Anarquía Coronada

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Un año del desalojo de Guernica. Berni se tiene que ir, tiro mi piedra // Diego Sztulwark

Texto publicado el 02 de noviembre de 2020

La discusión sobre si es legítimo criticar al gobierno o hay que permanecer cerradamente leal, es reaccionaria, estúpida y anacrónica. Estamos ya varios pasos más allá. Quienes dimos apoyo por medio del voto y la argumentación pública al actual gobierno nacional y provincial tenemos sobrados derecho, no sólo a opinar, argumentar y a putear, sino también a exigir. Tiro esta piedra contra Berni porque creo que hay que exigir ya mismo su renuncia por todos los medios posibles (y porque todo lo que compartimos en privado tiene que hacerse público, en favor de los acuerdos mínimos para que en es país haya algo asi como una democracia ¿o sólo los grandes medios y los grandes propietarios tienen voz en este país?). Las razones son tan evidentes que avergüenza tener que recordarlas. Voy a las inmediatas y más preocupantes. El desalojo a la toma de Guernica fue una guarangada, una falta de respeto y el inicio de una política inaceptable de subordinar la vida a la concentración trucha de la propiedad privada.
Si hace falta documentar cada una de estas afirmaciones puedo comenzar de este modo: que el desalojo fue arbitrario violento y cruel es algo que está relatado en la voz de las y los compañerxs que estuvieron allí haciendo postas médicas y ayudando a heridos, pero también en la de Diego Morales, abogado del CELS, explicando lo violento del desalojo y la existencia de alternativas.
Incluso cuando se revisa la propiedad de la tierra de las tomas aparecen cosas increíbles, como ésta que encontraron los investigadores de Edipo sobre vinculaciones con altos cuadros del terrorismo de estado de la última dictadura.
Y aún si no se quiere escuchar estas voces autorizadas, siempre se puede consultar directamente este miserable e irrespetuoso video, del Ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires. 
Los testimonios posteriores del Ministro Larroque y del Gobernador Axel Kicillof no hicieron más que confirmar que el desalojo no fue sólo una torpeza, una imposición de la justicia o efecto impuesto por no se qué maléfica y poderosa “izquierda”, sino una decisión política inadmisible, que es preciso revertir cuanto antes, dado que como es de público conocimiento, toda política democrática comienza por evitar la represión a la conflictividad social y en buscar caminos para la organización popular. Ya muy difícil es el contexto internacional, muy reaccionaria es la oposición política y muy consolidado está el patrón de acumulación sostenido en la violencia -patriarcal, sexual, clasista, racista, xenófoba- de la deposición de toda riqueza natural y social como para encima tener que soportar este tipo de estupideces. Es decir: reivindico el derecho de todos los votantes del Frente de Todos de participar directamente en la impugnación de este tipo de política y exigir la renuncia inmediata de Sergio Berni. Es inaceptable que la propia gobernación siga alimentando a este aspirante a Bolsonaro, cuyo único mérito es mostrarse a la derecha de Paricia Bullrich (por no nombrar el capítulo de la bonaerense, la huelga policial chantajista y la muerte de Facundo). Tiro mi piedra contra Berni e invito a todos lo que sienten parecido a activar desde su lugar un repudio público. Berni se tiene que ir, tiro mi piedra.

A un año de Guernica: dictadura, violencia y propiedad privada // EdIPo

Resumimos las impactantes novedades reveladas por el Equipo de Investigación Política (Edipo), sobre los dueños del terreno desalojado. Una genealogía de la relación entre violencia y propiedad privada.

Los datos que conocimos ayer revelan que las tierras en disputa fueron adquiridas por El Bellaco SA durante el “Proceso de Reorganización Nacional”. Y que el presidente de la empresa hasta su muerte en 2013 fue funcionario de la dictadura.

El 20 de septiembre EDIPO publicó un informe que comenzaba diciendo: “Los poderes establecidos acusan a los ocupantes por utilizar un método ilegal, pero nadie se pregunta quiénes son los supuestos dueños legítimos de los terrenos en disputa”.

Allí describimos al fiscal que se sacó una selfie con la represión de fondo durante el desalojo del jueves. Y también al poder político municipal de Presidente Perón, que desde el comienzo del conflicto pidió meter bala.

Pero el foco lo pusimos en la empresa que solicitó el desalojo a la justicia: Bellaco SA, cuyo director y representante es Gervasio Pérez Pesado, poseedora de una parcela de 360 has de las cuales habían sido ocupadas 60 has.

Bellaco quería desplegar un fastuoso emprendimiento inmobiliario, con barrios privados, clubes exclusivos, canchas de golf y lagunas artificiales, pero habían dejado de pagar los impuestos inmobiliarios en 2018 y registraba deudas ante (ARBA) por casi un millón de pesos.

Además, en junio de 2019 la empresa dejó de aportar al seguro y la obra social de sus empleados, motivo por el cuál en febrero de 2020 la aseguradora Experta ART rescindió su cobertura.

A partir de estos datos podíamos intuir que aquellos prohombres cuyos derechos propietarios estaban siendo resguardados con tanto celo, no son un ejemplo cívico ni propugnan un desarrollo sustentable, al menos para quienes apuestan por un proyecto popular y democrático.

Gracias a una gestión ante el Registro de la Propiedad conseguimos una copia del Dominio Inmueble de Guernica. Entonces supimos que El Bellaco SA adquirió esa parcela el 20 de julio de 1983, escriturando el 24 de octubre del mismo año.

Un segundo dato nos llamó la atención: la empresa El Bellaco SA fue creada el 10 de mayo de 1983, muy poco antes de la compra del terreno. Recordemos que el 30 de octubre de ese año Alfonsín ganó las elecciones, decretando el final de la dictadura.

El tercer dato cierra el círculo: César Emilio Pérez Pesado, alias “Copete”, es el hombre clave en esta historia. Fallecido en 2013, padre de Gervasio, fue funcionario de la dictadura por lo menos entre 1980 y 1982.

Según el Decreto Secreto 1173 de 1980, el 30/5/1980, “el señor asesor de la Subsecretaría General doctor don César Emilio PEREZ PESADO, fue designado para acompañar al presidente Videla en un viaje oficial a la República Popular China”.

Copete Pérez Pesado, quien presidió El Bellaco SA hasta su muerte, también fue socio de Abel Blas Román, intendente de facto de la ciudad de La Plata entre 1981 y 1983. Juntos fundaron el Estudio Pérez Pesado – Román y asociados en 1964.

Según la sucesión iniciada en noviembre de 2013, Copete Pérez Pesado poseía, además del campo de Guernica: 4 lotes en Berazategui, un predio en Dolores, tres propiedades en La Plata, otro predio en Pilar y 15 campos en Olavarria. Y esto es solo lo declarado hasta hoy.

Los primeros relatos aportados por viejos conocedores de la política platense recuerdan que Copete fue asesor legal cuando Videla era Presidente y le decían “Congreso”, “porque armaba los decretos de ley o los vetaba”. Pero está última es apenas una versión a confirmar.

Seguiremos tirando del hilo, para develar una trama que quizás tenga más tela para cortar. Dejamos por ahora una pregunta dirigida a ese sistema político, cuyo primer mandamiento parece ser la defensa la propiedad privada: ¿ustedes saben bien lo que están defendiendo, verdad?

Piedra a “Berni” // Agustín J. Valle

Es mucho más que el hombre así llamado lo que se nombra, hoy, con la palabra Berni. El kirchnerismo tuvo entre sus banderas fundantes dos pilares democráticos, con los que recogió lo que, en 2003, eran demandas plantadas por la movilización popular: no al ajuste ni a la represión. La protesta social no se responde con palos, balas, gases; la crisis no se encara con privatización, deuda, achicamiento del poder adquisitivo de las clases trabajadoras. Esto lo distinguía del menemato, pero más aún, del largo ciclo posdictatorial. De La Rúa tuvo que irse por neoliberal; Duhalde, por la represión asesina. En cambio con Néstor, bajando el cuadro y pidiendo perdón en nombre del Estado, y Néstor en Campo de Mayo, ante centenares de milicos formados, gritándoles “¡no les tengo miedo!”, se abría una forma de Estado, una estatalidad, que se alejaba del Terror. Ahora el Estado no solo reprimió, no solo protegió con palos, balas y gases la propiedad de los ricos y poderosso, no, más aún: el Estado fue y prendió fuego las casillas, incendió las viviendas hechas a mano, a cuerpo, a pulmón. Dejó cenizas. El fuego es un mensaje de terror.

Obviamente el Terror ejercido no tiene comparación con la desaparición sistemática de personas -pero fue con el telón de fondo de la desaparición y asesinato de Facundo Castro, con Berni mintiendo descaradamente a la madre y a la sociedad, que el Estado volvió a presentarse como una formación de monstruos que destruyen con gas y fuego la vida, la comunidad organizándose.

En el 2005 lo tuve cerca a Berni un día, y lo vi mentirle a la que en los papeles era su jefa, Alicia Kirchner, ministra de Desarrollo Social. Fue en una fábrica recuperada por un movimiento de trabajadores desocupados, donde estaban montándose emprendimientos productivos (receptores de subsidios estatales), sobre los que el coronel le informaba a la pingüina mentira tras mentira. Él era nexo del Gobierno con los movimientos sociales. Después pasó a ser el “segundo” de otra mujer que también boicoteaba, Nilda Garré, y tomó el mando de la Seguridad para deponer aquella bandera de la no represión a la protesta social. Ilustra mucho, ese desplazamiento, de la gestión de iniciativas de trabajo con los laburantes desocupados, a su Espectáculo represivo. “Los que cortan la Panamericana no son trabajadores, son energúmenos”, decía ya en 2013: demasiado parecido a una voz de patrón enojado… Pero aún hay compañerxs bienintencionados que arguyen firuleos, o gritan sintagmas, logrando disimularse que en el riñón de su espacio se destaca un militar ostentando violencia institucional contra quienes mellan la gran propiedad.

Guernica ilustra una soltada de mano a las pretensiones del costado izquierdo del frente social sobre el que se erigió el gobierno. Porque la resistencia y la lucha contra el macrismo no la protagonizó el FdT, ni el FpV; la lucha feminista, la lucha docente, la lucha de derechos humanos (por Santiago Maldonado, contra el 2×1, o para defender a Hebe cuando quisieron apresarla), la lucha contra la Previsional, etcétera. Fue y es un amplio espectro social amplio y rico (¿cuántas, de las miles de personas expulsadas de la tierra en Guernica, votaron el año pasado a Alberto y Crisinta?), que mostró su escala, descomunal, la tarde y noche de la asunción de Alberto y Cristina. Esa noche maravillosa donde el teatro de la política hizo climax (“Alberto, ellos son el pueblo, ante ellos te transfiero mi liderazgo, ellos son los que pueden defenderte si lo necesitás…”).

El peronismo tiene una ambivalencia sempiterna: hay argumentos empíricos para amarlo, y también para detestarlo. Arriesgo hipótesis: el peronismo tiene una condición deinterfaz, entre los movimientos democratizantes de la sociedad, y lo que Horacio González suele llamar la razón de Estado o razón de gobierno. Por eso tienen razón los compañeros cuando dicen que el que implementa algo de beneficios para el pueblo es el peronismo, y también los camaradas cuando dicen que el peronismo en el fondo viene a preservar la gobernabilidad capitalista. Por supuesto, la razón de gobierno es razón de orden. En circunstancias de tensión deviene pasión de orden, se crispa como odio a lo revoltoso, y goza con tener poder y pegarle.

Quizá estemos viendo cómo la faz del orden avanza y prima sobre la faz moviente y justiciera del peronismo.

Como me señaló un amigo -lo llamaremos Ruso-, la decisión de reprimir, y de aplicar imágenes de terror, hay que contextualizarla con la carta que publicó días antes Cristina. Allí dice que, “nos guste o no nos guste”, es necesario generar un acuerdo con todos los sectores políticos, económicos y mediáticos. Pero antes también dice que el antiperonismo del empresariado argentino es incomprensible, que no tiene razón de ser porque con sus gobiernos ganaron mucha guita, y que este insensato anti peronismo empresarial resulta uno de los principales problemas del país. Algo muy parecido había ya planteado en aquel acto en Parque Norte en 2008 cuando el enfrentamiento con los ruralistas: “Nosotros no estamos en contra de la ganancia de los empresarios; nosotros inventamos la alianza entre capital y trabajo”, dijo aquel día.

El día nefasto en Guernica, el principal diario oficialista dedicó su tapa a ponderar una ronda de encuentros del Presidente con Bulgheroni, Rocca, Pérez Companc, Coto, etc, realizada “para tranquilizar la economía”. A los multimillonarios no se les pudo sacar ni un pesito demás; a los sin techo se les cayó con la más terrorífica cara de la Ley. Después de las movilizaciones -físicas y emocionales- del 17 y el 27 de octubre, vemos esta tendencia, ordenancista y no justiciera, de la que Berni no es más que la cara más obvia; quiero decir que es un desplazamiento contra los sectores más democrático-populares, para empezar, del frente propio.

LO QUE EL DESALOJO NOS DEJÓ // Red de experiencias territoriales comunitarias

Jueves 29 de octubre. Una noche hermosa de luna llena, en torno a muchos fogones, las familias de la toma de Guernica esperaban lo que deseaban que nunca sucediera.
A las 4 de la madrugada se produce el apagón en la toma y en barrios alrededores. El territorio estaba rodeado. Pocos minutos antes de las 5, en la oscuridad, comenzaron a avanzar las impactantes formaciones de las fuerzas represivas por el norte y por el sur de la toma. Por el lado oeste no hay salida posible, quedaba sólo una salida para escapar. El escenario se transformó en un campo de terror. Centenares de mujeres corrían desesperadas con sus hijes a cuestas y algunas pocas cosas que pudieron manotear en medio del desastre. Mientras muchas otras personas resistían para que ellas pudieran salir bien. Afuera del predio se encontraban con organizaciones sociales, comisiones de salud y vecines que hacían de apoyo y resguardo. Esto no bastaba para consolarlas y desviar sus miradas desorbitadas cuando veían los ranchos arder con las pocas cosas que tenían pero que significaron mucho durante tres meses. Padres que lloraban porque sus hijes permanecían en el predio en medio del ataque o porque los llevaron presos.


La espectacularidad de la represión era muy impactante. Tropas que avanzaban prendiendo fuego ranchos, postas de salud, centros de acopio de donaciones y comedores. Cuatriciclos que pasaban a toda velocidad por los alrededores rompiendo los puntos de apoyo. Helicópteros de la policía con algunos medios que registraban todo desde el aire. La represión y la persecución continuaron varias horas por los barrios vecinos. Muchos jóvenes le gritaban desde sus casas a la policía “ustedes son los criminales”, “asesinos”. El predio fue sitiado. Inmediatamente ingresaron las topadoras. Algunas comisiones de derechos humanos y médicos, mediante mucha presión, pudieron ingresar al predio. Registran lo devastador del paisaje: ranchos incendiados, herramientas, elementos de cocina, animales calcinados.
No hay protocolo que contenga este accionar. Vinieron preparados para la guerra. El despliegue fue de pura violencia y crueldad: apagón, incendios, ejecución de las topadoras ante las miradas de niñeces y mujeres, rompiendo un código que en toda guerra se debe respetar: el de asistir y sacar a los heridos. Los asistentes sanitarios fueron gaseados, atropellados y echados del lugar.


El gobierno, a través de muchos medios, intentaba tapar la violencia hablando de desalojo ordenado. Torciendo la realidad de la misma manera con la que fueron manipulando las mesas de negociación, utilizando la mentira y el desprecio. Mientras se desarrollaba la última mesa en la que se debía firmar el acta-acuerdo y en la que prometían respuestas solo para 250 familias aun reconociendo que el último censo arrojaba a 1400, el desalojo estaba en marcha. Fue el Estado, a través de sus funcionarios, el que rompió los acuerdos. No hay accionar político dentro de la toma que justifique el desalojo. Especularon todo el tiempo con acciones y discursos para dividir, quebrar, enfrentar y desacreditar a las organizaciones que vehiculizaban lo que el Estado nunca pudo gestionar en la toma: la atención y el cuidado a través de la salud, la alimentación, las vestimentas y todo tipo de respuesta a las necesidades. ¿Dónde estuvieron y están las áreas de desarrollo de la comunidad, de la niñez, de género y de hábitat durante este tiempo más allá de los discursos de un Estado que asiste? ¿Cómo vuelve un gobierno que se llama popular de semejante ejercicio de la violencia y despojo a los sectores que reclaman tierra para vivir? ¿Constituye esto lo que una parte de la sociedad y algunos medios celebran?
¡Cuántas imágenes del terrorismo de Estado nos vuelven a sacudir: apagón, cuatriciclos rompiendo puntos organizados para el apoyo a la asistencia, medios cómplices de la violencia y empresarios esperando que el poder político y judicial les garantice la renta sobre sus negociados inmobiliarios mafiosos! No fue posible la tierra para quienes la necesitan para vivir. Hubo represión para sostener el pacto con quien la usurpa y se adueña para sus negocios financieros.


A dos días del desalojo no hay una sola familia de la toma con una respuesta concreta. Los centros en los que prometían alojarlas transitoriamente se encuentran vacíos. Muchas familias fueron a parar hacinadas a terrenos prestados por vecines. Otras andan deambulando por las estaciones y las plazas. Y muchas otras volvieron a los lugares de violencia de donde huyeron.
Quiénes vienen de organizaciones populares desde las cuales llegaron a ocupar funciones en el Estado hoy y conocen la realidad de la pobreza, la marginación y el despojo ¿cómo pueden aceptar el atropello, la humillación y el abandono? ¿Cómo explicaran las represiones venideras? ¿Qué respuestas darán a los sectores que seguirán luchando por tierra para vivir?
Ante la crisis habitacional, la lucha por la tierra es una realidad que no se puede enmascarar, criminalizar ni violentar. La organización colectiva es el desafío para lograr el uso social y comunitario de la tierra.

#TierraParaVivir
#ComunidadesParaConstruir

 

Punto de inflexión // Colectivo editorial Crisis

Un mes especialmente simbólico para el gobierno está terminando de la peor manera posible. Hace dos semanas el movimiento justicialista cumplió 75 años de existencia. Y hace apenas dos días invocamos la figura de Néstor Kirchner, a una década de su fallecimiento. Pero quienes festejan hoy 29 de octubre de 2020, con total desparpajo, son el poder económico concentrado, la derecha antipopular y el Fondo Monetario Internacional.

En el conurbano bonaerense, más precisamente en la localidad de Guernica, las fuerzas represivas al mando del teniente coronel retirado Sergio Berni esperaron el alba para arremeter con ferocidad contra miles de personas sin techo que procuraban un pedazo de tierra para vivir. El ministro de Seguridad de Axel Kicillof tiene tiempo para hacer proselitismo mientras reprime a los humildes que jura amar, con un cinismo altamente valorado en los medios de comunicación –a ambos lados de la grieta. El desenlace violento llegó luego de varias semanas de negociación y echó por tierra un acuerdo entre el ministro de Desarrollo Humano de la Provincia y las familias ocupantes, que estuvo a punto de firmarse. Nadie sabe muy bien por qué el gobierno provincial decidió dar por clausurada cualquier salida democrática al conflicto, para dar paso en cadena nacional a imágenes de un desalojo brutal y aleccionante.

Mientras el castigo policial continuaba en los barrios aledaños a la toma de Guernica, en la ciudad de Paraná la jueza María Carolina Castagno ordenó desalojar a los integrantes del Proyecto Artigas, con el fin de restituirle la posesión de la Estancia Casa Nueva a sus oligarcas propietarios. En la tranquera de ingreso al campo, los hermanos Etchevehere festejaron junto a Patricia Bullrich, al grito de “¡viva la propiedad privada!”. Luego entonaron el himno nacional, felices por la buena salud de sus privilegios. Dolores Etchevehere denunció desde el interior del terreno en disputa la naturaleza espúrea de una justicia que tiene muy claro su lealtad de clase. Una línea de siniestra complicidad con los poderosos hermana al fiscal de doble apellido (Condomí Alcorta), que se sacó una selfie con “la conquista” de Guernica como fondo, con el fiscal de La Paz (Oscar Sobko), hijo de desaparecidos, que expuso con mucha convicción su servilismo a los intereses del más grande mafioso entrerriano.

Hay que tener en cuenta un tercer hecho acontecido esta mañana triste: la aprobación en el Congreso del Presupuesto Nacional 2021. Como manifestó el actual director del Banco Nación, Claudio Lozano, “las características del presupuesto presentado para el próximo año indican que el acuerdo con el FMI obtuvo un peso importante en la planificación de la política pública contenida en el proyecto de ley.  Está claro que otro hubiera sido el trazado presupuestario si en el centro de la agenda pública estuviera la resolución de los efectos sociales y laborales que viene dejando a su paso la crisis sanitaria”. Arrinconados por los ataques contra la moneda argentina que explicitan la fragilidad de nuestras pretensiones soberanas, el equipo económico ha comenzado a ceder ante los especuladores y ata su suerte a un apoyo del FMI que, obviamente, conllevará condicionamientos.

Todo parece indicar que estamos ante un punto de inflexión. Hace pocos días el exvicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, todavía exiliado en nuestro país, nos explicó por qué el Movimiento Al Socialismo pudo volver a triunfar frente a una derecha fascista y neoliberal que se había encaramado en el Estado: según él, no es lo mismo interrumpir un proceso popular que derrotarlo. La derrota supone perder la iniciativa histórica. Quedarse sin horizonte. Entregar las banderas.

Un viejo militante peronista que nació en el 55, peleó en el 76 y sobrevivió al 2001, dijo hoy, angustiado antes las imágenes de la represión contra el pueblo, “de esta no se vuelve”. El Frente de Todos no parece contar con las fuerzas necesarias para impulsar en lo inmediato un gobierno progresista y de inclusión democrática. Pero si entrega sus convicciones ante la presión de los poderosos, como parece estar sucediendo, perderá mucho más que una elección de medio término. Perderá algo más que el gobierno. Perderá su razón de ser.

Foto: Agustina Salinas

Revista Crisis

La política en patrullero // Diego Valeriano

La política en patrullero tiene otros tiempos, otras texturas, otros modos. Es más fácil. Se nutre de buchones, funcionarias, opinadores. Sabe cuáles son nuestros miedos, anda en medio de la noche sin ningún problema. Patrullero posteo, patrullero crueldad, patrullero traición. Chaleco, militancia, casco, selfie, escudo, chamuyo. 

La política en patrullero absorbe todo, seca todo, quita el aire, las ganas, la tierra. Es anti balas, no le entra una, no le importa, arrasa con lo que se cruza. Es un modo de vida, una adecuación inmediata al mando del capital. Es la única adaptación posible que se permite. Patrullero silencio, complicidad, encubrimiento. 

El patrullero educa, corrige, señala. Niega el síntoma. La política en patrullero no entiende de tonos, momentos o historias, no le importan. No entiende de ideas, es la idea. Desprecia a los vagabundos, a las gedes, a lo plebeyo. Odia a Facundo, Ludmila, Santiago, María, Luciano, odia a esos cuerpos. Marca el ritmo, el tono, tus ideas y obediencias. No le hace el juego a la derecha, no duda, no discute, es pura territorialidad militante. 

¿Cómo te bajás del patrullero una vez que te subiste? Una vez que disfrutás de ser así de poronga, infalible, ¿cómo volvés a tu cuerpo, a tus ganas, a eso que decís que sos? ¿Cómo explicás, discutís, te reís, festejás? ¿Cómo buscás el aire con amigos? ¿Cómo hacés para volver a la plaza nuevamente sin que te dé algo, un poco, una astilla de vergüenza? 

 

Pandemia y conflicto social, entre el feminismo y el precariado // Entrevista a Neka Jara y Mariano Pacheco por Diego Sztulwark

En medio de la preocupación por la amenaza de cumplimiento del desalojo de la toma de Guernica surgió la posibilidad de entrevistar juntos a dos compañerxs de larguísima y reconocida trayectoria militante en las organizaciones sociales y populares autónomas. Ambos fueron parte activa de la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón y hoy forman parte de experiencias de autoinstitución popular que, en medio de la pandemia, combinan cuidados colectivos y lucha social. La propuesta fue que cada uno respondiera por su cuenta y con sus compañerxs más cercanos tres preguntas comunes: Neka, ofreciendo un punto de vista territorial feminista como militante de Las comarqueñas y Mariano como parte del Instituto Generosa Frattasi, perteneciente al movimiento gremial de los trabajadores preciaros. 

La primera pregunta que les quiero formular es la siguiente: cómo ven, cada uno desde su inserción actual, la evolución de la conflictividad social. En particular les pregunto en cómo se crea organización popular en la pandemia.

Neka Jara: – Es un momento para pensar de manera diferente la conflictividad social. Todos los reclamos –como el derecho al techo, al trabajo, a la vivienda- cobran un nuevo sentido con la pandemia. Porque surgen nuevas preguntas: ¿Vamos a vivir? ¿Cómo vamos a vivir? ¿Cómo vamos a trabajar? Son preguntas sustanciales. Las luchas por estos derechos cobran otro sentido que se vincula directamente a la pregunta sobre la existencia.

Con respecto a las organizaciones populares, si tomamos la experiencia de la toma de Guernica a grandes rasgos podemos visualizar tres modos bien marcados: las organizaciones que siguen insistiendo con una construcción de oposición al poder establecido muy tradicional; otras que siguen sosteniendo y abriendo espacios de lucha a partir de derechos vulnerados como la falta de trabajo, tierra, techo y comidas, peleándole al estado y administrando lo logrado para fortalecer espacios de construcción popular. Y otras que expresamos, desde la asamblea feminista, prácticas que intentan ir más allá del reclamo de tierra para vivir, con propuestas para desarmar situaciones de violencia y de opresión tramando formas comunitarias de vivir, como se expresa en las asambleas, en los diversos talleres y en el encuentro plurinacional de muyeres y disidencias llevado a cabo sábado 10 de octubre en la toma. Si bien la perspectiva feminista es hoy una novedad en la toma, no podríamos dejar de reconocer que al interior del mismo feminismo conviven tensiones relacionadas con diferentes miradas políticas. Muchos colectivos feministas terminan reproduciendo prácticas verticalistas y hegemónicas haciendo prevalecer el interés de la organización por encima de la construcción de tejido común. Nos preguntamos cómo desarmar relaciones capitalistas y patriarcales basadas en prácticas de control y de violencia, proponiéndonos la creación de espacios comunitarios con relaciones horizontales y reciprocas y formas de defensas de esos espacios. 

Mariano Pacheco: -Creo que la pandemia del COVID 19 puso al mundo en una situación por demás compleja, y a los Estados nacionales –más allá de las limitaciones de maniobras que puedan tener en el marco del Nuevo Orden Mundial Neoliberal (fase actual del capitalismo)- ante el desafío de posicionar una política de salud determinada, de la mano del abordaje económico y social frente a la crisis. Esta situación debe ser analizada al calor del proceso corto de los últimos cuatro años; del mediano, que se abre diciembre de 2001, y del largo de la posdictadura. Es decir que hace falta dar cuenta del proceso más general, teniendo en cuenta las limitaciones que en Latinoamérica  mostraron tanto las gestiones progresistas del Estado como las luchas sociales desde abajo que no se plantearon una estrategia de poder. A todo esto hay que sumar el frente que venció electoralmente al partido neoliberal, es excesivamente heterogéneo. El Frente de Todos está compuesto tanto por las organizaciones populares con mayor capacidad de movilización y presencia territorial nacional, como por las corrientes progresistas que gobernaron la Argentina durante tres mandatos consecutivos (y dejaron al país en las condiciones en la que lo dejaron en 2015), y también por sectores peronistas que tranquilamente en otra coyuntura podrían haber integrado el bloque de fuerzas neoliberales. Fuerzas que no han sido derrotadas sino que permanecen agazapadas o mas bien al acecho, con presencia parlamentaria, control de medios hegemónicos de comunicación y con cierta capacidad de movilización. El gobierno actual es más un gobierno de transición que un gobierno popular. Formo parte del conjunto de militancias que hemos decidido apoyarlo, a pesar de todo, pero no confundimos deseo con realidad.  

En este marco, nos interesa sobre todo prestar atención a la estrategia general esbozada por el bloque de fuerzas sociales más dinámico de los últimos años: la Economía Popular, que incluye en su interior lógicas emprendedoristas (típicamente neoliberales), pero también, la conformación de un sujeto político (lo que llamo “El Precariado en Acción”) capaz de hacer ese pasaje de movimientos sociales (más económico-reivindicativos) a Movimientos Populares (organización social+estrategia y programa político), que permitieron esbozar un alto grado de recomposición de fuerzas, y asumir una dinámica de transversalidad a partir de la cual se incorporaron e hicieron carne otros planteos presentes en la agenda política nacional (sobre todo de los feminismos, a través de la conformación de un feminismo popular, pero también, de un cierto ecologismo popular y un sindicalismo territorial que interpela al sector de trabajadorxs asalariados). Ese bloque de fuerzas sociales, decía, tuvo una estrategia general muy clara: conformar el sindicato del precariado (la UTEP), priorizando en los hechos esa unidad tan declamada pero poco practicada por otros sectores, y acompañar –en el plano táctico– la fórmula Fernández-Fernández, sin perder autonomía en el planteo político, entendiendo que un triunfo de Juntos por el Cambio situaba a los Movimientos populares ante un escenario de franco retroceso político, y a los sectores populares ante un tremendo futuro de indigencia económica y social.

En el contexto de la pandemia se lanza el Ingreso Federal de Emergencia (IFE), que pone ante los ojos de la “clase política” –por el elevado número de inscriptos– aquello que los Movimientos Populares ya venían anunciando desde hacía tiempo: que hoy la clase que vive del trabajo está partida en dos, y que casi la mitad de sus integrantes no permanecen bajo relación salarial sino que se “inventan” un trabajo en los marcos de la economía popular (sin derechos). El IFE permitió además acelerar el proceso de lanzamiento del Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular (RENATEP), contemplado en la Ley de Emergencia Social conquistada durante el macrismo (y subrayo “conquistada” porque aún existen cuestionamientos al modo de acción de los Movimientos populares, con argumentos francamente canallas por parte de ciertos progresismos que se dedicaron en muchos casos a bastardear esas luchas desde el sillón de sus casas, en las que permanecieron mirando la televisión, entremezclando momentos de depresión con momentos de euforia ultraizquierdista por redes sociales). El RENATEP será la base sobre la cual pensar, con datos reales en mano, una salida popular para la pospandemia, que no sea un simple retorno a la injusta normalidad.

Foto: La Obrera colectivo fotográfico

 

Luego de cuatro años de gobierno de Macri, la derecha más reaccionaria se propone debilitar al gobierno actual: ¿cómo juega la consideración de esta coyuntura política en las luchas del presente?

NJ: -Pensar que la derecha es Macri es muy restringido. Hay una derecha recalcitrante muy activa dentro del mismo gobierno, una especie de cacicazgos compuestos por gobernadores, intendentes, sindicalistas, etc. El problema está en si el gobierno asume un rol impuesto por la derecha o si hace honor a los postulados pre-electorales. Pensando en la toma de Guernica, además de los problemas que se generan en torno a la pandemia como la falta de oportunidades laborales, imposibilidad de acceso a la salud, a la alimentación y a la generación de recursos para sostener alquileres, etc., el trasfondo de un reclamo centrado en el acceso a la tierra para vivir se sustenta en los deseos despertados por un gobierno “popular” y la solución real estaría en que las familias puedan lograr un hábitat digno. Las luchas sociales emergen en este contexto de producción de estatalidad -promesas en torno a la vivienda, la asistencia, el trabajo, etc. – y de una crisis profundizada por la pandemia.

La solución del reclamo de la tierra en Guernica depende de una decisión política que podría colocar al gobierno en un lugar esperado por muchos sectores sociales. Hay cuestiones en Argentina que son deudas históricas y que escuchamos gritar a lo largo de los años por distintas organizaciones y distintas luchas como la falta de trabajo, la ausencia de respuestas dignas con relación a la salud, la alimentación, la educación y la imposibilidad de acceso a la tierra para vivir. La respuesta a estas demandas es la represión, el desalojo violento o, en el caso de la vivienda, el ofrecimiento de soluciones precarias que incrementan el hacinamiento, y producen relaciones violentas. La manera de habitar un lugar es impuesta desde arriba y desde afuera y nunca está la pregunta de cómo las personas quieren vivir. Así tenemos el modelo de las viviendas sociales que devuelven una imagen estigmatizada. Muchos cuerpos despojados es fácil prever a donde irán a parar: refugios, viviendas y barrios precarios, cárceles, psiquiátricos.

Si la tierra está en manos de pocos para especulaciones inmobiliarias y negociados mafiosos, para otros sectores el único camino para acceder a la tierra para vivir es la toma y la lucha por lograrlo.

MP: -En primer lugar, diría que no estamos ante un proceso ascendente de la lucha de masas, sino estamos atravesando una cuarentena, que mayormente se respeta, sobre todo en los sectores populares. La circulación es más bien restringida al barrio, se utiliza el transporte público por trabajo más que por recreación y se circula en la vía pública por el mismo motivo. Las expresiones anticuarentena son minoritarias, aunque profundamente amplificadas por los medios hegemónicos de comunicación. Sí hubo en estos meses movilizaciones puntuales, la más ejemplar, las ocupaciones de tierras para construir viviendas, pero cabe destacar que hoy la principal lucha de los Movimientos populares pasa por registros más imperceptibles, ligados a las tareas de organización territorial, a las prácticas comunitarias. Esas tareas la llevan adelante organizaciones que, mayormente, han asumido la estrategia de acompañar a este gobierno. Es que, además del escenario político están esos microfascismos que circulan socialmente, que ganan terreno incluso entre los sectores populares, y que contribuyen a que sectores supuestamente progresistas tengan corrimientos cada vez más hacia la derecha (corrimiento que explica la línea de seguridad de la gestión Kicillof en la provincia de Buenos Aires, con un ministro como Sergio Berni).

Creo que, ante ese escenario, están muy bien las posiciones que vienen sosteniendo algunos agrupamientos, como el Movimiento Evita, Somos-Barrios de Pie, la Corriente Clasista y Combativa, las organizaciones que componen el Frente Patria Grande (Vamos, el Movimiento Popular La Dignidad, el Frente Popular Darío Santillán, entre otros), o sectores del sindicalismo como el “Degenarismo” en la CTA, que con matices entre sí, integran este gobierno a través de militancias en algunas funciones estatales, lo apoyan políticamente asumiendo que es el único que puede en estos momentos sostener la situación sin perjudicar aún más a los sectores populares, pero a diferencia de lo que sucedió durante los años de “orden y progresismo” kirchnerista (como dice el periodista Martín Rodríguez), no tienen “obediencia debida”. Me gusta esa consigna que sostiene que, ante una lucha de los de abajo, incluso frente a un Estado que se integra en algunas de sus funciones de gobierno, la posición debe ser estar “junto a las y los últimos de la fila”.

 Foto: Emiliana Miguelez

 

Se escuchan voces que dentro, pero sobre todo fuera del gobierno hablan de enfrentar al conflicto social “aplicando la ley” como sinónimo de defender, de la manera que fuera, la propiedad. ¿Cómo se ve esto desde la lucha por la tierra?

NJ: -¡Qué tema el de la propiedad privada! La pregunta sería ¿qué se defiende cuando se habla de “respetar la propiedad privada”?

Recuerdo algunas tomas inmensas de tierra en Quilmes y me vienen muchas imágenes mirando Guernica hoy. Lo primero que percibo es el gesto de delimitar los lotes para cada familia. La vista aérea de los cuatros barrios de Guernica es muy impactante en este sentido, porque muestra –en los tantos alambrados improvisados- la reproducción en escala tan masiva del sueño de tener un pedacito de tierra para vivir. Ante los cincos supuestos dueños aparecen miles que dicen tener el derecho a acceder a un pedazo de tierra.

Creo que la discusión política fundamental tendría que centrarse en los usos de la tierra: ¿es lo mismo la necesidad de acceder a un pedazo de tierra para construir una casa para vivir, para hacer una huerta, criar algunos animales, etc. que apropiarse de 300 o miles de hectáreas para hacer barrios privados o mega proyectos financieros? ¿Es lo mismo reivindicar y luchar para el derecho al hábitat digno que usurpar grandes cantidades de tierras para incrementar el valor del suelo y especular en ámbito financiero, desplazando comunidades y pueblos enteros o arrojando miles de personas a vivir en situación de calle?

Es hora de abrir y profundizar una discusión general sobre la tierra, sus usos y sus usurpaciones.

La asamblea feminista en la toma de Guernica viene aportando mucho en este sentido, construyendo la que podríamos definir una crítica práctica de la propiedad: tejiendo y profundizando vínculos comunitarios ahí adonde superficialmente se ven solo cercos. Una crítica práctica de la propiedad es tejer en el cotidiano nuevas formas de existir, desarmando estructuras de violencias para acuerparnos en comunidades. Creando soluciones colectivas ante situaciones de aislamientos, de soledades, de carencias y de miedos.

Repudiamos las soluciones que llegaron de la mano del Estado individualizando los problemas, criminalizando y estigmatizando. Aun así prevalecen hoy, en la toma de Guernica, distintos espacios autogestionados de creación como respuestas a problemas urgentes: una posta de salud comunitaria, comedores populares donde se comparte el alimento, comisiones para intervenir y acompañar situaciones de violencia, diversas asambleas en torno a distintos temas que hacen a la vida cotidiana en la toma, festivales y trabajo comunitario para ayudar compañeras solas con sus niñeces. El desafío en marcha es tierra para vivir, feminismo para habitar.

MP: -Aunque no me encuentro participando ahora de ninguna experiencia de lucha por la tierra y la vivienda, conozco muy bien esas experiencias, y desde me interesa destacar ante todo la importancia de estas luchas que ponen en el centro la resolución del lugar donde se va a vivir. Son es en sí mismas una escuela política, de organización popular. Se trata de luchas que como decía Evita ponen de manifiesto necesidades, es decir, derechos. Y no menos importante, hay que saber que estos procesos implican una fuerte intemperie: suponen desamparo y miedo ante una posible represión. Mas allá del romaticismo que surge de las redes sociales, se trata de procesos muy duros. Si bien ocupar una tierra está fuera de la ley, ¿es posible censurar las tomas de predios cuando la necesidad no tiene otra forma de ser resuelta? ¡No! El problema es de las propias leyes, que expresan el triunfo de una clase (de hecho, en momentos de avance popular, como en la Argentina de 1949, o en los más recientes procesos de Bolivia y Venezuela, cuando las luchas populares avanzaron, las Constituciones fueron modificadas). Es importante tener en cuenta ese dato, y las operaciones que la derecha (que está afuera y adentro del gobierno) realiza contra la gestión actual del Frente de Todos. Porque el riesgo es caer en un ultraizquierdismo discursivo que descuida procesos y relaciones de fuerzas. No tiene sentido pedirle a un funcionario del Estado que salga y declare estar a favor de las ocupaciones de tierras, porque al otro día se desatan una serie de tomas que ponen en jaque su propia gestión. Pero sí tiene sentido pedirle que no judicialice los reclamos, que priorice de las leyes sus costados garantistas y que asuma políticas de inclusión social y no de represión. Ve una diferencia entre una perspectiva progresista, que cree en un Estado que le garantice soluciones, y un punto de vista popular, que entiende que lo principal del proceso es la construcción de un sujeto de cambio es la organización popular. Por eso: no alcanza con no reprimir y asegurar un presupuesto para viviendas. Hace falta involucrar a los sujetos populares en la elaboración de políticas públicas que además de darle una vivienda a cada familia, permita que la organización popular crezca, se fortalezca. De allí que el “Manifiesto Nacional por la Soberanía, el Trabajo y la Producción”, presentado en mayo de este año (aun antes de la ocupación de Guernica), entre otros, por la UTEP, la CTA Autónoma y sectores de la CGT, contenga entre sus puntos el de “Acceso a la vivienda digna y la planificación territorial”, que contempla una Ley de alquileres donde se ajusten los precios de acuerdo a un índice estatal, se urbanicen los barrios populares existentes (unos 4.500 en todo el país) y se generen por lo menos 200.000 nuevos lotes con servicios para las jóvenes familias trabajadoras.

11 de Octubre de 2020

Foto Principal:  Fernando Almeira

Foto: La Obrera Colectivo Fotográfico

Segundeo // Diego Valeriano

Pedro escribe y algo activa, nos activa. Ale invita a Ariel a caminar la toma, lo cuida, lo banca, se escuchan y empiezan a mirar todo de otra manera. Fiorela y las amigas deciden que en esta siguen juntas, que casi no importa nada más que respirar juntas, que descubrir el aire, que llenar los pulmones de ganas cuando van en la bici. Romi sube a la moto con Gonza, se calza esa mochila naranja horrible, lo agarra fuerte de la cintura, y sin decirlo saben que esta noche larga de repartos no va a ser tan garrón como lo es casi siempre. Ine y la No Sufras algo se dicen, se inventan, se ríen, se abrazan. El segundeo es una fuerza que se construye y se conquista. Se da, se recibe, se necesita, se comparte. Es otra forma de respirar, de evitar la asfixia que nos rodea, de ponerle palabras nuevas a las cosas. 

Mirta hace ñoquis como una nueva forma de estar entre amigas, como trinchera, mimo, segundeo, refugio. Como una manera de plantarse contra la orden de desalojo, contra los bien intencionados, contra los patrulleros que siguen ahí nomás. Se levanta bien temprano y mientras amasa sueña en cómo habitar la tierra nueva que por ahora solo tiene pallets, bolsas, chapas y palos. Esta tierra nueva llena amigas nuevas, amores nuevos, hijes de todas. Habitar, cocinar, caminar, escribir, seguir juntas, activar, estar en las bravas, descubrir nuevas complicidades. Enhebrar afectos, palabras y sensaciones comunes. 

En el segundeo se expresa la rareza de unas apuestas y sus desvíos impredecibles; en lugar de la ideología, irrumpe el deseo y su campo estratégico. Es el reverso de la militancia, de la inmovilidad, de la obediencia. Segundear no es un favor, no es darle una mano a alguien, ni voluntad de transformación: es una tarea vital, un gesto anímico, real, posible. Es un momento de libertad, una manija única, compartir algo. Es hacernos cargo de una especie de necesidad vital en medio de todo esto que es horrible, mezquino y cruel. Se segundea porque no se puede hacer otra cosa, porque es lo que hay, porque algo arranca, se activa, camina, se enlaza, crece. Porque es una fuerza imparable capaz de cambiarnos de una vez y para siempre.

(Imagen: El grito del sur)

Ante el inminente desalojo de la toma de Guernica // Entrevista a Neka Jara, de la asamblea feminista de la toma

Publicamos un importante documento para entender lo que se juega en la toma de Guernica. A menos de 24hs del plazo legal previsto para el desalojo, Neka Jara, de la asamblea feminista de la toma fue entrevistada esta mañana por Daniel Tognetti. Se trata de un testimonio imprescindible de la necesidad de una presencia diferente del estado, abrazando y no criminalizando a las organizaciones populares. Neka fue, además, militante del MTD de Solano y recordando la Masacre de Avellaneda de junio de 2002, advierte con tono urgente sobre la imperiosa necesidad de frenar una nueva tragedia.

Armar una época // YoNoFui, Diego Valeriano

Amor se dice arrancar, ocupar, respirar. Y tierra es otra forma de decir manija, alegría, pelea, plantarse. A Caro, la alegría de sus hijos corriendo por la toma no se la quita nadie: ni las ministras ciegas, sordas y mudas, ni el frío, ni el vigilante de Berni, ni las dudas a esta hora de la madrugada, ni los patrulleros que merodean sabiendo que cada día pueden un poco más, ni ese periodismo ortiba. Ni la orden de desalojo. Ale me dice que las pibas saben, y que cuando se juntan saben todavía un poco más. ¿Cómo no van a saber? Si ya pasaron por todas, si entienden de tanto andar. Si saben lo que somos los chabones, las piezas de alquiler, la calle, las trabajadoras sociales, los trabajos inmundos. Las pibas saben que el ánimo es un músculo que entrenan en la toma, y ese saber recorre todo hasta hacerse piel, abrazo, discusión, asamblea, pallet, nylon, chapa, hermandad inesperada. 

Ale cuenta que hay un clima de resistencia festivo, calmo, seguro. Un clima en el que se puede respirar, compartir esas ganas de respirar, conspirar, darle otra entidad a la política. Construir alianzas. Con Ale charlamos de varias cosas, de la organización, de las giladas, de quienes se borran, de cómo aguantan la toma. Y me cuenta que una piba, una pibita ¿20, 21?, una mina, una mujer, una que banca allá en Guernica le dice: “Nuestra lucha no es solo por un pedazo de tierra, es también para armar una época de recuperación de la tierra, de transformación de la política, de reconstrucción de los vínculos”. Quedamos careta. Careta ella, mucho más careta yo. Armar una época, ocupar una época, recuperar la política, desplazar otra época, esta época que no permite nada: ni respirar el aire, ni tomar el agua, ni reír a los guachines, ni jugar en el campito a las nenas, ni levantar una casa. 

Amar se dice arrancar, tomar es vivir, y habitar es armar una época, esta época nueva, la época de ellas. Revelación, pelea, agitación, construir barricadas para poder respirar juntas, para rajar a los violentos, para seguir mostrando que es acción política, para flashear cosas lindas, para que los garrones queden bien lejos, para vivir la tierra, para seguir haciendo mundo.

#YoNoFui

Foto: Colectivo Luz en la Piel / YoNoFui 

Guernica y la necesidad de desactivar la violencia // Diego Sztulwark

Guernica, de Emir Kusturika

 

En estos días me cuesta distinguir a Kafka de Benjamin. Un judío sin Estado está obligado a participar de la potencia común de quienes necesitan desactivar la violencia del poder. Así lo entendieron Judith Butler (¿A quién le pertenece Kafka?, Palinodia, 2014) y, mucho antes, León Rozitchner (Ser judío, publicado en 1967 y reeditado junto a Otros textos, por la editorial de la Biblioteca Nacional, a cargo de Sebastián Scolnik, durante la gestión Horacio González). El “nuevo abogado” de Kafka, que hace del derecho un puro objeto de estudio, se encadena con la poderosa Crítica de la violencia (Walter Benjamin, 1921), en la que el orden legal del Estado, y el poder coactivo del derecho, son duramente enfrentados como producción ilegítima de poder. En un texto tremendamente inspirador -y de no fácil lectura-, Benjamin articula una perspectiva a la vez teológica -la violencia divina destruye el poder coactivo, de fundamentos míticos- y política (los argumentos de George Sorel sobre la huella revolucionaria como disolución del estado burgués). La violencia pura, divina -o revolucionaria- tiene, para Benjamin, los siguientes rasgos: es 1) no sanguinaria, 2) fulmínea y 3) purificadora. Destructora de poder, no de humanidad. Es decir: 1) ataca al poder coactivo del orden injusto y no a la vida; 2) no es gradual ni se confunde con la violencia administrada del derecho; 3) expía y desculpabiliza al desligar a las personas de la obediencia legal al orden ilegítimo. En su ensayo, Benjamin siente la necesidad de refutar un “anarquismo infantil”, despreocupado por la acción real, y el significado profundo de las cuestiones colectivas. Esto la lleva a Butler a aclarar que esta “violencia no-violenta” no es una recusación inmediata de todo orden legal, sino solo de la dimensión de injusticia que se impone como destino a los oprimidos. Resulta muy esclarecedor meditar sobre estas cuestiones, en días en los que el Estado argentino decide sobre qué hacer (desalojar o no) ante el fenómeno de la toma de tierras. Días en los cuales, además, el problema de la violencia reaparece en una confusión perniciosa (asesinato de jóvenes, amenazantes huelgas policiales). La crítica de la violencia propone las condiciones para distinguir la violencia que crea y conserva poder, de aquella otra que funciona en todo caso destruyéndolo. Esta distinción (que recuerda también las ideas de Rozitchner sobre la contra-violencia no asesina) es fundamental y se hace cada vez más importante. En oposición a la violencia que mata y desposee, hay una “violencia no-violenta”, que no apunta a los vivos, sino exclusivamente a impedir la coacción desgarradora del poder. Con ella ha de comprometerse sin culpa alguna quien necesita componerse con lxs demás -crear un pueblo-, para crear una vida. Ese compromiso, en Benjamin, se llama Mesías.

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