y a tu analista también // Claudia Huergo

Atendés una llamada y se le hace un hueco al sábado. Algo da vueltas el reloj de arena, algo empieza a derramar. Vas viendo formarse un embudo, el desgranamiento en esa superficie compacta, que hasta hace nada, descansaba quieta. El tiempo empieza a correr de otra forma. 

Creo que eso fue un abuso, dice. Lo sé más que por los detalles, porque de repente mi cuerpo se vuelve un campo magnético, cayó un rayo cerca y puedo sentir el reguero, la propagación, el espeluzne. 

Lo sé en eco. En cada una de las preguntas que se hace, en la vacilación, en el miedo, en el tanteo de la situación, en la comprensión inmediata del riesgo. En el pilotear. En el relato del momento de  la escisión, cuando el alma abandona al cuerpo. ¿Viste lo que dicen los chamanes?: que el alma de la mujer abandona el cuerpo que está en peligro. Se pone a resguardo. Se va. 

¿Pero dijiste que no? Aparecen los garantistas. Los que creen que somos iguales ante la ley. ¿cómo, decir no, no funciona? Miren, hagamos al revés. Díganme cuándo funciona.  Llenemos el dorso de una postal con eso.

Atravesar las primeras interacciones, un lento ascenso hasta la cumbre de los eufemismos:  bueno, pasaste un mal momento. Que feo, ya hiciste la denuncia? . No jodas, no ofendas a tu pareja, no incomodes a tu familia con tus malos momentos. Ponete bien, pensá en tus hijos. Cualquier hueco está para ser llenado de familia patria y propiedad. El titular lo tenemos garantizado: violó la cuarentena y la abusaron. Cómo no vas a tener miedo. Y cómo no vas a querer que arda. 

Y vos, analista-mujer, qué onda?  Qué onda las alusiones socarronas durante la formación, esperando que alguien nos viniera a decir cómo componía lo mujer en medio de todas esas voces autorizadas. Entonces alguien citaba: un analista con tetas. La referencia a Tiresias. Engolando la voz, media sonrisa, mirando de reojo el escote de la compañera.  Hagan la prueba, escriban en google: Lacan, analista con tetas… Siempre son intervenciones en congresos sobre el goce femenino. Silencio sobre la máquina de producir terror, sobre los dispositivos de crueldad. Están ahí para recoger la mies de su violencia, la estetización de su terror. Psicoanálisis gore. Un pacto entre caballeros. De souvenir te llevas la sospecha: revísate nena, a lo mejor lo tuyo es goce. Pues miren qué atrevidos. A que creen que no nos dimos cuenta quién está gozando ahí. 

Mis cielas: acá me están dictando, el primer saber, el que no podemos olvidar: tener tetas, es estar sujeta a un régimen de excepción. Es llevar tu propio campo de concentración encima. 

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