Repaso sensaciones de la jornada, seguramente afectadas por el cansancio: es irresistible el espectáculo de una fuerza en constitución, el sufrimiento ante cada una de las trampas que no dejan de acechar, y el vértigo y el orgullo al comprobar como encuentra cada vez una salida donde parecía no haberla. Llamamos «maradoniana» a esa actitud cuando se engendra en el fútbol, y tienta imaginar que Messi alcanza la gloria en el momento en que logra por fin encarnar ese espíritu. Aunque más justo sería decir que lo que se maradoneó esta vez no fue sólo un capitán genial, sino todo un equipo. Es para darle vueltas al asunto de la trampa, del vivir entrampadx o condenadx. Por algo se escuchó tanto decir hoy a vario jugadores eso de que ser argentino es estar condenadx a sufrir. Saberse en una trampa (sentenciado por un tribunal cuya legitimidad debe ser una y otra vez destruida), sin perder por ello la conciencia de ser una fuerza en constitución, encontrando salidas allí donde no las hay.