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Sobre una foto de Louis Althusser // Étienne Balibar

Papeles Althusser

Louis Althusser cumpliría 100 años. El IMEC (Institut Mémoires de l’édition contemporaine[1]) toma como pretexto esta conmemoración invitando a grandes lectores de su obra a comentar algunas piezas emblemáticas de sus archivos.

Se trata de una obra mayor, tejida de tensiones y de contradicciones. Una obra esencial para pensar la contemporaneidad. Derrida subrayó la “fuerza radiante y provocativa de su pensamiento”. Es esta vitalidad la que Étienne Balibar, Jean-Claude Milner, Alain Badiou, Judith Revel, François Regnault, Jean-Luc Nancy y Toni Negri, entre tantos otros, evocaran a lo largo de todo el año, apoyándose en distintos documentos. Comentario, crítica, ensoñación… el archivo está abierto a su interpretación. Los Papeles Althusser invitan a poner en juego el movimiento de un pensamiento gracias al archivo y más allá del mismo.

Cada semana estará disponible un nuevo documento comentado por una persona diferente.

IMEC

 

Versión en francés: http://www.imec-archives.com/papiers/

 

Sobre una foto de Louis Althusser

Por Étienne Balibar

Acepté con placer aunque no sin inquietud la invitación de l’IMEC a contribuir a esta serie de homenajes consagrados a Louis Althusser por el centenario de su nacimiento y, si he comprendido bien, a iniciarlos. No elegí esta foto que se me propone comentar. No la rechazo, pero me inquieta. Se trata de él, tal como lo conocí, pero no lo reconozco verdaderamente. O más bien: compartí con Althusser muchos años. Trabajé, pensé, calculé, esperé, discutí con él. Pasamos vacaciones juntos. Lo visité en los hospitales y clínicas. Pero esta imagen me hace sentir fuertemente cuán poco lo comprendí. Sus “memorias”, su biografía dejada inacabada por Yann Moulier-Boutang, al igual que las conversaciones y los intercambios de recuerdos con otros amigos, antiguos alumnos y camaradas, me han enseñado muchas cosas, pero la parte oscura permanece, incluso ha crecido. Lo sigo pensando.

A primera vista esta imagen es convencional. He aquí un intelectual, un profesor en su “puesto de trabajo” (él amaba esta analogía “materialista”). Detrás y delante de él, sus “medios de producción”: libros, de donde surge únicamente visible, el nombre de Togliatti (todo un símbolo: el partido comunista italiano, al cual, sin dudas, hubiera deseado pertenecer). Un ejemplar de una revista con un título indescifrable (¿en polaco? En el campo de prisioneros, él había aprendido algo de esa lengua eslava, y estaba orgulloso de ello). Los marcadores. La máquina de escribir (¿Hermès?), donde fueron tipeadas miles de páginas públicas, privadas, literarias y filosóficas, pedagógicas, militantes, sentimentales (Althusser tipeaba durante noches enteras, y nunca vi semejante capacidad para tachar renglones completos en el teclado). Reconozco todo ese studium. El punctum, como diría Barthes (a quién una vez conocí en su casa, junto a un grupo de estudiantes), es por su puesto la mirada extraña: ¿a quién está dirigida? Al fotógrafo, sin dudas (¿un amigo?, ¿un periodista?, ¿un editor?). Ni sonriente, ni severa. Preocupante no, pero me parece, preocupado. ¿Y de qué, entonces? De él mismo, de los otros, del porvenir que “es largo” puede ser (no sé cuál es la fecha de la foto, diría que de principios de los años 70 o incluso 60: él está bastante delgado todavía. Pero la edad aparente de Althusser cambiaba todo el tiempo dependiendo de su estado).

Finalmente veo eso que me molesta: es que esta foto parece pedir a quien la mira (yo) algo que habría que decir sobre él, pero que falta. ¿Qué, entonces? ¿Qué puede faltarle a esta figura de hombre instruido a quien su imagen viene a servir de pantalla? Dos cosas esencialmente: el calor de la amistad, el enigma de la locura.

En lo que respecta a la primera, la experimenté y me beneficié de ella sin restricción, entre muchos otros, es verdad, pero de una manera singular. Porque aquello que caracterizó a Althusser fue hablar “exclusivamente” con cada uno de sus amigos, incluso en el seno del pequeño grupo de estudiantes y de discípulos que se formaron alrededor de él, y en ese mismo despacho. De ahí el milagro y la ambigüedad de una enseñanza y de una colaboración que, enseguida, invertía los roles. Ellos hacían de interlocutor y no de receptáculo de una doctrina, el confidente de un proyecto, o el personaje de una puesta en escena, ese Otro a quien la idea debe llegar, a quien le pide enérgicamente usar su cerebro. Nada de “discurso del maestro”, nada de análisis, nada de histeria, y el discurso “de la Universidad” enseguida se convertía en investigación de la idea verdadera por la vía de las “nociones comunes”. Pero es preciso convocar a la otra cara también, la locura, que escrutamos en vano en su mirada. La descubrí bien temprano en su persona, vacilante entre el terror y la piedad o permaneciendo prohibida (así cuando él me decía: de nosotros dos el que está loco no soy yo, eres tú…). Ella se oculta también en esta imagen, despertando la inquietud del pasado; pero lo que me sorprende aún más, es que siento que ella no le quita nada a la amistad, incluso cuando ella “sobredetermina” todas sus obras. Incluso, después, ella la intensifica.

¿Soy el único que ha experimentado este sentimiento, de no querer ni poder contrastar, separar los contrarios? Cuando lo observo mirarme así, todavía experimento un terrible deseo de llegar a él para contarle la última idea “teórica” o el último proyecto “político” que germinó en mi cabeza, una terrible nostalgia de no poder hacerlo. Y luego una terrible incertidumbre respecto a la cuestión de saber si se trata para mí de alienación o de libertad… ¿Pero qué humano sabe si es libre? Althusser, junto con otros poco frecuentes, no puede ser más que el intercesor privilegiado de esta pregunta que nos hacemos a nosotros mismos sin fin. Y que, gracias a tantos escritos suyos de los que yo ni siquiera sospechaba, ahora accesibles a todos, lo será también para otros que no son abrumados por una imagen que se les superpone.

[1] El IMEC reúne, preserva y pone en valor los fondos de archivo y los estudios consagrados a las principales casas editoriales, a revistas y a diferentes actores de la vida del libro y de la creación contemporánea: editores, escritores, artistas, investigadores, críticos, periodistas, etc. Entre otros materiales importantes, en el IMEC se encuentra reunido el fondo de archivos de Louis Althusser.

http://www.imec-archives.com/wp-content/uploads/2018/02/20ALT_althusser_Louis_2018_02_mel.pdf

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