarlos. En un segundo momento, se intenta encontrar nuevos axiomas que permitan, mal o bien, recodificarlos. Pero esto presenta varios problemas, o diferentes niveles de un problema. Porque eso sucede -surgimiento, aniquilación, recuperación… en definitiva, ¿qué recuperación no tiene las manos llenas de sangre?- como efecto de una situación más profunda. Nietzsche dice que toda cosa en sus orígenes toma prestada la faz de la fuerza contra la que lucha. Y ahí el asunto se desimplifica. A la filosofía le pasó al comienzo lo que a todas las cosas buenas: durante largo tiempo no tuvieron valentía para sí mismas. Por ejemplo, en este caso, la filosofía, para sobrevivir, se disfraza de monje, toma una actitud ascética. Pero no como actor de teatro. El ideal ascético ha servido durante largo tiempo al filósofo como una forma en la que manifestarse, como presupuesto existencial; tenía que representarlo para poder ser filósofo, tenía que creer en él para poder representarlo. Sólo más tarde ese íncubo, si las condiciones son favorables, toma conciencia de sí como lo que realmente es. Pero también la cosa puede salir mal, y el ropaje inicial terminar siendo lo que era en un principio. Entonces ¿qué son esos tipos ahí? son las larvas que hay en todas las cosas. Y volvemos a George Jackson: En la carta de Jackson, por ejemplo, la clásica madre negra que dice a su hijo: «Basta de disparates, haz un buen matrimonio, gana dinero», (…) Y luego está la otra madre de Jackson que dice: «toma tu fusil». Esos son los dos grandes modos a través de los cuales sentimos, conocemos, pensamos, imaginamos… en una palabra, uno que se queda con los aspectos y las relaciones establecidos y reconocidos; y otro, el de las intensidades, el de los pasajes, el de los saltos… el de la experimentación de sí como un desierto o como una pura luz blanca. Un quitarse de la vista a sí mismo porque el amor secreto a lo que crece en él, lo remite a situaciones en las que se le quita la carga de tener que pensar en sí mismo. Y, ¿qué es eso puede crecer en nosotros sino algo imprevisible, irremediable, arduo y doloroso? O por el contrario, ¿qué es esto que anida en el corazón envolviéndolo como un sudario?

Demagogia del silencio, el deber de resistencia. Cómo ser posthitleriano sin saberlo

por Henri Meschonnic
(Traducción: Rodrigo Grimaldi)


Agradecemos a Hugo Savino la corrección de la traducción de este texto de Henri Meschonnic. Interesados como estamos por la crítica que el autor realiza en sus libros a la casi entera filosofía de nuestro tiempo, nos proponemos en la medida de nuestras modestas posibilidades ir presentando diferentes textos poco o nada conocidos del Meschonnic. Aun si, como en este caso, resultan desde lo político abiertamente polémicos.
Además del expuesto, tres motivos nos decidieron a publicar un texto como éste. Uno de ellos consiste en contextualizar ciertas posiciones del autor en el contexto de una polémica con la izquierda francesa (“El hombre de izquierda quiere una conciencia tranquila. A lo políticamente correcto no le gusta que le agiten antecedentes molestos. Prefiere el discontinuo a un continuo con relaciones islámicas al nazismo”). Otro motivo consiste en el interés que nos despierta la polémica sobre los modos de comprender la persistencia del hitlerismo en diversos conflictos contemporáneos, como suele suceder con el palestino-israelí (¿quién es allí el nazi, quien la victima?). En un contexto sudamericano León Rozitchner ha pensado de un modo muy diferente la misma cuestión en un importante articulo llamado “Plomo fundido” sobre la conciencia judía. Existe finalmente un motivo subyacente último: la necesidad de comprender y de elaborar una crítica rotunda del retorno de lo teológico-político.
Leí en The New York Times del 5 y 6 de mayo de 2002, la selección semanal presentada por Le Monde, un artículo firmado por Susan Sachs, titulado “Age-Old Anti-Semitism gets an Islamic Twist” (El antisemitismo secular toma un giro islámico). Se leía allí que en los hoteles cinco estrellas, de Jordania a Irán, se pueden comprar Los Protocolos de Los Sabios de Sión. Leí que la imaginería del judío con nariz ganchuda pulula en los manuales escolares árabes. Amalgama de la imaginería cristiana del judío usurero y pueblo deicida con la imaginería nazi, como la amalgama entre israelí y judío transforma una guerra aparentemente territorial en una guerra de las religiones.

También se leía que en el pasado mes de abril el diario saudita AI Riyadh publicaba un artículo firmado por un universitario, retomando la acusación de homicidio ritual, que se habría creído de otro tiempo, como un “hecho bien establecido”: sangre de niño cristiano (esta vez, encima, musulmán) para consumirla en la fiesta de Purim, para hacer el pan ácimo (¡ah!, tiempo atrás era solamente en Pascuas). Pero una vez traducido el artículo al inglés, el editor del diario lo había desmentido, agregando que no tendría que haber aparecido.

Así va el discurso. Doble. Para el uso interno cumplió con su trabajo. El trabajo hacia el exterior consiste en denegarlo. La denegación, para el Occidente y en sus lenguas, la exacerbación máxima, en árabe. Doble juego, doble lenguaje, doble lengua. Y el juego continúa, que no engaña más que a los “idiotas útiles”. Expresión de Taguieff. Igualmente para cada atentado suicida, una condena; nuevo atentado, nueva condena. Así indefinidamente.

El recurso constante a Los Protocolos de Sion, como un homicidio ritual, acapara una nazificación y una islamización, o más bien la islamización integra todo un pasado múltiple de temas pasados por el nazismo. Es la islamización del antisemitismo. Recupera todas las vulgatas, incluso la vulgata cristiana del pueblo deicida.

Pero no leeremos estas cosas en la gran prensa francesa, esta islamización del conflicto israelí-palestino. A tal punto que ese silencio de la prensa parece extraño.

Ese silencio mediático resulta ser posthitleriano sin saberlo, o sin querer saberlo. Hay que ver lo que hace el poder de desinformación de la mediocracia. O la prensa es incompetente, y debería saberlo. Los libros especializados y documentados no faltan. O sabe y no dice nada. Entonces, es que acepta. Es cómplice. Pero va enseguida a denegar. Ese silencio se apoya sobre diecisiete siglos de entrenamiento cultural de cara al judío. Toda una cultura, que es una incultura. Y acomodamientos con la ética.

Hacer Céline

Ya que esta propaganda funciona. Su principal suceso tal vez es haber ganado para su causa, bajo el manto de justicia y de antiimperialismo, el imaginario de una izquierda idealista. La omnipresencia del complot judío mundial tiene por corolario una omniausencia en la prensa de izquierda. La hazaña: ser a la vez postcomunista y posthitleriano. Comedora de estereotipos. Hacer Céline sin saberlo: el colmo. En tiempos de Paul Morand, estaba situado a la derecha. Ahora, está a la izquierda.

En nombre de una “solidaridad con las víctimas”, como se expresaba el director de las ediciones Fata Morgana, el 7 de octubre de 2001, y se han visto poetas sumarse a esa piadosa comunión. Se vio esta cosa cuyas paradojas y contradicción pasan desapercibidas: una comunión con el odio, que cree comulgar con el amor. Siempre Hegel, la religión del odio, la religión del amor.

Es hermoso, el amor. Este propalestinismo da muestras de una sordera muy específica y ni siquiera escucha, contrariamente a lo que aparenta, su propia causa. Es un conformismo parecido a la buena consciencia, excepto que es una inconsciencia.

En apariencia, es la causa del oprimido, del humillado. Pero la generosidad no ve Los Protocolos de Sion, el mito del asesinato ritual, como tampoco ve el prefacio de Arafat a Mein Kampf, Mein Kampf que se encuentra en los kioscos de libros y diarios del aeropuerto de Amman. Un prefacio a Mein Kampf. Nada mal, ¿no? Nadie habla de eso. ¿Por qué? Es que no parece dejar ver la representación del palestino como víctima. Lo que ciertamente es, pero tal vez no como se cree. Y la “palestinolatría” como dice Bat Yeor (en Nouveaux visages de l’anti-sémitisme, ed. NM7, 2001) rehabilita el “muerte a los judíos”. Por otra parte, lo vi escrito en mi barrio: “MUERTE A LOS JUDÍOS” (sic). Pero no hay que verlo, no hay que decirlo.

Algunos saberes no pasan. Aquello que exponía en detalle Pierre-André Taguieff en Los Protocolos de los Sabios de Sion, Falsificación y uso de documentos falsificados (Berg International, 1992): que son constantemente reeditados por la Universidad Al-Azhar de El Cairo, y primero traducidos y difundidos a comienzos de los años veinte por árabes cristianos. Traducidos al árabe y al persa, presentados como pruebas. Reeditados en Damas en 1983, como estaba allí editado El pan ácimo de Sion, en 1985, por el ministro sirio de defensa: el asesinato ritual. Como Taguieff lo aclara en La Nouvelle Judeophobie (ediciones Mille et une Nuits, Fayard, 2002).

La Amalgama

Están Los Protocolos de los Sabios de Sion detrás del abate Pierre, que incriminaba al “lobby sionista internacional”. El mito de los judíos reyes del mundo, por el enjudiamiento generalizado del mundo occidental. Para Vichy Francia estaba “enjudiada”. Ahora es la amalgama con un mismo objetivo, los “intereses” americanos o franceses en una cruzada anticapitalista. Por lo tanto los mismos atentados. Sin embargo no se matan “intereses”, se matan seres vivos.

Y en principio, cronológicamente, la cruzada fue cristiana luego islámica. Es un odio teológico. Y los odios teológicos son insaciables. Se trata de una demonología. Y esta paranoia, que empezó con el cristianismo “verdadero Israel”, termina por excluir a los judíos de la humanidad; “Our war is with Jews”, dice un video de Ben Laden. La amalgama judío-sionista se prolonga en judío-Occidente. Pero ahí donde la islamización muestra el Occidente, el hombre de izquierda no ve más que el palestino víctima. Así a la causa palestina se la transforma en su interior en antioccidentalismo radical, contra todos los impíos, para que no permanezca sobre la tierra más que el islam, pero los ojos del hombre de izquierda no quiere verlo.

El hombre de izquierda quiere una conciencia tranquila. A lo políticamente correcto no le gusta que le agiten antecedentes molestos. Prefiere el discontinuo a un continuo con relaciones islámicas al nazismo. Ya estaba ese muftí de Jerusalén condenado por el tribunal internacional en 1945 y al que de Gaulle, extrañamente, protegió.

Un Néohitlerismo

Tomado de Mein Kampf, el tema de los judíos maestros de la mentira. De donde sale también el negacionismo. Ahí está la izquierda que faurissonea sin tampoco saberlo. Decididamente, qué negligencia… Metáforas a la Mein Kampf: los judíos “como un absceso”. O “parásitos”. La metáfora patológica o animalista: “simios” y “puercos” (lo que ya quería decir marranos), radicalizando un pasaje del Corán. La modernidad, un cáncer. De ahí depuración, limpieza. Por la salud. Otro tema hitleriano de la islamización: sub-hombres. Todos impíos. Pero los judíos, farsantes, traidores, codiciosos. Lo que venga. Y las falsificaciones históricas, para vaciar al judío de toda identidad histórica y geográfica. Abraham es musulmán, y tiene sólo un hijo, Ismael. La eliminación del Estado de Israel no es más que un detalle. La aniquilación completa del judío es el motor y el fin.

Misma amalgama que en Hitler entre la judería, el imperialismo (americano) y el comunismo internacional – salvo que a éste se lo reemplaza por la democracia y los infieles. La victimización maniquea junta un postmarxismo y la guerra santa. La argumentación antiimperialista motiva la simpatía de los herederos de la izquierda, que cierran los ojos ante la utilización de todas las antiguallas del antisemitismo contra el Estado sionista.

Se sierran los ojos ante la enseñanza del odio y de la negación del otro en los manuales escolares palestinos, de la pequeña a la gran escuela (como lo muestra con precisión Yohanan Manor en Nouveaux visages de l’antisémitisme). En Allah aqbar, “Alá es el más grande” resuena el eslogan franquista: “Viva la muerte”.

No obstante esa cultura del odio y de la muerte perjudica la causa palestina. Muestra sin decirlo que no quiere ni un Estado palestino ni un Estado de Israel. Es finalmente, un falso palestinismo. Un video-juego irrealisante, que ubica al jugador occidental que allí participa en una posición donde esta él mismo desrealisado.

Y ese neohitlerismo es consubstancial a la islamización del conflicto. Es imperioso denunciar esta “islamización del mundo” (Taguieff) que se junta con el reino de mil años de Hitler: un totalitarismo del odio. Un diario saudita presentaba en 1987 a Alá como cumpliendo aquello en lo que Hitler había fallado con respecto a los judíos.

La mundialización del islamismo no es separable de ese recurso constante a Los Protocolos de Sion que lo descalifica. En el nombre de Dios: “Hezbollah” significa “partido de Dios”. Politización máxima de lo teológico-político. Que arrastra también con ella “una islamización de la teología cristiana” (Bat Yeor). En lo que agrega, al complot de la humanidad de Los Protocolos de Sion, un complot contra Dios. El odio llevado a lo cósmico. Pero el hombre de izquierda no lo ve. El hombre de derecha, por su parte, sigue siendo antiárabe.
Una retórica de la inversión

Hay una retórica en esta maquinaria. Una retórica de la inversión. Y funciona. Esta retórica pone en escena una conspiración judía contra el islam, mientras que se asiste a una maniqueización islamista del mundo. El gran Satán es el agresor. Inversión de posturas, de víctima a verdugo: la cruz gamada sobre la bandera israelí, y el palestino víctima del neonazi israelí. Asimilación del sionismo a un racismo en 1975 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, antes de que esta resolución sea abrogada en 1991. Sin que ningún término aquí siga siendo inocente, ni el de “Palestina histórica” ni tampoco el de “colonos”. Y si el sionismo es un racismo, es una amenaza para el mundo entero, un genocidio de musulmanes. Estas exageraciones retoman la causa hitleriana: son los judíos quienes empujan a la guerra. Antes, era la segunda, ahora, la tercera guerra mundial.

Es la inversión del “atraso” musulmán en antimodernidad. Aquí se haría bien en leer, releer, la conferencia de Renan en 1883, “El islamismo y la ciencia”. Ya que permanece sorprendentemente moderna, disociando civilización árabe e islam, mostrando que la civilización árabe es grande cuando el islam es débil, y que ella se debilita cuando él es fuerte, y que “los musulmanes son la primeras víctimas del islam”, oponiendo el fanatismo al “respeto del hombre y de la libertad”.

Pero esos aspectos, no obstante muy ostentosos, siguen siendo silenciados en los medios de comunicación a la francesa. Y allí se muestra más a un niño palestino muerto que a un niño israelí muerto. Los muertos no tienen la misma valencia mediática, depende del campo en donde mueran. Es verdad que los palestinos tienden a exhibirlos, no así los otros.
Amalgama fanatizante por un lado, silencio sobre esta amalgama del otro. Dos consensos complementarios. No hay por qué asombrarse que ese pantano vea cómo se publica a un enano muy conocido que niega ser antisemita mientras pretende que hay demasiados judíos en ciertos medios, y que están por todas partes. ¿Antisemitismo? No. Solamente una vieja tradición francesa.

Pero estos silencios son estruendosos. Y la solidaridad manifestada se vuelve una solidaridad con toda esta construcción fantasmática. Siempre el viejo socialismo de los imbéciles – el antisemitismo – que toma posturas ventajosas.
Un fascismo de un nuevo tipo

El colmo de lo grotesco es que, de hecho, el hombre de izquierda aplaude el llamado a una guerra de los mundos en la que Huntington con El choque de las civilizaciones es el profeta. El hombre de la laicidad favorece una guerra de las religiones, en donde la democracia, asimilada al ateísmo, es sospechosa de todos los vicios. El racionalista se vuelve el acompañante de una cultura del odio y de la muerte que mitifica la historia. Cómplice pasivo, complaciente. Espectador de una ficción heroica y victimaria, demorada en un sueño revolucionario, el alma bella ve solamente lo que quiere ver.

Versión nueva de lo que Sartre llamaba el “demócrata abstracto”: de ahí una prohibición de la crítica, lo islámicamente correcto. No se critica al islam, sino se es islamofóbico. Todo el lugar al rechazo islamista de toda pluralidad-diversidad. Nada mal para un laico.

Pero es un fascismo de un nuevo tipo el que así se deja instalar, creyendo que se lo reprueba. Una pasividad postmuniquesa, un pacifismo blando, por ende una complicidad con “el infame”. En primer lugar, el negacionismo: según un diario palestino, es “la ficción del Holocausto”. Y el negacionismo es un postnazismo.
Una vez más el hombre de izquierda es un tonto, ya que aporta su solidaridad al rechazo de la democracia. Se toma por un humanista, pero es amigo de la oumma, la comunidad de creyentes, se volvió sin saberlo un oumanista.

Como el estatus que se le reserva a la Revolución Francesa lo demuestra, hay una solidaridad histórica entre los enemigos de la democracia y los enemigos de los judíos. No se puede a la vez condenar el terrorismo internacional y no escuchar todo lo que dice. Es no entender la permanencia de la advertencia de Saint-Just: “No hay libertad para los enemigos de la libertad”. Que provoca en algunos aires de espanto. Si se deja hacer no habrá en efecto más libertad. En lo que no se trata de ninguna manera de oponer una intolerancia a una intolerancia, sino de desenmascarar e impedir la intolerancia en su trabajo de odio y de muerte.

El enemigo de la humanidad es lo teológico-político. La ética, teologizada. Lo político mitologizado. Y el humanismo de izquierda, durmiendo sobre su anticapitalismo, mitologiza en coro con el anticapitalismo islamista. No hay peor ciego que aquel que no quiere ver. Mientras que en el nombre de Alá se enseñan Los Protocolos de Sion.
El discurso palestino se deshonra y se autodestruye recurriendo a ese posthitlerismo. El discurso propalestino, lejos de ayudarlo, lo hunde en el horror. La única cosa que queda ilesa, en esa carnicería, es su buena conciencia.

Así hay una demagogia del silencio. El amplificador de la prensa no está enchufado. Lo insostenible es pues inaudible. Ante este silencio hay un deber de resistencia. Es la libertad, el pensamiento, la vida como un solo conjunto inseparable que está en peligro. Para todos. Incluyendo a los palestinos.

Invitación: presentacion Tierra Socialista

Jueves 10 de julio, a las 19hs, presentamos el número 3 de la revista
Tierra Socialista,
dedicada a la discusión sobre el neo-desarrollismo y las luchas contra el extractivismo.

Desde el Instituto de Investigación y Experimentación Política estamos interesados en aprovechar el evento para organizar una discusión sobre la coyuntura política y social que se abre en el país
Lxs esperamos el bar de la Radio La Tribu, Lambaré 873

Crack sin ruptura

por Juan Manuel Sodo – DPAC



En términos de transgresión: así procesa nuestra sensibilidad estética la genialidad; en términos de ruptura. El crack es el genio que viene a romper con algo. Como mínimo, con la normalidad de cualidades del resto. Como máximo, con el estado de cosas de un empate parejo. Pero hasta consigo mismo puede romper, el crack, en el mejor de los casos, haciendo estallar de novedad su propio historial. Ibrahimovich. Para no recaer en el Diez, piénsese en Ibrahimovich. Busquen goles y jugadas parecidas entre sí del sueco. De Román Riquelme. ¿Pero de Robben? ¿Y de Messi? ¿Cuántas veces le vimos a Messi hacer la apiladita del gol contra Bosnia?  Se sabe que lo va a hacer. El técnico rival lo sabe. También los defensores y el arquero. Y entonces es ahí cuando la agarra, agarra y decide que ya es hora de hacerlo de nuevo. Como si rompiera consigo mismo pero por la vía de lo cuantitativo, futbolista de básquet, genio de la repetición, máster en identidad, barrilete cósmico, recordman de lo igual. La lengua narrativo-futbolera no estaba acostumbrada a esto. La lengua narrativo-futbolera asociaba al distinto, al diferente, con el impredecible. Ese tipo que iba a hacer algo pero no se sabía qué. Y jugando para Colombia contra Uruguay hacía el primer gol de James. Una inquietud: si el transgresor nos conmovía, el genio de lo estable, ¿qué registro de emociones nos despierta? Aunque algo es seguro: si el crack viene a romper con algo es porque no está sino que viene, aparece. Otro es su régimen de presencia. Aparece, como en todos los partidos de este mundial ese distinto sin lengua que es Leo Messi.

La ilusión de los bienes comunes

por Pablo E. Chacón

En Sociofobia, caratulado como el mejor ensayo publicado el año pasado en castellano, el pensador y activista español César Rendueles despliega argumentos como el de la supuesta buena conciencia de los usuarios de las redes sociales como otra ilusión liberal: la edición argentina de ese libro estará en la calle en pocos días. Antes, un adelanto exclusivamente para Lobo Suelto!. Aquí, algunos fragmentos del texto:

“Hay una paradoja extraña en los movimientos ciberactivistas. Por un lado, sobreestiman las posibilidades de la tecnología. Por otro, cultivan el atavismo. Los gurús tecnológicos proponen analogías entre los DRM y los enclosures (los procesos históricos de expropiación de las tierras comunales en Inglaterra entre los siglos XVII y XIX). Ven similitudes entre la generosidad digital y el potlach (un sistema de festines tradicionales de los nativos de la costa noroeste norteamericana). Nos sugieren que entendamos internet como un bazar (una institución secular de intercambio mercantil de origen persa)».
“Es como si creyeran que internet nos permite reengancharnos con el entorno supuestamente cordial de las sociedades tradicionales tras el incómodo paréntesis de la modernidad. Tal vez por eso la única alternativa a la mercantilización que se plantea desde las filas del ciberactivismo es la recuperación del concepto de bienes comunes, otra reliquia historiográfica».
“Los commons son los bienes y servicios que en innumerables sociedades tradicionales se producen, gestionan y utilizan en común. Pueden ser pastos, cultivos, recursos hídricos, bancos de pesca, leña, caza, tareas relacionadas con el mantenimiento de los caminos, la siega, la alfarería o el cuidado de las personas dependientes. Los ciberactivistas insisten en que hay un parecido al menos formal entre estas formas seculares de cooperación y la redacción de un artículo para wikipedia, la programación de software libre o el subtitulado altruista de películas o series de televisión».
“La discusión contemporánea más conocida sobre los bienes comunes se remonta a un famoso artículo de Garrett Hardin que explicaba como la gestión de los recursos de uso común se enfrentaba a un dilema. Si varios individuos actuando racionalmente y motivados por su interés personal utilizan de forma independiente un recurso común limitado, terminarán por agotarlo o destruirlo, pese a que a ninguno de ellos les conviene ese resultado».
“En vez de intentar refutar a Hardin, la economista Elinor Ostrom se hizo otra pregunta igualmente interesante. ¿Cómo pudieron, entonces, sobrevivir los comunes en las sociedades tradicionales? Los miembros de las sociedades neolíticas no eran héroes morales ni colectivistas idiotas. Sabían distinguir al menos tan bien como nosotros entre su interés individual y el de su comunidad y a menudo sentirían la tentación de incumplir los acuerdos colectivos. En realidad, lo enigmático es que no se haya dado la tragedia de los comunes más a menudo».
“A través de una ambiciosa investigación, Ostrom descubrió las condiciones institucionales en las que es más probable que surjan acuerdos sobre los recursos de uso común eficaces y estables. Se trata de un entramado organizativo muy sofisticado que las comunidades antiguas desarrollaron a través de un proceso evolutivo de deliberación. ¿Es aceptable establecer una analogía con el contexto cooperativo digital actual? En pocas palabras: no».
“La práctica totalidad de los bienes y servicios que se mencionan habitualmente como recursos de uso común digitales son, en realidad, lo que los economistas denominan bienes públicos. Para empezar, son infinitamente reproducibles sin costo adicional. Eso no tiene nada de malo, pero significa que se disfrutan a la vez, no en común. Pero, sobre todo, son el producto de una preferencia individual por el altruismo. Disponemos de ellos porque alguna gente antepone la preocupación por los demás al interés propio. Es loable y digno de gratitud».
“Sin embargo, la producción de bienes comunes tradicionales no dependía de la generosidad individual sino que estaba incrustada en sistemas de reglas sociales muy estables. Formar parte de una comunidad tradicional significaba estar comprometido con esas reglas. Por eso los bienes comunes digitales carecen de las características generales que Ostrom atribuye a los commons: no tienen límites bien definidos, las reglas de apropiación y provisión no están adaptadas al entorno local, no hay mecanismos eficaces de vigilancia y resolución de conflictos».
“Los internetcentristas imaginan que la cooperación digital nos aleja tanto del individualismo liberal, para el que el interés egoísta era el motor del cambio social, como del estado paternalista que ahoga la creatividad personal en una ciénaga burocrática. Imaginan un mundo lleno de emprendedores celosos de su individualidad pero socialmente conscientes. Donde el conocimiento será el principal valor de una economía competitiva pero limpia e inmaterial».
“Es un programa atractivo que ha rebasado los límites de internet. De hecho, muchos izquierdistas reivindican hoy una economía de los bienes comunes como proyecto político deseable y factible. Consideran que es una alternativa tanto al capitalismo neoliberal como al callejón sin salida burocrático de los estados de bienestar: una forma sencilla de quedarnos con lo mejor de una economía cuyo motor no sea el afán de lucro individual sin caer en la sumisión a las élites políticas».
“El problema es que las relaciones comunitarias densas y continuas son esenciales para la supervivencia y la estabilidad de los sistemas de bienes comunes. Casi no existen en las sociedades modernas -que se caracterizan por un grado alto de fragilidad de las relaciones sociales- porque la tentación de no cooperar es muy fuerte cuando la interacción social es anónima y discontinua».
“El proyecto antagonista de los bienes comunes infravalora estas dificultades. Creo que es el producto de una contaminación del mundo político por el ciberfetichismo. Internet genera la ilusión de un vínculo social sin ninguna de sus características materiales. No resuelve los problemas del individualismo, sólo hace que no nos importen. La verdad es que desarrollar sistemas amplios y estables de gestión de recursos comunes en las sociedades complejas es extremadamente difícil y ninguna ortopedia tecnológica va a disolver ese dilema».
“Por otro lado, ya disponemos de un repertorio amplio de mecanismos institucionales diseñados para mitigar los efectos del mercado en un entorno no comunitario, como asociaciones ciudadanas, cooperativas, universidades y un abanico de intervenciones públicas cuya enorme diversidad queda desfigurada cuando se agrupan bajo el lema del estado burocrático. Ninguno de ellos posee ese aura típica del automatismo digital. Se caracterizan por ser desesperantemente lentos, engorrosos y contradictorios. Tanto como la propia vida en común».
“La moraleja es que tenemos mucho más que aprender de iniciativas contemporáneas de democratización económica modestas y poco espectaculares que de experiencias históricamente remotas o exóticas y minoritarias. Fagor o Zen-Noh no tienen el encanto de alguna revuelta tardomedieval de la baja Sajonia o de un hacklab berlinés. Son proyectos interesantes no a pesar de sus enormes contradicciones políticas y sus limitaciones prácticas sino a causa de ellas».
“Construir un entorno económico cooperativo a partir de un contexto social tan autodestructivo como el nuestro es una tarea titánica que seguramente merece la pena intentar. Pero para ello no resulta de mucha ayuda adentrarse en caminos cegados cuya principal virtud es esa exquisita coherencia que sólo poseen las entidades ficticias, como los bienes comunes de las sociedades complejas”.

Brasil 2014: Mundial para quién

por Salvador Schavelzon
(para Revista Anfibia: 
http://revistaanfibia.com/)


En junio del 2013, algo cambió en Brasil: de pronto, la gente salió a la calle. Un año más tarde, con la llegada del mundial, la prensa y el gobierno dicen que los goles acallaron las protestas. Pero, ¿es cierto? ¿Cómo sigue el ciclo que empezó hace más de un año? Ayer, en São Paulo, la policía reprimió una marcha en la que se reclamaba la libertad de dos manifestantes. Los dos abogados que representan a los activistas, intentaron hablar con las autoridades y terminaron detenidos.
Desde que empezó el Mundial las movilizaciones siguen, cotidianamente, en varias ciudades. Algunas con miles de participantes, como las del movimiento por tarifa cero (MPL) y por los Sin Techo (MTST) en São Paulo. Otras con decenas. ¿Continuarán hasta la final?
Algunas tuvieron más repercusión en la prensa internacional que en la local, que minimiza el número de manifestantes, las ignora, o las asocia a vandalismo y delitos contra la propiedad. Si bien la violencia de la policía brasilera era común en los barrios pobres, su orientación a las protestas es una novedad. En Río de Janeiro, por ejemplo, hubo 15 detenidos y uso de spray pimienta en una marcha pacífica de 50 personas. El investigador Pablo Ortellado, de la Universidad de São Paulo, entre otros, denuncia que en la semana de apertura de la Copa se violaron derechos civiles al prohibir varias concentraciones. Y que cientos de activistas en todo el país son visitados por la policía, y a veces se los cita a declarar en fechas de manifestación. El ministro de deportes, Aldo Rebelo, criticó a Amnistía Internacional por denunciar la falta de libertad de protesta. 
En Goiania se detuvo gente sólo por tener panfletos contra la copa, y en São Paulo hubo detenciones con pruebas puestas por la policía en el momento. Hoy, la policía y la justicia trabajan con los gobiernos para controlar protestas organizadas por grupos horizontales y sin líderes. En una a la que asistimos en el centro de São Paulo, la policía cercó a los manifestantes desafiándolos a presentar un líder que pudiera negociar con ellos el recorrido de la manifestación. Como no había una cabeza identificable, la posibilidad de marchar fue cercenada.
En este marco, podríamos arriesgar que la acción de la policía goza de cierta eficiencia: el flujo de manifestantes durante la copa disminuyó. Si bien en las encuestas de opinión más de la mitad de la población está en contra de la copa en Brasil, el gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) respiró tranquilo por el efecto del inicio del mundial sin grandes problemas logísticos. Y pudo presentar eso como un triunfo contra el muy difundido hashtag de #NãoVaiTerCopa (No habrá Copa).
Veinte mil policías federales y otros locales con aviones no tripulados aseguraron el orden. Los cálculos de ganancias millonarias para la televisión y otros rubros, en el caso de que Brasil llegue a la final, con el pueblo en sus casas siguiendo los partidos, se relaciona con el modelo de ampliación del consumo a nuevos sectores defendido por el PT.
A continuación, intentaremos recorrer el mundo de las protestas contra la copa del mundo, en lo que parece ser un capítulo de la aparición de un importante movimiento político y cultural formado mayoritariamente por jóvenes y que cuestiona no sólo decisiones puntuales del poder sino también el modo en que opera, sus prioridades y las propias bases en que se organiza la política. Trataremos de entender la molecularidad de reclamos no homogéneos, que mutan continuamente en función de posicionamientos estatales, reacciones de la policía y también de goles y eliminaciones.
Un movimiento tan fuerte era impensable años atrás. Cuando llegó el mundial ocurrió lo que dice el abogado y activista de la red universidad nómade Hugo Albuquerque: nunca se habló tanto de fútbol en el mundo de la política y de política en el mundo del fútbol.
¿Copa para quién?
Danilo Cajazeira, es integrante del Comité Popular de la Copa de São Paulo y fundador del “Autônomos Futebol Clube”, de inspiración anarco-punk y principios de horizontalidad, autogestión, anti-racismo y anti-fascismo, dos veces campeón americano de una copa de fútbol alternativo. Manu Chao ya usó la camiseta de este club “de varzea”, por su origen en las márgenes del río. Danilo es uno de los organizadores de las protestas y está desencantado con el mundial, pero no se posiciona contra el fútbol. Ni siquiera contra el mundial, ya que la reivindicación del Comité del que participa es que se paguen compensaciones a los afectados, y no boicotear el evento.
Danilo cuestiona al fútbol por ser un negocio para pocos. No siente empatía con la selección del Brasil y sus jugadores sin historia en el fútbol local. Prefiere las selecciones de Uruguay y Argentina. Pude ver cómo varios de sus compañeros del Comité Popular festejaron el gol de Croacia contra su selección nacional, en una fiesta popular organizada en una favela del centro de São Paulo. Allí ironizaban con la figura del presidente de la FIFA, Joseph Blatter, la presidenta Dilma y el ex jugador Ronaldo, participante del comité local organizador del mundial.
Con otros colectivos, el Comité Popular está organizando para comienzos de julio la Copa Rebelde, donde se jugará sin árbitro y con equipos mixtos. Se suman también a la lucha del MPL, que critica los 60 proyectos de movilidad urbana prometidos dentro de las obras vinculados al mundial. De ellos, 18 fueron descartados. Pero ninguno se basaba en los intereses de la población más pobre, e incluso fueron usados como argumento para remover familias.
Le pregunté a Danilo si veía alguna diferencia para el movimiento entre el PT y los gobiernos locales de otros partidos. Porque algunos movimientos, como los Sin Techo y los Sin Tierra, mantienen vínculos con el PT. Y aunque hacen críticas, verían con preocupación la no reelección de Dilma. Él viene de una familia petista pero, dice, este ya no es el PT en que militaban sus padres. Esta visión es característica de la nueva generación que está en las calles. Para las últimas elecciones, la candidatura de Fernando Haddad en la ciudad de São Paulo se presentó aliada al partido de Maluf (Partido Progresista), asociado a las visiones más retrógradas de ciudad, además de corrupto y gobernador durante la dictadura. A este partido le entregaron la secretaría de habitación, con lo cual, según Danilo, queda claro hasta donde el PT se aleja de la posibilidad de buscar una ciudad más justa.
El Comité Popular de la Copa de São Paulo organizó un escrache en la casa del presidente de la CBF José Maria Marin, días antes de empezar la “Copa de las Muertes”, como llaman al torneo de la FIFA por los diez obreros muertos en los estadios. Además de dirigir el fútbol brasilero, el escrachado tuvo varios cargos durante la dictadura militar, incluyendo el de gobernador de São Paulo, donde sucedió a Maluf.
Otro foco de combate es la empresa multinacional brasilera Odebrecht, la gran ganadora del mundial, con cuatro estadios en sus manos, y aportes a la campaña del PT que se multiplicaron por 20 en solamente tres años.
Cuando de adolescente Danilo fue a renovar su pasaporte no lo dejaron sacarse la foto con la camiseta del Corinthians y por eso firmó con el nombre de su equipo. Ahora critica que el nuevo estadio de su club sea sede del mundial en São Paulo. Lo compara con un shopping, y acusa a los dirigentes de transformarlo en un “Real Madrid de las américas”, que prioriza el marketing, la venta de camisetas y los jugadores pop stars.
Lula da Silva participó de la gestión de préstamos estatales y acuerdos políticos para la reconstrucción. En São Paulo dicen que no era necesaria porque ya había otro estadio apto. Lo mismo pasó en otras ciudades, algunas sin público futbolístico habitual. Del proyecto inicial de hacer 8 estadios, se pasó a 12, superando las exigencias de la FIFA. Por eso, el tribunal de justicia del Estado de Amazonas propuso adaptar el estadio de Manaus como presidio temporario después del mundial.
El arte de protestar
El secretario general de la presidencia asoció las protestas al “pesimismo” y “mal humor” de los manifestantes. El principal asesor internacional de Lula y Dilma, Marco Aurelio García acusaba a los medios internacionales de tener una intención conservadora, y de ocultar las transformaciones revolucionarias del Brasil ante una Europa en crisis.
Pero difícilmente las protestas pueden interpretarse como conservadoras, ni asociarse a la vieja militancia que se oponía a la alienación del fútbol. Más bien se vive la politización de la pasión de muchos. Como decía el filósofo Peter Pal Pelbart, en junio se abrieron las tranqueras de las calles, y se inventaron nuevas coreografías que rechazaban los tradicionales camiones con parlantes de los sindicatos, y a los líderes con pliegos de demandas.
Las protestas se destacaron por su creatividad. Circuló un libro de poemas contra la copa, se idearon ingeniosas proyecciones en edificios, performances, instalaciones, intervenciones urbanas con pintura y partidos de fútbol en favelas o grandes avenidas. José Celso Martinez Correa, el dramaturgo más importante del Brasil, creó un musical que traza asociaciones entre la Copa del Mundo y el Golpe de Estado, jugando con las palabras Robogolpe, Robocopa y Robocop, como se conoce la tropa especial de represión y vigilancia de las ciudades donde hay partidos.
A diez días del inicio del mundial, el filósofo Vladimir Safatle escribía que posiblemente irían a haber partidos y campeón, pero no copa. Según él, aparecería otra imagen del país: “esa de la nación que se estancó en un punto en el cual el desarrollo no consigue transformarse más en calidad efectiva de vida. Punto en que obreros se mueren en construcción como algo que, en las palabras de Pelé, ‘es algo que pasa’, como una ley de la naturaleza”.
El otro lado
Del otro lado, las propagandas de las empresas patrocinadoras y el discurso estatal fueron en la misma dirección: la alegre unión de todos los brasileros hinchando por lo mismo y consumiendo, desde el niño pobre hasta el jugador, sin contradicciones. Hasta la prensa opositora que había dado algo de repercusión a las movilizaciones antes del mundial, se sumó al clima festivo.
Poco antes de la inauguración, Dilma Rousseff dijo: “Tengo absoluta certeza de que el pueblo hará como siempre hizo: va a juntar a los amigos, a la familia, a la comunidad, va a comprar una cervecita, encender el televisor y ver el Mundial hinchando por nuestra selección”. En el contra-movimiento #VaiTerCopa, el gobierno de Dilma se juntó con la dirigencia del fútbol que durante la dictadura estaba en lugares opuestos de la política brasilera.
No sería novedad, si enmarcamos la defensa de las obras del mundial en el entusiasmo desarrollista que es rasgo fundamental de la gestión actual, y viene generando conflictos con poblaciones indígenas, ecologistas y críticos de la contaminación y desforestación de la amazonia. El periodista deportivo Juca Kfouri intenta entender el porqué de la alianza de Lula y Dilma con Ricardo Teixeira, dirigente del fútbol brasilero por más de veinte años y recientemente alejado por acusaciones de corrupción. Las diferencias políticas hacían esperable una ruptura, pero la idea de llevar la copa al Brasil y la seducción de Teixeira a Lula con visitas frecuentes de jugadores a su despacho, o el apoyo a proyectos del gobierno como el de llevar la selección a jugar a Haití, explicarían una alianza pragmática más con viejos rivales. 
En el pedido de separar fútbol y política, y apostar a la comunión nacional, también se involucraron los ex jugadores. Pelé, en su visita a la escuela de fútbol Carlos Oliveira Soccer Academy en Nueva York, en 2013, dijo: “vamos a ver si dejamos las protestas para después de la Copa y no vamos a molestar en este momento importante para promover el Brasil”). Su voz también circula en un video en el que se identifica como “Edson, un hincha brasileiro”: pide no sumarse a las protestas y llama a “olvidar toda esta confusión que está aconteciendo en Brasil”. (…) La selección brasilera es nuestro país, es nuestra sangre. No vamos a abuchear a la selección, vamos a apoyar hasta el final”. Después de la Copa de las Confederaciones confesó haber estado muy preocupado con la propia continuidad del torneo aunque, por suerte, Dios es brasileño y Brasil fue campeón.
Ronaldo sumó una frase que se hizo famosa: “La Copa del Mundo se hace con estadios, no con hospitales”. Él mismo había sido foco de críticas por parte de Romario, ahora diputado estatal y candidato al senado. En carta abierta, lo cuestionaba por la mala organización de la Copa y especialmente por su promesa no cumplida de destinar 32 mil entradas para discapacitados. Poco después, Ronaldo hizo pública sus diferencias con el gobierno y se declaró con vergüenza por los atrasos y sobreprecios, mostrándose junto a Aécio Neves, candidato opositor a Dilma Rousseff en las elecciones del próximo octubre. Desde los movimientos siempre se recuerda más bien a Socrates, jugador que se involucró con la reforma en el fútbol y contra la dictadura.
La composición de las protestas
La crítica a la organización del mundial tuvo dos orígenes bien distintos. De un lado, los movimientos que pedían por determinados derechos y los afectados directos. Del otro, la clase media disgustada con el gobierno y sensible al tema de la corrupción. Ambos sectores convergieron en el #NãoVaiTerCopa y en la crítica a Dilma. Unos esperan un cambio en las urnas de octubre; los otros ven un Partido de los Trabajadores cada vez más indistinguible de los partidos del poder, con los que cogobierna, y no tienen candidato propio ni se preocupa por las elecciones. El día de la inauguración la clase media se expresó con abucheos contra Dilma dentro del estadio.
Una de las características de las protestas es su capacidad para conectarse. Colectivos que nucleaban demandas de poblaciones directamente afectadas por el Mundial, se unieron a las  de indígenas y profesores, que sumaron reclamos en Brasilia y Río de Janeiro poco antes del primer partido. El Movimiento Passe Livre (MPL), que convocó las grandes movilizaciones del año anterior por el precio del transporte, organizó un acto con el lema #NãoVaiTerTarifa, que juntó miles de personas mientras jugaba Inglaterra con Uruguay. La aparición de grupos Black Bloc que destruyeron una concesionaria de autos fue utilizada por la prensa para criticar severamente toda la manifestación.
Los afectados se articularon con otros colectivos en los Comités Populares de la Copa, creados desde 2010 en varias ciudades. Aunque no hay datos oficiales, se calcula que habría 250 mil personas removidas de sus viviendas por las obras. Se denunciaron remociones sin indemnización justa y negociaciones chantajistas para dejar el lugar, o  incluso selectivas e “higienistas”, discriminando pobladores más pobres (ver informe de comité de afectados). Entre quienes confluyen en los comités también hay vendedores ambulantes que, por las normas de la FIFA aprobadas como ley en Brasil, no pueden trabajar cerca de los estadios. Al mismo tiempo, grupos feministas advierten sobre el aumento de la explotación sexual durante el evento, y denuncian prostitución infantil cerca de algunos estadios.
Todos sumaron descontento con la FIFA: por su privilegio por exención de impuestos y sus excesivos derechos para satisfacer las normas impuestas por la entidad, como la ley que prohibía el consumo de alcohol en las canchas, anulada porque el sponsor de la copa es una marca de cerveza. La urbanista Raquel Rolnik, afirma que la FIFA es punta de lanza del capitalismo, hoy en búsqueda de nuevas fronteras de expansión del consumo. Sus normas benefician a las empresas patrocinadoras y a la propia FIFA, quien tiene el monopolio del comercio en el estadio y alrededores. Rolnik denuncia que las obras que trajo el mundial no son las prioritarias en términos de movilidad urbana.
Mil reclamos, mil consignas
El #NãoVaiTerCopa cambió a “Sin derechos, no va a haber Copa”: se reclamaba salud, educación y transporte. La consigna de los Comités Populares fue “¿Copa para Quién?”,  y el Movimiento Sin Techo (MTST), que realizó ocupaciones durante el mundial, incluyendo un terreno vecino al nuevo estadio, con 4 mil familias, hablaba “Copa sin pueblo, estamos en la calle de nuevo”. Este movimiento, con presencia también en Brasilia y otras ciudades fue otro actor clave. En 2013, fueron los primeros que expandieron las protestas por transporte desde el centro hacia la periferia de São Paulo. Y ahora luchan por la aprobación de un nuevo código urbano.
Una semana antes del mundial, el sindicato del metro inició una huelga que fue ilegalizada por la justicia, y derivó en despedidos y multas para el sindicato. Al mismo tiempo, los Sin Techo reclamaban modificaciones en la política de vivienda, el centro de la campaña electoral de Dilma. Para ellos, es hecho a la medida de las empresas constructoras.
El MTST, que poco antes había movilizado 20 mil personas, amenazó con bloquear la avenida de ingreso al Arena Corinthians, para que el primer partido empezara con poco público. De tradición más negociadora, tanto metroviarios como Sin Techo levantaron sus medidas. En un acto por los despedidos por la huelga el mismo día, el sindicato se enfrentó con grupos anarquistas para desmovilizar sin bloquear la entrada a la cancha, y respetando el acuerdo con la policía que había autorizado lo que debería ser apenas un “acto” sin movilización.
Un año atrás, a las movilizaciones organizadas por grupos horizontales y de jóvenes, se sumó una indignada clase media, en gran parte convocada por la TV Globo y los diarios cuyos periodistas habían sido reprimidos. Los medios buscaron direccionarlas contra Dilma y la corrupción. En ese entonces también salieron a la calle grupos con banderas de Brasil que exigían a los partidos de izquierda que bajaran sus banderas rojas. También hubo muchos electores del PT, identificados con el llamado inicial relacionado con el precio del transporte. Excepto estos últimos, que dejaron las calles cuando la crítica a Dilma ganó espacio, los distintos sectores críticos de signo político opuesto se mantuvieron.
En la apertura, Dilma decidió no dar un discurso, para evitar los silbidos que sufrió junto a Blatter en la Copa de las Confederaciones. Aún así fue abucheada. El poeta Eduardo Sterzi escribió: “el reemplazo de la presidenta y Blatter por palomas blancas en el evento de apertura fue una prueba más de que no habría copa”, y que “los manifestantes brasileros en las calles habían vuelto una vanguardia de alguna cosa todavía sin nombre”. Aunque líderes políticos de la oposición buscaban perjudicar las chances de reelección de Dilma, el profesor y crítico literario Idelber Avelar afirmaba en un artículo que se estaba viviendo el “quiebre del pacto lulista” pero la “pérdida considerable de legitimidad del PT, no [venía] acompañada, sin embargo, por conquistas de ningún otro partido”. En ese sentido, considera que “las protestas del 2013 hacen estallar una enorme crisis de representación en el sistema político-electoral brasileño”.
Algunos medios dijeron que la silbatina a Dilma surgió de los palcos más caros –que costaban más de 400 dólares–donde también se ubicaban celebridades e invitados por cortesía de la TV Globo. Circuló la noticia de que Xuxa recibió un email de la secretaría de derechos humanos del gobierno del PT, porque había sido una de las abucheadoras. Pero el grosero rechazo a Dilma la benefició: le permitió presentarse como víctima de una elite desquiciada, y volvió a hablar en la televisión de cuando sufrió torturas durante la dictadura. Hasta algunos opositores llegaron a solidarizarse.
Si bien Lula lo asoció a la “elite”, un ministro cercano a la presidenta diría que las críticas no se redujeron a la “elite blanca” y gotean también en clases más bajas. El profesor y politólogo de la UNICAMP, Álvaro Bianchi, en su análisis sobre el “Dilma, vai tomar no cú” escuchado en el estadio, considera que no venía del estrato social más alto porque, a juzgar por sus políticas, banqueros, constructores y empresarios no tienen de hecho motivos para insultarla. Los gritos groseros vendrían de sectores inferiores de las clases más altas, empujados para abajo por los procesos de concentración y centralización del capital estimulados por el propio gobierno. Se trataría de empresarios de pequeño porte; gente que abre negocios como quien se cambia un traje; va a Miami para ahorrar en ropa de marca; y que prefiere a sus hijos en universidades privadas a verlos mezclarse con subalternos en las universidades públicas.
La nueva generación en la calle
Envueltas en un clima nacionalista y festivo, las clases medias indignadas por los gastos de la copa se replegaron cuando empezó el mundial. Hasta la prensa opositora había dicho: “Prenuncio de que la copa sería el fin del mundo no aguantó tres días” (Folha de S. Paulo); “La Copa venció al Caos” (Estado de São Paulo); y “Hasta ahora sólo alegría”, de la revista conservadora Veja que dos meses antes había publicado una tapa con el título “Las Amenazas a la Copa” y las palabras “Black Blocs, Huelgas, Tumultos, Terrorismo y Crimen Organizado”. La televisión dejaba las elecciones para después, y se entregaba al fútbol y las propagandas de cerveza.
En la inauguración fue clara la distancia entre la clase media indignada y los comités populares, la izquierda, estudiantes y Black Blocs, que buscaron continuar y fueron fuertemente reprimidos. Estas tensiones se sintieron en Tatuapé, barrio de São Paulo, en el comentado acto por los despedidos del metro, donde observamos el encuentro de dos lógicas de movilización (enfrentamiento y medidas de fuerza contra la copa o negociación). 
Además, los manifestantes perseguidos por la policía se encontraron con una clase media que se preparaba para aprovechar el feriado por el mundial para ver el partido en sus casas. Desde los edificios donde colgaban banderas de Brasil, se aplaudió la represión de los uniformados. Hubo quienes pidieron que detuvieran a los “vagabundos” y delaban sus movimientos. Para la clase media en esos balcones, pero también para el gobierno y el grupo de choque, oponerse a la copa era una especie de traición a la patria.
Ese día, la televisión filmó la discusión entre un Black Bloc de rostro tapado y su padre, quien lo sacó de la manifestación. El joven de 16 años gritaba que estaba ahí porque quería “Escuela y educación”. Su padre lo desenmascaró y le dijo que era él quien pagaba su colegio. “Quiero protestar, es mi derecho, el gobierno está equivocado”, respondía el adolescente, ante un conclusivo “Vas a tener tu derecho cuando trabajes y tengas tu dinero”. Al día siguiente, ambos dialogaron en el living del senador histórico del PT Eduardo Suplicy, que les leía la constitución, según muestra una foto que circuló por internet. El PT rechaza las luchas que no tengan un horizonte de organización e institucionalidad por delante. En la Copa, como en junio de 2013, el PT llamó a volver para casa y dejar que el gobierno se ocupe de garantizar derechos. 
Difícil pronosticar en qué se convertirá todo esto cuando el mundial está en medio de su realización. Con los partidos en marcha, no faltan momentos en que para algunos “No Esté Habiendo Copa”, por las manifestaciones reprimidas y las sospechas de fraude de la FIFA. Pasada la fase de octavos, conocida en Brasil como mata-mata, tampoco es previsible que reacción despertará un resultado u otro de la selección, y cómo las venideras elecciones afectarán la nueva politización. Pero ya no hay dudas sobre que, en el mundial 2014, la política se enhebró de forma especial con el fútbol, y mantuvo las puertas de la calle abiertas para pensar un nuevo modelo de mundo, y de ciudad.

Desde Japón: el arte de decir «hola»


por Silvio Di Stéfano



Descender de un avión no es, creo, el momento preferido de nadie. He escuchado a algunas personas decir que disfrutan la comida de avión, y si bien esto presenta, sin duda, un desafío al elevado arte de la empatía, puede entenderse que, de todo los fetiches, el de querer la comida de uno envuelta en aluminio puede no ser el más extraño ni mucho menos el más nocivo. Pero descender del avión, pasar por migraciones, buscar las valijas, atravesar la aduana, parece ser un acto universalmente tedioso.

En este sentido Japón no presenta sorpresa alguna…

Excepto por un detalle: Camino a migraciones, hay dos japoneses que claramente trabajan para el aeropuerto a un costado de la escalera. Su trabajo: saludar con un amable “kon-ni-chi-wa” y una generosa alabanza a cada persona que desciende del avión.

Al tomar el subte dentro del mismo aeropuerto me encuentro con lo mismo: dos chicas cuya tarea es saludar a la gente que está por subirse al subte. En el momento de escritura de estas líneas ya me crucé con varios grupos de personas (generalmente de a pares) cuya tarea es saludar a los transeúntes, tanto en lugares públicos como privados.

La sociedad japonesa parece funcionar bien en este sentido ; la ciudad está habilidosamente automatizada, pero los humanos tienen lugar en donde su humanidad es un aporte.

Es una persona quien prepara comida, sirve sake y informa en lugares públicos, pero son máquinas las que extienden pasajes, insumos básicos (notablemente refrescos) y otras tareas automatizables. El problema del ‘exceso de gente’ no parece darse aquí, y sinceramente no es un argumento con el que esté demasiado de acuerdo en ningún lado. Las soluciones que avalan la alienación no pueden ser muy sustentables.

En este sentido el saludo japonés me parece de lo más loable: es tan inútil que si no lo hace un humano no hay más solución que eliminarlo. Le da al humano una función humana, y aparentemente los japoneses lo consideran importante. Punto para ellos.

Costa Ricas y la sorpresa

Pablo Moseinco

Costa Rica. Argelia. Grecia.

Todos a octavos.

España. Inglaterra. Italia.

Todos a casa.

¿Qué sucede en este Mundial?

Si hay seis  sorpresas ya dejan de serlo.

El Mundial se ha transformado en un escenario que iguala destreza, habilidad e inteligencia futbolística. Una oportunidad única para contrarrestar la ostentación del insoslayable poderío económico europeo, que despliega en el interregno entre Mundiales los fastuosos y adictivos capítulos de la Champions League, sus Eurocopas mentadas como liguillas cuasi-mundiales y las incomparables ligas locales, enriquecidas por la apropiación de las capacidades inventivas latinoamericanas en primer lugar y africanas o asiáticas en menor medida.

Cuando llega el Mundial se equiparan los términos, se balancean los poderíos, se horizontalizan los desafíos. Las predicciones, abonadas y cultivadas por horas y más horas de despliegue mediático forzado a rellenar el vacío de una instancia previa eterna, se derrumban en el momento justo en que la pelota comienza a rodar y por ejemplo, Ghana le empata a la indestructible Alemania pero bien que pudo liquidar el partido en un contraataque mal resuelto, Argelia empata con la Rusia de Capello y accede a octavos casi sin sobresaltos.

Las principales escuadras europeas, que se miran en el espejo de sus multimillonarias ligas locales, no reciben su propia imagen sino un espejismo distorsionado por la avalancha de euros, dólares y libras esterlinas. Alemania quizá tenga en sus planteles vernáculos un porcentaje menor de extranjeros, pero Ozil es turco, Klose es polaco y Boateng es ghanés.

Sin embargo hay una forma distinta, una excepción, una intrusión en este certamen. Hay un equipo que sortea pronósticos y calificativos, que elude cualquier facilismo y obliga partido a partido a repensar todo aquello que se creía saber: esa entidad es Costa Rica.
Costa Rica desplegó un juego generoso junto a una disciplina táctica envidiable. Mostró una combinación de temple y desparpajo asombrosa. Algo así como sangre fría o sangre caliente cuando fue necesario.

Puede pensarse que Costa Rica es un equipo ignorante: de todos los auspicios que lo colocaban como el rival fácil que entregaría sus partidos sin resistencia digna; de los antecedentes de sus rivales de zona todos campeones mundiales; del peso específico de su rival uruguayo en primera fecha, inundado de jugadores curtidos en las ligas pesadas europeas; de los ecos de esa primera victoria; del respeto que debería tener a una selección italiana necesitada de ratificar su clasificación; de que con su victoria contra la azzurra eliminaba a los ingleses de la copa y finalmente que conminaba a italianos y orientales a jugarse la vida en un tercer encuentro mientras se daba el lujo de caminar el último partido.

El domingo tiene una cita con el destino, asumimos que también la ignorará. Se especula  que desplegará diversión y ciencia en partes iguales. A disfrutar.

Costa Rica, la anomalía

por Pablo Monseico


En el choque de octavos, la anomalía de este mundial, esa excepción denominada Costa Rica se enfrentó a  otra alteración menos virtuosa pero igualmente excepcional: Grecia.

Decimos que Grecia es un equipo excepcional pues no concibe al fútbol como escenario creativo. Se instala en el campo de juego tan sólo dispuesto a defender el cero en su arco honrando una tradición que lo convirtió en un triste y avaro campeón de la Eurocopa 2004. Y aguarda que a la suerte se le escape una oportunidad, que una extraña alineación planetaria despierte cierta cuota de destreza latente en sus jugadores y los sorprenda con que la pelota llega al fondo del arco y se convierta en ese bien preciado que tan poco frecuentan: un gol.

Y en el cruce de estas dos extrañezas deportivas el anodino, previsible y lineal planteo griego operó como una suerte de reactivo limitante de la invención tica. No hubo diversión, tan solo un poco de organización territorial. La previsibilidad de los griegos contaminó las usinas creativas costarricenses y nos ofrecieron un apático, aburridísimo primer tiempo. Con una excepción, la primera de cuatro intervenciones extraordinarias superheroicas del arquero centroamericano: estirando su elástica humanidad, su pierna derecha interrumpe una pelota con seguro destino de gol en uno de esos raros momentos en que Grecia recibió el regalo de una idea.

En la segunda mitad del tiempo oficial, Costa Rica logra despabilarse de ese sopor que inundaba las almas de los jugadores y convierte uno de los goles más originales de este Mundial. Con una suavidad y precisión quirúrgicas, Ruiz ubica una pelota que lentamente entra al arco griego ante la estupefacción e inmovilidad del arquero y sus defensores. Sin embargo, el gol no alteró en absoluto el clima letárgico del juego entregado hasta el momento. Grecia carecía de ideas, sofismas, silogismos y delanteros. Hasta que en una desafortunada y tardía reacción, Oscar Duarte se convierte en el primer costarricense expulsado en la historia de los mundiales.

Y comenzó otro partido: parece ser que el médico del plantel griego contó los jugadores en cancha, notó que había un jugador azul más, se lo dijo al técnico, quien a su vez comenzó a los gritos avisando a sus dirigidos que tenían superioridad numérica y así, paulatinamente, fueron cayendo en la cuenta de que habría alguna chance de empatar. Mientras que Costa Rica abandonó la ignorancia que alguna vez enarboló y se supo menos, numéricamente.

Grecia empujó, avanzó, enhebró varios pases seguidos y en tiempo de descuento el suplente Gekas se equivocó y pateó al arco, Navas también se equivoca (oh, es humano), el rebote lo toma un defensor de apellido larguísimo y convierte. Empate.

Cuando aún Costa Rica no había asimilado el tremendo golpe otro griego recién ingresado, con un rostro digno de villano de película muda intenta eliminar definitivamente la ilusión, cabecea al arco y obliga a Navas a la segunda mágica estirada, ahora vuela arqueándose en el aire, cerrando el arco y confirmando el alargue.
Ya  en el suplemento, Navas produce su tercera intervención maravillosa con la misma pierna derecha estirada en ángulo extraño que salva al arco de otra segura caída.

Y antes del calvario de los tiros del punto penal asistimos a otra maravilla griega de la ineficacia: en un contragolpe llegaron en ventaja cinco jugadores contra dos ticos (sí, cinco contra dos) y no hubo modo, se toparon contra las dos columnas dóricas que obnubilaron la escasa y ya debilitada capacidad helénica.

En la definición por penales, cuentan que Scolari y Sampaoli atesoraron los videos para mostrarle a sus jugadores cómo se deben patear. Costa Rica volvió a ser ese equipo ignorante que queremos ver:  cinco de cinco, todos adentro, sin nervio ni miedo escénico, ni agotamiento ni presión. Y Navas, gigante, enorme, inmenso, vuela hacia su derecha cuan largo es y más, estira su brazo izquierdo cubriendo casi medio arco e impide que la pelota se encuentre con la red, en su cuarta y definitivamente final intervención. A cuartos. A visitar la Historia.

Una digresión final. El técnico Pinto sostuvo que prefiere enfrentarse a equipos grandes. ¿El motivo? Porque los conoce. Gracias a la globalización accede una enorme cantidad de información que le permite conocer con más precisión a estos rivales y por ende preparar su partido de mejor manera. Es posible que Grecia no haya dado la talla para figurar en ningún sitio que condense información futbolística de relevancia y ello explique la ausencia del plan de juego tico. Ahora bien, en cuartos se cruza con un grande: Holanda. Da para ilusionarse, entonces.

Costa Rica, final

por Pablo Monseico


Ceremonia inicial con la entonación de los himnos. La cámara realiza un travelling lateral de izquierda a derecha y en primer plano recorre los rostros de los deportistas.

Robben, Schneider, Kompany, Van Persie. Fi guras harto conocidas en el mundo futbolístico, súper atletas cargados de títulos, competencia internacional y por qué no, portadores también del aura glamorosa de las máximas estrellas del fútbol mundial. Esbeltos y sobradamente seguros de sí.

El turno de Costa Rica, la cámara prosigue su viaje. ¿Quiénes son estos casi niños, esmirriados jugadores que jamás soñaron jugar un quinto partido que pudiese colocarlos en semifinales? Tal es su ausencia en la escena mediática globalizada que uno de ellos, Campbell, compró 100 paquetes de figuritas para poder tenerse a sí mismo inmortalizado en una pegatina de 5×4. Su técnico, colombiano, entona emocionado un himno ajeno.

El cuerpo técnico holandés tiene estructura gerencial: son cuatro funcionarios prolija y adecuadamente uniformados con impecable camisa blanca y reluciente corbata naranja. La dirección general es de Louis Van Gaal. El que está sentado a su izquierda es, oh, Patrick Kluivert, estupendo jugador devenido elegante manager. Sentados en la banca, todos toman febriles notas en unas libretitas de lo que sucede en el campo de juego. Rara vez se levantan, rara vez se alteran, apenas sudan por el calor bahiano, eficaces mandatarios de la Casa de Orange.

A José Luis Pinto, el técnico costarricense, se lo ve siempre de pie, inquieto, sin asistentes a la vista. Es retacón, de cabeza prominente. Trajeado siempre, sí. Pero las mangas de su camisa insisten en deslizarse por fuera de las del saco, adquiriendo un aspecto extraño. No cesa de dar nerviosas indicaciones, atento al despliegue táctico de sus jugadores.

El partido, durante los 90 minutos de rigor, más los 30 del alargue podría  resumirse de este modo: un superlativo Keylor Navas sostuvo y edificó  un arco inexpugnable. Contó para ello con sus extraordinaria pericia, reflejos y elasticidad; fue asistido por el compromiso inclaudicable de sus compañeros;  y finalmente sumó dos inestimables aliados, los postes vertical y horizontal.

Sería necio negar que Holanda buscó la definición por todos los medios a su alcance y que generó una decena de situaciones de gol. Pero es también innegable que no pudo, o no supo, quebrar el cerco, la pericia y la suerte costarricences.

A medida que los minutos se escurrían tanto se agigantaban las chances de Costa Rica como la frustración e impotencia holandesa. Los penales se fueron erigiendo en una opción más que deseable para los ticos. Se percibía que no les gustaba nada a sus rivales, que insistieron, atacaron, reventaron travesaños, patearon desde afuera, desde adentro, con violencia, sin ella, pero no. El arco de Navas aparecía blindado y la ilusión crecía. Costa Rica se sabía victorioso y eficiente en la definición desde los doce pasos.

Pero llegó el fatídico minuto 119 y el criminal plan maestro del técnico holandés derrumbó toda posibilidad de justicia poética. El tercer arquero, un tal Tim Krull, un grandote de 1.93 entra a la cancha.

Sugieren ciertas fuentes confiables que a sabiendas de la posible definición por penales, van Gaal viene entrenando a este Krull para desempeñar el rol que le fue finalmente asignado. Pero no fue preparado tan sólo para atajar, se confirma que fue adoctrinado para amedrentar, ostentar y pavonearse en el área; amenazando a los jugadores ticos en su hora decisiva.

Y vaya que tiene éxito. Navas no puede extender su invulnerabilidad frente a la eficacia de los pateadores naranjas y el antipático, prepotente, ampuloso y cruel Krull aniquila toda chance, ahoga la ilusión sin miramientos.

Se va Costa Rica de este Mundial. Se aleja la mejor sorpresa y nos priva a los espectadores de seguir disfrutando de la frescura y el desenfado. Habrá que resignarse a seguir viendo la planificación, el tacticismo y el recurso artero al borde del reglamento.

Hasta la próxima.  

Toda escritura es una reescritura, de Franco Ingrassia


Franco Ingrassia suele indagar en la psicología, la sociología y las tramas de los dispositivos institucionales, desentrañando los misterios del telar arácnido al que estamos habituados a llamar sociedad. Esta vez, en La Socialidad hay un ejercicio simple y corrosivo: una reescritura, una apropiación, una violencia. Reescrituras que se producen en ciertos límites sin pretender atravesarlos sino más bien explorarlos, hacer de ellos zonas de intensos mestizajes en lugar de líneas que delimiten lo binario. Reescrituras señalando que ellas mismas habitan el infinito movimiento donde todo escritor es un amanuense.
En La Socialidad se indistingue la poesía y la teoría, y esa operación se aleja tanto de la infertilidad de la discusión sobre los géneros, como de los pastiches “post». Aquí se indistingue para potenciar la plasticidad de la estética y la tenacidad de la crítica. No hay entonces ni razón teórica ni sinrazón poética sino otra cosa. Y hay otra cosa porque lo que inquieta, insiste y obliga a experimentar, no es una necesidad estética ni teórica.
Bauman, Negri, Lewkowicz, Latour… Sonoridades prestadas, hibridadas, recom-binadas. Pero ellos no están aquí mucho más que Baudelaire, Blanchot, Lucrecio, Deleuze, Castoriadis… El amanuense sabe que hay un momento (tan preciso como difuso), donde alguiendeviene cualquiera. Ahí es donde se sumerge en el oficio de hilar las voces para que ellas compongan un armónico, un sonido enigmático y nuevo que se produce a partir de vibraciones e intensidades yuxtapuestas. Esa experiencia (afectiva, intensiva, intelectual, vital, inquietante, colectiva, inacabada) es la socialidad.
La socialidad, Franco Ingrassia, hekht, invierno de 2014.
Resultado de la sinergia entre la Superabundans Haut(imprenta de tipos móviles), la legión (encuadernación) y hekht. Tapas duras, cosido a mano, 11 x 18 y 14 x 17. ISBN 9789872591441. 108 páginas.

La persistencia de otros mundos. Informe, de Reynaldo Jiménez



Informe es un ensayo poético, una exploración sensible, un relanzamiento de las posibilidades de las palabras para nombrar “algo” que no es discurso, “algo” que no deja de escapar de las redes que intentan apresarlo. Y ahí precisamente se advierte el hiato, el salto desmesurado donde la poesía insemina nuestros modos de pensar-hacer-decir lo político. En Informe vibra un ejercicio espiritual inspirado en una ética específica, la de quien se resiste tanto a las comodidades del texto como a las estetizaciones del pensamiento. Una exigencia, un oficio, un ritmo.
Reynaldo Jiménez es uno de los poquísimos escritores latinoamericanos inquietantes. Su desobra no deja de expandirse e infiltrarse. Poeta, ensayista, editor, músico, traductor, Jiménez es ante todo un tenaz y sutil habilitador de mundos en el mismo momento en que el mundo parece saturado de discursos y, sin embargo, vacío. Informe es, precisamente, la implosión de ese vacío y el brotar luminoso y cálido de lo viviente. Una experiencia sensible.
“Decía profético de un magma. Sin embargo magma alude aún a materia. Y caos aún sugiere oposición a un orden. Y no del desorden lo informe. No es de resultas de alguna oposición, divisoria, guerrilla de fronteras. Ni va por lo expresivo, desde luego, porque no hay enroque posible entre algo presionado y su eclosión …/ Entonces. Lo informe no era antes ni será después. No es lo diamantino, fractal de presencia, inagotable manifestación o “cada vez más finita” naturaleza. Pero es la carne la que lo recibe (…) La alegría es lo informe que viene sin avisar. Y se lleva el casco y el escudo…”

Informe, Reynaldo Jiménez, hekht, invierno de 2014.
Resultado de la sinergia entre la Superabundans Haut (imprenta de tipos móviles), la legión (encuadernació de la edición artesanal) y hekht. Tapas duras, cosido a mano, 11 x 18. Tapas blandas, 14 x 17. ISBN 9789872591434. 100 páginas.

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