Cada intercambio, cada transacción se asimila como prótesis y pequeña
morte: de allí se exprime un saber que no necesariamente es savoir
faire.
La habilidad lo hace subsistir en el subte-tren como fantasma
o, en el mejor de los casos como atracción de feria: ES niña-malabar /
niño-cantor que aúlla.
La zombificación es un viaje similar al de la luz : la bomba se alimenta del enchufe y el enchufe de la bomba
hasta consumirla.
O no.
La figura de zombie es inenarrable: vuelve de la muerte y come
cerebros. Y en ese volver del más allá se muestra como cáscara o
cocoon porque el alma(¿) ha quedado del otro lado.
La estrategia es hacer malabares y no en sentido figurado o tal vez hacer una película de zombies y gambetear al zombo Rey porque la muerte es ficción y la sangre es simplemente un preparado.
Juan Miceli