Anarquía Coronada

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A un año de Guernica: dictadura, violencia y propiedad privada // EdIPo

Resumimos las impactantes novedades reveladas por el Equipo de Investigación Política (Edipo), sobre los dueños del terreno desalojado. Una genealogía de la relación entre violencia y propiedad privada.

Los datos que conocimos ayer revelan que las tierras en disputa fueron adquiridas por El Bellaco SA durante el “Proceso de Reorganización Nacional”. Y que el presidente de la empresa hasta su muerte en 2013 fue funcionario de la dictadura.

El 20 de septiembre EDIPO publicó un informe que comenzaba diciendo: “Los poderes establecidos acusan a los ocupantes por utilizar un método ilegal, pero nadie se pregunta quiénes son los supuestos dueños legítimos de los terrenos en disputa”.

Allí describimos al fiscal que se sacó una selfie con la represión de fondo durante el desalojo del jueves. Y también al poder político municipal de Presidente Perón, que desde el comienzo del conflicto pidió meter bala.

Pero el foco lo pusimos en la empresa que solicitó el desalojo a la justicia: Bellaco SA, cuyo director y representante es Gervasio Pérez Pesado, poseedora de una parcela de 360 has de las cuales habían sido ocupadas 60 has.

Bellaco quería desplegar un fastuoso emprendimiento inmobiliario, con barrios privados, clubes exclusivos, canchas de golf y lagunas artificiales, pero habían dejado de pagar los impuestos inmobiliarios en 2018 y registraba deudas ante (ARBA) por casi un millón de pesos.

Además, en junio de 2019 la empresa dejó de aportar al seguro y la obra social de sus empleados, motivo por el cuál en febrero de 2020 la aseguradora Experta ART rescindió su cobertura.

A partir de estos datos podíamos intuir que aquellos prohombres cuyos derechos propietarios estaban siendo resguardados con tanto celo, no son un ejemplo cívico ni propugnan un desarrollo sustentable, al menos para quienes apuestan por un proyecto popular y democrático.

Gracias a una gestión ante el Registro de la Propiedad conseguimos una copia del Dominio Inmueble de Guernica. Entonces supimos que El Bellaco SA adquirió esa parcela el 20 de julio de 1983, escriturando el 24 de octubre del mismo año.

Un segundo dato nos llamó la atención: la empresa El Bellaco SA fue creada el 10 de mayo de 1983, muy poco antes de la compra del terreno. Recordemos que el 30 de octubre de ese año Alfonsín ganó las elecciones, decretando el final de la dictadura.

El tercer dato cierra el círculo: César Emilio Pérez Pesado, alias «Copete», es el hombre clave en esta historia. Fallecido en 2013, padre de Gervasio, fue funcionario de la dictadura por lo menos entre 1980 y 1982.

Según el Decreto Secreto 1173 de 1980, el 30/5/1980, “el señor asesor de la Subsecretaría General doctor don César Emilio PEREZ PESADO, fue designado para acompañar al presidente Videla en un viaje oficial a la República Popular China”.

Copete Pérez Pesado, quien presidió El Bellaco SA hasta su muerte, también fue socio de Abel Blas Román, intendente de facto de la ciudad de La Plata entre 1981 y 1983. Juntos fundaron el Estudio Pérez Pesado – Román y asociados en 1964.

Según la sucesión iniciada en noviembre de 2013, Copete Pérez Pesado poseía, además del campo de Guernica: 4 lotes en Berazategui, un predio en Dolores, tres propiedades en La Plata, otro predio en Pilar y 15 campos en Olavarria. Y esto es solo lo declarado hasta hoy.

Los primeros relatos aportados por viejos conocedores de la política platense recuerdan que Copete fue asesor legal cuando Videla era Presidente y le decían “Congreso”, “porque armaba los decretos de ley o los vetaba”. Pero está última es apenas una versión a confirmar.

Seguiremos tirando del hilo, para develar una trama que quizás tenga más tela para cortar. Dejamos por ahora una pregunta dirigida a ese sistema político, cuyo primer mandamiento parece ser la defensa la propiedad privada: ¿ustedes saben bien lo que están defendiendo, verdad?

Los perpetradores. 1956-1976: La trama administrativa de la represión estatal // Bruno Nápoli

La desaparición de personas en nuestro país contiene una marca administrativa estatal que en dos décadas previas dan atisbos de su lectura, su aplicación, e incluso de su vacua legislación posgolpe de Estado; una detallada gestión de la tortura, la muerte, la interrogación, también la delación y el encierro. Esa trama conclusa es la que encuentra Videla el 24 de marzo de 1976, y esto no somete a escrutinio su capacidad como dictador (pues su propia gestión política y económica de los cuerpos es vasta) sino que lo asume como lector de lo que ya estaba escrito para su función. Algo que no se cansará de repetir hasta su ultimo respiro inodoro en Campo de Mayo, cuando como toda respuesta decía haber cumplido con las leyes sancionadas antes que él, y tenía razón; no habló en vano el dictador, aunque si poco o nada de lo que quisiéramos oír de un asesino, pero va de suyo que no erraba el concepto. Pedro Aramburu, Arturo Frondizi, Juan Carlos Onganía con sus leyes y decretos nos explican a Videla, nos lo hacen entender, nos permiten observar azorados la trama que intervino entre ellos para intentar desvanecer un pasado de intensidad económica y social que quisieron cancelar de la memoria y de administración de la cosa pública; y los tres transforman a Videla en su exquisito exégeta.

La creación de la SIDE (decreto 776), los fusilamientos (decreto 10.364), el ingreso al FMI (decreto 7103) son decisiones estatales del dictador Aramburu, que por supuesto entendía la desperonización política y económica como un sucedáneo de las bombas sobre la plaza, pero no intuía (o si) que catorce años después esos actos administrativos serían parte fundante de su ignominiosa sentencia de muerte en un sótano de Timote.

Sin solución de continuidad, el presidente radical Arturo Frondizi dividió al país en cinco zonas militares bajo control operacional de las Fuerzas Armadas, que además se repartieron el control industrial por indicación de ese presidente: el Ejército, transportes, telecomunicaciones y ferrocarriles; la Armada, luz, fuerzas marítimas, puertos y Obras Sanitarias; la Aeronáutica, limpieza, gas y abastecimiento. Lo que siguió es el plan de Videla veinte años antes: Conmoción Interna del Estado (Plan CONINTES: decreto secreto 9880, de puño y letra del radical), que dejó un saldo de más de diez mil presos políticos bajo ley militar; el primer Stand By con el FMI, un retiro paulatino de cualquier forma de memoria del bienestar económico de una década atrás, y el lento proceso de especulación financiera con bonos de deuda pública que sigue presente en la dinámica bursátil desde entonces, con un brevísimo interruptus –por caso, los tres años de Arturo Ilia y ya.

El dictador Onganía, con una legislación peor que la de Frondizi, decreta la ley 16.970 de Defensa Nacional, que amplía las facultades represivas del Estado en tiempos de paz –y supera al plan CONINTES en su alcance– sin secretismos ni cortapisas. E impone a la población civil la colaboración represiva so pena del mismo castigo que los perseguidos por esta ley. Una gestión novedosa de la delación que incluía la casa de cualquier ciudadano como base operativa para la defensa de la patria.

Cámpora, Perón e Isabel van a trazar otra línea de sujeción, sobre la instrucción de creer en un lugar ya lejano para ese peronismo fallido de los años setenta, pero no por eso menos sintomática de la lectura que el viejo Perón, su secretario fiel y su esposa esotérica sueñan en la decrepitud de un lugar también lejano para ellos a esa hora de la historia, en la que no encontraron muchos remedios para sofrenar lo que el viejo había soñado tres décadas atrás. Sus devaneos corrieron por la eliminación de los imberbes que reclamaban la herencia sin ningún documento que los acreditara, más allá de las actas de nacimiento de los muchachos, de casa y estirpe peronista, pero sin la obediencia de sus padres.

Héctor Cámpora deroga la mayoría de las decisiones de la dictadura de Onganía pero, para sorpresa de propios y extraños, deja vigente la 16.970, de aplicación corriente y mitad de camino entre la renovada nacionalización de la banca (repitiendo al primer peronismo) pero con la presencia de “estúpidos” que solicitaban algo más que una centralización de depósitos por parte del Banco Central. Como toda primavera, la cortedad del tiempo es anuncio de lo que no se conoce, y el regreso de Perón supone una batalla inesperada. “Estamos en presencia de verdaderos enemigos de la Patria organizados para luchar en fuerza contra el Estado (…) aniquilar cuanto antes este terrorismo criminal es una tarea que compete a todos los que anhelamos una patria justa, libre y soberana”. Al mes siguiente de la muerte del líder –agosto de 1974–, el gobierno de su esposa Isabel promulga la ley 20.840 de Seguridad Nacional, peor que las de Onganía y Frondizi juntas. Un compendio de represión política y económica en democracia que deja de lado las omisiones de las dos anteriores y supera la capacidad de persecución, con un saldo de presos políticos, muertos y desaparecidos que explican por qué la mayoría de los organismos de DDHH en la Argentina son anteriores al golpe militar del 24 de marzo de 1976. Esta pedagogía de la represión acumulada sin distingos de partidos, de civiles o militares, en solo veinte años (1956-1976) propone como nodo organizaciónal ante la muerte y la desaparición las asociaciones de Derechos Humanos, que reanudan batallas que ya no pueden darse en lo militar: la Liga (PC) ya tenía experiencia en este terreno, aunque con preferencias a la hora de rescatar presos políticos, desde 1937; pero los años calientes 1974-1976 son la conversión de discursos que para salvar vidas deben constituir núcleos. El SERPAJ (católicos) se presenta en sociedad en 1974; en enero de 1975 lo hace la APDH (UCR, PS); en enero de 1976 agrupan fuerzas “Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas”, y en febrero de ese año el MEDH (con varios cultos católicos en su conformación).

El último perpetrador da el golpe con esta trama armada, e incluso antes de la asonada le da los retoques finales como jefe del ejército junto al presidente interino Ítalo Argentino Luder en agosto de 1975. Cuando el golpe, ya dispone de una extensa legislación represiva que aplicará a plenitud sin agregar una sola línea al respecto (fue letra común, en los juicios por delitos de lesa humanidad desde la causa 13 –juicio a los comandantes– para acá, escuchar como defensa de represores el cumplimiento de estas leyes) y una atomización de respuestas humanitarias divididas por orientación política y/o religiosa con la que discutir. De hecho, lo más novedoso del relato dictatorial pos 24 de marzo es que la legislación que va a decretar Videla respecto de la desaparición aun sorprende: promulga en 1979 la primera ley de reparación económica para familiares de desaparecidos (la 20.062 y su complementaria 20.068 de presunción de fallecimiento) para intentar cerrar un capítulo de la historia que cada día está más abierto a pesar de la saga de los perpetradores.

Como si fuera su propio epílogo, no está mal inscribir estas “leyes de reparación” a una palabra que claramente el dictador no esperaba: entre 1977 y 1979 se constituyen dos planos discursivos que anudaron alrededor del globo, por primera vez y sin traducción, la palabra “desaparecidos”. Madres (1977) y Abuelas (1979) hablan diferente, pero hablan pos 24 de marzo, y socializan lo que no lograban abrazar las intenciones atomizadas de apenas poco tiempo antes de esa desaparición a escala inaudita. Pero sobre todo, en Madres y Abuelas hay una escucha de la ausencia, y hay una intención imposible de cumplir –por eso se sigue practicando–, que es la de contener en la silueta vacía un relato posible.

Fuente: Sangrre

 

Preguntas para compartir (A propósito de la desaparición de Julio López) (23/10/2006) // Colectivo Situaciones

  1. ¿Qué significado otorgarle a la desaparición de Julio López? ¿Cambió algo luego de este suceso siniestro?

 Si comenzar una reflexión con preguntas se ha vuelto ya una costumbre es porque la desorientación radical es el punto de partida de cualquier preocupación –y quizás también de cualquier intervención– política.

  1. La desaparición de López no es un hecho aislado.

 El conjunto de amenazas y de operaciones de intimidación –algunas de las cuales no se han hecho públicas– a quienes participan activamente en los juicios contra los involucrados en la represión dictatorial ofrece un primer marco explícito. No se trata sólo del significado simbólico que conllevan estos avances judiciales como realización del histórico reclamo de los organismos de derechos humanos. Está en juego también la novedad de que los señalados esta vez sean los cuadros medios ejecutores de las políticas genocidas, los que gestionaron los campos de detención y tortura e integraron las bandas operativas: caras y nombres que han guardado cierto anonimato y que por lo mismo poseen hoy mayor efectividad que los altos mandos de la dictadura. Es precisamente su inserción en los aparatos de seguridad –tanto estatales como privados– lo que les permite reaccionar con eficacia.

 Pero la desaparición de López no puede ser aislada de otras dimensiones de la realidad. La reanimación de las tendencias sociales más reaccionarias, elitistas y excluyentes encuentra en el boicot a los juicios una oportunidad para re-articularse e intentar ganar terreno político. Guardando las diferencias de escala y de contexto, diversas estrategias de desestabilización buscan detener hoy el avance de la voluntad democratizadora que emana de las luchas de todo el continente: ya sea a través de políticas abiertamente golpistas como en Bolivia y Venezuela o de campañas ultra agresivas para recuperar capacidad de maniobra como en Brasil, o combinando efectivos fraudes electorales con una represión feroz, como en México.

Entre nosotros, si bien las derechas no están ausentes del propio aparato de estado, su ofensiva actual no parece destinada sólo a ganar presencia en el gobierno. Procura, sobre todo, bloquear las políticas más democráticas (como las de derechos humanos) y fortalecer el control sobre la situación social. Incapaces por el momento de elaborar alternativas enteramente propias, recurren con desesperación a su histórico repertorio de recursos, procedimientos y retóricas –“mirar al futuro”, “combatir la inseguridad”, “pacificación”– para recuperar influencia.

 Sin embargo, percibimos dos modos de plantear el problema que se desvían de aquello que nos parece importante resaltar: de un lado, cuando se reduce la discusión a una polémica puramente legal, que se desarrolla en los espacios ya consagrados a los derechos humanos; por otra parte, cuando se subsume todo a la división entre oficialistas y opositores. En ambos casos se pierde de vista lo principal: la posibilidad de un retroceso efectivo de las luchas sociales que cambiaron en los últimos años nuestra realidad política. La construcción de la condena social a un tipo de ejercicio del poder intolerable tanto por su forma como por su contenido no puede aislarse o reducirse al reclamo sectorial de familiares, víctimas o excombatientes, pues constituye un componente fundamental e interior a las luchas sociales que lograron replantear la cuestión general de la justicia.

  1. ¿Cómo se presenta este retroceso?

 Como el desmoronamiento de un “final feliz”, en el que la justicia institucional y el reconocimiento oficial coronaban la ardua labor de aquellas luchas por la memoria, decretando la superación de toda complicidad colectiva con respecto al genocidio. La facilidad con que las operaciones clandestinas de los últimos días consiguieron desactivar esta escena desmiente la ilusión de un final definitivo y justo, pues señala precisamente la impotencia de las instituciones estatales para inscribir, sostener y garantizar por sí mismas las conquistas sociales. El retorno de razonamientos perversos y de las miradas más torvas son índices inquietantes de lo ingenuo que resulta querer dar por cerrado lo que constituye un asunto más complejo.

Así, ha quedado al desnudo la torpeza de un gobierno que suele apelar al pasado de un modo estrechamente retórico, aislándolo de las dinámicas actuales con las que inevitablemente aquellos recuerdos se articulan. Por el contrario, las luchas de la memoria se desarrollan en múltiples niveles y se entrelazan con los más variados movimientos anti-represivos. Es en el vínculo con las resistencias al “gatillo fácil”, a la violencia doméstica, al trabajo esclavo y el racismo con los migrantes; en la apertura a dinámicas que desafían los códigos que reglan la convivencia urbana y la gestión estatal de la pobreza; en el encuentro con las luchas que consiguen politizar “tragedias” como la de Cromañón o cuestionar formas de “desarrollo” esencialmente destructivas de los recursos comunes… donde aquellas modalidades de la memoria se encarnan, se enriquecen y contribuyen a un proceso de democratización real de la existencia. Esta multiplicidad y esta actualidad es la que se inhibe cuando se convierte cada conflicto en la teatralización simbólica de una polarización rígida, montada sobre un exacerbado protagonismo gubernamental.

El golpe que implica la desaparición de López es más doloroso aún en tanto sorprende a un cuerpo social que ya no esperaba sucesos como éstos. Lo que parecía una discusión socialmente saldada, un balance colectivo, un piso común alcanzado, corre el riesgo de evaporarse. Pero el verdadero riesgo es el de intentar resolver este desgarro apelando a una polarización y un enfrentamiento que ha perdido su vigencia. Para evitar este retroceso en el tiempo, es preciso indagar cómo estas preguntas se vuelven sobre nosotros mismos: ¿cuándo y cómo comenzamos a acomodarnos a esta imagen de “un final feliz”, siendo que jamás habíamos creído en ella? ¿Qué tipo de “pereza” es la que en estos casos nos domina y distrae? ¿Qué tipo de dinámica puede sacudirnos de esta “modorra”?

  1. ¿Por qué nos afecta tanto esta re-polarización?

Precisemos la sensación que nos recorre. Cuando la posibilidad de una solución justa y definitiva al terrorismo de estado se deshace por el resurgir de una polarización que creíamos conjurada, más que ante un retroceso estamos ante el retorno de situaciones y peligros que pertenecen a otras épocas. Esta convivencia de lógicas y temporalidades muy distintas es lo que nos descoloca.

De un lado, al recordar los términos del enfrentamiento pasado la discusión queda encerrada –otra vez– en un escenario ocupado sólo por los involucrados directos. Ya sea que se imagine un arreglo “entre ex–combatientes” o que se acepte una idea de la justicia estrechamente ligada a la reparación de las víctimas.

Por otra parte, la posibilidad cierta de que aquel enfrentamiento político que tuvo lugar en los años setenta sea actualizado amplifica la magnitud del anacronismo, renovando la distancia entre quienes enfatizan la persistencia de una añeja polarización y quienes constatan la discontinuidad de los nuevos problemas y preocupaciones. Los caminos se bifurcan entre quienes sienten que es hora de volver a ocupar sus puestos en el combate y quienes no pueden dejar de percibir que se trata de una contienda que ha perdido sentido. Los primeros parecen pelear contra los fantasmas del pasado y los segundos aseguran que no creen en tales fantasmas, aún si no cesan de mortificar sus noches.

Un presente así escindido pierde el hilo de contemporaneidad que permitiría aprehenderlo. Se trata del estallido de una linealidad del tiempo en la que se supone que lo viejo debe descansar en paz para que lo nuevo pueda progresar. Quizás sea hora de asumir que si hay algo común en nuestra experiencia social es precisamente un pasado que no cesa de reabrise en un presente que no cesa de quebrarse.

  1. Pero, ¿cómo hacer para que la reapertura del “tiempo” no nos traslade literalmente al pasado? ¿Cómo inventar un modo contemporáneo de convivir con ese retorno?

Estos días hemos escuchado que los sucesos presentes traen a la memoria –sin que la elección sea conciente– alternativas que conocimos en décadas anteriores. Así como hubo quienes vivieron el 25 de mayo de 2003 como una segunda asunción de Cámpora, la desaparición de Julio López recrea situaciones como las vividas en los meses previos al golpe militar del 76 –donde las luchas cada vez más se encerraban en los límites de un enfrentamiento entre bandas fascistas y grupos armados–; o como las que siguieron a los juicios a los comandantes que tuvieron lugar en la década del ochenta, en un contexto de plena vigencia de la teoría de los dos demonios, cuando la demanda de justicia de los organismos de derechos humanos fue contestada y maniatada por los levantamientos carapintadas.

Se trata de recuerdos dignos de ser escuchados, en tanto constituyen el anuncio de que estamos en peligro. Y el peligro consiste en el hecho mismo de que la situación se polarice a la vieja usanza. Si esto sucede, lo sabemos por experiencia propia, la degradación puede ser inminente, pues la consigna de «pacificar» puede diseminarse como deseo mayoritario por toda la sociedad. No es sólo, entonces, el resurgir del miedo o la actualidad de aquel terror militar lo que nos preocupa, aunque este último no deje de resonar como antecedente inmediato de las nuevas modalidades represivas. Es sobre todo la despolitización del problema de la justicia, que tan bien expresa la moral cristiana y progresista cuando clama arrepentimiento y reconciliación como condiciones para toda apertura al futuro –reponiendo así una versión débil pero no menos eficaz de la teoría de los demonios.

Sin embargo, instalarnos demasiado en estos recuerdos, adoptarlos como prisma para interpretar lo que sucede, quizás impida entender la singularidad de la situación actual. Si el contexto presente no es de pura amenaza es porque su trasfondo también está tramado por las luchas que plantearon de un modo enteramente nuevo la cuestión de la memoria y la justicia. Es en esta otra fuente de recuerdos -opuesta a la de los fantasmas que aterrorizan– dónde quizás encontremos la inspiración para eludir, atravesar o conjurar esta vez el peligro, resistiendo la despolitización que implica reducir esta multiplicidad a un esquema de enfrentamiento simple.

  1. ¿Se puede condenar y saldar cuentas con las lógicas genocidas del pasado desde un hoy tramado por formas de poder que han heredado mucho de aquellas, incluyendo buena parte de su “personal”?

Si la desaparición de Julio López nos descoloca no es sólo por su forma –que de por sí no hemos olvidado– sino por el tipo de actualidad que adopta esa forma en un contexto presente que queríamos imaginar evolucionado, maduro. Lo que desorienta no es tanto lo inusitado del suceso como el hecho de que aquello que suponíamos excepcional –porque históricamente situado– se vuelve posibilidad latente en todo tiempo y lugar. En el mismo sentido, se trata de algo siniestro: es precisamente el ejercicio tenaz de una memoria densa –y no su déficit– el que nos muestra, como su reverso tétrico, el mal que pretende conjurarse.

Sólo asumiendo que esta oscilación es la condición más íntima de un presente quebrado se podrá resistir el miedo y revertir la impotencia. Porque lo que trágicamente nos recuerda todo esto es que la justicia es algo más complejo y evanescente que las sentencias de los jueces y las hegemonías de turno. Y esto es más verdadero hoy precisamente porque aplaudimos y apoyamos esas sentencias y nos vemos representados en ciertos aspectos que han sido reconocidos y asumidos por el gobierno actual.

La singularidad de la situación nos obliga a combinar planos diferentes en un mismo momento: al mismo tiempo que corroboramos que no hay una justicia definitiva, apoyamos como nunca –con la continuidad de los juicios– estos momentos provisorios. En el preciso instante en que vemos con toda claridad que lo político no se resuelve en decidir si “apoyar” u “oponerse” a los gobiernos, comprendemos lo necesario que resulta la continuidad e incluso la profundización de la política actual de derechos humanos.

Quizás haya sido el escrache la práctica que mejor entendió que la justicia es todo lo contrario de un final feliz, precisamente porque encontró el modo de convivir con el “mal” sin la más mínima concesión hacia él. Lejos de desaparecer, los torturadores siguen viviendo en los barrios, trabajando en agencias de seguridad, desarrollando su guerra contra “la pobreza” y “la inseguridad”. Paralelamente, quienes pensaron, legitimaron y explicaron el terrorismo de estado se esfuerzan en identificar a los “nuevos demonios”, definiendo sus rasgos actuales, instigando las nuevas cacerías.

Conviene entonces recobrar aquella pista: porque asumimos que la justicia es algo que no se resuelve de una vez y para siempre, porque depende de la construcción cotidiana y del roce permanente con las ambivalencias de nuestra realidad social, es que nos preocupa la polarización. Y es que la polarización nos deja sólo dos alternativas: o bien forzamos la resolución definitiva del problema, llevando al máximo un enfrentamiento que deja mucha realidad afuera –es la película setentista y su reflejo en la izquierda clásica que exige radicalizar esa inercia–; o bien, como suele suceder cuando el antagonismo no se resuelve dialécticamente y más bien se retuerce y pierde el sentido, llega la hora de la reconciliación, que es siempre la de un punto final cínico ajustado al juego de las relaciones de fuerza y a las negociaciones que inevitablemente supone.

Esto no significa en ningún caso restar importancia a los juicios. La cárcel común y efectiva para todo quien estuvo implicado en la represión genocida es un piso mínimo y aún un objetivo que demandará mucho esfuerzo. De hecho, estos ataques fascistas coordinados con una derecha que no duda en aprovecharlos para reorganizarse, constituyen una invitación a involucrarnos más en su desarrollo. Insistimos: se trata de comprender que sólo se avanza realmente si se elude la tentación de reducir el problema de la justicia a una polarización simple, retórica y simbólica. Y si, por otra parte, desconfiamos lo suficiente de una solución fácil como para preocuparnos en serio de la protección de quienes más directamente están involucrados, acudiendo a todos los recursos al alcance, incluyendo los que provienen –esta vez– del estado.

Justicia, condena social, construcción pública y resistente de los recuerdos colectivos y una capacidad efectiva para cuidarnos, son elementos de una política de la memoria que no ha cesado una y otra vez de ocupar las calles, de discutir abierta y creativamente, de comprometerse con las injusticias presentes y con las luchas actuales en el más amplio de los sentidos.

Buenos Aires, 23 de octubre del 2006

Colectivo Situaciones

Entrevista al Padre Raúl Berardo (Marzo 2003, Quilmes) // Colectivo Situaciones

Raúl Berardo: En esta zona de Quilmes ha habido todo un trabajo popular muy interesante. Por eso es que este sector está muy concientizado, hay mucha gente que ha despertado con todos los trabajos que se han realizado, especialmente con las comunidades y luego con los asentamientos. Porque desgraciadamente el pueblo ha vivido una época en la que ha sido muy difícil que se piense en algo distinto a lo que ellos viven. Entonces, los acontecimientos que acá se han ido sucediendo le ha permitido a la gente empezar a abrir un poco más su conciencia, su manera de ver la cosa, saliendo un poco de su propia individualidad, de su propio problema. Y yo hace años que vengo caminando en estos barrios.

Colectivo Situaciones: ¿Usted puede contarnos ésta historia?

I

La teología de la Liberación

RB: Lo que pasa es que son muchos años, y mucha historia. Este trabajo es producto de toda una conciencia que vine juntando, de toda una experiencia que yo hice desde joven, especialmente a partir de mis viajes por toda Latinoamérica, en donde aprendí mucho, viviendo con mucha intensidad lo nuevo que iba naciendo en esos años. Porque las cosas no suceden así no más, sino que siempre tienen su causa. Y generalmente, siempre esa causa viene por alguien que ha visto un poquito más amplio y que después tiene la capacidad de trasmitir.

Tendríamos que hablar de lo que se vivía después de la resistencia peronista, esa alegría de todo lo que se estaba curtiendo, principalmente en lo que era la juventud, en ese despertar que venía después de la guerra. Uno es parte de esa historia, uno va caminando con la historia. Lo importante es ser conscientes de ese caminar, no estar ajeno a lo que va surgiendo dentro de la historia y ser capaces de sentir lo rico que va naciendo.

Y es que cuando uno va descubriendo, lo que hace es encontrar los elementos que te permiten afirmar, precisamente, todo eso que va surgiendo desde abajo. Lo que sucedió  inmediatamente después de la guerra fue un verdadero despertar, una búsqueda de algo nuevo. Todo lo pasado no tenía sentido. Principalmente en la Iglesia, donde a los grandes teólogos que habían sido condenados, se los leía a escondidas buscando elementos y fundamentos para ver algo nuevo. Se trataba de salir de lo chato, de lo cotidiano que no tiene sentido.

Todo eso a mi me fue formando. Y cuando recorrí toda Latinoamérica fue una alegría inmensa ver las experiencias que surgían por todos lados, principalmente en la Iglesia después del Concilio[1]. La Iglesia, principalmente la latinoamericana, se estaba despertando, buscaba la manera de dar respuesta a la realidad que se iba descubriendo. Porque los obispos que iban a Roma intentaban dar respuesta a la realidad europea, pero nada que ver con América, la realidad americana era totalmente distinta.

En ese entonces el tema era “Iglesia y mundo”, porque toda la actividad se concentraba dentro de la Iglesia, y los curas no teníamos la posibilidad de salir afuera a ver esa realidad. Este diálogo entre Iglesia y mundo fue el tema del Concilio. Cuando los obispos salieron del templo y comenzaron a ver el mundo se dieron cuenta que Latinoamérica era totalmente distinta del mundo europeo: allá eran ateos, acá era un mundo religioso; allá estaban bien, acá estaban muertos de hambre; allá más o menos algo ordenado estaba, acá había injusticia, opresión, muerte, hambre. Entonces se dieron cuenta de que la Iglesia que ellos tenían y sustentaban no daba respuesta a esa realidad, porque se habían quedado encerrados en el templo que generalmente estaba en el medio de la plaza, donde estaba el centro del poder, y se había descuidado todo lo periférico, todo lo de afuera.

Fue cuando comenzó la inquietud entre obispos cristianos y sacerdotes por darle respuesta a esa realidad que habían descubierto, que era la realidad de la miseria, de la explotación, de la injusticia, del negro, de la mujer y del trabajo. Y comenzó a crearse una forma de Iglesia que diera respuesta a esa realidad. Así surgen las comunidades de base, que es como llamábamos a pequeños grupos dirigidos por laicos. Alrededor de la palabra estas comunidades iban descubriéndose a sí mismas, descubrían al entorno, y comienzan a percibir cómo la Iglesia podía influir en esa realidad en la que ellos vivían: comenzaba a quedar claro que no solamente era un problema de fe sino que era un problema social y político.

En base a eso nace una teología, que se pregunta por la manera en que Dios recoge y trabaja esta realidad nuestra. Porque hay opresión entonces, nace la Teología de la Liberación. Gustavo Gutiérrez escribe su primer libro en el año 70, y después vinieron muchos otros teólogos. Esa nueva teología dio aire, ofreció una nueva visión según la cual lo que estábamos haciendo era querido por Dios, porque Dios quería que trabajáramos por los pobres. Precisamente en esos momentos yo recorro Latinoamérica: recorrí Chile, estuve en Perú, en Panamá, México, después fui a Paraguay, al Brasil. Y descubrí toda una Iglesia que nacía con una fuerza tal, que es ahí cuando el problema de los compromisos se hace sentir.

Cuando vuelvo a la Argentina me encuentro con exactamente lo opuesto. La Iglesia acá es totalmente conservadora, estrechamente unida al poder, muy poco ligada al pueblo, y cuando lo están es a través del asistencialismo.

II

El gobierno popular

CS: ¿Llegaste a Quilmes?

B: No, primero estaba en Avellaneda, con Quarracino como obispo, que nada que ver. Entonces, ante la alternativa de quedarme encerrado, mandé a la mierda la Iglesia, la parroquia, y me puse a trabajar de otra manera. Mi intención era comenzar a descubrir el mundo de los pobres, y la mejor manera de hacerlo era meterme en ese mundo. Es así como me fui a trabajar de cura obrero, como lo hizo Ramondeti[2] toda la vida. El fue fiel hasta el final, hasta la muerte. Trabajó de albañil, y cuando muere era diseñador gráfico.

Trabajé de albañil, en una farmacia, también en el PRODE, para ganarme el puchero. Trabajé en el puerto, y luego en el Ministerio de Bienestar Social.

Lo del Ministerio es una historia genial. Resulta que cuando subió Cámpora, nosotros teníamos la alegría enorme de pensar que se venía el gobierno popular. Habíamos trabajado durante tantos años, formando gente y especialmente a la juventud: porque trabajamos muy duramente para formar chicos que expresaran esta opción. Hacíamos mucho hincapié en el orden político, para que ellos fueran luego los protagonistas de un gobierno popular. Por eso cuando subió Cámpora la alegría fue inmensa, porque al fin habíamos logrado el objetivo de tantos años de lucha, desde el 55 hasta entonces. ¿Sabés lo que era esa época? La juventud, por ejemplo, tenía un objetivo fundamentalmente político: no se la pasaba en los boliches ni nada de eso. Era impresionante ver chicos de 15, 16 y 17 años realmente metidos, consustanciados con toda la problemática que se estaba viviendo en ese momento.

Y yo me acuerdo que el 25 de Mayo asumió Cámpora y el 26, “el primer día de gobierno popular”, yo como buen peronista que en esa época era, me fui a Plaza de Mayo para ver qué significaba un día peronista… ¡y me encuentro con un problema extraordinario! Me encuentro que frente al Ministerio de Bienestar Social había una cola de tres mil personas esperando no sé qué. Y yo digo: “pero si estamos en el gobierno popular toda esta gente tiene que ser atendida”. Y me voy hasta donde comenzaba la cola, que era frente al Banco Hipotecario, y había dos chicos y dos chicas sentados en un banquito con una mesita atendiendo a toda esa gente. Yo me acerco y les digo:

– Pero compañeros qué pasa, cómo no está todo el ministerio para atender a esta gente.

Y uno de los pibes me dice:

– No, ¡son todos gorilas!

Les pregunto que estaban haciendo, y me contestan que atendían reclamos de vivienda, de trabajo, de remedios…

– ¿Los puedo ayudar?, les digo.

– Bueno sentáte, me dice uno.

Me busqué una mesita y desde ese momento comencé a trabajar en el Ministerio. Ahí pude ver todo lo que era la miseria humana, lo que significaba eso. Y llegué a ser coordinador general de la Casa del Teatro, donde me mandaron de interventor porque era un quilombo.

Yo no dependía de López Rega en el Ministerio, sino de otra sección.

Ahí aprendí a trabajar con la necesidad del pueblo, con la miseria. Distribuyendo marcapasos, válvulas, elementos de ortopedia, sillas, comida, de todo se necesitaba. Venían cien mil pantalones, como para toda la república, y sabés cómo me querían chorear, me querían sobornar.

Un día vino Perón a donde estábamos nosotros, vino con Isabelita, nos dimos la mano. Tuve la dicha de haberle dado la mano a Perón, y antes también a Evita.

III

Dos maneras de pensar

Claro que al poco tiempo me di cuenta que eso se pudría, que ya no había posibilidad de trabajar.

Ahí surge la diferencia con Mujica. El también estaba en todo esto, pero él veía la opción desde arriba y yo veía la construcción por abajo. Ahí aparecen las dos opciones de cómo comenzar a trabajar en el campo popular, las discusión de por dónde construir: ¿el cambio viene desde arriba o viene desde abajo? Esa es la pregunta que nos hacíamos cuando éramos curas del Tercer Mundo.

Y el otro problema, la otra discusión que había era: ¿qué es lo que hay que cambiar primero, la estructura o la persona?

Estaba la opinión de la mayoría de los curas del Tercer Mundo y yo opinaba al revés, para mi no era por ese lado. Yo les decía a los Montoneros, porque yo charlé mucho con ellos:

– Chicos, vayan a trabajar a los barrios, los barrios necesitan de ustedes. ¿Qué van a lograr con un arma, contra un ejercito organizado que los va a hacer pelota? Vayan a trabajar a los barrios y déjense de hinchar las pelotas.

Para mi era algo muy claro: primero había que cambiar desde abajo al ser humano, y desde ahí, junto con el pueblo organizado, ir cambiando las estructuras. Era la idea del hombre nuevo, la del Che Guevara. Pero Mujica veía que el cambio tenía que venir de arriba, como la Iglesia ahora. El razonamiento es este: “si yo transformo y cambio el poder, entonces después el poder cambia a la gente”. Como en la época de la Edad Media, que cuando cambiaba el rey cambiaba la religión. Es esa vieja idea que todavía está incorporada: si cambian los de arriba, entonces cambian los de abajo. Ahora ya no se piensa más así, creo.

Y yo le decía a Mujica: “¡vení a trabajar acá!” Pero él se fue de asesor de López Rega. “No va por ahí la cosa”, le insistía yo, y entonces comencé desde abajo. Ahí está la  diferencia. El se dio cuenta después de un tiempo que López Rega no respondía a lo que nosotros le habíamos propuesto, los Montoneros se dieron cuenta también.

Hasta que un día me acuerdo que el coordinador del Ministerio, que era Lanzelotti, me llama y me dice:

– Llámalo a Mujica porque es boleta, ya está sentenciada la muerte de él.

Lo llamo y le aviso que está sentenciado por López Rega. Porque él se peleó mucho con López Rega, cuando nosotros estábamos en la oficina 1010 se sentían los gritos que pegaban, ñas discusiones que tenían. Hasta que se separó.

Cuando le aviso él me dice:

– Y bueno, ya estoy jugado, no puedo volver atrás, este es un hijo de puta.

A los quince días lo mataron.

Pero me interesa insistir en esto de que son dos concepciones: una piensa que el cambio viene de arriba., y la otra supone que viene de abajo.

Después era evidente que todo se podría con López Rega, una vez que murió Perón y se vino todo abajo. Entonces, quise retomar la opción por los pobres, y me fui a trabajar al puerto. Yo quería realmente hacer desde abajo y conocer qué significaba vivir esa situación de opresión, injusticia, de miseria, de cagarte de frío, o de calor en el barco. Y es que si yo quería trabajar con el pueblo y no conocía sus vivencias, pues era imposible que pudiera predicar. Porque si no uno termina haciendo la de “los intelectuales”, que ven al pueblo desde arriba pero no saben realmente qué es lo que siente el pueblo, y qué es lo que sufre el pueblo. Eso me permitió descubrir que la única manera para poder hacer un cambio es comenzar a trabajar con los pobres. Para mí esa opción es fundamental.

IV

La represión

Fue así que vine a trabajar acá a la parroquia. Y ustedes no se imaginan lo que fue el golpe de estado para tanta gente que habíamos trabajado con tanto ahínco, dando nuestras vidas, con la esperanza de encontrar un gobierno que fuera realmente popular, y no que siempre fuéramos víctimas de los poderosos de turno. ¿Sabés que noche oscura se nos vino cuando nos enteramos del golpe? ¿Sabés lo que significa estar 15 años trabajando y de repente que todo se venga abajo? ¿Qué es de tu vida, qué sentido tiene tu vida, a dónde vas a trabajar ahora?

Y los curas del Tercer Mundo en ese momento me decían que no podíamos estar adentro de la Iglesia, porque era una institución opresora y desde ahí no se podía trabajar para la liberación. Es así que la mayoría de los curas tercermundistas se fueron, pero yo dije que me quedaba. Me acusaron de traidor, de meterme en la institución, y yo dije:

– Mirá, la gente es cristiana, tiene fe y yo siendo sacerdote puedo trabajar desde abajo; porque si tienen fe me van a aceptar mejor.

Y me quedé adentro, aceptando las condiciones que ponían, mientras los demás curas se fueron. Y la mayoría de los curas que se fueron se casaron, tuvieron hijos, y al tener hijos tenían que trabajar, y al tener que trabajar tuvieron que tener guita, y después casi todos se hicieron burgueses. El único que fue fiel hasta el fin fue Ramondetti.

Bueno, ¿ves qué fácil es ser revolucionario así? Especialmente los estudiantes. Y yo he conocido muchos, porque mi parroquia estaba abierta a los estudiantes, y ellos venían y hacían asambleas, eran todos muy revolucionarios… ¡pero cuando se recibían terminaban siendo unos burgueses hijos de puta! Es decir, cuando son estudiantes son todos revolucionarios, pero después cuando hay que trabajar, les gusta la guita y se acabó la revolución. Por eso los estudiantes que son revolucionarios y siguen siendo revolucionarios cuando llegan a ser profesionales son pocos, porque el sistema los traga.

Fue así que la única opción que me quedaba era volver a la Iglesia, luego de 7 años sin entrar al templo. Porque para mi entrar a un templo era como entrar a una casa de prostitución, era tal la aversión que tenía en ese entonces que no podía. Y tuve que volver, para lo cual lo fui a ver a Quarracino, que me decía “no lo puedo creer”. Así que le dije:

– Mandáme a donde quieras, pero que sea un lugar donde ningún cura de la Diócesis quiera ir, a la más pobre, porque quiero ser consecuente con los pobres y trabajar con ellos.

Al final me manda a Florencio Varela.

Pero resulta que acá en San Juan Batista estaba un cura que se llamaba Joaquín, y fui a ver el acto en el que Quarracino le tenía que dar el título de párroco. Ese día lo estaban persiguiendo a Joaquin por todos lados, porque él estaba en la corriente “Cristianismo y socialismo”, que venía de Chile. Ahí también estaba Podestá, quien había formado mucho chicos allí en Avellaneda, donde lo persiguieron y se tuvo que venir para acá. Era la época de la dictadura, en el 76.

Y mirá vos lo que es la providencia, que cuando se termina el acto Joaquin le pregunta a Quarracino dónde nos quedábamos a dormir, y este le contesta:

– Mirá, no es conveniente que te quedes acá porque te están persiguiendo, mejor que vengas a dormir a la curia.

Y yo le pregunto por qué no se quedaba acá, y me confiesa que tenía miedo. Le dije que lo acompañaba, que no tenía problemas, que iba con él. Y esa noche nos vinieron a buscar. Así que si yo me hubiera quedado no estaría contando el cuento ahora. Se salvó, y al otro día lo mandaron por la nunciatura a España. Es por eso que el obispo me mandó a mí a la parroquia, y ahí yo comencé con las comunidades.

Porque claro, en ese momento había tanta represión que todo se había inmovilizado, no había ninguna organización que movilizara a la gente. La única que quedaba era la Iglesia, que daba la posibilidad de poder organizar, porque lo demás estaba todo desmovilizado: sociedad de fomento no había, clubes no había, política no había, el único espacio que quedaba era la Iglesia. Entonces yo dije: yo aprovecho acá para movilizar a la gente, aunque no podíamos hacerlo con sentido social y político, porque si no me cortaban el cogote.

V

El surgimiento de las comunidades de base

Entonces empecé a trabajar a través de la fe, a través de la palabra, y comienzo a abrir la Iglesia a los barrios. Así largo con la comunidades, y la gente enseguida se sintió convocada. Mi proyecto era con el tiempo ir dándoles la concepción más política. Pero el hecho sólo de aglutinarse y de sentirse protagonista, de sentir que tenían ellos la Iglesia en sus manos, que tenían la Biblia en sus manos, que podían charlar sobre sus problemas, era algo muy importante. Y es así que logré en poco tiempo más de cincuenta comunidades: salían como hongos, pero después había que organizarlas.

Cuando las comunidades estaban ya en su apogeo el sentido del trabajo era fe y vida, es decir, que el evangelio tocara realmente la vida, de tal manera de que vos fueras consecuente y no un buen cristiano en la Iglesia y afuera un hijo de puta. Se trataba de ser consecuente con tu fe, y vivirla en todos los aspectos de la vida. Después, cuando se empezó a abrir un poquito la presión de la dictadura comencé a insistir en la relación entre fe y acción social, es decir que vos comenzaras a preocuparte por los problemas del barrio. Y me quedó el otro nivel, que era fe y política: ahí no llegué.

A lo social llegamos precisamente con el surgimiento de los asentamientos. Cuando se comenzó a ver esa dimensión: que mi fe no solamente tiene que estar encerrada en mi mismo, sino que tiene que ser extendida en una acción concreta con mi hermano necesitado, en el barrio donde yo vivo. Ahí surgió la necesidad de dar una respuesta a una realidad que en ese momento se vivía, que era el problema de la vivienda. Cacciatore mandaba a todos los de la villa para acá, y los dejaba tirado por ahí, mientras yo veía un montón de terrenos baldíos. Esa fue la ocasión de comenzar a hacer esta experiencia, porque estaba la necesidad de vivienda, habían terrenos disponibles, estaba la organización preparada que eran las comunidades, y había un tipo capacitado para conducir el proceso (risas). Se daban todas las condiciones, y entonces comenzamos.

VI

Las tomas de tierras

CS: ¿Y en qué año comenzaron?

RB: Comenzamos en julio de 1981, cuando una señora vino a la parroquia a pedirme vivienda y yo le dije:

– Allá hay un terreno baldío, andá a ponerte al lado de esa gente y hacete una casa. Agarrá un pedazo de 10 por 20, y en el medio hacete el rancho. Y si viene la policía decile que te mandé yo.

¿Ven que la autoridad del cura a veces vale?

Pero me acuerdo lo que era la mentalidad de la gente, porque unos días después fui a verla y había puesto su casilla pegada a la casa del vecino.

– Pero te había dicho en el medio del terreno, no pegado.

– Pero no padre, yo quiero sólo un pedacito para mi ranchito, me dice.

– Pero vos tenés necesidad de un terreno, vos sos argentina, sos hija de Dios, y te corresponde: tenés que tener tu propio terreno.

El gran problema de los asentamientos, en sus orígenes, fue la falta de conciencia de la propiedad privada. Cosa que a su vez, mas tarde, cuando se logró, me di cuente que fue lo que terminó frustrando la experiencia. Pero al principio la gente no tenía conciencia de la propiedad privada, me decían: “yo nunca tuve un pedazo de tierra, y vengo del norte donde mis abuelos me enseñaron que la tierra es comunitaria; entonces, ¿quién soy yo para tener un pedazo de tierra?”

¿Sabés lo que me costó? La única forma fue poner un signo que dijera que tenías derecho a la tierra, poner una bandera que significara que como argentino tenías derecho a tener tu propia tierra. Y decir que la tierra es de Dios, y nadie a él se la compró, así que todos tenían el derecho a tenerla. Fue con esos signos que incitamos a la gente a que se sintiera capaz de tomar la tierra, porque lo impedía el miedo a la policía y el miedo de romper ese criterio de que la propiedad privada era intocable. ¡Fue increíble lo que costó!

Y resulta que íbamos dando los terrenos, pero a la noche se metían y se empezaban a amontonar, y se armaba la villa. Y cuando los íbamos a ver nos decían que estaba su hermano, su familia. Tuvimos que hacer una comisión que los sacaba cagando, y les daba a ellos también un pedazo de tierra. No concebían que ellos tenían derecho a un pedazo de tierra, no les entraba en la cabeza. Y mirá que yo me subía arriba de los carros, los convocaba para explicarles, y a ellos les costaba entender eso. Hasta que vieron que se iban dando los terrenos y que la gente efectivamente iba haciendo su casa, y empezaron a entusiasmarse. Al principio dábamos terrenos todos los días, y después comenzamos a dar por semana. Nos congregábamos cien, doscientos y tomábamos un pedazo de tierra.

Cuando tomamos el Tala fuimos cerca de mil. Nos juntamos un sábado a la mañana y nos metimos. Esa toma fue tremenda, porque estábamos al mediodía repartiendo las tierras, con la comisión –que era un grupito de gente que me ayudaba– y vino la policía: ¡salieron rajando todos y me dejaron solo! Después se fue la policía y ahí metimos como seiscientas familias.

VII

El asentamiento de San Martín

Y al otro sábado nos juntamos en otro lugar, y ¡eran mas de 5000 personas! Como doscientos carros, camiones, con todos los bártulos, con todas las chapas… para ir a la tierra prometida, ahí a San Martín. Eso, para mí, fue como el éxodo, fue vivir la sensación del éxodo, de salir de Egipto para ir a la tierra prometida. No teníamos ni cámara fotográfica, ni filmadora. Fue un acontecimiento: vos veías a las viejitas con su madera, con su chapa, a las doce de la noche.

Yo me había hecho amigo del comisario de La Cañada para que no me jodieran. Entonces fui a verlo y él me dijo:

– Mirá que se viene difícil, porque ya se enteraron de lo que estás haciendo.

Porque todos los asentamientos los hacíamos internamente, no se salía hacia fuera para que no se dieran cuenta. Pero ya ir hacia San Martín, ir hacia la avenida, iba a generar quilombo. Entonces le dije yo:

– ¿Qué hora me das para poder hacer el movimiento?

Y me dice:

– De doce a dos yo no hago nada. Te doy dos horas para que vos metas la gente adentro, pero que no estén en la calle porque si no la meto presa.

Entonces, de doce a dos de la mañana fuimos caminando 15 cuadras. No te imaginás lo que eran esas cinco mil personas, o más, caminando con viejos, chicos, grandes, caminando en medio de la oscuridad.

Yo lo que tenía organizado con los chicos de la parroquia –más o menos cien– eran los martillos, palos y los planos para que no se hicieran villas, sino que se hicieran cuadras y las divisiones de diez por veinte. Pero enseguida, en dos o tres horas, con las mas o menos novecientas familias que eran se cubrió todo San Martín. Y los vecinos, al otro día al levantarse, se encontraron que todo un pueblo se había levantado a su lado: ¡milagro de Dios! (risas)

Eso fue el 21 de noviembre de 1981. Y al otro día, que era sábado, resulta que yo estaba repartiendo los terrenos a la gente, y venía gente, y gente: no alcanzaba. Entonces empezamos a dar números, di como 500 números, y a la semana ya habíamos repartido como 3000 números más. Es decir, que esa semana por la parroquia habrán pasado más de 3000 personas, porque se corrió la bolilla por todos lados, venían hasta del Chaco.

El problema es que muchos no venían cuando se repartía, y aparecían al otro día a las ocho de la mañana con el numerito en la mano. Y entre toda la gente que se juntó había más o menos unas 10000 personas: un despelote. El intendente mando las topadoras para tirar las casas abajo y la gente los echó a la mierda.

Entonces me pregunto: ¿qué hago? Yo los quería meter aquí en La Matera, pero no sabía cómo hacer, porque no sabía que había una entrada del otro lado. Había conseguido unos troncos para cruzar el arroyo, pero no se podía por no se qué historia. Finalmente opté por meterlos en el “Monte de los Curas”, porque me pareció la única salida.

Ese día se había armado un despelote bárbaro. Fui allá y los reuní, me subí arriba de un carro y todos con el numerito pidiéndome, y yo les dije:

– ¿Ven aquel monte que está allá? Ese se llama el Monte de los Curas –le decían así pero no era de los curas– . Bueno, si es de los curas no hay ningún problema (risas), así que vamos para allá. Pero conserven las manzanas, conserven las casas, no hagan villas.

No sabés lo que era: 10 000 personas cruzando el puente que hay ahí en Donato Alvarez y San Martín. A la noche yo fui con la camioneta a ver todo ese espectáculo extraordinario, fuego por todos lados, era impresionante. ¡Diez mil personas en ese monte, cada uno construyendo! ¡Qué alegría, que satisfacción!

Y al otro día lógicamente, por todo ese problema vino la policía. Tres mil policías nos rodearon a todos los que estábamos ahí: no nos dejaban entrar nada. Yo iba con la camioneta para llevar agua y no me dejaban entrar. Pero, trabajando con inteligencia se logró: de noche, las mujeres charlaban con la policía, y pasaban las chapas, pasaban las puertas. Tres meses estuvo el cerco, pero aún así la cosa se hizo.

VIII

La organización popular

Así que fue un acontecimiento muy bueno, pero fue todo a través de una concientización. Es decir, las comunidades –que estaban muy bien preparadas– me ayudaron muchísimo para poder hacer eso. Sin las comunidades, sin la parroquia, hubiera sido muy difícil haberlo logrado.

Fue un hecho que llamó muchísimo la atención, fue publicado por todos lados. En los diarios salió: “cura comunista toma tierra”. Me filmaron por todos lados, salió en Europa, me llamaron de Suecia, de Francia, de Italia, para decirme que me habían visto por televisión.

Yo sabía que se trataba de un acontecimiento muy grande, de una experiencia muy rica, y por eso me pregunté: ¿cómo hago para que esto sea verdaderamente popular, es decir, para que esté en manos del pueblo? Porque yo había sido el promotor, pero eso debía ser tomado por el pueblo, y no debía ser guiado por mí. Eso tenía que pasar del líder que lo había producido al pueblo, para que el pueblo fuera su propio líder. Entonces formé la comisión popular, que consistía en elegir un delegado por manzana, en asambleas de cada manzana, y en organizar una comisión interna en cada asentamiento, con los delegados elegidos. De tal manera que el delegado no podía hacer lo que quería, sino que tenía que actuar de acuerdo a la propuesta de la manzana.

Después formé una coordinadora de todas las comisiones internas. Venían a la parroquia todas las semanas, y yo les ayudé a formar conciencia sobre cómo tenían que conducir esa experiencia, de tal manera que resolvieran todos los problemas que ahí surgían. Por ejemplo, enseguida se resolvió el problema del agua, de la luz, de las calles. Todo organizado en forma comunitaria, porque venía todo organizado de esa manera.

CS: ¿En qué año comenzó esa organización?

RB: Esto empezó a funcionar más o menos en el 82, muy poco después de la toma de las tierras. Y la organización popular fe un éxito extraordinario. La asamblea y los manzaneros fueron experiencias extraordinarias: no se podía hacer nada sin su aprobación.

Me acuerdo una vez que cayeron unas piedras tremendas y agujerearon todos los techos de cartón, y se necesitaban como cuatro o cinco mil chapas. Bueno, la gente organizada fue a la municipalidad con los camiones, trajo las chapas, y por intermedio de los delegados se compartió. Yo no participé para nada. En cambio Angel, que era cura acá en la San Bautista, y tenía ya a IAPI como parte de la parroquia, fue él a comprar las chapas, las puso en la parroquia, y puso a la gente en fila para repartirlas. El problema fue que no alcanzó, y la gente casi lo mata.

Ahí se ven otra vez dos formas organizativas: una que la hace el pueblo organizado y otra que la hace un líder por su cuenta. Y es algo muy común: uno se considera líder y quiere hacerlo todo. De la otra manera, lo hace el mismo pueblo, y el líder desaparece.

Más tarde, lógicamente, apareció gente que quería hacer asentamientos por todos lados y querían que yo fuera al frente. Me decían: “vos que fuiste el que comenzó a hacer esa experiencia, ponete al frente”. Yo respondía que no: el líder tiene que saber separarse a tiempo, cuando el pueblo toma conciencia y es capaz de hacerlo. El pueblo tiene que ser el propio líder, tiene que darse cuenta de que es capaz de hacerlo. Y así fue: la gente aprendió y comenzó a hacer los asentamientos por todos lados. Ahí están una vez más las dos concepciones.

Y venían los intelectuales, y me decían:

– “Raúl, ¿en qué te podemos ayudar? Estamos dispuestos a ayudarte a organizar todo lo que has hecho.”

Entonces yo les decía:

– ¿Pero ustedes qué se piensan? ¿Son hijos de puta o qué son? ¿Así que me venís a organizar todo lo que yo hice, con peligro incluso de la vida porque empecé en plena dictadura? ¿Sabés lo que vamos a hacer? Andá vos a hacer un asentamiento, y cuando lo hagas entonces venís y trabajamos juntos. Pero venir a trabajar sobre lo que yo hice… ¿por qué no te vas a la puta que te parió?

Esos son los intelectuales: quieren venir a conducir lo que el pueblo hace. Los militantes políticos, y los de las universidades, que se creen que vienen a salvar al pueblo, y no tienen la menor idea de lo que es trabajar con el pueblo, saberlo conducir, y lograr que el pueblo sea su propio líder.

Yo directamente los puteaba y los mandaba a la mierda. Y venían muchos, porque enseguida se corrió la bola por todos lados.

IX

Los asentamientos y “la política”

Me acuerdo que estando reunido con los curas en San Juan Bautista vinieron a avisarme que habían venido las topadoras para tirar las casillas del Tala. Tuve que salir corriendo, y estaba la topadora, la policía, y el comisario que era amigo mío, y me dice:

– Raúl, arreglá este problema porque yo no quiero tirar a la gente.

– No seas hijo de puta, le dije, ¿cómo mierda estás acá? ¿Vas a tirar contra tu pueblo.

Bueno, estaban las topadoras listas para avanzar, y estaba el delegado de Solano para dar la orden, y yo me puse adelante, llamé a todas las mujeres y nos pusimos frente a las topadoras: “no vas a  avanzar”, le decíamos. Y como habían unas casitas ahí cerca, donde vivían toda gente que conocíamos de la parroquia, yo le digo al de la topadora:

– Mirá, allí en las casitas hay vecinos con armas y te están apuntando: si avanzás te meten un tiro en la cabeza.

Lo asustamos. Entonces fui a hablar con el delegado, y me dice que tenía orden de Casanero, que fue intendente de la dictadura. Fuimos a Solano para hablar por teléfono, y el delegado habló y dijo que la orden estaba dada, que había que avanzar con las topadoras. Y yo le dije: bueno, déjeme hablar a mi. No me querían dejar, hasta que me dieron con el secretario del secretario del secretario, luego pasé al secretario de la intendencia, y le conté la situación. El me repitió que la orden del intendente era avanzar.

Entonces pedí que pararan hasta que yo hablara con él. Eran las doce menos cuarto y a las doce cerraba la intendencia. Menos mal que estaba Miguelito, un cura amigo que tenía un fitito, y llegamos los dos, subimos al tercer piso y estaba el secretario. Allí nos hizo esperar un tiempo largo, hasta que volvió y nos pregunta:

– ¿Ustedes para cuándo quieren la audiencia?

– Pero usted qué se hace –le digo–. Tengo un problema de la san puta en la parroquia y usted me pregunta para cuándo, yo quiero hablar ahora con el intendente, esto es urgente.

Entonces, de adentro del despacho dicen:

– Pase Padre, pase.

Era el intendente que estaba con dos o tres secretarios.

¿Y sabés las de puteadas que nos dimos? El me decía:

– Yo se que usted está organizando otro asentamiento.

Y yo le digo:

– El problema no es mío, sino que es suyo, porque usted tiene un problema de vivienda que no está resolviendo.

Y me dice:

– Pare la próxima toma.

– No, usted es el responsable de hacerlo porque usted es el responsable de atender a esa gente no yo. Yo estoy simplemente sirviendo allí.

– Mire Padre, yo soy boludo pero no tanto. ¿Por qué no hizo todo esto en Florencio Varela, y me lo trae acá a Quilmes?

Bueno, nos peleamos tanto que al final me dijo:

– Bueno listo, esta me la banco, pero la otra –la que venía– no la dejo pasar.

Así que el intendente tuvo que aflojar, porque la multitud era tan grande que no lo podía contener.

Esa fue la experiencia. Y asentamiento le llamamos porque no sabíamos que nombre ponerle: barrio no era, villa no era…. ¿Sabés cómo me costó romper con el concepto de villa? Y sin embargo, por un lado, creo que es mejor la villa, porque la gente se siente junta, hay cierta comunidad. Porque el asunto de ponerse todos bien separados es muy burgués, cada uno en su terrenito. Y es que resulta que con el tiempo me di cuente que una vez que consiguió escritura se puso el cerco, dijo esto es propiedad privada y se olvidó de lo comunitario.

Otra cosa es que no queríamos que entrara ningún partido político: ni peronistas, ni radicales. Pero después llegó la época de la democracia, vinieron los partidos políticos, y ahí se pudrió todo. Yo ahí me di cuenta que no iba más, y lo dejé todo. Se dividieron, se perdió la organización popular, hicieron sociedades de fomento. ¿Por qué no defendieron su organización popular que costó tanta sangre? ¿Por qué hacerles caso cuando dicen que no te atienden si no te convertís en una sociedad de fomento? Yo les decía que no acepten, que esas son las formas que ellos tiene para dominarte, que por qué no manteníamos nuestra organización, no la defendíamos. Porque un pueblo cuando ha llegado a su máximo nivel de organización tiene que tratar de defenderla frente a los poderes. Pero hay que tomar conciencia.

Logramos que un muchacho fuera concejal: Reinoso. Y yo le dije: “Reinoso, tenés que estar en función de tu pueblo, de tu gente”. Sí, sí, me decía. Se hizo concejal, se fue a la mierda, se separó de la señora, se hizo rico…

CS: Y después volvió con la topadora… (risas)

X

Crisis de la experiencia

RB: Después del asentamiento, en una reunión que hacíamos todas las semanas, yo propuse pensar qué nombre le poníamos a ese fenómeno que había sucedido. Y entonces me acordé del éxodo. Claro, los israelitas se liberaron cruzando el Mar Rojo, y se asentaron en el desierto. Ahí nace el nombre de asentamiento, en esa experiencia. Porque en Perú le llaman “pueblo nuevo”, en Chile lo llaman “población”.

CS: ¿Y cómo siguió el proceso en los últimos veinte años, es decir, en los ochenta y noventa?

RB: De un lado, en la Iglesia no se vio bien. El obispo y los curas no aceptaron. Ellos me decían: “vos no pensás en la Iglesia, no pensás en el obispo, mirá que quilombo estás armando, mirá que lío”. Un lío no sólo nacional sino también latinoamericano. Porque era un fenómeno que nunca se había dado en la Argentina: la posibilidad de que la gente con coraje tomara las tierras, y que comenzara a tener por sí mismo un pedazo de tierra para poder construir su casa.

Después me hicieron como seis o siete juicios. Uno de los jueces me llamó de Lomas, y me dijo:

– Yo soy católico, ¿cómo puede usted hacer eso, no ve que va contra la propiedad privada?.

Y yo le contesté:

– No señor juez, yo estoy a favor de la propiedad privada.

– ¿Y cómo está a favor si usted ha tomado las tierras?

– Yo estoy a favor –le dije– porque quiero que los pobres tengan también la propiedad privada.

Otro tipo me vino a prepotear, y me dice:

– Acá tengo los papeles que dicen que esto es mi propiedad.

Y le respondí:

– Yo también tengo papeles, y son mejores que la escritura tuya.

– ¿Y cuál es?, pregunta.

– La Sagrada escritura –le mandé– que dice que la tierra es de Dios.

Y lo cagué. El tipo se ponía furioso. (risas)

Con esos argumentos andábamos. Pero después, con el tiempo, tomó el pueblo la experiencia, y se fue multiplicando. Ahí apareció Agustín Ramírez, que fue un chico de la parroquia que aprendió, y todos los demás que aprendieron. Comenzó a surgir por todos lados, porque la necesidad estaba y el hecho había producido entusiasmo y seguridad de que se podían tomar las tierras; se había perdido el miedo, y la gente tomó coraje y comenzó a andar y no paraba más.

Resulta que después me di cuenta que, a pesar de que todo el trabajo que se había hecho era muy bueno, habíamos terminado haciendo más de lo mismo: habíamos logrado hacer burgués a la gente. Porque ahora, con la propiedad privada lograda, se acababa todo lo comunitario, ya nadie se preocupaba por el vecino: si antes todos trabajábamos juntos, todo era comunitario, ahora cada uno se separaba. Y yo dije: “no, para trabajar para esto no trabajo más, y me fui”.

CS: ¿Y el Movimiento de Vida Comunitaria (MoViCo) cuando nace?

RB: MoViCo nace como resultado de toda esa experiencia. En ese momento dije: tengo que producir algo nuevo, en donde la gente se forme para no caer en ese individualismo. Por eso se llama vida comunitaria, porque se trata de poner las raíces de lo comunitario. Pero para eso hay que vencer al individualismo que está metido hasta los huesos de la persona, porque eso es lo que propone el sistema. ¿Cómo vencés eso? Con todo un trabajo de concientización, para poder hacer de tal manera que la persona llegue a tomar conciencia de que lo individual ya no satisface plenamente, y que necesariamente tenés que encontrar el sentido comunitario para vivir. Es decir, tiene que surgir no como algo impuesto sino como una necesidad imperiosa tuya, de que lo individual ya te harta, y ya no podés vivir más como el sistema te propone, tenés que vivir con otros valores. Yo creo que de allí parte el trabajo, ese es el sentido del MoViCo. En ese sentido, nace como expresión de todo el trabajo que vengo haciendo desde hace tanto tiempo.

XI

Nuevas búsquedas

CS: ¿Y cómo ve el trabajo actual de los MTDs?

RB: Bueno, ahora pregúntenle a ellos, yo ya hablé demasiado.

Myriam: Yo por lo que veo, un poco a cierta distancia, es que es un trabajo muy importante el que están haciendo. El hecho de salir en defensa de los desocupados. Porque el único derecho que tenía el hombre era el del trabajo, y a partir de ese también tenían salud, educación, etc. Al perder el trabajo pierden todo, y comienzan a agruparse y a exigir de alguna manera que ese desocupado sigue siendo una persona y tiene que tener familia, una vida digna. En ese sentido me parece muy importante el trabajo que hacen. Realmente: salir a la lucha, cuerpo a cuerpo con el sistema, porque sin dudas es así, uno ve como los cagan a palos.

Pero por ahí eso se puede unir con el trabajo que estamos haciendo nosotros. Pues si bien nosotros no vamos al cuerpo a cuerpo, también estamos haciendo un trabajo de liberación y de concientización popular. Para nosotros es fundamental, para construir una sociedad nueva, buscar cómo es que se vence al individualismo. Como decía Raúl, este es el gran problema, porque ya vimos en la historia de los asentamientos cómo una vez que se logra lo que se quiere surge de vuelta el individualismo: como una historia de solidaridad y comunidad se rompe cuando llega la propiedad privada.

A mi me parece muy bueno el trabajo que están haciendo los MTDs, sobre todo en lo que respecta a perder el miedo, juntarse y salir a la calle. Aunque a veces, por ejemplo cuando pasó lo de Maxi y Darío, a uno le da lástima perder personas tan llenas de vida y de conciencia por esto de ir al frente, ir al frente, tanto que el sistema te termina matando. Y por ahí se pueden pensar otras propuestas y trabajar juntos. Nosotros estamos por lo mismo, por ejemplo, pero tenemos otra metodología.

CS: ¿Cómo es la metodología de ustedes?

XXX: Nosotros trabajamos con la gente en forma personalizada, hacemos reuniones una vez por semana de dos horas en los barrios. Ahí los vecinos se juntan, y siempre hay una persona que ya tiene experiencia en el movimiento y se las trasmite a ese grupo que se está formando. MoViCo tiene tres momentos, a partir de una metodología muy sistemática, con cuadernillos, con hojas que la gente puede llevarse a la casa, y muchas prácticas.

Hay mucho de mirarse para adentro, de conocerse, de entender como funcionan nuestras mentes, de entender que si queremos organizar a las personas tenemos que estar primero concientizados nosotros: no podemos dar algo que no tenemos. Parecería, en principio, que es una actitud egoísta, que estamos pensando en nosotros. Pero creo que cuando hablamos de un hombre nuevo tenemos que pensar sí o sí en nosotros. Y esto para la gente es muy importante, porque se dan cuenta de que no se trata de algo que hay que ir a buscar afuera. Este es un primer paso. Y ahora estamos organizados en los barrios, por sectores, hay manzaneras, y van surgiendo nuevos centros del MoViCo, de cinco, diez o quince personas.

Myriam: Pero a su vez se trata de construir una sociedad nueva. Pero eso se construye con personas nuevas, que encuentran maneras distintas de resolver los problemas como la salud, la educación, etc. Lo que buscamos es un cambio social, porque la persona no puede estar bien donde hay represión. Lo que no nos interesa es incluir a la gente, sino todo lo contrario: construir algo radicalmente distinto. Esto implica un proceso más lento, pero también darse cuanta que se trata de una sociedad que ya existe, por ejemplo, en experiencias comunitarias concretas.

[1] El Concilio Vaticano II

[2] Miguel Ramondetti

Declaración Pública – Frente al golpe: resistir es crear (24/03/2001) // Colectivo Situaciones

La nueva radicalidad política exige pensar la resistencia en el nuevo contexto abierto por «el golpe».

I

1- Lo que está en juego en nuestro país es la democracia, no como concepto sino como problema político de primer orden. La democracia como problema es el núcleo esencial del actual sistema político: se gobierna en nombre de un pueblo al que se condena a la impotencia. Lo que queremos decir es que no hay gobierno del pueblo sin política popular.

El problema de la democracia, entonces, no es el hecho de que esté amenazada por una eventual dictadura. La dictadura no es lo que problematiza la democracia: ya no se trata de «defender la democracia». El dilema es: democracia como pura forma de gobierno o como potencia de las luchas populares y del pensamiento crítico.

Sabemos que hay dos democracias -que, inevitablemente, se implican-: una institucional, que es una forma de gobernar y de legitimar el poder. Y, otra, que es movimiento igualitario, resistencia que nace de abajo. El problema es que esta última queda habitualmente entrampada por movimientos políticos de los sectores dominantes.

No es tan importante decidir cuál de ambas democracias remite a un significado «auténtico» porque, de hecho, esta relación inevitable entre ellas es el centro de las interrogaciones que hoy nos hacemos. Sin embargo, nos resulta imprescindible terminar de entender que la democracia formal -como un sistema eficaz de dominio- no funciona como algo «externo» o «ajeno» a nosotros mismos. Su eficacia consiste, precisamente, en que logra, permanentemente, articularnos a «su lógica».

2- La democracia tuvo un sentido determinado cuando los estados naciones demostraban una capacidad nada despreciable de decisión. Entonces, era relevante discutir cuál sería el fundamento legitimador, qué democracia se quería. Sin entrar a preguntarnos ahora qué cambió en el mundo, y en nosotros, para que esto deje de ser así, constatamos que el estado nación ha perdido muchas de su facultades decisorias. No se trata de la tesis posmoderna del fin del estado. Porque sabemos que el «régimen global» está construido -también- por los mismos estados naciones. Pero sí se trata de asumir que las derrotas sufridas por los movimientos obreros y populares dieron una posibilidad al capital de reestructurar al mundo a su favor y que esa reestructuración -en curso- ha alterado instituciones, subjetividades y formas de existir de la política misma como práctica.

Se ha llegado incluso a dudar de la existencia de los pueblos mismos, de las identidades -promesas, memorias y luchas- nacionales en nombre de un «globalización abstracta» que atrae, incluso, a muchos «contestarios globales».

Estos elementos complicaron nuestras definiciones sobre la democracia. Y necesitamos aclararlas, como exigencia de las luchas, de saber por qué peleamos, con quiénes y cómo.

3- El capitalismo vive en contradicción con la democracia: mientras sueña con quitarse de encima al pueblo al que convoca habitualmente a las urnas sabe, también, que esta legitimidad lo consolida y que no podría vivir sin ella.

La utopía del amo es desprenderse por siempre del esclavo. Pero todos sabemos que un amo sin esclavo deja de ser amo.

La democracia actual, entonces, está cruzada por estas contradicciones. Su vaciamiento se despliega en tres actos: los políticos «hacen de cuenta» que deciden y que lo hacen en nombre de sus pueblos (sus votantes); los capitalistas «hacen de cuenta» que dirigen sus capitales a la producción, mientras se juegan a la especulación y evaden toda relación con el trabajo humano, real y concreto; los Estados «hacen de cuenta» que garantizan la «cohesión social», mientras atentan contra la sociedad misma.

El amo juega -peligrosamente- a ahogar al esclavo.

¿Qué es, entonces, la democracia hoy en la Argentina?

 

II

4- Desde 1983 existe una «primavera» marchita de la democracia. Se vota, hay recambios en los equipos gobernantes, libertad de prensa, etc; pero el movimiento popular y sus organizaciones, están debilitadas. Se avanza s0obre nosotros en forma continuada. Mucho se ha dicho del papel del menemismo, pero poco se ha reflexionado sobre la cuestión de cómo fue posible que su éxito fuese tan completo.

Hoy estamos frente a un fenómeno singular que es, simultáneamente, una vuelta de tuerca más.

La democracia formal se endurece, sus poros se cierran: los demócratas se atajan. No saben si van a poder garantizar el orden y la gobernabilidad en este contexto. Estamos en unos de esos extraños momentos en que su impotencia se vuelve visible y su oficio peligrosamente cuestionado. Alfonsín, Alvarez, Meijide, Ruckauf, De la Sota, Reutemann, y Storani, entre tantos otros, se acomodan como pueden. Cuando la institucionalidad se quita de encima al pueblo, estos hombres y mujeres -profesionales de la representación- temen por sus destinos. Y hacen lo que saben hacer: se disponen una vez más a «ensanchar la democracia» y a recordar que no se puede ejercer el mando sin legitimidad.

5- Los «poderes fácticos» dieron un verdadero golpe de estado. Recordemos que el objeto del golpe fue el estado mismo. Y es necesario recalcarlo, contra los que sostienen que estamos ante un «golpe de mercado», pues esta definición no es más que la metáfora con que los políticos profesionales (y los aspirantes a ello) buscan resguardar su espacio de sobrevivencia, ocultando la responsabilidad total que en «el proceso de reorganización nacional» en curso, tienen.

Los políticos que hablan de golpe de mercado realizan una operación sencilla: sustituyen (golpe) «militar» por (golpe) «de mercado» lo que les permite presentarse como asaltados por un poder extraño a la democracia, reservándose para sí el lugar de futuros restauradores de la legitimidad perdida.

Este golpe de estado no se propone -como lo hizo el de 1976- exterminar militarmente a una parte determinada de las población. Su propósito es otro: declarar la inexistencia del pueblo. No se trata de eliminar a una fracción política determinada sino de la definitiva «aniquilación política» del pueblo como tal (que implica, por supuesto, un genocidio social de proporciones, más un indefinible despliegue de «pequeñas» represiones).

6- La estrategia de «profundizar la democracia» es el movimiento de la democracia de base de «ganar por adentro» a la democracia formal. Y como tal requiere una permeabilidad del sistema político respecto de las demandas sociales, justo lo que desde hace ya un tiempo, aparece como imposible.

Es el trabajo de organizaciones tan diferentes entre sí como el MTA, la CTA, la FUA, y algunos organismos de derechos humanos que frente al golpe, sin embargo, sostienen buena parte de la movilización social. Sobre todo porque son organizaciones populares y, como tales, son atacadas a cada paso.

No se trata de justificarlos ni de endemoniarlos sino simplemente de asumir que su acción reencauza la democracia de la base hacia la democracia formal. La potencia del movimiento del contrapoder se reabsorbe, así, en el poder, que funciona como último horizonte posible de inscripción de estas luchas.

No somos «moralizadores» del trabajo de otros, pero esto no nos impide afirmar lo evidente: que su trabajo -el de la representación- dejó de ser el centro de la labor del contrapoder.

7- Para nosotros es evidente que si queremos fortalecer una democracia de base hay que jugarse, definitivamente, por su radicalización. Ya no se trata de «volver a la normalidad», a la retórica del político, de reencarrilar todo al juego de la democracia formal, de construir la «verdadera representación popular». Tenemos que fortalecer otras tendencias, otras lógicas. Hay que robustecer las luchas populares y no reencauzarlas hacia el poder.

III

8- Entonces la resistencia se divide en cinco sectores: por un lado los políticos, partidos, agrupaciones y otros actores democráticos, que quieren rescatar la legitimidad de la democracia como forma de gobierno con la ilusión de cambios futuros. Incluidos los que lo hacen con una honesta sensibilidad social e institucional. Se trata del funcionariado con el cuál la política ha muerto y que ha puesto en su lugar la retórica de la gestión de lo existente. Su resistencia no pasa de un fraseo en nombre de la política en contra de los «golpes de mercados» y los «poderes fácticos».

Por otra parte, se encuentran los sindicatos y otras referencias populares. Su tendencia es hacer alianza con esos políticos, partidos y agrupaciones. Así intentan defender al movimiento social de cada ataque retornando, luego, a su lugar de «sostenes» naturales -y por abajo- del sistema político.

No faltarán los partidos de izquierda que intentarán radicalizar al segundo sector para una salida «revolucionaria», entendiendo por tal una vuelta a la lucha por la legitimación, pero en términos súper-radicales: se trata de llegar al estado y cambiarlo todo desde allí. Si bien lo harán en nombre de otro programa, no podrán evitar la trampa, en los hechos, de relegitimar la democracia y el estado actual.

Luego están las organizaciones sociales que van surgiendo desde la base, defendiendo su autonomía, conjunto variable y siempre difícil de definir sino por su apuesta a la construcción de base. Contra el oportunismo oponen su convicción y la firme resistencia que ejercen a quienes intentan seducirlos con atajos «políticos». No aspiran a una proyección electoral porque precisamente su principal interlocutor no es el estado, ni trabajan a partir de la legitimidad de la que vive el estado. Estas organizaciones son las que en esta coyuntura nos marcan la línea del desarrollo del contrapoder.

Finalmente encontramos a quienes se desviven por oficiar de «superestructura» política electoral del contrapoder, como Luis Farinello y otros. Su fe reza que hay un atajo para el cambio: la representación electoral.

Por nuestra parte pensamos que estas acciones «en nombre del pueblo» (para ayudarlo desde arriba) son como querer enfriar el termómetro para que baje la fiebre.

9- No se trata de negar la democracia formal, la existencia de los partidos, ni a quienes luchan por construir una República, sino de que los cambios reales surjan de abajo. Lo demás es ilusorio.

Ya sabemos lo que pasa si le pedimos al espejo que adelgace por nosotros.

Hablamos entonces de defender los derechos del pueblo y de autoafirmar la lucha de resistencia y creación de formas de vida no capitalistas. Todo el tiempo surgen estas experiencias por la base. Pero no siempre se nos vuelven visibles. Esas luchas son expresiones de la resistencia. Nosotros trabajamos para lograr esa visibilidad, para que esas experiencias no se absorban nuevamente en el poder.

Este trabajo puede resultar demasiado «cotidiano» y de «mínima» para quienes asocian la política con una imagen súper heroica del momento de la toma del poder. Para nosotros, muy al contrario, se trata de abandonar ese heroicismo abstracto, separado de nuestra vida cotidiana, para poner en práctica, explícita y definitivamente, las tareas estratégicas de una nueva radicalidad política.

10- Lo que implica:

– Acciones contundentes en defensa de todos los derechos del pueblo (como la educación pública y salud pública, etc.).

– Pero no sólo defenderlos, sino, además, el compromiso de repensarlos, de recrearlos, de amplificarlos. Porque no se trata de una defensa zonza y acrítica de los espacios públicos, sino más bién de todo un trabajo de reapropiación de la universidad, las escuelas, los hospitales, etc. Hoy la protección popular -y su recreación- de lo público constituyen un mismo movimiento, inseparable, de defensa y reconstrucción, en oposición a la dinámica estatal – mercantil (también inescindible) que las ataca.

– Esto implica, además de la solidaridad con todas las acciones que defienden los derechos del pueblo, impulsar acciones que critiquen nuestras propias falencias y debilidades, mostrando que si perdemos es por nuestra debilidad. Como aprendimos del Che, las derrotas no son nunca atribuibles a la superioridad del enemigo. Los derechos del pueblo no son banderas abstractas, sino construcciones permanentes, ejercidas creativa y no conservadoramente.

– Por eso, más allá de lo que hagan las «organizaciones que organizan» la representación social hacia la democracia formal, hay que desplegar una línea más fuerte de resistencia con quienes vienen construyendo desde abajo la resistencia, la creación y la vida.

– Nuestros interlocutores no están en el sistema político (los partidos), ni en el Estado, sino en las luchas de base de nuestros hermanos en todo el país.

Hasta siempre,

Colectivo Situaciones

El capital financiero vino a Argentina chorreando lodo y sangre // Entrevista a Bruno Nápoli

Entrevista realizada por León Lewkowicz y Facundo Abramovich

Bruno Nápoli es investigador en historia reciente y docente. Escritor, también, de un bello libro llamado En Nombre de Mayo, en donde selecciona puntos donde se tramó «nuestra» Patria, «nuestra» identidad nacional, dando cuenta la continuidad de una crueldad estatal que atraviesa la historia argentina. Recientemente, estuvo encargado de la edición de La Chispa de Osvaldo Bayer, diario que en Esquel había fundado el periodista e historiador anarquista para denunciar la miseria, la expropiación, el despojo -allí ya se denuncia el saqueo y la persecución a las comunidades mapuches como la Lof Cushamen-.

Nápoli desnuda el drama de nuestra historia reciente resumiéndoló en dos palabras: desaparición y deuda. Hablando sobre la continuidad de estas dos variables dijo: “Parece no tener fin”. Drama, entonces, pero que roza la tragedia, “parece” ser una tragedia. Financiarización de la economía y represión, esos son nuestros últimos 60 años. Así nos gobiernan y desde allí pensamos y vivimos. Leyes represivas y leyes económicas: dos caras de una misma moneda. Aquí no hay “gobiernos progresistas” y “gobiernos de derecha”, ni siquiera, dictadura y democracia. Casi sin interrupciones, gobierno tras gobierno, el diálogo entre economía y represión se mantuvo intacto. Bruno no da respiro, no da tregua, no concede ni perdona nada al enemigo, no hay “pero”: está en guerra. Característica fundamental para nuestra época. Por eso se enojan los peronistas, los radicales, los frondizistas, los kirchneristas, los peronistas, pero, también, la militancia de izquierda. Nápoli contra todos ellos reivindica al anarquismo.

Hablando sobre las tierras donde habitan las comunidades originarias dijo que es un “Un subsuelo muy rico, con gente muy pobre arriba”. Así también ve la historia: su “subsuelo” terrateniente, latifundista y empresarial con complicidad estatal. Pobreza, desaparición, crueldad estatal y asesinato arriba, en nuestras calles, en nuestros días. A excavar la historia y nuestro presente, el abajo y el arriba.

 

Lobo Suelto (LS, de ahora en más)- Vos estudias la historia económica reciente, en particular, al capital financiero, desde sus inicios hasta los días que hoy nos corren. Y en las últimas dos décadas -lo podemos rastrear de una manera fuerte en los 90s en el progresismo de la época, en los inicios de Página/12 o en libros como Robo para la corona de Verbitsky- el discurso sobre la corrupción ha causado fuerte impacto. Sabemos, en los últimos 10 años, dejó de ser bandera progresista para ser el discurso del cual la derecha, los discursos pro-empresariales, se apropiaron para atacar a los “gobiernos progresistas”, en todo Latinoamérica pero, en particular, en Argentina y Brasil es donde más hondo a calado ese discurso. ¿Cómo pensás ese fenómeno? ¿Qué es la corrupción? ¿Cómo se organiza, en qué consiste?

Bruno Nápoli (BN, de ahora en más) – Cuando se habla de corrupción y sistema financiero, el tema es difícil plantear: no se puede hablar de corrupción solamente como un grupo de personas que roba algo. En términos del delito en si, por ejemplo, un corrupto es alguien que vacía una empresa o una “sociedad comercial” adrede, la manda a la quiebra y fuga el dinero. Pero hay una dinámica del sistema financiero por su  auto-regulación que hace difícil seguir el delito: un sistema que tiene la posibilidad de generar presión a partir de grandes crisis económicas, de vaciar el sistema de liquidez (como hizo en 2001, cuando vació los bancos y giró el dinero al exterior), y luego, junto a los representantes del Estado, el mismo sistema financiero deroga leyes que castiguen el ilícito y arma leyes en función de lo que nosotros podemos pensar que es un delito de corrupción (como el salvataje a los bancos vía “blindaje”, o el pago a los ahorristas de lo fugado). Pero, en realidad, no es corrupción si es por cuestiones legales; una legalidad lograda con la ayuda de instituciones estatales (por caso, el Congreso de la Nación). Otro ejemplo: que el presidente de la nación o un ministro emitan deuda a nombre del Estado Nacional (deuda soberana) y que destinen parte de sus patrimonios personales a comprar esa deuda, no es ilegal. Es profundamente ilegítimo y desigual, pero no es ilegal. No hay legislación hasta ahora que prohíba esos actos. Hay un enorme retraso de la legislación en la persecución de lo que se puede llamar ‘conflicto de intereses’ –pero es un claro acto de estafa, una enorme estafa: yo nos endeudo a nombre de todos y luego yo compro la deuda; entonces todos ustedes me deben a mí. ¿Yo estoy dentro de esa deuda? Sí, porque soy parte del conjunto, pero tengo solo una mínima parte: los estafo de manera legal, pues ustedes no pueden esperar que yo haga eso. ¿Hay una ley que me lo prohíba? No, entonces es legal. Es ilegítimo, pero es legal.

 

LS – Mencionaste al sistema financiero. Allí hay una complejidad que desconocemos absolutamente. En alguna medida llegaron a ser cuestionados a principios de la década, pero en los últimos años ha vuelto a ser normal el banco, tener la plata ahí, cobrar ahí, depositar por home banking, realizar todo tipo de transacción. ¿Cómo funciona el sistema financiero? ¿Cómo se lo regula?

BN – El sistema financiero se mueve con sus propias reglas y leyes hechas a medida, en una legislación de varias décadas. Existe una ley general que regula todo el sistema financiero (entidades bancarias y no bancarias) –que es la Ley de Entidades Financieras del 14/02/77 LEY Nº 21.526 . Esa ley sigue vigente. ¿Cuál fue el espíritu de esa ley? Primero [hay que] entender que fue hecha en un contexto represivo. Segundo, que fue hecha en el contexto de un avance neoliberal que pretendía la concentración financiera (dejar el manejo del capital en pocas manos). Porque uno puede decir: “bueno, pero una ley es necesaria”. Por supuesto que una ley que regule el sistema financiero es necesaria, pero si vos lees la letra de la ley, apunta a la concentración financiera; y están los números: hace 40 años –cuando se sancionó la ley-, había en la Argentina mas de 800 entidades financieras, bancarias y no bancarias (bancos comerciales, bancos nacionales, bancos provinciales, casas de cambio, cajas de crédito, bancos cooperativos). Se sanciona esa ley y pasan a ser 600 a los dos años. 400 a los cinco años. Hoy, en la Argentina, hay 78 entidades financieras (bancarias y no bancarias) y tenés el doble de población (hace 40 años tenías 25 millones de habitantes, hoy tenés 44 millones de habitantes). ¿Concentra? Y, sí. Es una ley pensada para la concentración financiera; una ley que le permite a un grupo de prestamistas que sean dueños de casas de cambio o bancos (u otro tipo de entidad financiera) juntarse entre tres, cuatro, veinte, cuarenta incluso y formar un solo Banco. Es decir, cuarenta entidades financieras de distintos rubros se juntan, arman un banco y concentran los préstamos, los plazos fijos, las cuentas corrientes, las tarjetas de crédito. En la actualidad, de esas 78 entidades financieras, 63 son bancos. Y en 2016 esos bancos recaudaron 74.560 millones de pesos. Los números asombran: hay en la actualidad casi 37 millones de tarjetas de crédito en la Argentina, más 42 millones de cajas de ahorro, y unas 5 millones de cuentas corrientes. Tenés cerca de cien millones de instrumentos financieros manejados por muy pocas “personas jurídicas”. Una concentración de todo el dinero circulante. Las cuentas sueldo (cajas de ahorro también) es otro ejemplo: todas las cuentas sueldo de la Argentina obviamente pasan por un banco, en insistimos, son solo 63. Entonces, hablar de corrupción es complicado porque de lo que estamos hablando es de figuras que pueden ser delitos o estafas en otros países, pero muchas de ellas están legalizadas por la ley o permitidas por la ley, como las exorbitantes tasas de interés en tarjetas de créditos. La ley de entidades financieras empieza diciendo: “los bancos pueden hacer todo lo que no esté prohibido acá, en esta ley”. Así empieza: pueden hacer todo. Si vos no tenés otra legislación que la contrarreste, bueno, no hay casi nada prohibido entonces. Y además la ley encima es muy permisiva –no prohíbe casi nada-. Esto se complementa con las resoluciones que toma el Banco Central de la República Argentina, para fijar diariamente los “huecos” que van surgiendo en un sistema que inventa todo el tiempo nuevos instrumentos financieros, y que deben ser regulados de alguna manera; y si no derogas la Ley “madre”, tenes que hacerle constantes modificaciones, Desde los 90 hasta ahora tuvo 18 modificaciones (7 con Menen, 7 con De la Rua, 2 con Nertor Kirchner y 2 con Cristina Kirchner) y fue complementada con resoluciones del Central. Así funciona este pequeño grupo de entidades financieras que manejan todos los movimientos de dinero del país, interna y externamente.

LS – Hay, entonces, una comunión entre Estado – sistema financiero, es más, democracia representativa y sistema financiero. ¿En qué otras cosas se manifiesta? ¿Cuál es la figura legal que utilizan los bancos, avalados por el Estado, para hacer semejantes negocios?

BN – Ahora, pensaba esto, vos fíjate otra “trampa” de los bancos: ¿De qué “vive” un Estado? de cobrar impuestos por cada actividad comercial que se realiza, desde la compra venta de mercancías (cualquier tipo y rubro) hasta los intercambios de instrumentos financieros. Tanto las “personas jurídicas” (empresas) como las personas físicas, pagan por toda actividad realizada. Pues bien, la renta financiera en Argentina no paga impuestos. La rentita financiera, la que se hace por fuera de la Bolsa y realizada por personas físicas, sí, pero la realizadas por “personas jurídicas” no. ¿y qué pasa con los bancos? No pagan, entonces, ¿qué te dicen? “Nosotros no tenemos plata. Trabajamos con patrimonio neto negativo”.

LS- ¿Patrimonio neto negativo sería sólo con el dinero de los clientes?

BN – Exactamente. Lo que te dicen es: “toda la plata que tenemos es de los clientes”. ¿Y un capital inicial? Ya está puesto en el encaje que pide el BCRA. Luego tenemos gastos para mantener el sistema, el sueldo de los empleados, etc”. Con lo cual, tienen la excusa perfecta para no pagar impuestos. Y a la par, la renta es altísima. De 2012 al 2017 la única renta que creció es la renta de los bancos: es una línea ascendente y constante. Creció muchísimo, fueron los que más ganaron dentro de la economía local.

LS – Entonces, legalmente se presentan como deudores de los clientes

BN: Exactamente, exactamente. Yo no tengo dinero propio, tengo dinero de los clientes. Y, además, por cada peso que recibo de los clientes, una parte se la tengo que dejar al Banco Central como parte de un encaje bancario (y garantía). Los encajes bancarios son eso: yo recibo un plazo fijo y el 25% se lo dejo al Central como garantía, así el Central responde si yo no puedo responder. Ahora se bajó eso: el Banco Central lo bajó al 22%, es un montón de plata. No es poca plata: es muchísimo el dinero que le permite manejar a los bancos. Eso por un lado. Pero además, el Banco te dice “soy el tercero de confianza entre los que hacen operaciones, soy el garante de que la economía funcione cuidando el dinero de los demás”.

Por otro lado, el banco financieriza todo lo que toca: su motivación son los préstamos con interés. No importa si no llegas a fin de mes, el banco te refinancia, mientras seas “solvente”, y ser solvente no quiere decir ser rico. Ser solvente quiere decir que vos tengas un mínimo ingreso.  Por ejemplo, un plan social, una Asignación Universal por Hijo de $5000 o $7000. Bueno, para el banco sos solvente. ¿Qué hace el banco? Te da un préstamo. ¿Por qué? Porque si vos no lo podés pagar, puede accionar y quedarse con una parte de tu Asignación, ya que es el banco el que te la paga a fin de mes, y puede retenerte una parte con solo apretar un “enter”. No necesita que vos lo lleves a fin de mes: va y te lo saca antes de que vos lo cobres. Entonces vos en vez de cobrar $7000, cobrás $3000. ¿Por qué? Porque le debés al banco, que le pediste prestado y no llegaste a cumplir con las cuotas. Los sectores empobrecitos pero con asignaciones (sean jubilaciones mínimas, pensiones o planes) son los que están mas financierizados: el proyecto Argenta, que el Estado nacional sacó entre las PASO y el 22 de octubre, dio miles de créditos a los sectores más vulnerables. Porque está comprobado por que la “intención” de pago de los sectores vulnerables es muy rígida: el pobre quiere pagar, no quiere quedarse sin el crédito, quiere responder por lo que le dieron.  [El banco] le presta a los solventes. Al que no tiene nada no le va a prestar pero, aunque tengas una jubilación mínima, te financiariza. En los barrios más populares, el Banco Ciudad sacó préstamos personales para gente que tiene planes sociales. Y vas a ver, en estos días, una publicidad con gente muy humilde diciendo: “el banco es lo más importante que tenemos en el barrio”, “ahora tenemos un banco en el barrio”.

También los préstamos hipotecarios son parte de esta financierización, aunque no hay grandes líneas de préstamos hipotecarios. Las pocas que hay son un boom, pues todos quieren cumplir “el sueño del techo propio”. Pero son también bastante peligrosos porque cuando te prestan créditos UVA (unidad de valor adquisitivo) no debés pesos ni dólares: debés UVA que es una unidad de valorar asignada por el banco y que se va ajustando de acuerdo a la inflación y a las tasas que dicta el BCRA. Si vos a fin de mes no llegás a pagar, el banco te dice: “Ok, esta cuota no te la aumento. Pero te quedás un mes más conmigo”.  Si al año no podés pagar te dice: “Bueno, te extiendo el préstamo”. Lo que quiere el banco es que vos estés atado a eso. Además de eso, los bancos se están endeudando. Porque para prestar dinero o para darte dinero en dolares o en pesos, tiene que conseguir esos pesos o dolares: ¿De donde los saca? De otros ahorristas o dinero que puede traer del exterior. Por ejemplo, si vos querés un préstamo en dolares, el banco tiene que comprar los dolares, avisar al Banco Central que compró dolares y dartelos. Y vos tenés que poder devolverlos.

LS- Basta prender la televisión para escuchar a los periodistas y economistas que ofician como prensa oficialista justificando -por supuesto, en nombre de una Verdad científica económica- medidas de ajuste por el “déficit” que culpa de la “pesada herencia” recibió el gobierno de Cambiemos.  Entonces, mientras hacen su llamado a que los trabajadores “hagan un esfuerzo” -es decir, se caguen de hambre, se queden sin trabajo, sufran la precarización-, ¿Qué pasa con la plata? ¿Qué rol juegan los bancos?

La paradoja de esto es que en un momento donde los discursos políticos dicen que no hay dinero, que el deficit es alto, que el Estado está fundido, los bancos tienen más liquidez que antes. ¿Por qué? Porque están haciendo enormes negocios con las tasas altas que pone el Central en instrumentos financieros como las LEBACS, letras que el Central vende, ¿y quién las compra? Los BANCOS!. Con lo cual viven del negocio del Central y sus altas tasas, entonces hoy ves que los bancos ofrecen dinero en todo tipo de préstamos personales, y hay una catarata de publicidad invertida en estos instrumentos.

LS- Y, esto te lo deben preguntar mucho: ¿Qué sostenibilidad en el tiempo tiene esto?

BN – Sí, la pregunta del millón es ¿En qué momento esto puede reventar? ¿Cuándo la gente deje de pagar? No. Cuando los bancos decidan que las formas ficticias de estos instrumentos no tienen correspondencia con la forma de la economía real. Eso no lo decide ni el Estado ni la sociedad: lo decide el sistema financiero. ¡Cuando la diferencia ya es muy grande, entre todos los instrumentos financieros ficticios que inventó (préstamos personales, préstamos hipotecarios, préstamos argentos, préstamos a jubilados, préstamos para viaje, préstamos para refaccionar) y la economía real, el número de personas a endeudar es finito! Cuando todos esos instrumentos, ya son muchos y se hace una burbuja, y no se condicen con la economía real (que es que ya no hay tanto dinero para poder pagarlo, ni hay tanta gente), decide el mismo sistema financiero entrar en crisis. Se da en quiebra todo el sistema financiero, dice que no tiene más plata, la que tienen la fugan al exterior o a alguna guarida fiscal y esperan el salvataje de Estado. Y la rueda vuelve a girar….

LS – Digamos que, no es que los bancos dejen de ganar y por eso “quiebran” sino que “quiebran” en cuanto su tasa de ganancia ya no está a su querer

BN – Exactamente, cuando va a empezar a caer en los parámetros que ellos quieren -que no tiene que ver con que la gente pague o no, aunque después le echen la culpa a la gente diciendo «La gente sacó tanto y sabía que no iba a poder pagar, por eso quebramos»-. En realidad, cuando empieza a decrecer, cuando los instrumentos financieros no son tan rentables, fugan directamente. Así lo hicieron en Estados Unidos: vendieron instrumentos financieros y después le vendieron a otras personas seguros contra esos instrumentos financieros, que ellos mismos habían vendido. Es como que yo te venda un seguro para tu casa a vos y después lo agarro a otro y le digo: te vendo un seguro contra el seguro de casa que ya vendí, apostá contra eso porque quién compró el seguro para la casa no lo va a poder pagar, entonces cuando él no paga, vos cobras. Y los operadores cobran por los dos instrumentos financieros. Cuando los instrumentos financieros ficticios son tan grandes que se dislocan con la economía real, el sistema colapsa solo, se da la quiebra, se fuga el dinero y después espera el salvataje. Y el Estado lo que hace es aprobar una ley por el congreso diciendo que hay que salvar a los bancos, como en el 2001 acá, como pasó en el 2008 en Estados Unidos, en España, en Grecia, en Italia. En todos esos países, el sistema financiero se auto-colapsó, le echó la culpa a la gente de que no pagaba sus préstamos, giró el dinero a guaridas fiscales -por eso hay tantas guaridas fiscales en el mundo, tantas off-shore-, y los Estados inyectaron miles de millones de dolares para reactivar el sistema financiero. Porque el discurso estatal -y acá vuelvo a discutir el discurso de la «corrupción»-, es: sin sistema financiero, no hay economía posible porque los bancos le pueden prestar a los empresarios para que generen trabajo etc, entonces hay que darle plata a los bancos para que nos de plata a nosotros, es la excusa ideal: “todos ganan” según esta teoría (los banqueros, los empresarios, los laburantes, los jubilados, etc). Y seguramente, los políticos ganen mucho por el lobby que le hacen, como en Estados Unidos que hay 5000 cabilderos, tipos que tienen una tarjetita para entrar al congreso a negociar con legisladores. Acá hay decenas de lobbystas y todos entran a negociar con diputados y senadores. (Por ejemplo, cuando hay que aplicar una ley para medicamentos, los congresos municipales se llenan de “visitadores médicos” y representantes de laboratorios). Vuelvo con esto, si vamos a discutir “corrupción” y nos quedamos con “el funcionario chorro”, estamos fritos. Con un sistema financiero auto-regulado y con leyes hechas a su medida, todos esos “conceptos” del sentido común de corrupción son menores.

 

LS – ¿Qué son, entonces, los delitos económicos? ¿Cómo son sancionados?

Para hablar de delitos concretos tenés como el que hizo el presidente Macri con la compra-venta de acciones de Sevel: hizo comprar parte de las acciones de su propia empresa a un tercero de manera secreta, las acciones subieron tanto que muchos inversores hicieron lo mismo (en un mercado que se mueve por expectativas, esto es común, comienza a subir un “papel” y todos los inversores corren detrás de esa suba y comienzan a comprar el mismo papel antes que llegue a su pico máximo, para después vender en el “cenit” y ganar la diferencia). Después derrumbó el precio y cuando todos comenzaron a vender en baja, compró y ganó millones de dólares en el medio. Eso es un delito concreto, pero está penado sólo con una multa -que ahora las multas subieron a 180 mil pesos pero antes eran de 10 mil pesos por casos así. Pero aquí tenés otro problema: cuando vos demostrás estos delitos, se aplican multas (a no ser que demuestres asociación ilícita). Cuando se demostró esta estafa con acciones de Sevel, Macri padre e hijo, y el “inversionista fantasma” que los ayudo, recibieron una multa de $10.000 entre los tres, que encima apelaron para pagar menos.

Pero respecto del otro item, el «robo» dentro de la administración pública o de la privada de una persona física, no tenés la posibilidad de tocar los bienes robados porque la propiedad privada en Argentina es intangible. El caso más conocido es el de Maria Julia [Alsogaray]: se demostró que había robado por varios millones y cuando un grupo de abogados dijo «recuperemos el petit hotel que tiene y así recuperamos parte de lo que robo», no se pudo avanzar porque la propiedad privada es intangible, no se puede tocar. Entonces, vos sólo podés castigar penalmente a la persona física con una pena de cárcel por ejemplo o con una multa, nada más.

 

LS- Queríamos retornar un poco a la articulación entre lo jurídico y lo económico. Decís que hay una trampa “democrática” en la sanción de leyes, si querés desarrollar el romance que hay entre Casa Rosada, Congreso, municipalidades, legislaturas, consejalías y bancos.

BN- Este año se aprobó, el mismo día que se votó la prórroga de la Ley de Emergencia Territorial, la Ley de Responsabilidad Penal Empresarial. En nuestro país, hasta antes de la ley, si una empresa privada cometía un delito económico, vos podías perseguir a las personas físicas pero no jurídicas: podías perseguir al contador, al gerente,etc, pero no a la empresa. Con la nueva ley podés sancionar a la empresa, a la “persona jurídica”. Pero tiene un articulo que dice que si una empresa roba pero con el tiempo, luego de una investigación interna «descubrió» su delito, puede negociar con el Estado, intercambiar información, devolver lo que robó -puede haber robado 100 y decir que robó 50-, y allí se extingue la acción penal. Una ley del arrepentido, un premio. Sobre todo porqué -y volvemos a discutir «corrupción»-, el delito privado perfora el Estado y no al revés. Si vos querés encontrar delitos de corrupción, tenés que ir a las empresas privadas que coimean a un funcionario (por ejemplo, cuando quieren obra pública –dinero “limpio” pagado por el Estado a través del Banco Nación). Si vos te arrepentís de una coima, podes negociar con el Estado los nombres de los coimeados y si es “amigo” queda en la nada…. indulto empresarial. Repito: Todo delito privado perfora lo público, si hay empresario que robó es porque hay un funcionario que permitió. Y, por otro lado, la ley tiene un artículo que dice que en 6 años extingue la acción penal. Los delitos económicos son muy complejos de descubrir, muy complejos de investigar y, sobre todo, de demostrar. No alcanzan 6 años, deberían ser inextinguibles.  La ley se aprobó el mismo día que se aprobó una ley para las comunidades originarias, entonces todos votaron la ley de emergencia territorial -hasta el PRO, con discursos que parecían de Altamira, hay que escucharlos-, y acto seguido votaron la Ley de Responsabilidad Penal Empresaria (un intercambio de favores). Por eso decía que es complejo discutir corrupción, fue muy banalizada la discusión y centrada en lo público. Hay que pensar que existe un sistema legal armado para que puedas hacer este tipo de operaciones económicas y enriquecerte sin que sean ilegales, aunque sean ilegítimas o haya conflicto de intereses. A la par de esto, si sancionas a un funcionario, pero no investigas el delito privado, no sirve de nada, pues sacas a ese funcionario y lo hará otro. Incluso las causas contra funcionarios kirchneristas, mal que nos pese, todavía no tienen comprobado ningún delito. Y eso a mi me aterra. No por que no crea que son chorros (nadie puede multiplicar su patrimonio de la manera en que lo hicieron), algo hicieron, pero ¿Es un delito alquilar habitaciones de un hotel y dejarlas vacías? Eso no es un delito. A mi me paga el Estado por hacer una obra, dinero en blanco, y yo alquilo todo un hotel y no lo uso. Y bueno, puede ser que haya un conflicto pero no necesariamente es un delito eso. Los contratos de futuro de dolar son un instrumento legal de los Bancos en muchos países (de hecho en el Banco Nación, si vos sacás un préstamo UVA, te ofrecen en paralelo un contrato de dolar futuro porque si tardás mucho en conseguir tu casa, tu préstamo se desvaloriza, entonces para asegurar ese monto te ofrece futuros de dólar para ganarle a la inflación). Tenemos es una legislación tremenda que avala ese tipo de actividades y que la mayoría de personas desconoce. Por eso se pueden realizar, por eso un ministro de finanzas puede emitir deuda y después comprarla, todavía no está tipificado como delito. O sea, la corrupción está banalizada totalmente, hay que entender que hay un sistema legal, político, financiero y económico que está pensado para enriquecer a los que más tienen.

Podríamos agregar que respecto de la legislación para penalizar a “personas jurídicas” (Bancos, empresas de capital productivo, etc) no tuvimos ley durante 16 años. El antecedente para delitos económicos cometidos por “personas jurídicas” fue la ley 20.840 ( ley 20840/ 28-sep-1974. Ley de Seguridad Nacional, SUBVERSION ECONOMICA Y OTRAS), que hubiera permitido, por ejemplo, sancionar a los Bancos que fugaron sus capitales en 2001, pero fue derogada por el Congreso de la Nación para que esto no suceda, en una escandalosa sesión del 30 de mayo de 2002 donde radicales y peronistas, con la excusa de la “gobernabilidad”, derogaron la norma.

 

Vidas paralelas

LS- Desde que asumió Macri aumentaron la cantidad de trabajadores que pagan Impuesto a las ganancias. Ya pronunciar “ganancias” en una ley como esa, da escalofríos luego de hablar del capital financiero. También se paga el monotributo. Ahora: se han sacado las retenciones a sectores agrarios e impuestos a las mineras. ¿Cómo es en el caso de los bancos y las empresas?

BN – Lo que hay son “sistemas tributarios” paralelos: si sos monotributista, y te atrasas con tus pagos, en 6 meses, te dan de baja de oficio y si en los otros 6 meses no regularizas, te empieza a correr una multa que puede llegar a los 20 o 30 mil pesos. En cambio, si sos exportador de cualquier bien o servicio, cobras en divisas (dólares) y no pagas impuestos por tu operación comercial, pues podés dejar tu dinero en el exterior de por vida (con lo cual, al no ingresar esos dólares, el Estado no puede deducirte impuestos –ver Decreto 893/2017 Modificación de normas relativas a mercado de cambios, 01/11/2017-). Otra “vida paralela”: si sos juez, directamente no pagás impuesto a la ganancia ni impuesto al patrimonio y no tenés que mostrar tu declaración jurada. Ahí te mostré 3 sistemas tributarios diferenciados, para tres clases sociales diferentes. Entonces no sé si hay que hablar de corrupción: hay que hablar de un sistema armado, que beneficia a los que más tienen sobre los que menos, así se ha fundado y se sostiene nuestro Estado.

 

LS- Acá retornamos al principio: La corrupción termina siendo una excusa para la renovación del Estado y termina siendo un aliado de ese mismo sistema.

BN- Si, porque el sistema funciona así, no se lo tiene que llamar «corrupto», no vale la pena. El sistema funciona con la inequidad ante la ley. Hay que entender que no somos iguales ante la ley y que hay sistemas tributarios y penales diferenciados. Y eso que decís es cierto, el discurso de la «corrupción» termina siendo el ariete para que entren los que defienden el sistema tributario diferenciado, diciendo «esto es corrupción y lo vamos a limpiar». Lo que hay que hacer es una profunda modificación del sistema legal, del código civil y comercial que son los hacedores de este sistema económico, y del régimen penal, que posibilite ampliar las figuras del delito económico.

 

Nunca se sabe que puede un cuerpo. Pero si que hicieron de él -y que quieren hacer- el capital financiero y el Estado.

LS – Siguiendo con la historia reciente: vos ligás la financiarización progresiva, continua pero abrupta, de los últimos 60 años de la economía argentina con la de los cuerpos que producen, habitan y viven en nuestro país. Allí, encontrás otro dialogo, que es el rol de la represión en los últimos 60 años y, por tanto, cómo ha influido en los cuerpos la financiarización. Es decir, cómo vive un cuerpo financiarizado y qué pasa con los cuerpos que no quieren adaptarse a ese tipo de vida.

 

BN- Bueno, porque es muy importante entender que la legislación económica argentina de los últimos 60 años, implicó por un lado la concentración en pocas manos del dinero de todos (tanto público como privado). Por otro lado, esa misma legislación implicó una lenta pero irreversible valorización financiera de la economía, es decir, que el dinero no se oriente hacia la producción, sino que se oriente a instrumentos financieros para hacer especulación. Y eso comenzó hace 60 años: comenzó en 1956, cuando el Estado Nacional Argentino ingresa al Fondo Monetario Internacional por primera vez (decreto-ley Nº 7103, de fecha 19 de abril de 1956, del dictador Pedro E. Aramburu); se profundizó en 1957 cuando se pidió el primer préstamo al Club de París, que se terminó de pagar en Junio de 2017. Hace 60 años cada argentino debía alrededor de 80 dólares en concepto de deuda externa, hoy debemos 7 mil dólares cada uno por deuda externa acumulada. Hace 60 años -año 1957- la deuda externa era de 1.425 Millones de dolares, hoy en día tenés una deuda de 307.000.000 Millones de dolares. De Mil cuatrocientos Millones a Trescientos mil Millones: te endeudas y siempre pagás más, ¿por qué? Porque el negocio de la Deuda, para los Bancos internacionales, es que nunca puedas pagar así te ves obligado a pedir más deuda para pagar la anterior. Y para los bancos instalados aquí también es un negocio, pues cada colocación de Deuda se hace a través de Bancos locales, que cobran comisiones exorbitantes por cada operación. ¿Ahí hay corrupción? No: es la legislación la que permite la apertura de bienes y capital. Y esto es fundamental: el peronismo, tenía una política no aperturista de bienes y capitales. Es decir, por un lado, controlar qué ingresa (las importaciones), y por otro lado -es importante distinguirlos-, cuánto dinero entra y para qué. Al controlar la circulación de bienes y capitales, ponés restricciones a las inversiones, pues las utilidades que genera el capital extranjero, deben pagar impuestos pues es ganancia realizada con trabajo y producción local.  Esa es la restricción al ingreso de bienes y capitales. Vos ahí decidís tu comercio interno y externo. De eso depende que vos te industrialices y tengas mercado interno, es decir, que la gente trabaje porque vos producís los elementos que vos necesitas -no los importás-, y que la gente consuma, para fortalecer el mercado interno y el dinero siga circulando aquí y no se fugue. A partir de 1956 se ingresa al FMI, a la órbita de los acuerdos de Bretton Woods. El gobierno argentino comienza a ceder parte de su soberanía, diciéndole a un organismo como el fondo: «prestame plata y yo te dejo revisar mis cuentas». Así funciona. El FMI cuando visita viene a auditar, ver los balances del Banco Central, y da recomendaciones sobre como “ahorrar” para pagar (por ejemplo, recortar jubilaciones) Los organismos internacionales te prestan, pero te auditan cuando quieren, y pueden embargarte los bienes. Este es un problema interesante: ¿Qué hace el Estado con los recursos naturales, con los recursos propios? Cuando vos firmás acuerdos, generalmente incluye que un organismo internacional pueda laudar si vos no pagás. Y ponés, ahí, en juego los recursos naturales. El código civil y comercial establece que hay recursos del estado de uso público -el terreno de una escuela, por ejemplo- y recursos naturales de uso privado: estos últimos se pueden embargar -por ejemplo, la ladera de una montaña-. Ahí se empieza a entregar la soberanía, en terminos de recursos y territorios. Tenés un lago no navegable, lo podés entregar.

Cuando hay petroleo u otro combustible, tenés una discusión, primero con las provincias (el artículo 124 de la constitución  es muy claro: los recursos naturales de las provincias que son preexistentes a la Nación Argentina pertenecen a la provincia y ahí celebran sus propios acuerdos). Pero a nivel nacional el Estado negocia con las empresas que quieren explotar esos recursos. En el caso de Vaca Muerta, que es todo el subsuelo de Neuquen, parte de Mendoza, La Pampa, Rio Negro, todo ese subsuelo es la segunda reserva mundial de Shale oil (combustible). Solo 12.000 km, de los 30.000 km que ocupa Vaca Muerta, son los que puede explotar YPF. El resto ya está pactado, entregado a capitales extranjeros. Pueden ser no-embargables, pero pueden ser tranzables en un acuerdo comercial. Generalmente se entregan esos recursos a cambio de la “exploración”, pues la excusa siempre es no tener los recursos para perforar el suelo o cosas por el estilo. Y en los acuerdos, la mayor parte de la renta es para las empresas “exploradoras”.

Pero volvamos a la imaginaria “línea de tiempo”. Hace 60 años comienza algo que no había sucedido con el peronismo que es la apertura de bienes y capitales en la Argentina. Vos permitís ingresar bienes que ya dejás de producir poque decís «es mucho costo del trabajo” (me salen caros los obreros, las piezas, las máquinas, hay sindicatos, conflictos gremiales). Listo: cierro la fábrica e importo ese producto». Apertura de bienes. Y aperturas de capitales: las primeras leyes de apertura de capitales se producen con Frondizi, cuando empieza a pedir deuda vía préstamos Stand-By en 1958. Entonces ahí comienza una valorización financiera que «abre al mundo» a la Argentina -la famosa «apertura al mundo»- cuando ingresan bienes (te dejan sin laburo, sin fábricas) e ingresan capitales (que vienen a la argentina, invierten en un negocio y las utilidades las giran al exterior casi sin pagar impuestos y cuando ellos quieren).

LS – Digamos que 1956 sería un año de quiebre. Y esto derriba un mito de que empezó en los 90s.

BN – Eso es una idea errónea. Incluso es una idea errónea pensar que la dictadura comenzó con esto porque hay un breve lapso con Cámpora donde el intenta frenar esto promulgando una serie de leyes que apuntaban a evitar la fuga y la especulación, pero dura muy pocos meses el intento. Pero esto empieza 20 años antes de Videla, 40 antes de Menem.

LS- ¿Qué rol jugaría ahí el plan CONINTES?

BN- Es la primera respuesta a los cuerpos indóciles. Vos venís de 9 años de un gobierno peronista que es mercado-internista, es decir, gran producción de bienes sin libre circulación de capitales; de hecho, gracias a esa política la Argentina cancela, por primera vez, la deuda externa después de casi 130 años de Deuda constante. Argentina comienza a operar bajo la órbita de Gran Bretaña a los pocos meses de la revolución de Mayo: al año se instala la “primera casa de intercambio de papeles” inglesa en la Argentina: los ingleses comienzan a hacer operaciones bursátiles en el Río de la Plata en 1811. Y a los pocos años, en 1824, nos entregamos al empréstito de la Baring Brothers (para “modernizar” la provincia de Buenos Aires). Se pide un millón de libras esterlinas, 300 mil son para comisiones de bancos, 150 mil son para intereses cobrados por adelantos, y nos entregan 550 mil de libras esterlinas, es decir, un poco más de la mitad de lo que habíamos pedido. Eso se termina de pagar 80 años después, en 1904. Y ahí comienza otro proceso de endeudamiento a través de la oligarquía local, que llega a su cenit en la década de 1930, con el Pacto Roca-Runciman, que entrega directamente la producción ganadera y los transportes al comercio inglés. El Pacto Roca-Runciman (firmado el 1° de mayo de 1933 por Julio A. Roca (h)) establece que Argentina se obliga a exportar 400 mil toneladas de carne, que lo hace a través de frigoríficos ingleses y crea un ente controlado por ingleses para poder asegurar el transporte de esa mercadería al puerto y de allí a Inglaterra. Una vergüenza. Perón corta esa política. Pero 1955 con el derrocamiento de Perón, la dictadura de Aramburu ingresa al FMI y al Banco Mundial. La pérdida de empleos es tan grande y la pérdida de recursos naturales es tan grande que las primeras huelgas masivas las va a tener Frondizi: la gran huelga  de petroleros en Mendoza,  huelga de docentes, bancarios, ferroviarios. Ante esta apertura de bienes y capitales, y este nuevo esquema de valorización financiera, la reacción será resistencia. Y ¿Qué hace Frondizi? Plan CONINTES: militariza el país. Conintes es Conmoción interna del Estado, sacado en Agosto de 1958-, decreto secreto 9880, sacado en Agosto de 1958) Establece la división del país en zonas y subzonas -está el mapa-. En cada zona y subzona, las fuerzas militares deciden que se hace con los ciudadanos, y todo conflicto gremial y político se dirime en tribunales militares. Vos hacés una huelga no vas al Ministerio de Trabajo, no vas a la cartera laboral, vas directamente a un Tribunal Militar. Miles de ciudadanos, en un año y medio, entre Agosto de 1958 y Noviembre de 1961, entre 10 mil y 15 mil ciudadanos son detenidos, procesados por tribunales militares por hacer huelga y la cárcel de Ushuaia se llena de presos políticos. Argentina llena sus cárceles de presos políticos. Si recorren la superficie redaccional de los diarios de la época, en todas las manifestaciones obreras la primer consigna es «Libertad a los presos políticos», luego democratización de los sindicatos –que son intervenidos por el Estado – por último, aumento de salarios, trabajo, etcétera. Eso lo hizo el gobierno «democrático», esa fue la respuesta a la apertura de bienes y capitales. Y, para completar el panorama, Frondizi va a ser el primer presidente que va a permitir el ingreso de instructores franceses, que ponen una oficina en el Centro, para enseñar a torturar a las Fuerzas Armadas  Argentinas y policiales. Que terminan siendo tan buenos alumnos -y esto está en el informe CONINTES, que se desclasificó hace pocos años- que los militares argentinos terminan dando clases en todo Latinoamerica de las enseñanzas de la Escuela Francesa. Cuando llega Illia en el año 1963, intenta cortar con esta apertura de bienes y capitales y corta relaciones con el Fondo Monetario Internacional: dura dos años y medio. En el año 1966, Illia es derrocado, y lo primero que hace el dictador Juan Carlos Onganía es volver al FMI, hace un nuevo acuerdo con el FMI -y hay que leer el punto 8, que es el que comentaba antes, que es el que permite al FMI auditar todas las cuentas de la Argentina cuando y como quieran. Vuelve una resistencia a toda esa apertura de bienes y capitales, y Ongania va a sacar la ley 16.970, que es peor que Conintes . Toma lo peor de Conintes y la amplía, ya no es un decreto secreto sino que es una ley nacional que establece la represión de cualquier actividad que sea contraria al Estado, por ejemplo una huelga en fábrica central para la economía, puede ser, un trabajador, acusado de traidor a la patria; establece que tu casa puede ser tomada por las fuerzas de seguridad como centro de operaciones, que no te podés negar, que tenés que entregar todos tus bienes para hacer eso y que hay que detener a quienes sean considerados enemigos del Estado. Pero, no solamente a ellos sino a quienes estuvieran cerca y no los hayan denunciado. Es decir, es peor que Conintes . Y, a partir de esa represión, Ongania va a sacar la primera Ley de Entidades Financieras (Ley 18061). No existía, hasta ese entonces, una Ley de Entidades Financieras en Argentina. También sanciona la primera Ley de Mercado de Capitales -Ley 17811, año 1968- también la saca Onganía. Todas esas leyes de apertura al mercado de capitales y del sistema financiero en la Argentina, las hace Onganía. Con un proyecto de quedarse 100 años: él pone un militar en cada ministerio, en cada secretaría, y al lado un civil -muy preparado- que le enseñe todo sobre manejo del Estado. Ese era el plan. Fue sistemático en todo el Estado. Y crea consejos en todas las áreas económicas, esos consejos -en industria, en petroquímica, en agricultura, en ciencia y técnica- eran técnicos dirigidos por un militar. Un plan de un Estado autoritario, que pensaba quedarse y administrar la cosa pública con “mano dura” y tintes nacionalistas respecto de la administración del capital (por ejemplo, dirigiendo proyectos de inversión público-privada) pero que comienza con las primeras leyes del sistema financiero que incluso Frondizi no había promulgado.

LS- Llegamos a los 70s. Compleja década. En primer lugar, ¿Qué pasa con Cámpora en su breve gobierno?

BN – Llegados a la década de los 70s, la crisis es terminal en términos políticos, económicos, sociales. Hay un intento de Cámpora, que deroga varias de las leyes de Onganía, en el año 1973, y hace un quiebre en leyes económicas, de capitales extranjeros, de minería. Incluso, hace una Ley de centralización de depósitos, que es muy importante. ¿Qué quiere decir esto?¿Qué dice la ley de Cámpora? Toda la plata de los bancos, se la dan al Banco Central (centraliza los depósitos) y este la administra de acuerdo a las necesidades de la política monetaria de la Argentina. Con eso, vos capitalizás el Central, tenés reservas para responder y administras el dinero y la política cambiaria y monetaria. El Banco Central está para eso -determina política monetaria y cambiaria-, el Banco Nación es el pagador oficial del Estado. Ese es un intento de centralizar la economía. Es interesante porque Cámpora va a derogar casi todas las leyes económicas de Onganía, pero no va a derogar la ley 16970, la ley de represión. Esa ley va a ser utilizada por Cámpora, Perón e Isabel para reprimir a todos los opositores políticos. Y van a crear la Triple A en función de esa ley que da rienda suelta a la represión en pos de la “Seguridad Nacional”.  Una organización (la Triple A) que funciona con dinero del Estado para perseguir opositores políticos. Los primeros desaparecidos son de la época de Onganía, hay que decirlo. En el formato de desaparición forzada: zona liberada, acción de una agencia estatal, desaparecidos políticos. Con Levingston y Lanusse también hay desaparecidos. De hecho, hay muchas conferencias de prensas de la época de familiares que buscan a desaparecidos, hay un registro muy importante en Córdoba hecho por la UNC para un programa llamado “Crónicas de Archivo”, sobre esas conferencias de prensa. Y en esas conferencias dicen: lo vino a buscar la policía y no volvió más. Y ahí ya tenés un Estado que fue lentamente financiarizando la economía, entregandosé al crecimiento de la deuda -que ya es exponencial-, permitiendo que los privados se endeuden de manera indiscriminada -y esto es lo más peligroso porque terminan estatizando su deuda, como grupo SOCMA, Arcor, Bagó, Ledesma, BGH-. Todas esas empresas crecieron entre 1973 y 1983 entre un 10% y un 500%, porque se iban capitalizando y no devolvían los pagos. ¿Qué quiere decir que una empresa privada se capitalice? Pide un préstamo en dólares, que tienen que pasar por el Banco Central, el Banco Central paga los dólares para darlos en préstamo, y luego, a medida que se pagan esas deudas, Central y el Banco Central devuelve esos dólares. Ahora: ¿Qué pasa si vos dejás de pagar? Lo paga el Banco Central. ¿Ahí tenés «corrupción»? Sí, pero es legal. Que una empresa pueda pedir dólares en el exterior, por cualquier motivo y que después no los pague, es corrupción, es una estafa al Central. Y la empresa después dice «quebramos porque no pudimos asumir los costos porque los obreros son caros y la plata la usamos en todos los gastos», mentira, la plata está fugada. Después ves que tienen sub-grupos, es decir, que el mismo grupo económico, con otro nombre opera familiarmente. Es decir: ¿Cómo te multiplicaste de 7 a 47 empresas en medio de una crisis y sin poder pagar tus deudas? Es el caso del grupo SOCMA: en el año 1973 tenía 7 empresas de diferentes rubros y actividades. En el año 1983 tenía 47 empresas del mismo grupo. Y en el medio se declaró que no podía pagar los préstamos que había pedido, entonces los pagó el Estado. El Banco Central en noviembre de 1982, asumió la deuda en dólares de esta y otras tantas empresas (Ver: Comunicación «A»251 del 17 de noviembre de 1982, de Banco Central de la República Argentina)

 

Volvamos a la década de 1970. Ya vimos como respondió Frondizi a la apertura de bienes y capitales -con Conintes -, ya vimos cómo respondió Onganía al re-ingreso al FMI, con la Ley 16970, es decir, con la represión a los cuerpos indóciles, encarcelamiento, tortura, presos políticos, primeros desaparecidos. Cuando llega Cámpora, Perón e Isabel, la ley 16970 de Onganía la siguen usando y derogan leyes económicas. Pero la situación económica es desbordante y la indocilidad de los cuerpos va en aumento. Es el momento de auge de los grupos armados, de los grupos políticos y del enfrentamiento con un peronismo en el gobierno que se derechizaba. ERP, FAP, FAR, Montoneros, decenas de grupos guerrilleros que actuaban en el país en función de la utópica “patria socialista”. ¿Cómo va a responder el peronismo a eso? Deroga la ley de 16970 y en septiembre de 1974 saca la ley 20840, que es peor que las dos anteriores (la de Onganía y la de Frondizi). Cuando uno lee el articulado -es muy interesante leerla- la ley se llama: Ley de seguridad nacional o Ley de Penalidades para las actividades ideológicas en todas sus manifestaciones. Toma lo peor de las dos y aplica un plan sistemático de represión que deja entre 1973 y 1976 a 988 jóvenes desaparecidos y 1200 asesinados. Es decir, sube el número de desaparecidos que habían dejado Onganía y Lanusse y sube el número de asesinados, todos por fuerzas del Estado, por agencias estatales que eliminan cuerpos.

LS- 1976, sabemos, inicia la última dictadura, la de Videla. La pregunta es ¿Cómo se organiza la represión en el caso del genocidio de Videla?

BN- Cuando asume Videla, y este es uno de los mitos que hablábamos antes, no saca ninguna ley de represión. Videla, al contrario de lo que todos piensan, no inventa ninguna ley. Agarra Conintes , agarra la 16970, agarra la 20840, es decir, toda la legislación de Frondizi, Onganía e Isabel Perón y la aplica toda junta. Y con eso le alcanza para extender todos los campos de concentración en la Argentina.  No hay corte en las leyes represivas, usa la ley 20840. En base a esa ley puede eliminar a todos los que se le opongan. Por eso los números son tan desoladores.  Vos tenés miles de detenidos con Frondizi, miles de detenidos con Onganía y Lanusse -pero empieza a haber desaparecidos y asesinatos-, cuando llega Videla es un plan nacional de desaparición sistemática. Los centros clandestinos de detención son un invento de Onganía, se llamaban Centros de Reagrupamiento de Detenidos -CRD-, están en los manuales militares. Eso ya existía, existían también campos de concentración con el último peronismo -escuelita de Famaillá, Tucumán-. Lo que hace Videla es agarrar toda la legislación y aplicarla a todo el país, porque está permitido. Entonces, esa legislación le permite a él eliminar a todos definitivamente, a todos los que estuvieran en contra del Estado, e incluso los que estuvieran desactivados de sus organizaciones. Piensen que la represión de Videla se va a basar en el secuestro de personas de su casa o lugar de trabajo. Con lo cual ya no está en enfrentamientos armados, tienen que eliminar los focos rebeldes que han quedado de otros años y los elimina gracias a esa legislación. Vos tenés declaraciones en los Juicios de lesa humanidad de muchos milicos que hasta hace poco decían «no cometí ningún acto ilegal, me basé en Conintes o en la 20840» o «no cometí ningún acto ilegal, respondí a ordenes de la democracia con la 20840«, y es cierto. Fue todo legal, pero fue ilegítimo el armado de desaparición forzada. La represión la tenían permitida. Eso es muy interesante. Y te doy un dato más que reafirma esta hipótesis: los Organismos de Derechos Humanos son todos anteriores al golpe, no son una reacción a la desaparición de Videla. Todos los organismos de Derechos Humanos se fundan entre 1974 y 1976, antes del golpe. Menos Madres de Plaza de Mayo que se funda en 1977. Pero las Madres aparecen como Madres de Desaparecidos desde el año 1975, así lo registran las conferencias. Comienzan a reunirse sin el nombre Madres. ¿Por qué tenés el bloque de los organismos de Derechos Humanos entre 1974 y 1975? Por los 20 años anteriores: Conintes , 16970, 20840. Sin esos 20 años de represión sistemática, no podés entender como surgen los organismos previos al golpe -Movimiento ecuménico por los Derechos Humanos, SERPAJ, APDH, familiares de detenidos por razones políticas-. Ahora, eso le va a permitir a Videla entre Agosto de 1976 y Marzo de 1977 hacer todas las modificaciones vigentes de las leyes económicas que aún siguen vigentes en la Argentina.

LS- Y, en el plano económico, ¿Qué modificaciones realiza Videla y los genocidas acompañantes?

BN –  Lo primero que va a hacer es promulgar  la Ley de descentralización de depósitos, es decir, el Banco Central, que tenía toda la plata de los bancos, se la devuelve a los bancos, desfinancia al Banco Central y tiene que empezar a pedir deuda. La otra ley es la Ley de Inversiones extranjeras, que dice que cualquier capital extranjero está en igualdad de condiciones que capitales argentinos. Es una locura, un capital argentino no puede competir con uno extranjero. Lo dice textual. Iguala la legislación para ambos capitales y permite a los capitales extranjeros ingresar al país, generar utilidades y girar las utilidades al exterior cuando quieran. ¿Se entiende la gravedad de esto? Y la siguiente ley es la de febrero de 1977: Ley de Entidades Financieras  que permite la concentración financiera en la Argentina hasta nuestros días. Entonces, las leyes represivas son las que van a ir inclinando la balanza hacia la valorización financiera. Por eso hablamos de que los últimos 60 años fueron de “Desaparición y Deuda”. Cada vez que se generalizó la apertura de bienes y capitales y la valorización financiera, se fueron sancionando leyes (primero de ley de bancos, la de ley de Inversiones extranjeras, Ley de Entidades Financieras) y en paralelo leyes de represión salvaje. Videla generaliza todo eso en un nuevo programa económico y en una nueva legislación que sigue vigente.

LS- ¿Qué pasó, ya en los años “democráticos”, con las leyes elaboradas en el genocidio.

BN- La Ley de Inversiones extranjeras, sigue vigente, con una modificación de Menem, en el año 1993, que se derogó y se modificó con el decreto 1853. Pero cuando vos lees el decreto 1853 es exactamente igual de la Ley de Inversiones extranjeras de Martinez de Hoz, es el mismo articulado, es una copia. Dice que los capitales extranjeros pueden ingresar al país, se rigen igual que los capitales nacionales y pueden girar sus utilidades al exterior casi sin pagar impuestos o sin pagar directamente. Y esta sigue vigente.

Cuando llega la siguiente avanzada del liberalismo, que es el menemismo -es decir, 20 años después del inicio de la dictadura de la desaparición de personas-, lo que se va a hacer es legislación que favorezca la valorización financiera y la especulación financiera y, como existen las leyes de represión, lo que se van a hacer son protocolos de seguridad. Y esto es algo bastante olvidado: Menem lo primero que hace es protocolos de seguridad contra disturbios en la calle, contra los cortes de calle. Lo mismo que hizo el gobierno de Cambiemos apenas asumió: modificar los protocolos de seguridad -antipiquetes etc.- con la excusa del bien a resguardar que es lo material y la vida de las personas -en ese orden-. Continúa con esa escalada represiva.

LS- Los últimos 15 años, según Napoli.

BN- Primero que nada en ese marco de desarrollo de leyes represivas, tenemos una constante que nunca se afloja que es el crecimiento de la deuda. Salvo el salto que pega en 1963 con Illia, que es cuando se sale del FMI por dos años y medio, después sigue creciendo. Entonces tenés un acumulado de deuda, ya lo dijimos, de 1400 millones de dólares en 1946, a 307 mil millones de dólares en la actualidad. Cada proceso de aumento de deuda fue acompañado de leyes represivas y de miles de muertos y desaparecidos. Es algo que, además, parece no tener fin: ¿Por qué? La política del kirchnerismo respecto de recursos naturales y del extractivismo fue desoladora. Fue una defensa absoluta del extractivismo, del fracking, de la Barrick Gold. Recordemos las reuniones con el presidente de la Barrick Gold, derogando las leyes de glaciares para proteger el agua. ¿Esa política como se sostuvo? Con asesinatos. Entre 1983 y 2017 hubo 4900 asesinados por el Estado y 211 desaparecidos. El 70% de esos asesinados fueron en los últimos 15 años. Lo que tiene de característico este gobierno -el de Macri- es que subió el número de asesinados por fuerzas estatales a uno por día. Pero no es algo típico del macrismo. El kirchnerismo, ante una política extractivista, que beneficia a las mineras y a las grandes corporaciones, aplicó la represión. No olvidemos Andalgalá, los QOM, la represión en el sur, a los petroleros de Las Heras. Todas esas represiones fueron durante el kirchnerismo, no son un invento del macrismo. El macrismo lo que hace es profundizar eso y, a diferencia del kirchnerismo, lo acompaña de un discurso del ejecutivo que es directamente confrontativo con todos los grupos que se oponen a esta política extractivista. Por eso establece la posibilidad de que haya “grupos armados” actuando contra la nación argentina. Conintes:  su principal base discursiva y subjetiva, fue un ataque a la nacionalidad; la ley 16970 de Onganía se llamaba «Ley de seguridad Nacional». La 20840, «Ley de seguridad nacional y defensa nacional». Y el macrismo viene con un discurso que, a diferencia de los Kirchner -que tenían un discurso de empoderamiento de derechos, pero reprimieron más que Menem y que Alfonsín juntos-, con los votos y diciendo, nuevamente, que el problema es la seguridad nacional. Y que tenés grupos internos que afectan la integridad nacional y que defender esa nacionalidad es defender esos recursos y por eso son plausibles de ser eliminados. Por eso tenés los casos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. Desde 2006, la Ley de Emergencia territorial dice que había que censar a 1532 comunidades originarias, con un presupuesto de 10 millones por año y en algunos años, doble presupuesto. En 11 años censaron 459 familias, que todavía no tienen título de propiedad, pero saben que están y lo que tienen y les falta. Este gobierno, el de Macri, a mitad de año sacó un decreto de censar a todas las villas de Argentina. En 90 días, censó 4050 villas. Y tiene los nombres de todos los que viven, quien trabaja, cantidad de hombres y mujeres, etc. Y ya empezó a urbanizarlas, está dando títulos de propiedad y les está poniendo servicios -agua, luz y gas-. En tres meses, 4050 villas y la gestión anterior no pudo con 1532 comunidades originarias, eso muestra el interés que tienen por devolver la tierra, defendiendo los recursos naturales. Ahí hay otro dialogo muy fuerte entre recursos naturales y políticas de seguridad.

¿Cómo pensas los censos y la urbanización que hace el macrismo, el manejo del territorio que tienen?

-Porque es una forma de securitizar la tierra, de valorizar. ¿Como los echas? Les doy el título de propiedad, les pongo dos servicios, lo urbanizo, la tierra vale. Vengo con un conglomerado inmobiliario y le digo a 50 familias les compro las casas. Con que la mitad la venda, me hago un edificio, la otra mitad me lo vende por presión. Ya no necesito echarlos, como a los indigenas que no van a aceptar irse de la tierra. Sectores empobrecidos que nadie defiende ante la presión de conglomerados inmobiliarios. Es una política económica-financiera: valorizar la tierra, financierizar y sacar gente así. Lo han hecho en los 90s ya.

En primer plano, la villa 31. De fondo, Puerto Madero, uno de los barrios más valorizados de Capital Federal, Argentina.

LS- Charlábamos antes de empezar del feminismo como irrupción fundamental de los últimos años. Nos decías que te parecía muy importante lo que proponía frente a la crueldad que se ha ejercido sobre los cuerpos.

BN- El tema del feminismo. Cuando vos ves la saga de ataques hacia el cuerpo, en los últimos 60 años, también tenes que ver los contextos políticos. Nosotros estudiamos historia económica y muchas veces se nos pueden pasar por alto muchas cosas. Queremos ver el dialogo entre leyes económico-financieras y leyes de represión de los cuerpos. Hay un diálogo constante y que podemos mostrar. En un contexto largo ves las reacciones por izquierda y por derecha. Desde la valorización financiera que empezó hace 60 años, tenés reacciones de la derecha intentando eliminar a los cuerpos, siempre intentan eliminar a los que se oponen y, a los que no se oponen, exprimirlos trabajando. Y ¿la izquierda que ha propuesto ante esto? La inmolación de los cuerpos: pelear y dar la vida por una Revolución. Ninguno de los dos sectores ideológicos cuidó el cuerpo. El feminismo viene a marcar una disrrupción muy grande, que es cuidar el cuerpo. El cuerpo es mío, a partir de aquí yo hago. Después decido si hago la revolución, si me caso con el mismo género, si tengo un aborto, lo decido yo, mi cuerpo es mío. Y lo primero que tengo que proteger es el cuerpo. El cuerpo como trinchera desde donde decidir qué hacer. En ese sentido, el feminismo es maravilloso: rompe con un discurso típico por izquierda y por derecha. Por eso, los encuentros feministas que juntan 50, 70, 90 o 100 mil personas, los partidos de izquierda no les pueden hacer entrismo, no los entienden. El peronismo mucho menos, porque para el peronismo las mujeres son la «rama femenina del partido”. El feminismo viene a decir: lo más importante, la muralla última, la trinchera, es el cuerpo. Es lo que hay que cuidar, la vida. Eso es un tiro por elevación a la derecha, que quiere exprimir los cuerpos -diciéndoles, además, lo que tienen que hacer en el trabajo o diciendo donde y como abortan-. Y un tiro por elevación a la izquierda que dice que hay que dar la vida por la Revolución, que hay que morir luchando. No hay que morir por una causa. Hay que vivir. Por eso del feminismo hay que aprender. Viene con un discurso que no se había tomado: la defensa del cuerpo. Y si analizamos la eliminación de los cuerpos indóciles, el feminismo viene a enseñarnos que son cuerpos indóciles pero que no quieren dar la vida sino generar vida. Son indóciles por la necesidad de vivir. Y eso es la peor indocilidad para el sistema: querer vivir. Y que quieras vivir sano y que quieras decidir por tu cuerpo.

LS- Habría una relación entre comunidades originarias y feminismo que puede ser pensada. Una defensa del territorio y de la vida, de lo propio, de lo históricamente explotado y maltratado.

BN- Sí, hay mucha articulación por el cuerpo ligado al territorio. Pero también porque los pueblos originarios no entregan la vida, no dicen «hay que luchar hasta morir». Para nada, se defienden nada más.

La pachamama como la figura femenina de la tierra. Distinta a la nuesta, porque la patria viene de Pater, padre. Es la enseñanza del españolismo que nos quedó. La patria es el suelo donde nacieron tus padres. Y para los pueblos originarios es la pachamama, la figura de mujer, que puede ser cogida y dar un fruto, da vida, hay que hacerle ofrendas y hay que cuidar. No hay que destrozar ese cuerpo con el extractivismo -que es agarrar un cuerpo y meterlo a trabajar 20 horas por día toda su vida, es destruirlo-. Hay una ligazón. Por eso es tan importante la defensa de su cuerpo que hacen los pueblos originarios, con piedras, palpando en los allanamientos que no tengan armas así no los matan: si quieren entrar a una comunidad, entren desarmados. No desconocen al Estado, estamos reconociendo nuestro cuerpo como la última trinchera, lo que nos queda. Hay que pensar en lo grave que es lo de los pueblos originarios: están sobre uno de los suelos más ricos del planeta, las poblaciones más empobrecidas. Si vos ves el censo nacional, los sectores más pauperizados, están sobre el suelo más rico. Sobre un suelo que puede dar de comer y tiene reservas de recursos naturales únicas en el mundo. Un subsuelo muy rico, con gente muy pobre arriba. Con una legislación que no los protege. A ningún político ni gobierno le ha interesado los pueblos originarios.

LS- ¿Cómo lees el macrismo? ¿Cómo transitás los últimos meses políticos? ¿Cómo ves al kirchnerismo en perspectiva?

BN- La sensación que te queda del kirchnerismo es: nos estamos bancando un discurso contra revolucionario, por una revolución que no hicimos. Nos están diciendo de todo y no llegamos a hacer casi nada. No llegamos ni a la pata civil de la dictadura.

LS- Es un revanchismo desmedido

BN- Sí, porque no hicimos ninguna revolución. Si la hubiesemos hecho, me banco el revanchismo. Pero no cambiamos la estructura económica, legal, que beneficia al sistema financiero, a los terratenientes, y que te mantiene un sistema tributario diferenciado. Ni siquiera eso cambiamos. Ni siquiera la ley de entidades financieras. Uno de los arietes que les permite ese revanchismo es la supuesta «corrupción», que no es otra cosa que un sistema legal armado para el sistema financiero, para los que más tienen. Un país fundado por terratenientes, armó leyes para terratenientes y latifundistas. Y esos terratenientes y latifundistas escribieron la legislación de todas las provincias entre 1850 y 1880 es en base al latifundio: ley de vagos, ley de conchavos, obligación de trabajar en mis campos, Rosas, Urquizas, López. Hasta 1900, Tucumán y Jujuy, tenían leyes de conchavo: si la policía te agarraba y si no demostrabas que laburabas para alguien te metían en cana y a la mujer la podían mandar de sirvienta, si no demostraba que tenían patrón. Hasta 1900. Las cambiaron por edictos policiales, que se institucionalizan con Perón. Es un Estado dirigido por terratenientes, latifundistas y empresarios siempre. Hoy lo que sufrimos no son actos de corrupción, son legislaciones absolutamente desiguales.

LS- Ya para terminar: atravesamos, en la conversación, gobiernos democráticos, golpes de estado, dictaduras y “democracias”. A la luz de lo que trabajás, pensás y estudiás, ¿Cómo ves la oposición dictadura y democracia?

BN- Esto no hay que tener miedo de plantearlo, hay que decir las cosas como son. Cuando uno analiza, como ya hicimos, la historia de las leyes represivas y económicas, la frontera, la línea, entre «dictadura» y «democracia» se disuelve. Es más, han sido complementarias porque una se sostuvo en las leyes de la otra. No hay diferencia. ¿Qué diferencia hay entre Frondizi y Onganía? Ninguna, son unos salvajes los dos. A parte uno se baso en otro, y la 20840 se baso en lo anterior. Y Videla se basa en lo anterior: encuentra los CRD de Onganía y tiene todo armado, divido en zonas y subzonas. Y la democracia desde 1983 mantuvo las leyes económicas de la dictadura, ley de Entidades Financieras, por ejemplo. Este es el Estado de Derecho que supimos conseguir. No tambalea por algunas detenciones, ni está en peligro. El “Estado de Derecho” es esto, un Estado Derecho y Rígido, hecho a medida de algunos sobre otros desde su fundación, pero con caracteristicas muy propias de los últimos 60 años producto

de este diálogo entre Desaparición y Deuda.

10/12/2017

Foto de Nair Castillo, tomada en el Centro cultural Almagro en la presentación de La Chispa

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