Anarquía Coronada

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Un año del desalojo de Guernica. Berni se tiene que ir, tiro mi piedra // Diego Sztulwark

Texto publicado el 02 de noviembre de 2020

La discusión sobre si es legítimo criticar al gobierno o hay que permanecer cerradamente leal, es reaccionaria, estúpida y anacrónica. Estamos ya varios pasos más allá. Quienes dimos apoyo por medio del voto y la argumentación pública al actual gobierno nacional y provincial tenemos sobrados derecho, no sólo a opinar, argumentar y a putear, sino también a exigir. Tiro esta piedra contra Berni porque creo que hay que exigir ya mismo su renuncia por todos los medios posibles (y porque todo lo que compartimos en privado tiene que hacerse público, en favor de los acuerdos mínimos para que en es país haya algo asi como una democracia ¿o sólo los grandes medios y los grandes propietarios tienen voz en este país?). Las razones son tan evidentes que avergüenza tener que recordarlas. Voy a las inmediatas y más preocupantes. El desalojo a la toma de Guernica fue una guarangada, una falta de respeto y el inicio de una política inaceptable de subordinar la vida a la concentración trucha de la propiedad privada.
Si hace falta documentar cada una de estas afirmaciones puedo comenzar de este modo: que el desalojo fue arbitrario violento y cruel es algo que está relatado en la voz de las y los compañerxs que estuvieron allí haciendo postas médicas y ayudando a heridos, pero también en la de Diego Morales, abogado del CELS, explicando lo violento del desalojo y la existencia de alternativas.
Incluso cuando se revisa la propiedad de la tierra de las tomas aparecen cosas increíbles, como ésta que encontraron los investigadores de Edipo sobre vinculaciones con altos cuadros del terrorismo de estado de la última dictadura.
Y aún si no se quiere escuchar estas voces autorizadas, siempre se puede consultar directamente este miserable e irrespetuoso video, del Ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires. 
Los testimonios posteriores del Ministro Larroque y del Gobernador Axel Kicillof no hicieron más que confirmar que el desalojo no fue sólo una torpeza, una imposición de la justicia o efecto impuesto por no se qué maléfica y poderosa “izquierda”, sino una decisión política inadmisible, que es preciso revertir cuanto antes, dado que como es de público conocimiento, toda política democrática comienza por evitar la represión a la conflictividad social y en buscar caminos para la organización popular. Ya muy difícil es el contexto internacional, muy reaccionaria es la oposición política y muy consolidado está el patrón de acumulación sostenido en la violencia -patriarcal, sexual, clasista, racista, xenófoba- de la deposición de toda riqueza natural y social como para encima tener que soportar este tipo de estupideces. Es decir: reivindico el derecho de todos los votantes del Frente de Todos de participar directamente en la impugnación de este tipo de política y exigir la renuncia inmediata de Sergio Berni. Es inaceptable que la propia gobernación siga alimentando a este aspirante a Bolsonaro, cuyo único mérito es mostrarse a la derecha de Paricia Bullrich (por no nombrar el capítulo de la bonaerense, la huelga policial chantajista y la muerte de Facundo). Tiro mi piedra contra Berni e invito a todos lo que sienten parecido a activar desde su lugar un repudio público. Berni se tiene que ir, tiro mi piedra.

A un año de Guernica: dictadura, violencia y propiedad privada // EdIPo

Resumimos las impactantes novedades reveladas por el Equipo de Investigación Política (Edipo), sobre los dueños del terreno desalojado. Una genealogía de la relación entre violencia y propiedad privada.

Los datos que conocimos ayer revelan que las tierras en disputa fueron adquiridas por El Bellaco SA durante el “Proceso de Reorganización Nacional”. Y que el presidente de la empresa hasta su muerte en 2013 fue funcionario de la dictadura.

El 20 de septiembre EDIPO publicó un informe que comenzaba diciendo: “Los poderes establecidos acusan a los ocupantes por utilizar un método ilegal, pero nadie se pregunta quiénes son los supuestos dueños legítimos de los terrenos en disputa”.

Allí describimos al fiscal que se sacó una selfie con la represión de fondo durante el desalojo del jueves. Y también al poder político municipal de Presidente Perón, que desde el comienzo del conflicto pidió meter bala.

Pero el foco lo pusimos en la empresa que solicitó el desalojo a la justicia: Bellaco SA, cuyo director y representante es Gervasio Pérez Pesado, poseedora de una parcela de 360 has de las cuales habían sido ocupadas 60 has.

Bellaco quería desplegar un fastuoso emprendimiento inmobiliario, con barrios privados, clubes exclusivos, canchas de golf y lagunas artificiales, pero habían dejado de pagar los impuestos inmobiliarios en 2018 y registraba deudas ante (ARBA) por casi un millón de pesos.

Además, en junio de 2019 la empresa dejó de aportar al seguro y la obra social de sus empleados, motivo por el cuál en febrero de 2020 la aseguradora Experta ART rescindió su cobertura.

A partir de estos datos podíamos intuir que aquellos prohombres cuyos derechos propietarios estaban siendo resguardados con tanto celo, no son un ejemplo cívico ni propugnan un desarrollo sustentable, al menos para quienes apuestan por un proyecto popular y democrático.

Gracias a una gestión ante el Registro de la Propiedad conseguimos una copia del Dominio Inmueble de Guernica. Entonces supimos que El Bellaco SA adquirió esa parcela el 20 de julio de 1983, escriturando el 24 de octubre del mismo año.

Un segundo dato nos llamó la atención: la empresa El Bellaco SA fue creada el 10 de mayo de 1983, muy poco antes de la compra del terreno. Recordemos que el 30 de octubre de ese año Alfonsín ganó las elecciones, decretando el final de la dictadura.

El tercer dato cierra el círculo: César Emilio Pérez Pesado, alias “Copete”, es el hombre clave en esta historia. Fallecido en 2013, padre de Gervasio, fue funcionario de la dictadura por lo menos entre 1980 y 1982.

Según el Decreto Secreto 1173 de 1980, el 30/5/1980, “el señor asesor de la Subsecretaría General doctor don César Emilio PEREZ PESADO, fue designado para acompañar al presidente Videla en un viaje oficial a la República Popular China”.

Copete Pérez Pesado, quien presidió El Bellaco SA hasta su muerte, también fue socio de Abel Blas Román, intendente de facto de la ciudad de La Plata entre 1981 y 1983. Juntos fundaron el Estudio Pérez Pesado – Román y asociados en 1964.

Según la sucesión iniciada en noviembre de 2013, Copete Pérez Pesado poseía, además del campo de Guernica: 4 lotes en Berazategui, un predio en Dolores, tres propiedades en La Plata, otro predio en Pilar y 15 campos en Olavarria. Y esto es solo lo declarado hasta hoy.

Los primeros relatos aportados por viejos conocedores de la política platense recuerdan que Copete fue asesor legal cuando Videla era Presidente y le decían “Congreso”, “porque armaba los decretos de ley o los vetaba”. Pero está última es apenas una versión a confirmar.

Seguiremos tirando del hilo, para develar una trama que quizás tenga más tela para cortar. Dejamos por ahora una pregunta dirigida a ese sistema político, cuyo primer mandamiento parece ser la defensa la propiedad privada: ¿ustedes saben bien lo que están defendiendo, verdad?

Cómplices civiles // Diego Valeriano

¿Quiénes son los cómplices civiles hoy? Los cómplices civiles de la desaparición de Luciano Arruga, de todos estos años de silencio, encubrimiento, desprecio y olvido. Cómplices civiles del ataque en Guernica, de la quema de los ranchos de las pibas, del asesinato de Pablo Pereyra en la noche de año nuevo, de lo que le hacen a la novia de preso en cualquier comisaría de Moreno, Rosario, Barracas. Del Indoamericano, de las apretadas a unos guachines de 13 años arriba de la patrulla, del andar bien poronga de la gorra. ¿Quién calla, apaña, encubre, cuida? ¿Quién postea que Berni trabaja? ¿Quién aplaude a Bullrich? ¿Quién los banca políticamente? ¿Quiénes flashean que el Estado es responsable según quien sea el victimario? 

Filmina, posteo, la vida por sobre la economía. Acusaciones, justificaciones, gilada. ¿Quién es cómplice civil de esta guerra contra pibes y pibas? ¿Quién marca la piel de los guachos con tanta crueldad? Encierro, desprecio, patadas, gatillo fácil. La soledad de la mamá, la hermana, los amigos, las novias y un silencio lleno de ruidos, apretadas, vacío y política en patrullero. Silencio complicidad, silencio chamuyo, silencio negocio. 

Toda complicidad es política. Es otra forma de elegir aliados, de garantizar gobernabilidad, de dormir sin tanto miedo, de durar en el cargo. Que todo siga igual. Mutismo, miradas, desprecio. Gestos claros de con quién sí y con quién no. La complicidad es un mensaje claro para pibes y policías. A quién se banca y a quién no. ¿Cómo te bajás del patrullero al que te subiste? ¿Cómo se bajan los pibes si todo es silencio? Santiago, Johana, Rafael, el Negrito, Ruth, Pablo y todos los nombres que caen en el olvido, que pasan, que siguen, que se hacen estadística y solo se recuerdan en la casa, en un mural del barrio, en alguna lágrima tatuada, en la persistencia de quienes no se callan. ¿Quiénes son los cómplices civiles de la gorra que desaparece pibes? 

Todo silencio es político // Diego Valeriano

El silencio sobre la desaparición de Facundo Astudillo Castro es uno de los silencios más ruidosos que escuchamos en mucho tiempo. Silencio, militancia, posteo, funcionaria, pandemia. Es un silencio raro en un año en el que todos opinamos, en el que no nos callamos nada, en el que no le dejamos pasar nada a nadie. Es un silencio llamativo entre tanto griterío vigilante, encerrona, anti trosko, anti cheto. Silencio luchón, desconcierto, burocracia. Silencio gato de Berni, condescendiente con Axel, traidor a la mamá de Facundo. 

Los silencios, nuestros silencios, tienen certezas, razones, motivos. Todo silencio es político, entonces poco importa el dolor y la fuerza de la mamá, el acoso al abogado, la tortura al cuñado, la complicidad con esos fiscales, jueces y periodistas tan ortibas siempre. Poco importan Ludmila, el Negrito, María, Luciano. Lo que importa es lo que creemos, lo que nos hace sentir bien, cómodos, conformes. Lo que importa es el encuadramiento, el cargo, la próxima elección, no hacerle el juego a la derecha, ser parte de algo grande, hacer caso. No importa la víctima, sino quién es el victimario. 

Todo silencio es político, lo policial es político y la política anda en patrullero. El patrullero nos educa, nos corrige, nos llama a silencio. Dice que sí y que no. Impide la fiesta,  el vagar, juntarse. El patrullero odia a los pibes. La política en patrullero no entiende de tonos, momentos o historias, no le importa. Es pura herramienta de gobernabilidad. No entiende de ideas, es la idea. No entiende de palabras, es el silencio.

LO QUE EL DESALOJO NOS DEJÓ // Red de experiencias territoriales comunitarias

Jueves 29 de octubre. Una noche hermosa de luna llena, en torno a muchos fogones, las familias de la toma de Guernica esperaban lo que deseaban que nunca sucediera.
A las 4 de la madrugada se produce el apagón en la toma y en barrios alrededores. El territorio estaba rodeado. Pocos minutos antes de las 5, en la oscuridad, comenzaron a avanzar las impactantes formaciones de las fuerzas represivas por el norte y por el sur de la toma. Por el lado oeste no hay salida posible, quedaba sólo una salida para escapar. El escenario se transformó en un campo de terror. Centenares de mujeres corrían desesperadas con sus hijes a cuestas y algunas pocas cosas que pudieron manotear en medio del desastre. Mientras muchas otras personas resistían para que ellas pudieran salir bien. Afuera del predio se encontraban con organizaciones sociales, comisiones de salud y vecines que hacían de apoyo y resguardo. Esto no bastaba para consolarlas y desviar sus miradas desorbitadas cuando veían los ranchos arder con las pocas cosas que tenían pero que significaron mucho durante tres meses. Padres que lloraban porque sus hijes permanecían en el predio en medio del ataque o porque los llevaron presos.


La espectacularidad de la represión era muy impactante. Tropas que avanzaban prendiendo fuego ranchos, postas de salud, centros de acopio de donaciones y comedores. Cuatriciclos que pasaban a toda velocidad por los alrededores rompiendo los puntos de apoyo. Helicópteros de la policía con algunos medios que registraban todo desde el aire. La represión y la persecución continuaron varias horas por los barrios vecinos. Muchos jóvenes le gritaban desde sus casas a la policía “ustedes son los criminales”, “asesinos”. El predio fue sitiado. Inmediatamente ingresaron las topadoras. Algunas comisiones de derechos humanos y médicos, mediante mucha presión, pudieron ingresar al predio. Registran lo devastador del paisaje: ranchos incendiados, herramientas, elementos de cocina, animales calcinados.
No hay protocolo que contenga este accionar. Vinieron preparados para la guerra. El despliegue fue de pura violencia y crueldad: apagón, incendios, ejecución de las topadoras ante las miradas de niñeces y mujeres, rompiendo un código que en toda guerra se debe respetar: el de asistir y sacar a los heridos. Los asistentes sanitarios fueron gaseados, atropellados y echados del lugar.


El gobierno, a través de muchos medios, intentaba tapar la violencia hablando de desalojo ordenado. Torciendo la realidad de la misma manera con la que fueron manipulando las mesas de negociación, utilizando la mentira y el desprecio. Mientras se desarrollaba la última mesa en la que se debía firmar el acta-acuerdo y en la que prometían respuestas solo para 250 familias aun reconociendo que el último censo arrojaba a 1400, el desalojo estaba en marcha. Fue el Estado, a través de sus funcionarios, el que rompió los acuerdos. No hay accionar político dentro de la toma que justifique el desalojo. Especularon todo el tiempo con acciones y discursos para dividir, quebrar, enfrentar y desacreditar a las organizaciones que vehiculizaban lo que el Estado nunca pudo gestionar en la toma: la atención y el cuidado a través de la salud, la alimentación, las vestimentas y todo tipo de respuesta a las necesidades. ¿Dónde estuvieron y están las áreas de desarrollo de la comunidad, de la niñez, de género y de hábitat durante este tiempo más allá de los discursos de un Estado que asiste? ¿Cómo vuelve un gobierno que se llama popular de semejante ejercicio de la violencia y despojo a los sectores que reclaman tierra para vivir? ¿Constituye esto lo que una parte de la sociedad y algunos medios celebran?
¡Cuántas imágenes del terrorismo de Estado nos vuelven a sacudir: apagón, cuatriciclos rompiendo puntos organizados para el apoyo a la asistencia, medios cómplices de la violencia y empresarios esperando que el poder político y judicial les garantice la renta sobre sus negociados inmobiliarios mafiosos! No fue posible la tierra para quienes la necesitan para vivir. Hubo represión para sostener el pacto con quien la usurpa y se adueña para sus negocios financieros.


A dos días del desalojo no hay una sola familia de la toma con una respuesta concreta. Los centros en los que prometían alojarlas transitoriamente se encuentran vacíos. Muchas familias fueron a parar hacinadas a terrenos prestados por vecines. Otras andan deambulando por las estaciones y las plazas. Y muchas otras volvieron a los lugares de violencia de donde huyeron.
Quiénes vienen de organizaciones populares desde las cuales llegaron a ocupar funciones en el Estado hoy y conocen la realidad de la pobreza, la marginación y el despojo ¿cómo pueden aceptar el atropello, la humillación y el abandono? ¿Cómo explicaran las represiones venideras? ¿Qué respuestas darán a los sectores que seguirán luchando por tierra para vivir?
Ante la crisis habitacional, la lucha por la tierra es una realidad que no se puede enmascarar, criminalizar ni violentar. La organización colectiva es el desafío para lograr el uso social y comunitario de la tierra.

#TierraParaVivir
#ComunidadesParaConstruir

 

La política en patrullero // Diego Valeriano

La política en patrullero tiene otros tiempos, otras texturas, otros modos. Es más fácil. Se nutre de buchones, funcionarias, opinadores. Sabe cuáles son nuestros miedos, anda en medio de la noche sin ningún problema. Patrullero posteo, patrullero crueldad, patrullero traición. Chaleco, militancia, casco, selfie, escudo, chamuyo. 

La política en patrullero absorbe todo, seca todo, quita el aire, las ganas, la tierra. Es anti balas, no le entra una, no le importa, arrasa con lo que se cruza. Es un modo de vida, una adecuación inmediata al mando del capital. Es la única adaptación posible que se permite. Patrullero silencio, complicidad, encubrimiento. 

El patrullero educa, corrige, señala. Niega el síntoma. La política en patrullero no entiende de tonos, momentos o historias, no le importan. No entiende de ideas, es la idea. Desprecia a los vagabundos, a las gedes, a lo plebeyo. Odia a Facundo, Ludmila, Santiago, María, Luciano, odia a esos cuerpos. Marca el ritmo, el tono, tus ideas y obediencias. No le hace el juego a la derecha, no duda, no discute, es pura territorialidad militante. 

¿Cómo te bajás del patrullero una vez que te subiste? Una vez que disfrutás de ser así de poronga, infalible, ¿cómo volvés a tu cuerpo, a tus ganas, a eso que decís que sos? ¿Cómo explicás, discutís, te reís, festejás? ¿Cómo buscás el aire con amigos? ¿Cómo hacés para volver a la plaza nuevamente sin que te dé algo, un poco, una astilla de vergüenza? 

 

Pandemia y conflicto social, entre el feminismo y el precariado // Entrevista a Neka Jara y Mariano Pacheco por Diego Sztulwark

En medio de la preocupación por la amenaza de cumplimiento del desalojo de la toma de Guernica surgió la posibilidad de entrevistar juntos a dos compañerxs de larguísima y reconocida trayectoria militante en las organizaciones sociales y populares autónomas. Ambos fueron parte activa de la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón y hoy forman parte de experiencias de autoinstitución popular que, en medio de la pandemia, combinan cuidados colectivos y lucha social. La propuesta fue que cada uno respondiera por su cuenta y con sus compañerxs más cercanos tres preguntas comunes: Neka, ofreciendo un punto de vista territorial feminista como militante de Las comarqueñas y Mariano como parte del Instituto Generosa Frattasi, perteneciente al movimiento gremial de los trabajadores preciaros. 

La primera pregunta que les quiero formular es la siguiente: cómo ven, cada uno desde su inserción actual, la evolución de la conflictividad social. En particular les pregunto en cómo se crea organización popular en la pandemia.

Neka Jara: – Es un momento para pensar de manera diferente la conflictividad social. Todos los reclamos –como el derecho al techo, al trabajo, a la vivienda- cobran un nuevo sentido con la pandemia. Porque surgen nuevas preguntas: ¿Vamos a vivir? ¿Cómo vamos a vivir? ¿Cómo vamos a trabajar? Son preguntas sustanciales. Las luchas por estos derechos cobran otro sentido que se vincula directamente a la pregunta sobre la existencia.

Con respecto a las organizaciones populares, si tomamos la experiencia de la toma de Guernica a grandes rasgos podemos visualizar tres modos bien marcados: las organizaciones que siguen insistiendo con una construcción de oposición al poder establecido muy tradicional; otras que siguen sosteniendo y abriendo espacios de lucha a partir de derechos vulnerados como la falta de trabajo, tierra, techo y comidas, peleándole al estado y administrando lo logrado para fortalecer espacios de construcción popular. Y otras que expresamos, desde la asamblea feminista, prácticas que intentan ir más allá del reclamo de tierra para vivir, con propuestas para desarmar situaciones de violencia y de opresión tramando formas comunitarias de vivir, como se expresa en las asambleas, en los diversos talleres y en el encuentro plurinacional de muyeres y disidencias llevado a cabo sábado 10 de octubre en la toma. Si bien la perspectiva feminista es hoy una novedad en la toma, no podríamos dejar de reconocer que al interior del mismo feminismo conviven tensiones relacionadas con diferentes miradas políticas. Muchos colectivos feministas terminan reproduciendo prácticas verticalistas y hegemónicas haciendo prevalecer el interés de la organización por encima de la construcción de tejido común. Nos preguntamos cómo desarmar relaciones capitalistas y patriarcales basadas en prácticas de control y de violencia, proponiéndonos la creación de espacios comunitarios con relaciones horizontales y reciprocas y formas de defensas de esos espacios. 

Mariano Pacheco: -Creo que la pandemia del COVID 19 puso al mundo en una situación por demás compleja, y a los Estados nacionales –más allá de las limitaciones de maniobras que puedan tener en el marco del Nuevo Orden Mundial Neoliberal (fase actual del capitalismo)- ante el desafío de posicionar una política de salud determinada, de la mano del abordaje económico y social frente a la crisis. Esta situación debe ser analizada al calor del proceso corto de los últimos cuatro años; del mediano, que se abre diciembre de 2001, y del largo de la posdictadura. Es decir que hace falta dar cuenta del proceso más general, teniendo en cuenta las limitaciones que en Latinoamérica  mostraron tanto las gestiones progresistas del Estado como las luchas sociales desde abajo que no se plantearon una estrategia de poder. A todo esto hay que sumar el frente que venció electoralmente al partido neoliberal, es excesivamente heterogéneo. El Frente de Todos está compuesto tanto por las organizaciones populares con mayor capacidad de movilización y presencia territorial nacional, como por las corrientes progresistas que gobernaron la Argentina durante tres mandatos consecutivos (y dejaron al país en las condiciones en la que lo dejaron en 2015), y también por sectores peronistas que tranquilamente en otra coyuntura podrían haber integrado el bloque de fuerzas neoliberales. Fuerzas que no han sido derrotadas sino que permanecen agazapadas o mas bien al acecho, con presencia parlamentaria, control de medios hegemónicos de comunicación y con cierta capacidad de movilización. El gobierno actual es más un gobierno de transición que un gobierno popular. Formo parte del conjunto de militancias que hemos decidido apoyarlo, a pesar de todo, pero no confundimos deseo con realidad.  

En este marco, nos interesa sobre todo prestar atención a la estrategia general esbozada por el bloque de fuerzas sociales más dinámico de los últimos años: la Economía Popular, que incluye en su interior lógicas emprendedoristas (típicamente neoliberales), pero también, la conformación de un sujeto político (lo que llamo “El Precariado en Acción”) capaz de hacer ese pasaje de movimientos sociales (más económico-reivindicativos) a Movimientos Populares (organización social+estrategia y programa político), que permitieron esbozar un alto grado de recomposición de fuerzas, y asumir una dinámica de transversalidad a partir de la cual se incorporaron e hicieron carne otros planteos presentes en la agenda política nacional (sobre todo de los feminismos, a través de la conformación de un feminismo popular, pero también, de un cierto ecologismo popular y un sindicalismo territorial que interpela al sector de trabajadorxs asalariados). Ese bloque de fuerzas sociales, decía, tuvo una estrategia general muy clara: conformar el sindicato del precariado (la UTEP), priorizando en los hechos esa unidad tan declamada pero poco practicada por otros sectores, y acompañar –en el plano táctico– la fórmula Fernández-Fernández, sin perder autonomía en el planteo político, entendiendo que un triunfo de Juntos por el Cambio situaba a los Movimientos populares ante un escenario de franco retroceso político, y a los sectores populares ante un tremendo futuro de indigencia económica y social.

En el contexto de la pandemia se lanza el Ingreso Federal de Emergencia (IFE), que pone ante los ojos de la “clase política” –por el elevado número de inscriptos– aquello que los Movimientos Populares ya venían anunciando desde hacía tiempo: que hoy la clase que vive del trabajo está partida en dos, y que casi la mitad de sus integrantes no permanecen bajo relación salarial sino que se “inventan” un trabajo en los marcos de la economía popular (sin derechos). El IFE permitió además acelerar el proceso de lanzamiento del Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular (RENATEP), contemplado en la Ley de Emergencia Social conquistada durante el macrismo (y subrayo “conquistada” porque aún existen cuestionamientos al modo de acción de los Movimientos populares, con argumentos francamente canallas por parte de ciertos progresismos que se dedicaron en muchos casos a bastardear esas luchas desde el sillón de sus casas, en las que permanecieron mirando la televisión, entremezclando momentos de depresión con momentos de euforia ultraizquierdista por redes sociales). El RENATEP será la base sobre la cual pensar, con datos reales en mano, una salida popular para la pospandemia, que no sea un simple retorno a la injusta normalidad.

Foto: La Obrera colectivo fotográfico

 

Luego de cuatro años de gobierno de Macri, la derecha más reaccionaria se propone debilitar al gobierno actual: ¿cómo juega la consideración de esta coyuntura política en las luchas del presente?

NJ: -Pensar que la derecha es Macri es muy restringido. Hay una derecha recalcitrante muy activa dentro del mismo gobierno, una especie de cacicazgos compuestos por gobernadores, intendentes, sindicalistas, etc. El problema está en si el gobierno asume un rol impuesto por la derecha o si hace honor a los postulados pre-electorales. Pensando en la toma de Guernica, además de los problemas que se generan en torno a la pandemia como la falta de oportunidades laborales, imposibilidad de acceso a la salud, a la alimentación y a la generación de recursos para sostener alquileres, etc., el trasfondo de un reclamo centrado en el acceso a la tierra para vivir se sustenta en los deseos despertados por un gobierno “popular” y la solución real estaría en que las familias puedan lograr un hábitat digno. Las luchas sociales emergen en este contexto de producción de estatalidad -promesas en torno a la vivienda, la asistencia, el trabajo, etc. – y de una crisis profundizada por la pandemia.

La solución del reclamo de la tierra en Guernica depende de una decisión política que podría colocar al gobierno en un lugar esperado por muchos sectores sociales. Hay cuestiones en Argentina que son deudas históricas y que escuchamos gritar a lo largo de los años por distintas organizaciones y distintas luchas como la falta de trabajo, la ausencia de respuestas dignas con relación a la salud, la alimentación, la educación y la imposibilidad de acceso a la tierra para vivir. La respuesta a estas demandas es la represión, el desalojo violento o, en el caso de la vivienda, el ofrecimiento de soluciones precarias que incrementan el hacinamiento, y producen relaciones violentas. La manera de habitar un lugar es impuesta desde arriba y desde afuera y nunca está la pregunta de cómo las personas quieren vivir. Así tenemos el modelo de las viviendas sociales que devuelven una imagen estigmatizada. Muchos cuerpos despojados es fácil prever a donde irán a parar: refugios, viviendas y barrios precarios, cárceles, psiquiátricos.

Si la tierra está en manos de pocos para especulaciones inmobiliarias y negociados mafiosos, para otros sectores el único camino para acceder a la tierra para vivir es la toma y la lucha por lograrlo.

MP: -En primer lugar, diría que no estamos ante un proceso ascendente de la lucha de masas, sino estamos atravesando una cuarentena, que mayormente se respeta, sobre todo en los sectores populares. La circulación es más bien restringida al barrio, se utiliza el transporte público por trabajo más que por recreación y se circula en la vía pública por el mismo motivo. Las expresiones anticuarentena son minoritarias, aunque profundamente amplificadas por los medios hegemónicos de comunicación. Sí hubo en estos meses movilizaciones puntuales, la más ejemplar, las ocupaciones de tierras para construir viviendas, pero cabe destacar que hoy la principal lucha de los Movimientos populares pasa por registros más imperceptibles, ligados a las tareas de organización territorial, a las prácticas comunitarias. Esas tareas la llevan adelante organizaciones que, mayormente, han asumido la estrategia de acompañar a este gobierno. Es que, además del escenario político están esos microfascismos que circulan socialmente, que ganan terreno incluso entre los sectores populares, y que contribuyen a que sectores supuestamente progresistas tengan corrimientos cada vez más hacia la derecha (corrimiento que explica la línea de seguridad de la gestión Kicillof en la provincia de Buenos Aires, con un ministro como Sergio Berni).

Creo que, ante ese escenario, están muy bien las posiciones que vienen sosteniendo algunos agrupamientos, como el Movimiento Evita, Somos-Barrios de Pie, la Corriente Clasista y Combativa, las organizaciones que componen el Frente Patria Grande (Vamos, el Movimiento Popular La Dignidad, el Frente Popular Darío Santillán, entre otros), o sectores del sindicalismo como el “Degenarismo” en la CTA, que con matices entre sí, integran este gobierno a través de militancias en algunas funciones estatales, lo apoyan políticamente asumiendo que es el único que puede en estos momentos sostener la situación sin perjudicar aún más a los sectores populares, pero a diferencia de lo que sucedió durante los años de “orden y progresismo” kirchnerista (como dice el periodista Martín Rodríguez), no tienen “obediencia debida”. Me gusta esa consigna que sostiene que, ante una lucha de los de abajo, incluso frente a un Estado que se integra en algunas de sus funciones de gobierno, la posición debe ser estar “junto a las y los últimos de la fila”.

 Foto: Emiliana Miguelez

 

Se escuchan voces que dentro, pero sobre todo fuera del gobierno hablan de enfrentar al conflicto social “aplicando la ley” como sinónimo de defender, de la manera que fuera, la propiedad. ¿Cómo se ve esto desde la lucha por la tierra?

NJ: -¡Qué tema el de la propiedad privada! La pregunta sería ¿qué se defiende cuando se habla de “respetar la propiedad privada”?

Recuerdo algunas tomas inmensas de tierra en Quilmes y me vienen muchas imágenes mirando Guernica hoy. Lo primero que percibo es el gesto de delimitar los lotes para cada familia. La vista aérea de los cuatros barrios de Guernica es muy impactante en este sentido, porque muestra –en los tantos alambrados improvisados- la reproducción en escala tan masiva del sueño de tener un pedacito de tierra para vivir. Ante los cincos supuestos dueños aparecen miles que dicen tener el derecho a acceder a un pedazo de tierra.

Creo que la discusión política fundamental tendría que centrarse en los usos de la tierra: ¿es lo mismo la necesidad de acceder a un pedazo de tierra para construir una casa para vivir, para hacer una huerta, criar algunos animales, etc. que apropiarse de 300 o miles de hectáreas para hacer barrios privados o mega proyectos financieros? ¿Es lo mismo reivindicar y luchar para el derecho al hábitat digno que usurpar grandes cantidades de tierras para incrementar el valor del suelo y especular en ámbito financiero, desplazando comunidades y pueblos enteros o arrojando miles de personas a vivir en situación de calle?

Es hora de abrir y profundizar una discusión general sobre la tierra, sus usos y sus usurpaciones.

La asamblea feminista en la toma de Guernica viene aportando mucho en este sentido, construyendo la que podríamos definir una crítica práctica de la propiedad: tejiendo y profundizando vínculos comunitarios ahí adonde superficialmente se ven solo cercos. Una crítica práctica de la propiedad es tejer en el cotidiano nuevas formas de existir, desarmando estructuras de violencias para acuerparnos en comunidades. Creando soluciones colectivas ante situaciones de aislamientos, de soledades, de carencias y de miedos.

Repudiamos las soluciones que llegaron de la mano del Estado individualizando los problemas, criminalizando y estigmatizando. Aun así prevalecen hoy, en la toma de Guernica, distintos espacios autogestionados de creación como respuestas a problemas urgentes: una posta de salud comunitaria, comedores populares donde se comparte el alimento, comisiones para intervenir y acompañar situaciones de violencia, diversas asambleas en torno a distintos temas que hacen a la vida cotidiana en la toma, festivales y trabajo comunitario para ayudar compañeras solas con sus niñeces. El desafío en marcha es tierra para vivir, feminismo para habitar.

MP: -Aunque no me encuentro participando ahora de ninguna experiencia de lucha por la tierra y la vivienda, conozco muy bien esas experiencias, y desde me interesa destacar ante todo la importancia de estas luchas que ponen en el centro la resolución del lugar donde se va a vivir. Son es en sí mismas una escuela política, de organización popular. Se trata de luchas que como decía Evita ponen de manifiesto necesidades, es decir, derechos. Y no menos importante, hay que saber que estos procesos implican una fuerte intemperie: suponen desamparo y miedo ante una posible represión. Mas allá del romaticismo que surge de las redes sociales, se trata de procesos muy duros. Si bien ocupar una tierra está fuera de la ley, ¿es posible censurar las tomas de predios cuando la necesidad no tiene otra forma de ser resuelta? ¡No! El problema es de las propias leyes, que expresan el triunfo de una clase (de hecho, en momentos de avance popular, como en la Argentina de 1949, o en los más recientes procesos de Bolivia y Venezuela, cuando las luchas populares avanzaron, las Constituciones fueron modificadas). Es importante tener en cuenta ese dato, y las operaciones que la derecha (que está afuera y adentro del gobierno) realiza contra la gestión actual del Frente de Todos. Porque el riesgo es caer en un ultraizquierdismo discursivo que descuida procesos y relaciones de fuerzas. No tiene sentido pedirle a un funcionario del Estado que salga y declare estar a favor de las ocupaciones de tierras, porque al otro día se desatan una serie de tomas que ponen en jaque su propia gestión. Pero sí tiene sentido pedirle que no judicialice los reclamos, que priorice de las leyes sus costados garantistas y que asuma políticas de inclusión social y no de represión. Ve una diferencia entre una perspectiva progresista, que cree en un Estado que le garantice soluciones, y un punto de vista popular, que entiende que lo principal del proceso es la construcción de un sujeto de cambio es la organización popular. Por eso: no alcanza con no reprimir y asegurar un presupuesto para viviendas. Hace falta involucrar a los sujetos populares en la elaboración de políticas públicas que además de darle una vivienda a cada familia, permita que la organización popular crezca, se fortalezca. De allí que el “Manifiesto Nacional por la Soberanía, el Trabajo y la Producción”, presentado en mayo de este año (aun antes de la ocupación de Guernica), entre otros, por la UTEP, la CTA Autónoma y sectores de la CGT, contenga entre sus puntos el de “Acceso a la vivienda digna y la planificación territorial”, que contempla una Ley de alquileres donde se ajusten los precios de acuerdo a un índice estatal, se urbanicen los barrios populares existentes (unos 4.500 en todo el país) y se generen por lo menos 200.000 nuevos lotes con servicios para las jóvenes familias trabajadoras.

11 de Octubre de 2020

Foto Principal:  Fernando Almeira

Foto: La Obrera Colectivo Fotográfico

La gorra sabe // Diego Valeriano

La gorra sabe lo que puede. Siempre pudo y ahora sabe que puede un poco más, justo ahora que ni lo esperaba. Sabe cómo hacer que las pibitas se caguen de miedo cuando vuelven de noche, sabe cómo hacer que los guachos trabajen para ellos, sabe lo que puede un fierro. Saben descansar, verduguear, hacer crecer el miedo, mirar para otro lado. Saben qué calles esquivar cuando es necesario. Saben qué decirle a la novia linda del preso nuevo cuando llora toda triste en la comisaría. Saben hacer desaparecer. 

La gorra sabe de política. ¿Cómo no saberlo? Sabe cuándo atacar, cuándo correrse, que decir, cuándo pueden ir un poco más allá. Saben del odio y desprecio de la política a lo que vagabundea, a lo que no obedece, a lo que se escapa, a lo joven, a la vagancia. La gorra sabe que los necesitan, saben que ciertos territorios hostiles ellos caminan para que no los caminen otros. Saben qué hacer, entienden las consignas, las interpretan, las patrullan. Sabe el valor de la política sobre la vida y la diferencia entre un militante y un guacho.

La gorra sabe y si se la banca sabe más. Sabe que mañana, cuando Facundo sea olvido, cuando el ministro siga ahí boqueando sin filtro, cuando las panelistas griten otra cosa, sabe que pueden dar unos pares de trompadas más. Apretar más tranquilos, verduguear lo más piola, disparar sin armar tanta escena, romper la noche en la lancha por la Rivadavia levantando a las chicas del cementerio de Morón, patear puertas, seguir despreciando madres que preguntan por sus hijos. También saben que ahora en el patrullero no están solos, los acompaña el miedo de Axel, la prepotencia de Berni, el silencio de la militancia, la complicidad de la justicia y ese odio bien manija y visceral de todos los que nacieron así, con el corazón ortiba. 

Macho // Diego Valeriano

Te recabió todo lo macho que es. Castrense, entrenado, brutal, chamuyero: Macho. A vos, que explotás de amor cuando Alberto dice todes, que posteas fotos de Tomi el 24 en la plaza, que discutís con tu tía macrista en el grupo de wasap. Te caben sus arengas a la gorra, las declaraciones en la tele, los spots, cómo teatraliza eso que dicen que es caminar el territorio. Esa manija por mostrarse bien poronga. Cómo se nos ríe en la cara, cómo desprecia el dolor de la mamá de Facundo, cómo se sabe necesario frente al desconcierto de militantes, twitteras estrellas, vecinos y panelistas. 

Te cabió su odio por todo lo que vagabundea, que use cuidados como otra forma de decir zona liberada. El ruido infernal que hace, los silencios menos esperados que provoca, la manera que tiene de llegar y cómo se abren a su paso. Te cabe la permanente reconfiguración que hace de eso que creés que tenés que postear como militante. Cómo te deja careta, callado, obediente, ortiba. Con una mueca en la cara esperando que pase otra cosa, que no sea así, que no sea verdad. 

Te cabe cómo es él, tan enfierrado, brilloso, convencido, elocuente. Cómo se hace el otro, que sea la figura principal en la pandemia de un gobierno del que esperábamos otra cosa. Tan anti pibe que ya duelen las ausencias, tan arruina guacho que no lo podés creer, tan contrario de esas luchas que crecieron estos años que parece el motor fundamental de la contraofensiva conservadora, hegemónica y vigilante. Nos re cabe que no es ni siquiera más de lo mismo, sino una instancia superior, una plataforma política, una forma de vida. Algo horrible, nuevo y cruel.

 

Tres años de gobierno de Cambiemos: El gobierno más represor desde 1983 // CORREPI

A tres años cumplidos de gestión de Cambiemos, hoy el Archivo refleja el imponente salto represivo del gobierno que ha batido todos los récords de sus antecesores desde fin de 1983, y ya ha comenzado a superar los propios. A fin de 2017, decíamos que, por primera vez en los 35 años transcurridos desde el fin de la dictadura cívico-militar-eclesiástica, el actual gobierno había superado la barrera de un muerto por día a manos de su aparato represivo.

Señalábamos que, frente al promedio de un muerto cada 30 horas del conjunto de los 12 años de gobierno kirchnerista, e incluso frente al pico de uno cada 28 horas de 2015, el macrismo había incrementado la frecuencia exponencialmente, con un caso cada 25 horas para fin de 2016 y uno cada 23 al año siguiente.

Tres años después, el promedio de muertes bajo el gobierno del PR gravedad del dato, que es mucho más que un número, basta comparar el ritmo del crecimiento: Al kirchnerismo le llevó más de 10 años pasar de un caso cada 30 horas a uno cada 28. El macrismo, en apenas tres años, incrementó a más del doble la frecuencia.

En el curso de este año incorporamos 1.102 casos al Archivo, totalizando 6.536 hasta diciembre de 2018, y 6.564 si incluimos 28 casos ya chequeados de 2019, ocurridos en enero y primeros días de febrero, contra 5.462 que teníamos registrados hace un año.

Un total de 1.303 personas fueron asesinadas por el aparato represivo estatal durante la gestión de Cambiemos, entre el 10 de diciembre de 2015 y el 12 de febrero de 2019.

 

 

Más del 85% del total de personas asesinadas por el aparato represivo estatal estaban en un calabozo o caminaban por un barrio.

Las recurrentes y ampliadas campañas de “ley y orden”, al amparo del discurso oficial de la “inseguridad”, invisibilizan los homicidios de gatillo fácil contra jóvenes y pobres, que sólo trascienden en circunstancias muy particulares, o cuando son seguidos de una fuerte reacción popular que atraviesa el muro mediático. En estos tres años se da una paradoja significativa, al ritmo de la época: mientras los fusilamientos de personas desarmadas, en particular varones jóvenes, como se verá más adelante, crecen a un ritmo nunca antes visto, es cada vez menor el reflejo de esos hechos en los medios del sistema. Excluyendo los casos de contacto directo con la familia o amigos, son los medios de comunicación popular y las redes sociales los que nos permiten enterarnos la mayoría de las veces. A la vez, se desató como nunca antes una campaña de legitimación de estos fusilamientos, protagonizada por los funcionarios de primera línea del gobierno y amplificada hasta el paroxismo por los medios hegemónicos. El abrazo del presidente Mauricio Macri al policía de gatillo fácil Luis Chocobar y el de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich a la policía fusiladora Carla Céspedes son las dos fotos que ilustran uno de los rasgos distintivos de la gestión Cambiemos: la explícita y frontal reivindicación pública del gatillo fácil como política de estado, que se complementa con medidas normativas, como la Resolución 956/18 y el Programa Restituir.

En la categoría de muerte de personas privadas de su libertad, que incluyen cárceles, comisarías y todo otro lugar de detención (incluso patrulleros) confluyen los clásicos “suicidios”, que encubren, en una enorme proporción, la muerte por aplicación de tormentos, e incendios que se inician como medida de protesta o pedido de ayuda y que, invariablemente, no reciben auxilio o lo reciben tardíamente. En 2018, resulta inevitable destacar el caso de la comisaría de Transradio, Esteban Echeverría, que estaba inhabilitada para tener personas detenidas por la falta de condiciones mínimas para el alojamiento. De 27 personas hacinadas en un calabozo con capacidad para mucho menos que la mitad, 10 murieron como consecuencia de un incendio. Por otra parte, las muertes violentas por heridas de arma blanca son, en muchos casos, ejecuciones por encargo de los servicios penitenciarios, que usan para ello los llamados “coches-bomba” (sicarios). También se registran de manera creciente fallecimientos por enfermedades que nunca causarían la muerte con una mínima atención médica (apendicitis, hepatitis, tuberculosis, etc.).

En los pocos casos en los que podemos acceder a datos oficiales, como los de la Procuración Penitenciaria de la Nación respecto de las cárceles federales, o los de la Comisión Provincial por la Memoria bonaerense, constatamos que también en este “rubro” el gobierno de Cambiemos muestra su eficacia represiva, con un promedio cercano a las 150 muertes al año solo en unidades penales de la provincia de Buenos Aires. Es indudable que el aumento espectacular de la población carcelaria condiciona el incremento de las muertes intramuros. En las cárceles federales, con una capacidad para 12.235 personas, se hacinan hoy 13.529, mientras que las unidades bonaerenses, con capacidad para 29.000 personas, hay 38.000, sin contar las más de 4.000 amontonadas en comisarías de la provincia, con espacio para menos de 1.000 y sólo por períodos breves.

 

La casi totalidad de las muertes en comisaría corresponde a personas que no estaban detenidas por acusaciones penales, sino arbitrariamente arrestadas por averiguación de antecedentes o faltas y contravenciones. En esos casos resulta aún más incomprensible el argumento de la “crisis depresiva”, como dicen los partes policiales, pues son personas que en horas recuperarán la libertad. Rodolfo Walsh lo explicaba mejor que nosotros: “Como todo el mundo sabe, la melancolía que inspiran las altas paredes de una celda fomenta negras ideas en los jóvenes débiles de espíritu, los ebrios, los chilenos carteristas y, en general, la gente sin familia que pueda reclamar por ella. Otro factor deprimente que acaso contribuya a la ola de suicidios en tales calabozos son las inscripciones que dejan los torturados”.

Las casi 200 desapariciones registradas no están desagregadas como modalidad aparte, pues pueden concurrir tanto con fusilamientos de gatillo fácil como con muertes bajo custodia y hasta con asesinatos intrafamiliares u otras modalidades. Así, los casos en los que la víctima fue vista en una comisaría, o cuando la detenían, están listados bajo la categoría muertes en lugares de detención; los casos en que la víctima fue fusilada y luego desaparecida están bajo la modalidad gatillo fácil, y Santiago Maldonado, se sumó, junto a Rafael Nahuel, al listado de asesinados en la represión a la protesta y el conflicto social. En los casos que no se conoce lo sucedido, o no se trata de ninguna de las modalidades principales, se incluyen en la categoría “otras”.

Los asesinatos en el marco de causas fraguadas para “hacer estadística” y los hechos resultantes de otros delitos cometidos por miembros de las fuerzas de seguridad, reconfirman la constante participación policial en delitos comunes, vendiendo información, proveyendo zonas liberadas, proporcionando armas o interviniendo directamente en la organización de robos tipo comando, tráfico de drogas y autos robados, secuestros extorsivos, trata de personas, etc., incluso a veces como parte de “operaciones de prensa” para ganar prestigio desbaratando los ilícitos que ellos mismos generan, o para ganar espacios en sus disputas de poder internas, potenciadas por la coexistencia de más de una fuerza en los territorios.

Los asesinatos en el marco de la protesta social, en marchas, movilizaciones y cortes de ruta, suman 91 desde 1995. El gobierno de Cambiemos inauguró en 2017 su cuenta, con la desaparición y asesinato de Santiago Maldonado, y el fusilamiento de Rafael Nahuel, por mano de GNA y PNA respectivamente, y sumó, en 2018, los asesinatos de Ismael Ramírez (13) en la represión a un piquete de desocupados en Sáenz Peña, Chaco, y de Rodolfo Orellana, militante de la CTEP, en la represión a un conflicto por tierra y vivienda en La Matanza.

12° Marcha de la Gorra: “Terrorista es el Estado, no quien tenés al lado”

“Terrorista es el Estado, no quien tenés al lado”. Con esa consigna, esta tarde, cientos de personas y organizaciones marcharán por las calles de Córdoba. La Marcha de la Gorra llega así a su 12ª edición para manifestarse contra las políticas represivas del Estado, el gatillo fácil, la estigmatización y la criminalización de “quienes se salen de la norma, quienes viven en los barrios, quienes se visten de una u otra forma, quienes se organizan y movilizan”.

“Lo que empezó como una vuelta a la plaza San Martín de pibes de barrio, es hoy un movimiento nacional”, expresan desde la Mesa Organizadora Marcha de la Gorra Córdoba. Y cuentan que esta manifestación nació en la ciudad de Córdoba hace más de una década, en el año 2007, cuando distintas personas y organizaciones que trabajaban en los barrios veían, una y otra vez, el hostigamiento policial y las detenciones arbitrarias que sufrían lxs jóvenes de sectores populares. Fue entonces que decidieron juntarse y organizar la primera Marcha de la Gorra, un 20 de noviembre, en consonancia con el Día Internacional por los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes. El principal reclamo, en aquel momento, era la derogación del Código de Faltas que regía en la provincia de Córdoba.

“Primero, eran concentraciones y vueltas alrededor de la Plaza San Martín como forma de decir acá estamos, igual venimos al centro, empezar a disputar esa presencia de los pibes y las pibas que era negada por prácticas policiales, basándose en la arbitrariedad del Código de Faltas y, más que nada, en el artículo más cuestionado del merodeo, donde la detención dependía de la interpretación del policía en el momento”, dice Rocío de la Mesa Organizadora Marcha de la Gorra Córdoba.

Año a año, se fueron sumando otros grupos afectados por ese código contravencional y su aplicación en la vía pública, como artistas callejerxs y trabajadoras sexuales. Poco a poco, se fueron incorporando también agrupaciones estudiantiles, sindicatos, partidos políticos, organizaciones sociales y de derechos humanos. “Es una de las marchas que nuclea más diversidad de espacios y posiciones, porque la Marcha de la Gorra tiene un piso común que atraviesa a todas las otras luchas, que es la lógica antirrepresiva”, explica Rocío.


Después, las manifestaciones también empezaron a replicarse en otros lugares del país. Esta vez, serán diez en total las ciudades que la realizarán el mismo día y de manera articulada: CABA, Mina Clavero, Río Cuarto, Villa María, Rosario, Tandil, La Plata, Mar del Plata, San Francisco y Córdoba. “Porque no son hechos aislados, son políticas de Estado”, expresan desde la organización.

Aunque lxs organizadorxs aclaran que, desde la marcha, se han denunciado a lo largo de estos doce años las violencias de los diferentes gobiernos, también remarcan que las políticas represivas se han endurecido en estos últimos años.

“La consiga de este año, ‘terrorista es el Estado, no quien tenés al lado’, tiene que ver con hacer esta lectura de contexto: de que tenemos unas pluralidades de policías inventadas a más no poder, como la policía barrial, y más presencia de fuerzas armadas, tenemos a gendarmería, infantería en la calle, pidiendo documentos, por ejemplo. ¿Pero por qué? Porque desde las estructuras de poder, desde instituciones estatales, medios de comunicación, desde ‘la justicia’, se construye que quien tenés al lado es la persona peligrosa. Buscan generar este enemigo interno y romper con los lazos comunitarios”, explica Rocío.

Y agrega: “Entonces, nos construyen un terror, pero para generar impunidad de acciones estatales, donde se plantea que los buenos somos nosotros y los subversivos, los mapuches, los anarquistas, son los otros, son las personas que tenés al lado. Eso termina habilitando este aval social de que está bien que te revise gendarmería en el colectivo, porque seguramente o sos un asesino o sos un ladrón, o sos pro derechos humanos, anarquista, etc. Y, en realidad, lo que genera son enfrentamientos entre nosotros, entre el pueblo mismo”.

La Tinta

Foto: Colectivo Manifiesto 

 

Ante la salvaje represión ocurrida en la Argentina el día 26 de junio (26/06/2002) // Colectivo Situaciones

  (comunicación urgente del Colectivo Situaciones)        

Los sucesos del último miércoles 26 de junio nos hablan a todos y a cada uno de nosotros.

Hay dos compañeros asesinados -ambos militantes de la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Anibal Verón-, más de 90 heridos y cientos de detenidos. En algunos barrios de la Provincia de Buenos Aires existe aún un virtual Estado de Sitio: un indeterminado número de compañeros no pueden volver a sus casas porque están siendo perseguidos o amenazados por las fuerzas represivas.

Lo que se juega, en este momento, en Argentina, es la existencia y el desarrollo de verdaderas redes de lucha contra el hambre, la represión, la miseria, por la salud, la educación y la dignidad, las que han crecido de manera sostenida y ramificada en los últimos años.

Toda esta multiplicidad de experiencias y luchas se tornaron visibles a partir de las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001, quedando expuestas tanto en su riqueza como en su fragilidad frente a quienes pretenden convertir a la Argentina en una verdadera “tierra de nadie” apta para una recolonización salvaje.

Esta nueva conquista de territorios y recursos se desarrolla hoy en buena parte del planeta -los zapatistas hablan de una auténtica Cuarta Guerra Mundial- y está llevando a una crisis sin precedente en todo el continente latinoamericano.

En este contexto se ha activado la represión legal e ilegal -de manera combinada, como en el pasado- para atacar directamente a este movimiento plural y complejo de redes, del cual las organizaciones piqueteras -qué duda cabe- son un componente fundamental y especialmente activo.

La represión se presenta hoy abiertamente con uniforme -policía, gendarmería y prefectura- a las órdenes del estado, o a partir de todo un abanico de modalidades que abarcan el permanente reciclaje de miembros de la última dictadura y de sus métodos: de los grupos parapoliciales y patotas a las agencias de seguridad -convertidas en verdaderos ejércitos privados- al servicio directo de empresas y/o facciones del poder político.

Todo este aparato represivo se complementó, durante las primeras horas, con un vergonzoso llamado al “orden” y a la justificación de la represión por parte de numerosos exponentes de la política y del periodismo profesionalizado, quienes ocultaron información y difundieron versiones abiertamente falsas -tales como que la violencia se debía a disputas internas entre los distintos grupos piqueteros-.

Esta variedad de formas represivas evidencian que los ataques a las experiencias radicales no tendrán una forma única; que no necesariamente hace  falta un golpe de estado clásico para aumentar la violencia contra las iniciativas populares y que intentarán, también en lo represivo, dividir al movimiento -de movimientos, de experiencias y organizaciones en lucha- en “sectores”, con el fin de dispersarlo y retraerlo.

Por esto, porque lo que está en juego es la posibilidad misma de desarrollar este contrapoder transversal y difundido que se viene creando en los barrios, las asambleas de vecinos, las escuelas, las universidades, los hospitales, las fábricas ocupadas y las rutas, es que sería una estupidez imperdonable ejercer la indiferencia, el cálculo mezquino o la timidez, frente a la represión de los días pasados sin comprender hasta qué punto el ataque a las organizaciones piqueteras es una declaración de guerra a todo el movimiento.

Ahora más que nunca estamos llamados a poner en funcionamiento las solidaridades concretas desplegadas los últimos meses y años, colaborando con los perseguidos, denunciando la represión, movilizándonos, discutiendo entre amigos y compañeros, tomando iniciativas, protegiéndonos y creando nuevas modalidades de lucha. Desarrollar estas solidaridades y desplegar la potencia de las experiencias de base es la única manera de parar esta guerra.

Hasta siempre,

Colectivo Situaciones,

junio/ 2002

Acompañar la resistencia y multiplicarla (A propósito de la represión en la provincia de Salta) (20/06/2001) // Colectivo Situaciones

20 de junio del 2001      

Acompañar la resistencia y multiplicarla (A propósito de la represión en la provincia de Salta)

Colectivo Situaciones

Lo que hasta hace poco tiempo era todavía una especulación teórica, hoy es una evidencia: la crisis de la nación y de la política se profundiza cada vez más. De hecho, se están produciendo acontecimientos de relieve.

Argentina se convierte en un campo de concentración: el poder decide con total impunidad “dejar morir” a la gente, o “matar” a los que se resistan. Claro, esto no es absoluto. Es sólo la realidad de una parte de la población. El resto, tiene las puertas abiertas: puede elegir no enterarse. La “política”, así, se ha reducido a la competencia entre quienes, colaboracionistas, pelean por administrar el campo, y quienes, resistentes, luchan por sobrevivir.

El poder es transparente en sus palabras y en sus gestos: declara inexistente a una parte creciente de la población. Nuestro país se ha transformado en una ciudadela rodeada de “parias”. La política del poder es muy clara al respecto: que los pobres, los marginales, “se maten entre ellos”. Ya no hay siquiera una política de contención, ni siquiera de represión. Directamente sobran.

Pero si se organizan, entonces, sí, la respuesta será una sola: represión. ¿Cuánta?, la que haga falta.

Precisamente, esto es lo que está sucediendo: hay organizaciones populares que, día a día, se deciden a luchar por superar la marginación y la miseria, y avanzan en proyectos emancipatorios.

No hay que perder de vista lo esencial: la resistencia, la creación, viene y se afirma desde abajo.

Ya no se trata simplemente de reclamar que los marginales sean incluidos. Lo que está en juego ahora, creemos, es nuestra decisión de participar en las luchas, porque en ellas se está intentando crear otra vida, otra sociedad, otro horizonte.

Si lo que el poder quiere es lograr indiferencia y apatía, si lo que se quiere es promover el colaboracionismo, entonces, tenemos que ser muy firmes: nuestro lugar es al lado de aquellos a quienes se ha declarado inexistentes, y han comenzado a resistir este sistema de muerte que es el capitalismo.

El sistema político ha quedado obsoleto. Los cambios le pasan por los costados. Las luchas se desarrollan sin prestar demasiada atención a lo que hacen los políticos y sus operadores. Así, la creación y el pensamiento de la resistencia, van, mayoritariamente, por otro lado, inventando nuevos destinos y estaciones.

Sin embargo, frente a la represión, frente a la agresión del poder, no pueden caber dudas de la importancia de la unidad de los compañeros que vienen haciendo sus experiencias en las organizaciones populares con vocación parlamentaria, y están decididos a participar de la resistencia. Algo similar puede suceder en los sindicatos, los centros de estudiantes, los organismos de Derechos Humanos, y quienes, de hecho, son parte de la extensa línea de defensa que viene intentando frenar la barbarie.

Cuando se sale a reprimir a los compañeros que se organizan y se quiere “descabezar” sus organizaciones, no hay lugar para la “inocencia”. Estamos todos llamados a pronunciarnos y a intervenir junto a los compañeros que están en la resistencia. Estos lazos de contrapoder tienen que ser concretos e inmediatos, una tarea actual y efectiva; no pueden quedar en una consigna, ni en una indefinida espera de un mañana.

Respecto a la violencia ejercida por los compañeros que están luchando, sólo podemos constatar lo obvio: que la violencia viene de abajo, que no está centralizada y que es defensiva. Es decir, se trata de un hecho absolutamente legítimo e inevitable.

¿Qué se puede responder a los fascistas del gobierno y del poder que atribuyen las responsabilidades del caos y la violencia a quienes resisten activamente a la miseria y la falta de proyectos? Lo evidente, que los responsables son transparentes: el poder económico, político, social, etc.

Pero lo importante es constatar que la violencia popular no es parte de una estrategia para la toma del poder, sino un elemento más de la resistencia a las injusticias.

Constatamos que la violencia actual es una respuesta a la agresión del poder, que no escucha los reclamos del pueblo y que sólo responde con represión.

Esta violencia popular, entonces, es un elemento de autodefensa, que se integra a las formas de lucha que se venían desplegando y como tal hay que saber comprenderla. Si hay un dato potente en estas nuevas luchas de resistencia no es el piquete en sí mismo, ni la capucha -como repiten una y otra vez lo medios de comunicación-, sino el hecho singular de que las formas de lucha y autodefensa no son practicadas por una organización central sino por redes de solidaridad entre los conflictos.

Es este carácter múltiple de la resistencia lo que hay que poder acompañar, especialmente, porque es la forma más eficaz: la que no permite negociaciones en las que se entreguen las luchas y, a la vez, la que desgasta más fuertemente al poder, tanto en su legitimidad como en su poder de represión.

Los lazos del contrapoder son la solidaridad concreta y la participación efectiva en las nuevas experiencias que pretenden superar esta sociabilidad podrida del individuo y la mercancía, donde los hombres y las mujeres sólo existen como clasificaciones de “excluidos”, “desocupados” o “indigentes”, y no como protagonistas de esa vida rica y múltiple por la que luchamos.

La resistencia popular es la riqueza de base que hoy nutre esos proyectos concretos de justicia y libertad.

Hasta Siempre,

Colectivo Situaciones

Santiago Maldonado / Nahir Galarza: La didáctica disrupción de l@s blanquit@s // Jorge Falcone

El modelo de exclusión social que instauró la dictadura viene prorrogando el genocidio silencioso de cuantios@s desheredad@s, así como rebalsando prisiones con “ladrones de gallinas” sujetos a interminables procesos judiciales que esperan condena. Ambas circunstancias están absolutamente naturalizadas. Hasta que el infortunio roza a un (o una)  “semejante” de las clases medias biempensantes, que entonces sí se avienen a considerar el caso y sentar precedente.

 

El Cristo que expuso la matriz productiva de la Argentina colonial

El 1º de agosto de 2017, otro joven argentino – como Darío Santillán, como Luciano Arruga, como Mariano Ferreyra y tantos más -, llevó hasta las últimas consecuencias su defensa de nuestros recursos naturales y los territorios violentamente arrebatados a los pueblos originarios por antepasados y socios de la dirigencia que nos gobierna. El precio que pagó por su apego a los más altos valores humanos ya es de dominio público.

Hasta nuevo aviso, el informe oficial sentencia que Santiago Andrés Maldonado se ahogó en el Río Chubut. Pero es lícito dudar que en el libro del destino estuviera escrito que debía morir en dicha ocasión. Preferimos tomar por cierta la información desclasificada por el periodista Ricardo Ragendorfer, quien sostiene que su cadáver no estuvo en el agua más de cinco días, y que la única cámara frigorífica de la zona se encontraba en la Estancia Leleque, propiedad del Grupo Benetton, predio donde hay además una comisaría provincial y una escuela. Sus campos flanquean la ruta que va desde Esquel hasta cerca de El Bolsón por decenas y decenas de kilómetros.

En aquella circunstancia, cuando la Gendarmería persiguió a los mapuches después del corte de la carretera, Santiago terminó sumergido en el citado cauce. De modo que, tal como sucediera con tant@s patriotas secuestrad@s por la dictadura y luego reaparecid@s como abatid@s en supuestos enfrentamientos,  ninguna interna entre el oficialismo y sus fuerzas de seguridad consiguió disimular que el militante anarquista fue víctima de desaparición forzada y que esta se produjo durante el salvaje desalojo de la Ruta 40 solicitado por el Presidente Mauricio Macri a la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich.

Ahora bien, ¿quién era ese joven de apariencia crística en cuyo amigable semblante se espejó buena parte de la opinión pública multiplicando exponencialmente aquella imagen en stencils, proyecciones murales y redes sociales?

Santiago fue un artesano y tatuador nacido el 25 de julio de 1989 en la ciudad de Veinticinco de Mayo (provincia de Buenos Aires). Unos meses antes de su desaparición se había instalado en la ciudad de El Bolsón (provincia de Río Negro), a unos 70 kilómetros del lof donde se denunció su desaparición. Maldonado apoyó a las comunidades aborígenes en su reclamo por la propiedad de las tierras.​ La familia del artesano afirmó que el joven “nunca tuvo militancia política. Porque descree de la política. Él tiene un compromiso social”, y que no era miembro del grupo conocido como RAM (Resistencia Ancestral Mapuche).​ Personas cercanas a él calificaron sus ideas como anarquistas,​ indigenistas,​ humanistas y solidarias;​ su hermano Sergio ratificó a la prensa que Santiago “se definía como anarquista”. Maldonado se dedicó también a la pintura, siendo autor de varios murales realizados en su pueblo natal.

En conclusión, un joven de aspecto caucásico y mirada serena, dueño de una fisonomía absolutamente cercana a la media de nuestra inmigración europea urbana, y en las antípodas de la apariencia patibularia con que trascienden en la prensa los nadies que faena cotidianamente el “gatillo fácil”.

En todo caso, lo destacable consiste en que dicha “excepción” contribuyó a visibilizar como pocas veces antes la silenciosa extranjerización de nuestro patrimonio territorial y la afligente situación que vienen atravesando l@s antigu@s dueñ@s de la tierra desde la Campaña del Desierto.

Efectivamente, en 2011 el Congreso sancionó una ley que creó el Régimen de Protección al Dominio Nacional sobre la Propiedad, Posesión o Tenencia de las Tierras Rurales. Allí, no sólo se fijó el límite de 15% sino que también se estableció que el Ministerio de Justicia iba a estar encargado de hacer un relevamiento de la propiedad de todas las tierras a nivel nacional.

Catalogado como “pueblo histórico” en Salta, San Carlos se encuentra a 24 kilómetros de Cafayate, en los Valles Calchaquíes. Tiene la particularidad de encabezar el listado confeccionado por el Ministerio de Justicia: el 58,7% de sus terrenos fueron comprados por extranjeros.

Molinos (también en Salta), con el 58%, General Lamadrid (La Rioja), 57%, y Lácar (Neuquén), 53%, son otros departamentos que se destacan en el ránking. No hay que irse muy lejos igual: en Campana, provincia de Buenos Aires, el 50% de las tierras pertenecen hoy a extranjeros.

En tributo al solidario sacrificio de Santiago entonces, sería menester que una activa militancia mayoritariamente urbana y condicionada por la agenda diaria que obliga a combatir el hambre planificado, a menudo desencontrada de las asambleas ambientales que en contextos rurales reclaman soberanía alimentaria peleando contra los agrotóxicos, no desatienda en su abnegada lucha la causa de la tierra y el territorio.

 

La Barbie que expuso la misoginia de una Justicia digna de la Inquisición

Nahir Galarza también interpela desde su pertenencia social: es rubia, educada, “gente como un@”. Pero también intimida: mostrarla como fría y calculadora, nos releva de admitir que a menudo sostenemos relaciones insanas, y que la violencia no es necesariamente inherente a los hombres, sino un componente clave del ideario  patriarcal imperante.

Se trata del drama circular de una sociedad que ha canonizado el destino de Los Amantes de Verona como oscuro paradigma del amor romántico. Cuatro siglos después de aparecido el texto shakespeariano, su tanática impronta sigue gravitando sobre las relaciones amorosas. Y el comportamiento del Moro de Venecia también reaparece a diario en la crónica roja, involucrando incluso a las nuevas generaciones.

 

El asesinato de Fernando Pastorizzo, perpetrado por la bella joven entrerriana, ocupó durante un lapso prolongado la primera plana de los medios gráficos y el prime time de los televisivos. Ante el lugar común de los femicidios, la eliminación de un hombre a manos de una mujer en el seno de una relación signada por la violencia, capta la atención colectiva porque viene a invertir la norma. Y más aún, porque ella no encarna el arquetipo habitual de las personas que delinquen.

Culpable pues en mayor o menor grado, Nahir ya es la mujer más joven en recibir la pena máxima para un delito. Alevosa o desesperada, viene a ratificar el mito patriarcal de la “media naranja”, según el cual nadie está completo sin un otro que valide su totalidad. Marchitando sus 19 años en un calabozo o consiguiendo más temprano que tarde salidas transitorias, aún sin antecedentes pasará a la historia como aquel siniestro Robledo Puch  mediáticamente bautizado “El Ángel”. Para que los enemigos del “Ni una menos” tengan al fin su estandarte.

Ahora, para que el hecho no interpele a la media de la opinión pública, habrá que exorcizar el perfil de la victimaria a los efectos de mantener distancia con la supuesta desmesura de su proceder.

El ritornello de “la maté porque era mía” (o mío, en el caso que nos ocupa) tiene un carácter sistémico y por ende transgenérico, ya que traslada la noción capitalista de propiedad privada al universo de las relaciones amorosas, convocando – en situaciones límite – a descartar al ser amado ante la obsolescencia de su sentimiento. Alimentando dicha constante, los culebrones de consumo masivo consolidan la creencia de que la muerte es la prueba más categórica del amor absoluto. Mientras no deconstruyamos ese imaginario difícilmente se materialice la expresión de deseos que hoy surfea la “ola verde”, anunciando que “el patriarcado se va a caer, se va a caer”.

La inusual celeridad y dureza de la sentencia que mereció el proceder de Nahir Galarza nos habla entonces de una sociedad mejor dispuesta a defender su rancio statu quo que a darse tiempo para indagar a fondo el contexto de violencia que según testigos habría signado la relación. Con una saña a la que peligrosamente nos estamos acostumbrando, el aparato mediático hizo su faena de rigor “denunciando” que la joven “salía con cinco hombres simultáneamente”, en una verdadera reedición del Martillo de las Brujas, importante tratado publicado durante el Renacimiento, que prescribía cómo castigar a las mujeres que practicaran la libertad sexual o curaran con elementos naturales.

Bienvenida sea pues la visibilización de los fenómenos que los casos aquí considerados propiciaron, tanto de la alarmante enajenación de nuestras tierras como de las nocivas y caducas matrices de pensamiento con que tramamos nuestras relaciones. Pese a que por lo general no merezca la misma atención colectiva el vejamen de diverso orden que diariamente padecen l@s oscur@s de la Historia.-

Dossier Santiago Maldonado, elaboración colectiva de La luna con gatillo, Resumen Latinoamericano, Contrahegemonía web, Lobo suelto y La tinta.

Fotos: Colectivo Manifiesto

Muertes Políticas: una escritura para Santiago Maldonado // Diego Sztulwark

Una muerte política

Toda vida política, insubordinada, arrastra consigo un riesgo y una enseñanza. Un potencial de enfrentamiento con poderes asesinos y otro cognitivo que desmitifica zonas veladas del orden. Las muertes políticas no pueden, por tanto, ser tratadas como meras víctimas. Sería ignorar lo que ellas envuelven: un compendio libertario de saberes peligrosos y problemas irresueltos que un tiempo histórico prefiere acallar. De allí la naturaleza disyuntiva de estas vidas interrumpidas con violencia, como las de Santiago Maldonado o Rafael Nahuel. Esos saberes resultan aplastados por la industria de la memoria y por la concepción de peritajes a los que el Estado, responsable de esas muertes en la abrumadora mayoría de los casos, reduce el problema de la verdad. Esto plantea la cuestión antagonista de cómo continuar, en el orden de la investigación y la escritura, con el desafío que cada muerte política deja sin desplegar.

El caso de los asesinatos de Maxi Kosteki y Darío Santillán provocó una investigación y un libro, Darío y Maxi, dignidad piquetera. El Movimiento de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón reconstruye en esta obra la coyuntura, el contexto de lucha, el dispositivo represivo y las responsabilidades. Puede decirse algo similar del libro ¿Quién mató a Mariano Ferreyra?, de Diego Rojas. Walshismo. Es decir, una escritura que documenta y prolonga una lucha. La función poética de tales escrituras tiende a eludir la romantización heroica, la criminalización patologizante y el olvido. Su tarea es establecer las conexiones posibles entre el archivo y el propio inconsciente de la escritura (una forma no estatal de la memoria) asomando al vértigo de la nada, esa insignificancia que amenaza a los cuerpos y los condena al olvido a la indignidad del mito de lo heroico, cuando borra y sustituye lo que las existencias políticas sintetizan, y cancela el principal desafío de este tipo de escrituras: retomar sobre sí la naturaleza del campo de batalla a punto de perderse con la aniquilación de la vida política en cuestión. Una escritura así se declara combatiente frente al olvido, pero también frente al miedo

Hechos y contexto

Los hechos: el 1 de agosto de 2017 se conoció la desaparición de Santiago Maldonado –joven procedente de Buenos Aires que solía viajar ganándose la vida como artesano–, en medio de una represión contra una comunidad mapuche de la Patagonia argentina, a cargo de la Gendarmería Nacional. Durante meses creímos, a partir de los testimonios de la comunidad, que Maldonado había sido capturado por la Gendarmería. Pero esto no resultó del todo aclarado puesto que, tras la aparición del cuerpo, los estudios forenses realizados hasta la fecha establecieron que este estuvo durante meses en el río. Mientras tanto, durante ese mismo lapso en el que hubo una extraordinaria movilización social organizada bajo la pregunta “¿Dónde está Santiago Maldonado?”, el gobierno hizo todo lo posible para confundir y evitar que las cosas se esclarecieran.

El contexto: el conflicto entre las fuerzas de seguridad del Estado y las comunidades mapuches en lucha se centra en el reclamo de tierras ancestrales del Sur del país ocupadas por grandes empresas como Benetton (producción ganadera, de lana, monocultivo forestal) o los grupos Roca, Bemberg, Lewis y otros. En todos estos casos, la apropiación de tierras es irregular e implica conflictos con las poblaciones desplazadas.

Estas disputas se han masificado e intensificado durante los últimos años debido al valor creciente de estos territorios. Para comprender la dinámica de este conflicto, es necesario intentar captar la superposición de dos lógicas complementarias: la concentración de la propiedad en torno a una economía extractivista, que cada vez más se desplaza hacia las fuentes de energía, y la tentativa de encuadrar como “terrorista” toda resistencia a la expropiación de territorios. De modo simultáneo, el gobierno de Mauricio Macri aceptó el diagnóstico del Comando Sur de los EE.UU. que incluye la lucha de los mapuches en la lista de nuevas amenazas a la seguridad del Estado. Es decir, se parte de la idea de que las comunidades mapuches y sus luchas por la tierra son estructuralmente criminalizables. La represión ilegal en la cual perdió la vida Maldonado estuvo comandada sobre el terreno por Pablo Noceti, jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad, abogado de jefes militares de la última dictadura y apologeta del terrorismo de Estado. Ya había antecedentes serios. Durante el mes de enero del mismo año, hubo otra dura represión de la Gendarmería contra una comunidad mapuche en lucha. Como ahora, en aquella represión la Gendarmería actuó mas allá de toda orden judicial, pero con nítido apoyo político. Esta situación se inscribe en una serie represiva más amplia como lo fueron la represión a los docentes que intentaban poner una carpa en la plaza del Congreso en su lucha por salarios y defensa de la educación pública, a las mujeres convocadas por el movimiento Ni Una Menos en lucha contra los femicidios, a los trabajadores de Pepsico en lucha contra los despidos o a los grupos piqueteros que reclaman la emergencia social y alimentaria. Esta serie culmina con el asesinato por la espalda de Rafael Nahuel por parte de la Prefectura y la declaración en apoyo de lo actuado por las fuerzas de seguridad por parte de la Ministra de Seguridad, y la masiva represión de diciembre de 2017 en el mismo momento que el Congreso Nacional aprobaba una reforma del sistema previsional. En todos los casos –hay más–, la violencia oficial forma parte de una política comunicativa, que está dirigida a la producción de una cierta “normalidad” a través de la amenaza y el miedo.

La violencia estructural

Ante este estado de cosas muchos nos preguntamos qué se entiende hoy por democracia en nuestro país, dado que la definición de democracia como vigencia del Estado de derecho nos resulta demasiado estrecha. Lo cierto es que la crisis política se viene arrastrando de lejos, y en la fase actual el gobierno está comprometido en un proceso de concentración de la riqueza de muy difícil aceptación popular. El modelo en curso –acumulación por desposesión, neoextractivismo, hegemonía de las finanzas y apelación al orden– no encuentra oposición política que demuestre tener un programa o plan político alternativo. Solo la calle resiste. ¿Entonces?

El problema de la violencia no ha dejado de plantearse como una cuestión absolutamente central en la historia del país. La desaparición de Maldonado, el conflicto mapuche, nos llevan a recordar la tesis del gran escritor David Viñas, autor de un libro clave publicado a fines de los años setenta, Indios, ejército y fronteras, para quien la conquista de la Patagonia, la guerra contra el indio y la expropiación de sus tierras no solo conforman las bases fundacionales del Estado, sino también la mentalidad de las clases dominantes del país (incluyendo lo que él denomina los “intelectuales colonizados”).

Hay una historia que es necesario tener presente porque sus líneas básicas siguen actuando en nuestros días. El bombardeo a la Plaza de Mayo y el derrocamiento del gobierno de Perón, sostenido por una movilización popular significativa, promovió décadas de violencia. Durante la última dictadura militar –1976/1983– se constituyó un “Estado terrorista” (es importante esta caracterización temprana hecha por Eduardo Luis Duhalde en un libro que lleva precisamente ese título). El terrorismo de Estado aplicó la violencia no solo para desarticular a las organizaciones armadas revolucionarias (cosa que logró en torno al año 1977), sino para remodelar quirúrgicamente la estructura social del país. Para decirlo pronto: impuso un modelo de acumulación fundado en la valorización financiera (cuestión que explica muy bien el economista Eduardo Basualdo y su equipo) y la difusión del terror como amenaza de aniquilación en el interior del cuerpo social (inevitable citar de nuevo la obra de León Rozitchner), y blindó la relación entre concentración de la riqueza y defensa armada de la propiedad privada, cosa que ninguno de los gobiernos democráticos posteriores alcanzó a poner en discusión. La democracia posterior a 1983 se funda sobre la base de una total falta de voluntad en cuestionar las principales líneas de continuidad de esta violencia en la que se sustenta la concentración de la propiedad privada. Bien mirada, esa relación entre economía y terror sigue siendo el problema principal de la democracia argentina: la imposibilidad de cuestionar la concentración de la propiedad de la tierra, del control de los alimentos, de los medios de comunicación o de las finanzas.

Ofensiva sensible de masas

La dinámica expropiadora del capital se completa con formas estatales y paraestatales de violencia. Pero hace ya años que a la pedagogía de la crueldad de los poderes se le responde con enormes movilizaciones. De 2001 para acá, la exigencia de las luchas sociales plantea la pregunta por los modos de superar una visión cada vez más restringida de la democracia. A contramano del proceso político, cada vez más reaccionario, en los últimos años se profundiza esta tendencia a las manifestaciones masivas: contra el beneficio del 2×1 a los genocidas condenados, por la aparición de Santiago Maldonado, contra la reforma del régimen previsional; las convocadas por el Movimiento de Mujeres, y las movilizaciones de trabajadores que no han escaseado y que tienen el interés renovado de combinar, como nunca antes, demandas conjuntas de trabajo en blanco con trabajadores de la economía informal popular. Lejos de una sociedad derrotada, asistimos a una renovada capacidad de movilización y organización. El interés de este activismo colectivo se redobla cuando lo percibimos en el nivel micro –en experiencias educativas, entre trabajadores de la salud, redes de trabajadores sociales o de artistas–, desplegado como una enorme tela de araña de procesamiento, de ruptura con la perplejidad, de resensibilización del campo social y de fermento de nuevos escenarios.

Dossier Santiago Maldonado, elaboración colectiva de La luna con gatillo, Resumen Latinoamericano, Contrahegemonía web, Lobo suelto y La tinta.

Fotos: Colectivo Manifiesto para La tinta. 

Presentación del Dossier Santiago Maldonado: del lunes 30 de julio al viernes 3 de agosto

El próximo miércoles 1° de agosto se cumplirá el primer aniversario de aquella fecha en que desapareció Santiago Maldonado, joven cuyo rastro se había perdido por aquellas heladas tierras de la localidad de Cushamen, provincia de Chubut, en pleno activismo en apoyo a la resistencia mapuche, reclamando la liberación del lonko Facundo Jones Huala. En ese día del año 2017, las fuerzas de Gendarmería emprendieron un desalojo contra un corte en la ruta 40 y la posterior entrada del Pu Lof. 78 días después, el cuerpo de Santiago aparecería en el Río Chubut, a varios metros río arriba y a contracorriente.

Desde aquel primero de agosto, la imagen de Santiago -aquel joven veinteañero anarquista, tatuador y viajante- se dispersó por los distintos puntos del país y del mundo. Movilizaciones, marchas, reclamos, producciones artísticas, debates, disputas de contrahegemonía mediática, etc. Su rostro viene disparando varias aristas, planteos y discusiones para una realidad que todavía no se ha saldado.

Distintos medios de comunicación hemos emprendido la tarea de llevar a cabo una serie de artículos en formato dossier, mediante distintos géneros discursivos, con la intención de retomar y de re-discutir lo que implica el nombre de aquel personaje. Desde los colectivos de La luna con gatillo, Resumen Latinoamericano, Lobo suelto, Contrahegemonía y La Tinta, nos dimos la tarea de preparar (para publicar entre el lunes 30 de julio y el viernes 3 de agosto) dos artículos diarios, escritos por distintos autores, con tema libre, donde se apunte a plantear determinadas aristas en torno a la desaparición de Santiago.

Para este lunes, arrancamos con el periodista Lea Ross con un extenso trabajo sobre aquel acontecimiento, una profundización del conflicto mapuche y con una crítica política de la cultura de la progresía. A su vez, con el director de Resumen Latinoamericano, Carlos Aznárez, planteamos que con el asesinato de Santiago Maldonado, “el gobierno de Mauricio Macri decidía comenzar una nueva fase de su guerra contra el pueblo”.

Ya para el día martes, el ensayista Diego Sztulwark, de Lobo suelto, se propone trabajar sobre el caso Maldonado un “walshismo” asado en una escritura que documente y prolongue una lucha, y que se proponga “eludir la romantización heroica, la criminalización patologizante y el olvido”. Una escritura que se declara “combatiente frente al olvido, pero también frente al miedo”. Por otra parte, con el conductor de La luna con gatillo, Mariano Pacheco, se describe a Santiago como aquel que “sintió el lugar del otro transformado en Otro absoluto por el poder que domina las instituciones del país, y se expande horizontalmente con sus ideas y valores por el cuerpo social”.

Para la llegada de la fecha aniversario, el día miércoles, Jorge “Chiqui” Falcone describe la ironía de aquel “joven de aspecto caucásico y mirada serena, dueño de una fisonomía absolutamente cercana a la media de nuestra inmigración europea urbana, y en las antípodas de la apariencia patibularia con que trascienden en la prensa los nadies que faena cotidianamente el ‘gatillo fácil’”. Y también, difundiremos una conversación “circular” realizada entre dos militantes del Conurbano (Neka Jara y Maura Brighenti) y Soraya Maicoño, werken de la Pu Lof en Resistencia Cushamen, elaborada especialmente para este dossier.

Llegando el jueves, el periodista popular Tomás Astelarra trae sus “Charlas en el monte” sobre un conversatorio ficticios entre jipis, sobre las masivas marchas y la paulatina desaparición mediática, entre otros temas con puchito en mano. Y con Mauro Berengan, de Contrahegemonía, también desde algún punto de la provincia de Córdoba, se abordarán “las tres patas que completan la mesa que mató a Santiago Maldonado: la tierra, la cultura y el Estado para pocos”.

Finalmente llegamos al día viernes con un poema de Diego Valeriano, de Lobo suelto, titulado “Corre Santiago”, para concluir con Miguel Mazzeo sobre las “dos argentinidades que se dejaron ver tras el caso Maldonado”. Es decir, la mamosa grieta, pero interpretada ésta vez en otra clave: de un lado el pueblo mapuche, del otro Benetton y especies similares: “Los rostros verdaderos que aparecen tras las máscaras que se caen”.

 

Caza de brujas en Mendoza: Golpean y amenazan de muerte a militantes feministas del Barrio Cano

 

Días atrás, 4 militantes feministas que viven en el Barrio Cano de la ciudad de Mendoza fueron brutalmente agredidas y amenazadas de muerte. Los amedrentamientos, basados en argumentos xenófobos y machistas, provienen de sus propias vecinas del edificio. Los hechos no son aislados, se inscriben en una ola de violencia desatada por los sectores más conservadores de la sociedad contra los avances del movimiento feminista

En el Barrio Cano, ubicado en la sexta sección de la ciudad de Mendoza, se desarrolla desde hace 5 años una iniciativa de economía solidaria con perspectiva de género: la Feria Ameri Cano que todos los sábados se instala en la plaza del barrio, agrupando a cientos de mujeres feriantes. Alicia Maldonado forma parte de esta iniciativa desde sus inicios, siendo una de las impulsoras de la organización. Al respecto, nos cuenta “La feria se ha ido transformando. Surgió primero como un grupo de amigas que se juntaban a vender la ropa que ya no usaban. Empezamos siendo 4, despúes 12, ahora somos 300. Y la organización se ha ido redefiniendo, transformando a medida que como cuerpo colectivo nos hemos ido pensando, enfrentando distintos proyectos e iniciativas que sentíamos necesarias para ir creciendo como espacio. Y hoy día hemos llegado a identificarnos como una organización feminista de base territorial, donde hay una gran diversidad de pensamiento con respecto a distintas cuestiones como la cuestión del aborto, los partidos, pero nos unimos a partir de una economía social donde implementamos prácticas que se podrían considerar como no neoliberales. Además es un espacio de articulación y de redes que sobrepasan lo  meramente económico y en ese espacio ocurren una serie de procesos que habilitan otros procesos que tienen que ver con la contención que se da a mujeres que son víctimas de violencia de género, violencia institucional, laboral. Y a lo largo de este tiempo, hemos desarrollado distintas iniciativas que tienen que ver con talleres de capacitación, de género, otras iniciativas comunitarias como ciclos de cine, ciclos de debates, hasta milongas no misóginas; es decir, todas las actividades que surgen de allí siempre se abordan desde una perspectiva de género que más que identificarnos con un feminismo en particular, entendiendo que hay muchos feminismos, lo que hacemos es implementar una práctica feminista; deconstruir las lógicas patriarcales para organizarnos en el territorio”.

Alicia es chilena y vive en el Barrio Cano hace 11 años. Fruto del proceso de organización de la Feria, ella y otras vecinas se organizaron a través de un sistema de delegadas por monoblock y ganaron las elecciones del consorcio del barrio, luego de 20 años de que no se celebraran comicios. El pasado viernes 29 de junio, Alicia y dos militantes feministas fueron fueron brutalmente agredidas y amenazadas de muerte. Los amedrentamientos, basados en argumentos xenófobos y machistas, provienen de sus propias vecinas del edificio. Relata Alicia: “He estado recibiendo hostigamientos por parte de ellas hace muchísimo tiempo por mi nacionalidad, porque le molestan mis prácticas, mi cotidianidad que no tiene nada que ver con las prácticas que por ahí se esperan de una mujer de mi edad, de mi nacionalidad. Esa bronca acumulada llevó a que ese día 29, una de ellas me golpeara la puerta a patadas, gritándome: ‘chilena, puta, abortera, usurpadora’ con mucho odio, mucha bronca; haciendo alusión sobre todo a que soy chilena y soy puta. Esa es la causa principal por la que ella considera que yo merecía ser golpeada. Luego de eso, llamé a mis compañeras, inmediatamente se acercó un grupo de vecinas del barrio, fui a la comisaría a poner la denuncia. Ella [la agresora] va con otra vecina, que son las dos Pro Vida, que están con la bandera argentina en la ventana, con el cartel Provida y permanentemente hostigándome por mi condición de extranjera. Allí en el hall central de la comisaría, agrede a otra compañera, trata de ahorcarla. Cuando terminamos de poner la denuncia, estas personas se habían arrimado a denunciarme a mí y a mi hijo de que nosotros supuestamente le habíamos pegado. Y cuando estábamos afuera ya dispuestas a volvernos a nuestra casa, estas personas me toman afuera de la comisaría, me agarran a patadas en el suelo. Cuando las dos compañeras que estaban conmigo trataron de sacarla, también las golpea a ellas. La policía las saca de encima de mí, supuestamente la habían detenido. El fiscal se había comprometido a sacar medidas de protección, esas cosas nunca ocurrieron. Personalmente siento que la policía avala todo ese tipo de acciones porque nosotras desde la Feria le pusimos una denuncia a la fiscalía, debido a que de manera sistemática no toma, no recoge las denuncias por violencia de género. Hemos tenido el caso de muchas compañeras que han ido sangrando a poner la denuncia, debido a los golpes que les han dado sus parejas, y se niegan a tomar las denuncias. Es un accionar sistemático”.

Realizadas las denuncias pertinentes en la Comisaría Sexta, la solidaridad se hizo presente. Llegaron integrantes de la Campaña Nacional contra la Violencia hacia las mujeres, Ñañacay, Altallama, Feministas Autónomas, La Colectiva, entre otras . Una de las agresoras quedó presa pero fue liberada horas más tarde.

El sábado 30 se realizó una convocatoria en el marco de la Feria Ameri Cano, en la que se expusieron los hechos y tomaron la palabra distintas mujeres pensando colectivamente la situación, formas de protección y autodefensa. Sin embargo, esa tarde las amenazas continuaron por parte de una de las mismas agresoras. Esta vez fueron dirigidas a Natalia Peña, activa militante feminista que vive en el mismo edificio que Alicia Maldonado. Expresa Natalia “A nosotras nos agredieron y nos dijeron que nos iban a matar, nos amenazaron con prendernos fuego la casa, nos dijeron que ‘las feministas éramos picudas en ciertos lugares y en otros no podíamos hacer nada’. Lo que pensamos de estas amenazas y esta violencia es que se está poniendo en juego un orden establecido en el que nosotras como feministas estamos avanzando. Y eso se está sintiendo, se está viendo y llega a todos los sectores. Y tienen reacciones, son pequeñas acciones de grupos no organizados, pero que en verdad tejen lazos espontáneos, son como microfacismos resistiendo. Hay resistencias a un cambio de orden, y las feministas estamos avanzando en eso. Y no sólo avanzamos como movimiento, también avanzamos en nuestras prácticas, en nuestra condición de mujeres, de vivir solas, de ser feministas; las prácticas de todos los días representan una amenaza en muchos sentidos. Por eso creemos que no han sido violencias espontáneas, sino que tienen que ver con un fuerte origen en el odio a todo lo que no responde, un odio a nuestro avance como feministas en muchos sentidos y que en la coyuntura se está sintiendo ese avance. No es menor el tratado de la despenalización del aborto, la cantidad de compañeras que empiezan a sacar sus situaciones de violencia a la luz, no es menor que cada vez hayan más organizaciones feministas en los barrios. Eso se empieza a sentir, y las respuestas, las reacciones, las resistencias también. Y eso es justamente lo que estamos viviendo nosotras en nuestros cuerpos en este momento. Creemos que tiene que ver con una persecusión política muy ligada al sentido común, no es una persecusión política organizada”.

Como medida preventiva momentánea para resguardar sus vidas, las militantes agredidas debieron retirar algunas pertenencias y dormir en otras casas. Ayer domingo 1 de julio se realizó una nueva reunión entre vecines y organizaciones sociales con el objetivo de definir las próximas acciones. Se acordó realizar un festival contra todas las formas de violencia, denunciar la “inoperancia” y la sistemática violencia institucional por parte de la Comisaría sexta y la Oficina Fiscal N° 2 e implementar sistemas comunitarios de comunicación y protección. Finalizada la reunión, todes les asistentes compañaron a las vecinas agredidas a sus departamentos a buscar ropa y abrigo hasta que puedan regresar a sus hogares. La jornada finalizó sin incidentes de ningún tipo.

Hechos como este no son aislados, se inscriben en una ola de violencia desatada por los sectores más conservadores de la sociedad contra los avances del movimiento feminista por una vida sin patriarcado. Recordemos los amedrentamientos en Ciudad y provincia de Buenos Aires contra mujeres y jóvenes que portaban su pañuelo verde, perpetrados en plena vía pública o medios de transporte. En la Provincia de Mendoza, además de lo sucedido en el Barrio Cano, el sábado 23 de junio una joven fue perseguida varias cuadras por el centro del Departamento de Godoy Cruz. Luego de refugiarse en un local comercial, quienes la acechaban la cruzaron en plena vía pública siendo violentada por llevar su pañuelo de la Campaña. El 12 de junio había sido robada una bolsa con 500 pañuelos verdes que se encontraron luego en un basural. Al día siguiente, durante la fría vigilia por la media sanción de la Cámara de Diputados al proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo, las mujeres fueron amedrentadas con una amenaza de bomba en la carpa que habían levantado en la Plaza Independencia. La policía realizó requisas y desalojó el lugar, pero las manifestantes regresaron y continuaron resistiendo junto a millones en todo el país.

Sin dudas, esta “nueva caza de Brujas” se encuentra con una fuerza colectiva que construye herramientas de cuidado y protección que permiten seguir avanzando en las reivindicaciones históricas del movimiento de mujeres que hoy está haciendo historia. Sin dudas, como se escucha en las calles y plazas, “si tocan a una, respondemos todas”.

 

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Monstruos, fantasmas y choricitos // Agustín Valle

El campo de batallas -muy en plural- da lugar a la mañana siguiente a una prolongada lluvia en la ciudad de los Monstruos. Durante horas cae elocuente el “sshhh!!” del cielo al Homo bobiens de estas pampas. De vuelta pues cada uno en su casa, o casado con su pantallita en el laburo o la calle o el bondi; ese recorte hace una realidad autogestionada, con una administración táctil del propio estrés, de la desazón que, con suerte, no llega a ser. El lunes el celular fue medio de encuentros y tráfico de informaciones; el martes vuelve a ser la luz individual que no te abandona. Todo sigue como si nada pero sin embargo.

La gigantesca maquinaria de la proximidad mediática opera sus choricitos: la opinión es un subproducto de la distancia con las cosas. Y las cosas cansan. Agotan, extrañan. Basta de cosas. Suficiente con lo inevitable; la intimidad inevitable con las cosas es suficiente… La proximidad mediática es una salida perfecta: ni localía a fondo (esto ahora acá es el centro del mundo), ni aventura en el mundo. Ni poesía ni política.

La maquinaria de la proximidad mediática rompe el continuo orgánico, inherente a las cosas, pero lo sustituye con la exhaustividad de los instantes. Por eso es la gran fuente contemporánea de las percepciones elaboradas con puros efectos sin premisas: “un grupo fue preparado para tirar piedras”. Mataron dos pibes en el sur, hubo represión todo el año y cacería humana el jueves. ¿Marchamos en bolas? Por lo demás, como resumió McLuhan, “la indignación moral es la estrategia tipo para dotar al idiota de dignidad”. Citar a un gran pensador de la técnica y la comunicación señala, también, la solidaridad del fetichismo tecnicista entre el telefanático y el agente robocopizado; uno goza con el control remoto y el click, el otro con el aerosolito, la moto y, también, su poderoso click.

Era bastante obvio que la aprobarían la ley garca; y no obstante fuimos una descomunal marea humana, por la tarde en el Congreso. Pocas veces, del 83 para acá, se vio represión a una multitud tan grande; no se podía ni correr. El caldo de odio, que constituye la mayor parte del consenso macrista, tiene declarado ni olvido ni perdón a todo ansia igualitarista.

Los Monstruos aparecen solo cuando el orden mediatizado de la ciudad -toda la vida convertida en medio para el rendimiento, toda la materia subsumida al helado saber de la Gestión-, solo se muestran cuando la normalidad de la consecución de instantes se ve suspendida, por la irrupción de una multitud que se opone a algo concreto sin tener exactamente definido su objetivo: sabíamos que la ley se aprobaría casi seguro, e igual estábamos ahí. La represión declaró de hecho Estado de Sitio, y la reacción nocturna popular lo des-realizó. Nadie sabía que seríamos tantos, ni que el Terror convocaría más movilización.

¿Por qué no dejan ocupar la plaza, en manifestación democrática? Esa obstrucción inicia la fase callejera de la violencia. Las fuerzas de seguridad -¿quién te usa, milico?- son ahí los cuerpos que prolongan la violencia político-económica. Marcos “Roger” Peña aludió a los recuerdos del 2001, para justificar la distancia del vallado. Aquel 19 de diciembre, el Congreso fue invadido, incluso prendido fuego y saqueado, en una pequeña parte. Si el Gobierno quiso detener a Hebe de Bonafini, si reprimió en la marcha Ni Una menos en marzo, a los docentes en Congreso, a los trabajadores de la economía informal en la 9 de Julio, a los de Pepsico, si asesinó cobardemente a Santiago Maldonado y a Rafael Nahuel, si ahora agita este diciembre, es porque quiere convocar lo que hay de vivo de toda la memoria de las protestas sociales de la Argentina contemporánea, para liquidarlo. Juegan con fuego y cuando el fuego crezca, muchos queremos estar ahí.

Foto de Colectiva fotografía a pedal

Pero nosotros también jugamos con fuego: el aliento del recuerdo de la revuelta, de la potencia de un nosotros enorme, abierto, potente precisamente porque no sabe lo que quiere más allá de juntarse (por eso abre zonas de creación), de afirmarse en sus intolerancias, que no precisa ofrecer alternativas programáticas y puede así variar el curso de la historia -incluso, puede suspender la historia y permitir que se muestren los Monstruos, que, también, todos llevamos dentro…- El aliento de la revuelta, digo, debe incluir el recuerdo de sus dolores. Fueron ¿33?, los hermanos muertos el 20 de diciembre de dieciséis años atrás: de ellos casi nadie se acuerda. Sí de Maxi y Darío, porque su vil asesinato insufló de tanto dolor al movimiento popular, que quedó disponible para que vengan un Jefe y/o una Jefa.

Está llena de muerte la ciudad: llena de vida también. De jueves a martes tuvimos una, dos, tres movilizaciones multitudinarias, insoslayables, muy lejos de ser acaparadas por el “vamos a volver”: pasos de un cuerpo colectivo nuevo, animado por el aliento de su historia. Nuestra tarea es que en este día y cada día quede claro que el orden de la Realidad está del lado de la muerte. Que es preciso una y otra vez revivir: nada es verdad, todo está permitido.

Foto principal: M.A.F.I.A

Informe del CELS sobre derechos humanos 2017 // Clinämen

El Centro de Estudios Legales y Sociales advierte sobre el peligro del derecho a la protesta en Argentina y el aval de las autoridades políticas a la violencia de las fuerzas de seguridad.

Juicios a genocidas, 2X1, Santiago Maldonado, Rafael Nahuel, represión a docentes, mujeres y organizaciones sociales en el balance del Director Ejecutivo Gastón Chillier.

Foto de Colectiva fotografía a pedal

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