Julio de 2020, un desesperado Trump en sus últimos días amenaza con materializar un sueño que hacía parte de sus promesas o insinuaciones de campaña: detener el “adoctrinamiento” que las “teorías izquierdistas” estarían haciendo a los niños y jóvenes. Y ¿cómo? Castigando a las universidades que ellos considerasen “radicales de izquierda”, a través de las rebajas a las exenciones tributarias que permiten el financiamiento de grupos de investigación, centros, departamentos, facultades e incluso universidades, además del consecuente amedrentamiento a investigadoras e investigadores de las áreas signadas, en la órbita de las fantasías fascistas, como “marxismo cultural“ e “ideología de género“: feminismos, teoría crítica, pensamiento decolonial, teoría queer, black studies, etc. Evidentemente, esto no logró concretarse, en parte porque el hecho de que las universidades sean privadas conjura hasta cierto punto la interferencia estatal[1] y, más importante aún, porque Trump iba ya de salida, por lo que el listado posible de los enemigos culturales dependía de su reelección, cosa que no sucedió (aún)[2].
Un poco antes, en mayo de 2020, el intensa y estratégicamente idiota presidente de Brasil, Jair Messias Bolsonaro, buscaba llevar a cabo su promesa de campaña de “erradicar lo que denomina ‘marxismo cultural’ y la ‘ideología de género’ de las aulas”[2]. ¿Cómo? Identificando profesores, centros, programas, grupos de investigación que se consideren dentro de estas “líneas” y reduciendo sus recursos. Por cierto, esto implicó una masiva salida a la calle de parte del mundo académico que, ridiculizando las declaraciones del ministro de educación de que “las universidades que, en vez de mejorar el rendimiento académico, estén generando caos, tendrán recursos reducidos”[3], se reapropió de la balbúrdia (caos, desorden en portugués) como motivo de orgullo antes que de vergüenza. Claramente, las y los colegas preferían el caos a una realidad tan charcha[4]. El presidente, actualmente acusado de crímenes de lesa humanidad por su gestión sanitaria[5], a pesar de haber perdido hace un tiempo todo mínimo de gobernabilidad que le quedaba[6] y no haber conseguido eliminar sociología y filosofía de las universidades, sí ha logrado con su imbecilidad sistemática la amenaza[7] y persecución efectiva de profesoras y profesores universitarios[8].
Un poco después, en febrero de 2021, la ministra de educación superior del tembleque gobierno de Macron, pretendía iniciar una “investigación sobre el islamo-izquierdismo” en las universidades francesas. El “islamogauchismo” (en francés), al igual que “ideología de género”, no tiene otra razón de ser que criminalizar y perseguir. Según los defensores del concepto, este abarcaría no solo al Islam y la izquierda, sino que a “las teorías indigenistas y decoloniales, los estudios de género, la escritura inclusiva, los estudios sobre la discapacidad, el peso o la pornografía”[9]. El Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) francés respondió, con bastante tibieza, que el islamogauchismo “no era una realidad científica”, y que por tanto era imposible hacer un estudio como el que deseaba la ministra, pero que de todos modos se continuaría con el programa de investigación sobre “radicalizaciones y formas de violencia”[10], lo que en cierta medida puede resultar igualmente discriminatorio. El viraje hacia el autoritarismo del sonriente presidente de las start-up, implica una serie de reformas que visibilizan el carácter más violento del neoliberalismo tan bien conocido en Chile. Estas reformas, llevadas a cabo a través de una “ley de programación de la investigación científica” fuertemente criticada por las y los investigadores en Francia, amenazan con reducir el presupuesto para la investigación que no cumpla con sus estándares empresariales. Además, a pesar de la negativa oficial, un listado de académicas y académicos “islamoizquierdista” circuló por las redes, acompañado de diferentes amenazas[11].
Julio de 2021. Llega, entonces, el turno de Chile. De la mano del ridículo honorable Cristóbal Urritocoechea, quien en septiembre trató de machista (sic) al derecho a abortar y anteriormente había alucinado con “trampas vietnamitas” (sic) en el wallmapu[12]; y del ex RN actualmente Republicano pro-Kast, Harry Jürgensen Rundshagen, hijito de otro Harry Jürgensen que también renunció a su cargo de intendente para ser constituyente, igualmente apoyado por Kast[13]. Estos dos diputados, Urritocoechea y Jürgensen, tan aristocráticos como deplorables, presentaron a mediados de este año un requerimiento a dos de las más emblemáticas universidades estatales, para que informen a la Cámara de Diputados sobre los recursos asociados y la cantidad de “cursos, centros, programas y planes de estudio que se refieran a temáticas relacionadas con estudios de género, ideología de género, perspectiva de género, diversidad sexual y feminismo, detallando sus principales características e individualizando a los funcionarios o docentes que están a cargo de ellos”[14].
De todo esto, nos hemos enterado recién en octubre por la respuesta pública desde la Universidad de Chile, donde no solo se negaba a entregar la información solicitada, sino que denunciaba esta estrategia. A diferencia de lo que había hecho la directiva de la Universidad de Santiago, quien entregó con nombres y apellidos la información pedida por la reeditada inquisición criolla. Ahora bien, si nos hemos detenido en mostrar los casos de otros países es porque parece de suma importancia destacar, además de la más irrestricta condena a sus intenciones, al menos dos cosas. Por una parte, que este plan no viene únicamente de las no-muy-brillantes cabezas de los diputados aristocráticos, sino que es estrictamente hablando una coordinación conservadora internacional. Y, por otra, que tal estrategia es sobre todo propaganda. Es decir, que con más o menos certeza, quienes la impulsan saben que no podrán perseguir aquí y ahora a todas y todos quienes hacen investigación crítica y han contribuido innegablemente a intensificar procesos de politización y justicia, pero saben también que contribuyen a construir y a generar en los efectos la realidad de su enemigo imaginario: el marxismo cultural, la ideología de género, el islamoizquierdismo, todos significantes inventados que apuntan y acusan, con mirada policial, a dichos ámbitos de estudio de un supuesto y maligno “adoctrinamiento” que no es más que un cuestionamiento crítico de las estructuras discursivas y simbólicas sobre las cuales se erigen y sostienen sus propias posiciones de poder.
Enemigo imaginario, no porque no se sientan realmente amenazados, sino porque no logran entender que esa amenaza que se cierne sobre sus privilegios históricos de colonizadores y esclavistas, de patriarcas y usurpadores, no provenga de una organización mundial con objetivos y fines muy precisos. No pueden imaginar, porque no entienden nada que no sea autoritario, vertical, patronal, que las potencias micropolíticas de la sociedad hayan encontrado en ciertos recovecos de la universidad pequeños lugares para sostener y hacer crecer sus pensamientos. O, más simple aún, no toleran que la apertura de la universidad hacia otras clases, géneros, razas, etnias, identidades no les haya hecho simplemente adoptar un sistema de pensamiento y acción que mantenga las rancias élites como élites y que, por el contrario, y a pesar de toda la pauperización sistemática del neoliberalismo, hayan logrado habilitar corredores para actualizar el pensamiento ético-político.
Cada vez que el fascismo contemporáneo, versión senil de los delirios del siglo XX, toca así las puertas de las universidades, lo hace antes por desesperación y propaganda que por verdadero poder. Sin embargo, y es ahí donde se vuelve vital la acción rápida, decidida y sin titubeos, el fascismo se nutre de la desesperación. Es impresentable que las universidades si quiera pensaran en entregar los nombres, no porque haya algo que ocultar, sino porque es evidentemente una provocación y una amenaza a lo poco que queda de autonomía e independencia para investigar, crear y pensar.
Son ellos, Urritocoechea y Jürgensen, los que deberían dar explicaciones por intentar literalmente perseguir personas y pensamientos. Es fundamental que se cambie el signo de esta polémica. Luego de una primera respuesta, no puede haber un centímetro de espacio a la discusión que ellos quieren instalar, digamos, si existe algo así como la “ideología de género” y menos aún si es “financiada por el estado” (¡como si el financiamiento del estado fuese algo tan generoso!). Es una categoría evidentemente falsa, propia de la circulación de mentiras por whatsapp, tal como el islamoizquierdismo en Francia y otras. Pero no debemos olvidar que lo falso es, ante todo, una virtud en la propaganda. Sabemos que es mentira, pero lo que les interesa es el efecto de realidad que se produce, esto es, la idea de que hay una organización político-intelectual concertada detrás de los actuales procesos de politización, cuando en realidad dichos procesos estarían más bien respondiendo, para sorpresa de los honorables diputados, a las inaguantables condiciones de precarización de la existencia a partir de las cuales se han levantado, en diversos lugares del mundo y con particular fuerza en este país, una serie de grandes y pequeñas revueltas, insurrecciones, desestabilizaciones y demandas.
No podemos más que expresar nuestro infinito repudio al burdo intento de estos diputados y expresar toda la activa solidaridad con cada unx de quienes se hayan visto o se vean afectadxs por la propaganda del fascismo senil. No pasarán.
[1] «Aunque a costa de un intolerable endeudamiento estudiantil»
[2]https://www.theatlantic.com/ideas/archive/2020/07/trump-universities/614038/
[2] Ver: https://elpais.com/sociedad/2019/05/11/actualidad/1557603454_146732.html
[3] Ídem.
[4] Referencia a una canción de Mauricio Redolés, llamada Química, donde en su letra dice “Yo prefiero el caos a está realidad tan charcha”. Charcha en Chile hace referencia algo mal hecho, casi inservible. La RAE dice “1. f. Chile. Papada de los animales, especialmente de los vacunos. U. m. en pl.; 2. f. coloq. Chile. Acumulación de grasa, especialmente en el vientre.; 3. f. coloq. Chile. En lenguaje juvenil, cosa de mala calidad. U. t. c. adj.; 4. f. Hond. Carnosidad que cuelga debajo de la garganta de gallos y gallinas. El adjetivo viene de una carne que no sirve para nada.
[5] Ver: https://www.bloomberglinea.com/2021/10/20/bolsonaro-acusado-de-crimenes-de-lesa-humanidad-en-investigacion-sobre-covid-19/
[6] Ver: https://www.pagina12.com.ar/331597-el-gobierno-de-jair-bolsonaro-ha-terminado
[7] Ver: http://derechosuniversitarios.org/index.php/2021/08/11/profesores-universitarios-reciben-amenazas-por-cuestionar-al-gobierno-de-brasil/
[8] Ver: https://sitiocero.net/2020/09/brasil-academicos-de-derecho-amenazados-y-perseguidos-en-la-universidad/
[9] Ver: https://blogs.mediapart.fr/stephane-leger/blog/200221/islamogauchisme-luniversite-fatigue-intellectuelle-vs-emancipation
[10] Ver: https://www.cnrs.fr/fr/l-islamogauchisme-nest-pas-une-realite-scientifique
[11] https://www.liberation.fr/checknews/que-sait-on-de-cette-liste-de-personnalites-de-gauche-hebergee-par-un-site-dextreme-droite-20210917_FTMFIQ3JUFDFXIQLFTL2J4DWXE/
[12] https://www.eldesconcierto.cl/nacional/2021/09/28/video-urruticoechea-califica-el-aborto-como-machista-y-desata-polemica-en-el-congreso.html
[13] Hijo: https://www.bcn.cl/historiapolitica/resenas_parlamentarias/wiki/Harry_Kurt_Thomas_Jurgensen_Rundshagen y padre: https://twitter.com/harryjurgensen/status/1364947140884238337
[14] La cita está tomada del requerimiento llegado a una de las universidades involucradas y también puede leerse acá: https://www.uchile.cl/noticias/180903/diputados-cuestionan-ideologia-de-genero-en-u-de-chile