Macrismo: fin de triunfalismo // Lobo Suelto!
Foto principal: M.A.F.I.A.
Lo propio del capital financiero es sentirse solo. Dinero que produce dinero. Sin cuerpos ni territorios que obstaculicen. Una experiencia de lo ilimitado. Así se concibió a sí mismo el macrismo hasta esta semana. Un infinito ininterrumpido de optimismo evolutivo, prosperidad y endeudamiento. Luego de las últimas elecciones, el macrismo anunció un proceso de “reformismo permanente”. Eran puras intenciones, pero el progresismo (herido y lamentoso) se deprimió bajo el supuesto de que la derrota electoral del kirchnerismo dejaba el terreno libre a la ofensiva del gobierno.
Las cosas son siempre -y por suerte- bastante más complejas. El macrismo fracasó en su primer intento de consolidar su proyecto reformista. La fragilidad en el sistema político argentino (gobierno con divisiones, peronismo fragmentado) introduce inconvenientes a la estrategia del bloque de clases dominantes de imponer su fuerza a través del sistema parlamentario. Se trata de problemas de “tiempos y procedimientos», tras los cuales se oculta la fuerza de la resistencia organizada. Esta fragilidad ofrece espacios a los movimientos populares para poner límites y obstaculizar la ofensiva del bloque en el poder, como ocurrió hace meses con el 2×1 a los genocidas. El macrismo es el proyecto prueba -la vanguardia- que en Latinoamérica ensaya de manera más descarnada el binomio democracia y contra-revolución. En este ensayo se juegan la suerte de un proyecto que consiste alinearse con las exigencias del capitalismo mundial.
Ayer en las calles se produjo un triunfo momentáneo, pero trascendente: se acabó el sueño del macrismo como monólogo. Cada vez más acuden a las fuerzas represivas, porque solo el terror creciente funciona como estímulo para su concepción de la democracia. Pero se mancharon las manos con sangre. Maldonado, Rafael Nahuel. Es una ilusión creer que estas cuentas quedarán impagas. La represión luego de la movilización contra la OMC, a la movilización de lxs trabajadorxs de la economía popular y, ayer, a la movilización contra la reforma previsional: se acabo el crédito incondicional. De acá en más hay que tener en cuenta que el recurso a la violencia es para formar a sus propias fuerzas, producir y satisfacer sus motivaciones, que en su extremo es inseparable de un goce genocida creciente en parte de la población argentina. Lo hacen en nombre de “la paz” (Marcos Peña). La paz del orden.
La sorpresa de esta semana no hace sino confirmar lo que la historia nos enseña: el movimiento popular se encuentra organizado y movilizado. Sin capacidad de veto aún, pero sí con capacidad de identificar objetivos y poner algunos límites. Ahora la tarea es combinar luchas dispersas, audacia colectiva y la unidad en acción de todos los sectores. Vamos a ver si logran lo que se proponen: puede que se lleven una sorpresa.