Una nueva democracia // Ricardo Melgar Bao

David Alfaro Siqueiros en uno de sus murales representó la imagen fuerte de lo que llamó la Nueva Democracia colocando en el centro a una imponente mujer libertaria emergida de un muy conocido volcán. Rompe las cadenas políticas y levanta con su mano derecha una rosa aúrea y en su mano izquierda una antorcha de la que brota el fuego vivo de la esperanza. De sus labios entreabiertos quizás salga con voz tonante un solidario grito liberador. Esta alegoría se aproxima a lo social, cultural y políticamente vivido desde ayer. La contundente derrota electoral infligida por MORENA al PRI y al PAN, signa un importante hito en la historia política posrrevolucionaria. No es causal que haya sido motivo de celebración festiva por aquella mayoritaria ciudadanía que ha adherido a una opción alternativa al fallido sistema bipartidista de las derechas de filiación neoliberal. Sumé mi voto y me regocijé del resultado de los comicios, al igual que muchos de mis colegas y mis amigos. Considero, que ayer, también fueron derrotados: los arcaicos sistemas clientelares y la manipulación política del miedo auspiciado por el gobierno, el PRIAN y el duopolio de medios de comunicación: Televisa y Azteca. Fue muchas cosas: un rechazo a la violencia y la tolerancia cómplice del sistema policial, judicial y carcelario.

El triunfo de MORENA representa un rotundo revés de las fuerzas e intereses acostumbrados a moverse entre la despatrimonialización de los bienes de la nación mexicana y el autoritarismo represor y excluyente. La impunidad, la renuncia a la soberanía nacional, la corrupción y las promesas incumplidas suscitaron un ostensible hartazgo ciudadano. No me queda la menor duda, de que el voto a favor de López Obrador y Morena atrajo como imán ese descontento mayoritario de la ciudadanía mexicana. Lo refrenda su propia heterogeneidad.

Si bien es cierto, que la esperanza de un cambio reina en el imaginario de los sufragantes y adherentes de Morena, quedan por atender muchos retos: los candados jurídicos tanto nacionales como internacionales lesivos a los intereses de la nación, la fuerza de costumbre de la corrupción cultivada por la burocracia estatal, amparada en materia laboral por una generosa ley a su favor. Pero además, contarán las propias diferencias y contradicciones políticas existentes en el seno de MORENA, cuyo tratamiento no será fácil de atender, cuando de reparto de cargos públicos y gestión de programas y planes financiados se trata. La vigilancia, la transparencia, la rendición de cuentas de los funcionarios públicos debe ser reforzada desde abajo y desde arriba. La amenaza no solo viene de fuera, habrá que cuidar el frente interno de este gobierno de centro izquierda, bajo cuyo paraguas protector se incubarán otras fuerzas renovadoras y nuevos liderazgos generacionales. En México, la mayor parte de su ciudadanía tiene esperanza de un futuro libre de excrecencias. En América Latina se ve con buenos ojos este giro político extraordinario y positivo que inicia uno de sus más importantes países. Por último, prueba que en Nuestra América, el llamado giro neoconservador no es tan arrollador como se pretendía. Otro México se reinventa, otro continente es posible y deseable.

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