Anarquía Coronada

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No hay que olvidarse // Diego Valeriano

No hay que olvidarse de lo que fue este gobierno de chetos, de la tristeza que trajo, de la fiesta que quiso apagar. Hay que repetirlo hasta el cansancio para que se vuelva algo irrepetible. Tampoco hay que olvidarse de los cómplices que flasheaban república, seguridad jurídica  e integración al mundo desde sus micrófonos. No hay que olvidarse del FMI, de lo que son, de lo que siempre fueron. No hay que olvidarse de los ortibas que aún hoy bancan este desastre, esos tipos que festejan pibes muertos, esas minas que justifican violadores. Esa gente que se cree buena porque trabaja todos los días y quiere a su familia. No hay que olvidarse de porque llegaron al gobierno, de los afectos que estaban en juego y que la vida es un garrón bastante seguido. No hay que olvidarse que antes que Vidal estaba Scioli, que los calabozos siempre huelen igual y que ser novia de preso buscando noticias es una condena. No hay que olvidarse que la Gendarmería está ahí hace rato, tan extranjera, tan poronga, tan maldita. Ni de Luciano, ni de los guachos sin nombre que perdieron cada noche, ni de las pibas que denuncian a los capos de la orga y quedaron ahogadas en el silencio de las compañeras. No hay que olvidarse de la masacre de Once, del desamparo enorme de esas familias, de quienes encubrieron por obediencia, de quienes justificaron tan indignamente, de quienes dicen no saber bien qué pasó. No hay que olvidarse que muchas veces hay quienes reivindican a las víctimas según quien sea el victimario. 

Diego Valeriano para 27 de octubre. Revista digital efímera. 

La calle y las urnas // Diego Sztulwark

Las elecciones presidenciales de hoy no sorprenderán por sus resultados -justa y previsible paliza a las candidaturas de Macri y Vidal- sino por lo que impone a futuro: traducir el no al neoliberalismo en las urnas en una presión sobre los dispositivos reaccionarios de gobierno de la crisis, que intentarán convertir el voto en una mera legitimación del sistema de partidos.

La región arde, pero sobre todo arde Chile. Ha estallado el emblema mismo del neoliberalismo sudamericano. La insurrección es la base misma de la democracia. No es cierto que la república es el mero respeto por las instituciones: es ante todo la capacidad de crear instituciones nuevas.

Argentina y Chile muestran, en estados distintos de desarrollo, secuencias de politización ancladas en el fracaso de los modos de vida neoliberales. Es la existencia misma la que no se deja atrapar por los requerimientos del orden. Crear forma de vida no neoliberal supone crear instituciones nuevas. Toda conmoción de la tierra invoca una inversión del punto de vista, nuevos esfuerzos literarios, nuevas vías para expandir y concretar la imaginación colectiva.

Sandra es abuela y tiene Tinder // Diego Valeriano

Sandra es abuela y tiene teléfono. Usa Tinder, tiene un Facebook que casi ni abre y también Instagram. Sandra tiene un chongo, es un chabón, un pancho más joven que ella, pero lo quiere. Lo quiere todo, así, brilloso, escrachado, gil, divino, picante. Sandra tiene tres nietos que adora, que banca, que a veces educa, que a veces muere de amor, que a veces quiere que se vayan de su rancho. Quisiera que todo fuera un poco mejor, a veces, que la guita alcance para que alquilen una pieza y la dejen en paz, para estar sola, para que si Lucas quiere pasar, que pase. Sandra machea fuerte, a cualquier hora, se zarpa, se toma una lata, se duerme y sueña. Y cuando sueña, todo es un poco mejor que ahora. Sandra arranca temprano, se toma el Sarmiento en Paso del Rey y viaja a full con su teléfono. Hay veces que casi se pasa en Flores de metida que está, de divina que se siente, de pilla que se pone, de lo que se ríe con las chicas por las fotos que se mandan. Sandra tiene varios escrachos, muchos recitales y un par de enfrentamientos. Por sus nietas, hechó giles propios y ajenos, tomó trabajos que no quería y segundeó lo insegundiable. Por sus nietos, banca la ausencia que es su hija. Fue mamá a los 16, abuela a los 39 y ahora cree que tiene la edad de Juliana. Sabe, porque lo sabe bien, que la vida es corta, efímera, garrón. Sabe que ya no espera más nada de nadie. Sabe que ir a Pinar con las chicas es un buen plan una vez por mes. Sabe lo que puede y lo hace. Sabe que cuando los candidatos dicen abuelas nunca hablan de ella, ni de sus amigas ni de sus vecinas. Hablan de esas viejas ortibas que ya no quieren vivir, de esas viejas tristes, solas, secas. Esas abuelas que ella nunca va a ser.

¿Qué vamos a escribir después del 27? // Diego Valeriano

Hablamos, pensamos, escribimos sobre otros, sobre cosas, sobre lo que pasa, sobre cómo se dicen las cosas. Posteamos que todo es político como si fuera verdad. Cambiamos la foto de perfil según la coyuntura, wasapeamos a nuestra radio comunitaria, boicoteamos a Coto en Facebook, mostramos a la gorra infiltrada en la marcha a la que ni vamos. No le erramos ni una efeméride de lucha y memoria. Todo entra en el régimen de la opinión, de la urgencia posteadora, de lo explicable, de lo que vale porque tiene likes combativos, porque resistimos estos cuatro años.

¿Pero qué vamos a decir, twittear, escribir, llorar después del 27? ¿Cómo vamos a nombrar las cosas? Esas cosas que van a seguir siendo una mierda, esta vida garrón que vamos a seguir teniendo, estos trabajos precarizados que son para siempre, este odio en la boca del estómago que llegó para quedarse, esos rochos que cuando tienen que tirar, tiran. ¿Qué vamos a hacer con nuestra necesidad manija de opinar, postear, termear, flashear que somos parte del ágora público? ¿Qué vamos a hacer con esa astilla de visibilidad política que supimos construir?

Todo se expuso en su obviedad, porque el régimen de la visibilidad política fue el que garpaba: los putos como putos, las intelectuales como tales, los del CONICET recordándonos quiénes son, los jetones con pecheras al frente de la columna, las víctimas según el victimario y el rock como todo llanto.

¿Cada pibe asesinado por la policía, será por la policía de Kicillok o ahora va a ser la vieja policía de Vidal y la dictadura? ¿El Estado va a seguir siendo responsable de las cosas o ahora decir eso va a ser hacerle el juego a la derecha? Las fumigaciones, las muertes, el remisero acosador, las mineras, Mercado Libre, el jefe de mierda, las peleas entre vecinos y el transa de la esquina. ¿Qué vamos a decir cuando la sagrada inclusión no alcance ni a incluir a los guachos como excluidos, cuando las salitas no abran, cuando el Misoprostol no llegue, cuando el viaje cada vez dure más, cuando los gendarmes no se vayan, cuando el jefe de calle siga siendo el mismo, cuando las pibas no vuelvan?

¿Vamos a tener un silencio parecido al de la masacre de Once, al de la desaparición de Luciano? ¿Vamos a dejar en el olvido los nombres de las muertes del Indoamericano, la sangre negociada y sucia? ¿Qué vamos a escribir después del 27?

27 de Octubre. Revista Electoral Efímera 

 

Experiencias de vida vs marketing y manipulación (una reflexión post-electoral) // Cora Gamarnik

1- Los medios masivos tienen el poder de instalar temas de agenda, propagar rumores, reforzar opiniones ya establecidas, generar climas sociales y propagar mentiras como datos sociales que luego no son comprobados. Pero no son todopoderosos.

2- No existe una omnipotencia mediática que pueda anular la conciencia social y convencer a los individuos de aceptar indefinidamente opiniones opuestas a sus intereses.

3- La idea de medios omnipotentes ayudó a sembrar desánimo y a deslindar responsabilidades políticas.

4- Tampoco se trata de subestimar las operaciones cada vez más refinadas que proponen nuevas formas de manipulación social. Se trata de estudiarlas y pensar como contrarrestarlas.

5- Nunca hay “interiorización muda” de valores o discursos dominantes siempre existe una compleja red de intereses de clase, deseos, impugnaciones, demandas, historias previas y vínculos sociales.

6- Las experiencias vividas, las redes de socialización, las competencias culturales, las historias familiares, las relaciones laborales o gremiales, las interacciones con otros, lo que vemos en las redes… complementan, median y se interrelacionan con los discursos políticos y mediáticos.

7- Cualquier intento de perpetuación en el poder se enfrenta a rupturas, negociaciones, límites y presiones. Contra el poder siempre surgen fuerzas renovadas, recreadas, defendidas y modificadas.

8- Toda injusticia puede imponerse por un tiempo pero al mismo tiempo es resistida, limitada, alterada, desafiada.

9- La idea de sociedad que tenemos, la idea de justicia, de igualdad, la forma en que vemos a lxs otrxs, la forma en que nos vemos nosotrxs en relación a los otrxs eso es lo que está hoy en disputa.

10- El uso de lógicas publicitarias ejerció sin duda alguna influencia social pero esos discursos se combinaron o se contrapusieron con otras lógicas construidas por muchos y muchas en estos años. Con las luchas políticas de larga tradición, las luchas por los derechos humanos, las luchas de los feminismos, las luchas sindicales, la acción de los medios alternativos que surgieron y/o se sostuvieron a lo largo y ancho del país, las nuevas experiencias sociales, los nuevos y viejos movimientos sociales.

Foto: Bernardino Avila

¿Vos crees? // Luciano Debanne

¿Vos crees que se van a ir así como caballeros victorianos, saludando amablemente a la servidumbre, sacándose el sombrero ante la vecina que los ve irse entre las rosas del jardín contiguo, abordando el carruaje con una última mirada de felicidad, nostalgia y sensación del deber cumplido mientras en el horizonte se pone el sol de un día y aguarda mansamente un nuevo amanecer?
 
No. Se irán a sangre y fuego. Echando sal en los jardines para que no crezca más el césped, ni germine nunca ningún brote nuevo. Se irán destruyendo, como un incendio, todo lo que había. Destruyendo las molduras, arrancando de cuajo las puertas como hicieron los milicos antes de entregar los campos de concentración. Se irán mutilando a los niños y a las niñas, castrando y violando, para dejar su raigambre de miedo y ofensa. Se irán bombardeando las plazas. Se irán robándose las computadoras y los televisores, las lapiceras, y los libros, y la caja chica. Se irán abandonando a su suerte a los olfas, a los lameculos, a los esbirros. Se irán dejando atado a los perros, hambreados y furiosos; para que después soltarlos sea un riesgo, y obligar a quien vienen a la violencia de matar. Van a mear las paredes y a cagar en las alfombras. Y tirarán arena en los tanques de combustible. Y a envenenar los pozos de agua donde abrevan los animales. Van a partir las llaves a medio girar en las cerraduras. Y se van a llevar los vinos buenos de las bodegas del pueblo, para brindar en tierras extranjeras. Van a hacer daño, con saña y maldad.
 
Y los pasquines sin dueños aparentes señalaran el daño, pero no las causas.
 
Y se lamentaran como si las desgracias fueran un castigo del cielo por nuestras acciones. La crisis se ha cobrado nuevos muertos. Hablarán de las condenas que nos caben por ser bárbaros, de la cultura de la violencia, de culpas sin culpables. Y se cuidaran de no pronunciar los nombres de sus socios en el saqueo.
 
No se irán mientras atardece, despidiéndose fraternalmente. Se irán en medio de la noche, con los colmillos chorreando sangre y de fondo el incendio donde arde nuestro dolor.
 
Ojalá sepan los nuestros frenar la barbarie de los civilizados antes de que creamos que nos lo merecemos, que es nuestra la culpa, que tenemos como destino la pena y el terror.

El consumo libera // Diego Valeriano

El escabio, la manija, los abrazos, los Redondos que saturan desde ese auto que rompe Rivadavia y el flaco de Rappi que pasa cantando la marcha a los gritos. Los wasaps urgentes, los emoji de Macri, los posteos y las lágrimas de alegría del viejo sentado en el banco de la peatonal de la estación mientras mira su teléfono. Las guachas que aguantaron las requisas, los verdugueos, las guardias inmundas, las comisarías. Los pibes que saben que no vuelven porque siempre estuvieron, que festejan, que se preparan, que juntan unos pesos para unas birras que vendrán. 

Los redoblantes que suenan a unos pares de cuadras a pesar de la hora, las motos tirando cortes de alegría, las pibas que sueñan que ahora sí y unos guachos corriendo a la rotiseria del gordo a hacerle unos escrachos en la persiana. Lucía que se duerme sonriendo con solo imaginarse el odio que va a tener la señora de la casa que trabaja los lunes en Devoto. Está felicidad piola, este grito desde el fondo de cada barrio, en los pasillos, en las casillas y la certeza que la vida no tiene que ser esto. 

Los bautismos que siempre son de fuego, la barra libre en los 15, los parlantes en la vereda a pesar de este frío y jamás renunciar a lo que se siente. No creer ni en los medios, ni en el mercado, ni en los bancos, ni en las promesas, ni siquiera en quienes votamos. No ser gato de nadie. Saber lo que se sabe, hacer lo que se hace, aprender de las amanecidas. 

Ni orden, ni integración a su mundo, ni obediencia, ni leyes del mercado, ni futuros venturosos. Un presente que sea lindo, fiesta, nuestro, que sea siempre. Capitalismo runfla, insurrección, desacato, desfachatez y segundeo. El consumo libera como única forma de pelearla todos los días, de revelarse, de querer vivir, geder, ser vagancia. Como única forma de vivir una vida anti ortiba.

El hater que vota a Macri // Diego Valeriano

Quiere pibes chorros muertos, desea su sangre, la necesita, festeja linchamientos. También quiere llegar a su casa un poco más temprano alguna vez. Viaja dos horas al laburo y le quema la cabeza que esos villeros escuchen cumbia sin auriculares en el tren. Vomita odio en twitter, en facebook, en la cola del Rapipago, contra quienes se la pasan marchando, contra los que no trabajan, contra quienes tienen tiempo para cosas que él no tiene. Manda porno al grupo de fútbol y se pelea con la hija porque usa esos shores así de clavados. 

Postea homenaje cuando pierde un policía, es malvinero y le gustaría tener un fierro en la casa. Putea solo en el auto camino a comprar falopa a lo del peruano mientras escucha en la radio a Baby. Vigila que la mina que limpia en la casa no se afane el Cif, y reconoce que a pesar de todo los bolivianos son re trabajadores.  

Aunque no esté en contra del aborto, es pañuelo celeste. Pañuelo celeste afectivo, como otra forma de decir hombre, como otra forma de decir basta. Como forma de contrarrestar a quienes lo humillan. Como otra forma de gritar su desprecio a los dueños de la comunicación.

Está mal de guita, pero lo estuvo siempre. Electrodoméstico más electrodoméstico menos, siempre todo siempre fue un garrón. Vida garrón, viaje garrón, laburo garrón, barrio garrón. Es Uber para llegar a fin de mes y no puede creer cómo escabian las pibas de hoy. 

Vota a Macri convencido de lo que no quiere ser. Lleno de hartazgo de que lo roben, lo maltraten, lo humillen, lo ninguneen. Vota a Macri con la esperanza no ya de que mejore su vida, sino más bien de que no se la hagan tan fácil a los demás. 

La Tinta 

Imagen: Colectivo Manifiesto

 

Escribir contra Macri // Luciano Debanne

Nuevamente ha llegado la hora.

Éste es un llamado a todos los escritores, a todas las escritoras, a todas las escrituras: a quienes trabajan los textos como piezas de relojería hipnótica para admirar y fascinarse; a quienes tipean textos que asedian; a quienes vomitan textos monstruosos e infames, desordenados y pantangruelicos. A los ignotos y los consagrados, a los profesionales y los aficionados.

Ha llegado la hora de escribir contra Macri.

Les ha llegado la hora.Es el tiempo de prestar las palabras que les fueron dadas. Tiempo de nombrar.

Hay una demanda, una tarea, una necesidad, transitando las calles, flotando en los balcones y los ranchos acobachados en el monte, arremolinándose en las esquinas. Nació el derecho a contar con las palabras justas para poder decir lo que pasa. Es la hora de los escritos de barricada, de las metáforas accesibles, de los textos escritos para quienes no saben leer. 

Es tiempo de escribir sin obviedades pero sin vanidad. Sin medias tintas ni titubeos. Tomen las palabras por su empuñadura, desentierrenlas, y vengan en auxilio de los demás. Urge su presencia.

Ha llegado la hora de nombrar lo aún innombrable. Lo indecible. De detallar el horror, la miseria, la crueldad y la pena. De fortalecer la alegría y apuntalar la esperanza. De predecir lo inminente. De develar.

Ha llegado la hora de escribir contra Macri.

Es suya la tarea, escribidoras, escribidores, es suya. El futuro se juega en cada renglón.

Transitamos la incertidumbre. Está en juego el poder de decir, de señalar, de describir, de elegir los adjetivos. Está en juego la realidad.

Les exigimos que no nos libren al silencio, que no nos abandonen a la suerte de los predictivos y las enciclopedias usadas, a las explicaciones de los panelistas y las columnistas de televisión. Les exigimos que no nos obliguen a fotocopiar textos viejos. 

Elijan el género como se eligen las armas para el duelo, escriban ahí donde se sientan mejor. Pero no renuncien, no abandonen la tarea, no huyan. No sean mezquinos, ni objetivos, ni cobardes, ni ajenos.

Es tiempo de ejercer el oficio como se ejerce la vida; como si todo dependiera del próximo respiro, del próximo latido, como si todo fuera a condición de querer estar vivo.

Ha llegado la hora de escribir contra Macri. Si no lo hace ustedes, otros, ellos, escribirán. Tomarán las palabras y ocuparán el lugar.

Este es un pedido desesperado, un ruego, una súplica, un rezo; una órden a la que nos autoriza el mutuo amor.

Ocupen su lugar en la trinchera, porque hay otras manos haciendo otras cosas también, cosas imprescindibles. A ustedes les toca ésta: escriban, escriban contra Macri, como se dispara un fusil o se cava el surco que detendrá la embestida del agua o del fuego.

Escriban con premura, con certeza, con desesperación.

Escriban contra Macri en todos los idiomas, en todos los dialectos, en todas las formas que les dicte el corazón.

El macho que el odio necesita // Diego Valeriano

Los políticos que van y vienen. Sin códigos, sin palabra, sin tiempo. Las que trabajan de piqueteras, los que consiguen ser planta en la Muni, los punteros y las que viven de la política. Las frustraciones, los fracasos, las tristezas. Vivir humillada, desprotegida, sin nadie que te tenga en cuenta nunca. Este gobierno de mierda y el anterior y el otro. Chetos, mentirosos, millonarias, sobreactuaciones y mafiosos. Ese odio que es vómito y la bronca a Nancy que paga casi nada por el departamento que le dio el gobierno. Viajar, sufrir, viajar, morir en Miserere cada día y el kiosco de la estación que no tiene carga para la SUBE. No poder reírse por temor al reto, sacar la bolsa de basura con miedo a perder, ir a buscar a la nena a la parada, aunque sean las diez de la mañana, y que la casita cada vez valga menos por la gente que se vino al barrio. Trabajar para no llegar ni a principio de mes, mulear, ser correcto, cumplir las normas. Seguir adelante sin que nadie te regale nada, bajar del bondi después de Irigoyen y ser pollo cada vez. Los guachos que poronguean, las pibas, la peruana de la otra cuadra, el santiagueño de tu jefe, la música fuerte jueves, viernes, sábado hasta el domingo que sale de la casa de los paraguas de adelante, y los derechos humanos de los delincuentes. La vagancia en la esquina que te hace rodear la manzana. Los panelistas sabelotodo de la tele que gritan algo que no pasa. Las marchas por todo. Los cortes, las banderas, los piqueteros que suben en Morón meta cumbia y escabio. La absoluta soledad, la ambulancia del SAME que siempre llega tarde, la policía que hace lo que puede y rogar que si una moto se escucha en la noche sea un delivery. Sentir la humillación, sentir cómo te humillan y una causa abierta por la mamá de Brian que salta cada vez que no lo necesitás. Sentir que todo se esfuma, que nunca te salga una, sentir la soledad explotada de esta vida de mierda, sentir el vino malo cada mañana. Sentir que nadie entiende, que nadie te ayuda, que nada de lo que hagas tiene sentido. Que tus valores, esos que aprendiste en tu casa, no sirven para nada. Sentir odio, saborearlo.  Esperar paciente y resentido que toque alguna vez.

06/13/2019

Nunca van a ser bandera // Diego Valeriano

Nunca van a ser bandera, mural, canción. Pero si tal vez esperanza cruel, promesa de venganza, pedido de auxilio en medio de todo esto. Nunca van a ser pintada, tatuaje, ni remera. Pero si grito de guerra en medio de un linchamiento, pedido de justicia por parte de una madre que no puede más, ilusión silenciosa de que pase algo cuando los guachos que te chorearon pasan por tu cuadra.

Esperanza de ortiba, murmullo desde patrullero, dientes apretados de doña que ya ni sale cuando baja el sol y espía por la rendija de la persiana. Trabajar, viajar, ir y volver. El UBER que no entra, el remis que no llega. El Sarmiento, las cuadras hasta la estación, el bondi que no para, el agua que no baja. Un suicidio y quedar varados sin tiempo en Ramos o Haedo, los piqueteros que suben en Morón meta escabio y cumbia. Los robos en la parada del 238 y una soledad aplastante.

Nunca grito de libertad, pero si de odio.  Resentimiento por como empeoro todo, como cada vez es peor. Odio sin saber, pero sabiendo bien, sabiendo todo, entendiendo todo. Asco a los que viven de la política. No quiere chamuyos, ni cuentitos, ni que le explican más nada. Odio por saber bien cuál es el arreglo de la del merendero con la comida y los planes, saber  como Juan pegó un cargo, se fue del barrio y se puso brackets. Odio a los dirigentes que siempre tienen tiempo para estar frente a las cámaras cuando la mayoría no tiene tiempo ni de mirar tele.

Odio a los retos, a las explicaciones, a los posteos de su sobrina, a que le cambien las palabras, a la imposibilidad de decir, a la prepotencia de algunas pibas, a quedarse unos pares de horas más sin cobrar horas extras. Odia que ya ni lo entiendan, estar en falta eterna, que cada día sea peor.

Ni consigna, ni memoria, ni nombre de un barrio de casitas todas iguales. Ni abuelas, ni madres, ni compañeros detenidos desaparecidos, ni posteo de nenita con el pañuelo verde y los dedos en V. Ni todo es política. Volver a un tiempo mejor donde todo era como debía ser. Vitalidad potente de lo que sí pasa, comprensión de todos los garrones diarios, soluciones mágicas, varoniles y crueles frente a muchos años de una vida horrible.

La Tinta. 

El futuro prefiere lo inestable // Diego Sztulwark

I

La única novedad relevante de la coyuntura política argentina del último tiempo es el fracaso del gobierno en su intento de implementar a fondo su programa económico y en concitar adhesiones a tales fines. Ni la candidatura de Cristina ni la de Lavagna se explican fuera de ese contexto. El fracaso es de tal magnitud que no bastaría con un mero cambio de candidato para sostener el peso muerto de su programa inviable. Siendo esta la variable principal de la situación, sería útil intentar darle una explicación propiamente política, es decir, capaz de dar cuenta de las causas de este fenómeno y del juego de poder que este debilitamiento abre.   

Así como el gobierno de Cristina dejó de controlar las prinicipales variables políticas en 2013 (luego de las presidenciales de 2011, aquel célebre 54%, el kirchnerismo perdió todas las elecciones: 2013, 2015, 2017), el de Macri fue derrotado en 2017, meses después de haber sorteado sin dificultades las elecciones parlamentarias de medio término. Mientras aún se escrutaban los votos, el gobierno anunció un ciclo de “reformas permanentes” cuya marcha debió detenerse en unas pocas semanas. A partir de allí, todas fueron malas noticias para el gobierno: el incremento constante y efectivo de la movilización popular, con un radicalización máxima en diciembre de ese mismo año; la restricción del crédito externo por exceso de endeudamiento para financiar su política “gradualista”; su condición de minoría parlamentaria, que si bien se moderó algo con las elecciones de octubre, quedó agravada en la medida en que su propia debilidad política le meguó parte del apoyo incondicional que parte importante del peronismo le había concedido desde un inicio; las corridas cambiarias iniciadas en 2018; y el malestar que produjo en grupos empresarios su torpe manejo de la causa de los cuadernos.

Esta coyuntura condujo al gobierno a considerar, durante el transcurso de 2018, una serie de acuerdos económicos con el FMI de naturaleza eminentemente política. Visto desde el punto de vista del gobierno, los acuerdos son una fuente de poder y de legitimidad indispensables para sostener un gobierno que no encuentra apoyos suficientes dentro de las ofuscadas coordenadas de la política nacional. Se trata de una operación eminentemente política: un acuerdo con los EE.UU. (verdadera autoridad de control del FMI) con el fin de contener descontento al conjunto de las clases y de los grupos locales, con el objetivo de ganar tiempo para llegar a las próximas elecciones presidenciales.  

 

II

La lectura del diario La Nación no deja de ser un ejercicio fértil a la hora de hallar confesiones de clase. El mismo día en que el gobierno presentaba su plan de precios cuidados, Morales Solá advertía que “el dilema fundamental del Presidente sigue siendo el mismo: o hace lo que tiene que hacer o se dedica a ganar las elecciones». No es fácil encontrar frases tan transparentes para explicar lo que se quiere decir cuando se enuncia que democracia y ajuste son incompatibles. En ese mismo artículo, el columnista aclara que “obviamente, los anuncios fueron negociados con el Fondo Monetario Internacional. Es imposible suponer que se tomarán decisiones económicas, en el actual estado de la economía argentina, sin consultar antes con las autoridades del Fondo”. Por reconfortante que pueda ser verificar de modo tan nítido lo que los discursos críticos venían advirtiendo, el cuadro de conjunto es demasiado frustrante. Ni siquiera quienes defienden al gobierno de Cambiemos procuran disfrazar este humillante estado de cosas.

Ya sin pudor, el columnista emblema de la derecha argentina expresa sin tapujos las mortificaciones que hasta ahora se murmuraban en voz baja: «¿Qué sucedería con la economía si Cristina le ganara a Macri por unos pocos puntos en las primarias de agosto?”. Y es que es cierto: el fracaso del programa de Macri colocó a Cristina Fernández de Kirchner en un lugar expectante, al que tal vez no habría llegado por otros medios, sobre todo si se considera que ella resultó fuertemente debilitada después de la derrota electoral del FpV en 2015. Fue acusada de casos de corrupción; su fuerza nacional se dispersó de modo notable –buena parte de los legisladores que accedieron al parlamento por las listas del Frente para la Victoria votaron las peores leyes de Macri–, lo que quedó del kirchnerismo no jugó un papel estratégico de dirección de la resistencia al programa de Macri durante los años 2015-2017; y durante 2017 tampoco demostró una suficiente potencia electoral propia en casi ningún lugar del país.

Cristina Fernández de Kirchner queda instalada en una situación nueva a expensas del fracaso de Macri: ya no es la jefa de una poderosa fuerza nacional, pero en cambio se está convirtiendo de a poco en la candidata preferida por cuadros políticos no kirchneristas que han protagonizado luchas del último tiempo y, sobre todo, de segmentos mayoritarios del peronismo, de una parte considerable de la iglesia católica y de extensos sectores de la población perjudicados por el programa de Macri. Lo cierto es que, según todas las encuestas, el electorado está crecientemente dominado por corrientes de opinión securitistas, punitivistas y conservadoras, lo cual constituye un verdadero límite para una candidatura de CFK. Esta última esperanza lo lleva a Morales Solá a concluir que “el único estímulo que le queda a Macri es que es él quien controla el Estado”. ¿Para qué lo usará?

 

III

También Carlos Pagni ha confesado sus deseos. El analista estrella de La Nación escribió días atrás que “la relación con el Fondo es el gran trauma de la disputa electoral. También mortifica a Cristina Kirchner. Ella sabe que, en caso de regresar a la Casa de Gobierno, no podrá romper ese contrato. Aquí está el problema: mantenerlo la obligaría a encarar reformas, para sus seguidores, inconcebibles: laboral, previsional, tributaria. Recuerdos de su amigo el griego Alexis Tsipras, que en 2015 ganó un referéndum rechazando un acuerdo con la Unión Europea y el Fondo, pero debió resignarse a pactar un plan de ajuste peor que el repudiado por el pueblo”. Esta comparación entre Argentina y Grecia, que puede ser cuestionada desde varios ángulos, permite verificar, sin embargo, los principales datos del análisis político y aprender algo sobre el funcionamiento de los deseos de los más reflexivos analistas de la derecha.

Por un lado, Pagni reconoce implícitamente que la Argentina es, como Grecia, un país recorrido por luchas y resistencias que tiende a repudiar los planes de ajuste. Viniendo de donde viene, esta admisión resulta significativa: en nuestro país, las clases dominantes no alcanzan a contener con recursos nacional-democráticos los desbordes y resistencias de las demás clases y grupos sociales, y tienden a recurrir a instancias financieras trasnacionales para frenarlas. El acuerdo con el Fondo es un cerrojo político proyectado hacia el futuro y no solo un salvataje económico ante una crisis inminente. Por otro lado, añade al análisis sus propios deseos al señalar que el acuerdo con el Fondo es, ante todo y como sucedió con Grecia, un dispositivo de control irrecusable: “Grecia es una advertencia”, señala. La lección de Pagni es la siguiente: la derrota de Alexis Tsipras se debió a la falta de apoyo de las masas europeas, y no hay un liderazgo político antineoliberal que pueda quebrar el dispositivo político de las finanzas globales en el marco de la movilización del espacio nacional. Gobierne quien gobierne, sugiere, será el FMI quien imponga sus condiciones. 

Finalmente, el texto de Pagni describe una situación que anticipa escenarios desde ya dificiles de administrar. La evolución política que se deriva de su análisis conduce bien a una crisis del precario equilibro actual vía explosión de variables económicas, o bien al desastre social vía implosión, hipótesis utópica del conservadurismo de un disciplinamiento colectivo pocas veces visto, que legitime sin más el poder de mando del FMI.

 

IV

Hay quienes piensan que un gobierno de CFK podría ensayar una opción intermedia. En un reciente artículo, el economista Claudio Katz explica en qué consistiría la apuesta de algunos economistas kirchneristas frente a una renegociación con el FMI, y expone las razones por las que la considera inviable.

http://contrahegemoniaweb.com.ar/argentina-mas-grave-que-grecia-y-lejos-de-portugal/?fbclid=IwAR0QnOhfk_JPc6glLEk66NI19bSEl6MejCWcjLgFO8iY7WSRG8DFmR_ZHU0

Hace unos días, un amigo bien informado advertía, al igual que Katz, que el kirchnerismo no está pensando en una radicalización desde arriba para ganar autonomía política frente al Fondo, y proponía un escenario que considera tan dificil como deseable: «El esquema para mí más interesante es que, al mismo tiempo que Cristina hace su trabajo por arriba, emerja una nueva capacidad de movilización social que presione para modificar los términos del poder aquí adentro, en un sentido democratizador. Allí depende de nuevos sujetos, como el feminismo y otros, que no subordinen todo su potencial y su estrategia a investir a Cristina de legitimidad, sino que abran el horizonte de otra manera”.

Una plaza con esta composición es casi inimaginable, tanto por lo inédito (sería una plaza que no brinda apoyo, sino que exige; que no delega poderes, sino que los exhibe; ¿quiénes serían los convocantes?) como por lo incierto de sus consecuencias (¿Hay en el peronismo y/o en el kirchnerismo en el poder alguna disposición a recrear liderazgos de abajo hacia arriba? La falta de antecedentes no resulta auspiciosa.). El realismo político enseña a no hacerse ilusiones. Hace unos días, una amiga me envió una cita de Robert Musil que me viene a la mente cada vez que se habla de la proximidad de las elecciones de agosto: “En lo inestable tiene el futuro más posibilidades que en lo estable”.

 

Síndrome de Estocolmo // Diego Valeriano

Adriana empieza el día temprano, toma unos mates con Alejandro antes que él salga para el laburo y le cuenta que va a venir Mauricio. Adriana es una traidora y Alejandro, ay Alejandro. La única que zafa es la nenita, ella no traiciona, no es cómplice, no habla de transparencia, ni se come las giladas de la madre. La pibita mira con esos ojos enormes a Macri, lo mira como miran las nenas que saben todo  y por eso en mitad del video la sacan.

Adriana justifica, comprende, banca en esta etapa. Banca porque entiende, banca frente a todos, banca en soledad. Banca aunque en las torres más tarde los guachos le van a gritar cosas, aunque escriban su nombre y el de Macri en las puertas de los ascensores y le dibujen una pija, aunque casi nadie le diga de manera cómplice “te vi con el presi”. Aunque los memes sean demoledores y no pueda entrar al Face por unos días.

Muchos dicen que hace de extra, que le pagan, que le dan algo a cambio. Pero no, ella cree realmente, cree que el país necesita esto para salir adelante, cree con el corazón. Con ese corazón ortiba que desde chiquita hizo que sea buena alumna, que haga las cosas como corresponden, como deben ser. Que le hizo saber que nadie le va a regalar nada y que para todo hay que esforzarse.

Banca fuerte y le hace bajar la mirada a Alejandro que ya no banca, que ya no puede más y  que sabe la gastada que se va a comer en el laburo más tarde.

Necesitamos un traductor para entender lo que dicen // Luciano Debanne, Diego Valeriano

Un traductor wacho-gato, laburante-gato, vieja-gato, piba-gato, indio-gato, pobre-gato, contador que antes tenía veinte clientes buenos y ahora sale a asesorar monotributistas que quieren darse de baja-gato.

Un intérprete para picarle el boleto, para saber de qué carajo están hablando cuando dicen lo que dicen. A quién le hablan, de qué se ríen, por qué modulan así. Para saber por qué no hablan ni argentino, ni peruano, ni uruguayo. Por qué los excita tanto la nobleza.

Necesitamos un traductor para entender las razones de los que los siguen defendiendo, para interpretar a Tetaz, al gordo de la rotisería que está por cerrar pero insiste con que quiere un país en serio para sus nietos. Necesitamos un traductor que nos diga por qué festejan el asesinato de un pibe. La gendarmería, la persecución, las entrevistas obsecuentes en la radio y la televisión.

Un traductor para que sepamos cómo decirles que se vayan a la mierda, que los odiamos, que son la puta oligarquía, la gorra, el padrastro violador, el patrullero en la entrada del barrio, gendarmería en el sur y en las rutas y en las terminales de bondi, la vieja imbécil y porteña con su cartel y su cartera, el caretaje, el virrey escapándose a Córdoba para que no lo fusilen. Son Córdoba y los curas rosqueando una contrarrevolución.

Un intérprete que les transmita que queremos mandarlos al carajo, para que lo entiendan. Fuerte y claro. Un traductor que nos diga cómo se dicen las puteadas, mientras nos cagamos de risa, de su modo de hablar, y de su poder, y su incapacidad para ranchar rápido y bien.

Necesitamos un traductor cura villero-piba que muere por un aborto, jetón con pechera-doña que moviliza por el bolsón, feminista cheta-piba que baja del bondi picana en mano, posteador progre de capital y wifi-cagado de hambre del interior, militante consignero del partido-indio al que no recibe ningún gobernador, despolitizado anarco cool-enfermo pobre de VIH, sindicato-trava del parque.

Mina-vago, vieja-wacho, progre-pobre, militante-despolitizado, opinadores bien intencionados-cagados de odio porque ya estoy harto, todos me cagaron siempre, esto no da para más, que se vayan todos a la mierda, chabón

Necesitamos un intérprete que nos dé una mano, porque tampoco alcanza con compartir la lengua si no se comparte el sabor.

Justicia reconoce el asesinato de Rafael Nahuel como una violación a los derechos humanos

La apelación del organismo de derechos humanos barilochense había sido rechazada por el juez federal Gustavo Villanueva, quien entendió que los hechos investigados no revestían una violación de los derechos humanos como para permitir dicha participación.

Sin embargo, la Cámara Federal de Apelaciones de Roca interpretó que el asesinato del joven mapuche puede encuadrarse bajo esa figura y dio crédito al planteo de la APDH que, en base a fallos de Argentina de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, sostuvo “la importancia de la participación de los organismos de derechos humanos, en causas en las que los órganos represivos del Estado son investigados como en el caso de Rafael Nahuel”. En ese hecho “su muerte se produce como resultado de un operativo represivo de las fuerzas de seguridad, donde se analiza el contexto de la represión a un grupo mapuche en el marco de una protesta social, el uso desproporcionado de la fuerza y el homicidio por la espalda del joven”.

De esta manera, la Cámara Federal citando jurisprudencia de la Corte Internacional entendió que la prohibición de ejecuciones extrajudiciales que señala el Derecho Internacional es una “grave violación de los derechos humanos”.

Para el Tribunal “hay un hecho no controvertido en la causa que es la muerte de un joven civil a raíz de un disparo de arma de fuego y la presencia en el lugar -lo que predica sobre su posible involucramiento en ese hecho- de integrantes de una fuerza de seguridad estatal”.

La presentación de la APDH fue realizada por su representante legal, Sebastián Feudal.

Con este fallo de la Cámara Federal no sólo los padres de Rafael Nahuel querellarán en la causa, sino también la APDH de Bariloche.

Para ese organismo el asesinato del joven mapuche fue “un homicidio agravado por alevosía y odio racial”, y debe actuarse “tanto contra los autores materiales como contra los instigadores y responsables del procedimiento represivo que culminara con dicha muerte”.

 

  enestosdías 

18/03/2019

 

Devenir ortibas // Diego Valeriano

Lo que saben estos tipos. Eso que saben, que siempre supieron, que ahora lo saben un poquito más. Eso de ser contrarrevolucionarios aun sin revoluciones, de ser el puño de los que no dan más de llevar la vida que llevan, de ser venganza, ley del talión, orden. De  ser llanto hecho odio, hartazgo. Eso de devenir ortibas, patrullero, 911.

Ellos saben chasquear los dedos y listo. Saben sentirse deseados, admirados, temidos. Esa manija que tienen, esa sed, ese hambre voraz aunque recién comieron. Eso de saber que son los putos amos.

Esa amistad tan de ellos, esos silencios cómplices, esas obviedades que ni se dicen, esos whiskies en la terraza mientras Michelle y Juliana charlan adentro. Esas putas por venir una vez que ellas duerman. Ese tipo de deseo, de dominación, de crueldad necesaria. Esa satisfacción tan de ellos.

Esa manija, esa envidia casi mutua, esa admiración fingida. Está foto. Esa manera tan propia, ese orgullo de clase. Ese saber que cada uno pudo, que tuvieron el valor suficiente, que a pesar de todo son distintos, valientes, certeros. Que dicen lo que siempre escucharon, lo que otros no se animaron. Lo que aprendieron de chiquitos en esas escuelas llenas de caretas que necesitan de hombres como ellos para dormir bien.

Ellos saben lo que significan, saben lo que hay en juego. Una esperanza, una ilusión, una moneda que da vuelta en el aire. Se dicen ni un paso atrás, se envalentonan, se dan ánimo, se hacen chistes. Aunque no lo quieran se necesitan.

Que bajen la edad de la imputabilidad // Diego Valeriano

Que bajen la edad de la imputabilidad, total qué les importa, ellos se la aguantan y se plantan. Total si tienen que tirar, tiran ¿o alguien cree que los guachos quieren ser guachines? Que la bajen a 15, a 12, a nada.

Que hagan encuestas, que le pregunten al gordo de la rotisería, a la doña detrás de las rejas. Que bajen la edad a nada si eso los alegra, total la guerra es cuerpo a cuerpo y la vida no vale ni un tantito así. Que se ortiben más todavía, que el odio los ponga manija y que la crueldad los mantenga vivos.

Que opinen las trabajadoras sociales, los psicólogos, las educadoras, los militantes. Que posteen urgente, total ya les recabió. Que eduquen a los educables, a las que aceptan las consignas. Que se lamenten por las que no vienen, que pregunten por Joel. Que hagan rondas, juegos, giladas. Que no paren de aburrirse en esos talleres que paga Desarrollo. Que hagan la parte que les corresponde.

Que sepan que cada bala tiene nombre, que la noche no se rompe sola, que los murales son memoria piola, que las lágrimas tatuadas no se borran. Que sepan que estamos en guerra hace una banda de años y que hay novias que envejecen recorriendo comisarías y juzgados.

Que sepan que amor es arrancar, que los bautismos solo son de fuego y que ningún pibe espera nada de la letra muerta. Que se aviven que el futuro no es estudiar, ni volantear disfrazado de Mickey, ni juntar el pis de las viejas, ni cuidar nenas que odian.

Que sepamos que 15 o 16 es lo mismo, casi lo mismo, casi siempre lo mismo, y más aún cuando se cruzan con un patrullero en alguna noche sin luna.

Habrá sangre en las calles, sangre mezclándose sin discriminar // Luciano Debanne

Hay un delicado equilibrio de la violencia.

Rara vez es a todo y nada. Rara vez vale todo aunque te quieran vender lo contrario las señales de cable que tienen ESPN.

Hay un equilibrio precario de hasta donde se puede y hasta donde no. Un equilibrio que está hecho de reglas no dichas, cambiantes, prácticas, tensas, reglas que no se basan en la justicia sino en el poder.

Hay un equilibrio en el ejercicio de la violencia. Un hasta acá da, y un te fuiste al orto, eso no se puede, cruzaste una raya.

Eso no quiere decir que la violencia se ejerza solo dentro de esos límites, sino que esos límites son fronteras: afuera de eso la barbarie, lo inhumano, lo indecible públicamente.

Esos límites son simbólicos, en un sentido no blandito del término, en un sentido bien malevo, bien de te cae la furia social si cruzas la frontera. Furia posta. Pura irracionalidad.

Esos límites simbólicos, son los límites de lo razonable.

Como en toda disputa los que tienen el poder de golpear más duro, son los que tiene mayor capacidad de marcar la cancha, de poner las reglas. Después ganar el partido es otra cosa, pero si jugas de local y con tus reglas vas con ventaja.

El Estado Nacional ha decidido que disparar sin mirar a quién está dentro de lo razonable. Ha corrido los límites de lo irracional mucho más allá.

Quiénes resisten, ATR y de caño, juegan también con esas reglas. En una cancha nueva y con reglas nuevas. Condiciones peores si uno lo mira desde los derechos y las posibilidades de felicidad colectiva.

El equilibrio de la violencia ahora requiere más muertos, más balas, más furia, más víctimas.

Han desatado una balacera, han soltado a los perros de la muerte, han roto aún más lo que tenías que arreglar.

Habrá sangre en las calles, sangre mezclándose sin discriminar.

¿Cuánto menos vale una vida a partir de ahora? // Diego Valeriano

¿Cómo van a festejar el primer guacho muerto por la espalda? ¿Bocinazo, twitazo, posteo en facebook? ¿Cómo será de grande la sonrisa del gordo de la rotisería cuando la tele muestre la imagen de otro pibe muerto? ¿Qué dirán Macri, Bullrich, la mujer que limpia en tu casa? ¿Qué homenaje recibirá el que puso rodilla en tierra, apuntó y le metió tres balazos a uno que corría? ¿Cuántos abrazos le darán? ¿Qué tipo de alivio especial sentirá ahora que puede, ahora que sabe que lo bancan, ahora que no está nunca más solo?

¿Cómo se festeja cuando se cumple un deseo tan enorme? ¿Cómo contienen las lágrimas los que sienten que ya es tarde? ¿Cómo será el grito furioso del chabon de la camioneta para que el rati tire? ¿Cómo será tu silencio? ¿Cómo es ahora la angustia de una madre que sabe que el próximo es su hijo? ¿Cuánto llorarán las novias de los chorros? ¿Cómo se rompe una noche entera por Rivadavia sabiendo que ahora sí, que ahora hay que tirar primero?

¿Qué sabe Pato que nosotros ni sabemos? ¿Huele la sed de venganza de las que odian con motivo, de los que odian por odiar, de los que solo quieren llegar a su casa, entrar el auto, acostarse y odiar? ¿Sabe que la guita ya no alcanza, que el bondi ya ni pasa, que una moto en el medio de la noche te paraliza el alma entera? Sabe que entrar y salir de madrugada es tan garrón como quedarse, como mirar el teléfono, como escuchar la radio, como los celos, cómo mirar Netflix

¿Cuánto menos vale una vida a partir de ahora? Ahora que la guerra es más manija, que los vigilantes cumplen sus mejores pesadillas, que ser piba es un peligro. Ahora que la orden ya está dada, que los ortibas hoy son más ortibas, que los guachos son más guachos y que siempre te pueden matar de toque.

¿Por qué lloran los chetos? // Diego Valeriano

Lloran por perder un vuelo, porque las apuran unas turras en la calle, porque no consiguen la receta para el Rovitril y no dan más de los nervios. Porque yendo para Pilar se perdieron en Derqui. Lloran con el llanto de los Pumas, con un atentado en París, con el posteo de unos perros, con la alegría de Maxima. Lloran cuando miran por la tele el esfuerzo de unos guachines que van a la escuela, trabajan y no roban.

Lloran de terror por la calle iracunda, porque vuelan piedrazos sin destino, porque la infantería retrocede y no saben cómo volver a casa. Lloran con los gases que no eran para ellos. Lloran en la combi mirando una serie, porque lo dejan por Instagram, porque Tomi no entiende el esfuerzo que hacemos para que estudie. Llora desesperada en la cocina porque faltó la chica que ayuda y hoy viene gente.

Lloran porque las expensas aumentaron y se van a tener que ir del barrio. Porque se les escurre lo que no son, por el esfuerzo de simular, porque siempre hay grietas que inundan todo en las vidas planificadas. Lloran por la pura suerte de esta vida, porque el cáncer es parejo, porque a Delfi le gusta coger con unos guachos ATR, porque a sus hijos ahora los denuncian. Lloran todos desesperados porque a papá le dio un ACV y no saben dónde está la caja.

Llora porque ya imagina la foto, porque cumplió su sueño, porque ya es mucho más que Franco, porque nos recabio. Porque sabe que va a ganar de vuelta.

Llora de emoción porque se ríe de nosotros. Porque no puede creer a donde llegó, él que de chico era un pancho, él que apenas podía modular, él que ni jugaba al rugby, él que casi siempre fue segundo. Llora por estar así, con sus ojos claros cargados de emoción, con su pinta y su mujer divina, bien cheto en el palco de este mundo.

¿A qué suena G20? // Luciano Debanne y Diego Valeriano.

Suena a comando especial de ratis, a lubricentro en Merlo, a juego de la Play, a teléfono cheto, a raperos que caretean lo que no son, a nombre de banda de cuarteto que no va a triunfar porque son unos amargos. A droga de diseño. Suena a ortiba, a miedo, a que deciden por vos, por tus amigas, a que te siguen choreando horas de vida, a que te dejan afuera. Suena a almuerzo  careta con entrada, plato principal y postre.

Suena a batalla naval, ajedrez de ciegos, código del topo, a banda pop. Suena a grupo piquetero del 2001, a team de motos en el Dakar, a boliche que te obliga a ir de zapatos. A distopía. Suena a verso, a que te están cagando a mentiras, a que esconden algo, a que te van a dormir. A unidad básica, a marcha con coreografía, bandera y pechera. A la multiplicidad de puntos orgásmicos

Suena a gato de los poderosos, a lava tupper de este pabellón de ricos, a entangarse. A cosa de afuera, a ciencia ficción, a venezolano glover buscando en los monoblocks un depto que no existe. Suena a parcela de cementerio parque, a perfume de free shop, a hashtag de alguna boludez, a igualar feminista con ajustadora exitosa. A tristeza de doña porque su hijo está en Marcos Paz por infringir  la 23737, artículo tanto, inciso G20.

Suena a tropas extranjeras entrado lo más careta por el patio de tu casa. A lejanía, a traición, a entrega, a deuda, a arruina guacho, a macho.  

A todas las cosas de mierda de este mundo. Suena a que te la van a poner de prepo, a que te vas a cagar de odio, pero todavía no te diste cuenta.

Milagro Sala: mil días presa sin condena // COSECHA ROJA

El operativo policial estuvo comandado por el ministro de Seguridad de Jujuy Ekel Meyer. El 16 de enero de 2016, a un mes de la asunción de Gerardo Morales como gobernador, la policía entró a la casa de Milagro Sala, en el barrio Cuyaya, en la capital provincial. La detuvieron por participar en un acampe frente a la sede de la gobernación. Cuando se vencía el plazo para mantenerla en prisión, apareció una nueva denuncia. En pocos meses la diputada del Parlasur, líder de una organización de más de 150 mil miembros y principal opositora de Morales, fue acusada en 17 causas. Hoy Milagro cumplió mil días presa sin condena.

“Son mil días en que el nivel de hostigamiento legó a alcanzar niveles inauditos”, dijo hoy la abogada Elizabeth Gómez Alcorta a El Destape Radio. “Milagro no está presa por nada que haya hecho. Está presa por razones políticas y para dar gobernabilidad”.

“Si hubiera sido servil al poder y a Gerardo Morales hoy estaría en libertad”, dijo esta mañana la dirigente social en El Destape Radio. ”Mi encarcelamiento es una vergüenza nacional”.

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Milagro no sabe dónde nació. Le contaron que alguien la llevó a un hospital y una de las enfermeras se hizo cargo de ella. A los 14 años se enteró de que era adoptada, se peleó con su madre y abandonó la casa familiar. Durante un tiempo vivió en la calle. Sobrevivió lustrando zapatos.

Años después conoció a su mentor, Fernando “Nando” Acosta, referente de ATE en Jujuy. Juntos, en pleno auge de las políticas neoliberales de la década del ’90, encabezaron marchas, organizaron escraches y se enfrentaron con la policía. A principios de 2000 acordaron que él seguiría al frente del sindicato de estatales y ella fundaría un movimiento social: la Túpac Amaru.

Sólo en Jujuy, la organización llegó a tener 70 mil afiliados, creó fuentes de trabajo para 4600 personas, construyó 8 mil viviendas, 23 polideportivos con piletas de natación, cuatro escuelas y centros de salud y recreación.

El día que su enemigo político ganó las elecciones en Jujuy, Milagro supo que iría contra ella: “Morales me va a meter presa”, le contó a una periodista en una habitación de hotel en su último viaje a Buenos Aires.

***

Pocos días después de la asunción de Morales, la Legislatura provincial aprobó la ampliación del Superior Tribunal de Justicia de cinco a nueve integrantes. Una maniobra perfecta: dos diputados radicales que votaron el proyecto de ampliación se convirtieron automáticamente en ministros del Superior Tribunal. También fueron designados un ex diputado radical y una abogada cercana al gobernador.

Después de colonizar el Poder Judicial el gobernador avanzó contra su principal opositora. El 16 de enero de 2016 Milagro Sala se convirtió en la primera presa política del macrismo. La justicia jujeña ordenó su detención por participar de un acampe frente a la Gobernación. A los quince días, ordenó su libertad y también la prisión preventiva en otra causa. Actualmente tiene 17 expedientes abiertos en su contra que van desde asociación ilícita hasta amenazas. Otras dos denuncias se cayeron por falta de pruebas.

Naciones Unidas (ONU), la Organización de Estados Americanos (OEA), la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), Amnesty International (AI) y otros organismos nacionales e internacionales sostuvieron que su detención es arbitraria y reclamaron su inmediata libertad.

Milagro cumplió mil días con prisión preventiva. Tiene una única condena en su contra que todavía no está firme: tres años de prisión en suspenso por un escrache en 2009 contra el entonces senador Morales como supuesta autora intelectual. A fines de 2017 fue absuelta en una causa por amenazas a policías y recibió una falta de mérito y dos sobreseimientos.

Cosecha Roja

Triste como que nos gobiernen estos ortibas // Diego Valeriano

Triste como un tipo de cuarenta volanteando para una pizzeria en Ituzaingó, como un guachin meado, como una mamá marchando con todos a cuestas, como los pibes escabiando vino de caja frente a la cervecería a la que iban antes, como desayunar tortilla a las once de la mañana. Triste como que nos gobiernen estos ortibas, como denuncia de vecina, como un quince sin barra. Triste como una piba que odia a las nenas que tiene que cuidar y ni le alcanza para el sábado. Como una vieja llorando porque le cortaron el gas, triste porque está sola, porque los hijos la olvidan. Triste porque tiene que llenar vía web un formulario en un ciber y después volver a presentar ese mismo formulario impreso para que le reconecten el gas aunque ya no pueda prender nunca más el calefactor.

Triste como la que les creyó a estos chetos y hoy tiene más miedo de los guachos que antes. Porque le recabio. Triste como todas las anti del mundo que nunca van a ser felices, como los pibes que tienen que ir al bajo por que en el barrio es caro y no pega, como la madre que ve como se le escurre el hijo por la base, como la piba que tolera que el coordinador se pase de vivo.

Triste como el tipo que ahora usa los botines de fútbol cinco bien lustrados para ir a buscar trabajo al centro, como las que hacen curriculum en vano, como los que hacen esas colas de cuadras enteras vestidos de manera ridícula para que les digan no. Como el Mickey que vende chipá, la pantera rosa que vende garrapiñadas y el viejo que hace burbujeros con bananas de cotillon usadas en la plaza de San Miguel. Triste cómo chabón que vuelve al prensado, como las putas viejas de la colectora un jueves de Noviembre, como el gordo de la rotisería que no puede creer que esté por cerrar por lo que le vino de luz

Triste como que se quede el infinito sin estrellas, como que nos sigan gobernandonos estos caretas sin alma, como que sea diciembre y el miedo nos gane, como fiesta sin escabio, como nochebuena con una tía que sigue bancando esto, como militante con pechera, como hablar de series, como decir no entremos en provocaciones, como cerveza caliente en las noches que van a venir.

Mejor vivir manija que militarla // Diego Valeriano

Mejor ser piba y no Grabois, ni Moyano, ni Dolores Fonzi. Ser pibe antes qué panelista de C5N, antes que troska sabelotodo, que defensor de la jefa, que trans manejando el patrullero. Ser transa antes que tener una copa de leche. Andar en shores con el fierro en la cintura antes que con la pechera de la orga. Putito del Mercado Central antes que gato del plan.

Cualquier cosa menos tu humanismo, tu solidaridad y tristeza. Mejor cagar a piedrazos autos en la autopista que postear contra el FMI. Ser asesinado sin nombre en Burzaco antes que bandera por unos días. Mejor ser pibita que apuñaló al padrastro, desertor, prófugo, guachin insolente que muere en el bajo y resucita en la estación de Flores antes que docente en lucha, trabajadora social, psicólogo. Mejor morir antes que ser salvada.

Mejor escabiar que escribir, fumar mirando Los Simpson que leer. Ser fiesta, gedencia, gigoló, chófer de Uber, puta vieja de la colectora, trava nueva en Capital, kioskero 24 horas. Mejor no dejar nada, ni un nombre, ni un recuerdo, ni un ejemplo, ni una lucha perdida que le cague la vida a los que vienen. Mejor vivir solo que ser representado. Mejor vivir manija que militarla.

No ser mulo de nadie, convidar flores, vender pepas, enfiestarse con toda la vagancia antes que adherir al paro, que marchar desde San Cayetano, que defender la educación pública, que aportar a la jubilación, que volver bien tarde al barrio en bondis maltrechos cuando los jetones ya hace rato que llegaron a sus casas.

Esta crueldad planificada que nos recabio // Diego Valeriano

El secuestro, la tortura y una bacteria que no avisa. La miseria planificada, la maldad de los guachos, la garrafa vacía, el miedo de las doñas que ya no salen. Todas las pibas que mueren desangradas, la directora vuela por el tapial y al caer tal vez todo sea aún peor. Sí, peor para siempre. La crueldad y la muerte como único plan económico, como único programa diario, como único proyecto de vida.

Hacer la vida cada vez, aunque cada vez duele más. Los guachines que juegan al allanamiento en el comedor mientras la doña piensa en su hijo, en que ya ni lo visita, en que ya no lo quiere. Las nenas que necesitan perrear para salir del barrio aunque más no sea a Pasion de Sabado, las lágrimas tatuadas en vano, el recuerdo de Santiago  y el olvido de Luciano. El carnicero que es héroe o asesino según quien postee y Mili que no entiende cómo esto tan hostil y desgastante puede ser la vida.

Porque frente a la miseria planificada es mejor ser maldita, dañino, verdugo, zorra, es mejor ser alguien, es mejor ser transa que esperar una hora en la vereda para ver si te toman en un trabajo de mierda, es mejor cualquier cosa que terminar la escuela, que tener 15 días de vacaciones, que ir al centro comunitario a hacer talleres, que limpiar por hora.  Mili no quiere esta vida plagada de tristezas y preferiría que su cuerpo se desintegrara en lágrimas.

El muleo, la manija que no para, el desamor, el castigo permanente, la soledad en esta pieza repleta de parientes, el Sarmiento, el 269, caminar desde la estación porque 11 mangos es demasiado, 11 por veinte es casi todo. La miseria que se repite, la tristeza cada vez, la muerte interna como la opción más segura, el escabio y las pasti, la falta de ideas, la guerra en cada esquina, marchar por un plan, la fiesta que ya duele  y esta crueldad planificada que nos recabio y nos dejó acá en dónde estamos.

La crisis como oportunidad (o acerca de los modos de habitar y conmocionar el orden) // Mariano Pacheco

La crisis puede activar las peores pulsiones de orden en nuestra sociedad. Su resolución por arriba puede enlazar con esas pulsiones y disciplinar a través del miedo, como lo atestiguan los años 1975 y 1989. Pero también puede pensarse la productividad de la crisis: correrse del sentido común progresista en donde la crisis es un mal a conjurar. Por supuesto, en sus aspectos económicos la crisis trae consigo carencias materiales en las condiciones de vida de las clases populares. Pero en términos políticos la crisis puede ser un momento propicio para rever que hacemos, quienes somos, hacia dónde vamos (tanto singular como colectivamente). Sheldon Wolin supo destacar que los grandes enunciados de la filosofía política surgen de los momentos de crisis (más bien contra ellas). Habría que pensar entonces si es posible tramitar la crisis desde una perspectiva que implique habitarla en su productividad, como momento central del proceso de producción social, político y cultural de una sociedad dada, para abrir nuestras existencias a la apertura de la historia, para sacudir la modorra en la que la lógica cultural del capital tiende a encerrarnos. “Como la crisis es el corazón íntimo y el reto mayor del pensamiento político, no deberíamos apresurarnos a huir de ella, a querer dar cuenta de ella (desde un lugar externo), sino que el desafío es poder permanecer actuando y pensando en el interior mismo de la crisis”, escribió alguna vez un lúcido Eduardo Rinesi.

La revuelta puede traer aparejados grandes riesgos, es cierto. ¿Pero qué pueblo ha hecho experiencias novedosas y transformadoras sin correr riesgos? El fundamento de que hay que sostener la gobernabilidad porque en la rebelión quien pone los muertos es el pueblo es, por lo menos, una reflexión canalla (la reflexión, no quien la realiza. Aquí no se trata de cuestiones de individuos sino de procesos de producción social de ideas), que desconoce el hecho de que es la clase que vive del trabajo quien pone los muertos cada día en tiempos de “normalidad”, sobre todo en épocas de normalidad neoliberal. Y desconoce cierto fascismo que muchas veces circula detrás de esa aparente normalidad. Como escribieron Gilles Deleuze y Félix Guattari en su primer tomo de Capitalismo y esquizofrenia –citando a Reich—lo sorprendente no es que la gente robe o haga huelgas, lo sorprendente es que los hambientos no roben siempre y que los explotados no estén siempre en huelga. No deja de repercutirnos esa pregunta spinozista que aparece en AntiEdipo: “¿Por qué soportan los hombres desde siglos la explotación, la humillación, la esclavitud, hasta el punto de QUERERLAS no sólo para los demás, sino también para sí mismos?”. Curiosa pregunta, que suele ser estallada en tiempos de insurrección.

En este sentido, resulta fundamental volver a 2001. O más bien: traer a 2001 ante nosotros, como imagen de pensamiento desobediente, como momento fundamental de rebelión de nuestra historia reciente. Por supuesto, y hay amistades que no dejan de señalarlo: quedar fijados a esa imagen puede hacernos “devenir dosmiluneros nostálgicos”, el lugar mismo de la impotencia para un pensamiento crítico en la actualidad. Pero desconectar las actuales rebeldías de las que nos precedieron puede ser tan o más nocivo que la nostalgia.

 Las jornadas insurreccionales del 19/20 de diciembre, entonces, deben ser reconectadas con las del 14 y 18 de diciembre pasado. No porque hayan sido la posibilidad de repetir el 2001 en 2018, porque desde Marx ya sabemos que la historia no se repite, y si lo hace, en todo caso es bajo el modo de la farsa. Pero si enlazadas en términos en donde los sectores populares recuperamos cierta osadía y autoestima, donde actuamos sin tantos pre-juicios y cálculos oportunistas. Las ornadas de diciembre de 2001 –tal como señaló en su momento Raúl Cerdeiras– nos permitieron hacernos nuevamente la pregunta acerca de qué entendíamos por política, cosa que en 2018 no sucedió, porque la política parece secuestrada por las lógicas formales de la democracia representativa, que no es más que una tiranía de las clases dominantes. Claro que los matices de la gestión estatal pueden ser demasiado amplios. Nadie está negando la abismal diferencia que pueda existir, por ejemplo, entre una dictadura sangrienta que reprime y clausura cualquier tipo de derecho, y un gobierno progresista que promueve reformas que amplían los derechos sociales y laborales, los derechos humanos en general. Pero no deja de ser gestión de lo existente, regido por la lógica dominante de la representación. Cuando esa lógica se quiebra, entonces, es que estamos a las puertas o transitando ya otro proceso hacia la subversión del orden existente.

Por supuesto: pensar desde la crisis implica concebir que el motor de los cambios está en el conflicto y que, precisamente porque es el conflicto el motor del cambio, no podemos saber, de antemano, cuales pueden llegar a ser los resultados. Por eso una política revolucionaria se asienta sobre las bases conceptuales de la contingencia, del carácter abierto de los procesos históricos.

No se entiende, por lo tanto, esa pulsión de orden que ya de antemano aparece en ciertas militancias. No son estas breves líneas una apología del caos, sino un llamado de atención respecto de la necesidad de problematizar los lugares comunes desde donde pensamos hoy las políticas de cambio. Cambio, revolución, alegría han sido palabras desgastadas en estos años. Nada indica que por ello tengamos que renunciar a ellas, entre otras cosas, porque la política misma –al menos como aquí la estamos entendiendo—es lucha por la palabra misma, por aquello que con ellas pretendemos designar. Entonces, menos miedo a las crisis, porque ellas son también oportunidad de entender la política como conmoción del orden, y no su pura gestión.

 

Palabras Profanas 

Siempre matan pibes // Diego Valeriano

Porque su sangre es mas rápida, mas urgente, porque esto es una guerra y la calle está en disputa. Porque van al frente, no negocian, desconocen el miedo ese que nos hace horribles. Porque tienen el fierro en la cintura, la frente en alto, las palabras justas. Porque le dan alto miedo a esos vigilantes que saben que la venganza pibe es feroz. Linchamiento, enfrentamiento en Merlo, ajustes de cuentas, defensas personales, suicidios en calabozos dudosos, persecuciones absurdas, una bala no tan perdida. Matan pibes en voz baja o a los gritos. Señalándolos y dejando sus cuerpos en la vereda mientras los filman y se viraliza. Los matan en la oscuridad escondiendo sus cuerpos en morgues lejanas. Son arrastrados a guardias donde también hay más pibas que se mueren de a poco, donde hay madres llenas de soledad y angustia, donde quedan solos. Se desangran en lugares inmundos sin que nos despertemos por la noche ni una vez. A algunos se los llora según quien sea el victimario, y se olvidan de tantos otros mientras bailan en la plaza. Se postea, se termea, se opina mientras a pocas cuadras los guachos se cosen a balazos en los pasillos. Mientras se disputa a todo ritmo formas de vida, territorios, mundos por venir. Siempre matan pibes porque la bronca real es contra ellos.

¿Dónde van los ortibas cuando esto no da para más? // Diego Valeriano

¿Dónde van los ortibas cuando esto no da para más? ¿Dónde se refugian? ¿Qué leen? ¿Qué harán ahora las señoras que ya no podrán viajar al exterior? ¿De qué van a hablar en esos almuerzos insulsos? ¿De qué se reirán ahora los que se reían con la muerte de Santiago? ¿Cómo justificarán sus días los que no escabian, las que no fuman, los que ni saben qué es reírse porque nunca colaron? ¿Qué hará el gordo de la rotisería cuando caiga en la cuenta de que los pibes que odia trabajan para la tercera?

¿Dónde esconden su miedo? ¿A quién le piden bala? ¿Quién la defiende a ella de todo eso que hay en la calle, sí, a ella, que trabajó toda su vida, que cobra una mierda de jubilación y que cada vez que sale del cajero tiene que mirar para todos lados para que no la roben? ¿Cómo se toma el local en Castelar cuando sabe, y bien que lo sabe, que lo que venga le va a recaber? Cuando bien sabe que la prepotencia plebeya a fuerza de escabio, cumbia y piedras va a hacer caer su gobierno mustio y derrotado, sus ideas del siglo pasado. Cuando sabe que lo único que le queda es solo aguantar cada día que le queda y seguir pagando la escuela.

¿Cómo hará para seguir viviendo en el barrio la doña que sintió un alivio enorme cuando la policía dejó de proteger al puntero que vive enfrente? ¿Cómo le explica a su nieta que no venga más, que volvió a ser peligroso? ¿Cómo vuelve a soportar la prepotencia y las palabras de ese negro de mierda que no la dejaba en paz?

¿Qué venganza temen las que pidieron venganza, los que tienen el 911 fácil, las que miran la vida desde un patrullero? ¿Cómo explicarán su vida triste los que odian la vagancia, ahora que ya no hay nadie en quien confiar, ahora que la vagancia es una ideología que se metió de manera porosa en la vida? ¿Cómo harán cuando caigan en la cuenta de que no importa lo que hagan, que lo que hagan es lo de menos, que su problema es que creen en cosas muertas, en vidas tristes, en ideas caretas que solo les sirven a otros?

¿Cómo aguantar la música fuerte que viene de las vecinas, las canciones, el humo dulce y los gritos ahora que entiende que ya casi está todo perdido, que no hay refugio posible, que no hay a quien llamar? ¿Qué les queda por hacer ahora que las pibas ya no respetan, que los guachos cada día son peores que los guachos de antes que ya eran malos, que las maricas son cada vez más orgullosas, que el consumo libera, que cada esquina es un campo de batalla?  ¿Ahora que caen en la cuenta de que su pobre forma de vida está siendo derrotada?

Santiago Maldonado / Nahir Galarza: La didáctica disrupción de l@s blanquit@s // Jorge Falcone

El modelo de exclusión social que instauró la dictadura viene prorrogando el genocidio silencioso de cuantios@s desheredad@s, así como rebalsando prisiones con “ladrones de gallinas” sujetos a interminables procesos judiciales que esperan condena. Ambas circunstancias están absolutamente naturalizadas. Hasta que el infortunio roza a un (o una)  “semejante” de las clases medias biempensantes, que entonces sí se avienen a considerar el caso y sentar precedente.

 

El Cristo que expuso la matriz productiva de la Argentina colonial

El 1º de agosto de 2017, otro joven argentino – como Darío Santillán, como Luciano Arruga, como Mariano Ferreyra y tantos más -, llevó hasta las últimas consecuencias su defensa de nuestros recursos naturales y los territorios violentamente arrebatados a los pueblos originarios por antepasados y socios de la dirigencia que nos gobierna. El precio que pagó por su apego a los más altos valores humanos ya es de dominio público.

Hasta nuevo aviso, el informe oficial sentencia que Santiago Andrés Maldonado se ahogó en el Río Chubut. Pero es lícito dudar que en el libro del destino estuviera escrito que debía morir en dicha ocasión. Preferimos tomar por cierta la información desclasificada por el periodista Ricardo Ragendorfer, quien sostiene que su cadáver no estuvo en el agua más de cinco días, y que la única cámara frigorífica de la zona se encontraba en la Estancia Leleque, propiedad del Grupo Benetton, predio donde hay además una comisaría provincial y una escuela. Sus campos flanquean la ruta que va desde Esquel hasta cerca de El Bolsón por decenas y decenas de kilómetros.

En aquella circunstancia, cuando la Gendarmería persiguió a los mapuches después del corte de la carretera, Santiago terminó sumergido en el citado cauce. De modo que, tal como sucediera con tant@s patriotas secuestrad@s por la dictadura y luego reaparecid@s como abatid@s en supuestos enfrentamientos,  ninguna interna entre el oficialismo y sus fuerzas de seguridad consiguió disimular que el militante anarquista fue víctima de desaparición forzada y que esta se produjo durante el salvaje desalojo de la Ruta 40 solicitado por el Presidente Mauricio Macri a la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich.

Ahora bien, ¿quién era ese joven de apariencia crística en cuyo amigable semblante se espejó buena parte de la opinión pública multiplicando exponencialmente aquella imagen en stencils, proyecciones murales y redes sociales?

Santiago fue un artesano y tatuador nacido el 25 de julio de 1989 en la ciudad de Veinticinco de Mayo (provincia de Buenos Aires). Unos meses antes de su desaparición se había instalado en la ciudad de El Bolsón (provincia de Río Negro), a unos 70 kilómetros del lof donde se denunció su desaparición. Maldonado apoyó a las comunidades aborígenes en su reclamo por la propiedad de las tierras.​ La familia del artesano afirmó que el joven “nunca tuvo militancia política. Porque descree de la política. Él tiene un compromiso social”, y que no era miembro del grupo conocido como RAM (Resistencia Ancestral Mapuche).​ Personas cercanas a él calificaron sus ideas como anarquistas,​ indigenistas,​ humanistas y solidarias;​ su hermano Sergio ratificó a la prensa que Santiago “se definía como anarquista”. Maldonado se dedicó también a la pintura, siendo autor de varios murales realizados en su pueblo natal.

En conclusión, un joven de aspecto caucásico y mirada serena, dueño de una fisonomía absolutamente cercana a la media de nuestra inmigración europea urbana, y en las antípodas de la apariencia patibularia con que trascienden en la prensa los nadies que faena cotidianamente el “gatillo fácil”.

En todo caso, lo destacable consiste en que dicha “excepción” contribuyó a visibilizar como pocas veces antes la silenciosa extranjerización de nuestro patrimonio territorial y la afligente situación que vienen atravesando l@s antigu@s dueñ@s de la tierra desde la Campaña del Desierto.

Efectivamente, en 2011 el Congreso sancionó una ley que creó el Régimen de Protección al Dominio Nacional sobre la Propiedad, Posesión o Tenencia de las Tierras Rurales. Allí, no sólo se fijó el límite de 15% sino que también se estableció que el Ministerio de Justicia iba a estar encargado de hacer un relevamiento de la propiedad de todas las tierras a nivel nacional.

Catalogado como “pueblo histórico” en Salta, San Carlos se encuentra a 24 kilómetros de Cafayate, en los Valles Calchaquíes. Tiene la particularidad de encabezar el listado confeccionado por el Ministerio de Justicia: el 58,7% de sus terrenos fueron comprados por extranjeros.

Molinos (también en Salta), con el 58%, General Lamadrid (La Rioja), 57%, y Lácar (Neuquén), 53%, son otros departamentos que se destacan en el ránking. No hay que irse muy lejos igual: en Campana, provincia de Buenos Aires, el 50% de las tierras pertenecen hoy a extranjeros.

En tributo al solidario sacrificio de Santiago entonces, sería menester que una activa militancia mayoritariamente urbana y condicionada por la agenda diaria que obliga a combatir el hambre planificado, a menudo desencontrada de las asambleas ambientales que en contextos rurales reclaman soberanía alimentaria peleando contra los agrotóxicos, no desatienda en su abnegada lucha la causa de la tierra y el territorio.

 

La Barbie que expuso la misoginia de una Justicia digna de la Inquisición

Nahir Galarza también interpela desde su pertenencia social: es rubia, educada, “gente como un@”. Pero también intimida: mostrarla como fría y calculadora, nos releva de admitir que a menudo sostenemos relaciones insanas, y que la violencia no es necesariamente inherente a los hombres, sino un componente clave del ideario  patriarcal imperante.

Se trata del drama circular de una sociedad que ha canonizado el destino de Los Amantes de Verona como oscuro paradigma del amor romántico. Cuatro siglos después de aparecido el texto shakespeariano, su tanática impronta sigue gravitando sobre las relaciones amorosas. Y el comportamiento del Moro de Venecia también reaparece a diario en la crónica roja, involucrando incluso a las nuevas generaciones.

 

El asesinato de Fernando Pastorizzo, perpetrado por la bella joven entrerriana, ocupó durante un lapso prolongado la primera plana de los medios gráficos y el prime time de los televisivos. Ante el lugar común de los femicidios, la eliminación de un hombre a manos de una mujer en el seno de una relación signada por la violencia, capta la atención colectiva porque viene a invertir la norma. Y más aún, porque ella no encarna el arquetipo habitual de las personas que delinquen.

Culpable pues en mayor o menor grado, Nahir ya es la mujer más joven en recibir la pena máxima para un delito. Alevosa o desesperada, viene a ratificar el mito patriarcal de la “media naranja”, según el cual nadie está completo sin un otro que valide su totalidad. Marchitando sus 19 años en un calabozo o consiguiendo más temprano que tarde salidas transitorias, aún sin antecedentes pasará a la historia como aquel siniestro Robledo Puch  mediáticamente bautizado “El Ángel”. Para que los enemigos del “Ni una menos” tengan al fin su estandarte.

Ahora, para que el hecho no interpele a la media de la opinión pública, habrá que exorcizar el perfil de la victimaria a los efectos de mantener distancia con la supuesta desmesura de su proceder.

El ritornello de “la maté porque era mía” (o mío, en el caso que nos ocupa) tiene un carácter sistémico y por ende transgenérico, ya que traslada la noción capitalista de propiedad privada al universo de las relaciones amorosas, convocando – en situaciones límite – a descartar al ser amado ante la obsolescencia de su sentimiento. Alimentando dicha constante, los culebrones de consumo masivo consolidan la creencia de que la muerte es la prueba más categórica del amor absoluto. Mientras no deconstruyamos ese imaginario difícilmente se materialice la expresión de deseos que hoy surfea la “ola verde”, anunciando que “el patriarcado se va a caer, se va a caer”.

La inusual celeridad y dureza de la sentencia que mereció el proceder de Nahir Galarza nos habla entonces de una sociedad mejor dispuesta a defender su rancio statu quo que a darse tiempo para indagar a fondo el contexto de violencia que según testigos habría signado la relación. Con una saña a la que peligrosamente nos estamos acostumbrando, el aparato mediático hizo su faena de rigor “denunciando” que la joven “salía con cinco hombres simultáneamente”, en una verdadera reedición del Martillo de las Brujas, importante tratado publicado durante el Renacimiento, que prescribía cómo castigar a las mujeres que practicaran la libertad sexual o curaran con elementos naturales.

Bienvenida sea pues la visibilización de los fenómenos que los casos aquí considerados propiciaron, tanto de la alarmante enajenación de nuestras tierras como de las nocivas y caducas matrices de pensamiento con que tramamos nuestras relaciones. Pese a que por lo general no merezca la misma atención colectiva el vejamen de diverso orden que diariamente padecen l@s oscur@s de la Historia.-

Dossier Santiago Maldonado, elaboración colectiva de La luna con gatillo, Resumen Latinoamericano, Contrahegemonía web, Lobo suelto y La tinta.

Fotos: Colectivo Manifiesto

La Guerra Neoliberal: Militarización de la Seguridad Interior. Carta a lxs hermanxs argentinxs // Dawn Marie Paley

Carta a los hermanos y hermanas argentinxs:

Tratar de resumir los horrores de la guerra en México durante los últimos 12 años parece ser un ejercicio fútil. ¿Por dónde empezar? ¿Por las estadísticas que nos muestran que por la violencia ha descendido la expectativa de vida de hombres mexicanos, o por las tasas de homicidio que se han duplicado o por las 35,000 desapariciones que se han denunciado -es decir, sin contar aquellas de las que no se habla? ¿Por dónde empezar? ¿Recordando eventos con reconocimiento internacional, como la masacre de seis personas y la desaparición de 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa en Guerrero el 26-27 de septiembre del 2014? O expresando lo que difícilmente se habla: cientos de miles de personas desplazadas, cientos de miles de restos humanos quemados y botados en los desiertos, miles de cuerpos bajo tierra dispersos a lo largo y ancho del país en sitios que se prestan al entierro. No hay forma de resumir los traumas intergeneracionales, la destrucción de entramados comunitarios y la violencia desplegada en medio de la confusión y el miedo, separa y estigmatiza a las víctimas y a sus familias.

No podemos, ni queremos argumentar que México fue un país pacífico antes del arranque de la guerra en diciembre del 2006. Pero desde entonces, nos encontramos viviendo la transformación del estado mexicano en un estado que se basa en el terror y la violencia más que en las dos caras de tutela y despojo que perduraron en la estela de la revolución mexicana.

Al nivel del discurso, esta violencia extrema, prologada e imposible de resumir apareció con palabras que parecieran neutras, casi de cajón. Desde el primer día de su mandato, el ex-presidente de México Felipe Calderón dejó en claro que la seguridad iba a ser una prioridad durante su sexenio. No fue un tema importante en su campaña, pero lo dio prioridad al momento de investidura: “Una de las tres prioridades que voy a encabezar en mi Gobierno es, precisamente, la lucha por recuperar la seguridad pública y la legalidad; las instituciones responsables de la seguridad pública requieren transformaciones profundas para incrementar sustancialmente su eficacia…”

A diez días de iniciar su presidencia, anunciaron la Operación Conjunta Michoacán, que consistía en el despliegue de 4,260 soldados, 1,054 marinos y 1,400 policías al estado de Michoacán, supuestamente para combatir la delincuencia organizada. Operación Conjunta Michoacán abrió el camino para la militarización de muchas más regiones del país, y también para la profundización de procesos de paramilitarización por parte de los llamados “carteles de la droga”.

A casi doce años del primer discurso de Calderón como presidente, México es un país en guerra, un país herido, y un país donde el capital transnacional ha florecido. Por eso, leemos la militarización y la paramilitarización del país, además de las políticas de austeridad y privatización puestas en marcha durante este tiempo, como huellas de una guerra neoliberal. La guerra neoliberal produce opacidad y confusión, y a pesar de beneficiar al capital transnacional y al poder represivo del estado, es despolitizada en los discursos oficiales que centran drogas, carteles y criminales como su objetivo. Se despliega a partir de la militarización formal, con crecientes presupuestos militares y policiacos. Y su forma es la contrainsurgencia ampliada, en la cuál son las diversas colectividades constituyentes del mundo popular y comunitario quienes terminan siendo los blancos de la desaparición forzada y la masacre.

Hace pocos días, supimos que Macri anunció que las fuerzas armadas iban a volver a tener un papel en la seguridad interior de Argentina. Sus palabras, al igual que las de Calderón, fueron bien medidas, como si fueran inocuas. “Los argentinos vivimos en una zona de paz y estabilidad, pero somos parte de ese mundo complejo donde las amenazas, los riesgos y los desafíos que afectan a los estados requieren de una coordinación y una articulación eficiente. Necesitamos que nuestras fuerzas sean capaces de enfrentar los desafíos del siglo XXI, pero tenemos un Sistema de Defensa desactualizado, producto de años de desinversión y de la ausencia de una política de largo plazo. Seguimos conservando un despliegue territorial para amenazas antiguas”, dijo Macri desde el Campo de Mayo.

Lo que esta haciendo Macri con este discurso y con la llamada reforma en el Sistema de Defensa Nacional es asentar las bases para imponer la guerra neoliberal en Argentina. Tendrá otras particularidades nacionales, por cierto, pero se viste en palabras muy similares a las de Calderón: hay que modernizar las fuerzas armadas, transformarles, hacerles más eficientes. Desde la experiencia en México, sabemos que la amenaza futura a que alude Macri es la fuerza de lo comunitario-popular en lucha, de las mujeres y su energía desplegada, de los movimientos sociales con fuerza creciente para defender y disputar la riqueza material en las urbes y en los territorios… Se amenazan las redes y tramas que sostienen la vida y dotan de capacidad a las luchas.

En su discurso en el Auditorio Nacional en la Ciudad de México el primero de diciembre del 2006, Calderón dijo: “Sé, que restablecer la seguridad no será fácil ni rápido, que tomará tiempo, que costará mucho dinero, e incluso y por desgracia, vidas humanas”. Entonces no imaginábamos los niveles de violencia, de matanza, de terror a los cuales iba a llegar el país. Por eso, escuchar a Macri decir “Sabemos que esta transformación no va a ser fácil, los cambios profundos nunca lo son” al final de su discurso, llamando a la participación de las fuerzas armadas en la seguridad interior nos da, desde México, escalofrío y pavor extremo. Les hemos visto marchando contra el anuncio de Macri, y les mandamos mucha fuerza: no pasarán.

 

Dawn Marie Paley, Puebla, México

 

Dawn Marie Paley es autora de Capitalismo Antidrogas: Una guerra contra el pueblo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Presentación del Dossier Santiago Maldonado: del lunes 30 de julio al viernes 3 de agosto

El próximo miércoles 1° de agosto se cumplirá el primer aniversario de aquella fecha en que desapareció Santiago Maldonado, joven cuyo rastro se había perdido por aquellas heladas tierras de la localidad de Cushamen, provincia de Chubut, en pleno activismo en apoyo a la resistencia mapuche, reclamando la liberación del lonko Facundo Jones Huala. En ese día del año 2017, las fuerzas de Gendarmería emprendieron un desalojo contra un corte en la ruta 40 y la posterior entrada del Pu Lof. 78 días después, el cuerpo de Santiago aparecería en el Río Chubut, a varios metros río arriba y a contracorriente.

Desde aquel primero de agosto, la imagen de Santiago -aquel joven veinteañero anarquista, tatuador y viajante- se dispersó por los distintos puntos del país y del mundo. Movilizaciones, marchas, reclamos, producciones artísticas, debates, disputas de contrahegemonía mediática, etc. Su rostro viene disparando varias aristas, planteos y discusiones para una realidad que todavía no se ha saldado.

Distintos medios de comunicación hemos emprendido la tarea de llevar a cabo una serie de artículos en formato dossier, mediante distintos géneros discursivos, con la intención de retomar y de re-discutir lo que implica el nombre de aquel personaje. Desde los colectivos de La luna con gatillo, Resumen Latinoamericano, Lobo suelto, Contrahegemonía y La Tinta, nos dimos la tarea de preparar (para publicar entre el lunes 30 de julio y el viernes 3 de agosto) dos artículos diarios, escritos por distintos autores, con tema libre, donde se apunte a plantear determinadas aristas en torno a la desaparición de Santiago.

Para este lunes, arrancamos con el periodista Lea Ross con un extenso trabajo sobre aquel acontecimiento, una profundización del conflicto mapuche y con una crítica política de la cultura de la progresía. A su vez, con el director de Resumen Latinoamericano, Carlos Aznárez, planteamos que con el asesinato de Santiago Maldonado, “el gobierno de Mauricio Macri decidía comenzar una nueva fase de su guerra contra el pueblo”.

Ya para el día martes, el ensayista Diego Sztulwark, de Lobo suelto, se propone trabajar sobre el caso Maldonado un “walshismo” asado en una escritura que documente y prolongue una lucha, y que se proponga “eludir la romantización heroica, la criminalización patologizante y el olvido”. Una escritura que se declara “combatiente frente al olvido, pero también frente al miedo”. Por otra parte, con el conductor de La luna con gatillo, Mariano Pacheco, se describe a Santiago como aquel que “sintió el lugar del otro transformado en Otro absoluto por el poder que domina las instituciones del país, y se expande horizontalmente con sus ideas y valores por el cuerpo social”.

Para la llegada de la fecha aniversario, el día miércoles, Jorge “Chiqui” Falcone describe la ironía de aquel “joven de aspecto caucásico y mirada serena, dueño de una fisonomía absolutamente cercana a la media de nuestra inmigración europea urbana, y en las antípodas de la apariencia patibularia con que trascienden en la prensa los nadies que faena cotidianamente el ‘gatillo fácil’”. Y también, difundiremos una conversación “circular” realizada entre dos militantes del Conurbano (Neka Jara y Maura Brighenti) y Soraya Maicoño, werken de la Pu Lof en Resistencia Cushamen, elaborada especialmente para este dossier.

Llegando el jueves, el periodista popular Tomás Astelarra trae sus “Charlas en el monte” sobre un conversatorio ficticios entre jipis, sobre las masivas marchas y la paulatina desaparición mediática, entre otros temas con puchito en mano. Y con Mauro Berengan, de Contrahegemonía, también desde algún punto de la provincia de Córdoba, se abordarán “las tres patas que completan la mesa que mató a Santiago Maldonado: la tierra, la cultura y el Estado para pocos”.

Finalmente llegamos al día viernes con un poema de Diego Valeriano, de Lobo suelto, titulado “Corre Santiago”, para concluir con Miguel Mazzeo sobre las “dos argentinidades que se dejaron ver tras el caso Maldonado”. Es decir, la mamosa grieta, pero interpretada ésta vez en otra clave: de un lado el pueblo mapuche, del otro Benetton y especies similares: “Los rostros verdaderos que aparecen tras las máscaras que se caen”.

 

Entender sin ortibarse. La Gorra Coronada de Juguetes Perdidos // Diego Valeriano.

¿Donde estan los amigos? se pregunta Diego y dice que amigos son aquellos con quienes reunimos los ánimos necesarios para huir de nuestro tiempo. Huir y pensar nuestro tiempo, nuestro estado de ánimo, los que nos queda de vida. Los Juguetes Perdidos hacen un esfuerzo bien piola para huir entendiendo, para decir lo preciso, para no ponerse ortibas cuando dicen, con lo difícil que es esto último.  

 

Porque cuando se trata de pibes y pibas ponerse ortiba es lo que siempre sale. Se engorran todos: la trabajadora social, el psicólogo, la doña de la copa de leche, los educadores populares, las talleristas, los gendarmes, la pedagoga, la militancia…. todas.

 

Leer la Gorra Coronada me hace escabiar, me pone pillo, me arde el cuerpo, me sonrió. Me lleva a infinitas situaciones vividas, le pone nombre a esas situaciones, me gustaría contarselas. Le pone palabras a cosas que decidimos con otros amigos, a posiciones tomadas a pura intuición, a deserciones urgentes que no pude explicar, a infinitas charlas sin sentido alguno.

 

Son originales y certeros. Mientras los leo me les hago amigo, hablo con ellos, me río, me vienen ganas de decirle al chabon que esta sentado al lado en el bondi que es así, que estos chabones tienen razón, que las palabras son estas, que nadie explica la vitalidad mejor que ellos, que el Macrismo y el Cristinismo son así, que el consumo libera, que el infierno está encantador.

 

Los Juguetes perdidos escriben como chabones, con esa dosis de amor y  miedo que se le tiene que tener a las pibas, con ese gesto segundero que se tiene que tener obligatoriamente con los pibes. Están seguros de lo que dicen y no andan con culpa, no disimulan, no se camuflan, no buscan congraciarse. Creo que no negocian. Corte que andan solos.

A los amigos se los descubre muchas veces de un modo impredecible. Así nos lo recuerda en sus clases Deleuze, cuando les dice a sus alumnos que busquen sus propias moléculas en los textos. Esta afinidad molecular que caracteriza a la amistad es prediscursiva o, en todo caso, difícil de decir.

Los 5 riesgos de militarizar la seguridad interior // Sebastían Ortega para Cosecha Roja.

El Presidente pondría en marcha esta nueva política sin pasar por el Congreso, a través de dos decretos que modifiquen la ley de defensa. ¿Qué pasa cuando los militares cumplen funciones de policía? ¿Cuáles son los antecedentes en la región? ¿Por qué esta doctrina es una amenaza para la democracia y la soberanía nacional?

Acá te contamos las cinco claves de los riesgos que implica la intervención de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad interior.

1. Los derechos humanos en riesgo: las Fuerzas Armadas están preparadas para aniquilar.

La intervención de las fuerzas armadas en tareas de seguridad interior forman parte de la doctrina promovida por los Estados Unidos bajo la excusa de enfrentar “nuevas amenazas” como el narcotráfico y el terrorismo.

¿Cuáles son los riesgos? A diferencia de las fuerzas de seguridad, las Fuerzas Armadas -además de tener una mayor capacidad de fuego- no están entrenadas en el uso gradual de la fuerza. “Están preparadas para aniquilar”, explicó a Cosecha Roja hace unos meses la ex ministra de Defensa Nilda Garré cuando el gobierno ya insinuaba el cambio de doctrina.

“Nuestras Fuerzas Armadas no han sido capacitadas para cumplir con las tareas que cumplen las fuerzas de seguridad. Los elementos de combate de los militares argentinos están entrenados para el empleo de la violencia en su grado más extremo, y en un contexto de guerra, y no están instruidas para actuar bajo órdenes de fiscales y jueces, ni para aportar pruebas para procesos penales, ni para realizar inteligencia criminal, ni para investigar la comisión de delitos”, explicó la doctora en sociología Paula Canelo en un ensayo para revista Anfibia.

2. La intervención militar en conflictos sociales

El proyecto de militarizar la política de seguridad no es nueva. En enero de 2016 la vicepresidenta Gabriela Michetti firmó el decreto que declara la emergencia en seguridad en el territorio nacional.

“¿A qué llaman emergencia? A todo y a nada, y en eso reside su mayor peligro. El decreto disfraza y encubre su verdadero propósito”, explicó en ese entonces Ileana Arduino, integrante del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP) y ex secretaria de políticas de prevención y relaciones con la comunidad del Ministerio de Seguridad de la Nación. Sin una definición clara, cualquier grupo social puede constituirse en una amenaza de la seguridad nacional.

Hoy, con un helicóptero y una bandera argentina gigante como escenografía, Macri hizo el anuncio de una política planificada desde su llegada al poder. “Como parte de las nuevas misiones será fundamental la participación de las Fuerzas Armadas en la custodia y protección de los objetivos estratégicos”, explicó.

En esa lista de objetivos estratégicos están incluidas las centrales nucleares y yacimientos petrolíferos como el de Vaca Muerta, la formación de gas y petróleo más importante del país, un territorio en disputa entre empresarios y comunidades originarias.

“Hay un gran temor de que la definición de objetivos estratégicos alcance a lugares o situaciones que estén involucrados en dinámicas de protesta social”, explicó a Cosecha Roja Manuel Trufó, coordinador del equipo Seguridad democrática y violencia institucional del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS).

La doctrina de las “nuevas amenazas” diseñada por Estados Unidos también establece la necesidad de utilizar a los militares para combatir el terrorismo. En Argentina el gobierno reconoce la existencia de una única organización terrorista: la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), una supuesta organización armada cuya existencia ni siquiera está probada.

Según un informe del Ministerio de Seguridad la RAM recibe armas y apoyo financiero de organizaciones internacionales pero ataca con cuchillos, martillos y serruchos. Entre la larga lista de atentados que el gobierno le atribuye están el ataque a piedrazos a gendarmes durante la represión en la que murió ahogado Santiago Maldonado y el supuesto “enfrentamiento” con integrantes del grupo Albatros de Prefectura en el que fue asesinado por la espalda Rafael Nahuel.

La “nueva doctrina” podría habilitar la intervención militar en conflictos con las comunidades mapuche o en situaciones de protesta social con otros actores políticos.

“Un caso para tener en cuenta es el de Perú, donde las Fuerzas Armadas tienen la misión de control y represión de la protesta social y se han dado casos con cantidades de muertos impresionantes”, explicó Trufó.

3. Colombia y México: el fracaso de estas políticas en Latinoamérica

En 2006, a poco de asumir, el presidente mexicano Felipe Calderón le declaró la “guerra al narco” y dispuso la intervención de las fuerzas armadas en el combate a los grupos criminales. La violencia no se redujo, sino que aumentó. Según organizaciones de la sociedad civil el saldo fue de aproximadamente cien mil muertos y 30 mil desaparecidos.

Las denuncias por torturas, asesinatos y desapariciones cometidos por efectivos de las Fuerzas Armadas se incrementaron un mil por ciento. Estas denuncias no fueron investigadas y permanecen impunes.

El caso de Colombia también es paradigmático. El país atravesó durante décadas un conflicto armado interno en el que intervinieron las fuerzas armadas. Según el último informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos se recibieron “denuncias de violaciones al derecho a la vida y a la integridad personal relacionadas con el uso excesivo o indebido de la fuerza por parte de los militares”.

4. La corrupción y desprofesionalización de las Fuerzas Armadas

El jurista Alberto Binder, presidente del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP), también alertó sobre el riesgo de enfrentar a las fuerzas armadas, inexpertas y mal equipadas, a un fenómeno criminal muy complejo como el narcotráfico: “Las acercás a un fenómeno con un gran efecto corruptor”, explicó Binder. El caso de México es un gran ejemplo de eso.

La intervención militar en asuntos de seguridad tiene otra grave consecuencia: la desprofesionalización de las fuerzas armadas. “Cuando se las utiliza como Policía o como guardianes de fronteras se va perdiendo la especificidad de la misión militar, que tiene que ver con la defensa de la soberanía”, dijo Trufó.

Según explicó el experto del CELS, detrás de la doctrina de las “nuevas amenazas” que impulsa Estados Unidos en la región hay otro objetivo geopolítico: “La transformación de las Fuerzas Armadas en policías y la renuncia de esos países a tener su propia política de defensa. Se busca desmantelar a las Fuerzas Armadas”, contó Trufó.

5. Las fuerzas armadas se convierten en un actor político de peso

La prohibición de que las fuerzas armadas intervengan en la seguridad interior fue un acuerdo que se sostuvo durante 35 años de democracia y que permitió desarmar el poder que habían tenido los militares como actores políticos durante casi medio siglo.

“Otro costo de esta política es el riesgo de que las Fuerzas Armadas vuelvan a convertirse en un actor político importante”, explicó Trufó. “Este no es un gobierno que se caracteriza por tener una fuerte política de control sobre las Fuerzas Armadas y las fuerzas de seguridad”, agregó.

“Esta es una pésima noticia. Se ha roto una de las políticas de Estado más firmes y con mayor consenso de la democracia”, explicó Binder.

 

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Estamos en manos de gente que no escabia // Diego Valeriano

La foto es muy gráfica, estamos en manos de gente que no escabia. Estamos en manos de gente que es viernes a la noche y su cuerpo no lo sabe. Que no sabe lo que está pasando a metros de ahí. Que sonríe con la mesa vacía. Gente que no espera ansiosa el delivery de escabio y no atraviesa avenidas enteras hasta llegar al kiosco de Raquel. Que nunca le rompió el teléfono al transa un domingo 11 de la mañana. .

No escabian, no saben que la fiesta es a muerte. Se esfuerzan por mostrarse pulcros, risueñas, abstemios. Van a planificar cualquier gilada porque no entienden. Nunca estuvieron en un bautismo en Merlo Gomez, a la salida de Jesse, saltando como taradas en un recital que ya ni se acuerdan de quien era en Pinar. Nunca les ardió el cuerpo, nunca un falso asado, nunca tiraron botellazos a los patrulleros como unica condicion de reforzar una amistad, nunca las bajaron de un remis por vomitarlo todo.

Planifican ajustar como si les fuera gratis, pero no entienden que la fiesta no se enfría. No entienden que la fiesta es a muerte. Y no importan las marchas porque ahí ya no pasa nada. Porque, sin duda alguna, es más peligrosa una fiesta clandestina en José C Paz que cualquier Unidad Básica, que cualquier asamblea de los mismo de siempre. Porque un estribillo encierra acción directa.

La fiesta es a muerte y en unos meses es diciembre. El calor y los atardeceres de escabio y amistad habilitan nuevos entendimientos, nuevas formas, otras alianzas. Corramos a la sección bebidas del Vea antes que la infantería nos alcance, usemos los changuitos de barricadas, segundiemos a la amiga que feliz de pepa no entienden que van por ella.

Tal vez todo comienza como un murmullo, tal vez como un grito desesperado en el medio de la música. Saquemos los parlantes a la vereda, abran un par de vinos que el sol esta que pega, todas las rochas bailando en corpiño, todos los negros en cuero amanecidos un domingo.  Busquen sus propias moléculas en las fiestas por venir, como única forma de rebelión impredecible.

Un paro de viejos // Diego Valeriano

Un paro sin guachos, sin saqueos, con negocios abiertos sin miedo, sin novedades en el frente. Un paro que no dice nada, que dominguea, que muestra a la CGT como CGT, a la izquierda como izquierda, al gobierno como gobierno y a muchos  posteando fotos en la que no están. Un paro que si no sucedía igual ibas a decir lo mismo, total siempre decimos lo mismo.

Un paro donde levantan la voz desde las redes los estudiantes de siempre, los que leen los diarios y los empleados públicos combativos. Un paro de dirigentes panelistas y tuiteros famosos. Un paro vacío de tensión, casi aburrido. Un paro donde las mujeres dicen algo casi de compromiso, un paro de viejos.

Un corte triste y frió donde todos se conocen, donde ya ni amor puede haber, donde pelean las banderas frente a las cámaras, donde la única novedad es el pañuelo verde de los mismos dirigentes de siempre. Donde los grupos revolucionarios tienen Facebook y buscan me gusta, donde los gendarmes también postean.

Un paro sin pibas, sin que nadie ranche para que todo suceda, sin aullidos, donde la suerte ya está echada. Un paro que ni confunde, que ya no arma nada. Un paro donde los pibes pensaron que era feriado o domingo y después de escabiar toda la tarde,  salieron a esperar a las doñas que vuelven de visitar a sus hijos, para rescatar un pesos y seguir escabiando.

Un paro Play, un paro de revoque en las paredes de la pieza, de fútbol 5, de vacipan en Villa Celina para arrancar el día, de menos venta en la feria por la mañana. Un paro mundial para que hoy siga siendo todo igual.

Acuerden con el FMI que los guachos se van a acordar en diciembre de ustedes. // Diego Valeriano

 

Acuerden lo que quieran, no importa. Acuerden la miseria planificada, los tiros por la espalda, las requisas, los cacheos, bajar a dos pibes del bondi y encontrarles un veinti. Acuerden poner a los de la local en la puerta de la escuela, las amonestaciones, tener el 911 en una aplicación, acuerden con el gordo de la rotisería pasar cuando cierra y cuidarlo por un par de pollos. Acuerden hacer la vida más triste, más larga, menos gozosa que no importa, que la fiesta no se termina porque lo digan ustedes.

Acuerden con la iglesia que las pibas ya acordaron otra cosa, que no les importa, que nos recabió, que ya no podés hacerte el piola. Acuerden deconstruirse que ellas no les creen, que ya es tarde para todos.

Acuerden hacer talleres sobre embarazo adolescente, transmitir, hacerse cargo, transformar. Acuerden becas con niñez. Acuerden con la psicóloga y el  trabajador social ir a la casa de Luquitas. Acuerden acuerdos de convivencia, respetos y cuidados mientras los guachines más piolas ni se acuerdan de ustedes.

Acuerden entre caretas, pero tienen que saber que no alcanza. Acuerdan que ahorremos, total no nos sale.  Acuerdan con los comerciantes del Cruce Castelar, pero sepan que no les van a alcanzar los patrulleros para meter a todos esos pibes. Acuerden irse a vivir cada día más lejos, total la ruta es larga.

Acuerden con el FMI que los guachos se van a acordar en diciembre de ustedes. Acuerden enfriar todo que el calor viene igual, que el consumo libera, que las primeras cervezas en la esquina solo nos hacen acordar que los saqueos son un arma. Acuerden lo que quieran que los pibes ya solitos nacen con recuerdos.

Vetá lo que quieras total la vida siempre brota // Diego Valeriano

 

Vetá ésta. Vení y vetá las ganas. Salí y fíjate si te da la nafta para vetar a las pibas. Vetales la prepotencia, el yo te creo hermana, la arrogancia de las que saben que están en una revolución, los guiños color verde en el furgón. ´Vetá a las pibas que son tan contagiosas que hasta las caretas millonarias usan sus palabras. Dale, anímate a pasar por la plaza a vetarles el estado de animo.

Cruza Rivadavia, bajate del 238, camina por Marina bien de noche, espera el bondi en Pontevedra, ponete un puesto de tortilla a la orilla de la 1001 y anímate a vetar algo. Veta las travas del cementerio si podés, a las princesas del asfalto, a las maricas que viajan mil horas en bondi cargados de ilusiones para llegar a Buenos Aires y terminan viviendo en Villa Bosh. Vetá la vida si alguien te deja.

Vetá a los guachines que no aceptan las consignas. Seguí hablando de inclusión, dando vergüenza en los centros comunitarios, haciendo murales y juegos que atrasan, volviendo a tu barrio antes que baje el sol. Seguí mendigando subsidios, siendo recurso, quedándote conforme por estar ahí como si eso fuera suficiente, siendo traductora, seguí siendo gato que veta la vida que no entiende. Seguí apostando al futuro sin darte cuenta que el presente es una fiesta.

Vetá la fiesta, dale. LLamá al 911 y que venga el patrullero a decir que bajen la música, que no griten tanto, que no tiren cuetes. Dale, fíjate si bajan o siguen. Si se animan a cruzar por el frente. Dale, seguí posteando sobre obviedades y mirando series. Vetá que los guachos se intoxiquen, que todo sea un arrebato, que a las nueve de la mañana arranquen para el chino a comprar escabio, las risas duras.

Vetá todo lo encantador pedazo de ortiva. Las motos rompiendo la noche, la guerra en cada esquina, los pibes dispuestos a no negociar el placer, a los amanecidos buscando al último transa un domingo. Vení pancho, vení y vetá el odio a la política, la desconfianza a los curas, el odio a las maestras, la certeza de que la solidaridad es mentira y que de arriba nunca viene nada bueno.

Vetá el amor a los que perdieron, las lágrimas tatuadas, los murales en los monoblocks, las historias que siempre crecen, los pibes que salen hechos hombres, las novias de presos que mienten y esperan, las cicatrices que enseñan.

Vetá lo que quieras total  la vida siempre brota. Que el consumo libera, que de ultima tiran los ganchos, que hay comedores, que el papeo se resuelve, que nunca van a ser empleadas, que en el rancho se está poco. Que tarde o temprano un bondi siempre los lleva aunque haya que esperar un poco más.

Frente al disciplinamiento financiero, sustancia y vino tinto // Diego Valeriano

 

Frente al disciplinamiento financiero, sustancia y vino tinto. Y tambien fiesta en las calles, falopa un domingo a las tres de la tarde en el baño de una parrillita de ruta 4. Frente al disciplinamiento financiero, llamar al transa hasta que apague el teléfono, quemar bolsas de basura en las esquinas, colar una pepa y perderse en el INTA, crear rumores de saqueo en el Coto de Ciudadela, fumar paraguayo antes de entrar a clases, cagar a piedrazos todas la cervecerías artesanales que se nos crucen. Clavarse un clona a las diez de la mañana.

Frente al disciplinamiento, aprender de los pibes. Entender qué significa tener sangre de chorro, vivir a todo ritmo, dar la vida en una moto. Aguantarla en un calabozo, no ser tan gato de tus ideas, ser más amanecidos y menos militantes. Dejarte llevar mientras el cuerpo aguante. Frente al disciplinamiento, aprender cómo caminan los indisciplinados, las que nunca aceptan, aprender cómo se plantan los que son despreciados de izquierda a derecha, las que arrancan, los que creés que son víctimas. Aprender de los que cuando tienen que tirar, tiran.

Frente al ajuste de los de arriba, capitalismo runfla. Consumo que libera. Neoliberalismo de los de abajo. Feria, puesto, saqueo, ir a pescar al Reconquista, robo piraña a un camión de La Serenisma que pinchó a unas cuadras del barrio. Una doña transa que sigue el negocio del hijo preso, senegaleses haciendo un asado al costado de la vía,  talleres de camisetas en Villa Celina. Frente al disciplinamiento ortiba, trueque, una piecita arriba de la otra hasta llegar al cielo, remis al barrio, tortilla a la parrilla, ex combatientes vendiendo banderitas con imán, kioskito las 24 horas, vino en bolsa en alguna fiesta de alguna virgen, vacipan en la 1001. Choripete en Soldati.

Porque esto no lo frenan los disciplinados, ni los que marchan ordenados, ni las panelistas desencajadas en los programas de cable, ni los que postean, y menos aún los que movilizan gatos del plan. Porque ya es hora de que nos hagamos a un lado: no damos más de panchos, el mercado nos recabió y comprar dólares es más destituyente que marchar.

Porque frente al disciplinamiento financiero hay que ser más piba, más guacho, más gede, más trava. Hay que abandonar el cuerpo político que no da más de careta. Hay que dejar de militar por lo menos dos años. Porque una fiesta, unos guachines planeando su primer robo, un saqueo, una maricona que grita y baila, una feria, una piba esperando el último bondi en el cruce Castelar son capaces de atacar cualquier tipo de disciplinamiento ortiba y contrario a la vida.

La vida es muy corta para andar ahorrando // Diego Valeriano

Saboteemos todos los medidores de gas para que el contador no avance, pongamos imanes en el medidor de la luz, tiremos los ganchos a los cables de la calle, acerquemos unos mangos al de Cablevisión, busquemos en los cajones el pituto que compramos en la estación en el 2004, compartamos la clave del wifi. Seamos amigos solamente de quien comparte su usuario de Netflix.

Robémosle la luz a la vieja de adelante que no da más de ortiba, amenacemos a los operarios de Aguas Argentinas, usemos la SUBE del abuelo, vayamos a la odontóloga con un carnet prestado. Saltemos los molinetes en Once, caretiemos en las puertas de todos los recitales, besemos a las putas viejas de la colectora, a las que están más allá del Reconquista. Vayamos al bajo si es necesario porque el precio por acá es demasiado, hagamos cola en los pasillos por un 25 con pibitos que tienen la edad de los nietos que no tenemos, plantemos nuestras plantas aunque más no sea en baldíos olvidados. Seamos populistas y faloperos.

No demos ni un paso atrás. Agilicemos nuestra memoria, compremos en cuotas y demos de baja la tarjeta. No les regalemos a estos caretas nuestro goce y libertad, prendamos todas las estufas de cuarzo hasta que las velas derritan los cables del barrio de adelante, caguemos a piedrazos a las cuadrillas que vienen con malas noticias, atropellemos las barreras de los peajes, escrachemos públicamente a la que vende pastas y nos dice que pongamos el aire a 24, compremos vinos dudosos en el chino, pongámosle mucho hielo a La Bichi ahora de naranja.

Insultemos a las que te piden que firmes contra el tarifazo desde la comodidad de la militancia,  a los diputados caretas, a los políticos panelistas, a la que canta desde el flete en todas las marchas. Agudicemos el ingenio popular,  hagamos todo ahora porque la vida es muy corta para andar ahorrando, hagamos todo porque solo el consumo libera,  hagamos todo para no perder más.

Valores Fundamentales: Elementos para una crítica a las (no tan) nuevas derechas // Colectivo Vitrina Dystópica

 

  1. Valores fundamentales

 

Hay una serie de estas nuevas. Una serie que se llama The Handmaid’s Tale (El cuento de la criada, 2017), basada en un libro de Margaret Antwood (1985), en la cual se propone – para variar – un futuro dystópico. ¿Qué sucede en este futuro? Algo ha ocurrido con la fertilidad del planeta y no solo las cosechas son escasas, sino que también lo son los hijos, los cachorros humanos. Entonces, una especie de régimen totalitario se instala en, al menos, parte de lo que era Estados Unidos. Una especie de régimen totalitario que, apoyándose en una suerte de fundamentalismo cristiano, reinstala la más explícita dominación masculina: literalmente convierte a las mujeres que aún son fértiles, en esclavas de la casta dominante, para proveer de hijos.

 

El discurso oficial les llama criadas. El discurso oficial dice que eligieron serlo en beneficio de la humanidad. El discurso oficial dice que esas mujeres y las mujeres de la casta dominante, no son esclavas de los hombres (únicos autorizados a los puestos de jerarquía), sino que éstas fueron liberadas ¿Liberadas de qué, perdón? De la liberal (sic) “ideología de género”, por supuesto, pero también de los opresivos cánones de belleza que el neoliberalismo articula(ba) para su propia mantención. Vuelta a los valores tradicionales, entonces, como forma de salvar lo que queda de “comunidad”, lo que queda de “país”, lo que queda de “mundo” e, incluso, de por fin liberar a las mujeres de esas tontas ideas que conllevaría la ideología de género, pues como lo dice uno de los personajes (El Comandante), ahora pueden dedicarse libremente a cumplir con su objetivo biológico: tener hijos.

 

La protagonista de The Handmaid’s Tale siendo aleccionada. Serie realizada por Hulu.

 

“Según el censo de 2013, la comunidad evangélica en Chile representa el 16,62% de la población, es decir, 3,5 millones de personas, de las cuales 2,5 millones estarían habilitadas para votar: un botín nada despreciable que los candidatos cada vez miran con mayor atención”, así abre la nota sobre “el factor evangélico” un periodista de la revista Qué Pasa, por supuesto de COPESA, en plena “carrera” presidencial de 2017.

 

Esta fuerza religiosa ha tenido un crecimiento disperso, pero sostenido desde el guiño de la dictadura y los coqueteos con los demócratas, lo que la ha convertido, por tanto, en una fuerza política. Aunque no es difícil saber que ya era fuerza política desde el principio, su masividad, pero sobre todo la capacidad de fijar puntos y lograr unidad en la diferencia, es decir, la posibilidad de constituir una axiomática en apariencia muy sencilla, consigue llamar la atención de cada vez más “candidatos”. Y no olvidemos que en nuestra economía afectiva la atención llama a la atención, o sea, redobla su fuerza.

 

“Hay un tema transversal en que convergemos con Franco[1] y que tiene que ver con la vuelta a los valores. Uno de los discursos de Franco es que él no le debe nada a nadie, no tiene compromisos con el mundo financiero. En ese sentido estamos de acuerdo… – explica el pastor Molina, acompañado de su esposa [la pastora Zuñiga], en un café vegano budista de Providencia”. Franco, esta vez fue apoyado por un partido que se llama Unidos en la Fe y, a pesar de lo tenebroso del nombre no es este movimiento el “principal” peligro, sino la axiomática que articula.

 

La “marcha por la vida”, fue un momento fundamental consigna Qué Pasa, pues se reunieron católicos y evangélicos, superando sus “históricas disputas”. Esto fue posible, pues como señala, el antes UDI y hoy también independiente, José Antonio Kast: “[coincido] plenamente con la mirada valórica que ellos tienen, en todos los temas provida (…) estoy convencido de que una política de género es muy dañina para la sociedad y en lo [último] que coincido es en la libertad”.

 

Marcha «provida», Santiago de Chile, 2017. Foto autoría desconocida (se agradece información)

 

 

  1. Puritanismo y finanzas

 

¿La libertad? Cualquiera que mantuviera aun al menos cierta inquietud, estaría tentado a preguntarse algo como eso, de qué libertad me habla Kast. Y cabría adelantar así en bruto, velozmente, una hipótesis: la libertad de no mezclarme, la libertad de protegerme. ¿Qué? ¿Entonces, ya no es la libertad de consumir, la de elegir, la de explotarme, la de ser un individuo, todo eso que, sabemos, es la cumbia del neoliberalismo? Sí, claro que lo es, pero renovado ahora sobre un discurso de la comunidad. Los solos constituyeron comunidad y, por cierto, atravesada, enarbolada, ensamblada por el miedo.

 

Prototipo barrio cerrado «cul-de-sac», o sea, con calles sin salidas. Foto Plataforma Urbana.

 

 

Si el principal elemento de consumo era en realidad un estilo de vida y, entonces, todo lo que consumíamos se trataba finalmente de la propagación del modo de vida imperial. Y si, por cierto, esa democratización de las posibilidades se desmentía una y otra vez en la deuda, mostrando toda la articulación valórica neoliberal al modo de los libros de autoayuda, es decir, como un inmenso vacío en el que hay que hacer como si todos tenemos ya la vida que se supone debemos tener, porque solo depende de nosotros (y, entonces, fotos en Instagram).

 

Desmentida, también, en su recíproca, es decir en la estetización de la posición depresiva, compañera estructural del como si neoliberal y, por cierto, de la proliferación de la autoayuda y las terapias. Entonces, aun si, o mejor dicho porque se desmentía constantemente, no basta para asegurar la acumulación. Esta comunidad que no rehuiría del vacío, sino que lo buscó gestionar como sociedad de oportunidades, es decir, plenamente nada. Nada más que la obligación tácita de incorporarte a la forma de producción dominante, o morir. Esta comunidad hubo de agregar, ante la catástrofe que es el presente, a lo menos, un axioma: su defensa como tal.

 

 

Famosa marcha de los camiones quemados en 2015. Quemados, como se supo posteriormente, por sus propios dueños y no por supuestos terroristas mapuche. Foto La Tercera.

 

Es que acá todas las frases en apariencia nacionalistas, como America first o Chile para los chilenos, no pueden separarse de otras como make America great again o vienen tiempos mejores. El desmentido constante del reino de las oportunidades ha sido movilizado en favor de la acumulación y no en su contra. El nacionalismo como muchas veces antes, pero quizá con mayor claridad, es vector de una global dominación de clase. Los tiempos mejores que vienen o que vuelven, implican reconstruir aquel fallido paraíso de las oportunidades y si nunca existió, entonces, culpar a alguien. ¿A quién? A los que ingresaron. ¿Cómo trazar la frontera? ¿A quiénes de los que ingresaron expulsar? Pues a quienes muestren debilidad en su fe.

 

Son sospechosos todos, entonces, quienes mediante su ingreso hayan afectado algo anterior, o sea, algo tradicional. Mujeres, homosexuales, migrantes, insistentes. Y, aun así, bienaventurados los esforzados, pues la comunidad será de ellos y ellos serán de la comunidad. El nacionalismo puede menos que la adopción del dogma. La producción del deseo de purificación y su fascismo, es un problema de clase o de casta, antes que de nación. Mejor dicho, es sobre todo un poder de cacería. La relación con las finanzas, entonces, no sería realmente de oposición como quería el pastor, sino una continuidad compleja, incluso para los financistas. Las finanzas especulan con un mundo infinito, los fascismos puritanos saben que no lo es y que, por tanto, hay que proteger a la comunidad, antes que defender la sociedad. Parecería haber, entonces efectivamente, una oposición, pero a condición de olvidar que las formas de exclusión son modos de incorporación en desventaja. O sea, que, por ejemplo, querer cerrar fronteras no significa que no haya migrantes, sino que entran en peores condiciones y, fundamentalmente, dirigidos a satisfacer demandas de grandes agentes financieros. O sea, en condiciones, que permiten mayor extracción de plusvalía, tanto por ser casi esclavistas o, por la obligación de inculcarse el dogma de la producción de valor (para otro).

 

Si se busca relativizar cuestiones como la catástrofe medioambiental, es porque, sencillamente, es indesmentible. Y si eso es así, entonces, se puede movilizar la sensación de que no caben todos. Y la comunidad se muestra en toda su violencia y desea la muerte. Desea la muerte en general, los chivos expiatorios se irán eligiendo. Ahora bien, ese “no caben todos”, supone la mantención del aumento en el crecimiento sobre la apropiación de la riqueza, aun en circunstancias de su manifiesta imposibilidad. Dadas nuestras circunstancias actuales, como ya ha sido dicho, la generación de riqueza descansa básicamente en desposesión de los demás y que, si “los más ricos” quieren seguir siéndolo cada vez más como a hasta ahora, es a ellos a los que les conviene el “cierre de las comunidades” que quiere decir sobre todo controlar el ingreso para su beneficio. Pero dado que hubieron “democratizado” ese vacío como estilo de vida, esa inseguridad, ese miedo como comunidad, el encierro devino genuinamente un deseo colectivo, al que había que ponerle palabras y enemigos. De paso modificar la estructura normativa y así como por valores humanitarios, pero sobre todo tradicionales, abrir el paso a otra tecnología de poder para dar caza a todo cuerpo que amenace a la comunidad de productores de valor (para otro). La inseguridad fue territorializada, por diversas especies de puritanismos que, movilizando el deseo de protegerse, aseguran la mantención de la apropiación de la riqueza en condiciones de catástrofe. O sea, literalmente, administran la ruina.

 

Foto campos de paltas en Petorca, donde el monocultivo de la dichosamente exportada y transada en la bolsa Palta Hass, reventó la capacidad hídrica de la región. Según consta en la web de Radio Universidad de Chile: «desde la segunda mitad de la década de los 90 en adelante pasó de 2 mil héctareas de paltos a más de 16 mil.  La provincia de Petorca es la más relevante en términos de la producción y exportación de palta hass en el país. La provincia concentra un 30,5 por ciento de toda la oferta exportadora del país y ese cambio en la estructura productiva se originó con la plantación de paltos en suelos sin actitud de cultivo y la devastación de los ríos. En este sentido, el Rio Petorca, fue declarado agotado en 1997 y el Río Ligua entró en la misma condición en 2004”.

 

  • Finanzas y catástrofe

 

La mención al mundo financiero no es algo a despreciar. Su despegue se da coincidentemente en la misma época en que emerge la catástrofe medioambiental como problema mundial y que las tecnologías permiten, precisamente, un mercado financiero global. Sin ninguna necesidad de una mesa coordinadora, ni de una gran conspiración, la financiarización de la economía posibilita hacer rentable incluso la devastación planetaria. En ese sentido, tampoco es despreciable que el periodista haya consignado que los pastores se encontraban en un café vegano budista.

 

Vista en el espacio del Roadster de Tesla, lanzado al espacio gracias a la otra empresa de Elon Musk: SpaceX. Foto Infobae.

 

 

Elon Musk, exitoso empresario preocupado por el desastre ambiental, promotor de energías renovables, es también dueño de la compañía espacial privada estadounidense SpaceX, cuyo objetivo es hacer viajes turísticos al espacio y establecer una civilización humana multi-planetaria, ante, digamos, el mismo diagnóstico. Recientemente, lanzó su primer cohete de prueba con el objetivo de enviar a Marte un auto, por supuesto eléctrico, de otra empresa de su propiedad llamada Tesla. El principal objetivo, sin embargo, además de la publicidad, era probar el sistema de propulsión reciclable, es decir, que debía arrojar a la nave al espacio, pero volver a tierra para poder ser reutilizado, pues de otro modo la empresa simplemente no funciona. El primer viaje turístico a la órbita lunar está pronosticado para finales de 2018. Y su declaración parece muy humanista “Esto representa, señala Musk a la BBC, una oportunidad para que los seres humanos vayan al espacio profundo por primera vez en 45 años». Los turistas son dos. Las identidades de los turistas son desconocidas, pero Musk, según consigna la misma nota, asegura que no son de Hollywood y que “ya han pagado un depósito significativo”. No es difícil imaginar, entonces, cuál será la humanidad multiplanetaria.

 

Desde las crisis financieras de los 2000 y los movimientos de 2011, algo evidente queda expuesto: que el motor de la economía financiera es el riesgo, pero que también este tiene consecuencias nada abstractas. Sin embargo, ante la debilidad de la imaginación política de izquierda y el peso de, precisamente, aquellas fuerzas globales, la protección se instala como necesidad básica. Los afectos que movilizaron críticas al corazón del sistema de valorización contemporáneo terminan siendo encausados por retóricas que, situándose como si estuvieran fuera de las finanzas y políticas corruptas, permiten la elección de millonarios políticos evidentemente corruptos. Cambiando el foco de atención, designando a quienes con su sola presencia parecen perturbar el orden de los valores tradicionales como amenazas, logran disponer para su beneficio del terror a la crisis, siempre anunciada como si aún no llegara del todo. Lo único que no se puede tocar no es la nación, es la acumulación. Su vía: las finanzas.

 

7 Policías defendiendo bancos en el extremadamente pacífico Occupy en Madrid, 2011.
Foto Daniel Yustus.

 

 

  1. Cacerías y desobediencia

 

Supongámosle al capitalismo un axioma y solo uno: tienes que producir valor para otro. O sea, alguien debe apropiarse de tu trabajo como fuerza de trabajo, lo que quiere decir, no como un producto concreto, sino como la energía de tu cuerpo, la creatividad, la fuerza, la concentración, etc. Y es sobre todo gracias a la explosión de la financiarización que es posible apropiarse de eso no tan solo en las antiguas fábricas e industria, sino que de manera continua. Desde el trabajo a la “diversión”. Lo que en parte explica la dificultad para saber cuándo se deja de trabajar en las formas de empleo más propias de la economía contemporánea.

 

 

 

8 Propaganda de la empresa monopolistas de tarjeta bancarias, tratando de que compremos TODO mediado por la posibilidad de especulación.
Imagen del sitio de Redcompra

 

Lo anterior contribuye también a entender la importancia de la financiariación frente al agotamiento de la economía material en los 70’s. Así no solo se dispone de una inmensa masa de trabajadores radicalmente precarizados y explotados en los talleres e industrias de las marcas globales, sino que también se dispone de otra masa conectada a un taylorismo digital, explotada menos en sus capacidades físicas clásicas y más en las de procesamiento de información que exige nuestra interacción con las máquinas contemporáneas. Luego, todos arrojados a comprar, publicitar y trabajar gratis corporal y virtualmente para los gestores de la ruina del mundo. Es decir, que lo que no se puede tocar es la financiarización global que habilita la posibilidad de producir valor en condiciones de catástrofe.

 

9 Hace tiempo sabemos que nuestra ropa la hace mano de obra fundamentalmente esclava. La industria de moda rápida, simplemete la exacerba (Zara, H&M, etc.). Foto Nguyen Huy Kham taller promedio industria global.

 

 

 

«Hay que distinguir dos cosas – señala en febrero de 2018 la diputada joven electa de Renovación Nacional, Camila Flores. De lo que hablamos nosotros es de la protección férrea y potente del derecho a la vida del que está por nacer, no del derecho de los que ya nacieron«

 

¿Qué significa defender una vida así en abstracto? Una vida sin ningún atributo, en medio de nuestro modelo de organización es, disculpen si lo ofende señor conservador, la defensa de un cuerpo-batería del cual es susceptible extraer valor desde antes que diga su primera palabra. Los que ya nacieron deben vérselas por ellos mismo en el reino de las oportunidades que, como dijimos, no es otra cosa que un inmenso interregno repleto de nada más que la obligación de vender tu fuerza de trabajo. Y, bueno, si fracasa, se le podrá extraer valor como desecho.

 

10 Escena de The Matrix. Neo despertando en medio del campo de baterías humanas.

 

El problema comienza si es que se resiste. Y acá resistir no quiere decir nada muy tremendo en primera instancia, tan solo, por ejemplo, no querer seguir soportando lo que cierto feminismo llama brecha salarial o, el elemento estrechamente asociado, del trabajo doméstico no pagado. O si a las y los migrantes, se les ocurre tener los mismos derechos que los otros animales humanos que, casualmente, nacieron dentro de una determinada organización jurídica que, algunos adoran como “su país”. Cualquier cosa que amenace la mantención de la acumulación, o sea, la capacidad de desposesión. Para qué decir si lo que se quiere es defender otra forma de vida. Ahí la intensidad de la guerra civil en curso se muestra prístina.

 

11 Policía militarizada en una de sus constantes operaciones de asedio contra la resistencia de otras formas de vida en el Wallmapu.
Foto El Ciudadano.

 

 

Entonces, ninguna contradicción entre mercados globales y fronteras cerradas. El movimiento de aparente cierre no es otra cosa que un mecanismo de incorporación, a la vez que la articulación de un nuevo paradigma de vigilancia. La producción de la exclusión no busca tanto la expulsión de grupos en su totalidad, como la de aquell.s que se resisten a la mantención de la acumulación exponencial (ninguna sorpresa por Le Pen, entonces). Táctica de demarcación, otorga la legitimación a la cacería de cuerpos que, no queriendo asumir su lugar en la escala de explotación, amenazan con volver a dirigir la atención colectiva al problema tan absurdamente evidente, como aparentemente invisible, de las inadmisibles tasas de ganancias de los especuladores de todos los países que poco importan ya. Tan inadmisibles que los más exitoso de este modelo no pueden sino imaginar la posibilidad de una humanidad interplanetaria para sostener el crecimiento de sus riquezas.

 

12 En enero de 2015 Oxfam publicó un informe titulado «Riqueza: tenerlo todo y querer más». En el informe de 2016, señalan que “En 2015, sólo 62 personas poseían la misma riqueza que 3.600 millones (la mitad más pobre de la humanidad). No hace mucho, en 2010, eran 388 personas”

 

En The Handmaid’s Tale, el régimen totalitario se instala fundamentalmente para mantener condiciones de acumulación (siguen haciendo negocios internacionales, por ejemplo), en medio de la más evidente devastación. La movilización de los valores fundamentales solo permite justificar la nueva escala de intensidades de explotación. Y ahí, uno de los elementos más interesante de esa serie cobra relevancia: el relato de la transición en apariencia imperceptible entre un mundo tal como el nuestro, en donde nos reímos de Trump y Piñera y Macri, a una vigilada vida puritana, en la cual una serie de espacios rígidamente demarcados, permiten la caza, o sea, atrapar y dar muerte, a todo quien los trasgreda.

 

13 En febrero en Santiago de Chile, con base en la humanitaria defensa de una niña violada y asesinada llamada Sophia, personas marchas pidiendo la reinstalación de la pena de muerte en la justicia ordinaria, es decir, la modificación de la pena máxima y, por ende, de toda la arquitectura jurídica nacional.

 

En estas circunstancias, la sobrecodificación securitaria de los sistemas jurídicos nacionales, que incluye la discusión sobre la pertinencia de la pena de muerte, adquiere un cariz político fundamental. No se trata únicamente de las fronteras, de las corporalidades o de la soberanía sobre las vidas, lo que se juega también en este terreno es la modificación del aparato en su conjunto, habilitando justamente a la “ley” como cacería y a sus detentadores, cada vez más intocables, como las aves de rapiña de los cuerpos resistentes al capital global.

 

¿Cómo pensar, entonces, las resistencias nuevamente? ¿Cómo interrumpir en lo local, con el cuerpo y con la tierra, y a la vez en el dominio de la programación financiera? ¿Cómo articular, en estas circunstancias, una desobediencia colectiva? ¿Qué implica, qué significa una desobediencia hoy? En definitiva: ¿cómo devenir, cómo construirnos, un cuerpo-hacker?

 

 


14 Pintura del compañero Papas Fritas, al cual agradecemos por el uso de su obra. La serie a la cual pertenece se llama: Folklor Insurrecto.

 

[1] Franco Parisi, candidato presidencial “independiente” que, para las anteriores elecciones apoyaba el aborto en 3 causales y el matrimonio igualitario, pero luego de volver con su esposa tras haber sido acusado de acoso sexual en Estados Unidos y de unas sesiones de rezos por Skype (según consigna la misma nota de la misma revista), pudo resolver los temas valóricos y rechazar tan erradas opciones.

Una piedra, un flechazo // Natalia Gennero

Sabemos ya que es lo que interrumpe la linealidad de las cosas lo que arma sentido. El gobierno de Macri es un gobierno del orden, simbólico, económico, social. Se instaura proclamando la alegría, que no es una alegría excesiva, que derrame nada; es el goce de la norma, de ser por fin un país normal, de adecuarnos a lo que el mundo desarrollado, el FMI, los inversores, los jefes, los padres esperan de nosotrxs.

 

Y después de una elección en la que los asesores de marketing del oficialismo pudieron jactarse de que en La Matanza se votara al PRO a pesar de estar viviendo peor que antes. Y después de haber celebrado que también a los habitantes del conurbano se podía llamar “vecinos”. Después de haber constatado que la gente siguió dando su voto al gobierno porque el consumo construye subjetividad pero más el sacrificio. Dos meses después, estábamos de nuevo en la calle.

 

“¿Se puede desear el fascismo?”, se preguntan Deleuze y Guattari en El Anti-Edipo. Podemos desear contra nuestro interés, y el poder se aprovecha de eso. El fascismo es una re-territorialización, dicen, un intento de establecer un orden cerrado, de codificar lo múltiple, amorfo, vital que ocurre. La tesis oficial sobre la “orquestación política” de las manifestaciones contra la reforma previsional responde a esta necesidad de explicar vía codificación.

 

Invierten la relación causal. En vez de identificar el origen del alineamiento entre los sectores de la oposición en una presión de los grupos sociales movilizados sobre el sistema político, adjudican la movilización a una especie de acción mágica de los políticos opositores sobre los ánimos sociales. Cuando lo que pasa afuera del Congreso es insubordinable a lo que pasa adentro.

 

No se puede entender cómo se (des)organiza un masa enorme de personas que sale a la calle. Es algo inexplicable, incluso para quienes estamos ahí. Entendemos los malestares, las frustraciones, la rabia, la impotencia, la mayor o menor coordinación, lo que nos da alegría; pero nada de eso guarda una relación lógica con el hecho de que estemos en la calle y seamos tantxs y no volvamos a nuestras casas sino para volver a salir. Como un grito que callamos hasta que abrimos la boca.

 

Subordinar la interpretación de todos esos cuerpos en la calle a la figura de “los violentos” es una estrategia discursiva y es, también, el tallado de una lente para mirar lo que pasa, acotar un punto de vista. Pero, más allá de si todxs lxs que fuimos a la plaza tiramos piedras o no, hay algo de realismo en el poder político al hacer esa lectura. Lo que lo hace peligrar, lo que lo violenta, no es que gane la oposición, sino que se constituya un poder popular que lo cuestione y limite.

 

Un gobierno que despliega cientos de policías, gendarmes, gases, balas, para que sus funcionarios puedan sancionar una ley habla de “violencia” y de “ataque a la democracia” cuando se tira una piedra. “Violencia” significa algo distinto de este y del otro lado del cordón policial. Violencia es mentir. Y los medios de producción de la mentira nunca están de este lado.

 

Que se apele a la defensa de la democracia para proteger a unos gobernantes que deciden en contra del pueblo nos vuelve a situar en el problema de la representatividad. El hecho de haber sido electo por los votos no implica que un gobierno sea per se democrático. Es democrático también por las medidas que toma, por el modo en que usa sus fuerzas de seguridad, por cómo responde a las demandas populares. Que hayamos vuelto a la calle es un flechazo al corazón -vacío- de nuestra democracia representativa, que nunca late y, a veces, cruje.

 

Se puede desear el fascismo. Hay en el deseo de orden un gran productor de subjetividad, un estabilizador. Porque el deseo, que está primero que el sujeto, se crea en el mundo, en este mundo, gobernado desde hace décadas por los afectos neoliberales. Pero se puede, del mismo modo, desear la revolución. Desear es una elaboración. Hace falta trabajar en el deseo, desmalezarlo, elaborar la diferencia, crear sentido que desordene. Desear a favor de lo que nos es vital.  

Lo que nos tocó vivir // Anónimo

Sigo pensando en las jornadas que nos tocó vivir el día lunes. Pienso en las continuidades entre ese día y los acontecimientos del jueves. Entre ambas fechas no hubo un salto episódico. Muy por el contrario, diferentes tramas de organicidad social se fueron reproduciendo y generando un sentido colectivo acerca del momento al que nos estamos enfrentando: el Estado hidrante, como bellamente caracterizó el otro día Horacio González. Nos fuimos de la plaza corridos y perseguidos por los fuegos y el gas pimienta. Nos fuimos con bronca y con ganas de volver a ser parte del debate y de la correlación de fuerzas, mientras nuestros diputados ponían dentro lo mejor de cada uno para defender a los jubilados y al pueblo de este enorme saqueo diseñado y ejecutado por el poder de las finanzas. Replegarse es estar vivo, es un momento de la lucha que nos ayuda a recuperar fuerza, analizar los acontecimientos y volver a avanzar con nuevas tácticas, nuevas estratégicas. Y volvimos en la noche, primero a las plazas, a las esquinas y luego marchando hacia el congreso. Heroico. Conmovedor. En fin, lo del lunes fue tremendo. Una gesta que pasa a formar parte del acervo colectivo de luchas sociales.
Alguna vez alguien dijo, allá por 1890, que «la revolución está vencida pero el gobierno ha muerto». En lo personal, no creo que esta frase se aplique al 100% pero guarda un sentido que expresa la profunda derrota que sufrió el gobierno, que se expresó en el malestar social que ocupó las calle (porque es lo primero que podemos ocupar frente a un gobierno de ocupación como este) y la manifiesta muestra de despotismo y tiranía que este gobierno demostró ayer para todos aquellos que creían en el gobierno (o al menos una parte). Desde el lado del régimen político algo se ha roto: es algo más que una fisura, es un quiebre, literalmente una grieta que está gestando algo nuevo en las fuerzas de la oposición. Ayer hubo nuevos reagrupamientos que habrá que ir alimentando y cuidando para que crezcan con mayor fuerza.
En la calle también paso algo y es que el pueblo desobedeció. Me toco estar frente a la quinta de olivos (algo que jamás hubiera pensando, mucho menos a 16 años de aquel 19 de diciembre que me encontró en una batalla campal en plena avenida de mayo), donde hubo muchísima gente  que cantaban consignas que parecían revolucionarias «Patria si, colonia no»; «a donde vayan los iremos a buscar» «vos sos la dictadura». Y claro como no van a cantar estas cosas el pueblo, si este gobierno es la contra revolucion en persona (pisotean derechos todo el tiempo, invierten la juridicidad para desproteger a los sectores más débiles, para transferir recursos a los poderosos, han capturado la democracia para beneficio de las elites).
En algún momento alguien canto «vamos a volver» y otro grupo le replico de toque «que se vayan todos». Hubo mezcla de gente, de votantes anti macri y de macristas que vieron el despotismo y la ineptitud de un gobierno que ejerce el poder con la fuerza, el miedo, la extorsión y la persecución judicial. Por eso se movilizó tanta gente por todos lados y el error del gobierno fue no haber leído eso para frenar la sesión durante la madrugada. Se esta gestando un movimiento de desobediencia que también hay que alimentar. Hay que lograr potenciar esas expresiones pero encausarlas en canales que propongan una politización transformadora, que permitan armar programas de acción. Por eso, la consiga del vamos a volver, se vuelve un poco sectaria, desplaza y obtura la posibilidad que abre que la clase media esté cantando «unidad de los trabajadores». Pocas veces se producen estas amalgamas, pero cuando suceden es porque la historicidad de las revoluciones pasadas (de las rebeliones populares), se hace presente en acontecimientos llenos de rebeldía. Demos rienda suelta a la desobediencia civil porque «las calles son nuestras, en ellas hacemos la historia».
El peronismo en este contexto. Hay cuadros y compañeros valiosos que están dando todo; pero mucho traidor por dentro están descomponiendo las fuerzas de unidad popular.  Hay que dialogar y construir puentes y alianzas con lo más valioso, pero nuestra fuerza está en regenerar nuevas mesas de articulación, de dialogo con nuevas experiencias y sobre todo con lo mejor que ha dado la historia política de este país desde el 2001 en adelante: los movimientos sociales.
En el lado financiero, los mercados ya saben que este gobierno pierde legitimidad velozmente, porque gobierna con el miedo y no con la virtud. Los mercados no quieren este lio, no quieren muertos, quieren previsibilidad y paz social (llamase pacto de sumisión). Nada de esto logra construir el gobierno. Por eso la fuerza esta en las calles, en las barriadas y en las asambleas que puedan alimentarse de hoy en adelante. El efecto Piñera podría restarle inversiones a Macri por efecto desplazamiento, veremos si esto sucede con el correr del año próximo. Nosotros busquemos nuestros aliados en las calles chilenas. Chile es un país que tiene coordenadas de juegos más estables (lamentablemente no es bueno para un proyecto popular, pero Frente Amplio tampoco se animó a marcar una diferencia de conceptos que marque un nuevo rumbo). El sur tiene enemigos comunes: sus mandatarios presidenciales y las fracciones del capital financieros que se han apoderado de la democracia.
Por ultimo, la moneda porque en las calles también deberá surgir el debate por nuestra moneda nacional, por las monedas populares, por esas formas de experimentación financiera que rompen las coordenadas del establishment y se animan a pensar nuevos horizontes de liberación.
Anónimo.

Barajar y dar de nuevo // León Lewkowicz y Facundo Abramovich

Por primera vez en muchos años, la Capital Federal no estuvo tomada por el odio fascista. La movilización popular del lunes 18 de diciembre se extendió desde las primeras horas del día hasta la madrugada del Martes.
La represión feroz por la tarde logró despejar la plaza, pero no apagar la caldera popular. Sin dudas, la novedad ocurrió cuando empezaba a anochecer: cientos de miles de personas tomando las calles de la ciudad, culminando en la peregrinación al Congreso. Sorpresa, pero no mera reacción espontánea: la sedimentación de aprendizajes y saberes que carga el movimiento popular desde hace años dio pie a nuestra salida a la calle. Los cortes de calle, las asambleas improvisadas,  cacerolas (ya no de teflón), el grito de guerra del feminismo, y evocaciones a que «la sangre de los caídos se rebeló» dan cuenta de las heterogéneas luchas que anteayer se entrecruzaron. El grito masivo “unidad de los trabajadores” que se cantó de mañana a noche no fue “un dato más” de la jornada sino que debe mantenernos alerta el cauce que el cántico pueda tomar en la realidad.

Foto de M.A.F.I.A

Lo que se hizo explícito en esas plazas y calles es que la famosa grieta que divide a la Argentina no toma centro real en la figura de CFK (distinto puede ser el plano electoral); sino que más bien se trata de un enfrentamiento entre el movimiento popular (con su historicidad) y los cruzados del Orden. Una breve observación: fue parte de la base social propia del macrismo la que agitó sus utensilios la noche del 18 de diciembre. Incluso, en los barrios del norte de la ciudad (asumiéndolos como el epítome político, electoral y subjetivo del proyecto PRO) fue notoria la repetición de cacerolazos en el día de Martes.

Aunque no se pudo revertir la reforma, se ha logrado sortear el régimen policial en todo sentido: ni las fuerzas represivas, ni los medios de comunicación pudieron intervenir, dominar o controlar la irrupción callejera.
Por eso nada vuelve a la normalidad: ni para el Gobierno ni para nosotrxs. Se ha reabierto el mapa político, se ha expresado un descontento generalizado -quien mejor lo sintetiza es uno de Ellos: “La vida pública fue azotada por un huracán durante siete días. El paisaje quedó modificado” (Pagni)-. Mientras la arena se movió en las calles de la ciudad, las alianzas dentro del Congreso continuaron estancas. Ninguna fuerza política partidaria pudo apropiarse de esa movilización, mucho menos dirigirla. He allí un desfasaje: he allí lo interesante.

Ni optimismo de la voluntad, ni pesimismo de la razón.
El croupier se acomoda el saco. Las cartas se vuelven a repartir. La ruleta vuelve a girar.  Apostemos a la calle.

Monstruos, fantasmas y choricitos // Agustín Valle

El campo de batallas -muy en plural- da lugar a la mañana siguiente a una prolongada lluvia en la ciudad de los Monstruos. Durante horas cae elocuente el “sshhh!!” del cielo al Homo bobiens de estas pampas. De vuelta pues cada uno en su casa, o casado con su pantallita en el laburo o la calle o el bondi; ese recorte hace una realidad autogestionada, con una administración táctil del propio estrés, de la desazón que, con suerte, no llega a ser. El lunes el celular fue medio de encuentros y tráfico de informaciones; el martes vuelve a ser la luz individual que no te abandona. Todo sigue como si nada pero sin embargo.

La gigantesca maquinaria de la proximidad mediática opera sus choricitos: la opinión es un subproducto de la distancia con las cosas. Y las cosas cansan. Agotan, extrañan. Basta de cosas. Suficiente con lo inevitable; la intimidad inevitable con las cosas es suficiente… La proximidad mediática es una salida perfecta: ni localía a fondo (esto ahora acá es el centro del mundo), ni aventura en el mundo. Ni poesía ni política.

La maquinaria de la proximidad mediática rompe el continuo orgánico, inherente a las cosas, pero lo sustituye con la exhaustividad de los instantes. Por eso es la gran fuente contemporánea de las percepciones elaboradas con puros efectos sin premisas: “un grupo fue preparado para tirar piedras”. Mataron dos pibes en el sur, hubo represión todo el año y cacería humana el jueves. ¿Marchamos en bolas? Por lo demás, como resumió McLuhan, “la indignación moral es la estrategia tipo para dotar al idiota de dignidad”. Citar a un gran pensador de la técnica y la comunicación señala, también, la solidaridad del fetichismo tecnicista entre el telefanático y el agente robocopizado; uno goza con el control remoto y el click, el otro con el aerosolito, la moto y, también, su poderoso click.

Era bastante obvio que la aprobarían la ley garca; y no obstante fuimos una descomunal marea humana, por la tarde en el Congreso. Pocas veces, del 83 para acá, se vio represión a una multitud tan grande; no se podía ni correr. El caldo de odio, que constituye la mayor parte del consenso macrista, tiene declarado ni olvido ni perdón a todo ansia igualitarista.

Los Monstruos aparecen solo cuando el orden mediatizado de la ciudad -toda la vida convertida en medio para el rendimiento, toda la materia subsumida al helado saber de la Gestión-, solo se muestran cuando la normalidad de la consecución de instantes se ve suspendida, por la irrupción de una multitud que se opone a algo concreto sin tener exactamente definido su objetivo: sabíamos que la ley se aprobaría casi seguro, e igual estábamos ahí. La represión declaró de hecho Estado de Sitio, y la reacción nocturna popular lo des-realizó. Nadie sabía que seríamos tantos, ni que el Terror convocaría más movilización.

¿Por qué no dejan ocupar la plaza, en manifestación democrática? Esa obstrucción inicia la fase callejera de la violencia. Las fuerzas de seguridad -¿quién te usa, milico?- son ahí los cuerpos que prolongan la violencia político-económica. Marcos “Roger” Peña aludió a los recuerdos del 2001, para justificar la distancia del vallado. Aquel 19 de diciembre, el Congreso fue invadido, incluso prendido fuego y saqueado, en una pequeña parte. Si el Gobierno quiso detener a Hebe de Bonafini, si reprimió en la marcha Ni Una menos en marzo, a los docentes en Congreso, a los trabajadores de la economía informal en la 9 de Julio, a los de Pepsico, si asesinó cobardemente a Santiago Maldonado y a Rafael Nahuel, si ahora agita este diciembre, es porque quiere convocar lo que hay de vivo de toda la memoria de las protestas sociales de la Argentina contemporánea, para liquidarlo. Juegan con fuego y cuando el fuego crezca, muchos queremos estar ahí.

Foto de Colectiva fotografía a pedal

Pero nosotros también jugamos con fuego: el aliento del recuerdo de la revuelta, de la potencia de un nosotros enorme, abierto, potente precisamente porque no sabe lo que quiere más allá de juntarse (por eso abre zonas de creación), de afirmarse en sus intolerancias, que no precisa ofrecer alternativas programáticas y puede así variar el curso de la historia -incluso, puede suspender la historia y permitir que se muestren los Monstruos, que, también, todos llevamos dentro…- El aliento de la revuelta, digo, debe incluir el recuerdo de sus dolores. Fueron ¿33?, los hermanos muertos el 20 de diciembre de dieciséis años atrás: de ellos casi nadie se acuerda. Sí de Maxi y Darío, porque su vil asesinato insufló de tanto dolor al movimiento popular, que quedó disponible para que vengan un Jefe y/o una Jefa.

Está llena de muerte la ciudad: llena de vida también. De jueves a martes tuvimos una, dos, tres movilizaciones multitudinarias, insoslayables, muy lejos de ser acaparadas por el “vamos a volver”: pasos de un cuerpo colectivo nuevo, animado por el aliento de su historia. Nuestra tarea es que en este día y cada día quede claro que el orden de la Realidad está del lado de la muerte. Que es preciso una y otra vez revivir: nada es verdad, todo está permitido.

Foto principal: M.A.F.I.A

Macrismo: fin de triunfalismo // Lobo Suelto!

Foto principal: M.A.F.I.A.

Lo propio del capital financiero es sentirse solo. Dinero que produce dinero. Sin cuerpos ni territorios que obstaculicen. Una experiencia de lo ilimitado. Así se concibió a sí mismo el macrismo hasta esta semana. Un infinito ininterrumpido de optimismo evolutivo, prosperidad y endeudamiento. Luego de las últimas elecciones, el macrismo anunció un proceso de “reformismo permanente”. Eran puras intenciones, pero el progresismo (herido y lamentoso) se deprimió bajo el supuesto de que la derrota electoral del kirchnerismo dejaba el terreno libre a la ofensiva del gobierno.

Foto: Sub Coop

Las cosas son siempre -y por suerte- bastante más complejas. El macrismo fracasó en su primer intento de consolidar su proyecto reformista. La fragilidad en el sistema político argentino (gobierno con divisiones, peronismo fragmentado) introduce inconvenientes a la estrategia del bloque de clases dominantes de imponer su fuerza a través del sistema parlamentario. Se trata de problemas de “tiempos y procedimientos», tras los cuales se oculta la fuerza de la resistencia organizada. Esta fragilidad ofrece espacios a los movimientos populares para poner límites y obstaculizar la ofensiva del bloque en el poder, como ocurrió hace meses con el 2×1 a los genocidas. El macrismo es el proyecto prueba -la vanguardia- que en Latinoamérica ensaya de manera más descarnada el binomio democracia y contra-revolución. En este ensayo se juegan la suerte de un proyecto que consiste alinearse con las exigencias del capitalismo mundial.

Foto: Cologens

Ayer en las calles se produjo un triunfo momentáneo, pero trascendente: se acabó el sueño del macrismo como monólogo. Cada vez más acuden a las fuerzas represivas, porque solo el terror creciente funciona como estímulo para su concepción de la democracia. Pero se mancharon las manos con sangre. Maldonado, Rafael Nahuel. Es una ilusión creer que estas cuentas quedarán impagas. La represión luego de la movilización contra la OMC, a la movilización de lxs trabajadorxs de la economía popular y, ayer, a la movilización contra la reforma previsional: se acabo el crédito incondicional. De acá en más hay que tener en cuenta que el recurso a la violencia es para formar a sus propias fuerzas, producir y satisfacer sus motivaciones, que en su extremo es inseparable de un goce genocida creciente en parte de la población argentina. Lo hacen en nombre de “la paz” (Marcos Peña). La paz del orden.

Foto: M.A.F.I.A.

La sorpresa de esta semana no hace sino confirmar lo que la historia nos enseña: el movimiento popular se encuentra organizado y movilizado. Sin capacidad de veto aún, pero sí con capacidad de identificar objetivos y poner algunos límites. Ahora la tarea es combinar luchas dispersas, audacia colectiva y la unidad en acción de todos los sectores. Vamos a ver si logran lo que se proponen: puede que se lleven una sorpresa.

Foto: Cologens

“El macrismo surfea sobre fuerzas e intensidades que ya habían tomado a la sociedad” // Colectivo Juguetes Perdidos

En su nuevo libro “La gorra coronada”, el colectivo Juguetes Perdidos plantea que el triunfo de la derecha es producto de distintas derrotas y hace foco en las disputas que se vienen viviendo en los barrios en el plano de los afectos. El engorramiento y el cerrarse en la propia vida como un modo de lidiar con la precariedad y la manera en que el gobierno actual logra avanzar con el ajuste al actuar sobre un fondo de terror anímico e intranquilidad son algunas de las ideas que traza el grupo, desde una investigación política que escapa a lenguajes y miradas tradicionales.

Por Lucía Maina para La tinta

Unas diez personas miran a cámara. Algunas muestran palos, armas. Otras llevan gestos duros, aires de empoderamiento. Hay quien sonríe, quien saluda con alegría. Hay mujeres, hombres, incluso una niña. La fotografía fue tomada en Córdoba durante los linchamientos que siguieron al acuartelamiento policial de diciembre de 2013, y es la imagen que lleva como portada el nuevo libro del colectivo Juguetes Perdidos “La gorra coronada. Diarios del macrismo”. Esa imagen, esos gestos, son la puerta de entrada a una serie de apuntes y análisis que este grupo de investigación política escribió para entender y rastrear con un nuevo lenguaje las sensibilidades de nuestra época, los cambios que sufrieron los barrios y las formas de vida en los últimos años y que permiten explicar, desde abajo, la llegada de la derecha y el macrismo al poder.

Para trazar una cartografía política que se corra de lugares comunes y de análisis puramente ideológicos o coyunturales, el Colectivo Juguetes Perdidos lleva varios años inventando palabras y categorías: vida mula, precariedad totalitaria, salario anímico, disputas de intensidad. Nuevos conceptos que se nutren de maneras de investigar alejadas de la sociología tradicional y del lenguaje político militante y cercanas a los barrios. Sus textos nacen de talleres en distintos lugares del conurbano bonaerense, de charlas con pibes y pibas que desde sus experiencias de vida despiertan reflexiones y miradas sobre lo que nos está pasando como sociedad. Ese trabajo se expresó en su libro anterior, “¿Quién lleva la gorra?” y ahora continúa en “La gorra coronada”, una producción que empezó a escribirse después del ballotage de 2015 y que sus integrantes Ignacio Gago y Leandro Barttolota vinieron a presentar a Córdoba en los últimos días, en el marco de la 11ª Marcha de la Gorra.


La intención, explican, es pensar la política desde lo micro y lo macro para desentrañar cómo se incubó cierta sensibilidad sobre la cual hoy el macrismo surfea y gobierna. La intención, dicen, “es barrer un poco la cancha, correr lo que hay arriba de la mesa y pensar de verdad cómo replantearnos un lenguaje político que esté a la altura de las intensidades que siguen insistiendo y que puedan disputar la gorra coronada”.


—Hay una sensación, que sobre todo se vivió en 2015, de cierta sorpresa, de mirarse y preguntarse qué pasó, cómo fue que el macrismo ganó. A partir de sus líneas de investigación ¿cuáles fueron las cosas que no se lograron ver y que permitieron este triunfo?, ¿qué fue lo que se coronó?

Ignacio: Hay muchísimas tendencias o fuerzas que hoy se ven coronadas o replicadas a nivel estatal. En el libro anterior, “¿Quién lleva la gorra?”, hicimos un mapeo junto a un montón de pibes en los barrios y talleres en distintos lugares del conurbano bonaerense que lo usamos para crear la categoría de “nuevos barrios”, donde aparecieron dinámicas de engorramiento, de trabajo ensanchado, que estaban relacionadas con la lógica del consumo y el endeudamiento, de la familia y los hogares estallados, muy hacinados, con barrios atravesados por violencias difusas. Un montón de fuerzas y dinámicas que estaban por debajo y no eran leídas por los discursos oficiales de la época, ni por el kirchnerismo, ni por la oposición en su momento, ni por muchas investigaciones académicas e incluso por una mirada política que se quedaba mucho en la superficie mientras por abajo había mutaciones.

Leandro: Por eso es clave la idea de coronamiento, que te lleva inevitablemente a retroceder y ver cómo se fue incubando, cuáles fueron las sensibilidades y los laboratorios sociales en los cuales se fue creando eso que después se corona a nivel estatal. Entre otras cosas, los nuevos barrios eran expresión de las disputas por la intensidad, que se traducían en disputas por diferentes realismos. Un tipo de intensidad que impugnaba o iba en contra de la vida mula, o sea contra la vida muy tomada desde el trabajo ensanchado. Y por otro lado, había otras intensidades mucho más oscuras y sórdidas, intensidades de muerte que tomaba cierto vecinalismo, como la idea de los linchamientos y de agruparse para defender al costo que sea un rejunte o un fragmento o región de tranquilidad. Ese fondo de guerras sociales muy sórdidas también se expresa en los interiores estallados, en cierta intimidad envenenada, en lugares o espacios que habitualmente el lenguaje político no registra. ¿Cómo ganó el macrismo? ¿Cómo está haciendo todo lo que hace? Para responder esa pregunta y que la impotencia no te paralice tenes que ir un poco más atrás:  el macrismo es producto de un montón de derrotas . Pero una de las principales derrotas es no haber percibido esas intensidades y esas lógicas y fuerzas que estaban tomando los barrios, que después se vuelcan a la ciudad y toman a una sociedad entera. Esa es la primera derrota, incluso antes de una derrota electoral.

I: Encima son fuerzas y dinámicas que corrían sobre un fondo de precariedad, que nosotros llamamos precariedad totalitaria porque inunda todos los aspectos de la vida, de un barrio, una ciudad. Una precariedad que no llegó a morder el consumo, los nuevos derechos, los trabajos, pero es una especie de vínculo con las cosas que tampoco fue leída.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

—Ustedes plantean que hoy el ajuste económico se está dando sobre un rejunte ¿Qué significa el rejunte? ¿Cómo se relaciona con los linchamientos y con la idea de comunidad?

L: Lo que nosotros decimos es que el ajuste se da sobre un barrio que no es una comunidad, o ciertas imágenes de convivencia y acuerdos respaldados en cierta historia común, sino que ya se da sobre un rejunte, que fue uno de los modos posibles de habitar la precariedad. Un rejunte no preexiste, siempre es el efecto de eso que se da para defender una propiedad, el barrio, un consumo. Una de las cosas que no se pensó durante la década ganada fue que la batalla no era solo cultural, era una batalla contra la precariedad. Y realmente no hubo imágenes políticas constituyentes que traten de inventar otros modos de vida sobre esa precariedad que tomaba la totalidad de las vidas. Lo que hubo fueron rejuntes, que pueden ser desde agrupaciones familiares, de amigos, vecinos hasta organizaciones políticas y redes, pero que nunca termina de morder en ese fondo precario: intenta conjurarlo pero nunca termina de enfrentar cara a cara al terror anímico, que es esa especie de fábrica subjetiva de intranquilidad permanente. Entonces el engorramiento, o cierto gesto de cierre sobre la propia vida y de cuidar al costo que sea la propiedad adquirida o el umbral de tranquilidad, deja de ser algo ideológico o cultural, o meramente político, de que la sociedad giró a la derecha. Es uno de los modos producidos en ciertos hábitos y afectos para lidiar con esa precariedad.

I: De hecho la tapa del libro “La Gorra Coronada” es la imagen de un fotógrafo, Aníbal Greco, de los acuartelamientos policiales que hubo en Córdoba en 2013 y los linchamientos que se dieron en esa noche. Y es una foto de vecinos enfierrados para defender… Y ahí está la pregunta: ¿para defender qué? Porque no es una comunidad que se autodefiende, sino un rejunte con toda una liturgia y una mística del engorrarse que funciona muy bien en diálogo con la precariedad, con una forma de vida que se desmorona y que no tenía traducción política. Este grupo de vecinos, al engorrarse, es que terminan por ser vecinos, consumidores, votantes, identidades que no están aseguradas de por sí y engorrarse otorga retroactivamente ese status, un poner el cuerpo a través de eso. Por eso no son “vecinos de derecha”, y por eso no es un voto de gente de derecha sino que son procesos que se van coagulando en otro plano.


“Durante la década ganada hubo una ampliación del consumo popular pero el reverso del consumo siempre fue el engorramiento. Cualquier cosa que consumas con las cuotas después hay que bancarlo con el cuerpo. A menos elementos, a una vida en la cual cuesta mucho mas conseguir una propiedad, es inevitable que se intensifique el engorramiento: cuando tenes menos redes, menos cuidado por parte del Estado, no tenes seguridad privada al frente de tu casa, el engorramiento es casi uno de los pocos gestos que te quedan para defender al costo que sea ese mínimo umbral de consumo o de propiedad conseguida. Entonces la derechización efectivamente es tal pero no es ideológica, es afectiva, es existencial, y está curtida y sedimentada en hábitos, en afectos, en todo un roce cotidiano con cosas que la precariedad muestra en su rostro más feroz”.


—A partir de los talleres en los barrios también vienen analizando la presencia de la gendarmería, ¿Cómo cambió esa presencia ahora que la derecha está en el poder? ¿Cómo analizan ese tema a partir de lo que pasó en el caso de Maldonado?

L: Nosotros decimos que es bastante sintomático el tema de la desaparición de Santiago. Muchas veces es real que estaba la demanda en estos nuevos barrios de que esté la Gendarmería, porque si no estaba lo que aparecía eran los narcos cagándose a tiros en la calle y todas escenas de intranquilidad absoluta. Entonces lo que hace la Gendarmería es dejar una imagen de tranquilidad circulando en el barrio, que se conecta muy rápido con ese realismo vecinal. Pero a la vez despliega una especie de cuartel militar a cielo abierto en el cual verduguea a los pibes, los hostiga, los detiene. Y lo más complicado de todo ahora, que es uno de los efectos del boomerang, de cómo vuelve la gorra coronada, es que todas las fuerzas de seguridad están desatadas, se sienten empoderadas y habilitadas por la sociedad para hacer cosas que antes se contenían. Ahí si funciona la teoría del derrame: la gorra coronada si derramó sobre los barrios, el gorrudismo derrama, empodera.

I: Además del clasismo, del negocio inmobiliario, de un montón de dinámicas del poder, el conflicto con Maldonado y con la Gendarmería es también una disputa por la intensidad y una especie de combate contra fuerzas que estaban poniendo en discusión las formas de vida. Una lectura muy en clave de conflicto territorial, de Benetton y los mapuches, que hay que hacerla, también tiene que incluir esa disputa por las intensidades: ¿Qué hacía Santiago ahí? ¿Qué forma de vida estaba intentando poner en juego? ¿Por qué los vecinos apoyan las corrientes de odio hacia Santiago y hacia todos los que reclamamos por él en estos últimos meses?

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

L: Y parece que siempre la alianza política con esas vidas es a partir de la noción de víctima, o cuando esas vidas son interrumpidas, entonces hay un lenguaje político o un sistema de expectativas políticas que llega tarde. Muchísimas organizaciones llegan a una alianza cuando ya el pibe devino víctima de una situación de violencia institucional. Lo de Santiago es impresionante como una expresión de eso: él se monta una línea de raje y se va siguiendo su mambo y ahí está solo, por eso también es muy jodido y muy doloroso el mandato social. El macrismo nos dona imágenes de soledad política que son también fragmentos de la derrota. Cuando nos vamos de la forma de vida oficial y del contrato social hecho carne no hay alianzas políticas desde las imágenes más armadas de lo que es la política.


El problema de la época, y ahí hay una astucia del macrismo entre otras cosas, es que intensifica ese momento de soledad política, hoy más que nunca el vuelto de aislarte es mucho más profundo que hace unos años. Un pibe que no participa de ese consenso de lo que tiene que ser la vida está mucho más regalado ahora que hace cinco o seis años. Por supuesto también pasa con las imágenes de militancia. La gorra coronada es eso también: no solo revanchismo, sino también cobrar una serie de mandatos.


—¿Cómo analizan las últimas elecciones, con un triunfo o “recoronamiento” del macrismo en el país? Ustedes hablan de un “salario anímico” como una explicación de este triunfo que se mantiene a pesar de que el ajuste en la economía empeora.

I: Sí, porque se corrió el riesgo de una especie de economicismo en el análisis: ante un ajuste económico, un enfriamiento del consumo, la pérdida de laburo ¿cómo es que van a revalidar los votos? Nosotros tenemos la hipótesis de una especie de suplemento anímico, de salario anímico, que refuerza el ajuste del bolsillo. Por ejemplo, una docente que “acepta” congelar su salario pero a cambio tiene un plus anímico para ponerse la gorra en el aula, para verduguear a los pibes, para pararse frente a otros docentes y vecinos de otra manera: está empoderada en un nivel afectivo, anímico, a nivel más de gorra. Se da un diálogo entre la economía y el resto de las instancias de la vida que está armando mundo y armando realidad. Se reforzó otra instancia, no la del consumo, no la del laburo sino el engorrarse, vaciar la calle, asfaltarla, agilizar el tránsito del trabajo a tu casa, que va a una economía más anímica y que explica mucho más que los números.

L: El macrismo, por un lado, lee cierto enfriamiento libidinal; ya se estaba deshinchando el consumo e intensificando el gorrudismo antes del macrismo, y eso alimentaba los axiomas del realismo vecinal. Y también lee que ese realismo pillo de los pibes estaba en retroceso. Entonces no se iba a pudrir si los pibes pierden capacidad de consumo porque ya habían perdido una batalla con el vecinalismo. Nuestra hipótesis es que el macrismo lo que hace es surfear un montón de fuerzas que ya existen y que realmente habían tomado a la sociedad. De hecho de la imagen de un rejunte posible en la precariedad que podría ser, por ejemplo, un saqueo es claro que hoy en día el movimiento, la inercia, es hacia un linchamiento.

—Decían que muchas veces se sigue pensando en un estallido social como el de 2001 como salida a esta situación, sin tener en cuenta la implosión de las vidas que se está dando. ¿Qué implican estas implosiones? ¿A dónde mirar y aportar para buscar otra salida?

I: La intención es hacer un sacudón a las imágenes políticas establecidas, es bombardear ese nudo de ilusión. No es cinismo, pero si es cierto que hay una imagen de que esto termina en un quilombo, en el estallido social y que se van en helicóptero. Eso te impide pensar como hay microimplosiones todo el tiempo y como hay hipermovilidad. Porque también hay otra falsa imagen que dice “che, es increíble la inmovilidad del pueblo que no lucha ante el macrismo”. No: el pueblo esta hipermovilizado en mil luchas cotidianas y gestiones y eso explica mucho más al macrismo que la quietud. Lo que no quita pensar qué investigación hay que hacer para ver por dónde vamos a encontrar una especie de salida no fascista, de conexiones de esas implosiones o de maneras de leer el desborde que no sean implosionar.

—Sus investigaciones se centran en la dimensión de los afectos ¿Cómo ven el aporte o el proceso que se está haciendo desde el feminismo para poder pensar en esa clave?

I: La fuerza de las pibas es fundamental. De hecho hay un texto en el libro sobre eso porque este año lo vimos de lleno en los talleres: es una fuerza y una presencia que se lleva puesto todo, y una insistencia.  Capaz que la resistencia al macrismo se queda atrapada más en un régimen de obviedad, o de reacción, más a la defensiva y lo que hay que buscar es más lo que insiste que lo que resiste: qué fuerzas están ahí insistiendo con su modo de vida, armando otro escenario y otra realidad.  Y ahí obviamente que lo de las pibas es fundamental. La información está en el raje, no en el soportar. Cuando ves una piba que está rajando de su rol de madre como destino, de “mujer de” hay una potencia impresionante. Y a su vez la posibilidad de alianza de esa piba con el pibe que está escapando de un montón de roles patriarcales.

L: Lo que aparecía en los talleres con las pibas son los interiores estallados como pregunta política, no como un problema doméstico. Muchas oscuridades de la época se dan en esos momentos de implosión y no en los estallidos, lo que pasa es que estamos acostumbrados a encandilarnos con las llamas en el momento del conflicto social pero no a ver como algo combustiona, se va incubando.


Si la gorra coronada llega a este momento porque toma un montón de fuerzas que se habían incubado en los barrios también ahí aparecen un montón de insistencias e intensidades que le pueden disputar a las sensibilidades sociales mayoritarias.


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(Imagen: Eloísa Molina para La tinta)

—Este año el lema de la Marcha de la Gorra fue “El Estado nos mata, sus medios lo bancan”, ¿Qué rol ocupan los medios en este proceso? ¿Hasta dónde determinan este cambio en la sociedad?

I: Nosotros siempre nos preguntamos sobre qué sensibilidad corren los medios, para analizar con qué mirada y con qué alianza vecinal trabajan. Y cuando pensamos en el realismo vecinal lo pensamos en una alianza concreta y directa con lo mediático, pero no lo mediático como Clarín, el Trece, Cadena 3, sino lo mediático metido en las casas de la gente, como máquina de expresión y de lectura de lo que pasa en un barrio. Y esta alianza se solidificó: a los medios también les cabe esto del revanchismo.

L: Lo interesante para destacar de estos años es que lo mediático deviene una máquina de verdugueo más. Una máquina que aparece en el momento de la intimidad, del reposo, de la llegada al hogar y que intensifica mucho más a esa vida mula y al gorrudismo. Ahí hay un abroquelamiento bastante complicado: la gorra coronada no es solamente el palacio sino un complejo de gobierno donde está lo mediático, lo estatal, las fuerzas de seguridad, la justicia, los empresarios. Es un modo de gobernabilidad mucho más amplia.

* Por Lucía Maina para La tinta. Imagen de tapa: Aníbal Greco. Fotos interiores: Colectivo Manifiesto.

FUENTE: La Tinta

Estos dos años de Macri // Diego Valeriano

Las viejas que quedaron solas y ya nadie visita, los policías exonerados, la tía Raquel, las dos pibas de la Franja que están en la mesita, mi mamá que se la pasa en Facebook compartiendo denuncias de corrupción y perritos perdidos, uno que es planta en el Concejo Deliberante de Pilar desde el 83, los que llaman al 911 una vez al mes,  Mirian a la que hacían movilizar y aun así muchas veces le descontaban, la odontóloga que se gano lo que tiene trabajando, las que jamás van a tener plantas en su patio, los que temen a los borrachos un lunes tipo 7, los porongueados por la orga, las que escuchan a Baby, los que tuvieron que ir obligados a la fiesta de Ottavis un fin de año, los que mandan videos al grupo de wasap, la vecina del Rulo que vio cómo cambió el auto cada año con la guita de la cooperativa, los machos, las chetas, Mariana Fabbiani, los que abrazan la catedral, las que no se llevan materias, los que nacieron así, las inspectoras de escuela, los que estudian para tener una salida laboral, los que se alegran creyendo que se agudizan las contradicciones, los que dicen periferia, las que se anotan en marketing, los que odian las ferias, los que cagan encima cuando quedan solos en el vagón con tres africanos, las que dicen feminazi, los que se creen emprendedores, las que se conmueven con cada atentado de ISIS, el gordo Miguel que de tantas veces que lo robaron se terminó comprando un fierro, las que creen que mantienen vagos, los que festejan que se ahogó, Abril que por fin tiene cloacas, los abogados penalistas, los que se les cumplió la profecía, las que hablan de educación de calidad, los anti aborto, las que creen lo de la RAM, los que odian a los trapitos, los trapitos educados, tu prima que habla de narcotráfico como si supiera, los que hacen la compra del mes en el hiper aprovechando los descuentos del Banco Provincia, las que tienen el corazón lleno de odio de clase, los cagones, las que miran la vida desde un patrullero y los dueños de cervecerías artesanales están contentos con estos dos años de Macri.

Macri nos re cabió // Diego Valeriano

Nos re cabió porque no entendemos, no sabemos, no queremos corrernos de la comodidad militante. Porque nos importa la víctima según quien sea el victimario, porque justificamos atrocidades espantosas y hasta las perdonamos. Porque hablamos de Clarín, porque no supimos dejar de cantar canciones que estaban bien hace 20 años, pero ya no. Porque mientras matan a una pibita hablamos del codificado.

Macri nos re cabio porque no sabemos escuchar a los que no hablan florido, porque manejamos planes, bolsones y subsidios, porque leemos cosas que ya son inverosímiles, porque despreciamos el miedo de una vieja cuando baja el sol en Morris. Porque de modernos que somos ya somos antiguos, porque queremos querer vidas heroicas. Porque Macri es la cultura y nosotros solo posteadores seriales de temas que no sabemos.

Nos re cabió porque creemos que si una vida es política tiene más valor, porque decimos cuadro político, compañero, estadista y algunos dicen jefa. Porque no nos reímos tanto, porque somos banales. Porque cuando el carnicero dice que hay que matar a todos le hablamos de derechos, escuela pública y posibilidades. Porque movilizamos como antídoto de todo, porque la revolución dejó de tener realidad práctica, porque estamos atravesados por una cantidad demente de palabras e imágenes.

Y porque casi que no dijiste nada por Luciano, porque usaron a Dario y Maxi. Porque por cualquier cosa hablamos de la dictadura, porque estamos solos, porque decimos demasiadas veces neoliberalismo, porque no entendimos y ellos sí, por eso nos re cabió. Porque es la tecnología y no la ideología. Porque creímos que todas nuestras miserias políticas eran buenas en pos de algo superior, porque hablamos en nombre de los otros. Porque creemos en la educación como herramienta de transformación, porque tercerizamos supuestos dolores, porque hacemos talleres en los barrios una vez por semana, porque casi todos nosotros somos empleados estatales.

Macri nos re cabió porque no todo se discute. Porque perdimos espontaneidad, porque hay sensibilidades que no se explican y sin embargo están, porque no vimos las constelaciones de afectos posibles. Porque desaprovechamos la oportunidad que tuvimos ese diciembre, porque todo esto es pura suerte, porque resistir es algo más de lo que estamos haciendo y porque no nos hacemos cargo de que hay lugares a los que nunca volveremos, aunque siempre volvamos.

2017-11-14

Macri es la cultura // Diego Valeriano

Macri es la cultura porque de este lado no somos nada. Apenas somos una obra de teatro comprometida en algún centro cultural, una radio comunitaria con subsidios y sin oyentes, un taller de algo que ya se desgastó de tanto corregirlo y buscarle financiamiento, un pobre blog. Apenas un encuentro con algunos pibes del barrio, con los más fáciles, con esos que te escuchan con tal de cobrar una beca. Una biblioteca popular llena de libros donados que lo único que tiene para ofrecer es dignidad y solemnidad, justo ahí donde lo único bueno pasa a la noche cuando se olvidan esas dos cosas.

Macri es la cultura porque el Indio ahora opina y además al muy cagón ni siquiera le da regalarnos el único espacio vital que nos quedaba. Macri es la cultura porque de tanto militar nos olvidamos de la gestión política de nuestras vidas, porque nuestros compañeros de rebelión, escabio y calle desviaron algunos recursos, se volvieron caretas y dejaron de juntarse donde podían pasar las cosas, porque ya no segundean, porque envejecimos nosotros también y no supimos.

Hay un montón de corazones ortiba que quieren tranquilidad, poder armar su CV, postear sin saber, tener una carrera, algo de público, leer libros, opinar sobre arte, un poquitín de reconocimiento, que les festejen sus obviedades y mantener ciertos rituales privados. Macri es la cultura porque entienden cómo somos y saben qué hacer con eso. Macri es la cultura porque ya casi nadie quiere intensidad épica, y porque esa intensidad no fue genuina.

Macri será la cultura mientras sigamos abrazados a la inmediatez, a aquello que aún no es efectivamente real, mientras no nos hagamos cargo de que todo esto es pura suerte, hasta que la vida tal cual es se refleje por fin de algún modo, aunque más no sea como una estrategia de visibilidad que lo deforme todo. Como un espejo retorcido, peposo, cínico e irónico que muestre lo gede, guachín y piba que tenemos que ser para transformarnos en máquinas de guerra.

 

Contra la violencia machista y la reforma macrista // CEB + Ni Una Menos

Contra la violencia machista y la reforma macrista
Este 19 de octubre salimos a las calles

#QueNoNosRobenElFuturo

Coordinadora de Estudiantes de Base + Ni Una Menos

Hace un año, el 19 de octubre de 2016, desde el colectivo NiUnaMenos realizamos el primer Paro Nacional de Mujeres. Lo hicimos repudiando el femicidio de Lucía Pérez en Mar del Plata y el ataque a puñaladas que terminó con las vidas de Nuria Couto y Natalia Grenbenshicova, ambas de la Escuela de Bellas Artes “Manuel Belgrano”, de la ciudad de Buenos Aires. Hace un año, con el impulso de ese paro, denunciamos las violencias machistas y las violencias económicas y sociales que nos afectan especialmente como mujeres, lesbianas, trans y travestis. Por eso hicimos una medida de fuerza y un grito común: paramos para decir basta a las violencias que se traman contra nosotras, que nos quitan autonomía y nos tienen como territorio de conquista. Paramos también para encontrarnos entre nosotras y hacer duelo colectivo, compartir la rabia y politizar todos los trabajos que hacemos y no son valorados, ni reconocidos, ni remunerados.
Este 19 de octubre volvemos a tomar las calles. Somos ahora lxs estudiantes secundarios lxs que decimos basta a cómo se anudan las violencias machistas y las formas de ajuste que tienen como blanco a la educación pública. Rechazamos que nos quieran hacer trabajar gratis para empresas, en nuestro último año de escuela. Rechazamos que nos digan que nuestro futuro se explica en un power point y que se traduce en una pasantía. Rechazamos que la reforma educativa que se propone el Gobierno desprecie y excluya nuestras opiniones. Rechazamos que las modificaciones curriculares estén digitadas por exigencias que se firmaron como compromiso junto con la deuda externa. Rechazamos la deuda que asume el Estado y se nos impone con paquetes tecnológicos y reglas de competitividad. Reglas que nos son ajenas pues sólo agregarían más presión y precarización.
Desde hace semanas, nosotrxs también paramos y tomamos las escuelas. Más de treinta en la Ciudad de Buenos Aires y muchas otras en estado de debate y asamblea. Porque somos parte fundamental de la comunidad educativa no aceptamos no ser escuchadxs ni tenidxs en cuenta cuando se habla de nuestro futuro. Porque queremos discutir qué significa la implementación de la ESI (Educación Sexual Integral) de forma abarcativa; como una experiencia que involucra a docentes, alumnxs y directivxs. Hoy los cursos que garantizan la formación de la ESI se redujeron a menos de la mitad, su implementación no es permanente ni transversal y tampoco existe un programa o área específica en el Ministerio de Educación de la Ciudad. No aceptamos que ciertos aspectos de la sexualidad sean vistos como negativos y amenazantes, reduciendo el objetivo de la ley a la mera prevención. Nos preocupa cuando se reduce la ESI a un servicio tercerizado por expertos de ONGs, donde se borran los procesos que nosotrxs venimos haciendo, y se pone a la sexualidad como un saber especializado. La ESI tiene objetivos más amplios que incluyen que podamos vivir nuestros deseos de forma autónoma y placentera. 

También señalamos que es una deuda pendiente la implementación de los protocolos contra la violencia de género, la circulación de nuevas pedagogías que contrarresten los micromachismos, los abusos, el acoso en todas sus formas, las observaciones estigmatizantes y represivas sobre las vestimentas y las estéticas en todas sus manifestaciones, que ponga de relevancia las identidades sexuales autopercibidas y el aire que anhelamos respirar en las escuelas como lugar de pertenencia, formación, crecimiento personal y colectivo. En nuestro futuro caben todos nuestros deseos.   
Con las tomas de las escuelas hicimos visibles estas demandas concretas y exigimos una escucha real por parte del Gobierno. Escucha y atención que no nos dan porque les conviene infantilizarnos (al gobierno y a los medios). Somos interlocutorxs necesarios para cualquier política educativa que se quiera democrática. No pueden negarnos. A nuestras demandas, el Gobierno contestó de dos maneras. Por un lado, con simulacros de diálogo, cuyo fin es no demorar la implementación de los acuerdos pautados con los organismos internacionales de crédito. Por otro, criminalizando las tomas a partir del tratamiento mediático de una situación de abuso en el Colegio Nacional Buenos Aires, desconociendo desde las autoridades del colegio el protocolo a seguir y revictimizando a la compañera involucrada.
Hay una campaña que busca desprestigiar nuestras acciones. Nuestra capacidad de parar y tomarnos tiempo para pensar y discutir juntxs. Parar la reforma es parar una flexibilización sobre nuestros futuros. Parar la reforma es no aceptar la obediencia que implica esta imposición laboral para jóvenes que hoy toma el nombre de “prácticas profesionalizantes”.
¿Qué modos de vida nos plantea la reforma macrista? 

Nosotrxs sabemos que cuando discutimos la reforma educativa, también discutimos la reforma laboral y las violencias machistas. Desde nosotrxs, futuro, sexualidad, educación y trabajo arman una trama desde la que enfrentamos las violencias porque nos afirmamos en nuestra potencia colectiva y construimos cómo que queremos vivir.
Desprestigiar nuestras luchas y formas de protesta es la precondición necesaria para imponernos vidas precarias, flexibles y obedientes a favor de las empresas, o que quedemos disponibles como oferta de trabajo en las fuerzas de seguridad. Paramos y nos movilizamos contra los modos de vida que el Gobierno proyecta para nosotrxs. Paramos y nos movilizamos para que no nos roben el futuro. 
Por eso este 19 de octubre volvemos a tomar las calles.

Por todas las pibas que nunca volvieron. 

Porque sin educación pública de calidad y sin Educación Sexual Integral no hay Ni Una Menos.

Contra la violencia machista y contra la reforma macrista.

Vivxs y Libres Nos Queremos.
CEB + NUM

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