Anarquía Coronada

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Elecciones 2019

No hay que olvidarse // Diego Valeriano

No hay que olvidarse de lo que fue este gobierno de chetos, de la tristeza que trajo, de la fiesta que quiso apagar. Hay que repetirlo hasta el cansancio para que se vuelva algo irrepetible. Tampoco hay que olvidarse de los cómplices que flasheaban república, seguridad jurídica  e integración al mundo desde sus micrófonos. No hay que olvidarse del FMI, de lo que son, de lo que siempre fueron. No hay que olvidarse de los ortibas que aún hoy bancan este desastre, esos tipos que festejan pibes muertos, esas minas que justifican violadores. Esa gente que se cree buena porque trabaja todos los días y quiere a su familia. No hay que olvidarse de porque llegaron al gobierno, de los afectos que estaban en juego y que la vida es un garrón bastante seguido. No hay que olvidarse que antes que Vidal estaba Scioli, que los calabozos siempre huelen igual y que ser novia de preso buscando noticias es una condena. No hay que olvidarse que la Gendarmería está ahí hace rato, tan extranjera, tan poronga, tan maldita. Ni de Luciano, ni de los guachos sin nombre que perdieron cada noche, ni de las pibas que denuncian a los capos de la orga y quedaron ahogadas en el silencio de las compañeras. No hay que olvidarse de la masacre de Once, del desamparo enorme de esas familias, de quienes encubrieron por obediencia, de quienes justificaron tan indignamente, de quienes dicen no saber bien qué pasó. No hay que olvidarse que muchas veces hay quienes reivindican a las víctimas según quien sea el victimario. 

Diego Valeriano para 27 de octubre. Revista digital efímera. 

FESTEJAR, PENSAR, ACUMULAR: Apuntes al paso sobre las elecciones // Mariano Pacheco

UNO (FESTEJAR)
 
La fiesta, el momento del festejo es algo muy arraigado en las vidas populares, de Argentina pero también de Nuestra América. Ni las sangrientas dictaduras, ni las ofensivas de la derecha en contextos como los actuales han logrado hasta el momento que, cuando se trata de sacar la rabia afuera, y reconocerse con el otro en la mirada (la otra, le otre), el abrazo o el simple saludo, la alegría de saberse o intuirse parte de un mismo proceso se exprese sin tapujos. Sea para gritar un gol de un partido de fútbol, celebrar un nacimiento (de una vida, de una nueva experiencia vital) o un triunfo político puntual (electoral, insurreccional o de una batalla parcial), la música suena, los cuerpos bailan, las bocas putean y ríen, el humo de la parrilla y la bebida corren.
Eso indigna a las bellas almas argentinas, y los argumentos para condenar ese momento suele ser siempre de derecha, por más que se diga bajo una lengua pretendidamente progresista o de izquierda.
Motivos para festejar la derrota electoral del macrismo en la Argentina actual sobran. Hace apenas dos años atrás Cambiemos triunfaba en las elecciones de medio término, y comunicadores progresistas construían hipótesis para argumentar que estábamos ante una nueva derecha, democrática, que estaba construyendo una nueva hegemonía en el país. E decir: teníamos neoliberalismo (puro y duro), para rato.
Pero siempre, en toda estructura de opresión, explotación y dominación, hay algo que fluye, que huye, que escapa a las reglas clasificatorias del orden vigente. DICIEMBRE DE 2017 reactualizó una imaginación rebelde y contestataria y si bien no abrió un proceso que marcara una diferencia en el tiempo, lo cierto es que a la gestión Cambiemos protestas no le faltaron y AGOSTO DE 2019 condensó el momento en el que nuestro pueblo mostró su Ya Basta se expresaría esta vez en los marcos delineados por los proyectos dominantes, es decir, por la vía electoral.
Tras innumerables esfuerzos, el neoliberalismo (puro y duro), fue derrotado en las elecciones de domingo 27 de octubre. La grieta queda, y hay que pensarla. Los desafíos estratégicos para el movimiento popular quedan, y hay que pensarlos. Tras los festejos, entonces, a redoblar la apuesta. Lo que sigue, unas breves reflexiones sobre el neoliberalismo, las izquierdas y el peronismo.
 
 
DOS (PENSAR)
 
A- EL NEOLIBERALISMO
— Juntos por el Cambio triunfó en los tres conglomerados urbanos más importantes del país (exceptuando Gran Buenos Aires, el más destacado de todos modos): CABA, Santa Fé, Córdoba (debemos agregar la capital bonaerense, Mar del Plata y las provincias de Entre Ríos y Mendoza).
–Aún con la disparada del dólar luego de las PASO y la creciente pauperización general de la vida, Juntos por el Cambio logró ascender del 32 al 40% de votos en los últimos dos meses.
La grieta está a flor de piel. La Argentina está partida, y si bien se ganó la elección (o más bien, diría: si bien el neoliberalismo puro y duro perdió la elección), entre el macrismo, Spert y Gómez Centurión, suman casi el 44% del electorado, a lo que debemos sumar un 6% de Lavagna más un amplia franja de votos del Frente de Todos que, de no ser porque primó cierta astucia y pragmatismo, hubiesen ido a parar para otro lado (me refiero a líneas que se expresan en figuras como Massa, Solá, gobernadores del PJ, etcétera).
 
B- LA IZQUIERDA Y EL PERONISMO
La izquierda que no intervino en el marco amplio del peronismo quedó, o bien con resultados extremadamente marginales (2% de votos cosechó la unidad del FIT –PO, PTS, IS, PP– y el MST), o bien automarginada en posiciones principistas y de un denuncialismo moralista francamente impotente.
La izquierda que se sumó, adhirió o apoyó al Frente de Todes, evidentemente, ha sido capaz de tener una táctica concreta para la coyuntura, gestar cierta mística al interior de sus militancias, tener una cierta incidencia en la discusión política hacia sectores amplios dela sociedad. Queda por verse qué capacidad se podrá gestar (si es que hay voluntad de realizar dicho proceso) respecto de delimitar un propio espacio, que combine creativamente flexibilidad táctica con rigurosidad estratégica (es decir no perder el horizonte y las tareas de largo plazo en las urgencias de cada momento puntual)
Las organizaciones populares peronistas son las que en mejores condicionamientos quedan hoy para poner en pie una voz que marqué una agenda determinada más allá de la gestión del Estado: por su masividad (a nivel de extensión territorial, de movilización en las calles y de militancias estructuradas), su capitalización en figuras que puedan ser una referencia en medios de comunicación, la sencillez con la que pueden explicar a niveles de masas quienes son.
 
TRES (ACUMULAR)
Resulta fundamental, para las organizaciones populares (peronistas y de izquierda), asumir con rigor (y crudeza):
A- El diagnóstico: del complejo momento que atravesamos (mejor que el de los últimos años, tanto a nivel nacional como internacional), francamente adverso para cualquier política con aspiraciones de cambios profundos: en términos micropolíticos, con un neoliberalismo expandido por el cuerpo social; en términos macropolíticos, con una dinámica prácticamente subsumida en su totalidad a las reglas del juego democrático (democracia de la derrota, democracia castrada, democracia restringida, democracia liberal-parlamentaria o como se la quiera caracterizar, un régimen que en términos generales no facilita que el pueblo sea protagonista). Las recientes rebeliones en Ecuador y Chile, la persistencia de la Revolución cubana, la Revolución Bolivariana en Venezuela y el Proceso de Cambio en Bolivia, sumado a las experiencias desde abajo que vienen resistiendo y creando espacios en Colombia, Brasil, México (por nombrar tan sólo experiencias del continente) brindan puntos de apoyo para seguir repensando estrategias que puedan enfrentar el Nuevo Orden Mundial, en pos de quebrar lo horizontes de sentido que impone la era del realismo capitalista (donde es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo).
 
B- Recuperar una dimensión estratégica para las construcciones: el tiempo que se abre en Argentina estará poblado por tensiones de todo tipo. Más allá de lo que se pueda (o no) hacer desde la gestión del Estado, en función de mejorar las calamitosas condiciones de vida en las cuales nos encontramos sumergidos los sectores populares, resultará de vital importancia lo que podamos hacer en términos de una política popular, que no se limite al denuncialismo, y que no se resigne a que lo máximo a lo que podemos aspirar en este momento histórico es a la gestión progresista del ciclo (del capital), vía líneas de reparación e inclusión social, más y mejores derechos ciudadanos, mejor calidad institucional (de este régimen de representación) sostenido por otra parte en base a un modelo extractivo.
La construcción de una infraestructura material e intelectual de los movimientos populares se torna un desafío insoslayable para el tiempo por venir. Acumular (social, cultural, políticamente) un poder popular que pueda mostrar más que enunciar otros modos de hacer, sentir, pensar, experimentar la política (anudamiento micro/macropolítico) es fundamental para cambiar las relaciones de fuerzas, requisito imprescindible no sólo para comenzar a cobrar confianza en torno a un proyecto que se proponga cambiar todo lo que deba ser cambiado, sino incluso para no retroceder, para hacer de cada batalla un momento de una estrategia más general de cambio social.

Experiencias de vida vs marketing y manipulación (una reflexión post-electoral) // Cora Gamarnik

1- Los medios masivos tienen el poder de instalar temas de agenda, propagar rumores, reforzar opiniones ya establecidas, generar climas sociales y propagar mentiras como datos sociales que luego no son comprobados. Pero no son todopoderosos.

2- No existe una omnipotencia mediática que pueda anular la conciencia social y convencer a los individuos de aceptar indefinidamente opiniones opuestas a sus intereses.

3- La idea de medios omnipotentes ayudó a sembrar desánimo y a deslindar responsabilidades políticas.

4- Tampoco se trata de subestimar las operaciones cada vez más refinadas que proponen nuevas formas de manipulación social. Se trata de estudiarlas y pensar como contrarrestarlas.

5- Nunca hay “interiorización muda” de valores o discursos dominantes siempre existe una compleja red de intereses de clase, deseos, impugnaciones, demandas, historias previas y vínculos sociales.

6- Las experiencias vividas, las redes de socialización, las competencias culturales, las historias familiares, las relaciones laborales o gremiales, las interacciones con otros, lo que vemos en las redes… complementan, median y se interrelacionan con los discursos políticos y mediáticos.

7- Cualquier intento de perpetuación en el poder se enfrenta a rupturas, negociaciones, límites y presiones. Contra el poder siempre surgen fuerzas renovadas, recreadas, defendidas y modificadas.

8- Toda injusticia puede imponerse por un tiempo pero al mismo tiempo es resistida, limitada, alterada, desafiada.

9- La idea de sociedad que tenemos, la idea de justicia, de igualdad, la forma en que vemos a lxs otrxs, la forma en que nos vemos nosotrxs en relación a los otrxs eso es lo que está hoy en disputa.

10- El uso de lógicas publicitarias ejerció sin duda alguna influencia social pero esos discursos se combinaron o se contrapusieron con otras lógicas construidas por muchos y muchas en estos años. Con las luchas políticas de larga tradición, las luchas por los derechos humanos, las luchas de los feminismos, las luchas sindicales, la acción de los medios alternativos que surgieron y/o se sostuvieron a lo largo y ancho del país, las nuevas experiencias sociales, los nuevos y viejos movimientos sociales.

Foto: Bernardino Avila

¿Vos crees? // Luciano Debanne

¿Vos crees que se van a ir así como caballeros victorianos, saludando amablemente a la servidumbre, sacándose el sombrero ante la vecina que los ve irse entre las rosas del jardín contiguo, abordando el carruaje con una última mirada de felicidad, nostalgia y sensación del deber cumplido mientras en el horizonte se pone el sol de un día y aguarda mansamente un nuevo amanecer?
 
No. Se irán a sangre y fuego. Echando sal en los jardines para que no crezca más el césped, ni germine nunca ningún brote nuevo. Se irán destruyendo, como un incendio, todo lo que había. Destruyendo las molduras, arrancando de cuajo las puertas como hicieron los milicos antes de entregar los campos de concentración. Se irán mutilando a los niños y a las niñas, castrando y violando, para dejar su raigambre de miedo y ofensa. Se irán bombardeando las plazas. Se irán robándose las computadoras y los televisores, las lapiceras, y los libros, y la caja chica. Se irán abandonando a su suerte a los olfas, a los lameculos, a los esbirros. Se irán dejando atado a los perros, hambreados y furiosos; para que después soltarlos sea un riesgo, y obligar a quien vienen a la violencia de matar. Van a mear las paredes y a cagar en las alfombras. Y tirarán arena en los tanques de combustible. Y a envenenar los pozos de agua donde abrevan los animales. Van a partir las llaves a medio girar en las cerraduras. Y se van a llevar los vinos buenos de las bodegas del pueblo, para brindar en tierras extranjeras. Van a hacer daño, con saña y maldad.
 
Y los pasquines sin dueños aparentes señalaran el daño, pero no las causas.
 
Y se lamentaran como si las desgracias fueran un castigo del cielo por nuestras acciones. La crisis se ha cobrado nuevos muertos. Hablarán de las condenas que nos caben por ser bárbaros, de la cultura de la violencia, de culpas sin culpables. Y se cuidaran de no pronunciar los nombres de sus socios en el saqueo.
 
No se irán mientras atardece, despidiéndose fraternalmente. Se irán en medio de la noche, con los colmillos chorreando sangre y de fondo el incendio donde arde nuestro dolor.
 
Ojalá sepan los nuestros frenar la barbarie de los civilizados antes de que creamos que nos lo merecemos, que es nuestra la culpa, que tenemos como destino la pena y el terror.

El consumo libera // Diego Valeriano

El escabio, la manija, los abrazos, los Redondos que saturan desde ese auto que rompe Rivadavia y el flaco de Rappi que pasa cantando la marcha a los gritos. Los wasaps urgentes, los emoji de Macri, los posteos y las lágrimas de alegría del viejo sentado en el banco de la peatonal de la estación mientras mira su teléfono. Las guachas que aguantaron las requisas, los verdugueos, las guardias inmundas, las comisarías. Los pibes que saben que no vuelven porque siempre estuvieron, que festejan, que se preparan, que juntan unos pesos para unas birras que vendrán. 

Los redoblantes que suenan a unos pares de cuadras a pesar de la hora, las motos tirando cortes de alegría, las pibas que sueñan que ahora sí y unos guachos corriendo a la rotiseria del gordo a hacerle unos escrachos en la persiana. Lucía que se duerme sonriendo con solo imaginarse el odio que va a tener la señora de la casa que trabaja los lunes en Devoto. Está felicidad piola, este grito desde el fondo de cada barrio, en los pasillos, en las casillas y la certeza que la vida no tiene que ser esto. 

Los bautismos que siempre son de fuego, la barra libre en los 15, los parlantes en la vereda a pesar de este frío y jamás renunciar a lo que se siente. No creer ni en los medios, ni en el mercado, ni en los bancos, ni en las promesas, ni siquiera en quienes votamos. No ser gato de nadie. Saber lo que se sabe, hacer lo que se hace, aprender de las amanecidas. 

Ni orden, ni integración a su mundo, ni obediencia, ni leyes del mercado, ni futuros venturosos. Un presente que sea lindo, fiesta, nuestro, que sea siempre. Capitalismo runfla, insurrección, desacato, desfachatez y segundeo. El consumo libera como única forma de pelearla todos los días, de revelarse, de querer vivir, geder, ser vagancia. Como única forma de vivir una vida anti ortiba.

El hater que vota a Cristina // Diego Valeriano

Lee Clarín para enojarse, no deja propina en los bares que ponen TN y está peleado con su hermana cuyo marido tiene campo. Cree que todo es político, odia a Vidal y supo odiar a Massa fuerte. Tiene fácil la palabra traidor, monopolio mediático y suele acusar a algunos de sus amigos de hacerle el juego a la derecha.

No es orgánico, pero banca fuerte a los chicos de La Cámpora, cree en la política. Ahora es pro gremios y postea contra la serie El Tigre Verón. Putea a Macri en cualquier oportunidad que tenga. Dice Macrisis, gato, Mugrisio, gobierno de CEO´s y te cuenta las fake que le llegan al wasap. Te las cuenta en voz alta, en el momento que se le canta, aunque le digas que no te interesan.

Le gusta bancar, retar, termear, militar, explicar y siempre está informado. Banca a las madres, milita Sinceramente, insiste con que De Vido es preso político. Te explica que la masacre de Once fue culpa del motorman y, si bien alzó su voz por Santiago, con Luciano se mantuvo llamativamente callado. Banca a Maduro y le quiere hacer entender al venezolano que le trae el pedido de Glovo cuál es el verdadero proceso que se vive allá. Banca a Putin, pero, llamativamente, no a Bolsonaro.

Se politizó tardíamente y, como los conversos, quiere recuperar el tiempo perdido: se emociona manija los 24, tiene un cuadro de Néstor descolgando el cuadro y ahora, de grande, se compra libros de política. Agita a su suegra gorila, bardea a los chetos de sus primos porque se fueron a Miami, termea al cuñado que votó a Macri y ahora maneja un Uber. Con su termeada, su absurda politización y su insufrible verborragia, es capaz de lograr cosas imposibles como que, por un momento, dudemos en votar a Cristina.

Diego Valeriano para La tinta / Imagen de tapa: M.a.f.i.a

El massista que flashea unidad // Diego Valeriano

No conoce Europa, tuvo un ciber cerca de la estación, un kiosco 24 hs sobre Ruta 8 donde podía vender escabio y una agencia de remises. Fue candidato a concejal, a diputado provincial suplente por la 1era sección electoral y es fiscal general en todas las elecciones haya plata o no. Se asume peronista de Perón, admira a Duhalde, a Cristina le dice la señora y no le cabe. Es del gran Buenos Aires, aunque viva en La Falda.

Tiene campera de gamuza con flecos, fuma adentro del auto y tiene un pariente muy cercano que es de la fuerza. Dice papa al cáncer, bicho al VIH y amarillos a los del PRO. Va a las reuniones de seguridad que se organizan en el barrio, tiene el teléfono del comisario y lo saluda siempre para las fechas importantes. Cuando siente ruidos en el fondo, saca el fierro por la ventana y tira unos pares de tiros para que entiendan que en su casa no se jode.

Fue presidente del Club de su barrio y está cada vez que lo necesita algún vecino. Es parte de la cooperadora de la escuela del más chico, compra cada rifa solidaria que le ofrecen y cree de manera sincera que el servicio militar es una buena solución para esos pibes que están hechos mierda. Sabe que no va a votar a Kicillof. No lo convence, no le gusta, no le confía. Demasiado porteño, demasiado universitario, demasiado lejos de él. Le gusta Vidal, Macri no. Demasiado cheto, demasiado garca, demasiado porteño.

Esperaba algo más para él en este cierre de lista, aunque sea un lugar a no salir para no quedar mal con su gente, pero entiende la situación con esto de ganarle a los amarillos. Flashea unidad, pero ni se la cree. Sabe que esto dura lo que diga Sergio.

Cuando tiene que ir a las caminatas, mesitas o actos y se cruza a la militancia de Cristina, observa con desconfianza la inocencia prepotente que tienen. No puede creer que crean, que se enojen, que discutan, que militen como si fuera cierto. No puede creer que no entiendan que la política no es eso que hacen ellos. Sino algo mucho más complejo, sucio y runfla, como cualquier trabajo, como cualquier negocio. 

El hater que vota a Macri // Diego Valeriano

Quiere pibes chorros muertos, desea su sangre, la necesita, festeja linchamientos. También quiere llegar a su casa un poco más temprano alguna vez. Viaja dos horas al laburo y le quema la cabeza que esos villeros escuchen cumbia sin auriculares en el tren. Vomita odio en twitter, en facebook, en la cola del Rapipago, contra quienes se la pasan marchando, contra los que no trabajan, contra quienes tienen tiempo para cosas que él no tiene. Manda porno al grupo de fútbol y se pelea con la hija porque usa esos shores así de clavados. 

Postea homenaje cuando pierde un policía, es malvinero y le gustaría tener un fierro en la casa. Putea solo en el auto camino a comprar falopa a lo del peruano mientras escucha en la radio a Baby. Vigila que la mina que limpia en la casa no se afane el Cif, y reconoce que a pesar de todo los bolivianos son re trabajadores.  

Aunque no esté en contra del aborto, es pañuelo celeste. Pañuelo celeste afectivo, como otra forma de decir hombre, como otra forma de decir basta. Como forma de contrarrestar a quienes lo humillan. Como otra forma de gritar su desprecio a los dueños de la comunicación.

Está mal de guita, pero lo estuvo siempre. Electrodoméstico más electrodoméstico menos, siempre todo siempre fue un garrón. Vida garrón, viaje garrón, laburo garrón, barrio garrón. Es Uber para llegar a fin de mes y no puede creer cómo escabian las pibas de hoy. 

Vota a Macri convencido de lo que no quiere ser. Lleno de hartazgo de que lo roben, lo maltraten, lo humillen, lo ninguneen. Vota a Macri con la esperanza no ya de que mejore su vida, sino más bien de que no se la hagan tan fácil a los demás. 

La Tinta 

Imagen: Colectivo Manifiesto

 

Momos del Conicet, intelectuales porteñas y actores comprometidos// Diego Valeriano

¿Por qué nadie les pide solicitadas de apoyo a la vagancia, a los que movilizan por el plan, a los que zafan en el FiNes, y sí a los científicos momos del Conicet, a las intelectuales porteñas, a los actores comprometidos y a las twitteras superstar? ¿Por qué los amanecidos no están en las plataformas electorales? ¿Por qué los candidatos nunca buscan el acompañamiento de los guachos, de las turras y los gedientos?

¿Por qué van a las aulas magnas y auditorios universitarios, pero nunca a las plazas peladas donde por la noche todavía ranchan las pibas? Esas pibas que saben que están en guerra, que gritan no, que se plantan sin tanta bandera, que corren cuando tienen que correr. ¿Por qué en una fábrica y no en una cocina? ¿Por qué en una cervecería y no en los pasillos del Bajo? 

¿Por qué los guachines solo son imágenes de víctimas en las campañas? Regalo y foto para el día del niño, copa de leche y posteo, datos, twitt e indignación. ¿En qué video de campaña están esas sonrisas pillas, esas miradas especuladoras, esos cuerpos lanzados? ¿Por qué los dueños de la comunicación tienen más para decir que los dueños de este pabellón? 

¿Por qué en los spots no aparecen las rochas que bailan en el espejo para ir a Pasión y sí las que se esfuerzan para ir a estudiar? ¿Por qué nadie promete barra libre en los 15? ¿Por qué la gorra sigue siendo la misma? ¿Por qué, Estado presente, es trabajadora social o patrullero? ¿Por qué Maldonado y no Arruga?

¿Por qué la candidata se reunió con pibes del centro de estudiantes y nunca con la runfla repetidora, fuma porro y delirante? ¿Qué frente electoral quiere a esa banda insurrecta que rechaza familia, militancia, trabajo y futuro garrón? Esa banda invisible, fiestera, anónima, que a fuerza de rola, intuición, plantarse y cartoncitos flashean visuales nuevas de los mundos que vendrán.

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