ÚLTIMO CONCIERTO DEL AÑO DE DIARIOS DEL ODIO: 8 de NOV 21:30 hs – Sala Caras y Caretas // ORGIE
DIARIOS DEL ODIO
8 de noviembre 21:30 hs – Sala Caras y Caretas 2037
Invitamos a la última función del año de Diarios del odio, el miércoles 8 de noviembre a las 21:30 hs. Esta vez, nuevamente, en la sala de conciertos de laUniversidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo “Caras y Caretas” (Sarmiento 2037). Luego del estreno en la Universidad Nacional de General Sarmiento y el estreno en Capital Federal, en el Centro Cultural Paco Urondo, las presentaciones en Caras y Caretas y el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, Diarios del odio, indagación escénica y musical del poemario homónimo de Roberto Jacoby y Syd Krochmalny, dirigida por Silvio Lang, junto a ORGIE -Organización Grupal de Investigaciones Escénicas- sigue transitando espacios diferentes y generando públicos heterogéneos y multitudinarios. Desde su estreno y con sólo 8 funciones ya la han visto más de 2000 espectadores. La entrada tiene un valor de $ 200 y se adquieren enboletería de la sala y enTuEntrada. Descuento para estudiantes $150, en boletería, con acreditación.
SINOPSIS —
Al menos dos planos escénicos heterogéneos se enfrentan en la indagación sobre el poemario Diarios del odio, de Roberto Jacoby y Syd Krochmalny: las relaciones de los cuerpos en masa y los enunciados del odio de los lectores anónimos de las ediciones digitales de La Nación y Clarín, durante los gobiernos kirchneristas. En el primer plano los cuerpos se organizan en la materialidad de fenómenos de masas en movimiento en el espacio público –marchas, piquetes, saqueos, estampidas, linchamientos, represiones policiales, formaciones militares, éxodos, rituales. En el otro plano, los enunciados vueltos poemas se resuelven en canciones pop evangelista. En las tensiones y transacciones entre uno y otro plano se juegan los afectos de odio y de dicha de los cuerpos, tanto como la estrategia de poder del pastoreo de las masas ante sus desbordes contingentes de igualdad, organización y emancipación.
«A los eslabones de la serie de traducciones –obra visual / poemario- se le agrega ahora una performance teatral, encarada por Silvio Lang y un conjunto de actores y músicos. Traducir al cuerpo, en los cuerpos, por los cuerpos. Individuales y colectivo. Ver qué hace el odio en ellos y el combate grupal contra el odio. Lo comunitario que embate para evitar su propia destrucción. Siempre en esta secuencia de traducciones se estuvo pensando la política y las pasiones. Las pasiones que atraviesan, fundan y desgarran. La política como modo de hacer con las pasiones. Agitándolas, absorbiéndolas, conjurándolas. Lang, según adelanta, piensa en ese vaivén.»
María Pía López, directora del Centro Cultural de la Universidad Nacional de General Sarmiento.
«Diarios del odio, es una plegaria, es coro antiguo pero esta totalmente modernizado y tiene sarcasmo interno, los cuerpos tienen toda la plasticidad de la historia del teatro, la coreografía, por lo tanto asistimos a un argumento, una gran yuxtaposición del texto teatral, del juego teatral (…) Una obra tan incisiva mete una cuchilla en el corazón de la lengua argentina, la lengua del odio, algo significa como una reflexión desafiante a lo que ocurrió esta tarde en la Ciudad de Buenos Aires. Es decir, también, la marcha se lanzó a pensar esta ciudad, esta ciudad con toda especie de obstáculos para pensar, la construcción de los obstáculos para pensar sobre la forma de la ciudad».
“La puesta de Silvio Lang musicaliza, canta y baila la trivialidad asesina, la desensibilización general que crece entre nosotros. Diarios del odio debe ser otra cosa que autocomplacencia sobradora para conciencias progresistas. Es parte de un programa de investigación militante sobre los modos del goce de las imagenes del crimen con que lo neoliberal crece entre los adoquines. Desentrañar ese tejido, resistirlo al nivel de los ritmos y las fibras es la base de una contracoherencia desafiante, micropolítica, a la altura de la amenaza que sufrimos.”
Ahora esos materiales mutaron a indagación teatral: un abrumador cúmulo de canciones (desde salmos religiosos a hip hop) y de cuerpos que no son múltiples sino siempre uno solo, un colectivo aterrorizante, aterrorizado. Marchan, se trepan, se agreden, se rozan, sudan: el maquillaje se desprende y va quedando una pátina de yeso sobre el piso, una nube de polvo tóxico sobre todxs nosotrxs, mientras el rojo chorrea y uniformiza las pieles hacia algo sanguinoliento, carne cruda.
«Diarios del odio muestra una cara cruda y dolorosa de nuestro tiempo. Es el testimonio de una guerra en la que, durante años, no quisimos vernos reflejados. En ese mostrar, en ese mismo acto expresivo, la obra da una disputa sensible. Nombra el odio para combatirlo, y lo combate para comprenderlo. Hay en esta obra un pensamiento sutil que penetra en lo real. Un pensamiento que recorre una guerra que, por constante, pareciera oculta.»
«Lo que le queda al arte, a la política, a la ética es la exigencia de convertir la guerra en una danza, convertir el cuerpo en un gesto, ejercer en medio de la violencia una com-posición de cuerpos ex-puestos, es decir, lo que queda en medio de la estética de la violencia, lo que todavía nos queda es abrir imágenes —y así, imaginaciones. Y entonces, si la estética es el modo en que la violencia se impone, la imagen gestual será el modo en que ella se depone y expone, el modo en que se vuelve amable. Solo así podrá pensarse un cuidado de los cuerpos, un momento en que decimos “PAREMOS”, nos estamos matando, necesitamos cuidarnos, necesitamos componer algo que no sea puro golpe y patada, pura o-posición. En eso se precisa, a nuestro entender, la potencia de ORGIE: en haberse percatado que debían cuidarse, en haberse implicado en convertir los golpes y las patadas en gestos, en exposiciones de cuerpos, en imágenes».
“El teatro suele re-presentar algún drama ya pasado, o denunciar algo que está pasando. Este teatro, más cercano a una fábrica tomada, no representa nada, presenta las fuerzas reactivas que hicieron de un momento histórico vital y potente, un presente de tristezas, aplastamiento y destierro. Un presente que persigue y reprime la constelación de extrañezas que supimos ser, para que Nunca Más se nos ocurra creer que el mundo puede ser para todos y todas.”