Anarquía Coronada

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Fragmentos de un clamor de Milena Jesenská // Cynthia Eva Szewach

“Qué también en esta oscuridad íbamos a estar tan acordes, eso es lo más extraordinario y yo solo puedo creerlo, literalmente, cada dos instantes”

Kafka a Milena

 

Milena Jesenská trabaja desde 1936 en Pritomnost, una revista mensual político-cultural de Praga. Ya han pasado más de diez años de la muerte de Kafka, y como periodista fue adquiriendo un lugar propio y crítico frente a los sucesos adversos y a las desdichas que se aproximan en su tiempo.

Como recuerda su amiga M. Buber Newman[1],  Kafka le ha escrito a Milena en sus cartas “Tú tienes el valor y sobre todo la fuerza de mirar más allá”. Ambos están afectados, concernidos entre sí en lo que piensan, escriben, poetizan, traducen. Buber, en relación a la época de este escrito, describe la valentía de Milena, pero también cierto abandono del optimismo que la caracterizaba. Por otro lado, se lee explícitamente una idea interesante, la relación entre decepción y deseo de venganza.  La decepción incluye sin duda una ilusión previa. Por otro lado, como transmite Ana Arzoumanian[2], hay una frase de Milena donde dice: “Hay que escribir los artículos políticos como una carta de amor”. Aquí pareciera además una retórica de urgente clamor.

Compartiremos fragmentos de un extenso texto de octubre de 1938, publicado días posteriores al complejo pacto de Múnich en septiembre. Declama, conmovida, afectada por las preocupaciones que tiene por los desamarrados, desplazados o perseguidos en el contexto previo al inicio de la guerra propiamente dicha.   Menciona un clima de falsas expectativas de paz: “Por supuesto esta paz no es obra nuestra. Nos es impuesta. Permítanme agregar que la palabra “impuesta” es un eufemismo (…) “.  Se trata de pedir ayuda dice, pero no humanitaria, no alcanzan colectas, sino otras transformaciones, abrir fronteras, albergar colonos.  Conocemos lo que sigue, se desata la ocupación de su país y ella será un año después, trasladada al campo de concentración donde enferma y muere en 1944.

Por encima de nuestra fortaleza[3]  es el título del artículo, que no carece de vigencia en nuestros días, ni de resonancias en los tiempos sombríos que corren, o de inquietudes desengañadas en una mujer sensible  a la potencia de las palabras y extremadamente perceptiva a lo que se huele silenciosamente. Comienza así:

“No soy de aquellas que se dejan seducir por la belleza de palabras, como derecho, justicia, moral. Sin embargo, defiendo con pasión su significado justo y verdadero, y para mis oídos, su sonido como el de la única moneda que no es falsa.

Pero cualquiera que tenga oídos para escuchar y ojos para ver, ha podido captar palabras poderosas, en el momento donde imponen una carga para los más débiles.

Demasiadas injusticias han ocurrido, logradas con el sonido de la música marcial, en nombre de los derechos y la humanidad.

Demasiados hombres son víctimas de las redes de esta aclamada paz para el festejo del mundo.

Los crueles golpes asestados a los derechos de las personas, siempre han estado cubiertos con el velo de propósitos nobles y moralizadores”.

Ella piensa que se ha obligado a un pueblo a que lleven adelante actos de crueldad o de injusticia, con el manto de una pacificación falseada, sin entender el sentido de lo que estaban haciendo. Y, como escribe Diego Sztulwark en un texto sobre Kafka si no se renuncia a preguntar, es porque se cuenta con la lengua, como bien más preciado y como oportunidad para tomar algunas decisiones, en el breve lapso que va entre la vida y la muerte, si se pudiese.

“Nadie en el mundo tiene más sed de nobleza y de derecho que los pobres, lo necesitan como su pan cotidiano. (…) Digo todo esto porque puedo escribir estas líneas, sólo si se me permite escribir realmente con claridad, honestidad y contundencia.”

Milena advierte el progresivo avance del nazismo en su país, a y las “dificultades” de brindar apoyo a los refugiados a pesar de los supuestos acuerdos. Invoca, “a pesar de nuestra aparente impotencia, debemos actuar con rapidez (…) pero la gente no puede alimentarse de un reconocimiento y de un respeto doloroso”.

Hay mucha desocupación y bastantes intelectuales se han exiliado. “Estamos muy empobrecidos. No hay duda que seguiremos viviendo, pero no es menos certero que lo haremos en peores condiciones que antes y esto se aplicará a cada uno de nosotros. Tendremos que esperar bastante antes de comenzar a construir nuevos caminos, a construir nuevas fábricas y líneas de ferrocarril como nos prometen los periódicos.”

“Pareceremos una balsa que está recogiendo a los náufragos de un barco que se hunde, y que dejó entrar a más personas de las que se pueden contener. Entre los refugiados hay mujeres que desconocen totalmente la suerte de sus maridos y no saben si jamás volverán. Sí, incluso hay niños que están aquí solos.  En toda Praga, apenas hay una casa donde no se presenten al menos dos o tres refugiados. Al menos son privilegiados porque conocen a alguien en la ciudad.  Pero miles más han huido a lo desconocido…”.

Dice que puede dar testimonio como checa. “Este pueblo está hoy profundamente afectado, humillado, herido. Del dolor y del exceso de fatiga, de la aplastante decepción puede nacer el deseo de venganza. (…) venganza es el arma de los débiles contra otros aún más débiles. Si nos vemos obligados a imponer a nuestro pueblo una carga insoportable, debemos tener muy claro quiénes serán las víctimas designadas de su ira”.

Milena interpela -en especial a Inglaterra y a Francia- a la apertura de fronteras para emigrados, en especial alemanes que huían del nazismo, para que se los aloje y proteja con celeridad. Escribe que su país, Checoslovaquia, podría ser un lugar de tránsito, pero por las circunstancias y condiciones se trataba de un sitio muy temporal como para poder darles una nueva vida.

Una nueva vida, no una nuda vida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Margaret Buber Newman, “Milena”.  Tusquets editores

[2] Ana Arzoumanian , Entrevista de abril 2019 , Página 12, a partir de la presentación de su hermoso libro “La Jesenská” editorial Paradiso 2019

[3] Los fragmentos del artículo son traducción personal de la versión francesa. Titulado “Au-dessus de nos forces” “Vivre” Bibliotheques 10/18 París, y cotejados la versión del inglés titulado “Beyond our strength” en “The Journalism of Milena Jesenská” Berghahn Books New York, 2003, junto a una amiga y colega Moira Iglesias.

Relato de viaje en fuga de Milena Jesenská // Cynthia Eva Szewach

                                                                               Mi corazón latía en su jaula  

                              M. J.     

 

Esa mirada a través de la ventana, una mirada directa, resuelta, que no ve ni los techos ni los árboles, ni el cielo ni los caminos abajo, esa mirada que se lanza como una primera flecha, como un respiro de la angustia, ¿qué es sino el deseo de huir hacia el vasto mundo?”

Así comienza un artículo poético de Milena “Un coeur en rodage[1]. Un corazón en marcha, que busca lo desconocido, un recomenzar, un estado de soledad, a través del viaje, que narrará al modo de diario. Intenta partir a nuevos caminos, encontrar otro lado. Partir, partir, partir, escribe.

Aproximadamente en 1920 Kafka justamente escribe “La partida”, un cuento breve. El personaje monta su caballo. Su sirviente le pregunta a dónde va. El patrón responde:  -“No lo sé, simplemente fuera de aquí, simplemente fuera de aquí. Fuera de aquí, nada más, es la única manera en que puedo alcanzar mi meta. – ¿Así que usted conoce su meta? -preguntó. Sí -repliqué-te lo acabo de decir. Fuera de aquí, esa es mi meta». Al preguntarle al patrón por las provisiones, responde que no lleva, porque es un viaje largo, por lo tanto, no habrá opción tendrá que conseguir en el camino para no morir de hambre. “No hay provisión que pueda salvarme. Por suerte es un viaje realmente interminable.”

Milena realiza su búsqueda para retirarse de un tiempo de desasosiego de asfixia.  Ensaya en el texto un diálogo con su corazón, que personificado, lo imagina cerrar la puerta a todo lo que hay aquí y empezar de nuevo allá. Es una manera de salir de sí.  Aquí todo se derrumba, dice, allá existe una oportunidad de salvación.  Tiene que haber algo más, en otro lado.  Irse a lo nuevo y lo lejano.

Sin embargo, finalmente se trata del “regreso a casa”, aquello que creía una esperanza de salida, en hermosos lugares, no parecía funcionar. No le interesarán más los monumentos, aclara.  Sentía el corazón terriblemente oprimido… “Nunca me sentí tan abandonada como al imaginar que estaría obligada a permanecer en esa ciudad (aunque fuera maravillosa como París, Padua, Pisa)” No encontraba lo que creía, incluso olvidó qué buscaba. No fue un vagabundear en una errancia desértica, ni una forma de ahuyentar el tedio.  El corazón tenía miedo. Se sentía entre el hogar y lo extranjero y con lo extranjero se llenaba de temor. Contaba las leguas de distancia con su ciudad.  El mundo más vasto de lo que imaginaba, pero también fragmentado en jornadas, plagado de velocidades (…) “en toda esa inmensidad, no hay ni el mínimo pequeño refugio para no sé qué nuevo comienzo, para vidas nuevas¨”. Kafka, sin embargo, sabía de antemano que el viaje era interminable y, “que a partir de cierto punto no hay retorno, y ese es el punto a alcanzar”

Milena continúa afectada por una sublevación que no ve: el ser humano, “no grita, no llora, no desespera porque siente vergüenza: así que come, duerme, se viste, se lava, hojea periódicos, como si nada pasara…”  La vergüenza, un sentimiento que tantas veces Kafka padece en las cartas que le escribe, miedos, con un corazón estrujado, entre llegar y no llegar, soñarla, amar sus palabras.  Del viaje ella retorna a su casa llena de angustia aún así le sorprende que las cosas siguen ahí. Escribe que tiembla luego de soportar lo que llama una “prueba”. Vuelve al primer gesto: mirar por la ventana. Allí, más allá de los tejados, más allá del cielo y de la calle, se extiende el amplio mundo. “Hoy es tan desconocido, tan tentador y atractivo como el día en que partí. Pero yo, aquí, de pie junto a la ventana, empobrecida por la experiencia, como engañada por mi descubrimiento: ese mundo ahí afuera, aunque fuera diez veces más grande, no encierra nuevos comienzos”.

Se pregunta qué vale la pena como experiencia y si acaso valió la prisa. ¿Cómo suponer una experiencia que empobrezca? Ella nació en Praga, también vivió un tiempo en Viena, volvió a Praga…

Concluye; la cuestión es que no se trata de una fuga: “La vía hacia un nuevo mundo interior pasa por una sola cosa: el coraje de mirar de frente el colapso del antiguo. Para empezar, sería necesario que este colapso fuera total: es ese colapso total, ese trastorno y esa ruina es lo que habría que soportar”

Soportar la ruina… los escombros de los propios derrumbes, aunque hay otras ruinas que advendrán, in progress.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[1]  El título en francés es: “Un coeur en rodage” no se pudo en principio ubicar en otros idiomas. La fuente es la versión francesa “Vivre” Bibliotheques 10/18 París. El artículo no lo encontramos aún tampoco en checo, su original. Puede traducirse, como un corazón en ablande, en rodaje, en camino, en circulación, en tránsito.

 

Infancias, en el pensamiento de Milena Jesenská // Cynthia Eva Szewach

En 1921, Milena publica en Tribuna, una crónica titulada “Niños”. Le interesa contribuir con sus preocupaciones críticas acerca de los modos en los que la infancia es considerada, en especial por los checos. Plantea sus ideas y sus inquietudes y se basa en sucesos de la vida cotidiana o en la literatura fundamentalmente de los autores rusos como Dostoievski o Tolstoi. Parte entonces de lecturas, de una sensibilidad personal, pero en especial de la observación directa de escenas para pensar acerca del alma infantil.

Milena, quizá estaba al tanto del giro escandaloso producido en Viena por el psicoanálisis, acerca de la concepción de la infancia y lo infantil, la sexualidad como factor esencial y el retorno de lo reprimido, en tiempos no cronológicos, significados una y otra vez, valiosos por su incompletud y por sus sentidos y sin sentidos intermitentes.  Aunque no sabemos que haya leído a Freud, sin embargo, podemos encontrar algunas consonancias, en ciertos fragmentos que transcribiremos para comentar junto a algunos hallazgos del terreno de lo ético.[1]

La mentira infantil

Freud en 1905 en especial con “Tres Ensayos para una teoría sexual”, es donde asienta aún más, el carácter fundacional de su conceptualización sobre la infancia. Lo polimorfo sexual, el placer autoerótico no dado de antemano, lo no instintual. Bajo la égida de lo pulsional, el objeto de elección, amoroso y sexual, es móvil, diverso. Por lo tanto, la lectura que el psicoanálisis aporta afecta la noción de normalidad establecida y des- inviste a la infancia de una pureza, inmaculada.  En 1913 Freud escribe “Dos mentiras infantiles”. Allí le da un estatuto de verdad a la formulación de mentiras en la infancia, en tanto invención ficcional, salto simbólico e inaugural respecto del descubrimiento de que el otro no puede saber todo respecto del propio pensar. Es una forma de proteger el pensamiento, de tener un secreto, producto de imaginación y de ocurrencias verbales. No moralizar los hechos ni despreciar el propósito de la mentira, en tanto verdad semi-dicha, es esencial, acentúa Freud.  Sin duda los derroteros que tiene el arte de mentir y la mentira en cada situación, es un vitraux de múltiples engranajes, a veces como padecimiento. A su vez la lectura que pueda hacerse de la misma en la adultez, es diferente, puede ir del síntoma sufriente a la impostura o la canallada.

 Milena transmite que en tiempos infantiles se percibe con toda la piel, con el corazón, con la mente. La piel, esa envoltura primera. Se absorbe con el ser, la atmósfera de misterio, que quizá puede convertirse en miedo, en horror o en falsa explicación. Está atenta al misterio. En la niñez, dice, se encuentran las semillas de sensibilidad, que surgen a lo largo de la vida y en la adultez se “reacciona con el mismo gesto” como desde muy pequeños. El niño puede muy bien distinguir cuando se lo trata en forma genuina o impostada para complacer. Todo el artículo le da valor al respeto por singularidad de cada niño o niña, aunque acerca de la mentira infantil la autora es categórica respecto de no moralizar la respuesta:

 “Padres que obligan a sus niños a obedecer, simplemente porque es un niño y ellos son padres, enseñan a ser mentirosos, porque la mentira es la única defensa que tiene un niño contra la autoridad que no puede entenderlo. Padres quienes castigan a un niño en su primera mentira, cometen un crimen, un niño nunca miente poque si un niño miente, es impulsado por una necesidad, defensa o resistencia contra algo a lo que se opone con su ser entero, cuando su mente aún no puede oponerse”

Por un lado, ubica en algún sitio una “primera mentira”. Aquella que inicia la sorpresa para la infancia de la magia de su invención. Si el adulto no juega el juego, asesina una creación.

Segregaciones en juego

Hay un párrafo, que trata otras cuestiones y que nos llama a especial interés. Relata una escena con niños y niñas, al aire libre, a quienes ella se detiene a observar. Es una especie de “ilustración” que pone en cuestión la suposición de la creencia en la existencia de una bondad especial en la niñez, sin inclusión del odio o la maldad, como parte la misma. Desde ya, distintas de aquellas que le conciernen a la implicación en un adulto.

Transcribimos la escena:

 “Este año vi a algunos niños citadinos soplando burbujas a través de un sorbete. Era en el límite de una pradera, el sol brillaba y las burbujas eran lustrosas y coloridas, tan fascinante que me detuve a mirarlos. Estaban alegres, amigables, entusiasmados y todo andaba muy bien- hasta que apareció un obstáculo.

Viéndose atraída por el extraño esplendor, una pequeña niña que cuidaba unos gansos se acercó al grupo de niños. Muy tranquila y sin interferir en absoluto. Sin embargo, los niños la atacaron con tanto enojo que quedé atónita. La pequeña tuvo que irse; pero no logró resistirse mucho. Las burbujas volvieron a atraerla como un imán y luego de un rato regresó, y se paró al lado del niño que soplaba burbujas devorando las esferas de color con sus ojos. Esta vez fue peor. Ni un sólo niño la defendió; no se le ocurrió a ninguno ser bueno con ella. Hasta podrían haberla lastimado si yo no hubiera intervenido. Lo más curioso fue lo que pasó después: cuando pregunté por qué no la dejaban mirar, un niño con vergüenza dijo ‘no lo sé’. Una niña un poco mayor, que tal vez supuso que esa explicación no me alcanzaba, agregó ‘ es tan extraña’. Ciertamente la pequeña lo era. No tenía zapatos ni medias, su cabello rubio estaba aclarado por el sol y tenía una colita de caballo y pecas. ‘Pero es una pena. Seguramente quiere mirar y divertirse’, intenté explicar. ‘Entonces que mire’ decidieron los niños. Ambas, la niña y yo, entendimos con claridad: no se trataba de bondad sino que más bien obedecieron.”

¿Que leemos? Hay un juego que funciona, entre un grupo de niños y niñas, quienes son conocidos entre sí.  Milena los mira jugar. Su presencia parece en inicio no interferir, están alegres. Una niña que viene de “afuera” un huésped extranjero en la escena lúdica les hace de interferencia. Una niña que mira con anhelo impedido. Milena mira esa mirada atenta “de la ñata contra el vidrio” y es testigo de una segregación incluso cierto maltrato que se ejerce con una niña con carencias. No la incluyen en el juego, pero la registran con hostilidad ¿Qué estatuto tiene esa segregación en la infancia?

“La compasión por el sufrimiento, deformidad y dolor no es una emoción innata, así como sufrimiento, deformidad y dolor tampoco lo son”, un niño no las conoce desde siempre, va registrando en su recorrido de transmisiones dice Milena. En el acontecimiento relatado con el juego de las burbujas, están atravesados por algo que desconocen, de lo que no pueden dar cuenta, o que no se puede dar cuenta en la infancia, pero despunta una vergüenza, que insinúa lo que trasciende la intención. ¿Están bajo afectación de coordenadas de la época en un creciente contexto de atmósfera de entre guerras? Probablemente ¿Por qué no la dejan jugar? “No lo sé”, responden, o “es extraña” dice una niña más grande aclara Milena Una ajenidad en el semejante, en el par, que lo convierte en un prójimo extraño a “su burbuja”.  Queda descartada desde ya una responsabilidad respecto de la segregación en tiempos de la infancia, pero establecemos una pregunta, un enigma, en aquello que hacen recaer incluso con cierta ferocidad sobre un par.  La hostilidad, el enojo, en ese caso no era parte del juego. Acciones, que podrían darse en una escena de actualidad en una plaza, en una escuela.  Esas acciones están articuladas, comandadas de forma inconsciente desde otro lado, en el campo del Otro: padres, cultura, educación, contexto, a dilucidar a leer, a pensar.[2]

Con obediencia, no con deseo de incluirla, aceptaron que la niña “mire”. No hubo al parecer una transformación grupal de la posición que sostenían. En ese poco, la niña igualmente seguía quedando como intrusa sin formar parte.  Pero, lo que se transforma son las condiciones del juego.  Ya no tiene sentido.  Se detiene un maltrato, aunque se pierde un juego que está condicionado a cierta escena.  Ella les demarcaba un lugar otro que mantenían a distancia de sí, pero no indiferente.

 

[1] En este caso, los fragmentos fueron traducidos y revisados de la versión traducida al inglés en “The Journalism of Milena Jesenská” Berghahn Books New York, 2003, junto a una amiga y colega Moira Iglesias. Acordamos con Moira que en principio asienta Milena su posición ética respecto de una ética en la infancia.

[2] Moira Iglesias dice: El juego se vio interrumpido por un obstáculo. Lo extraño de aquella mirada de la niña suscitó un rechazo inmediato que interrumpió con hostilidad el decurso alegre y apacible del juego. La tromba pulsional rasgó la tela de la zona de encuentro compartido modificando las condiciones de resguardo que el jugar requiere. 

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