(Director de la Murga “Los Auténticos Reyes del Ritmo”)
No voy a contarles algo que les pasó a otros, ni algo que me contaron, ni algo que me parece: voy a contarles algo que nos pasó a nosotros, que sinceramente nunca habíamos vivido algo así, hasta el último viernes. Pasadas las nueve de la noche, estábamos con los pibes y las pibas de la murga ensayando sobre la calle Bonorino, en la Villa 1-11-14 del Bajo Flores, cuando vimos que venía hacia nosotros un patrullero de Gendarmería, por la calle Charrúa. Al llegar hasta donde estábamos, les pedimos por favor que esperara un ratito y, luego, si podía salir hacia atrás, porque no se podía pasar por ahí, ya que había muchos chicos y chicas bailando. Pero no alcanzó con decirles por favor… Avanzaron, sin importarles que hubiera menores. Y así fue como lastimaron a los dos primeros nenes, rozándolos con el coche, mientras pasaban de prepo por el medio.
Al ver esta reacción de los oficiales, les dije a los chicos de la murga que rápidamente le abrieran paso al patrullero y al camión que lo seguía, pero en cuanto terminaron de pasar, apareció un gendarme desde atrás del camión, conocido en el barrio como “El Polaco”, para increparnos directamente: “¿Acá son todos guapos?”… A eso, yo mismo le respondí otra vez que había muchas criaturas, que no hiciera nada, pero no terminé de decirlo, cuando ya me había empujado. Y sin esperar que cayera al piso, empezó a tirar con su escopeta, tal como pueden ver en la foto, donde me levantan la remera.
Desesperado, mi hijo Jonathan se puso adelante mío. Y le dieron en la pierna, apenas arriba del tobillo, arrancándole la carne con una bala de plomo, sí, una bala de plomo que seguro era para mí. Ahora, ahí tiene un pozo y le pueden ver el hueso. A mí, me llenaron de balas de goma por todos lados, porque me tiraron sin asco. Por eso, en cuanto pude, me levanté y salí a correr para cubrirme, pero entonces ya no había un solo gendarme, sino muchos, que comenzaron a reprimir sin piedad. Así, tal cual, tirándoles a todos como si estuvieran locos, sin importarles que hubiera chicos por doquier. Fue un desastre, un desastre total. Tiraron a mansalva.
Ahora mismo, tenemos a dos personas internadas en el Hospital Piñero: un nene gravemente herido por una bala de goma en la cabeza, y una señora que recibió otro balazo de plomo. Pero además, hubo un nene de 6 años, sí, de 6, que recibió un balazo de goma en la cabeza y se salvó de perder el ojo sólo porque tuvo un Dios aparte. No había un chico, había decenas de chicos bailando, alrededor de 80 pibes y pibas, desde los dos años en adelante. Y más chiquitos también, porque hay madres que vienen con sus bebés.
Lógicamente, muchos quedaron muy afectados psicológicamente y, de seguro, pasará mucho tiempo para que vuelvan a salir, porque están aterrados. Imagínense el horror que fue todo esto… Ven a la Policía y se asustan, pero encima una vez más los medios nos vuelven a discriminar, porque ni siquiera frente a semejante salvajada, se hicieron eco de nosotros. Una vez más, quisieron silenciarnos, mintiendo sobre lo que había pasado e inventando falacias, como que nosotros habíamos empezado a tirar piedras, por un allanamiento que hubo a la mañana. Y es más, hasta pasaron una filmación, ¡diciendo que era una guerra narco! Mentira, otra mentira.
Acá no hubo guerra, ni allanamiento, desde ya, pero utilizan impunemente esa versión, para no hablar de la verdadera represión que sufrió nuestra murga, nuestro barrio, nuestra gente. Y como de costumbre, para tapar el impresentable accionar de estas Fuerzas de Seguridad, que se repite cada dos por tres, sin pagar ningún costo, ni rendir ninguna explicación, porque los ampara el silencio.
Para que esto no suceda nunca más con ninguna murga, ni con ninguna persona y para que no haya más casos de gatillos fácil, hoy marchamos y volveremos a marchar, porque esto no puede quedar así. Nuestro delito es tener una murga que intenta sacar a los pibes de la calle, para que sean felices, para que se puedan divertir… Por eso, ahora más que nunca, necesitamos que grite La Garganta y que gritemos todos juntos, hasta que la sociedad pueda tomar conciencia de toda esta locura, que ahora nos tocó a nosotros. Pero mañana, te puede tocar a vos.