Llegó el momento: una mayoría empuja y obliga a considerar una nueva libertad. Sólo por eso, es hoy un día histórico. Los creyentes en la representación política -que son mayoría en la lengua escrita o pública- tienen la gran oportunidad de hacer su trabajo y terminar de correr esa lápida indigna y medieval que fue impuesta por el propio estado y por la iglesia católica, sobre los cuerpos de las mujeres, es decir: sobre el cuerpo comunitario en su conjunto!.
Quienes creen en la política como «presentación», es decir como re-presentación -como un volver a hacerse presente una y otra vez en las calles y en cada lugar en la que elaboran significaciones- vuelven -una vez más- a la escena de la fiesta. Se trata, el verde, de un movimiento «ejemplar», porque además de lograr objetivos, exhibe una particular fábrica de potencia política -durante años y sin pausa-, de riqueza y de profundidad, en la que se tejen sentidos en y desde la lucha. Ruptura, masividad, pluralidad y perseverancia, como rasgos de un poder diferente. Dentro y contra del propio sistema de la representación y del estado. Junto a la votación, en la calle, crece el más certero cuestionamiento al control teológico-política. Situación -la del control- que no puede durar.
Será ley, por tanto. A este senado -pensemos lo que pensemos de él- le toca hoy traducir en legislación un deseo multitudinario, maduro, cuya capacidad de crítica y de avance -somos afortunadxs en vivir este momento- recién comienza.