Anarquía Coronada

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Lo que nos tocó vivir // Anónimo

Sigo pensando en las jornadas que nos tocó vivir el día lunes. Pienso en las continuidades entre ese día y los acontecimientos del jueves. Entre ambas fechas no hubo un salto episódico. Muy por el contrario, diferentes tramas de organicidad social se fueron reproduciendo y generando un sentido colectivo acerca del momento al que nos estamos enfrentando: el Estado hidrante, como bellamente caracterizó el otro día Horacio González. Nos fuimos de la plaza corridos y perseguidos por los fuegos y el gas pimienta. Nos fuimos con bronca y con ganas de volver a ser parte del debate y de la correlación de fuerzas, mientras nuestros diputados ponían dentro lo mejor de cada uno para defender a los jubilados y al pueblo de este enorme saqueo diseñado y ejecutado por el poder de las finanzas. Replegarse es estar vivo, es un momento de la lucha que nos ayuda a recuperar fuerza, analizar los acontecimientos y volver a avanzar con nuevas tácticas, nuevas estratégicas. Y volvimos en la noche, primero a las plazas, a las esquinas y luego marchando hacia el congreso. Heroico. Conmovedor. En fin, lo del lunes fue tremendo. Una gesta que pasa a formar parte del acervo colectivo de luchas sociales.
Alguna vez alguien dijo, allá por 1890, que «la revolución está vencida pero el gobierno ha muerto». En lo personal, no creo que esta frase se aplique al 100% pero guarda un sentido que expresa la profunda derrota que sufrió el gobierno, que se expresó en el malestar social que ocupó las calle (porque es lo primero que podemos ocupar frente a un gobierno de ocupación como este) y la manifiesta muestra de despotismo y tiranía que este gobierno demostró ayer para todos aquellos que creían en el gobierno (o al menos una parte). Desde el lado del régimen político algo se ha roto: es algo más que una fisura, es un quiebre, literalmente una grieta que está gestando algo nuevo en las fuerzas de la oposición. Ayer hubo nuevos reagrupamientos que habrá que ir alimentando y cuidando para que crezcan con mayor fuerza.
En la calle también paso algo y es que el pueblo desobedeció. Me toco estar frente a la quinta de olivos (algo que jamás hubiera pensando, mucho menos a 16 años de aquel 19 de diciembre que me encontró en una batalla campal en plena avenida de mayo), donde hubo muchísima gente  que cantaban consignas que parecían revolucionarias «Patria si, colonia no»; «a donde vayan los iremos a buscar» «vos sos la dictadura». Y claro como no van a cantar estas cosas el pueblo, si este gobierno es la contra revolucion en persona (pisotean derechos todo el tiempo, invierten la juridicidad para desproteger a los sectores más débiles, para transferir recursos a los poderosos, han capturado la democracia para beneficio de las elites).
En algún momento alguien canto «vamos a volver» y otro grupo le replico de toque «que se vayan todos». Hubo mezcla de gente, de votantes anti macri y de macristas que vieron el despotismo y la ineptitud de un gobierno que ejerce el poder con la fuerza, el miedo, la extorsión y la persecución judicial. Por eso se movilizó tanta gente por todos lados y el error del gobierno fue no haber leído eso para frenar la sesión durante la madrugada. Se esta gestando un movimiento de desobediencia que también hay que alimentar. Hay que lograr potenciar esas expresiones pero encausarlas en canales que propongan una politización transformadora, que permitan armar programas de acción. Por eso, la consiga del vamos a volver, se vuelve un poco sectaria, desplaza y obtura la posibilidad que abre que la clase media esté cantando «unidad de los trabajadores». Pocas veces se producen estas amalgamas, pero cuando suceden es porque la historicidad de las revoluciones pasadas (de las rebeliones populares), se hace presente en acontecimientos llenos de rebeldía. Demos rienda suelta a la desobediencia civil porque «las calles son nuestras, en ellas hacemos la historia».
El peronismo en este contexto. Hay cuadros y compañeros valiosos que están dando todo; pero mucho traidor por dentro están descomponiendo las fuerzas de unidad popular.  Hay que dialogar y construir puentes y alianzas con lo más valioso, pero nuestra fuerza está en regenerar nuevas mesas de articulación, de dialogo con nuevas experiencias y sobre todo con lo mejor que ha dado la historia política de este país desde el 2001 en adelante: los movimientos sociales.
En el lado financiero, los mercados ya saben que este gobierno pierde legitimidad velozmente, porque gobierna con el miedo y no con la virtud. Los mercados no quieren este lio, no quieren muertos, quieren previsibilidad y paz social (llamase pacto de sumisión). Nada de esto logra construir el gobierno. Por eso la fuerza esta en las calles, en las barriadas y en las asambleas que puedan alimentarse de hoy en adelante. El efecto Piñera podría restarle inversiones a Macri por efecto desplazamiento, veremos si esto sucede con el correr del año próximo. Nosotros busquemos nuestros aliados en las calles chilenas. Chile es un país que tiene coordenadas de juegos más estables (lamentablemente no es bueno para un proyecto popular, pero Frente Amplio tampoco se animó a marcar una diferencia de conceptos que marque un nuevo rumbo). El sur tiene enemigos comunes: sus mandatarios presidenciales y las fracciones del capital financieros que se han apoderado de la democracia.
Por ultimo, la moneda porque en las calles también deberá surgir el debate por nuestra moneda nacional, por las monedas populares, por esas formas de experimentación financiera que rompen las coordenadas del establishment y se animan a pensar nuevos horizontes de liberación.
Anónimo.

Monstruos, fantasmas y choricitos // Agustín Valle

El campo de batallas -muy en plural- da lugar a la mañana siguiente a una prolongada lluvia en la ciudad de los Monstruos. Durante horas cae elocuente el “sshhh!!” del cielo al Homo bobiens de estas pampas. De vuelta pues cada uno en su casa, o casado con su pantallita en el laburo o la calle o el bondi; ese recorte hace una realidad autogestionada, con una administración táctil del propio estrés, de la desazón que, con suerte, no llega a ser. El lunes el celular fue medio de encuentros y tráfico de informaciones; el martes vuelve a ser la luz individual que no te abandona. Todo sigue como si nada pero sin embargo.

La gigantesca maquinaria de la proximidad mediática opera sus choricitos: la opinión es un subproducto de la distancia con las cosas. Y las cosas cansan. Agotan, extrañan. Basta de cosas. Suficiente con lo inevitable; la intimidad inevitable con las cosas es suficiente… La proximidad mediática es una salida perfecta: ni localía a fondo (esto ahora acá es el centro del mundo), ni aventura en el mundo. Ni poesía ni política.

La maquinaria de la proximidad mediática rompe el continuo orgánico, inherente a las cosas, pero lo sustituye con la exhaustividad de los instantes. Por eso es la gran fuente contemporánea de las percepciones elaboradas con puros efectos sin premisas: “un grupo fue preparado para tirar piedras”. Mataron dos pibes en el sur, hubo represión todo el año y cacería humana el jueves. ¿Marchamos en bolas? Por lo demás, como resumió McLuhan, “la indignación moral es la estrategia tipo para dotar al idiota de dignidad”. Citar a un gran pensador de la técnica y la comunicación señala, también, la solidaridad del fetichismo tecnicista entre el telefanático y el agente robocopizado; uno goza con el control remoto y el click, el otro con el aerosolito, la moto y, también, su poderoso click.

Era bastante obvio que la aprobarían la ley garca; y no obstante fuimos una descomunal marea humana, por la tarde en el Congreso. Pocas veces, del 83 para acá, se vio represión a una multitud tan grande; no se podía ni correr. El caldo de odio, que constituye la mayor parte del consenso macrista, tiene declarado ni olvido ni perdón a todo ansia igualitarista.

Los Monstruos aparecen solo cuando el orden mediatizado de la ciudad -toda la vida convertida en medio para el rendimiento, toda la materia subsumida al helado saber de la Gestión-, solo se muestran cuando la normalidad de la consecución de instantes se ve suspendida, por la irrupción de una multitud que se opone a algo concreto sin tener exactamente definido su objetivo: sabíamos que la ley se aprobaría casi seguro, e igual estábamos ahí. La represión declaró de hecho Estado de Sitio, y la reacción nocturna popular lo des-realizó. Nadie sabía que seríamos tantos, ni que el Terror convocaría más movilización.

¿Por qué no dejan ocupar la plaza, en manifestación democrática? Esa obstrucción inicia la fase callejera de la violencia. Las fuerzas de seguridad -¿quién te usa, milico?- son ahí los cuerpos que prolongan la violencia político-económica. Marcos “Roger” Peña aludió a los recuerdos del 2001, para justificar la distancia del vallado. Aquel 19 de diciembre, el Congreso fue invadido, incluso prendido fuego y saqueado, en una pequeña parte. Si el Gobierno quiso detener a Hebe de Bonafini, si reprimió en la marcha Ni Una menos en marzo, a los docentes en Congreso, a los trabajadores de la economía informal en la 9 de Julio, a los de Pepsico, si asesinó cobardemente a Santiago Maldonado y a Rafael Nahuel, si ahora agita este diciembre, es porque quiere convocar lo que hay de vivo de toda la memoria de las protestas sociales de la Argentina contemporánea, para liquidarlo. Juegan con fuego y cuando el fuego crezca, muchos queremos estar ahí.

Foto de Colectiva fotografía a pedal

Pero nosotros también jugamos con fuego: el aliento del recuerdo de la revuelta, de la potencia de un nosotros enorme, abierto, potente precisamente porque no sabe lo que quiere más allá de juntarse (por eso abre zonas de creación), de afirmarse en sus intolerancias, que no precisa ofrecer alternativas programáticas y puede así variar el curso de la historia -incluso, puede suspender la historia y permitir que se muestren los Monstruos, que, también, todos llevamos dentro…- El aliento de la revuelta, digo, debe incluir el recuerdo de sus dolores. Fueron ¿33?, los hermanos muertos el 20 de diciembre de dieciséis años atrás: de ellos casi nadie se acuerda. Sí de Maxi y Darío, porque su vil asesinato insufló de tanto dolor al movimiento popular, que quedó disponible para que vengan un Jefe y/o una Jefa.

Está llena de muerte la ciudad: llena de vida también. De jueves a martes tuvimos una, dos, tres movilizaciones multitudinarias, insoslayables, muy lejos de ser acaparadas por el “vamos a volver”: pasos de un cuerpo colectivo nuevo, animado por el aliento de su historia. Nuestra tarea es que en este día y cada día quede claro que el orden de la Realidad está del lado de la muerte. Que es preciso una y otra vez revivir: nada es verdad, todo está permitido.

Foto principal: M.A.F.I.A

Necesitamos // Diego Valeriano

Necesitamos seguir sin aceptar lo que pasa, entender que a partir de mañana no puede ser un día más, necesitamos saber que estamos en guerra y atravesados de palabras inútiles, de una cantidad demente de palabras e imágenes que al pedo nos tranquilizan. Necesitamos que el cuerpo hable, que la excitación sea incontenible, dormir mal, que el miedo nos guíe, ser bellamente resentidos y esta vez no retroceder.

Necesitamos saqueos, un par de patrulleros quemados, que la gendarmería retroceda, que los enfrentamientos sean sin banderas y que el runflerío sea vanguardia. Necesitamos no volver al barrio, esperar que amanezca cerca de la estación, retomar fuerzas en el chino y cambiarnos la remera. Necesitamos sumar a los gedientos, a las turras, a la piba que odia al nene que cuida, a los que se ponen la remera como capucha en segundos, a las travas que caminan Zeballos, a los que cuando forma infantería se paran adelante agitando los brazos, a los que no tienen miedo de lastimar a otro, a Facu y León que solo quieren vivir lo que les contaron. Necesitamos que la vida cotidiana se rompa, que los ortibas no puedan, que la pelea sea familiar, oler el miedo de los caretas, que desertar sea un gesto, que navidad sea un garrón y que antes de año nuevo el calor y el asco pudran todo un poco más.

Necesitamos que ellos tengan miedo al volver a su casa, que desconfíen de sus vecinos, que hablen en voz baja por miedo. Necesitamos que las batallas crezcan lejos de la plaza, que broten donde nadie se la espera, que Claudio sospeche que los pibes de la esquina lo van a saquear en cuanto puedan, que tengan que ir con el uniforme en el bolso hasta Campo de Mayo, que en la fiesta de tan manija que están arranquen para otro lado, que los de la local agachen la mirada cuando los pibes pasan todo arrogantes frente a ellos, que les re cabió.

Necesitamos que crezca el rumor excitado de diciembre, el olor a zanja y pólvora, el neoliberalismo de los de abajo que nunca paró de latir, necesitamos saber que es posible deambular hasta rodearlos, que no importa donde pongan las vallas, que no les va a alcanzar todo su poderío porque las pibas son imparables. Necesitamos creer que ahora sí, que no importa la votación en diputados, que hay que brindar cada vez que se pueda, que es diciembre y que tal vez con esto, esta vez alcance.

Contra la violencia machista y la reforma macrista // CEB + Ni Una Menos

Contra la violencia machista y la reforma macrista
Este 19 de octubre salimos a las calles

#QueNoNosRobenElFuturo

Coordinadora de Estudiantes de Base + Ni Una Menos

Hace un año, el 19 de octubre de 2016, desde el colectivo NiUnaMenos realizamos el primer Paro Nacional de Mujeres. Lo hicimos repudiando el femicidio de Lucía Pérez en Mar del Plata y el ataque a puñaladas que terminó con las vidas de Nuria Couto y Natalia Grenbenshicova, ambas de la Escuela de Bellas Artes “Manuel Belgrano”, de la ciudad de Buenos Aires. Hace un año, con el impulso de ese paro, denunciamos las violencias machistas y las violencias económicas y sociales que nos afectan especialmente como mujeres, lesbianas, trans y travestis. Por eso hicimos una medida de fuerza y un grito común: paramos para decir basta a las violencias que se traman contra nosotras, que nos quitan autonomía y nos tienen como territorio de conquista. Paramos también para encontrarnos entre nosotras y hacer duelo colectivo, compartir la rabia y politizar todos los trabajos que hacemos y no son valorados, ni reconocidos, ni remunerados.
Este 19 de octubre volvemos a tomar las calles. Somos ahora lxs estudiantes secundarios lxs que decimos basta a cómo se anudan las violencias machistas y las formas de ajuste que tienen como blanco a la educación pública. Rechazamos que nos quieran hacer trabajar gratis para empresas, en nuestro último año de escuela. Rechazamos que nos digan que nuestro futuro se explica en un power point y que se traduce en una pasantía. Rechazamos que la reforma educativa que se propone el Gobierno desprecie y excluya nuestras opiniones. Rechazamos que las modificaciones curriculares estén digitadas por exigencias que se firmaron como compromiso junto con la deuda externa. Rechazamos la deuda que asume el Estado y se nos impone con paquetes tecnológicos y reglas de competitividad. Reglas que nos son ajenas pues sólo agregarían más presión y precarización.
Desde hace semanas, nosotrxs también paramos y tomamos las escuelas. Más de treinta en la Ciudad de Buenos Aires y muchas otras en estado de debate y asamblea. Porque somos parte fundamental de la comunidad educativa no aceptamos no ser escuchadxs ni tenidxs en cuenta cuando se habla de nuestro futuro. Porque queremos discutir qué significa la implementación de la ESI (Educación Sexual Integral) de forma abarcativa; como una experiencia que involucra a docentes, alumnxs y directivxs. Hoy los cursos que garantizan la formación de la ESI se redujeron a menos de la mitad, su implementación no es permanente ni transversal y tampoco existe un programa o área específica en el Ministerio de Educación de la Ciudad. No aceptamos que ciertos aspectos de la sexualidad sean vistos como negativos y amenazantes, reduciendo el objetivo de la ley a la mera prevención. Nos preocupa cuando se reduce la ESI a un servicio tercerizado por expertos de ONGs, donde se borran los procesos que nosotrxs venimos haciendo, y se pone a la sexualidad como un saber especializado. La ESI tiene objetivos más amplios que incluyen que podamos vivir nuestros deseos de forma autónoma y placentera. 

También señalamos que es una deuda pendiente la implementación de los protocolos contra la violencia de género, la circulación de nuevas pedagogías que contrarresten los micromachismos, los abusos, el acoso en todas sus formas, las observaciones estigmatizantes y represivas sobre las vestimentas y las estéticas en todas sus manifestaciones, que ponga de relevancia las identidades sexuales autopercibidas y el aire que anhelamos respirar en las escuelas como lugar de pertenencia, formación, crecimiento personal y colectivo. En nuestro futuro caben todos nuestros deseos.   
Con las tomas de las escuelas hicimos visibles estas demandas concretas y exigimos una escucha real por parte del Gobierno. Escucha y atención que no nos dan porque les conviene infantilizarnos (al gobierno y a los medios). Somos interlocutorxs necesarios para cualquier política educativa que se quiera democrática. No pueden negarnos. A nuestras demandas, el Gobierno contestó de dos maneras. Por un lado, con simulacros de diálogo, cuyo fin es no demorar la implementación de los acuerdos pautados con los organismos internacionales de crédito. Por otro, criminalizando las tomas a partir del tratamiento mediático de una situación de abuso en el Colegio Nacional Buenos Aires, desconociendo desde las autoridades del colegio el protocolo a seguir y revictimizando a la compañera involucrada.
Hay una campaña que busca desprestigiar nuestras acciones. Nuestra capacidad de parar y tomarnos tiempo para pensar y discutir juntxs. Parar la reforma es parar una flexibilización sobre nuestros futuros. Parar la reforma es no aceptar la obediencia que implica esta imposición laboral para jóvenes que hoy toma el nombre de “prácticas profesionalizantes”.
¿Qué modos de vida nos plantea la reforma macrista? 

Nosotrxs sabemos que cuando discutimos la reforma educativa, también discutimos la reforma laboral y las violencias machistas. Desde nosotrxs, futuro, sexualidad, educación y trabajo arman una trama desde la que enfrentamos las violencias porque nos afirmamos en nuestra potencia colectiva y construimos cómo que queremos vivir.
Desprestigiar nuestras luchas y formas de protesta es la precondición necesaria para imponernos vidas precarias, flexibles y obedientes a favor de las empresas, o que quedemos disponibles como oferta de trabajo en las fuerzas de seguridad. Paramos y nos movilizamos contra los modos de vida que el Gobierno proyecta para nosotrxs. Paramos y nos movilizamos para que no nos roben el futuro. 
Por eso este 19 de octubre volvemos a tomar las calles.

Por todas las pibas que nunca volvieron. 

Porque sin educación pública de calidad y sin Educación Sexual Integral no hay Ni Una Menos.

Contra la violencia machista y contra la reforma macrista.

Vivxs y Libres Nos Queremos.
CEB + NUM

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