Anarquía Coronada

Tag archive

zombies

Aguasfuertes plebeyas (cadaver exquisito sobre Valeriano) // Lobo Suelto

I

Fiesta, gedencia, ética del segundeo, insurrecciones escolares, esquina, despojo, sobreviviente, saqueo y mutación son los momentos genuinos de una fenomenologia risueña de la vida plebeya. Allí, los muertos tatuados no sólo oprimen como pesadilla la pieles de los vivos, sino que pueden ser la fuerza para no caer en la peor de las muertes: la normalidad. Allí, donde el miedo es condición de posibilidad para fabular el mundo. Allí, en la deserción, no hay nada para hacer porque todo está por hacerse. Allí, donde la ciudad es el desplazamiento afectivo que cada día esta por crearse. Allí donde hay que plantarse, como disposición corporal de los que se saben en guerra: una atención única frente a cada encuentro. Se trata de leer las posibilidades que habitan en una cotidianeidad tediosa e insoportable.
Fábular como lo contrario a explicar: gesto imposible sin una poética propia, risa cínica y, ante todo, amistosa frente a todo aquello que nos quiere explicar que el mundo no es -o puede no ser- como lo vivimos.
 
II
Valeriano es una máquina. Repite lo mismo: muerte, sexo y lenguaje. La tríada vitalista en el Apocalipsis. Máquina de abolición. Es el padre garrón ante la piba condenada a ser poderosa. En el sexo se juega vida y muerte. La vida con muerte es la única sexual. El sexo determina la vida en la muerte. Y todo esto (y este es el secreto de Valeriano) animando, en el extremo del nihilismo, al lenguaje. Si. Valeriano es un homenaje a la potencia del lenguaje. El lenguaje como último y más alto medio para comprender lo q ocurre entre sexo, muerte y vitalidad. Llamarlo fábula, al lenguaje, es redescubrir su potencia religiosa en el sentido de realizar lo q la filosofía ni la política lograron: dotarse de nuevos modos o motivos de creencia en el mundo
III
Eduqué a mi hija para una invasión zombie son Los diarios de Renzi de nuestra temporalidad. Por eso no (ya) diarios: escritos espurios, donde pensamiento, borrador, sentimiento, idea, reflexión se lo pliegan y despliegan a velocidad altísima. el volumen y la rigurosidad pigliana toman una radicalidad perceptiva.
IV
Valeriano rompe abiertamente con el problema de la representación y el diálogo. si Piglia publicaba a Renzi, en y fuera de ese nombre, Valeriano desparrama sus relatos desde otra persona: no en su nombre, pero a propósito de su hija. un intento -bellisimo- de no aleccionar mientras se habla al, desde, sobre y para el otro. dentro de esa forma, nos enseña sin enseñarnos, conversa con nosotrxs.
V
El apocalipsis de Valeriano es una fiesta. Es el momento donde se juegan las posibilidades para activar las fibras del cuerpo desobediente y afirmarse en otro modo de persistir en la existencia policiada. La vida de los pibes y las pibas de los nuevos barrios pobres no es romántica. Su hija no es una heroína. Pero Valeriano encuentra conceptos en ellxs para resonar y remover nuestra costra ortiba, miedosa y paranoica. Segundear no es sólo el único gesto válido. Segundear es un concepto filosófico. Relanza el acontecimiento de la fuga, atesorando un estado de lengua, preparando el cuerpo para la guerra social. Necesitamos actualizar el atlas argentino de las desobediencias como hicieron las lenguas de Roberto Arlt y Alejandra Pizarnik en sus épocas. Valeriano es el soporte lenguajero, el titán cultural, el geógrafo político de esa epopeya en nuestra época.
 
 

Zombies // Mirta Zelcer

Estamos siendo testigos de la corrosión de la gobernabilidad. ¿Cómo se hace efectiva? ¿Y para qué?

             

Los ampulosos gritos de un individuo de “¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!” –cita de un fragmento de la primera estrofa de nuestro himno nacional– proferidos en estos días de pandemia, y desde allí, amplificados a través de las pantallas televisivas fueron emblemáticos de la primera manifestación de los así llamados “anticuarentena” en la República Argentina. Se ha dicho que tales gritos instigadores de acción podrían entenderse como un código mafioso. ¿Por qué?

 

Uno de los rasgos más importantes de la operación mafiosa es crear un estado dentro del estado legítimamente elegido e instituido, pero que tiene al mismo sistema estatal como objeto de operaciones.  Para ello, se vuelve necesario corroer esta legitimidad desautorizándolo y burlándose de las acciones políticas haciendo al mismo tiempo otras que pretenden reemplazarlas. se trata de la ilegalidad metida en los tejidos de la legalidad.

 

Con el apoyo de numerosos medios masivos de comunicación, usan el sentido tácito de esas palabras, degradadas, para sus propios fines. Términos como “Libertad”, “Patria”, «Democracia» o “República” inducen a la acción a aquellos que quieren conseguir desesperadamente lo que perdieron. Lo que desean recuperar no es sólo una mejor situación económica, sino que también buscan sentirse nuevamente sujetos históricos: quieren restituir en el poder legítimo a aquellos que no los van a confundir con “cabecitas negras”, desean mostrarse como los verdaderos patriotas argentinos. Quizás arañan, incluso, la ilusión de sentirse jóvenes por ser desobedientes. Añorante de acciones heroicas, la mafia neoliberal no tiene escrúpulos para el uso de estos cuerpos inducidos. Con este fin agitan otros vocablos para llegar a una acción que advierta y conjure la amenaza de peligros espantosos: «Venezuela», «comunismo», «judíos».

 

En el trayecto que va de la inducción a la acción, esta última termina tomando la forma de conductas neofascistas encarnadas en cuerpos que parecen vivos. Esclavos que se entregan a la opresión creyendo que se liberan. Zombies que se mueven des-subjetivados. Autómatas voluntarios infectados de arrojo. Soldados zombies envueltos en banderas argentinas que puedan aparecer en la TV salvando a la Patria, a la República y a la libertad. Zombies cuyos procesos de individuación y de pensamiento singular y comunitario, vibrando al unísono, fueron obturados. Zombies que quieren volver a Eros, pero aferrándose a Tánatos.

 

No nos confundamos: las llamadas “movilizaciones” que impulsan las mafias no consisten en lo que habitualmente entendemos por tales. Sus asistentes son zombies colonizados por una muerte que enceguece, y que están movidos para el botín de acumulación de capital y de dominio de los inductores. Excrecencias de un mundo que redobla las fuerzas que conducen a la fatalidad. La depredación, el poder y el dominio conforman la meta.

 

La conjunción de las conductas mafiosas y neofascistas se infiltra y sostiene a la sociedad neoliberal. Desde ya, no estamos hablando solamente de los ciudadanos inducidos. Estamos en presencia de apartamientos de acuerdos gubernamentales de clara ruptura desobediente y traicionera. Como si la cultura mafiosa ya fuese una cuestión regular instalada fuera de los personajes de la mafia misma.

¿Qué ocurriría si se descubre la manipulación mafiosa? ¿Tenemos un gobierno que advierte de qué se trata? Si lo sabe, ¿con qué fuerzas cuenta para desactivar o –por lo menos- amortiguar las fuerzas que llevan a la destrucción?

Eduqué a mi hija para una invasión zombie // Red Editorial

El apocalipsis ya comenzó. Ser piba es estar en guerra. La ciudad está invadida por zombies, los que aceptan, los que entregan, los que obedecen, los que saben que está bien. ¿Cómo educar en medio de la batalla? No hay género pre escrito, ni manual, ni respuesta previa. Si hay algo que decir es tentativo: detonar el ensayo con frases que vuelven como estribillos, fragmentos arbitrarios escritos con dientes apretados y palabras arma, que apuntan entre el monologo interior y balbuceo frenético. Si hay algo que transferir no es una enseñanza moral sino los alcances de un riesgo: habitar una zona inédita a donde el no saber se comparte y se vuelve certeza ineludible de lo nuevo. Más que la historia de una educación impartida, Diego Valeriano despliega la potencia de un aprendizaje para condiciones de urgencia total. De padre y de piba, chabón y de hija. Táctica de lo dicho y lo no dicho, lo que se observa, lo que sucede, lo que solo se puede experimentar El apocalipsis es una evidencia, pero también una oportunidad única. Si se trata de activar una educación para el fin del mundo, habrá que encontrar cómo hacer mundo.

 

Eduqué a mi hija para una invasión zombie / Diego Valeriano. – 1a ed . –

Red Editorial  

 

Ir a Arriba