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«Si no odias tu vida, ¿cómo la cambiarás?»: Entrevista a Santiago López Petit // Sergi Picazo

 

Entrevista realizada por: Sergi Picazo

Aparecida en El Critic. (Barcelona)

19-3-2024

 

Uno de los primeros libros preferidos de mi hija Lena era uno de aquellos en que se abren pestanyetes de dibujos: El libro de los sentidos, se llamaba. Un día de verano en el Pirineo conoció a Santiago López Petit (Barcelona, 1950) y, sin dar cuenta del error, me dijo: “Papa, vamos a ver el Sentidos” en lugar de Santi. Pensamos que no había que corregirla. Para coger los reflexiones de López Petit sobre la vida, la enfermedad, la muerte, el amar y el pensar, es necesario tener los cinco sentidos muy despiertos. Esta conversación quiere servir para entender el pensamiento de uno de los filósofos más contestatarios, libres y críticos de los últimos treinta años en Cataluña y, para hacer el viaje con él, pasé un verano leyendo (y subrayando) algunos de sus libros más “desesperados”: Hijos de la noche, Amar y pensar. El odio de querer vivir, El gesto absoluto o La movilización global: breve tratado para atacar la realidad.

¿Cómo empiezas a politizarte?

Con 18 años, debía de ser 1969 o 1970, empiezo a estudiar Químicas, y entro en el movimiento estudiantil. Por una serie de casualidades, conozco a José Antonio Díaz, un cura secularizado, trabajador del metal y uno de los fundadores de las primeras comisiones obreras. Con un pequeño grupito hicimos una imprenta clandestina, traducíamos todo lo que podíamos de la izquierda no autoritaria como Castoriadis o los Situacionistas, y así entro en el movimiento obrero autónomo. Era la izquierda que no existía. Aquí todo el mundo era marxista-leninista…

Viviste los años convulsos, a finales del 70, el fin del franquismo, las grandes protestas sociales y estudiantiles…

Sí, sí. El momento en que realmente aprendo que es el movimiento obrero es con la huelga de Roca, en Gavà, durante los años 76 y 77. Cuatro mil trabajadores en huelga y autoorganizados! Era la segunda fábrica de España. Me impliqué mucho. Yo entonces vivía en el barrio de Pubilla Casas, en l’Hospitalet de Llobregat, y formaba parte de una organización que se llamaba Liberación, y que inicialmente había sido una editorial de origen cristiano. A mí me enviaron a vivir a l’Hospitalet y acabaría entrando a trabajar en una fábrica de vidrio. Abandoné definitivamente la investigación sobre el origen de la vida que tanto me apasionaba.

De químico en una fábrica de vidrio… a profesor de Filosofía van unos cuántos pasos.

En los años 80, la fábrica de vidrio donde trabajaba entró en crisis y nos la quedamos los 150 trabajadores después de algunos meses de lucha. La convertimos en cooperativa. Y, con el dinero que ganaba, me pagué la carrera de Filosofía. Tenía 30 años.

¿Por qué filosofía?

La huelga de la Roca y otras muchas huelgas y protestas acabaron con pactos miserables y con traiciones. Se acercaban las elecciones democráticas y algunos querían destruir aquellos movimientos como fuera. El caso de la huelga de Roca es emblemático. Había que demostrar que los controlaban. Entonces un día, allí solo, pensé: “¿Qué ha sido de mi vida? ¿Ha merecido la pena luchar para acabar así?” Y pensé que quería entender por qué habíamos perdido, y a pesar de que dudé entre Economía y Filosofía, acabé estudiando Filosofía.

Acabaste siendo uno de los profesores más conocidos y populares de la Facultad de Filosofía de la Universitat de Barcelona a los 90 y 2000, ¿no?

Bien, no lo sé, no lo sé… Pero sí que es cierto que convertimos las clases en un laboratorio político donde todos aprendíamos de todos. Cuando se produjo el desalojo del cine Princesa, en el año 96, paramos las clases y bajamos todos allí.

Del estallido de rabia por el desalojo del Princesa en la Barcelona de la antiglobalización y el 15-M: volviste a vivir intensamente un nuevo ciclo de protestas sociales.

Veníamos de una travesía del desierto muy larga, desde la Transición a los Juegos Olímpicos del 92, y, finalmente, volvíamos a vivir un estallido social. Yo nunca viví en una casa okupada, pero sí que usamos la okupación como una palanca política. Surgieron todo tipo de colectivos, muchas okupaciones breves de espacios abandonados, la Oficina 2004 contra el Foro de las Culturas y campañas como la de Dinero Gratis, la película del Taxista Ful. El Dinero Gratis, de hecho, ya era una crítica del trabajo, y una crítica de la vida cotidiana misma. Y también los “Espacios liberados contra la guerra”…

¿Cómo ves ahora aquel ciclo de protestas sociales, y como acabó?

La crítica que hacíamos tuvo, yo  diría, una cierta hegemonía cultural y política en aquel momento en Barcelona. Entre todos conseguimos deslegitimar un poco el Modelo Barcelona. Pero duró poco. De alguna manera y a otra escala, pasó lo mismo con el 15M. El 15M fue la palanca para ocupar el espacio público e interrumpir la cotidianidad. Era una crítica de la política, de la política en el sentido de representación política. ¿Qué sucedió después? A mí la palabra traición no me gusta, porque tiene un contenido muy psicológico, y es más complejo que esto… pero  en mi caso, fue la segunda vez que me ocurría algo parecido. Ya había visto, a comienzos de la democracia, compañeros que habían estado a nuestro lado y que entraban a las instituciones…  parecía cómo si se olvidaran de lo que habían vivido. Para decirlo suavemente.

¿Pero qué alternativa había a la política electoral y a entrar a las instituciones ante aquella ventana de oportunidad?

Sinceramente, no sé si había otro camino. Hay un dilema siempre en los movimientos de izquierdas, que es, o bien haces una política institucional, y por tanto una politización desde el Estado, podríamos decir, y por tanto defiendes reformas, a pesar de que yo pienso que el poder no deja espacio ni para reformas realmante verdaderas; o la otra posición, que es no entrar en las instituciones y acabar siendo autocomplaciente con la inutilidad de tu lucha. Sabes que tu lucha ha sido inútil, pero tú te mantienes muy puro. Todo lo que he escrito, todo lo que he pensado e intentado, es cómo atravesar este dilema.

Entonces, tú, en realidad, ante el clásico dilema de la izquierda entre reforma o ruptura, dirías que todas las opciones son malas.

Me niego a escoger siempre el “mal menor”. Por eso digo que se tiene que atravesar este dilema.

¿Cómo lo atravesaremos? ¿Tienes respuesta?

No, yo no tengo ninguna solución… pero la historia del movimiento obrero nos enseña que han existido muchos momentos en los cuales se ha intentado una síntesis entre la politización de la vida y una intervención política más amplía.

Políticamente e ideológicamente, ¿dirías que la izquierda (así en general y entendiéndola muy ampliamente) vive una época de derrota y resistencialismo? ¿O estamos a la ofensiva y en el camino de asaltar los cielos?

Estamos frente a un impasse. Lo resumo mediante una paradoja: “Lo que es políticamente posible no cambiará nada. Lo que verdaderamente podría cambiar algo es imposible políticamente”. Parece bastante indudable que las reformas propuestas por el reformismo (socialdemócrata o populista de izquierda) son ilusorias. Habría que añadir, además, una cosa: estamos en la época de las políticas identitarias (muchas con una base biológica) y de “lo políticamente correcto”, y a pesar de ser políticas necesarias, nos han conducido a un callejón sin salida. Por ejemplo la consigna: “Todo lo personal es político…” se ha convertido actualmente en una obviedad que ha perdido toda su fuerza. Evidentemente, no se trata de volver a la sociedad-fábrica ni de defender un universalismo vacío… pero sí de volver a poner la lucha de clases en el centro. Una lucha de clases que esté a la altura de las transformaciones sociales de hoy en día.

Para entender tu pensamiento y activismo político hay que detenerse en una cuestión clave: la enfermedad y, en general, tu lucha por querer vivir. ¿Qué enfermedad tienes, Santiago?

Hace ya muchos años empecé a encontrarme mal. Primero, no dormía bien, después el dolor de cabeza. Tengo lo que se denomina síndrome de fatiga crónica. Sensación de pérdida de memoria, de dolor por todo el cuerpo, de ansiedad y de insomnio… lo que los médicos denominan “la niebla matinal”. Se trata de una expresión poética maravillosa, pero que si lo sufres es terrible. Clara Valverde escribió un libro magnífico sobre estas enfermedades que tenía por título: “Pues tienes buena cara!” Porque, como también afirmaba ella, la gente que tiene fibromialgia o fàtiga crónica, llevamos la silla de ruedas dentro nuestro, y no se ve.

Decías en tu libro Hijos de la noche, que querías explicar “lo que le pasa a mi cabeza”, “el dolor que no me deja vivir”, “porque la noche está en mí”… ¿Por qué decidiste explicarlo?

Yo no quería explicar mi historia personal. Esto no tendría ningún interés. Pero exponer mi sufrimiento me permite ir más en allá del caso particular y empezar a poner las preguntas verdaderamente importantes: ¿qué relación existe entre la salud y la enfermedad? ¿Quién no está enfermo en esta sociedad? Y especialmente: ¿Se puede hacer de la enfermedad un arma?

¿Cuáles son, pues, para ti los malestares de esta época?

El diagnóstico de lo que yo tengo,  es para mí también un diagnóstico de la sociedad. Esta sociedad nos hace enfermar y tritura nuestras vidas. He intentado pensar esto, no desde el lugar de la víctima, sino desde el lugar de aquel que dice, “yo no puedo más”. Pero la frase  “yo-no-puedo-más” abre una puerta. ¿No crees?? El “yo-no-puedo-más” es la bifurcación que se abre ante ti: o te agarras a la cuerda que te estrangula, o te agarras a la cuerda que evita tu caída y puedes salir adelante.

La idea que subyace el “yo-no-puedo-más” a mí me parece un final. Pero, en cambio, tú crees que esto es como una rebelión. No lo entiendo.

Cualquiera que diga, “yo no puedo más” o “ yo no soporto más esta sociedad”, es ya un rebelde: porque el que expresa su situación de enfermo es que no se quiere doblegar, que no quiere bajar la cabeza y someterse. Todo este tipo de enfermedades, desde  la fatiga crónica o el simple cansancio hasta un cuadro de depresión o ansiedad, son enfermedades de la normalidad, o enfermedades del vacío. ¿Si no viviéramos en este mundo, tendríamos estas enfermedades? Lo que tienen en común es la desconexión. Yo me desconecto de este mundo. Pero ¿por qué nos desconectamos? Nos desconectamos porque no queremos estar metidos dentro de un movimiento continuo impulsado por esta máquina de matar despacio que es la sociedad. La sociedad nos va destruyendo, nos va minando, nos va exprimiendo. Y nos rebelamos. Yo aquí veo aquí, en esta rebelión, una extraña alegría.

Tenia un prejuicio al principio de la entrevista, quizás por culpa de otra gente que me hablaba de ti, creía que me encontraba ante un autor nihilista, pesimista, que hablaba de la muerte. Pero leyéndote  finalmente he encontrado a un López Petit que, en realidad, está haciendo un canto a la vida. Defiendes, en tus escritos, el “querer vivir” , y escribes cosas como: “Pensar el querer vivir ha sido para mí la manera de seguir vivo”. Poéticamente hablas de, “hambre de hambre, sed de sed”. ¿Eres un optimista en realidad?

No soy optimista ni pesimista, porque el que está en una lucha no se plantea si es optimista o pesimista, o si hay esperanza o ya no. El lugar desde donde miro el mundo no es desesperanzado. No, no, no. Es desesperado. Desesperado es otra cosa.

¡Vaya! ¿Qué diferencia hay?

Si tú miras el mundo hoy, o tienes una mirada desesperada, o eres un cínico. La guerra es la nueva centralidad. En la actualidad hay más de cien guerras en el mundo y, además, estamos viendo como surgen nuevas potencias nuevas militares, paramilitares o económicas que quieren disputar el poder a los Estados Unidos. Y esto solo es la superficie. Vivimos en un sistema basado en la violencia, la que se ve, y la que no se ve. Te pongo un ejemplo: aquí en Barcelona, en el barrio de Gracia se han puesto de moda los talleres de cerámica, hay un montón, y la gente suele decir que va a hacer cerámica porque así se encuentra a sí misma. Pues, bien, esto es una estupidez. Van para no ver el mundo, para evadirse. Para… escapar de la realidad.

Sin embargo, escribiste,, un libro después de un hecho sobrecogedor como fue la muerte por suicidio del activista social barcelonés, Pablo Molano. Lo titulaste El gesto absoluto.

No me interesa el suicidio como lugar reflexivo. No soy un existencialista, ni pienso que la vida sea absurda. Me interesa el querer vivir. El querer vivir es lo que he intentado pensar siempre. Casi todos los subtítulos de mis libros hacen referencia al querer vivir. Y es cierto,  Pablo Molano, que había sido estudiante y amigo mío, un día decidió suicidarse. Ante el inmenso vacío que se produjo, creí que tenía que hacer algo. No deseaba preguntarme por el motivo de su suicidio. Lo que yo quería era intentar contestar: ¿qué nos dice su suicidio, a la gente que estamos vivos. A los supervivientes. Por eso intento pensar el suicidio como un fracaso colectivo, y a la vez, como una herida abierta que nos hace pensar, que nos hace pensar sobre este mundo.

Volvemos al punto anterior: así, pues, ¿cómo se atraviesa la sociedad del malestar o de la enfermedad? ¿cómo se impulsa la resistencia o la rebelión?

El primer paso es politizar la vida, politizar la existencia, y esto no tiene nada que ver con hacer política. Es decir, no es apuntarse a un sindicato, o a un partido, o una cosa así. No tiene nada a ver. La política, hoy, satura la realidad y, de hecho, la política es una de las maneras más sofisticadas de despolitizar. ¿Qué seria, pues, politizar la existencia? Politizar la existencia seria atreverse a hacer de tu imposibilidad de vivir, de tu “yo no puedo más”, un desafío. Decir “yo no seré una pieza de esta máquina de movilización”, seré una anomalía. Politizar quiere decir yo seré una anomalía, es decir, una vida rota, pero que persiste y se rompe porque no acepta lo que hay y se rompe como manera de desafiar.

Buff, a ver, explícamelo algo mejor, por favor, para que yo lo entienda…

Hace unos días fui a comprar  a una panadería, y la señora que estaba atendiendo se echó a llorar.Tenía un ataque de ansiedad y tuvo que dejar su trabajo. ¿Cuánta gente está en una situación parecida? Muchas vidas se aguantan con hilos. Somos vidas rotas. Vivimos dentro del vientre de la bestia, llámalo la Vida en mayúscula, o  el sistema capitalista. Lo fundamental es que somos nosotros mismos quienes, viviendo, alimentamos a la bestia. Por tanto, para matar la bestia, hay que salir de su vientre. Y, para salir, de alguna manera, tendrás que hacerte daño. Atravesar la noche produce daño, y sobre todo, produce daño a los que más quieres.

Claro, y nadie se quiere hacer daño, nadie quiere arriesgarse a perder lo poco que tiene, para salir del vientre de la bestia…

Cierto, pero esa es la única manera de tener aire, de poder respirar…

Por qué hablas de una Vida en mayúscula y de una vida en minúscula? Tú hacías una reflexión en el libro: “En este mundo simulado es imposible vivir. No vivimos, tenemos una vida. Tenemos una vida que debe ser rentabilizada”. ¿Así alimentamos la bestia?



A raíz de la pandemia de la Covid-19, el Estado nos dijo: “Tenemos que salvar la vida y para salvar la vida os encerramos en casa”. La pregunta que me hacía aquellos días era: “Salvar la vida? Qué vida quieren salvar?” Querían salvar la Vida en mayúscula, es decir, la economía, el capital, las estructuras económicas y políticas. Tener una vida no quiere decir vivir. Tener una vida hoy día quiere decir trabajar para hacerla rentable. No vivimos, tenemos una vida. Y además estamos encadenados a una deuda permanente. Cómo si tuviéramos que pagar algo. Somos esclavos, aunque de una manera sofisticada. Antes la sujeción se ejercía mediante una sociedad disciplinaria. Ahora no. Ahora la proclama culpabilizadora dice: “¡Eres libre! Las oportunidades están delante tuyo. De ti depende que las aproveches!”

No hay escapatoria, ¿pues?

La lucha tiene que ser contra esta Vida en mayúscula, para arrancarle la vida. Tenemos que interrumpir la máquina, es decir, dejar de ser los terminales, hacerse incontables, no visibles, o sea, no codificables. Y este es el gran peligro para el poder, que no sabe lo que hay en los agujeros negros. La dicotomía actual está entre ser un terminal del algoritmo, una pieza de la máquina de movilización, o una anomalía. Tenemos que escoger y lo hacemos cada día. Ahora bien, si eres una anomalía, lo pagarás. Lo pagarás, por ejemplo, con estas enfermedades de la normalidad, con un gran malestar, con la pobreza, o con la marginación. Pienso que una alianza de amigos puede ayudar a vivir, pero ciertamente no es suficiente si es autorreferencial y no piensa el problema de la coyuntura y de la mayoría. No es suficiente una ética del querer vivir; necesitamos una política del querer vivir. La cuestión fundamental para mí es la siguiente: cómo hacer que la fuerza de dolor se encuentre con la fuerza del anonimato? Esta cuestión es la que intento plantear en el libro Tiempos de espera. Marx, Artaud y la fuerza de dolor y que quisiera terminar este año.

El odio del querer vivir es una expresión que repites a menudo en tus libros. Al principio me costó entenderlo, la verdad. Llegas a decir: “El odio a la vida es la llama que enciende el fuego”. ¿Cómo puedes odiar la vida?

Si tú no odias tu vida, ¿Cómo la cambiarás? Es decir, odiar tu vida significa establecer una demarcación: esto lo quiero vivir, esto no lo quiero vivir. Y yo siempre digo, la Vida en mayúscula te pasa lista cada día. Te miras al espejo y te preguntas: ¿Por cuánto dinero me vendo hoy? Hay un odio que no te lleva al suicidio, a la muerte, y que tampoco es resentimiento. No es odio al otro, es un odio liberador. De hecho Marx ya hablaba del odio de clase. Si no hay un odio de clase, ¿cómo puedes cambiar la sociedad? Hay que odiar esta vida que nos cierra y, es necesario “hacer del querer vivir un desafío”. Al final del mi libro Hijos de la noche, hay esta frase: “Pero me agarro con todas mis fuerzas a esta puta vida tan hermosa”. Pues bien, para poder escribir esto, he tardado cuarenta años y cientos de páginas. Aquí se condensa todo: la vida, el querer vivir, y su relación.

En tu libro Amar y pensar, defiendes que “amar, pensar y luchar son los tres gestos radicales”.

Una vida política es aquella que se basa amar, pensar y luchar. Y con esto basta. Contra las filosofías vitalistas que exaltan la vida… lo que planteo es una lucha a muerte con la Vida en mayúscula. Para provocarla, para arrancarle un poco de vida. Esta exacerbación es lo que te posibilitará amar, pensar, y resistir. Si no estás dispuesto a sacudir tu vida, nunca podrás amar, pensar, ni resistir… En este sentido amar es de valientes porque quiere decir compartir tu querer vivir con un extraño que tiene que permanecer siempre extraño.

Preguntas a Michel Foucault sobre la geografía // Herodote

Esta entrevista fue publicada en la revista francesa Herodote en 1975, con motivo de su primer número.

Herodote: El trabajo que usted ha emprendido coincide (y alimenta) en gran parte la reflexión que nosotros hemos emprendido en geografía, y de un modo más general en relación con las ideologías y estrategias del espacio.
Interrogando a la geografía hemos encontrado un determinado número de conceptos: saber, poder, ciencia, formación discursiva, mirada, episteme, y la arqueología que usted ha realizado ha contribuido a orientar nuestra reflexión. Así, la hipótesis avanzada en la Arqueología del saber, según la que una formación discursiva no se define ni por un objeto, ni por un estilo, ni por un juego de conceptos permanente, ni por la persistencia de una temática, sino que debe ser captada como un sistema de dispersión reglamentado, nos ha permitido delimitar mejor el discurso geográfico.
También nos ha sorprendido su silencio en lo que concierne a la geografía (salvo error usted no evoca su existencia más que en una comunicación dedicada a Cuvier, y además no la evoca más que para relegarla entre las ciencias naturales). Paradójicamente habríamos quedado estupefactos si la geografía hubiese sido tenida en cuenta, pues, a pesar de Kant y Hegel, los filósofos ignoran la geografía. ¿Hay que echar la culpa a los geógrafos que, desde Vidal de La Blanche, tuvieron cuidado en encerrarse, al abrigo de las ciencias sociales, del marxismo, de la epistemología y de la historia de las ciencias, o hay que incriminar a los filósofos desinteresados por una geografía inclasificable, «desplazada», a caballo entre ciencias naturales y ciencias sociales? ¿Tiene la geografía una «plaza» en su arqueología del saber? ¿No reproduce usted, arqueologizándola, la separación entre ciencias de la naturaleza (la encuesta, el cuadro) y ciencias del hombre (el examen, la disciplina), disolviendo de este modo el lugar en que la geografía podría establecerse?

Michel Foucault: Respuesta llanamente empírica, de momento. Se intentará luego ver si hay otra cosa detrás. Si hiciese la lista de todas las ciencias, de todos los conocimientos, de todos los dominios del saber de los que no hablo y debería hablar. y de los que estoy próximo de una forma o de otra, la lista seria casi infinita. No hablo de la bioquímica, no hablo de la arqueología. Incluso no he hecho una arqueología de la historia. Coger una ciencia porque es interesante, porque es importante o porque su historia tendría algo ejemplar, no me parece que sea un buen método. Es sin duda un buen método si se quiere hacer una historia correcta, limpia, conceptualmente aseptizada. Pero a partir del momento en que se quiere hacer una historia que tiene un sentido, una utilización, una eficacia política, no se la puede hacer correctamente más que a condición de estar ligado de una manera o de otra a los combates que se desarrollan en ese terreno. En primer lugar he intentado hacer la genealogía de la psiquiatría porque tenía una cierta práctica y una cierta experiencia del hospital psiquiátrico y percibía ahí combates, líneas de fuerza, puntos de enfrentamiento, tensiones. La historia que he realizado, no la he hecho más que en función de estos combates. El problema, el núcleo de la cuestión, la apuesta, está en poder mantener un discurso verdadero y que sea estratégicamente eficaz; o aún más, cómo puede la verdad de la historia tener efecto políticamente.

H.: Esto conecta con una hipótesis que le propongo: si existen puntos de enfrentamiento, tensiones, líneas de fuerza en geografía, son subterráneos debido a la ausencia de polémica en geografía. Ahora bien, lo que puede atraer a un filósofo, un epistemólogo, un arqueólogo es arbitrar o sacar provecho de una polémica ya
iniciada.

M. F.: Es cierto que la importancia de una polémica puede atraer. Pero yo no soy en absoluto de esa especie de filósofos que tiene o quiere tener un discurso de verdad sobre cualquier ciencia. Dictar la ley en toda ciencia, es el proyecto positivista. Estoy seguro que en ciertas formas de marxismo «renovado» no se encuentre una tentación parecida, que consistiría en decir: el marxismo, como ciencia de las ciencias, puede hacer la teoría de la ciencia y establecer la repartición entre ciencia e ideología. Pero, esta posición de árbitro, de juez, de testigo universal es un papel que rechazo absolutamente, pues me parece ligado a la institución universitaria de la filosofía. Si hago los análisis que hago no es porque exista una polémica que yo querría arbitrar, sino porque he estado ligado a ciertos combates: medicina, psiquiatría, penalidad. No he pretendido nunca hacer una historia general de las ciencias humanas, ni hacer una crítica en general de la posibilidad de las ciencias. El subtitulo de Las Palabras y las Cosas no es la arqueología, sino una arqueología de las ciencias humanas.
Son ustedes, los que están directamente ligados a lo que ocurre en geografía, los que están enfrentados a todos estos enfrentamientos de poder que atraviesan a la geografía, son ustedes quienes deben afrontarlos, quienes deben adquirir los instrumentos que les permitan combatir ahí, Y en el fondo deberían decirme: «Usted no se ha ocupado de esta cosa que no le concierne exactamente y que no conoce bien». Y yo les respondería: «Si uno o dos chismes (aproximación o método) que he creído poder utilizar en la psiquiatría, en la penalidad, en la historia natural pueden servirles, me siento muy contento. Si se ven obligados a adoptar otros o a transformar mis instrumentos, muéstrenmelo porque también yo podría beneficiarme».

H: Usted se refiere con mucha frecuencia a los historiadores: Lucien Febvre, Braudel, Le Roy Ladurie. Y les rinde homenaje en numerosas ocasiones. Se da el caso que estos historiadores intentaron establecer un diálogo con la geografía, más precisamente instaurar una geo‐historia o una antropo‐geografía. Existía por la mediación de estos historiadores la ocasión de un encuentro con la geografía. Además usted roza el terreno geográfico cuando estudia la economía política y la historia natural. Se puede constatar así un constante afloramiento de la geografía sin que nunca sea tenida en cuenta. No hay en mi pregunta ni la solicitud de una hipotética arqueología ni tampoco una decepción: solamente una sorpresa.

M. F.: Me da un poco de reparo no responder más que por argumentos de hecho, pero creo que hay que desconfiar de esta voluntad de esencialidad: si usted no habla de algo es porque encuentra fuertes obstáculos que vamos a intentar desentrañar. Se puede muy bien no hablar de algo simplemente porque no se lo conoce, no porque uno se enfrente a un saber inconsciente y en consecuencia inaccesible. Usted me pregunta si la geografía tiene un lugar en la arqueología del saber. Si, a condición de cambiar la formulación. Encontrar un espacio para la geografía significaría que la arqueología del saber tiene un proyecto de cobertura total y exhaustiva de todos los campos de saber, lo cual no es en absoluto lo que yo pienso. La arqueología del saber no es más que un modo de aproximación.
Es verdad que la filosofía, al menos desde Descartes, ha estado siempre ligada en Occidente al problema del conocimiento. No hay escapatoria. Cualquiera que se crea filósofo y que no se plantee la cuestión «¿qué es el conocimiento?» o «¿qué es la verdad?», ¿en qué sentido se podría decir que es un filósofo? Y a mi, que me gusta decir que no soy filósofo, si en último término me ocupo de la verdad, soy, pese a todo, un filósofo. Desde Nietszche esta cuestión se transformó. No se trata ya de ¿cuál es el camino más seguro de la Verdad?, sino de ¿cuál ha sido el camino temerario de la verdad? Era la cuestión de Nietzsche, eso sí, también es la cuestión de Husserl en La crisis de las ciencias europeas. La ciencia, la imposición de lo verdadero, la obligación de verdad, los procedimientos ritualizados para producirla atraviesan completamente toda la sociedad occidental desde hace milenios y se han universalizado en la actualidad para convertirse en la ley general de toda civilización. ¿Cuál es su historia, cuáles son sus efectos, cuál es su entramado con las relaciones de poder? Si se adopta esta perspectiva, entonces la geografía sería susceptible de un método semejante. Hay que intentar aplicar este método a la geografía, pero del mismo modo que se aplicaría a la farmacología, la microbiología, la demografía, y qué sé yo… Hablando con propiedad, no hay un espacio específico pero seria necesario hacer esta arqueología del saber geográfico.

H.: Si la geografía no es visible, no está comprendida en el campo que usted explora, en el que usted practica sus búsquedas, ello está sin duda ligado al proceso deliberadamente histórico o arqueológico que de hecho privilegia el factor tiempo. Se puede constatar así una preocupación rigurosa por la periodización que contrasta con la vaguedad, la relativa indeterminación de sus localizaciones. Sus espacios de referencia son indistintamente la cristiandad, el mundo occidental, la Europa del Norte, Francia, sin que esos espacios de referencia sean verdaderamente justificados o incluso precisados. Usted escribe que «cada periodización divide a la historia en un cierto número de sucesos, e inversamente, cada estrato de sucesos exige una periodización inmediata, puesto que según el nivel del que se parta deberán ser delimitadas periodizaciones distintas, y, según la periodización que se establezca, se alcanzarán diferentes niveles, Se accede así a la metodología compleja de la discontinuidad». Se puede, e incluso conviene concebir y construir una metodología de la discontinuidad en función del espacio y de las escalas espaciales. Usted privilegia de hecho ci factor tiempo arriesgándose a delimitaciones o espacializaciones nebulosas, nómadas. Espacializaciones inciertas que contrastan con la preocupación de recortar franjas, períodos, edades.

M. F.: Tocamos aquí un problema de método, pero también de soporte material que consiste simplemente en la posibilidad de que una persona sola lo recorra. En efecto, yo podría decir perfectamente: historia de la penalidad en Francia. Después de todo es esto esencialmente lo que he hecho, si se exceptúan un cierto número de desbordamientos, de referencias, de puntos de contacto con el exterior. Si no lo digo, si dejo flotar una especie de vaga frontera, un poco occidental, un poco nómada es debido a que la documentación que he utilizado desborda un poco el caso de Francia, y con mucha frecuencia, para comprender un fenómeno francés me he visto obligado a referirme a algo que ocurre en el exterior, que sería poco explicito, que fue anterior en el tiempo, que sirvió de modelo. Esto me permite, con modificaciones regionales o locales, situar estos fenómenos en las sociedades anglosajona, española, italiana, etc. No hago mayores precisiones porque seria tan abusivo decir «no hablo más que de Francia» que decir «hablo de toda Europa». Sería necesario en efecto precisar —pero
esto implicaría un trabajo colectivo— en dónde se detiene este tipo de proceso, a partir de dónde se puede decir: «ocurre algo distinto».

H.: Esta espacialización incierta contrasta con la profusión de metáforas espaciales: posición, desplazamiento, lugar, campo: incluso en ocasiones geográficas: territorio, dominio, suelo horizonte, archipiélago, geopolítica, región, paisaje.

M. F.: Pues bien, retomemos estas metáforas geográficas. Territorio, es sin duda una noción geográfica, pero es en primer lugar una noción jurídico política: lo que es controlado por un cierto tipo de poder.

Campo: noción económico jurídica.
Desplazamiento: se desplaza un ejército, una tropa, una población.
Dominio: noción jurídico‐política.
Suelo: noción histórico‐geológica.
Región: noción fiscal, administrativa, militar.
Horizonte: noción pictórica, pero también estratégica.

No hay más que una noción que sea verdaderamente geográfica, es la de archipiélago. No la he utilizado más que una vez, para designar, y a causa de Solyenitsin —el archipiélago carceral—, esta dispersión y al mismo tiempo el recubrimiento universal de una sociedad por un tipo de sistema punitivo.

H.: Estas nociones no son, ciertamente, estrictamente geográficas. Son sin embargo las nociones básicas de cualquier enunciado geográfico. Ponemos así el dedo en la llaga al advertir que el discurso geográfico produce pocos conceptos, y los retoma un poco de todos lados. Paisaje es una noción pictórica, pero es un objeto esencial de la geografía tradicional.

M. F.: ¿Pero están ustedes seguros de que yo tomo estas nociones de la geografía y no de donde la geografía precisamente las ha tomado?

H.: Lo que hay que subrayar, a propósito de ciertas metáforas espaciales, es que son tanto geográficas como estratégicas, lo cual es muy normal puesto que la geografía se desarrolló a la sombra del ejército. Entre el discurso geográfico y el discurso estratégico se puede observar una circulación de nociones: la región de lo geográfico no es otra cosa que la región militar (de regere, dirigir), y provincia no es más que el territorio vencido (de vincere). El campo reenvía al campo de batalla.

M. F.: Se me ha reprochado bastante estas obsesiones espaciales, y en efecto, me han obsesionado. Pero, a través de ellas, creo haber descubierto lo que en el fondo buscaba, las relaciones que pueden existir entre poder y saber. Desde el momento en que se puede analizar el saber en términos de región, de dominio, de implantación, de desplazamiento, de transferencia, se puede comprender el proceso mediante el cual el saber funciona como un poder y reduce a él los efectos.
Existe una administración del saber, una política del saber, relaciones de poder que pasan a través del saber y que inmediatamente si se las quiere describir os reenvían a estas formas de dominación a las que se refieren nociones tales como campo, posición, región, territorio. Y el término político‐estratégico indica cómo lo militar y lo administrativo se inscriben efectivamente ya sea sobre un suelo, ya sea en forma de discurso. Quien no plantease el análisis de los discursos más que en términos de continuidad temporal se vería necesariamente avocado a analizarlos y a considerarlos como la transformación interna de una conciencia individual. Construirá así una gran conciencia colectiva dentro de la cual ocurrirían las cosas.
Metaforizar las transformaciones del discurso por medio de un vocabulario temporal conduce necesariamente a la utilización del modelo de la conciencia individual, con su temporalidad propia. Intentar descifrarlo, por el contrario, a través de metáforas espaciales, estratégicas, permite captar con precisión los puntos en los que los discursos se transforman en, a través de y a partir de las relaciones de poder.

H.: Althusser en Leer el Capital, plantea y se plantea una cuestión análoga. «El recurso a las metáforas espaciales (…) que el presente texto utiliza plantea un problema teórico: el de su garantía de existencia en un discurso con pretensión científica, Este problema puede plantearse de la forma siguiente: ¿por qué una determinada forma de discurso científico implica necesariamente la utilización de metáforas tomadas de discursos no científicos”. Althusser, así, presenta el recurso a las metáforas espaciales como necesario, pero al mismo tiempo como regresivo, no
riguroso. Por el contrario todo permite pensar que las metáforas espaciales, lejos de ser reaccionarias, tecnocráticas, abusivas o ilegitimas, son más bien el síntoma de un pensamiento «estratégico», «combativo», que considera el espacio del discurso como terreno y encrucijada de prácticas políticas.

M. F.: Es efectivamente de guerra, de administración, de implantación, de gestión de un poder de lo que se trata en tales expresiones. Será necesario hacer una crítica de esta descalificación del espacio que reina desde hace varias generaciones. ¿Ha comenzado en Bergson o antes? El espacio es lo que estaba muerto, fijado, no dialéctico, inmóvil. Por el contrario, el tiempo era rico, fecundo, vivo, dialéctico.
La utilización de términos espaciales tiene un cierto aire de anti‐historia para todos aquellos que confunden la historia con las viejas formas de la evolución, de la continuidad viviente, del desarrollo orgánico, del progreso de la conciencia o del proyecto de la existencia. Desde el momento en que se hablaba en términos de espacio se estaba contra el tiempo. ¡Se «negaba la historia»! como decían los tontos, se era un «tecnócrata». ¡No comprendían que en la percepción de las implantaciones de las delimitaciones del perfilamiento de los objetos de los gráficos, de las organizaciones de los dominios!, lo que se hacía aflorar eran los procesos —por supuesto históricos— del poder. La descripción espacializante de los hechos del discurso desemboca en el análisis de los efectos de poder que están ligados a ellos.

H.: Con Vigilar y Castigar, esta estrategización del pensamiento alcanza una nueva cota, con el panoptismo, nos encontramos más allá de la metáfora. Lo que está en juego es la descripción de instituciones en términos de arquitectura, de figuras espaciales. Usted evoca incluso como conclusión la «geopolítica imaginaria» de la ciudad carcelaria. ¿Esta figura panóptica da cuenta del aparato de Estado en su conjunto? Aparece, en su último libro, un modelo implícito de poder: una diseminación de micro‐poderes, una red de aparatos dispersos, sin aparato único, sin
foco ni centro, y una coordinación transversal de instituciones y de tecnologías, sin embargo, usted señala la estatalización de las escuelas, hospitales, casas de corrección y de educación hasta entonces en manos de los grupos religiosos o de las asociaciones de beneficencia. Y paralelamente comienza a funcionar una policía centralizada que ejerce una vigilancia permanente, exhaustiva, capaz de hacerlo todo visible con la condición de hacerse a sí misma invisible. «La organización del aparato policial ratifica en el siglo XVIII la generalización de las disciplinas y alcanza las
dimensiones del Estado».

M. F.: A través del panoptismo apunto a un conjunto de mecanismos que operan en el interior de todas las redes de procedimientos de los que se sirve al poder. El panoptismo ha sido una invención tecnológica en el orden del poder, como la maquina de vapor en el orden de la producción. Esta invención tiene esto de particular: que ha sido utilizada en un principio en niveles locales: escuelas, cuarteles, hospitales, en ellos se ha hecho la experimentación de la vigilancia integral. Se ha aprendido a confeccionar historiales, a establecer anotaciones y clasificaciones, a hacer la contabilidad integral de estos datos individuales. Ciertamente, la economía —y el fisco— habían ya utilizado algunos de estos procedimientos. Pero la vigilancia permanente de un grupo escolar o de un grupo de enfermos, es otra cosa, y estos métodos han sido generalizados a partir de un cierto momento. El aparato policial ha sido uno de los principales vectores de esta extensión, pero también la administración napoleónica. Creo haber citado una descripción muy bonita del papel de los procuradores generales en el Imperio considerándolos el ojo del emperador, y, desde el primer procurador general de Paris hasta el simple sustituto de provincias, es una sola y misma mirada la que vigila los desórdenes, previene los peligros de criminalidad, sanciona todas las desviaciones. Y si por casualidad algo en esta mirada universal se relajaba, si se adormecía en algún sitio, entonces el Estado no estaría lejos de su ruina. El panoptismo no ha sido confiscado por los aparatos de Estado, pero éstos se han apoyado sobre esta especie de pequeños panoptismos regionales y dispersos. De tal modo que, si se quiere captar los mecanismos de poder en su complejidad y en detalle, no se puede uno limitar al análisis de los aparatos de Estado solamente. Habría que evitar un esquematismo —esquematismo que por otra parte no está en el propio Marx— que consiste en localizar el poder en el aparato de Estado y en hacer del aparato de Estado el instrumento privilegiado, capital, mayor, casi único del poder de una clase sobre otra. De hecho, el poder en su ejercicio va mucho más lejos, pasa por canales mucho más finos, es mucho más ambiguo, porque cada uno es en el fondo titular de un cierto poder y, en esta medida, vehicula el poder. El poder no tiene como única función reproducir las relaciones de producción. Las redes de la dominación y los circuitos de la explotación se interfieren, se superponen y se refuerzan, pero no coinciden.

H.: Si el aparato de Estado no es el vector de todos los poderes, no es por ello menos cierto que recubre lo esencial de ¡as prácticas disciplinarias, y muy particularmente en Francia con el sistema panóptico‐policial.

M. F.: La monarquía administrativa de Luis XIV y Luis XV, tan fuertemente centralizada, ha sido ciertamente un primer modelo. Usted sabe que en la época de Luis XV se ha inventado la policía. No tengo ninguna intención de disminuir la importancia y la eficacia del poder de Estado. Creo simplemente que al insistir demasiado en su papel, y en su papel exclusivo, se corre el riesgo de no tener en cuenta todos los mecanismos y efectos de poder que no pasan directamente por el aparato de Estado, que con frecuencia lo afianzan mucho mejor, lo reconducen, le proporcionan su mayor eficacia. Con la sociedad soviética se tiene el ejemplo de un aparato de Estado que ha cambiado de manos y que deja las jerarquías sociales, la vida de familia, la sexualidad, el cuerpo, casi como estaban en una sociedad de tipo capitalista. Los mecanismos de poder que funcionan en el taller entre el ingeniero, el capataz y el obrero ¿cree usted que son muy diferentes en la Unión Soviética?

H.: Usted ha mostrado cómo el saber psiquiátrico implicaba, suponía, exigía, la clausura del manicomio, cómo el saber disciplinario conllevaba el modelo de la prisión, la medicina de Bichat el recinto del hospital, y la economía política la estructura de la fábrica. Podemos preguntarnos, como si se tratase de una ocurrencia, o de una hipótesis, si el saber geográfico no lleva inscrito el cerco de la frontera, sea ésta nacional, provincial o municipal. Y por tanto si a las figuras del encierro que usted ha puesto de relieve —del loco, del delincuente, del enfermo, del proletario no habría que añadir la del ciudadano soldado. El espacio del encierro seria entonces infinitamente más ancho y menos compartimentado.

M. F.: Es muy seductor, Y según usted ¿se trataría del hombre de las nacionalidades? Pues ese discurso geográfico que justifica las fronteras, es el discurso del nacionalismo.

H.: La geografía sería junto con la historia constitutiva de este discurso nacional, como bien lo muestra la instauración de la escuela de Jules Ferry que deposita en la historia‐geografía la misión de realizar y de inculcar el espíritu cívico y patriótico.

M. F.: Lo que tiene por efecto la constitución de una identidad. Pues mi hipótesis es que el individuo no es lo dado sobre el que se ejerce y se aferra el poder. El individuo, con sus características, su identidad, en su hilvanado consigo mismo, es el producto de una relación de poder que se ejerce sobre los cuerpos, las multiplicidades, los movimientos, los deseos, las fuerzas.
Por otra parte, sobre los problemas de la identidad regional, y sobre todos los conflictos que pueden darse entre ésta y la identidad nacional, habría muchas cosas que decir.

H.: El mapa como instrumento de saber poder atraviesa los tres umbrales que usted ha distinguido: medida en los Griegos, encuesta en la Edad Media, examen en el siglo XVIII. El mapa coincide con cada uno de estos umbrales, se transforma de instrumento de medida en instrumento de encuesta para convertirse hoy en instrumento de examen (mapa electoral, mapa de las percepciones, etc.). Es verdad que la historia del mapa (o su arqueología) no respeta su «cronología».

M. F.: Un mapa de votos o de opciones electorales: es un instrumento de examen. Creo que históricamente se ha dado esta sucesión de tres modelos, pero entiéndase bien que estas tres técnicas no permanecieron aisladas unas de otras. Inmediatamente se han contaminado. La encuesta ha utilizado la medida y el examen ha utilizado la encuesta, más tarde el examen ha rebotado sobre las otras dos, de tal modo que volvemos a encontrar un aspecto de su primera cuestión: ¿distinguir entre examen y encuesta no conduce a la división ciencia social‐ciencia de la naturaleza? En efecto, quisiera ver como a encuesta como modelo, como esquema administrativo, fiscal y político, ha podido servir de matriz a esos enormes recorridos que tuvieron lugar desde finales de la Edad Media hasta el siglo XVIII y en los que las gentes surcando el mundo recogían informaciones. No las recogían en estado bruto. Literalmente, encuestaban, seguían esquemas que tenían más o menos claros, más o menos conscientes. Y pienso que las ciencias de la naturaleza se han efectivamente alojado
en el interior de esta forma general que era la encuesta ‐‐del mismo modo que las ciencias del hombre nacieron a partir del momento en que estuvieron preparados los procedimientos de vigilancia y de registro de los individuos. Pero eso no fue más que el punto de partida. Y a través de los entrecruzamientos que se produjeron inmediatamente, encuesta y examen se interfirieron, y por consiguiente ciencias de la naturaleza y ciencias del hombre han igualmente entrecruzado sus conceptos, sus métodos, sus resultados. Pienso que en la geografía se tendría un hermoso ejemplo de disciplina que utiliza sistemáticamente encuesta, medida y examen.

H.: Existe además en el discurso geográfico una figura omnipresente: la del inventario o catálogo. Y este tipo de inventario utiliza el triple registro de la encuesta, de la medida y del examen. El geógrafo —es posiblemente su función esencial, estratégica— recoge la información. Inventario que en estado puro no tiene gran interés y que no es de hecho utilizable más que por el poder. El poder no tiene necesidad de ciencia sino de una masa de informaciones que, por su posición estratégica, él es capaz de explotar.
Se comprende mejor así la débil trascendencia epistemológica de los trabajos geográficos, mientras que éstos son (o mejor, eran) de un provecho considerable para los aparatos del poder. Esos viajeros del siglo XVII o esos geógrafos del XIX eran en realidad agentes de información que recogían y cartografiaban los datos, información que era directamente explotable por las autoridades coloniales, los estrategas, los comerciantes o los industriales.

M. F.: Puedo citar un hecho con ciertas reservas. Una persona especializada en los documentos que datan de la época de Luis XIV, consultando la correspondencia diplomática del siglo XVII, se dio cuenta de que muchos textos que han sido después reproducidos como narraciones de viajeros que hablaban de tantas maravillas, de plantas increíbles, de animales monstruosos, eran en realidad narraciones cifradas. Eran informaciones precisas sobre el estado militar del país, los recursos económicos, los mercados, las riquezas, las posibilidades de relación. De modo que muchas personas consideraban ingenuidades tardías de ciertos naturalistas y geógrafos del XVIII las cosas que en realidad eran informaciones extraordinariamente precisas, de las que parece se posee la clave.

H.: Preguntándonos por qué la geografía no había conocido ninguna polémica, pensamos enseguida en la débil influencia que Marx ejerció sobre los geógrafos. No ha habido geografía marxista, ni siquiera tendencia marxista en geografía. Los geógrafos que se reclaman del marxismo se bifurcan de hecho hacia la economía o hacia la sociología, privilegian las escalas planetaria y media. Marxismo y geografía se articulan difícilmente. Es posible que el marxismo, en todo caso El Capital, y en general los textos económicos se presten mal a la espacialización por privilegiar el factor tiempo. ¿Se refiere usted a esto en el párrafo de una entrevista en la que dice: «cualquiera que sea la importancia de las modificaciones aportadas —por Marx— a los análisis de Ricardo, no creo que sus análisis económicos escapen del espacio epistemológico instaurado por Ricardo»?

M. F.: Marx para mí no existe. Quiero decir esta especie de identidad que se ha construido en torno a un nombre propio, y que se refiere tan pronto a un cierto individuo, tan pronto a la totalidad de lo que ha escrito, tan pronto a un inmenso proceso histórico que deriva de él. Pienso que sus análisis económicos, la manera como analiza la formación del capital están regidos en gran parte por conceptos que provienen de la misma trama de la economía ricardiana. No tengo ningún mérito en decirlo, es el propio Marx quien lo ha dicho. Pero coja por el contrario su análisis de la Comuna de Paris o su 18 Brumarío de Luis Napoleón. Encontrará allí un tipo de análisis histórico que manifiestamente no deriva de un modelo del siglo XVIII.
Hacer funcionar a Marx como a un «autor», localizable en un filón discursivo único y susceptible de un análisis en términos de originalidad o de coherencia interna, es siempre posible. Después de todo se tiene perfectamente el derecho de «academizar” a Marx. Pero ello es desconocer el estallido que ha producido.

H.: Si se lee Marx desde una exigencia espacial, su obra se nos muestra heterogénea. Existen trozos enteros que denotan una sensibilidad espacial sorprendente.

M. F.: Tiene algunos muy notables. Así todo lo que Marx ha escrito sobre el ejército y su papel en el desarrollo del poder político. Son cosas muy importantes que han sido prácticamente abandonadas en provecho de los comentarios incesantes sobre la plusvalía.
Estoy contento de esta entrevista con ustedes porque he cambiado de parecer entre el principio y el fin. Es cierto que al comienzo pensé que ustedes reivindicaban la plaza de la geografía del mismo modo que los profesores que protestan cuando se les anuncia una reforma de la enseñanza: «habéis disminuido el horario de las ciencias naturales o de la música…». Entonces me he dicho. «Son muy amables al querer que se les haga su arqueología, pero después de todo, que la hagan ellos». No había percibido en absoluto el sentido de vuestra objeción. Me doy cuenta de que los problemas que plantean a propósito de la geografía son esenciales para mí. Entre un cierto número de cosas que yo relacioné, estaba la geografía, que era el soporte, la condición de posibilidad del paso de lo uno a lo otro. He dejado cosas en suspenso o he hecho relaciones arbitrarias.
Cuanto más avanzo, más me parece que la formación de los discursos y la genealogía del saber deben ser analizados a partir no de tipos de conciencia, de modalidades de percepción o de formas de ideologías, sino de tácticas y estrategias de poder. Tácticas y estrategias que se despliegan a través de implantaciones, de distribuciones, de divisiones, de controles de territorios, de organizaciones de dominios que podrían constituir una especie de geo‐política, punto en el que mis preocupaciones enlazarían con vuestros métodos. Hay un tema que querría estudiar en los años próximos: el ejército como matriz de organización y de saber —la necesidad de estudiar la fortaleza, la «campaña», el «movimiento», la colonia, el territorio. La geografía debe estar pues en el centro de lo que yo hago.

Video-conversación con Colectivo Situaciones (agosto de 2009) // LOCOLECTIVO

Conversación con Verónica Gago y Diego Sztulwark, del Colectivo SITUACIONES. Hablan de la formación del grupo y de su visión desde su posicionamiento de investigación militante. Buenos Aires 2009.

http://tintalimon.com.ar/

Entrevista a Paolo Virno. La madurez de los tiempos: la actualidad de la multitud (Septiembre 2006) // Colectivo Situaciones

Prólogo a Ambivalencia de la multitud, entre la innovación y la negatividad, de Paolo Virno, publicado en su segunda versión aumentada por Tinta Limón Ediciones.

Ir a: https://lobosuelto.com/wp-content/uploads/2018/09/Entrevista-a-Virno.pdf

Entrevista: Colectivo Situaciones y la “nueva gobernabilidad” latinoamericana (23/01/2006) // lavaca

Colectivo Situaciones y la “nueva gobernabilidad” latinoamericana. La guerra social y la batalla contra la tristeza

 

La nueva gobernabilidad (o la oleada considerada progresista en América Latina, de Kirchner a Chávez), la guerra social, la izquierda clásica, los espacios de la autonomía, el zapatismo, Chávez, la tristeza de los movimientos, la política de la impotencia. Tales fueron algunos de los temas de la conversación entre lavaca y el Colectivo Situaciones, un grupo de investigación y pensamiento que ha creado su propia editorial -Tinta Limón- como un modo más de producir y difundir ideas, en un mundo en el que no abundan, y acciones, en tiempos a veces dominados por la parálisis.

Pensar, producir ideas, generar experiencias, investigar, escribir, hacer una editorial, crear redes, nexos, mantenerse como un conjunto de amigos, y hacer lo que a cada uno le gusta.

El Colectivo Situaciones es un grupo empecinado en producir pensamiento y experiencias que merecen figurar entre lo más novedoso y profundo de los últimos años (la producción inmediatamente previa y posterior a la crisis del 2001, con libros tales como «La Hipótesis 891-Más allá de los piquetes», «Contrapoder», y «19 y 20 apuntes para un nuevo protagonismo social» entre varios otros).

Pero la actualidad ha traído un nuevo sello propio, Tinta Limón, con el que editan libros ajenos y propios: en 2005 la producción incluyó Mal de Altura, y Bienvenidos a la Selva, resultado de los respectivos viajes de Situaciones a Bolivia y al México zapatista.

Cuatro de los integrantes de Situaciones, Nati, Mario, Sebastián y Diego, recibieron a lavaca en ese bello laberinto barrial conocido como Parque Chas, para hablar del no tan bello laberinto de la actualidad política y social. Antes de tales encrucijadas, en tiempos en que las representaciones están en crisis, hubo tiempo para las presentaciones, que resultaron un modo de percibir las claves de donde surge lo que actualmente piensan.

-¿De dónde nace el Colectivo Situaciones?

-Origen incierto…

-En el año 92 se funda en la Facultad de Ciencias Sociales un grupo que se llama El Mate.

-¿Una sigla?

-Dejó de ser sigla muy rápido, pero al principio era el Movimiento Amplio de Transformación Argentina.

-Era gente de entre 23, 24, 25 años, en un momento de noche política para todos nosotros. Gente que tenía una idea de izquierda, muy, muy de izquierda, peronista de izquierda, o de izquierda dura, pura, y que tenía una decepción gigante con las generaciones militantes que estaban dando vueltas por ahí, de los 70, o que estaban armando partidos.

-¿Decepción por qué?

-Decepción porque por ejemplo, en el caso mío, yo venía de una militancia ya pre universitaria, con Eduardo Duhalde (no se trata del ex presidente sino de su homónimo, actual secretario de Derechos Humanos) y estaban todos haciendo negocios en nombre del prestigio setentista, o tenían maneras de construir muy manipuladoras. Para gente que no había vivido los 70, que había vivido más bien los 80 como noche, donde la política estaba bastante ausente, politizarse nos requirió armar un espacio bastante desreglado respecto a las generaciones anteriores.

-Empezamos a hacernos nosotros preguntas sobre los 70, sobre la política, sobre qué pasó en América Latina, sobre el sandinismo. Un poco los ecos de los 80. Y esa experiencia tuvo un núcleo de desarrollo en la universidad, pero también trabajábamos mucho con la Embajada de Cuba, con las Madres de Plaza de Mayo, con la CTA, con grupos de izquierda varios. Buscábamos en todos lados donde se estaban armando cosas.

-En el año 97, más o menos, el grupo ya tenía cierto desarrollo en la Universidad, siempre muy independiente, se armó la Cátedra Libre Che Guevara por un lado, y por otro un periódico que se llamó De mano en mano. Los dos instrumentos más elaborados que tuvimos en ese momento para salir de la Universidad. Pero no meramente para salir, sino para vincular lo que se podía elaborar como crítica en la Universidad con lo que se estaba elaborando como crítica, no decíamos en ese momento «movimientos sociales», pero sí las luchas.

-El campo popular, movimiento popular. De eso se hablaba.

-Uno de los puntos fuertes de nuestro trabajo era la idea de la memoria, como una interpretación política de las corrientes de pensamiento político de la historia argentina, sobre todo de los 70. Y el tema era un poco cómo constituir una nueva generación de militantes que retomaran lo dejado en los 70 a partir del genocidio de la dictadura. Por eso hacíamos muchos talleres, muchos seminarios, como una especie de dispositivo paralelo al armado oficial de la Facultad, hasta que todo eso deriva en la Cátedra Libre Che Guevara.

-También en ese momento habíamos llegado a las primeras conclusiones: que la política no pasaba más por la vía partidaria vanguardista, aunque nosotros estábamos inscriptos en una agrupación política que todavía conservaba algo de organización política.

-Pero a la vez cuestionaban a los partidos políticos como tales.

-Claro, y comenzamos un desarrollo fuera de la universidad, en los barrios. Comenzó a incorporarse otra gente como Rubén Dri, o Cambá (aún integrante del Colectivo), se empezó a construir políticamente en los barrios, a nivel sindical. A través de la Cátedra del Che, dejamos de estar metidos en la facultad y salimos a recorrer las provincias.

-Todavía era El Mate.

-Sí, pero ya teníamos una ruptura con la idea de la vanguardia que había en los 70, la noción de un grupo con canales territoriales, estudiantiles. Más bien empezamos a pensar en la conformación de un grupo militante con capacidad de hacer aportes, como decíamos en ese momento, a la reconstitución del campo popular. No como un grupo dirigente, sino como un grupo que se organizaba para producir aportes que sí redundaran en algo así como una reconstitución del sujeto de transformación. Esa es la idea que veníamos trabajando mucho con Rubén Dri, con Luis Mattini. Muchos de estos compañeros que habían militado en los 70, durante los 80 estuvieron muy callados por todo el discurso de los derechos humanos que, para exigir justicia, un poco despolitizaba lo que había pasado en los 70. Nosotros intentamos recrear toda una imagen de la política más radical, que en ese momento estaba muy ausente.

-La ideología nuestra en ese momento era más o menos ésta: en América Latina hay movimientos sociales, o movimiento popular, o necesidades y gente que lucha -llamalo como quieras-, y la cuestión para nosotros era cómo se pasaba de lo social a lo político. Lo digo casi en lenguaje del momento. Y veíamos que a diferencia de Europa, donde había una tradición política más o menos consistente, con estructuras políticas, en América Latina el tema del partido político no era lo que había determinado nada. Lo importante era cómo se lograban síntesis políticas a partir de las luchas sociales. Entonces vimos que el PT brasileño era eso. Podíamos ver el Frente Amplio de Uruguay con simpatía por ahí con los Tupamaros, un poco difusa. Nos gustaban mucho, estábamos muy identificados con lo que podría llamarse una visión guevarista de este proceso: puede no haber partido, pero el tema es la revolución. La revolución tiene que ser pensada, tiene que ser coordinada, tiene que ser vivida. Teníamos esa idea, pero sin poner el partido por delante. O sea, que la estructura militante no estaba orientando, ni iba adelante de la recomposición social, sino que el movimiento social iba a elaborar sus propios enunciados políticos, su propia orientación política, sus propios cuadros políticos, y nosotros nos sentíamos, si querés, como un aporte a ese proceso.

Decíamos: en facultades, en barrios, en sindicatos, debe estar pasando más o menos lo mismo. Y las diferencias eran las tendencias, cada uno iba a aportar las suyas: del cristianismo, el peronismo, el guevarismo, de las nuevas identidades. Es un poco la visión que yo creo que teníamos.

-Y yo creo que era una apreciación medio delirante de alguna manera, crear un grupo de entre 8 y 10 personas…

-Sí, yo me acuerdo en el 95, 96, éramos un grupito de 10, nos juntábamos en plenario todos los domingos a describir la coyuntura, con documentos, con toda la imagen… En un momento en que la militancia era como muy rara.

-Había compañeros muy vinculados con Madres, con Hebe, con la CTERA, otros vinculados con Cuba.

-Otros con HIJOS en el 96…

-Claro. Pero era un poco delirante. Sábados enteros discutiendo un documento que alguien había elaborado, domingos enteros discutiendo una nota de Horacio Verbitsky de coyuntura. Estábamos ensayando cómo pensar lo social, qué categorías, qué nombres.

-Después, mucha gente decía que veía a El Mate como un grupo muy profesional, con una militancia muy seria, que les daba cierto miedo. Como que tenías que involucrarte demasiado si te metías ahí. Además se habían acercado Dri, Mattini, también Manuel Gaggero, Renée Irurzun, escribían notas, daban cursos, todo eso daba un aire de gran seriedad.

-Pero nunca fue una disciplina, nada forzado ni esquemático. Fue algo muy basado en el deseo…

-Íbamos a verlo a Mattini, a las 6 llegábamos a la casa y nos íbamos a las 4 de la mañana. Sábado a la noche, ¿qué vas a hacer? Me voy a charlar con Luis Mattini, horas y horas, comprar más vino, comprar más pizza, y horas que nos cuente: «¿y en el 74 quién decía…?». Para nosotros era impresionante.

-¿Cuándo empezaron a ser Situaciones?

-Primero, en El Mate hubo un desfasaje. Hablábamos de horizontalidad, pero había un Mate que producía y un Mate que estaba más en la posición de espectador.

-En el 94 había surgido el zapatismo, siempre hicimos un esfuerzo muy grande por tratar de saber qué significaba esta nueva cosa de no toma del poder. Pero no nacimos teniendo una idea clara sobre eso. Es muy complicado. Nosotros teníamos una cabeza más guevarista clásica en un punto, si bien mechada, porque nadie a los 20 en la década del 90 puede ser un guevarista clásico sin ser medio mogólico, pero el espíritu era ése. De repente: el zapatismo. Pero ¿qué es?

Nos dábamos cuenta de que no era armar la guerrilla y al monte. La pregunta era: qué es en la ciudad, acá, entre nosotros, con el balance de los 70 que nosotros tenemos en Argentina. Escribíamos, tirábamos ideas, preguntas. Empezó a haber como un entorno en El Mate esperando ver qué salía de esas elucubraciones. Se planteó incluso si ganar la facultad o no. ¿Qué dice nuestra experimentación zapatista? Estábamos probando decir no al poder, probando qué sería correrse de ganar la facultad, el centro de estudiantes, y seguir produciendo.

-Empezamos a salir más de la facultad. En las elecciones del 99 hicimos pintadas: «votá lo que puedas, construí lo que quieras». La revista De mano en mano tenía mucha circulación, se leía en los barrios.

-Había tres cosas fundamentales para nosotros. Una que ya era parte de nuestra generación: la horizontalidad. Siempre fuimos un grupo chico, de amigos, que compartíamos mucho la vida, por lo tanto no había posibilidad de jerarquías ni jefes, ni mucho menos. La horizontalidad fue un objetivo desde el principio.

-También la independencia, que después deriva en autonomía. Así que las tres consignas eran: de base, horizontal e independiente.

-¿De dónde venía la idea de horizontalidad?

-De nuestra práctica concreta.

-Era una forma de diferenciarnos con los partidos. Esto es horizontal, es otra cosa, discutimos. Nadie está discutiendo por vos en otro lado.

-A la vez había una tendencia de distintas personas a convertirnos en referentes políticos. Querían que El Mate fuera una especie de partidito, que centralizara las Cátedras, que centralizara la revista. Nosotros decíamos que había que hacer al revés: que cada uno, en cualquier lado, hiciera su revista, sus cátedras, y que toda esa energía circulara, en lugar de unificarse.

-A la vez en la facultad había ajuste, y Franja Morada (la organización estudiantil de la UCR) estaba de los dos lados. Gestionaba el ajuste, y dirigía la protesta contra el ajuste. Pensamos que la institución universitaria era una trampa como tal. Los lugares de poder eran lugares de gestión del neoliberalismo.

-En ese momento llegó Miguel Bensayag, un psiquiatra que había militado en la Argentina en los 70, se exilió en Francia y se convirtió en una suerte de filósofo radical francés. Se fascinó con las cátedras, lo veía como modelo de nueva política. Foros abiertos para gente de barrio donde se discutía abiertamente política sin que hubiera una estructura de partido. Empezamos a tener un intercambio con él, que venía trabajando con Alain Badiou, sobre las nuevas hipótesis políticas.

-Ese encuentro fue importante porque aceleró y radicalizó nuestras impresiones. Vimos la posibilidad de crear un grupo más dinámico, tanto teórica como política y prácticamente, en lugar de conciliar con todo el resto de la gente con la que estábamos, que por ahí querían centralizar, o ganar el centro de estudiantes. Eso nos trababa mucho, las internas, los documentos para discutir las internas… en cambio vimos que se podía pensar por afuera de la universidad. Vimos también que lográbamos muchos niveles de síntesis, y a intuir que había que meterse en esos movimientos sociales, ponerse a trabajar con ellos en serio: con el movimiento campesino, el de derechos humanos.

-No había pensamiento en ese momento que lograra captar la radicalidad que estaba en juego en muchos lugares. El movimiento piquetero en la provincia de Buenos Aires, el tema de los escraches a los represores, cosas muy fuertes que estaban cambiando la amanera de pensar la política y desarrollar prácticas sociales.

-Fuimos al MOCASE (Movimiento Campesino de Santiago del Estero), trabajamos con un asentamiento en Moreno… desde El Mate, desde la universidad, esto era visto como una fuga hacia lugares marginales.

-Lo que pasó fue que de repente metimos la cabeza, y miramos por abajo del agua.

-Fue la imagen de construir una sustracción. Sustraerse del mundo de la representación, que permanentemente jerarquizaba y tenía formas de catalogar a partir de que lo que importa es la masividad. Lo que importa es lo cercano que está el poder. Íbamos a hacer un taller en una escuelita donde había cuatro o cinco tipos con ganas de experimentar, y te contestaban: el problema es la educación pública. Íbamos al MOCASE, una potencia impresionante, y nos decían: campesinos argentinos, no son ni el 2 por ciento de la población; el tema es el movimiento obrero.

-Todo valía según la cantidad y fuerza de las organizaciones. Costaba pensar por fuera de la CTA. Somos muchos, somos fuertes. Ustedes, nos decían, están donde hay poquitos. Por lo tanto son débiles.

-A eso lo llamamos política del poder: crecer, hacer propaganda, tener una facultad, dos facultades, dos sindicatos, tres barrios. Nosotros decíamos: está bien, durante décadas esa fue la estrategia de los revolucionarios. Pero hay gente que está haciendo otra cosa. No sabemos bien qué es, pero se puede hablar, intercambiar. Mirábamos por abajo del agua. Y veíamos: el poder está ahí. No nos interesa más el otro lenguaje, queremos probar otra cosa.

-Y ahí empezamos a hacer publicaciones. Ni revistas ni libros. Cuadernitos. Si tenemos dos mangos, sacamos un cuadernito. ¿Quién lo escribe? ¿Quién firma? Un colectivo que ni colectivo se llamaba. Situaciones. No hay autor, no hay firma, no hay carrera académica.

-Pasó también que la Cátedra, la revista De mano en mano, ya nos resultaban medio un peso muerto. Habíamos hecho un reportaje al MTD de Solano y cortaron la parte más interesante, por un problema formal de espacio. Y en el contenido tenías todo lo de «la ideología nacional y popular», esto de «las mayorías», «el pueblo», «la clase»: eran abstracciones que no nos dejaban respirar.

-La apuesta, nos decían, era quedarnos en El Mate, aceptar esos límites y mantenernos todos juntos. Nosotros contestábamos: ¿todos juntos, o ustedes contentos y nosotros muertos?

-Decidimos: hagamos un grupito de los que sabemos que trabajamos bien juntos, y animémonos a decir lo que queremos. Decíamos: mínimo de poder, máximo de potencia. Todo lugar de poder te ata, te morfa. En cambio nosotros podemos jugar muy libremente, discutir teoría, estar en el barrio, editar un material, acompañar una lucha, estar en el escrache. Podemos, podemos, porque personalmente nos construimos el tiempo y la vida para eso, sabemos que es nuestra pasión. Y podemos porque tenemos la insolencia de hacerlo. No la lucidez: la insolencia. De ver a dónde tenemos que ir, de conseguir lo que haya que conseguir. Y dijimos: esto es nuestro aporte, vamos a darle con todo.

-El primer cuadernito es con HIJOS, con el escrache.

-Se entiende: ir al barrio, pero ¿con qué rol? ¿Intelectuales?

-Teníamos la idea de una figura que no era ni el académico ni el militante de izquierda, sino el militante de investigación. Los académicos, los intelectuales universitarios, que conocíamos de la facultad, podían ser muy inteligentes, pero por eso mismo eran tipos que ya no tenían ganas de meterse en lo vivo, ni ganas de experimentar. Era como que lo inteligente era lo muerto. Y por otro lado los militantes que sí se metían, lo hacían de una manera muy estúpida a enseñarle a la gente, a bajar línea, no a escuchar, sino a tener dispositivos de control sobre todo.

-La vieja idea de que hay que ir a concientizar. Eso suele ser un problema: los concientizadores están seguros de que tienen más conciencia que los demás.

-Hay algo de la militancia que nos gusta y algo que no. Nos gusta el compromiso de estar donde hay que estar, pero no que lo hagan de ese modo. Y del otro lado, nos gusta el tema del lado intelectual, de perseguir la complejidad de las cosas y no hacerse de ideologías simples, como que necesito ser tonto para poder vivir. Poder problematizar, haciéndose preguntas y estando ahí. Entendimos que se podía estar en cualquier barrio pensando cosas interesantes por el hecho de que ahí se está produciendo una política ya en lo social. No como se pensaba antes, que de lo social se iba alo político. Sino que lo político es el propio lazo que arma sociedad, que arma pensamiento y afectos en cualquier lugar.

-Pero al rechazar lo universitario, ¿ustedes no están rechazando también el pensamiento, los avances, el conocimiento? ¿O la inteligencia y la sensibilidad ya eran materias extra universitarias?

-Ya en aquel momento vimos una diferencia entre saber y pensar. Había muchos saberes en la universidad, pero estaban en estado de no-pensamiento.

-Moldes.

-Sí, moldes en estado de almacenamiento. Pero para nosotros lo interesante era ver dónde se estaba pensando, pero con todos los saberes disponibles, desde los corporales hasta los más elaborados y abstractos. En la universidad había muchos saberes, pero no había pensamiento.

-Me acuerdo cuando estaba como ayudante en la facultad, venía de una discusión impresionante en un barrio, y cuando quería plantearlo en la clase te preguntaban: «¿entra para el parcial?» Si no entraba, no le interesaba a nadie. Entonces para mi era muy claro que la clase media subordina el pensamiento a la necesidad, y en los lugares más pobres se subordinaba la necesidad a la libertad en ese momento. Muy claro. Los tipos estaban fuera del trabajo, fuera de todo, viviendo con la huertita, y se hacían una tarde para pensar sin saber para qué. En la universidad, en cambio, la carrera, la beca, el parcial, no daban tiempo para pensar.

-Veíamos una vitalidad, un mundo de ideas, que la universidad no tomaba ni interrogaba, porque no lo vinculaba a lo que estaba pasando a nivel de lo social.

-Decidimos no ser universitarios, pero nunca somos «tirabombas» con la universidad. No es que nos moleste que esté la institución universitaria. Simplemente, llegó tarde a todo lo que pasó, operó como institución parasitaria, rígida, traductora, traduciendo tarde y mal las cosas que se escribieron antes y mejor.

-Es la imagen de la máquina de escribir cuando se están poniendo computadoras en todos lados.

-Para nosotros la universidad tiene que convertirse en una casa de pensamiento para todos. Todo tiene que poder entrar a la universidad y tener su experiencia de pensamiento. Lo que odiamos de la universidad son las reglas académicas y burocráticas que se encargan de que eso no pase. Finalmente, universidad será aquel punto donde el pensamiento y los conocimientos estén vivos. Pero dejamos de considerarnos universitarios porque todos los dispositivos con los que se hace universidad a nosotros nos dejaron de importar.

-Por ejemplo, la investigación militante. Bueno, es una investigación. Pero ¿cuál es el marco teórico? Qué sé yo: decime cuál es el problema, y después te digo qué podemos leer. ¿Y cuándo termina? No sé, depende de financiamiento, tengo financiamiento para estudiar movimientos sociales durante un año. Ahí dijimos: así no.

Otra cosa: ¿hay que salir a recorrer todos los movimientos piqueteros para conocer el movimiento piquetero? No. Hay que poder encontrarse con un grupo de compañeros proponerles trabajar juntos qué es el nuevo protagonismo social, cómo es la política hoy, cómo se resuelve la vida en este contexto. Simplemente trabajar con ellos, no investigarlos a ellos. ¿Cuánto tiempo? Y, el tiempo que dé.

-Y dejamos de pensar en el poder de la facultad, que nos iba a terminar convirtiendo en burócratas.

-Muchos compañeros dijeron: «los chicos que estaban más activos de El Mate -que veníamos a ser nosotros- se quebraron y se fueron a sembrar papas al conurbano.

-Ustedes ya no hacían política, sino horticultura.

-Sí, los militantes también decían eso: se acabaron.

-Y uno o dos años después decían: «estos hijos de puta la hicieron bien. En vez de hacer lo mismo que todos, fueron a hablar con las direcciones de los movimientos piqueteros, a convencerlos».

-Leían lo que hacíamos con su propia mentalidad.

-Pensaban: estos van a bajar línea como intelectuales. La fantasía era: Toni Negri (el italiano autor de Imperio) les da línea desde Roma, y estos se la bajan.

-En realidad íbamos al MTD de Solano, o a la escuela Creciendo juntos, conversábamos, tomábamos mate, grabábamos sin saber qué íbamos a hacer. De a poco fuimos encontrando un rumbo.

– Pero ¿por qué a ustedes les había interesado ir a esa escuela, por ejemplo?

-Teníamos la idea de investigación, y la idea de la situación. Una idea que tiene mucho que ver con la identidad del grupo. La política que no es del poder, que no es de lo global, tiene sus claves en situaciones concretas: como el conocimiento, el pensamiento, la existencia, el afecto. Entonces nosotros estábamos como en busca de experiencias de laboratorio que en una situación concreta pudiesen desarrollar formas de rebelión y de construcción.

-Le llamamos situación desarrollada, a toda situación en la que todo podía estar ahí. Es decir, por ejemplo, una escuela que tiene una cierta relación con la comunidad, que tiene una cierta preocupación por la cuestión de la educación, que tiene cierta apertura, es un grupo de gente que está pensando la existencia misma, en su situación. Está pensando en el conurbano, está pensando la pobreza, pero también está pensando el piquete, la época, está pensando qué pasa con los pibes estos que no tienen futuro, está pensando la familia. Está pensando, por ejemplo, qué se puede entender por educación, cuando precisamente todos los represores de la dictadura militar eran personas educadas. Entonces ¿qué quiere decir que la educación hace libres? Hay miles de problemas: qué significa evaluar, qué significa transmitir. Es infinito el temario que podíamos discutir con gente que asumía su propia situación en profundidad, con un compromiso muy grande, sea un movimiento piquetero, una escuela, el grupo del escrache, sea el grupo de arte callejero, quien fuere: no había un territorio privilegiado de por sí.

Si nosotros pensamos aportar una cierta formalización conceptual a esto que se está haciendo, y ponerlo a circular, lo que vamos a estar haciendo es difundiendo un modo de trabajo en el que la política surge de ahí.

-De la situación. ¿Y ese concepto de dónde surgió?

-Tiene sus orígenes en la filosofía francesa, y otros varios puntos de origen. Por ejemplo, Sartre tenía la idea de que el compromiso siempre es con tu situación, el modo en que vos te insertás en el mundo. Alan Badiou, a quien leíamos bastante en ese momento, trabajaba con esto, y Miguel Benasayag. Pero a la vez extendíamos la palabra situación a otros usos, hasta hacerla coincidir con ciertas nociones de Spinoza. Fuimos jugando mucho con eso para tratar de darle a la idea de situación ya no tanto una filosofía a la que adherirse, sino un eclecticismo grande, pensarla muy prácticamente.

-Era la visión opuesta a la del frente de masas, que eran grupos sindicales, barriales, y demás que tenían que ser articulados en una instancia que estaba por fuera de cada grupo. Se trataba para nosotros de producir un hilo que vaya comunicando las hipótesis que surgen en esas situaciones concretas, sin necesidad de crear una instancia por afuera que las articule.

-La idea de situación es la de ventana, o la puerta, que te hace salir de la representación. Nuestra idea de situación es muy ontológica, muy de la existencia: las cosas sólo existen como situaciones concretas. Todo lo demás son representaciones.

-Entonces hablar de situación para nosotros era salir de una «teoría» de la situación o de la representación de la situación, y pasar a la práctica: la vida se resuelve en situaciones concretas, y el pensamiento es una potencia ahí, sólo existe esa potencia en situaciones concretas. Se acabó la teoría.

-Para ser coherente con esta teoría, hay que dejarla de lado y meterse en la situación.

-¿Y cómo lo resolvemos? ¿Cuál es nuestra situación? Militancia de investigación. Trabajar con gente que está desarrollando hipótesis prácticas en sus situaciones, y ver qué tipo de composición se teje, qué tipo de aporte implica este pensamiento.

-El luchador social pasó a ser el que mayor compromiso afrontaba con las exigencias de su situación.

-Eso implicaba cosas muy concretas. Por ejemplo, conocer a los compañeros de Solano no era para nosotros conocer un grupo de piqueteros, que era lo que buscaban los académicos o los partidos. Era conocer a un grupo que estaba desarrollando una práctica en un barrio, y que muchas veces era interrumpido por la dinámica de los piquetes. Lo que nos interesaba a nosotros era el tipo de lazo social y el tipo de pensamiento que emergía de la construcción en el barrio.

-Lo que pensamos de la situación, además, es que eso era lo único realmente pensable que no fuera capitalista.

Nuestra idea era que sólo lo que pasa a una situación tiene fuerza para enfrentar todo el modo en que el capitalismo organiza la realidad. Que todo lo que está dentro de la representación es intrínsecamente capitalista. Aunque se diga anticapitalista. Y que el anticapitalismo no es un modelo que uno tiene y va a las trompadas contra el capitalismo y lo desbanca y pone el suyo. El anticapitalismo es la multiplicidad que surge de la existencia de una situación. Todo el tiempo está habiendo impulsos, existencias y vitalidad que tienen la forma del comunismo. Esa es la idea que nosotros tenemos. Y creemos que solamente desde ahí se puede proyectar, se puede desarrollar, se puede acompañar, se puede producir algo en torno a esa tendencia. Siempre hubo esa intuición de este comunismo práctico, que surge una y otra vez en cientos de miles de situaciones.

-Esa intuición nunca la abandonamos nosotros, y creo que es como la gran continuidad de aquel momento a ahora.

-En el medio hubo momentos, como el año 2003, que para nosotros fue un año duro, porque fue cuando los grupos de la izquierda, los intelectuales, la gente que tenía un lugar más consistente, repudió mucho lo que nosotros hacíamos, porque creyó que éramos como ellos con otra línea. Y al lado de críticas productivas, honestas, a tener en cuenta, y de otras completamente tontas, que no nos decían nada, hubo un intento como de refutación, como un poco de borrarnos.

Pero en 2004 y 2005 volvimos a laburar y a producir.

-Los criticaban como si existiera una especie de partido político autonomista, que «bajaba línea» en los libros que ustedes hacían.

-Y además la autonomía se transformó en una identidad. Los autónomos contra los no autónomos. Y ahí medio que se polarizó muy mal.

-Se ha escuchado incluso acerca de internas en la autonomía.

-Se discutía cuál era la identidad autonomista, cosas por el estilo. Nos pareció que se empobreció muchísimo la discusión.

-También hubo críticas cuando pareció que estas ideas no cumplían con las expectativas que parecieron generar.

-Las expectativas eran de otros. Tiene que ver con que nuestro diálogo siempre es un diálogo con la tradición revolucionaria, y entonces te dicen: «Perfecto, está bien, ustedes dicen que el marxismo leninismo no, que partido no, que el poder no, que no hay situación revolucionaria. Perfecto. Estaríamos dispuestos hasta ahí a seguirlos si ahora nos dicen qué viene». «Y…, un tallercito, una escuela…» «¿Me estás cargando? ¿Voy a tirar la teoría de la revolución para ir a una escuela?»

-Cuando hubo cierto desarrollo pasó algo más: nadie te cree que esto lo hacés gratis. ¿Te están pagando de Europa? No. ¿Te estás convirtiendo en un intelectual famoso? ¿Estás construyendo un partido, que dicen que no es un partido, entonces es una astucia?

-¿Qué significaría lo de la autonomía? ¿Qué era lo que estos grupos reivindicaban al reivindicar la palabra autonomía?

-Yo creo que eso es lo que más válido permanece. Esa imagen que surge en 2001 como hipótesis política muy fuerte, que resonó y que le habló a todo el mundo ahí donde estuviera, en el periodismo, en la universidad, en el partido político, en el barrio, en el hospital: yo creo que es esto de asumir cómo es la construcción de lazos, como es el pensamiento, cómo es vivir hoy, cómo es construir una experiencia, cómo es resistir hoy en un país, en una sociedad, en una realidad donde la representación no construye. Una cantidad de imágenes con las que uno organizaba la subjetividad de determinada manera antes de toda esta ruptura social, la cantidad de imágenes que uno precisaba para organizar la experiencia, hoy ya no existen.

-Por lo tanto hay que asumir esa caída y pensar de otra manera la vida, la existencia. Pensar que la construcción es puramente configuración colectiva que uno logra desarrollar. Esa imagen de autonomía es súper vital, y sigue estando presente en cada una de las experiencias y las dimensiones de la vida de cada uno.

-Pero en realidad nunca fuimos estrictamente autonomistas.

El autonomismo fue, o es, un intento de hacer línea con problemas que tienen que ver con lo surge de las situaciones, cuando se piensan en su potencia. Eso es lo que nosotros llamamos autonomía. Autonomía es auto organizarse, es auto pensarse, es la capacidad de desarrollar toda la complejidad que uno tiene que tener para ser fiel a su potencia. Pensar, crear, relaciones afectivas. Que eso sea tu centro de gravedad. Pero hay tres puntos donde a nosotros se nos quiso aplastar, y los tres tienen que ver con interpretaciones de la palabra situación.

Primer punto: al decir «situación», ustedes dicen localismo. Situación nunca fue para nosotros localismo. No es lo chiquito. El tamaño de la situación es infinito si es que vos la pensás para adentro, en inmanencia. Nosotros decimos: en una escuela está el mundo. En un movimiento social está el mundo. Está realmente el mundo.

-Es un problema casi literario: describe tu aldea y describirás el mundo.

-Fijate la diferencia, te decían: lo global es lo importante, lo local es la trampa. O actuar en lo local pero pensar lo global. Nosotros decíamos: no existe ni local ni existe global. Son las dos piezas de la representación. Lo único que existe son lugares en donde uno está y la incógnita de cómo descubrir ahí al mundo, con toda su riqueza, con todas las dimensiones. Pero encontrarlas ahí. No fugues.

-Esa experiencia de revelar las potencias propias de una situación que puede ser infinita: esa potencia es la autonomía. Es construcción de autonomía, y que se da en todos los planos. Ahí no hay ningún recorte. No hay techo.

-Si vos encontrás el mundo en tu lugar, es infinito. Ahora, si vos no encontrás el mundo en tu lugar, y te hacés una baldosa de mundo, sos un provinciano, que tiene que estar en su cosita, pero para nosotros esa es una teoría de la impotencia.

-Nuestra idea de autonomía no tiene que ver con el localismo. No porque sea global, sino porque lo global es una abstracción para nosotros, es el hecho de querer hacer del mundo una única representación, sin comprender la multiplicidad real y concreta que se ve a partir de tu situación. O tus situaciones.

-Esa fue una primera crítica: el localismo. Segundo, nos dijeron «antiestatistas», en el sentido de que nosotros desconocíamos el problema del poder, y por lo tanto del enfrentamiento. Es otra cosa que nosotros nunca dijimos. Lo que nosotros dijimos fue que frente al Estado siempre hay que saber defenderse. Es absurda una situación que no se pregunte sobre cómo defenderse. Casi es una de las primeras conclusiones que surgen cuando uno empieza a existir en una situación: cómo sostenerla, desarrollarla y defenderla. Con todo lo que implique. Siempre lo dijimos: con todo lo que implique. Pero también siempre supimos que no es pensable una situación moderna, una situación en una sociedad compleja, sin gestión. Sin una gestión relativamente centralizada. Entonces nosotros nunca renunciamos a la idea de que una situación en su desarrollo tiene una hipótesis de enfrentamiento y tiene otra hipótesis de colaboración. Por ejemplo, cuando los movimientos piqueteros cobraban los planes, para nosotros jamás fue una desmentida de la autonomía. Nunca. Desde el primer día dijimos: a ver, yo estoy en un movimiento social, hace falta plata para desarrollar el comedor. Vas y pedís la plata. Veamos cuál es la mejor manera, por ahí pedimos subsidios, por ahí metemos un diputado. Lo que es clave para nosotros es que sea el desarrollo de esa situación lo que organice los términos. Lo demás lo vas usando o descartando. Nosotros jamás fuimos moralistas respecto a no tocar al Estado, ni fuimos ingenuos en el sentido del no enfrentamiento. Pero dijimos: que no sea el Estado el centro de la cuestión, que no sea el Estado lo que organice. Incluso, en un nivel de contrapoder y desarrollo gigantesco, donde tantas situaciones han desarrollado sus hipótesis propias, también hasta se puede pensar en una ocupación compleja del poder. Pero no es un programa, no es un punto de llegada, no es lo que organiza las situaciones, no es lo central.

-Lo central es el desarrollo de las situaciones, que siempre combaten contra la tristeza. Siempre, todas las experiencias, todas las situaciones. Y es ese combate el que nos parece importante. Si en ese camino te encontrás con el Estado, o con el BankBoston, lo importante es que vos sepas que la verdad surge de lo que vos puedas desarrollar en tu situación.

-Entonces para mí relativamente fracasamos en tratar de explicar que la horizontalidad no es desconocer al Estado. No. No hay por qué desconocer nada, ni a la Comunidad Económica Europea, ni a los canguros de Australia. Nada te queda afuera. Simplemente que lo ves con los ojos de inmanencia de tu propio desarrollo y de tu propia potencia.

-Y el tercer punto de cuestionamiento me parece que fue justamente la horizontalidad. Decirnos: ah, ustedes son los que creen que todos los movimientos son horizontales y no tienen problemas de jerarquía. ¡Qué ingenuidad! Obviamente, no es así. Nosotros nunca dijimos eso, sino que nos importaba como problema político fundamental cómo se resolvía el problema de la horizontalidad. Siempre fue un problema la horizontalidad, no una solución. No sabemos cómo se desarrolla una situación. Estás ahí, tenés los problemas y desarrollás hipótesis para resolverlos. Y para nosotros la horizontalidad siempre fue un problema que me sirve para entender qué política tenés, según cómo lo resuelvas.

-Si es lo que siempre subordinás, sé qué política tenés. Si es todo el tiempo una preocupación tuya, porque lo que estás tratando de entender es cómo desarrollar al máximo la potencia de todos los miembros de esa situación, me doy cuenta de qué política tenés. Pero no te garantiza ningún éxito, y no es que deje de ser un problema.

-Lo que nunca aceptamos es la idea de horizontalidad en el futuro. Para ser más horizontales en el futuro, obedeceme ahora. Pero no quiere decir que no se pueda centralizar en un momento algo, que una tarea no se pueda derivar, que no haya disciplina, que no haya organización, que no haya todo lo que en una situación se pueda pensar libremente para su desarrollo. No. Entonces, se dijo que el autonomismo fue simplemente decir: «contra el Estado, construcción local y horizontalidad». Y sí, está bien, pero es una problematización que hace la autonomía de una tendencia fundamental en cualquier situación de lucha, en cualquier situación de vida.

-Los enemigos de la autonomía construyen la idea de autonomismo para atacarte.

-Ustedes este 2005 publicaron dos libros, sobre Bolivia y México, se acercaron al tema de Cromañón, ¿cómo percibieron esas situaciones que han conocido, para observar cómo está el mundo?

-Nosotros salimos de algo así como una desorientación, de ver que muchas de las cosas en las que estuvimos parecían que amainaban o se disolvían… Tuvo mucho que ver con las fuerzas reactivas que operaron de una manera medio nefasta sobre muchas de estas experiencias, pero también tiene que ver con cierta disolución, con cierto cambio de panorama, de mapa, en el que veníamos moviéndonos en los últimos dos años.

-Todo este año fue muy interesante, fue una experimentación medio a ciegas, pero para mí vamos encontrando ejes muy claros en donde las historias pasadas se van de alguna manera retomando en otra escala, en otra etapa. Y con cosas nuevas.

-Creo que hay cosas bien interesantes este año. Una, tiene que ver con que todo el desarrollo de la experiencia de los movimientos y de todo esto que se da en América Latina desde hace diez años: el zapatismo, el 2001, toda esta cantidad de movimientos sociales, toda esta hipótesis política de autonomía y todo este desarrollo muy grande, aparece hoy en una discusión muy interesante, que tiene que ver con la relación -el antagonismo a veces- entre el desarrollo de la autonomía, de los movimientos de base por todos lados cada vez más fuerte, y por otro lado el desarrollo de la gobernabilidad. Esta nueva gobernabilidad que aparece con gobiernos progresistas por toda América Latina, algunos que van desarmando y deshaciendo los movimientos, otros que intentan dialogar con ellos, otros no sabemos qué quieren.

-Para nosotros ir a Bolivia fue muy interesante, poder ampliar de alguna manera el panorama. Y acá, en la Argentina, tenemos una experiencia muy clara de esta relación, entre movimiento y gobernabilidad. Para nosotros la estabilización de un gobierno como el de Kirchner implicó de alguna manera la disolución de un plano político que se había generado en algunos movimientos. En Bolivia y México esta discusión aparece de otra manera, y de alguna manera enriquece esta perspectiva, y permite pensar esta relación, ese problema, de una manera más compleja.

-El zapatismo, claramente, con la Sexta Declaración, se anticipa a la llegada de un gobierno como el de López Obrador, progresista, y tiran una hipótesis muy fuerte de separar claramente el escenario político en dos, por un lado la campaña que va a llevar a esa izquierda al poder, y por otro lado la otra campaña que ellos proponen, que es una discusión por abajo, claramente de autonomía. En Bolivia hay otra experiencia muy diferente, donde llega un hombre de estos movimientos sociales al poder, pero donde el debate es cómo se hace para que no se disuelva toda la energía social construida.

-Pero eso parece una contradicción: cómo evitar que alguien de los movimientos sociales les disuelva la energía. ¿Lula?

-Hay un dilema entre autonomía o contrapoder, y esta nueva gobernabilidad. Contrapoder es el enlazamiento de las autonomías. Una situación se rebasa a sí misma, se compone con otras, y genera contrapoder. Es lo que se pudo ver con los hijos de desaparecidos, que en vez de tener luto y llanto solamente, politizaron la memoria y se pueden percibir como gente que tiene que hablar. No es algo que le contesta al poder solamente: es la teoría de la recuperación de las posibilidades de la existencia para enriquecerla. Esa para nosotros es la única teoría política. Todo lo demás no es teoría política.

-El hecho de que una nueva gobernabilidad como la que se está planteando hoy implica nuevos desafíos a esta idea de autonomía-contrapoder. Porque una parte considerable de esa experiencia va por adentro de esta nueva gobernabilidad. Hay mucha gente, en muchos terrenos, que está aceptando esta nueva gobernabilidad y la está construyendo. Y la está construyendo por la progresividad que supone. Y también con un cierto realismo, en el sentido de que esta gobernabilidad es una nueva alternativa a una guerra feroz abiertamente organizada desde el Estado. Lo que supone que hay una guerra social latente, existente. Es nuestra lectura: hoy existe una guerra social en América Latina. Una guerra social por la existencia. Pero lo que no hay en los lugares donde hay gobiernos progresistas, es una organización desde el Estado de un terrorismo político.

-¿Qué significa que hay una guerra social? Porque se puede decir: «Estamos en democracia, esto ha mejorado, hemos salido de la noche de la dictadura…»

-Yo digo que no. Digo que no porque desde nuestro punto de vista se está llamando democracia solamente al hecho de que está limitada la capacidad del Estado de hacer terrorismo político. Es muy importante, pero cuando hablamos de guerra social hablamos del hecho de que hay un potencial humano, democrático, creativo, productivo, que está siendo aniquilado en cada barrio de Buenos Aires, y que no hace falta más que viajar cinco minutos para salir de ciertos lugares, de ciertas cápsulas para ver concretamente esa negación.

-Está siendo aniquilado permanentemente. ¿De qué modo? En todos los modos en que un artista está alejado de su capacidad real de crear, una madre está separada de sus hijos, en que los pibes del conurbano están alejados de posibilidades de pensar, de crear, de encontrarse con los recursos que necesitan.

-La vida para nosotros no es la vida biológica: la vida biológica es una dimensión necesaria. Pero el fascismo es la reducción de la vida a eso, decir «te damos de comer, acá tenés tu plan». Todos los que están diciendo que el plan salva, están aniquilando vidas.

-Decimos que hay guerra social cuando se te reduce a un plan. Toda la posibilidad de creación y de existencia que todos queremos para nosotros, y llamamos vida a eso, requiere que los recursos estén disponibles para esa creación, recursos simbólicos, imaginarios, efectivos, materiales. Cuando eso no pasa, ¿qué es democracia? La democracia es un potencial. ¿Se realiza o no se realiza la tendencia a la creatividad y la complejidad que existe en todas las vidas en potencia? Si no se realiza: ¿qué es democracia? Como lo entendemos nosotros, democracia es el hecho de que los que producen el mundo lo puedan producir enteramente. No que lo haga una parte, y el resto obedezca.

-Me quedé con lo del plan social. Hoy se puede pensar que si no estuviera el plan, el subsidio, esto sería peor todavía.

-En un cierto punto de vista, está bien que haya plan, por eso decíamos que para nosotros no fue ninguna decepción cuando nos enteramos de que los movimientos autónomos piqueteros tenían planes sociales. Perfecto. Y cuando nos enteramos de que además de cobrarlos, algunos grupos los autogestionaban y hacían de eso la base para una creatividad social y política, estábamos de fiesta. Decíamos: le sacan el plan al Estado y no les piden al Estado las demás cosas y las hacen ellos. Pero lo que decimos es que no hay democracia cuando a estos grupos se les dice «hasta acá». Hasta acá con tu creación, hasta acá con tus posibilidades. Cuando se frena ese desarrollo y después te matan en un Puente Pueyrredón, ahí lo que se manifiesta es una guerra social, en el sentido de que hay una cierta tendencia vital que está siendo amputada todo el tiempo.

-Te matan en el Puente Pueyrredón, o te dicen «ya está, no creés más, no hagas nada, ahora soy yo el que me hago cargo». Es lo que está pasando ahora en la Argentina.

-Entonces, esa idea de la guerra social no implica el aniquilamiento físico, como ya ha ocurrido en nuestra historia, sino de otras formas de construcción de vida.

-Para mí es cuando te reducen al plan. No es el terrorismo político de Estado tipo, el que podría haber en una guerra de clases más abierta. Pero matan a dos personas en Puente Pueyrredón, y lo que hacen esas muertes es recordarnos que estamos siendo reducidos al plan. Lo que hacen es difundir tristeza, difundir impotencia. Ese es el principal tema. Es decir, que tu vida es hasta acá.

-Entonces pensamos que a eso no lo vamos a llamar democracia. La democracia es una tendencia existencial mucho más profunda que una teoría de legitimidad del poder. La democracia no es una votación. Está bien que haya un mínimo, hay que pelear por una votación cuando no la hay, pero no estamos en el dilema «dictadura o democracia». Estamos en desarrollo de una gestión capitalista de las vidas, en la cual hay mucha gente que está puesta en un lugar de inexistencia, directamente, y mucha otra sólo plegada al mandato total del capital, aun si tiene plata.

-Pero imagino a alguien diciendo: «Está mejorando la situación, el gobierno argentino ha logrado algunas cosas, hay menos pobreza, menos desocupación. Ustedes tienen una posición muy negativa».

-Yo diría al revés. Yo tengo una posición muy positiva. Estoy viendo que Argentina, más allá de los índices, tiene un potencial de vidas humanas que están siendo despojadas, y que incorporadas a la creatividad colectiva, a la inteligencia colectiva, son un potencial gigantesco. Lo que me pregunto es por qué crece tan poco Argentina, por qué.

-Concretamente lo que nosotros preguntaríamos es esto: ¿por qué el capitalismo no reproduce la fuerza de trabajo? ¿Por qué no paga la existencia, las existencias, de donde saca su valor? En la medida que eso no tenga una resolución clara, lo que va a haber es una guerra social. Ahí vi estadísticas: 2.000 muertos en 2005 a manos de la policía. ¿Cómo es?

-La nueva gobernabilidad existe, y es un problema, porque uno no la puede enfrentar como a la vieja gobernabilidad. Tiene sus éxitos en el sentido de que toma la narrativa de los derechos humanos, participan muchos de los que estuvieron desarrollando un contrapoder hace pocos años, que ven una hipótesis pacífica de modificación de las estructuras de poder. En el caso de Venezuela y Chávez, esa nueva gobernabilidad toma todas las banderas del anti imperialismo, se enfrenta directamente con los norteamericanos. Es evidente que la situación no es la misma en América Latina hoy que hace unos años. Pero para nosotros la pregunta es ésta: ¿es desde la autonomía y desde la posibilidad de construir espacios de auto desarrollo que vamos a leer esto, o lo vamos a leer desde un énfasis de gobernabilidad? De «ustedes tranquilos, acá está el comandante».

-Para nosotros el potencial no está realizado. Y la gobernabilidad tiene que ser por su faz positiva, lo que abra, permita y desarrolle los espacios de autonomía. Si lo logra hacer, todo perfecto. Si no lo logra hacer, vamos a pensar nosotros cómo hacerlo. Michael Hardt (norteamericano, coautor de Imperio) decía que no hay gobiernos de izquierda. Ningún gobierno es estructuralmente de izquierda. Y a lo sumo hay que esperar que abran espacios para la autonomía y colaboran, mientras otros gobiernos los cierran.

-Entonces, el gobierno para garantizar la gobernabilidad hace una narrativa, como dicen ustedes, de los derechos humanos, habla de valores, de crear trabajo, pero eso para ustedes no quita que siga desarrollándose una guerra social.

-Es que a nivel de América Latina se puede ver que hay una gobernabilidad neoliberal de la existencia, con discursos no neoliberales. Por otro lado hay gobiernos que se oponen menos por el lado de la represión política decidida a los espacios de autonomía. Lo que quiero decir es: la pelota quedó de nuestro campo. Estos gobiernos no son los que más nos reprimen cuando nos organizamos, porque en ese caso vuelven a ser la vieja gobernabilidad. La cuestión es: ¿qué espacios de autonomía somos capaces de desarrollar?

-Hemos visto movimientos que van por fuera de la nueva gobernabilidad, y otros por dentro: tienen la idea de aprovechar todo lo que hay de ambivalente en la situación y desarrollarlo desde adentro. Son los que se enfrentan más verbal y cotidianamente con la derecha. Son los que intentan radicalizar al gobierno y «chavizar» América Latina. Estos compañeros pueden estar sacrificando toda la idea de lo que significa la democracia como autonomía y contrapoder, porque todo lo que hacen significa un disciplinamiento, todo el tiempo arman la picadora de carne. Reparten plata a cambio de obediencia. La autonomía no tiene nada que ver con eso. No se opone a que haya recursos, pero sí a que haya obediencia.

-Y en los compañeros que van por afuera de esta gobernabilidad, lo que vemos es la falta de capacidad de pasar una frontera clara que les permita hacer todo lo posible para desarrollarse.

-La Sexta Declaración, de los zapatistas, puede ser leída con ojos argentinos de esa manera: como llamado a las experiencias de autonomía a marcar una clara frontera con las nuevas formas de gobernabilidad, y desde ahí desarrollar estrategias políticas.

-Mi impresión es que sin fronteras de la autonomía, sin entender esta nueva gobernabilidad, no se sale del pantano político.

-Pero la crisis de algunas prácticas autónomas en la Argentina, que se reconocen a sí mismas un tanto empantanadas, ¿se debe a esa falta de lectura o a que la existencia misma se les ha hecho tan compleja que las afecta de raíz?

-Me parece que cambió la energía social, que durante varios años fue en un sentido, y de repente apareció algo que la embistió y la reorganizó de otro modo: eso es para mí el kirchnerismo, una reorganización de la energía social en aras de una nueva gobernabilidad. Entonces me parece que es un problema de lectura por un lado, pero también un problema de desarrollar prácticas que puedan reorientar la energía social hacia la creación autónoma.

-Ahí hay una traba. Decir: esto que fuimos, fue muy potente, genera una nostalgia de ese tiempo. Nosotros también la vivimos. Para mi eso funciona mucho como traba para reencontrarse con la potencia.

-¿Y cómo superaron esa nostalgia?

-El tema es sacudirse un poco eso, ver qué sirve de la experiencia de lo que fuiste, y dar cuenta de algo que todavía se tiene que hacer.

-Yo diría que toda esa masa de saber, experiencia y prácticas que se produjeron en todos esos años, hay que volver a actualizarlas con hipótesis nuevas. Que construyan. Quedarse pegado a la imagen de lo que era hace cinco años el grupo o el movimiento de cada uno es un obstáculo.

-Claro, se nota en casos como el de Cromañón. El tema es cómo vincularse, cómo atender a las nuevas formas de organización que se están tejiendo, que ya no tienen tan claramente los códigos que nosotros vivimos como experiencias de politización a fines de los noventa, o en el 2001. Es una especie de re alfabetización nuestra, de poder pensar hoy en situaciones de otra manera, con los requerimientos que hoy tienen esas situaciones, para acercarse acompañando y produciendo.

-Pero ahí, en Cromañón justamente, no buscamos algo que se pueda llamar autonomismo. Y lo que menos querríamos es que tenga una derivación de de ese tipo, en el sentido de que se parezcan cada vez más a los compañeros que corporizan el autonomismo. No. Lo que sí podemos es pensar que en cada momento, ante cada situación, se produce un dilema: la pensamos con las formas de representación y poder, o las pensamos desde su potencial de ruptura. Y nosotros lo que vemos es que lo que ustedes en lavaca llaman la Generación Cromañón es un modo de politización desde el agujero negro, y creemos que tiene un potencial de ruptura y de creación, y comprometerse con eso no implica aplicarle los moldes del autonomismo.

-Implica saber en esta situación concreta, cómo ayudar a que esa vida se desarrolle. Después, no es una exigencia que eso sea siempre político, que se anude inmediatamente con el resto de las luchas… eso no es manejable ni es una exigencia moral, es como un devenir bastante azaroso. Nosotros siempre dijimos que la revolución no se construye. No hay nadie que la esté pensando. Uno actúa con una ética y hay momentos en que todo va bien, se hacen más cosas, o se hacen con mayor facilidad, y otros en que no va todo bien, y hay cierta cosa de tristeza y aislamiento. Entonces el tema es no confundirse, y hay que entender en qué momento se está. ¿Quién puede decir que es el autor del 19 y 29, o de los momentos de mayor energía social? Simplemente se trataría de saber, a veces disfrutando más, y a veces con más soledad, cómo no perder el rumbo ni la mirada que a nosotros nos parece que es nuestro proyecto.

-Las críticas son: pero esto finalmente no cambia las cosas ni produce una transformación del mundo. ¿Se llega a algo con estas experiencias? ¿A una transformación del país, del mundo, a que no haya injusticias?

-Es que es muy complicado poder pensar las cosas en términos de: tengo un objetivo, voy y lo hago. La cuestión no opera así. Por eso cada vez que hay un gran estratega político falla. Esto no es una estrategia. Los pibes de Cromañón no están en una estrategia nueva del autonomismo. Están existiendo. Nosotros tampoco somos parte de una gran estrategia del autonomismo, estamos existiendo y resolviendo cosas. Esa multiplicidad real es la que opera, entonces a mí me parece que de un lado hay una teoría más profunda que dice que el poder, la potencia, va haciendo los cambios: un amigo decía que en la Revolución Francesa lo último que cambió es el gobierno, el poder. Antes cambió la sociedad. Para nosotros la existencia de nuevos vínculos, nuevas relaciones, nuevas producciones, ese es el tema.

-Después por supuesto que hay que confrontar y resolver lo otro. Pero ¿a título de qué se confronta si no es a título de invenciones de vínculos permanentes, o de un potencial democrático? Por supuesto, en términos políticos no siempre hay una apertura política a la invención. No siempre se puede discutir. A veces hay poder y punto. Norma, obediencia y punto. Ya hace mucho se dijo que la gente puede luchar por su servidumbre, voluntariamente, querer obedecer.

-Entonces la idea de tomar el poder y hacer una dictadura de izquierda no es para nosotros una utopía demasiado interesante. Para nosotros la cuestión es que hay proceso de apertura multitudinarios como puede haber en Bolivia o pudo haber en la Argentina, y si hay un problema de estrategia política se resuelve en el momento. Pero no es un tema permanente.

-Digamos: yo no me veo como soldado de ningún general, no me puedo ver así, pero sí me veo como sujeto de ciertas dinámicas, tratando que esas dinámicas generen la mayor capacidad de autonomía, y los momentos de contrapoder gigantesco abren la brecha. Y hay un tiempo de incertidumbre, de constitución social. No creo que estemos en ese momento, sino en uno de nueva gobernabilidad. Se ve en cada convocatoria de los movimientos, que tienen muchísimo menos capacidad que la que tenían hace 5 años, pero para mí no hay que desesperar. Porque se está en una crisis gigantesca, crisis operada en los momentos de apertura. Pero ahora hay recomposición del estado, del poder.

-El problema es si uno cree que son momentos en que no se puede hacer nada, momentos de muerte, momentos de espera. Para nosotros no es nada de eso. Ni muerte ni espera.

-Esa sensación la tiene más de uno.

-Al contrario yo veo en la Argentina una lucha tremenda contra el luto, la tristeza y la muerte. Cuando se mira Cromañón desde esa óptica es increíble, impresionante. No me importa si dicen tal o cual cosa sobre Ibarra, no es eso lo que estoy viendo.

-Ni las piruetas de los legisladores.

-No, no me interesa. Por ahí tienen razón los que dicen que es peor Macri que Ibarra, pero criticar esa lucha contra la tristeza que implica Cromañón, en nombre de la ingeniería política, no tiene sentido.

-Es la misma discusión, vista desde la gobernabilidad, o vista desde las potencias. Por un lado a vos te interesa como se auto organizan los pibes, qué imágenes de vida van desarrollando, qué es lo que están discutiendo, y por otro lado hay tipos que piensan en términos de gobernabilidad, si gana Ibarra, sube Macri o Telerman. El mismo problema desde dos ópticas.

-La verdad es que para nosotros la política no pasa por la política. Pasa por si se elaboran nuevos valores, vínculos, ese es el ámbito donde sí se puede actuar, se puede crear, existir.

-Tampoco se puede decir que nada cambió después del 19 y 20, o que nada se transforma. El gran logro de Kirchner fue ver que toda su fuerza depende de lo del 19 y 20, de representar mínimamente a esas fuerzas.

-Hubo un cambio. No se gobierna la Argentina igual que antes. Si los políticos se equivocan, pierden. Ya se sabe que no hay Estado, no a priori. Hay, si se construye. Y si no hay si hay crisis. Y Cromañón da terror, porque es el escenario de crisis. Hay un poder destituyente de la crisis. Porque la nueva gobernabilidad es la manera de controlar y gestionar la crisis. La crisis somos nosotros. A mi me parece que ese es un cambio absoluto, y cualquiera que lo quiera sentir lo siente. Si le preguntás a un político: ¿Contra quién peleás? Pelea contra que esto -esa crisis- no aparezca. El enemigo de Kirchner no es ningún otro político. Por eso es un absurdo decir que hay hegemonía política. No hay hegemonía, simplemente se terminó éste modo de entender la política. Cada práctica se auto significa automáticamente.

-¿Qué quiere decir eso?

-Que el Estado no logra darles sentido, el sentido que les quisiera dar.

-Ni absorberlas.

-Es el efecto Cromañón. Yo les puedo decir bueno, les voy a pagar el velorio a cada uno, es muy triste lo que le pasó a cada uno en su vida íntima, y en todo caso después veremos…

-Muchos dicen ¿cómo va a caer Ibarra si nunca cayó un jefe de gobierno por algo así? Es que en ningún momento entró en crisis el andamiaje institucional y representativo como ahora.

-Esto tiene historia. En esa historia está la voz de Hebe de Bonafini diciendo «yo soy una madre de desaparecidos a mi no me representa nadie, yo digo que este es un estado genocida, pagado por los capitalistas, y me convierto en un actor público porque sí». Mi dolor no es un dolor íntimo y personal, en mi casa, y un político mientras tanto representa lo que yo siento. Soy yo diciendo esto y se acabó, y en torno mío surgirá toda la radicalidad que pueda haber. Ese es un antecedente a las Madres del Dolor, y demás, y también a Blumberg (Juan Carlos Blumberg, quien inició una campaña a favor de una legislación más represiva tras el secuestro y muerte de su hijo Axel), porque este suelo que se abre también es ambivalente, tiene izquierda y derecha. No es que todo lo que pase no respetando los canales estatales sea de izquierda, o combativo. Pero no hay más separación el espacio público y el privado en la política Argentina.

Si yo estoy dolorido, si soy una víctima, un sobreviviente, salgo y me organizo.

-Hay dos coordenadas distintas. Una es derecha/izquierda. Y otra es viejo protagonismo/ nuevo protagonismo. El 19 y 20 existe en la medida en que claramente el Estado no logra dar significado a priori a las prácticas de cada uno.

-Creo que otra representación que tergiversa todo es la de los 70.

-¿De qué modo?

-Durante mucho tiempo el discurso de derechos humanos y de los ’70 era creación y lucha, lucha y creación. Y ahora es el discurso de la gobernabilidad. Cuando decimos que el Estado ya no significa, los ’70 hacen un esfuerzo por desarrollar una astucia significante. ¿Quiénes somos? Los que estamos contra el imperialismo. Somos los del 70 que llegamos. Una cantidad de cosas que se dicen como un modo de organizar la imaginación colectiva, pero un contrasentido de todo lo que venimos llamando la autonomía. Es como un enfrentamiento.

-Para nosotros digamos todo lo que tiene que ver con el discurso de la lucha armada, por ejemplo, o con la disciplina política, o se resignifica desde la autonomía, o se resignifica desde la nueva gobernabilidad.

Cosas que podíamos compartir con mucha gente, hoy entraron en discusión. Gente que estuvo 25 años en la tristeza total, 20 años sin hacer nada, ahora te viene a decir que es un comandante montonero y que vos estás haciendo cualquier cosa. Y que no entendés los procesos históricos. Después de 20 años sin hacer nada, ahora están agitadísimos con las categorías de los ’70, con las maneras de pensar de los ’70, y vos sos un despolitizado posmoderno, medio huevón, aislacionista.

-En este esquema de autonomía frente a nueva gobernabilidad, ¿cómo juegan los partidos de izquierda?

-La izquierda no juega en ninguno de esos dos campos. No juega en esta cancha. La izquierda dice «Kirchner es Menem». Lo mismo que hace el poder con nosotros, convertirnos en caricaturas para liquidarnos, es lo que la izquierda hace con el poder: no pensarlo para liquidarlo. Es una fórmula: no ver ni lo que la autonomía puede hacer cuando cayeron las formulas marxistas leninistas de la toma del poder, la Unión Soviética y toda esa historia, ni ver las variaciones de la gobernabilidad para ver qué se cierra y qué se abre a cada momento. Es quedar por fuera de los términos en que está dándose la pelea.

Para mí no ven ninguna de las dos cosas. Cuando fueron a las asambleas lo que hicieron fue liquidarlas. Yo creo que estarían más contentos con Menem en el gobierno, y sin nosotros molestando.

-Me quedé pensando en algo anterior. Dos problemas. Uno, el obstáculo de seguir nostálgico de lo que uno fue. Y otro, que esa nostalgia te lleva a aislarte o a no seguir produciendo lazos por el hecho de no poder encontrarle esa coherencia anterior. Los viajes de este año nos hicieron entender eso. Que es lo que Bolivia nos dice para comprender lo de acá, o México. Y lo que hay es que esa nostalgia, la cooptación o lo que se quiera llamar lo que hace es achicarte los lazos, achicar tu círculo de poder entender lo que te pasa hoy, con otros. Por eso se nos desdibujan un poco los colectivos específicos y hay como un colectivo más ampliado que estamos formando en los talleres con distintos grupos, para que puedan reunirse y compartir sus prácticas, porque todas esas experiencias pensadas solamente desde su lugar, sin ese intercambio con otras prácticas, se empobrecen. Y poder desarrollar ese tipo de encuentros, de vínculos, es algo interesante, que nos puede abrir otros rumbos.

-Usaron muchas veces la palabra producción. ¿Otra frontera puede ser lo productivo y lo improductivo?

-Totalmente.

-Pero lo productivo si se entiende al revés de lo que se entiende en la economía. Nosotros decimos que la existencia es producción de vida. Producción de vida es producción de existencia. El capitalismo altera la cosa. El parásito ontológico sería el capitalista. El productor del capitalista, el trabajador, es lo menos. Y el parásito total es lo más. Para nosotros es al revés. El que está produciendo es el que está desarrollando vida. Entonces para nosotros no es el autonomismo, sino que la autonomía para nosotros es lo que produce valores, produce organización, lo que reinventa, lo que crea. Para nosotros ese es el valor. ¿Qué estamos creando? ¿Estamos creando? Es muy importante, siempre entendiendo que hay una fase destructiva: destruimos los valores existentes porque estamos creando valores nuevos. Es muy distinta esta idea de la lucha al interior de los valores existentes, por ver a quien está en mejor posición.

-Tiene que ver con la construcción de sentido. De otras imágenes acerca de qué es producir, qué es pensar, qué es comunicar, qué es organizarse. A diferencia de hace 4 o 5 años hay una cantidad de recursos disponibles, no sé si es por nuestra experiencia, nuestra trayectoria hecha o lo que sea, pero siento un poco lo que decíamos antes: cuando se desmontan ciertos obstáculos que tienen que ver con representaciones, con nostalgias, y se generó una serie de contactos, vínculos, ligazones interesantes, en el momento en que eso se destraba, aparecen una cantidad de recursos muy impresionantes, que más bien desbordan. Que más bien dan la sensación de una excedencia muy grande. Y ahí el problema de lo productivo es cómo todo eso se logra organizar en una manera y un sentido que es el que estás creando, y que no te enajena ni te vuelve un ser productivo más de este posmodernismo.

 

-¿Cuál sería la diferencia?

-Que en este posmodernismo la persona está permanentemente conectada con todo, pero no está creando nada, está siendo como parte pasiva de una dinámica hiperproductiva pero neoliberal, de pura producción económica. Lo que digo de recursos es hay contactos, vínculos, viajes. Cuando empezamos a trabajar ir a Solano era ir a un mundo nuevo. Hoy es ir a Bolivia o a México, una ampliación del mundo, y lo hacemos con compañeros de otros movimientos. La mirada se amplía, las relaciones con la gente con la cual se piensa, de muchos lados, colectivos más grandes, e incluso hay más posibilidad de recursos económicos. Y en ese marco, cómo producir cosas, imágenes nuevas, diferentes, interesante.

-Claro: que la productividad ontológica sea asimilable a la productividad económica. No hay razón en estas redes para la pobreza, la única razón es la fuerza y la subsistencia del capitalismo para imponer la subjetividad de cada uno. Por eso esa lucha básicamente subjetiva es por reencontrar eso. Los que tienen capacidad de crear y producir tienen que tener los recursos a mano para hacerlo y tenemos que ser nosotros los que forcemos ese encuentro.

 

-De lo contrario aparece una resignación: un empobrecimiento en todos los sentidos.

-Nietzche hablaba de la pasión de los esclavos. Sufrimiento y cielo. El sacerdote lo alimenta. Si no hay alegría en esta gente, en estas redes, si no hay propensión a la producción ontológica del ser, es todo mentira. O no mentira: el poder realmente representa eso. Es una representación literal, limpia, transparente, de esa tristeza. Es su correspondencia. La produce y la gestiona pero, sobre todo, la representa.

 

-La cuestión entonces también es entre la tristeza de la que hablan ustedes, y lo económico.

-Hay una ambivalencia de los movimientos radicales con respecto a eso. Son dirigentes de los propios movimientos los que muchas veces dicen «no puedo». Esas reacciones explican por qué estamos como estamos.

-Es algo que se reproduce. Cuando hay problemas, en lugar de admitirlos, en vez de potenciar recursos, buscar soluciones, se busca a alguien o algo que sea causa del problema. Alguien que no hace lo que tiene que hacer, o lo que uno espera que haría. Se pone afuera la posibilidad de asumir ese problema.

 

-Pero los problemas externos existen.

-Pero al poner afuera la cuestión, reduzco mi propia capacidad de acción.

-Hay compañeros a los que les preguntás: ¿cómo estás? Y te dicen: yo, muy bien. Y otros que te contestan: arrasado por la realidad. Yo te digo: sea duro, blando, bolchevique, lo que quieras, con el primero construyo, con el otro no. Se puede producir desde lo que está creciendo y está bien. En el barro, claro, pero bien, contento, con ganas de animarse, con audacia. Cuando te dicen: ¿y cómo querés que me vaya? Soy pobre, soy ignorante, nos cagan a palos… yo contesto: sos eso, ¿no sos otra cosa?

-Cuando íbamos a los barrios nos decían: ¿para qué van? ¿qué puede salir de ahí? Pero para nosotros de ahí salen las cosas, no de esa posición «no pasa nada», sino de una posición activa. No es un tema de clase social ni nada de eso, sino de subjetividad pura. El único límite es tu subjetividad, no hay un límite económico ni material. Por eso durante años barrios hechos mierda pudieron producir contactos, redes, lazos, imaginación, prácticas de todo tipo, y eso no pasó en otros lugares mucho más acomodados.

-Es un debate muy importante, porque ahí se están creando imágenes de lo que van a ser las formas políticas que están por venir. Y a la vez es muy complejo porque te lleva a pensar que esta faceta triste de las situaciones también son experiencias subjetivas que hay que rebasar. El tema es cómo atravesar estas experiencias para que vayan de la tristeza a la alegría, de la impotencia a la potencia.

-Eso es la política. Porque la imagen de la política en la posmodernidad es la desconexión con lo que hay de activo y potente en cada situación. Una desconexión donde a la vez estás conectado con todo, como con un celular, pero con conexiones superficiales. La imagen de construcción política, de producción con sentido, tiene que ver con cómo operar la activación de situaciones, asumiendo los problemas y politizándolos.

 

-Ustedes decían que el zapatismo resultó movilizador en los orígenes del grupo. ¿Cómo percibieron esa experiencia ahora, al viajar a México?

-A mi el zapatismo me rompió la cabeza a distancia. No en presencia. En 1994, no en 2005. En un momento fue un nivel de creatividad impresionante y no había nadie para decirnos cómo interpretarlo. Ir a Chiapas fue una experiencia muy fuerte. Lo que me dolió fue descubrir que podía tener íntimas ilusiones de trabajar en la demanda hacia ellos. En realidad es un grupo de gente que busca una cosa maravillosa según sus recursos, sus puntos de vista: algo muy valiente, pero no me rompió la cabeza. Me hace pensar en algo: la literalidad es de la derecha, la metáfora es nuestra. Cuando se sabe qué es el zapatismo es una cosa, pero cuando el zapatismo es una metáfora sobre lo que es posible hacer, es diferente.

-Lo literal atenta contra lo creativo.

-Uno no necesita saber tanto. Cuando sabés mucho, de vuelta estás obedeciendo, no estás creando. Yo no quiero obedecer al zapatismo, ni al «Que se vayan todos», corriendo políticos por la calle. Es la metáfora lo que nos abre a nosotros, lo que nos permite hacer. En el libro («Bienvenidos a la selva») escribimos una cosa muy rara: el viaje empezó cuando volvimos. Recién acá empezamos a entender la Sexta Declaración como una metáfora que a mí me hace pensar en nuestros problemas y ahí sí, me vuelve a romper la cabeza.

-Son dos niveles de encuentro diferentes. Yo no compararía tanto, el error es pensar que vas al encuentro de la metáfora. El encuentro es de otro tipo. Yo lo veo como vos, pero de todas maneras me pareció muy interesante constatar el nivel de complejidad que implica la experiencia de la autonomía. No lo digo por las comunidades en Chiapas, que es lo que más fascina, sino con lo que pasó al salir de Chiapas, cuando intentamos ver qué produjo el zapatismo en esa complejidad que es México. Y me gustó mucho el desafío, el nivel de apertura que implica, todo lo que supone el desarrollo de una experiencia de autonomía en serio. Después de tantos años de sostener una estrategia muy defensiva, producir lo que producen… y el peligro es el de reducir, cerrar, «normalizarse». Todo eso está en juego.

 

-¿Y cuál es el proyecto, la salida?

-Sintéticamente, yo veo la capacidad de un movimiento como aquí no existió. La capacidad para organizarse, para anticipar lo que va a ocurrir, y producir un escenario en el que se instala esta discusión entre autonomía y nueva gobernabilidad, muchos meses antes de que sea gobierno López Obrador. La capacidad de anticipación les abre a los zapatistas la posibilidad de que las cosas sean de otro modo. Por otro lado vimos los riesgos de esa anticipación, de ir por fuera y ponerse como representantes del afuera. Es un desafío muy grande. En muchos lugares donde estuvimos, donde quieren a los zapatistas, decían que no se puede sostener este tipo de hipótesis en la práctica concreta. Hay comunidades indígenas que tienen relaciones con el gobierno de izquierda, donde la autonomía se procesa de otra manera, con negociaciones y no con posiciones tan claras como las del zapatismo. Y entonces, en esos casos, se vuelve difícil la articulación que ellos proponen. Así que vimos mucha capacidad para intervenir, y por otro lado tendencias muy fuertes de reducir el problema, de cerrar el desafío sin asumir toda su complejidad.

 

-En términos de autonomía versus nueva gobernabilidad, ¿qué piensan que puede ocurrir de ahora en más?

-El zapatismo hoy es la Sexta Declaración, y eso demuestra que no hay autonomía sin cooperación. Y no hay autonomía ni cooperación sin intención política. La Sexta es la intención política actual. No digo que es buena, sino que nos enseña que la autonomía es siempre una interpelación al conjunto de la sociedad. No es un aislamiento. Es algo que todo el tiempo quiere reconstruir a la sociedad, pero no con una idea de cómo tiene que ser esa sociedad, sino diciendo todo el tiempo: acordate que vos también podés crear. Convoca a la sociedad a su propia dinámica y capacidad creativa. Pero eso va de la auto organización económica, política y jurídica que son las comunidades, al intento de abrir, a la autodefensa. Ahora, la nueva gobernabilidad, ¿qué podría ser? No sabemos. Podría abrir espacios para que estas experiencias se desarrollen. Michael Hardt hablaba de un maquiavelismo de la autonomía. Decir: aprovechemos para crecer, pero desde la autonomía. Vos marcás la frontera, la dinámica, los tiempos. Pero también ofrecés un procedimiento para que esa energía pueda hoy tener un lugar concreto y mostrar otra imagen de lo social. En Chiapas hay una situación geográfica, histórica, actual, irrepetible. No es trasladable a otros lugares. Esto en Venezuela imagino que sería muy complicado porque la nueva gobernabilidad está desarrollada y llega a cada movimiento. No imagino una autonomía en Venezuela que no tenga resuelta la cuestión de la gobernabilidad. No podría existir.

-Para nosotros el desafío es leer estas situaciones, estas ambivalencias, ver qué se abre y qué se cierra con la nueva gobernabilidad, porque son las dos cosas: la guerra social, y ciertas aperturas por ejemplo en los discursos de derechos humanos. Ese es el problema entonces: sin tener un zapatismo y sin que para mí sea deseable tenerlo, cómo podemos construir situaciones de apertura. Y no sé cómo. Aunque pienso en un nuevo colectivo, que no sea cerrado ni homogéneo, sino en procedimientos, personas, trayectorias y grupos que somos que podemos pensar por dónde forzar una reapertura. No lo sabemos. Pero se trata de estar despiertos, discutiendo, pensando, tratando de entender que en todos lados hay prácticas y que no hay ninguna experiencia que sea el nombre ni el centro de este movimiento, y no tiene que serlo porque justamente todo el tiempo está viviendo en cualquier lugar.

-Y la otra cuestión es que le hablamos a todos, no al que puede ser como Situaciones o como Solano o como el Grupo de Arte Callejero. Eso sería absurdo: le hablamos a todos con sus vidas. Ahí estamos. Yo no creo que el éxito sería la apertura y la derrota sea el desierto. La derrota sería que nos cerremos nosotros.

 

-Mencionaron Venezuela, uno de los lugares que no visitaron todavía, pero donde esta cuestión de los nuevos modos de gobernabilidad son más obvios.

-Yo creo que Chávez está en lo mejor de lo viejo, y es un riesgo para lo nuevo. Como anti imperialista, como alguien que se opone a la usurpación de los recursos naturales y los vapuleos a los que es sometida América Latina, uno no puede sino emocionarse y coordinar con él. Ahora, como alguien que está haciendo de la soberanía del Estado y de la figura del líder ultra retórico un modo de comunicación política ante las autonomías, como una superestructura de la cooperación, es un riesgo. No conocemos Venezuela. Capaz que Chávez es un fabuloso mediador de la cooperación, en todo caso sé que los chavistas lo toman de esa manera. El problema es el resurgir de la vieja soberanía antiimperialista, porque la nueva gobernabilidad es una forma de poder capitalista. Entonces es una ambivalencia, con una complejidad muy grande. Algunos dicen que Venezuela es el único lugar donde hay una apertura por abajo y por arriba. No se puede despreciar la oportunidad histórica de que a los movimientos sociales en Venezuela desde arriba les den plata y no palos. Si estuviese allí diría: no tengo ningún límite para la autonomía. Y si hay realmente una apertura, eso abre muchas posibilidades.

-Pero si uno se decide a obedecer a Chávez y recibir la plata, bueno, ya sabemos, muchas veces se quiere eso. Ahora, si Chávez es la caricatura de una potencia que construye, no creo que pueda pasar nada importante.

-Entre un estadio escuchando a Marcos y otro escuchando a Chávez, no me genera ninguna duda cuál es la diferencia. Un tipo que le devuelve siempre la potencia al público. Y otro que grita viva D’Elía, viva Bonasso, o viva Maradona.

 

 

 

Vamos a cambiarlo todo // Entrevista a Ni Una Menos

#NIUNAMENOS | Cada vez que se pregunta qué decir de Ni Una Menos la respuesta es múltiple: es una consigna, es un movimiento social y también es un colectivo feminista que desde aquel primer 3 de junio de 2015 viene motorizando, ampliando y complejizando los modos de entender la violencia machista y las formas de organizarse. El Colectivo Ni Una Menos estuvo detrás de la convocatoria de las asambleas del Primer Paro Internacional de Mujeres, Lesbianas, Trans y Travestis, y del entramado de sentidos, de voluntades y de diferentes articulaciones que dieron lugar a los paros internacionales del 8M. La masividad del feminismo que realimentó a los Encuentros Nacionales de Mujeres así como el primer Ni Una Menos se nutrió de los Encuentros y de la Campaña por el Derecho al Aborto, también se ve ahora en la demanda por el derecho al aborto que hoy tiñe de verde todo espacio donde nos encontramos.

 

Los círculos concéntricos de mujeres parecen rodear calderitos imaginarios en el patio del Liceo N° 1 José Figueroa Alcorta, también Instituto Superior de Tiempo Libre y Recreación (ISTLyR), para escuchar y discutir violencias, géneros y las descomposturas de un sistema que intenta a ramalazos acallar pensamientos y demandas. Es semana de lluvia tropical en Buenos Aires y como nunca antes, el 3 de junio se arma encendido en esas rondas y en otras miles que van desplegándose en las provincias, en los territorios populares, en los trabajos, en las casas y en las plazas asamblearias. La llamada se amplifica en el patio del Liceo cuando alguien anuncia la jornada de diálogo e intercambio “Educándo(nos) con perspectiva de género”, donde la intervención del  Colectivo Ni Una Menos abre una vez más la posibilidad de reformular prácticas de acción y escucha potentes y de políticas amorosas contra los cinismos de la crueldad, las precarizaciones y los femicidios. Porque en la Argentina siguen asesinando mujeres cada 30 horas por el solo hecho de serlo.

–Estamos golpeadas pero no derrotadas, y para eso debemos cuidarnos entre nosotres en las calles, en los barrios y en nuestras casas.

–Somos nuestros propios motores vitales de lucha colectiva. Hagamos surcos y dejemos huellas.

–Denunciemos todas las tramas de las violencias machistas, patriarcales y misóginas que nos oprimen.

Las lenguas vivas se pronuncian y van produciendo un hecho político inédito pero que refleja la consolidación y reconfiguración de todas las luchas y las infinitas formas de representar(nos) desde el primer NiUnaMenos de 2015 hasta éste que se aproxima como tromba y marea feminista. “Feministas somos todas y lo bien que hacemos”, remarca Nora Cortiñas para que nadie se distraiga del gesto avulvado de sus manos y de ese grito colectivo que abraza al calor de cada pañuelazo por el aborto legal, seguro y gratuito en contextos de ajuste, despidos, desmantelamientos en salud y sistemas educativos en peligro. Los significados del colectivo Ni Una Menos se encuentran en cada uno de estos pliegues urgentes, motorizando, ampliando y complejizado las lógicas y las razones para desarmar las violencias machistas y construir nuevos modos de organizarse interseccionales y diversos. Alzarse como maestras mayores de obra es la tarea más querida.

“Desde el principio del Colectivo Ni Una Menos venimos ensayando modos alternativos de ocupar el espacio público para los cuerpos feminizados, a quienes el patriarcado quiere victimizados y confinados al espacio doméstico. Para nuestro movimiento, la expresión de los cuerpos deseantes es fundamental, por eso las intervenciones, los montajes, el baile juntes, que es un modo de producir empatía. Somos muy conscientes de la dimensión festiva que nos produce el placer de estar juntas, poniendo en práctica la vida como la queremos vivir.” La escritora, docente e integrante del Colectivo NUM, Cecilia Palmeiro, recita este párrafo como un mantra frente a la ronda enlazada en un centenar de brazos, y surge a borbotones la enumeración de acciones vitales desde el último Paro Internacional del 8 de marzo. “Jallalla, El Bolsón, Encuentro de Mujeres Zapatistas, Asambleas en Fiorito, Villa 31 de Retiro y 21-24 de Barracas,  Asamblea popular de Villa Crespo, Festival de Las Pibas, acciones contra el FMI en el Banco Central y porque libres y desendeudadas nos queremos es que fuimos a manifestarnos en la inauguración de ArteBA”, desanda otra de las referentes de NUM, la productora audiovisual Ana Megna, que transita junto con la artista visual, escritora y curadora Fernanda Laguna los talleres feministas populares que las mujeres de Villa Fiorito celebran hace años.

Ni Una Menos es el hecho político más poderoso de la última década, no cadencia femenina edulcorada como quisieran mimetizarla algunas y algunos con el cacareo distorsionado. Aquí hay un cimbronazo demoledor que agita su propia agenda de reivindicaciones y reclamos, que diseña nuevos mundos desde la transversalidad comunitaria y organizada, que se rebela desde las bases y desobedece cualquier orden social establecido que suponga identidades sumisas y empequeñecidas. Todos los 3 de junio a la fecha, el Paro de Mujeres multitudinario del 19 de octubre de 2016, este 8 de marzo y su histórica fusión intersindical feminista de todas las organizaciones gremiales argentinas recogen ecos de saberes ancestrales para pegarles en el nervio al machirulaje institucional tan caro al Gobierno, al poder económico internacional que vuelve para arrasar el futuro y a todas las formas de represión y militarización en los territorios donde las más golpeadas son mujeres, lesbianas, trans, travestis, niñas y niños. Ni Una Menos por violaciones correctivas, Ni Una Menos por abortos clandestinos, Ni Una Menos por hijas ni amigas violadas, asesinadas y descartadas en bolsas de basura. Ya Basta, Yo No Me Callo Más, Vivas, Libres y Desendeudadas nos Queremos son parte de esa marea “que puede lidiar contra la burocracia helada del Estado”, como describe la escritora Gabriela Cabezón Cámara cuando se refiere al relato de una joven abusada que no se dio por vencida.  “Necesitamos estar cada vez más atentas y cuidadosas con el dolor, con las formas particulares de violencia sexual contra las niñas y adolescentes, con los modos institucionales y clasistas con que se quiere de nuevo encorsetar nuestros debates y nuestros deseos”, expresa en uno de sus párrafos el documento elaborado por este colectivo para el próximo 3 de junio. “Porque no somos solamente víctimas pero el duelo no se termina, porque la respuesta misógina a nuestra autonomía es la crueldad que se imprime en los cuerpos feminizados.” Sucede que el mundo que conocíamos, el mismo que queremos cambiar se resquebraja y hacemos pie sobre tembladerales, dirá ese texto.

“Y porque queremos cambiarlo todo”, agrega la activista y educadora feminista Alejandra Rodríguez, referente de NUM y la organización Yonofui, que participó en la jornada del ISTLyR. “Necesitamos hacer lugar al desconcierto, pero en lucha en los territorios para construir nuevos horizontes inclusivos y revolucionarios. La ampliación de voces, la Educación Sexual Integral en las escuelas, las asambleas situadas en las cárceles, en los barrios populares, en El Bolsón por Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, en la villa 21-24 marcan interseccionalidades que nos atraviesan a todas para poder decidir en libertad qué queremos para nuestras nuevas vidas.”

Porque cuando se habla del movimiento Ni Una Menos no se puede eludir que implica denunciar el crimen de Estado que asesinó al joven mapuche Rafael Nahuel por la espalda y que hoy sigue criminalizando a las comunidades, describe una nota publicada en este suplemento por la investigadora y politóloga Verónica Gago. “Esta ampliación y generalización del análisis feminista, que lo ´mezcla´todo, está produciendo un proceso de rabia colectiva acá y allá, y una capacidad de lectura transversal de todos los fenómenos de nuestra coyunturas desde las propias luchas.”

Cuerpos colectivos

El segundo Paro Internacional Feminista tradujo un nivel de organización expresiva desde los barrios, sindicatos, escuelas, lugares de trabajo y en territorios plurinacionales que las mujeres migrantes organizadas exigen asentar en el próximo Encuentro de Mujeres a realizarse en el sur del país y que volverá a reverberar en las jornadas del 3 y 4 de junio. Condensar experiencias y derivas abarcaría, coinciden Luci Cavallero y Verónica Gago, ambas del Colectivo NUM, la masificación incontrastable del movimiento desde el primer 3 de junio de 2015, en la caída de los debates hegemónicos ante esta nueva experiencia de politización colectiva. “La discusión se transformó en experiencias de politización en diferentes lugares. Así el aborto pasó de ser un problema excluyente de salud pública para convertirse en una contraseña propia de decisión sobre lo que queremos hacer con nuestros cuerpos”, resalta Cavallero.

“La soberanía de los cuerpos, el deseo de maternar o no, los debates ampliados en las asambleas organizativas previas a las grandes movilizaciones en la Mutual Sentimiento son ensambles que trajinan una construcción profunda de la casa en la que queremos estar con nuestros gestos de desobediencia y de incomodidades bien en alto”, sostiene Gago.

En esas disputas por el poder son ejes y demandas imprescindibles para el próximo 3-4J la denuncia del endeudamiento público y privado al que nos está sometiendo este gobierno, agrega Cavallero, poniendo en cuestión dictados de odio visceral que recaen principalmente sobre lxs más pobres. “Desde el colectivo Ni Una Menos realizamos una acción en la puerta del Banco Central en 2017 con la consigna ´Vivas, Libres y Desendeudadas nos Queremos´, que hoy se hace urgente. En ese momento pensamos que el feminismo, apropiándose de la herramienta del paro y poniendo en escena la imbricación de la violencia machista con la violencia económica, financiera, institucional y política, tenía algo propio para decir en relación al endeudamiento y la forma en que afecta diferencialmente a las mujeres.

¿Un nuevo modo de pensar desde el feminismo las raíces de estas violencias?

–Un modo de pensarlo como bloqueo a nuestras autonomías, no sólo como un problema macroeconómico sino también ligado a nuestras economías cotidianas, donde nos endeudamos para financiar gastos corrientes en búsqueda de autonomía económica, pero a la vez esa deuda nos expropia capacidad de decisión en el futuro. Entre otras consignas, recuerdo dos muy importantes que salieron en esa acción: ´La deuda no nos permite decir no, cuando queremos decir no´ y ´Las mujeres hacemos cuentas todo el día´.

“Salgamos a cuestionar todas las estructuras de la casa patriarcal, reproduzcamos los armados trasversales en rondas de complementación y ayuda en común, como sucedió en las asambleas de Pepsico y la articulación con las trabajadoras de la Línea 144 de provincia de Buenos Aires, un área desmantelada donde se están produciendo despidos”, enfatiza Gago presionando para que las desobediencias en las fábricas, en las esquinas y en las camas no sean sólo ropajes a flor de piel. “Lo que se vio el 8M en las calles y lo que seguimos observando no son movilizaciones espontáneas ´y de color, como pretenden presentarlas ciertas coberturas periodísticas, sino un proceso que llegó para quedarse. Lo que vemos en acción es una nueva forma de construcción política que se amasa en asambleas, las cuales a su vez se nutren de cientos de organizaciones, experiencias y luchas en cada lugar. En ese sentido el feminismo que anima el colectivo NUM despliega una disputa cuerpo a cuerpo.”

El primer Encuentro Internacional político, artístico, deportivo y cultural de Mujeres que Luchan, organizado por las mujeres de las comunidades zapatistas en Chiapas entre el 8 y el 11 de marzo y que reunió a más de diez mil personas, es el antecedente directo de convocatorias que profundizan las construcciones políticas y sociales de una autonomía que enorgullece. Algo similar sucedió el 11 de mayo en el Festival de Las Pibas, al inaugurarse un acompañamiento a chicas en situación de calle y de extrema vulnerabilidad en la Plaza Martín Fierro rebautizada China Iron, en Cochabamba y Urquiza. Son acciones unidas por un hilo invisible de rondas liberadoras, donde cada una logre poner en el centro los dolores de la violencia femicida, las torturas, los golpes, de las presas y de las sobrevivientes de violencia sexual, para aprender a reconocer(nos) entre todas y a sanar las heridas.

“Las ollas populares feministas, las reuniones de las diferentes militancias que atravesaron sus propias crisis son puntos de encuentro que conectan muchas prácticas en acciones con sentido”, dice la artista Mariela Scafati, activista queer y actora central de NUM junto con Fernanda Laguna y Virginia Giannoni. “Hijas del paro, brujas cocinando juntas al calor de una transformación del espacio en cuadrillas de pintoras, en mesas de economías feministas, en radios abiertas no nos hablan de cifras sino de lo que nos molesta como colectiva feminista, y de aquellas voces que dejaron de estar obturadas para hacerse escuchar por primera vez.”

¿De qué hablan hoy estas etapas de transformación?

–De momentos clave y de sentirnos en estas escuchas con otra densidad. No nos callamos más es una consigna pero también es una forma de construcción que queremos derramar en el campo social. Debemos trabajar para que ninguna se sienta abandonada por el feminismo, y éste es el momento de reunir fuerzas para producir centralidades con poder instituyente y activar herramientas colectivas en momentos de emergencia regional, como el que estamos viviendo. Latinoamérica está en emergencia y los feminismos populares se organizan en resistencias creativas internacionales, como el Lula Festiva en Plaza de Mayo. Esa noche sobrevoló con mucha potencia el repudio por el crimen político de la legisladora brasileña Marielle Franco, negra, favelada, lesbiana y feminista ejecutada a manos de la policía; por la privación de la libertad de Lula da Silva, por el asesinato de Bertha Cáceres y porque la deuda es una de las violencias que Ni Una Menos denuncia como bandera en sus reclamos.

“La Internacional Feminista nos retroalimenta y ayuda a generar discursos propios, diversos pero en juntadas enriquecedoras que terminan dando espacios a nuevas voces, casi siempre reinaugurales de otras realidades”, resume Ana Megna. “Las vivencias traman nuevas instancias de organización que se prolongan hacia el interior de los espacios, poniendo en juego las capacidades de alianzas. Estos modos de pensarse en horizontes posibles son los que impulsa NUM por su naturaleza a contrapelo de los mandatos. Pero involucrando siempre el diseño de formas originales de autogestión en libertad, sin maridos ni patrones.”

Para todas nosotras

“Trabajadoras somos todas” es desde el 8M un viento que arrasa cualquier sordidez, una contrapedadogía frente a la crueldad y el terror que quiso diezmar a las compañeras de Gilda Olmedo Cañetes, vecina de la Villa 21-24 que falleció en abril. “Gilda no murió ayer electrocutada. A Gilda la mataron silenciada, sacando agua del pasillo inundado, con el foco amarillo apuntando para otro lado, aunque quieran culpar a un cable, inimputable”, dice el poema de la Corriente Villera Independiente y el Movimiento Popular La Dignidad, escrito poco después de su muerte. Gilda tenía 45 años, era madre de siete niños, trabajaba en una de las cooperativas de recolección de residuos de la Ctep y fue una de las organizadoras de las asambleas previas al 8M. “Gilda está haciendo historia ahora mismo”, insiste Natalia Fontana, del Colectivo NUM y secretaria de Prensa del Sindicato de Aeronavegantes.

“Gilda no es recuerdo, es lucha permanente y un reflejo potente del 8M y de todo por lo que debemos seguir peleando hacia el 3-4J. El 8 de marzo sucedió algo importantísimo e histórico para las trabajadoras organizadas y que de alguna manera enlaza lo ocurrido con esa compañera: pudimos profundizar aquel ´Trabajadoras somos todas´ que veníamos vociferando desde el Paro Internacional de 2017, llegando a concretar una plataforma de encuentro transversal de mujeres nucleadas en las diferentes centrales, incluidas las de la economía popular que Gilda encabezó.”

El armado de una organización intersindical feminista potencia una equidad de género en todos los órdenes laborales.

–Habla también de ese armado transversal cuando logramos ir más allá del arco político-partidario que impone lógicas electoralistas para nuestra composición. Esta confluencia la hicimos en el ámbito de una asamblea feminista que convocó, organizó y llevó adelante el primer Paro Internacional de mujeres, lesbianas, trans y travestis. A partir de entonces, seguimos activando ese espacio común de mujeres trabajadoras con el criterio construido en ese tiempo. Actualmente estamos poniendo en debate y discusión con diferentes legisladores, la ley de paridad que presentó el Gobierno nacional y que vendría a modificar leyes de protección laboral que hoy tenemos. También nos pronunciamos de manera conjunta en contra del FMI y de sus políticas de ajuste.

¿Qué significa la transversalidad desde el colectivo NUM en este concierto de despidos y persecuciones?

–Que sea transversal implica que dimos estatus de relevancia a los acuerdos y alianzas entre nosotras, para fortalecer nuestras demandas y consignas, para pensar acciones en común a futuro. Que sea transversal es que las decisiones las tomamos en toda la complejidad que somos, trabajadoras formales e informales a las que desde siempre se desconoce y se desvalorizan las tareas de cuidado que llevamos adelante. Y que sea transversal significa que ese sistema de alianzas no se rompe por los acuerdos que decidan nuestros compañeros en su función de representantes sindicales. Somos un movimiento que vinimos a quebrar estructuras, que no nos dejamos abroquelar por jerarquías patriarcales, y formamos parte de una enorme mayoría en clave feminista que estamos para nosotras y para discutir todas las formas de explotación que afectan nuestros cuerpos. Y esa es una determinación imparable.

 

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/118299-vamos-a-cambiarlo-todo

«El único poder es el de abajo» // Entrevista a Silvia Federici

Cientos de mujeres abarrotan el auditorio Salvador Allende. En los pasillos se agolpan jóvenes ansiosos de escuchar sus reflexiones. Afuera, con la esperanza de pizcar alguna idea, permanecen algunos más. Quien los congrega es Silvia Federeci, una de las pensadoras más influyentes en el mundo y que revolucionó con sus ideas sobre la explotación femenina que ha hecho el capitalismo, quien dictó la conferencia “La guerra contra las mujeres y las nuevas formas de acumulación capitalista”. Una hora antes, la escritora de “Calibán y la bruja: mujeres, cuerpo y acumulación originaria” y “Revolución en punto cero: trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas”, concedió una entrevista a este medio.

-¿Desde cuándo el cuerpo de las mujeres ha sido considerado como objeto de símbolo y transacción monetaria

-Me gusta hablar de los períodos históricos que conozco, por eso yo puedo decir que a partir del desarrollo del capitalismo la mujer se ha convertido en una mercancía: de venderse en la calle y en el matrimonio, así que las mujeres en la historia del capitalismo ha sido muy difícil concebir el mismo tipo de explotación que los hombres asalariados. Las mujeres siempre han debido garantizar su sobrevivencia vendiendo su cuerpo

-Las mujeres ahora trabajan, pero siguen atadas a las labores domésticas, no hubo un cambio significativo con la emancipación laboral: ¿El capitalismo ganó esta batalla?

-Yo no creo, no me gusta hablar de una derrota de las mujeres. Puedo cambiar un poco la articulación, diciendo que la premisa de gran parte del movimiento feminista que con el trabajo fuera de la casa las mujeres podrían cambiar su posición no se ha verificado. Claro que está una minoría de mujeres que han conseguido trabajo más remunerado, más valorizado, como las mujeres que ahora trabajan en la academia, o que son del sistema de salud. Pero la mayoría ha sido integrada a los niveles más bajos de la organización capitalista, tanto que la gran parte no ha ganado una autonomía económica: deben hacer dos o tres trabajos y están endeudadas

-Con la entrada de las mujeres al mercado laboral, las tensiones entre hombres y mujeres se incrementan, lo mismo la violencia dentro de los hogares, ¿cuál tendría que ser la estrategia del feminismo para romper esta inercia.

-Creo que ya se ha conseguido mucho. Hoy, a pesar de todo esto y de que la violencia masculina es un miedo a la competencia, es necesario cambiar el sentido de la organización material del proceso de la reproducción, hoy la mujer está en dos cosas que ha conformado la relación de las mujeres con los hombres en forma muy negativa: por un lado, la identificación de las mujeres por un trabajo que es desvalorizado, que parece que no hacen nada, parece que es una cosa natural porque son los hombres los que producen.

En segundo lugar, es que las mujeres han sido convertidas en las sirvientas de los hombres y eso se debe romper, yo creo que no basta que las mujeres trabajen fuera de la casa, es importante cambiar el terreno de la reproducción misma, revalorizar el terreno de la reproducción, y no como hace el capitalismo con el Día de la Madre, sino comprender la importancia de ese trabajo y que no pertenece a la mujer. Es un trabajo muy importante porque es el trabajo de crear las nuevas generaciones, el nuevo mundo.

-En México a las mujeres jóvenes, trabajadoras de maquilas, se les asesina de manera sistemática, ¿son ellas las nuevas brujas, las jóvenes que buscan independencia laboral dentro del sistema más abusivo como es la maquila?

-La caza de las brujas ha atacado tantas formas de la vida de las mujeres que, si pensamos esa caza como una persecución, el fin fue disminuir y atacar el poder social de las mujeres, podemos decir que los asesinatos en Ciudad Juárez es parte de una nueva caza de brujas. Hoy el capitalismo ataca el poder social de las mujeres muy brutalmente y lo hace por tantas razones: porque necesita bajar el costo del trabajo y obliga a las mujeres a dar un montón de trabajo y reproducción no pagado, la necesidad de las mujeres fuera de la casa. Es un sistema estructuralmente fundado sobre la desvalorización de la condición de las mujeres y por eso necesita tanta violencia. Esta violencia manda un mensaje, es decir: “Cuidado, no tenemos límites”. Es aterrorizar toda una población, porque las mujeres representan la vida, representan la reproducción.

-¿Quiénes son la nueva inquisición? ¿Quiénes siguen “quemando” a las mujeres?

-La violencia individual está porque el Estado lo permite, porque tantos hombres delinquen es porque saben que van tener impunidad. Por ejemplo, sabemos que la militarización de la vida impulsa la violencia contra las mujeres. La forma de acumulación capitalista como el extractivismo impulsa esa violencia, y como dije antes, toda la organización de la reproducción, que pone en la casa a una sirvienta con un hombre que tiene el poder del salario, todo esto incentiva la violencia, por eso es que ha sido tolerada por el Estado. Es importante ver esto, no solamente ver la violencia individual sino sobre todo la violencia institucional.

-Las mujeres en posiciones de poder, imagino casos como Angela Merkel, la misma ex secretaria Clinton o Cristine Lagarde, no representan a las mujeres trabajadoras, a las que pelean por mayores derechos, sino al sistema hegemónico, ¿es de esperarse que las mujeres que acceden al poder puedan revertir años de opresión o terminarán por plegarse a los deseos del capital?

-Ellas representan una lógica masculina. Las mujeres capitalistas no son diferentes, al contrario, por ejemplo, hoy en Estados Unidos cuando se trata de dar una noticia sucia siempre es una mujer; la mujer da una cara suave y gentil. Hemos verificado después de décadas que la entrada de la mujer al poder no cambia las cosas.

-El ascenso de la derecha en Europa y América viene a revocar derechos ya ganados y se pretende, nuevamente, legislar sobre el cuerpo de la mujer, ¿es la vía electoral la más adecuada para recuperar esos derechos?

-Yo no lo creo, hay muchas vías y no creo que la electoral sea de las más importantes. Yo fui muy feliz con lo que los zapatistas han hecho, porque tenían un concepto de la campaña muy diferente a los partidos tradicionales. Ellos no entendían la toma del poder, sino contactarse con la gente. Y no lo creo porque lo hemos visto muchas veces, que los que nos prometen que van a ser diferentes (no lo son). Tenemos el caso de Obama para mí es emblemático, la gente lloraba cuando él fue elegido.

Todos pensaban en la revolución, pero después hemos visto que ha desarmado los movimientos. Pienso que el único poder es el de abajo, el sistema responde positiva o negativamente a los mensajes que llegan de abajo: si abajo está el poder podemos buscar legislaciones mayores, si abajo no está el poder, podemos tener todas las preguntas, las estrategias, las demandas y las reivindicaciones más interesantes de mundo, mas si el tejido social no es fortalecido, no vas a conseguir nada.

-Recientemente María de Jesús Patricio, Marichuy, no logró las firmas necesarias para ser candidata a la presidencia de la República. En un país donde ser mujer e indígena es signo de marginación y pobreza: ¿a qué se debe que no seamos empáticos con proyectos que nos representan a todos?

-El zapatismo ha conseguido un éxito que ya es legendario. Yo no conozco otro movimiento social que con tanta escasez de recursos y con un espacio que parece el más aislado, ha sido capaz de impactar las actividades, el discurso político, la imaginación de millones de personas en todas partes del mundo. No hay movimiento que ha sido capaz de conseguir lo que los zapatistas han conseguido. Tú vas a Nueva York, a Johannesburgo, a Grecia y todos conocen a los zapatistas, y muchos han dejado de hacer las cosas que hacían y han ido a Chiapas y han sido inspirados. Y otra cosa que me parece fenomenal es que los zapatistas han conseguido algo que ni las Naciones Unidas, con otros recursos: han abierto la puerta de sus comunidades a miles de personas de todo el mundo con la “Escuelita” y el “Encuentro Intergaláctico”.

-¿Quiénes son las o los aliados de las brujas de la modernidad?

-Los nuevos aliados son todos los que se están movilizando por la defensa del medio ambiente y la naturaleza: del bosque y el agua que son parte de la reproducción de la vida. Yo espero también, y esto es un mensaje, que todos los compañeros se involucren en la creación de un mundo más justo y más solidario y que apoyen la lucha de las mujeres y se involucren directamente, por ejemplo, ahora en el 8 de marzo; que se involucren para cambiar el comportamiento de los otros hombres que sigue siendo machistas, violentos.

Creo que los hombres no han entendido que el poder que han ganado sobre la mujer, lo han pagado en la dependencia del capitalismo. Todas las veces que un hombre va a una huelga piensa: “Debo mantener a mi esposa y mis hijos”. El poder de los hombres sobre las mujeres ha servido para pacificar a los hombres, para darles una ilusión de poder que no tienen. Este mensaje es algo que tienen que reflexionar, si continuar de sirvientes ellos mismos del capital y mantener su masculinidad y dignidad al costo de las mujeres o prefieren crecer juntos en una posición igualitaria con su compañera, en una sociedad más justa y diferente.

 

Fuente: https://www.informador.mx/suplementos/El-unico-poder-es-el-de-abajo-20180303-0084.html

«Un llamado a repolitizar la vida cotidiana” // Silvia Rivera Cusicanqui

La totalidad de la nota pertenece al sitio web amigo LA TINTA que la ha publicado el 27 y 28 de Febrero en dos partes (Parte 1: “Un llamado a repolitizar la vida cotidiana” y Parte 2: “Está momentáneamente adormecida la política de las calles en Bolivia”). Aquí publicamos ambas partes reunidas en una nota.

En La Paz, Bolivia, todos los años Silvia Rivera Cusicanqui, socióloga, historiadora y ensayista integrante del colectivo Ch’ixi, lleva adelante una cátedra libre. “Sociología de la Imagen” se convierte así en un espacio de formación para descolonizar nuestras miradas. Estuvimos un mes compartiendo ese espacio y hacia el final del mismo, la entrevistamos con la intención de seguir comprendiendo nuestros feminismos latinoamericanos.

Por Redacción La tinta

Silvia Rivera Cusicanqui considera que su postura personal la ha colocado en cierto modo, “al costado” de toda la problemática planteada por el feminismo desde la década de 1960. “Digo al costado, no porque no me sienta interpelada por las ideas y esperanzas feministas, sino porque siempre he vivido la identidad femenina desde el interior histórico y político del colonialismo interno, donde la mujeridad se construye también colonizada”, narra Silvia en su libro Violencias (re) encubiertas en Bolivia.

En la entrevista que le realizamos, le preguntamos acerca de esto que ella nombra como una “forma práctica de ser mujer feminista, sin estar militando en grupos feministas”. Ella considera que ha sido, ante todo indianista, pensando que la opresión femenina y la opresión india son homólogas. Silvia nos planteó que hoy, el indianismo está totalmente abocado en un discurso nacionalista de buscar un estado aymara y una nación aymara y que para ella, “el nacionalismo es lo más antifemenino que hay. Es una vocación de poder totalmente centrada en un ethos masculino”. En esta primera entrega de la entrevista que le realizamos, conversamos con ella acerca de los encuentros y desencuentros entre indianismo y feminismo, los modos en que se estructura la violencia de género hoy y los vestigios coloniales que hay allí.

Nos gustaría comprender cómo identificas la presencia del patriarcado en distintos momentos históricos, cómo éste se fue exacerbando o constituyendo cada vez con mayor fuerza hasta la actualidad. Y en paralelo, pensar cómo se estructuró el poder y la supervivencia de las mujeres en estos siglos desde la conquista española.

Como les decía, hay elementos patriarcales en la estructura pre hispánica andina, pero yo creo que atenuado por el paralelismo de género, por el carácter bilateral de la autoridad y la existencia por un lado de panakas y aillus que permitían un espacio autónomo de las mujeres donde además el papel ritual que tenían ellas, era además un papel productivo: es un conocimiento de las recetas, de la chicha, de los tejidos, de las canciones y todo eso como un saber femenino reservado interiormente a las mujeres del cual no tenían conocimiento los varones. Por lo tanto había como una cierta autonomía y las fuentes de poder tenían esa doble naturaleza, el ancestro femenino y el ancestro masculino.

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Foto: Colectivo Manifiesto

Todo eso va a ser trastocado por la invasión, sobre todo la parte ritual, pero debido a la propia ceguera de los colonizadores que enfocaron todas sus herramientas de exacción sobre el varón como jefe de familia, hubo como cierta invisiblidad de las mujeres. El rol de ellas como ritualistas de los márgenes se trasladó al margen del comercio, en tanto el varón estaba desarrollando su actividad en el centro de la comunidad, en el espacio de la producción, la mujer cada vez más tendía a ir a intercambiar fuera de la comunidad. De eso surge toda esa presencia que les impresionaba a los españoles de las mujeres en los tambos. En el siglo XVII hubo un censo y ellos planteaban “esas mujeres qué hacen ahí, deben estar vendiendo sus cuerpos”. O sea, desde la experiencia de ellos en España, la presencia de mujeres en el espacio público sólo podía interpretarse como prostitución en tanto que en realidad, las mujeres fueron claves en el nexo entre la coca y la plata en Potosí y también en el Cuzco.

Entonces a lo largo del siglo XVII, XVIII, esta presencia femenina en las ciudades se estableció como una suerte de tercera república y permitió el surgimiento de ciudades matricentradas donde el papel de estas mujeres era central. Además había un proceso como de aculturación e imitación de las mujeres españolas que terminó generando una sociedad que se podía reproducir a sí misma y que estaba en el intersticio entre la sociedad comunitaria del campo y la sociedad estamental de las ciudades. Esta presencia ha sido persistente. Tu has visto en la rebelión de Tupac Katari, el papel militar, incluso de las mujeres, llegó a ser importante y a lo largo del siglo XIX también. Entonces esos momentos de crisis de la economía exportadora eran momentos de auge del mercado interior y ahí el papel de las mujeres era muy importante. En todo esto, obviamente se ha reproducido el patriarcado porque ha habido una suerte de alianza tácita entre los varones de la sociedad dominada y la sociedad conquistadora.

Entonces, en cada caso ha habido mecanismos como de defensa de todo tipo, pero el destino de las mujeres en las ciudades oscilaba entre el comercio y la servidumbre doméstica. Y ahí ya hay todo un fenómeno de mestizaje asociado a los hijos ilegítimos de mujeres que prestaban servicios en las casas y tenían hijos para el patrón. Entonces todo eso genera una sociedad despreciada por su promiscuidad y todos estos estigmas de género. Pero a la vez, una cierta fortaleza por el carácter colectivo que tenían estas opciones. Esto lo ves ya a principios del siglo XX con la fuerza que tienen los sindicatos de mujeres, tanto de las culinarias como de las vendedoras de los mercados, las lecheras, etcétera que van a constituir los sindicatos más fuertes y perdurables en su adhesión al anarquismo.

Va a llegar al punto en que en un tiempo post guerra del Chaco, las mujeres eran la columna vertebral de la Federación Obrera Local (FOL). La Federación Obrera Femenina (FOF), llegó a ser el principal aglutinante de las y los trabajadores una vez que varios gremios de los varones fueron cooptados por el Estado y por los partidos políticos. Ahí hubo como una cierta tenacidad de las mujeres de mantener su espacio de autonomía al punto que los varones tuvieron, de alguna manera, que plegarse a las luchas de las mujeres.

Todo eso se vino abajo con la Revolución del 52, que entre otras cosas instala la forma moderna del partido y de la sociedad basada en la división de lo público y lo privado y la reclusión femenina en los hogares, a pesar de que había un grupo que se llamaban las Barsolas que no eran más que una suerte de grupo de choque femenino. En realidad las mujeres terminaron siendo muy secundarias en la política hasta los años ochenta o noventa: esta presencia de las mujeres en la política era marginal y lo sigue siendo hasta cierto punto.

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Foto: Colectivo Manifiesto

Cuando vos nombrás la política, ¿a qué te referís? ¿A las formas de hacer política más autónomas?

—Al espacio público en general. Si bien hay una apertura a nuevas formas de trabajo fuera de la casa, son formas que reproducen los roles femeninos tradicionales: enfermeras, educadoras.

Vos nombrabas que en la Revolución del 52, la “higienización” fue una política de estado que apuntó a que la llevaran adelante las mujeres en el ámbito doméstico.

—Eso es una política estatal que viene de la época de la oligarquía de los últimos años, del Servicio Cooperativo Interamericano de Educación del departamento de Estado. Allí se introduce toda una cuestión de que la causa de la pobreza indígena es la mugre. Y además, esto viene a ser como un mercado para los detergentes, jabones y todo esto y tiene como efecto el intento de encerrar a la mujer en el hogar al cuidado de los niños y la limpieza del hogar para separar a las mujeres de las labores productivas. Obviamente que esto no lo logran de completo, porque es importantísima la labor productiva en la agricultura, la mujer es fundamental, pero de todas maneras hay un intento muy serio de instalar, pues, el american way of life generalizado a través de políticas higienistas.

En el artículo “Mujeres y estructuras de poder en los Andes: de la etnohistoria a la política”, vos hacés una historización acerca del papel de la mujer antes de la colonia, y marcás como la sociedad boliviana, es una sociedad que tiene una historia de la mujer habitando los espacios públicos de manera muy fuerte, cuestión que hoy pareciera ha quedado un poco oculta. Teniendo en cuenta esta historia de estas mujeres, nosotras nos preguntamos cómo construir hoy un feminismo “con los pies en la tierra”.


—Yo veo que el terreno de unión es la defensa de la madre tierra. Y el nexo con las luchas territoriales y ambientales sobre todo de indígenas de tierras bajas en Bolivia. Yo creo que ahí está el lugar del nexo más fructífero porque une las reivindicaciones feministas con las luchas más territoriales y ambientales de los pueblos indígenas. De hecho yo creo que en este gobierno van de la mano las agresiones a las comunidades y las agresiones a las mujeres, de la mano de un gran incremento de los femicidios, esto es impresionante.


Las mujeres son las que más están poniendo el cuerpo en las luchas socioambientales, no solamente acá en Bolivia sino en toda América Latina.

—Sí. Y es un nexo fructíferamente fuerte en términos teóricos. Se ha pensado siempre que el cuidado, el alimento, son las cosas del mundo privado, son las cosas de las mujeres y que las mujeres debían salir de eso, salir al mercado del trabajo… eso es un feminismo burgués, de la modernidad. Pero hoy en día, procurar el alimento tiene implicaciones cósmicas. Cuidar de la salud, del cuerpo y de la vida, son cosas de una implicación política mucho más grande a través de este nexo con el tema de la Madre Tierra. Una política de los afectos y del cuidado es hoy una forma de hacer política, es un llamado universal a repolitizar la vida cotidiana.

Inicio de PARTE 2:

Silvia Rivera Cusicanqui, es una de las voces críticas necesarias para comprender el momento social y político que está atravesando Bolivia. En esta segunda parte de la entrevista que le realizamos en La Paz, Bolivia en el mes de febrero de este año, indagamos en el vínculo entre patriarcado y Estado, el servicio militar que sigue siendo obligatorio en el Estado Plurinacional de Bolivia, la relación entre mujer y trabajo y los aportes de la mirada ch’ixi a los feminismos latinoamericanos.

Por Redacción La tinta

¿Por qué no podemos admitir que tenemos una permanente lucha en nuestra subjetividad entre lo indio y lo europeo? 
(Silvia Rivera Cusicanqui)

En un horizonte de lucha planetario y bioregional, invocando desde su chuyma la energía descolonizadora del sentir-pensando (amuyt’aña), Silvia Rivera Cusicanqui nos invita a reflexionar desde una mirada ch’ixi nuestras realidades y coyunturas latinomericanas. En su libro Sociología de la Imagen, plantea que lo ch’ixi “literalmente se refiere al gris jaspeado, formado a partir de infinidad de puntos negros y blancos que se unifican para la percepción pero permanecen puros, separados”.

Ella lo define como “un modo de pensar, de hablar y de percibir que se sustenta en lo múltiple y lo contradictorio, no como un estado transitorio que hay que superar (como en la dialéctica), sino como una fuerza explosiva y contenciosa, que potencia nuestra capacidad de pensamiento y acción”.

Lo ch’ixi se opone así a las ideas de sincretismo, hibridez, y a la dialéctica de la síntesis, “que siempre andan en busca de lo uno, la superación de las contradicciones a través de un tercer elemento, armonioso y completo en sí mismo”, escribe Silvia. Es entonces, desde esta mirada que reflexiona, en su libro “Mito y desarrollo en Bolivia. El giro colonial del gobierno del MAS” acerca del proyecto neodesarrollista del Estado Plurinacional y la episteme indígena a través de las luchas que varios pueblos están llevando adelante en defensa de la Madre Tierra.

Silvia escribe con la intención de inspirarnos a las lectoras un “optimismo cauteloso” o “pesimismo alegre” que permita “invocar la episteme indígena como parte esencial de un pensar propio y creativo, capaz de ir más allá de la caricatura folclórica estatal”. De la misma manera, sus lecturas nos inspiraron para reflexionar acerca de los vínculos entre patriarcado y Estado en Bolivia.

Nos gustaría que nombres los elementos patriarcales que vos identificás que han estado presentes en la conformación y continuidad del Estado Plurinacional de Bolivia

—Yo lo que veo, en términos fácticos, el nexo que hay, es el pacto entre los militares y el Movimiento al Socialismo (MAS). Eso viene desde el principio. La Fuerza aérea y la Fuerza naval tienen un poder inmenso, un poder de control territorial y de recursos, la impunidad, la corrupción y la tolerancia a la corrupción. Todo eso marca una herencia de la época del pacto militar-campesino, una especie de pacto militar-cocalero mafioso. Que es un elemento que trae graves consecuencias para las mujeres. Es ahí donde hay cuarteles, donde empiezan los prostíbulos, la trata de mujeres. Y todo eso es tolerado, fomentado por el Estado. Además de que la impunidad militar, es espantosa.

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Foto: Sofía Bensadon

El hecho mismo de que el servicio militar siga siendo obligatorio en Bolivia, es algo importante a analizar cuando una piensa los espacios de conformación de vínculos e identidades masculinas. Vos hablabas en uno de los encuentros de la Cátedra Libre de Sociología de la Imagen, que el servicio militar obligatorio, que se instala después de la Guerra del Chaco, pasa a ser un “rito”, una forma de “ciudadanización aceptada por las clases subalternas” y como espacio de conformación del “ser hombre”.

—Exacto. El servicio militar es un servicio colonial, de violentar los cuerpos. Realmente mueren muchos jóvenes por maltrato en el cuartel. Y el hecho de que hay una impunidad y un velo y una cantidad de privilegios y prebendas que gozan los militares, tiene efectos muy graves en la normalización del patriarcado y de la opresión y de la impunidad frente al femicidio.

Pensando en esto que trabaja Rita Segato sobre “la guerra contra las mujeres” en un momento en el cual, pensar las estrategias de supervivencia, es casi una necesidad básica para nosotras, es que nos preguntamos también qué posibilidades hay de pensar no sólo estrategias de supervivencia, sino también alternativas de emancipación. Vos hablabas de volver al vínculo con la madre tierra. En este contexto de crisis civilizatoria, cómo damos esos pasos, cómo construimos recordando a esas mujeres prehispánicas de los márgenes.

—Yo creo que hoy día hay muchas comunidades dispersas, pero que están haciendo cosas: agricultura, ecología. En las ciudades, en todos lados, en toda América Latina. Ahí se están retomando los vínculos prácticos entre el ser mujer y las políticas más amplias ambientales y de cuidado de la tierra. Yo creo que hay un momento.

Además, en algunos países como en la Argentina está súper activo el Ni una Menos y tiene un arraigo popular que no tiene en Bolivia. Acá en cambio es muy de ONG la cosa del Ni una Menos, las marchas son muy débiles. En cambio, allá casi se podría hablar de un movimiento social de mujeres. De todas maneras esto está momentáneamente adormecido, porque está momentáneamente adormecida la política de las calles en Bolivia, estamos muy adormilados.


Aquí han hecho la ley de igualdad de género donde se acepta el cambio de sexo y el transgénero, pero no se permite el matrimonio homosexual. En fin, son recortes muy formales, aflojar por un lado para ajustar por el otro. Entonces se afloja por ejemplo en tema de aborto pero se ajusta en el extractivismo y en toda la agresión que hay a los territorios indígenas.


En algún punto ¿podrían considerarse demandas liberales hacia el Estado?

—La lucha por el matrimonio me parece una barbaridad, heterosexual y homosexual. El matrimonio es una institución conservadora y reaccionaria. Pero acá se afloja en algunos términos para poder seguir con la política extractivista. Y ahí es donde las mujeres tenemos que estar más firmes que nunca.

En relación al vínculo entre mujeres y trabajo. Traíamos las reflexiones tuyas, escuchadas en la cátedra libre, acerca de lo que implicó la creación de un orden social tras la llegada de los colonizadores, basado en un mundo donde los que dominan, no trabajan. Vos planteabas que esto, para el mundo andino “es el mundo al revés”, donde el trabajo es visto como castigo, donde el trabajo es explotación. Esta vuelta de rosca de pensar cuán distinto es el trabajo en el mundo andino, cuando existe un vínculo con la Madre tierra, con la Pachamama.

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Foto: Sofía Bensadon

—Sí, en el mundo andino, el trabajo también está vinculado con las fiestas, con el mundo ético y con el cosmos.

Vemos que en Bolivia se da muy fuertemente que la mujer incursiona en rubros que en otras territorios, son roles ocupados por hombres, ahora e históricamente. Por ejemplo, en la construcción, es un trabajo que en muchas sociedades se lo considera sólo de hombres y acá se da hace bastante tiempo ya que la mujer ingresa a ese rubro y de alguna manera lo hace propio.

—Bueno eso ya comenzó en la Guerra del Chaco, habían maestras albañiles, masivamente las mujeres entraron en puestos de trabajo de varones y a través de toda una política de autoconstrucción. Porque la mayoría de los casos, cualquier obra estatal, el Estado ponía los materiales y la mujer el trabajo y ahí las mujeres estaban picando piedras y pavimentando. Pero hay en general una sensación de que no hay límites para las mujeres en término de tipos de trabajo. No hay tabúes.

Y crees que eso se puede dar acá en Bolivia por toda la historia de la mujer con el trabajo en el campo…

—Sí, absolutamente, porque la migración es diferencial. En las comunidades básicamente hay mujeres, viejos y niños. Entonces el grueso de la labor agrícola está en manos de mujeres. Aparte de que el trabajo es visto pues como algo absolutamente dignificante.

Por último, para cerrar, queríamos preguntarte cuáles son los aportes que el pensamiento ch’ixi tiene para hacer a los feminismos latinoamericanos.

La Gayatri Spivak decía que estamos cansadas de ser socias honorarias de los clubes masculinos. Yo pienso que tampoco queremos que los varones sean socios honorarios de los clubes femeninos. Y ahí es donde entra lo ch’ixi, la posibilidad a la vez de compatibilizar lo individual con lo colectivo, lo femenino con lo masculino. Y un poco eso lo hemos puesto en práctica aquí en el colectivo, nosotras no somos las que cocinamos y ellos hacen, sino que interactuamos en todos los terrenos. Pero también manteniendo ciertos espacios diferenciados. Entonces la idea es también, como coexistir entre diferentes estableciendo lugares en los que la diferencia no se disuelva con el sometimiento de uno al otro, sino que permanezca como cierta energía en el propio conflicto. Esta es una forma en la cual lo ch’ixi podría resolver esta paradoja.

El capital financiero vino a Argentina chorreando lodo y sangre // Entrevista a Bruno Nápoli

Entrevista realizada por León Lewkowicz y Facundo Abramovich

Bruno Nápoli es investigador en historia reciente y docente. Escritor, también, de un bello libro llamado En Nombre de Mayo, en donde selecciona puntos donde se tramó «nuestra» Patria, «nuestra» identidad nacional, dando cuenta la continuidad de una crueldad estatal que atraviesa la historia argentina. Recientemente, estuvo encargado de la edición de La Chispa de Osvaldo Bayer, diario que en Esquel había fundado el periodista e historiador anarquista para denunciar la miseria, la expropiación, el despojo -allí ya se denuncia el saqueo y la persecución a las comunidades mapuches como la Lof Cushamen-.

Nápoli desnuda el drama de nuestra historia reciente resumiéndoló en dos palabras: desaparición y deuda. Hablando sobre la continuidad de estas dos variables dijo: “Parece no tener fin”. Drama, entonces, pero que roza la tragedia, “parece” ser una tragedia. Financiarización de la economía y represión, esos son nuestros últimos 60 años. Así nos gobiernan y desde allí pensamos y vivimos. Leyes represivas y leyes económicas: dos caras de una misma moneda. Aquí no hay “gobiernos progresistas” y “gobiernos de derecha”, ni siquiera, dictadura y democracia. Casi sin interrupciones, gobierno tras gobierno, el diálogo entre economía y represión se mantuvo intacto. Bruno no da respiro, no da tregua, no concede ni perdona nada al enemigo, no hay “pero”: está en guerra. Característica fundamental para nuestra época. Por eso se enojan los peronistas, los radicales, los frondizistas, los kirchneristas, los peronistas, pero, también, la militancia de izquierda. Nápoli contra todos ellos reivindica al anarquismo.

Hablando sobre las tierras donde habitan las comunidades originarias dijo que es un “Un subsuelo muy rico, con gente muy pobre arriba”. Así también ve la historia: su “subsuelo” terrateniente, latifundista y empresarial con complicidad estatal. Pobreza, desaparición, crueldad estatal y asesinato arriba, en nuestras calles, en nuestros días. A excavar la historia y nuestro presente, el abajo y el arriba.

 

Lobo Suelto (LS, de ahora en más)- Vos estudias la historia económica reciente, en particular, al capital financiero, desde sus inicios hasta los días que hoy nos corren. Y en las últimas dos décadas -lo podemos rastrear de una manera fuerte en los 90s en el progresismo de la época, en los inicios de Página/12 o en libros como Robo para la corona de Verbitsky- el discurso sobre la corrupción ha causado fuerte impacto. Sabemos, en los últimos 10 años, dejó de ser bandera progresista para ser el discurso del cual la derecha, los discursos pro-empresariales, se apropiaron para atacar a los “gobiernos progresistas”, en todo Latinoamérica pero, en particular, en Argentina y Brasil es donde más hondo a calado ese discurso. ¿Cómo pensás ese fenómeno? ¿Qué es la corrupción? ¿Cómo se organiza, en qué consiste?

Bruno Nápoli (BN, de ahora en más) – Cuando se habla de corrupción y sistema financiero, el tema es difícil plantear: no se puede hablar de corrupción solamente como un grupo de personas que roba algo. En términos del delito en si, por ejemplo, un corrupto es alguien que vacía una empresa o una “sociedad comercial” adrede, la manda a la quiebra y fuga el dinero. Pero hay una dinámica del sistema financiero por su  auto-regulación que hace difícil seguir el delito: un sistema que tiene la posibilidad de generar presión a partir de grandes crisis económicas, de vaciar el sistema de liquidez (como hizo en 2001, cuando vació los bancos y giró el dinero al exterior), y luego, junto a los representantes del Estado, el mismo sistema financiero deroga leyes que castiguen el ilícito y arma leyes en función de lo que nosotros podemos pensar que es un delito de corrupción (como el salvataje a los bancos vía “blindaje”, o el pago a los ahorristas de lo fugado). Pero, en realidad, no es corrupción si es por cuestiones legales; una legalidad lograda con la ayuda de instituciones estatales (por caso, el Congreso de la Nación). Otro ejemplo: que el presidente de la nación o un ministro emitan deuda a nombre del Estado Nacional (deuda soberana) y que destinen parte de sus patrimonios personales a comprar esa deuda, no es ilegal. Es profundamente ilegítimo y desigual, pero no es ilegal. No hay legislación hasta ahora que prohíba esos actos. Hay un enorme retraso de la legislación en la persecución de lo que se puede llamar ‘conflicto de intereses’ –pero es un claro acto de estafa, una enorme estafa: yo nos endeudo a nombre de todos y luego yo compro la deuda; entonces todos ustedes me deben a mí. ¿Yo estoy dentro de esa deuda? Sí, porque soy parte del conjunto, pero tengo solo una mínima parte: los estafo de manera legal, pues ustedes no pueden esperar que yo haga eso. ¿Hay una ley que me lo prohíba? No, entonces es legal. Es ilegítimo, pero es legal.

 

LS – Mencionaste al sistema financiero. Allí hay una complejidad que desconocemos absolutamente. En alguna medida llegaron a ser cuestionados a principios de la década, pero en los últimos años ha vuelto a ser normal el banco, tener la plata ahí, cobrar ahí, depositar por home banking, realizar todo tipo de transacción. ¿Cómo funciona el sistema financiero? ¿Cómo se lo regula?

BN – El sistema financiero se mueve con sus propias reglas y leyes hechas a medida, en una legislación de varias décadas. Existe una ley general que regula todo el sistema financiero (entidades bancarias y no bancarias) –que es la Ley de Entidades Financieras del 14/02/77 LEY Nº 21.526 . Esa ley sigue vigente. ¿Cuál fue el espíritu de esa ley? Primero [hay que] entender que fue hecha en un contexto represivo. Segundo, que fue hecha en el contexto de un avance neoliberal que pretendía la concentración financiera (dejar el manejo del capital en pocas manos). Porque uno puede decir: “bueno, pero una ley es necesaria”. Por supuesto que una ley que regule el sistema financiero es necesaria, pero si vos lees la letra de la ley, apunta a la concentración financiera; y están los números: hace 40 años –cuando se sancionó la ley-, había en la Argentina mas de 800 entidades financieras, bancarias y no bancarias (bancos comerciales, bancos nacionales, bancos provinciales, casas de cambio, cajas de crédito, bancos cooperativos). Se sanciona esa ley y pasan a ser 600 a los dos años. 400 a los cinco años. Hoy, en la Argentina, hay 78 entidades financieras (bancarias y no bancarias) y tenés el doble de población (hace 40 años tenías 25 millones de habitantes, hoy tenés 44 millones de habitantes). ¿Concentra? Y, sí. Es una ley pensada para la concentración financiera; una ley que le permite a un grupo de prestamistas que sean dueños de casas de cambio o bancos (u otro tipo de entidad financiera) juntarse entre tres, cuatro, veinte, cuarenta incluso y formar un solo Banco. Es decir, cuarenta entidades financieras de distintos rubros se juntan, arman un banco y concentran los préstamos, los plazos fijos, las cuentas corrientes, las tarjetas de crédito. En la actualidad, de esas 78 entidades financieras, 63 son bancos. Y en 2016 esos bancos recaudaron 74.560 millones de pesos. Los números asombran: hay en la actualidad casi 37 millones de tarjetas de crédito en la Argentina, más 42 millones de cajas de ahorro, y unas 5 millones de cuentas corrientes. Tenés cerca de cien millones de instrumentos financieros manejados por muy pocas “personas jurídicas”. Una concentración de todo el dinero circulante. Las cuentas sueldo (cajas de ahorro también) es otro ejemplo: todas las cuentas sueldo de la Argentina obviamente pasan por un banco, en insistimos, son solo 63. Entonces, hablar de corrupción es complicado porque de lo que estamos hablando es de figuras que pueden ser delitos o estafas en otros países, pero muchas de ellas están legalizadas por la ley o permitidas por la ley, como las exorbitantes tasas de interés en tarjetas de créditos. La ley de entidades financieras empieza diciendo: “los bancos pueden hacer todo lo que no esté prohibido acá, en esta ley”. Así empieza: pueden hacer todo. Si vos no tenés otra legislación que la contrarreste, bueno, no hay casi nada prohibido entonces. Y además la ley encima es muy permisiva –no prohíbe casi nada-. Esto se complementa con las resoluciones que toma el Banco Central de la República Argentina, para fijar diariamente los “huecos” que van surgiendo en un sistema que inventa todo el tiempo nuevos instrumentos financieros, y que deben ser regulados de alguna manera; y si no derogas la Ley “madre”, tenes que hacerle constantes modificaciones, Desde los 90 hasta ahora tuvo 18 modificaciones (7 con Menen, 7 con De la Rua, 2 con Nertor Kirchner y 2 con Cristina Kirchner) y fue complementada con resoluciones del Central. Así funciona este pequeño grupo de entidades financieras que manejan todos los movimientos de dinero del país, interna y externamente.

LS – Hay, entonces, una comunión entre Estado – sistema financiero, es más, democracia representativa y sistema financiero. ¿En qué otras cosas se manifiesta? ¿Cuál es la figura legal que utilizan los bancos, avalados por el Estado, para hacer semejantes negocios?

BN – Ahora, pensaba esto, vos fíjate otra “trampa” de los bancos: ¿De qué “vive” un Estado? de cobrar impuestos por cada actividad comercial que se realiza, desde la compra venta de mercancías (cualquier tipo y rubro) hasta los intercambios de instrumentos financieros. Tanto las “personas jurídicas” (empresas) como las personas físicas, pagan por toda actividad realizada. Pues bien, la renta financiera en Argentina no paga impuestos. La rentita financiera, la que se hace por fuera de la Bolsa y realizada por personas físicas, sí, pero la realizadas por “personas jurídicas” no. ¿y qué pasa con los bancos? No pagan, entonces, ¿qué te dicen? “Nosotros no tenemos plata. Trabajamos con patrimonio neto negativo”.

LS- ¿Patrimonio neto negativo sería sólo con el dinero de los clientes?

BN – Exactamente. Lo que te dicen es: “toda la plata que tenemos es de los clientes”. ¿Y un capital inicial? Ya está puesto en el encaje que pide el BCRA. Luego tenemos gastos para mantener el sistema, el sueldo de los empleados, etc”. Con lo cual, tienen la excusa perfecta para no pagar impuestos. Y a la par, la renta es altísima. De 2012 al 2017 la única renta que creció es la renta de los bancos: es una línea ascendente y constante. Creció muchísimo, fueron los que más ganaron dentro de la economía local.

LS – Entonces, legalmente se presentan como deudores de los clientes

BN: Exactamente, exactamente. Yo no tengo dinero propio, tengo dinero de los clientes. Y, además, por cada peso que recibo de los clientes, una parte se la tengo que dejar al Banco Central como parte de un encaje bancario (y garantía). Los encajes bancarios son eso: yo recibo un plazo fijo y el 25% se lo dejo al Central como garantía, así el Central responde si yo no puedo responder. Ahora se bajó eso: el Banco Central lo bajó al 22%, es un montón de plata. No es poca plata: es muchísimo el dinero que le permite manejar a los bancos. Eso por un lado. Pero además, el Banco te dice “soy el tercero de confianza entre los que hacen operaciones, soy el garante de que la economía funcione cuidando el dinero de los demás”.

Por otro lado, el banco financieriza todo lo que toca: su motivación son los préstamos con interés. No importa si no llegas a fin de mes, el banco te refinancia, mientras seas “solvente”, y ser solvente no quiere decir ser rico. Ser solvente quiere decir que vos tengas un mínimo ingreso.  Por ejemplo, un plan social, una Asignación Universal por Hijo de $5000 o $7000. Bueno, para el banco sos solvente. ¿Qué hace el banco? Te da un préstamo. ¿Por qué? Porque si vos no lo podés pagar, puede accionar y quedarse con una parte de tu Asignación, ya que es el banco el que te la paga a fin de mes, y puede retenerte una parte con solo apretar un “enter”. No necesita que vos lo lleves a fin de mes: va y te lo saca antes de que vos lo cobres. Entonces vos en vez de cobrar $7000, cobrás $3000. ¿Por qué? Porque le debés al banco, que le pediste prestado y no llegaste a cumplir con las cuotas. Los sectores empobrecitos pero con asignaciones (sean jubilaciones mínimas, pensiones o planes) son los que están mas financierizados: el proyecto Argenta, que el Estado nacional sacó entre las PASO y el 22 de octubre, dio miles de créditos a los sectores más vulnerables. Porque está comprobado por que la “intención” de pago de los sectores vulnerables es muy rígida: el pobre quiere pagar, no quiere quedarse sin el crédito, quiere responder por lo que le dieron.  [El banco] le presta a los solventes. Al que no tiene nada no le va a prestar pero, aunque tengas una jubilación mínima, te financiariza. En los barrios más populares, el Banco Ciudad sacó préstamos personales para gente que tiene planes sociales. Y vas a ver, en estos días, una publicidad con gente muy humilde diciendo: “el banco es lo más importante que tenemos en el barrio”, “ahora tenemos un banco en el barrio”.

También los préstamos hipotecarios son parte de esta financierización, aunque no hay grandes líneas de préstamos hipotecarios. Las pocas que hay son un boom, pues todos quieren cumplir “el sueño del techo propio”. Pero son también bastante peligrosos porque cuando te prestan créditos UVA (unidad de valor adquisitivo) no debés pesos ni dólares: debés UVA que es una unidad de valorar asignada por el banco y que se va ajustando de acuerdo a la inflación y a las tasas que dicta el BCRA. Si vos a fin de mes no llegás a pagar, el banco te dice: “Ok, esta cuota no te la aumento. Pero te quedás un mes más conmigo”.  Si al año no podés pagar te dice: “Bueno, te extiendo el préstamo”. Lo que quiere el banco es que vos estés atado a eso. Además de eso, los bancos se están endeudando. Porque para prestar dinero o para darte dinero en dolares o en pesos, tiene que conseguir esos pesos o dolares: ¿De donde los saca? De otros ahorristas o dinero que puede traer del exterior. Por ejemplo, si vos querés un préstamo en dolares, el banco tiene que comprar los dolares, avisar al Banco Central que compró dolares y dartelos. Y vos tenés que poder devolverlos.

LS- Basta prender la televisión para escuchar a los periodistas y economistas que ofician como prensa oficialista justificando -por supuesto, en nombre de una Verdad científica económica- medidas de ajuste por el “déficit” que culpa de la “pesada herencia” recibió el gobierno de Cambiemos.  Entonces, mientras hacen su llamado a que los trabajadores “hagan un esfuerzo” -es decir, se caguen de hambre, se queden sin trabajo, sufran la precarización-, ¿Qué pasa con la plata? ¿Qué rol juegan los bancos?

La paradoja de esto es que en un momento donde los discursos políticos dicen que no hay dinero, que el deficit es alto, que el Estado está fundido, los bancos tienen más liquidez que antes. ¿Por qué? Porque están haciendo enormes negocios con las tasas altas que pone el Central en instrumentos financieros como las LEBACS, letras que el Central vende, ¿y quién las compra? Los BANCOS!. Con lo cual viven del negocio del Central y sus altas tasas, entonces hoy ves que los bancos ofrecen dinero en todo tipo de préstamos personales, y hay una catarata de publicidad invertida en estos instrumentos.

LS- Y, esto te lo deben preguntar mucho: ¿Qué sostenibilidad en el tiempo tiene esto?

BN – Sí, la pregunta del millón es ¿En qué momento esto puede reventar? ¿Cuándo la gente deje de pagar? No. Cuando los bancos decidan que las formas ficticias de estos instrumentos no tienen correspondencia con la forma de la economía real. Eso no lo decide ni el Estado ni la sociedad: lo decide el sistema financiero. ¡Cuando la diferencia ya es muy grande, entre todos los instrumentos financieros ficticios que inventó (préstamos personales, préstamos hipotecarios, préstamos argentos, préstamos a jubilados, préstamos para viaje, préstamos para refaccionar) y la economía real, el número de personas a endeudar es finito! Cuando todos esos instrumentos, ya son muchos y se hace una burbuja, y no se condicen con la economía real (que es que ya no hay tanto dinero para poder pagarlo, ni hay tanta gente), decide el mismo sistema financiero entrar en crisis. Se da en quiebra todo el sistema financiero, dice que no tiene más plata, la que tienen la fugan al exterior o a alguna guarida fiscal y esperan el salvataje de Estado. Y la rueda vuelve a girar….

LS – Digamos que, no es que los bancos dejen de ganar y por eso “quiebran” sino que “quiebran” en cuanto su tasa de ganancia ya no está a su querer

BN – Exactamente, cuando va a empezar a caer en los parámetros que ellos quieren -que no tiene que ver con que la gente pague o no, aunque después le echen la culpa a la gente diciendo «La gente sacó tanto y sabía que no iba a poder pagar, por eso quebramos»-. En realidad, cuando empieza a decrecer, cuando los instrumentos financieros no son tan rentables, fugan directamente. Así lo hicieron en Estados Unidos: vendieron instrumentos financieros y después le vendieron a otras personas seguros contra esos instrumentos financieros, que ellos mismos habían vendido. Es como que yo te venda un seguro para tu casa a vos y después lo agarro a otro y le digo: te vendo un seguro contra el seguro de casa que ya vendí, apostá contra eso porque quién compró el seguro para la casa no lo va a poder pagar, entonces cuando él no paga, vos cobras. Y los operadores cobran por los dos instrumentos financieros. Cuando los instrumentos financieros ficticios son tan grandes que se dislocan con la economía real, el sistema colapsa solo, se da la quiebra, se fuga el dinero y después espera el salvataje. Y el Estado lo que hace es aprobar una ley por el congreso diciendo que hay que salvar a los bancos, como en el 2001 acá, como pasó en el 2008 en Estados Unidos, en España, en Grecia, en Italia. En todos esos países, el sistema financiero se auto-colapsó, le echó la culpa a la gente de que no pagaba sus préstamos, giró el dinero a guaridas fiscales -por eso hay tantas guaridas fiscales en el mundo, tantas off-shore-, y los Estados inyectaron miles de millones de dolares para reactivar el sistema financiero. Porque el discurso estatal -y acá vuelvo a discutir el discurso de la «corrupción»-, es: sin sistema financiero, no hay economía posible porque los bancos le pueden prestar a los empresarios para que generen trabajo etc, entonces hay que darle plata a los bancos para que nos de plata a nosotros, es la excusa ideal: “todos ganan” según esta teoría (los banqueros, los empresarios, los laburantes, los jubilados, etc). Y seguramente, los políticos ganen mucho por el lobby que le hacen, como en Estados Unidos que hay 5000 cabilderos, tipos que tienen una tarjetita para entrar al congreso a negociar con legisladores. Acá hay decenas de lobbystas y todos entran a negociar con diputados y senadores. (Por ejemplo, cuando hay que aplicar una ley para medicamentos, los congresos municipales se llenan de “visitadores médicos” y representantes de laboratorios). Vuelvo con esto, si vamos a discutir “corrupción” y nos quedamos con “el funcionario chorro”, estamos fritos. Con un sistema financiero auto-regulado y con leyes hechas a su medida, todos esos “conceptos” del sentido común de corrupción son menores.

 

LS – ¿Qué son, entonces, los delitos económicos? ¿Cómo son sancionados?

Para hablar de delitos concretos tenés como el que hizo el presidente Macri con la compra-venta de acciones de Sevel: hizo comprar parte de las acciones de su propia empresa a un tercero de manera secreta, las acciones subieron tanto que muchos inversores hicieron lo mismo (en un mercado que se mueve por expectativas, esto es común, comienza a subir un “papel” y todos los inversores corren detrás de esa suba y comienzan a comprar el mismo papel antes que llegue a su pico máximo, para después vender en el “cenit” y ganar la diferencia). Después derrumbó el precio y cuando todos comenzaron a vender en baja, compró y ganó millones de dólares en el medio. Eso es un delito concreto, pero está penado sólo con una multa -que ahora las multas subieron a 180 mil pesos pero antes eran de 10 mil pesos por casos así. Pero aquí tenés otro problema: cuando vos demostrás estos delitos, se aplican multas (a no ser que demuestres asociación ilícita). Cuando se demostró esta estafa con acciones de Sevel, Macri padre e hijo, y el “inversionista fantasma” que los ayudo, recibieron una multa de $10.000 entre los tres, que encima apelaron para pagar menos.

Pero respecto del otro item, el «robo» dentro de la administración pública o de la privada de una persona física, no tenés la posibilidad de tocar los bienes robados porque la propiedad privada en Argentina es intangible. El caso más conocido es el de Maria Julia [Alsogaray]: se demostró que había robado por varios millones y cuando un grupo de abogados dijo «recuperemos el petit hotel que tiene y así recuperamos parte de lo que robo», no se pudo avanzar porque la propiedad privada es intangible, no se puede tocar. Entonces, vos sólo podés castigar penalmente a la persona física con una pena de cárcel por ejemplo o con una multa, nada más.

 

LS- Queríamos retornar un poco a la articulación entre lo jurídico y lo económico. Decís que hay una trampa “democrática” en la sanción de leyes, si querés desarrollar el romance que hay entre Casa Rosada, Congreso, municipalidades, legislaturas, consejalías y bancos.

BN- Este año se aprobó, el mismo día que se votó la prórroga de la Ley de Emergencia Territorial, la Ley de Responsabilidad Penal Empresarial. En nuestro país, hasta antes de la ley, si una empresa privada cometía un delito económico, vos podías perseguir a las personas físicas pero no jurídicas: podías perseguir al contador, al gerente,etc, pero no a la empresa. Con la nueva ley podés sancionar a la empresa, a la “persona jurídica”. Pero tiene un articulo que dice que si una empresa roba pero con el tiempo, luego de una investigación interna «descubrió» su delito, puede negociar con el Estado, intercambiar información, devolver lo que robó -puede haber robado 100 y decir que robó 50-, y allí se extingue la acción penal. Una ley del arrepentido, un premio. Sobre todo porqué -y volvemos a discutir «corrupción»-, el delito privado perfora el Estado y no al revés. Si vos querés encontrar delitos de corrupción, tenés que ir a las empresas privadas que coimean a un funcionario (por ejemplo, cuando quieren obra pública –dinero “limpio” pagado por el Estado a través del Banco Nación). Si vos te arrepentís de una coima, podes negociar con el Estado los nombres de los coimeados y si es “amigo” queda en la nada…. indulto empresarial. Repito: Todo delito privado perfora lo público, si hay empresario que robó es porque hay un funcionario que permitió. Y, por otro lado, la ley tiene un artículo que dice que en 6 años extingue la acción penal. Los delitos económicos son muy complejos de descubrir, muy complejos de investigar y, sobre todo, de demostrar. No alcanzan 6 años, deberían ser inextinguibles.  La ley se aprobó el mismo día que se aprobó una ley para las comunidades originarias, entonces todos votaron la ley de emergencia territorial -hasta el PRO, con discursos que parecían de Altamira, hay que escucharlos-, y acto seguido votaron la Ley de Responsabilidad Penal Empresaria (un intercambio de favores). Por eso decía que es complejo discutir corrupción, fue muy banalizada la discusión y centrada en lo público. Hay que pensar que existe un sistema legal armado para que puedas hacer este tipo de operaciones económicas y enriquecerte sin que sean ilegales, aunque sean ilegítimas o haya conflicto de intereses. A la par de esto, si sancionas a un funcionario, pero no investigas el delito privado, no sirve de nada, pues sacas a ese funcionario y lo hará otro. Incluso las causas contra funcionarios kirchneristas, mal que nos pese, todavía no tienen comprobado ningún delito. Y eso a mi me aterra. No por que no crea que son chorros (nadie puede multiplicar su patrimonio de la manera en que lo hicieron), algo hicieron, pero ¿Es un delito alquilar habitaciones de un hotel y dejarlas vacías? Eso no es un delito. A mi me paga el Estado por hacer una obra, dinero en blanco, y yo alquilo todo un hotel y no lo uso. Y bueno, puede ser que haya un conflicto pero no necesariamente es un delito eso. Los contratos de futuro de dolar son un instrumento legal de los Bancos en muchos países (de hecho en el Banco Nación, si vos sacás un préstamo UVA, te ofrecen en paralelo un contrato de dolar futuro porque si tardás mucho en conseguir tu casa, tu préstamo se desvaloriza, entonces para asegurar ese monto te ofrece futuros de dólar para ganarle a la inflación). Tenemos es una legislación tremenda que avala ese tipo de actividades y que la mayoría de personas desconoce. Por eso se pueden realizar, por eso un ministro de finanzas puede emitir deuda y después comprarla, todavía no está tipificado como delito. O sea, la corrupción está banalizada totalmente, hay que entender que hay un sistema legal, político, financiero y económico que está pensado para enriquecer a los que más tienen.

Podríamos agregar que respecto de la legislación para penalizar a “personas jurídicas” (Bancos, empresas de capital productivo, etc) no tuvimos ley durante 16 años. El antecedente para delitos económicos cometidos por “personas jurídicas” fue la ley 20.840 ( ley 20840/ 28-sep-1974. Ley de Seguridad Nacional, SUBVERSION ECONOMICA Y OTRAS), que hubiera permitido, por ejemplo, sancionar a los Bancos que fugaron sus capitales en 2001, pero fue derogada por el Congreso de la Nación para que esto no suceda, en una escandalosa sesión del 30 de mayo de 2002 donde radicales y peronistas, con la excusa de la “gobernabilidad”, derogaron la norma.

 

Vidas paralelas

LS- Desde que asumió Macri aumentaron la cantidad de trabajadores que pagan Impuesto a las ganancias. Ya pronunciar “ganancias” en una ley como esa, da escalofríos luego de hablar del capital financiero. También se paga el monotributo. Ahora: se han sacado las retenciones a sectores agrarios e impuestos a las mineras. ¿Cómo es en el caso de los bancos y las empresas?

BN – Lo que hay son “sistemas tributarios” paralelos: si sos monotributista, y te atrasas con tus pagos, en 6 meses, te dan de baja de oficio y si en los otros 6 meses no regularizas, te empieza a correr una multa que puede llegar a los 20 o 30 mil pesos. En cambio, si sos exportador de cualquier bien o servicio, cobras en divisas (dólares) y no pagas impuestos por tu operación comercial, pues podés dejar tu dinero en el exterior de por vida (con lo cual, al no ingresar esos dólares, el Estado no puede deducirte impuestos –ver Decreto 893/2017 Modificación de normas relativas a mercado de cambios, 01/11/2017-). Otra “vida paralela”: si sos juez, directamente no pagás impuesto a la ganancia ni impuesto al patrimonio y no tenés que mostrar tu declaración jurada. Ahí te mostré 3 sistemas tributarios diferenciados, para tres clases sociales diferentes. Entonces no sé si hay que hablar de corrupción: hay que hablar de un sistema armado, que beneficia a los que más tienen sobre los que menos, así se ha fundado y se sostiene nuestro Estado.

 

LS- Acá retornamos al principio: La corrupción termina siendo una excusa para la renovación del Estado y termina siendo un aliado de ese mismo sistema.

BN- Si, porque el sistema funciona así, no se lo tiene que llamar «corrupto», no vale la pena. El sistema funciona con la inequidad ante la ley. Hay que entender que no somos iguales ante la ley y que hay sistemas tributarios y penales diferenciados. Y eso que decís es cierto, el discurso de la «corrupción» termina siendo el ariete para que entren los que defienden el sistema tributario diferenciado, diciendo «esto es corrupción y lo vamos a limpiar». Lo que hay que hacer es una profunda modificación del sistema legal, del código civil y comercial que son los hacedores de este sistema económico, y del régimen penal, que posibilite ampliar las figuras del delito económico.

 

Nunca se sabe que puede un cuerpo. Pero si que hicieron de él -y que quieren hacer- el capital financiero y el Estado.

LS – Siguiendo con la historia reciente: vos ligás la financiarización progresiva, continua pero abrupta, de los últimos 60 años de la economía argentina con la de los cuerpos que producen, habitan y viven en nuestro país. Allí, encontrás otro dialogo, que es el rol de la represión en los últimos 60 años y, por tanto, cómo ha influido en los cuerpos la financiarización. Es decir, cómo vive un cuerpo financiarizado y qué pasa con los cuerpos que no quieren adaptarse a ese tipo de vida.

 

BN- Bueno, porque es muy importante entender que la legislación económica argentina de los últimos 60 años, implicó por un lado la concentración en pocas manos del dinero de todos (tanto público como privado). Por otro lado, esa misma legislación implicó una lenta pero irreversible valorización financiera de la economía, es decir, que el dinero no se oriente hacia la producción, sino que se oriente a instrumentos financieros para hacer especulación. Y eso comenzó hace 60 años: comenzó en 1956, cuando el Estado Nacional Argentino ingresa al Fondo Monetario Internacional por primera vez (decreto-ley Nº 7103, de fecha 19 de abril de 1956, del dictador Pedro E. Aramburu); se profundizó en 1957 cuando se pidió el primer préstamo al Club de París, que se terminó de pagar en Junio de 2017. Hace 60 años cada argentino debía alrededor de 80 dólares en concepto de deuda externa, hoy debemos 7 mil dólares cada uno por deuda externa acumulada. Hace 60 años -año 1957- la deuda externa era de 1.425 Millones de dolares, hoy en día tenés una deuda de 307.000.000 Millones de dolares. De Mil cuatrocientos Millones a Trescientos mil Millones: te endeudas y siempre pagás más, ¿por qué? Porque el negocio de la Deuda, para los Bancos internacionales, es que nunca puedas pagar así te ves obligado a pedir más deuda para pagar la anterior. Y para los bancos instalados aquí también es un negocio, pues cada colocación de Deuda se hace a través de Bancos locales, que cobran comisiones exorbitantes por cada operación. ¿Ahí hay corrupción? No: es la legislación la que permite la apertura de bienes y capital. Y esto es fundamental: el peronismo, tenía una política no aperturista de bienes y capitales. Es decir, por un lado, controlar qué ingresa (las importaciones), y por otro lado -es importante distinguirlos-, cuánto dinero entra y para qué. Al controlar la circulación de bienes y capitales, ponés restricciones a las inversiones, pues las utilidades que genera el capital extranjero, deben pagar impuestos pues es ganancia realizada con trabajo y producción local.  Esa es la restricción al ingreso de bienes y capitales. Vos ahí decidís tu comercio interno y externo. De eso depende que vos te industrialices y tengas mercado interno, es decir, que la gente trabaje porque vos producís los elementos que vos necesitas -no los importás-, y que la gente consuma, para fortalecer el mercado interno y el dinero siga circulando aquí y no se fugue. A partir de 1956 se ingresa al FMI, a la órbita de los acuerdos de Bretton Woods. El gobierno argentino comienza a ceder parte de su soberanía, diciéndole a un organismo como el fondo: «prestame plata y yo te dejo revisar mis cuentas». Así funciona. El FMI cuando visita viene a auditar, ver los balances del Banco Central, y da recomendaciones sobre como “ahorrar” para pagar (por ejemplo, recortar jubilaciones) Los organismos internacionales te prestan, pero te auditan cuando quieren, y pueden embargarte los bienes. Este es un problema interesante: ¿Qué hace el Estado con los recursos naturales, con los recursos propios? Cuando vos firmás acuerdos, generalmente incluye que un organismo internacional pueda laudar si vos no pagás. Y ponés, ahí, en juego los recursos naturales. El código civil y comercial establece que hay recursos del estado de uso público -el terreno de una escuela, por ejemplo- y recursos naturales de uso privado: estos últimos se pueden embargar -por ejemplo, la ladera de una montaña-. Ahí se empieza a entregar la soberanía, en terminos de recursos y territorios. Tenés un lago no navegable, lo podés entregar.

Cuando hay petroleo u otro combustible, tenés una discusión, primero con las provincias (el artículo 124 de la constitución  es muy claro: los recursos naturales de las provincias que son preexistentes a la Nación Argentina pertenecen a la provincia y ahí celebran sus propios acuerdos). Pero a nivel nacional el Estado negocia con las empresas que quieren explotar esos recursos. En el caso de Vaca Muerta, que es todo el subsuelo de Neuquen, parte de Mendoza, La Pampa, Rio Negro, todo ese subsuelo es la segunda reserva mundial de Shale oil (combustible). Solo 12.000 km, de los 30.000 km que ocupa Vaca Muerta, son los que puede explotar YPF. El resto ya está pactado, entregado a capitales extranjeros. Pueden ser no-embargables, pero pueden ser tranzables en un acuerdo comercial. Generalmente se entregan esos recursos a cambio de la “exploración”, pues la excusa siempre es no tener los recursos para perforar el suelo o cosas por el estilo. Y en los acuerdos, la mayor parte de la renta es para las empresas “exploradoras”.

Pero volvamos a la imaginaria “línea de tiempo”. Hace 60 años comienza algo que no había sucedido con el peronismo que es la apertura de bienes y capitales en la Argentina. Vos permitís ingresar bienes que ya dejás de producir poque decís «es mucho costo del trabajo” (me salen caros los obreros, las piezas, las máquinas, hay sindicatos, conflictos gremiales). Listo: cierro la fábrica e importo ese producto». Apertura de bienes. Y aperturas de capitales: las primeras leyes de apertura de capitales se producen con Frondizi, cuando empieza a pedir deuda vía préstamos Stand-By en 1958. Entonces ahí comienza una valorización financiera que «abre al mundo» a la Argentina -la famosa «apertura al mundo»- cuando ingresan bienes (te dejan sin laburo, sin fábricas) e ingresan capitales (que vienen a la argentina, invierten en un negocio y las utilidades las giran al exterior casi sin pagar impuestos y cuando ellos quieren).

LS – Digamos que 1956 sería un año de quiebre. Y esto derriba un mito de que empezó en los 90s.

BN – Eso es una idea errónea. Incluso es una idea errónea pensar que la dictadura comenzó con esto porque hay un breve lapso con Cámpora donde el intenta frenar esto promulgando una serie de leyes que apuntaban a evitar la fuga y la especulación, pero dura muy pocos meses el intento. Pero esto empieza 20 años antes de Videla, 40 antes de Menem.

LS- ¿Qué rol jugaría ahí el plan CONINTES?

BN- Es la primera respuesta a los cuerpos indóciles. Vos venís de 9 años de un gobierno peronista que es mercado-internista, es decir, gran producción de bienes sin libre circulación de capitales; de hecho, gracias a esa política la Argentina cancela, por primera vez, la deuda externa después de casi 130 años de Deuda constante. Argentina comienza a operar bajo la órbita de Gran Bretaña a los pocos meses de la revolución de Mayo: al año se instala la “primera casa de intercambio de papeles” inglesa en la Argentina: los ingleses comienzan a hacer operaciones bursátiles en el Río de la Plata en 1811. Y a los pocos años, en 1824, nos entregamos al empréstito de la Baring Brothers (para “modernizar” la provincia de Buenos Aires). Se pide un millón de libras esterlinas, 300 mil son para comisiones de bancos, 150 mil son para intereses cobrados por adelantos, y nos entregan 550 mil de libras esterlinas, es decir, un poco más de la mitad de lo que habíamos pedido. Eso se termina de pagar 80 años después, en 1904. Y ahí comienza otro proceso de endeudamiento a través de la oligarquía local, que llega a su cenit en la década de 1930, con el Pacto Roca-Runciman, que entrega directamente la producción ganadera y los transportes al comercio inglés. El Pacto Roca-Runciman (firmado el 1° de mayo de 1933 por Julio A. Roca (h)) establece que Argentina se obliga a exportar 400 mil toneladas de carne, que lo hace a través de frigoríficos ingleses y crea un ente controlado por ingleses para poder asegurar el transporte de esa mercadería al puerto y de allí a Inglaterra. Una vergüenza. Perón corta esa política. Pero 1955 con el derrocamiento de Perón, la dictadura de Aramburu ingresa al FMI y al Banco Mundial. La pérdida de empleos es tan grande y la pérdida de recursos naturales es tan grande que las primeras huelgas masivas las va a tener Frondizi: la gran huelga  de petroleros en Mendoza,  huelga de docentes, bancarios, ferroviarios. Ante esta apertura de bienes y capitales, y este nuevo esquema de valorización financiera, la reacción será resistencia. Y ¿Qué hace Frondizi? Plan CONINTES: militariza el país. Conintes es Conmoción interna del Estado, sacado en Agosto de 1958-, decreto secreto 9880, sacado en Agosto de 1958) Establece la división del país en zonas y subzonas -está el mapa-. En cada zona y subzona, las fuerzas militares deciden que se hace con los ciudadanos, y todo conflicto gremial y político se dirime en tribunales militares. Vos hacés una huelga no vas al Ministerio de Trabajo, no vas a la cartera laboral, vas directamente a un Tribunal Militar. Miles de ciudadanos, en un año y medio, entre Agosto de 1958 y Noviembre de 1961, entre 10 mil y 15 mil ciudadanos son detenidos, procesados por tribunales militares por hacer huelga y la cárcel de Ushuaia se llena de presos políticos. Argentina llena sus cárceles de presos políticos. Si recorren la superficie redaccional de los diarios de la época, en todas las manifestaciones obreras la primer consigna es «Libertad a los presos políticos», luego democratización de los sindicatos –que son intervenidos por el Estado – por último, aumento de salarios, trabajo, etcétera. Eso lo hizo el gobierno «democrático», esa fue la respuesta a la apertura de bienes y capitales. Y, para completar el panorama, Frondizi va a ser el primer presidente que va a permitir el ingreso de instructores franceses, que ponen una oficina en el Centro, para enseñar a torturar a las Fuerzas Armadas  Argentinas y policiales. Que terminan siendo tan buenos alumnos -y esto está en el informe CONINTES, que se desclasificó hace pocos años- que los militares argentinos terminan dando clases en todo Latinoamerica de las enseñanzas de la Escuela Francesa. Cuando llega Illia en el año 1963, intenta cortar con esta apertura de bienes y capitales y corta relaciones con el Fondo Monetario Internacional: dura dos años y medio. En el año 1966, Illia es derrocado, y lo primero que hace el dictador Juan Carlos Onganía es volver al FMI, hace un nuevo acuerdo con el FMI -y hay que leer el punto 8, que es el que comentaba antes, que es el que permite al FMI auditar todas las cuentas de la Argentina cuando y como quieran. Vuelve una resistencia a toda esa apertura de bienes y capitales, y Ongania va a sacar la ley 16.970, que es peor que Conintes . Toma lo peor de Conintes y la amplía, ya no es un decreto secreto sino que es una ley nacional que establece la represión de cualquier actividad que sea contraria al Estado, por ejemplo una huelga en fábrica central para la economía, puede ser, un trabajador, acusado de traidor a la patria; establece que tu casa puede ser tomada por las fuerzas de seguridad como centro de operaciones, que no te podés negar, que tenés que entregar todos tus bienes para hacer eso y que hay que detener a quienes sean considerados enemigos del Estado. Pero, no solamente a ellos sino a quienes estuvieran cerca y no los hayan denunciado. Es decir, es peor que Conintes . Y, a partir de esa represión, Ongania va a sacar la primera Ley de Entidades Financieras (Ley 18061). No existía, hasta ese entonces, una Ley de Entidades Financieras en Argentina. También sanciona la primera Ley de Mercado de Capitales -Ley 17811, año 1968- también la saca Onganía. Todas esas leyes de apertura al mercado de capitales y del sistema financiero en la Argentina, las hace Onganía. Con un proyecto de quedarse 100 años: él pone un militar en cada ministerio, en cada secretaría, y al lado un civil -muy preparado- que le enseñe todo sobre manejo del Estado. Ese era el plan. Fue sistemático en todo el Estado. Y crea consejos en todas las áreas económicas, esos consejos -en industria, en petroquímica, en agricultura, en ciencia y técnica- eran técnicos dirigidos por un militar. Un plan de un Estado autoritario, que pensaba quedarse y administrar la cosa pública con “mano dura” y tintes nacionalistas respecto de la administración del capital (por ejemplo, dirigiendo proyectos de inversión público-privada) pero que comienza con las primeras leyes del sistema financiero que incluso Frondizi no había promulgado.

LS- Llegamos a los 70s. Compleja década. En primer lugar, ¿Qué pasa con Cámpora en su breve gobierno?

BN – Llegados a la década de los 70s, la crisis es terminal en términos políticos, económicos, sociales. Hay un intento de Cámpora, que deroga varias de las leyes de Onganía, en el año 1973, y hace un quiebre en leyes económicas, de capitales extranjeros, de minería. Incluso, hace una Ley de centralización de depósitos, que es muy importante. ¿Qué quiere decir esto?¿Qué dice la ley de Cámpora? Toda la plata de los bancos, se la dan al Banco Central (centraliza los depósitos) y este la administra de acuerdo a las necesidades de la política monetaria de la Argentina. Con eso, vos capitalizás el Central, tenés reservas para responder y administras el dinero y la política cambiaria y monetaria. El Banco Central está para eso -determina política monetaria y cambiaria-, el Banco Nación es el pagador oficial del Estado. Ese es un intento de centralizar la economía. Es interesante porque Cámpora va a derogar casi todas las leyes económicas de Onganía, pero no va a derogar la ley 16970, la ley de represión. Esa ley va a ser utilizada por Cámpora, Perón e Isabel para reprimir a todos los opositores políticos. Y van a crear la Triple A en función de esa ley que da rienda suelta a la represión en pos de la “Seguridad Nacional”.  Una organización (la Triple A) que funciona con dinero del Estado para perseguir opositores políticos. Los primeros desaparecidos son de la época de Onganía, hay que decirlo. En el formato de desaparición forzada: zona liberada, acción de una agencia estatal, desaparecidos políticos. Con Levingston y Lanusse también hay desaparecidos. De hecho, hay muchas conferencias de prensas de la época de familiares que buscan a desaparecidos, hay un registro muy importante en Córdoba hecho por la UNC para un programa llamado “Crónicas de Archivo”, sobre esas conferencias de prensa. Y en esas conferencias dicen: lo vino a buscar la policía y no volvió más. Y ahí ya tenés un Estado que fue lentamente financiarizando la economía, entregandosé al crecimiento de la deuda -que ya es exponencial-, permitiendo que los privados se endeuden de manera indiscriminada -y esto es lo más peligroso porque terminan estatizando su deuda, como grupo SOCMA, Arcor, Bagó, Ledesma, BGH-. Todas esas empresas crecieron entre 1973 y 1983 entre un 10% y un 500%, porque se iban capitalizando y no devolvían los pagos. ¿Qué quiere decir que una empresa privada se capitalice? Pide un préstamo en dólares, que tienen que pasar por el Banco Central, el Banco Central paga los dólares para darlos en préstamo, y luego, a medida que se pagan esas deudas, Central y el Banco Central devuelve esos dólares. Ahora: ¿Qué pasa si vos dejás de pagar? Lo paga el Banco Central. ¿Ahí tenés «corrupción»? Sí, pero es legal. Que una empresa pueda pedir dólares en el exterior, por cualquier motivo y que después no los pague, es corrupción, es una estafa al Central. Y la empresa después dice «quebramos porque no pudimos asumir los costos porque los obreros son caros y la plata la usamos en todos los gastos», mentira, la plata está fugada. Después ves que tienen sub-grupos, es decir, que el mismo grupo económico, con otro nombre opera familiarmente. Es decir: ¿Cómo te multiplicaste de 7 a 47 empresas en medio de una crisis y sin poder pagar tus deudas? Es el caso del grupo SOCMA: en el año 1973 tenía 7 empresas de diferentes rubros y actividades. En el año 1983 tenía 47 empresas del mismo grupo. Y en el medio se declaró que no podía pagar los préstamos que había pedido, entonces los pagó el Estado. El Banco Central en noviembre de 1982, asumió la deuda en dólares de esta y otras tantas empresas (Ver: Comunicación «A»251 del 17 de noviembre de 1982, de Banco Central de la República Argentina)

 

Volvamos a la década de 1970. Ya vimos como respondió Frondizi a la apertura de bienes y capitales -con Conintes -, ya vimos cómo respondió Onganía al re-ingreso al FMI, con la Ley 16970, es decir, con la represión a los cuerpos indóciles, encarcelamiento, tortura, presos políticos, primeros desaparecidos. Cuando llega Cámpora, Perón e Isabel, la ley 16970 de Onganía la siguen usando y derogan leyes económicas. Pero la situación económica es desbordante y la indocilidad de los cuerpos va en aumento. Es el momento de auge de los grupos armados, de los grupos políticos y del enfrentamiento con un peronismo en el gobierno que se derechizaba. ERP, FAP, FAR, Montoneros, decenas de grupos guerrilleros que actuaban en el país en función de la utópica “patria socialista”. ¿Cómo va a responder el peronismo a eso? Deroga la ley de 16970 y en septiembre de 1974 saca la ley 20840, que es peor que las dos anteriores (la de Onganía y la de Frondizi). Cuando uno lee el articulado -es muy interesante leerla- la ley se llama: Ley de seguridad nacional o Ley de Penalidades para las actividades ideológicas en todas sus manifestaciones. Toma lo peor de las dos y aplica un plan sistemático de represión que deja entre 1973 y 1976 a 988 jóvenes desaparecidos y 1200 asesinados. Es decir, sube el número de desaparecidos que habían dejado Onganía y Lanusse y sube el número de asesinados, todos por fuerzas del Estado, por agencias estatales que eliminan cuerpos.

LS- 1976, sabemos, inicia la última dictadura, la de Videla. La pregunta es ¿Cómo se organiza la represión en el caso del genocidio de Videla?

BN- Cuando asume Videla, y este es uno de los mitos que hablábamos antes, no saca ninguna ley de represión. Videla, al contrario de lo que todos piensan, no inventa ninguna ley. Agarra Conintes , agarra la 16970, agarra la 20840, es decir, toda la legislación de Frondizi, Onganía e Isabel Perón y la aplica toda junta. Y con eso le alcanza para extender todos los campos de concentración en la Argentina.  No hay corte en las leyes represivas, usa la ley 20840. En base a esa ley puede eliminar a todos los que se le opongan. Por eso los números son tan desoladores.  Vos tenés miles de detenidos con Frondizi, miles de detenidos con Onganía y Lanusse -pero empieza a haber desaparecidos y asesinatos-, cuando llega Videla es un plan nacional de desaparición sistemática. Los centros clandestinos de detención son un invento de Onganía, se llamaban Centros de Reagrupamiento de Detenidos -CRD-, están en los manuales militares. Eso ya existía, existían también campos de concentración con el último peronismo -escuelita de Famaillá, Tucumán-. Lo que hace Videla es agarrar toda la legislación y aplicarla a todo el país, porque está permitido. Entonces, esa legislación le permite a él eliminar a todos definitivamente, a todos los que estuvieran en contra del Estado, e incluso los que estuvieran desactivados de sus organizaciones. Piensen que la represión de Videla se va a basar en el secuestro de personas de su casa o lugar de trabajo. Con lo cual ya no está en enfrentamientos armados, tienen que eliminar los focos rebeldes que han quedado de otros años y los elimina gracias a esa legislación. Vos tenés declaraciones en los Juicios de lesa humanidad de muchos milicos que hasta hace poco decían «no cometí ningún acto ilegal, me basé en Conintes o en la 20840» o «no cometí ningún acto ilegal, respondí a ordenes de la democracia con la 20840«, y es cierto. Fue todo legal, pero fue ilegítimo el armado de desaparición forzada. La represión la tenían permitida. Eso es muy interesante. Y te doy un dato más que reafirma esta hipótesis: los Organismos de Derechos Humanos son todos anteriores al golpe, no son una reacción a la desaparición de Videla. Todos los organismos de Derechos Humanos se fundan entre 1974 y 1976, antes del golpe. Menos Madres de Plaza de Mayo que se funda en 1977. Pero las Madres aparecen como Madres de Desaparecidos desde el año 1975, así lo registran las conferencias. Comienzan a reunirse sin el nombre Madres. ¿Por qué tenés el bloque de los organismos de Derechos Humanos entre 1974 y 1975? Por los 20 años anteriores: Conintes , 16970, 20840. Sin esos 20 años de represión sistemática, no podés entender como surgen los organismos previos al golpe -Movimiento ecuménico por los Derechos Humanos, SERPAJ, APDH, familiares de detenidos por razones políticas-. Ahora, eso le va a permitir a Videla entre Agosto de 1976 y Marzo de 1977 hacer todas las modificaciones vigentes de las leyes económicas que aún siguen vigentes en la Argentina.

LS- Y, en el plano económico, ¿Qué modificaciones realiza Videla y los genocidas acompañantes?

BN –  Lo primero que va a hacer es promulgar  la Ley de descentralización de depósitos, es decir, el Banco Central, que tenía toda la plata de los bancos, se la devuelve a los bancos, desfinancia al Banco Central y tiene que empezar a pedir deuda. La otra ley es la Ley de Inversiones extranjeras, que dice que cualquier capital extranjero está en igualdad de condiciones que capitales argentinos. Es una locura, un capital argentino no puede competir con uno extranjero. Lo dice textual. Iguala la legislación para ambos capitales y permite a los capitales extranjeros ingresar al país, generar utilidades y girar las utilidades al exterior cuando quieran. ¿Se entiende la gravedad de esto? Y la siguiente ley es la de febrero de 1977: Ley de Entidades Financieras  que permite la concentración financiera en la Argentina hasta nuestros días. Entonces, las leyes represivas son las que van a ir inclinando la balanza hacia la valorización financiera. Por eso hablamos de que los últimos 60 años fueron de “Desaparición y Deuda”. Cada vez que se generalizó la apertura de bienes y capitales y la valorización financiera, se fueron sancionando leyes (primero de ley de bancos, la de ley de Inversiones extranjeras, Ley de Entidades Financieras) y en paralelo leyes de represión salvaje. Videla generaliza todo eso en un nuevo programa económico y en una nueva legislación que sigue vigente.

LS- ¿Qué pasó, ya en los años “democráticos”, con las leyes elaboradas en el genocidio.

BN- La Ley de Inversiones extranjeras, sigue vigente, con una modificación de Menem, en el año 1993, que se derogó y se modificó con el decreto 1853. Pero cuando vos lees el decreto 1853 es exactamente igual de la Ley de Inversiones extranjeras de Martinez de Hoz, es el mismo articulado, es una copia. Dice que los capitales extranjeros pueden ingresar al país, se rigen igual que los capitales nacionales y pueden girar sus utilidades al exterior casi sin pagar impuestos o sin pagar directamente. Y esta sigue vigente.

Cuando llega la siguiente avanzada del liberalismo, que es el menemismo -es decir, 20 años después del inicio de la dictadura de la desaparición de personas-, lo que se va a hacer es legislación que favorezca la valorización financiera y la especulación financiera y, como existen las leyes de represión, lo que se van a hacer son protocolos de seguridad. Y esto es algo bastante olvidado: Menem lo primero que hace es protocolos de seguridad contra disturbios en la calle, contra los cortes de calle. Lo mismo que hizo el gobierno de Cambiemos apenas asumió: modificar los protocolos de seguridad -antipiquetes etc.- con la excusa del bien a resguardar que es lo material y la vida de las personas -en ese orden-. Continúa con esa escalada represiva.

LS- Los últimos 15 años, según Napoli.

BN- Primero que nada en ese marco de desarrollo de leyes represivas, tenemos una constante que nunca se afloja que es el crecimiento de la deuda. Salvo el salto que pega en 1963 con Illia, que es cuando se sale del FMI por dos años y medio, después sigue creciendo. Entonces tenés un acumulado de deuda, ya lo dijimos, de 1400 millones de dólares en 1946, a 307 mil millones de dólares en la actualidad. Cada proceso de aumento de deuda fue acompañado de leyes represivas y de miles de muertos y desaparecidos. Es algo que, además, parece no tener fin: ¿Por qué? La política del kirchnerismo respecto de recursos naturales y del extractivismo fue desoladora. Fue una defensa absoluta del extractivismo, del fracking, de la Barrick Gold. Recordemos las reuniones con el presidente de la Barrick Gold, derogando las leyes de glaciares para proteger el agua. ¿Esa política como se sostuvo? Con asesinatos. Entre 1983 y 2017 hubo 4900 asesinados por el Estado y 211 desaparecidos. El 70% de esos asesinados fueron en los últimos 15 años. Lo que tiene de característico este gobierno -el de Macri- es que subió el número de asesinados por fuerzas estatales a uno por día. Pero no es algo típico del macrismo. El kirchnerismo, ante una política extractivista, que beneficia a las mineras y a las grandes corporaciones, aplicó la represión. No olvidemos Andalgalá, los QOM, la represión en el sur, a los petroleros de Las Heras. Todas esas represiones fueron durante el kirchnerismo, no son un invento del macrismo. El macrismo lo que hace es profundizar eso y, a diferencia del kirchnerismo, lo acompaña de un discurso del ejecutivo que es directamente confrontativo con todos los grupos que se oponen a esta política extractivista. Por eso establece la posibilidad de que haya “grupos armados” actuando contra la nación argentina. Conintes:  su principal base discursiva y subjetiva, fue un ataque a la nacionalidad; la ley 16970 de Onganía se llamaba «Ley de seguridad Nacional». La 20840, «Ley de seguridad nacional y defensa nacional». Y el macrismo viene con un discurso que, a diferencia de los Kirchner -que tenían un discurso de empoderamiento de derechos, pero reprimieron más que Menem y que Alfonsín juntos-, con los votos y diciendo, nuevamente, que el problema es la seguridad nacional. Y que tenés grupos internos que afectan la integridad nacional y que defender esa nacionalidad es defender esos recursos y por eso son plausibles de ser eliminados. Por eso tenés los casos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. Desde 2006, la Ley de Emergencia territorial dice que había que censar a 1532 comunidades originarias, con un presupuesto de 10 millones por año y en algunos años, doble presupuesto. En 11 años censaron 459 familias, que todavía no tienen título de propiedad, pero saben que están y lo que tienen y les falta. Este gobierno, el de Macri, a mitad de año sacó un decreto de censar a todas las villas de Argentina. En 90 días, censó 4050 villas. Y tiene los nombres de todos los que viven, quien trabaja, cantidad de hombres y mujeres, etc. Y ya empezó a urbanizarlas, está dando títulos de propiedad y les está poniendo servicios -agua, luz y gas-. En tres meses, 4050 villas y la gestión anterior no pudo con 1532 comunidades originarias, eso muestra el interés que tienen por devolver la tierra, defendiendo los recursos naturales. Ahí hay otro dialogo muy fuerte entre recursos naturales y políticas de seguridad.

¿Cómo pensas los censos y la urbanización que hace el macrismo, el manejo del territorio que tienen?

-Porque es una forma de securitizar la tierra, de valorizar. ¿Como los echas? Les doy el título de propiedad, les pongo dos servicios, lo urbanizo, la tierra vale. Vengo con un conglomerado inmobiliario y le digo a 50 familias les compro las casas. Con que la mitad la venda, me hago un edificio, la otra mitad me lo vende por presión. Ya no necesito echarlos, como a los indigenas que no van a aceptar irse de la tierra. Sectores empobrecidos que nadie defiende ante la presión de conglomerados inmobiliarios. Es una política económica-financiera: valorizar la tierra, financierizar y sacar gente así. Lo han hecho en los 90s ya.

En primer plano, la villa 31. De fondo, Puerto Madero, uno de los barrios más valorizados de Capital Federal, Argentina.

LS- Charlábamos antes de empezar del feminismo como irrupción fundamental de los últimos años. Nos decías que te parecía muy importante lo que proponía frente a la crueldad que se ha ejercido sobre los cuerpos.

BN- El tema del feminismo. Cuando vos ves la saga de ataques hacia el cuerpo, en los últimos 60 años, también tenes que ver los contextos políticos. Nosotros estudiamos historia económica y muchas veces se nos pueden pasar por alto muchas cosas. Queremos ver el dialogo entre leyes económico-financieras y leyes de represión de los cuerpos. Hay un diálogo constante y que podemos mostrar. En un contexto largo ves las reacciones por izquierda y por derecha. Desde la valorización financiera que empezó hace 60 años, tenés reacciones de la derecha intentando eliminar a los cuerpos, siempre intentan eliminar a los que se oponen y, a los que no se oponen, exprimirlos trabajando. Y ¿la izquierda que ha propuesto ante esto? La inmolación de los cuerpos: pelear y dar la vida por una Revolución. Ninguno de los dos sectores ideológicos cuidó el cuerpo. El feminismo viene a marcar una disrrupción muy grande, que es cuidar el cuerpo. El cuerpo es mío, a partir de aquí yo hago. Después decido si hago la revolución, si me caso con el mismo género, si tengo un aborto, lo decido yo, mi cuerpo es mío. Y lo primero que tengo que proteger es el cuerpo. El cuerpo como trinchera desde donde decidir qué hacer. En ese sentido, el feminismo es maravilloso: rompe con un discurso típico por izquierda y por derecha. Por eso, los encuentros feministas que juntan 50, 70, 90 o 100 mil personas, los partidos de izquierda no les pueden hacer entrismo, no los entienden. El peronismo mucho menos, porque para el peronismo las mujeres son la «rama femenina del partido”. El feminismo viene a decir: lo más importante, la muralla última, la trinchera, es el cuerpo. Es lo que hay que cuidar, la vida. Eso es un tiro por elevación a la derecha, que quiere exprimir los cuerpos -diciéndoles, además, lo que tienen que hacer en el trabajo o diciendo donde y como abortan-. Y un tiro por elevación a la izquierda que dice que hay que dar la vida por la Revolución, que hay que morir luchando. No hay que morir por una causa. Hay que vivir. Por eso del feminismo hay que aprender. Viene con un discurso que no se había tomado: la defensa del cuerpo. Y si analizamos la eliminación de los cuerpos indóciles, el feminismo viene a enseñarnos que son cuerpos indóciles pero que no quieren dar la vida sino generar vida. Son indóciles por la necesidad de vivir. Y eso es la peor indocilidad para el sistema: querer vivir. Y que quieras vivir sano y que quieras decidir por tu cuerpo.

LS- Habría una relación entre comunidades originarias y feminismo que puede ser pensada. Una defensa del territorio y de la vida, de lo propio, de lo históricamente explotado y maltratado.

BN- Sí, hay mucha articulación por el cuerpo ligado al territorio. Pero también porque los pueblos originarios no entregan la vida, no dicen «hay que luchar hasta morir». Para nada, se defienden nada más.

La pachamama como la figura femenina de la tierra. Distinta a la nuesta, porque la patria viene de Pater, padre. Es la enseñanza del españolismo que nos quedó. La patria es el suelo donde nacieron tus padres. Y para los pueblos originarios es la pachamama, la figura de mujer, que puede ser cogida y dar un fruto, da vida, hay que hacerle ofrendas y hay que cuidar. No hay que destrozar ese cuerpo con el extractivismo -que es agarrar un cuerpo y meterlo a trabajar 20 horas por día toda su vida, es destruirlo-. Hay una ligazón. Por eso es tan importante la defensa de su cuerpo que hacen los pueblos originarios, con piedras, palpando en los allanamientos que no tengan armas así no los matan: si quieren entrar a una comunidad, entren desarmados. No desconocen al Estado, estamos reconociendo nuestro cuerpo como la última trinchera, lo que nos queda. Hay que pensar en lo grave que es lo de los pueblos originarios: están sobre uno de los suelos más ricos del planeta, las poblaciones más empobrecidas. Si vos ves el censo nacional, los sectores más pauperizados, están sobre el suelo más rico. Sobre un suelo que puede dar de comer y tiene reservas de recursos naturales únicas en el mundo. Un subsuelo muy rico, con gente muy pobre arriba. Con una legislación que no los protege. A ningún político ni gobierno le ha interesado los pueblos originarios.

LS- ¿Cómo lees el macrismo? ¿Cómo transitás los últimos meses políticos? ¿Cómo ves al kirchnerismo en perspectiva?

BN- La sensación que te queda del kirchnerismo es: nos estamos bancando un discurso contra revolucionario, por una revolución que no hicimos. Nos están diciendo de todo y no llegamos a hacer casi nada. No llegamos ni a la pata civil de la dictadura.

LS- Es un revanchismo desmedido

BN- Sí, porque no hicimos ninguna revolución. Si la hubiesemos hecho, me banco el revanchismo. Pero no cambiamos la estructura económica, legal, que beneficia al sistema financiero, a los terratenientes, y que te mantiene un sistema tributario diferenciado. Ni siquiera eso cambiamos. Ni siquiera la ley de entidades financieras. Uno de los arietes que les permite ese revanchismo es la supuesta «corrupción», que no es otra cosa que un sistema legal armado para el sistema financiero, para los que más tienen. Un país fundado por terratenientes, armó leyes para terratenientes y latifundistas. Y esos terratenientes y latifundistas escribieron la legislación de todas las provincias entre 1850 y 1880 es en base al latifundio: ley de vagos, ley de conchavos, obligación de trabajar en mis campos, Rosas, Urquizas, López. Hasta 1900, Tucumán y Jujuy, tenían leyes de conchavo: si la policía te agarraba y si no demostrabas que laburabas para alguien te metían en cana y a la mujer la podían mandar de sirvienta, si no demostraba que tenían patrón. Hasta 1900. Las cambiaron por edictos policiales, que se institucionalizan con Perón. Es un Estado dirigido por terratenientes, latifundistas y empresarios siempre. Hoy lo que sufrimos no son actos de corrupción, son legislaciones absolutamente desiguales.

LS- Ya para terminar: atravesamos, en la conversación, gobiernos democráticos, golpes de estado, dictaduras y “democracias”. A la luz de lo que trabajás, pensás y estudiás, ¿Cómo ves la oposición dictadura y democracia?

BN- Esto no hay que tener miedo de plantearlo, hay que decir las cosas como son. Cuando uno analiza, como ya hicimos, la historia de las leyes represivas y económicas, la frontera, la línea, entre «dictadura» y «democracia» se disuelve. Es más, han sido complementarias porque una se sostuvo en las leyes de la otra. No hay diferencia. ¿Qué diferencia hay entre Frondizi y Onganía? Ninguna, son unos salvajes los dos. A parte uno se baso en otro, y la 20840 se baso en lo anterior. Y Videla se basa en lo anterior: encuentra los CRD de Onganía y tiene todo armado, divido en zonas y subzonas. Y la democracia desde 1983 mantuvo las leyes económicas de la dictadura, ley de Entidades Financieras, por ejemplo. Este es el Estado de Derecho que supimos conseguir. No tambalea por algunas detenciones, ni está en peligro. El “Estado de Derecho” es esto, un Estado Derecho y Rígido, hecho a medida de algunos sobre otros desde su fundación, pero con caracteristicas muy propias de los últimos 60 años producto

de este diálogo entre Desaparición y Deuda.

10/12/2017

Foto de Nair Castillo, tomada en el Centro cultural Almagro en la presentación de La Chispa

Por un Arte Erótico Estratégico // Entrevista a Silvio Lang

Vitrina Dystópica / FiFTijuana 2017

Entrevista colaborativa y trans-fronteriza realizada por el Colectivo organizador del Festival Internacional de Fotografía de Tijuana (México) y el Colectivo Vitrina Dystópica (Chile) al artista y activista Silvio Lang (Argentina), en el contexto de su segunda edición #FiFT2017 bajo la temática “Desplazamientos”.

Conocemos tu trayectoria como artista, dramaturgo, investigador y activista en Argentina. Desde ese territorio situado nos has permitido ahondar en las transformaciones sociales y políticas que van dando cuenta de una nueva cartografía de la violencia, o como tú haz definido, una nueva estética de la crueldad o del odio con que las sociedades latinoamericanas se van reorganizando de acuerdo a una nueva programación subjetiva del capitalismo que tiene como principal característica un protagonismo excesivo de nuevas tecnologías telemáticas basadas en un registro sensible sujeto principalmente al poder de las imágenes. ¿Cuál podría ser el diagnóstico que en clave estética podríamos realizar del contexto actual que vivimos a nivel   g-local en Latinoamérica, considerando con ello, un nuevo tipo de relación que vincula al continente con las operaciones tecno-políticas que vemos acontecer también en Europa y Estados Unidos?.

— El totalitarismo de la tecnología digital y el poder de mando financiero que gobiernan nuestras vidas en la nueva fase del Capital hacen una separación entre sus valores economicistas de transparencia, productividad, competitividad, rédito, emprendedurismo, mérito y acumulación que producen una ganancia subjetiva en cada un* de nosotr*s y; por otro lado, una estética comunicacional y cultural de la violencia represiva estatal y punitivista de la sociedad, que producen unas ganas locas de matar a otros. Pero, en realidad, se trata de lo mismo: el racismo del orden. Este proceso comienza con un sinceramiento comunicacional de las prácticas neoliberales que organizan nuestro cotidiano, y la expectativa social de inclusión competitiva que bloquea cualquier capacidad crítica de nuestro deseo y el deseo amo del Capital, que nos pone a trabajar y explota nuestra capacidad de actuar, de hablar, de crear, de pensar, y de empatizar con otros. El racismo del orden es un totalitarismo porque ansía controlar, programar y reprogramar, mediante automatismos tecnológicos, cada aspecto de nuestras vidas. El racismo del orden supone que cada un* de nosotr*s quiere algo y está dispuesto a dárnoslo. Nos codifica como demandas vivientes y responde con ofertas de formas-de-vida. Sin embargo, este código racista del orden no soporta ninguna insumisión, ningún cuerpo indócil, ninguna diferencia a la forma de vida despótica que promueve. El código es amenazado ante cualquier fluctuación, variación, desviación o desconexión y entra en alerta. Su veta de violencia represiva a lo inadaptado cumple, al menos, dos propósitos: por un lado, una función comunicacional de producir imágenes-acciones de castigo que satisfacen, por un ratito, el goce de sanción o punitividad de quienes sí pudieron adaptarse al código; por otro lado, la función de proveer a es*s adaptad*s imágenes-acciones para performatear en sus vidas cotidianas para linchar, violar, torturar y matar a l*s inadaptad*s. El racismo del orden produce con su economía de vida una cultura del orden alimentada por el deseo de genocidio en la población plantetaria.

En la entrevista que tuviste con el programa radial Vitrina Dystópica hace unas semanas atrás, parte importante del diagnóstico, del nuevo contexto de violencia que vivimos en el mundo, lo propusiste abordar desde una lectura a contrapelo de las representaciones con que a través de distintas dimensiones, específicamente las del arte y la estética, se distribuyen los cuerpos de acuerdo a determinadas funciones normativas que tienden a totalizar la vida actual bajo un principio de abstracción productiva sujeta al capitalismo. Esa normativa totalizante y representacional, señalaste, funciona como una máquina de hacer visible y de “hacer mirar”, al mismo tiempo, que produce un deseo al orden que tiende a docilizar la imaginación de los espectadores frente a una estructura binaria codificada por el mercado y la gobernanza. Frente a ella sugerías llevar adelante algo así como una exigencia política para la dimensión del arte que proponías como Arte Erótico Estratégico. ¿Cuál es la función de ese arte erótico estratégico y frente a cuál dimensión del arte se enfrentaría?

— Dije en la entrevista con l*s amig*s de Vitrina Dystópica “A por un arte erótico estratégico”, de manera inconsciente. Pero, ahora, que lo recuperan ustedes caigo en la cuenta que es el motor de mi lenguaje de guerra artístico. Entonces, no sé lo que dije, pero voy a tomar posición. “Para saber hay que tomar posición”, escribió George Didi Huberman. Mi intuición es que en medio de la captura generalizada del capitalismo totalitario a nuestra fuerza viva de actuar, de pensar, de percibir, de sentir, de conocer se vuelve necesario devenir máquinas de guerra sensibles y diabólicas. Lo que explota el capitalismo actual es la mente, lo dice Franco Berardi “Bifo”, y eso se siente en los órganos de nuestro sistema nervioso, de nuestro sistema respiratorio, de nuestro sistema digestivo, y en el órgano de la piel, que son la carne que somos arrojada al mundo. La carne, no la de Cristo, si no como aparato de registro de las sensaciones que nos produce el mundo. En el capitalismo actual no se nos sustrae tanto nuestra fuerza de trabajo, sino nuestra capacidad para respirar, para vivir y crear en común, nuestra fuerza viva para existir en el mundo con otr*s. El capitalismo nos impone un ritmo de existencia insoportable. Nuestros cuerpos no dan más.

Hace dos años que hago una preparación física con d*s amig*s, Amparo González y Juan Onofri, con quienes integramos el colectivo Escena Política  y en sus clases trabajamos con principios tenségricos y osteopáticos y circuitos de alto rendimiento deportivo que expanden los tejidos de la carne y danzamos desde esa potencia. Se trata de producir potencia desde la sensación en los tejidos carnales que somos. Siempre he gozado de las clases y los intercambios artísticos e intelectuales con much*s colegas de la danza contemporánea y la performance de Latinoamérica -Diana Szeinblum, Lucia Russo, Celia Argüello Rena, Alina Folini, Natalia, Tencer, Paulina Mellado, Cecilia Priotto, Paula Giuria, Florencia Martinelli, Javier Contreras Villaseñor, Lucas Condró, Matthieu Perpoint, Rodolfo Opazo… Como, también, han sido fundantes mis alianzas con los amigos investigador*s experimentales y militantes autonomistas Verónica Gago y Diego Sztulwark, como las alianzas políticas y las luchas feministas con las compañeras travestis y lesbianas. Y siempre contar con amigos y amigas poetas, artistas visuales y compositor*s. Al mismo tiempo, hace años, que elaboro una crítica práctica a la producción escénica de Argentina, donde detecto una obediencia respecto del modo en que nuestros cuerpos son constituidos, pensados, hablados, imaginados por el “pensamiento heterosexual”. Hay una colonización heterosexual en la práctica escénica como en todas las demás prácticas sociales. El “pensamiento heterosexual” es el mismo que concibe, planea y ejecuta el estado-nación policial, el capitalismo totalitario y su racismo del orden; no tiene nada que ver con el objeto de deseo de las personas heterosexuales, si no, en el modo en que fue constituido históricamente el deseo y se interviene en el campo social modalizando y explotando la capacidad de desear de otras personas. Es un pensamiento racionalista, falocéntrico, logocéntrico, egocéntrico, representativo, ordenancista, policial, colonizador, racista, binario, excluyente, paranoico, totalizador, explotador, punitivo y represivo. Lo que excluye ese pensamiento es el caos vital: del pensamiento inconsciente, de la experiencia, de la sensación, de los afectos, de los cuerpos mezclándose… Todas esas fuerzas sensibles que actúan sobre la existencia y desordenan, alteran e histerizan el código existencial del “pensamiento heterosexual”, son las “fuerzas diabólicas” que imaginaba Kafka y que Deleuze/Guattari y Suely Rolnik le dieron rango de teoría práctica, desde una perspectiva spinozista y feminista.

Entonces, el teatro que hacía, -que ni ya lo llamo teatro, aunque podría insistir tan solo para disputarle al “pensamiento heterosexual” esa hermosa palabra de la Antigua Grecia repleta de maricas y hedonistas-, no encajaba de ninguna manera en la producción cultural de este fascismo teatral costumbrista y realista a la norma heterosexual. No sólo tenía que crear las condiciones de producción de mi lenguaje escénico expresivo, sino los discursos, los públicos y l*s performers para desplegarlo. Había que elaborar una escritura, es decir, un conjunto de formas de expresión que afectaran mi entorno. Convertir mis alianzas y mis producciones artísticas y políticas en máquinas de guerra que se fugan del dispositivo del “pensamiento heterosexual”, que lo corran, que lo desobedezcan, que lo desborden, que lo agranden, lo saturen, lo aceleren hasta deformarlo. Arruinarle la forma despótica al poder del “pensamiento heterosexual” en la cultura. Reventar sus clichés, meterme en sus intersticios y llevarlos más allá, al desierto de los signos para producir insolvencias semióticas y un exceso de imaginación. Destituir el “pensamiento heterosexual” en el cual estamos ontologizados y colonizados para experimentar otro modo de relacionar las cosas y los seres. Crear y cuidar las formas sensibles -espacialidades, temporalidades, ritmos, usos del cuerpo, figuras- que están ahí, en una intensidad menor, invisibles, inaudibles, inconceptualizables fugándose del dispositivo de poder que nos gobierna. Eso es un Arte Erótico Estratégico. Un arte que está en posición de convocar y crear la carne de un pueblo que viene.

Como artista, desde muy temprana edad, haz estado ligado al teatro, sin embargo, tu propuesta creativa se desplaza de forma in(ter)disciplinada por ámbitos de la invención y de la expresión como lo es la filosofía, la literatura, el sicoanálisis, entre otras. De igual forma, tu trabajo de montaje escapa siempre de la hegemonía de la representación textual en el teatro y aborda los planos de las intensidades lumínicas, musicales, gestuales, fotográfica que componen, antes que un guión en obra, una experiencia sensible en des-obra. ¿Cuáles son las potencias interdisciplinarias, o indisciplinadas, de las dimensiones creativas ligadas al arte en este contexto que hemos ido describiendo y caracterizando en la entrevista?.

— Propongo lo transversal ante lo interdisciplinario. En el deseo de orden que la cultura del capitalismo totalitario modaliza en cada un* de nosotr*s importan la experiencia y la aventura de un pensamiento transversal. Mezclar lo inmezclable. Ensayar la puesta en relación de los elementos, planos, personas, intereses, prácticas que el código operacional del Capital registra como incompatibles. El racismo del orden del capitalismo totalitario actual es un odio al fracaso de la relación de lo heterogéneo. Lo que no soporta es su propia incapacidad para hacer co-existir y co-producir las diferencias críticas. Odia cualquier otra forma-de-vida que no sea la de la estructura de obediencia del presente. Pero resulta que la existencia es un caos de fuerzas heterogéneas desordenadoras que están actuando continuamente; ¡ser es un quilombo! Lo que el racismo del orden odia es la existencia, así nomás, que algo vital trastorne y transforme una vida adherida al dispositivo de mando que articula cuerpos y enunciados guionados. Cuando los gerentes del orden hablan de “reforma permanente” o adaptaciones al “cambio” o a las “incertidumbres” se refieren a la variabilidad prevista en la fuga de capitales de los ricos pero no a las fugas de nuestras políticas de deseo. Cuando desclasificamos el código con nuestras mezclas transversales producimos un acontecimiento y un sentido crítico en los cuerpos que se ríen de las conexiones estúpidas, de las reglas espurias y del ensamblaje canalla que impone el Partido de los Ricos. Entonces, se trata con el arte, en alianza con otras prácticas sociales, de inocular intensidades disruptivas y dichosas en la experiencia del campo social.

La línea curatorial del FIFT 2017 es “Desplazamientos”, sin querer reducir la figura sólo a la migración, fenómeno que constituye la experiencia de frontera de nuestra ciudad en Tijuana y que muchas veces sólo puede ligar la imagen del desplazamiento a experiencias negativas relacionadas a violencia, pobreza y precariedad, sino también a una fuerza más bien afirmativa del desplazamiento, como podríamos señalar lo es el acercamiento y la promiscuidad interdisciplinaria a la que referíamos en la pregunta anterior. Con respecto a estos desplazamientos, tu trabajo ha construido alianzas que muchas veces se desplazan entre la academia, el teatro, la calle y los movimientos sociales, principalmente el movimiento feminista y kuir de Argentina. ¿Qué podrías decir con respecto a esta inclinación estratégica con que antes de cristalizar el espacio creativo en un espacio específico e institucional, pareciera ser, más bien se juega su proceso y su potencia en la capacidad de desplazamiento y alianza que puede llegar a tener con otros lugares de enunciación y producción creativa?, ¿Qué nos jugamos cuando ponemos como espacio de creación artística y expresiva los enunciados de la calle, el malestar de los grupos sociales en (des)-obra?.

— El arte, decíamos, es erótico y estratégico. Primero, comenzar a considerar al arte no como una serie de obras de arte si no como una actividad, como una práctica que un* hace. La práctica artística como una máquina de guerra sensible, que primero te afecta a vos mismo y en ese movimiento afecta a tu entorno. La práctica artística es una experimentación de un cuerpo nuevo, el ensayo y el aprendizaje de un cuerpo, que se desdobla o actualiza en lo que aún no es. Hay un movimiento subjetivo de trastorno y transformación en la actividad artística, tanto para el artista como para el público. No importa si, en la actualidad, como describe Boris Groys, hay más artistas que gente apreciando el arte. Lo que tiene un valor de deseo y una dignidad para mí es qué pasa en el movimiento de esa actividad. Si somos capaces de introducir intensidad insumisa en lo que hacemos cuando devenimos artistas. El problema de la práctica del arte neoliberal (existe un arte neoliberal, es la mayoría) como cualquier práctica neoliberal es que tiene una fuerte relación del artista consigo mismo pero sin ocuparse de los demás. Ahí la necesidad estratégica de provocar esos “Desplazamientos”, que ustedes, desde el FIFT están arengando. ¿Qué sería incorporarse y singularizarse en un arte no-neoliberal? Es un gran trabajo. Empezamos por las prácticas desplazadas, en la perspectiva de un pensamiento transversal. Seguimos con el erotismo. Habría que poder volver a asociar al arte a la potencia de lo sensible de la sinestesia (mezcla de sensaciones) y la morfógenesis (creación de formas) que producen la carne y el sentido del mundo. ¿Cómo producir sentido o mundo desde lo sensible, desde lo que pasa en la carne, a través y entre las carnes y no desde una operación racional dogmática y una hermenéutica sobrecodificante? No sólo sería una nueva política del arte si no una novedad política, que el movimiento feminista actual está comprediendo y desplegando. Es un trabajo de historicidad que viene haciendo Jacques Rancière: la política y el arte se interseccionan en “el reparto de lo sensible”. Lo que está en juego son las formas sensibles: qué cuerpos, qué capacidades, qué funciones, qué espacios, qué tiempos, qué imágenes, qué acciones son posibles en el mundo del presente y cómo disputarlas. El sentido del mundo es su sensorio y es un arte fabricarlo. Lo estratégico es hacer crecer esas formas sensibles o materiales insumisas y dichosas del mundo. Un pensamiento artístico estratégico detecta los enunciados y cuerpos esamblados en el dispotivo de dominación e investiga y arriesga las salidas para desplazarlos hacia una “tierra nueva”, transformados en una materialismo sensible ensoñado. Un Arte Erótico Estratégico, desplazado y transversal, es la actividad de crear un afuera desde adentro, a la altura de las fuerzas del mundo que nos afectan.

 

*Silvio Lang. Director, investigador, docente y experimentador escénico, integrante de la Organización Grupal de Investigaciones Escénicas (ORGIE).

**Vitrina Dystópica. Órgano de difusión radiofónica del Grupo de Estudios Experimentales “Paul K. Feyerabend”

Fuente: http://www.fiftijuana.com/

Conversación con Ricardo Ragendorfer // Clinämen

El periodista de policiales analiza la aparición del cuerpo de Santiago Maldonado y el rol de la Gendarmería. Además: ¿cómo marchar por la víctima y más allá, abriendo la discusión a las conflictividades sociales que representa?

Homenaje al Che: Conversaciones con Diego Sztulwark // La luna con Gatillo

SEMANA GUEVARA DE LA LUNA CON GATILLO.QUINTA ENTREGA

En esta edición especial de La Luna con Gatillo, a 50 años del asesinato de Ernesto “Che” Guevara, Mariano Pacheco conversó con Diego Sztulwark, columnista de pensamiento crítico y movimientos sociales desde Buenos Aires.

Mariano Pacheco (MP)- Retomamos contacto telefónico, para este especial Guevara de la trinchera radiofónica la idea es que nos convides algunas reflexiones en torno a lo que implicó su figura para nuestras generaciones, es decir, más cerca del cambio de siglo que en los años ‘60 – ‘70.

Diego Sztulwark (DS)- Me parece que la cuestión se podría plantear como la actualidad del Che Guevara, que no es una pregunta fácil de resolver porque es tan múltiple ese personaje, es tan múltiple lo que se jugó esa coyuntura, son tantas las décadas que fueron pasando y en ese sentido también los intentos de lecturas y de renovar uno u otro aspecto de la figura del Che.

Digamos también que abordar la figura del Che es el problema de abordar los años de terror con los que se ha ocultado la enseñanza del Che Guevara -por llamarla de alguna manera- pero también la escolástica estalinista de la izquierda, también la santificación cristiana que se ha hecho del Che, y la mistificación también. No es un tema fácil pero me gustaría proponer, para conversar un poco, que en el Che Guevara se juega algo que sí es muy vigente, muy actual y muy relevante para la coyuntura de la actualidad sudamericana.

En el año 1965 Guevara escribe el texto El socialismo y el hombre nuevo en Cuba. Él explica que la tarea del socialismo, básicamente, consiste no tanto en la distribución económica o la justicia económica que eso va a desuso en sí, sino el tema de la desalienación o la no enajenación del hombre y la mujer, del individuo. La posibilidad de contar con la irrupción revolucionaria, con las masas activas, con las masas revolucionarias, para que ese nuevo poder efectúe transformaciones pero no transformaciones meramente económicas, y tampoco meramente morales. Es una transformación que el Che Guevara llamaba ‘la construcción del hombre nuevo’, y apunta a preguntarse: ¿qué tipo de libertad humana, individual o social existe cuando se rompe con la ley del valor?

Es decir que el Che Guevara tuvo una percepción muy clara y, desde mi punto de vista, medio insuperada sobre el hecho de que la ley del valor y la forma de producción de mercancía es la principal fuente de subjetividad capitalista. Es un problema que por supuesto también se había planteado en la revolución rusa. Y en cualquier revolución o gobierno democrático popular, es decir, mientras las formas de producción sigan siendo las de producción de mercancías, por más que el gobierno o el Estado, o la escuela o la educación (etc.) construyan un discurso anti burgués, anticapitalista y anti individualista en el plano del discurso, la forma de producción -lo que el Che Guevara llamaba el cordón umbilical- que liga al hombre con  la vieja sociedad, con la forma mercancía, sigue produciendo forma humana. Me parece muy luminosa esta percepción del Che que por supuesto vi muy teorizada en el campo del marxismo, no es que es un descubrimiento teórico, pero sí me parece undescubrimiento político.

¿Que puede el poder político hacer para producir un tipo de subjetividad y un tipo de libertad en los individuos y en las masas frente a esta persistente influencia de la estructura llamada ley del valor?

 

MP- Se podría enlazar esta pregunta y este recorrido por ese texto emblemático de Guevara con alguna de las reflexiones que en su momento hizo John William Cooke a propósito del concepto de cultura en el marxismo y en la también emblemática revista ‘La rosa blindada’, ¿no?

DS- Sí, tengo el texto muy presente por supuesto. El texto de Cooke es del año ‘65: una proposición de las bases para una cultura revolucionaria, una eventual cultura socialista revolucionaria. Es un repaso super fresco, de una postura que sería muy compatible con las del Che. Estamos hablando de dos textos del mismo año.

MP- No había reparado que eran del mismo año, pero recordaba esta afinidad a partir de lo que vos estabas reflexionando, de algún modo un guevarista argentino hecho y derecho.

DS- Me parece que sí, que si queremos encontrar en Argentina un escritor de primer nivel, que además es un dirigente político y resistente de primer nivel, que es capaz de hacer una analítica tan sutil como la que estamos hablando, y que sea más un aliado por lo menos desde el año ‘61 – ‘62, ahí estamos hablando de Cooke.

Me gustaría, ya que citaste este texto, contar -y de esto no se cuánto se habrá dicho- que ese texto de Cooke fue el comienzo de una polémica con León Rozitchner que un año después -en el ‘66- escribe, también en ‘La rosa blindada’, como respuesta un texto que se llama ‘La izquierda sin sujeto’. Me parece que si uno leyese de vuelta el texto de Cooke y el de Rozitchner podríamos encontrarnos ahí con un debate estrictamente guevarista dentro de la izquierda Argentina.

Dos posiciones que están asumiendo más o menos este mismo problema: hay que saber que la subjetividad no es un problema subjetivo, el problema de la subjetividad es un problema materialista, subjetivo y objetivo a la vez, que si no se puede alterar la forma de producción no se puede alterar voluntaristamente al sujeto y viceversa. Y esa discusión estaba dada en términos de si en Argentina era posible y cómo.  

Me parece que cuando León hablaba de una izquierda sin sujeto, hablaba de una izquierda que confiaba mucho en una mera transformación en el plano objetivo sin suponer que lo objetivo era parte de lo subjetivo. Una suerte de dialéctica que el Che Guevara se plantea con mucha claridad y que después los filósofos, intelectuales y militantes de izquierda han quedado con ese asunto dando vueltas. Asunto que me parece que después de la última dictadura militar, y con la derrota de las organizaciones revolucionarias, no ha sido nuevamente planteado con claridad.

MP- Como cierre queríamos preguntarte sobre la apropiación de la figura del Che, quizá podríamos decir que el paso de los ’50 años es una fecha para revisitar de un modo más fuerte. En Argentina los 30 años fue una fecha emblemática para el rescate de la figura del Che, podríamos decir que los 40 años pasaron más sin pena ni gloria, qué te parece ahora que pasaron 50 años: ¿qué posibilidades ves de una apropiación crítica de la figura, y no solamente la estampita o la remera?

DS- Por un lado, me hacés acordar algo: nosotros cuando fue el aniversario de los 30 años organizamos acá las Cátedras libres del Che Guevara y fue un fenómeno muy interesante, pero también interesante en cómo se combinó con los encuentros de organizaciones sociales y todo este momento que fue para la coyuntura de Argentina muy preparatorio de lo del 2001. Es decir que ese enganche es interesante hacerlo hoy, hace 20 años la figura del Che y la reflexión crítica sobre los ‘70 y el Che tenía que ver mucho con la cultura de autoorganización del movimiento social y la juventud.

A los 50 años de la muerte del Che creo que nos encontramos con una situación mucho peor, por dos razones. La primera porque me parece que los gobiernos llamados progresistas volvieron a caer en la ilusión de que podía transformarse la sociedad humana sin transformarse la dimensión material, es decir, estamos yendo para atrás en términos revolucionarios cuando pensamos en la figura del Che. Si vos me dijeses una de las cosas con la que veo una vigencia actual y lo que hoy tendríamos que estar trabajando, es precisamente eso, un balance de los años de política progresista en términos de un reformismo, un ilusionismo por el cual se podría suponer que por el hecho de hacer una distribución económica o por el hecho de dar un discurso que es progresista, antiimperialista pero no es crítico, eso puede sustituir la transformación de las formas de producción de valor en la centralidad de los sujetos que cuestionan. Esto me parece lo primero.

Como segunda razón, que me parece por lejos lo más preocupante, es que los gobiernos actuales en Latinoamérica, pero sobre todo el gobierno estrella de Latinoamérica que es el de Macri, porque es igual de reaccionario que los demás pero consigue votos, consigue una especie de aura de ‘cosa nueva’, optimista, que puede remodelar la ciudad en términos neoliberales, está tomando de manera invertida el programa del hombre nuevo. Vamos a decirlo así: si con la figura del Che Guevara se puede pensar una modelización del humano fuera de la ley de valor, el macrismo actual tiene esbozos sobre todo en la figura de Alejandro Rozitchner, y otros optimistas de esta brecha neoliberal que tienen la pretensión de retomar la idea de una modelización humana interna a la ley de valor, completamente. Todos los elementos de novedad económica, moral e histórica que con el Che se plantean en términos de una salida al capitalismo, se los recupera a todos en términos de una inmersión final dentro del capitalismo.

El hecho de que ellos puedan apropiarse de discurso de la ‘nueva humanidad’, por no decir el hombre nuevo, de que la nueva humanidad y la modelización de la sociedad está a cargo de empresarios, CEOS, y los sectores más tradicionales de la clase política argentina me parece que nos tendría que preocupar mucho, pero también nos tendría que dejar ver el carácter contrarrevolucionario que tiene este gobierno, no solamente autoritario, no solamente más o menos democrático-dictatorial.

Sino contrarrevolucionario, actúa perfectamente invertido a los desafíos planteados en la revolución cubana, dispuesto como programas contrarrevolucionario a escala regional.

Para concluir, sólo quiero volver a plantear  que la idea del nuevo hombre del Che no es lo que el estalinismo o el liberalismo quisieron hacer después: una especie de modelización nazi, queremos que las personas sean así o así, como si fuera una especie de voluntarismo que va a rediseñar autoritariamente, caprichosamente la idea de un futuro malo. Sino que lo que plantea el Che es una pregunta: ¿cómo construimos en base a la complejidad de las instituciones y de las masas masas movilizadas un ideal más allá de la ley del valor?

Para mi esa es una pregunta que queda picando, que está irresuelta, y que a partir de la derrota de los últimos años es una pregunta que ha sido más desarrollada en el plano de las revoluciones moleculares, como decía Guattari, ha sido más desarrollada por movimientos sociales, por movimientos indígenas, por movimientos de mujeres, por movimientos de desocupados, por movimientos de jóvenes.

La pregunta que deberíamos hacernos es si este plano de experimentación molecular no tiene que en algún momento volver a preguntarse por este horizonte guevarista del más allá de la ley de valor

Fuente:

*LA LUNA CON GATILLO: Una crítica política de la cultura

Jueves de 19 a 20.30 horas en vivo por Radio Eterogenia (www.eterogenia.com.ar), la radio del Centro Cultural España Córdoba.

https://www.facebook.com/lunacongatillo/

https://twitter.com/GatilloLuna

Fanzine digital de actualización diaria:https://lepondregatilloalaluna.blogspot.com.ar.

**Desgrabación de Agustina Machiavello.

 

¿Dónde está Santiago Maldonado? // Entrevista Amador Fernandez-Savater a Diego Sztulwark

¿Dónde está Santiago Maldonado? Historia, contexto y análisis político de una desaparición forzada

El 1 de agosto, en medio de la represión policial contra la comunidad mapuche, desaparece el joven Santiago Maldonado. ¿Quién es? ¿Qué se sabe de él? ¿Cuál es el contexto social y político de esta desaparición forzada?
Entrevista con Diego Sztulwark, investigador-activista argentino

«¿Dónde está Santiago Maldonado?» La pregunta se repite por toda Argentina y también fuera, en las redes y las calles. Una impresionante movilización pide la «aparición con vida» de este joven desaparecido en la Patagonia argentina, tras una operación policial contra el pueblo mapuche en lucha contra la expropiación de tierras.

  Pero, ¿cuál es el contexto social y político de la desaparición de Maldonado? ¿Cómo se vincula esta desaparición con el momento presente del gobierno de Mauricio Macri, dos años después de llegar al poder? ¿Hay algún vínculo entre esta desaparición forzada y el «terrorismo de Estado» de la dictadura militar, de qué tipo sería? ¿Está respondiendo la sociedad argentina, cómo? 
Hablamos de todo ello con Diego Sztulwark, intelectual atípico cuya formación tiene más que ver con el mundo de las militancias políticas y las maneras autodidactas de trabajar que con la academia. Diego Sztulwark es co-editor de Tinta Limón Ediciones y del blog Lobo Suelto!, colaborador del programa de Clinamen de radio La Mar en Coche y ha producido varias intervenciones (en radio, escritas) al respecto de la coyuntura política argentina actual, atravesada por la desaparición de Maldonado.
Amador: ¿Quién es Santiago Maldonado? ¿En qué situación se da su desaparición? ¿Qué sabe de ella?
Diego Sztulwark: Hace ya bastante más de un mes -el 1 de agosto- desapareció, en medio de la represión de la Gendarmería Nacional a una comunidad mapuche de la Patagonia argentina, Santiago Maldonado, un joven procedente de Buenos Aires que solía viajar ganándose la vida como artesano. Lo último que se sabe de Maldonado, por testigos de la comunidad, fue que lo capturó la Gendarmería.
A: ¿Cómo responde el Estado? ¿Puede hablarse ya de “desaparición forzada”?
D: A pesar de una extraordinaria movilización social que se pregunta “dónde está Santiago Maldonado”, el gobierno ha hecho todo lo posible para confundir y evitar que las cosas se esclarezcan. El fiscal de la causa caratuló el caso como “desaparición forzada”.
La reacción del Poder Ejecutivo y de una impresionante mayoría de los medios de comunicación fue desconcertante. En lugar de investigar a la Gendarmería y al poder político, actuaron como si Santiago Maldonado se hubiese extraviado. Lo buscaron en provincias lejanas e incluso en Chile. ¡Luego afirmaron que había sido asesinado por un mapuche!
Se han dedicado a mentir, a desinformar. Ahora procuran culpar  a un par de gendarmes para salvar su propia responsabilidad orgánica en los hechos. La respuesta del Estado recuerda la propaganda de la dictadura: “Los desaparecidos están en España”. Esta reacción del gobierno y de los grandes medios ratifica el carácter “forzado” de la desaparición: no solo es una agencia del Estado (la Gendarmería) la que actúa en la desaparición, sino que es el Estado mismo el que luego impide que se investigue.

El contexto de la desaparición

A: ¿De qué tipo es el conflicto entre el Estado y el pueblo mapuche? ¿Cuál es su historia?
D: El conflicto entre las fuerzas de seguridad del Estado y el pueblo mapuche se centra en el reclamo de tierras ancestrales del sur del país ocupadas por grandes empresas como Benetton (producción ganadera, de lana, monocultivo forestal) o los grupos Roca, Bemberg, Lewis y otros. En todos estos casos, la apropiación de tierras es irregular e implica conflictos con poblaciones desplazadas.
Estas disputas no son nuevas, pero se han masificado e intensificado durante los últimos años. Para comprender la dinámica de este conflicto, hay que intentar captar la superposición de dos lógicas complementarias: la concentración de la propiedad en torno a una economía extractivista, que cada vez más se desplaza hacia las fuentes de energía, y la tentativa de encuadrar como “terrorista” toda resistencia a la expropiación de territorios.
El gobierno de Mauricio Macri ha aceptado el diagnóstico del  Comando Sur de los EEUU que incluye la lucha de los mapuches en la lista de nuevas amenazas a la seguridad del Estado. Es decir, se parte de la idea de que las luchas por la tierra y las comunidades mapuches son estructuralmente criminalizables.
Es importante entender que la represión estuvo comandada sobre el terreno por Pablo Nocetti, jefe de gabinete del Ministerio de Seguridad, un abogado de jefes militares de la última dictadura y apologeta del terrorismo de Estado. Este dato hace imposible culpabilizar a la Gendarmería de manera autónoma sin implicar en la denuncia al poder político que da órdenes y conduce el procedimiento en el lugar de los hechos.
Por otro lado, ya había antecedentes serios. Durante el mes de enero, nos enteramos de una dura represión de la Gendarmería a una comunidad mapuche en lucha. Como ahora, en aquella represión la Gendarmería actuó mas allá de toda orden judicial, pero con nítido apoyo político.
A: ¿Cuál es el contexto social y político de la desaparición de Santiago Maldonado? ¿Cómo se vincula esta desaparición con el momento presente del macrismo, dos años después de llegar al poder?
D: Para conectar la desaparición forzada de Maldonado con el contexto hay que prestar atención a la estrategia de comunicación que el macrismo puso en juego desde marzo de este año hasta la fecha. Nos referimos a la represión de los docentes que intentaban poner una carpa en la plaza del Congreso en su lucha por salarios y defensa de la educación pública, a las mujeres convocadas por el movimiento Ni Una Menos en lucha contra los femicidios, a los trabajadores de Pepsico en lucha contra los despidos o a los grupos piqueteros que reclaman la emergencia social y alimentaria.
En todos los casos –hay más- la violencia oficial actúa de manera “expresiva”, como dice la antropóloga Rita Segato: más que conseguir objetivos puntuales, la violencia del estado comunica a la sociedad una estética de la crueldad(destrucción de la empatía y de la sensibilidad). Se busca completar de este modo una tarea de remodelación social del país que surge de la crisis de 2001. La aplicación de esta violencia represiva forma parte de la producción de una cierta “normalidad” –esto es, un sinceramiento cínico de las jerarquías y desigualdades- y a la creación de códigos para que cada quien pueda acceder de modo voluntario a las dinámicas de integración social fuera de las cuales toda existencia es percibida como una amenaza patológica o criminal.
En definitiva, resumiendo, se trata de una violencia ejercida en nombre de la paz que tiende a construir toda anomalía bajo el horizonte del terrorismo. La consigna parece ser “amigabilidad” para quienes viven dentro de la norma, acción represiva para quien se atreva a no cuajar en el orden. Es preciso aclarar que esta “norma” es la más banal del mundo: la forma empresa como modo de cooperar en la creación de riqueza; la forma policía para ofrecer seguridad; el estrés continuo en torno a la crisis para construir consensos crónicos sobre la gobernabilidad del país.
La desaparición de Maldonado reúne y permite comprender cómo funcionan todos los ingredientes de este régimen de instauración del orden: poder policial; tratamiento racista y estereotipado de todo lo que no encaja; prioridad de la propiedad de la tierra como mercancía al servicio de la forma empresa; estrés llevado al extremo en los medios y redes sociales.
A: Y supongo que en este mismo contexto puede entenderse también la detención de Milagro Sala…
D: Absolutamente. Lo que pasa en la Provincia de Jujuy es algo muy grave. Se trata de una provincia dominada por el ingenio azucarero Ledesma, que controla todo el sistema político de la provincia. Junto con la llegada de Macri a la presidencia, a fines de 2015 en Jujuy llega el temible gobernador Gerardo Morales (que es radical, participa de la alianza Cambiemos y accede al gobierno aliado con el Frente Renovador del dirigente bonaerense Sergio Massa), quien se ocupó de encarcelar ilegalmente a Milagro Sala, la dirigente de la Organización Barrial Túpac Amaru, y de desarmar las cooperativas y los planes de barrios de viviendas populares.
La situación es escandalosa. Al punto de que si Milagro Sala está hoy en un arresto domiciliario se debe a que la lucha por su libertad logró la intervención de organismos internacionales de derechos humanos como la Comisión Interamericana de DDHH. Desde el punto de vista del gobierno, se trata de desarmar un “estado paralelo” y de mostrar que ninguna mujer pobre e india va a desafiar el poder del ingenio y los partidos que le sostienen (el radicalismo y el peronismo). Horacio Verbitsky, periodista (principal columnista del diario Página 12) y presidente del Centro de Estudios legales y sociales (CELS), hizo unainvestigación, completa y en tiempo real, de la detención irregular de Milagro Sala.

El macrismo como forma de gobierno

A: En un momento en el que la derecha pujante y victoriosa electoralmente es proteccionista, soberanista, antiglobalizadora (Trump, Brexit), sorprende el macrismo. ¿Qué tipo de gobierno es? ¿Cuáles han sido sus líneas de actuación una vez en el poder?
D: Estos primeros dos años de gobierno de la alianza Cambiemos tuvieron como objetivo disciplinar a la sociedad y desprender al país del rumbo “populista” (como caracterizan a los gobiernos llamados “progresistas” de la región), aumentando la concentración de ingresos –con el consecuente aumento de la desigualdad-, transfiriendo poder a agencias represivas del Estado –que derivó en un aumento de la violencia represiva-, cuestionando la narración de la historia reciente basada en los aportes de las organizaciones de derechos humanos –lo que desinhibió mecanismos racistas, clasistas y patriarcales siempre presentes en la sociedad- y retomando el modelo de endeudamiento externo –renovando los mecanismos de valorización financiera, especulación y fuga de capitales.
A: ¿Representa el macrismo una cesura radical con respecto al kirchnerismo? ¿Qué continuidades y discontinuidades hay?
D: Como dijimos anteriormente, el programa del macrismo es reformar la sociedad emergente de la crisis de 2001 y, si se aplica con cierta gradualidad, solo se debe a que hasta el momento no posee la fuerza política para avanzar con mayor contundencia.
Al mismo tiempo, el macrismo es una correcta interpretación de las condiciones en las que la Argentina se inserta en el mercado mundial –productora de alimentos y energía- y de la pulsión por el consumo que, lejos de fortalecer la organización popular democrática (el programa de participación popular en el disfrute de las riquezas), más bien subjetivó a una parte importante de la población en términos neoliberales: modos de vida dominados por la estabilidad vía consumo, el consumo de modos de vida.
Desde ese punto de vista, no es posible hacer una crítica a fondo del macrismo sin hacer también una crítica del kirchnerismo, o sea, una crítica de la creación de un inconsciente de orden y estabilización que creó las condiciones para el surgimiento de una derecha que hoy pretende licenciar al peronismo como mediación fundamental. Junto a una ampliación de derechos, el kirchnerismo profundizo políticas neoextractivistas y de monocultivo como importantes pilares económicos, política de la que el macrismo se apropia plenamente.
Dicho esto, hay que decir con toda claridad que el macrismo es un fenómeno completamente reaccionario y que, por más que se endose los atributos de nuevo y democrático, reúne en un bloque la reacción conservadora del país contra los elementos plebeyos que emergieron con la crisis de 2001 y que tuvieron vínculos de negociación permanente con el kirchnerismo.
Por último, aunque no sea el momento de desarrollarlo, no es posible pensar la actualidad del macrismo sin ponerlo en una perspectiva regional, muy particularmente con relación al golpe institucional al gobierno del PT en Brasil.

Macrismo duro y macrismo blando

A: Has dedicado tiempo a analizar, para comprender la especificidad del nuevo gobierno de Macri, la figura y el pensamiento del filósofo Alejandro Rozitchner. ¿Por qué? ¿En qué sentido este personaje y su pensamiento funcionan para ti como “analizador”?
D: Lo que llama la atención de este filósofo, volcado a asesorar al presidente Macri y a su equipo de gobierno en cuestiones de comunicación, es su empeño en ofrendar a estos algunos contenidos engendrados en las contraculturas de los años sesenta, setenta y ochenta. Entre esos temas –de la marihuana a la entera cultura del rock, de las espiritualidades no religiosas a las citas de Nietzsche-, se encuentran elementos de la obra de su padre, León, un notable filósofo de la izquierda argentina comprometido en su momento con la proyección continental de la revolución cubana.
En los años sesenta, poco tiempo después de la publicación del escrito clave del Che Guevara sobre el papel de la subjetividad en la revolución -El socialismo y el hombre en Cuba- , León Rozitchner escribe un breve artículo llamado “ Izquierda sin sujeto». En este texto ya célebre, el filósofo advertía sobre la necesidad de incluir la transformación subjetiva –afectiva, psíquica- como parte de la transformación objetiva que la política de izquierda impulsaba. El aspecto material de la revolución debía incluir la dimensión sensual de la existencia que el capitalismo de cuño cristiano denigra.
Décadas después, su hijo ensaya una apropiación reaccionaria de estas tareas irresueltas, un vanguardismo irreverente al servicio del capital. Se diría que el hijo altera el título del libro de su padre y escribe “La derecha sin sujeto”: enseña a los nuevos agentes del desarrollo de las fuerzas productivas a incluir una ética del disfrute, de lo sensual y del entusiasmo. Esta tentativa tiene cierto valor para renovar la cara de una derecha que no desea verse reflejada en el espejo de la última dictadura militar. Alejandro Rozitchner es el comunicador de un discurso que enseña a amar las cadenas de lo neoliberal.
A: Dices que hay “cambio de clima” en Argentina. ¿Está sustituyendo ahora el “modo duro” de gobierno macrista (violencia, mentira, desaparición) al “modo blando” que puede simbolizar Alejandro Rozitchner?
D: El gobierno de Macri, su propia biografía y la de su familia estuvieron siempre ligados a la violencia. Para no remontarnos a antecedentes lejanos, podemos recordar la salvaje represión sobre la toma del Parque Indoamericano por parte de familias que reclamaban viviendas a fines de 2011, que quizá sea el episodio más nítido de esa concepción macrista de la violencia. Por entonces, Macri era el jefe del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y fomentó la violencia de vecinos armados, así como la impunidad para las policías que intervinieron en el desalojo hablando de una “inmigración descontrolada” y de “migrantes usurpadores”. Claro que inmediatamente después, durante la campaña electoral por la que fue reelecto, el gobierno llenó la ciudad con unos carteles donde mostraba a personas de todo tipo de aspecto –incluidos migrantes- y la leyenda “vos también sos bienvenido”.
Ahora bien, durante un largo primer año en la presidencia, el gobierno nacional se esmeró en mostrar una cara “amigable”, de “proximidad”. Eso se terminó en algún momento del presente 2017. Es posible fechar este cambio en la ya citada represión del mes de marzo a los docentes. A esa represión televisada a maestros con sus guardapolvos blancos, un domingo de lluvia, siguieron otras: la cacería de mujeres que participaron de una de las multitudinarias manifestaciones convocadas bajo la consigna “Ni una menos” y “Paro internacional de mujeres”; el salvaje desalojo de una manifestación de organizaciones de desocupados mientras se llevaban a cabo negociaciones con el gobierno; o la reciente represión a los trabajadores de la planta de Pepsico que resistían una tanda de despidos.
Para terminar de componer el cuadro de situación, es preciso recordar que en mayo de 2017 la Corte Suprema de Justicia falló a favor de aplicar una norma que reducía penas a un torturador activo durante la última dictadura. La norma invocada –llamada 2 x 1, que reducía penas a presos comunes si habían estado detenidos años sin pena- ponía a cientos de agentes del terrorismo de Estado en condiciones de escapar al cumplimiento de sus penas.
Por fortuna, una gigantesca manifestación de 500.000 personas en Plaza de Mayo y en todo el país acabó en una semana con esa posibilidad (los tres poderes del Estado acabaron volviendo sobre sus pasos), pero vale la pena reflexionar sobre dos sucesos que formaron parte de estos hechos: un día antes de la manifestación, el episcopado argentino había anunciado un proceso de “reconciliación” nacional reuniendo a familiares de víctimas y represores para “conocer” sus testimonios; y, por otro lado, la Corte Suprema de Justicia acababa de cambiar su composición y entre los nuevos integrantes ingresó un juez, Carlos Rosenkrantz –su voto fue decisivo en el fallo- que venía planteando una doctrina de impunidad para los militares. Por esta razón fue impugnado por organismos de derechos humanos cuando se aprobaron sus pliegues en el Senado, cámara entonces controlada ampliamente por el peronismo.
Si leemos de manera simultánea el encadenamiento de episodios represivos junto a la tentativa de consagrar la impunidad para los cuadros de la dictadura, podemos ver con más claridad porqué el caso de Santiago Maldonado es un punto de inflexión que tensa todas las energías democráticas del país.

Violencia, neoliberalismo y dictadura

A: Una tesis fuerte que puede leerse en tus escritos es el vínculo de la violencia actual y la dictadura. Hablas del “terrorismo de Estado” como algo muy presente: una especie de fondo latente, siempre activable. Puede sonar a exageración, a provocación. ¿Cómo se justifica esa historicidad?
D: El problema de la violencia no ha dejado de plantearse como una cuestión absolutamente central en la historia del país. La desaparición de Maldonado, el conflicto mapuche, nos llevan a recordar la tesis del gran escritor David Viñas, autor de un libro clave publicado a fines de los años setenta, Indios, ejércitos y fronteras, para quien la conquista de la Patagonia, la guerra con el indio y la expropiación de sus tierras no solo conforman las bases fundacionales del Estado, sino también la mentalidad de las clases dominantes del país (incluyendo lo que él denomina los “intelectuales colonizados”).
Hay una historia que es necesario tener presente porque sus líneas básicas siguen actuando en el presente. El bombardeo a la Plaza de Mayo y el derrocamiento del gobierno de Perón, sostenido por una movilización popular significativa, promovió décadas de violencia. Durante la última dictadura militar -1976/1983- se constituyó un “Estado terrorista” (es importante esta caracterización temprana hecha por Eduardo Luis Duhalde en un libro que lleva precisamente ese título). El terrorismo de Estado aplicó la violencia no solo para desarticular a las organizaciones armadas revolucionarias (cosa que logró en torno al año 1977), sino para remodelar quirúrgicamente la estructura social del país.
Para decirlo pronto: impuso un modelo de acumulación fundado en la valorización financiera (cuestión que explica muy bien el economista Eduardo Basualdo y su equipo), la difusión del terror como amenaza de aniquilación en el interior del cuerpo social (inevitable citar nuevamente la obra de León Rozitchner) y blindó la relación entre concentración de la riqueza y la defensa armada de la propiedad privada, cosa que ninguno de los gobiernos democráticos posteriores alcanzó a cuestionar.
La democracia posterior a 1983 se funda sobre la base de una total falta de voluntad en cuestionar las principales líneas de continuidad de esta violencia en la que se sustenta la concentración de la propiedad privada. Bien mirada, esa relación entre economía y terror sigue siendo el problema principal de la democracia argentina: la imposibilidad de cuestionar la concentración de la propiedad de la tierra, del control de los alimentos, de los medios de comunicación o de las finanzas.
A. No se trata simplemente de un análisis teórico, sino de una denuncia que podemos encontrar en los movimientos sociales argentinos, ¿no es así?
D: Más que una retórica de denuncias, esta descripción de los hechos constituye un saber de las principales luchas populares que durante estos años vinieron limitando e intentando cuestionar este estado de cosas: la aparición de las Madres de Plaza de Mayo y el movimiento de derechos humanos que aún hoy son el principal límite que encuentra el gobierno de Macri; la constitución del movimiento piquetero en torno al 2001 –y junto a este una pluralidad de subjetividades de la crisis, de las fábricas recuperadas a los escraches de HIJOS- que activó una fuerza comunitaria y de naturaleza insurreccional para destituir la dinámica neoliberal entonces hegemónica; y el actual movimiento de mujeres, capaz de mostrar el contenido patriarcal de la violencia estatal, económica y doméstica, de reconstruir la relación entre terrorismo de Estado y femicidio.
Estos tres movimientos tienen, a mi juicio, algo en común: constituyen una ofensiva en el campo de la sensibilidad –que es algo sobre lo que insiste Rita Segato y no solo ella- como el campo en el cual actúa la estética de la crueldad ya nombrada. El gran legado del movimiento de derechos humanos es una lúcida compresión del carácter desensibilizante de la violencia que crea terror. Y la necesidad, por tanto, de crear espacios de sensibilización donde sea posible elaborar esa violencia, dar lugar a una contra-agresividad de otra naturaleza, y traducir –en ese medio de lo sensible- luchas que carecen de lenguaje común a priori.

El campo social de las fuerzas

A: En varios textos afirmas que el neoliberalismo no se impone simplemente desde arriba, sino que es una dinámica más compleja. ¿Y la violencia?
D: La violencia represiva no es un invento de Macri, sino una intensificación de una constante que no había desaparecido durante el gobierno anterior. El “crecimiento económico” de los años posteriores a la crisis tuvo su traducción cotidiana en la consolidación de la precariedad de la existencia, laboral y afectiva, y en una creciente demanda de “seguridad” que permeó en todos los niveles de la sociedad.
Para comprender esto es necesario recurrir nuevamente a las hipótesis de Rita Segato, para quien el establecimiento de una economía rentística que se valoriza por fuera de toda regulación de poderes públicos tiende a constituir modos de regulación clandestinos que segregan una violencia informal, capaz de crear una soberanía oscura en los territorios. Episodios de linchamientos, gatillo fácil policial, justicia “por mano propia” o mensajes salvajes en las redes sociales ya advertían sobre la difusión de un odio violento a todo lo que obstruye un cierto ideal de orden y normalidad, que en la precariedad es a veces una utopía movilizadora.
El gobierno de Macri retoma esa pasionalidad oscura que se venía desinhibiendo y le da cauce simbólico e institucional. Hace política con ella. La conjuga con una promesa de orden basada en la multiplicación de fuerzas de seguridad en los territorios y en la promoción de un código de identificación con el cual cada uno puede sentirse parte integrante del nuevo orden.
A: ¿Qué resistencias están apareciendo y te parecen más desafiantes prometedoras? ¿Pasan por la movilización, lo electoral, una combinación de ambas?
D: La idea que el gobierno intenta difundir es que hoy no hay oposición legítima a su proyecto, que se ofrece como purgación de la sociedad luego de la violencia de la crisis y la fiesta del populismo. Nada sería más catastrófico que creerle (cosa que podría pasar si en octubre las elecciones de medio término desalientan las expectativas que puedan haber con el kirchnerismo o las opciones de izquierda).
Al contrario, tanto las manifestaciones masivas contra el 2 x 1 o por la aparición de Santiago Maldonado; las convocadas por el movimiento de mujeres y las movilizaciones de trabajadores -que no han escaseado y que tienen el interés renovado de combinar, como nunca antes, demandas conjuntas de trabajo en blanco con trabajadores de la economía informal popular-, nos habla de una sociedad que no ha sido derrotada y posee capacidad de organización.
El interés de este activismo social se redobla cuando lo percibimos a nivel micro, en experiencias educativas, entre trabajadores de la salud, redes de trabajadores sociales o de artistas. Un nuevo ejemplo de eso es la oposición masiva de los estudiantes de colegios secundarios contra un proceso de reforma que elabora el gobierno de la ciudad de Buenos Aires a favor de la adaptación educativa al mundo de las empresas. Hay fuerzas procesando el nuevo escenario, intentando romper la perplejidad, y está en marcha –muy probablemente- una recreación de afectos e ideas, ojalá una nueva agresividad intelectual.
FUENTE: http://www.eldiario.es/

廣瀬純 Entrevista a Jun Fujita Hirose

“La filosofía es algo que llega demasiado pronto llegando demasiado tarde”; “Nadie quiere comprar nada más. Nosotros ya tenemos todos todo”; “La crisis actual es la crisis del capitalismo industrial. Es la crisis del pacto del Capital con el Trabajo. Es la crisis de lo social”; “Podemos decir que esta militarización del Japón es un nuevo pacto (un new deal) entre el Capital y una parte de la clase proletaria en el marco de la crisis del antiguo pacto”; “Hay una división interna dentro de la clase trabajadora”.
Entrevistamos en Kyoto al profesor, crítico de cine y filósofo 廣瀬純 Jun Fujita Hirose que nos acerca con sus reflexiones a la realidad actual del Japón hablando en español.

  • ¿Qué es la filosofía? ¿Cuál es su relación con ella?
Gilles Deleuze y Félix Guattari, filósofos franceses, escribieron en 1991 un libro que se llama ¿Qué es la filosofía?. En este libro, Deleuze y Guattari sostienen que cuando hay revolución imperial hay religión, y que cuando hay revolución ciudadana hay filosofía.
Ellos dicen de la filosofía griega que si hay una filosofía en Grecia antigua, es porque hay una revolución ciudadana, es decir, creación del ágora y las redes mercantiles, y dicen lo mismo por la filosofía moderna. Dicen que si hay una filosofía en Europa moderna, es porque hay una revolución ciudadana que crea las asambleas nacionales y el capitalismo industrial.
Deleuze y Guattari define la filosofía como práctica que consiste en “asumir el relevo” de la revolución ciudadana. ¿Cómo la filosofía “asume el relevo” de la revolución? Según Deleuze y Guattari, la filosofía intenta “llevar al infinito” o “implusar a lo absoluto” los movimientos de desterritorialización que se realizan de manera relativa en la revolución ciudadana. En el caso de la filosofía europea moderna, ella llega para llevar al infinito los movimientos de desterritorialización que se reterritorializan en los Estados democráticos y el capitalismo industrial, es decir, en las socialdemocracias.

“Geo-cinema y revolución. Desde Eisenstein hasta Straub y Huillet pasando por Rocha”, por Jun Fujita Hirose (http://www.lafuga.cl/geo-cinema-y-revolucion/838)
¿Qué quiere decir impulsar a lo absoluto los movimientos de desterritorialización que se relativizan en una revolución? Pongamos el ejemplo de la Revolución francesa. Friedrich Engelsdice algo muy interesante comentando los manuscritos de su discípulo, Karl Kaustky, sobre la Revolución francesa.

Charles ThéveninToma de la Bastilla, 1793
Engels dice: “Será claro […] que la burguesía era demasiado cobarde […] para defender sus propios intereses; que a partir de los acontecimientos de Bastilla, los plebeyos debieron asumir todo el trabajo para la burguesía […]; pero que esto no habría sido posible sin que la plebe atribuyera a las reivindicaciones revolucionarias de la burguesía un sentido que no era contenido en éstas mismas, es decir, sin que impulsara igualdad y fraternidad a tal extremidad que el sentido burgués de estas consignas se invirtió totalmente […]; y, como siempre – es la ironía de la historia –, la concepción plebeya de los lemas revolucionarios constituyó la palanca más potente para realizar su contrario, a saber: concepción burguesa de la igualdad (ante la ley) y de la fraternidad (en explotación)”.
Engels habla de la Revolución francesa como una revolución torcida, es decir, una revolución burguesa llevada a cabo por las fuerzas plebeyas. Las fuerzas plebeyas de desterritorialización se reterritorializan en una revolución burguesa. Las aspiraciones absolutas de igualdad y fraternidad de la plebe se reterritorializan en sus formas relativizadas de la burguesía, que son la “igualdad ante la ley” y la “fraternidad en explotación”, es decir, un Estado democrático y el capitalismo industrial.
Pero ¿cuáles son las aspiraciones absolutas de igualdad y fraternidad de la plebe? Engels dice que nadie lo sabía durante todo el proceso revolucionario y que es precisamente por eso por lo que son las concepciones burguesas las que se realizaron efectivamente en la Revolución francesa.
Engels escribe: “‘Bienestar para todos sobre la base del trabajo’ aún expresa de manera demasiado definida las aspiraciones de fraternidad de la plebe de aquel tiempo. Nadie podía trasladar lo que se quería, antes de que François Babeuf le diera forma concluyente, mucho tiempo después de la caída de la Comuna en 1795. Si la Comuna llegó demasiado pronto con sus aspiraciones de fraternidad, Babeuf a su vez llegó demasiado tarde”.
Creo que a partir de este argumento de Engels podemos considerar como una primera operación filosófica moderna lo que Babeuf hizo en 1796 con la llamada Conspiración de los Iguales. Babeuf creó el concepto de las aspiraciones absolutas de igualdad y fraternidad de la plebe, asumiendo el relevo de la Revolución francesa, y impulsando a lo absoluto los movimientos plebeyos de desterritorialización relativizados en sus formas burguesas. Pero Engels dice también que Babeuf llegó “demasiado tarde”, ya que cuando Babeuf creó el concepto, el proceso revolucionario ya había acabado en la constitución de una sociedad burguesa con la igualdad ante la ley y la fraternidad en explotación.
¿Llega siempre demasiado tarde la filosofía con respecto a la revolución? La respuesta sería positiva, según Deleuze y Guattari, que definen la filosofía como práctica consistente en “asumir el relevo” de la revolución. Sin embargo, en un sentido, ¿no podríamos decir también que la filosofía llega demasiado pronto? La filosofía, con su creación del concepto de la desterritorialización absoluta, ¿no nos pone a nosotros a la expectativa de una nueva revolución ciudadana por venir, que sería una revolución plebeya?
Esto es la filosofía para mí. Para mí, la filosofía es algo que llega demasiado pronto llegando demasiado tarde. La filosofía, para mí, es una práctica que nos pone a la expectativa de una nueva revolución creando un concepto de la desterritorialización absoluta.
  • ¿Cómo ve usted la situación actual -éconómica, política, social, culturel- en España/Japón (y en el mundo)? ¿Qué es lo que se llama -en los medios, en los debates políticos, etc.- “crisis económica” / crisis (en general)?
La crisis actual es la crisis del capitalismo industrial. Es la crisis del pacto del Capital con el Trabajo. Es la crisis de lo social. ¿De dónde viene esta crisis? Creo que esta crisis viene de la crisis de los mercados de bienes. Viene de la crisis del consumo, crisis de la compra de bienes. Nadie quiere comprar nada más. Nosotros ya tenemos todos todo. Todos tenemos ya las ropas, los televisores, los coches, los computadores, los smartphones. Y además, desde hace muchos años, el capitalismo industrial no conoce ninguna innovación comparable a la de los ferrocarriles. Los mercados de bienes vuelven así completamente saturados.
Esta crisis del consumo lleva con ella otro tipo de crisis: la crisis de la producción. Si se consume menos, si se compra menos, es lógico que se produzca menos. De esta crisis de la producción viene un tercer tipo de crisis: la crisis del trabajo. Si se produce menos, es natural que se emplea menos o que se paga menos cuando se quiere mantener la misma cantidad de empleados que antes. Por su valorización, el capital no necesita de hecho del trabajo. El capital puede continuar valorizándose, sin trabajo, sin producción, sin consumo. Es en este sentido en el que la crisis actual del capitalismo industrial va acompañada de la llamada financiarización del capital. Si el capital se valoriza cada vez menos en el terreno industrial, se valoriza cada vez más en el terreno financiero. Es lo que está pasando actualmente o lo que tiene su origen en la ruptura de los Acuerdos de Bretton Woods a principios de los años 1970.

José Luis Aranda, El País, 15 de noviembre de 2008 (https://economia.elpais.com/economia/2008/11/15/actualidad/1226737974_850215.html)
En estos últimos años, bajo el gobierno del primer ministro Shinzo Abe, el Japón conoce una verdadera mutación en su política militar. Con una decisión gubernamental, Abe introdujo una nueva interpretación del artículo 9 de la Constitución de Japón, artículo que prohíbe actos bélicos por parte del Estado, por facilitar, en suma, la participación militar de las Fuerzas de autodefensa japonesas en las guerras desarrolladas en el mundo.
Con esa introducción de la nueva interpretación del artículo 9, el gobierno Abe reformó también los principios de exportación de armamentos, para permitir que las empresas fabricantes japonesas participen en los mercados internacionales de armas. Contra este proceso de militarización hubo una grandísima movilización en todo el país durante casi 3 años. Una de sus consignas principales es: “si la economía no se mantiene sin recurrir a las guerras, ¡no necesitamos tal economía sangrienta!”

EURONEWS, “Japón aprueba una ley que permitirá enviar tropas al extranjero”, 19/09/2015, (http://es.euronews.com/2015/09/19/japon-aprueba-una-ley-que-permitira-enviar-tropas-al-extranjero)

EURONEWS, 19/09/2015, “Japón aprueba una ley que permitirá enviar tropas al extranjero” (http://es.euronews.com/2015/09/19/japon-aprueba-una-ley-que-permitira-enviar-tropas-al-extranjero)

Lo importante es el hecho de que el Rengo, la confederación sindical más grande del Japón con 8 millones de afiliados, no participó a la movilización antimilitar y asintió de facto a las propuestas gubernamentales. Este posicionamiento del Rengo es bastante comprensible. La confederación sindical encontró una gran posibilidad de mantener los empleos en la industria bélica que había quedado siempre subdesarrollada bajo el artículo 9 y los antiguos principios de exportación de armas. Podemos decir que esta militarización es un nuevo pacto (un new deal) entre el Capital y una parte de la clase proletaria en el marco de la crisis del antiguo pacto. Y este nuevo pacto va acompañado de una nueva división dentro mismo de la clase proletaria.
  • ¿Qué podemos hacer los ciudadanos (las personas, la gente), si es que hay algo que podemos hacer?
Tenemos que hacer algo a partir de dicha división de la clase proletaria. Creo que el antagonismo no se encuentra en la famosa oposición entre 1 y 99 por ciento. (…). Veo una gran potencia en la gente que dice que no necesita la “economía sangrienta”. Es una afirmación muy potente, sobre todo cuando la escucho de la boca de un trabajador. También, en Japón hay un grupo relativamente grande de madres que afirman lo mismo, que no necesitan la “economía sangrienta”. ¿Esto qué quiere decir? ¿Las madres no quieren mantener el trabajo de sus niños? Están diciendo que aceptan un futuro en el que no haya trabajo para sus hijos… es una declaración revolucionaria. Para mí esto es muy interesante. No sé a dónde va, cuál es la dirección futura de esta declaración, pero esta declaración existe en todo el país (es verdad que ya no hay manifestaciones, pero la idea continúa existiendo en todo el país). Por ejemplo, en esta universidad donde estoy trabajando, conozco a muchos estudiantes que no quieren ser empleados por empresas como Panasonic (que está cerca de aquí) después de salir de la universidad. Ellos están buscando una alternativa que no conocemos, es una alternativa que está por venir. Creo que hay mucho coraje en la gente.
En este contexto puedo decir que si existe esa división interna de la clase trabajadora es porque el antagonismo no se encuentra en la famosa oposición entre el 1% y el 99%. Para mí se trata de un antagonismo secundario. Una parte de ese 99% comparte completamente los mismos intereses con ese capitalismo industrial; entonces, la subjetividad revolucionaria se encuentra en otra parte de esa clase trabajadora que tiene el gran coraje de decir que no necesita la “economía sangrienta”.

[fuente: https://filosofiaenlaazotea.wordpress.com/]

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