Los que van a seguir resistiendo // Diego Valeriano
Las genuinas, los que no tienen jefa, la familia de Santiago, los que tiran rimas en el Sarmiento y no van al 5to. Las que desertan, las familias enteras en una motito por Ruta 4, los desplazados que se curten en el viaje, los sinceros, las pibas que esconden a las amigas ante cada ataque. La casilla en el fondo del terreno de tu abuela, los que se tatúan al Che en una gamba, las dos pibas que se clavan unos shorcitos diminutos y viajan de Catán a Flores porque ahí está la fiesta. Los que no quieren salvarse solos, los gedes de 40 que van y van, Hebe, los que odian la cumbia cheta, los que no denuncian ni las injusticias, la Flaca que insiste con su maternaje de todos los pibes que la necesitan. Los que consumen para liberarse.
Los que seguirán saben que no hay que dar cabida a las resistencias impostadas ni creer en las luchas configuradas por convenciones estandarizadas. Resistir es otra cosa, es segundear -como dice Andrés-, es tirar una soga, compartir nuevas posibilidades, abandonar la careteada política. Es renegar de todo lo leído, dejar de creer que se es mejor.
La piba que se hartó del padrastro y se escapó, los que se ríen de los que tienen que ir a la marcha, los que siempre están ahí, los que convidan. La doña con la foto de Cristina en la copa de leche, las que abortan, los que no hacen cuentas a la hora de poner guita, los guachos que esquivan los controles de la local tirando cortes, los que dan el asiento aunque el cuerpo no les dé más. Las que se asquearon de la política, los traicionados, los pibes que hacen el mural de los 30.000 en Don Orione, los que se enteran el sábado que el domingo se vota, las madres, Mara usando su cuerpo para que Ludmila sea feliz, los guachines que no tienen miedo.
Los que van a seguir resistiendo no son caretas, no avisan, no opinan, no lo andan posteando, no saben, no tienen lectura crítica de nada, no son coherentes, casi ni lo decidieron. Para los que aún resisten, hacerlo es pura suerte y solo tiene algún sentido si forman parte de una constelación de afectos, afectos como fuerzas capaces de torcer ciertos modos de existencia.