Anarquía Coronada

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G20

¿Por qué lloran los chetos? // Diego Valeriano

Lloran por perder un vuelo, porque las apuran unas turras en la calle, porque no consiguen la receta para el Rovitril y no dan más de los nervios. Porque yendo para Pilar se perdieron en Derqui. Lloran con el llanto de los Pumas, con un atentado en París, con el posteo de unos perros, con la alegría de Maxima. Lloran cuando miran por la tele el esfuerzo de unos guachines que van a la escuela, trabajan y no roban.

Lloran de terror por la calle iracunda, porque vuelan piedrazos sin destino, porque la infantería retrocede y no saben cómo volver a casa. Lloran con los gases que no eran para ellos. Lloran en la combi mirando una serie, porque lo dejan por Instagram, porque Tomi no entiende el esfuerzo que hacemos para que estudie. Llora desesperada en la cocina porque faltó la chica que ayuda y hoy viene gente.

Lloran porque las expensas aumentaron y se van a tener que ir del barrio. Porque se les escurre lo que no son, por el esfuerzo de simular, porque siempre hay grietas que inundan todo en las vidas planificadas. Lloran por la pura suerte de esta vida, porque el cáncer es parejo, porque a Delfi le gusta coger con unos guachos ATR, porque a sus hijos ahora los denuncian. Lloran todos desesperados porque a papá le dio un ACV y no saben dónde está la caja.

Llora porque ya imagina la foto, porque cumplió su sueño, porque ya es mucho más que Franco, porque nos recabio. Porque sabe que va a ganar de vuelta.

Llora de emoción porque se ríe de nosotros. Porque no puede creer a donde llegó, él que de chico era un pancho, él que apenas podía modular, él que ni jugaba al rugby, él que casi siempre fue segundo. Llora por estar así, con sus ojos claros cargados de emoción, con su pinta y su mujer divina, bien cheto en el palco de este mundo.

¿A qué suena G20? // Luciano Debanne y Diego Valeriano.

Suena a comando especial de ratis, a lubricentro en Merlo, a juego de la Play, a teléfono cheto, a raperos que caretean lo que no son, a nombre de banda de cuarteto que no va a triunfar porque son unos amargos. A droga de diseño. Suena a ortiba, a miedo, a que deciden por vos, por tus amigas, a que te siguen choreando horas de vida, a que te dejan afuera. Suena a almuerzo  careta con entrada, plato principal y postre.

Suena a batalla naval, ajedrez de ciegos, código del topo, a banda pop. Suena a grupo piquetero del 2001, a team de motos en el Dakar, a boliche que te obliga a ir de zapatos. A distopía. Suena a verso, a que te están cagando a mentiras, a que esconden algo, a que te van a dormir. A unidad básica, a marcha con coreografía, bandera y pechera. A la multiplicidad de puntos orgásmicos

Suena a gato de los poderosos, a lava tupper de este pabellón de ricos, a entangarse. A cosa de afuera, a ciencia ficción, a venezolano glover buscando en los monoblocks un depto que no existe. Suena a parcela de cementerio parque, a perfume de free shop, a hashtag de alguna boludez, a igualar feminista con ajustadora exitosa. A tristeza de doña porque su hijo está en Marcos Paz por infringir  la 23737, artículo tanto, inciso G20.

Suena a tropas extranjeras entrado lo más careta por el patio de tu casa. A lejanía, a traición, a entrega, a deuda, a arruina guacho, a macho.  

A todas las cosas de mierda de este mundo. Suena a que te la van a poner de prepo, a que te vas a cagar de odio, pero todavía no te diste cuenta.

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