Anarquía Coronada

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Mujeres que luchan, zapatismo y la grieta pospatriarcal anticapitalista // Xochitl Leyva Solano

Cómo y quiénes en medio de las guerras “ponen el cuerpo”; cómo esto se ha dado bajo el faro zapatista y el caminar de este movimiento junto con mujeres y jóvenes de las resistencias, con activistas alter y anti y con feministas comunitarias, post y decoloniales, de diversas partes del planeta Tierra, llegadxs a Chiapas –entre 1994 y 2018– atraídxs por dicho faro. Hago esta reflexión con motivo de los 25 años de la rebelión zapatista y a la luz del Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que Luchan, convocado por las mujeres zapatistas y realizado en su territorio autónomo en marzo de 2018. Escarbo en nuestra memoria colectiva, voy en espiral, tejo parte de nuestras experiencias organizativas que no paran, ya que seguimos buscando colectivamente la mejor manera de construir alternativas más allá del Estado-nación, del (hetero) patriarcado, de la democracia representativa y de la modernidad/colonialidad. Búsqueda que nunca se hubiera dado de no ser por el levantamiento zapatista y lo que en estos 25 años han construido: la autonomía zapatista de facto y sin permiso que ha servido de faro, literalmente, en los 5 continentes y a las luchas anti capitalistas y anti patriarcales del mundo.

Vale aclarar que cuando hablamos de lo que hemos caminado nosotrxs podríamos dar una idea equivocada, hacer pensar que ya hemos avanzado mucho, cuando en verdad son más bien las mujeres, lxs jóvenes, lxs niñxs, lxs mayorxs y los hombres de los pueblos indígenas, negros, campesinos en resistencia quienes nos llevan años luz en la creación de formas organizativas alternas; para muestra un botón: el EZLN, el Congreso Nacional Indígena (CNI) y el Concejo Indígena de Gobierno (CIG). Ellxs y muchxs otrxs que aquí no menciono son quienes han puesto y continúan poniendo el cuerpo y lxs muertxs al enfrentarse, encarnadamente y a lo largo del Abya Yala, a las múltiples cabezas de lo que lxs zapatistas llaman “la Hidra Capitalista”; y también algunas feministas: la ofensiva globalizadora del capital expresada como guerra contra las mujeres, producto del daño cognitivo milenario (patriarcado).

Un mundo donde quepan muchos mundos no es un mero eslogan. Se hizo carne cuando las zapatistas nos convocaron al encuentro de las mujeres que luchan.

Treinta y un años han pasado desde mi llegada, por primera vez, a la selva Lacandona en aquel diciembre de 1987. Llegué respondiendo a un llamado de los campesinos habitantes de esa zona. Ellos preparaban clandestinamente el movimiento armado, pero en su dimensión pública convocaron a universitarixs para trabajar en el programa de desarrollo integral que estaban coordinando. Nos recibió un grupo de delegados, todos concentrados en el corazón de la Lacandona, en el ejido Guanal. Fue impresionante ver desde la avioneta reunidos a 250 delegados, 250 cuerpos de hombres tseltales, tsotsiles, choles y tojolabales representantes de 117 ejidos y 24 rancherías localizadas en un territorio en el que tenían, ya desde entonces, gran control y un sofisticado modo de gobernarse a nivel regional. A pesar de ello no había ni una sola mujer en la concentración que nos recibió y tampoco ninguna tomó la palabra durante la asamblea, aunque sí estaban presentes como parte fundamental de la comisión encargada de cocinar para todxs. Cruzamos miradas en la cocina pero no palabras, no porque ellas no hablaran español ni nosotras tseltal, sino más bien porque entonces la política era concebida y vivida como un asunto de hombres, entre hombres, para el bien común llamado “el comón”.


Por lo que me tocó vivir –entre diciembre de 1987 y diciembre de 1993– dentro de esa subregión de la selva, podría decir que entonces las mujeres adquirían diferenciadamente cierta voz en la casa y/o en la comunidad de acuerdo a su edad, su cargo, su situación económica y a la posición de su esposo en la estructura política y religiosa comunitaria. Tenían algo que podríamos llamar una voz delegada por los hombres de la comunidad. Hoy, en cambio, han construido, desde la resistencia zapatista, una potencia propia, un poder propio, dentro de un poder autónomo. Las mujeres, anteriormente, no tenían una mirada colectiva antisistémica –tampoco nosotras– y mucho menos la capacidad colectiva para convocar, como lo hicieron en diciembre de 2017, a las mujeres del mundo para luchar contra el “sistema capitalista machista y patriarcal”.

Tuvieron que pasar tres décadas, en las que se dio la emergencia del movimiento continental contra el V Centenario del “Descubrimiento de América”, en que el EZLN salió de su clandestinidad, en que levantaron la voz las insurgentas, milicianas y mujeres bases de apoyo zapatista haciendo carne y cotidianidad la Ley Revolucionaria de Mujeres. Tuvieron que pasar décadas en que emergieron y se fortalecieron por todo el continente los movimientos de mujeres indígenas y negras, floreció la autonomía zapatista en medio de la guerra contrainsurgente, de la guerra contra el narcotráfico y de lo que lxs zapatistas llamaron muy tempranamente “la guerra de exterminio contra los pueblos”.

En medio de la violencia y la muerte, emergen las prácticas autonómicas de las zapatistas, sus reivindicaciones de igualdad, diversidad y diferencia a la zapatista.

Todo eso y más tuvo que suceder para que ese 8 de marzo de 2018 viéramos y viviéramos en la misma selva Lacandona, pero ahora en el Caracol de Morelia, un despliegue impresionante de 2000 mujeres zapatistas tseltales, tsotsiles, choles, tojolabales y mestizas provenientes de los cinco Caracoles. Ellas fueron nombradas para recibir y convivir con las miles de mujeres del mundo quienes respondieron a la convocatoria del Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que Luchan. La convocatoria decía textualmente:

Si eres hombre, de balde estás escuchando o leyendo esto porque no estás invitado. A los varones zapatistas los vamos a poner a hacer lo necesario para que podamos jugar, platicar, cantar, bailar, decir poesías, y cualquier forma de arte y cultura que tengamos para compartir sin pena. Ellos se encargarán de la cocina y de limpiar y de lo que se necesite.

Y así sucedió. Esto, que podría ser reducido a la imagen de un mundo al revés, podría también ser visto como una grieta pospatriarcal poscapitalista en la que todas pusimos el cuerpo, la mente, el corazón, el hígado… para seguir construyendo las alternativas al capitalismo, a la democracia representativa, al patriarcado y al machismo. No pretendo homogeneizar, ni romantizar, ni “explicar”, sólo quiero señalar un par de elementos que pudieran ser relevantes para el argumento central de este breve texto.

La diversidad de las mujeres que respondieron al llamado de las zapatistas nos recuerda la existencia del pluriverso, o sea, la multiplicidad de mundos que coexisten. El pluriverso nos hace ver que el mundo –contrariamente a lo que la modernidad nos ha hecho creer– está compuesto de muchos mundos, de muchas galaxias como afirman lxs zapatistas. “Un mundo donde quepan muchos mundos” no es un mero eslogan: se hizo carne, nuevamente, cuando las zapatistas convocaron a este encuentro, desde una categoría incluyente muy propia de ellas que parafrasearon como “las mujeres que luchan”, señalando que se referían a todas las “que no están de acuerdo con lo que nos hacen como mujeres que somos”. Y agregaban: “Te invitamos a encontrarnos, a hablarnos y a escucharnos como mujeres que somos”.
Ahí estaban feministas y no feministas. Mujeres de los cinco continentes, de todas las edades, mujeres que eran jóvenes cuando el levantamiento de 1994 y que se iniciaron en la otra política con el zapatismo. Mujeres que nos reconocimos como mujeres al ver paradas frente a nosotras a las comandantas zapatistas. Mujeres que las han estudiado, que las han apoyado en cada una de sus iniciativas; mujeres curiosas que nunca las habían visto y hasta mujeres que sólo iban al zapatour. Mujeres del color de la Tierra, mujeres blancas y negras, lesbos, trans, queer, darketas, artivistas, cibernautas, campesinas, catequistas, religiosas del abajo, universitarias, docentes, hijas con sus mamás, lideresas, defensoras de derechos humanos, músicas, teatreras, payasas, bailarinas, esculturistas, fotógrafas, pintoras, etc…
Ahí estábamos poniendo nuestro cuerpo frente al despojo capitalista por medio de un acto colectivo de des-posesión voluntaria de lo que cargamos cada día: los títulos nobiliarios, las rutinas del trabajo asalariado, de la precariedad o de los paliativos neoliberales (pienso en lo inmediato para muchas de las asistentes: las becas de posgrado). Des-posesión voluntaria de las rutinas familiares, de las rutinas engendradas por la propiedad o por el “deber ciudadano”. Por cuatro días, muchas de nosotras logramos despojarnos de todo eso y nos quedamos con lo más elemental en nuestras “casas de campaña” clavadas por nosotras mismas en la tierra. Habitamos la casa zapatista: el Caracol, construido centímetro a centímetro por el esfuerzo autónomo de lxs zapatistas.

Desde ahí nos distanciábamos de nuestros hogares y familias clasemedieras al servicio del trabajo capitalista o aplastadas por el desempleo o por la precariedad emanada de ese mismo sistema. Tomábamos distancia, por ejemplo, del capitalismo académico que hoy rige no sólo en abstracto nuestros lugares de trabajo sino que ha ocupado exitosamente -en muchos casos- las mentes, los cuerpos y los corazones de muchas mujeres y hombres reproductorxs cotidianas de él. No fue casual que en uno de los talleres del encuentro, la facilitadora –feminista y académica– gritara con gran entusiasmo “¡muera la academia!” y con el mismo entusiasmo las asistentes –jóvenes universitarias en su mayoría– se unieran a la consigna de cara a un grupo de jóvenes zapatistas que seguían atentas y tomando notas en sus cuadernos.

Por las noches, otras de nosotras nos metimos en sacos de dormir tendidas encima de una tabla de madera, que lo mismo se usó para ese fin como para armar bancas, mesas o mamparas. Ahí, tendidas en el suelo conectamos con la Madre Tierra, oímos sus latidos que formaban un único ritmo con la música de la banda lesbofeminista que tocaba en la cancha del Caracol para festejar a todas las mujeres del mundo en pie de lucha y para honrar la memoria de las miles de asesinadas, desaparecidas, masacradas, encarceladas.

Y en medio de toda esa violencia y muerte, emerge y han emergido, por ejemplo, las prácticas autonómicas de las zapatistas, sus reivindicaciones de igualdad, diversidad y diferencia a la zapatista. Conceptualizaciones situadas y encarnadas de lucha que lxs zapatistas han ido tejiendo muy a su manera y desde su lugar. Se podría decir, teoría encarnada que, antes y hoy, le habla al mundo: como muestra retomo las palabras pioneras de la mayor Ana María expresadas a nombre del CCRI-CG del EZLN en la apertura del Primer Encuentro Intercontinental por la Humanidad y Contra el Neoliberalismo celebrado en julio de 1996 en el Aguascalientes II-Oventik: “Bienvenidos a las montañas del Sureste mexicano. Bienvenidos a este rincón del mundo donde todos somos iguales porque somos diferentes. Bienvenidos a la búsqueda de la vida y a la lucha contra la muerte”.

Paso a paso, las zapatistas, desde hace dos décadas y media, vienen construyendo puentes entre ellas y con todas nosotras. Caminando a su lado muchas de nosotras hemos empezado a concientizarnos, a con-dolernos y a con-movernos desde lo que nos/era/es común en ese momento y aún ahora que escribo este texto: las violencias y la muerte producto de lo que hoy -ellas y nosotras- llamamos a voz en cuello y con todas sus letras: “el sistema capitalista patriarcal” y “el patriarcado capitalista”.


Posdata: les invito a leer no sólo el texto completo del que deriva este sino todas las contribuciones del libro que es parte para comprender mejor por qué homenajeamos en este su 25 aniversario a las, los, les zapatistas.

El rumor de las multitudes 

 

Libro: Bienvenidos a la selva (Diciembre 2005) // Colectivo Situaciones

Ir a: https://lobosuelto.com/wp-content/uploads/2018/09/BIENVENIDOS-A-LA-SELVA-Colectivo-Situaciones-1.pdf

El silencio de los caracoles (Algunas hipótesis para conversar con los zapatistas, desde Buenos Aires, a diez años de su insurrección) (17/10/2003) // Colectivo Situaciones

 

La asociación fue rápida: entre el ¡Ya basta! zapatista y el ¡Que se vayan todos!, aquel grito popular que emergió tras las jornadas insurreccionales de diciembre de 2001 en Argentina, se percibía un parentesco extraño, pero no por eso, menos posible. Dos modos de nombrar la rebelión y dos momentos –a casi una década de distancia– de una contraofensiva popular en América Latina que hoy estalla en Bolivia. El zapatismo, desde su irrupción en 1994, funcionó como una verdadera máquina de producción de prácticas y enunciados dirigidos a constatar que la revolución no había muerto. El zapatismo habilitó así un nuevo pensamiento sobre la revolución y hoy persiste en un modo de actuar y pensarse de los movimientos sociales que en muchos aspectos puede asumirse zapatista. Especialmente por lo disruptivo de sus modalidades de existencia -y formas de resistencia- en relación a las tradiciones de la izquierda clásica (en todas sus variantes). El zapatismo, como innovación radical de la lucha revolucionaria, trazó una frontera: aquella que separa las prácticas por la emancipación de la política entendida como una vía de acceso –revolucionaria o reformista– al poder estatal. Se pueden apuntar algunas hipótesis sobre las repercusiones concretas que ha tenido el zapatismo en el debate de las experiencias sociales argentinas a la vez que registrar los modos actuales en que lo que acontece en Chiapas sigue estando presente aquí.

I. De Chiapas a Buenos Aires

1- Una curiosa recurrencia implícita en buena parte de los discursos progresistas sostiene –aún sin formularlo nunca del todo abiertamente- que en la historia hay grandes procesos de reversibilidad. Así, el compuesto de dictaduras, ataques a las clases obreras y movimientos populares y feroces reconversiones neoliberales que sacudieron con violencia a América Latina (y particularmente a la Argentina) no será más que un triste paréntesis –por largo que fuera- del que tarde o temprano se debería salir para volver a la «normalidad» social, económica y política. En Argentina, el nuevo gobierno promete (como horizonte máximo de salida del neoliberalismo) reconstruir un «país normal».

Según los «normalizadores», los «pensadores del paréntesis», los poderes capitalistas no alteran la realidad, no producen marcas, no configuran irreversibilidades. Son como la lluvia que se ve fuera de la casa. Sabemos que sería mejor no tener que salir, no mojarse. La metáfora no es muy afortunada ni aspira a devenir buena literatura, pero tal vez nos permita comprender el sitio que el estado ocupa en esta normalidad. El estado no es parte de la tormenta sino estructura de refugio.

El zapatismo nos permitió «salir del paréntesis», de la burbuja, de la perspectiva estrechamente moral que supone que todo lo que va mal es una pura desviación provisoria y que el hilo estructurante del bien triunfará. El zapatismo nos permitió recordar, en plena noche neoliberal, que política y reversibilidad no son términos asociados.

2- Dadas ciertas condiciones de partida, ciertas operaciones pueden producir efectos previsibles. Pero cuando estas condiciones son duramente alteradas (dictaduras, neoliberalismo, revoluciones fracasadas) las condiciones varían. Las viejas operaciones –desprovistas de su suelo- ya no pueden siquiera aspirar a reproducir aquellos efectos.

La emergencia del llamado «neozapatismo» resultó equivalente, entre nosotros, al descubrimiento de una política, de un pensamiento, capaz de registrar estas variaciones fundamentales en las condiciones.

Con el zapatismo las ideas, las sensaciones y las prácticas vuelven a fluir. Ya no se trata de hacer «más de lo mismo» (más «setentismo»), sino de alterar la propia imagen de las luchas políticas, la revolución y el pensamiento político. En este sentido el zapatismo viene a despertarnos, a hablarnos de que la revolución no ha concluido, y a recordarnos que se trata de volver a pensar, crear y producir nuevas experiencias, a re-inventar una nueva radicalidad.

3- Los ecos de aquellos primeros días del 94 fueron completamente confusos en Buenos Aires. Pensábamos que el EZLN era un nuevo coletazo de la lucha insurreccional centroamericana. Una nueva guerrilla revolucionaria que se anotaba para intentar tomar e poder, sabiendo que, al fin y al cabo, vendrían (tarde o temprano) las «negociaciones de paz» y la conversión en un partido político legal. Nos producía cierta alegría ver decisión de lucha, pero no podíamos esperar más que la confirmación de aquellas reglas de juego que consistían en ejercer la lucha armada como modo de entrar al sistema político.

Sin embargo, ni bien pasaban los meses, los textos, los gestos, las noticias, los rumores que venían de Chiapas nos iban desfigurando los prejuicios. Ahora resultaba que nuestras previsiones ya no daban cuenta de lo que sucedía en México, pero –más aún- nuestros cerebros «hiperpolitizados» no eran capaces (quizás por vez primera) de comprender la lógica que impulsaba a los rebeldes. El EZLN decía cosas –para nosotros- completamente inverosímiles: ¿cómo tomar en serio eso de que no se lucha por la toma del poder? ¿cómo aceptar –sin que nuestras mentes políticas colapsen- que el estado no es el centro de la revolución? ¿cómo admitir –sin diluirnos al instante- que las vanguardias son, de aquí en más, un obstáculo para el cambio social? De a poco la cartografía neuronal y corporal iba reacomodándose: ya no se trataba de juzgar qué era lo «que le faltaba», ni de tomarlas como un «mientras tanto», un bajo escalón de una escalera ausente, sino de nuestra propia mirada comenzó a ser trabajada por la configuración de unas potencias emergentes que requerían de otras percepciones para producir el encuentro.

4- Aquellos años fueron de una profunda esquizofrenia. En Argentina las luchas contra las privatizaciones eran derrotadas una por una y el neoliberalismo era norma discursiva absoluta. Las izquierdas ya habían decidido blindarse en sus propias verdades dogmáticas y no era mucho lo que, en esas circunstancias, podía esperarse de las luchas que se daban de modo disperso aquí o allá. El fin de la historia hacía estragos, acompasado por el dólar barato y la democracia de mercado. No parecían ser buena época para los espíritus rebeldes –como el de las Madres de Plaza de Mayo- que persistíamos en una relativa soledad. La desorientación de quienes nos dábamos cuenta que las cosas habían cambiado y que debíamos buscar nuevos modos de hacer y pensar era enorme.

El zapatismo irrumpe como un relámpago en esa larga noche. Y parece hablarnos directamente a cada uno de nosotros. Parece venir a decirnos –en un idioma sorpresivamente comprensible- que la rebelión es siempre justa, que se puede luchar y pensar «sin modelos», que la resistencia y la creación existen, aquí y ahora, como exigencia vital.

5- Pero las cosas no vienen solas. Aquellos mediados de los noventa fueron también en la Argentina (desgarrada y fragmentada por las políticas neoliberales), los años en que las periferias sociales y geográficas comenzaron su propia rebelión. Desde los extremos norte y sur del país comenzaron las puebladas, los cortes de ruta, las asambleas de pobladores. De a poco, la lucha piquetera fue tomando fuerza en todo el país.

Esas luchas sociales mostraron de inmediato nuevas características: surgían como estallidos populares, desde la periferia del país, no se traducían en expresiones consistentes en el sistema político y electoral, no se canalizaban al interior de los partidos políticos, ni de los sindicatos, no se nucleaban alrededor de dirigentes únicos y duraderos ni de organizaciones estructuradas, no proponían modelos programáticos consistentes. A demás, estas manifestaciones de rechazo se tramaron de un modo muy evidente con las culturas populares y juveniles, articulando de un modo muy vital los elementos que surgen la vida de la villa –cumbia villera-, del rock de los barrios, y las barras de futbol.

De modo paralelo se incorporó a la escena pública una nueva generación, aquella que compartía edad e inquietudes con los HIJOS de los luchadores desaparecidos y asesinados en los ´70. Y con ella las nuevas preguntas, y el rechazo a cómo se había consolidado la impunidad luego de la última dictadura militar, el descubrimiento de las luchas del pasado, el resurgir de las prácticas contraculturales, el repensar de las condiciones actuales, y la construcción de hipótesis sobre los nuevos modos de lucha política.

Y en el centro de estas líneas convergentes, la mayoría de las veces, como una presencia silenciosa, se hallaba la voz del zapatismo.

6- Hacia fines de los ´90 y comienzos del 2000, las luchas sociales y políticas argentinas –y las nuevas expresiones culturales- se contagian, se enfrentan y se encuentran con la crisis. La estrepitosa caída de la hegemonía de las estructuras que sostuvieron las políticas neoliberales se concretó tras la insurrección de diciembre del 2001. La historia es conocida: la ciudad de Buenos Aires se convirtió en un enorme piquete cuya consigna principal fue: «que se vayan todos, que no quede ni uno solo».

II- La rebeldía social como política

7- Los zapatistas caminan lento pero van siempre adelante. Sobre todo en el terreno de las imágenes. Hablan de resonancia y con ella no sólo hablan ellos sino que nos proporcionan el modo de comunicarnos con ellos. Los zapatistas no son «interpretables». Se resuena con ellos, o no. Ellos resisten y se rebelan frente a las interpretaciones.

Y, efectivamente, «nuestro zapatismo» fue variando cuando pudo pasar de la adhesión al encuentro. Y el encuentro vino con la profundización de las luchas argentinas: los escraches, las experiencias de economía alternativas, las ocupaciones de fábricas por sus obreros, las luchas campesinas del norte del país, el resurgir de las luchas de los pueblos originarios, los movimientos piqueteros, las asambleas de las ciudades y toda una miríada de experiencias en el campo del arte, el pensamiento, la salud y la educación.

8- Pero el «zapatismo» no sólo es inspirador. Es también elemento irritante. Si de un lado es la postulación de la rebeldía social como política –algo que parece nombrar la experiencia de muchas luchas argentinas-, del otro es provocación a las políticas revolucionarias más clásicas. Surgió entonces la polémica. ¿Qué cosa es ese «rebelde social» que no aspira a «comandante»? Según Marcos –gran aliado en estas disputas- si el revolucionario es quien se organiza para llegar al Estado y una vez allí cambiar la sociedad desde arriba, el rebelde social es aquel que trabaja por la base de las sociedades, operando la insubordinación, afirmando devenires minoritarios, resistiendo y creando sin desear, en el fondo, abandonar «la base».

El «revolucionario» se torna un obsesionado por «la» organización, mientras que el rebelde social insiste en que «sólo existe la base». Dos figuras: una primera, para quien la política es fundamentalmente la acción de modelar. Una segunda para quien la política es, sobre todo, (auto)configuración.

III- Del estado a la autoorganización

9- Con la propagación del zapatismo, el estado y el poder volvieron como nunca a ser objeto de discusiones. Por lo pronto, la toma del poder dejó de ser una evidencia incuestionada.

10- La transformación neoliberal implicó también un cambio de patrón en la dominación. En la medida en que su reconversión –de modo más evidente en América Latina- vino acompañada de una disminución-modificación de las capacidades estatales de regulación de flujos (materiales y simbólicos) hasta quedar reducido a una maquinaria completamente mafiosa, de una subordinación cada vez mayor a las nuevas configuraciones del poder mundial y que el mercado fue ganando terreno como medio de configuración subjetiva, el campo de disputas fue girando de la demanda al estado y la aspiración de su captura -como fundamento último del cambio- a una lucha total contra el capital por las formas del ser y del hacer en todos los terrenos.

No es que no haya más estados. Sí los hay. Su presencia es evidente. El estado legisla, reprime, coopta, interviene, fracasa. Lo que varió fue la naturaleza y la eficacia de su operación. Su estructura actual es la de un operador de la inserción del territorio nacional en el mercado mundial, de un dispositivo de gestión biopolítica de la vida humana –y no humana-, de unas bandas mafiosas que pugnan por ligarse al capital de la forma que sea, deteriorando toda lógica institucional como campo de lucha política y consolidando un aparato corrupto productor estructural de exclusión.

En América Latina se hace completamente evidente esta lógica de hierro que produce un territorio nacional cada vez más fragmentado y polarizado en donde cada nueva oportunidad de valorización del capital viene acompañada por la destrucción de vastos territorios –auténticas tierras de nadie– y de poblaciones enteras.

11- El zapatismo es afirmación –y afirmación concreta, en un contexto concreto- de la dignidad. Y esta dignidad, tal como nosotros la experimentamos a partir de las luchas argentinas está hecha de una activación de las propias potencias. La dignidad se forja en la lucha contra la victimización. La dignidad aflora bajo una fenomenología de la autonomía, la multiplicidad, la disposición de la creación, la capacidad de autodefensa, y la disputa en los modos de producir la vida.

IV. Del «Que se vayan todos» a los «hombres del paréntesis».

12- La insurrección argentina de los días 19 y 20 de diciembre del 2001 visibilizó un amplio abanico de subjetividades «dignificantes». Se trató de una revuelta destituyente que acabó con la ficción de una autonomía de lo político (y sus representaciones). La Argentina fracasada (luego de ser expuesta en foros internacionales como modelo de aplicación del neoliberalismo) mostró su rostro oculto. El paisaje cambió radicalmente en pocas semanas. Las luchas sociales y la pérdida del miedo (posdictadura) se dieron cita en cientos de asambleas autoconvocadas de vecinos durante el verano del 2002. En su paso por Buenos Aires, a mediados del 2002 John Holloway interrogó ¿»Zapatismo urbano»? El «que se vayan todos» y el «ya basta» suponen el punto más intenso del diálogo entre las luchas argentinas y mexicanas.

13- El año 2002 trajo consigo la generalización de las luchas pero también la repetición extenuante. Sobre esta base actuó también la represión. Las crisis traen disposición a la lucha pero también deseo de «normalidad». Lentamente fueron reviviendo los «hombres del paréntesis».

V- Asumir la (cuarta) guerra (mundial) para impedirla

14- 1992 fue clave en América Latina. Con el aniversario de los 500 años de la colonización, el movimiento indígena produjo un nuevo salto en su actividad. Entre los afluentes que se suman al movimiento indígena en este resurgir de las luchas en todo el continente, apunta Raúl Zibechi, podemos destacar la presencia de la teología de la liberación y las militancias inspiradas en el guevarismo. La elaboración zapatista opera sobre estos componentes actualizándolos a partir de las nuevas condiciones de dominio, enriqueciéndolos con nuevas influencias del pensamiento contemporáneo.

15- Pero este resurgir se da en medio de una nueva ofensiva del capital por capturar recursos vitales. Los pueblos latinoamericanos desarrollan sus luchas en medio de esta ofensiva brutal de modo que la polaridad entre las incursiones del poder y las experiencias de contrapoder se torna cada vez más extrema. Los zapatistas han llamado a este intento de las fuerzas del imperio por reorganizar el planeta «cuarta guerra mundial». Esta guerra, la neoliberal, es evidente, no está concluyendo. El zapatismo nos ha permitido vislumbrar los modos inmanentes de ligar las luchas situadas con la ofensiva global del capital.

16- Las formas actuales de colonialismo desarrollan nuevos –viejos- sistemas de conquista a partir de las redes biopolíticas de control y expropiación de los recursos naturales y sociales que hacen a la reproducción material, cultural y simbólica de los pueblos. Las resistencias que vemos hoy no sólo en México y Argentina sino también en Bolivia, Venezuela, Ecuador, o Perú (entre otros) consisten en tentativas de una reapropiación de los elementos vitales y en una re-territorialización de las capacidades de lucha. Las tentativas por configurar modos de autoorganización social se inscribe también en una guerra civil producida al interior de los países latinoamericanos bajo el discurso del narcotráfico, el terrorismo y la inseguridad.

17- Si los estados nacionales articulan territorio nacional y poder global del capital, se entiende que las luchas actuales, las rebeldías sociales, deban configurar nuevas teorías políticas, nuevos modos de configurar lo colectivo. De allí la tesis democrática del zapatismo, cómo múltiplo de múltiples (un mundo donde quepan muchos mundos). De hecho, el zapatismo ha avanzado incluso hasta oponer la multiplicidad de las nacionalidades a la unidimensionalización de sus estados. El zapatismo nombra estas aspiraciones profundas y puede otorgar claves de este «modo latinoamericano» de participación en el espacio de las luchas transnacionales en curso.

18- EL zapatismo no ha dejado de (re) inscribirse en este proceso de reterritorialización. Incluso la lucha armada no es concebida por ellos al modo de las guerrillas latinoamericanas tradicionales, sino como autodefensa de esta reterritorialización -de las condiciones de reproducción de las comunidades-. La lucha armada no ya como clave de la destrucción del viejo sistema sino como defensa de la autoorganización.

19- Se trata de asumir esta guerra único modo de bloquearla. Asumir la guerra no consiste en constituirse en un bando opuesto al del poder organizado por la lógica del enfrentamiento, sino en el desarrollo y cuidado de experiencias que se afirman y persisten en su deseo de expandir la vida. Entre el poder que destruye y las experiencias de contrapoder hay una relación fundamentalmente asimétrica.

VI- De la comunicación al silencio

20- En nuestro país también se ha transitado de la autonomía -como independencia organizativa respecto al estado, los partidos políticos y los sindicatos- a la autoorganización. La autonomía es concebida por las experiencias de contrapoder como la autoproducción de sí mismas, esto es, la capacidad de sustraerse de los modos dominantes del hacer, de producir bloques de tiempo espacio propios, y de afirmar formas de reproducción material de la vida alternativas al mercado y al estado.

21- Y, sin embargo, la autoorganización no es una nueva receta. En la actualidad asistimos a una ideologización de criterios tales como «autonomía» y «horizontalidad» (ambos muy zapatistas, y muy difundidos en su «mandar obedeciendo»). Ideologización en el sentido de una inversión del modo de comprender estas nociones fundamentales del nuevo protagonismo social, a partir de la cual se supone que estos principios son modos organizativos salvadores y no, precisamente, claves problemáticas a desarrollar.

22- En una vieja entrevista entre Antonio Negri y Gilles Deleuze, éste responde que la revolución no requiere tanto de nuevos modos discursivos o comunicativos, sino de otra cosa: de «silencios». Según Deleuze las palabras han tomado la forma del dinero. Se han abstraído y circulan sin implicancias. Los zapatistas también se llaman a «silencio». El silencio es el sonido de quien está pensando, de quien se reacomoda, se repliega –quien vuelve a plegar el pliegue-. Es el ruido que hacen las redes autopoiéticas. El silencio, también, como táctica de politización de estas redes. El silencio, claro, como fuente de una palabra implicada (los caracoles). Como lo otro de la violencia y la dominación.

23- No hay, entonces, «mensaje zapatista». No hay tarea de desciframiento ni de difusión. Si intentamos alguna imagen de la repercusión zapatista, ésta no puede asimilarse a ningún a ninguna operación de transmisión de consignas. Cuando lo que se intenta es reproducir los postulados zapatistas no queda más que un vaciamiento de la experimentación: mera ritualización en forma de slogan y de idealizaciones aptas para el consumo y la inminente frustración.

24- En Argentina se habla ahora de «reflujo». Nosotros preferimos hablar de re-pliegue: de un volver al pliegue, pero también de un plegar los pliegues. De plegar lo que fue desplegado. El repliegue -como el silencio zapatista- no es derrota sino anticipación. No es disolución sino capacidad subversiva de deconstrucción. No es aniquilamiento sino vuelta a la sustracción, a la desarticulación, a la composición –silenciosa–. No es pacto y cooptación sino ruptura con la lógica del espectáculo. El silencio también resuena. Es el turno de los caracoles.

Hasta siempre,

Colectivo Situaciones.

Buenos Aires, 17 de octubre de 2003

1/1/2018 PALABRAS DEL COMITÉ CLANDESTINO REVOLUCIONARIO INDÍGENA-COMANDANCIA GENERAL DEL EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL

Palabras del Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el 1 de enero del 2018.

24 Aniversario del inicio de la guerra contra el olvido.

BUENAS NOCHES, BUENOS DÍAS:

COMPAÑEROS, COMPAÑERAS BASES DE APOYO ZAPATISTAS.

COMPAÑEROS, COMPAÑERAS RESPONSABLES LOCALES, REGIONALES Y AUTORIDADES DE LAS TRES INSTANCIAS DE GOBIERNO AUTÓNOMO.

COMPAÑEROS Y COMPAÑERAS PROMOTORES Y PROMOTORAS DE LAS DIFERENTES ÁREAS DE TRABAJO.

COMPAÑERAS Y COMPAÑEROS MILICIANAS Y MILICIANOS,

COMPAÑEROS Y COMPAÑERAS INSURGENTAS E INSURGENTES EN DONDE QUIERA QUE SE ENCUENTRAN.

COMPAÑEROS, COMPAÑERAS DE LA SEXTA NACIONAL E INTERNACIONAL.

COMPAÑEROS, COMPAÑERAS DEL CONGRESO NACIONAL INDIGENA.

COMPAÑEROS, COMPAÑERAS DEL CONCEJO INDIGENA DE GOBIERNO Y SU VOCERA MARIA DE JESUS PATRICIO MARTINEZ DONDE QUIERA QUE NOS ESCUCHAN.

HERMANOS Y HERMANAS DE TODOS LOS PUEBLOS ORIGINARIOS DEL MUNDO QUE NOS ESCUCHAN.

HERMANOS Y HERMANAS CIENTÍFICAS Y CIENTÍFICOS DE LOS DIFERENTES PAISES QUE NOS ACOMPAÑAN.

HERMANOS Y HERMANAS DE MEXICO, DE AMERICA Y DEL MUNDO QUE HOY NOS ACOMPAÑAN O NOS ESCUCHAN DESDE DONDE SE ENCUENTRAN.

HERMANOS Y HERMANAS DE LOS MEDIOS LIBRES Y ALTERNATIVOS, NACIONAL E INTERNACIONAL.

Hoy, 1º de enero de 2018, estamos aquí para celebrar el 24 aniversario de nuestro levantamiento armado en contra el mal gobierno y del sistema capitalista neoliberal causantes de todo tipo de muertes y destrucción.

Así como a los pueblos originarios, desde hace más de 520 años nos tienen sometidos bajo la explotación, marginación, humillación, desprecio, olvido y despojo de nuestras tierras y riquezas naturales en todo el territorio mexicano.

Por eso el 1 de Enero de 1994 dijimos ¡YA BASTA! de vivir con tantas injusticias y muerte, y así dimos a conocer al pueblo de México y al mundo nuestras demandas de Democracia, Libertad y Justicia para todos, que lo dijimos en nuestras demandas de tierra, trabajo, vivienda digna, alimentación, salud, educación, independencia, democracia, libertad, justicia y paz.

Y ahora que la violencia está en todas partes y asesina a mujeres y niños, a ancianos y jóvenes, y hasta la madre naturaleza es víctima.

Por eso decimos que nuestra lucha es por la vida, por una vida digna.

Y el capitalismo es el sistema de la muerte violenta, de la destrucción, de la explotación, del robo, del desprecio.

Esto es lo que nos hace falta a todos los pueblos originarios y la gran mayoría de los habitantes de este país México y de todo el mundo.

Porque les pregunto ¿Quién tiene una vida digna? ¿Quién no tiene la angustia de que puede ser asesinada, robado, burlado, humillado, explotado?

Si hay quien está tranquilo y no le preocupa, bueno, pues estas palabras no son para ti.

Pero tal vez es que sí ves y sientes que todo está cada vez más peor.

Ya no sólo es que el trabajo está mal pagado y no alcanza la paga para poder vivir más o menos.

Ahora también es que los grupos delincuentes, sobre todo los que son gobiernos, roban o, peor, nos matan nomás porque sí, porque así se sienten bien.

Entonces, si tú piensas que así pasa porque así lo quiere tu dios, o porque es por mala suerte, o porque es el destino que te tocó, pues entonces estas palabras tampoco son para ti.

Nuestras demandas son justas y, como lo dijimos públicamente hace 24 años, no son nada más para nosotros los pueblos originarios o indígenas, sino que cualquier gente que no sea criminal o tonta, o las dos cosas, sabe que son demandas justas y que cada vez son más necesarias y urgentes.

Pero la respuesta de los malos gobiernos fue: pues ahí tienes una limosna, y confórmate, porque si sigues demandando y exigiendo, aquí tengo mis grandes ejércitos, mis policías, mis jueces, mis cárceles, mis paramilitares, mis narcotraficantes, y tú sólo tienes tus cementerios.

Entonces nosotras, nosotros, zapatistas, les dijimos: no estamos pidiendo limosnas, queremos respeto a nuestra dignidad.

Y los malos gobiernos dijeron que no saben qué cosa es dignidad. Que si esa palabra es maya o es de otro planeta, porque no está en sus diccionarios, ni en su cabeza, ni en su vida.

Y sí, llevan tanto tiempo de serviles y huele-colas de los ricos, que ya se les olvidó qué es dignidad.

Como esos malos gobiernos están hallados a rendirse, a venderse, a claudicarse, pues piensan que así es toda la gente, que así es todo el mundo, que no hay quien diga, piense, luche, viva y muera de no rendirse, no venderse, no claudicar.

Por eso no entienden el zapatismo. Por eso no entienden los mil nombres que toman la resistencia y la rebeldía en muchos rincones de México y del mundo.

Y así es el sistema, compañera, compañero, hermano, hermana, que lo que no entiende lo manda perseguir, encarcelar, asesinar, desaparecer.

Porque quiere el mundo domado, como si la gente fuera una bestia de carga que tiene que obedecer lo que diga el amo, el mandón, y que si no obedece, pues chicote, palo, encierro, balazo.

O sea que como que para el capitalismo, la resistencia y la rebeldía es como una enfermedad que lo ataca, lo pone de malas, le da dolor de cabeza, le da una patada en los coyolitos, le escupe en la cara. Lo pone mal, pues.

Y la medicina que el capitalismo da para eso, son los policías, las cárceles, los ejércitos, los paramilitares, los cementerios si tienes suerte, si no, pues a saber dónde te botan.

Y aunque no seas resistencia y rebeldía, aunque según tú estás tranquilo y eres buen ciudadano y votas por como se llame el Trump que te toca en tu calendario y tu geografía.

Y aunque criticas y te quejas de los que protestan y se rebelan. Y dices “ya pónganse a trabajar y dejen de quejarse” cuando protestan de Acteal, o de Guardería ABC, o de Atenco, o de Ayotzinapa, o de Mapuche, o del nombre que tome la siguiente desgracia que pase.

Y crees que todo eso está muy lejos de tu casa, de tu calle, de tu pueblo o colonia, de tu trabajo, de tu escuela, de tu familia, pero no. Todo eso que se sabe y muchos horrores que no se saben, están ahí cerca de ti.

Pues aunque crees que no te va a tocar, pues resulta que sí te va a tocar, a ti o a alguien cercano a ti.

Porque el sistema y sus gobiernos ya no tienen control, ya están enloquecidos, ya se emborracharon de dinero y de sangre, y pasan a llevar todo y a todos y, sobre todo, a todas y a todoas.

Entonces, hermana, hermano, compañero, compañera, si tú piensas que sí es cierto que la situación está muy difícil y que ya no se aguanta, entonces falta saber qué vas a hacer.

Si piensas que alguien, que sea un líder, un partido, una vanguardia lo va a resolver todos los problemas y sólo tienes que poner un papelito de voto y ya, tan fácil, pues piénsalo bien si así va a ser.

Entonces, estas palabras no son para ti. Quédate tranquilo o tranquila esperando la nueva burla, el nuevo fraude, el nuevo engaño, la nueva mentira, la nueva desilusión. Que no son nuevas, son las mismas de siempre, sólo cambian de fecha en el calendario.

Pero tal vez piensas que de repente se puede hacer algo más. Y te preguntas si sí se puede, o es que la lucha, la resistencia, la rebeldía, sólo están en las canciones, las poesías, los carteles y los cementerios.

Y pues te decimos que nosotros, nosotras, zapatistas, nos preguntamos eso mismo hace 24 años cuando salimos a morirnos en las calles y plazas de tus ciudades.

Y así nos viste. Y así nos vieron también quienes se dicen grandes dirigentes revolucionarios y nos despreciaron antes, como nos desprecian ahora, que se enteraron de nuestra lucha cuando cenaban y reían en sus festejos de año nuevo, mientras nosotros, nosotras, zapatistas del EZLN, poníamos la vida y la muerte, donde ésos ponen los museos.

Y entonces pues nos respondimos. Respondimos que vamos a ver si se puede vivir con dignidad sin malos gobiernos, sin dirigentes y sin líderes y sin vanguardias que mucho Lenin y mucho Marx y mucho trago, pero nada de estar con nosotros, nosotras, zapatistas. Mucho hablar de lo que debemos o no hacer, y nada de práctica. Que la vanguardia, que el proletariado, que el partido, que la revolución, que échate una cervecita, un vinito, un asado con la familia.

Pues ni modos, pensamos, creo que la vanguardia revolucionaria está ocupada en probarse trajes y palabras para el triunfo, así que tenemos que darle según nuestro modo, como indígenas zapatistas.

Que no son muchos los indígenas, y son todavía menos los zapatistas, porque ser zapatista no cualquiera.

Y así fue como empezamos eso que ahora se conoce como autonomía zapatista, pero que nosotros decimos que es la libertad según nosotras, nosotros, zapatistas, que ni amo, ni patrón, ni capataz, ni líder, ni dirigente, ni vanguardia.

Durante estos 24 años hemos venido construyendo nuestra autonomía, desarrollando nuestras diferentes áreas de trabajo, consolidando nuestras tres instancias de gobierno autónomo, formalizando nuestros propios sistemas de salud y educación, creando y fortaleciendo nuestros trabajos colectivos, y en todo estos espacios de autonomía es donde cuenta la participación de todos y todas mujeres, hombres, jóvenes y niñ@s.

Y así estamos demostrando que nosotros los pueblos originarios, tenemos la facultad y la capacidad de gobernarnos solos, no necesitamos la intervención de ningún partido político que solo engaña, promete y divide a nuestros pueblos y no estamos recibiendo ningún tipo de apoyo de los gobiernos oficiales.

Tampoco aceptamos que nadie nos venga a decir qué podemos hacer y qué no podemos hacer. Aquí todo lo discutimos y lo acordamos en colectivo.

Y por lo mismo a veces tardamos, pero lo que sale es de colectivo. Si sale bien, es de colectivo. Si sale mal, es de colectivo.

Así es nuestro modo, y si está bien o mal, ahí lo vean y comparen sus pobrezas con las nuestras, sus muertes con las nuestras, sus enfermedades con las nuestras, sus ausencias con las nuestras, sus dolores con los nuestros, y vean que están comparando sus pesadillas con nuestros sueños.

Estamos viviendo y luchando con el propio esfuerzo individual y colectivo como zapatistas que somos, pero sí, reconocemos que todavía nos falta mucho por hacer, hace falta organizarnos más como pueblos, todavía tenemos muchas dificultades para desarrollar bien nuestras diferentes áreas de trabajo, también fallamos y cometemos errores como todo ser humano, pero nos corregimos y seguimos adelante.

Porque nuestra organización somos nosotras, nosotros mismos. Nadie que no sea un sinvergüenza, vividor y mentiroso puede decir que nos hizo. Y no tenemos miedo de reconocer lo que hacemos mal, y de sentirnos contentos de lo que hacemos bien. Porque lo malo y lo bueno que somos, es nuestro. A nosotras, nosotros, nos valora nuestra propia gente. Aunque luego hay quienes viajan y se pasean en Europa y comen bien y toman trago diciendo que ellos hicieron, y ahora hasta inventan su propia “Frida Sofía” para conseguir atención y paga, y ofrecen dinero para comprar consciencias y creen que la lucha viene con el apellido y no con el compromiso real, y se alían con los narcotraficantes para atacarnos. Y lo único que pasa es que son sinvergüenzas y mentirosos.

Porque, llevando a esos disque revolucionarios y a sus paramilitares de la mano, los malos gobiernos siguen empeñados por destruir y acabar nuestra lucha, nuestra resistencia y rebeldía con una guerra económica, política, ideológica, social y cultural, repartiendo migajas y limosnas a los que están afiliados en los partidos donde considera estratégico, porque solo da más apoyo económico, vivienda y reparte alimentos y proyectos, a veces como gobiernos, a veces como partido, y a veces como supuestos derechos humanos, donde hay zapatistas y además usan todos los medios de comunicación para difundir sus mentiras, sus malas ideas, sus promesas, sus engaños bien maquillados; todo esto es con el objetivo de debilitar la resistencia de los zapatistas, con la intensión de dividir, confrontar y comprar conciencias de la gente indígena y pobre.

Nosotras y nosotros las y los zapatistas, no somos limosneros sino que somos pueblos con dignidad, con decisión y consciencia para luchar por la verdadera democracia, libertad y justicia, nosotros y nosotras estamos bien claros y seguros que de allá arriba nunca vendrá nada bueno para los pueblos, no podemos esperar que la solución de nuestros problemas y necesidades venga de los malos gobernantes.

Y sabemos quién sí y quién no ha estado junto a nosotros, nosotras zapatistas, desde antes del inicio, en ese primero de enero, y en estos 24 años de resistencia y rebeldía.

El mal gobierno, los vanguardistas paramilitares y los ricos nunca nos van a dejar vivir en paz, buscarán mil formas para destruir y acabar la organización y las luchas del pueblo, porque en estos últimos años han crecido sin medida los crímenes, la persecución, desapariciones, encarcelamientos injustos, represiones, desalojos, torturas y asesinatos, sólo mencionar algunos como San Salvador Atenco, Guerrero, Oaxaca, Ayotzinapa, etc. y entre las comunidades y municipios han provocado más contradicciones y enfrentamientos, y hacen que los problemas no se resuelvan de buena manera si no que sea mediante la violencia, por eso sigue manteniendo, protegiendo y equipando grupos paramilitares, porque los malos gobiernos quieren que nos matemos entre hermanos del mismo pueblo.

Por todo lo que está pasando demuestra de que ya no hay gobierno en nuestros pueblos, municipios, estados y de nuestro país.

Los que se dicen que gobiernan, ya sólo son ladrones que se engordan más a costa del pueblo, son criminales y asesinos, son capataces, mayordomos y caporales de los patrones que son los grandes capitalistas neoliberales.

Son buenos defensores de los intereses de sus patrones para saquear las riquezas naturales de nuestro país y en el mundo, como la tierra, los bosques, las montañas, el agua, los ríos, los lagos, lagunas, el aire y las minas que están guardadas en el seno de nuestra madre tierra, porque el patrón todo lo considera una mercancía y así nos quieren destruir por completo, es decir, acabar con la vida y la humanidad.

Por eso como pueblos originarios de este país quienes conformamos el Congreso Nacional Indígena, hemos acordado dar un paso y conformar el Concejo Indígena de Gobierno y a nuestra vocera María de Jesús Patricio Martínez, que convoca, que concientiza, que informa, que levanta el ánimo y hace un llamado a todos los sectores de trabajadores del campo y la ciudad a organizarnos, a unirnos y a luchar juntos con resistencia y rebeldía desde nuestros pueblos y nuestros centros de trabajo, desde nuestros calendarios y geografías para que así podamos defendernos de la hidra capitalista que ya está sobre nosotros.

Pero los gobiernos y los patrones que son los grandes capitalistas, imponen la llamada Ley de Seguridad Interior, es decir, la militarización de nuestras calles, nuestros caminos y nuestros pueblos en todo el país.

Y todavía nos hacen creer que es para combatir al crimen organizado cuando en realidad la idea que tienen es para mantenernos controlados, callados, divididos, amenazados, con más violencia e impunidad hacia los pueblos.

Por eso nosotros y nosotras las y los zapatistas decimos que ya no hay que confiar absolutamente nada en este sistema capitalista donde vivimos, porque ya nos dimos cuenta, y desde hace cientos de años estamos sufriendo toda sus maldades sin distinción de personas ni de partido.

Debemos de organizarnos y unirnos todo los sectores de trabajadores del campo y la ciudad, indígenas, campesinos, maestros, estudiantes, amas de casa, artistas, comerciantes, empleados, obreros, doctores, intelectuales y científicos de nuestro país y del mundo, el único camino que nos queda por hacer, es que debemos unirnos más, organizarnos mejor para construir nuestra autonomía, nuestra organización propia como pueblos y trabajadores, porque es la que nos va a salvar de la gran tormenta que se acerca o ya está sobre nosotros que va a barrer a todos y todas.

Por eso es que en este cumpleaños que son ya 24 años de nuestro alzamiento armado en este planeta tierra, hoy queremos hablarles a nuestras compañeras de la sexta nacional e internacional.

Queremos hablar también a las hermanas de México y del mundo.

Así que compañeras y compañeros de la sexta nacional e internacional.

Hermanas y hermanos del mundo.

Cuando decimos que llevamos más de 500 años de explotación, represión, desprecio y despojo. No estamos mintiendo.

Ya pasamos y sufrimos las guerras de los malos gobiernos y de los ricos.

No nos pueden decir que es mentira. Fueron nuestras tatarabuelas y tatarabuelos los que dieron su sangre y sus vidas para subir al poder a los mismos explotadores que son los tatarabuelos de los que están ahora en el poder. Esto no nos pueden decir que es mentira, ahí están. Son los culpables que ahora están destruyéndonos y a la madre naturaleza también.

No nos vamos a dejar de luchar, hasta morir si es preciso.

Y hoy tenemos más ganas de luchar, con nuestras compañeras y compañeros del Congreso Nacional Indigena.

Apoyamos más a la compañera Marichuy y las compañeras y compañeros del Concejo Indígena de Gobierno.

Les guste o no les guste a algunas o algunos.

Lo hemos dejado bien claro, desde el principio. Recuerdo en la Convención Nacional Democrática, en 1994 en Guadalupe Tepeyac, que dijimos: “Nos hacemos a un lado, si nos muestran que hay otro camino para que nos derroten nuestro ser armado”.

Y hasta hoy no nos han mostrado ese otro camino para derrotar al sistema de muerte y destrucción que es el capitalismo.

Los que nos están mostrando el camino, son las compañeras y compañeros del Congreso Nacional Indígena, con la compañera Marichuy y el Concejo Indígena de Gobierno. Y los apoyamos sin dejar de ser lo que somos.

Y no nos da pena ni vergüenza apoyarlos. Porque lo sabemos bien que no están buscando el Poder o tener cargo, sino que su trabajo es llevar el mensaje de que hay que organizarse para la vida. Así de claro.

Y claro que hay algunas y algunos mentirosos que andan diciendo que ya somos electoristas. Es una vil mentira y son personas castellanos que saben leer y escribir, pero que no leen o que salen con sus mañas de mentirosos. Qué lástima, que pena que no tienen entendimiento y no tienen vergüenza.

Nadie nos va quitar lo que somos, sólo cuando ya estemos muertas y muertos o cuando ya somos libres.

Hermanas y hermanos de México y del mundo, no se dejen engañar.

En México no hay ya lugar donde puedes caminar tranquilo, donde quiera te agarran y te matan.

Muchas maldades del capitalismo aquí en México y el mundo.

Muchas otras cosas más, esto es lo que nos están diciendo las compañeras del Congreso Nacional Indígena y su vocera Marichuy y el Concejo Indígena de Gobierno.

Mucho nos burlan, que la compañera Marichuy no sabe gobernar, nos no va dar nada. Hermanas y hermanos, ¿qué les han dado los gobiernos del PRI y del PAN? ¿Qué no han hecho matanzas, corrupciones, malas decisiones? ¿Dónde está eso que dicen que sólo saben gobernar los que tienen estudios? ¿No alcanzan a ver esto?

Esto es lo quiere decirles la compañera Marichuy, cuando les dice que nos organicemos el campo y la cuidad, y que nos unimos indígenas y no indígenas, porque vean de que tamaño lo que nos ha pasado con esos gobiernos malos.

¿Qué les ha dado este imbécil que esta ahora en el gobierno? El Peña Nieto es el peor cínico, inepto y sinvergüenza, que se cubre con los otros igualitos que él.

Que a ellos no les pasa nada y al pueblo explotado todo lo paga con su vida, ¿qué les pasa que no alcanzan a ver?

¿Por qué se mueven hasta cuando les pasen esas peores situaciones? ¿Por qué, a los que no les pasa, y hacen como que no ven y no se mueven; y cuando ya les pasó salen gritando, ayuda, ayúdenme?

Y cuando les habla la compañera Marichuy, que no tiene buen discurso, no sabe hablar, dicen. Ah ese Concejo Indígena de Gobierno, pero no sabe nada, así dicen.

El Concejo Indígena de Gobierno les está diciendo la verdad. ¿No quieren la verdad? Ah, es que no les gusta. ¿Quieren que les hablen bonito y les regalen promesas? Y cuando llegue el dolor a tocar a tu puerta, ¿le vas a responder con promesas?

Hermanas y hermanos indígenas y no indígenas, por nosotras y nosotros nadie va luchar por nosotras y nosotros, nadie absolutamente nadie, más que nosotras y nosotros mismos.

Despertemos a los otros pueblos explotados y despertemos también a los que dicen que tienen estudio. Por eso ayudemos y apoyemos a la compañera Marichuy con el Concejo Indígena de Gobierno.

Organicémonos para que pueda dar su gira en el país la Compañera Marichuy y su Concejo Indígena de Gobierno, aunque no alcance las firmas para candidata. Porque la firma no es la que lucha, no es la que nos va a organizar, somos nosotras y nosotros las que tenemos que escucharnos, conocernos y de ahí, al sentirnos como estamos, ahí puede partir nuestro pensamiento de cómo organizarnos más mejor y qué camino seguir.

Nadie más va a decir la palabra que dicen el Concejo Indígena de Gobierno y la vocera Marichuy.

Si no lo dicen ellas, sólo van a escuchar puro ruido, el mismo ruido de siempre, y luego seguirá la misma desilusión de siempre.

No permitamos que nos digan “pobrecitos de los indios, ayudemos con lo que sobra” al igual como nos hacen los gobiernos malos.

Sólo con organización del pueblo pobre del campo y la ciudad, habrá Libertad, justicia y democracia. Si no hay eso, lo que habrá es un mundo como FINCA CAPITALISTA y esto es lo que ya esta empezando.

Si hay alguien mujer u hombre que piensan y creen que es mentira lo que estamos diciendo de la hidra capitalista, bueno que nos argumenta, que nos diga claramente cómo es eso que es una mentira lo que estamos diciendo a ver si la vamos a creer, porque nuestro sentir y ver y conocer es que vemos es que así está y así va a estar. O tal vez lo que se ve es que es difícil, luchar, organizar, pero no hay de otra.

Sabemos que es duro lo que estamos diciendo, pero ¿acaso muy suavecito, blandito lo que vendrá lo de la hidra capitalista?

No, hermanas, hermanos, será horrible, terrible.

Por eso las compañeras bases de apoyo Zapatistas están llamando a las compañeras del Congreso Nacional Indígena y a todas las mujeres que luchan a encontrarse para el 8 de Marzo a las mujeres que no tienen miedo, aunque si tienen pero hay que controlar, porque será más horrible lo otro.

Porque ellas, las mujeres zapatistas, las mujeres del CNI, las mujeres de la Sexta, y las mujeres que luchan en todas partes del mundo, nos están diciendo que tenemos que organizar, rebelarnos, resistir.

Y eso es lo que nos están diciendo también la compañera Marichuy y el Concejo Indígena de Gobierno.

Así que adelante compañera Marichuy, camine, trotee, y cuando se necesita corre y detente y luego continúe, no nos queda ya de otra.

Sigan adelante Compañeras del Concejo Indígena de Gobierno

Adelante compañeras del Congreso Nacional Indígena.

Estamos seguros que si los pueblos se organizan y luchan, vamos a lograr lo que queremos, lo que merecemos, o sea nuestra libertad. Y la fuerza importante es nuestra organización, nuestra resistencia, nuestra rebeldía y nuestra palabra verdadera que no tiene límites ni fronteras.

Ahora no es el momento de echarnos para atrás, de desanimarnos o de cansarnos, debemos de estar más firmes en nuestra lucha, mantener firme nuestras palabras y seguir el ejemplo que nos dejaron los compañeros y compañeras que ya murieron: de no rendirse, no venderse y no claudicarse.

DEMOCRACIA

LIBERTAD

JUSTICIA

Por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena – Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Subcomandante Insurgente Moisés.

Desde Oventik Caracol II zona Altos de Chiapas, México.

1 de enero del año 2018.

Fuente: http://comunizar.com.ar/palabras-del-comite-clandestino-revolucionario-indigena-comandancia-general-del-ejercito-zapatista-de-liberacion-nacional-el-1-de-enero-del-2018/

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