Sentirse un poco Alberto un feriado de lluvia y con otro feriado después. Sin ir a ningún lado, sin amigos para ir a comer, sin bar que me reciba. Sin una serie que mirar. Ninguneado, usado, olvidado. Un poco Alberto mientras espero el 338 en Don Orione, mientras no llega, mientras la tarifa de Uber es imposible, mientras pasa que explota y no para. Un poco que me re cabio, que se olvidaron de invitarme, que ya estoy grande. Que no sirvo, que no me miran, que ni se ríen. Un poco Alberto mientras miro la tele y no hablan de mí y no me entran notificaciones pidiéndome cosas y mis tuits pasan inadvertidos. Un poco cuando me cuelgo de madrugada en YouTube con cosas del mundial, con la plaza de 2019, con discursos de la pandemia, con un canguro boxeando. ¿Fue en esta vida que aplaudieron desde los balcones para el cumpleaños? Un poco Alberto que me quisieron de obedientes y de puro obedientes me dejaron de querer. Y un poco Alberto por creerles. Sentir lo que es el amor prestado, la gloria que se aleja, la traición de quienes lo aplaudían. Lo que pudo ser y solo era producto de la fiebre. Un poco gil, un poco verde, un poco casi, un poco nada, un poco gato. Scrollear, refrescar, reiniciar, poner palabras claves y que nada digan. Stalkear a quienes ya no me quieren, expropiar y devolver, escribir y que me claven el visto. Sentir ese vacío en toda la casa por la ausencia, su ausencia, cualquier ausencia, su ausencia en la plaza. Sentirse Alberto viendo que hasta Sergio está ahí. Creer que no me habían olvidado y caer en la cuenta que si.