Anarquía Coronada

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Ofelia Fernandez

El abrazo más grande de todos // Ofelia Fernández

En la búsqueda de pensar la participación en la movilización de antes de ayer me encontraba con la palabra emblema, parecía encajar a la perfección.  Mi vista no se pierde de ese foco: estar en Ni Una Menos es participar de la construcción de un símbolo, el fogoneo de un momento histórico.

Aquí no hay quien se salve. Ya nada es igual. Es real que la violencia machista -sea en mecanismos institucionales o individuales- persiste y no descansa, pero también podemos nombrar como inagotable la pluralidad de nuestras discusiones y la fuerza de nuestra organización. A la opresión la sostienen frente a nuestros ojos, por lo que no dejamos que cierren los suyos. El abuso no volverá a pasar como juego de la histeria; nuestra capacidad argumentativa permanecerá por encima de la foto de un bebé, y que nos escondas en tu uso de la palabra no borrará nuestra presencia. Toda conducta que se atrevían a justificar con sus débiles interpretaciones de biología, cultura o seducción está siendo removida al calor de los gritos de todas las mujeres y disidencias que están hoy a la cabeza del movimiento más importante que tenemos.

Por allá en el 2015 muchxs nos cruzábamos por primera vez con la posibilidad de desatomizar toda la mierda con la que cargábamos, dejar de guardar en cajones lo que nos hacía ruido y volverlo colectivo. Bajo una premisa demoledora -como lo es el pedir que no nos maten-, nos dimos cuenta que, una vez hecho el grito, ya no podíamos escapar, ya no nos alcanzaba un día para poner sobre la mesa el tablero con el cual iríamos al combate con el patriarcado, que al feminismo le quedaba chico ser solo el “ni un femicidio menos” y que empezaría a ser trasversal. Así es, tomamos la decisión de discutirlo todos los días y en todos los planos. Ya nada es igual: del trabajo a la cama y de la cama al trabajo, todo está siendo cuestionado. A partir de allí, entonces,  digo que el 3 de junio se condensa un humo insaciable. No el humo que exhalan gobiernos y pro-vida cuando simulan compartir alguna de nuestras preocupaciones: humo porque hay cosas que se están (no por arte de magia, somos nosotras) prendiendo fuego, les gusta decir que son iglesias, pero son más bien sus violencias.  

Antes de ayer fui a la plaza midiendo 1,54m y estaba atrapada en la multitud pero en la vereda opuesta de la claustrofobia: era un abrazo, el más grande de todos. Me sorprendía la contradicción de sentirme así fisicamente y al mismo tiempo sostener que movilizando no hay encierro. Si se parte de ahí, ya no importa nada. Un ruido que, cuando se transita, es imposible de callar. Clarín y La Nación hablan de poca gente y mucha política. Negación de manual para el primer punto. La puesta en catarsis de una obviedad para el segundo, ¿Cómo se puede discutir un proyecto de ley sin política? ¿Cómo se puede hablar de la policía que persigue a lxs trans sin política? ¿Cómo denuncias las redes de trata sin política? ¿Cómo leés tu realidad sin política? Y, principalmente ¿Cómo vas a transformarla si no es desde la política? No pido que me lo respondan, ya bastantes machos hay queriendo enseñarnos a las feministas a ser feministas.

Sí: estamos haciendo política, de a muchxs y todos los días. Así seguiremos. El feminismo nos abre la posibilidad de una nueva política, a experimentar, a conocer. Ya no la política de palacios y funcionarios, sino una política popular, asamblearia, de igualdad entre compañeras, de lucha, escucha, igualdad, contención y cambio radical. Proponemos nuevos  vínculos, tanto en lo personal, en lo sexual, en las amistades, en las organizaciones, en los parlamentos, en los sindicatos y gremios.

Estamos luchando, así iremos venciendo: en nuestra valentía y perseverancia está la búsqueda de la alternativa con la que soñamos. El 3 de junio están las ganas de llenar las páginas de los libros de historia, de un antes y un después de nuestras vidas. Y, también, un futuro nuevo feriado en el calendario.

Entonces me quedo con lo de emblema: “Figura, generalmente con una leyenda que explica su significado y que es la insignia que representa a una persona, una familia, una ciudad, etc.”: Estamos luchando por y desde el feminismo, en una nueva etapa marcada por el Ni Una Menos, ese que representa a muchas personas, nos hermana como familia, toma las ciudades y define su propio etcétera.

 

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